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sábado, 8 de diciembre de 2018

JFK (1991), de Oliver Stone: La denuncia con rigor para goce de los justos

Muy pocas veces en la historia del cine se ha tenido la oportunidad de asistir a un filme en el que a la eficacia dramatúrgica se suma una capacidad de síntesis y de esclarecimiento tan contundentes como en JFK

 – La pregunta que no quiere callar (1991) o JFK: Caso abierto, como también se retituló, del cineasta estadounidense Oliver Stone (15/sept/1946), ganador de los premios Oscar a la Mejor Fotografía, para Robert Richardson, y al Mejor Montaje, para Joe Hutshing y Pietro Scalia. Y aquí debe señalarse algo previsible: JFK, con sus ocho nominaciones a los premios de la Academia, no es un filme para tales galardones y no porque no los merezca, sino porque no los necesita y, además, porque los mismos no están destinados para semejante tipo de cine: no cabe, precisamente, dentro del cine espectáculo, más bien dentro del cine/memoria/denuncia, que tanto daño hace a los fans de los pactos de silencio y que a toda hora hablan de “conspiraciones”: claro, porque son ellos los que las producen y ya decía Wilde que “solo hablamos de lo que nos interesa”, en especial, exorcizar, já, o, en otros casos, confesar, porque para nadie es un secreto que el asesino siempre se confiesa: aunque, en este caso, no sea, propiamente, que el asesino, EE.UU, se confiese, sino que un hombre, un artista, ético por honesto, traduce ese malestar general en una ocasión particular de esclarecer un asunto, objetivo del que el Informe de la Comisión Warren está muy lejano.

Las iniciales JFK corresponden, obviamente, a John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), el trigésimo presidente de los EE.UU, asesinado en Dallas, Texas, el 22/nov/1963. El filme de Stone, con guion de él mismo y de Zachary Sklar, está basado en los libros On the Trail of the Assassins o En la pista de los asesinos, de Jim Garrison, por esa época fiscal del distrito de New Orleans, y Crossfire: The Plot That Killed Kennedy, literalmente, Fuego cruzado: El complot que mató a Kennedy, de Jim Marrs. Nacido en NY, Stone trabajó como maestro y marino mercante en el sureste de Asia entre 1965 y 66, antes de incorporarse al ejército para participar en la Guerra de Vietnam del 67 al 68; hecho que, a la postre, determinó la mayor parte de su quehacer posterior a 1971, cuando se graduó en la Escuela de Cine de la U. de NY. Dos años después escribió y dirigió Seizure (1974) o Reina del mal y, más tarde, redactó los guiones de filmes tan desiguales, en argumento y calidad, como Midnight Express (1978) o Expreso de medianoche, para el filme de Alan Parker, basado en la autobiografía de Billy Hayes; Conan the Barbarian (1982) o Conan, el bárbaro, coescrito con John Milius para el filme de éste, sobre el cómic de Robert E. Howard; y Scarface o Caracortada (1983) o El precio del poder, según la novela de Armitage Trail (1902-1930), autor gringo de pulp fiction (1). Coescribió, también, con Michael Cimino, el de The Year of the Dragon (1985) o El año del dragón, sobre la novela homónima de Robert Daley; también escribió/dirigió The Hand (1981) y Platoon (1986), su mea culpa sobre Vietnam, por la que recibió ocho nominaciones en Hollywood, de las cuales obtuvo cuatro premios, sin duda merecidos, entre ellos a la Mejor Película y al Mejor Director, al igual que Globo de Oro al Mejor Filme.

Asimismo, Stone ha dirigido Salvador (1986), coescrita con Richard Boyle, quien cuenta su propia historia sobre las guerras civiles en Centroamérica, donde fue reportero durante la década de 1980 y descubrió el entramado de la corrupción, así como aspectos de la realidad que ignoraba y que lo llevaron al compromiso y a la toma de partido; Wall Street (1987), y su secuela Wall Street: El dinero nunca duerme: la matriz, su obra más lograda antes de JFK y en la que actúa una pareja básica de oposición: Bud Fox, literalmente el amigo zorro o el zorro camarada, encarnado por Charlie Sheen, joven y ambicioso corredor de bolsa que termina su universidad gracias a su esfuerzo y al de su padre mecánico y jefe sindical, rol a cargo de Martin Sheen, el recordado protagonista de Apocalypse Now, de Ford Coppola. Él, Bud, ansía trabajar con su admirado Gordon Gekko (Michael Douglas), sujeto sin escrúpulos, típico self-made-man que en poco tiempo ha hecho fortuna en la bolsa: ¿el resultado?, la muestra más despiadada de lo que significa el capitalismo, con su lucha implícita entre el afán de figuración, el prurito de la competitividad, la impúdica exhibición de vanidad y de desprecio por lo que represente el mundo de los seres humanos o una sociedad humanizada y no destruida aun por la cosificación, el patriarcado, el poder, con el telón de fondo de la crisis financiera; Talk Radio (1988), a un tiempo el poder del dúo teléfono/radio, con base en el guion del propio protagonista, Eric Bogosian, y del mismo Stone. Aquél, como Barry Champlain, locutor de un programa radial nocturno en Dallas, se mueve entre el cinismo y la crueldad, entre la simpatía y el odio: dadas la claridad y firmeza con que expresa su credo, por contraste, termina por recibir serias amenazas. Partes del filme y del guion, con coautoría de Tad Savinar, se basaron en el asesinato del locutor radial judío Alan Berg, en 1984, y en el libro Talked to Death: The Life and Murder of Alan Berg o Hablando a la muerte: Vida y crimen de Alan Berg, de Stephen Singular, por el que recibió el Oso de Plata en el XXXIX Festival Internacional de Cine de Berlín y que también sirvió de inspiración para los filmes Betrayed (1987) o El sendero de la traición, del greco-francés Costa-Gavras y Brotherhood of the Murder (1999) o La hermandad del crimen, de Martin Bell; Born on the Fourth of July (1990) o Nacido el cuatro de julio, regreso a Vietnam como recurso adicional al exorcismo, la desgarrada/desgarradora aventura autobiográfica del voluntario Ron Kovic, coautor del guion, que va a defender a su país con la idea de estar al tiempo probándole su amor: al regreso, ya como veterano de guerra, su convicción cambiará de modo radical cuando se le vea postrado en silla de ruedas y atendido en un mugriento hospital, lo que, a su vez, proyecta la idea de la estulta valentía patriotera cuando se la contrasta con la idea de la sobria dignidad sin fronteras ni límites, o sea, la libertad, y con el recurso a la guerra trocado por el de la paz.

