miércoles, 18 de septiembre de 2019

_- El apartheid siempre ha sido el plan

_- Kenn Orphan
Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.


La entrada norte al complejo de montañas Cheyenne en Colorado, Dominio público

¿Qué hacen los capitalistas ricos en respuesta a la siempre presente amenaza de aniquilación nuclear o de una biosfera que se tambalea al borde del colapso? Construyen enormes búnkeres fortificados en las profundidades subterráneas, por supuesto. Aquí pueden vivir como los descendientes de los mamíferos que sobrevivieron a la extinción de los dinosaurios en el Cretácico tardío y el Paleoceno temprano hace unos 65 a 100 millones de años. Los extinguidos necrolestes patagonensis, cuyo significado sorprendentemente apropiado para esta comparación es "ladrones de tumbas", son los descendientes del cronopio que escapó por poco del destino de los dinosaurios al excavar profundamente la tierra.

Pero estos mamíferos modernos aparentemente vivirán en un lujo mucho mayor que sus peludos predecesores cuando el planeta sufra el próximo evento cataclísmico. Varios de estos, que pronto serán habitantes del suntuoso inframundo se exhiben en un artículo reciente de Julie Turkewitz en el New York Times titulado "Un momento de auge para el negocio de los búnkeres y los capitalistas del fin del mundo". Y sus guaridas, con todo el buen gusto, están adornadas con las últimas comodidades tecnológicas y de confort como salas de cine, piscinas y salas de yoga. ¿Cómo se sentiría hacer un estiramiento de hatha debajo de un mundo muerto?

Este tipo de noticias a menudo parecen una broma de nuestra situación colectiva. Después de todo, la mayoría de nosotros entendemos que la riqueza no genera inteligencia o un sentido de decencia. Pero la crisis existencial que todos enfrentamos no es divertida. El cambio climático indujo el colapso ecológico y la amenaza siempre presente de la devastación nuclear o incluso la aniquilación son cada vez más grandes. La última cuestión surgió recientemente tras un desastroso accidente en la Federación de Rusia que involucró una prueba de misiles con combustible nuclear. Varios científicos fueron asesinados, muchos otros sufrieron envenenamiento por radiación y un área entera ha sido cerrada debido a la contaminación. Este evento, exacerbado por el amenazado abandono del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares por parte de la Administración de Trump, ha avivado los temores de una carrera armamentista renovada y envalentonada.

Pero son la contaminación y el cambio climático y su concomitante degradación de los ecosistemas del mundo lo que representa la mayor amenaza porque son cuestiones de múltiples capas que involucran a las empresas transnacionales, el sector financiero global, los gobiernos y el complejo industrial militar. Y se están desarrollando de una manera que a menudo se pasa por alto. Este es un problema que se traduce aterradoramente en sistemas existentes de disparidad de clase, poder y riqueza. Un informe reciente de Philip Alston, relator especial de la ONU sobre pobreza y derechos humanos, subrayó estas desigualdades. Advirtió:

“Nos arriesgamos a un escenario de 'apartheid climático' en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras el resto del mundo sufre. El riesgo de descontento de la comunidad, de una creciente desigualdad y de niveles de privación aún mayores entre algunos grupos, probablemente estimulará respuestas nacionalistas, xenófobas, racistas y de otro tipo. Mantener un enfoque equilibrado de los derechos civiles y políticos será extremadamente complejo".

Pero no seamos tontos aquí. El apartheid siempre ha sido el plan. Vivienda separada, educación separada, infraestructura separada, justicia separada, ambiente separado. Y cuando se trata de la catástrofe climática en curso, podemos ver cómo se desarrolla esto en una variedad de lugares. En los EE.UU., Australia y en Europa, los ricos reconstruyen fácilmente sus mansiones dañadas o destruidas cuando quedan en cenizas por los incendios forestales o quedan anegadas por inundaciones. En la India los millonarios y sus familias pueden escapar del calor sofocante en edificios altos con aire acondicionado y en fincas palaciegas y extensas. Y en lugares como Indonesia, los ricos simplemente mueven una ciudad entera. Mientras la capital, Yakarta, se hunde en el lodo debajo de un mar en ascenso, la élite planea mudarse a una nueva en Borneo.

Yakarta es, en muchos sentidos, un ejemplo de manual de un sistema floreciente de apartheid económico con la gran mayoría de sus habitantes viviendo por debajo del nivel del índice de pobreza global. Sería extremadamente ingenuo creer que la clase dominante indonesia, que está sumida en la corrupción, ideologías religiosas y políticas reaccionarias, discriminación de castas y un fascismo nacido de décadas de brutalidad respaldada por Estados Unidos, trasladaría a sus pobres a la nueva ciudad. No, probablemente serán los primeros abandonados.

Y la nueva ubicación no es una "tierra sin pueblo" como suele decir el mito colonial. Borneo es el hogar de los indígenas dayak, con muchas comunidades e idiomas diversos. Ver cómo el país ha colonizado y maltratado a los papúes indígenas durante décadas deja pocas esperanzas de cómo tratará a los dayak nativos. La isla también tiene algunas de las últimas extensiones de bosque tropical intacto en un país con una historia ambiental extremadamente pobre. Los orangutanes y los osos malayos en peligro crítico se aferran a una existencia precaria aquí gracias a la minería y la deforestación masiva del aceite de palma. Según algunos informes, a los orangutanes solo les quedan 10 años.

Sin duda, los bosques restantes serán talados, su madera será vendida a los Estados Unidos, la UE, Australia y China y la tierra será desarrollada por y para las élites. Los centros comerciales, campos de golf y complejos de viviendas exclusivos serán acordonados del resto de los habitantes de la isla con sistemas de vigilancia y seguridad elaborados que los protegen. La contaminación, que ha plagado a Yakarta gracias a las industrias no reguladas y la falta de infraestructura, ahora contaminará un nuevo lugar en el corazón de la selva tropical de Borneo.

Pero Indonesia no existe en el vacío. Pertenece al "sur global", esa zona de sacrificio designada por la élite de las naciones mucho más ricas. La élite que usa el Banco Mundial y otras agencias de control para mantener un sistema de riqueza y poder concentrados profundamente feudal mientras publicita una campaña verde para paliar nuestra crisis ambiental; se reúnen en salas de juntas o en el campo de prácticas, van a los mismos eventos para recaudar fondos, bodas y cenas y viven en casas elegantes en Londres, Nueva York, París, Tokio, Singapur o Zúrich. Y en menor medida Hong Kong, Tel Aviv, Sao Paulo, Moscú, Riad, Taipei o Pekín. La élite que se encuentra en Biarritz y que arroja migajas a sus peones menores que hacen su voluntad de saquear los recursos de su nación y mantener a raya la disidencia. Que calma su conciencia moribundas arrojando fondos miserables a los problemas mundiales y las calamidades. Estas élites se lanzan a donde quieran en esta esfera que se calienta rápidamente y está protegida por las ganancias mal obtenidas de su fortuna acumulada. En otras palabras: saqueo legalizado.

El acuerdo económico global no es más que crimen organizado. La imposición de la voluntad de los ricos sobre los pobres y las clases trabajadoras a través de la represión violenta. De hecho tienen el complejo industrial militar y el estado de vigilancia como su mayor arma contra las masas. Ejecutores de los "intereses del capital". Y en una era de angustia existencial constante, este apalancamiento se está convirtiendo en un buen negocio.

La quema de la selva amazónica o el derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia presentan una oportunidad para la explotación de los recursos o para la mercantilización de la naturaleza misma, lavada de verde como "protegiendo la selva" privatizándola. Después de todo, las corporaciones y los militares depredan, ensucian o talan más bosques en todo el mundo que los granjeros o ganaderos individuales. Por lo tanto, cualquier Nuevo Acuerdo Verde, si no aborda el complejo industrial militar y su relación con la protección del capital, o no es examinado y escrito a fondo por los pobres, la clase trabajadora, los activistas ambientales y los pueblos indígenas, solo servirá para salvar al capitalismo, aunque sea por poco tiempo y para muy pocos, de las fauces de su propia avaricia insaciable. Será un esquema Ponzi de privatización diseñado por la corporación de los demonios neoliberales y estrategas de marketing que ayudaron a crear los problemas en primer lugar.

Sin duda, si se permite que este acuerdo persista, el apartheid es el futuro que tienen reservado para todos nosotros. En verdad siempre ha sido así. Un futuro militarizado y vigilado, lleno de caminos privados, muros de seguridad y comunidades cerradas. Donde reina el espectáculo y la jet set y las celebridades son elogiados sin cesar por sus medios corporativos. Donde los pueblos desplazados que huyen por sus vidas son demonizados y detenidos. Donde sus hijos son arrancados de sus brazos, enjaulados y se les niega el jabón o incluso un abrazo seguro por parte de oficiales con botas. Uno donde el derecho a la alimentación y al agua limpia se considera un privilegio. Donde los documentos controlan quién vive y quién muere. Donde a los trabajadores pobres se les niegan sus hogares ancestrales o se vuelven invisibles. Uno donde las especies en peligro de extinción se consideran prescindibles, donde los antiguos bosques son arrasados ​​y los ríos se utilizan como vertederos para la industria y el ejército. Este es el mundo que existe ahora en lugares en los que el norte global rara vez escucha o siquiera se toma un segundo para pensar.

La clase dominante mundial no tiene planes para abordar o mitigar nuestra crisis existencial sin el sostenimiento del saqueo capitalista. No ven ninguna opción fuera de la preservación de este acuerdo, ya sea a través de la distracción o la explotación del miedo, o por escapar de su enorme costo humano y ecológico por completo. El apartheid, separarse de nosotros, las "masas sucias e indecentes de la humanidad", siempre ha sido su forma, espíritu y plan. Con esto en mente, solo podemos esperar que nos hagan un favor a todos y se escabullan en uno de esos búnkeres de alto precio en el suelo un poco antes de lo planeado.

Kenn Orphan es artista, sociólogo, amante de la naturaleza, radical y activista cansado pero comprometido. Se le puede contactar en kennorphan.com

Fuente:
https://www.counterpunch.org/2019/09/04/apartheid-had-always-been-the-plan/

martes, 17 de septiembre de 2019

_- Feminismo & Transformación social. Yo soy feminista

_- Marisa del Campo Larramendi
Rebelión

Sobre la importancia y la significación social de ser feminista.

Los feminismos son uno de los pocos movimientos que actualmente ofrecen algo de resistencia a la incontenible ola reaccionaria que recorre el mundo. Con todos sus luces y sus sombras, las reivindicaciones y movilizaciones feministas “molestan” al poder realmente existente en su objetivo de vaciar de contenido democrático las instituciones de los ya de por sí devaluados sistemas parlamentarios burgueses en aras de alcanzar sus sueños de acumulación incesante e infinita de capital.

Pero no solo “molestan” a los poderosos, sino que determinados feminismos “perturban” con sus denuncias la conciencia de hombres y mujeres del común. Nada más atractivo para ese ser egoísta y conformista que todos llevamos dentro que los cantos de fraternidad o sororidad universal que entonan los coros y danzas del poder.

La unidad de la nación, bajo el palio de la soberanía del pueblo, como cortina que encubre la división real en clases; la unidad de los sexos, bajo la bandera de la igualdad, que oculta la auténtica estructura patriarcal de nuestras sociedad. Porque ahí está la bicha, no lo duden: la división en clases y la estructura patriarcal.

Los feminismos nos recuerdan a los hombres y a las mujeres que existe violencia de género aquí y ahora, en el piso de arriba, en la calle que vivimos, en la ciudad que habitamos. Violencia de género de baja intensidad en nuestras relaciones cotidianas; violencia de género de alta intensidad en el interminable rosario de asesinatos machistas.

Los feminismos nos recuerdan que son mujeres las que ocupan los lugares más inhóspitos de la escala social, que son mujeres la fuerza de trabajo más explotada por el sistema, que son mujeres y niñas la mayor parte del ominoso ejército de esclavos que aún subsiste en el mundo.

Los feminismos nos recuerdan que existe un techo de cristal para las mujeres; que los lugares de trabajo son espacios de acoso sexual sobre las mujeres; que en las calles, en las fiestas y en las noches ronda la perversión machista de creer que la mujer es objeto y propiedad del deseo incontenible del macho. Sí, esto y más cosas nos recuerdan los feminismos.

Y por eso molesta a los de arriba en su objetivo de acallar cualquier voz que se levante contra su poder; y por eso molesta a sectores de los de abajo en su deseo de que les dejen vivir tranquilos, de que no les perturben en su sueño de habitar el mejor de los mundos posibles, de que no les quiten esas micro ventajas que da la sociedad patriarcal incluso a los hombres pertenecientes a las clases sometidas. Sí, por eso el feminismo es atacado por tanto flautista de Hamelín, bella pluma del poder y corifeo del Leviatán.

