jueves, 19 de febrero de 2015

Las sorprendentes consecuencias de dejar de escribir a mano

Niños en todo el mundo pasan cada vez más tiempo utilizando computadoras con teclados y pantallas táctiles en lugar de escribir con un bolígrafo y un papel.

¿Perjudica esto su desarrollo y bienestar? Nuevas investigaciones sugieren que podría ser el caso.
El programa BBC Forum habló con la neurocientífica cognitiva Karin James sobre la importancia de aprender a escribir a mano para el desarrollo cerebral de los niños.

James, profesora de la Universidad de Bloomington, Estados Unidos, llevó a cabo investigaciones con niños que todavía no sabían leer.

Se trata de niños que, aunque puedan identificar letras, no son todavía capaces de juntarlas para formar palabras.

Los científicos dividieron a los niños en grupos y enseñaron a algunos a escribir a mano distintas letras, mientras que otros utilizaron teclados.

La investigación analizó cómo aprendían los niños las letras.

Los científicos también utilizaron resonancias magnéticas para evaluar la activación cerebral y ver cómo cambia el cerebro a lo largo del tiempo a medida que los niños se familiarizan con las letras del alfabeto. Escanearon los cerebros de los niños antes y después de enseñarles las letras y compararon los distintos grupos, midiendo el consumo de oxígeno en el cerebro como indicador de la actividad cerebral.

Los investigadores concluyeron que el cerebro responde de distinta manera cuando aprende con letras escritas a mano y cuando lo hace a través de un teclado.

Política educativa
Los niños que trabajaron con letras escritas a mano mostraron patrones de activación cerebral similares a los de las personas alfabetizadas que saben leer y escribir.

Esto no pasó con los niños que utilizaron teclados.
Parece que el cerebro responde de forma distinta a las letras cuando los niños aprenden a escribir a mano, estableciendo un vínculo entre el proceso de aprender a escribir a mano y el de aprender a leer.

"Datos de escáneres cerebrales sugieren que el escribir prepara el cerebro para un sistema de aprendizaje que facilita la lectura cuando los niños llegan a esa etapa", dice James.
Además, desarrollar habilidades motrices finas para adquirir la destreza que se requiere para producir letras puede ser beneficioso en muchas otras áreas del desarrollo cognitivo, dice James.

Las conclusiones de esta investigación pueden ser beneficiosas para la política educativa.

Según James, "ha habido prisa en algunas partes del mundo para introducir las computadoras en las escuelas en edades tempranas. Esto podría mitigar esa prisa".

En muchas escuelas en Estados Unidos, escribir a mano es optativo para los profesores, así que muchos no lo enseñan.

Este tipo de escritura tiene cada vez menos importancia en los horarios lectivos, dice James.

Una solución podría ser utilizar la caligrafía cuando se introducen las tabletas en las escuelas, escribiendo sobre la pantalla como si fuera con un bolígrafo y un papel.

Pero las investigaciones de James cuestionan que exista una sustitución efectiva a aprender a escribir a mano.
Fuente BBC.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/02/150212_salud_escribir_teclado_desarrollo_cognitivo_gch_ac

Mi gran deuda griega

Oigo en la tele que mi parte en la deuda griega, lo que ese bello país me debe como español, es de unos 1.000 euros. Puesto que me asignan ese papel de acreedor, quisiera sugerir cómo deseo que se me devuelva lo prestado. Ya anticipo que no tengo nociones de economía (¡afortunadamente!), pero creo que me sobra sensatez: todos hemos prestado cantidades semejantes a un hermano o a un amigo que lo necesitaba, o nos lo han prestado a nosotros. Cuando mi hermano está en semejante situación y le es imposible devolverme los 1.000 euros, no quiero que viva miserablemente ni le pido que se haga el haraquiri, tan solo que modere ciertos gastos (no en sustento, calefacción, ropa o material escolar) y que me entregue lo que pueda cuando pueda. Con el tiempo ni siquiera me acordaré de aquella deuda, y tan amigos. Pero también puedo ponérselo fácil recuperando lo prestado en forma de servicios: si mi hermano tiene un bar y me hace buen descuento en las consumiciones, podré recuperar poco a poco lo adeudado sin quebranto de lo mío y con estímulo de su medio de vida. 

Cuando era más ingenuo creía que la Unión Europea era una hermandad de naciones libres, unidas por los derechos sociales y la democracia, ese invento griego que cada día pervierten nuestros políticos. Como acreedor de esa miserable cantidad, exijo que se trate a Grecia como a mi hermano de sangre: ¿de verdad no es posible dejar que los griegos paguen poco a poco, sine die, y sin obligarlos a vivir en la miseria, o bien olvidar alguna vez parte de lo prestado, o dejar que nos hagan buenos precios por disfrutar de sus playas y monumentos como parte del reintegro de esa deuda? ¡Pues claro que se puede, Frau Merkel!—
 Segovia 14 FEB 2015.
P. D.: El préstamo no se ha hecho al pueblo griego, sino a los bancos griegos, como en España, para que no dejen de pagar los prestamos concedidos por los bancos alemanes, entre otros. Y todo ello sin consultarnos y responsabilizando al pueblo español de los pagos. ¿Es eso un ejercicio de democracia? ¿No hay responsables de esa deuda en Grecia y España?

miércoles, 18 de febrero de 2015

Aprendizaje Basado en Problemas: Monográfico Fundación Telefónica

Transformar el currículo para enseñar y aprender a través de la resolución de retos reales. Conectar los aprendizajes con la vida y la sociedad. Incentivar el aprendizaje competencial en los alumnos utilizando estrategias de trabajo cooperativo. Fomentar el uso de competencias del s. XXI como la creatividad, el trabajo autónomo, el espíritu crítico o el diseño de productos de conocimiento a través de herramientas digitales. Dar sentido al rol del docente como guía en los aprendizajes. Incorporar la evaluación en el centro del proceso de aprendizaje…

¿Quieres saber cómo aplicar todos estos conceptos desde una arquitectura pedagógica? No te pierdas este monográfico práctico del Explorador de Innovación Educativa de Fundación Telefónica.
Descárgate el Monográfico Aprendizaje Basado en Problemas

martes, 17 de febrero de 2015

Últimos testigos de Mauthausen. El periodista Carlos Hernández reconstruye la historia de los 9.000 republicanos españoles internados en campos nazis con la aquiescencia de Franco


Durante años Sigfried Meier fue muchas cosas en la vida para tratar de ocultar aquella que le habían obligado a ser contra su voluntad: un superviviente del nazismo. Judío de Fráncfort, Meier llegó de niño a Auschwitz, donde vio morir a su padre y afinó al máximo dos armas: el afán de supervivencia y el espíritu de rebeldía. Cuando entró en Mauthausen, trasladado en un convoy de la muerte sin ninguna noción de estar vivo, llevaba consigo tanta rabia que se atrevió a gritarle a los nazis que intentaron raparle. Y así fue, gracias a sus gritos y a su impecable perfil ario, cómo el capo de turno lo puso en manos de Saturnino Navazo, el preso español que organizaba partidos de fútbol en Mauthausen y que le adoptó como un hijo. Meier se emociona cada vez que recuerda a Saturnino. José Alcubierre lo hace cada vez que recuerda a su padre, asesinado a golpes en el campo de Gusen.

Ambos son algunos de los protagonistas de Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B), el libro donde el periodista Carlos Hernández de Miguel rastrea la historia de los 9.000 deportados a campos nazis, con un doble objetivo: “Darles voz a las víctimas e identificar a los culpables”.

Meier y Alcubierre se cruzaron una vez en Mauthausen y no volvieron a hacerlo hasta el lunes, cuando coincidieron en Madrid para arropar la presentación de la obra. Ellos custodian de las pocas memorias aún vivas de la deportación, aunque su relación con aquel pasado ha diferido. Alcubierre nunca quiso olvidar. Meier luchó casi toda su vida por hacerlo: “No me gusta contarlo, preferiría que nunca hubiera existido. No es mi título de gloria, fue como una violación... yo viví todo esto como un niño, no podía entender por qué estaba allí”.

Alcubierre fue uno de los ocupantes del tren que partió hace 75 años de la estación de Angulema (Francia) cargado con 925 mujeres, hombres y niños españoles que ignoraban que su destino era Mauthausen. Aquel agosto de 1940 se consumaba la definitiva trapacería contra los republicanos refugiados en Francia, que habían sido movilizados —voluntariamente o no— para luchar contra Alemania sin obtener por ello ningún reconocimiento. “Los trabajadores españoles capturados en Francia durante la guerra son por lo tanto prisioneros civiles”, recogía un documento del Estado Mayor del Ejército francés en mayo de 1942, citado en el libro.

No era un simple formalismo: los alemanes trataron a los combatientes del ejército enemigo con arreglo a ciertas convenciones internacionales. Ser clasificado como civil sin patria reconocida dejó a miles de españoles desarbolados. Porque si la Francia de Pétain se despreocupó, la España de Franco los echó directamente en las fauces de los leones. “Franco fue un cómplice activo. Si acaban en los campos de concentración fue por orden de Franco”, denuncia el periodista Carlos Hernández de Miguel.

Alcubierre sobrevivió a cinco años de cautiverio en Mathausen, incluso al terrible dolor de recibir la noticia de la muerte de su padre a golpes, y fue uno de los artífices del salvamento de las fotografías que luego se usaron en los juicios de Núremberg. “Llevábamos el triángulo azul con el símbolo de los apátridas”, recuerda Alcubierre, que sigue viviendo en Angulema. “Ahora Francia nos respeta, nos ha dado una pensión. El Gobierno español no nos ha dado nada”, compara.

También Carlos Hernández lamenta la dejación de España con las víctimas de los campos nazis, como Alcubierre y Meier, el niño que renegó del alemán y de sus congéneres. “He aprendido que no se puede confiar en el ser humano, que un pueblo tan cultural como el alemán haya podido hacer lo que hizo... En Auschwitz no había ni una pizca de ayuda, cada uno iba a lo suyo, a vivir un día más, a robar aunque eso le pudiese costar la vida a otro, estas cosas fueron mi universidad… Yo podía haber terminado en la cárcel porque solo sabía robar y engañar. Me salvó Navazo… solo tengo una referencia. No creo en la bondad de la gente. Siempre hay un interés detrás. No soy amargo pero en general soy pesimista”.

