A los niños se les manda a veces a la silla de pensar. Un suave castigo para que piensen en cómo se han portado, si han hecho algo malo o han dejado de hacer algo bueno. Pues bien, ahora voy a referirme no a niños y a niñas sino a personas mayores. Y no a sillas sino a bancos. No al objeto que sirve para sentarse sino a la organización que atesora y maneja el dinero de los clientes.
El termómetro que marca la temperatura moral de una sociedad es el trato que dispensa a los ancianos y las ancianas. (Por cierto, me acaban de regalar un libro que estoy deseando empezar a leer. Se titula “El club del crimen de los jueves”, de Richard Osman. Atención al subtítulo: “No subestimes el talento de un grupo de abuelos”. No lo cito solo por la relación con el tema que estoy abordando sino por el cariño que tengo a quien me lo regaló y por la confianza en su buen criterio lector).
Tengo una amiga alemana, de edad avanzada aunque de espíritu joven, que está viviendo un calvario con una sucursal bancaria de Rincón de la Victoria. Tiene abierta una cuenta desde hace años, ya que solía venir durante el verano a disfrutar de la paz y el sol de la costa.
Por diversos motivos ha tomado la decisión de cancelar la cuenta. Y no hay manera de que pueda hacerlo. Ella solicita mediante carta firmada de su puño y letra que se le haga una transferencia por el total del saldo a su banco de Munich y la respuesta es que solo se puede hacer mediante la banca on line. Ella argumenta que no sabe (ni puede, ni quiere) manejar los para ella sofisticados sistemas digitales. Como he leído en alguna parte “tiene el sistema nervioso”. La segunda alternativa es desplazarse en persona desde Munich a la sucursal para solicitar personalmente el cierre de la cuenta. Otra solución inviable en tiempos de Covid ya que todavía no está vacunada y acaso nunca vaya a estarlo porque le tiene tanto miedo al remedio que a la enfermedad. La tercera solución es que consiga un poder notarial a mi favor para que yo haga el trámite en la oficina. Lo cual supone para ella molestias, gestiones y gastos.
Cuando estoy plenamente inmerso en este problema de mi amiga, me encuentro con aun artículo de Arturo Pérez Reverte que, aunque no siempre es santo de mi devoción por lo que dice y por cómo lo dice, en esta ocasión, tengo que aplaudirle por el contenido y la forma de su alegato. El artículo se titula “Abuelos bajo el sol”. Critica el autor a los bancos que eliminan sucursales de los pueblos pequeños, abandonando a su suerte a los vecinos y vecinas que han tenido la gentileza de encomendarles el cuidado de su dinero. Y habla de largas colas de personas mayores ante los cajeros automáticos, a pleno sol, para realizar cualquier trámite bancario.
Dice Pérez Reverte: “Bajo un sol que cae como plomo derretido, la fila de personas se mueve despacio. Una espera de veinte minutos como mínimo, calculas observándolos. En su mayor parte son gente mayor. Abuelos hechos polvo. Están allí a la solanera, sin sombra ni lugar donde sentarse, ante la única terminal de cajero automático de esa sucursal. De ese Banco. Es agosto, la oficina está cerrada y la escena sucede por todas partes. En toda España, o como se llame esto ahora”.
Algunos datos para la reflexión: según el Banco de España, hay 1.300.000 españoles que viven sin bancos ni cajeros cerca. El año pasado cerraron 3000 sucursales y este año no ha sido menos. Hay muchos pueblos en los que la oficina más cercana está a 10 kilómetros. En esos pueblos, muchos vecinos tienen más de 70 años. ¿Qué pueden hacer sin la ayuda de hijos o nietos? Pero de ellos nadie se acuerda. Las decisiones tienen solamente la finalidad de engrosar los beneficios. Y por eso cada año, la banca (he cometido un error tipográfico y he escrito la banda, he estado a punto de mantener el error) ofrece ganancias millonarias.
Dice Pérez Reverte: “No es algo exclusivo de agosto, pues se repite todo el año, aunque en estas fechas sea más frecuente, más desvergonzadamente habitual por parte de esos bancos que, cuando el pelotazo inmobiliario engordaba dividendos, sembraron las ciudades de oficinas que embaulaban sueldos y pensiones -colocando productos financieros que acabaron siendo auténticas estafas- y que ahora, con las vacas flacas, desaparecen y dejan tirada a la clientela”.
Nadie responde al teléfono porque dicen que no podrían atender al personal que acude al banco. Después de las 11 no puede haber movimientos de caja, para que se acuda a los cajeros automáticos y así disponer de más tiempo. Tienes que hacer cola durante 30, 40, 60 minutos porque no hay personal… El robo del tiempo me parece escandaloso. Si alguien roba dinero o cuadros o joyas, en un gesto de arrepentimiento, puede devolverlo, pero el tiempo no tiene restitución posible. El problema es que la codicia no tiene límites. Por eso me indigna conocer cada año las ganancias millonarias de los bancos. Se le atribuye a Bertolt Brecht esta inquietante afirmación: “Atracar un banco es un delito, pero es más delito fundarlo”.
Nadie piensa en los ancianos que carecen de conocimientos informáticos para manejar la banca on line. Nadie piensa en la inquietud de la espera. Nadie piensa en el tiempo de los demás.
A las personas de edad se les insta a abrir aplicaciones, a usar la banca cibernética, a conocer el manejo de móviles y ordenadores. Y ya se sabe, por otra parte, que hay muchos pueblos en los que no hay cobertura.
Hay problemas que no tienen solución o cuya solución es extraordinariamente compleja, Pero otros tienen una solución muy sencilla. Si hay más personal en la oficina no es necesario esperar tanto tiempo. Si hay más personas que ayuden a quienes no saben manejarse en internet, se facilita a los ancianos y a las ancianas el trámite.
Escribí no hace mucho el prólogo de un libro titulado “La longevidad como transformación social en el siglo XXI” (Editorial Aljibe). La obra está coordinada por mi querida y antigua alumna Emilia Moreno. Digo en esa introducción: “No quisiera que nuestros ancianos y ancianas se sintieran menospreciados por no ser jóvenes sanos y vigorosos. Ellos tienen tanta necesidad de afecto como de sol. Me gustaría verles felices recibiendo la gratitud y el amor de sus conciudadanos y, sobre todo, de sus hijos y de sus nietos. “Cuando la simpatía está unida a las arrugas, es adorable. Hay un indecible amanecer en la ancianidad feliz”, dice sabiamente Víctor Hugo”.
En el capítulo VII del libro, titulado Amigabilidad de las ciudades para un envejecimiento de éxito”, dice Juan Manuel Espinosa-Almendro: “Una comunidad amigable con las personas mayores puede ser definida como un lugar donde las personas mayores participan activamente, son valoradas y respaldadas con infraestructuras y servicios que se adaptan de manera efectiva a sus necesidades”.
Una última referencia al artículo “Abuelos al sol”: “Como en los casinos, la banca siempre gana. Pierden y con ellos perdemos todos, esos abuelos al sol, desconcertados ante la gentuza infame que, amparada por el Estado y sus instituciones, arrogante, impune, sin que nadie mueva un dedo para frenar sus abusos, acosa y desampara cada vez más a sus clientes desvalidos y humildes. Entre ellos a esos jubilados a quienes no solo no se permite retirar sus ingresos cuando y como quieran para dárselos al hijo o nieto que les apetezca; a quienes se fiscaliza cada euro como si fueran delincuentes pero tampoco se les deja tener dinero en casa sin que les caiga encima el Estado sino que, además, los obligan a sufrir perplejos ante un teléfono móvil de última generación, descifrando aplicaciones y códigos endiablados que no conocen ni comprenden”.
Están castigados en el banco. Y no han hecho nada más que arrimar el hombro para que los demás podamos vivir mejor. No se merecen el castigo. El castigo debería imponerse a quienes tratan a los mayores con tan poca consideración.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2021/08/28/castigados-en-el-banco/
domingo, 29 de agosto de 2021
sábado, 28 de agosto de 2021
_- La familia de uno de los asesinados con Lorca intenta que Estraburgo deje de mirar a otro lado en los crímenes del franquismo
_- Por Álvaro Sánchez Castrillo | 23/08/2021 | España
Granada, 5 de septiembre de 1936. Ha pasado ya algo más de un mes desde el golpe de Estado contra la Segunda República y el Boletín Oficial de la Provincia sigue echando humo. El gobernador civil emite una circular con la vista puesta en los maestros de la zona. «En cuanto tengan conocimiento de esta circular, harán entrega de la escuela a la autoridad municipal correspondiente y desalojarán la casa vivienda que se les tuviera asignada o cesarán en el percibo de indemnización de habitación, con efectos del primero de agosto», reza el escrito. Más de una treintena de nombres forman parte de esa lista de depuración. Entre ellos, el de Dióscoro Galindo. Sin embargo, el profesor nunca llevaría a cabo esa entrega. Y no lo haría porque había sido asesinado diecisiete días antes. Sus restos nunca aparecieron. Ahora, ochenta y cinco años después, la familia se agarra a Estrasburgo como última esperanza para su localización. Una instancia que, sin embargo, siempre ha mirado hacia otro lado con las víctimas del franquismo.
Galindo ni era granadino ni su primera opción fue la enseñanza. Nacido en Ciguñuela (Valladolid) en 1877, comenzó estudiando Veterinaria en Madrid. Sin embargo, tras perder una pierna en un accidente sufrido con un tranvía el hijo de Clemente y Marcelina decidió regresar al pueblo. Fue entonces cuando empezó a estudiar para maestro. Su primer destino fue en Uribarri Harana (Araba), al que le siguió, con un sueldo de 825 pesetas anuales, Aia (Gipuzkoa). «Luego fue pidiendo traslados», cuenta al otro lado del teléfono su nieta adoptiva Nieves García. En su hoja de servicios constan lugares como Algete (Madrid), Tejina (Tenerife) o Daimiel (Ciudad Real). Y así, tras pasar previamente por los municipios sevillanos de Osuna y Santiponce e Íllora (Granada), recaló en el que sería su último destino. El 1 de noviembre de 1934, el maestro tomó posesión en la localidad granadina de Pulianas. «Era una buena persona. No solo daba clases a sus alumnos, también enseñaba a personas mayores», apunta García.
Y llegaron las elecciones de febrero de 1936, en las que el maestro participó activamente. A fin de evitar un fraude por parte de los caciques del pueblo, decidió representar al Frente Popular en la mesa electoral. Cinco meses después, tras el golpe de Estado, los militares se presentaron en su casa. Primero fue un registro. A la segunda, se lo llevaron. Su hijo Antonio no dudó en agarrar la bicicleta y comenzó a seguirles. «Le apuntaron y le dijeron que o se largaba o llevaría el mismo camino», cuenta su hija. El muchacho, que no podía hacer mucho más, regresó a casa con su madre Juliana y sus dos hermanas. Es la última vez que le vio con vida. Pocas horas después, fue asesinado. La nieta lo define como un maestro «de enseñanza liberal, no creyente». «Hizo una labor pésima enseñando a los niños cosas contra la religión diciéndoles que no existe dios», se recoge en un informe elaborado por el cura del pueblo que se incorporó al expediente de depuración de Galindo, ese en cuya resolución final consta escrita a lápiz la palabra «fusilado».
Dióscoro podría ser solo uno más de esos casi 60.000 profesores que se estima que fueron depurados durante el franquismo. Sin embargo, su historia cuenta con un elemento especial que le ha otorgado gran reconocimiento público. Porque Galindo fue una de las personas que acompañó al poeta Federico García Lorca en sus últimas horas de vida. Con el autor de Romancero Gitano o La Casa de Bernarda Alba coincidió en el Gobierno Civil o en La Colonia, antiguo molino convertido por los golpistas en cárcel provisional. Y fue asesinado junto a él y un par de banderilleros que pertenecían a la CNT –Francisco Galadí y Juan Arcollas– en el trayecto entre Víznar y Alfacar. Pero ochenta y cinco años después, los restos de todos ellos siguen desaparecidos. Los diferentes intentos por localizarlos terminaron fracasando. «Mi padre siempre dijo que antes todo aquello era un olivar. Ahora, solo hay pinos. La tierra se ha removido en todas estas décadas«, resume García.
El arqueólogo Javier Navarro participó en uno de esos intentos fallidos. «Removimos más de 4.500 metros cúbicos de tierra para llegar al nivel del suelo original», cuenta. Solo encontraron los restos de una bala mauser y un casquillo de Mosin-Nagant, de fabricación soviética. Un hilo del que, dice, está tirando ahora después de descubrir «un documento» de un espía en Argel durante la Guerra de Marruecos en el que informaba de la llegada de un barco desde San Petersburgo con armamento y munición para Abd el-Krim. «Estamos viendo documentalmente si además de mauser llegaron también Mosin-Nagant, porque cuando Abd el-Krim se rinde se envió ese material al Parque de Artillería de Granada», desliza el arqueólogo. La hipótesis es que esa munición, que encontraron durante los trabajos que realizaron en la zona, podría haber sido la que se utilizó en el asesinato del poeta.
Pero, ¿Dónde pueden estar entonces los restos en la actualidad? Una posibilidad, dice, podría ser el Barranco de Víznar, un lugar repleto de fosas comunes. Otra hipótesis que se ha puesto sobre la mesa, añade, es que su cadáver fuera exhumado y el resto arrojados a ese paraje natural. En la batalla actual, García, que fue acogida por los Galindo cuando solo tenías tres días de vida, está sola. Arcollas, dice, no tuvo descendientes. El hijo de Galadí decidió dejarlo tras el primer intento porque «su madre estaba padeciendo mucho». Y los Lorca siempre se han mostrado en contra de que se busquen sus restos. Pero ella está decidida a continuar luchando por localizar a su abuelo y tener un lugar al que poder ir a depositar un ramo de flores. Ahora, su mirada está puesta en un punto a 500 metros de donde se realizaron los primeros trabajos de búsqueda. Por los testimonios recogidos, ahí podría hallarse la fosa. «Pero tampoco es algo que sepamos a ciencia cierta», concede la nieta del maestro.
Sin «oportunidad» de ser compensados «por el daño sufrido»
A finales de diciembre de 2019, García interpuso una denuncia para que se investigara por la vía penal el asesinato de su abuelo. Lo hizo poniendo sobre la mesa una entrevista telefónica que Víctor Fernández Puertas, periodista e investigador de la figura del poeta, hizo a quien fuera en la década de los ochenta diputado de Obras y Servicios de la Diputación de Granada. En ella, el político explicaba que en las obras que se realizaron en 1986 en el Parque Federico García Lorca –uno de los enclaves en los que se han centrado los trabajos de búsqueda– apareció un fémur completo que echaron a otra finca. Sin embargo, el juez dio carpetazo al asunto al entender que el autor de los asesinatos tendría más de cien años, que faltaba determinación de la persona concreta contra la que se dirigía la acción penal y que la Ley de Amnistía de 1977 constituía causa de extinción de la responsabilidad penal.
Recurrió, sin éxito, ante la Audiencia Provincial de Granada. Y luego puso el asunto en manos del Tribunal Constitucional. De nuevo, chocaron contra un muro. «[Se rechaza el recurso por] no apreciar en el mismo la trascendencia constitucional que, como condición para su admisión, requiere», recogía la resolución. Ahora, con todas las puertas cerradas, García agota su última bala ante Europa. Este miércoles, ha registrado una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es su última esperanza. En ella, denuncia que se ha violado su derecho a un proceso equitativo, a un recurso efectivo y los artículos que hacen referencia a la prohibición de discriminación y de abuso de derecho. «El Estado viola su obligación de investigar de forma efectiva (…) cuando tras el descubrimiento de restos con signos de muerte violenta las autoridades rechazan iniciar/abrir un proceso penal sobre la base de ‘ausencia de los elementos constitutivos del crimen», recoge el escrito.
«Los familiares de las víctimas no han tenido oportunidad alguna de ser compensados por el daño sufrido», señalan los demandantes. Eduardo Ranz, el abogado que ha llevado el caso, explica al otro lado del teléfono que no están buscando «enjuiciar culpables», sino que la justicia española «cumpla su deber de investigar y esclarecer los hechos». Esos trabajos, dice, son «fundamentales» para poder saber qué ocurrió, cómo sucedió y dónde se encuentran los restos de todas estas personas que sufrieron la brutalidad del régimen franquista. «Es increíble que lo único que se nos dijera es que fuéramos a la jurisdicción voluntaria, que es algo que no podemos hacer desde 2015», asevera el letrado, que reconoce que todas las esperanzas están puestas al otro lado de la frontera española, en esa institución que se encarga de proteger los derechos humanos.
Estrasburgo, un muro infranqueable
No será sencillo. Y no lo será porque, en lo referente a las víctimas del franquismo, Estrasburgo siempre ha mirado por el momento hacia otro lado. «Todos los intentos que se han producido hasta ahora han sido rechazados», recuerda Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). El primer golpe llegó en abril de 2012, cuando el TEDH decidió inadmitir la demanda que presentaron la hija y el nieto del diputado socialista por Málaga Luis Dorado Luque, detenido el 18 de julio de 1936 y del que no volvió a saberse nada diez días después. Lo hizo al entender que se había presentado «fuera de plazo». No obstante, la resolución ya dejaba claro que no había margen para abordar aquellos hechos ocurridos antes de la adopción (1950) y posterior ratificación por España de la Convención Europea de Derechos Humanos (1979).
La inadmisión se conoció pocos días después de que en España el Supremo dictaminase que no cabía investigar penalmente los crímenes del franquismo por la ley de amnistía. Tras el varapalo en el caso de Dorado Luque, vinieron más. En julio, se inadmitieron demandas similares de UGT y Carmen Negrín –nieta del último presidente del Gobierno de la Segunda República– por el cerrojazo de los tribunales en relación con los actos de naturaleza genocida cometidos en España. En noviembre de 2012, queda guardado en un cajón de Estrasburgo el caso de Fausto Canales, a cuyo padre Valerio hicieron desaparecer el 20 de agosto de 1936 en Pajares de Adaja (Ávila), algo que los tribunales españoles jamás llegaron a investigar. Y a comienzos de 2013 el de Fernando León, cuyos padres fueron detenidos «por escuadras fascistas» en 1936 y nunca más volvieron a aparecer. Sus intentos de que se investigase en suelo español siempre fueron rechazados.
La nieta del maestro, sin embargo, alberga cierta esperanza. Espera poder abrir una grieta en un muro que hasta el momento ha sido infranqueable. No solo por ella, sino también por tantas y tantas familias que todavía, en la actualidad, siguen buscando desesperadamente a sus seres queridos. «Los años no pasan en balde», dice. No llega a comprender cómo es posible que en una democracia asentada desde hace décadas todos ellos se vean obligados a buscar ayuda lejos de nuestras fronteras. Y hasta que no se levante esta losa, poco se podrá avanzar. «Mientras no podamos resolver esta situación, nunca se podrá estudiar la historia de España como realmente fue», sentencia.
Fuente: https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/08/19/dioscoro_123669_1012.html
Granada, 5 de septiembre de 1936. Ha pasado ya algo más de un mes desde el golpe de Estado contra la Segunda República y el Boletín Oficial de la Provincia sigue echando humo. El gobernador civil emite una circular con la vista puesta en los maestros de la zona. «En cuanto tengan conocimiento de esta circular, harán entrega de la escuela a la autoridad municipal correspondiente y desalojarán la casa vivienda que se les tuviera asignada o cesarán en el percibo de indemnización de habitación, con efectos del primero de agosto», reza el escrito. Más de una treintena de nombres forman parte de esa lista de depuración. Entre ellos, el de Dióscoro Galindo. Sin embargo, el profesor nunca llevaría a cabo esa entrega. Y no lo haría porque había sido asesinado diecisiete días antes. Sus restos nunca aparecieron. Ahora, ochenta y cinco años después, la familia se agarra a Estrasburgo como última esperanza para su localización. Una instancia que, sin embargo, siempre ha mirado hacia otro lado con las víctimas del franquismo.
Galindo ni era granadino ni su primera opción fue la enseñanza. Nacido en Ciguñuela (Valladolid) en 1877, comenzó estudiando Veterinaria en Madrid. Sin embargo, tras perder una pierna en un accidente sufrido con un tranvía el hijo de Clemente y Marcelina decidió regresar al pueblo. Fue entonces cuando empezó a estudiar para maestro. Su primer destino fue en Uribarri Harana (Araba), al que le siguió, con un sueldo de 825 pesetas anuales, Aia (Gipuzkoa). «Luego fue pidiendo traslados», cuenta al otro lado del teléfono su nieta adoptiva Nieves García. En su hoja de servicios constan lugares como Algete (Madrid), Tejina (Tenerife) o Daimiel (Ciudad Real). Y así, tras pasar previamente por los municipios sevillanos de Osuna y Santiponce e Íllora (Granada), recaló en el que sería su último destino. El 1 de noviembre de 1934, el maestro tomó posesión en la localidad granadina de Pulianas. «Era una buena persona. No solo daba clases a sus alumnos, también enseñaba a personas mayores», apunta García.
Y llegaron las elecciones de febrero de 1936, en las que el maestro participó activamente. A fin de evitar un fraude por parte de los caciques del pueblo, decidió representar al Frente Popular en la mesa electoral. Cinco meses después, tras el golpe de Estado, los militares se presentaron en su casa. Primero fue un registro. A la segunda, se lo llevaron. Su hijo Antonio no dudó en agarrar la bicicleta y comenzó a seguirles. «Le apuntaron y le dijeron que o se largaba o llevaría el mismo camino», cuenta su hija. El muchacho, que no podía hacer mucho más, regresó a casa con su madre Juliana y sus dos hermanas. Es la última vez que le vio con vida. Pocas horas después, fue asesinado. La nieta lo define como un maestro «de enseñanza liberal, no creyente». «Hizo una labor pésima enseñando a los niños cosas contra la religión diciéndoles que no existe dios», se recoge en un informe elaborado por el cura del pueblo que se incorporó al expediente de depuración de Galindo, ese en cuya resolución final consta escrita a lápiz la palabra «fusilado».
