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miércoles, 12 de febrero de 2014

Profesores de la UPV lanzan el manifiesto "Por una economía al servicio de las personas"

Los docentes plantean que las alternativas a la salida de la crisis no deben ser excluyentes y deben sustentarse en la equidad, la transparencia, la democracia y la cohesión social.

El próximo 3 de marzo se celebrará en Bilbao el Global Forum Spain, un foro económico internacional organizado por el ministerio de Economía y el Club de Exportadores e Inversores Españoles  en el que se hablará de crecimiento y competitividad. En la cita participarán importantes personalidades de la economía y de la política. Ante la celebración de este foro, un grupo de profesores de Economía de la Universidad del País Vasco (UPV) ha lanzado un manifiesto cuyo título ya es muy significativo: Por una economía al servicio de las personas.
"Creemos que vivimos circunstancias excepcionales en las que, como ha sucedido en otras ocasiones, también excepcionales, es oportuno que desde nuestro ámbito nos pronunciemos en medio de tanto desconcierto e incertidumbre", señalan los impulsores del manifiesto para justificar la publicación del documento. Y añaden: "Somos plenamente conscientes del pluralismo y del debate de ideas existente en el ámbito económico, tanto dentro de la academia como fuera de ella. Por consiguiente, hemos tratado de evitar planteamientos excluyentes, centrando la atención en dos ideas fundamentales: la necesidad de huir de los dogmas a la hora de buscar alternativas; y la necesidad de que estas se sustenten en la búsqueda de la equidad, la transparencia, la democracia y la cohesiónsocial".
En cuanto al manifiesto en sí, los profesores de la UPV sostienen que hay que apostar por la equidad y que "la competitividad no puede ser un fin en sí misma". Defienden una Europa "equilibrada social y territorialmente", más democracia y transparente. Afirman que las finanzas públicas "no son el origen de la crisis"  y que ésta es sobre todo una crisis social.
Sus impulsores quieren dar la máxima visibilidad al manifiesto, sobre todo del mundo académico, y por eso reclaman la adhesión de sus colegas docentes. Muchos ya lo han hecho, entre ellos, los profesores vinculados a la asociación EconoNuestra, cuyo blog está alojado en Público.
Si quieres apoyar el manifiesto Por una economía al servicio de las personas, puedes firmar aquí.
Fuente: Público

domingo, 2 de febrero de 2014

Falsedades del pensamiento económico dominante

Vicenç Navarro. Público.es

Permítame, Sr. lector, que le hable como si estuviéramos tomando un café, explicándole algunas de las mayores falsedades que se le presentan a diario en la prensa económica. Debería ser consciente de que gran parte de los argumentos que se presentan en los mayores medios de información y persuasión económicos del país para justificar las políticas públicas que se están llevando a cabo, son posturas claramente ideológicas que no se sustentan en base a la evidencia científica existente. Le citaré algunas de las más importantes, mostrándole que los datos contradicen lo que dicen. Y también intentaré explicarle por qué se continúan repitiendo estas falsedades, a pesar de que la evidencia científica las cuestiona, y con qué fin se le presentan diariamente a usted y al público.

Comencemos por una de las falsedades más importantes, que es la afirmación de que los recortes de gasto público en los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios, vivienda social, y otros (que están perjudicando enormemente el bienestar social y calidad de vida de las clases populares), son necesarios para que no aumente el déficit público. Y se preguntará usted, “y, ¿por qué es tan malo que crezca el déficit público?”. Y los reproductores de la sabiduría convencional le responderán que la causa de que haya que reducir el déficit público es porque el crecimiento de este déficit determina el crecimiento de la deuda pública, que es lo que el Estado tiene que pagar (predominantemente a la banca, que tiene algo más de la mitad de la deuda pública en España) por haber pedido prestado dinero a la banca para cubrir el agujero creado por el déficit público. Se subraya así que la deuda pública (que se considera una carga para las generaciones venideras, que tendrán que pagarla) no puede continuar creciendo, debiéndose reducir recortando el déficit público, lo cual quiere decir para ellos recortar, recortar y recortar el Estado del Bienestar, hasta el punto de acabar con él, que es lo que está ocurriendo en España.

Los argumentos que se utilizan para justificar los recortes no son creíbles.
El problema con esta postura es que los datos (que la sabiduría convencional oculta o ignora) muestran precisamente lo contrario. Los recortes son enormes (nunca se habían visto durante la época democrática unos tan grandes), y en cambio, la deuda pública continúa y continúa creciendo. Mire lo que está pasando en España, por ejemplo, con la sanidad pública, uno de los servicios públicos más importantes y mejor valorados por la población. El gasto público sanitario como porcentaje del PIB se redujo alrededor de un 3,5% en el periodo 2009-2011 (cuando debería haber crecido un 7,7% durante el mismo periodo para llegar al gasto promedio de los países de semejante desarrollo económico al nuestro), y el déficit público se redujo, pasando del 11,1% del PIB en 2009 al 10,6% en 2012, y en cambio la deuda pública no bajó, sino que continuó aumentando, pasando del 36% del PIB en 2007 al 86% en 2012. En realidad, la causa de que la deuda pública esté aumentando se debe, en parte, a los recortes del gasto público.

¿Cómo puede ser eso?, se preguntará usted. Pues la respuesta es fácil de ver. El descenso del gasto público implica que disminuye la demanda pública y con ello el crecimiento y la actividad económica, con lo cual el Estado recibe menos ingresos por vía de impuestos y tasas. Y al recibir menos impuestos, el Estado debe endeudarse más, con lo cual la deuda pública continúa creciendo. Ni que decir tiene que el mayor o menor impacto estimulante del gasto público depende del tipo de gasto. Pero se está recortando en los servicios públicos del Estado del Bienestar, que son los que crean más empleo y que están entre los que estimulan más la economía. Permítame que repita esta explicación debido a su enorme importancia.

