En los últimos años de crisis económica y recortes, los jueces españoles han alcanzado un protagonismo especial como defensores de los derechos de los ciudadanos. “En este momento los jueces españoles están siendo valorados muy positivamente porque están luchando contra la corrupción. También han sido pioneros en la lucha contra los desahucios y están teniendo mucho protagonismo en otros temas que afectan a los ciudadanos como las preferentes o las cláusulas abusivas. Creo que en estos momentos la percepción que hay es que los jueces están tutelando los derechos de la gente más desfavorecida socialmente, como muestra también el tema de la reforma laboral. La gente ve como la última confianza que tiene es acudir al juez”, afirma Margarita Robles, magistrada del Tribunal Supremo y vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en una entrevista para el dossier sobre la Justicia en el número de febrero de la revista de La Marea.
Sin embargo, el Gobierno está intentando cortarles las alas a los jueces, especialmente en los casos de despidos colectivos (EREs) en los que los tribunales han estado más del lado de los trabajadores que de las empresas desde que muchos conflictos laborales acabasen en los juzgados a consecuencia de la reforma laboral. La Troika –Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional (FMI)- advertía en sus últimos informes sobre el rescate a la banca española de que los jueces eran un obstáculo.
El Ministerio de Trabajo ya retocó la legislación para reducir el margen de interpretación de los tribunales en los EREs. Y en enero, el Tribunal Supremo ratificó la reforma laboral y pidió a los jueces que no se excedan a la hora de evaluar las causas de los despidos colectivos. “El legislador de 2012 ha querido, y así lo ha hecho constar en la exposición de motivos de la Ley 3/2012, que los órganos jurisdiccionales encargados del enjuiciamiento de los despidos colectivos no sustituyan al empresario en la elección de las medidas concretas a adoptar, limitando su control a verificar que las causas económicas alegadas existen, que tienen seriedad suficiente para justificar una reestructuración de los objetivos y de los recursos productivos de la empresa, que no son por tanto un pretexto o excusa para despedir, y que la supresión o amortización de puestos de trabajo acordada es una medida apropiada (o una de las medidas apropiadas) para hacerles frente”, dijo el máximo órgano del poder judicial en un comunicado.
Al parecer no ha sido suficiente. Hace unos días, el FMI advirtió al Gobierno de España que “la eficacia de reformas pasadas se vio menoscabada, en parte, por una interpretación restrictiva por parte de los tribunales“. Esta recomendación ha provocado una respuesta contundente por parte de los jueces españoles que piden al Ejecutivo de Mariano Rajoy amparo del sistema judicial ante estas críticas de las organizaciones internacionales.
“Con estas manifestaciones el FMI está sugiriendo la supresión del poder judicial en material laboral y la vuelta a las relaciones laborales del siglo XIX, cuando no existían derechos. Con sus pretensiones este organismo internacional parece querer convertirse en una divinidad de adoración obligatoria. Sin embargo, debemos poner de manifiesto que los jueces españoles únicamente están sometidos al imperio de la ley y de los principios constitucionales, según establece nuestro ordenamiento jurídico. Además, esta actuación judicial es la propia de un Estado Constitucional con división de poderes, en la que nuestros tribunales son la garantía ante cualquier vulneración de derechos”, dijo Jueces para la Democracia en un comunicado.
Thilo Schäfer. La Marea
Fuente: http://www.lamarea.com/2014/02/02/ataque-los-jueces-que-frenan-los-despidos-colectivos/
lunes, 3 de febrero de 2014
domingo, 2 de febrero de 2014
Evitar la infelicidad laboral. Muchos mantienen su puesto de trabajo pero interiormente se han despedido de la empresa Recuperar la ilusión empieza por un cambio de actitud y por recordar nuestras capacidades
Corría el año 2007 cuando Lotfi El Ghandouri publicó El despido interior: Cuando nuestra infelicidad laboral nos lleva a convertir nuestro trabajo en una prisión. Hoy, inmersos en recortes, expedientes de regulación de empleo, congelaciones de sueldo y miedo generalizado, hay muchos que, si bien conservan el trabajo, se han despedido interiormente. Ya no están en la empresa, pero ni ellos mismos se han dado cuenta. Por lo general, esto sucede cuando la distancia entre lo que esperamos y lo que obtenemos se hace insalvable y terminamos decidiendo que lo mejor es hacernos invisibles. Que nadie se dé cuenta ni de cuando llegamos ni de cuando salimos. Pero así se lastiman las relaciones, con nuestros compañeros y, lo que es peor, con nosotros mismos. Al final nos sentimos solos, aislados e incomprendidos. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cómo evitar que la inercia nos empuje? Al despido interior se llega por una escalera que va minando la ilusión con la que empezamos a trabajar. Veamos sus peldaños, porque reconociéndolos podremos alertarnos.
La entrega. Acabamos de ser contratados y nos sentimos especiales e involucrados. Sin embargo, pronto aparecen los primeros desacuerdos, las primeras decepciones. Si no somos capaces de manejar estas situaciones de conflicto y afrontar con madurez las pequeñas desilusiones cotidianas, bajaremos al siguiente escalón. Más en El País.
La entrega. Acabamos de ser contratados y nos sentimos especiales e involucrados. Sin embargo, pronto aparecen los primeros desacuerdos, las primeras decepciones. Si no somos capaces de manejar estas situaciones de conflicto y afrontar con madurez las pequeñas desilusiones cotidianas, bajaremos al siguiente escalón. Más en El País.
Falsedades del pensamiento económico dominante
Vicenç Navarro. Público.es
Permítame, Sr. lector, que le hable como si estuviéramos tomando un café, explicándole algunas de las mayores falsedades que se le presentan a diario en la prensa económica. Debería ser consciente de que gran parte de los argumentos que se presentan en los mayores medios de información y persuasión económicos del país para justificar las políticas públicas que se están llevando a cabo, son posturas claramente ideológicas que no se sustentan en base a la evidencia científica existente. Le citaré algunas de las más importantes, mostrándole que los datos contradicen lo que dicen. Y también intentaré explicarle por qué se continúan repitiendo estas falsedades, a pesar de que la evidencia científica las cuestiona, y con qué fin se le presentan diariamente a usted y al público.
Comencemos por una de las falsedades más importantes, que es la afirmación de que los recortes de gasto público en los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios, vivienda social, y otros (que están perjudicando enormemente el bienestar social y calidad de vida de las clases populares), son necesarios para que no aumente el déficit público. Y se preguntará usted, “y, ¿por qué es tan malo que crezca el déficit público?”. Y los reproductores de la sabiduría convencional le responderán que la causa de que haya que reducir el déficit público es porque el crecimiento de este déficit determina el crecimiento de la deuda pública, que es lo que el Estado tiene que pagar (predominantemente a la banca, que tiene algo más de la mitad de la deuda pública en España) por haber pedido prestado dinero a la banca para cubrir el agujero creado por el déficit público. Se subraya así que la deuda pública (que se considera una carga para las generaciones venideras, que tendrán que pagarla) no puede continuar creciendo, debiéndose reducir recortando el déficit público, lo cual quiere decir para ellos recortar, recortar y recortar el Estado del Bienestar, hasta el punto de acabar con él, que es lo que está ocurriendo en España.
Los argumentos que se utilizan para justificar los recortes no son creíbles.
El problema con esta postura es que los datos (que la sabiduría convencional oculta o ignora) muestran precisamente lo contrario. Los recortes son enormes (nunca se habían visto durante la época democrática unos tan grandes), y en cambio, la deuda pública continúa y continúa creciendo. Mire lo que está pasando en España, por ejemplo, con la sanidad pública, uno de los servicios públicos más importantes y mejor valorados por la población. El gasto público sanitario como porcentaje del PIB se redujo alrededor de un 3,5% en el periodo 2009-2011 (cuando debería haber crecido un 7,7% durante el mismo periodo para llegar al gasto promedio de los países de semejante desarrollo económico al nuestro), y el déficit público se redujo, pasando del 11,1% del PIB en 2009 al 10,6% en 2012, y en cambio la deuda pública no bajó, sino que continuó aumentando, pasando del 36% del PIB en 2007 al 86% en 2012. En realidad, la causa de que la deuda pública esté aumentando se debe, en parte, a los recortes del gasto público.
¿Cómo puede ser eso?, se preguntará usted. Pues la respuesta es fácil de ver. El descenso del gasto público implica que disminuye la demanda pública y con ello el crecimiento y la actividad económica, con lo cual el Estado recibe menos ingresos por vía de impuestos y tasas. Y al recibir menos impuestos, el Estado debe endeudarse más, con lo cual la deuda pública continúa creciendo. Ni que decir tiene que el mayor o menor impacto estimulante del gasto público depende del tipo de gasto. Pero se está recortando en los servicios públicos del Estado del Bienestar, que son los que crean más empleo y que están entre los que estimulan más la economía. Permítame que repita esta explicación debido a su enorme importancia.
Cuando el Estado (tanto central como autonómico y local) aumenta el gasto público, aumenta la demanda de productos y servicios, y con ello el estímulo económico. Cuando baja, disminuye la demanda y desciende el crecimiento económico, con lo cual el Estado recibe menos fondos. Es lo que en la terminología macroeconómica se conoce como el efecto multiplicador del gasto público. La inversión y el gasto públicos facilitan la actividad económica, lo cual es negado por los economistas neoliberales (que se promueven en la gran mayoría de medios de mayor información y persuasión del país), y ello a pesar de la enorme evidencia publicada en la literatura científica (ver mi libro Neoliberalismo y Estado del Bienestar, Ariel Económica, 1997).
Otra farsa: nos gastamos más de lo que tenemos
La misma sabiduría convencional le está diciendo también que la crisis se debe a que hemos estado gastando demasiado, muy por encima de nuestras posibilidades. De ahí la necesidad de apretarse el cinturón (que quiere decir recortar, recortar y recortar el gasto público). Por regla general, esta postura va acompañada con el dicho de que el Estado tiene que comportarse como las familias, es decir “en ningún momento se puede gastar más de lo que se ingresa”. El Presidente Rajoy y la Sra. Merkel han repetido esta frase miles de veces.
Esta frase tiene un componente de hipocresía y otro de falsedad. Déjeme que le explique el por qué de cada uno. Yo no sé cómo usted, lector, compró su coche. Pero yo, como la gran mayoría de españoles, compro el coche a plazos, es decir, a crédito. Todas las familias se han endeudado, y así funciona su presupuesto familiar. Pagamos nuestras deudas a medida que vamos ingresando los recursos que, para la mayoría de españoles, proceden del trabajo. Y de ahí deriva el problema actual. No es que la gente haya ido gastando por encima de sus posibilidades, sino que sus ingresos y sus condiciones de trabajo han ido deteriorándose más y más, sin que la población sea responsable de ello. En realidad, los responsables de que ello ocurra son los mismos que le están diciendo que tienen que recortarse los servicios públicos del Estado del Bienestar y también bajar los salarios. Y ahora tienen la osadía (para ponerlo de una manera amable) de decir que la culpa la tenemos usted y yo, porque hemos estado gastando más y más. Yo no sé usted, pero le garantizo que la mayoría de las familias no han estado comprando y amasando bienes como locos. Todo lo contrario.
La misma hipocresía existe en el argumento de que el Estado ha estado gastando demasiado. Fíjese usted, lector, que el Estado español ha estado gastando, no mucho más, sino mucho menos de lo que han gastado otros países de similar nivel de desarrollo económico. Antes de la crisis, el gasto público representaba solo el 39% del PIB, cuando el promedio de la UE-15 era un 46% del PIB. Ya entonces, el Estado debería haberse gastado como mínimo 66.000 millones de euros más en gasto público social para haberse gastado lo que le correspondía por su nivel de riqueza. No es cierto que ni las familias ni el Estado se hayan gastado más de lo que deberían. Y a pesar de ello, le continuarán diciendo que la culpa la tiene la mayoría de la población que ha gastado demasiado y ahora tiene que apretarse el cinturón.
También habrá usted escuchado que estos sacrificios (los recortes) hay que hacerlos “para salvar al euro”.
De nuevo, esta cantinela de que “estos recortes son necesarios para salvar al euro” se reproduce constantemente Ahora bien, en contra de lo que constantemente se anuncia, el euro no ha estado nunca en peligro. Ni tampoco hay la más mínima posibilidad de que algunos países periféricos (los PIGS, que incluyen a España) de la Eurozona sean expulsados del euro. En realidad, uno de los problemas de los muchos que tienen estos países es que el euro está demasiado fuerte y sano. Su cotización ha estado siempre por encima del dólar y su elevado poder dificulta la economía de los países periféricos de la Eurozona. Y otro problema es que el capital financiero alemán les ha prestado, con amplios beneficios, 700.000 millones de euros y quiere ahora que los países periféricos los devuelvan. Si alguno de ellos dejara el euro, la banca alemana podría colapsar. Esta banca (cuya influencia es enorme) no quiere ni oír hablar de que estos países deudores se vayan del euro. Les aseguro que es lo último que desean.
Esta observación, que es obvia, no es un argumento, por cierto, a favor de permanecer en el euro. En realidad, creo que los países PIGS deberían amenazar con salirse del euro. Pero es absurdo el argumento que se utiliza de que España tenga que ver reducido el tiempo de visita al médico todavía más para salvar al euro (que es el código para decir, “salvar a la banca alemana y devolverle el dinero” que prestó consiguiendo enormes beneficios).
Estas son las falacias que constantemente se le exponen. Pero le aseguro que se le presentan sin que exista ninguna evidencia que las avale. Así de claro.
La causa de los recortes
Y se preguntará usted, ¿por qué se hacen entonces estos recortes? Y la respuesta es fácil de ver, aunque raramente la verá en aquellos medios de información y persuasión. Es lo que solía llamarse “lucha de clases”, pero ahora aquellos medios no utilizan esta expresión por considerarla “anticuada”, “ideológica”, “demagógica” o cualquier epíteto que utilizan para mostrar el rechazo y deseo de marginalización de aquellos que ven la realidad según un criterio distinto, e incluso opuesto, al de los que definen la sabiduría convencional del país.
Pero, por mucho que lo quieran ocultar, esa lucha existe. Es la lucha (lo que mi amigo Noam Chomsky llama incluso guerra de clases –como expone en su introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo) de una minoría (los propietarios y gestores del capital, es decir, de la propiedad que genera rentas) contra la mayoría de la población (que obtiene sus rentas a partir de su trabajo).
Ni que decir tiene que esta lucha de clases ha ido variando según el periodo en el que uno vive. Era distinta en la época de nuestros padres y abuelos de la que está ocurriendo ahora. En realidad, ahora es incluso más amplia, pues no es solo de las minorías que controlan y gestionan el capital contra la clase trabajadora (que continúa existiendo), sino que incluye también a grandes sectores de las clases medias, formando lo que se llaman las clases populares, conjuntamente con la clase trabajadora. Esta minoría es enormemente poderosa y controla la mayoría de los medios de información y persuasión, y tiene también una gran influencia sobre la clase política.
Y este grupo minoritario desea que se bajen los salarios, que la clase trabajadora esté atemorizada (de ahí la función del desempleo) y que pierda los derechos laborales y sociales. Y está reduciendo los servicios públicos como parte de esta estrategia para debilitar tales derechos. También es un factor importante la privatización de los servicios públicos, que es consecuencia de los recortes, y que permite la entrada del gran capital (y muy en particular del capital financiero-banca y de las compañías de seguros) en estos sectores, aumentando sus ganancias.
Usted habrá leído cómo en España las compañías privadas de seguros sanitarios se están expandiendo como nunca antes lo habían conseguido. Y muchas de las empresas financieras de alto riesgo (que quiere decir, altamente especulativas) están hoy controlando grandes instituciones sanitarias del país gracias a las políticas privatizadoras y de recortes que los gobiernos están realizando, justificándolo todo con la farsa (y créanme que no hay otra manera de decirlo) de que tienen que hacerlo para reducir el déficit público y la deuda pública.
Fuente: http://www.vnavarro.org/?p=10378
Permítame, Sr. lector, que le hable como si estuviéramos tomando un café, explicándole algunas de las mayores falsedades que se le presentan a diario en la prensa económica. Debería ser consciente de que gran parte de los argumentos que se presentan en los mayores medios de información y persuasión económicos del país para justificar las políticas públicas que se están llevando a cabo, son posturas claramente ideológicas que no se sustentan en base a la evidencia científica existente. Le citaré algunas de las más importantes, mostrándole que los datos contradicen lo que dicen. Y también intentaré explicarle por qué se continúan repitiendo estas falsedades, a pesar de que la evidencia científica las cuestiona, y con qué fin se le presentan diariamente a usted y al público.
Comencemos por una de las falsedades más importantes, que es la afirmación de que los recortes de gasto público en los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios, vivienda social, y otros (que están perjudicando enormemente el bienestar social y calidad de vida de las clases populares), son necesarios para que no aumente el déficit público. Y se preguntará usted, “y, ¿por qué es tan malo que crezca el déficit público?”. Y los reproductores de la sabiduría convencional le responderán que la causa de que haya que reducir el déficit público es porque el crecimiento de este déficit determina el crecimiento de la deuda pública, que es lo que el Estado tiene que pagar (predominantemente a la banca, que tiene algo más de la mitad de la deuda pública en España) por haber pedido prestado dinero a la banca para cubrir el agujero creado por el déficit público. Se subraya así que la deuda pública (que se considera una carga para las generaciones venideras, que tendrán que pagarla) no puede continuar creciendo, debiéndose reducir recortando el déficit público, lo cual quiere decir para ellos recortar, recortar y recortar el Estado del Bienestar, hasta el punto de acabar con él, que es lo que está ocurriendo en España.