Más recientemente, The Doors (1991), filme underground elevado a la categoría de superproducción, en la que predomina la cantidad sobre la calidad: muy elaborado técnicamente, sí, pero con una más bien poco asequible, casi esotérica, visión personal no sobre el grupo musical que le da nombre y que operó entre 1965 y 73, sino sobre su cantante, Jim Morrison, la que de paso se olvida de su estrella, el compositor y organista/teclista Ray Manzarek, así como de su creador y guitarrista Robert Alan Robby Krieger, los dos cerebros de la banda formada en Los Ángeles (lo que va sin hablar del baterista John Densmore). Los que, básicamente, hicieron de ella, uno de las cuatro exponentes claves de la psicodelia en los años 60 del siglo XX al lado de Grateful Dead, Jefferson Airplane y Pink Floyd. Obra en la que la aparente crítica de lo real está al servicio del espectáculo, al contrario de lo que pasa en JFK, filme en el que el espectáculo está al servicio de la crítica de lo real. De entre los 17 largos realizados desde The Doors hasta hoy, no puede dejar de mencionarse títulos como Heaven and Earth (1993) o Entre el cielo y la tierra, una visión de Vietnam por una mujer; Natural Born Killers (1994) o Asesinos por naturaleza, dura/ácida crítica al sensacionalismo mediático; Nixon (1995), retrato político del líder de nuestra pandilla (Philip Roth) y uno de los peores ejemplos de esa entelequia llamada democracia, dentro de la cual, justamente, su antítesis es EE.UU, país que ha invadido 70 países entre 1945 y hoy, ha asesinado entre 20 y 30 millones de personas en 37 países, lo que, de hecho, lo convierte en el mayor violador de los DD.HH en el mundo (2); U Turn (1997) o Giro en U o al infierno, con guion de John Ridley, basado en su libro Stray Dogs (Perros callejeros), con un extraño triángulo en el que la amante le propone al suyo matar a su marido y este le devuelve la oferta a ella para que mate a su amante, Bobby (Sean Penn), en una trama parecida a la del filme del colombiano Felipe Aljure, El colombian dream (2005), en la que la mujer traiciona con el esposo al amante; Comandante (2003), documental que evidencia la admiración por ciertos personajes de la izquierda latinoamericana, para el caso por Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana, al lado del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos; Alexander (2004), su particular visión del rey macedonio Alejandro Magno, quien a los 30 años ya era el más poderoso de su tiempo llegando a dominar Asia Menor, Egipto (donde funda la biblioteca y universidad más grandes de su tiempo) para luego dirigirse a Babilonia, sede central del imperio persa: muere, se cree que envenenado, a los 33 años, tras una larga y difícil relación con su padre, como era la de éste con su esposa Olimpia, quien se cree que planeó el asesinato de Filipo II llevado a cabo por su guardia Pausanias; La historia no contada de EE.UU (2012), una serie para TV de diez episodios, cuyo título alude a un tratamiento de la historia distinto al de la versión oficial, por el estilo de lo que hizo Howard Zinn en La otra historia de los EE.UU, cuyo pdf, 512 pp, está en Internet (3). Por último, Mi amigo Hugo (2014), un homenaje a Hugo Chávez Frías, comandante y fundador de la República Bolivariana de Venezuela y artífice de la idea, puesta en práctica, de un socialismo para el siglo XXI, la que solo EE.UU puso en entredicho, dada la avidez del Imperio por proveerse de recursos, y a cuyo líder persiguió, vía Golpe Suave, según la teoría harto criminal e ínfimamente política de Gene Sharp, que llevan al trágico final de Chávez, no por causa de mal natural alguno sino por un cáncer inoculado a través de nanotecnología, entre 2011 y 2013: la justicia venezolana llamaría luego a juicio, por este hecho, a su ex jefe de seguridad, Adrián José Velásquez Figueroa, y a su esposa, la ex directora del Tesoro de Venezuela, Claudia Patricia Díaz Guillén, quienes extrañamente terminaron depositando el fruto de sus hazañas conspirativas, vía USA, en el barril sin fondo de los Panamá Papers. Y, cómo no, Snowden (2016), una re-visión (sic) sobre los avatares que ha pasado el hacker gringo más famoso de la historia de EE.UU que filtró información clasificada de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) al NYT, al Washington Post y a otros medios relevantes, a partir de jun/2013, lo que desató una feroz cacería de los sistemas de control, tan solo comparables a los sufridos por esos otros verdaderos héroes nacionales como son Julian Assange, director de WikiLeaks, y Chelsea Elizabeth Manning, llamada así a partir de abr/2014, pero nacida como Bradley Edward Manning, en Crescent, OK, 17/dic/1987 (4).

JFK muestra de tal forma la misteriosa trama que rodea al magnicidio de Kennedy, el Rey de Camelot, como obliga la fábula/farsa política estadounidense, para, por contraste, terminar por hacer percibir con nitidez el modo como fue urdida dicha trama; y lo más impresionante: hace que el público tome conciencia de la situación y de sus profundos mecanismos. Para lograrlo le lanza un desafío de principio a fin. JFK se inicia con un epígrafe de la escritora Ella Wilcox: “Pecar callando cuando se debe protestar, convierte a los hombres en cobardes”. Hasta aquí, muchos podrán pensar que el filme no dice nada nuevo; es decir, nada que no sea la confirmación de lo que muchos, sobre todo mayores de 50 o 60 años, han intuido acerca del asesinato del mandatario demócrata John F. Kennedy, así como en relación con los posteriores asesinatos de Malcolm X, dirigente negro y musulmán muerto a bala en 1965, a quien extrañamente no se cita en JFK y de quien aún hoy se desconoce su victimario incluso cuando el principal incriminado, Louis Farrakhan, ministro/líder de La Nación Islámica, ni siquiera ha sido llamado a juicio, pese a haber dicho, a comienzos de los años 60, “Malcolm X debe morir” (5); Martin Luther King, a quien eliminó no “el loco que actuó solo”, James Earl Ray (6), como tantas veces se ha dicho, sino Henry Clay Wilson, como informó al NYT su hijo el pastor Ronald D. Wilson, quien lo hizo y “no por motivos racistas sino políticos pues lo creía comunista” (7); y Robert Kennedy, de quien hasta ahora se sabe que lo ultimó un tal Sirhan Bishara Sirhan, 24 años, de ascendencia palestina, después de que aquél, el 4/jun/1968, obtuviera la mayor victoria en su carrera hacia la nominación demócrata al ganar las primarias en South Dakota y California, así que pasada la medianoche dio un discurso de agradecimiento a sus electores en el Hotel Ambassador, de Los Ángeles. Mientras iba por un pasillo, atestado de gente, hacia las cocinas del hotel, Sirhan, de repente disparó contra la multitud hiriendo a muchas personas, entre ellas al senador, a quien se dice disparó a quemarropa; luego, reconoció su crimen por oponerse al apoyo que aquél daba a Israel y, finalmente, fue condenado a cadena perpetua. Nadie, entonces, cuestionó esta versión (8). No deja de ser curioso, además, que uno de los tres libros que RFK escribió se titule El enemigo interior: La cruzada del Comité McClellan en contra de Jimmy Hoffa y los sindicatos laborales corruptos (1960), cuando se sepa que ambos, Robert y John F., recurrían a préstamos del propio Hoffa, presidente del Sindicato de Camioneros, quien extrañamente desapareció en 1968 y jamás se le volvió a ver. Aquí cabe recordar que, con ocasión de los disturbios en Birmingham, se detuvo a 2.500 manifestantes negros, Robert, azuzado por John, empezó a buscar “discretamente” los 160 mil dólares necesarios para pagar las fianzas que, en lo fundamental, salieron “de las arcas de los principales sindicatos del país”, como señala Marshall Frady en su biografía sobre Martin Luther King (9). Por eso, tampoco es gratuito que uno de los capítulos del libro de Wolfe se titule Jack y su pandilla, que es el apodo de John F., en la que también figura, obvio, su adorable hermano Robert Francis (10).