Y siempre con los mismos “argumentos”: el rasgarse las vestiduras ante el irracional radicalismo feminazi; la vergonzosa insistencia en desconfiar de las víctimas; la hipócrita reivindicación de la presunción de inocencia del hipotético victimario; la hiperbólica denuncia de una supuesta guerra sin cuartel desatada contra el hombre; las angélicas llamadas a ser, antes que feministas, femeninas, personas, seres humanos fraternalmente unidos en la costilla de Adán; la abracadabrante teoría de la existencia de un poderosa conspiración compuesta por feminazis, maricones y bolleras dispuesta a hundir la moral de occidente, pervertir nuestros usos y costumbres e imponer una terrible dictadura de “lo políticamente correcto”; la reducción del carácter estructural del sometimiento de la mujer a casos extremos de individuos anómicos; la elevación de la anécdota a categoría, de la excepción a regla, por ejemplo si hay una denuncia falsa por maltrato se utiliza como “argumento” para negar la violencia sistémica contra las mujeres; la igualación de víctimas y victimarios, poniendo al mismo nivel el daño que sufren las mujeres con el acoso estructural en el trabajo y las penosas consecuencias que para un caso individual conlleva una acusación que resulte fraudulenta…

Sí, los feminismos tienen sus luces y sus sombras, poseen puntos en conflicto y desacuerdo – es por eso que no se debe de hablar de “feminismo” sino de “feminismos” pues existen diversas corrientes, algunas muy enfrentadas entre sí – Por ejemplo: la complicidad de algún feminismo con el liberalismo pseudo progresista y meritocrático, que olvida la discriminación hacia las mujeres de clase baja o de etnias marginadas; o la mitificación por otros feminismos de una supuesta naturaleza femenina que en buen parte reproduce conceptos patriarcales y es funcional al sistema; o el determinismo de algunas teorías feministas que pretenden encontrar la explicación de todo en una “estructura patriarcal” concebida de un modo mecanicista, como otrora el marxismo vulgar creyó encontrar la llave de la historia en el determinismo económico.

Sí, los feminismos han cometido y cometerán muchos errores… como toda praxis humana. Pero los feminismos tienen “la” razón, una razón poderosa, innegable, radical: vivimos en una sociedad patriarcal que somete a la mujer, que genera violencia contra la mujer, que impide su libre desenvolvimiento como ser humano. Y los feminismos tienen un objetivo profundamente ético, revolucionario y emancipador: acabar con ese estado de cosas. Por eso yo soy feminista.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Más Séneca y menos ansiolíticos. Vanidad sin control, obsesión por la seguridad, aceleración tecnológica, ... ¿Qué tiene que decir el renovado interés editorial por el estoicismo sobre el mundo en el que vivimos?

JUAN ARNAU
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28 ABR 2018 -

Cultiva el espíritu porque obstáculos no faltarán. El consejo de Confucio podría haberlo firmado cualquiera de los filósofos estoicos. Una versión moderna de esta máxima se la debemos a Woody Allen: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Un poeta barcelonés la remató con un verso lapidario sobre el inexorable juicio del tiempo: “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”. Esos son, a grandes rasgos, los tres vértices del estoicismo antiguo, que parece resurgir en nuestros días. ¿Se trata de un espejismo? Las sociedades modernas se encuentran dominadas por la rentabilidad tecnocrática del selfie, la autoindulgencia (todo nos lo merecemos, sobre todo si hay desembolso) y el capricho. Se trata de fabricar un ego frágil e injustificadamente vanidoso. Una situación que supuestamente podría remediar una buena dosis de estoicismo. Dado que no podemos controlar lo que nos pasa y vivimos totalmente hacia afuera, atemorizados y estresados, dado que somos más circunstancia que nunca, quizá pueda ayudarnos esta antigua filosofía que inspiró a Marco Aurelio, un hombre que, dada su posición, conoció el estrés mejor que nadie.

Vista de la Sala de los Filósofos de los Museos Capitolinos de Roma. ALAMY STOCK PHOTO

Pero en ese desplazamiento, en esa búsqueda de inspiración en el pasado grecolatino, se corre el riego de confundir, y de hecho se hace, estoicismo con voluntarismo, tan vigente y puritano. La cultura del esfuerzo y la búsqueda del éxito dominan las sesiones de coaching, que es, según sus proponentes, el arte de ayudar a otras personas a cumplir sus objetivos o a “llenar el vacío entre lo que se es y lo que se desea ser”. No cabe mayor traición al legado estoico. El voluntarismo reseca el alma y uno de los fines del estoicismo es recrearla. Lo que llamamos “retos” o “metas” no son sino anteojeras que no permiten ver más que un único aspecto de la realidad y uno acaba estrellando el avión contra la montaña, como en el caso de Germanwings. Esas metas nos trabajan por dentro y parecen diseñadas para excluir la contemplación y la observación atenta y desinteresada. Frente a la tiranía de la meta, los estoicos pretendían desembarazarse de pasiones demasiado apremiantes y acaparadoras. De hecho, uno de sus signos distintivos fue considerar la poesía como medio legítimo de conocimiento. La lírica nos mantiene en una actitud abierta y nada sabe de metas y objetivos. La poesía era para los estoicos, sobre todo la de Homero, genuina paideia. Entender esto requiere ganar una libertad interior, no estar eternamente abducidos por el circo o las pantallas, una independencia moral, no la opinión general o el vocerío de Twitter, y trascender la dependencia de la persona respecto a su parte animal (en el supuesto de que el hombre es ese ser singular que, como decía Novalis, vive al mismo tiempo dentro y fuera de la naturaleza). Con ese “cuidado de sí”, que Marco Aurelio llamaba meditaciones, era posible lograr una autarquía ética que tendría una importancia decisiva en el pensamiento político griego.

No quedan muy lejos algunos ejemplos de estoicismo moderno. Wittgenstein cuenta que de joven experimentó esa sensación de que “nada podía ocurrirle”. Era un modo de decir que, ocurriera lo que le ocurriera (una bala perdida, un cáncer), sabría aprovechar la experiencia. Una actitud que le permitió asumir el puesto de vigía en medio del fuego cruzado durante la primera gran guerra. Algo parecido encontramos en Simone Weil, siempre arriesgándose, ya fuera en la fábrica de la Renault o en los hospitales de Londres, con la humildad como valor supremo, que hace que el ego no apague la llama de lo divino. Curiosamente, la actitud de estos dos grandes filósofos, en los que reviven los viejos ideales grecolatinos, contrasta con algunas obsesiones actuales. Desde el miedo al propio cuerpo, que requiere un examen continuado, hasta la obsesión por la seguridad (to feel safe, to feel at home). Como si un escáner o un refugio pudieran otorgar esa tranquilidad, como si hubiera que encerrarse para sentirse seguro. Mientras un mandatario reciente se preguntaba cuánto dinero necesitaba para sentirse seguro y, al no hallar la cifra, se consagró a amontonar capitales, Wittgenstein se exponía en la trinchera y Weil en la columna de Durruti.

Imaginen a Zuckerberg abrazando esta filosofía; pues bien, eso es lo que hizo el emperador Marco Aurelio

El estoicismo supone, como apuntó Zambrano, la recapitulación fundamental de la filosofía griega. En este sentido fue y es tanto un modo de vida como un modo de estar en el mundo. Zenón de Citio, natural de la colonia griega de Chipre, figura como fundador de la escuela. Tenían algo en común con los cínicos, sobre todo la vida frugal y el desprecio de los bienes mundanos, y reflexionaron sobre el destino y la relación entre naturaleza y espíritu. Hubo un estoicismo medio (platónico, pitagórico y escéptico), pero los que dieron fama a la escuela fueron sus representantes romanos: un emperador, un senador y un esclavo. Todos ellos surgieron, como ahora, al abrigo del Imperio. Aquel imperio era militar, el de hoy es tecnológico. Imaginen ustedes a Zuckerberg abrazando el estoicismo; pues bien, eso es lo que hizo el emperador Marco Aurelio. Séneca nació en la periferia del Imperio, en la colonia bética de Hispania, pero fue una figura fundamental de la política en Roma, senador con Calígula y tutor de Nerón. Epicteto había llegado a la ciudad siendo un esclavo. Cuando fue liberado fundó una escuela, y aunque, siguiendo el ejemplo de Sócrates, no escribió nada, sus discípulos se encargarían de transmitir su legado.

Moralistas y contemplativos, todos ellos defendieron la vida virtuosa, la imperturbabilidad y el desapasionamiento, sentimientos todos ellos muy poco rentables para una sociedad del entretenimiento. El estoicismo conquistó gran parte del mundo político-intelectual romano, pero, a diferencia del 15-M, no cristalizó en “partido”, sino que se decantó en norma de acción y su influencia alcanzaría a grandes filósofos como Plotino o Boecio. No entraremos a describir su refinada lógica, pero merece la pena recordar que la subordinaban a la ética. Al contrario de hoy, al menos en el mundo financiero, donde el algoritmo domina la moral. Destaca en ella su doctrina de los indemostrables, probablemente de origen indio. Concebían el alma como un encerado donde se graban las impresiones. De ellas surgen las certezas (si el alma acepta la impresión) y los interrogantes (si es incapaz de ubicarla). Para los estoicos, el mundo era, como para nosotros, sustancialmente corporal, pero su física no niega lo inmaterial. Concibe la naturaleza como un continuo dinámico, cohesionado por el pneuma, un aliento frío y cálido, compuesto de aire y fuego. Heredaron de Heráclito el fuego como principio activo y primordial, del que han surgido el resto de los elementos y al que regresarán. Como el humor o el llanto, el pneuma no se desplaza, sino que se “propaga”, contagiando alegría o enfermedad.

Nuestra obsesión por la seguridad contrasta con la actitud de estoicos modernos como Weil o Wittgenstein

Hoy no estaría de más poner en práctica algunos de sus principios. El imperativo ético de vivir conforme a la naturaleza, que nuestro planeta agradecería. El ejercicio constante de la virtud, o eudemonía, que permite el desprendimiento. Y, finalmente, lo que Nietzsche llamó el amor fati, la aceptación y querencia del propio destino, remedio eficaz para todo aquello que produce desasosiego. No puede decirse que estos principios proliferen en nuestros días. Si un viejo estoico pudiera asomarse a nuestro tiempo, vería, en las grandes desigualdades propiciadas por la economía financiera, un descuido de sí, un olvido de esa autonomía moral que evita que se desaten emociones como el miedo y la vanidad, que crean la codicia. Emociones contrarias a la razón del mundo que, en nuestro caso, es la razón del planeta.

https://elpais.com/cultura/2018/04/27/babelia/1524838978_764302.html?rel=lom

Los perdedores silenciosos de la recuperación económica

Carrión i Huguet Cuarto Poder

Hace unos días conocíamos datos que apuntan a una desaceleración del crecimiento de la economía en un contexto de turbulencias y guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y China, y de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Así pues, parece que a los trabajadores nos toca volver a preocuparnos por nuestros puestos de trabajo en el enésimo avatar al que nos somete el capitalismo, después de un periodo de bonanza generalizada.

Pero, ¿ha percibido usted esa bonanza? Las cifras macroeconómicas indican que la economía ha ido a mejor desde que tocamos fondo en 2012-2013 y que se han recuperado muchos de los indicadores, que han alcanzado o superado las cifras previas a la crisis. Quizás usted ha sido uno de esos afortunados que ha mejorado su situación, pero aunque ello no ocupe portadas en los medios de comunicación, no todo el mundo se ha recuperado del golpe. Nadie habla de los que se han quedado atrás, quizás porque supondría quebrantar el relato oficial de la economía con viento en popa, pero allí están, silenciosos, sufriendo todavía las consecuencias de una crisis que, a lo mejor, nunca se fue. Hay varios indicadores que nos permiten saber quiénes son esas personas, y en esta ocasión nos centraremos en los datos que nos proporciona la Encuesta anual de estructura salarial a través del INE para el periodo 2008-2016.

Efectivamente, si observamos dichos datos podemos afirmar que, en general, los asalariados españoles cobramos más ahora que antes de la crisis en términos absolutos. Así, el salario mediano bruto anual (es decir, aquel punto en el que se sitúan por debajo el 50% de salarios y por encima el otro 50%) pasó de 18.244,40 euros en 2008 a 19.432,62 euros en 2016, esto es, un incremento interanual acumulado del 6,4% (1.188,22 euros más al año). La recuperación, pues, habría llegado a los salarios. Sin embargo, si ahondamos en los datos y observamos su evolución en los distintos niveles salariales veremos que este incremento no ha sido, ni mucho menos, homogéneo.