Los argumentos que se utilizan para justificar los recortes no son creíbles.
El problema con esta postura es que los datos (que la sabiduría convencional oculta o ignora) muestran precisamente lo contrario. Los recortes son enormes (nunca se habían visto durante la época democrática unos tan grandes), y en cambio, la deuda pública continúa y continúa creciendo. Mire lo que está pasando en España, por ejemplo, con la sanidad pública, uno de los servicios públicos más importantes y mejor valorados por la población. El gasto público sanitario como porcentaje del PIB se redujo alrededor de un 3,5% en el periodo 2009-2011 (cuando debería haber crecido un 7,7% durante el mismo periodo para llegar al gasto promedio de los países de semejante desarrollo económico al nuestro), y el déficit público se redujo, pasando del 11,1% del PIB en 2009 al 10,6% en 2012, y en cambio la deuda pública no bajó, sino que continuó aumentando, pasando del 36% del PIB en 2007 al 86% en 2012. En realidad, la causa de que la deuda pública esté aumentando se debe, en parte, a los recortes del gasto público.
¿Cómo puede ser eso?, se preguntará usted. Pues la respuesta es fácil de ver. El descenso del gasto público implica que disminuye la demanda pública y con ello el crecimiento y la actividad económica, con lo cual el Estado recibe menos ingresos por vía de impuestos y tasas. Y al recibir menos impuestos, el Estado debe endeudarse más, con lo cual la deuda pública continúa creciendo. Ni que decir tiene que el mayor o menor impacto estimulante del gasto público depende del tipo de gasto. Pero se está recortando en los servicios públicos del Estado del Bienestar, que son los que crean más empleo y que están entre los que estimulan más la economía. Permítame que repita esta explicación debido a su enorme importancia.
Cuando el Estado (tanto central como autonómico y local) aumenta el gasto público, aumenta la demanda de productos y servicios, y con ello el estímulo económico. Cuando baja, disminuye la demanda y desciende el crecimiento económico, con lo cual el Estado recibe menos fondos. Es lo que en la terminología macroeconómica se conoce como el efecto multiplicador del gasto público. La inversión y el gasto públicos facilitan la actividad económica, lo cual es negado por los economistas neoliberales (que se promueven en la gran mayoría de medios de mayor información y persuasión del país), y ello a pesar de la enorme evidencia publicada en la literatura científica (ver mi libro Neoliberalismo y Estado del Bienestar, Ariel Económica, 1997).
Otra farsa: nos gastamos más de lo que tenemos
La misma sabiduría convencional le está diciendo también que la crisis se debe a que hemos estado gastando demasiado, muy por encima de nuestras posibilidades. De ahí la necesidad de apretarse el cinturón (que quiere decir recortar, recortar y recortar el gasto público). Por regla general, esta postura va acompañada con el dicho de que el Estado tiene que comportarse como las familias, es decir “en ningún momento se puede gastar más de lo que se ingresa”. El Presidente Rajoy y la Sra. Merkel han repetido esta frase miles de veces.
Esta frase tiene un componente de hipocresía y otro de falsedad. Déjeme que le explique el por qué de cada uno. Yo no sé cómo usted, lector, compró su coche. Pero yo, como la gran mayoría de españoles, compro el coche a plazos, es decir, a crédito. Todas las familias se han endeudado, y así funciona su presupuesto familiar. Pagamos nuestras deudas a medida que vamos ingresando los recursos que, para la mayoría de españoles, proceden del trabajo. Y de ahí deriva el problema actual. No es que la gente haya ido gastando por encima de sus posibilidades, sino que sus ingresos y sus condiciones de trabajo han ido deteriorándose más y más, sin que la población sea responsable de ello. En realidad, los responsables de que ello ocurra son los mismos que le están diciendo que tienen que recortarse los servicios públicos del Estado del Bienestar y también bajar los salarios. Y ahora tienen la osadía (para ponerlo de una manera amable) de decir que la culpa la tenemos usted y yo, porque hemos estado gastando más y más. Yo no sé usted, pero le garantizo que la mayoría de las familias no han estado comprando y amasando bienes como locos. Todo lo contrario.
La misma hipocresía existe en el argumento de que el Estado ha estado gastando demasiado. Fíjese usted, lector, que el Estado español ha estado gastando, no mucho más, sino mucho menos de lo que han gastado otros países de similar nivel de desarrollo económico. Antes de la crisis, el gasto público representaba solo el 39% del PIB, cuando el promedio de la UE-15 era un 46% del PIB. Ya entonces, el Estado debería haberse gastado como mínimo 66.000 millones de euros más en gasto público social para haberse gastado lo que le correspondía por su nivel de riqueza. No es cierto que ni las familias ni el Estado se hayan gastado más de lo que deberían. Y a pesar de ello, le continuarán diciendo que la culpa la tiene la mayoría de la población que ha gastado demasiado y ahora tiene que apretarse el cinturón.
También habrá usted escuchado que estos sacrificios (los recortes) hay que hacerlos “para salvar al euro”.
De nuevo, esta cantinela de que “estos recortes son necesarios para salvar al euro” se reproduce constantemente Ahora bien, en contra de lo que constantemente se anuncia, el euro no ha estado nunca en peligro. Ni tampoco hay la más mínima posibilidad de que algunos países periféricos (los PIGS, que incluyen a España) de la Eurozona sean expulsados del euro. En realidad, uno de los problemas de los muchos que tienen estos países es que el euro está demasiado fuerte y sano. Su cotización ha estado siempre por encima del dólar y su elevado poder dificulta la economía de los países periféricos de la Eurozona. Y otro problema es que el capital financiero alemán les ha prestado, con amplios beneficios, 700.000 millones de euros y quiere ahora que los países periféricos los devuelvan. Si alguno de ellos dejara el euro, la banca alemana podría colapsar. Esta banca (cuya influencia es enorme) no quiere ni oír hablar de que estos países deudores se vayan del euro. Les aseguro que es lo último que desean.
Esta observación, que es obvia, no es un argumento, por cierto, a favor de permanecer en el euro. En realidad, creo que los países PIGS deberían amenazar con salirse del euro. Pero es absurdo el argumento que se utiliza de que España tenga que ver reducido el tiempo de visita al médico todavía más para salvar al euro (que es el código para decir, “salvar a la banca alemana y devolverle el dinero” que prestó consiguiendo enormes beneficios).
Estas son las falacias que constantemente se le exponen. Pero le aseguro que se le presentan sin que exista ninguna evidencia que las avale. Así de claro.
La causa de los recortes
Y se preguntará usted, ¿por qué se hacen entonces estos recortes? Y la respuesta es fácil de ver, aunque raramente la verá en aquellos medios de información y persuasión. Es lo que solía llamarse “lucha de clases”, pero ahora aquellos medios no utilizan esta expresión por considerarla “anticuada”, “ideológica”, “demagógica” o cualquier epíteto que utilizan para mostrar el rechazo y deseo de marginalización de aquellos que ven la realidad según un criterio distinto, e incluso opuesto, al de los que definen la sabiduría convencional del país.
Pero, por mucho que lo quieran ocultar, esa lucha existe. Es la lucha (lo que mi amigo Noam Chomsky llama incluso guerra de clases –como expone en su introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo) de una minoría (los propietarios y gestores del capital, es decir, de la propiedad que genera rentas) contra la mayoría de la población (que obtiene sus rentas a partir de su trabajo).
Ni que decir tiene que esta lucha de clases ha ido variando según el periodo en el que uno vive. Era distinta en la época de nuestros padres y abuelos de la que está ocurriendo ahora. En realidad, ahora es incluso más amplia, pues no es solo de las minorías que controlan y gestionan el capital contra la clase trabajadora (que continúa existiendo), sino que incluye también a grandes sectores de las clases medias, formando lo que se llaman las clases populares, conjuntamente con la clase trabajadora. Esta minoría es enormemente poderosa y controla la mayoría de los medios de información y persuasión, y tiene también una gran influencia sobre la clase política.
Y este grupo minoritario desea que se bajen los salarios, que la clase trabajadora esté atemorizada (de ahí la función del desempleo) y que pierda los derechos laborales y sociales. Y está reduciendo los servicios públicos como parte de esta estrategia para debilitar tales derechos. También es un factor importante la privatización de los servicios públicos, que es consecuencia de los recortes, y que permite la entrada del gran capital (y muy en particular del capital financiero-banca y de las compañías de seguros) en estos sectores, aumentando sus ganancias.
Usted habrá leído cómo en España las compañías privadas de seguros sanitarios se están expandiendo como nunca antes lo habían conseguido. Y muchas de las empresas financieras de alto riesgo (que quiere decir, altamente especulativas) están hoy controlando grandes instituciones sanitarias del país gracias a las políticas privatizadoras y de recortes que los gobiernos están realizando, justificándolo todo con la farsa (y créanme que no hay otra manera de decirlo) de que tienen que hacerlo para reducir el déficit público y la deuda pública.
Fuente: http://www.vnavarro.org/?p=10378
sábado, 1 de febrero de 2014
Dos lenguajes
Lenguaje oficial: los datos de la última EPA son muy alentadores y la reducción en el número de parados marca un punto de inflexión hacia una imparable recuperación y creación de empleo. Y aunque algunos jóvenes, llevados por un espíritu inconformista, emprendedor y aventurero deciden salir para desarrollarse profesionalmente en otros países de nuestro entorno, pronto tendrán aquí grandes oportunidades laborales, gracias a las reformas de este Gobierno y a la mejora de la competitividad de la economía y del mercado laboral.
Traducción simultánea: los datos de la última EPA muestran que muchos parados, la mayoría de ellos jóvenes, desesperados ante la imposibilidad de encontrar aquí un empleo, deciden, muy a su pesar, emprender la huida hacia cualquier lugar, para desarrollar un trabajo, las más de las veces muy por debajo de su cualificación. Y de los que se quedan, muy pocos encuentran un mal trabajo, con contratos basura, eventuales y a tiempo parcial, sin derechos y a cambio de un sueldo de miseria, gracias a la precariedad amparada por las reformas de este Gobierno.— SEBASTIÁN FERNÁNDEZ IZQUIERDO Petrer, Alicante 31 ENE 2014 - El País. Cartas al director.(Ilustración de internet, Paseo de Gracia. Urban Sktechers)
Traducción simultánea: los datos de la última EPA muestran que muchos parados, la mayoría de ellos jóvenes, desesperados ante la imposibilidad de encontrar aquí un empleo, deciden, muy a su pesar, emprender la huida hacia cualquier lugar, para desarrollar un trabajo, las más de las veces muy por debajo de su cualificación. Y de los que se quedan, muy pocos encuentran un mal trabajo, con contratos basura, eventuales y a tiempo parcial, sin derechos y a cambio de un sueldo de miseria, gracias a la precariedad amparada por las reformas de este Gobierno.— SEBASTIÁN FERNÁNDEZ IZQUIERDO Petrer, Alicante 31 ENE 2014 - El País. Cartas al director.(Ilustración de internet, Paseo de Gracia. Urban Sktechers)
viernes, 31 de enero de 2014
El lujo de la ‘cucina povera’. Obtener el máximo sabor posible con el menor número de ingredientes disponibles
Es el lema que sustentó a parte de Italia hasta la explosión económica tras la II Guerra Mundial
Platos sencillos que 70 años después entroncan con la tendencia gastronómica del momento
FOTOGALERÍA Recetas de siempre, como nunca
¿Hay algo mejor en el mundo que mojar un trozo de pan crujiente en la yema de un huevo frito? Para Ferran Adrià no. El otrora responsable de elBulli lo considera “una auténtica obra de arte”: barato, sencillo, irresistible. Adjetivos que describen también a la llamada cucina povera (cocina pobre). Un término que hace referencia al recetario de supervivencia que prosperó en Italia desde la última mitad del siglo XIX hasta después de la II Guerra Mundial. En el convulso escenario social y político que propiciaron los sucesivos conflictos independentistas y la posterior unificación, su objetivo era lograr el máximo sabor y valor nutritivo posible con el menor número de ingredientes disponibles.
Esta austera filosofía entronca un siglo después con la tendencia gastronómica más potente del momento: aquella que reivindica los alimentos de temporada y la producción local. Cuando ya comienza a percibirse cierto hartazgo del durante años ensalzado nitrógeno líquido y de las creaciones con nombres más largos que el Ebro, la cucina povera reclama su sitio en la mesa. Sus platos sin pretensiones, articulados en torno a la materia prima y la técnica tradicional, no han perdido ni un ápice de vigencia.
El fotógrafo Dexter Hodges recopila en estas páginas cinco recetas de su abuela Enrica, que, aunque emigró a Connecticut desde la región de las Marcas, nunca dejó de cocinar tagliolini con tocino y ajo, o pan con parmesano. “Mi nonna hacía la pasta a mano. Los cortes de carne que iban en las salsas de tomate no eran quizá los mejores, pero después de cocer todo el día, los ponía en un plato aparte y eran tan tiernos que se podían cortar con un tenedor”, recuerda.
Esta cultura del aprovechamiento máximo de los recursos –heredera de los años en que comer, sin más, era un lujo– ha dado a la gastronomía algunos de sus más suculentos guisos y ha cimentado, entre otros, el movimiento slow food. Fundado durante los años ochenta también en Italia, aboga, frente a la estandarización de la dieta, por la salvaguarda de las costumbres y productos regionales. Parte de la historia y el folclor de Italia transita por los pucheros de las cucine povere. Quizá por eso, hace ya cerca de cinco décadas que en el país alpino se reclama el valor y la importancia de estos platos, que no por sencillos pueden catalogarse como simples. Conseguir un resultado sabroso con cuatro ingredientes básicos requiere de una buena dosis de imaginación y toneladas de saber hacer.
En España, sin haber acuñado un vocablo para definirla, existe una rica tradición en comidas económicas que han alimentado y alimentan estómago y paladar. Ahí están los tortos asturianos, una suerte de torta elaborada únicamente a base de agua y harina de maíz que se calienta en una sartén. O las sopas de ajo: agua, pan, ajo, pimentón y, según la zona, huevo. La ropa vieja, las migas, el salmorejo… Entonces fruto de la necesidad. Hoy un auténtico lujo.
Descubra cinco recetas originales con esos ingredientes que siempre hay en la cocina: huevos, ajos, tocino, cebolla, tomates... Fuente. El País. (Ilustración tomada de Urban Sktechers )
Platos sencillos que 70 años después entroncan con la tendencia gastronómica del momento
FOTOGALERÍA Recetas de siempre, como nunca
¿Hay algo mejor en el mundo que mojar un trozo de pan crujiente en la yema de un huevo frito? Para Ferran Adrià no. El otrora responsable de elBulli lo considera “una auténtica obra de arte”: barato, sencillo, irresistible. Adjetivos que describen también a la llamada cucina povera (cocina pobre). Un término que hace referencia al recetario de supervivencia que prosperó en Italia desde la última mitad del siglo XIX hasta después de la II Guerra Mundial. En el convulso escenario social y político que propiciaron los sucesivos conflictos independentistas y la posterior unificación, su objetivo era lograr el máximo sabor y valor nutritivo posible con el menor número de ingredientes disponibles.
Esta austera filosofía entronca un siglo después con la tendencia gastronómica más potente del momento: aquella que reivindica los alimentos de temporada y la producción local. Cuando ya comienza a percibirse cierto hartazgo del durante años ensalzado nitrógeno líquido y de las creaciones con nombres más largos que el Ebro, la cucina povera reclama su sitio en la mesa. Sus platos sin pretensiones, articulados en torno a la materia prima y la técnica tradicional, no han perdido ni un ápice de vigencia.
El fotógrafo Dexter Hodges recopila en estas páginas cinco recetas de su abuela Enrica, que, aunque emigró a Connecticut desde la región de las Marcas, nunca dejó de cocinar tagliolini con tocino y ajo, o pan con parmesano. “Mi nonna hacía la pasta a mano. Los cortes de carne que iban en las salsas de tomate no eran quizá los mejores, pero después de cocer todo el día, los ponía en un plato aparte y eran tan tiernos que se podían cortar con un tenedor”, recuerda.
Esta cultura del aprovechamiento máximo de los recursos –heredera de los años en que comer, sin más, era un lujo– ha dado a la gastronomía algunos de sus más suculentos guisos y ha cimentado, entre otros, el movimiento slow food. Fundado durante los años ochenta también en Italia, aboga, frente a la estandarización de la dieta, por la salvaguarda de las costumbres y productos regionales. Parte de la historia y el folclor de Italia transita por los pucheros de las cucine povere. Quizá por eso, hace ya cerca de cinco décadas que en el país alpino se reclama el valor y la importancia de estos platos, que no por sencillos pueden catalogarse como simples. Conseguir un resultado sabroso con cuatro ingredientes básicos requiere de una buena dosis de imaginación y toneladas de saber hacer.
