miércoles, 3 de julio de 2024

La interpretación jurídica y el auto del Supremo sobre la malversación. Javier Pérez Royo.


Los firmantes de la decisión del Supremo sobre la aplicación de la amnistía en la malversación, con la exclusión del voto particular, han sustituido la “voluntad general” de la ley por su “voluntad particular”, que es en lo que consiste el delito de prevaricación.

Los seres humanos no hacemos a lo largo de nuestra vida nada más que interpretar. Interpretamos la naturaleza para extraer de ella lo que necesitamos no solamente para sobrevivir, sino para vivir lo mejor posible, e interpretamos la sociedad para explicarnos a nosotros mismos el por qué y el cómo de nuestra convivencia. Enseñar a interpretar la naturaleza y la sociedad es a lo que se dedican todos los sistemas de enseñanza conocidos en el mundo.

El método de interpretación es distinto en cada una de las áreas de conocimiento. No es solo la interpretación jurídica la que es una interpretación singular. Todas lo son. Pero sí hay algo que diferencia exclusivamente a la interpretación jurídica de todas las demás sin excepción. La interpretación jurídica es una interpretación reglada.

Esto no ocurre en ninguna otra área del conocimiento. Entre los que cultivan las diferentes áreas de conocimiento se van imponiendo reglas de interpretación a través de las cuales se acredita el carácter científico o no de la interpretación que se lleva a cabo. Pero a nadie se le impone normativamente la forma en que tiene que interpretar el objeto que pretende conocer. Es obvio que desconocer a Francisco Rico, por hacer un homenaje al universalmente reconocido como excelso intérprete de El Quijote recientemente fallecido, es una barbaridad. Pero nadie tiene más sanción por desconocerlo que el desprecio de los intérpretes reconocidos. Así ocurre con la interpretación en todas las demás áreas del saber, tanto de la naturaleza como de la sociedad.

En el Derecho no es así. Solamente en el Derecho no es así. La interpretación jurídica tiene necesariamente que hacerse con unas reglas de interpretación que están definidas normativamente y cuyo incumplimiento tiene una sanción. El catedrático que dice una barbaridad en la interpretación de El Quijote hace el ridículo, pero no comete un delito. El juez que dice una barbaridad en la interpretación de la norma jurídica, no solamente hace el ridículo, sino que comete un delito. Y comete un delito porque llega a una conclusión en la interpretación de la norma jurídica que no puede ser justificada con ninguna de las reglas de interpretación comúnmente admitidas en el mundo del derecho.

La norma jurídica que se tenga que aplicar a un caso concreto tiene que ser interpretada con base en una interpretación gramatical, sistemática, teleológica o histórica. Cuál es el sentido de las palabras de las que ha hecho uso el legislador al tipificar una determinada conducta como delictiva. Qué relación guarda con los demás preceptos de la norma aplicable o incluso con otras normas del ordenamiento jurídico. Qué finalidad persigue el legislador al tipificar la conducta de esta manera. Cómo se ha elaborado la norma a lo largo del proceso legislativo. Si en el ejercicio de la función jurisdiccional el órgano judicial no es capaz de justificar la conclusión a la que llega con base en estas reglas, en todas o en alguna de ellas, está cometiendo el delito de prevaricación, que consiste en la sustitución de la “voluntad general” del legislador por la “voluntad particular” del juez.

Para no cometer el delito de prevaricación, el órgano judicial no tiene solamente que identificar correctamente la ley aplicable al caso, sino que, además, tiene que interpretar dicha ley de acuerdo con las reglas de interpretación contenidas en el Título Preliminar del Código Civil. El órgano judicial es independiente, pero está sometido al imperio de la ley (artículo 117 de la Constitución). En el sometimiento a la ley está el fundamento de su independencia. En la “motivación” de su decisión tiene que demostrar su sometimiento a la ley, es decir, que es la “voluntad general” la que se está imponiendo con su decisión y no su “voluntad particular”.

¿Es posible justificar con alguna de las reglas de interpretación de obligado cumplimiento el auto de la Sala Segunda del Tribunal Supremo en la Causa Especial 20907/2017, respecto de la no aplicación de la amnistía por el delito de malversación, regulada en la Ley Orgánica 1/2024, de 10 de junio, a los condenados por tal delito Oriol Junqueras, Raul Romeva, Jordi Turull y Montserrat Bassa.?

