Además de por su gran cantidad de mujeres, el nuevo Gobierno que ha confeccionado el presidente Pedro Sánchez destaca por otra característica menos visible: su notable beligerancia contra el fenómeno de las pseudociencias. Y entre todas, destaca la homeopatía, contra la que se han manifestado muy duramente, y en numerosas ocasiones, tanto la nueva titular de Sanidad, Carmen Montón, como el flamante ministro de Ciencia, Pedro Duque.
Montón es la primera consejera de Sanidad que ha enviado una instrucción a los centros sanitarios para que combatan las pseudoterapias
"Permitir que la homeopatía se venda en las farmacias como medicamento genera confusión y riesgo social, para la salud y para la economía de las personas", aseguraba tajante Montón a este periódico hace tan solo siete semanas. La por entonces consejera de Sanidad de la Generalitat Valenciana había sido la que con más rotundidad se había opuesto a los planes de Dolors Montserrat, su predecesora, para regularizar los preparados homeopáticos. Ante esta medida, que permitirá vender estos falsos remedios como medicamentos en las farmacias, Montón pedía que no se perdonara ni un euro a los laboratorios homeopáticos por los años que llevan lucrándose gracias a su situación en un limbo legal.
Montón no se conformaba con pedir a Sanidad que pusiera alto el listón a la homeopatía. La nueva ministra pedía que se sacaran de inmediato de las farmacias y que se llevara a Bruselas la batalla, puesto que es una directiva europea la que respalda su presencia en las farmacias. Para "velar por la salud de las personas", Montón pedía que se retirara esa directiva y, en general, "desterrar todo lo que no sea ciencia".
La nueva titular de Sanidad mostró que su actitud va más allá de las palabras, al convertir a su autonomía en la primera que enviaba una instrucción a todos los centros sanitarios dependientes de su departamento para desterrar las pseudociencias. "La buena práctica médica está ligada a la evidencia científica", aseguraba Montón, y las administraciones públicas tienen la obligación de "diferenciar claramente entre los productos que cuentan con un respaldo de medicina basada en la evidencia". El documento era tajante: "No está autorizada la publicidad, promoción, presencia o desarrollo de cualquier actividad que no sea reconocida como asistencial, consideradas como pseudociencias porque no hay conocimiento y experimentación científica de estas".
Duque, muy activo contra las pseudociencias, ha calificado la homeopatía de "chuches que no sirven para nada"
También tajante, aunque más mordaz, ha sido el astronauta Pedro Duque al referirse a las pseudociencias. Contra la homeopatía se ha manifestado en numerosas ocasiones, a la que ha tachado de "chuches", por presentarse en formato de bolitas edulcoradas sin principio activo ni indicación terapéutica. "Por mucho que la industria de la homeopatía consiga, con no sabemos qué artes, que la Unión Europea o los gobiernos lo amparen, eso no cambia nada. NO FUNCIONA. NO HACE NADA", escribía. También ha tuiteado frases como "la homeopatía tiene exactamente las mismas ventajas que el agua del grifo" o "la homeopatía funciona tanto como plana es la Tierra".
En otras ocasiones ha cargado contra las "conspiraciones" contrarias a la ciencia que circulan en redes sociales y los "timos" que hay que combatir, como cuando tuiteó que "el reiki es lo que mi abuela llamaba 'cura sana culito de rana”. Todo su perfil de Twitter está cargado de mensajes propios y ajenos de defensa de la medicina frente a los falsos remedios. Pero quienes más difícil lo tendrán serán los pocos que defienden que la Tierra es plana, sobre quienes ha bromeado con la seguridad que ofrece haber visto con tus propios ojos la esfera terráquea desde fuera.
Montón, licenciada en Medicina, no se encontrará sola en el Consejo de Ministros cuando tenga que defender a la medicina frente a los falsos remedios, ya que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también es médica. Fue gerente del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla hasta que fue nombrada viceconsejera de Salud (2002-2004) y máxima responsable de esta cartera (2004-2012), por lo que estará tan familiarizada como Montón con los verdaderos retos de la medicina frente a quienes venden humo y promesas de curaciones milagrosas. Además, Duque no es el único ingeniero aeronáutico, puesto que el ministro de Exteriores, Josep Borrell, también cuenta con esa formación en su extenso currículum.
La ministra de Medio Ambiente será el azote de quienes nieguen la ciencia del cambio climático
Pero la pseudociencia no es un problema exclusivo del mundo de la salud. Y en ese sentido, Teresa Ribera puede considerarse uno de los peores azotes de los negacionistas de la ciencia que respalda el cambio climático. La nueva ministra de Medio Ambiente es una de las personalidades más respetadas del planeta en la lucha contra el calentamiento de la Tierra y se la considera una de las piezas clave de la gestión del Acuerdo de París para reducir las emisiones. Ribera aseguraba a Materia hace unos pocos días que "es enormemente preocupante la lentitud en la respuesta en la reducción de emisiones" y calificaba de "particularmente cínica" la actitud de Trump, por dudar de la autenticidad del cambio climático. Quienes se atrevan a discutir los datos científicos que demuestran la gravedad de la situación, encontrarán en Ribera un muro tan duro y alto como pueda serlo Montón en el ámbito de la ciencia médica.
https://elpais.com/elpais/2018/06/06/ciencia/1528283705_621696.html
domingo, 10 de junio de 2018
Estos son los “hitos” del PP en memoria histórica.
La última humillación se produjo esta semana en el Congreso en torno a la condecoración a Billy El Niño.
La sombra de Franco y su dictadura es alargada. No son suposiciones dichas a la ligera: los datos y, sobre todo, la historia que tanto quieren distorsionar, son quienes ponen a los populares frente a un espejo con sus mayores vergüenzas. Incluso, han sido los responsables de que la fundación dedicada al dictador haya recibido dinero público durante la época de Aznar. Tampoco les molesta que dicha institución disponga de documentación original secreta que corresponde al patrimonio público.
Once años, desde que se aprobara la llamada Ley de Memoria Histórica, en los que la humillación y los continuos obstáculos han sido la máxima del partido de Mariano Rajoy cuando ha tocado hablar de memoria histórica. Una ley descafeinada y nacida con la voluntad de mantener intacta las cloacas de de la transición. Fue sacada adelante con la oposición del PP y ERC, este último al considerar que no terminaba con el “sistema español de impunidad” de los años posteriores al fin de la dictadura.
El último episodio de humillación a las víctimas del franquismo sucedió esta semana, en la última intervención en el Congreso de Juan Ignacio Zoido al frente del Ministerio de Interior, cuando se negó a retirar la condecoración a Billy El Niño. Luego, en el debate de la moción de censura, el que se rio fue el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Estos son los “hitos” del PP en memoria histórica.
2008
Muchos han acabado por creerse sus propias mentiras. Otros, directamente, son puros negacionistas de los horrores del franquismo. En una entrevista concedida a La Voz de Galicia en octubre de 2007, Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior en el gobierno de Aznar, definió de “extraordinaria placidez” los cuarenta años de dictadura. Afirmaba no sentir la necesidad de condenar nada porque “hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad”.
Decía Mariano Rajoy en febrero de 2008, durante una entrevista a 20 minutos , que, si por él fuera, “eliminaría todos los artículos de la ley de memoria histórica que hablan de dar dinero público para recuperar el pasado”. Unas declaraciones que no son frutos de una equivocación, sino que atienden a una idea clara de enterrar el pasado. Ese mismo año, tras la solicitud de Garzón de acceder a diversos archivos para elaborar un “censo” de fusilados y desaparecidos durante la Guerra Civil y el franquismo, Rajoy declaró no ser “partidario de abrir heridas del pasado, que no conducen a nada”.
Estas afirmaciones son totalmente entendibles teniendo en consideración la del resto de compañeros de partido. Durante un Congreso del PP de Madrid, el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado , señaló que la gente de izquierdas son “unos carcas” porque están “todo el día pensando en la guerra del abuelo” y “en la fosa de no se quién”. Años después se ha intentado retractar de dichas palabras poniendo como prueba que su abuelo también sufrió la represión.
No obstante, estas políticas no se han limitado a la esfera nacional. En Canarias , el PSOE se topó con CC y los populares para la aprobación de una PNL con la que elaborar un proyecto de exhumación de las fosas en las islas, que finalmente no salió adelante. El mismo sentido final el vivido en Valencia. El por entonces gobierno presidido por Rita Barberá promovió la construcción de más de mil nichos sobre una fosa común del franquismo. A pesar de que se paralizaron las obras tras ser denunciados los hechos, el Ayuntamiento apeló al TSJV, quien les otorgó nuevamente el permiso para continuar.
Ese año se cerró con la negativa del PP y del PSOE a una proposición de ley impulsada por ERC, que instaba a revisar la ley aprobada por Zapatero hacía casi doce meses.
2009
José Millán-Astray, general golpista, fundador de la Legión y jefe de prensa y propaganda de Franco es “un coruñés de pro, de toda la vida”. Estas fueron las palabras esbozadas por el presidente provincial del PP de A Coruña, Carlos Negreira, en defensa a la estatua del militar que se pretendía retirar tras aprobarse en el pleno del Ayuntamiento sin el apoyo de los conservadores.
Por aquellos tiempos, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía no era muy conocido para gran parte del país, salvo en Cataluña. Autoproclamados como la alternativa a la vieja política, lo cierto es que desde sus comienzos han compartido gran parte de su ideario. En junio de ese año, el grupo se abstuvo en la votación del proyecto de ley sobre la localización y la identificación de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Albert Rivera expresó entonces que “para Ciudadanos, el texto que garantiza el derecho individual de las personas es correcto” pero veía peligroso que se utilizara esta ley “para hacer revisionismo político”. El Partido Popular, una vez más, votó en contra.
2011
Con Zapatero sobrepasado, se acabó por adelantar las elecciones. Rajoy se convirtió en el nuevo presidente del Gobierno con mayoría absoluta y comenzaba así la crónica de una muerte anunciada para la Ley de Memoria Histórica. Ese 2011, el gobierno socialista –en funciones– consiguió colar in extremis subvenciones por valor de 5,6 millones de euros, destinados a 190 proyectos de recuperación y justicia. El año siguiente, el gobierno del PP enterró definitivamente una época sin acabar de nuestro país.
Los populares ya en aquel momento estaban más ocupados de hacer imposible la vida a familiares de las víctimas. En Poyales del Hoyo, municipio de la provincia de Ávila, el primer edil, Antonio Cerro, decidió dar por concluida la cesión de un espacio en el cementerio –que ellos mismos aprobaron en 2002– donde descansaban los restos mortales de tres mujeres del pueblo asesinadas por falangistas en 1936. Cerro aprovechó la coyuntura que se le presentó cuando un familiar reclamó los restos de su abuela para trasladar definitivamente todos los huesos a una fosa común.
2012
Con el Partido Popular ya asentado en las instituciones, los recortes no se hicieron esperar. En los PGE de 2012 se estableció la cantidad de 2,5 millones de euros “para toda clase de gastos derivados de las propuestas de la Comisión Interministerial creada por el Real Decreto 1891/2004 de 10 de septiembre”, lo que suponía un 60% menos que en el ejercicio anterior. A eso le acompañó la supresión de la oficina de Víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura, un organismo creado para coordinar la exhumación de desaparecidos. Se acabó reubicando para su posterior caída en el olvido en la División de Derechos de Gracia y otros Derechos, dependiente del Ministerio de Justicia.
2013
Por primera vez desde su aprobación, la Ley de Memoria Histórica se quedaba sin dotación presupuestaria . Fue el mismo año en que el diputado Rafael Hernando aseguraba en una tertulia que “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. Ahora, ya ni eso. Como había prometido años atrás Mariano Rajoy, ni un solo euro más se destinaría a recuperar los cuerpos de las víctimas.
Continuando con el camino que se habían marcado, en mayo los populares rehusaron condenar el franquismo en el Congreso . Izquierda Unida había llevado a la Cámara Baja convertir el 18 de julio, día del golpe de Estado, en jornada “oficial de condena de la dictadura”. Todos los grupos secundaron la propuesta salvo el PP, que votó en contra, y UPyD, que se abstuvo. Como justificación, el diputado Pedro Ramón Gómez de la Serna espetó: “No podemos condenar a las nuevas generaciones al peso insoportable de la guerra civil. No aspiramos a una memoria unánime, aspiramos a una memoria para poder convivir”. Meses más tarde, mismo escenario y situación parecida. En esta ocasión, la proposición instaba a retirar los símbolos franquistas y la postura se repitió.
2014
Por si no hubiese sido poco las repetidas llamadas a la cordura desde España, entró en juego la Organización de Naciones Unidas. Pablo de Greiff, relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, emitió un informe donde instaba al Ejecutivo a reparar el daño que la dictadura provocó. Como venía siendo habitual, el Partido Popular restó importancia al documento hasta el punto de ignorarlo.
Sin embargo, no era la primera vez –ni sería la última– que desde organismos internacionales se había dado un toque de atención al Gobierno. Ya en 2012, el representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, dirigió a España una petición formal para la derogación de la Ley de Amnistía en nombre de la ONU, denunciando que incumplía la normativa internacional de Derechos Humanos. En 2017, Pablo de Greiff volvió a recordar a España que el Estado debe atender de forma urgente los reclamos de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, y señaló como prioridad las exhumaciones, el Valle de los Caídos y la nulidad de las sentencias arbitrarias adoptadas durante la Guerra Civil y el franquismo.
2015
“No hay fosas por descubrir”, dijeron ese año los populares, “salvo que se empeñen en buscar a Federico García Lorca en los cuatro puntos cardinales de España”, remataron. Fueron unas declaraciones pronunciadas en el Senado tras rechazar, otra vez, la concesión de fondos a la recuperación de la memoria de las víctimas de la dictadura.
Otro rechazo, esta vez en Catalayud, fue el del PP y el PAR junto con la abstención de Ciudadanos, evitando que se retirase a Franco la medalla de oro de la ciudad. Preguntado por esto, Albert Rivera explicó que es el modus operandi de su partido en votaciones similares para así evitar “abrir un debate sobre la memoria histórica”.
No fue la única ocasión donde los conservadores azules se negaron a retirar viejas condecoraciones. El 18 de junio de 2015 el Partido Popular votó en el Congreso en contra de la PNL presentada por el Grupo Mixto para retirar el título de “Grandes de España” a los Franco, y otros títulos nobiliarios a golpistas como Emilio Mola, José Moscardó, Gonzalo Queipo de Llano, Juan Yagüe y José Antonio Primo de Rivera, entre otros.
En los municipios, por su parte, se respiraban nuevos aires. Era el año de los llamados gobiernos del cambio. Barcelona y Madrid estrenaban alcaldesas dispuestas a modificar el callejero de sus ciudades. Todos se mostraron partidarios de la iniciativa a excepción del grupo que entonces encabezada Esperanza Aguirre, quien no dudó en arremeter contra el ” sectarismo y revanchismo ” que decía suponer la medida .
2016
Ese año los nostálgicos del régimen de la dictadura e integrantes del partido que gobernaba se vieron para cenar y celebrar. En ese encuentro, un alto cargo del PP de Extremadura y dos alcaldes fueron premiados por honrar la memoria de Franco e incumplir la Ley de Memoria Histórica y defender al dictador. Un trabajo que han cumplido a rajatabla al oponerse de manera invariable a la retirada. En esta ocasión fue en el Ayuntamiento de la capital. El Partido Popular mostró su negativa contra la retirada de los honores a 13 personalidades del franquismo. “La Ley de Memoria Histórica es fratricida y debería de haberla derogado el PP”, dijo Esperanza Aguirre.
2017
Estaba en Costa de Marfil y parecía que hubiese sufrido una amnesia selectiva. Rajoy contó a los asistentes que no comprendía el cambio de nombre de la calle en la que llegó a vivir . Ese nombre era el de Salvador Moreno, partícipe del golpe militar de 1936 y, una vez acabada la guerra, ministro de la dictadura. Resulta entendible, por tanto, que su grupo parlamentario diera su “no” a una PNL –sin efectos jurídicos– que declaraba nulas las sentencias del franquismo. Una petición que también se vio con la negativa de ERC, reprochando al PSOE el momento y las formas. Por su parte, Ciudadanos se abstuvo.
La que sí salió adelante fue la histórica Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía que suponía una ampliación de la estatal y que, si bien no contó con ningún contrario, PP-A y Cs se abstuvieron. Estos últimos, porque “pone en cuestión” un periodo “sagrado” como la Transición, así como la Ley de Amnistía, que “se aprobó para perdonarnos”.
2018
Este año, el movimiento en torno a la memoria histórica está siendo notorio. En la capital se presentó la muestra No pasarán. Madrid 1936. Para sorpresa de nadie, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, indicó que este acto buscaba la “división y el enfrentamiento”.
En la Comunidad, hasta hace unos días presidida por Cristina Cifuentes, el PP votó en contra de una iniciativa de Podemos que pedía a la justicia que investigue los crímenes franquistas. Ciudadanos, en cambio, optó una vez más por la abstención, hecho que no impidió que saliese adelante una PNL sin carácter legislativo.
A nivel estatal, ambas cámaras parlamentarias han acogido distintas propuestas legislativas. Por un lado, el Congreso ha visto frenado por el Gobierno la tramitación de la proposición del PSOE de reforma de la ley de Memoria Histórica que, entre muchas medidas, proponía exhumar los restos de Franco, sacarlos del Valle de los Caídos y convertir el monumento en un Centro Nacional de la Memoria. El motivo de dicha decisión atendió a razones presupuestarias que alcanzarían los 214 millones de euros, aseguraban. Mismo resultado obtuvo otra iniciativa dirigida a, entre otros puntos, investigar la Fundación Nacional Francisco Franco.
Las dos últimas grandes estocadas a la memoria de las víctimas se han producido en los últimos meses. La primera, el pasado 20 de marzo en el Congreso. PP, PSOE y Cs en bloque decidieron rechazar la reforma de la Ley de Amnistía para así abrir la puerta a juzgar los crímenes del franquismo. Una ley que ampara a franquistas acusados de torturas, como es el caso de Billy el Niño. La segunda, el pasado 24 de abril. El Pleno del Senado dio puerta, con el voto en contra del PP, a una iniciativa del PSOE con el apoyo del resto de grupos. Con ella se pretendía el cumplimiento íntegro de la ley de Memoria Histórica, así como investigar a la Fundación Francisco Franco y declararla ilegal.
En definitiva, 11 años donde ha quedado patente el claro interés del Partido Popular por que no se haga justicia y repare el daño que ocasionó Franco, su guerra y el posterior régimen dictatorial.
Decía el historiador José María García Márquez, que no debe olvidarse que la fundación de Alianza Popular se cerró con todos los cientos de delegados “puestos en pie y gritando ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!”. Tal vez así se comprende mejor que l a memoria histórica jamás haya sido abordada como lo que debe ser: una cuestión de Estado.
Ahora, con la vuelta de los socialistas al poder tras salir adelante la moción de censura, Pedro Sánchez tiene ante sí la posibilidad de recuperar la ley de Memoria Histórica. Le toca al PSOE hacer honor a sus siglas y recuperar los años perdidos con el mandato de Mariano Rajoy.
Fuente: http://www.lamarea.com/2018/06/03/las-veces-que-el-pp-se-rio-de-la-memoria-historica/
La sombra de Franco y su dictadura es alargada. No son suposiciones dichas a la ligera: los datos y, sobre todo, la historia que tanto quieren distorsionar, son quienes ponen a los populares frente a un espejo con sus mayores vergüenzas. Incluso, han sido los responsables de que la fundación dedicada al dictador haya recibido dinero público durante la época de Aznar. Tampoco les molesta que dicha institución disponga de documentación original secreta que corresponde al patrimonio público.
Once años, desde que se aprobara la llamada Ley de Memoria Histórica, en los que la humillación y los continuos obstáculos han sido la máxima del partido de Mariano Rajoy cuando ha tocado hablar de memoria histórica. Una ley descafeinada y nacida con la voluntad de mantener intacta las cloacas de de la transición. Fue sacada adelante con la oposición del PP y ERC, este último al considerar que no terminaba con el “sistema español de impunidad” de los años posteriores al fin de la dictadura.
El último episodio de humillación a las víctimas del franquismo sucedió esta semana, en la última intervención en el Congreso de Juan Ignacio Zoido al frente del Ministerio de Interior, cuando se negó a retirar la condecoración a Billy El Niño. Luego, en el debate de la moción de censura, el que se rio fue el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Estos son los “hitos” del PP en memoria histórica.
2008
Muchos han acabado por creerse sus propias mentiras. Otros, directamente, son puros negacionistas de los horrores del franquismo. En una entrevista concedida a La Voz de Galicia en octubre de 2007, Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior en el gobierno de Aznar, definió de “extraordinaria placidez” los cuarenta años de dictadura. Afirmaba no sentir la necesidad de condenar nada porque “hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad”.
Decía Mariano Rajoy en febrero de 2008, durante una entrevista a 20 minutos , que, si por él fuera, “eliminaría todos los artículos de la ley de memoria histórica que hablan de dar dinero público para recuperar el pasado”. Unas declaraciones que no son frutos de una equivocación, sino que atienden a una idea clara de enterrar el pasado. Ese mismo año, tras la solicitud de Garzón de acceder a diversos archivos para elaborar un “censo” de fusilados y desaparecidos durante la Guerra Civil y el franquismo, Rajoy declaró no ser “partidario de abrir heridas del pasado, que no conducen a nada”.
Estas afirmaciones son totalmente entendibles teniendo en consideración la del resto de compañeros de partido. Durante un Congreso del PP de Madrid, el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado , señaló que la gente de izquierdas son “unos carcas” porque están “todo el día pensando en la guerra del abuelo” y “en la fosa de no se quién”. Años después se ha intentado retractar de dichas palabras poniendo como prueba que su abuelo también sufrió la represión.
No obstante, estas políticas no se han limitado a la esfera nacional. En Canarias , el PSOE se topó con CC y los populares para la aprobación de una PNL con la que elaborar un proyecto de exhumación de las fosas en las islas, que finalmente no salió adelante. El mismo sentido final el vivido en Valencia. El por entonces gobierno presidido por Rita Barberá promovió la construcción de más de mil nichos sobre una fosa común del franquismo. A pesar de que se paralizaron las obras tras ser denunciados los hechos, el Ayuntamiento apeló al TSJV, quien les otorgó nuevamente el permiso para continuar.
