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jueves, 1 de noviembre de 2012

La estafa de la deuda pública

Según el pensamiento dominante en los establishments financieros, políticos y mediáticos que configuran la sabiduría convencional en el conocimiento económico, la deuda del Estado español (aproximad amente un 90% del PIB) se debe al excesivo gasto público realizado en el país durante los años de bonanza en los que se despilfarró el dinero público. Y para confirmar tal aseveración se citan casos como el del AVE, que en muchas partes de España apenas tiene pasajeros, o las carreteras que no llevan a ninguna parte y muchos otros ejemplos de derroche de dinero público que –según la sabiduría convencional- nos han llevado a la crisis actual. Un indicador de tal crisis es la elevada prima de riesgo que el Estado español tiene que pagar para poder conseguir dinero de la banca, pues ésta (conocida como los mercados financieros) está dejando de tener la confianza en la capacidad del Estado en poder pagar los intereses de su deuda pública. De ahí la necesidad de recortar gasto público a fin de disminuir el déficit y la deuda pública y recuperar así la famosa “confianza de los mercados”, la frase más utilizada en la narrativa oficial de los gobiernos español y catalán para justificar sus recortes presupuestarios.

La gran estafa
El crecimiento de la deuda pública, sin embargo, tiene muy poco que ver con la supuesta exuberancia del gasto público. En realidad, el gasto y empleo público español, incluyendo el catalán, son los más bajos de la UE-15. Sólo un adulto de ca da diez trabaja en el sector público en España (en Catalunya no se llega ni a este ratio). En Suecia, es uno de cada cuatro. La hipertrofia del sector público, que según el dogma neoliberal dominante está ahogando la economía española, es una de las falsedades más notorias que se transmite con mayor frecuencia en los mayores medios de información. Los datos, fácilmente accesibles, muestran precisamente lo contrario. El Estado en España (y en Catalunya) es uno de los más pobres de la Unión Europea de los Quince, UE-15. Ahora bien, los economistas de FEDEA, los gurús mediáticos –como Xavier Sala i Martín y otros- continuarán, contra toda la evidencia existente, subrayando que la raíz del problema que tiene España, incluyendo Catalunya, es su excesivo gasto público, que –según ellos- ha generado el gran crecimiento de su deuda pública.

La causa real del crecimiento de la deuda
La causa más importante (y más silenciada por los medios) de la elevada deuda pública en España ha sido el dominio de la banca –y muy en especial de la banca alemana- y de las fuerzas neoliberales que ésta promueve en el diseño del euro y su sistema de gobierno. Veamos los datos. Tales fuerzas establecieron un Banco Central que no era un Banco Central, sino que era un enorme lobby de la banca. Lo que hace un Banco Central en un país es imprimir dinero y con este dinero compra deuda pública a su Estado, de manera que si los intereses de sus bonos se disparan porque el Estado tiene dificultad para venderlos, el Banco Central entra y compra muchos bonos, con lo cual los intereses bajan. El Banco Central está ahí para defender a su Estado frente a la especulación de los mercados financieros. En contra de lo que se dice y de lo que se escribe, los intereses de la deuda los decide un Banco Central, no los mercados financieros.

Ahora bien, cuando se estableció el euro, el Estado español perdió tal capacidad de imprimir dinero y comprar deuda pública. Se delegó tal autoridad al Banco Central Europeo, que sigue imprimiendo dinero pero no para prestarlo al Estado español (la compra de deuda pública, en la práctica, es un préstamo al Estado), sino para prestarlo a la banca privada a unos intereses bajísimos (menos de un 1%). Y es esta banca privada la que compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 6% o un 7% en el caso español o italiano). Es un negocio redondo para la banca. El chanchullo del año. La banca, incluyendo la banca alemana, se ha forrado de dinero durante todos estos años. Nunca les había ido tan bien. Chupaban la sangre (los altos intereses de la deuda pública) al Estado, y cuando éste parecía que iba a desmayarse o morir, entonces (y sólo entonces), el Banco Central Europeo le prestaba dinero al Estado, es decir, le compraba deuda pública para que continuara viviendo, a fin de que la banca privada, como sanguijuela, pudiera continuar chupándole la sangre (es decir, su dinero).

Este entramado, en el que el BCE da dinero a la banca privada a unos intereses bajísimos, se justifica con el argumento de que así se garantiza el crédito necesario para las familias y para las empresas medianas y pequeñas (que crean la mayoría de puestos de trabajo). Pero el crédito ni está ni se le espera. En realidad, a pesar de que el BCE ha dado desde diciembre de 2011 más de un billón de euros (sí, un billón de euros) a la banca privada (la mitad de este billón fue a la banca privada española e italiana), el crédito continúa escaso, pues la banca tenía otras inversiones (como comprar deuda pública) mucho más rentables que la de ofrecer crédito.

Cualquier persona normal y corriente se preguntará, ¿por qué el BCE no prestó este dinero a los Estados de la Eurozona en lugar de prestarlo a la banca para poder financiarse sin necesidad de pagar unos intereses tan elevados a la banca privada? Por extraño que parezca, nadie en la estructura de poder que gobierna la Eurozona se planteó, hasta hace muy poco, esta pregunta. Y ello, como resultado de estar imbuidos en el dogma neoliberal, que es la ideología promovida por el capital financiero, es decir, por la banca (además de las compañías de seguro, fondos de alto riesgo y un largo etcétera).

Si el BCE hubiera prestado el dinero al Estado español, en lugar de éste tener que pedirlo a la banca privada, el Estado hubiera ahorrado muchísimo dinero. El Estado, en lugar de pagar unos intereses al 6%, hubiera pagado al 1% (como pagan los bancos para obtener dinero del BCE), ahorrándose muchísimo, pero muchísimo dinero, sin que hubiera aparecido el problema de la deuda pública, y sin que se hubiera necesitado hacer ningún recorte de gasto público. Hoy, uno de cada cuatro euros que el Estado se gasta va para pagar su deuda pública, predominantemente a los bancos. Si hubiera recibido dinero directamente del BCE no habría habido ninguna necesidad de hacer recortes.

El economista Eduardo Garzón ha calculado (en su artículo “Situación de las arcas públicas si el estado español no pagara intereses de deuda pública”) lo que el Estado español tendría como deuda pública (desde 1989 a 2011) si hubiera tenido un Banco Central que le hubiera prestado dinero al 1% de interés, sin tener que recurrir a la banca privada pagando los elevadísimos intereses que ha pagado. Pues bien, la deuda pública sería hoy un 14% del PIB (sí, ha leído bien, un 14%) en lugar de un 90%. Este es el enorme coste al Estado español de haber tenido el sistema de gobernanza del euro tal como ahora existe, sistema de gobernanza que se diseñó para optimizar los intereses de la banca a costa de los intereses de la población y de su Estado. Hoy España, incluyendo Catalunya, no tendría los problemas que tiene si hubiera tenido un Banco Central propio digno de su nombre, o hubiera tenido un Banco Central Europeo que hubiera sido un Banco Central.

Las injusticias del sistema actual
El sistema de gobierno del euro es, además de sumamente ineficiente, profundamente injusto, pues está originando un proceso redistributivo enormemente regresivo en el que la gran mayoría de la población está pagando con impuestos el pago de los intereses de la deuda pública del Estado, y con ello está transfiriendo a los súper ricos (que compran los bonos a través de los bancos) dinero para pagarles lo que el Estado les debe al haber comprado deuda pública. Esta transferencia de dinero se realiza también a nivel de la Eurozona, de manera que los países que tienen que pagar intereses de la deuda más altos (los países del Sur) los pagan a los bancos del Norte (que han invertido cantidades muy significativas de su capital en comprar deuda pública de tales países que generan unos intereses exuberantes, alcanzando unos beneficios estratosféricos). Alemania tiene 200.000 millones de euros en tal tipo de inversiones en España. En realidad, los famosos 100.000 millones de euros que la Unión Europea puso al alcance de España para “salvar sus bancos” era, en realidad, dinero (aprobado por el Parlamento Alemán) para salvar a los bancos alemanes (tal como han reconocido varios economistas asesores del gobierno alemán) que estaban con el agua al cuello debido a la deuda pública y privada española, ya que tenían pánico a que no les pudieran pagar. Será el pueblo español el que pagará los 40.000 millones que el Estado ha pedido para pagar tal deuda, situación que es profundamente injusta. Si después de leer este artículo usted, lector, no está indignado, es señal de que, o bien es usted parte del problema o es que no me he explicado bien. En este caso, le aconsejo lea el libro de Juan Torres y yo, Los Amos del Mundo. Las armas del terrorismo financiero donde expandimos lo que brevemente presento en este artículo. Pero créame que hay causas para estar más que indignado. Hoy se está desmantelando el escasamente financiado Estado del bienestar en España, incluyendo en Catalunya, para que los bancos puedan comprar su deuda pública, la cual consiguieron diseñando un sistema en que sus beneficios, que afectan a un sector superminoritario (lo que los indignados estadounidenses Occupy Wall Street movement llaman el 1%) se realice a costa de la miseria de todos los demás. Así de claro. Léase el libro y lo verá.