Fuente:
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/26/actualidad/1422295851_665791.html

lunes, 16 de febrero de 2015

No hay paz sin Rusia

El relato de política exterior que hacen nuestros políticos y medios de comunicación es una "construcción de mentiras", dice Oskar Lafontaine, uno de los políticos más lúcidos del viejo continente. Lafontaine menciona las declaraciones que la canciller Angela Merkel repite constantemente: a saber, la de que "es increíble que 25 años después de la caída del muro de Berlín se siga pensando en esferas de influencia y se viole el derecho internacional".

La canciller Merkel lo dice por Rusia. Y toda una legión de periodistas, políticos y expertos siguen esa corriente, mientras apelan a echar más leña al fuego armando más a Ucrania y aplaudiendo la creación de nuevas fuerzas militares de la OTAN en Europa Oriental.

Alguien que suscriba la consideración de Merkel sólo puede ser un ignorante del mundo que le rodea, porque en todo el mundo se libra una lucha por zonas de influencia, por recursos y mercados, y porque Occidente es el primero en practicar eso violando el derecho internacional.

Todo eso lo explican con toda claridad, y desde hace muchos años, los gurús de la política exterior estadounidense, los Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger y sus epígonos. Es algo conocido y admitido. La ampliación de la OTAN hacia el Este no fue más que una ampliación de esfera de influencia. Todas las guerras de Occidente de los últimos años (Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Siria, Yemen, Libia, Somalia...) se han hecho en esa clave y pisoteando el derecho internacional, ignorando o abusando resoluciones de la ONU y cometiendo crímenes que entran de pleno en el concepto de terrorismo. "Quienes dicen que la política exterior occidental y sus guerras tienen que ver con derechos humanos, derechos de la mujer, libertad o democracia, mienten", dice Lafontaine.

En Ucrania, Rusia también ha cometido acciones claramente ilegales, como apropiarse de Crimea y apoyar a los rebeldes rusófilos del Este, que no se diferencian en su forma de las que Occidente ha practicado en muchas ocasiones, aunque su contexto defensivo y reactivo (es su gente y su frontera vital) sea meridianamente claro para cualquier observador neutral.

Crimea no fue el inicio agresivo, sino la culminación de un proceso arrollador de 25 años de extensión del área de influencia de la OTAN en Europa. Hace 25 años que, primero Gorbachov, luego Yeltsin y luego Putin, han venido pidiendo aquella "seguridad europea integrada" que se firmó en noviembre de 1990 en París y se prometió al primero de ellos a cambio de la reunificación alemana. Es sencillamente increíble que la señora Merkel, y detrás de ella el grueso de los políticos europeos y los periodistas belicistas, ignoren que en Europa no puede haber paz contra Rusia, ni sin Rusia.

En todo el mundo tenemos sistemas oligárquicos que impiden la realización del interés general en beneficio del interés de pequeñas minorías privilegiadas. Con diferentes cataduras y niveles eso es esencialmente común a Rusia, China y Europa. En Ucrania hubo el año pasado un movimiento por cambiar eso, el Maidán, pero enseguida fue secuestrado y burlado por su contexto geopolítico que lo redujo a un mero cambio de figuras oligárquicas, ahora al servicio de Occidente.

La novedad en esa serie de 25 años referida es que, por primera vez, Rusia ha reaccionado con medidas de fuerza, algo que debe ser castigado porque crea un mal precedente de desafío para todas las potencias emergentes del futuro mundo multipolar, cuya emergencia no se reconoce en Occidente. Cuanto antes entienda Occidente que ya no es el amo del mundo y que hay que regresar a la diplomacia, mejor para todos. Las negociaciones de Minsk no van en esa línea.

Merkel dijo el sábado en Munich una frase reveladora, respondiendo al senador estadounidense Bob Corker, partidario de armar a Ucrania: "Ese conflicto no puede ganarse militarmente" y añadió que "esa es la amarga verdad". Si pudiera ganarse militarmente, no habría problema, pero somos pragmáticos y no se puede, por lo que hay que negociar en Minsk. Esa no es una mentalidad de paz, ni mucho menos diplomática, por eso difícilmente dará frutos.

Que esa mentalidad parta de Alemania, manifiestamente desinteresada en una guerra y objetivamente interesada en una sintonía con Rusia, es lamentable.
Rafael Poch. La Vanguardia
Fuente: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20150212/54427147102/hay-paz-rusia-rafael-poch-opi.html

domingo, 15 de febrero de 2015

El monopolio de las eléctricas. Asalto a las renovables o el patriotismo que mata

Pedro Luis Angosto Nueva Tribuna

 El suministro de energía eléctrica en España se sigue haciendo en régimen de monopolio por empresas muy vinculadas a los poderes políticos.

Tiene el maniqueísmo su origen en la doctrina religiosa ideada por el filósofo persa Manes “y que se caracterizaba por creer en la existencia de dos principios contrarios y eternos que luchan entre sí, el bien y el mal”. De aquella interpretación simplista de la vida vino después ese término tan usado hoy para descalificar a quienes argumentan en blanco y negro sin tener en cuenta la inmensa cantidad de colores que se esconden tras los del arco iris. Empero, hay periodos históricos, como el que nos ha tocado vivir, en que quizá no existan siquiera dos colores sino uno solo: El gris más insulso y descolorido. ¿Es posible imaginarse a Mariano Rajoy de algún otro color?

Si analizamos con tranquilidad los casi cuatro años de gobierno del Partido Popular en todo el Estado, es difícil decir que ha sido malo para todos, es más pecaríamos de embusteros y de pésimos analistas si tal cosa concluyésemos. Quienes se dedican a cultivar patatas, tomates o melocotones han visto como los precios se hundían mientras los costes fijos –salvo la mano de obra- aumentaban de manera considerable; lo mismo podemos decir de quienes crían pollos, corderos, vacas o cerdos o se dedican al sector de la madera cumpliendo con las normas ecológicas más elementales. ¿Han mejorado su situación quienes quieren estudiar o estudian una carrera universitaria o un módulo profesional con la subida descomunal de tasas y esa invención diabólica privatizada llamada máster? ¿Son quizá los profesores, sanitarios, bomberos, funcionarios, trabajadores por cuenta propia o ajena quienes se han llevado la parte del león? ¿Tal vez los parados de larga duración que en su mitad ya no perciben prestación de ningún tipo o quienes esperan a ser intervenidos en un hospital diezmado por la política de tierra quemada desarrollada por la derecha estatal y periférica? ¿O quizá los pensionistas, colectivo sobre el que está recayendo una parte sustancial de esta crisis-estafa y sobre quienes planea una drástica reducción de haberes como consecuencia del paro endémico y de la disminución de salarios? Creo que no, que ninguno de estos colectivos ha sido beneficiado por la acción de gobierno popular. Pero, ¿quiere decir eso que todo lo que ha hecho este gobierno ha perjudicado a todos y, por tanto, es malo? Indudablemente no. Sin ningún disimulo, dicha acción ha beneficiado como pocas veces antes a los bancos que con su estrategia crediticia pergeñaron la crisis y lejos de ser severa y penalmente castigados han sido los destinatarios de miles y miles de millones que se han restado de las políticas sociales que en cualquier sistema democrático son el instrumento principal de lucha contra la desigualdad. Ha beneficiado igualmente a aquellas personas que tienen rentas más altas al disminuir los tramos del IRPF, al permitir que las SICAV sigan tributando al 1% y al consentir que una parte muy elevada de sus rentas descansen a buen recaudo en los paraísos fiscales que muy atinadamente se gestionan desde Londres, nueva capital mundial del dinero negro. Parece evidente a su vez que los grandes delincuentes fiscales evaden al Erario la nada despreciable cantidad de 144.000 millones de euros y que yo sepa no se han quejado lo más mínimo, estando dispuestos a aumentar ese monto lo que sea menester si se produjese la llegada al poder de los extremistas a las órdenes de Maduro. Y a Artur Mas y la familia Pujol, ¿Cómo les ha ido? El primero sigue jugando a que la solución de todos los males para la Cataluña que él y sus socios y antecesores han privatizado, es la independencia, los otros siguen en la calle y que se sepa con buena salud. Luego están las eléctricas, productoras de la energía más cara de Europa y lugar de destino magníficamente remunerado para quienes por avatares del destino o como resultado de los comicios se ven obligados, entre lágrimas, a dejar las mieles del poder una vez cumplida su “misión”.

Durante los años de gobierno de Rodríguez Zapatero –que podría haber pasado a la Historia como un buen presidente si hubiese negado a obedecer a la troika en 2010 y hubiese presentado su dimisión denunciando previamente el chantaje- se puso en marcha una política activa de apoyo a las energías renovables, incluidas aquellas que proporcionaban el autoconsumo. De tal modo que en aquellos años, las eléctricas debían comprar el excedentes de los pequeños productores a un precio marcado de antemano según tarifas vigentes. Miles de pequeños ahorradores invirtieron sus dineros en parques eólicos o fotovoltaicos que hoy están siendo penalizados hasta un extremo que ha llamado muy negativamente la atención a periódicos neoyorquinos tan conocidos como The Wall Street Journal o The New York Times, que califican las medidas del Partido Popular como un impuesto al sol. El ministro Soria y su secretario de Estado Alfredo Nadal, a las órdenes de Mariano Rajoy y de quienes quieren seguir torturándonos mes tras mes con las facturas disparatadas de la Unión Europea, han emprendido una cruzada de castigo contra la producción de energías renovables, especialmente contra aquellas que permiten desvincular a las familias de las tres grandes compañías eléctricas del país, la vasca Iberdrola, la catalana Gas Natural y la italiana Endesa –que por cierto, pertenece ahora a una empresa pública italiana-, desaprovechando de esa manera la oportunidad irrepetible de convertir a España en potencia mundial en energías renovables -hecho que además la colocaría en un lugar privilegiado en una de las industrias con más futuro y valor añadido- y de acabar con la dependencia casi total que en materia energética tenemos del exterior.

España tiene un problema secular con los suministradores de energía eléctrica, un suministro que se ha hecho y se sigue haciendo en régimen de monopolio por empresas muy vinculadas desde siempre a los poderes políticos. Ningún gobierno ha sido capaz de poner el cascabel al gato, pero sí de plegarse a su dictadura con sumo gusto. La fundación exitosa de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA), que aportaba grandes ingresos al Erario, terminó con su privatización total por orden de Aznar, personaje que luego vería satisfactoriamente recompensada su brillante actuación de la forma que todo el mundo sabe. Según un estudio de FACUA, España tiene uno de los tres kw/h más caro de Europa, llegando a costar el 48% más que el del país que más barato lo vende, Hungría, y un 30% más que en Francia. Aparte de ser un factor muy negativo para la competitividad de las empresas –es el principal gasto, por encima de la mano de obra, de muchas de ellas-, la factura de la luz está empobreciendo a los hogares españoles, provocando que una cuarta parte de ellos tengan serios problemas para pagarla y que para el resto no adinerado se haya convertido en el primer gasto corriente.

