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miércoles, 13 de diciembre de 2017

_- Por qué es importante que los niños aprendan matemáticas desde la guardería. Beatriz Díez, BBC

_- Las matemáticas son como las enfermedades infantiles: cuanto antes se "contraigan", mejor.
Así lo consideraba el científico alemán del siglo XIX Arnold Sommerfeld.
Sus palabras parecen precursoras de una corriente que cobra cada vez más relevancia en Estados Unidos y que aboga por una enseñanza temprana de las matemáticas.

"Se puede empezar tan temprano como a los 2 o 3 años de edad", opina Deborah Stipek, profesora de la Universidad de Stanford, California. "Nos han estado enseñando mal las matemáticas durante todo este tiempo" BBC Mundo habló con ella.

Ansiedad matemática
Aquellos que se sienten fascinados pero también intimidados por las matemáticas deben saber que no están solos. El fenómeno ha sido estudiado y tiene incluso un nombre: ansiedad hacia las matemáticas. "Esta ansiedad matemática es bastante común, al menos en Estados Unidos", expone Stipek, "algunos dicen que parte de esa ansiedad proviene de cómo se enseñan"

Si bien la profesora advierte que no hay una teoría científica que explique qué tipo de educación fomenta una mayor ansiedad matemática, en su opinión hay dos factores que nos pueden distanciar de esta ciencia desde la escuela: la tendencia de la enseñanza a poner el énfasis en alcanzar la respuesta correcta, considerando además que solo hay una solución válida. la creencia de que las matemáticas es algo para lo que eres bueno o no lo eres. Y si no lo eres, no puedes hacer mucho por cambiarlo.

Eliminando diferencias
Estos planteamientos necesitan ser revisados, defiende Stipek, que dirige en Stanford el programa Desarrollo e Investigación en Educación Temprana de Matemáticas. "No creo que haya ninguna prueba que demuestre que se nace siendo bueno en matemáticas", dice la profesora, "lo que sí sabemos es que se puede sentar una base muy sólida en la infancia temprana de la que los niños se beneficiarán cuando crezcan".

La brecha de aptitudes entre niños de distintos entornos es grande en Estados Unidos.
"La diferencia de nivel en alfabetización y matemáticas existe incluso antes de que los pequeños entren en el jardín de infancia", indica Stipek. "Tenemos niños de familias de bajos recursos que llegan a la guardería con un conocimiento mucho más pobre de los números básicos, por ejemplo, que los niños de familias de clase media o adineradas. "Una de las razones por las que abogamos por la enseñanza temprana de las matemáticas es el poder darles a todos los niños una oportunidad equitativa para aprovechar el currículo escolar".

Impacto en otros ámbitos
La importancia de las matemáticas no se reduce a la disciplina en sí, se extiende a otros campos. "Desde luego las matemáticas son importantes para la física y muchas otras asignaturas de ciencias e ingeniería, es parte de esas disciplinas", señala Stipek. "Pero también están altamente relacionadas con el aprendizaje posterior. No sabemos cuál es la relación causal, pero los niños que llegan a la escuela con habilidades matemáticas relativamente buenas tienden a tener mejores resultados". "Una de las cosas que las matemáticas aportan es que te enseñan a pensar con lógica y deducción. Las matemáticas nos ayudan a desarrollar más capacidades cognitivas de las que son obvias", agrega.

Prioridad de la lectura
Dados todos estos beneficios, cabe preguntarse por qué los adultos no prestamos tanta atención a las matemáticas como a otras actividades que hacemos con los niños. Los expertos coinciden en que se le suele dar más importancia a la alfabetización y la lectura, relegando las matemáticas a un momento posterior de la educación.

"Cuando hablamos de la lectura, hay una percepción casi intuitiva de que es muy importante tener habilidades lectoras porque todo depende de eso, incluidas las matemáticas. Saber leer es importante para todo lo demás y por eso se pone tanto énfasis", razona Stipek. Pero la profesora observa otras posibilidades, como por ejemplo que los padres no sepan matemáticas o no se sientan cómodos con ellas o que los maestros de preescolar tampoco las dominen bien. "Muchos de los maestros que deciden dar clases a los más pequeños es para no tener que impartir clases de matemáticas", apunta Stipek. "Y desde el sistema educativo, nadie les ha dicho a estos maestros, al menos no hasta hace relativamente poco tiempo, que es importante enseñar matemáticas".

Aprender jugando
Imaginar a niños de 2 o 3 años aprendiendo a hacer cuentas puede sorprender a más de uno, pero lo que sugieren quienes recomiendan su enseñanza temprana es que se plantee como una diversión.

Se puede jugar a contar los dedos de los pies o pedirle al niño que cuente los cubiertos para la cena o las naranjas que se meten en la cesta en el supermercado.
"Hay muchas maneras en las que los padres pueden integrar las matemáticas en su lenguaje del día a día con los niños de forma muy natural", sostiene Stipek. "Desde nuestro programa estamos trabajando duro para hacerle saber a la gente que los niños pueden aprender matemáticas a edades muy tempranas y que les gusta hacerlo si es de forma divertida".

Y concluye: "Esto puede ayudar a crear una sólida base en matemáticas para que, en el futuro, los niños no terminen como esas otras personas de las que hablábamos que padecen ansiedad matemática".

http://www.bbc.com/mundo/noticias-42075206

jueves, 7 de diciembre de 2017

_- “Shanghai mastery”: los secretos de los mejores profesores de matemáticas del mundo

_- No por casualidad los maestros de matemáticas de Shanghái son considerados los mejores del mundo: se han ganado su reputación a fuerza de resultados descollantes de sus alumnos en competitivas pruebas internacionales.

El método de enseñanza en la ciudad más poblada de China se ha convertido ahora en un producto cultural de exportación.

Lo llaman "Shangai Mastery" (Maestría de Shangái). Y la mitad de las escuelas de Reino Unido adoptará este sistema en sus aulas de primaria, después de un período de prueba iniciado en 2014 y tras el anuncio del gobierno, esta semana, de una inversión de US$55 millones para apoyar a los maestros en la transición.

Esta técnica de enseñanza genera alumnos de alto rendimiento en porcentajes que son la envidia del resto del mundo docente. Según algunas mediciones, los estudiantes de Shanghái alcanzan los mismos resultados que otros niños con tres años más de escolaridad en otras partes del mundo.

En las pruebas PISA de matemáticas, Shanghái-China se mantiene en el primer lugar del ranking con 613 puntos, 119 puntos sobre la media de todos los países y economías participantes.
Y los índices muestran que el porcentaje de estudiantes de 15 años que son "analfabetos numéricos" -esto es, incapaces de realizar cálculos básicos- está 10 puntos por debajo del de países como Estados Unidos o Reino Unido.
Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de Shanghái?

Conceptos primero
Para empezar, el método chino se basa en organizar cada lección en torno a un concepto matemático único, sea el principio básico de la suma, la lógica de resolución de ecuaciones o la comprensión de una fracción como parte de un entero.

El que sea, pero uno por vez.
Esa noción única es cubierta de manera metódica y sistemática, a tal punto que la clase entera se detiene hasta que todos los niños la hayan comprendido.

"En muchos países se considera que una buena lección es una que logra cubrir mucho material.

Cuanto más progreso se registre, mejor es la clase", señala Mark Boylan, experto en educación de la Universidad Sheffield Hallam, en Reino Unido, y colaborador de la revista Schools Week.
"Pero en Shanghái el énfasis está puesto en asegurarse que una idea o principio ha sido cabalmente aprendido en una lección, de tal manera que no haya que volver a enseñarlo en el futuro".

Expertos en educación consideran que el "Shanghai Mastery" es riguroso y demandante, apoyado en libros de alta calidad que se actualizan una vez al año y desplazan por completo a las fotocopias y hojas de ejercicio tan comunes en otras partes del mundo.

El método es también altamente conceptual,
basado en inculcar leyes y fundamentos de las matemáticas en primer término, aunque luego se incentiva el uso de objetos e imágenes para representar físicamente los conceptos y visualizar ideas abstractas.