Vicenç Navarro. Público.es
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/10/30/la-estafa-de-la-deuda-publica/
Foto del autor, alrededores de la Nava de Santiago. Badajoz.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El gasto por intereses de la deuda superará al de personal en 2013

La partida destinada a financiar los préstamos será mayor que la del empleo público por primera vez desde, al menos, 1995

El próximo jueves el Gobierno aprobará, por segunda vez este año, unas cuentas anuales. Convocará un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2013. Un encaje de bolillos que tiene visos de ser el más complicado de los últimos tiempos: la economía seguirá en recesión, lo que afectará a la recaudación fiscal. Y para terminar de cerrar el círculo de lo imposible, además, se estrecha el límite de déficit permitido y suben los intereses de la deuda acumulada. ¿El resultado? La partida reservada para pagar esos intereses por la deuda será mayor que toda la partida destinada a pagar al personal de toda la Administración del Estado consolidado. Es la primera vez, al menos desde 1995, que ocurre.

El aumento de la deuda pública y el alto nivel en el que se sitúa la prima de riesgo impulsan los gastos por intereses, la partida que más crecerá el próximo año, 9.114 millones más que en 2012 (cuando fue ya de 28.913 millones de euros), casi un punto del PIB. En total, esta carga será de más de 38.000 millones de euros. Los gastos de personal consolidados (de la Administración Central, Seguridad Social y organismos autónomos) presupuestados para este año estuvieron ya por debajo de esa cifra, ya que fue de 33.151 millones de euros. Así pues, la previsión de gastos que realiza el Gobierno para pagar los intereses superará por primera vez a lo que dedica a pagar la nómina de los funcionarios y empleados públicos, al menos desde 1995, último año sobre el que aparecen registros de los Presupuestos Generales en la página del Ministerio de Hacienda. Los gastos financieros en 2013 serán el doble que los presupuestados en 2009 por la crisis e incluso superarán también por primera vez a lo que destina el Gobierno a pagar las prestaciones por desempleo.

El objetivo principal de las cuentas de 2013 pasa por cumplir con el sacrosanto objetivo de déficit comprometido con Bruselas. La Administración central y la Seguridad Social tienen fijado un tope conjunto de déficit del 3,8% del PIB, lo que supone que el año próximo la desviación entre gastos e ingresos presupuestarios no podrá ser mayor de 40.778 millones, unos 7.000 millones menos que en 2012. La tarea es complicada porque están previstos que los gastos públicos de la Administración central crezcan un 9,2% hasta los 126.792 millones, según el techo de gasto aprobado por el Gobierno a mediados de julio. La aportación del Estado a la Seguridad Social también aumentará en unos 4.300 millones, para asumir los complementos de mínimos de la Seguridad Social y hacer frente al mayor gasto en pensiones.

A todo eso se añade que la crisis sigue haciendo estragos y las perspectivas no son nada halagüeñas. Las últimas previsiones del FMI estiman que la economía española se contraerá un 1,2% el próximo año, lo que podría obligar al Gobierno a modificar el cuadro macroeconómico —las cifras de referencia para calcular el presupuesto— en el que contemplaba una caída del 0,5% del PIB... Leer más aquí en El País. Y aquí.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Stiglitz advierte de que pedir el rescate podría ser un "suicidio" para el Estado español

El premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz ha advertido de que si el Estado español opta por solicitar la ayuda del BCE a cambio de unas condiciones de austeridad como las impuestas en países como Grecia, estaría cometiendo un «suicidio». En una entrevista con Efe, Stiglitz ha dejado claro que la oferta del Banco Central Europeo de una compra ilimitada de bonos a cambio de satisfacer condiciones aún no especificadas «suena claramente a rescate» y a una oferta de ayuda «a cambio del suicidio».

 A juicio del estadounidense, que ha promocionado en Madrid el libro ‘El precio de la desigualdad’, la cuestión es saber si lo que las autoridades monetarias pretenden es ayudar a los ciudadanos o a los bancos que incurrirían en pérdidas en caso de que el Estado español no pudiese refinanciar su deuda.

 Muy crítico con las políticas de austeridad a ultranza, el Nobel de Economía de 2001 tiene claro que Europa debería poner el foco en el crecimiento y la inversión si quiere reestructurar su economía, y cree que «el diagnóstico alemán está absolutamente equivocado» cuando acusa a Estados como el español de gastar demasiado.

 De hecho, si el Estado español no solo no ha conseguido salir de la depresión, sino que cada vez profundiza más en ella, es porque los funcionarios internacionales han «subestimado» la magnitud de la crisis que provocarían con sus recetas de austeridad, según Stiglitz.

 Aunque intenten achacar la responsabilidad al Estado español por incumplir sus objetivos fiscales, la culpa es de un error de diagnóstico del problema y unas recetas equivocadas, añade.

 Por este motivo aconseja al Ejecutivo de Rajoy que trate de buscar una fuerte alianza con el Estado francés, Italia o Portugal frente a Alemania con el objetivo de cambiar el marco europeo. Y si esto no funciona, apunta hacia una fractura del euro como mal menor frente a una depresión de la que no se ve la salida.

 «Se puede ser miembro de la UE sin compartir una misma moneda. Los arreglos de divisas a menudo han sido relativamente a corto plazo», remacha Stiglitz con el ejemplo de los treinta años que duró el patrón oro establecido en Bretton Woods (1944-1971).

 A pesar de que reconoce que la ruptura fue «dramática» hasta que el mundo se acostumbró a otro sistema.

 En todo caso, el mejor escenario para Stiglitz sería que Alemania diese su brazo a torcer y aceptase mutualizar la deuda europea, ordenar un marco bancario común «rápidamente» y promover una armonización fiscal.

 La cuestión es superar ideas «falaces» -según su definición- como que la economía de un país es como la de una familia. «Si una familia recorta en su gasto no tiene ningún efecto en la sociedad. Si un gobierno recorta, la demanda total caerá y el paro subirá. Y la capacidad de devolver lo que debe baja, sus ingresos impositivos caen y su gasto en desempleo y programas sociales sube», enumera Stiglitz.

 Para el estadounidense este es «exactamente el razonamiento por el que Europa está fallando», y los déficit en los presupuestos no han mejorado como la gente esperaba.

 «Las consecuencias han sido distintas de lo que esperaba la gente que dice que un país debe gobernarse como una economía doméstica», afirma el catedrático de Economía en la Universidad de Columbia, para quien la recesión no es el momento adecuado para recortar el gasto.
 Fuente: http://www.naiz.info/es/actualidad/noticia/20120915/stiglitz-advierte-de-que-pedir-el-rescate-podria-ser-un-suicidio-para-el-estado-espanol
Foto: En Sanlúcar, Bonanza desde Bajo Guía.

jueves, 26 de julio de 2012

“Las clases dominantes han manipulado nuestro sentido común económico”

El filósofo Antoni Doménech imparte la conferencia “El lenguaje como instrumento de dominación” en la Universidad de Verano de Socialismo 21

 Políticos como Rajoy y Rubalcaba, economistas y periodistas, entre otros, repiten al referirse a la crisis de las deudas soberanas que el estado es similar a una familia y que, en consecuencia, ha de ajustar ingresos y gastos. El corolario de esta argumentación es que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y, por tanto, ahora debemos ajustarnos el cinturón”.
 Sin embargo, a juicio del filósofo Antoni Doménech, “esta metáfora (la asimilación del estado a una familia) no hace sino poner de manifiesto cómo las clases dominantes están manipulando nuestro sentido común”.
Formado intelectualmente bajo la influencia del filósofo marxista Manuel Sacristán, Doménech es actualmente editor de la revista “Sin Permiso”. Entre sus principales obras destacan “De la ética a la política. De la razón erótica a la razón inerte” (1989) y “El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista” (2004).
 Aunque se hace pasar por evidente, por una cuestión de sentido común, la equiparación de un estado a una familia esconde una falacia, según Antoni Doménech. Es cierto que cuando una familia contrae una deuda, está forzada a su devolución y le condicionan los ingresos. Pero el estado cuenta con muchos más recursos: el poder de recaudar impuestos, la capacidad de imprimir dinero fiduciario para pagar a los acreedores; además, si el estado decide reducir el gasto, esta decisión puede tener consecuencias en los ingresos (cosa que no ocurre con el ahorro familiar). Por último, si el estado conserva su soberanía monetaria es técnicamente imposible que se le obligue a quebrar, aunque puede hacerlo por una decisión política propia.
 Precisamente en este punto –la pérdida de la soberanía monetaria por parte de los estados- es donde radica el problema, y no –como suele afirmarse en la citada metáfora de sentido común - en que el gasto público supere a los ingresos. Por ejemplo, el endeudamiento público de Estados Unidos es de más del 100% del PIB, el de Japón se sitúa en torno al 200%; el de Inglaterra, cerca del 100% y el de España en un 74%. Al no contar con soberanía monetaria, ni existir una autoridad fiscal común, los países de la Unión Europea –sobre todo los de la periferia, como España- se encuentran en manos de los mercados financieros. Por eso el estado español paga un 7% de intereses en los bonos a 10 años, mientras que Estados Unidos y Japón abonan menos del 2%, e Inglaterra un 2,1%. Es decir, unas tasas de endeudamiento menor pueden implicar un pago de intereses superiores.
 El catedrático de filosofía, cofundador y redactor de revistas como “Materiales” y “Mientras tanto”, pone asimismo el ejemplo de California, estado norteamericano que si se constituyera como entidad independiente, sería una de las diez grandes potencias del mundo. Sin embargo, las finanzas públicas de California se hallan técnicamente en quiebra. “No cuentan con soberanía monetaria –dependen del dólar- pero todas sus facturas e impagos los afronta finalmente Washington; ni siquiera California ha de emitir bonos de deuda específicos, ya que ésta se halla mutualizada por los Estados Unidos al 2% de interés”, subraya Antoni Doménech. Es la diferencia entre un espacio monetario –Estados Unidos- con una autoridad fiscal única y, por tanto, capacidad de emitir deuda mutualizada, y la Unión Europea...