Cuando el Estado (tanto central como autonómico y local) aumenta el gasto público, aumenta la demanda de productos y servicios, y con ello el estímulo económico. Cuando baja, disminuye la demanda y desciende el crecimiento económico, con lo cual el Estado recibe menos fondos. Es lo que en la terminología macroeconómica se conoce como el efecto multiplicador del gasto público. La inversión y el gasto públicos facilitan la actividad económica, lo cual es negado por los economistas neoliberales (que se promueven en la gran mayoría de medios de mayor información y persuasión del país), y ello a pesar de la enorme evidencia publicada en la literatura científica (ver mi libro Neoliberalismo y Estado del Bienestar, Ariel Económica, 1997).

Otra farsa: nos gastamos más de lo que tenemos
La misma sabiduría convencional le está diciendo también que la crisis se debe a que hemos estado gastando demasiado, muy por encima de nuestras posibilidades. De ahí la necesidad de apretarse el cinturón (que quiere decir recortar, recortar y recortar el gasto público). Por regla general, esta postura va acompañada con el dicho de que el Estado tiene que comportarse como las familias, es decir “en ningún momento se puede gastar más de lo que se ingresa”. El Presidente Rajoy y la Sra. Merkel han repetido esta frase miles de veces.

Esta frase tiene un componente de hipocresía y otro de falsedad. Déjeme que le explique el por qué de cada uno. Yo no sé cómo usted, lector, compró su coche. Pero yo, como la gran mayoría de españoles, compro el coche a plazos, es decir, a crédito. Todas las familias se han endeudado, y así funciona su presupuesto familiar. Pagamos nuestras deudas a medida que vamos ingresando los recursos que, para la mayoría de españoles, proceden del trabajo. Y de ahí deriva el problema actual. No es que la gente haya ido gastando por encima de sus posibilidades, sino que sus ingresos y sus condiciones de trabajo han ido deteriorándose más y más, sin que la población sea responsable de ello. En realidad, los responsables de que ello ocurra son los mismos que le están diciendo que tienen que recortarse los servicios públicos del Estado del Bienestar y también bajar los salarios. Y ahora tienen la osadía (para ponerlo de una manera amable) de decir que la culpa la tenemos usted y yo, porque hemos estado gastando más y más. Yo no sé usted, pero le garantizo que la mayoría de las familias no han estado comprando y amasando bienes como locos. Todo lo contrario.

La misma hipocresía existe en el argumento de que el Estado ha estado gastando demasiado. Fíjese usted, lector, que el Estado español ha estado gastando, no mucho más, sino mucho menos de lo que han gastado otros países de similar nivel de desarrollo económico. Antes de la crisis, el gasto público representaba solo el 39% del PIB, cuando el promedio de la UE-15 era un 46% del PIB. Ya entonces, el Estado debería haberse gastado como mínimo 66.000 millones de euros más en gasto público social para haberse gastado lo que le correspondía por su nivel de riqueza. No es cierto que ni las familias ni el Estado se hayan gastado más de lo que deberían. Y a pesar de ello, le continuarán diciendo que la culpa la tiene la mayoría de la población que ha gastado demasiado y ahora tiene que apretarse el cinturón.

También habrá usted escuchado que estos sacrificios (los recortes) hay que hacerlos “para salvar al euro”.
De nuevo, esta cantinela de que “estos recortes son necesarios para salvar al euro” se reproduce constantemente Ahora bien, en contra de lo que constantemente se anuncia, el euro no ha estado nunca en peligro. Ni tampoco hay la más mínima posibilidad de que algunos países periféricos (los PIGS, que incluyen a España) de la Eurozona sean expulsados del euro. En realidad, uno de los problemas de los muchos que tienen estos países es que el euro está demasiado fuerte y sano. Su cotización ha estado siempre por encima del dólar y su elevado poder dificulta la economía de los países periféricos de la Eurozona. Y otro problema es que el capital financiero alemán les ha prestado, con amplios beneficios, 700.000 millones de euros y quiere ahora que los países periféricos los devuelvan. Si alguno de ellos dejara el euro, la banca alemana podría colapsar. Esta banca (cuya influencia es enorme) no quiere ni oír hablar de que estos países deudores se vayan del euro. Les aseguro que es lo último que desean.

Esta observación, que es obvia, no es un argumento, por cierto, a favor de permanecer en el euro. En realidad, creo que los países PIGS deberían amenazar con salirse del euro. Pero es absurdo el argumento que se utiliza de que España tenga que ver reducido el tiempo de visita al médico todavía más para salvar al euro (que es el código para decir, “salvar a la banca alemana y devolverle el dinero” que prestó consiguiendo enormes beneficios).

Estas son las falacias que constantemente se le exponen. Pero le aseguro que se le presentan sin que exista ninguna evidencia que las avale. Así de claro.

La causa de los recortes
Y se preguntará usted, ¿por qué se hacen entonces estos recortes? Y la respuesta es fácil de ver, aunque raramente la verá en aquellos medios de información y persuasión. Es lo que solía llamarse “lucha de clases”, pero ahora aquellos medios no utilizan esta expresión por considerarla “anticuada”, “ideológica”, “demagógica” o cualquier epíteto que utilizan para mostrar el rechazo y deseo de marginalización de aquellos que ven la realidad según un criterio distinto, e incluso opuesto, al de los que definen la sabiduría convencional del país.