Las empresas eléctricas españolas llevan más de un siglo demostrando a conciencia que no saben prestar un servicio público de primera necesidad con calidad y eficacia. Los elevadísimos sueldos y pensiones de sus altos dignatarios no se corresponden con su competencia sino con su lealtad al beneficio empresarial. Ante las perspectivas de relevo que suponen las renovables a las fuentes tradicionales para obtener electricidad, las compañías monopolísticas han pedido ayuda al Gobierno y éste, como Dios manda, ha acudido en su auxilio. Multa a quien intente autoabastecerse, trabas a las baterías Tesla que facilitan muchísimo esa posibilidad, manos libres a las productoras tradicionales para que sigan sacando el dinero de nuestros bolsillos como si fuese el suyo, impuestos al sol y al aire, en fin todo un desmadre de medidas dañinas encaminadas a que todos siga como estaba y a colocarnos, una vez más, en el furgón de cola de lo que viene, de lo que serán las principales fuentes de energía del futuro que ya está aquí: El sol y el aire. 

Pablo Milanés. Días de gloria. El artista comienza la próxima semana una gira por España para presentar 'Renacimiento'

En esta entrevista concedida a EL PAÍS, mitad por vía telefónica, mitad de forma presencial, Pablo Milanés (Bayamo, 1943) habla en profundidad de los años que pasó en las UMAP, los campos de trabajo tristemente célebres donde en los sesenta fueron recluidos homosexuales, religiosos y todos aquellos que en Cuba no se adecuaban a los “parámetros revolucionarios”.

Sobre el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU, el cantante y compositor dice que no ve verdadera disposición a “ceder” en ninguna de las dos partes y considera “un maquillaje” las reformas realizadas hasta ahora en su país. Sin embargo, sigue sintiéndose revolucionario y pone como ejemplo a seguir al expresidente de Uruguay, José Mujica.

Este viernes por la noche acompañó a Víctor Manuel en su concierto 50 años no es nada y la semana próxima comenzará una gira por España para presentar Renacimiento, trabajo que llega siete años después de su último álbum y en el que Milanés rescata ritmos tradicionales de Cuba como el guaguancó, el son o el changüí, poco habituales en su repertorio. El año pasado el cantautor se sometió en España a un trasplante de riñón donado por su esposa, Nancy, y ahora parece rejuvenecido. Acaba de terminar un disco con José María Vitier y trabaja en dos nuevos proyectos, uno de ellos con su hija Haydee.

Pregunta. En el reciente Festival de Cine de La Habana se hizo un homenaje a García Márquez. Allí usted cantó Días de Gloria (1999), una de las canciones que más gustaban al escritor y que en su estrofa final lamenta: “Qué es lo que me queda/ de aquella mañana/ de esos dulces años/ si en ira y desengaño/ los días de gloria/ los dejamos ir”. ¿Era un desengaño compartido? ¿Por qué tanta gente arrepentida?

Respuesta. Nunca hablé con Gabo de por qué le gustaba esa canción, pero la escuchó, le gustó y la elogió muchísimo… debió comprenderla perfectamente. Arrepentido no es precisamente la palabra. Estoy más bien, y creo que los que piensan como yo también, defraudado por unos dirigentes que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años.

P. ¿Por qué Renacimiento?
R. Este trabajo se llamó así por dos motivos: porque es un renacer en mi obra después de varios años sin publicar un disco, y porque la base fundamental de casi todos los temas es la música renacentista y barroca, esencial en mi obra. A partir de esos pilares exploro distintos géneros cubanos menos conocidos e incluso algunos más olvidados como el changüí, que es una variante específica del oriente cubano y con raíces más profundas en Europa y África. En muchos de los temas se combinan dos estilos musicales, transitando desde una primera parte clásica a un género más contemporáneo o esencialmente cubano en la segunda parte de la composición.

P. En las letras también hay cargas de profundidad. En Canto a La Habana dice: “La Habana siempre es mi guía/ Limpia y bonita como fue ayer/ mustia y marchita como está hoy”.
R. La Habana es una de las ciudades más mágicas del mundo aun cuando se está cayendo. Es una canción de alabanza, pero al mismo tiempo contiene la tristeza por el hecho de cómo la han dejado caer en la “miseria y la soledad”, como digo en la canción.

P. En Dulces recuerdos se recrea el día en que se legalizó el Partido Comunista de España. “El recuerdo no marchita tu belleza de esa noche,/ pero el tiempo se ha encargado de matar otros anhelos/ y me lleva hasta París 68, cuando juntos contemplábamos un cartel que nos decía: ‘Marx ha muerto, Dios no existe...”. ¿Vale también para Cuba?
R. Aquel día estaba en Madrid y sentí la euforia de aquella cantidad de gente que corría hacia la Cibeles a celebrarlo. Yo también lo celebré hasta la madrugada. Por mucha universalidad que tengan mis canciones, es raro que no incluya a Cuba, y naturalmente Cuba también está ahí y forma parte del fracaso del socialismo real, del que hablo en ese tema.

P. Recientemente recibió un trasplante de riñón, que donó tu esposa Nancy. ¿Cómo le ha cambiado la vida?
R. Me siento extraordinariamente bien, me hago exámenes mensuales desde el trasplante y todos los parámetros están cerca de la perfección. Naturalmente me ha cambiado la vida, y eso implica el sacrificio de un cambio radical de costumbres.

P. Ese acto de amor de Nancy…
R. Efectivamente, fue un acto de amor inconmensurable. Cuando Nancy decidió donarme su riñón lo expresó ante mis hijos, mis amigos y los que me querían, con una convicción que no tuvo reproches de parte de nadie; demostró a todos que ese acto de amor era intocable.

P. ¿Cómo valora el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU?
R. En primer lugar, me llenó de regocijo el regreso de los presos cubanos, porque aquí siempre existió la convicción de que el juicio en EE UU estuvo amañado. Luego viene el restablecimiento de las relaciones, que para los cubanos del interior y del exterior, sin duda, es conveniente por la unificación definitiva de muchas familias. Ahora, tras 18 meses de conversaciones secretas, donde se supone que llegaron a acuerdos, las declaraciones de los gobiernos de ambos países me dejan desconcertado. Cuba no cederá un ápice en su posición y EE UU penetrará en todos los ámbitos que pueda para el supuesto desarrollo de la nación cubana. Siguen enrocados. ¿A qué acuerdos llegaron los dos si ahora se contradicen? Esa es mi duda: que ninguno ceda y que otra vez el pueblo cubano siga en su agonía sin salida, como está hace 50 años.

P.¿Las medidas aperturistas en Cuba han tenido efectos positivos, o sólo han incrementado las desigualdades?
R. Ni una cosa ni la otra. Siempre he dicho que esas aparentes aperturas han sido un simple maquillaje. Hay que ir al fondo, al pueblo de a pie para ver que nada ha cambiado.

P. En recientes entrevistas se ha referido a su paso por los “campos estalinistas” de la UMAP y a cómo este hecho interrumpió su carrera. Hasta ahora nunca ha ahondado en lo que pasó. Puede contarlo hoy...
R. Nunca me han preguntado tan directamente sobre las UMAP (irónicamente Unidades Militares de Ayuda a la Producción). La prensa cubana no se atreve y la extranjera desconoce la nefasta trascendencia que tuvo aquella medida represora de corte puramente estalinista. Allí estuvimos, entre 1965 y finales de 1967, más de 40.000 personas en campos de concentración aislados en la provincia de Camagüey, con trabajos forzados desde las cinco de la madrugada hasta el anochecer sin ninguna justificación ni explicaciones, y mucho menos el perdón que estoy esperando que pida el Gobierno cubano. Yo tenía 23 años, me fugué de mi campamento —me siguieron 280 compañeros presos más de mi territorio— y fui a La Habana a denunciar la injusticia que estaban cometiendo. El resultado fue que me enviaron preso durante dos meses a la fortaleza de La Cabaña, y luego estuve en un campamento de castigo peor que las UMAP, donde permanecí hasta que se disolvieron por lo escandaloso que resultó ante la opinión internacional.

De allí, después de leerme Un día en la vida de Ivan Denisovich, de Aleksander Solzhenitsyn, que me envió un amigo, me di cuenta de que las ideas de un revolucionario no se desvían por los errores que cometen los dirigentes. De allí salí más revolucionario. La UMAP no fue un hecho aislado. Antes de 1966, Cuba se alineó definitivamente a la política soviética, incluyendo procedimientos estalinistas que perjudicaron a intelectuales, artistas, músicos. Según la historia, en 1970 comenzó lo que se llamó el quinquenio gris, y yo digo que realmente comenzó en 1965 y fueron varios quinquenios.

P. ¿Y por qué después de todo esto siguió considerándose revolucionario y defendiendo la revolución?
R. El origen está en lo que significó Cuba en el año 59 para el mundo. Yo tenía entonces 15 años, y cuando profundicé en la realidad social de América Latina me convertí en un revolucionario. Esas ideas no solo cuajaron en mí, sino en todos los países latinoamericanos. Los ideales que profesábamos eran los más puros que se podían tener en aquella época. Otra cosa hubiera sido traicionar mi pensamiento, así que, aunque se cometieran errores, vi que había que defender la idea original... y todavía la defiendo. Yo asumo el pasado, y tengo claro lo que pienso. Apoyo la revolución ciudadana de Correa en Ecuador y la de Evo Morales. Y para mí el ejemplo más grande de revolucionario en América es José Mujica, encarcelado durante 14 años y después un hombre sin rencor, capaz de crear un Estado libre, soberano, no dependiente y próspero.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/13/actualidad/1423851530_536670.html

sábado, 14 de febrero de 2015

"Todo es un número" Pitágoras

Números arábigos
A pesar del nombre, los números arábigos fueron inventados en India en el siglo V. Se les dice "arábigos" porque los europeos los conocieron gracias a los comerciantes árabes de África del Norte en la Edad Media. Los matemáticos árabes los llaman "números hindúes".
El concepto del cero también se originó en India, en el siglo IX, pero el sistema de numeración decimal es un invento árabe del mismo siglo.
Al nuevo sistema le tomó al menos medio milenio establecerse.
En el siglo XI todavía había al menos tres tipos distintos de aritmética en el mundo árabe.

