viernes, 6 de octubre de 2023

Las mentiras de Feijóo en su discurso de investidura y los datos que no quiso explicar.

Ignacio Escolar. El Diario.

Un repaso documentado a las mentiras, inexactitudes, falsedades y datos omitidos por el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, en su primer discurso en el Congreso.


— Feijóo asume en el Congreso que no tiene apoyos para ser presidente: “Me debo a quienes clamaron 'igualdad' en Madrid”

Feijóo: “Tengo al alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden”.

Falso. Feijóo no puede ser presidente por otra razón: porque ni cuenta con los escaños necesarios para ganar la investidura ni puede hacer nada para conseguirlos. Tampoco los tendría si aceptara las peticiones de Junts, porque perdería los votos de Vox, que le resultan imprescindibles para gobernar.

Feijóo no es presidente porque no puede ofrecer un proyecto político que aúne una mayoría suficiente en el Parlamento. ¿O es que acaso el líder del PP cree que Santiago Abascal hubiera aceptado una amnistía para Carles Puigdemont?

Feijóo: “La honestidad con uno mismo y la responsabilidad con los demás son un valor, aunque haya quien los subestime. Tome nota, señor Sánchez”.

Feijóo intenta vender el fracaso de su investidura como un sacrificio moral, a sabiendas de que no es verdad. El problema no está en los inflexibles principios éticos del Partido Popular, que en anteriores episodios ya demostró lo rápido que aprendía a hablar catalán en la intimidad. Es más sencillo: con su alianza generalizada con Vox, el PP se ha cerrado las puertas de casi todos los demás partidos. Y esa coalición de la derecha con la extrema derecha no puede gobernar España porque no la representa, como demuestra el Parlamento actual.

Feijóo: “Tengo principios, límites y palabra”.

El problema no es de principios, que han sido muy cambiantes en este último mes. Un día Junts era “golpista”, y al siguiente “un partido cuya tradición y legalidad no están en duda”. Un día había que lograr “el encaje territorial de Catalunya”, al otro no. Un día “Junts no es su rival ideológico”, hoy parece que sí.

También hemos visto, en los acuerdos firmados con la extrema derecha, que el PP no tiene límites a la hora de pactar. El drama de Feijóo es que tiene que elegir aliados y ninguna opción le alcanza para llegar a La Moncloa. Así que escoge a Vox, que al menos le permite otros gobiernos, y pasa a la oposición, intentando vender este fracaso como un ejemplo de dignidad.

Feijóo: “Junts no puede decidir por todos los españoles, menos aún después de todo lo que ha exigido”.

Feijóo intenta singularizar el fiasco de su investidura en el ‘no’ de Junts, pero simplemente no es verdad. El PP tampoco ha sido capaz de lograr el apoyo del PNV –otro partido conservador– por su alianza con la extrema derecha. No por los rectos principios de Feijóo.

Feijóo: “Debemos asumir el cierre total de las puertas giratorias entre el Poder Ejecutivo y el Judicial”.

Dato: el último presidente del CGPJ que nombró el Partido Popular, Carlos Lesmes, había sido antes director general de Justicia con Aznar.

Entre los diputados del PP que aplaudieron este discurso de Feijóo está Fernando de Rosa: el hombre fuerte en temas de Justicia del equipo de Feijóo, que lleva toda la vida saltando de la política al juzgado, y vuelta otra vez. De Rosa ha sido diputado, senador y consejero de Justicia, siempre por el PP. Y también presidente de la Audiencia Provincial de Valencia, o presidente en funciones del CGPJ, también con el apoyo del PP. ¿Puerta giratoria? Feijóo le puede preguntar a él.

Feijóo: “No quiero controlar la Justicia. Yo no”.

Como explicaba hace no tanto el portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó: “Controlaremos la sala Segunda (del Tribunal Supremo) desde detrás”. O como decía el exministro Jorge Fernández Díaz: “Esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión”.

Feijoo: “España vive un deterioro institucional sin precedentes y con riesgo de agravarse todavía más”.

Y tanto. Hace ya cinco años que el PP bloquea la renovación del Poder Judicial, lo que ha generado una crisis institucional sin precedentes en la Justicia. Escuchando el discurso de Feijóo –que se niega a cumplir la Constitución si antes no cambia una ley que redactó Gallardón– es evidente que se agravará mucho más.

Feijóo: “La igualdad empieza en la Educación, solo existe si hay igualdad de oportunidades desde el principio”.

Dato. La escuela que más segrega en toda Europa, solo por detrás de la de Turquía, es la de la Comunidad de Madrid, donde gobierna el PP desde hace más de un cuarto de siglo.

Feijóo: “Quiero garantizar que la Guardia Civil no salga de Navarra”.

Falso. La Guardia Civil no va a salir de Navarra o de ninguna otra comunidad, como tampoco ha salido de Euskadi o de Catalunya. De lo que hablamos es de las competencias de Tráfico, una transferencia que cedió a Catalunya José María Aznar en los pactos del Majestic con Jordi Pujol en 1996. Poco después, en el año 2000, fue de nuevo Aznar quien prometió que las competencias de Tráfico también llegarían a Navarra.

Feijóo puede preguntar por este tema a Sergio Sayas, hoy diputado del PP y antes uno de los tránsfugas de UPN que casi hunde la reforma laboral. Sayas votó a favor de una ley para transferir la competencia de la gestión de tráfico a la Policía Foral de Navarra. Entonces no debía de ser una terrible traición que fuera esa policía autonómica, en vez de la Guardia Civil, quien pusiera las multas por exceso de velocidad.

Feijóo: “España sigue liderando el paro de Europa”.

Como pasaba también con el Gobierno de Rajoy. La clave es la evolución. España ha superado por primera vez en su historia los 21 millones de trabajadores –casi dos millones más desde que gobierna Pedro Sánchez– y el paro registrado está en su nivel más bajo desde la burbuja inmobiliaria de 2008.

Feijóo: “Yo sería incapaz de gobernar si el líder de la oposición tuviera más escaños que yo”.

Puede preguntar por esta experiencia a Isabel Diaz Ayuso, a Alfonso Fernández Mañueco, a Juanma Moreno, a Fernando López Miras, a José Luis Martínez-Almeida, a María Guardiola… Buena parte de los principales líderes del PP llegaron al poder sin ser la lista más votada.

Feijóo: “Haber ganado las elecciones es la primera razón por la que hoy estoy aquí”.

También “ganó las elecciones” Óscar Puente, que fue el candidato más votado en las municipales de Valladolid y desnudó a Feijóo con un solo argumento: “De ganador a ganador, ¿por qué tiene usted más derecho a ser presidente que yo alcalde?”

Feijóo: “Hay quien reniega de la transición. Yo vengo a reivindicarla y a reclamar su vigencia. Es lo mejor que hemos hecho. Porque lo hicimos juntos”.

Cabe preguntarse con qué primera persona del plural se apunta estos méritos Feijóo. Porque aquella Alianza Popular de la que deriva el PP estuvo en el lugar equivocado en todos los momentos importantes de la Transición. Solo la mitad de los diputados de AP votaron a favor de la Constitución. Tampoco apoyaron la amnistía de 1977: optaron por la abstención. Y cuando se legalizó el Partido Comunista, Manuel Fraga calificó la decisión de “verdadero golpe de Estado”, “grave error político” y “farsa jurídica”.

Por mucho que quieran reescribir la historia, el Partido Popular es heredero de los sectores más reaccionarios que querían continuar con el franquismo, no de los reformistas de uno u otro signo que lideraron la transición hacia la democracia.