Pero, por mucho que lo quieran ocultar, esa lucha existe. Es la lucha (lo que mi amigo Noam Chomsky llama incluso guerra de clases –como expone en su introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo) de una minoría (los propietarios y gestores del capital, es decir, de la propiedad que genera rentas) contra la mayoría de la población (que obtiene sus rentas a partir de su trabajo).

Ni que decir tiene que esta lucha de clases ha ido variando según el periodo en el que uno vive. Era distinta en la época de nuestros padres y abuelos de la que está ocurriendo ahora. En realidad, ahora es incluso más amplia, pues no es solo de las minorías que controlan y gestionan el capital contra la clase trabajadora (que continúa existiendo), sino que incluye también a grandes sectores de las clases medias, formando lo que se llaman las clases populares, conjuntamente con la clase trabajadora. Esta minoría es enormemente poderosa y controla la mayoría de los medios de información y persuasión, y tiene también una gran influencia sobre la clase política.

Y este grupo minoritario desea que se bajen los salarios, que la clase trabajadora esté atemorizada (de ahí la función del desempleo) y que pierda los derechos laborales y sociales. Y está reduciendo los servicios públicos como parte de esta estrategia para debilitar tales derechos. También es un factor importante la privatización de los servicios públicos, que es consecuencia de los recortes, y que permite la entrada del gran capital (y muy en particular del capital financiero-banca y de las compañías de seguros) en estos sectores, aumentando sus ganancias.

Usted habrá leído cómo en España las compañías privadas de seguros sanitarios se están expandiendo como nunca antes lo habían conseguido. Y muchas de las empresas financieras de alto riesgo (que quiere decir, altamente especulativas) están hoy controlando grandes instituciones sanitarias del país gracias a las políticas privatizadoras y de recortes que los gobiernos están realizando, justificándolo todo con la farsa (y créanme que no hay otra manera de decirlo) de que tienen que hacerlo para reducir el déficit público y la deuda pública.
Fuente: http://www.vnavarro.org/?p=10378

lunes, 13 de mayo de 2013

Entrevista a Harald Schumann, periodista de investigación alemán sobre la eurocrisis

“En la zona euro aún se piensa en términos nacionales, y los peores en eso son los alemanes”

Rafael Poch
La Vanguardia

Hace años que el periodista alemán Harald Schumann se ocupa de la crisis financiera. A él se deben algunas de las revelaciones más interesantes e incisivas sobre los secretos de la banca alemana. Schumann se pasa semanas sin escribir una línea, investigando y leyendo, un privilegio, dice, pero cuando escribe uno se entera de cosas interesantes. Aunque ni siquiera estudió economía, la crisis le ha convertido en un experto en finanzas nacional, explica en su pequeño despacho de la redacción del berlinés Der Tagesspiegel.

P-Una de las cosas más interesantes de la crisis inmobiliaria española ha sido la revelación de que algunos ministros españoles conocían la bomba de relojería sobre la que reposaba el “España va bien” de Aznar. ¿Qué nivel de conciencia existía en el sector financiero y en el gobierno alemán sobre los riesgos bancarios antes de la crisis?
R- No había ninguna conciencia. Si la hubiera habido no se habría enviado dinero a manos llenas a España….

P- …Pero un informe del Handelsblatt dio cuenta en 2003 de una reunión de los directivos de la banca alemana con el canciller Schröder y su ministro de finanzas en el año 2000 para, textualmente, “estudiar la creación de un banco malo que sirviera para empaquetar los malos créditos y volverlos a vender”.
R- Aquella reunión no hizo referencia especial a los países europeos. Ni siquiera se habló de ellos. Se trataba de los malos activos que la banca alemana tenía en Europa del Este y en Estados Unidos…

P- …pero lo de Estados Unidos también era inmobiliario, como en España.
R- Desde 2005 había informes en la prensa económica sobre los riesgos del mercado inmobiliario en Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda y España, pero no se tomaba muy en serio. Antes del 2008 no había una conciencia sobre el tema. Mire (muestra un gráfico rampante hasta 2008 de inversiones alemanas en España), esto se refiere solo a bancos, sin contar las empresas de gestión de patrimonios etc.: hasta 2008 el flujo de capital sube sin cesar. Si hubiera habido alguna conciencia del riesgo no habría ocurrido…

P- En España algunos ministros y altos funcionarios confesaban la inviabilidad del asunto, pero no informaban, o si lo hacían el pastel era demasiado gordo como para que los políticos se atrevieran a hacer algo…
R- Es como un conjuro: si no hablamos de ello, no ocurrirá. Demasiado dinero atonta. Había una euforia colectiva, todos pensaban que iba a continuar para siempre. Si uno ha ganado muchísimo dinero durante unos años, ¿por qué parar?, ¿solo porque algunos economistas críticos dicen que no es sostenible? Así no funciona la naturaleza humana.

P-Entre 2008 y 2009 el gobierno alemán rescató a sus bancos con casi medio billón de euros, ¿qué papel jugó el Bundestag en el proceso?
R- Cuando estalló la crisis todos estaban abrumados. El ministro de finanzas Peer Steinbrück no tenía ni idea de lo que ocurría. Estaba allí personalmente y lo recuerdo: el jueves dijo ante el Bundestag, “no hará falta salvar a la banca como en Estados Unidos porque el sistema alemán es robusto”, y al día siguiente comenzaban las negociaciones para salvar al Hypo Real Estate (HRE) con 100.000 millones. Si el ministro no entendía nada, los diputados aún menos. Se dijo que si se dejaba quebrar al HRE caería todo el sistema financiero alemán y la economía nacional se pararía, así que había que hacerlo. El Bundestag no solo fue arrollado, también fue desposeído de todo poder, pero como formalmente se exigía un control parlamentario, se formó una comisión secreta de nueve diputados de todas las fuerzas políticas. La comisión no tenía ningún poder, no podía exigir declaración ni documentos, solo podía invitar a miembros del gobierno o del fondo de rescate y entrevistarlos. Si algo no les gustaba no podían hacerlo público, ni siquiera informar a sus colegas de grupo parlamentario….Fue tan democrático como el papel de La Asamblea Nacional del Pueblo de Corea del Norte.

