Hace poco tiempo el cantautor Leonard Cohen dijo que estaba “preparado para morir”. Sus palabras, como una sentencia, se cumplieron en cuestión de días. Hoy el mundo despide a uno de los grandes.
Y es que nadie susurra como él, nadie canta como él y nadie interpreta como él. Cuando abría su boca se oía una voz grave fascinante. Cohen articulaba cada palabra como revelando un secreto con una dosis de misterio en cada espacio de silencio.
La noticia fue confirmada por medio de las redes sociales oficiales de Leonard Cohen. "Con profunda tristeza informamos que el legendario poeta, compositor y artista, Leonard Cohen ha fallecido. Hemos perdido a uno de los músicos más venerados y prolífico visionarios. Un monumento tendrá lugar en los Ángeles en una fecha posterior. La familia pide privacidad durante su momento de dolor".
Su vida
Cohen nació en Montreal el 21 de septiembre de 1934 en una familia judía. Ha sido descrito por el crítico de música Bruce Eder como “uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos de finales de los 60”. Su legado musical forma parte del Salón de la Fama del Rock and Roll de los Estados Unidos y del Salón de la Fama Musical de su país natal. Es miembro de la Orden de Canadá y de la Orden Nacional de Quebec.
El amor, el sexo, el desamor, la religión y las relaciones personales son los temas recurrentes en sus libros de poesía, en sus dos novelas y en sus inmortales canciones.
Llegó a la música a los 33 años porque pensaba que como escritor no podría obtener el dinero necesario para vivir. Su tercer álbum Songs of Love and Hate (1970) obtuvo un notable éxito en Estados Unidos y en Reino Unido. Por aquel entonces una de sus canciones más sonadas era Suzzane.
En esa década su carrera se disparó. Cohen salió por primera vez de gira a Estados Unidos, Canadá y Europa en 1970. Apareció en el Festival de la Isla de Wight. Y durante la gira de 1974 publicó New skin for the old ceremony, una asociación musical con el pianista y arreglista John Lissauer.
En los 80 llegaría Various positions en el que incluía canciones como Dance Me to the End of Love y Hallelujah, su canción con más versiones.
A finales de esa década lanzó su álbum I’m Your Man, en el que reflexionaba sobre temas sociales con canciones como Everybody Knows. En 1992 Cohen publicó su décimo álbum The Future, las canciones de este disco aparecieron en varias películas. Waiting for the Miracle, Anthem y The Future, por ejemplo fueron usadas por Oliver Stone en Asesinos por naturaleza (1994).
Desde 1994 hasta 1999 estuvo recluido en un monasterio. Allí fue nombrado Jikan que significa “el silencio que hay entre dos pensamientos”. A finales de los 90 Cohen volvió al estudio de grabación y comenzó a contribuir con poemas y dibujos para su página web Leonard Cohen Files.
En 2001 lanzó Ten New Songs, su primer disco en casi una década, con una fuerte influencia de Sharon Robinson. En octubre de 2004, Cohen publicó Dear Heather, una colaboración musical con la cantante y compañera sentimental Anjani Thomas. Cuando cumplió 80 también celebró con un álbum, Popular Problems, y este 2016 estrenó You want it darker.
A Leonard Cohen nunca le gustaron las giras internacionales. Lo hizo en 2009 cuando su representante, Kelley Lynch, le robó todos sus ahorros y no tuvo otra opción.
La poesía y las mujeres
En 2011 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Allí recordó que gracias a un guitarrista español se animó a dedicarse a la música, ya que estaba decepcionado por su falta de éxito como escritor.
“Deseo poder decir todo lo que hay que decir en una palabra. Odio todas las cosas que pueden pasar entre el inicio y el final de una frase”, dijo Cohen alguna vez. Y eso hizo y eso hace: ha logrado decir mucho con una canción o con un poema.
La vida amorosa de Cohen estuvo marcada por varias mujeres que lo motivaron a escribir poemas y canciones. Su más amada fue Marianne Ihlen, a quien le dedicó So Long Marianne, una de sus canciones más famosas.
Hace menos de dos meses Marianne murió. Antes de fallecer Cohen se animó a enviarle unas últimas palabras: “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino”.
A ella la conoció en Hydra, la isla griega donde vivió casi una década antes de dedicarse a la música. En ese tiempo escribió el libro de poemas Flowers for Hitler (1964) y las novelas The Favourite Game (1963) y Beautiful Losers (1966). La primera narra la historia de un joven que busca su identidad en la escritura. Y con Beautiful Losers suscitó controversia debido a varios pasajes con detalles sexuales explícitos.
Otra de las mujeres de su vida fue su esposa Suzanne con quien tuvo a sus dos hijos: Adam, quien es cantante, y Lorca, su hija menor a quien puso ese nombre en honor a su poeta favorito Federico García Lorca.
La única que lo ha acompañado durante toda su vida ha sido Anjani Thomas, su cantante de su coro en los primeros años, novia por un tiempo y cantante principal hasta hoy. A ella le dedicó el poema Now and then en el que le dice: “Siempre estoy pensando en una canción para que la cante Anjani”.
"Aleluya" y otras 9 canciones inolvidables del poeta y compositor canadiense Leonard Cohen (BBC)
Fuente:
http://www.semana.com/gente/articulo/leonard-cohen-muere-a-sus-82-anos/504990
sábado, 12 de noviembre de 2016
China debe aferrarse al espíritu de la Gran Marcha, según académico estadounidense
xinhuanet.com
"La Gran Marcha es un ejemplo clásico de la capacidad del pueblo chino para desafiar a las fuerzas del mal y estar dispuesto a aguantar enormes sacrificios en sangre y recursos con el fin de lograr sus objetivos", expuso el académico estadounidense Khairy Tourk.
El profesor de la Escuela de Negocios Stuart del Instituto de Tecnología de Illinois y experto en China alabó el espíritu formidable del pueblo chino en su lucha por la libertad.
"La parte más conmovedora de la Gran Marcha de China es que nadie debe subestimar la resolución del pueblo chino cuando lucha por una causa en la que cree", destacó Tourk en entrevista con Xinhua.
En 2016 se celebra el 80º aniversario de la victoria de la Gran Marcha del Ejército Rojo dirigido por el Partido Comunista de China (PCCh).
En opinión de Tourk, China afrontó enormes desafíos en esa época, con diversos caudillos locales controlando grandes partes del país y las potencias extranjeras afianzadas en su territorio.
El PCCh, fundado en 1921, era una fuerza política relativamente débil a principios de los años treinta del siglo pasado.
No obstante, la Gran Marcha triunfó, lo cual demostró que el ejército del Kuomintang (KMT), pese a su superioridad en números y en armas modernas, no fue capaz de derrotar a las fuerzas patrióticas, conducidas por una firme creencia en la causa por la que estaban luchando.
Tourk atribuyó ese éxito a factores como la confianza en los agricultores y una gran cantidad de trabajadores.
"Como líder con fuertes raíces en las zonas rurales, Mao Zedong comprendía la mentalidad de los campesinos chinos y confiaba mucho en su capacidad de derrocar a las fuerzas fascistas", resaltó el académico estadounidense.
Mao logró el apoyo de los agricultores en las regiones que sus tropas atravesaron durante la Gran Marcha, y en ellas introdujo la reforma agraria para reducir la desigualdad de ingresos.
Los soldados que participaron en la Gran Marcha estaban altamente disciplinados bajo un liderazgo que insistía en un nivel elevado de conductas morales, como nunca quitar a la gente ni siquiera una aguja o un pedazo de hilo, no maltratar a los cautivos y pagar por lo que los soldados tomaban de la gente.
"Con este tipo de conductas, el PCCh se ganó el respeto de los campesinos, quienes durante siglos habían sido tratados injustamente bajo el sistema feudal", indicó el profesor.
Los nuevos acontecimientos en las zonas rurales también ayudaron al PCCh a obtener el apoyo entre los más pobres de las ciudades.
"La Gran Marcha representa una de las épocas más heroicas de la historia de China. Fue un paso muy importante en el camino del PCCh hacia la victoria definitiva sobre las fuerzas fascistas y la unificación del pueblo chino", dijo Tourk.
El éxito de la Gran Marcha también supuso un ejemplo a seguir para otras naciones del mundo que lucharon por su independencia después de 1945, y se ganó la admiración de muchos otros países en vías de desarrollo que se levantaban contra las potencias coloniales, aseveró.
La Gran Marcha tuvo lugar en una época en la que China se enfrentaba a desafíos internos y la invasión extranjera. Hoy en día, el país está impulsando la reforma económica en medio de la debilidad económica global y bajo todo tipo de presiones externas, comentó Tourk.
"En el entorno actual, el pueblo chino tiene que aferrarse a los mismos valores, como el sacrificio, el patriotismo, la perseverancia y la firmeza. Estos valores son los que hicieron de la Gran Marcha una epopeya de la historia moderna de China", concluyó.
Fuente original: http://spanish.xinhuanet.com/2016-10/19/c_135766644.htm#
"La Gran Marcha es un ejemplo clásico de la capacidad del pueblo chino para desafiar a las fuerzas del mal y estar dispuesto a aguantar enormes sacrificios en sangre y recursos con el fin de lograr sus objetivos", expuso el académico estadounidense Khairy Tourk.
El profesor de la Escuela de Negocios Stuart del Instituto de Tecnología de Illinois y experto en China alabó el espíritu formidable del pueblo chino en su lucha por la libertad.
"La parte más conmovedora de la Gran Marcha de China es que nadie debe subestimar la resolución del pueblo chino cuando lucha por una causa en la que cree", destacó Tourk en entrevista con Xinhua.
En 2016 se celebra el 80º aniversario de la victoria de la Gran Marcha del Ejército Rojo dirigido por el Partido Comunista de China (PCCh).
En opinión de Tourk, China afrontó enormes desafíos en esa época, con diversos caudillos locales controlando grandes partes del país y las potencias extranjeras afianzadas en su territorio.
El PCCh, fundado en 1921, era una fuerza política relativamente débil a principios de los años treinta del siglo pasado.
No obstante, la Gran Marcha triunfó, lo cual demostró que el ejército del Kuomintang (KMT), pese a su superioridad en números y en armas modernas, no fue capaz de derrotar a las fuerzas patrióticas, conducidas por una firme creencia en la causa por la que estaban luchando.
Tourk atribuyó ese éxito a factores como la confianza en los agricultores y una gran cantidad de trabajadores.
"Como líder con fuertes raíces en las zonas rurales, Mao Zedong comprendía la mentalidad de los campesinos chinos y confiaba mucho en su capacidad de derrocar a las fuerzas fascistas", resaltó el académico estadounidense.
Mao logró el apoyo de los agricultores en las regiones que sus tropas atravesaron durante la Gran Marcha, y en ellas introdujo la reforma agraria para reducir la desigualdad de ingresos.
Los soldados que participaron en la Gran Marcha estaban altamente disciplinados bajo un liderazgo que insistía en un nivel elevado de conductas morales, como nunca quitar a la gente ni siquiera una aguja o un pedazo de hilo, no maltratar a los cautivos y pagar por lo que los soldados tomaban de la gente.
"Con este tipo de conductas, el PCCh se ganó el respeto de los campesinos, quienes durante siglos habían sido tratados injustamente bajo el sistema feudal", indicó el profesor.
Los nuevos acontecimientos en las zonas rurales también ayudaron al PCCh a obtener el apoyo entre los más pobres de las ciudades.
"La Gran Marcha representa una de las épocas más heroicas de la historia de China. Fue un paso muy importante en el camino del PCCh hacia la victoria definitiva sobre las fuerzas fascistas y la unificación del pueblo chino", dijo Tourk.
El éxito de la Gran Marcha también supuso un ejemplo a seguir para otras naciones del mundo que lucharon por su independencia después de 1945, y se ganó la admiración de muchos otros países en vías de desarrollo que se levantaban contra las potencias coloniales, aseveró.
La Gran Marcha tuvo lugar en una época en la que China se enfrentaba a desafíos internos y la invasión extranjera. Hoy en día, el país está impulsando la reforma económica en medio de la debilidad económica global y bajo todo tipo de presiones externas, comentó Tourk.
"En el entorno actual, el pueblo chino tiene que aferrarse a los mismos valores, como el sacrificio, el patriotismo, la perseverancia y la firmeza. Estos valores son los que hicieron de la Gran Marcha una epopeya de la historia moderna de China", concluyó.
Fuente original: http://spanish.xinhuanet.com/2016-10/19/c_135766644.htm#
Cuando Buero Vallejo se quejó a Fraga. Las cartas inéditas entre el dramaturgo y el escritor Vicente Soto revelan cómo la dictadura atrapó a uno en Madrid y a otro en Londres
En los años en los que arreciaba el franquismo en España, dos escritores fraguaron una intensa amistad que fue creciendo a lo largo de medio siglo con la levadura de una correspondencia continuada y sincera. Las cartas iban y venían de Londres a Madrid cada semana: Querido Toni; querido Vicente. Toni es el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000); Vicente Soto (1919-2011), el escritor valenciano al que conoció en una tertulia madrileña y que pasó a máquina Historia de una escalera, estrenada en 1949. Por aquel entonces comenzó la amistad.
Este año se cumplen 100 del nacimiento de Buero, en Guadalajara. Con ese motivo, el profesor Domingo Ródenas, de la Universidad Pompeu Fabra, publica una selección de aquellas cartas, inéditas hasta ahora, que abarcan desde 1954 hasta 2000. Medio siglo de intimidad que sale a la luz gracias a la colección Obra Fundamental de la Fundación Banco de Santander. Medio siglo de pesimismo y ánimos compartidos, de análisis cultural, de vida familiar, de esperanza en el futuro. "Ven a vernos a Londres", rogaba Soto a su amigo. "No se te ocurra volver a España", recomendaba Buero.
Ambos autores representan la doble cara de una moneda amarga: la dictadura. El comunista Buero —siete años estuvo en la cárcel— tenía prohibido salir de país; a Soto, el hambre y el hostigamiento —era afín al partido socialista— le forzaron al exilio. Llegó a Londres en 1954, solo y sin papeles, y empezó fregando platos. Luego reagrupó a su familia. La vida allí era de otro planeta.
La única forma de verse eran las cartas. El volumen presentado ayer constituye una literatura íntima, secreta, para mostrarlo al público, “sin preservar nada, la familia ha sido muy generosa”, dijo ayer el profesor Ródenas.
Por las páginas circulan comentarios sobre Luther King, el malogrado Kennedy, el estrecho y escurridizo mundo editorial español de la época, los nuevos escritores que triunfaban en el tardofranquismo, pero también las costumbres y entretenimientos personales, el yoga que practicaba Buero o sus creencias en los platillos volantes; o Soto le cuenta a Buero que ha estado Cela en su restaurante (donde fregaba platos): “Estuve charlando con él un buen rato. Cela dijo tantas porquerías, tantas y tan puercas cosas —obsesionado por todo lo escatológico y lo sexual, entregado ya cínicamente a su manía—, como no recuerdo haber oído a nadie en tan poco tiempo”.
En su cárcel española Buero no es ajeno al éxito: sus obras más conocidas triunfan en las salas patrias y en el extranjero, pero no le dejan salir. “En 1963 se reúne con Fraga, que ya es ministro de Franco y le hace ver el absurdo de esa situación”. Todo está a punto de cambiar cuando el Buero “generoso y comprometido siempre” firma a favor de la protesta minera y pasa cuatro años sin estrenar en un teatro oficial. El profesor Ródenas se llevó ayer las manos a la cabeza cuando mencionó que este año, el centenario del nacimiento del dramaturgo, “ninguna sala ha programado nada de él”. Le parece insólito.
Horas de madrugada
Por su parte, Soto, que se acostaba a las siete de la tarde para levantarse a las tres de la madrugada y escribir hasta que marchaba al trabajo, vivió los sinsabores del olvido. En 1967 recibió el Premio Nadal por su obra La zancada que, en contra de lo usual, no le abrió las puertas a publicaciones inmediatas.
Con éxito o sin él, ambos autores cayeron en cierto olvido, cuando no maltrato, según el profesor Ródenas, y fueron arrollados por una nueva generación de jóvenes escritores. Buero se lamentaba en 1969 de los editores que escurrían el bulto con su amigo Soto. Los veía “acomplejados y derrotistas con lo propio” y dedicados todos a “ciertos novelistas sudamericanos”. El King’s College restañara en parte esa herida con un homenaje que tributará en enero al autor de Vidas humildes, cuentos humildes (1948) o Tres pesetas de historia (1983). El legado de Soto ya está trasladándose a este colegio británico para recuperar su memoria.
La de Buero no parece tampoco estar en su mejor momento, habida cuenta de que en su centenario no ha sido representado en salas oficiales. “A Buero se le acusó de cierta derechización, algo que le espantaba. Él seguía participando en mítines del PCE en la Transición. También estuvo en la calle para impedir el desahucio del dramaturgo Lauro Olmo, por ejemplo”, recordó ayer Rodénas.
Más cauto había sido en sus cartas cuando la dictadura soltaba sus dentelladas. Soto se derramaba desde el inicio en cariño hacia el dramaturgo adusto, pero el autor de En la ardiente oscuridad no se fue soltando sino con los años. Aquella levadura de las cartas fue fraguando en una amistad cocida a fuego lento que solo acabó con la muerte de Buero en 2000.
