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miércoles, 25 de marzo de 2020

Un confinamiento productivo. La temporada de aislamiento de Isaac Newton en la peste de 1665 es el mayor regalo que ha hecho una pandemia a la historia del conocimiento.

En el verano de 1665, la Universidad de Cambridge tuvo que echar el cerrojazo por la amenaza mortal de la peste. Un joven recién licenciado allí, que se había pagado la carrera limpiando los orinales de otros estudiantes más pudientes, tuvo que salir pitando de ese epicentro del conocimiento mundial y volverse a su pueblo, Woolsthorpe, en el condado de Lincolnshire (Reino Unido), donde se tiró confinado casi dos años. El tipo se llamaba Isaac Newton, y su temporada de aislamiento es seguramente el mayor regalo que ha hecho una pandemia a la historia del conocimiento.

Fue allí cuando ocurrió la célebre epifanía de la manzana. Casi todo el mundo la considera una fábula, pero quizá no lo sea. El propio Newton citó la anécdota varias veces en años posteriores, y además no tiene nada de absurda. Supón que estás pensando en la Luna –incluso viéndola en el cielo del atardecer de Woolsthorpe— y de pronto cae una manzana al suelo. Es casi inevitable preguntarte por qué cae la manzana y no la Luna.

La solución que halló el joven confinado es que la Luna también caía, que girar sobre la Tierra era una forma de caer, y que la manzana y la Luna se podían explicar por la misma abstracción matemática, la fuerza de la gravedad. Junto a la invención del cálculo (derivadas, integrales), no es exagerado decir que el confinamiento pueblerino del joven Isaac fundó la ciencia moderna y cambió el mundo por entero. Ojalá alguna joven lectora tenga ese mismo espíritu inquisitivo y esa creatividad sublime.

Incluso sin llegar a tanto, todos podemos ser un pequeño Newton por unos meses, aparcar el avispero de las redes en la cuneta que merece y ponernos a pensar con un poco de profundidad, aunque sea la primera vez que lo hacemos en nuestras vidas. Nadie os ha dado vacaciones. Para ocuparse de lo obvio, que es controlar la pandemia hasta unos niveles gestionables con nuestros recursos sanitarios, imponer medidas de aislamiento e investigar en fármacos y vacunas, ya tenemos a algunos de los mejores cerebros del planeta. Dejad de leer chats de cuñados y centraos en las cuestiones importantes.

Por ejemplo, ¿cuántos casos de coronavirus han pasado inadvertidos? ¿Y cuántos de ellos han quedado inmunizados? No tenemos ni idea, y sin embargo son dos números cruciales para decidir las medidas que hay que tomar, y hasta cuándo hay que tomarlas. Las pruebas que estamos aplicando buscan la presencia de genes víricos en un frotis de saliva, y no se hacen a la población general, sino solo a los casos graves. Necesitamos una prueba serológica que detecte anticuerpos contra el virus, revelando así el total de la población que ha estado expuesto a él. ¿Se te ocurre algo? Piensa, ahora tienes tiempo.

https://elpais.com/ciencia/2020-03-21/un-confinamiento-productivo.html

martes, 11 de febrero de 2020

_- Desigualdad de emisiones: existe un abismo entre los ricos y los pobres del mundo.

_- Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes. Isaac Newton.

Los muros más poderosos se desmoronan por sus fisuras- Proverbio chino

La congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez agitó la política medioambiental al publicar un esbozo general de un Green New Deal, un plan para hacer de Estados Unidos una economía neutra en emisiones de carbono en los próximos diez años, reduciendo así tanto la pobreza como la desigualdad. Elogiada por muchos, como una propuesta de un paso radical y necesario, el presidente Trump respondió en Twitter con su estilo habitual:

«Pienso que es de gran importancia para los demócratas seguir adelante con su Green New Deal. Sería genial para la así llamada “Huella de carbono” eliminar permanentemente todos los aviones, coches, vacas, petróleo, gas y el ejército –incluso si ningún otro país hiciera lo mismo. ¡Brillante!»

El Green New Deal no llama directamente a la gente a consumir menos carne. Pero el argumento de que resolver el cambio climático significa cambiar nuestras dietas está de fondo, y Ocasio-Cortez misma ha establecido la relación.

