domingo, 5 de mayo de 2024

Qué hace que la mecánica cuántica y la relatividad general sean incompatibles y por qué los científicos llevan décadas sin lograr resolver esa contradicción

Ilustración que muestra un universo cuántico

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  • Author,Son dos gigantes, muy admiradas, estrellas protagónicas por derecho propio, pero entre sí, se ignoran.

“Cada una de ellas parece escrita como si la otra no existiera”, señala el destacado físico teórico y autor Carlo Rovelli.

Las dos teorías que conformaron la gran revolución científica del siglo XX, la relatividad general de Albert Einstein y la mecánica cuántica, llevan a “dos maneras diferentes de describir el mundo, a primera vista incompatibles”.

“Lo que un profesor de relatividad general explica en clase carece de sentido para su colega que enseña mecánica cuántica en la clase de al lado, y viceversa”, indica en su libro “¿Y si el tiempo no existiera?”.

“Podría verse como una especie de maldición, las dos teorías más bonitas y más potentes que tenemos sobre el universo son inconsistentes entre sí”, le dice a BBC Mundo Alberto Casas, profesor e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Pero, ¿qué las hace inconciliables y por qué es importante resolver esa contradicción entre la relatividad general y la mecánica cuántica?

“Ahora mismo esta es la pregunta más fundamental de la física teórica, sabemos que en algún momento se tienen que juntar”, indica la física teórica Irene Valenzuela.

Y es que como Rovelli plantea: “El mundo no puede depender de dos teorías incompatibles”.

Empecemos por la relatividad general

“La relatividad general, que explica con precisión la fuerza de la gravedad, transformó radicalmente nuestros conocimientos sobre el espacio y el tiempo”, escribió Rovelli.

Mientras que la mecánica cuántica, que describe el mundo microscópico, “transformó profundamente nuestros conocimientos sobre la materia”.

Ambas son teorías “soberbias, que han tenido un gran éxito”, asegura Casas.

“Son capaces de predecir con una precisión extraordinaria miles, incluso millones, de fenómenos y hasta ahora no se les ha encontrado ni un solo fallo”.

En su “carácter muy diferente” es donde reside su incompatibilidad.

Por una parte, la teoría de la relatividad general es una teoría clásica, eso significa que las cantidades, las magnitudes, que contempla tienen valores bien definidos.

Dos pelotas rojas sobre un tejido 
Dos pelotas rojas sobre un tejido

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A la luz de la relatividad general, los físicos nos invitan a imaginar una gran tela suspendida en el aire, en la que una pelota hace que se hunda: el espacio-tiempo se deforma por ella.

En ella, la gravedad es una propiedad geométrica del espacio-tiempo.

Recordemos, como explica Rovelli en su libro, que con la relatividad especial, Einstein estableció que el espacio y el tiempo “están estrechamente vinculados el uno con el otro y forman un todo indisociable, el espacio-tiempo, lo que significa que si el espacio es sensible a la presencia de las masas y modificado por ellas, el tiempo también lo es”.

De acuerdo con Casas, la idea fundamental de la relatividad general es que la materia y la energía determinan la geometría del espacio-tiempo, es decir, si tienes una gran masa, "eso curva el espacio-tiempo alrededor, cambia la geometría del espacio y del tiempo”.

“La fuerza de la gravedad es simplemente que los objetos cuando pasan cerca de una gran masa perciben un espacio-tiempo curvado y eso hace que sus trayectorias se curven”.

¿Y qué ocurre en la mecánica cuántica?

La mecánica cuántica estudia las partículas y los sistemas atómicos y subatómicos.

Si en la teoría de la relatividad general los valores están bien definidos, en la mecánica cuántica ocurre algo singular.

“Es una teoría muy extraña en la cual las cantidades físicas pueden no tener valores bien definidos”, explica Casas.

Un átomo 
Un átomo

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La mecánica cuántica estudia los sistemas atómicos y subatómicos. 

Y es que las leyes probabilísticas rigen el mundo a escala microscópica.

Por ejemplo, una partícula puede estar en una superposición de estados: en un estado se encuentra en una posición y en otro estado, en una posición distinta, es decir, de alguna forma la partícula está en dos posiciones a la vez.

“Aunque parezca increíble, es así”, dice Casas.

Y aquí viene la incompatibilidad: “una partícula que está en dos posiciones a la vez, deforma el espacio-tiempo a su alrededor en dos posiciones distintas y al mismo tiempo”.

Es decir, conduce a una superposición de geometrías del espacio-tiempo.

“La geometría, entonces, ya no estaría bien definida, debido a que las propias partículas que la producen están en un estado indefinido, en un estado que no tiene una posición concreta”.

Y eso contradice la teoría de la relatividad, la cual está formulada de tal manera que el espacio-tiempo “es algo perfectamente definido, no está en superposiciones de estados”.

La inescapable gravedad

En el corazón de la inconsistencia entre ambas teorías está lo difícil que resulta unir la gravedad y la mecánica cuántica.

Mikael Rodríguez Chala, autor e investigador de física de partículas de la Universidad de Granada, nos recuerda que la base de la mecánica cuántica es el principio de incertidumbre.

Albert Einstein 

Albert Einstein

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Con la relatividad general, Einstein reformuló el concepto de la gravedad y estableció que en presencia de una masa, el espacio-tiempo se deforma.

Eso quiere decir que “cuánto más pequeño es el sistema físico que se quiere explorar, más energía se necesita para ello".

"En presencia de la gravedad, esto supone un problema, puesto que mucha energía en una región muy pequeña del espacio genera un agujero negro”, señala Rodríguez Chala a BBC Mundo.

“Esto parecería indicar que, a energías muy, muy altas, la gravedad, y por tanto los conceptos de espacio y tiempo (la gravedad según Einstein es la deformación del espacio-tiempo) son muy distintos de lo que creemos a día de hoy”.

Abordar la relatividad de manera clásica y las partículas de manera cuántica no es una opción, explica Casas, “porque las partículas pueden estar en superposiciones de estados y como las partículas determinan la geometría del espacio-tiempo, también nos van a dar superposiciones de geometrías”.

El problema sigue.
Y es que, como apunta Valenzuela, “la gravedad interacciona con todo, no hay manera de escaparse de ella”.

“Todo lo que tenga energía interacciona con la gravedad”, le dice a BBC Mundo.

La teoría cuántica de campos

Por décadas, los físicos han intentado conciliar la gravedad con la mecánica cuántica.

Dos partículas entrelazadas

Dos partículas entrelazadas

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La mecánica cuántica no le asigna valores definidos a los fenómenos, sino que hace predicciones probabilísticas. En los años 50, se logró combinar la mecánica cuántica con la teoría de la relatividad especial, a través de lo que se conoce como la teoría cuántica de campos.

En ese marco teórico se describen las fuerzas de la naturaleza responsables de los fenómenos que ocurren en el universo: la electromagnética, la nuclear fuerte, la nuclear débil. Pero hay una gran excepción: la gravedad.

Y es que ahí es dónde surge el problema: cuando se intenta unificar la gravedad con la mecánica cuántica.

“Absurdo”

El profesor Casas explica que “si se trata la teoría de la relatividad general como una teoría cuántica de campos, así, de una manera ingenua, daría resultados infinitos. Por ejemplo, calculas una probabilidad y sale un resultado infinito, lo cual es absurdo”.

“Son teorías que son inconsistentes matemáticamente”.

Ilustración que muestra cómo la gravedad de la Tierra curva el espacio a su alrededor 

Ilustración que muestra cómo la gravedad de la Tierra curva el espacio a su alrededor

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Ilustración que muestra la gravedad como una curvatura del espacio-tiempo.

No olvidemos que la mecánica cuántica lo que hace es calcular probabilidades de fenómenos.

Por ejemplo, señala Rodríguez, la mecánica cuántica nos dice que cuando colisionan dos partículas pueden pasar “un montón de cosas distintas y cada una de ellas ocurre con probabilidades distintas, es un proceso eminentemente aleatorio”.

Según Casas, hacer una teoría cuántica de la gravedad implicaría que, así como las partículas pueden estar en superposiciones de estados, a la geometría del espacio-tiempo también se le permitiría estar en superposiciones de estados, tener valores no definidos.

Pero el experto nos vuelve a recordar que en la relatividad general las magnitudes físicas tienen valores muy bien determinados.