En España, sin haber acuñado un vocablo para definirla, existe una rica tradición en comidas económicas que han alimentado y alimentan estómago y paladar. Ahí están los tortos asturianos, una suerte de torta elaborada únicamente a base de agua y harina de maíz que se calienta en una sartén. O las sopas de ajo: agua, pan, ajo, pimentón y, según la zona, huevo. La ropa vieja, las migas, el salmorejo… Entonces fruto de la necesidad. Hoy un auténtico lujo.
Descubra cinco recetas originales con esos ingredientes que siempre hay en la cocina: huevos, ajos, tocino, cebolla, tomates... Fuente. El País. (Ilustración tomada de Urban Sktechers )
jueves, 30 de enero de 2014
Los expertos piden al Gobierno que detenga la proliferación de nuevas facultades de Medicina
España tiene más facultades de Medicina por millón de habitantes que Reino Unido, Francia, Italia... En realidad, tiene más que cualquier otro país grande—más de 20 millones de habitantes— del mundo, con la excepción de Corea del Sur. En apenas ocho años, los centros en los que se puede estudiar esta carrera han pasado de 28 a 41. Con los alumnos de nuevo ingreso ocurre otro tanto: de 4.250 a más de 7.000. La conclusión de esta ensalada de cifras es que ahora, con los servicios públicos de salud recortando en personal y con España a la cabeza de los países europeos que pierden población por culpa de la crisis, sobran estudiantes de Medicina.
...aumentó considerablemente el número de plazas en las universidades. Un aumento procedente en buena parte de facultades privadas. “Además se creó un problema de equidad en el sistema. Mientras en la pública se entra con expedientes brillantísimos y estudiantes con sobresaliente se quedan fuera, en la privada se ingresa si el padre del estudiante paga”,...
El paro entre los facultativos, algo insólito en la última década, y la creciente emigración en busca de oportunidades laborales empiezan a evidenciar el desajuste entre el número de especialistas y los puestos de trabajo que ofrece el sistema. Y eso, a juicio del Foro de la Profesión Médica, que agrupa a las principales organizaciones del sector, quiere decir que hay que tomar medidas. La petición no es nueva, pero ha tomado impulso ante la anunciada apertura de siete facultades más, tres de ellas privadas. Los médicos quieren frenar lo que consideran una “proliferación” descontrolada de estos centros. No solo no son necesarios, dicen, sino que además ponen en peligro la calidad de la formación.
“El número de estudiantes tiene que estar ajustado a los hospitales que están acreditados para formarles de forma adecuada. Ahora tenemos aproximadamente 1.000 estudiantes más de Medicina que la formación que podemos ofrecerles. Hay unas 7.000 plazas para cursar la carrera, y unas 6.000 de MIR”, dice el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín. “Por tanto, es pura matemática, hay 1.000 con los que no sabemos qué va a pasar, porque no se van a poder formar. El aumento de facultades es un disparate; no hay ninguna necesidad. Se ha querido satisfacer a políticos de comunidades autónomas y alcaldes; ha pasado exactamente igual que con la creación indiscriminada de hospitales que ahora no sabemos cómo pagar”, añade.
...
Detrás de la apertura de facultades ha habido intereses tanto políticos como económicos. Una universidad privada cobra entre 10.000 y 20.000 euros por un curso. “Si somos el segundo país con más facultades de Medicina es por algo. Esto es simplemente porque hay dinero detrás. Son unos estudios muy demandados, a los que entran los mejores y la gente paga”, dice Rodríguez Sendín. La proliferación de facultades ha generado polémica en algunas regiones por el uso de instalaciones públicas (hospitales) para un uso particular. José Carrillo, rector de la Universidad Complutense, ha denunciado que hay hospitales públicos en Madrid que cobran menos a las universidades privadas que a las públicas por hacer uso de sus instalaciones. ...
Más en El País.
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/30/actualidad/1391113575_604573.html
...aumentó considerablemente el número de plazas en las universidades. Un aumento procedente en buena parte de facultades privadas. “Además se creó un problema de equidad en el sistema. Mientras en la pública se entra con expedientes brillantísimos y estudiantes con sobresaliente se quedan fuera, en la privada se ingresa si el padre del estudiante paga”,...
El paro entre los facultativos, algo insólito en la última década, y la creciente emigración en busca de oportunidades laborales empiezan a evidenciar el desajuste entre el número de especialistas y los puestos de trabajo que ofrece el sistema. Y eso, a juicio del Foro de la Profesión Médica, que agrupa a las principales organizaciones del sector, quiere decir que hay que tomar medidas. La petición no es nueva, pero ha tomado impulso ante la anunciada apertura de siete facultades más, tres de ellas privadas. Los médicos quieren frenar lo que consideran una “proliferación” descontrolada de estos centros. No solo no son necesarios, dicen, sino que además ponen en peligro la calidad de la formación.
“El número de estudiantes tiene que estar ajustado a los hospitales que están acreditados para formarles de forma adecuada. Ahora tenemos aproximadamente 1.000 estudiantes más de Medicina que la formación que podemos ofrecerles. Hay unas 7.000 plazas para cursar la carrera, y unas 6.000 de MIR”, dice el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín. “Por tanto, es pura matemática, hay 1.000 con los que no sabemos qué va a pasar, porque no se van a poder formar. El aumento de facultades es un disparate; no hay ninguna necesidad. Se ha querido satisfacer a políticos de comunidades autónomas y alcaldes; ha pasado exactamente igual que con la creación indiscriminada de hospitales que ahora no sabemos cómo pagar”, añade.
...
Detrás de la apertura de facultades ha habido intereses tanto políticos como económicos. Una universidad privada cobra entre 10.000 y 20.000 euros por un curso. “Si somos el segundo país con más facultades de Medicina es por algo. Esto es simplemente porque hay dinero detrás. Son unos estudios muy demandados, a los que entran los mejores y la gente paga”, dice Rodríguez Sendín. La proliferación de facultades ha generado polémica en algunas regiones por el uso de instalaciones públicas (hospitales) para un uso particular. José Carrillo, rector de la Universidad Complutense, ha denunciado que hay hospitales públicos en Madrid que cobran menos a las universidades privadas que a las públicas por hacer uso de sus instalaciones. ...
Más en El País.
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/30/actualidad/1391113575_604573.html
martes, 28 de enero de 2014
Debemos y podemos ser felices, la alegría es un bien gratuito
La depresión es un trastorno que impide el funcionamiento diario; la tristeza es otra cosa
Disfrutar de la vida depende de valorar lo realmente importante y evitar recrearse en lo negativo
...
La tristeza no siempre lleva a una depresión. Eso son palabras mayores que se refieren a un trastorno psicológico que impide el funcionamiento cotidiano. Hasta lo más sencillo, como arreglarse, cocinar y comer de forma equilibrada, se convierte en un mundo. La depresión afecta a su vida personal, familiar, laboral y social. El futuro se contempla como un lugar desolador, y algunos afectados pierden hasta las ganas de vivir. La persona con depresión suele requerir tratamiento farmacológico y psicológico.
Pero ¿y la tristeza, esa pérdida de ilusión, la sensación de vivir a medias, esa dificultad para sentir placer? Afecta a muchísima gente. No llega a incapacitar, pero sí los sumerge en una vida gris, pobre en emociones, en la que el tiempo pasa sin dejar huella.
¿Por qué hay personas que disfrutan de la vida y otras que no? Aquí tiene algunas claves, que además dependen de usted.
Tener otro ritmo de vida. Huya de la “prontomanía”. Es la obsesión por contestar a todo de forma inmediata, pronto, ya, como si el mundo se fuera a acabar en los próximos segundos. Las nuevas tecnologías le están quitando los mismos minutos que cree que adelanta dando respuesta a todo ipso facto. Frene, pare. Usted y su entorno han decidido que son urgentes tareas que no lo son. Reeduque a sus compañeros de trabajo, amigos y familia.
Pasar de la fantasía a la acción. En mis conferencias suelo preguntar a los asistentes: ¿si pudiera elegir ahora con su varita mágica otra vida en la que no fuera profesionalmente quien es, a qué le gustaría dedicarse? Nadie contesta “ser millonario”. La mayoría de las respuestas están relacionadas con actividades o formación a la que uno puede acceder cuando quiera: “sería cocinero, fotógrafa, músico, daría la vuelta al mundo en bicicleta, escribiría un libro…”. Casi todo tiene que ver con la parte más creativa de las personas y con nuestra capacidad para expresar nuestro talento. Son profesiones, pero pueden ser hobbies. ¿Por qué no organiza su agenda y busca tiempo para apuntarse a un curso de cocina, o de fotografía, o para hacer más deporte? Igual debería establecerlo como una prioridad. Le hará más feliz que cualquier antidepresivo.
Busque el placer con los amigos y familia, y disfrute de la vida social. Un estudio del investigador y profesor en psicología Richard Wiseman demostró que somos más felices con las experiencias que vivimos con amigos y los viajes que hacemos que con cualquier objeto material que compramos. Nos da felicidad los momentos que compartimos, las risas, y lo recordamos siempre como un placer, mientras que el valor de lo que compramos se olvida rápidamente. Invierta tiempo en experiencias, le será más gratificante que lo que gasta en comprar ropa, zapatos o relojes.
No deje para la jubilación todo lo que tiene pendiente: leer, aprender a dibujar o bailes de salón. Las personas se preocupan tanto por el futuro que dejan de vivir y ser felices en el presente. Ser responsable con las obligaciones es genial, pero tener la agonía de que nunca puede estar tranquilo es un sinvivir. La vida tiene tanto de incertidumbre que es imposible mantenerlo todo bajo control. Disfrute de lo que la vida le ofrece con las personas que quiere. Ahora, aquí y en este momento.
Bese, toque, achuche, busque el calor. El afecto y el amor son grandes fuentes de bienestar. A las personas les gusta sentirse queridas, y las muestras de afecto son la prueba más sincera y directa de amor. Toque incluso a la gente más lejana, mire con cariño a quien le atiende en una cafetería, verá cómo recibe enseguida una respuesta recíproca. El afecto se siembra.
Esperar cosas buenas de la vida. Significa tener esperanza. ¿Hasta ahora ha tenido éxito en su vida cuando se ha dedicado a anticipar las desgracias? No, rotundo. Pensar que va a tener suerte y creer que su momento le espera a la vuelta de la esquina le permite implicarse con más esfuerzo y dedicación en sus proyectos. Y lo hará porque espera obtener un resultado. Pero si piensa que la vida no le depara nada bueno, bajará los brazos y no se esforzará. La esperanza es una fuente de motivación, le empuja para darlo todo. Es la profecía autocumplida. Espere también cosas buenas de las personas, “bieninterprete” las intenciones y comentarios que reciba.
Cambiar el foco de atención. ¿En qué está pensando, en lo que tiene o en lo que le falta? Las personas felices lo son no porque tengan más que los demás, sino porque centran la atención en lo importante.
Dé otro valor a lo que siente. Las emociones son buenas todas, incluso las que cree que le hacen daño. Se necesita el miedo, la ansiedad y la tristeza. Son termómetros. El miedo y el estrés le advierten de que existen amenazas, y su tristeza, de que algo va mal. Pero el termómetro solo es el pistoletazo de salida, no un aviso para que nos recreemos en lo mal que nos encontramos. Deje el victimismo de lado, le hace débil y no le permite reaccionar. Sus emociones son el aviso de que tiene que reaccionar. Si la amenaza es verdadera, luche, corra, y si lo está pasando mal, actúe e introduzca un cambio en su vida. Si espera que las circunstancias cambien para empezar a dar pasos, igual se queda sentado toda la vida. Y no exagere lo que siente, no le da más valor del que tiene. Si decide dedicarle toda su atención, sentirá las emociones más intensas de lo que son. Deje la hipervigilancia para otros temas y busque algo que le cambie el estado de ánimo: la música, una charla con amigos, pasear, maquillarse y un largo etcétera.
Compararse. Siempre hemos dicho que uno es como es y que no debe compararse con nadie. Pero a veces las personas se vuelven el ombligo del mundo y pierden la perspectiva de lo afortunadas que son en la vida. Solo se miden con su estado de bienestar anterior o con quienes tienen más suerte o están mejor posicionadas. Rara vez se comparan con quien sufre, con quien tiene dificultades o con quien no tiene trabajo o menos recursos económicos. Sea empático, póngase en ese lugar, verá cómo su vida no es tan miserable. Y si fuera capaz de echar una mano a personas más desfavorecidas, comprobaría cómo recupera la ilusión por detalles de su propia existencia a los que ahora no da ningún valor.
Convénzase de que merece ser feliz. ¿Por qué tiene esa idea absurda de que en esta vida estamos para sufrir? Estamos para disfrutar y para sacarle todo el jugo que se pueda. Hay personas a quienes les da miedo ser felices. Tienen la creencia completamente irracional que relaciona este sentimiento con sentirse culpables y atraer las desgracias. Un pensamiento del tipo “estoy tan feliz que algo malo tiene que llegar”. Estas ideas les llevan a frenar su estado de bienestar, por miedo a tentar a la mala suerte y que se pongan enfermos o se muera alguien o pierdan el trabajo. No hay una relación directa entre disfrute y que vengan mal dadas. Lo cierto es que la vida trae buenos y malos momentos, no siempre controlables por nosotros. Así que es normal encontrarse con piedras y dificultades en el camino, pero no son la consecuencia de que seamos felices, sino de que se tienen que vivir y nos pasan a todos, vienen en el reparto de la vida. Hay que buscar y provocar nuestros estados de paz y felicidad personales.
La felicidad no se compra, sino que se deleita en cada momento de nuestra vida. Deje de invertir en cosas y hágalo en tiempo, risas, cenas, una buena copa de vino, disfrutar de la amistad, de un café, de una llamada de teléfono relajada, de un paseo, de los detalles que se le escapan buscando la felicidad en el mapa del tesoro. Claro que podría estar mejor de lo que está, usted, su vecino y yo también. Pero pensar en ello le limita. Disfrute lo que tiene y no deje de esforzarse para seguir viviendo experiencias.
PELÍCULA
‘En busca de la felicidad’, dirigida por Gabriele Muccino y protagonizada por Will Smith
MÚSICA
‘Color esperanza’, de Diego Torres
LIBRO
‘El guerrero pacífico’, de Dan Millaman
Fuente: El País.
Disfrutar de la vida depende de valorar lo realmente importante y evitar recrearse en lo negativo
...
La tristeza no siempre lleva a una depresión. Eso son palabras mayores que se refieren a un trastorno psicológico que impide el funcionamiento cotidiano. Hasta lo más sencillo, como arreglarse, cocinar y comer de forma equilibrada, se convierte en un mundo. La depresión afecta a su vida personal, familiar, laboral y social. El futuro se contempla como un lugar desolador, y algunos afectados pierden hasta las ganas de vivir. La persona con depresión suele requerir tratamiento farmacológico y psicológico.
Pero ¿y la tristeza, esa pérdida de ilusión, la sensación de vivir a medias, esa dificultad para sentir placer? Afecta a muchísima gente. No llega a incapacitar, pero sí los sumerge en una vida gris, pobre en emociones, en la que el tiempo pasa sin dejar huella.
¿Por qué hay personas que disfrutan de la vida y otras que no? Aquí tiene algunas claves, que además dependen de usted.
Tener otro ritmo de vida. Huya de la “prontomanía”. Es la obsesión por contestar a todo de forma inmediata, pronto, ya, como si el mundo se fuera a acabar en los próximos segundos. Las nuevas tecnologías le están quitando los mismos minutos que cree que adelanta dando respuesta a todo ipso facto. Frene, pare. Usted y su entorno han decidido que son urgentes tareas que no lo son. Reeduque a sus compañeros de trabajo, amigos y familia.
Pasar de la fantasía a la acción. En mis conferencias suelo preguntar a los asistentes: ¿si pudiera elegir ahora con su varita mágica otra vida en la que no fuera profesionalmente quien es, a qué le gustaría dedicarse? Nadie contesta “ser millonario”. La mayoría de las respuestas están relacionadas con actividades o formación a la que uno puede acceder cuando quiera: “sería cocinero, fotógrafa, músico, daría la vuelta al mundo en bicicleta, escribiría un libro…”. Casi todo tiene que ver con la parte más creativa de las personas y con nuestra capacidad para expresar nuestro talento. Son profesiones, pero pueden ser hobbies. ¿Por qué no organiza su agenda y busca tiempo para apuntarse a un curso de cocina, o de fotografía, o para hacer más deporte? Igual debería establecerlo como una prioridad. Le hará más feliz que cualquier antidepresivo.
Busque el placer con los amigos y familia, y disfrute de la vida social. Un estudio del investigador y profesor en psicología Richard Wiseman demostró que somos más felices con las experiencias que vivimos con amigos y los viajes que hacemos que con cualquier objeto material que compramos. Nos da felicidad los momentos que compartimos, las risas, y lo recordamos siempre como un placer, mientras que el valor de lo que compramos se olvida rápidamente. Invierta tiempo en experiencias, le será más gratificante que lo que gasta en comprar ropa, zapatos o relojes.
