Que el flamante ministro de Exteriores, el presidente socialista del ‘no es no’, y el más anticapitalista de los alcaldes de España hayan aceptado el límite de lo posible en el caso de la venta de armas a Yemen es el peor de los fracasos.
Era 2011 y miles de jóvenes ocuparon las plazas para cambiar el régimen del 78. No pedían reformas, querían transformarlo todo. Inspiradas por las revueltas de Túnez y Egipto, de las primeras tiendas se fueron expandiendo acampadas como pequeñas ciudades provisorias, pobladas de gentes diversas, una heterogeneidad aunada por la indignación y la urgencia de cambio. Hubo represión y detenciones, pero ahí se mantuvieron, una rebelión que nadie esperaba. No, no estoy hablando del 15M.
El régimen del 78 con el que querían acabar estas gentes indignadas inició con el acceso al poder del presidente Alí Abdalá Salé. La represión que tuvieron que afrontar implicó tiroteos, estudiantes quemados en sus tiendas de campaña. Todo esto pasó en Yemen, uno de los países con más armas por habitante del mundo. Todo esto va de gente, gente que se indigna, gente que protesta y gente a la que matan. Va de las posibilidades que prometen los aires de cambio. Va de las renuncias impuestas. Va de cómo muere lo que prometieron las plazas.
A la primavera árabe de Yemen le esperaba un largo invierno. Una resaca que no parece tener fin: Guerra en el sur, guerra en el norte, Estados Unidos y sus drones, los países del Golfo y sus tensiones, los terroristas y su retaguardia, y sobre todo Arabia Saudí poniendo orden en su patio trasero.
Al siempre impune suministrador de crudo y petrodólares le queda incómodo que entre sus yacimientos y el golfo de Adén —central para el comercio del petróleo— haya un Estado. Mala suerte para los yemenís que, aunque en 2012 consiguieron liberarse por fin de Salé, vieron cómo éste se fue impune, no muy lejos, para seguir moviendo los hilos (hasta que fue asesinado el año pasado).
Quedó su vicepresidente y, como es lógico, el cambio le supo a poco a mucha gente. En 2015 empezó la guerra, una guerra muy complicada, como si las guerras hubiesen sido alguna vez fáciles. Alianzas cambiantes entre las potencias mundiales, los regímenes regionales y las oligarquías internas, a las que llamamos tribus para poder pensarlas como muy distintas a las nuestras. Desde entonces leemos que es todo un caos, que no hay solución, que es que las cosas funcionan así entre esa gente bárbara, y que si no podemos tomar parte, si ni siquiera podemos entenderlo, la cosa ya no nos concierne. Pero siempre se puede tomar parte: hay que tomar parte por la gente, por los pueblos. El internacionalismo va de eso.
No hay forma más drástica de achicar los marcos de lo posible, que poner en cuestión la supervivencia. Cuesta soñar con libertad o democracia mientras matan a tus hijos. Es difícil sostener la resistencia con el estómago vacío y el cuerpo enfermo: las bombas y la hambruna dejaron poco margen para imaginar nuevos Yemen en las plazas. Un Estado fallido, minado de intereses extranjeros, donde no hay refugio. Aquí, sin embargo, no están cayendo bombas. No tenemos un Estado fallido. La pobreza y la precariedad crecen, pero siguen enteros los hospitales y nadie muere de desnutrición, ni siquiera en las regiones más pobres y abandonadas.
Aquí hubo hasta gente que tras la ola de cambio que inspiraron las plazas consiguió llegar a las instituciones. Lanzamos grandes proclamas internacionalistas, gritamos que si había dinero para rescatar a los bancos, también se podría rescatar a la gente. Y sin embargo la gente tiene que seguir rescatándose a sí misma, sola y a la deriva, a través de trabajos cada vez más precarios. Algunos de esos trabajos son un engranaje en la cadena que termina en la muerte de la población yemení. Por ahora, no se puede hacer nada, nos dicen, no podemos condenar a nuestra gente a la miseria. Y así, nos condenan a la miseria moral a todas.