“La teoría de la relatividad de Einstein es muy rígida. Dice: ‘tienes esta materia, esta curvatura, este espacio-tiempo’. Pero la mecánica cuántica dice: ‘no, la materia podría estar en una superposición de estados’”.

En la relatividad general, si tienes una masa como la Tierra, la Tierra curva el espacio-tiempo a su alrededor y lo curva de una manera muy definida, muy concreta.

En cambio -continúa el académico- en una teoría cuántica, el estado de la Tierra puede estar en una superposición de posiciones, de energías, o de otras magnitudes físicas y eso hace que la propia geometría del espacio-tiempo no tenga un valor bien definido.

Einstein no lo intentó

Pero qué pasa si intentamos cuantizar la gravedad, es decir, hacerla consistente con la mecánica cuántica.

Surge un problema: el propio espacio-tiempo es una cantidad dinámica que también hay que cuantizar, “no nos sirve como marco estable para hacer cálculos porque cuando queremos calcular una colisión de partículas, esas partículas modifican el espacio-tiempo”, dice Casas.

Ilustración de un agujero negro en un fondo amarillo 

Ilustración de un agujero negro en un fondo amarillo

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Conciliar la relatividad general con la mecánica cuántica puede ayudarnos a entender varios aspectos del universo, como lo que ocurre dentro de los agujeros negros.

“Es como si quisiéramos construir un edificio sobre arenas movedizas”: apenas comenzamos, todo se empieza a mover, es decir, se producen inconsistencias lógicas que hacen extremadamente difícil continuar.

“Por eso se cree que para cuantizar la gravedad hay que dar un salto conceptual, reinterpretar de alguna manera el espacio-tiempo para poder crear una teoría consistente”.

De hecho, Einstein no intentó cuantizar la gravedad.

“Einstein quería hacer una teoría que unificara la gravedad con las otras fuerzas, la llamaba teoría del campo unificado, pero la enfocaba desde un punto de vista clásico”.

“Y no tuvo éxito, fue una de las pocas batallas científicas que no ganó”.
 
En el horizonte

En el horizonte de los físicos hay una posibilidad: que algún día se llegue a una sola teoría que explique todos los fenómenos de la naturaleza, un modelo que unifique las interacciones físicas fundamentales. Ese ideal tiene un nombre: la teoría del todo.

Existen varias teorías o familias de teorías que buscan conciliar la relatividad general y la mecánica cuántica.

Rovelli, por ejemplo, fue uno de los fundadores de la teoría de la gravedad cuántica de bucles o teoría de los bucles, la cual plantea una estructura fina y granular del espacio. Es como una red de bucles cuantizados de campos gravitacionales.

Múltiples hilos

Múltiples hilos

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La teoría de cuerdas plantea que las partículas subatómicas no son fenómenos puntuales, sino que son pequeñas cuerdas que experimentan estados de vibración.

También se cuenta con la teoría de cuerdas, que parte del supuesto de que las partículas subatómicas son pequeñas cuerdecillas que pueden estirarse y tener estados de vibración distintos, lo cual les permite tener propiedades diferentes.

Para muchos expertos, se trata de una candidata fuerte para llegar a la tan anhelada reconciliación.

“Su gran problema es que no ha conseguido dar una predicción que sea medible con los aparatos que tenemos”, indica Casas en referencia a los aceleradores de partículas inmensos, “inimaginables”, que se necesitarían.

Valenzuela, quien trabaja en el CERN, es una de las investigadoras de esa teoría.

50 años para entender la gravedad es nada”, dice con una sonrisa, y nos pone como ejemplo el bosón de Higgs, que siendo un fenómeno más sencillo comparado con la gravedad cuántica, fue descubierto con el Gran Colisionador de Hadrones 50 años después de que se predijera.

“No tenemos experimentos directos que detecten el efecto de la gravedad cuántica, pues necesitamos mejorar la tecnología por muchísimos más órdenes de magnitud de lo que hizo falta con el Higgs”, indica la física.

Pero al no tener experimentos directos que ofrezcan información, Valenzuela y sus colegas buscan predicciones indirectas: “hay que hacerlo de manera teórica, buscar que sean consistentes matemáticamente y ver qué implicaciones pueden tener”.

“Ejemplo supremo”

Aunque para Casas la inconsistencia entre la relatividad general y la física cuántica pudiese verse “como una especie de maldición”, en realidad es "una gran motivación".

“Y una ventaja porque esa inconsistencia nos dice que hay muchas cosas que todavía no entendemos y, a la vez, nos da pistas sobre cómo resolverlas. Eso ha pasado muchas veces en la historia”.

“Posiblemente, cuando se unifique la gravedad con la mecánica cuántica sea el ejemplo supremo de eso”.

Mientras tanto, lograr esa conciliación seguirá siendo el problema central de la física teórica.

“Si quieres seguir entendiendo cómo funciona el universo, qué pasa dentro de los agujeros negros, descubrir qué sucedió al inicio del universo, necesitas la gravedad cuántica”, señala Valenzuela.

Para todas las interrogantes fundamentales de la física, hay que unir en el mismo escenario a estas dos estrellas resplandecientes, aunque a primera vista no quieran.

Un golpe apoyado en un fraude procesal

En cualquier sistema democrático, la admisión a trámite por un juzgado de una denuncia por presuntos hechos delictivos atribuidos a la esposa del Presidente del Gobierno de la nación suscita una conmoción política que no solamente impacta sobre el ámbito nacional sino que provoca la atención y una cierta perplejidad e interés en las esferas internacionales. Una decisión de esta trascendencia debe estar sólidamente fundada en los hechos y en el Derecho.

Estamos asistiendo en estos últimos tiempos a la proliferación de actuaciones judiciales que parecen motivadas por un indeseable activismo judicial, más que por el respeto al principio de legalidad. Los pronunciamientos contrarios a la ley de amnistía por asociaciones de jueces y fiscales que extienden sus críticas al Poder Legislativo y Ejecutivo y a la persona de su presidente provoca en la ciudadanía un sentimiento de desconfianza en la neutralidad, imparcialidad y en el necesario alejamiento de los jueces de las contiendas políticas.

Ante la insólita decisión de un juez admitiendo a trámite un panfleto jurídico redactado por un profesional de las denuncias infundadas, conviene recordar que las normas de Naciones Unidas sobre los principios básicos de la conducta judicial (Reglas de Bangalore) establecen que las decisiones sin fundamento de los miembros del sistema judicial socavan el principio de legalidad y afectan a la confianza pública en el sistema judicial. Los jueces, sigue diciendo, son responsables de su conducta frente a las instituciones correspondientes establecidas para mantener los estándares judiciales. Dichas instituciones son independientes e imparciales y tienen como objetivo complementar y no derogar las normas legales y de conducta existentes que vinculan a los jueces.

Cualquier estudiante de nuestras numerosas Facultades de Derecho sabe que nuestro sistema procesal tiene una peculiaridad que no existe en otros países como la institución de la acción popular. Está refrendada por la Constitución, por lo que nada hay que objetar sobre su legalidad, pero creo que ha llegado el momento de reflexionar sobre sus luces y sus sombras. En todo caso, la utilización de las posibilidades legales para activar una decisión judicial de investigar a una persona tiene que ajustarse estrictamente a las previsiones legales. El juez que toma esta decisión debe ser consciente de la responsabilidad que asume.

Las actividades profesionales que se imputan a la esposa del presidente del Gobierno eran conocidas y han sido difundidas a través de diversos medios de comunicación desde hace bastante tiempo. Su valoración política pertenece al grado de profesionalidad y sentido de la ética periodística de cada uno de los opinantes. Ante la proliferación de informaciones, ningún juez había tomado la decisión de proceder de oficio como le permite nuestra ley procesal cuando existe materia delictiva.

Estamos asistiendo en estos últimos tiempos a la proliferación de actuaciones judiciales que parecen motivadas por un indeseable activismo judicial, más que por el respeto al principio de legalidad

Hoy, el juez que recibe denuncias de personas físicas o jurídicas que no han sido ofendidas o perjudicadas directamente por un delito público solo puede tomarlas en consideración si se ejercitan en forma de acción popular por medio de querella. La simple denuncia de hechos públicos y conocidos en este caso por toda la opinión pública sin que se haya producido reacción judicial alguna no tiene cabida en nuestro sistema legal. Una vez que recibe el escrito de querella tiene la obligación de rechazarla si la estima totalmente infundada o los hechos que se incriminan no son constitutivos de delito.