Dióscoro podría ser solo uno más de esos casi 60.000 profesores que se estima que fueron depurados durante el franquismo. Sin embargo, su historia cuenta con un elemento especial que le ha otorgado gran reconocimiento público. Porque Galindo fue una de las personas que acompañó al poeta Federico García Lorca en sus últimas horas de vida. Con el autor de Romancero Gitano o La Casa de Bernarda Alba coincidió en el Gobierno Civil o en La Colonia, antiguo molino convertido por los golpistas en cárcel provisional. Y fue asesinado junto a él y un par de banderilleros que pertenecían a la CNT –Francisco Galadí y Juan Arcollas– en el trayecto entre Víznar y Alfacar. Pero ochenta y cinco años después, los restos de todos ellos siguen desaparecidos. Los diferentes intentos por localizarlos terminaron fracasando. «Mi padre siempre dijo que antes todo aquello era un olivar. Ahora, solo hay pinos. La tierra se ha removido en todas estas décadas«, resume García.
El arqueólogo Javier Navarro participó en uno de esos intentos fallidos. «Removimos más de 4.500 metros cúbicos de tierra para llegar al nivel del suelo original», cuenta. Solo encontraron los restos de una bala mauser y un casquillo de Mosin-Nagant, de fabricación soviética. Un hilo del que, dice, está tirando ahora después de descubrir «un documento» de un espía en Argel durante la Guerra de Marruecos en el que informaba de la llegada de un barco desde San Petersburgo con armamento y munición para Abd el-Krim. «Estamos viendo documentalmente si además de mauser llegaron también Mosin-Nagant, porque cuando Abd el-Krim se rinde se envió ese material al Parque de Artillería de Granada», desliza el arqueólogo. La hipótesis es que esa munición, que encontraron durante los trabajos que realizaron en la zona, podría haber sido la que se utilizó en el asesinato del poeta.
Pero, ¿Dónde pueden estar entonces los restos en la actualidad? Una posibilidad, dice, podría ser el Barranco de Víznar, un lugar repleto de fosas comunes. Otra hipótesis que se ha puesto sobre la mesa, añade, es que su cadáver fuera exhumado y el resto arrojados a ese paraje natural. En la batalla actual, García, que fue acogida por los Galindo cuando solo tenías tres días de vida, está sola. Arcollas, dice, no tuvo descendientes. El hijo de Galadí decidió dejarlo tras el primer intento porque «su madre estaba padeciendo mucho». Y los Lorca siempre se han mostrado en contra de que se busquen sus restos. Pero ella está decidida a continuar luchando por localizar a su abuelo y tener un lugar al que poder ir a depositar un ramo de flores. Ahora, su mirada está puesta en un punto a 500 metros de donde se realizaron los primeros trabajos de búsqueda. Por los testimonios recogidos, ahí podría hallarse la fosa. «Pero tampoco es algo que sepamos a ciencia cierta», concede la nieta del maestro.
Sin «oportunidad» de ser compensados «por el daño sufrido»
A finales de diciembre de 2019, García interpuso una denuncia para que se investigara por la vía penal el asesinato de su abuelo. Lo hizo poniendo sobre la mesa una entrevista telefónica que Víctor Fernández Puertas, periodista e investigador de la figura del poeta, hizo a quien fuera en la década de los ochenta diputado de Obras y Servicios de la Diputación de Granada. En ella, el político explicaba que en las obras que se realizaron en 1986 en el Parque Federico García Lorca –uno de los enclaves en los que se han centrado los trabajos de búsqueda– apareció un fémur completo que echaron a otra finca. Sin embargo, el juez dio carpetazo al asunto al entender que el autor de los asesinatos tendría más de cien años, que faltaba determinación de la persona concreta contra la que se dirigía la acción penal y que la Ley de Amnistía de 1977 constituía causa de extinción de la responsabilidad penal.
Recurrió, sin éxito, ante la Audiencia Provincial de Granada. Y luego puso el asunto en manos del Tribunal Constitucional. De nuevo, chocaron contra un muro. «[Se rechaza el recurso por] no apreciar en el mismo la trascendencia constitucional que, como condición para su admisión, requiere», recogía la resolución. Ahora, con todas las puertas cerradas, García agota su última bala ante Europa. Este miércoles, ha registrado una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es su última esperanza. En ella, denuncia que se ha violado su derecho a un proceso equitativo, a un recurso efectivo y los artículos que hacen referencia a la prohibición de discriminación y de abuso de derecho. «El Estado viola su obligación de investigar de forma efectiva (…) cuando tras el descubrimiento de restos con signos de muerte violenta las autoridades rechazan iniciar/abrir un proceso penal sobre la base de ‘ausencia de los elementos constitutivos del crimen», recoge el escrito.
«Los familiares de las víctimas no han tenido oportunidad alguna de ser compensados por el daño sufrido», señalan los demandantes. Eduardo Ranz, el abogado que ha llevado el caso, explica al otro lado del teléfono que no están buscando «enjuiciar culpables», sino que la justicia española «cumpla su deber de investigar y esclarecer los hechos». Esos trabajos, dice, son «fundamentales» para poder saber qué ocurrió, cómo sucedió y dónde se encuentran los restos de todas estas personas que sufrieron la brutalidad del régimen franquista. «Es increíble que lo único que se nos dijera es que fuéramos a la jurisdicción voluntaria, que es algo que no podemos hacer desde 2015», asevera el letrado, que reconoce que todas las esperanzas están puestas al otro lado de la frontera española, en esa institución que se encarga de proteger los derechos humanos.
Estrasburgo, un muro infranqueable
No será sencillo. Y no lo será porque, en lo referente a las víctimas del franquismo, Estrasburgo siempre ha mirado por el momento hacia otro lado. «Todos los intentos que se han producido hasta ahora han sido rechazados», recuerda Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). El primer golpe llegó en abril de 2012, cuando el TEDH decidió inadmitir la demanda que presentaron la hija y el nieto del diputado socialista por Málaga Luis Dorado Luque, detenido el 18 de julio de 1936 y del que no volvió a saberse nada diez días después. Lo hizo al entender que se había presentado «fuera de plazo». No obstante, la resolución ya dejaba claro que no había margen para abordar aquellos hechos ocurridos antes de la adopción (1950) y posterior ratificación por España de la Convención Europea de Derechos Humanos (1979).
La inadmisión se conoció pocos días después de que en España el Supremo dictaminase que no cabía investigar penalmente los crímenes del franquismo por la ley de amnistía. Tras el varapalo en el caso de Dorado Luque, vinieron más. En julio, se inadmitieron demandas similares de UGT y Carmen Negrín –nieta del último presidente del Gobierno de la Segunda República– por el cerrojazo de los tribunales en relación con los actos de naturaleza genocida cometidos en España. En noviembre de 2012, queda guardado en un cajón de Estrasburgo el caso de Fausto Canales, a cuyo padre Valerio hicieron desaparecer el 20 de agosto de 1936 en Pajares de Adaja (Ávila), algo que los tribunales españoles jamás llegaron a investigar. Y a comienzos de 2013 el de Fernando León, cuyos padres fueron detenidos «por escuadras fascistas» en 1936 y nunca más volvieron a aparecer. Sus intentos de que se investigase en suelo español siempre fueron rechazados.
La nieta del maestro, sin embargo, alberga cierta esperanza. Espera poder abrir una grieta en un muro que hasta el momento ha sido infranqueable. No solo por ella, sino también por tantas y tantas familias que todavía, en la actualidad, siguen buscando desesperadamente a sus seres queridos. «Los años no pasan en balde», dice. No llega a comprender cómo es posible que en una democracia asentada desde hace décadas todos ellos se vean obligados a buscar ayuda lejos de nuestras fronteras. Y hasta que no se levante esta losa, poco se podrá avanzar. «Mientras no podamos resolver esta situación, nunca se podrá estudiar la historia de España como realmente fue», sentencia.
Fuente: https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/08/19/dioscoro_123669_1012.html
viernes, 27 de agosto de 2021
_- Contras y talibanes
_- Por Jorge Majfud | 21/08/2021 |
2 de febrero de 1983: los muyahidín (por entonces llamados “freedom fighters” o “luchadores por la libertad” y, poco después, “Taliban”) son recibidos en la misma Casa Blanca por el presidente Ronald Reagan.
Luego de la derrota en Vietnam, el exsecretario de Estado Henry Kissinger y la exsocialista y futura halcón de la derecha del gobierno de Reagan, Jeane Kirkpatrick, manifestaron que, para recuperar el prestigio perdido, Estados Unidos debía inventar alguna guerra que pudiesen ganar. Según Kirkpatrick, Nicaragua era una buena candidata, pero mejor aún era Granada, una isla en el Caribe de apenas cien mil habitantes, cuyo presidente había cometido la osadía de declarar que su país era independiente y soberano y, por lo tanto, podía tener comercio con quien se le antojase. La gloriosa invasión y la liberación de los estudiantes estadounidenses que no querían ser liberados de una tiranía inexistente, tuvo lugar en 1983 y hasta los burócratas que nunca abandonaron sus escritorios en Washington recibieron medallas al valor en la guerra.
La estrategia procede de los primeros años del siglo XIX, cuando Washington quiso anexar Canadá y terminó con la casa de gobierno en llamas (a partir de ahí pintada de blanco, para esconder la infamia del humo), por lo que decidió expandirse hacia el oeste y hacia el sur, tierra de razas inferiores y desarmadas. A finales del mismo siglo, luego de predecir “una explosión” en Cuba y un año antes de inventar el mito del hundimiento del USS Maine, en 1897, apenas nombrado secretario adjunto de la marina por el presidente McKinley, el futuro presidente Theodore Roosevelt le escribió a un amigo: “estoy a favor de casi cualquier guerra, y creo que este país necesita una”. Nada mejor que ser ofendidos a noventa millas de distancia por un imperio que se caía a pedazos como lo era España, armados con barcos de madera para defenderse de navíos metálicos y con tecnología de última generación.
En su tercer película, en 1988, Rambo (Sylvester Stallone) luchará codo a codo con estos valerosos “freedom fighters” de la exótica Afganistán. La misma catarsis de frustración de Vietnam, la misma historia de la superpotencia militar que, por sí sola, sólo podía derrotar pequeñas islas tropicales como Filipinas o Granada y, para peor, en 1961 fue derrotada por una de ellas y sin ayuda, Cuba.
Como tantos otros grupos “rebeldes”, los talibán son una creación, aunque no original, de la CIA. En los años 70 y 80 Washington se propuso derrocar al gobierno socialista del escritor Nur Muhammad Taraki. La secular República Democrática de Afganistán, presidida por una breve lista de intelectuales de izquierda, sobrevivió a duras penas de 1978 a 1992, cuando fue destruida por los talibán. Si Muhammad Taraki y otros que le sucedieron habían luchado por establecer la igualdad de los derechos de las mujeres (como en 1956 otro socialista árabe, Gamal Nasser en Egipto), los talibán irían por el camino contrario.
Como lo recoge el mismo New York Times en un obituario olvidado, Osama bin Laden había reconocido: “Allí [en Tora Bora] recibí voluntarios que venían del reino saudí y de todos los países árabes y musulmanes. Establecí mi primer campamento donde estos voluntarios fueron entrenados por oficiales paquistaníes y estadounidenses. Las armas fueron proporcionadas por los estadounidenses, el dinero por los saudíes”. El complejo de Tora Bora, donde se escondían los miembros de Qaeda, había sido creado con ayuda de la CIA para funcionar como base para los afganos que luchan contra los soviéticos y contra el gobierno de la época. Aunque los muyahadin y los taliban no fueron un mismo grupo, como Osama Bin Laden y como muchos otros, el fundador de los Talibán, Mohammed Omar, fue un muhayadin.
Un año antes de recibir a los muhayadin en la blanquísima Casa Blanca, el mismo presidente Ronald Reagan había visitado a uno de sus “dictadores amigos”, el genocida guatemalteco Efraín Ríos Montt, y lo había reconocido como un ejemplo para la democracia de la región. Lo mismo habían hecho poderosos pastores, fanáticos como Pat Robertson del Club700. Entre las proezas del dictador Ríos Montt se incluye el haber masacrado a más de 15.000 indígenas a los que se les había ocurrido la mala idea de defender sus tierras, codiciadas por las corporaciones extranjeras y la tradicional oligarquía criolla. Poco después, el presidente Reagan, hoy elevado a la categoría de mito por republicanos y demócratas por algo que no hizo (la desarticulación final de la Unión Soviética), calificará a los Contras de América Central (los militares de la derrotada dictadura de Somoza en Nicaragua), también como “freedom fighters”.
Cuando el Congreso de Estados Unidos prohíba más millones de dólares al grupo terrorista de los Contras, la administración Reagan venderá en secreto armas a Irán a través de Israel; el dinero lavado será depositado en un banco suizo y luego transferido a los Contra en Honduras.
Como los muyahidín, los Contras fueron entrenados y financiados por la CIA y, poco después, se convertirán en las maras que asolan América Central y, en casos, los mismos Estados Unidos.
Cuando los entrenadores vuelvan a su país, Estados Unidos, se dedicarán a “proteger la frontera” de los invasores pobres que vienen en busca de trabajo. De pura nostalgia, muchos de esos pobres serán casados como si se tratase de revolucionarios en su propia tierra.
Cuando en agosto de 2021 los Talibán tomen decenas de ciudades y, finalmente Kabul, en apenas una semana, pulularán los análisis de prensa en Estados Unidos, tratando de explicar lo inexplicable, luego de veinte años de guerra, ocupación, cientos de miles de muertos y cientos de billones de dólares. Todos, o casi todos, harán gala de su radicalismo analítico y comenzarán o culminarán con la advertencia: comencemos por el “very beginning” (el principio del principio) de esta historia: los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2021.
Como había dicho el mismo Ronald Reagan en la Biblioteca del Congreso, el 24 de marzo de 1983 para celebrar la conquista del Oeste Salvaje: “los estadounidenses no creían del Oeste lo que era verdad sino lo que para ellos debía ser verdad”.
Claro que también hubo estadounidenses dispuestos a decirles a los fanáticos las verdades que son, no las que deberían ser. Claro que muy pocos agradecieron semejante favor. Todo lo contrario.
2 de febrero de 1983: los muyahidín (por entonces llamados “freedom fighters” o “luchadores por la libertad” y, poco después, “Taliban”) son recibidos en la misma Casa Blanca por el presidente Ronald Reagan.
Luego de la derrota en Vietnam, el exsecretario de Estado Henry Kissinger y la exsocialista y futura halcón de la derecha del gobierno de Reagan, Jeane Kirkpatrick, manifestaron que, para recuperar el prestigio perdido, Estados Unidos debía inventar alguna guerra que pudiesen ganar. Según Kirkpatrick, Nicaragua era una buena candidata, pero mejor aún era Granada, una isla en el Caribe de apenas cien mil habitantes, cuyo presidente había cometido la osadía de declarar que su país era independiente y soberano y, por lo tanto, podía tener comercio con quien se le antojase. La gloriosa invasión y la liberación de los estudiantes estadounidenses que no querían ser liberados de una tiranía inexistente, tuvo lugar en 1983 y hasta los burócratas que nunca abandonaron sus escritorios en Washington recibieron medallas al valor en la guerra.
La estrategia procede de los primeros años del siglo XIX, cuando Washington quiso anexar Canadá y terminó con la casa de gobierno en llamas (a partir de ahí pintada de blanco, para esconder la infamia del humo), por lo que decidió expandirse hacia el oeste y hacia el sur, tierra de razas inferiores y desarmadas. A finales del mismo siglo, luego de predecir “una explosión” en Cuba y un año antes de inventar el mito del hundimiento del USS Maine, en 1897, apenas nombrado secretario adjunto de la marina por el presidente McKinley, el futuro presidente Theodore Roosevelt le escribió a un amigo: “estoy a favor de casi cualquier guerra, y creo que este país necesita una”. Nada mejor que ser ofendidos a noventa millas de distancia por un imperio que se caía a pedazos como lo era España, armados con barcos de madera para defenderse de navíos metálicos y con tecnología de última generación.
En su tercer película, en 1988, Rambo (Sylvester Stallone) luchará codo a codo con estos valerosos “freedom fighters” de la exótica Afganistán. La misma catarsis de frustración de Vietnam, la misma historia de la superpotencia militar que, por sí sola, sólo podía derrotar pequeñas islas tropicales como Filipinas o Granada y, para peor, en 1961 fue derrotada por una de ellas y sin ayuda, Cuba.
Como tantos otros grupos “rebeldes”, los talibán son una creación, aunque no original, de la CIA. En los años 70 y 80 Washington se propuso derrocar al gobierno socialista del escritor Nur Muhammad Taraki. La secular República Democrática de Afganistán, presidida por una breve lista de intelectuales de izquierda, sobrevivió a duras penas de 1978 a 1992, cuando fue destruida por los talibán. Si Muhammad Taraki y otros que le sucedieron habían luchado por establecer la igualdad de los derechos de las mujeres (como en 1956 otro socialista árabe, Gamal Nasser en Egipto), los talibán irían por el camino contrario.
Como lo recoge el mismo New York Times en un obituario olvidado, Osama bin Laden había reconocido: “Allí [en Tora Bora] recibí voluntarios que venían del reino saudí y de todos los países árabes y musulmanes. Establecí mi primer campamento donde estos voluntarios fueron entrenados por oficiales paquistaníes y estadounidenses. Las armas fueron proporcionadas por los estadounidenses, el dinero por los saudíes”. El complejo de Tora Bora, donde se escondían los miembros de Qaeda, había sido creado con ayuda de la CIA para funcionar como base para los afganos que luchan contra los soviéticos y contra el gobierno de la época. Aunque los muyahadin y los taliban no fueron un mismo grupo, como Osama Bin Laden y como muchos otros, el fundador de los Talibán, Mohammed Omar, fue un muhayadin.
Un año antes de recibir a los muhayadin en la blanquísima Casa Blanca, el mismo presidente Ronald Reagan había visitado a uno de sus “dictadores amigos”, el genocida guatemalteco Efraín Ríos Montt, y lo había reconocido como un ejemplo para la democracia de la región. Lo mismo habían hecho poderosos pastores, fanáticos como Pat Robertson del Club700. Entre las proezas del dictador Ríos Montt se incluye el haber masacrado a más de 15.000 indígenas a los que se les había ocurrido la mala idea de defender sus tierras, codiciadas por las corporaciones extranjeras y la tradicional oligarquía criolla. Poco después, el presidente Reagan, hoy elevado a la categoría de mito por republicanos y demócratas por algo que no hizo (la desarticulación final de la Unión Soviética), calificará a los Contras de América Central (los militares de la derrotada dictadura de Somoza en Nicaragua), también como “freedom fighters”.
Cuando el Congreso de Estados Unidos prohíba más millones de dólares al grupo terrorista de los Contras, la administración Reagan venderá en secreto armas a Irán a través de Israel; el dinero lavado será depositado en un banco suizo y luego transferido a los Contra en Honduras.
Como los muyahidín, los Contras fueron entrenados y financiados por la CIA y, poco después, se convertirán en las maras que asolan América Central y, en casos, los mismos Estados Unidos.
Cuando los entrenadores vuelvan a su país, Estados Unidos, se dedicarán a “proteger la frontera” de los invasores pobres que vienen en busca de trabajo. De pura nostalgia, muchos de esos pobres serán casados como si se tratase de revolucionarios en su propia tierra.
Cuando en agosto de 2021 los Talibán tomen decenas de ciudades y, finalmente Kabul, en apenas una semana, pulularán los análisis de prensa en Estados Unidos, tratando de explicar lo inexplicable, luego de veinte años de guerra, ocupación, cientos de miles de muertos y cientos de billones de dólares. Todos, o casi todos, harán gala de su radicalismo analítico y comenzarán o culminarán con la advertencia: comencemos por el “very beginning” (el principio del principio) de esta historia: los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2021.
Como había dicho el mismo Ronald Reagan en la Biblioteca del Congreso, el 24 de marzo de 1983 para celebrar la conquista del Oeste Salvaje: “los estadounidenses no creían del Oeste lo que era verdad sino lo que para ellos debía ser verdad”.
Claro que también hubo estadounidenses dispuestos a decirles a los fanáticos las verdades que son, no las que deberían ser. Claro que muy pocos agradecieron semejante favor. Todo lo contrario.
jueves, 26 de agosto de 2021
La victoria histórica de Obama
Por Howard Zinn | 09/11/2008
Fuentes: La Jornada
Aquellos de nosotros que desde la izquierda hemos criticado a Obama, como yo lo he hecho, porque no ha podido asumir posturas fuertes en torno a la guerra y la economía, debemos unirnos a las expresiones de júbilo de aquellos estadunidenses, negros y blancos, que gritaron y lloraron el martes por la noche al darnos cuenta de que había ganado las elecciones presidenciales. Es en verdad un momento histórico, que un hombre negro vaya a conducir a nuestro país. El entusiasmo de los jóvenes, negros y blancos, la esperanza de los viejos, simplemente no pueden ser ignorados.
Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente. Lincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.
Phillips escribió que por vez primera en la historia de la nación «los esclavos han escogido a un presidente de Estados Unidos». Lincoln, dijo, no era un abolicionista, pero de algún modo «consiente representar la posición antiesclavista». Para Phillips, como peón en un tablero de ajedrez, Lincoln tenía el potencial, si el pueblo de Estados Unidos actuaba vigorosamente, para moverse por todo el tablero, convertirse en reina y, como Phillips lo dijo, «barrer con todo».
Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de hacer decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.
Obama se vuelve presidente en una situación que grita por un cambio de esa naturaleza. La nación se ha enfrascado en dos guerras fútiles e inmorales, en Irak y Afganistán, y el pueblo estadunidense se ha vuelto decididamente contrario a tales guerras. La economía está siendo sacudida por golpazos tremendos y corre el peligro de colapsarse, conforme las familias pierden sus hogares y la gente trabajadora, incluidos aquéllos de la clase media, pierden sus empleos. Así que la población está lista para un cambio. De hecho, está desesperada por un cambio, y «cambio» fue la palabra más utilizada por Obama en su campaña.
