martes, 29 de diciembre de 2015

Cuando el PSOE decía: ¡Autodeterminación!

En el trascendental congreso de Suresnes (1974), el Partido Socialista Obrero Español se relanzó como fuerza política operativa con un programa de tonos radicales que iba más allá de la 'España plural' y aceptaba el derecho de autodeterminación de las nacionalidades

-ENRIC JULIANA 29/09/2013

Hay un párrafo maravilloso de Gabriel García Márquez en ‘Cien años de soledad’ que dice: “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. Hubo un tiempo en el que pasó algo parecido en este país. La democracia en España era tan reciente, tan reciente que aún no había nacido, que algunas cosas se mencionaban con nombres que ahora nos parecerían increíbles. Hubo un tiempo en el que el Partido Socialista Obrero Español señalaba con el dedo la autodeterminación de los pueblos y levantaba el pulgar. ¿Derecho a decidir? No, no, no, esa expresión ahora tan presente en los diarios, meliflua y propia de un adolescente contrariado al que no dejan llegar tarde a casa, no es de aquella época, en la que todo parecía pendiente. Estamos hablando en serio: derecho de autodeterminación de las nacionalidades de España. Ese era uno de los puntos centrales del programa del PSOE renovado en 1974. Claro, preciso y contundente. Tan contundente que estuvo a punto de proclamar la autodeterminación para todos.

10 de octubre de 1974, Suresnes, periferia de París, teatro Jean Vilar. El congreso socialista elige al joven abogado sevillano Felipe González como nuevo secretario general, tras una laboriosa alianza entre diversos sectores de la militancia en el interior de España, una mayoría que deja definitivamente fuera de juego a la vieja dirección en el exilio encabezada por Rodolfo Llopis. Maestro alicantino, masón desde la juventud a la vejez, diputado durante la República, enfrentado durante la Guerra Civil a la línea del primer ministro Juan Negrín, anticomunista, Llopis mantenía un PSOE de mesa camilla a la espera de la muerte del dictador. Y en España todo estaba cambiando.

En un congreso anterior, Llopis ya había sido sustituido por una dirección colegiada del interior, abriéndose una lucha de fracciones: el PSOE Histórico contra el PSOE Renovado. La Internacional Socialista finalmente había dado la razón a los renovadores –luego veremos en qué contexto- y el congreso de Suresnes era la ceremonia de entronización del nuevo grupo dirigente y del nuevo programa.

Un programa que enfocaba así la complicadísima cuestión territorial española. Aviso a los jóvenes lectores que no hayan vivido la transición, átense los cinturones y preparados para la sorpresa:

Ante la configuración del Estado español, integrado por diversas nacionalidades y regiones marcadamente diferenciadas, el PSOE manifiesta que:

1) La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español.

2) Al analizar el problema de las diversas nacionalidades el PSOE no lo hace desde una perspectiva interclasista del conjunto de la población de cada nacionalidad sino desde una formulación de estrategia de clase, que implica que el ejercicio especifico del derecho de autodeterminación para el PSOE se enmarca dentro del contexto de la lucha de clases y del proceso histórico de la clase trabajadora en lucha por su completa emancipación.

3) El PSOE se pronuncia por la constitución de una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español por considerar que esta estructura estatal permite el pleno reconocimiento de las peculiaridades de cada nacionalidad y su autogobierno a la vez que salvaguarda la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos que integran el Estado español.

4) El PSOE reconoce igualmente la existencia de otras regiones diferenciadas que por sus especiales características podrán establecer órganos e instituciones adecuadas a sus peculiaridades.

El hombre clave del congreso de Suresnes fue el joven librero sevillano Alfonso Guerra, un hombre de origen humilde, con estudios universitarios y muy aficionado al teatro. Él movió los hilos, supervisó las ponencias y garantizó la elección de Felipe González como secretario general, frente al núcleo madrileño encabezado por Pablo Castellanos y Francisco Bustelo. Alfonso Guerra (nombre clandestino ‘Andrés’), afinando los textos sobre el irrenunciable derecho de autodeterminación de las nacionalidades de España en una brasserie de la periferia de París, con fondo musical de George Brassens. He ahí una excelente dosis de ironía para una tarde de domingo. Sugiero acompañarla con una copa pacharán con hielo.

http://www.lavanguardia.com/politica/20130929/54390144664/cuando-psoe-decia-autodeterminacion-enric-juliana.html

lunes, 28 de diciembre de 2015

El hombre que derribó con ciencia las terapias alternativas

Edzar Ernst pasó dos décadas estudiando pseudomedicinas como la homeopatía hasta que Carlos de Inglaterra logró apartarle de su puesto

“Nunca supuse que hacer preguntas básicas y necesarias como científico podría provocar polémicas tan feroces y que mis investigaciones me involucraran en disputas ideológicas e intrigas políticas surgidas del más alto nivel”. Quien así habla es Edzard Ernst, seguramente el científico más detestado por los defensores de la pseudomedicina de todo el mundo. La razón es sencilla: el fruto de su trabajo les deja sin argumentos. Ernst (Wiesbaden, Alemania, 1948) fue el primero en someter a las llamadas terapias alternativas al rigor de la ciencia de forma sistemática, para llegar a una conclusión: remedios como la homeopatía no son más que placebo y los que la recetan violan la ética médica.

En su viaje científico contra la pseudociencia, Ernst ha tenido que enfrentarse al recuerdo de su madre y al Príncipe de Gales, los dos fervorosos homeópatas. El investigador alemán ha dedicado 20 años al estudio crítico de estas terapias —"dos décadas de conflicto interminable”—, desde la acupuntura hasta la imposición de manos, y su equipo ha publicado más de 350 trabajos sobre esta materia. Sus memorias, Un científico en el país de las maravillas (A scientist in Wonderland, Imprint Academic), publicadas este año, proporcionan el mejor relato sobre las dificultades a las que se enfrentará alguien que pretenda desentrañar críticamente las terapias alternativas: amenazas, falta de respaldo institucional, presiones de las altas esferas, soledad… e innumerables dificultades científicas.

Los ensayos que se realizan a diario en todos los hospitales del mundo suelen manejar unos protocolos muy claros para probar si el medicamento sirve o no: a un grupo le das el fármaco y al otro, un placebo. Pero ¿cómo estudiar si realmente funciona la imposición de manos para curar o aliviar el sufrimiento de un enfermo? Esa fue la primera pregunta que se hizo Ernst al aterrizar en 1993 en la cátedra de Medicina Complementaria de la Universidad de Exeter, la primera de su clase. Por aquel entonces, cuenta, había en el Reino Unido tantos sanadores (unos 14.000) como médicos de cabecera. El placebo que diseñaron junto a los propios sanadores serían unos actores que fingirían estar imponiendo sus manos. A medida que los sanadores veían que el escrutinio les iba a desenmascarar comenzaron con las pegas, las críticas y el rechazo a los métodos: finalmente, resultó que los actores también tenían capacidades sanadoras y por eso el placebo funcionó mejor que los profesionales.

Ernst comenzó a interesarse por el estudio crítico de las terapias alternativas después de trabajar en un hospital homeopático en Múnich, en su país natal, donde esta pseudoterapia tiene un gran arraigo y la practican médicos titulados. A partir de su experiencia allí, traza en sus memorias un relato demoledor de los facultativos que recetan estos falsos fármacos que nunca han demostrado su utilidad médica: lo hacen “porque no pueden hacer frente a las a menudo muy altas exigencias de la medicina convencional”. “Es casi comprensible que, si un médico tiene problemas para comprender las causas multifactoriales y los mecanismos de una enfermedad o no domina el complejo proceso de llegar a un diagnóstico y la búsqueda de un tratamiento eficaz, esté tentado de emplear en su lugar conceptos como la homeopatía o la acupuntura, cuya base teórica es muchísimo más fácil de entender”, escribe el científico, que sigue muy combativo en su blog.

Gracias a su espíritu crítico, la cátedra de Exeter se convirtió en la vanguardia de la investigación seria sobre la llamada medicina complementaria, y de ahí salieron algunos de los estudios que nos han demostrado su ineficacia y también sus peligros, como el de osteópatas y quiroprácticos que manipulan la columna vertebral provocando serios problemas a sus pacientes. Por no mencionar, el riesgo más simple y peligroso de todos: el de abandonar tratamientos duros pero efectivos, como la quimioterapia, por terapias supuestamente inocuas pero que dejarán morir al paciente.

Ese puesto se había creado para seguir haciendo la ciencia acrítica que buscan los defensores de las terapias alternativas, como Carlos de Inglaterra, en la que sencillamente se les pregunta a los pacientes si se sienten mejor que antes de tal o cual tratamiento. Sobre ellos, escribe que parecen tener “poca o ninguna comprensión del papel de la ciencia en todo esto. Los terapeutas alternativos y sus partidarios parecen un poco como niños jugando a médicos y pacientes”. Cuando sus resultados comenzaron a desmontar estos remedios, los partidarios de la medicina complementaria comenzaron a atacarle en todos los niveles, desde el personal hasta el público.

De ahí surge el mayor escollo de su carrera y el que tuvo notable repercusión en Reino Unido: su enfrentamiento con el príncipe Carlos, que durante años ha presionado a los ministros para incluyan la homeopatía en el sistema de salud británico. Finalmente, después de que Ernst le acusara públicamente de no ser más que un vendedor de crecepelos, el heredero al trono consiguió que se quedara sin su puesto en Exeter, tras un doloroso proceso en la Universidad del que saldría absuelto a pesar de las presiones.

Al final, después de muchas broncas, victorias y sinsabores, Ernst concluye que su trabajo sirve para demostrar la ineficacia de las terapias, pero no para convencer a sus defensores: “Lento pero seguro, me resigné al hecho de que, para algunos fanáticos de la medicina alternativa, ninguna explicación será suficiente. Para ellos, la medicina alternativa parecía haberse transformado en una religión, una secta cuyo credo central debe ser defendida a toda costa contra el infiel”. Eso sí, la experiencia le sirvió para reconocer y desmontar todas las trampas dialécticas usadas por este colectivo, que quedan destripadas en sus memorias. Falacias como que la medicina convencional mata más, que la ciencia no es capaz de comprender estos remedios o que son buenos por ser naturales y milenarios quedan convenientemente desmontadas.