Que el flamante ministro de Exteriores, el presidente socialista del "no es no" y el más anticapitalista de los alcaldes de España hayan aceptado tal límite de lo posible es el peor de los fracasos. Es castrar la imaginación política, renunciar a desplazar el marco, aceptar que no podemos redistribuir la riqueza del Estado. Aceptar que es necesario tragar con que no exista otra alternativa para la supervivencia de miles de personas que fabricar armas contra otras miles de personas.
Entiendo que es duro enfrentarte al desempleo y la falta de futuro de tu gente. También pienso que no solo se debería dimitir cuando a uno le pillan en falta. También se puede dimitir cuando no hay posibilidad de ser coherente con tus principios, cuando tienes claras las fronteras morales que no cruzarás nunca. No significa irte, si no quedarte de otra forma, para forzar la alternativa, para pelear otros horizontes posibles.
Porque si estamos dispuestas a seguir por ahí, si somos nosotras quienes aceptamos hacer lo que antes impugnamos, estamos avalando el mantra del neoliberalismo, el “no hay alternativa.” ¿Aceptaríamos que necesitamos exportar bombas y barcos si estos fuesen a ser utilizados contra Francia o Italia? ¿No es evidente que es la alteridad desenfrenada, la savia misma del colonialismo, la que permite que tantas personas asuman que no podemos hacer otra cosa que seguir produciendo muerte?
La población yemení será la principal víctima del armamento que exportamos a Arabia Saudí, de los barcos que rescatarán —hasta cuándo— a los obreros gaditanos. Pero no será la única víctima. Aquí estamos enterrando también la posibilidad de plantarse para detener la inercia que nos hace pedir empleo a cualquier costa, de cualquier tipo, y empezar a exigir que se redistribuyan la riqueza y el trabajo. Plantarse, en definitiva, ante la economía de la muerte que nos impone el capitalismo.
Fuente:
https://www.elsaltodiario.com/yemen/malos-tiempos-internacionalismo
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viernes, 28 de septiembre de 2018
sábado, 15 de septiembre de 2018
_- ¿Saben qué es lo más grave en el asunto de venta de armas a Arabia Saudí?
¡Oh vergüenza! ¿Dónde está tu rubor?
(Hamlet, Shakespeare)
“Unas familias se dedican a fabricar bombas y metralletas para unos asesinos en serie a cambio de una importante mensualidad, a sabiendas que sus patrones las utilizan para matar cada día a decenas de familias pobres”.
Sí, lo más grave no es que un régimen como el saudí utilice las armas que le venden en la matanza indiscriminada de los civiles (sólo en el mes de agosto, mataron a 62 niños yemeníes, dejando mutilados a un centenar), ni si quiera lo es que unos gobiernos “democráticos” participen, directa o indirectamente, en estos crímenes. Lo incomprensible es:
1) que parte de la clase trabajadora, a cara descubierta, defienda este trabajo, convirtiéndose además en un peligroso “grupo de presión” al estilo de la banca o las compañías de armas, y
2) que los partidos políticos y sindicatos progresistas le hagan a este sector el seguidismo y haciéndose víctimas condenadas a un destino divino inalterable, se justifiquen con argumentos torpes como: “lo sentimos, pero tenemos que elegir el “pan” en vez de “paz” o “si no lo hacemos nosotros, lo harán otros ”. ¿Dónde está esta “vanguardia” que guíe a los trabajadores, proponiendo alternativas a un capitalismo salvaje que se mantiene explotando y armando a los pobres de unos países para que exploten y maten a los desheredados de otros? ¿Dónde está la “solidaridad internacional de los trabajadores” para desmantelar las alianzas formadas entre las élites mundiales? ¿Han sucumbido al lema individualista del capitalismo más salvaje de “sálvese quien pueda”? Postura además de mezquina, inquietante. Han olvidado que el problema de empleo en el capitalismo es estructural y surge por la sustitución de mano de obra por maquinaria y la estrategia de los empresarios en mantener un ejército de parados para bajar los salarios, provocar luchas en el seno de la clase obrera para hacerse con los pocos empleos que ofrecen y así dividirlos y debilitarlos.