No deje para la jubilación todo lo que tiene pendiente: leer, aprender a dibujar o bailes de salón. Las personas se preocupan tanto por el futuro que dejan de vivir y ser felices en el presente. Ser responsable con las obligaciones es genial, pero tener la agonía de que nunca puede estar tranquilo es un sinvivir. La vida tiene tanto de incertidumbre que es imposible mantenerlo todo bajo control. Disfrute de lo que la vida le ofrece con las personas que quiere. Ahora, aquí y en este momento.
Bese, toque, achuche, busque el calor. El afecto y el amor son grandes fuentes de bienestar. A las personas les gusta sentirse queridas, y las muestras de afecto son la prueba más sincera y directa de amor. Toque incluso a la gente más lejana, mire con cariño a quien le atiende en una cafetería, verá cómo recibe enseguida una respuesta recíproca. El afecto se siembra.
Esperar cosas buenas de la vida. Significa tener esperanza. ¿Hasta ahora ha tenido éxito en su vida cuando se ha dedicado a anticipar las desgracias? No, rotundo. Pensar que va a tener suerte y creer que su momento le espera a la vuelta de la esquina le permite implicarse con más esfuerzo y dedicación en sus proyectos. Y lo hará porque espera obtener un resultado. Pero si piensa que la vida no le depara nada bueno, bajará los brazos y no se esforzará. La esperanza es una fuente de motivación, le empuja para darlo todo. Es la profecía autocumplida. Espere también cosas buenas de las personas, “bieninterprete” las intenciones y comentarios que reciba.
Cambiar el foco de atención. ¿En qué está pensando, en lo que tiene o en lo que le falta? Las personas felices lo son no porque tengan más que los demás, sino porque centran la atención en lo importante.
Dé otro valor a lo que siente. Las emociones son buenas todas, incluso las que cree que le hacen daño. Se necesita el miedo, la ansiedad y la tristeza. Son termómetros. El miedo y el estrés le advierten de que existen amenazas, y su tristeza, de que algo va mal. Pero el termómetro solo es el pistoletazo de salida, no un aviso para que nos recreemos en lo mal que nos encontramos. Deje el victimismo de lado, le hace débil y no le permite reaccionar. Sus emociones son el aviso de que tiene que reaccionar. Si la amenaza es verdadera, luche, corra, y si lo está pasando mal, actúe e introduzca un cambio en su vida. Si espera que las circunstancias cambien para empezar a dar pasos, igual se queda sentado toda la vida. Y no exagere lo que siente, no le da más valor del que tiene. Si decide dedicarle toda su atención, sentirá las emociones más intensas de lo que son. Deje la hipervigilancia para otros temas y busque algo que le cambie el estado de ánimo: la música, una charla con amigos, pasear, maquillarse y un largo etcétera.
Compararse. Siempre hemos dicho que uno es como es y que no debe compararse con nadie. Pero a veces las personas se vuelven el ombligo del mundo y pierden la perspectiva de lo afortunadas que son en la vida. Solo se miden con su estado de bienestar anterior o con quienes tienen más suerte o están mejor posicionadas. Rara vez se comparan con quien sufre, con quien tiene dificultades o con quien no tiene trabajo o menos recursos económicos. Sea empático, póngase en ese lugar, verá cómo su vida no es tan miserable. Y si fuera capaz de echar una mano a personas más desfavorecidas, comprobaría cómo recupera la ilusión por detalles de su propia existencia a los que ahora no da ningún valor.
Convénzase de que merece ser feliz. ¿Por qué tiene esa idea absurda de que en esta vida estamos para sufrir? Estamos para disfrutar y para sacarle todo el jugo que se pueda. Hay personas a quienes les da miedo ser felices. Tienen la creencia completamente irracional que relaciona este sentimiento con sentirse culpables y atraer las desgracias. Un pensamiento del tipo “estoy tan feliz que algo malo tiene que llegar”. Estas ideas les llevan a frenar su estado de bienestar, por miedo a tentar a la mala suerte y que se pongan enfermos o se muera alguien o pierdan el trabajo. No hay una relación directa entre disfrute y que vengan mal dadas. Lo cierto es que la vida trae buenos y malos momentos, no siempre controlables por nosotros. Así que es normal encontrarse con piedras y dificultades en el camino, pero no son la consecuencia de que seamos felices, sino de que se tienen que vivir y nos pasan a todos, vienen en el reparto de la vida. Hay que buscar y provocar nuestros estados de paz y felicidad personales.
La felicidad no se compra, sino que se deleita en cada momento de nuestra vida. Deje de invertir en cosas y hágalo en tiempo, risas, cenas, una buena copa de vino, disfrutar de la amistad, de un café, de una llamada de teléfono relajada, de un paseo, de los detalles que se le escapan buscando la felicidad en el mapa del tesoro. Claro que podría estar mejor de lo que está, usted, su vecino y yo también. Pero pensar en ello le limita. Disfrute lo que tiene y no deje de esforzarse para seguir viviendo experiencias.
PELÍCULA
‘En busca de la felicidad’, dirigida por Gabriele Muccino y protagonizada por Will Smith
MÚSICA
‘Color esperanza’, de Diego Torres
LIBRO
‘El guerrero pacífico’, de Dan Millaman
Fuente: El País.
Muere Pete Seeger,
Muere Pete Seeger, combativo padre del folk de Estados Unidos.
El compositor y cantante estadounidense, icono de la música norteamericana, muere a los 94 años, por FERNANDO NAVARRO
La vida en un puñado de versos, por BARBARA CELIS (2012)
El concierto prohibido
Pete Seeger cantó por primera vez en España en 1971: el 7 de febrero, en un abarrotado polideportivo de Terrassa. También estuvo en Sevilla y en San Sebastián. Pero, cosas del régimen franquista, su presentación del sábado 14 de febrero en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Barcelona, en la Diagonal -entonces oficialmente avenida del Generalísimo Francisco Franco-, fue prohibida a última hora por el gobernador civil. Hubo despliegue de grises a caballo y duras cargas policiales. Aunque Seeger sí cantó en Barcelona: al día siguiente, y sin anunciar, en el bar Llopart, del barrio de Sants. Lo hizo -como recuerda Joaquim Vilarnau en el número de julio/agosto de este año de la revista catalana de Folc- ante poco más de 30 personas y los habituales parroquianos, que seguían jugando sus partidas de cartas o parchís en las mesas de mármol. Poco después le invitaron amablemente a abandonar el país.
Fue Raimon quien le convenció para venir por fin a España: Seeger, que en 1943 había grabado siete canciones de la Brigada Lincoln -El valle del Jarama, Si me quieres escribir...-, no tenía pensado pisar el país mientras Franco viviera. Volvió cuando el dictador ya no estaba. En varias ocasiones. El 10 de marzo de 1978 ofreció un recital, grabado por TVE, en el Palacio Municipal de los Deportes de Barcelona -al día siguiente Pete Seeger debutaría en Madrid con una actuación en el Pabellón de Deportes del Real Madrid-, en el que lucía una pegatina en defensa de la libertad de expresión en solidaridad con Els Joglars, que estaban procesados por un tribunal militar por su obra de teatro La torna. El 23 de abril de 1993, el neoyorquino participó en Barcelona en el concierto de los 30 años de la canción de su amigo Raimon Al vent.
Fuente: El País.
Pete Seeger- Sanga Music Inc -BMI
Where have all the flowers gone, long time passing?
Where have all the flowers gone, long time ago?
Where have all the flowers gone?
Young girls have picked them everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the young girls gone, long time passing?
Where have all the young girls gone, long time ago?
Where have all the young girls gone?
Gone for husbands everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the husbands gone, long time passing?
Where have all the husbands gone, long time ago?
Where have all the husbands gone?
Gone for soldiers everyone
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the soldiers gone, long time passing?
Where have all the soldiers gone, long time ago?
Where have all the soldiers gone?
Gone to graveyards, everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the graveyards gone, long time passing?
Where have all the graveyards gone, long time ago?
Where have all the graveyards gone?
Gone to flowers, everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the flowers gone, long time passing?
Where have all the flowers gone, long time ago?
Where have all the flowers gone?
Young girls have picked them everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Más en la BBC.
http://www.peteseegermusic.com/
España en el corazón: http://www.cdbaby.com/cd/spaininmyheart
El compositor y cantante estadounidense, icono de la música norteamericana, muere a los 94 años, por FERNANDO NAVARRO
La vida en un puñado de versos, por BARBARA CELIS (2012)
El concierto prohibido
Pete Seeger cantó por primera vez en España en 1971: el 7 de febrero, en un abarrotado polideportivo de Terrassa. También estuvo en Sevilla y en San Sebastián. Pero, cosas del régimen franquista, su presentación del sábado 14 de febrero en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Barcelona, en la Diagonal -entonces oficialmente avenida del Generalísimo Francisco Franco-, fue prohibida a última hora por el gobernador civil. Hubo despliegue de grises a caballo y duras cargas policiales. Aunque Seeger sí cantó en Barcelona: al día siguiente, y sin anunciar, en el bar Llopart, del barrio de Sants. Lo hizo -como recuerda Joaquim Vilarnau en el número de julio/agosto de este año de la revista catalana de Folc- ante poco más de 30 personas y los habituales parroquianos, que seguían jugando sus partidas de cartas o parchís en las mesas de mármol. Poco después le invitaron amablemente a abandonar el país.
Fue Raimon quien le convenció para venir por fin a España: Seeger, que en 1943 había grabado siete canciones de la Brigada Lincoln -El valle del Jarama, Si me quieres escribir...-, no tenía pensado pisar el país mientras Franco viviera. Volvió cuando el dictador ya no estaba. En varias ocasiones. El 10 de marzo de 1978 ofreció un recital, grabado por TVE, en el Palacio Municipal de los Deportes de Barcelona -al día siguiente Pete Seeger debutaría en Madrid con una actuación en el Pabellón de Deportes del Real Madrid-, en el que lucía una pegatina en defensa de la libertad de expresión en solidaridad con Els Joglars, que estaban procesados por un tribunal militar por su obra de teatro La torna. El 23 de abril de 1993, el neoyorquino participó en Barcelona en el concierto de los 30 años de la canción de su amigo Raimon Al vent.
Fuente: El País.
Pete Seeger- Sanga Music Inc -BMI
Where have all the flowers gone, long time passing?
Where have all the flowers gone, long time ago?
Where have all the flowers gone?
Young girls have picked them everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the young girls gone, long time passing?
Where have all the young girls gone, long time ago?
Where have all the young girls gone?
Gone for husbands everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the husbands gone, long time passing?
Where have all the husbands gone, long time ago?
Where have all the husbands gone?
Gone for soldiers everyone
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the soldiers gone, long time passing?
Where have all the soldiers gone, long time ago?
Where have all the soldiers gone?
Gone to graveyards, everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the graveyards gone, long time passing?
Where have all the graveyards gone, long time ago?
Where have all the graveyards gone?
Gone to flowers, everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Where have all the flowers gone, long time passing?
Where have all the flowers gone, long time ago?
Where have all the flowers gone?
Young girls have picked them everyone.
Oh, when will they ever learn?
Oh, when will they ever learn?
Más en la BBC.
http://www.peteseegermusic.com/
España en el corazón: http://www.cdbaby.com/cd/spaininmyheart
DÍA EUROPEO DE LA PROTECCIÓN DE DATOS
Hoy, 28 de Enero, se celebra por octavo año consecutivo el Día de la Protección de Datos en Europa. Esta celebración, promovida por la Comisión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades de protección de datos de los Estados miembros de la Unión Europea, tiene como objetivo principal impulsar entre los ciudadanos el conocimiento de sus derechos y responsabilidades en materia de protección de datos y privacidad.
La creación del Día de la Protección de Datos se remonta a 2006, año en que el Comité de Ministros del Consejo de Europa estableció el 28 de enero como efeméride para festejar el Día de la Protección de Datos en Europa, en conmemoración del aniversario de la firma del Convenio 108, piedra angular de la protección de datos en Europa (DESCARGAR CONVENIO).
La celebración del día de protección de datos llega en el momento en que la reforma del Reglamento General de Protección de Datos espera ser votada por el Consejo de la Unión Europea. Tras la propuesta de reforma del texto por la Comisión Europea en enero de 2012 y de la votación de la Comisión LIBE del Parlamento Europeo el pasado octubre de 2013, se espera que antes de las elecciones europeas del próximo mayo, se tenga la respuesta del Consejo.
Las propuestas sobre la futura legislación contemplan el derecho a ser olvidado, es decir, a que las personas puedan borrar sus datos salvo que haya razones legítimas para mantenerlos. También incluyen multas por perder o divulgar los datos de los usuarios.
Las raíces de la reforma son dos propuestas: un reglamento que establece el marco general; y una directiva específica sobre el tratamiento de datos en material judicial y en investigaciones policiales.
Derecho a ser olvidado
"El derecho a ser olvidado, la necesidad de dar tu consentimiento cuando se usen o se transfieran tus datos y las sanciones en caso de infracción del derecho a la privacidad son los tres elementos centrales que pido a los estándares de protección de datos de todos los ciudadanos de la UE", explica el eurodiputado verde alemán Jan-Philipp Albrecht, ponente de la propuesta de reglamento.
"Hasta ahora, todos los Estados de la UE han abordado la protección de datos por su cuenta", añade Albrecht antes de explicar que "la nueva reglamentación será válida en toda la UE, lo que ayudará a reforzar los derechos de los consumidores, ofrecerá seguridad jurídica a las empresas y aumentará la confianza de los ciudadanos en las empresas".
"La reforma de la legislación sobre la protección de datos es una necesidad acuciante para Europa, dictada por los rápidos avances tecnológicos, los cambios sociales y un mundo construido alrededor de las comunicaciones en la red", asegura el eurodiputado socialista griego Dimitrios Droutsas, ponente de la directiva. "La Comisión, el Parlamento y también el Consejo tenemos que trabajar con diligencia para garantizar a los ciudadanos el más elevado grado de protección antes del final de esta legislatura en 2014".
Un estudio publicado a finales de 2012 por el Parlamento Europeo advierte que "la nube informática plantea a la protección de datos un desafío subestimado o incluso ignorado". Ese mismo estudio puntualiza que "la principal preocupación que surge de la dependencia creciente de la nube no es tanto el posible aumento de la delincuencia en la red, sino la pérdida de control sobre la identidad individual y los datos".
Ir a la Agencia de Protección de datos aquí.
La creación del Día de la Protección de Datos se remonta a 2006, año en que el Comité de Ministros del Consejo de Europa estableció el 28 de enero como efeméride para festejar el Día de la Protección de Datos en Europa, en conmemoración del aniversario de la firma del Convenio 108, piedra angular de la protección de datos en Europa (DESCARGAR CONVENIO).
La celebración del día de protección de datos llega en el momento en que la reforma del Reglamento General de Protección de Datos espera ser votada por el Consejo de la Unión Europea. Tras la propuesta de reforma del texto por la Comisión Europea en enero de 2012 y de la votación de la Comisión LIBE del Parlamento Europeo el pasado octubre de 2013, se espera que antes de las elecciones europeas del próximo mayo, se tenga la respuesta del Consejo.
Las propuestas sobre la futura legislación contemplan el derecho a ser olvidado, es decir, a que las personas puedan borrar sus datos salvo que haya razones legítimas para mantenerlos. También incluyen multas por perder o divulgar los datos de los usuarios.
Las raíces de la reforma son dos propuestas: un reglamento que establece el marco general; y una directiva específica sobre el tratamiento de datos en material judicial y en investigaciones policiales.
Derecho a ser olvidado
"El derecho a ser olvidado, la necesidad de dar tu consentimiento cuando se usen o se transfieran tus datos y las sanciones en caso de infracción del derecho a la privacidad son los tres elementos centrales que pido a los estándares de protección de datos de todos los ciudadanos de la UE", explica el eurodiputado verde alemán Jan-Philipp Albrecht, ponente de la propuesta de reglamento.
"Hasta ahora, todos los Estados de la UE han abordado la protección de datos por su cuenta", añade Albrecht antes de explicar que "la nueva reglamentación será válida en toda la UE, lo que ayudará a reforzar los derechos de los consumidores, ofrecerá seguridad jurídica a las empresas y aumentará la confianza de los ciudadanos en las empresas".
"La reforma de la legislación sobre la protección de datos es una necesidad acuciante para Europa, dictada por los rápidos avances tecnológicos, los cambios sociales y un mundo construido alrededor de las comunicaciones en la red", asegura el eurodiputado socialista griego Dimitrios Droutsas, ponente de la directiva. "La Comisión, el Parlamento y también el Consejo tenemos que trabajar con diligencia para garantizar a los ciudadanos el más elevado grado de protección antes del final de esta legislatura en 2014".
Un estudio publicado a finales de 2012 por el Parlamento Europeo advierte que "la nube informática plantea a la protección de datos un desafío subestimado o incluso ignorado". Ese mismo estudio puntualiza que "la principal preocupación que surge de la dependencia creciente de la nube no es tanto el posible aumento de la delincuencia en la red, sino la pérdida de control sobre la identidad individual y los datos".
Ir a la Agencia de Protección de datos aquí.
lunes, 27 de enero de 2014
domingo, 26 de enero de 2014
La literatura hispana se convierte en potencia cultural en EE UU. Derribadas las barreras originales, se ha forjado una nueva identidad cuyo catalizador es el español.