Reproduzco los preceptos de la ley de amnistía relativos al delito de malversación para que el lector no tenga que molestarse en buscarlo y pueda seguir más fácilmente la argumentación:

Artículo 1. “Quedan amnistiados…:

a) Los actos cometidos con la intención de reivindicar, promover o procurar la secesión o independencia de Catalunya, así como los que hubieran contribuido a la consecución de tales propósitos. En todo caso, se entenderán comprendidos en este supuesto los actos tipificados como delitos de usurpación de funciones públicas o de malversación, únicamente cuando estén dirigidos a financiar, sufragar o facilitar la realización de cualesquiera de las conductas descritas en el primer párrafo de esta letra, directamente o a través de cualquier entidad pública o privada, siempre que no haya existido propósito de enriquecimiento, así como cualquier otro acto tipificado como delito que tuviera idéntica finalidad.

b) Los actos cometidos con la intención de convocar, promover o procurar la celebración de las consultas que tuvieron lugar en Catalunya el 9 de noviembre de 2014 y el 1 de octubre de 2017 por quien careciera de competencias para ello o cuya convocatoria o celebración haya sido declarada ilícita, así como aquellos que hubieran contribuido a su consecución. En todo caso, se entenderán comprendidos en este supuesto los actos tipificados como delitos de usurpación de funciones públicas o de malversación, únicamente cuando estén dirigidos a financiar, sufragar o facilitar la realización de cualesquiera de las conductas descritas en el párrafo anterior, siempre que no haya existido propósito de enriquecimiento, así como cualquier otro acto tipificado como delito que tuviera idéntica finalidad“.

La interpretación literal es clara. No hay que haber estudiado Derecho para entender lo que la ley dice. No menos lo es la interpretación sistemática, como se explica perfectamente en el Preámbulo de la ley. Que la finalidad de la ley era amnistiar a los condenados por dicho delito es lo que explica que haya sido aprobada. La tramitación parlamentaria de la norma tampoco permite ninguna duda sobre lo que el legislador ha pretendido con la aprobación de la ley.

Llegar a la misma conclusión con la aplicación de todas las reglas de interpretación es la prueba del nueve de que no hay otra interpretación posible.

De ahí que la Sala Segunda tenga que adulterar la expresión “propósito de enriquecimiento” para no considerar amnistiadas las conductas de los condenados. En la ley queda claro que, en ningún caso, se ha contemplado la posibilidad de que se hiciera frente con el patrimonio privado de nadie a la “celebración de las consultas que tuvieron lugar el 9 de noviembre de 2014 y el 1 de octubre de 2017”. El no haber hecho uso del patrimonio propio para la celebración de dichas consultas ni está en la ley ni se le ha pasado por la cabeza al legislador. Tampoco se le pasó por la cabeza a los miembros de la Sala Segunda del Tribunal Supremo cuando condenaron por malversación a los que ahora considera que no pueden ser amnistiados porque se enriquecieron por no hacer uso de su propio patrimonio. Ese “enriquecimiento” no aparece en la fundamentación jurídica de la Sentencia de la Sala de lo Penal de 14-10-2019. La argumentación del auto de esta semana es un disparate en lo que a la interpretación literal de la Ley de Amnistía se refiere e incongruente incluso con la condena por malversación por parte de la Sala Segunda del Tribunal Supremo en la Sentencia 14-10.2019.

Respecto de la interpretación sistemática, teleológica e histórica no hay nada en el auto. El auto ha llegado a una conclusión que vulnera de manera grosera las reglas de interpretación jurídica de aplicación inexcusable en nuestro ordenamiento jurídico. Los firmantes de la sentencia, con la exclusión de la firmante del voto particular, han sustituido, en consecuencia, la “voluntad general” de la ley por su “voluntad particular”, que, como he dejado dicho, es en lo que consiste el delito de prevaricación.

Arte, vanguardia y horror en el campo de concentración nazi de Ebensee.

Campo de concentración nazi de Ebensee
La intervención artística de la creadora Chiharu Shiota en el túnel donde se pensaba asesinar a los prisioneros del campo de concentración de Ebensee.
La Capital Europea de la Cultura en 2024, la austriaca Bad Ischl, presenta una instalación artística y una docuficción en las antiguas instalaciones del campo satélite de Mauthausen para hacer pedagogía de la memoria.

