sábado, 31 de agosto de 2024

Qué dice la carta que Albert Einstein le envió al presidente de EE.UU. para alertar sobre la bomba atómica

Cara de Einstein

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Pie de foto,"No vi otra salida", escribió Einstein en una revista japonesa en 1952 refiriéndose al hecho de que firmó la carta

En octubre de 1939, Alexander Sachs, uno de los principales economistas de Estados Unidos, se reunió en el Despacho Oval de la Casa Blanca con el presidente Franklin Delano Roosevelt.

Sachs no era ajeno al Despacho Oval ni a Roosevelt, pero por lo general el tema de conversación era economía.

Ese día, tenía otro asunto que exponer ante el presidente.

Llevaba consigo una carta firmada por Albert Einstein que, según se cree, cambió el curso de la historia.

A esa carta la casa de subastas Christie's le ha asignado un valor estimado de entre US$4 y 6 millones para cuando salga a la venta en Nueva York en septiembre.

Es parte de una subasta de artefactos pertenecientes al cofundador de Microsoft, Paul Allen, quien murió en 2018 a la edad de 65 años.

Aunque habrá una variedad de artículos que reflejan su interés e influencia en la informática, se anticipa que esa carta será la pieza central.

Una a la que, a pesar de la talla del firmante, inicialmente Roosevelt no le prestó mucha atención.

Otras cosas ocupaban su mente: hacía menos de 15 días, Alemania había invadido Polonia; una guerra con un potencial destructivo impensable estaba en marcha en Europa.

Sachs le leyó la misiva, que había sido escrita por un físico húngaro inmigrante poco conocido llamado Leo Szilard.

Pero, siendo honestos, aquello de lo nuclear, las cadenas y energías inconcebibles era complicado para ambos.

Incluía párrafos como:

"En el transcurso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable (...), que sea posible establecer una reacción en cadena nuclear en una gran masa de uranio, mediante la cual se generarían grandes cantidades de energía y grandes cantidades de nuevos elementos similares al radio".

El asunto cayó en saco roto.
 
 Facsimil del principio de la carta

Facsimil del principio de la carta

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Pie de foto,

La carta original enviada al presidente está en la biblioteca y museo Roosevelt en Hyde Park, Nueva York. La que se subastará es una segunda versión, firmada y un poco más corta. El presidente, sin embargo, invitó a su viejo amigo a tomarse un café a la mañana siguiente.

Hay momentos que, cuando suceden, parecen totalmente intrascendentes, pero que van a cambiar el mundo.

Ese fue uno de esos momentos. 

Unos meses antes... 

Las noticias del otro lado del Atlántico llevaban meses atormentando a Szilard.

En enero de 1939, en la Alemania nazi, científicos que habían sido sus colegas lograron dividir el átomo usando neutrones, un proceso llamado fisión.

Él lo había previsto media década antes y sabía cuáles podían ser las consecuencias: la guerra nuclear ya no era una ficción.

Temía que los nazis pudieran estar más adelantados en la investigación atómica que todos.

Pero también sabía que nadie lo escucharía.

Durante los últimos años, había luchado para que los científicos, los políticos y los comandantes del ejército lo tomaran en serio.

Dudaban que la fisión fuera posible, pero se había demostrado que él tenía razón.

Con todo y eso, pocas semanas después de la noticia de la fisión, apareció un artículo en el New York Times, en el que su amigo y colega Enrico Fermi desestimó las preocupaciones por ese nuevo descubrimiento científico.

Nadie podrá usar la fisión con fines comerciales o militares, predijo, antes de al menos 25 años, posiblemente 50 años.

Creía que era inverosímil, pura ciencia ficción.

La fisión dividía un átomo con neutrones, eso liberaba energía y ya.

No obstante, Szilard creía que si se podía hacer que un átomo inestable se fisionara, liberaría más neutrones, que dividirían otros átomos inestables, liberando más neutrones, y así sucesivamente. 

Una reacción en cadena que liberaría una cantidad extraordinaria de energía. 

 El hongo de la explosión de una bomba atómica

El hongo de la explosión de una bomba atómica

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Pie de foto,
Lo que atormentaba a Szilard. El físico necesitaba respuestas, y las encontró en la Universidad de Columbia, en la primavera de 1939, con su colega Walter Zinn, un experto en amañar experimentos nuevos e improbables.

Descubrieron que estaba en lo cierto. "El mundo iba camino al dolor", escribiría más tarde.

Por suerte, quienes intentaban crear una reacción en cadena tenían un obstáculo: los neutrones liberados viajaban demasiado rápido para que los átomos los absorbieran.

Pero ese detalle no iba a frenar a los nazis.

Operación D2O

¿Cómo se ralentizan los neutrones?

Pues resulta que el agua funciona muy bien, pero absorbe tantos neutrones que la hace ineficaz en una reacción en cadena.

Sin embargo, si en lugar de los dos átomos de hidrógeno del H₂O se usa un isótopo con un neutrón extra (D₂O), se soluciona el problema.

Se llama agua pesada pero es difícil de producir.

Así que el gobierno nazi envió representantes a Vemork, una planta de energía hidroeléctrica en Noruega, donde estaban produciendo agua pesada como subproducto de su trabajo normal.

Los alemanes ofrecieron comprar todos los suministros existentes de agua pesada a un precio impresionante, instando a la planta a aumentar la producción.

Pero los noruegos rechazaron la oferta: aunque no sabían cuáles eran los planes de Hitler, no tenían ningún interés en formar parte de ellos.

Luego, un equipo del Servicio Secreto francés se acercó a la planta y advirtió a los noruegos del posible propósito militar de su subproducto químico.

Los noruegos insistieron en que los franceses se llevaran todo el stock sin pagar, pero los alemanes se enteraron.

26 latas de agua pesada fueron sacadas de contrabando en la oscuridad de la noche.

Fue una tensa operación. Los aviones de combate nazis estaban listos y esperando.

Apuntaron a la aeronave en la que habían visto abordar a los oficiales franceses y la obligaron a aterrizar.

La abordaron y lo que descubrieron fue el fracaso.

Imagen del lugar destrozado

Pie de foto,
Imagen del lugar destrozado

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Pie de foto,

Años después, en 1943, cuando Noruega estaba bajo dominio nazi, 9 jóvenes y un científico noruegos ejecutaron "el mejor ataque" de la Segunda Guerra Mundial, destruyendo la producción de agua pesada en Vemork.

Era un señuelo.

El agua había sido transportaba por ferrocarril y llegó sin problemas a París, donde un equipo científico comenzó urgentemente los experimentos.

El candidato obvio

La carrera atómica estaba en curso, y aunque Szilard temía la existencia de una bomba en general, le atemorizaba más una bomba nazi.

Imaginaba la devastación, la opresión, y estaba convencido de que esa arma hasta entonces impensable estaba a puertas.

Llegó a una conclusión simple: los estadounidenses debían desarrollarla antes que los alemanes.

Tenía que convencerlos de que lo hicieran. Tenía que ofrecerles el poder supremo.

Necesitaba a un aliado y pensó: ¿cuál es el científico al que ni los más poderosos del mundo ignorarían?

El candidato era obvio.

Habían pasado casi 20 años desde que conoció a Einstein en una sala de conferencias en Berlín.

Y 15 años desde que solían caminar juntos a casa al final de cada día, compartiendo ideas sobre física, filosofía y política.

Ahora ambos estaban exiliados en EE.UU. y vivían a pocos kilómetros de distancia.

Pero ese 12 de julio de 1939, el científico más famoso del mundo estaba en Long Island en la cabaña de un amigo.

Allá fue a verlo, junto con su amigo, colega y compatriota húngaro Eugene Wigner.

Una vez que Szilard le explicó a Einstein la reacción nuclear en cadena, y le contó que él y Fermi habían estado realizando experimentos, Einstein se sorprendió y alarmó.

Su primera respuesta fue: "No he pensado en eso en absoluto".

La ciencia era interesante: E=mc² en acción.

Pero siendo un refugiado de la Alemania nazi, un pacifista comprometido y una persona políticamente consciente, comprendió de inmediato el potencial de las armas nucleares en manos de los alemanes.

Einstein y Szilard con la carta al presidente Roosevelt en Long Island.

Einstein y Szilard con la carta al presidente Roosevelt en Long Island.

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Einstein y Szilard con la carta al presidente Roosevelt en Long Island.

Einstein estuvo de acuerdo en que la situación era urgente, con Alemania preparada para la guerra.

En lo que más tarde calificaría como el gran error de su vida, accedió a firmar una carta a Roosevelt preparada por Szilard para advertirle sobre el progreso alemán.

Szilard regresó a Nueva York con la carta de Einstein; solo quedaba hacerle llegar la carta al presidente.

Y eso nos lleva de vuelta a Alexander Sachs.

Desayuno con bomba

A Sachs no le había ido muy bien en la primera reunión que tuvo con Roosevelt, a pesar de llevar consigo la carta firmada por Einstein.

La misiva comenzaba diciendo que el uranio podría "convertirse en una nueva e importante fuente de energía en el futuro inmediato" pero, advertía, "ciertos aspectos de la situación que ha surgido parecen requerir vigilancia y, si es necesario, acción rápida por parte del gobierno".

Alertaba que una reacción en cadena nuclear "podría conducir a la producción de bombas, y es posible, aunque no seguro, que de este modo se puedan armar bombas extremadamente potentes de un nuevo tipo".

Pero, aunque al final se refería a las decisiones de los nazis respecto al uranio de las minas checoslovacas que controlaban, Sachs sabía que había desconcertado al presidente con tanta información científica.

Sin embargo, la invitación a desayunar a la mañana siguiente era una segunda oportunidad para hacer que el hombre más poderoso del mundo entendiera el peligro que se avecinaba.

Y se le ocurrió un plan.

Albert Einstein taciturno

Albert Einstein taciturno

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A su amigo Linus Pauling, Einstein le dijo que firmar la carta: "Fue el gran error de mi vida".

