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martes, 16 de julio de 2019

La izquierda absorbida

Rebelión

“Está todo muy bien tramado para dominar,
para que no tengamos una democracia”

José Luis Sampedro

Una de las particularidades más eficaces del sistema es su capacidad de absorción a todo aquello que lo cuestiona. En lo político, en lo social, en lo cultural, muchas de las manifestaciones rebeldes terminan, tarde o temprano, integrando la plantilla del sistema de algún modo.

Es que el capitalismo más que un sistema económico es un modo de vida, como sabemos. Por lo tanto jugar con las mismas normas, los valores y los conceptos de vida que propone, es caer en la trampa.

El sistema nos dice que democracia es votar cada tanto y dejar que los representantes decidan por nosotros acerca de nuestra propia vida. Nosotros una vez que hayamos votado debemos ser obedientes y cumplir con nuestro deber de buenos ciudadanos. Es decir, irnos a casa y ser espectadores de nuestro propio destino, porque nunca más nos consultarán y mucho menos nos obedecerán. Aquello de que democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no es mas que un idealismo impropio de gente sensata, una utopía izquierdista que no nos lleva a ninguna parte. En realidad fue una frase de Abraham Lincoln que dijo en 1863, pero mejor olvidarla.

De modo que todo se reduce a la vía electoral. La derecha en su ambiente ideal, ya que para ellos el pueblo está para decir que si, para aplaudir y para pedir autógrafos. El bien llamado “trifachito” puede tener diferencias de matices pero en el fondo todos defienden los intereses de los que realmente mandan, que son, como también todos sabemos, los dueños del poder económico, que no entran en las batallas mundanas aunque mueven los hilos a voluntad.

¿Qué hace la izquierda a todo esto? Me refiero a los políticos de izquierda donde no incluyo, por supuesto, al PSOE que desde el felipismo ocupa un lugar preferencial en el sostenimiento del sistema. Ya da hasta un poco de grima llamarlo “socialista” y resulta irrespetuoso decirle “obrero” (irrespetuoso para los obreros, naturalmente). Con Partido Español estaría mucho mejor y adecuado a su papel de constructor de un capitalismo “bueno”, como si eso fuera posible.

Yo creo que un partido político de izquierda tiene dos deberes ineludibles:

1) Cuestionar el capitalismo causa última de todas las injusticias sociales.Y al mismo tiempo iniciar el camino para reemplazarlo por una sociedad más justa y auténticamente democrática.

2) Ir hacia una democracia participativa y directa, donde el pueblo tenga ocasión de intervenir permanentemente en las decisiones que atañen a su propia vida.

El capitalismo, decía José Luis Sampedro, es un sistema agotado. Cumplió su papel en la historia de la humanidad, como cualquier otro sistema, pero ya no tiene respuestas salvo para una minoría que se aprovecha inescrupulosamente del esfuerzo de la mayoría de la población. Es un sistema que mata, dice el papa Fracisco, y que somete y explota a la mayoría. Es un sistema criminal, afirma Frei Betto con toda la razón de la realidad.

Para José Saramago, el capitalismo es incompatible con la democracia. Y Vázquez Montalbán nos advierte que el capitalismo “no ha cedido ni un duro, ni una hora de descanso, ni un cuarto de hora para el bocadillo, sin presión, sin lucha, sin sangre, sin muerte”.

Bien, ni Podemos abocado de lleno a la pelea por un lugar de privilegio en un posible gobierno del PSOE y que ya ha abandonado totalmente su rebeldía inicial para acomodarse en los beneficios del electoralismo, ni Izquierda Unida prácticamente desaparecida de los lugares que solía frecuentar, pueden considerarse, estrictamente, partidos de izquierda si tenemos en cuenta que no cumplen con los deberes cuestionadores del sistema, ni se les ocurre proponer una democracia real y directa.

La democracia no es tal, también nos recordaba Sampedro, si en vez de residir en el pueblo es patrimonio de los banqueros.

Solo quedan los movimientos sociales que, lamentablemente, están solos en su lucha salvo que en alguna manifestación callejera encuentren a algún político que se arrime para la foto. También alguna lucha aislada de los trabajadores, que siguen sin tener noticias de los sindicatos en otros tiempos combativos.

En definitiva, el sistema ha absorbido como en otras tantas veces y no solo en España, a una izquierda que empezó revoltosa e irreverente, para terminar tan dócil y adaptada que es mas necesario que nunca revolucionarla para que vuelva al pueblo del que se despegó y reanudemos juntos la tarea de construir una sociedad mejor.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

_- El abecedario de Toni Morrison

_- Revue Ballast El Salto

De la b de Beloved —su novela más conocida— a la z de Zigzag. Una introducción al pensamiento de Toni Morrison a través de sus artículos, entrevistas en prensa y conferencias.

Toni Morrison

Toni Morrison en una lectura de su obra.

Una docena de novelas, numerosos ensayos, dos obras de teatro y algunos libros de literatura juvenil: Toni Morrison, hija de una familia obrera y antigua profesora de literatura en New Jersey, disecciona desde comienzos de los años 70 el “lenguaje de la opresión”. Comenzando por el que sufren los afroamericanos. Decidida, como afirma, a “neutralizar el racismo mezquino, a destruir la obsesión ordinaria, fácil y accesible por el color de la piel”, Morrison no se ha dejado de preguntar por las raíces y la organización social de su país. “Tengo 87 años y voy a sobrevivir a Donald Trump”, afirmó riendo la primavera pasada.

‘Beloved’: “La novela ofrece un vasto páramo controlado, una ocasión para ser y volverse el Otro. El extranjero. Con compasión, lucidez y el riesgo de un examen de consciencia. En esta repetición, para mí como autora, la joven Beloved, la que atormenta, es el Otro último, quien reivindica, para siempre reivindica un beso”.

(El origen de los otros)

Cantidad: “Para mí, la literatura incluye esta cantidad increíble de historias escritas por gente que, a través de la escritura, se sacudían el yugo de la esclavitud y entraban en el mundo de la libertad. No conozco en la historia de la humanidad otro pueblo que haya meditado, escrito y publicado tanto sobre su propia situación”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Color: “Lo que me ha interesado es que en aquella época también llegaban a suelo americano empleados domésticos blancos. Estos domésticos eran en realidad esclavos, al igual que los esclavos negros. Pero es preciso interesarse por las condiciones en las que estos esclavos blancos llegaban: muchos de ellos morían durante el trayecto o bien cuando llegaban, y su servidumbre podía ser transmitida a sus mujeres e hijos. Estos esclavos blancos trabajan codo a codo con los esclavos negros en las plantaciones de tabaco. La sola diferencia entre ellos era la siguiente: los blancos podían escaparse y confundirse entre la multitud, mientras que los negros no podían hacerlo a causa de su color de piel. Esos tiempos son los verdaderos comienzos de este país”.

Entrevista publicada en L’Express, septiembre 2009) Definir: “Astuto, pero Maestro de Escuela le azotó de todos modos para mostrarle que las definiciones pertenecen a los definidores, no a los definidos”.

(Beloved)

Esclavitud: “Sin duda, estaba universalmente claro —para los vendedores como para aquellos que vendían— que la esclavitud era una condición inhumana, aunque rentable. Aquellos que vendían no querían, sin duda, volverse esclavos. Muy a menudo, aquellos que compraban se suicidaban para evitar esta condición. Entonces, ¿cómo funcionaba? Uno de los medios por los que las naciones podían tolerar la degradación que suponía la esclavitud era el recurso a la fuerza bruta. Otro consistía en embellecerla”.

(El origen de los otros)

Estadounidense: “Los mecanismos culturales por los cuales uno se vuelve estadounidense son claramente comprensibles. Un ciudadano de Italia o de Rusia emigrado a los Estados Unidos conserva en gran medida, o al menos en parte, la lengua y las costumbres de su país de origen. Pero si desea ser americano —ser reconocido en cuanto tal y encontrar realmente su lugar— debe volverse algo inimaginable en su país: debe volverse blanco”.

(El origen de los otros)

Fond: “No quedará nada de Fond (la pasarela sobre el río ya ha desaparecido), pero quizás puede ser bueno, ya que no era realmente una ciudad, solamente un barrio donde, cuando el tiempo era sereno, la gente del valle podía escuchar a veces cantar o tocar el banjo, y si sucedía que algún hombre del valle tenía algún asunto que hacer en las colinas allá arriba —cobrar un alquiler o la prima de un seguro— podía ver alguna mujer de piel oscura ejecutar algunos pasos de cakewalk,improvisar un black bottom, mover las caderas al ritmo de una armónica. […] La gente de color que la miraba reía y se frotaba las rodillas y el hombre del valle no tenía ningún problema en oír la risa sin reparar en el dolor humano que se encontraba en algún lugar bajo los párpados, en algún lugar bajo los paños de la cabeza, los sombreros de fieltro ligero, en la palma de las manos, tras las solapas usadas, en algún lugar en la curva de los tendones”.

(Sula)

Gente: “Escribir novelas es hacer aparecer a la gente ordinaria que no aparece en los libros de historia”.

(Entrevista en Téléréma, agosto 2012)

Inhumano: “Por muy fascinante que sea la ignominia de esos episodios de violencia, la cuestión que se revela, creo yo, mucho más reveladora que la severidad del castigo, es la de saber quién es esa gente. Qué encarnizamiento ponen en definir al esclavo como inhumano, salvaje, cuando la definición de lo inhumano describe en realidad considerablemente a aquel que castiga”.

(El origen de los otros)

Jazz: “También ha estado esta mina inagotable de canciones, de letras, de cantos espirituales, que era y que seguirá siendo por siempre la voz del jazz. Esta forma de poesía me habló inmediatamente”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Liberar: “Liberarse era una cosa, reivindicar la propiedad de ese yo liberado era otra”.

(Beloved)

Minoría: “Siendo una minoría, a la vez como casta y como clase, vivíamos en los dobladillos de la vida, luchando contra nuestra debilidad y peleando para agarrarnos, o para escalar sin ayuda, en los grandes pliegues del vestido”.

(Ojos azules)

Mirada: “Oponer el poder negro a la dominación blanca continuaba siendo una forma de ser prisionero de la mirada del otro”.
(Entrevista para Psychologies, 2012)

Negro: “No me bastó más de una hora después de que la sacaran de entre mis piernas para comprender que algo no iba bien. Que no iba bien en absoluto. Me daba tanto miedo de tan negra que era. Negra como la noche, negra como el Sudán. Yo soy de piel clara, con un hermoso cabello, lo que llaman una mulata de tonos rubios, y el padre de Lula Ann también. Nadie en mi familia se acerca a este color”.
(Una bendición)

Odio: “Es el odio el que produce este efecto. Él consume todo, salvo a él mismo, sea cual sea vuestro sufrimiento, vuestro rostro se vuelve exactamente el mismo que el de vuestro enemigo”. (Love)

Ojos: “Desde hace algún tiempo, Pecola se decía que si sus ojos —sus ojos, que retenían las imágenes y sabían lo que podían ver— hubieran sido diferentes, es decir bellos, ella misma habría sido diferente. Tenía bellos dientes y una nariz menos grande y aplanada que las de ciertas chicas reputadas de lindas. Si ella hubiera sido diferente, bella quizás, Cholly habría quizás sido diferente también, y Mrs. Breedlove. Se habría dicho quizás: mira, esta Pecola de ojos tan bonitos. No debemos hacer ninguna grosería delante de ojos tan bellos. Cada noche, sin faltar, rezaba para tener los ojos azules”.
Ojos azules)

Olvidar: “Su pasado había sido parecido a su presente –intolerable–, y como ella no ignoraba que la muerte era cualquier cosa menos el olvido, utilizaba la poca energía que le quedaba para meditar sobre los colores”.