Finalmente, Ernst, que antes estuvo estudiando el terrible pasado de la ciencia nazi en la Universidad de Viena, establece un paralelismo entre ambos fenómenos: “Cuando se abusa de la ciencia, secuestrada o distorsionada con el fin de servir a sistemas de creencias políticos o ideológicos, las normas éticas patinan. La pseudociencia resultante es un engaño perpetrado contra los débiles y los vulnerables. Nos lo debemos a nosotros mismos, y a los que vengan después de nosotros, permanecer en lucha por la verdad sin importar la cantidad de problemas que esto pueda causarnos”.

MÁS INFORMACIÓN

Más : 

Contra las pseudociencias y las artes mágicas

Los autores de esta carta, medio centenar de investigadores, aseguran que la "proliferación de estas mal llamadas terapias está poniendo en riesgo médico a un grupo de población especialmente vulnerable"


http://elpais.com/elpais/2015/12/26/ciencia/1451149669_854409.html

¿Por qué arrasó el Partido Popular en el Senado?

El Partido Popular consiguió en las pasadas elecciones generales al Senado de España 124 de los 208 senadores electos, es decir, una abrumadora mayoría que representó el 60% del total.

¿Cuál fue la razón de la abultada victoria del PP en el Senado sobre el resto de formaciones desde un punto de vista metodológico?
El sistema de recuento y asignación de escaños empleado.

Mientras que para la asignación de escaños al Congreso se emplea un sistema proporcional basado en el método D’Hondt, para el Senado se aplica un sistema mayoritario.

¿Y qué es un sistema mayoritario?
Un sistema por el cual se ordenan de mayor a menor las listas de candidatos más votados en cada una de las circunscripciones provinciales, asignándose cada escaño a cada uno de los cuatro -cifra indicada en la Constitución- candidatos más votados.

Así, todo candidato que no consigue situarse en una circunscripción provincial en, al menos, la cuarta posición de su correspondiente lista ordenada de mayor a menor número de votos obtenidos, en ningún caso puede acceder al Senado, con independencia del número de votos obtenidos.

Hay otro factor que es necesario comentar. Cada formación puede proponer un máximo de tres candidatos al Senado por circunscripción provincial. Por consiguiente, y dado que cada provincia otorga cuatro senadores -por lo indicado en la propia Constitución- la representación política del Senado está garantizada para al menos dos partidos políticos.

Ahora bien, otorgar la posibilidad de elegir a tres senadores de un mismo partido por provincia supone, tal y como sucede en la práctica, multiplicar por tres la representación del partido que vaya a recibir más votos al Senado, además de una más que notable restricción respecto a que en la Cámara Alta pueda existir representación de tres o más partidos distintos.

Por consiguiente, el sistema de representación electoral empleado en el Senado favorece en un grado crucial el bipartidismo e incluso el unipartidismo, tal y como se puede observar en el gráfico inicial -no debe olvidarse en este sentido que la diferencia de escaños apreciada en dicho gráfico entre PP y PSOE en realidad responde a las respectivas cifras de votos efectivamente recibidas: 19.790.221 de votos a senadores del PP por 15.087.957 de votos a senadores del PSOE-.

Veámoslo con un ejemplo concreto relativo a las últimas elecciones generales.
En la circunscripción de Almería, los 311.059 votos emitidos al Congreso se repartieron en 117.407 al PP, 89.022 al PSOE, 44.320 a Ciudadanos y 39.482 a Podemos, entre las formaciones que obtuvieron escaños, materializándose en 2, 2, 1 y 1 escaños, por el mismo orden, de tal manera que cuatro partidos distintos obtuvieron representación.

Sin embargo, en la misma circunscripción de Almería se emitieron 307.147 votos al Senado, correspondiendo a los senadores del PP: Luis Rogelio Rodríguez Comendador Pérez, Eugenio Jesús Gonzálvez García y María Isabel Sánchez Torregrosa, los tres primeros escaños al haber obtenido el mayor número de votos -114.217, 108.552 y 108.315 respectivamente- perteneciendo asimismo el cuarto escaño del Senado para esta circunscripción a Juan Carlos Pérez Navas del PSOE, tras haberse situado en la cuarta posición con 88.723 votos.

De este modo, Rosa María Pintos Muñoz (PSOE), José Berruezo Padilla (PSOE), Jesús Vicente Soler (Ciudadanos) o Mónica Fernández Amador (Podemos) no obtuvieron escaño, al haber obtenido 83.586, 80.629, 37.205 ó 36.935 votos, respectivamente, en la quinta, sexta, séptima y octava posición de la lista, por el mismo orden.

La razón metodológica por la que el Partido Popular arrasó en las pasadas elecciones al Senado es clara; responde al empleo de un sistema de asignación de escaños mediante el cual un destino homogéneo del voto tanto hacia el Congreso como el Senado favorece la reducción en esta última Cámara de la representación parlamentaria obtenida en el Congreso hasta el punto de conseguir una distribución claramente bipartidista en el Senado, donde el partido más votado -aunque solo sea por un voto de diferencia- se asegura con cierta facilidad una mayoría máxima- y próxima- al 75% (tres de cada cuatro).
Fuente: http://www.elcaptor.com/2015/12/por-que-arraso-partido-popular-senado.html

“La no-ocultación del objetivo rupturista y autodeterminista por las 3 alternativas periféricas influyó decisivamente en los buenos resultados de Podemos”

la carta personal de Xosé Manuel Beiras a Antoni Domènech, fechada el 24 de diciembre de 2015. Xosé Manuel Beiras 28/12/2015


Querido Toni: Acabo de ver la  entrevista que te hizo la TV argentina el día antes de las elecciones aquí, en el corral nublado que es el Reino de España. Aquí te van seis comentarios, también sobre lo ocurrido después, sabidos los resultados electorales, y la valoración de urgencia que me pides sobre la campaña en Galiza.

*Primero: estás 'muy lucido' de aspecto, incluso rejuvenecido -te sienta muy bien Argentina, por lo visto.

*Segundo: estás 'muy lúcido' de coco -aunque, a balón pasado, te quedaste corto en el pronóstico de resultados del 'espacio Podemos', es decir, del conjunto de alternativas electorales en las que Podemos participaba.

*Tercero (a modo de 'disección' del comentario precedente): es curioso que ese pronóstico tuyo dio cerca del blanco en cuanto a los resultados de Podemos en 'la España estricta', pero resultó ampliamente superado por las alternativas de unidad popular (participadas por P) en Galiza, Catalunya y País Valencià, y por la de Podemos en Euskadi. Ojo al parche!! para Bildu, que actuó análogamente al BNG -éste desaparecido en combate, por necio.

* Cuarto (en ampliación del anterior): en la 'remontada' del 'espacio P' influyeron: 1. la (parcial)recuperación por P del discurso heredado de la 'rebelión cívica'; 2. la explícita asunción del problema plurinacional; 3. la no-ocultación del objetivo rupturista y autodeterminista por las 3 alternativas periféricas. Dicho sea de paso: el discurso de Anova dentro de En Marea reiteró que no bastaba con un cambio de inquilinos en las Cortes y la Moncloa, sino que había que darle el finiquito al régimen 'bubónico', aunque no se lograría ahora, pero había que mantenerlo como eje troncal de la estrategia, y no 'irnos por las ramas'.

*Quinto: 'En Marea', cuando menos (y especialmente yo mismo, que sin ser candidato me eché, como sabes, a la espalda toda la campaña -terminé exhausto), sí que hablamos de Europa y la UE, sobre todo como espacio político en el que había que contextualizar los problemas cardinales y dimensionar un combate internacionalista indispensable. (Incluso con respecto a Grecia me permití invertir el diagnóstico dominante en las izquierdas: lo más relevante no había sido la claudicación del gobierno griego, sino la victoria democrática del referéndum contra la Wehrmacht virtual de la UE, protagonizada por el pueblo griego en 'estado de sitio').

* Sexto: en Galiza, 'En Marea' proporcionó al pueblo gallego un triunfo histórico: 25% de los votos; por encima del PSOE en las cuatro provincias; 34% (primera fuerza) en el Vigo del 'arrase Caballeresco' en las recientes municipales; ampliamente superado en la Galiza 'interior' (Lugo y Ourense) el 15% exigido para computar esos escaños para formar GP propio; 6 escaños en el Congreso y 2 en el Senado (!) -en Pontevedra y Coruña, donde el PSOE no obtuvo ninguno. En la época más 'gloriosa' del BNG no se había logrado nada semejante.

En fin: no creas que estoy eufórico, pero sí reconfortado... y muy cauto, porque ahora empieza lo más difícil. Y t también nosotros dos (y no sólo yo) tenemos muchas ganas de veros y conversar a modo. Abrazos muy fuertes. Xose.
Fuente: Sin Permiso.
http://www.sinpermiso.info/textos/la-no-ocultacion-del-objetivo-rupturista-y-autodeterminista-por-las-3-alternativas-perifericas

domingo, 27 de diciembre de 2015

Una mujer gana por primera vez el ‘nobel’ de las matemáticas

Maryam Mirzakhani, investigadora en geometría y sistemas dinámicos de la Universidad de Standford, también es la primera persona procedente de Irán en recibir el galardón. Artur Avila es el primer latinoamericano en recibir una medalla Fields por primera vez en la historia, una mujer ha recibido la Medalla Fields, considerada el premio nobel de las matemáticas. Lo ha conseguido Maryam Mirzakhani, investigadora en geometría y sistemas dinámicos de la Universidad de Standford (EEUU), de origen iraní. “Es una grandísima noticia. Las mujeres siguen sin estar lo suficientemente presentes en la investigación matemática, y Mirzakhani es un modelo para atraer a más mujeres a los primeros puestos”, ha señalado Ingrid Daubechies, actual presidenta de la Unión Matemática Internacional (IMU). Manuel de León, director del ICMAT, añade: “Es un hito en la historia de las matemáticas y supone romper con décadas de tabúes”.

También se han roto barreras geográficas: Mirzakhani es la primera persona procedente de Irán que obtiene el galardón. Por su parte, Artur Avila, que mantiene una doble afiliación en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, Francia) y en el Instituto Nacional de Matemática Pura e Aplicada (IMPA, Brasil), ha llevado por primera vez la medalla al continente latinoamericano. Junto a ellos, Manjul Bhargava (Universidad de Princeton, EEUU) y Martin Hairer (Universidad de Warwick Coventry, Reino Unido) son los nuevos medallistas Fields, anunciados hoy en la ceremonia inaugural del Congreso Internacional de Matemáticos (ICM) 2014, que congrega en Seúl del 13 al 21 de agosto a 5000 matemáticos de todo el mundo.