La última carta recogida en el libro, cuando ya las conversaciones telefónicas las fueron espaciando, es un pésame de Soto a la viuda, un día después del fallecimiento. “Ayer le vimos aquí en casa. No estoy hablando de fantasmagorías. De repente se nos plantó delante, en la pantalla de la tele. Millones de ingleses y otros europeos tuvieron que verle también [... ]Se subrayó su paso por la cárcel, su condena, su significación, toda su obra. ¿Queréis creer que hasta de Historia de una escalera se mostró una larga escena?”. Era un 29 de abril del año 2000.
EL LÁPIZ DE UN ARTISTA
AURORA INTXAUSTI
El universo de Buero Vallejo es el de un creador total, como autor teatral fue sobresaliente pero no lo fue menos en otras disciplinas artísticas. El retrato que realizó a su amigo Miguel Hernández en la cárcel de la plaza de Conde de Toreno de Madrid en 1940, es uno de los más conocidos. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Fundación SGAE ha montado una exposición, coordinada por Ignacio Armada, en la que se incluyen materiales del Centro de Documentación y Archivo de la SGAE (CEDOA), del Fondo Buero Vallejo y de la Fundación Juan March, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 10 de enero en la Sala Berlanga de Madrid.
La muestra comienza con un retrato de Buero, que apareció en la portada de uno de los boletines de la SGAE de los años ochenta y contiene, además, ejemplares del algunos de los libros y publicaciones del dramaturgo; reproducciones de sus ilustraciones que exploran su faceta de dibujante o fotografías de su archivo personal con algunas de sus obras que se representaron en teatros, así como carteles de estas.
El nombre de Antonio Buero Vallejo está asociado a algunas de sus obras como Historia de una escalera. Armada destaca que la película está desaparecida y tan solo se conservan dos fotografías que podrán verse en la muestra. En la misma, se exponen, entre otros, los libretos originales de La tejedora de sueños, que se estrenó en el Teatro Español en 1952.
Uno de los materiales más destacables de la exposición es el texto Campanadas a medianoche (editorial Stockcero), la adaptación que realizó el dramaturgo español del guion de la película homónima de Orson Welles que se estrenó en 1965, manuscrito que se daba totalmente por perdido. Su hijo Carlos Buero lo encontró rebuscando entre el material de su padre cuando este falleció, en 2000.
“Fue como encontrar un tesoro, increíble, no nos lo podíamos ni imaginar, estábamos convencidos realmente de que ese texto estaba perdido y si no lo estaba, de que sería un texto menor”, asegura Luis Deltell, editor del libro junto a Jordi Massó.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/08/actualidad/1478626435_661356.html
viernes, 11 de noviembre de 2016
Las 7 propuestas de Donald Trump que explican su victoria
Le Monde Diplomatique
La victoria de Donald Trump (como el brexit en el Reino Unido, o la victoria del ‘no’ en Colombia) significa, primero, una nueva estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes, los institutos de sondeo y las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica se van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo rasgo determinante es ‘lo desconocido’. Ahora todo puede ocurrir.
¿Cómo consiguió Trump invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la campaña? Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano; y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.
Hay que entender que desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido) ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos electorales (entre ellos el brexit). Los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece radicalmente transformado.
Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una devastadora ola populista, encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos estadounidenses, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha. Para muchos electores irritados por lo «politicamente correcto», que creen que ya no se puede decir lo que se piensa so pena de ser acusado de racista, la «palabra libre» de Trump sobre los latinos, los inmigrantes o los musulmanes es percibida como un auténtico desahogo.
A ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar la «rebelión de las bases». Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las elites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado conservador, por la otra. Su discurso violentamente anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores blancos poco cultos y empobrecidos por los efectos de la globalización económica.
Hay que precisar que el mensaje de Trump no es semejante al de un partido neofascista europeo. No es un ultraderechista convencional. Él mismo se define como un «conservador con sentido común» y su posición, en el abanico de la política, se situaría más exactamente a la derecha de la derecha. Empresario multimillonario y estrella archipopular de la telerealidad, Trump no es un antisistema, ni obviamente un revolucionario. No censura el modelo político en sí, sino a los políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón. Habla para esa parte del pueblo estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el desánimo y el descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja política, de la «casta». Y promete inyectar honestidad en el sistema; renovar nombres, rostros y actitudes.
Los medios han dado gran difusión a algunas de sus declaraciones y propuestas más odiosas, patafísicas o ubuescas. Recordemos, por ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes ilegales mexicanos son corruptos, delincuentes y violadores. O su proyecto de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales latinos a quienes quiere meter en autobuses y expulsar del país, mandándoles a México. O su propuesta, inspirada en Juego de Tronos, de construir un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a lo largo de valles, montañas y desiertos, para impedir la entrada de inmigrantes latinoamericanos y cuyo presupuesto de 21.000 millones de dólares sería financiado por el gobierno de México. En ese mismo orden de ideas: también anunció que prohibiría la entrada a todos los inmigrantes musulmanes...Y atacó con vehemencia a los padres de un militar estadounidense de confesión musulmana, Humayun Khan, muerto en combate en 2004, en Irak.
También su afirmación de que el matrimonio tradicional, formado por un hombre y una mujer, es "la base de una sociedad libre" y su crítica de la decisión del Tribunal Supremo de considerar que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho constitucional. Trump apoya las llamadas "leyes de libertad religiosa", impulsadas por los conservadores en varios Estados, para denegar servicios a las personas LGTB. Sin olvidar sus declaraciones sobre el "engaño" del cambio climático que, según Trump, es un concepto "creado por y para los chinos, para hacer que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad".
Este catálogo de necedades horripilantes y detestables ha sido, repito, masivamente difundido por los medios dominantes no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo. Y la principal pregunta que mucha gente se hacía era: ¿cómo es posible que un personaje con tan lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos lobotomizados? Algo no cuadraba.
Para responder a esa pregunta tuvimos que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el programa completo del candidato republicano y descubrir los siete puntos fundamentales que defiende, silenciados por los grandes medios.
1) Los periodistas no le perdonan, en primer lugar, que ataque de frente al poder mediático. Le reprochan que constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. Trump suele afirmar: «No estoy compitiendo contra Hillary Clinton, estoy compitiendo contra los corruptos medios de comunicación» [1]. En un tweet reciente, por ejemplo, escribió: «Si los repugnantes y corruptos medios me cubrieran de forma honesta y no inyectaran significados falsos a las palabras que digo, estaría ganando a Hillary por un 20%».
Por considerar injusta o sesgada la cobertura mediática, el candidato republicano no dudó en retirar las credenciales de prensa para cubrir sus actos de campaña a varios medios importantes, entre otros, The Washington Post, Politico, Huffington Post y BuzzFeed. Y hasta se ha atrevido a atacar a Fox News, la gran cadena del derechismo panfletario, a pesar de que lo apoya a fondo como candidato favorito...
2) Otra razón por la que los grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denuncia la globalización económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la economía globalizada está fallando a cada vez más gente, y recuerda que, en los últimos 15 años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien pagados desaparecieron.
3) Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar las tasas de todos los productos importados. «Vamos a recuperar el control del país, haremos que Estados Unidos vuelva a ser un gran país», suele afirmar, retomando su eslogan de campaña.
Partidario del brexit, Donald Trump ha desvelado que, una vez elegido presidente, tratará de sacar a EEUU del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). También arremetió contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar la Presidencia, sacará al país de él: «El TPP sería un golpe mortal para la industria manufacturera de Estados Unidos».
En regiones como el rust belt del noreste, donde las deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras dejaron altos niveles de desempleo y de pobreza, este mensaje de Trump está calando hondo.
4) Así como su rechazo de los recortes neoliberales en materia de seguridad social. Muchos electores republicanos, víctimas de la crisis económica de 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare (seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no tocar estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas de los «sin techo», reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.
5) Contra la arrogancia de Wall Street, Trump propone aumentar significativamente los impuestos de los corredores de hedge funds, que ganan fortunas, y apoya el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer inversiones de alto riesgo. Obviamente, todo el sector financiero se opone absolutamente al restablecimiento de esta medida.
6) En política internacional, Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia al Daesh. Aunque para ello Washington tenga que reconocer la anexión de Crimea por Moscú.
7) Trump estima que con su enorme deuda soberana, Estados Unidos ya no dispone de los recursos necesarios para conducir una política extranjera intervencionista indiscriminada. Ya no puede imponen la paz a cualquier precio. En contradicción con varios caciques de su partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría, quiere cambiar la OTAN: «No habrá nunca más garantía de una protección automática de los Estados Unidos para los países de la OTAN».
Todas estas propuestas no invalidan en absoluto las inaceptables, odiosas y a veces nauseabundas declaraciones del candidato republicano difundidas a bombo y platillo por los grandes medios dominantes. Pero sí explican mejor el por qué de su éxito.
En 1980, la inesperada victoria de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos había hecho entrar el planeta en un ciclo de 40 años de neoliberalismo y de globalización financiera. La victoria hoy de Donald Trump puede hacernos entrar en un nuevo ciclo geopolítico cuya peligrosa característica ideológica principal –que vemos surgir por todas partes y en particular en Francia con Marine Le Pen– es el autoritarismo identitario. Un mundo se derrumba pues, y da vértigo...
Nota:
[1] En su mitin del 13 de agosto, en Fairfield (Connecticut).
Fuente:
http://www.monde-diplomatique.es/?url=mostrar/pagLibre/?nodo=ad6ef6c2-7994-439c-9b14-4c7330df00e7
La bestia del fascismo. La actual crisis de las instituciones políticas ofrece un paralelismo con la década de 1930
El historiador Fritz Stern, que escapó de los nazis, fue uno de los pioneros de los estudios de historia de Alemania en Estados Unidos. Falleció este año, pero antes llevaba ya cierto tiempo avisando sobre las señales de que el fascismo estaba reapareciendo. Y no hablaba de su país natal.
¿Fascismo en Estados Unidos? No hay que exagerar. Ahora bien, antes de descartarlo, quizá deberíamos reflexionar sobre lo que hemos aprendido del fascismo en general, gracias a la labor de Stern y otros autores.
En ciertos aspectos, es difícil ver similitudes entre la República de Weimar o la Italia de Mussolini y el mundo en el que vivimos. No hay nadie que reclame un Estado gobernado por un partido único. No hay prietas filas de camisas negras o camisas pardas que desfilen por las calles. No hay monárquicos dispuestos a apoyar a quien sea con tal de no caer en el abismo del bolchevismo. Si hubo un factor común tras el ascenso de la extrema derecha en la década de 1920 fue el espectro de la revolución rusa y el miedo a que se extendiera. Por muy alargada que sea la sombra de Vladimir Putin, no llega a ese punto. Rusia ocupa en la sociedad internacional un puesto que la Unión Soviética de Lenin nunca tuvo.
¿Las cosas son muy distintas, pues? No tan rápido. A Stern le preocupaban la corrupción del discurso público y un mundo en el que todo se ha vuelto opinión. Le habrían alarmado aún más la repercusión de Twitter y el hecho de que hayan saltado a los grandes medios de comunicación unas teorías de la conspiración antes marginales.
Hemos tenido la tendencia a ver el fascismo como una patología, y eso hace más difícil de comprender su ascenso. Ante el triunfo de la derecha entre las dos guerras mundiales, no solo en Alemania sino en toda Europa, desde España hasta Lituania, los historiadores hablan de la irracionalidad del pueblo, el misterioso carisma del dictador, incluso los tipos de personalidad que explican por qué grandes sectores de población, al parecer, querían que los dirigieran. Lo que todas estas interpretaciones tienen en común es que subrayan lo distintas que eran esas personas de nosotros.
Quizá ellos estaban traumatizados por sus experiencias en los frentes de la Primera Guerra Mundial; quizá habían perdido todo su dinero en la Gran Depresión. En cualquier caso, continúa el relato, aquel giro a la derecha tuvo un componente excepcional. El mensaje es tranquilizador: una vez derrotado el nazismo, los fascismos no volverán a triunfar jamás. La bestia cayó abatida.
Y es probable que el fascismo no vuelva, porque, después de todo, sí era un producto de su tiempo. Pero el racismo y el sentimiento xenófobo que encerraba nunca han desaparecido del todo. Su expresión pública se toleró menos durante un tiempo, una tendencia que ahora puede estar invirtiéndose.
Hay al menos otro aspecto fundamental en el que el periodo de entreguerras y el nuestro guardan una incómoda semejanza. Seguramente, no deberíamos pensar tanto en quién se ha vuelto fascista sino en quién ha perdido la fe en el gobierno parlamentario, su sistema de mecanismos de control y equilibrio y sus libertades básicas.
El ascenso del fascismo se apoyó en una profunda crisis de la democracia liberal. Y la verdadera lección que debemos extraer está en esa crisis de las instituciones democráticas entre las dos guerras. Antes de la Primera Guerra Mundial, la gente luchó para ampliar el poder de los Parlamentos y consagrar las constituciones. Unos elementos que después perdieron su atractivo a una velocidad asombrosa.
En toda Europa, muchos achacaron los males de la sociedad al poder de los Parlamentos y expresaron su deseo de tener un dirigente único que acumulara más poder en su persona. Dijeron que los Parlamentos eran unas meras fachadas que servían de cobertura para hacer lo que exigían unas élites y unos grupos de presión sin fin.
El paralelismo más llamativo es que los partidos políticos se volvieron más extremistas y empezaron a considerarse mutuamente ilegítimos. Los aparatos judiciales y las policías se politizaron. Esa crisis institucional es la que contiene la mayor similitud entre Weimar y Estados Unidos de la actualidad.
Las dictaduras no han desaparecido, e incluso es posible que estén resurgiendo. El último ejemplo es Turquía, donde los ataques del presidente Recep Tayyip Erdogan contra los medios de comunicación y las universidades han supuesto un deterioro sin precedentes de las libertades en dicho país.
Pero el fascismo no se limitó nunca a la existencia de dictadores. Como escribió hace décadas el politólogo conservador Michael Oakeshott, los progresistas se engañan al centrarse en la figura del dictador, como si el único problema fuera una persona.
El verdadero problema está en la sombra del dictador, las condiciones que permiten el ascenso del líder. El vaciado de esas instituciones fundamentales sin las que ningún Estado moderno puede autogobernarse, ninguna sociedad moderna puede funcionar, y el extremismo del discurso político ya están entre nosotros. Y da la impresión de que en Estados Unidos se van a quedar.
Mark Mazower es catedrático de historia en la Universidad de Columbia.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
http://elpais.com/elpais/2016/11/08/opinion/1478599651_419456.html
¿Fascismo en Estados Unidos? No hay que exagerar. Ahora bien, antes de descartarlo, quizá deberíamos reflexionar sobre lo que hemos aprendido del fascismo en general, gracias a la labor de Stern y otros autores.
En ciertos aspectos, es difícil ver similitudes entre la República de Weimar o la Italia de Mussolini y el mundo en el que vivimos. No hay nadie que reclame un Estado gobernado por un partido único. No hay prietas filas de camisas negras o camisas pardas que desfilen por las calles. No hay monárquicos dispuestos a apoyar a quien sea con tal de no caer en el abismo del bolchevismo. Si hubo un factor común tras el ascenso de la extrema derecha en la década de 1920 fue el espectro de la revolución rusa y el miedo a que se extendiera. Por muy alargada que sea la sombra de Vladimir Putin, no llega a ese punto. Rusia ocupa en la sociedad internacional un puesto que la Unión Soviética de Lenin nunca tuvo.
¿Las cosas son muy distintas, pues? No tan rápido. A Stern le preocupaban la corrupción del discurso público y un mundo en el que todo se ha vuelto opinión. Le habrían alarmado aún más la repercusión de Twitter y el hecho de que hayan saltado a los grandes medios de comunicación unas teorías de la conspiración antes marginales.
Hemos tenido la tendencia a ver el fascismo como una patología, y eso hace más difícil de comprender su ascenso. Ante el triunfo de la derecha entre las dos guerras mundiales, no solo en Alemania sino en toda Europa, desde España hasta Lituania, los historiadores hablan de la irracionalidad del pueblo, el misterioso carisma del dictador, incluso los tipos de personalidad que explican por qué grandes sectores de población, al parecer, querían que los dirigieran. Lo que todas estas interpretaciones tienen en común es que subrayan lo distintas que eran esas personas de nosotros.
Quizá ellos estaban traumatizados por sus experiencias en los frentes de la Primera Guerra Mundial; quizá habían perdido todo su dinero en la Gran Depresión. En cualquier caso, continúa el relato, aquel giro a la derecha tuvo un componente excepcional. El mensaje es tranquilizador: una vez derrotado el nazismo, los fascismos no volverán a triunfar jamás. La bestia cayó abatida.
Y es probable que el fascismo no vuelva, porque, después de todo, sí era un producto de su tiempo. Pero el racismo y el sentimiento xenófobo que encerraba nunca han desaparecido del todo. Su expresión pública se toleró menos durante un tiempo, una tendencia que ahora puede estar invirtiéndose.