(Beloved)

Política: “Mis libros no responden únicamente a preocupaciones estéticas, así como tampoco exclusivamente a preocupaciones políticas. Pienso que, para poder ser tomado en serio, el arte debe hacer las dos cosas a la vez”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Secuestrar: “Examino de nuevo la palabra ‘esclavo’ para hacerla íntima. Sobre todo, no quería que fuese una palabra anodina. […] Quería que el lector fuera secuestrado, sin memoria literaria, sin estar preparado para ello, exactamente como el esclavo. Los dos se enfrentaban a la urgente necesidad, y no podían contar más que con su buena voluntad y su participación. El lector debía ser despojado de la misma manera, y aprender por acumulación”.
(Entrevista con Toni Morrison, AFRAM newsletter, 1990)

Siglo XX: “Permitidme citar solamente algunos de los linchamientos que tuvieron lugar en el siglo XX: Ed Johnson, 1906 (linchado en el puente de Walnut Street, en Chattanooga, Tennesse, por una multitud que entró a la fuerza en la prisión donde estaba convicto, después de que fuera suspendida la pena de muerte que pesaba sobre él). Laura y D. L. Nelson, 1911 (madre e hija acusadas de asesinato, secuestradas en su celda y ahorcadas en un puente ferroviario a proximidad de Okemah, Oklahoma). Elias Clayton, Elmer Jackson e Isaac McGhie, 1920 (tres empleados de circo acusados de violación sin pruebas, linchados en Duluth, Minnesota, sin que sus asesinos sufrieran ninguna sanción). Raymond Gunn, 1931 (acusado de violación y asesinato, rociado con gasolina y quemado hasta morir por una multitud en Maryville, Missouri). Cordie Cheek, 1933 (linchado y mutilado por una multitud en Maury, Tennesse, tras haber sido puesto en libertad por una falsa acusación de violación). Booker Spicely, 1944 (abatido por un conductor de autobús en Durham, Carolina del Norte, tras haberse negado a sentarse al fondo del autobús). Maceo Snipes, 1946 (sacado de su casa en el condado de Taylor, Georgia, y abatido por haber votado en las primarias demócratas de Georgia; un cartel pegado en el muro de una iglesia negra de la localidad decía “El primer negro en haber votado no volverá a votar nunca más”). Lamar Smith, 1955 (figura del movimiento por los derechos civiles, abatido sobre el césped del tribunal del condado de Lincoln, en Brookshaven, Mississippi). Emmett Till, 1955 (a la edad de 14 años fue golpeado y abatido en Money, Mississippi, después de haber, según se decía, intentado ligar con una mujer blanca, que confesó haber mentido sobre esto en un primer momento)”. (El origen de los otros) Soledad: “Hay una soledad en la que uno se puede acunar. Los brazos cruzados rodeando las rodillas, nos mantenemos, nos agarramos, y este movimiento, a diferencia del de un barco, apacigua y calma al solitario que se acuna. Es una soledad interior, que envuelve como una piel. Luego hay una soledad vagabunda, independiente. Los pasos de esta otra soledad, seca e invasiva, parecen venir de algún lugar lejano”. (Beloved) Tom: “Harriet Beecher Stowe no escribió La cabaña del tío Tom para que Tom, Chloe ni nadie de entre los negros lo leyeran. Los lectores de su época eran blancos, necesitados de este embellecimiento, que querían o podían saborear”. (El origen de los otros)

Universal: “Esta investigación ficticia [acerca del libro Le regard du roi, de Camara laye] sobre las percepciones limitadas de una cultura nos permite ver la raza desaparecer de la experiencia que un occidental tiene de África cuando no hay el respaldo, protección o consignas de parte de Europa. Ella nos permite redescubrir o imaginar de nuevo el efecto que produce ser marginal, ignorado, superfluo, extranjero, de no escuchar nunca su nombre en boca de otros; de ser privado de historia o de representación, de ser una fuerza de trabajo vendida o explotada en el interés de una familia, de un hábil empresario o de un régimen local. En otras palabras: de volverse un esclavo negro. Es un encuentro perturbador que puede ayudarnos a hacer frente a las presiones y a las fuerzas desestabilizadoras del recorrido de los pueblos a través del mundo. A las presiones que pueden hacer que nos aferremos a nuestra propia cultura, a nuestra propia lengua, rechazando las de los demás. Hacernos clasificar el mal según la última moda, hacernos legislar, expulsar, conformarnos, purgar y dar crédito a las fantasías y a la imaginación. Sobre todo, estas presiones pueden hacernos negar al extranjero que hay en nosotros y resistir a muerte al carácter universal de la humanidad”.
(El origen de los otros).

Vender: “Has visto, dijo Jeri. Lo negro se vende. Es la materia prima más en boga del mundo civilizado. Las blancas, incluso las chicas color café con leche, tienen que desnudarse para obtener este tipo de atención”.
(Una bendición)

Woolf: “De Virginia Woolf, lo que amo es el uso que hace de la lengua, esta economía de la lengua. De Faulkner lo que me gusta es exactamente lo contrario, una suerte de abundancia, la repetición de las cosas”.

(Entrevista, “Toni Morrison, la memoria en herencia (1/5)” en France Culture, 2012)

Zigzag: “Había dejado su corbata. La de zigzags amarillos en diagonal sobre un fondo azul marino. Colgada en la puerta del armario, la punta hacia abajo, esperaba tranquila y pacientemente el retorno de Jude. ¿Es posible que se haya marchado si su corbata sigue aquí? Se acordará de ella y volverá, y entonces ella… uh. Ella podrá… decírselo. Sentarse tranquilamente y decírselo. Pero Jude, tú me conocías. Después de todos estos días, de todos estos años, tú me conocías. Mis maneras de hacer las cosas, mis manos, los pliegues de mi vientre, aquella vez en que quisimos destetar a Mickey y aquella otra en que el propietario dijo… y tú dijiste… y yo lloré, Jude. Tú me conocías, tú me escuchabas hablar por la noche, me oías en el baño y te burlabas de mi vieja faja usada y yo me reía porque yo también te conocía, Jude. ¿Cómo has podido abandonarme si me conocías?”.
(Sula)

Traducido por Pablo Lapuente Tiana.

Fuente:

https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/el-abecedario-de-toni-morrison

jueves, 21 de junio de 2018

Marx y la naturaleza. Por qué necesitamos a Marx ahora más que nunca

Elizabeth Terzakis
Rebelión
Traducción: Héctor R. López Terán.

Al final de enero de 2018, la montaña rusa que es la presidencia de Trump tomó otro giro inesperado: el líder del mundo libre afirmó que los Estados Unidos podrían reintegrar el Acuerdo Climático de París de 2015, si los Estados Unidos recibieran un "trato completamente diferente". Como dijo Trump al presentador de ITV Piers Morgan "Creo en el aíre limpio. Creo con claridad, hermoso... Creo en tener una buena limpieza en todo. Ahora dicho esto, si alguien dijera volvamos al acuerdo de París, tendría que ser un acuerdo completamente diferente porque tuvimos un acuerdo horrible". Trump también manifestó su opinión (objetivamente incorrecta) de que los casquetes polares están en "niveles récord". [1]

Como si tener un ignorante de presidente no fuera suficiente, el Acuerdo de Paris, que actualmente cuenta con doscientos firmantes y fue proclamado como una "victoria para todo el planeta" cuando fue firmado en 2015, está fracasando. Las promesas (voluntarias e inaplicables) hechas por los signatarios del acuerdo "cubren no más de un tercio de las reducciones de emisiones necesarias" para evitar que las temperaturas globales aumenten por encima de los dos grados Celsius. En su lugar, Climate Action Traker predice "un salto a 3.2 grados antes de fin de siglo" con o sin la cooperación de los Estados Unidos. [2]

Mientras tanto, los impactos del cambio climático se están convirtiendo en una realidad cotidiana para las personas ordinarias alrededor del mundo, en la forma de una ronda aparentemente interminable de eventos climáticos extremos que van desde records de nevadas hasta sequías totales, de ciclones hasta tormentas, de inundaciones catastróficas a canales congelados. [3]

¿Por qué es tan difícil para los gobiernos y sus representantes tratar este tema? La respuesta es simple: mientras la clase dominante puede imaginar el fin del mundo, ni ellos ni muchos ecologistas puede imaginar el fin del capitalismo. Por esta razón, todas sus soluciones deben caer dentro de los límites del sistema de mercado. Pero el sistema de mercado, con su necesidad de crecimiento constante y su incapacidad para ver el mundo natural como algo más que recurso explotable, está en un antagonismo directo e inherente a la preservación de la naturaleza. Por consiguiente, no hay solución para el problema del cambio climático sin un fin del capitalismo, un hecho que se vuelve claro cuando examinamos los escritos de Karl Marx sobre la naturaleza.

Marx de verdad
El análisis de Marx evita algunas de las trampas inherentes de otros enfoques de la ecología, por ejemplo, la creencia básicamente maltusiana de que las personas tienen y tendrán siempre una relación destructiva con la naturaleza, que la naturaleza "verdadera" existió en algún momento en estado puro más allá de la interacción humana, y que el objetivo de la ecología es retornar a la naturaleza a ese estado de pureza idealista mediante la eliminación de tantos humanos como sea posible. [4] El colapso del capitalismo por parte de Marx puede también ceñirnos a la creencia de que los mecanismos del mercado podrán siempre promover una relación sana entre los humanos y el medio ambiente. [5] Por estas razones, Marx merece la seria atención de los ecologistas.

Sin embargo, como señalan John Bellamy Foster in Marx´s Ecology y Paul Burkett en Marx and Nature, los ecologista a menudo desestiman a Marx por una o por todas las siguientes razones: (1) "Las afirmaciones ecológicas de Marx son... 'digresiones de iluminación' que no tienen una relación sistemática con el cuerpo principal de su trabajo"; (2) estas afirmaciones "surgen desproporcionadamente de su crítica inicial de la alienación, y son mucho menos evidentes en su trabajo posterior"; (3) "Marx... finalmente falló en abordar la explotación de la naturaleza [al olvidar] incorporarla en su teoría del valor, [adoptando] en lugar una visión "prometeica" (pro tecnológica, anti ecológica)"; (4) "en el punto de vista de Marx, la tecnología capitalista y el desarrollo económico han resuelto todos los problemas de los límites ecológicos" haciendo innecesario " 'tomar seriamente el problema de la asignación de recursos escasos' o desarrollar un "socialismo 'ecológicamente consciente'"; (5) Max tomó "poco interés en cuestiones de ciencia o en los efectos de la tecnología en el medio ambiente y por lo tanto no tuvo una base científica real para el análisis de la cuestiones ecológicas"; y finalmente, (6) Marx era 'especista', desconectando los seres humanos de los animales, y tomando partido por los primeros sobre los segundos". [6]

Estas caracterizaciones de Marx son simplemente imprecisas, y el hecho de que personas puedan hacer tales afirmaciones sin ser denunciados rotundamente por tergiversación es una señal segura de lo poco que Marx es leído realmente por las personas que necesitan leerlo más. De hecho, la concepción de Marx de la "fractura metabólica" [7] que el capitalismo impuso entre humanos y la naturaleza es central para su crítica al capitalismo, y las ideas ecológicas que su crítica permiten son vitales tanto para las luchas actuales por las reformas y para visualizar un futuro en el que seamos capaces de establecer una relación sana con la naturaleza que pueda servir para salvar el planeta.

La definición de trabajo de Marx
Los primero dos equívocos enumerados arriba, la idea de que las referencias de Marx sobre la naturaleza son ocasionales, superficiales y limitadas a sus primeros escritos, son aparentemente falsos. Como Foster explica, "Para Marx, toda la actividad humana tiene una base en la naturaleza... El trabajo y la producción constituyen la transformación humana activa de la naturaleza, pero también de la naturaleza humana, la relación humana con la naturaleza y los seres humanos mismos". [8]

Es decir, a medida que interactuamos con la naturaleza la cambiamos, pero estamos también, al mismo tiempo, cambiando nosotros mismos. Para Marx, nuestra relación con la naturaleza cuando no está distorsionada por el capitalismo, está estrechamente entrelazada. Marx escribió: "La naturaleza es el cuerpo orgánico del hombre [9] , es decir, la naturaleza en la medida en que no es cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza...con el cual debe mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza. [10] Esta concepción de los humanos y la naturaleza como parte de una totalidad única, a partir de uno de los manuscritos de 1844, se puede ser encontrada a lo largo de la obra de Marx y Engels. Marx escribe en "El Capital", por ejemplo, del trabajo como un proceso "por el que el hombre, por medio de sus propias acciones, media, regula y controla el metabolismo entre él y la naturaleza. Se enfrenta a los materiales de la naturaleza como una fuerza de la naturaleza". [11]

Marx define así el trabajo humano como un intercambio metabólico entre los seres humanos como naturaleza y la naturaleza en general, entre nuestros cuerpos orgánicos, esto es, lo que está unido a nosotros, y nuestros cuerpos inorgánicos, es decir, la naturaleza tal como existe aparte de nuestros cuerpos. La naturaleza satisface nuestras necesidades: comida, ropa y refugio, sin duda, pero también aire, agua y luz solar. No podemos vivir sin estas cosas, sin embargo, son externas a nosotros, y de acuerdo con Marx, la manera en que satisfacemos nuestros cuerpos orgánicos con estas necesidades tomadas de nuestro cuerpo inorgánico, la naturaleza, es la base de nuestro trabajo.

