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sábado, 6 de abril de 2013

La relación imperial del establishment alemán

Hoy el establishment alemán (los centros financieros y las grandes empresas dedicadas a la exportación junto a su instrumento político, bien representado por el gobierno Merkel) domina el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Junto con el Fondo Monetario Internacional, este establishment dicta e impone a los países periféricos de la Eurozona una serie de políticas públicas que están dañando el nivel de vida y bienestar social de las clases populares de tales países.

Tales políticas incluyen (1) recortes muy sustanciales de la protección social de tales países (con reducciones muy notables de las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar) y otras intervenciones públicas que están deteriorando la infraestructura física y social del país, y (2) reformas laborales encaminadas a reducir los salarios de la población trabajadora. Las primeras políticas públicas se están imponiendo bajo el argumento de que hay que reducir el déficit y la deuda pública de tales países a fin de recuperar la confianza de los mercados financieros, y así los Estados puedan conseguir dinero prestado de los bancos. El segundo tipo de políticas públicas —la desregulación del mercado de trabajo— se fuerza sobre los países indicando que tal disminución de los salarios es necesaria para hacer a las empresas más competitivas y facilitar así las exportaciones, que serán las actividades económicas que sacarán a los países (incluyendo España y sus CCAA) de la profunda recesión en la que se encuentran.

Tales políticas se realizan con el apoyo de los establishments financieros, empresariales, políticos y mediáticos que gobiernan tales países periféricos (incluyendo España), pues, excusándose en la necesidad de mantenerse en Europa (presentando su permanencia en el euro como garantía de su pertenencia) imponen tales políticas. Consiguen con ello lo que siempre han deseado: debilitar al mundo del trabajo, a fin de optimizar sus intereses financieros y económicos. En todos estos países las rentas del capital están subiendo a costa del descenso de las rentas del trabajo. La evidencia de ello es clara, robusta y contundente. Entre 2009 y 2012, la parte del PIB que corresponde a la compensación de los trabajadores ha perdido peso. En España, este porcentaje ha pasado de ser el 50% al 46% (es decir, una disminución del 4% del PIB), en Grecia e Irlanda también se ha reducido el 4% del PIB y en Portugal el 3%. Lo que se llamaba antes la lucha de clases continúa desarrollándose en tales países con la ayuda del establishment alemán, que domina el establishment europeo.

¿Por qué se realizan tales políticas?
El hecho de que tales políticas se impongan a la población (en ninguno de tales países existe un mandato popular para que se lleven a cabo) se debe a que tales políticas benefician, además de a los establishments de los países periféricos, al establishment alemán, y muy en particular a la banca y a las compañías exportadoras alemanas. Los famosos rescates bancarios y las supuestas “ayudas financieras” a los Estados de los países periféricos es básicamente ayuda a los bancos alemanes (entre otros bancos europeos) como bien han reconocido economistas asesores al Gobierno Merkel como Jürgen Donges, en sus declaraciones de apoyo a las supuestas ayudas a España, aprobadas en el Parlamento alemán (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, Público, 07.02.13).

Otro ejemplo del impacto diferencial de tales políticas ha sido el establecimiento del euro que ha beneficiado primordialmente al establishment alemán. Como he detallado en mis trabajos, el BCE no es un banco central. Es un lobby de la banca y muy en particular de la banca alemana. Ni que decir tiene que tal institución también está sujeta a otros intereses además de los alemanes, lo cual explica, en ocasiones, las tensiones entre el Bundesbank (el Banco Central Alemán) y el BCE. Pero, sigue, en general, las directrices del gobierno alemán, el cual sintetiza los intereses del establishment alemán. Y tal BCE está jugando un papel clave en imponer tales políticas. Su propia existencia, proveyendo préstamos a intereses muy bajos a la banca (pero no a los Estados), para que estos compren a intereses desmesurados la deuda pública de los Estados periféricos ha sido la causa del enorme endeudamiento de tales Estados. Tal crecimiento de la burbuja de la deuda pública está destruyendo (con los recortes de gasto público) el ya escasamente financiado Estado del Bienestar de los países periféricos de la Eurozona, destrucción que se hace para pagar a la banca alemana los intereses de tal deuda (además de debilitar el mundo del trabajo, lo cual explica el apoyo de tales políticas por parte del mundo empresarial exportador en tales países).

Y todo ello se presenta, realiza e impone, en teoría, para defender el euro y la pertenencia a Europa de tales países. La “alarma” de que el euro está en peligro es el justificante de tales políticas. Pero el euro nunca ha estado en peligro. Antes al contrario está sobrevalorado, perjudicando enormemente a las economías de los países periféricos. En realidad, las enormes desigualdades existentes entre el centro y la periferia de la Eurozona favorecen al primero y perjudican a los segundos. Existe un flujo de capitales de la periferia al centro que los países periféricos no pueden revertir. Es la descapitalización de tales países, impuesta por el establishment alemán, que es el primer beneficiario de tal sistema. Los bancos y los Estados de la periferia tienen una gran escasez de capital mientras que los bancos como Deutsche Bank y los bancos alemanes más importantes así como el Estado alemán tienen dinero de sobras.