Admirable en este tenebroso panorama, el movimiento feminista vasco, que ha tomado varias veces el puerto de Bilbao para denunciar que todos los meses parte un barco cargado con armas hacia el reino de Arabia para matar a unos seres humanos atrapados, indefensos. Riad utiliza incluso las prohibidas bombas de racimo que explotan en más de 2.000 fragmentos y que matan y mutilan incluso después de años de ser disparadas.
En Alemania y Suecia, hasta parte de la derecha se ha opuesto a la venta de armas de sus gobiernos a los jeques, consiguiendo que se paralizaran. En Canadá, una encuesta del 2017 sugería que la mayoría de la población se oponía a la venta de armas a este país, a pesar de que su valor era 15.000 millones de dólares y afectaba a 3.000 puestos de trabajo.
No es ningún secreto que el reino de Arabia está dirigido por una familia, en el sentido más doncorleónico de la palabra, que aplica el apartheid y un totalitarismo teocrático, el más severo del mundo que, como castigo de delitos como apostasía, adulterio, la homosexualidad y la hechicería no sólo amputa manos y pies, sino ejecuta con lapidación y decapitación, para luego crucificar sus cadáveres en público. Condenó al bloguero Raif Badawi a 10 años de prisión y 1.000 latigazos. ¿Qué tal si creamos puestos de trabajo fabricando látigos de alta calidad, ya que después de unos fuertes golpes estos látigos se rompen, junto con los huesos del reo? Es el régimen que patrocina a los grupos terroristas que atentan por los cuatro costados del planeta, incluidos en los países occidentales que le protegen, a pesar de que los tratados internacionales prohíben la venta de armas a los países que infringen gravemente los derechos humanos o apoyan el terrorismo.
Sólo en 2016, la ONU documentó 119 incursiones de la Coalición EEUU-Arabia en Yemen violando el derecho internacional humanitario: ataques a campos de refugiados, bodas, funerales, escuelas, hospitales, mercados y mezquitas. Arabia ha intentado “militarizar” la enfermedad en Yemen, provocando con sus bloqueos, el cólera, la malnutrición y por ende la muerte de miles de niños. Hay tantos cadáveres de civiles que la Cruz Roja está donando morgues a Yemen que sufre la mayor crisis humanitaria del mundo.
El heredero de la corona de Arabia, Mohammed Bin Salman, busca un triunfo militar en Yemen antes de convertirse en rey, ahora que ha fracasado en su salvaje aventura por Siria.
¿Por qué Occidente arma a Arabia?
. Crear una “mini-OTAN sunnita” para que lance una guerra contra Irán, sin implicarse directamente, y aunque con ello ponga en peligro la propia paz mundial. La misión de Arabia y Emiratos Árabes, los dos principales destinos de las armas de EEUU y la Unión Europea, es hacer de martillo para machacar los movimientos populares y desestabilizar los países de la zona: desde ahogar en su propia sangre a la “Primavera” de Bahréin, hasta enviar a decenas de miles de terroristas a Afganistán, Siria, Libia e Irak.
. Seguir beneficiando tanto a las compañías de armas -esta facción más criminal de la burguesía mundial, junto con los empresarios de la prostitución- así como a los intermediarios y comisionistas (reyes y presidentes), dejando que caiga alguna migaja para los trabajadores sin conciencia de clase, convirtiéndolos en cómplices de sus crímenes. Los comerciantes de armas británicos, por ejemplo, han multiplicarse por cinco sus ventas desde que comenzó el bombardeo de Yemen en 2015.
. Salvar a la familia Saud de sus adversarios: El Reino Unido entrena a la Guardia Nacional saudí. Pues, los países de la OTAN comparten intereses estratégicos con esta monarquía totalitaria.
. Forzar una carrera armamentística en la zona: cuando Arabia entregó un cheque de 110.000 millones de dólares de compra de armas a Trump, Catar se vio obligado a comprar un paquete de armas por el precio de 12.000. millones de dólares a EEUU. Decía el senador Chris Murphy que “Todas las vidas civiles perdidas en Yemen tienen una huella estadounidense", y de otros vendedores. Cada envío de armas transferidas a Arabia y otros países del Golfo Pérsico hace que Israel obtenga el compromiso de un equipo superior, debido a un acuerdo entre Occidente y Tel Aviv: en 2016 Netanyahu recibió un contrato de seguridad de 38.000 millones de dólares para la próxima década.