El lenguaje con que los niños se expresan también es uno de sus pilares.
"Siempre queremos que se expliquen y expresen en oraciones completas, no dando respuestas sueltas sino explicando cómo se llegó a la resolución correcta (de un problema matemático). Esto es clave para desarrollar el lenguaje matemático y las habilidades de razonamiento", explica en su página web el programa profesional Mathematics Mastery, de Reino Unido, basado en el método asiático.
Los críticos, sin embargo, señalan que el método de Shangái puede volverse demasiado abstracto y es incapaz de fomentar el traspaso de conceptos matemáticos a escenarios de la vida real.

Otros señalan que los maestros chinos desarrollaron un método "a prueba de exámenes", pensado para formar alumnos que alcancen buenos resultados pero que no son necesariamente los más aptos para aplicar el conocimiento a las situaciones cotidianas.

Todos juntos a contar
También el principio de cohesión es parte de la lógica de la reputada enseñanza en Shanghái.
La clase es considerada una unidad, donde todos los alumnos avanzan a la vez… o no avanzan, si es que alguno de ellos todavía no ha entendido del todo.

No hay división en subgrupos por niveles de habilidad, como ocurre en otros sistemas educativos, ni tareas diferenciales para alumnos más avanzados o rezagados.
Todo niño lleva un matemático en el corazón, parece ser la premisa, y es responsabilidad del maestro sacarlo a relucir.
"Dicho crudamente, los métodos de diferenciación que se utilizan con frecuencia en las primarias (europeas) consisten en separar a los 'matemáticamente hábiles' de los 'matemáticamente débiles' y modificar el contenido para unos y otros", escribe Charlie Stripp, director del Centro Nacional de Excelencia para la Enseñanza de las Matemáticas (NCETM, por sus siglas en inglés) de Reino Unido.

"Esto se hace con las mejores intenciones, para ayudar a los que tienen dificultades... pero a la luz de la evidencia que nos llega desde Asia, estamos comenzando a preguntarnos si esta diferenciación no es dañina en muchos sentidos".

En Shanghái, en cambio, a los estudiantes más avanzados se les pide que profundicen en los conceptos y ayuden al resto, más que fomentar que se adelanten a los rezagados.

Mientras que para algunos esta búsqueda de una clase igualitaria es loable, otros consideran que en realidad desincentiva a los alumnos más capaces y los lleva al aburrimiento seguro.

La disposición del aula, con pupitres alienados mirando al frente al modo clásico, también es objeto de crítica por quienes promueven métodos más flexibles y modernos. Es "poco inspirador" y "no fomenta la interacción entre pares", señalan.

Repetición, repetición, repetición
Desde los 5 años, la práctica de ejercicios y cálculos tiene un régimen casi militar en Shanghái, con repeticiones hasta que cada niño logre incorporar el concepto del día.

Y es que la reiteración es otro de los principios en que se basa el método.
En la práctica, la clase transcurre así: un niño responde a la pregunta del maestro, luego todos repiten la respuesta al unísono. Luego otro niño contesta la pregunta siguiente, el resto de la clase repite en alto, y así.
Cada ronda termina en aplausos "de premio"; luego todos deberán anotar las respuestas en sus cuadernos y reiterarlas una vez más en la pizarra.
Pero más allá del rigor formal, las clases suelen ser muy interactivas, con discusiones con la maestra y entre compañeros.
"Contrario a lo que indican algunos, la enseñanza de matemáticas según este método no es sólo una repetición de memoria, aunque sí es cierto que las repeticiones llevan a que los alumnos memoricen y sean capaces de recordar respuestas pre-aprendidas, que son fundamentales en matemáticas", indica Stripp.
Las sesiones son, sobre todo, cortas: 35 a 40 minutos de enseñanza focalizada, seguidas de 15 minutos de juego desestructurado.

El maestro es la estrella
Otro de los secretos del éxito también se mide por el reloj: en el número de horas que los docentes pasan al frente de una clase. Son muy pocas.
Según una evaluación del método de Shanghái publicada en estos días por la Universidad de Sheffield Hallam, un maestro imparte al día dos sesiones de 40 minutos cada una.

El resto de la jornada laboral se dedica a evaluaciones entre pares y observación no participante de las clases de otros.
Pero, aún más relevante, quien está al frente de una clase ha debido pasar antes por cinco años de formación específica. Dicho de otro modo: una maestra de matemáticas estudió especialmente cómo enseñar matemáticas a nivel primario durante sus cinco años de carrera universitaria.

No hay "maestros de grado" o generalistas como se acostumbra en otros países del mundo.
"Parte del éxito en la enseñanza en países como China y Singapur se origina también en el respeto con que se ve a los maestros y en el tiempo que se les da para planear y prepararse", agrega el experto en educación James Bowen, director del sindicato y asociación docente NAHT Edge de Reino Unido.

Sin embargo, los críticos señalan que los privilegios de los maestros no siempre coinciden con los beneficios que perciben los estudiantes.
Un informe del Instituto para el Desarrollo Social de la Universidad NYU Shanghai, publicado en 2014, revela que si bien la mayoría de las escuelas tiene buenas aulas, bibliotecas y laboratorios, muchas carecen de otros espacios clave para el bienestar de los niños, como gimnasios, auditorios, patios o salas de juego.

Y un 13% de los alumnos en edad escolar tiene salud "regular o mala", según el reporte.

El éxito del programa (de Shanghái) depende de cuánto y cómo entrenes a los docentes (Formación) y cuán comprometidos estén ellos con el método (Implicación). 
Los gobiernos son los responsables de poner más esfuerzo en reclutar y retener docentes entrenados, lo que no pasa en todas partes", apunta Russell Hobby, secretario general de NAHT.

http://www.bbc.com/mundo/noticias-36809516

jueves, 5 de octubre de 2017

_- “Los alumnos que no compiten tienen una mejor salud mental”. El pionero del aprendizaje cooperativo David Johnson aclara por qué todas las escuelas deberían implantar ese modelo

_- En los años 60 David Johnson (Indiana, 1940) y su hermano Roger comenzaron una cruzada contra el aprendizaje competitivo e individualista que imperaba en las escuelas de Estados Unidos.
Su objetivo era dar la vuelta a la creencia de que solo los más aptos sobreviven y demostrar que el aprendizaje cooperativo era la clave para encajar en la sociedad, encontrar un empleo en el futuro y saber sobreponerse a la ansiedad. Fundaron el Centro de Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de Minnesota y desde entonces han publicado más de 100 investigaciones y han formado a más de un millón de profesores de diferentes partes del mundo. Hoy tienen centros formativos en Shanghái, Japón, Noruega o España, donde se enseña una metodología desarrollada por ellos y construida sobre cinco pilares.

Considerados los padres del aprendizaje cooperativo, los hermanos Johnson fueron los primeros en recopilar y contrastar más de 550 estudios publicados sobre el tema desde 1898 para elaborar después sus propias investigaciones, un trabajo por el que han recibido más de una decena de premios, entre ellos el Brock International Prize for Education en 2007, concedido por la Universidad de Oklahoma.

David Johson, profesor de Psicología Educacional en la Universidad de Minnesota, contestó a las preguntas de este diario en el I Congreso de Innovación Educativa celebrado hace dos semanas en Zaragoza y organizado por el Gobierno de Aragón, un foro de dos días al que acudieron 1.400 profesores para intercambiar experiencias sobre las últimas metodologías en el aula.

Pregunta. ¿Qué es el aprendizaje cooperativo y por qué se debería usar en las escuelas?
Respuesta. Mucha gente tiene una idea equivocada. Juntar a personas en la misma habitación, sentarlas en círculo y decirles que son un grupo no quiere decir que vayan a cooperar de forma efectiva. Es necesario que se den cinco elementos esenciales que son los que integran nuestra metodología.
El más importante es la interdependencia positiva, que implica que todos los integrantes del grupo perciban que el éxito individual no se dará si no triunfan todos. Si uno falla, todos pierden. La clave es entender que los esfuerzos individuales no serán en beneficio propio, sino del grupo. Este método de trabajo consigue que las personas se preocupen por el éxito de los demás, un elemento básico para la convivencia.
Si las escuelas promueven la cultura de ser el número uno, a la vez están animando a esos mismos alumnos a desalentar y obstruir los esfuerzos de los otros. En las competiciones solo ganan unos pocos.