Si la ciencia no era la forma de ganarse a ese presidente, le contaría una historia.

En medio de las guerras napoleónicas, un joven inventor estadounidense le ofreció a Napoleón construir una flota de barcos de vapor que, explicó, le permitirían desembarcar en Inglaterra sin importar los vientos.

La idea de barcos sin velas le pareció tan absurda a Napoleón que despidió a Robert Fulton, el inventor.

Además del barco de vapor, Fulton construiría el primer submarino y los primeros torpedos.

Roosevelt permaneció en silencio durante varios minutos, y luego dijo: "Alex, lo que quieres es asegurarte de que los nazis no nos vuelen en pedazos".

"Precisamente", respondió Sachs.

Puede ser que la historia de Fulton y Napoleón llamara la atención del presidente, pero fue la carta de Albert Einstein escrita por Leo Sillard la que lo convenció.

El mismo mes en el que la recibió, Roosevelt creó el Comité Asesor sobre el Uranio.

Tres años más tarde, Estados Unidos inició el Proyecto Manhattan, que condujo al primer uso de armas atómicas contra Japón en 1945.

Hay historiadores que trazan un hilo directo entre la carta y las bombas en Hiroshima y Nagasaki.

Otros no creen que exista una relación tan directa, convencidos de que de todos modos las habría desarrollado.

Einstein, por su parte, lamentó mucho y en varias ocasiones haber firmado la carta.

En un artículo de Newsweek de 1947 titulado “El hombre que lo empezó todo”, se le cita diciendo:

"Si hubiera sabido que los alemanes no lograrían fabricar una bomba atómica, nunca habría movido un dedo".

* Parte de este artículo está basado en el tercer episodio de la serie de la BBC "The Bomb" 

viernes, 30 de agosto de 2024

“Lo vamos viendo”: la respuesta mediterránea que los nórdicos no pueden comprender

Existen culturas de alto contexto y culturas de bajo contexto: en las primeras la comunicación se basa en gran medida en las señales no verbales, en la comprensión implícita y la experiencia compartida; en las segundas, en la literalidad. Aunque suelen encontrarse en algún punto intermedio, estas diferencias crean multitud de malentendidos

Hace poco, un amigo me contó que, años atrás, viajó a Helsinki para encontrarse con unos antiguos compañeros de universidad que iban a tocar allí con su grupo musical. La cita era en la plaza del Mercado, uno de los lugares más concurridos de la capital finlandesa. El encuentro fue todo alegría y celebración. No se veían desde hacía tiempo y alguien propuso que se hicieran una foto para inmortalizar el momento. Sacaron un móvil y buscaron a su alrededor a alguien que pudiera tomarla. Escogieron a un hombre de unos 30 años que se dirigía hacia ellos de forma algo apresurada, y le preguntaron, en inglés, si sería tan amable de sacarles una foto. “No”, respondió de forma cortés pero inequívoca el finés. Probablemente, estaba ocupado y no podía perder el tiempo con aquello. No obstante, todos se quedaron estupefactos.

En ningún momento el chico hizo ademán de pedir disculpas por no poder pararse ni un segundo, ni planteó algún tipo de excusa para justificar su negativa. “Tengo muchísima prisa”, “Soy muy malo con las fotos” o “Tengo las manos ocupadas”. Excusas muy malas, por supuesto, pero desde luego formas sutiles y comúnmente aceptadas para decir que no. Él decidió decirlo de forma literal, sin medias tintas. De cualquier manera, todos se rieron y no tardaron en encontrar a otra persona para fotografiarlos. Lo que había sufrido mi amigo, nacido y criado en Mallorca y, por tanto, mediterráneo hasta la médula, había sido el choque entre su (nuestra) cultura de alto contexto, y la cultura de bajo contexto característica de, entre otros pueblos, los escandinavos.

Es de suponer que, si la misma escena se hubiera producido en una calle de, por ejemplo, Sevilla, la foto se habría tomado independientemente de la prisa que hubiera tenido la persona y, en caso de no haber sido posible, el interpelado habría dado todo tipo de explicaciones y pedido mil veces perdón por no poder satisfacer los deseos de mi amigo y sus compañeros.

Este tipo de desajustes sociales, que cualquiera de nosotros hemos podido experimentar al entrar en contacto con otras culturas, fue observado y descrito por vez primera por el antropólogo estadounidense Edward T. Hall en su libro El lenguaje silencioso, publicado originalmente en 1959. En este volumen, el profesor definió dos tipos de cultura en función del contexto que necesitan en su forma de comunicarse y de la importancia que tiene la comunicación no verbal: culturas de alto contexto y culturas de bajo contexto. En un grupo cultural de alto contexto, por ejemplo, la comunicación se basa en gran medida en el contexto, en las señales no verbales, en la comprensión implícita y la experiencia compartida. Estas culturas, por eso mismo, suelen valorar mucho las relaciones personales, la tradición y la comunicación no verbal. La información, en muchos casos, no se expresa de manera explícita, sino que se asume que los participantes comparten suficiente contexto para entender el mensaje implícitamente. Las relaciones suelen estar por encima de las tareas y las decisiones suelen tomarse en entornos más colectivos. Japón, muchos países asiáticos, africanos, árabes, mediterráneos o latinoamericanos son ejemplos de este tipo de cultura. Es la cultura del “y tú, de quién eres”, de la sobremesa eterna y del regateo.

Todo depende de aspectos como la nacionalidad, la lengua, la comunidad, la pertenencia a una empresa, a una profesión o a cualquier otro grupo cultural, tanto 'online' como 'offline'. CAROL YEPES (GETTY IMAGES)

Por su parte, en las culturas de bajo contexto la comunicación es explícita, directa y clara. Mucho más literal. El contexto, en este caso, no es tan necesario, dado que todo se expresa con palabras. Esto hace que las relaciones y las normas sociales sean más formales y con poco margen para la interpretación. Estados Unidos, Alemania, Noruega, Dinamarca, Suiza, Suecia o Canadá son países que, tradicionalmente, se asocian a culturas de bajo contexto.

Un ejemplo en el que se puede apreciar claramente la diferencia es el siguiente: pensemos en una reunión de negocios en Japón y otra en Estados Unidos. En la primera, todo serán reverencias y protocolos, se preguntará por la familia y se valorará principalmente el respeto. Puede llegarse al extremo que en la reunión ni siquiera se llegue a hablar explícitamente de lo que la ha motivado, algo que podría considerarse incluso “de mal gusto”. Se leerá entre líneas y no expresar desacuerdo no significa necesariamente que se esté de acuerdo. Sin embargo, en Estados Unidos se irá al grano. Se expresarán claramente los datos y los hechos que se tienen que tratar sin que quede prácticamente espacio para las interpretaciones. Números, cifras, negocios. Probablemente, se saldrá de la reunión con un acuerdo o un desacuerdo muy claro.

“La contribución de Hall en el campo de la comunicación fue muy importante”, explica Elisenda Ardèvol, catedrática de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universidad Oberta de Catalunya, “especialmente en el estudio de la relación entre la comunicación verbal —lo que decimos con palabras— y la comunicación no verbal —lo que decimos con el cuerpo o damos a entender con los gestos, las expresiones, la entonación, la mirada...—”. La profesora pone otro ejemplo: “‘¡Eres un crack!’ significa que eres muy bueno en algo (literalmente, un fenómeno, un genio, un campeón). En un estilo comunicativo de bajo contexto, significa justamente esto. Pero esa misma afirmación, en un estilo de alto contexto, puede significar eso mismo o todo lo contrario, dependiendo de la situación, de la entonación y del gesto”.

Estas diferencias pueden crear multitud de malentendidos en el caso de que se encuentren dos personas pertenecientes a diferentes culturas contextuales. Una persona de bajo contexto podría pensar que otra de alto contexto es poco seria, ambigua o desorganizada. Del mismo modo, una de alto contexto puede pensar que la de bajo contexto es maleducada o hace demasiadas preguntas de respuesta obvia. Un ejemplo paradigmático de este tipo de conflictos es la expresión, muy utilizada en España, “lo vamos viendo” para referirse a que algo se evaluará o se decidirá sobre la marcha, sin comprometerse de manera definitiva en ese momento. Es una manera de postergar una decisión o de dejar abierta la posibilidad de ajustar los planes según las circunstancias. Pura improvisación mediterránea que a un estadounidense o escandinavo puede dejarle aturdido.

No hay contextos culturales puros
De cualquier modo, aunque sí que puede decirse que hay culturas que tienden a un tipo de comunicación u otra, no existen contextos culturales o personas que se ubiquen siempre e inequívocamente en un extremo u otro de esta escala, sino que suelen encontrarse en algún punto intermedio de la misma. Todo depende de aspectos como la nacionalidad, la lengua, la comunidad, la pertenencia a una empresa, a una profesión o a cualquier otro grupo cultural, tanto online como offline. Tampoco funciona igual si estamos en familia, con amigos o con desconocidos.

Aunque vivimos en un mundo cada vez más homogéneo y en el que, hasta cierto punto, existe cierta “globalización cultural”, no parece que esta vaya a acabar con las diferencias en la importancia del contexto en la comunicación. MANU VEGA (GETTY IMAGES)

“Todas las sociedades combinan ambos tipos de comunicación”, asegura Ardèvol, “no hay ninguna lengua que sea independiente del contexto para la correcta comprensión de lo que expresa. Todas tienen una dimensión semántica (lo que significa) y otra pragmática (información sobre el contexto o de su significado en un contexto determinado), o un aspecto que hace referencia a lo que se dice (logos), quién lo dice (ethos) y cómo se dice y para qué (pathos)”.