Las relaciones de las sociedades precapitalistas (tanto comunales como feudales) con la naturaleza estaban formadas por las necesidades de subsistencia. La mayoría de las relaciones humanas con la naturaleza eran directas, involucrando ya sea una reunión complementada con la caza, o la caza y la recolección complementada por la agricultura, o la agricultura para la subsistencia y el alquiler a un señor complementado por la caza y la recolección. Es este sentido, antes del capitalismo, los campesinos de Europa y los pueblos indígenas de América y otros continentes tenían relaciones con la naturaleza que eran similares en aspectos importantes y mucho menos alienados de lo que estaban a punto de convertirse.

La fractura metabólica
El capitalismo destruyó esta relación metabólica relativamente no alienada entre los seres humanos y la naturaleza a través de lo que Marx llamó la acumulación originaria. Debido a la apropiación de la tierra a través de su cercamiento y su conversión a propiedad privada, la mayoría de los humanos ya no tienen una relación directa con los medios de subsistencia, con el resultado de que experimentamos una alienación cuádruple: (1) estamos alienados por los productos de nuestro trabajo, es decir, no contribuyen directamente a la satisfacción de nuestras necesidades; (2) estamos alienados por el proceso de trabajo en sí, y como el trabajo es una de las cosas que nos hace claramente humanos, estamos así alienados de nosotros mismos, lo que Marx denominó nuestro ser genérico; (3) estamos alienados el uno del otro, porque en lugar de participar en un proyecto comunal para satisfacer nuestras necesidades como seres humanos, estamos forzados a competir entre nosotros para asegurar el acceso a los medios de producción de los capitalistas y el trabajo para su beneficio, y porque somos sociales por naturaleza, estamos así nuevamente alienados de nosotros mismos; y (4) estamos alienados de la naturaleza, nuestro cuerpo inorgánico. [12] De modo que la alienación de los humanos de su trabajo es, según Marx, inseparable de la alienación de los seres humanos de la naturaleza, lo que Marx denominó la fractura metabólica.

Bajo el feudalismo en Europa, la producción agrícola era llevada a cabo por campesinos al servicio de los señores feudales, quienes poseían el grueso de la tierra. Con el tiempo, la lealtad feudal fue remplazada por un sistema de rentas, y las tierras comunes fueron cerrándose progresivamente, conduciendo al final eventual de una relación directa con la tierra para la mayoría de las personas. Puedes ver esto en Europa mirando los registros legales. Un punto de inflexión intelectual para Marx fue cuando descubrió que las cinco sextas partes de los procesamientos en Prusia a principios de la década de 1840 se referían a la madera, la extracción de madera para uso personal de los bosques recientemente habían sido privatizados. En el periodo previo al capitalismo, aunque la mayoría de la tierra pertenecía a los señores feudales y trabajada por los campesinos para su propia subsistencia y tributos, las tierras de pastoreo y los bosques estaban abiertos para el uso común; los campesinos podían pastar su ganado o recoger madera o cazar conejos o cualquiera otra cosa que necesitaran para complementar su agricultura. Con el surgimiento del capitalismo, esto cambió. Incluso la recolección de arándanos, una actividad tradicional de los niños, se convirtió en ilegal. "A los pobres se les negaba así cualquier relación con la naturaleza -incluso para su supervivencia- sin mediación con las instituciones de propiedad privada". [13]

El hecho de que hubo tantos procesamientos por "robar" madera, recoger arándano y cazar furtivamente conejos demuestra que la población común de Europa resistió a este cambio, tal como lo hicieron los pueblos indígenas de las Américas, a veces como individuos y a veces de manera organizada:

"En el pueblo de Buckden... donde el obispo de Lincoln había cerrado la tierra, "cientos de mujeres y niños, armados con dagas y jabalinas, de una manera muy tumultuosa y desenfrenada, entraron en los terrenos, abrieron las puertas, y rompieron los setos [cercos] del dicho cercamiento, y entregaron grandes rebaños de ganado". [14]

Finalmente, sin embargo, esta resistencia fue brutalmente aplastada. [15]
Con el cercamiento de tierras comunes y su trasformación de un recurso colectivo en un sitio de partidas de caza de la clase dominante, [16] "paseos de ovejas", y otros experimentos de lujo y generación de materias primas para los ricos, los campesinos que ya no podían mantenerse a sí mismos fueron expulsados de la tierra. [17] Aunque la brecha entre la mayoría y la tierra comenzó bajo el feudalismo, no se completó hasta el advenimiento del capitalismo. Esta alienación de la población de la tierra llevó a muchos a estar concentrados en ciudades, mientras que los que se quedaron en el campo se convirtieron en trabajadores de un sistema de agricultura comercial. Tanto en ciudades como en el campo, los trabajadores estaban alienados de las cuatro formas mencionadas. Estaban, como Marx lo dijo sarcásticamente, "libres". [18]

Para los trabajadores agrícolas, esta libertad significaba que estaban privados social e intelectualmente. Por "la idiotez de la vida rural", Marx y Engels tenían en mente el aislamiento proveniente de los contactos sociales limitados, así como la falta de oportunidades para desarrollar contactos sociales intelectualmente amplios y diversos y la estimulación intelectual, siendo dos de las cosas que Marx vio como cruciales para el pleno desarrollo de los seres humanos.

Para los trabajadores en las ciudades, esta libertad significaba una "libertad" de lo que anteriormente se habían considerado necesidades humanas básicas. Como Marx dijo, en ciudades tan grandes:

"Incluso la necesidad del aire libre deja de ser en el obrero una necesidad. El hombre retorna a la cueva, envenenada ahora por la mefítica pestilencia de la civilización y que habita sólo en precario, como un poder ajeno que puede escapársele cualquier día, del que puede ser arrojado cualquier día si no paga... La luz, el aire, etcétera, la más simple limpieza animal, deja de ser una necesidad para el hombre. La suciedad, esta contaminación y putrefacción del hombre, la cloaca de la civilización (esto hay que entenderlo literalmente) se convierte para él en un elemento vital. La dejadez totalmente antinatural, la naturaleza podrida, se convierten en su elemento vital". [19]

La concepción de Marx de las necesidades humanas -aquellas que son naturalmente producidas y aquellas que son socialmente producidas- es compleja y se discutirá con más detalle más abajo, pero basta decir que desde el inicio del capitalismo, en la ciudad o en el campo, en las granjas comerciales o en las fábricas mecanizadas, las necesidades de la gran mayoría de la población no se satisfacen de manera que les permitan alcanzar su potencial máximo como seres humanos.

La división entre el campo y la ciudad, otro aspecto de la fractura metabólica, es un problema importante tanto para Marx como para Engels. En organizaciones sociales anteriores, los nutrientes tomados del suelo eran remplazados directamente por estiércol animal o desechos humanos. Esto mantuvo el suelo fértil y dio a los desechos un buen lugar de destino. La separación de la ciudad y el campo interrumpió esta fase del metabolismo de los humanos y la naturaleza. En lugar de devolverlo al suelo como nutriente, el desecho generado en las ciudades se dejó para contaminar las áreas de vida de las población de la clase trabajadora (mientras que la clase dominante ocupó cuidadosamente parques cuidados en un cierto alejamiento) o los arrojó en algún otro elemento de la naturaleza. Como dijo Marx:

"Productos de desechos humano naturales... son los desechos del consumo. Estos últimos son de gran importancia para la agricultura. Pero hay un desperdicio colosal en la economía capitalista en proporción a su uso real. En Londres, por ejemplo, no pueden hacer nada mejor con el excremento producido por cuatro millones y medio de personas que contaminan el Támesis, con él a un costo monstruoso". [20]

Esta contaminación del río Támesis puede ser vista como un ejemplo de lo que es eufemísticamente llamado la "externalización de los costos". El desecho que es un subproducto de la concurrencia de trabajadores en las ciudades para trabajar por el beneficio capitalista es eliminado de forma gratuita para el capitalista pero es muy costoso para la sociedad y la naturaleza, tanto en términos del costo real de recolectar y mover el desecho o construir un sistema de alcantarillado (como finalmente sucedió), y en términos de costos de oportunidad del agua contaminada, la vida animal y vegetal asesinada y la humillación humana.

Mientras tanto, el proceso monstruosamente costoso que contaminó al Támesis fue también responsable del agotamiento del suelo. Marx condenó la prioridad de la fertilidad a corto plazo de la agricultura capitalista sobre la sostenibilidad a largo plazo:

"Todo progreso en la agricultura es un progreso en el arte, no de robar al trabajador, sino de robar al suelo; todo progreso en el aumento de la fertilidad del suelo durante un cierto tiempo es un progreso hacia el arruinamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad... La producción capitalista, por lo tanto, solo desarrolla la técnica y el grado de combinación del proceso social de producción socavando simultáneamente las fuentes originales de toda riqueza: el suelo y el trabajador". [21]

Este aspecto particular de la fractura metabólica, la separación de la ciudad y el campo y la interrupción de la reposición del suelo, generaría muchas consecuencias, consecuencias que Marx entendió debido a su fascinación por el trabajo del químico alemán Justus von Liebig. La investigación de Von Liebig confirmó lo que Marx sospechaba que estaba sucediendo con el agotamiento del suelo. En lo que algunos historiadores agrícolas llamaron la "segunda revolución agrícola" de mediado y finales de 1800, la nueva comprensión del crecimiento de las plantas permitió la introducción artificial de compuestos que anteriormente habían sido devueltos al suelo como parte del metabolismo de la naturaleza humana. Según Foster, también llevó a Marx a "un creciente reconocimiento del alcance de los nuevos métodos"...que solo sirvió para racionalizar un proceso de destrucción ecológica". [22]

El siguiente paso en este proceso de destrucción fue el descubrimiento del papel que los nitratos y fosfatos juegan en la restauración del suelo agotado, así como el descubrimiento del guano como una fuente abundante para ellos. Estos descubrimientos ayudaron a crear otra fractura, entre países imperialistas y colonizados, la expresión global de la división entre la ciudad y el campo. El Guano, o excremento de aves marinas, estaba disponible en cantidades enormes, acumulado durante siglos en algunas islas de la costa del Perú. Los capitalistas europeos pronto se dieron cuenta que podía usar el guano en lugar de desechos humanos disponibles gratuitamente para restaurar la fertilidad del suelo agotado y convertirlo en una industria rentable. Los trabajadores chinos, privados y desesperados por las Guerras del Opio, fueron transportados, esclavizados, y explotados hasta la muerte recolectando guano. Los recursos naturales de varios países sudamericanos fueron devastados y sus economías entraron en una relación desastrosa con los Estados europeos, millones de aves marinas fueron asesinadas, y se libraron guerras directas, todo al servicio de restaurar la productividad de las tierras agrícolas europeas a través de la industria de fertilizantes. [23]

Después de toda esta destrucción, el progreso científico adicional condujo a la producción artificial de nitratos, dejando fuera del negocio a los extractores del guano. También aumentó la posibilidad de otras consecuencias imprevistas. El advenimiento de los fertilizantes químicos producidos industrialmente generó escorrentía de nitrógeno y fósforo, conduciendo a la contaminación de las aguas subterráneas y lagos con nutrientes excesivos, creando crecimientos de algas y zonas hipóxicas muertas. [24]

Al igual que Marx, Engels era bastante consciente de las consecuencias imprevistas y destructivas para el medio ambiente de la "producción y el intercambio" en las que "primero deben tenerse en cuenta los resultados más inmediatos".

"No nos dejemos... llevar del entusiasmo ante nuestras victorias del hombre sobre la naturaleza. Para cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Cuando los italianos de los Alpes agotaron los bosques de pinos en las laderas del sur, tan cuidadosamente apreciados en las laderas del norte, no tenían ni idea de que al hacerlo estaban cortando las raíces de la industria láctea en su región; tenían aún menos sospechas de que estaban privando a sus manantiales de agua de la montaña la mayor parte del año y posibilitando que vertieran aún más torrentes furiosos en las llanuras durante las estaciones lluviosas.

...Así, en cada paso se nos recuerda que de ninguna manera gobernamos sobre la naturaleza como un conquistador sobre un pueblo extranjero, como alguien que está fuera de la naturaleza, pero que nosotros, con carne, sangre y cerebro, pertenecemos a la naturaleza y existimos en medio de ella, y que todo nuestro dominio de esto consiste en el hecho de que tenemos la ventaja sobre todas las otras criaturas de poder aprender sus leyes y aplicarlas correctamente". [25]

Por qué el capitalismo es inherentemente abusivo con la naturaleza? Valor y acumulación
Hasta ahora hemos visto que la naturaleza es crucial para la definición de trabajo de Marx, y que la interrupción de la relación humana con la naturaleza es una característica integral del capitalismo. Quiero referirme ahora a la cuestión de la teoría del valor y argumentar que, en lugar de descuidar la naturaleza como algunos ecólogos han afirmado, la teoría del valor de Marx nos ayuda a comprender por qué el capitalismo es inherentemente abusivo con la naturaleza. Como explica convincentemente Paul Burkett, [26] no es Marx, sino el capitalismo, lo que rebaja y excluye la contribución de la naturaleza a la producción. Marx escribió:

"Los valores de uso... las mercancías, son combinaciones de dos elementos: la materia y el trabajo. Si les quitamos el trabajo útil que se les dedica, siempre queda un substrato material, que la naturaleza proporciona sin la ayuda del hombre... Vemos, entonces, que el trabajo no es la única fuente de riqueza material de los valores de uso producido por el trabajo". [27]

Sin embargo, en su teoría del valor trabajo, Marx no está trazando la manera en que él cree que debería ser el mundo o lo que él piensa que es valioso en términos de necesidad humana. Él está describiendo el comportamiento económico como lo está bajo el capitalismo. No es Marx, sino el capitalismo, que equipara solo el tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario con el valor, es decir, el valor bajo el capitalismo está determinado por la explotación laboral (trabajo gastado por encima de su propio costo) porque la explotación laboral es la fuente del beneficio.