Además, dentro de la ceremonia, se han entregado el Premio Nevanlinn, a las contribuciones de las matemáticas a la sociedad de la información a Subhash Khot (Instituto Courant de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Nueva York, EEUU); el Premio Gauss, a las aplicaciones de las matemáticas a otros campos, a Stanley Osher (Universidad de California en los Ángeles, EEUU); y la Medalla Chern a los logros de toda una carrera a Phillip Griffiths (Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, EEUU). El premio Leelavati, a la divulgación matemática, se concederá en la ceremonia de clausura, aunque ya ha sido anunciado el nombre de su ganador: el argentino Adrián Paenza.

Las medallas Fields son el premio más importante a escala mundial en el ámbito de las matemáticas. La Unión Matemática Internacional las otorga cada cuatro años en los ICM (Congreso Internacional de Matemáticos). Esta es la lista de los seleccionados en el ICM2014:

Maryam Mirzakhani (1977, Irán), es investigadora en la Universidad de Standford (EEUU), en el campo de la geometría y los sistemas dinámicos. Tras hacer su tesis en Harvard, ha tenido puestos de investigación en el Instituto Clay de Investigación en Matemáticas, y en la Universidad de Princeton. El comité destaca “sus importantes aportaciones en el estudio de los espacios de moduli de las superficies de Riemann”.

Artur Avila (1979, Brasil) es investigador en el Instituto de Matemáticas de Jussieu-Paris Rive Gauche del CNRS (Francia) y en el Instituto Nacional de Matemática Pura y Aplicada de Río de Janeiro (Brasil), donde también hizo su tesis doctoral. Trabaja principalmente en el campo de los sistemas dinámicos y el análisis. El jurado ha destacado “sus profundas contribuciones a la teoría de sistemas dinámicos, que han cambiado la imagen del campo, a partir de la poderosa idea de renormalización como principio unificador”.

Manjul Bhargava (1974, Canadá) es especialista en teoría de números en la Universidad de Princeton (EE.UU), donde hizo el doctorado, bajo la supervisión de Andrew Wiles, famoso autor de la demostración del Último Teorema de Fermat. El premio le ha sido concedido por “el desarrollo de nuevos y poderosos métodos en la teoría de números algebraica, y sus aplicaciones al estudio de las curvas elípticas”.

Martin Hairer (1975, Austria), es catedrático en la Universidad de Warwick (Reino Unido). Desarrolló su tesis en la Universidad de Ginebra (Suiza). Desde entonces ha centrado su trabajo en el área de las ecuaciones en derivadas parciales estocásticas, es decir, aquellas que incorporan elementos aleatorios. En la citación del premio subrayan “sus contribuciones destacadas a la teoría de ecuaciones en derivadas parciales estocásticas, y en particular a la creación de la teoría de estructuras regulares para estas ecuaciones”.

El premio más codiciado
La dotación económica de las medallas es modesta (15.000 dólares canadienses, unos 10.000 euros). Su valor, es por tanto, principalmente simbólico. “Creo que son importantes para mostrar que las matemáticas son una ciencia viva, en la que se sigue avanzando”, ha declarado hoy Ávila en la rueda de prensa posterior a la ceremonia, en Seúl. Las medallas, acuñadas en oro, llevan el nombre del matemático canadiense John Charles Fields (1863-1932), su promotor, y se otorgan desde el Congreso Internacional de Matemáticos celebrado en Oslo en 1936.

Las Fields están rodeadas de estrictas reglas. Sólo pueden otorgarse como máximo cuatro por ICM –por tanto, cada cuatro años-, y sólo a matemáticos que no hayan cumplido aún los 40 años (a 1 de enero del año del congreso). La razón es que las medallas reconocen un trabajo ya realizado -de hecho una trayectoria investigadora, no un único logro-, pero también pretenden ser un estímulo para futuros desarrollos. Martin Grötschel, secretario de IMU, ha reconocido que el límite de edad es un tema a debate dentro del Comité Ejecutivo de la Unión, aunque por el momento no prevén ningún cambio en este sentido.

Además, es esencial que la identidad de los ganadores se mantenga en secreto hasta el día mismo de la entrega. Cada premiado sí sabe que lo es con varios meses de antelación, pero no conoce a los demás. Sin embargo, este año se ha filtrado anticipadamente la lista de nombres: ayer (a las 18:00, hora de Reino Unido), aparecían en la propia página de la IMU, parece que ser que por un error de la organización.

http://esmateria.com/2014/08/13/una-mujer-gana-por-primera-vez-el-nobel-de-las-matematicas/

sábado, 26 de diciembre de 2015

Muere el cantaor de flamenco Manuel ‘Agujetas de Jerez’. El artista, de 78 años, defendía el cante antiguo, el más puro y la memoria oral


El cantaor  Manuel de los Santos Pastor, Agujetas de Jerez,  ha fallecido a la edad de 78 años, este 25 de diciembre, en el Hospital del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de Jerez, donde ingresó en la tarde del jueves. La capilla ardiente con sus restos estará instalada en el Cabildo municipal de Jerez, durante este sábado, de 10 a 17 horas, antes de su sepelio que tendrá lugar una hora más tarde.

Aunque el dato de la edad no es fiable al no existir documento que certifique su fecha de nacimiento. Este mismo hecho de la ausencia de documentación podría ilustrar en parte lo que él significaba para el flamenco: algo quizás de otro tiempo que se va extinguiendo con la marcha de personas como él. Una forma de entender este arte como expresión vital heredada de padres a hijos por transmisión oral. Un cante antiquísimo asociado a los oficios de los gitanos que en él y en unos pocos elegidos alcanzó dimensiones de arte y grande.

De Agujetas, en cualquier caso, siempre se obvió ese dato de su edad. Él no la tenía. Gitano de porte elegante y apariencia distinguida, por él no parecían pasar los años. Casi tampoco por su cante, que siempre transmitía ecos antiguos, por más que en los últimos años hubiese quien dijera que perdía fuerza. No. Para su forma de cantar, la fuerza era secundaria. Su capacidad para transmitir encontraba apoyo en otros cimientos como la hondura y verdad de su decir.

Haber escuchado a Manuel Agujetas cantar es algo que puede ser calificado de experiencia única sin temor a la exageración. Su forma de presentarse ante el público era singular e impredecible. Siempre con tandas cortas de los estilos que le eran más propios (soleares, fandangos seguiríyas…), su cante podría tornarse imprevisible, pero muy mal se tenían que poner las cosas para que no dejase perlas a lo largo del camino.

En una actuación, se podía levantar tras un par de tercios para volver quizás sobre el mismo estilo. Podía discutir con el tocaor o contar historias para ubicar los viejos romances que interpretaba, herencia de su padre Agujetas El Viejo, gran depositario de estos estilos tan antiguos. De él heredó Manuel no solo los romances sino todo, como sus hermanos (Juan, Paco, Diego y Luis), también cantaores de tradición. De entre ellos, Manuel ha sido el único que se dedicó integra y profesionalmente al cante, apoyado tal vez por su carácter, su genialidad y puede que también, por un tiempo favorable, el de los años setenta del pasado siglo, unos años en los que conquista Madrid y comienza una dilatada carrera discográfica de más de una docena de obras.

Entre los discos cabe destacar su debut de 1972, Viejo cante jondo, con la producción de Manuel Ríos Ruiz. También su participación en la Magna Antología del Cante Flamenco que dirigiera José Blas Vega o el histórico Agujetas en París, de 1996, con un cantaor pletórico y en plenitud. Del mismo tiempo, Agujetas en La Soleá, un disco grabado en directo que recogía la singularidad de su decir.

Sus últimas grabaciones proceden del año 2012, cuando deja su antología Agujetas, historia, pureza y vanguardia del flamenco. También, el mismo año, participó en la obra colectiva VORS Jerez al cante junto a Manuel Moneo, Fernando de la Morena, Juan Moneo El Torta, Luis El Zambo y Capullo de Jerez. Esta grabación propició su actuación tanto en el Festival de Jerez de 2013 como en la Bienal de Sevilla de 2014. De esas actuaciones no se puede olvidar la ronda inicial de martinetes (otro de sus cantes) en Jerez, compartiendo escenario con los Moneo y El Zambo. O sus seguiriyas en Sevilla, en las que el artista, quizás sabedor del mal que portaba, parecía dejar constancia de un legado que ahora queda en la garganta de sus dos hijos, Dolores y Antonio, ambos cantaores.

La ciudad que siempre fue asociada a su nombre, aunque no se sabe a ciencia cierta si nació en Jerez o en Rota, le supo reconocer en 1977 cuando recibió el Premio Nacional de Cante Flamenco de la Cátedra de Flamencología. Posteriormente, una avenida recibió su nombre y, en la actualidad, el consistorio jerezano estudia la ubicación del monumento que para él ha esculpido el artista plástico Antonio Vico.

De carácter indómito, su cante era tan insobornable como él mismo. De su personalidad queda buena constancia en entrevistas de prensa, en las que no se callaba nada, o en el documental Agujetas, cantaor, que en 2000 dirigió Dominique Abel. En cualquier caso, su cante y su persona quizás pertenecían ya a otro tiempo que con su marcha se va extinguiendo de manera irreparable.

Manuel de los Santos Pastor protagoniza uno de los momentos más intensos de la película Flamenco, de Carlos Saura, interpretando un martinete en el que muestra la pureza de su cante.


Canta en el minuto 25.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/12/25/actualidad/1451061859_180827.html

viernes, 25 de diciembre de 2015

El hijo de Jordi Evole

Jordi Évole ✔ @jordievole
Conversación REAL con mi hijo durante el discurso:
-¿Quién es ese señor?
-El rey.
-¿Rey?
¿Pero con tener presidente no es bastante? 9:52 PM - 24 Dec 2015

Victoria contra el cáncer que surge sin mutaciones. Investigadores españoles demuestran cómo frenar tumores sanguíneos típicos de las personas mayores

Del mismo modo que no puede haber un caso de asesinato sin cadáver, los científicos han pensado durante décadas que no puede haber cáncer sin mutaciones. Son estos defectos genéticos acumulados en las células durante años los que acaban desatando la aparición de un tumor. En parte por eso el cáncer es una enfermedad íntimamente ligada al envejecimiento. Ahora, un nuevo estudio dirigido por investigadores españoles demuestra que también este dogma tiene excepciones: existe el cáncer sin mutaciones.