Así, tras la crisis y varios años de recuperación económica, los datos muestran que el 10% de trabajadores con un salario bruto más bajo tuvieron un descenso salarial interanual acumulado del 9,1% entre 2008 y 2016, o lo que es lo mismo, pasaron de tener un salario de 8.903,52 euros a uno de 8.095,44 euros (808,08 euros menos al año). Aunque entre 2014 y 2016 este grupo de trabajadores tuvo un aumento salarial de casi 470 euros anuales, este incremento no fue suficiente para compensar las pérdidas que acumularon entre 2008 y 2014, que fueron de unos 1.277 euros. Así pues, durante el periodo 2008-2016 los salarios de estos trabajadores descendieron, como decíamos, un 9,1%; si a ello sumamos que durante el mismo periodo el crecimiento acumulado de la inflación fue del 7,6%, nos daremos cuenta de la magnitud del desastre que están sufriendo los trabajadores con salarios más bajos.

Pero las complicaciones no terminan aquí, no al menos para el resto de asalariados. Si observamos qué ha ocurrido en otros niveles salariales, podemos ver que el 25% de los trabajadores con salarios brutos más bajos han experimentado un crecimiento salarial interanual acumulado de solamente el 0,3% durante el periodo 2008-2016. Esto equivale a un incremento de 27,21 euros (de 13.342,53 a 13.369,74 euros anuales). Al mismo tiempo, y como ya habíamos indicado anteriormente, el salario bruto mediano creció un 6,4% durante el mismo periodo. Con todo ello podemos concluir que entre 2008 y 2016 la mitad de los trabajadores (es decir, los que tiene salarios por debajo de la mediana) tuvieron pérdidas en su poder adquisitivo (con las distintas intensidades que hemos observado), ya que la inflación acumulada (7,6%) fue superior a las ganancias o pérdidas que tuvieron sus respectivos salarios.

Pero, efectivamente, no todo el mundo ha perdido entre 2008 y 2016. Mientras el 10% de los trabajadores con salarios más bajos han visto como su salario descendía en 808,08 euros anuales, el 10% de trabajadores con salarios brutos más elevados han experimentado un incremento salarial de 3.297,09 euros anuales , ya que su salario ha pasado de 38.558,29 a 41.855,38 euros. Esto representa un aumento interanual acumulado del 8,3%, con lo que este 10% de trabajadores ha ganado poder adquisitivo a pesar de la crisis, a diferencia de la mitad de los trabajadores con salarios más bajos. Como último apunte cabe resaltar que este escenario de ganancias reales también ha sido experimentado por el 25% de trabajadores con mayores salarios brutos anuales, los cuales han visto como su salario crecía en 2.317,54 euros entre 2008 y 2016, con un aumento interanual acumulado del 8,4%.

Podemos ver, pues, que a pesar del discurso oficial la recuperación económica en términos salariales sólo ha existido y ha sido tangible para una parte, seguramente minoritaria, de la ciudadanía . Ello hace que sea todavía más preocupante imaginar el escenario que podría producirse a nivel social si los tambores de recesión que resuenan ahora acaban concretándose en el futuro, ya que lo más probable sería que la nueva contracción económica se cebara sobre la clase trabajadora en general y, más concretamente, sobre sus estratos más débiles. Ante este panorama se hace patente que sólo con un giro de 180º en las políticas económicas y laborales de los poderes públicos se conseguirá proteger a estos trabajadores. Medidas como por ejemplo el aumento de la productividad, el incremento del salario mínimo, la mejora en la redistribución de las plusvalías entre capital y trabajo, o la orientación de la economía hacia la competitividad en calidad y no en salarios se convierten en esenciales para garantizar el progreso del conjunto social y de la clase trabajadora en particular.

Fuente:
http://www.cuartopoder.es/economia/2019/09/08/los-perdedores-silenciosos-de-la-recuperacion-economica/

Entrevista a Maristella Svampa: "“Los progresismos pactaron con el gran capital”

Mariano González y Azul Picón
Ideas de Izquierda

Recientemente galardonada con el Premio Nacional de Ensayo Sociológico por su libro Debates latinoamericanos, desarrollo, dependencia y populismo (Edhasa, 2016), la socióloga e intelectual anfibia, Maristella Svampa, conversó con Ideas de Izquierda sobre extractivismo, medioambiente, los límites de los denominados gobiernos progresistas en la región, su apoyo a la declaración de intelectuales en favor del FIT-Unidad.

-Hace varios años que venís investigando sobre extractivismo, medioambiente y las resistencias que se fueron articulando en relación a su avance. ¿Cómo operó en las experiencias progresistas esa tensión entre el avance del neoextractivismo y las resistencias? ¿Cuáles son las continuidades y rupturas que ves en Argentina tras el agotamiento del ciclo kirchnerista en relación a la matriz extractiva y a las narrativas desarrollistas?

Yo creo que el ciclo es necesario leerlo en clave latinoamericana, porque esto no se da solo en Argentina sino en toda América Latina y efectivamente, como todo ciclo, tiene diferentes fases y momentos. El primero fue un momento de “positividad”, en el cual los gobiernos progresistas minimizaron los conflictos socioambientales y estigmatizaron a los movimientos y organizaciones que cuestionaban el modelo extractivista. Fase de positividad porque fue un momento de rentabilidad extraordinaria: el boom de los commodities. Y, efectivamente, gran parte de esa tasa de ganancia fue utilizada para fomentar mayor cantidad de planes sociales, políticas públicas focalizadas y programas para una mayor inclusión a través del consumo. Hubo una reducción de la pobreza importante en América Latina, que no solo se vio en países con gobiernos progresistas sino con gobiernos conservadores y liberales. Hay una segunda etapa que se inicia hacia 2008, en la cual ya se visibilizan los conflictos socioambientales y se producen una serie de conflictos emblemáticos en América Latina, que hacen que los gobiernos progresistas sean interpelados y reaccionen de manera muy virulenta contra las resistencias socioambientales. Pasó en Brasil con Belo Monte, en Argentina con Famatina en 2012 y en Bolivia con el Tipnis en 2011. Las reacciones fueron las mismas: deslegitimar las luchas socioambientales, asociándolas con ONG extranjeras o intereses foráneos. Ese es el discurso de Álvaro García Linera en Bolivia. Es una época en la cual se multiplicaron los proyectos extractivos: mayor cantidad de mega represas, la expansión de la frontera extractiva. En el caso de Argentina es, sobre todo, el Programa Estratégico Agroalimentario, que implica la multiplicación del 60 % de la producción de granos. Esta segunda fase, que yo sitúo entre 2008 y 2013, es de mucha conflictividad. En 2013, con la caída del precio de los commodities, ya se advierte un impacto en las economías latinoamericanas, algo ligado también a que en América Latina, a partir del 2007, se da el ingreso de China. La demanda de materias primas por parte de China produce un efecto de reprimarización, inclusive en Brasil, que es un país diversificado económicamente, generando lo que se llama desindustrialización temprana. Y los gobiernos de los países latinoamericanos, en vez de repensar los modelos de desarrollo, continuaron obturando la discusión y multiplicando aún más los proyectos extractivos para obtener los mismos beneficios que durante el boom de los commodities. Este proceso va ligado también al giro conservador que ya en 2015 comenzamos a ver en la región. Y ahí lo que se detecta es una fase de exacerbación del neoextractivismo, que es visible en parte en la cantidad de asesinatos a activistas ambientales. América Latina es la región donde se asesinan más activistas de derechos humanos y ambientales en todo el mundo. Pero el incremento de muertes arranca en 2007 y se pronuncia aún más a partir del 2015. Otro elemento relacionado con el neoextractivismo es la emergencia de enclaves criminales ligados a la minería ilegal en Venezuela, Colombia y Perú. Y por otro lado, la expansión de las energías extremas: la expansión de la frontera petrolera a través de la explotación de hidrocarburos no convencionales (fracking). Se habla de energías extremas porque es necesario utilizar tecnologías muy lesivas para su extracción, muy costosas económicamente y con menor rendimiento energético, que aumenta la tasa de accidentes a nivel ambiental y a nivel laboral. Realmente es un régimen de gran peligrosidad en un contexto agravado de crisis ecológica. Entonces hay que leer la expansión del neoextractivismo en términos de fases. Si al principio el éxito de los progresismos venía asociado a la reducción de la pobreza, hacia el final del ciclo progresista, encontramos gobiernos más interpelados por las luchas socioambientales, que redujeron la pobreza pero no la desigualdad. Es decir, son gobiernos que al calor del Consenso de los Commodities, hicieron el pacto con el gran capital. Entonces no es lo mismo 2003/2005 que 2013/2015, donde estamos ya en el ocaso del ciclo progresista y podemos ver con claridad cuáles son los déficits y las grandes limitaciones que presentaron estos gobiernos. Si al inicio fueron considerados gobiernos de izquierda y levantaron fuertes expectativas políticas, al final del ciclo fueron caracterizados como modelos de dominación más tradicional, como populismos.

-Podríamos decir que con respecto a los pueblos originarios es donde se ven las mayores contradicciones, porque están los avances legales (incorporación a la constitución del ‘94, las leyes de emergencia territorial, la ley 26160 del 2006) que aparecen como progresivos, pero se contrapone con el avance sobre los territorios y las denuncias por usurpación, represión, criminalización...

Claro, entre las características del neoextractivismo, están la gran escala de los emprendimientos, el hecho de que son materias primas o commodities que están orientados a la exportación y que implican una ocupación intensiva del territorio, que ilustra otro de los grandes fenómenos que caracteriza a América Latina: no solo el hecho de que seguimos siendo los campeones de la desigualdad y el lugar del planeta donde se asesinan más activistas ambientales, sino también el lugar del planeta en donde hay mayor acaparamiento de tierras. La disputa por la tierra se perdió en favor de las grandes corporaciones transnacionales que avanzan sobre los territorios a través del modelo del agronegocio. Y ahí quienes han perdido más son campesinos e indígenas. En Argentina se añade que es un país que ha buscado negar sus raíces indígenas y sobre todo, como dice Diana Lenton, la fundación del Estado Nacional se basa en el genocidio originario. En otros países siempre ha habido una gran tensión sobre cuál es el lugar que ocupan los pueblos originarios, de eso no hay ninguna duda, el racismo o el racialismo recorre la historia latinoamericana. En argentina se añade el genocidio, lo cual no ha implicado un exterminio total de los indígenas. Los sobrevivientes fueron resubalternizados en el marco del modelo de acumulación capitalista, como trabajadores de la zafra, peones de campo. Otros, mujeres y niñas fueron entregados a miembros de la élite, como servidumbre. Ahora bien, a partir del año 1994 se incorporaron los derechos de los pueblos originarios a la constitución, la legislación internacional existente fue adoptada. En consecuencia, no es que no se reconozcan los derechos de los pueblos originarios, sino que éstos no se aplican. Todo lo contrario, ante la expansión de la frontera del capital, aquellos territorios en los que habitan los pueblos originarios han sido revalorizados y hoy son desplazados o hay un intento de desplazamiento en nombre del avance del capital. Y a esto se le suma una fuerte y creciente estigmatización y demonización en relación con los derechos que éstos reclaman. No se olviden que la figura penal que más se en Argentina se aplican a los pueblos originarios es la de “usurpación”, ante el reclamo por sus derechos territoriales.

Uno podría decir durante el ciclo kirchnerista había una tensión que reflejaba muy bien que el neoextractivismo fue un punto ciego para el gobierno. Pero el kirchnerismo tenía un discurso sobre los derechos humanos, iba y venía con respecto a los pueblos originarios. En la actualidad esto cambió porque el gobierno de Macri no tiene un lenguaje de derechos humanos que contraponer, por lo cual el proceso de criminalización es más abierto y brutal. Se fomenta claramente el avance del capital.

Recientemente se cumplieron 2 años de lo de Santiago Maldonado, que marcó una inflexión política. No olvidemos que fue un operativo de gran envergadura con gendarmería, que se militarizó el territorio. La desaparición de Santiago Maldonado cayó en la grieta, claramente, y cuando los peritos dijeron al encontrar el cadáver que éste se había ahogado, el gobierno se desresponsabilizó rápidamente. Como si la muerte por ahogamiento de Santiago Maldonado no hubiese sido responsabilidad de esa situación de represión. Esto muestra cuál es la visión que tiene el gobierno actual. No dudo de que en esos meses quiso ir mucho más lejos de lo que pudo ir... lo que sucedió entre la desaparición y ahogamiento de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel, fue que el gobierno conformó con las provincias patagónicas un comando unificado en base a un discurso de guerra en el cual se constituye a los indígenas como el enemigo interno, se hablaba muy ligeramente de la existencia de un movimiento etnonacionalista al cual se le inventaban una serie de acciones... Así, el gobierno había avanzado como para consolidar un dispositivo de represión muy amplio. Sin embargo eso quedó en suspenso. Aun así, hubo avances claros, pues extraditaron a Facundo Jones Huala que ya había sido juzgado acá... extradición que fue una promesa de Macri a Bachelet.