Las formas que usamos para los números hoy en día datan del siglo XIII, provienen de Marruecos y no son los mismos que los que se usan en el árabe moderno.
Del 1 al 9 son similares, pero el número arábigo que parece como un 0 aplastado es el 5, y el cero es un punto. Con el colapso gradual del Imperio Romano en 1453 vino más confusión, pues los números romanos empezaron a ser conocidos como "los números germanos".
La llegada de la imprenta en el siglo XV le dio un impulso al nuevo sistema de numeración "arábigo", pero la numeración romana se siguió usando al en paralelo hasta el siglo XVII.
A la numeración romana a menudo se le considera difícil de manejar e inapropiada para hacer cálculos pero hay algoritmos en los que se usa para matemáticas complejas.
Curiosamente, al sumar y restar, los números romanos son un poco más fáciles que los arábigos: la suma de 100+200=300 implica aprender el significado de cuatro símbolos arbitrarios, mientras que la misma suma en romanos (C+CC=CCC) involucra sólo uno y parece más intuitiva.

Números traviesos
La BBC alguna vez le pidió a sus lectores que contaran cuáles eran sus números favoritos y llegaron curiosas respuestas. A Dai Ichi de EE.UU., por ejemplo, le gustan las cosas raras y por ello su favorito es el número 2, que es el único número primo par.
El favorito de David, de Wolverhampton, es 11.235.813... ¿por qué? Porque es una secuencia de números Fabonacci, es decir, números sucesivos que son la suma de los dos que les preceden, por lo que son inolvidables.
Para el próximo hay que concentrarse un poco, pero es divertido: el favorito de John, de Yorkshire, es 142.857 porque si lo multiplicas
x 2 = 285.714;
x 6 = 857.142;
x 4 = 571,428;
x 5 = 714.285...
¿Notaste que el número fue rotando? ¡Ahora multiplícalo por 7!
A Victoria, de Oxford, le gusta el 12.407 por ser el número "no interesante" más pequeño, es decir, uno que no aparece en la Enciclopedia electrónica de secuencias de números enteros. Eso crea una paradoja pues al ser el número más pequeño que no es interesante, automáticamente se vuelve interesante.
Aunque el 26 parece un número aburrido e insignificante, al inglés Rupert le gusta pues es el único número que está entre un cuadrado perfecto (5x5=25) y un cubo perfecto (3x3x3=27).

Números extremadamente grandes
Un 1 seguido de 100 ceros se llama un "gúgol". La palabra fue acuñada en 1938 por un niño de 8 años de edad: Milton Sirotta, sobrino del matemático estadounidense Edward Kasner.
Un gúgolplex es un 1 seguido por un gúgol de ceros... o más ceros que la cantidad de átomos que hay en el Universo. Estos números realmente sólo se usan para mostrar la diferencia entre los números grandes y el infinito, que no es un número grande sino un concepto matemático.

Muchos ceros
El nombre del motor de búsqueda Google fue adoptado después de que un asistente chequeó si ya alguien se había apropiado de "gúgol" (en inglés googol) como dominio de internet. Accidentalmente, la escribieron mal y quedó "google".
Y quedándonos con Google, si uno busca 'GIMPS', el primer resultado que aparece es Great Internet Mersenne Prime Search o la Gran búsqueda de números primos de Mersenne por internet, un proyecto colaborativo cuyo fin es encontrar números primos enormes valiéndose del poder de muchos computadores.

Los números primos altos son útiles para cifrar data; en 1994 Roger Schlafly patentó dos números primos muy grandes, los cuales son usados como parte de un método criptográfico.

La Fundación de Fronteras Electrónicas le dará US$200.000 a la primera persona que encuentre un número primo con al menos 1.000.000.000 dígitos.

"Cuando estés enfadado, cuenta hasta cuatro; cuando estés muy furioso, suelta unas groserías"
Mark Twain
Fuente: BBC. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/01/150108_qi_numeros_finde_dv

viernes, 13 de febrero de 2015

El juego del gallina. Esperemos que el BCE defienda las democracias y no sea el cobrador de Alemania

El Banco Central Europeo anunció el miércoles que no va a seguir aceptando la deuda pública griega como garantía para los préstamos. Se da la circunstancia de que esta medida es más simbólica que significativa. Aun así, está claro que se acerca la hora de la verdad. Y es la hora de la verdad no solo para Grecia, sino para toda Europa (y, en particular, para el banco central, que puede que pronto tenga que decidir para quién trabaja en realidad).

En esencia, la situación actual podría resumirse con el diálogo siguiente:

Alemania a Grecia: Bonito sistema bancario. Sería una lástima si le ocurriese algo.

Grecia a Alemania: ¿Ah, sí? Pues a nosotros no nos gustaría nada que vuestra flamante y bonita Unión Europea acabase hecha añicos.

O, si prefieren la versión más formal, Alemania exige a Grecia que siga esforzándose por devolver todo lo que debe imponiendo unas medidas de austeridad extremadamente duras. La amenaza implícita, si Grecia se niega, es que el banco central suprimirá la ayuda que presta a los bancos griegos, que es lo que parecía la medida tomada el miércoles, aunque no lo era. Y eso causaría estragos en una economía griega ya muy maltrecha.

in embargo, cerrarle el grifo a Grecia supondría un riesgo enorme, no solo para la economía de Europa, sino para todo el proyecto europeo, 60 años de esfuerzos por consolidar la paz y la democracia mediante la prosperidad compartida. Es probable que la quiebra de la banca griega provocase la salida de Grecia del euro y la vuelta a su propia moneda; y si tan siquiera un solo país dejase el euro, los inversores ya sabrían que el grandioso diseño de la moneda europea es reversible y estarían prevenidos.

Más allá de eso, el caos de Grecia podría alimentar unas fuerzas políticas siniestras cuya influencia ha estado creciendo a medida que la Segunda Gran Depresión europea ha seguido avanzando. Tras una tensa reunión con su homólogo alemán, el nuevo ministro de Economía griego no dudó en jugar la baza de la década de 1930. “El nazismo”, declaraba, “está asomando su fea cabeza en Grecia” (una referencia a Amanecer Dorado, el partido (no del todo neo) nazi que es ahora el tercero más votado en el Parlamento griego).

Lo que tenemos aquí es, en definitiva, un enfrentamiento muy peligroso. Esto no es la diplomacia que conocemos; esto es el juego de la gallina, con dos camiones cargados de dinamita yendo a toda velocidad en dirección opuesta por una estrecha carretera de montaña, sin que ninguno esté dispuesto a echarse a un lado. Y todo esto está sucediendo dentro de la Unión Europea, que se supone que es —de hecho, lo ha sido hasta ahora— una institución que fomenta la cooperación productiva.

¿Cómo ha llegado Europa a esto? ¿Y cómo va a terminar este juego?

Como muchísimas crisis, la nueva crisis griega tiene su origen, en última instancia, en la complacencia política. Es la clase de cosas que pasan cuando los políticos les dicen a los votantes lo que quieren oír, hacen promesas que no pueden cumplir y luego no son capaces de enfrentarse a la realidad y tomar esas decisiones difíciles que han estado fingiendo que se pueden evitar. Me refiero, por supuesto, a Angela Merkel, la canciller alemana, y a sus aliados.

Es cierto que Grecia se metió ella solita en un lío al endeudarse de forma irresponsable (aunque este endeudamiento irresponsable no habría sido posible sin unos préstamos irresponsables). Y Grecia ha pagado un precio terrible por esa irresponsabilidad. Pero, si miramos hacia el futuro, ¿cuánto puede seguir aguantando Grecia? Está claro que no puede devolver todo lo que debe; esto resulta evidente para cualquiera que haga las cuentas.

Por desgracia, los políticos alemanes nunca les han explicado esas cuentas a sus votantes. En vez de eso, han optado por el camino cómodo: dar lecciones de moral sobre la irresponsabilidad de los deudores, afirmar que las deudas deben pagarse y se pagarán hasta el último céntimo, dar pábulo a los estereotipos sobre los holgazanes europeos del sur. Y ahora que el electorado griego por fin ha dicho que ya no puede aguantar más, los funcionarios alemanes se limitan a repetir las mismas frases de siempre.

A lo mejor los alemanes se figuran que pueden repetirse los acontecimientos de 2010, cuando el banco central coaccionó a Irlanda para que aceptase un programa de austeridad amenazándola con cerrarle el grifo a su sistema bancario. Pero es poco probable que eso funcione contra un Gobierno que ha visto los daños causados por la austeridad y que ha sido elegido porque ha prometido reparar dicho daño.

Además, sigue habiendo motivos para esperar que el Banco Central Europeo se niegue a cooperar.

El miércoles, el banco central hizo una declaración que sonaba como un severo castigo a Grecia, pero no lo era, porque dejaba abierto el canal de ayuda a los bancos griegos que de verdad importa: la ayuda de urgencia en caso de crisis de liquidez (ELA, por sus siglas en inglés). Así que fue más una llamada de atención que otra cosa, y se podría decir que la llamada iba dirigida tanto a Alemania como a Grecia.

¿Y qué pasa si los alemanes hacen oídos sordos? En ese caso, podemos esperar que el banco central adopte una postura firme y declare que su verdadera función consiste en hacer todo lo posible por salvaguardar la economía de Europa y las instituciones democráticas (no actuar como el cobrador de deudas de Alemania). Como he dicho, nos acercamos rápidamente a la hora de la verdad.
Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y Nobel de Economía de 2008.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/02/06/actualidad/1423232453_319306.html

jueves, 12 de febrero de 2015

Un relato griego sobre moralidad. Si Europa dice “no” a los votantes, está afirmando que la democracia no sirve para nada

Cuando la crisis del euro comenzó hace media década, los economistas keynesianos predijeron que la austeridad que se imponía a Grecia y a los demás países en crisis sería un fracaso. Predijeron que la austeridad ahogaría el crecimiento y aumentaría el desempleo —y que incluso fracasaría en su propósito de reducir la relación deuda-PIB—. Otros economistas, en la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y en algunas universidades; hablaron de contracciones expansivas. Incluso el Fondo Monetario Internacional sostuvo que las contracciones, como por ejemplo los recortes en el gasto público, eran solamente eso, políticas contractivas.