. Convertir a Arabia en el contrapeso de Irán, después de que desmantelara al régimen de Saddam Husein que cumplía esta función: lección de la que los Saud deberían tomar nota. Estas armas no darán estabilidad al régimen de los jeques, todo lo contrario: fue justamente la compra exacerbada de artefactos militares por el Sha de Irán, -apodado El Gendarme del Golfo Pérsico- en la década de los 1970, uno de los principales motivos del descontento popular que terminó no sólo con él, sino con la propia monarquía.
. En caso de Yemen, Arabia, EEUU e Israel, entre otros motivos, cuentan con intereses vitales en hacerse con el control del estrecho de Bob-al-Mandeb.
Los gobiernos que negocian con las guerras suelen maquillarlo para manipular a los ciudadanos: cambian el nombre del “Ministerio de Guerra” por el “Ministerio de Defensa” sin transformar sus funciones, o hacen que un centro como el “Instituto de Estados Unidos por la Paz, esté vinculado con las empresas de armas como Lockheed Martin, y cuyo director Stephen Hadley sea un exasesor de Seguridad Nacional de EEUU.
Atención: La conformidad de Israel con estas transacciones es primordial. De hecho, se opuso al acuerdo nuclear con Irán y consiguió que EEUU. se retirase de ello, e incluso suspendiera la venta de 80 aviones de pasajeros de Boeing, firmado el 2016, por un valor de 20.000 millones de dólares y que iba a crear 18.000 empleos.
Son estos mismos políticos y medios a su servicio que silencian lo que sucede con este régimen, mientras convierten la farsa del “Programa de reformas internas” de Arabia en titulares para promocionar al príncipe heredero.
Industrias alternativas
Según un estudio del Instituto de Asuntos Internacionales y Públicos Watson de la Universidad de Brown de EEUU “el gasto en energías limpias y cuidado de la salud crea un 50% más de empleos que la cantidad equivalente de gasto militar", y la inversión en educación genera más del doble de puestos de trabajo en un EEUU donde la industria militar emplea a unas 3.5 millones de personas.
A corto plazo, los gobiernos democráticos podrían: empezar una reconversión industrial, mientras indemnizan a los trabajadores de estas empresas, y les emplean en la fabricación de maquinaria para otras industrias; desarrollar fuentes de energía renovables para cortar esta dependencia del petróleo y sus dueños; invertir en investigación e innovación no militares, e incluso, para la misma Arabia podrían fabricar desaladoras de agua para que en vez del hidrocolonialismo y el saqueo de agua y tierras fértiles de África, Riad siembre en su propio desierto.
Los objetivos honestos, y crear empleo lo es, deben conseguirse sólo con medios honestos.
Fuente:
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5184/saben-cual-es-lo-mas-grave-en-el-asunto-de-venta-de-armas-a-arabia-saudi/
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lunes, 20 de febrero de 2017
Daniel Maes: "La cobertura sobre Siria es la mayor mentira mediática de los últimos tiempos". Entrevista al sacerdote flamenco Daniël Maes, testigo de la llamada “guerra civil”.
Algemeen Dagblad
El sacerdote flamenco Daniël Maes (78) vive en Siria, en el monasterio de Mar Yakub, del siglo VI, en la ciudad de Qara, a 90 kilómetros al norte de la capital, Damasco. El padre Daniel ha sido testigo de la “guerra civil” y en su opinión, la información occidental sobre el conflicto en Siria es muy engañosa. Lo resume así: “los estadounidenses y sus aliados quieren arruinar por completo al país”.
-Entrevistador: Usted es muy crítico con la cobertura de los medios sobre Siria. ¿Que le molesta?