Feijóo: “España debe afrontar reformas y, para que sean sólidas, solo cabe un camino a la vista del resultado electoral. Es el que hizo posible los Pactos de La Moncloa. O el Pacto de Toledo. O el Pacto Antiterrorismo”.

Los datos. Alianza Popular tampoco quiso firmar los pactos de La Moncloa: solo apoyaron el acuerdo económico, pero no el político. Es otro ejemplo de cómo la derecha que hoy representa el PP estuvo siempre en el lado equivocado de esa historia de la que hoy se quieren apropiar.

El pacto antiterrorista fue una propuesta de Zapatero cuando estaba en la oposición. Consistía en sacar de la confrontación electoral “las políticas para acabar con el terrorismo” y dejar esas decisiones al Gobierno. Algo que se cumplió sin problemas cuando gobernaba el PP, pero que dejó de ser válido cuando Zapatero empezó a gobernar y Rajoy le acusó de “traicionar a los muertos”.

En cuanto al Pacto de Toledo, nació por una propuesta de CiU –la coalición en la que militaba Puigdemont– y arrancó cuando gobernaba el PSOE de Felipe González, en 1995. Tampoco fue una iniciativa del PP, que en distintas ocasiones –la última fue el año pasado con la revalorización de las pensiones– se ha desmarcado de lo pactado allí.

Al menos Feijóo no ha reivindicado el pacto antitransfuguismo, que también el PP rompió.

Feijóo: “La democracia empezó en 1978 y, por tanto, nuestra memoria democrática también. Es lamentable que haya que recordarlo”.

Falso. La democracia española empezó mucho antes, el 14 de abril de 1931. Fue interrumpida por un golpe de Estado al que siguió una guerra y una sangrienta dictadura. Es lamentable que la memoria democrática del PP sea tan corta.

Feijóo: “Mi compromiso es inequívoco: recuperar el consenso en la política exterior de España (...) el compromiso atlántico, que nadie debe cuestionar”.

Dato: en el referéndum de la OTAN, Alianza Popular hizo campaña por la abstención.

Feijóo: “No habrá imposiciones ni adoctrinamiento en las aulas. La política está para garantizar las enseñanzas a las que tienen derecho los alumnos”.

No hay adoctrinamiento más evidente en la escuela española que la asignatura de religión. Enseñar a los niños educación sexual no es adoctrinamiento: es salud. Por mucho que ofenda a una parte de la derecha.

Feijóo: “No apoyo que la estrategia energética y ambiental se reduzca a limitar el crecimiento y a imponer un determinado modo de vida. (...) Es decir, transición ecológica sí. Dictadura activista en ningún caso”.

Equiparar las medidas contra el cambio climático con una “dictadura” hermana a Feijóo con el discurso negacionista que habitualmente usa Vox. El propio Santiago Abascal le agradeció este gesto después.

Feijóo: “Las ocupaciones de inmuebles no paran de incrementarse. Y no se puede ser indolentes ante esto”.

Falso. Las últimas estadísticas públicas dicen justo lo contrario. En el primer trimestre de 2023 se redujeron un 11% respecto al año anterior.

Feijóo: “Con ustedes el incremento del salario mínimo está por debajo del incremento de los precios y con nosotros el incremento del salario mínimo supera el incremento de los precios”.

Falso. Desde junio de 2018 hasta agosto de 2023 los precios aumentaron un 16,3%, mientras que el salario mínimo interprofesional (SMI) se ha incrementado en casi un 50%. La presidencia de Pedro Sánchez –primero en solitario, después en coalición– ha sido el periodo de la historia en el que más ha subido el SMI en España desde que existe este indicador, tanto en términos absolutos como descontando la inflación.

Feijóo: “En la última legislatura los españoles han tenido que soportar 42 subidas fiscales. 42.656 millones de euros más en impuestos que en 2019, pero con un nivel de PIB similar”.

Falso. No ha habido 42 subidas de impuestos. Ni siquiera la mitad. Y la inmensa mayoría de los ciudadanos han tenido más rebajas de impuestos –el IVA de la energía o la alimentación se redujo– que subidas durante la legislatura anterior. Los únicos que hoy pagan más impuestos son las grandes fortunas con un patrimonio de más de 10 millones de euros, las grandes empresas financieras, energéticas o tecnológicas, los fabricantes de bebidas azucaradas, las rentas por encima de los 300.000 euros anuales o quienes ingresan más de 200.000 euros por rentas del capital.

Feijóo confunde subidas de impuestos con subidas en la recaudación. Y es cierto que el Estado recauda hoy mucho más que en 2019, con un supuesto nivel de PIB similar –también recaudan más las comunidades autónomas, como la que gobernaba Feijóo–. Pero eso demuestra otra cosa: que el PIB real era mayor, como el propio INE hace muy poco reconoció.

Feijóo: “Mi propuesta es garantizar siempre y en cualquier circunstancia la revaloración de las pensiones. Ni congelar ni reducir. Y blindar su suficiencia hoy y en el futuro”.

Dato. El PP que hoy reivindica la revalorización de la pensiones con el IPC votó en contra de la ley que hizo tal cosa posible. También se opuso a la eliminación de la reforma de Rajoy, con la que las pensiones habrían subido solo un 0,25%, incluso en los años de más inflación.

Feijóo: “¿Qué bien se hace creando un nuevo impuesto a los plásticos antes que nuestros socios europeos, y que encarece aún más los alimentos en plena escalada de precios si luego se utiliza lo recaudado para pagarle el cine o los viajes a las rentas altas?”.

Falso. El impuesto al plástico está teniendo un impacto irrelevante en la subida en el precio de los alimentos. Por ponerlo en números: es un gravamen de 0,45 euros por cada kilo de plástico no reciclado, que busca obligar a los grandes comercios y distribuidoras a cambiar esos envases por otros más sostenibles. Por ejemplo, una botella de aceite tiene un contenido en plástico de unos 25 gramos. Es decir, paga un impuesto de apenas un céntimo (y solo si es plástico no reciclado).

En cuanto a las ayudas al cine o al transporte para mayores de 65 años, es verdad que son ayudas universales, donde solo hay que demostrar la edad. Se hace así para que nadie quede atrás por una cuestión de burocracia y papeleo.Y que no sufra Feijóo por los millonarios: son más de jet privado que de tren.

Feijóo: “Necesitamos seguridad jurídica. Es así como vamos a conseguir mucho más para la economía y para el empleo, no sembrando la incertidumbre y promoviendo el desprestigio contra quien tenga la pretensión de invertir en nuestro país”.

Dato. La decisión que más pleitos perdidos ha traído a España de tribunales internacionales, por vulnerar la seguridad jurídica de distintos inversores, fue el recorte retroactivo en las primas para las energías renovables que aprobó el gobierno de Rajoy. Ya hay condenas por valor de mil millones de euros, y nos pueden caer dos mil millones más. Solo en abogados, España ha gastado 40 millones ya.

Feijoo: “Mejorar la equidad de las cargas tributarias, sobre todo buscando el alivio de las familias con menos recursos y clases bajas y medias”.

La realidad allá donde gobierna el PP es justo la contraria. Las rebajas fiscales del partido de Feijóo entregan un premio gordo a las rentas más altas y una pequeña pedrea a las clases medias y bajas. Un ejemplo reciente, el de Extremadura. Una de las primeras reformas del gobierno de María Guardiola con Vox ha sido suprimir el impuesto de patrimonio y el de grandes tenedores de viviendas. Eliminar estos impuestos beneficia a los 1.248 contribuyentes más ricos de esta comunidad, el 1% más privilegiado. Luego no queda dinero para los comedores escolares.