Nosotros casi ya no necesitábamos de pruebas adicionales. La austeridad había fallado de manera repetitiva: desde cuando se la usó hace ya bastante tiempo atrás durante la administración del presidente estadounidense Herbert Hoover —en dicha ocasión, la austeridad convirtió un desplome del mercado bursátil en la Gran Depresión— hasta cuando se la impuso en la forma de “programas” del FMI implementados en Asia Oriental y en América Latina durante las últimas décadas. Y, a pesar de todo, cuando Grecia se metió en problemas, de nuevo se intentó usarla.

En su gran mayoría, Grecia siguió las medidas dictadas por la troika (la Comisión Europea, el BCE y el FMI): convirtió un déficit presupuestario primario en un superávit primario. Sin embargo y de manera previsible la contracción del gasto público ha sido devastadora: 25% de desempleo, una caída del 22% en el PIB desde el año 2009, y un aumento del 35% en la relación deuda-PIB. Y ahora, con la abrumadora victoria en las elecciones de Syriza, el partido anti-austeridad, los votantes griegos han declarado que se hartaron de la situación.

Entonces, ¿qué se debe hacer? En primer lugar, seamos claros: se podría culpar a Grecia por sus problemas si fuese el único país donde la medicina de la troika hubiese sido un completo y triste fracaso. Sin embargo, España tenía un superávit y un ratio bajo de deuda antes de la crisis y también acabó en una depresión. No es tan necesaria una reforma estructural dentro de Grecia y España, en comparación con lo necesaria que sí es una reforma estructural en el diseño de la eurozona y un replanteamiento de los fundamentos de los marcos de políticas que han llevado al mal desempeño de la unión monetaria.

Grecia también nos ha recordado una vez más la magnitud de la necesidad que tiene el mundo de contar con un marco de reestructuración de la deuda. La deuda excesiva no causó solamente la crisis del año 2008, sino que también causó la crisis del Este de Asia en la década de 1990 y la crisis de América Latina en la década de 1980. En la actualidad, continúa causando sufrimientos indecibles en EE UU, donde millones de propietarios de viviendas han perdido sus hogares y, en la actualidad, la deuda amenaza a millones más de personas en Polonia y en otros lugares a consecuencia de que dichas personas pactaron préstamos en francos suizos.

Si se toma en cuenta la cantidad de angustia que provoca la deuda excesiva, uno podría preguntarse por qué las personas y los países se han puesto, repetidamente, en dicha situación. Al fin de cuentas, esas deudas son contratos —es decir, son acuerdos voluntarios—, así que los acreedores son tan responsables de dichas deudas como lo son los deudores. De hecho, podría decirse que los acreedores son aún más responsables: por lo general, estos acreedores son instituciones financieras sofisticadas, mientras que los prestatarios con frecuencia están en mucha menor sintonía con las vicisitudes del mercado y los riesgos asociados a los diferentes acuerdos contractuales. De hecho, sabemos que los bancos estadounidenses en realidad se aprovechaban de sus prestatarios, usufructuando su falta de sofisticación financiera.

Cada país (avanzado) se ha dado cuenta de que para hacer funcionar el capitalismo se requiere otorgar a las personas un nuevo comienzo. Las prisiones de deudores del siglo XIX fueron un fracaso —por inhumanas y porque realmente no ayudaban a garantizar el pago. Lo que sí ayudó fue brindar mejores incentivos para que realicen buenos créditos. Esto se logró al hacer que los acreedores fuesen más responsables de las consecuencias de sus decisiones.

A nivel internacional, todavía no hemos creado un proceso ordenado para otorgar a los países un nuevo comienzo. Incluso desde antes de la crisis de 2008, las Naciones Unidas, con el apoyo de casi todos los países en desarrollo y emergentes, ha estado tratando de crear un marco de este tipo. Pero EE UU se ha opuesto rotundamente; tal vez quiere volver a instituir las prisiones de deudores para encarcelar a las autoridades de los países excesivamente endeudados (si es así, puede que se estén desocupando espacios en la base de Guantánamo). La idea de restablecer las prisiones de deudores puede parecer descabellada, pero va en sintonía con las actuales ideas sobre riesgo moral y responsabilidad. Existe el temor de que si a Grecia se le permite reestructurar su deuda, dicho país simplemente se meterá nuevamente en problemas, al igual que ocurrirá con otros.

Dichos temores son un disparate. ¿Alguien en su sano juicio cree que algún país estaría dispuesto a atravesar voluntariamente lo que Grecia ha tenido que atravesar, sólo con el objetivo de conseguir ventajas de sus acreedores? Si existiese un riesgo moral, dicho riesgo estaría relacionado a los prestamistas —sobre todo a aquellos en el sector privado— quienes han sido rescatados en repetidas ocasiones. Si Europa ha permitido que estas deudas se desplacen desde el sector privado al sector público —un patrón bien establecido durante el último medio siglo— es Europa, no Grecia, la que debe soportar las consecuencias. De hecho, la difícil situación actual de Grecia, incluyéndose el enorme aumento del ratio de deuda, se debe en gran parte a los programas mal guiados que la troika ha impuesto a este país.

Por lo tanto, lo que es “inmoral” no es la reestructuración de la deuda, sino la ausencia de dicha reestructuración. No hay nada particularmente especial en lo que se refiere a los dilemas que Grecia enfrenta hoy en día; muchos países han estado en la misma posición. Lo que hace que los problemas de Grecia sean más difícil de abordar es la estructura de la eurozona: la unión monetaria implica que los Estados miembros no pueden devaluar su moneda con el objetivo de salir de sus problemas; sin embargo, el mínimo de solidaridad europea que debe acompañar a esta pérdida de flexibilidad en cuanto a la aplicación de políticas simplemente no está presente.

Hace 70 años, al final de la Segunda Mundial, los Aliados reconocieron que ellos debían brindar un nuevo comienzo a Alemania. Entendieron que el ascenso de Hitler tuvo mucho que ver con el desempleo (no con la inflación) que sobrevino a consecuencia de que a finales de la Primera Guerra Mundial se impuso más deuda sobre los hombros de Alemania. Los Aliados no tomaron en cuenta la estupidez asociada a la acumulación de dichas deudas, ni tampoco hablaron sobre los costos que Alemania había impuesto sobre los hombros de los demás. En cambio, no sólo perdonaron las deudas; en los hechos, los Aliados proporcionaron ayuda, y las tropas Aliadas estacionadas en Alemania proporcionaron un estímulo fiscal adicional.

Cuando las empresas entran en quiebra, un canje de deuda por acciones es una solución justa y eficiente. El enfoque análogo para Grecia es convertir sus bonos actuales en bonos vinculados con el PIB. Si a Grecia le va bien, sus acreedores recibirán más del dinero que invirtieron; si no le va bien, recibirán menos. Ambas partes tendrían un incentivo poderoso para aplicar políticas que favorezcan el crecimiento.

Rara vez las elecciones democráticas dan un mensaje tan claro como el que se dio en Grecia. Si Europa le dice no a la demanda de los votantes griegos en cuanto a un cambio de rumbo, está diciendo que la democracia no es de importancia, al menos cuando se trata de asuntos económicos. ¿Por qué simplemente no se anula la democracia, tal como lo hizo Terranova de forma efectiva cuando entró en suspensión de pagos antes de la Segunda Guerra Mundial?

Se tiene la esperanza de que prevalezcan quienes entienden de asuntos económicos relacionados con la deuda y la austeridad, y que también lo hagan aquellos quienes creen en la democracia y los valores humanos. Aún está por verse si serán ellos quienes prevalecerán.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/02/06/actualidad/1423218521_538836.html

miércoles, 11 de febrero de 2015

Cambiar ‘hombres de negro’ por historiadores. Lo importante no es calcular la deuda, sino las fuerzas que se desencadenan sin nadie pretenderlo

Filósofos e historiadores aconsejan vivamente abandonar la idea de que hay algo liberador en las experiencias extremas, la creencia de que esas situaciones permiten ver la auténtica realidad o verdad. Olvídense, advierte, preocupado, Slavoj Zizek: esa idea lo que suele llevar dentro es el terror.

Así que hagamos caso a filósofos e historiadores y pensemos cómo alejar a Europa de situaciones extremas, cómo impedir que nuestros técnicos, expertos y economistas vuelvan a calcular mal y a lanzarnos alegremente a esas auténticas verdades que tanto les satisfacen. No es posible renegociar deudas, no entra en nuestros cálculos. Quizás, pero lo realmente importante no es eso, sino si esos expertos son capaces de calcular bien lo que son las dinámicas políticas o si están en las nubes numéricas y no saben nada de cómo se complica la historia, de cómo los movimientos producen fuerzas, de la facilidad con la que se malinterpreta lo que el otro piensa y el conjunto de fuerzas que se desencadena sin que nadie lo espere. De lo fácil, y lo estúpido, que es malinterpretar la dinámica griega y pensar que basta con asustarles un poco. De lo torpe y peligroso que puede resultar hacer caso a los presuntuosos técnicos que creen que no pasaría nada si Grecia saliera del euro, porque ahora sí que es perfectamente posible evitar el contagio a otros países.

Un estudio publicado este año en Estados Unidos demuestra que hasta fines de los setenta las menciones a historiadores y a economistas en los medios de comunicación americanos estaban más o menos empatadas. Incluso se sacaban a relucir citas de psicólogos, sociólogos, antropólogos y demógrafos. Pero en los años ochenta del siglo pasado las cosas empezaron a torcerse y para 2011 las diferencias eran ya abismales. Los economistas barrían y los pobres historiadores casi desaparecían.

Afortunadamente, en los últimos tiempos parece que algunos economistas empiezan a fijarse en los historiadores. Lo hace Thomas Piketty, pero también Kenneth Rogoff, que es catedrático de Economía y de Políticas Públicas en la Universidad de Harvard. Rogoff está empeñado en pedir un plan B para Grecia, una idea que parece sacada de los libros de historia de entreguerras. Rogoff, en un artículo publicado en Project Syndicate, insiste en que no se puede ignorar el significado de la victoria de Syriza y mucho menos olvidar que Estados Unidos creyó que no pasaba nada por dejar que cayera Bear Stearns y pocos meses después tenía entre manos la segunda Gran Depresión.