De todas maneras lo que hay que decir es que no hay diferencias en términos de políticas de “desarrollo”, entre lo que propone Macri y lo que propone la fórmula Fernández-Fernández. Un claro ejemplo es el lugar que tiene Vaca Muerta. Este es un tema que alinea los planetas, en el sentido de que todos de los sectores de poder ven allí la salvación de la Argentina ante la fenomenal crisis económica y, sobre todo, la pesada deuda que nos ha dejado Macri. En eso claramente puede verse el imaginario eldoradista funcionando a pleno. Tanto progresistas como neoliberales... también la izquierda ha tenido grandes dificultades para incorporar una crítica al imaginario productivista del desarrollo, cuestionar estos modelos que son claramente insustentables. Pero el macrismo y la fórmula Fernández-Fernández lo han colocado en el centro. Vaca Muerta parece ser la solución a todos los problemas de los argentinos. Y cuando uno indaga el proyecto de Vaca Muerta, no solo es insustentable desde el punto de vista territorial, socioambiental, sino que además es de escasa viabilidad económica y financiera. No lo digo solamente yo, sino informes internacionales, como el del IEEFA (Instituto de Economistas de la Energía y el Análisis Financiero) Hay mucha información que se está ocultando. Porque es tal la ceguera ambiental con el fracking y la desesperación por explotar los hidrocarburos no convencionales aceleradamente, que se ignoran olímpicamente los elementos que dan cuenta del inminente fracaso. La extracción de gas no convencional no solo es muy cara sino que exige una gran infraestructura que vaca Muerta no tiene y que sí tienen otros países, con iguales recursos: Australia, Rusia, Estados Unidos. Con lo cual comparativamente en términos internacionales, para decirlo en los términos que el neoliberalismo utiliza, Argentina no es competitiva; y mucho más en un contexto de crisis económica y creciente endeudamiento externo. Resulta difícil garantizar el esquema leonino de subsidios estatales que le está brindando el Estado argentino a las corporaciones internacionales. Si a eso le añadimos el litigio ambiental y el litigio con los pueblos originarios, con los mapuches, Vaca Muerta es un paquete muy poco atractivo internacionalmente. Por último, tengamos en cuenta que vamos hacia un escenario de transición energética que implica priorizar las energías renovables. En 10 años si no se explota Vaca Muerta, habrá que dejar los no convencionales bajo tierra, por eso hay tanta desesperación en aquellos que promueven los hidrocarburos no convencionales. No les importan los costos ambientales, los costos laborales, lo que importa es explotarlo porque en 10 años, probablemente deje no solo de ser rentable, deje de ser necesario. Todo esto es un debate que no es se está dando. E insisto, no solo no se habla de los impactos ambientales, territoriales, de los desplazamientos de comunidades mapuches, sino de estas cuestiones que tienen que ver con la inviabilidad económica y financiera de Vaca Muerta.

-Cuando hablas del “ciclo progresista” regional, indicás que este se inicia con un fuerte protagonismo de los pueblos indígenas y se cierra, hacia 2015, con un fuerte protagonismo de las mujeres. ¿Cómo se da esta transición? ¿Cómo se articulan o insertan con las luchas de otros sectores como, ambientalistas, trabajadores y trabajadoras, movimiento estudiantil, movimientos sociales, sindicales, etc.?

Lo que uno observa al analizar el ciclo progresista, es que efectivamente al inicio del ciclo está muy asociado al protagonismo de los pueblos originarios, sobre todo en el mundo andino. Se expresó en la sanción de los derechos de la naturaleza en Ecuador, los derechos de la Pachamama en Bolivia, y la emergencia de una narrativa contrahegemónica muy asociada a los pueblos originarios que es la del Buen Vivir. Si hay una nueva gramática política que exporta América Latina a las luchas antisitémicas, tiene que ver con el Buen Vivir y los Derechos de la Naturaleza. Sabemos que al final del ciclo esta narrativa fue vaciada de su riqueza y potencialidad porque los gobiernos optaron por consolidar proyectos neoextractivos y subalternizar a los pueblos originarios. En esa línea yo creo que la capacidad de irradiación de esta narrativa indigenista fue muy grande en toda América Latina y en el mundo. Hoy aparece más debilitada. Lo que observamos hacia el final del ciclo es un gran protagonismo de las mujeres en dos líneas fundamentales: por un lado, ligado al cuestionamiento de la violencia de género, ante el aumento de los femicidios y, sobre todo, la emergencia de un discurso antipatriarcal muy radical en las luchas feministas. Argentina ha sido emblemática en ese sentido, pero podemos observarlo en otros países latinoamericanos también. El movimiento Ni Una Menos, que tiene una historia que lo remonta a los Encuentros de Mujeres y a las luchas a favor del Aborto Legal ha tenido una gran capacidad de irradiación en toda América Latina. A la par de estas luchas, y mucho más en relación con la problemática del neoextractivismo, están los feminismos populares. Hemos visto emerger un protagonismo femenino en los márgenes de la sociedad, ligado a las luchas contra el neoextractivismo: feminismos comunitarios de la mano de mujeres campesinas e indígenas, feminismos populares de carácter más multiétnico o multiclasista. Un feminismo más de los márgenes que introduce nuevos temas en las luchas feministas en donde la noción de cuerpo y territorio son fundamentales. Y lo interesante de esto, de estas luchas que inicialmente no se dicen feministas ni ecofeministas, es el ida y vuelta que hay entre lo público y lo privado. Lo público, el modo en cómo ponen el cuerpo las mujeres ante el avance del modelo extractivo; lo privado, cuando estas mismas mujeres vuelven a sus casas y experimentan la opresión de género. En ese ida y vuelta las mujeres no solo se constituyen como actores políticos ante el extractivismo sino también van construyendo un discurso feminista. Un feminismo popular que uno puede leer en perspectiva ecofeminista, donde la relación cuerpo-territorio-naturaleza es entendido como una suerte de totalidad. Una encuentra el mismo lenguaje en Perú, en Bolivia, en el norte de Argentina, en Colombia, de estas mujeres que comienzan a problematizar cuerpo-territorio-naturaleza y que postulan como los pueblos originarios a través del buen vivir, a través de la noción de cuidado y de territorio, de los nuevos modos de habitar y defender la vida, de la centralidad que toma la sostenibilidad de la vida. Lo que tiene valor es la producción y reproducción de la vida social y no el capital. La lucha entre el capital y la vida. Eso aparece como central, con lo cual son luchas potencialmente antisistémicas. Es muy interesante como proceso. El momento feminista que atraviesa la región, se da al final del ciclo progresista y al inicio de un giro conservador fenomenal y eso no es menor porque en América Latina está emergiendo una nueva derecha, que es la derecha radical autoritaria. Una derecha que claramente plantea volver a los binarismos tradicionales: en la relación de género, en su rechazo a la diversidad sexual, en su rechazo al discurso garantista y los derechos humanos. Es una derecha que se nutre de un discurso fuertemente antidemocrático o antiderechos, que es distinta a la derecha neoliberal. Pueden compartir en términos económicos el mismo proyecto, pero en términos culturales no. En términos culturales ha "comprendido" o cree (lo dicen así sus líderes) que el marxismo perdió la batalla política pero ganó la batalla cultural. Entonces, el objetivo es efectivamente golpear contra el llamado “marxismo cultural”. Y según estas derechas el marxismo cultural es expresado por el feminismo, por las comunidades de diversidad sexual, por el discurso garantista, etc. Es lo que se expresó ya en términos político-electorales con Bolsonaro y que desde lo social recorre otras sociedades latinoamericanas. Algo que en Argentina encontró una fuerte reactivación como respuesta reaccionaria a la marea feminista.

-Recientemente recibiste el Premio Nacional Ensayo Sociológico por tu Debates latinoamericanos. ¿Nos podrás contar un poco de qué trata el libro? Allí mencionás los límites de los gobiernos que denominás progresistas e incluso en algunos otros textos usás la categoría de “progresismo selectivo”. ¿Cuáles son esos límites y a qué te referís con esta idea de progresismo selectivo?

El libro Debates latinoamericanos aborda cuatro grandes ejes problemáticos, que no son los únicos en la historia de la región, pero que yo considero importantes en la época actual. Son ejes que muestran ese constante vaivén entre lo político, lo social y lo cultural y que, por sobre todas las cosas se actualizaron en el escenario político en los últimos 20 años: el lugar de los pueblos originarios, la disputa por los modelos de desarrollo, la recreación de la dependencia a partir de la emergencia de China como nuevo Hegemón y por último, el retorno de los populismos infinitos. Esto último merece aclaración, pues yo tengo una lectura de los populismos, que no es la que tiene la derecha mediática y política. Yo considero que los populismos son un fenómeno complejo, contradictorio, que tiene elementos positivos, elementos democráticos que implican la incorporación de grandes mayorías excluidas, un lenguaje de derechos, pero que por otro lado tiene elementos autoritarios, muy ligados a la concentración de poder en los líderes. Otra de sus ambivalencias es que la incorporación de masas excluidas tiene como contracara el pacto con el gran capital. Entonces la construcción de una gobernanza populista siempre se da por la vía de una negociación entre el lugar que ocupan los sectores subalternos y el lugar que ocupa el gran capital. Y en América Latina los progresismos fueron selectivos en esto porque efectivamente desarrollaron una retórica democrática en relación a los derechos de las grandes mayorías, pusieron el acento en una política social muy ligada a los planes sociales de inclusión de esas mayorías pero al mismo tiempo, insisto, hicieron el pacto con el gran capital extractivo y, en algunos países, como Brasil, también financiero. No ver esto, como muchos quisieron durante el progresismo, constituyó uno de los grandes problemas para construir una izquierda plural. Porque yo creo que los populismos progresistas tienen elementos de izquierda, pero que esos elementos fueron neutralizados en el marco de estas alianzas con el gran capital.

Durante el ciclo progresista se abrió una brecha en las izquierdas latinoamericanas: entre una izquierda populista cuya bandera es sobre todo el antiimperialismo, que apoyó de manera incondicional a los gobiernos progresistas, y una izquierda más plural, en donde estaba desde el trotskismo con su vocación obrerista, hasta los que nos consideramos como parte de una izquierda antisistémica, ecologista e indianista, que quedó fuera, sin posibilidad casi de diálogo. Esto se expresó en un gran desgarramiento y sobre todo en torno a los posicionamientos sobre Venezuela y posteriormente sobre Nicaragua. Pero la real divisoria de aguas fue Venezuela. No sé si recordarán que, en 2016, junto con otros intelectuales latinoamericanos hicimos una declaración criticando al régimen de Maduro. La reacción de la izquierda incondicional a los progresismos fue visceral, tremenda. A mí me significó la ruptura de puentes con una serie de organizaciones sociales con las cuales yo venía trabajando hace muchos años, desde mis tiempos piqueteros. Hoy me siento más cómoda dialogando con una izquierda trotskista más combativa y que está en la calle, que con una izquierda progresista que efectivamente tiene varios puntos ciegos en su visión sobre el poder, en su visión sobre la relación con los líderes, en su visión selectiva de los derechos humanos. Muchos todavía no tomaron conciencia de los costos e impactos que genera en las izquierdas la deriva autoritaria en Venezuela.

Con la izquierda trotskista también tengo una asignatura pendiente ligada al hecho de que yo creo que siguen siendo todavía muy obreristas y que no ha incorporado la problemática socioambiental. Creo que el gran desafío de las izquierdas es pluralizar las agendas. Así como se ha incorporado la agenda feminista, también la agenda socioambiental tiene que ser incorporada. Se trata de un eje transversal y debe ser comprendida desde una perspectiva más holística. Y lo que yo percibo es que todavía hay un sector de la izquierda que tiene una visión muy productivista. Si hay una posibilidad de renovación de las izquierdas pasa por la incorporación de esos dos ejes que son centrales a la hora de diseñar un nuevo horizonte civilizatorio. No basta con desarrollar un lenguaje obrerista ligado a la contradicción capital- trabajo cuando efectivamente estamos en el medio de una crisis ecológica de gran envergadura que tiene que ver con la lógica productivista del capital y la expansión de las fuerzas productivas. Si eso no es cuestionado no podremos elaborar un diagnóstico acerca de la crisis y por ende tampoco podremos elaborar una vía o un horizonte que marque la posibilidad de construir una nueva sociedad.

-Yendo al escenario más coyuntural, firmaste la declaración de intelectuales en apoyo al Frente de Izquierda-Unidad. ¿Por qué decidiste apoyar a una fuerza de izquierda anticapitalista?