Pese a las conclusiones de la Comisión Warren, en el sentido de que hubo un solo asesino, Lee Harvey Oswald, y de que se hicieron apenas tres disparos en 5.6 segundos, Stone no solo muestra que la primera aseveración es simplemente una farsa, sino que, además, sobre la segunda, aporta evidencias que permiten saber que se trató de una conspiración. En la que se hallan implicados desde los más altos jerarcas de la política gringa, empezando por el entonces vice Lyndon B. Johnson, dueño del 20% de las acciones de Helicópteros Bell, declarado militarista y el principal opositor a que JFK retirara a mil oficiales de Vietnam, y siguiendo con Gerald Ford, quien a la sazón fungía como diputado: curiosamente, ambos serían presidentes; hasta individuos de la más baja ralea, como el hipócrita “partidario de Kennedy” y rabioso anticastrista, Clay Bertrand o Clay Shaw, tantas veces mostrado en el filme y al final llevado a juicio, su homólogo David Ferrie, El Buitre, magistral rol de Joe Pesci, el “traficante” y mafioso del transporte, Jimmy Hoffa, quien después se desvanecería en el aire quizás por ser un testigo “sólido”, y el mismísimo Jack Ruby, amigo y, no obstante, victimario de Oswald, el supuesto criminal que “actuó solo”, que no tenía más que 14 dólares en el banco y que, sin embargo, compraba tiquetes aéreos por una cuantía superior a los 1.500 dólares, que viajaba por cuenta del Departamento de Estado y que trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Conspiración en la que, según Stone mismo, también estuvieron involucrados funcionarios del Pentágono, del FBI, de la ya citada CIA, de la OIN y de las llamadas Black Operations: al respecto, recuérdese la escalofriante confesión que el Coronel X le hace, frente al obelisco de Washington, al fiscal Garrison, que a grandes rasgos devela todo lo que la historia oficial gringa ha escondido a lo largo de su turbio devenir.

La farsa de la que habla Stone está contenida en un informe de 26 tomos, elaborado por aquella comisión que fue nombrada por el principal implicado, según el mismo cineasta, en el complot contra Kennedy: Lyndon Baines Johnson, oriundo del estado donde aquél fue eliminado y quien, tras la muerte del dirigente, llegaría a la presidencia de los EEUU. La Comisión Warren estaba integrada por Earl Warren, de ahí su nombre, presidente de la misma y uno de los principales opositores republicanos a JFK; los senadores Richard Russell Jr. (1897-1971) y John Sherman Cooper (ya fallecido); los congresistas T. Hale Boggs y Gerald Ford, luego vicepresidente y presidente de EEUU; el ex director de la CIA Allen Dulles, quien había sido despedido y no “jubilado” por Kennedy, tras el fracaso de la invasión a Bahía Cochinos, en Cuba, 1962; y el ex director del BM John McCloy. Fuera del sospechoso designio de Warren y de Dulles, cabe agregar que las dos páginas de Russell Jr. con su disenso en torno a la teoría de “un solo asesino”, fueron separadas del Informe Final. Pero, mientras la Comisión se preocupó, en apariencia, por averiguar quién mató a Kennedy, Stone se preguntó: ¿Por qué? Detrás de su interrogante hay una honda tristeza por el descalabro moral, la traición que vuela por los siniestros corredores del poder, el cinismo de que hacen gala quienes lo detentan: no hay que olvidar la certera alusión en JFK a la tragedia Julio César, de Shakespeare, que refleja la angustia de Inglaterra a causa del miedo sobre el sucesor del liderazgo. Aunque tras el real protagonista, Bruto, se quieran esconder causas de honor y lealtad a la patria, se ve que no está menos impulsado que el resto por la envidia y la lisonja, los mismos factores al fondo del argumento en JFK. De ahí que, atando lo anterior, Stone haya descrito su filme de ficción como un “contra mito” al “mito ficticio”, de la Comisión Warren. Mito que a propósito puede extrapolarse a Colombia para hablar del Fiscal General y Jorge Enrique y Alejandro Pizano, hoy en el centro del huracán mediático salpicado de cianuro. Daniel Coronell: “Congresista que investigará al Fiscal General es hijo de delincuentes”, refiriéndose al representante por Santander del CD Óscar Villamizar, cuyo padre, Alirio, fue condenado por la Corte Suprema a nueve años de cárcel por delito de concesión, multa fiscal e inhabilidad para ocupar cargos públicos por otros nueve años (11).

Stone no se paró en nimiedades. JFK atesora una estricta síntesis de hechos tan espinosos como la desaparición y/o eliminación de testigos (algo también similar a lo que ha pasado en el país con la historia detrás del senador Uribe relativa a la creación de Los 12 apóstoles, concierto para delinquir y homicidio, de un campesino, já); el número de disparos hechos a Kennedy: seis o siete y no tres; el tiempo requerido para efectuarlos, algo inverosímil dada la dificultad para cambiar proyectiles en un viejo fusil italiano Carcano M-38 (posterior al M-91 usado en la I GM) y más exactamente Paraviccini-Carcano, erróneamente llamado Mannlicher-Carcano, y la teoría del fuego cruzado, con las debidas pruebas de balística y la mención que se hace de la “bala mágica”; la renuencia oficial a permitir conocer la comprometedora película en 8mm de Abraham Zapruder; el montaje fotográfico sobre Oswald en la portada de Life; la omisión de testimonios en el Informe Warren, v. gr., el de Julie Ann Mercer, etc. Hechos a los que se puede agregar la revocatoria que hizo Johnson de los decretos firmados por Kennedy sobre el retiro de mil oficiales de Vietnam, como un primer paso al desarme total; el recorte al presupuesto militar para 1964, por JFK, y también derogado por LBJ; la negativa de aquél a invadir de nuevo a Cuba; el fin de la mal llamada Guerra Fría pues, de acuerdo con el politólogo Juan C. Monedero, dejó más muertos que las otras dos, por lo que “quizá le convendría mejor llamarse II Guerra Interimperialista, toda vez que la condición supranacional de la guerra estuvo motivada esencialmente por las tensiones de dominación imperial de los actores implicados. Es por esto mismo por lo que lo que para muchos es la III Guerra Mundial se convino en llamar con el eufemismo Guerra Fría que ocultaba la enormidad de víctimas que implicó” (12); y, cómo no, el acercamiento a los rusos, en particular a Kruschev, a quien los gringos usaron de pretexto para hacer filmes de guerra, al grito mercantil de “ahí vienen los rusos”, y a quien por la crisis de los misiles, y su papel moderado, los cubanos le cantaron: “Nikita, mariquita, Nikita, mariquita, lo que se da, no se quita” (13). Todo ello mostrado de una forma que inquieta, sacude, aterra, y que, de algún modo, terminará por cambiar la mirada que hasta ahora se pudiera tener sobre cómo se articulan los resortes del poder, cuando todos los objetivos están cifrados en el dinero.