En este caso, los sicofantes (así se denominaba en la Grecia antigua a los profesionales de la presentación de querellas infundadas), han utilizado la vía fraudulenta el artículo 262 de la Ley de Enjuiciamiento criminal que impone la obligación de denunciar a los que por razón de sus cargos, profesiones u oficios tuvieren noticia de algún delito público. No hace falta profundizar excesivamente en los razonamientos para entender que el legislador se refiere a delitos cometidos en el seno de entidades, públicas o privadas, que son conocidos por las personas que en ellas desempeñan sus funciones. Esta clamorosa falta de legitimación ha sido soslayada por el juez de instrucción demostrando, por lo menos, una ignorancia inexcusable de los principios básicos de nuestro sistema procesal. En consecuencia, el Auto de incoación de diligencias de investigación está viciado por una nulidad radical. Por si esto no fuera suficiente, nunca se debe admitir una querella o denuncia apoyada exclusivamente en recortes de periódicos u otros medios de información.

Es difícil encontrar más despropósitos en una resolución judicial sobre todo si a lo ya expuesto añadimos una inaudita y sorprendente declaración del secreto de las actuaciones que según el artículo 302 sólo podrá acordarse cuando se trate de evitar un riesgo grave para la vida, libertad o integridad física de otras personas o sea necesaria para prevenir una situación que pueda comprometer de forma grave el resultado de la investigación, debiendo alzarse tan pronto como desaparezca la justificación, en este caso inexistente.

No hace falta pasar por una Facultad de Derecho para llegar a la conclusión de la absoluta innecesaridad de la medida, cuando los propios promotores de esta anomalía judicial reconocen que las pruebas de la existencia de los imaginarios delitos se basan en pretendidos documentos y algunos hechos notorios que nadie discute. Es urgente recomponer el orden jurídico quebrantado por una decisión judicial carente de justificación y que trasmite a la opinión pública la sensación de que se está actuando por motivos ajenos a los principios de legalidad e imparcialidad que legitiman las actuaciones de las personas que desempeñan funciones judiciales. Un juez, además, debe extremar su rigor jurídico cuando es consciente de que su decisión puede influir, como así ha sido, sobre la estabilidad democrática y política de nuestra sociedad.
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 José Antonio Martín Pallin. Abogado. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Ha sido Fiscal y Magistrado del Tribunal Supremo.

sábado, 4 de mayo de 2024

Al borde del precipicio.

Hubiera sido terrible la dimisión de un presidente del Gobierno por la acción combinada de Manos Limpias y de un fraude procesal por parte de un juez de instrucción.

Thomas B. Edsall es un extraño columnista que publica semanalmente no una columna, sino una suerte de ensayo, mucho más extenso de lo que suele ser un artículo de un diario, y en el que hace uso de una bibliografía muy seleccionada, pero de enorme calidad, completada con respuestas vía email de profesores universitarios o de profesores de máximo prestigio a preguntas relativas al tema que está abordando.

En su última contribución este pasado 24 de abril, se pregunta “por qué perder el poder político se siente ahora como si se estuviera perdiendo el país”. Este es el resultado, indica, al que está llegando la “literatura de la polarización” que ha aumentado de manera considerable desde antes de que Donald Trump llegara a la presidencia en 2016, pero mucho más todavía desde que perdiera en las elecciones de 2020. Cuando la alternancia en el poder se vive no como pérdida del Gobierno, sino como pérdida del país, la tentación de no aceptar el resultado electoral se convierte en irresistible. La norma pasa a ser la no aceptación de la legitimidad del triunfo del contrincante.

Es la tentación en la que cayó no solamente Donald Trump, sino la mayor parte del Partido Republicano, que está gravitando sobre las elecciones que van a tener lugar en noviembre de 2024 con la ayuda inestimable del Tribunal Supremo, en el que figuran tres magistrados designados por el propio Donald Trump, de los cuales al menos dos lo fueron de manera tramposa. La retención de la investigación judicial sobre el intento de asalto al poder en 2020, a fin de que no se dicte sentencia antes de las elecciones de este año, es una prolongación de esa negación de la legitimidad del adversario, convertido de esta manera en “enemigo”. Supone la reviviscencia de la literatura jurídica del Tercer Reich.

Lo que se describe en el ensayo respecto de la competición electoral en los Estados Unidos es directamente trasladable a lo que viene ocurriendo en España desde que Pedro Sánchez alcanzó la presidencia del Gobierno. El PP no ha aceptado la legitimidad del Gobierno socialista en solitario tras el éxito de la moción de censura en 2018, ni la de los Gobiernos de coalición a partir de las diversas elecciones generales desde 2019.

España es el mejor ejemplo de que la derecha entiende que cuando pierde las elecciones no está perdiendo el Gobierno, sino que está perdiendo el país, que considera de su propiedad exclusivamente. Por eso, en 2014, se intentó anticipar a la posibilidad de que Pedro Sánchez pudiera llegar a ser presidente del Gobierno, poniendo en marcha una investigación a través de la 'policía patriótica' sobre la familia de su mujer, que, como se puede oír en los audios publicadas por elDiario.es de la conversación del Comisario Villarejo con el Secretario de Estado del Ministerio de Interior del Gobierno de Mariano Rajoy, sería letal para las aspiraciones del candidato socialista.

La estrategia “preventiva” no surtió efecto. No se pudo impedir que Pedro Sánchez acabara siendo presidente del Gobierno. De ahí la necesidad de poner en marcha la estrategia de acabar con la mujer del presidente mediante Manos Limpias y un juez de instrucción, que han dado carta de naturaleza a una de las infamias más burdas que pueden imaginarse.

La estrategia ha estado a punto de tener éxito. Pedro Sánchez, afectado por la pregunta de Gabriel Rufián en el Pleno del Congreso de los Diputados, a la que, haciendo de tripas corazón, respondió de la única manera en que puede hacerlo, se rompió al tener que hacerlo. De ahí su marcha precipitada del Congreso de los Diputados y la redacción de su puño y letra de la carta que se haría pública a las siete de la tarde.

Por suerte, la carta no fue la que le pedía el cuerpo en ese momento, sino que tuvo la lucidez de darse un tiempo de reflexión. Hubiera sido terrible la dimisión de un presidente del Gobierno por la acción combinada de Manos Limpias y de un fraude procesal por parte de un juez de instrucción. 'Un golpe apoyado en un auto procesal', es el título del artículo de José Antonio Martín Pallín en Infolibre.

No se nos puede olvidar que fue Alberto Núñez Feijóo el que tiró la primera piedra y que la denuncia de Manos Limpias vino después. Ha sido un burdo ensayo del golpe que a punto ha estado de acabar siendo un éxito.


Javier Pérez Royo,

Por qué la hipertensión afecta la salud. Y cómo controlarla.

Para algunas personas, los cambios en el estilo de vida pueden ser tan eficaces como la medicación, dicen los expertos.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), casi la mitad de los adultos estadounidenses padecen hipertensión, pero solo una cuarta parte de los hipertensos la tienen bajo control.


La hipertensión “es una crisis de salud pública latente”, dijo Rishi K. Wadhera, profesor asociado de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard y autor de un nuevo estudio que demuestra que los chequeos de la presión arterial no han vuelto a ser lo que eran antes de la pandemia de coronavirus.

La hipertensión puede aumentar el riesgo de infarto de miocardio, ictus, complicaciones en el embarazo y otros problemas de salud, pero los síntomas son “a menudo silenciosos”, dijo Wadhera.

“Me preocupa que pase desapercibida para muchos pacientes”, añadió.

Esto es lo que hay que saber sobre el tema y cómo controlar la presión arterial.

¿Qué es la presión arterial? ¿Y cuál es un nivel normal?
La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes arteriales del corazón, explicó Jim Liu, cardiólogo del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio. La presión arterial siempre se mide con dos cifras: la cifra superior, conocida como presión sistólica, mide esa fuerza cuando el corazón se contrae. La cifra inferior, conocida como presión diastólica, mide la fuerza cuando el músculo cardiaco se relaja. Se mide en unidades conocidas como milímetros de mercurio, o mm Hg.

Puedes tomarte la presión en una consulta médica o en una farmacia, o puedes hacerlo tú mismo con un tensiómetro doméstico. La Asociación Estadounidense del Corazón y el Colegio Estadounidense de Cardiología definen la presión arterial normal como inferior a 120/80 mm Hg. Los CDC definen la presión arterial alta como igual o superior a 130/80 mm Hg.