 Esta catarata de desastres “Alemania no se la puede permitir, pero puede que todo esto ocurra porque las elites políticas y económicas no entienden nada, como tampoco entendían lo que pasaba en los años 30; contra lo que dice el tópico, si Roosevelt adoptó medidas intervencionistas es porque le empujó el movimiento obrero norteamericano; Resulta una tragedia el funcionamiento de las elites en el capitalismo, son incapaces de adoptar ninguna medida eficaz”, explica el autor de “El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista”.
 ¿Qué alternativa podría plantear la izquierda? Según Doménech, “resulta indispensable hablar de crecimiento ”; sin esta idea, a juicio del docente, es muy difícil acumular energía transformadora. “Para impulsar reformas es necesario el crecimiento, como advirtió Keynes a Roosevelt en su día”. Ahora bien, “este crecimiento no ha de ser forzosamente destructivo, ya que puede venir de las inversiones públicas en tecnologías sostenibles o energías verdes; pero hace falta crecer para conseguir el pleno empleo y un empoderamiento mayor de la clase trabajadora; sólo así nos podremos plantear metas mayores”, concluye. Leer todo aquí.

miércoles, 25 de julio de 2012

La crisis española y los mercados. ¿Por qué la sabiduría convencional está equivocada?

El editorial de El País del pasado 21 de julio (Situación crítica) presenta la postura que caracteriza el pensamiento dominante en el establishment español sobre la situación financiera del país. Tal editorial indica que los mercados financieros no están respondiendo a las medidas de austeridad muy marcada puestas en marcha por el gobierno español presidido por Rajoy. Por el tono del editorial, su autor parece asumir que los mercados deberían haber tomado nota de tales medidas y recuperar su confianza en el Estado español, exigiendo unos intereses más bajos a su deuda pública, los cuales han alcanzado niveles que son inasumibles. Este supuesto que asume que el Estado español “tiene que hacer sus deberes” (lo cual implica en el lenguaje del establishment español recortar y recortar gasto público, entre otras medidas, para reducir el déficit público) a fin de recuperar “la famosa confianza de los mercados” está justificando toda una serie de medidas que están llevando al país al desastre. Ignora, además, un hecho clave: el tamaño de la deuda pública y del déficit no es la causa de que la prima de riesgo esté ya por las nubes en España.

 ¿Cuál es, pues, la causa?
Y la respuesta la hemos estado señalando unos pocos sin que se nos hiciera caso desde hace ya tiempo. El hecho de que España tenga una prima de riesgo tan elevada se debe a dos factores. Uno, a que España no tiene un Banco Central. Si lo tuviera, éste haría lo que hace un Banco Central digno de su nombre: imprimiría moneda y con ella compraría deuda pública, forzando la bajada de los intereses de su deuda. Esto es lo que hace el Banco Central estadounidense (The Federal Reserve Board), el Banco de Inglaterra, el Banco del Japón y un largo etcétera. El editorialista de El País no ha captado todavía (como tampoco lo ha captado el establishment español) que los intereses de la deuda pública no los determinan los mercados financieros, sino predominantemente el Banco Central del país que genera la deuda. Al no tener un Banco Central, consecuencia de estar en la Eurozona, España no puede regular los intereses de su deuda pública. Y como consecuencia, éstos suben y suben porque es lo que le conviene a los mercados financieros, que se ceban y enriquecen a base de tales escaladas en el precio de la deuda.

 El segundo hecho que explica la elevada prima de riesgo de la deuda pública española es que, además de no tener un Banco Central, el que así se llama en la Eurozona (el Banco Central Europeo (BCE)) no es un Banco Central, sino que es predominantemente un lobby de la banca alemana. El establishment español parece que no ha captado esto tampoco. Si fuera un Banco Central imprimiría dinero y compraría la deuda pública de los Estados de la Eurozona que pagan unos intereses exagerados por su deuda. Con ello, los intereses bajarían. Pero el BCE no hace esto. Dice que lo tiene prohibido (aunque lo hace muy de vez en cuando, en situaciones extremas). Lo que sí hace es imprimir dinero y se lo presta a la banca privada a unos intereses muy bajos (0,75%) y con este dinero la banca compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 7% y un 6% en el caso español e italiano). ¡Un negocio redondo!

 Ahora bien, el BCE se pasó de rosca. Y ahora, la banca privada (incluyendo la alemana) está llena de bonos públicos y privados de los países periféricos y le preocupa que ahora los Estados de estos países no puedan pagar. Alemania posee la friolera cantidad de 770.000 millones de euros de deuda pública y privada de los países intervenidos (Grecia, Portugal, Irlanda y España). De ellos, 274.000 millones en España. Los dos bancos alemanes más importantes, el Deutsche Bank y el Commerzbank, tienen cada uno 14.000 millones de euros. La banca alemana tiene gran cantidad de deuda pública y privada española (que le ha proporcionado excelentes intereses, y por lo tanto, beneficios), y ahora quiere asegurarse de que España no colapse y se quede sin cobrar la deuda. De ahí la “ayuda” financiera, que en realidad es ayuda a la banca alemana. Y de ahí que el BCE esté presionando para que estos Estados paguen lo que deben a los bancos alemanes, entre otros. La famosa ayuda financiera a la banca española (100.000 millones de euros) es primordialmente una ayuda a la banca alemana (entre otros bancos) tal como indicó recientemente con toda franqueza Peter Bofinger, consejero económico del gobierno Merkel en su entrevista a Der Spiegel (14.07.12), señalando que “esta ayuda no es a estos países, sino a nuestros propios bancos, que tienen gran cantidad de la deuda privada en aquellos países” (ver mi artículo La economía alemana no es un ejemplo en www.vnavarro.org).

 Una última observación. Creerse que el euro está en peligro porque la prima de riesgo española está en las nubes (como asume también el editorial de El País) es desconocer el sistema de gobierno de la Eurozona. El euro le está yendo pero que muy bien al Estado alemán y a la banca alemana. Como he detallado en otro artículo (ver artículo citado) a los mayores bancos alemanes les está yendo muy bien, y los bonos públicos del Estado alemán son los más seguros que hay en el mundo (junto con los estadounidenses).

¿Dónde está, pues, el problema del euro?
 El problema para el euro y para la banca alemana sería si España se saliera del euro, que es lo último que el establishment alemán y europeo desearían, pero que España debería considerar seriamente como alternativa. El BCE no cambiará a no ser que perciba el peligro que supone para la banca alemana que España salga del euro. Y tal percepción no ocurrirá mientras el gobierno español siga dócilmente lo que le digan el BCE y la Comisión Europea, pues los intereses de éstos no son los intereses de la población española, sino los intereses financieros alemanes que dominan aquellas instituciones. Pedirle al BCE que ayude al Estado español porque éste “está haciendo sus deberes” (tal como termina el editorial de El País) es no entender quién y cómo la Eurozona está gobernada. Vincenç Navarro. Público.

Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/07/24/%C2%BFpor-que-la-sabiduria-convencional-esta-equivocada/

lunes, 28 de mayo de 2012

EL DRAMA DE LAS CUENTAS PÚBLICAS. La realidad desborda los planes de Rajoy. Nadie se anima ya a descartar nada en una situación que empeora cada día.