¿Qué tipo de cambio se necesita? Primero, anunciar la retirada de nuestras tropas de Irak y Afganistán, renunciar a la doctrina Bush de la guerra preventiva y a la doctrina Carter de la acción militar para controlar el petróleo de Medio Oriente. Obama necesita cambiar radicalmente la dirección de la política exterior estadunidense, declarar que Estados Unidos es una nación amante de la paz que no intervendrá militarmente en otras partes del mundo, y que comenzará a desmantelar las bases militares que mantenemos en más de cien países. Además, debe comenzar a reunirse con Medvediev, el líder ruso, para alcanzar acuerdos acerca del desmantelamiento de los arsenales nucleares, en cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Esta retirada del militarismo liberará cientos de miles de millones de dólares. Un programa fiscal que incremente con decisión los impuestos para el uno por ciento más rico de la nación y que incida en su riqueza y no solamente en sus ingresos, arrojará más de cientos de miles de millones de dólares.
Con todo ese ahorro de dinero, el gobierno podrá otorgar una atención gratuita a la salud para todos, poner a millones de personas a trabajar (lo que el llamado libre comercio no ha conseguido). En suma, emular los programas del New Deal, en los que el gobierno otorgó empleo a millones. Esto es sólo un bosquejo de lo que podría transformar a Estados Unidos y hacerlo un buen vecino para el mundo.
Traducción: Ramón Vera Herrera.
* Howard Zinn creció en Brooklyn, sirvió como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y desde entonces está profundamente involucrado en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra. Es autor de muchos libros, incluido A Power Governments Cannot Suppress (Un poder que los gobiernos no pueden suprimir) publicado por City Lights Books, 2007.
Fuentes: La Jornada
Aquellos de nosotros que desde la izquierda hemos criticado a Obama, como yo lo he hecho, porque no ha podido asumir posturas fuertes en torno a la guerra y la economía, debemos unirnos a las expresiones de júbilo de aquellos estadunidenses, negros y blancos, que gritaron y lloraron el martes por la noche al darnos cuenta de que había ganado las elecciones presidenciales. Es en verdad un momento histórico, que un hombre negro vaya a conducir a nuestro país. El entusiasmo de los jóvenes, negros y blancos, la esperanza de los viejos, simplemente no pueden ser ignorados.
Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente. Lincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.
Phillips escribió que por vez primera en la historia de la nación «los esclavos han escogido a un presidente de Estados Unidos». Lincoln, dijo, no era un abolicionista, pero de algún modo «consiente representar la posición antiesclavista». Para Phillips, como peón en un tablero de ajedrez, Lincoln tenía el potencial, si el pueblo de Estados Unidos actuaba vigorosamente, para moverse por todo el tablero, convertirse en reina y, como Phillips lo dijo, «barrer con todo».
Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de hacer decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.
Obama se vuelve presidente en una situación que grita por un cambio de esa naturaleza. La nación se ha enfrascado en dos guerras fútiles e inmorales, en Irak y Afganistán, y el pueblo estadunidense se ha vuelto decididamente contrario a tales guerras. La economía está siendo sacudida por golpazos tremendos y corre el peligro de colapsarse, conforme las familias pierden sus hogares y la gente trabajadora, incluidos aquéllos de la clase media, pierden sus empleos. Así que la población está lista para un cambio. De hecho, está desesperada por un cambio, y «cambio» fue la palabra más utilizada por Obama en su campaña.
¿Qué tipo de cambio se necesita? Primero, anunciar la retirada de nuestras tropas de Irak y Afganistán, renunciar a la doctrina Bush de la guerra preventiva y a la doctrina Carter de la acción militar para controlar el petróleo de Medio Oriente. Obama necesita cambiar radicalmente la dirección de la política exterior estadunidense, declarar que Estados Unidos es una nación amante de la paz que no intervendrá militarmente en otras partes del mundo, y que comenzará a desmantelar las bases militares que mantenemos en más de cien países. Además, debe comenzar a reunirse con Medvediev, el líder ruso, para alcanzar acuerdos acerca del desmantelamiento de los arsenales nucleares, en cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Esta retirada del militarismo liberará cientos de miles de millones de dólares. Un programa fiscal que incremente con decisión los impuestos para el uno por ciento más rico de la nación y que incida en su riqueza y no solamente en sus ingresos, arrojará más de cientos de miles de millones de dólares.
Con todo ese ahorro de dinero, el gobierno podrá otorgar una atención gratuita a la salud para todos, poner a millones de personas a trabajar (lo que el llamado libre comercio no ha conseguido). En suma, emular los programas del New Deal, en los que el gobierno otorgó empleo a millones. Esto es sólo un bosquejo de lo que podría transformar a Estados Unidos y hacerlo un buen vecino para el mundo.
Traducción: Ramón Vera Herrera.
* Howard Zinn creció en Brooklyn, sirvió como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y desde entonces está profundamente involucrado en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra. Es autor de muchos libros, incluido A Power Governments Cannot Suppress (Un poder que los gobiernos no pueden suprimir) publicado por City Lights Books, 2007.
Falleció el 27 de enero de 2010, Santa Mónica, California, Estados Unidos
https://rebelion.org/la-victoria-historica-de-obama/
https://rebelion.org/la-victoria-historica-de-obama/
miércoles, 25 de agosto de 2021
_- Saramago y Katrina
_- Por Aixaferra | 26/10/2005
Fuentes: Lo que Somos
Lo bueno que tienen las vacaciones es que uno puede permitirse el lujo de hacer lo que más le gusta sin la interrupción del trabajo. Cada año cuando se acerca el mes de julio se cierne sobre mí lo que yo llamo el ansia del bibliógrafo y atesoro en mis estanterías todos los libros que quiero (o los que puedo) que esperan pacientemente su turno veraniego.
Este año Saramago fue el primer elegido de la temporada porque pocos días antes de las vacaciones una compañera y yo comentábamos nuestras últimas lecturas, me hablaba del «ensayo sobre la lucidez» y recordé que en la estantería me esperaba «ensayo sobre la ceguera», no me dijo nada, me conoce bien porque compartimos utopías y otros fracasos, pero su mirada me hizo ansiar su lectura y no dejé pasar ni un solo día más, me puse a ello y me sumergí en la lectura incluso con agonía.
Una de las cosas que más me interesa en esta vida es comprender algunos comportamientos humanos, por ello siempre estoy con los sentidos en estado de emergencia y este libro narra algunos comportamientos que lejos de ser humanos han sido cometidos (en un principio, en la ficción de esta novela) por humanos. Muchas veces he afirmado con rotundidad que cualquier persona es capaz de matar, algunos de mis interlocutores se han echado las manos a la cabeza y no han estado de acuerdo conmigo, sin duda eran tan idealistas como yo pero muchísimo menos realistas, lo que nos gustaría que fuera es muy improbable que se dé. Quitarle la vida a otro ser humano es algo extremo, un simple ejemplo gráfico para orientar mis pensamientos, es el extremo de un continuo de comportamientos que pueden darse en cualquiera de nosotros, este libro, ofrece un amplio ramillete de ellos y me dejó la impronta de que puestos en esa situación: una epidemia mundial de ceguera, podríamos mostrarnos tan salvajes como describe Saramago, los que lo hayáis leído comprenderéis mejor lo que digo, a los que no se lo recomiendo vivamente y espero no haberlo destripado mucho. Durante varios días el libro me acompañó a todas partes porque me ensimismé con la historia, tanto que hasta mitad del libro no me di cuenta de la forma peculiar de usar los signos de puntuación del portugués y días después de acabarlo siguió acompañándome, no entendí la historia como una metáfora sino, con ciertos escalofríos, como una realidad posible, la ceguera no sólo es la pérdida de la vista sino del propio entendimiento y esto es lo que aquí sucede.
Con Saramago y sus ensayos comencé el verano y con su ceguera lo terminé. Empezaron a llegar noticias de los estragos de un huracán Katrina y aunque tengo poca confianza en la veracidad de noticias americanas, en esta ocasión, por las imágenes y sobre todo por la, por fin, caída de popularidad del presidente, presté más atención de la que acostumbro y esos escalofríos que sentí ante la posibilidad de que una ceguera temporal del planeta nos convirtiera en seres inhumanos, se exacerbaron porque es cierto que la realidad supera con creces la ficción, las imágenes de saqueos y violencia, que probablemente fueron las más dulces de la verdadera situación que pudieron ofrecernos sin… herir la sensibilidad del telespectador, fueron la confirmación de mis sospechas, la ceguera mundial ya estaba aquí, unos porque el hambre, la pérdida o la satisfacción de aprovecharse de las desgracias ajenas restó perspectiva, otros porque miramos para otro lado para no toparnos con la herida de nuestra sensibilidad… ciegos todos. La ceguera del planeta a la que abriré mis ojos una vez más, en nombre de huracanes, vallas fronterizas, destrucción, niños que viven en la calle, guerras petrolíferas, atentados y otras pérdidas, inaceptables todas y a las que parecemos habernos vuelto insensibles. ¿Aún hay esperanzas para este planeta? Recuperemos la visión, abramos los ojos y dejemos que nuestra sensibilidad nos guíe.
Fuentes: Lo que Somos
Lo bueno que tienen las vacaciones es que uno puede permitirse el lujo de hacer lo que más le gusta sin la interrupción del trabajo. Cada año cuando se acerca el mes de julio se cierne sobre mí lo que yo llamo el ansia del bibliógrafo y atesoro en mis estanterías todos los libros que quiero (o los que puedo) que esperan pacientemente su turno veraniego.
Este año Saramago fue el primer elegido de la temporada porque pocos días antes de las vacaciones una compañera y yo comentábamos nuestras últimas lecturas, me hablaba del «ensayo sobre la lucidez» y recordé que en la estantería me esperaba «ensayo sobre la ceguera», no me dijo nada, me conoce bien porque compartimos utopías y otros fracasos, pero su mirada me hizo ansiar su lectura y no dejé pasar ni un solo día más, me puse a ello y me sumergí en la lectura incluso con agonía.
Una de las cosas que más me interesa en esta vida es comprender algunos comportamientos humanos, por ello siempre estoy con los sentidos en estado de emergencia y este libro narra algunos comportamientos que lejos de ser humanos han sido cometidos (en un principio, en la ficción de esta novela) por humanos. Muchas veces he afirmado con rotundidad que cualquier persona es capaz de matar, algunos de mis interlocutores se han echado las manos a la cabeza y no han estado de acuerdo conmigo, sin duda eran tan idealistas como yo pero muchísimo menos realistas, lo que nos gustaría que fuera es muy improbable que se dé. Quitarle la vida a otro ser humano es algo extremo, un simple ejemplo gráfico para orientar mis pensamientos, es el extremo de un continuo de comportamientos que pueden darse en cualquiera de nosotros, este libro, ofrece un amplio ramillete de ellos y me dejó la impronta de que puestos en esa situación: una epidemia mundial de ceguera, podríamos mostrarnos tan salvajes como describe Saramago, los que lo hayáis leído comprenderéis mejor lo que digo, a los que no se lo recomiendo vivamente y espero no haberlo destripado mucho. Durante varios días el libro me acompañó a todas partes porque me ensimismé con la historia, tanto que hasta mitad del libro no me di cuenta de la forma peculiar de usar los signos de puntuación del portugués y días después de acabarlo siguió acompañándome, no entendí la historia como una metáfora sino, con ciertos escalofríos, como una realidad posible, la ceguera no sólo es la pérdida de la vista sino del propio entendimiento y esto es lo que aquí sucede.
Con Saramago y sus ensayos comencé el verano y con su ceguera lo terminé. Empezaron a llegar noticias de los estragos de un huracán Katrina y aunque tengo poca confianza en la veracidad de noticias americanas, en esta ocasión, por las imágenes y sobre todo por la, por fin, caída de popularidad del presidente, presté más atención de la que acostumbro y esos escalofríos que sentí ante la posibilidad de que una ceguera temporal del planeta nos convirtiera en seres inhumanos, se exacerbaron porque es cierto que la realidad supera con creces la ficción, las imágenes de saqueos y violencia, que probablemente fueron las más dulces de la verdadera situación que pudieron ofrecernos sin… herir la sensibilidad del telespectador, fueron la confirmación de mis sospechas, la ceguera mundial ya estaba aquí, unos porque el hambre, la pérdida o la satisfacción de aprovecharse de las desgracias ajenas restó perspectiva, otros porque miramos para otro lado para no toparnos con la herida de nuestra sensibilidad… ciegos todos. La ceguera del planeta a la que abriré mis ojos una vez más, en nombre de huracanes, vallas fronterizas, destrucción, niños que viven en la calle, guerras petrolíferas, atentados y otras pérdidas, inaceptables todas y a las que parecemos habernos vuelto insensibles. ¿Aún hay esperanzas para este planeta? Recuperemos la visión, abramos los ojos y dejemos que nuestra sensibilidad nos guíe.
martes, 24 de agosto de 2021
_- «Quiero expandir la bendición de la esclavitud al mundo»
_- No era solo arrogancia la característica del nuevo imperio sino también un profundo fanatismo racial y religioso.
Hazlehurst, Mississippi. 11 de setiembre de 1858 – El senador y exgobernador de Mississippi, Albert Gallatin Brown, en un aplaudido discurso proclama: “Quiero poner un pie en América Central, por las razones ya repetidas varias veces. Quiero Cuba, y todos saben que, antes o después, será nuestra. Si la comegusanos de España la cede por un precio razonable, mejor. Si no, igual la tomaremos. Quiero Tamaulipas, Potosí, y uno o dos estados más de México… Y los quiero por la misma razón: para que la esclavitud se expanda por todo el continente… Sí, quiero todos esos países para que podamos expandir la esclavitud. Quiero expandir la bendición de la esclavitud a todos los rincones del mundo, como expandimos la religión del Señor… No quisiera imponerles nada, sino convencerlos, como convencemos a los demás de las bendiciones de los Evangelios. Claro que sé que es una tierra de rebeldes y que no van a aceptar ni a recibir nuestra bendición tan fácilmente…”
Mientras los estados del Sur continúan expandiendo el sistema eslavista, en mayo la revista United States Democratic Review de Nueva York, en su artículo “El destino de México”, asegura que: “Muchos países nos acusan de insistir demasiado sobre eso del Destino manifiesto. En esto tienen razón. Nosotros sentimos la mano de Dios sobre nosotros… México comenzó su historia con todo a su favor, excepto una: su gente no era blanca, no eran caucásicos… Tenían una mala mezcla de sangre española, indígena y negra. Gente de este tipo no sabe cómo ser libre y nunca lo sabrá hasta que sea educada por la Democracia americana, por la cual el amo gobernará sobre ellos hasta que un día ellos aprendan cómo gobernarse solos… México no se puede gobernar a sí mismo. Pero ha llegado el tiempo por el cual la Providencia nos obliga a tomar posesión de ese país… No vamos a tomar México por nuestro propio interés, lo cual sería una broma imposible de creer. No, vamos a tomar México por su propio beneficio, para ayudar a los ocho millones de pobres mexicanos que sufren por el despotismo, la anarquía y la barbarie”.
El presidente, los senadores y los empresarios saben que Estados Unidos necesita acortar los seis meses de transito que necesita un barco para ir de la costa este a la costa oeste por el estrecho de Magallanes. Por Nicaragua o por Panamá podrían hacerlo en menos de un mes. Pero Inglaterra tiene necesidades similares y amenaza con establecerse en América Central. El senador Albert Brown de Mississippi considera esta presencia inaceptable: “Si queremos América Central, la forma más barata y rápida es ir y tomarla, y si Francia o Inglaterra interfieren, le leeremos la doctrina Monroe y punto”.
No sólo la necesidad de ser ofendidos para luego reclamar un castigo por las ofensas recibidas ha sido un arma psicológica, política y prebélica del nuevo país, del nuevo imperio anglosajón, sino también de Gran Bretaña. Ante la arrogancia de Estados Unidos sobre su derecho a decidir el destino de las Américas, su ministro de Relaciones Exteriores, Lord Clarendon, cuatro años atrás había dicho que los estadounidenses eran “una nación de piratas”. La historia sería divertida si no fuese trágica. El primer ministro Palmerston, había estado de acuerdo y se había burlado con acento de inglés americano de la pretensión de ser “la nación más grande del mundo”. En un memorándum del 10 de setiembre de 1854, Lord Clarendon había observado que “no habrá ni un solo país que algún día no sea expuesto a la arrogancia de Estados Unidos… y un día volverá a todas las naciones del mundo contra ellos”.
Pero no era solo arrogancia lo que había definido al nuevo imperio sino un profundo fanatismo racial y religioso que lo llevará, como a cualquier pueblo fanático, a lograr grandes cosas mientras, por ser el ganador, será representado por propios y ajenos no como resultado del fanatismo sino del sentido común y pragmático de una raza, primero, y de una cultura superior, después. El representante de Missouri, Thomas L. Anderson, en 1859 se había sumado al debate expansionista sobre el Caribe y América Central. Como la mayoría, no quería ni imaginar la posibilidad de mezclar la superior raza anglosajona con la de idiotas negros y mestizos del sur, pero aun así persistía la necesidad de controlar el área por razones geopolíticas y de tránsito comercial entre el Atlántico y el Pacifico. Aunque más improbable que en el caso de los territorios arrancados a México, todavía quedaba la posibilidad de que “ola tras ola de inmigrantes” mejoren América Central hasta que “sus supersticiones, su ignorancia y su anarquía sea reemplazada por la paz, el conocimiento, el cristianismo y por nuestras instituciones nacidas en el Cielo”.
Del libro La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América latina. https://www.youtube.com/watch?v=ujyQmseHva0
Imagen de portada: Ilustración del libro The Negro in American History, publicado en 1914, escrito por John W. Cromwell, que describe la brutalidad del tráfico de esclavos. Fuente: Library of Congress
Mientras los estados del Sur continúan expandiendo el sistema eslavista, en mayo la revista United States Democratic Review de Nueva York, en su artículo “El destino de México”, asegura que: “Muchos países nos acusan de insistir demasiado sobre eso del Destino manifiesto. En esto tienen razón. Nosotros sentimos la mano de Dios sobre nosotros… México comenzó su historia con todo a su favor, excepto una: su gente no era blanca, no eran caucásicos… Tenían una mala mezcla de sangre española, indígena y negra. Gente de este tipo no sabe cómo ser libre y nunca lo sabrá hasta que sea educada por la Democracia americana, por la cual el amo gobernará sobre ellos hasta que un día ellos aprendan cómo gobernarse solos… México no se puede gobernar a sí mismo. Pero ha llegado el tiempo por el cual la Providencia nos obliga a tomar posesión de ese país… No vamos a tomar México por nuestro propio interés, lo cual sería una broma imposible de creer. No, vamos a tomar México por su propio beneficio, para ayudar a los ocho millones de pobres mexicanos que sufren por el despotismo, la anarquía y la barbarie”.
El presidente, los senadores y los empresarios saben que Estados Unidos necesita acortar los seis meses de transito que necesita un barco para ir de la costa este a la costa oeste por el estrecho de Magallanes. Por Nicaragua o por Panamá podrían hacerlo en menos de un mes. Pero Inglaterra tiene necesidades similares y amenaza con establecerse en América Central. El senador Albert Brown de Mississippi considera esta presencia inaceptable: “Si queremos América Central, la forma más barata y rápida es ir y tomarla, y si Francia o Inglaterra interfieren, le leeremos la doctrina Monroe y punto”.
No sólo la necesidad de ser ofendidos para luego reclamar un castigo por las ofensas recibidas ha sido un arma psicológica, política y prebélica del nuevo país, del nuevo imperio anglosajón, sino también de Gran Bretaña. Ante la arrogancia de Estados Unidos sobre su derecho a decidir el destino de las Américas, su ministro de Relaciones Exteriores, Lord Clarendon, cuatro años atrás había dicho que los estadounidenses eran “una nación de piratas”. La historia sería divertida si no fuese trágica. El primer ministro Palmerston, había estado de acuerdo y se había burlado con acento de inglés americano de la pretensión de ser “la nación más grande del mundo”. En un memorándum del 10 de setiembre de 1854, Lord Clarendon había observado que “no habrá ni un solo país que algún día no sea expuesto a la arrogancia de Estados Unidos… y un día volverá a todas las naciones del mundo contra ellos”.
Pero no era solo arrogancia lo que había definido al nuevo imperio sino un profundo fanatismo racial y religioso que lo llevará, como a cualquier pueblo fanático, a lograr grandes cosas mientras, por ser el ganador, será representado por propios y ajenos no como resultado del fanatismo sino del sentido común y pragmático de una raza, primero, y de una cultura superior, después. El representante de Missouri, Thomas L. Anderson, en 1859 se había sumado al debate expansionista sobre el Caribe y América Central. Como la mayoría, no quería ni imaginar la posibilidad de mezclar la superior raza anglosajona con la de idiotas negros y mestizos del sur, pero aun así persistía la necesidad de controlar el área por razones geopolíticas y de tránsito comercial entre el Atlántico y el Pacifico. Aunque más improbable que en el caso de los territorios arrancados a México, todavía quedaba la posibilidad de que “ola tras ola de inmigrantes” mejoren América Central hasta que “sus supersticiones, su ignorancia y su anarquía sea reemplazada por la paz, el conocimiento, el cristianismo y por nuestras instituciones nacidas en el Cielo”.
Del libro La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América latina. https://www.youtube.com/watch?v=ujyQmseHva0
Imagen de portada: Ilustración del libro The Negro in American History, publicado en 1914, escrito por John W. Cromwell, que describe la brutalidad del tráfico de esclavos. Fuente: Library of Congress
https://rebelion.org/quiero-expandir-la-bendicion-de-la-esclavitud-al-mundo/
lunes, 23 de agosto de 2021
_- Pero ni un minuto más tarde, ¿eh?