Una presión arterial muy alta puede provocar síntomas como fuertes dolores de cabeza, dolor torácico y mareos. Para muchas personas, sin embargo, la presión arterial aumenta muy gradualmente como para notar estos problemas, dijo Liu.

¿Por qué es perjudicial la hipertensión?
La hipertensión obliga al corazón a trabajar más para bombear sangre. Con el tiempo, el corazón, sobrecargado, puede empezar a flaquear lentamente y a esforzarse por bombear sangre al resto del organismo, una afección denominada insuficiencia cardiaca.

La fuerza y la fricción de la hipertensión también pueden dañar el delicado revestimiento de las arterias, explicó Liu. Los desgarros de la pared arterial permiten que el colesterol LDL —también conocido como colesterol “malo”— se adhiera y forme grumos, o placas, en esos huecos. Esto puede bloquear el flujo sanguíneo y, en algunos pacientes, provocar un infarto de miocardio.

La obstrucción de las arterias que llevan sangre al cerebro puede provocar un ictus. Los daños a largo plazo en los vasos sanguíneos del cerebro también pueden provocar una enfermedad denominada demencia vascular, según Liu.

¿Qué provoca la hipertensión?
Todas las arterias se endurecen con el tiempo, lo que hace que la presión arterial aumente de forma constante con la edad. Se calcula que, a los 75 años, el 80 por ciento de los hombres y el 86 por ciento de las mujeres estadounidenses tienen hipertensión.

Se han relacionado múltiples factores de riesgo con la hipertensión, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad y el estrés crónico. La falta de ejercicio y las dietas ricas en sodio y alimentos procesados también se han asociado a un mayor riesgo de hipertensión.

¿Cómo se puede reducir la presión arterial?
Para algunas personas, los cambios en el estilo de vida pueden ser tan eficaces como la medicación, dijo Martha Gulati, directora de cardiología preventiva del Smidt Heart Institute del Cedars-Sinai de Los Ángeles. Recomienda hacer al menos 30 minutos de ejercicio moderado al día y dormir entre siete y nueve horas por la noche, dos hábitos asociados a una presión arterial más baja. Mantener o alcanzar un peso corporal saludable también puede reducir la presión arterial, afirmó Gulati.

Es importante evitar los productos que contienen nicotina. El consumo de nicotina eleva la presión arterial, estrecha los vasos sanguíneos y puede contribuir al endurecimiento de las arterias, según la Asociación Estadounidense del Corazón.

Algunas investigaciones sugieren que seguir una dieta baja en sodio podría reducir la presión arterial entre dos y ocho mmHg en algunos pacientes, y que adoptar la dieta DASH —que enfatiza el consumo de frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa— podría reducir la presión arterial entre ocho y 14 puntos. Abstenerse de beber alcohol o limitar su consumo a no más de una copa al día para las mujeres y dos copas para los hombres podría reducir la presión arterial entre dos y cuatro puntos.

Las personas que no pueden reducir su presión arterial a niveles normales mediante cambios en su estilo de vida necesitarán medicación, según Gulati. Los diuréticos ayudan a eliminar el sodio y el agua del organismo, reduciendo así la presión arterial. Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA) relajan los vasos sanguíneos, aunque actúan de distinta manera. Los antagonistas del calcio ayudan a relajar las células musculares de los vasos sanguíneos y algunos ralentizan el ritmo cardíaco. Las personas que no consiguen reducir la presión arterial con estos fármacos pueden necesitar medicamentos adicionales. Los médicos tienen en cuenta la edad, el estado de salud y los factores de riesgo del paciente antes de decidir qué medicación recetarle.

“La presión arterial es el factor de riesgo más modificable de cardiopatía y accidente cerebrovascular”, dijo Gulati. “Con cambios en el estilo de vida y medicamentos, nuestros pacientes pueden controlarla, así como a la salud de su corazón”.

viernes, 3 de mayo de 2024

MEMORIA HISTÓRICA. La ONU insta a España a adoptar “las medidas necesarias” contra “las leyes de concordia” de PP y Vox. Naciones Unidas responde al escrito del Gobierno pidiendo amparo por la derogación de las leyes regionales de memoria y alerta sobre el “negacionismo”.

Dos arqueólogos intervienen en la fosa CE017 del Barranco de Viznar, en Granada.
Dos arqueólogos intervienen en la fosa CE017 del Barranco de Viznar, en Granada.

Tras analizar las iniciativas de los gobiernos bipartitos de PP y Vox para derogar las leyes regionales de memoria y sustituirlas por otras llamadas “de concordia”, Naciones Unidas insta a España a que adopte “todas las medidas necesarias para garantizar el estricto respeto de los estándares internacionales de los derechos humanos en materia de preservación de la memoria histórica de las graves violaciones de los derechos humanos”. De momento, el Gobierno ya ha avanzado que llevará la ofensiva de la derecha y la extrema derecha contra las leyes de memoria al Constitucional y ha pedido amparo, además de a Naciones Unidas, al Parlamento Europeo y el Consejo de Europa.

El informe de la ONU está firmado por Fabian Salvioli, relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición; Aua Baldé, relatora del Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas, y Morris Tidball-Binz, relator especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Tras analizar los proyectos impulsados por PP y Vox en Castilla León, Aragón y la Comunidad Valenciana, los tres expertos de Naciones Unidas aseguran que “las llamadas leyes de concordia podrían transgredir la obligación del Estado español de garantizar la preservación de la memoria histórica de graves violaciones de derechos humanos”, ya que, señalan, “ordenan la supresión de múltiples entidades, proyectos, sitios web y actividades de memoria histórica sobre las graves violaciones de derechos humanos previstas o creadas en cumplimiento de la legislación estatal y autonómica vigente en la materia”. Para la ONU, esas iniciativas del PP y Vox allá donde gobiernan juntos, “pueden acarrear límites al acceso a la verdad sobre el destino o paradero de las víctimas” de la Guerra Civil y la dictadura franquista; “obstaculizan o suprimen la subvención de proyectos” en la materia y “pueden invisibilizar”, advierten, “las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante el régimen dictatorial franquista”.

Naciones Unidas destaca que las iniciativas de PP y Vox para derogar las leyes regionales de memoria sustituyéndolas por otras llamadas de concordia, “evitan, y/o omiten nombrar o condenar el régimen franquista” y subraya que contribuyen a alentar teorías “revisionistas o negacionistas” sobre la Guerra Civil y la dictadura. También se refieren, específicamente, al proyecto de ley de Concordia de la Comunidad Valenciana, y cómo, al aludir a “las víctimas de la II República [cuyo gobierno fue elegido democráticamente] y al “terrorismo etarra e islámico”, se “desvirtúa” el objetivo de las leyes de memoria de “atender las necesidades y derechos de las centenas de miles de víctimas del franquismo y la Guerra Civil”, esto es, las que no habían sido reparadas. La ley de concordia de la Comunidad Valenciana afirma en su exposición de motivos: “Vamos a aprovechar para reconocer a todas las víctimas de la violencia política y social que ha vivido nuestro país, también las del terrorismo”. Ya existe una norma que ampara a este colectivo, por lo que el texto, de siete páginas, aclara que la nueva normativa “no elimina ni uno solo de los derechos que ya están reconocidos por la ley 1/2004 de 24 de mayo de ayuda a las víctimas del terrorismo, que sigue vigente”.

El informe recuerda las obligaciones internacionales en la materia adquiridas por España al ratificar el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1977) y la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas (2009), entre otros tratados internacionales, e insiste: “Todos los poderes del Estado español, ya sea ejecutivo, legislativo o judicial, y todas las entidades de Gobierno, cualquiera sea su nivel -nacional, regional o local-, deben cumplir con la obligación de proteger los derechos humanos y garantizar la preservación histórica de la memoria de graves violaciones de derechos humanos”. Además, los relatores de la ONU advierten de que “el incumplimiento de estas obligaciones por parte de tales entidades u autoridades está en condiciones de comprometer la responsabilidad del Estado español”.

Naciones Unidas conoce bien el caso de España. En 2014, el entonces relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff, visitó el país para comprobar qué grado de todas las cosas que componen el largo nombre de su cargo tenían las víctimas del franquismo. Al volver, redactó un demoledor informe sobre las deficiencias de la ley de memoria vigente, la de 2007. 