P. Sus estudios han demostrado que la competitividad entre alumnos no mejora los resultados académicos. ¿Por qué sigue instalado ese sistema en las escuelas?
R. A mediados de los sesenta cuando Roger y yo comenzamos a interesarnos por el tema, la competitividad y el individualismo dominaban los sistemas de enseñanza en primaria, secundaria y en la Universidad. Era el llamado darwinismo social, que consiste en aplicar la teoría de la evolución de Darwin al campo educativo: los estudiantes tienen que aprender a sobrevivir en un mundo en el que unos se comen a otros y solo los más aptos sobreviven. En ese momento, el aprendizaje cooperativo era relativamente desconocido e ignorado por los educadores. Afortunadamente, hoy es una de las metodologías escogidas en todos los niveles educativos. Es muy raro encontrar a un profesor que no conozca este tipo de aprendizaje.

P. ¿Cuál es el principal problema que se da en las aulas?
R. Se ignora completamente la interacción entre los estudiantes. Los programas de formación del profesorado destinan la mayor parte del tiempo a enseñar a los docentes a lidiar con los alumnos y les muestran cómo deben reaccionar a los materiales de clase. Sin embargo, la interacción entre los alumnos es esencial y dice mucho de cómo aprenderán o de cuánta autoestima serán capaces de adquirir. No tiene sentido que los estudiantes compitan entre ellos para ver quién saca un sobresaliente y se sitúa por encima de los demás. Ese modelo ha caducado y hasta las empresas tecnológicas como IBM contratan a los que saben trabajar en grupo. A principios de los 2000 una investigación de una consultora señaló que el principal motivo por el que los estadounidenses dejan su trabajo es la falta de habilidades sociales de su jefe. El individualismo ya no vale.

P. ¿Por qué se les considera los padres del aprendizaje cooperativo? ¿Qué han aportado que no hicieran las investigaciones previas?
R. Se nos puede considerar los pioneros del aprendizaje cooperativo de la edad moderna, pero antes de nosotros hubo decenas de autores. El filósofo romano Séneca abogaba por este tipo de aprendizaje con afirmaciones como Qui docet discet, que quiere decir que el que enseña aprende dos veces. En el movimiento por la escuela pública de los Estados Unidos de comienzos del siglo XIX también hubo una fuerte defensa de esta corriente. No es algo nuevo. El hecho de enfrentarse a puntos de vista opuestos genera incertidumbre y conduce a la persona a buscar más información para conseguir una conclusión más refinada y razonada. Además, nuestros estudios demuestran que el alumno debe reestructurar la información para retenerla en la memoria y una forma de lograrlo es explicar algo en voz alta a un tercero.

P. De sus estudios se desprende que el aprendizaje cooperativo exige más esfuerzo y pese a ello resulta más atractivo para los estudiantes.
R. Los beneficios se pueden dividir en tres grandes grupos:
1. Un mayor esfuerzo para el logro, 
2. Una mejora de las relaciones interpersonales y 
3. También de la salud psicológica. 

El cooperativo es más complejo que el individualista porque el alumno tiene que conectar al mismo tiempo con la tarea que debe realizar y con el grupo.

Los miembros del equipo tienen que aprender 
1. A liderar, 
2. A decantarse por un punto de vista, 
3. A comunicar y 
4. A manejar los conflictos.

Nuestras investigaciones demuestran que trabajan más duro cuando lo hacen en grupo que en solitario. Y obtienen más beneficios.

1.Aumenta la retención de información, 
2. Tienen mayor capacidad para desarrollar argumentos, 
3. Mayor motivación para seguir aprendiendo después de clase y 
4. Mejores estrategias para la resolución de problemas.

P. Parece que los estudiantes que cooperan saben manejar mejor su carácter y tienen mayor resistencia a la ansiedad. ¿Por qué?
R. Cada vez que dos estudiantes trabajan juntos, la relación cambia:
1. Se entienden mejor,
2. Se aceptan y
3. Se apoyan mutuamente tanto en lo académico como en lo personal.

Cuando no compiten,
1. Mejora su salud mental;
2. Ganan autoestima y
3. Mejora su habilidad para lidiar con el estrés.

El grado de vinculación emocional entre los estudiantes tiene un profundo efecto en su comportamiento en el aula.
Cuanto más positiva es esa relación, menores son las tasas de absentismo y de abandono. El sentimiento de responsabilidad sobre el grupo incentiva las ganas de emprender proyectos de mayor dificultad y mejora la motivación y la persistencia para alcanzar una meta conjunta. El grupo se siente unido frente a ataques externos o críticas y crece el compromiso por el crecimiento personal y académico del resto de miembros del equipo.
Los niños que requieren tratamiento psicológico suelen tener menos amigos y sus amistades son menos estables a largo plazo.
La esencia de la salud psicológica es la habilidad de construir, mantener y modificar las relaciones con los demás para conseguir determinados objetivos. Los que no son capaces de gestionarlo suelen presentar mayores niveles de ansiedad, depresión, frustración y sentimientos de soledad. Son menos productivos y más inefectivos en combatir la adversidad.

https://elpais.com/economia/2017/10/02/actualidad/1506942650_496359.html

viernes, 29 de septiembre de 2017

Criar a un niño bilingüe: ventajas e inconvenientes para su cerebro. La neurociencia nos permite saber más sobre cómo funciona el cerebro al aprender varios idiomas desde pequeños, y el coste que supone en otras habilidades.

Hasta los cuatro meses de edad, el cerebro de los niños es capaz de registrar todos los sonidos imaginables. Es la etapa en la que los bebés son potencialmente más receptivos para ser bilingües. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de que los niños aprendan una segunda lengua desde tan pequeños?

Con lo que nos cuesta a los adultos aprender un idioma nuevo... y la soltura con la que se desenvuelven los más pequeños en una segunda lengua. Del lenguaje aún falta mucho por descubrir, pero afortunadamente la neurociencia está haciendo los deberes y ya podemos saber un poco más acerca de cómo funciona el cerebro en niños bilingües, los beneficios de hablar dos idiomas y el coste que esto supone en otras habilidades.

Pero, ¿qué es ser bilingüe?
Albert Costa, psicólogo y profesor de investigación del Centro para Cerebro y Cognición de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), de Barcelona, además de autor de El cerebro bilingüe (Ed. Debate), nos explica que la definición de bilingüismo es compleja, pero simplificándola al máximo, podríamos decir que “llamamos bilingües a quienes usan dos idiomas para comunicarse, en diferentes grados, con diferentes competencias (altamente competente, de cuna, etc.)”.

¿Cuándo es momento de empezar?
Cualquiera que sea el grado de bilingüismo, no hay duda de que los niños tienen una enorme capacidad para aprender idiomas, por lo que hacerlo desde pequeños es, parece ser, la fórmula. Pero, ¿cuándo es, exactamente, el momento? ¿Cuándo nacen? ¿Antes de saber hablar? ¿Cuándo empiezan el cole a los tres años? ¿A los seis, cuando ya leen y su vocabulario nativo se enriquece? La respuesta del investigador es sencilla, pero rotunda: “cuanto antes, mejor”. Pero, ojo, esto va más allá de elegir un colegio bilingüe o una academia.

Aprender sonidos y palabras
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que existen dos niveles en el aprendizaje de una lengua: el léxico y los sonidos (o fonemas). En cuanto al primero, el de la adquisición de vocabulario, Costa señala que “la capacidad para aprender palabras queda abierta para toda la vida. De hecho, estamos constantemente aprendiendo palabras nuevas. Como para ello no hay límite de edad, que sea pronto o tarde no tiene mayor relevancia”. Sin embargo, “la edad sí tiene importancia en el aprendizaje de los sonidos”, añade el profesor. Si juntamos todas las lenguas del mundo, encontraremos más de 800 sonidos diferentes, de los cuales cada idioma usa unos 40 como media.