El plan del comandante nazi era tan criminal como poco sofisticado. Consistía en encerrar a los 16.648 prisioneros del campo de concentración de Ebensee en el gigantesco túnel horadado en la montaña inmediata y dinamitar la entrada. Enterrarlos vivos. Los presos barruntaron la maniobra, sabían que el Ejército aliado estaba cerca y se rebelaron. Lo usual en un motín contra unas SS inquietas y en retirada es que los cabecillas fueran ametrallados sin contemplaciones, pero los dejaron en manos de una patrulla de la Wehrmacht. “Su vida no valía nada”, dice Wolfgang Quatember, director del memorial del campo de concentración de Ebensee, en Alta Austria, “y Anton Ganz, el comandante, ya pensaba en la suya propia tras la guerra. En las consecuencias de una matanza selectiva con testigos. No tenía tiempo para escaramuzas. Huyeron”.

Silvia Dinhof-Cueto escucha con atención a Quatember dentro del túnel. Su padre era uno de los prisioneros del campo. Víctor Cueto, teniente asturiano del Ejército republicano, había escapado de las tropas golpistas cruzando los Pirineos catalanes a pie para terminar confinado en el campo de concentración de la playa de Argelès-sur-Mer, construido sobre la arena. Allí le ofrecieron tres alternativas: volver a la España franquista, alistarse en la Legión Extranjera francesa o trabajar en la Línea Maginot, la inútil muralla defensiva gala en la frontera con Alemania. Se decantó por esta última pero enseguida lo capturaron los nazis. Entró en Mauthausen en el verano de 1940, con el número 3.438. Sobrevivió cinco años. Hasta la liberación. Una eternidad.

“Mi padre decía que en Mauthausen todo sucedía por casualidad. Un jefe de las SS, el más sádico, el más animal, lo eligió por azar para trabajar en el huerto del campo. Le salvó la vida. Estaba trabajando en condiciones extremas en la cantera de granito, allí no hubiera resistido mucho más. En 1944 lo transportaron a Ebensee”, dice Dinhof-Cueto en un castellano perfecto, señalando el sistema de galerías. En el túnel principal, la artista japonesa Chiharu Shiota acaba de instalar un telar rojo de 25 metros de largo. Una segunda piel que evoca, en sus palabras, un sentimiento de “presencia en ausencia”. Dinhof-Cueto contempla la obra de Shiota: “Mi padre se habría preguntado ‘¿y esto qué significa?’. Pero su propósito es rememorar lo que ocurrió aquí, creo que le hubiera gustado”.

La improvisación final del comandante nazi en realidad no desentonaba con lo que había sido Ebensee, un campo satélite de Mauthausen concebido en 1943 para desarrollar una nueva generación de armamento con la explotación de mano de obra esclava. Aquí asesinaron por la vía del trabajo a más de 8.500 personas en apenas 18 meses. Cuando les sobraba fuerza laboral, las SS dejaban a los presos más débiles a la intemperie, semidesnudos a orillas de los barracones para que murieran de frío. En las fotos del Ejército estadounidense del 6 de mayo de 1945 se ven montañas de cadáveres apilados en el crematorio, los cuerpos de los convictos que no resistieron más y murieron solo unas horas antes de la liberación del campo. Durante una semana siguieron muriendo cerca de 450 personas cada día.
 
Prisioneros del campo de concentración de Ebensee, en 1945. Prisioneros del campo de concentración de Ebensee, en 1945. PHOTO 12 (UNIVERSAL IMAGES GROUP / GETTY)

El túnel escondía una fábrica subterránea para ejecutar el programa de misiles de la Alemania nazi, dirigido por los oficiales Walter Dornberger y Wernher von Braun, quienes tras las Segunda Guerra Mundial continuaron sus brillantes carreras en el desarrollo de balística en el bando enemigo, en el Ejército de EE UU. El sistema de galerías de Ebensee encarna la alianza perfecta entre ciencia y barbarie, técnica y explotación de seres humanos.

“Los recuerdos son la única vía que permite a la gente escapar de este desprecio por la humanidad, de esta combinación fatal de destrucción y progreso”, dice Elisabeth Schweeger, directora artística de la capital europea de la cultura de 2024 en Bad Ischl–Salzkammergut, que reconoce la dificultad de sacar adelante iniciativas que se enfrentan al pasado en una región con profundas raíces nazis. “El túnel de Ebensee y el antiguo campo de concentración aledaño son lugares para el recuerdo. ¿Cómo podemos hacer justicia a este lugar, cómo podemos honrarlo con el arte?”.