Si había un plan, ya no queda ni rastro de él. Todas las previsiones del Gobierno se han visto desbordadas. Hace solo unas pocas semanas, Mariano Rajoy prometía que no habría dinero público para los bancos. Solo en Bankia entrarán 23.500 millones. El lunes, la aportación extra iba a ser de 7.000 millones, según Luis De Guindos. El viernes a mediodía, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría decía que sería un préstamo y no quería cuantificarlo. El viernes por la tarde esa cantidad llegaba a 19.000 millones. Y ayer José Ignacio Goirigolzarri explicó que nada de préstamo: es una entrada de capital, no se devuelve nada, el Estado invierte en Bankia, y solo si sale muy bien recuperará su dinero, el de todos los contribuyentes. Si hay algo a lo que le teme el Gobierno es a la sensación de improvisación. Es una de las cosas que mataron a José Luis Rodríguez Zapatero, analizan. Pero en privado varios miembros del Ejecutivo admiten que la situación se ha vuelto absolutamente imprevisible. Que todo cambia por horas. Y que aunque en público se trate de ofrecer una imagen de normalidad, en privado ya nadie se anima a descartar ningún escenario. El más evidente de todos ellos es el de la entrada de dinero europeo en los bancos españoles. Rajoy insiste en rechazarlo —“a fecha de hoy”, aclaró el miércoles en París— y Alfredo Pérez Rubalcaba, con el que se reunió tres horas el viernes, en pleno momento crítico, le respalda en ese rechazo. Ambos entienden que en este momento sería una intervención e implicaría una desconfianza definitiva de los inversores en España y someterse a las durísimas condiciones que han sufrido otros países. Las pensiones y el seguro de desempleo en sus actuales condiciones serían sin duda dos asuntos en cuestión. Sin embargo, aunque Rajoy se niegue a plantearlo ni siquiera en privado, el asunto está encima de la mesa del Gobierno. Todos quieren evitarlo, y se está haciendo de todo,... Seguir leyendo. CARLOS E. CUÉ, El País, Madrid 26 MAY 2012

sábado, 28 de abril de 2012

Creadores de escasez. Dos años después del inicio de las políticas de austeridad extrema el panorama es desolador

Se multiplica el paro, la exclusión, las clases medias se empobrecen y mueren empresas.

Durante la década de los años treinta, cuando los rostros de muchos hombres se tornaron duros y fríos como si miraran hacia un abismo, nuestro hombre advirtió los signos de la desesperanza generalizada que conocía desde niño. Vio hombres buenos destruidos al ver roto su concepto de una vida decente, les veía caminar desanimados por las calles y los parques, con la mirada vacía como añicos de cristal roto; les veía entrar por las puertas de atrás, con el amargo orgullo de los hombres que avanzan hacia su propia ejecución, a mendigar el pan que les permitiera volver a mendigar, y también vio personas que una vez caminaron erguidos mirarle con envidia y odio por la débil seguridad que él disfrutaba.

Más o menos así describe el novelista John Williams el espíritu de los años de la Gran Depresión en su maravillosa novela Stoner. No es difícil establecer una analogía con lo que se observa ahora, en las capitales y en los pueblos de algunos países intervenidos o con posibilidades de serlo, del sur de Europa. Con todas las diferencias que se le quiera poner. La Gran Recesión que comenzó en el verano del año 2007 ha dejado de ser planetaria, pero ha adquirido otras características: de EE UU ha pasado al Viejo Continente; de crisis financiera privada ha devenido en una crisis de la deuda pública; su origen estuvo en los abusos y las estafas del sistema financiero en la sombra, y las ayudas estatales al mismo (cuando algunos se atrevían a defender que salvar a la banca era salvar a la calle, que proteger a Wall Street era proteger a Main Street) están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y de endeudamiento de muchos países. A este fenómeno se le ha denominado “neoliberalismo de Estado”, una paradoja por la cual mientras los beneficios (de unos pocos) continúan siendo individuales, los riesgos (de la mayoría) se socializan. En ella, el papel del Estado ya no consiste en limitar el poder económico sino en facilitar su predominancia; el Estado solo debe actuar para favorecer el libre funcionamiento de la competencia (excepto la citada socialización de pérdidas), allanar los conflictos sociales y mantener el orden público.

Muchos de los problemas económicos que trajeron la recesión no han cedido. Hay posibilidades de marcha atrás en los sitios que han abandonado el fondo del abismo y a que en una nueva fase se multiplique el contagio en sentido inverso. No en vano algunos medios de comunicación norteamericanos han llegado a publicar algo que en otra coyuntura podría resultar muy exagerado: que la reelección del presidente Barak Obama estaría condicionada en parte por la solución de los problemas económicos y financieros de países tan distantes de EE UU como España o Italia. Eso es la globalización.

Se acaban de cumplir dos años de la primera intervención de un país europeo, Grecia, por la troika de poderes fácticos contemporáneos y externos a la soberanía de los países de la zona: la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego controlaron a otros dos países, Irlanda y Portugal, y la próxima semana coincide con el segundo aniversario de la noche en la que los ministros de Economía de la eurozona hicieron morder el polvo a la política económica de José Luis Rodríguez Zapatero y la cambiaron de sentido en un santiamén, causando la ruina electoral de los socialistas españoles y esbozando la estructura de un fondo de rescate para países en problemas que todavía —más de setecientos días después— anda ajustando su fórmula y su monto definitivo.

Desde entonces, la Unión Europea ha abandonado la política económica común de estímulos que se había aprobado en las reuniones del G-20 en Washington, Londres y Pittsburgh, y ha desarrollado una senda de consolidación fiscal y de austeridad a ultranza. Mientras prácticamente el resto de las zonas del mundo consideran que el problema principal de la economía es su falta de crecimiento (EE UU, China, América Latina…), Europa asume que lo prioritario es volver a los equilibrios macroeconómicos para, más adelante, comenzar a crecer. La desavenencia se manifiesta en el dilema de ajustar para crecer o crecer para ajustar. Hasta ahora la razón empírica parece manifestarse a favor de los partidarios del crecimiento como prioridad para solucionar los problemas más urgentes. Crecimiento o barbarie...

Las ayudas estatales al sistema financiero están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y endeudamiento

Mientras los beneficios (de unos pocos) siguen siendo individuales, los riesgos ( de la mayoría) se socializan
En resumen, el paisaje después de una batalla que ya ha durado dos años no puede ser más estremecedor. Las políticas de austeridad extrema y de rigor mortis pueden ser calificadas como “creadoras de escasez”, siguiendo las hipótesis de Daniel Anisi, un economista prematuramente desaparecido. La oposición a tales políticas —que ahora empiezan a hacerse más presentes en instancias oficiales de algunos países afectados y diversas instituciones, como el propio FMI, la Comisión y tal vez en el BCE— era de grado y de dosis: nadie ha sugerido incrementos desorbitados del déficit y de la deuda sino una combinación más flexible de los criterios de crecimiento y de estabilidad. Los economistas poskeynesianos, encabezados entre otros por los premios Nobel Krugman y Stiglitz, se quejan de la manipulación del lenguaje que se ha hecho por parte de los partidarios del ajuste duro. La aparición en España del movimiento Economistas frente a la Crisis, se ha sustentado hasta el momento en el principio de “que no nos roben las palabras”. Se trata de impedir que el lenguaje sea tergiversado con conceptos que manipulan el pensamiento que los maestros de la economía han transmitido y que la experiencia que como profesionales de la economía.ha enseñado. Reestructurar no es desregular, reforma estructural no es sinónimo de recortes ni de la dilución de los derechos de la gente, liberalización y regulación son conceptos complementarios e inseparables, los críticos de la austeridad injusta no son partidarios del despilfarro del mismo modo que la estabilidad presupuestaria no es equivalente a déficit cero (un fundamentalismo más) y que quienes critican el Pacto de Estabilidad y las reformas forzadas de las Constituciones nacionales no defienden la inestabilidad... Seguir aquí, Joaquín Estefanía, en El País
Ya en el 2000, se publicaba lo siguiente: El número de pobres se ha multiplicado por 20 en la Europa del Este y la antigua URSS.

martes, 13 de marzo de 2012

752 millones de € de deuda con Hacienda tiene el fútbol español.