-Padre Daniel: La idea de que tuvo lugar un levantamiento popular contra el presidente Assad es completamente falsa. He estado en Qara desde 2010 y he visto con mis propios ojos cómo agitadores de fuera de Siria organizaban protestas contra el gobierno y reclutaban a jóvenes. Todo ello fue filmado y transmitido por Al Jazeera para dar la impresión de que estaba teniendo lugar una rebelión. Hubo asesinatos cometidos por terroristas extranjeros contra las comunidades sunitas y cristianas, en un esfuerzo por sembrar la discordia religiosa y étnica entre el pueblo sirio. Pero, según mi experiencia, el pueblo sirio estaba realmente muy unido.
Antes de la guerra, este país era armonioso: un estado laico en el que las diferentes comunidades religiosas convivían pacíficamente. No había casi pobreza, la educación era gratuita y los cuidados médicos eran buenos. No era posible expresar libremente sus opiniones políticas, pero eso a la mayoría de la gente no le importaba.
-Entrevistador: Se dice de la madre Agnès-Mariam, de su monasterio Mar Yakub (San Jacobo) que toma partido a favor del régimen y que tiene amigos al más alto nivel.
-Padre Daniel: La madre Agnès-Mariam ayuda a la población: recientemente ha abierto un comedor popular en Alepo donde se preparan 25.000 comidas cinco veces a la semana. Mira, es milagroso que todavía estemos vivos. Lo debemos al ejército del gobierno de Assad y a Vladimir Putin, porque éste decidió intervenir cuando los rebeldes amenazaban con tomar el poder.
Cuando miles de terroristas se instalaron en Qara, tuvimos miedo por nuestras vidas. Venían de los Estados del Golfo, Arabia Saudita, Europa, Turquía y Libia, y había muchos chechenos. Formaban una fuerza de ocupación extranjera, todos aliados de Al Qaeda y otros terroristas. Armados hasta los dientes por Occidente y sus aliados con la intención de enfrentarse contra nosotros. Decían, literalmente: “Ahora este país nos pertenece”. A menudo, estaban drogados, peleaban entre sí y por las noches disparaban al azar. Tuvimos que escondernos en las criptas del monasterio durante mucho tiempo. Cuando el ejército sirio los expulsó, todo el mundo estuvo contento: los ciudadanos sirios porque odiaban a los rebeldes extranjeros y nosotros porque la paz había regresado.
-Entrevistador: Usted dice que el ejército sirio protege a los civiles, pero hay todo tipo de informes sobre crímenes de guerra cometidos por las fuerzas de Assad, como los bombardeos con bombas de barril.
-Padre Daniel: ¿No sabes que la cobertura mediática sobre Siria es la mayor mentira mediática de nuestro tiempo? Han vendido auténticas tonterías sobre Assad. En realidad fueron los rebeldes los que saquearon y mataron. ¿Crees que el pueblo sirio es estúpido? ¿Crees que esas personas han sido obligadas a dar vivas a Assad y Putin? Son los estadounidenses los que tienen las manos metidas en todo esto, para sus oleoductos y por los recursos naturales en esta región, y para frustrar a Putin.
Arabia Saudita y Qatar quieren establecer un estado suní en Siria, sin libertad religiosa: por consiguiente, Assad debe irse. Sabes una cosa: cuando el ejército sirio se estaba preparando para la batalla de Alepo, soldados musulmanes vinieron a mí para ser bendecidos. Entre los musulmanes corrientes y los cristianos no hay problema. Son los rebeldes radicales islámicos, respaldados por los occidentales, los que quieren matarnos. Todos ellos son Al Qaeda e ISIS. Ya no hay combatientes moderados.
-Entrevistador: Usted mencionó una vez a Hillary Clinton como “un diablo en agua bendita”, porque como Secretaria de Estado empeoró deliberadamente el conflicto.
-Padre Daniel: Estoy contento con Trump. Ve lo que toda persona normal entiende: que Estados Unidos debe dejar de socavar a los países que poseen recursos naturales. El intento de los estadounidenses de imponer un mundo unipolar es el mayor problema. Trump entiende que el Islam radical es una amenaza más grande que Rusia.