Como el establishment alemán domina la Eurozona
Esta es la relación imperial que se genera y reproduce sin ningún tipo de intervención militar. De ahí que no pueda hablarse del IV Reich. Pero las relaciones de dominio económico, político e incluso mediático existen. Le sorprenderá al lector que incluya también el mediático. Dos ejemplos recientes de este dominio mediático han aparecido recientemente: uno es el veto a un artículo de Juan Torres en El País de Andalucía. Juan Torres publicó un excelente artículo (Alemania contra Europa, 24.03.13) alertando del dominio alemán haciendo una reflexión muy acertada de los paralelismos existentes con épocas anteriores. Tal artículo fue retirado de la web de El País donde inicialmente se publicó, debido a presiones mediáticas y políticas alemanas sobre El País. El establishment alemán no quiere que se hable del pasado relacionándolo con el presente.

Otro caso reciente prueba lo que digo: en un artículo reciente publicado el Público (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, 07.02.13), señalaba yo que la influencia del establishment alemán en España es una constante en la historia de nuestro país. Señalaba que el gobierno alemán configuraba en gran medida las políticas del gobierno español que estaban dañando el bienestar de la población española. Pero añadía que el establishment alemán tenía una gran responsabilidad en la génesis de la crisis en España pues fue el gobierno alemán, bajo Hitler, el que jugó un papel determinante de la victoria del General Franco, impidiendo las reformas tan necesarias para modernizar el país, realizadas por la II República. No es por casualidad que los países como Grecia, Portugal y España, que están en una situación desesperante sean países que han sido dominados por fuerzas ultraconservadoras en la mayoría de su historia. Y en España, el establishment alemán jugó un papel clave en la victoria de tales fuerzas, frenando las reformas (iniciadas por la II República) del sistema productivo y de su economía, que han sido difíciles de aplicar debido a la enorme influencia que las ultraderechas tienen en España, que ahora utilizan “la crisis del euro” para continuar manteniendo sus privilegios.

Pues bien, una revista alemana (Kulturaustausch) tradujo tal artículo, eliminando toda referencia al pasado. Desaparecía la complicidad del establishment alemán en el establecimiento del fascismo español y en el mantenimiento de unas estructuras que mantuvieron España en el subdesarrollo económico, social y político por más de cuarenta años.

Una última observación: en Alemania (y en España) hay clases sociales.
El lector notará que a lo largo de este artículo hablo del establishment alemán, más que de Alemania. Y ello se debe a la necesidad de no confundir el establishment gobernante en un país con el propio país, una confusión que el establishment alienta y favorece pero que no corresponde a la realidad. En Alemania, como en España, hay clases sociales con intereses distintos que están en conflicto —como ahora— con gran frecuencia. Una de las “víctimas” del establishment alemán es la propia clase trabajadora alemana que es la que sufre en primera mano las reformas Schröder-Merkel. El crecimiento de la productividad alemana ha beneficiado predominantemente a las rentas del capital, no a las del trabajo, cuyos salarios han permanecido estancados por la mayoría del tiempo desde el establecimiento del euro.

Y es a esta clase trabajadora alemana a la cual va dirigida la desinformación producida por los medios de mayor difusión alemanes (incluyendo los llamados serios y responsables) que presentan la situación de los países periféricos como resultado de la pereza y escasa productividad de sus trabajadores, de su excesiva protección social, y otras falsedades, atribuyéndose el rechazo popular en estos países a tales imposiciones de políticas de austeridad a características culturales y étnicas que producen un populismo, poco maduro, como lo definía el Spiegel hace unos días. El racismo y el estereotipo étnico son una constante en la cultura hegemónica alemana.
Vicenç Navarro. Público
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/6765/la-relacion-imperial-del-establishment-aleman/

lunes, 25 de marzo de 2013

_--Alemania contra Europa, artículo de Juan Torres López, censurado en El País.

_--“EL PAÍS ha retirado de su web el artículo “Alemania contra Europa”, firmado por Juan Torres López y publicado en su edición de Andalucía, porque contenía afirmaciones que este periódico considera inapropiadas. EL PAÍS lamenta que un error en las tareas de supervisión haya permitido la publicación del citado material. Las opiniones expresadas por Torres López solo representan al autor”

¿Habrá que explicarles lo que es un artículo de opinión?
Aquí reproduzco el artículo censurado, espero que Juan Torres me disculpe por haberme tomado la libertad de hacerlo. La negrilla es mía, para llamar la atención sobre aspectos que no interesa que la ciudadanía conozca, esos que el pensamiento único tacha de ”afirmaciones inapropiadas”. Ahí va:

“Es muy significativo que habitualmente se hable de “castigo” para referirse a las medidas que Merkel y sus ministros imponen a los países más afectados por la crisis.