Desde la óptica estrictamente cinematográfica y pese a una compleja estructura o, mejor, gracias a ella, basada en un montaje alterno y en superposiciones temporales, flashbacks y elipsis, Stone consiguió que no fuera nada difícil seguir la trama, obteniendo a la vez un soberbio clima de seriedad y de fluidez narrativa, sin caer en métodos vulgares, caricaturas o panfletos. Con todo, tal vez para algunos puedan parecer excesivos tanto el filme en sí como la información, y tanto cualitativa como cuantitativamente, en que se basa. Para otros, quizás sea un filme sensacionalista, provocador, subversivo. Sin embargo, lejos de semejante fardo se halla su obra. En realidad, JFK no posee información en exceso, sino una magnífica demostración de síntesis cinematográfica: 120 horas de edición final, para 188 minutos de proyección; una insuperable simbiosis de documental y ficción y una muestra sinigual de meticulosidad en el montaje, lo que a la larga deriva en el rigor de la denuncia. La que se hace mediante el argumento como fuerza y no al revés, un reparto versátil, convincente y magistralmente dirigido, que no intenta seducir o arrastrar al espectador, pero que termina por seducirlo, arrastrarlo y conmoverlo; bastaría la escena del juicio para comprenderlo, así como la trascendencia implícita del filme JFK – La pregunta que no quiere callar, o sea, ¿por qué mataron a Kennedy?, que ya ha comenzado a dilucidarse gracias al trabajo de un cineasta que no ha fracasado porque nunca ha dejado de ser él mismo, duélale a quien le duela, como se dice aquí para cosas que así se banalizan aunque, obvio, sean muy graves. Como le diría el Coronel X, inspirado en Leroy Fletcher Prouty (1917-2001), coronel de la Fuerza Aérea gringa, autor, banquero y crítico de la política exterior de EEUU, en especial respecto a la CIA, al fiscal del distrito en Nueva Orleans, de 1962 a 73, Jim Garrison (1921-1992), nacido como Earling Carothers Garrison, cuyo primer nombre cambió en los años 60: “No me crea Usted… saque sus propias conclusiones”. Palabras que en realidad van dirigidas al público, al igual que las palabras y la mirada del fiscal mismo, luego de su intervención en el juicio contra Clay Shaw: “De ustedes depende…”: conocer la verdad, claro.

Así, poco importa que la verdad sobre el magnicidio de Kennedy solo sea revelada en 2029 o 2038, como decidió la señora Jacqueline Bouvier o Jackie Kennedy, luego Onassis, al acordar con la comisión investigadora que todos los documentos relacionados con el crimen, del hombre que tenía una amante que compartía con su hermano, no pueden saberse hasta entonces, porque con el coraje, la sinceridad y la decisión vertidos en su denuncia, Stone dejó sin validez alguna el informe de la Comisión Warren, compuesto por los ya inservibles 26 tomos de omisiones, componendas y mentiras. Stone termina su filme con otro desafío de cara al público, inmerso en el sutil aroma del homenaje: “Dedicado a los jóvenes en cuyo espíritu continúa la búsqueda de la verdad”. Sin embargo, la verdad ya está dicha. Y el mundo entero se la debe a JFK, si no una obra maestra, que lo es, en todo caso uno de los más rigurosos, reveladores y difícilmente refutables filmes de denuncia de la historia del cine: si bien el arte solo muestra, JFK, para beneplácito de los justos, a la vez, muestra y demuestra.

Notas:

(1) O ficción pulpa, eufemismo para el papel barato hecho con base en pulpa de madera, cuyas revistas se publicaron entre 1896 y 1950, en contraste con las de alta calidad, glossies, glosas o de papel brillante, y slicks, manchadas.

(2) https://criterio.hn/2015/08/09/estados-unidos-ha-invadido-70-paises/

http://www.annurtv.com/nota/51776-norteamerica-eeuu-ha-asesinado-a-mas-de-20-millones-de-personas-en-37-paises.html?fbclid=IwAR3jmqW4i5ywkheFXyYgYBijMmtmSe2n-BZmiegXb9JHtQNz8PP5D7h_2rg#.W9_NnTxBtwB.facebook

http://www.annurtv.com/nota/20477-annurtv-es-eeuu-el-mayor-violador-de-derechos-humanos-en-el-mundo.html

(3) https://humanidades2historia.files.wordpress.com/2012/08/la-otra-historia-de-ee-uu-howard-zinn.pdf

(4) Exsoldado y analista de inteligencia del ejército de EE.UU. Cobró fama internacional por filtrar a WikiLeaks miles de documentos clasificados: los Diarios de la Guerra de Afganistán y de Irak, así como numerosos cables diplomáticos de diversas embajadas gringas y el video del ejército Collateral Murder. Tras tres años de prisión provisional, en condiciones controvertidas por períodos, el Pentágono le acusó formalmente​ y un tribunal militar le condenó en ago/2013 a 35 años de cárcel y a su expulsión del ejército con deshonor. El 17/ene/2017, Obama, antes de dejar la Casa Blanca, conmutó el resto de la pena de Manning, quien dejó la prisión el 17/may/2017. ​El 22/ago/2013, se declaró mujer transgénero, decidió iniciar un tratamiento hormonal para modificar su cuerpo y pidió en adelante ser llamada Chelsea Elizabeth, nombre que hizo legal en abr/2014. Hay un texto en Rebelión de Glenn Greenwald, premio Pulitzer en periodismo, hoy residente en Brasil, imprescindible para conocer el viacrucis que le hizo pasar el ejército y, más allá, el Gobierno: Bradley Manning – Historia sobre las libertades perdidas en EEUU.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=160214

(5) https://www.webislam.com/noticias/41128-ante_la_indignacion_de_la_comunidad_negra_farrakhan_lider_de_la_nacion_del_islam.html

(6) Igual ocurriría en 1980, con Mark Chapman, lector de Salinger y de El guardián entre el centeno que asesinó, a quemarropa, a un inmigrante más que también iba, como King, contra Vietnam: John Lennon. Después se supo que era un ex veterano y que, si no se arrepintió al inicio, lo hizo en ago/2010, ante la Junta de Libertad Condicional que negó su excarcelación: “Siento que ahora, a los 55, tengo una mayor comprensión de lo que es una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. […] Lamento lo que hice.” Wikipedia.

(7) https://www.nytimes.com/2002/04/05/us/a-minister-says-his-father-now-dead-killed-dr-king.html?rref=collection%2Ftimestopic%2FRay%2C%20James%20Earl&action=click&contentCollection=timestopics®ion=stream&module=stream_unit&version=latest&contentPlacement=6&pgtype=collection Dana Canedy, 5/abr/02.