Ya había firmado en 2015 por el FIT y voté al FIT. Creo que estamos viviendo un escenario de mucha polarización que simplifica el espacio político, binariza los posicionamientos y, sobre todo, en el mediano plazo despolitiza a la gente, porque no se ve posibilidad de construir otra alternativa. La izquierda es la única que rompe, que no se deja atrapar por ese binarismo. Por ejemplo: todos los sectores de centroizquierda con los cuales he tenido mucho diálogo han terminado por ser furgón de cola del kirchnerismo. Muchos de ellos abandonaron su agenda, hicieron borrón y cuenta nueva y olvidaron las críticas al kirchnerismo, por el temor a que el gobierno macrista se perpetúe. Por otro lado, también están aquellos sectores intelectuales que apoyan al macrismo. Ahí se ve cómo la lógica de la polarización terminó fagocitando a sectores que vienen del progresismo alfonsinista, llevándolos a confluir con la derecha neoliberal. Firmando una declaración que apoya a un gobierno de derecha que promueve una política de exclusión. A eso me refiero con la simplificación del espacio político. Me parece que la izquierda hizo un esfuerzo de unidad y que es la única propuesta con un programa anti sistema que además rompe con el binarismo. Esa es la propuesta que hay que alentar. No podemos dejarnos atrapar en estas lógicas binarias que lo único que hacen es diluir cualquier diferencia, simplificar la discusión e, insisto, generar un enorme daño. Es ese tipo de daño y tendencia a la despolitización el que abre la puerta a proyectos de extrema derecha como es el caso de Brasil con Bolsonaro. Hay que promover posiciones de izquierda que rompan con el binarismo y que pluralicen el discurso incluyendo las demandas socioambientales, las demandas feministas, las demandas de los trabajadores porque, efectivamente, hay tres grandes problemas en la sociedad contemporánea. El primero de ellos es la crisis socioecológica que estamos viviendo, la era del Antropoceno, que nos enfrenta a nuevos riesgos, que ponen en peligro la vida del planeta. En segundo lugar, la robotización y el avance de la sociedad digital que va a generar desempleo y reconversiones que es necesario afrontar en el marco de una transición justa. En tercer lugar, está el retorno de las derechas radicales, con contenidos fascistas que implican una fuerte regresión política. Muchos de estos escenarios están relacionados; no es casual que las derechas radicales autoritarias sean negacionistas respecto del cambio climático, ya que promueven la expansión de la frontera de commodities y la mercantilización general de la vida.

-Previo a las PASO salieron declaraciones de apoyo de intelectuales a las fórmulas del FIT-U, de Macri-Pichetto y de Fernández-Fernández. ¿Cuál te parece que es el rol de los intelectuales en esta coyuntura?

Los intelectuales argentinos somos seres gregarios. Necesitamos estar en grupo; básicamente somos seres gregarios que queremos discutir, debatir en la escena pública. Yo, sobre todo, tengo una visión más ligada al pensamiento crítico latinoamericano que es un pensamiento que se ha forjado en la frontera entre lo político y lo cultural y que acompaña procesos de lucha muy ligados a la contestación y el repudio a la dinámica de acumulación del capital. Yo he sostenido y defendido una visión de intelectual anfibio, que se mueve en diferentes escenas. La escena pública es una de ellas, pero no la única. Que ha habido una gran visibilidad de los intelectuales en la última década tiene que ver con el rol que tuvieron durante la época del kirchnerismo. No se olviden además que el kirchnerismo benefició mucho en ese sentido a la investigación científica y técnica. Eso es lo que le otorgó gran visibilidad. Igualmente si ustedes ven en los últimos cinco o seis años, al calor del agravamiento de la crisis económica, los intelectuales han tenido menos lugar en la escena pública. Son los economistas, como especialistas, los que han tenido más visibilidad mediática. Desde mi perspectiva, la de colocar temas pocos visibles en la agenda pública, es una de las grandes funciones de los intelectuales. Pero insisto, la escena pública es una más. Hay otras escenas, tal vez de más bajo perfil, que implican un activismo por parte de los intelectuales que son igual de importantes. Hoy se invisibiliza una tarea más silenciosa, de acompañamiento, de visibilización de luchas que se vienen dando desde hace mucho tiempo en América Latina. Pero insisto, creo que está sobredimensionado el impacto que pueda tener el apoyo de intelectuales a una fórmula política, es más de orden simbólico y generan fricciones y disputas al interior de un campo que tiene poco peso político en líneas generales.

-¿Cómo analizás el escenario político tras las elecciones primarias?

Pocas veces se vio una campaña electoral tan polarizada y a la vez, tan desigual. El oficialismo contaba con el apoyo de los grandes medios de comunicación, del FMI, de Donald Trump y de los mercados financieros. Tal es así que, desde fuera de esa densa red de apoyos incondicionales y cada vez más obscenos, desde esa maraña superestructural que parecía cubrir y sobredeterminar todo, apenas si podía verse el escenario social real y sus actores.

La respuesta de la sociedad fue en clave de polarización, pero de rechazo total al programa de Macri y por ello, en favor del kirchnerismo. Eso hizo saltar por los aires la situación de gran asimetría electoral que se vivía. Y lo tremendamente peligroso es que el oficialismo no pudo reconocerlo y entró en una crisis en la cual llevó al país a una situación abismal, dejando al desnudo su ceguera de clase. Así, las declaraciones del presidente en las primeras 48 horas no fueron desafortunadas; más bien revelaron su pensamiento al desnudo, esto es, el ethos dominante, el conjunto de ideas y valoraciones que nutre una determinada práctica política ligada a una clase social. Para Macri no se trata solo de afirmar que la política implementada es “la correcta”; más aún, “el único camino correcto”, y que lo opuesto o diferente es un completo “error”, sino de dejar en claro que el único ethos posible en política es aquel que se identifica con los mercados. Mientras una parte de la sociedad, a través del voto, afirmaba un ethos que busca colocar límites al mercado; defender la vida, la posibilidad de la producción y la reproducción social, el gobierno insistía en defender una y otra vez la validez –y supuesta universalidad– del ethos de la acumulación (financiera) del capital.

La corrida cambiaria que se desató el día lunes no fue solo castigo al voto “incorrecto” de la ciudadanía, fue una afirmación del fatalismo económico-financiero en coherencia/correspondencia con un determinado ethos. En esa línea, el costo fue enorme, y en una semana aprendimos más de lo que 50 lecciones sobre sociología de las élites pueden aportarnos. Creo que eso puede servir como aprendizaje para muchos votantes macristas decepcionados; que comprendieron el alcance de lo que significa votar a la élite dominante. Espero que esto pase a los libros de historia. El escenario político que se abre es el de un país en crisis hiperbólica, con un futuro gobierno peronista/kirchnerista de espíritu centrista y negociador, que buscará recomponer el diálogo con todos los sectores de poder. Muy probablemente la derecha radical autoritaria (Gómez Centurión) y la derecha ultra-neoliberal (Espert), mejoren su performance electoral en octubre, ante la debacle del macrismo. Me intriga adonde irán a parar los votos de Lavagna o si seguirán con él. Por último, la izquierda se consolidó como cuarta fuerza electoral, pero no creo que mejore electoralmente; quedó muy afectada por la polarización extrema, aunque aún tiene la posibilidad de ganar una diputación más. Y más que nunca ¡necesitamos izquierda de la buena en el Congreso Nacional!

domingo, 15 de septiembre de 2019

_- “Para qué te matriculas, si no vas a venir a clase”. El Secretariado Gitano denuncia la discriminación escolar de esta etnia sin referentes académicos y bajas expectativas. El 64% de los gitanos no termina la ESO frente al 18 % total.

_- Miriam Salazar, de 21 años, lo relata sin un ápice de rencor: “En 1º y 2º de ESO había niños que me hacían comentarios: ‘Ya está aquí la gitana’ o ‘Sí, me voy a creer que tú vas a estudiar’. Tonterías, pero que terminan afectando. Yo les contestaba ‘igual que estudias tú, estudio yo’, y fui a la orientadora que les puso una sanción”. Años después dejó las clases agobiada por una enfermedad y quehaceres caseros, pero ahora Miriam cursa un grado medio en Administración. Sigue la senda marcada por tres primas bachilleres que quieren entrar en el Ejército y la policía. Son la excepción, porque el abandono escolar entre el colectivo es elevadísimo: el 64% de los de los gitanos no termina la ESO —requerido para los trabajos menos cualificados—, frente al 18% total. Unos datos tremendos.

El Secretariado Gitano lanza una campaña, El pupitre gitano, para visibilizar la hostilidad. Un artesano ha construido cuatro escritorios que van a viajar por España. “Están llenos de taras que simbolizan las dificultades de un gitano. Cojean porque el sistema educativo no compensa las desigualdades; la tapa no se levanta por el aislamiento; la madera es rugosa por la discriminación de las mujeres…”, describe Fernando Morión, psicopedagogo del equipo educativo del secretariado. Él, gitano de 32 años, es el primer graduado de su familia. Se calcula que en España viven más de 800.000 gitanos, aunque no hay datos oficiales

Mónica Chamorro, directora del departamento de Educación de Secretariado Gitano, explica que la frustración de las familias se remonta a 1976 cuando se decidió escolarizar por fin a los gitanos iletrados. “Las escuelas puente nacieron como un acuerdo entre el ministerio y la Iglesia. Pero era complicado matricularles sin el mínimo nivel de competencia curricular. Al final, lo que iba a ser una medida transitoria, se alargó hasta 1985. Fueron al colegio de los gitanos, tuvieron malos resultados... Cero inclusión. Eso se traduce ahora en que muchas veces la motivación de estas familias no es la deseable”. El absentismo escolar es muy alto. El 42% de las chicas que abandonan la escuela lo hacen para ayudar en el hogar o para casarse.

Chamorro elogia a los centros “que hacen acciones muy positivas, que curricularmente les benefician, con cinco niños por clase, unos profesores muy motivados...”, pero recuerda que “eso supone que no sociabilicen”. Desde el secretariado distinguen dos tipos de segregación: centros gueto de gitanos o clases de compensatoria —para los alumnos que van rezagados— exclusivos casi para esta etnia e inmigrantes. “Querían meterme en compensatoria, donde te ponen a colorear, pero traía de Primaria el certificado de Cambridge y terminé en bilingüe. Los profesores tenían un listado con todos los alumnos gitanos y ponía ‘integrado’, o ‘integrado a medias’. De ahí solo salí yo”, relata indignado Marcos Montaño, que acaba de ingresar en Derecho en la Universidad Carlos III con un 13,2 sobre 14.

“Un gitano tiene que demostrar la suficiente capacidad para entrar en una clase normal. ¿Por qué no se le hace al resto?”, se pregunta. Además, añade, “hay alumnos que te discriminan. Te dicen cosas como ‘para qué te matriculas si no vas a venir”. Marcos es embajador de un proyecto del Secretariado Gitano: “Vamos a centros. Hay que terminar con la imagen de caricatura que hacen los medios del gitano: que no estudia, que tiene mansiones de los Gipsy Kings… Hay gitanos abogados, médicos... y tienen que ver que no eres más o menos gitano por estudiar”.

Chamorro explica que tratan de convencer a las familias de que escolaricen a sus hijos en otros centros para no formar guetos, pero no es fácil por la proximidad y las relaciones sociales. No ayuda el recibimiento en muchos colegios. “Se utilizan mecanismos aparentemente neutros para que no te matricules. Te dicen que ese itinerario no es bueno para ti, que quizás no vayas a terminar… Y esas bajas expectativas llega un momento en que te las crees”, cuenta la directora.

“NUESTRA HISTORIA NO ESTÁ EN LOS LIBROS DE TEXTO”
“La historia del pueblo gitano no está en los libros de texto, eso te provoca el desconocimiento y el prejuicio. O se ha invisibilizado nuestra cultura o se ha hablado mal”, cuenta el educador de Secretariado Gitano Fernando Morión. “Recuerdo que un día en Lengua el texto lo protagonizaba un gitano que robaba gallinas y todos mis compañeros me miraron”.

A los 18 años solo la mitad de los gitanos están escolarizados. Uno de cada cinco que abandona la ESO vuelve a estudiar cumplidos los 20 años.

“Hay una falta de referentes, no solo familiares, sino también en las profesiones”, prosigue el psicopedagogo. “Si en una clase de Matemáticas con alumnas gitanas explicas que la primera mujer en plantilla de una universidad fue gitana abren los ojos. Fue una rusa”, sostiene. Se trataba de la matemática Sofia Kovalévskaya (1850-1891), que fue contratada por una Universidad en Suecia.

Morión pone también de ejemplo el Holocausto, “se habla de los judíos y del colectivo LGTB, pero nosotros los gitanos fuimos cobayas humanas”. Se calcula que murió más de un millón de gitanos.

No es el caso de Isaac Heredia, estudiante de 2º de Telecomunicaciones en la Politécnica de Madrid, que no ha sufrido racismo y como los otros tres cuenta con el apoyo familiar. “No he tenido muchos libros en casa, pero sí un abuelo mucho más culto que yo. No tuvo la oportunidad de estudiar y le encanta leer, aprender…”, cuenta orgulloso. Le escucha Aitana Padilla, de 13 años y en 2º de ESO. “Mi familia me dice que estudie, porque si no luego no tienes nada”. Reconoce desde la timidez que es muy buena estudiante y que quiere ser profesora de Matemáticas en un instituto. Ella ya es referencia para su hermana, en 2º de Primaria. Hay menos gitanas que estudien, pero quien se anima llega más lejos que los hombres.