P- ¿Cómo pudieron aceptar los diputados y los medios de comunicación una situación tan kafkiana: dar cantidades de dinero del contribuyente con los ojos cerrados…?
R- Por el miedo, se decía que la alternativa era un hundimiento. Por ignorancia. Y también por lo que se había visto en Estados Unidos, donde el gobierno ya había puesto 750.000 millones por lo de Lehman, que al final fue mucho más. Pensaron, “si se asustan los americanos….” Pero para mí lo más extraordinario no fue la frenética reacción del gobierno o que el Bundestag se dejara pisotear: lo que más me estremeció fue la pasividad de la población ante, por ejemplo, el caso del Commerzbank: pusimos 18.000 millones de dinero público en un banco que en la bolsa no valía más de 3000 millones y ni siquiera el Estado se quedó con todo el banco, solo con el 25%. Ocurrió con nocturnidad, entre Navidad y Año nuevo, sin ningún control parlamentario. Se hizo para proteger de las pérdidas a Allianz, el verdadero poder financiero de Alemania, ríase usted del Deutsche Bank, quien cuenta es Allianz. El jefe de Commerzbank, Blessing podía haber dicho en octubre que no compraba el Dresdner Bank, porque estaba lleno de valores americanos y era un pozo sin fondo, pero lo hizo. Steinbrück, y esto lo sé de buena fuente, le dijo a Blessing que si salía mal el contribuyente apoyaría… Fue un proceso demente y opaco. Imagínese, con los intereses eran 20.000 millones.

P- ¿Cómo consiguió la lista de los bancos salvados en el rescate al Hypo Real State que costó 100.000 millones al contribuyente?
R- Había una comisión de investigación en el Bundestag. Esas omisiones no tienen muchos derechos, pero pueden ver todos los documentos. Los grupos parlamentarios que consiguieron que la comisión se formara fueron los Verdes la Izquierda y los Liberales. Hablé con los tres y puede confeccionar mi lista.

P- Pero no es una lista pública.
R- No, está hecha sobre documentos que el Bundesbank da al gobierno gracias a que alguien dijo, “ya que damos tanto dinero, queremos saber quienes son los beneficiarios”, pero todo era secreto. Cada documento que se entregaba a un diputado llevaba un sello distinto de “Secreto” para identificar la filtración en cualquier fotocopia.

P- ¿Qué sentido tiene mantener esa información en secreto?
R- Evitar el debate sobre quienes son los beneficiarios, a quien se protege de pérdidas. Es lo que pasa ahora en Irlanda y en España.

P- O sea, tiene sentido para las instituciones implicadas…
R- …y también para el gobierno. Se quiere evitar ese debate. Si en el momento de tomar la decisión se conociera la lista de a quiénes se salva con ella, no habría habido mayoría en el parlamento. Estoy seguro de que el parlamento español no habría votado a favor si hubiera sabido quien tenía cuentas que cobrar en Bankia…

P- Permítame dudarlo…
R- …o habrían dicho, “vale, lo hacemos pero luego nos cobramos el dinero de los beneficiarios de una u otra forma”. Hasta el día de hoy desconocemos quiénes son los acreedores no garantizados de Bankia.

P- ¿Cómo se supo que el Deutsche Bank tenía 12600 millones atrapados en la quiebra de la aseguradora americana AIG?
R- Porque el Senado de Estados Unidos le exigió a la Reserva Federal la publicación de los datos de las transferencias. Cuando consiguen liberarse de los intereses creados que financian sus campañas, los diputados americanos son increíblemente fuertes. ¿Ha leído los informes del Senado sobre la crisis financiera? Son una fuente increíble. El papel del Deutsche Bank en Estados Unidos nunca se hubiera descubierto sin el Senado de EE.UU!.

P- ¿Y qué le habría pasado al Deutsche Bank si AIG no hubiera sido rescatada por el gobierno de Estados Unidos?
R- Se habría hundido: 12.000 millones era casi la mitad del capital propio del banco. El año se habría cerrado con pérdidas y eso habría costado tanto dinero que el Deutsche Bank no habría podido cumplir las reglas de la supervisión bancaria.

P- …lo que no impidió al jefe del Deutsche Bank, Josef Ackermann, alardear de que su banco no había necesitado dinero público...
R- Una mentira, y no solo por la AIG. El Deutsche Bank se benefició de todas las demás operaciones de rescate, por ejemplo recibió más de 2000 millones en la salvación del Hypo Real Estate.

P- Todos esos rescates y los rescates de países son, en realidad rescates de bancos interrelacionados por el casino internacional, ¿cómo se ha conseguido mantener a la opinión pública al margen de esta obviedad?
R- ¡Vaya pregunta!. La mayoría de los periodistas no se ven como ilustradores del público, sino como meros transmisores de informaciones que dan otros. El problema aparece cuando la mayoría de las instituciones implicadas están de acuerdo en no explicar lo que está pasando.

