Por David de Jong, NYT.
Fue reportero de Bloomberg News y autor de Nazi Billionaires: The Dark History of Germany’s Wealthiest Dynasties, del cual se adaptó este ensayo.
La columna vertebral de la economía alemana actual es la industria automotriz. Esto no solo se debe a que representa alrededor del 10 por ciento del PIB; marcas como Porsche, Mercedes, BMW y Volkswagen son reconocidas en todo el mundo como símbolos del ingenio y la excelencia de Alemania en el sector industrial. Estas empresas invierten millones en mercadotecnia y publicidad para sustentar esa imagen. Invierten menos dinero y energía en hablar sobre sus orígenes.
El éxito de estas corporaciones se remonta directamente a los nazis: Ferdinand Porsche convenció a Hitler de poner en marcha las operaciones de Volkswagen. Su hijo, Ferry Porsche, quien hizo crecer a la empresa, se ofreció voluntariamente como oficial de las SS. Herbert Quandt, quien convirtió a BMW en lo que es hoy, cometió crímenes de guerra. También Friedrich Flick, quien llegó a liderar Daimler-Benz. A diferencia de Quandt, Flick fue sentenciado en Núremberg.
No es que este sea un secreto en la Alemania moderna, pero sí se ignora con despreocupación. Estos titanes de la industria, los hombres que desempeñaron un papel central en el desarrollo del “milagro económico” del país después de la guerra, en general siguen siendo alabados y celebrados por su visión empresarial, no por sus actos bélicos. Edificios, fundaciones y premios llevan sus nombres. En un país que es tan elogiado por su cultura de remembranza y arrepentimiento, el reconocimiento honesto y transparente de los actos en tiempos de guerra de algunas de las familias alemanas más adineradas sigue siendo, en el mejor de los casos, una acotación. Pero las cuentas no estarán del todo ajustadas sino hasta que estas empresas —y Alemania— sean más explícitas sobre el pasado nazi de sus patriarcas.
He escrito sobre estas familias desde hace una década; primero, como periodista de Bloomberg News, luego, como autor de un libro sobre las dinastías empresariales alemanas y sus historias relacionadas con el Tercer Reich. He indagado en cientos de documentos históricos y estudios académicos, así como en memorias y autobiografías. He hablado con historiadores y visitado archivos dentro y fuera de las fronteras alemanas. Y mis descubrimientos me han asombrado.
Veamos primero a los Quandt. En la actualidad, dos de los herederos de la familia tienen un patrimonio neto de unos 38.000 millones de dólares, controlan BMW, Mini y Rolls-Royce y tienen participaciones considerables en las industrias química y tecnológica. Los patriarcas de la familia, Günther Quandt y su hijo Herbert Quandt, fueron miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y sometieron hasta a 57.500 personas a trabajo esclavo y forzoso en sus fábricas, donde se producían armas y baterías para la iniciativa bélica alemana. Günther Quandt adquirió empresas de judíos que fueron obligados a vender sus negocios a precios inferiores a los del mercado y de otros cuyas propiedades fueron incautadas luego de que Alemania ocupara sus países. Herbert Quandt ayudó con al menos dos de estas adquisiciones sospechosas y también supervisó la planificación, la construcción y el desmantelamiento de un subcampo de concentración que jamás se finalizó en Polonia.
Tras el fin de la guerra, los Quandt fueron “desnazificados” en un proceso jurídico malogrado durante la posguerra en Alemania, cuando la mayoría de los perpetradores del Holocausto eludieron el castigo por sus crímenes. En 1960, cinco años después de heredar una fortuna de su padre, Herbert Quandt salvó a BMW de la quiebra. Se convirtió en el accionista mayoritario de la empresa y comenzó a reconstruirla. Hoy en día, dos de sus hijos, Stefan Quandt y Susanne Klatten, forman parte de la familia más rica de Alemania, con un control casi mayoritario de BMW. Los hermanos gestionan sus fortunas desde una ciudad cerca de Fráncfort en un edificio que lleva el nombre de su abuelo.
Los Quandt de la actualidad no pueden alegar que desconocen las acciones de su padre y su abuelo. La información que acabo de mencionar se incluye en un estudio de 2011 que encargó la dinastía Quandt cuatro años después de que un documental crítico que apareció en la televisión expuso parte de la implicación de la familia en el Tercer Reich. Pese a haber ordenado el estudio, que fue realizado por un historiador y un equipo de investigadores, al parecer los herederos de la BMW prefieren seguir con su vida como si no se supiera nada.
En la única entrevista que ofreció en respuesta a los hallazgos de la investigación, Stefan Quandt describió el distanciamiento que la familia tomó de su padre y su abuelo como un conflicto necesario pero “enorme y doloroso”. Aun así, el nombre de Günther Quandt sigue plasmado en sus oficinas centrales y Stefan Quandt concede un premio anual de periodismo que lleva el nombre de su padre. Stefan Quandt afirmó creer que el “trabajo de toda la vida” de su padre lo ameritaba.
En la entrevista, Stefan Quandt declaró que, para la familia, los objetivos principales del estudio eran “la apertura y la transparencia”. Pero durante una década más, el sitio web de Herbert Quandt Media Prize mostró una biografía de su homónimo que no mencionaba sus actividades durante la época nazi, excepto por el momento en que se unió al consejo administrativo de la empresa de baterías de su padre en 1940.
Eso no cambió sino hasta finales de octubre de 2021, más de una década después de que se realizó el estudio, pero, muy evidentemente, a pocos meses de que yo cuestionara a la familia al respecto. Ahora, una biografía ampliada menciona parte de los hallazgos del estudio, como la responsabilidad que tuvo Herbert Quandt en la contratación de personal en las fábricas de baterías de Berlín, donde personas fueron sometidas a trabajo esclavo y forzoso. Pero aún omite la participación de Herbert Quandt en el proyecto del subcampo de concentración, el uso que hizo de prisioneros de guerra en su propiedad privada y su contribución a la adquisición de compañías que fueron arrebatadas de empresarios judíos.
En 2016, la rama filantrópica de BMW se consolidó con el nombre BMW Foundation Herbert Quandt. Ahora es una organización benéfica de categoría mundial, con alrededor de 150 millones de dólares en activos, que apoya causas de sustentabilidad e inversiones de impacto. Stefan Quandt y Klatten se cuentan entre sus donantes fundadores. Si tomamos la información del sitio web de la fundación, la biografía entera de Herbert Quandt se resume a un solo acto: “Garantizó la independencia” de BMW. El lema de la organización benéfica es promover el “liderazgo responsable” e inspirar a “líderes de todo el mundo a trabajar para desarrollar un futuro más pacífico, justo y sustentable”.
BMW y sus accionistas mayoritarios, Quandt y Klatten, no están solos en su revisionismo. En 2019, la Ferry Porsche Foundation anunció que otorgaría la primera cátedra de Historia Corporativa de Alemania en la Universidad de Stuttgart. La empresa Porsche creó la fundación en 2018, 70 años después de que Ferry Porsche diseñó su primer auto deportivo. “Enfrentar nuestra historia es un compromiso de tiempo completo”, escribió el presidente de la organización benéfica en una declaración. “Este es precisamente el tipo de reflexión crítica que la Ferry Porsche Foundation quiere promover, porque: para saber a dónde vas, debes saber de dónde vienes”.
Podría haber comenzado más cerca de casa. La fundación lleva el nombre de un hombre que, de manera voluntaria, solicitó trabajo en las SS en 1938, fue contratado como oficial en 1941 y mintió al respecto por el resto de su vida. Durante la mayor parte de la guerra, Porsche estuvo ocupado con la administración de la empresa Porsche en Stuttgart, que explotó a cientos de trabajadores forzados. Como el director ejecutivo de Porsche en las décadas de la posguerra, se rodeó de personas que tenían puestos de alto rango en las SS.
En su autobiografía de 1976, Porsche ofreció un recuento histórico tergiversado, repleto de declaraciones antisemitas, sobre el cofundador judío de Porsche, Adolf Rosenberger. Incluso acusó a Rosenberger de extorsión luego de que se vio obligado a huir de la Alemania nazi. La verdad fue que, en 1935, Ferry Porsche recibió las acciones de la empresa que le correspondían a Rosenberger luego de que su padre, Ferdinand Porsche, y su cuñado, Anton Piëch, compraron las acciones del cofundador, a un precio muy inferior al del mercado.
Hoy, Porsche no solo auspicia cátedras o fabrica autos deportivos. Junto con sus primos, los Piëch, los Porsche controlan el Grupo Volkswagen, que incluye a Audi, Bentley, Lamborghini, Seat, Skoda y Volkswagen. El patrimonio neto combinado del clan Porsche-Piëch se evalúa en unos 20.000 millones de dólares. Ahora se preparan para escindir a Porsche del Grupo Volkswagen y cotizarla en bolsa, en la que se perfila para ser una de las ofertas públicas iniciales más grandes de 2022.
Los Porsche nunca han mencionado en público las actividades que sus patriarcas perpetraron durante el régimen nazi. Y Ferry Porsche no fue el único implicado: Ferdinand Porsche, quien diseñó el Volkswagen, dirigió la fábrica de Volkswagen durante la guerra junto con Piëch. Ahí, decenas de miles de personas fueron explotadas en condiciones forzosas y de esclavitud para producir armas en masa.
La Ferry Porsche Foundation auspició la cátedra de la Universidad de Stuttgart porque, en 2017, los miembros de su Departamento de Historia publicaron un estudio financiado por la empresa sobre los orígenes de Porsche en la era nazi. Sin embargo, tal parece que el estudio omitió algo muy importante: por algún motivo, la investigación no incluyó ningún documento personal de Rosenberger. El estudio también describió de manera errónea cómo se dio la venta de las acciones de Rosenberger. Cuanto más analicé el estudio, más comenzó a revelarse como una fachada parcial en vez de un recuento íntegro.
Luego tenemos a los Flick. Friedrich Flick controló uno de los conglomerados de acero, carbón y armamento más grandes de Alemania durante el régimen nazi. En 1947, fue sentenciado a siete años de cárcel por crímenes de guerra y de lesa humanidad. En su juicio en Núremberg, fue declarado culpable de hacer uso de trabajo esclavo y forzoso, brindar apoyo económico a las SS y saquear una fábrica de acero. Tras su liberación anticipada en 1950, reconstruyó su conglomerado y se convirtió en el accionista mayoritario de Daimler-Benz, otrora el mayor fabricante de automóviles en Alemania. En 1985, Deutsche Bank adquirió el conglomerado de Flick, con lo cual sus descendientes se volvieron multimillonarios.
En la actualidad, una rama de la dinastía Flick valorada en alrededor de 4000 millones de dólares administra una fundación privada en Düsseldorf bautizada con el nombre de su patriarca. La fundación —que tiene un puesto en el consejo administrativo de una de las universidades más prestigiosas de Alemania y destina fondos a causas educativas, médicas y culturales, sobre todo en Alemania y Austria— sigue llevando el nombre de un criminal de guerra convicto en cuyas fábricas y minas decenas de miles de personas trabajaron en condiciones forzadas o de esclavitud, incluidos miles de judíos. Pero si revisas el sitio web de la fundación, jamás te enterarías del pasado sombrío de la fortuna de los Flick.
¿Cómo es posible que tres de las familias empresariales más poderosas de Alemania, así como sus compañías y sus organizaciones benéficas, estén tan desconectadas de la cultura de remembranza tan elogiada del país?
Cuando le pregunté a Jörg Appelhans, el vocero de años de Stefan Quandt y Klatten, acerca de su decisión de bautizar sus oficinas centrales y su premio para medios con el nombre de su padre y su abuelo, me envió un correo electrónico que decía: “No creemos que cambiar los nombres de calles, lugares o instituciones sea una manera responsable de lidiar con las figuras históricas”, porque hacerlo “impide que haya una exposición consciente del papel que tuvieron en la historia y más bien fomenta el olvido”.
Esta contorsión es desvergonzada a un nivel muy específico. Estas familias no exponen la historia sangrienta detrás de sus fortunas excepto, en ocasiones, en estudios encargados, redactados en un denso alemán académico y cuyos hallazgos luego se excluyen al describir el legado de la familia en internet. Ni siquiera enfrentan su pasado de manera honesta. De hecho, hacen lo contrario: conmemoran a sus patriarcas sin mencionar sus actos durante la era nazi.
Los representantes de los multimillonarios Flick se rehusaron a ofrecer comentarios cuando me comuniqué con la oficina de la familia. Cuando pregunté por qué no había una biografía de Ferry Porsche en el sitio web de la fundación que lleva su nombre, Sebastian Rudolph, el presidente de la fundación, respondió que se está “examinando en qué medida también debería representarse esto en el sitio web de la fundación” y agregó que “contemplamos el trabajo de toda la vida de Ferry Porsche desde una perspectiva diferenciada”.
Durante décadas, la cultura de remembranza ha sido un componente central de la sociedad alemana. En todas las ciudades y pueblos alemanes encontrarás los Stolpersteine, cubos de latón y concreto con nombres y fechas de muerte y nacimiento de las víctimas de la persecución nazi. Hay monumentos, grandes y pequeños, por todas partes. En las cafeterías, desde Berlín hasta Fráncfort y desde Hamburgo hasta Múnich, se escuchan conversaciones a diario sobre la culpa y la expiación colectivas. Son diálogos reflexivos, matizados y, sobre todo, conscientes.
No obstante, este movimiento encaminado a enfrentar el pasado, por algún motivo, no está llegando a muchos de los magnates más venerados de Alemania y sus historias turbias. Cuanto más tiempo dedicaba a aprender sobre estas dinastías empresariales y sus mancillados pasados, fortunas y empresas, además de su deseo de ignorar o encubrir el grado de implicación de sus patriarcas en el Tercer Reich, más comencé a dudar sobre la verdadera profundidad, sinceridad y durabilidad de esta cultura de remembranza en Alemania.
La industria automotriz es un arquetipo alemán por excelencia, es esencial no solo para la economía del país, sino también para su identidad. ¿Acaso repudiar a estos magnates sería un rechazo de la identidad nacional? ¿Acaso debemos alabar a estos hombres porque siguen siendo símbolos poderosos del resurgimiento y el poder económico alemanes? ¿Celebrar el éxito comercial sigue siendo más importante en Alemania que reconocer los crímenes contra la humanidad? ¿O será que la respuesta real es más simple? Quizá el país está en deuda con unos cuantos multimillonarios y sus empresas globales, que están más interesados en proteger sus reputaciones —y sus fortunas— que en hacer frente al pasado.
David de Jong (@davidthejong) es el autor de Nazi Billionaires: The Dark History of Germany’s Wealthiest Dynasties, del cual se adaptó este ensayo.
https://www.nytimes.com/es/2022/04/20/espanol/opinion/fortunas-nazi-bmw-porsche.html
sábado, 30 de abril de 2022
viernes, 29 de abril de 2022
Cómo mejorar la salud del corazón después de la COVID-19.
Los sobrevivientes de covid tienen muchas posibilidades de desarrollar afecciones cardiovasculares, según los estudios. Aquí hay consejos concretos de los expertos para minimizar el riesgo.
Antes de que a Jennifer Fagan le diera COVID-19 en marzo de 2020, se consideraba una entusiasta de la actividad física. Solía salir a correr dos o tres veces por semana y casi cada dos días tomaba clases de yoga con calor, un ejercicio vigoroso. Pero varias semanas después de recuperarse de las fases iniciales de la enfermedad, seguía experimentando un dolor insoportable en el pecho y se sentía sin fuerzas todo el tiempo. En junio, empezó a tener palpitaciones. “Le dije a mi médico que me sentía como si estuviera en el cuerpo de una persona de 70 u 80 años”, recordó Fagan.
El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox. Acudió a un cardiólogo y a un neumólogo, pero los especialistas no pudieron encontrar ningún problema de salud en las pruebas iniciales realizadas a esta mujer de 48 años. Así que Fagan volvió a su rutina de correr. Entonces, en diciembre de 2020, sufrió un paro cardíaco tras volver de una caminata lenta de tres kilómetros.
Al principio, ni su marido ni los trabajadores de emergencias médicas pudieron averiguar qué había salido mal. La llevaron al hospital, donde los médicos le diagnosticaron una rara inflamación del músculo cardíaco conocida como miocarditis y le implantaron un desfibrilador para estabilizar su corazón. Pero ahí no acabaron sus problemas cardíacos. Mientras estaba en el hospital, Fagan empezó a tener ataques de mareos extremos. Y desde entonces ha experimentado una serie de síntomas de covid que van desde la fatiga hasta la falta de aliento, pasando por ritmos cardíacos rápidos o irregulares.
Los estudios calculan que entre el diez por ciento y el 30 por ciento de las personas infectadas por el coronavirus pueden desarrollar síntomas a largo plazo. Y en un análisis reciente de los registros de salud del Departamento de Asuntos de los Veteranos de más de 150.000 personas que contrajeron COVID-19, los investigadores descubrieron que los supervivientes de covid tenían un riesgo “sustancial” de desarrollar enfermedades cardiovasculares hasta un año después de su enfermedad inicial, incluso si sus infecciones nunca los llevaron al hospital. En comparación con millones de otros pacientes que nunca se infectaron, los sobrevivientes de covid tenían un 63 por ciento más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio y un 52 por ciento más de probabilidades de sufrir un ictus. También tenían un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca, ritmos cardíacos irregulares, coágulos sanguíneos y trastornos inflamatorios como la pericarditis y la miocarditis.
El problema es que los exámenes médicos tradicionales para diagnosticar enfermedades cardíacas —como electrocardiogramas, ecografías y otras pruebas funcionales del corazón— suelen mostrar que las personas que han tenido COVID-19 no tienen daños cardíacos evidentes. “Cuando hacemos todas esas pruebas, la verdad es que tienen un aspecto bastante bueno”, afirma Ruwanthi Titano, cardióloga del Centro de Atención Post-Covid del hospital Monte Sinaí, en Nueva York. Por ello, los médicos han tenido que reimaginar la forma de diagnosticar y tratar a las personas con problemas cardíacos que persisten mucho tiempo después de una infección por coronavirus.
Si tienes síntomas relacionados con el corazón, ya sea opresión o dolor en el pecho, dificultad para respirar, latidos acelerados o saltados, mareos o fatiga extrema, es posible que tu proveedor de atención médica quiera realizar estas pruebas básicas para descartar cualquier anormalidad o daño en el sistema cardiovascular, dijo Titano. Pero nuevos estudios sugieren que el culpable puede ser el daño a las fibras nerviosas que ayudan a controlar la circulación. Y este daño tiene un nombre: neuropatía de fibras pequeñas.
Por suerte, ya existen las herramientas para tratar muchos tipos de neuropatía poscovid. “La gente no va a tener que vivir con esto el resto de su vida”, dijo Salim Hayek, cardiólogo y codirector de la Clínica de COVID-19 Persistente de Michigan Medicine en Ann Arbor. “La gran mayoría de las veces, estos síntomas, que van desde las palpitaciones hasta el mareo, se resuelven a los seis meses de tratamiento”.
Según los datos recogidos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la mayoría de las personas que se recuperan de la COVID-19 mejoran cuando reciben servicios de rehabilitación física y mental personalizados.
Ejercicios de respiración
Amy Ridgway, fisioterapeuta y gerente de Emory Outpatient Rehabilitation in Partnership with Select Physical Therapy, dijo que muchos pacientes con covid persistente pueden empezar a ver una mejora inmediata con unos simples ejercicios de respiración. “Una de las primeras cosas que enseñamos es la respiración diafragmática”, dijo. Practicar la respiración abdominal profunda todos los días permite a los pulmones absorber el oxígeno que tanto necesitan y se sabe que ayuda a reducir el dolor y la ansiedad. “Es una técnica estupenda para cualquier persona”, afirma Ridgway.
Gestionar la energía
Si experimentas brotes de síntomas después de cualquier tipo de esfuerzo, un terapeuta puede recomendarte que gestiones tus niveles de actividad diaria o que lleves un diario para ayudarte a anticipar qué actividades pueden ser demasiado agotadoras mental o físicamente. Esta técnica de autocontrol, utilizada a menudo por quienes padecen el síndrome de fatiga crónica (también conocido como encefalomielitis miálgica), parte de la base de que las personas tienen una cuota de energía determinada que pueden gastar cada día. Así, las pequeñas tareas, como ducharse o vestirse, pueden consumir menos energía, mientras que pasar la aspiradora o caminar hasta el final del camino de entrada de casa pueden agotar tu energía mucho más rápido, lo que conduce a algo llamado malestar postejercicio.