Pero el tuit de Trump tenía que ver con el dinero en varios sentidos. Las medidas medioambientales y las soluciones al cambio climático suelen aparecer (o se habla de ellas) como programas de austeridad. Para reducir «nuestro» impacto «nosotros» necesitamos consumir menos: comer menos carne, caminar en vez de conducir, volar menos, comprar menos ropa de moda, etcétera.

Desde las calculadoras de huella de carbono personales hasta artículos señalando cuántas Tierras necesitamos para sostener el consumo del ciudadano medio de Reino unido, Europa o Estados Unidos, se identifica como problema el consumo. Reduce el consumo, dice el argumento, y resolverás el cambio climático. Pero ¿es «nuestro» consumo realmente el problema? ¿Quién es «nosotros», por cierto?

Consumo desigual a nivel mundial
Ya se ha dicho antes, pero hay que repetirlo. La mayoría de la población del mundo contribuye muy poco en cuanto a emisiones de carbono o impactos medioambientales en general. Podernos ir más allá mirando también las emisiones de carbono importadas –esto es, las emisiones que vienen de la producción de bienes y servicios en países tales como China, que son consumidas en los países ricos del norte global–. Si incluimos las emisiones importadas, las emisiones de todos los británicos solo han disminuido marginalmente desde 1990.

Cuando nos aproximamos a las emisiones de esta manera, está claro que el problema no es la sobrepoblación o China, sino los ricos en la tierra. Después de todo, ser rico, especialmente ser ultra-rico, significa ser directamente responsable, ya sea a través del consumo o del control, de la mayoría de las emisiones de carbono del mundo. Por ejemplo, Oxfam ha encontrado que el 10% más rico produce la mitad de las emisiones de carbono mundiales, mientras que la mitad más pobre solo un 10%.

¿Quiénes son este 10% más rico? La cifra no es de países sino de personas –los 770 millones o aquellos quienes hacen el 10% más rico de la población mundial. La disparidad es incluso más alarmante cuando miramos las diferencias entre los ultra-ricos y el 50% inferior a un nivel global, donde un individuo ultra-rico normal produce 35 veces las emisiones de carbono de alguien de la mitad inferior y 175 veces las de alguien del 10% más pobre. Esta cohorte de ultra-consumidores no está distribuida uniformemente por el planeta. Un 40% vive en los EE. UU., un 20% vive en la UE y un 10% en China.

Fijarse en el 10% más rico es una manera muy útil para ver que cosas como las emisiones de carbono no son solo mundialmente desiguales, sino que son también desiguales dentro de las fronteras nacionales.

El detalle clave aquí es la disparidad enorme en gran parte de los países ricos entre las emisiones de los hogares ricos y pobres. Tanto en EE. UU. como en Reino Unido, el 10% más rico produce al menos cinco veces las emisiones del 50% más pobre. Y estas son sus emisiones de consumo (y no incluye aquellas emisiones producidas por las personas que trabajan para ellos –sus limpiadores, conductores, etc.– que aumentarían sus impactos).

Podríamos agravar más estas cifras atendiendo a la desigualdad entre los géneros, donde los hombres tienden a producir más emisiones de carbono que las mujeres, o a la desigualdad racial, que se extiende incluso a las emisiones, con la gente blanca produciendo más que ninguna otra.

Pero esto no es todo. Mientras es relativamente simple dar cuenta de la gran disparidad inicial –ser rico al fin y al cabo va sobre tener más dinero, más cosas, casas más grandes, y super-yates– esto falla cuando damos cuenta de la totalidad de la disparidad. Ser rico te proporciona más influencia política. Esto significa financiar partidos y campañas políticas, tener acceso a legisladores y lobistas. Y esto significa el control sobre las grandes corporaciones, y, así, del poder sobre los negocios y las industrias que producen la mayoría de las emisiones de carbono.

¿Un problema de elección?
El problema con las historias de exceso de consumo no es solo que el consumo está lejos de ser el problema, sino que se hace así para que sea precisamente una cuestión de elección. Los ingresos discrecionales –la porción de tu dinero que queda tras pagar todo lo que necesitas– se incrementa cuanto más rico eres. Para la mayoría de la gente, no queda mucho una vez has pagado por las cosas que necesitas. Y si incluimos aquellos bienes así llamados discrecionales que realmente no lo son –teléfonos móviles, por ejemplo–, entonces la mayoría de personas realmente no «elige» consumir de una manera significativa. Más que eso, lo que pueden elegir está en gran medida determinado por grandes empresas transnacionales, las cuales suelen estar controladas por los mismos ultra-ricos cuyo consumo es desproporcionadamente el problema.