P- ¿Cómo consiguió la lista de los beneficiarios de la salvación bancaria de Irlanda?
R- En Irlanda se debatía la cuestión de la identidad de los que estaban endeudados con la banca irlandesa. El ministro de finanzas dijo que no lo sabía porque los bonos se negociaban en mercados anónimos. Era una mentira flagrante. Un insider le dio a un blogger irlandés en Londres – no se fiaba de la prensa irlandesa- la lista de los propietarios de bonos del Anglo Irish Bank, uno de los bancos en quiebra con una deuda de 30.000 millones. La lista solo contaba a partir de grandes acreedores, pero ahí ya se podía ver que la mayoría de los acreedores eran de Alemania, Francia e Inglaterra. En la lista de 80 direcciones de acreedores de la deuda de Irlanda, 50 eran alemanas o francesas.

P- ¿Y en España, qué bancos alemanes están más expuestos?
R- Sabemos que entre 2005 y 2008 bancos alemanes y franceses colocaron 320.000 millones en España, gran parte en inmobiliaria. Juan Rodríguez, ex jefe de Caja Granada me explicó lo fácil que era recibir dinero en Alemania, donde viajó varias veces. “Prestaban dinero sin preguntar a donde iba”, me dijo. Lo mismo me dijo el directivo de Caja Madrid, Tierno Galván: “las ofertas llovían por todas partes”. La gente ni preguntaba lo que se iba a hacer con el dinero, solo les interesaba si podría cobrar un 1,5% de interés más que en casa. Es obvio que en un negocio loco la responsabilidad es tanto de quien pide dinero como de quien lo da sin mirar. Los nombres de los acreedores alemanes no se publican, son secreto.

P- Usted sondeó al ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, sobre la cuestión de la responsabilidad en España, ¿qué respondió?
R- No entendió la pregunta. Nunca había oído que en la contratación de un crédito la responsabilidad está en los dos lados, el que lo recibe y el que lo da. Me dijo, “no obligamos a los españoles a aceptar nuestro dinero por la fuerza de las armas”. Schäuble es abogado, pero para un banquero la pregunta es obvia. A de Guindos, como banquero, esa misma pregunta no le pareció tan rara, pero le incomodó más. Dijo que la lista de los tenedores de la deuda de Bankia, “no es una información esencial, aunque sabemos que la mayoría son inversores extranjeros”. De Guindos reconoció que los inversores tienen responsabilidad, pero dijo, “no nos podemos permitir exigirles que la asuman porque se perdería la confianza en España”. Jörg Asmussen, directivo del BCE, fue el único que admitió que aunque esas listas son secreto empresarial, en el momento en que entra en escena dinero público para rescatar la gente tiene derecho a conocer los datos. De todos los entrevistados fue el más constructivo, quizá porque ya no es político.

COMUNIZAR (SOCIALIZAR) DEUDAS

P – ¿Qué se debería hacer en Europa para remediar el desbarajuste bancario de una manera decente?
R- Habría que hacer una unión bancaria europea, pero solo podría funcionar si también se creara una garantía de depósitos europea en la que los países se responsabilizaran conjuntamente de que el cliente de un banco no tenga perjuicio si el banco quiebra. Debería haber un sistema europeo para lidiar con los bancos en quiebra financiado por el propio sector financiero. Por un lado el impuesto sobre transacciones financieras y por otro un impuesto adicional sobre bancos. Si se realizara de manera consecuente sería un programa racional.

P ¿Y el problema de los desequilibrios entre países?
R- Lo primero sería que las empresas italianas o españolas no tuvieran que pagar un 3% o un 4% más de interés por el mismo crédito que una empresa alemana, como ocurre pese al mercado único, la moneda común y la ausencia de fronteras. El problema es que en la zona euro se sigue pensando en términos nacionales y los peores en esto, hay que decirlo honestamente, están siendo los alemanes. La vía correcta sería comunizar las deudas de Estado que sobrepasen el 60% del PIB para acabar con las diferencias de tasas de interés. Ahí vienen los alemanes y dicen, “pero entonces nosotros tendríamos que pagar más interés”. Pues claro que sí, lo contrario es perverso y absurdo. Según el cálculo del Instituto de Economía Mundial de Kiel, si Alemania hubiera tenido los mismos intereses promedio que tuvo hasta 2007, entre 2008 y 2012 habría pagado 80.000 millones más. Es decir con la crisis Alemania ya se ha ahorrado 80.000 millones. Lo mínimo sería devolver ese dinero a los estados en crisis, no de golpe, pero sí paulatinamente. Es injusto aprovecharse de los beneficios sin hablar de ellos y decir a los otros que tienen que mejorar. Que Alemania tenga éxito porque los demás se endeudaron, es algo que no puede funcionar. Tiene que haber un equilibrio, sino la eurozona se romperá.

P- ¿Puede cambiar Merkel?
R- Lo trágico es que su popularidad se debe a una política equivocada. Cuando empezó lo de Grecia no lo entendió y metió al gobierno y al electorado en una vía equivocada de la cual no sabe salir. Si cambia el rumbo ahora perdería las elecciones, así que tiene que aguantar por lo menos hasta otoño.

P – ¿Y después de las elecciones?
R- La única esperanza es que dé un giro de 180 grados, como hizo con la energía nuclear.

P- Pero para eso tuvo que ocurrir Fukushima…
R- La situación europea no es menos crítica que aquello. Estoy seguro de que habrá nuevas elecciones en Italia y acabará habiendo un plante ante Alemania. Merkel es tan popular que tiene fuerza para realizar un giro, de lo contrario es el fin de la eurozona. No veo otra salida.

Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/berlin/en-la-zona-euro-aun-se-piensa-en-terminos-nacionales-y-los-peores-en-eso-son-los-alemanes-97472

jueves, 23 de agosto de 2012

Los economistas neoliberales culpables. Entrevista a Robert Wade, profesor de Economía Política y Desarrollo.