Conservar la energía a lo largo del día puede ayudar a reducir la fatiga poscovid mientras los pacientes se recuperan, dijo Ridgway. “Es un enfoque de tratamiento un poco diferente al de muchas otras terapias físicas, pero queremos asegurarnos de que realmente estamos haciendo todo lo que podemos para habilitar a estos pacientes”.
El desafío de hacer ejercicio cuando tienes covid prolongada
Ejercicios de fuerza y aeróbicos mientras estás sentado
Los médicos y los terapeutas coinciden en que las personas con covid persistente necesitan volver a hacer ejercicio a un ritmo muy lento, a menudo empezando por reaprender el acondicionamiento aeróbico básico y haciendo ejercicios de fuerza en posición reclinada antes de avanzar a movimientos más intensos en posición vertical. Esto puede consistir en intentar activar tu núcleo o core en posición supina o lateral, realizar ejercicios de equilibrio o hacer cardio sentado en una bicicleta reclinada o una máquina de remo. Es probable que el médico controle la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los niveles de oxígeno mientras se hacen estos ejercicios y se asegure de que no se produzcan saltos en los latidos del corazón ni ningún otro síntoma cardiovascular, explica Titano.
Caminar y otros ejercicios aeróbicos en posición vertical
Con el tiempo, puedes sentirte cómodo probando una elíptica o caminando en una banda. Tu médico o fisioterapeuta también puede pedirte que cuentes tus pasos o que intentes subir las escaleras de tu casa un determinado número de veces al día. Uno de los objetivos que el cardiólogo de Fagan estableció fue caminar 5000 pasos al día, un objetivo que el especialista sugirió en octubre de 2021. “Ahora estamos en marzo y acabo de alcanzarlo”, dijo.
Control en casa
Los progresos en el control de los síntomas de la covid persistente pueden ser insoportablemente lentos, por lo que suele ser alentador ver mejoría con el tiempo. Las personas pueden hacer un seguimiento de sus datos utilizando un monitor de frecuencia cardíaca en un reloj inteligente, un tensiómetro o un oxímetro de pulso si tienen uno en casa. Los proveedores de atención médica pueden aconsejarte que recurras a un familiar o a un amigo para que te ayude a usar algunos de estos dispositivos, y para que se asegure de que estás bien mientras realizas cualquier ejercicio. “Es bueno poder hacer un seguimiento de los progresos”, dice Fagan. “A mí personalmente me ayuda porque el progreso es increíblemente lento. Simplemente no lo ves día a día. Ni siquiera se ve mes a mes. Es un progreso más bien anual”.
Medicamentos
Si experimentas síntomas realmente debilitantes que te impiden realizar las tareas cotidianas —como lavar la ropa, ir al trabajo o cuidar de tus hijos, por ejemplo—, es posible que necesites ayuda adicional de medicamentos recetados y una supervisión más cercana por parte de un profesional de la salud, dijo Hayek. En función del riesgo individual de enfermedad cardíaca y de los síntomas actuales, algunos medicamentos para la tensión arterial, como los betabloqueantes o los antagonistas del calcio (también conocidos como bloqueadores de los canales del calcio), pueden ayudar a aliviar los mareos extremos y a tratar el dolor torácico y los ritmos cardíacos anormales, dijo. Y estos medicamentos pueden reducirse una vez que los síntomas cardiovasculares disminuyen.
Sin embargo, los adolescentes y los niños pequeños con covid persistente no son aptos para tomar muchos fármacos cardíacos. Cuando atiende a pacientes jóvenes, Sindhu Mohandas, experta en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil de Los Ángeles, dijo que suele recomendar más cambios en el estilo de vida que, además de la fisioterapia, pueden ayudar a los pacientes a concentrarse en la escuela y a recuperar su resistencia deportiva.
Los cambios en el estilo de vida, como la gestión de las reservas diarias de energía o el aumento gradual de la capacidad de ejercicio, pueden parecer triviales, pero son capaces de tener un gran efecto en la reducción del riesgo a largo plazo de sufrir un ataque al corazón o un ictus, dijo Salim Virani, cardiólogo del Baylor College of Medicine de Houston. Y los proveedores de atención médica están aprendiendo constantemente más formas de ayudar a los pacientes de covid persistente a mejorar su salud, dijo.
En cuanto a Fagan, tiene la esperanza de que el trabajo con sus fisioterapeutas y médicos la ayude a seguir recobrando su estado físico y, finalmente, a volver a la vida normal. Justo el mes pasado, pudo ir a un restaurante con amigos y luego caminar a una obra de teatro en la escuela secundaria de su hija, lo que “fue algo importante”.
“A veces no hay más remedio que ir más despacio”, dijo. “Y eso está bien”.
https://www.nytimes.com/es/2022/04/18/espanol/covid-corazon-secuelas.html
Antes de que a Jennifer Fagan le diera COVID-19 en marzo de 2020, se consideraba una entusiasta de la actividad física. Solía salir a correr dos o tres veces por semana y casi cada dos días tomaba clases de yoga con calor, un ejercicio vigoroso. Pero varias semanas después de recuperarse de las fases iniciales de la enfermedad, seguía experimentando un dolor insoportable en el pecho y se sentía sin fuerzas todo el tiempo. En junio, empezó a tener palpitaciones. “Le dije a mi médico que me sentía como si estuviera en el cuerpo de una persona de 70 u 80 años”, recordó Fagan.
El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox. Acudió a un cardiólogo y a un neumólogo, pero los especialistas no pudieron encontrar ningún problema de salud en las pruebas iniciales realizadas a esta mujer de 48 años. Así que Fagan volvió a su rutina de correr. Entonces, en diciembre de 2020, sufrió un paro cardíaco tras volver de una caminata lenta de tres kilómetros.
Al principio, ni su marido ni los trabajadores de emergencias médicas pudieron averiguar qué había salido mal. La llevaron al hospital, donde los médicos le diagnosticaron una rara inflamación del músculo cardíaco conocida como miocarditis y le implantaron un desfibrilador para estabilizar su corazón. Pero ahí no acabaron sus problemas cardíacos. Mientras estaba en el hospital, Fagan empezó a tener ataques de mareos extremos. Y desde entonces ha experimentado una serie de síntomas de covid que van desde la fatiga hasta la falta de aliento, pasando por ritmos cardíacos rápidos o irregulares.
Los estudios calculan que entre el diez por ciento y el 30 por ciento de las personas infectadas por el coronavirus pueden desarrollar síntomas a largo plazo. Y en un análisis reciente de los registros de salud del Departamento de Asuntos de los Veteranos de más de 150.000 personas que contrajeron COVID-19, los investigadores descubrieron que los supervivientes de covid tenían un riesgo “sustancial” de desarrollar enfermedades cardiovasculares hasta un año después de su enfermedad inicial, incluso si sus infecciones nunca los llevaron al hospital. En comparación con millones de otros pacientes que nunca se infectaron, los sobrevivientes de covid tenían un 63 por ciento más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio y un 52 por ciento más de probabilidades de sufrir un ictus. También tenían un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca, ritmos cardíacos irregulares, coágulos sanguíneos y trastornos inflamatorios como la pericarditis y la miocarditis.
El problema es que los exámenes médicos tradicionales para diagnosticar enfermedades cardíacas —como electrocardiogramas, ecografías y otras pruebas funcionales del corazón— suelen mostrar que las personas que han tenido COVID-19 no tienen daños cardíacos evidentes. “Cuando hacemos todas esas pruebas, la verdad es que tienen un aspecto bastante bueno”, afirma Ruwanthi Titano, cardióloga del Centro de Atención Post-Covid del hospital Monte Sinaí, en Nueva York. Por ello, los médicos han tenido que reimaginar la forma de diagnosticar y tratar a las personas con problemas cardíacos que persisten mucho tiempo después de una infección por coronavirus.
Si tienes síntomas relacionados con el corazón, ya sea opresión o dolor en el pecho, dificultad para respirar, latidos acelerados o saltados, mareos o fatiga extrema, es posible que tu proveedor de atención médica quiera realizar estas pruebas básicas para descartar cualquier anormalidad o daño en el sistema cardiovascular, dijo Titano. Pero nuevos estudios sugieren que el culpable puede ser el daño a las fibras nerviosas que ayudan a controlar la circulación. Y este daño tiene un nombre: neuropatía de fibras pequeñas.
Por suerte, ya existen las herramientas para tratar muchos tipos de neuropatía poscovid. “La gente no va a tener que vivir con esto el resto de su vida”, dijo Salim Hayek, cardiólogo y codirector de la Clínica de COVID-19 Persistente de Michigan Medicine en Ann Arbor. “La gran mayoría de las veces, estos síntomas, que van desde las palpitaciones hasta el mareo, se resuelven a los seis meses de tratamiento”.
Según los datos recogidos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la mayoría de las personas que se recuperan de la COVID-19 mejoran cuando reciben servicios de rehabilitación física y mental personalizados.
Ejercicios de respiración
Amy Ridgway, fisioterapeuta y gerente de Emory Outpatient Rehabilitation in Partnership with Select Physical Therapy, dijo que muchos pacientes con covid persistente pueden empezar a ver una mejora inmediata con unos simples ejercicios de respiración. “Una de las primeras cosas que enseñamos es la respiración diafragmática”, dijo. Practicar la respiración abdominal profunda todos los días permite a los pulmones absorber el oxígeno que tanto necesitan y se sabe que ayuda a reducir el dolor y la ansiedad. “Es una técnica estupenda para cualquier persona”, afirma Ridgway.
Gestionar la energía
Si experimentas brotes de síntomas después de cualquier tipo de esfuerzo, un terapeuta puede recomendarte que gestiones tus niveles de actividad diaria o que lleves un diario para ayudarte a anticipar qué actividades pueden ser demasiado agotadoras mental o físicamente. Esta técnica de autocontrol, utilizada a menudo por quienes padecen el síndrome de fatiga crónica (también conocido como encefalomielitis miálgica), parte de la base de que las personas tienen una cuota de energía determinada que pueden gastar cada día. Así, las pequeñas tareas, como ducharse o vestirse, pueden consumir menos energía, mientras que pasar la aspiradora o caminar hasta el final del camino de entrada de casa pueden agotar tu energía mucho más rápido, lo que conduce a algo llamado malestar postejercicio.
Conservar la energía a lo largo del día puede ayudar a reducir la fatiga poscovid mientras los pacientes se recuperan, dijo Ridgway. “Es un enfoque de tratamiento un poco diferente al de muchas otras terapias físicas, pero queremos asegurarnos de que realmente estamos haciendo todo lo que podemos para habilitar a estos pacientes”.
El desafío de hacer ejercicio cuando tienes covid prolongada
Ejercicios de fuerza y aeróbicos mientras estás sentado
Los médicos y los terapeutas coinciden en que las personas con covid persistente necesitan volver a hacer ejercicio a un ritmo muy lento, a menudo empezando por reaprender el acondicionamiento aeróbico básico y haciendo ejercicios de fuerza en posición reclinada antes de avanzar a movimientos más intensos en posición vertical. Esto puede consistir en intentar activar tu núcleo o core en posición supina o lateral, realizar ejercicios de equilibrio o hacer cardio sentado en una bicicleta reclinada o una máquina de remo. Es probable que el médico controle la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los niveles de oxígeno mientras se hacen estos ejercicios y se asegure de que no se produzcan saltos en los latidos del corazón ni ningún otro síntoma cardiovascular, explica Titano.
Caminar y otros ejercicios aeróbicos en posición vertical
Con el tiempo, puedes sentirte cómodo probando una elíptica o caminando en una banda. Tu médico o fisioterapeuta también puede pedirte que cuentes tus pasos o que intentes subir las escaleras de tu casa un determinado número de veces al día. Uno de los objetivos que el cardiólogo de Fagan estableció fue caminar 5000 pasos al día, un objetivo que el especialista sugirió en octubre de 2021. “Ahora estamos en marzo y acabo de alcanzarlo”, dijo.
Control en casa
Los progresos en el control de los síntomas de la covid persistente pueden ser insoportablemente lentos, por lo que suele ser alentador ver mejoría con el tiempo. Las personas pueden hacer un seguimiento de sus datos utilizando un monitor de frecuencia cardíaca en un reloj inteligente, un tensiómetro o un oxímetro de pulso si tienen uno en casa. Los proveedores de atención médica pueden aconsejarte que recurras a un familiar o a un amigo para que te ayude a usar algunos de estos dispositivos, y para que se asegure de que estás bien mientras realizas cualquier ejercicio. “Es bueno poder hacer un seguimiento de los progresos”, dice Fagan. “A mí personalmente me ayuda porque el progreso es increíblemente lento. Simplemente no lo ves día a día. Ni siquiera se ve mes a mes. Es un progreso más bien anual”.
Medicamentos
Si experimentas síntomas realmente debilitantes que te impiden realizar las tareas cotidianas —como lavar la ropa, ir al trabajo o cuidar de tus hijos, por ejemplo—, es posible que necesites ayuda adicional de medicamentos recetados y una supervisión más cercana por parte de un profesional de la salud, dijo Hayek. En función del riesgo individual de enfermedad cardíaca y de los síntomas actuales, algunos medicamentos para la tensión arterial, como los betabloqueantes o los antagonistas del calcio (también conocidos como bloqueadores de los canales del calcio), pueden ayudar a aliviar los mareos extremos y a tratar el dolor torácico y los ritmos cardíacos anormales, dijo. Y estos medicamentos pueden reducirse una vez que los síntomas cardiovasculares disminuyen.
Sin embargo, los adolescentes y los niños pequeños con covid persistente no son aptos para tomar muchos fármacos cardíacos. Cuando atiende a pacientes jóvenes, Sindhu Mohandas, experta en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil de Los Ángeles, dijo que suele recomendar más cambios en el estilo de vida que, además de la fisioterapia, pueden ayudar a los pacientes a concentrarse en la escuela y a recuperar su resistencia deportiva.
Los cambios en el estilo de vida, como la gestión de las reservas diarias de energía o el aumento gradual de la capacidad de ejercicio, pueden parecer triviales, pero son capaces de tener un gran efecto en la reducción del riesgo a largo plazo de sufrir un ataque al corazón o un ictus, dijo Salim Virani, cardiólogo del Baylor College of Medicine de Houston. Y los proveedores de atención médica están aprendiendo constantemente más formas de ayudar a los pacientes de covid persistente a mejorar su salud, dijo.
En cuanto a Fagan, tiene la esperanza de que el trabajo con sus fisioterapeutas y médicos la ayude a seguir recobrando su estado físico y, finalmente, a volver a la vida normal. Justo el mes pasado, pudo ir a un restaurante con amigos y luego caminar a una obra de teatro en la escuela secundaria de su hija, lo que “fue algo importante”.
“A veces no hay más remedio que ir más despacio”, dijo. “Y eso está bien”.
https://www.nytimes.com/es/2022/04/18/espanol/covid-corazon-secuelas.html
jueves, 28 de abril de 2022
Conferencia internacional sobre trabajo infantil. Los esclavos modernos.
Más de 40 millones personas viven en condiciones de esclavitud en todos los continentes. Una parte significativa son niñas y niños. A tres semanas del inicio de la V Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, en Durban, Sudáfrica, el esclavismo moderno vuelve a estar en la mira de la sociedad civil planetaria.
El neoesclavismo
Si bien la esclavitud tiene raíces históricas muy antiguas es un fenómeno social vigente. La trata de seres humanos, la servidumbre por deudas, el trabajo doméstico forzoso y el trabajo infantil son algunas de sus expresiones actuales.
Según las Naciones Unidas, en 2016 unos 40 millones de personas padecieron alguna forma de esclavitud moderna.
El sitio Web Statista, que retoma el Índice Global de Esclavitud 2018 (https://es.statista.com/estadisticas/601151/esclavos-segun-el-indice-global-de-esclavitud/), calculaba en más de 25 millones las personas esclavizadas ese año. Número con el que coincide la Campaña internacional 50 for Freedom (50 por la Libertad) que se lanzó en 2016 con el objetivo de que al menos 50 naciones suscribieran el nuevo Protocolo sobre Trabajo Forzoso de las Naciones Unidas.
La radio internacional alemana Deutsche Welle publicó en noviembre del año pasado un informe completo sobre el tema. En el mismo retoma la cifra de 15 millones de personas atrapadas en matrimonios forzados y unos 25 millones en trabajos forzosos.
Las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera particular por esta lacra, llegando a representar un 71% de las víctimas del trabajo forzoso. Más de 150 millones de niños y niñas (casi uno/a de cada diez) se hallan sujetos al trabajo infantil en todo el mundo.
Según la Confederación Sindical Mundial, el trabajo infantil involucra a niños y niñas menores de 18 años que resulte mental, física, social y/o moralmente peligroso o perjudicial y que interfiera con su escolarización.
En tanto el trabajo (o servicio) forzoso es aquel que se desempeña contra la propia voluntad y se realiza bajo amenaza de castigo. Se implementa en proporciones cada vez mayores de la economía privada, en sectores de mano de obra intensiva y escasamente regulados, como la construcción, la agricultura, la pesca, el trabajo doméstico y la minería, así como la prostitución.
El trabajo forzoso y el infantil están estrechamente vinculados: se dan en las mismas zonas geográficas y en las mismas industrias y su causa principal reside en la pobreza y la discriminación. La mitad de las personas que realizan trabajos forzosos son niña-os.
Según la ONG australiana Walk Free, especializada en el tema, los dos países más afectados por el esclavismo son Corea del Norte y Eritrea, con casi 100 personas de cada mil en esa situación. Entre las naciones más vulnerables a nivel de esclavitud se encuentran la República Centroafricana, Sudán del Sur y Afganistán, muy afectadas por interminables conflictos bélicos (https://www.epdata.es/datos/esclavitud-mundo-datos-graficos/338).
Sin embargo, dicho fenómeno, no solo impacta en el Sur, sino también en países de alto nivel de desarrollo. Según la Campaña internacional 50 for Freedom, más de un millón y medio de personas en Europa, América del Norte, Japón y Australia también viven en condiciones de esclavitud similares (https://50forfreedom.org/es/esclavitud-moderna/).
Del total de esclavos y esclavas modernos, el 68% padece trabajo forzoso en situaciones de explotación laboral. Un 22% es víctima de explotación sexual, y un 10% debe realizar trabajos forzados impuestos por el Estado.
Basándose en datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ya hace ocho años estimaba los beneficios anuales de la esclavitud en más de 150.000 millones de dólares, 50 for Freedom sostiene que esta práctica inhumana constituye un negocio con ganancias sorprendentes.
El informe de la OIT Ganancias y Pobreza: Aspectos económicos del Trabajo Forzoso (Profits and Poverty: The Economics of Forced Labour) de 2014 señalaba que dos terceras partes de dicha cantidad –aproximadamente unos 99.000 millones de dólares– provenían de la explotación sexual comercial, mientras que otros 51.000 millones resultaban de la explotación forzosa con fines económicos, la cual abarca tanto el trabajo doméstico como la agricultura y otras actividades productivas. El informe también indicaba que, significativamente, las ganancias anuales por cada víctima de trabajo forzoso eran mucho más altas en las economías desarrolladas que en cualquier otra.
Los desafíos de la Conferencia de Durban
En junio de 2021 la ONU contabilizaba 160.000.000 de niñas y niños forzados a trabajar en todo el mundo. 8.400.000 más que en 2016, y en un marco social muy preocupante debido a la pandemia, que incrementó notablemente la situación de riesgo de la infancia en general.
La V Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, convocada para el 15 al 20 de mayo próximo, se reunirá en este contexto complejo y cuando faltan solo tres años para alcanzar la meta de la eliminación del trabajo infantil, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU propusieron para 2025. Y a solo ocho años del plazo propuesto para la erradicación de todo tipo de trabajo forzoso.
Se realizará, además, en un momento muy particular de lenta recuperación social de la pandemia, la cual, según los organizadores de Durban, tuvo “efectos devastadores en la salud, el progreso económico, la igualdad y el desarrollo social” (https://www.5thchildlabourconf.org/es/conferencia).
Los organizadores de Durban esperan que la V Conferencia –que tendrá un formato híbrido, con participación presencial y virtual– debata un tema esencial: la erradicación del trabajo infantil como condición para un rendimiento positivo del mercado de trabajo. Para ello, sugieren incorporar un enfoque centrado en el ser humano (más que en la economía) y que tenga en cuenta la educación, el desarrollo de competencias, el aprendizaje a lo largo de la vida y la transición de la escuela al trabajo decente.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que convoca este cónclave junto con el Gobierno de Sudáfrica, es fundamental que se analice la prevalencia tan marcada del trabajo infantil en el sector agrícola y ganadero, así como su estrecha relación con la pobreza, la informalidad y la necesidad urgente de formular estrategias de supervivencia familiar. La OIT además propone que se avance en la formalización gradual de la economía informal y la mayor creación de trabajo decente; que se inviertan recursos adicionales y que se apliquen políticas específicas dirigidas a las causas mismas del trabajo infantil, así como del trabajo forzoso.