Ese año se cerró con la negativa del PP y del PSOE a una proposición de ley impulsada por ERC, que instaba a revisar la ley aprobada por Zapatero hacía casi doce meses.
2009
José Millán-Astray, general golpista, fundador de la Legión y jefe de prensa y propaganda de Franco es “un coruñés de pro, de toda la vida”. Estas fueron las palabras esbozadas por el presidente provincial del PP de A Coruña, Carlos Negreira, en defensa a la estatua del militar que se pretendía retirar tras aprobarse en el pleno del Ayuntamiento sin el apoyo de los conservadores.
Por aquellos tiempos, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía no era muy conocido para gran parte del país, salvo en Cataluña. Autoproclamados como la alternativa a la vieja política, lo cierto es que desde sus comienzos han compartido gran parte de su ideario. En junio de ese año, el grupo se abstuvo en la votación del proyecto de ley sobre la localización y la identificación de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Albert Rivera expresó entonces que “para Ciudadanos, el texto que garantiza el derecho individual de las personas es correcto” pero veía peligroso que se utilizara esta ley “para hacer revisionismo político”. El Partido Popular, una vez más, votó en contra.
2011
Con Zapatero sobrepasado, se acabó por adelantar las elecciones. Rajoy se convirtió en el nuevo presidente del Gobierno con mayoría absoluta y comenzaba así la crónica de una muerte anunciada para la Ley de Memoria Histórica. Ese 2011, el gobierno socialista –en funciones– consiguió colar in extremis subvenciones por valor de 5,6 millones de euros, destinados a 190 proyectos de recuperación y justicia. El año siguiente, el gobierno del PP enterró definitivamente una época sin acabar de nuestro país.
Los populares ya en aquel momento estaban más ocupados de hacer imposible la vida a familiares de las víctimas. En Poyales del Hoyo, municipio de la provincia de Ávila, el primer edil, Antonio Cerro, decidió dar por concluida la cesión de un espacio en el cementerio –que ellos mismos aprobaron en 2002– donde descansaban los restos mortales de tres mujeres del pueblo asesinadas por falangistas en 1936. Cerro aprovechó la coyuntura que se le presentó cuando un familiar reclamó los restos de su abuela para trasladar definitivamente todos los huesos a una fosa común.
2012
Con el Partido Popular ya asentado en las instituciones, los recortes no se hicieron esperar. En los PGE de 2012 se estableció la cantidad de 2,5 millones de euros “para toda clase de gastos derivados de las propuestas de la Comisión Interministerial creada por el Real Decreto 1891/2004 de 10 de septiembre”, lo que suponía un 60% menos que en el ejercicio anterior. A eso le acompañó la supresión de la oficina de Víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura, un organismo creado para coordinar la exhumación de desaparecidos. Se acabó reubicando para su posterior caída en el olvido en la División de Derechos de Gracia y otros Derechos, dependiente del Ministerio de Justicia.
2013
Por primera vez desde su aprobación, la Ley de Memoria Histórica se quedaba sin dotación presupuestaria . Fue el mismo año en que el diputado Rafael Hernando aseguraba en una tertulia que “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. Ahora, ya ni eso. Como había prometido años atrás Mariano Rajoy, ni un solo euro más se destinaría a recuperar los cuerpos de las víctimas.
Continuando con el camino que se habían marcado, en mayo los populares rehusaron condenar el franquismo en el Congreso . Izquierda Unida había llevado a la Cámara Baja convertir el 18 de julio, día del golpe de Estado, en jornada “oficial de condena de la dictadura”. Todos los grupos secundaron la propuesta salvo el PP, que votó en contra, y UPyD, que se abstuvo. Como justificación, el diputado Pedro Ramón Gómez de la Serna espetó: “No podemos condenar a las nuevas generaciones al peso insoportable de la guerra civil. No aspiramos a una memoria unánime, aspiramos a una memoria para poder convivir”. Meses más tarde, mismo escenario y situación parecida. En esta ocasión, la proposición instaba a retirar los símbolos franquistas y la postura se repitió.
2014
Por si no hubiese sido poco las repetidas llamadas a la cordura desde España, entró en juego la Organización de Naciones Unidas. Pablo de Greiff, relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, emitió un informe donde instaba al Ejecutivo a reparar el daño que la dictadura provocó. Como venía siendo habitual, el Partido Popular restó importancia al documento hasta el punto de ignorarlo.
Sin embargo, no era la primera vez –ni sería la última– que desde organismos internacionales se había dado un toque de atención al Gobierno. Ya en 2012, el representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, dirigió a España una petición formal para la derogación de la Ley de Amnistía en nombre de la ONU, denunciando que incumplía la normativa internacional de Derechos Humanos. En 2017, Pablo de Greiff volvió a recordar a España que el Estado debe atender de forma urgente los reclamos de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, y señaló como prioridad las exhumaciones, el Valle de los Caídos y la nulidad de las sentencias arbitrarias adoptadas durante la Guerra Civil y el franquismo.
2015
“No hay fosas por descubrir”, dijeron ese año los populares, “salvo que se empeñen en buscar a Federico García Lorca en los cuatro puntos cardinales de España”, remataron. Fueron unas declaraciones pronunciadas en el Senado tras rechazar, otra vez, la concesión de fondos a la recuperación de la memoria de las víctimas de la dictadura.
Otro rechazo, esta vez en Catalayud, fue el del PP y el PAR junto con la abstención de Ciudadanos, evitando que se retirase a Franco la medalla de oro de la ciudad. Preguntado por esto, Albert Rivera explicó que es el modus operandi de su partido en votaciones similares para así evitar “abrir un debate sobre la memoria histórica”.
No fue la única ocasión donde los conservadores azules se negaron a retirar viejas condecoraciones. El 18 de junio de 2015 el Partido Popular votó en el Congreso en contra de la PNL presentada por el Grupo Mixto para retirar el título de “Grandes de España” a los Franco, y otros títulos nobiliarios a golpistas como Emilio Mola, José Moscardó, Gonzalo Queipo de Llano, Juan Yagüe y José Antonio Primo de Rivera, entre otros.
En los municipios, por su parte, se respiraban nuevos aires. Era el año de los llamados gobiernos del cambio. Barcelona y Madrid estrenaban alcaldesas dispuestas a modificar el callejero de sus ciudades. Todos se mostraron partidarios de la iniciativa a excepción del grupo que entonces encabezada Esperanza Aguirre, quien no dudó en arremeter contra el ” sectarismo y revanchismo ” que decía suponer la medida .
2016
Ese año los nostálgicos del régimen de la dictadura e integrantes del partido que gobernaba se vieron para cenar y celebrar. En ese encuentro, un alto cargo del PP de Extremadura y dos alcaldes fueron premiados por honrar la memoria de Franco e incumplir la Ley de Memoria Histórica y defender al dictador. Un trabajo que han cumplido a rajatabla al oponerse de manera invariable a la retirada. En esta ocasión fue en el Ayuntamiento de la capital. El Partido Popular mostró su negativa contra la retirada de los honores a 13 personalidades del franquismo. “La Ley de Memoria Histórica es fratricida y debería de haberla derogado el PP”, dijo Esperanza Aguirre.
2017
Estaba en Costa de Marfil y parecía que hubiese sufrido una amnesia selectiva. Rajoy contó a los asistentes que no comprendía el cambio de nombre de la calle en la que llegó a vivir . Ese nombre era el de Salvador Moreno, partícipe del golpe militar de 1936 y, una vez acabada la guerra, ministro de la dictadura. Resulta entendible, por tanto, que su grupo parlamentario diera su “no” a una PNL –sin efectos jurídicos– que declaraba nulas las sentencias del franquismo. Una petición que también se vio con la negativa de ERC, reprochando al PSOE el momento y las formas. Por su parte, Ciudadanos se abstuvo.
La que sí salió adelante fue la histórica Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía que suponía una ampliación de la estatal y que, si bien no contó con ningún contrario, PP-A y Cs se abstuvieron. Estos últimos, porque “pone en cuestión” un periodo “sagrado” como la Transición, así como la Ley de Amnistía, que “se aprobó para perdonarnos”.
2018
Este año, el movimiento en torno a la memoria histórica está siendo notorio. En la capital se presentó la muestra No pasarán. Madrid 1936. Para sorpresa de nadie, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, indicó que este acto buscaba la “división y el enfrentamiento”.
En la Comunidad, hasta hace unos días presidida por Cristina Cifuentes, el PP votó en contra de una iniciativa de Podemos que pedía a la justicia que investigue los crímenes franquistas. Ciudadanos, en cambio, optó una vez más por la abstención, hecho que no impidió que saliese adelante una PNL sin carácter legislativo.
A nivel estatal, ambas cámaras parlamentarias han acogido distintas propuestas legislativas. Por un lado, el Congreso ha visto frenado por el Gobierno la tramitación de la proposición del PSOE de reforma de la ley de Memoria Histórica que, entre muchas medidas, proponía exhumar los restos de Franco, sacarlos del Valle de los Caídos y convertir el monumento en un Centro Nacional de la Memoria. El motivo de dicha decisión atendió a razones presupuestarias que alcanzarían los 214 millones de euros, aseguraban. Mismo resultado obtuvo otra iniciativa dirigida a, entre otros puntos, investigar la Fundación Nacional Francisco Franco.
Las dos últimas grandes estocadas a la memoria de las víctimas se han producido en los últimos meses. La primera, el pasado 20 de marzo en el Congreso. PP, PSOE y Cs en bloque decidieron rechazar la reforma de la Ley de Amnistía para así abrir la puerta a juzgar los crímenes del franquismo. Una ley que ampara a franquistas acusados de torturas, como es el caso de Billy el Niño. La segunda, el pasado 24 de abril. El Pleno del Senado dio puerta, con el voto en contra del PP, a una iniciativa del PSOE con el apoyo del resto de grupos. Con ella se pretendía el cumplimiento íntegro de la ley de Memoria Histórica, así como investigar a la Fundación Francisco Franco y declararla ilegal.
En definitiva, 11 años donde ha quedado patente el claro interés del Partido Popular por que no se haga justicia y repare el daño que ocasionó Franco, su guerra y el posterior régimen dictatorial.
Decía el historiador José María García Márquez, que no debe olvidarse que la fundación de Alianza Popular se cerró con todos los cientos de delegados “puestos en pie y gritando ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!”. Tal vez así se comprende mejor que l a memoria histórica jamás haya sido abordada como lo que debe ser: una cuestión de Estado.
Ahora, con la vuelta de los socialistas al poder tras salir adelante la moción de censura, Pedro Sánchez tiene ante sí la posibilidad de recuperar la ley de Memoria Histórica. Le toca al PSOE hacer honor a sus siglas y recuperar los años perdidos con el mandato de Mariano Rajoy.
Fuente: http://www.lamarea.com/2018/06/03/las-veces-que-el-pp-se-rio-de-la-memoria-historica/
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La luz de los obreros. Abril de 1902, Primer Congreso Obrero de Extremadura.
Manuel Cañada Porras
Allí empezó todo. La historia del movimiento obrero en Extremadura hunde sus raíces en Torre de Miguel Sesmero, en sus calles estrechas y blanquísimas. “En la cocina de la resistencia, con sus fogones pobres, en la fraternidad del pan escaso, hallé por fin la fundación perdida, la remota ciudad de la ternura”. Pablo Neruda encontró en las primeras huelgas de los trabajadores chilenos la ciudad de la ternura. En Extremadura, el fogonazo originario habremos de buscarlo en el Primer Congreso Obrero, celebrado a finales de abril de 1902 en este pequeño pueblo de la comarca de Olivenza.
La Luz de los Obreros, que es el nombre de la sociedad agrícola de Torre de Miguel Sesmero, será la organización anfitriona de la asamblea, a la que asistirán delegados de veintiún pueblos de la provincia de Badajoz, representando a unos catorce mil asociados. Las sociedades de resistencia son comunidades de socorro mutuo, los enjambres donde se ha refugiado el movimiento obrero aprovechando los estrechos márgenes de la ley. En su corazón y en sus nombres anida un mundo nuevo. La Luz de los Obreros, con su denominación de ecos francmasónicos, alude a “la iluminación necesaria para entender los grandes secretos” (Díaz Ordóñez-Milán Agudo). Hasta aquí, a las tierras de Extremadura, ha llegado el rastro de la utopía, el ansia de la ciudad del sol, el sueño dorado de una sociedad donde no exista la explotación del hombre por el hombre. Zapateros, lavanderas, albañiles, mozas de servir, carpinteros, panaderos pero, sobre todo, campesinos y campesinas se encargan de mantener encendida la promesa de emancipación. En los nombres de las sociedades late con brío el augurio de otro tiempo, aún inédito: La Nueva Aurora (Olivenza), El Despertar del Siglo XX (Almendral), El Alba del Nuevo Día (Alconchel), La Redentora (Valverde de Leganés), La Esperanza (Mérida). Y vibra también el orgullo proletario de quienes habrán de cambiar el mundo de base: los Hijos del Trabajo (Ribera del Fresno), La Hormiga (San Vicente de Alcántara), Fraternidad Obrera (Bienvenida)…
El hambre, la explotación y el caciquismo son el humus del jornalero, la vida cotidiana donde prenderá el movimiento. “Llevan hambre y frío, y como todas las cosas y todos los hombres de Extremadura, los niños llevan también una tristeza profunda y vieja que no se sabe de dónde viene, pero sí de qué viene: es la tristeza de una miseria común, dilatada, desesperada, de siglos y siglos pesando sobre las gentes de muchas generaciones” (César Arconada). El hambre, como nos enseñara Miguel Hernández, es el primer aprendizaje, el gran maestro de la sumisión, el lugar donde el hombre “regresa a la pezuña y retrocede al dominio del colmillo”. Pero será también ahí donde nazca la fraternidad y la rebeldía: compañeros son los que se comen juntos el pan, los que comparten el pan. El campesino extremeño, “el indio de la nación”, aprenderá el arte de la resistencia en la plaza del pueblo y en el barbecho, en la lonja servil de contratación y en la extenuación de las cosechas.
En la Torre nació y se crió Juan Barjola, uno de los grandes pintores del siglo XX. Aquí trazaría sus primeros dibujos, perros hambrientos “disputándoles la tajada de algún burro muerto a los gavilanes” que sobrevolaban en las afueras del pueblo. El poeta José Hierro le rendiría un estremecedor homenaje, en los años ochenta: “Esta cabeza ha visto los niños de la anemia, los cardos, las espinas, los alacranes de septiembre en Torre de Miguel Sesmero, los galeones de la trilla, los vareadores del aceite, los serones del vino, las cabras del erial”.
El caciquismo será el mecanismo que blinde el dominio del latifundio y garantice la opresión de los campesinos, un entramado organizado desde abajo que se encarga de asegurar la alternancia tramposa de los partidos políticos de la Restauración y de someter a las clases trabajadoras. “La oligarquía como sistema, y el caciquismo como instrumento”, en palabras de Manuel Azaña; la “Constitución real del país”, según Tuñón de Lara. El caciquismo funcionará durante décadas como un régimen que degrada la justicia en favor y que se vale de la arbitrariedad para someter a los rebeldes.
En Extremadura encontrará una de sus moradas más consumadas. “Un casinillo donde los ricachos parlan de barraganas y escopetas y se juegan los dineros heredados; un abogadillo, que desde el Juzgado Municipal, administra justicia conforme a sus pasioncejas y ruindades”: Francisco Valdés describe el caciquismo como “un fango social” que conlleva emigración, infanticidios y hambre. Y Felipe Trigo, completa el devastador retrato: alcaldes ladrones de los pósitos, curas y jueces corruptos, y, por encima, el “facedor de diputados, senadores y gobernadores”, la siniestra sombra de un murciélago brutal, el Jarrapellejos de turno.
Conspirar es respirar juntos
¡Pan! ¡Pan! ¡Abajo los ricos miserables! ¡Abajo las limosnas! ¡Que nos entreguen el pósito!
Los grandes movimientos populares no surgen nunca por generación espontánea. Son siempre el resultado de una sementera tenaz, de la hibridación de experiencias de lucha, de la reflexión y de la praxis colectiva. Como recuerda Isidoro Bohoyo, el movimiento obrero extremeño de principios del siglo XX “es el legítimo heredero de aquel que alcanzó la plenitud durante el sexenio revolucionario”. La Revolución de 1868 arraigó profundamente en las clases populares y plantó las bases que cuajarían treinta años más tarde. El proletariado militante, fundamentalmente de orientación anarquista, se extenderá por bastantes localidades en las siguientes décadas. En su informe de 1876, Anselmo Lorenzo da cuenta de 10 federaciones locales adscritas a la “federación comarcal de Extremadura”, entre ellas las de Badajoz, Fuente del Maestre, Trujillo, Aceuchal, Villalba de los Barros o Plasencia.
Las luchas en defensa de las dehesas comunales, las ocupaciones de fincas o la reorganización de sociedades obreras son expresiones del dinamismo que caracteriza al incipiente movimiento obrero. Y, al tiempo, la conflictividad social latente se manifiesta también de otros modos. “La primera arma que descubren los jornaleros para vengarse de los amos es el incendio”, nos recuerda Víctor Chamorro. Y el motín -a consecuencia del encarecimiento de los productos básicos- será la otra gran herramienta que se utilizará en este período, con especial intensidad durante 1898. En la primavera de este año se producirán incidentes en muchas localidades (apedreamiento de autoridades y de acaparadores, ruptura de registros, arrojamiento de las básculas al río Guadiana…). Como consecuencia, el 7 de mayo es declarado el estado de guerra en toda la provincia, prohibiéndose las reuniones y manifestaciones.
Tras esa fase insurreccional las organizaciones campesinas se fortalecen. Las sociedades de apoyo mutuo van mutando en sindicatos y se pasa del motín a la huelga como instrumento fundamental. Aunque, como subraya Martin Baumeister en “Campesinos sin tierra”, no se produce un desarrollo lineal desde la protesta callejera a la huelga. Los tres tipos de conflictos más presentes en los años de la crisis de fin de siglo –la protesta de consumos, las batallas contra la privatización de los antiguos derechos de aprovechamiento comunal y el rebusco masivo como autoayuda en tiempos de necesidad- se solapan con las formas más modernas de lucha, como la huelga. Lo viejo y lo nuevo se combinarán en el primer tercio del siglo XX. El avance de las ideas republicanas, socialistas y anarquistas contribuirá en gran medida a esa renovación del repertorio de lucha. La irrupción de La Germinal, la extensión del Primero de Mayo a un buen número de poblaciones extremeñas y el Congreso Obrero serán las mejores muestras del proceso de maduración que vivirá el movimiento obrero.
El Primero de Mayo y La Germinal de Badajoz
Nada de lo que tuvo lugar alguna vez debe darse por perdido para la historia.
En 1898 el Centro Obrero de Badajoz acoge la que quizás sea la primera celebración organizada del 1º de Mayo en Extremadura. Y en 1901, convocada por La Germinal, tendrá lugar la primera manifestación conmemorativa del día internacional de los trabajadores, en la que participan más de mil personas. Pero será al año siguiente cuando se generalice el acontecimiento y se extienda a poblaciones como Alconchel, Montijo o Puebla de la Calzada. “En todas aparecen las mismas peticiones: Paz universal, ocho horas de trabajo, ocho de instrucción y ocho de descanso”, señala Fermín Rey. En 1905 comenzará a festejarse en Cáceres.
La Germinal nacerá en 1899, arraigada en la experiencia acumulada del Centro Obrero de Badajoz. La nueva sociedad, como indica el historiador Luis Miguel García, inaugura “la etapa que representa la ruptura con la protesta espontánea y con el movimiento obrero débil y esporádico de épocas anteriores”, constituye un salto extraordinario en la fortaleza y combatividad de la clase obrera extremeña.
Con el nacimiento de La Germinal termina la prehistoria del movimiento obrero en la región y comienza una fase de ofensiva del mismo. La propia elección del nombre elegido, que alude al calendario revolucionario francés y al título de la novela de Zola, “denota una perfecta imbricación de los componentes de la sociedad en la realidad societaria y cultural de la época”.
La sociedad obrera pacense ha marcado claramente su línea de independencia respecto de los partidos políticos, manteniendo una orientación difusa que podía moverse entre el republicanismo y el anarquismo: “Las sociedades obreras han de estar compuestas de obreros que militan en diferentes partidos y en ellas no puede hablarse en nombre de un ideal particular, sino en el del que une a todos los asociados: la mejora de la clase proletaria”. Sin embargo, La Germinal está en contacto con las asociaciones anarquistas del país y del extranjero. La propia documentación del Ministerio de la Gobernación en 1903 da cuenta tanto del vigor de la sociedad como de su filiación ideológica: “la organización anarquista en Badajoz alcanzó alarmante preponderancia hace dos años, al extremo de ser donde la crisis agraria se manifestó con mayor intensidad, provocando sucesos luctuosos”.
La Germinal, junto a una intensa labor reivindicativa, va a desarrollar una extraordinaria actividad cultural. La creación de una escuela laica o la organización de eventos con intelectuales de primer orden, como Belén Sárraga, son sólo dos signos de “la búsqueda de una identidad, basada en la emancipación del obrero a través de la educación”.
Las huelgas de 1901-1902 y el Congreso Obrero: organizar las soledades
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”
En la primavera de 1901, aprovechando el comienzo de la cosecha del cereal, la Germinal anuncia una huelga general de obreros agrícolas, ganaderos y mozas de servir, si no se atienden sus reivindicaciones. Las demandas son muy sencillas y concretas: trabajar “sólo” de sol a sol, en lugar de luz a luz, durante las épocas de sementera y recolección; poder descansar lo suficiente durante la jornada, garantizando cinco paradas al tabaco, que en todos los trabajos se fuma…; que los patronos no puedan imponer el destajo; que las cargas de los sacos no sean descomunales y que todo bracero sepa “lo que va ganando al salir de la población”. Reivindicaciones cristalinas, elementales, que ya lo dijera Kropotkin, “el pueblo nunca ha pedido tener la luna dentro de un cubo de agua”.