El Gobierno lo llamó para elaborar la Ley de Memoria Democrática de 2022, que incorporó sus recomendaciones, fundamentalmente, la asunción, por parte de la Administración (Gobierno central, regional y local) de las tareas de localización, exhumación e identificación de víctimas. Durante el debate de la norma en el Congreso, ante la férrea oposición de PP y Vox. 

De Greiff ya recordó que las políticas de memoria no son un capricho de un partido político, sino “obligaciones del derecho internacional”, vigentes en los países que, como España, tuvieron un pasado traumático y acumulan deudas con los represaliados y sus familias. 

El informe de Naciones Unidas sobre las iniciativas de PP y Vox contra las leyes de memoria regionales y estatales recuerda “la obligación del Estado español en su conjunto” de “garantizar la preservación de la memoria colectiva relativa a las violaciones manifiestas de los derechos humanos, tales como las cometidas en periodo dedictadura franquista y Guerra Civil”, porque a eso obligan, recuerdan, “los estándares internacionales” y porque de esa tarea depende “el desarrollo de una cultura de democracia y respeto de los derechos humanos” que permita “reflexionar sobre el presente e identificar los problemas contemporáneos relacionados con exclusión, discriminación, marginación y abusos de poder”.

 https://elpais.com/espana/2024-05-03/la-onu-insta-a-espana-a-adoptar-las-medidas-necesarias-contra-las-leyes-de-concordia-de-pp-y-vox.html

La carta de Sánchez: estilo y puntuación. Abundan en el texto las comas innecesarias; además de que empieza con un pleonasmo y contiene una incoherencia sintáctica.

Millones de españoles habrán leído la carta difundida por Pedro Sánchez el 24 de abril. Muchos de ellos seguramente pensaron que su texto lo había revisado algún asesor lingüístico y que, por tanto, puede constituir un modelo de escritura. Sin embargo, un análisis de la puntuación y del estilo invita a sospechar que realmente el dirigente socialista actuó en la más completa soledad.

Comentaremos esos aspectos en la idea de que tal vez se pasen por aquí algunos estudiantes que de repente hubieran interpretado el mensaje del jefe del Gobierno como una desautorización práctica de lo que les había explicado días antes su profesor de Lengua. Para tranquilizarlos.

Pleonasmo. El escrito comienza con una redundancia de significado: “No suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta”. El verbo “suele” ya indica una habitualidad, y el adjetivo “habitual” señala que algo suele ocurrir. Por tanto, bastaba con elegir una de las dos opciones. Habrían mostrado más cuidado alternativas como “No suele ocurrir que me dirija a usted”, “No suelo dirigirme a usted” o “No es habitual que me dirija”.

Incoherencia sintáctica. La hallamos en esta frase: “Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal”. El verbo “han traspasado” lleva su acción al complemento directo, aquí con dos elementos unidos por la conjunción y; pero el segundo de ellos carece de sentido como tal: “la línea del respeto a la vida familiar de un presidente” y “el ataque a su vida personal”. Por tanto, se han traspasado dos cosas: la línea del respeto y el ataque personal. Sin embargo, el ataque no ha sido traspasado, sino en todo caso perpetrado. Habría facilitado la comprensión esta alternativa, entre otras posibles: “Han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y la del ataque a su vida personal”.

Comas excesivas. Abundan en el texto las comas innecesarias (y falta alguna conveniente). Me detendré en tres casos. 1. “(...) Han puesto en marcha lo que el gran escritor italiano, Umberto Eco, llamó ‘la máquina del fango”. El famoso semiólogo y novelista no es el único gran escritor italiano, luego sobran las comas que forman la aposición equivalente. 2. “La gravedad de los ataques que estamos recibiendo mi esposa y yo, y la necesidad de dar una respuesta sosegada, me hacen pensar que esta es la mejor vía para expresar mi opinión”. El presidente también podía haber suprimido esos dos signos que crean una falsa aposición y separan el sujeto del verbo. 3. “Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes”. Esta coma no hace ninguna falta y complica la lectura.

Asunto personal. Comento también una construcción coloquial que me parece impropia de un texto esmerado: “Los ataques que sufro no son a mi persona”. Se me hace extraño ahí que el verbo “ser” carezca de atributo y figure en su lugar una suerte de complemento directo (imposible en las oraciones copulativas) o de complemento preposicional (de “ataques”). Yo habría escrito “los ataques no van contra mí” o “no son dirigidos a mi persona”.

Llámenme tiquismiquis, pero aun así quizá convengan conmigo en que a presidente del Gobierno de España no se llega por el camino de la gramática.

jueves, 2 de mayo de 2024

Qué es la "tetera de Russell", uno de los argumentos más usados en las discusiones entre ateos y creyentes

tetera

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Mientras te tomas tranquilamente un té, un amigo llega y te dice: "En el espacio hay una tetera que gira alrededor del Sol". ¿Qué haces?

Lo más seguro es que tu reacción inmediata sea pedirle que te la muestre.

Tu amigo te dice que no te la puede mostrar porque es tan pequeña que ni siquiera el telescopio más poderoso del mundo podría detectarla.
Lo que dice tu amigo te parece una locura, pero acéptalo, no tienes manera de demostrarle que no hay una tetera flotando en el espacio.

Él tampoco tiene pruebas, pero está convencido de que sí existe.

Entonces, ¿a quién de los dos le corresponde presentar las pruebas sobre si la tetera existe o no?

manos

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El ejemplo de la tetera nos puede llevar a debates apasionados. Esa discusión aparentemente tonta, en realidad es la base de varios de los más acalorados debates entre ateos y creyentes.

A esta analogía se le conoce como la "tetera de Russell", porque la expuso por primera vez el filósofo y matemático británico Bertrand Russell en 1952 en un artículo titulado "Is there God?" ("¿Existe Dios?").

El biólogo evolutivo Richard Dawkins, por ejemplo, una de las figuras más reconocidas del ateísmo contemporáneo, se ha referido a la tetera en varias de las entrevistas y debates en los que participa alrededor del mundo.

Pero, ¿qué buscaba Russell con su ejemplo de la tetera y qué papel juega en las discusiones sobre la existencia de Dios?

La tetera sagrada

En su analogía, Russell reconoce que la idea de la tetera espacial es absurda, pero a continuación imagina un escenario con el que llega al punto que le interesa.

"Si en libros antiguos se afirmara la existencia de la tetera, se enseñara como la verdad sagrada cada domingo y se inculcara en las mentes de los niños en las escuelas, dudar de su existencia sería visto como una excentricidad y el escéptico merecería la atención de un psiquiatra…o un inquisidor…", escribió Russell.

RUSSELL
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Pie de foto,Russell ganó el Nobel de Literatura en 1950. 
Russell, que era ateo, quería mostrar que el hecho de que mucha gente crea en Dios, no significa, según él, que en realidad exista.

O, dicho de otra manera, que aunque sea imposible demostrar que algo no existe, eso no se puede tomar como una prueba de que sí existe.

Siguiendo la analogía de Russell, los ateos rematan su argumento afirmando que quien tiene que presentar las pruebas es quien afirma que Dios existe.

Como hasta ahora, según ellos, no hay evidencia de la existencia de Dios, entonces no ven razón para creer en él.

"Las afirmaciones que no pueden ser probadas, las aseveraciones inmunes a la refutación, son verídicamente inútiles, sin importar el valor que puedan tener para inspirarnos…", escribió el famoso cosmólogo Carl Sagan en su libro "El mundo y sus demonios", en el que, siguiendo el ejemplo de Russell, jugaba con la idea de que en su garaje había un dragón invisible.

mujer 
 
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La teoría de Russell da lugar a acalorados debates.

La carga de la prueba

Los creyentes, por el contrario, no sienten que el argumento de la tetera los obligue a buscar más pruebas de la existencia de Dios.

"La tetera de Russell sí es una pura fantasía", dijo el sacerdote, teólogo y doctor en filosofía Gerardo Remolina, exrector de la Universidad Javeriana en Colombia, durante un debate con Richard Dawkins, en 2017.

 "La comparación de la realidad de Dios es completamente distinta, de Dios estamos viendo la naturaleza, nuestra vida", manifestó Remolina.

debate
debate

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Pie de foto, 
Pie de foto,¿De qué lado del debate estás?

Otros, como el filósofo Alvin Plantinga, profesor en la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, sostienen que el argumento de la tetera no funciona porque parte de una premisa errada.