Contra el flagelo esclavista
La Campaña 50 for Freedom ha reunido unas 90.000 firmas en apoyo del Protocolo sobre el Trabajo Forzoso. Y en marzo de 2021 logró –con la adhesión de Sudán–, que el número de los Estados signatarios llegue a 50. En abril de 2022, ya son 59 las naciones que han rubricado el Protocolo (https://50forfreedom.org/es/). Nueve de las cuales se encuentran en el continente americano: Antigua y Barbuda, Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Jamaica, Panamá, Perú y Surinam.
La Campaña 50 for Freedom es promovida por organismos de las Naciones Unidas, centrales sindicales y empresarias mundiales, así como por ONG humanitarias y de desarrollo como Caritas, Global Citizen, Forum Migration y Walk Free, entre otras. Dicha Campaña continúa vigente dado que los Estados signatarios apenas superan el tercio de las naciones que integran la ONU. Adicionalmente, potencias mundiales de referencia como Estados Unidos y China no han suscrito el Protocolo.
Si bien desde 1930 existe un Convenio sobre el Trabajo Forzoso, los promotores del nuevo Protocolo sostienen que en el presente existen nuevas y más complejas formas de esclavitud, incluso más difíciles de combatir.
El Protocolo sobre trabajo forzoso complementa, entonces, el Convenio de 1930, agregando nuevos elementos. Intenta abordar las causas profundas de la esclavitud para que se pueda eliminar de una vez por todas. Además, exige a los empleadores que actúen bajo el principio de “diligencia debida” para evitar la esclavitud moderna en sus prácticas comerciales y las cadenas de aprovisionamiento.
El Protocolo se define como un instrumento vinculante, es decir, que requiere que los gobiernos adopten las medidas necesarias para luchar contra la esclavitud moderna en todas sus formas. Y busca actuar en tres niveles: eliminar el trabajo forzoso, proteger a las víctimas y garantizar su acceso a la justicia y la indemnización.
Los países signatarios deben garantizar que todos los trabajadores y trabajadoras en todos los sectores estén protegidos por la legislación nacional. Esto significa que deben reforzar la inspección laboral y otros servicios para eliminar prácticas esclavizantes. Además, comprometerse a adoptar medidas adicionales para educar e informar sobre crímenes de esclavitud, como la trata o comercio de seres humanos.
Por último, el Protocolo garantiza el acceso de las víctimas a recursos jurídicos y de reparación y no es necesario que sean residentes legales del país donde trabajan. También las protege de eventuales sanciones por actividades ilícitas que pudieron haber cometido involuntariamente durante su período de esclavitud. Al mismo tiempo, los Estados deberán sancionar las prácticas abusivas y fraudulentas de esclavitud moderna por parte de contratistas y agencias de empleo.
Aunque la esclavitud constituye una tragedia muy bien conocida a lo largo de la historia, a muchos Estados les resulta muy difícil reconocerla en sus formas modernas, y aún más difícil aun, de confrontarla. La memoria tan corta de una parte de la humanidad esconde la magnitud de la tragedia, y esto contribuye a perpetuar la mentalidad esclavista que tanta ruina ha causado hasta el presente. Muchos de los negreros de 2022, empecinados en seguir traficando con seres de carne y hueso, continúan disociando el esclavismo moderno del antiguo y siguen “traficando” con total impunidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
https://rebelion.org/los-esclavos-modernos/
El neoesclavismo
Si bien la esclavitud tiene raíces históricas muy antiguas es un fenómeno social vigente. La trata de seres humanos, la servidumbre por deudas, el trabajo doméstico forzoso y el trabajo infantil son algunas de sus expresiones actuales.
Según las Naciones Unidas, en 2016 unos 40 millones de personas padecieron alguna forma de esclavitud moderna.
El sitio Web Statista, que retoma el Índice Global de Esclavitud 2018 (https://es.statista.com/estadisticas/601151/esclavos-segun-el-indice-global-de-esclavitud/), calculaba en más de 25 millones las personas esclavizadas ese año. Número con el que coincide la Campaña internacional 50 for Freedom (50 por la Libertad) que se lanzó en 2016 con el objetivo de que al menos 50 naciones suscribieran el nuevo Protocolo sobre Trabajo Forzoso de las Naciones Unidas.
La radio internacional alemana Deutsche Welle publicó en noviembre del año pasado un informe completo sobre el tema. En el mismo retoma la cifra de 15 millones de personas atrapadas en matrimonios forzados y unos 25 millones en trabajos forzosos.
Las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera particular por esta lacra, llegando a representar un 71% de las víctimas del trabajo forzoso. Más de 150 millones de niños y niñas (casi uno/a de cada diez) se hallan sujetos al trabajo infantil en todo el mundo.
Según la Confederación Sindical Mundial, el trabajo infantil involucra a niños y niñas menores de 18 años que resulte mental, física, social y/o moralmente peligroso o perjudicial y que interfiera con su escolarización.
En tanto el trabajo (o servicio) forzoso es aquel que se desempeña contra la propia voluntad y se realiza bajo amenaza de castigo. Se implementa en proporciones cada vez mayores de la economía privada, en sectores de mano de obra intensiva y escasamente regulados, como la construcción, la agricultura, la pesca, el trabajo doméstico y la minería, así como la prostitución.
El trabajo forzoso y el infantil están estrechamente vinculados: se dan en las mismas zonas geográficas y en las mismas industrias y su causa principal reside en la pobreza y la discriminación. La mitad de las personas que realizan trabajos forzosos son niña-os.
Según la ONG australiana Walk Free, especializada en el tema, los dos países más afectados por el esclavismo son Corea del Norte y Eritrea, con casi 100 personas de cada mil en esa situación. Entre las naciones más vulnerables a nivel de esclavitud se encuentran la República Centroafricana, Sudán del Sur y Afganistán, muy afectadas por interminables conflictos bélicos (https://www.epdata.es/datos/esclavitud-mundo-datos-graficos/338).
Sin embargo, dicho fenómeno, no solo impacta en el Sur, sino también en países de alto nivel de desarrollo. Según la Campaña internacional 50 for Freedom, más de un millón y medio de personas en Europa, América del Norte, Japón y Australia también viven en condiciones de esclavitud similares (https://50forfreedom.org/es/esclavitud-moderna/).
Del total de esclavos y esclavas modernos, el 68% padece trabajo forzoso en situaciones de explotación laboral. Un 22% es víctima de explotación sexual, y un 10% debe realizar trabajos forzados impuestos por el Estado.
Basándose en datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ya hace ocho años estimaba los beneficios anuales de la esclavitud en más de 150.000 millones de dólares, 50 for Freedom sostiene que esta práctica inhumana constituye un negocio con ganancias sorprendentes.
El informe de la OIT Ganancias y Pobreza: Aspectos económicos del Trabajo Forzoso (Profits and Poverty: The Economics of Forced Labour) de 2014 señalaba que dos terceras partes de dicha cantidad –aproximadamente unos 99.000 millones de dólares– provenían de la explotación sexual comercial, mientras que otros 51.000 millones resultaban de la explotación forzosa con fines económicos, la cual abarca tanto el trabajo doméstico como la agricultura y otras actividades productivas. El informe también indicaba que, significativamente, las ganancias anuales por cada víctima de trabajo forzoso eran mucho más altas en las economías desarrolladas que en cualquier otra.
Los desafíos de la Conferencia de Durban
En junio de 2021 la ONU contabilizaba 160.000.000 de niñas y niños forzados a trabajar en todo el mundo. 8.400.000 más que en 2016, y en un marco social muy preocupante debido a la pandemia, que incrementó notablemente la situación de riesgo de la infancia en general.
La V Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, convocada para el 15 al 20 de mayo próximo, se reunirá en este contexto complejo y cuando faltan solo tres años para alcanzar la meta de la eliminación del trabajo infantil, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU propusieron para 2025. Y a solo ocho años del plazo propuesto para la erradicación de todo tipo de trabajo forzoso.
Se realizará, además, en un momento muy particular de lenta recuperación social de la pandemia, la cual, según los organizadores de Durban, tuvo “efectos devastadores en la salud, el progreso económico, la igualdad y el desarrollo social” (https://www.5thchildlabourconf.org/es/conferencia).
Los organizadores de Durban esperan que la V Conferencia –que tendrá un formato híbrido, con participación presencial y virtual– debata un tema esencial: la erradicación del trabajo infantil como condición para un rendimiento positivo del mercado de trabajo. Para ello, sugieren incorporar un enfoque centrado en el ser humano (más que en la economía) y que tenga en cuenta la educación, el desarrollo de competencias, el aprendizaje a lo largo de la vida y la transición de la escuela al trabajo decente.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que convoca este cónclave junto con el Gobierno de Sudáfrica, es fundamental que se analice la prevalencia tan marcada del trabajo infantil en el sector agrícola y ganadero, así como su estrecha relación con la pobreza, la informalidad y la necesidad urgente de formular estrategias de supervivencia familiar. La OIT además propone que se avance en la formalización gradual de la economía informal y la mayor creación de trabajo decente; que se inviertan recursos adicionales y que se apliquen políticas específicas dirigidas a las causas mismas del trabajo infantil, así como del trabajo forzoso.
Contra el flagelo esclavista
La Campaña 50 for Freedom ha reunido unas 90.000 firmas en apoyo del Protocolo sobre el Trabajo Forzoso. Y en marzo de 2021 logró –con la adhesión de Sudán–, que el número de los Estados signatarios llegue a 50. En abril de 2022, ya son 59 las naciones que han rubricado el Protocolo (https://50forfreedom.org/es/). Nueve de las cuales se encuentran en el continente americano: Antigua y Barbuda, Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Jamaica, Panamá, Perú y Surinam.
La Campaña 50 for Freedom es promovida por organismos de las Naciones Unidas, centrales sindicales y empresarias mundiales, así como por ONG humanitarias y de desarrollo como Caritas, Global Citizen, Forum Migration y Walk Free, entre otras. Dicha Campaña continúa vigente dado que los Estados signatarios apenas superan el tercio de las naciones que integran la ONU. Adicionalmente, potencias mundiales de referencia como Estados Unidos y China no han suscrito el Protocolo.
Si bien desde 1930 existe un Convenio sobre el Trabajo Forzoso, los promotores del nuevo Protocolo sostienen que en el presente existen nuevas y más complejas formas de esclavitud, incluso más difíciles de combatir.
El Protocolo sobre trabajo forzoso complementa, entonces, el Convenio de 1930, agregando nuevos elementos. Intenta abordar las causas profundas de la esclavitud para que se pueda eliminar de una vez por todas. Además, exige a los empleadores que actúen bajo el principio de “diligencia debida” para evitar la esclavitud moderna en sus prácticas comerciales y las cadenas de aprovisionamiento.
El Protocolo se define como un instrumento vinculante, es decir, que requiere que los gobiernos adopten las medidas necesarias para luchar contra la esclavitud moderna en todas sus formas. Y busca actuar en tres niveles: eliminar el trabajo forzoso, proteger a las víctimas y garantizar su acceso a la justicia y la indemnización.
Los países signatarios deben garantizar que todos los trabajadores y trabajadoras en todos los sectores estén protegidos por la legislación nacional. Esto significa que deben reforzar la inspección laboral y otros servicios para eliminar prácticas esclavizantes. Además, comprometerse a adoptar medidas adicionales para educar e informar sobre crímenes de esclavitud, como la trata o comercio de seres humanos.
Por último, el Protocolo garantiza el acceso de las víctimas a recursos jurídicos y de reparación y no es necesario que sean residentes legales del país donde trabajan. También las protege de eventuales sanciones por actividades ilícitas que pudieron haber cometido involuntariamente durante su período de esclavitud. Al mismo tiempo, los Estados deberán sancionar las prácticas abusivas y fraudulentas de esclavitud moderna por parte de contratistas y agencias de empleo.
Aunque la esclavitud constituye una tragedia muy bien conocida a lo largo de la historia, a muchos Estados les resulta muy difícil reconocerla en sus formas modernas, y aún más difícil aun, de confrontarla. La memoria tan corta de una parte de la humanidad esconde la magnitud de la tragedia, y esto contribuye a perpetuar la mentalidad esclavista que tanta ruina ha causado hasta el presente. Muchos de los negreros de 2022, empecinados en seguir traficando con seres de carne y hueso, continúan disociando el esclavismo moderno del antiguo y siguen “traficando” con total impunidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
https://rebelion.org/los-esclavos-modernos/
miércoles, 27 de abril de 2022
La carrera por los codiciados "minerales del futuro" que pueden crear gigantescas fortunas e influir en la seguridad nacional de los países
El litio es uno de los minerales cuyo precio ha subido y podría dispararse en las próximas dos décadas.
Fueron 18 minutos de caos.
A las 5:42 de la mañana del 8 de marzo el precio del níquel comenzó a subir tan rápido que causó pánico en la Bolsa de Metales de Londres.
En solo 18 minutos escaló hasta superar los US$100.000 la tonelada en un salto sin precedentes que provocó la suspensión de las operaciones del metal.
Antes de romper ese récord, el valor del metal ya venía experimentando un aumento del 250% en las últimas 24 horas.
El episodio marcó la primera gran crisis de los metales desde que la invasión rusa a Ucrania sacudió los mercados globales.
La impactante subida, vinculada a las sanciones impuestas por Occidente a Rusia y los movimientos especulativos en los contratos a futuro, dejó claro que metales como el níquel, esenciales en la transición hacia una economía menos contaminante, se han vuelto esenciales en un mundo que ya no confía en la dependencia de los combustibles fósiles.
Rusia, unos de los grandes exportadores de gas y petróleo, demostró que por la dependencia que tienen muchos países de sus exportaciones, especialmente los europeos, los combustibles son un arma de guerra en medio de las duras presiones económicas que EE.UU. y sus aliados le han impuesto al Kremlin para que ponga fin a la invasión de Ucrania.
Rusia es el tercer productor mundial de níquel.
"Construir un futuro de energía limpia producida en EE.UU. ayudará a salvaguardar nuestra seguridad nacional", dijo el presidente Joe Biden el 31 de marzo.
"Necesitamos poner fin a nuestra dependencia a largo plazo de China y otros países para obtener insumos que impulsen el futuro", apuntó el mandatario tras anunciar que invocaría la Ley de Producción para la Defensa para apoyar la producción y el procesamiento local de minerales utilizados en la fabricación de baterías eléctricas y almacenamiento de energías renovables.
Entre ellos, apuntó la Casa Blanca, están el litio, níquel, grafito, manganeso y cobalto.
Las armas energéticas de Rusia
Pero hay muchos más. De acuerdo a sus propias necesidades, cada país tiene distintos minerales en la mira para competir mejor por una cuota de mercado en la transición energética hacia una economía más electrificada.
Los expertos advierten que aquellas naciones que se queden ancladas en la exportación de petróleo, gas y carbón, corren el riesgo de volverse cada vez menos competitivos.
El 40% del gas que compra Europa viene de Rusia.
Basta con mirar el caso de Rusia, cuyo poder económico reside en gran medida en los combustibles fósiles: es el segundo mayor productor de gas del mundo y el tercero de petróleo.
Sin embargo, en la carrera por los metales que tendrán un papel crucial en el desarrollo económico futuro, Rusia tiene sus ventajas: es el segundo mayor exportador de cobalto a nivel mundial, el segundo de platino y el tercero de níquel.
Pese a que Rusia tiene cartas para jugar en este nuevo escenario, lo cierto, dicen los expertos, es que la extracción de los superminerales está altamente concentrada en otros países.
La inmensa mayoría del cobalto que existe en el mundo viene de la República Democrática del Congo, el níquel de Indonesia, el litio de Australia, el cobre de Chile y las tierras raras de China.
Los expertos consideran al menos 17 minerales críticos para la transición energética del mundo y, por lo tanto, aquellos países con la capacidad para extraerlos o procesarlos tienen una mayor ventaja.
De los 17, la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) estima que los más cruciales son el litio, el níquel, el cobalto, el cobre, el grafito y el conjunto de tierras raras.
¿Quiénes dominan la producción de estos minerales?
Para el año 2040, la demanda por esos minerales escalará velozmente, dice Tae-Yoon Kim, analista de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) y autor principal del informe "El rol de los minerales críticos en la transición hacia energías limpias".
Para estimar qué naciones podrían ser las más beneficiadas con la transición energética, el experto distingue entre aquellos países líderes en la extracción de los minerales y los que son líderes en su procesamiento.
Productores metales
Si bien la extracción está dividida entre varias naciones, hay un solo país que domina el procesamiento de todos esos minerales: China.
"Es difícil saber qué países serán los más beneficiados en la transición energética porque dependerá de dónde se ubiquen en la cadena de producción", dice el experto en diálogo con BBC Mundo.
Lo que sí está claro es que estamos en un momento crucial. Mientras el petróleo marcó la historia del siglo XX, los minerales de la transición energética podrían marcar la historia del siglo XXI.
En ese sentido, agrega el experto, "son los minerales del futuro".
Más de dos tercios de la extracción de cobalto se hace en Congo.
No es nada raro entonces que en medio de la guerra, y con el hambre de minerales previsto para las próximas dos décadas, Estados Unidos y Europa encendieran los motores de la transición energética para disminuir su dependencia actual y futura de países como China y Rusia.
El peor dolor de cabeza lo tienen los países europeos que ahora están contra la espada y la pared porque el 40% del gas que consumen viene de Rusia.
"Europa le está financiando los caprichos a Putin", le dijo a BBC Mundo en marzo Ángel Saz-Carranza, director del Centro de Economía Global y Geopolítica de Esade (EsadeGeo), en España.
Los cuatro más codiciados
Aunque los metales son necesarios para las baterías eléctricas, también son clave para el almacenamiento de distintos tipos de energía, para la actividad industrial y, en definitiva, para una economía más electrificada donde nuevos jugadores -estatales y privados- verán emerger grandes riquezas.
"Si la oferta no logra abastecer un aumento de la demanda por estos metales los precios se van a disparar", le dice a BBC Mundo Lukas Boer, investigador del Instituto Alemán de Investigación Económica.
Proyecciones precio metales
Un factor esencial es que los proyectos mineros para extraer estos metales pueden tomar más de una década (en promedio 16 años) en estar operativos y, por lo tanto, es probable que en la década que viene la escasez sea aún mayor, explica Boer, quien junto a Andrea Pescatori y Martin Stuermer publicaron a fines del año pasado la investigación "Los metales de la transición energética".
Además de las tierras raras, señala el estudio, los cuatro metales más codiciados serán el níquel, el cobalto, el litio y el cobre, cuyos precios podrían alcanzar récord históricos por largos períodos de tiempo, una tendencia que rompe con los habituales ciclos de alza y caída del valor en los mercados internacionales.
El valor total de la producción de estos metales puede aumentar más de cuatro veces entre el 2021 y el 2040, en un escenario de cero emisiones netas hacia la mitad de este siglo.
Al cobalto le llaman el "oro azul".
Tanto así, que los productores de estos cuatro metales por sí solos podrían generar ingresos similares a los del sector petrolero durante los próximos 20 años, argumenta Boer, dependiendo de cómo evolucione un contexto internacional que actualmente está lleno de incertidumbre.
"Estos metales pueden ser el nuevo petróleo", apunta Boer. Y "China se ha convertido en el mayor jugador invirtiendo en otros países como, por ejemplo, en la producción de cobalto en Congo".
China lleva la delantera
En el nuevo escenario bélico y la necesidad de Occidente de disminuir su dependencia energética, hay países que pueden suministrar suplir parte de la demanda que se necesita para acelerar la transición.
Kwasi Ampofo, jefe de Metales y Minería en el centro de investigación Bloomberg NEF, sostiene que China está en una muy buena posición para beneficiarse del cambio.
"China podría ser el mayor ganador si decide encaminar la producción de metales de Rusia a través de sus refinerías y luego venderla a otros países", le dice a BBC Mundo.
En China tiene lugar la mayor parte de la extracción y procesamiento de minerales raros del mundo.
Otros países han estado moviendo las piezas del tablero. En el caso del níquel, Indonesia ha estado ampliando su capacidad de producción en los últimos dos años, agrega, y puede seguir aumentándola para cubrir el déficit de Rusia.