El trabajo se centra en un proceso biológico fundamental: la estabilidad de las proteínas. Las proteínas son los productos de los genes y regulan la inmensa mayoría de los procesos que nos mantienen vivos. Dentro de nuestro organismo hay un sofisticado sistema que se encarga de producir las que son necesarias, destruir las que ya no son útiles y limpiar aquellas que están dañadas y podrían causar problemas de salud. Con la edad, el sistema empieza a fallar y se pierde el equilibrio entre proteínas buenas y malas. “Ese desequilibrio es uno de los marcadores más claros del envejecimiento que conocemos”, explica Carlos López Otín, investigador de la Universidad de Oviedo y autor principal del nuevo estudio. Hace unos años, su equipo se propuso investigar si ese mismo proceso también podría desatar el cáncer.

En un trabajo publicado hoy en Nature Medicine los investigadores han conseguido identificar una proteína que resulta fundamental para la aparición de un gran grupo de tumores sanguíneos conocidos como síndromes mieloproliferativos. Se trata de enfermedades relativamente comunes en personas mayores y en España hay unos cinco nuevos casos anuales por 100.000 habitantes. La falta de la proteína en cuestión, llamada AIRAPL, hace que se descontrole el sistema que regula el crecimiento de las células. Sin esa proteína comienza la proliferación de células sanguíneas defectuosas que dan lugar a un tumor sanguíneo.

Los investigadores han demostrado este mecanismo en ratones y han comprobado que lo mismo sucede en la sangre de unas 100 personas que sufren este tipo de tumores. El estudio detalla cómo la falta de esta proteína hace que el receptor del factor de crecimiento IGF-1 esté anormalmente activo, lo que desata el crecimiento de las células tumorales. El IGF-1 es un viejo conocido de cualquier investigador sobre el envejecimiento y los niveles bajos se han asociado a una mayor longevidad tanto en humanos como en animales. En su estudio, los investigadores también demuestran que se pueden revertir estos tumores en los ratones usando inhibidores del receptor de IGF-1, un tipo de fármacos ya aprobados para tratar otros tipos de cáncer, explica López-Otín.

“Durante seis años dedicamos miles de horas al estudio de qué mutaciones causan cáncer y hemos encontrado que en las leucemias hay más de 2.000 mutaciones en cada paciente”, detalla López-Otín. “Ahora vemos por primera vez que puede haber tumores sin mutaciones, que aparecen solo debido a fallos de la estabilidad de las proteínas”, resalta. Este proceso parece explicar algunos casos de cánceres sanguíneos, dice, y posiblemente esté presente también en tumores sólidos, por ejemplo, de hígado. “Sin duda es necesario seguir investigando con este nuevo posible tratamiento para evaluar si hay pacientes que puedan beneficiarse de él”, concluye.
http://elpais.com/elpais/2015/12/21/ciencia/1450710974_505147.html

Y con esta buena noticia, Feliz Navidad con una canción llena de buenos deseos de un mundo mejor para todos.



In her new song, Macy Gray tells us what she really wants for Christmas: a better world for everyone.
Posted by Upworthy on Miércoles, 23 de diciembre de 2015

jueves, 24 de diciembre de 2015

Cómo utilizar la técnica de Feynman para identificar pseudociencia

por SIMON OXENHAM

La semana pasada un nuevo estudio fue noticia en todo el mundo, demostrando sin rodeos la capacidad humana para ser engañados por "mierda pseudo profunda" de la talla infame de Deepak Chopra, para parecer profunda que suena aún declaraciones totalmente sin sentido, al abusar de lenguaje científico.

Todo esto está muy bien, pero ¿cómo se supone que debemos saber que estamos siendo engañados cuando leemos una cita sobre la teoría cuántica de alguien como Chopra, si no sabemos nada acerca de la mecánica cuántica?

En una conferencia impartida por Richard Feynman en 1966, el influyente físico teórico contó una historia acerca de la diferencia entre conocer el nombre de algo y realmente entenderlo:

"Un chico me dijo:" "¿Ves ese pájaro de pie allí en el muñón? ¿Cuál es su nombre?" Le dije: "No tengo la menor idea." Me dijo: "Es un zorzal de garganta parda. Tu padre no te enseña mucho sobre ciencia."

Sonreí para mí, porque mi padre ya me había enseñado que [el nombre] no me dice nada sobre el pájaro. Él me enseñó, Mira ese pájaro? Es un zorzal de garganta parda, pero en Alemania se llama un halsenflugel, y en chino lo llaman un chung ling e incluso si usted sabe todos esos nombres de él, aún no sabe nada sobre el pájaro - sólo sabe algo acerca de la gente; como ellos llaman al pájaro. Ahora que el tordo canta, y enseña a sus crías a volar, y vuela tantas millas de distancia durante el verano en todo el país, y nadie sabe cómo encuentra su camino, "y así sucesivamente. Hay una diferencia entre el nombre de la cosa y lo que sucede".

El resultado de esto es que no puedo recordar el nombre de alguien, y cuando la gente habla de la física conmigo a menudo están exasperados cuando dicen, 'el efecto Fitz-Cronin,' y me preguntan, "¿Cuál es el efecto? y no puedo recordar el nombre".

Feynman continuó: "Hay un libro de ciencia de primer grado que, en la primera lección, comienza de una manera lamentable para enseñar la ciencia, ya que comienza con la idea equivocada de lo que es la ciencia. Hay una foto de un perro - un perro de juguete enrollable - y una mano trata de bobinarlo, y luego el perro es capaz de moverse. En la última imagen, dice, "¿Qué hace que se mueva? Más tarde, hay una foto de un perro real y pregunta: "¿Qué hace que se mueva? Entonces hay una foto de una moto y pregunta: "¿Qué hace que se mueva? y así.

Al principio pensé que se estaban preparando para decir lo que la ciencia dice sobre - la física, la biología, la química - pero eso no fue todo. La respuesta estaba en la edición del libro del profesor: La respuesta que yo estaba tratando de aprender era que "es la energía la que hace que se mueva ".

Ahora, la energía es un concepto muy sutil. Es muy, muy difícil hacerlo bien. Lo que quise decir es que no es fácil de entender lo suficiente la energía como para usarlo bien, así que se puede deducir algo correctamente con la idea de la energía - que está más allá del primer grado. Sería igual de bien decir que "Dios hace que se mueva ', o,' El Espíritu hace que se mueva", o, "La función de transporte hace que se mueva". (De hecho, uno igualmente podría decir bien, ' La energía hace que se detenga.')

Mírelo de esta manera: Eso es sólo la definición de la energía; debe ser revertida. Podríamos decir cuando algo puede pasar que tiene la energía en él, pero no lo que hace que se mueva es energía. Esta es una diferencia muy sutil. Es lo mismo con la proposición inercia.

Tal vez pueda marcar la diferencia un poco más claro de esta manera: Si le preguntas a un niño por lo que hace mover al perro de juguete, usted debe pensar acerca de lo que un ser humano ordinario respondería. La respuesta es que terminaste el descanso; intenta relajarse y empuja el tren de vuelta.

¡Qué buena manera de comenzar un curso de la ciencia! Desmontar el juguete; Mira como funciona. Observar con inteligencia los engranajes; ver los trinquetes. Aprenda algo sobre el juguete, la forma en que el juguete se junta, el ingenio de la gente ideando los trinquetes y otras cosas. Eso es bueno. La pregunta está bien. La respuesta es un poco desafortunada, porque lo que estaban tratando de hacer es enseñar una definición de lo que es la energía. Pero es nada lo que se aprende.

Supongamos que un estudiante pudo decir: "No creo que la energía haga que se mueva". ¿De dónde y cómo viene la discusión ahí?

Finalmente me di cuenta de una manera para probar si usted ha enseñado una idea o si sólo han enseñado una definición. Pruebe de esta manera: Usted dice, 'Sin utilizar la nueva palabra que usted acaba de aprender, trata de reformular lo que acabas de aprender con tus propias palabras. Sin utilizar la palabra "energía", dime lo que sabes ahora sobre el movimiento del perro." No puedes. Así que no has aprendido nada de ciencia. Eso puede estar bien. Puede que no quiera aprender algo acerca de la ciencia de inmediato. Tienes que aprender las definiciones. Pero para una primera lección, debe posiblemente que no sea destructivo?

Creo que para la lección número uno,  aprender una fórmula "mística" para responder a las preguntas es muy malo. El libro tiene algunos otros ejemplos: 'gravedad hace caer;' 'las suelas de los zapatos se desgastan debido a la fricción. El cuero de los zapatos lo lleva a cabo, ya que se frota contra la acera y las pequeñas muescas y protuberancias en las piezas de agarre de la acera y tirar de ellos fuera. Decir simplemente que es debido a la fricción, es triste, porque no es ciencia."

La parábola de Feynman sobre el significado de la ciencia es una valiosa manera de ponernos a prueba a nosotros mismos para ver si realmente hemos aprendido algo, o si sólo pensamos que hemos aprendido algo, pero es igualmente útil para probar las afirmaciones de los demás. Si alguien no puede explicar algo en el lenguaje llano, entonces debemos cuestionar si realmente ellos entienden lo que dicen. Si la persona en cuestión se está comunicando con el pretexto de un público no especialista en el uso de términos especializados fuera de contexto, la primera pregunta en los labios debe ser: "¿Por qué?" En palabras de Feynman, "Es posible seguir la forma y lo llaman ciencia, pero eso es pseudociencia".

https://lacienciaysusdemonios.com/2010/10/16/richard-feynman-y-la-pseudociencia/

Cambio político y movimiento popular: El discurso populista. Antonio Antón

Ningún modelo puede proporcionarnos lo que debe ser la ‘verdadera’ formación de clase en una determinada ‘etapa’ del proceso… Lo que debe ocuparnos es la polarización de intereses antagónicos y su correspondiente dialéctica de la cultura.

Thompson, 1979: 39.

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos justa.

Lincoln, Presidente de los EE. UU., 1860-65).