Feijóo: “No comparto que la Constitución pueda ser burlada mediante subterfugios. Y mucho menos acepto que la Carta Magna sea directamente contravenida con decisiones que eliminen de un plumazo la igualdad de todos los españoles”.

Dato. La última amnistía que se aprobó en España fue la amnistía fiscal de Rajoy. Eliminó de un plumazo la igualdad de todos los españoles, equiparando a los que defraudan al fisco con los que no. Fue anulada parcialmente por una sentencia unánime del Tribunal Constitucional. No se recuerda en boca de Feijóo la más leve crítica a esta ley inconstitucional que aprobó el Partido Popular.

Feijóo: “Tengo un deber que no voy a eludir (...) Me debo a quienes clamaron igualdad este domingo en las calles de Madrid. Me debo a la mayoría de los españoles”.

El principal deber constitucional que Feijóo no debería eludir, tan pronto como el Parlamento confirme que no cuenta con los apoyos suficientes para ser presidente, es el de reconocer su derrota y dejar de poner en duda la legitimidad de quien realmente cuenta con los votos para gobernar. Pocas cosas hay más antidemocráticas que cuestionar el mandato de las urnas cuando no te benefician a ti.

 Cómo frenar las mentiras

En la campaña del 23J ha quedado clara la tremenda importancia que tiene la prensa libre, que depende de sus lectores y no le debe nada a nadie más. La inmensa mayoría de los grandes medios son propiedad de bancos, de fondos y grandes grupos de comunicación. La gran mayoría de ellos han blanqueado a los ultras y están bajo el control de la agenda que marca la derecha.

jueves, 5 de octubre de 2023

Cómo Hermanos de Italia, el partido radical en el poder, está tratando de cambiar de manera silenciosa ese país

Personas con pancartas con mensajes antifascistas mientras participan en una marcha convocada por los partidos y organizaciones de izquierda italianos en el centro de Roma el 24 de febrero de 2018, una semana antes de las elecciones generales de Italia.

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En los últimos años ha habido varios enfrentamientos violentos entre activistas de extrema derecha y grupos antifascistas en las calles de Italia.


“Los italianos están teniendo menos hijos, están siendo reemplazados por otras personas", aseguró en un discurso en abril Francesco Lollobrigida, ministro de Agricultura y Seguridad Alimentaria de Italia.

"Sí a apoyar más nacimientos, no al reemplazo étnico", agregó el gran aliado y cuñado de la primera ministra italiana Giorgia Meloni.

Su discurso causó revuelo y fue tachado de racista y xenófobo.

Algunos lo compararon con la retórica que se usaba en la Italia del dictador fascista Benito Mussolini. “Nos llevan a la década de 1930. Son palabras que tienen un sabor a supremacismo blanco”, criticó Elly Schlein, líder del opositor Partido Democrático de centroizquierda, quien calificó los comentarios de "repugnantes". No obstante, el discurso de "más bebés italianos y menos migrantes" tiene un gran número de seguidores en Italia y se hace cada vez más frecuente en el mundo político del país europeo, sobre todo dentro de los círculos del partido de Meloni, Hermanos de Italia (Fratelli d'Italia; FdI). Fundado en 2012, Hermanos de Italia tiene sus raíces políticas en el Movimiento Social Italiano (MSI), que surgió de las cenizas del fascismo de Mussolini. 

 Logo del partido Hermanos de Italia.  
Logo del partido Hermanos de Italia.

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Hermanos de Italia mantiene la llama tricolor, un logo utilizado por los partidos de extrema derecha de la posguerra y percibido como el fuego que arde en la tumba de Mussolini. 

Racismo, xenofobia y antiinmigración 

Pese a que Meloni ha rechazado con firmeza cualquier vínculo de su partido con el fascismo, sus críticos argumentan que algunas políticas de su gobierno siguen corrientes neofascistas.

John Foot, profesor de historia italiana moderna de la Universidad de Briston, asegura que es un poco tonto pensar que el fascismo ha regresado a Italia, pero reconoce que el partido tiene tendencias autoritarias.

"Es un partido que utiliza el racismo, la xenofobia y un discurso antiinmigrantes, pero también llegó al poder democráticamente y siempre ha estado dentro del sistema democrático y constitucional", añade el también autor del libro "Blood and Power: The Rise and Fall of Italian Fascism".

“No se puede decir que es fascista, porque no planea abolir la democracia ni van a salir a las calles a matar gente para lograr objetivos”.

Hermanos de Italia es uno de los pocos partidos que mantiene el logotipo de los partidos de extrema derecha de la posguerra: la llama tricolor, a menudo percibida como el fuego que arde en la tumba de Mussolini.

Pero tanto el partido actual como sus predecesores han moderado su retórica desde la década de 1990. Esto les ha permitido convertirse en una fuerza política bien establecida que está impulsando cambios sociales en la tercera economía más grande de la Unión Europea (UE).

Meloni

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Meloni quiere otorgar más poderes al jefe de estado e introducir un sistema presidencial.

“Primero abandonaron sus críticas al libre mercado, a la Unión Europea y la OTAN; ahora incluso apoyan la membresía ambas instituciones”, le dice a BBC Mundo David Broder, historiador de la extrema derecha italiana y profesor de la Universidad Syracuse en Florencia.

El autor del libro "Mussolini’s Grandchildren: Fascism in Contemporary Italy" explica que otro elemento para entender su ascenso al poder es que fue el único partido en oposición por un año y medio antes de la elección.

El ex primer ministro Mario Draghi estuvo a la cabeza de un gobierno formado por una gran coalición que incluyó al Partido Democrático de centroizquierda, el antisistema Movimiento 5 Estrellas y la derechista Liga, entre otros grupos políticos.

“Hermanos de Italia tuvo la oportunidad de decir: ‘Somos la única oposición. Si quieres votar por una alternativa real de derecha, nosotros somos la única opción’”, señala Broder.

Ser uno de los pocos partidos que optó por no unirse a la coalición del gobierno de Draghi pagó dividendos.

Hermanos de Italia pasó de obtener apenas el 4,3% de los votos en las elecciones de 2018 a ganar el sufragio celebrado en septiembre de 2022 con un 26%.

Políticas antimigratorias

Broder describe a Italia como un país con mucha "volatilidad política", por lo que era predecible que la única oposición real al gobierno de Draghi recogiera la mayoría de los votos.

Desde su ascenso al poder, Hermanos de Italia ha impulsado políticas que han causado revuelo.

Antes de convertirse en primera ministra, Meloni prometió bloquear los barcos de inmigrantes que cruzan del norte de África a Italia.

Migrantes en el mar.

Migrantes en el mar.

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La promesa clave de la campaña que llevó al poder a Giorgia Meloni fue impedir que los barcos de inmigrantes utilicen Italia como puerta de entrada a Europa.

Desde los primeros meses de su gobierno, el discurso antiinmigrante se ha intensificado, a pesar de que el envejecimiento de la población de Italia y su baja tasa de natalidad hacen que exista una creciente necesidad de mano de obra extranjera.

El Parlamento italiano aprobó en mayo el controvertido decreto Cutro, en referencia a la ciudad sureña de Calabria donde más de 90 personas murieron en un naufragio en febrero, para acabar con la inmigración irregular.

La nueva ley limita el estatus de protección especial que las autoridades italianas pueden otorgar a los inmigrantes que no califican para el asilo, además de eliminar los cursos de idiomas y el asesoramiento jurídico en los centros de acogida.

En febrero se había prohibido que los barcos de rescate de ongs pudieran realizar varias operaciones seguidas.