El fenómeno de fusión es aplicable a la potencia de su literatura, que se expresa en inglés
Estados Unidos no se entiende si se ignora el español. El significado de toponímicos como Los Ángeles, El Paso, Colorado o Nevada es transparente. Otros conllevan una historia más recóndita, como California, término procedente de las novelas de caballerías, en cuya lectura se forjó la imaginación de los conquistadores, quienes proyectaban sus fantasías sobre la inasible realidad en la que se veían inmersos. California era el nombre de una isla habitada exclusivamente por mujeres donde se asentaban los dominios de la mítica Calafia, la reina negra de Las Sergas de Esplandián (1510). El origen de la latinización de Estados Unidos se remonta a 1848, año en que se firma el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual México cede al poderoso vecino del norte más de la mitad de su territorio nacional a cambio de 15 millones de dólares. La cesión incluía la totalidad de lo que hoy constituyen los Estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas, así como extensas zonas de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Con las tierras, pasó a pertenecer a otra nación una población cuyo idioma era el español. Tan traumático trasvase selló de manera irreversible el destino bilingüe y bicultural del país, fenómeno reforzado por un flujo migratorio que mantiene permanentemente viva la fuerza de la lengua española y las culturas de que es vehículo.
Es en este vasto contexto donde, tras más de siglo y medio de pervivencia de la tradición literaria en castellano, surge la figura de Rolando Hinojosa-Smith, decano de las letras chicanas, cuyo nombre ha sonado en más de una ocasión como candidato al Premio Cervantes. La propuesta está doblemente justificada, ya que a sus méritos como escritor se añade su valor como representante de una forma de escribir que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra historia literaria.
La obra narrativa de Hinojosa-Smith, de una cohesión admirable, consta de 15 novelas que se integran en una serie conocida como Viaje de la muerte en Klail City. El lenguaje de Hinojosa-Smith remite directa y deliberadamente al de los prosistas castellanos del siglo XV. Un año después de su publicación, Hinojosa-Smith cambió el título originario de la segunda entrega de la serie (Klail City y sus alrededores) por otro tomado de una obra compuesta a mediados del siglo XV por el historiador Fernán Pérez de Guzmán. Imposible encontrar credenciales castellanas más prístinas que estas: Pérez de Guzmán fue bisabuelo de Garcilaso de la Vega, tío del marqués de Santillana y sobrino del canciller Pedro López de Ayala. El guiño de Hinojosa-Smith no se queda ahí. La cuarta novela de la saga lleva el título de una obra de Hernán Pérez del Pulgar que data de 1488 (y por tanto es, al igual que Generaciones y semblanzas anterior a la existencia misma del vocablo América). Hinojosa-Smith se limitó tan solo a cambiar un vocablo: Claros varones de Belken, en lugar del originario Claros varones de Castilla. Belken es el nombre de un condado ficcional de impronta faulkneriana cuya capital es Klail City, una de las ciudades de un valle situado a orillas de la frontera entre Texas y México. Escenario de todas las novelas de Hinojosa-Smith, el valle es un lugar a la vez mítico y real.
Hace unos meses, la editorial Xordica recuperó para los lectores españoles la primera novela de Hinojosa-Smith, Estampas del valle, obra publicada hace más de cuatro décadas, y con la que su autor obtuvo el Premio Quinto Sol. El retraso pone de relieve la falta de atención por parte de nuestro mundo editorial hacia la literatura de los latinos de Estados Unidos. Son varias las ramas que integran esta tradición. La de mayor peso, por razones históricas y de contigüidad geográfica, es la de origen mexicano, seguida de las de procedencia caribeña: puertorriqueños, dominicanos, y cubanos, cada una con sus rasgos distintivos. A ello se suma la producción, considerablemente irregular, que aportan las comunidades oriundas del resto de América Latina. El fenómeno más interesante en relación con los diversos grupos de origen hispánico es la erosión de las barreras que los mantenían separados, lo cual ha desembocado en la forja de una nueva identidad. En Estados Unidos hay inmigrantes de origen mexicano, caribeño, sur o centroamericano, pero todos se sienten latinos o hispanos. El catalizador de este proceso es el español, cuya fuerza se renueva de manera constante gracias al flujo incesante de emigrantes. Este fenómeno de fusión se aprecia también en la literatura, aunque es preciso señalar que el vehículo expresivo es (incertidumbres futuras aparte) mayoritariamente el inglés.
Seguir leyendo en El País.
Estados Unidos no se entiende si se ignora el español. El significado de toponímicos como Los Ángeles, El Paso, Colorado o Nevada es transparente. Otros conllevan una historia más recóndita, como California, término procedente de las novelas de caballerías, en cuya lectura se forjó la imaginación de los conquistadores, quienes proyectaban sus fantasías sobre la inasible realidad en la que se veían inmersos. California era el nombre de una isla habitada exclusivamente por mujeres donde se asentaban los dominios de la mítica Calafia, la reina negra de Las Sergas de Esplandián (1510). El origen de la latinización de Estados Unidos se remonta a 1848, año en que se firma el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual México cede al poderoso vecino del norte más de la mitad de su territorio nacional a cambio de 15 millones de dólares. La cesión incluía la totalidad de lo que hoy constituyen los Estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas, así como extensas zonas de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Con las tierras, pasó a pertenecer a otra nación una población cuyo idioma era el español. Tan traumático trasvase selló de manera irreversible el destino bilingüe y bicultural del país, fenómeno reforzado por un flujo migratorio que mantiene permanentemente viva la fuerza de la lengua española y las culturas de que es vehículo.
Es en este vasto contexto donde, tras más de siglo y medio de pervivencia de la tradición literaria en castellano, surge la figura de Rolando Hinojosa-Smith, decano de las letras chicanas, cuyo nombre ha sonado en más de una ocasión como candidato al Premio Cervantes. La propuesta está doblemente justificada, ya que a sus méritos como escritor se añade su valor como representante de una forma de escribir que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra historia literaria.
La obra narrativa de Hinojosa-Smith, de una cohesión admirable, consta de 15 novelas que se integran en una serie conocida como Viaje de la muerte en Klail City. El lenguaje de Hinojosa-Smith remite directa y deliberadamente al de los prosistas castellanos del siglo XV. Un año después de su publicación, Hinojosa-Smith cambió el título originario de la segunda entrega de la serie (Klail City y sus alrededores) por otro tomado de una obra compuesta a mediados del siglo XV por el historiador Fernán Pérez de Guzmán. Imposible encontrar credenciales castellanas más prístinas que estas: Pérez de Guzmán fue bisabuelo de Garcilaso de la Vega, tío del marqués de Santillana y sobrino del canciller Pedro López de Ayala. El guiño de Hinojosa-Smith no se queda ahí. La cuarta novela de la saga lleva el título de una obra de Hernán Pérez del Pulgar que data de 1488 (y por tanto es, al igual que Generaciones y semblanzas anterior a la existencia misma del vocablo América). Hinojosa-Smith se limitó tan solo a cambiar un vocablo: Claros varones de Belken, en lugar del originario Claros varones de Castilla. Belken es el nombre de un condado ficcional de impronta faulkneriana cuya capital es Klail City, una de las ciudades de un valle situado a orillas de la frontera entre Texas y México. Escenario de todas las novelas de Hinojosa-Smith, el valle es un lugar a la vez mítico y real.
Hace unos meses, la editorial Xordica recuperó para los lectores españoles la primera novela de Hinojosa-Smith, Estampas del valle, obra publicada hace más de cuatro décadas, y con la que su autor obtuvo el Premio Quinto Sol. El retraso pone de relieve la falta de atención por parte de nuestro mundo editorial hacia la literatura de los latinos de Estados Unidos. Son varias las ramas que integran esta tradición. La de mayor peso, por razones históricas y de contigüidad geográfica, es la de origen mexicano, seguida de las de procedencia caribeña: puertorriqueños, dominicanos, y cubanos, cada una con sus rasgos distintivos. A ello se suma la producción, considerablemente irregular, que aportan las comunidades oriundas del resto de América Latina. El fenómeno más interesante en relación con los diversos grupos de origen hispánico es la erosión de las barreras que los mantenían separados, lo cual ha desembocado en la forja de una nueva identidad. En Estados Unidos hay inmigrantes de origen mexicano, caribeño, sur o centroamericano, pero todos se sienten latinos o hispanos. El catalizador de este proceso es el español, cuya fuerza se renueva de manera constante gracias al flujo incesante de emigrantes. Este fenómeno de fusión se aprecia también en la literatura, aunque es preciso señalar que el vehículo expresivo es (incertidumbres futuras aparte) mayoritariamente el inglés.
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viernes, 24 de enero de 2014
La tertulia literaria en la Red
Los clubes de lectura ‘online’ que explotan la interacción entre usuarios, autores y editores están en plena ebullición
Lectyo es la última plataforma puesta en pie
Anobii. Shelfari. Lecturalia.Goodreads.
Y ahora, un puente para el lector en castellano Lectyo. Es el nuevo léxico de la red destinado a una de las experiencias y placeres de siempre: leer. Vivir la historia, sea en ebook o en el papel, sigue igual. Pero la tertulia en la que se discute, critica y se intercambian futuras lecturas ha cambiado para siempre con Internet. Las redes sociales pensadas como clubes de lectura han explotado. Van desde lo mainstream, con mastodontes como Goodreads, de Amazon, con sus 25 millones de usuarios registrados, a lo más alternativo, como los clubes de lectura online dedicados a un género, como theromancebookclub.com. Y se encuentran en todos los idiomas, con Lecturalia a la cabeza del mundo hispanohablante o la china Douban, que atrajo a los intelectuales para montar foros de disidencia en el enjambre de 68 millones de usuarios que posee y que está sometido a una férrea censura del régimen chino.
En este entorno en plena expansión, la fundación Germán Sánchez Ruipérez, que lleva 30 años dedicada a la difusión de la lectura en castellano sin ánimo de lucro, lanza su apuesta: Lectyo. Su creador, Luis González, que tuvo su idea feliz esperando un vuelo en Lisboa, cree que todavía hay mucho margen para innovar: “Las redes sociales son una herramienta muy potente y admiro lo que ha conseguido Goodreads, pero han estado en las manos de los agentes inadecuados. Es hora de que lectores, industria y autores dialoguen en un espacio sin intereses extraliterarios”.
El Internet literario
Lectyo. La nueva red social creada por la fundación Sánchez Ruipérez está orientada a los lectores en castellano. Trata de fomentar el interés por la literatura al margen de la industria.
Goodreads. La número uno indiscutible, al menos en éxito, de estos nuevos clubes de lectura: 25 millones de usuarios y más de 360 millones de reseñas.
Lecturalia. Red orientada a los hispanohablantes, con las funciones clásicas de sistema de valoración de uno a cinco estrellas y posibilidad de compartir reseñas.
Más en El País.
Lectyo es la última plataforma puesta en pie
Anobii. Shelfari. Lecturalia.Goodreads.
Y ahora, un puente para el lector en castellano Lectyo. Es el nuevo léxico de la red destinado a una de las experiencias y placeres de siempre: leer. Vivir la historia, sea en ebook o en el papel, sigue igual. Pero la tertulia en la que se discute, critica y se intercambian futuras lecturas ha cambiado para siempre con Internet. Las redes sociales pensadas como clubes de lectura han explotado. Van desde lo mainstream, con mastodontes como Goodreads, de Amazon, con sus 25 millones de usuarios registrados, a lo más alternativo, como los clubes de lectura online dedicados a un género, como theromancebookclub.com. Y se encuentran en todos los idiomas, con Lecturalia a la cabeza del mundo hispanohablante o la china Douban, que atrajo a los intelectuales para montar foros de disidencia en el enjambre de 68 millones de usuarios que posee y que está sometido a una férrea censura del régimen chino.
En este entorno en plena expansión, la fundación Germán Sánchez Ruipérez, que lleva 30 años dedicada a la difusión de la lectura en castellano sin ánimo de lucro, lanza su apuesta: Lectyo. Su creador, Luis González, que tuvo su idea feliz esperando un vuelo en Lisboa, cree que todavía hay mucho margen para innovar: “Las redes sociales son una herramienta muy potente y admiro lo que ha conseguido Goodreads, pero han estado en las manos de los agentes inadecuados. Es hora de que lectores, industria y autores dialoguen en un espacio sin intereses extraliterarios”.
El Internet literario
Lectyo. La nueva red social creada por la fundación Sánchez Ruipérez está orientada a los lectores en castellano. Trata de fomentar el interés por la literatura al margen de la industria.
Goodreads. La número uno indiscutible, al menos en éxito, de estos nuevos clubes de lectura: 25 millones de usuarios y más de 360 millones de reseñas.
Lecturalia. Red orientada a los hispanohablantes, con las funciones clásicas de sistema de valoración de uno a cinco estrellas y posibilidad de compartir reseñas.
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jueves, 23 de enero de 2014
España destruye empleo por sexto año consecutivo y el paro supera el 26%
El desempleo baja en el cuarto trimestre de 2013 en apenas 8.400 personas, hasta los 5,89 millones. Se destruyen 65.000 puestos de trabajo en el periodo, según los datos de la EPA. Leer más en El País.
martes, 21 de enero de 2014
Yo tengo razón, tú estás equivocado
Somos adictos a "tener razón", pero quedar cautivos de nuestras opiniones es un trampa
Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz
La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.
Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).
En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.
¿Es mejor tener razón a toda costa antes que ser feliz? Que cada uno responda esta pregunta con sinceridad.
La perspectiva materialista o newtoniana del universo nos conduce a cosificar todo con lo que entramos en contacto, ya sea algo material o inmaterial. Incluso lo no material, como un pensamiento, acaba tomando forma y se convierte en objeto de conflicto. Así, una idea o una creencia se acaban convirtiendo en una posesión, una propiedad, algo que debe ser defendido para que no perezca.
Todo pensamiento consciente, repetido durante un tiempo, se convierte en un programa mental invisible. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que pasan a conformar lo que llamamos identidad construida o ego. Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. No parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.
Tener opiniones es normal, también tener gustos y preferencias… pero que esas ideas y predilecciones le tengan a uno cautivo o secuestrado es una trampa. El libre pensamiento es una conquista humana, pero la libertad de opinión se convierte en una desventaja cuando las posiciones mentales impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias.
La pregunta ¿somos nuestras creencias? se responde con un rotundo no. Desde luego, tenemos convicciones, pero en esencia no somos lo que pensamos; a un nivel profundo y esencial, nuestras opiniones no pueden definirnos. Pero llegar a esta claridad no es sencillo ni rápido. De hecho, los conflictos del mundo son tanto disputas por pertenencias materiales (cosas) como por posesiones inmateriales (ideales). Cuando entendemos que tenemos una mente y la usamos, pero que no somos esta, nos liberamos de su contenido y nos autoexcluimos de cualquier conflicto y, por tanto, sufrimiento.
Fuente: El País.
Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz
La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.
Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).
En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.
¿Es mejor tener razón a toda costa antes que ser feliz? Que cada uno responda esta pregunta con sinceridad.
La perspectiva materialista o newtoniana del universo nos conduce a cosificar todo con lo que entramos en contacto, ya sea algo material o inmaterial. Incluso lo no material, como un pensamiento, acaba tomando forma y se convierte en objeto de conflicto. Así, una idea o una creencia se acaban convirtiendo en una posesión, una propiedad, algo que debe ser defendido para que no perezca.
Todo pensamiento consciente, repetido durante un tiempo, se convierte en un programa mental invisible. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que pasan a conformar lo que llamamos identidad construida o ego. Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. No parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.
Tener opiniones es normal, también tener gustos y preferencias… pero que esas ideas y predilecciones le tengan a uno cautivo o secuestrado es una trampa. El libre pensamiento es una conquista humana, pero la libertad de opinión se convierte en una desventaja cuando las posiciones mentales impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias.
La pregunta ¿somos nuestras creencias? se responde con un rotundo no. Desde luego, tenemos convicciones, pero en esencia no somos lo que pensamos; a un nivel profundo y esencial, nuestras opiniones no pueden definirnos. Pero llegar a esta claridad no es sencillo ni rápido. De hecho, los conflictos del mundo son tanto disputas por pertenencias materiales (cosas) como por posesiones inmateriales (ideales). Cuando entendemos que tenemos una mente y la usamos, pero que no somos esta, nos liberamos de su contenido y nos autoexcluimos de cualquier conflicto y, por tanto, sufrimiento.
Fuente: El País.
lunes, 20 de enero de 2014
El amor. Ese será el verdadero final de la crisis que vivimos, la derrota del monstruoso pulpo que nos ahoga
Es triste reconocerlo, pero la infidelidad de Hollande me ha inspirado, más que asombro o indignación, una profunda envidia. Si no fuera española, me lo habría tomado de otra manera. La depresión de Trierweiler, el sex-appeal de Gayet, el vodevil del apartamento reservado para los desahogos de los presidentes de la República, las intervenciones cruzadas en una célebre rueda de prensa, son suficientes para provocar una intensa discusión sobre lo público y lo privado, pero, por desgracia, yo no me la puedo permitir.