Según Ardèvol, “hay tradiciones culturales que favorecen más la gestualidad (las sociedades mediterráneas) y otras menos expresivas gestualmente (las nórdicas), pero que quizás son mucho más sutiles. De manera que hay gestos o tonos que pueden pasar desapercibidos para una persona no hablante de una lengua, pero ser muy reveladores para una persona nativa. Por lo tanto, son estilos comunicativos distintos, pero en todos los casos se da una combinación entre la comunicación verbal y no verbal, entre lo que se dice, dónde y cómo se dice y quién lo dice. Incluso lenguajes altamente formalizados (de bajo contexto), como el científico, dependen de un conocimiento contextual implícito”, asegura.

Cómo evitar las confusiones
Aunque vivimos en un mundo cada vez más homogéneo y en el que, hasta cierto punto, existe cierta globalización cultural, no parece que esta vaya a acabar con las diferencias en la importancia del contexto en la comunicación.

Fundamentalmente, según la profesora, porque “no se puede decir que una sociedad sea ‘esencialmente’ de un tipo o de otro”. “Además, hay variaciones importantes dentro de una misma sociedad para que, en según qué contextos, predomine más una comunicación de alto contexto (en la familia, una carta a un amigo) o de bajo contexto (un juicio oral, una multa de tráfico)”, explica Ardèvol. “Aunque se produzca cierta convergencia en los modos de comunicación, siempre habrá una variación interpretativa contextual, no solo por las distintas tradiciones culturales, sino también por la emergencia de nuevas formas culturales, nuevos grupos sociales, que generarán sus propios estilos comunicativos distintivos que combinarán la comunicación verbal y no verbal, explicitarán el contexto o lo mantendrán implícito”.

Por lo tanto, los conflictos se seguirán produciendo y tendremos que aprender a adaptarnos a ellos. La profesora recomienda tener siempre presentes este tipo de diferencias y brinda una estrategia básica para evitar problemas: “Para no meter la pata, lo mejor es escuchar y observar antes de actuar. Reconocer que nuestro estilo comunicativo es uno más entre una gama muy diversa de combinaciones posibles de comunicar a través de la palabra y del gesto”.

jueves, 29 de agosto de 2024

¿Qué puedes comer para fortalecer los huesos al envejecer?

An illustration of the torso of a human skeleton with bone-building foods like cheese, eggs, fish, yogurt, sardines, leafy greens and orange juice.
Credit...Kouzou Sakai
Conforme envejecemos, nuestros cuerpos descomponen más hueso del que forman. Esto puede aumentar el riesgo de padecer osteoporosis, una enfermedad caracterizada por la presencia de huesos debilitados y frágiles que son más susceptibles de romperse y fracturarse. Para los adultos mayores, los resultados pueden ser devastadores: los huesos rotos o fracturados podrían derivar en estancias prolongadas en hospitales o residencias de ancianos, una discapacidad a largo plazo o incluso la muerte.
La etapa óptima para formar hueso es durante la adolescencia, cuando el cuerpo está en crecimiento y destina más recursos a esa tarea. Y aunque la edad, el género y la genética juegan papeles significativos en la salud ósea, hay maneras de desacelerar la pérdida de hueso de la mediana edad en adelante. Según Bess Dawson-Hughes, profesora y científica principal en el Centro de Nutrición del Departamento de Agricultura en la Universidad Tufts, hacer ejercicio es un factor importante, pero tu alimentación también influye bastante.

Estos son algunos de los nutrientes que debes priorizar para mantener tus huesos saludables con la edad.

Calcio
Según Sue Shapses, profesora de ciencias nutricionales en la Universidad Rutgers, cuando no obtienes suficiente calcio de los alimentos, tu cuerpo toma el mineral de tus huesos, lo cual puede debilitarlos. Tu capacidad de absorber calcio de los alimentos también se reduce conforme envejeces.

De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud, las mujeres de entre 19 y 50 años necesitan 1000 miligramos de calcio al día, y 1200 miligramos de los 51 años en adelante. Los hombres de entre 19 y 70 años necesitan 1000 mg, o 1200 mg si son mayores.

Los expertos afirman que, de ser posible, es mejor seguir estas recomendaciones con la comida y no con suplementos. Los productos lácteos como la leche y el yogur son excelentes fuentes de calcio, afirma Connie Weaver, profesora de investigación en la Universidad Estatal de San Diego que estudia cómo influye la alimentación en la salud ósea. Por ejemplo, una taza de yogur griego bajo en grasa contiene alrededor de un cuarto del calcio que la mayoría de la gente necesita al día, explicó Weaver.

Vitamina D
La vitamina D, que es crucial para mantener la fortaleza de los huesos porque le ayuda al cuerpo a absorber calcio de los alimentos, se sintetiza en la piel luego de que se expone a los rayos ultravioleta B del sol. Sin embargo, la capacidad de la piel para hacer esta síntesis se deteriora con la edad, advirtió Dawson-Hughes.

Algunos alimentos ricos en vitamina D pueden ayudar a compensar esa pérdida. Estos incluyen la trucha arcoíris, el salmón, el atún enlatado, los champiñones, las yemas de huevo y la leche, además de alimentos y bebidas que están fortificados con esta vitamina, como el jugo de naranja, las leches de origen vegetal y los cereales.

Las personas de entre 1 y 70 años necesitan 600 UI (unidades internacionales) al día, y las de 70 en adelante necesitan 800 UI diarias. Sin embargo, Shapses señala que para la mayoría de la gente es difícil alcanzar esos requisitos solamente con los alimentos.

No está claro si los suplementos de vitamina D aportan a la salud ósea. Las investigaciones más recientes sugieren que los suplementos de vitamina D no reducen el riesgo de fracturas, por lo que los expertos recomiendan consultar a un médico que pueda sugerir si los suplementos de vitamina D son adecuados para ti.

Proteínas
Varios estudios en adultos mayores han vinculado un mayor consumo de proteína con huesos más fuertes. La proteína conforma aproximadamente la mitad del volumen de los huesos y es esencial para reemplazar el hueso cuando este se pierde.

Sin embargo, como la proteína tiene dos funciones en el cuerpo —ayudando a absorber el calcio en el intestino y a excretarlo en la orina— necesitas mantener niveles suficientes tanto de proteína como de calcio para tener una buena salud ósea, indica Shivani Sahni, profesora adjunta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.

Por ejemplo, en un estudio de 2021, con más de 7000 adultos mayores en centros de residencia para ancianos en Australia, aquellos que consumieron 3,5 porciones diarias de lácteos (que tienen un alto contenido tanto de calcio como de proteína) durante dos años, sufrieron un 33 por ciento menos fracturas que quienes consumieron solo dos porciones al día. Los autores del estudio señalaron que eso es similar al efecto de algunos medicamentos para la osteoporosis cuyo propósito es reducir el riesgo de fracturas.

Otras vitaminas y minerales
Las dietas que incorporan una variedad de frutas y verduras, como la mediterránea y la DASH, también pueden ayudar a mantener la salud ósea, sugirió Sahni. Los nutrientes benéficos y los compuestos vegetales pueden ayudar a proteger a nuestras células de daños, lo cual puede prevenir o desacelerar el avance de la osteoporosis, afirmó.

Por ejemplo, las hortalizas, frutas, nueces y legumbres son ricas en magnesio y potasio, que fomentan una buena salud ósea. “Aumentar la variedad de alimentos que consumes es una de las mejores maneras de influir en la salud de tus huesos”, puntualizó Kelsey Mangano, profesora adjunta en la Universidad de Massachusetts Lowell, que estudia nutrición y envejecimiento musculoesquelético.

Las ciruelas pasas y las moras azules también han sido asociadas con la salud ósea en mujeres. Por ejemplo, en un estudio de 2022 con 235 mujeres posmenopáusicas, las que comieron de cuatro a seis ciruelas al día durante un año fueron menos propensas a perder densidad ósea en la cadera que las que no comieron ninguna. Otro ensayo pequeño, con trece mujeres posmenopáusicas, reveló que quienes consumieron 17,5 gramos diarios de mora azul liofilizada en polvo (equivalente a tres cuartas partes de una taza de moras azules) durante seis semanas retuvieron más calcio en los huesos que en las semanas en que no consumieron el polvo.

Weaver, que fue autora de los estudios sobre moras azules y ciruelas, señaló que aunque el estudio con moras azules tuvo pocas participantes, los resultados fueron “significativos a nivel estadístico y tuvieron un cuarto de la eficacia de la terapia de sustitución hormonal, pero sin los efectos secundarios”.

Sin embargo, agregó, es difícil saber si estos beneficios fueron consecuencia de la fruta, la fibra o de algo más, como la microbiota intestinal de la persona que comió la fruta. “Aún hay mucho que aprender”, concluyó.

miércoles, 28 de agosto de 2024

Qué frío y qué feo, Carvajal

El defensa de la Selección Española prefiere que, lo que prevalezca sobre todo, sobre la victoria incluso, es el desprecio a quien no puede ni ver.

Los tetracampeones de la Eurocopa de fútbol pasaron hace unos días por la Moncloa para saludar al presidente del Gobierno y presentarle la Copa, ganada en buena lid, después de vencer a las selecciones más poderosas de Europa. A Italia en la fase de grupos, a Alemania en cuartos, a Francia en semifinales y a Inglaterra en la final. Siete partidos. Siete victorias. Magnífico campeonato.

El presidente había presenciado la final de Berlín pero estuvo alejado de los focos al encontrarse el Rey y la Infanta Sofía en el palco y en la entrega de medallas y trofeos. Actuó como exigía el protocolo. En plena sombra. Sin protagonismo alguno.

No sé qué sentido de la democracia tiene Dani Carvajal, excelente defensa de la selección y del Real Madrid. No sé qué piensa del mecanismo democrático que ha llevado a Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. Tampoco sé qué piensa de los votantes que han colocado en esa responsabilidad a quien ostenta la Presidencia del Gobierno de la Nación. Es el Presidente del Gobierno y merece un respeto. La forma que tuvo Carvajal de saludar a su anfitrión en La Moncloa estuvo cargada de desprecio y de chulería.