La discusión de Marx sobre las rentas es clave para entender esta actitud hacia la naturaleza, así como para entender lo que Marx quiere decir cuando escribe que los valores de uso son "obsequios gratuitos" de la naturaleza al capitalismo. Porque ninguna explotación laboral va a la producción de, digamos, un bosque natural, cuando el capitalista monopoliza ese bosque y cobra una renta por su uso, no incrementa el capital del sistema en su conjunto. Es decir, no se ha trabajado para producir el bosque, por lo que no se puede extraer ningún valor excedente de él. Tampoco ha tomado inversión en capital. Además, todas las condiciones que hacen posible el trabajo (tierra, aire, agua) son, al menos al principio, obsequios de la naturaleza. Esta es quizás la razón por la cual también son los objetivos de la "externalización" de los costos del capitalismo. [28]

El hecho de que el valor bajo el capitalismo esté inextricablemente ligado a la explotación es un obstáculo para que el capitalismo tenga una relación no expansiva con la naturaleza. Otro es el impulso competitivo de la acumulación. Bajo el feudalismo, había un límite práctico para la explotación: "Una vez que las necesidades del señor se habían satisfecho, su consumo conspicuo pagado, no había una necesidad real de una mayor explotación". [29] Pero el capitalismo es diferente. Así como su dinámica es independiente de las necesidades de los trabajadores, también son independientes de las necesidades de los capitalistas. El capitalismo tiene sus propias necesidades. Debido a que la producción está organizada sobre la base de la competencia, la inversión de capital por parte de una empresa debe ser igualada por empresas competidoras que fabrican el mismo producto o se arriesgan a la bancarrota.

Este sistema de inversión competitiva, el impulso constante de acumular riqueza o valor, es fundamental para el capitalismo. Según Martin Empson, "la centralidad de la acumulación de riqueza de esta manera es de mayor importancia para comprender la relación ecológica entre la sociedad capitalista y el mundo natural. Es por esta dinámica que el capitalismo se relaciona con la naturaleza de manera completamente diferente a las sociedades humanas anteriores." [30]

Regresemos por un minuto a la discusión sobre fertilizantes. Antes del capitalismo, los agricultores mantenían la fertilidad de la tierra a través de fertilizantes naturales (desechos humanos y animales), rotación de cultivos y policultivo (plantando diferentes cultivos en el mismo campo), dejando los campos en barbecho, corte y quema, y "corte y carbonizar". [31] Pero bajo el capitalismo esto cambió. No solo existe el conocimiento científico para usar algo más que desechos humanos o estiércol animal para fertilizar campos, sino que se puede fabricar una industria, dos industrias, de hecho: la industria de eliminación de desechos y de fertilizantes químicos, y una proporciona, al menos inicialmente, la posibilidad de expansión internacional. Ambas industrias permiten mucho espacio para explotar la mano de obra, mucho más que dejar vagar a las vacas en los campos durante unos días o dejar que un fuego bien planeado y controlado redistribuya algo de carbono. Y dado que la fuerza motivadora del capitalismo es el impulso de la acumulación, las decisiones sobre cómo se deben fertilizar los campos y sobre cómo se deben eliminar los desechos se consideran teniendo en cuenta las ganancias, no la conservación o la sostenibilidad.

La competencia capitalista también conduce a la "tendencia del capital a acelerar el rendimiento más allá de sus límites naturales", que "no es solo una fuente de escasez de materiales y crisis de acumulación; también es un elemento integral en el proceso de degradación ecológica producido por la división capitalista de la ciudad y el campo". [32] Este impulso para un rendimiento acelerado tiene muchos aspectos: el aumento de la productividad de la mano de obra acelera el consumo de materias primas, la inversión de más capital en maquinaria requiere un mayor uso de combustibles para hacer funcionar las máquinas, y "la competencia obliga a reemplazar los viejos instrumentos de trabajo por nuevos antes del vencimiento de su vida natural". [33] Y el hecho de que toda esta inversión continúe sin prestar atención a las necesidades humanas significa que siempre existe la posibilidad de que las mercancías producidas no sean consumidas.

El resultado es que la acumulación competitiva capitalista es un motor para la expansión sin fin y necesariamente entra en conflicto con la naturaleza, que tiene límites. También conduce al cortoplacismo mencionado anteriormente, es decir, la toma de decisiones sobre cómo asignar recursos e interactuar con la naturaleza basada en la capacidad para asegurar beneficios en lugar de salvaguardar las vidas humanas, el medio ambiente o la coevolución de ambos. No es el caso de que los capitalistas no puedan planificar el futuro. No son incapaces de establecer ganancias futuras. Pero planificar para proteger el medioambiente o las personas que deben vivir en él no es una prioridad en su agenda. Esto lo expresa bastante claro Engels:

"Siempre que el fabricante o el comerciante individual venda un producto manufacturado o comprado con el beneficio codiciado habitual, está satisfecho y no se preocupa por lo que luego haga del producto y sus compradores. Lo mismo se aplica a los efectos de la naturaleza de las mismas acciones. Lo que importaba a los plantadores españoles en Cuba, que quemaban los bosques en las laderas de montañas y obtenían de las cenizas suficiente fertilizante para una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡qué les importaba que la fuerte lluvia tropical arrastrara después el estrato superior desprotegido del suelo, dejando atrás solo la roca desnuda! En relación con la naturaleza, en cuanto a la sociedad, el presente modo de producción está predominantemente ocupado solo del resultado inmediato, el más palpable; y luego manifiesta su sorpresa de que sus efectos remotos de las acciones dirigidas a este fin resultan ser bastantes diferentes". [34]

La acusación de prometeico
Aquellos que acusan a Marx de prometeico o "productivista" insisten en que Marx estaba tan enamorado de la capacidad del capitalismo de aumentar las fuerzas productivas a través de la tecnología y neutralizar la amenaza de escasez que pensaba (1) que el socialismo y el comunismo dejarían intacto el sistema capitalista de producción, y (2) que el socialismo y el comunismo no tendrían la necesidad de considerar el problema de los recursos limitados. Una declaración típica de este cargo proviene de John P. Clark:

"El "hombre" prometeico y edípico es un ser que no se siente a gusto en la naturaleza, que no ve a la tierra como el "hogar" de la ecología. Más bien, es un espíritu indomable que debe subyugar a la naturaleza en su búsqueda por la autorrealización... Para tal ser, las fuerzas de la naturaleza, si en la forma de su propia naturaleza interna no dominada o de los poderes amenazantes de la naturaleza externa, deben ser sometidas". [35]

Clark argumenta en una nota al pie que "es poco conveniente y no dialéctico interpretar este pasaje como una mera crítica negativa al capitalismo. El punto de Marx es que a pesar de los abusos del capitalismo hay una verdadero Aufhebung [36] presente en el cual el desencanto y la objetivación serán preservadas y desarrolladas en formaciones sociales superiores, en lugar de ser anuladas". [37] Si bien es ciertamente razonable sugerir que Marx valoró la ciencia sobre los "velos místicos" de la mitología, considerar este pasaje como un modelo para "formaciones sociales superiores" parece completamente injustificado, especialmente cuando uno considera que Clark omite tanto la oración que precede el pasaje: "El capital crea la sociedad burguesa, y la apropiación universal de la naturaleza", y los que siguen:

"De acuerdo con esta tendencia, el capital va más allá de las barreras nacionales... Es destructivo para todo esto y lo revoluciona constantemente, derribando todas las barreras que obstaculizan el desarrollo de las fuerzas de producción, la expansión de las necesidades, el desarrollo de la producción por todos lados, y la explotación e intercambio de las fuerzas naturales y mentales". [38]

Tomando en cuenta el pasaje anterior, que Clark consideró dejar omitir, así como los muchos otros pasajes que demuestran la preocupación de Marx por el agotamiento del suelo, la contaminación del agua y otras formas de destrucción ambiental que han sido citadas durante todo el artículo, no es solo "poco convincente y no dialéctico", sino también falso para tratar de reducir la actitud de Marx hacia la naturaleza a su descripción de su tratamiento bajo el capitalismo. Incluso si nos mantenemos dentro de los límites de la selección de Clark, es difícil observar algo celebratorio en el argumento de Marx de que "el descubrimiento teórico de la leyes autónomas [de la naturaleza] aparece simplemente como un ardid para subyugarlo bajo las necesidades humanas". Para mí, esto sugiere, por el contrario, un objetivo mucho más progresivo: el descubrimiento de las "leyes autónomas" de la naturaleza, que ya no son una artimaña, están más orientadas a la liberación que a la subyugación. Es decir, cómo sería la ciencia si no fuera manipulada en interés del capital.

La interpretación de Clark parece provenir de su composición de las ideas de Marx con distorsiones del marxismo que acompañaron el ascenso de Stalin y la derrota de la Revolución Rusa, una elisión que se evidencia en el siguiente pasaje:

"La mayoría de los marxistas [no] abordan la cuestión de la ideología productivista. Cualquier régimen político que se legitime a sí mismo sobre la base de satisfacer las "necesidades humanas" mediante el "desarrollo de fuerzas productivas" tiene un enorme incentivo para expandir y manipular las necesidades materiales de consumo como un medio de control social. [39] No hay razón para pensar que un sistema de socialismo estatal centralizado (o capitalismo de Estado, que es, de hecho, lo que defiende el marxismo ortodoxo) cumpliría necesidades "reales", en lugar de crear necesidades artificiales, [40] o que resuelva la contradicción entre el sistema industrial y tecnológico y "el sistema de la naturaleza". [41]

Si Marx estuviera vivo hoy, la concepción de Clark de un "marxismo ortodoxo" que "aboga" por el "capitalismo de Estado" probablemente le haría repetir su famosa declaración: "Lo cierto es que yo mismo no soy marxista". [42] Lejos del capitalismo de Estado, Marx abogó por una sociedad en la que los "productores asociados" -la mayoría de la sociedad- voluntaria y democráticamente decidan la dirección de la economía en interés de la necesidad humana en lugar de la ganancia, y apátrida como objetivo final. La concepción antimarxista de Stalin del "socialismo en un solo país", la industrialización rápida consiguiente de la Unión Soviética y la destrucción ambiental lograda a través de décadas de competencia capitalista estatal con los Estados Unidos [43] no tienen nada que ver con la visión de Marx del futuro progresivo de la humanidad. Como Chris Williams ha argumentado, en todas las llamadas sociedades socialistas del mundo:

"Los intereses de la élite gobernante soviética se asociaron con los intereses de un Estado en competencia económica y militar con Occidente... En otras palabras, los mismos factores que impulsan la producción capitalista -la necesidad de competir y expulsar a la competencia- imperaron dentro de estos regímenes. Fluyendo directamente de esta surgió la necesidad de que cada uno de estos Estados de partido único aumentara constantemente la productividad y prescindiera de cualquier preocupación ambiental, democrática o laboral en el impulso maníaco hacia la paridad económica y tecnológica con las potencias occidentales. Fue la severa falta de poder de la clase trabajadora en los países "socialistas", no su libertad ilimitada, lo que creó las condiciones para el vandalismo ecológico extremo que se vio allí. Como comentó Stalin, lo que le llevó al Oeste cien años lograr, la Unión Soviética lo haría en diez". [44]

La crítica de Clark a Marx ilustra por qué es importante leer a Marx por usted mismo. Una razón para esto es la naturaleza específica de la perspectiva de Marx, no solo o principalmente su perspectiva como ser humano único, sino también, y más especialmente, la época en la que estaba escribiendo: una tormenta perfecta de fermento intelectual, la frescura relativa de la transición del feudalismo al capitalismo, y la incidencia de repetidos levantamientos revolucionarios. Tales críticas apuntan a la necesidad de interrogar cercanamente las perspectivas de aquellos que intentan interpretar a Marx. [45] Todos podemos citar selectivamente a Marx hasta el hartazgo, con Clark, Andrew McLaughlin, Wade Sikorski y otros insistiendo en que el peso de la escritura de Marx tiende a una devaluación de la naturaleza, mientras Foster, Burkett, Williams y otros, incluyéndome a mí, insisten en que esto es completamente incorrecto.

