miércoles, 14 de agosto de 2019

Toni Morrison, una vida de compromiso social




El pasado lunes 5 de agosto moría en Nueva York la escritora Toni Morrison. Tenía 88 años y una carrera que incluía un buen número de libros y los premios más destacados que un escritor puede recibir, incluido el Nobel de Literatura que la Academia sueca le otorgó en 1993. Pero por encima de cualquier premio, de todos los premios, la escritora estadounidense nos deja un ejemplo ético y moral de incalculable valor, su posicionamiento vital contra la discriminación racial y de género, que por desgracia, es algo tan normal tanto en su país como en otros lugares del mundo. Morrison fue, durante toda su vida, una gran activista de los derechos humanos y plasmó en sus libros la experiencia de miles de mujeres y de hombres de raza negra de los Estados Unidos. Sus obras están llenas de sufrimiento y de dolor, pues estos dos elementos forman parte intrínseca de su pueblo, pero también hay en sus páginas un atisbo de esperanza, la que ella tenía en la gente de su raza y en un mundo mejor que el que conoció. “Creo que lo más importante del trabajo de Toni (es que) elevó la experiencia negra a un nivel internacional, pero no olvidó que éramos negros”, señaló el escritor afroamericano Walter Mosley tras enterarse de la muerte de Morrison.

Chloe Anthony Wofford había nacido el día 18 de febrero de 1931 en la población de Lorain, en el estado de Ohio y era la hija de un obrero de la industria del acero y de un ama de casa. Crecer en una familia negra en plena crisis económica no debió de ser nada fácil para la niña y sus tres hermanos. Ella misma contó en más de una ocasión que sufrió penurias y discriminación racial durante su infancia. En aquellos tiempos, en su casa, era algo bastante normal que se contaran cuentos y leyendas relacionadas con su raza, algo que hacía sobre todo su madre y que ella más tarde incorporaría de una manera absolutamente natural a su obra. Su padre y su madre eran muy conscientes de que sólo la educación y la cultura podían mejorar las vidas de sus cuatro hijos. Así que apostaron fuerte por la educación aunque eso supusiera tener que hacer muchas horas extra para poder pagar los estudios. La joven Chloe, que era una devoradora de libros, y lo sería durante toda su vida, decidió estudiar Filología inglesa. Consiguió su título de Doctora con una tesis sobre las figuras de William Faulkner y Virginia Woolf. Más tarde trabajaría como profesora y, sobre todo, como editora. A su labor como editora tenemos que agradecer la publicación de algunos libros míticos, como la Autobiografía de otra gran activista afroamericana, Angela Davis, o Corregidora, la primera novela de otra importantísima escritora afroamericana, Gayl Jones.

Toni Morrison ha sido, ante todo, una genial novelista. Desde su primera obra, Ojos azules, publicada en 1970, hasta su última novela, La noche de los niños (2015), la narradora afroamericana ha publicado un buen número de obras: Sula (1973), La canción de Salomón (1977), La isla de los caballeros (1981), (Beloved, 1987), Jazz (1992), Paraíso (1997), Amor (2003), Una bendición (2008) y Volver (2012). En su país de origen es una escritora tremendamente popular cuya obra goza de un merecidísimo prestigio. No entiendo muy bien las razones, pero está claro que la literatura de Morrison no ha calado en nuestro país. Sus libros no gozan de la popularidad que ha alcanzado la literatura de otras escritoras americanas, como Alice Munro o Lorrie Moore. Si tuviera que elegir algún libro de toda su producción novelística, me quedaría con La canción de Salomón y Jazz, dos libros nada complacientes pero absolutamente necesarios para entender el universo de la escritora. Recuerdo que leí Jazz a mediados de la década de los noventa y me dejó profundamente impactado. Un libro duro pero lleno de pasajes memorables. Sobre Jazz, su compatriota la escritora y periodista Barbara Probst Solomon escribió en El País, el día 19 de octubre de 1993, cuando se le acababa de conceder el Premio Nobel:

Su novela más reciente, Jazz, publicada en 1992, es un auténtico triunfo literario. Morrison sitúa su novela en Harlem, en 1926, cuando se suponía que todo en Estados Unidos estaba en pleno apogeo. "Cuando todas las guerras han terminado y nunca va a haber otra... Por fin, por fin, todo está por delante... Aquí llega lo nuevo. Cuidado. Desaparecen las cosas tristes. Las cosas malas. Las cosas que nadie podía evitar". En esta novela, Morrison se apodera verdaderamente del lenguaje, de los riffs, del ritmo del jazz. Y añade a eso una trágica carcajada salvaje por la vida, que es el sello de nuestra ficción sureña.