Su respuesta fue Chiharu Shiota. Y también una original docuficción audiovisual, comisariada por la arquitecta Marlene Rutzendorfer, Regional Express. La diseñó para que, durante los desplazamientos en tren entre los pueblos de la región de Salzkammergut, los viajeros dispusieran en su teléfono de un archivo de historia oral casi subversivo frente al silencio de otras épocas. El objetivo es el mismo: impulsar una pedagogía de la memoria. Rutzendorfer nació y creció en Bad Ischl: “Durante mucho tiempo, la sociedad de Salzkammergut se resistió o no estuvo dispuesta a examinar de cerca su propio papel en el nacionalsocialismo y en el campo de concentración; no solo en Ebensee, sino también más allá. Parece muy fácil optar por no ver las huellas de la existencia del campo”.

Escondido en Stuttgart
La belleza del paisaje no excluye el horror, se escucha en el móvil. Y entonces brota el testimonio de Silvia Dinhof-Cueto, que participa en el relato: “Me entristece pensar que para mí, Traunsee y Attersee, donde crecí, son lugares bellos. Para mi padre era el horror. Esto siempre me resultó difícil. Y lo sigue siendo. Hay una tensión evidente entre lo maravilloso y lo brutal”.

El padre de Dinhof-Cueto no abandonó Salzkammergut y rehizo su vida trabajando como cocinero en la base militar estadounidense de Lenzing, en la ribera del lago Attersee, donde veraneaban y se inspiraban Klimt y Mahler, a solo 30 kilómetros de Ebensee. Vivió apátrida hasta 1955, cuando Austria le concedió la nacionalidad. Ella nació apátrida en 1954.

Ebensee fue liberado un día más tarde que Mauthausen. El comandante nazi Anton Ganz se fugó a Alemania, llevó una vida ordenada de bajo perfil en Stuttgart (“solo salía para ir a misa los domingos”, apunta Wolfgang Quatember) y ya jubilado, en 1972, fue procesado por la justicia alemana y sentenciado a cadena perpetua. En su huida el bárbaro fue inteligente. Solo encontraron testigos para acusarle de siete asesinatos. Cumplió unos días de prisión preventiva y quedó en libertad poco después por motivos de salud.

martes, 2 de julio de 2024

¿Cómo se pone a prueba (y se entrena) el olfato?

A woman is surrounded by an out of focus white cloud and baby's breath flowers in front of an orange backdrop.
Es bien sabido que la pérdida de olfato puede acarrear problemas de salud mental. Pero ¿entrenar la nariz puede aliviarlos? Grant Harder para The New York Times         
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Es posible revertir la disminución del olfato, y fortalecer tu salud mental, con algo tan sencillo como pasar tiempo con las fragancias del cardamomo y la canela en tu especiero.

Los brownies de la abuela, el aroma de la lluvia en un bosque de pinos, la fragancia del cardamomo… los olores pueden ser potentes máquinas del tiempo, que desbloquean recuerdos casi como por arte de magia y te transportan a momentos concretos de forma más vívida que la vista o el oído.

Pero, al igual que la vista y el oído, nuestro sentido del olfato disminuye con la edad (y como consecuencia de infecciones como la covid, el tabaquismo y la contaminación). Alrededor del 11 por ciento de los estadounidenses en sus 50 años tienen problemas para oler; esta cifra se eleva al 39 por ciento en el caso de los mayores de 80 años.

Cuando nuestra nariz pierde agudeza, nuestra salud mental también suele resentirse. La disminución del olfato se asocia a un empeoramiento de la memoria, la cognición y el bienestar general, así como a la demencia y la depresión.

“Nuestro cerebro necesita mucha estimulación olfativa para mantener su salud”, afirmó Michael Leon, profesor emérito de neurobiología de la Universidad de California, campus Irvine.

Afortunadamente, la disminución del sentido del olfato puede ser reversible, quizá con algo tan sencillo como pasar un tiempo con el especiero.