El discurso antiinmigración en Italia no se limita a la extrema derecha.

Otros partidos, como los Demócratas, que estuvieron en el poder recientemente en 2017, o el Movimiento 5 Estrellas, que estuvo en el poder en 2018, también mostraron una actitud represiva contra los migrantes.

Pero Hermanos de Italia ha sido el partido que ha impulsado los cambios más restrictivos en el sistema migratorio en los últimos años.

Según el historiador David Broder, la opinión pública italiana tiene una visión negativa de la inmigración que se ha expandido en los últimos años y eso se debe a que Italia no ha logrado integrar con éxito a las minorías étnicas.

Subrogación: "Peor que la pedofilia"

Además de los migrantes, la comunidad LGTB+ italiana se ha convertido en otro de los focos del gobierno de Meloni.

La primera ministra ha asegurado abiertamente que no apoya la adopción de parejas del mismo sexo, alegando que un niño merece "lo mejor": "Tener un padre y una madre".

Madres lesbianas manifestando frente al Vaticano en protesta por la anulación de los registros de nacimiento de sus hijos.

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Madres lesbianas manifestando frente al Vaticano en protesta por la anulación de los registros de nacimiento de sus hijos.

Pese a que Italia es uno de los pocos países de Europa Occidental en los que aún no existe el matrimonio entre personas del mismo sexo, la mayoría de los italianos estarían a favor de aprobar una ley para que sea posible, según varias encuestas.

Pero la aprobación del matrimonio igualitario parece poco probable mientras Hermanos de Italia esté en el poder.

"Hermanos de Italia ha comenzado una guerra cultural contra las minorías sexuales desplazando el asunto de los derechos de las personas LGBT+ a la subrogación pagada", explica el historiador David Broder.

"Están tratando de asociar la paternidad LGBT con una idea mucho menos popular: pagar por subrogación".

Miembros del partido de Meloni han calificado la subrogación como un delito "incluso peor que la pedofilia", en el que las parejas homosexuales buscan "hacer pasar a los niños como propios".

Por su parte, Meloni ordenó a las municipalidades que dejen de emitir certificados de nacimiento extranjeros a parejas del mismo sexo que recurrieron a la subrogación.

El partido tiene también una propuesta, elaborada por la misma Meloni, para hacer que la búsqueda de nacimientos subrogados en el extranjero por parte de los italianos sea ilegal y se sancione con tres meses a dos años de prisión y una multa de 600.000 a un millón de euros.

Planes para cambiar la Constitución

Meloni fue ministra de la Juventud de Italia en el cuarto gabinete de Berlusconi.

Meloni fue ministra de la Juventud de Italia en el cuarto gabinete de Berlusconi.

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Meloni fue ministra de la Juventud de Italia en el cuarto gabinete del difunto primer ministro Silvio Berlusconi.

Hermanos de Italia también pretende cambiar la Constitución.

Meloni expuso en mayo sus planes para otorgar más poderes al jefe de gobierno y planteó la idea de introducir un sistema presidencial.

Pero la oposición de centroizquierda rechaza tales reformas, pues temen que se concentre demasiado poder en manos de un solo individuo.

Los fundadores de la Italia moderna querían evitar la concentración de poder cuando establecieron el sistema político actual tras la caída de Benito Mussolini.

Otra polémica medida reciente del gobierno fue la eliminación de beneficios para personas desempleadas.

Se estima que 169.000 familias en toda Italia recibieron un SMS a fines de julio notificándoles que los beneficios que habían disfrutado durante los últimos cuatro años se interrumpirían abruptamente el mes siguiente.

"Ciertamente algunas de las medidas del gobierno de Meloni han sido controvertidas, pero tampoco han sido tan drásticas", apunta Broder.

"El éxito de Melani es que se ha vuelto una líder europea que es aceptada ampliamente en la escena internacional".

En un artículo en el New York Times, David Broder, también mencionó los esfuerzos de Meloni por debilitar la legislación contra la tortura y el hecho de que está llenando la RAI (la Radio Televisión Italiana, el servicio público), con aliados políticos.

A pesar del regreso de la extrema derecha al poder en Italia y del provocativo título de su libro que habla del fascismo en la Italia contemporánea, David Broder no cree que el movimiento regrese de la misma forma que antes.

“No habrá un régimen ni una dictadura, pero estamos viendo algo nuevo en Italia y en Europa: la convergencia de partidos históricos que surgieron del fascismo, como Hermanos de Italia, con partidos conservadores tradicionales", afirma.

El historiador asegura que ambos grupos se han vuelto difícil de distinguir debido a la creación de alianzas y a que comparten "ideas basadas en etnicidad y teorías conspirativas".

"Muchos partidos con tendencias extremas como Vox en España, Agrupación Nacional de Le Pen en Francia y Hermanos de Italia dejaron de ser partidos marginados y ahora son partidos que se consideran normales y están ganando elecciones".

_- ¿Por qué seguimos llamando fusilamientos a los asesinatos?

_- Por Alfons Cervera | 27/09/2023 | España
Fuentes: Infolibre

No hay ninguna señal. A lo mejor, sólo un montoncillo de tierra revuelta, como si ese pequeño recuadro de color marrón lo hubieran picoteado los pájaros para llenar el buche. Lo más seguro es que, si prestásemos atención, igual veíamos que ese montoncito de tierra se mueve, que es como si respirara un agua subterránea y el gluglú de esa respiración nos llegara no sabemos si desde la realidad o en la mitad del sueño. Los años han cubierto de verdín vegetal lo que antes fue cuadrícula de vida y después, mucho después, la superficie yerma del olvido.

Hace muchos años que ese pedazo de tierra se había convertido en un secarral, en la mudez de lo que antes fue un ruido insoportable de tiros y metralla, en el culto feroz, intransigente, a un silencio que abochorna la irreprochable nobleza del recuerdo. Una madrugada de hace muchos años allí fueron dejados caer, como fardos llenos de perros muertos, hombres y mujeres que habían defendido la República contra el fascismo. Se los llevaban los falangistas en camionetas y autos de los ricos y a la luz lluviosa de los faros les disparaban de cara o por la espalda y dejaban tirados los cuerpos en las cunetas o los amontonaban en fosas que eran como muladares clandestinos en medio de la noche.

La lírica que a propósito envuelve los párrafos anteriores no desdice los argumentos del horror. Cuando escribe Juan Rejano el prólogo a Poesías de la Guerra Española, de Pedro Garfias, bien claro que lo deja: “No se mire, por consiguiente, esta poesía, sino en función de arma de lucha”. Las fosas que se han ido abriendo poco a poco, sobre todo en los últimos años, despiertan a partes iguales sentimientos encontrados de rabia y de ternura. Esa hermosa canción de mi querido Pedro Guerra: 

“Pero no son, a simple vista, sólo huesos /
Desvencijados huesos / 
En el calcio del hueso hay una historia: / 
Desesperada historia, desmadejada historia / 
De terror premeditado”.

Escribo de lo que tantas otras veces he hecho en estas mismas páginas de infoLibre. La memoria que se nos ha ido yendo como si todo fuera pérdida. Estos días hemos hablado y escrito sobre Chile, sobre los días felices de 1970 y de esos otros en que las bombas golpistas lo convirtieron todo en ruinas tres años más tarde. Hay veces en que los dos países son como hermanos gemelos. Los golpes de Estado. Las dictaduras con sus detenciones, sus torturas, sus desapariciones, sus crímenes. Las transiciones que no acaban con la herencia del monstruo. La desmemoria. Aquí las derechas siguen amando a Franco. En Chile, las derechas detestan a Salvador Allende y rinden pleitesía a Pinochet. Allí, al menos, se ha juzgado a algunos asesinos. Aquí sigue siendo imposible después de más de cuarenta años de democracia. Los asesinos de Víctor Jara acaban de ser condenados. Quienes aquí urdieron y dispararon los tiros en las madrugadas del falangismo vengativo, y cerraron las fosas con la tierra removida que ocultara sus crímenes, siguen viviendo tan tranquilos o se murieron sin que ninguna justicia les cayera encima.