Introducción

Los actuales procesos de indignación ciudadana y de movilización social progresista presentan algunos rasgos particulares, diferentes a los anteriores movimientos sociales. Dos aspectos tienen importancia para contrastar la experiencia pasada y las teorías convencionales: 1) su doble componente democratizador y socioeconómico, con una dimensión más global o sistémica; 2) los mecanismos y procesos que intervienen en su configuración, condicionan su influencia y su futuro, y exigen una nueva interpretación.

Este movimiento ciudadano es una respuesta al deterioro de la situación socioeconómica para la mayoría de la sociedad, provocada por el sistema económico y financiero, y agravada por una gestión política regresiva y con déficit democrático. Ambas dinámicas e instituciones han sido consideradas injustas por la mayoría de la sociedad, que se ha reafirmado en una cultura cívica democrática y de justicia social. Por un lado, ante el bloqueo o la colaboración gubernamental y de otras instituciones europeas e internacionales con esas políticas. Por otro lado, la existencia de distintos agentes sociopolíticos progresistas y la indignación ciudadana se han fortalecido y han dado cobertura y legitimidad a una acción colectiva de sectores populares relevantes.

Por tanto, son unilaterales las interpretaciones que ponen el acento solo en su carácter democratizador o frente al sistema político o a aspectos más concretos como la ley electoral, desconsiderando sus contenidos socioeconómicos, es decir, cuyas demandas se realizan frente al sistema económico o a aspectos particulares como los recortes sociales, el paro, los desahucios o las reformas laborales. En sentido inverso, son también unilaterales las versiones interpretativas que señalan a este movimiento popular como exclusiva reacción frente a las graves consecuencias de la crisis económica, el papel especulativo de los mercados financieros o la desigualdad social producida por la política de austeridad. Estas posiciones excluyen las estrategias y la gestión regresivas de las élites dominantes e instituciones políticas, con rasgos autoritarios y un fuerte deterioro de su legitimidad democrática. Los dos ‘sistemas’, económico y político, están interrelacionados y los pilares de ambos, su carácter antisocial y oligárquico, se han cuestionado por la ciudadanía indignada. Todo ello, junto con una amplia protesta social y la emergencia de nuevos sujetos sociopolíticos, requiere una revisión crítica de las principales teorías sociales y un nuevo esfuerzo analítico.

A partir del análisis de las particularidades de este nuevo fenómeno, desarrollado en otra parte (Antón, 2011; 2013a, y 2015a), exponemos los fundamentos de un nuevo enfoque interpretativo para luego valorar la particularidad del discurso populista. Dos ideas básicas hemos destacado con las citas iniciales: la importancia de la polarización o pugna sociopolítica y cultural y su motivación basada en la justicia.

En una amplia investigación (Antón, 2015b) hemos analizado los límites de las interpretaciones convencionales sobre la protesta social, los sujetos sociales y las dinámicas sociopolíticas y culturales. En particular, realizamos una valoración crítica de las deficiencias interpretativas de las principales corrientes teóricas que han explicado los movimientos sociales y la contienda sociopolítica. Primero, el estructuralismo o determinismo económico, de influencia marxista. Segundo, la teoría de la estructura de oportunidades políticas, también estructuralista en su versión más rígida, aunque en este caso hace depender al movimiento de protesta de las instituciones políticas. Tercero, la interrelación entre oportunidades políticas, amenazas y procesos ‘enmarcadores’. Cuarto, el camino hacia una explicación más dinámica y relacional. Quinto, las insuficiencias del paradigma individualista postmoderno. Sexto, la unilateralidad del enfoque ‘cultural’ que revaloriza la importancia de los componentes subjetivos pero infravalora el peso de la situación de desigualdad social y los motivos socioeconómicos y de poder.

Aquí, tras una breve descripción de la construcción de un electorado indignado, solamente, tratamos dos aspectos más generales. En primer lugar, avanzamos varios fundamentos teóricos de un enfoque social y crítico para interpretar mejor las nuevas realidades. Así, partiendo de la singularidad del actual y diverso movimiento de protesta social, en esta nueva fase histórica, exponemos los criterios básicos para una explicación dinámica de la pugna sociopolítica y cultural de los sujetos en este contexto. En segundo lugar, evaluamos los límites de una de las características de la teoría populista: su visión constructivista en la conformación del sujeto ‘pueblo’. Tratamos de favorecer una mejor comprensión de este movimiento social progresista y el consiguiente refuerzo de sus posiciones normativas y sociopolíticas con una perspectiva transformadora.

Por qué y cómo se conforma un electorado indignado
La irrupción de un electorado indignado en las elecciones europeas, junto con el debilitamiento del bipartidismo y la debacle socialista, ha modificado en España el panorama político y los equilibrios del sistema de partidos políticos. También afecta al ámbito sociocultural y al debate intelectual, implicando la necesidad de un esfuerzo teórico para interpretar las claves e ideas fuerza de este proceso.

La emergencia y consolidación de Podemos y sus grupos aliados, con nuevos discursos y liderazgos, supone la aparición de un polo de referencia alternativo a la izquierda del PSOE, con similar representatividad ciudadana. Se ha generado un positivo reequilibrio de fuerzas que rompe la completa hegemonía socialista anterior. Al mismo tiempo, abre la oportunidad histórica de un cambio político-institucional sustantivo, de alternativa real al monopolio de las élites gobernantes del bipartidismo, con sus políticas de austeridad y su prepotencia. No solo tiene un carácter justo sino que esta dinámica abre la posibilidad real del desplazamiento de las élites dominantes del poder institucional y el avance de una ciudadanía activa y unas fuerzas políticas alternativas. Puede suponer el comienzo de un ciclo político progresista que imprima una transformación profunda de las políticas y estructuras socioeconómicas y una democratización sustancial del sistema político. Es el temor de las capas dominantes que reaccionan de forma airada y contundente para neutralizar ese proceso de cambio y descalificar a sus agentes más significativos.

La cristalización de ese electorado alternativo y su fuerte impacto político ha sido posible por la configuración en estos últimos cinco años de un campo sociopolítico crítico, progresista y democrático. Se ha desarrollado un nuevo ciclo de la protesta social y la movilización colectiva, con la articulación de un amplio y heterogéneo movimiento popular, con altibajos pero persistente. Ha tenido un papel destacado el movimiento 15-M (y sus derivados y similares), pero también otros grupos y plataformas sociopolíticas, incluido el sindicalismo y las distintas mareas ciudadanas. Esa ciudadanía activa (Antón, 2013a), implicada en la movilización social y la participación ciudadana, que hemos cuantificado entre cuatro y cinco millones de personas, es la base social más directa que ha condicionado el desarrollo de esta nueva dinámica de la contienda política. Las ideas fuerza sobre las que se ha construido esta movilización cívica son dos: 1) frente a las consecuencias injustas de la crisis, la política de austeridad y recortes sociales y por los derechos sociales y laborales y la regulación de la economía; 2) rechazo a la gestión antisocial e impopular de las élites dominantes, económico-financieras y gobernantes, y apuesta por la democracia, la participación ciudadana y la regeneración real del sistema político.

Vinculado con esa ciudadanía activa y sus actores más representativos, se ha conformado una tendencia social más amplia. Se caracteriza por su indignación, descontento y desacuerdo ante la deriva antisocial de la crisis y su gestión política impopular. Hemos explicado que en torno a dos tercios de la población (entre el 60% y el 70% o más según los temas), de acuerdo con distintas encuestas de opinión, manifiestan su disconformidad con los recortes sociales y laborales, desconfían de los líderes políticos que dirigen la gestión pública regresiva y legitiman la protesta social progresista. Esa corriente social indignada o descontenta la definimos por esas posiciones sociopolíticas básicas sobre cuestiones fundamentales de la realidad, aunque en el terreno político-electoral no haya una traslación mecánica o en otros aspectos sociales expresen preferencias diversas. Pero es suficientemente sólida y persistente y con una orientación progresista, basada en valores democráticos y de justicia social, como para hablar de una tendencia social de fondo positiva frente a la involución social y democrática promovida desde el poder establecido.

Esa dinámica colectiva es la que ha posibilitado la conversión de parte de ese campo sociopolítico crítico en el electorado indignado, con el impacto conocido de debilitamiento del bipartidismo gobernante, primero del PSOE y luego del PP, y el crecimiento de las fuerzas alternativas. Pero para la configuración de ese nuevo espacio electoral indignado ha tenido un papel específico el liderazgo y el discurso de Podemos (Iglesias, 2014; Monedero, 2013): han conseguido que una parte significativa de esa ciudadanía crítica haya depositado su confianza y su delegación representativa en sus portavoces, fortaleciendo su liderazgo público. O dicho de otro modo, los representantes de Podemos han sabido transmitir unas ideas clave que han sintonizado con la cultura, las demandas y las opiniones básicas de un amplio sector de la ciudadanía indignada, más allá de sus votantes directos. El valor de su liderazgo y su discurso no ha sido construir ese electorado desde la nada y desde arriba, por su indudable habilidad comunicativa. Sería sobreestimar la capacidad constructiva de las ideas y los líderes. Consiste en haber sabido expresar y dar visibilidad mediática a unas ideas que sintonizaban con esas aspiraciones de la ciudadanía indignada, conseguir la simpatía popular por su defensa pública de las mismas frente al establishment y obtener el reconocimiento político y el aval de una parte popular relevante para ejercer como nueva representación política.

Podemos tiene un gran mérito: haber ‘construido’ un mecanismo político, con un carácter social y democrático, en un momento adecuado: su específica apuesta electoral con su mensaje y sus líderes. Ha servido de cauce para que una parte relevante de esa ciudanía crítica pudiese expresar unas posiciones o identidades sociopolíticas en el campo electoral e institucional. Por otro lado, la innovación y la valentía de llevar a cabo una brillante actividad comunicativa, con unos determinados símbolos e ideas y un hábil liderazgo, no hubieran tenido tanto arraigo si no hubiera estado creada ya, en el campo sociopolítico y con un amplio tejido asociativo, esa ciudadanía activa, crítica con el poder y firme y participativa con unos objetivos transformadores precisos: contra los recortes sociales y las élites dominantes y por los derechos sociales y la democracia; junto con su experiencia solidaria, sus redes sociales, sus actitudes de cambio y su cultura democrática e igualitaria.