Dado que el problema es abrumador, me atrevo a decir, los hombres blancos ricos no nos hacemos ningún favor asignando la culpa a poblaciones enteras, sean estas la humanidad, los estadounidenses o incluso todo el norte global. Pensar de esta manera hace más difícil identificar la actual fuente del problema y formular soluciones para él. Es decir, mejor que sumarnos a otro día de «lunes sin carne» y renunciar a la carne, deberíamos «comernos al rico».

Nicholas Beuret Es profesor en la Universidad de Essex. Su investigación trata las políticas ambientales y de uso de recursos en relación con el cambio climático.

Fuente:

https://theconversation.com/emissions-inequality-there-is-a-gulf-between-global-rich-and-poor-113804?utm_source=twitter&utm_medium=twitterbutton
Traducción: Roberto Álava Temática:

sábado, 2 de septiembre de 2017

_- De cañas con Einstein y Newton. Profesores de la Universidad de Sevilla dan charlas en un bar de la capital para acercar la ciencia al público

_- El biólogo Miguel Alcíbar toma como ejemplo uno de los casos del detective Sherlock Holmes para describir cómo trabajan los astrobiólogos. “En Estrella de plata, Holmes tiene que explicar por qué el perro que estaba en el establo no ladró a quien entró a robar el caballo. Partiendo de la observación de que no ladró, el detective conjetura que el visitante era alguien que el animal conocía basándose en la regla general de que todos los perros ladran a desconocidos”, expone. Alcíbar imparte esta charla sobre astrobiología en un bar de Sevilla ante un público tan heterogéneo como las sillas que ocupan. Desde jubilados hasta universitarios. La ponencia se enmarca en una iniciativa, organizada por profesores de la Universidad de Sevilla, para sacar la ciencia de los laboratorios y acercarla al público en general. “Tanto Holmes como los astrobiólogos emplean el razonamiento abductivo: parten de un hecho observacional para establecer qué fue lo que pasó, utilizando una regla aplicable a ese hecho”, resume.

Ciencia en el Bulebar (por el nombre del local donde se celebra) surgió hace cuatro años cuando volvían en coche del Naukas Bilbao, la cita de divulgación científica más grande de España. “Íbamos hablando sobre la cantidad de gente que había acudido, que parecía que dentro estaban tocando los Rolling Stones, cuando se nos ocurrió que podíamos organizar algo más pequeñito en Sevilla”, recuerda Clara Grima, doctora en Matemáticas. Y en cuestión de días, lo tenían planteado. Se celebraría cada miércoles alterno a las 21.00 en el bar que su colega Carlos García, profesor de Lenguajes y Sistemas, tenía en la Alameda de Hércules. Se hablaría de física, matemáticas, macroeconomía, espeleología, paleogenética… “Tengo que reconocer que no confiaba en que funcionase, creía que aquí solo interesaba el flamenquito y la Semana Santa”, afirma Grima. Pero se equivocó. “Desde el primer día hubo aceptación. Hoy cada miércoles hacemos lleno”, señala el catedrático de Matemáticas Aplicadas Alberto Márquez. “Incluso, compitiendo con la Champions”, bromea la doctora junto a Ángel Fernández, otro de los organizadores y CEO de Jot Down.

Gregorio García sabe lo que es quedarse sin asiento, por eso siempre intenta llegar al bar una hora antes. “La ciencia es cultura”, asegura este catedrático jubilado de Biología Celular. “El reto en estas charlas es conseguir que el que sepa más no se aburra, y el que menos no se pierda”, señala García, quien acude a este ciclo desde hace año y medio. También es asistente asidua Lali Bautista, profesora de Secundaria de Biología. “Estas charlas me ayudan a saber cómo tratar estos temas con mis alumnos”, asegura. “Tiene un planteamiento muy familiar, lo hacen divertido y fácil de entender”, señala Elías Guisado, estudiante de Física y Matemáticas y que descubrió la iniciativa hace dos meses.