Russell plantea que no hay manera de probar que la tetera no existe, pero según Plantinga, "tenemos mucha evidencia en contra del teterismo", es decir, pruebas que indican que la tetera no está en el espacio, según afirmó en una entrevista con el diario The New York Times en 2014.

Si alguien hubiera logrado poner una tetera en el espacio, apunta el catedrático, hubiera sido una noticia de la que todos nos hubiéramos enterado.

Por tanto, en su opinión, eso también se puede aplicar a la existencia de Dios: si Russell cree que Dios no existe, debería tener pruebas que lo avalen.

En palabras de Plantinga: "Si, como plantea Russell, el teísmo es como el teterismo, el ateo para justificarse tendría que tener una poderosa evidencia contra el teísmo".

En resumen, según el profesor, es el ateo quien tiene que demostrar que Dios no existe.

Como verás, la discusión está lejos de ser saldada, y se puede extender hasta lo más profundo de nuestros dilemas existenciales. 

El audaz método de los antiguos romanos para aprovechar al máximo la luz del día en todas las épocas del año

Un reloj de sol
Pie de fotoAunque no podían manipular el tiempo, los romanos podían decidir cómo lo medían y empleaban.
  • Autho

Al principio parecía un simple bloque de piedra tallada.

El pedazo de piedra caliza se encontraba boca abajo en el barro, en el lugar de una antigua ciudad romana en el centro de Italia, y estaba completamente atascado.

Se cree que el bloque fue robado en la época medieval: arrancado de los restos antiguos de la metrópoli y arrastrado, posiblemente, con la intención de utilizarlo como material de construcción.

Pero el barro había frustrado este intento y allí estaba, todavía en la misma posición, cientos de años después.

Fue necesario un equipo de tres personas para sacar la piedra. Y mientras lo hacían, Alessandro Launaro gritó de alegría. "Lo primero que recuerdo haber dicho es '¡Guau! ¡Una inscripción!'", dice.


El bloque había dejado una huella de letras latinas y líneas misteriosas, marcada en su tumba fangosa como un sello. "Y eso me pareció realmente desconcertante", dice Launaro, profesor de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

Una vez que se extrajo la roca de forma segura del suelo, su propósito quedó claro: se trataba de un antiguo reloj de sol romano, uno de los muchos cientos que se han descubierto en todo el mundo.
Reloj de sol

El reloj de sol descubierto en Interamna Lirenas divide la luz del día disponible en horas que varían en duración según las estaciones.

Estaba excepcionalmente bien conservado: con líneas que demarcaban cada hora que pasaba y una inscripción que acreditaba al funcionario que lo pagó.

Pero quizás la parte más emocionante fue la forma en que demostró la antigua solución romana a un dilema perenne: cómo aprovechar al máximo la luz del día disponible en diferentes épocas del año.

Horas flexibles

Dos veces al año, alrededor de un tercio de los países del mundo realizan un ritual muy debatido: entrometerse con el tiempo para crear tardes de verano más largas y mañanas de invierno más brillantes. Estados Unidos, Reino Unido y la mayor parte de Europa implementan el horario de verano (DST, por sus siglas en inglés), que implica adelantar los relojes una hora durante la primavera y luego retrasarlos una hora al horario estándar habitual en el otoño.

Los antiguos romanos no tenían tal sistema; en cambio, practicaban el arte olvidado hace mucho tiempo de alargar las horas estacionales.

Al igual que lo hacemos hoy, los antiguos romanos dividían cada día en 24 unidades, pero durante gran parte del año no tenían la misma duración.

Todas las horas de luz se dividieron entre 12, durante todo el año. Esto significaba que en pleno verano, cuando el sol está alto durante más tiempo, una hora ocupaba 75 minutos durante el día y sólo 45 minutos durante la noche.

Mientras tanto, en pleno invierno, cuando la luz de día era escasa, el patrón se invertía y durante el día una hora se extendía sólo por 45 minutos.

"Y luego, gradualmente, entre el solsticio de verano y el solsticio de invierno, la duración de esas horas cambiaría día a día, sólo un poco cada día", dice James Ker, profesor de estudios clásicos de la Universidad de Pensilvania.

Reloj de sol 


Reloj de sol
P

Los relojes de sol eran omnipresentes en el mundo antiguo.

En el equinoccio (un momento que ocurre dos veces al año, cuando el Sol está directamente sobre el ecuador y los días y las noches tienen aproximadamente la misma duración), una hora eran los habituales 60 minutos.

Con este audaz sistema de control del tiempo, los antiguos romanos nunca desperdiciaban un solo momento de luz del día: si el sol salía, era oficialmente de día y a menudo estaban trabajando. Si bajaba, se declaraba que era la noche y era hora de descansar o dormir.

Concepto cambiante
El reloj de sol de Launaro, que fue descubierto en el lugar de la antigua ciudad romana de Interamna Lirenas en 2017, no se parece en nada a los relojes de sol modernos.

En lugar de ser plano y circular, tiene la forma de medio cuenco partido por la mitad, con líneas que se irradian desde el centro hasta el borde y lo dividen en 12 porciones para las horas.

La esfera del reloj de sol está subdividida por líneas que se cruzan en la parte superior, inferior y media del cuenco, que indican la estación: el solsticio de invierno, los equinoccios y el solsticio de verano.
En su momento, una aguja de plomo, conocida como gnomon, habría proyectado una sombra de diferentes longitudes dependiendo de la altura del Sol, aunque esta se rompió hace mucho tiempo.

Para leer el reloj de sol, simplemente tendrías que verificar en qué segmento cae la sombra del gnomon, como lo harías con cualquier versión moderna.

Vesubio

Vesubio

Cuando el Monte Vesubio comenzó a hacer erupción en agosto del año 79 d.C., las horas habrían durado en esa época del años unos 70 minutos.

En la tarde del 24 de agosto del año 79 d.C., cuando el Monte Vesubio comenzó a hacer erupción en la ciudad de Pompeya, los 36 relojes de sol descubiertos entre los restos se habrían leído utilizando el anillo exterior de líneas.

Y con intervalos más largos entre las demarcaciones horarias más alejadas del centro del reloj de sol, cada hora habría tardado más en transcurrir. En esta época del año, una hora habría durado unos 70 minutos.

"Por eso, el concepto de hora para los romanos varía según la época del año", afirma Launaro. "Incluso algo tan fundamental como el cronometraje era para ellos bastante diferente de la forma en que lo conceptualizamos ahora", afirma.

Ubicuos

Aunque la inclinación de los antiguos romanos por alargar y contraer la duración de una hora pueda parecernos complicada o incluso desconcertante, implementarla fue más fácil de lo que parece.

Esto se debe a que, la mayor parte del tiempo, la gente no intentaba llevar la cuenta de la hora en su cabeza: los relojes de sol estaban por todas partes.

Estos impresionantes objetos estaban hechos generalmente de enormes y pesados bloques de piedra que permanecían en el mismo lugar durante toda su vida.

Podrían ser de estilos extravagantes, como el famoso "reloj de cerdo", un reloj de sol con forma de jamón curado, y con una cola de cerdo rizada en lugar de una aguja para generar las sombras del sol e indicar la hora.

Reloj de sol 

Reloj de sol
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Los relojes de sol de la antigua Roma se calibraban según el lugar donde se fabricaban.

Hoy día se conservan hasta 600 antiguos relojes de sol griegos y roman, el 99% de los cuales se adhirieron a este sistema estacional de cronometraje, que fue inventado por los antiguos egipcios y posteriormente adoptado por otras civilizaciones tempranas.

"Estaban en todas partes, en espacios privados, como jardines y en lugares públicos. A cualquier lugar al que fueras [en el mundo romano], particularmente en la época del Imperio Romano, te los encontrarías", dice Alexander Jones, profesor de historia de las ciencias exactas en la antigüedad en la Universidad de Nueva York.

Cómo usarlos

Como muchos relojes de sol antiguos, se cree que el de Interamna Lirenas se encontraba originalmente sobre una columna o pilar alto en el Foro, una especie de plaza que formaba el corazón de la vida pública en cualquier ciudad romana.

Colocar los relojes en altura les permitía captar la luz incluso en presencia de edificios altos, de modo que la gente siempre tuviera una visión clara de la hora, dependiendo de la calidad de su visión.