¿Qué me importa si de vez en cuando se quita los pantalones? Si Trump practica la geopolítica de la manera como lo ha prometido, entonces el futuro parece brillante. Entonces será similar al enfoque de Putin. Y espero que entonces, habrá una solución para Siria y la paz volverá.
-Entrevistador: ¿Entiende que su análisis es polémico y que se encontrará con muchas críticas?
-Padre Daniel: Hablo a partir de mi observación personal. Y nadie tiene por qué creerme ¿no es cierto? Pero sé una cosa: los medios de comunicación pueden contribuir a la masacre del pueblo sirio o ayudar a éste con su cobertura mediática. Lamentablemente, hay demasiados gregarios y cobardes entre los periodistas.
Notas:
[1] Algemeen Dagblad: http://www.ad.nl/nieuws/poetin-en-assad-hebben-mijn-leven-gered~add21ab7/
[2] Traducción del inglés: http://ronpaulinstitute.org/archives/featured-articles/2017/february/04/the-media-coverage-on-syria-is-the-biggest-media-lie-of-our-time-interview-with-flemish-priest-in-syria/
martes, 30 de junio de 2015
La Unesco condena el bombardeo contra la ciudad vieja de Saná. La Unesco critica los bombardeos internacionales sobre la capital de Yemen, patrimonio de la humanidad
Varios edificios del casco antiguo de Saná, la capital de Yemen, resultaron destruidos este viernes por un cohete y seis de sus habitantes murieron en el derrumbe, según el recuento de la agencia estatal de noticias Saba. Esa fuente atribuye el proyectil, que no llegó a estallar, a un bombardeo de la coalición que dirige Arabia Saudí. Pero un portavoz militar de esa campaña negó que su aviación hubiera atacado esa zona histórica, declarada patrimonio de la humanidad. El incidente se produce en vísperas de las conversaciones de paz que la ONU ha convocado en Ginebra el próximo lunes.
Entre los edificios destruidos se encuentra, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), un complejo de casas tradicionales en el barrio de Al Qasimi, junto al jardín urbano de Miqshama. Las imágenes del antes y el después que de inmediato difundieron algunos vecinos en las redes sociales muestran el daño irreparable causado a esos rascacielos de adobe de varios siglos de antigüedad característicos de Yemen. Sus fachadas ocre con dibujos blancos que parecen puntillas enmarcando puertas y ventanas, constituyen la postal de un país que ahora se está desmoronando como sus viviendas.
“Me causa un profundo dolor la pérdida de vidas humanas así como el daño infligido a una de las joyas del paisaje urbano islámico más antiguas del mundo”, declaró Irina Bokova, la directora general de la Unesco en un comunicado. “Esta destrucción sólo va a exacerbar la situación humanitaria y reitero mi llamamiento a todas las partes para que respeten y protejan el patrimonio cultural de Yemen”, añadió.
Desde el amanecer, la aviación aliada estuvo bombardeando posiciones y depósitos de armas de los rebeldes, la milicia Huthi y la facción del Ejército fiel al expresidente Ali Abdalá Saleh. Sin embargo, no está claro cuál era el objetivo en la ciudad vieja, tras cuyas murallas están censados 6.500 edificios, 103 mezquitas y 14 casas de baños. Al parecer, según testigos citados por France Presse, el misil ni siquiera estalló, lo que no impidió que cinco edificios de tres pisos se derrumbaran bajo el impacto aplastando a varios de sus inquilinos.
“No hemos llevado a cabo operaciones en la ciudad”, declaró el portavoz de la coalición árabe, el general Ahmed Asiri, al ser preguntado por France Presse.
“Según las fuentes yemeníes, fue un ataque aéreo y el problema es que los ataques aéreos han dañado ya muchos lugares [históricos]. Muchos. Por todo el país”, recalca por correo electrónico el consultor de la Unesco Marco Livadiotti, especialista en Yemen.
Saná es uno de los asentamientos urbanos más antiguos continuamente habitados. Las raíces de su casco antiguo se remontan a 2.500 años y algunas de sus construcciones han permanecido en pie desde hace diez siglos. Aunque es la primera vez que un proyectil cae directamente sobre esa zona, los vecinos ya se habían quejado con anterioridad de daños en algunas casas como consecuencia de los bombardeos contra el cercano Ministerio de Defensa.