De hecho, el níquel es el metal más expuesto a cualquier suspensión del suministro en Rusia, país que genera alrededor del 9% de la producción global.
"Cualquier interrupción a través de sanciones o reducción de la producción tendrá un impacto significativo en el precio", argumenta Ampofo, especialmente porque la demanda de níquel para baterías eléctricas aumentará significativamente este año.
Por otro lado, si se producen interrupciones en la producción de los metales del grupo del Platino (PGM, por sus siglas en inglés), los productores de Sudáfrica pueden llenar el vacío con suministro adicional, apunta.
En la batalla por controlar la producción de los metales del futuro hay espacios donde China ha puesto el acelerador: aunque más de dos tercios de toda la producción mundial está en Congo, las empresas chinas poseen o financian la mayoría de las minas más grandes del país.
Es este escenario, si Occidente no avanza más rápido, se expone a perder la carrera.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-61144362
martes, 26 de abril de 2022
_- ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DE GERNIKA. Gernika no quiere más ‘gernikas’.
_- El recuerdo del bombardeo de 1937 resuena contra la “barbarie” que sufre Ucrania por la invasión rusa
Es 26 de abril de 2022 y han pasado 85 años del bombardeo de Gernika. A las cuatro menos cuarto de la tarde suenan las sirenas en el pueblo, como aquel día de 1937, y los vecinos guardan en silencio un respetuoso recuerdo del ataque aéreo que destruyó la villa y provocó la muerte de cientos de personas. Hoy es un día triste aquí, sigue sonando el pitido de la alarma y algunas gentes levantan la mirada al cielo, donde no se divisan aviones destructores. La localidad vizcaína revive en paz su pasado. Al conmemorar esta dolorosa efeméride, abre sus brazos a Ucrania, le brinda su solidaridad y proclama la injusticia de la invasión rusa. En algunos balcones, también en la fachada del Ayuntamiento, lucen las ikurriñas con crespones negros junto a la bandera ucrania.
Deja de sonar la sirena y se oye el tañido de la vieja campana de la iglesia de San Juan, destruida durante el ataque aéreo del 37. La misma campaña que avisaba a los vecinos de Gernika de la llegada de los aviones alemanes de la Legión Cóndor y los italianos de la Aviazione Legionaria, aliados de las tropas franquistas en la Guerra Civil, que sembraron el horror con el lanzamiento de cientos de bombas explosivas e incendiarias durante tres horas ininterrumpidas. Era un lunes, día de mercado. Hubo más de 200 muertos, según unos; se superaron los 1.600, según otros. Los proyectiles devastaron casas, la iglesia, el ayuntamiento, el teatro.... Un pueblo arrasado, lleno de escombros que hoy aún se pueden observar durante la visita al Museo de la Paz. “Que el horizonte de todo conflicto sea la reconciliación”, reza uno de los escritos destacados en este centro memorial. Las pruebas de la barbarie siguen presentes hoy en Gernika y se muestran con la dignidad que envuelve a esta villa vizcaína que se ha erigido en un símbolo contra la crueldad de la guerra.
Gernika no quiere más gernikas. Por eso, clama contra la injusticia que sufre el pueblo ucranio. Tañe la campana vieja del 37 durante el responso y la ofrenda floral que todos los años, cada 26 de abril, reúne a las autoridades y a los vecinos en el cementerio local, frente al mausoleo que recuerda a las víctimas del bombardeo. Este año, el acto ha tomado una dimensión especial tras la referencia que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, hizo del bombardeo de Gernika durante su intervención por videoconferencias ante el Congreso de los Diputados el pasado día 6: “Estamos en abril de 2022 pero podríamos estar en abril de 1937″. El lehendakari, Iñigo Urkullu, en nombre del Gobierno vasco, ha invitado en esta ocasión a la representación del Gobierno de Ucrania en España. El primer secretario de la embajada de aquel país, Sergii Solovey, ha depositado un ramo de flores ante el mausoleo. Allí han quedado también los enviados por el Gobierno alemán, de los Consulados de Francia y Polonia, del Ayuntamiento de Auschwitz, junto a las flores entregadas por refugiados ucranios en Euskadi y de dos supervivientes del bombardeo de Gernika, Mari Carmen Aguirre y Josu Erezuma.
“Han pasado 85 años y seguimos asistiendo, con perplejidad y angustia, a otras gernikas a lo largo del mundo, en una dramática demostración de la incapacidad de aprender de la historia. En plena Europa, Ucrania y sus ciudades mártires, sufren la misma barbarie que asoló Gernika”, dice la declaración que el Ejecutivo vasco ha aprobado este martes. Por eso, el equipo de Urkullu ha reclamado que “cese la agresión armada” que está causando muerte y sufrimiento a millones de personas inocentes en Ucrania.
El lehendakari también ha querido destacar el paso dado hoy por el Gobierno de Pedro Sánchez al condenar por primera vez el bombardeo de Gernika. Es “un paso positivo”, ha señalado Urkullu al referirse a la declaración institucional aprobada por el Consejo de Ministros que rechaza expresamente la crueldad del ataque contra la villa vasca en el 37.
Este 26 de abril no se parece en nada al mismo día del 37 en Gernika. Las crueles escenas de entonces, gente aterrada que buscaba despavorida refugio en una ciudad humeante y destrozada, han dado paso hoy a una conmemoración pacífica y solidaria con el Este de Europa, donde ahora está focalizado el dolor de miles de inocentes ucranios atacados desde hace dos meses por las bombas rusas. Aquello queda para el recuerdo y como ejemplo de la sinrazón del presente.
Condena del Gobierno
El Gobierno ha aprobado este martes una declaración institucional de condena al bombardeo de Gernika y lo ha comparado con los ataques aéreos a civiles en la actual guerra de Ucrania. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, el titular de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, ha destacado que es la primera vez que el Gobierno condena este ataque, del 26 de abril de 1937, por "las tropas nazis y la aviación fascista italiana", según ha recordado. Así, ha indicado que este bombardeo fue uno de los primeros que se produjeron de forma indiscriminada contra civiles y por tanto se convirtió en "símbolo universal" contra la barbarie y los horrores de la guerra y de las agresiones contra personas indefensas. En esta misma línea ha indicado que al rememorar este episodio se debe tener presente que actualmente hay una guerra en Ucrania, a las puertas de la Unión Europea y se está atacando a la población civil.
Es 26 de abril de 2022 y han pasado 85 años del bombardeo de Gernika. A las cuatro menos cuarto de la tarde suenan las sirenas en el pueblo, como aquel día de 1937, y los vecinos guardan en silencio un respetuoso recuerdo del ataque aéreo que destruyó la villa y provocó la muerte de cientos de personas. Hoy es un día triste aquí, sigue sonando el pitido de la alarma y algunas gentes levantan la mirada al cielo, donde no se divisan aviones destructores. La localidad vizcaína revive en paz su pasado. Al conmemorar esta dolorosa efeméride, abre sus brazos a Ucrania, le brinda su solidaridad y proclama la injusticia de la invasión rusa. En algunos balcones, también en la fachada del Ayuntamiento, lucen las ikurriñas con crespones negros junto a la bandera ucrania.
Deja de sonar la sirena y se oye el tañido de la vieja campana de la iglesia de San Juan, destruida durante el ataque aéreo del 37. La misma campaña que avisaba a los vecinos de Gernika de la llegada de los aviones alemanes de la Legión Cóndor y los italianos de la Aviazione Legionaria, aliados de las tropas franquistas en la Guerra Civil, que sembraron el horror con el lanzamiento de cientos de bombas explosivas e incendiarias durante tres horas ininterrumpidas. Era un lunes, día de mercado. Hubo más de 200 muertos, según unos; se superaron los 1.600, según otros. Los proyectiles devastaron casas, la iglesia, el ayuntamiento, el teatro.... Un pueblo arrasado, lleno de escombros que hoy aún se pueden observar durante la visita al Museo de la Paz. “Que el horizonte de todo conflicto sea la reconciliación”, reza uno de los escritos destacados en este centro memorial. Las pruebas de la barbarie siguen presentes hoy en Gernika y se muestran con la dignidad que envuelve a esta villa vizcaína que se ha erigido en un símbolo contra la crueldad de la guerra.
Gernika no quiere más gernikas. Por eso, clama contra la injusticia que sufre el pueblo ucranio. Tañe la campana vieja del 37 durante el responso y la ofrenda floral que todos los años, cada 26 de abril, reúne a las autoridades y a los vecinos en el cementerio local, frente al mausoleo que recuerda a las víctimas del bombardeo. Este año, el acto ha tomado una dimensión especial tras la referencia que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, hizo del bombardeo de Gernika durante su intervención por videoconferencias ante el Congreso de los Diputados el pasado día 6: “Estamos en abril de 2022 pero podríamos estar en abril de 1937″. El lehendakari, Iñigo Urkullu, en nombre del Gobierno vasco, ha invitado en esta ocasión a la representación del Gobierno de Ucrania en España. El primer secretario de la embajada de aquel país, Sergii Solovey, ha depositado un ramo de flores ante el mausoleo. Allí han quedado también los enviados por el Gobierno alemán, de los Consulados de Francia y Polonia, del Ayuntamiento de Auschwitz, junto a las flores entregadas por refugiados ucranios en Euskadi y de dos supervivientes del bombardeo de Gernika, Mari Carmen Aguirre y Josu Erezuma.
“Han pasado 85 años y seguimos asistiendo, con perplejidad y angustia, a otras gernikas a lo largo del mundo, en una dramática demostración de la incapacidad de aprender de la historia. En plena Europa, Ucrania y sus ciudades mártires, sufren la misma barbarie que asoló Gernika”, dice la declaración que el Ejecutivo vasco ha aprobado este martes. Por eso, el equipo de Urkullu ha reclamado que “cese la agresión armada” que está causando muerte y sufrimiento a millones de personas inocentes en Ucrania.
El lehendakari también ha querido destacar el paso dado hoy por el Gobierno de Pedro Sánchez al condenar por primera vez el bombardeo de Gernika. Es “un paso positivo”, ha señalado Urkullu al referirse a la declaración institucional aprobada por el Consejo de Ministros que rechaza expresamente la crueldad del ataque contra la villa vasca en el 37.
Este 26 de abril no se parece en nada al mismo día del 37 en Gernika. Las crueles escenas de entonces, gente aterrada que buscaba despavorida refugio en una ciudad humeante y destrozada, han dado paso hoy a una conmemoración pacífica y solidaria con el Este de Europa, donde ahora está focalizado el dolor de miles de inocentes ucranios atacados desde hace dos meses por las bombas rusas. Aquello queda para el recuerdo y como ejemplo de la sinrazón del presente.
Condena del Gobierno
El Gobierno ha aprobado este martes una declaración institucional de condena al bombardeo de Gernika y lo ha comparado con los ataques aéreos a civiles en la actual guerra de Ucrania. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, el titular de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, ha destacado que es la primera vez que el Gobierno condena este ataque, del 26 de abril de 1937, por "las tropas nazis y la aviación fascista italiana", según ha recordado. Así, ha indicado que este bombardeo fue uno de los primeros que se produjeron de forma indiscriminada contra civiles y por tanto se convirtió en "símbolo universal" contra la barbarie y los horrores de la guerra y de las agresiones contra personas indefensas. En esta misma línea ha indicado que al rememorar este episodio se debe tener presente que actualmente hay una guerra en Ucrania, a las puertas de la Unión Europea y se está atacando a la población civil.
Más información, https://www.bbc.com/mundo/noticias-39633923
_- Burkina Faso: Condenados los asesinos de Thomas Sankara
_- El expresidente de Burkina Faso Blaise Compaore fue condenado el miércoles 6 de abril en rebeldía a cadena perpetua por su participación en el asesinato de su antecesor Thomas Sankara, asesinado junto a doce de sus compañeros durante un golpe de estado en 1987.
El tribunal militar de Uagadugú también impuso la misma sentencia al comandante de su guardia, Hyacinthe Kafando, y al general Gilbert Diendéré, uno de los líderes del ejército durante el golpe de Estado de 1987. Blaise Compaoré, exiliado desde 2014 en Costa de Marfil, y Hyacinthe Kafando, prófugo desde 2016, fueron los principales ausentes de este juicio que comenzó hace seis meses.
Los tres hombres son condenados por "ataque a la seguridad del Estado". Blaise Compaoré y Gilbert Diendéré también son declarados culpables de "complicidad en el asesinato" y Hyacinthe Kafando, sospechoso de haber dirigido el comando que mató a Thomas Sankara, de "asesinato".
Los jueces fueron más allá de las peticiones de la fiscalía militar que había solicitado treinta años de prisión para Blaise Compaoré y Hyacinthe Kafando y veinte años para Gilbert Diendéré. El veredicto fue recibido con aplausos en la sala del tribunal, según un reportero de la AFP.
Otros ocho acusados han sido condenados a penas que van de los tres a los veinte años de prisión. Finalmente, tres acusados fueron absueltos. Este veredicto pone fin a un juicio interminable de seis meses que ha tenido lugar treinta y cuatro años después de la muerte de Thomas Sankara, un ícono panafricano, asesinado en un golpe de estado que llevó al poder a Blaise Compaoré.
A continuación el artículo "En Burkina, la sombra de Compaoré y Francia en el juicio de los asesinos de Sankara", publicado en línea por Mediapart el 10 de octubre de 2021.
El tribunal militar de Uagadugú también impuso la misma sentencia al comandante de su guardia, Hyacinthe Kafando, y al general Gilbert Diendéré, uno de los líderes del ejército durante el golpe de Estado de 1987. Blaise Compaoré, exiliado desde 2014 en Costa de Marfil, y Hyacinthe Kafando, prófugo desde 2016, fueron los principales ausentes de este juicio que comenzó hace seis meses.
Los tres hombres son condenados por "ataque a la seguridad del Estado". Blaise Compaoré y Gilbert Diendéré también son declarados culpables de "complicidad en el asesinato" y Hyacinthe Kafando, sospechoso de haber dirigido el comando que mató a Thomas Sankara, de "asesinato".
Los jueces fueron más allá de las peticiones de la fiscalía militar que había solicitado treinta años de prisión para Blaise Compaoré y Hyacinthe Kafando y veinte años para Gilbert Diendéré. El veredicto fue recibido con aplausos en la sala del tribunal, según un reportero de la AFP.
Otros ocho acusados han sido condenados a penas que van de los tres a los veinte años de prisión. Finalmente, tres acusados fueron absueltos. Este veredicto pone fin a un juicio interminable de seis meses que ha tenido lugar treinta y cuatro años después de la muerte de Thomas Sankara, un ícono panafricano, asesinado en un golpe de estado que llevó al poder a Blaise Compaoré.
A continuación el artículo "En Burkina, la sombra de Compaoré y Francia en el juicio de los asesinos de Sankara", publicado en línea por Mediapart el 10 de octubre de 2021.
******
Este lunes 11 de octubre de 2021, el corazón de Mariam Sankara tal vez lata más fuerte que nunca. Treinta y cuatro años casi exactamente después del asesinato de su marido, Thomas Sankara, y doce de sus camaradas, el 15 de octubre de 1987, el juicio de sus asesinos debe comenzar en Uagadugú. Exiliada en el sur de Francia desde hace más de treinta y tres años, Mariam Sankara, cuyas visitas a su país natal son escasas, tiene previsto asistir. “Estoy esperando que se haga justicia y que finalmente se sepa la verdad”, dice. Y no soy la única, todo Burkina está esperando esto. Incluso todo el continente".
Para gran parte de la juventud africana, Sankara simboliza hoy la resistencia al imperialismo y la esperanza de un futuro mejor. Sus diatribas sirven como consignas para los movimientos panafricanistas y su figura aparece en todos los levantamientos populares del África subsahariana. El recuerdo de Sankara estuvo en el corazón de la insurrección del pueblo burkinés en octubre de 2014. La revolución que lideró durante cuatro años, entre el 4 de agosto de 1983 y el 15 de octubre de 1987, es “una prueba viviente de que podemos dirigir de manera diferente un país africano” , explicó en ese momento un dirigente de Balai citoyen, un movimiento que desempeñó un papel determinante en la caída de Blaise Compaoré.
Sankara denunció la corrupción de las élites africanas, resistió el neocolonialismo y se opuso a la deuda. También fue un activista ambiental y feminista antes de primera hora. Sus fogosos discursos, que viven una nueva juventud en la Web, siguen inspirando hoy a los activistas progresistas del continente. “En algún lugar, el juicio ya ha tenido lugar” , cree Fidèle Kientega, uno de los primeros compañeros de Sankara que nunca se recuperó realmente de su desaparición. Ha sido interpretado de manera magistral por la juventud de todo el mundo que le rinde homenaje regularmente. Su semilla brotó más allá de lo esperado. Ahora está en el panteón de los grandes hombres. Para él, este juicio debe por lo tanto ser “una plataforma más para contarle al mundo lo que pasó".
Porque de ese famoso 15 de octubre de 1987 y los días que precedieron a la matanza, ya lo sabemos todo, o casi todo. A lo largo de los años, y especialmente desde la caída de Compaoré el 31 de octubre de 2014, las lenguas se han soltado. En Su nombre era Sankara: Crónica de una muerte violenta , la investigación del periodista Sennen Andriamirado publicada en 1989, el único sobreviviente del asesinato, Alouna Traoré, incluso había dibujado un diagrama de la escena del crimen.
Ese 15 de octubre de 1987, Sankara se encontró como cada jueves con los miembros de su gabinete en la casa que funciona como sede del Consejo Nacional de la Revolución (CNR). Están el suboficial Christophe Saba, Frédéric Kiemdé, Paulin Bamouni Babou, Bonaventure Compaoré, Patrice Zagré y Alouna Traoré. Sankara llega un poco tarde, a las 16:30, a bordo del R5 negro que le sirve de coche oficial, escoltado por cinco guardaespaldas. A las 16:35 se sienta a la mesa. Alouna Traoré habla, pero muy rápido, el sonido de un tubo de escape tapa su voz. Luego el estruendo de los rifles automáticos. Los siete hombres se tiran al suelo. Todavía no lo saben, pero afuera, la guardia cercana del presidente, sus cinco guardaespaldas, Emmanuel Bationo, Abdoulaye Gouem, Wallilaye Ouédraogo, Hamado Sawadogo y Noufou Sawadogo, y su conductor, Der Somda - han sido liquidados. También resultó muerto un gendarme, Paténéma Soré, que iba a entregar el correo.
"¡Salir! “, escuchan los miembros del gabinete. Sankara se levanta. "¡Quietos! Soy yo a quien quieren. Nueva ráfaga. “Apenas había cruzado la puerta de la casa cuando le dispararon. Luego salimos y nos dispararon”, dijo Alouna Traoré hace cinco años, el único superviviente del asesinato. Un total de trece cadáveres obstruyen la entrada de la casa el 15 de octubre a las 16.45 horas. Serán enterrados a toda prisa por los presos en un cementerio de la capital, una vez haya caído la oscuridad - "como perros" , se indigna Fidèle Kientega.
Así que conocemos las circunstancias. Conocemos los nombres de los asesinos: todos pertenecían al círculo más cercano de Blaise Compaoré, y estaban a las órdenes de su lugarteniente, el teniente Gilbert Diendéré. Conocemos la identidad del jefe del comando: Hyacinthe Kafando, quien posteriormente será responsable de la seguridad de Compaoré durante años, antes de vivir un período en desgracia, tras ser elegido diputado bajo la bandera del Congreso por la Democracia y el Progreso (CDP), el partido de Compaoré. Pero ignoramos lo esencial: ¿quién dio la orden? Durante treinta y cuatro años, todos los ojos han estado puestos en Blaise Compaoré, porque fueron sus hombres quienes lo hicieron, y algunos dijeron que la orden era "neutralizar" a Sankara; porque fue él quien se benefició del crimen (tomó el poder en medio del caos, que retuvo durante veintisiete años); pero también y quizás sobre todo porque fue lo que se escribió.
La viuda de Sankara, su familia y sus colaboradores más cercanos están convencidos de su culpabilidad. “No necesitamos nuevas pruebas, ya que él mismo confesó”, asevera Fidèle Kientega, quien recuerda esta declaración en forma de confesión de Compaoré, realizada pocas semanas después de la muerte de Sankara frente a los periodistas. “ Era él o yo". Desde entonces, el partido de Compaoré ha seguido defendiendo la tesis de que Sankara, enfrascado en una deriva autoritaria, estaba preparando un golpe de Estado para deshacerse de los demás líderes de la revolución.