Dani Carvajal va a saludar al presidente del Gobierno como miembro de un equipo, como integrante de una expedición deportiva. No va a título personal. No va porque piensa, hace o siente esto o lo otro. Cuando algunos equipos entregan el trofeo ganado a la Virgen Patrona de la ciudad no se le exige a nadie que sea un fervoroso creyente. O cuando va a saludar al Rey, que sea un convencido monárquico. Eso no quita para que vayan y se muestren respetuosos en las ceremonias protocolarias. Ahí está la clave de este asunto: el respeto. No se entendería que un deportista ateo se despachase con un corte de mangas ante la imagen de la patrona o un republicano haciendo la peseta al monarca, bajo la excusa de que hay libertad de expresión.

Ha habido reacciones de todo tipo ante el gesto de Carvajal. Inteligente y elegante, aunque con un toque de ironía, la valoración de Pilar Alegría, ministra de Educación, quien ha dicho que no puede pensar que haya existido desprecio en el saludo porque, de ser así, Carvajal habría quebrantado los valores que han de distinguir a todo deportista. Torpe y ridícula la que ha tenido el alcalde de Madrid que, en su línea, dice que solo faltaba que se tuviera que definir cuál es el grado de efusividad que hay que mostrar cuando se saluda al Presidente del Gobierno. Mire usted, señor alcalde. Su opinión es una estupidez. Le respeto como persona, pero no puedo respetar su opinión. De hecho casi nunca la puedo respetar porque suele ser simplista y sectaria. Basta un poco de sentido común (no mucho) para saber si existe o no respeto en un saludo. Y Pedro Sánchez no requiere más efusividad que el presidente de su partido, la presidenta de su Comunidad o el mismo alcalde Madrid. No, no tiene que haber un medidor de efusividad. El asunto es más sencillo. Es una cuestión elemental de respeto.

El señor Abascal dice que entiende «perfectamente» la reacción del extraordinario defensa internacional. ¿Cómo no la va a entender? Su falta de respeto a este Presidente legítimamente elegido no tiene límites ni precedentes. Ayer trató de ridiculizarle en el Congreso, tratándole reiteradamente de Majestad, a pesar de la reconvención de la señora Presidenta de la Cámara. ¿Qué sabe el señor Abascal de respeto?

Sin que nadie le haya dado vela en este entierro, aparece el señor Nacho Cano con una camiseta que dice «Yo soy Carvajal». Texto que, sin grandes esfuerzos exegéticos, se puede leer así: «Yo soy (tan tonto como) Carvajal». Porque no cabe la menor duda de que el comportamiento de Carvajal fue descortés. Por eso digo que es muy poco inteligente, a mi juicio, decir: yo también soy descortés.

Carvajal está en la Moncloa, invitado por el anfitrión que, como es lógico, no ha hecho distinción entre afines y críticos. El presidente tiende la mano, mantiene la sonrisa y expresa su felicitación a todos y a cada uno, sabedor de que unos le habrán votado, otros no lo habrán hecho y alguno le profesará una profunda antipatía.

Los jugadores, como cualquier otro profesional, pueden y deben tener una posición política. No digo que sea deseable, digo que es obligatorio. Porque somos seres políticos. Y la política nos concierne.

Cuando Mbappé pide que los franceses eviten el triunfo de la ultraderecha, Carvajal opina que los jugadores no deben meterse en política. Sin embardo él se posiciona abiertamente en una opción política (y de una manera ofensiva). Cuando alguien dice que no hay que meterse en política no cae en la cuenta de que esa postura es una postura política.

El arzobispo de Madrid, señor Casimiro Morcillo, en plena dictadura, decía que los curas no debían meterse en política, pero él era Consejero del Reino. ¿Ese cargo no era político? Lo que monseñor quería decir es que los curas obreros no podían ser rojos, pero él podía ser azul, sostener una dictadura y llevar al dictador bajo palio. Eso, al parecer, no era política. Política era decir que en este país no había ni pizca de libertad.

La crítica al comportamiento de Carvajal no tiene nada que ver con un rechazo a la libertad de expresión. Carvajal y cualquier otra persona tiene pleno derecho a manifestar el rechazo a la ideología, a la política o a la persona del Presidente del Gobierno. Estoy seguro de que muchos españoles que saludan al Rey en actos protocolarios no son monárquicos. Pero eso no les lleva a negar el saludo o a hacer un gesto despectivo. Hay miles de formas de manifestar la discrepancia y nadie le criticaría por ejercerlas. Carvajal, como cualquier otro ciudadano puede simpatizar o militar en la ultraderecha o donde quiera hacerlo, pero eso no le da patente de corso para hacer un desaire al Presidente del Gobierno en una ceremonia institucional.

Además, ese gesto del magnífico defensa del Madrid y de la selección, está siendo televisado al país y al mundo entero. Está ofreciendo un ejemplo a niños, niñas y jóvenes de los valores que ha de practicar un deportista.

Pero, claro, ese hecho es el fruto de una campaña violenta y persistente de la oposición y de algunos medios que trata de hacer del presidente una persona odiosa y despreciable (le llaman mentirosao, psicópata, traidor, ambicioso…). Ayer mismo, el señor Feijóo decía que, cuando un presidente es inmoral, hay que echarlo. Señor Feojóo: usted tiene en sus manos la única posibilidad democrática con la que puede echar a un presidente del Gobierno de la nación: una moción de censura. ¿O cómo cree que hay que echarlo si no? ¿Por la fuerza? ¿A patadas como dice el señor Abascal? ¿Por las armas? Usted hace el diagnóstico (porque no lo han hecho los jueces): es inmoral y usted decide cuál es la consecuencia: hay que echarlo. Hay que echarlo para que yo pueda ocupar su lugar, tendría que añadir.

Una victoria como la de la Eurocopa bien merecía un pequeño acercamiento a quien no es como nosotros. Pero Carvajal prefiere que, lo que prevalezca sobre todo, sobre la victoria incluso, es el desprecio a quien no puede ni ver. De hecho aparta la mirada en un gesto evidente de menosprecio. Para quien no desea mezclar el deporte con la política, como dice, él hizo la mezcla más ostensible.

Ya sucedió algo parecido en el conflicto de Luis Rubiales con Jenny Hermoso. Carvajal prefirió, y así lo dijo, no meterse en temas políticos. Todo es político, señor Carvajal. Mantener una postura equidistante entre la víctima y el verdugo es una opción política. La suya. Muy triste, en mi opinión. Yo hubiera preferido la condena explícita y contundente de un proceder machista indiscutible. Dígame, señor Carvajal, si su reacción hubiera sido la misma si la receptora del piquito hubiera sido su mujer; me refiero a la suya, señor Carvajal.

¿Cómo piensa Carvajal que han visto su gesto los millones de niños, niñas y jóvenes que han conocido su actitud? Porque ese señor al que usted profesa una antipatía tan profunda que le impide hacer un saludo protocolario, no está ahí por un capricho o por un antojo o por la fuerza bruta de las armas, está ahí porque los resultados de las elecciones lo hicieron posible. No han aprendido respeto precisamente. Mal ejemplo. Enseñamos como somos, no como les decimos que tienen que ser.

El Adarve, Miguel Ángel Santos Guerra.

martes, 27 de agosto de 2024

lunes, 26 de agosto de 2024

_- Dónde comer en Menorca, según el cocinero Daniel Mora. Propietario del restaurante Sa Pedrera des Pujol, hace un recorrido por pequeños locales de la isla dirigidos por los dueños, y aconseja comprar, además de queso y sobrasada, manzanilla menorquina


_- Llegó a Menorca, la isla en la que nació su madre, hace 30 años. La primera intención de Daniel Mora (Avilés, 48 años) era trabajar durante el verano en algún hotel, hacer la temporada y regresar de nuevo a la península. Entró en el hotel Pueblo, de la cadena Barceló, se fogueó en los hoteles de playa, y después de una etapa en el hotel rural Sant Ignaci, en 2003 compró el restaurante Sa Pedrera d’es Pujol, en Sant Lluís. El lugar era longevo, tenía historia —había abierto como merendero en 1968—, y tras una reforma lo ha convertido en “un lugar de pueblo, pero con un poco de refinamiento”. En el camino le ha acompañado siempre su pareja, la asturiana Nuria Pendás, que se ocupa de que todo funcione en el restaurante, convertido en una de las referencias gastronómicas de las Islas Baleares

Dónde desayunar.
1. En Maó me gusta mucho Calucha, tiene una terraza maravillosa con vistas al puerto. Es un desayuno de tenedor y aquí están especializados en tortilla. También se pueden tomar tostadas, montaditos o tablas de ibéricos. Dirección: Moll de Llevant, Maó, Menorca. Tel. 610 21 73 56.

En Ciutadella, el mejor sitio es Imperi, un café en el que hacen los llonguet, un panecillo típico, que lleva un corte en el centro, y los rellenan con un embutido de cerdo también típico, como el cuixot —también llamado camot o camallot—, o de sobrasada. Dirección: Plaça des Born, 5, Ciutadella, Menorca. Tel. 971 382 220.

Un sitio para tomar el aperitivo
2. En Maó, iría al Mercat des Peix, para tomar algo en los diferentes puestos de comida y ver el trajín de la gente. Dirección: Pl. de España, 1, Maó, Menorca.

En la misma ciudad recomiendo la taquería El Mezquite, dentro del Mercat des Claustre, donde el chef mexicano Luis Loza elabora tacos y hace sus propias tortillas. Dirección: Plaça del Carme, 25, Maó, Menorca.

En Ciutadella hay que ir a Ulisses, en la plaza donde se ubica el mercado de abastos. Su cocinero Joan Canals ofrece desde simples platos a un coctel o unos vinos. Dirección: Plaça de la Llibertat, 22, Menorca.