Dicen a sus compatriotas que tienen que castigar nuestra irresponsabilidad para que nuestro despilfarro y nuestras deudas no los paguen ahora los alemanes. Pero el razonamiento es falso pues los irresponsables no han sido los pueblos a los que Merkel se empeña en castigar sino los bancos alemanes a quienes protege y los de otros países a los que prestaron, ellos sí con irresponsabilidad, para obtener ganancias multimillonarias.

Los grandes grupos económicos europeos consiguieron establecer un modelo de unión monetaria muy imperfecto y asimétrico que enseguida reprodujo y agrandó las desigualdades originales entre las economías que la integraban. Además, gracias a su enorme capacidad inversora y al gran poder de sus gobiernos las grandes compañías del norte lograron quedarse con gran cantidad de empresas e incluso sectores enteros de los países de la periferia, como España. Eso provocó grandes déficit comerciales en éstos últimos y superávit sobre todo en Alemania y en menor medida en otros países.

Paralelamente, las políticas de los sucesivos gobiernos alemanes concentraron aún más la renta en la cima de la pirámide social, lo que aumentó su ya alto nivel de ahorro. De 1998 a 2008 la riqueza del 10% más rico de Alemania pasó del 45% al 53% del total, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50% más pobre del 4% al 1%.

Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron (unos 704.000 millones de euros hasta 2009, según el Banco Internacional de Pagos) para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de activos tóxicos (900.000 millones de euros en 2009).

Al estallar la crisis se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran imprudencia e irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes y para ayudarles puso en marcha dos estrategias. Una, los rescates, que vendieron como si estuvieran dirigidos a salvar a los países, pero que en realidad consisten en darle a los gobiernos dinero en préstamos que pagan los pueblos para traspasarlo a los bancos nacionales para que éstos se recuperen cuanto antes y paguen enseguida a los alemanes. Otra, impedir que el BCE cortase de raíz los ataques especulativos contra la deuda de la periferia para que al subir las primas de riesgo de los demás bajara el coste con que se financia Alemania.

Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico. Nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últimos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional.

La tragedia es la enorme connivencia entre los intereses financieros paneuropeos que dominan a nuestros gobiernos, y que estos, en lugar de defendernos con patriotismo y dignidad, nos traicionen para actuar como meras comparsas de Merkel.".
Fuente: http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/51401-alemania-contra-europa-el-art%C3%ADculo-de-juan-torres-censurado.html


Mira en el minuto 7:30 a Compay con Martirio. Se desliza el cursor hasta que vemos el minuto indicado. También aconsejamos a partir del minuto 23 a Omara Portuondo. Y a partir de los minutos 13 y 29 baila una pareja magníficamente.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Aquel Tratado de Maastricht!

Es curioso que solo muy poca gente se acuerde ahora del Tratado de Maastricht, cuando es en él donde se encuentra el origen de los problemas que tiene ahora la Unión Europea. A base de muchas mentiras se está haciendo creer a la gente que lo que le sucede a los países que sufren las mayores perturbaciones es que han realizado mucho gasto público social y que eso ha aumentado hasta niveles insoportables el peso de la deuda pública, de donde deducen la exigencia de llevar a cabo políticas de austeridad basadas en el recorte de derechos y prestaciones sociales. La realidad es otra bien distinta: lo que verdaderamente ha hecho que crezca la deuda pública (además del impacto más reciente de la crisis financiera internacional y la subsiguiente caída en los ingresos públicos) no ha sido el incremento del gasto público primario (es decir, el asociado a gastos corrientes o de inversión), sino el dedicado a pagar intereses y la deuda que ha ido siendo necesaria para afrontar la deuda anterior.

Se calcula que los Estados europeos vienen pagando a la Banca privada unos 350.000 millones de euros cada año en concepto de intereses desde que dejaron de ser financiados por sus antiguos Bancos centrales y después por el Banco Central Europeo (Jacques Holbecq y Philippe Derudder, La dette publique, une affaire rentable: A qui profite le systéme?’, Ed. Yves Michel, París, 2009). Esa es, pues, la verdadera losa que ahora lastra a las economías europeas y no en el peso insoportable, como quieren hacer creer, del Estado de Bienestar. No podemos cansarnos de repetir que si los saldos primarios que ha ido teniendo el Estado español desde 1989 se hubieran financiado a un interés del 1% por un Banco central (como es lógico que hubiera sido) el peso de la deuda pública española sería ahora del 14% del PIB y no el 87% actual (Eduardo Garzón Espinosa. Situación de las arcas públicas si el estado español no pagara intereses de deuda pública: http://eduardogarzon.net/?p=328 ). Esa es la demostración palpable de que son los intereses financieros y no el gasto social el verdadero origen de la deuda, que se quiere combatir a base de recortar derechos y democracia.