Las propuestas fundamentales de su programa (Más democracia; Más derechos; Más economía al servicio de la gente) han expresado una síntesis de las demandas del proceso de protesta social durante los años anteriores y les han dado una proyección de compromiso público y participación electoral. Han generado la posibilidad de traducir esas exigencias de la ‘calle’, desarrolladas en el campo social, en voto en las urnas. El reconocimiento adquirido por sus portavoces y activistas se ha transformado en el apoyo a una nueva representación política y la correspondiente ilusión de que su reflejo en la estructura político-institucional coadyuve al avance de esas aspiraciones.

Esos tres ejes programáticos –democracia, derechos, giro económico-, expresivos de los objetivos del actual movimiento popular progresista, han sido suficientes para establecer una vinculación firme de este nuevo liderazgo político con los movimientos sociales y la gente activa y recoger la simpatía de un amplio sector de la ciudadanía descontenta. Necesitan mayor concreción y desarrollo. Son ideas fuerza, emancipadoras y racionales, que parten del diagnóstico realista de los principales problemas de la población y proyectan tareas fundamentales de la transformación política y económica. Se está produciendo una fuerte pugna política y cultural y sus dirigentes han demostrado capacidad explicativa y argumentativa. Han convencido a gran parte de la población en esos dos niveles: apoyo directo en las urnas, y simpatía más amplia pero (todavía) sin delegación representativa.

Una explicación histórica de la interacción sociopolítica y cultural

En primer lugar, señalamos la falta de adecuación de los esquemas interpretativos con que se analizaban los nuevos movimientos sociales para explicar el actual ciclo de la protesta social en España, así como los cambios sociopolíticos y culturales. Para precisar la singularidad de este nuevo y heterogéneo movimiento social, aludimos a algunos elementos comparativos. En el plano histórico y teórico la teoría sociológica había realizado una clasificación: viejos movimientos sociales (sindical, vecinal…) de carácter ‘socioeconómico’ y ‘redistributivo’; nuevos movimientos sociales (feminista, ecologista, derechos civiles…) basados en la exigencia de ‘reconocimiento’ de nuevos derechos y actores, y poniendo el énfasis, en algunos casos, en su carácter ‘cultural’. No es adecuada la clasificación convencional, típica de la sociología estadounidense, derivada de su supuesto carácter o identificación de ‘clase’: a los primeros, o clásicos, se les adjudica su carácter ‘obrero’ o de clase trabajadora, cuando el movimiento sindical, aparte de los técnicos, expertos y altos negociadores de su aparato, entre su afiliación y su base electoral tiene importantes segmentos de las clases medias profesionales –enseñanza, sanidad, sector financiero…; los segundos, o nuevos, no son solo de ‘clase media’, y entre sus componentes hay personas de clase trabajadora, particularmente jóvenes ilustrados pero precarios. En ambos casos, si hacemos referencia a sus dirigentes, su estatus y su posición social se asemeja más a la clase media profesional o con cualificación superior que a trabajadores y trabajadoras precarios o con poca cualificación. En resumen, respecto de su composición y el grueso de sus objetivos o intereses que defienden, los dos tipos de movimientos son populares o interclasistas, de clases trabajadoras y clases medias, aparte de exigir demandas más generales o universalistas.

Podemos englobarlos en la experiencia más general de tres tipos de pugna sociopolítica frente al poder: procesos de cambio político democrático, contra el autoritarismo y la dominación y por la ampliación de las libertades políticas y la participación popular; de cambio social y económico de distintas dinámicas de desigualdad social, tras la transformación de la estructura socioeconómica y las relaciones de dominación sobre las capas populares y subordinadas, incluido pueblos oprimidos; de cambio sociocultural frente a la discriminación en diversos campos y distintos sectores sociales.

Los tres procesos se pueden combinar desde la perspectiva de una democracia política, social y económica más avanzada y frente a las relaciones de dominación u opresión que imponen las élites y capas privilegiadas o dominantes. Pero, en las contiendas políticas y sociales, normalmente, aparecen por separado tres tipos de movimientos: movilizaciones o revueltas solo ‘políticas’ o democráticas, sin cuestionar el sistema económico y la desigualdad social; movimientos económicos, sindicales o redistribuidores, de defensa de derechos sociolaborales, sin cuestionar el régimen político y su déficit democrático o infravalorando otros tipos de injusticias; nuevos movimientos sociales, con dinámicas de cambio cultural pero que también apuntan a diversas desigualdades u opresiones, de mujeres, étnicas…, dentro de las relaciones sociales, incluidas las internacionales, amenazas de guerra e inseguridad, de cooperación o solidaridad y del medio ambiente.

Pues bien, el actual proceso de movilización no encaja en ninguno de los tres, es una combinación de ellos pero con una nueva dimensión global o sistémica, aunque vinculada también a realidades y reivindicaciones muy concretas y locales. Se basa en la percepción y la confrontación con la situación de sufrimiento popular y la nueva ‘cuestión social’, se enfrenta al autoritarismo político, se fundamenta en una cultura cívica de los derechos humanos, sociales, civiles y políticos, y apunta a una dinámica social más democrática y liberadora. Este deseo de cambio ‘universalista’ se ha ido combinando y nutriendo con exigencias particulares e inmediatas. Se puede decir que

La percepción de agravios específicos y conjuntos de injusticias exteriores hacen saltar al movimiento… estar hartos de una situación se asienta más que en otros movimientos en la existencia de una objetiva agravación del contexto. La gente decide que la situación es insoportable (Cruells e Ibarra, 2013: 12).

En segundo lugar, destacamos la interrelación entre diversos procesos: el agravamiento de las condiciones materiales de la mayoría de la población, no solo del ‘contexto’, como realidad exterior a las personas; la conciencia social de los agravios e injusticias, enjuiciadas desde unos valores democráticos y de justicia social y opuestos al discurso de la austeridad; el bloqueo institucional y el carácter problemático o insuficiente de la clase gobernante como representante, regulador o solucionador de los problemas y demandas de la sociedad, y la necesidad de una acción popular que vaya creando una identidad colectiva diferenciada de las élites dominantes.

La causa del inicio y desarrollo del proceso no es ‘externa’ a la propia gente indignada. Lo que genera la indignación, la oposición y la resistencia social de una amplia capa de la sociedad, es la situación de la mayoría de la población, la ‘experiencia’ y la ausencia de perspectivas, institucionales y económicas, de solución, o más bien de su agravamiento, contrastadas con su propia cultura democrática y de derechos sociales. La indignación es un proceso acumulativo a la situación anterior a la crisis, pero cobra un fuerte impulso con los dos acontecimientos y etapas de mayor impacto: primero, con el comienzo de la crisis económica y sus graves e injustas consecuencias, con un fuerte y masivo descontento popular; segundo, a partir del año 2010 se produce un paso cualitativo y se añade el desacuerdo popular y la oposición sociopolítica a las políticas de austeridad y sus gestores gubernamentales y europeos. Al malestar socioeconómico y la exigencia de responsabilidad hacia los mercados financieros y el poder económico, se añade la indignación por la gestión regresiva de las principales instituciones políticas, las élites gobernantes y sus incumplimientos democráticos. Esa doble indignación de una amplia corriente social, al evaluarla desde valores democráticos e igualitarios, refuerza una actitud progresista de oposición ciudadana y exigencia de cambios, favoreciendo y legitimando la acción colectiva de una ciudadanía más activa.

Existen factores externos o de contexto que acentúan la gravedad de la situación socioeconómica y el autoritarismo político… pero no se puede decir que, mecánicamente, son ‘condiciones favorables’, o desfavorables, para la acción colectiva. El nivel y el sentido de su impacto entre la población dependen de otros mecanismos institucionales, culturales y sociopolíticos. En particular, la transformación de la ‘situación’ –sufrimiento- en ‘experiencia’ -subordinación con malestar añadido por su injusticia- está mediada por la actitud concreta de esa mayoría social y sus agentes representativos, que viven el retroceso y la política regresiva como ‘indigna’ o injusta. Interviene lo que algunos círculos académicos (McAdam, McCarthy y Zald, 1999; McAdam, Tarrow y Tilly, 2005) llaman proceso de ‘enmarcamiento’, para dar significado a los hechos sociales. De la indignación, crítica pero más o menos pasiva en el plano individual o colectivo, una parte de la ciudadanía pasa a una participación más activa, con una respuesta colectiva progresista. Se vence por un lado, la resignación, el fatalismo, el miedo o la impotencia, y por otro lado, la simple actitud reactiva y la pugna competitiva individual o intergrupal. Se reafirma la ‘cultura’ cívica, social y democrática de partes relevantes de la sociedad y sus principales actores, que se contrapone con la situación de ‘injusticia’. Genera, con la mediación de los mecanismos y oportunidades existentes, los motivos y las demandas de la indignación, su arraigo entre la sociedad y las iniciativas de movilización popular.

La movilización cívica, la protesta social, no se genera automáticamente por condiciones y medidas económicas o políticas ‘externas’ a la situación directa y real de las personas. La ‘causa’ del movimiento social no es una ‘estructura’ o un ‘contexto’, ni siquiera una agresión o un mayor sufrimiento, ante los que se puede reaccionar con miedo, sumisión, resignación o adaptación. En ese caso, la movilización popular, su origen, dimensión, carácter y continuidad dependería fundamentalmente de esos factores externos, estaría dependiente de ellos y sus agentes: a mayor sufrimiento, mayor resistencia; a mayores agresiones, mayores respuestas; o bien, lo contrario, a mayores ‘oportunidades’ -debilidad del poder- o ‘expectativas’ -elección racional-, mayores movilizaciones. Es el conflicto entre los distintos sujetos sociales, o actores económicos y agentes sociopolíticos, el (des)equilibrio en la pugna entre ellos, lo que configura el proceso de la contienda sociopolítica o cultural, incluida la propia formación de cada sujeto social. El avance o el retroceso dependen de la relación de fuerzas entre ambos o diversos actores. Lo que explica el carácter y la dimensión del movimiento social no es, por tanto, el aspecto unilateral del grado de ‘oportunidad’ o debilidad que ofrece el poder, o bien su carácter agresivo y amenazante; tampoco es la gravedad de las agresiones o retrocesos materiales, económicos o sociales.