Pero además de novelas, Morrison también ha escrito relatos cortos, obras de teatro, libretos para ópera y crítica literaria. Playing in the Darky The Source of Self-Regard recogen gran parte de su producción crítica, sus conferencias, sus reseñas, etc.

Toni Morrison fue la primera mujer negra que recibió el Premio Nobel de Literatura y una de las catorce mujeres que lo han ganado hasta la fecha. Esto ocurrió en 1993, cuando la escritora tenía 62 años y trabajaba como profesora en la Universidad de Princeton. En aquellos momentos el corpus de su obra lo componían seis novelas, algo absolutamente anómalo en la historia de los Premios Nobel. La Academia sueca convino en otorgarle el premio porque "su arte narrativo impregnado de fuerza visionaria y poesía ofrece una pintura viva de un aspecto esencial de la realidad norteamericana". Y luego añadía:

Se trata de una obra excepcionalmente elaborada y homogénea al mismo tiempo que de una riqueza variada. Su técnica narrativa es seductora y aunque cambia de un libro a otro lleva siempre el sello de la originalidad de su espíritu. La escritora penetra en el trasfondo de la lengua misma, una lengua que libera de las trabas de la raza.

En una entrevista concedida seis años más tarde al periódico alemán Der Spiegel, comentaba a propósito del Premio Nobel:

Fue la primera vez que me sentí norteamericana. Y me sentí mujer, y nativa de Ohio, y negra; todos esos sentimientos mezclados. Al volver la vista atrás me di cuenta de que siempre había deseado que lo ganara una mujer negra, y el hecho de que fuera yo me pareció extraordinario porque me lo merecía de verdad. No podían haber elegido a nadie mejor. Los libros eran muy buenos. Pero éstas eran mis reflexiones privadas. Lo mejor de ganar el premio fue que modificó el campo de lo que se consideraba gran literatura.

El pasado cinco de agosto se apagó su vida pero sus libros seguirán por siempre vivos, llenos de fuerza, de compromiso social y de fantasía. Algo que no todos los escritores pueden decir.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259259

martes, 13 de agosto de 2019

Los 4.427 de Mauthausen. El BOE publica los nombres de los españoles que murieron en el campo de concentración nazi

Prisioneros republicanos españoles reciben a las fuerzas americanas el 5 de mayo de 1945.

Prisioneros republicanos españoles reciben a las fuerzas americanas el 5 de mayo de 1945. GETTYIMAGES

Apenas ocho líneas dan paso en el Boletín Oficial del Estado a un largo listado de españoles que murieron en Mauthausen y Gusen. Son los nombres de 4.427 deportados a ambos campos de concentración nazis, la mitad de los más de 9.000 españoles que los historiadores calculan que fueron internados en los recintos de exterminio entre 1940 y 1945, considerado uno de los periodos más lúgubres y oprobiosos de la historia. Fueron sometidos a trabajos forzados en condiciones terroríficas o como mano de obra esclava en las colosales canteras de granito. Murieron en cámaras de gas, fusilados, a causa de epidemias... 

Durante años, los datos de 4.427 personas que murieron en el campo de concentración nazi de Mauthausen-Gusen entre 1940 y 1945 estuvieron arrinconados en unos viejos libros de la sede del Registro Civil Central, en la madrileña calle de la Montera. Nombres, apellidos, lugares de nacimiento y fechas de defunción que permitían unir los crímenes nazis con las miles de historias personales de estos españoles republicanos, que lucharon en dos guerras y sufrieron lo indecible hasta encontrar su final en un campo de concentración. Tras fijar el 5 de mayo como un día para homenajear todos los años a las víctimas españolas del nazismo, el Gobierno ha publicado este viernes en el Boletín Oficial del Estado (BOE) los datos de todas las víctimas españolas de Mauthausen.