Y se olvida ahora que fue el artículo 104 del Tratado de Maastricht el que consagró esa prohibición de que los Bancos centrales financiaran a los gobiernos. Una condición completamente absurda desde el punto de vista económico y financiero, que solo beneficia a la Banca privada, que así ha podido hacer un negocio de dimensiones auténticamente astronómicas: es fácil calcular que gracias a ello los Bancos europeos habrán recibido graciosamente alrededor de unos siete billones de euros desde que se ratificó el Tratado de Maastricht en concepto de intereses. Un dinero, además, que en lugar de haberse dedicado a financiar preferentemente el desarrollo productivo europeo ha sido el que ha alimentado la especulación financiera, la formación de burbujas que al estallar se han llevado por delante a economías enteras y las cuentas multimillonarias que los Bancos europeos mantienen en los paraísos fiscales o que dedican a financiar todo tipo de crímenes y delitos, el tráfico de armas, de personas, de droga o la corrupción política.

Para que eso fuese posible, el Tratado también estableció otra medida igualmente carente de fundamento científico: la independencia de los Bancos centrales que, en realidad, simplemente ha sido el procedimiento que permite que actúen con total libertad al servicio de la Banca privada. Prueba de ello es que la gestión de los Bancos centrales desde que son independientes ha sido la menos exitosa de toda su historia, pues en esta época es cuando se ha producido el mayor número de crisis financieras y los episodios más graves de inestabilidad monetaria. Aunque, eso sí, la mayor distribución de renta a favor de los poderosos gracias a la política de tipos de interés y al manejo de la cantidad de dinero circulante.

Con tal de favorecer a la Banca privada, el Tratado de Maastricht es el responsable original de que los Estados europeos estén maniatados a la hora de hacer política económica, cuyo éxito se basa inexcusablemente en la coordinación constante entre sus diferentes responsables y entre sus diferentes manifestaciones e instrumentos. Y de ahí, desde Maastricht, que sean tan impotentes para controlar lo que ahora se nos está viviendo encima.

También fue ese Tratado el que por primera vez estableció reglas igualmente absurdas de convergencia nominal, que el tiempo se ha encargado de demostrar que eran completamente inútiles para conseguir el equilibrio y la armonía que precisa una unión monetaria para funcionar correctamente y sin generar más problemas que los que resuelve. O las de estabilidad presupuestaria, tan infundadas e injustificadas desde el punto de vista científico, que han sido incumplidas en unas 140 ocasiones por los diferentes Estados. Y cuya perversión se demuestra simplemente preguntándonos en qué situación se encontrarían hoy día los países, ahora más avanzados del mundo, si hubieran estado sometidos a esas normas de estabilidad presupuestaria desde hace 100 o 150 años.

Pero el Tratado de Maastricht no solo fue decisivo por la introducción de estas ataduras económicas y privilegios que condenaron a los pueblos de Europa y a sus diferentes naciones a la situación en la que ahora nos encontramos, sino que igualmente lo fue por la forma tan antidemocrática en la que se ratificó, soslayando el debate social sobre este tipo de aspectos esenciales, o mejor dicho, ocultando a los ciudadanos sus consecuencias, e incluso haciendo trampas a la hora de aprobarlo.

Maastricht fue, por eso, la primera y más clara alerta de que los constructores y beneficiarios de la Europa neoliberal que allí se ponía en marcha no necesitaban democracia, sino todo lo contrario y que, por tanto, con el Tratado comenzaba su desmantelamiento real.

El lado positivo de Maastricht es que demuestra el origen ilegítimo que ha tenido la deuda que injustamente se hace recaer sobre los pueblos europeos. Y, por lo tanto, la primera razón para auditarla en toda Europa y repudiarla cuanto antes. Juan Torres López. Sistema Digital

viernes, 16 de noviembre de 2012

Máxima presión alemana contra Francia. Con una virulencia inédita, en Berlín se presenta a Francia como el "enfermo de Europa"

El filósofo alemán Ulrich Beck exponía hace unos días los tres hechos del momento. Primero: la situación mundial es tan compleja que nadie sabe cómo desenredarla. Segundo: sin hacer caso de la opinión pública europea, Alemania está aplicando un extremo y violento neoliberalismo que va a ser integrado en la constitución europea vía el llamado pacto fiscal. Y tercero: la política de austeridad alemana no ha registrado éxito alguno y lleva al desastre a países como Grecia, España, Italia y pronto Francia.

Con este panorama, la canciller Merkel tiene una cosa en mente: sus elecciones dentro de un año. Lo decisivo será si Alemania, hoy al borde de la recesión europea, hará agua cuando los alemanes vayan a votar, o si aún flotará.

Como todos los países de Europa, Francia tiene muchos problemas, pero el principal se llama Alemania. El gobierno alemán está presionando para que París adopte contrareformas sociales como las Hartz IV con las que Berlín inició en 2003 el desmonte de su estado social. Pero en Francia hay sindicatos y una sociedad que no puede ignorarse y que en un 62% se opone ala subida del IVA, por ejemplo. No es tan fácil. Por eso el primer ministro francés, Jean Marc Ayrault, vino ayer a Berlín en busca de “comprensión”, dijo. Buenas palabras: "Deseamos una Francia fuerte”, le dijo Merkel. La procesión va por dentro.