Hay al menos otro aspecto fundamental en el que el periodo de entreguerras y el nuestro guardan una incómoda semejanza. Seguramente, no deberíamos pensar tanto en quién se ha vuelto fascista sino en quién ha perdido la fe en el gobierno parlamentario, su sistema de mecanismos de control y equilibrio y sus libertades básicas.
El ascenso del fascismo se apoyó en una profunda crisis de la democracia liberal. Y la verdadera lección que debemos extraer está en esa crisis de las instituciones democráticas entre las dos guerras. Antes de la Primera Guerra Mundial, la gente luchó para ampliar el poder de los Parlamentos y consagrar las constituciones. Unos elementos que después perdieron su atractivo a una velocidad asombrosa.
En toda Europa, muchos achacaron los males de la sociedad al poder de los Parlamentos y expresaron su deseo de tener un dirigente único que acumulara más poder en su persona. Dijeron que los Parlamentos eran unas meras fachadas que servían de cobertura para hacer lo que exigían unas élites y unos grupos de presión sin fin.
El paralelismo más llamativo es que los partidos políticos se volvieron más extremistas y empezaron a considerarse mutuamente ilegítimos. Los aparatos judiciales y las policías se politizaron. Esa crisis institucional es la que contiene la mayor similitud entre Weimar y Estados Unidos de la actualidad.
Las dictaduras no han desaparecido, e incluso es posible que estén resurgiendo. El último ejemplo es Turquía, donde los ataques del presidente Recep Tayyip Erdogan contra los medios de comunicación y las universidades han supuesto un deterioro sin precedentes de las libertades en dicho país.
Pero el fascismo no se limitó nunca a la existencia de dictadores. Como escribió hace décadas el politólogo conservador Michael Oakeshott, los progresistas se engañan al centrarse en la figura del dictador, como si el único problema fuera una persona.
El verdadero problema está en la sombra del dictador, las condiciones que permiten el ascenso del líder. El vaciado de esas instituciones fundamentales sin las que ningún Estado moderno puede autogobernarse, ninguna sociedad moderna puede funcionar, y el extremismo del discurso político ya están entre nosotros. Y da la impresión de que en Estados Unidos se van a quedar.
Mark Mazower es catedrático de historia en la Universidad de Columbia.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
http://elpais.com/elpais/2016/11/08/opinion/1478599651_419456.html
El fugaz romance entre Hollywood y la Unión Soviética. Durante la II Guerra Mundial, el cine estadounidense ejerció de publicista del pacto con Stalin a través de películas como "La estrella del norte" o "Misión en Moscú"
eldiario.es
Después del ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor, Hollywood apostó fuerte por el militarismo. Aunque la mayor parte de los grandes estudios habían optado previamente por mantener la neutralidad, se adaptaron inmediatamente al nuevo ciclo: centenares de películas de todos los géneros, desde el cine bélico al musical pasando por la comedia romántica, defendían la intervención en la II Guerra Mundial.
En títulos destinados a un público juvenil, Tarzán luchaba contra soldados alemanes, el Hombre Invisible se infiltraba en los cuarteles del III Reich y Batman se enfrentaba a un científico japonés que convertía a las personas en zombis. Pero quizá las producciones más sorprendentes fueron las que justificaron la alianza con la Unión Soviética liderada por Josef Stalin.
Según autores como Nicholas J. Cull, la opinión pública estadounidense era partidaria del aislacionismo y desconfiaba de los llamamientos británicos a la colaboración militar. El ataque a Pearl Harbor implicó una entrada en guerra que era deseada por la Administración de Roosevelt. Pero justificar la colaboración con la URSS, satirizada y satanizada apenas unos meses antes, resultaba un desafío estratégico que requirió la colaboración de Hollywood.
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http://www.eldiario.es/cultura/cine/Hollywood-Union-Sovietica_0_574293326.html
jueves, 10 de noviembre de 2016
La desaparición de los derechos sociales en la UE
Vicenç Navarro
Público
Uno de los principios básicos que Jacques Delors había enunciado para crear un sentido de pertenencia a la UE era crear una comunidad europea, identificando la pertenencia a tal comunidad con el ejercicio de derechos sociales aplicados a toda ella. Incluso el concepto de establecer un pasaporte europeo tenía como objetivo el de ir avanzando en esta línea en el desarrollo de tal comunidad.
Hoy, sin embargo, la Unión Europea está yendo en dirección contraria, es decir, se está diluyendo y destruyendo esta percepción de pertenencia. Uno de los primeros pasos en esta dirección ha sido la aceptación por parte de las autoridades europeas correspondientes de la demanda del gobierno conservador británico, liderado por el Sr. Cameron, como condición para permanecer en la Unión Europea, de que los ciudadanos de la Unión Europea que emigren y trabajen en el Reino Unido no tengan los mismos derechos sociales, como el seguro de desempleo, hasta después de una larga estancia en el país. Se establece así la categoría de trabajador extranjero, dentro de la UE, con distintos derechos a los que tienen los trabajadores locales.
Esta medida ya ha dado pie a otra propuesta, incluso más dura, por parte –nada menos- que del gobierno Merkel, en Alemania, el país que, por cierto, se ha beneficiado más de la supuesta libre circulación de trabajadores dentro de la UE. Nada menos que la Ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, la socialdemócrata Andrea Nahles (que fue, en su día, la dirigente de las juventudes del Partido Socialdemócrata, y gran esperanza de las izquierdas de tal partido), ha propuesto que los trabajadores extranjeros procedentes de otros países de la UE tengan que haber vivido en Alemania durante cinco años antes de recibir los derechos sociales relacionados con el trabajo. Y, con cierto cinismo, ha dicho que “yo apoyo completamente la libertad de movimientos, pero no la libertad de acceso a los derechos sociales, lo cual es distinto”.
De esta manera se establecen tres tipos de trabajadores. Uno, los trabajadores locales. Otro los extranjeros procedentes de la UE. Y un tercero que incluye los refugiados, inmigrantes de países que no son de la UE. Ni que decir tiene que esta división reforzará el mundo empresarial, pues la falta de unidad de derechos imposibilita la unidad de acción de los instrumentos en defensa de la clase trabajadora, tales como los sindicatos, que se sienten debilitados con estas divisiones, aprovechadas cínica y constantemente por el mundo empresarial.
El ataque frontal al mundo del trabajo
Pero esta disolución de los derechos sociales ha alcanzado su máxima expresión en la nefasta (y no hay otra manera de definirlo) decisión de la Tribunal de Justicia de la UE, tomada en el periodo 2007-2008, que indica que la libertad económica de los empresarios en Europa tiene prioridad sobre los derechos sindicales a los convenios colectivos. Es sorprendente (y es un indicador de la enorme debilidad de los sindicatos) que no haya habido movilizaciones generales frente a tal decisión (ver Esther Lynch, “If Europe Takes Trade Union Rights For Granted… We Risk Losing Them”, Social Europe Journal, 09.05.16). Ni que decir tiene que tal decisión de dicho tribunal viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, que indica que “toda persona tiene el derecho a formar y/o formar parte de un sindicato para la protección de sus intereses”. Ahora bien, la Europa que era el sueño de las fuerzas progresistas se está transformando en una pesadilla.
Fuente original:
http://www.caffereggio.net/2016/06/04/la-desaparicion-de-los-derechos-sociales-en-la-ue-de-vicenc-navarro-en-publico/#
Público
Uno de los principios básicos que Jacques Delors había enunciado para crear un sentido de pertenencia a la UE era crear una comunidad europea, identificando la pertenencia a tal comunidad con el ejercicio de derechos sociales aplicados a toda ella. Incluso el concepto de establecer un pasaporte europeo tenía como objetivo el de ir avanzando en esta línea en el desarrollo de tal comunidad.
Hoy, sin embargo, la Unión Europea está yendo en dirección contraria, es decir, se está diluyendo y destruyendo esta percepción de pertenencia. Uno de los primeros pasos en esta dirección ha sido la aceptación por parte de las autoridades europeas correspondientes de la demanda del gobierno conservador británico, liderado por el Sr. Cameron, como condición para permanecer en la Unión Europea, de que los ciudadanos de la Unión Europea que emigren y trabajen en el Reino Unido no tengan los mismos derechos sociales, como el seguro de desempleo, hasta después de una larga estancia en el país. Se establece así la categoría de trabajador extranjero, dentro de la UE, con distintos derechos a los que tienen los trabajadores locales.
Esta medida ya ha dado pie a otra propuesta, incluso más dura, por parte –nada menos- que del gobierno Merkel, en Alemania, el país que, por cierto, se ha beneficiado más de la supuesta libre circulación de trabajadores dentro de la UE. Nada menos que la Ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, la socialdemócrata Andrea Nahles (que fue, en su día, la dirigente de las juventudes del Partido Socialdemócrata, y gran esperanza de las izquierdas de tal partido), ha propuesto que los trabajadores extranjeros procedentes de otros países de la UE tengan que haber vivido en Alemania durante cinco años antes de recibir los derechos sociales relacionados con el trabajo. Y, con cierto cinismo, ha dicho que “yo apoyo completamente la libertad de movimientos, pero no la libertad de acceso a los derechos sociales, lo cual es distinto”.
De esta manera se establecen tres tipos de trabajadores. Uno, los trabajadores locales. Otro los extranjeros procedentes de la UE. Y un tercero que incluye los refugiados, inmigrantes de países que no son de la UE. Ni que decir tiene que esta división reforzará el mundo empresarial, pues la falta de unidad de derechos imposibilita la unidad de acción de los instrumentos en defensa de la clase trabajadora, tales como los sindicatos, que se sienten debilitados con estas divisiones, aprovechadas cínica y constantemente por el mundo empresarial.
El ataque frontal al mundo del trabajo
Pero esta disolución de los derechos sociales ha alcanzado su máxima expresión en la nefasta (y no hay otra manera de definirlo) decisión de la Tribunal de Justicia de la UE, tomada en el periodo 2007-2008, que indica que la libertad económica de los empresarios en Europa tiene prioridad sobre los derechos sindicales a los convenios colectivos. Es sorprendente (y es un indicador de la enorme debilidad de los sindicatos) que no haya habido movilizaciones generales frente a tal decisión (ver Esther Lynch, “If Europe Takes Trade Union Rights For Granted… We Risk Losing Them”, Social Europe Journal, 09.05.16). Ni que decir tiene que tal decisión de dicho tribunal viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, que indica que “toda persona tiene el derecho a formar y/o formar parte de un sindicato para la protección de sus intereses”. Ahora bien, la Europa que era el sueño de las fuerzas progresistas se está transformando en una pesadilla.
Fuente original:
http://www.caffereggio.net/2016/06/04/la-desaparicion-de-los-derechos-sociales-en-la-ue-de-vicenc-navarro-en-publico/#
Trump y la Internacional Populista
Los proyectos "revolucionarios" (reaccionarios) de los nuevos populismos suelen incluir la expulsión de los inmigrantes, la resurrección del proteccionismo, la vuelta atrás en los derechos de la mujer o las minorías y el fin de toda colaboración internacional
Comparten ideas e ideología, amigos y patrocinadores. Cruzan fronteras para participar en mítines ajenos. Tienen buenos contactos en Rusia —utilizan con frecuencia su desinformación— y también amigos en otros Estados autoritarios. Desprecian a Occidente y tratan de socavar sus instituciones. Se creen una vanguardia tan revolucionaria como la que en su día representó la Internacional Comunista, o el Komintern, que con el respaldo soviético unió a partidos comunistas de Europa y del mundo.
Evidentemente, ahora ya no tienen apoyo soviético y no son comunistas. Pero esta laxa agrupación de partidos y políticos —el Partido de la Libertad de Austria, el Partido por la Libertad de Holanda, el UKIP británico, el Fidesz húngaro, Ley y Justicia de Polonia o Donald Trump— se ha convertido en un movimiento “antiglobalización” mundial. Conozcamos a la Internacional Populista, porque, al margen de quien gane las elecciones estadounidenses que se celebraron ayer, su influencia perdurará.
Aunque, para abreviar, otros autores y yo misma la hemos calificado con frecuencia de “extrema derecha”, la Internacional Populista tiene poco que ver con la “derecha” que proliferó en los países occidentales desde la II Guerra Mundial. La democracia cristiana de la Europa continental surgió del deseo de devolver la moral a la política después de la contienda; el gaullismo emanó de una larga tradición estatista y secular gala, y la preferencia por el libre mercado estaba ya muy arraigada entre los conservadores anglosajones.
Casi todos estos partidos compartían un conservadurismo con “c” minúscula, heredero de Edmund Burke, que rehuía los cambios radicales, desconfiaba del “progreso” y creía importante conservar instituciones y valores. La mayoría surgía de determinadas tradiciones locales e históricas. Todos participaban de la devoción por la democracia representativa, la tolerancia religiosa y la necesidad de que los países occidentales se integraran y aliaran.
El conservadurismo, heredero de Burke, creía importante conservar instituciones y valores
Por el contrario, los partidos de la Internacional Populista y los medios que los apoyan no se basan en Burke. No quieren conservar ni preservar lo existente, sino que pretenden acabar radicalmente con las instituciones actuales para recuperar, por la fuerza, otras del pasado, o las que ellos creen que existieron. Su retórica cobra formas distintas en cada país, pero sus proyectos revolucionarios suelen incluir la expulsión de los inmigrantes o, por lo menos, la vuelta a sociedades totalmente blancas (o totalmente holandesas o alemanas), la resurrección del proteccionismo, la vuelta atrás respecto a los derechos de la mujer o las minorías y el fin de las instituciones internacionales y de todo tipo de cooperación externa. Además, defienden la violencia: en 2014 Donald Trump afirmó que “para volver a estar donde estábamos, cuando Estados Unidos era grande, tendrá que haber disturbios de nuevo”.
En ocasiones se proclaman cristianos, pero con igual frecuencia son nihilistas y cínicos. Su ideología, que unas veces se concreta y otras no, se opone a la homosexualidad, la integración racial, la tolerancia religiosa y los derechos humanos.
Para la Internacional Populista, esos objetivos son más importantes que la prosperidad, que el crecimiento económico y que la propia democracia. Y para alcanzarlos, al igual que los partidos que en su día constituían la Komintern, los populistas están deseando destruir las instituciones actuales: desde los tribunales y los medios de comunicación independientes a las alianzas y tratados internacionales.
Esta misma semana el Daily Mail británico, un periódico que propaga las ideas de la Internacional Populista, llegó incluso a tachar de “enemigos del pueblo” a los jueces del Tribunal Supremo que dictaminaron que, para abandonar la Unión Europea, Reino Unido debía consultar al Parlamento. Trump solo es uno de los muchos políticos —entre ellos el polaco Jaroslaw Kaczynski y el húngaro Viktor Orbán— que han arremetido contra los principios de sus propias Constituciones.
Ya empiezan a aparecer antídotos: partidos de ciudadanos, basados en ideas y no en el carisma
Como antaño la Komintern, la Internacional Populista ha entendido lo provechoso que puede ser el apoyo mutuo. A los democristianos alemanes nunca se les habría ocurrido hacer campaña a favor de los tories británicos. Y, aunque tengan mucho en común, los conservadores británicos no se han puesto directamente del lado de los republicanos de Estados Unidos. Por el contrario, Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), ha hecho abiertamente campaña a favor de Trump, llegando incluso a aparecer, después de uno de sus debates con Hillary Clinton, en la llamada “sala de manipulación”, donde la prensa recibe interpretaciones sesgadas, para hacer propaganda del republicano. El político xenófobo holandés Geert Wilders se presentó en la Convención Nacional Republicana para, en lugar de observar, como habría hecho un democristiano holandés, dedicarse también a la agitación en favor de Trump.
Todos los partidos y periódicos populistas utilizan relatos preparados por Sputnik, la agencia de noticias rusa que constituye una inagotable fuente de teorías de la conspiración y noticias falsas. Esta semana, la falsa noticia —difundida inicialmente por la televisión estatal rusa— de que en Austria un refugiado había sido absuelto de la violación de un niño fue repetida, primero por el presidente ruso, Vladímir Putin, y después se propagó por toda Europa a través de unos medios entre los que estaba incluido, una vez más, el Daily Mail.
Todos los indicios apuntan a que el movimiento no deja de crecer. La historia no terminará si Trump pierde. Sin duda, las metástasis de su campaña se trasladarán a un canal de televisión y una cadena de noticias, y no dejarán de extenderse. Sin embargo, su fracaso fomentará la aparición de antídotos que ya han comenzado a aparecer: partidos de ciudadanos, basados en ideas y no en el carisma; periodistas independientes o movimientos democráticos.
¿Y si Donald Trump gana? La Internacional Populista saldrá reforzada, no solo en Estados Unidos, sino en el resto del mundo. Trump será su líder y su hija Ivanka la princesa heredera. Y quizá de ese modo dejen de existir la democracia liberal y con ella Occidente, tal como los conocemos. Era algo que convenía haber pensado antes de votar.
Anne Applebaum es periodista. Ha publicado, entre otros libros, El telón de acero. La destrucción de Europa del Este 1944-1956 (Debate, 2014).