Le echamos la culpa a Vox de que donde gobierna con el PP las políticas de memoria han ido a la papelera. Y no es así. El máximo responsable de que esas políticas estén en dique seco es el PP. Y no de ahora. Recordemos a Rajoy cuando en 2015 dejó vacío el presupuesto para las políticas memorialistas. Y lo decía llenándose de orgullo: “cero euros”. Y cómo se burlaban Pablo Casado y Rafael Hernando: se refería el primero a lo carcas que éramos quienes nos pasábamos el tiempo hablando de “las fosas de no sé quién”. Y el segundo, ese prodigio de inteligencia verbenera: “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. ¿Se puede ser más despreciable? Y hay más, muchos más testimonios del PP defendiendo el franquismo y mofándose de la necesidad de sacar de la tierra lo que queda de las víctimas de esa dictadura a la que tanto aman. Si el resultado electoral del 23J hubiera permitido el gobierno y la presidencia del PP, ya se habrían cargado la Ley de Memoria Democrática y la hubieran sustituido por la que ellos llaman de Concordia. O sea: la Ley del Olvido para que el franquismo siga para siempre presente en nuestras vidas y sea lo mismo asesinar que ser asesinado. Creo que lo conté aquí hace un tiempo: después de una conferencia que di en un pueblo de Castellón se me acercó un señor de bastante edad y me soltó tan tranquilo: “usted ha dicho lo que ha dicho porque en la guerra y después de la guerra no matamos bastantes”. Y se quedó tan pancho. Ésa es su Concordia. El olor a crimen como si la pólvora fuera para ellos un perfume de Loewe o de Chanel.

En muchos sitios de España gobiernan las extremas derechas. Podría poner eso en singular y no mentiría. Digan lo que digan versiones seguramente más equilibradas que la mía, en casi todos los órdenes de la vida el PP y Vox son lo mismo. A mí me cae cerca uno de esos gobiernos. El País Valenciano es un feudo de esas derechas. Los Ayuntamientos de las tres capitales, las tres Diputaciones provinciales y el gobierno de la Generalitat están en sus manos. Ahí es nada. Nos tocó el gordo el 28M. La presidenta de la Diputación de Castellón, Marta Barrachina, del PP, lo dejó claro hace unos días: las políticas de memoria, que se refieren sobre todo a las exhumaciones ya iniciadas, “no son una prioridad y tampoco son urgentes”. Igual la señora presidenta piensa que si las víctimas han estado ahí más de ochenta años, pueden seguir tranquilamente otros ochenta sin que nos ataque la ansiedad. Cuando leí la noticia, me acordé de lo que me dijo aquel tipo, paisano de la señora presidenta, hace unos años. Así son ellos. Franquistas a tope. Sin complejos. Insisto: hablo del PP. Los de Vox son la fuerza de choque, como siempre lo fue el violento falangismo de sus antepasados. Hace unos días Aznar llamaba a la algarada callejera para salvar España. ¿Les suena ese llamamiento a llamamientos de otro tiempo? ¿No podría ser perfectamente Aznar presidente de honor de Vox de la misma manera que lo fue del PP desde 2004 hasta que se cabreó con Rajoy a finales de 2016? Pues claro que podría.

España es la patria de la abyección cuando hablamos de los desaparecidos. 
Más de cien mil víctimas de la represión fascista en la guerra y la dictadura respiran bajo tierra y, si prestamos atención, veremos cómo los montoncitos de color marrón picoteados por los pájaros se mueven como si en sus entrañas siguiera viva la alegría de quienes, con un entusiasmo casi adolescente y unas armas que a ratos daban risa, defendieron la República frente a los facciosos. En muchos sitios seguirán las exhumaciones, costeadas, eso sí, por las propias familias y algunas instituciones políticas que siguen en manos de la izquierda. Seguiremos hablando de la necesidad de celebrar el duelo a cara descubierta, sin esa vergüenza a que obligó el franquismo con sus enterramientos clandestinos. Pero hay dos cosas que me gustaría repetir una vez más en columnas como ésta. La primera: esa celebración del duelo es un acto político. Demasiadas veces aludimos sólo a la parte sentimental de ese duelo y no hablamos de lo que de político tienen las exhumaciones. En segundo lugar, algo que me sigue perturbando cuando hablamos de las víctimas que siguen en las fosas de los cementerios y en las cunetas y en los descampados: ¿por qué seguimos hablando de fusilamientos en vez de hablar sencilla y llanamente de asesinatos? Quienes están en esas fosas no fueron fusilados: fueron criminalmente asesinados. No hubo juicio previo y, si lo hubo, fue celebrado sin ninguna garantía de defensa. Ya casi doy la batalla del lenguaje por perdida. Pero me da igual. Seguiré dando la vara. Y tanto que seguiré dando la vara. Y tanto.

Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/seguimos-llamando-fusilamientos-asesinatos_129_1589895.html

miércoles, 4 de octubre de 2023

Para conocer el bien, o el mal, primero hay que verlo.

Una vigilia en honor a Alan Kurdi, un niño sirio, y en protesta contra la política migratoria del Gobierno australiano, en Melbourne, el 7 de septiembre de 2015.  Asank
Una vigilia en honor a Alan Kurdi, un niño sirio, y en protesta contra la política migratoria del Gobierno australiano, en Melbourne, el 7 de septiembre de 2015.  AsankASANKA BRENDON RATNAYAKE (ANADOL
La experiencia nos demuestra que la compasión es con mucha frecuencia el motor del cambio social, escribe Julian Baggini en un libro en el que se pregunta qué podemos aprender de los evangelios más allá de la religión.


El filósofo moral de Cambridge de principios del siglo XX G. E. Moore argüía que el “bien” es real, pero no puede definirse en términos de ninguna otra cosa. Decir, como hacen algunos utilitaristas, que lo bueno es simplemente aquello que aumenta la felicidad es erróneo, porque “bueno” y “feliz” no significan lo mismo. Si la felicidad es o no buena siempre es una cuestión abierta¿Es buena, por ejemplo, la felicidad de un sádico? El “bien” es real pero indefinible, y no es una de las muchas cosas que encontramos en la naturaleza. Verlo es la única forma de saber lo que es. De un modo similar, la gente puede poner ejemplos de cosas amarillas y señalarlas, pero la amarillez es algo que tenemos que ver por nosotros mismos y no puede definirse en términos de ninguna otra cosa. En el fondo, lo bueno se conoce mediante una especie de intuición.

El filósofo ilustrado escocés David Hume adoptó una concepción más práctica y realista; Pensaba que lo bueno podía definirse en términos naturalistas. Calificamos de buena cualquier cosa que sea “útil para la sociedad, o útil o agradable para la propia persona”. Nuestra motivación para hacer el bien no dimana de la razón, sino de la estima que “el sentimiento natural de benevolencia nos impulsa a prestar a los intereses de la humanidad y la sociedad”.