La prensa alemana lleva semanas identificando a Francia como el nuevo “enfermo de Europa”, un peligro mayor que el de Grecia y España, se dice. El mensaje es profundamente desestabilizador porque contiene riesgos de profecías que se cumplen por el hecho de enunciarse.

El Presidente Hollande intenta surfear entre unas cuentas más saneadas, más competitividad y cierta tradición republicana francesa que impide maltratar socialmente. Francia continua financiando su deuda a niveles envidiables que sugieren que es vista por los mercados como una apuesta estable, pero la presión teutona amenaza con llevárselo todo por delante. “Es lo que quisieran algunos en el extranjero”, dijo Hollande en su última conferencia de prensa.

Desafiar frontalmente la austeridad alemana significaría arruinar definitivamente el eje franco-alemán, matriz de la Unión Europea. Mientras el gobierno francés se siente responsable de ello, el alemán aprieta los tornillos de un mecanismos destructor y evoca una ilusoria “Europa federal” en la que nadie puede creer en serio.

Sin verdadero proyecto europeo, lo que hay en Alemania es un acomplejado resentimiento histórico antifrancés que está emergiendo con la crisis. Esta es vista como la ocasión de ajustarle las cuentas a un vecino históricamente más sofisticado del que partieron no pocos impulsos europeos liberadores. Las dudas de París sobre la austeridad forman parte de esos impulsos que hay que aniquilar. Como en el pasado, la derecha francesa y buena parte de su prensa, toman partido por Alemania, país que, “se preocupa por el estado de nuestra economía”, señala Les Echos.

Pero cuando Bild se pregunta en portada, “¿Será Francia la próxima Grecia?” no está formulando preocupación, sino más bien un oscuro deseo freudiano. “Nunca había vivido una campaña tan intensa contra Francia”, dice un corresponsal alemán en Bruselas con gran experiencia en París. La vieja Europa asoma en el actual frío franco-alemán. Aunque Merkel y Ayrault lo disimularan ayer en Berlín con buenas palabras. Una cumbre muy especial.

Rafael Poch, La Vanguardia
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20121116/54354538919/maxima-presion-alemana-francia.html

martes, 23 de octubre de 2012

Ciencia para la prosperidad de la UE. CARTA ABIERTA DE 42 PREMIOS NOBEL Y CINCO MEDALLAS FIELDS a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.

En vísperas de la reunión en la que se discutirá el presupuesto de la UE para 2014-2020, reputados científicos piden a los jefes de Estado y de Gobierno un apoyo decidido a la ciencia. Transformar el conocimiento en innovación, dicen, es la única forma de dotar a Europa de ventaja competitiva.

A los jefes de Estado o de Gobierno de los países de la UE, a los presidentes de las Instituciones de la UE:

A menudo se dice que toda crisis también presenta una oportunidad. La crisis actual nos obliga a tomar decisiones, y una de ellas se refiere a la ciencia y su apoyo. Allá por el año 2000, ustedes y sus predecesores acordaron el objetivo de convertirse el área “basada en el conocimiento más dinámica del mundo en el año 2010”. La intención era ambiciosa y noble, pero el objetivo ha quedado muy lejos.

La ciencia puede ayudarnos a encontrar respuestas a muchos de los problemas acuciantes a los que nos enfrentamos: nuevas formas de aprovechar la energía, nuevas formas de producción y nuevos productos, nuevos marcos para entender cómo funcionan las sociedades y cómo podríamos mejorar su organización.

Estamos justo en el comienzo de una nueva y revolucionaria comprensión de cómo funcionan nuestros cuerpos con consecuencias incalculables para nuestra salud y longevidad futuras.

Europa está a la vanguardia de la ciencia en muchas áreas. La transformación de este conocimiento en la innovación de nuevos productos, servicios e industrias es la única forma de dotar a Europa de una ventaja competitiva en el cambiante panorama mundial y asegurar a largo plazo la prosperidad futura de Europa.

El conocimiento no conoce fronteras. El mercado global de talento sobresaliente es altamente competitivo. Europa no puede permitirse perder a sus mejores investigadores, y se beneficiaría fuertemente de la atracción de talento extranjero.

La reducción de los fondos disponibles para la investigación de excelencia se traduce en un menor número de investigadores que alcanzan esta condición. En caso de una severa reducción en el presupuesto comunitario de investigación e innovación corremos el riesgo de perder una generación de científicos de talento, justo cuando Europa más los necesita.

En este sentido, el Consejo Europeo de Investigación (ERC) ha logrado un reconocimiento mundial en un tiempo extraordinariamente corto. El ERC financia a los mejores investigadores donde se encuentren en Europa, independientemente de su nacionalidad: investigadores excelentes con proyectos excelentes. El ERC complementa la financiación nacional de la investigación fundamental, añadiendo un valor adicional a la excelencia.