El 21 de mayo se hace público el comunicado y días después comienza la huelga. Los obreros demuestran una disciplina que sorprende a los patronos y al gobierno, organizando piquetes y extendiendo la protesta a los pueblos. A la semana el gobernador civil prohíbe los piquetes y la participación de las mujeres en las asambleas de la Germinal, para evitar la expansión del conflicto. Pero ya es tarde. Los jornaleros han logrado que muchos patronos acepten ya las condiciones. El propio gobernador civil, en Badajoz, y el comandante de la Guardia Civil, en la Torre, intervienen como mediadores. La huelga ha sido un completo éxito en seis pueblos. Por primera vez los braceros han comprobado su poder para negociar colectivamente las condiciones de trabajo, rebasando incluso el marco local.
Al año siguiente, en abril se convoca el Primer Congreso Obrero, para hacer frente a “la situación por la que atraviesan los que viven sólo del esfuerzo de sus brazos”. La conciencia obrera se propaga por las tierras extremeñas. “Una epidemia de naturaleza poco conocida había empezado a extenderse lentamente por los campos del sur, hasta que a principios de abril dio la cara en Torre de Miguel Sesmero. Lo hizo en forma de un congreso agrícola que reunió a representantes de veintiún pueblos de la provincia” (Justo Vila, en Siempre algún día). Allí se aquilatan las reivindicaciones y se prepara la nueva ofensiva, pero ahora el poder económico y político ha fortificado sus posiciones. La Germinal sobrevalora su capacidad para imponerse: los patronos traen esquiroles de Portugal, el gobierno reprime implacablemente los piquetes y detiene a jornaleros en Badajoz, Montijo, Torre de Miguel Sesmero -e incluso a doce albañiles de Los Santos de Maimona. El 1 de junio se libra una batalla campal, los guardias detienen a 130 huelguistas, hieren de gravedad a varios de ellos y matan a Julio Ardila, jornalero de Badajoz. La Germinal y la Unión Femenil, ligada a ella, son clausuradas y sus dirigentes encarcelados. Esa misma tarde se declara el estado de guerra en Badajoz. La huelga ha sido ahogada en sangre y cárcel. Pero no se detienen los procesos sociales ni con la fuerza ni con el crimen…
Encender en el pasado la chispa de la esperanza
¡Qué habría sido de nosotros sin las revoluciones pasadas, sin los que dejaron sus vidas en la lucha! Las revoluciones, ganadas o perdidas, ponen freno a este correr caótico y sin futuro que es el capitalismo!
Los jornaleros no dejan de luchar. Entre 1903 y 1915 se producen seis nuevas huelgas de obreros agrícolas. Y entre 1918 y 1920 otra oleada hace temblar el campo extremeño. Para esa última fecha ya son 184 las sociedades obreras existentes en la región y agrupan a 33.000 trabajadores.
El caciquismo sigue haciendo estragos, comprando votos y produciendo sufrimiento. “La extinción del caciquismo ha de ser el primer rayo de la alborada que ilumine la campiña extremeña y dé luz al cerebro ignaro del proletario”, escribe por entonces Ramón Tristancho, el carpintero-periodista de la Torre. Y, a pesar de todo, el caciquismo morderá el polvo. En 1915, es elegido como alcalde torreño Manuel Boza, uno de los impulsores de la Luz de los Obreros. Y en 1931, vuelve la República y con ella, cuando todos lo creían enterrado, retorna el sueño de la Reforma Agraria. El 25 de marzo de 1936, tras siglos de rumia, germina en Extremadura una pacífica revolución campesina. El pan no ha muerto, gritan jubilosos los yunteros.
Pero vuelven otra vez los amos a ahogar la dignidad en sangre. Fue, cómo no, en la plaza de toros de Badajoz, donde había brotado la esperanza jornalera. Barjola pintó el crimen, “la cabeza estoqueada en la plaza de toros, en la plaza mayor, plaza de pana, de pan, tomate, navaja, agonía y esparto” (José Hierro). Y Gamoneda le puso nombre a la ciénaga mortal: “Ah, país del dolor, Extremadura”.
Después regresó el feudalismo, el señorito Iván, el abuso hecho paisaje. Comed república, le chillaron a nuestros padres, mientras apretaban el dogal. O largaros de esta tierra, les espetaron. 800.000 extremeños emigraron en poco más de veinte años. Juan Barjola fue uno de ellos. “Él se tuvo que ir de la Torre. En Madrid la mujer tenía su buchetita y con el dinero de la bucheta compraba los marcos y los cuadros y luego los vendía”, contaba la hermana. Décadas después se abriría el Museo Barjola… en Gijón.
El primero de mayo de 1981, unas semanas antes de irme a la mili, fui a Torre de Miguel Sesmero. Estaba en las Juventudes Comunistas y José María Coronas me planteó que participara en los actos del pueblo. En la manifestación, calle por calle, se implicó prácticamente todo el pueblo. En las abuelas enlutadas con el puño en alto vibraba todavía el eco de las luchas de principios de siglo. La manifestación terminó justamente en el Centro Obrero, en el mismo lugar donde se celebrara el primer Congreso Obrero de Extremadura.
Han pasado muchos años desde entonces, ya casi nadie se acuerda de aquello. Paseas los pueblos de Extremadura y en sus callejeros no hay rastro de Julio Ardila ni de La Germinal ni del Congreso Obrero de la Torre. Los muertos no estarán a salvo del enemigo si este vence, escribió Walter Benjamin. Y el enemigo no ha dejado de vencer. Avenida Antonio Masa, calle General Mola, parque de La Legión… No, el enemigo no ha dejado de organizar la historia, el olvido y el silencio. La historia como propiedad privada de los dueños de todas las otras cosas.
Y sin embargo, en estas huellas campesinas se sigue leyendo el futuro. Contra los caciques de hoy, contra los amos de hoy, contra la opresión de hoy. Por el derecho a vivir dignamente. Contra la nueva emigración, contra la precariedad y la represión. El desafío a los poderosos continúa. La ciudad del sol nos espera.
Allí empezó todo. La historia del movimiento obrero en Extremadura hunde sus raíces en Torre de Miguel Sesmero, en sus calles estrechas y blanquísimas. “En la cocina de la resistencia, con sus fogones pobres, en la fraternidad del pan escaso, hallé por fin la fundación perdida, la remota ciudad de la ternura”. Pablo Neruda encontró en las primeras huelgas de los trabajadores chilenos la ciudad de la ternura. En Extremadura, el fogonazo originario habremos de buscarlo en el Primer Congreso Obrero, celebrado a finales de abril de 1902 en este pequeño pueblo de la comarca de Olivenza.
La Luz de los Obreros, que es el nombre de la sociedad agrícola de Torre de Miguel Sesmero, será la organización anfitriona de la asamblea, a la que asistirán delegados de veintiún pueblos de la provincia de Badajoz, representando a unos catorce mil asociados. Las sociedades de resistencia son comunidades de socorro mutuo, los enjambres donde se ha refugiado el movimiento obrero aprovechando los estrechos márgenes de la ley. En su corazón y en sus nombres anida un mundo nuevo. La Luz de los Obreros, con su denominación de ecos francmasónicos, alude a “la iluminación necesaria para entender los grandes secretos” (Díaz Ordóñez-Milán Agudo). Hasta aquí, a las tierras de Extremadura, ha llegado el rastro de la utopía, el ansia de la ciudad del sol, el sueño dorado de una sociedad donde no exista la explotación del hombre por el hombre. Zapateros, lavanderas, albañiles, mozas de servir, carpinteros, panaderos pero, sobre todo, campesinos y campesinas se encargan de mantener encendida la promesa de emancipación. En los nombres de las sociedades late con brío el augurio de otro tiempo, aún inédito: La Nueva Aurora (Olivenza), El Despertar del Siglo XX (Almendral), El Alba del Nuevo Día (Alconchel), La Redentora (Valverde de Leganés), La Esperanza (Mérida). Y vibra también el orgullo proletario de quienes habrán de cambiar el mundo de base: los Hijos del Trabajo (Ribera del Fresno), La Hormiga (San Vicente de Alcántara), Fraternidad Obrera (Bienvenida)…
El hambre, la explotación y el caciquismo son el humus del jornalero, la vida cotidiana donde prenderá el movimiento. “Llevan hambre y frío, y como todas las cosas y todos los hombres de Extremadura, los niños llevan también una tristeza profunda y vieja que no se sabe de dónde viene, pero sí de qué viene: es la tristeza de una miseria común, dilatada, desesperada, de siglos y siglos pesando sobre las gentes de muchas generaciones” (César Arconada). El hambre, como nos enseñara Miguel Hernández, es el primer aprendizaje, el gran maestro de la sumisión, el lugar donde el hombre “regresa a la pezuña y retrocede al dominio del colmillo”. Pero será también ahí donde nazca la fraternidad y la rebeldía: compañeros son los que se comen juntos el pan, los que comparten el pan. El campesino extremeño, “el indio de la nación”, aprenderá el arte de la resistencia en la plaza del pueblo y en el barbecho, en la lonja servil de contratación y en la extenuación de las cosechas.
En la Torre nació y se crió Juan Barjola, uno de los grandes pintores del siglo XX. Aquí trazaría sus primeros dibujos, perros hambrientos “disputándoles la tajada de algún burro muerto a los gavilanes” que sobrevolaban en las afueras del pueblo. El poeta José Hierro le rendiría un estremecedor homenaje, en los años ochenta: “Esta cabeza ha visto los niños de la anemia, los cardos, las espinas, los alacranes de septiembre en Torre de Miguel Sesmero, los galeones de la trilla, los vareadores del aceite, los serones del vino, las cabras del erial”.
El caciquismo será el mecanismo que blinde el dominio del latifundio y garantice la opresión de los campesinos, un entramado organizado desde abajo que se encarga de asegurar la alternancia tramposa de los partidos políticos de la Restauración y de someter a las clases trabajadoras. “La oligarquía como sistema, y el caciquismo como instrumento”, en palabras de Manuel Azaña; la “Constitución real del país”, según Tuñón de Lara. El caciquismo funcionará durante décadas como un régimen que degrada la justicia en favor y que se vale de la arbitrariedad para someter a los rebeldes.
En Extremadura encontrará una de sus moradas más consumadas. “Un casinillo donde los ricachos parlan de barraganas y escopetas y se juegan los dineros heredados; un abogadillo, que desde el Juzgado Municipal, administra justicia conforme a sus pasioncejas y ruindades”: Francisco Valdés describe el caciquismo como “un fango social” que conlleva emigración, infanticidios y hambre. Y Felipe Trigo, completa el devastador retrato: alcaldes ladrones de los pósitos, curas y jueces corruptos, y, por encima, el “facedor de diputados, senadores y gobernadores”, la siniestra sombra de un murciélago brutal, el Jarrapellejos de turno.
Conspirar es respirar juntos
¡Pan! ¡Pan! ¡Abajo los ricos miserables! ¡Abajo las limosnas! ¡Que nos entreguen el pósito!
Jarrapellejos, Felipe Trigo
Los grandes movimientos populares no surgen nunca por generación espontánea. Son siempre el resultado de una sementera tenaz, de la hibridación de experiencias de lucha, de la reflexión y de la praxis colectiva. Como recuerda Isidoro Bohoyo, el movimiento obrero extremeño de principios del siglo XX “es el legítimo heredero de aquel que alcanzó la plenitud durante el sexenio revolucionario”. La Revolución de 1868 arraigó profundamente en las clases populares y plantó las bases que cuajarían treinta años más tarde. El proletariado militante, fundamentalmente de orientación anarquista, se extenderá por bastantes localidades en las siguientes décadas. En su informe de 1876, Anselmo Lorenzo da cuenta de 10 federaciones locales adscritas a la “federación comarcal de Extremadura”, entre ellas las de Badajoz, Fuente del Maestre, Trujillo, Aceuchal, Villalba de los Barros o Plasencia.
Las luchas en defensa de las dehesas comunales, las ocupaciones de fincas o la reorganización de sociedades obreras son expresiones del dinamismo que caracteriza al incipiente movimiento obrero. Y, al tiempo, la conflictividad social latente se manifiesta también de otros modos. “La primera arma que descubren los jornaleros para vengarse de los amos es el incendio”, nos recuerda Víctor Chamorro. Y el motín -a consecuencia del encarecimiento de los productos básicos- será la otra gran herramienta que se utilizará en este período, con especial intensidad durante 1898. En la primavera de este año se producirán incidentes en muchas localidades (apedreamiento de autoridades y de acaparadores, ruptura de registros, arrojamiento de las básculas al río Guadiana…). Como consecuencia, el 7 de mayo es declarado el estado de guerra en toda la provincia, prohibiéndose las reuniones y manifestaciones.
Tras esa fase insurreccional las organizaciones campesinas se fortalecen. Las sociedades de apoyo mutuo van mutando en sindicatos y se pasa del motín a la huelga como instrumento fundamental. Aunque, como subraya Martin Baumeister en “Campesinos sin tierra”, no se produce un desarrollo lineal desde la protesta callejera a la huelga. Los tres tipos de conflictos más presentes en los años de la crisis de fin de siglo –la protesta de consumos, las batallas contra la privatización de los antiguos derechos de aprovechamiento comunal y el rebusco masivo como autoayuda en tiempos de necesidad- se solapan con las formas más modernas de lucha, como la huelga. Lo viejo y lo nuevo se combinarán en el primer tercio del siglo XX. El avance de las ideas republicanas, socialistas y anarquistas contribuirá en gran medida a esa renovación del repertorio de lucha. La irrupción de La Germinal, la extensión del Primero de Mayo a un buen número de poblaciones extremeñas y el Congreso Obrero serán las mejores muestras del proceso de maduración que vivirá el movimiento obrero.
El Primero de Mayo y La Germinal de Badajoz
Nada de lo que tuvo lugar alguna vez debe darse por perdido para la historia.
Walter Benjamin
En 1898 el Centro Obrero de Badajoz acoge la que quizás sea la primera celebración organizada del 1º de Mayo en Extremadura. Y en 1901, convocada por La Germinal, tendrá lugar la primera manifestación conmemorativa del día internacional de los trabajadores, en la que participan más de mil personas. Pero será al año siguiente cuando se generalice el acontecimiento y se extienda a poblaciones como Alconchel, Montijo o Puebla de la Calzada. “En todas aparecen las mismas peticiones: Paz universal, ocho horas de trabajo, ocho de instrucción y ocho de descanso”, señala Fermín Rey. En 1905 comenzará a festejarse en Cáceres.
La Germinal nacerá en 1899, arraigada en la experiencia acumulada del Centro Obrero de Badajoz. La nueva sociedad, como indica el historiador Luis Miguel García, inaugura “la etapa que representa la ruptura con la protesta espontánea y con el movimiento obrero débil y esporádico de épocas anteriores”, constituye un salto extraordinario en la fortaleza y combatividad de la clase obrera extremeña.
Con el nacimiento de La Germinal termina la prehistoria del movimiento obrero en la región y comienza una fase de ofensiva del mismo. La propia elección del nombre elegido, que alude al calendario revolucionario francés y al título de la novela de Zola, “denota una perfecta imbricación de los componentes de la sociedad en la realidad societaria y cultural de la época”.
La sociedad obrera pacense ha marcado claramente su línea de independencia respecto de los partidos políticos, manteniendo una orientación difusa que podía moverse entre el republicanismo y el anarquismo: “Las sociedades obreras han de estar compuestas de obreros que militan en diferentes partidos y en ellas no puede hablarse en nombre de un ideal particular, sino en el del que une a todos los asociados: la mejora de la clase proletaria”. Sin embargo, La Germinal está en contacto con las asociaciones anarquistas del país y del extranjero. La propia documentación del Ministerio de la Gobernación en 1903 da cuenta tanto del vigor de la sociedad como de su filiación ideológica: “la organización anarquista en Badajoz alcanzó alarmante preponderancia hace dos años, al extremo de ser donde la crisis agraria se manifestó con mayor intensidad, provocando sucesos luctuosos”.
La Germinal, junto a una intensa labor reivindicativa, va a desarrollar una extraordinaria actividad cultural. La creación de una escuela laica o la organización de eventos con intelectuales de primer orden, como Belén Sárraga, son sólo dos signos de “la búsqueda de una identidad, basada en la emancipación del obrero a través de la educación”.
Las huelgas de 1901-1902 y el Congreso Obrero: organizar las soledades
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”
Rodolfo Walsh
En la primavera de 1901, aprovechando el comienzo de la cosecha del cereal, la Germinal anuncia una huelga general de obreros agrícolas, ganaderos y mozas de servir, si no se atienden sus reivindicaciones. Las demandas son muy sencillas y concretas: trabajar “sólo” de sol a sol, en lugar de luz a luz, durante las épocas de sementera y recolección; poder descansar lo suficiente durante la jornada, garantizando cinco paradas al tabaco, que en todos los trabajos se fuma…; que los patronos no puedan imponer el destajo; que las cargas de los sacos no sean descomunales y que todo bracero sepa “lo que va ganando al salir de la población”. Reivindicaciones cristalinas, elementales, que ya lo dijera Kropotkin, “el pueblo nunca ha pedido tener la luna dentro de un cubo de agua”.
El 21 de mayo se hace público el comunicado y días después comienza la huelga. Los obreros demuestran una disciplina que sorprende a los patronos y al gobierno, organizando piquetes y extendiendo la protesta a los pueblos. A la semana el gobernador civil prohíbe los piquetes y la participación de las mujeres en las asambleas de la Germinal, para evitar la expansión del conflicto. Pero ya es tarde. Los jornaleros han logrado que muchos patronos acepten ya las condiciones. El propio gobernador civil, en Badajoz, y el comandante de la Guardia Civil, en la Torre, intervienen como mediadores. La huelga ha sido un completo éxito en seis pueblos. Por primera vez los braceros han comprobado su poder para negociar colectivamente las condiciones de trabajo, rebasando incluso el marco local.
Al año siguiente, en abril se convoca el Primer Congreso Obrero, para hacer frente a “la situación por la que atraviesan los que viven sólo del esfuerzo de sus brazos”. La conciencia obrera se propaga por las tierras extremeñas. “Una epidemia de naturaleza poco conocida había empezado a extenderse lentamente por los campos del sur, hasta que a principios de abril dio la cara en Torre de Miguel Sesmero. Lo hizo en forma de un congreso agrícola que reunió a representantes de veintiún pueblos de la provincia” (Justo Vila, en Siempre algún día). Allí se aquilatan las reivindicaciones y se prepara la nueva ofensiva, pero ahora el poder económico y político ha fortificado sus posiciones. La Germinal sobrevalora su capacidad para imponerse: los patronos traen esquiroles de Portugal, el gobierno reprime implacablemente los piquetes y detiene a jornaleros en Badajoz, Montijo, Torre de Miguel Sesmero -e incluso a doce albañiles de Los Santos de Maimona. El 1 de junio se libra una batalla campal, los guardias detienen a 130 huelguistas, hieren de gravedad a varios de ellos y matan a Julio Ardila, jornalero de Badajoz. La Germinal y la Unión Femenil, ligada a ella, son clausuradas y sus dirigentes encarcelados. Esa misma tarde se declara el estado de guerra en Badajoz. La huelga ha sido ahogada en sangre y cárcel. Pero no se detienen los procesos sociales ni con la fuerza ni con el crimen…
Encender en el pasado la chispa de la esperanza
¡Qué habría sido de nosotros sin las revoluciones pasadas, sin los que dejaron sus vidas en la lucha! Las revoluciones, ganadas o perdidas, ponen freno a este correr caótico y sin futuro que es el capitalismo!
Isabel Alba Rico
Los jornaleros no dejan de luchar. Entre 1903 y 1915 se producen seis nuevas huelgas de obreros agrícolas. Y entre 1918 y 1920 otra oleada hace temblar el campo extremeño. Para esa última fecha ya son 184 las sociedades obreras existentes en la región y agrupan a 33.000 trabajadores.
El caciquismo sigue haciendo estragos, comprando votos y produciendo sufrimiento. “La extinción del caciquismo ha de ser el primer rayo de la alborada que ilumine la campiña extremeña y dé luz al cerebro ignaro del proletario”, escribe por entonces Ramón Tristancho, el carpintero-periodista de la Torre. Y, a pesar de todo, el caciquismo morderá el polvo. En 1915, es elegido como alcalde torreño Manuel Boza, uno de los impulsores de la Luz de los Obreros. Y en 1931, vuelve la República y con ella, cuando todos lo creían enterrado, retorna el sueño de la Reforma Agraria. El 25 de marzo de 1936, tras siglos de rumia, germina en Extremadura una pacífica revolución campesina. El pan no ha muerto, gritan jubilosos los yunteros.
Pero vuelven otra vez los amos a ahogar la dignidad en sangre. Fue, cómo no, en la plaza de toros de Badajoz, donde había brotado la esperanza jornalera. Barjola pintó el crimen, “la cabeza estoqueada en la plaza de toros, en la plaza mayor, plaza de pana, de pan, tomate, navaja, agonía y esparto” (José Hierro). Y Gamoneda le puso nombre a la ciénaga mortal: “Ah, país del dolor, Extremadura”.
Después regresó el feudalismo, el señorito Iván, el abuso hecho paisaje. Comed república, le chillaron a nuestros padres, mientras apretaban el dogal. O largaros de esta tierra, les espetaron. 800.000 extremeños emigraron en poco más de veinte años. Juan Barjola fue uno de ellos. “Él se tuvo que ir de la Torre. En Madrid la mujer tenía su buchetita y con el dinero de la bucheta compraba los marcos y los cuadros y luego los vendía”, contaba la hermana. Décadas después se abriría el Museo Barjola… en Gijón.
El primero de mayo de 1981, unas semanas antes de irme a la mili, fui a Torre de Miguel Sesmero. Estaba en las Juventudes Comunistas y José María Coronas me planteó que participara en los actos del pueblo. En la manifestación, calle por calle, se implicó prácticamente todo el pueblo. En las abuelas enlutadas con el puño en alto vibraba todavía el eco de las luchas de principios de siglo. La manifestación terminó justamente en el Centro Obrero, en el mismo lugar donde se celebrara el primer Congreso Obrero de Extremadura.