_- Estoy convencido de que el hecho de no encontrar trabajo o de tener un trabajo de baja cualificación y mal remunerado después de haber dedicado media vida a prepararse para él, destruye la vida de muchos jóvenes. El porcentaje de desempleo juvenil en España supera el cuarenta por ciento. Una cifra dramática, escandalosa, insoportable. No tienen futuro quienes son el futuro de la sociedad. Pero estoy más seguro aún de que un ocio mal vivido, entregado a la ociosidad, a la bebida, a la droga o a la delincuencia destruye la vida de muchos más jóvenes. Con el fin de prepararse para el trabajo existe un Ministerio de Educación, muchos años de escolaridad, un enorme presupuesto y muchos exámenes que pretenden comprobar la cualificación del aspirante a un puesto de trabajo. Sin embargo, nada se hace ni se exige para aprender a vivir un ocio saludable. Como si se pudiera aprender por ciencia infusa.
Téngase en cuenta, además, que cada día hay más tiempo de ocio, más horas libres. Y, por otra parte, hay quien está interesado en llenar ese vacío con ofertas que enriquecen a quien las hace con la habilidad y el oportunismo necesarios.
– ¿No sabes qué hacer? No te preocupes. Yo te voy a entretener a cambio de un módico (o elevado) precio. Te pondré el lugar, la compañía deseada y el entretenimiento conveniente.
El ocio es un negocio magnífico. El dinero está en el principio y en el fin de muchas iniciativas. Ahí tenemos la empresa que organizó el viaje de algunos jóvenes a Mallorca y que terminó con un contagio masivo. Esa empresa llegó a pedir a los centros escolares que modificasen la fecha de exámenes para que los estudiantes pudieran realizar la insólita excursión. Lo primero es lo primero.
Ahí tenemos a muchos establecimientos que venden alcohol a menores sin el menor pudor. Qué decir de aquellos que trafican con drogas de diversa naturaleza, arruinando la vida de quienes pagan y consumen.
Tengo una hija adolescente. Y me preocupan muchas cosas que veo en su entorno, que leo y que me cuenta y que me cuentan. Me preocupan las letras de muchas canciones (sexistas, rastreras, pornográficas…). Me preocupa el ambiente hedonista en el que todo invita a la molicie, a la diversión, a la comodidad, al consumo, a la irresponsabilidad, a la falta de esfuerzo… Me preocupa la promiscuidad y la banalización de la sexualidad. Me preocupa el egoísmo que pone por encima de todo la propia satisfacción. Me preocupa la falta de iniciativas culturales, creativas, solidarias…
Mi interpelación se dirige, en primer lugar, a los jóvenes y a las jóvenes, por supuesto. Ellos son los responsables de sus vidas, de lo que hacen y de lo que dejan de hacer. Ellos y ellas son los últimos responsables de llenar el tiempo libre de una forma u otra, más allá de lo que las instituciones públicas y privadas hagan o dejen de hacer. Y más allá del consabido estereotipo: “todos lo hacen”.
Cuando veo esas grandes concentraciones de jóvenes bebiendo y bebiendo, sin hacer absolutamente nada más que escuchar música (que también les dan seleccionada) y parlotear sobre temas banales, me hundo en la inquietud y el desasosiego.
Conectar el móvil y estar pegados a él durante horas y horas, aleja a muchos jóvenes de experiencias estimulantes relacionadas con los deportes, con la naturaleza, con la cultura, con los viajes, con los libros, con la vida real…
Hay alcohol en muchas reuniones, hay tabaco, hay cachimbas (nefasta moda, cuatro veces más perjudicial que el tabaco), hay drogas. Creo que es imposible aislar a un joven de todos esos riesgos. Por otra parte, si se le consiguiese aislar temporalmente, llegaría un momento en el que, al alcanzar la mayoría de edad, se metería él solito en los lugares de más riesgo sin tener preparación alguna. ¿Y qué sucederá entonces? Lo importante, pues, es que sepa comportarse de forma responsable porque eso es saludable para él.
Sé que en esas edades la presión del grupo es enorme, sé que la deseabilidad social respecto a la aceptación de los pares es muy potente. Por eso resulta decisivo fortalecer el autoconcepto y la asertividad. Un joven, una joven, tiene que ser capaz de decir no a las demandas, a las invitaciones y a las presiones nocivas. No es no.
También interpelo a las familias. Porque la familia tiene que asumir la tarea de poner límites, de dar consejos, de vigilar lo que hacen los hijos e hijas, de corregir los errores, de controlar los excesos… Y aquí veo también una enorme preocupación por los estudios y una menor inquietud por saber lo que sucede con el ocio diurno y nocturno.
Creo que la principal preocupación de los padres y las madres ha de ser que sus hijos e hijas sean responsables. Es imposible alejarles de todos los peligros, de todos los riesgos, de todos los problemas. Y, ¿cómo se consigue eso? Pues dando una progresiva libertad. Nadie aprende a ser responsable si no es primero libre. No es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden aprender a ser responsables.
Ya sé que no es fácil imponer los criterios. Creo que es más educativo consensuarlos. Cuando esos criterios son razonados y razonables es más fácil respetarlos. Sé que la autoridad de los padres se ha debilitado. Por ejemplo, antes existía un forcejeo en la fijación de horarios de regreso a la casa. Los padres decidían y no se rechistaba. Ahora no es tan fácil.
Después de un acalorado diálogo entre un padre y un hijo para determinar la hora de regreso, se llega a la siguiente solución:
El hijo acaba diciendo: ¿Sabes lo que te digo, papá? ¿Quieres saber a la hora que volveré a casa? A la hora que me de la gana.
Y el padre, enérgicamente, responde: Pero ni un minuto más tarde, ¿eh?
Quiero decir con esta anécdota que es necesario el establecimiento de límites racionales, la exigencia de su cumplimiento y el control de las situaciones de riesgo. Algunas veces son los propios hijos quienes lo demandan. Recuerdo una entrevista que se le hizo en televisión al fallecido Adolfo Marsillach. Contó que él no era capaz de imponer un horario a sus hijos. Y que uno de ellos le decía al negarse el padre a imponer una hora:
– Que no, papá. Que tú tienes que fijar una hora.
– Tú conoces las costumbres, tienes que ser responsable. Ven cuando lo consideres oportuno.
– Que no, que no es así. Tú tienes que decir una hora concreta a la que tengo que llegar. Esa es tu responsabilidad.
Forzado por la presión, decía Marsillah, acabé diciendo una hora concreta, la primera que se me vino a la cabeza:
– Pues venga, vuelve a las cinco.
– Que no, papá, que no, replicó el hijo. Que esa hora es muy tardía. Tú tienes que decir, por ejemplo, a las dos o, como mucho, a las tres.
El hijo veía en esa restricción un interés del padre por la salud de su hijo, una preocupación por su seguridad, una señal de protección y, por consiguiente, de amor.
Interpelo también a las escuelas. ¿Por qué no se hace una planificación y una intervención adecuada que prepare a los alumnos y alumnas para vivir un ocio enriquecedor? Lo cual no quiere decir aburrido, impuesto o tutelado.
Desde la familia y desde la escuela sería estupendo cultivar hobbys en los niños y jóvenes. Hobbys relacionados con la música, las manualidades, el deporte, los juegos de mesa, la fotografía, la grabación de cortos, la lectura, la escritura, los viajes, las colecciones, la ornitología, la gastronomía, el senderismo, el montañismo… Cuando fui Director de un Colegio en Madrid hicimos un proyecto en el que había más de 50 actividades que llamábamos complementarias (no extraescolares o complementarias). Algunos alumnos preguntaban por qué eran obligatorias y nuestra respuesta era que educaban para el ocio. Escribí entonces un folleto titulado “Función educadora del ocio”. Lo releo ahora con curiosidad. Digo allí que la aspiración educativa no debe quedarse en “no veas”, “no consumas”, “no hagas”, “no vayas”… Hay formas de ocupar el ocio de manera divertida y estimulante.
Interpelo también a los políticos. Hacen falta planes para favorecer experiencias de ocio educativas. He visto en la ciudad de Rosario (Argentina) iniciativas creativas impulsadas por la municipalidad. Al aire libre unas y otras de interior. Las vi funcionando, abarrotadas. No tiene sentido, por ejemplo, que los jóvenes estén vagando por las calles mientras todas las pistas deportivas de las instituciones están cerradas durante el fin de semana y las vacaciones.
No debería depender el ocio del dinero que se tiene. En una sociedad democrática los jóvenes deberían poder divertirse de forma sana y gratuita. Parece que la pobreza solo condiciona y limita las aspiraciones relacionadas con el trabajo. No. También empobrece las posibilidades de vivir un ocio atractivo y enriquecedor. Es difícil ser bueno en un mundo donde todo está tan caro.
Miguel Ángel Santos Guerra. El Adarve.
Téngase en cuenta, además, que cada día hay más tiempo de ocio, más horas libres. Y, por otra parte, hay quien está interesado en llenar ese vacío con ofertas que enriquecen a quien las hace con la habilidad y el oportunismo necesarios.
– ¿No sabes qué hacer? No te preocupes. Yo te voy a entretener a cambio de un módico (o elevado) precio. Te pondré el lugar, la compañía deseada y el entretenimiento conveniente.
El ocio es un negocio magnífico. El dinero está en el principio y en el fin de muchas iniciativas. Ahí tenemos la empresa que organizó el viaje de algunos jóvenes a Mallorca y que terminó con un contagio masivo. Esa empresa llegó a pedir a los centros escolares que modificasen la fecha de exámenes para que los estudiantes pudieran realizar la insólita excursión. Lo primero es lo primero.
Ahí tenemos a muchos establecimientos que venden alcohol a menores sin el menor pudor. Qué decir de aquellos que trafican con drogas de diversa naturaleza, arruinando la vida de quienes pagan y consumen.
Tengo una hija adolescente. Y me preocupan muchas cosas que veo en su entorno, que leo y que me cuenta y que me cuentan. Me preocupan las letras de muchas canciones (sexistas, rastreras, pornográficas…). Me preocupa el ambiente hedonista en el que todo invita a la molicie, a la diversión, a la comodidad, al consumo, a la irresponsabilidad, a la falta de esfuerzo… Me preocupa la promiscuidad y la banalización de la sexualidad. Me preocupa el egoísmo que pone por encima de todo la propia satisfacción. Me preocupa la falta de iniciativas culturales, creativas, solidarias…
Mi interpelación se dirige, en primer lugar, a los jóvenes y a las jóvenes, por supuesto. Ellos son los responsables de sus vidas, de lo que hacen y de lo que dejan de hacer. Ellos y ellas son los últimos responsables de llenar el tiempo libre de una forma u otra, más allá de lo que las instituciones públicas y privadas hagan o dejen de hacer. Y más allá del consabido estereotipo: “todos lo hacen”.
Cuando veo esas grandes concentraciones de jóvenes bebiendo y bebiendo, sin hacer absolutamente nada más que escuchar música (que también les dan seleccionada) y parlotear sobre temas banales, me hundo en la inquietud y el desasosiego.
Conectar el móvil y estar pegados a él durante horas y horas, aleja a muchos jóvenes de experiencias estimulantes relacionadas con los deportes, con la naturaleza, con la cultura, con los viajes, con los libros, con la vida real…
Hay alcohol en muchas reuniones, hay tabaco, hay cachimbas (nefasta moda, cuatro veces más perjudicial que el tabaco), hay drogas. Creo que es imposible aislar a un joven de todos esos riesgos. Por otra parte, si se le consiguiese aislar temporalmente, llegaría un momento en el que, al alcanzar la mayoría de edad, se metería él solito en los lugares de más riesgo sin tener preparación alguna. ¿Y qué sucederá entonces? Lo importante, pues, es que sepa comportarse de forma responsable porque eso es saludable para él.
Sé que en esas edades la presión del grupo es enorme, sé que la deseabilidad social respecto a la aceptación de los pares es muy potente. Por eso resulta decisivo fortalecer el autoconcepto y la asertividad. Un joven, una joven, tiene que ser capaz de decir no a las demandas, a las invitaciones y a las presiones nocivas. No es no.
También interpelo a las familias. Porque la familia tiene que asumir la tarea de poner límites, de dar consejos, de vigilar lo que hacen los hijos e hijas, de corregir los errores, de controlar los excesos… Y aquí veo también una enorme preocupación por los estudios y una menor inquietud por saber lo que sucede con el ocio diurno y nocturno.
Creo que la principal preocupación de los padres y las madres ha de ser que sus hijos e hijas sean responsables. Es imposible alejarles de todos los peligros, de todos los riesgos, de todos los problemas. Y, ¿cómo se consigue eso? Pues dando una progresiva libertad. Nadie aprende a ser responsable si no es primero libre. No es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden aprender a ser responsables.
Ya sé que no es fácil imponer los criterios. Creo que es más educativo consensuarlos. Cuando esos criterios son razonados y razonables es más fácil respetarlos. Sé que la autoridad de los padres se ha debilitado. Por ejemplo, antes existía un forcejeo en la fijación de horarios de regreso a la casa. Los padres decidían y no se rechistaba. Ahora no es tan fácil.
Después de un acalorado diálogo entre un padre y un hijo para determinar la hora de regreso, se llega a la siguiente solución:
El hijo acaba diciendo: ¿Sabes lo que te digo, papá? ¿Quieres saber a la hora que volveré a casa? A la hora que me de la gana.
Y el padre, enérgicamente, responde: Pero ni un minuto más tarde, ¿eh?
Quiero decir con esta anécdota que es necesario el establecimiento de límites racionales, la exigencia de su cumplimiento y el control de las situaciones de riesgo. Algunas veces son los propios hijos quienes lo demandan. Recuerdo una entrevista que se le hizo en televisión al fallecido Adolfo Marsillach. Contó que él no era capaz de imponer un horario a sus hijos. Y que uno de ellos le decía al negarse el padre a imponer una hora:
– Que no, papá. Que tú tienes que fijar una hora.
– Tú conoces las costumbres, tienes que ser responsable. Ven cuando lo consideres oportuno.
– Que no, que no es así. Tú tienes que decir una hora concreta a la que tengo que llegar. Esa es tu responsabilidad.
Forzado por la presión, decía Marsillah, acabé diciendo una hora concreta, la primera que se me vino a la cabeza:
– Pues venga, vuelve a las cinco.
– Que no, papá, que no, replicó el hijo. Que esa hora es muy tardía. Tú tienes que decir, por ejemplo, a las dos o, como mucho, a las tres.
El hijo veía en esa restricción un interés del padre por la salud de su hijo, una preocupación por su seguridad, una señal de protección y, por consiguiente, de amor.
Interpelo también a las escuelas. ¿Por qué no se hace una planificación y una intervención adecuada que prepare a los alumnos y alumnas para vivir un ocio enriquecedor? Lo cual no quiere decir aburrido, impuesto o tutelado.
Desde la familia y desde la escuela sería estupendo cultivar hobbys en los niños y jóvenes. Hobbys relacionados con la música, las manualidades, el deporte, los juegos de mesa, la fotografía, la grabación de cortos, la lectura, la escritura, los viajes, las colecciones, la ornitología, la gastronomía, el senderismo, el montañismo… Cuando fui Director de un Colegio en Madrid hicimos un proyecto en el que había más de 50 actividades que llamábamos complementarias (no extraescolares o complementarias). Algunos alumnos preguntaban por qué eran obligatorias y nuestra respuesta era que educaban para el ocio. Escribí entonces un folleto titulado “Función educadora del ocio”. Lo releo ahora con curiosidad. Digo allí que la aspiración educativa no debe quedarse en “no veas”, “no consumas”, “no hagas”, “no vayas”… Hay formas de ocupar el ocio de manera divertida y estimulante.
Interpelo también a los políticos. Hacen falta planes para favorecer experiencias de ocio educativas. He visto en la ciudad de Rosario (Argentina) iniciativas creativas impulsadas por la municipalidad. Al aire libre unas y otras de interior. Las vi funcionando, abarrotadas. No tiene sentido, por ejemplo, que los jóvenes estén vagando por las calles mientras todas las pistas deportivas de las instituciones están cerradas durante el fin de semana y las vacaciones.
No debería depender el ocio del dinero que se tiene. En una sociedad democrática los jóvenes deberían poder divertirse de forma sana y gratuita. Parece que la pobreza solo condiciona y limita las aspiraciones relacionadas con el trabajo. No. También empobrece las posibilidades de vivir un ocio atractivo y enriquecedor. Es difícil ser bueno en un mundo donde todo está tan caro.
Miguel Ángel Santos Guerra. El Adarve.
domingo, 22 de agosto de 2021
_- CIENCIA RECREATIVA Una estafa de patas cortas
_- Las “frases torturadas” revelan unas pésimas prácticas en la publicación científica
Hay grados de timos. No es lo mismo el timo de la estampita, donde el timado merece haberlo sido, que bloquear la red de un hospital para pedir un rescate en todo lo alto de la pandemia, lo que se puede considerar un caso de pura maldad. También hay grados en la estafa científica, desde el fraude planeado con la precisión de un robo al Banco de España ―como el que montó el coreano Hwang con los primeros embriones humanos clónicos― hasta un retoque de Photoshop para eliminar esa molesta célula de la derecha, como hizo Stalin con Trotsky con artes más primitivas. El último grito en estafas científicas ocupa un lugar intermedio entre esos dos extremos morales. Consiste en colar por papers, o artículos científicos revisados por pares, cosas que no lo son.
El científico de la computación Guillaume Cabanac y dos colegas empezaron en abril pasado a percibir las mismas expresiones absurdas repetidas en varios papers de su especialidad académica. Por ejemplo, “información colosal” donde debería decir big data; “consciencia falsificada” en vez de inteligencia artificial; o “sobras de vitalidad” en lugar de energía remanente. Las mismas frases estúpidas reaparecían en un paper y otro, como si los autores hubieran enloquecido de manera independiente y simultánea. Cabanac, de la Universidad de Toulouse, y sus colegas llaman a esas expresiones absurdas “frases torturadas”, y les han conducido a un sistema novedoso de descubrimiento de estafas científicas.
Las “frases torturadas” tienen toda la pinta de ser producto de algún programa para disfrazar los plagios mediante una traducción automática de ida y vuelta. Donde el texto original decía big data, el sistema lo traduce a otra lengua, y luego de vuelta al inglés, con el resultado ridículo de “información colosal”. Se parece un poco a ese juego en que uno le cuenta una historia al de al lado, que a su vez se la rebota al de al lado y así hasta dar la vuelta a la mesa, cuando la historia le llega al primero en un estado irreconocible. Esto despista a menudo a los sistemas de detección de plagios que utilizan las editoriales, pero, como se ve, no a los escasos científicos de carne que de verdad leen el paper.
Cabanac ha revisado los trabajos publicados (y recogidos en Dimensions, una base de datos de artículos citados por otros colegas) y ha descubierto nada menos que 860 papers en los que aparece al menos una de las frases torturadas. La mayoría pertenecen al campo de la computación, y 31 de ellos se han publicado en la misma revista científica, Microprocessors and Microsystems. Solo por ello, esas investigaciones han quedado bajo sospecha y deberían retractarse. Los editores de la revista técnica están investigando el tema, pero me temo que no van a tener otra salida. Son un coladero de mala ciencia, y la publicación está gravemente tocada. Los autores de los artículos empezarán a desfilar después por la pasarela de la vergüenza. Muchos son chinos. Y todo esto es seguramente la punta de un iceberg muy grande.
La ciencia no se puede permitir estas excrecencias. Es esencial detectarlas y extirparlas del sistema, y cada vez hay más científicos dedicados a ello. Dejo a la consideración del lector la moraleja para otras áreas del conocimiento.
JAVIER SAMPEDRO
Hay grados de timos. No es lo mismo el timo de la estampita, donde el timado merece haberlo sido, que bloquear la red de un hospital para pedir un rescate en todo lo alto de la pandemia, lo que se puede considerar un caso de pura maldad. También hay grados en la estafa científica, desde el fraude planeado con la precisión de un robo al Banco de España ―como el que montó el coreano Hwang con los primeros embriones humanos clónicos― hasta un retoque de Photoshop para eliminar esa molesta célula de la derecha, como hizo Stalin con Trotsky con artes más primitivas. El último grito en estafas científicas ocupa un lugar intermedio entre esos dos extremos morales. Consiste en colar por papers, o artículos científicos revisados por pares, cosas que no lo son.
El científico de la computación Guillaume Cabanac y dos colegas empezaron en abril pasado a percibir las mismas expresiones absurdas repetidas en varios papers de su especialidad académica. Por ejemplo, “información colosal” donde debería decir big data; “consciencia falsificada” en vez de inteligencia artificial; o “sobras de vitalidad” en lugar de energía remanente. Las mismas frases estúpidas reaparecían en un paper y otro, como si los autores hubieran enloquecido de manera independiente y simultánea. Cabanac, de la Universidad de Toulouse, y sus colegas llaman a esas expresiones absurdas “frases torturadas”, y les han conducido a un sistema novedoso de descubrimiento de estafas científicas.
Las “frases torturadas” tienen toda la pinta de ser producto de algún programa para disfrazar los plagios mediante una traducción automática de ida y vuelta. Donde el texto original decía big data, el sistema lo traduce a otra lengua, y luego de vuelta al inglés, con el resultado ridículo de “información colosal”. Se parece un poco a ese juego en que uno le cuenta una historia al de al lado, que a su vez se la rebota al de al lado y así hasta dar la vuelta a la mesa, cuando la historia le llega al primero en un estado irreconocible. Esto despista a menudo a los sistemas de detección de plagios que utilizan las editoriales, pero, como se ve, no a los escasos científicos de carne que de verdad leen el paper.
Cabanac ha revisado los trabajos publicados (y recogidos en Dimensions, una base de datos de artículos citados por otros colegas) y ha descubierto nada menos que 860 papers en los que aparece al menos una de las frases torturadas. La mayoría pertenecen al campo de la computación, y 31 de ellos se han publicado en la misma revista científica, Microprocessors and Microsystems. Solo por ello, esas investigaciones han quedado bajo sospecha y deberían retractarse. Los editores de la revista técnica están investigando el tema, pero me temo que no van a tener otra salida. Son un coladero de mala ciencia, y la publicación está gravemente tocada. Los autores de los artículos empezarán a desfilar después por la pasarela de la vergüenza. Muchos son chinos. Y todo esto es seguramente la punta de un iceberg muy grande.