El complot, aseguran, estaba previsto para la reunión de la Organización Militar Revolucionaria que se realizaría esa noche. Así que hubo que actuar primero. Pero Compaoré siempre ha negado haber ordenado el asesinato de Sankara, defendiendo la tesis de un lamentable accidente. “Llegué [a la escena del asesinato, nota del editor] alrededor de las 6 p.m. Me enojé con los hombres responsables de la carnicería. Pero tenían evidencia de que se estaba gestando un complot contra mí y mis camaradas a las 8 p.m. Si no hubiera tenido estos elementos, habría reaccionado brutalmente”, dijo a los pocos días del asesinato. Por su parte, Diendéré indicó en el libro de Ludo Martens, Sankara, Compaoré y la revolución burkinabe, escrito para eximir a Compaoré de toda sospecha, que quería “arrestar” a Sankara, “antes de que ocurriera lo irreparable” , durante la reunión de las 20:00 horas, y no matarlo. ¿Mantendrá la misma versión durante el juicio?
Para los allegados al desaparecido revolucionario, esta tesis es inconcebible: Sankara, dicen, había sido advertido durante meses de que Compaoré preparaba un golpe de Estado, pero se negó a anticiparlo. “Él no quería saber nada ”, testificó Étienne Zongo, ayudante de campo de Sankara, poco antes de su muerte en octubre de 2016. Las relaciones entre los dos hombres se habían deteriorado durante el transcurso de la revolución, especialmente desde que Compaoré se había enamorado, en 1985, de Chantal Terrasson de Fougères, una rica heredera franco-marfileña cercana a Félix Houphouët-Boigny. El presidente marfileño, que temía que la revolución de Burkina Faso desencadenara levantamientos en la región (y en particular en su país), era enemigo jurado de Sankara.
Desde hacía varias semanas, una guerra de panfletos hacía estragos en Uagadugú: Sankara y Compaoré (entonces ministro de Justicia y comandante de las tropas de élite de la revolución) fueron acusados, a través de folletos interpuestos, de las peores infamias. Los dos hombres ya no se veían tan a menudo como en el pasado, cuando "Blaise" iba a comer a casa de "Thomas" y era recibido como un "hermano" por sus padres. “El choque era inevitable”, admiten varios familiares de Sankara.
¿El juicio que se abre el lunes permitirá decidir definitivamente las responsabilidades de unos y otros? Catorce hombres están acusados: cuatro miembros del comando, incluido Hyacinthe Kafando, presuntos cómplices y presuntos patrocinadores. Blaise Compaoré y Gilbert Diendéré son así acusados de "ataque a la seguridad del Estado", "complicidad en el asesinato" y "ocultación de cadáveres". Pero solo doce de ellos se sentarán en el banquillo. Kafando, que tendría mucho que decir, no se sabe donde está. Desapareció desde que el juez de instrucción, François Yaméogo, lo citó a fines de 2015. Probablemente tuvo cómplices para huir del país.
En cuanto a Compaoré, vive un exilio dorado en Costa de Marfil, donde se refugió en octubre de 2014 con la decisiva ayuda de Francia: fue el ejército francés el que le permitió huir de su país cuando su convoy, que se dirigía a Ghana, corría peligro de ser detenido por los manifestantes en la ciudad de Po. Una intervención que pesa en Uagadugú. “Me hubiera gustado ver a Blaise cara a cara ”, lamenta Fidèle Kientega, que está indignado con París por haber permitido así a Compaoré escapar de la justicia.
Desde entonces, el exjefe de Estado ha obtenido la nacionalidad marfileña. Sus abogados, Pierre-Olivier Sur y Abdoul Ouédraogo, han hecho saber que no participará en este juicio, que califican de "político" . Para Guy-Hervé Kam, uno de los abogados de las familias de las víctimas, entrevistadas por Jeune Afrique , “es prácticamente una admisión de culpabilidad” .
Otra pregunta puede quedar sin respuesta durante este juicio: ¿Cuál fue la participación de las potencias extranjeras en este asesinato? Sankara se había ganado muchos enemigos desde que asumió el poder en agosto de 1983: los autócratas de la subregión, empezando por Félix Houphouët-Boigny y Étienne Eyadéma Gnassingbé, el presidente de Togo, pero también el libio Mouammar Gaddafi y los franceses François Mitterrand y Jacques Chirac. Por sus diatribas contra la deuda y el franco CFA, por su denuncia del apoyo de París al régimen del apartheid en Sudáfrica y por su voto, en la ONU, a la autodeterminación del pueblo de Nueva Caledonia. Sankara, que amenazaba el orden franco-africano en la región, había provocado la ira del presidente y el primer ministro de Francia, entonces en plena cohabitación. Ambos habían hecho advertencias, incluso amenazas, a través de personas cercanas.
Durante sus investigaciones, el juez Yaméogo hizo algunos descubrimientos interesantes, como la presencia de agentes de la inteligencia francesa en Uagadugú el 16 de octubre de 1987, al día siguiente del golpe -presencia confirmada por varios testimonios recogidos por el periódico de investigación Courrier confidentiel. Pero no ha avanzado lo suficiente en este punto y se ha visto obligado a completar el componente “interno”, aunque dejando abierto el componente “internacional”. Los archivos prometidos por Emmanuel Macron en noviembre de 2017, y efectivamente transmitidos en tres etapas en 2018, 2019 y 2021, no le permitieron alcanzar la certeza suficiente. Según una fuente judicial, la mayoría de los documentos transmitidos no tenían interés.
Rémi Carayol Periodista francés especializado en el Sahel. Corresponsal de Mediapart.
Fuente:
https://www.mediapart.fr/journal/international/060422/assassinat-de-sankara-au-burkina-perpetuite-pour-l-ex-president-blaise-compaore
Para gran parte de la juventud africana, Sankara simboliza hoy la resistencia al imperialismo y la esperanza de un futuro mejor. Sus diatribas sirven como consignas para los movimientos panafricanistas y su figura aparece en todos los levantamientos populares del África subsahariana. El recuerdo de Sankara estuvo en el corazón de la insurrección del pueblo burkinés en octubre de 2014. La revolución que lideró durante cuatro años, entre el 4 de agosto de 1983 y el 15 de octubre de 1987, es “una prueba viviente de que podemos dirigir de manera diferente un país africano” , explicó en ese momento un dirigente de Balai citoyen, un movimiento que desempeñó un papel determinante en la caída de Blaise Compaoré.
Sankara denunció la corrupción de las élites africanas, resistió el neocolonialismo y se opuso a la deuda. También fue un activista ambiental y feminista antes de primera hora. Sus fogosos discursos, que viven una nueva juventud en la Web, siguen inspirando hoy a los activistas progresistas del continente. “En algún lugar, el juicio ya ha tenido lugar” , cree Fidèle Kientega, uno de los primeros compañeros de Sankara que nunca se recuperó realmente de su desaparición. Ha sido interpretado de manera magistral por la juventud de todo el mundo que le rinde homenaje regularmente. Su semilla brotó más allá de lo esperado. Ahora está en el panteón de los grandes hombres. Para él, este juicio debe por lo tanto ser “una plataforma más para contarle al mundo lo que pasó".
Porque de ese famoso 15 de octubre de 1987 y los días que precedieron a la matanza, ya lo sabemos todo, o casi todo. A lo largo de los años, y especialmente desde la caída de Compaoré el 31 de octubre de 2014, las lenguas se han soltado. En Su nombre era Sankara: Crónica de una muerte violenta , la investigación del periodista Sennen Andriamirado publicada en 1989, el único sobreviviente del asesinato, Alouna Traoré, incluso había dibujado un diagrama de la escena del crimen.
Ese 15 de octubre de 1987, Sankara se encontró como cada jueves con los miembros de su gabinete en la casa que funciona como sede del Consejo Nacional de la Revolución (CNR). Están el suboficial Christophe Saba, Frédéric Kiemdé, Paulin Bamouni Babou, Bonaventure Compaoré, Patrice Zagré y Alouna Traoré. Sankara llega un poco tarde, a las 16:30, a bordo del R5 negro que le sirve de coche oficial, escoltado por cinco guardaespaldas. A las 16:35 se sienta a la mesa. Alouna Traoré habla, pero muy rápido, el sonido de un tubo de escape tapa su voz. Luego el estruendo de los rifles automáticos. Los siete hombres se tiran al suelo. Todavía no lo saben, pero afuera, la guardia cercana del presidente, sus cinco guardaespaldas, Emmanuel Bationo, Abdoulaye Gouem, Wallilaye Ouédraogo, Hamado Sawadogo y Noufou Sawadogo, y su conductor, Der Somda - han sido liquidados. También resultó muerto un gendarme, Paténéma Soré, que iba a entregar el correo.
"¡Salir! “, escuchan los miembros del gabinete. Sankara se levanta. "¡Quietos! Soy yo a quien quieren. Nueva ráfaga. “Apenas había cruzado la puerta de la casa cuando le dispararon. Luego salimos y nos dispararon”, dijo Alouna Traoré hace cinco años, el único superviviente del asesinato. Un total de trece cadáveres obstruyen la entrada de la casa el 15 de octubre a las 16.45 horas. Serán enterrados a toda prisa por los presos en un cementerio de la capital, una vez haya caído la oscuridad - "como perros" , se indigna Fidèle Kientega.
Así que conocemos las circunstancias. Conocemos los nombres de los asesinos: todos pertenecían al círculo más cercano de Blaise Compaoré, y estaban a las órdenes de su lugarteniente, el teniente Gilbert Diendéré. Conocemos la identidad del jefe del comando: Hyacinthe Kafando, quien posteriormente será responsable de la seguridad de Compaoré durante años, antes de vivir un período en desgracia, tras ser elegido diputado bajo la bandera del Congreso por la Democracia y el Progreso (CDP), el partido de Compaoré. Pero ignoramos lo esencial: ¿quién dio la orden? Durante treinta y cuatro años, todos los ojos han estado puestos en Blaise Compaoré, porque fueron sus hombres quienes lo hicieron, y algunos dijeron que la orden era "neutralizar" a Sankara; porque fue él quien se benefició del crimen (tomó el poder en medio del caos, que retuvo durante veintisiete años); pero también y quizás sobre todo porque fue lo que se escribió.
La viuda de Sankara, su familia y sus colaboradores más cercanos están convencidos de su culpabilidad. “No necesitamos nuevas pruebas, ya que él mismo confesó”, asevera Fidèle Kientega, quien recuerda esta declaración en forma de confesión de Compaoré, realizada pocas semanas después de la muerte de Sankara frente a los periodistas. “ Era él o yo". Desde entonces, el partido de Compaoré ha seguido defendiendo la tesis de que Sankara, enfrascado en una deriva autoritaria, estaba preparando un golpe de Estado para deshacerse de los demás líderes de la revolución.
El complot, aseguran, estaba previsto para la reunión de la Organización Militar Revolucionaria que se realizaría esa noche. Así que hubo que actuar primero. Pero Compaoré siempre ha negado haber ordenado el asesinato de Sankara, defendiendo la tesis de un lamentable accidente. “Llegué [a la escena del asesinato, nota del editor] alrededor de las 6 p.m. Me enojé con los hombres responsables de la carnicería. Pero tenían evidencia de que se estaba gestando un complot contra mí y mis camaradas a las 8 p.m. Si no hubiera tenido estos elementos, habría reaccionado brutalmente”, dijo a los pocos días del asesinato. Por su parte, Diendéré indicó en el libro de Ludo Martens, Sankara, Compaoré y la revolución burkinabe, escrito para eximir a Compaoré de toda sospecha, que quería “arrestar” a Sankara, “antes de que ocurriera lo irreparable” , durante la reunión de las 20:00 horas, y no matarlo. ¿Mantendrá la misma versión durante el juicio?
Para los allegados al desaparecido revolucionario, esta tesis es inconcebible: Sankara, dicen, había sido advertido durante meses de que Compaoré preparaba un golpe de Estado, pero se negó a anticiparlo. “Él no quería saber nada ”, testificó Étienne Zongo, ayudante de campo de Sankara, poco antes de su muerte en octubre de 2016. Las relaciones entre los dos hombres se habían deteriorado durante el transcurso de la revolución, especialmente desde que Compaoré se había enamorado, en 1985, de Chantal Terrasson de Fougères, una rica heredera franco-marfileña cercana a Félix Houphouët-Boigny. El presidente marfileño, que temía que la revolución de Burkina Faso desencadenara levantamientos en la región (y en particular en su país), era enemigo jurado de Sankara.
Desde hacía varias semanas, una guerra de panfletos hacía estragos en Uagadugú: Sankara y Compaoré (entonces ministro de Justicia y comandante de las tropas de élite de la revolución) fueron acusados, a través de folletos interpuestos, de las peores infamias. Los dos hombres ya no se veían tan a menudo como en el pasado, cuando "Blaise" iba a comer a casa de "Thomas" y era recibido como un "hermano" por sus padres. “El choque era inevitable”, admiten varios familiares de Sankara.
¿El juicio que se abre el lunes permitirá decidir definitivamente las responsabilidades de unos y otros? Catorce hombres están acusados: cuatro miembros del comando, incluido Hyacinthe Kafando, presuntos cómplices y presuntos patrocinadores. Blaise Compaoré y Gilbert Diendéré son así acusados de "ataque a la seguridad del Estado", "complicidad en el asesinato" y "ocultación de cadáveres". Pero solo doce de ellos se sentarán en el banquillo. Kafando, que tendría mucho que decir, no se sabe donde está. Desapareció desde que el juez de instrucción, François Yaméogo, lo citó a fines de 2015. Probablemente tuvo cómplices para huir del país.
En cuanto a Compaoré, vive un exilio dorado en Costa de Marfil, donde se refugió en octubre de 2014 con la decisiva ayuda de Francia: fue el ejército francés el que le permitió huir de su país cuando su convoy, que se dirigía a Ghana, corría peligro de ser detenido por los manifestantes en la ciudad de Po. Una intervención que pesa en Uagadugú. “Me hubiera gustado ver a Blaise cara a cara ”, lamenta Fidèle Kientega, que está indignado con París por haber permitido así a Compaoré escapar de la justicia.
Desde entonces, el exjefe de Estado ha obtenido la nacionalidad marfileña. Sus abogados, Pierre-Olivier Sur y Abdoul Ouédraogo, han hecho saber que no participará en este juicio, que califican de "político" . Para Guy-Hervé Kam, uno de los abogados de las familias de las víctimas, entrevistadas por Jeune Afrique , “es prácticamente una admisión de culpabilidad” .
Otra pregunta puede quedar sin respuesta durante este juicio: ¿Cuál fue la participación de las potencias extranjeras en este asesinato? Sankara se había ganado muchos enemigos desde que asumió el poder en agosto de 1983: los autócratas de la subregión, empezando por Félix Houphouët-Boigny y Étienne Eyadéma Gnassingbé, el presidente de Togo, pero también el libio Mouammar Gaddafi y los franceses François Mitterrand y Jacques Chirac. Por sus diatribas contra la deuda y el franco CFA, por su denuncia del apoyo de París al régimen del apartheid en Sudáfrica y por su voto, en la ONU, a la autodeterminación del pueblo de Nueva Caledonia. Sankara, que amenazaba el orden franco-africano en la región, había provocado la ira del presidente y el primer ministro de Francia, entonces en plena cohabitación. Ambos habían hecho advertencias, incluso amenazas, a través de personas cercanas.
Durante sus investigaciones, el juez Yaméogo hizo algunos descubrimientos interesantes, como la presencia de agentes de la inteligencia francesa en Uagadugú el 16 de octubre de 1987, al día siguiente del golpe -presencia confirmada por varios testimonios recogidos por el periódico de investigación Courrier confidentiel. Pero no ha avanzado lo suficiente en este punto y se ha visto obligado a completar el componente “interno”, aunque dejando abierto el componente “internacional”. Los archivos prometidos por Emmanuel Macron en noviembre de 2017, y efectivamente transmitidos en tres etapas en 2018, 2019 y 2021, no le permitieron alcanzar la certeza suficiente. Según una fuente judicial, la mayoría de los documentos transmitidos no tenían interés.
Rémi Carayol Periodista francés especializado en el Sahel. Corresponsal de Mediapart.
Fuente:
https://www.mediapart.fr/journal/international/060422/assassinat-de-sankara-au-burkina-perpetuite-pour-l-ex-president-blaise-compaore
lunes, 25 de abril de 2022
_- El viaje a ninguna parte de las izquierdas de nuestro tiempo
_- Lo que está ocurriendo en mi tierra, Andalucía, me parece que es una nueva expresión del proceso de disipación que afecta a las izquierdas de nuestro tiempo.
Uso exactamente este término porque me parece que es el que mejor refleja su presente y futuro. Según la Real Academia de la Lengua, disipación significa desvanecer las partes que forman por aglomeración un cuerpo, desperdiciar o malgastar la hacienda u otra cosa, evaporarse, quedarse en nada.
Dentro de muy poco -quizá en junio próximo- se celebrarán elecciones en Andalucía, una región de peso y presencia considerables. Si fuese un país de la Unión Europea, sería el decimoquinto de los veintisiete por número de habitantes (8,4 millones), casi tantos como Austria (8,9) y solo dos menos que Suecia (10,3). Por extensión (87.699 km2), ocuparía el decimotercer lugar, muy poco por detrás de Hungría (93.028) o Portugal (92.090).
Por razones que no están del todo claras, quizá por su dimensión, por su historia o por las características de su población, las elecciones andaluzas han sido muy determinantes de lo ocurrido en la política nacional en los últimos cuarenta años de vida democrática en España. Se podría afirmar, como si de una especie de ley de comportamiento político se tratara, que ningún partido gana o tiene un buen resultado en las elecciones generales en España sin haberlo tenido previamente en las andaluzas.
Cuando el PP de Aznar ganó por primera vez al PSOE, el 3 de marzo de 1996, su partido no triunfó en las andaluzas que se celebraron el mismo día, pero las anteriores (celebradas el 12 de junio de 1994) ya habían anunciado claramente un cambio de ciclo, cuando el PSOE perdió 17 escaños y el PP ganó 15. Y algo parecido ha ido ocurriendo en otros momentos de giro político.
Las próximas andaluzas van a celebrarse, además, en una situación muy especial: tras la invasión de un país europeo que puede convertirse en un conflicto bélico mundial, y en medio de una crisis económica que empeora por momentos, con la mayor inflación de los últimos cuarenta años sin visos de frenarse y un nivel de deuda gigantesco que se hará muy difícil de soportar, a poco que vayan subiendo los tipos de interés y disminuyendo la actividad económica. Y también, cuando la vida política y social en los países democráticos se degenera constantemente y la extrema derecha avanza con ideas claramente totalitarias que provocan una profunda crisis de valores y alientan la violencia y el enfrentamiento civil. Una extrema derecha cuyo éxito, no se olvide, se produce, como decía Walter Benjamin, allí donde la izquierda ha fracasado.
Son, todas ellas, un buen abanico de razones para considerar que las ya casi inmediatas elecciones andaluzas constituyen un momento político decisivo, se mire por donde se mire, en el que se va a examinar el estado real de los proyectos políticos que se confrontan, no solo en España sino en toda Europa. Tal y como, por otras razones, acaba de suceder en Francia.
Sin embargo, lo que vaya a ocurrir en Andalucía en las próximas elecciones, como sucedió en las francesas de hace unos días, ya está en gran medida escrito por una sencilla razón. Las diferentes fuerzas de la izquierda se han negado a sí mismas como alternativa frente a la inercia y al populismo de la derecha. No ofrecen nada de valor con que encandilar a la sociedad y lograr su complicidad y el apoyo suficiente para transformar la situación presente. Han sido incapaces de proponer al electorado respuestas sugerentes y con visos de ser efectivas para los problemas de nuestro tiempo. No disponen de un proyecto de futuro que la sociedad pueda contemplar como un asidero, como una solución a sus preocupaciones. No están cerca de la gente, ni la gente las siente como algo suyo, o que pueda serles de utilidad en su vida diaria. En Andalucía, como ya ha ocurrido en otros países, la izquierda ha mostrado sin disimulos que no representa nada nuevo, sino tan solo una página más de lo mismo de siempre.; de lo que, a base de tantos fracasos y traiciones, ya se ha comprobado que es una fórmula inútil para cambiar de verdad las cosas; en el mejor de los casos, solo un remedo de lo que hace la derecha cuando gobierna.
Lo de menos en Andalucía es que el Partido Socialista haya sido incapaz de renovarse y movilizar a su electorado, de reinventarse con coraje e imaginación; o que algunos partidos a su izquierda hayan sido tan indecentes e irresponsables como para no aliarse ni tan siquiera con el simple objetivo de sobrevivir o salvar el pellejo electoral. Incluso esas vergüenzas son diminutas si se comparan con el problema principal que tienen las izquierdas en el momento histórico en que vivimos.