2016 Washington Post.
Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
http://elpais.com/elpais/2016/11/08/opinion/1478611874_220348.html
miércoles, 9 de noviembre de 2016
De la evaluación a los alumnos a la evaluación de los docentes o de la muerte de la pedagogía
Introducción
El Consejo Federal de Educación (CFE), constituido por los ministros de educación de todas las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires, bajo la presidencia del Ministro de Educación y Deportes de la Nación, reunido en la provincia de San Luis, el 23 de agosto de 2016, aprueba un documento clave en la “gestión” de la vigente política educativa de índole neoliberal: “Argentina Enseña y Aprende. Plan Estratégico Nacional 2016-2021.”(1) En cinco oportunidades señala explícitamente que sus considerandos se fundamentan en la Ley Nacional de Educación nº 26.206/2006, sancionada bajo un gobierno progresista. El apartado 2, ítem 2.2.4 afirma: /el/ “desarrollo de una política de evaluación docente de manera gradual y consensuada”. (2) Independientemente de la cuestión que nos atañe, la evaluación docente, la presente “gestión” de gobierno no se caracteriza por el consenso, más allá de la enunciación en múltiples oportunidades del término “diálogo”, tampoco hubo consenso con el “Operativo Aprender 2016”, puesto que se “aplicó” una evaluación a los alumnos, la evaluación fue sobre-otros y no con-otros, en la acepción freireana. Lo que sí entrevemos es que existe una gradualidad forzada (3) en la concreción de las políticas neoliberales en educación, con drástica ausencia de información significativa del real sentido global de la reforma educativa que se intenta implementar.
Qué nos dice uno de los fundadores del neoliberalismo
Los fundadores (fundamentalistas) de la economía de mercado o neoliberalismo son prístinos en su lenguaje, no ocultan, ilustran con claridad. Así, aparece el sentido de la privatización de la educación en Milton y Rose Friedman, quienes sostienen: “Es bastante deseable que todos los jóvenes, independientemente de la riqueza, de la religión o del color, o, también, del nivel social de sus propias familias, tengan la oportunidad de recibir tanta instrucción cuanto puedan asimilar, siempre que estén dispuestos a pagar por ella, sea en el presente, sea a costa de rendimientos superiores que percibirán en el futuro, gracias a la instrucción recibida.” (4) Si bien este párrafo se especifica para el nivel superior de educación, establece un marco de referencia para todo el sistema educativo. En la actualidad, teniendo en cuenta las condiciones de pobreza de la mayor parte de la población mundial, la noción privatizadora se verbaliza o expone de otro modo, los discursos son diferentes, las maneras son diferentes, pero el trasfondo mercantilista es el mismo.
El caso que nos atañe, en este texto, es el de la evaluación docente, no como fin en sí misma, sino como herramienta funcional para la mercantilización de la educación. Extrapolando una categoría de Carlos Marx, hasta puede encuadrarse en lo que él denomina “fetichización de la mercancía”.
Dentro de esta problemática ubicamos a maestros y maestras que aún precarizados en sus condiciones laborales de existencia intentan enseñar, bien o mal, mientras tanto se los pretende evaluar desde estándares parametrizados, relacionando los resultados al ingreso y permanencia en sus cargos, relacionando los resultados al salario.(5)
Al respecto, ilustrativamente, veamos el caso de Fernanda, maestra de Juancito.
Juancito vive en un hábitat sucio, hacinado; la escuela le ofrece un mínimo espacio limpio donde cada uno ocupa un espacio propio. Vive dentro de relaciones donde papá y mamá pueden ser ni papá ni mamá, familia desquiciada; la escuela le ofrece un maestro, un maestro, que puede tener conflictos, pero es maestro y con otros maestros que son maestros. Vive en un lugar donde la estética es la falta de estética; la escuela le ofrece la posibilidad de dibujar, de colorear. Vive en un lugar sin sorpresa, pues la pobreza y miseria no le da otra posibilidad; la escuela le ofrece la posibilidad de decir, hablar, hacer cosas muy buenas y que no han sido previstas, que excede a las normas y estándares, pues algo de creatividad siempre es posible. Vive en un lugar donde papá, o quien hace de él, lo maneja y descarga en él sus frustraciones; la escuela le ofrece alguien que, bien o mal, se preocupa de él. Vive con un papá al que solamente le importa su hijo en la medida en que no está en casa (no se pregunta tanto si aprende, sino “¿qué hago con mi hijo si no hay clases?”); en la escuela puede lograr un poquito aprender lo que en casa se le puede negar. Vive en un lugar donde las necesidades son de urgencia, no pueden esperar, y si no se cumplen, no come lo suficiente; en la escuela se le intenta enseñar a esperar cuando tiene dificultades, esperar para lograr los objetivos, aunque no fueren demasiados. … y muchos, pero muchos más ejemplos podrían darse. Pero Fernanda, su maestra, es evaluada, y se le pregunta acerca del Proyecto Educativo Institucional como también acera del tsunami de normativas existentes, y no responde lo que se espera que responda ella y todos los maestros, de la misma manera, como la Coca-Cola es la misma en Tailandia, Grecia, Estados Unidos de América y Argentina, es la misma en Los Altos de San Isidro y en la Villa de las Cavas: entonces, Fernanda, su maestra, es evaluada y aplazada, no sirve. Sin embargo, no se miden los resultados en el deterioro del tejido social como efecto de la hiper especulación financiera durante la última dictadura cívico militar, de la década del noventa y sus incidencias en los primeros años del tercer milenio, tampoco se miden las consecuencias de la especulación financiera que se gesta actualmente, no se miden a los pocos responsables que produjeron tamaño magnicidio, responsables que luego dictaminan desde sus propios intereses cuáles deben ser las políticas públicas. No se miden las implicanciones en el deterioro del tejido social, en la destrucción de las expectativas de las jóvenes generaciones y en el deterioro del universo simbólico cultural siendo que el aula de la escuela pública es caja de resonancia de las mencionadas problemáticas. Pareciera que se “borraron de un plumazo” a los victimarios, y Fernanda es una víctima, pero se la muestra como victimaria. Se borró la historia del conquistador.
Qué dicen los medios de difusión (6) en México, en Argentina es similar
La ONG Mexicanos Primero, quien tuvo la misión de desprestigiar a los docentes mexicanos (7), nos ilustra: “La calidad educativa tiene muchos ángulos, pero el logro de los aprendizajes es imprescindible. Los resultados de evaluaciones nacionales e internacionales arrojan porcentajes de logro por debajo del básico o insuficiente para las mayorías. Sólo 62 de cada 100 alumnos acaban la primaria en los seis años previstos; 3 se pierden en el paso de primaria a secundaria; este nivel es completado en los tres años previstos por sólo 45 de los 100 inscritos; el resultado: menos de la mitad de los mexicanos tienen la esperanza de estar en preparatoria a los 15 años.” (8)
Es el mismo estilo de discurso de las actuales autoridades políticas de nuestro país. “Para saber dónde estamos parados” (9), constante latiguillo enunciativo, se explicita con datos estadísticos, con el lenguaje de los derechos humanos a la educación, así en las publicidades o discursos políticos aparecen los términos: por la justicia, por la igualdad, por los derechos humanos. Empero, esos “datos duros” no serían tan “duros” e inducirían a falsedad, pues la información estadística se comprende a partir de determinados marcos teórico-político-valorativos, y no son “puros” en sí mismos.(10) Cuando desde el Estado, v. gr., se afirma que el 50% de los que reciben título secundario no sabe leer, se lo hace solo para presentar a los egresados como víctimas y a sus docentes como victimarios.
Veamos un pantallazo de la ONG Mexicanos Primero, cuyo perfil es netamente privatista, mercantilista. Claudio X. González Guajardo, co-fundador y primer presidente de Televisa, es el actual presidente de la ONG Mexicanos Primero, sostenida a su vez por Televisa, Bimbo, Kimberly Clark. También colaboran con las mismas ideas el Consejo Coordinador Empresarial, la Confederación Patronal de la República Mexicana, la Cámara Nacional de Comercio, la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles y el Consejo Mexicano de Negocios. Además recibe el apoyo de la Universidad Anáhuac, la Universidad La Salle de Chihuahua, el Colegio Israelita de México, la Universidad Hebraica y la ultraderechista Unión Nacional de Padres de Familia.(11)
En Argentina es la Fundación Cambio Democrático quien se encuentra a cargo del denominado “Compromiso por la Educación” del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.(12) La Fundación Cambio Democrático, forma parte de la Red Argentina para la Cooperación Internacional, RACI. Entre otros apoyan a RACI: Ashoka (13), Avina, Fundación Carolina, National Endowment for Democracy –NED- (Fundación Nacional para la Democracia), United States Agency for International Development –USAID- (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) (14), Banco Mundial, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de la Unión Europea –OCDE-, Embajada de los EE.UU., Universidad de San Andrés, etc. (15) Ashoka, Avina y la Fundación Carolina son también auspiciadas por la USAID. Todo ello signa el perfil netamente privatista, mercantilista de la citada fundación.
Consideremos que en la etapa neoliberal adquieren enorme importancia las denominadas ONGs (16), en general, auspiciadas por el sector privado hegemónico y por Estados con poder hegemónico, ambos asociados, así en última instancia, son esas ONGs, organizaciones no gubernamentales (17), fuertemente marcadas por el neoliberalismo mercantilista, quienes “dictan” a los Estados Nacionales las políticas públicas.
¿Cuál es el sentido último de esta reforma?
Una fuerte definición de Mauricio Macri, actual presidente de Argentina, sobre las políticas públicas (¿públicas? (18), con peso en el sistema educativo, es la siguiente: “Lo central es que una empresa funcione bien, no si es pública o privada.” (19) En el mundo entero los Estados Nacionales, Provinciales y Municipales, en su conjunto, destinan enormes cantidades de dinero para financiar la educación pública. Imaginemos la magnitud de todos los presupuestos económicos estatales de los países del mundo entero bajo este modelo: es un gran negocio para los sectores privados y, en general, para las políticas mercantilistas vigentes.
En este enfoque, uno de los anhelos sería implementar, digamos, “la niña bonita” o “la perla” del neoliberalismo en educación constituida por las “escuelas concesionadas” (20), en lengua inglesa “charters schools” (21). Son escuelas donde el Estado subsidia a la demanda (se entregan bonos o vouchers por alumno y, según la cantidad de ellos, es el dinero que cada docente y escuela recibe), se accede y renuevan los cargos por contrato, sean de directivos o docentes, a partir de proyectos que se monitorean y su incumplimiento puede ser motivo de rescisión contractual, mientras que el pago de los salarios es por productividad, y la responsabilidad gerencial es asumida desde alguna organización de la sociedad civil, padres o docentes concordantes con este perfil. Es el modelo de escuelas preferido en los Estados Unidos de América, que implica una descentralización y privatización total del sistema educativo (22) con los dineros del erario público. Aún, insólita y engañosamente, pueden funcionar bajo el nombre de la pedagogía liberadora de Paulo Freire, por ej., “The Paulo Freire Charter High School” en el Estado de Nueva Jersey de los EE.UU. (23), que se justifica con un modelo pedagógico que incluye la pregunta, la investigación, la reflexión y acción mediante el aprendizaje de una efectiva participación ciudadana a fin del mejoramiento de la comunidad (24), en función de la “justicia social” en educación (25). Discursividad tal en nuestro país tiene sus referentes. Así, v.gr., la vicedirectora del Instituto Nacional de Formación Docente, INFOD, Florencia Mezzadra, quien hace referencia a la “pedagogía dialogante” de Paulo Freire (26), cuestión que raya en el ridículo como si se bautizara al Banco Mundial con el nombre de Carlos Marx o al Fondo Monetario Internacional con el nombre de Che Guevara, exabruptos que tenderían a normalizarse en el tiempo.
Ya no tan lejos se encuentra nuestro país tamaña dislocación con las denominadas “comunidades de aprendizaje. En el decir de la ONG Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, CIPPEC (27), "Las Comunidades de Aprendizaje están basadas en la pedagogía del educador y pedagogo brasileño Paulo Freire, en la interacción y sobre todo en la transformación del contexto. El objetivo es que a partir de la transformación de la escuela se pueda llegar a la transformación de la comunidad" (28), donde se auspician las denominadas “actuaciones de éxito” (29), y que ya se propone a partir del año 2015 como experiencia piloto (30), bajo el apoyo de CIPPEC, la fundación de la empresa Natura y la Universidad de Barcelona, en los establecimientos de nivel primario Nº 77 "Pedro Goyena", Nº 1254 "Tomás Espora”, Nº 1314 "Victoria Olga Cossettini” de Rosario y la escuela Nº 153 "Gral. Las Heras" de Alvear, con una participación de más de 2.000 personas entre alumnos, docentes, directivos, asistentes escolares y familiares (31), donde los padres no pagan ningún arancel, por lo que para ellos la educación es gratuita, aunque bajo la alianza entre el sector privado, una universidad española y el gobierno de la provincia de Santa Fe. También, durante el año 2015, se crean en la capital de la provincia de Salta la escuela primaria de modalidad intercultural bilingüe nº 4100 de la localidad de Yacuy, la escuela primaria nº 4647 Dr. Mariano Boedo y el bachillerato salteño para adultos nº 7169. (32) En este tipo de escuela, por definición de la misma, para supuestamente ayudar con la enseñanza, ingresan al aula escolar familiares, amigos y amigas, vecinos y vecinas del barrio, miembros de asociaciones y organizaciones vecinales y locales, personas voluntarias (33), con lo que se daría el ingreso a las ONGs., así, por ejemplo, los pasantes de la ong “Enseñá por Argentina” (34) en algunas escuelas estatales de la Ciudad de Buenos Aires, a pesar de la crítica del sector gremial Ademys. La idea es que ingresen miembros de la “sociedad civil”, lenta pero firmemente, así también, vale el Proyecto REMA (recuperación de materias) del 2016 en la Ciudad de Buenos Aires, impulsado por la Subsecretaría de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa, que fomenta el ingreso de personas fuera del Estatuto del Docente para “fortalecer” los aprendizajes de los alumnos que lo requieran (35), también criticado por Ademys.
Retomando el significado de las escuelas bajo la modalidad “comunidades de aprendizaje”, dada la falta de información y considerando los documentos oficiales, a veces existen en ellos párrafos que convendría leer “entre líneas”, ¿mera suspicacia? Usualmente, en los textos pedagógicos, cuando se enuncia el sujeto “comunidad” se lo hace en tanto “educativa”. Llama la atención que en un texto normativo de crucial importancia como es el Anexo de la Resolución 285 del Consejo Federal de Educación, del 23 de agosto de 2016 en la Provincia de San Luis, aparezcan en dos oportunidades el término “comunidades de aprendizaje”, a saber: “Impulsar un nuevo compromiso por la educación con el objetivo de generar comunidades de aprendizaje que impacten positivamente en la vida de los/as estudiantes y educadores/as” y “Generación de redes y comunidades de aprendizaje y de trabajo colaborativo entre docentes y entre directores/as de escuela”. (36)
La mercantilización de la educación que denominamos neoliberalismo en educación, sintetizando, pasa po la descentralización o fragmentación del sistema educativo, fragmentación hasta por escuela, cuya fundamentación radica en cada Proyecto Educativo Institucional, el destino de los fondos del erario público a las arcas de los sectores privados,una hiper inflación normativa o tsunami normativo (37) que oculta, en tanto justifica y legitima, el desamparo laboral (38) y la precariedad en los aprendizajes de los alumnos, que incide en la desvaloración social y política de los docentes, la conceptualización de la misma teoría pedagógica (39) con un trasfondo economicista, y aún con rasgos potentes de “falsa conciencia” puesto que mediante discursos sugestivos y provocativos justifica y legitima el desamparo o la orfandad del docente en el aula escolar, culpabilizándolo personalmente a él, y solamente a él más que nada, del fracaso en el aprendizaje de los alumnos, (40) el poner dentro (inclusión (41) de la escuela masivamente alumnos, mientras se los pone fuera (exclusión (42) de una real alfabetización, lo que resulta pretexto para la aplicación de mediciones a partir de estándares de los aprendizajes, a modo de mercancías cuya calidad puede ser medida y comparada con la medida de otras mercancías, dando pie a políticas educativas neoliberales fundadas en la meritocracia.
la creación de tipos de escuelas que favorecen al mercado, concluyendo, por último, en la precarización del rol educador a partir de una reforma laboral mediante la evaluación a los docentes.
Evaluación a los docentes (43)
En mi texto “La evaluación como práctica política opresora y colonizadora” he trabajado la cuestión de la evaluación a los docentes, por lo que en este apartado haré algunas breves consideraciones más.