El bulevar de Gamonal, las declaraciones del secretario de Estado de Seguridad, el vocabulario de Ana Botella, la imputación de Cristina de Borbón, la carta del fiscal Horrach, la crisis del PSC, el encuentro de Mas con un dirigente de la Liga Norte, el baile de los indultos, las estrategias de los condenados por corrupción para eludir el ingreso en prisión, la trayectoria de Blesa, la actuación de los antidisturbios contra los bomberos de Madrid... Y todo esto sin tirar de hemeroteca, en los 20 días escasos que llevamos de 2014 y saltándome la ley del aborto de Gallardón para no repetirme en exceso.
¿Quién puede opinar sobre el amor cuando le ha tocado vivir en una época, en un país como este? Sería interesante, sería refrescante, novedoso, hasta agradable, pero no cabe en una España tan negra como si Goya la hubiera pintado en la cima de su desesperación. Se me ocurre que ese será el verdadero final de la crisis que vivimos, la derrota del monstruoso pulpo que nos ahoga con todos y cada uno de sus incontables tentáculos. Algún día podremos volver a hablar del amor, del adulterio, de las mujeres abandonadas, de las amantes resplandecientes. Algún día, podremos volver a ser frívolos e, incluso, a hacer chistes de gusto dudoso. La medida de nuestra pobreza es que hayamos podido llegar a echarlos de menos.
Fuente: Almudena Grandes, El País. Dibujo Fuente: http://urbansketchers-portugal-norte.blogspot.com.es/
El bulevar de Gamonal, las declaraciones del secretario de Estado de Seguridad, el vocabulario de Ana Botella, la imputación de Cristina de Borbón, la carta del fiscal Horrach, la crisis del PSC, el encuentro de Mas con un dirigente de la Liga Norte, el baile de los indultos, las estrategias de los condenados por corrupción para eludir el ingreso en prisión, la trayectoria de Blesa, la actuación de los antidisturbios contra los bomberos de Madrid... Y todo esto sin tirar de hemeroteca, en los 20 días escasos que llevamos de 2014 y saltándome la ley del aborto de Gallardón para no repetirme en exceso.
¿Quién puede opinar sobre el amor cuando le ha tocado vivir en una época, en un país como este? Sería interesante, sería refrescante, novedoso, hasta agradable, pero no cabe en una España tan negra como si Goya la hubiera pintado en la cima de su desesperación. Se me ocurre que ese será el verdadero final de la crisis que vivimos, la derrota del monstruoso pulpo que nos ahoga con todos y cada uno de sus incontables tentáculos. Algún día podremos volver a hablar del amor, del adulterio, de las mujeres abandonadas, de las amantes resplandecientes. Algún día, podremos volver a ser frívolos e, incluso, a hacer chistes de gusto dudoso. La medida de nuestra pobreza es que hayamos podido llegar a echarlos de menos.
Fuente: Almudena Grandes, El País. Dibujo Fuente: http://urbansketchers-portugal-norte.blogspot.com.es/
domingo, 19 de enero de 2014
Israel Ruiz, vicepresidente del MIT, considera clave el talento, y tomar decisiones difíciles
“Las apuestas arriesgadas definen el futuro y permiten hacerlo nuestro”
Es uno de los impulsores de edX, la plataforma 'online' que revoluciona la educación tradicional
Hace dos años consiguió la nacionalidad estadounidense y no se plantea regresar a España
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts las ideas hallan un ecosistema ideal para crecer
Desde uno de esos lugares donde se diseña el futuro hay un español que quiere cambiar el mundo. Israel Ruiz (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1971) tiene en sus manos esa arma que tantos reconocen como poderosa pero que no muchos saben manejar: la educación. La educación desde la innovación. Como vicepresidente ejecutivo y tesorero del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) supervisa un presupuesto de 2.100 millones de euros anuales, pero sobre todo gestiona una abrumadora concentración de talento.
En solo 12 años, Ruiz ha llegado a la cúspide de una de las instituciones más prestigiosas y vanguardistas del mundo, convirtiéndose en su número dos, administrador y gestor: es, en definitiva, el alcalde del MIT, una ciudad de 30.000 personas. Cuando los terroristas del maratón de Boston asesinaron a un policía en el mismo campus del MIT, fue también el encargado de activar todo el dispositivo de emergencia, coordinar las comunicaciones y organizar la colaboración con la policía de la ciudad.
A pesar de su trayectoria y de ser el español con mayores posibilidades de impacto en la educación y la innovación a nivel global, Israel Ruiz es casi un desconocido en su país. Un campeón oculto, utilizando la terminología que se aplica a esas empresas exitosas y discretas que saben aprovechar sus oportunidades, pero resultan invisibles para el gran público. Poco le preocupa esto, y, sin embargo, sus ambiciones son enormes.
Democratizar la educación mundialmente ya suena grande, y así define la esencia de ese proyecto que puede dar un vuelco a cómo aprendemos, dónde y con quién lo hacemos. La educación digital se presenta como la última de las grandes disrupciones. Ruiz forma parte del pequeño equipo que lidera edX, la plataforma sin ánimo de lucro que surge del histórico acuerdo entre Harvard y el MIT para impulsar en Internet cursos gratuitos de nivel universitario.
La tecnología cambió la música, la fotografía, la edición de libros; cambiaron los medios, o la manufactura de industrias como el acero, y ahora le llega el turno a la educación. Donde algunos ven riesgos y problemas, otros ven oportunidades. Es la misma filosofía vital que en su último año en la Politécnica de Cataluña, antes de graduarse como ingeniero industrial, le llevó a trabajar a Nissan en busca de la “vida real” que la universidad no le ofrecía; la que le llevó a escuchar a su mentor y jefe para volar, viajar, mejorar su inglés, trabajar en Hewlett Packard y buscar, en 1999, oportunidades en ese lugar mítico para científicos, ingenieros y emprendedores que es el MIT. Allí cursó un máster y se especializó en finanzas y estrategia aplicada a empresas de tecnología. Su plan era quedarse cinco años. Pero no le iban a dejar escapar. En un ecosistema donde prima la meritocracia, a este ingeniero del barrio de Santa Eulalia le han dado mucho poder. Y, de paso, la nacionalidad estadounidense.
¿Se fue para no volver?
Mi proyecto profesional está en Estados Unidos y solo volvería por algo de impacto, con una visión internacional. Un proyecto con un nivel de escala que no veo. Y ambición. En español, esta palabra está mal vista, pero España, aun siendo un país pequeño, no tiene por qué tener ideas pequeñas, puede tenerlas ambiciosas, de futuro. Son ideas que cuestan, y aquí –la entrevista se realizó el pasado 2 de enero en Barcelona– te dicen cosas como "es una americanada”, como soñar demasiado. Soñando igual no llegas donde quieres, pero te lleva a un sitio mejor. Esto lo veo tan difícil que creo que puedo ayudar más desde donde estoy, y el impacto que tengo y las posibilidades de ejecución se magnifican en una proporción desmesurada en una región como Massachusetts. La gente buena puede tener su sitio en todas las partes del mundo, pero el nivel de escala allí es mucho mayor. Replicarlo no voy a poder hacerlo nunca, y volver, ni me lo planteo.
Se deja escapar mucho talento, más aún en época de crisis. ¿Cómo ve desde la distancia lo que está ocurriendo en España?
Hay gente con mucho talento, y una de las cosas que más valoro, aunque parezca que voy a contracorriente, es que la gente se vaya. Lo mejor que le puede pasar a España es que se entienda que hay gente muy buena. Hasta ahora, la imagen de país no existe. Se define por tres o cuatro cosas que son estereotipos. Este talento, que hasta ahora estaba cautivo, sale por las necesidades y son nuestros mejores embajadores. Ha existido una formación educativa que permite ese movimiento. El factor negativo es que el entorno no les ha ayudado aquí. Cuando miro lo que pasa en Boston y la vecina Cambridge, es increíble la concentración de talento internacional en esa región, que puedas hablar con gente en la misma sintonía, que permite que tus ideas fructifiquen, pasar de una etapa de indecisión a otra, porque la creación y la innovación necesitan unas fases, y allí se acelera por el entorno. Aquí el entorno está en algunos sitios, pero es un microcosmos.
¿Y cómo hacemos para combinar esa necesidad de talento fresco, inmediato, con la importancia de que la gente viaje, se forme, vea mundo?
Solo nos fijamos en la fuga de talentos hacia fuera y no hablamos de la importación de talentos hacia dentro. Ese es un factor clave en la competitividad española. Hasta que ese flujo sea igual o mayor que el flujo exterior, España no competirá bien. Si aquí no se dan las oportunidades de hacer cosas, se van a ir. Pero eso no es tan grave como que estemos conectados. Tener un programa para mantener conectada a esa gente con España. Es una inversión mínima. Las conexiones son internacionales, y si va pasando el tiempo, se pierden. Debemos decidir en qué vamos a ser competitivos internacionalmente y no se puede competir en el mundo global solo con el talento español. Lo que hay que hacer es crear la estructura de soporte y de conexión disciplinar, una conexión intelectual... Leer todo aquí en El País.
¿Cuáles son los cimientos del innovador? ver aquí en El País. Fuente: El País Semanal.
Es uno de los impulsores de edX, la plataforma 'online' que revoluciona la educación tradicional
Hace dos años consiguió la nacionalidad estadounidense y no se plantea regresar a España
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts las ideas hallan un ecosistema ideal para crecer
Desde uno de esos lugares donde se diseña el futuro hay un español que quiere cambiar el mundo. Israel Ruiz (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1971) tiene en sus manos esa arma que tantos reconocen como poderosa pero que no muchos saben manejar: la educación. La educación desde la innovación. Como vicepresidente ejecutivo y tesorero del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) supervisa un presupuesto de 2.100 millones de euros anuales, pero sobre todo gestiona una abrumadora concentración de talento.
En solo 12 años, Ruiz ha llegado a la cúspide de una de las instituciones más prestigiosas y vanguardistas del mundo, convirtiéndose en su número dos, administrador y gestor: es, en definitiva, el alcalde del MIT, una ciudad de 30.000 personas. Cuando los terroristas del maratón de Boston asesinaron a un policía en el mismo campus del MIT, fue también el encargado de activar todo el dispositivo de emergencia, coordinar las comunicaciones y organizar la colaboración con la policía de la ciudad.
A pesar de su trayectoria y de ser el español con mayores posibilidades de impacto en la educación y la innovación a nivel global, Israel Ruiz es casi un desconocido en su país. Un campeón oculto, utilizando la terminología que se aplica a esas empresas exitosas y discretas que saben aprovechar sus oportunidades, pero resultan invisibles para el gran público. Poco le preocupa esto, y, sin embargo, sus ambiciones son enormes.
Democratizar la educación mundialmente ya suena grande, y así define la esencia de ese proyecto que puede dar un vuelco a cómo aprendemos, dónde y con quién lo hacemos. La educación digital se presenta como la última de las grandes disrupciones. Ruiz forma parte del pequeño equipo que lidera edX, la plataforma sin ánimo de lucro que surge del histórico acuerdo entre Harvard y el MIT para impulsar en Internet cursos gratuitos de nivel universitario.
La tecnología cambió la música, la fotografía, la edición de libros; cambiaron los medios, o la manufactura de industrias como el acero, y ahora le llega el turno a la educación. Donde algunos ven riesgos y problemas, otros ven oportunidades. Es la misma filosofía vital que en su último año en la Politécnica de Cataluña, antes de graduarse como ingeniero industrial, le llevó a trabajar a Nissan en busca de la “vida real” que la universidad no le ofrecía; la que le llevó a escuchar a su mentor y jefe para volar, viajar, mejorar su inglés, trabajar en Hewlett Packard y buscar, en 1999, oportunidades en ese lugar mítico para científicos, ingenieros y emprendedores que es el MIT. Allí cursó un máster y se especializó en finanzas y estrategia aplicada a empresas de tecnología. Su plan era quedarse cinco años. Pero no le iban a dejar escapar. En un ecosistema donde prima la meritocracia, a este ingeniero del barrio de Santa Eulalia le han dado mucho poder. Y, de paso, la nacionalidad estadounidense.
¿Se fue para no volver?
Mi proyecto profesional está en Estados Unidos y solo volvería por algo de impacto, con una visión internacional. Un proyecto con un nivel de escala que no veo. Y ambición. En español, esta palabra está mal vista, pero España, aun siendo un país pequeño, no tiene por qué tener ideas pequeñas, puede tenerlas ambiciosas, de futuro. Son ideas que cuestan, y aquí –la entrevista se realizó el pasado 2 de enero en Barcelona– te dicen cosas como "es una americanada”, como soñar demasiado. Soñando igual no llegas donde quieres, pero te lleva a un sitio mejor. Esto lo veo tan difícil que creo que puedo ayudar más desde donde estoy, y el impacto que tengo y las posibilidades de ejecución se magnifican en una proporción desmesurada en una región como Massachusetts. La gente buena puede tener su sitio en todas las partes del mundo, pero el nivel de escala allí es mucho mayor. Replicarlo no voy a poder hacerlo nunca, y volver, ni me lo planteo.
Se deja escapar mucho talento, más aún en época de crisis. ¿Cómo ve desde la distancia lo que está ocurriendo en España?
Hay gente con mucho talento, y una de las cosas que más valoro, aunque parezca que voy a contracorriente, es que la gente se vaya. Lo mejor que le puede pasar a España es que se entienda que hay gente muy buena. Hasta ahora, la imagen de país no existe. Se define por tres o cuatro cosas que son estereotipos. Este talento, que hasta ahora estaba cautivo, sale por las necesidades y son nuestros mejores embajadores. Ha existido una formación educativa que permite ese movimiento. El factor negativo es que el entorno no les ha ayudado aquí. Cuando miro lo que pasa en Boston y la vecina Cambridge, es increíble la concentración de talento internacional en esa región, que puedas hablar con gente en la misma sintonía, que permite que tus ideas fructifiquen, pasar de una etapa de indecisión a otra, porque la creación y la innovación necesitan unas fases, y allí se acelera por el entorno. Aquí el entorno está en algunos sitios, pero es un microcosmos.
¿Y cómo hacemos para combinar esa necesidad de talento fresco, inmediato, con la importancia de que la gente viaje, se forme, vea mundo?
Solo nos fijamos en la fuga de talentos hacia fuera y no hablamos de la importación de talentos hacia dentro. Ese es un factor clave en la competitividad española. Hasta que ese flujo sea igual o mayor que el flujo exterior, España no competirá bien. Si aquí no se dan las oportunidades de hacer cosas, se van a ir. Pero eso no es tan grave como que estemos conectados. Tener un programa para mantener conectada a esa gente con España. Es una inversión mínima. Las conexiones son internacionales, y si va pasando el tiempo, se pierden. Debemos decidir en qué vamos a ser competitivos internacionalmente y no se puede competir en el mundo global solo con el talento español. Lo que hay que hacer es crear la estructura de soporte y de conexión disciplinar, una conexión intelectual... Leer todo aquí en El País.
¿Cuáles son los cimientos del innovador? ver aquí en El País. Fuente: El País Semanal.
sábado, 18 de enero de 2014
Mondragón busca reinventarse tras la crisis de Fagor y Eroski
"La Corporación no está en riesgo. Sigue siendo un proyecto con futuro". Así lo aseguraba hace apenas dos meses Txema Gisasola, hasta ayer presidente de la Corporación Mondragón (MCC), grupo que aborda un proceso de redefinición de su futuro arrastrado por las crisis de dos de sus emblemas: Fagor Electrodomésticos y Eroski.
MCC presume de ser la primera entidad cooperativa del mundo, la mayor corporación industrial de Euskadi y la séptima de España y, sobre todo, de personificar un modelo de economía social alternativo al sistema liberal capitalista cuestionado por la crisis económica a partir de 2008.
La recesión, no obstante, no ha perdonado al grupo y le ha llevado a vivir dos hitos inéditos en sus sesenta años de andadura: la entrada de una de sus compañías -la más importante, Fagor Electrodomésticos- en concurso de acreedores; y la dimisión de su presidente.
Txema Gisasola presentó ayer su renuncia "por motivos personales" tras una gestión de sólo un año y medio marcada por el hundimiento de Fagor Electrodomésticos, la compañía que él había dirigido entre 2006 y 2012, los años en los que se precipitó su declive.
La corporación, asentada en el guipuzcoano valle del Alto Deba, agrupa a 110 cooperativas dedicadas a muy diversos sectores, que sumaron en 2012 una facturación de casi 13.000 millones de euros y emplea a más de 80.000 personas.
La agrupación, que representa el 3,2 % del PIB del País Vasco, ha basado su fortaleza en la diversificación de negocios, de manera que el músculo de sectores aún hoy muy dinámicos, como el de la automoción, le había permitido hasta ahora hacer frente a las dificultades de las áreas más afectadas por la crisis.
Sin embargo, el hundimiento de Fagor ha puesto al descubierto los límites de la capacidad solidaria de las cooperativas, después de que la Corporación denegara a esta compañía los 50 millones de euros que reclamó para hacer frente a un plan de viabilidad -había inyectado anteriormente 300 millones-, lo que condujo a la empresa de Arrasate al concurso de acreedores.
continuar leyendo en El País.
MCC presume de ser la primera entidad cooperativa del mundo, la mayor corporación industrial de Euskadi y la séptima de España y, sobre todo, de personificar un modelo de economía social alternativo al sistema liberal capitalista cuestionado por la crisis económica a partir de 2008.