Dónde comer
3. Al lado del mar, en el primer hotel turístico de la isla, en Xuroy, donde ofrecen un pescado fresco con buenos calamares. El entorno es inmejorable, idílico. Dirección: Cala Alcaufar, Sant Lluís, Menorca. Tel. 971 151 820.

Ses Salines, en Fornels, es un clásico de la isla, especializado en cocina marinera. Tiene muy buenos arroces. Dirección: Av. des Pujolet, 1, Menorca. Tel. 971 376 745.

Cap Roig tiene buen pescado fresco y unas vistas impresionantes. Dirección: Carrer Gran de sa Mesquida, 13, Sa Mesquida, Menorca. Tel. 971 188 383.

Es Molí de Foc, ubicado en un antiguo molino del siglo XIX, cocina desde 1996 el valenciano Vicent Vila, que borda los arroces. Dirección: Carrer de Sant Llorenç, 65, Sant Climent, Menorca.

Un café o dulce a media tarde
4. En la Pastelería El Diamante, en Ciutadella, todo está bueno. Recomiendo el pastel con bizcocho de almendras con merengue tostado. Dirección: Carrer Josep Maria Quadrado, 41, Ciutadella, Menorca. Tel. 971 380 940.

Pastelería Sandra, en Maó, también merece la pena. Todo es artesanal. Dirección: Carrer Sant Jordi, Maó, Menorca. Tel. 971 360 495.

Dónde tomar una copa
5. En el Bar Lemon, en Cales Fonts. Es una institución de la coctelería clásica. El que prueba alguna de sus creaciones se queda prendado. Dirección: Carrer Moll de Cales Fonts, 12, Es Castell, Menorca. Tel. 971 483 271.

Dónde cenar
6. Me gusta siempre recomendar sitios en los que están los propietarios al frente. Cada uno tiene su estilo y son muy diferentes.

Sa Llagosta es un clásico y un referente para los que les gusta la langosta. El cocinero David de Coca prepara desde la clásica caldereta a la langosta con sus propias huevas, patatas y huevos fritos, con arroz, al ajillo, encebollada o hervida con mahonesa. Dirección: Carrer de Gabriel Gelabert, 12, Fornells, Menorca. Tel. 971 376 566.

Ses Culleres, del grupo Ses Forquilles, una casa de comidas que ofrece platos como el canelón de pollo asado, el bacalao a la llauna con judías del ganxet, o raya de Menorca guisada a la madrileña. Dirección: Pont des Castell, 6, Maó, Menorca. Tel. 971 352 711.

Sa Parareta den Doro es un restaurante de una gran calidad. Ofrece una cocina menorquina con los toques creativos de Doro Biurrun. Dirección: Camí Binisafuet, Sant Lluís, Menorca. Tel. 971 150 353.

Pan y Vino: cocina mediterránea con el toque francés, en alusión al origen del cocinero, Patrick James. Haxe una tarta Tatin de berenjena y cuixot, huevo poché con sobrasada o miel o rodaballo asado con salsa al champán y estragón. Dirección: Camí de la Coixa, 3, Torret, Menorca. Tel. 971 150 201.

Ca Na Pilar: El cocinero Víctor Lidón trabajó en el Racó de Can Fabes con Santi Santamaría, con Xavier Pellicer en el Restaurante ABaC de Barcelona, antes de regresar a sus orígenes, donde comenzó en una típica casa menorquina de más de 200 años. Dirección: Avda. de la Mar, Es Migjorn Gran, Menorca. Tel. 971 370 212.

Un producto que comprar en el mercado

7. Sa Botiga de S’uestra es una tienda genérica donde van los entendidos y encuentran todo tipo de productos menorquines. Dirección: Disseminat Sollestra, 44A, Sant Lluís, Menorca. Tel. 971 150 125.

En el Claustro del Carmen, al lado de la iglesia neoclásica del Carmen, en Maó, hay un mercado y tiendas con productos de carne, frutas y verduras muy interesantes. Dirección: Carrer del Claustre del Carme, Maó, Menorca.

Y todos los sábados por la mañana, en Ferrerías hay un mercado de productores artesanales. Dirección: Plaça Espanya, Ferrerías, Menorca.

Un ‘souvenir’ gastronómico

8. Quesos de Maó. Hay mucha variedad y cada productor lo hace de manera diferente. Y, por supuesto, también hay que comprar sobrasada, miel que es buenísima, y manzanilla de la isla.

domingo, 25 de agosto de 2024

Dónde comer en Menorca, según el cocinero Raúl Sánchez (Morvedra Nou)

Sugiere probar una de las tortillas más famosas de la isla, endulzar la tarde con una ensaimada premiada, tomar un cóctel en una terraza con encanto y cenar en un chiringuito con vistas al atardecer mediterráneo.

Forma parte de la hornada de nuevos cocineros, que se abren camino allí donde surge la oportunidad. Es lo que le ocurrió a Raúl Sánchez, nacido en Toledo hace 35 años, que desde hace seis años vive en Menorca, adonde llegó “de rebote, a buscarme la vida”. Siempre quiso ser cocinero —”de pequeño me subía a la banqueta para cocinar con mi madre”, siguiendo los pasos de un tío suyo y de la gran afición de la familia por la gastronomía. Se formó en el restaurante Las Rejas, con Manolo de la Osa, en Las Pedroñeras (Cuenca). Más tarde trabajó durante 11 años en La Ermita, en Toledo. Desde hace dos años y medio, dirige la cocina del restaurante Morvedra Nou, en Menorca.

Dónde desayunar
1. Recomiendo ir a Imperi, en Ciutadella. “Sus desayunos son muy buenos y tienen el mejor café”, explica el cocinero. Otro de los bocados que preparan es el llonguet, un panecillo que lleva un corte en el centro, y se rellena con un embutido de cerdo también típico, como el cuixot —también llamado camot o camallot—, o de sobrasada. Dirección: Plaça des Born, 5, Ciutadella, Menorca. Teléfono: 971 38 00 01.

Un sitio para tomar el aperitivo
2. Un buen sitio es Ay mi madre, donde recomienda tomar la tortilla de patatas, que versionan con diferentes ingredientes, como la de sobrasada con queso de Maó, también con ajo asado, tomates cherry confitados y albahaca, con ajo frito, bacalao ahumado y perejil. Dirección: L’Església, 26, Maó, Menorca. Teléfono: 971 21 42 26.

Dónde comer
3. Ofrece dos direcciones. Una es Sa Pedrera d’es Pujol, en Sant Lluís, restaurante del que destaca sus carnes a la brasa, además del trato, el ambiente y el espacio. Otro plato estrella es la raya a la manteca negra. Lo dirige el cocinero Daniel Mora, que lo compró en 2003, un espacio que había abierto en 1968 como merendero y que lo convirtió en un lugar con encanto. Dirección: Camí des Pujol, 14, Sant Lluís, Menorca. Teléfono: 971 15 07 17.

4. La segunda recomendación es Pez Limón, donde le gusta tomar la ostra, la croqueta de puchero con velo ibérico, además de la ensaladilla de atún de almadraba y la espuma de su espina. Dirección: Sant Joan Baptista, 8, Ciutadella, Menorca. Teléfono: 871 55 43 94.

Un café o dulce a media tarde
5. Un lugar obligado para aquellos que deseen endulzar el día es Can Pons, una pastelería artesana donde despachan “las mejores ensaimadas, que han ganado el premio a la mejor de Baleares”. Dirección: General Albertí, 6, Es Mercadal, Menorca. Teléfono: 971 15 42 56.

Dónde tomar una copa
6. Aconseja ir a La Margarete, un local con coctelería de autor y una buena terraza. Dirección: Sant Joan Baptista, 6, Ciutadella, Menorca. Teléfono: 971 482 097.

Dónde cenar
7. Le gusta ir a de chiringuitos. Y su recomendación es ir a Es Bruc, en la Playa de Santo Tomàs, donde sirven buena fritura y se puede disfrutar de una de las mejores vistas del atardecer en el mar. Dirección: Playa San Adeodato Urbanización, Santo Tomàs, Menorca. Teléfono: 971 37 04 88.

Una tienda o algo que haya que comprar en el mercado
8. Propone ir los sábados por la mañana al mercado agrario de Ciutadella, donde acuden los payeses a vender verdura, sobrasada y quesos. También lo ponen los miércoles. Dirección: Plaça de la Llibertat, 1, 9, Ciutadella, Menorca.

Un ‘souvenir’ gastronómico
9. Un queso de la finca Binigarba, con Denominación de Origen Mahón-Menorca. “Se elabora con leche de vaca y me encanta. Es un buen regalo que llevarse de la isla”, asegura Sánchez. Dirección: Camí Binigarba, s/n, Ciutadella, Menorca. Teléfono: 656 97 91 69.

sábado, 24 de agosto de 2024

Piloto preferido: a 80 años de la desaparición de Antoine de Saint -Exupèry

Este 31 de julio se cumplieron 80 años de la desaparición de Antoine de Saint -Exupèry, cuya creación mayor como escritor es la novela “El Principito“.

Indiscutible y perdurable éxito en todo el mundo, el supuesto libro para niños tiene en una de sus frases un mensaje más que actual:

“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”

Saint-Exupèry –no se olvide– es también un paradigma en el gremio de los aviadores, que siempre ha contado con gente muy singular; los hombres y mujeres de las insignias aladas no han perdido cierta imagen de heroísmo, aún cuando volar hoy es más seguro que conducir un automóvil o ejercer el periodismo. 

El principito sobre el asteroide B 612, acuarela de Antoine de Saint Exupery
 

No creo que muchos conozcan que este escritor francés, nacido en Lyon el 29 de julio del 1900, y desaparecido mientras volaba en misión de reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis, es además uno de los nombres imborrables en la historia de la aviación civil, al punto de ser condecorado por el gobierno de su país cuando sólo contaba 30 años de edad. Su magnífica obra literaria ha opacado ese aspecto de su vida, aún cuando aquella tiene por pretexto a la aviación. Apunto pretexto, porque lo esencial en Saint-Exupéry es cuán bien aprovecha el drama del piloto enfrentado a lo desconocido, para regalar sabias enseñanzas sobre la condición humana.