Los clubes adeudan a Hacienda 150 millones más que hace cuatro años
Miguel Cardenal, presidente del CSD, anuncia un plan inmediato para que “el fútbol pague lo que debe el fútbol”
752 millones de euros. Esta es la cifra que los clubes profesionales de fútbol adeudan a la Agencia Tributaria a fecha 1 de enero de 2012. En concreto, los equipos de Primera deben 489,93 millones; los de Segunda, 184,18, y los de otras categorías, 78,18, según los datos que el Gobierno facilitó ayer en respuesta a una pregunta de Izquierda Unida en la Comisión de Educación y Deporte del Congreso. A esa deuda de 752 millones habría que sumar la que tienen con la Seguridad Social, que no ha sido facilitada por el Ejecutivo, con lo que la cantidad total a buen seguro se disparará.
Desde que se inició la crisis, allá por 2008, la deuda de los clubes no ha hecho sino crecer en casi 150 millones. Izquierda Unida recordó ayer, a través de un comunicado, que en la pasada legislatura su diputado Gaspar Llamazares ya preguntó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por la deuda de los clubes, que el Ejecutivo calculó en 607 millones a 30 de abril de 2008. Tampoco entonces logró la formación que se facilitara el montante que se adeudaba a la Seguridad Social: “Los datos, informes o antecedentes obtenidos por la Administración de la Seguridad Social en el ejercicio de sus funciones tienen carácter reservado”, recordó IU que respondió el Ejecutivo a la pregunta de Llamazares. “La Administración ha puesto siempre trabas para detallar de forma individualizada la deuda particular con Hacienda de cada uno de los equipos”, insistió la formación en su nota de ayer... seguir leyendo en El País.
Ya el 12 de enero de 1985 Las deudas de los clubes profesionales de fútbol se aproximan a los 16.000 millones de pesetas, Ver la noticia aquí.

martes, 17 de enero de 2012

Nadie entiende la deuda

En 2011, como en 2010, Estados Unidos experimentaba una recuperación técnica, pero seguía sufriendo un desempleo desastrosamente alto. Y a lo largo de la mayor parte de 2011, como en 2010, casi todas las conversaciones en Washington giraban en torno a otra cosa: el problema supuestamente urgente de reducir el déficit público.

Los países con Gobiernos estables y responsables han sido capaces de vivir con niveles de deuda elevados Este enfoque inapropiado dice mucho sobre nuestra cultura política, en concreto sobre lo desconectado que está el Congreso del sufrimiento de los estadounidenses de a pie. Pero también revela algo más: cuando la gente en Washington habla de déficits y deuda, la inmensa mayoría no tiene ni idea de lo que está hablando, y la gente que más habla es la que menos entiende.

Lo más evidente es quizá que los "expertos" económicos en los que confía gran parte del Congreso han estado totalmente equivocados una y otra vez sobre los efectos a corto plazo de los déficits públicos. La gente que obtiene sus análisis económicos de instituciones como la Fundación Heritage lleva esperando desde que el presidente Obama asumió el cargo a que el déficit público disparase los tipos de interés. El día menos pensado.

Y mientras ha estado esperando, esos tipos han descendido hasta mínimos históricos. Se podría pensar que esto llevaría a los políticos a cuestionar su elección de expertos (es decir, se podría pensar eso si no supiéramos nada sobre la política posmoderna no basada en hechos).

Pero Washington no se confunde solo en lo que respecta al corto plazo; también está confundido acerca del largo plazo. Porque aunque la deuda pueda ser un problema, la forma en que nuestros políticos y lumbreras piensan en la deuda es incorrecta y exagera el tamaño del problema.
Los que se preocupan por el déficit retratan un futuro en el que nos vemos empobrecidos por la necesidad de devolver el dinero que hemos tomado prestado. Ven a EE UU como una familia que pidió una hipoteca demasiado alta y que se ve en apuros para pagar las cuotas mensuales. Sin embargo, esta es una analogía realmente mala por lo menos en dos sentidos.

En primer lugar, las familias tienen que devolver su deuda. Los Gobiernos, no; todo lo que tienen que hacer es asegurarse de que la deuda aumenta más lentamente que su base imponible. La deuda de la II Guerra Mundial nunca se devolvió; sencillamente, se fue volviendo cada vez más irrelevante, a medida que la economía estadounidense crecía, y con ella, la renta sometida a tributación.

En segundo lugar, y esto es lo que nadie parece entender, una familia excesivamente endeudada debe dinero a otra persona; la deuda estadounidense es, en gran medida, dinero que nos debemos a nosotros mismos.

Esto era claramente cierto en el caso de la deuda en que incurrimos para ganar la Segunda Guerra Mundial. Los contribuyentes asumieron la responsabilidad de una deuda que era significativamente más elevada, como porcentaje del PIB, que la deuda actual; pero los titulares de esa deuda también eran los contribuyentes, como la gente que compraba bonos de ahorro. De modo que la deuda no hizo más pobre a los Estados Unidos de la posguerra. En concreto, la deuda no impidió que la generación de la posguerra experimentara el mayor aumento de la renta y el nivel de vida en la historia de nuestra nación.

Pero esta vez es diferente, ¿no? No tanto como creen.
Es verdad que ahora los extranjeros poseen grandes intereses en EE UU, entre ellos una buena cantidad de deuda pública. Pero cada dólar de participaciones extranjeras en Estados Unidos se ve igualado por 89 céntimos de participaciones estadounidenses en el extranjero. Y como los extranjeros tienden a hacer sus inversiones en Estados Unidos en activos seguros y de baja rentabilidad, EE UU gana en la práctica más por sus activos en el extranjero de lo que paga a los inversores extranjeros. Si se han hecho la idea de que es un país profundamente endeudado con los chinos, les han informado mal. Y tampoco estamos avanzando rápidamente en esa dirección.

Claro que el hecho de que la deuda federal no implique ni mucho menos que el futuro de Estados Unidos esté hipotecado no quiere decir que la deuda no sea perjudicial. Para pagar los intereses hay que recaudar impuestos, y no hay que ser un ideólogo de derechas para reconocer que los impuestos suponen algún coste para la economía, aunque solo sea porque apartan los recursos de las actividades productivas y los desvían hacia la elusión y la evasión de impuestos. Pero estos costes son mucho menos trágicos de lo que la analogía de la familia excesivamente endeudada podría dar a entender.
Y esa es la razón por la que los países con Gobiernos estables y responsables -o sea, Gobiernos que están dispuestos a elevar moderadamente los impuestos cuando la situación lo exige- han sido por regla general capaces de vivir con niveles de deuda mucho más elevados de lo que la opinión convencional nos induciría a pensar. Gran Bretaña, en concreto, ha tenido una deuda superior al 100% del PIB durante 81 de los últimos 170 años. Cuando Keynes escribía sobre la necesidad de gastar para salir de una depresión, Gran Bretaña estaba más endeudada que cualquier país desarrollado hoy en día, con la excepción de Japón.

Naturalmente, EE UU, con su movimiento conservador furibundamente antiimpuestos, podría no tener un Gobierno que sea responsable en ese sentido. Pero en ese caso, la culpa no es de la deuda, sino nuestra.

De modo que, sí, la deuda es importante. Pero en estos momentos hay cosas más importantes. Necesitamos más, no menos, gasto público para sacarnos de la trampa del desempleo. Y la terca y desinformada obsesión con la deuda se interpone en el camino.

Paul Krugman. Sin Permiso
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

Fuente, http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4655

lunes, 24 de octubre de 2011

La economía estadounidense

Treinta puntos de la economía estadounidense que explican su situación catastrófica
24 de julio de 2011

VÍCTOR J. SANZ / TERCERA INFORMACIÓN – Los republicanos aprovechan los vientos que azotan la cuestionable política exterior estadounidense para desestabilizar más aún al Gobierno de Obama.