Han pasado muchos años desde entonces, ya casi nadie se acuerda de aquello. Paseas los pueblos de Extremadura y en sus callejeros no hay rastro de Julio Ardila ni de La Germinal ni del Congreso Obrero de la Torre. Los muertos no estarán a salvo del enemigo si este vence, escribió Walter Benjamin. Y el enemigo no ha dejado de vencer. Avenida Antonio Masa, calle General Mola, parque de La Legión… No, el enemigo no ha dejado de organizar la historia, el olvido y el silencio. La historia como propiedad privada de los dueños de todas las otras cosas.
Y sin embargo, en estas huellas campesinas se sigue leyendo el futuro. Contra los caciques de hoy, contra los amos de hoy, contra la opresión de hoy. Por el derecho a vivir dignamente. Contra la nueva emigración, contra la precariedad y la represión. El desafío a los poderosos continúa. La ciudad del sol nos espera.
sábado, 9 de junio de 2018
Facebook en su laberinto. Los valores y principios de la democracia y el Estado de derecho deben trascender al proceso de digitalización de la sociedad. En este nuevo marco tecnológico es esencial definir y entender las reglas del juego para aprovechar sus ventajas
Al hilo de la muy mediática y exhaustiva comparecencia de Mark Zuckerberg en el Congreso de Estados Unidos y, tras muchas reticencias, la de ayer en el Parlamento Europeo, es momento de esbozar un primer análisis de las consecuencias del escándalo Cambridge Analytica, no solo para Facebook sino para toda la industria de Internet.
Al igual que Sigfrido, en El anillo del nibelungo, de Wagner, desconocía el miedo —y de ahí su fortaleza—, Facebook y el resto de la industria de Internet han desconocido hasta ahora determinados principios esenciales del mundo en que viven y muy especialmente algunos en los que se basan el Estado de derecho (rule of law) y nuestra economía de mercado.
Efectivamente, la industria de Internet ha vivido imbuida de un juvenil espíritu libertario en virtud del cual la regulación, las normas y los principios tradicionales de la economía y la vida social no iban con su mundo. Y esto no por malicia ni intención de vulnerar la ley, no: la razón fundamental de esta creencia en la arregulación del mundo digital remite a una convicción tan elemental como, aparentemente, ingenua: los principios, la responsabilidad de las empresas de Internet, la confianza depositada en ellas por sus usuarios, y la autorregulación son instrumentos suficientes que hacen obsoleta una regulación tradicional basada en la garantía normativa de una serie de principios (protección de la intimidad, transparencia o derechos de los consumidores) que estas nuevas empresas creían garantizar por sí mismas basándose en su reputación y altos estándares éticos. Estos mecanismos, además, se consideraban los únicos eficientes en un mundo de servicios y empresas globales a escala mundial basadas en la innovación permanente.
Baste un ejemplo de esta filosofía: desde la Revolución Francesa es privilegio de los Parlamentos, representantes de la soberanía, decidir qué contenidos son accesibles o no por los ciudadanos; solo la ley puede limitar la libertad de expresión y la de acceso a ella.
Pues bien, en los últimos años han sido determinadas plataformas digitales (muy destacadamente la del señor Zuckerberg) las que han decidido qué imágenes o qué contenidos eran accesibles o no, y no porque lo dijeran los jueces sino por su sentido común, ciudadanía corporativa y la sofisticación de sus algoritmos. Y no son solo empresas privadas cuando detentan una posición de monopolio en determinados plataformas de uso común. Esto es una anomalía democrática que, sorprendentemente, ha escandalizado muy poco.
El caso de Cambridge Analytica ha supuesto un brusco aterrizaje en la realidad, el descubrimiento por Sigfrido/Zuckerberg del miedo wagneriano. El mundo de Internet está empezando a entender, y si no acaba de hacerlo tendrá muchos problemas, que el conjunto de reglas que llamamos Estado de derecho va más allá de ser una antigualla decimonónica y constituyen la base fundamental de nuestra convivencia democrática. Y ello no por la maraña regulatoria que a veces implican, sino porque reflejan valores de nuestra convivencia y los principios que la rigen y ello es totalmente válido en este mundo del siglo XXI inmerso en un proceso de digitalización acelerado que afecta a todos los sectores de la economía y la sociedad (¡que pregunten a los taxistas!).
La protección de la intimidad de las personas, la libre competencia y la igualdad de los competidores en la economía, la protección de los usuarios y consumidores, la paridad en la carga fiscal o la transparencia son principios fundacionales de nuestro sistema político y económico y entenderlo cuanto antes será esencial para estos nuevos agentes económicos si no quieren verse inundados por una ola de regulación que los acabe limitando, privándoles del espíritu innovador y dinamismo que han sido su mayor aportación a la economía y la sociedad. Esto sería una tragedia para ellos pero también para todos.
Urge pues hacer una reflexión sobre cómo los valores y principios de nuestra democracia, nuestra economía de mercado, cómo el Estado de derecho debe trascender y sobrevivir al proceso de digitalización de la economía y la sociedad. No se trata de aumentar el grado de regulaciones (como algunos defienden). Se trata de entender, todos, gobiernos, reguladores, nuevas empresas digitales y empresas tradicionales, cuáles son las reglas del juego de esta nueva partida, de este nuevo Great Game, reafirmando los valores que han hecho fuertes al Estado de derecho y la economía de mercado y evitando la sobrerregulación. Urge definir el Level Playing Field.
Y en este escenario, Europa tiene un papel que jugar más relevante de lo que muchos creen. El GDPR (Reglamento General de Protección de Datos, que entra obligatoriamente en vigor el 25 de mayo) puede ser un buen ejemplo: preservar determinados principios, en este caso la protección de los datos de los ciudadanos en el espacio digital, puede generar un estándar universal de facto en un mundo en que el exceso de regulación es contraproducente, pero en el que una regulación basada en valores y principios debe promover la continuidad de los pilares del Estado y la sociedad democrática en el siglo XXI y la garantía de los derechos de los ciudadanos. Así lo han debido entender Zuckerberg y Facebook, una vez descubierto el miedo, al inundar la prensa (de papel, por supuesto) de anuncios dando, a toda página, la bienvenida a esta nueva regulación europea.
El GDPR es, junto a la ofensiva fiscal contra Apple y el procedimiento de competencia abierto a Google sobre su sistema operativo, el intento más serio por parte europea de influir en la determinación de las reglas del juego digital y tiene la virtud de poner en duda ese eslogan que, acuñado por los medios de comunicación anglosajones, tanto éxito ha tenido en los últimos años de que los datos son el nuevo petróleo; los datos son mucho más que petróleo, forman parte del patrimonio íntimo de las personas y como tal, más allá de su valor económico, deben ser protegidos. Y no se diga que proteger la intimidad y los datos de los ciudadanos es un freno al progreso. El asunto Facebook demuestra que en esto, como en tantas otras cosas en el mundo digital, es necesario un equilibrio entre los derechos y los negocios.
Estamos, pues, en un momento crucial del desarrollo de la economía y la sociedad digital. Definir y entender las reglas del juego comunes para todos será esencial si queremos aprovechar sus ventajas y evitar las inquietantes distopías de un mundo dominado por un limitado grupo de monopolios de nueva generación. La comparecencia de Zuckerberg con sus consecuencias y la entrada en vigor del GPRD suponen un inesperado buen precedente en este camino. Veremos...
Carlos López Blanco, abogado del Estado en excedencia, ha sido director de Asuntos Públicos de Telefónica y secretario de Estado de Telecomunicaciones. Actualmente es presidente de la Comisión de Digitalización de la Cámara de Comercio de España.
https://elpais.com/elpais/2018/04/26/opinion/1524757215_846813.html
Al igual que Sigfrido, en El anillo del nibelungo, de Wagner, desconocía el miedo —y de ahí su fortaleza—, Facebook y el resto de la industria de Internet han desconocido hasta ahora determinados principios esenciales del mundo en que viven y muy especialmente algunos en los que se basan el Estado de derecho (rule of law) y nuestra economía de mercado.
Efectivamente, la industria de Internet ha vivido imbuida de un juvenil espíritu libertario en virtud del cual la regulación, las normas y los principios tradicionales de la economía y la vida social no iban con su mundo. Y esto no por malicia ni intención de vulnerar la ley, no: la razón fundamental de esta creencia en la arregulación del mundo digital remite a una convicción tan elemental como, aparentemente, ingenua: los principios, la responsabilidad de las empresas de Internet, la confianza depositada en ellas por sus usuarios, y la autorregulación son instrumentos suficientes que hacen obsoleta una regulación tradicional basada en la garantía normativa de una serie de principios (protección de la intimidad, transparencia o derechos de los consumidores) que estas nuevas empresas creían garantizar por sí mismas basándose en su reputación y altos estándares éticos. Estos mecanismos, además, se consideraban los únicos eficientes en un mundo de servicios y empresas globales a escala mundial basadas en la innovación permanente.
Baste un ejemplo de esta filosofía: desde la Revolución Francesa es privilegio de los Parlamentos, representantes de la soberanía, decidir qué contenidos son accesibles o no por los ciudadanos; solo la ley puede limitar la libertad de expresión y la de acceso a ella.
Pues bien, en los últimos años han sido determinadas plataformas digitales (muy destacadamente la del señor Zuckerberg) las que han decidido qué imágenes o qué contenidos eran accesibles o no, y no porque lo dijeran los jueces sino por su sentido común, ciudadanía corporativa y la sofisticación de sus algoritmos. Y no son solo empresas privadas cuando detentan una posición de monopolio en determinados plataformas de uso común. Esto es una anomalía democrática que, sorprendentemente, ha escandalizado muy poco.
El caso de Cambridge Analytica ha supuesto un brusco aterrizaje en la realidad, el descubrimiento por Sigfrido/Zuckerberg del miedo wagneriano. El mundo de Internet está empezando a entender, y si no acaba de hacerlo tendrá muchos problemas, que el conjunto de reglas que llamamos Estado de derecho va más allá de ser una antigualla decimonónica y constituyen la base fundamental de nuestra convivencia democrática. Y ello no por la maraña regulatoria que a veces implican, sino porque reflejan valores de nuestra convivencia y los principios que la rigen y ello es totalmente válido en este mundo del siglo XXI inmerso en un proceso de digitalización acelerado que afecta a todos los sectores de la economía y la sociedad (¡que pregunten a los taxistas!).
La protección de la intimidad de las personas, la libre competencia y la igualdad de los competidores en la economía, la protección de los usuarios y consumidores, la paridad en la carga fiscal o la transparencia son principios fundacionales de nuestro sistema político y económico y entenderlo cuanto antes será esencial para estos nuevos agentes económicos si no quieren verse inundados por una ola de regulación que los acabe limitando, privándoles del espíritu innovador y dinamismo que han sido su mayor aportación a la economía y la sociedad. Esto sería una tragedia para ellos pero también para todos.
Urge pues hacer una reflexión sobre cómo los valores y principios de nuestra democracia, nuestra economía de mercado, cómo el Estado de derecho debe trascender y sobrevivir al proceso de digitalización de la economía y la sociedad. No se trata de aumentar el grado de regulaciones (como algunos defienden). Se trata de entender, todos, gobiernos, reguladores, nuevas empresas digitales y empresas tradicionales, cuáles son las reglas del juego de esta nueva partida, de este nuevo Great Game, reafirmando los valores que han hecho fuertes al Estado de derecho y la economía de mercado y evitando la sobrerregulación. Urge definir el Level Playing Field.
Y en este escenario, Europa tiene un papel que jugar más relevante de lo que muchos creen. El GDPR (Reglamento General de Protección de Datos, que entra obligatoriamente en vigor el 25 de mayo) puede ser un buen ejemplo: preservar determinados principios, en este caso la protección de los datos de los ciudadanos en el espacio digital, puede generar un estándar universal de facto en un mundo en que el exceso de regulación es contraproducente, pero en el que una regulación basada en valores y principios debe promover la continuidad de los pilares del Estado y la sociedad democrática en el siglo XXI y la garantía de los derechos de los ciudadanos. Así lo han debido entender Zuckerberg y Facebook, una vez descubierto el miedo, al inundar la prensa (de papel, por supuesto) de anuncios dando, a toda página, la bienvenida a esta nueva regulación europea.
El GDPR es, junto a la ofensiva fiscal contra Apple y el procedimiento de competencia abierto a Google sobre su sistema operativo, el intento más serio por parte europea de influir en la determinación de las reglas del juego digital y tiene la virtud de poner en duda ese eslogan que, acuñado por los medios de comunicación anglosajones, tanto éxito ha tenido en los últimos años de que los datos son el nuevo petróleo; los datos son mucho más que petróleo, forman parte del patrimonio íntimo de las personas y como tal, más allá de su valor económico, deben ser protegidos. Y no se diga que proteger la intimidad y los datos de los ciudadanos es un freno al progreso. El asunto Facebook demuestra que en esto, como en tantas otras cosas en el mundo digital, es necesario un equilibrio entre los derechos y los negocios.
Estamos, pues, en un momento crucial del desarrollo de la economía y la sociedad digital. Definir y entender las reglas del juego comunes para todos será esencial si queremos aprovechar sus ventajas y evitar las inquietantes distopías de un mundo dominado por un limitado grupo de monopolios de nueva generación. La comparecencia de Zuckerberg con sus consecuencias y la entrada en vigor del GPRD suponen un inesperado buen precedente en este camino. Veremos...
Carlos López Blanco, abogado del Estado en excedencia, ha sido director de Asuntos Públicos de Telefónica y secretario de Estado de Telecomunicaciones. Actualmente es presidente de la Comisión de Digitalización de la Cámara de Comercio de España.
https://elpais.com/elpais/2018/04/26/opinion/1524757215_846813.html
El hijo del joyero. El autor recurre a su experiencia como profesor de escritura creativa para indagar con humor en los secretos y desafíos de la buena literatura
Una clase de escritura creativa, después de que una alumna hubiera leído un texto de encargo, pregunté a uno de sus compañeros qué le había parecido.
—Me ha gustado mucho porque lo he entendido y a mí me gustan las cosas que entiendo —dijo.
Su afirmación acerca de las virtudes de lo inteligible fue tan categórica, tan agresiva incluso, que no me atreví a replicar. Esperé a la siguiente clase para decir algo.
MÁS INFORMACIÓN Andamios para el talento, por Maribel Marín Yarza
—¿Te gusta alguna cosa que no entiendas? —le pregunté con cautela.
—No —repitió tajante—, lo que no entiendo no me gusta. Desconecto, me voy.
Estuve por hurgar un poco en el asunto. Pero juzgué que no era el momento. Además, no quería poner en aprietos al chico, que me caía bien; era un buen tipo. Había acudido al taller para aprender a escribir como se habla porque pretendía hacer diálogos para el cine y la televisión.
—Si quieres escribir como se habla —le dije al principio—, no me necesitas a mí. Basta con que grabes a la gente y transcribas a continuación la cinta.
—Sospecho que hay un truco —respondió él.
—El truco —le dije— consiste en otorgar a la escritura una apariencia de oralidad.
—¿Una apariencia? —dijo él.
—Una apariencia —dije yo.
—¿Significa que parezca oral, pero que no lo sea? —dijo él.
—Exactamente —dije yo.
—¿Y eso cómo se logra? —preguntó él.
—Buscándose uno la vida —respondí yo.
Por alguna misteriosa razón, pensaba mucho en este chico. Había en él una suerte de opacidad que me resultaba conmovedora. Un día leí en el taller la primera frase de La Regenta, la novela de Clarín.
—Escuchad esto —pronuncié abriendo el libro—: “La heroica ciudad dormía la siesta”.
Me dirigí luego al chico al que solo le gustaba lo que entendía y al que en el futuro llamaremos Pedro:
—Pedro, ¿te gusta este comienzo?
—¿Te importaría volver a leerlo? —dijo él.
—“La heroica ciudad dormía la siesta” —repetí yo.
—Está bien —dijo él.
—¿Pero es una obra maestra? —dije yo.
—Hombre, tanto como obra maestra… —dudó él.
—A lo mejor no lo has entendido —aventuré yo.
—Sí que lo he entendido —se ofendió él—. Dice que la heroica ciudad dormía la siesta. No tiene más misterio.
—¿Y tú te imaginas a un héroe durmiendo la siesta? —pregunté yo.
—Perfectamente —dijo él.
—Ponme un ejemplo —dije yo.
—Mi padre —dijo él—. Mi padre se levanta a las tres de la madrugada, va al mercado central, compra la carne del día, la transporta hasta su puesto en el mercado del barrio, la coloca, abre la tienda, atiende a los clientes. Mi padre pesa 120 kilos. Es un gigante, no le tiene miedo a nada. Y después de comer da una cabezada en el sofá.
¿Qué responder a eso? El heroico padre de Pedro dormía la siesta.
Un día que fuimos a tomar una cerveza al terminar la clase le pregunté:
—Pedro, ¿tú me entiendes?
—No —dijo.
—¿Y te gusto como profesor?
—No —respondió sin vacilar.
—¿Por qué vienes entonces a mis clases?
—Porque sabes algo sobre la construcción de los diálogos que yo no sé.
Al día siguiente, leí en clase el comienzo de un cuento de Raymond Chandler que dice así: “Era uno de esos hermosos días de finales de abril, si a uno le importan esas cosas”. Pregunté a Pedro si le parecía genial.
—Creo que sí —dijo—, creo que es muy bueno.
—¿Por qué? —pregunté yo.
—Porque da, en muy poco espacio, mucha información sobre el que habla. Nos dice que es un tipo cansado.
—¿Y crees que las personas se expresan de ese modo?
Dudó. Me dirigí a la clase y pregunté si la gente, en la vida real, habla como los personajes en las novelas y en el cine. Los alumnos se miraron unos a otros. No era un grupo muy participativo. Saqué de mi cartera un papel donde llevaba impreso el famoso diálogo entre los dos protagonistas de Johnny Guitar:
Él: ¿A cuántos hombres has olvidado?
Ella: A tantos como mujeres tú recuerdas.
Él: No te vayas.
Ella: No me he movido.
Él: Dime algo agradable.
Ella: Claro, qué quieres que te diga.
Él: Miénteme, dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
Ella: Te he esperado todos estos años.
Él: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.
Ella: Habría muerto si no hubieses vuelto.
Él: Dime que aún me quieres como yo te quiero.
Ella: Aún te quiero como tú me quieres.
Él: Gracias, muchas gracias.
Me volví de nuevo a la clase. Volví a preguntar si la gente hablaba así en la vida.
Tuvieron que aceptar que no. Les dije que el día anterior, preparando la clase, había tropezado en Internet con una curiosa demanda. Alguien solicitaba una especie de catálogo de frases típicas de telenovela. La respuesta con más puntos citaba las siguientes:
—No soy más que una simple criada.
—¿Por qué tuve que nacer ciega?
—Hay que impedirlo a toda costa.
—Estoy esperando un hijo tuyo.
Los alumnos rieron al reconocer el lenguaje del melodrama, muy parecido al lenguaje de la vida. La vida les hacía gracia.
Pedro, en cambio, se había quedado pensativo. Me pidió que desmontara la frase con la que había comenzado todo: “Era uno de esos hermosos días de finales de abril, si a uno le importan esas cosas”. Se trataba de un ejercicio, el de desmontar frases, que hacíamos a veces, y que les gustaba.
Les solicité que pensaran en avenidas y en callejones. Dije que a veces uno camina por la avenida principal de una ciudad cuando le sale al paso un callejón más atractivo, en el que se introduce con la intuición de que romperá así la monotonía grandiosa, aunque previsible, de la avenida.
—Lo curioso —añadí— es que todo el mundo sabe lo que es un callejón, pero no todo el mundo sabe lo que es una oración subordinada.punto y aparte?? La que nos habíamos propuesto desmontar era una oración compuesta por una principal (era uno de esos hermosos días de finales de abril) y una subordinada (si a uno le importan esas cosas). La principal, les expliqué, era principal porque podría sobrevivir sin la subordinada, y la subordinada era subordinada porque carecía de sentido por sí sola.
Ahora bien, añadí, la principal, pese a su capacidad de supervivencia, parecía idiota. “Era uno de esos hermosos días de finales de abril” se le ocurre a cualquiera. De hecho la inteligencia de la frase residía en la subordinada (“si a uno le importan esas cosas”). Observad, les pedí, la capacidad irónica de ese callejón gramatical. Repetimos: si a uno le importan esas cosas. De súbito, y gracias a su subordinada, la frase principal, que por sí misma no valía un céntimo, adquiere una fuerza asombrosa.
Bueno, estaba intentando explicarles (y explicar a Pedro en particular) lo que diferencia a la escritura creativa de la prosa común, del habla. Una frase pretenciosa, manoseada, mala (era uno de esos hermosos días de finales de abril) se convierte en buena si haces salir de ella, a modo de apéndice, un callejón inesperado (si a uno le importan esas cosas).
El lenguaje literario era en cierto modo un intruso que intentaba pasar inadvertido entre el lenguaje común. Parte de su interés, si no todo, residía en esa capacidad no ya de ser tolerado por el sistema siendo tan diferente a él, sino de confundirse con él hasta el punto de que mucha gente, como Pedro, suponía que aprender a escribir diálogos consistía en aprender a escribir como se habla. Confundía la literatura con la vida. Quería llevar su vida (su habla) a la escritura, quizá quería convertir su vida en una película.
¿Qué distingue a las frases magnéticas de las comunes? Que en su interior sucede un drama de carácter semántico. “La heroica ciudad dormía la siesta”. “Era uno de esos hermosos días de finales de abril si a uno le importan esas cosas”. Por cierto, que Pedro, mi alumno del taller de escritura, era un tipo magnético, aunque de un magnetismo turbio, oscuro, un magnetismo con lagunas de opacidad.
En una ocasión leí en el taller un verso de Anne Sexton que dice así: “Cuando fuiste mía llevabas un audífono”. Se rieron todos, menos Pedro.
—¿Por qué os reís? —pregunté.