Pero esta aceptación no solo ha sido de público, también de conferenciantes. “Al principio dábamos nosotros las charlas o invitábamos a conocidos, ahora son ellos los que se ofrecen”, explica Grima, quien apunta que ya está cubierto el calendario de este curso. “Hay gente que le cuesta dar una charla en un bar. Es más fácil dar una conferencia entre colegas, en un congreso, porque usan tu mismo lenguaje. Aquí tienes que saber transmitir tus conocimientos a un público general”, explica Márquez. “Ahí está la clave de la divulgación científica”, apunta Grima, quien critica la escasa inversión pública en ciencia y educación. “La divulgación científica viene a cubrir un hueco. La ciencia es patrimonio del ciudadano porque, gracias a sus impuestos, los científicos pueden investigar. Por ello, es de recibo que la gente esté informada, para evitar engaños, para que se forme una opinión…”, explica Enrique F. Borja, doctor en Física. “Sabemos que con esto no vamos a darle la vuelta a la sociedad, pero es una primera semilla”, apunta Márquez.

Un centenar de personas sigue la conferencia de Alcíbar. La mayoría, sentados; una veintena de pie, cerveza en mano; y otros tantos apoyados en la barra. Uno de los asistentes levanta la mano. “¿Por qué hay tanto interés por descubrir si hay vida en otro planeta?”, pregunta. “Por morbo”, le contesta uno. “Es una pregunta compleja, al menos, para contestar a la ligera”, señala Alcíbar. Se abre el debate.

https://politica.elpais.com/politica/2017/04/12/diario_de_espana/1492000857_418611.html

martes, 5 de enero de 2016

_- ¿Quién descubrió que el Sol era una estrella?

_- Esta respuesta es cortesía de Louis Strous del Observatorio Solar Nacional, Sacramento Peak, Nuevo México.

Se ha necesitado el trabajo de muchas personas hasta conseguir demostrar que el Sol es una estrella.
La primera persona que sabemos sugirió que el Sol era una estrella cercana (o, por el contrario, que las estrellas son soles lejanos) fue Anaxágoras, alrededor de 450 A.C.

Se sugirió esa idea nuevamente por Aristarco_de_Samos, 310 a. C.-c. 230 a. C, pero esta idea no cuajó.

Unos 1800 años más tarde, alrededor del año 1590, Giordano Bruno sugirió lo mismo, y fue quemado en la hoguera (1600) por ello.

A través de la obra de Galileo, Kepler y Copérnico durante los siglos XVI y XVII la naturaleza del sistema solar y el lugar en él del Sol se hizo evidente, y, finalmente, en el siglo XIX las distancias a las estrellas y otras datos acerca de ellas pudieron ser medidas por varias personas. Sólo entonces se demostró que el Sol era una estrella.

Durante la mayor parte de la historia humana, casi todas las personas han pensado que la Tierra estaba en el centro de una esfera gigante (o bola, llamada la "esfera celeste") con las estrellas atrapadas en el interior de la esfera. Los planetas, el Sol y la Luna se creía que se movían entre la esfera de las estrellas y la Tierra, para ser diferente tanto de la Tierra como de las estrellas.

Anaxágoras, que vivió en Atenas, Grecia, en torno a 450 AC (hace 2450 años), pensaba que el Sol y las estrellas eran piedras de fuego, que las estrellas estaban demasiado lejos para que se sintiera su calor, y que el Sol era quizás no más que unos pocos cientos de millas en tamaño. Con  lo que Anaxágoras fue, hasta donde sabemos, el primero en sugerir que el Sol es una estrella. Sus ideas fueron recibidas con desaprobación y finalmente fue encarcelado por impiedad, porque sus ideas no encajaban en los prejuicios de la época.

Aristarco de Samos (Samos es una isla griega en el mar Egeo) vivió desde alrededor de 310 a 230 antes de Cristo, hace unos 2.250 años. Se midió el tamaño y la distancia del Sol y, aunque sus observaciones eran inexactas, encontró que el Sol era mucho más grande que la Tierra. Aristarco sugirió entonces que la pequeña Tierra orbita alrededor de ese gran sol en lugar de al revés, y él también sospechaba que las estrellas no eran más que soles distantes, pero sus ideas fueron rechazadas y luego olvidadas, y también fue amenazado por sugerir tales cosas. Aristarco y Anaxágoras no tenían forma de medir realmente los tamaños ni las distancias a las estrellas (salvo el Sol), por lo que no tenían pruebas para apoyar sus ideas.