La decisión de los republicanos de abandonar las negociaciones sobre la crisis de la deuda nacional, en las que se pretendía alcanzar un acuerdo sobre un nuevo límite de dicha deuda, no ha sentado bien a Obama, quien asegura que les ofreció “un acuerdo extraordinariamente justo”.
La propuesta de Obama pasa por la subida de impuestos para las rentas más altas, lo que aumentaría los ingresos y podría evitar que la situación desemboque en una inminente suspensión de pagos.
Obama tiene dudas sobre las verdaderas intenciones de los republicanos al negarse a negociar un acuerdo tan importante para el país y se cuestiona a qué pregunta los republicanos responderían “sí”.
El pasado miércoles, los republicanos votaron a favor de eliminar totalmente la aportación que Estados Unidos hace anualmente a la Organización de Estados Americanos (OEA), 44,2 millones de dólares y que supone más del 50% de los ingresos totales de la organización. Esta cantidad se queda en una auténtica miseria si se compara con el presupuesto militar estadounidense que, para 2011, superará los 700.000 millones de dólares, el equivalente al 43% del total mundial.
Con estas cifras no es de extrañar que el Gobierno de los Estados Unidos se enfrente a serios problemas económicos que podrían adquirir tintes apocalípticos, la figura del impago técnico acecha al gigante americano.
Un estudio elaborado por varios analistas internacionales argumenta 30 circunstancias objetivas de la economía estadounidense que explicarían la situación crítica a la que se enfrenta:
· 1. Ahora la deuda nacional del país es de unos 14,3 billones de dólares.
· 2. Hace 30 años el índice era 14 veces menor.
· 3. El primer billón de dólares en deuda se acumuló en EE. UU. desde el período de la presidencia de George Washington (1789-1797) hasta la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).
· 4. Desde entonces y hasta hoy el país ha aumentado la deuda nacional otros 13 billones de dólares.
· 5. Más de un tercio de la deuda total del planeta pertenece a los Estados Unidos.
· 6. Si se divide la deuda nacional entre el número de hogares estadounidenses, resulta que cada familia tiene una deuda de 125.000 dólares.
· 7. Durante el período 2007-2010 el PIB creció un 4,26% y la deuda nacional un 61%.
· 8. La deuda soberana de EE. UU. aumenta cuatro millones de dólares diarios. (Aquí se puede seguir el aumento de la deuda en tiempo real)
· 9. Cada minuto el país toma préstamos por valor de dos millones de dólares.
· 10. La deuda total de las compañías hipotecarias más grandes del país (Fannie Mae, Freddie Mac, Sallie Mae) ha crecido desde 3.2 billones a 6,4 billones en 2011.
· 11. Los servicios no prestados por las autoridades en el marco del programa nacional de Seguridad Social y Medicare (seguro médico subsidiado para ancianos) alcanzan los 60-100 millones de dólares.
· 12. Por el momento, Estados Unidos pide prestado 41 centavos por cada dólar que gasta.
· 13. Los empleados del Gobierno federal recibieron 447.000 millones en concepto de salarios en 2010
· 14. EE. UU. gasta miles de millones de dólares en investigaciones inútiles o innecesarias para el Estado, por ejemplo, se asignaron 500 millones a un programa para resolver el problema de los niños de cinco años que no pueden “mantener la calma” en el parvulario.
· 15. Los bombardeos de Libia le costaron a EE. UU. unos 600 millones de dólares solo en la primera semana de guerra.
· 16. Un día de guerra en Afganistán cuesta más de lo que se invirtió en la construcción del Pentágono.
· 17. Más de la mitad (59%) de los estadounidenses recibe algún pago por parte del Gobierno federal.
· 18. Los subsidios sociales que reciben en este momento las familias estadounidenses superan los impuestos que pagan.
· 19. En 1950, los impuestos corporativos representaban el 30% de los ingresos del presupuesto; en 2009 solo el 6,6%.
· 20. La deuda soberana estadounidense lleva más de 54 años aumentando.
· 21. El FMI prevé que la deuda nacional de EE. UU. se eleve al 400% del PIB en 2050.
· 22. En 2010 los Estados Unidos asignaron 413.000 millones de dólares en pagos de intereses sobre su deuda nacional.
· 23. Aproximadamente uno de cada cuatro dólares prestados se destina al pago de intereses de la deuda.
· 24. Incluso si las tasas de interés subieran mínimamente, el interés de la deuda nacional aumentaría dramáticamente.
· 25. Si la deuda de EE. UU. se dividiera en billetes de cinco dólares y se pusieran uno sobre otro, esta pila tendría una altura de tres cuartas partes la distancia de la Tierra a la Luna.
· 26. Si se hiciera una cinta de un billón de billetes de diez dólares, se podría envolver la Tierra más de 380 veces, y esto no utilizaría toda la deuda nacional de EE. UU.
· 27. Si Bill Gates donara todo lo que posee al Estado, sería posible cubrir el déficit presupuestario del país solo durante 15 días.
· 28. Si una persona gastase un millón de dólares anuales en el período transcurrido desde el nacimiento de Jesucristo hasta el día de hoy, el gasto será 500 veces menos de un billón de dólares. La deuda de EE. UU. excede los 14 billones. Y este año va a solicitar un préstamo de otro billón de dólares.
· 29. Si se gastase un dólar cada segundo, harían falta 31.000 años para gastar un billón de dólares.
· 30. Si Estados Unidos empezara a pagar su deuda en proporción de un dólar cada segundo, ajustaría sus cuentas dentro de 440.000 años.

martes, 27 de septiembre de 2011

De ahí la enorme crisis. El Tea Party domina las instituciones de la Unión Europea

Vicenç Navarro
El Plural

Soy consciente de que el título de este artículo puede parecer una provocación. Pero no lo es. No me gustan las hipérboles, pero es importante que a la ciudadanía se la informe de que las propuestas económicas y fiscales que el binomio Merkel-Sarkozy y gran parte del equipo dirigente de la Unión Europea, de la Eurozona y del Banco Central Europeo están proponiendo son semejantes a las que está proponiendo el Tea Party en EEUU. En realidad, en algunas de ellas, son incluso más radicales. Veamos los datos. Pero antes, una observación.

Nunca pensé que llegaría un día en que aplaudiría al Secretario del Tesoro (equivalente al Ministro de Economía y Hacienda del gobierno español) de la Administración Obama, el Sr. Geithner. Tal señor ha sido uno de los arquitectos de la ayuda federal a la banca estadounidense (Wall Street Journal), protegiendo a los responsables del casi colapso financiero que se dio en EEUU y en Europa, resultado del comportamiento especulativo y criminal de las élites financieras que, en lugar de ser sancionadas fueron recompensadas generosamente por la Administración Obama, liderada por el Sr. Geithner. De ahí que considero a tal señor como uno de los personajes claves de aquel embrollo que salvó a la banca a costa del bienestar de la mayoría de la ciudadanía estadounidense. No es, pues, santo de mi devoción.

Ahora bien, en la discusión que tuvo recientemente con los Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea, en Polonia, lamento tener que reconocer que cuando se discutían propuestas de cómo salir de la crisis, el Sr. Geithner llevaba razón y los Ministros de Economía y Finanzas de la UE, así como el Director del Banco Central Europeo, estaban profundamente equivocados.

El Sr. Geithner subrayó que las políticas de austeridad que se estaban siguiendo en la Unión Europea estaban equivocadas, pues lo que tenía que hacerse era estimular sus economías, cambiando el foco de las políticas públicas. El Sr. Geithner enfatizó medidas de estimulo económico en lugar de reducción del déficit y deuda pública. Y, en sus observaciones sobre como resolver el mal llamado problema de la deuda pública, indicó que el Banco Central Europeo debería seguir políticas que ya sigue el Banco Central Estadounidense, llamado Federal Reserve Board, bajando los intereses y comprando deuda pública de los estados y estableciendo eurobonos. En este debate, que fue transmitido en parte por el canal televisivo estadounidense C.SPAN, se reproducía un debate que ocurre en EEUU con gran frecuencia. La única diferencia es que en EEUU la postura de “austeridad” la sostiene el Partido Republicano, hoy controlado por el Tea Party.

En la discusión que hubo entre Geithner y los Ministros de Economía y Finanzas, éstos adoptaron un tono de casi desprecio hacia las observaciones y recomendaciones que hizo el Secretario del Tesoro de EEUU. Tal desprecio –y en ocasiones irritaciones- se veía incluso en la cara que hacían mientras hablaba el Secretario. Parecía casi una copia de lo que ocurre en el Congreso de EEUU. El Tea Party también detesta a la Administración Obama. El tono de los Ministros europeos fue algo más sofisticado que el que adopta el Tea Party. Su actitud fue condescendiente. El mensaje que le transmitieron al Secretario del Tesoro era que EEUU no tenía la autoridad para dar lecciones de cómo resolver la crisis, incluyendo la crisis del euro, pues los indicadores económicos de EEUU eran peores –según ellos- que los de la UE. Y para probarlo, varios de ellos se refirieron a lo que consideraban excesiva deuda pública de EEUU, argumento que también utiliza el Partido Republicano, es decir, el Tea Party, la ultraderecha estadounidense, ignorando que la deuda pública de EEUU es de las más estables y seguras de la mayoría de deudas públicas que existen en la OCDE, el club de los países más ricos del mundo. Los intereses de los bonos públicos del estado federal son los más bajos existentes hoy en tal club de países (1,5%) comparado con el 2,5% en Alemania, 2.3% en Francia y 2,6% en el Reino Unido. Sólo Japón tiene intereses de la deuda pública más bajos.

La deuda pública federal de EEUU no es un problema
En cuanto a su tamaño, la deuda pública del gobierno federal fue de 14 trillones de dólares (trillones estadounidenses), que equivale al 96% del PIB. Puede parecer que esta cantidad es elevada, aún cuando, en términos comparativos, otros países tienen una deuda pública mucho mayor. Pero en sí, el tamaño de la deuda dice muy poco de la naturaleza problemática de tal deuda. Un país puede tener una deuda pública relativamente baja, y en cambio, tener un problema grave. Y viceversa, la deuda pública puede ser elevada y no tener un problema grave. Un tema clave para entender si la deuda pública es problemática o no, es saber quién tiene la deuda. En otras palabras, quién ha comprado la deuda. Pues bien, el 40% de estos 14 trillones de dólares de deuda es propiedad del propio gobierno federal, siendo el fondo de la Seguridad Social uno de los mayores propietarios de la deuda pública.

Otro grupo propietario de la deuda federal son las autoridades estatales y municipales, que poseen 5% de toda la deuda pública federal (la mayoría son planes de pensiones de sus empleados públicos). Excluyendo la deuda poseída por las autoridades públicas, la deuda que tienen las instituciones privadas es sólo de 6 trillones. De éstos, China posee 1.1 trillones de dólares, y el gobierno chino es el último en querer que se especule en contra del dólar, prefiriendo un dólar fuerte y estable.