Las explicaciones fueron al principio confusas, pero poco a poco fuimos aproximándonos a la cuestión. “Cuando fuiste mía”, la oración subordinada, en este caso, carecía de interés. La sorpresa salta al leer la principal, “llevabas un audífono”. ¡Dios mío!, a quién, si no a un genio, se le ocurriría completarla de este modo. Llevabas un audífono. Cuando fuiste mía llevabas un audífono. Si ustedes escriben en Google el sintagma “cuando fuiste mía”, les salen 3.480.000 resultados. Es el primer verso de miles canciones. Pero ninguno, de entre esos millones de “cuando fuiste mía”, se completa con un “llevabas un audífono”. En este caso, la frase principal es la intrusa. ¿Qué rayos hace ahí el “llevabas un audífono”? Se enfrenta al tópico, lo destroza, lo vuelve a su favor. Engaña a la lengua, al monstruo, le hace creer que va a escribir un poema romántico, un poema idiota, un texto de todo a cien, y al dar la vuelta a la frase le da esquinazo, le cuela el “llevabas un audífono”. En resumen, “llevabas un audífono” hace antiliteratura, que es la única forma posible de hacer literatura.
Un día leí en el periódico la reseña de una novela a la que el crítico calificaba de “rara”. Imaginé el caso contrario, una crítica sobre una novela cualquiera de la que se dijera que era normal. Tienen ante ustedes una novela normal. ¿Hay novelas normales? Quizá sí. Y quizá sean las que definan el gusto dominante. Las novelas normales poseen una facultad que no tiene precio: que se entienden. Se entienden, digámoslo todo, al modo en que Pedro había entendido el ejercicio de la alumna al que aludíamos al principio de estas líneas. Y no solo se entienden, sino que te entienden. Saben que estás agotado, que tienes en la cabeza mil cosas que resolver. Hay que llamar al servicio técnico del gas para que vengan a hacer la revisión anual, has de llevar el coche a la ITV y el gato al veterinario. La vida diaria está repleta de pequeñas ansiedades que dificultan la concentración. Si aún te queda un hueco para leer una novela, le pides entenderla y que te entienda, es decir, que te dé la razón. ¿Quién quiere una novela que no le dé la razón? ¿Quién quiere un poema de amor que diga que cuando fuiste mía llevabas un audífono? Cuando fuiste mía, no sé, la tormenta arreciaba, o se escuchó el canto de una alondra.
Pasaron los años y un día tropecé con Pedro en la calle. Iba vestido como un ejecutivo de éxito. Intercambiamos las frases habituales, tópicas, las frases que nos ordenaba decir la lengua y que jamás se dirían los personajes de una novela. ¡Cuánto tiempo!, ¿cómo te va?, ¿vives en Madrid?, etcétera. Una vez agotado el repertorio, le pregunté si le apetecía tomar un café.
—Claro —dijo él.
Nos metimos en un bar y continuamos intercambiando banalidades. Casi a punto de despedirnos, Pedro me apuntó con el dedo y me dijo con una sonrisa rara, una sonrisa que podía ser la imitación de una sonrisa:
—De modo que la heroica ciudad dormía la siesta.
—Sí —dije yo—, y cuando fuiste mía llevabas un audífono.
—Verás —dijo él—, entendí perfectamente, a la primera, la heroica ciudad dormía la siesta. La entendí tanto que me asustó y por eso intenté devaluarla. Mi padre no tenía una carnicería ni se levantaba a las tres de la madrugada para ir al mercado central ni pesaba 120 kilos. Mi padre no era un héroe. Mi padre tenía cinco joyerías, cinco; ahora tenemos diez porque me he incorporado yo al negocio. Y me gusta. Entonces, no. Estaba en la época de la rebeldía. No quería parecerme a mi padre. Ignoraba que escribir como se habla era un modo de parecerme a él por otra vía. Tú, sin darte cuenta, me hiciste ver que en el fondo quería ser como él. Un día dijiste en clase que se escribe desde el conflicto, que si no hay conflicto se puede escribir el código penal pero no Crimen y castigo. Yo creía que quería escribir Crimen y castigo, pero no era cierto. Me interesa más el código penal, lo entiendo mejor que Crimen y castigo. Gracias de todo corazón por abrirme los ojos.
Me quedé perplejo. Pedro no había acudido al taller para aprender a escribir, sino para aprender a escribirse. Cada vez que abría una joyería, añadía un capítulo a su existencia. Un capítulo de un libro que entendía a la perfección, un capítulo de una novela “normal”, perfectamente inteligible. Y de esto era de lo que pretendíamos hablar desde el principio de estas líneas, de las fronteras entre lo inteligible y lo ininteligible; de los problemas de lo que entendemos y las virtudes de lo que no entendemos; de la diferencia entre hablar y ser hablado o escribir y ser escrito.
Juan Benet decía que con los libros nos pasa a los seres humanos lo mismo que les pasa a los hombres con las mujeres y a las mujeres con los hombres. Desde el punto de vista del hombre, hay mujeres que nos gustan, pero que no nos interesan, y mujeres que nos interesan, pero que no nos gustan. Nos casamos cuando coinciden el interés y el gusto. Quizá sea así. En todo caso, es verdad que hay libros que nos gustan y libros que nos interesan. No podemos entregarnos solo a los que nos gustan por el mero hecho de que los entendamos. Son los que nos dan la razón, cuando lo que hay que buscar en los libros, y en los cónyuges, es que nos la quiten.
—Me ha gustado mucho porque lo he entendido y a mí me gustan las cosas que entiendo —dijo.
Su afirmación acerca de las virtudes de lo inteligible fue tan categórica, tan agresiva incluso, que no me atreví a replicar. Esperé a la siguiente clase para decir algo.
MÁS INFORMACIÓN Andamios para el talento, por Maribel Marín Yarza
—¿Te gusta alguna cosa que no entiendas? —le pregunté con cautela.
—No —repitió tajante—, lo que no entiendo no me gusta. Desconecto, me voy.
Estuve por hurgar un poco en el asunto. Pero juzgué que no era el momento. Además, no quería poner en aprietos al chico, que me caía bien; era un buen tipo. Había acudido al taller para aprender a escribir como se habla porque pretendía hacer diálogos para el cine y la televisión.
—Si quieres escribir como se habla —le dije al principio—, no me necesitas a mí. Basta con que grabes a la gente y transcribas a continuación la cinta.
—Sospecho que hay un truco —respondió él.
—El truco —le dije— consiste en otorgar a la escritura una apariencia de oralidad.
—¿Una apariencia? —dijo él.
—Una apariencia —dije yo.
—¿Significa que parezca oral, pero que no lo sea? —dijo él.
—Exactamente —dije yo.
—¿Y eso cómo se logra? —preguntó él.
—Buscándose uno la vida —respondí yo.
Por alguna misteriosa razón, pensaba mucho en este chico. Había en él una suerte de opacidad que me resultaba conmovedora. Un día leí en el taller la primera frase de La Regenta, la novela de Clarín.
—Escuchad esto —pronuncié abriendo el libro—: “La heroica ciudad dormía la siesta”.
Me dirigí luego al chico al que solo le gustaba lo que entendía y al que en el futuro llamaremos Pedro:
—Pedro, ¿te gusta este comienzo?
—¿Te importaría volver a leerlo? —dijo él.
—“La heroica ciudad dormía la siesta” —repetí yo.
—Está bien —dijo él.
—¿Pero es una obra maestra? —dije yo.
—Hombre, tanto como obra maestra… —dudó él.
—A lo mejor no lo has entendido —aventuré yo.
—Sí que lo he entendido —se ofendió él—. Dice que la heroica ciudad dormía la siesta. No tiene más misterio.
—¿Y tú te imaginas a un héroe durmiendo la siesta? —pregunté yo.
—Perfectamente —dijo él.
—Ponme un ejemplo —dije yo.
—Mi padre —dijo él—. Mi padre se levanta a las tres de la madrugada, va al mercado central, compra la carne del día, la transporta hasta su puesto en el mercado del barrio, la coloca, abre la tienda, atiende a los clientes. Mi padre pesa 120 kilos. Es un gigante, no le tiene miedo a nada. Y después de comer da una cabezada en el sofá.
¿Qué responder a eso? El heroico padre de Pedro dormía la siesta.
Un día que fuimos a tomar una cerveza al terminar la clase le pregunté:
—Pedro, ¿tú me entiendes?
—No —dijo.
—¿Y te gusto como profesor?
—No —respondió sin vacilar.
—¿Por qué vienes entonces a mis clases?
—Porque sabes algo sobre la construcción de los diálogos que yo no sé.
Al día siguiente, leí en clase el comienzo de un cuento de Raymond Chandler que dice así: “Era uno de esos hermosos días de finales de abril, si a uno le importan esas cosas”. Pregunté a Pedro si le parecía genial.
—Creo que sí —dijo—, creo que es muy bueno.
—¿Por qué? —pregunté yo.
—Porque da, en muy poco espacio, mucha información sobre el que habla. Nos dice que es un tipo cansado.
—¿Y crees que las personas se expresan de ese modo?
Dudó. Me dirigí a la clase y pregunté si la gente, en la vida real, habla como los personajes en las novelas y en el cine. Los alumnos se miraron unos a otros. No era un grupo muy participativo. Saqué de mi cartera un papel donde llevaba impreso el famoso diálogo entre los dos protagonistas de Johnny Guitar:
Él: ¿A cuántos hombres has olvidado?
Ella: A tantos como mujeres tú recuerdas.
Él: No te vayas.
Ella: No me he movido.
Él: Dime algo agradable.
Ella: Claro, qué quieres que te diga.
Él: Miénteme, dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
Ella: Te he esperado todos estos años.
Él: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.
Ella: Habría muerto si no hubieses vuelto.
Él: Dime que aún me quieres como yo te quiero.
Ella: Aún te quiero como tú me quieres.
Él: Gracias, muchas gracias.
Me volví de nuevo a la clase. Volví a preguntar si la gente hablaba así en la vida.
Tuvieron que aceptar que no. Les dije que el día anterior, preparando la clase, había tropezado en Internet con una curiosa demanda. Alguien solicitaba una especie de catálogo de frases típicas de telenovela. La respuesta con más puntos citaba las siguientes:
—No soy más que una simple criada.
—¿Por qué tuve que nacer ciega?
—Hay que impedirlo a toda costa.
—Estoy esperando un hijo tuyo.
Los alumnos rieron al reconocer el lenguaje del melodrama, muy parecido al lenguaje de la vida. La vida les hacía gracia.
Pedro, en cambio, se había quedado pensativo. Me pidió que desmontara la frase con la que había comenzado todo: “Era uno de esos hermosos días de finales de abril, si a uno le importan esas cosas”. Se trataba de un ejercicio, el de desmontar frases, que hacíamos a veces, y que les gustaba.
Les solicité que pensaran en avenidas y en callejones. Dije que a veces uno camina por la avenida principal de una ciudad cuando le sale al paso un callejón más atractivo, en el que se introduce con la intuición de que romperá así la monotonía grandiosa, aunque previsible, de la avenida.
—Lo curioso —añadí— es que todo el mundo sabe lo que es un callejón, pero no todo el mundo sabe lo que es una oración subordinada.punto y aparte?? La que nos habíamos propuesto desmontar era una oración compuesta por una principal (era uno de esos hermosos días de finales de abril) y una subordinada (si a uno le importan esas cosas). La principal, les expliqué, era principal porque podría sobrevivir sin la subordinada, y la subordinada era subordinada porque carecía de sentido por sí sola.
Ahora bien, añadí, la principal, pese a su capacidad de supervivencia, parecía idiota. “Era uno de esos hermosos días de finales de abril” se le ocurre a cualquiera. De hecho la inteligencia de la frase residía en la subordinada (“si a uno le importan esas cosas”). Observad, les pedí, la capacidad irónica de ese callejón gramatical. Repetimos: si a uno le importan esas cosas. De súbito, y gracias a su subordinada, la frase principal, que por sí misma no valía un céntimo, adquiere una fuerza asombrosa.
Bueno, estaba intentando explicarles (y explicar a Pedro en particular) lo que diferencia a la escritura creativa de la prosa común, del habla. Una frase pretenciosa, manoseada, mala (era uno de esos hermosos días de finales de abril) se convierte en buena si haces salir de ella, a modo de apéndice, un callejón inesperado (si a uno le importan esas cosas).
El lenguaje literario era en cierto modo un intruso que intentaba pasar inadvertido entre el lenguaje común. Parte de su interés, si no todo, residía en esa capacidad no ya de ser tolerado por el sistema siendo tan diferente a él, sino de confundirse con él hasta el punto de que mucha gente, como Pedro, suponía que aprender a escribir diálogos consistía en aprender a escribir como se habla. Confundía la literatura con la vida. Quería llevar su vida (su habla) a la escritura, quizá quería convertir su vida en una película.
¿Qué distingue a las frases magnéticas de las comunes? Que en su interior sucede un drama de carácter semántico. “La heroica ciudad dormía la siesta”. “Era uno de esos hermosos días de finales de abril si a uno le importan esas cosas”. Por cierto, que Pedro, mi alumno del taller de escritura, era un tipo magnético, aunque de un magnetismo turbio, oscuro, un magnetismo con lagunas de opacidad.
En una ocasión leí en el taller un verso de Anne Sexton que dice así: “Cuando fuiste mía llevabas un audífono”. Se rieron todos, menos Pedro.
—¿Por qué os reís? —pregunté.
Las explicaciones fueron al principio confusas, pero poco a poco fuimos aproximándonos a la cuestión. “Cuando fuiste mía”, la oración subordinada, en este caso, carecía de interés. La sorpresa salta al leer la principal, “llevabas un audífono”. ¡Dios mío!, a quién, si no a un genio, se le ocurriría completarla de este modo. Llevabas un audífono. Cuando fuiste mía llevabas un audífono. Si ustedes escriben en Google el sintagma “cuando fuiste mía”, les salen 3.480.000 resultados. Es el primer verso de miles canciones. Pero ninguno, de entre esos millones de “cuando fuiste mía”, se completa con un “llevabas un audífono”. En este caso, la frase principal es la intrusa. ¿Qué rayos hace ahí el “llevabas un audífono”? Se enfrenta al tópico, lo destroza, lo vuelve a su favor. Engaña a la lengua, al monstruo, le hace creer que va a escribir un poema romántico, un poema idiota, un texto de todo a cien, y al dar la vuelta a la frase le da esquinazo, le cuela el “llevabas un audífono”. En resumen, “llevabas un audífono” hace antiliteratura, que es la única forma posible de hacer literatura.
Un día leí en el periódico la reseña de una novela a la que el crítico calificaba de “rara”. Imaginé el caso contrario, una crítica sobre una novela cualquiera de la que se dijera que era normal. Tienen ante ustedes una novela normal. ¿Hay novelas normales? Quizá sí. Y quizá sean las que definan el gusto dominante. Las novelas normales poseen una facultad que no tiene precio: que se entienden. Se entienden, digámoslo todo, al modo en que Pedro había entendido el ejercicio de la alumna al que aludíamos al principio de estas líneas. Y no solo se entienden, sino que te entienden. Saben que estás agotado, que tienes en la cabeza mil cosas que resolver. Hay que llamar al servicio técnico del gas para que vengan a hacer la revisión anual, has de llevar el coche a la ITV y el gato al veterinario. La vida diaria está repleta de pequeñas ansiedades que dificultan la concentración. Si aún te queda un hueco para leer una novela, le pides entenderla y que te entienda, es decir, que te dé la razón. ¿Quién quiere una novela que no le dé la razón? ¿Quién quiere un poema de amor que diga que cuando fuiste mía llevabas un audífono? Cuando fuiste mía, no sé, la tormenta arreciaba, o se escuchó el canto de una alondra.
Pasaron los años y un día tropecé con Pedro en la calle. Iba vestido como un ejecutivo de éxito. Intercambiamos las frases habituales, tópicas, las frases que nos ordenaba decir la lengua y que jamás se dirían los personajes de una novela. ¡Cuánto tiempo!, ¿cómo te va?, ¿vives en Madrid?, etcétera. Una vez agotado el repertorio, le pregunté si le apetecía tomar un café.
—Claro —dijo él.
Nos metimos en un bar y continuamos intercambiando banalidades. Casi a punto de despedirnos, Pedro me apuntó con el dedo y me dijo con una sonrisa rara, una sonrisa que podía ser la imitación de una sonrisa:
—De modo que la heroica ciudad dormía la siesta.
—Sí —dije yo—, y cuando fuiste mía llevabas un audífono.
—Verás —dijo él—, entendí perfectamente, a la primera, la heroica ciudad dormía la siesta. La entendí tanto que me asustó y por eso intenté devaluarla. Mi padre no tenía una carnicería ni se levantaba a las tres de la madrugada para ir al mercado central ni pesaba 120 kilos. Mi padre no era un héroe. Mi padre tenía cinco joyerías, cinco; ahora tenemos diez porque me he incorporado yo al negocio. Y me gusta. Entonces, no. Estaba en la época de la rebeldía. No quería parecerme a mi padre. Ignoraba que escribir como se habla era un modo de parecerme a él por otra vía. Tú, sin darte cuenta, me hiciste ver que en el fondo quería ser como él. Un día dijiste en clase que se escribe desde el conflicto, que si no hay conflicto se puede escribir el código penal pero no Crimen y castigo. Yo creía que quería escribir Crimen y castigo, pero no era cierto. Me interesa más el código penal, lo entiendo mejor que Crimen y castigo. Gracias de todo corazón por abrirme los ojos.
Me quedé perplejo. Pedro no había acudido al taller para aprender a escribir, sino para aprender a escribirse. Cada vez que abría una joyería, añadía un capítulo a su existencia. Un capítulo de un libro que entendía a la perfección, un capítulo de una novela “normal”, perfectamente inteligible. Y de esto era de lo que pretendíamos hablar desde el principio de estas líneas, de las fronteras entre lo inteligible y lo ininteligible; de los problemas de lo que entendemos y las virtudes de lo que no entendemos; de la diferencia entre hablar y ser hablado o escribir y ser escrito.
Juan Benet decía que con los libros nos pasa a los seres humanos lo mismo que les pasa a los hombres con las mujeres y a las mujeres con los hombres. Desde el punto de vista del hombre, hay mujeres que nos gustan, pero que no nos interesan, y mujeres que nos interesan, pero que no nos gustan. Nos casamos cuando coinciden el interés y el gusto. Quizá sea así. En todo caso, es verdad que hay libros que nos gustan y libros que nos interesan. No podemos entregarnos solo a los que nos gustan por el mero hecho de que los entendamos. Son los que nos dan la razón, cuando lo que hay que buscar en los libros, y en los cónyuges, es que nos la quiten.
_- "Un buen maestro sabe que en todo ser humano hay grandeza". Mario Alonso Puig.
_- Mario Alonso Puig
Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, el doctor Mario Alonso Puig ha dedicado su vida a la Medicina y al estudio de la Inteligencia Humana y la psiconeurobiología. Miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Mario Alonso Puig se ha convertido en un referente internacional en el desarrollo del ser humano a través de la inteligencia, la motivación y el liderazgo. Es autor de libros de éxito como “Madera de líder”, “Vivir es un asunto urgente” y “Reinventarse: tu segunda oportunidad”. Alonso Puig defiende que “nunca hay que dar a nadie por perdido” porque en todo ser humano existe grandeza. Señala la importancia de los educadores para descubrir ese potencial, desarrollarlo y dar oportunidades. “Hay que vivir con pasión, con entusiasmo, con confianza en nuestras capacidades y entrenar el cerebro para conseguir nuestro objetivo”, afirma.
Creando Oportunidades
TRANSCRIPCIÓN
Mario Alonso Puig.
Bueno, primero me voy a presentar. Algunos tal vez me conozcáis, otros no me conozcáis.
Soy Mario, Mario Alonso Puig. Mi trayectoria fundamentalmente está muy basada en la medicina, en la cirugía, veintiséis años en quirófanos en distintos países, y siempre muy marcada por el interés de como un médico puede verdaderamente conectar con otro ser humano y ayudarle a hacer frente a desafíos que a veces son francamente serios.
Mi formación fue una formación muy técnica, muy científica, que yo completé buscando qué podía hacer que, la comunicación, qué podía hacer que la conversación activara mecanismos en el cuerpo que favorecieran la curación.
Topé con una ciencia que estaba en sus orígenes, la psiconeuroinmunobiología, que estaba empezando a investigar esto, cómo la mente, a través del sistema nervioso y del sistema endocrino, pueda afectar nuestro sistema de defensa que es el sistema inmune.
Aquello me llevó a profundizar en otros campos, el liderazgo, la comunicación y de alguna manera a tomar perspectiva sobre nuestra forma de tratarnos unos a otros, nuestra forma de hablar unos con otros, nuestra forma de entendernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo, y si bien la medicina es una ciencia apasionante, el ser humano es la cuestión infinita, empiezas y nunca acabas.
Bueno, mi interés por la educación es mi interés por sacar del ser humano lo que verdaderamente tiene dentro. Yo no creo que ningún ser humano esté llamado a la mediocridad, no lo creo, realmente es que no lo creo, creo que todo ser humano está llamado a la grandeza, y la grandeza no la define la cultura.
La grandeza es una cosa que la define nuestra propia naturaleza. La palabra educación, en el fondo, quiere decir «sacar de dentro», es decir, no somos cubos vacíos que hay que llenar, si no fuegos que hay que encender. En este sentido, me gustaría contaros una historia que a mí personalmente me ha marcado mucho, he hablado en distintos foros sobre esta historia, porque señala lo que, para mí, es la diferencia entre profesores y maestros.
En 1951, en la ciudad de Detroit, nace un joven, un chico de color que pronto nota lo que es la pérdida, porque siendo jovencito el padre se va y se queda la madre, una mujer que no tenía estudios, una mujer que, bueno, se había dedicado a cuidar de sus hijos, y se ve con esta situación, con la situación de que tiene que sacar adelante una familia sin que en ese momento entrara ninguna ayuda económica, se dedica a limpiar apartamentos, a limpiar hospitales, etcétera, etcétera, y claro, cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit como he vivido yo, yo trabajé en un hospital que se llama Henry Ford en neurocirugía. Cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit pues se da cuenta que Detroit es una ciudad apasionante, pero en ciertas épocas de la historia ha sido una ciudad bastante complicada.