Saint-Exupéry describe ese drama en su novela Vuelo Nocturno, en la persona del aviador Fabien: “Subió sorteando mejor los remolinos, gracias a los hitos que ofrecían las estrellas, cuyo pálido imán lo atraía. Había penado tanto en persecución de una luz, que no hubiera rechazado ni la más confusa. Afortunado con un simple farol de albergue, hubiera dado vueltas hasta la muerte alrededor de ese signo del cual estaba sediento. Y he aquí que ascendía hasta campos de luz”.
 


Vuelo Nocturno. Antoine de Saint Exupèry. Ediciones Anaya. Hablamos de libros.

Muchas veces leí ese párrafo en las horas más negras del llamado período especial (1991-¿1995?)) – hoy al parecer interminable.

Horas de hambre física; horas en que nunca soñé que sortear mis remolinos me haría ascender hacia los campos de luz del periodismo, oficio en el cual se confirma, se confirma y se confirma, y en el que la pluma o la tecla son la espada, la atribución el escudo y el editor el guardaespaldas. Claro, si es periodismo…

Consuelo Suncín, “La Rosa”…

¿Quiere conocer a un hombre? Observe a su mujer. El gran amor de St-Ex, como le nombran los aviadores galos, fue su esposa la salvadoreña Consuelo Suncín. Mujer controversial, fue considerada por algunos una adelantada a su época, y por otros una hembra con vocación “puteril”; así cuentan que escribió un infaltable en la historia y cultura mexicanas, pero también un despechado y corneado José Vasconcelos.
 


Antoine de Saint – Exupèry y Consuelo Suncín, “La Rosa”.

Bella, joven, viuda y con mucho dinero: Suncín y St-Ex fueron irremediablemente presa de un amor a primera vista; no exento de rayos y truenos, pero amor; hasta se conocieron a bordo de un avión que surcaba los aires en plena tormenta, y en sus memorias la salvadoreña relató haber sido ¿víctima? de un chantaje emocional: “Abráceme o nos estrellaremos”, le dijo Saint -Exupèry, mientras el avión se estremecía. Y lo abrazó…

Se casaron en contra de la voluntad de la familia del escritor; era odiada por la sociedad francesa por el hecho de ser extranjera, pero en realidad no le perdonaban que una viuda de origen indígena se ganara el corazón del escritor más famoso de Francia. La familia de St-Ex era muy antisemita y para ésta el matrimonio fue algo aún peor que casarse con una judía. La única defensora de Consuelo fue su suegra y, según sus propias palabras, “si su hijo la amaba, ella la amaba”.

Suncín fue mucho más que la esposa del escritor; éste la representó en uno de los personajes más conmovedores de El Principito: La Rosa. Vivieron 13 años de matrimonio; él con sus frecuentes viajes, el gusto por la vida bohemia y sus múltiples infidelidades, por las que otro personaje de la narración, El Zorro, aconsejó a El Principito: “Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo”.

Se cuenta que St-Ex escribió su obra mayor para pedir perdón por sus adulterios a Doña Consuelo. Si así fue , bien que lo ganó…
 

El Principito cuida a La Rosa. Antoine de Saint -Exupèry.

Mi Principito

No me separo de un ejemplar de Vuelo Nocturno, como siempre tengo a la mano una edición de El Principito, ilustrada con dibujos del autor, a su vez coloreados por mi hijo cuando apenas levantaba tres cuartas del suelo. Algunos de mis amigos me amonestaron fraternalmente por dejar a Miguel David “dañar” el librillo. Ese día sonreí en silencio, pues comprendí que hablaba con personas mayores, al decir de El Principito. Personas a quienes, como personas mayores, sólo interesan las cifras.

Por colorear los dibujos de Saint-Exupéry mi hijo devino otro de sus apasionados lectores, apenas sumó una cuarta a las tres anteriores. Un día, un día de particulares tristezas para mí, me sorprendió con el libro entre las manos y la invitación a leer una de sus frases: “Lo que embellece el desierto es que esconde un pozo en alguna parte” ¿Qué edad tenía entonces Miguel David? Quizás ocho, quizás diez.

Por ello, cuando en algún que otro momento peno en persecución de una luz en esta Cuba ¡tan a oscuras!, acudo a las obras de este singular aviador y escritor. Siempre acudo diciendo, como El Principito, que “es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas”.

Antoine de Saint-Exupéry, mi piloto preferido, desapareció un 31 de julio de 1944 mientras volaba en misión de reconocimiento como soldado de la libertad sobre las tierras oprimidas de su patria; no quiso el destino que pudiera asistir a la liberación de su amada Francia del totalitarismo de Adolfo Hitler. No pudo aterrizar en París…

Ya se sabe, tras décadas de incógnitas: fue derribado por el entonces joven piloto alemán Horst Rippert, quien ni en la peor pesadilla soñó que había abatido a su ídolo literario: “En nuestra juventud todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Su obra despertó la vocación de volar en muchos de nosotros. Yo amaba al personaje. Si lo hubiera sabido jamás habría disparado”, admitió a sus 88 años el después destacado periodista deportivo.
Horst Ripper, 1944, 2010. Souvenirs de guerre.
También está confirmada su muerte: “algunos testigos aseguraron haber visto caer un avión y hasta la Bahía de Carqueiranne llegó un cadáver que llevaba ropa de oficial e insignias francesas, pero fue enterrado poco después sin que llegase a ser identificado.Tuvo que pasar más de medio siglo para que apareciese un vestigio cierto del destino final del aviador. Fue en 1998, cuando un pescador de la costa de Marsella llamado Jean Claude Bianco encontró entre sus redes una esclava plateada con el nombre de Saint-Exupèry y el de su esposa. Aquel hallazgo fortuito fue la prueba de la muerte”.
 
Pulsera de plata con el grabado que demuestra haber pertenecido a Saint Exupéry. 

Sin embargo, aún con esas evidencias, me niego a creer. Algo me dice que St-Ex aparecerá bajo el implacable sol de Cuba y aterrizará felizmente, para traer un mensaje : “Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Por Manuel David Orrio | 13/08/2024 | Cultura

Yo disparé al avión de Saint-Exupéry

El piloto alemán Horst Rippert confiesa, 64 años después, que abatió al escritor con un caza Me-109.

El 31 de julio de 1944 el avión Lightning P-38 que pilotaba Antoine de Saint-Exupéry, el autor del mítico El principito, cayó en el Mediterráneo, no lejos de la costa, a la altura de la ciudad de Toulon. Durante años se ha especulado sobre si se trataba de un suicidio, de un accidente o del resultado de un combate aéreo. La última hipótesis parece cobrar fuerza tras las declaraciones de Horst Rippert, un alemán de 86 años que, durante la II Guerra Mundial, fue un as de la Luftwaffe. "Todo ocurrió cerca de Toulon. Él volaba 3.000 metros más alto que yo, que estaba efectuando una misión de reconocimiento. Vi sus insignias tricolores y maniobré para instalarme a su cola y derribarle", ha explicado Rippert a los periodistas franceses Vanrell y Pradel. Éstos publicarán el próximo día 20 un libro titulado Saint-Exupéry, l'ultime secret.

"Se puso en medio y yo disparé como era mi deber. El trasto se fue al agua"
"Fue uno de mis 28 derribos. Yo nunca apunté contra personas"
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'El principito' y la Luftwaffe
El misterio de la desaparición de Saint-Exupéry, que había sido aviador para los servicios de correo aéreo francés durante años, parece, pues, definitivamente aclarado. En 1998 un pescador encontró entre sus redes una pulsera de oro con el nombre del escritor grabado. Dos años más tarde se localizaron los restos del que se suponía era su aparato, suposición que quedó confirmada tres años después, cuando un submarino rescató los restos del fondo del mar y se pudo comprobar el número de serie del avión y constatar que se trataba del mismo que había despegado del aeropuerto corso de Borgo pilotado por Saint-Exupéry.

El vuelo de Saint-Exupéry se producía 15 días antes del desembarco aliado en la Provenza, tras el gran desembarco en Normandía, en junio. Se trataba de una operación destinada a obligar a las tropas alemanas a emprender la retirada definitiva hacia su país, creándoles un segundo frente en territorio francés que iban a ser incapaces de resistir. El escritor tenía como misión fotografiar las defensas germanas en la zona.

Ahora Rippert, tras ser localizado por los periodistas franceses, explica la situación en el aire ese día de julio de 1934. "Me dije que si no se largaba iba a derribarle. Disparé y vi cómo le alcanzaba y caía, derecho al agua".

Rippert, que entonces tenía 20 años y era un piloto con muchas victorias en su palmarés, no encontró grandes dificultades para abatir el avión de su rival. El Masserchmidt ME-109 que tripulaba era más rápido y potente que el aparato del francés. Durante años Rippert ha ejercido como periodista, trabajando para la televisión pública alemana ZDF.

Rippert declaró ayer en conversación telefónica que él había volado en una misión de reconocimiento el mismo día que desapareció el escritor. "Sé que derribé un avión como el de Exupéry. A él no lo vi. En pleno vuelo no se puede mirar en la cabina de otro avión".

Recuerda que pilotaba un caza Me-109 con base en Aix-en-Provence. "Era un día precioso, soleado. Despegué en una misión de reconocimiento. Debía vigilar la zona. Entonces entró Exupéry con su aparato, se puso en medio y yo disparé como era mi deber. El trasto se fue al agua, no tuvo tiempo para reaccionar", relata el que fuera piloto hasta el final de la guerra y posteriormente periodista de deportes en la segunda cadena estatal de la televisión alemana.