Por qué el olfato es tan importante en el cerebro
Los científicos reconocen desde hace tiempo que una menor capacidad para detectar e identificar olores puede ser un síntoma precoz de afecciones como la depresión, la demencia y la enfermedad de Parkinson. Por ejemplo, puedes notar que tu vino favorito ha perdido de algún modo su aroma, o no darte cuenta de que la comida se está estropeando en tu refrigerador, afirmó Sarah Banks, profesora adjunta de neurociencia en la Universidad de California, campus San Diego. Para muchas personas, los problemas con el olfato son una de las primeras señales de Alzheimer, añadió.

Entonces, ¿significa eso que entrenar la nariz puede ayudar a la mente? Algunas investigaciones sugieren que sí. En un estudio de 2022, personas mayores con depresión entrenaron la nariz durante varios meses y vieron cómo sus síntomas disminuyeron, en especial quienes habían tenido problemas olfativos anteriormente.

Un estudio más pequeño de 2021 sobre pacientes con demencia descubrió que el entrenamiento olfativo no solo mejoraba la depresión, sino que también les ayudaba a recordar palabras más rápidamente. Leon afirmó que los resultados eran mejores que los obtenidos con las aplicaciones de entrenamiento cerebral. Otros pequeños estudios han sugerido que el entrenamiento olfativo podría aumentar el grosor del hipocampo, que es el centro de la memoria del cerebro.

Cuando Banks y sus colegas examinaron los escaneos cerebrales de maestros sumilleres, descubrieron que la ínsula (una región que procesa las emociones) y la corteza entorrinal (una zona cuya disfunción está implicada en la enfermedad de Alzheimer) aumentaban de tamaño cuanto más tiempo se había trabajado en la profesión.

“Esa es una de las partes del cerebro que normalmente se vuelve un poco más delgada y pequeña con la edad”, dijo Banks. “Y en estas personas, iba en dirección contraria”.

Los expertos creen que una de las razones de que esto ocurra es que las áreas del cerebro relacionadas con el olfato están conectadas de forma única con partes implicadas en la cognición, como el córtex prefrontal.

“El sistema olfativo es el único sistema sensorial que tiene una proyección directa en los centros de la memoria y los centros emocionales del cerebro”, afirmó Leon.

Entonces, ¿cómo se pone a prueba (y se entrena) el olfato?
Cualquier prueba seria del sentido del olfato es mejor hacerla con un otorrinolaringólogo. Sin embargo, si tienes curiosidad, hay algunas formas de evaluar las capacidades de tu nariz en casa. Puedes pedir un kit de autocomprobación, que puede contener tarjetas para rascar y oler, o autoevaluarte con simples artículos domésticos.

Aunque una prueba casera no sustituye a la evaluación de un médico, puede alertarte de posibles deterioros, afirmó Thomas Hummel, profesor de ciencias del olfato de la Universidad Politécnica de Dresde, Alemania.

Los expertos afirman que se puede mejorar el sentido del olfato poniendo a prueba y entrenando la nariz de forma consciente e intencionada.

La clínica de Hummel ofrece una evaluación olfativa en línea de 10 minutos que puedes realizar con objetos cotidianos del hogar y que, en un estudio, identificó al 67 por ciento de las personas con deficiencias olfativas.

Para hacer la prueba, vierte cuatro productos de olor fuerte en tazas separadas (la prueba de Hummel utiliza cosas como vino, jabón, detergente para la ropa, miel o café). Pídele a alguien que te ponga una venda en los ojos y te ofrezca las tazas para que las huelas. Date un punto si puedes oler algo y dos si puedes identificarlo.

Si obtienes menos de siete puntos sobre ocho, es posible que tengas una disfunción olfativa. Pero eso no es necesariamente un indicador de problemas cognitivos o deterioro mental, dijo Banks. Tu disfunción olfativa podría ser temporal, como puede ocurrir durante y después de una infección vírica, aunque puede ser una sugerencia de que consultes a un médico.

Es más, los malos resultados olfativos pueden mejorarse. Hummel recomienda a sus pacientes que busquen cuatro objetos domésticos de olor intenso, como una especia o un dentífrico. Huele cada uno de ellos por la mañana y por la noche durante al menos 30 segundos, dice. (Si se pueden oler más aromas, más veces al día y durante más de 30 segundos, mucho mejor, añadió). No es necesario vendarse los ojos; se trata de ser más intencionado y consciente de los olores. Si quieres, puedes mezclar los olores: un día puedes oler canela y otro café.

Si buscas una prueba más difícil, puedes probar un kit de formación para sumilleres. Pero también puedes obtener resultados simplemente prestando atención a los olores que ya están presentes en tu vida.