Mejor que sean políticos versados en historia quienes negocien tanto en Grecia como en la Unión Europea. Tiene razón Alexis Tsipras en negarse a negociar con la troika y en pedir hablar directamente con los jefes de Gobierno (algo que, por lo que parece, iba a suceder de todas formas porque el FMI ya no tiene tantas ganas de protagonismo europeo). La troika (técnicos del FMI, BCE y Comisión Europea), con sus hombres de negro, ha actuado, escribe Der Spiegel, como una especie de barrera entre las decisiones de la Unión Europea y los efectos, demoledores, de esas políticas. Mejor que hablen directamente personas que valoren la importancia de no colocar a nadie ante experiencias extremas y que sepan a qué se refiere Yanis Varufakis, el ministro griego de Finanzas, cuando recuerda que cuando regresa a su casa, tras las rondas de fracasadas negociaciones, se encuentra con un partido nazi que es la tercera fuerza política en su país.

Rogoff comprende que también hay que saber calcular la fuerza de las razones y de la intransigencia de los alemanes, pero, tomando en cuenta todo, le parece más sensato preparar un plan B que incluya concesiones para la parte más débil. Y los más débiles, como es evidente, son los griegos. Lamentablemente, no parecen vislumbrarse, por el momento, las alternativas. Más bien centellea en el aire el látigo del Banco Central Europeo, con un Mario Draghi que, a la hora de la verdad, parece dispuesto a demostrar a Alemania, en la espalda de Atenas, que su decisión de comprar bonos soberanos no es un símbolo de ablandamiento. ¿Y qué mejor demostración que golpear duro a los atenienses?
 8 FEB 2015 
http://elpais.com/elpais/2015/02/06/opinion/1423240352_721637.html

Lo que nadie contará hoy sobre Auschwitz

Se cumplen setenta años de la liberación del campo de la muerte de Auschwitz, con toda probabilidad el nombre que evoca lo más cerca que el ser humano ha llegado a estar del mal absoluto en toda su historia. Y ya es decir. Auschwitz, y los otros más de 50 "campos de la muerte" diseminados por toda la Europa ocupada, evocados al unísono con esa sola mención; y ello sin contar los casi 1000 campos de concentración del Tercer Reich, los más de 1150 guetos y todo lo demás.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hablar de Auschwitz continúa siendo hoy demasiado difícil, demasiado insuficiente, demasiado sobrecogedor. No hay texto ni palabras suficientes para abarcar lo que fue Auschwitz, y mucho menos en un breve artículo, es verdad.

Pero, con todo, me resulta demasiado inaceptable que incluso en el día que se recuerda el 70 aniversario de Auschwitz y de todo lo que allí sucedió se permita olvidar que Auschwitz fue el mayor campo de trabajo forzado de la Alemania nazi.

Y que Auschwitz fue también "IG Auschwitz". Filial de IG Farben, el gran Cartel empresarial del momento, formado por las empresas Bayer, HOECHST y BASF.

Y no digo el gran Cartel empresarial "alemán", porque eso no sería verdad, no al menos hasta prácticamente diciembre de 1941 y el ataque a Pearl Harbor.

Y no sería verdad porque, según el propio informe oficial de la Sección de Investigación Financiera del Gobierno Militar de Ocupación, a las alturas de 1940 del total de las 324.766 acciones que componían el Cartel IG Farben únicamente 35.616 de éstas estaban en manos de personas con residencia en Alemania, mientras que casi el triple de esa cantidad, 86.671 acciones, estaban en manos de inversores de nacionalidad estadounidense, y casi cinco veces más, 166.100 acciones, estaban en manos de ciudadanos suizos.

Es decir, más de un 80% del capital social de IG Farben estaba financiado desde Wall Street y Suiza frente al poco más de un 10% propiamente alemán.

Y esa sería, precisamente, una de las razones determinantes para excluir el procesamiento de los responsables empresariales de IG Farben (hasta 24 altos directivos de la compañía) de los Juicios principales de Núremberg: la dificultad para conseguir dejar fuera de la investigación penal a otros ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido y otros países.

Porque los líderes nazis fueron unos monstruos y unos dementes, por supuesto que sí, pero algún día deberá terminarse de hablar también de la auténtica conspiración de Farben, Krupp y otras grandes empresas mundiales, supuestamente "alemanas" que en nombre de un "beneficio" autoreferencial y fuera de toda sensatez y humanidad, les ensalzaron y financiaron sin límite con más de tres millones de marcos de la época "para que las elecciones de 1933 fuesen las últimas elecciones de la República de Weimar" (von Schnitzler dixit) y poder hacer después "negocios" a satisfacción con el régimen nacionalsocialista aprovechando la "oportunidad de mercado" de la invasión de casi toda Europa así como "instalaciones de trabajo" como Auschwitz...

Porque tal y como señalaría el fiscal Taylor en su "indictment" durante los Juicios posteriores a Núremberg: "IG marchó con la Wehrmacht, concibió, inició y preparó un detallado plan para hacerse al amparo de esta con la industria química de Austria, Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Francia, Rusia y otros 18 países".

Y por eso tampoco debería sorprender que tras la derrota del nazismo una de las Leyes del Consejo de Control aliado fuese precisamente la número 9, de 20 de septiembre de 1945, específicamente destinada a disolver el Cartel IG Farben y fundamentada, según las palabras de su propio preámbulo, en la necesidad de “impedir que IG Farben pudiese representar ninguna amenaza futura a sus vecinos o a la paz mundial a través de Alemania".

Y no es que nos cupiese esperar en un día como hoy ningún tipo de comunicado o petición pública de perdón de Bayer, HOECHST o BASF por "IG Auschwitz", empresas éstas que, a diferencia de su matriz Farben, sí continúan hoy existiendo.

Pero sí que considero que "IG Auschwitz" representa un motivo muy real de preocupación acerca de la necesidad de revisar los "límites y controles" del poder corporativo en el mundo actual, y sobre la actual insuficiencia de los instrumentos de Derecho penal internacional ante todo ello. Y que, un día como hoy, resulta demasiado inaceptable, y arriesgado para un futuro que nadie desea ver repetido, que ni siquiera se mencione la fundamental responsabilidad desempeñada por estos otros actores empresariales en el inmenso crimen de Auschwitz.
Miguel Ángel Rodríguez Arias. Abogado. Experto en Derecho penal internacional.

martes, 10 de febrero de 2015

"Saber vivir" resucita el debate de la pseudociencia en la televisión pública. La presencia de terapias alternativas y de reclamos poco rigurosos provoca una queja de 17 colectivos y medio millar de firmas contra "La Mañana de La 1" y RTVE.

"No estamos jugando a la salud. En Twitter, que escuchen bien lo que decimos y que no especulen tonterías, que aquí somos muy serios", decía recientemente en antena Mariló Montero, conductora de La mañana de La 1, en respuesta a las críticas que ha recibido su programa por proponer terapias sin respaldo científico en su espacio de salud. "En Saber Vivir no se inventa nada", añadía a la defensiva Montero, después de aludir a "los chavales de Twitter" (a partir del 1:10:00).

La presentadora se refería a una campaña organizada con la ayuda de las redes sociales para demandar a RTVE explicaciones sobre estos mensajes carentes de rigor científico que se incluyen en el espacio, que ven alrededor de 300.000 personas cada mañana. El detonante, un programa en el que Montero decía que "el aroma de limón puede prevenir el cáncer". Para muchos activistas contra la difusión de mensajes pseudocientíficos, fue la gota que colmó el vaso.

Más allá de los populares patinazos de la presentadora, como cuando aseguró que no se podía descartar que el alma se trasplante junto a los órganos, en el programa se recomienda el uso de remedios homeopáticos, una terapia alternativa que no ha probado mayor capacidad curativa que el simple efecto del placebo (como asegura el Ministerio de Sanidad). Y es habitual que se promocionen otros productos, técnicas y dietas con escaso respaldo científico, según denuncian los críticos del programa. Desde RTVE se asegura que el espacio no tiene ningún acuerdo con empresas del sector para promocionar productos de ningún tipo.

El lunes 26 de enero, el Defensor del Espectador de RTVE tenía en su bandeja de entrada una queja respaldada por más de medio millar de firmas y 17 colectivos de promoción de la ciencia que exigían una investigación sobre los mensajes de esta sección de salud que, a lo largo de 3.900 emisiones con consejos de salud valiosos, ha ido deslizando otros no tan rigurosos. "El lanzar afirmaciones no sustentadas en evidencias a un público que no tiene por qué estar formado en ciencia lleva a la confusión y al riesgo de equivocación. El hacerlo todos los días lleva a la confusión completa", aseguraba esta protesta que reclamaba una respuesta de la cadena sobre la línea general seguida por el programa.

El programa defiende que las críticas son minoritarias y que todos los reclamos se apoyan en la ciencia Desde la dirección del mismo responden que se trata de "una corriente minoritaria de usuarios interesados en descalificar" y que todos los mensajes que aparecen en esta sección se limitan "a contenidos difundidos en medios de referencia nacional e internacional, basados en estudios o investigaciones publicados en revistas científicas", algo que entraría en contradicción con la recomendación de homeopatía, por ejemplo. Sobre estos remedios, la dirección del programa asegura que se alude a ellos "de una forma excepcional y muy esporádica" y que "es un hecho incuestionable que los produtos homeopáticos están a disposición en las farmacias para su venta libre".

Sobre expresiones como que "el aroma del limón puede prevenir el cáncer", el programa explica que en este tipo de formato televisivo resulta natural el uso de un lenguaje que tienda a la divulgación y a la vulgarización: "Ese tono, informal o coloquial, puede conllevar el empleo de algún recurso sensacional para reclamar la atención sobre el objeto de la información", defienden. Hoy, Montero ha festejado la repercusión de sus palabras sobre el limón y el cáncer, resaltando que tienen respaldo en una investigación científica, aunque lo que muestra es una web de noticias.

Aunque el Defensor, Ángel Nodal, se comprometió de inmediato a responder a la queja colectiva, lo cierto es que en su último programa únicamente se respondió a una protesta de otro espectador a propósito de la homeopatía, despachado en un minuto asegurando que es un producto que "está en la calle". Por este motivo, el impulsor de la queja, Isidoro Martínez, considera que "es evidente que RTVE apoya la pseudociencia". "Si ante nuestras protestas nada se hace, es que están de acuerdo con esta línea que pone en riesgo la salud de los espectadores", asegura, haciendo referencia a otros casos previos ocurridos en el ente público como cuando se aseguraba que el wi-fi daña la salud en otro programa, El escarabajo verde.