Añade, en su intento de explicar lo que ocurrió entonces, que los disparos contra el avión del escritor se enmarcaban en una acción de guerra. "Fue uno de mis 28 derribos. Yo nunca apunté contra personas, y le diré más: de haber sabido que Saint-Exupéry iba en ese avión, no hubiera disparado. Ya entonces había leído todos sus libros, era un escritor célebre. Pero yo no lo sabía, ni siquiera hoy puedo estar del todo seguro". 

viernes, 23 de agosto de 2024

_- Una ruta para descubrir las tiendas emblemáticas de Palma.

_- La capital de Mallorca también se disfruta en sus comercios: de panaderías y una cristalería a alpargaterías a chocolaterías con siglos de historia

Uno de los grandes atractivos de Palma es que con el paso del tiempo la capital de Mallorca ha conservado muchos comercios emblemáticos que siguen siendo regentados por las mismas familias fundadoras o han cambiado de manos manteniendo la esencia de la tienda y los productos que ofertan; algunos son clásicos de la gastronomía de la isla, pero también hay recetas reinterpretadas y objetos de diseño.

Esta es una deliciosa ruta por algunos de ellos.

Forn del Santo Cristo (Plaza del Marquès del Palmer, 2)
Su local más conocido es el de la calle de los Paraires, el primero de todos: abrió en 1910 cerca de la iglesia de Sant Nicolau. La marca ha crecido tanto que ya tienen siete locales por Palma y uno en Sóller. Todos ellos en algunas de las calles más transitadas de la ciudad, como el de la plaza del Marquès del Palmer, en el edificio Can Forteza Rey, al lado de la plaza Mayor.

El negocio fue fundado por la familia Coll, quienes estuvieron a los mandos de esta panadería y pastelería de productos típicos de Mallorca durante más de medio siglo. Después pasó a los hermanos Calleja, quienes expandieron la marca. En los sesenta, supieron aprovechar muy bien la llegada de los turistas y repartieron ensaimadas a los hoteles cuando nadie hacía nada parecido. Actualmente, el Forn del Santo Cristo está en manos de Maria Mas, quien también proviene de una familia pastelera. Los palmesanos saben bien que aquí se pueden comprar algunas de las mejores ensaimadas de la isla, ya sean lisas, rellenas de cabello de ángel, crema, sobrasada, albaricoque o dulce de leche. En su aparador también hay otros productos reposteros salados, como las empanadas o los cocarroi (pasta tradicionalmente rellena de acelgas, cebolla y pasas).

La Pajarita Bombonería (Calle de Sant Nicolau, 2)
No hay transeúnte que no se detenga frente a su llamativo escaparate de aspecto teatral, de color rojo intenso. Su aparador siempre está vestido para las ocasiones especiales, con los más trabajados turrones, monas de Pascua o panellets.

Surtido de bombones de La Pajarita Bombonería, en la localidad mallorquina de Palma.

Este negocio, que en 2022 ha cumplido 150 años, sigue regentado por la misma familia desde hace cinco generaciones. Nació como chocolatería y evolucionó como una tienda en la que se ofrecían delicatessen y productos difíciles de encontrar en la isla. De hecho, fueron los primeros en Mallorca que vendieron café, plátanos y Moët & Chandon.

En 1972 la tienda se dividió en dos. De un lado quedó el salado en La Pajarita Colmado. Del otro, los chocolates y los bombones en La Pajarita Bombonería. En el interior de su chocolatería se encuentran más de 40 tipos de bombones, frutillas, caramelos artesanos, dulces con almendra o macarons-nuage.

Fornet de la Soca (Plaza de Weyler, 9)
El cartel de madera del antiguo Forn des Teatre, hoy el Fornet de la Soca, es de los más fotografiados de Palma, y su interior mantiene la esencia de una panadería de las de toda la vida. Detrás del proyecto están Tomeu Arbona y su mujer, María José Orero, quienes comenzaron en un minúsculo local en la calle de Sant Jaume que, según cuentan, “pronto se quedó pequeño”. Un día, Arbona, paseando por la Rambla, vio que colgaba un cartel de “Se alquila” de esta preciosa fachada modernista y visualizó que, “costara lo que costara, ese era el sitio ideal para albergar sus productos”.

Tomeu Arbona, uno de los dueños del Fornet de la Soca, en Palma.
Este horno, creado en el siglo XIX y reformado en 1916, cerró en 2017. El interior estaba completamente modernizado, así que recuperaron los antiguos suelos hidráulicos y lo decoraron con muebles de pastelerías históricas de Mallorca para ofrecer “un pedacito vivo” de historia, una oportunidad de conectar con un pasado preturístico.

En el Fornet pretenden escarbar en la memoria gustativa de la isla a través de lo que ellos llaman “arqueología gastronómica local”. Para confeccionar la lista de productos que ofrecen, han visitado archivos de conventos y casas señoriales, antiguos recetarios familiares, dietarios, cuentos o libros de viajes de siglos pasados. Uno de sus productos estrella es la ensaimada trenzada de patata, que, como ellos dicen, es la versión primigenia de la ensaimada. Otra delicia recuperada es la tortada reial, un pastel para grandes celebraciones que consiste en un gató de almendra relleno de mermelada de membrillo y confitura de yema de huevo, y embadurnado en merengue.

Gordiola (Calle de la Victòria, 2)
Los Gordiola llevan tres siglos siendo referentes del vidrio, en concreto desde 1719. De origen catalán, llegaron a la isla en el XVIII, donde instalaron su primer horno de vidrio artístico siguiendo las técnicas que se utilizaban entonces en la isla italiana de Murano. Sus creaciones han visto pasar a nada menos que ocho generaciones por sus talleres.

La tienda de exposición está en la calle de la Victòria, muy cerca de la catedral de Santa María. Aquí despliegan objetos como jarrones, lámparas, cubiteras o copas de diversos colores, formas y tamaños. Algunos de ellos realmente originales, como sus palmeras de vidrio decorativas o en forma de candelabro. El acabado cromático es totalmente personalizado y no hay dos iguales, ya que se realizan de forma totalmente artesanal. Sus diseños son fácilmente identificables en un salón preparado para las ocasiones más especiales.

La familia tiene otra tienda en el pueblo de Algaida, ubicada en el Museo de Vidrio de Gordiola, el mismo lugar donde está su fábrica y taller. Una visita imprescindible.

Can Joan de s’Aigo (Calle de Can Sanç, 10)
Con más de 300 años de historia, este es uno de los comercios más antiguos de la ciudad. Prácticamente todos los palmesanos han pasado por aquí al menos una vez a tomar su chocolate caliente con ensaimadas o su singular helado artesanal. Prueba de ello es que muchas veces se sigue haciendo cola para entrar.

Interior de Can Joan de S'Aigo, local en el Carrer de Can Sanç de Palma (Mallorca).
El negocio fue fundado en 1700 por Joan Thomàs, un empresario que se dedicaba a reclutar a trabajadores para ir a recoger nieve a la sierra de Tramuntana y llevarla a la ciudad en forma de hielo para uso doméstico. Thomàs tuvo la idea de aprovecharlo para mezclarlo con zumo de frutas y así se comenzó a servir helado en Mallorca. El primer sabor que elaboró fue el de almendra, y el molino con el que lo preparaba se conserva en el local de la calle de Can Sanç. Con los años, se comenzaron a servir otros productos y Can Joan de s’Aigo (casa de Joan del agua) se convirtió en una de las primeras heladerías de la isla y una de las primeras chocolaterías de Europa. El negocio sigue regentado por los primos de la familia, quienes han abierto dos locales más, uno en el número 5 de la calle del Baró de Santa Maria del Sepulcre y otro en el 74 de la calle del Sindicat.

Alpargatería La Concepción (Calle de la Concepció, 17)
Este pequeño local del centro es otro imprescindible, un lugar donde venden zapatos y bolsos tradicionales. Es fácilmente reconocible desde la distancia: en la fachada cuelgan varias cestas de palmito y en su aparador hay modelos de zapatos como alpargatas con suela de esparto o las abarcas que su fundadora, la menorquina Jerónima Fernández, popularizó en la isla.

Calzado y bolsos en la alpargatería La Concepción, en Palma (Mallorca).
El negocio lleva abierto desde 1940. En los años sesenta, la alpargatería La Concepción se hizo conocida durante el movimiento hippy y unas décadas después la reina Sofía comenzó a frecuentarla porque le recordaba las tiendas de Grecia, convirtiéndose así en una de sus mejores embajadoras. “Por aquí han pasado doña Sofía, don Juan Carlos, Iñaki y sus hijos; al resto se lo han llevado los mayordomos”, cuenta Aurora, hija de María Visitación, propietaria de la tienda desde hace 20 años. Sobre todo, le han comprado abarcas, alpargatas de espiga y cuñas, explica. Su producto proviene de distintas localidades españolas y, por supuesto, de Mallorca. Según el tipo de zapato, está hecho en fábrica o a mano por sus maestros artesanos.

Ca’n Miquel (Calle de los Montcades, 9)
Otra de las heladerías de producción artesanal más conocidas de Palma. Comenzó su actividad en 1979. Su primer local, donde siempre había una fila de gente pidiendo un cucurucho frente a la vitrina, estaba en la avenida de Jaime III hasta hace pocos años. Ahora se encuentra justo en una calle de detrás. Es un espacio más grande con mesas para sentarse a disfrutar de una refrescante horchata, dulces y productos típicos mallorquines, como la coca de patata con helado que, cuentan, “se vende muchísimo”.

La heladería Ca’n Miquel, en Palma, se ha hecho muy popular porque muchos de los ingredientes que utilizan en sus elaboraciones son especiales.

La heladería Ca’n Miquel se hizo muy popular porque muchos de los ingredientes que utilizan en sus elaboraciones son especiales. Su fundador, Miquel Solivellas, también fue un innovador en el uso del aceite de oliva. El negocio sigue siendo regentado por su familia y, aunque la estrella es el helado de chocolate jamaicano, ofrecen 140 sabores. Algunos tan originales como el de albaricoque galta vermella, una variedad mallorquina que tan solo está en su punto óptimo de maduración 20 días al año. A destacar son los helados salados, como el de queso mahonés con aceite de oliva, el de gamba de Sóller o el de trempó, la ensalada mallorquina preparada con tomate, pimiento verde y cebolla.