Desde el inicio de la campaña militar, se han producido sin embargo otros perjuicios al patrimonio sea por bombardeos aéreos o por combates terrestres entre las distintas facciones, según ha denunciado la Unesco. El pasado martes resultó gravemente dañado el recinto otomano de Al Owrdhi, en el exterior del casco histórico. Fuera de Saná también han sido alcanzados lugares arqueológicos como la ciudad amurallada preislámica de Baraquish, el castillo medieval de Al Cairo en Taiz, la presa de Mareb, el museo de Dhamar o la mezquta del Imam al Hadi en Saada, una aljama de 1.200 años de antigüedad que al parecer ha quedado completamente destruida.
“Están creando odio y animosidad para un largo tiempo”, se lamenta un ex embajador yemení en declaraciones a EL PAÍS. “No hay cobertura [informativa]… ni denuncia”, se queja dolido por la escasa atención internacional. Este diplomático, como la mayoría de los observadores, tiene “pocas esperanzas” en las conversaciones de paz que la ONU ha organizado a partir del lunes en Ginebra.
Se trata del primer intento de desbloquear el conflicto entre del presidente internacionalmente reconocido, Abdrabbo Mansur Hadi, y los rebeldes Huthi respaldados por las fuerzas leales a Saleh. Arabia Saudí y sus aliados decidieron intervenir en marzo para frenar el ascenso de los Huthi que desde septiembre del año pasado habían puesto en jaque al Gobierno de Hadi. Riad ve la mano de Irán detrás de ese grupo.
“La delegación que viaja desde Riad representa al Gobierno en el exilio, pero sirve más a los intereses saudíes que a los nacionales y no tiene influencia sobre las acciones militares; en cuanto a quienes van desde Saná están bajo mucha presión, pero no van a aceptar las resoluciones de la ONU a no ser que consigan una recompensa como que la salida de Hadi y una nueva fórmula de reparto de poder”, explica el diplomático. En su opinión, “la única esperanza para la población es que se consiga una tregua humanitaria, algo a lo que Riad no parece favorable”.
Rascacielos de adobe
A pie de calle, estos edificios de adobe y troncos de palmeras se muestran robustos. Muros de un metro de espesor garantizan el apoyo de los pisos superiores, cuya superficie se va reduciendo a medida que se gana en altura. Los sucesivos niveles marcan la transición de lo público a lo privado. El primer piso acoge el diván, o salón de recibir, un ámbito esencialmente masculino. En el siguiente, se halla la sala de reunión familiar, que en ocasiones dobla como dormitorio, y por encima las habitaciones privadas, incluida la cocina, el dominio tradicional de las mujeres. El último piso, o mafrach, se reserva para las reuniones con familiares o amigos muy cercanos a los que por la tarde se invita a mascar qat, leer poesía o escuchar música tradicional.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/12/actualidad/1434110208_241263.html
Entre los edificios destruidos se encuentra, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), un complejo de casas tradicionales en el barrio de Al Qasimi, junto al jardín urbano de Miqshama. Las imágenes del antes y el después que de inmediato difundieron algunos vecinos en las redes sociales muestran el daño irreparable causado a esos rascacielos de adobe de varios siglos de antigüedad característicos de Yemen. Sus fachadas ocre con dibujos blancos que parecen puntillas enmarcando puertas y ventanas, constituyen la postal de un país que ahora se está desmoronando como sus viviendas.
“Me causa un profundo dolor la pérdida de vidas humanas así como el daño infligido a una de las joyas del paisaje urbano islámico más antiguas del mundo”, declaró Irina Bokova, la directora general de la Unesco en un comunicado. “Esta destrucción sólo va a exacerbar la situación humanitaria y reitero mi llamamiento a todas las partes para que respeten y protejan el patrimonio cultural de Yemen”, añadió.