Es cierto que en España hay un gobierno que está intentando hacer políticas progresistas, sobre todo, para tratar de aliviar el sufrimiento de la población. Pero también lo es que ha tomado medidas que constituyen una traición sin precedentes a los programas electorales y a los principios morales de los partidos que lo sostienen; que no se ha atrevido a adoptar las necesarias para minar el poder oligárquico que obstaculiza desde hace décadas el progreso en España; o que la falta de pedagogía, comunicación y apego con la población hacen que, incluso detrás de cada una de esas medidas progresistas, venga pérdida de apoyo y mayor incomprensión de la ciudadanía.
Los partidos de la izquierda ya no pueden disimular que son frutos sin jugo, exprimidos al máximo, sin una gota de ideas o proyectos novedosos y, lo que es peor, sin la más mínima capacidad de contagiarse de la vida de la gente normal, de identificarse con lo que esta siente y padece y de emular lo bueno que hace. Se han vuelto inhumanos, en el sentido de que no tienen la misma piel ni el alma que tienen, no ya sus votantes de siempre, sino ni siquiera su propia militancia honrada, cada día más exigua, que los apoya desde la insignificancia y, seguramente, sin estar de acuerdo con lo que hacen los dirigentes y sus aparatos.
La izquierda no está dando ni puede dar respuestas al presente porque se ha negado o es incapaz (a estas alturas, tanto da) de desescombrar lo viejo e imaginar y modelar un futuro distinto al que procede de la inercia. Y, sin el futuro imaginado, no puede haber tampoco la esperanza que proporciona el que se anticipa y se muestra en forma de realidades concretas y tangibles. Sin proyecto ni propuesta de futuro, a la izquierda solo le han quedado palabras vacías o actos de fe para ofrecer a la gente.
Durante decenios, las izquierdas fueron adanistas, es decir, estaban convencidas y querían convencer a la gente de que el futuro deseado sería -en unos casos- un acto de nueva e instantánea creación, un nacimiento, el parto mágico de un instante revolucionario. O, en otros, la mágica aparición de lo nuevo a base de darle mil vueltas a lo viejo, reformándolo sin cesar. Últimamente, en los últimos treinta o cuarenta años, las izquierdas se han hecho -si se me permiten los barbarismos- presentistas, denunciadoristas y pesebristas. Presentistas, o sencillamente conservadoras, como decía Anthony Guiddens, porque -como he dicho- no son capaces ni tan siquiera de imaginar que haya un encuadre social distinto al actual, porque no piensan en cómo puede ser un futuro diferente ni, en el mejor de los casos, cómo se podría llegar a él. Denunciadoristas porque se han especializado en criticar y denunciar todo cuanto tienen ante sí, o en hacer análisis sofisticados, mas sin crear experiencia o realidad alguna que pueda servir de referencia efectiva para el cambio, como hoja de ruta para llegar al futuro. Y pesebristas, para colmo, porque se alimentan de los recursos (no solo materiales, sino conceptuales, comunicativos, políticos o simbólico-culturales) que proporciona el sistema que dicen combatir. Basta ver quiénes son, de dónde vienen y a dónde han llegado, y con qué medios y formas hacen política quienes tienen posiciones de representación, privilegio o poder en los partidos de la izquierda.
Ideológicamente hablando, las izquierdas son puro material de derribo porque carecen de cosmovisión y siguen ancladas en el pensamiento mecanicista y lineal del XIX que les impide percibir y analizar la complejidad para operar en ella. Perdidas en un sinfín de reivindicaciones, diseminadas en mil tribus y creando sin cesar nuevos y más dispersos rebaños, han renunciado a utilizar la lengua franca del cambio global que permite el entendimiento y la movilización común. No es sin duda el único, pero el caso del feminismo, que termina incluso negando la existencia como sujeto de las propias mujeres, es un ejemplo palmario de la auto-deconstrucción de la inteligencia que está llevando a ninguna parte a la izquierda y a sus diversas expresiones satelitales.
Por eso me parece que, lo mismo que el reciente fracaso electoral del Partido Socialista francés -o de la izquierda en general- no es de ninguna manera accidental, lo que está pasando ahora mismo en Andalucía y lo que va a pasar en España no se puede considerar una incidencia puntual. Es el reflejo de un fracaso histórico de las formas de ver y analizar el mundo y de las maneras de actuar sobre él de las izquierdas de nuestro tiempo.
La falta de vigor o de entendimiento de la izquierdas andaluzas es patética, por significativa y sintomática. Pero lo es mucho más que la izquierda estatal del PSOE, presumida siempre de serlo más y mejor que nadie, haga depender su futuro del deshoje de la margarita que haga una sola persona para decidir, según su propia expresión, si finalmente «escucha a la gente» para poner en marcha un proyecto del que no se sabe lo que llevará dentro. Como ocurría con los sobres sorpresa que comprábamos de pequeños con ilusión, a pesar de que sabíamos que solo podían contener naderías. ¿En qué cabeza sensata puede caber la idea de que la regeneración de un proyecto político que se viene abajo puede depender de una sola persona, por muy brillante y valiosa que sea, como lo es Yolanda Díaz? ¿Quién, en su sano juicio, puede creer que solo su apuesta personal puede provocar una catarsis de la política en todo el Estado, cuando ni tan siquiera se ha sido capaz de poner algún mimbre para evitar que el proyecto nazca derrotado al no dar la batalla previa en Andalucía?
Estamos viviendo el proceso que lleva a dejar en la nada a las izquierdas que nacieron en el siglo XIX y lo paradójico es que se está produciendo por su propia responsabilidad.
La leyenda cuenta que Mitrídates VI, Rey de Ponto, las tierras de alrededor del Mar Negro en la actual Turquía, tomaba pequeñas dosis de un veneno para evitar ser envenenado. Ahora se utiliza el término mitridatismo para referirse a quienes, a fuerza de haber estado expuestos a un fenómeno negativo, se hacen indiferentes a él. Y quizá sea eso lo que le ha ocurrido a las izquierdas de nuestra época. Han pasado tanto tiempo integradas en el medio ambiente que deseaban cambiar que han terminado por ser inmunes al cambio.
Debe ser así porque lo paradójico es que nunca como ahora ha habido a nuestro alcance, delante de nuestros propios ojos, tantas alternativas, tanto pensamiento crítico, imaginativo y creador, tantas experiencias y modos de vida diferentes a las del capitalismo que produce dolor, violencia y sufrimiento, tantas personas comprometidas y efectivamente ocupadas con la puesta en práctica de otra realidad, cuidadora y cuidadosa, solidaria, fraternal, pacífica y respetuosa con los demás seres y con la naturaleza. Pero, eso sí, completamente alejados de los partidos de izquierdas.
Mientras que una legión de asociaciones, organizaciones de todo tipo, colectivos, fundaciones, grupos anónimos, intelectuales y personas individuales de todo tipo y condición… piensan, diseñan, construyen, organizan, crean empresas, ponen en marcha con eficacia y eficiencia… miles de iniciativas para producir o consumir de otra forma, curar y salvar vidas, habitar, estudiar, cuidar, alimentarse, obtener energía, representarse o tomar decisiones como si estuvieran ya en un planeta distinto, anticipando el futuro… los partidos de las izquierdas se organizan, deciden y actúan en el viejo mundo, siguen inoculándose sin parar el veneno de Mitrídates y son ya tan insensibles al mal presente de su alrededor como ignorantes de la oleada de vida nueva que viene del futuro y que los va a enterrar para siempre.
No estoy seguro de que la disipación de los partidos de izquierda, su evaporación como instrumentos para transformar la realidad y superar el capitalismo, sea una mala noticia. Lo es en el sentido de que ya no se puede confiar en el único aparato que hoy día tenemos a nuestro alcance para ser representados e incidir en la vida política. Pero, al mismo tiempo, quizá sea eso lo mejor que puede pasarnos. Así lo creo porque intuyo que ese proceso de disipación de los actuales partidos de izquierda acelerará, al mismo tiempo, la aparición de nuevos sujetos sociales y políticos. Es decir, nuevos instrumentos de emancipación nacidos a la imagen y semejanza de la gente corriente que día a día está inventando el futuro y nos lo ofrece adelantado cuando pone en marcha experiencias y formas de vida, organización y comportamiento personal de nuevo tipo. La única vía por la que se puede cambiar el mundo.
Fuente: Juan Torres López, blog.
Uso exactamente este término porque me parece que es el que mejor refleja su presente y futuro. Según la Real Academia de la Lengua, disipación significa desvanecer las partes que forman por aglomeración un cuerpo, desperdiciar o malgastar la hacienda u otra cosa, evaporarse, quedarse en nada.
Dentro de muy poco -quizá en junio próximo- se celebrarán elecciones en Andalucía, una región de peso y presencia considerables. Si fuese un país de la Unión Europea, sería el decimoquinto de los veintisiete por número de habitantes (8,4 millones), casi tantos como Austria (8,9) y solo dos menos que Suecia (10,3). Por extensión (87.699 km2), ocuparía el decimotercer lugar, muy poco por detrás de Hungría (93.028) o Portugal (92.090).
Por razones que no están del todo claras, quizá por su dimensión, por su historia o por las características de su población, las elecciones andaluzas han sido muy determinantes de lo ocurrido en la política nacional en los últimos cuarenta años de vida democrática en España. Se podría afirmar, como si de una especie de ley de comportamiento político se tratara, que ningún partido gana o tiene un buen resultado en las elecciones generales en España sin haberlo tenido previamente en las andaluzas.
Cuando el PP de Aznar ganó por primera vez al PSOE, el 3 de marzo de 1996, su partido no triunfó en las andaluzas que se celebraron el mismo día, pero las anteriores (celebradas el 12 de junio de 1994) ya habían anunciado claramente un cambio de ciclo, cuando el PSOE perdió 17 escaños y el PP ganó 15. Y algo parecido ha ido ocurriendo en otros momentos de giro político.
Las próximas andaluzas van a celebrarse, además, en una situación muy especial: tras la invasión de un país europeo que puede convertirse en un conflicto bélico mundial, y en medio de una crisis económica que empeora por momentos, con la mayor inflación de los últimos cuarenta años sin visos de frenarse y un nivel de deuda gigantesco que se hará muy difícil de soportar, a poco que vayan subiendo los tipos de interés y disminuyendo la actividad económica. Y también, cuando la vida política y social en los países democráticos se degenera constantemente y la extrema derecha avanza con ideas claramente totalitarias que provocan una profunda crisis de valores y alientan la violencia y el enfrentamiento civil. Una extrema derecha cuyo éxito, no se olvide, se produce, como decía Walter Benjamin, allí donde la izquierda ha fracasado.
Son, todas ellas, un buen abanico de razones para considerar que las ya casi inmediatas elecciones andaluzas constituyen un momento político decisivo, se mire por donde se mire, en el que se va a examinar el estado real de los proyectos políticos que se confrontan, no solo en España sino en toda Europa. Tal y como, por otras razones, acaba de suceder en Francia.
Sin embargo, lo que vaya a ocurrir en Andalucía en las próximas elecciones, como sucedió en las francesas de hace unos días, ya está en gran medida escrito por una sencilla razón. Las diferentes fuerzas de la izquierda se han negado a sí mismas como alternativa frente a la inercia y al populismo de la derecha. No ofrecen nada de valor con que encandilar a la sociedad y lograr su complicidad y el apoyo suficiente para transformar la situación presente. Han sido incapaces de proponer al electorado respuestas sugerentes y con visos de ser efectivas para los problemas de nuestro tiempo. No disponen de un proyecto de futuro que la sociedad pueda contemplar como un asidero, como una solución a sus preocupaciones. No están cerca de la gente, ni la gente las siente como algo suyo, o que pueda serles de utilidad en su vida diaria. En Andalucía, como ya ha ocurrido en otros países, la izquierda ha mostrado sin disimulos que no representa nada nuevo, sino tan solo una página más de lo mismo de siempre.; de lo que, a base de tantos fracasos y traiciones, ya se ha comprobado que es una fórmula inútil para cambiar de verdad las cosas; en el mejor de los casos, solo un remedo de lo que hace la derecha cuando gobierna.
Lo de menos en Andalucía es que el Partido Socialista haya sido incapaz de renovarse y movilizar a su electorado, de reinventarse con coraje e imaginación; o que algunos partidos a su izquierda hayan sido tan indecentes e irresponsables como para no aliarse ni tan siquiera con el simple objetivo de sobrevivir o salvar el pellejo electoral. Incluso esas vergüenzas son diminutas si se comparan con el problema principal que tienen las izquierdas en el momento histórico en que vivimos.
Es cierto que en España hay un gobierno que está intentando hacer políticas progresistas, sobre todo, para tratar de aliviar el sufrimiento de la población. Pero también lo es que ha tomado medidas que constituyen una traición sin precedentes a los programas electorales y a los principios morales de los partidos que lo sostienen; que no se ha atrevido a adoptar las necesarias para minar el poder oligárquico que obstaculiza desde hace décadas el progreso en España; o que la falta de pedagogía, comunicación y apego con la población hacen que, incluso detrás de cada una de esas medidas progresistas, venga pérdida de apoyo y mayor incomprensión de la ciudadanía.
Los partidos de la izquierda ya no pueden disimular que son frutos sin jugo, exprimidos al máximo, sin una gota de ideas o proyectos novedosos y, lo que es peor, sin la más mínima capacidad de contagiarse de la vida de la gente normal, de identificarse con lo que esta siente y padece y de emular lo bueno que hace. Se han vuelto inhumanos, en el sentido de que no tienen la misma piel ni el alma que tienen, no ya sus votantes de siempre, sino ni siquiera su propia militancia honrada, cada día más exigua, que los apoya desde la insignificancia y, seguramente, sin estar de acuerdo con lo que hacen los dirigentes y sus aparatos.
La izquierda no está dando ni puede dar respuestas al presente porque se ha negado o es incapaz (a estas alturas, tanto da) de desescombrar lo viejo e imaginar y modelar un futuro distinto al que procede de la inercia. Y, sin el futuro imaginado, no puede haber tampoco la esperanza que proporciona el que se anticipa y se muestra en forma de realidades concretas y tangibles. Sin proyecto ni propuesta de futuro, a la izquierda solo le han quedado palabras vacías o actos de fe para ofrecer a la gente.
Durante decenios, las izquierdas fueron adanistas, es decir, estaban convencidas y querían convencer a la gente de que el futuro deseado sería -en unos casos- un acto de nueva e instantánea creación, un nacimiento, el parto mágico de un instante revolucionario. O, en otros, la mágica aparición de lo nuevo a base de darle mil vueltas a lo viejo, reformándolo sin cesar. Últimamente, en los últimos treinta o cuarenta años, las izquierdas se han hecho -si se me permiten los barbarismos- presentistas, denunciadoristas y pesebristas. Presentistas, o sencillamente conservadoras, como decía Anthony Guiddens, porque -como he dicho- no son capaces ni tan siquiera de imaginar que haya un encuadre social distinto al actual, porque no piensan en cómo puede ser un futuro diferente ni, en el mejor de los casos, cómo se podría llegar a él. Denunciadoristas porque se han especializado en criticar y denunciar todo cuanto tienen ante sí, o en hacer análisis sofisticados, mas sin crear experiencia o realidad alguna que pueda servir de referencia efectiva para el cambio, como hoja de ruta para llegar al futuro. Y pesebristas, para colmo, porque se alimentan de los recursos (no solo materiales, sino conceptuales, comunicativos, políticos o simbólico-culturales) que proporciona el sistema que dicen combatir. Basta ver quiénes son, de dónde vienen y a dónde han llegado, y con qué medios y formas hacen política quienes tienen posiciones de representación, privilegio o poder en los partidos de la izquierda.
Ideológicamente hablando, las izquierdas son puro material de derribo porque carecen de cosmovisión y siguen ancladas en el pensamiento mecanicista y lineal del XIX que les impide percibir y analizar la complejidad para operar en ella. Perdidas en un sinfín de reivindicaciones, diseminadas en mil tribus y creando sin cesar nuevos y más dispersos rebaños, han renunciado a utilizar la lengua franca del cambio global que permite el entendimiento y la movilización común. No es sin duda el único, pero el caso del feminismo, que termina incluso negando la existencia como sujeto de las propias mujeres, es un ejemplo palmario de la auto-deconstrucción de la inteligencia que está llevando a ninguna parte a la izquierda y a sus diversas expresiones satelitales.
Por eso me parece que, lo mismo que el reciente fracaso electoral del Partido Socialista francés -o de la izquierda en general- no es de ninguna manera accidental, lo que está pasando ahora mismo en Andalucía y lo que va a pasar en España no se puede considerar una incidencia puntual. Es el reflejo de un fracaso histórico de las formas de ver y analizar el mundo y de las maneras de actuar sobre él de las izquierdas de nuestro tiempo.
La falta de vigor o de entendimiento de la izquierdas andaluzas es patética, por significativa y sintomática. Pero lo es mucho más que la izquierda estatal del PSOE, presumida siempre de serlo más y mejor que nadie, haga depender su futuro del deshoje de la margarita que haga una sola persona para decidir, según su propia expresión, si finalmente «escucha a la gente» para poner en marcha un proyecto del que no se sabe lo que llevará dentro. Como ocurría con los sobres sorpresa que comprábamos de pequeños con ilusión, a pesar de que sabíamos que solo podían contener naderías. ¿En qué cabeza sensata puede caber la idea de que la regeneración de un proyecto político que se viene abajo puede depender de una sola persona, por muy brillante y valiosa que sea, como lo es Yolanda Díaz? ¿Quién, en su sano juicio, puede creer que solo su apuesta personal puede provocar una catarsis de la política en todo el Estado, cuando ni tan siquiera se ha sido capaz de poner algún mimbre para evitar que el proyecto nazca derrotado al no dar la batalla previa en Andalucía?
Estamos viviendo el proceso que lleva a dejar en la nada a las izquierdas que nacieron en el siglo XIX y lo paradójico es que se está produciendo por su propia responsabilidad.
La leyenda cuenta que Mitrídates VI, Rey de Ponto, las tierras de alrededor del Mar Negro en la actual Turquía, tomaba pequeñas dosis de un veneno para evitar ser envenenado. Ahora se utiliza el término mitridatismo para referirse a quienes, a fuerza de haber estado expuestos a un fenómeno negativo, se hacen indiferentes a él. Y quizá sea eso lo que le ha ocurrido a las izquierdas de nuestra época. Han pasado tanto tiempo integradas en el medio ambiente que deseaban cambiar que han terminado por ser inmunes al cambio.
Debe ser así porque lo paradójico es que nunca como ahora ha habido a nuestro alcance, delante de nuestros propios ojos, tantas alternativas, tanto pensamiento crítico, imaginativo y creador, tantas experiencias y modos de vida diferentes a las del capitalismo que produce dolor, violencia y sufrimiento, tantas personas comprometidas y efectivamente ocupadas con la puesta en práctica de otra realidad, cuidadora y cuidadosa, solidaria, fraternal, pacífica y respetuosa con los demás seres y con la naturaleza. Pero, eso sí, completamente alejados de los partidos de izquierdas.
Mientras que una legión de asociaciones, organizaciones de todo tipo, colectivos, fundaciones, grupos anónimos, intelectuales y personas individuales de todo tipo y condición… piensan, diseñan, construyen, organizan, crean empresas, ponen en marcha con eficacia y eficiencia… miles de iniciativas para producir o consumir de otra forma, curar y salvar vidas, habitar, estudiar, cuidar, alimentarse, obtener energía, representarse o tomar decisiones como si estuvieran ya en un planeta distinto, anticipando el futuro… los partidos de las izquierdas se organizan, deciden y actúan en el viejo mundo, siguen inoculándose sin parar el veneno de Mitrídates y son ya tan insensibles al mal presente de su alrededor como ignorantes de la oleada de vida nueva que viene del futuro y que los va a enterrar para siempre.
No estoy seguro de que la disipación de los partidos de izquierda, su evaporación como instrumentos para transformar la realidad y superar el capitalismo, sea una mala noticia. Lo es en el sentido de que ya no se puede confiar en el único aparato que hoy día tenemos a nuestro alcance para ser representados e incidir en la vida política. Pero, al mismo tiempo, quizá sea eso lo mejor que puede pasarnos. Así lo creo porque intuyo que ese proceso de disipación de los actuales partidos de izquierda acelerará, al mismo tiempo, la aparición de nuevos sujetos sociales y políticos. Es decir, nuevos instrumentos de emancipación nacidos a la imagen y semejanza de la gente corriente que día a día está inventando el futuro y nos lo ofrece adelantado cuando pone en marcha experiencias y formas de vida, organización y comportamiento personal de nuevo tipo. La única vía por la que se puede cambiar el mundo.