La ciencia no se puede permitir estas excrecencias. Es esencial detectarlas y extirparlas del sistema, y cada vez hay más científicos dedicados a ello. Dejo a la consideración del lector la moraleja para otras áreas del conocimiento.
JAVIER SAMPEDRO
sábado, 21 de agosto de 2021
La homeopatía es un fraude
La homeopatía es una pseudoterapia sin aval científico en la que, sin embargo, muchas personas confían. Para entender por qué no puede considerarse un tipo de medicina es necesario repasar algunos conocimientos sobre química y física.
En primer lugar, los átomos son entidades cuyo peso es extremadamente pequeño si se expresa en gramos. Por ello, hay que elegir otra unidad de peso muchísimo menor: la unidad de masa atómica (uma), que es lo que pesa un átomo de hidrógeno (H). En esta escala un átomo de H pesa, por definición, 1 uma, uno de carbono (C) 12 umas y uno de oxígeno (O) 16 umas.
En segundo lugar, una molécula es lo que resulta de la unión de dos o más átomos mediante lo que se llama “enlace químico”. Así, el monóxido de carbono es el compuesto constituido por moléculas que resultan del enlace de un átomo de C y uno de O, por eso se representa por CO. Una molécula de CO pesa 28 umas (12 del carbono y 16 del oxígeno). El agua consiste en moléculas en las que un átomo O está unido a dos de H (H₂O), por tanto, una molécula de agua pesa 18 umas (2 del hidrógeno y 16 del oxígeno).
El peso atómico de un elemento o el peso molecular de un compuesto (M) es un número igual al de umas que pesa ese átomo o molécula, respectivamente. Por tanto, el peso atómico del H es 1; el del C, 12; el del O, 16; y el peso molecular del CO, 28. Un mol de una sustancia es su peso molecular en gramos (M gr): 1 mol de agua son, por tanto, 18 gramos de H₂O.
Si establecemos que 1 g = k umas entonces M gr (un mol) pesará Mk umas.
Podemos calcular el número de moléculas que habrá en un mol de cualquier sustancia dividiendo lo que pesa un mol, Mk umas, por lo que pesa una molécula, M umas, es decir, Mk/M=k moléculas. Por tanto, un mol de cualquier compuesto contiene k moléculas, es decir, una constante, cualquiera que sea el compuesto.
Conclusión: el valor de k, que es conocido como constante de Avogadro, es una constante universal (como el número π o la velocidad de la luz en el vacío, c) que ha sido determinado experimentalmente: k = 6,022×10²³ moléculas/mol, es decir, aproximadamente, 6 seguido de 23 ceros o 602.200 trillones de moléculas.
Que haya sido determinado experimentalmente no quiere decir que se hayan contado las moléculas una a una, sino que se ha usado instrumental científico con el que cualquiera que haga la medida en cualquier sitio del mundo obtendrá ese valor.
Nadie, por tanto, puede poner en duda que en 1 mol de cualquier sustancia hay 6,022×10²³ moléculas.
Cómo preparar un producto homeopático
El fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann (1755-1843), y sus usuarios, homeópatas y pacientes, basan su propuesta terapéutica en que:
1. Para combatir una enfermedad deben usarse cantidades mínimas de una sustancia que provoque los mismos síntomas que dicha enfermedad.
Por ejemplo, cafeína para curar el insomnio o muro de Berlín para combatir “una insoportable opresión”. No existe comprobación científica de esta hipótesis.
2. Para obtener esas disoluciones muy diluidas (siguiendo procedimientos bastante esotéricos; Hahnemann usaba su Biblia como parapeto para el proceso de dilución), el producto a usar (natural o de síntesis) se disuelve en 100 mililitros (mL) de disolvente (agua o alcohol) y se extrae la centésima parte (1 mL).
Si partimos de 1 mol de la sustancia (M gr) el mL extraído contendrá el número de moléculas resultado de dividir 6,022×10²³ por 100 y, por tanto, con 2 ceros menos que inicialmente, es decir, 6,022×10²¹ moléculas. Tras añadir el mL extraído a 99 mL de disolvente, los 100 mL resultantes se dice que tienen una concentración 1C.
Cada vez que se repite este proceso disponemos de disoluciones con un número de moléculas que tiene dos ceros menos en cada etapa, es decir, para una disolución nC sería 6,022×1023-2n. Así pues, una disolución 11C tendrá 6,022×1023-22 = aproximadamente a 60 moléculas.
En el siguiente paso (12C), como las moléculas no se dividen en los procesos de dilución y extracción, en el mililitro que ese extrae habrá un 60 % de probabilidad de tener una de las 60 moléculas y un 40 % de que no tener ninguna, es decir, habrá una o ninguna molécula
3. Con la disolución resultante se impregnan unas 35 000 esferitas del excipiente (azúcar o lactosa) para dar los gránulos homeopáticos. Solo 1, como máximo, tendrá una molécula. Refiriéndonos a una preparación de 30 unidosis de Oscillococcinum, el azúcar que se ingiere resulta a 881,33 €/Kg.
Conclusión: cuando el paciente ingiere los gránulos prescritos, cualquiera que sea el nombre del producto que figura en el envase, está tomando exactamente lo mismo: el excipiente (azúcar o lactosa) más la nada más absoluta. Queda, por tanto, demostrado que se trata de un doble fraude. Conviene saber que Hahnemann solía usar disoluciones 30C pero hay preparados comerciales diluidos hasta 200C.
Efecto placebo sin eficacia probada
¿Son suficientes estos datos para concluir el carácter fraudulento de la homeopatía? Evidentemente, si.
En apoyo a todo lo anterior hay que añadir que numerosísimos informes de instituciones científicas y profesionales, nacionales e internacionales, de carácter sanitario han establecido que los productos homeopáticos solo poseen efectos curativos de enfermedades de escasa entidad que se curan solas o por sugestión del paciente (efecto placebo).
Hay que advertir que, en contra del carácter aparentemente inofensivo que pudiera atribuirse a esta práctica (la nada es poco peligrosa), existe un grave riesgo, que puede calificarse de criminal, si se aplica en el tratamiento de enfermedades que requieren el empleo de medicamentos de probada eficacia terapéutica.
José Vicente Soler. Catedrático Emérito de Química Inorgánica, Universidad de Murcia
Fuente: https://theconversation.com/la-homeopatia-es-un-fraude-159005
En primer lugar, los átomos son entidades cuyo peso es extremadamente pequeño si se expresa en gramos. Por ello, hay que elegir otra unidad de peso muchísimo menor: la unidad de masa atómica (uma), que es lo que pesa un átomo de hidrógeno (H). En esta escala un átomo de H pesa, por definición, 1 uma, uno de carbono (C) 12 umas y uno de oxígeno (O) 16 umas.
En segundo lugar, una molécula es lo que resulta de la unión de dos o más átomos mediante lo que se llama “enlace químico”. Así, el monóxido de carbono es el compuesto constituido por moléculas que resultan del enlace de un átomo de C y uno de O, por eso se representa por CO. Una molécula de CO pesa 28 umas (12 del carbono y 16 del oxígeno). El agua consiste en moléculas en las que un átomo O está unido a dos de H (H₂O), por tanto, una molécula de agua pesa 18 umas (2 del hidrógeno y 16 del oxígeno).
El peso atómico de un elemento o el peso molecular de un compuesto (M) es un número igual al de umas que pesa ese átomo o molécula, respectivamente. Por tanto, el peso atómico del H es 1; el del C, 12; el del O, 16; y el peso molecular del CO, 28. Un mol de una sustancia es su peso molecular en gramos (M gr): 1 mol de agua son, por tanto, 18 gramos de H₂O.
Si establecemos que 1 g = k umas entonces M gr (un mol) pesará Mk umas.
Podemos calcular el número de moléculas que habrá en un mol de cualquier sustancia dividiendo lo que pesa un mol, Mk umas, por lo que pesa una molécula, M umas, es decir, Mk/M=k moléculas. Por tanto, un mol de cualquier compuesto contiene k moléculas, es decir, una constante, cualquiera que sea el compuesto.
Conclusión: el valor de k, que es conocido como constante de Avogadro, es una constante universal (como el número π o la velocidad de la luz en el vacío, c) que ha sido determinado experimentalmente: k = 6,022×10²³ moléculas/mol, es decir, aproximadamente, 6 seguido de 23 ceros o 602.200 trillones de moléculas.
Que haya sido determinado experimentalmente no quiere decir que se hayan contado las moléculas una a una, sino que se ha usado instrumental científico con el que cualquiera que haga la medida en cualquier sitio del mundo obtendrá ese valor.
Nadie, por tanto, puede poner en duda que en 1 mol de cualquier sustancia hay 6,022×10²³ moléculas.
Cómo preparar un producto homeopático
El fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann (1755-1843), y sus usuarios, homeópatas y pacientes, basan su propuesta terapéutica en que:
1. Para combatir una enfermedad deben usarse cantidades mínimas de una sustancia que provoque los mismos síntomas que dicha enfermedad.
Por ejemplo, cafeína para curar el insomnio o muro de Berlín para combatir “una insoportable opresión”. No existe comprobación científica de esta hipótesis.
2. Para obtener esas disoluciones muy diluidas (siguiendo procedimientos bastante esotéricos; Hahnemann usaba su Biblia como parapeto para el proceso de dilución), el producto a usar (natural o de síntesis) se disuelve en 100 mililitros (mL) de disolvente (agua o alcohol) y se extrae la centésima parte (1 mL).
Si partimos de 1 mol de la sustancia (M gr) el mL extraído contendrá el número de moléculas resultado de dividir 6,022×10²³ por 100 y, por tanto, con 2 ceros menos que inicialmente, es decir, 6,022×10²¹ moléculas. Tras añadir el mL extraído a 99 mL de disolvente, los 100 mL resultantes se dice que tienen una concentración 1C.
Cada vez que se repite este proceso disponemos de disoluciones con un número de moléculas que tiene dos ceros menos en cada etapa, es decir, para una disolución nC sería 6,022×1023-2n. Así pues, una disolución 11C tendrá 6,022×1023-22 = aproximadamente a 60 moléculas.
En el siguiente paso (12C), como las moléculas no se dividen en los procesos de dilución y extracción, en el mililitro que ese extrae habrá un 60 % de probabilidad de tener una de las 60 moléculas y un 40 % de que no tener ninguna, es decir, habrá una o ninguna molécula
3. Con la disolución resultante se impregnan unas 35 000 esferitas del excipiente (azúcar o lactosa) para dar los gránulos homeopáticos. Solo 1, como máximo, tendrá una molécula. Refiriéndonos a una preparación de 30 unidosis de Oscillococcinum, el azúcar que se ingiere resulta a 881,33 €/Kg.
Conclusión: cuando el paciente ingiere los gránulos prescritos, cualquiera que sea el nombre del producto que figura en el envase, está tomando exactamente lo mismo: el excipiente (azúcar o lactosa) más la nada más absoluta. Queda, por tanto, demostrado que se trata de un doble fraude. Conviene saber que Hahnemann solía usar disoluciones 30C pero hay preparados comerciales diluidos hasta 200C.
Efecto placebo sin eficacia probada
¿Son suficientes estos datos para concluir el carácter fraudulento de la homeopatía? Evidentemente, si.
En apoyo a todo lo anterior hay que añadir que numerosísimos informes de instituciones científicas y profesionales, nacionales e internacionales, de carácter sanitario han establecido que los productos homeopáticos solo poseen efectos curativos de enfermedades de escasa entidad que se curan solas o por sugestión del paciente (efecto placebo).
Hay que advertir que, en contra del carácter aparentemente inofensivo que pudiera atribuirse a esta práctica (la nada es poco peligrosa), existe un grave riesgo, que puede calificarse de criminal, si se aplica en el tratamiento de enfermedades que requieren el empleo de medicamentos de probada eficacia terapéutica.
José Vicente Soler. Catedrático Emérito de Química Inorgánica, Universidad de Murcia
Fuente: https://theconversation.com/la-homeopatia-es-un-fraude-159005
viernes, 20 de agosto de 2021
El gobierno andaluz ha mentido al informar sobre las auditorías
Juan Torres López.
Publicado con Teresa Duarte Atoche en Público.es el 11 de agosto de 2021
El pasado 27 de julio, el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, presentó un informe sobre las 54 auditorías que se han realizado sobre el llamado sector público instrumental de la Junta de Andalucía. Unas auditorías que responden al compromiso que tuvieron que asumir el Partido Popular y Ciudadanos para que Vox apoyara la investidura de Juan Manuel Moreno. Ese partido de extrema derecha siempre ha defendido que hay que desmantelar este sector por carecer de utilidad pública y ser simplemente un nido de «chiringuitos» al servicio del PSOE y los tres partidos esperaban que esas auditorías fueran la prueba fehaciente de ello.
Sin embargo, una vez realizadas, resultó que sus conclusiones no eran ni mucho menos las que la derecha andaluza esperaba encontrar.
En un artículo anterior (El bluf de las auditorías del gobierno andaluz) mostramos que el propio informe presentado por el gobierno indica con claridad que las irregularidades que la derecha andaluza venía denunciando como generalizadas en el sector público instrumental de la Junta de Andalucía se daban, en realidad, con mucha menos gravedad y extensión de las previstas. Así -insistimos, según el propio informe del gobierno- sólo se encontraron duplicidades en 20 de los 54 entes auditados, se recomendaba que se extinguieran uno o dos de ellos, según como se interprete lo que indican las auditorías, y «cambios leves» en 13 de ellos, mientras que tan solo de tres se decía que carecen de utilidad o beneficio público.
El gobierno de la derecha andaluza podría haber asumido estos resultados con realismo y autocrítica por sus exagerados vaticinios, e incluso felicitándose porque los andaluces empleados en esos entes consiguen que la gran mayoría de ellos funcionen con problemas que no son realmente muy diferentes de los que pueda tener la administración general, o las empresas privadas que tantas veces y no siempre con razón se ponen como ejemplo. Pero no lo hizo. En lugar de ello, ha preferido mantener sus prejuicios previos y presentar un informe y hacer unas declaraciones cargados de nuevas exageraciones y mentiras que rápidamente han reproducido los medios de comunicación.
El engaño del gobierno andaluz es fácil de probar, simplemente cotejando las expresiones del informe y las declaraciones del vicepresidente Juan Marín con lo que efectivamente dicen las auditorías que han sido publicadas (aquí).
El gobierno dice en su informe que en el sector público instrumental andaluz hay un «caos organizativo» y un «engorde artificial de la administración», expresiones que no se encuentran en ninguna de las auditorías publicadas. Tampoco están allí, ni en el propio informe de la Junta, las expresiones que el vicepresidente de la Junta utilizó para presentar sus conclusiones: «gastos innecesarios», «inoperancia», «superestructura desproporcionada», «red clientelar», «superestructura desproporcionada, poco operativa, llena de duplicidades».
El gobierno andaluz se ha inventado esa descripción del estado en que se encuentra el sector público instrumental que ha sido auditado. Es cierto -como veremos en otro artículo próximo- que en algunas auditorías se habla de «deficiencia de gestión», pero lo hace en muy pocos casos y siempre refiriéndose a aspectos concretos (ejecución de proyectos, uso de herramientas de planificación, inversiones en sociedades participadas…) y no con carácter general. Y algo parecido se puede decir de las duplicidades encontradas pues, como señala el propio informe del gobierno, ni son generalizadas ni tan graves como se dice; lo mismo que ocurre con los problemas de sueldos o gestión de recursos humanos, solo señalados por las auditorías en algunos casos concretos.
En nuestro artículo anterior ya dijimos, y lo reiteramos ahora, que el hecho de constatar la exageración y las mentiras del gobierno andaluz no quiere decir que le demos poca importancia al hecho de que haya una minoría de casos con mala gestión, ineficiencia o sobrecostes. Hemos defendido siempre que la administración del dinero público debe estar sometida a un control estricto, ser plenamente transparente y siempre eficaz y eficiente hasta el último euro utilizado. Por tanto, nos alegramos de que se hayan realizado auditorías y de que, por fin, se ponga sobre la mesa la reforma profunda de nuestra administración pública autonómica (aunque no creamos que esas auditorías se han hecho correctamente, un asunto del que hablaremos en otra ocasión). Pero reclamar reformas de calado es una cosa y otra presentar el problema con una naturaleza que no tiene, hacer trampas en el planteamiento y engañar a la gente con la intención oculta de alcanzar unos objetivos bien distintos a los que se dice perseguir, tal y como ha hecho el gobierno de la Junta de Andalucía.
Las consecuencias de estas mentiras son, por lo menos, dos muy claras y evidentes.
Los medios y periodistas afines (esto es, los que a través de diferentes vías cobran de la Junta de Andalucía) se han hecho eco de lo que ha dicho el gobierno andaluz sin contrastar sus afirmaciones exageradas y difunden el engaño, confundiendo a la población.
Como muestra de esto valga solamente un botón. El conocido periodista y profesor universitario Teodoro León Gross comenzaba con las siguientes palabras su columna del pasado 1 de agosto en los diarios del grupo Yoly:
“Irregularidades en la contratación”, “se han cobrado muchos sobresueldos”, “caos organizativo”, “duplicidades de funciones y competencias”, “engorde artificial de la administración”, “sueldos por encima de la media del mercado”, “una superestructura desproporcionada, poco operativa, llena de duplicidades y gastos innecesarios”, “una agencia de colocación para otros entes”, “externalización frecuente”, “deficiencia en la gestión”… ahí queda, sintagma a sintagma, el retablo escandaloso levantado por Juan Marín, como anticipo de los seis mil folios que se cuelgan ahora en el Portal de Transparencia, expuestos en plena canícula como se exponían las cabezas de los ajusticiados en la picota de la plaza pública. Se han cerrado, finalmente, las auditorías de infarto de la “herencia recibida”.
Un juicio durísimo sobre el estado en que los gobiernos del Partido Socialista habrían dejado a la administración andaluza pero que tiene una pega fundamental: ninguna, absolutamente ninguna de esas expresiones entrecomilladas que sirven para condenar la antigua gestión del Partido Socialista, aparece en ni una sola de las auditorías. Como bien dice León, se cuelga en la plaza pública la cabeza del PSOE, la herencia recibida de sus gobiernos, pero habiéndolo ajusticiado previamente solo a base mentiras, las que él mismo reproduce y difunde sin pararse a comprobar la veracidad de sus afirmaciones.
La segunda consecuencia de la mentira no es menos evidente. Trasladando a la población esa idea falsificada de la realidad no solo se la pone enfrente de lo realizado por gobiernos anterior falseando la realidad, sino que se crea el clima que la predispone para que el gobierno lleve a cabo lo que, en realidad, se proponía alcanzar y que había hecho público antes de que se realizaran las auditorías, tal y como cándidamente reconoce el informe que venimos mencionando: llevar a cabo «una disminución generalizada de las entidades existentes».
Es legítimo que unos partidos tengan dudas sobre lo anteriormente realizado en el gobierno por otros adversarios y que sometan su herencia a evaluación. Incluso sería deseable que así se hiciera constantemente. Pero lo que no se puede justificar es que se reclamen auditorías y que, cuando sus resultados no son los esperados, se monte una campaña digna de los mejores tiempos de Goebbels para poder seguir manteniendo las acusaciones que la realidad ha demostrado que son inciertas.
Es también legítimo, por supuesto, que la derecha defienda los intereses de las empresas y grupos financieros privados que desean quedarse con servicios hasta ahora públicos y que, por tanto, defienda, como el gobierno andaluz, la mayor privatización posible, la «disminución generalizada» del sector público, repetimos, en palabras textuales de su informe sobre las auditorías. Pero defender esta estrategia mintiendo sobre las razones por las que quiere privatizar es deshonesto y ocultar a la población los costes y beneficios reales que la privatización pueda tener es un auténtico y antidemocrático fraude.
En el resto de las comunidades autónomas, en España en su conjunto y en otros países de nuestro entorno hay experiencias suficientes para sacar conclusiones sobre esas políticas de privatización. Tratar de llevarlas cabo sin debate social sobre sus resultados es una perversión de la democracia pero hacerlo a base de mentiras es mucho peor, una auténtica infamia que Andalucía no se merece.
No sorprende la actitud de Vox en este caso porque es un partido que no ha parado de mentir desde su creación, ni tampoco la del Partido Popular y Ciudadanos, pues sabemos que se dejaron caer en manos de la extrema derecha para poder gobernar. Sí resulta más chocante que los partidos de izquierdas, PSOE y Podemos-Adelante Andalucía, no estén denunciando la campaña gubernamental y que no sean quienes reclamen un debate riguroso sobre las auditorías en sede parlamentaria, sin mentiras y a corazón abierto. Es la única forma de que Andalucía aproveche bien hasta el último euro y se descubran todas las irregularidades y problemas que puedan existir verdaderamente en nuestra administración pública, para depurar responsabilidades si las hubiera y tomar, con el mayor acuerdo posible y de una vez por todas, las decisiones que beneficien al mayor número de personas y empresas.
https://juantorreslopez.com/el-gobierno-andaluz-ha-mentido-al-informar-sobre-las-auditorias/
Publicado con Teresa Duarte Atoche en Público.es el 11 de agosto de 2021
El pasado 27 de julio, el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, presentó un informe sobre las 54 auditorías que se han realizado sobre el llamado sector público instrumental de la Junta de Andalucía. Unas auditorías que responden al compromiso que tuvieron que asumir el Partido Popular y Ciudadanos para que Vox apoyara la investidura de Juan Manuel Moreno. Ese partido de extrema derecha siempre ha defendido que hay que desmantelar este sector por carecer de utilidad pública y ser simplemente un nido de «chiringuitos» al servicio del PSOE y los tres partidos esperaban que esas auditorías fueran la prueba fehaciente de ello.