"Habría que intentar leer la hora en el reloj de sol desde el nivel del suelo, mirando hacia algo que esté quizás a 6 metros de altura", dice Jones. Esto también puede explicar por qué tantos relojes de sol que se conservaron quedaron sin sus marcas hace mucho tiempo, después de haber pasado años a la intemperie, maltratados por los elementos.

Si bien los primeros relojes de sol solían tener inscripciones con instrucciones sobre cómo leerlos, Jones explica que al final, en el apogeo del Imperio Romano, todos habrían sabido cómo hacerlo.

"Los de épocas más tardías sólo tienen las líneas y, por lo general, ni siquiera tienen números escritos. Así que la gente debe haber aprendido a leerlos", dice. Los hogares que no tenían su propio reloj de sol enviaban regularmente esclavos para buscar el reloj público más cercano y comunicarles luego la hora.

Reloj de sol 

Reloj de sol


Leer un reloj de sol no era un problema: todos sabrían cómo hacerlo en la antigua Roma.

Y, de todos modos, todos tenían una actitud más relajada en ese momento, dice Jones. "Ahora hacemos citas para un cuarto de hora después de la hora, algo así; eso no sucedía en la antigüedad. Una cita la hacías para una hora concreta. Eso era lo más preciso que se podía ser", dice Jones.

Rara vez era necesario intentar calcular la duración de una hora estacional.

Sin embargo, la duración en constante cambio de una hora romana atrajo algunos comentarios.

Ker da el ejemplo de un poeta romano que se jactaba de que su libro podía leerse en tan solo una hora y luego especificaba que no se refería a cualquier hora, sino a una hora de invierno, que podía durar solo 45 minutos.

"Había una manera de hablar de las horas que captaba su elasticidad", dice.

La cara menos amable de los días largos y las noches cortas

Por supuesto, la contracara de tener días largos de verano y cortos de invierno, eran las noches. Todavía había sólo 1.440 minutos en cada rotación de la Tierra sobre su eje con respecto al Sol, por lo que cada minuto asignado al día era esencialmente robado a la noche.

Esto significaba que en pleno verano, mientras un día duraba 900 minutos, una noche solo ocupaba 540, el equivalente a sólo nueve horas en la época moderna para cenar, socializar y dormir.

Estas noches de verano truncadas podían suponer un problema, porque, al igual que hoy en día, los antiguos romanos estaban obsesionados con dormir lo suficiente.

Aquí entra en escena un truco iniciado por el emperador Marco Aurelio, que permitió a su corte descansar por más tiempo y proporcionó un raro ejemplo de rebelión contra la fluctuación estacional en la cantidad de luz del día.

"Durante el verano, en lugar de esperar hasta el atardecer para dejar ir a sus asistentes [como era típico], se iba, creo, alrededor de la décima hora del día. Y lo que esto significaba es que tenían tiempo suficiente para volver a casa, tal vez hacer ejercicio, quizás cenar y luego dormir ocho horas", dice Ker.

Seguir el paso de estas horas nocturnas en constante cambio podría resultar complicado. Esto se debe a que, naturalmente, los relojes de sol no funcionaban después del atardecer. La única alternativa era el reloj de agua, que funcionaba como un reloj de arena: la cantidad de agua que había pasado indicaba la cantidad de tiempo transcurrido.

Sin embargo, muy pocos relojes de agua de la época romana han sobrevivido, dice Jones. Una razón podría ser que tenían muchas partes móviles, a diferencia de los relojes de sol, que solían estar hechos de un solo gran bloque de piedra.

Pero también cree que nunca fueron tan comunes como los relojes de sol: eran artículos caros y de un alto estatus.

Estatua de Marco Aurelio 

Estatua de Marco Aurelio
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Marco Aurelio permitía a su corte descansar más tiempo, sin acomodarse a las horas flexibles.

"Lo realmente increíble es que hicieron relojes de agua que fueran ajustables, de modo que también pudieran registrar horas que variaban según las estaciones", dice Ker.

"Estaban tan comprometidos con el sistema [de alargamiento y contracción de horas], que incluso de noche utilizaban un dispositivo diferente que se correspondería con lo que seguía el reloj de sol", dice.

De hecho, los únicos que cumplían con la duración moderna de una hora en la antigua Roma eran los médicos y los astrónomos, que necesitaban mayor precisión para sus pacientes y sus cálculos. En su lugar, utilizaban la hora equinoccial, llamada así por los dos momentos del año en los que la cantidad de luz y oscuridad es exactamente igual, y una hora habría durado 60 minutos.

Pero ya fuera que una civilización utilizara el método antiguo de ampliar las horas o la técnica moderna del horario de verano, por supuesto que no podemos aumentar la cantidad de luz natural disponible, sólo modificar los límites de cómo la usamos.

"No se puede manipular la naturaleza, no se puede cambiar el tiempo disponible para realizar un trabajo productivo [al aire libre]", señala Jones. Eso es algo con lo que la gente tiene que vivir".

https://www.bbc.com/mundo/articles/c51dzq7xk5no

miércoles, 1 de mayo de 2024

Ken Loach se retira tras 60 años de cine

Ken Loach afirma sentir un "gran respeto" por Jonathan Glazer, quien planteó la cuestión de Gaza en su discurso de aceptación del Oscar por The Zone of Interest [La zona de interés], y asegura que el director fue "muy valiente" al declarar lo que declaró. "Y estoy seguro de que comprendió las posibles consecuencias de ello, lo que le hace aún más valeroso, de modo que siento un gran respeto por él y por su trabajo", ha comentado a Variety.

El veterano cineasta y activista habla en vísperas del estreno en los Estados Unidos de The Old Oak [El viejo roble], un largometraje que será además el último. Tras más de 60 años de carrera, el director británico, ganador de la Palma de Oro en dos ocasiones y responsable de películas tan queridas como Kes, The Wind That Shakes the Barley [El viento que agita la cebada], Land and Freedom [Tierra y libertad], Sweet Sixteen [Felices dieciséis], My Name is Joe [Mi nombre es Joe] y I, Daniel Blake,[Yo, Daniel Blake] da por terminada su carrera.

Por supuesto, Loach ya ha anunciado su retirada en más de una ocasión. Por eso, cuando afirmó que The Old Oak sería su último largometraje en vísperas del Festival de Cannes de 2023 -donde se presentó a concurso (su decimoquinta película, todo un récord)-, muchos observadores se lo tomaron con cautela. No cabía duda de que el autor más importante del mundo del realismo de clase trabajadora volvería a centrar su objetivo en otra injusticia social.

Diez meses después, sin embargo, ni siquiera el estado actual del mundo es suficiente para que Loach, de 87 años, vuelva a ponerse detrás de la cámara.

"Creo que, en lo que respecta a la salud, la idea de volver a pasar por todo significa probablemente un paso excesivo", explica. "Sólo te detienes cuando ya es absolutamente necesario, y yo he llegado al final del recorrido".

Pero Loach insiste en que su actual ronda de compromisos con los medios -entrevistas con la prensa que aprovecha en cada película para hablar de los temas sociales que muestra en pantalla- no supone una gira de despedida.

"Intento pensar en el futuro y no ser nostálgico", cuenta. "No hacer películas no significa que termine en modo alguno la conexión con el cine y los estudiantes, y con la gente que escribe sobre cine. Y he tenido suerte, hay muchas posibilidades de hacer cosas parecidas a trabajar, pero no con el mismo grado de concentración y viajes".

Para Loach, que celebró su primera Palma de Oro (por The Wind That Shakes the Barley) con una taza de té típicamente discreta, lo más destacado de sus seis décadas en el cine son "las extraordinarias relaciones y amistades" que ha encontrado por el camino. Todavía mantiene el contacto con David Bradley, a quien ofreció el papel de protagonista en Kes, su clásico de 1969, cuando sólo tenía 14 años.

"Se acerca a los 70 y sigue siendo el mismo", dice. "Nos vemos de vez en cuando e intercambiamos tarjetas de Navidad. Pero lo mismo ocurre con la mayoría de mis películas. Esa conexión humana es una de las cosas que más aprecias".

Kes recibió un inesperado reconocimiento en los premios BAFTA (del cine británico) en febrero, cuando Samantha Morton, al recoger su beca BAFTA, afirmó que su vida "cambió para siempre" cuando vio la película en el colegio, siendo adolescente. "Al ver la pobreza y a gente como yo en la pantalla, me reconocí: la representación importa", afirmó.

Pero ni siquiera este momento, estando Loach en la sala para poder escucharlo (The Old Oak era candidata a mejor película británica), bastó para quebrar su modestia.