Un estudio dirigido por Núria Sebastián-Gallés, de la Universidad Pompeu Fabra, y Laura Bosch, de la Universidad de Barcelona, pone de manifiesto que hasta los cuatro meses de edad, los bebés (bilingües y monolingües) son capaces de discriminar entre dos lenguas, porque pueden distinguir las particularidades exclusivas de cada uno de los fonemas. Por eso, en esta etapa, los críos podrían aprender cualquier idioma al que estuvieran expuestos, gracias a la gran plasticidad de su cerebro. A partir de los cinco meses, esta maravillosa habilidad innata empieza a decaer y los niños van reconociendo solo los sonidos que más escuchan a su alrededor; se van especializando en lo que oyen con más frecuencia, vamos. “Así como con la edad va aumentando la capacidad para aumentar palabras nuevas, sin ningún límite, va disminuyendo la capacidad de crear un repertorio fonológico nuevo, o sea, aprender nuevos sonidos ”, concluye Albert Costa. “Esto supone que te haces muy bueno para identificar los sonidos a los que estás expuesto y malo para hacerlo con los que no estás expuesto, lo que se conoce como estrechamiento conceptual”, prosigue el experto. “Por ejemplo, si un niño chino no está expuesto a la “R” ni a la “L”, no percibe las propiedades exclusivas de estas letras, no las distingue ni diferencia, ni a sus sonidos, ni a las lenguas a las que pertenecen, por lo que al reproducirlas comete errores de pronunciación”, concluye Costa. Tan importante es la exposición a la segunda lengua que incluso siendo bilingüe de cuna, si no se está en contacto constante con las dos lenguas, terminará por perderse la que no se escucha a menudo.

Los buenos modelos desde la cuna
Los niños que nacen y crecen en un entorno en el que se habla dos idiomas, están “especializados” en ambas lenguas. Si los progenitores hablan lenguas nativas diferentes y se dirigen a su hijo en sus idiomas, este puede reconocer los sonidos de cada lengua, lo que le servirá después para pronunciarlas naturalmente, como si fuera nativo de ambas.

Pero esto, de ninguna manera significa que quienes no hayan “mamado” un idioma extranjero desde el nacimiento, no puedan aprenderlo después. Si un niño empieza a los 10 años, puede que le cueste un poco más (solo un poco), pero seguramente podrá adquirir la nueva lengua perfectamente siempre que siga en contacto activo con ella.

Los dibujos animados en inglés no bastan
En los casos de los bilingües de cuna, no solo están expuestos a los sonidos desde la primera infancia. Esa exposición va acompañada de un componente emocional y comunicación personal. Y esto es clave porque la sola exposición auditiva, no es suficiente. De un estudio, liderado Patricia K. Kuhl, de la Universidad de Washington se extrae que “la interacción con otras personas resulta esencial para el aprendizaje de fonemas y palabras”. Lo confirma Costa en su libro: “la mera exposición pasiva a una lengua no es demasiado eficaz”. Así es que malas noticias para quienes creen “aquello de poner a los niños delante de los dibujos en inglés para que lo vayan pillando”; parece que esto no sirve de mucho. Tampoco parece funcionar ponerlos a dormir con una grabación en inglés.

La misteriosa participación del cerebro
Es sabido que el hemisferio izquierdo del cerebro está más involucrado en los procesos analíticos y lógicos, mientras que el derecho está más relacionado con los emocionales y sociales, aunque esta no es una separación definida. El idioma navega entre ambos hemisferios. Albert Costa señala que “el lenguaje es una de las capacidades cognitivas más generales, por lo que en él intervienen muchas áreas del cerebro, lo que hace que este trabaje como una orquesta. En la sistematización de procesos (gramática) intervienen los ganglios basales, por ejemplo; las zonas temporales participan en la memoria con la que guardamos las palabras, el mundo más representacional”. Cuando hablamos de un niño hábil para aprender una segunda lengua, seguramente también lo es para aprender su lengua materna, si es monolingüe. Esto dependerá de esas estructuras cerebrales que intervienen en el lenguaje, más sensibles o plásticas en la adquisición de nuevos sonidos. No obstante, Costa advierte que “esto no nos tiene que preocupar tanto; con una buena exposición a la segunda lengua, los críos aprenderán perfectamente, sobre todo, si los modelos son buenos (nativos), ya que en estas edades tempranas, los nenes prestan mucha atención a los sonidos“.

Beneficios del bilingüismo
-Lo más evidente es que permite a los niños hablar con personas de diferentes países, ampliando su mundo social, cultural, literario...

-Aumenta la capacidad de separar dos códigos distintos (los idiomas) y de centrarse en uno, sin interferencias del otro. Esto se llama control atencional, que conduce a quedarse con lo relevante y descartar lo irrelevante. Los niños bilingües están acostumbrados a hacer estos “malabares” para decidir entre una lengua y otra, lo que conlleva un buen ejercicio cerebral para otras decisiones de su vida y también para saltar de una actividad a otra sin problema.

-Favorece el control ejecutivo, a saber procesos cognitivos tales como atención, flexibilidad mental, memoria, planificación...).

-Se sabe que un cerebro más sano es uno que se ejercita más: el bilingüismo se antoja como buen entrenamiento para mantener al cerebro en forma debido al esfuerzo extra que debe realizar al focalizarse solo en una lengua cada vez que habla, lee, escucha.

-Albert Costa además destierra una aprensión habitual: “quienes adquieren dos lenguas desde la cuna o se les expone a ellas desde muy pequeños, no están más confundidos, sino que crecen muy bien y tienen la ventaja de saber dos idiomas”.

Los inconvenientes de llevar dos idiomas en el cerebro
-Hay estudios que muestran que el vocabulario de bilingües es más limitado. “Si juntas la cantidad de palabras, es mayor en el niño bilingüe; pero si lo mides por separado, lo cierto es que parece que su vocabulario en lengua materna es más reducido que uno monolingües, expuesto a más de 18 horas al día a la misma lengua. Estas diferencias se reducen rápidamente con el tiempo porque la adquisición de vocabulario dependerá del entorno.

-El cerebro bilingüe va a tener que trabajar más, por lo que acarreará unos procesos cerebrales que requieren más esfuerzo que hablar solo una lengua, por lo que se pierde más energía en “activar” una lengua y “desactivar” la otra.

-También hay estudios que concluyen que el bilingüismo ralentiza la denominación de las cosas con palabras y que sucede más a menudo el efecto de “tener la palabra en la punta de la lengua”. Efectivamente, hay una menor velocidad de reacción en la recuperación de las palabras, porque el cerebro tiene que discernir entre dos palabras, en una lengua u otra. Un niño bilingüe de español e inglés, por ejemplo, si tiene intención de decir gato, la palabra cat también se activa en su cerebro.

https://elpais.com/elpais/2017/09/21/mamas_papas/1505993203_499361.html

martes, 5 de septiembre de 2017

Viajar, conocer, viajar. Los grandes saltos del conocimiento humano siempre han estado relacionados con un gran viaje, como el del naturalista portugués Alexander Rodrigues Ferreira (1756-1815) que entre 1783 y 1792 recorrió el Amazonas; Humboldt, (1769-1859) que entre 1799 y 1804 exploró América de punta a punta y el de Charles Darwin (1809-1882) quien entre 1831 y 1836 dio la vuelta al mundo en el celebérrimo Beagle.

ilustración de la biblioteca de Humboldt en su piso de Berlín.

Viajar y crear conocimiento son dos actividades hermanas. Comparten varias esencias: cambio, explorar, observar, comprender, riesgo, proeza, superación,…

Los grandes saltos del conocimiento humano siempre han estado relacionados con un gran viaje. La combinación viajar-conocer crea, no hay duda, cierta adicción. Cristóbal Colón, por ejemplo, tenía el libro de las correrías asiáticas del veneciano Marco Polo gastado y subrayado de puro entusiasmo. El descubrimiento de América significó el descubrimiento del Atlántico y éste a su vez la revolución newtoniana que muchos consideran el arranque de la ciencia tal como hoy la entendemos. Newton encargó a un físico de Pernambuco (Brasil) ciertas mediciones con las que se demostró el achatamiento del planeta por lo polos. Pero los grandes científicos viajeros fueron sin duda los naturalistas.