Al respecto de la evaluación a los docentes, nos dice lúcidamente el especialista mexicano en educación Ángel Díaz-Barriga:
“La intención ha sido siempre evaluar a los maestros para poder correrlos. Aunque formalmente se hable de la calidad de un buen docente, en realidad el tema central es que la evaluación habilita al gobierno para despedir profesores.” “Es muy importante que la evaluación no sea individualizada. Es incorrecto pensar que los maestros mejoran a través de sistemas de evaluación individualizados. Si queremos que la evaluación realmente tenga impacto en la mejora del trabajo educativo, tenemos que tomar a la escuela en su conjunto como unidad de evaluación. De este modo, podremos comparar una escuela con otra que realmente sea comparable. Esto nos permitiría preguntarnos por qué se producen resultados distintos bajo condiciones similares.” (44)
Además, importa señalar en relación a los sistemas de evaluación individualizados, bajo el pretexto de la calidad educativa, que fragmenta a toda la comunidad, se anula todo sentido de comunidad pedagógica y aún se pretende anular la posibilidad de organización sindical en virtud de reducir a los docentes a meros individuos preocupados por su lugar laboral, por su propia subsistencia (45). Y todo ello, a veces se afirma hasta bajo el manto de un pregonado Paulo Freire absolutamente distorsionado, vaciado o “lavado”. Así, aludiendo al pedagogo brasileño, la ultra neoliberal ONG Mexicanos Primero afirma: “Paulo Freire decía que necesitan tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía”.(46)
O bien, “Paulo Freire insistía en que los educadores tenemos la obligación de no perder nunca la esperanza, de ser optimistas para conquistar un futuro mejor. La propuesta pedagógica contiene elementos que alimentan el optimismo, /sin perder/ el ojo crítico.”(47)
En México, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es activamente obsecuente a los dictados de Mexicanos Primero y a la evaluación docente como política de Estado, que en esa nación tiene rango constitucional. Quien se opone, hasta en la calle y con represión, es la otra central, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Veamos la cosa desde Argentina.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218730
El Consejo Federal de Educación (CFE), constituido por los ministros de educación de todas las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires, bajo la presidencia del Ministro de Educación y Deportes de la Nación, reunido en la provincia de San Luis, el 23 de agosto de 2016, aprueba un documento clave en la “gestión” de la vigente política educativa de índole neoliberal: “Argentina Enseña y Aprende. Plan Estratégico Nacional 2016-2021.”(1) En cinco oportunidades señala explícitamente que sus considerandos se fundamentan en la Ley Nacional de Educación nº 26.206/2006, sancionada bajo un gobierno progresista. El apartado 2, ítem 2.2.4 afirma: /el/ “desarrollo de una política de evaluación docente de manera gradual y consensuada”. (2) Independientemente de la cuestión que nos atañe, la evaluación docente, la presente “gestión” de gobierno no se caracteriza por el consenso, más allá de la enunciación en múltiples oportunidades del término “diálogo”, tampoco hubo consenso con el “Operativo Aprender 2016”, puesto que se “aplicó” una evaluación a los alumnos, la evaluación fue sobre-otros y no con-otros, en la acepción freireana. Lo que sí entrevemos es que existe una gradualidad forzada (3) en la concreción de las políticas neoliberales en educación, con drástica ausencia de información significativa del real sentido global de la reforma educativa que se intenta implementar.
Qué nos dice uno de los fundadores del neoliberalismo
Los fundadores (fundamentalistas) de la economía de mercado o neoliberalismo son prístinos en su lenguaje, no ocultan, ilustran con claridad. Así, aparece el sentido de la privatización de la educación en Milton y Rose Friedman, quienes sostienen: “Es bastante deseable que todos los jóvenes, independientemente de la riqueza, de la religión o del color, o, también, del nivel social de sus propias familias, tengan la oportunidad de recibir tanta instrucción cuanto puedan asimilar, siempre que estén dispuestos a pagar por ella, sea en el presente, sea a costa de rendimientos superiores que percibirán en el futuro, gracias a la instrucción recibida.” (4) Si bien este párrafo se especifica para el nivel superior de educación, establece un marco de referencia para todo el sistema educativo. En la actualidad, teniendo en cuenta las condiciones de pobreza de la mayor parte de la población mundial, la noción privatizadora se verbaliza o expone de otro modo, los discursos son diferentes, las maneras son diferentes, pero el trasfondo mercantilista es el mismo.
El caso que nos atañe, en este texto, es el de la evaluación docente, no como fin en sí misma, sino como herramienta funcional para la mercantilización de la educación. Extrapolando una categoría de Carlos Marx, hasta puede encuadrarse en lo que él denomina “fetichización de la mercancía”.
Dentro de esta problemática ubicamos a maestros y maestras que aún precarizados en sus condiciones laborales de existencia intentan enseñar, bien o mal, mientras tanto se los pretende evaluar desde estándares parametrizados, relacionando los resultados al ingreso y permanencia en sus cargos, relacionando los resultados al salario.(5)
Al respecto, ilustrativamente, veamos el caso de Fernanda, maestra de Juancito.
Juancito vive en un hábitat sucio, hacinado; la escuela le ofrece un mínimo espacio limpio donde cada uno ocupa un espacio propio. Vive dentro de relaciones donde papá y mamá pueden ser ni papá ni mamá, familia desquiciada; la escuela le ofrece un maestro, un maestro, que puede tener conflictos, pero es maestro y con otros maestros que son maestros. Vive en un lugar donde la estética es la falta de estética; la escuela le ofrece la posibilidad de dibujar, de colorear. Vive en un lugar sin sorpresa, pues la pobreza y miseria no le da otra posibilidad; la escuela le ofrece la posibilidad de decir, hablar, hacer cosas muy buenas y que no han sido previstas, que excede a las normas y estándares, pues algo de creatividad siempre es posible. Vive en un lugar donde papá, o quien hace de él, lo maneja y descarga en él sus frustraciones; la escuela le ofrece alguien que, bien o mal, se preocupa de él. Vive con un papá al que solamente le importa su hijo en la medida en que no está en casa (no se pregunta tanto si aprende, sino “¿qué hago con mi hijo si no hay clases?”); en la escuela puede lograr un poquito aprender lo que en casa se le puede negar. Vive en un lugar donde las necesidades son de urgencia, no pueden esperar, y si no se cumplen, no come lo suficiente; en la escuela se le intenta enseñar a esperar cuando tiene dificultades, esperar para lograr los objetivos, aunque no fueren demasiados. … y muchos, pero muchos más ejemplos podrían darse. Pero Fernanda, su maestra, es evaluada, y se le pregunta acerca del Proyecto Educativo Institucional como también acera del tsunami de normativas existentes, y no responde lo que se espera que responda ella y todos los maestros, de la misma manera, como la Coca-Cola es la misma en Tailandia, Grecia, Estados Unidos de América y Argentina, es la misma en Los Altos de San Isidro y en la Villa de las Cavas: entonces, Fernanda, su maestra, es evaluada y aplazada, no sirve. Sin embargo, no se miden los resultados en el deterioro del tejido social como efecto de la hiper especulación financiera durante la última dictadura cívico militar, de la década del noventa y sus incidencias en los primeros años del tercer milenio, tampoco se miden las consecuencias de la especulación financiera que se gesta actualmente, no se miden a los pocos responsables que produjeron tamaño magnicidio, responsables que luego dictaminan desde sus propios intereses cuáles deben ser las políticas públicas. No se miden las implicanciones en el deterioro del tejido social, en la destrucción de las expectativas de las jóvenes generaciones y en el deterioro del universo simbólico cultural siendo que el aula de la escuela pública es caja de resonancia de las mencionadas problemáticas. Pareciera que se “borraron de un plumazo” a los victimarios, y Fernanda es una víctima, pero se la muestra como victimaria. Se borró la historia del conquistador.
Qué dicen los medios de difusión (6) en México, en Argentina es similar
La ONG Mexicanos Primero, quien tuvo la misión de desprestigiar a los docentes mexicanos (7), nos ilustra: “La calidad educativa tiene muchos ángulos, pero el logro de los aprendizajes es imprescindible. Los resultados de evaluaciones nacionales e internacionales arrojan porcentajes de logro por debajo del básico o insuficiente para las mayorías. Sólo 62 de cada 100 alumnos acaban la primaria en los seis años previstos; 3 se pierden en el paso de primaria a secundaria; este nivel es completado en los tres años previstos por sólo 45 de los 100 inscritos; el resultado: menos de la mitad de los mexicanos tienen la esperanza de estar en preparatoria a los 15 años.” (8)
Es el mismo estilo de discurso de las actuales autoridades políticas de nuestro país. “Para saber dónde estamos parados” (9), constante latiguillo enunciativo, se explicita con datos estadísticos, con el lenguaje de los derechos humanos a la educación, así en las publicidades o discursos políticos aparecen los términos: por la justicia, por la igualdad, por los derechos humanos. Empero, esos “datos duros” no serían tan “duros” e inducirían a falsedad, pues la información estadística se comprende a partir de determinados marcos teórico-político-valorativos, y no son “puros” en sí mismos.(10) Cuando desde el Estado, v. gr., se afirma que el 50% de los que reciben título secundario no sabe leer, se lo hace solo para presentar a los egresados como víctimas y a sus docentes como victimarios.
Veamos un pantallazo de la ONG Mexicanos Primero, cuyo perfil es netamente privatista, mercantilista. Claudio X. González Guajardo, co-fundador y primer presidente de Televisa, es el actual presidente de la ONG Mexicanos Primero, sostenida a su vez por Televisa, Bimbo, Kimberly Clark. También colaboran con las mismas ideas el Consejo Coordinador Empresarial, la Confederación Patronal de la República Mexicana, la Cámara Nacional de Comercio, la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles y el Consejo Mexicano de Negocios. Además recibe el apoyo de la Universidad Anáhuac, la Universidad La Salle de Chihuahua, el Colegio Israelita de México, la Universidad Hebraica y la ultraderechista Unión Nacional de Padres de Familia.(11)
En Argentina es la Fundación Cambio Democrático quien se encuentra a cargo del denominado “Compromiso por la Educación” del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.(12) La Fundación Cambio Democrático, forma parte de la Red Argentina para la Cooperación Internacional, RACI. Entre otros apoyan a RACI: Ashoka (13), Avina, Fundación Carolina, National Endowment for Democracy –NED- (Fundación Nacional para la Democracia), United States Agency for International Development –USAID- (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) (14), Banco Mundial, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de la Unión Europea –OCDE-, Embajada de los EE.UU., Universidad de San Andrés, etc. (15) Ashoka, Avina y la Fundación Carolina son también auspiciadas por la USAID. Todo ello signa el perfil netamente privatista, mercantilista de la citada fundación.
Consideremos que en la etapa neoliberal adquieren enorme importancia las denominadas ONGs (16), en general, auspiciadas por el sector privado hegemónico y por Estados con poder hegemónico, ambos asociados, así en última instancia, son esas ONGs, organizaciones no gubernamentales (17), fuertemente marcadas por el neoliberalismo mercantilista, quienes “dictan” a los Estados Nacionales las políticas públicas.
¿Cuál es el sentido último de esta reforma?
Una fuerte definición de Mauricio Macri, actual presidente de Argentina, sobre las políticas públicas (¿públicas? (18), con peso en el sistema educativo, es la siguiente: “Lo central es que una empresa funcione bien, no si es pública o privada.” (19) En el mundo entero los Estados Nacionales, Provinciales y Municipales, en su conjunto, destinan enormes cantidades de dinero para financiar la educación pública. Imaginemos la magnitud de todos los presupuestos económicos estatales de los países del mundo entero bajo este modelo: es un gran negocio para los sectores privados y, en general, para las políticas mercantilistas vigentes.
En este enfoque, uno de los anhelos sería implementar, digamos, “la niña bonita” o “la perla” del neoliberalismo en educación constituida por las “escuelas concesionadas” (20), en lengua inglesa “charters schools” (21). Son escuelas donde el Estado subsidia a la demanda (se entregan bonos o vouchers por alumno y, según la cantidad de ellos, es el dinero que cada docente y escuela recibe), se accede y renuevan los cargos por contrato, sean de directivos o docentes, a partir de proyectos que se monitorean y su incumplimiento puede ser motivo de rescisión contractual, mientras que el pago de los salarios es por productividad, y la responsabilidad gerencial es asumida desde alguna organización de la sociedad civil, padres o docentes concordantes con este perfil. Es el modelo de escuelas preferido en los Estados Unidos de América, que implica una descentralización y privatización total del sistema educativo (22) con los dineros del erario público. Aún, insólita y engañosamente, pueden funcionar bajo el nombre de la pedagogía liberadora de Paulo Freire, por ej., “The Paulo Freire Charter High School” en el Estado de Nueva Jersey de los EE.UU. (23), que se justifica con un modelo pedagógico que incluye la pregunta, la investigación, la reflexión y acción mediante el aprendizaje de una efectiva participación ciudadana a fin del mejoramiento de la comunidad (24), en función de la “justicia social” en educación (25). Discursividad tal en nuestro país tiene sus referentes. Así, v.gr., la vicedirectora del Instituto Nacional de Formación Docente, INFOD, Florencia Mezzadra, quien hace referencia a la “pedagogía dialogante” de Paulo Freire (26), cuestión que raya en el ridículo como si se bautizara al Banco Mundial con el nombre de Carlos Marx o al Fondo Monetario Internacional con el nombre de Che Guevara, exabruptos que tenderían a normalizarse en el tiempo.
Ya no tan lejos se encuentra nuestro país tamaña dislocación con las denominadas “comunidades de aprendizaje. En el decir de la ONG Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, CIPPEC (27), "Las Comunidades de Aprendizaje están basadas en la pedagogía del educador y pedagogo brasileño Paulo Freire, en la interacción y sobre todo en la transformación del contexto. El objetivo es que a partir de la transformación de la escuela se pueda llegar a la transformación de la comunidad" (28), donde se auspician las denominadas “actuaciones de éxito” (29), y que ya se propone a partir del año 2015 como experiencia piloto (30), bajo el apoyo de CIPPEC, la fundación de la empresa Natura y la Universidad de Barcelona, en los establecimientos de nivel primario Nº 77 "Pedro Goyena", Nº 1254 "Tomás Espora”, Nº 1314 "Victoria Olga Cossettini” de Rosario y la escuela Nº 153 "Gral. Las Heras" de Alvear, con una participación de más de 2.000 personas entre alumnos, docentes, directivos, asistentes escolares y familiares (31), donde los padres no pagan ningún arancel, por lo que para ellos la educación es gratuita, aunque bajo la alianza entre el sector privado, una universidad española y el gobierno de la provincia de Santa Fe. También, durante el año 2015, se crean en la capital de la provincia de Salta la escuela primaria de modalidad intercultural bilingüe nº 4100 de la localidad de Yacuy, la escuela primaria nº 4647 Dr. Mariano Boedo y el bachillerato salteño para adultos nº 7169. (32) En este tipo de escuela, por definición de la misma, para supuestamente ayudar con la enseñanza, ingresan al aula escolar familiares, amigos y amigas, vecinos y vecinas del barrio, miembros de asociaciones y organizaciones vecinales y locales, personas voluntarias (33), con lo que se daría el ingreso a las ONGs., así, por ejemplo, los pasantes de la ong “Enseñá por Argentina” (34) en algunas escuelas estatales de la Ciudad de Buenos Aires, a pesar de la crítica del sector gremial Ademys. La idea es que ingresen miembros de la “sociedad civil”, lenta pero firmemente, así también, vale el Proyecto REMA (recuperación de materias) del 2016 en la Ciudad de Buenos Aires, impulsado por la Subsecretaría de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa, que fomenta el ingreso de personas fuera del Estatuto del Docente para “fortalecer” los aprendizajes de los alumnos que lo requieran (35), también criticado por Ademys.
Retomando el significado de las escuelas bajo la modalidad “comunidades de aprendizaje”, dada la falta de información y considerando los documentos oficiales, a veces existen en ellos párrafos que convendría leer “entre líneas”, ¿mera suspicacia? Usualmente, en los textos pedagógicos, cuando se enuncia el sujeto “comunidad” se lo hace en tanto “educativa”. Llama la atención que en un texto normativo de crucial importancia como es el Anexo de la Resolución 285 del Consejo Federal de Educación, del 23 de agosto de 2016 en la Provincia de San Luis, aparezcan en dos oportunidades el término “comunidades de aprendizaje”, a saber: “Impulsar un nuevo compromiso por la educación con el objetivo de generar comunidades de aprendizaje que impacten positivamente en la vida de los/as estudiantes y educadores/as” y “Generación de redes y comunidades de aprendizaje y de trabajo colaborativo entre docentes y entre directores/as de escuela”. (36)
La mercantilización de la educación que denominamos neoliberalismo en educación, sintetizando, pasa po la descentralización o fragmentación del sistema educativo, fragmentación hasta por escuela, cuya fundamentación radica en cada Proyecto Educativo Institucional, el destino de los fondos del erario público a las arcas de los sectores privados,una hiper inflación normativa o tsunami normativo (37) que oculta, en tanto justifica y legitima, el desamparo laboral (38) y la precariedad en los aprendizajes de los alumnos, que incide en la desvaloración social y política de los docentes, la conceptualización de la misma teoría pedagógica (39) con un trasfondo economicista, y aún con rasgos potentes de “falsa conciencia” puesto que mediante discursos sugestivos y provocativos justifica y legitima el desamparo o la orfandad del docente en el aula escolar, culpabilizándolo personalmente a él, y solamente a él más que nada, del fracaso en el aprendizaje de los alumnos, (40) el poner dentro (inclusión (41) de la escuela masivamente alumnos, mientras se los pone fuera (exclusión (42) de una real alfabetización, lo que resulta pretexto para la aplicación de mediciones a partir de estándares de los aprendizajes, a modo de mercancías cuya calidad puede ser medida y comparada con la medida de otras mercancías, dando pie a políticas educativas neoliberales fundadas en la meritocracia.
la creación de tipos de escuelas que favorecen al mercado, concluyendo, por último, en la precarización del rol educador a partir de una reforma laboral mediante la evaluación a los docentes.