“Se comportan como lobbistas, pero se los presenta públicamente como investigadores neutrales”, afirma Robert Wade.

 Las teorías económicas ortodoxas y sus voceros son parte responsable del estallido financiero que comenzó en 2008. Economistas de todo el mundo, enrolados en la corriente neoclásica, reconocieron en distintas oportunidades la incapacidad de sus modelos para anticipar y comprender la crisis, mientras que otros apuntaron los cañones hacia los responsables de la política económica. No obstante, la legitimidad de sus visiones permanece prácticamente inalterada. El reconocido profesor de Economía Política y Desarrollo en la London School of Economics Robert Wade advierte que la inmunidad e impunidad de esas ideas responde a distintos factores que van desde la belleza y elegancia con la que se presentan las máximas neoclásicas hasta el patronazgo corporativo de muchos “prestigiosos” académicos.
“Los economistas que no vieron la creciente fragilidad financiera son los mismos que reclaman menos regulación de los gobiernos a través de los medios. Se los presenta públicamente como investigadores académicos, pero son lobbistas que ocultan al público sus relaciones con Wall Street”, afirmó Wade durante una entrevista con Cash.

Wade considera que los modelos dominantes deben ser abandonados, pero es pesimista sobre la posibilidad de que las ideas neoliberales sean desplazadas por las teorías heterodoxas. “Para eso se necesitaría un cambio radical que permita superar los obstáculos que impiden la cooperación entre los Estados, como sucedió en Bretton Woods después de dos guerras mundiales, la Gran Depresión y el nazismo”, afirma. El economista nacido en Nueva Zelanda visitó Buenos Aires para participar del IV Congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA). “El desarrollo es muy difícil y no va a suceder con el libre mercado. Las ideas dominantes en la materia son una receta para mantener al mundo polarizado”, consideró el ganador del premio Leontief en 2008.

 ¿Por qué considera que la disciplina económica contribuyó a llegar a la crisis actual?
 –La élite de economistas británicos admitió que la profesión contribuyó al crac financiero y la recesión al no poder comprender los mecanismos que pusieron a la economía global en riesgo y defendiendo la capacidad del capitalismo para sostener un equilibrio de pleno empleo. Los economistas neoclásicos tuvieron un rol activo en la construcción de la fragilidad financiera. Escondieron e ignoraron el riesgo que estaba a simple vista. En noviembre de 2008, la reina de Inglaterra visitó la London School of Economics y, después de escuchar un informe sobre la crisis, preguntó a los economistas más reconocidos del país por qué nadie vio venir la crisis. En julio del año siguiente, 33 economistas británicos le escribieron una respuesta donde concluían que “el fracaso para anticipar la crisis, su duración y gravedad se debió a la incapacidad de la imaginación colectiva de mucha gente brillante para comprender los riesgos del sistema como un todo”. Más allá de ese reconocimiento, no dijeron nada sobre por qué fallaron en ver ese todo. No miraban los crecientes niveles de endeudamiento porque sus modelos macroeconómicos no incluyen al sector financiero.

¿Qué significa que no contemplan al mercado financiero?
 –Desde esa visión, el sector financiero es neutral, pasivo y se acomoda a las necesidades de la economía real evitando y controlando los niveles de endeudamiento. Sus modelos no contemplan la posibilidad de default de un deudor, no la conciben. En esas teorías, es posible conocer el futuro y, por lo tanto, las corporaciones y los bancos pueden manejar los riesgos y prevenir problemas. A su vez, para conseguir ese objetivo se necesita una intervención limitada del Estado. Todo se construye con supuestos muy locos. Consideran que el mercado ajusta automáticamente en un equilibrio de pleno empleo. Con esos modelos, en 2007 la OCDE proyectaba que la economía global no sería afectada por la desaceleración de Estados Unidos, ya que Europa tomaría la posta del crecimiento y el desempleo seguiría descendiendo. Todos los que advirtieron que se venía una crisis que iba más allá del mercado inmobiliario norteamericano son heterodoxos que difieren de esa visión, ya que ponen al crédito y las deudas en el centro de su abordaje macroeconómico.

¿Cómo es posible que esas ideas sigan ocupando un lugar dominante?
 –Una razón por la cual estas ideas siguen siendo dominantes es porque son presentadas con mucha elegancia y belleza. Presentan a la economía como los físicos presentaban el universo a fines del siglo XIX: a través de formulaciones matemáticas de alcance universal, minimizando el rol de las instituciones y el Estado. Es una visión conservadora. Esos economistas contribuyeron a la crisis al crear y sostener, falsamente, la confianza en la capacidad del mecanismo de mercado capitalista para equilibrarse automáticamente.

¿La elegancia de las ideas neoclásicas es suficiente para explicar su hegemonía?
 –No, existen otras causas, como el financiamiento por parte de grandes corporaciones de los think tanks que reclaman la reducción del rol del Estado y el financiamiento de economistas académicos neoclásicos que esconden al público sus conflictos de intereses.

¿Qué quiere decir con conflictos de intereses?
 –Los economistas que no vieron la creciente fragilidad financiera son los mismos que reclaman menos regulación de los gobiernos a través de los medios. Se los presenta públicamente como investigadores académicos, pero son lobbistas que ocultan al público sus relaciones con Wall Street. Cuando una compañía farmacéutica financia una investigación científica, lo más probable es que los resultados sean favorables a sus intereses y, si no lo son, seguramente la información no se publicará. Lo mismo sucede con muchos economistas reconocidos. Una investigación reciente relevó un gran número de casos de economistas académicos especializados en finanzas de renombre que salen en los programas de televisión, escriben en los diarios, hablan por las radios y son invitados a dar su testimonio ante el Congreso de Estados Unidos, sobre temas vinculados con la regulación financiera y al mismo tiempo cobran grandes sumas de dinero de entidades financieras en Wall Street para decir lo que dicen sin revelarlo.