[Consulte el listado completo de prisioneros españoles que murieron en campos de concentración nazis]

El objetivo de este edicto, además de reconocer a estas personas, es el de que los familiares y descendientes de las víctimas puedan cotejar por sí mismos los datos disponibles. La lista publicada en el BOE ha sido coordinada por un grupo de historiadores, dirigidos por el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Gutmaro Gómez Bravo, que asegura que “hay datos de apellidos o lugares de origen que pueden ser erróneos porque muchos prisioneros de guerra tenían miedo de que hubiera represalias contra sus seres queridos o compañeros políticos”. “Es un valioso documento histórico, pero tiene posibles errores y por eso se abre un proceso de alegaciones”, explica Jorge del Hoyo, coordinador académico de la comisión interministerial para el 80º aniversario del exilio republicano, una condición política que tenían “el 99,9%” de las víctimas españolas de Mauthausen.

A los 4.427 nombres que aparecen en los libros se han añadido 695 más tras el trabajo de los historiadores, que han utilizado fondos de asociaciones como la Amical de Mauthausen para tratar de poner nombre y apellidos a todas las víctimas españolas del genocidio nazi, también aquellas que acabaron en otros campos y que se registrarán en futuras inscripciones. Gómez Bravo asegura que este trabajo de registro es “muy importante” desde el punto de vista de la memoria histórica porque, cuando la España franquista recibió los archivos, los escondió. Reunidos en 10 volúmenes, debían haber servido para que los familiares de las víctimas pudieran reclamar compensaciones tanto a Alemania como a Francia, pero fueron olvidados a propósito.


https://elpais.com/politica/2019/08/08/actualidad/1565283557_304513.html

lunes, 12 de agosto de 2019

_- TRIBUNA: Cuba, contra otro 98

_- ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR
26 AGO 1994

Unamuno dijo que no hay que vivir al día, sino a los siglos. Quien pretenda limitarse a lo ocurrido en los últimos días para entender los recientes sucesos de Cuba poco sacará en claro. La querella entre Estados Unidos y Cuba se remonta a cerca de dos siglos. Desde 1805 Jefferson insistió en que Estados Unidos tenía que devorar a Cuba, entonces colonia española. En 1823, para impedir que Cuba: saliera de manos españolas hasta que cayera en estadounidenses, fue divulgada la doctrina Monroe, cuya esencia como es conocido, es: "América para los americanos", expresión en la cual América significa el hemisferio occidental de polo a polo y americanos los estadounidenses.Cuba luchó por su independencia entre 1868 y 1898, y jamás Estados Unidos reconoció a la República de Cuba en armas. Sin embargo, aquel último año intervino con supuestos fines humanitarios en nuestra guerra y realizó algo infrecuente en la historia: derrotar a la vez a los dos contendientes, colonialistas e independentistas (había españoles y cubanos en ambos bandos durante aquella contienda prácticamente civil). Se sabe de sobra la suerte de España. En cuanto a Cuba, fue ocupada militarmente y convertida después en neocolonia hasta que en 1959 obtuvo, al cabo, por sus propios medios la independencia. En El 98 de los americanos (Madrid, 1974), José Manuel Allendesalazar escribió: "Desde que Estados Unidos nace a la historia, el destino ha hecho que, de un modo u otro, la isla acabe siendo una pesadilla para los americanos. Cuba es una palabra familiar, atrayente e irritante en el vocabulario del político americano, no sólo de hoy, sino de hace siglo y medio".