Viajar, observar, recoger muestras, crear museos, reflexionar, discutir, publicar. El primer héroe quizá fuera el naturalista portugués Alexander Rodrigues Ferreira (1756-1815) que entre 1783 y 1792 recorrió el Amazonas; poco después fue el gran geógrafo alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) que entre 1799 y 1804 exploró América de punta a punta y, finalmente, dos padres de la biología moderna, Charles Darwin (1809-1882) quien entre 1831 y 1836 dio la vuelta al mundo en el celebérrimo Beagle y Alfred Wallace (1823-1913) que no dejó de viajar durante dos décadas. De estos viajes prodigiosos nos han quedado libros que, aún hoy, son un manantial de estímulos para la creatividad humana. Son el Diario da viagen Filosófica de Ferreira (1786), el diario del viaje del Beagle (1838) y la ambiciosa megaobra Cosmos (1845-1862) de Humboldt.

Éste último pudo inspirarse directamente en Ferreira y fue, a su vez, eso seguro, el héroe de juventud que Charles Darwin decidió emular. Se puede asegurar sin riesgo que el fruto de todos estos viajes ha sido una de las teorías más bellas, universales e influyentes de la historia de la ciencia: es el mecanismo de la selección natural y la teoría de la evolución de las especies formulada por Darwin (y que Wallace también intuyera). Hoy en día estamos en el principio de la conquista del espacio y a esta aventura se asocia la ciencia de materiales que ya no consiste solo en cambiarle la forma a la materia como en el paleolítico (industria lítica por ejemplo), ni en transformar la materia como a partir del neolítico (aleaciones por ejemplo). Desde hace pocas décadas, incluso inventamos la materia (materiales a la carta que no existen espontáneamente en la naturaleza, ¡incluida la materia viva!).

El cerebro se alimenta de cambio y viajar es sin duda una manera infalible de asegurar tal alimento. Hacer ciencia es un ir y venir incesante entre la observación y la comprensión. Observar es atender a las diferencias entre cosas similares, comprender es atender a lo común entre cosas diferentes. No se puede viajar sin saltar incansablemente de la observación a la comprensión y viceversa.

Hace un par de años pude admirar, en la universidad de Coimbra, lo que queda del botín científico de las expediciones de Ferreira, en particular una maravillosa colección de peces amazónicos conservados con la técnica de los herbolarios, pero con una capa de oro que confiere una belleza conmovedora y una espléndida conservación. ¿Dónde está el resto? En París. ¿Qué hace la colección de Ferreira en París? Pues se la llevaron los soldados de Napoleón a punta de bayoneta. Sabían muy bien el valor de lo que se estaban llevando. Es un caso de botín científico convertido en botín de guerra. No tenemos evidencia de que Humboldt se viera motivado por Ferreira pero a Ferreira se le conoce como el Humboldt portugués. Yo creo que los genes de los navegantes portugueses encontraron la manera de trascender en el talante y el talento de Humboldt. El intrépido e inagotable viajero murió solo siete meses antes de que Darwin publicara El Origen de las Especies. Fue una pena porque fue su larga e intensa vida la que incendió la ambición científica del joven Darwin. Fue una gran pena porque basta leer a Humboldt para hacerse una idea de cómo éste hubiera aplaudido las nuevas ideas. La influencia de Humboldt en la historia de la ciencia y de las artes es monumental. Goethe y Schiller fueron sus colegas cercanos en el romanticismo alemán.
La invención de la naturaleza. Andrea Wulf. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Taurus. Madrid, 2016 578 páginas.
https://elpais.com/cultura/2016/09/09/babelia/1473420049_739543.html

sábado, 26 de agosto de 2017

Estas lecturas te pueden hacer más inteligente. Leer es a la inteligencia lo que el entrenamiento físico a la capacidad muscular. Pero no vale cualquier soporte ni cualquier género.

Mujer, entre 30 y 55 años, con formación académica y urbanita. Ese es el perfil de las personas que más leen en España, según el  Informe de la Lectura en España 2017 a cargo de la Federación Española de Gremios de Editores de España (FGEE). Lo que ninguna estadística de índice de lectura le dirá es cómo funciona el cerebro de los lectores ávidos.

Si usted se encuentra en el grupo de los amantes de los libros, tiene razones para pensar que su cerebro es privilegiado. El hábito de la lectura no solo estimula la conexión entre sus neuronas, también podría potenciar su capacidad de empatía, es decir, ponerse en el lugar de los demás en las alegrías y en las penas; y alargar su esperanza de vida.

En el desarrollo de la cognición influyen muchos aspectos, desde la genética al medio donde vivimos, la alimentación y la educación. Como recuerda el neuropsicólogo Pablo Duque, nuestro desarrollo cognitivo nos ha permitido inventar cosas que se han instalado en el cerebro, como memorizar, razonar, percibir los colores. De hecho, la lectura, junto con la escritura, el cálculo y la orientación derecha-izquierda, tiene su propia posición en el cerebro.

Estudios recientes se han adentrado en la capacidad del ambiente para modificar nuestra inteligencia. En concreto, para descubrir si aprender a leer en la infancia nos hace más inteligentes. Los resultados de una investigación de la Universidad de Edimburgo de 2015 —a partir de un diseño longitudinal sobre el desarrollo cognitivo en gemelos monocigóticos evaluados en cinco momentos diferentes desde los 7 a los 16 años— indicaron que los gemelos con mejor capacidad de lectura inicial a los 7 años, comparados con su gemelo idéntico, tienden no sólo a tener una mejor capacidad de lectura en las mediciones posteriores, sino también puntuaciones más altas en las pruebas de inteligencia general.

“Los vínculos entre la lectura y la inteligencia que se encuentran en el presente estudio se extienden más allá de la inteligencia verbal y nos muestran que leer también se asocia con la inteligencia no verbal”, señala Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga y especialista en inteligencia emocional.

Desde los años 90, estudios como los del reconocido psicólogo Howard Gardner, enmarcados en la nueva neurociencia cognitiva, establecieron que la inteligencia no era una capacidad fijada e innata en cada persona, sino un conjunto de habilidades cognitivas en distintos campos de la experiencia humana, susceptibles de desarrollarse y mejorar durante todas las etapas del desarrollo humano. Y al contrario, podían estancarse si no se ejercitaban. Es lo que se llama neuroplasticidad, la capacidad de las neuronas de aumentar el número de conexiones entre ellas y establecer un mayor número de redes neuronales a partir de su interacción con el entorno.

“Dentro de esta interacción, la lectura es uno de los mayores catalizadores. Aunque la capacidad intelectual —entendida de forma amplia— es diferente en cada persona, ya que en parte la determina la genética, devorar libros es un medio de potenciarla. La lectura es a la inteligencia lo que el entrenamiento físico a la capacidad muscular”, señala Ayoze González, Responsable de la  Unidad de Neurología en Hospital San Roque de Las Palmas (Gran Canaria).

La lectura, además, potencia otras habilidades personales. “Al leer, el cerebro hace representaciones visuales de los paisajes, escenas o momentos, potenciando la imaginación y capacidad visuoespacial. Diversos estudios recientes indican, además, que las personas que leen literatura con frecuencia desarrollan más la empatía. Esto es así, porque al leer, la persona se identifica con los personajes, con sus vivencias y aventuras, poniéndose en su lugar e identificándose afectivamente con ellas”, matiza este neurólogo, presidente de la Sociedad Canaria de Neurología (SOCANE).

Que la inteligencia no es un concepto estático y único, sino que engloba diferentes habilidades cognitivas, lo prueban los casos de personas que aprenden un idioma con mucha facilidad pero tienen dificultades para resolver problemas matemáticos, o las que tienen gran facilidad para la localización espacial, pero manifiestan problemas para expresar el lenguaje.

"Cada persona tiene una capacidad innata que puede potenciarse y desarrollarse. Y la lectura es un medio de potenciar las diferentes inteligencias, no solo la lingüística. Puede mejorar la inteligencia espacial, la inteligencia emocional, la capacidad de anticipación y lógica. La lectura es una manera de potenciar la plasticidad neuronal, mejorando las capacidades innatas a través de nuevas redes neuronales, y aumenta el desarrollo de las personas. En los países soviéticos se seleccionaba a los niños que destacaban en las matemáticas aplicadas y se les entrenaba desde pequeño jugando al ajedrez. Esto potenciaba unas capacidades innatas y las hacía crecer. Lo mismo pasa con la lectura. Hay personas que son inteligentes y no leen, claro, pero la pregunta es ¿serían mucho más inteligentes si además potenciaran esa cualidad? Seguramente sí”, indica el neurólogo Ayoze González.