En los años cincuenta verdaderamente había un apartheid, una especie de apartheid, es decir, las personas de color se tenían que sentar en sitios distintos que las personas blancas, tenían que ir a baños diferentes, etcétera, etcétera, y claro, este chico era un chico de color, era un chico pobre y que pronto pues fue destacando, no por su talento, sino por lo que consideraban que era su estupidez, tampoco por su serenidad, sino más bien por su tendencia, su temperamento violento.
Cualquiera que hubiera tenido, digamos, una bola de cristal habría imaginado que este chico habría acabado, sin duda, en un penal en los Estados Unidos, si no muerto en un combate entre bandas enfrentadas. Pasaba sus ratos, se olvidaba de su triste condición viendo programas de televisión, hasta que un día su madre decidió que iban a ver menos televisión y se iban a dedicar más a leer libros, y les obligó a leer libros yendo a la biblioteca pública de Detroit, ya que ellos no tenían dinero para comprar libros, y el joven Ben, el joven Benjamin empezó a enamorarse de los libros.
Un buen día, llega al colegio, quiero que entendáis que en el colegio este niño tenía las peores notas, su performance (perfórmans) era francamente lamentable, las notas eran pésimas y lógicamente en poco tiempo sería expulsado del colegio. Pero había un profesor, el profesor de ciencias, que verdaderamente era un maestro, él creía que en todo ser humano hay grandeza, que en todo ser humano hay potencial, y que la misión de un maestro es ayudar a que ese potencial se despliegue y florezca, pero no conseguía que este chico, de alguna manera, respondiera a los distintos intentos que había hecho para que ganara confianza en sí mismo.
Un día, el maestro aparece con una piedra, una piedra muy rara, la levanta delante de la clase y pregunta: «¿Qué es esto?», se produce un silencio porque nadie sabe lo que es eso salvo una persona que ya os imagináis quien era, Benjamin, pero Benjamin era el tonto de la clase. La primera pregunta es: ¿por qué lo sabía Benjamin?, Benjamin lo sabía porque en la biblioteca pública se había dedicado a leer libros de ciencia y por casualidad o sincronicidad, quien sabe, había encontrado libros sobre minerales y había una foto de esa piedra. ¿Pero vosotros pensáis que el tonto de la clase se atreve a hablar? No, porque tú mismo ya matas la respuesta antes de que nazca, es imposible, si no lo sabe el resto, tengo que estar equivocado aunque parezca que estoy en lo correcto. Pero el profesor sostenía la roca: «¿De verdad que nadie sabe lo que es esta roca?», y, tímidamente, el joven Benjamin alzó la mano.
Cuando una persona solo ve el performance (perfórmans) y solo enjuicia a los demás, es muy fácil decir: «Venga, Benjamin, ¿cómo lo vas a saber tú, si tú no sabes nada? Pero aquel profesor mantuvo un espíritu curioso, interesado, él sabía que en todo ser humano hay grandeza, la buscaba, la llamaba constantemente. «¿Benjamin, tú lo sabes?», «Sí», «¿Qué es?», «Obsidiana», «Correcto», pero el profesor podría haber dicho: «Todo el mundo puede tener suerte en esta vida», podría haber dicho eso, no, porque él estaba buscando el hilo que te lleva a la madeja. Dijo: «¿Sabes algo más de la obsidiana?», y vaya que si sabía el joven Benjamin, empezó a hablar sobre la obsidiana, las temperaturas elevadísimas, luego el frío cómo cristaliza la roca, etcétera, etcétera. Lo que podría parecer una cosa sencilla, sin más importancia, banal, supuso un antes y un después en la vida de este chico porque este chico recuperó la confianza en sí mismo, creyó que era posible aprender, creyó en sí mismo, creyó que a pesar de su triste cuna, por decirlo de una manera, podría tener un brillante futuro. Este chico pasó de ser el último de la clase a ser el mejor estudiante de su colegio, hizo realidad su más profundo sueño, que era absolutamente imposible, ser médico, se convirtió en el mejor neurocirujano infantil de la historia, el profesor Ben Carson.
Ben Carson en 1987 hizo una operación de separar a dos gemelos siameses unidos a nivel craneoencefálico. Todas las cirugías que se habían hecho hasta aquel momento para separar lo que se llama un craneopago, esta malformación craneoencefálicas, todas, los niños habían muerto en la mesa de quirófano. En esta operación, en 1987, intervinieron setenta profesionales de la medicina y duró veintidós horas, los dos niños salieron adelante, vivieron y estuvieron bien y sanos. Él aplicó técnicas especiales de cirugía cardíaca a la neurocirugía, a nadie se le habían ocurrido. Entonces, lo que os quiero transmitir es esto, es un ejemplo de como en todo ser humano hay potencial, en todo ser humano hay grandeza, y tenemos, entiendo, que tener esta disposición a crear espacios de oportunidad para que esas personas puedan mostrar lo que en realidad siempre han tenido y siempre tendrán, pero que no todo el mundo mostrará si no ve ese espacio de oportunidad.
Mario Alonso Puig. Por favor.
María: Hola, Mario, soy María.
Mario Alonso Puig: María.
María: Como educadora, creo que la motivación es necesaria para el aprendizaje, y tú dices que hay seis motivaciones fundamentales para una persona, ¿podrías hablarnos de ellas?
Mario Alonso Puig: Sí, es una gran pregunta. La motivación es lo que nos mueve a la acción, y hay, efectivamente, seis motivaciones que además están presentes en las distintas culturas, es una mezcla de nuestra naturaleza y, también, el entorno cultural.
La primera es la motivación de estar en entornos seguros, de poder controlar lo que pasa, de saber que el suelo que pisamos es un suelo firme.
La segunda es una motivación de sentirnos reconocidos, sentirnos valorados, de tener un cierto estatus.
La tercera es de pertenecer al grupo, es decir, que lleguemos a un sitio y entendamos, sintamos que nos acogen, que no nos desprecian, que no nos marginan.
La cuarta motivación es una motivación al desafío, al reto. Si en la vida no hubiera retos, María, sería muy aburrida. Yo sé que, a veces, nos gusta mucho estar en la zona de confort, pero durante un tiempo, al cabo de un tiempo no hay quien lo aguante. Entonces, ese reto, ese desafío es una motivación importante.
La quinta motivación es la de crecer, mejorar y progresar, y
la sexta es la de contribuir al bienestar de otras personas, el tener una vida con propósitos.
Lo más importante son las motivaciones fundamentales que nos mueven dentro de las seis. Si una persona, toda su fuerza la lleva a la aventura, la lleva al descubrimiento, al reto y, sin embargo, no cuida un poco la motivación de la seguridad, pues, a lo mejor, se puede meter en aventuras insensatas, ¿no? Entonces, hay un equilibrio natural que hace que las personas nos mantengamos, de alguna manera, en una línea razonable.
Cuando alguna de ellas toma alguna preponderancia o una significación demasiado grande, es cuando podemos tener ciertos problemas. ¿Te respondí, María?
María: Sí, gracias.
Ya durante el Renacimiento Miguel Ángel dijo: en el bloque de mármol esta el David o la Piedad, el maestro, el escultor solo tiene que quitar lo que le sobra,... para sacar de su interior la figura,...
http://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/inteligencia-y-desarrollo-personal-mario-alonso-puig/
Creando Oportunidades
TRANSCRIPCIÓN
Mario Alonso Puig.
Bueno, primero me voy a presentar. Algunos tal vez me conozcáis, otros no me conozcáis.
Soy Mario, Mario Alonso Puig. Mi trayectoria fundamentalmente está muy basada en la medicina, en la cirugía, veintiséis años en quirófanos en distintos países, y siempre muy marcada por el interés de como un médico puede verdaderamente conectar con otro ser humano y ayudarle a hacer frente a desafíos que a veces son francamente serios.
Mi formación fue una formación muy técnica, muy científica, que yo completé buscando qué podía hacer que, la comunicación, qué podía hacer que la conversación activara mecanismos en el cuerpo que favorecieran la curación.
Topé con una ciencia que estaba en sus orígenes, la psiconeuroinmunobiología, que estaba empezando a investigar esto, cómo la mente, a través del sistema nervioso y del sistema endocrino, pueda afectar nuestro sistema de defensa que es el sistema inmune.
Aquello me llevó a profundizar en otros campos, el liderazgo, la comunicación y de alguna manera a tomar perspectiva sobre nuestra forma de tratarnos unos a otros, nuestra forma de hablar unos con otros, nuestra forma de entendernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo, y si bien la medicina es una ciencia apasionante, el ser humano es la cuestión infinita, empiezas y nunca acabas.
Bueno, mi interés por la educación es mi interés por sacar del ser humano lo que verdaderamente tiene dentro. Yo no creo que ningún ser humano esté llamado a la mediocridad, no lo creo, realmente es que no lo creo, creo que todo ser humano está llamado a la grandeza, y la grandeza no la define la cultura.
La grandeza es una cosa que la define nuestra propia naturaleza. La palabra educación, en el fondo, quiere decir «sacar de dentro», es decir, no somos cubos vacíos que hay que llenar, si no fuegos que hay que encender. En este sentido, me gustaría contaros una historia que a mí personalmente me ha marcado mucho, he hablado en distintos foros sobre esta historia, porque señala lo que, para mí, es la diferencia entre profesores y maestros.
En 1951, en la ciudad de Detroit, nace un joven, un chico de color que pronto nota lo que es la pérdida, porque siendo jovencito el padre se va y se queda la madre, una mujer que no tenía estudios, una mujer que, bueno, se había dedicado a cuidar de sus hijos, y se ve con esta situación, con la situación de que tiene que sacar adelante una familia sin que en ese momento entrara ninguna ayuda económica, se dedica a limpiar apartamentos, a limpiar hospitales, etcétera, etcétera, y claro, cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit como he vivido yo, yo trabajé en un hospital que se llama Henry Ford en neurocirugía. Cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit pues se da cuenta que Detroit es una ciudad apasionante, pero en ciertas épocas de la historia ha sido una ciudad bastante complicada.
En los años cincuenta verdaderamente había un apartheid, una especie de apartheid, es decir, las personas de color se tenían que sentar en sitios distintos que las personas blancas, tenían que ir a baños diferentes, etcétera, etcétera, y claro, este chico era un chico de color, era un chico pobre y que pronto pues fue destacando, no por su talento, sino por lo que consideraban que era su estupidez, tampoco por su serenidad, sino más bien por su tendencia, su temperamento violento.
Cualquiera que hubiera tenido, digamos, una bola de cristal habría imaginado que este chico habría acabado, sin duda, en un penal en los Estados Unidos, si no muerto en un combate entre bandas enfrentadas. Pasaba sus ratos, se olvidaba de su triste condición viendo programas de televisión, hasta que un día su madre decidió que iban a ver menos televisión y se iban a dedicar más a leer libros, y les obligó a leer libros yendo a la biblioteca pública de Detroit, ya que ellos no tenían dinero para comprar libros, y el joven Ben, el joven Benjamin empezó a enamorarse de los libros.
Un buen día, llega al colegio, quiero que entendáis que en el colegio este niño tenía las peores notas, su performance (perfórmans) era francamente lamentable, las notas eran pésimas y lógicamente en poco tiempo sería expulsado del colegio. Pero había un profesor, el profesor de ciencias, que verdaderamente era un maestro, él creía que en todo ser humano hay grandeza, que en todo ser humano hay potencial, y que la misión de un maestro es ayudar a que ese potencial se despliegue y florezca, pero no conseguía que este chico, de alguna manera, respondiera a los distintos intentos que había hecho para que ganara confianza en sí mismo.
Un día, el maestro aparece con una piedra, una piedra muy rara, la levanta delante de la clase y pregunta: «¿Qué es esto?», se produce un silencio porque nadie sabe lo que es eso salvo una persona que ya os imagináis quien era, Benjamin, pero Benjamin era el tonto de la clase. La primera pregunta es: ¿por qué lo sabía Benjamin?, Benjamin lo sabía porque en la biblioteca pública se había dedicado a leer libros de ciencia y por casualidad o sincronicidad, quien sabe, había encontrado libros sobre minerales y había una foto de esa piedra. ¿Pero vosotros pensáis que el tonto de la clase se atreve a hablar? No, porque tú mismo ya matas la respuesta antes de que nazca, es imposible, si no lo sabe el resto, tengo que estar equivocado aunque parezca que estoy en lo correcto. Pero el profesor sostenía la roca: «¿De verdad que nadie sabe lo que es esta roca?», y, tímidamente, el joven Benjamin alzó la mano.
Cuando una persona solo ve el performance (perfórmans) y solo enjuicia a los demás, es muy fácil decir: «Venga, Benjamin, ¿cómo lo vas a saber tú, si tú no sabes nada? Pero aquel profesor mantuvo un espíritu curioso, interesado, él sabía que en todo ser humano hay grandeza, la buscaba, la llamaba constantemente. «¿Benjamin, tú lo sabes?», «Sí», «¿Qué es?», «Obsidiana», «Correcto», pero el profesor podría haber dicho: «Todo el mundo puede tener suerte en esta vida», podría haber dicho eso, no, porque él estaba buscando el hilo que te lleva a la madeja. Dijo: «¿Sabes algo más de la obsidiana?», y vaya que si sabía el joven Benjamin, empezó a hablar sobre la obsidiana, las temperaturas elevadísimas, luego el frío cómo cristaliza la roca, etcétera, etcétera. Lo que podría parecer una cosa sencilla, sin más importancia, banal, supuso un antes y un después en la vida de este chico porque este chico recuperó la confianza en sí mismo, creyó que era posible aprender, creyó en sí mismo, creyó que a pesar de su triste cuna, por decirlo de una manera, podría tener un brillante futuro. Este chico pasó de ser el último de la clase a ser el mejor estudiante de su colegio, hizo realidad su más profundo sueño, que era absolutamente imposible, ser médico, se convirtió en el mejor neurocirujano infantil de la historia, el profesor Ben Carson.
Ben Carson en 1987 hizo una operación de separar a dos gemelos siameses unidos a nivel craneoencefálico. Todas las cirugías que se habían hecho hasta aquel momento para separar lo que se llama un craneopago, esta malformación craneoencefálicas, todas, los niños habían muerto en la mesa de quirófano. En esta operación, en 1987, intervinieron setenta profesionales de la medicina y duró veintidós horas, los dos niños salieron adelante, vivieron y estuvieron bien y sanos. Él aplicó técnicas especiales de cirugía cardíaca a la neurocirugía, a nadie se le habían ocurrido. Entonces, lo que os quiero transmitir es esto, es un ejemplo de como en todo ser humano hay potencial, en todo ser humano hay grandeza, y tenemos, entiendo, que tener esta disposición a crear espacios de oportunidad para que esas personas puedan mostrar lo que en realidad siempre han tenido y siempre tendrán, pero que no todo el mundo mostrará si no ve ese espacio de oportunidad.
Mario Alonso Puig. Por favor.
María: Hola, Mario, soy María.
Mario Alonso Puig: María.
María: Como educadora, creo que la motivación es necesaria para el aprendizaje, y tú dices que hay seis motivaciones fundamentales para una persona, ¿podrías hablarnos de ellas?
Mario Alonso Puig: Sí, es una gran pregunta. La motivación es lo que nos mueve a la acción, y hay, efectivamente, seis motivaciones que además están presentes en las distintas culturas, es una mezcla de nuestra naturaleza y, también, el entorno cultural.
La primera es la motivación de estar en entornos seguros, de poder controlar lo que pasa, de saber que el suelo que pisamos es un suelo firme.
La segunda es una motivación de sentirnos reconocidos, sentirnos valorados, de tener un cierto estatus.
La tercera es de pertenecer al grupo, es decir, que lleguemos a un sitio y entendamos, sintamos que nos acogen, que no nos desprecian, que no nos marginan.
La cuarta motivación es una motivación al desafío, al reto. Si en la vida no hubiera retos, María, sería muy aburrida. Yo sé que, a veces, nos gusta mucho estar en la zona de confort, pero durante un tiempo, al cabo de un tiempo no hay quien lo aguante. Entonces, ese reto, ese desafío es una motivación importante.
La quinta motivación es la de crecer, mejorar y progresar, y
la sexta es la de contribuir al bienestar de otras personas, el tener una vida con propósitos.
Lo más importante son las motivaciones fundamentales que nos mueven dentro de las seis. Si una persona, toda su fuerza la lleva a la aventura, la lleva al descubrimiento, al reto y, sin embargo, no cuida un poco la motivación de la seguridad, pues, a lo mejor, se puede meter en aventuras insensatas, ¿no? Entonces, hay un equilibrio natural que hace que las personas nos mantengamos, de alguna manera, en una línea razonable.
Cuando alguna de ellas toma alguna preponderancia o una significación demasiado grande, es cuando podemos tener ciertos problemas. ¿Te respondí, María?
María: Sí, gracias.
Ya durante el Renacimiento Miguel Ángel dijo: en el bloque de mármol esta el David o la Piedad, el maestro, el escultor solo tiene que quitar lo que le sobra,... para sacar de su interior la figura,...
http://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/inteligencia-y-desarrollo-personal-mario-alonso-puig/
viernes, 8 de junio de 2018
Se cierra el cerco alrededor de Julian Assange por Rafael Poch
Tras seis años de confinamiento, incomunicado y aislado, el imperio se cobra su cuenta.
A principios de abril, Joseph Di Salvo, subcomandante del mando sur (Southcom) del ejército de Estados Unidos, visitó Quito. El asunto de su visita era la negociación para la reapertura de una base militar americana en Ecuador. El anterior presidente, Rafael […]
http://rafaelpoch.com/author/rafaelpoch/
A principios de abril, Joseph Di Salvo, subcomandante del mando sur (Southcom) del ejército de Estados Unidos, visitó Quito. El asunto de su visita era la negociación para la reapertura de una base militar americana en Ecuador. El anterior presidente, Rafael […]
http://rafaelpoch.com/author/rafaelpoch/
¡Queremos jugar en la calle! Ante los temores de los padres en el siglo XXI se impone la reconquista de espacios para el ocio donde dar rienda suelta a la creatividad infantil.
Cuándo fue la última vez que vieron a un grupo de niños menores de 12 años en la calle sin la compañía de algún adulto? Vivimos en un país con un clima ideal para disfrutar al aire libre, una diversión que no supone gastos, donde lo único indispensable es contar con cómplices de juego. Entonces, ¿por qué los niños no juegan en nuestras calles?
Veamos posibles culpables y empecemos por uno de los más evidentes: la baja tasa de natalidad. En 50 años hemos pasado de las familias numerosas a la parejita, y de ahí a celebrar la llegada del hijo único, lo que complica el encuentro de compañeros de juego.
Siguiente sospechoso: la tecnología. Más de un adulto se ha sorprendido alguna vez refunfuñando sobre la adicción de los niños a las “alienantes” videoconsolas y videojuegos, mientras suspira recordando sus polis y cacos, el escondite o cualquiera de los juegos “de toda la vida”. Quizás este pensamiento recurrente de que todo pasado fue mejor esté grabado en nuestro ADN, pero ¿qué alternativas reales a la tecnología y al juego en espacios interiores tienen los niños?
Advierto un nuevo inculpado: la planificación urbana y, en concreto, la falta de lugares accesibles en los barrios. Los niños se enfrentan a ciudades organizadas en torno al coche, su emperador. ¿Dónde pueden ir sin la necesidad de que los padres los lleven o vigilen por temor a que les pueda pasar algo?
Llamemos a il capo di tutti capi: el miedo y su esbirro, la seguridad. Me contaba una amiga que había regalado el libro Costras (Media Vaca) a un niño de cinco años que JAMÁS había visto una costra. ¿Cómo es posible? Recuerdo las competiciones de arañazos, costras y chichones que hacíamos, llegábamos incluso a desear tener una escayola de esas llenas de firmas. Al fin y al cabo, las heridas son condecoraciones del juego que enseñan a perder el miedo, a sortear conflictos o a comprobar que esos rasguños no son el fin del mundo. Discutir y hacer las paces, afrontar retos y responsabilidades hace que ganemos confianza en nosotros mismos. Por mucho que todo padre desee tener a sus churumbeles protegidos entre algodones, no deberíamos olvidar que lo que genera la sobreprotección es inseguridad y dependencia.
También me asombra escuchar que hay colegios en los que no sólo se han prohibido el balón prisionero y el churro, sino incluso las peonzas y las cuerdas. El churro ya se practicaba en Egipto y en la antigua Roma. La pelota, el escondite, la soga, el pilla-pilla, la gallina ciega o el trompo eran algunos de los juegos con los que disfrutaban los niños de Grecia. El balón prisionero tiene asimismo un pasado asombroso y, muchas veces, mortal. Hace más de 200 años fue un entrenamiento entre tribus de África para cohesionar el grupo y defenderse de otras tribus enemigas. Un método interesante, si no fuera por la salvedad de que en lugar de pelotas usaban piedras para atacar al contrario y proteger a sus compañeros. Aquello sí que era escabroso.
El temor de los padres y su obsesión por la seguridad conllevan la necesidad de planificar y controlar el tiempo de los hijos. Así, es habitual que los niños pasen casi todas sus horas ocupados hasta rebosar con actividades extraescolares, otras grandes culpables a las que habría que llamar a la palestra.
Nos hemos erigido en guardianes del ocio infantil. Moldeamos su tiempo de juego con actividades dirigidas que, aparentemente, les aportan nutritivos contenidos didácticos. Libros moralizantes, juguetes educativos… son perfectos para formar futuros ciudadanos grises de provecho.
¡Queremos jugar en la calle!
¡Qué mal vistos han estado siempre esos ratos de “no hacer nada”! No deberíamos olvidar que la única finalidad del juego libre es jugar. En el momento en el que es impuesto o trazamos objetivos, se acabó la diversión.
Entonces, ¿cómo podríamos devolverles la calle a los niños? La iniciativa Camino Escolar es un buen ejemplo de cómo a partir de la reconquista del espacio público se puede recuperar la autonomía infantil. Para que los menores puedan ir solos al colegio, se trazan recorridos más seguros reduciendo el tráfico, detectando problemas y oportunidades del entorno cotidiano e implicando a la colectividad: padres, profesores, Administraciones, empresas de transporte y, como principales compinches, comerciantes de la zona atentos a lo largo del itinerario. Aunque con antecedentes más lejanos, la idea de Camino Escolar parte de los años setenta en la ciudad danesa de Odense. Dentro de España se ha puesto en marcha en San Sebastián, Madrid, Barcelona, Sevilla, Terrassa, Segovia, Getafe o Torrelodones.