La financiación de la investigación a nivel de la UE cataliza un mejor uso de los recursos disponibles y ayuda a que los presupuestos nacionales sean más eficientes y eficaces. Estos recursos de la UE son extremadamente valiosos pues han demostrado su capacidad de lograr beneficios esenciales para la ciencia europea, así como beneficios crecientes a la sociedad y un aumento de la competitividad internacional.

Es fundamental que sigamos apoyando, y más importante aún, inspirando la extraordinaria riqueza del potencial de investigación e innovación que existe en toda Europa. Estamos convencidos de que la nueva generación de investigadores también hará oír su voz y deberán oír lo que tienen que decir.

La pregunta que queremos plantearles, a ustedes, jefes de Estado o de Gobierno y presidentes reunidos en Bruselas los días 22-23 de noviembre para discutir el presupuesto de la UE para el periodo 2014-2020, es simple: cuando se anuncie el acuerdo para el futuro presupuesto de Europa, ¿cuál será el papel de la ciencia en el futuro de Europa?

Firmado por 42 premios Nobel y galardonados con la medalla Fields: Sidney Altman, Werner Arber, Robert J. Aumann, Françoise Barré-Sinoussi, Günter Blobel, Mario Capecchi, Aaron Ciechanover, Claude Cohen-Tannoudji, Johann Deisenhofer, Richard R.Ernst, Gerhart Ertl, Martin Evans, Albert Fert, Andre Geim, Serge Haroche, Avram Hershko, Jules A. Hoffmann, Roald Hoffmann, Robert Huber, Tim Hunt, Eric R. Kandel, Klaus von Klitzing, Harold Kroto, Finn Kydland, Jean-Marie Lehn, Eric S. Maskin, Dale T.. Mortensen, Erwin Neher, Konstantin Novoselov, Paul Nurse, Christiane Nüsslein-Nolhard, Venkatraman Ramakrishnan, Richard J. Roberts, Heinrich Rohrer, Bert Sakmann, Bengt I. Samuelsson, John E. Sulston, Jack W. Szostak, John E. Walker, Ada E. Yonath, Rolf Zinkernagel, Harald Zur Hausen; Pierre Deligne, Timothy Gowers, Maxim Kontsevich, Stanislav Smirnov, Cedric Villani. CARTA ABIERTA A LA COMISARIA EUROPEA DE INVESTIGACIÓN Investigadores del CSIC denuncian en la UE la situación de la ciencia en España Una carta firmada por más de 2.400 personas, incluidos directores de centros, explica las dificultades para recibir incluso la financiación asignada en proyectos europeos

viernes, 11 de mayo de 2012

Las propuestas de François Hollande son insuficientes para salir de la crisis


Antes que nada quiero subrayar que estoy contentísimo de que François Hollande ganara las elecciones en Francia. Abre una serie de posibilidades que estaban cerradas hasta ahora. Y hay muchas propuestas de su programa que son positivas, e incluso algunas muy positivas. Ahora bien, me apena constatar que la puesta en marcha de todas ellas no será suficiente para salir de la crisis. Y ello se debe a que la economía europea no se recuperará a no ser que las políticas de austeridad que se están imponiendo en la Unión Europea (UE) se eliminen. Y Hollande no se ha comprometido a eliminarlas. A lo que sí se ha comprometido es a complementarlas con políticas de crecimiento. En otras palabras, la tesis que Hollande sostiene es que las políticas de austeridad que se están siguiendo son necesarias pero insuficientes. Según él, se deben establecer unas políticas de estímulo del crecimiento que permitan a la UE salir de la crisis. Pero el mayor problema que tiene la Unión Europea, incluyendo Francia y España, es que la principal causa hoy de la crisis y la recesión son precisamente las políticas de austeridad, dictadas por el Pacto de Estabilidad. François Hollande no ha mencionado que vaya a eliminar o modificar el Pacto de Estabilidad, que es la ley que fuerza hoy las políticas de austeridad en los países de la UE.

En realidad, el Pacto Fiscal (Treaty on Stability, Coordination and Governance in the European Economic and Monetary Union –en castellano, Tratado sobre Estabilidad, Coordinación y gobierno en la Unión Económica y Monetaria Europea) promovido por la canciller Merkel de Alemania todavía no se ha aplicado a ningún país de la UE. Tal pacto lleva a extremos las políticas de austeridad. Exige, por ejemplo, que los déficits estructurales de los Estados de los países miembros no sean mayores de un 0,5% del PIB (el Pacto de Estabilidad exige que no sean mayores de un 3%) en caso de que su deuda pública sea mayor del 60% del PIB (permitiendo que sea un 1% en caso de que sea menor del 60% del PIB). Se penalizará a aquellos países que no cumplan, con sanciones equivalentes a un 0,1% del PIB. Se remarca también en aquel pacto que aquellos países con deuda pública mayor del 60% tendrán que reducir cada año una cantidad equivalente a la veinteava parte de la diferencia entre la deuda existente y el 60% del PIB. (Véase Sebastian Dullien “Reinventing Europe: Explaining the Fiscal Compact”, Social Europe Journal 01.05.12). Hollande aprueba esta ley, siempre y cuando se apruebe una nueva ley que estimule la economía. Pero el problema con este enfoque es que el hecho de que España tenga que reducir su déficit de un 8% del PIB a un 3% del PIB en dos años (una reducción del 5% del PIB) no se debe al Pacto Fiscal, sino al Pacto de Estabilidad sobre el cual Hollande no ha dicho nada. Permítanme que me expanda.