La recesión, no obstante, no ha perdonado al grupo y le ha llevado a vivir dos hitos inéditos en sus sesenta años de andadura: la entrada de una de sus compañías -la más importante, Fagor Electrodomésticos- en concurso de acreedores; y la dimisión de su presidente.
Txema Gisasola presentó ayer su renuncia "por motivos personales" tras una gestión de sólo un año y medio marcada por el hundimiento de Fagor Electrodomésticos, la compañía que él había dirigido entre 2006 y 2012, los años en los que se precipitó su declive.
La corporación, asentada en el guipuzcoano valle del Alto Deba, agrupa a 110 cooperativas dedicadas a muy diversos sectores, que sumaron en 2012 una facturación de casi 13.000 millones de euros y emplea a más de 80.000 personas.
La agrupación, que representa el 3,2 % del PIB del País Vasco, ha basado su fortaleza en la diversificación de negocios, de manera que el músculo de sectores aún hoy muy dinámicos, como el de la automoción, le había permitido hasta ahora hacer frente a las dificultades de las áreas más afectadas por la crisis.
Sin embargo, el hundimiento de Fagor ha puesto al descubierto los límites de la capacidad solidaria de las cooperativas, después de que la Corporación denegara a esta compañía los 50 millones de euros que reclamó para hacer frente a un plan de viabilidad -había inyectado anteriormente 300 millones-, lo que condujo a la empresa de Arrasate al concurso de acreedores.
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¿A cuántos españoles ha expulsado la crisis? Los demógrafos discrepan sobre el número de salidas al extranjero. En algunos casos multiplican por tres la cifra oficial de 225.000. Falta un mecanismo estadístico capaz de registrarlas con rapidez
¿Y si la salida de españoles al extranjero no fuera tan masiva como la sensación que se ha extendido? Así lo plantea un estudio elaborado por Carmen González Enríquez, del Real Instituto Elcano, a partir de la información de los consulados. La investigadora apunta que solo el 2% de los residentes nacionales en el exterior son personas nacidas en España que han hecho las maletas por la crisis, apenas 39.912 personas.
Primeros emigrantes en 1957, para Belgica.
Pero, ¿y si los datos oficiales no reflejaran lo que de verdad sucede y se estuviera subestimando la emigración de nacionales? Este es el punto de vista que defiende Amparo González Ferrer, socióloga y especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para ella el número de personas que han abandonado el país entre 2008 y 2012 —es decir, las salidas de España, no la suma de nacionales en el extranjero, como recoge el análisis anterior de su colega— está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales.
La pérdida de población en España por la emigración es irrebatible a la luz de los datos. Ayer mismo, el padrón que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), con fecha de enero de 2013, recoge una caída de 135.538 habitantes en un año hasta los 47.129.783. Tampoco hay dudas de la magnitud de la crisis, del paro —en especial el juvenil, del 54%—, así como de los dramas humanos derivados del hundimiento de las condiciones de vida. Pero ¿en qué medida es elevada la salida de españoles por la situación económica? A este respecto existe un debate entre la comunidad investigadora por la falta de un mecanismo estadístico capaz de registrar con rapidez y eficacia la partida de nacionales.
Carmen González Enríquez, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se acercó a esta cuestión a raíz del debate público abierto por la cobertura informativa que se ha prestado a la partida de investigadores (la llamada fuga de cerebros) y, en general, de profesionales cualificados. Su conclusión es que la salida de ciudadanos españoles es muy reducida. “El discurso de que hay una salida masiva de personas es una afirmación exagerada y crea una alarma innecesaria”, comenta. De hecho, el fenómeno es, a su entender, tan limitado, incluso “ridículo” en número, que se pregunta “por qué no son muchos más los que deciden dar el paso de buscar mejores condiciones salariales o vitales en otros países”.
Hay otros trabajos que reflejan conclusiones similares. Por ejemplo, los últimos datos de migraciones del INE. Este informe, con registros del primer semestre de 2013, muestra cómo España pierde población y que ello se debe a su saldo migratorio negativo.
Durante los seis primeros meses del año pasado salieron del país 259.227 personas, pero en su aplastante mayoría (219.537) fueron extranjeros. Es decir, en línea con lo observado por González Enríquez, solo el 10% de las personas que abandonaron el país en el periodo analizado (26.281) son nacidos en España.
La investigadora del Instituto Elcano no pone el foco en los datos de salidas (migraciones), sino en el padrón de españoles residentes en el extranjero (PERE), un documento que confecciona el INE a partir de las inscripciones que realizan los emigrantes en las oficinas consulares. De acuerdo con estos registros, el número de españoles nativos (excluidos los nacionalizados) residentes en el exterior solo ha aumentado un 6% (39.912 personas) entre enero de 2009 y enero de 2013. Mientras en 2009 había 633.750, en 2012 eran 673.662. De ellos, 20.000 están en Europa, 7.000 en Latinoamérica y los otros 13.000 en el resto del mundo.
“Es un buen análisis”, comenta Albert Esteve, del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tanto los datos oficiales de salidas [del INE] como los de destino [del PERE] pueden subestimar en alguna medida a la gente que sale de España y no queda registrada, pero, en general, no hablan de un gran porcentaje de gente que se va”, añade.
González Enríquez considera que la preocupación desatada por la emigración de nacionales está directamente relacionada con que la sociedad española “ha sido excepcionalmente inmóvil durante las últimas décadas”, especialmente desde que en los años setenta se puso fin a la gran ola migratoria del franquismo. Según González Enríquez, permanecer cerca de la casa familiar de padres y amigos “ha sido una prioridad para la mayoría”, lo que explica no solo las reticencias a salir del país, sino “la alarma actual” que, insiste, “no se sostiene en relación con las cifras reales”.
“La experiencia de los años sesenta pesa mucho sobre la situación actual en términos de orgullo patrio”, añade. Entonces, según comenta, no solo se produjo una salida masiva de españoles al extranjero. Además, se trataba de población rural, sin cualificar, cuyo destino era ocupar los puestos más bajos en la industria o el sector de la construcción de los países a los que acudían. Aún permanece en el imaginario colectivo, sostiene, “el recuerdo negativo” de la partida de mano de obra barata con destino al extranjero. Ahora, sin embargo, solo salen trabajadores con formación universitaria. “Para los que parten, poder desplazarse al exterior y encontrar allí trabajo es una bendición. Y con ello no perjudican a la economía española. En estos momentos, el problema es la falta de crédito, no de personal cualificado”, apunta.
La investigadora es consciente de que su trabajo da alas a las tesis gubernamentales, empeñadas en endulzar y quitar gravedad a las consecuencias (pobreza, aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo, golpe a las expectativas vitales) que ha provocado el hundimiento económico en la sociedad española. “Sé que este tema está muy cargado políticamente, pero qué le voy a hacer”, expone. “He llegado a esta conclusión con los datos que he manejado, sin ningún prejuicio; y me he encontrado con la situación que describo”.
Esteve, por su parte, coincide en la idea de que España no se ha convertido en un país de emigración. “El grueso de la dinámica migratoria está protagonizado básicamente por extranjeros o por personas nacionalizadas de origen foráneo”, explica, tal y como ponen de manifiesto los datos del INE. Para este demógrafo del centro de la Universidad Autónoma de Barcelona, la emigración actual responde a una situación de reequilibrio después del alud de extranjeros que recibió España en la última década. “Sobre todo se trata de reajustes de inmigrantes que no se han asentado en el país. Hay algo de población española, pero no es la que lidera el grueso de la estadística migratoria”, insiste.
“La partida de población cualificada fuera de España es una lástima, es un fenómeno preocupante que personas formadas no puedan asentarse y desarrollarse profesionalmente en España; pero cuestión distinta es que esto afecte a mucha gente”, comenta. “La tarea del demógrafo y del sociólogo se centra en analizar los fenómenos y cuantificarlos”.
Estos análisis que muestran unas cifras modestas de salida de españoles se basan en los datos que ofrecen tanto el INE como el padrón de residentes en el extranjero (PERE). Pero para Amparo González Ferrer, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC estos números no sirven. No arrojan indicadores precisos a las preguntas que importan para dimensionar la emigración de nacionales: cuántos españoles se marchan y en qué momento lo hicieron.
Por un lado, porque todos los datos beben de la misma fuente: los registros consulares. Los datos de migraciones del INE o las bajas en el padrón se producen —con algo de cocina estadística a partir de otras estimaciones— si los emigrados se dan de alta en el PERE. Es decir, a Juan Pérez se le da de baja en el padrón de Sevilla —y figura como emigrante para el INE— cuando consta su alta en el consulado de Hannover (que recoge el PERE).
El problema es que ni Juan Pérez ni la mayoría de los españoles que salen del país suelen darse de alta en los consulados, por lo que González Ferrer cree que hay una bolsa fantasma de emigrantes nacionales no computados.
La investigadora del CSIC explica que para inscribirse hay que demostrar que se permanecerá en el país al menos un año, para lo que se precisa de un permiso de trabajo de un mínimo de este periodo de tiempo, una condición que no cumplen muchos de los españoles a la llegada a su nuevo destino. Pero además, el alta consular apenas conlleva beneficios (como el voto por correo) y es un trámite incómodo. Hay que desplazarse e implica la baja en el padrón en España, lo que supone la pérdida del médico de cabecera en la localidad de origen o de derechos para acceder, por ejemplo, a una vivienda de protección oficial.
Por ello, buena parte de los españoles en el extranjero solo se inscriben en el consulado si no tienen más remedio —renovar el pasaporte, inscribir a alguno de sus hijos—, lo que puede suceder al cabo de meses o años de vida en el extranjero.
González Enríquez, del Instituto Elcano, es consciente de que no todos los españoles que emigran se inscriben en las oficinas consulares. Ante el riesgo de que los datos que maneja fueran muy inferiores a los reales, comparó las cifras del PERE con las de población española de las oficinas estadísticas de Alemania, Reino Unido, Francia y Suiza (países que recogen el 76% de la emigración española en Europa). Y la conclusión es que la información de los consulados es incluso superior a las de los registros estadísticos de estos países de destino, por lo que concluye que su estudio “no infravalora el número de españoles en el extranjero”.
Pero además de la infranotificación a los consulados, Amparo González-Ferrer destaca otra cuestión por la que no concede fiabilidad a la forma oficial de medir la salida de nacionales. Los informes del PERE muestran una fotografía fija de residentes en el extranjero, es decir, el saldo (la resta) entre las altas y las bajas en los registros consulares en un momento determinado. “Con la foto fíja no ves los flujos de entrada y salida de población, que es donde está la información”, comenta. Por ejemplo, que se va la gente joven en edad de trabajar y los que regresan son jubilados.
Con la intención de tener datos precisos de la entrada de españoles en distintos países, la investigadora ha acudido a los datos oficiales de la llegada de españoles a Reino Unido (la estadística de variaciones residenciales, otra fuente que emplea el INE para actualizar el padrón) y los ha comparado con los registros británicos (solicitudes de alta en la seguridad social de Reino Unido, un trámite imprescindible). El resultado es que las cifras británicas son hasta siete veces más numerosas que los datos oficiales españoles (el mismo estudio comparado con datos alemanes multiplica por seis los datos del INE)...
Fuente: El País
Primeros emigrantes en 1957, para Belgica.
Pero, ¿y si los datos oficiales no reflejaran lo que de verdad sucede y se estuviera subestimando la emigración de nacionales? Este es el punto de vista que defiende Amparo González Ferrer, socióloga y especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para ella el número de personas que han abandonado el país entre 2008 y 2012 —es decir, las salidas de España, no la suma de nacionales en el extranjero, como recoge el análisis anterior de su colega— está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales.
La pérdida de población en España por la emigración es irrebatible a la luz de los datos. Ayer mismo, el padrón que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), con fecha de enero de 2013, recoge una caída de 135.538 habitantes en un año hasta los 47.129.783. Tampoco hay dudas de la magnitud de la crisis, del paro —en especial el juvenil, del 54%—, así como de los dramas humanos derivados del hundimiento de las condiciones de vida. Pero ¿en qué medida es elevada la salida de españoles por la situación económica? A este respecto existe un debate entre la comunidad investigadora por la falta de un mecanismo estadístico capaz de registrar con rapidez y eficacia la partida de nacionales.
Carmen González Enríquez, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se acercó a esta cuestión a raíz del debate público abierto por la cobertura informativa que se ha prestado a la partida de investigadores (la llamada fuga de cerebros) y, en general, de profesionales cualificados. Su conclusión es que la salida de ciudadanos españoles es muy reducida. “El discurso de que hay una salida masiva de personas es una afirmación exagerada y crea una alarma innecesaria”, comenta. De hecho, el fenómeno es, a su entender, tan limitado, incluso “ridículo” en número, que se pregunta “por qué no son muchos más los que deciden dar el paso de buscar mejores condiciones salariales o vitales en otros países”.
Hay otros trabajos que reflejan conclusiones similares. Por ejemplo, los últimos datos de migraciones del INE. Este informe, con registros del primer semestre de 2013, muestra cómo España pierde población y que ello se debe a su saldo migratorio negativo.
Durante los seis primeros meses del año pasado salieron del país 259.227 personas, pero en su aplastante mayoría (219.537) fueron extranjeros. Es decir, en línea con lo observado por González Enríquez, solo el 10% de las personas que abandonaron el país en el periodo analizado (26.281) son nacidos en España.
La investigadora del Instituto Elcano no pone el foco en los datos de salidas (migraciones), sino en el padrón de españoles residentes en el extranjero (PERE), un documento que confecciona el INE a partir de las inscripciones que realizan los emigrantes en las oficinas consulares. De acuerdo con estos registros, el número de españoles nativos (excluidos los nacionalizados) residentes en el exterior solo ha aumentado un 6% (39.912 personas) entre enero de 2009 y enero de 2013. Mientras en 2009 había 633.750, en 2012 eran 673.662. De ellos, 20.000 están en Europa, 7.000 en Latinoamérica y los otros 13.000 en el resto del mundo.
“Es un buen análisis”, comenta Albert Esteve, del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tanto los datos oficiales de salidas [del INE] como los de destino [del PERE] pueden subestimar en alguna medida a la gente que sale de España y no queda registrada, pero, en general, no hablan de un gran porcentaje de gente que se va”, añade.
González Enríquez considera que la preocupación desatada por la emigración de nacionales está directamente relacionada con que la sociedad española “ha sido excepcionalmente inmóvil durante las últimas décadas”, especialmente desde que en los años setenta se puso fin a la gran ola migratoria del franquismo. Según González Enríquez, permanecer cerca de la casa familiar de padres y amigos “ha sido una prioridad para la mayoría”, lo que explica no solo las reticencias a salir del país, sino “la alarma actual” que, insiste, “no se sostiene en relación con las cifras reales”.
“La experiencia de los años sesenta pesa mucho sobre la situación actual en términos de orgullo patrio”, añade. Entonces, según comenta, no solo se produjo una salida masiva de españoles al extranjero. Además, se trataba de población rural, sin cualificar, cuyo destino era ocupar los puestos más bajos en la industria o el sector de la construcción de los países a los que acudían. Aún permanece en el imaginario colectivo, sostiene, “el recuerdo negativo” de la partida de mano de obra barata con destino al extranjero. Ahora, sin embargo, solo salen trabajadores con formación universitaria. “Para los que parten, poder desplazarse al exterior y encontrar allí trabajo es una bendición. Y con ello no perjudican a la economía española. En estos momentos, el problema es la falta de crédito, no de personal cualificado”, apunta.
La investigadora es consciente de que su trabajo da alas a las tesis gubernamentales, empeñadas en endulzar y quitar gravedad a las consecuencias (pobreza, aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo, golpe a las expectativas vitales) que ha provocado el hundimiento económico en la sociedad española. “Sé que este tema está muy cargado políticamente, pero qué le voy a hacer”, expone. “He llegado a esta conclusión con los datos que he manejado, sin ningún prejuicio; y me he encontrado con la situación que describo”.
Esteve, por su parte, coincide en la idea de que España no se ha convertido en un país de emigración. “El grueso de la dinámica migratoria está protagonizado básicamente por extranjeros o por personas nacionalizadas de origen foráneo”, explica, tal y como ponen de manifiesto los datos del INE. Para este demógrafo del centro de la Universidad Autónoma de Barcelona, la emigración actual responde a una situación de reequilibrio después del alud de extranjeros que recibió España en la última década. “Sobre todo se trata de reajustes de inmigrantes que no se han asentado en el país. Hay algo de población española, pero no es la que lidera el grueso de la estadística migratoria”, insiste.
“La partida de población cualificada fuera de España es una lástima, es un fenómeno preocupante que personas formadas no puedan asentarse y desarrollarse profesionalmente en España; pero cuestión distinta es que esto afecte a mucha gente”, comenta. “La tarea del demógrafo y del sociólogo se centra en analizar los fenómenos y cuantificarlos”.
Estos análisis que muestran unas cifras modestas de salida de españoles se basan en los datos que ofrecen tanto el INE como el padrón de residentes en el extranjero (PERE). Pero para Amparo González Ferrer, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC estos números no sirven. No arrojan indicadores precisos a las preguntas que importan para dimensionar la emigración de nacionales: cuántos españoles se marchan y en qué momento lo hicieron.