De 19 casos analizados por los economistas Gerald Epstein y Jessica Carrick-Hagenbarth, de la Universidad de Massachusetts, quince tienen alguna afiliación con el sector financiero privado que no revelaron. Son lobbistas del sector financiero.
 –Claro, se comportan como lobbistas, pero se los presenta públicamente como investigadores neutrales. En sus artículos y apariciones públicas, esos economistas no revelan sus vínculos con instituciones financieras privadas que podrían influir en sus recomendaciones políticas. Son economistas muy reconocidos, como Frederic Mishkin, que en 2006 puso su nombre en un informe sobre la situación financiera de Islandia que no escribió, lo hizo sin conocer nada del país, sin visitarlo, pero aseguraba que estaba en excelentes condiciones. El profesor de la Columbia Business School y ex gobernador del Consejo de Administración de la Reserva Federal recibió 124.000 dólares de la Cámara de Comercio de Islandia por ese trabajo. Para ese momento, hasta el FMI advertía en informes privados a los que Mishkin tenía acceso que Islandia estaba en problemas.

¿Los exponentes de la teoría dominante han realizado algún replanteo a partir del estallido de la crisis? 
–Algunos economistas no neoclásicos se consolaban con la esperanza de que la crisis cambiara los modelos macroeconómicos dominantes para incorporar elementos como un sector financiero que no sea neutral. Pero lo cierto es que esos modelos no pueden hacerlo y deben ser abandonados. En 2010, el presidente de la FED, Ben Bernanke, admitió que los modelos fallaron, pero afirmó que no hay necesidad de cambiarlos. Según explicó, la crisis se debió a fallas en la administración económica antes que en la ciencia económica. Para Bernanke, el único inconveniente es que los modelos tradicionales no fueron diseñados para tiempos de crisis sino momentos de bonanza.

¿Cómo es posible tener ideas y razonamientos tan estúpidos?
Ese argumento ignora la noción básica de que la dinámica de una crisis comienza en los buenos tiempos, como advirtieron hace muchos años Hyman Minsky o Charles Kindleberger. En cambio, para Bernanke, la crisis de 2008 llegó como resultado de un acto divino, como un shock externo, y por lo tanto no lo predijeron los modelos.

¿Tampoco habrá cambios en la forma en la que se estudia en las universidades?
–En la universidad de Cambridge, los estudiantes de grado no tienen que leer la Teoría General de Keynes. Es muy chocante que no se lea a los autores clásicos. Desde la visión dominante, el conocimiento es acumulativo y, por lo tanto, no vale la pena leer nada que tenga más de 5 años de antigüedad, ya que eso incorpora lo mejor de lo que existió antes. Si no pasa con autores de hace quince años, mucho menos va a suceder con autores como Smith, cuyas obras tienen más de doscientos años. Para avanzar en su vida académica, un profesor debe publicar en las revistas consideradas más prestigiosas. Esas publicaciones son neoclásicas o están especializadas en econometría y no publican nada de autores keynesianos o heterodoxos. La revista postkeynesiana más importante ocupa el puesto 113 en los rankings, solo un peldaño arriba de la revista sobre temas inmobiliarios financieros. Nada de eso va a cambiar. La crisis tiene un gran costo sobre la vida de la gente, pero no creo que sea lo suficientemente grande como para sobreponerse a los obstáculos que existen para la cooperación entre los Estados. La teoría económica ortodoxa ocupa un lugar dominante desde hace casi medio siglo.

¿Qué implicanciones políticas ha tenido para países como Argentina o Brasil?
–El retroceso del rol del Estado y el desmantelamiento de la política industrial encuentran en los modelos neoclásicos el respaldo teórico necesario para impulsar sus intereses.

Durante la Revolución Industrial, Inglaterra usó una variedad de herramientas para proteger sus industrias, desde el uso de tarifas hasta el secuestro de expertos de otros países para que trabajen para ellos. Cuando lograron una posición dominante comenzaron a abogar por el libre mercado.

Estados Unidos y Alemania hicieron lo mismo durante el siglo XIX y luego empezaron a predicar el libremercado.

El Banco Mundial y la OCDE tomaron la posta y al mismo tiempo se logró establecer reglas formales de disciplinamiento a nivel global a través de organismos como la Organización Mundial de Comercio. Así, después de la crisis en Estados Unidos y Europa, la respuesta de muchos países fue recortar todavía más las funciones del Estado para liberar el poder de la empresa y la innovación en el sector privado.

El desarrollo es muy difícil y no va a suceder con el libre mercado. Las ideas dominantes sobre desarrollo son una receta para mantener al mundo polarizado.

 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6208-2012-08-21.html

Alumnos de Economía de Harvard critican el pensamiento único y exigen mayor diversidad en los estudios.

Ya en el año 2000 aparecen voces críticas en Francia contra la enseñanza de la Economía por parte de estudiantes y profesores mediante un manifiesto, ver comentarios aquí.

También en la U. de Notre Dame en los EE. UU. ha surgido un movimiento contestatario y en la U. de Cambridge. O entre los "normalistas" franceses.

miércoles, 25 de julio de 2012

La crisis española y los mercados. ¿Por qué la sabiduría convencional está equivocada?