_- Francia confirma el hallazgo de restos del avión en el que viajaba Saint-Exupéry

_- El piloto y escritor, autor de 'El Principito', volaba de Córcega hacia Grenoble cuando los radares perdieron la pista de su aparato

El ministerio de Cultura de Francia ha confirmado hoy que los restos del avión hallados recientemente en aguas del Mediterráneo cerca de Marsella pertenecen al aparato en el que desapareció el 31 de julio de 1944 el escritor y piloto Antoine de Saint-Exupéry. El autor de El Principito sufrió supuestamente un accidente cuando se dirigía de Córcega a Grenoble a bordo de un caza de combate.

Saint-Exupéry, comandante de las Fuerzas Armadas Libres de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, viajaba a bordo de un caza Lightning P38 en una misión de reconocimiento para preparar el desembarco aliado en Provenza, cuando, poco después del mediodía, desapareció del radar.

El pasado otoño, los expertos identificaron una pieza de un P38 que había aparecido al este de la isla de Riou (islas de Marsella) como perteneciente al avión del escritor. En la misma estaba grabado el número 2734-L, que corresponde al número de serie del aparato en el que volaba Saint-Exupéry, según ha confirmado ahora el Departamento de Investigaciones Arqueológicas Submarinas (DRASSM).

Sigue vivo el misterio
Ya en 1998, un pescador encontró en la misma zona una pulsera en la que estaba grabado el sobrenombre del escritor Saint-Ex, el nombre de pila de su mujer, Consuelo, y el nombre del editor neoyorquino que publicó la primera edición de El Principito. Sin embargo no ha podido confirmarse plenamente la autenticidad de la joya.

Estos hallazgos no han aclarado el misterio que ha envuelto durante 60 años la muerte del escitror. Según el conservador jefe del patrimonio en el Drassm, Patrick Granjean, "el avión de Saint-Ex se hundió en los alrededores de Riou. No sabemos por qué. Y no lo sabremos probablemente jamás".

Además de El Principito, traducido a 118 lenguas y uno de los libros más vendidos del mundo, después de la Biblia y de El Capital de Carlos Marx, Saint-Exupéry escribió entre otras obras Vuelo Nocturno, Tierra de Hombres, Piloto de guerra o Correo del Sur.

https://elpais.com/cultura/2004/04/07/actualidad/1081288801_850215.html#:~:text=El%20ministerio%20de%20Cultura%20de,piloto%20Antoine%20de%20Saint%2DExup%C3%A9ry.

_- El nuevo y enigmático vuelo del difunto Antoine de Saint-Exupéry

_- El 31 de julio de 1944, el avión que pilotaba el autor de 'El principito' desapareció en la costa de Francia. ¿Accidente o suicidio? Antes de partir dejó escrito: "Si me derriban no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica".

Las cosas que se pierden se vuelven importantes. Y si tardan mucho en aparecer, se transforman en una obsesión. El 31 de julio de 1944 se perdió, en algún punto de la costa de Francia, el avión de combate Lighning P38 que pilotaba Antoine de Saint-Exupéry, autor de algunos libros memorables como Correo del sur (1929) o Vuelo nocturno (1931) y, sobre todo, de El principito (1943), que, según parece, es el libro más vendido de todos los tiempos, tras la Biblia y El capital de Carlos Marx. Han pasado sesenta años desde que Saint-Exupéry despegó aquella mañana del aeródromo de Bastia, en la isla de Córcega, para llevar a cabo una misión que consistía en reconocer y fotografiar las defensas alemanas, como paso previo al desembarco aliado en la región de La Provenza, pero es como si no hubiera pasado un minuto, porque desde aquel primer día el narrador francés se convirtió en un mito, y su desaparición, en uno de los grandes misterios de la historia de la literatura. Saint-Exupéry se hizo indispensable en la misma medida en que se hizo enigmático. 

¿Qué sucedió aquel 31 de julio, a las 13.30, momento en el que el P38 desapareció de los radares del cuartel general norteamericano? ¿Fue derribado su avión por los nazis? ¿Se precipitó al vacío el creador de Tierra de hombres (1939) y Piloto de guerra (1942) a causa de una avería mecánica? ¿Tuvo un accidente? ¿Se suicidó? ¿No había dejado, acaso, antes de salir hacia su última misión, una nota en la que decía: "Si me derriban no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica. Yo nací para jardinero. Me despido, Antoine de Saint-Exupéry"?. ¿O quizá fingió su muerte y se fue a vivir a un lugar desconocido, alejado del mundo?. Todas esas teorías han hecho fortuna en los últimos sesenta años, unas más y otras menos, y contribuyeron a agrandar la leyenda de aquel narrador y soldado que una vez escribió: "La guerra no es una aventura, es sólo una enfermedad".

Los herederos de Saint-Exupéry se opusieron durante años a los intentos de rescatar el cuerpo del escritor de las aguas Acaba de identificarse una pieza del avión, la matrícula de la aeronave, al este de la isla de Diou, frente a las costas de Marsella. Ahora, acaba de identificarse una pieza del avión de Saint-Exupéry, en concreto la matrícula de la aeronave, con el número 2734, al este de la isla de Diou, frente a las costas de Marsella, que es justamente el punto donde en 1998 un pescador había encontrado en su red, envuelta en un tejido parecido el que se usaba para los uniformes de aviador del ejército aliado durante la II Guerra Mundial, una pulsera de oro que llevaba grabados los nombres de "Antoine de Saint-Exupéry" y el de su mujer argentina, "Consuelo", así como la inscripción "Reynal and Hitchcock Inc. 3864thave. NY City USA", que corresponde a la dirección en Nueva York de los editores norteamericanos del novelista. A Consuelo Suncín, la había conocido en 1931, en Buenos Aires, y tras proponerle que le dejara enseñarle su ciudad a vista de pájaro, le juró en pleno vuelo que si no se casaba con él estrellaría el avión. Ella dijo sí, pero su vida matrimonial fue un infierno, lleno de peleas e infidelidades mutuas. A partir del hallazgo de la pulsera se intensificaron tanto la búsqueda de los restos del escritor como el debate sobre la conveniencia o no de rescatarlos. Varios barcos del buscador de tesoros submarinos Henri-Germain Delauze exploraron el área sin resultado alguno. No era la primera vez, porque en 1992 el Instituto Francés de Investigaciones para la Explotación del Mar (Ifremer) había rastreado el litoral de Niza con varios submarinos, por encargo de una asociación internacional de seguidores del escritor. Pero, tras peinar con radares, sondas acústicas y otros ingenios modernos más de 100 kilómetros cuadrados de suelo submarino, los exploradores tuvieron que darse por vencidos. Las investigaciones se basaban, en aquella ocasión, en el testimonio de un muchacho de la localidad de Biot, cerca de Niza, que el día de la desaparición del autor de El principito escribió en su diario que, al mediodía, había visto estrellarse contra el agua un avión de guerra.

Ahora, sin embargo, parece que el avión de Saint-Exupéry ha sido al fin descubierto. La matrícula de la nave la encontró el submarinista Luc Vanrell en mayo del 2000, pero hasta octubre de 2003 no se consiguió la autorización conjunta de las autoridades y la familia para extraer los restos. No fue fácil, porque los herederos de Saint-Exupéry se negaron, durante los primeros años, hasta a reconocer los cadáveres que el Mediterráneo arrojaba a las playas de Niza y que mostraban alguna coincidencia con el escritor, y más adelante se enfrentaron a todos los intentos de recuperar su cuerpo de las aguas. Ahora, por fin, han permitido la búsqueda del avión, aunque no la de sus restos mortales, y el Departamento de Investigaciones Arqueológicas y Submarinas de Francia ha autentificado la placa que rescató Luc Vandell: sin duda, pertenece al avión del autor de Ciudadela.

Mover un muerto de sitio suele ser complicado, porque soluciona un misterio que quizás es más rentable o más atractivo dejar sin resolver; porque cambia el final de una historia, y con ello, en opinión de algunos, puede pervertirla; o, sencillamente, porque hay quienes piensan que es mejor dejar que las cosas sean como fueron. En España sucede algo muy parecido con la discusión sin fin sobre Federico García Lorca y su tumba anónima de Granada. El caso de Saint-Exupéry es, sin embargo, distinto: de lo que le hicieron los fascistas españoles a García Lorca se sabe casi todo, y por lo tanto hay aún muchas cosas que reparar, pero muy pocas por descubrir; de lo que sucedió con el escritor de Lyón no se sabe nada, absolutamente nada. En cualquier caso, su muerte heroica y enigmática le sienta bien al autor de El principito porque es un colofón inmejorable a una vida llena de aventuras que siempre estuvo relacionada, de uno u otro modo, con la aviación: primero había trabajado como piloto comercial para la empresa Aeropostales, pero en 1939 ingresó en la aviación francesa, llevando a cabo misiones peligrosas que le valieron tantas condecoraciones como heridas de guerra. 

Al comienzo de la II Guerra Mundial, y con su país ocupado por las tropas de Hitler, tuvo que exiliarse en Nueva York, donde escribió El principito. Pero después, siguiendo su impulso romántico, que unía la aviación, la defensa de la libertad y la literatura, y utilizando las influencias que le proporcionaban su doble prestigio de escritor y soldado, consiguió alistarse de nuevo, pese a su edad y su estado de salud. Hoy hace sesenta años que Antoine de Saint-Exupéry partió de Córcega para llevar a cabo su último cometido. ¿Qué ocurrió a la una y media de la tarde de aquel día? Tal vez la matrícula de su avión responda algunas preguntas. De momento, ya sabemos dónde cayó. Sólo queda saber por qué. (*)