Su futuro laboral lo ven incierto. Isaac, que querría trabajar en una gran multinacional, teme que con sus “características, a lo mejor” el que lo contrate no le va “a tener tanto en cuenta”. Miriam ya sabe lo que es trabajar, fue dependienta, y no se sintió discriminada pero sabe de otras chicas que no han logrado despachar en una tienda. “Creen que vas a robar”. El más pesimista es Marcos: “En una entrevista de trabajo lo primero que te preguntan es si eres gitano o te ponen pruebas. Si eres limpiadora dejan un anillo a ver qué haces”.

https://elpais.com/sociedad/2019/09/11/actualidad/1568205246_440495.html

_- Lo que hacemos mal en educación

_- La Editorial Octaedro acaba de publicar (julio, 2019) un libro titulado “¿Qué hacemos mal en la educación?”. Lo coordinan los profesores Agustín de la Herrán, Javier M. Valle y José Luis Villena. A mí me encargaron un capítulo que titulé así: “Errores a troche y moche en la evaluación educativa”.

La estructura de la obra se ocupa de diferentes parcelas de la educación sobre las que diversos autores reflexionamos de forma crítica (mejor sería decir autocrítica), explorando las dimensiones defectuosas detectadas en las prácticas, sean éstas de aula, de las instituciones o de las políticas educativas.

Son trece los capítulos que configuran el libro, que roza las 400 páginas (399, exactamente): implantación de políticas educativas supranacionales, políticas educativas sobre el profesorado, curriculo escolar, educación de la sexualidad, uso de las TIC en las escuelas, evaluación, universidad, educación bilingüe, inclusión, educación social, investigación educativa, pedagogía y educación. Podrían ser otros los núcleos elegidos, podrían ser más. Muchos de ellos se entrecruzan, como es obvio. Creo que son suficientes para alimentar la reflexión e invitar al análisis crítico y a la mejora.

Quiero compartir con los lectores y lectoras algunas ideas que reflejan, a mi juicio, el espíritu y sentido de la obra.

Hace algunos años me pidieron que participase en un Congreso de Médicos que se iba a celebrar en Marbella. Un Congreso peculiar. Porque los Congresos de medicina, como casi todos los Congresos, suelen celebrarse a la luz de los éxitos alcanzados, de los hallazgos conseguidos. Éste, tan atípico como valiente, pretendía estudiar los fracasos de la medicina, los errores de diverso tiempo que llevan a desastres a veces irreparables. Deseaba consagrar el error como una forma de aprendizaje y de mejora profesional. Me encargaron la ponencia inaugural que titulé así: “La fertilidad del error”.

Entonces pensé que nunca se había hecho algo similar en el campo de la educación. Y que sería necesario hacerse muchas preguntas críticas. Cuando recibí el encargo de participar en este libro sobre los errores que cometemos en educación, pensé que había llegado el momento de hacer algo similar a aquel Congreso, algo fructìfero (en formato libro ahora) que nos condujese a la necesaria actitud humilde con la que se debe afrontar la enseñanza y que, a la vez, nos pusiese en el camino de la mejora.

Reproduzco algunos párrafos de aquella intervención porque vienen como anillo al dedo.

“(…) En este Congreso, vamos a reflexionar sobre los fracasos como una estrategia de aprendizaje. Muchos de esos fracasos se apoyan en gravísimos errores. Algunos de ellos de consecuencias irreparables. Han muerto pacientes a causa de errores de los profesionales de la salud. Otros han empeorado. Algunos se han quedado como estaban después de realizar extremos sacrificios.

El catálogo de errores no tiene límites. Hay errores de conocimiento, de diagnóstico, de memoria, de habilidad, de voluntad, de coordinación, de estrategia, de organización, de orden… Hay errores individuales y colectivos. Hay errores reiterados y errores únicos. Ninguno intencionado, quizás, pero alguno fatal… A través de ellos, la ciencia puede avanzar, las instituciones aprender y los profesionales mejorar la práctica. Además, los médicos pueden, reconociendo los errores, hacerse más humildes y prudentes. Más sabios. Me decía José Luis Pinillos, famoso e imprescindible psicólogo español, ante una taza de café:

Desde el día en que me convencí de verdad de que no era Dios, se me solucionaron casi todos los problemas. Porque antes no podía cometer errores, no podía tener fallos, no podía aceptar desafecciones.

Aprender es arriesgarse a errar. El que nunca se equivoca es el que no hace nada. Lo decía lapidariamente Théodore de Banville: “Los que no hacen nada, nunca yerran”. No hay mayor equivocación que pretender evitar cualquier equivocación. El temor a equivocarse puede resultar paralizante.

Hace ya más de cincuenta años decía Gaston Bachelard que “se conoce en contra de un conocimiento, destruyendo conocimientos mal hechos, superando lo que en la mente hace de obstáculo”. Viene a decir que no hay verdad sin error rectificado.

Hace tiempo leí un pequeño libro de Jean Pierre Astolfi titulado “El error, un medio para enseñar”. Dice el autor que si analizamos el error podemos comprender qué obstáculos existen para el aprendizaje. Por eso, el profesor puede decir a los alumnos: “Vuestros errores me interesan”. El error es un indicador de procesos. Los errores no son fallos condenables sino ocasiones para identificar los obstáculos.

Hay que explorar en el contenido del error, en su naturaleza. No basta detectarlo. Es preciso ponerse de acuerdo en lo que vamos a considerar un error, descubrirlo y analizarlo con precisión. Y luego ver cómo y por qué se produce. Finalmente, hay que aprender del error.

Umberto Eco habla de la fertilidad del error, de las posibilidades educativas de las equivocaciones y de los fallos. Reflexionar sobre ellos es un instrumento para la enseñanza y para el aprendizaje de los profesores.

Lo pernicioso del error no es haberlo cometido sino obstinarse en él, aferrarse a él como si la rectificación fuese humillante. Lo pernicioso del error es despreciarse por haberlo cometido. Hay quien no se perdona haber incurrido en un error. Es inadmisible para su autoestima. Esa es la gran equivocación.

Me gustará comprobar qué líderes políticos reconocen algún error en público. Si rectificar es de sabios, ¿tendremos muchos políticos entre ellos? Precisamente ellos, que podrían sentirse felices con las palabras de John Kenneth Galbraith: “Aunque todo lo demás nos falle, siempre podremos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular”. Además, aprenderíamos del error de forma gratuita. Es buen maestro (…)”.

No hacerse nunca preguntas o hacerlas pero responderlas de manera interesada y poco rigurosa es el origen de la instalación en las rutinas y en el error. Téngase en cuenta que la enseñanza es una de las pocas profesiones en las que es muy fácil atribuir a otros el propio fracaso. Los alumnos fracasan porque son torpes, perezosos, distraídos, revoltosos, poco esforzados… Las instituciones educativas fracasan porque los políticos promulgan leyes estúpidas y recortan de forma irresponsable los presupuestos, el sistema educativo obtiene malos resultados en PISA porque los profesores están mal formados y porque las familias tienen un nivel sociocultural desastroso…

El error reiterado, reconocido y nunca corregido constituye una calamidad profesional. Es empecinarse en la incompetencia o, lo que es peor, en la perversidad. Para que el error sea beneficioso son necesarias algunas exigencias:

Estar en una actitud abierta, humilde y atenta para reconocer cuando y dónde se ha producido una limitación, un error, un fallo. Estudiar cuál ha sido el origen del mismo. No es lo mismo un error causado por la incompetencia, que otro que tiene su origen en la falta de esfuerzo o de interés.

En tercer lugar, es preciso asumir humildemente el fallo, de manera que no sigamos achacando a los demás las deficiencias desde una posición autosuficiente.

En cuarto lugar, es necesario poner en acción aquellos medios y cambios que son necesarios para que el error no vuelva a repetirse. En quinto lugar, es conveniente evaluar la situación para comprobar que las iniciativas que se han llevado a cabo han producido el efecto deseado.

De nada sirve confeccionar un catálogo de errores si no hacemos nada para remediarlos. Resulta masoquista regodearse en los fallos y en las limitaciones como si hubiéramos sido deslumbrados por un hechizo pesimista. Lo importante de la autocrítica y de la apertura a la crítica es avivar la reflexión y espolear el compromiso.

No se hace todo mal. No. Se hacen muchas cosas bien. Se conciben bien, se hacen bien, se tratan de hacer mejor. No es muy sensato ver solo los agujeros en el queso. Pero no podemos olvidarnos de que existen. No se trata de fustigarnos inútilmente. Se trata de ver lo que estamos haciendo mal para poder mejorarlo.

Este libro puede ser una cura de humildad, tan necesaria para algunos profesionales. Una cura que nos haga poner los pies en la tierra y reflexionar con rigor y responsabilidad sobre aquello que hacemos y dejamos de hacer con el fin de mejorarlo. Bienvenido sea.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/09/14/lo-que-hacemos-mal-en-educacion/#comments

87 libros en Rebelion.org Rebelión amplía la recopilación de las obras completas de Marta Harnecker (actualizado hasta 2015)

Desde el 3 de julio de 2009, dentro de un apartado especial abierto en la sección Libros Libres, Rebelión ha publicado todos los libros escritos por Marta Harnecker, desde el clásico

"Los conceptos elementales del materialismo histórico"

(publicado en 1969 y que ya alcanza las 67 ediciones con Siglo XXI) hasta sus últimos trabajos. Este especial —en homenaje al 40 aniversario de su primer libro— incluía 82 títulos que sumaban más de 11.000 páginas. Luego se han publicado 7 libros más.

En esta bibliografía, los títulos esta vez se han ordenados desde el más reciente al más antiguo. Cada título va seguido de una breve explicación de su contenido, datos editoriales y revisiones o ampliaciones sufridas. En algunos libros, ha habido reediciones que han implicado alteraciones del texto original o se ha agregado algún material. Esto se explica en la nota que acompaña a cada título. Para su ubicación en la bibliografía se ha usado como criterio la fecha de su primera edición.

Y como Marta Harnecker ha incursionado en los últimos años en el terreno de los audiovisuales pedagógicos, hemos incluido al final de esta bibliografía los links de estos materiales.

86. Sobre la explotación capitalista (36 páginas) AÑO 2012 Cuaderno de Educación Popular Nueva Serie No 2,
Publicado en

http://www.rebelion.org/docs/153035.pdf

En este cuaderno retoma en forma más pedagógica el Cuaderno.Nº 2 de la serie: Cuadernos de Educación Popular: ¿Qué es el socialismo?, escritos por Marta Harnecker con la colaboración de Gabriela Uribe. En el se explica en una forma sencilla pero rigurosa el origen de la explotación capitalista: la producción de la plusvalía. Empieza por analizar el proceso de producción mercantil simple, para luego pasar al proceso de producción capitalista. Parte de las apariencias para ir descubriendo cuál es la explicación de fondo del problema. Comienza, por tanto, desde los precios para llegar a entender de donde surge verdaderamente el valor de las mercancías. Después de haber examinado en forma detenida el concepto de valor y trabajo socialmente necesario, pasa a definir la plusvalía, partiendo de un análisis del valor de la fuerza de trabajo. Luego, para poder distinguir entre plusvalía absoluta y relativa, define los conceptos de capital constante y capital variable.Publicado por MEPLA, La Habana, Cuba.2012 y por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Venezuela, 2012.

_- Seis años y medio de cárcel para el juez que conspiró contra la diputada de Podemos. Victoria Rosell. La parlamentaria de Unidas Podemos, también magistrada, tuvo que renunciar al escaño en el Congreso en 2016 por las acusaciones de su colega.

_- El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ha condenado al magistrado de la Audiencia Provincial de Las Palmas Salvador Alba a seis años y medio de prisión por conspirar contra la juez Victoria Rosell y tratar de desacreditarla profesionalmente tras el salto de esta a la política en 2015 de la mano de Podemos, bajo cuyas siglas fue diputada durante cuatro meses en 2016 hasta que tuvo que presentar su dimisión. En la sentencia, notificada este martes a las partes, el tribunal condena a Alba por prevaricación, cohecho y falsedad en documento público, según ha informado la propia Rosell, hoy de nuevo diputada en el Congreso por Unidas Podemos, en un mensaje en su red social Twitter.

El juicio ha sido uno de los más mediáticos de los últimos años en el archipiélago. Alba intentó desacreditar profesionalmente a Rosell en relación con una causa que esta llevaba contra el empresario canario Miguel Ángel Ramírez, considerado el rey de la seguridad en las islas y presidente de la Unión Deportiva Las Palmas.

En 2016, Rosell renunció a repetir como cabeza de lista de Podemos por Las Palmas. La magistrada, denunciada en aquel momento por el exministro de Industria José Manuel Soria por un presunto caso de prevaricación y cohecho, estaba a la espera de ser llamada a declarar como investigada —imputada, según la denominación previa a la reforma—. Esa querella fue archivada por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en diciembre de aquel año.