Con este telón de fondo puede apreciarse el presente. Lo que en esencia ha cambiado es que Cuba no es hoy ni colonia española ni neocolonia estadounidense, sino independiente: hecho que los actuales representantes de la agresiva política estadounidense no pueden perdonar. Nos han atacado por todos los medios, nos han sometido a un cruel bloqueo durante más de 30 años y nos tienen destinado otro 98. Nuestro deber es impedirlo a toda costa, y así lo haremos. Se me dirá que además Cuba se declaró socialista, lo que Estados Unidos no puede permitir. Responderé que cuando fueron agredidos por Estados Unidos, no eran socialistas ni México ni Nicaragua ni Haití ni la República Dominicana ni Guatemala ni Granada ni Panamá. Y, en cambio, a China, país que se proclama socialista, Clinton acaba de ratificarle su condición de nación más favorecida, y con Vietnam, país que también se proclama socialista y donde por añadidura murieron decenas de miles de estadounidenses, Washington está normalizando sus relaciones. En un editorial del pasado día 11, The New York Times exhorta al presidente Clinton a aliviar las sanciones impuestas por su país a Cuba a fin de evitar un éxodo masivo de cubanos (provocado sobre todo por las múltiples escaseces agravadas por el recrudecimiento del embargo / bloqueo) a EE UU, cuya política, según dicho periódico, está "congelada en el pasado".

Naturalmente que Cuba requiere cambios. Los está haciendo y hará cuantos sean necesarios sin deshonor. Pero nadie en sus cabales, puede esperar que entre tales cambios se encuentre regresar a 1898. Ni lo permitirán los mejores cubanos, sean cuales fueren sus criterios políticos, ni lo desean los mejores estadounidenses. En cuanto a los españoles que no han olvidado la calumnia del Maine ni las humillaciones de 1898, es de suponer que deben ver con orgullo a aquellos cubanos que defendemos como Dios manda nuestra estirpe y el futuro que garantizaremos con inteligencia, imaginación y valor.

https://elpais.com/diario/1994/08/26/internacional/777852022_850215.html?rel=mas

domingo, 11 de agosto de 2019

La era del control nuclear se desmorona. El sistema de seguridad de la Guerra Fría pactado por EE UU y Rusia se desintegra mientras emergen potencias como China y nuevas amenazas tecnológicas sin ninguna restricción.

La estructura de control de armamento nuclear y desarme progresivo que negociaron arduamente con Moscú todos los presidentes de Estados Unidos desde los años sesenta está cerca de ser reducida a escombros. La consecuencia es que hoy el mundo es un lugar menos seguro, con una carrera armamentística en marcha y más expuesto a la posibilidad de un ataque nuclear. En paralelo, emergen nuevas amenazas sin ningún tipo de control como las armas cibernéticas, los misiles hipersónicos o los robots asesinos.

La irrupción de nuevas potencias —sobre todo China— que hacen oídos sordos a cualquier iniciativa que pueda frenar su expansión militar, la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y John Bolton, su consejero de Seguridad Nacional, que ha denostado durante décadas los acuerdos de desarme, y los programas armamentísticos de enemigos de Washington como Irán o Corea del Norte han provocado que casi todos los límites al desarrollo y despliegue de armas atómicas pactados entre las dos superpotencias durante medio siglo se hayan disipado.

La retirada de Washington del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés) terminó el viernes con la prohibición de que EE UU y Rusia (como sucesora de la URSS) almacenasen, probasen o desplegaran misiles terrestres, convencionales o nucleares, de alcance intermedio (de entre 500 y 5.500 kilómetros). El veto duró 32 años, desde que Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov lo firmaron en la Casa Blanca.
Mijaíl Gorbachov (izquierda), y Ronald Reagan, durante la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), en diciembre de 1987 en la Casa Blanca.

Mijaíl Gorbachov (izquierda), y Ronald Reagan, durante la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), en diciembre de 1987 en la Casa Blanca. Mijaíl Gorbachov (izquierda), y Ronald Reagan, durante la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), en diciembre de 1987 en la Casa Blanca. REUTERS

El acuerdo estuvo motivado por el pánico nuclear que imperaba en la Europa de los setenta y ochenta después de que la URSS desplegara misiles nucleares SS-20, capaces de golpear ciudades europeas en pocos minutos. Tras la petición del canciller Helmut Schmidt, y pese a las multitudinarias manifestaciones, EE UU instaló en 1983 decenas de misiles Pershing II en Alemania occidental, a 10 minutos de vuelo de Moscú. El miedo a que un conflicto entre los dos bloques derivara en la destrucción mutua forzó a las partes a ceder. Ese miedo parece hoy inexistente.