Fuente: Juan Torres López, blog.
Etiquetas:
alternativa,
disipación de la izquierda,
economía,
falta de propuestas,
falta de unidad,
izquierdas,
Juan Torres López,
Mitrídates VI,
práctica irracional,
Rey de Ponto
domingo, 24 de abril de 2022
_- Una línea divisoria ambigua.
_- La suciedad acumulada durante las diferentes experiencias monárquicas sale a la superficie de vez en cuando, pero continúa formando parte del paisaje. No fuimos capaces de hacer el barrido después del 14 de abril de 1931, por eso estamos donde estamos
1931 ha sido la única ocasión en que España ha vivido un proceso constituyente genuino. Fue posible por la implosión del sistema político de la Restauración, incapaz de poner en marcha un programa de reformas, que permitiera pasar de la Monarquía Constitucional a la Monarquía parlamentaria. Aunque en las dos primeras décadas del siglo XX la reforma de la Constitución, con la finalidad de ir situando el centro de gravedad del sistema político en el Parlamento, estuvo presente en la agenda política, no llegó a formalizarse como proyecto de ley de reforma constitucional ninguna propuesta. El resultado fue que una manifestación relativamente subalterna del sufragio universal, como son unas elecciones municipales, produjeron un cambio de régimen. España se acostó monárquica y amaneció republicana.
El 14 de abril enterró la Monarquía Española, que es como se denominó la Monarquía del siglo XIX en nuestro país. Desde el momento en que se inició una experiencia democrática indiscutible, el retorno a lo que fue el “Antiguo Régimen monárquico-constitucional” resultó imposible. En esto, la Segunda República se diferenció nítidamente de la otra gran experiencia modernizadora anterior: el Sexenio Revolucionario. La Restauración de la dinastía borbónica se abrió camino con relativa facilidad tras el fracaso de la experiencia monárquica de Amadeo de Saboya y de la Primera República. Eso no sería posible tras el 14 de abril de 1931.
El 14 de abril de 1931 simboliza la democracia. Una vez que se alcanza ese umbral, ya no es posible la vuelta atrás, no es posible la vuelta a una sociedad predemocrática. Se pueden imponer fórmulas políticas anti-democráticas, rabiosamente antidemocráticas incluso, pero no se puede volver al universo predemocrático al que pertenecía la Monarquía española.
Lo más parecido a la línea divisoria del 14 de abril es la línea divisoria del 2 de mayo de 1808. Esta última supuso la quiebra de la Monarquía Absoluta. La primera supuso la quiebra de la Monarquía Constitucional. Desde el momento en que hace acto de presencia la soberanía nacional en 1812 o la soberanía popular en 1931 estamos en otro mundo. Con hipotecas muy fuertes del pasado, pero en otro mundo.
Ambas líneas divisorias intentaron ser borradas de manera brutal. La reacción de Fernando VII frente a la Constitución de Cádiz es similar a la reacción de Franco frente a la Constitución republicana. Se intentó en ambos casos hacerlas desaparecer, como si nunca hubieran existido. Pero el programa de futuro del que cada una de ellas era portadora no pudo ser borrado del horizonte por completo. Se conseguiría retrasarlo, rebajarlo y condicionarlo cuando resultó imposible impedir que empezara a abrirse camino. Pero no se pudo volver al pasado anterior.
La forma en que se intentó condicionar la llegada de la Monarquía Constitucional tras la muerte de Fernando VII y la Monarquía parlamentaria tras la muerte de Franco también tiene similitudes. De la misma manera que el Estatuto Real perimetró el terreno de la futura Monarquía Española, la Ley para la Reforma política condicionó el disfraz de la Restauración monárquica como transición a la democracia.
La forma en que se transitó de Fernando VII a Isabel Segunda es similar a la forma en que se transitó del General Franco al Rey Juan Carlos I de Borbón. Y entre la conducta de la primera Reina constitucional y el primer Rey parlamentario también hay similitudes.
La suciedad acumulada durante las diferentes experiencias monárquicas sale a la superficie de vez en cuando, pero continúa formando parte del paisaje. No fuimos capaces de hacer el barrido después del 14 de abril de 1931 y por eso seguimos estando donde estamos.
Contracorriente. Javier Pérez Royo.
1931 ha sido la única ocasión en que España ha vivido un proceso constituyente genuino. Fue posible por la implosión del sistema político de la Restauración, incapaz de poner en marcha un programa de reformas, que permitiera pasar de la Monarquía Constitucional a la Monarquía parlamentaria. Aunque en las dos primeras décadas del siglo XX la reforma de la Constitución, con la finalidad de ir situando el centro de gravedad del sistema político en el Parlamento, estuvo presente en la agenda política, no llegó a formalizarse como proyecto de ley de reforma constitucional ninguna propuesta. El resultado fue que una manifestación relativamente subalterna del sufragio universal, como son unas elecciones municipales, produjeron un cambio de régimen. España se acostó monárquica y amaneció republicana.
El 14 de abril enterró la Monarquía Española, que es como se denominó la Monarquía del siglo XIX en nuestro país. Desde el momento en que se inició una experiencia democrática indiscutible, el retorno a lo que fue el “Antiguo Régimen monárquico-constitucional” resultó imposible. En esto, la Segunda República se diferenció nítidamente de la otra gran experiencia modernizadora anterior: el Sexenio Revolucionario. La Restauración de la dinastía borbónica se abrió camino con relativa facilidad tras el fracaso de la experiencia monárquica de Amadeo de Saboya y de la Primera República. Eso no sería posible tras el 14 de abril de 1931.
El 14 de abril de 1931 simboliza la democracia. Una vez que se alcanza ese umbral, ya no es posible la vuelta atrás, no es posible la vuelta a una sociedad predemocrática. Se pueden imponer fórmulas políticas anti-democráticas, rabiosamente antidemocráticas incluso, pero no se puede volver al universo predemocrático al que pertenecía la Monarquía española.
Lo más parecido a la línea divisoria del 14 de abril es la línea divisoria del 2 de mayo de 1808. Esta última supuso la quiebra de la Monarquía Absoluta. La primera supuso la quiebra de la Monarquía Constitucional. Desde el momento en que hace acto de presencia la soberanía nacional en 1812 o la soberanía popular en 1931 estamos en otro mundo. Con hipotecas muy fuertes del pasado, pero en otro mundo.
Ambas líneas divisorias intentaron ser borradas de manera brutal. La reacción de Fernando VII frente a la Constitución de Cádiz es similar a la reacción de Franco frente a la Constitución republicana. Se intentó en ambos casos hacerlas desaparecer, como si nunca hubieran existido. Pero el programa de futuro del que cada una de ellas era portadora no pudo ser borrado del horizonte por completo. Se conseguiría retrasarlo, rebajarlo y condicionarlo cuando resultó imposible impedir que empezara a abrirse camino. Pero no se pudo volver al pasado anterior.
La forma en que se intentó condicionar la llegada de la Monarquía Constitucional tras la muerte de Fernando VII y la Monarquía parlamentaria tras la muerte de Franco también tiene similitudes. De la misma manera que el Estatuto Real perimetró el terreno de la futura Monarquía Española, la Ley para la Reforma política condicionó el disfraz de la Restauración monárquica como transición a la democracia.
La forma en que se transitó de Fernando VII a Isabel Segunda es similar a la forma en que se transitó del General Franco al Rey Juan Carlos I de Borbón. Y entre la conducta de la primera Reina constitucional y el primer Rey parlamentario también hay similitudes.
La suciedad acumulada durante las diferentes experiencias monárquicas sale a la superficie de vez en cuando, pero continúa formando parte del paisaje. No fuimos capaces de hacer el barrido después del 14 de abril de 1931 y por eso seguimos estando donde estamos.
Contracorriente. Javier Pérez Royo.
sábado, 23 de abril de 2022
_- Francia y el futuro de la UE.
_- En la elección del próximo domingo no está en juego la elección de la presidencia de Francia, sino mucho más. Desde cosas pequeñitas, como es por ejemplo, la convocatoria inmediata de las elecciones autonómicas en Andalucía, que se dan por convocadas en el caso de que Emmanuel Macron repita
Me cuesta trabajo pensar que Emmanuel Macron pueda perder el domingo y que Marine Le Pen se convierta en presidenta, pero tras el resultado del referéndum del Brexit en junio y la victoria de Donald Trump en noviembre de 2016, la ausencia de previsibilidad se ha convertido en la norma política en casi todos los países democráticamente constituidos. Las últimas elecciones presidenciales en Francia tuvieron lugar en 2017, después del referéndum del Brexit y de la elección de Donald Trump y, sin embargo, a nadie se le pasó todavía por la cabeza que Marine Le Pen tenía la más mínima no probabilidad, sino posibilidad, de ganar la elección presidencial. Se repitió con ella el resultado de su padre en 2002. Ocurrió lo que todo el mundo daba por supuesto que iba a ocurrir. Sin embargo, en este 2022, a pesar de que el resultado de la primera vuelta se asemeja al de la primera de hace cinco años, no se descarta como completamente imposible que Marine Le Pen pueda ser presidenta el domingo. Es improbable que lo sea, pero los resultados que arrojan las encuestas no son concluyentes.
En la elección del próximo domingo no está en juego la elección de la presidencia de Francia, sino mucho más. Desde cosas pequeñitas, como es por ejemplo, la convocatoria inmediata de las elecciones autonómicas en Andalucía, que se dan por convocadas en el caso de que Emmanuel Macron repita como presidente y que no es nada seguro que se convoquen si fuera presidenta Marine Le Pen. ¿Se atrevería el PP, no digo Juan Manuel Moreno Bonilla, sino la dirección nacional del PP, a convocar unas elecciones en la resaca de la victoria de Marine Le Pen, quien, sin lugar a dudas, tendría en la noche del domingo una nutrida compañía de dirigentes de Vox? Con Marine Le Pen en la presidencia la convocatoria no sería la del PP, sino la de Vox.
Pero esto, por mucho que nos afecte a los españoles en general y a los andaluces en particular, es insignificante en comparación con las réplicas que el terremoto podría tener en la Unión Europea. ¿Podría la Comisión Europea, por ejemplo, condicionar la entrega de los fondos para la reconstrucción económica al respeto al Estado de Derecho, como ha hecho recientemente con Hungría y Polonia? ¿Habría el consenso imprescindible para que la decisión pudiera ser siquiera tomada? ¿Se pronunciaría el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) con la rotundidad que lo ha hecho tras los recursos interpuestos por los Gobierno de Hungría y Polonia? ¿Se sentiría con la autoridad para expresarse de la forma en que lo ha venido haciendo desde los años sesenta del siglo pasado?
Son preguntas retóricas. En su formulación está la respuesta. La UE es una comunidad jurídica. Su fuerza es la fuerza del Derecho, que exige un consenso casi unánime entre los distintos Estados miembros para poder operar. La necesidad de consenso no es ocasional, sino permanente. Es la fuerza persuasiva de la argumentación lo que acaba inclinando la balanza en una u otra dirección.
Obviamente, en la forja del consenso no todos los Estados tienen el mismo peso y Francia, desde luego, no es uno más. Es posible que anatómicamente la UE no experimente grandes cambios después del próximo domingo, pero fisiológicamente, será completamente distinta con Marine Le Pen en la presidencia del país. Es probable que los Tratados fundacionales sigan como están y que las instituciones se mantengan con su configuración actual, pero nada será igual.
La presidencia de Marine Le Pen no supondrá previsiblemente la destrucción no ya inmediata, sino a corto plazo siquiera, de la UE, pero sí el comienzo de un proceso de descomposición, que acabará conduciendo a su disolución. La energía que hace falta para mantener con vida una organización supranacional tan enorme y tan compleja como es la UE es inmensa. Sin la contribución francesa no es posible alcanzarla. Las tendencias centrífugas se proyectarían en múltiples direcciones.
Es posible incluso que una victoria ajustada de Emmanuel Macron tenga un impacto negativo en la operatividad de la UE. Incluso muy negativo. Su autoridad se vería disminuida en la misma medida en que se vería acrecentada la de quienes se resisten a aceptar la supremacía del derecho de la UE sobre el derecho de los Estados miembros, o la prevalecía de las sentencias del TJUE sobre las de los Tribunales de cada Estado.
El domingo es un momento crítico para la UE. Es su propia supervivencia lo que puede estar en juego.
Javier Pérez Royo
Me cuesta trabajo pensar que Emmanuel Macron pueda perder el domingo y que Marine Le Pen se convierta en presidenta, pero tras el resultado del referéndum del Brexit en junio y la victoria de Donald Trump en noviembre de 2016, la ausencia de previsibilidad se ha convertido en la norma política en casi todos los países democráticamente constituidos. Las últimas elecciones presidenciales en Francia tuvieron lugar en 2017, después del referéndum del Brexit y de la elección de Donald Trump y, sin embargo, a nadie se le pasó todavía por la cabeza que Marine Le Pen tenía la más mínima no probabilidad, sino posibilidad, de ganar la elección presidencial. Se repitió con ella el resultado de su padre en 2002. Ocurrió lo que todo el mundo daba por supuesto que iba a ocurrir. Sin embargo, en este 2022, a pesar de que el resultado de la primera vuelta se asemeja al de la primera de hace cinco años, no se descarta como completamente imposible que Marine Le Pen pueda ser presidenta el domingo. Es improbable que lo sea, pero los resultados que arrojan las encuestas no son concluyentes.
En la elección del próximo domingo no está en juego la elección de la presidencia de Francia, sino mucho más. Desde cosas pequeñitas, como es por ejemplo, la convocatoria inmediata de las elecciones autonómicas en Andalucía, que se dan por convocadas en el caso de que Emmanuel Macron repita como presidente y que no es nada seguro que se convoquen si fuera presidenta Marine Le Pen. ¿Se atrevería el PP, no digo Juan Manuel Moreno Bonilla, sino la dirección nacional del PP, a convocar unas elecciones en la resaca de la victoria de Marine Le Pen, quien, sin lugar a dudas, tendría en la noche del domingo una nutrida compañía de dirigentes de Vox? Con Marine Le Pen en la presidencia la convocatoria no sería la del PP, sino la de Vox.
Pero esto, por mucho que nos afecte a los españoles en general y a los andaluces en particular, es insignificante en comparación con las réplicas que el terremoto podría tener en la Unión Europea. ¿Podría la Comisión Europea, por ejemplo, condicionar la entrega de los fondos para la reconstrucción económica al respeto al Estado de Derecho, como ha hecho recientemente con Hungría y Polonia? ¿Habría el consenso imprescindible para que la decisión pudiera ser siquiera tomada? ¿Se pronunciaría el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) con la rotundidad que lo ha hecho tras los recursos interpuestos por los Gobierno de Hungría y Polonia? ¿Se sentiría con la autoridad para expresarse de la forma en que lo ha venido haciendo desde los años sesenta del siglo pasado?
Son preguntas retóricas. En su formulación está la respuesta. La UE es una comunidad jurídica. Su fuerza es la fuerza del Derecho, que exige un consenso casi unánime entre los distintos Estados miembros para poder operar. La necesidad de consenso no es ocasional, sino permanente. Es la fuerza persuasiva de la argumentación lo que acaba inclinando la balanza en una u otra dirección.
Obviamente, en la forja del consenso no todos los Estados tienen el mismo peso y Francia, desde luego, no es uno más. Es posible que anatómicamente la UE no experimente grandes cambios después del próximo domingo, pero fisiológicamente, será completamente distinta con Marine Le Pen en la presidencia del país. Es probable que los Tratados fundacionales sigan como están y que las instituciones se mantengan con su configuración actual, pero nada será igual.
La presidencia de Marine Le Pen no supondrá previsiblemente la destrucción no ya inmediata, sino a corto plazo siquiera, de la UE, pero sí el comienzo de un proceso de descomposición, que acabará conduciendo a su disolución. La energía que hace falta para mantener con vida una organización supranacional tan enorme y tan compleja como es la UE es inmensa. Sin la contribución francesa no es posible alcanzarla. Las tendencias centrífugas se proyectarían en múltiples direcciones.
Es posible incluso que una victoria ajustada de Emmanuel Macron tenga un impacto negativo en la operatividad de la UE. Incluso muy negativo. Su autoridad se vería disminuida en la misma medida en que se vería acrecentada la de quienes se resisten a aceptar la supremacía del derecho de la UE sobre el derecho de los Estados miembros, o la prevalecía de las sentencias del TJUE sobre las de los Tribunales de cada Estado.
El domingo es un momento crítico para la UE. Es su propia supervivencia lo que puede estar en juego.
Javier Pérez Royo
viernes, 22 de abril de 2022
_- Desprecio por la Constitución. El PP y su comportamiento ante la renovación de los órganos como el TC y el CGPJ.
_- Alberto Núñez Feijóo y Elías Bendodo siguen la estela de Mariano Rajoy, a quien le gustaba decir que la gente le preguntaba por el paro o por la inmigración, pero no por la reforma de la Constitución
Alberto Núñez Feijóo, después de entrevistarse con Pedro Sánchez el pasado jueves, dijo de pasada que al ciudadano no le preocupa la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sino la subida del precio de la luz. Elías Bendodo, en una entrevista en El País este pasado domingo, ha dicho lo mismo de otra manera: “La renovación del Poder Judicial no es una prioridad”.
Ambos siguen la estela del Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno, a quien le gustaba decir que la gente le preguntaba por el paro o por la inmigración, pero no por la reforma de la Constitución.
Los tres tienen razón, pero la tienen porque ningún ciudadano/a tienen jamás un problema con la Constitución. Ni en España ni en ningún otro país democráticamente constituido. La Constitución no da respuesta a ningún problema de los que se le presenta a cualquier ciudadano/a a lo largo de su vida.
La Constitución no está para resolver los problemas que se plantean en la convivencia. Está para posibilitar que cualquier problema que se plantee en la convivencia ciudadana encuentre una respuesta política de una manera jurídicamente ordenada. La Constitución no resuelve ningún problema, pero sin ella no puede resolverse ninguno de manera civilizada. La Constitución es la premisa para que cualquier problema tenga una contestación civilizada, es decir, la que se obtiene mediante el debate político y que cristaliza en una norma jurídica, en una ley. Son las leyes y no la Constitución las que dan respuesta a los problemas que surgen en la convivencia.
Ahora bien, la ley —la ley democráticamente aprobada— solo es posible con base en la Constitución. Eso es lo que distingue ante todo a una sociedad democráticamente constituida de otra que no lo está. Con Franco no hacía falta Constitución para que se dictara una ley. En democracia eso no es posible. Pero en democracia, como en la época de Franco, el ciudadano/a entra en contacto con la ley y no con la Constitución. Con una ley aprobada por las Cortes Generales elegidas periódicamente mediante el ejercicio del derecho de sufragio. Pero con una ley.
Por eso, nadie tiene un problema de reforma constitucional o de renovación del Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional (TC) en su vida.
Y sin embargo, la reforma de la Constitución o, mejor dicho, la ausencia de reforma de la Constitución o la no renovación del CGPJ o del TC puede acabar convirtiéndose en la fuente de problemas más importante para los ciudadanos. Más importante que cualquier otra, en la medida en que pone en cuestión la normatividad del texto constitucional de la que depende la respuesta civilizada a todos los problemas que se presentan en el presente o puedan presentarse en el futuro.
La reforma de la Constitución, como la renovación del CGPJ o del TC afecta al principio de legitimidad, en el que descansa la convivencia democrática. No al principio de legalidad, sino al principio de legitimidad. Por eso la Constitución exige la mayoría cualificada de tres quintos de ambas Cámaras para su aprobación.
La reforma de la Constitución, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional son institutos que están en la Constitución para garantizar la renovación de una manera jurídicamente ordenada del principio de legitimidad en el que descansa el principio de legalidad, que es el principio con el que entramos en contacto los ciudadanos en nuestra vida diaria.
Sin renovación del principio de legitimidad, el principio de legalidad acaba entrando en un proceso de deterioro progresivo que acaba inevitablemente en la descomposición del sistema político y del ordenamiento jurídico de la democracia.
La no renovación del principio de legitimidad supone un desprecio por la Constitución, que deja de ser primero una Constitución “normativa” para pasar a ser una Constitución “nominal” y que acaba después, si tal desprecio se prolonga en el tiempo, en una Constitución “semántica” (Karl Loewenstein), en la que política y el derecho tienen poco que ver con la voluntad constituyente originaria.