El editorial de El País del pasado 21 de julio (Situación crítica) presenta la postura que caracteriza el pensamiento dominante en el establishment español sobre la situación financiera del país. Tal editorial indica que los mercados financieros no están respondiendo a las medidas de austeridad muy marcada puestas en marcha por el gobierno español presidido por Rajoy. Por el tono del editorial, su autor parece asumir que los mercados deberían haber tomado nota de tales medidas y recuperar su confianza en el Estado español, exigiendo unos intereses más bajos a su deuda pública, los cuales han alcanzado niveles que son inasumibles. Este supuesto que asume que el Estado español “tiene que hacer sus deberes” (lo cual implica en el lenguaje del establishment español recortar y recortar gasto público, entre otras medidas, para reducir el déficit público) a fin de recuperar “la famosa confianza de los mercados” está justificando toda una serie de medidas que están llevando al país al desastre. Ignora, además, un hecho clave: el tamaño de la deuda pública y del déficit no es la causa de que la prima de riesgo esté ya por las nubes en España.

 ¿Cuál es, pues, la causa?
Y la respuesta la hemos estado señalando unos pocos sin que se nos hiciera caso desde hace ya tiempo. El hecho de que España tenga una prima de riesgo tan elevada se debe a dos factores. Uno, a que España no tiene un Banco Central. Si lo tuviera, éste haría lo que hace un Banco Central digno de su nombre: imprimiría moneda y con ella compraría deuda pública, forzando la bajada de los intereses de su deuda. Esto es lo que hace el Banco Central estadounidense (The Federal Reserve Board), el Banco de Inglaterra, el Banco del Japón y un largo etcétera. El editorialista de El País no ha captado todavía (como tampoco lo ha captado el establishment español) que los intereses de la deuda pública no los determinan los mercados financieros, sino predominantemente el Banco Central del país que genera la deuda. Al no tener un Banco Central, consecuencia de estar en la Eurozona, España no puede regular los intereses de su deuda pública. Y como consecuencia, éstos suben y suben porque es lo que le conviene a los mercados financieros, que se ceban y enriquecen a base de tales escaladas en el precio de la deuda.

 El segundo hecho que explica la elevada prima de riesgo de la deuda pública española es que, además de no tener un Banco Central, el que así se llama en la Eurozona (el Banco Central Europeo (BCE)) no es un Banco Central, sino que es predominantemente un lobby de la banca alemana. El establishment español parece que no ha captado esto tampoco. Si fuera un Banco Central imprimiría dinero y compraría la deuda pública de los Estados de la Eurozona que pagan unos intereses exagerados por su deuda. Con ello, los intereses bajarían. Pero el BCE no hace esto. Dice que lo tiene prohibido (aunque lo hace muy de vez en cuando, en situaciones extremas). Lo que sí hace es imprimir dinero y se lo presta a la banca privada a unos intereses muy bajos (0,75%) y con este dinero la banca compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 7% y un 6% en el caso español e italiano). ¡Un negocio redondo!

 Ahora bien, el BCE se pasó de rosca. Y ahora, la banca privada (incluyendo la alemana) está llena de bonos públicos y privados de los países periféricos y le preocupa que ahora los Estados de estos países no puedan pagar. Alemania posee la friolera cantidad de 770.000 millones de euros de deuda pública y privada de los países intervenidos (Grecia, Portugal, Irlanda y España). De ellos, 274.000 millones en España. Los dos bancos alemanes más importantes, el Deutsche Bank y el Commerzbank, tienen cada uno 14.000 millones de euros. La banca alemana tiene gran cantidad de deuda pública y privada española (que le ha proporcionado excelentes intereses, y por lo tanto, beneficios), y ahora quiere asegurarse de que España no colapse y se quede sin cobrar la deuda. De ahí la “ayuda” financiera, que en realidad es ayuda a la banca alemana. Y de ahí que el BCE esté presionando para que estos Estados paguen lo que deben a los bancos alemanes, entre otros. La famosa ayuda financiera a la banca española (100.000 millones de euros) es primordialmente una ayuda a la banca alemana (entre otros bancos) tal como indicó recientemente con toda franqueza Peter Bofinger, consejero económico del gobierno Merkel en su entrevista a Der Spiegel (14.07.12), señalando que “esta ayuda no es a estos países, sino a nuestros propios bancos, que tienen gran cantidad de la deuda privada en aquellos países” (ver mi artículo La economía alemana no es un ejemplo en www.vnavarro.org).

 Una última observación. Creerse que el euro está en peligro porque la prima de riesgo española está en las nubes (como asume también el editorial de El País) es desconocer el sistema de gobierno de la Eurozona. El euro le está yendo pero que muy bien al Estado alemán y a la banca alemana. Como he detallado en otro artículo (ver artículo citado) a los mayores bancos alemanes les está yendo muy bien, y los bonos públicos del Estado alemán son los más seguros que hay en el mundo (junto con los estadounidenses).

¿Dónde está, pues, el problema del euro?
 El problema para el euro y para la banca alemana sería si España se saliera del euro, que es lo último que el establishment alemán y europeo desearían, pero que España debería considerar seriamente como alternativa. El BCE no cambiará a no ser que perciba el peligro que supone para la banca alemana que España salga del euro. Y tal percepción no ocurrirá mientras el gobierno español siga dócilmente lo que le digan el BCE y la Comisión Europea, pues los intereses de éstos no son los intereses de la población española, sino los intereses financieros alemanes que dominan aquellas instituciones. Pedirle al BCE que ayude al Estado español porque éste “está haciendo sus deberes” (tal como termina el editorial de El País) es no entender quién y cómo la Eurozona está gobernada. Vincenç Navarro. Público.

Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/07/24/%C2%BFpor-que-la-sabiduria-convencional-esta-equivocada/