La conclusión es que Marx ofrece una explicación y una solución a la crisis ecológica: el capitalismo prefigura la fatalidad ecológica y debe ser abolido. La crítica de Clark falla en asumir la premisa central de Marx y no ofrece ninguna solución alternativa, lo que trae a la mente la "Tesis 11" de las Tesis de Marx sobre Feuerbach, "Los filósofos solo han interpretado el mundo de varias maneras; el punto es cambiarlo ", [46] y sugiere una revisión: "Algunos ecologistas solo han interpretado a Marx de varias maneras; el punto es cambiar el mundo."¿Estamos mirando los escritos de Marx desde una posición ventajosa para identificar aquellas ideas que con más probabilidad nos llevarán a un plan para un cambio progresivo en el mundo, en este caso, la cordura ambiental? ¿O intentamos establecer un dogma, una interpretación "verdadera" que prevalece sobre todos los demás? y, de ser así, ¿con qué propósito? ¿Es en defensa de la naturaleza o del capitalismo?

La discusión sobre el valor capitalista y la acumulación competitiva en la sección anterior podría llevarnos a esperar a que la visión de Marx de la humanidad socialista no tenga nada que ver con someter a los humanos o la naturaleza. Cuando Marx escribió que el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas hizo posible el socialismo, no escribió que hicieron el socialismo. Dijo, de hecho, que todo el sistema -no solo el sistema de distribución, sino también el sistema de producción- tendría que ser revolucionado una vez que los productores asociados lo tomaran en sus manos.

Según Marx, no es solo el desarrollo de la tecnología sino también la socialización de la producción lograda por el capitalismo lo que prepara el escenario para el socialismo, eliminando "restricciones de clase previas al desarrollo humano". [47] Es decir, antes del capitalismo, los medios de producción solo podían proporcionar suficientes medios de subsistencia para permitir que una minoría se desarrollara intelectualmente, y la mayor parte de la población se ocuparía de producir sus necesidades básicas. Por lo tanto, el capitalismo fue progresivo-momentáneamente-en el sentido de que permitió a la humanidad estar libre de necesidad: el "desarrollo de las fuerzas productivas"... es una premisa práctica absolutamente necesaria [del comunismo], porque sin esta privación, la necesidad se hace simplemente general, y con la necesidad, la lucha por las necesidades volvería a comenzar, y todos los viejos negocios sucios serían necesariamente restaurados". [48] Pero no es solo esta intensificación de los medios de producción lo que es importante. Lo que también es crucial sobre la socialización del trabajo es que transformó el trabajo de un proceso individualizado en un proceso colectivo. Este proceso colectivo de producción ha entrado progresivamente en conflicto con la extracción privada de ganancias. Y es la contradicción inherente a la capacidad del capitalismo de producir para satisfacer las necesidades humanas y su fracaso simultáneo a causa de las demandas de acumulación competitiva que impiden que el capitalismo sea un sistema progresivo prácticamente desde el momento en que nace, razón por la cual no solo debe ser derrocado políticamente sino reorganizado económicamente.

La idea de Marx sobre lo que constituye el pleno desarrollo de la naturaleza humana es crucial para comprender cómo se sentiría el metabolismo humano con la naturaleza una vez que estuviera en manos de los productores asociados. También es importante entender lo que Marx entiende por necesidades humanas; él no solo tenía una crítica de la producción capitalista sino también del consumo capitalista. No creía que, después de la revolución, la gente estaría deseosa de participar en una bacanal de consumismo desenfrenado, es decir, una ampliación general de la génesis de las necesidades y los medios de producción para cumplirlas hasta que la naturaleza sea destruida. Todo lo contrario. Marx creía que una de las necesidades humanas que el capitalismo no satisfacía era la necesidad de una relación directa y apreciativa con la naturaleza y mucho más tiempo libre para desarrollarla.

La liberación humana como la realización de nosotros mismos como seres humanos
Una de las cosas que Marx no suele acusar de decir es que todos deberíamos volver a la naturaleza. Sin embargo, quiero argumentar que esto es, de hecho, exactamente lo que Marx tenía en mente, pero no en la forma en que generalmente se concibe un retorno a la naturaleza; es decir, no creo que podamos extraer de Marx que la solución a nuestra alienación es evitar la tecnología, ceder los inodoros y comer alimentos crudos. Marx y Engels sí hablaron acerca de eliminar la división entre la ciudad y el campo al distribuir a las personas de manera más pareja sobre la tierra. Pero, más básicamente, un "retorno" posrevolucionario a la naturaleza consistiría en la participación colectiva, democrática e informada de los trabajadores en la planificación racional de nuestro trabajo y de nuestra relación con la naturaleza. Significaría reorganizar democráticamente la producción para satisfacer las necesidades humanas y reclamar nuestro lugar en la naturaleza, con la naturaleza como la "propiedad" colectiva de las personas en lugar de la propiedad privada de una pequeña minoría. Marx tenía claro esto y el hecho de que su concepción de la "propiedad colectiva" no tenía nada que ver con la forma en que actualmente se conciben la propiedad y la posesión:

"Desde el punto de vista de una formación socioeconómica más alta, la propiedad privada de individuos particulares en la tierra parecerá tan absurda como la propiedad privada de un hombre en otros hombres. Incluso una sociedad entera, una nación, o todas las sociedades simultáneamente existentes tomadas en conjunto, no son los dueños de la tierra. Son sus simples poseedores, sus beneficiarios, y deben legarlo en un estado mejorado a las generaciones futuras". [49]

Como gran parte de su pensamiento, la concepción de Marx de las necesidades humanas a menudo se distorsiona, ya sea por la ideología burguesa sobre la naturaleza humana o las realidades de las llamadas sociedades socialistas que han existido hasta la fecha. Pero si realmente lees el cuerpo de la obra de Marx, encontrarás que su visión del comunismo no tiene nada que ver con una orgía de consumismo, como algunos imaginan basado en el capitalismo, o una monótona uniformidad de privación basada en los llamados Estados socialistas existentes. Los requisitos de Marx para el pleno desarrollo de la naturaleza humana son bastante altos, abarca no solo la libertad de la necesidad física, el acceso a la salud física y la capacidad de coevolucionar directamente con la naturaleza, sino también el mayor desarrollo de las facultades sensoriales, intelectuales y creativas, es decir, el desarrollo más completo de nuestra naturaleza humana. Como escribe en el Manifiesto Comunista, bajo el comunismo, "en lugar de la vieja sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de clase, tendremos una asociación, en la cual el libre desarrollo de cada uno es la condición para el libre desarrollo de todos." [50]

Es decir, como seres humanos, es cierto, experimentamos necesidades que requieren o constituyen nuestra relación metabólica con la naturaleza. Sin embargo, y Marx lo tiene claro en la primera página del primer capítulo del primer volumen de El Capital, con el tiempo estas necesidades son socialmente transformadas a medida que el desarrollo de las fuerzas productivas nos permite desarrollarnos más plenamente como seres humanos. Por ejemplo, tenemos hambre, queremos comer, y la naturaleza nos proporciona ciertas cosas, como los arándanos que los niños campesinos alemanes solían recolectar antes de que se privatizaran los bosques. Pero como seres humanos también somos capaces, al comer esos arándanos, de decirnos a nosotros mismos: ya sabes, estos arándanos podrían usarse un poco en algo. Creo que hervidos en una olla con un poco de agua y azúcar, espolvoreados con harina y mantequilla desmoronada, horneados durante 25 minutos a 350 grados, y cubiertos con salsa de vainilla, podrían ser realmente excelentes.

Del mismo modo que es parte de la naturaleza humana comer, es parte de la naturaleza humana concebir imaginativamente cómo mejorar las cosas y luego poder apreciarlas plenamente cuando lo hacemos. Esto no solo es cierto para la comida, sino también para la música, las artes visuales, la poesía, la historia, la ciencia y la naturaleza. Tenemos la capacidad de comprender, apreciar y transformar la naturaleza de una manera en que otros animales, no se preguntan ¿por qué su perro come felizmente su propio vómito? Sus papilas gustativas son diferentes a las suyas. Y es nuestro deber para nosotros mismos y para nuestro cuerpo inorgánico, la naturaleza, desarrollar nuestras capacidades humanas al máximo. "Por lo tanto, no solo en el pensamiento sino a través de todos los sentidos, el hombre se afirma en el mundo objetivo. . . El cultivo de los cinco sentidos es el trabajo de toda la historia previa. "La emancipación de la alienación de la propiedad privada es para Marx también 'la emancipación completa de las cualidades humanas y los sentidos'". [51]

Para lograr esto, Marx pensó que lo más necesario no era un aumento en la producción sino un aumento en el tiempo libre. De hecho, Marx llegó a creer que bajo el comunismo, el valor no debería ser determinado por el llamado trabajo socialmente necesario, sino más bien por el ocio. Piense en el impacto del aumento del tiempo de ocio en nuestros cuerpos orgánicos, cuánto mejor podríamos desarrollarnos si tuviéramos más. Piense en el impacto del aumento del tiempo de ocio en nuestro cuerpo inorgánico, en la naturaleza. Si no estamos produciendo, no estamos explotando nuestra relación con la naturaleza. Inmediatamente, la presión comienza a aliviarse.

La comprensión de Marx de la relación humana con la naturaleza y su concepción del pleno desarrollo de la naturaleza humana va más allá del trabajo y, para mí, son los aspectos positivos más emocionantes e inspiradores de su teoría, debido al poder que tienen para superar las numerosas grietas producidas. Como resultado o al menos simultáneamente con la fractura metabólica de la acumulación primitiva: la división entre los seres humanos y la naturaleza, entre la mente y el cuerpo, entre la ciencia natural y humana, y entre la historia natural y humana. [52]

Es decir, más que ver la naturaleza humana como opuesta y antagónica a la naturaleza más ampliamente concebida, Marx reconoció que desde el comienzo de nuestra historia, los seres humanos han coevolucionado y transformado la naturaleza, así como la naturaleza nos ha transformado. También es importante señalar que tanto antes como durante el capitalismo, las transformaciones que los humanos han realizado en la naturaleza no siempre han sido negativas, como dejan claro Charles Mann en 1491 y los numerosos contribuyentes a The Social Lives of Forests. [53] De hecho, descartar los efectos saludables y el aumento de biodiversidad por el fuego en la gestión forestal por parte de los Pueblos Indígenas de las Américas es una de las formas en que la sociedad capitalista continúa promoviendo el racismo y reprimiendo las culturas de los pueblos indígenas. A falta de la extinción de la raza humana, que lamentablemente no es imposible, habrá una transformación social en curso de la naturaleza y una transformación natural de la sociedad. La pregunta es, ¿qué tipo de relación será?

Aquellos que afirman que Marx estaba entusiasmado con los incrementos en la capacidad productiva que hicieron posible los avances tecnológicos bajo el capitalismo son correctos; él estaba. Pero Marx no era un defensor de la tecnología por el bien de la tecnología. Reconoció que la inversión en tecnología es un requisito de la competencia capitalista. Sin este requisito, estamos significativamente libres. Podemos elegir utilizar la tecnología cuando ayuda a nuestra coevolución armoniosa con la naturaleza y rechazarla cuando no lo hace. También podemos volver al Traditional Ecological Knowledge (TEK) que está en las manos y las mentes de las sociedades indígenas. Actualmente, TEK se ve principalmente como una amenaza para el capitalismo, como se hace evidente en el artículo de Chris Williams sobre el uso del agua en Kenia:

"El pastoreo en tierras áridas y semiáridas es el método ecológicamente más sostenible para sobrevivir en un ambiente de estrés hídrico. Esta es la razón por la cual muchas personas en el este de África son pastores y han tenido éxito durante tanto tiempo. A pesar de la retórica oficial, el pastoreo juega un papel muy pequeño en el pensamiento del gobierno de Kenia sobre el futuro de Kenia, más como algo para erradicar porque ciertas fuerzas poderosas lo consideran "atrasado". Ningún gobierno quiere que el 18% de su gente deambule de forma independiente manteniéndose. Su propio modo de vida ofrece un desafío subliminal a las normas capitalistas de uso de la tierra y a las normas de propiedad privada, en relativa autonomía del control del Estado central, a menudo con rangos de pastoreo a través de las fronteras de otros Estados". [54]

Marx, según Foster, también reconoció la importancia de TEK:
El problema más importante ante el que se vería la sociedad construida por los productores asociados, resaltó Marx una y otra vez en su obra, sería el de afrontar el problema de la relación metabólica entre los seres humanos y la naturaleza, en las condiciones industriales más avanzadas que imperarían en la víspera de la crisis revolucionaria final de la sociedad capitalista. En ese sentido, era claramente necesario aprender más acerca de la relación humana con la naturaleza y la subsistencia mediante el desarrollo de formas de propiedad, durante el gran lapso de tiempo antropológico. Marx se remonto en consecuencia, guiado por los preceptos materialistas de su análisis, hasta la consideración de los orígenes de la sociedad humana y de las relaciones humanas con la naturaleza, como medio para concebir el potencial que permitiría trascender de modo más completo la existencia alienada. [55]

Tenga en cuenta que en esta visión no hay un abandono de la tecnología sino un esfuerzo por utilizar la tecnología de una manera más acorde con una relación sana con la naturaleza a través de una comprensión de cómo esa relación fue mediada antes del capitalismo. Hay quienes desconocen los conocimientos tradicionales de todo tipo porque afirman que no son científicos. Estoy en desacuerdo. Creo que tales rechazos se basan en un exceso de privilegios de la historia escrita y la comprensión de la ciencia que están circunscriptas por las prioridades capitalistas. En cualquier caso, tampoco tenemos que deshacernos de Marx para estudiar y defender la preservación de ciertos enfoques indígenas o tradicionales de la naturaleza porque eso es precisamente lo que Marx estaba haciendo hacia el final de su vida.