(8) Aunque se diga que RFK tuvo una relación íntima con Marilyn Monroe, después de que JFK “diera por terminado el amorío con la actriz a principios de los 60” y que es citado en muchas investigaciones “como uno de los implicados” en su “deceso” (Wikipedia), también JFK lo está, como lo sostiene Donald H. Wolfe en su libro Marilyn Monroe: Investigación sobre un asesinato (Emecé, 1999, 415 pp.): “El FBI y la CIA sospechaban que el presidente Kennedy y su hermano Robert, […] revelaban a Marilyn secretos de Estado que ésta, a su vez, transmitía ingenuamente a un hombre del partido Comunista [sic]”. Al establecer fuera de dudas que la actriz no murió en su “dormitorio cerrado”, Wolfe confirma que Marilyn fue víctima de un homicidio, explica cómo ocurrió y quienes participaron en el encubrimiento. […] Fruto de siete años de investigación y de entrevistas con más de 85 personas, el libro expone toda la verdad sobre la secreta relación de Marilyn con los Kennedy y “cambia para siempre la imagen que el público tiene de quien fue, sin lugar a dudas, una de las grandes estrellas del siglo veinte”.

(9) Frady, Marshall. Martin Luther King . Mondadori, Barcelona, 2003, 287 pp.: 161.

(10) Wolfe, Donald H. Marilyn Monroe – Investigación sobre un asesinato. 1999, 415 pp.: 300 a 305.

(11) https://colombianoindignado.com/congresista-que-investigara-al-fiscal-es-hijo-de-delincuentes-daniel-coronell/?fbclid=IwAR3G9mnsj16Hp5-Qkna3ArOn7FLT3GaEwAV98dGsekZkpHlThPppbBjeRDw

(12) Monedero, Juan Carlos. En: El gobierno de las palabras: de la crisis de legitimidad a la trampa de la gobernanza. UPN, Bogotá, 2005: p. 54.

(13) http://www.diarionorte.com/article/77845/fidel-castro-enfadado-por-final-de-la-crisis-nikita-mariquita-

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de El Espectador (EE). Su libro Ocho minutos y otros cuentos, fue lanzado en la XXX FILBO (7/may/2017), Colección 50 Libros de Cuento Colombiano Contemporáneo (Pijao Editores, 2017). Mención de Honor por su trabajo sobre MLK, en el XV Premio Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Autor, traductor y coautor de ensayos para Rebelión y desde el 23/mar/2018, columnista de EE.

martes, 14 de febrero de 2017

_-‘Resetear’ el expresionismo abstracto. El Guggenheim de Bilbao acoge las grandes obras de los maestros estadounidenses que marcaron el arte de posguerra. La muestra rescata el papel de las mujeres y la importancia de la escultura y la fotografía.

_-Sería desastroso ponernos un nombre”, avisó Willem de Kooning a sus compañeros en 1950, el año en que participó en la Bienal de Venecia junto a Jackson Pollock y Arshile Gorky. Cuatro años antes un crítico de The New York Times había acuñado una etiqueta para calificar la obra de Hans Hofmann:  Expresionismo abstracto. La advertencia de De Kooning no evitó el éxito de la fórmula ni el de un movimiento que terminó pasando a la historia como un fenómeno puramente estadounidense integrado por hombres blancos ajenos a la tradición europea que se dedicaban a la pintura de acción o a convertir sus lienzos en monumentales campos de color.

Medio siglo después de la última gran exposición dedicada en Europa a los creadores que marcaron el rumbo del arte mundial de la posguerra y certificaron el trasvase de poderes de París a Nueva York, el Museo Guggenheim de Bilbao acoge hasta el 4 de junio la muestra  Expresionismo abstracto. Procedente de la Royal Academy de Londres, no faltan en ella ninguno de los grandes nombres. Eso sí, se les han añadido artistas y géneros decisivos para el nacimiento de la nueva estética pero condenados por los manuales al papel de figurantes. Un paseo por las salas del museo bilbaíno -que despliega más de 130 obras de una treintena de autores-, demuestra que el primer gran rescate es el de la escultura. Los bronces y aceros de David Smith salpican el recorrido dialogando con lienzos y papeles, algo que el montaje hace muchas veces explícito. Así, el famoso Mural de seis metros pintado por Pollock en 1943 por encargo de Peggy Guggeheim –y que hace meses  pudo verse en el Museo Picasso de Málaga- convive en la misma sala con el Tanque tótem III con el que Smith le dio réplica diez años más tarde. Algo que también hicieron Robert Motherwell y Lee Krasner, esposa de Pollock, en sendas telas que pueden verse a unos metros de la obra que les sirvió de inspiración: las monumentales Elegía a la República Española, nº 126 y El ojo es el primer círculo.

Si el protagonismo de Smith demuestra que no todo era pintura en el expresionismo abstracto, la sala dedicada a las instantáneas de Harry Callahan, Herbert Matter o Aaron Siskind subraya que los fotógrafos hicieron algo más que retratar a Pollock pintando a brochazos en el suelo de su estudio de Long Island (aunque tampoco falta en Bilbao la famosa imagen tomada por Hans Namuth en aquel mítico año 50). Se trataba de “traer a la luz un expresionismo abstracto para el siglo XXI”, afirma David Anfam, comisario de la muestra junto a Edith Devaney y Lucía Agirre. Siguiendo el discurso de Anfam, la exposición desmantela uno a uno los lugares comunes asociados a algo que él prefiere llamar “fenómeno” y no movimiento: “nunca estuvo formado por un colectivo reducido ni cohesionado de artistas” y nunca publicó manifiestos programáticos. En el “grupo” la búsqueda de lo sublime (Clyfford Still) convivía con el erotismo (De Kooning), el lirismo (Hofmann) con los himnos (Franz Kline), la hiperactividad (Pollock) con la meditación (Philip Guston) y la caligrafía (Gorky) con el imperio del color (Mark Rothko).

Aunque Pollock con 13 lienzos, Rothko con 8 y Still con 12 –nueve de ellos salidos por primera vez de la pinacoteca que atesora su legado en Denver- siguen siendo los grandes protagonistas del recorrido, la visita es una enmienda a la historia tal y como nos la habían contado. Ni eran solo pintores ni fueron solo hombres (ahí están Lee Krasner, Janet Sobel, Joan Mitchell o Barbara Morgan) ni solo blancos (Norman Lewis cobra cada vez más protagonismo) ni solo neoyorquinos (Pollock no habría sido el mismo sin Wyoming ni Rothko sin San Francisco). Ni siquiera eran todos norteamericanos (Gorky nació en Armenia; De Kooning mantuvo la nacionalidad holandesa hasta 1962, y el propio Rothko, nacido Marcus Rothkowitz, era de origen letón). Esa es la gran lección de una colectiva que subraya además el origen figurativo de los futuros campeones de la abstracción al tiempo que desmiente el mayor de los tópicos: su absoluta independencia de tradiciones que no fueran la estadounidense. Amén de que muchos tenían sus raíces biográficas en el viejo continente, la monumentalidad de su obra no habría sido del mismo tamaño sin la influencia de los muralistas mexicanos o sin la llegada del Guernica de Picasso a Nueva York en 1939. Por no hablar de la influencia de la arquitectura renacentista en las “fachadas” –así llamaba a sus cuadros- de Rothko o del hecho de que el artista favorito de Pollock –“el más grande desde Miró” según el crítico Clement Greenberg- fuera El Greco.