En muchos sentidos, Moore y Hume discrepaban profundamente. Moore pensaba que el bien era una parte indefinible de una realidad no natural, y Hume, que era una parte definible del mundo natural. Sin embargo, en otro aspecto vital, estaban de acuerdo: la base última de toda identificación de algo como bueno o malo, correcto o incorrecto, no es un argumento, sino una observación que requiere una capacidad no racional, ya se trate de una intuición (Moore), ya de un sentimiento moral (Hume).

Este retrato de la moralidad nos ayuda a explicar cómo vemos el cambio moral que se está produciendo habitualmente. Por ejemplo, en cierta ocasión entrevisté a una madre soltera lesbiana y atea llamada Renee, en una pequeña localidad de Texas. De todas sus identidades marginales, su condición de atea era con creces la más problemática. Pensaba que la explicación era simplemente una cuestión de familiaridad: “Si alguien se entera de que soy lesbiana, dirá que tiene una tía o una hermana lesbiana, pero si alguien descubre que soy atea, no sabrá cómo afrontarlo. Ni siquiera saben lo que es un ateo. Llevo 10 años aquí y no conozco a nadie en todo el condado que sea ateo”. Creo que Renee está en lo cierto y que la razón por la que los derechos del colectivo LGTBI han avanzado tanto en Estados Unidos no es porque los activistas ganaran un debate moral, sino porque a medida que la gente iba conociendo a más personas homosexuales, su experiencia les enseñaba que no había nada malo en ellas.

Hay muchas filosofías morales en las que no se ofrece ningún argumento para justificar la noción del bien que se está manejando. La ética confuciana, La ética confuciana, por ejemplo, solo se preocupa de lo que se requiere para crear una buena sociedad y carece de interés en las concepciones metafísicas de la bondad. Cuando se trata de determinar lo que es una buena sociedad, se asume que reconocemos que la armonía es preferible a la disarmonía, la prosperidad es preferible a la pobreza y la paz es preferible a la guerra.

La ausencia de argumentos de Jesús en favor de lo que hace fundamentalmente correctas o incorrectas las acciones no es, por tanto, una buena razón para desestimar sus doctrinas morales como una mera serie de instrucciones dictadas por decreto. Para tomárnoslo en serio como un maestro de moral solo necesitamos convencernos de que es un experto en hacernos prestar mucha atención a lo que es la bondad. Ciertamente es evidente que él mismo creía en la necesidad de esa buena “visión moral”: “La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano ve con claridad, también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu cuerpo está a oscuras” (Sin Dios 2, 17).

La filosofía occidental moderna ha llegado a pensar que “ver con claridad” consiste básicamente en determinar los hechos y razonar lógicamente a partir de ellos. Esto tiene poco o nada que ver con la ética. Sin embargo, no son pocos los filósofos que han establecido una conexión entre comprender con agudeza y ser bueno. En la filosofía india, las escuelas ortodoxas se conocen como darśanas, cuya raíz significa literalmente ver. Otro término sánscrito, que significa “la ciencia de la investigación” —lo que en términos generales denominaríamos filosofía—, es anvīksīkī, que originalmente significaba algo así como mirar.

Incluso en la filosofía occidental ha persistido una corriente de pensamiento que atribuye una dimensión ética a la visión certera. Aristóteles escribió: “Uno debe hacer caso de las aseveraciones y opiniones de los experimentados, ancianos y prudentes no menos que de las demostraciones, pues ellos ven rectamente porque poseen la visión de la experiencia”. Más idiosincrásico es un interesante comentario de Wittgenstein que sugiere que la lógica y la ética son inseparables: “¿Cómo puedo ser un lógico sin antes ser un humano decente?”, preguntaba en una carta a Bertrand Russell. Ray Monk, biógrafo de Wittgenstein, explica que la conexión se basa en el hecho de que “para pensar con claridad en la lógica, tiene que eliminar aquellas cosas que se interponen en el camino del pensamiento claro”. Esa claridad de pensamiento requiere honestidad con uno mismo. Por ello, “Wittgenstein decía asimismo que lo que se necesita en filosofía no es inteligencia, sino voluntad”.

Ahora bien, ¿qué es lo que vemos con claridad cuando prestamos atención al mundo de la manera éticamente apropiada? En el Evangelio, Jesús no cesa de pedirnos que tengamos en cuenta dos cosas. La primera es nuestro propio desarrollo moral, algo en lo que hemos visto que Jesús se centra repetidamente. La segunda son las necesidades y los sufrimientos de los demás. Jesús no es un teórico moral abstracto que dispense fríamente órdenes. En varias de sus parábolas, presenta a personas motivadas a hacer lo correcto no por principio, sino por una respuesta empática poderosamente emocional a la necesidad y al sufrimiento. En la parábola del siervo despiadado: “Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda” (Sin Dios 8, 38). Cuando el padre del hijo pródigo vio que este había regresado, “conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” (Sin Dios 8, 49). Cuando el buen samaritano vio al hombre dado por muerto por los ladrones, “tuvo compasión” de él (Sin Dios 9, 21). El propio Jesús aparece respondiendo emocionalmente a las dificultades ajenas, como cuando vio a una multitud de sus seguidores y “sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor” (Sin Dios 8, 14).

La experiencia nos demuestra que la compasión es con mucha frecuencia el motor del cambio social. Consideremos, por ejemplo, la publicación en 1972 de la famosa fotografía de Nick Ut de una niña horriblemente quemada, Kim Phuc, que huía de un ataque con napalm en Vietnam del Sur. Esa imagen contribuyó a transformar la opinión pública sobre la injusticia de la guerra más que cualquier cantidad de análisis desapasionados. Análogamente, nada contrarrestó la hostilidad hacia los refugiados en Europa tanto como la foto del niño sirio kurdo de tres años Alan Kurdi ahogado en 2015.  Julian Baggini (Folkestone, Kent, Reino Unido, 1968) es filósofo y autor de una veintena de libros. Este extracto es un adelanto de su libro El Evangelio sin Dios. ¿Fue Jesús un gran maestro de moral?, que la editorial Paidós publica este miércoles, 6 de septiembre.


https://elpais.com/ideas/2023-08-29/para-conocer-el-bien-o-el-mal-primero-hay-que-verlo.html

«Si queremos entender la extrema derecha en el siglo XXI debemos mirar a Rusia»

Cuna de la mayor revolución socialista de la historia, Rusia ha experimentado intensas transformaciones sociales, económicas y políticas a lo largo del siglo XX. Desde el ascenso de Stalin hasta el actual régimen de Putin, no queda mucho de la experiencia organizativa de los soviets y del legado socialista que caracterizó los primeros años de la revolución de 1917. Ilya Budraitskis, activista socialista ruso, está convencido de que el actual régimen de Putin tiene todas las características de lo que podríamos llamar el fascismo del siglo XXI.

Ilya Budraitskis es un activista político y un teórico. Ha vivido muchos años en Moscú, donde ha consolidado su activismo. Es autor de varios textos sobre la política, la cultura y la historia intelectual de Rusia. Ha publicado artículos en revistas universitarias como Radical Philosophy, New Left Review, Slavic Review y South Atlantic Quarterly, así como en importantes portales de medios críticos como Jacobin, London Review of Books, E-Flux, Le Monde Diplomatique, Inprecor y Open Democracy. Su colección de ensayos “Disssidents among Dissidents: Ideology, Politics and the Left in Post-Soviet Russia” fue publicada por Verso en 2022. También es miembro del comité editorial de la web socialista rusa anti-guerra Posle.media.

Durante su visita a Brasil, Budraitskis habló con Radar Internacional sobre el proceso de despolitización de la sociedad rusa post-URSS, los impactos del neoliberalismo, las características del régimen de Putin y sus estrategias de acercamiento al Sur global. Finalmente, comentó las posibilidades de organización de la izquierda rusa hoy.