Sin embargo, una vez realizadas, resultó que sus conclusiones no eran ni mucho menos las que la derecha andaluza esperaba encontrar.
En un artículo anterior (El bluf de las auditorías del gobierno andaluz) mostramos que el propio informe presentado por el gobierno indica con claridad que las irregularidades que la derecha andaluza venía denunciando como generalizadas en el sector público instrumental de la Junta de Andalucía se daban, en realidad, con mucha menos gravedad y extensión de las previstas. Así -insistimos, según el propio informe del gobierno- sólo se encontraron duplicidades en 20 de los 54 entes auditados, se recomendaba que se extinguieran uno o dos de ellos, según como se interprete lo que indican las auditorías, y «cambios leves» en 13 de ellos, mientras que tan solo de tres se decía que carecen de utilidad o beneficio público.
El gobierno de la derecha andaluza podría haber asumido estos resultados con realismo y autocrítica por sus exagerados vaticinios, e incluso felicitándose porque los andaluces empleados en esos entes consiguen que la gran mayoría de ellos funcionen con problemas que no son realmente muy diferentes de los que pueda tener la administración general, o las empresas privadas que tantas veces y no siempre con razón se ponen como ejemplo. Pero no lo hizo. En lugar de ello, ha preferido mantener sus prejuicios previos y presentar un informe y hacer unas declaraciones cargados de nuevas exageraciones y mentiras que rápidamente han reproducido los medios de comunicación.
El engaño del gobierno andaluz es fácil de probar, simplemente cotejando las expresiones del informe y las declaraciones del vicepresidente Juan Marín con lo que efectivamente dicen las auditorías que han sido publicadas (aquí).
El gobierno dice en su informe que en el sector público instrumental andaluz hay un «caos organizativo» y un «engorde artificial de la administración», expresiones que no se encuentran en ninguna de las auditorías publicadas. Tampoco están allí, ni en el propio informe de la Junta, las expresiones que el vicepresidente de la Junta utilizó para presentar sus conclusiones: «gastos innecesarios», «inoperancia», «superestructura desproporcionada», «red clientelar», «superestructura desproporcionada, poco operativa, llena de duplicidades».
El gobierno andaluz se ha inventado esa descripción del estado en que se encuentra el sector público instrumental que ha sido auditado. Es cierto -como veremos en otro artículo próximo- que en algunas auditorías se habla de «deficiencia de gestión», pero lo hace en muy pocos casos y siempre refiriéndose a aspectos concretos (ejecución de proyectos, uso de herramientas de planificación, inversiones en sociedades participadas…) y no con carácter general. Y algo parecido se puede decir de las duplicidades encontradas pues, como señala el propio informe del gobierno, ni son generalizadas ni tan graves como se dice; lo mismo que ocurre con los problemas de sueldos o gestión de recursos humanos, solo señalados por las auditorías en algunos casos concretos.
En nuestro artículo anterior ya dijimos, y lo reiteramos ahora, que el hecho de constatar la exageración y las mentiras del gobierno andaluz no quiere decir que le demos poca importancia al hecho de que haya una minoría de casos con mala gestión, ineficiencia o sobrecostes. Hemos defendido siempre que la administración del dinero público debe estar sometida a un control estricto, ser plenamente transparente y siempre eficaz y eficiente hasta el último euro utilizado. Por tanto, nos alegramos de que se hayan realizado auditorías y de que, por fin, se ponga sobre la mesa la reforma profunda de nuestra administración pública autonómica (aunque no creamos que esas auditorías se han hecho correctamente, un asunto del que hablaremos en otra ocasión). Pero reclamar reformas de calado es una cosa y otra presentar el problema con una naturaleza que no tiene, hacer trampas en el planteamiento y engañar a la gente con la intención oculta de alcanzar unos objetivos bien distintos a los que se dice perseguir, tal y como ha hecho el gobierno de la Junta de Andalucía.
Las consecuencias de estas mentiras son, por lo menos, dos muy claras y evidentes.
Los medios y periodistas afines (esto es, los que a través de diferentes vías cobran de la Junta de Andalucía) se han hecho eco de lo que ha dicho el gobierno andaluz sin contrastar sus afirmaciones exageradas y difunden el engaño, confundiendo a la población.
Como muestra de esto valga solamente un botón. El conocido periodista y profesor universitario Teodoro León Gross comenzaba con las siguientes palabras su columna del pasado 1 de agosto en los diarios del grupo Yoly:
“Irregularidades en la contratación”, “se han cobrado muchos sobresueldos”, “caos organizativo”, “duplicidades de funciones y competencias”, “engorde artificial de la administración”, “sueldos por encima de la media del mercado”, “una superestructura desproporcionada, poco operativa, llena de duplicidades y gastos innecesarios”, “una agencia de colocación para otros entes”, “externalización frecuente”, “deficiencia en la gestión”… ahí queda, sintagma a sintagma, el retablo escandaloso levantado por Juan Marín, como anticipo de los seis mil folios que se cuelgan ahora en el Portal de Transparencia, expuestos en plena canícula como se exponían las cabezas de los ajusticiados en la picota de la plaza pública. Se han cerrado, finalmente, las auditorías de infarto de la “herencia recibida”.
Un juicio durísimo sobre el estado en que los gobiernos del Partido Socialista habrían dejado a la administración andaluza pero que tiene una pega fundamental: ninguna, absolutamente ninguna de esas expresiones entrecomilladas que sirven para condenar la antigua gestión del Partido Socialista, aparece en ni una sola de las auditorías. Como bien dice León, se cuelga en la plaza pública la cabeza del PSOE, la herencia recibida de sus gobiernos, pero habiéndolo ajusticiado previamente solo a base mentiras, las que él mismo reproduce y difunde sin pararse a comprobar la veracidad de sus afirmaciones.
La segunda consecuencia de la mentira no es menos evidente. Trasladando a la población esa idea falsificada de la realidad no solo se la pone enfrente de lo realizado por gobiernos anterior falseando la realidad, sino que se crea el clima que la predispone para que el gobierno lleve a cabo lo que, en realidad, se proponía alcanzar y que había hecho público antes de que se realizaran las auditorías, tal y como cándidamente reconoce el informe que venimos mencionando: llevar a cabo «una disminución generalizada de las entidades existentes».
Es legítimo que unos partidos tengan dudas sobre lo anteriormente realizado en el gobierno por otros adversarios y que sometan su herencia a evaluación. Incluso sería deseable que así se hiciera constantemente. Pero lo que no se puede justificar es que se reclamen auditorías y que, cuando sus resultados no son los esperados, se monte una campaña digna de los mejores tiempos de Goebbels para poder seguir manteniendo las acusaciones que la realidad ha demostrado que son inciertas.
Es también legítimo, por supuesto, que la derecha defienda los intereses de las empresas y grupos financieros privados que desean quedarse con servicios hasta ahora públicos y que, por tanto, defienda, como el gobierno andaluz, la mayor privatización posible, la «disminución generalizada» del sector público, repetimos, en palabras textuales de su informe sobre las auditorías. Pero defender esta estrategia mintiendo sobre las razones por las que quiere privatizar es deshonesto y ocultar a la población los costes y beneficios reales que la privatización pueda tener es un auténtico y antidemocrático fraude.
En el resto de las comunidades autónomas, en España en su conjunto y en otros países de nuestro entorno hay experiencias suficientes para sacar conclusiones sobre esas políticas de privatización. Tratar de llevarlas cabo sin debate social sobre sus resultados es una perversión de la democracia pero hacerlo a base de mentiras es mucho peor, una auténtica infamia que Andalucía no se merece.
No sorprende la actitud de Vox en este caso porque es un partido que no ha parado de mentir desde su creación, ni tampoco la del Partido Popular y Ciudadanos, pues sabemos que se dejaron caer en manos de la extrema derecha para poder gobernar. Sí resulta más chocante que los partidos de izquierdas, PSOE y Podemos-Adelante Andalucía, no estén denunciando la campaña gubernamental y que no sean quienes reclamen un debate riguroso sobre las auditorías en sede parlamentaria, sin mentiras y a corazón abierto. Es la única forma de que Andalucía aproveche bien hasta el último euro y se descubran todas las irregularidades y problemas que puedan existir verdaderamente en nuestra administración pública, para depurar responsabilidades si las hubiera y tomar, con el mayor acuerdo posible y de una vez por todas, las decisiones que beneficien al mayor número de personas y empresas.
https://juantorreslopez.com/el-gobierno-andaluz-ha-mentido-al-informar-sobre-las-auditorias/
jueves, 19 de agosto de 2021
_- El triunfo talibán malogra 20 años de sacrificio español con 104 muertos y más de 3.500 millones en gasto militar
_- «Fallecieron dando lo mejor de sí mismos, sus vidas jóvenes, para dar la paz y la libertad a otros”, solemnizó Margarita Robles hace poco más de tres meses en referencia a los más de 100 militares españoles muertos en Afganistán. La toma de Kabul por los talibanes, con su ideología fundamentalista y opresiva a cuestas, oscurece hoy las palabras de la ministra de Defensa, pronunciadas el 13 de mayo con motivo del regreso a España de las últimas tropas destinadas al país centroasiático. Sí, la palabra «libertad» suena ahora casi a sarcasmo.
Tras cerca de 20 años de participación en el conflicto, con el servicio de más de 27.000 hombres y mujeres, más de 3.500 millones de euros gastados y 104 muertos, entre ellos los 62 del Yak 42, España deja su operación internacional más larga y que más bajas ha causado en democracia –según recalca en un informe el Instituto de Seguridad y Cultura–, sin haber cumplido el objetivo central de consolidar un Estado estable, democrático y con derechos garantizados en el que los fundamentalistas no fuesen un actor político clave.
Todas las sombras que se pretendía disipar –Afganistán como infierno para la mujer, refugio de terroristas y epicentro de una crisis de refugiados– se ciernen ahora sobre la tierra de los «señores de la guerra».
La participación española
El análisis del papel español obliga a mirar al 11S. Bush reaccionó de manera fulminante tras concluir que el régimen talibán daba amparo a Bin Laden. Era el inicio de la «guerra global contra el terrorismo», que encontraría continuidad en Irak bajo la falsa excusa de las armas de destrucción masiva. A diferencia de la invasión de Irak, la invasión de Afganistán sí tuvo amparo de la ONU. España se sumó desde el minuto 1. El Consejo de Ministros, en sesión de 27 de diciembre de 2001, aprobó el despliegue con José María Aznar como presidente y Federico Trillo como ministro de Defensa.
Las primeras tropas, 350 militares, llegaron en enero de 2002. El primer objetivo era prestar apoyo médico y logístico, así como buques y helicópteros, a la misión «Libertad Duradera», nombre que casi 20 años después ha quedado dramáticamente desmentido con la toma de Kabul por los talibanes.
Hasta 2014, la participación española se enmarcó en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), una coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos. España se hizo cargo de la reconstrucción de la provincia de Bādgīs, al noroeste, con capital en Qala-i-Naw. La participación española estuvo «principalmente dirigida a contribuir a la estabilización y la gobernanza de Afganistán», según el balance del Instituto de Seguridad y Defensa, centrado en asuntos de defensa y extremismo.
El grueso de las fuerzas españolas empezó a retirarse a partir de 2015, con la práctica finalización de las operaciones de combate y el comienzo de la operación Apoyo Decisivo, bajo mando de la OTAN. España mantuvo en torno a medio millar de efectivos, «centrados en el adiestramiento, asesoramiento y mentorización» de militares y policías afganos, según Defensa. A ello se sumaba el control del aeropuerto de Herat, al oeste del país. A finales de 2015, una vez Obama había anunciado ya la salida progresiva de sus tropas, España dejó Herat y redujo su despliegue a un contingente mínimo en Kabul. En 2018 adaptó su aportación a esta misión con el despliegue de una Fuerza de Operaciones Especiales, unidad que se replegó el en mayo de 2021, en lo que supuso el regreso a casa de las últimas tropas en el país centroasiático, en la estela de Estados Unidos.
104 muertos, 3.500 millones y el Yak 42
La guerra ha supuesto para España 104 muertos, según el Departamento de Seguridad Nacional del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Los fallecidos son 97 militares, tres guardias civiles, dos policías nacionales y dos intérpretes.
Tres hechos trágicos marcan el capítulo luctuoso. El primero es el accidente en 2003 del avión Yak 42, cerca del aeropuerto de Trebisonda, en Turquía, con 62 militares muertos. La responsabilidad del accidente fue de Defensa, siendo ministro Federico Trillo, según dictaminó el Consejo de Estado. El caso se elevó a escándalo por las deficiencias del vehículo, la errónea identificación de los cuerpos y las mentiras denunciadas por los familiares. María Dolores de Cospedal, siendo ministra de Defensa, llegó a pedir perdón «en nombre del Estado«. Otro accidente, en este caso de un helicóptero Cougar, costó la vida a 17 soldados españoles en 2005 al sur de Herat. El tercer acontecimiento fue el ataque a la embajada en Kabul en 2015, que causó la muerte de dos policías. La embajada «no contaba con la seguridad necesaria», según el Instituto de Seguridad y Cultura, que considera que los dos accidentes y el asalto «plantearon dudas sobre la gestión del despliegue, tanto a nivel de recursos como operativo».
El coste de la participación española ha superado holgadamente los 3.500 millones. La cifra fue aportada por Defensa al cierre de la misión de la ISAF. Es decir, se deja fuera al menos el periodo 2015-2021. infoLibre preguntó al ministerio por el coste total, sin respuesta. Álvaro De Argüelles, especialista en estudios internacionales y derecho y colaborador de El Orden Mundial, recalca que el grueso del esfuerzo se realizó entre 2002 y 2014, con lo que esos 3.500 millones pueden ser una cifra «representativa» del coste de la guerra para las arcas públicas, aunque lógicamente por lo bajo. «Desde 2015, el papel español ha sido mucho menos relevante», añade. El Centro Delàs de Estudios por Paz suma a los 3.500 millones casi 198 millones más de la participación española en la operación paralela Libertad Duradera.
Un legado en peligro
El balance de Defensa destaca la tarea de adiestramiento, 1.400 misiones de desactivación de explosivos, los trabajos en el aeropuerto de Herat y la creación de infraestructuras de primera necesidad. «Las misiones españolas han tenido esa impronta humanitaria y de empatía con los más vulnerables, en orfanatos y colegios de Qala-i-Naw, siendo testigos de la integración de niños y niñas en sus aulas», señalaba Defensa en mayo.
De Argüelles, de El Orden Mundial, coincide en destacar que, al haber sido asignada a España una provincia «relativamente estable, sin máximo riesgo militar», las tareas se centraron en el «desarrollo de la zona». «Cuando llegó España [a Bādgīs], ni siquiera podía hacer aterrizajes, porque no había un kilómetro de carretera asfaltada. A veces se habla de áreas medievales, y es en cierto modo un cliché, pero lo cierto es que es una zona muy atrasada», señala De Argüelles, que destaca el papel de la Agencia de Cooperación.
El avance talibán, señala De Argüelles, tendrá un impacto especialmente negativo en todo lo relacionado con las fuerzas policiales y militares afganas, así como con el intento de construir un «nuevo Estado». ¿Qué quedará ahora de eso, elementos centrales del empeño español? Poco, es de temer. «Quizás lo que quede sean las infraestructuras», añade el investigador, pendiente aún de qué uso les darán los talibanes. Y está también, dice, «la semilla» dejada, sobre todo en derechos de las mujeres. Semilla que ahora puede ser pisoteada. Le preocupa además el destino de todas las armas facilitadas por Occidente a policías y militares locales.
En la estela de Estados Unidos
En un artículo de mayo en eldiario.es, Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, hacía un balance aún más sombrío, poniendo el énfasis en el «férreo secretismo», así como en el «empeño en hacer pasar por acción humanitaria» la reconstrucción de Qala-i-Naw, «cuando en realidad eran acciones que servían al cumplimiento de la misión militar». No obstante, la causa central de crítica es que el papel de España haya venido determinado, más que por la realidad de Afganistán, por el deseo de contentar a Washington, en especial como compensación de la retirada de Irak en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero.
«La manera de restañar la herida […] fue aumentar el volumen del contingente en Afganistán, aunque para ello hubiera que retirar el desplegado hasta aquel momento (marzo de 2006) en Haití. Se atendía, así, no a las necesidades afganas, sino a la urgencia por recuperar una buena relación con EEUU, aunque eso conllevara el subsiguiente enfado de Brasil (como líder de la operación de la ONU en Haití) y una pérdida de protagonismo en el ámbito latinoamericano», añade Núñez Villaverde, para quien ningún gobierno ha tenido «estrategia propia».
Es un diagnóstico de todos los analistas: España ha ido actuando conforme guiaba la Casa Blanca, tanto con Bush como con Obama, Trump –cuya Administración acordó con los talibanes en 2020 la salida de las tropas de EEUU– y finalmente con Biden, que aceleró la salida. «Eso, inevitablemente, nos hace compartir sus equivocados enfoques y, del mismo modo, una derrota sin paliativos», analiza Núñez Villaverde.
También observa enfoques equivocados Alejandro Pozo, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz, que ya hacía un diagnóstico crítico en un análisis de 2014, donde recalcaba que «la misión más costosa de la historia del intervencionismo militar español, tanto en términos humanos como económicos», se había servido de un barniz humanitario que disimulaba la realidad. «Al menos 92 de cada 100 euros destinados por España a Afganistán han sido estrictamente militares, para financiar las operaciones ISAF y Libertad Duradera. Los 8 euros restantes tendrían una lógica […] de mejora de la aceptación de la población local y de facilitación de la presencia militar y su seguridad. En España, esos proyectos han contribuido a justificar políticamente la presencia militar en Afganistán», escribía Pozo, que alertaba de que ni el desarrollo en infraestructuras se prolongaría más allá de la intervención militar, ni el terrorismo había sido neutralizado, ni el avance en derechos se había consolidado. Ahora, en conversación con infoLibre tras la toma de Kabul por los talibanes, se expresa desde la «tristeza», pero también desde la «rabia» por una intervención militar que considera errónea y de la que ve a España como comparsa de los intereses de Estados Unidos.
«Entre no hacer nada, que era lo que Estados Unidos hacía en Afganistán por su población antes del 11S, y desplegar cientos de miles de soldados hay muchas opciones que no se han explorado. Se optó por la intervención militar y ahí entró España, sin chistar», señala Pozo, que rechaza el argumento a favor de la guerra, usado durante las últimas dos décadas, según el cual Afganistán había mejorado significativamente gracias a la intervención. «EEUU ha gastado 1 billón de dólares, que era 400 veces el PIB de Afganistán en 2001, a pesar de lo cual sigue ocupando la antepenúltima posición en el Índice de Desarrollo de Género de 2019 del PNUD y la última en el Índice de Paz Global del Instituto por la Economía y la Paz. Lo que está pasando es tristísimo, pero no es que se haya pasado del cielo al infierno. Las mejoras alcanzadas no se corresponden ni de lejos con un gasto de esas dimensiones».
¿Qué se podía haber hecho? Pozo señala que Afganistán arrastra un problema histórico de intervencionismo, siendo escenario de «miniguerras frías» entre India y Pakistán o Arabia Saudí e Irán, entre otras. «La estrategia de EEUU, en vez de trabajar para reducir esas injerencias y crear relaciones diplomáticas y de cooperación, ha sido tirar bombas. Se han dedicado a intentar ganar influencia y reducir la de rivales directos, observando a Afganistán como un espacio vacío que se podía ocupar», explica.
¿Y España? El Gobierno, dice Pozo, «tiene que dar una explicación». Como recuerda el investigador, el comandante del mando de Operaciones, general Francisco Braco, le dijo al rey «misión cumplida» en mayo, una afirmación que el tiempo pone más que en cuestión. «Si la misión era echar un cable a Estados Unidos, en efecto, sí, ha sido una misión cumplida. Pero esto jamás se ha explicado. Estados Unidos no necesitaba nuestra fuerza militar. Hemos sido más útiles con la cesión de espacio aéreo y bases militares y dando cobertura política internacional a la intervención. El coste ha sido de más de cien vidas y 3.500 millones. ¿Para qué ha servido, exactamente? Ahora deben explicarlo».
La teoría y la realidad
La situación actual, con los talibanes dominando Kabul, conmociona al mundo. Pero había voces que advertían de un escenario así. El Instituto Español de Estudios Estratégicos, un think tank encuadrado en Defensa, publicaba esta alerta en marzo, en un informe de Óscar Ruiz, militar destinado en el Cuartel General de la OTAN en Bélgica, y Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Málaga: «La multitud de factores (terrorismo, drogas, Pakistán, corrupción, refugiados, pobreza extrema…) hacen temer lo peor si se produce una salida del país poco planeada y precipitada por parte de las tropas aliadas, pudiendo dejar esta situación a Afganistán a merced de los talibanes, que ni ocultan su deseo de instaurar un Estado Islámico con estricta aplicación de la sharía, ni por el momento han cortado sus vínculos con Al Qaeda».
Esta advertencia contrasta con las palabras optimistas de la ministra de Defensa, Margarita Robes, en abril: «Las líneas generales del plan de repliegue propuesto por los EEUU ofrecen margen suficiente para asegurar que se consoliden los progresos democráticos alcanzados en el país en materia de derechos humanos, educación y el bienestar de las mujeres y los niños».
Álvaro De Argüelles advierte de otro flanco todavía abierto: la salida de los residentes españoles, el personal de la embajada y los afganos que han colaborado. En descargo del Gobierno, señala, puede alegarse que «nadie esperaba que el avance talibán fuera de tal velocidad, si bien deja una pregunta en el aire: «¿Por qué no se hizo al revés? ¿Por qué no se sacó primero a toda la gente y después se hizo la retirada militar?».