Jackson Pollock, como David Smith, murió en un accidente de tráfico. Rothko, como Gorky, se suicidó. Kline fue víctima del alcohol. Sucedió entre 1948 y 1970. Todos vivieron para conocer la gloria. Cuando De Kooning murió en 1997 era el pintor vivo más cotizado. Hace un año, en febrero de 2016, se pagaron 277 millones de euros por un cuadro suyo. Tal vez fuera “desastroso” para ellos ponerse un nombre, pero seguro que ha sido un buen negocio.

LA CIA TAMBIÉN PINTABA MUCHO

La última gran exposición del expresionismo abstracto antes de la que ahora puede verse en Bilbao recorrió Europa entre 1958 y 1959. Supuso la consagración mundial de una estética que desde el Gobierno de Estados Unidos se promovió como punta de lanza contra el realismo socialista defendido por la Unión Soviética. Dado que algunos congresistas desconfiaban de las veleidades comunistas de aquellos “chiflados modernos” hasta el punto de ver en sus “garabatos” mapas en clave que señalaban las defensas militares de EEUU, fue la CIA la encargada de patrocinar, sin el conocimiento de los artistas, aquella triunfal gira europea.

Como recuerda la historiadora Frances Stonor Saunders en su ensayo de 1999 La CIA y la guerra fría cultural (publicado por Debate en traducción de Rafael Fontes), todo se hizo con la bendición de la institución que dictó la historia del arte del siglo XX: el MoMA, fundado en 1929 por un grupo de millonarios entre los que estaba la madre de Nelson Rockefeller, que llegó a afirmar que los americanos comunistas dejarían de serlo “si valorásemos su méritos artísticos”. Convertido en gran mecenas, su hijo Nelson hablaba de la todopoderosa pinacotea como de “el museo de mamá” y del expresionismo abstracto como “pintura de la libre empresa”. La muestra del Guggeheim está patrocinada por la Fundación BBVA.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/02/actualidad/1486060673_516486.html

miércoles, 6 de julio de 2016

‘El doctor Zhivago’ en la Guerra Fría. Dos libros demuestran a partir de documentos desclasificados que la CIA conspiró para que la novela de Pasternak se distribuyese en la URSS y para que le diesen el Nobel.

Las relaciones entre el poder político y la intelligentsia en la URSS variaron a lo largo del tiempo. Dependía de quien mandase. La errática primavera de los creadores que se extendió con Lenin durante los primeros años de la revolución bolchevique fue agostada mediante la brutal represión estalinista y el Gran Terror, que no permitieron alejamiento alguno de la ortodoxia, marcada directamente por el secretario general del Partido Comunista (PCUS). Cuando muere Stalin en marzo de 1953 y es sustituido por Jrushchov, la represión disminuye pero no desaparece. Son los años de la Guerra Fría. Boris Pasternak era uno de los grandes poetas de la URSS, pero la obra por la que la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura y por la que ha sido reconocido universalmente fue la novela El doctor Zhivago. Pasternak tuvo que sufrir los rigores tanto del régimen estalinista como del posestalinismo, y fue considerado un traidor por recibir el galardón en 1958 (tuvo que renunciar a él para sobrevivir, y estuvo al borde del suicidio).

Pasternak tardó más de una década en escribir El doctor Zhivago (entre 1945 y 1955, aproximadamente). Su protagonista, era un trasunto del propio autor. Personaje y escritor procedían de un pasado perdido, el refinado ambiente de la intelligentsia moscovita de antes de la Revolución. En las letras soviéticas este era un mundo que había que despreciar, si es que se evocaba siquiera. Pasternak sabía que el entorno editorial oficial retrocedería ante el tono distinto de El doctor Zhivago, su manifiesta religiosidad, su inmensa indiferencia por el realismo socialista y la obligación de doblar la rodilla ante la Revolución de Octubre. El entusiasmo inicial de Zhivago por los bolcheviques no tardó en desvanecerse. En el Moscú de la Revolución, los libros, las obras de teatro, las películas, los poemas eran instrumentos cruciales de la propaganda de masas.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/29/actualidad/1464525485_084373.html

miércoles, 8 de julio de 2015

Consejo de Seguridad de Francia se reúne, convocado por Hollande, para tratar caso de espionaje por parte de EEUU

Agencias
El presidente de Francia, François Hollande, convocó a su gabinete, servicio de inteligencia y altos mandos militares a una reunión de emergencia para tratar el tema de espionaje por parte del gobierno aliado de Estados Unidos entre 2006 y 2012. El jefe de Estado galo calificó este miércoles de “inceptable entre aliados” que EEUU espiara a los tres últimos presidentes como indican los diarios Libération y Médiapart, en relación con las interceptaciones hechas durante seis años por la Agencia de Seguridad estadounidense (NSA).

"Francia y EEUU son a menudo aliados en el mundo en nombre de la democracia y de la libertad. Que haya habido esa cobertura evidentemente no es aceptable ni comprensible", señaló en la cadena "i-Télé" el ministro de Agricultura y portavoz gubernamental, Stéphane Le Foll.

Al mismo tiempo, el canciller francés, Laurent Fabius, llamó a la embajadora estadounidense, Jane Hartley, para que explique la razón de la llamada "operación de envergadura" contra gobiernos de París (capital).

La noche de este martes, la organización mediática de investigación, WikiLeaks, filtró al menos cinco documentos que revelan que la NSA puso en marcha "una operación de gran envergadura" para pinchar a los expresidentes Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy, así como al actual mandatario y sus colaboradores más próximos como diplomáticos o jefes de gabinete.

Foll, adelantó en la reunión de urgencia Hollande conversará con los principales ministros del gobierno, jerarcas militares y de los servicios de inteligencia para definir nuevos patrones de protección de la seguridad nacional. El gobierno de Hollande dejó claro, tras conocer la noticia, que no tolerará que acciones de ninguna clase expongan o vulneren al seguridad de la nación.

La Casa Blanca asegura que no espió las comunicaciones del presidente Hollande, tras la divulgación de las documentos por parte de WikiLeaks, aunque no mencionó si interceptaba a los dos exmandatarios. Estas nueva difusión de información secreta se da a tres años del refugio político de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, otorgado por Ecuador.

En abril medios alemanes divulgaron informaciones extraídas de las investigaciones internas de los servicios secretos de ese país y de la Cancillería, que constataban el espionaje de EE.UU. a la sede de la Presidencia francesa (el Elíseo), al Ministerio galo de Exteriores y a la Comisión Europea (CE).

Fuente: http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=35708:consejo-de-seguridad-de-francia-se-reune-convocado-por-hollande-para-tratar-caso-de-espionaje-por-parte-de-eeuu-&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

lunes, 10 de junio de 2013

_- Ex-Worker at C.I.A. Says He Leaked Data on Surveillance.

_- WASHINGTON — A 29-year-old former C.I.A. computer technician went public on Sunday as the source behind the daily drumbeat of disclosures about the nation’s surveillance programs, saying he took the extraordinary step because “the public needs to decide whether these programs and policies are right or wrong.”