Evaluación a los docentes (43)
En mi texto “La evaluación como práctica política opresora y colonizadora” he trabajado la cuestión de la evaluación a los docentes, por lo que en este apartado haré algunas breves consideraciones más.
Al respecto de la evaluación a los docentes, nos dice lúcidamente el especialista mexicano en educación Ángel Díaz-Barriga:
“La intención ha sido siempre evaluar a los maestros para poder correrlos. Aunque formalmente se hable de la calidad de un buen docente, en realidad el tema central es que la evaluación habilita al gobierno para despedir profesores.” “Es muy importante que la evaluación no sea individualizada. Es incorrecto pensar que los maestros mejoran a través de sistemas de evaluación individualizados. Si queremos que la evaluación realmente tenga impacto en la mejora del trabajo educativo, tenemos que tomar a la escuela en su conjunto como unidad de evaluación. De este modo, podremos comparar una escuela con otra que realmente sea comparable. Esto nos permitiría preguntarnos por qué se producen resultados distintos bajo condiciones similares.” (44)
Además, importa señalar en relación a los sistemas de evaluación individualizados, bajo el pretexto de la calidad educativa, que fragmenta a toda la comunidad, se anula todo sentido de comunidad pedagógica y aún se pretende anular la posibilidad de organización sindical en virtud de reducir a los docentes a meros individuos preocupados por su lugar laboral, por su propia subsistencia (45). Y todo ello, a veces se afirma hasta bajo el manto de un pregonado Paulo Freire absolutamente distorsionado, vaciado o “lavado”. Así, aludiendo al pedagogo brasileño, la ultra neoliberal ONG Mexicanos Primero afirma: “Paulo Freire decía que necesitan tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía”.(46)
O bien, “Paulo Freire insistía en que los educadores tenemos la obligación de no perder nunca la esperanza, de ser optimistas para conquistar un futuro mejor. La propuesta pedagógica contiene elementos que alimentan el optimismo, /sin perder/ el ojo crítico.”(47)
En México, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es activamente obsecuente a los dictados de Mexicanos Primero y a la evaluación docente como política de Estado, que en esa nación tiene rango constitucional. Quien se opone, hasta en la calle y con represión, es la otra central, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Veamos la cosa desde Argentina.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218730
No confundamos nuestra verdad. Luis García Montero.
Debemos aprender a escribir la verdad con letras minúsculas. La verdad escrita con mayúsculas, conviene repetirlo una vez más, está siempre humillada a la mentira de los dogmas y los mandatos esenciales. La verdad como opinión propia, como perspectiva de la conciencia personal, aspira sólo a relacionarnos con el mundo de forma honesta, amparados en la voluntad de no mentir más que en la posesión de la certeza.
La actualidad está dominada hoy por unas cuantas mentiras. A la hora de opinar se puede mentir no sólo sobre el cadáver de la verdad, sino sobre el paisaje y el vértigo de las mentiras cotidianas. Mentir sobre las mentiras es una consecuencia lógica del torbellino, las prisas, las discusiones, las estrategias de defensa más superficiales, la tensión en el escenario político. Ese tipo de mentiras son muy peligrosas porque acaban manchando la verdad y desgastando sus argumentos. Del mismo modo que los dictadores y los criminales banalizan el mal, como denunció Hannah Arendt, nuestras discusiones pueden banalizar la verdad, convertirla en un latiguillo sin eficacia.
Esa es la sensación que he tenido en los últimos días con las declaraciones de Pablo Iglesias y Ramón Espinar sobre el poder manipulador de los medios de comunicación. Tengamos cuidado. No confundamos nuestra verdad.
Está claro que la falta de independencia de los grandes medios de comunicación es uno de los problemas más serios de la democracia. No se trata sólo de que el poder de la publicidad marque las informaciones sobre Coca-Cola, Repsol o El Corte Inglés. Lo más grave es que las élites económicas se han hecho con la propiedad y las líneas editoriales de los medios, humillando al periodismo en las redacciones y convirtiendo a los editorialistas en pistoleros de la tinta, dispuestos a desenfundar en cuanto reciben una orden. Algunos programas de televisión crean una realidad virtual capaz de sustituir hasta el aire que respiramos.
La semana pasada daba pena mirar el cielo de Madrid. Uno se acercaba a la ciudad y veía una mancha espesa de contaminación sobre los edificios y las personas. El ayuntamiento tuvo que reaccionar ante unos índices de veneno peligrosos para la salud. Entonces la noticia del gallinero mediático no fue que los madrileños estaban respirando basura, sino que una alcaldesa podemita quería atentar contra la libre circulación de los coches.
La manipulación es tan grave que no podemos permitirnos el lujo de banalizarla y convertir la protesta en un latiguillo desacreditado. Creo que eso es lo que sucede con reacciones como las provocadas por el asunto del piso de protección oficial vendido por Ramón Espinar. Un político no tiene por qué ser un santo, con un pasado sin tacha, virgen hasta su noche de bodas con el bien común. Basta con que defienda un programa honesto y hable sin voluntad de mentir.
Según las informaciones que tenemos, parece ser que Ramón Espinar creció en un ambiente cercano a los hábitos de la especulación propios de la España del pelotazo. Sin violar la ley, se podía sacar un dinero poco digno en la compra y venta inmobiliaria. Es fácil dejarse arrastrar por esa inercia cuando se es poco más que un adolescente. Ahora, cuando ya no se es –o no se puede ser– un adolescente, resulta necesario hablar con honestidad, asumir que fue un error propio de la época, que sus ideas han cambiado con la madurez y que por eso defiende un modo de vida distinto. No hace falta siquiera que un hijo eche la culpa a un padre. Esos silencios se entienden.
A ver si nos entendemos: mis ideas políticas sobre la vivienda y el mal de la especulación tienen mucho más que ver con las ideas de Ramón Espinar, aunque se especulara con su firma cuando tenía 20 años, que con las ideas de muchos militantes del PP hoy en el Gobierno, aunque no hayan especulado nunca. Y de lo que se trata no es de contar vidas de santos o de alabar a gente que siempre estuvo en posesión de la verdad, sino de construir una alternativa política seria, capaz de derrotar a los especuladores.
En ese proyecto es importante tener las ideas claras contra la especulación. Creo que Ramón Espinar hoy las tiene. También es importante denunciar la manipulación mediática que sufre la sociedad. Por eso no podemos permitirnos el lujo de banalizar esta manipulación. No podemos escudarnos en ella cuando se hace público un error propio. Decir la verdad y explicar las cosas de forma honesta es más útil que echarle la culpa al Grupo Prisa de todo lo que nos pase.
Y lo que vale para los políticos debe valer para todos los demás, por ejemplo, para los colaboradores, lectores y comentaristas de infoLibre. Me gusta leer los comentarios de los artículos publicados porque aprendo, conozco una realidad más amplia y abro las perspectivas de mi mirada. Me entristece que en ocasiones se generen banderías, leyes del embudo y ruedas de molino. Un periódico no es independiente sólo por criticar al PP y al PSOE y no está vendido al sistema por definición cuando critica algo que afecta a Podemos. Se trata de no cerrar los ojos, de procurar no mentir, aunque a veces eso obligue a pedir perdón con honestidad sin entrar en el juego peligroso de mentir con verdades o con medias mentiras.
http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/11/06/no_confundamos_nuestra_verdad_57244_1023.html
La actualidad está dominada hoy por unas cuantas mentiras. A la hora de opinar se puede mentir no sólo sobre el cadáver de la verdad, sino sobre el paisaje y el vértigo de las mentiras cotidianas. Mentir sobre las mentiras es una consecuencia lógica del torbellino, las prisas, las discusiones, las estrategias de defensa más superficiales, la tensión en el escenario político. Ese tipo de mentiras son muy peligrosas porque acaban manchando la verdad y desgastando sus argumentos. Del mismo modo que los dictadores y los criminales banalizan el mal, como denunció Hannah Arendt, nuestras discusiones pueden banalizar la verdad, convertirla en un latiguillo sin eficacia.
Esa es la sensación que he tenido en los últimos días con las declaraciones de Pablo Iglesias y Ramón Espinar sobre el poder manipulador de los medios de comunicación. Tengamos cuidado. No confundamos nuestra verdad.
Está claro que la falta de independencia de los grandes medios de comunicación es uno de los problemas más serios de la democracia. No se trata sólo de que el poder de la publicidad marque las informaciones sobre Coca-Cola, Repsol o El Corte Inglés. Lo más grave es que las élites económicas se han hecho con la propiedad y las líneas editoriales de los medios, humillando al periodismo en las redacciones y convirtiendo a los editorialistas en pistoleros de la tinta, dispuestos a desenfundar en cuanto reciben una orden. Algunos programas de televisión crean una realidad virtual capaz de sustituir hasta el aire que respiramos.
La semana pasada daba pena mirar el cielo de Madrid. Uno se acercaba a la ciudad y veía una mancha espesa de contaminación sobre los edificios y las personas. El ayuntamiento tuvo que reaccionar ante unos índices de veneno peligrosos para la salud. Entonces la noticia del gallinero mediático no fue que los madrileños estaban respirando basura, sino que una alcaldesa podemita quería atentar contra la libre circulación de los coches.
La manipulación es tan grave que no podemos permitirnos el lujo de banalizarla y convertir la protesta en un latiguillo desacreditado. Creo que eso es lo que sucede con reacciones como las provocadas por el asunto del piso de protección oficial vendido por Ramón Espinar. Un político no tiene por qué ser un santo, con un pasado sin tacha, virgen hasta su noche de bodas con el bien común. Basta con que defienda un programa honesto y hable sin voluntad de mentir.
Según las informaciones que tenemos, parece ser que Ramón Espinar creció en un ambiente cercano a los hábitos de la especulación propios de la España del pelotazo. Sin violar la ley, se podía sacar un dinero poco digno en la compra y venta inmobiliaria. Es fácil dejarse arrastrar por esa inercia cuando se es poco más que un adolescente. Ahora, cuando ya no se es –o no se puede ser– un adolescente, resulta necesario hablar con honestidad, asumir que fue un error propio de la época, que sus ideas han cambiado con la madurez y que por eso defiende un modo de vida distinto. No hace falta siquiera que un hijo eche la culpa a un padre. Esos silencios se entienden.
A ver si nos entendemos: mis ideas políticas sobre la vivienda y el mal de la especulación tienen mucho más que ver con las ideas de Ramón Espinar, aunque se especulara con su firma cuando tenía 20 años, que con las ideas de muchos militantes del PP hoy en el Gobierno, aunque no hayan especulado nunca. Y de lo que se trata no es de contar vidas de santos o de alabar a gente que siempre estuvo en posesión de la verdad, sino de construir una alternativa política seria, capaz de derrotar a los especuladores.
En ese proyecto es importante tener las ideas claras contra la especulación. Creo que Ramón Espinar hoy las tiene. También es importante denunciar la manipulación mediática que sufre la sociedad. Por eso no podemos permitirnos el lujo de banalizar esta manipulación. No podemos escudarnos en ella cuando se hace público un error propio. Decir la verdad y explicar las cosas de forma honesta es más útil que echarle la culpa al Grupo Prisa de todo lo que nos pase.
Y lo que vale para los políticos debe valer para todos los demás, por ejemplo, para los colaboradores, lectores y comentaristas de infoLibre. Me gusta leer los comentarios de los artículos publicados porque aprendo, conozco una realidad más amplia y abro las perspectivas de mi mirada. Me entristece que en ocasiones se generen banderías, leyes del embudo y ruedas de molino. Un periódico no es independiente sólo por criticar al PP y al PSOE y no está vendido al sistema por definición cuando critica algo que afecta a Podemos. Se trata de no cerrar los ojos, de procurar no mentir, aunque a veces eso obligue a pedir perdón con honestidad sin entrar en el juego peligroso de mentir con verdades o con medias mentiras.
http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/11/06/no_confundamos_nuestra_verdad_57244_1023.html
martes, 8 de noviembre de 2016
El autoritarismo de Hungría podría augurar el futuro de Europa.
eldiario.es
Públicamente se ha presentado como una decisión comercial: en la cada vez más represiva sociedad húngara, existe un cinismo generalizado sobre tal argumento. Era un periódico que osó desafiar al gobierno, ya fuese en cuestiones políticas, de corrupción o por sus ataques contra la democracia.
El autoritarismo populista de derechas está barriendo el mundo occidental: Hungría es un ejemplo destacado. Todos sabemos que la historia ha dado un giro después de la crisis financiera de 2008: estamos empezando a ver lo afilado de ese giro. Desde el movimiento independentista escocés a Podemos en España, de Donald Trump al Frente Nacional de Francia y la extrema derecha de Hungría, del ascenso de Bernie Sanders y Jeremy Corbyn a Syriza en Grecia: acaba de empezar una lucha dolorosa por el futuro de Occidente.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán —cuyo partido derechista alcanzó el poder en 2010— lo reconoce. Su principal lección de 2008 es que “los Estados democráticos liberales no pueden seguir siendo globalmente competitivos”. Orbán ha comprometido su gobierno a la construcción de una “democracia no liberal”, y está cumpliendo su palabra.
Otros tienen descripciones más duras. El disidente húngaro Gáspar Miklós Tamás acusa al gobierno de “mearse en el status quo liberal” en favor del “posfascismo”.
El poeta húngaro-británico George Szirtes lo sabe todo sobre represión. Su madre era fotógrafa, su padre, un alto funcionario ministerial y ambos huyeron después de que la Unión Soviética machacase la revolución húngara en 1956. “La democracia húngara está en peligro”, me contó. “Nos dirigimos hacia una situación putiniana”. Como indica Lydia Gall, de Human Rights Watch: “Lo que hemos visto en los últimos seis años es, básicamente, un deterioro continuado del Estado de derecho y de la protección de derechos humanos”.
En 2010 y 2011, Hungría aprobó una serie de leyes que fueron condenadas por Amnistía Internacional como “amenaza al derecho a la libertad de expresión”. Los medios de comunicación húngaros debían registrarse ante una autoridad nacional. La emisora Klubrádió —crítica con el gobierno— se convirtió en una de sus víctimas. A finales de 2011, las autoridades decidieron no conceder la licencia de emisión a Klubrádió, forzándola a una larga batalla, aunque finalmente ganó la emisora.
Este gobierno autoritario ha modificado la Constitución en varias ocasiones: un cambio estableció discriminación contra la comunidad LGTB definiendo la familia como una unidad “basada en el matrimonio de un hombre y una mujer, o una relación por línea de sangre o tutela”. De hecho, a principios de este año, Hungría bloqueó un acuerdo europeo para prevenir la discriminación contra la comunidad LGTB.
Otros cambios han atacado la independencia judicial y las libertades religiosas. Instituciones públicas clave, tales como la oficina del fiscal general y el tribunal constitucional, se han quedado de facto a cargo del partido en el gobierno. “Estas son instituciones que deberían ejercer de vigilantes sobre el gobierno”, señala Gall. Existe una creciente atmósfera de intolerancia en este país, acusando a aquellos que disienten de traidores y cómplices del terrorismo. Peor todavía, uno de los principales partidos de la oposición es Jobbik, un partido antisemita y neofascista con una rama paramilitar.
El papel de Hungría en la crisis de refugiados europea ha sido espantoso, provocando al ministro de Exteriores de Luxemburgo proponer su expulsión de la UE por tratar a los refugiados “peor que los animales”. El año pasado, el país declaró el estado de crisis y construyó una valla con la intención de contener a los refugiados en Serbia. Las gente que ya ha huido de la violencia está siendo supuestamente perseguida por perros y golpeada.
¿Y qué ha hecho la Unión Europea? Hungría es, después de todo, dependiente de la asistencia económica de la Unión. El Artículo 7 del Tratado de la Unión Europea existe para sancionar a los Estados miembros que violen sus normas e incluye la suspensión de sus derechos de voto. La Comisión Europea ha hecho cada vez más difícil reclamarlo y el año pasado el Parlamento Europeo desechó una propuesta para invocar el Artículo 7, o al menos para activar un mecanismo de advertencia.
Cuando el gobierno de Hungría impuso la prejubilación masiva de jueces veteranos en favor de reemplazos más maleables, la Unión Europea tomó medidas —pero solo basándose en la discriminación por edad. Hungría fue multada y forzada a pagar una compensación económica a aquellos afectados— pero aun así logró su objetivo. Un reciente referéndum propuesto por el gobierno para oponerse a los planes de la UE sobre el asentamiento de refugiados fracasó por la insuficiente participación pero desató una retórica inflamable, racista y xenófoba.
La situación de Hungría tiene ecos alarmantes en la historia de Europa: pero, horriblemente, podría augurar también nuestro futuro. En lugar de sentirse repelidos, una nueva generación —incluidos graduados universitarios— se sienten cada vez más atraídos por la extrema derecha. Polonia también está en manos de una derecha autoritaria que socava la democracia difícilmente ganada en el país. Sin consecuencias significativas, estos gobiernos se sienten cada vez más animados. En Austria, la extrema derecha se acerca al poder; en Francia, se fortalece; en Suecia y otros países, también.