Desde el amanecer, la aviación aliada estuvo bombardeando posiciones y depósitos de armas de los rebeldes, la milicia Huthi y la facción del Ejército fiel al expresidente Ali Abdalá Saleh. Sin embargo, no está claro cuál era el objetivo en la ciudad vieja, tras cuyas murallas están censados 6.500 edificios, 103 mezquitas y 14 casas de baños. Al parecer, según testigos citados por France Presse, el misil ni siquiera estalló, lo que no impidió que cinco edificios de tres pisos se derrumbaran bajo el impacto aplastando a varios de sus inquilinos.
“No hemos llevado a cabo operaciones en la ciudad”, declaró el portavoz de la coalición árabe, el general Ahmed Asiri, al ser preguntado por France Presse.
“Según las fuentes yemeníes, fue un ataque aéreo y el problema es que los ataques aéreos han dañado ya muchos lugares [históricos]. Muchos. Por todo el país”, recalca por correo electrónico el consultor de la Unesco Marco Livadiotti, especialista en Yemen.
Saná es uno de los asentamientos urbanos más antiguos continuamente habitados. Las raíces de su casco antiguo se remontan a 2.500 años y algunas de sus construcciones han permanecido en pie desde hace diez siglos. Aunque es la primera vez que un proyectil cae directamente sobre esa zona, los vecinos ya se habían quejado con anterioridad de daños en algunas casas como consecuencia de los bombardeos contra el cercano Ministerio de Defensa.
Desde el inicio de la campaña militar, se han producido sin embargo otros perjuicios al patrimonio sea por bombardeos aéreos o por combates terrestres entre las distintas facciones, según ha denunciado la Unesco. El pasado martes resultó gravemente dañado el recinto otomano de Al Owrdhi, en el exterior del casco histórico. Fuera de Saná también han sido alcanzados lugares arqueológicos como la ciudad amurallada preislámica de Baraquish, el castillo medieval de Al Cairo en Taiz, la presa de Mareb, el museo de Dhamar o la mezquta del Imam al Hadi en Saada, una aljama de 1.200 años de antigüedad que al parecer ha quedado completamente destruida.
“Están creando odio y animosidad para un largo tiempo”, se lamenta un ex embajador yemení en declaraciones a EL PAÍS. “No hay cobertura [informativa]… ni denuncia”, se queja dolido por la escasa atención internacional. Este diplomático, como la mayoría de los observadores, tiene “pocas esperanzas” en las conversaciones de paz que la ONU ha organizado a partir del lunes en Ginebra.
Se trata del primer intento de desbloquear el conflicto entre del presidente internacionalmente reconocido, Abdrabbo Mansur Hadi, y los rebeldes Huthi respaldados por las fuerzas leales a Saleh. Arabia Saudí y sus aliados decidieron intervenir en marzo para frenar el ascenso de los Huthi que desde septiembre del año pasado habían puesto en jaque al Gobierno de Hadi. Riad ve la mano de Irán detrás de ese grupo.
“La delegación que viaja desde Riad representa al Gobierno en el exilio, pero sirve más a los intereses saudíes que a los nacionales y no tiene influencia sobre las acciones militares; en cuanto a quienes van desde Saná están bajo mucha presión, pero no van a aceptar las resoluciones de la ONU a no ser que consigan una recompensa como que la salida de Hadi y una nueva fórmula de reparto de poder”, explica el diplomático. En su opinión, “la única esperanza para la población es que se consiga una tregua humanitaria, algo a lo que Riad no parece favorable”.
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Rascacielos de adobe
A pie de calle, estos edificios de adobe y troncos de palmeras se muestran robustos. Muros de un metro de espesor garantizan el apoyo de los pisos superiores, cuya superficie se va reduciendo a medida que se gana en altura. Los sucesivos niveles marcan la transición de lo público a lo privado. El primer piso acoge el diván, o salón de recibir, un ámbito esencialmente masculino. En el siguiente, se halla la sala de reunión familiar, que en ocasiones dobla como dormitorio, y por encima las habitaciones privadas, incluida la cocina, el dominio tradicional de las mujeres. El último piso, o mafrach, se reserva para las reuniones con familiares o amigos muy cercanos a los que por la tarde se invita a mascar qat, leer poesía o escuchar música tradicional.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/12/actualidad/1434110208_241263.html
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