La explicación de la indignación, la participación cívica, la protesta social y la dinámica de cambio cultural y político pasa por la combinación relacional e histórica de las dos, o más, dinámicas en pugna. El impulso decisivo es la actitud de la mayoría de la sociedad y sus principales actores, confrontada a ‘su’ situación y la actuación de las clases dominantes. Se trata de comparar la fuerza ‘interna’ existente en la sociedad y sus sectores más activos o avanzados frente a la fuerza ‘externa’ del establishment, según su poder, cohesión y legitimidad. Esa capacidad popular de protesta y de cambio está condicionada por su posición social, por su ‘experiencia’ respecto a esa problemática y su percepción como injusta, al contrastarla con su cultura cívica, sus valores éticos y democráticos. Y para evaluar su capacidad movilizadora también hay que contar con sus recursos disponibles, sus formas expresivas, su apoyo social y sus expectativas de resultados en distintos planos.

Los resultados de la contienda sociopolítica y la pugna cultural dependen de esa correlación de fuerzas en presencia. Vencer un poder débil, ilegítimo y dividido, o cambiar aspectos parciales y no sistémicos, de la estructura económica y de poder, puede ser suficiente a través de un movimiento popular menos potente, con menores aliados y con limitado apoyo social o presencia institucional. Al mismo tiempo, un movimiento social más consistente puede fracasar al tener enfrente a un poder más fuerte o aspirar a objetivos más ambiciosos, aunque pudieran derivar en otras ventajas reivindicativas, sociopolíticas, organizativas y de legitimidad ciudadana. El éxito o el fracaso de una dinámica de indignación y protesta social se deben medir en una doble dimensión: conquista reivindicativa a corto plazo; avances y retrocesos de las fuerzas en presencia, de sus capacidades y legitimidad, manifestados también de forma concreta e inmediata, y que favorecen o perjudican las transformaciones a medio plazo. Por tanto, los resultados en los dos planos dependen de la interacción de tres elementos: la envergadura de los objetivos planteados; la relación entre, por un lado, la capacidad, cohesión y apoyo social del movimiento y, por otro lado, la fortaleza económica e institucional y la legitimidad del bloque del poder, y los cambios en los equilibrios entre esos dos campos.

También debemos incorporar en el análisis las profundas transformaciones en la relación entre lo individual y lo global, su influencia en los movimientos sociales y la construcción de identidades complejas y el reconocimiento de un yo como agente:

El espacio de los nuevos movimientos sociales en la era de la globalización es, por tanto transversal, desde lo individual a lo global, construyendo nuevos mapas cognitivos donde el reflejo del yo es imprescindible para construir el nosotros y donde nuevas identidades complejas a través de diversos territorios se encuentran mezclando actuaciones locales y reflexiones globales y viceversa (Alonso, 2014: 270).

Estas nuevas realidades hay que interpretarlas de forma rigurosa, superando los conceptos y el lenguaje referidos a otras épocas y que hoy, por su carácter esquemático, idealista o determinista, confunden más que clarifican. Supone un esfuerzo teórico y crítico para renovar la teoría social e interpretar mejor las nuevas realidades sociales.

En tercer lugar, podemos partir de las mejores aportaciones de la sociología crítica. Las ciencias sociales convencionales explican los hechos sociales a través de la interacción de dos elementos fundamentales de la realidad: estructura y acción. La tradición marxista mencionaba: condiciones objetivas y condiciones subjetivas (Giddens, 1991; Thompson, 1977; 1979; 1981, y 1995). Por un lado, los componentes estructurales, contextuales e históricos de carácter social, económico, político-institucional, medioambiental y cultural o de mentalidades. Por otro lado, los componentes de ‘agencia’, los agentes o sujetos que influyen, condicionan o (re)construyen la realidad social: la sociedad, el pueblo soberano, distribuida en distintas capas sociales, con su articulación institucional -Estados, grupos de poder…-, su expresión sociopolítica -partidos políticos, movimientos sociales, sindicatos, asociacionismo…- y sus culturas, valores y subjetividad. En ese sentido, hemos criticado las ideas deterministas, económicas y políticas, y hemos expuesto la importancia de la interacción de estos dos componentes y del concepto de ‘experiencia’, elaborado por E. P. Thompson, como elemento mediador entre estructura, conciencia y acción (Antón, 2014a).

El análisis de los movimientos sociales y la acción colectiva debe tener en cuenta tres elementos (Tarrow, 2012; Tilly, 2010; Tilly et al., 2005): 1) estructura de oportunidades políticas; 2) razones o contenido de las protestas, y 3) cultura sociopolítica. El primero se refiere a las posibilidades de poder articular y expresar la acción colectiva teniendo en cuenta las condiciones de cierre y/o apertura que facilitan o imponen el poder político y económico. El segundo señala los motivos de la protesta social y define los objetivos expresivos y reivindicativos y su orientación sociopolítica, progresista, conservadora, nacionalista… El tercero contiene los grados y el carácter de la conciencia social, los valores existentes y las características de los actores y sujetos colectivos. Los tres están interrelacionados. Este enfoque más multilateral, dinámico y relacional, nos ha llevado a superar algunas unilateralidades en la interpretación de las actuales resistencias colectivas y la conformación de nuevos o renovados sujetos sociopolíticos.

Por otra parte, hemos explicado la importancia y, al mismo tiempo, los límites de las aportaciones de carácter ‘culturalista’ y de afirmación exclusiva de la individuación del yo. Hemos realizado una valoración crítica, por un lado, del individualismo del pensamiento postmoderno y, por otro lado, de las sugerentes y problemáticas ideas de Touraine (2005; 2009, y 2011) sobre la excesiva relevancia de la cultura y la minusvaloración de lo social. No obstante, rescatamos la importancia del sujeto, de su autoafirmación y libertad, así como la necesidad de las relaciones igualitarias y solidarias derivadas de los vínculos sociales, constitutivos del ser humano, como ser social (Antón, 2013b).

En consecuencia, es fundamental la mediación sociopolítica-institucional, el papel de los agentes y la cultura, considerando la función contradictoria de las normas, creencias y valores. Junto con el análisis de las condiciones materiales y subjetivas de la población, el aspecto principal es la interpretación, histórica y relacional, del comportamiento, la experiencia y los vínculos de colaboración y oposición de los distintos grupos o capas sociales, y su conexión con esas condiciones. Supone una reafirmación del sujeto individual, su capacidad autónoma y reflexiva, así como sus derechos individuales y colectivos; al mismo tiempo y de forma interrelacionada que se avanza en el empoderamiento de la ciudadanía, en la conformación de un sujeto social progresista. Y todo ello contando con la influencia de la situación material, las estructuras sociales, económicas y políticas y los contextos históricos y culturales (Antón, 2014a, y 2014b).

Por tanto, desde las ciencias sociales, contamos como muchas ideas razonables y hay que partir de ellas. Pero el acento hay que ponerlo en su renovación y en la superación de sus principales errores y límites; es decir, en el análisis concreto y la elaboración de una nueva interpretación de los hechos sociales actuales. Ese esfuerzo teórico, interpretativo y crítico, cuyo enfoque hemos apuntado aquí, todavía es más perentorio para interpretar la nueva realidad sociopolítica, en particular, el proceso de indignación y protesta social y los nuevos reequilibrios del espacio político-electoral, y favorecer su conversión en un poderoso movimiento popular por un cambio progresista.

En definitiva, aquí apostamos por una interpretación basada en la interacción entre estructuras y sujetos, por un paradigma social, relacional e histórico que parte del conflicto social, de la conformación de procesos de movilización social y cambio sociopolítico progresista. Se trata de la revalorización del papel de la propia gente, de su situación, su experiencia y su cultura, así como de los sectores más activos y su representación social y política, su capacidad articuladora y sus discursos, es decir, de los sujetos sociopolíticos.

Visión constructivista y lo específico aportado por Podemos

Diversos portavoces de Podemos han planteado la sustitución de la dicotomía izquierda/derecha por otras polarizaciones y han resaltado la importancia de la elaboración de un nuevo discurso. Ya hemos explicado las insuficiencias del eje izquierda/derecha, aunque también la vigencia de la igualdad, y hemos valorado las otras dicotomías propuestas (Antón, 2015b). Ahora abordamos la visión constructivista del sujeto popular de cambio (Laclau, 2013), influyente en algunos de sus dirigentes, y lo específico de su aportación. Partimos del criterio compartido de realzar el papel de la cultura y la subjetividad de los actores sociales y políticos, sin caer en el voluntarismo. Este tema afecta al análisis de cómo se construyen las identidades colectivas y se conforma la cultura popular, así como al significado de la polarización social o pugna sociopolítica y la hegemonía cultural y política.

Para Laclau y Mouffe (1987) “una estructura discursiva no es una entidad meramente ‘cognoscitiva’ o ‘contemplativa; es una práctica articulatoria que constituye y organiza las relaciones sociales (p. 109). Y continúan: “A la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria la llamaremos discurso” (p. 119). Si el discurso es, sobre todo, práctica (articulatoria o hegemónica) se convierte en una afirmación tautológica y no se clarifica el papel específico de las ideas o la subjetividad que las personas incorporan en sus relaciones sociales. Gramsci (2011), según valoran bien estos autores, sin abandonar el determinismo realzaba el papel de la cultura popular. En nuestra investigación, siguiendo a E. P. Thompson (1977; 1979; 1981, y 1995), se da un paso más en la crítica al determinismo sin caer en el idealismo, revalorizando la ‘experiencia popular’ en la formación de los sujetos y su acción sociopolítica y relacional, incluyendo su cultura y su participación en el conflicto social. Por tanto, los actores o sujetos incorporan en su práctica social un determinado discurso que, a su vez, la modela y le da sentido.

Cabe una precisión previa para delimitar el significado de la palabra discurso. Conviene distinguir este concepto, usualmente referido al conjunto de opiniones de un grupo social, de su experiencia social y política y su impacto en las relaciones sociales. La práctica sociopolítica y cultural de los distintos actores y cómo interiorizan y encarnan sus ideas y valores es lo que genera la transformación de las relaciones sociales. Si sobrevaloramos el discurso, como ideas, y su capacidad constructiva de lo social, dejamos en un segundo plano el aspecto principal en la articulación social: la gente, los sujetos. Vamos a contar con ello para hacer una reflexión más general sobre la conformación de las identidades colectivas, aspecto ya tratado en detalle en otros textos (Antón, 2014a, y 2015b).