"Fue muy generoso por su parte, pero he sido siempre consciente de que fue mérito del libro de Barry Hines [Kes fue una adaptación de A Kestrel for a Knave, Un cernícalo para un bribón], y conocí a Barry a través de Tony Garnett, el productor", dice. "De manera que siempre me avergüenzo cuando me dicen que es mi película. Es nuestra película. Y el libro de Barry es un auténtico clásico. Creo que el problema de nuestro negocio es que crea egoístas si no se tiene cuidado. Una película "del" director es algo vergonzoso. Una película Kodak sí es de alguien".

Para tratarse de uno de los nueve directores que han ganado dos Palmas de Oro, Loach afirma que su ego siempre ha estado controlado gracias a "la familia y los amigos, que están dispuestísimos a tomarme el pelo".

Desde su primera película -el drama televisivo Cathy Come Home en 1966- Loach ha abordado innumerables temas, como los sin techo, la pobreza, la salud mental, los derechos laborales, el Estado del Bienestar y la economía colaborativa, además de periodos históricos como la independencia irlandesa y la guerra civil española. The Old Oak tiende puentes entre temas nacionales e internacionales, centrándose en una familia de refugiados sirios enviados por las autoridades británicas a vivir a un antiguo pueblo minero del norte de Inglaterra que ha pasado por tiempos difíciles y donde los recién llegados se convierten en fácil chivo expiatorio.

Pero Loach admite que hay un tema muy cercano a su corazón al que nunca ha conseguido hincarle el diente cinematográficamente: Palestina.

"Me hubiera gustado trabajar sobre esa cuestión, pero no sabía cómo abordarlo", dice. "Tendría que haber sido un documental, pero era un gran proyecto y, desde luego, es algo me ha superado en la última década".

En relación a Palestina, Loach y su equipo de The Old Oak se mostraron muy firmes en su apoyo a un alto el fuego en Gaza en los BAFTA (los premios del cine británicos), hablando sobre la cuestión en la alfombra roja y posando para las fotos con un cartel que rezaba "Gaza: Alto a la matanza".

Dos semanas después, Glazer pronunció su alocución en los Oscar.

En unas palabras muy escudriñadas desde el 10 de marzo, al recoger el Oscar al mejor largometraje internacional por su drama sobre el Holocausto, Glazer se refirió a la violencia en Oriente Próximo, afirmando que su película ambientada en Auschwitz "muestra adónde conduce la deshumanización en su peor momento. Ha configurado todo nuestro pasado y presente. Ahora mismo, estamos aquí como personas que se niegan a que su judaísmo y el Holocausto se vean secuestrados por una ocupación que ha llevado a sufrir un conflicto a tanta gente inocente. Ya se trate de las víctimas del 7 de octubre en Israel o del actual ataque a Gaza, de todas las víctimas de esta deshumanización, ¿cómo nos resistimos a ella?".

El discurso fue recibido lo mismo con elogios que condenas. Tony Kushner lo describió como una "declaración intachable e irrefutable". Mientras tanto, una carta abierta firmada por más de mil creativos y ejecutivos judíos del sector lo denunciaba por contribuir a alimentar "el creciente odio antijudío en todo el mundo".

Aunque Loach reconoce que Glazer se ha visto "atacado" por su discurso, señala que también ha recibido "mucho apoyo de muchísimas personas judías que declararon que rompe el estereotipo de que todos los judíos apoyan lo que hace Israel, porque está bien claro que no es el caso".

Y añade: "Ha sido algo de gran valor porque muestra esa diversidad. De modo que siento un gran respeto por lo que ha hecho".

The Old Oak se estrenó el 5 de abril en el Film Forum de Nueva York, el 12 de abril en el Laemmle Royal de Los Ángeles y se exhibirá a escala nacional en otras localidades. La proyección en el Film Forum irá acompañada de una retrospectiva de más de 20 películas de Loach, entre ellas Kes, The Wind that Shakes the Barley, Riff-Raff, Poor Cow, I, Daniel Blake, y muchas más, a partir del 19 de abril.

Alex Ritman periodista cinematográfico radicado en Londres, estudió Economía y Filosofía en la Universidad de Leeds, y cubre la actualidad del cine y televisión británicos para las más conocidas revistas especializadas del sector en los EE.UU., como Variety o The Hollywood Reporter, informando además de festivales europeos de “clase A”, como Berlín, Cannes o Venecia.

Fuente:
Variety, 2 de abril de 2024

Pedro Sánchez frente al desprecio

«Toda forma de desprecio, si interviene en la política, prepara o instaura el fascismo» 
(Albert Camus)


Las críticas que la derecha está dedicando a la carta que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha escrito a la ciudadanía tienen casi siempre tres variantes de un rasgo común -el desprecio- que muestran mejor que nada la naturaleza de la sociedad capitalista en la que vivimos.

La primera es basarse en juicios de intenciones. Se afirma generalizadamente, como si de un coro perfectamente orquestado se tratara, que el presidente no la ha escrito con sentimientos sinceros sino como una artimaña para volver con más fuerza a sus actividades a partir del lunes.

Es cierto, por un lado, que esa respuesta es lógica cuando viene de un adversario. Sin decirlo, trata de provocar el efecto que se desea que ocurra. En este caso, que Pedro Sánchez se vaya y no refuerce su posición política gozando de más simpatía, apoyo y movilización por parte de su electorado si finalmente no dimitiera. Lo que muestra, en realidad, esta reacción de la derecha política y mediática, pronunciándose como si supiera a ciencia cierta lo que hay en el cerebro y el corazón de Pedro Sánchez, es un miedo profundo a que finalmente no se vaya.

Sin embargo, recurrir al juicio de intenciones frente a los adversarios políticos es una práctica mucho más grave y deleznable. Es una de la más grandes muestras de desprecio a un ser humano porque con ella se consigue que nadie pueda defenderse de la infamia y la calumnia. Algo fundamental en esta época en la que vivimos, en la que la polarización, la promoción del odio y el rechazo de cualquier ser humano que no sea idéntico a nosotros se ha convertido en la lógica que gobierna las relaciones sociales. Una estrategia ahora esencial para conservar los privilegios, tal y como explico en un nuevo libro que estará en librería el próximo 15 de mayo y que ya se puede reservar.

La segunda característica de la reacción de la derecha ante la carta de Sánchez es la falta de piedad, el desprecio al dolor ajeno. Algo que tampoco es nuevo sino también una constante de la política de nuestros días.

Al margen de su sentido religioso, la piedad viene a ser el sentimiento humano que nos lleva a cuidar, ayudar, perdonar, comprender o asistir a quien padece sufrimiento o angustia. Una virtud de la que también hoy día carecen quienes dominan el mundo. Si no fuese así, se habría evitado ya hace mucho tiempo -porque hay recursos de sobra para ello- el hambre y la miseria en la que viven cientos de millones de personas. No habría terrorismo, ni los conflictos entre naciones se resolverían con matanzas de población y genocidios, ni mediante las guerras tan crueles que estamos viviendo.

Finalmente, la derecha mediática y política desprecia o incluso se ríe a tumba abierta de las alusiones al amor que Pedro Sánchez hace en su carta.

Es curioso, penosamente curioso, que las dos acciones que quizá pueden propiciar más bienestar al ser humano, la política y el amor, estén hoy día tan despreciadas. En la Grecia clásica se llamaba idiotas a quienes se despreocupaban de los asuntos públicos, de la política. En nuestros días, a base de convertirla en fango sucio, hay posiblemente más idiotas que nunca. Nos tenemos que hacer idiotas para no morirnos de asco. Y quizá sea porque los idiotas tampoco analizan ni razonan por lo que no apreciamos el amor y lo banalizamos. Porque, como escribió el filósofo y literato francés Alain Badiou en su Elogio del amor, «amar es una forma de pensar».

No es difícil deducir que el desprecio como rasgo común brota, en suma, de una poderosa raíz: la inhumanidad.

¿La reforzamos o, por el contrario, nos congraciarnos con nuestra auténtica naturaleza de seres adictos al amor que «dependemos, para la armonía biológica de nuestro vivir, de la cooperación y la sensualidad, y no de la competencia y la lucha,» como escribió el biólogo chileno Humberto Maturana? Esa, creo yo, es la cuestión.

https://juantorreslopez.com/pedro-sanchez-frente-al-desprecio-y-la-inhumanidad/