Por un lado, porque todos los datos beben de la misma fuente: los registros consulares. Los datos de migraciones del INE o las bajas en el padrón se producen —con algo de cocina estadística a partir de otras estimaciones— si los emigrados se dan de alta en el PERE. Es decir, a Juan Pérez se le da de baja en el padrón de Sevilla —y figura como emigrante para el INE— cuando consta su alta en el consulado de Hannover (que recoge el PERE).
El problema es que ni Juan Pérez ni la mayoría de los españoles que salen del país suelen darse de alta en los consulados, por lo que González Ferrer cree que hay una bolsa fantasma de emigrantes nacionales no computados.
La investigadora del CSIC explica que para inscribirse hay que demostrar que se permanecerá en el país al menos un año, para lo que se precisa de un permiso de trabajo de un mínimo de este periodo de tiempo, una condición que no cumplen muchos de los españoles a la llegada a su nuevo destino. Pero además, el alta consular apenas conlleva beneficios (como el voto por correo) y es un trámite incómodo. Hay que desplazarse e implica la baja en el padrón en España, lo que supone la pérdida del médico de cabecera en la localidad de origen o de derechos para acceder, por ejemplo, a una vivienda de protección oficial.
Por ello, buena parte de los españoles en el extranjero solo se inscriben en el consulado si no tienen más remedio —renovar el pasaporte, inscribir a alguno de sus hijos—, lo que puede suceder al cabo de meses o años de vida en el extranjero.
González Enríquez, del Instituto Elcano, es consciente de que no todos los españoles que emigran se inscriben en las oficinas consulares. Ante el riesgo de que los datos que maneja fueran muy inferiores a los reales, comparó las cifras del PERE con las de población española de las oficinas estadísticas de Alemania, Reino Unido, Francia y Suiza (países que recogen el 76% de la emigración española en Europa). Y la conclusión es que la información de los consulados es incluso superior a las de los registros estadísticos de estos países de destino, por lo que concluye que su estudio “no infravalora el número de españoles en el extranjero”.
Pero además de la infranotificación a los consulados, Amparo González-Ferrer destaca otra cuestión por la que no concede fiabilidad a la forma oficial de medir la salida de nacionales. Los informes del PERE muestran una fotografía fija de residentes en el extranjero, es decir, el saldo (la resta) entre las altas y las bajas en los registros consulares en un momento determinado. “Con la foto fíja no ves los flujos de entrada y salida de población, que es donde está la información”, comenta. Por ejemplo, que se va la gente joven en edad de trabajar y los que regresan son jubilados.
Con la intención de tener datos precisos de la entrada de españoles en distintos países, la investigadora ha acudido a los datos oficiales de la llegada de españoles a Reino Unido (la estadística de variaciones residenciales, otra fuente que emplea el INE para actualizar el padrón) y los ha comparado con los registros británicos (solicitudes de alta en la seguridad social de Reino Unido, un trámite imprescindible). El resultado es que las cifras británicas son hasta siete veces más numerosas que los datos oficiales españoles (el mismo estudio comparado con datos alemanes multiplica por seis los datos del INE)...
Fuente: El País
viernes, 17 de enero de 2014
Reflexión amarga con motivo de la muerte de Mandela
Joaquim Sempere
Mientras tanto electrónico
Llama la atención la doble cara del legado político de Nelson Mandela. Por una parte, la derrota del apartheid y la implantación de un régimen de libertades políticas sin distinciones étnicas —una persona, un voto—, mediante un proceso casi totalmente pacífico y marcado por la altura moral excepcional del principal promotor del proceso: Nelson Mandela. Por otra parte, no sólo la pervivencia de la pobreza y de las desigualdades, sino su acentuación. Salvo la emergencia de una nueva clase media negra, el panorama social sólo ha variado substancialmente para empeorar.
Para entenderlo basta con leer el capítulo 10 de La doctrina del shock, de Naomi Klein. En treinta páginas se condensa convincentemente qué ocurrió para que el programa del CNA con el que éste ganó las elecciones de 1994 quedara completamente anulado en sus facetas económico-sociales. Ese programa se inspiraba en la Carta de la Libertad (Freedom Charter), aprobada en una asamblea de 1955 en Kliptown a la que asistieron unos tres mil activistas y donde se sintetizaban las demandas populares recogidas durante meses por unos 50.000 voluntarios que recorrieron pueblos y ciudades de todo el país. La Carta contenía no sólo el fin del apartheid y la implantación del sufragio universal y los derechos humanos, sino también un programa económico-social de nacionalización de la banca, las minas, los servicios públicos y de distribución de la tierra.
La clave del asunto, según Naomi Klein, está en que las negociaciones a las que se dio más importancia y visibilidad mediática fueron las que tuvieron lugar entre Mandela y De Klerk en torno al modelo político. Mandela logró salirse con la suya e impuso su modelo democrático no racista. Pero mientras tanto, entre bambalinas y lejos de los focos, se cocinaban las decisiones sobre el sistema económico en el clima de hegemonía neoliberal entonces ya imperante en el mundo. Las presiones del FMI, el GATT (luego OMC) y de los movimientos de capitales consiguieron anular todos los proyectos contenidos en la Carta de la Libertad. Veinte años después ni siquiera se han logrado las conquistas en materia de enseñanza y sanidad previstas, y la separación de clases no ha cesado de profundizarse. Naomi Klein subraya la escasa atención que el conjunto de la organización del CNA prestó a aquellas negociaciones. Sólo conociendo cómo se coció aquella peculiar transición puede entenderse la frustración en la que desembocó.
La celebración de la magnanimidad, de la grandeza de alma, que Desmond Tutu atribuye como principal virtud a nuestro héroe, es un espectáculo reconfortante. Indica que todavía hay un terreno moral de confluencia en torno a ciertas conductas políticas —aunque haya que descontar la hipocresía, “ese homenaje que el vicio rinde a la virtud”, de muchos de los que hoy le elogian—. La capacidad para ponerse en el lugar del otro —y en particular cuando el otro ha sido un opresor brutal— y para mostrar una generosidad que acaba suscitando en ese otro el respeto y un cierto nivel de arrepentimiento, son una herencia moral de Nelson Mandela que, por sí sola, tiene un valor incondicional. Nos permite pensar que la humanidad puede alcanzar cimas morales elevadas, y esto por sí solo da sentido a mucho de lo que hacemos, aunque esas cimas convivan con abismos de perversión. Pero inmediatamente después de pensar esto nos embarga de nuevo el espanto de ver hasta qué punto la maldad sigue encontrando vías retorcidas para neutralizar la bondad alcanzada.
Durante los dos primeros años de gobierno del CNA se construyeron más de cien mil viviendas para las personas pobres y se realizaron millones de conexiones en hogares privados con las redes de agua, electricidad y teléfono. Pero abrumado por la deuda y presionado internacionalmente para privatizar esos servicios, el gobierno pronto empezó a subir sus precios. Tras una década de gobierno del CNA, millones de personas han visto interrumpidos sus recién conectados servicios de suministro de agua y electricidad por impago de las facturas. Las minas, la banca y los monopolios que —siguiendo las orientaciones de la Carta de la Libertad asumidas como programa electoral por el CNA— debían ser nacionalizadas, siguieron en manos de las mismas compañías privadas. La propiedad de la tierra estaba en 2006 en un 70% en manos de los mismos propietarios blancos de siempre, que constituían el 10% de la población. Un dato resume la situación sanitaria del país: entre 1990 y 2006 la esperanza de vida de los sudafricanos había descendido en trece años (aunque a los factores sociales haya que añadir la difusión del sida).
La clave de esa evolución fue la tremenda presión a que fue sometido el nuevo gobierno implantado tras las primeras elecciones libres por parte del poder financiero, del país y de fuera, para que aceptara la libertad de movimiento de los capitales, la prohibición de ventajas a la industria nacional, la renuncia a la reforma agraria, el pago de una deuda exterior enorme contraída por los últimos gobiernos del apartheid, pago que dejaba exhaustas las arcas estatales, etc. “Al nuevo gobierno se le dio las llaves de la casa pero no la combinación de la caja fuerte”, dice Klein.
Según los testimonios recogidos por Naomi Klein, los acuerdos políticos arrancados a los blancos por el gobierno del CNA fueron un éxito, pero mientras tanto se imponían compromisos económicos leoninos al nuevo gobierno por parte de la oligarquía blanca del país y las entidades supranacionales. Hasta llegó a remitirse el programa económico del CNA a Harry Oppenheimer (expresidente de las gigantes mineras Anglo-American y De Beers) para que éste diera su visto bueno, tratando de evitar shocks de los mercados.
No es nada fácil juzgar las decisiones de los nuevos dirigentes. Las presiones se ejercían en forma de caída en las bolsas de los valores sudafricanos, huida de capitales y chantajes económicos. Pero además el desenlace de la fuerte tensión social podía llevar a un baño de sangre. Como recuerda uno de los líderes del CNA, William Gumede, Sudáfrica corrió el riesgo real de guerra civil durante todo el periodo de transición. Los pobladores de los townships vivían aterrorizados por bandas armadas del Partido Nacional, la policía seguía practicando matanzas, numerosos dirigentes negros eran asesinados. Chris Hani, un militante joven que muchos veían como el sucesor de Mandela, murió bajo los tiros de un asesino racista.
Estas fueron las circunstancias de aquella particular transición. Si hoy el panorama social de Sudáfrica es el que es, se debe a la interferencia brutal de la oligarquía nacional e internacional del dinero. Los nuevos dirigentes del país no se arriesgaron a resistir por la fuerza, temiendo un baño de sangre. Vivieron, además, en pleno apogeo del neoliberalismo, que les fue impuesto con toda clase de amenazas y chantajes. Esta es la otra parte de la historia, la que no se ha contado, la que pone en evidencia la dictadura del gran capital financiero sobre los pueblos de la Tierra. Todo ello pone en evidencia la hipocresía política y mediática con que se ha manipulado un homenaje más que merecido. No es aventurado pensar que si Mandela hubiera optado por resistir, hoy sería demonizado como terrorista (Thatcher ya le endosó este epíteto en su momento) en vez de celebrado como humanista de gran altura moral.
Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/reflexion-amarga-con-motivo-de-la-muerte-de-mandela
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Llama la atención la doble cara del legado político de Nelson Mandela. Por una parte, la derrota del apartheid y la implantación de un régimen de libertades políticas sin distinciones étnicas —una persona, un voto—, mediante un proceso casi totalmente pacífico y marcado por la altura moral excepcional del principal promotor del proceso: Nelson Mandela. Por otra parte, no sólo la pervivencia de la pobreza y de las desigualdades, sino su acentuación. Salvo la emergencia de una nueva clase media negra, el panorama social sólo ha variado substancialmente para empeorar.
Para entenderlo basta con leer el capítulo 10 de La doctrina del shock, de Naomi Klein. En treinta páginas se condensa convincentemente qué ocurrió para que el programa del CNA con el que éste ganó las elecciones de 1994 quedara completamente anulado en sus facetas económico-sociales. Ese programa se inspiraba en la Carta de la Libertad (Freedom Charter), aprobada en una asamblea de 1955 en Kliptown a la que asistieron unos tres mil activistas y donde se sintetizaban las demandas populares recogidas durante meses por unos 50.000 voluntarios que recorrieron pueblos y ciudades de todo el país. La Carta contenía no sólo el fin del apartheid y la implantación del sufragio universal y los derechos humanos, sino también un programa económico-social de nacionalización de la banca, las minas, los servicios públicos y de distribución de la tierra.
La clave del asunto, según Naomi Klein, está en que las negociaciones a las que se dio más importancia y visibilidad mediática fueron las que tuvieron lugar entre Mandela y De Klerk en torno al modelo político. Mandela logró salirse con la suya e impuso su modelo democrático no racista. Pero mientras tanto, entre bambalinas y lejos de los focos, se cocinaban las decisiones sobre el sistema económico en el clima de hegemonía neoliberal entonces ya imperante en el mundo. Las presiones del FMI, el GATT (luego OMC) y de los movimientos de capitales consiguieron anular todos los proyectos contenidos en la Carta de la Libertad. Veinte años después ni siquiera se han logrado las conquistas en materia de enseñanza y sanidad previstas, y la separación de clases no ha cesado de profundizarse. Naomi Klein subraya la escasa atención que el conjunto de la organización del CNA prestó a aquellas negociaciones. Sólo conociendo cómo se coció aquella peculiar transición puede entenderse la frustración en la que desembocó.
La celebración de la magnanimidad, de la grandeza de alma, que Desmond Tutu atribuye como principal virtud a nuestro héroe, es un espectáculo reconfortante. Indica que todavía hay un terreno moral de confluencia en torno a ciertas conductas políticas —aunque haya que descontar la hipocresía, “ese homenaje que el vicio rinde a la virtud”, de muchos de los que hoy le elogian—. La capacidad para ponerse en el lugar del otro —y en particular cuando el otro ha sido un opresor brutal— y para mostrar una generosidad que acaba suscitando en ese otro el respeto y un cierto nivel de arrepentimiento, son una herencia moral de Nelson Mandela que, por sí sola, tiene un valor incondicional. Nos permite pensar que la humanidad puede alcanzar cimas morales elevadas, y esto por sí solo da sentido a mucho de lo que hacemos, aunque esas cimas convivan con abismos de perversión. Pero inmediatamente después de pensar esto nos embarga de nuevo el espanto de ver hasta qué punto la maldad sigue encontrando vías retorcidas para neutralizar la bondad alcanzada.
Durante los dos primeros años de gobierno del CNA se construyeron más de cien mil viviendas para las personas pobres y se realizaron millones de conexiones en hogares privados con las redes de agua, electricidad y teléfono. Pero abrumado por la deuda y presionado internacionalmente para privatizar esos servicios, el gobierno pronto empezó a subir sus precios. Tras una década de gobierno del CNA, millones de personas han visto interrumpidos sus recién conectados servicios de suministro de agua y electricidad por impago de las facturas. Las minas, la banca y los monopolios que —siguiendo las orientaciones de la Carta de la Libertad asumidas como programa electoral por el CNA— debían ser nacionalizadas, siguieron en manos de las mismas compañías privadas. La propiedad de la tierra estaba en 2006 en un 70% en manos de los mismos propietarios blancos de siempre, que constituían el 10% de la población. Un dato resume la situación sanitaria del país: entre 1990 y 2006 la esperanza de vida de los sudafricanos había descendido en trece años (aunque a los factores sociales haya que añadir la difusión del sida).
La clave de esa evolución fue la tremenda presión a que fue sometido el nuevo gobierno implantado tras las primeras elecciones libres por parte del poder financiero, del país y de fuera, para que aceptara la libertad de movimiento de los capitales, la prohibición de ventajas a la industria nacional, la renuncia a la reforma agraria, el pago de una deuda exterior enorme contraída por los últimos gobiernos del apartheid, pago que dejaba exhaustas las arcas estatales, etc. “Al nuevo gobierno se le dio las llaves de la casa pero no la combinación de la caja fuerte”, dice Klein.
Según los testimonios recogidos por Naomi Klein, los acuerdos políticos arrancados a los blancos por el gobierno del CNA fueron un éxito, pero mientras tanto se imponían compromisos económicos leoninos al nuevo gobierno por parte de la oligarquía blanca del país y las entidades supranacionales. Hasta llegó a remitirse el programa económico del CNA a Harry Oppenheimer (expresidente de las gigantes mineras Anglo-American y De Beers) para que éste diera su visto bueno, tratando de evitar shocks de los mercados.
No es nada fácil juzgar las decisiones de los nuevos dirigentes. Las presiones se ejercían en forma de caída en las bolsas de los valores sudafricanos, huida de capitales y chantajes económicos. Pero además el desenlace de la fuerte tensión social podía llevar a un baño de sangre. Como recuerda uno de los líderes del CNA, William Gumede, Sudáfrica corrió el riesgo real de guerra civil durante todo el periodo de transición. Los pobladores de los townships vivían aterrorizados por bandas armadas del Partido Nacional, la policía seguía practicando matanzas, numerosos dirigentes negros eran asesinados. Chris Hani, un militante joven que muchos veían como el sucesor de Mandela, murió bajo los tiros de un asesino racista.
Estas fueron las circunstancias de aquella particular transición. Si hoy el panorama social de Sudáfrica es el que es, se debe a la interferencia brutal de la oligarquía nacional e internacional del dinero. Los nuevos dirigentes del país no se arriesgaron a resistir por la fuerza, temiendo un baño de sangre. Vivieron, además, en pleno apogeo del neoliberalismo, que les fue impuesto con toda clase de amenazas y chantajes. Esta es la otra parte de la historia, la que no se ha contado, la que pone en evidencia la dictadura del gran capital financiero sobre los pueblos de la Tierra. Todo ello pone en evidencia la hipocresía política y mediática con que se ha manipulado un homenaje más que merecido. No es aventurado pensar que si Mandela hubiera optado por resistir, hoy sería demonizado como terrorista (Thatcher ya le endosó este epíteto en su momento) en vez de celebrado como humanista de gran altura moral.
Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/reflexion-amarga-con-motivo-de-la-muerte-de-mandela
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