La cura para tales movimientos es una izquierda que ofrezca una alternativa inspiradora y pertinente para las inseguridades y ambiciones del mundo poscrisis. No tenemos eso todavía, pero no es excusa para la apatía. Y nosotros en Gran Bretaña no podemos, engreídos, condenar a Hungría, por supuesto: desde la votación del Brexit, el nacionalismo xenófobo ha desfilado desafiante. Nuestra primera ministra condena a sus rivales políticos por mostrar desprecio al patriotismo; esta semana, tanto el periódico Daily Mail como el Daily Express imprimieron portadas espeluznantes pidiendo condenar a los “Brellorones [llorones del Brexit] antipatriotas” por “conspirar para subvertir la voluntad del pueblo británico” y pidiendo silenciar a “los quejicas de la salida de la Unión Europea”.
Cada vez es más común en la Europa moderna que los oponentes políticos sean retratados como antipatriotas de la quinta columna. La historia de nuestro continente nos cuenta donde puede ir esto a parar. Hungría es quizá el caso más extremo, un concentrado de en lo que se está convirtiendo Europa. Es una advertencia a la que deberíamos atender.
[Fuente: eldiario.es. Traducido por Javier Biosca Azcoiti]
lunes, 7 de noviembre de 2016
Xenofobia y Europa. Entrevista a Montserrat Galcerán, filósofa, catedrática y concejal en el Ayuntamiento de Madrid "Parece que desde Europa sólo viéramos una parte de la historia".
La tradición cultural xenófoba del continente europeo
Filósofa y catedrática de la Complutense, en la actualidad concejal del Ayuntamiento de Madrid, Montserrat Galcerán (Barcelona 1964) ha publicado recientemente La bárbara Europa, un libro que ayuda a pensar desde el sur –a través de las teorías postcoloniales y descoloniales– en el papel del continente europeo en la explotación y la violencia ejercida sobre las antiguas colonias.
¿Cómo conectas episodios como lo que ha ocurrido en torno al CIE a tu investigación?
Si no conoces esa historia, te puedes creer el discurso habitual eurocéntrico de Europa como país de los derechos humanos, país de la paz, que ha llevado su civilización al resto del mundo y ha protegido a la gente y les ha ayudado a desarrollarse. Pero claro, cuando empiezas a estudiar estas cuestiones, te das cuenta de que hay detrás una concepción no solamente eurocéntrica, sino despreciativa del otro. Porque el otro, en ese caso los migrantes o las personas que están ahí detenidas, no es tratado como un ser humano a tu mismo nivel y, por tanto, con los mismos derechos y dignidad que te corresponden a ti, sino como personas, muchas veces entre comillas, casi entre el salvajismo y la humanidad, que no se merecen un trato igualitario y con todos los derechos porque no saben responder a las normas de civilización, porque no tienen una historia tan ilustre, porque no sé qué. Entonces ya no solamente los poderes públicos sino una parte de la población se permite esos juicios xenófobos sin ninguna mala conciencia, porque forma parte del discurso tradicional sobre Europa: que Europa tiene una historia mucho mejor, que la civilización nació en Grecia y que, por tanto tiene, todo el derecho a extenderse por el mundo como si el mundo estuviera deshabitado.
Me llamó la atención en el texto de Hobsbawm sobre el imperialismo un momento en el que cita que los ingleses consideran –incluso parte de la Segunda Internacional– el derecho de los europeos a emigrar hacia otras tierras como si estuvieran deshabitadas, como si nadie viviera allí. Todas estas tierras son habitadas por personas, por culturas, por civilizaciones que tienen su propia historia y que nosotros desconocemos en su mayoría. Hay un desprecio hacia el otro, una ignorancia culta. No tenemos por qué saber nada de estas personas. Nos da igual. Es como si no fueran seres humanos con toda su dignidad, derechos y exigencias. Como si no sintieran, como si no sufrieran, como si no tuvieran una experiencia detrás. Muchas de estas personas, por el contrario, tienen una experiencia de vida mucho más rica que las nuestras. Tienen estudios, tienen títulos que, por supuesto, no se les reconoce, que no se les deja ejercer.
¿Se han cambiado los métodos de control que se ejercían antes, son formas más asépticas que funcionan en la misma línea ideológica de cómo funcionaban anteriormente?
No creo que sea más suave. Si comparamos un CIE con Soto del Real –prisión en esta localidad madrileña–, estoy segura que en Soto del Real las condiciones de los presos son mucho mejores que las condiciones de los retenidos en el CIE.
El otro día una persona comentó, a raíz de la protesta de Aluche, que como concepto el CIE se parece más a un campo de concentración que a una cárcel.
Claro. Estoy segura de que los derechos que pueden tener presos económicos como Francisco Correa o como Bárcenas son mejores que los de las personas que están en el CIE. A nivel de trato, los propios guardias dudo que puedan tener las mismas consideraciones que puedan tener con esos otros presos. Hay un racismo interiorizado, de que son personas que no se merecen un trato con respeto porque no pertenecen a lo que podríamos llamar la humanidad con mayúsculas. Tengo problemas con la definición porque entiendo que todas las personas, que todos los seres humanos, tienen esa capacidad para verse como personas capaces de resistencia y acción, y por tanto no podemos usar ese término sin más, pero estoy segura de que muchos policías tienen esa actitud.
¿No hemos rebajado el grado de violencia hacia lo que consideramos los otros, los subalternos?
Piensa que, además, son personas que no han cometido ningún delito. Son faltas administrativas, no tendrían que estar ahí. Simplemente les faltan una serie de papeles administrativos. No tiene sentido que tengas una institución carcelaria en la cual retengas a un montón de personas por una falta administrativa. Una falta administrativa se merece una multa, como mucho. Imagínate a a cualquier ciudadano español que fuera llevado a una cárcel por una falta administrativa. Es desproporcionado. Y sin embargo una gran parte de la población no lo ve como una desproporción. Creo que detrás está esta concepción colonial de que las personas de las antiguas colonias, de los países del tercer mundo, que además son en algunos casos más pobres, con ciertas dificultades, son personas necesitadas en cierta medida de este tipo de trato, que merecen un trato que para nosotros lo consideraríamos desproporcionado e intolerable.
¿Hay una falta de conocimiento de lo que es África en este caso que se une a esa xenofobia?
Al principio del libro, cuando hablo de la ignorancia, voy en esa línea. En un curso hice una prueba que consistió en preguntar a diferentes estudiantes sobre intelectuales, artistas y personas de prestigio de tradiciones no europeas. Todo el mundo menciona los clásicos: Buda, Confucio, y poco más. Hay una ignorancia que en nuestra propia tradición no admitiríamos porque nos parecería inconcebible que alguien no sepa quién es Da Vinci, por poner un caso. Respecto a otras tradiciones parece de lo más normal que no sepamos nada de todo eso. Es muy difícil a la hora de conectar con personas que vienen de tradiciones muy distintas a la nuestra y de las que no sabemos nada, y, por definición pensamos, que son de menor enjundia, de menor importancia. Es fácil tratarlos como personas inferiores o subalternas que no tienen las mismas capacidades que las que pueda tener cualquier europeo. Ése era uno de los objetivos, poner en cuestión este tipo de concepto.
Otro era poner de manifiesto la falsedad de que esas ideas eurocéntricas pertenecen únicamente a la derecha. Otra cuestión que resaltas es la lección que los movimientos de liberación toman de los años 20, 30 y 40 en Europa.
Hay historias bonitas. La historia, por ejemplo, de Frantz Fanon cuando se suma como voluntario para ir a la guerra, para liberar el continente, defender la libertad, y por ser negro le meten en la cocina y no le dejan hablar con los otros. Esa contradicción entre el discurso oficial de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, que forma parte del discurso europeo y, por otra parte, la realidad que siente una persona, una persona negra, japonesa o china. Ho Chi Minh cuenta la misma historia. Él venía de Vietnam, de la colonia francesa, llega a París y entonces todo ese discurso tropieza con una realidad en la cual a él no se le reconocen esos principios, sino que se da por hecho que ni tiene por qué ser libre, ni es igual, ni es fraterno ni es nada. Esa experiencia de la diferencia entre lo que es el discurso oficial europeo y lo que es la práctica de ese discurso, no sólo en las colonias sino cuando se les llama, además, a defender esa patria con esos valores y que, sin embargo, les niega como sujetos de esa práctica.
En el capítulo sobre el movimiento afroamericano cuento sobre la vuelta de un batallón de afroamericanos del ejército norteamericano y da comienzo lo que se llama el renacimiento de Harlem. Es todo un batallón que viene de luchar en la primera guerra mundial, que han tenido muchos problemas para incorporarse a la guerra porque los líderes negros de la época decían que no se debía ir. Se llegó a un acuerdo pero, claro, no hay oficiales –son blancos, no negros–. Hay una pelea fuerte durante toda la guerra y, cuando vuelven, vuelven con el orgullo de haber defendido la patria, haber participado en la guerra, pero llegan y no se les reconocen los derechos civiles. Ese contraste, esa discrepancia entre el discurso oficial y la realidad en la metrópoli forma parte de todos estos movimientos de derechos civiles, de los movimientos de liberación nacional. Es un discurso que, en cierta medida, podríamos decir que contrasta la propia tradición europea con lo que es la realidad de su práctica. No solamente en los países coloniales sino también en las propias metrópolis frente a las personas que provienen de esas zonas. Eso nos enfrenta a los europeos con esa tradición. Una primera reacción de los europeos cuando nos enfrentamos a ese tipo de cosas es pensar que eso no tiene nada que ver con nosotros, porque el colonialismo ya ha pasado, ya ha terminado. Pero luego te lo encuentras en el CIE, te lo encuentras en el Mediterráneo, con toda la gente que está muriendo. Te lo encuentras con el Frontex, te lo encuentras con la guerra en Siria y te lo vas encontrando continuamente. Es un discurso que sigue manteniendo vigencia.
Por parte de las personas que vienen de las antiguas colonias es muy fácil de detectar: siguen haciendo lo mismo que llevan haciendo desde hace 500 años. Han variado un poco las formas, pero sigue siendo lo mismo. Para nosotras sí que es un reto. No podemos pasar página tan rápidamente diciendo que es algo de hace 500 o 200 años, porque lo seguimos teniendo ahí delante. Y a veces cuesta visibilizarlo. Porque se enmascara con otras cosas.
¿Podría acabarse con el fin del capitalismo?
Para mí, una parte de la finalidad de los estudios descoloniales y postcoloniales es hacer visible esa perspectiva, porque desde Europa tendemos a pensar que el capitalismo empieza con la industrialización y con la explotación obrera, por tanto, en el siglo XIX, y la tradición obrera privilegia esa línea. Es el movimiento obrero el que resiste frente al capitalismo y el que de, alguna forma, parte de nuestra tradición de izquierda, pero creo que es importante ver cómo antes de ese capitalismo industrial hay una especie de precapitalismo mercantil en el cual se genera esa acumulación originaria que es la que permite luego el auge industrial, y que además es coetánea con él. No es que la anterior desaparezca. El mundo industrial de la metrópoli y el mundo colonial van en pack, forman las dos caras de un mismo sistema.
Desde Europa solemos ver la cara industrial obrera, pero desde la colonia se ve más todo lo que es la extracción de materias primas, el tema de las tierras, el tema de la violencia sobre las mujeres, el tema del trabajo infantil, la esclavitud. Para mí eso fue también muy importante. Entender la esclavitud como la entienden ellos, no como un fenómeno extraño en un sistema basado en el trabajo libre y en el salario. Porque sin la esclavitud, las plantaciones de las colonias no se habrían podido mantener. Pero pensemos que las plantaciones de las colonias eran justamente las que producían todo el algodón que se llevaba a las grandes fábricas textiles que dieron nacimiento al movimiento obrero del siglo XIX. Me parece como si desde Europa sólo viéramos una parte de la historia. Olvidar la otra parte también puede explicar determinados fracasos de esa misma tradición.
Es un poco análogo de lo que pasa con la crítica feminista. La crítica feminista dice que como sólo se focaliza la producción y no todos los procesos de reproducción que hacen posible que la producción funcione, te olvidas de toda esta parte que está en la base. Entonces, cualquier transformación a nivel productivo o a nivel de la producción siempre va a chocar con toda esta imposibilidad porque no la has visto. En este caso pasa lo mismo, como no ves todos los procesos que no son muchas veces ni siquiera capitalistas, aunque estén rentabilizados de manera capitalista, que lo permiten –extracción de materias primas, tráfico de personas, toma de tierras, etcétera– , parece que el objetivo de la revolución obrera puede resolver un problema que es solamente la mitad del problema. Evidentemente, la otra mitad es conflictiva, porque a nivel político las relaciones entre los movimientos de liberación y el movimiento obrero clásico son complejas. Todo eso tenemos que verlo, es como si planteásemos un objetivo que se queda a mitad de camino.
Hay una analogía entre los tiempos que nos están tocando vivir con los años 20 del siglo pasado. ¿Por qué da la sensación de que no hemos aprendido nada?
Creo que el mecanismo educativo juega un papel muy importante. Es decir, toda la tradición europea es tan consistente y tan fuerte en el sentido de privilegiar la superioridad europea que hace muy difícil desmontar ese discurso y, por otra parte, hace muy fácil a partir de ese prejuicio considerar a los otros como migrantes que vienen a quitarte el dinero, que vienen a quitarte la riqueza, que vienen a quitarte el bienestar. Porque está tan imbuido el imaginario europeo de ese derecho a conquistar la tierra que es incluso defendido por nuestros grandes teóricos y nuestros grandes filósofos. Por eso me parece importante entrar en la cuestión teórica. Un gran filósofo como Kant da por hecho el derecho de ocupar la tierra del primero que llega y que la tierra no está ocupada por alguien antes, algo que es un error garrafal. A lo mejor la tierra no es de nadie en el sentido de propiedad privada capitalista, pero sí es un territorio de uso para un montón de poblaciones que viven de ese territorio. Sin embargo, esa idea en el imaginario europeo es predominante. La de que los migrantes van a una tierra que no es de nadie, la toman y la ponen en uso, y además la civilizan, enseñan a las poblaciones que no sabían. Ese imaginario es una especie de coraza para poder entender que lo que has hecho es expropiar a unas personas de unos bienes de uso que usaban, mejor o peor, pero usaban y que, de alguna manera, es un boomerang que vuelve. Porque estas personas a las que has quitado las tierras, los sistemas de vida que tenían, vuelven a la metrópoli. Se les pide que se queden en su tierra, pero en su tierra ¿qué es lo que hay ahora? grandes compañías internacionales que les están quitando aquello de lo cual vivían. Independientemente de que haya habido un aumento demográfico, etc. Creo que eso, las poblaciones europeas, por lo general, no lo saben.
Ni siquiera en la época de bienestar se explicó cuál era el motivo de que hubiese personas dispuestas a migrar para ser mano de obra aquí. El sistema educativo tiene una gran responsabilidad en ese tipo de cosas. Traduce o imbuye una concepción que es demasiado parcial y, en el fondo, xenófoba. En los colegios e institutos, como la población está más mezclada, a lo mejor tienen que tener más cuidado, pero aún así creo que sigue habiendo muchos sesgos de este tipo. No es comprensible que en una universidad, por ejemplo como la mía, en la Facultad de Filosofía, no demos nada de filosofías que no sean europeas. Nada de nada. La filosofía nació en Grecia y adelante. Esa hegemonía cultural es traducida muchas veces como que somos hegemónicos culturalmente porque somos mejores que las otras tradiciones, en vez de entender que la propia hegemonía cultural es resultado de una hegemonía geopolítica. Porque tienes esa hegemonía geopolítica y militar en último término tienes una hegemonía cultural, pero no porque tu cultura sea mejor que cualquier otra cultura en el mundo. Esa hegemonía no es discutida a nivel de todas las universidades del mundo, a nivel del sistema educativo, y eso genera una manera de ver el mundo que se basa en esa supuesta superioridad e inferioridad.
¿Cómo podemos desmontar ese modelo?
Son pequeños pasos, pero tener una actitud crítica frente a ese modelo dominante es básico. Como mínimo, empezar a ponerlo en cuestión, no darlo por asumido. Incidir en la educación me parece básico. También incidir en la cultura, romper esa ignorancia preventiva. Es un caldo de cultivo para posiciones de política del miedo, que en cierta medida traduce una especie de mala conciencia soterrada: nos odian en el resto del mundo porque somos tan guays que nos envidian. En vez de eso hay que entender que sí hay odio hacía los europeos en muchas partes del mundo, es verdad: animadversión, resentimiento, desconfianza... Qué duda cabe. Porque la tradición europea es brutal, ha sido brutal con todo el colonialismo.
Como mínimo hay que conocerlo, y en vez de tener una actitud de rechazo frente a ello, hay que tener una actitud de crítica y de apertura hacia tradiciones de gente que son nuestros vecinos. Porque actualmente en las metrópolis europeas convive gente de todo el mundo. Hay cierto debate entre las posiciones multiculturales de los anglosajones, de que cada quien en su gueto haga lo que quiera y posiciones que a mí me parecen más interesantes que son transversales, de intentar crear lazos de comunicación entre sectores sociales, grupos colectivos que comparten determinadas cosas, que no comparten otras pero que de alguna manera pueden ser capaces de entenderse. Eso es más rico, más interesante. Coincidimos en determinados espacios que pueden ser parques, que pueden ser escuelas, que pueden ser administraciones, pero creemos prácticas transversales de entendimiento mutuo.