En declaraciones a La Sexta, visiblemente emocionada y tratando de aguantar las lágrimas en directo, Rosell ha asegurado estar muy contenta y haberse "echado a llorar" cuando ha conocido la noticia. "He pensado en mi familia. Tengo una madre y unas hijas, y una pareja. Tienes un entorno que te cree pero que es difícil explicarles", ha dicho. Según ha valorado la hoy diputada de Podemos, la sentencia es un triunfo sobre las cloacas del Estado. "El juez no se estaba jugando la destrucción de su carrera, sino de un puesto superior que pensaba estaba en manos del presidente de Canarias, el exministro Soria, que en esos momentos era candidato a suceder a Rajoy", ha dicho. "Es emocionante haberlo conseguido probar. Este juez me ha causado muchísimo dolor y para mí ha cometido el mayor delito que puede cometer un magistrado, que es manipular unas pruebas y unos informes", ha rematado.

Por su parte, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, ha valorado a través de Twitter la sentencia. "No es frecuente que se haga justicia pero a veces ocurre. Intentaron destruir a la magistrada Rosell por presentarse a las elecciones con Podemos. Hoy las cloacas pierden a uno de los suyos", ha escrito.

 https://elpais.com/politica/2019/09/10/actualidad/1568112822_113657.html

sábado, 14 de septiembre de 2019

_- ¿Qué pasa si hereda una vivienda con hipoteca? Antes de decidir si acepta o renuncia al legado, tendrá que sacar la calculadora y tener en cuenta muchos factores, entre ellos, la existencia de una interesante alternativa: el beneficio de inventario.

_- El año pasado, los españoles renunciaron a una de cada 10 herencias que recibieron de sus difuntos. Si en 2017 las renuncias fueron unas 42.600, en 2018 no se aceptaron 46.679 legados, un 8,6% más. Según el Consejo General del Notariado, esta cifra se ha multiplicado por cuatro desde 2007. Aunque no existen datos sobre las razones que llevan a rechazar una herencia, entre los expertos hay consenso en decir la causa de una parte importante de los desistimientos se encuentra en la deuda que presentan las viviendas que forman parte de los legados.

¿Qué es mejor hacer cuando se hereda una vivienda que está gravada por un préstamo hipotecario?

“Es muy frecuente que, tras el fallecimiento de un familiar o allegado, automáticamente vayan los herederos al notario y acepten la herencia, sin reparar en que el fallecido podía tener deudas y desconociendo la responsabilidad que asumen con ello, ya que podrían responder con su patrimonio personal de las cargas y obligaciones que tuviese el fallecido”, dice Natalia López, abogada del bufete Maher. Por ello, esta letrada destaca que, antes de decantarse por una aceptación o una renuncia, es fundamental hacer un inventario de los bienes que tenía el difunto y, sobre todo, de sus deudas.

Número uno: infórmese
El primer paso, en palabras de Antonio Ripoll, notario en Alicante, es acudir a la notaría de referencia, en la que se podrá tramitar el certificado de últimas voluntades, tras haber presentado el certificado de defunción. “Con ambos documentos se obtiene la copia autorizada del testamento, si existe”, explica Ripoll. De lo contrario, el notario tramitará una declaración de herederos abintestato, un documento imprescindible cuando la persona que ha fallecido no ha dejado testamento.

Una vez establecido con exactitud quiénes son los herederos, estos podrán “investigar el patrimonio y la solvencia que tenía el difunto, recopilar los títulos de propiedad, la información del registro de la propiedad y los extractos bancarios”, añade este notario. Es muy probable que los herederos sean personas próximas al fallecido, por lo que suelen tener indicios sobre su situación patrimonial, cuál era su banco o las propiedades que tenía. “Sin embargo, en otros casos será necesario hacer una labor de investigación”, admite Ripoll.

Habrá que calibrar todo ello, sin que de la cuenta se escapen los impuestos. “En muchas comunidades autónomas –por suerte, cada vez menos–, aceptar una herencia supone pagar tributos que pueden ser astronómicos”, destaca el experto en finanzas del comparador bancario iAhorro, Ricardo Gulias. Se trata del impuesto de sucesiones, que varía entre el 7,65% y el 35% (“aunque en muchas regiones está bonificado al 100%”, insiste Gulias) y el impuesto de plusvalía municipal.

Situaciones complejas
Ya que las herencias no se pueden aceptar solo en parte, una vez liquidado el impuesto de sucesiones en el plazo de seis meses desde el fallecimiento, según Ripoll es necesario calcular si el activo, es decir, el conjunto de los bienes y derechos del difunto, supera al pasivo, que son las obligaciones a las que debía hacer frente.

De esta manera, “puede ser que la hipoteca esté prácticamente pagada y represente una parte insignificante en el conjunto de los bienes hereditarios”, sugiere Ripoll, para quien, en este caso, lo lógico sería aceptar la herencia y que los herederos hagan frente al pago del préstamo. Pero, cuidado. Todos ellos responderán indistintamente del total del importe de la deuda, independientemente de los acuerdos que hayan pactado entre ellos. “El que pague por los demás podrá reclamar contra sus coherederos, si se da tal circunstancia”, añade.

“En ocasiones, el único activo de la herencia es el bien hipotecado”, detalla Ripoll. “En tal caso, lo conveniente es calcular cuánto quedaría después de venderlo, ya que, a veces, todo lo obtenido se debería destinar al pago de las deudas hereditarias, como consecuencia de la depreciación”, explica. “Si fuera así, sería un grave riesgo aceptar la herencia”, advierte “pues, puede que solo traiga quebraderos de cabeza”.

Si, además del difunto, existen codeudores (a menudo, el cónyuge) o fiadores (por ejemplo, los padres), que posiblemente figuren entre los herederos, las cosas se complican. El problema, en estos casos, no es tanto aceptar o no la herencia, sino “los enredos que se generan como consecuencia de la posición contractualmente asumida en el momento de la contratación del préstamo”, señala Ripoll.

El seguro de vida
Sea como fuere, una vez averiguados los bienes y deudas que se heredarían, y antes de tomar cualquier decisión, López del despacho de abogados Maher aconseja comprobar si existe un seguro de vida vinculado a la hipoteca y las condiciones financieras que tenía firmadas el fallecido. “La mayoría de las hipotecas que se conciertan en nuestro país tienen asociado un seguro de vida a nombre de los deudores hipotecarios, de tal manera que al fallecimiento de uno de ellos o de los dos, se cancela la hipoteca”, apunta López.

No obstante, al no ser obligatorio, el seguro podría no existir, por lo que los herederos que acepten la herencia tendrán que asumir la hipoteca en las mismas condiciones que suscribió el difunto y abonar el pago mensual de las cuotas por la vivienda que recibirán. “El banco sólo sustituirá al titular de la hipoteca los herederos, por la proporción que cada uno ha heredado”, detalla.

Basta con comunicar al banco el fallecimiento y este abriría un expediente al que habría que acompañar la escritura de aceptación de la herencia realizada por los herederos e inscrita en el Registro de la propiedad en el que se encuentre el bien hipotecado. “El cambio de titularidad no suele conllevar gastos ni tasas en la entidad bancaria”, asevera López, “pero si los herederos quieren hacer algún tipo de modificación en las condiciones financieras del préstamo, deberán solicitar al banco una novación de la hipoteca y pagar las comisiones que imponga la entidad, más los gastos notariales y registrales”.

¿Cómo renunciar?
Renuncia a una herencia, en opinión de Ripoll, es un procedimiento muy sencillo. Basta con una declaración formal realizada ante el notario. “En ocasiones, sin embargo, debe tenerse en cuenta quiénes serán los llamados tras el renunciante, porque puede que algún allegado, como nuestros hijos, a los que queremos proteger, se coloquen en nuestro lugar y deban reiterar declaraciones de renuncia”. Por ello, aconseja renunciar de forma asesorada y con conocimiento de los efectos, también para evitar realizar, antes de la decisión, actos de gestión patrimonial que puedan implicar aceptación tácita de herencia.

La tercera vía: el beneficio de inventario
En el sistema hereditario español existen dos formas de aceptar una herencia: la aceptación pura y simple, o a beneficio de inventario. “La primera de ellas, supone que aceptamos la herencia en su totalidad, con sus derechos y obligaciones; el patrimonio heredado se fusiona con el propio y se responde de las deudas de la herencia con los bienes heredados y con los propios”, dilucida López.

Por el contrario, a través de una aceptación a beneficio de inventario, el heredero separa por completo el patrimonio propio y el heredado. O, dicho de otra manera, “la aceptación de la herencia a beneficio de inventario excluye la obligación del heredero que acepta una herencia de responder con su patrimonio de las deudas que se heredan”, aclara. Solo tendrá la obligación de pagar las deudas de la herencia con los bienes de la herencia, heredando el sobrante –si lo hay– libre de cargas.

Pero, ojo con el plazo, que es perentorio: “el heredero solo dispone de 30 días desde que supiera su condición”, afirma López, por lo que “el heredero que pretenda valorar si acepta o no una herencia a beneficio de inventario, tiene que acudir lo antes posible a un abogado o a un notario, ya que, pasado este plazo, ya no podrá beneficiarse de esta opción”.

https://elpais.com/economia/2019/08/23/mis_finanzas/1566561140_960680.html

_- Los suspensos en las oposiciones de maestros y secundaria dejan 1.780 plazas vacantes El profesorado sale de la crisis envejecido: por cada docente menor de 30 años hay seis mayores de 50

_--El curso escolar arranca esta semana en España con 1.780 funcionarios docentes menos de los previstos por la Administración. Son las plazas que han quedado vacantes debido a los suspensos en la gran convocatoria de oposiciones, celebradas en junio, para la que muchos aspirantes llevaban estudiando años, según el informe presentado este miércoles por Comisiones Obreras.

La distribución por especialidades de las plazas no cubiertas —el 5,8% de las 30.462 convocadas, a las que se presentaron 185.173 personas— fue muy desigual: el 1,6% entre los maestros (se ofertaban 22.711 plazas); el 7,1% en profesores de música y artes escénicas (126); el 14,8% de Secundaria (5.783); el 19% de Escuelas Oficiales de Idiomas (247), el 31,4% de Formación Profesional (1.533) y el 46,8% de los docentes de artes plásticas y diseño (62).

La distribución de las plazas desiertas también ofrece grandes diferencias territoriales. Según el informe de CC OO alcanzó el 21,1% en Baleares; el 14,8% en la Comunidad Valenciana; el 10,1% en Cataluña y el 7,4% en Galicia. En el resto de comunidades supuso menos del 2%. En Madrid, que convocó 7.500 plazas, quedaron desiertas 20 (el 0,6%). Y en Castilla-La Mancha, donde se ofertaban 1.050, ninguna.

osé Ruiz, responsable de enseñanza pública de Comisiones Obreras y coordinador del informe, considera que las 359 plazas de maestro no cubiertas son un problema, pero observa con especial alarma lo sucedido en Secundaria, donde se elevan a 855. Esta etapa educativa ya concentró el año pasado la mayoría de las 1.984 plazas que quedaron vacantes en otra gran convocatoria después de años de recortes. Ruiz atribuye lo sucedido en Formación Profesional (482), donde han quedado vacías una de cada tres plazas, al hecho de que se trata de una rama formativa con muchas "especialidades pequeñas" a las que se presentan pocas personas.

Evaluación El dirigente sindical, que defiende un cambio en el sistema selectivo que suprima el carácter eliminatorio de las fases de las oposiciones, atribuye la disparidad territorial a los diferentes criterios de evaluación de las comunidades. Y también al azar. El tipo de examen y el temario son comunes en toda España, pero los temas sobre los que se pregunta se deciden por sorteo en cada autonomía.

El sindicato calcula que para reducir la temporalidad, que ahora estima en torno al 24%, y compensar las jubilaciones, resulta necesario convocar otras 89.000 plazas en los próximos años.

El departamento de Educación de Baleares, la comunidad peor parada en el recuento de Comisiones, atribuye el resultado a que convocaron plazas "de todas las especialidades, incluidas las de más difícil cobertura", al hecho de que los aspirantes no se presentaban en toda la autonomía, sino por islas, y a la relación relativamente baja de candidatos por plaza, que fue globalmente de cuatro a uno.

Profesorado envejecido El informe de Comisiones Obreras también refleja que el sistema educativo español ha salido envejecido de la crisis. Las grandes restricciones que se establecieron para acceder a un empleo docente han provocado que por cada profesor menor de 30 años haya seis con más de 50, cuando la OCDE recomienda que la proporción sea de dos a uno.

Los datos de edad son del curso 2017-2018, los últimos disponibles. Ruiz admite que las últimas oposiciones deben haber tenido un efecto rejuvenecedor, pero cree que será limitado, ya que ocho de cada 10 plazas han ido a parar a interinos, cuya edad ya se tenía en cuenta en el cálculo.