Nos queda, pues, que sólo un tercio de la deuda pública (que representa aproximadamente un 31% del PIB) es propiedad de instituciones bancarias que pueden estar interesadas en especular en contra del dólar. Pero el tamaño en sí de la deuda pública vulnerable a la especulación es un porcentaje muy menor. De ahí que los intereses del bono público federal sean muy seguros y estables (y así se les percibe), lo cual explica que no tenga la necesidad de pagar intereses elevados para pagar la deuda.

La bajada de la valoración de los bonos públicos del gobierno federal por la Agencia Standard &   Poor’s respondía a una motivación única y exclusivamente política (el deseo del capital financiero –Wall Street- y del Tea Party de forzar una reducción y privatización de la Seguridad Social y de la atención sanitaria a los ancianos, Medicare) y no tenía nada que ver, como constante y erróneamente se presenta como un descontrol e hipérbole de las cuentas públicas del gobierno federal. Prueba de ello es que los mercados ignoraron completamente la bajada de la supuesta “calidad” de los bonos federales hecha por Standard & Poor’s. Al día siguiente de la evaluación negativa, el valor de los bonos creció todavía más (ver el reciente artículo de John Weeks “The Size of the U.S. Public Debt: Are the Rating Agencies Fools or Knaves?”

La deuda pública de los países de la Eurozona es un enorme problema porque los Estados no pueden defenderla frente a la especulación de los mercados

Geithner subrayó que el mayor problema económico existente en la Unión Europea y en EEUU no es la elevada deuda pública. El mayor problema de la UE es que no tiene ahora la estructura institucional que le permita resolver su problema de la deuda pública. Y llevaba toda la razón. Ello explica que, con una deuda pública menor que EEUU o Japón, la Eurozona tiene, sin embargo, más dificultades para resistir los ataques especulativos de los mercados financieros, forzando a los países de la UE a que tengan unos intereses de la deuda pública más altos y un crecimiento económico más bajo que EEUU. Y por si fuera poco, el euro está en una situación más inestable que el dólar, tal como les recordó el Sr. Geithner. El secretario del Tesoro podría también haber dicho – pero no lo dijo- que los cincuenta estados de EEUU están en mejor posición de resistir los ataques especulativos que los estados miembros de la UE (las cuentas de California están en peor forma que Grecia) y las diferencias de nivel de renta y de desempleo entre los estados de EEUU es mucho, mucho menor que las existentes en la UE. El desempleo en los Estados de EEUU varía entre el 5% y el 14%, según el Estado. En los Estados de la Eurozona la diferencia es mucho mayor, entre el 7% y el 22%

La causa de estas diferencias es que EEUU tiene un gobierno federal que ayuda a los Estados imprimiendo y transfiriendo dinero (le llaman liquidez) a los Estados, comprando deuda pública de éstos y del propio gobierno federal a través del Banco Central Estadounidense, el Federal Reserve Board. Este banco central tiene la doble función de controlar la inflación (tal como el BCE) y estimular el crecimiento económico y creación de empleo (lo cual brilla por su ausencia en el BCE). Si además de no tener un gobierno federal, los Ministerios de Economía proponen medidas de austeridad, exigiendo déficit público cero a los Estados de la UE, la inevitable conclusión de tales políticas es que la UE va a estar en recesión durante mucho, mucho tiempo, creando una crisis mundial que es lo que está ocurriendo. Lo que los Ministros están proponiendo es equivalente a tener unos Estados Unidos de Europa sin gobierno federal. Exigen un presupuesto equilibrado a los estados de la Eurozona sin que haya un gobierno y un Banco Central que les ayude.

Dos últimas observaciones. Una es que este aplauso a Geithner no es completo. Su resistencia a regular la movilidad internacional de capitales financieros es más que criticable. Y ahí sí que los ministros Europeos tenían más razón que Geithner. La resistencia del gobierno estadounidense (y del británico) a esta regulación es denunciable. Pero también es denunciable la enorme pasividad de la UE de atajar este tema. Existe un enorme espacio entre la retórica oficial y la práctica.

La otra es que me parece obvio que lo que están proponiendo las autoridades europeas condenará a sus economías a un enorme estancamiento e indirectamente a una enorme crisis de la economía mundial. La pregunta es por qué no cambian. Parte de ello se debe a la fuerza enorme de la ideología neoliberal, que continúa estancada en sus supuestos monetarios anti keynesianos, responsables de la Gran Recesión que desembocará en una Gran Depresión. Pero, el hecho de que esta ideología sea dominante se debe –y ahí está la raíz del problema- al enorme poder de la banca, su excesivo tamaño e influencia, que al aliarse en cada país con los elementos más reaccionarios de la gran patronal están intentando desmantelar la Europa Social. Si no se creen lo que digo, léanse los informes del Banco Central Europeo. Una de las frases más repetidas es que Europa no puede sostener sus Estados del Bienestar. Léase lo que dice el Banco de España y la Gran Patronal y verán que es una copia de lo que dice el BCE. Y de ahí que estén estableciendo las condiciones que facilitan la reducción de la protección social, tal como está intentando el Tea Party en EEUU.

El Plural, 26 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El déficit público no es el verdadero problema

Se reforma la Constitución para establecer un límite del déficit público, cercano al cero, con el objetivo de tranquilizar a los mercados. Sin embargo, la prima de riesgo se ha vuelto a disparar y el FMI avisa de la posibilidad de una nueva recesión debido al estancamiento del crecimiento económico.
Resulta preocupante que el pensamiento dominante ponga énfasis en el déficit público español, mientras que pasa de puntillas por la tremenda tasa de desempleo que más que duplica el de la UE. Nos encontramos con el consumo estancado, con la inversión empresarial en retroceso y unas exportaciones en desaceleración.
Nos queda el gasto público como variable para generar crecimiento económico, fundamentalmente a través de las inversiones públicas que, en otras crisis, sirvieron de motor de la economía. Apreciamos que el dominio del pensamiento neoliberal está ninguneando este hecho, a pesar de que algunos premios Nobel nos indican que aplicar medidas de eliminación indiscriminada del gasto público provocará una mayor paralización de la actividad económica. El Gobierno se afana en imponer tremendos recortes del gasto público que provocan más paro, sin haber realizado una verdadera reforma fiscal que reconduzca la disminución de la presión fiscal que ha beneficiado a las rentas más altas y grandes sociedades.
Ahora nos han negado el debate y el voto, pero dentro de poco lo pedirán, con promesas que antes incumplieron. ¿Volveremos a votar a los grupos políticos que nos dicen que hay que calmar a los mercados y se olvidan de los parados? LUIS MANUEL GOÑI STROETGEN - Málaga- El País 07/09/2011

jueves, 11 de agosto de 2011

Hay que acabar con el terrorismo financiero

La extraordinaria subida de la prima de riesgo española y de otros países aún más cercanos al corazón de la vieja Europa nos pone al borde del límite de lo que la ciudadanía no debería consentir.
Nada ha cambiado en España en los últimos días –salvo la celebración de nuevas subastas de deuda pública, claro está– que haya podido dar a entender a “los mercados” que la situación de nuestra economía es peor que hace unas semanas y que, por tanto, justifique una subida en el tipo de interés que debamos que pagar para financiarnos. Se trata, tan solo, de nuevas operaciones de casino que apuestan sobre seguro, provocando ellas mismas los resultados que más les convienen a inversores que, por supuesto, no albergan ninguna preocupación acerca de lo que suceda en la economía real, en la vida de la gente, sino en cómo mejorar sus posiciones de apuesta para ganar más dinero.
Cuando los bancos que habían provocado la crisis que estamos viviendo necesitaron financiación, los gobiernos y el Banco Central Europeo no dudaron en acudir en su auxilio, en una ocasiones, porque decían que eran “demasiado grandes para dejarlos caer” y, en otras, porque había que “salvar al sistema financiero”. En ello se gastaron varios billones de euros; más de 800.000 millones sólo en Alemania y Francia...
Tratar de hacer frente a una situación que el propio presidente de la Junta de Andalucía calificó de “terrorismo financiero” cediendo a la extorsión, como está haciendo el Gobierno socialista, es algo peor que una simple ingenuidad. Las reformas que ha llevado a cabo sólo han servido para debilitar aún más la capacidad de generación de empleo e ingreso de nuestra economía y, al frenar la recuperación y el crecimiento de la actividad, terminarán encareciendo aún más la deuda pública a medio y largo plazo, convirtiéndose esta dinámica en un círculo vicioso que lleve a la ruina a los propios estados, a sus servicios públicos esenciales y, por ende, a toda la ciudadanía.
Leer todo aquí.
Juan Torres López, Comité Científico de ATTAC España., Carlos Martínez García, Promotora Estatal de Mesas de Convergencia. Francisco Jurado, Democracia Real Ya
Leer a Javier Cercas sobre el mismo tema.

jueves, 16 de diciembre de 2010

La deuda española global: quien debe, cuánto debe, y a quien le debe

Este lunes, el Banco Internacional de pagos publicó su última revisión trimestral, con información actualizada y bastante útil para compartir con los lectores. Más aún cuando uno de los puntos centrales del informe es el detalle de la exposición de la deuda de los países PIGS hacia los bancos extranjeros. En la gráfica, he extraído el detalle de ese informe para España desde la perspectiva de la deuda hacia los paises (a quien se le debe) y la perspectiva por sectores (quien es el que debe). Como se puede apreciar, el 89% de la deuda es privada mientras el 11% es del sector público.