Nos gustaría empezar por preguntarte cómo caracterizas el régimen de Putin: ¿es un régimen nacionalista? ¿Un régimen fascista? ¿Puedes decirnos un poco más al respecto?

Sí, diría que este régimen existe desde hace más de 20 años y que ha sufrido una seria transformación durante este período. Comenzó siendo un régimen bonapartista neoliberal y se ha convertido en una especie de dictadura fascista abierta. Y creo que esta transformación en un régimen fascista comenzó después del comienzo de la invasión de Ucrania. Puedo presentar un análisis más profundo de cómo se ha producido esta transformación a lo largo de estos años.

Se ha producido debido a dos tendencias paralelas dentro de la sociedad rusa, especialmente en la última década. Si examinamos la transformación del régimen de Putin, podemos decir que el primer período de su existencia, es decir, la década de 2000, se caracterizó por el crecimiento económico, la implementación de reformas neoliberales y un profundo proceso de despolitización de la sociedad rusa, que se tradujo en la desarticulación y alienación de la mayoría de las formas de autoorganización política.

Pero en 2011 y 2012 ocurrió algo importante. Después de la crisis económica de 2009 la economía rusa aún no se había recuperado, el crecimiento económico aún no había despegado y la economía rusa estaba estancada. Durante el mismo periodo, la despolitización dio paso a un nuevo movimiento de protesta que comenzó a finales de 2011, principalmente en Moscú, pero que también tuvo repercusiones en muchas grandes ciudades rusas. Se trataba de un movimiento contra el régimen, cuyas demandas eran principalmente políticas en lugar de sociales, pero que, en mi opinión, también reflejaba un creciente descontento con la situación económica y social.

Este movimiento surgió cuando Putin decidió volver a la presidencia y presentarse a las elecciones presidenciales de 2012, para un tercer mandato. A diferencia de sus campañas de la década de 2000, ésta no estuvo marcada por un proceso de despolitización, sino por una ofensiva conservadora y antirrevolucionaria. Así, a partir de ese momento, se puede decir que se produjo un punto de inflexión conservador en el régimen de Putin. El discurso que presentó fue que las manifestaciones no eran un movimiento de oposición interna sino un grupo de agentes externos, traidores nacionales, personas que quieren destruir la familia tradicional, los valores tradicionales rusos, etc. A partir de ahí se adoptó una retórica extremadamente conservadora en la ideología de este régimen.

En 2014, Rusia comenzó a involucrarse militarmente en Ucrania con la anexión de Crimea. Para Putin no se trataba solo de una cuestión de política exterior, de reconquista de la influencia imperial de Rusia en el espacio post-soviético, sino también de una cuestión de política interna. Se trataba de crear una unidad patriótica de la sociedad rusa en torno a su presidente. Se puede ver la rapidez con la que Putin recuperó popularidad en la sociedad rusa tras la anexión de Crimea.

Pero el efecto Crimea, el efecto del reagrupamiento alrededor de la bandera, no duró mucho. Tres años después de lo que se llamó la “reunificación de Crimea”, la popularidad de Putin comenzó a desmoronarse y surgió una nueva ola de protestas en Rusia. A partir de 2017, comenzó a surgir un nuevo movimiento contra la corrupción, contra el autoritarismo del régimen y, en última instancia, contra las profundas desigualdades sociales que existen en la sociedad rusa. Estas manifestaciones se asociaron estrechamente con la figura de Alexei Navalny, pero en realidad no se trataba sólo de un movimiento de sus partidarios personales. Por parte del régimen todo esto se presentó como la lucha contra una “revolución de color”.

Entonces, ¿cuál fue el principal problema en Ucrania? Según Putin, fue Maidan, el derrocamiento ilegal del gobierno por parte del pueblo, algo absolutamente inaceptable. Por lo tanto, había que evitar que esto se produjera en Ucrania y en Rusia. Putin luego tomó una posición contra esta posible revolución porque, para él, todas las revoluciones que tuvieron lugar en Rusia, incluida la de 1917, son el resultado de la actividad de enemigos externos. Según él, todas las revoluciones son una conspiración, son procesos que vienen del exterior para desestabilizar al Estado ruso. Y, de hecho, este pensamiento antirrevolucionario está muy presente en la versión oficial de la historia rusa, en los manuales escolares, en las grandes presentaciones historiográficas, donde no solo 1917 se presenta como una especie de motín antiruso organizado por Occidente, sino que incluso los levantamientos populares del siglo XVIII, como el de Pugachev, se presentan como una conspiración venida del exterior.

En este sentido, es posible ver cómo el comienzo de la invasión no fue solo una cuestión de política exterior, sino también una forma de disciplinar a la sociedad rusa. Y cuando miramos los primeros meses de esta invasión, nos damos cuenta de lo mucho que han cambiado las reglas del juego dentro de Rusia. Desde el comienzo de la invasión es imposible criticar la guerra de ninguna manera. Ni siquiera está permitido hablar de este evento como de una guerra. El uso de la palabra “guerra” es un acto criminal en virtud de la ley rusa, porque oficialmente no se trata de una guerra sino de una “operación militar especial”. Este es el término que debería usarse para describir este acontecimiento.

Todos los medios independientes que habían permanecido en el país hasta entonces fueron expulsados una semana después de la invasión, y hoy podemos ver esta tendencia represiva en el restablecimiento de la unidad total de Rusia, como la presenta Putin. Para él, la sociedad rusa se consolida en torno a la idea de luchar contra Occidente, contra cualquier tipo de enemigo interno o externo, y aún no se permite ninguna crítica en el país. Por ejemplo, es posible que hayas visto que la semana pasada Boris Kagarlitsky fue detenido en Moscú. Esta detención forma parte de una creciente campaña de represión de las manifestaciones que se ha traducido ya en muchos presos políticos. Preguntado en una conferencia de prensa sobre Kagarlitsky, el Sr. Putin, por supuesto, respondió que era la primera vez que escuchaba ese nombre, como siempre lo hace, pero también dijo: “Actualmente estamos en un conflicto militar con nuestro vecino. Por eso todo lo que va en contra de nuestra unidad nacional debe ser eliminado. Esa es la razón de todos estos asuntos”.

Creo que si hablamos del movimiento fascista de hoy, de cómo es el fascismo en el siglo XXI, deberíamos mirar lo que ya está sucediendo en Rusia. Debido a que estamos en un contexto en el que un movimiento de masas desde abajo ya no es necesario, podría tratarse de un giro fascista desde arriba. Si miras, el fascismo clásico, que surgió en el siglo XX, siempre ha sido la combinación de movimientos de masas con la clase dirigente, que utilizó el movimiento de masas para transformar el régimen político. Hoy, en las sociedades que ya han sido fuertemente destruidas por el neoliberalismo, con la destrucción de toda tradición de organización, solidaridad, etc., en esas sociedades ya no es preciso un movimiento de masas fascista. Por eso creo que es importante hablar de la transformación fascista del estado ruso, y creo que en este sentido, el caso ruso no es único. No se trata de una excepción a la tendencia global, sino de una imagen de la misma. Si queremos entender cómo estos movimientos de extrema derecha pueden transformar la sociedad, deberíamos tomar a Rusia como ejemplo.

En cuanto a la política exterior de Putin, este se ha acercado al continente africano y al Sur en general. ¿Podrías decirnos un poco más al respecto? ¿Cómo deben considerar los países del Sur este acercamiento a Putin y la guerra?