Fuente:
https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/08/17/el_triunfo_taliban_malogra_esfuerzo_espanol_tras_104_muertos_mas_500_millones_123626_1012.html
Tras cerca de 20 años de participación en el conflicto, con el servicio de más de 27.000 hombres y mujeres, más de 3.500 millones de euros gastados y 104 muertos, entre ellos los 62 del Yak 42, España deja su operación internacional más larga y que más bajas ha causado en democracia –según recalca en un informe el Instituto de Seguridad y Cultura–, sin haber cumplido el objetivo central de consolidar un Estado estable, democrático y con derechos garantizados en el que los fundamentalistas no fuesen un actor político clave.
Todas las sombras que se pretendía disipar –Afganistán como infierno para la mujer, refugio de terroristas y epicentro de una crisis de refugiados– se ciernen ahora sobre la tierra de los «señores de la guerra».
La participación española
El análisis del papel español obliga a mirar al 11S. Bush reaccionó de manera fulminante tras concluir que el régimen talibán daba amparo a Bin Laden. Era el inicio de la «guerra global contra el terrorismo», que encontraría continuidad en Irak bajo la falsa excusa de las armas de destrucción masiva. A diferencia de la invasión de Irak, la invasión de Afganistán sí tuvo amparo de la ONU. España se sumó desde el minuto 1. El Consejo de Ministros, en sesión de 27 de diciembre de 2001, aprobó el despliegue con José María Aznar como presidente y Federico Trillo como ministro de Defensa.
Las primeras tropas, 350 militares, llegaron en enero de 2002. El primer objetivo era prestar apoyo médico y logístico, así como buques y helicópteros, a la misión «Libertad Duradera», nombre que casi 20 años después ha quedado dramáticamente desmentido con la toma de Kabul por los talibanes.
Hasta 2014, la participación española se enmarcó en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), una coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos. España se hizo cargo de la reconstrucción de la provincia de Bādgīs, al noroeste, con capital en Qala-i-Naw. La participación española estuvo «principalmente dirigida a contribuir a la estabilización y la gobernanza de Afganistán», según el balance del Instituto de Seguridad y Defensa, centrado en asuntos de defensa y extremismo.
El grueso de las fuerzas españolas empezó a retirarse a partir de 2015, con la práctica finalización de las operaciones de combate y el comienzo de la operación Apoyo Decisivo, bajo mando de la OTAN. España mantuvo en torno a medio millar de efectivos, «centrados en el adiestramiento, asesoramiento y mentorización» de militares y policías afganos, según Defensa. A ello se sumaba el control del aeropuerto de Herat, al oeste del país. A finales de 2015, una vez Obama había anunciado ya la salida progresiva de sus tropas, España dejó Herat y redujo su despliegue a un contingente mínimo en Kabul. En 2018 adaptó su aportación a esta misión con el despliegue de una Fuerza de Operaciones Especiales, unidad que se replegó el en mayo de 2021, en lo que supuso el regreso a casa de las últimas tropas en el país centroasiático, en la estela de Estados Unidos.
104 muertos, 3.500 millones y el Yak 42
La guerra ha supuesto para España 104 muertos, según el Departamento de Seguridad Nacional del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Los fallecidos son 97 militares, tres guardias civiles, dos policías nacionales y dos intérpretes.
Tres hechos trágicos marcan el capítulo luctuoso. El primero es el accidente en 2003 del avión Yak 42, cerca del aeropuerto de Trebisonda, en Turquía, con 62 militares muertos. La responsabilidad del accidente fue de Defensa, siendo ministro Federico Trillo, según dictaminó el Consejo de Estado. El caso se elevó a escándalo por las deficiencias del vehículo, la errónea identificación de los cuerpos y las mentiras denunciadas por los familiares. María Dolores de Cospedal, siendo ministra de Defensa, llegó a pedir perdón «en nombre del Estado«. Otro accidente, en este caso de un helicóptero Cougar, costó la vida a 17 soldados españoles en 2005 al sur de Herat. El tercer acontecimiento fue el ataque a la embajada en Kabul en 2015, que causó la muerte de dos policías. La embajada «no contaba con la seguridad necesaria», según el Instituto de Seguridad y Cultura, que considera que los dos accidentes y el asalto «plantearon dudas sobre la gestión del despliegue, tanto a nivel de recursos como operativo».
El coste de la participación española ha superado holgadamente los 3.500 millones. La cifra fue aportada por Defensa al cierre de la misión de la ISAF. Es decir, se deja fuera al menos el periodo 2015-2021. infoLibre preguntó al ministerio por el coste total, sin respuesta. Álvaro De Argüelles, especialista en estudios internacionales y derecho y colaborador de El Orden Mundial, recalca que el grueso del esfuerzo se realizó entre 2002 y 2014, con lo que esos 3.500 millones pueden ser una cifra «representativa» del coste de la guerra para las arcas públicas, aunque lógicamente por lo bajo. «Desde 2015, el papel español ha sido mucho menos relevante», añade. El Centro Delàs de Estudios por Paz suma a los 3.500 millones casi 198 millones más de la participación española en la operación paralela Libertad Duradera.
Un legado en peligro
El balance de Defensa destaca la tarea de adiestramiento, 1.400 misiones de desactivación de explosivos, los trabajos en el aeropuerto de Herat y la creación de infraestructuras de primera necesidad. «Las misiones españolas han tenido esa impronta humanitaria y de empatía con los más vulnerables, en orfanatos y colegios de Qala-i-Naw, siendo testigos de la integración de niños y niñas en sus aulas», señalaba Defensa en mayo.
De Argüelles, de El Orden Mundial, coincide en destacar que, al haber sido asignada a España una provincia «relativamente estable, sin máximo riesgo militar», las tareas se centraron en el «desarrollo de la zona». «Cuando llegó España [a Bādgīs], ni siquiera podía hacer aterrizajes, porque no había un kilómetro de carretera asfaltada. A veces se habla de áreas medievales, y es en cierto modo un cliché, pero lo cierto es que es una zona muy atrasada», señala De Argüelles, que destaca el papel de la Agencia de Cooperación.
El avance talibán, señala De Argüelles, tendrá un impacto especialmente negativo en todo lo relacionado con las fuerzas policiales y militares afganas, así como con el intento de construir un «nuevo Estado». ¿Qué quedará ahora de eso, elementos centrales del empeño español? Poco, es de temer. «Quizás lo que quede sean las infraestructuras», añade el investigador, pendiente aún de qué uso les darán los talibanes. Y está también, dice, «la semilla» dejada, sobre todo en derechos de las mujeres. Semilla que ahora puede ser pisoteada. Le preocupa además el destino de todas las armas facilitadas por Occidente a policías y militares locales.
En la estela de Estados Unidos
En un artículo de mayo en eldiario.es, Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, hacía un balance aún más sombrío, poniendo el énfasis en el «férreo secretismo», así como en el «empeño en hacer pasar por acción humanitaria» la reconstrucción de Qala-i-Naw, «cuando en realidad eran acciones que servían al cumplimiento de la misión militar». No obstante, la causa central de crítica es que el papel de España haya venido determinado, más que por la realidad de Afganistán, por el deseo de contentar a Washington, en especial como compensación de la retirada de Irak en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero.
«La manera de restañar la herida […] fue aumentar el volumen del contingente en Afganistán, aunque para ello hubiera que retirar el desplegado hasta aquel momento (marzo de 2006) en Haití. Se atendía, así, no a las necesidades afganas, sino a la urgencia por recuperar una buena relación con EEUU, aunque eso conllevara el subsiguiente enfado de Brasil (como líder de la operación de la ONU en Haití) y una pérdida de protagonismo en el ámbito latinoamericano», añade Núñez Villaverde, para quien ningún gobierno ha tenido «estrategia propia».
Es un diagnóstico de todos los analistas: España ha ido actuando conforme guiaba la Casa Blanca, tanto con Bush como con Obama, Trump –cuya Administración acordó con los talibanes en 2020 la salida de las tropas de EEUU– y finalmente con Biden, que aceleró la salida. «Eso, inevitablemente, nos hace compartir sus equivocados enfoques y, del mismo modo, una derrota sin paliativos», analiza Núñez Villaverde.
También observa enfoques equivocados Alejandro Pozo, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz, que ya hacía un diagnóstico crítico en un análisis de 2014, donde recalcaba que «la misión más costosa de la historia del intervencionismo militar español, tanto en términos humanos como económicos», se había servido de un barniz humanitario que disimulaba la realidad. «Al menos 92 de cada 100 euros destinados por España a Afganistán han sido estrictamente militares, para financiar las operaciones ISAF y Libertad Duradera. Los 8 euros restantes tendrían una lógica […] de mejora de la aceptación de la población local y de facilitación de la presencia militar y su seguridad. En España, esos proyectos han contribuido a justificar políticamente la presencia militar en Afganistán», escribía Pozo, que alertaba de que ni el desarrollo en infraestructuras se prolongaría más allá de la intervención militar, ni el terrorismo había sido neutralizado, ni el avance en derechos se había consolidado. Ahora, en conversación con infoLibre tras la toma de Kabul por los talibanes, se expresa desde la «tristeza», pero también desde la «rabia» por una intervención militar que considera errónea y de la que ve a España como comparsa de los intereses de Estados Unidos.
«Entre no hacer nada, que era lo que Estados Unidos hacía en Afganistán por su población antes del 11S, y desplegar cientos de miles de soldados hay muchas opciones que no se han explorado. Se optó por la intervención militar y ahí entró España, sin chistar», señala Pozo, que rechaza el argumento a favor de la guerra, usado durante las últimas dos décadas, según el cual Afganistán había mejorado significativamente gracias a la intervención. «EEUU ha gastado 1 billón de dólares, que era 400 veces el PIB de Afganistán en 2001, a pesar de lo cual sigue ocupando la antepenúltima posición en el Índice de Desarrollo de Género de 2019 del PNUD y la última en el Índice de Paz Global del Instituto por la Economía y la Paz. Lo que está pasando es tristísimo, pero no es que se haya pasado del cielo al infierno. Las mejoras alcanzadas no se corresponden ni de lejos con un gasto de esas dimensiones».
¿Qué se podía haber hecho? Pozo señala que Afganistán arrastra un problema histórico de intervencionismo, siendo escenario de «miniguerras frías» entre India y Pakistán o Arabia Saudí e Irán, entre otras. «La estrategia de EEUU, en vez de trabajar para reducir esas injerencias y crear relaciones diplomáticas y de cooperación, ha sido tirar bombas. Se han dedicado a intentar ganar influencia y reducir la de rivales directos, observando a Afganistán como un espacio vacío que se podía ocupar», explica.
¿Y España? El Gobierno, dice Pozo, «tiene que dar una explicación». Como recuerda el investigador, el comandante del mando de Operaciones, general Francisco Braco, le dijo al rey «misión cumplida» en mayo, una afirmación que el tiempo pone más que en cuestión. «Si la misión era echar un cable a Estados Unidos, en efecto, sí, ha sido una misión cumplida. Pero esto jamás se ha explicado. Estados Unidos no necesitaba nuestra fuerza militar. Hemos sido más útiles con la cesión de espacio aéreo y bases militares y dando cobertura política internacional a la intervención. El coste ha sido de más de cien vidas y 3.500 millones. ¿Para qué ha servido, exactamente? Ahora deben explicarlo».
La teoría y la realidad
La situación actual, con los talibanes dominando Kabul, conmociona al mundo. Pero había voces que advertían de un escenario así. El Instituto Español de Estudios Estratégicos, un think tank encuadrado en Defensa, publicaba esta alerta en marzo, en un informe de Óscar Ruiz, militar destinado en el Cuartel General de la OTAN en Bélgica, y Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Málaga: «La multitud de factores (terrorismo, drogas, Pakistán, corrupción, refugiados, pobreza extrema…) hacen temer lo peor si se produce una salida del país poco planeada y precipitada por parte de las tropas aliadas, pudiendo dejar esta situación a Afganistán a merced de los talibanes, que ni ocultan su deseo de instaurar un Estado Islámico con estricta aplicación de la sharía, ni por el momento han cortado sus vínculos con Al Qaeda».
Esta advertencia contrasta con las palabras optimistas de la ministra de Defensa, Margarita Robes, en abril: «Las líneas generales del plan de repliegue propuesto por los EEUU ofrecen margen suficiente para asegurar que se consoliden los progresos democráticos alcanzados en el país en materia de derechos humanos, educación y el bienestar de las mujeres y los niños».
Álvaro De Argüelles advierte de otro flanco todavía abierto: la salida de los residentes españoles, el personal de la embajada y los afganos que han colaborado. En descargo del Gobierno, señala, puede alegarse que «nadie esperaba que el avance talibán fuera de tal velocidad, si bien deja una pregunta en el aire: «¿Por qué no se hizo al revés? ¿Por qué no se sacó primero a toda la gente y después se hizo la retirada militar?».
Fuente:
https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/08/17/el_triunfo_taliban_malogra_esfuerzo_espanol_tras_104_muertos_mas_500_millones_123626_1012.html
miércoles, 18 de agosto de 2021
La falta de ejercicio físico, una nueva amenaza mundial
El número de jóvenes que práctica algún deporte se ha estancado desde 2012 y un 80% no sigue las recomendaciones de la OMS para este ámbito
Realizar ejercicio físico o practicar algún deporte tiene enormes beneficios, no solo a nivel físico, sino también mental. Reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, la presión arterial y el estrés, ayuda a controlar el colesterol y nos hace descansar mejor. Sin embargo, en los últimos años, la lucha contra la inactividad física se ha estancado, según ha publicado la revista The Lancet en una serie de tres artículos sobre el tema. A nivel global, los problemas derivados de la falta de ejercicio físico y el sedentarismo son responsables de más de cinco millones de muertos cada año y al cambio suponen casi 46.000 millones de euros de gasto en sanidad. De esa cantidad, unos 26.000 millones provienen del sector público.
Los dos primeros estudios se centran en los jóvenes de hasta 24 años y las personas con alguna discapacidad, dos grupos poblacionales clave. El primero, por el triple beneficio que conlleva la práctica deportiva: supone una mejor salud hoy, cuando esa generación crezca y para la generación siguiente. En el caso de las personas discapacitadas, estas tienen un riesgo mayor de padecer problemas de corazón, diabetes u obesidad, por lo que realizar ejercicio físico es una forma sencilla de protegerse. El tercer informe analiza las políticas en torno al deporte llevadas a cabo durante la celebración de los Juegos Olímpicos de los últimos años y el efecto que tuvieron en la rutina de los ciudadanos del país donde se celebraron.
Los problemas derivados del sedentarismo son responsables de más de cinco millones de muertos al año y suponen 46.000 millones de euros anuales de gasto en sanidad.
Según la publicación, el nivel de actividad física en los adolescentes se ha estancado desde 2012 y un 80% de los jóvenes no sigue la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de hacer una hora de ejercicio al día. Un 40% de los escolares nunca va a pie al colegio y un 25% pasa más de tres horas al día sentado después de asistir a clases y completar sus deberes. El estudio también analiza el uso de pantallas de los jóvenes de 38 países europeos. En España, un 53% de los niños y un 48% de las niñas pasaba más de dos horas al día viendo la televisión, frente a la media europea del 60% y 56%, respectivamente. En cuanto a los videojuegos, nuestro país también se mantiene ligeramente por debajo de la media. Si en el continente un 51% de los niños y un 33% de las niñas dedica más de dos horas diarias a jugar con la videoconsola, en España esas cifras se quedan en un 37% y un 29%, respectivamente. Para Esther van Sluijs, autora de esta primera investigación, “los datos sugieren que el uso de pantallas está reemplazando otras actividades sedentarias, como leer libros o revistas o escuchar la radio, pero no necesariamente sustituye a la actividad física”.
En el caso de las personas discapacitadas, los investigadores han determinado que tienen entre un 16 y un 62% más de posibilidades de no alcanzar las recomendaciones de actividad diarias. Es un margen grande, pero depende de los ingresos del país, el sexo o el nivel y el número de discapacidades. “Necesitamos más investigación centrada en la gente con discapacidad, al igual que políticas concretas y cohesivas para asegurar que los derechos de estas personas se mantienen y se les permite participar en actividades físicas”, dice en una nota Kathleen Martin Ginis, de la Universidad de Columbia Británica y una de las autoras.
El trabajo lamenta que la celebración de grandes eventos deportivos (principalmente los Juegos Olímpicos, aunque también mencionan la Eurocopa y la Copa América de fútbol celebradas este 2021) no sea utilizados por las administraciones para impulsar la práctica deportiva. A excepción de los JJ OO de 2008 en Pekín (China) y los de invierno de 1998 en Nagano (Japón), en ningún país organizador aumentó la participación ciudadana en actividades deportivas. “Los grandes eventos hacen que la gente se interese en el ejercicio, pero algunos pueden pensar que ese deporte está por encima de sus capacidades o de sus habilidades, por lo que tenemos que ofrecer programas para la gente de todas las edades y niveles de actividad”, pide Adrian Bauman, investigador de la Universidad de Sídney y uno de los autores de este trabajo.
The Lancet también menciona la pandemia como una oportunidad perdida para el deporte. Pese a que se convirtió en una actividad esencial en algunos países durante el confinamiento, los gobiernos no aprovecharon ese interés creciente. “Las primeras campañas gubernamentales durante la pandemia de la covid motivaban al público a salir y hacer ejercicio. ¿Por qué entonces los gobiernos no pueden comprometerse a promover la actividad física como una necesidad humana esencial más allá e independientemente de la covid-19?”, se pregunta el artículo.
Jesús del Pozo, profesor de Actividad Física de la Universidad de Sevilla, explica este estancamiento debido a la digitalización de los últimos años. “Básicamente hemos vivido una revolución tecnológica en la que hemos incrementado el uso de pantallas y ello implica que estamos incrementando el nivel de sedentarismo”, dice. Para el investigador, este problema viene de lejos, aunque con la covid se ha acentuado. “Los niños lo mínimo que se pasan sentados en la escuela son seis o siete horas”, asegura. “El ser humano no está diseñado para estar sentado y nosotros hemos desarrollado nuestras vidas basándonos en el sedentarismo”, concluye.
A excepción de los JJOO de 2008 en Beijing y los de invierno de 1998 en Nagano, en ningún país organizador de las Olimpiadas aumentó la participación ciudadana en actividades deportivas.
Para Del Pozo, este estudio es una llamada de atención al mundo científico para señalar hacia dónde deben ir los próximos estudios. “No existen evidencias de cómo se produce la transición cuando pasa de ser un adolescente a un adulto ni qué estrategias deberíamos de seguir”, apunta el investigador. Del Pozo también pide revisar las recomendaciones de la OMS: “A lo mejor hay que volver a estudiar el impacto en términos de salud de estas guías. No está tan claro que si tengo 18 años y hago más de 150 minutos a la semana de actividad física moderada eso vaya a tener un impacto positivo en la salud”.
https://elpais.com/ciencia/2021-08-16/la-falta-de-ejercicio-fisico-una-nueva-amenaza-mundial.html#?rel=lom
Realizar ejercicio físico o practicar algún deporte tiene enormes beneficios, no solo a nivel físico, sino también mental. Reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, la presión arterial y el estrés, ayuda a controlar el colesterol y nos hace descansar mejor. Sin embargo, en los últimos años, la lucha contra la inactividad física se ha estancado, según ha publicado la revista The Lancet en una serie de tres artículos sobre el tema. A nivel global, los problemas derivados de la falta de ejercicio físico y el sedentarismo son responsables de más de cinco millones de muertos cada año y al cambio suponen casi 46.000 millones de euros de gasto en sanidad. De esa cantidad, unos 26.000 millones provienen del sector público.
Los dos primeros estudios se centran en los jóvenes de hasta 24 años y las personas con alguna discapacidad, dos grupos poblacionales clave. El primero, por el triple beneficio que conlleva la práctica deportiva: supone una mejor salud hoy, cuando esa generación crezca y para la generación siguiente. En el caso de las personas discapacitadas, estas tienen un riesgo mayor de padecer problemas de corazón, diabetes u obesidad, por lo que realizar ejercicio físico es una forma sencilla de protegerse. El tercer informe analiza las políticas en torno al deporte llevadas a cabo durante la celebración de los Juegos Olímpicos de los últimos años y el efecto que tuvieron en la rutina de los ciudadanos del país donde se celebraron.
Los problemas derivados del sedentarismo son responsables de más de cinco millones de muertos al año y suponen 46.000 millones de euros anuales de gasto en sanidad.
Según la publicación, el nivel de actividad física en los adolescentes se ha estancado desde 2012 y un 80% de los jóvenes no sigue la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de hacer una hora de ejercicio al día. Un 40% de los escolares nunca va a pie al colegio y un 25% pasa más de tres horas al día sentado después de asistir a clases y completar sus deberes. El estudio también analiza el uso de pantallas de los jóvenes de 38 países europeos. En España, un 53% de los niños y un 48% de las niñas pasaba más de dos horas al día viendo la televisión, frente a la media europea del 60% y 56%, respectivamente. En cuanto a los videojuegos, nuestro país también se mantiene ligeramente por debajo de la media. Si en el continente un 51% de los niños y un 33% de las niñas dedica más de dos horas diarias a jugar con la videoconsola, en España esas cifras se quedan en un 37% y un 29%, respectivamente. Para Esther van Sluijs, autora de esta primera investigación, “los datos sugieren que el uso de pantallas está reemplazando otras actividades sedentarias, como leer libros o revistas o escuchar la radio, pero no necesariamente sustituye a la actividad física”.
En el caso de las personas discapacitadas, los investigadores han determinado que tienen entre un 16 y un 62% más de posibilidades de no alcanzar las recomendaciones de actividad diarias. Es un margen grande, pero depende de los ingresos del país, el sexo o el nivel y el número de discapacidades. “Necesitamos más investigación centrada en la gente con discapacidad, al igual que políticas concretas y cohesivas para asegurar que los derechos de estas personas se mantienen y se les permite participar en actividades físicas”, dice en una nota Kathleen Martin Ginis, de la Universidad de Columbia Británica y una de las autoras.