La ingeniería monetaria y fiscal de la Unión Europea se basa en dos pilares. Uno, la Ley de Estabilidad que imposibilita a los Estados poder recuperarse en tiempo de crisis, como lo muestra la situación actual. Es más, su incapacidad de diferenciación entre gasto ordinario y gasto en inversiones, poniendo todo el gasto público dentro del límite de gasto permitido (el 3% del PIB) destruye la creación del futuro, pues no permite la inversión con la que se podría aumentar la producción y crecimiento económico en el futuro. No permitirle a un país que invierta en educación, en I+D, en infraestructura física y social, es condenarle a un continuo subdesarrollo social y económico. Y esto es lo que fuerza el Pacto de Estabilidad a los países ahora en estos momentos. Ahora bien, el Pacto Fiscal, que todavía no se ha aprobado, va más allá y quiere eliminar en la práctica el déficit público. Pero la austeridad que estamos sufriendo viene de aplicar el Pacto de Estabilidad, no el Pacto Fiscal, que repito, todavía no está vigente.

Y el segundo pilar de la austeridad impuesta a los países es la manera como se estableció el Banco Central Europeo (BCE), un banco que, en realidad, no es un banco central, sino un lobby de la banca y, muy en especial, de la banca alemana. Hollande no hace ninguna propuesta de cambio de este Banco. Habla de creación de eurobonos para utilizarlos para proyectos de infraestructura a nivel europeo, lo cual me parece bien (aunque las cantidades que se manejan son muy limitadas). Pero no propone eurobonos que europeícen la deuda pública de los Estados, lo cual es fundamental para eliminar los elevados intereses de la deuda pública, previniendo la especulación de los mercados financieros.

A no ser que estos dos pilares que reflejan el dominio del pensamiento neoliberal en el diseño de la UE se cambien, Europa no se recuperará. Lo máximo que ocurrirá es que la palabra crecimiento se añadirá al término Pacto Fiscal, tal como ocurrió resultado de la presión del gobierno socialista Jospin, cuando se añadió tal término al título del Pacto de Estabilidad, sin que se ofrecieran los medios para que ocurriera tal crecimiento.

Dos últimas observaciones. La primera es repetir que quisiera que no se interpretaran mis notas críticas del plan Hollande como señal de desaprobación o desencanto con su elección. Antes al contrario, celebro, y mucho, su elección. Pero la experiencia europea muestra que, a no ser que vaya más allá y cuestione los dos pilares sobre los cuales se basa el edificio neoliberal que se llama la UE, la recuperación económica no ocurrirá, creando con ello el peligro que la enorme y justa indignación que las clases populares están desarrollando frente al establishment europeo y sus políticas de austeridad, se canalicen en el futuro, no a través de las izquierdas, sino a través de la ultraderecha. Que esto pueda ocurrir lo estamos viendo ya en la propia Francia.

La otra observación es que François Hollande irá más allá de lo que ha propuesto, moviéndose a la izquierda., sólo en caso de que haya movilizaciones que le presionen en esta dirección. No olvidemos que, como señalé en otro artículo (¿Cambios en la socialdemocracia francesa, y en la española? Sistema Digital 12.04.12), François Hollande había criticado muchas de las políticas que ahora ha adoptado (tal como la gravación con un 75% a los ingresos por encima de un millón de euros al año, habiendo llamado tal incremento un año antes, un “incremento confiscatorio”), lo cual se debió a la presión de los movimientos sociales y partidos a su izquierda. Es un buen indicador de esta posibilidad que el Frente de Izquierdas, definido predeciblemente por el corresponsal de El País en Francia, como “extremista”, alcanzara un considerable nivel de apoyo que, junto con amplios sectores dentro del partido socialista, más a la izquierda que el propio François Hollande, pueda ejercer la presión popular para que vaya desarrollando aquellas propuestas que la realidad en sí le forzará a tomar, a fin de conseguir sus objetivos: salir de la crisis. Vicenç Navarro. Público.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La última cumbre europea, consecuencias. Análisis por el economista Jorge Fonseca de la UCM.