Alguno de sus dirigentes lo formulan así:

(La) visión constructivista del discurso político permitió interpelaciones transversales a una mayoría social descontenta, que fueron más allá del eje izquierda-derecha, sobre el cual el relato del régimen reparte las posiciones y asegura la estabilidad, para proponer la dicotomía ‘democracia/oligarquía’ o ‘ciudadanía/casta’ o incluso “nuevo/viejo”: una frontera distinta que aspira a aislar a las elites y a generar una identificación nueva frente a ellas (Íñigo Errejón, “¿Qué es Podemos?”, Le Monde Diplomatique nº 225, julio de 2014).

La interpelación a la mayoría social descontenta es positiva. Ese potencial sujeto, al que dirigirse y reclamar su atención, señala la base principal susceptible de apoyo de las fuerzas políticas alternativas. Se ha constituido frente a los recortes sociales, las graves consecuencias de la crisis y su injusto reparto, la política de austeridad y la prepotencia gubernamental y de la troika. Son rasgos fundamentales que configuran la experiencia y la cultura de la corriente social indignada. Se ha generado una nueva conciencia popular en esos temas clave, diferenciada de las élites dominantes. Está apoyada en la práctica social y el comportamiento de una amplia ciudadanía, en su participación y legitimación de la protesta social progresista, y está basada en los valores democráticos y de justicia social. No solo es una base social de izquierdas o de composición de clase trabajadora; es más amplia: progresista, democrática y popular. En esa nueva actitud sociopolítica participan personas que se autodefinen de centro progresista, incluso algunos de centro-derecha o votantes de esos partidos. Sin embargo, la mayoría de ellas se auto-ubican ideológicamente en la izquierda, sin darle a esa palabra el significado de una ideología compacta y cerrada o una vinculación de lealtad fuerte con un determinado partido político. Igualmente, participan sectores de las clases medias y, particularmente, jóvenes ilustrados con bloqueo en sus carreras laborales y profesionales. Elementos centrales de esa actitud progresiva, aparte de los valores democráticos, son la defensa de los derechos sociales y laborales y la igualdad en las relaciones sociales y económicas, así como el importante papel de lo público: Estado de bienestar, regulación de la economía, empleo decente y equilibrio en las relaciones laborales, protección social y servicios públicos de calidad.

Esa transversalidad relativa, referida a la actitud ideológica y la composición de la ciudadanía descontenta, no supone una estrategia electoral atrapalotodo, con una orientación difusa. Se excluyen a las clases dominantes, la oligarquía o la casta, que se sitúan como el adversario a combatir, y se desconsidera la base social conformista con las políticas regresivas y autoritarias o irrespetuosas con los derechos humanos. Estamos hablando, pues, de un proyecto transformador, emancipador y popular, que va dirigido no solo a la gente que se considera de izquierdas sino a la mayoría de la gente crítica, indignada o descontenta. Y presenta un perfil no solo de izquierdas (tradicional) y menos para situarse (o que lo sitúen) a la izquierda de Izquierda Unida o como extrema-izquierda. Se identifica con un nuevo impulso transformador adecuado a las tareas de cambios fundamentales, giro socioeconómico y democratización del sistema político, y se enfrenta a los poderes establecidos. Ha elaborado un mensaje político con un lenguaje que ha conectado con la percepción de un amplio sector de la ciudadanía progresista y sus demandas discursivas y representativas para fortalecer su pugna sociopolítica y electoral.

El nuevo discurso -ciudadanía y democracia frente a casta y oligarquía-, elaborado con una visión constructivista permite a los líderes de Podemos, autores de esas consignas, ‘interpelar’ a esa mayoría social descontenta. Tiene una ambiciosa aspiración: ‘aislar a las élites’ (dominantes) y generar una ‘identificación nueva’ anti-casta o anti-oligárquica. Se enlazan mecanismos básicos de la contienda política: nuevo discurso y liderazgo y base social descontenta, sobre los que se construye una identificación popular con sus mensajes y su representación, así como el aislamiento cultural y la deslegitimación ciudadana de las clases dominantes.

¿Cuál es el rasgo que se infravalora? El que la conciencia popular de esa corriente indignada, en gran parte, ya estaba formada a través de la experiencia masiva de la crisis y sus graves consecuencias sociales, las políticas regresivas y la prepotencia gubernamental, contestadas por todo un ciclo de la protesta social, cívica y democratizadora. Desde el año 2008, con la crisis económica y la ampliación del desempleo masivo y, particularmente, desde el año 2010, con la aplicación generalizada de las políticas de austeridad y la imposición de ajustes antisociales, se ha producido el empeoramiento vital y de derechos de una mayoría ciudadana, su percepción de la desigualdad y la injusticia, así como su desacuerdo con los poderosos y su gestión regresiva y autoritaria de la crisis. En ese proceso, sociopolítico y cultural, han participado millones de personas, miles activistas o representantes asociativos y distintos grupos y movimientos sociales. El choque de esa involución social y democrática, promovida por los poderosos, con la cultura y las expectativas previas de la mayoría de la población ha generado una polarización sociopolítica y cultural. La mayoría de la gente se ha reafirmado en sus valores democráticos y de justicia social. Frente a las dinámicas dominantes hacia la resignación y el sometimiento se ha desarrollado la indignación cívica y la deslegitimación ciudadana de las capas dirigentes, económicas e institucionales, que han actuado con prepotencia.

Por tanto, la acción comunicativa de un discurso y unos líderes, sin contar con este proceso, pueden quedar sobrevalorados en su aportación para la generación de la capacidad identificadora del campo propio y la aisladora del campo adversario. Es insuficiente al margen de las dinámicas de fondo de la cultura popular, las condiciones y expectativas vitales, la experiencia en el conflicto sociopolítico y la articulación del conjunto de tejido asociativo y movimientos sociales. Es razonable, a la vista del éxito obtenido, la pretensión de reforzar la legitimación del discurso y el liderazgo de Podemos y sus dirigentes. Es fundamental para encarar la siguiente fase de consolidación y ampliación de las fuerzas alternativas. Pero se trata también de precisar el valor de lo aportado para evaluar los esfuerzos, mejoras y dinámicas necesarios para avanzar en ese objetivo transformador.

La vinculación de los mensajes y el liderazgo con las demandas y aspiraciones de la ciudadanía descontenta o crítica se debe realizar superando una relación esencialista o ahistórica de ambos componentes. La activación de una respuesta colectiva está mediada por los procesos del conflicto social y político, la experiencia, la cultura y la disponibilidad de la mayoría progresista de la sociedad, así como la propia acción y la organización de sus sectores activos y más representativos. En particular, tiene relevancia para adoptar una posición receptiva y unitaria con los distintos actores, especialmente, por su representatividad y peso político, entre Podemos e Izquierda Plural, sin olvidar la dinámica principal de la movilización sociopolítica y la articulación social de una ciudadanía activa.

La irrupción de un electorado indignado ha sido posible por el proceso, amplio y profundo, de conformación de una identificación popular por parte de un sector significativo de la población, con unas características definidas: percepción del carácter regresivo del poder, amplitud de la respuesta cívica con una diferenciación cultural y sociopolítica respecto de las élites dominantes, consolidación de una cultura democrática y de justicia social, y articulación variada de un movimiento popular progresista, compuesto de múltiples grupos sociales, un amplio tejido asociativo y una diversa representación social unitaria que ha servido de cauce y expresión de grandes movilizaciones ciudadanas. Es el rasgo que aparece poco realzado al destacar, fundamentalmente, el componente constructivo del discurso y el liderazgo de una formación política sobre una base social descontenta pero solo receptora de interpelaciones. Se dejarían así en un segundo plano el papel de la propia ciudadanía activa como agente crítico y con la interrelación de distintos actores, así como su propia conformación experiencial e identificadora, a través del rechazo a la austeridad y los ajustes regresivos de unos gestores políticos prepotentes y una reafirmación en valores democráticos, solidarios e igualitarios.

Lo nuevo o añadido por el fenómeno Podemos a ese bagaje de cultura popular, actitudes progresistas en lo social y participación cívica es haber construido un cauce político para que se pudiese explicitar el apoyo electoral y la simpatía más amplia hacia un nuevo liderazgo político con un discurso crítico. Sus mensajes han sabido interpretar esas ideas fuerza en la ciudadanía indignada y les han permitido a sus representantes públicos recibir un reconocimiento político y electoral significativo. Dicho de otro modo, la visión constructivista ha contribuido, específicamente, a este último hecho, sobre la base de que ya estaban edificados los fundamentos y la experiencia de una nueva polarización sociopolítica y cultural. Y se han configurado no solo a través de discursos sino por la participación cívica, masiva y colectiva en el conflicto social, incluido el esfuerzo de activistas, grupos y organizaciones sociopolíticas. Las ideas y significantes se apoyan, combinan y refuerzan con la articulación participativa de una ciudadanía activa.

La teoría populista (Laclau, 2013), tal como detallo en otra parte (Antón, 2015b), además del límite de reducir su contenido a la lógica de la acción política, tiene otras deficiencias. En particular, relacionado con su contenido ideológico o programático, la creencia de que una lógica o técnica de acción política sea suficiente para orientar la dinámica popular hacia la igualdad y la emancipación. O que con un discurso apropiado, al margen de la situación de la gente, se puede construir el movimiento popular. Infravalora la conveniencia de dar un paso más: la elaboración propiamente teórica, normativa y estratégica, vinculada con las mejores experiencias populares y cívicas, para darle significado e impulsar una acción sociopolítica emancipadora e igualitaria. El paso de las demandas democráticas y populares insatisfechas hasta la conformación de un proyecto transformador y una dinámica emancipadora debe contar con los mejores ideales y valores de la modernidad (igualdad, libertad, laicidad…). Estos, en gran medida, se mantienen en las clases populares europeas a través de la cultura de justicia social, derechos humanos, democracia…, cuyo refuerzo es imprescindible.

En resumen, el discurso sobre unos mecanismos políticos (polarización, hegemonía, demandas populares), para evitar ambigüedades que permitan orientaciones, prácticas o significados distintos y contradictorios, debe ir acompañado con ideas críticas, asumidas masivamente, que definan un proyecto transformador democrático, igualitario y solidario. Queda abierta, por tanto, la necesidad de un esfuerzo específico en el campo cultural e ideológico para avanzar en una teoría social crítica y emancipadora que sirva para un cambio social y político de progreso.

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