Como protesta, el colectivo impulsado por Martínez ha lanzado una nueva petición de firmas en la red: "Las pseudociencias son un engaño (no son ni complementarias ni alternativas a la Medicina) y carecen de efectividad comprobada, y pueden hacer que alguien abandone por creer en ellas un tratamiento médico de verdad", denuncian.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/02/05/ciencia/1423136592_637562.html
Página sobre seudociencias aquí.

lunes, 9 de febrero de 2015

La esperanza griega. Fecha límite, coacción y ultimatums significa que Europa ha tomado la decisión de impedir un debate real y dinamitar las conversaciones desde un principio.

Hace 54 años, en su discurso inaugural como presidente, el presidente John F. Kennedy declaró: "No negociemos nunca partiendo del miedo. Pero no tengamos nunca miedo de negociar". No eran las frases más elevadas de aquel breve discurso, pero estaban entre las más importantes. Pues le mostraban a la Unión Soviética, de forma deliberada e inequívoca, que podría concluirse la Guerra Fría sin llegar a una conflagración y que el mundo no tiene que vivir siempre entre bravuconerías y amenazas ni bajo la sombra de la guerra nuclear.

Hoy se enfrenta Europa a negociaciones sobre la deuda y la depresión. Por un lado estará el joven gobierno de Grecia. Del otro, los poderes financieros de Europa y del mundo. Hoy, como entonces, no puede esquivarse la cuestión del miedo.

Los poderes europeos se guardan tres bazas para cuando empiecen las negociaciones. En primer lugar, Grecia tiene deudas que vencen este año y que no puede pagar. En segundo lugar, los bancos griegos dependen de la provisión urgente de liquidez del Banco Central Europeo, que se les podría retirar. En tercer lugar, la flexibilización cuantitativa le otorga al BCE una manera nueva de aislar al resto de Europa de las agonías de Grecia. Si Europa quisiera, estas bazas pueden utilizarse para aplicar una política de amenazas, con el fin de mantener la austeridad, los desahucios y la penuria de Grecia.

Se huelen las amenazas. El diario The Daily Telegraph resumió la reunión de ministros de finanzas de la UE el 26 de enero: "La eurozona ha descartado el perdón de la deuda a Grecia y ha advertido de que su nuevo gobierno de coalición antiausteridad debe cumplir todos los acuerdos del pasado…" El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, declaró ante los oligarcas de Davos que Grecia debe "tomar medidas para que continúe la recuperación económica". Y eso significa "respetar sus compromisos anteriores y que el nuevo gobierno quede vinculado por los logros de la reforma". O, como dijo el ministro alemán de Finanzas en diciembre pasado: "Unas nuevas elecciones no cambian nada".

Para los griegos, estos comentarios deben de ser una broma cruel: ¿Qué recuperación económica? ¿Qué logros? Si las elecciones no cambian nada, ¿para qué molestarse en celebrarlas? Y, por supuesto, la premisa de que han de "respetar sus compromisos anteriores" no es más que terquedad dogmática. Lo que Syriza puso de manifiesto, sobre todo, es lo incontestable de que tienen que cambiar esas fracasadas medidas políticas.

El primer ministro británico, David Cameron, resumió el punto de vista griego con velada ironía británica: "Lo que las elecciones griegas mostrarán también es que hay algunas señales de aviso en la economía global, eurozona incluida". Bueno, sí. Cuando fracasan las medidas políticas, entra en declive la economía. Los griegos no son los únicos en contemplar al fracaso delante de sus ojos.

Tal como informaba el Telegraph, hay dos cuestiones: los acuerdos y la deuda. Respecto a la primera, Grecia propone hoy recuperar el rumbo de su destino. Se ha probado el experimento de control de la Troika. Y conocemos los resultados. Se promulgarán nuevas medidas políticas destinadas a ayudar a los indigentes y a los más vulnerables, a estabilizar la economía y a fomentar la recuperación. El pasado historial de Grecia no es bueno, eso no lo discute nadie. Pero el severo diktat que vino a continuación ha sido un desastre.

La cuestión detrás de la quita es solo parcialmente una cuestión de recursos. La alternativa de "prolongar y fingir" resulta, al fin y al cabo, una forma de transferencia fiscal. El problema estriba en que la práctica amontona deuda sobre deuda, y esta es la palanca que mantiene al país tutelado, siempre en situación de mendigar. Una quita es el medio de volver a la autonomía de la política. La forma y las condiciones precisas son, en parte, aquello de lo que trata la negociación.

Unas conversaciones con pronta fecha límite, coacción y ultimatums probablemente significaría que Europa ha tomado la decisión de impedir un debate real y dinamitar las conversaciones desde un principio. Si la decisión es ésa, entonces el peso de la Historia caerá sobre quienes la tomaron, incluyendo el caos que pueda derivarse de ello.

¿Qué capacidad de maniobra tiene Grecia? Evidentemente, no mucha; las armas pesadas están del otro lado. Pero hay algo. El primer ministro Tsipras y su equipo pueden presentar su defensa de la razón sin amenazas de ninguna clase. En ese caso, el gesto correcto y moral por la otra parte consistiría en desechar sus tres bazas y, por encima de todo, dejar espacio fiscal y garantizar la estabilidad financiera griega mientras se llevan a cabo las conversaciones.

Si es esto lo que ocurre, pueden seguir adelante las negociaciones formales. Sobre esta cuestión, los comentarios de la canciller Merkel han sido de lo más suaves. Posiblemente entienda que las opciones determinarán –muy pronto– el futuro de Europa.

En esta situación valen las dos partes del pronunciamiento de Kennedy, bosquejado, por cierto, para él por mi padre. No se debe forzar a que Grecia negocie con miedo. Y Europa, por su parte, no debe tener miedo a negociar, con tranquilidad, sin bravatas ni amenazas, de buena fe.
James K. Galbraith
Social Europe Journal
James K. Galbraith es profesor de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs de la Universidad de Texas (Austin). Entre sus últimos libros, Inequality and Instability: A Study of the World Economy Just Before the Great Crisis (2012) y The End of Normal: The Great Crisis and the Future of Growth (2014). Es coautor con Yanis Varoufakis y Stuart Holland de la Modesta Proposición para la salida de la crisis de la Eurozona.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7707

Auschwitz y la “Ostpolitik” de Bruselas. La misma política que ha pilotado el desastre de Ucrania, se propone ahora expulsar a Rusia de la historia europea

Extraño 70 aniversario el del martes en Auschwitz. Sin Obama ni Putin. Obama prefirió rendir honores al nuevo rey de los decapitadores saudíes, financieros de la yihad global. Putin fue dejado fuera por el conflicto de Ucrania mediante una intriga polaca que retrata la nuevaOstpolitik de la Unión Europea.

Oficialmente no se invitó a nadie, se dice en Varsovia. Pero el Presidente ucraniano, Petro Poroshenko, sí fue invitado, expresa y solemnemente, cuando la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, visitó Kíev el 19 de enero.

Putín se picó porque no se quiso dar un lugar preponderante al Kremlin en el aniversario, explica Łukasz Adamski en Gazeta Wyborcza, antes de concluir que “la Ucrania democrática que lucha contra la agresión rusa representa mucho mejor los ideales de la coalición antihitleriana que Rusia, que usa la guerra en calidad de instrumento para resolver las diferencias políticas”. “Por eso”, decía, “es bueno que Poroshenko venga a la conmemoración”. “El objetivo era ponérselo difícil precisamente a Putin”, escribe Mijail Fishman en la páginaForbes.ua, reproducida por la prensa de Kíev. Y como acompañamiento toda una serie de jugosas declaraciones.

“Hay una guerra en marcha en el Este de Ucrania y en esta situación sería difícil imaginar invitar al presidente de Rusia”, declaró el ministro de justicia polaco, Cezary Grabarcyk al periódicoRzeczpospolita. Su compañero de exteriores, Grzegorz Schetnya, tuvo la desvergüenza de añadir que Auschwitz no fue liberado por el ejército soviético, sino, “por fuerzas del primer frente ucraniano”.

“Frente” era el término utilizado entonces en la URSS para designar los grandes vectores de la contraofensiva soviética. No tenía la menor relación con la composición étnica de los ejércitos -completamente irrelevante en la URSS de entonces. El “Primer Frente Ucraniano” se había llamado antes “Frente de Briansk” y antes “Frente de Voronezh”.

“Los ucranianos eran mayoría entre quienes liberaron Auschwitz”, insistió Valery Chaliy desde la administración presidencial ucraniana. Por el mismo principio, podrían haber mencionado que también eran ucranianos los 2000 o 3000 matarifes voluntarios de los campos de exterminio, muchos de ellos vinculados al nacionalismo “banderovski”, hoy plenamente rehabilitado, y representado, en el gobierno de Kíev.

Esa rehabilitación quedó expuesta en la mención a la contribución ucraniana en el esfuerzo antinazi que la presidencia ucraniana realizó el mismo día del aniversario, mezclando en una misma categoría a “los participantes ucranianos integrados en el ejército soviético, en el movimiento de liberación ucraniano y en las unidades partisanas soviéticas”. Esa mezcla obvia el hecho histórico de que los segundos combatieron junto con los nazis y fueron inicialmente encuadrados por ellos, que después de eso y tras practicar la masacre sistemática de judíos y polacos, algunos de ellos también volvieron sus armas contra los nazis, y que, en cualquier caso, siempre combatieron al ejército soviético, a las unidades partisanas e incluso a la Armia Krajowa, la resistencia nacional en la órbita del gobierno polaco de preguerra exiliado en Londres.

El Presidente ucraniano se permitió realizar en Auschwitz un paralelo entre su actual conflicto con Rusia y, “los acontecimientos en la Europa de los años treinta”. “No hay duda”, dijo, “de que las ambiciones y el apetito del agresor van mucho más allá de Ucrania”. “Para prevenir la repetición de tragedias similares al holocausto y la Segunda Guerra Mundial, debemos oponernos a la nueva locura imperial y a las nuevas pretensiones de dominio en Europa”, concluyó.

Detrás de todo esto se adivina una clase política mediocre y revisionista con respecto a las realidades de la coalición antihitleriana. Politizar de esta manera el aniversario de la liberación de Auschwitz es algo que roza el sacrilegio político en la actual Europa.