En papel y de ficción, mejor
¿Hay algunas condiciones que favorezcan los beneficios de la lectura? Algunos estudios recientes señalan que el soporte en papel tiene un impacto positivo en la  comprensión, el aprendizaje y la comunicación. “Algunas pequeñas investigaciones han comparado los resultados en estas habilidades entre escolares que leen en papel o en medios electrónicos, pero con conclusiones difíciles de interpretar. Aún así parece que las personas que leen en medios electrónicos refieren mayor dificultad para transportarse al mundo que están leyendo o para identificarse con los personajes. Probablemente se relaciona con la mayor fatiga que genera la lectura en medios digitales o con una mayor dificultad para mantener la atención. En gran parte de las encuestas, un alto porcentaje de personas siguen prefiriendo subjetivamente leer en papel que en medios electrónicos. En cualquier caso, la lectura es positiva, sea cual sea el medio utilizado”, advierte el neurólogo González.

El género podría también tener algo que decir en la relación entre la lectura y el desarrollo de nuestra cognición, ya que algunos autores vinculan el hábito de leer ficción con el desarrollo de la habilidad de la mentalización, o lo que es lo mismo, comprender mejor a las personas de nuestro alrededor, debido a que la lectura de pasajes de la literatura de ficción —en comparación con los de no ficción o ficción popular (superventas)— mejora nuestra teoría de la mente, la habilidad para comprender y predecir la conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones, sus emociones y sus creencias.

Pero, atención, no confunda mentalización con empatía. “Cuando una persona entiende la mente de otra, puede interpretar o entender lo que piensa, eso es la mentalización. Empatía es sentir lo que otro siente, no solo entenderlo, y requiere una capacidad superior porque llega más allá del cerebro normal del resto”, destaca el neuropsicólogo Pablo Duque, director general de iNEURO.

Los lectores de ficción literaria (obras de mayor calidad estilística y complejidad narrativa y de caracteres) realizaron significativamente mejor los test relacionados con la teoría de la mente. “Según estas investigaciones, las novelas de cierta calidad, a diferencia de las más populares y fáciles de leer, requieren una mayor atención intelectual y un pensamiento creativo más afinado, al estar llenas de personajes complejos cuyas vidas no son fácilmente discernibles, haciendo necesarios recursos interpretativos más flexibles para inferir los sentimientos y pensamientos de los personajes. Sin embargo, la ficción popular tiende a describir el mundo y las personas de una forma mucho más coherente y predecible; de esa forma, reafirma las expectativas de los lectores y no tiene por qué mejorar la teoría de la mente”, describe Fernández-Berrocal.

“Leer ficción nos permite vivir miles de vidas en una. Nos ayuda a comprender cómo se sienten otras personas, a conocerlas mejor y predecir su comportamiento. Es una capacidad esencial para relacionarnos con éxito en nuestra vida personal y profesional. Amar los libros nos ayuda a entender a los demás, y esta mejor comprensión emocional nos puede ser muy útil para amar de forma más inteligente a las personas”, asegura este psicólogo.

Pero la cuestión clave, todavía pendiente de respuesta, es averiguar las causas de las diferencias entre la ficción y la no ficción. “Una posible explicación es que durante la lectura de ficción, la simulación de la experiencia social que se produce podría involucrar a los mismos procesos sociocognitivos empleados durante la comprensión del mundo real social (la inferencia mental, el seguimiento de los objetivos, el reconocimiento de la emoción). La exposición repetida podría dar lugar a una intensificación de estos procesos sociales y empáticos, que a su vez podrían aplicarse a otros contextos en la vida real”, recalca el catedrático de Psicología.

Sin embargo, para especialistas en Neuropsicología pediátrica como Roser Colomé, la relación entre el desarrollo cognitivo y el tipo de soporte y de género podría no estar clara. “Se ha observado que los niños  disléxicos se benefician de la lectura electrónica al modificar ciertas variables como la fuente tipográfica, el tamaño de la letra, el uso de diferentes colores o de palabras más o menos largas; y también por el contenido, ya que con en soporte electrónico pueden leer un libro que les muestre los sinónimos más sencillos para comprenderlo o destaque las palabras en negrita y los números en dígitos. Es cierto que la costumbre de leer en papel hace más difícil hacerlo online, pero no hay suficiente conocimiento para determinar una cosa u otra para las vías de desarrollo de la lectura", explica.

Protección frente al Alzheimer
Si la lectura de libros podría aumentar nuestra capacidad para adaptarnos y cambiar nuestro entorno, como señala el psicólogo Berrocal, ¿leer nos podría hacer vivir más años? Que la lectura pueda contribuir a la longevidad es una relación que todavía goza de una evidencia muy preliminar, sin poder llegar a conclusiones definitivas. Sin embargo, en un estudio de Social Science & Medicine de 2016, los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale observaron una reducción del 20% en la mortalidad de los que leían libros media hora al día, en comparación con los que no leían libros, y con una ventaja de supervivencia de 23 meses en personas mayores de 65 años independientemente de la educación o el nivel socioeconómico.

“Sus resultados mostraron que cualquier nivel de lectura de libros da una ventaja de supervivencia significativamente mayor que leer periódicos. Esto es un hallazgo muy novedoso porque indica que la lectura de libros en lugar de la lectura en general es la que provoca esta ventaja de supervivencia”, anota Berrocal, quien prosigue: “Esta investigación no señala los mecanismos por los que la lectura de libros puede aumentar la supervivencia, pero los autores especulan que puede ser por sus beneficios cognitivos, algo que coincide con otros estudios que han encontrado que la lectura aumenta la conectividad de las células cerebrales”.

El beneficio de la lectura en la calidad del envejecimiento está claro. Cuantas más conexiones y redes neuronales se hayan desarrollado a lo largo de la vida de la persona, menor impacto tendrá la pérdida progresiva asociada al envejecimiento. “Es decir, cuanta mayor reserva cognitiva tenga, mayor será la capacidad de mantenerse mentalmente sano durante mayor tiempo. Aunque estemos en fases iniciales de una enfermedad neurodegenerativa, si conseguimos potenciar la neuroplasticidad de las neuronas sanas, conseguiremos mantener, e incluso desarrollar, nuevas conexiones neuronales que permitan contrarrestar durante un tiempo la enfermedad”, concluye el neurólogo Ayoze González.

https://elpais.com/elpais/2017/08/17/buenavida/1502967529_141367.html

domingo, 11 de junio de 2017

“El método natural de aprendizaje del niño es el juego” Joan Gamero, director pedagógico de la Escuela Oreig y miembro del colegio oficial de Cataluña, elabora una guía práctica para conjugar el trinomio niños, verano y enseñanza

Se acaban las clases, empieza el verano y surge una pregunta recurrente entre los padres: ¿descanso total o deberes estivales? Hay tiempo para todo. El niño necesita temporadas de desconexión total, igual que cualquier adulto, pero también hay espacio para el repaso de lo aprendido. Joan Gamero, maestro y mediador, director pedagógico de la Escuela Oreig y miembro del Colegio de Pedagogos de Cataluña, aporta algunas claves para afrontar la enseñanza durante las vacaciones.

Leer, leer y leer
Potenciar la lectura es fundamental en cualquier tipo de aprendizaje, también en el de idiomas. Es importante que entiendan esta tarea como una diversión y que al acabar el niño explique lo que ha leído, así se potencia la comprensión. "También tenemos que ser conscientes de que si los padres no leen el niño se va a fijar, así que debemos ser los primeros en dar ejemplo", advierte Gamero. "Cuando aprenden a leer está bien que cada día dediquen 10 o 15 minutos a la lectura en voz alta".

Convivencia con la familia
El tiempo de convivencia con la familia es fundamental. El verano también está para compartir el tiempo con los padres del que tal vez no se dispone a lo largo del año. "Una hora a pleno rendimiento en familia es mucho mejor que un día de aguante", apunta Gamero. El pedagogo afirma que la generación actual de padres está en general "muy involucrada y concienciada", aunque puntualiza que aún quedan algunos reductos de "superpadres" que se toman la obligación de hacer deberes como algo personal.