During a 12-minute video interview that went online Sunday, Edward Joseph Snowden calmly answered questions about his journey from being a well-compensated government contractor with nearly unlimited access to America’s intelligence secrets to being holed up in a Hong Kong hotel room, the subject of a United States investigation, with the understanding that he could spend the rest of his life in jail. The revelation came after days of speculation that the source behind a series of leaks that have transfixed Washington must have been a high-level official at one of America’s spy agencies. Instead, the leaker is a relatively low-level employee of a giant government contractor, Booz Allen Hamilton, that has won billions of dollars in secret government contracts over the past decade, partly by aggressively marketing itself as the premier protector of America’s classified computer infrastructure.

The episode presents both international and domestic political difficulties for the Obama administration. If Mr. Snowden remained in Hong Kong, the White House would have to seek his extradition there and deal with the authorities in China, a country that has been America’s greatest adversary on many issues of computer security.

Then the United States must set up a strategy for prosecuting a man whom many will see as a hero for provoking a debate that President Obama himself has said he welcomes — amid already fierce criticism of the administration’s crackdown on leaks. The court-martial of Pfc. Bradley Manning, who released a vast archive of military and diplomatic materials to WikiLeaks, resumes Monday.

Mr. Snowden, who said he was seeking asylum abroad, perhaps in Iceland, gave the interview to The Guardian, the British newspaper and global Web site that during the past week published a string of articles about classified National Security Agency programs. Both The Guardian and The Washington Post, which also published articles disclosing the surveillance programs, identified Mr. Snowden on Sunday as the source for their articles.

In his interview with The Guardian, Mr. Snowden said his job had given him access to myriad secrets that the United States government guards most jealously, including the locations of Central Intelligence Agency stations overseas and the identities of undercover agents working for the United States.

But he said he had been selective in what he disclosed, releasing only what he found to be the greatest abuses of a surveillance state that he came to view as reckless and having grown beyond reasonable boundaries. He was alternately defiant and resigned, saying at one point that the C.I.A. might try to spirit him out of Hong Kong, and speculating that it might even hire Asian gangs to go after him.

“If you realize that that’s the world you helped create and it is going to get worse with the next generation and the next generation and extend the capabilities of this architecture of oppression, you realize that you might be willing to accept any risks and it doesn’t matter what the outcome is,” Mr. Snowden said.

Some outside experts said the push in recent years to break down barriers between spy agencies and share information across the government had greatly expanded the universe of government employees and outside contractors with access to highly classified intelligence. “In past years, someone like Snowden may not have had access to briefings detailing these collection programs,” said Cedric Leighton, a former deputy director of the National Security Agency, “but now with the push from a ‘need to know’ to a ‘need to share’ philosophy, it’s far more likely for an I.T. contractor like him to gain access to such documents.”

Mr. Snowden’s disclosures prompted some calls from Congress on Sunday to hold hearings about the surveillance programs or reopen debate on portions of the Patriot Act.

The disclosures also were published just as the Obama administration was grappling with the fallout from its many investigations into leaks to the news media. After it was revealed in May that the Justice Department had secretly obtained phone logs for reporters at The Associated Press and Fox News, criticism of the administration’s leak investigation was heightened. Mr. Obama said he was “troubled” by those developments, and ordered Attorney General Eric H. Holder Jr. to review the Justice Department’s procedures for investigating reporters.

As part of that review, Mr. Holder and senior department officials have met with editors and media lawyers to try to assuage their fears that the administration is trying to silence the press. A day before The Guardian published its first article on how the government was collecting Americans phone data, Mr. Holder met with lawyers for several media outlets about legislation and other measures that may help protect reporters.

A White House spokesman declined to comment on Sunday. A spokesman for James R. Clapper Jr., the director of national intelligence, referred questions to the Justice Department. In a statement, the department said it was in the initial stages of an investigation into the matter, though it did not name Mr. Snowden... Leer más en el NYT


Ex-trabajador en el C.I.A. Dice que filtró datos para que se conocieran las acciones de vigilancia que se llevan a cabo de forma secreta

Por MARK MAZZETTI y MICHAEL S. SCHMIDT

WASHINGTON - De 29 años de edad, el ex-agente de la C.I.A. perteneciente al equipo técnico, hizo público el domingo que era la fuente que estaba detrás de la serie de documentos que a diario se revelaban sobre los programas secretos de vigilancia de la nación, y dijo que había tomado la extraordinaria medida de difundirlos debido a que "el público (el pueblo) tiene que decidir si estos programas y las políticas que lo deciden están bien o mal. (son aceptables o no)"

Durante una entrevista en vídeo de 12 minutos celebrada el Domingo, Edward Joseph Snowden, calmadamente respondió a las preguntas sobre su viaje desde ser un contratado del gobierno bien recompensado con un acceso casi ilimitado a los secretos de inteligencia de Estados Unidos hasta estar encerrado en la habitación de un hotel de Hong-Kong, y sujeto a una investigación de Estados Unidos, entendiendo que podría pasar el resto de su vida en la cárcel.

La revelación se produjo después de días de especulaciones de que la fuente detrás de la serie de filtraciones que han paralizado Washington, debía haber sido de un funcionario de alto nivel en una de las agencias de espionaje de Estados Unidos. En cambio, el origen de la fuga es un empleado de nivel, relativamente bajo, de un contratista del gobierno, el gigante Booz Allen Hamilton, que ha ganado miles de millones de dólares en contratos secretos del gobierno en la última década, en parte por el agresivo marketing en sí, tanto como por ser el protector principal de la infraestructura de equipos clasificados secretos de América.

El episodio presenta dificultades políticas, tanto internacionales como nacionales, para la administración Obama. Si el Sr. Snowden permanece en Hong Kong, la Casa Blanca tendría que solicitar su extradición allí y tratar con las autoridades en China, un país que ha sido el mayor adversario de Estados Unidos en muchos aspectos de la seguridad informática.

A continuación, los Estados Unidos deben establecer una estrategia para perseguir a un hombre, al que  muchos ven como un héroe, por haber provocado un debate, del que el propio presidente Obama ha dicho que da la bienvenida, - en medio ya de la crítica feroz y de la represión del gobierno por las fugas. El consejo de guerra al soldado. Bradley Manning, quien lanzó un vasto archivo de materiales militares y diplomáticos a Wikileaks, se reanuda el lunes.

El Sr. Snowden, dijo que estaba buscando asilo en el extranjero, tal vez en Islandia, dio la entrevista a The Guardian, el periódico británico y el sitio Web mundial que durante la semana pasada publicó una serie de artículos acerca de los programas de la Agencia de Seguridad Nacional. Tanto The Guardian como The Washington Post, que también publicó artículos que describen los programas de vigilancia, identificaron al Sr. Snowden el domingo como la fuente de sus artículos.

En su entrevista con The Guardian, el Sr. Snowden dijo que su trabajo le había dado acceso a los innumerables secretos que el gobierno de Estados Unidos guardaba más celosamente, incluyendo la ubicación de las estaciones de la Agencia Central de Inteligencia en el extranjero y las identidades de los agentes secretos que trabajan para los Estados Unidos.