Proyectos vecinales como éste posibilitan el encuentro fortuito entre chavales para formar grupos de juego, pequeñas pandillas, y que salgan solos cuidando los unos de los otros. Tiempo de juego para los niños y tiempo libre para los padres, sabiendo que sus hijos lo están pasando bien.
Es necesario que los niños dispongan de sus propios espacios. En la Europa de entreguerras, zonas tan poco seguras como los descampados producidos por bombas se convirtieron en terrenos improvisados de juego infantil que inspirarían los futuros playgrounds. Espacios de libertad donde niños de diferentes edades podían recrear juegos sin reglas y, desde sus propias construcciones, desarrollaban entre ellos conocimientos y destrezas.
Parece que no es tanto cuestión de medios sino de voluntad y de organización. Al igual que para los juegos tradicionales, es muy poco lo que se necesita para hacer de los espacios públicos lugares de encuentro espontáneo donde los niños puedan proyectar libremente sus juegos y experimentar, transformar, destruir, construir o simplemente tumbarse a hablar.
¿Salimos a jugar? ¡Tomemos la calle!
elpaissemanal@elpais.es
https://elpais.com/elpais/2016/03/17/eps/1458239815_927611.html
Veamos posibles culpables y empecemos por uno de los más evidentes: la baja tasa de natalidad. En 50 años hemos pasado de las familias numerosas a la parejita, y de ahí a celebrar la llegada del hijo único, lo que complica el encuentro de compañeros de juego.
Siguiente sospechoso: la tecnología. Más de un adulto se ha sorprendido alguna vez refunfuñando sobre la adicción de los niños a las “alienantes” videoconsolas y videojuegos, mientras suspira recordando sus polis y cacos, el escondite o cualquiera de los juegos “de toda la vida”. Quizás este pensamiento recurrente de que todo pasado fue mejor esté grabado en nuestro ADN, pero ¿qué alternativas reales a la tecnología y al juego en espacios interiores tienen los niños?
Advierto un nuevo inculpado: la planificación urbana y, en concreto, la falta de lugares accesibles en los barrios. Los niños se enfrentan a ciudades organizadas en torno al coche, su emperador. ¿Dónde pueden ir sin la necesidad de que los padres los lleven o vigilen por temor a que les pueda pasar algo?
Llamemos a il capo di tutti capi: el miedo y su esbirro, la seguridad. Me contaba una amiga que había regalado el libro Costras (Media Vaca) a un niño de cinco años que JAMÁS había visto una costra. ¿Cómo es posible? Recuerdo las competiciones de arañazos, costras y chichones que hacíamos, llegábamos incluso a desear tener una escayola de esas llenas de firmas. Al fin y al cabo, las heridas son condecoraciones del juego que enseñan a perder el miedo, a sortear conflictos o a comprobar que esos rasguños no son el fin del mundo. Discutir y hacer las paces, afrontar retos y responsabilidades hace que ganemos confianza en nosotros mismos. Por mucho que todo padre desee tener a sus churumbeles protegidos entre algodones, no deberíamos olvidar que lo que genera la sobreprotección es inseguridad y dependencia.
También me asombra escuchar que hay colegios en los que no sólo se han prohibido el balón prisionero y el churro, sino incluso las peonzas y las cuerdas. El churro ya se practicaba en Egipto y en la antigua Roma. La pelota, el escondite, la soga, el pilla-pilla, la gallina ciega o el trompo eran algunos de los juegos con los que disfrutaban los niños de Grecia. El balón prisionero tiene asimismo un pasado asombroso y, muchas veces, mortal. Hace más de 200 años fue un entrenamiento entre tribus de África para cohesionar el grupo y defenderse de otras tribus enemigas. Un método interesante, si no fuera por la salvedad de que en lugar de pelotas usaban piedras para atacar al contrario y proteger a sus compañeros. Aquello sí que era escabroso.
El temor de los padres y su obsesión por la seguridad conllevan la necesidad de planificar y controlar el tiempo de los hijos. Así, es habitual que los niños pasen casi todas sus horas ocupados hasta rebosar con actividades extraescolares, otras grandes culpables a las que habría que llamar a la palestra.
Nos hemos erigido en guardianes del ocio infantil. Moldeamos su tiempo de juego con actividades dirigidas que, aparentemente, les aportan nutritivos contenidos didácticos. Libros moralizantes, juguetes educativos… son perfectos para formar futuros ciudadanos grises de provecho.
¡Queremos jugar en la calle!
¡Qué mal vistos han estado siempre esos ratos de “no hacer nada”! No deberíamos olvidar que la única finalidad del juego libre es jugar. En el momento en el que es impuesto o trazamos objetivos, se acabó la diversión.
Entonces, ¿cómo podríamos devolverles la calle a los niños? La iniciativa Camino Escolar es un buen ejemplo de cómo a partir de la reconquista del espacio público se puede recuperar la autonomía infantil. Para que los menores puedan ir solos al colegio, se trazan recorridos más seguros reduciendo el tráfico, detectando problemas y oportunidades del entorno cotidiano e implicando a la colectividad: padres, profesores, Administraciones, empresas de transporte y, como principales compinches, comerciantes de la zona atentos a lo largo del itinerario. Aunque con antecedentes más lejanos, la idea de Camino Escolar parte de los años setenta en la ciudad danesa de Odense. Dentro de España se ha puesto en marcha en San Sebastián, Madrid, Barcelona, Sevilla, Terrassa, Segovia, Getafe o Torrelodones.
Proyectos vecinales como éste posibilitan el encuentro fortuito entre chavales para formar grupos de juego, pequeñas pandillas, y que salgan solos cuidando los unos de los otros. Tiempo de juego para los niños y tiempo libre para los padres, sabiendo que sus hijos lo están pasando bien.
Es necesario que los niños dispongan de sus propios espacios. En la Europa de entreguerras, zonas tan poco seguras como los descampados producidos por bombas se convirtieron en terrenos improvisados de juego infantil que inspirarían los futuros playgrounds. Espacios de libertad donde niños de diferentes edades podían recrear juegos sin reglas y, desde sus propias construcciones, desarrollaban entre ellos conocimientos y destrezas.
Parece que no es tanto cuestión de medios sino de voluntad y de organización. Al igual que para los juegos tradicionales, es muy poco lo que se necesita para hacer de los espacios públicos lugares de encuentro espontáneo donde los niños puedan proyectar libremente sus juegos y experimentar, transformar, destruir, construir o simplemente tumbarse a hablar.
¿Salimos a jugar? ¡Tomemos la calle!
elpaissemanal@elpais.es
https://elpais.com/elpais/2016/03/17/eps/1458239815_927611.html
jueves, 7 de junio de 2018
_- Ante el silencio mundial, la región kurda de Afrin está siendo devastada por la invasión militar de Turquía y diversos grupos terroristas. La tierra de paz que Erdogan convirtió en una cueva de terroristas
_- Leandro Albani
La tinta
Los valles, ríos y campos de Afrin, que durante siete años resguardaron a su población de la guerra en Siria, hace casi seis meses que se transformaron en una tierra de muerte, secuestros, violaciones y disputas geopolíticas. Los responsables de esta situación: el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su ejército, pero también los grupos terroristas -como Al Qaeda, el Estado Islámico (ISIS) y el Ejército Libre Sirio (ELS)-, que avanzan junto a los uniformados turco en la ocupación de esa región kurda del norte de Siria.
Cuando el 20 de enero pasado Erdogan ordenó los bombardeos masivos sobre Afrin, con la denominada Operación Rama de Olivo, sucedió algo que pocas veces se había visto en Siria: Rusia y Estados Unidos llegaron a un acuerdo en medio de las tensiones diplomáticas, el pragmatismo reinante en Medio Oriente y un territorio devastado por bombardeos y los combates múltiples. Moscú y Washington aprobaron los ataques turcos con justificaciones varias o con profundos silencios ante las muertes de los civiles.
Afrin es una de las regiones kurdas que forma parte de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS). Es una zona constituida por casi 400 pueblos y aldeas, y con 500 mil habitantes distribuidos en los siete distritos en que se divide un territorio de 2.033 kilómetros cuadrados. Sobre esa tierra de olivares y agricultura, que en los últimos años recibió al menos a 500 mil desplazados internos de Siria, el Estado turco descargó toda su furia. Por un lado, con el objetivo de desbaratar la experiencia política y social encabezada por los kurdos y otros pueblos de la zona, como los árabes, asirios, turcomanos y armenios; por el otro, juega su carta militar para agitar y capitalizar al nacionalismo turco frente a las próximas elecciones del 24 de junio, que el gobierno adelantó 18 meses. Con una economía inestable y frágil en Turquía, la administración de Erdogan también ocupó Afrin para tapar con una mano un sol de problemas internos.
La denuncia más recurrente de las autoridades de la FDNS, como también de las instituciones de autogobierno de Afrin, es que Turquía intenta implementar un radical cambio demográfico en la región. Como en otras ocasiones le sucedió al pueblo kurdo, el objetivo del Estado turco es desplazar a los habitantes y en sus casas instalar pobladores de otros lugares. Con 200 mil personas desplazadas de Afrin hacia la región de Shebha (norte de Alepo), el ejército turco ahora recibe a los terroristas y a sus familiares que escapan de otras zonas de Siria, luego de negociar con el gobierno de Damasco.
El viernes se conoció que el ejército turco trasladó cuarenta familias desde Guta Oriental y las estableció en casas abandonadas por sus propietarios en la aldea de Kaxure, en el distrito de Mabeta. El miércoles las fuerzas turcas instalaron a 15 familias de yihadistas en la aldea de Kurzêlê. Las autoridades de Afrin afirman que desde el inicio de la invasión, Turquía ya envió a la región un total 1.139 familias de integrantes de grupos terroristas.
Testimonios recogidos en Rajo confirmaron que varias casas son utilizadas como “centros de investigación y tortura”, y que hasta ahora cincuenta civiles fueron secuestrados en las localidades de Cheqmaqa, Xilalka, Jenjliya y Elemdar.
A su vez, medios de comunicación kurdos informaron que el ejército turco usurpó tierras en la aldea de Eltaniya, en Rajo, y luego de talar quinientos olivares inició la construcción de una base militar.
Frente a este panorama, el Movimiento por una Sociedad Democrática (TEV-DEM), uno de los principales órganos de autogobierno del norte de Siria, denunció que el Estado turco y sus aliados “torturan y secuestran, saquean y ejercen una violencia inusitada” en Afrin. El TEV-DEM advirtió que Turquía ordenó “que los colegios solo puedan usar la lengua turca en clase y han cambiado los nombres kurdos de las tiendas e instituciones públicas, las cuales ahora usan el turco. Como si todo esto no fuera suficiente, están presionando al pueblo a cambiar sus nombres de pila en kurdo al turco. Lo que estamos viendo en Afrin es un grado de violencia inhumano”.
Además de aplicar estos métodos, la administración turca estableció, bajo la coordinación de sus servicios de inteligencia (MIT), un consejo de gobierno para Afrin en una reunión realizada en Gaziantep, en territorio kurdo de Turquía, integrado por yihadistas, kurdos de derecha y en el cual quedaron excluidas las mujeres.
Desde la invasión militar a finales de enero, el ejército turco y los mercenarios que lo acompañan son responsables del asesinato de más de 300 civiles, incluidas 56 mujeres y 46 menores de edad.
Quien se pronunció sobre la situación crítica que viven los pobladores de Afrin, fue Lina Berekat, coordinadora general de la Asamblea de Mujeres Sirias (AMS). Berekat afirmó que “Turquía está cometiendo crímenes de guerra en Afrin” y denunció que “la guerra en Siria se está recrudeciendo gracias al entrenamiento y apoyo que Turquía está otorgando a los terroristas”.
La dirigente alertó que el ejército turco en Afrin comete prácticas como el secuestro, la violación, el asesinato y el cambio demográfico. Al referirse a la situación de las mujeres, Berekat advirtió que fueron “desprovistas de su derecho a la educación, la sanidad y han sido forzadas a emigrar. Las mujeres han sufrido y todavía sufren acoso, violaciones, asesinatos y son vendidas como esclavas”. Desde la AMS revelaron que durante la ocupación a Afrin, un total de 119 mujeres fueron secuestradas por los soldados y los terroristas.
Cualquier semejanza entre las prácticas de ISIS y el ejército turco no es pura casualidad.
Fuente original:
https://latinta.com.ar/2018/06/la-tierra-de-paz-que-erdogan-convirtio-en-una-cueva-de-terroristas/
La tinta
Los valles, ríos y campos de Afrin, que durante siete años resguardaron a su población de la guerra en Siria, hace casi seis meses que se transformaron en una tierra de muerte, secuestros, violaciones y disputas geopolíticas. Los responsables de esta situación: el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su ejército, pero también los grupos terroristas -como Al Qaeda, el Estado Islámico (ISIS) y el Ejército Libre Sirio (ELS)-, que avanzan junto a los uniformados turco en la ocupación de esa región kurda del norte de Siria.
Cuando el 20 de enero pasado Erdogan ordenó los bombardeos masivos sobre Afrin, con la denominada Operación Rama de Olivo, sucedió algo que pocas veces se había visto en Siria: Rusia y Estados Unidos llegaron a un acuerdo en medio de las tensiones diplomáticas, el pragmatismo reinante en Medio Oriente y un territorio devastado por bombardeos y los combates múltiples. Moscú y Washington aprobaron los ataques turcos con justificaciones varias o con profundos silencios ante las muertes de los civiles.
Afrin es una de las regiones kurdas que forma parte de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS). Es una zona constituida por casi 400 pueblos y aldeas, y con 500 mil habitantes distribuidos en los siete distritos en que se divide un territorio de 2.033 kilómetros cuadrados. Sobre esa tierra de olivares y agricultura, que en los últimos años recibió al menos a 500 mil desplazados internos de Siria, el Estado turco descargó toda su furia. Por un lado, con el objetivo de desbaratar la experiencia política y social encabezada por los kurdos y otros pueblos de la zona, como los árabes, asirios, turcomanos y armenios; por el otro, juega su carta militar para agitar y capitalizar al nacionalismo turco frente a las próximas elecciones del 24 de junio, que el gobierno adelantó 18 meses. Con una economía inestable y frágil en Turquía, la administración de Erdogan también ocupó Afrin para tapar con una mano un sol de problemas internos.
La denuncia más recurrente de las autoridades de la FDNS, como también de las instituciones de autogobierno de Afrin, es que Turquía intenta implementar un radical cambio demográfico en la región. Como en otras ocasiones le sucedió al pueblo kurdo, el objetivo del Estado turco es desplazar a los habitantes y en sus casas instalar pobladores de otros lugares. Con 200 mil personas desplazadas de Afrin hacia la región de Shebha (norte de Alepo), el ejército turco ahora recibe a los terroristas y a sus familiares que escapan de otras zonas de Siria, luego de negociar con el gobierno de Damasco.
El viernes se conoció que el ejército turco trasladó cuarenta familias desde Guta Oriental y las estableció en casas abandonadas por sus propietarios en la aldea de Kaxure, en el distrito de Mabeta. El miércoles las fuerzas turcas instalaron a 15 familias de yihadistas en la aldea de Kurzêlê. Las autoridades de Afrin afirman que desde el inicio de la invasión, Turquía ya envió a la región un total 1.139 familias de integrantes de grupos terroristas.
Testimonios recogidos en Rajo confirmaron que varias casas son utilizadas como “centros de investigación y tortura”, y que hasta ahora cincuenta civiles fueron secuestrados en las localidades de Cheqmaqa, Xilalka, Jenjliya y Elemdar.
A su vez, medios de comunicación kurdos informaron que el ejército turco usurpó tierras en la aldea de Eltaniya, en Rajo, y luego de talar quinientos olivares inició la construcción de una base militar.
Frente a este panorama, el Movimiento por una Sociedad Democrática (TEV-DEM), uno de los principales órganos de autogobierno del norte de Siria, denunció que el Estado turco y sus aliados “torturan y secuestran, saquean y ejercen una violencia inusitada” en Afrin. El TEV-DEM advirtió que Turquía ordenó “que los colegios solo puedan usar la lengua turca en clase y han cambiado los nombres kurdos de las tiendas e instituciones públicas, las cuales ahora usan el turco. Como si todo esto no fuera suficiente, están presionando al pueblo a cambiar sus nombres de pila en kurdo al turco. Lo que estamos viendo en Afrin es un grado de violencia inhumano”.
Además de aplicar estos métodos, la administración turca estableció, bajo la coordinación de sus servicios de inteligencia (MIT), un consejo de gobierno para Afrin en una reunión realizada en Gaziantep, en territorio kurdo de Turquía, integrado por yihadistas, kurdos de derecha y en el cual quedaron excluidas las mujeres.
Desde la invasión militar a finales de enero, el ejército turco y los mercenarios que lo acompañan son responsables del asesinato de más de 300 civiles, incluidas 56 mujeres y 46 menores de edad.
Quien se pronunció sobre la situación crítica que viven los pobladores de Afrin, fue Lina Berekat, coordinadora general de la Asamblea de Mujeres Sirias (AMS). Berekat afirmó que “Turquía está cometiendo crímenes de guerra en Afrin” y denunció que “la guerra en Siria se está recrudeciendo gracias al entrenamiento y apoyo que Turquía está otorgando a los terroristas”.
La dirigente alertó que el ejército turco en Afrin comete prácticas como el secuestro, la violación, el asesinato y el cambio demográfico. Al referirse a la situación de las mujeres, Berekat advirtió que fueron “desprovistas de su derecho a la educación, la sanidad y han sido forzadas a emigrar. Las mujeres han sufrido y todavía sufren acoso, violaciones, asesinatos y son vendidas como esclavas”. Desde la AMS revelaron que durante la ocupación a Afrin, un total de 119 mujeres fueron secuestradas por los soldados y los terroristas.
Cualquier semejanza entre las prácticas de ISIS y el ejército turco no es pura casualidad.
Fuente original:
https://latinta.com.ar/2018/06/la-tierra-de-paz-que-erdogan-convirtio-en-una-cueva-de-terroristas/
Eduardo Galeano: El trabajo y la dignidad humana
Este bello y poderoso texto fue leído por Eduardo Galeano en la sesión magistral de clausura de la VI Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, llevada a cabo del 6 al 9 de noviembre de 2012 en la Ciudad de México. Más de 5 mil participantes, gran parte de ellos jóvenes, acompañaron su presentación en aquellas jornadas promovidas por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la UNESCO. Más abajo puede accederse al video completo de su conferencia.
No sé cómo podremos acostumbrarnos a la ausencia de Eduardo Galeano, a sus siempre necesarios y oportunos relatos, a su compromiso y militancia incansable a favor de la justicia, la libertad y la igualdad. El mejor homenaje que podemos rendirle es leerlo y escucharlo, contagiando a las nuevas generaciones el valor de la palabra para hacer del nuestro, un mundo más humano.
Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo de CLACSO y coordinador del blog Contrapuntos.
No se asusten, empezaré diciendo “seré breve”, pero esta vez es verdad. Y es verdad porque yo estoy empeñado en una inútil campaña contra la “inflación palabreria” en América Latina, que yo creo que es más jodida, más peligrosa que la inflación monetaria, pero se cultiva con más frecuencia. Y porque además lo que voy a hacer es leer para ustedes un mosaico de textos breves previamente publicados en revistas, periódicos, libros. Pero no reunidos como ahora en una sola ocasión, reunidos en torno a una pregunta que me ocupa y me preocupa como –estoy seguro– a todos ustedes, que es la pregunta siguiente: ¿los derechos de los trabajadores son ahora un tema para arqueólogos? ¿Sólo para arqueólogos? ¿Una memoria perdida de tiempos idos? Este en un mosaico armado con textos diversos que se refieren todos –sin querer queriendo, yendo y viniendo entre el pasado y el presente– a esta pregunta más que nunca actualizada: ¿“Los derechos de los trabajadores” es un tema para arqueólogos? Más que nunca actualizada en estos tiempos de crisis, en los que más que nunca los derechos están siendo despedazados por el huracán feroz que se lleva todo por delante, que castiga el trabajo y en cambio recompensa la especulación, y está arrojando al tacho (cubo) de la basura más de dos siglos de conquistas obreras.
La tarántula universal
Ocurrió en Chicago en 1886. El 1º de mayo, cuando la huelga obrera paralizó Chicago y otras ciudades, el diario Philadelphia Tribune diagnosticó: “El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate”. Locos de remate estaban los obreros que luchaban por la jornada de trabajo de ocho horas y por el derecho a la organización sindical. Al año siguiente, cuatro dirigentes obreros, acusados de asesinato, fueron sentenciados sin pruebas en un juicio mamarracho. Se llamaban George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies; marcharon a la horca mientras el quinto condenado (Louis Lingg) se había volado la cabeza en su celda.
Cada 1º de mayo el mundo entero los recuerda.
Dicho sea de paso, les cuento que estuve en Chicago hace unos siete u ocho años, y les pedí a mis amigos que me llevaran al lugar donde todo esto había ocurrido, y no lo conocían. Entonces me di cuenta de que en realidad esto, esta ceremonia universal – la única fiesta de veras universal que existe –, en Estados Unidos no se celebraba; o sea, era en ese momento el único país del mundo donde el 1 de mayo no era el Día de los Trabajadores. En estos últimos tiempos eso ha cambiado, recibí hace poco una carta muy jubilosa de estos mismos amigos contándome que ahora había en ese lugar un monolito que recordaba a estos héroes del sindicalismo, que las cosas habían cambiado y que se había hecho una manifestación de cerca de un millón de personas en su memoria por primera vez en la historia. Y la carta terminaba diciendo: “Ellos te saludan”.
Cada 1º de mayo el mundo recuerda a esos mártires, y con el paso del tiempo las convenciones internacionales, las constituciones y las leyes les han dado la razón. Sin embargo, las empresas más exitosas siguen sin enterarse. Prohíben los sindicatos obreros y miden las jornadas de trabajo con aquellos relojes derretidos de Salvador Dalí.