La desconexión también es necesaria
No por estar una semana sin ejercitar la mente con ejercicios o actividades académicas el niño va a olvidar lo que ha aprendido en 10 meses de curso. El experto señala: "Si la familia se va 10 días de viaje, pues perfecto. Desconexión total y diversión. El niño también se lo merece como cualquier adulto. Ahora bien, si es un apasionado de la lectura, no le vamos a impedir leer también en esos días". El especialista señala que "el machaque no lleva a ningún lado".

Introducir las tareas en la rutina
"Ir a la piscina por la mañana, comer todos juntos y por la tarde un rato de actividades con los padres. Es un plan estupendo para incluir el repaso o aprendizaje en el día a día de los niños sin que ellos lo sientan como una obligación", explica el pedagogo.

Explorar y equivocarse también es aprender
"Dejemos que vivan y exploren", asegura Gamero. El experto señala que las nuevas tecnologías han servido a veces para aumentar el control de los hijos. "Algunos optan por enviarlos a colonias y campus de verano y es una buena posibilidad. Todo lo que sea salir de la rutina es una parte importante del aprendizaje", apunta. "No les demos las soluciones antes de que empiecen. Que se frustren, fracasen y lo superen".

El juego como método natural
"El método natural del niño es el juego", defiende Gamero. El experto asegura que una hora de juegos puede ser tan importante y útil como una hora de clase de matemáticas. "Con el juego no solo se divierten, tú también tienes la oportunidad de ver cómo se relaciona, de observar sus pautas de comportamiento". El pedagogo explica que los niños de 0 a 3 años aprenden experimentando y jugando y que a partir de esa edad hay que reproducir el sistema.

Cada familia es un mundo
Gamero proclama la máxima de que "el secreto de la educación es la constancia". El mejor modo de acompañar el aprendizaje de un niño es escuchar las directrices del colegio para que el entorno del pequeño esté en sintonía con lo que recibe en la escuela. "Cada familia es un mundo y no hay mejor herramienta que la de que sus miembros se conozcan y sepan lo que funciona".

DEBERES SÍ DEBERES NO
El tiempo que dedican los niños a hacer ejercicios y repasar lo aprendido en clase fuera del horario escolar está en cuestión en los últimos años. Si bien antes no se discutía que el alumno debía continuar en casa lo que no se había hecho en el colegio, algunos movimientos han reivindicado el tiempo de ocio y libre para estar con la familia como un derecho de los jóvenes estudiantes.Todo comenzó en 2012 en Francia, donde los padres comenzaron una serie de protestas para exigir que los pequeños no estuvieran obligados a "trabajos forzosos" más allá del horario lectivo. Esta corriente llegó a España hace tres años, con campañas virales incluidas. La madre Eva Bailén lanzó en 2015 una petición en Change.org para exigir la restricción de las tareas fuera del colegio que obtuvo un gran respaldo.Según recogía Pilar Álvarez en una información de este periódico, España está entre los países industrializados en los que los alumnos de 15 años destinan más horas a las tareas en casa, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Las comparaciones de 2012 muestran que los chicos españoles dedican 6,5 horas a la semana frente a las 4,8 de media. La Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos llevó el año pasado al Congreso un escrito para pedir que se regulara este asunto. Incluso algunos profesores han dado su respaldo a las familias que consideran que fuera de la escuela la enseñanza debería consistir en otra cosa. Jaume Trilla Bernet, catedrático de Teoría e Historia de la educación de la Universidad de Barcelona, afirmaba a Verne en una entrevista: “En la escuela se aprende y en las vacaciones también se aprende pero otras cosas y de otra manera”.

lunes, 10 de abril de 2017

_--Golden5, el proyecto basado en lo positivo que quiere revolucionar la educación. "No es buenismo, sino satisfacer las necesidades psicológicas básicas del alumnado", asegura la responsable del método.

_--María José Lera, doctora en Psicología y experta en temas de calidad educativa, se dio cuenta hace tiempo de un detalle.
Observó que, cuando un niño de 12 meses da sus primeros pasos, sus padres le felicitan y le animan a que continúe intentándolo a pesar de que camina fatal. "Se le da un sentimiento de confianza que hace que quiera seguir caminando. Y a base de intentarlo, lo logra", apunta. A continuación se hizo una pregunta: ¿Por qué esa actitud positiva no se repite para todo? ¿Por qué cuando un alumno no sabe hacer una multiplicación sale la mirada negativa de los profesores en lugar de apoyarlo?

Fruto de reflexiones de ese tipo, Lera, profesora titular en la Universidad de Sevilla, lanzó junto a expertos de otros cuatro países un proyecto educativo llamado Golden5, que fue galardonado con el Premio Europeo Comenius de la Comisión Europea de Educación. Con él persigue dotar de herramientas al profesorado para conseguir un buen clima en el aula que mejore la motivación de los estudiantes, su bienestar psicológico y su rendimiento académico.

¿Y cómo se logra eso? El procedimiento de Lera es sencillo: profesores y colegios se ponen en contacto con ella y con su equipo, que se desplazan donde sea menester para formar a los docentes. Hasta ahora, el proyecto está siendo un éxito especialmente en la zona de Algeciras y en el País Vasco, donde lo aplican 200 centros, casi todos en la provincia de Guipúzcoa.

EL PROBLEMA PRINCIPAL: LA FALTA DE MOTIVACIÓN, NO LA FALTA DE CAPACIDAD.
"Se consigue una mejora notable del rendimiento académico de los niños y del aula en sólo seis semanas. Y también mejora la autoestima de los estudiantes. En cuanto al profesorado, dicen que son más felices y están mejor desde que aplican el programa", asegura la experta.

El truco, afirma, consiste en cambiar la mirada de los profesores hacia una visión positiva. Dice que es la que tienen en los países nórdicos como Noruega, siempre referentes en temas educativos. El Golden5 parte de una premisa: el problema principal en las aulas es la falta de motivación de los estudiantes, que provoca conductas disruptivas y que el profesorado genere una emoción negativa porque el alumno no hace lo que se le pide.

Lo malo lleva a lo malo y lo bueno lleva a lo bueno, centrarnos en los aciertos y recompensarlos, no echar sermones negativos con los errores. Fomentar y premiar la atención, el modelamiento y el moldeamiento.
Para corregir esa falta de motivación, el Golden5 recoge varias estrategias motivacionales que, según asegura Lera, se llevan aplicando con éxito durante muchos años en ámbitos como el deporte pero han pasado de perfil por la educación. La más importante de ellas es conseguir que los profesores resalten únicamente lo positivo del alumno, dejando lo negativo a un lado.

"EL ERROR debemos utilizarlo para reflexionar, estudiar las causas y buscar la solución en adelante, nos sirve para corregir la enseñanza y mejorar el aprendizaje, no para castigar, HAY QUE MINIMIZARLO"
 "Cuando uno comete un error, el error no se debe magnificar, sino que hay que minimizarlo para que no pase nada, darle aliento para que pueda seguir trabajando y hacerle ver que sí que puede. La mirada de culpabilización es un error porque acarrea actuaciones negativas que llevan a que el otro tenga menos confianza. Y ya empezamos: menos confianza, menos motivación, peor comportamiento. Y lo malo lleva a lo malo y lo bueno lleva a lo bueno", explica la experta.
https://youtu.be/d2yqlT8MZO0
Lera admite que esa mirada negativa es la que sale de forma natural porque "cuando las cosas salen como están previstas, y generalmente prevemos el éxito, no se dice nada". Es decir, cuando alguien saca un 10 en un examen, lo habitual es no decir nada, o como mucho dar una pequeña enhorabuena. "Pero cuando no sale lo que tú esperas y el alumno fracasa, suspende, hace mal los ejercicios, entonces surge la necesidad de decir algo", explica mientras asegura que eso es un error.

Aquí hay una falta de conciencia de las repercusiones que tienen las cosas que decimos. El lenguaje, las palabras y la entonación son muy importantes.
Subraya que, si el profesor destaca lo bueno de un alumno, ese estudiante se va a quedar con lo positivo. "La próxima vez que le salga mal algo de matemáticas, dirá: ah, pero yo era muy bueno en matemáticas, lo que pasa es que tengo un mal día. Y seguirá hacia delante", afirma. Y dice que estos comportamientos son habituales en países como Finlandia o Noruega. "Aquí hay una falta de conciencia de las repercusiones que tienen las cosas que decimos", se lamenta.