El trabajo lamenta que la celebración de grandes eventos deportivos (principalmente los Juegos Olímpicos, aunque también mencionan la Eurocopa y la Copa América de fútbol celebradas este 2021) no sea utilizados por las administraciones para impulsar la práctica deportiva. A excepción de los JJ OO de 2008 en Pekín (China) y los de invierno de 1998 en Nagano (Japón), en ningún país organizador aumentó la participación ciudadana en actividades deportivas. “Los grandes eventos hacen que la gente se interese en el ejercicio, pero algunos pueden pensar que ese deporte está por encima de sus capacidades o de sus habilidades, por lo que tenemos que ofrecer programas para la gente de todas las edades y niveles de actividad”, pide Adrian Bauman, investigador de la Universidad de Sídney y uno de los autores de este trabajo.
The Lancet también menciona la pandemia como una oportunidad perdida para el deporte. Pese a que se convirtió en una actividad esencial en algunos países durante el confinamiento, los gobiernos no aprovecharon ese interés creciente. “Las primeras campañas gubernamentales durante la pandemia de la covid motivaban al público a salir y hacer ejercicio. ¿Por qué entonces los gobiernos no pueden comprometerse a promover la actividad física como una necesidad humana esencial más allá e independientemente de la covid-19?”, se pregunta el artículo.
Jesús del Pozo, profesor de Actividad Física de la Universidad de Sevilla, explica este estancamiento debido a la digitalización de los últimos años. “Básicamente hemos vivido una revolución tecnológica en la que hemos incrementado el uso de pantallas y ello implica que estamos incrementando el nivel de sedentarismo”, dice. Para el investigador, este problema viene de lejos, aunque con la covid se ha acentuado. “Los niños lo mínimo que se pasan sentados en la escuela son seis o siete horas”, asegura. “El ser humano no está diseñado para estar sentado y nosotros hemos desarrollado nuestras vidas basándonos en el sedentarismo”, concluye.
A excepción de los JJOO de 2008 en Beijing y los de invierno de 1998 en Nagano, en ningún país organizador de las Olimpiadas aumentó la participación ciudadana en actividades deportivas.
Para Del Pozo, este estudio es una llamada de atención al mundo científico para señalar hacia dónde deben ir los próximos estudios. “No existen evidencias de cómo se produce la transición cuando pasa de ser un adolescente a un adulto ni qué estrategias deberíamos de seguir”, apunta el investigador. Del Pozo también pide revisar las recomendaciones de la OMS: “A lo mejor hay que volver a estudiar el impacto en términos de salud de estas guías. No está tan claro que si tengo 18 años y hago más de 150 minutos a la semana de actividad física moderada eso vaya a tener un impacto positivo en la salud”.
https://elpais.com/ciencia/2021-08-16/la-falta-de-ejercicio-fisico-una-nueva-amenaza-mundial.html#?rel=lom
martes, 17 de agosto de 2021
Situación límite
https://www.juantorreslopez.com/
El gobierno ha anunciado ya las condiciones en que se producirá la desescalada material de la situación de alarma en la que nos encontramos pero las empresas y trabajadores autónomos se encuentran en una situación de enorme incertidumbre e inseguridad que incrementa peligrosamente la vulnerabilidad de nuestra economía.
Nadie puede negar que la situación a la que se está haciendo frente es sumamente difícil, que no había protocolo alguno que estableciera lo que había que hacer y lo que no en esta emergencia sanitaria y económica y que, por mucho que se quiera comparar, la situación de cada país es distinta no sólo por el acierto o desacierto de los gobiernos que, en este momento puntual, han tenido que hacer frente a la pandemia. Es seguro que de no haberse producido los recortes en servicios públicos (sobre todo, sanitarios) que se han llevado a cabo en España en los últimos años, de haber estado en otra situación nuestras residencias de mayores, por ejemplo, la evolución del daño hubiera sido distinta. Lo mismo que, pasado el tiempo, se analizará el efecto tan negativo que está teniendo la decepcionante respuesta de la Unión Europea, incapaz de actuar como lo que se supone que es, un grupo de países que unen sus esfuerzos con un destino compartido y común.
Tampoco creo que nadie pueda poner en duda la firme voluntad que está teniendo este gobierno para evitar que las personas y grupos sociales más desfavorecidos sufran en mayor medida que los demás las consecuencias terribles de la pandemia, como nos consta que ocurrió en crisis anteriores.
Circunstancias como esas hay que tenerlas en cuenta, pero no se pueden utilizar para ocultar los errores que se cometan y las lagunas que se observan en las medidas que se estén aplicando. Hay que tratar de desvelarlos con lealtad y contribuir de la manera en que cada uno mejor pueda a corregirlos.
En los próximos días y semanas se va a ir produciendo la reactivación de la vida económica y, sin embargo, las empresas y trabajadores no tienen las mínimas certezas de las que hay que disponer para abrir los negocios con un mínimo de seguridad.
Esto es algo muy importante y que el gobierno quiero creer que ya habrá considerado: puede ocurrir que haya muchas empresas que decidan no volver a abrir, a pesar de poder hacerlo ya, si no disponen de información suficiente sobre lo que vaya a suceder con las ayudas que hasta ahora estén recibiendo o con la gestión de sus plantillas.
El gobierno debe informar cuanto antes de la estrategia que va a seguir en esas materias y más vale ser cauto, poniéndose en el peor de los lugares, que no tratar de contentar a todos ofreciendo escenarios que luego no vayan a poder cumplirse, como ya ha ocurrido en varias ocasiones.
Miles de empresas y trabajadores autónomos están gastando su ahorro o se están endeudando para seguir pagando gastos que son ineludibles y una gran parte se empieza a encontrar en una situación límite, sin saber si van a contar con más ayudas, si el plan de desescalada será firme o si, a la vuelta, el tipo de negocio que habían desarrollado va a seguir teniendo la misma demanda o podrá llevarse a cabo en las condiciones de siempre.
Es cierto que el gobierno se enfrenta a las mismas incertidumbres y que tiene muchas más dificultades que una empresa en concreto para determinar qué va a ocurrir en el futuro más inmediato, pero, desgraciadamente, este argumento no vale en una situación de emergencia. Si se va a dejar caer a las empresas se debe decir cuanto antes porque el destrozo y el coste que sufriremos todos serán mucho mayores si, por no querer asumirlo ahora, se va dejando que sea el tiempo quien vayan pasando la cuenta.
Sigue siendo imprescindible que las empresas reciban ayuda incluso cuando se haya producido la vuelta a la actividad. Esta no va a ser ni inmediata ni completa, de modo que será un error memorable que se deje que todas las empresas y todos los trabajadores autónomos reemprendan sus negocios como si sólo se tratara del despertar de una mala noche en una mala posada. El gobierno debe ofrecer cuanto antes una estrategia de apoyo, todo lo modulada que haga falta pero efectiva y que no puede seguir pasando por fomentar su endeudamiento. En una situación como esta, es el Estado quien debe endeudarse y no miles de empresas y trabajadores autónomos. Aunque, eso sí, ese endeudamiento gubernamental debe ser entendido, asumido y apoyado por la ciudadanía como un esfuerzo imprescindible de la nación en su conjunto y que debe ser asumido por cada uno en función de nuestra particular capacidad de pago. Para lo cual es fundamental que exista liderazgo y mucha y buena pedagogía.
En concreto, creo que deben contemplarse tres cuestiones principales.
La primera, la ayuda en metálico que no sólo no puede desaparecer, sino que se debe hacer mucho más ágil y efectiva.
La segunda es el paréntesis fiscal que debe continuar, para evitar que la vuelta a la actividad produzca el ahogo definitivo de la ya de por sí escasa liquidez de las empresas y autónomos. El calendario fiscal debe dar prioridad ahora a su salvamento y el Estado deberá cubrir -endeudándose en lo que haga falta, como acabo de decir- el roto que eso lógicamente supone para las finanzas públicas. El coste que todos tendremos que asumir más adelante si no lo hace ahora será mucho mayor.
La tercera cuestión que hay que poner sobre la mesa con carácter inmediato y urgente es la relativa a la gestión de las plantillas de las empresas. Yo he defendido y defiendo que hay que evitar que haya empresas que utilicen las ayudas recibidas del Estado para cambiar con oportunismo su plantilla (como, desgraciadamente, están haciendo muchas). Sin embargo, esa prevención no puede llevar a mantener una posición maximalista que puede tener un coste terrible en cuanto a pérdida de empleo se refiere.
Por un lado, es evidente que la vuelta a la actividad no va a ser, como he dicho, ni completa ni inmediata. Y, por otro, también lo es que muchas empresas, afortunadamente, han comenzado ya a reinventarse o lo van a hacer enseguida. Cuando abran tendrán que acomodar su negocio a los nuevos planes de gasto de los consumidores, a los miedos y nuevas pautas de consumo, a la exigencia del distanciamiento… o puede ser que incluso hayan virado completamente su actividad para poder sobrevivir. Lógicamente, todo eso tiene un efecto directo sobre su política de personal, así que no se puede pretender que, por mucha que haya sido la ayuda que hayan recibido, mantengan una misma estructura de personal idéntica a la anterior.
Entre el malgastar la ayuda recibida o utilizarla con oportunismo y el realizar esos cambios positivos que a la postre salvan empleo, hay mucha distancia y las normas, por tanto, se deben establecer con enorme flexibilidad para poder contemplar la realidad de cada caso.
Por tanto, se debe hacer lo necesario para que los ERTES se vayan resolviendo de una manera flexible y adaptada. En otro caso, se puede dar lugar a que muchas empresas que pudieran comenzar a tener actividad decidan no reiniciarla si la demanda o las nuevas condiciones del negocio no les permiten (como es lógico que les ocurra en muchos casos) asumir a la totalidad de la plantilla anterior.
Prórroga fiscal y flexibilidad laboral negociada y bien definida son, en este momento, las claves para que la vuelta a la actividad no se convierta en un verdadero desastre. Aunque no es lo único imprescindible para evitarlo.
Tampoco se puede olvidar que es fundamental dar ayuda de choque y urgente a las familias que se encuentran en situación de carencia extrema y que no están recibiendo ningún apoyo. Me temo que una vez más se ha demostrado que lo mejor es enemigo de lo bueno. Tratar de configurar en situación de emergencia un mecanismo perfeccionado de ingreso mínimo, con todas sus cautelas y garantías, quizá no haya sido la mejor idea cuando la necesidad de miles de personas apura en tan gran medida.
Además de hacer lo que acabo de señalar, el gobierno debe evitar seguir cometiendo los tres errores garrafales que empañan hasta ahora la gestión que realiza de la crisis, eso sí, con una gran preocupación social.
En primer lugar, no puede seguir actuando como El Llanero Solitario frente a la pandemia. Me resulta verdaderamente incomprensible que este gobierno no se dé cuenta del coste político tan tremendo que le está suponiendo el no haber convocado desde el primer momento y permanentemente a todas los partidos políticos, agentes sociales y autoridades autonómicas y del Estado para realizar y protagonizar conjuntamente el seguimiento de la crisis. Cada día que pasa es un paso más hacia el abismo y no sé si aún se estará a tiempo de arreglarlo, pero el gobierno debe rectificar cuanto antes en este sentido.
En segundo lugar, y por razones obvias que no voy a detenerme a comentar, el gobierno debe mejorar también la comunicación de sus estrategias.
Finalmente, también se debe corregir cuanto antes el grave error de haber circunscrito el diseño del llamado plan de reconstrucción a una comisión parlamentaria sin apenas contenido, sin el apoyo necesario, que no parece que haya comenzado a hacer algo y, en principio, como algo ajeno a la propia actuación del gobierno.
Ya casi estamos en el día después (si el destino no nos devuelve en unos pocos meses a la casilla de salida y esto sí que tiene mucho que ver con la responsabilidad de las personas corrientes) y la ciudadanía no sabe qué va a pasar (más allá de las condiciones en que se producirá la desescalada), cómo vamos a salir de todo esto y de qué manera se podrá hacer frente a un futuro económico tan incierto. También me parece mentira que este gobierno no se dé cuenta, a la hora de pensar en el futuro, de lo importante que es la complicidad social y ciudadana, la participación de todas las personas y organizaciones que llevan pensando en los problemas de España durante años e incluso resolviéndolos en el día a día. Cuanto antes, con la máxima urgencia, el gobierno debería hacer una gran convocatoria nacional que permita aflorar la creatividad y el compromiso de los españoles de todas las comunidades y nacionalidades. En otras ocasiones hemos sido capaces de poner en marcha grandes proyectos y podríamos volver hacerlo ahora que es mucho más necesario.
https://www.juantorreslopez.com/situacion-limite/#more-8794
El gobierno ha anunciado ya las condiciones en que se producirá la desescalada material de la situación de alarma en la que nos encontramos pero las empresas y trabajadores autónomos se encuentran en una situación de enorme incertidumbre e inseguridad que incrementa peligrosamente la vulnerabilidad de nuestra economía.
Nadie puede negar que la situación a la que se está haciendo frente es sumamente difícil, que no había protocolo alguno que estableciera lo que había que hacer y lo que no en esta emergencia sanitaria y económica y que, por mucho que se quiera comparar, la situación de cada país es distinta no sólo por el acierto o desacierto de los gobiernos que, en este momento puntual, han tenido que hacer frente a la pandemia. Es seguro que de no haberse producido los recortes en servicios públicos (sobre todo, sanitarios) que se han llevado a cabo en España en los últimos años, de haber estado en otra situación nuestras residencias de mayores, por ejemplo, la evolución del daño hubiera sido distinta. Lo mismo que, pasado el tiempo, se analizará el efecto tan negativo que está teniendo la decepcionante respuesta de la Unión Europea, incapaz de actuar como lo que se supone que es, un grupo de países que unen sus esfuerzos con un destino compartido y común.
Tampoco creo que nadie pueda poner en duda la firme voluntad que está teniendo este gobierno para evitar que las personas y grupos sociales más desfavorecidos sufran en mayor medida que los demás las consecuencias terribles de la pandemia, como nos consta que ocurrió en crisis anteriores.
Circunstancias como esas hay que tenerlas en cuenta, pero no se pueden utilizar para ocultar los errores que se cometan y las lagunas que se observan en las medidas que se estén aplicando. Hay que tratar de desvelarlos con lealtad y contribuir de la manera en que cada uno mejor pueda a corregirlos.
En los próximos días y semanas se va a ir produciendo la reactivación de la vida económica y, sin embargo, las empresas y trabajadores no tienen las mínimas certezas de las que hay que disponer para abrir los negocios con un mínimo de seguridad.
Esto es algo muy importante y que el gobierno quiero creer que ya habrá considerado: puede ocurrir que haya muchas empresas que decidan no volver a abrir, a pesar de poder hacerlo ya, si no disponen de información suficiente sobre lo que vaya a suceder con las ayudas que hasta ahora estén recibiendo o con la gestión de sus plantillas.
El gobierno debe informar cuanto antes de la estrategia que va a seguir en esas materias y más vale ser cauto, poniéndose en el peor de los lugares, que no tratar de contentar a todos ofreciendo escenarios que luego no vayan a poder cumplirse, como ya ha ocurrido en varias ocasiones.
Miles de empresas y trabajadores autónomos están gastando su ahorro o se están endeudando para seguir pagando gastos que son ineludibles y una gran parte se empieza a encontrar en una situación límite, sin saber si van a contar con más ayudas, si el plan de desescalada será firme o si, a la vuelta, el tipo de negocio que habían desarrollado va a seguir teniendo la misma demanda o podrá llevarse a cabo en las condiciones de siempre.
Es cierto que el gobierno se enfrenta a las mismas incertidumbres y que tiene muchas más dificultades que una empresa en concreto para determinar qué va a ocurrir en el futuro más inmediato, pero, desgraciadamente, este argumento no vale en una situación de emergencia. Si se va a dejar caer a las empresas se debe decir cuanto antes porque el destrozo y el coste que sufriremos todos serán mucho mayores si, por no querer asumirlo ahora, se va dejando que sea el tiempo quien vayan pasando la cuenta.
Sigue siendo imprescindible que las empresas reciban ayuda incluso cuando se haya producido la vuelta a la actividad. Esta no va a ser ni inmediata ni completa, de modo que será un error memorable que se deje que todas las empresas y todos los trabajadores autónomos reemprendan sus negocios como si sólo se tratara del despertar de una mala noche en una mala posada. El gobierno debe ofrecer cuanto antes una estrategia de apoyo, todo lo modulada que haga falta pero efectiva y que no puede seguir pasando por fomentar su endeudamiento. En una situación como esta, es el Estado quien debe endeudarse y no miles de empresas y trabajadores autónomos. Aunque, eso sí, ese endeudamiento gubernamental debe ser entendido, asumido y apoyado por la ciudadanía como un esfuerzo imprescindible de la nación en su conjunto y que debe ser asumido por cada uno en función de nuestra particular capacidad de pago. Para lo cual es fundamental que exista liderazgo y mucha y buena pedagogía.
En concreto, creo que deben contemplarse tres cuestiones principales.
La primera, la ayuda en metálico que no sólo no puede desaparecer, sino que se debe hacer mucho más ágil y efectiva.
La segunda es el paréntesis fiscal que debe continuar, para evitar que la vuelta a la actividad produzca el ahogo definitivo de la ya de por sí escasa liquidez de las empresas y autónomos. El calendario fiscal debe dar prioridad ahora a su salvamento y el Estado deberá cubrir -endeudándose en lo que haga falta, como acabo de decir- el roto que eso lógicamente supone para las finanzas públicas. El coste que todos tendremos que asumir más adelante si no lo hace ahora será mucho mayor.
La tercera cuestión que hay que poner sobre la mesa con carácter inmediato y urgente es la relativa a la gestión de las plantillas de las empresas. Yo he defendido y defiendo que hay que evitar que haya empresas que utilicen las ayudas recibidas del Estado para cambiar con oportunismo su plantilla (como, desgraciadamente, están haciendo muchas). Sin embargo, esa prevención no puede llevar a mantener una posición maximalista que puede tener un coste terrible en cuanto a pérdida de empleo se refiere.
Por un lado, es evidente que la vuelta a la actividad no va a ser, como he dicho, ni completa ni inmediata. Y, por otro, también lo es que muchas empresas, afortunadamente, han comenzado ya a reinventarse o lo van a hacer enseguida. Cuando abran tendrán que acomodar su negocio a los nuevos planes de gasto de los consumidores, a los miedos y nuevas pautas de consumo, a la exigencia del distanciamiento… o puede ser que incluso hayan virado completamente su actividad para poder sobrevivir. Lógicamente, todo eso tiene un efecto directo sobre su política de personal, así que no se puede pretender que, por mucha que haya sido la ayuda que hayan recibido, mantengan una misma estructura de personal idéntica a la anterior.
Entre el malgastar la ayuda recibida o utilizarla con oportunismo y el realizar esos cambios positivos que a la postre salvan empleo, hay mucha distancia y las normas, por tanto, se deben establecer con enorme flexibilidad para poder contemplar la realidad de cada caso.
Por tanto, se debe hacer lo necesario para que los ERTES se vayan resolviendo de una manera flexible y adaptada. En otro caso, se puede dar lugar a que muchas empresas que pudieran comenzar a tener actividad decidan no reiniciarla si la demanda o las nuevas condiciones del negocio no les permiten (como es lógico que les ocurra en muchos casos) asumir a la totalidad de la plantilla anterior.
Prórroga fiscal y flexibilidad laboral negociada y bien definida son, en este momento, las claves para que la vuelta a la actividad no se convierta en un verdadero desastre. Aunque no es lo único imprescindible para evitarlo.
Tampoco se puede olvidar que es fundamental dar ayuda de choque y urgente a las familias que se encuentran en situación de carencia extrema y que no están recibiendo ningún apoyo. Me temo que una vez más se ha demostrado que lo mejor es enemigo de lo bueno. Tratar de configurar en situación de emergencia un mecanismo perfeccionado de ingreso mínimo, con todas sus cautelas y garantías, quizá no haya sido la mejor idea cuando la necesidad de miles de personas apura en tan gran medida.
Además de hacer lo que acabo de señalar, el gobierno debe evitar seguir cometiendo los tres errores garrafales que empañan hasta ahora la gestión que realiza de la crisis, eso sí, con una gran preocupación social.
En primer lugar, no puede seguir actuando como El Llanero Solitario frente a la pandemia. Me resulta verdaderamente incomprensible que este gobierno no se dé cuenta del coste político tan tremendo que le está suponiendo el no haber convocado desde el primer momento y permanentemente a todas los partidos políticos, agentes sociales y autoridades autonómicas y del Estado para realizar y protagonizar conjuntamente el seguimiento de la crisis. Cada día que pasa es un paso más hacia el abismo y no sé si aún se estará a tiempo de arreglarlo, pero el gobierno debe rectificar cuanto antes en este sentido.
En segundo lugar, y por razones obvias que no voy a detenerme a comentar, el gobierno debe mejorar también la comunicación de sus estrategias.
Finalmente, también se debe corregir cuanto antes el grave error de haber circunscrito el diseño del llamado plan de reconstrucción a una comisión parlamentaria sin apenas contenido, sin el apoyo necesario, que no parece que haya comenzado a hacer algo y, en principio, como algo ajeno a la propia actuación del gobierno.
Ya casi estamos en el día después (si el destino no nos devuelve en unos pocos meses a la casilla de salida y esto sí que tiene mucho que ver con la responsabilidad de las personas corrientes) y la ciudadanía no sabe qué va a pasar (más allá de las condiciones en que se producirá la desescalada), cómo vamos a salir de todo esto y de qué manera se podrá hacer frente a un futuro económico tan incierto. También me parece mentira que este gobierno no se dé cuenta, a la hora de pensar en el futuro, de lo importante que es la complicidad social y ciudadana, la participación de todas las personas y organizaciones que llevan pensando en los problemas de España durante años e incluso resolviéndolos en el día a día. Cuanto antes, con la máxima urgencia, el gobierno debería hacer una gran convocatoria nacional que permita aflorar la creatividad y el compromiso de los españoles de todas las comunidades y nacionalidades. En otras ocasiones hemos sido capaces de poner en marcha grandes proyectos y podríamos volver hacerlo ahora que es mucho más necesario.
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