Una enfermedad llamada "trabajo"
En 1714 murió Bernardino Ramazzini. Él era un médico raro, un médico rarísimo, que empezaba preguntando: “¿En qué trabaja usted?”. A nadie se le había ocurrido que eso podía tener alguna importancia. Su experiencia le permitió escribir el primer Tratado de Medicina del Trabajo, donde describió – una por una– las enfermedades frecuentes en más de cincuenta oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos. Mientras Ramazzini moría en Padua, en Londres nacía Percivall Pott. Siguiendo las huellas del maestro italiano, este médico inglés investigó la vida y la muerte de los obreros pobres. Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín.
El hollín era su verdugo.
Desechables
Más de 90 millones de clientes acuden, cada semana, a las tiendas Walmart. Sus más de 900 mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La exitosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación. Y más, el fundador de Walmart, Sam Walton, recibió en 1992 la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de los Estados Unidos.
Uno de cada cuatro adultos norteamericanos y nueve de cada diez niños engullen en McDonald’s la comida plástica que los engorda. Los trabajadores de McDonald’s son tan desechables como la comida que sirven. Los pica la misma máquina. Tampoco ellos tienen el derecho de sindicarse.
En Malasia, donde los sindicatos obreros todavía existen y actúan, las empresas Intel, Motorola, Texas Instruments y Hewlett-Packard lograron evitar esa molestia. El gobierno de Malasia declaró union free (libre de sindicatos) el sector electrónico. Tampoco tenían ninguna posibilidad de afiliarse las 190 obreras que murieron quemadas vivas en Tailandia en 1993, en el galpón trancado por fuera donde fabricaban los muñecos de Sesame Street, Bart Simpson, la familia Simpson y los Muppets.
En sus campañas electorales del año 2000, los candidatos Bush y Gore coincidieron en la necesidad de seguir imponiendo en el mundo el modelo norteamericano de relaciones laborales. “Nuestro estilo de trabajo” – como ambos lo llamaron – es el que está marcando el paso de la globalización que avanza con botas de siete leguas y entra hasta en los más remotos rincones del planeta.
La tecnología, que ha abolido las distancias, permite ahora que un obrero de Nike en Indonesia tenga que trabajar 100 mil años para ganar lo que gana en un año – 100 mil años para ganar lo que gana en un año – un trabajador de su empresa en los Estados Unidos. Es la continuación de la época colonial, en una escala jamás conocida. Los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos baratos y productos baratos, aunque ahora produzcan muñecos, zapatos deportivos, computadoras o instrumentos de alta tecnología, además de producir como antes caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial.
Desde 1919 se han firmado 183 convenios internacionales que regulan las relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania 76 y los Estados Unidos… 14. El país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus propias órdenes. Así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones, lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo. Paradójicamente, este país que no reconoce más ley que la ley del trabajo… no reconoce más ley que la ley del trabajo fuera de la ley, es el que dice que ahora no habrá más remedio que incluir cláusulas sociales y de protección ambiental en los Acuerdos de Libre Comercio. ¿Qué sería de la realidad, no? ¿Qué sería de ella sin la publicidad que la enmascara? Estas cláusulas son meros impuestos que el vicio paga a la virtud con cargo al rubro “relaciones públicas”, pero la sola mención de los derechos obreros pone los pelos de punta a los más fervorosos partidarios, abogados, del salario de hambre, el horario de goma y el despido libre.
Desde que Ernesto Zedillo dejó la Presidencia de México, pasó a integrar los directorios de la Union Pacific Corporation y del consorcio Procter & Gamble, que opera en 140 países, y además encabeza una comisión de las Naciones Unidas y difunde sus pensamientos en la revista Forbes. En idioma “tecnocratés”, se indigna contra lo que llama “la imposición de estándares homogéneos en los nuevos acuerdos comerciales”; traducido, eso significa “olvidemos de una buena vez toda la legislación internacional que todavía protege más o menos, menos que más, a los trabajadores”. El presidente jubilado cobra por predicar la esclavitud, pero el principal director ejecutivo de General Electric lo dice más claro: “Para competir hay que exprimir los limones”, y no es necesario aclarar que él no trabaja de limón en el reality show del mundo de nuestro tiempo. Ante las denuncias y las protestas, las empresas se lavan las manos y “yo no fui, yo no fui”.
En la industria posmoderna el trabajo ya no está concentrado, así es en todas partes, y no sólo en la actividad privada. Los contratistas fabrican las tres cuartas partes de los autos de Toyota; de cada cinco obreros de Volkswagen en Brasil, sólo uno es empleado de la empresa; de los 81 obreros de Petrobras muertos en accidentes de trabajo a fines del siglo XX, 66 estaban al servicio de contratistas que no cumplen las normas de seguridad.
A través de 300 empresas contratistas, China produce la mitad de todas las muñecas Barbie para las niñas del mundo. En China sí hay sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra. “Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social para asegurar un clima favorable a los inversores”, explicó Bo Xilai, alto dirigente del Partido Comunista Chino.
El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden, a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha.
Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman sweatshops (“talleres del sudor”), crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Ocho de cada diez nuevos empleos en la Argentina están en negro, sin ninguna protección legal; nueve de cada diez nuevos empleos en toda América Latina corresponden al llamado “sector informal”, un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. ¿La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?
En el mundo del revés, la libertad oprime. La libertad del dinero exige trabajadores presos, presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El Dios del mercado amenaza y castiga, y bien lo sabe cualquier trabajador en cualquier lugar. El miedo al desempleo que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, eso hoy por hoy es la fuente de angustia más universal de todas las angustias.
¿Quién está a salvo del pánico, de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un obstáculo interno, para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que “hemos eliminado los obstáculos internos”? Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide el mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío.
Un raro acto de cordura
En 1998, Francia dictó la ley de 35 horas semanales el horario de trabajo. Trabajar menos, vivir más. Tomás Moro lo había soñado en su Utopía pero hubo que esperar cinco siglos para que por fin una nación se atreviera a cometer semejante acto de sentido común. Al fin y al cabo, ¿para qué sirven las máquinas si no es para reducir el tiempo de trabajo y ampliar nuestros espacios de libertad? ¿Por qué el progreso tecnológico tiene que regalarnos desempleo y angustia? Por una vez, al menos, hubo un país que se atrevió a desafiar tanta sinrazón. Pero, pero… poco duró la cordura. La ley de las 35 horas murió a los diez años.
Este inseguro mundo
Hoy, vale la pena advertir que no hay en el mundo nada más inseguro que el trabajo. Cada vez son más y más los trabajadores que despiertan cada día preguntando: “¿Cuántos sobraremos, quién me comprará?”. Muchos pierden el trabajo, y muchos pierden, trabajando, también la vida. Cada 15 segundos muere un obrero asesinado por eso que llaman “accidentes de trabajo”.
La inseguridad pública es el tema preferido de los políticos, que desatan la histeria colectiva en cada elección. “¡Peligro, peligro – proclaman – en cada esquina acecha un ladrón, un violador, un asesino!”. Pero esos políticos jamás denuncian que trabajar es peligroso. Y es peligroso cruzar la calle, porque cada 25 segundos muere un peatón asesinado por eso que llaman “accidentes de tránsito”. Y es peligroso comer, porque quien está a salvo del hambre puede sucumbir envenenado por la química en la comida. Y es peligroso respirar, porque en las ciudades, en las grandes ciudades, el aire es… el aire puro es como el silencio: un artículo de lujo. Y también es peligroso nacer, porque cada 3 segundos muere un niño que no ha llegado vivo a los cinco años de edad.
Una historia real para acabar (se me fue la mano con las teorías), un par de cosas que tengan más que ver con la realidad de carne y hueso, como la historia de Maruja. El 30 de marzo, Día del Servicio Doméstico, no viene mal contar la breve historia de una trabajadora de uno de los oficios más ninguneados del mundo. Maruja no tenía edad. De sus años de antes, nada decía; de sus años de después, nada esperaba. No era linda ni fea ni más o menos, caminaba arrastrando los pies, empuñando el plumero o la escoba o el cucharón. Despierta, hundía la cabeza entre los hombros. Dormida, hundía la cabeza entre las rodillas. Cuando le hablaban, miraba al suelo, como quien cuenta hormigas. Había trabajado en casas ajenas desde que tenía memoria. Nunca había salido de la ciudad de Lima, nunca. Mucho trajinó de casa en casa, y en ninguna se hallaba. Por fin, por fin, encontró un lugar donde fue tratada como si fuera persona. A los pocos días, se fue.
Se estaba encariñando.
Desaparecidos
Agosto 30, Día de los Desaparecidos. Los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre, las mujeres y los hombres que el terror tragó, los bebés que son o han sido botín de guerra, y también los bosques nativos, las estrellas en la noche de las ciudades, el aroma de las flores, el sabor de las frutas, las cartas escritas a mano, los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo, el fútbol de la calle, el derecho a caminar, el derecho a respirar, los empleos seguros, las jubilaciones seguras, las casas sin rejas, las puertas sin cerradura, el sentido comunitario y el sentido común.
El origen del mundo
Hacía pocos años que había terminado la Guerra Española, y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda, con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba.
Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo. Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me contó esta historia. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio, me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones. “Pero, papá – le preguntó Josep, llorando –, pero, papá… si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?”. Y el obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo: “¡Tonto, tonto! ¡Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles!”.
Ciudad de México, viernes 9 de noviembre de 2012
https://elpais.com/elpais/2015/04/13/contrapuntos/1428949112_142894.html
No sé cómo podremos acostumbrarnos a la ausencia de Eduardo Galeano, a sus siempre necesarios y oportunos relatos, a su compromiso y militancia incansable a favor de la justicia, la libertad y la igualdad. El mejor homenaje que podemos rendirle es leerlo y escucharlo, contagiando a las nuevas generaciones el valor de la palabra para hacer del nuestro, un mundo más humano.
Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo de CLACSO y coordinador del blog Contrapuntos.
No se asusten, empezaré diciendo “seré breve”, pero esta vez es verdad. Y es verdad porque yo estoy empeñado en una inútil campaña contra la “inflación palabreria” en América Latina, que yo creo que es más jodida, más peligrosa que la inflación monetaria, pero se cultiva con más frecuencia. Y porque además lo que voy a hacer es leer para ustedes un mosaico de textos breves previamente publicados en revistas, periódicos, libros. Pero no reunidos como ahora en una sola ocasión, reunidos en torno a una pregunta que me ocupa y me preocupa como –estoy seguro– a todos ustedes, que es la pregunta siguiente: ¿los derechos de los trabajadores son ahora un tema para arqueólogos? ¿Sólo para arqueólogos? ¿Una memoria perdida de tiempos idos? Este en un mosaico armado con textos diversos que se refieren todos –sin querer queriendo, yendo y viniendo entre el pasado y el presente– a esta pregunta más que nunca actualizada: ¿“Los derechos de los trabajadores” es un tema para arqueólogos? Más que nunca actualizada en estos tiempos de crisis, en los que más que nunca los derechos están siendo despedazados por el huracán feroz que se lleva todo por delante, que castiga el trabajo y en cambio recompensa la especulación, y está arrojando al tacho (cubo) de la basura más de dos siglos de conquistas obreras.
La tarántula universal
Ocurrió en Chicago en 1886. El 1º de mayo, cuando la huelga obrera paralizó Chicago y otras ciudades, el diario Philadelphia Tribune diagnosticó: “El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate”. Locos de remate estaban los obreros que luchaban por la jornada de trabajo de ocho horas y por el derecho a la organización sindical. Al año siguiente, cuatro dirigentes obreros, acusados de asesinato, fueron sentenciados sin pruebas en un juicio mamarracho. Se llamaban George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies; marcharon a la horca mientras el quinto condenado (Louis Lingg) se había volado la cabeza en su celda.
Cada 1º de mayo el mundo entero los recuerda.
Dicho sea de paso, les cuento que estuve en Chicago hace unos siete u ocho años, y les pedí a mis amigos que me llevaran al lugar donde todo esto había ocurrido, y no lo conocían. Entonces me di cuenta de que en realidad esto, esta ceremonia universal – la única fiesta de veras universal que existe –, en Estados Unidos no se celebraba; o sea, era en ese momento el único país del mundo donde el 1 de mayo no era el Día de los Trabajadores. En estos últimos tiempos eso ha cambiado, recibí hace poco una carta muy jubilosa de estos mismos amigos contándome que ahora había en ese lugar un monolito que recordaba a estos héroes del sindicalismo, que las cosas habían cambiado y que se había hecho una manifestación de cerca de un millón de personas en su memoria por primera vez en la historia. Y la carta terminaba diciendo: “Ellos te saludan”.
Cada 1º de mayo el mundo recuerda a esos mártires, y con el paso del tiempo las convenciones internacionales, las constituciones y las leyes les han dado la razón. Sin embargo, las empresas más exitosas siguen sin enterarse. Prohíben los sindicatos obreros y miden las jornadas de trabajo con aquellos relojes derretidos de Salvador Dalí.
Una enfermedad llamada "trabajo"
En 1714 murió Bernardino Ramazzini. Él era un médico raro, un médico rarísimo, que empezaba preguntando: “¿En qué trabaja usted?”. A nadie se le había ocurrido que eso podía tener alguna importancia. Su experiencia le permitió escribir el primer Tratado de Medicina del Trabajo, donde describió – una por una– las enfermedades frecuentes en más de cincuenta oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos. Mientras Ramazzini moría en Padua, en Londres nacía Percivall Pott. Siguiendo las huellas del maestro italiano, este médico inglés investigó la vida y la muerte de los obreros pobres. Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín.
El hollín era su verdugo.
Desechables
Más de 90 millones de clientes acuden, cada semana, a las tiendas Walmart. Sus más de 900 mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La exitosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación. Y más, el fundador de Walmart, Sam Walton, recibió en 1992 la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de los Estados Unidos.
Uno de cada cuatro adultos norteamericanos y nueve de cada diez niños engullen en McDonald’s la comida plástica que los engorda. Los trabajadores de McDonald’s son tan desechables como la comida que sirven. Los pica la misma máquina. Tampoco ellos tienen el derecho de sindicarse.
En Malasia, donde los sindicatos obreros todavía existen y actúan, las empresas Intel, Motorola, Texas Instruments y Hewlett-Packard lograron evitar esa molestia. El gobierno de Malasia declaró union free (libre de sindicatos) el sector electrónico. Tampoco tenían ninguna posibilidad de afiliarse las 190 obreras que murieron quemadas vivas en Tailandia en 1993, en el galpón trancado por fuera donde fabricaban los muñecos de Sesame Street, Bart Simpson, la familia Simpson y los Muppets.
En sus campañas electorales del año 2000, los candidatos Bush y Gore coincidieron en la necesidad de seguir imponiendo en el mundo el modelo norteamericano de relaciones laborales. “Nuestro estilo de trabajo” – como ambos lo llamaron – es el que está marcando el paso de la globalización que avanza con botas de siete leguas y entra hasta en los más remotos rincones del planeta.
La tecnología, que ha abolido las distancias, permite ahora que un obrero de Nike en Indonesia tenga que trabajar 100 mil años para ganar lo que gana en un año – 100 mil años para ganar lo que gana en un año – un trabajador de su empresa en los Estados Unidos. Es la continuación de la época colonial, en una escala jamás conocida. Los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos baratos y productos baratos, aunque ahora produzcan muñecos, zapatos deportivos, computadoras o instrumentos de alta tecnología, además de producir como antes caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial.
Desde 1919 se han firmado 183 convenios internacionales que regulan las relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania 76 y los Estados Unidos… 14. El país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus propias órdenes. Así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones, lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo. Paradójicamente, este país que no reconoce más ley que la ley del trabajo… no reconoce más ley que la ley del trabajo fuera de la ley, es el que dice que ahora no habrá más remedio que incluir cláusulas sociales y de protección ambiental en los Acuerdos de Libre Comercio. ¿Qué sería de la realidad, no? ¿Qué sería de ella sin la publicidad que la enmascara? Estas cláusulas son meros impuestos que el vicio paga a la virtud con cargo al rubro “relaciones públicas”, pero la sola mención de los derechos obreros pone los pelos de punta a los más fervorosos partidarios, abogados, del salario de hambre, el horario de goma y el despido libre.
Desde que Ernesto Zedillo dejó la Presidencia de México, pasó a integrar los directorios de la Union Pacific Corporation y del consorcio Procter & Gamble, que opera en 140 países, y además encabeza una comisión de las Naciones Unidas y difunde sus pensamientos en la revista Forbes. En idioma “tecnocratés”, se indigna contra lo que llama “la imposición de estándares homogéneos en los nuevos acuerdos comerciales”; traducido, eso significa “olvidemos de una buena vez toda la legislación internacional que todavía protege más o menos, menos que más, a los trabajadores”. El presidente jubilado cobra por predicar la esclavitud, pero el principal director ejecutivo de General Electric lo dice más claro: “Para competir hay que exprimir los limones”, y no es necesario aclarar que él no trabaja de limón en el reality show del mundo de nuestro tiempo. Ante las denuncias y las protestas, las empresas se lavan las manos y “yo no fui, yo no fui”.
En la industria posmoderna el trabajo ya no está concentrado, así es en todas partes, y no sólo en la actividad privada. Los contratistas fabrican las tres cuartas partes de los autos de Toyota; de cada cinco obreros de Volkswagen en Brasil, sólo uno es empleado de la empresa; de los 81 obreros de Petrobras muertos en accidentes de trabajo a fines del siglo XX, 66 estaban al servicio de contratistas que no cumplen las normas de seguridad.
A través de 300 empresas contratistas, China produce la mitad de todas las muñecas Barbie para las niñas del mundo. En China sí hay sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra. “Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social para asegurar un clima favorable a los inversores”, explicó Bo Xilai, alto dirigente del Partido Comunista Chino.
El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden, a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha.
Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman sweatshops (“talleres del sudor”), crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Ocho de cada diez nuevos empleos en la Argentina están en negro, sin ninguna protección legal; nueve de cada diez nuevos empleos en toda América Latina corresponden al llamado “sector informal”, un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. ¿La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?
En el mundo del revés, la libertad oprime. La libertad del dinero exige trabajadores presos, presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El Dios del mercado amenaza y castiga, y bien lo sabe cualquier trabajador en cualquier lugar. El miedo al desempleo que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, eso hoy por hoy es la fuente de angustia más universal de todas las angustias.
¿Quién está a salvo del pánico, de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un obstáculo interno, para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que “hemos eliminado los obstáculos internos”? Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide el mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío.
Un raro acto de cordura
En 1998, Francia dictó la ley de 35 horas semanales el horario de trabajo. Trabajar menos, vivir más. Tomás Moro lo había soñado en su Utopía pero hubo que esperar cinco siglos para que por fin una nación se atreviera a cometer semejante acto de sentido común. Al fin y al cabo, ¿para qué sirven las máquinas si no es para reducir el tiempo de trabajo y ampliar nuestros espacios de libertad? ¿Por qué el progreso tecnológico tiene que regalarnos desempleo y angustia? Por una vez, al menos, hubo un país que se atrevió a desafiar tanta sinrazón. Pero, pero… poco duró la cordura. La ley de las 35 horas murió a los diez años.
Este inseguro mundo
Hoy, vale la pena advertir que no hay en el mundo nada más inseguro que el trabajo. Cada vez son más y más los trabajadores que despiertan cada día preguntando: “¿Cuántos sobraremos, quién me comprará?”. Muchos pierden el trabajo, y muchos pierden, trabajando, también la vida. Cada 15 segundos muere un obrero asesinado por eso que llaman “accidentes de trabajo”.
La inseguridad pública es el tema preferido de los políticos, que desatan la histeria colectiva en cada elección. “¡Peligro, peligro – proclaman – en cada esquina acecha un ladrón, un violador, un asesino!”. Pero esos políticos jamás denuncian que trabajar es peligroso. Y es peligroso cruzar la calle, porque cada 25 segundos muere un peatón asesinado por eso que llaman “accidentes de tránsito”. Y es peligroso comer, porque quien está a salvo del hambre puede sucumbir envenenado por la química en la comida. Y es peligroso respirar, porque en las ciudades, en las grandes ciudades, el aire es… el aire puro es como el silencio: un artículo de lujo. Y también es peligroso nacer, porque cada 3 segundos muere un niño que no ha llegado vivo a los cinco años de edad.
Una historia real para acabar (se me fue la mano con las teorías), un par de cosas que tengan más que ver con la realidad de carne y hueso, como la historia de Maruja. El 30 de marzo, Día del Servicio Doméstico, no viene mal contar la breve historia de una trabajadora de uno de los oficios más ninguneados del mundo. Maruja no tenía edad. De sus años de antes, nada decía; de sus años de después, nada esperaba. No era linda ni fea ni más o menos, caminaba arrastrando los pies, empuñando el plumero o la escoba o el cucharón. Despierta, hundía la cabeza entre los hombros. Dormida, hundía la cabeza entre las rodillas. Cuando le hablaban, miraba al suelo, como quien cuenta hormigas. Había trabajado en casas ajenas desde que tenía memoria. Nunca había salido de la ciudad de Lima, nunca. Mucho trajinó de casa en casa, y en ninguna se hallaba. Por fin, por fin, encontró un lugar donde fue tratada como si fuera persona. A los pocos días, se fue.
Se estaba encariñando.
Desaparecidos
Agosto 30, Día de los Desaparecidos. Los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre, las mujeres y los hombres que el terror tragó, los bebés que son o han sido botín de guerra, y también los bosques nativos, las estrellas en la noche de las ciudades, el aroma de las flores, el sabor de las frutas, las cartas escritas a mano, los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo, el fútbol de la calle, el derecho a caminar, el derecho a respirar, los empleos seguros, las jubilaciones seguras, las casas sin rejas, las puertas sin cerradura, el sentido comunitario y el sentido común.
El origen del mundo
Hacía pocos años que había terminado la Guerra Española, y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda, con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba.
Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo. Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me contó esta historia. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio, me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones. “Pero, papá – le preguntó Josep, llorando –, pero, papá… si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?”. Y el obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo: “¡Tonto, tonto! ¡Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles!”.
Ciudad de México, viernes 9 de noviembre de 2012
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