El pánico nuclear desembocó en la Edad de Oro del Control Armamentístico (1987-2000), en la que EE UU y Rusia llegaron a otros acuerdos como el que limitó —hasta que Moscú lo suspendió en 2007— el número de tanques, aviones y piezas de artillería en Europa; y multilateralmente se prohibieron las armas químicas y se alcanzó una moratoria de los ensayos nucleares que en las últimas dos décadas solo ha infringido Corea del Norte.

El ocaso de esta estructura de control de armas comenzó cuando en 2001 George W. Bush anunció la retirada de EE UU del Tratado sobre Misiles Antibalísticos, firmado por Richard Nixon y Leonid Breznev en 1972, alegando que beneficiaba al resto de potencias nucleares. La victoria electoral de Donald Trump —el único presidente desde Dwight D. Eisenhower que no ha establecido ningún diálogo de desarme con Moscú—, ha acelerado el derrumbe del sistema vigente. “La Administración actual no tiene ningún plan ni está capacitada para alcanzar acuerdos de control armamentístico”, asegura por teléfono Kingston Reif, director de Desarme y Políticas de Prevención de Riesgos en Arms Control Association.

El INF —que obligó a la destrucción de 2.692 misiles soviéticos y estadounidenses— estaba en la cuerda floja desde que en 2014, la Administración de Obama acusó al Kremlin de violar el tratado durante los ensayos del misil Novator 9M729. Moscú lo niega y continúa con el desarrollo y despliegue de estos proyectiles, además de acusar a Washington de incumplir el acuerdo con la instalación en 2015 del sistema antimisiles Aegis en Rumania. Tras anunciar la suspensión del tratado en febrero, la retirada de EE UU se formalizó el viernes. El veto impedía a Washington tener misiles como los que Corea del Norte lanzó hace 10 días al mar del Japón —con Bolton de visita en Seúl—, o como los que la Guardia Revolucionaria iraní disparó en 2017 contra posiciones del Estado Islámico en Siria. Además, durante los años que EE UU y Rusia lo han tenido prohibido, China ha desarrollado múltiples versiones de misiles terrestres de alcance intermedio que incomodan a la Casa Blanca y el Kremlin, pero le han permitido consolidar su supremacía regional

“A corto plazo, [la retirada del INF] apenas ofrece a Washington nuevas posibilidades en el plano militar”, señala por teléfono Olga Oliker, directora para Europa y Asia Central del International Crisis Group. La investigadora argumenta que EE UU ya tenía capacidad de almacenar y utilizar misiles de alcance intermedio lanzados desde aeronaves o embarcaciones, ya que el tratado únicamente vetaba los terrestres. De hecho, en las últimas tres décadas, misiles estadounidenses de ese rango han impactado en Irak, Bosnia, Sudán, Afganistán, Siria… “Ningún aliado europeo ni asiático permitiría hoy el despliegue de misiles estadounidenses en su territorio”, sostiene Oliker. Aun así, el Pentágono ya ha anunciado que lleva tiempo trabajando en una versión terrestre de sus Tomahawk con la que pretende ensayar este mismo mes.

Con el INF convertido en papel mojado, la mayoría de expertos coincide en que son escasas las opciones de que se prorrogue el New START, que limita el número de cabezas nucleares desplegadas por Rusia y EE UU, y expira en febrero de 2021, dos semanas después de que concluya el mandato de Trump. En virtud del tratado, las dos potencias están sometidas a un régimen mutuo de constantes inspecciones.

Moscú lleva años reiterando su interés en prorrogarlo, aunque pretende negociar algunas modificaciones y ampliaciones. Una semana después de su investidura, Putin le preguntó a Trump por teléfono cuál era su postura con respecto al New START. Tras consultar brevemente con sus asistentes, el republicano lo repudió con el pretexto de que era un pésimo acuerdo negociado por Obama, perjudicial para los intereses de EE UU y muy beneficioso para Rusia. Argumentos similares a los que utilizó poco después para dinamitar el pacto nuclear con Irán, por el que Teherán se comprometió a congelar su programa de desarrollo atómico. Como consecuencia, los reactores nucleares iraníes ya enriquecen uranio por encima de los límites que fijaba el pacto. Por su parte, el diálogo nuclear con Corea del Norte no ha dado más resultado que unas cuantas fotos de Trump junto a Kim Jong-un. Pyongyang acusa a los negociadores de Trump de tener una “actitud gansteril”.