Hay que recordar que la Unión Europea está hoy desarbolada como consecuencia del doble efecto de la política económica alemana y de las ambiciones atlantistas por arrinconar a Rusia con el entusiasta aplauso de los gobiernos de antiguas repúblicas víctimas de Stalin. La política alemana de austeridad a favor de los bancos y la política exterior atlantista son los dos grandes carriles por los que avanza el vector disolvente de la Unión Europea. Sur y Este están conectados: la UE ya está repitiendo en Ucrania las mismas fallidas recetas económicas que han fracasado en el Sur de Europa, advierte la nada sospechosa Friedrich Ebert Stiftung. En un contexto de guerra las consecuencias de esa miopía pueden ser, literalmente, explosivas.

Existe una historia rusa y para hacer política europea no se puede uno regir únicamente por la historia de polacos o bálticos. El legítimo dolor polaco por el sufrimiento a manos rusas, simbolizado por la masacre estalinista de presos polacos en Katyn, margina otras memorias y realidades, como la de las de las masacres de presos rusos en Polonia durante la guerra entre polacos y bolcheviques de 1919-1921 -entre 18.000 y 60.000, según las fuentes- los acuerdos de preguerra entre nazis y polacos para quedarse con trozos de Checoslovaquia (las vergüenzas no se acaban en el pacto Molotov-Ribbentrop), además del hecho histórico de que Polonia no fue solo la eterna víctima de Rusia que tan bien se vende hoy en la Europa atlantista para alentar impulsos de guerra fría, sino también una nación agresora con claras ambiciones territoriales, hacia Ucrania y Rusia.

Aunque la actual guerra de Ucrania es, fundamentalmente, un resultado directo de veinte años de geopolítica atlantista en Europa encaminada a excluir a Rusia del esquema de seguridad continental integrado que se dibujó al concluir la guerra fría, Bruselas insiste en la leyenda de un expansionismo ruso, ignorando que ha colocado a la OTAN cercando todo el entorno ruso y que el Kremlin defiende su última trinchera. De lo que ahora se trata es de continuar con esa Ostpolitik agresiva y disolvente, arrebatándole a Rusia cualquier papel de prestigio en la historia europea. La misma política que ha pilotado el desastre de Ucrania, se propone ahora expulsar a Rusia de la historia europea

El Presidente polaco, Bronislaw Komorowski, planea para el 8 de mayo en Gdansk un nuevo tipo de conmemoración de la Segunda Guerra Mundial: un acto, sin rusos, reservado a miembros de la Unión Europea. La presidencia semestral letona de la UE se ocupará de ello.

En una entrevista con el canal alemán ARD el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, un hombre de Washington como varios de sus ministros -algunos incluso con pasaporte americano- ha condenado ante la televisión alemana “la invasión soviética de Ucrania y Alemania” durante la Segunda Guerra Mundial.

Setenta años después de Auschwitz, ¿pueden realmente estos personajes dar el tono a la Ostpolitik de Bruselas?
Rafael Poch.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=65

domingo, 8 de febrero de 2015

La universidad pública, un bien común

Vera Sacristán.
Las universidades públicas reciben en promedio de su comunidad autónoma algo menos del 69% de sus ingresos corrientes (datos del MEC, año 2012). Este porcentaje tiene gran variabilidad: desde el 58% en Cataluña hasta más del 80% en el País Vasco, la Rioja o Canarias. Los precios y tasas que pagan los estudiantes y sus familias constituyen el 20% de los ingresos corrientes de las universidades, con una variabilidad incluso mayor: por debajo del 10% en las universidades de La Laguna, País Vasco o Cádiz, y hasta el 36% en la de Barcelona o el 37% en la Rey Juan Carlos de Madrid.

Desde el año 2009, la evolución de esas cifras puede calificarse de “histórica”. En algunas comunidades autónomas los recortes se acercan al 40% en términos reales, una vez descontada la inflación, lo que nos retrotrae a más de veinte años atrás. Según un estudio del Observatorio del Sistema Universitario (OSU), cursar algunas carreras cuesta hoy hasta 3 o 4 veces lo que costaba en 2007, justo antes de las últimas reformas universitarias.

Llama la atención que la mayor parte de países europeos sigan una política distinta o incluso opuesta a la española. Y no se trata sólo de los consabidos países nórdicos, donde los estudios universitarios son gratuitos, sino de países y regiones más próximos a nosotros, donde la matrícula es gratuita (Austria o Escocia, entre muchos otros) o requiere tan sólo el pago de una tasa fija (300€ por año en Alemania, 183€ en Francia, por ejemplo). Mientras esto ocurre en Europa, los precios públicos en España llegan a alcanzar los 2.600€ por curso de grado, y los 4.000€ por curso de máster. Además, la inmensa mayoría de países europeos ofrecen o bien becas-salario para compensar la pérdida de ingresos de los jóvenes que optan por estudiar en vez de trabajar (modelo nórdico), o bien desgravaciones fiscales y subsidios para las familias que mantienen a los hijos que estudian en la universidad (modelo centroeuropeo), algo inexistente en España.

Cabe preguntarse si lo que ocurre en nuestro país no es más que el resultado inevitable de una situación económico-financiera adversa. Sin embargo, quienes defienden estas nuevas políticas de financiación universitaria no suelen hacerlo en términos coyunturales, sino con argumentos de fondo. El principal es el de considerar que, puesto que obtener un título universitario permite acceder a trabajos y niveles de renta superiores, quien estudia en la universidad debe pagarse los estudios, pues va a obtener de ellos un beneficio personal. Y es cierto que lo va a obtener. Lo que no es tan claro es que deba pagar por ello a priori, esto es, mientras estudia. Intentaré argumentar por qué es mejor que lo haga a posteriori, mediante un sistema de impuestos progresivo, que permita que devuelva a la sociedad, incluso con creces, lo que de ella ha recibido.

También se aduce que no es justo que paguen lo mismo los ricos que los pobres. Como si no nos costara exactamente lo mismo a todos, ricos y pobres, comprar un kilo de arroz o un televisor. De nuevo, la redistribución de la riqueza conviene hacerla mediante el sistema impositivo, no en el sistema de precios.

Otro argumento frecuente es el de considerar que, puesto que a la universidad acceden mayoritariamente jóvenes de clases medias y altas, no es justo que los contribuyentes les paguen los estudios. Efectivamente, sabemos que a nuestras universidades acceden mucho más los hijos de directivos, profesionales y, en general, trabajadores de oficina, servicios y administración, mientras que los hijos de trabajadores obreros están infrarrepresentados ya que sólo son un 27% de la población universitaria mientras que sus padres conforman el 48% de la población de 40 a 60 años. Pero esto no debería inducirnos a una aceptación resignada de los hechos, sino a actuar para que la situación cambie. Un motivo que explica la baja presencia de estudiantes de origen humilde en nuestras universidades es su necesidad de trabajar y aportar ingresos a sus familias. En estas condiciones, el aumento del precio de la matrícula es un elemento disuasorio añadido.

Por último hay quien piensa que la respuesta a todas estas cuestiones está en mantener precios elevados como los actuales y ofrecer becas o créditos a quienes no puedan permitirse pagarlos. Las becas o, peor aún, los créditos, no resuelven el problema. Aparte de la escasez de sus importes y número, las becas generan incertidumbre ya que un estudiante no sabe a priori si la obtendrá. De los créditos, para qué hablar, en un país en el que las hipotecas son causa de problemas tan graves. ¿En qué condiciones entraría en el mercado de trabajo un recién titulado obligado a devolver un crédito por los estudios cursados? ¿Cómo afrontaría el inicio de una vida personal y familiar independiente? Conocemos demasiado bien las dificultades generadas por el sistema de créditos al estudio en los países que los han implantado, especialmente Estados Unidos y el Reino Unido: endeudamiento no sostenible, disminución drástica de la movilidad estudiantil, retracción de la demanda universitaria por parte de sectores específicos (mujeres y adultos), burbuja crediticia y, finalmente, abandono de los estudios al producirse la crisis financiera y reducirse la concesión de créditos y las expectativas laborales.

Debemos, en cambio, preguntarnos por qué los países de nuestro entorno están optando por una política tan distinta: financiación pública de la universidad, matrículas gratuitas o simbólicas, y ayudas en forma de becas-salario, desgravaciones fiscales y subsidios. Este es el modelo mayoritario en Europa porque promueve la igualdad de oportunidades en el acceso a la universidad. Y la igualdad no es sólo una cuestión de justicia social sino también de eficacia, ya que permite que los mejores accedan a los estudios, y que el país no desperdicie su talento por causas económicas. En otras palabras, frente al beneficio personal que se extrae del estudio, la mayoría de países valoran el beneficio colectivo que obtiene el conjunto de la sociedad. Un beneficio cultural, científico, técnico y profesional que ayuda al bienestar y al progreso del país. Un beneficio económico gracias a quienes, tras haber pasado por la universidad, desarrollan actividades útiles y rentables para empresas e instituciones, tanto privadas como públicas. Y, finalmente, un retorno de la inversión pública a través de los impuestos.

No es posible tratar de financiación universitaria sin mencionar la investigación, puesto que en nuestro país las universidades públicas son su agente principal. La disminución de la financiación de la investigación en España ha sido drástica en estos últimos años (superior al 40%) y nos aleja todavía más de los objetivos declarados en solemnes reuniones de ministros de la UE. Se está hipotecando el futuro de la investigación española y con ello las posibilidades de un cambio de modelo económico del país. Para que la investigación revierta positivamente en la sociedad, se suele argumentar que lo mejor es que sean las empresas las que la orienten y las que la financien. ¿Es eso lo que más conviene a la ciudadanía? Que las empresas (y otras instituciones, no necesariamente con ánimo de lucro) financien parte de la investigación puede ser positivo, pero es imprescindible que la administración pública lo haga en una proporción suficiente. Suficiente para garantizar el avance de la investigación básica, sin la cual no hay investigación aplicada posible. Suficiente para garantizar la independencia y la objetividad de la investigación. Suficiente también para asegurar que se obtengan avances científicos que ayuden a resolver los problemas de la población, con independencia de su rentabilidad económica inmediata.

En conclusión, la actividad docente e investigadora de las universidades públicas beneficia al conjunto de la sociedad. Es un bien común y, por ello, corresponde al poder público garantizar su financiación.
Fuente: SinPermiso.
Vera Sacristán es profesora de matemáticas en la la Universitat Politècnica de Catalunya. Colabora regularmente con SinPermiso en temas de política universitaria.