Según Banks, cuando los sommeliers se forman, suelen visitar tiendas de comestibles para oler frutas y verduras y aprender los matices de los aromas. También se puede probar un difusor nocturno de aromas que expulse aceites esenciales mientras se duerme. Un pequeño estudio dirigido por Leon sugirió que pueden ser útiles para mejorar las capacidades cognitivas.

Según Hummel, entrenar el olfato nos conecta con el mundo que nos rodea. Puede que ayudar al cerebro sea tan sencillo como dedicar tiempo a oler las flores.

Marta Zaraska es autora de Growing Young: How Friendship, Optimism and Kindness Can Help You Live to 100.

lunes, 1 de julio de 2024

Colegio rico, colegio pobre; colegio blanco, colegio negro

Un colegio público en Barcelona.
Un colegio público en Barcelona.
La izquierda acaba problematizando más las decenas de escuelas privadas segregadas por sexo que los centenares de centros públicos segregados por clase, nacionalidad y etnia.

Hace un par de años, durante el desfile de carnaval de la ciudad en la que vivo, me di cuenta de que había colegios en los que los españoles eran minoría y otros en los que apenas había inmigrantes. Meses después, yendo con mis hijos, me encontré a una de mis profesoras de la infancia. Y una de las cosas que me dijo fue que, cuando llegara el momento, evitara llevarlos a la escuela pública en la que ella fue maestra y yo alumna. Entre sus razones hubo una que me chocó, porque esa profesora mía era de izquierdas: que buena parte del alumnado era inmigrante y pobre, y los profesores no tenían recursos, ni materiales ni formativos, para gestionar algunas de las situaciones a las que esto daba lugar.

Informándome sobre planes digitales escolares, le puse cifras a lo que me contó: el que fue mi colegio tiene un 70% de alumnos de nacionalidad extranjera. Es un Colegio Internacional, pero no de esos a los que van los hijos de los ministros; los alumnos allí no tienen padres diplomáticos ni empresarios, sino albañiles y en paro.

Cuando se lo comenté a mis amigas se montó un buen debate. Una de ellas argumentaba que no pasaba nada porque existieran colegios como el que fue el nuestro, que los chavales tenían que saber “cómo era el mundo”, pero es que resulta que el mundo no es así. Al menos no en nuestro país, donde la inmigración no representa siquiera el 20% de la población y donde, aunque más del 33% de nuestros menores están en riesgo de pobreza, (aún) no son la mayoría. Que los colegios públicos no repliquen esta composición, sino en algunos casos la contraria solo puede significar una cosa: que se está segregando a los niños.

Otra comentó que no pasaba nada si el nivel educativo en esos centros era un poco peor porque había que atender necesidades que no eran académicas. Que las tablas y los ríos podían aprenderlos los críos en casa, pero que en la escuela aprenderían sobre convivencia y valores. Una perspectiva profundamente clasista, pues los hijos de las clases medias y de los obreros con formación y tiempo tienen quien les enseñe las tablas y los ríos, pero muchos de los alumnos de esas escuelas segregadas, no. La segregación es perjudicial, sobre todo y como casi todo, para los más pobres.

La Comunidad en la que vivo —Madrid— es la que más segrega a sus alumnos, no solo de España, sino de la OCDE. Pero casi nadie habla de ello en nuestras élites políticas y mediáticas. Ni siquiera se suele mencionar cuando se listan los achaques de la educación pública. Los hunos, porque no les importa que los servicios públicos se degraden y los hotros porque prefieren anteponer sus fetiches ideológicos (ya sean el multiculturalismo o la romantización del lumpen) a la realidad. El resultado es que la izquierda acaba problematizando más las decenas de colegios privados segregados por sexo que eligen los ricos que los centenares de colegios públicos segregados por clase, nacionalidad y etnia de los pobres sin elección.

Todos callan porque a los hunos les interesa que crezca la privada y los hotros no son capaces de abordar la segregación escolar de una manera que no sea llamando racista y clasista a todo aquel que plantee el fenómeno como problemático. Y así, hunos por hotros, la casa sin barrer. Total, como no es la suya. Porque la mayoría de los que, a derecha y a izquierda, niegan que sea un problema que los inmigrantes y los pobres estén sobrerrepresentados en algunas escuelas, resulta que nunca llevan a sus críos allí.