Esto es lo que significan las palabras de Mariano Rajoy sobre la reforma de la Constitución y las de Alberto Núñez Feijóo y Elías Bendodo sobre la renovación del Poder Judicial: un desprecio por la Constitución.
Alberto Núñez Feijóo, después de entrevistarse con Pedro Sánchez el pasado jueves, dijo de pasada que al ciudadano no le preocupa la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sino la subida del precio de la luz. Elías Bendodo, en una entrevista en El País este pasado domingo, ha dicho lo mismo de otra manera: “La renovación del Poder Judicial no es una prioridad”.
Ambos siguen la estela del Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno, a quien le gustaba decir que la gente le preguntaba por el paro o por la inmigración, pero no por la reforma de la Constitución.
Los tres tienen razón, pero la tienen porque ningún ciudadano/a tienen jamás un problema con la Constitución. Ni en España ni en ningún otro país democráticamente constituido. La Constitución no da respuesta a ningún problema de los que se le presenta a cualquier ciudadano/a a lo largo de su vida.
La Constitución no está para resolver los problemas que se plantean en la convivencia. Está para posibilitar que cualquier problema que se plantee en la convivencia ciudadana encuentre una respuesta política de una manera jurídicamente ordenada. La Constitución no resuelve ningún problema, pero sin ella no puede resolverse ninguno de manera civilizada. La Constitución es la premisa para que cualquier problema tenga una contestación civilizada, es decir, la que se obtiene mediante el debate político y que cristaliza en una norma jurídica, en una ley. Son las leyes y no la Constitución las que dan respuesta a los problemas que surgen en la convivencia.
Ahora bien, la ley —la ley democráticamente aprobada— solo es posible con base en la Constitución. Eso es lo que distingue ante todo a una sociedad democráticamente constituida de otra que no lo está. Con Franco no hacía falta Constitución para que se dictara una ley. En democracia eso no es posible. Pero en democracia, como en la época de Franco, el ciudadano/a entra en contacto con la ley y no con la Constitución. Con una ley aprobada por las Cortes Generales elegidas periódicamente mediante el ejercicio del derecho de sufragio. Pero con una ley.
Por eso, nadie tiene un problema de reforma constitucional o de renovación del Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional (TC) en su vida.
Y sin embargo, la reforma de la Constitución o, mejor dicho, la ausencia de reforma de la Constitución o la no renovación del CGPJ o del TC puede acabar convirtiéndose en la fuente de problemas más importante para los ciudadanos. Más importante que cualquier otra, en la medida en que pone en cuestión la normatividad del texto constitucional de la que depende la respuesta civilizada a todos los problemas que se presentan en el presente o puedan presentarse en el futuro.
La reforma de la Constitución, como la renovación del CGPJ o del TC afecta al principio de legitimidad, en el que descansa la convivencia democrática. No al principio de legalidad, sino al principio de legitimidad. Por eso la Constitución exige la mayoría cualificada de tres quintos de ambas Cámaras para su aprobación.
La reforma de la Constitución, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional son institutos que están en la Constitución para garantizar la renovación de una manera jurídicamente ordenada del principio de legitimidad en el que descansa el principio de legalidad, que es el principio con el que entramos en contacto los ciudadanos en nuestra vida diaria.
Sin renovación del principio de legitimidad, el principio de legalidad acaba entrando en un proceso de deterioro progresivo que acaba inevitablemente en la descomposición del sistema político y del ordenamiento jurídico de la democracia.
La no renovación del principio de legitimidad supone un desprecio por la Constitución, que deja de ser primero una Constitución “normativa” para pasar a ser una Constitución “nominal” y que acaba después, si tal desprecio se prolonga en el tiempo, en una Constitución “semántica” (Karl Loewenstein), en la que política y el derecho tienen poco que ver con la voluntad constituyente originaria.
Esto es lo que significan las palabras de Mariano Rajoy sobre la reforma de la Constitución y las de Alberto Núñez Feijóo y Elías Bendodo sobre la renovación del Poder Judicial: un desprecio por la Constitución.
jueves, 21 de abril de 2022
Para los fabricantes de armas, la guerra en Ucrania es un gran negocio
Ni siquiera el 1 % del material militar de la OTAN se utilizará para ayudar a Ucrania, pero la invasión rusa ha proporcionado un pretexto para incrementar masivamente el gasto militar; una gran noticia para las ganancias de los fabricantes de armas.
Asistimos actualmente a una asombrosa paradoja. Los medios occidentales se han hecho eco de toda clase de expertos militares y servicios de inteligencia que destacan cómo se sobrestimó el poderío militar de Rusia antes de la invasión; cómo su ejército ha resultado ser más débil de lo previsto en todos los niveles, incluidas sus capacidades logísticas y el despliegue de armamento sofisticado; y cuánto ha dañado la criminal agresión de Vladímir Putin contra Ucrania a la propia Rusia, a su economía y su potencial militar. No obstante, varios gobiernos de la OTAN han aprovechado la oportunidad de esta guerra, que a todas luces debilita a Rusia, para emprender un frenético aumento del gasto militar.
Los complejos militar-industriales de todas partes se frotan las manos. Los jefazos de los ejércitos de la OTAN vuelven a recurrir al viejo truco de sobrestimar las amenazas, como solían hacer periódicamente con respecto a la Unión Soviética durante la guerra fría, a fin de promover el rearme. Este término es totalmente inapropiado, en primer lugar porque los ejércitos de la OTAN nunca se desarmaron, sino que más bien estuvieron siempre armados hasta los dientes durante la guerra fría y desde entonces han venido manteniendo niveles de armamento excesivos. Aparte de ello, toda entrega de armas defensivas que se hace a la resistencia ucrania no representa más que una mínima porción del gasto militar actual, sin llegar siquiera al 1 % de todo el gasto de la OTAN que ha estado solicitando el presidente de Ucrania.
No contento con el gigantesco gasto militar actual de EE UU, que ascendió a 782.000 millones de dólares el año pasado ‒tras un incremento de 4.000 millones con respecto al de 2020, que a su vez representó, según el Instituto Internacional de Investigación sobre la paz de Estocolmo (SIPRI), el 39 % del gasto militar mundial, más del triple que el de China (252.000 millones) y más de 12 veces el de Rusia (61.700 millones)‒ Joe Biden solicita ahora 813.000 millones para el próximo ejercicio (773.000 millones para el Pentágono y otros 40.000 millones para programas relacionados con la defensa de la Oficina Federal de Investigación (FBI), el Departamento de Energía y otras agtencias). Según el subsecretario de Defensa, el contralor Michael J. McCord, “este presupuesto se ultimó antes de la invasión de Ucrania por Putin, así que no contiene nada en concreto que se haya modificado, porque ya era demasiado tarde para cambiar nada, aunque quisiéramos, a fin de tener en cuenta las implicaciones de la invasión”.
Alemania también ha aprovechado la oportunidad de la guerra para deshacerse de lo que quedaba de su limitación autoimpuesta después de 1945 en el ámbito militar. Esto ha vuelto a producirse por decisión de un gobierno presidido por un canciller socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz, quien ha contado con el precedente de la participación alemana en el bombardeo de Serbia cuando el canciller era Gerhard Schröder, también del SPD, un personaje que después de dejar la cancillería pasó a cerrar tratos altamente remunerados con la industria del gas de Rusia. Berlín ha decidido un fuerte incremento de 110.000 millones de dólares (100.000 millones de euros) de su gasto militar y un aumento permanente masivo a más del 2 % del PIB, frente al 1 % de 2005 y al 1,4 % de 2020. Con ello, Alemania sobrepasará a Gran Bretaña, que el año pasado fue el segundo país de la OTAN y el tercero del mundo en gasto militar.
No es extraño que este nuevo incremento frenético del gasto militar haga felices a los fabricantes que producen medios de destrucción. Un informe reciente del diario francés Le Monde mostró un ejemplo instructivo del efecto financiero de todo esto: citando a Armin Papperger, el jefe de Rheinmetall, uno de los principales fabricantes de armas de Alemania, quien en enero se quejó de la renuencia de los fondos de inversión a colaborar con su empresa, el diario informó de que la atmósfera ha cambiado ahora radicalmente. Añade que el Commerzbank, uno de los principales bancos alemanes, ha anunciado su decisión de dedicar una parte de sus inversiones a la industria de armamento.
En Francia, donde la presión ciudadana originó una tendencia creciente a la desinversión de la industria de armamento por motivos de responsabilidad ética ‒especialmente a la luz de la repugnante contribución de las armas occidentales a la destrucción de Yemen por el ejército de Arabia Saudita‒, Guillaume Muesser, director de asuntos de defensa y económicos de la Asociación de la Industria Aeroespacial, explicó a Le Monde que “la invasión de Ucrania ha cambiado el tablero de juego. Demuestra que la guerra sigue en el orden del día, ante nuestras puertas, y que la industria de defensa es muy útil”.
No es difícil imaginar la euforia que prevalece actualmente entre los fabricantes de máquinas de muerte en EE UU, como Lockheed Martin, la empresa armamentística más grande del mundo. Alemania ha decidido comprar sus aviones F-35 indetectables por radar, cuya capacidad de llevar bombas atómicas se ha señalado explícitamente como un argumento decisivo para optar por ellos, pese a que Alemania no posee armas nucleares propias. El coste de cada uno de estos aviones asciende a casi 80 millones de dólares. El precio de cada acción de Lockheed Martin se disparó a 469 dólares el 7 de marzo, tras el anuncio de Alemania, cuando el pasado 2 de noviembre era de 327 dólares, lo que supone un aumento del 43,4 % en tan solo cuatro meses.
El cambio de estado de ánimo a escala global desde finales del año pasado es abrumador. El pasado mes de diciembre, un llamamiento firmado por más de 50 Premios Nobel reclamó la adopción de lo que llamaron “una propuesta sencilla a la humanidad”:
Los gobiernos de todos los Estados miembros de Naciones Unidas deben negociar una reducción conjunta de su gasto militar del 2 % cada año durante cinco años. La justificación de esta propuesta es simple: 1. Los países rivales reducen su gasto militar, de manera que aumenta la seguridad de cada uno de ellos, mientras que se mantiene la disuasión y el equilibrio. 2. El acuerdo contribuye a reducir la animosidad, minimizando así el peligro de guerra. 3. Los países disponen de vastos recursos: un dividendo de paz de nada menos que 1 billón de dólares de aquí a 2030. Proponemos que la mitad de los recursos liberados gracias a este acuerdo se destinen a un fondo global, bajo la supervisión de Naciones Unidas, para abordar los graves problemas comunes de la humanidad: pandemias, cambio climático y pobreza extrema.
Puede que esta propuesta se considere ingenua o utópica, pero el caso es que ya está prevista en la Carta de Naciones Unidas entre las funciones de la Asamblea General:
La Asamblea General podrá considerar los principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, incluso los principios que rigen el desarme y la regulación de los armamentos, y podrá también hacer recomendaciones respecto de tales principios a los Miembros o al Consejo de Seguridad o a este y a aquellos.
La invasión rusa de Ucrania debería dar un toque de atención al movimiento antiguerra mundial, algunos de cuyos principales componentes han dejado de lado objetivos pacifistas de esta clase para centrarse exclusivamente en la oposición política a gobiernos occidentales. La actual utilización oportunista de la guerra como pretexto para un aumento importante de la belicosidad y el gasto militar contraviene fundamentalmente las lecciones que habría que extraer de la tragedia en curso.
Lejos de justificar tales actitudes, la invasión rusa de Ucrania ha demostrado el alto riesgo que se deriva de las posturas militaristas. Y ningún aumento del gasto militar alterará la relación de fuerzas básica con Rusia, un país que posee más cabezas nucleares que EE UU, Gran Bretaña y Francia juntas, y cuyo presidente no ha dudado en blandir la amenaza de recurrir a su fuerza nuclear.
El movimiento antiguerra debería apoyar el llamamiento de los Premios Nobel y lanzar una campaña mundial coordinada exigiendo que la Asamblea General de Naciones Unidas incluya las propuestas de dicho llamamiento en su orden del día. Ahora está más claro que nunca que no puede haber ningún progreso serio en la lucha contra el cambio climático en particular, de la que depende el futuro de la humanidad, sin una reducción masiva y una reconversión del gasto militar, que es a su vez un importante factor de contaminación, muerte y miseria.
Fuente: https://www.jacobinmag.com/2022/04/arms-weapons-manufacturers-ukraine-war-military-spending
Traducción: viento sur
Asistimos actualmente a una asombrosa paradoja. Los medios occidentales se han hecho eco de toda clase de expertos militares y servicios de inteligencia que destacan cómo se sobrestimó el poderío militar de Rusia antes de la invasión; cómo su ejército ha resultado ser más débil de lo previsto en todos los niveles, incluidas sus capacidades logísticas y el despliegue de armamento sofisticado; y cuánto ha dañado la criminal agresión de Vladímir Putin contra Ucrania a la propia Rusia, a su economía y su potencial militar. No obstante, varios gobiernos de la OTAN han aprovechado la oportunidad de esta guerra, que a todas luces debilita a Rusia, para emprender un frenético aumento del gasto militar.
Los complejos militar-industriales de todas partes se frotan las manos. Los jefazos de los ejércitos de la OTAN vuelven a recurrir al viejo truco de sobrestimar las amenazas, como solían hacer periódicamente con respecto a la Unión Soviética durante la guerra fría, a fin de promover el rearme. Este término es totalmente inapropiado, en primer lugar porque los ejércitos de la OTAN nunca se desarmaron, sino que más bien estuvieron siempre armados hasta los dientes durante la guerra fría y desde entonces han venido manteniendo niveles de armamento excesivos. Aparte de ello, toda entrega de armas defensivas que se hace a la resistencia ucrania no representa más que una mínima porción del gasto militar actual, sin llegar siquiera al 1 % de todo el gasto de la OTAN que ha estado solicitando el presidente de Ucrania.
No contento con el gigantesco gasto militar actual de EE UU, que ascendió a 782.000 millones de dólares el año pasado ‒tras un incremento de 4.000 millones con respecto al de 2020, que a su vez representó, según el Instituto Internacional de Investigación sobre la paz de Estocolmo (SIPRI), el 39 % del gasto militar mundial, más del triple que el de China (252.000 millones) y más de 12 veces el de Rusia (61.700 millones)‒ Joe Biden solicita ahora 813.000 millones para el próximo ejercicio (773.000 millones para el Pentágono y otros 40.000 millones para programas relacionados con la defensa de la Oficina Federal de Investigación (FBI), el Departamento de Energía y otras agtencias). Según el subsecretario de Defensa, el contralor Michael J. McCord, “este presupuesto se ultimó antes de la invasión de Ucrania por Putin, así que no contiene nada en concreto que se haya modificado, porque ya era demasiado tarde para cambiar nada, aunque quisiéramos, a fin de tener en cuenta las implicaciones de la invasión”.
Alemania también ha aprovechado la oportunidad de la guerra para deshacerse de lo que quedaba de su limitación autoimpuesta después de 1945 en el ámbito militar. Esto ha vuelto a producirse por decisión de un gobierno presidido por un canciller socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz, quien ha contado con el precedente de la participación alemana en el bombardeo de Serbia cuando el canciller era Gerhard Schröder, también del SPD, un personaje que después de dejar la cancillería pasó a cerrar tratos altamente remunerados con la industria del gas de Rusia. Berlín ha decidido un fuerte incremento de 110.000 millones de dólares (100.000 millones de euros) de su gasto militar y un aumento permanente masivo a más del 2 % del PIB, frente al 1 % de 2005 y al 1,4 % de 2020. Con ello, Alemania sobrepasará a Gran Bretaña, que el año pasado fue el segundo país de la OTAN y el tercero del mundo en gasto militar.
No es extraño que este nuevo incremento frenético del gasto militar haga felices a los fabricantes que producen medios de destrucción. Un informe reciente del diario francés Le Monde mostró un ejemplo instructivo del efecto financiero de todo esto: citando a Armin Papperger, el jefe de Rheinmetall, uno de los principales fabricantes de armas de Alemania, quien en enero se quejó de la renuencia de los fondos de inversión a colaborar con su empresa, el diario informó de que la atmósfera ha cambiado ahora radicalmente. Añade que el Commerzbank, uno de los principales bancos alemanes, ha anunciado su decisión de dedicar una parte de sus inversiones a la industria de armamento.
En Francia, donde la presión ciudadana originó una tendencia creciente a la desinversión de la industria de armamento por motivos de responsabilidad ética ‒especialmente a la luz de la repugnante contribución de las armas occidentales a la destrucción de Yemen por el ejército de Arabia Saudita‒, Guillaume Muesser, director de asuntos de defensa y económicos de la Asociación de la Industria Aeroespacial, explicó a Le Monde que “la invasión de Ucrania ha cambiado el tablero de juego. Demuestra que la guerra sigue en el orden del día, ante nuestras puertas, y que la industria de defensa es muy útil”.
No es difícil imaginar la euforia que prevalece actualmente entre los fabricantes de máquinas de muerte en EE UU, como Lockheed Martin, la empresa armamentística más grande del mundo. Alemania ha decidido comprar sus aviones F-35 indetectables por radar, cuya capacidad de llevar bombas atómicas se ha señalado explícitamente como un argumento decisivo para optar por ellos, pese a que Alemania no posee armas nucleares propias. El coste de cada uno de estos aviones asciende a casi 80 millones de dólares. El precio de cada acción de Lockheed Martin se disparó a 469 dólares el 7 de marzo, tras el anuncio de Alemania, cuando el pasado 2 de noviembre era de 327 dólares, lo que supone un aumento del 43,4 % en tan solo cuatro meses.
El cambio de estado de ánimo a escala global desde finales del año pasado es abrumador. El pasado mes de diciembre, un llamamiento firmado por más de 50 Premios Nobel reclamó la adopción de lo que llamaron “una propuesta sencilla a la humanidad”:
Los gobiernos de todos los Estados miembros de Naciones Unidas deben negociar una reducción conjunta de su gasto militar del 2 % cada año durante cinco años. La justificación de esta propuesta es simple: 1. Los países rivales reducen su gasto militar, de manera que aumenta la seguridad de cada uno de ellos, mientras que se mantiene la disuasión y el equilibrio. 2. El acuerdo contribuye a reducir la animosidad, minimizando así el peligro de guerra. 3. Los países disponen de vastos recursos: un dividendo de paz de nada menos que 1 billón de dólares de aquí a 2030. Proponemos que la mitad de los recursos liberados gracias a este acuerdo se destinen a un fondo global, bajo la supervisión de Naciones Unidas, para abordar los graves problemas comunes de la humanidad: pandemias, cambio climático y pobreza extrema.
Puede que esta propuesta se considere ingenua o utópica, pero el caso es que ya está prevista en la Carta de Naciones Unidas entre las funciones de la Asamblea General:
La Asamblea General podrá considerar los principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, incluso los principios que rigen el desarme y la regulación de los armamentos, y podrá también hacer recomendaciones respecto de tales principios a los Miembros o al Consejo de Seguridad o a este y a aquellos.
La invasión rusa de Ucrania debería dar un toque de atención al movimiento antiguerra mundial, algunos de cuyos principales componentes han dejado de lado objetivos pacifistas de esta clase para centrarse exclusivamente en la oposición política a gobiernos occidentales. La actual utilización oportunista de la guerra como pretexto para un aumento importante de la belicosidad y el gasto militar contraviene fundamentalmente las lecciones que habría que extraer de la tragedia en curso.
Lejos de justificar tales actitudes, la invasión rusa de Ucrania ha demostrado el alto riesgo que se deriva de las posturas militaristas. Y ningún aumento del gasto militar alterará la relación de fuerzas básica con Rusia, un país que posee más cabezas nucleares que EE UU, Gran Bretaña y Francia juntas, y cuyo presidente no ha dudado en blandir la amenaza de recurrir a su fuerza nuclear.
El movimiento antiguerra debería apoyar el llamamiento de los Premios Nobel y lanzar una campaña mundial coordinada exigiendo que la Asamblea General de Naciones Unidas incluya las propuestas de dicho llamamiento en su orden del día. Ahora está más claro que nunca que no puede haber ningún progreso serio en la lucha contra el cambio climático en particular, de la que depende el futuro de la humanidad, sin una reducción masiva y una reconversión del gasto militar, que es a su vez un importante factor de contaminación, muerte y miseria.
Fuente: https://www.jacobinmag.com/2022/04/arms-weapons-manufacturers-ukraine-war-military-spending
Traducción: viento sur
Suscribirse a:
Entradas (Atom)