Esta es una pregunta muy interesante, porque Putin realmente está tratando de explotar este sentimiento anti-occidental, anti-americano, anti-colonial y propone, en lugar del orden mundial actual, otro tipo de modelo, que se llama mundo multipolar. ¿Qué es un mundo multipolar? Es la existencia de civilizaciones particulares o de civilizaciones-estados particulares. Los “Estados-civilizaciones” son un término importante ya utilizado en la nueva versión de la doctrina de política exterior rusa adoptada a principios de este año. El estado-civilización no significa lo mismo que el estado-nación, sino más bien que los estados soberanos reales existen como una especie de civilización – como Estados Unidos, China y Rusia. Por ejemplo, digamos que Brasil es un país clave para la civilización sudamericana. Esto significa que debe controlar todo el continente para restaurar la verdadera soberanía de Brasil y controlar el dominio orgánico de sus intereses nacionales como Estado-civilización. Lo mismo ocurre con Rusia, por supuesto, porque el Estado civilización ruso es mucho más amplio que las fronteras actuales del Estado ruso. Así, por ejemplo, Ucrania ha pertenecido orgánica e históricamente al Estado civilización ruso. Probablemente sea lo mismo para China, que debe recuperar su propio Estado-civilización.

Si quieres encontrar las raíces de este concepto, puedes leer el libro de Samuel Huntington, El choque de civilizaciones, donde propone más o menos lo mismo. La idea de Huntington es que Occidente, Estados Unidos, no deben pretender proponer un orden mundial, sino que deben ser responsables de su propia civilización. Así, las civilizaciones occidentales como Estados Unidos y Europa Occidental formarían parte de la misma civilización y Estados Unidos sería el líder. Esto significa que Occidente no debe ser demasiado ambicioso en cuanto a su influencia y debe centrarse en sus propios valores, su propia religión, sus propias tradiciones y así sucesivamente, dejando la posibilidad de que otras civilizaciones tengan sus propias tradiciones. Por ejemplo, tienes tus tradiciones brasileñas, tienes el tipo tradicional de régimen político brasileño, que es probablemente la dictadura militar, porque es el mejor régimen para servir a los intereses de tu Estado-civilizacíón, y tienes los valores tradicionales que son propios de tu civilización y que deben ser preservados. Este es esencialmente el concepto de un mundo multipolar. Es un mundo sin ningún sentido del universalismo, sin ningún sentido de la autodeterminación nacional, porque no se trata de naciones, sino de civilizaciones, y ciertamente no es un mundo más justo o más igual que el en el que vivimos, quizás incluso peor.

Por ejemplo, si miramos a África y todas las especulaciones sobre lo que Rusia ha dicho sobre África y lo que realmente ha hecho allí, es el Grupo Wagner quien es la clave para comprender la política exterior rusa en el continente africano. Verás absolutamente el mismo tipo de método colonial, ya que Rusia es actualmente casi el principal proveedor de armas en el continente africano y es un país que intenta explotar y extraer los recursos naturales de la misma manera que las potencias occidentales coloniales e imperialistas. Si miras lo que hace el Grupo Wagner en la República Centroafricana, donde esencialmente controla las principales minas de oro y lo extrae a cambio de apoyo militar al gobierno actual, esta es la típica forma neocolonial de hacer política – proporcionar apoyo militar a una élite gobernante a cambio de un monopolio sobre la extracción de los recursos naturales de ese país. No veo ninguna diferencia entre esta política y la de Francia o el Reino Unido. La única diferencia es que el grupo Wagner representa a otro “Estado-civilización”. En la República Centroafricana, por ejemplo, ha promovido activamente la religión ortodoxa. Han organizado misiones ortodoxas, formado sacerdotes locales, etc.

Ya hacia el final de la entrevista, me gustaría preguntarte sobre las posibilidades de organización de la izquierda en Rusia. ¿Cómo reacciona la izquierda ante el gobierno de Putin? ¿Cuáles son las posibilidades de acción dentro del Partido Comunista? ¿Cómo es la organización de la resistencia en Rusia?

La cuestión de la izquierda en Rusia es bastante complicada, porque no creo que los grupos y partidos que apoyan la invasión de Ucrania puedan ser considerados de izquierda o socialistas. Podemos constatar que la dirección del Partido Comunista y un gran número de grupos estalinistas cercanos al Partido Comunista apoyan plenamente la invasión de Ucrania, lo que significa que siguen integrados en el sistema político de Putin. Este sistema se ha construido y desarrollado durante los 20 años del régimen de Putin y, dentro de este sistema, la dirección del Partido Comunista no tiene capacidad de acción política. Está totalmente guiada por el Kremlin.

El Partido Comunista Ruso y el estalinismo en general en Rusia están muy relacionados con la herencia imperialista del final del período estalinista. En los últimos años de la Segunda Guerra Mundial e inmediatamente después, Stalin explotó mucho el legado del nacionalismo ruso. Creo que la tradición estalinista en Rusia incluye este elemento de chovinismo ruso y la continuidad de este elemento estaba ciertamente muy presente en las posiciones del Partido Comunista Ruso y otros grupos estalinistas después del inicio de la invasión.

Pero, por supuesto, hay otra izquierda en Rusia, la izquierda que se oponía a las ambiciones imperialistas de su propio gobierno, compuesta por grupos socialistas, trotskistas y anarquistas. Y como ya he explicado, actualmente no es posible expresar abiertamente críticas a la guerra, que es la principal cuestión política del país. Por eso no es posible que la izquierda anti-guerra rusa opere legalmente en el país en estos momentos. Numerosos activistas importantes que ya eran conocidos por sus posiciones contra la guerra y anti-Putin han abandonado el país. En mi organización, el Movimiento Socialista Ruso, la mayoría de los dirigentes ya han abandonado el país. Kagarlitsky fue arrestado precisamente porque seguía criticando la guerra mientras aún estaba en el país. Por eso fue arrestado.

Algunos miembros de los grupos anti-guerra todavía intentan actuar en Rusia, pero de forma semi-clandestina: discusiones políticas a puerta cerrada, eventos de propaganda con invitaciones personales, difusión de información a través de Telegram o Youtube. Pero los que están en Rusia deben cumplir con la legislación rusa vigente, lo que significa que no pueden hacer ningún comentario sobre la guerra. No solo sobre el nombre de la guerra, que no es una guerra sino una operación militar especial, sino tampoco sobre las acciones del ejército ruso en general. De hecho, ahora existe en Rusia una ley que criminaliza todas las noticias falsas sobre el ejército ruso. La definición de noticias falsas es muy sencilla: cualesquiera que no sean las declaraciones oficiales del Ministerio de Defensa ruso. Entonces, por ejemplo, si dices que el ejército ruso cometió crímenes de guerra, puedes ser arrestado inmediatamente y cumplir una condena de cinco años en general.

¿Es posible ser arrestado incluso por publicar mensajes en redes sociales como Facebook o Instagram?

Sí, es posible. Y no es solo una posibilidad, hay varios casos de este tipo. Cientos de personas han sido detenidas o multadas por publicar publicaciones en las redes sociales. Pero en lo que respecta a Instagram y Facebook, estas redes sociales ya han sido prohibidas en territorio ruso, por lo que no tienes derecho a usarlas. Youtube y Telegram todavía están permitidos, pero no sabemos por cuánto tiempo. Según algunos rumores, las autoridades rusas probablemente bloquearán Youtube para finales de año. Ya se ha propuesto una alternativa, una especie de plataforma rusa totalmente controlada por el gobierno para reemplazar a Youtube, que es muy popular en Rusia.


Traducción: Faustino Eguberri para viento su