Además de organizar la producción y construir así nuestra relación con la naturaleza sobre la base de la necesidad humana en lugar de la ganancia y la acumulación, en una sociedad socialista nuestras decisiones también deben ser, según Marx, verdaderamente democráticas. La toma democrática de decisiones de los productores asociados, la mayor disponibilidad de información científica y el desarrollo progresivo de las facultades intelectuales humanas permitidas a través del aumento del tiempo libre, todo lo cual Marx consideró como algunos de los atributos definitorios del socialismo, significaría más personas participando de una manera más informada en las decisiones sobre nuestra relación con la naturaleza.

Al acusar a Marx de prometeico y antropocéntrico, los críticos a menudo señalan afirmaciones hechas por Marx y Engels sobre el "sometimiento de las fuerzas de la naturaleza a la humanidad" y su respuesta positiva a la idea de "limpiar continentes enteros para cultivar" porque estaban más preocupados por prevenir la hambruna que preservar el área silvestre. [56]

¿Puede el capitalismo mejorar su relación con la naturaleza?
Quiero terminar volviendo al principio. Al comienzo de este artículo mencioné que el análisis de Marx del capitalismo podría ayudarnos a salvarnos de dos trampas en las que los pensadores ecológicos y el movimiento ambiental han caído en el pasado: una fe y un compromiso con el enverdecimiento del capitalismo y la proyección de una naturaleza purificada y abstracta que no tiene relación con los seres humanos y que es mejor así. Quiero señalar que estos dos puntos de vista no son incompatibles, ni son progresivos.

¿Se puede evitar de manera efectiva la degradación ambiental y se puede evitar de manera realista la destrucción de la biosfera a través de actividades humanas bajo el capitalismo? Como dice John Bellamy Foster, la evidencia empírica no es buena. A pesar de las terribles predicciones de la gran mayoría de los científicos del mundo de que el cambio climático producido por el hombre amenaza nuestra existencia en el planeta, el capitalismo no está cerca de tomar medidas que puedan marcar una diferencia significativa. Según algunos ambientalistas, esto se debe a que el mercado tiene todo bajo control. Como señala Foster:

"Los teóricos de la modernización ecológica, como Arthur Mol, no ven la degradación ambiental como una característica inherente del desarrollo capitalista. Siguen siendo celosos socio-tecno-optimistas, creyendo que las fuerzas de la modernización conducirán a la desmaterialización de la sociedad y al desacoplamiento de la economía del consumo de energía y material, permitiendo a la sociedad humana, bajo el capitalismo, trascender la crisis ambiental. Algunos defensores de este puesto, como Charles Leadbeater, argumentan que a medida que la economía se desarrolla, está produciendo una sociedad ingrávida que está más basada en el conocimiento y menos dependiente de los recursos naturales.

Son Leadbeater y Mol quienes deberían ser criticados por su productivismo, no Marx, especialmente dado que la sociedad ingrávida y desmaterializada que "describen" es un mito completo. Como señala Sara Volle en su revisión de Frank Webster’s Theories of the Information Society:

"De hecho, sigue siendo imposible vivir en el aire. Y sin embargo, eso es precisamente lo que una sociedad de la "información" o "postindustrial" (PIS) finge hacer. La realidad, por supuesto, es mucho menos ordenada: un mundo incómodo ocupado por mano de obra explotada, ríos contaminados, permutas de riesgo crediticio, derretimiento de casquetes polares, etc., esas catástrofes familiarizadas a menudo desinfectadas del "más para menos" ethos de una sociedad" post-industrial". [57]

Comparado con esto, la perspectiva de Marx de una sociedad de productores asociados con una gran cantidad de tiempo libre y una relación sana con la naturaleza y la tecnología, desarrollando plenamente nuestras habilidades para tocar, degustar, oler, ver, sentir, escuchar, pensar, amar y soñar, parece infinitamente más atractiva y sobre todo, posible. Esta visión, junto a la comprensión de por qué la degradación ambiental es generada en el capitalismo, de las ideas de Marx puede contribuir al movimiento contra la destrucción ecológica.

Notas:
[1] Graham Ruddick, “Donald Trump Says U.S. Could Re-Enter Paris Climate Deal,” Guardian (US), January 29, 2018, https://www.theguardian.com/us-news/2018/jan/28/donald-trump-says-us-could-re-enter-paris-climate-deal-itv-interview

[2] Eoghan Macguire, “Paris Agreement Two Years On: Who is Taking the Lead on Climate Change?” CNN, December 19, 2017, https://www.cnn.com/2017/12/12/world/climate-change-paris-agreement-two-years/index.html

[3] Tamsin Green, “World Weatherwatch: From Drifts in Paris to Drought in Cape Town,” Guardian, February 14, 2018, https://www.theguardian.com/world/natural-disasters

[4] Para una crítica de este enfoque, ver Ian Angus and Simon Butler, Too Many People: Population, Immigration, and the Environmental Crisis (Chicago: Haymarket Books, 2011).

[5] John Bellamy Foster, Brett Clark, and Richard York, The Ecological Rift: Capitalism’s War on the Earth (New York: Monthly Review Press, 2010), 19-20. See also Chris Williams, Ecology and Socialism (Chicago: Haymarket Books, 2010), 117–124.

[6] John Bellamy Foster, Marx’s Ecology: Materialism and Nature (New York: Monthly Review Press, 2000), 9–10, and Paul Burkett, Marx and Nature: A Red and Green Perspective (Chicago: Haymarket Books, 2014), xxix.

[7] Ver las explicaciones de la fractura metabólica más adelante en este ensayo.

[8] Foster et al., Ecological Rift, 228.

[9] Marx y Engels siguen al antropólogo del siglo XIX Lewis Morgan al usar los términos salvajismo, barbarie y civilización como descriptores de diferentes momentos del desarrollo de la relación humana con la naturaleza. También mencionan la "idiotez de la vida rural" y se refieren a la humanidad como "hombre". No utilizo estos términos como parte de mi propia narrativa, pero ya que aparecerán en citas, quiero señalar que aunque los reconozco como problemáticos tal como se entienden hoy, estos términos no significaron para Marx y Engels lo que significan para nosotros. En algunos casos, son el producto de una traducción inexacta: "aislamiento" captura mejor lo que comúnmente se traduce como "idiotez", y la palabra alemana que se traduce como "hombre" en la mayoría de las ediciones en inglés, mensch, es en realidad de género neutral.

[10] Karl Marx, Economic and Philosophical Manuscripts of 1844, in Marx and Engels Collected Works (hereafter MECW), vol. 3 (New York: International Publishers, 1975), 276.

[11] Karl Marx, Capital, vol. 1 (New York: Vintage Books, 1977), 283.

[12] Foster, Marx’s Ecology, 72.

[13] Foster, 66–67.

[14] Martin Empson, Land and Labour: Marxism, Ecology, and Human History (London: Bookmarks, 2014) 104.

[15] Empson, Land and Labour, 108.

[16] Empson, 105.

[17] Al principio esto significó adoptar formas alternativas de subsistencia: Marx relata que a principios del siglo diecinueve, la duquesa de Sutherland reemplazó por la fuerza a toda la población del condado de Sutherland en Escocia con 131,000 ovejas. "Entre 1814 y 1820 estos 15,000 habitantes. . . fueron sistemáticamente cazados y erradicados. Todos sus pueblos fueron destruidos y quemados, todos sus campos convertidos en pastos. . . . De esta manera, esta bella dama se apropió de 794,000 acres de tierra que habían pertenecido al clan desde tiempos inmemoriales. "Al final de este proceso," el remanente de los habitantes originales, que habían sido arrojados a la orilla del mar, intentaron vivir pescando peces". Véase Marx, Capital, vol. 1, 891-92.

[18] Véase Marx, Capital, 874.

[19] Marx, Economic and Philosophical Manuscripts of 1844, 308.

[20] Karl Marx, Capital, vol. 3 (London: Penguin, 1991), 195.

[21] Marx, Capital, vol. 1, 638.

[22] Foster, Marx’s Ecology, 149, 249.

[23] Empson, Land and Labour, 150–151; Foster et al., Ecological Rift, 352–371.

[24] Foster, Marx’s Ecology, 253.

[25] Frederick Engels, “The Part Played by Labor in the Transition from Ape to Man,” in MECW, vol. 25 (New York: International Publishers, 1987), 460–61, 463. Dado el cargo de que el interés de Marx y Engels en la ecología fue relegado a sus primeras colaboraciones, téngase en cuenta que este pasaje fue escrito en 1876.

[26] Burkett, Marx and Nature, 79–80.

[27] Marx, Capital, vol. 1, in MECW vol. 35 (New York: International Publishers, 1996), 53.

[28] Burkett, 74–75.

[29] Empson, 209.

[30] Empson, 210.

[31] Charles C. Mann, 1491: New Revelations of the Americas Before Columbus, 2nd ed. (New York: Vintage Books, 2011), 356.

[32] Burkett, 108.

[33] Karl Marx, Capital, vol. 2 in MECW, vol. 36 (New York: International Publishers, 1997), 173.

[34] Engels, “The Part Played By Labor in the Transition from Ape to Man,” 463.

[35] John P. Clark, “Marx’s Inorganic Body.” Environmental Ethics 11 (Fall 1989): 243-258, http://www.academia.edu/ 2903908/_Marxs_Inorganic_Body_. a acusación de que Marx es "edípico" así como prometeico parece un adorno retórico que salió mal, confuso como lo hace la acción de la tragedia de Esquilo (Edipo mató a su padre, no a su madre) para explicar el supuesto odio de Marx a la naturaleza como un asunto maternal. Clark también cita la primera poesía de Marx, que parece un tiro barato.

[36] Oxford English Dictiona ry definition of Aufehebung. En la filosofía hegeliana: el proceso mediante el cual el conflicto entre dos cosas o ideas opuestas o contrastantes se resuelve con el surgimiento de una nueva idea, que las preserva y las trasciende". https://en.oxforddictionaries.com/definition/aufhebung

[37] Clark, “Marx’s Inorganic Body,” nota al pie 48.

[38] Karl Marx, Grundrisse (New York: Penguin Books, 1993), 409–410.

[39] Clark parece estar describiendo aquí lo que hace el capitalismo en beneficio del beneficio, en lugar de lo que el socialismo podría hacer al servicio de la necesidad humana. Ver Chris Williams’s Ecology and Socialism, 124-127.

[40] Nuevamente, Clark parecer estar describiendo el capitalismo de mercado.

[41] Clark, “Marx’s Inorganic Body.”

[42] La observación, citada por Engels en una carta a Eduard Bernstein, se puede encontrar en MECW, vol. 35, 388.

[43] Ankit Panda, “How the Soviet Union Created Central Asia’s Worst Environmental Disaster,” The Diplomat, October 3, 2014, https://thediplomat.com/2014/10/how-the-soviet-union-created-central-asias-worst-environmental-disaster/ rmine Sahakyan, “The Grim Pollution Picture in the Former Soviet Union,” Huffington Post/World Post,

[44] Chris Williams, “Marxism and the Environment,” International Socialist Review 72 (July 2010), https://isreview.org/issue/72/marxism-and-environment

[45] Foster et al., The Ecological Rift, 215.

[46] Karl Marx, Theses on Feuerbach, Thesis 11, in MECW, vol. 5 (New York: International Publishers, 1976), 5.