Jorge Fonseca.
Catedrático EU de Economía Aplicada de la Universidad Complutense

El pacto fiscal de la cumbre de la Unión Europea apenas fue celebrado. El comportamiento errático de las bolsas después del anuncio refleja incertidumbre e inquietud, porque, después de tanta expectativa creada, la solución fue acordar un tratado que bajo el eufemismo de pacto fiscal recoge esencialmente lo que ya disponía el pacto del euro, y que España incluye desde septiembre en su Constitución: supresión del déficit fiscal. Esto significa recortes en pensiones, salarios, subsidios, sanidad y educación, con el fin de pagar la deuda. La deuda pública y, también, la privada gradualmente estatizada, que se generó para compensar con créditos la reducción de salarios de los últimos años, endeudando a las familias y alimentando la especulación financiera. El pacto fiscal se completa con armonización tributaria, una reforma laboral que creará condiciones de trabajo similares a las de China y la privatización de los sistemas sanitario y educativo, que encarecerá esos servicios esenciales sin resolver el problema del déficit. Tampoco el fondo de rescate de medio billón de euros atajará la crisis de deuda, pues sólo las de Italia, España y Grecia suman tres billones.

En pocas palabras, “más madera” a la hoguera neoliberal del precario Estado del bienestar, que fue la base de la prosperidad europea de posguerra. Los nuevos recortes provocarán más recesión, que generará más paro y menos capacidad de compra, reducirá la recaudación de impuestos y aumentará el gasto en seguro de desempleo, el déficit y la deuda pública (y la prima de riesgo que supone tasas de usura), forzando más recortes y un círculo vicioso hacia el abismo infinito. Este círculo, junto a cuantiosas ayudas a la banca, transformó el superávit fiscal de España de 2,2% del PIB en 2007 en déficits (4% en 2008, 11% en 2009 y 9% en 2010).

La estrategia que el directorio germano-francés impone a Europa recuerda a la que el FMI impuso al Gobierno argentino de la Alianza en 2000, en un contexto de recesión y crisis de la deuda provocadas por una política monetaria similar a la europea actual, que sobrevaloraba el peso (atado al dólar por el esquema de convertibilidad), lo que abarataba los productos importados que desplazaban a los locales, destruyendo masivamente fuentes de empleo y generando recesión y déficit comercial externo (igual que el euro fuerte en Europa, excepto en Alemania).

La Alianza, en vez de devaluar, forzó brutales recortes de gastos sociales (similares a los que se dan en Grecia) y aumentó el IVA, generando un círculo vicioso similar al descrito más arriba: recortes, recesión, más desempleo, menos recaudación, más déficit y deuda. El Gobierno, presionado por el FMI, sancionó en 2001 una ley del déficit cero (similar al pacto fiscal europeo) y otra de flexibilidad laboral, que agravaron la economía y la dificultad de pagar la deuda a pesar de sucesivos rescates del FMI, que en la práctica servían para facilitar la fuga de capitales desde el peso hacia el dólar (igual que el fondo de rescate europeo permite a bancos y especuladores un fuga de capitales del euro al dólar, con alto beneficio). Esto hundió el PIB, y el desempleo superó el 20% (más el 15% de subempleo), la pobreza el 50%, la deuda el 140% del PIB y la prima de riesgo los 5000 puntos. Los depósitos cayeron un 20% por el temor de quiebra bancaria, lo que empujó al Gobierno a decretar el corralito (retención de depósitos bancarios), lo cual provocó masivas protestas populares y forzó la dimisión del Ejecutivo.

En pocos días se sucedieron varios cambios de Gobierno que suspendieron el pago de la deuda y, posteriormente, anularon la convertibilidad peso-dólar con una devaluación del 40% y una nueva retención de depósitos (corralón), que provocó un brutal despojo a la población.

Es evidente la similitud entre las medidas acordadas por los gobiernos europeos y las que llevaron a Argentina al desastre en 2001. Ni siquiera la compra masiva de deuda por el BCE resolverá el problema de fondo si se acompaña con las mismas medidas neoliberales aplicadas en Argentina, que buscan abaratar salarios convirtiendo a un mileurista en dos quinientoseuristas en el vano intento de hacer competitiva la economía emulando a China en condiciones laborales. Privatizar la sanidad, la educación y las pensiones encarecerá esos servicios y los hará inaccesibles para muchos, y es pan para hoy y ruina para mañana, como muestran el sistema educativo de Chile, privatizado por Pinochet y hoy en grave crisis, o el de pensiones privados, que fue rescatado.

La alternativa es devaluar el euro (el modelo es el yuan chino; el euro sobrevalorado sólo beneficia a la banca y a grandes monopolios) para favorecer la competitividad y frenar la destrucción de empresas y empleos –que se desplazan a China– en toda Europa. También cancelar los recortes, mantener los salarios para generar demanda y, además, forzar una renegociación justa de la deuda, que previamente debe auditarse.

La actual estrategia que se está imponiendo en la Unión Europea nos lleva hacia el abismo económico y social, lo que provocará una fuerte reacción popular para defender derechos conseguidos en décadas. Paradójicamente, el intento de imponer un grave retroceso social desmontando el precario Estado del bienestar, además de causar graves daños a la población, puede ser también, como en Argentina, la sepultura del neoliberalismo.