Todo empezó con un viaje a Japón. Julián López Belenguer (Huesca, 1945), jubilado de una empresa eléctrica, aprovechó en 2006 unas vacaciones en ese país, donde su hijo trabajaba como ingeniero de robótica, para ver el Monumento a la Paz en Hiroshima. Acompañado por su esposa, López quedó impresionado al ver como miles de escolares recorrían el parque consagrado a no olvidar el horror. Pero hubo algo que a este militante de base socialista —fue edil por ese partido en Tarragona en los años ochenta— le llegó al alma: el cenotafio con el nombre de cada una de las 220.000 víctimas de la explosión nuclear. Y sintió tristeza al pensar que algo así no existiera en España, tantos años después de la Guerra Civil.
“Hay memoriales en todas partes menos aquí. Es una vergüenza para la izquierda no haber hecho más por la recuperación de la memoria histórica y que debamos hacerlo entidades civiles”, dice López, afincado en Cataluña desde los años setenta mientras degusta unas croquetas en un café junto al de Paseo de Gràcia, en Barcelona.
Manos a la obra, impulsó la instalación de un monumento a las víctimas en Anya (Lleida), en memoria del abuelo de su mujer. Y, en 2009, creó la asociación Homenatge-homenaje-hommage para crear una wikipedia con el nombre de las víctimas de la contienda.
La página se llama www.enrecuerdode.com y la idea general es que se cuelgue un homenaje a las víctimas de los errores humanos. Uno de sus apartados, etiquetado como libro virtual libro virtual, está destinado a la Guerra Civil y en él figura la relación de las comunidades y pueblos de España donde se puede insertar el nombre, el lugar de nacimiento, profesión y muerte de las víctimas. Mientras el proyecto crece, Julián y nueve de sus amigos, jubilados, miembros de una coral, trabajan como hormiguitas rellenando casillas y pasando horas buceando en cientos de libros y pateando bibliotecas. “Si no escribimos el nombre de esas gentes, no quedará nada de ellas”, apunta.
Los historiadores estiman que la Guerra Civil causó 750.000 víctimas además de 150.000 desaparecidos. Hasta ahora llevan 75.000 nombres, en su mayoría de Aragón y Cataluña, por una cuestión de proximidad geográfica. El desafío es colosal, pero eso no arredrará a este hombre incansable, desengañado de la política, capaz de ser a la vez jefe de la Guardia Urbana en Tarragona y operario de una empresa eléctrica, promotor de escuelas de adultos, y que ahora invierte su tiempo en una exposición de sus esculturas en Huesca y un taller artístico con niños inmigrantes. El grupo no quiere llamar a las instituciones y aspira a tejer una red de colaboradores para alimentar la memoria.
Fuente: El País.
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