Una sociedad capitalista como la nuestra recrea constantemente esa colonialidad interior, esa colonialidad de las concepciones, imaginaria. Ve en el vecino que tienes que proviene de Ecuador, Bolivia o República Dominica un heredero de los indígenas de las colonias.
Fuente:
http://www.diagonalperiodico.net/global/32168-montserrat-galceran-parece-desde-europa-solo-vieramos-parte-la-historia.html
Filósofa y catedrática de la Complutense, en la actualidad concejal del Ayuntamiento de Madrid, Montserrat Galcerán (Barcelona 1964) ha publicado recientemente La bárbara Europa, un libro que ayuda a pensar desde el sur –a través de las teorías postcoloniales y descoloniales– en el papel del continente europeo en la explotación y la violencia ejercida sobre las antiguas colonias.
¿Cómo conectas episodios como lo que ha ocurrido en torno al CIE a tu investigación?
Si no conoces esa historia, te puedes creer el discurso habitual eurocéntrico de Europa como país de los derechos humanos, país de la paz, que ha llevado su civilización al resto del mundo y ha protegido a la gente y les ha ayudado a desarrollarse. Pero claro, cuando empiezas a estudiar estas cuestiones, te das cuenta de que hay detrás una concepción no solamente eurocéntrica, sino despreciativa del otro. Porque el otro, en ese caso los migrantes o las personas que están ahí detenidas, no es tratado como un ser humano a tu mismo nivel y, por tanto, con los mismos derechos y dignidad que te corresponden a ti, sino como personas, muchas veces entre comillas, casi entre el salvajismo y la humanidad, que no se merecen un trato igualitario y con todos los derechos porque no saben responder a las normas de civilización, porque no tienen una historia tan ilustre, porque no sé qué. Entonces ya no solamente los poderes públicos sino una parte de la población se permite esos juicios xenófobos sin ninguna mala conciencia, porque forma parte del discurso tradicional sobre Europa: que Europa tiene una historia mucho mejor, que la civilización nació en Grecia y que, por tanto tiene, todo el derecho a extenderse por el mundo como si el mundo estuviera deshabitado.
Me llamó la atención en el texto de Hobsbawm sobre el imperialismo un momento en el que cita que los ingleses consideran –incluso parte de la Segunda Internacional– el derecho de los europeos a emigrar hacia otras tierras como si estuvieran deshabitadas, como si nadie viviera allí. Todas estas tierras son habitadas por personas, por culturas, por civilizaciones que tienen su propia historia y que nosotros desconocemos en su mayoría. Hay un desprecio hacia el otro, una ignorancia culta. No tenemos por qué saber nada de estas personas. Nos da igual. Es como si no fueran seres humanos con toda su dignidad, derechos y exigencias. Como si no sintieran, como si no sufrieran, como si no tuvieran una experiencia detrás. Muchas de estas personas, por el contrario, tienen una experiencia de vida mucho más rica que las nuestras. Tienen estudios, tienen títulos que, por supuesto, no se les reconoce, que no se les deja ejercer.
¿Se han cambiado los métodos de control que se ejercían antes, son formas más asépticas que funcionan en la misma línea ideológica de cómo funcionaban anteriormente?
No creo que sea más suave. Si comparamos un CIE con Soto del Real –prisión en esta localidad madrileña–, estoy segura que en Soto del Real las condiciones de los presos son mucho mejores que las condiciones de los retenidos en el CIE.
El otro día una persona comentó, a raíz de la protesta de Aluche, que como concepto el CIE se parece más a un campo de concentración que a una cárcel.
Claro. Estoy segura de que los derechos que pueden tener presos económicos como Francisco Correa o como Bárcenas son mejores que los de las personas que están en el CIE. A nivel de trato, los propios guardias dudo que puedan tener las mismas consideraciones que puedan tener con esos otros presos. Hay un racismo interiorizado, de que son personas que no se merecen un trato con respeto porque no pertenecen a lo que podríamos llamar la humanidad con mayúsculas. Tengo problemas con la definición porque entiendo que todas las personas, que todos los seres humanos, tienen esa capacidad para verse como personas capaces de resistencia y acción, y por tanto no podemos usar ese término sin más, pero estoy segura de que muchos policías tienen esa actitud.
¿No hemos rebajado el grado de violencia hacia lo que consideramos los otros, los subalternos?
Piensa que, además, son personas que no han cometido ningún delito. Son faltas administrativas, no tendrían que estar ahí. Simplemente les faltan una serie de papeles administrativos. No tiene sentido que tengas una institución carcelaria en la cual retengas a un montón de personas por una falta administrativa. Una falta administrativa se merece una multa, como mucho. Imagínate a a cualquier ciudadano español que fuera llevado a una cárcel por una falta administrativa. Es desproporcionado. Y sin embargo una gran parte de la población no lo ve como una desproporción. Creo que detrás está esta concepción colonial de que las personas de las antiguas colonias, de los países del tercer mundo, que además son en algunos casos más pobres, con ciertas dificultades, son personas necesitadas en cierta medida de este tipo de trato, que merecen un trato que para nosotros lo consideraríamos desproporcionado e intolerable.
¿Hay una falta de conocimiento de lo que es África en este caso que se une a esa xenofobia?
Al principio del libro, cuando hablo de la ignorancia, voy en esa línea. En un curso hice una prueba que consistió en preguntar a diferentes estudiantes sobre intelectuales, artistas y personas de prestigio de tradiciones no europeas. Todo el mundo menciona los clásicos: Buda, Confucio, y poco más. Hay una ignorancia que en nuestra propia tradición no admitiríamos porque nos parecería inconcebible que alguien no sepa quién es Da Vinci, por poner un caso. Respecto a otras tradiciones parece de lo más normal que no sepamos nada de todo eso. Es muy difícil a la hora de conectar con personas que vienen de tradiciones muy distintas a la nuestra y de las que no sabemos nada, y, por definición pensamos, que son de menor enjundia, de menor importancia. Es fácil tratarlos como personas inferiores o subalternas que no tienen las mismas capacidades que las que pueda tener cualquier europeo. Ése era uno de los objetivos, poner en cuestión este tipo de concepto.
Otro era poner de manifiesto la falsedad de que esas ideas eurocéntricas pertenecen únicamente a la derecha. Otra cuestión que resaltas es la lección que los movimientos de liberación toman de los años 20, 30 y 40 en Europa.
Hay historias bonitas. La historia, por ejemplo, de Frantz Fanon cuando se suma como voluntario para ir a la guerra, para liberar el continente, defender la libertad, y por ser negro le meten en la cocina y no le dejan hablar con los otros. Esa contradicción entre el discurso oficial de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, que forma parte del discurso europeo y, por otra parte, la realidad que siente una persona, una persona negra, japonesa o china. Ho Chi Minh cuenta la misma historia. Él venía de Vietnam, de la colonia francesa, llega a París y entonces todo ese discurso tropieza con una realidad en la cual a él no se le reconocen esos principios, sino que se da por hecho que ni tiene por qué ser libre, ni es igual, ni es fraterno ni es nada. Esa experiencia de la diferencia entre lo que es el discurso oficial europeo y lo que es la práctica de ese discurso, no sólo en las colonias sino cuando se les llama, además, a defender esa patria con esos valores y que, sin embargo, les niega como sujetos de esa práctica.
En el capítulo sobre el movimiento afroamericano cuento sobre la vuelta de un batallón de afroamericanos del ejército norteamericano y da comienzo lo que se llama el renacimiento de Harlem. Es todo un batallón que viene de luchar en la primera guerra mundial, que han tenido muchos problemas para incorporarse a la guerra porque los líderes negros de la época decían que no se debía ir. Se llegó a un acuerdo pero, claro, no hay oficiales –son blancos, no negros–. Hay una pelea fuerte durante toda la guerra y, cuando vuelven, vuelven con el orgullo de haber defendido la patria, haber participado en la guerra, pero llegan y no se les reconocen los derechos civiles. Ese contraste, esa discrepancia entre el discurso oficial y la realidad en la metrópoli forma parte de todos estos movimientos de derechos civiles, de los movimientos de liberación nacional. Es un discurso que, en cierta medida, podríamos decir que contrasta la propia tradición europea con lo que es la realidad de su práctica. No solamente en los países coloniales sino también en las propias metrópolis frente a las personas que provienen de esas zonas. Eso nos enfrenta a los europeos con esa tradición. Una primera reacción de los europeos cuando nos enfrentamos a ese tipo de cosas es pensar que eso no tiene nada que ver con nosotros, porque el colonialismo ya ha pasado, ya ha terminado. Pero luego te lo encuentras en el CIE, te lo encuentras en el Mediterráneo, con toda la gente que está muriendo. Te lo encuentras con el Frontex, te lo encuentras con la guerra en Siria y te lo vas encontrando continuamente. Es un discurso que sigue manteniendo vigencia.
Por parte de las personas que vienen de las antiguas colonias es muy fácil de detectar: siguen haciendo lo mismo que llevan haciendo desde hace 500 años. Han variado un poco las formas, pero sigue siendo lo mismo. Para nosotras sí que es un reto. No podemos pasar página tan rápidamente diciendo que es algo de hace 500 o 200 años, porque lo seguimos teniendo ahí delante. Y a veces cuesta visibilizarlo. Porque se enmascara con otras cosas.
¿Podría acabarse con el fin del capitalismo?
Para mí, una parte de la finalidad de los estudios descoloniales y postcoloniales es hacer visible esa perspectiva, porque desde Europa tendemos a pensar que el capitalismo empieza con la industrialización y con la explotación obrera, por tanto, en el siglo XIX, y la tradición obrera privilegia esa línea. Es el movimiento obrero el que resiste frente al capitalismo y el que de, alguna forma, parte de nuestra tradición de izquierda, pero creo que es importante ver cómo antes de ese capitalismo industrial hay una especie de precapitalismo mercantil en el cual se genera esa acumulación originaria que es la que permite luego el auge industrial, y que además es coetánea con él. No es que la anterior desaparezca. El mundo industrial de la metrópoli y el mundo colonial van en pack, forman las dos caras de un mismo sistema.
Desde Europa solemos ver la cara industrial obrera, pero desde la colonia se ve más todo lo que es la extracción de materias primas, el tema de las tierras, el tema de la violencia sobre las mujeres, el tema del trabajo infantil, la esclavitud. Para mí eso fue también muy importante. Entender la esclavitud como la entienden ellos, no como un fenómeno extraño en un sistema basado en el trabajo libre y en el salario. Porque sin la esclavitud, las plantaciones de las colonias no se habrían podido mantener. Pero pensemos que las plantaciones de las colonias eran justamente las que producían todo el algodón que se llevaba a las grandes fábricas textiles que dieron nacimiento al movimiento obrero del siglo XIX. Me parece como si desde Europa sólo viéramos una parte de la historia. Olvidar la otra parte también puede explicar determinados fracasos de esa misma tradición.
Es un poco análogo de lo que pasa con la crítica feminista. La crítica feminista dice que como sólo se focaliza la producción y no todos los procesos de reproducción que hacen posible que la producción funcione, te olvidas de toda esta parte que está en la base. Entonces, cualquier transformación a nivel productivo o a nivel de la producción siempre va a chocar con toda esta imposibilidad porque no la has visto. En este caso pasa lo mismo, como no ves todos los procesos que no son muchas veces ni siquiera capitalistas, aunque estén rentabilizados de manera capitalista, que lo permiten –extracción de materias primas, tráfico de personas, toma de tierras, etcétera– , parece que el objetivo de la revolución obrera puede resolver un problema que es solamente la mitad del problema. Evidentemente, la otra mitad es conflictiva, porque a nivel político las relaciones entre los movimientos de liberación y el movimiento obrero clásico son complejas. Todo eso tenemos que verlo, es como si planteásemos un objetivo que se queda a mitad de camino.
Hay una analogía entre los tiempos que nos están tocando vivir con los años 20 del siglo pasado. ¿Por qué da la sensación de que no hemos aprendido nada?
Creo que el mecanismo educativo juega un papel muy importante. Es decir, toda la tradición europea es tan consistente y tan fuerte en el sentido de privilegiar la superioridad europea que hace muy difícil desmontar ese discurso y, por otra parte, hace muy fácil a partir de ese prejuicio considerar a los otros como migrantes que vienen a quitarte el dinero, que vienen a quitarte la riqueza, que vienen a quitarte el bienestar. Porque está tan imbuido el imaginario europeo de ese derecho a conquistar la tierra que es incluso defendido por nuestros grandes teóricos y nuestros grandes filósofos. Por eso me parece importante entrar en la cuestión teórica. Un gran filósofo como Kant da por hecho el derecho de ocupar la tierra del primero que llega y que la tierra no está ocupada por alguien antes, algo que es un error garrafal. A lo mejor la tierra no es de nadie en el sentido de propiedad privada capitalista, pero sí es un territorio de uso para un montón de poblaciones que viven de ese territorio. Sin embargo, esa idea en el imaginario europeo es predominante. La de que los migrantes van a una tierra que no es de nadie, la toman y la ponen en uso, y además la civilizan, enseñan a las poblaciones que no sabían. Ese imaginario es una especie de coraza para poder entender que lo que has hecho es expropiar a unas personas de unos bienes de uso que usaban, mejor o peor, pero usaban y que, de alguna manera, es un boomerang que vuelve. Porque estas personas a las que has quitado las tierras, los sistemas de vida que tenían, vuelven a la metrópoli. Se les pide que se queden en su tierra, pero en su tierra ¿qué es lo que hay ahora? grandes compañías internacionales que les están quitando aquello de lo cual vivían. Independientemente de que haya habido un aumento demográfico, etc. Creo que eso, las poblaciones europeas, por lo general, no lo saben.
Ni siquiera en la época de bienestar se explicó cuál era el motivo de que hubiese personas dispuestas a migrar para ser mano de obra aquí. El sistema educativo tiene una gran responsabilidad en ese tipo de cosas. Traduce o imbuye una concepción que es demasiado parcial y, en el fondo, xenófoba. En los colegios e institutos, como la población está más mezclada, a lo mejor tienen que tener más cuidado, pero aún así creo que sigue habiendo muchos sesgos de este tipo. No es comprensible que en una universidad, por ejemplo como la mía, en la Facultad de Filosofía, no demos nada de filosofías que no sean europeas. Nada de nada. La filosofía nació en Grecia y adelante. Esa hegemonía cultural es traducida muchas veces como que somos hegemónicos culturalmente porque somos mejores que las otras tradiciones, en vez de entender que la propia hegemonía cultural es resultado de una hegemonía geopolítica. Porque tienes esa hegemonía geopolítica y militar en último término tienes una hegemonía cultural, pero no porque tu cultura sea mejor que cualquier otra cultura en el mundo. Esa hegemonía no es discutida a nivel de todas las universidades del mundo, a nivel del sistema educativo, y eso genera una manera de ver el mundo que se basa en esa supuesta superioridad e inferioridad.
¿Cómo podemos desmontar ese modelo?
Son pequeños pasos, pero tener una actitud crítica frente a ese modelo dominante es básico. Como mínimo, empezar a ponerlo en cuestión, no darlo por asumido. Incidir en la educación me parece básico. También incidir en la cultura, romper esa ignorancia preventiva. Es un caldo de cultivo para posiciones de política del miedo, que en cierta medida traduce una especie de mala conciencia soterrada: nos odian en el resto del mundo porque somos tan guays que nos envidian. En vez de eso hay que entender que sí hay odio hacía los europeos en muchas partes del mundo, es verdad: animadversión, resentimiento, desconfianza... Qué duda cabe. Porque la tradición europea es brutal, ha sido brutal con todo el colonialismo.
Como mínimo hay que conocerlo, y en vez de tener una actitud de rechazo frente a ello, hay que tener una actitud de crítica y de apertura hacia tradiciones de gente que son nuestros vecinos. Porque actualmente en las metrópolis europeas convive gente de todo el mundo. Hay cierto debate entre las posiciones multiculturales de los anglosajones, de que cada quien en su gueto haga lo que quiera y posiciones que a mí me parecen más interesantes que son transversales, de intentar crear lazos de comunicación entre sectores sociales, grupos colectivos que comparten determinadas cosas, que no comparten otras pero que de alguna manera pueden ser capaces de entenderse. Eso es más rico, más interesante. Coincidimos en determinados espacios que pueden ser parques, que pueden ser escuelas, que pueden ser administraciones, pero creemos prácticas transversales de entendimiento mutuo.
Una sociedad capitalista como la nuestra recrea constantemente esa colonialidad interior, esa colonialidad de las concepciones, imaginaria. Ve en el vecino que tienes que proviene de Ecuador, Bolivia o República Dominica un heredero de los indígenas de las colonias.
Fuente:
http://www.diagonalperiodico.net/global/32168-montserrat-galceran-parece-desde-europa-solo-vieramos-parte-la-historia.html
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