Ensayos nucleares El final del New START abriría una era en la que, tras casi 50 años, los arsenales nucleares de EE UU y Rusia no estarían sometidos a ningún límite o restricción. Bolton defiende que cualquier negociación futura debe incluir, sin excepciones, al resto de potencias nucleares (China, Francia, el Reino Unido, Israel, Corea del Norte, India y Pakistán). “Si Trump bloquea la renovación del New START dará un paso autodestructivo”, señala Reif. El experto cree que un potencial relevo demócrata en la Casa Blanca no tendría margen suficiente para negociar su ampliación con el Kremlin.

Tras enterrar el INF, los halcones de Trump han acusado a Rusia de estar ensayando secretamente detonaciones de bombas atómicas de escasa potencia, violando la moratoria de 1992. A diferencia de las acusaciones referidas al INF “respaldadas por la OTAN y numerosos investigadores”, la mayoría de expertos acogieron con escepticismo las denuncias de recientes ensayos nucleares en el Ártico ruso. Al margen de los de Pyongyang, los últimos ensayos nucleares fueron los realizados en 1996 por India y Pakistán.

Un ejemplo más del desprecio con el que Trump aborda el control armamentístico es el estado actual de la Oficina de Estabilidad Estratégica y Políticas de Disuasión. Entre despidos y deserciones, el departamento de Estado encargado de las políticas de desarme y no proliferación ha perdido en dos años el 70% de su plantilla. Quedan cuatro trabajadores.

Frente a este sombrío panorama, han proliferado las organizaciones e iniciativas a favor del desarme. La Campaña para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) es una de las más destacadas. Galardonada con el Nobel de la Paz en 2017, la plataforma logró que la ONU aprobara (con 122 votos a favor) el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares. Sin embargo, no se han logrado las 50 ratificaciones necesarias para que la prohibición entre en vigor para los países firmantes. Aun así, el rechazo frontal en las potencias nucleares —con la excepción de Jeremy Corbyn, el líder de la oposición británica— da a corto plazo nulas opciones de éxito a la iniciativa. La coordinadora de ICAN, Beatrice Fihn, en una entrevista el año pasado en Madrid, llamaba a la movilización; a reaccionar antes de que la indignación popular sea fruto de un accidente o ataque nuclear. Oliker, sin embargo, cree que habrá que esperar hasta que el pánico nuclear fuerce a negociar acuerdos como los de la Guerra Fría.

 https://elpais.com/internacional/2019/08/03/actualidad/1564845017_578948.html?rel=lom

sábado, 10 de agosto de 2019

¿Cuánto contaminan los seres humanos?

T.J. Coles
Sin permiso

Cada año los seres humanos liberan una cantidad cada vez mayor de dióxido de carbono (C02) a la atmósfera; En la actualidad, alrededor de 40 mil millones de toneladas por año. De acuerdo con el Observatorio Terrestre de la NASA, 8.4 mil millones de toneladas se atribuyen a la quema de combustibles fósiles; principalmente el carbón, el gas y el petróleo. La Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos y la Comisión Europea enumeran los países más contaminantes (incluida la UE en su conjunto y cada uno de sus estados miembros). Son China, los EE.UU., la UE, India, Rusia, Japón, Alemania, Canadá y Brasil. Cuando se mide en términos de emisiones per cápita, los EE.UU. y Canadá son los mayores culpables. Cada canadiense y estadounidense emite un promedio de > 15 toneladas de CO2 al año (“huella de carbono”). Es el resultado de los desplazamientos, el consumo, el uso de energía doméstica, el ocio y los viajes.



El CO2 supone aproximadamente el 76 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero antropogénicos. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos dice que la combustión (carbón, gas y petróleo) es la principal actividad humana que libera CO2. La producción eléctrica, que utiliza la combustión de carbón para su generación, representa el 32,9% de las emisiones de CO2 de Estados Unidos. El transporte representa el 34,2%, que implica petróleo, ya que la mayoría del transporte (automóviles, camiones, aviones y barcos) se basan en el petróleo. La industria es responsable del 15,4% de las emisiones y los hogares / comercial del 10%.

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