Por otra parte, por primera vez aparece una categoría dedicada a los derivados financieros (entiéndase CDS), lo que constituye toda una sorpresa. Esta categoría lleva el nombre de “otras exposiciones”, y el BIS la define a pie de página como “otros riesgos”. Llama la atención, en todo caso, que la exposición a estos “otros riesgos” de los países PIGS sea inferior a los 700.000 millones de dólares (US$668.000.000.000), exactamente una milésima parte del total de derivados que controla la élite bancaria del mundo en sus reuniones secretas: US$700.000.000.000.000 (700 billones de dólares). Algo que advertí en en mayo de este año. Hay que reconocer, en todo caso, la generosidad del BIS en compartir estos datos pero llegan demasiado tarde: dos años antes habrían sido de utilidad... Leer más en el blog salmón.

sábado, 1 de mayo de 2010

Crisis financiera, las seis etapas de un desastre

Des subprime à l’effondrement des dominos européens
Crise financière, les six étapes d’un désastre.
De las subprime al colapso del dominó europeo.
Par Pierre Rimbert (Le Monde Diplomatique)
L’agence de notation Standard & Poor’s a dégradé, mardi 27 avril, la dette souveraine grecque au rang d’obligation douteuse, et abaissé celle du Portugal. Le lendemain, l’Espagne entrait dans le collimateur – à qui le tour ?
La agencia de calificación Standard & Poor's rebajó, el martes 27 de abril, la obligación de la deuda soberana griega a la categoría de dudoso cobro y bajó la de Portugal. Al día siguiente, España fue atacada - ¿Quién sigue?
En los tres casos, la agencia dijo fundamentar su apreciación en las perspectivas macroeconómicas de los países afectados: el bajo crecimiento no le permitía dar cumplimiento a sus compromisos. Pero, ¿qué factores nublan así sus horizonte económicos? Es fácil identificar a uno de ellos: los recortes presupuestarios llevados a cabo bajo la presión … de los inversores y de las agencias de calificación.El bucle está así cerrado. Con el cierre del círculo, las piezas esparcidas de los crach económicos producidos repetidamente en los últimos tres años componen poco a poco el tema de un puzzle bien conocidos. Su cuadro: la ola de desregulación financiera en la década de 1980. Su nombre: a crisis de los mercados, remedios de mercado.
Primera etapa:
en 2007 hogares de los EE.UU., cuyos ingresos se han estancado, netamente bajo el efecto de la competencia internacional, se encuentran ante la incapacidad de pagar los préstamos hipotecarios concedidos sin respeto a las garantias por los bancos en una borrachera de concesiones. Desde el estallido de “la burbuja de Internet” en 2000, la Reserva Federal de EE.UU. mantiene los tipos de interés muy bajos de hecho, alentando el aventurerismo de los inversores.
Segunda etapa: en septiembre de 2008, la crisis subprime degenerar en una crisis bancaria, los balances de las entidades financieras se revelan que está lleno de deudas por creditos (inmobiliarios) a la propiedad, esparcidos en trozos por todo el mundo en sofisticados productos financieros. Lehman Brothers cae, el pánico se extiende (gana); los bancos ya no conceden créditos: la economía está al borde de la asfixia.
Tercera etapa: en vez de colocar la totalidad del sector en quiebra financiera bajo control público, los gobiernos han acordado reflotarlo con la fianza del estado. Los Estados se endeudan en adelante por encima de toda proporción para salvar a los bancos y reactivar la economía. Pero después de veinte años de descenso continuo de la fiscalidad, las recetas no siguen siendo válidas. Entre finales de 2008 y mediados de 2009, la crisis de la financiación privada se convierte en la inflamación de la deuda pública y en crisis social. En los países occidentales, el desempleo sube como una flecha.
Cuarta etapa: arreglada por la afluencia de dinero público y la subida de las Bolsas, estimulada por las tasas de interés cercanas a cero, los bancos y fondos de inversión reanuda sus actividades ordinarias. Durante las turbulencias del mercado, muchos han trasladado sus activos de mercado de valores (percibido como incierto) a la deuda pública (que se considera seguro). Pero éstas se inflan peligrosamente, y no sirven mas que a un tipo de interés bajo. Hácerlo subir: ésta es la consecuencia de un “ataque” especulativo sobre la deuda soberana de los países “periféricos” de Europa después de la revelación del maquillaje del déficit griego – carambola efectuada con la asistencia de la banca de inversión Goldman Sachs.
Quinta etapa: desde entonces los poderes públicos se niegan a detener la especulación por la ley y por una ayuda inmediata a Grecia, un círculo vicioso se establece: es necesario pedir prestado para pagar la deuda, reducir su déficit para pedir prestado; recortar el gasto público para reducir los déficits; bajar los salarios, las prestaciones sociales y “reformar” las pensiones para reducir el gasto público. Todas esas medidas empobrecen los hogares, oscurecen la perspectiva económica y alientan a los organismos de calificación para rebajar los valores de la deuda publica ...
Presentado al principo a los Estados, la factura enviada por los bancos por el precio de su propia incompetencia recae luego en su destino final: los empleados, los trabajadores.
Sexta etapa: el colapso del dominó europeo. Ahí estamos. Espejo de la desunión europea, el plan de ayuda a Grecia aprobado el 11 de abril intento final de conciliar todos los antagonismos: la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el rescate de las apariencias comunitaria; la puesta bajo tutela de Atenas y el principio de soberanía nacional; a los intereses bien entendido de los bancos franceses y alemanes muy expuestos a la deuda griega, y el Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, que prohíbe la solidaridad financiera con los estados miembros (artículos 123 y 125 ) y el importe de los préstamos inicialmente previsto (45 millones de euros, incluidos 15 por el FMI) y que ahora se consideran necesarios para frenar la actividad especulativa (dos o tres veces superior); el modelo económico renano que comprime los salarios para aumentar las exportaciones, y los saldos negativos del comercio de sus vecinos; la agenda política de la canciller alemana, Angela Merkel, se enfrenta a unas importantes elecciones regionales el 9 de mayo, y los líderes de los países más endeudados que ven la tormenta especulativa frente a sus costas.
Bajo este arreglo, Grecia puede pedir prestado a tasas menores que el mercado (pero infinitamente más que eso, prácticamente cero, junto con cantidades ilimitadas publicado por el Banco Central Europeo en favor de las instituciones privadas en 2008 y 2009 ). Deberá en contrapartida reducir de 5 o 6 puntos, un déficit presupuestario estimado en un 14% del producto interno bruto. Una sangría violenta, operado principalmente en los presupuestos sociales, pero ya resulta insuficiente a los ojos de Berlín. Menos de diez días después de su anuncio, cortejos hostiles se suceden en las calles de Atenas, el fantasma de la quiebra en el pago se cierne sobre la Acrópolis, la crisis de la deuda pública alcanzó la Península Ibérica y los rumores de separación del euro se extienda.
Hecho de improvisación, del miedo y de la resignación cara a la imposición de las finanzas, la reacción de los gobiernos, las instituciones europeas y el FMI se caracteriza por la ausencia de una estrategia global: se limitan a repercutir la exigencias de los mercados, mientras que juran resistir. Ello incita a los países miembros a desmarcarse mutuamente con la esperanza de escapar de las especulaciones de los inversores. Una vez que los “socios” se coloca en competencia, para ser el que exhibe el plan de austeridad más drástico. Tanto en Lisboa, en Atenas, en Dublín, como en Madrid, resuena una sola consigna: “tranquilizar a los mercados” - hace un año, los líderes del G20 se comprometió a domarlos. En el fondo, la dinámica refleja involuntariamente la lógica real de la Unión Europea promesa a todos como un lugar de solidaridad y, finalmente, entregado al dumping social, salarial, fiscal y ahora especulativo ... Otras soluciones estaban disponibles, sin embargo a la elección de los gobernantes. ...
Como el mar cuando retrocede, la crisis descubre la fragilidad de una construcción que, desde su origen, estaba basada en una apuesta: la unión aduanera y la unión monetaria daría lugar a la unión política y popular. Podemos decir que se ha perdido.
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