Claudio Ptolomeo de Alejandría (una ciudad griega en  el delta del Nilo, lo que hoy es Egipto) alrededor del año (hace 1,860 años) 140 describe un modelo geocéntrico (= centrado en la Tierra) del universo, con la Tierra en el centro del Universo, el Sol como uno de los vagabundos ("Planetes" en griego) que se mueven en relación con las estrellas, y las estrellas fijas a la esfera celeste más externa. En este modelo, las estrellas y el Sol eran completamente diferentes. El universo se describe en este libro (el libro llegó a ser conocido como el Almagesto) fue aceptado como la verdad por prácticamente todo el mundo durante los próximos 14 siglos, sobre todo porque fue aceptado por la Iglesia Católica Romana, que se hizo muy poderosa durante ese tiempo. Este modelo describe con bastante exactitud cómo se mueven los planetas, pero no por qué se mueven solo de esa manera, y agrupó el Sol junto con los planetas en lugar de con las estrellas.

Mikolaj Kopernik (conocido como Nicolás Copérnico fuera de su Polonia natal) vivió desde 1473 a 1543. En 1543, justo antes de morir, publicó un libro titulado "De revolutionibus orbium celestium" en el que proponía un heliocéntrico (= centrado en el Sol) sistema solar con el Sol en el centro y la Tierra como uno más de los planetas que orbitan alrededor del Sol, al igual que los demás. Este modelo era más simple que el modelo geocéntrico de Ptolomeo, aunque cualquiera de ellos podría ser utilizado para predecir el movimiento planetario. El modelo de Copérnico describía el Sol, aparte de los planetas, pero no dijo nada acerca de las estrellas. Copérnico esperó tanto tiempo como fue posible antes de la publicación de su libro porque tenía miedo de que la Iglesia no lo aprobaría. Al principio, la mayoría de la oposición a sus ideas en realidad procedían de los protestantes, no de los católicos. Martín Lutero, una de las principales figuras y de los primeros en el protestantismo, declaró en voz alta que Copérnico era un tonto por "establecer que la Tierra se movía".

Giordano Bruno, un filósofo italiano, vivió de 1548 a 1600. Él decidió que si la Tierra es un planeta al igual que los otros, entonces no tiene sentido dividir el universo en una esfera de las estrellas fijas y un sistema solar. Dijo que el Sol es una estrella, que el universo es infinitamente grande, y que hay muchos mundos. Fue condenado por las Iglesias tanto la católica romana como las Reformadas, así como por otras cosas y fue quemado vivo en Roma en 1600 por herejía (alegando que sus afirmaciones no se ajustaban a las ideas aceptadas por la Iglesia y que no se retractaba).

Galileo Galilei, un científico italiano, vivió de 1564 a 1642. En 1610, fue la primera persona que sabemos utilizó el recién inventado telescopio para mirar las estrellas y los planetas. Él descubrió los satélites de Júpiter, lo cual mostró que Ptolomeo y la idea de la Iglesia que sólo había un centro de órbitas en el Universo (es decir, la Tierra) era incorrecta. Basándose en sus observaciones, Galileo argumentó a favor del modelo heliocéntrico de Copérnico. Se dio cuenta de que las estrellas se ven como pequeños puntos, incluso cuando se ven a través de un telescopio, y llegó a la conclusión de que las estrellas deben estar muy lejos.

En parte debido a que G. Bruno (un acusado de herejía y condenado a la hoguera) las apoyó, las ideas de Copérnico fueron condenadas por la Iglesia Católica en 1616, y Galileo fue juzgado y condenado por herejía en 1633. Se vio obligado a renegar públicamente de las ideas de Copérnico, y se le puso bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 1642. En 1979 una nueva investigación de esta convicción fue iniciado por la Iglesia y por último, la condena fue anulada, unos 340 años después de la muerte de Galileo. Una anécdota famosa, pero tal vez falsa, tiene a Galileo como autor de la frase: "Y sin embargo se mueve!" (por la Tierra) después de jurar lo contrario o en su lecho de muerte. Sin embargo, Galileo, como Bruno y Aristarco ante que él, no tenía ninguna prueba de que el Sol y las estrellas eran iguales.