[47] Burkett, 199.

[48] Marx and Engels, The German Ideology, in MECW, vol. 5, 49.

[49] Karl Marx, Capital, vol. 3 (London: Penguin Books, 1991), 911.

[50] The Communist Manifesto, 71.

[51] Marx citado y comentado en Foster et al., The Ecological Rift, 231.

[52] Foster, Marx’s Ecology, 210, 229.

[53] Susanna B. Hecht, Kathleen D. Morrison, and Christine Padoch, The Social Lives of Forests: Past, Present, and Future of Woodland Resurgence (Chicago: University of Chicago Press, 2013).

[54] Chris Williams, “Damming the Future: The Struggle to Protect Kenya’s Ewaso Ngiro River,” Truthout, June 17, 2015, https://truthout.org/articles/damming-the-future-the-struggle-to-protect-kenya-s-ewaso-ngiro-river/

[55] Foster, Marx’s Ecology, 221; énfasis añadido.

[56] The Communist Manifesto, 46

[57] Sara Volle, “The Heaviness of a Weightless Society,” The Politics of Information, September 25, 2012. https://thepoliticsofinformation.wordpress.com/2012/09/25/the-heaviness-of-a-weigh

Fuente: https://isreview.org/issue/109/marx-and-nature

miércoles, 24 de enero de 2018

Un nuevo mundo para Smiley. El agente de John le Carré vuelve al corazón de la Guerra Fría bajo el escrutinio de colegas de una nueva generación.

Vuelve Georges Smiley, el agente secreto británico creado por John le Carré y protagonista de sus más célebres novelas como El topo o El honorable colegial. Planeta lleva a las librerías hoy El legado de los espías. No teníamos noticias suyas desde El peregrino secreto, libro de relatos publicado en 1990, el año de la reunificación alemana, pocos meses después de la caída del Muro de Berlín y de que concluyese esa Guerra Fría en la que había destacado, con sus trajes mal ajustados y su aspecto de sapo, como uno de los principales guerreros. Le habían invitado a dar una conferencia en el centro de entrenamiento y formación de agentes que el servicio secreto posee en Sarratt, unos 50 kilómetros al norte de Londres, y para sorpresa de sus más íntimos, que jamás le habían escuchado hablar en público, acostumbrados a su carácter retraído y a su inseguridad en el trato social, Smiley no solo aceptó sino que, enfundado en un smoking que no había lucido en años, habló durante horas para advertir a aquellos jóvenes destinados “a recoger la antorcha”, entre los que destacaban, por primera vez en la historia de la agencia, tres mujeres, de la responsabilidad que implica el trabajo como agente: “El fin puede justificar los medios; de no darlo por supuesto, imagino que no estarían ustedes aquí. Pero hay que pagar un precio, y el precio resulta ser uno mismo. A su edad, es fácil vender el alma. Después ya es más difícil”.

Por entonces, el único cargo de Smiley era el de presidente en un oscuro Comité de los Derechos de Pesca, tapadera que ocultaba un equipo de trabajo extraoficial compuesto por agentes del Centro de Moscú y del Circus de Londres, y cuya finalidad era facilitar la cooperación entre ambos servicios en el mundo posterior a la Guerra Fría. Curiosamente, no habían sido los ingleses sino los rusos quienes habían insistido en que Smiley aceptara ese cargo, deseosos de conocer al hombre que les había derrotado, organizando la deserción de Karla, el mayor agente soviético de la Guerra Fría. Para ello, Smiley tuvo que sobrevivir a una triple traició de la que salió, contra todo pronóstico, fortalecido y dirigiendo el servicio secreto británico. Fue precisamente en la operación que destruyó a Karla donde Smiley comenzó a labrar los cimientos de su leyenda en el mundo del espionaje.

Se encontraba ya plenamente retirado, instalado en un cottage sin teléfono cerca de Hartland Quay, al norte de las escolleras de Cornualles, (uno de los lugares favoritos no solo de Smiley sino de John Le Carré), donde dar largas caminatas ante las embravecidas corrientes que agitan el canal de Bristol, dedicado a criar abejas, o a estudiar a poetas menores en la Uuniversidad de Exeter o quizás en el mismo Oxford, donde se formó y fue reclutado para la inteligencia británica a finales de los años 30, por su propio preceptor, Jebedee, en un despacho del colegio universitario donde se había especializado en lenguas modernas. Y sin embargo algo nos hacía intuir que Smiley no podía estar totalmente desactivado. A pesar de su melancolía de amante despechado, de su querencia por la soledad y de la aversión que le provoca el esnobismo de los altos mandarines de la Administración, para este retoño desarraigado y desclasado de una familia sin lustre del sur de Inglaterra no hay otro lugar en el mundo que ese cuarto de las escobas de Whitehall que es el servicio secreto. Inevitablemente Smiley debía regresar a su cauce.

Y así lo confirma ahora Viking House, la editorial de John Le Carré. En su próxima novela A legacy of spies, cuya publicación en España está prevista este mes, regresa Smiley en una nueva aventura donde tendrá que hacer frente a su pasado y al escrutinio al que le someterá “una nueva generación de agentes sin memoria de la Guerra Fría y sin paciencia para sus justificaciones”. ¿Y quiénes son estos agentes? Posiblemente los mismos que atendieron la última aparición pública de Smiley en la biblioteca de Sarratt, decorada con los retratos amarillentos de los agentes desaparecidos; los mismos a los que advirtió que no saldrían incólumes manipulando a sus semejantes y atropellando sus sentimientos; los mismos a los que recomendó reducir el tamaño del Estado construido para derrotar a un enemigo que ya no existía y que ahora amenazaba las libertades de sus ciudadanos.

UN HOMBRE BUENO

Cómo verá Smiley este mundo donde los comunistas chinos se han convertido en los campeones del libre comercio y los multimillonarios neoyorquinos, del proteccionismo; donde los sucesores de Jefferson o Lincoln permiten la violación sistemática de la intimidad de sus ciudadanos o apoyan abiertamente la tortura; donde los antiguos agentes del KGB se han despojado de la máscara de la ideología, han cambiado sus despachos de la Lubyanka o Yasenovo por los salones del Kremlin y luchan descarnadamente por el poder a tiro limpio en los páramos de Siria y las estepas de Ucrania o a golpe de comisión en los centros de inversión de la City. Al contemplar este panorama nos damos cuenta de cuánto hemos echado de menos a Smiley estos años, con su sentido básico de la decencia, su noble patriotismo, su lealtad sin fisuras, y su condición de hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. En este preciso momento, resulta más valioso y pertinente que nunca.

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https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515438284_361989.html

viernes, 5 de enero de 2018

Entrevista a Andreu Espasa sobre Estados Unidos en la Guerra Civil española (y II) “La jerarquía católica estadounidense se posicionó inmediatamente a favor de Franco”.

El Viejo Topo


Con numerosas publicaciones en The International History Review, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea, L’Avenç, mientras tanto y  www.rebelión.org, Andreu Espasa de la Fuente es doctor en Historia Comparada, Política y Social por la Universitat Autònoma de Barcelona y miembro en la actualidad del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Nos centramos en esta conversación en su última publicación (Los libros de la Catarata, Barcelona, 2017), con prólogo de Aurora Bosch e introducción de Josep Fontana

***

Nos habíamos quedado en este punto. Hablas en el apartado final del nacimiento de los appeasement en Europa y en Estados Unidos. ¿Qué es eso de los appeasement?
Al terminar la Primera Guerra Mundial, las grandes potencias victoriosas no son capaces de diseñar un orden de posguerra estable. El síntoma más claro es el fracaso de la organización de la Sociedad de Naciones, el precedente de las Naciones Unidas. La promesa de Wilson para hacer entrar a Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial consistía en definir a la contienda como la guerra "para acabar con todas las guerras". El nuevo organismo multilateral con sede en Ginebra, con su esquema de sanciones para las naciones agresores y de auxilio colectivo a las naciones agredidas, tenía que ser el instrumento para hacer realidad esta promesa. Y, sin embargo, a pesar de ser una propuesta vinculada al presidente Wilson, Estados Unidos nunca llegó a formar parte de la Sociedad de Naciones, lo que supuso un decisivo lastre para su corta historia.

En cualquier caso, la Sociedad de Naciones estuvo condenada al fracaso por el nacimiento de la doctrina del appeasement (apaciguamiento) en los años treinta. El appeasement fue la respuesta de las tres grandes potencias democráticas –Reino Unido, Francia y Estados Unidos- a las exigencias de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini de cambiar el statu quo en Europa. En vez de hacer respetar los principios del derecho internacional y de la Sociedad Naciones, estas potencias prefirieron seguir una política de concesiones con el objetivo de "apaciguar" a Berlín y Roma. En el caso español, se sacrificó un importante principio del derecho internacional: en caso de revuelta interna, los gobiernos constitucionales y con reconocimiento internacional tienen derecho a comprar armas a los otros gobiernos, un derecho que no puede ser otorgado a los rebeldes. París, Londres y Washington estaban obligados, por respeto al derecho internacional, a vender armas al Gobierno republicano español. Sin embargo, prefirieron mantener una actitud de aparente neutralidad entre el Gobierno y los militares alzados para no provocar un enfrentamiento con Hitler y Mussolini. Al constatar que Berlín y Roma estaban vendiendo armamento a Franco a pesar de formar parte del Comité de No Intervención, los gobiernos de las grandes democracias temieron que las potencias fascistas europeas prefirieran iniciar una nueva guerra mundial antes que dejarse humillar con una derrota del fascismo en España. Los aliados también descartaron la posibilidad de aliarse con la Unión Soviética en un gran pacto de seguridad colectiva para contener la amenaza fascista. En realidad, para estos gobiernos, el temor a un nuevo conflicto mundial estaba muy ligado a la convicción de que, independientemente de su resultado final, las guerras mundiales debilitaban el statu quo mundial y abrían la puerta a la extensión del comunismo. La decisión de permitir la muerte de la República española se entiende, pues, como la consecuencia lógica de las premisas de la doctrina del appeasement, tan popular entre las élites diplomáticas de la época. No hay que olvidar que, en los círculos de poder de Londres, París y Washington, el anticomunismo era mucho más fuerte que el antifascismo.

Un apartado de este capítulo lleva por título: "El embargo moral". ¿Y eso qué es exactamente? ¿Cuándo un embargo es moral? ¿Lo practicó la administración Roosevelt? ¿No hubo voces disidentes?
En este caso, hay que entender el carácter "moral" del embargo en oposición a un embargo legal. Es decir, cuando en agosto de 1936 Roosevelt anuncia que el Gobierno está en contra de la venta de armamento a España lo que está formulando es una mera recomendación a los fabricantes y traficantes de armas. El embargo es "moral" porque es voluntario. En caso de incumplirse no puede haber sanciones legales. En 1935 el Congreso había aprobado la llamada legislación de neutralidad, que incluía el establecimiento de embargos de armas contra las dos partes de un conflicto. La legislación reflejaba la creencia de que, veinte años antes, los banqueros y los traficantes de armas habían logrado engañar al pueblo estadounidense, haciéndole combatir en la Primera Guerra Mundial por motivos inconfesables. Cuando en el verano de 1936 estalla la guerra en España y Washington quiere aplicar un embargo de armas, tropieza con el problema de que la legislación de neutralidad vigente estaba pensada únicamente para guerras entre naciones, no para guerras civiles. Es por este motivo que Washington no podía prohibir la venta de armas a través de un embargo legal.
Oficialmente solo podía apelar al sentimiento patriótico de sus ciudadanos.

El embargo moral funcionó bien durante medio año por dos motivos. En primer lugar, durante los primeros meses de la guerra, muy pocos estadounidenses exigían que su gobierno permitiera la venta de armas a la España republicana (una de las excepciones más notables fue el semanario progresista The Nation). En segundo lugar, durante estos años ya funcionaba una forma embrionaria de lo que años más tarde el presidente Eisenhower bautizaría como "el complejo militar-industrial". Es decir, aunque las empresas de armamento eran de propiedad privada, su comportamiento estaba muy condicionado por su relación de dependencia con su principal cliente, el gobierno de Estados Unidos. En cualquier caso, a finales de diciembre de 1936 el embargo moral es desafiado por un oscuro traficante de armas de Nueva Jersey, al que se le tienen que conceder licencias de exportación de armas por un valor de casi de tres millones de dólares. Es entonces cuando la Casa Blanca y el Congreso se ponen rápidamente de acuerdo para legalizar el embargo, con una ley específicamente diseñada para el caso español. A partir de entonces, el embargo contra España es legal, no moral. Las polémicas sobre el embargo irán creciendo a medida que avance la guerra en España, especialmente en mayo de 1938 (cuando llega a aparecer una portada de The New York Times que asegura que el fin del embargo es inminente) y en enero de 1939, pocos meses antes del fin de la guerra. Y lo cierto es que, a partir del otoño de 1937, el presidente Roosevelt parecía convencido sobre la necesidad de ayudar a los republicanos españoles a ganar la guerra, sobre todo para evitar un efecto de contagio en América Latina. Con todo, no será sino hasta el 1 de abril de 1939, con el fin oficial de la guerra en España, cuando la Administración Roosevelt decrete el fin del embargo. El restablecimiento del comercio de armas coincidió con el reconocimiento diplomático de la España de Franco, lo que, naturalmente, provocó un gran escándalo en el seno de la izquierda norteamericana. Un congresista demócrata del Estado de Washington, John M. Coffee, denunció que las armas que se venderían a partir de entonces a España podrían servir para aniquilar a los disidentes antifranquistas.