Según esa fotografía, el grupo de edad más numeroso es ahora el de 50 a 59 años (al principio de la crisis era el de 40 a 49). Los menores de 30 años se han reducido un 45% desde 2009. Dos de cada tres docentes tienen más de 40 años. Y los que tienen entre 60 y 64 han aumentado un 93% debido a la eliminación de las jubilaciones incentivadas que contemplaba la Ley Orgánica de Educación (LOE).

"Lo grave no es que haya profesores mayores, sino que no se esté produciendo una renovación por abajo", afirma Miquel Martínez, profesor de Teoría de la Educación de la Universidad de Barcelona. Martínez cree que el envejecimiento lastra la innovación educativa y tiene otras consecuencias negativas: "Los profesores jóvenes tienen, de entrada, una proximidad generacional que les permite estar más cerca del modo en que los alumnos construyen el conocimiento. En una sociedad digital hay una serie de recursos que son el lenguaje habitual de los alumnos, y a partir de una edad muchas veces el profesorado ha perdido el ritmo. Y no se trata solo de la tecnología, sino de la cultura. Si no sabes qué canciones escuchan los alumnos, qué películas ven, cómo se mueven y qué tipo de relaciones tienen, es más difícil que entres en interacción con ellos. Hay muchos docentes mayores que son sensibles a ello y siguen conectando, pero también hay profesores que está cansados", señala.

Martínez cree que lo ideal, aunque caro, sería que los buenos docentes mayores ejercieran un tutelaje de nuevas hornadas de profesores jóvenes inexpertos. "Facilitemos la jubilación anticipada de todos aquellos que estén hartos o cansados y pongamos gente nueva al lado de buenos profesores con experiencia, que no se van a ir porque disfrutan con lo que están haciendo. Eso sería una forma de rejuvenecer el sistema en buenas condiciones".

El número total de profesores sigue por debajo del que había al inicio de la crisis. A 1 de enero de 2019, España tenía 511.250 docentes, entre funcionarios e interinos, 2.214 menos que nueve años antes. El responsable de enseñanza pública de CC OO no cree que la última oferta pública de empleo haya recortado esa diferencia, ya que la convocatoria solo permite cubrir jubilaciones y plazas que lleven ocupadas más de tres años de forma temporal. La recuperación del número global de profesores va realizándose así con ampliaciones de plantilla, es decir, con interinos, lo que según Comisiones "condena al sistema a una temporalidad crónica".

https://elpais.com/sociedad/2019/09/10/actualidad/1568142051_263678.html?rel=lom

viernes, 13 de septiembre de 2019

El PIB y su grave error de cálculo. El baremo para medir el éxito de un país no tiene en cuenta los efectos nocivos de la producción

DAVID PILLING
3 FEB 2019 - 00:10 CET

El pasado mes de abril, un cachalote de más de nueve metros de largo quedó varado en la costa de Murcia, en el sur de España. La autopsia reveló que había muerto a consecuencia del impacto gástrico producido por la ingestión de casi 29 kilos de plástico, entre los que había bolsas, sacos y hasta un bidón.

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El PIB y su grave error de cálculo 'La edad de la ira', por Joaquín Estefanía

El mundo ha comprendido demasiado tarde el daño catastrófico que los residuos plásticos causan en nuestro entorno, y en particular en los océanos. Los lectores de este artícu­lo habrán visto playas desde Europa hasta Asia, pasando por el Caribe y las costas de África, desfiguradas por los desechos de plástico que generamos en esta era del usar y tirar.

Desde la década de 1950 se han producido 8.300 millones de toneladas de este material, gran parte de las cuales nunca se han reciclado. Una de las cosas más sorprendentes es que aproximadamente la mitad fueron producidas en el tiempo transcurrido desde 2004, cuando el consumismo que invade nuestras vidas se aceleraba y se expandía a zonas del mundo muy pobladas, como China e India. Si no hay nada que lo frene, el peso del plástico en los océanos pronto superará al de los peces.

Afortunadamente, parece que hemos comprendido los peligros que entraña este material. En Reino Unido, el Gobierno se ha propuesto prohibir la venta de pajitas, palitos y bastoncillos de plástico. También estudia aplicar un recargo obligatorio a los vasos de plástico, 2.500 millones de los cuales se desechan tan solo en ese país. Este mes, Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, anunció que iba a presionar para prohibir totalmente en ese Estado las bolsas de plástico de un solo uso.

Pero lo cierto es que el plástico es solamente una parte pequeña —y muy visible— de un problema mucho más profundo, cuya raíz entronca con una concepción errónea de lo que es el progreso económico.

La emisión de carbono contribuye al PIB. Si el mundo se fríe en el proceso, que se fría

La medida que ha acabado dominando la evolución de nuestras economías es el producto interior bruto (PIB), y desde esta perspectiva, cuanto más plástico produzcamos, mejor. De hecho, ateniéndonos al PIB, cuanto más produzcamos, mejor, ya sean cubos o balas, melocotones o contaminación. El PIB no distingue entre producción buena y mala. ¿Cómo deberíamos decidir entonces qué es bueno y qué es malo?

La clave está en “bruto”, la última palabra del acrónimo. Porque nuestro principal baremo para medir el éxito económico, el PIB, no resta nada. Es decir, no tiene en cuenta ninguno de los posibles efectos secundarios nocivos causados por la producción. Talar un añoso árbol de caoba para hacer una mesa se considera estrictamente un beneficio económico. Si una fábrica vierte sus desechos en un río cercano, también es una acción de lo más positiva. De hecho, si las futuras generaciones deciden limpiar sus cursos de agua contaminados, lo que les cueste volverá a contribuir al PIB.

Probablemente, más allá del plástico, el efecto colateral más destructivo de la producción —lo que los economistas denominan una “externalidad”, lo cual no resulta de mucha ayuda— es el carbono consecuencia de nuestra vida ávida de energía. La emisión de carbono contribuye al PIB. Cuanto más generamos, mejor funcionan nuestras economías. Si el mundo se fríe en el proceso, pues que se fría.

El pasado diciembre un hombre cruza en la India Yamuna, altamente contaminado por residuos tóxicos. GETTY

Preferimos negar que el cambio climático existe —como hizo la petrolera estadounidense ExxonMobil durante décadas y actualmente Donald Trump— antes que hacer peligrar el crecimiento económico. O, dicho de manera más suave, podemos poner en un lado de la balanza el crecimiento económico y, en otro, las emisiones de carbono y llegar a la conclusión de que no podemos sacrificar lo primero para frenar lo segundo. Pero ¿por qué enfrentamos ambas cosas? Sin duda, en un mundo racional estos dos asuntos se evaluarían juntos. ¿Cómo es que hemos llegado a medir el éxito económico de la manera más burda posible?

El producto interior bruto tiene su origen en la Gran Depresión. En 1932, tras ser elegido presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt quiso cifrar el daño que había sufrido la economía del país tras el crash de 1929. Y por increíble que puede parecernos hoy, en aquel momento no había consenso en torno a una única medida a la que poder recurrir para evaluar la economía. El presidente sabía que el paro era alto, que el volumen de los cargamentos que circulaban por el país había descendido, y que la Bolsa se había desplomado. Pero ¿qué había pasado con “la economía”?

Roosevelt pidió al economista y estadístico Simon Kuznets que se pusiera manos a la obra. Kuznets y un pequeño equipo recorrieron EE UU preguntando a las empresas y a los ciudadanos cuánto habían gastado, producido y consumido.

Su objetivo era comprimir toda la actividad económica en una única cifra, mediante el cálculo del “valor añadido” de la economía, es decir, en función de lo que va sumando cada fase de la producción al transformar el trigo en harina, y la harina en pan. Cuando, en 1934, Kuznets publicó sus hallazgos en un artículo —que llevaba el apasionante título de Ingresos nacionales 1929-1932—, reveló que, durante esos tres años la economía estado­unidense había perdido la mitad de su valor. El resultado se convirtió en la base intelectual del new deal de Roosevelt.

Alrededor del 80% de nuestras economías hoy consisten en servicios en cuya medición el PIB resulta totalmente inadecuado

Pero, incluso en su momento triunfal, Kuznets tenía dudas acerca del concepto que había creado y que ha llegado a dominar el pensamiento económico durante los siguientes 80 años. Sin duda, razonaba, la definición de economía no debería contabilizar todo lo que producimos. ¿Debe contarse el armamento? Él creía que no. ¿Y la contaminación? Kuznets pensaba que había que excluir la especulación de la suma, una lección que habríamos hecho bien en tener en cuenta cuando, mientras nos precipitábamos hacia la crisis financiera de 2008, se afirmaba que nuestros bancos, fuera de control, “aportaban” alrededor de un 10% al PIB.

El economista incluso se preguntaba públicamente si no habría que excluir la publicidad, ya que —desde su punto de vista algo paternalista— los brillantes anuncios no hacen sino instarnos a comprar cosas que no necesitamos. Podría haber añadido que esos productos innecesarios tal vez acaben en el vientre de un cachalote.

A partir de estos comienzos, el PIB se ha convertido en la principal manera de calcular la contabilidad nacional, o, dicho en pocas palabras, en la forma en que definimos el éxito económico. Cuando los políticos declaran que quieren “fortalecer la economía”, la cifra número uno que quieren mejorar es el PIB.

En el periodo de posguerra, el PIB se extendió por el mundo, en gran parte gracias a los esfuerzos de instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que insistieron en que los países miembros de sus organizaciones adoptasen métodos de contabilidad comunes. Hasta Rusia y China, que al principio se resistían a adoptar la idea occidental del éxito económico, acabaron sucumbiendo y se entregaron al culto al PIB con mayor avidez aún que sus contrincantes ideológicos.

El auge del PIB ha estado acompañado por otro fenómeno tal vez más insidioso. Se trata de la fusión del éxito de una sociedad con los resultados de “la economía”, siendo ésta un ente abstracto que se trata como si fuese algo separado de la experiencia de un país. Bajo ningún concepto debemos hacer nada que pueda ocasionar algún daño a la preciosa y delicada flor de la economía —cosas como aumentar los impuestos, reducir la contaminación, limitar las horas de trabajo—. Y en un mundo así, los árbitros de nuestras decisiones políticas son los propios economistas.

En Reino Unido, antes de 1950, el Partido Conservador no mencionaba la palabra “economía” —en su sentido contemporáneo— en ninguno de sus programas. En el de 2015, el término aparecía casi 60 veces.

Nos hemos convertido en esclavos de una definición sesgada y restrictiva de lo que la economía significa de verdad. El PIB nació en la era industrial, y es perfecto para medir objetos físicos que se puedan coger con la mano o meter en un carrito, pero resulta inapropiado para la era actual, en la que gran parte de lo que consumimos tiene forma digital y muchos de los bienes que más valoramos —desde el seguro médico hasta los retiros de yoga o los conciertos sinfónicos, por no hablar del aire puro y las playas limpias— no son en absoluto objetos físicos o producidos por el ser humano.

Alrededor del 80% de nuestras economías hoy consisten en servicios en cuya medición el PIB resulta totalmente inadecuado. Por ejemplo, ¿cómo distingue esta cifra entre una comida buena y una mala, o entre un tren japonés rápido y eficiente y uno estadounidense lento e ineficiente? La respuesta es que no puede.

En 1966, el filósofo y economista estadounidense Kenneth Boulding creó dos conceptos: la “economía del vaquero” y la “economía del astronauta”. En la primera, con una población reducida y unos recursos infinitos, lo único racional que se puede hacer es maximizar la producción. No vale la pena que los modelos económicos tengan en cuenta las limitaciones del entorno, ya que los recursos naturales son prácticamente inagotables y la capacidad de dañarlos está limitada por el reducido número de habitantes.

En la economía del astronauta, por el contrario, la población y la presión sobre el medio ambiente son mucho mayores. En un mundo así, puede que maximizar la producción no sea la mejor expresión del éxito económico. Ese es el mundo en el que vivimos. No necesitamos producir más y más discos compactos, puesto que podemos descargar tanta música como queramos sin que tenga prácticamente ningún impacto en nuestro entorno natural. Tampoco necesitamos seguir en la carrera por la producción física ilimitada obedeciendo a una definición errónea del crecimiento económico.

Por desgracia, justamente eso es lo que estamos haciendo. Cualquier intento de reducir la producción física o de señalar las contrapartidas del crecimiento económico (medido de forma convencional) frente al deterioro ambiental es susceptible de ser tachado de freno al progreso económico. Si se midiera de otra manera el “crecimiento” y la conservación del medio ambiente, no tendrían por qué entrar en conflicto, ni ser antagónicos. Si usamos únicamente el PIB para medir el progreso de nuestras economías, la mejora de nuestra vida es a costa del planeta.

David Pilling es editor para África del diario británico Financial Times. Es autor de El delirio del crecimiento, publicado en enero de 2019 por Taurus.