Johannes Kepler de Alemania vivió desde 1,571 a 1630. Estudió con mucho cuidado las posiciones de los planetas y de eso determinó tres leyes del movimiento planetario que ponen al Sol en el centro del sistema solar con los planetas en órbita alrededor del Sol. Ahora estaba claro que el Sol no era un planeta, aunque por qué las leyes del movimiento planetario debían seguir el camino del Sol todavía no estaba claro.

Christiaan Huygens de Holanda vivió de 1629 a 1695. Determinó la distancia a la estrella Sirio, suponiendo que esa estrella era tan brillante como el sol y aparecía débil sólo por su gran distancia. Él encontró que la distancia a Sirio debía ser muy grande. Entonces, a partir de ese momento, la idea de que el Sol era una estrella fue seriamente considerada por los científicos.

Isaac Newton, un científico Inglés, vivió desde 1642 a 1727. En 1665 se dio cuenta de que se trataba de la gravedad la que mantenía el sistema solar juntos. Otra historia famosa, probablemente falsa, hizo que este pensamiento surgiera en la cabeza de Newton cuando una manzana cayó sobre su cabeza mientras él estaba sentado debajo de un manzano, mirando la Luna. Newton determinó entonces la fórmula que describe cómo funciona la gravedad y demostró que esto explica las órbitas y el movimiento de los planetas alrededor del Sol y de las lunas alrededor de los planetas, y por tanto también las tres leyes de Kepler del movimiento planetario. El movimiento de los planetas y las lunas ahora se explica por una sola fórmula: Ley de la Gravedad de Newton. La gente especula que esta misma ley podría ser válida en todo el universo.

Por último, en 1838, Friedrich Bessel, 22 de julio, 1784 - 17 de marzo, 1846, por primera vez mide la distancia a una estrella sin ninguna hipótesis acerca de la naturaleza de las estrellas y nos pareció que era enorme. Pronto siguieron las distancias a otras estrellas, y entonces la gente podía calcular el verdadero brillo de las estrellas, corregidos por su distancia a nosotros, y descubrieron que eran tan brillante como el Sol. Cuando también se encontraron otras cosas sobre el Sol que eran como otras estrellas, como su temperatura superficial y la composición química, entonces la prueba finalmente estaba aquí de que el Sol es una estrella.

El Sol ahora se clasifica como una estrella G2V: una estrella enana de la secuencia principal de temperatura moderada.

Se darán cuenta de que durante la mayor parte de la historia que se ha descrito anteriormente, la gente ha sido perseguida por sugerir cosas que no encajaban en los prejuicios de la época, incluso cuando (o quizás porque) presentaron pruebas de que esos prejuicios no son correctos. Las cosas son mejores hoy en día: es posible que aún se rían o griten por sugerir ideas que son diferentes de las creencias actuales, pero ya no será quemado en la hoguera por ello.
Fuente: http://solar-center.stanford.edu/FAQ/Qsunasstar.html

viernes, 13 de marzo de 2015

Newton y Einstein

Vaya por delante agradecer que se publiquen noticias tan importantes como el centenario de la teoría de la relatividad. Aun así, por enésima vez, se cae en el tópico de divulgar un error también centenario: el de que la teoria de Einstein echa por tierra a Newton. Y esto es falso desde todo punto de vista, sea científico, conceptual o filosófico. Si a las ecuaciones de Einstein y a las transformadas de Lorentz se les aplican las limitaciones de masa y velocidad observables en la época de Newton, salen de manera matemática y hermosa las transformadas de Galileo y las ecuaciones del genio inglés. Cualquier ingeniero que hoy en día diseña un puente o un cableado de alta tensión (salvo obras geniales de grandísima complicación) utiliza la geometría de Euclides y las leyes de Newton.

Continuar divulgando esta falsedad sobre la relación entre Newton y Einstein sólo sirve para dar argumentos a quienes quieren ningunear a la ciencia frente a teorías tan peregrinas como al creacionismo, ahora de moda gracias a la asignatura de Religión. Les sirve para argumentar que si creímos a Newton y estaba equivocado, pueden ser erróneas todas las demás teorías científicas. Y esto es dañino para la futura educación de nuestros hijos, sobre todo porque argumentan desde una falsedad a la que los propios divulgadores científicos dan pábulo. Newton no estaba equivocado, sus ecuaciones son ciertas, simplemente no eran universales.  Pozuelo de Alarcón, Madrid . Cartas al director. El País.
https://youtu.be/d8RYUZT57XA