Pero él dijo que había sido selectivo en lo que él describe, liberando sólo lo que él encontró que eran los mayores abusos de un estado de vigilancia que llegó a ver como imprudente y que había crecido más allá de los límites razonables. Era alternativamente desafiante, diciendo en un momento que la CIA podría tratar de intentar sacarlo de Hong Kong, y especuló que podría incluso contratar pandillas asiáticas para ir tras él.

"Si te das cuenta de que ese es el mundo que ayudé a crear y que va a empeorar con la próxima generación y la siguiente generación y ampliar las capacidades de la arquitectura de la opresión, te das cuenta de que podría estar dispuesto a aceptar los riesgos y no me importa cuál sea el resultado", dijo el Sr. Snowden... continua en el NYT

Fuente de la noticia: NYT

lunes, 1 de marzo de 2010

España en la guerra fría cultural

El 17 de junio de 1950, La Vanguardia informaba de la celebración en Berlín de un congreso [consultar la noticia en la Hemeroteca] para "discutir y valorar el desafío lanzado a la libertad cultural de Occidente." Los organizadores creían que el desafío lo lanzaba la Unión Soviética. En plena guerra fría, los lectores del diario podían intuir el planteamiento político, pero difícilmente sospechar que la reunión había sido orquestada por gentes que colaboraban o trabajaban para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense. El objetivo era claro: consolidar un frente ideológico favorable a los intereses norteamericanos.

En Berlín se pusieron los fundamentos del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), un think tank que defendió la libertad de creación y pensamiento durante veinticinco años. Pero de entrada, sobre todo, trató de pulir la imagen de Estados Unidos fundamentando alternativas al comunismo. En aquella tupida red quedaron ligados grandes nombres de las letras del siglo XX. Hoy, en su web, la CIA afirma que la operación, secreta para la mayoría de los que participaron en ella, fue un éxito.
 
El CLC, cuya sede se ubicó en el París dominado por el existencialismo comprometido de Sartre, era una organización bien estructurada. Contaba con una presidencia de honor integrada por prestigiosos demócratas –Croce, Maritain, Jaspers, Madariaga...–, las decisiones las tomaba un comité ejecutivo formado por un grupo de intelectuales cómplices con la idea fundacional y el trabajo lo dirigían el secretario general –el compositor Nicolas Nabokov, primo del novelista– y un secretario ejecutivo –Michael Joselsson, el cerebro gris–. El CLC impulsaba la cultura y la defendía. Basaba su fama en sus seminarios internacionales y el patrocinio de revistas de alto nivel. Concedía becas (Miguel Delibes, por ejemplo, recibió una para viajar a París), protegía a intelectuales represaliados (se ofrecieron a José María Valverde cuando dimitió de su cátedra) y amparaba comités nacionales que diseñaban su programa. Fundaciones norteamericanas lo pagaban todo.

CONTACTOS
España entró tarde en la órbita del CLC. La bisagra fue Julián Gorkin, un exiliado. Como tantos otros miembros de la organización, era un converso. Político y periodista, traumatizado por las purgas sufridas por su partido –el POUM– durante la Guerra Civil, había evolucionado de la militancia comunista a la socialdemocracia, el europeísmo y un antiestalinismo obsesivo. A finales de los años cuarenta, tras haber vivido en México, volvió a Europa y se instaló en París, donde se enroló en el CLC para organizar su desembarco en América Latina. No era una tarea fácil. La política norteamericana en el sur del continente no se ha caracterizado por la voluntad democratizadora, pero Gorkin logró fundar varios comités nacionales y desde 1953 fue el alma en París de la revista Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura.

En Cuadernos, de entrada, como en la mayoría de las revistas del exilio, la presencia de autores del interior de España era inexistente. Los primeros números reproducían artículos de otras tribunas del CLC y textos escritos por latinoamericanos y españoles exiliados. Pero a partir de 1955 se produjo un cambio. Cuadernos descubrió el esfuerzo meritorio de regeneración de Pedro Laín, José Luis Aranguren, Julián Marías y Dionisio Ridruejo, otro converso, que fue identificado por el CLC como un líder de la oposición intelectual. Una oposición en la que se infiltraba el Partido Comunista, predicando la fundamental política de reconciliación entre los españoles. Así se lo parecía a un Gorkin que a finales de 1957 redactó un informe presentando los grupúsculos democráticos operativos en España, pero alertando también de que "Moscú ensayaba una operación de gran envergadura". Por ello invitaba al CLC a intervenir para lograr "la reconquista española de las libertades culturales y los derechos humanos".

...La intervención del Congreso por la Libertad de la Cultura en la vida intelectual europea tras la Segunda Guerra Mundial fue determinante. Su historia ha sido en buena parte reconstruida, y Frances Stonor Sounders la divulgó en un libro polémico: "La CIA y la guerra fría cultural" (Edt. Debate) Tesis doctoral leída en la Universidad de Cambridge...
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De Jordi Amat (La Vanguardia)
Saunder refuta las afirmaciones hechas por dirigentes de esas actividades de que los aportes de la Agencia y sus Fundaciones eran sin condiciones. Demuestra que se “esperaba que los individuos y las Instituciones subvencionadas actuaran como parte … de una guerra de propaganda”.

La propaganda más efectiva era definida por la Agencia como aquella en la que “el sujeto se mueve en la dirección que uno desea por razones que cree son propias”. Estas acciones iban desde el rompimiento de huelgas en Francia hasta campañas encubiertas de calumnias para impedir que artistas de izquierda recibieran reconocimientos, incluyendo en su momento la campaña en contra de la propuesta de otorgar el Pemio Nobel a Pablo Neruda en 1964...

Una de las discusiones mas importantes y fascinantes del libro de Saunder es la referencia a que la Agencia y sus aliados del Museo de Arte Moderno (MOMA) de New York, invirtieran vastas sumas de dinero en la promoción de la pintura abstracta expresionista (PAE) y los pintores correspondientes como un antídoto contra el arte de un contenido social. La pintura abstracta expresionista era la ideología de la libertad y el anticomunismo,... al ser no figurativa y políticamente silenciosa, era la verdadera antítesis del realismo socialista... se organizaron exposiciones subvencionadas por toda Europa y se movilizó a los críticos de arte y a las revistas.

Con ello se consiguió influir en la concepción estética de toda Europa. Los pintores realista como un Antonio López o Eduardo Naranjo no tuvieron acceso a las salas ni museos oficiales hasta la caída del muro... Todo lo cual demuestra que la sensación de tomadura de pelo que teníamos al visitar tantas exposiciones no era simplemente una sensación. Y conforme observabamos lo expuesto, aumentaba la certeza de estafa y de que evidentemente había un engaño manifiesto o impostura al hacernos pasar por arte lo que era un camelo, esa era la realidad que pretendían ocultar. Y todavía se pretende seguir ocultando y haciendo pasar gato por liebre.

¿Qué se hará con tantos fondos basura de museos llamados de arte contemporáneo? ...
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