¿Qué fue para la ciudadanía estadounidense la guerra española? ¿Un combate por la democracia, una lucha contra el golpe militar, un combate por defender un orden constitucional?
Desde el principio, tanto la República como los militares golpistas encontraron amigos en Estados Unidos que intentaron definir el conflicto en los términos más favorables para la causa que querían defender. La jerarquía católica estadounidense se posicionó inmediatamente a favor de Franco. Según sus portavoces, lo que estaba en juego en España era la lucha entre la civilización cristiana y el comunismo ateo. De hecho, en los primeros meses, las noticias sobre los asesinatos de religiosos en España causaron una honda indignación. Durante aquel periodo, se identificó al bando republicano como el mayor perpetrador de atrocidades y crímenes de guerra. La tarea de denigrar al bando republicano recibió la crucial ayuda de la cadena de periódicos del magnate William Randolph Hearst, el personaje que inspiró Ciudadano Kane, la mítica película de Orson Welles.

Por su parte, los amigos de la República española definían la guerra en España como un combate entre la democracia y el fascismo. En el primer comunicado que emitió el Partido Socialista de Estados Unidos se describía a los defensores del bando republicano como los partidarios de una "democracia real" en lucha contra los que pretendían restaurar un orden feudal. A pesar de los esfuerzos de los dos bandos, en 1936 muchos estadounidenses –entre ellos, el propio presidente Roosevelt– veían el conflicto español como una guerra entre comunistas y fascistas, es decir, una lucha entre extremistas ideológicos que poco tenía que ver con la democracia.

Sin embargo, a partir de la primavera de 1937, entre una buena parte de la sociedad estadounidense –sobre todo, entre el sector de la población que seguía la actualidad internacional y estaba razonablemente bien informado– la causa republicana fue ganando fuerza. Este cambio se debe a varios factores. Por un lado, la tendencia moderadora en el bando republicano, con la llegada de Juan Negrín a la jefatura del Gobierno, ayudó a mejorar la imagen de los republicanos españoles. El sentimiento de indignación por las atrocidades cometidas en España también cambió de bando. Si en el verano de 1936 habían abundado las noticias sobre la violencia anticlerical, en la primavera de 1937 la opinión pública norteamericana estaba conmocionada por los bombardeos aéreos contra la población civil perpetrados por las aviaciones nazi y fascista. Incluso el Ejército estadounidense se pronunció contra esta práctica y prometió no emplearla en el futuro. En este sentido, cabe destacar el impacto provocado por las noticias de la destrucción de Guernica en abril de 1937. La reacción de la opinión pública fue tan intensa que incluso motivó una pregunta incómoda por parte de los editores de la revista afroamericana The Crisis: ¿por qué los salvajes bombardeos de la aviación italiana contra poblaciones etíopes un año antes no habían logrado generar el mismo sentimiento de empatía hacia las víctimas?

Por otro lado, como se ha comentado antes, los indicios de penetración fascista en América Latina a partir del otoño de 1937 también contribuyeron al aumento de simpatías hacia el bando republicano entre influyentes círculos políticos y políticos.

¿En qué sectores, colectivos y fuerzas políticas tuvo mayor apoyo la II República española?
En un principio, los republicanos españoles contaron con el apoyo solidario de numerosos sindicatos locales y de los dos principales partidos de tradición obrerista, los socialistas y los comunistas. Estos últimos destacaron por su activismo y por su capacidad para enviar brigadistas a España, en la célebre Brigada Lincoln [en realidad, la Lincoln es un nombre genérico para referirse a los brigadistas norteamericanos, que, de hecho, estuvieron encuadrados entre el Batallón George Washington, el Batallón Abraham Lincoln y la Batería John Brown]. Por su parte, el máximo dirigente del Partido Socialista, Norman Thomas, hizo una gran labor de interlocución con la Casa Blanca, presentando de forma eficaz y persistente los argumentos a favor de un cambio de política hacia la España en guerra.
A diferencia de lo ocurrido en otros países, en Estados Unidos el apoyo institucional del movimiento obrero se vio limitado por la alta presencia de trabajadores de religión católica en el Committe of Industrial Organizations (CIO), la central sindical más militante de la época, en la que los comunistas llegaron a controlar un tercio de las federaciones de ramo.

A partir de 1937, la causa republicana llegó a cosechar importantes apoyos en lugares aparentemente insospechados. Miembros importantes del movimiento aislacionista de tendencia progresista, como el senador de Dakota del Norte, Gerald Nye, encabezaron los esfuerzos parlamentarios para poner fin al embargo de armas contra España. El líder intelectual de los aislacionistas, el historiador Charles Beard, consideraba que el embargo suponía una inaceptable ruptura con el derecho internacional. Buena parte de este apoyo tenía que ver con la convicción de que el auténtico peligro que podía involucrar a Estados Unidos en la siguiente guerra mundial era la alianza con los imperios británico y francés. Para el argumentario aislacionista, si Londres y París daban la espalda al Gobierno republicano español, la venta de armas a España no debía implicar grandes riesgos.

Con todo, el apoyo más interesante a la II República española vino de algunas personalidades destacadas del establishment de política exterior. Muchos eran liberales wilsonianos, miembros de importantes think-tanks como el Council on Foreign Relations o la Foreign Policy Association. También había políticos conservadores, entre los que destaca el caso de Henry L. Stimson, a quien hemos mencionado anteriormente. Stimson había sido secretario de Estado con el presidente Hoover (1929-1933) y, durante la Segunda Guerra Mundial, sería secretario de Guerra bajo el mandato de Roosevelt y Truman. Como secretario de Estado, había amenazado a Madrid de romper relaciones diplomáticas en caso de que el Gobierno de Azaña intentara modificar unilateralmente la concesión del monopolio de telefonía a la compañía estadounidense ITT. Y, sin embargo, en el último invierno de la guerra en España, Stimson defendió públicamente la necesidad de vender armas al Gobierno republicano español. A diferencia de otros miembros de la élite diplomática, Stimson entendió rápidamente que el fascismo era una amenaza mayor al comunismo y que los Estados Unidos debían adoptar una política en Europa que no estuviera subordinada a las orientaciones del Foreign Office británico. A Stimson -un conservador muy crítico con el New Deal- no le importaba la tendencia ideológica del Gobierno español. Para este veterano estadista, lo relevante del conflicto español eran las consecuencias geopolíticas de permitir que Hitler y Mussolini lograran sus objetivos impunemente.

Me quedan mil preguntas más. Pero ya he abusado suficiente de tu paciencia y de tu tiempo. Sólo me queda recomendar el libro a los lectores. Me gustaría que cerraras la entrevista con algo que consideres esencial y que no te he preguntado.
Muchas gracias por tus interesantes preguntas. Me gustaría señalar un par de cuestiones que trato en el epílogo del libro.

Adelante con ellas.
Creo que, cuando hablamos sobre la dimensión internacional de la Guerra Civil española, a veces tendemos a cometer el error de criticar la política de Londres, París y Washington como fruto de una visión estrecha, basada en ilusiones y autoengaños sobre la auténtica naturaleza de los dictadores fascistas europeos. Y, en efecto, si el objetivo del embargo de armas contra la España republicana era evitar el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de las grandes potencias democráticas cosecharon un gran fracaso en España. Aun así, debemos hacer el esfuerzo de entender que, más allá de sus objetivos explícitos concretos, las élites diplomáticas del momento basaban su política general en la defensa de sus intereses nacionales. En el contexto de los años treinta, eso equivaldría, para París y Londres, a intereses imperiales. Francia necesitaba tener asegurada su línea de comunicación con las colonias africanas. El Reino Unido también necesitaba que sus comunicaciones con la India a través del Mediterráneo no quedaran amenazadas. La izquierda frentepopulista del momento entendió bien los dilemas que afrontaban las élites de los imperios democráticos e intentó hacer entender que ni la Unión Soviética ni la España republicana se oponían al imperialismo de británicos y franceses. La auténtica amenaza al dominio británico de la India, decían los frentepopulistas, es una victoria de Franco en España, con el consiguiente fortalecimiento de Berlín y Roma. El Foreign Office británico se mostró siempre muy escéptico con este tipo de argumento. Lo más probable es que sospecharan que una victoria de los republicanos de izquierda en España contra el expansionismo fascista animaría a los movimientos anticoloniales del todo el mundo. La sospecha era razonable. Así lo confirmaría la actitud del Congreso Nacional Indio (CNI) ante el conflicto español –Nehru visitó a la España republicana, Gandhi mostró su apoyo con una carta a Negrín y el CNI llegó a organizar una colecta solidaria de comida y medicinas.

En el caso de los Estados Unidos, la lógica es la misma que la del Reino Unido, aunque el contexto sea distinto. En vez de colonias propiamente dichas, la principal área de influencia de Washington eran las repúblicas latinoamericanas. Su política ante la España en guerra siempre está fuertemente condicionada por esta realidad. En un principio, el embargo es muy conveniente porque permite conciliar la política de appeasement seguida en Europa con los sentimientos mayoritarios entre los gobiernos latinoamericanos, que eran abrumadoramente profranquistas (hay que recordar que, en el periodo de entreguerras, abundaban las dictaduras militares en la región). Sin embargo, como decíamos antes, el pánico ante los indicios de penetración fascista en América Latina a partir del otoño de 1937 permiten valorar el conflicto español con nuevos ojos. Si Hitler y Mussolini consiguen colocar un títere en España, ¿qué les impedirá hacer lo mismo en México o Chile?

Excelente reflexión
La conciencia de este hecho genera un cambio de simpatías en la Administración Roosevelt, un cambio que a veces parece que puede llegar a implicar la derogación del embargo. Finalmente, por diversos motivos, se mantiene el embargo hasta el final. Al terminar la guerra, cuando llegan peticiones para acoger refugiados republicanos, la respuesta de Washington es muy fría. De hecho, la actitud de Roosevelt ante la posible llegada de refugiados republicanos a Panamá resulta muy significativa. Siguiendo una propuesta de México, el Gobierno panameño había mostrado interés en acoger refugiados republicanos. Más que por un sentimiento de generosidad humanitaria, en el caso panameño el objetivo era reducir la influencia demográfica de los afrodescendientes. Es decir, los refugiados españoles tendrían que ayudar a "blanquear" el país. Cuando le preguntan a Roosevelt sobre el asunto, el presidente norteamericano niega su aprobación al plan porque considera que se trata de un tipo de refugiados que, por su carácter revoltoso, puede acabar causando problemas para la seguridad del Canal de Panamá. En el fondo, Roosevelt no deja de ser coherente. Sus simpatías hacia los republicanos españoles habían crecido en 1937 y 1938, cuando los creía útiles para frenar los planes de Hitler y Mussolini en América Latina. Terminado el conflicto, los juzga con el mismo criterio que antes, es decir, siempre los juzga en función de si pueden ayudar o no a mantener la hegemonía estadounidense en el continente americano.

Para terminar, solo quisiera recordar que los años treinta son un periodo de grandes crisis, que en muchos sentidos recuerda, de forma inquietante, al mundo que nos ha tocado vivir. Son años en los que conviven una fuerte crisis económica, una crisis del ideal democrático y una crisis geopolítica, con el declive de los imperios europeos como protagonista de fondo. Esta crisis geopolítica se resolverá, pocos años después, con la derrota del fascismo por las armas en la Segunda Guerra Mundial. Cuando analizamos la dimensión internacional de la guerra española, no podemos olvidar que este conflicto fue decisivo y aleccionador para las élites políticas de Estados Unidos, un país que, justo en aquel momento, estaba en pleno proceso de tomar el relevo a Londres como primera potencia mundial.  

Nota de edición:
Primera parte de esta entrevista: "Entrevista a Andreu Espasa sobre Estados Unidos en la Guerra Civil española (I). "La novedad de mi libro es el énfasis que se da a la influencia de América Latina en la política de Roosevelt hacia la España en guerra"http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235315