¿UN MÉTODO QUE CREA PROFESORES BLANDOS?
Pero la contra argumentación es obvia y es la que se le plantea constantemente a los responsables del Golden5. Si sólo se destaca lo positivo, ¿cómo se puede corregir lo negativo? ¿no va a provocar ese comportamiento que el profesor pierda autoridad en el aula, que se construya una imagen de blando? ¿cómo va a saber un niño abordar el fracaso si nadie le ha hecho ver sus propios errores?

Lera responde con una metáfora: "Es como si tú sabes que cuando pase un tiempo vas a tener menos comida. Y dices: vamos a empezar ya a no comer para estar preparado. Pues no. Porque entonces cuando venga no vas a estar preparado, sino hambriento y te vas a sentir peor y te vas a sentir enfermo. Al contrario, come mucho ahora para que cuando venga el mal tiempo estés con fuerza".

No van a ser más fuertes porque le comentemos antes los errores. La fortaleza se fomenta con la superación de dificultades con éxito.
La experta insiste en que el niño "necesita que le destaquen sus fortalezas, estar fuerte en sus expectativas de autoeficacia" para que cuando llegue el fracaso tenga estrategias para autorregularse y decir: 'No pasa nada porque yo esto lo supero". "No es buenismo, sino satisfacer las necesidades psicológicas básicas del alumnado. Aplicar las teorías más básicas de la psicología del desarrollo. No va a ser más fuerte porque le comentemos antes los errores. Al contrario, porque va a ir con desconfianza", zanja.

LO MALO, "EN PRIVADO Y EN VOZ BAJA, con tono de ayuda, aclaración, aviso, advertencia, no de reproche o castigo". El alumno siente que las palabras son de respeto y cooperación en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el camino del conocimiento. Nunca de sorna, ironía o humillación. 
El Golden5 se basa también en el llamado 'efecto audiencia'. Lera explica que el profesorado debe tomar conciencia de que nunca tiene que decir en público lo que el niño hace mal porque su audiencia lo comparte. "El niño va a sentir que no sólo el profesor ve que él no vale, sino que 25 niños van a percibirlo también. Con lo cual va a creerse que no vale. Si aplicamos ese efecto audiencia a algo positivo, 25 niños van a percibir que es muy bueno y se creerá que es muy bueno", indica.

Por eso, recomienda a los docentes decir lo bueno en público. Y lo malo callárselo y decírselo "por detrás al niño, en bajito". "Decir en público a los chavales cosas que están mal lleva a la confrontación y a la desmotivación. Porque si tengo 15 años y me has hecho sentir humillado en el aula, yo voy a empezar con comportamientos disruptivos", asevera.

¿A ti qué te parece el método? Puedes votar en nuestra encuesta. http://m.huffingtonpost.es/2017/03/27/golden5-el-proyecto-basado-en-lo-positivo-que-quiere-revolucion_a_21897793/

martes, 28 de marzo de 2017

No lo explique, ¡cuéntelo! Saber narrar historias puede ser la mejor arma para conseguir un trabajo o relacionarse con los demás. Solo hay que tener claro cuál es el mensaje y dejarse llevar.

ANNA PARINI

Cuando no existían las empresas, ni las marcas, ni los psicólogos, y solo había hogueras y humanos alrededor, ya hacíamos uso del arte de la narración para transmitir valores, ideas o proyectos.

Es lo que ahora se conoce como storytelling (narración, en inglés). Y si este arte ha permanecido, por más que algunas cosas hayan cambiado tanto, es porque nuestro cerebro se implica de forma diferente cuando explicamos una historia que cuando nos limitamos a enumerar acontecimientos. Por ejemplo, al leer simples datos se activan en nuestro cerebro solamente las partes del lenguaje encargadas de descifrar su significado. Sin embargo, cuando esas mismas referencias forman parte de un relato o de una metáfora que va más allá de la mera descripción, también se activan las partes que el cerebro usa cuando estamos viviendo una experiencia real.

Las historias consiguen involucrarnos, nos emocionan, desarrollamos una mayor empatía, así como habilidades sociales complejas. Además, consiguen que el mensaje perdure, se entienda mejor e incluso que se esté más dispuesto a actuar.

Estos valores nos pueden ayudar, por ejemplo, en una entrevista de trabajo donde tenemos que explicar nuestra trayectoria y convencer de que somos el candidato ideal para el puesto. También pueden ser útiles para aconsejar a un buen amigo o para liderar un grupo de trabajo. Sea como sea, el arte del storytelling es un arma poderosa.

El marketing ha descubierto los beneficios de contar historias. En un mundo saturado de mensajes y clichés, el poder de un cuento es algo que las empresas no están dispuestas a desperdiciar. La ciencia, además, ha corroborado que las palabras son muy parecidas a la magia. Tal vez por eso los conjuros y los hechizos se construyen con palabras. Y tal vez por eso también debemos saber usarlas, combinarlas e hilarlas para que digan lo que queremos decir. Para que nos ayuden a explicarnos y a ser entendidos.

Puede que el nombre de Andrew Stanton no nos suene demasiado. Sin embargo, si decimos que es el guionista de las tres entregas de Toy Story y de Wall-E, entre otras maravillas del cine de animación, seguro que despierta en usted una gran simpatía. Stanton ha sido uno de los responsables de actualizar la narrativa actual. Es difícil escapar del embrujo que generan algunas de las obras maestras de la factoría Pixar. De repente, el cine infantil conectó no solo con los niños, sino con la infancia que espera agazapada dentro de cualquier persona. Y si pudieron conseguirlo fue por esa manera tan original de contar las historias de siempre.

La fórmula secreta de Pixar permaneció bien guardada hasta que en 2012 Stanton dio una conferencia en una charla TED (tecnología, entretenimiento y diseño) titulada Las claves de una gran historia. En aquella exposición, el cineasta compartió su manera de ver el storytelling. En síntesis, Stanton explicaba los caminos para mantener a la tribu alrededor de la hoguera, atentos y con ganas de saber qué pasará después. Nosotros, en nuestro día a día, también podemos usar algunas de las técnicas del guionista estadounidense. Porque a todos nos gusta contar lo que nos ha pasado en el trabajo. O la anécdota que acabamos de vivir en el autobús. O que nuestro jefe tenga en cuenta nuestros puntos de vista… Lo importante es que cuando tengamos que explicar algo, con la intención que sea, no lo expliquemos.
Contémoslo. Para que nuestras historias cuenten para los demás, es bueno seguir algunos consejos.

Un principio y un final.
Narrar es como contar un chiste. Para que tenga gracia, hay que tener claro cómo se empieza y cómo se acaba. Es posible dejarse llevar durante el desarrollo, pero el principio y el final no se improvisan. Hay que tenerlos en mente y estar preparados para provocar el efecto deseado.

Empiece con una promesa.
Porque todo relato es una esperanza. No se trata de mentir ni de exagerar, sino de extraer lo excepcional que encierra cualquier acontecimiento para que el interlocutor nos preste algo tan valioso que nunca se da: su atención.

Haga que le importe.
Esta es una de las reglas de oro de Pixar. Andrew Stanton nos anima diciendo: “Quizá sea el mandamiento más grande de la narrativa. Por favor, ¡haz que me importe! En lo emocional, en lo ­intelectual, lo estético…, haz que me importe. Y todos sabemos qué es lo que no nos ­importa”. Al final, no somos tan distintos. Si miramos dentro de cada uno de nosotros, sabremos ver no solo qué es interesante explicar y qué no, sino cómo sería interesante contarlo.

2+2 es muy distinto que 4.
Es decir, hay que involucrar al otro, y para ello es necesario ir dejando espacio a su inteligencia. No es conveniente resolver todo el misterio de golpe.

Use lo que sabe. O lo que vive.
Todos tenemos a nuestro alrededor personas que siempre tienen algo que contar. En la gran mayoría de los casos no es que hayan vivido más, simplemente han estado más atentos a las cosas. Si hacemos lo mismo, nuestra vida será un pozo sin fondo de historias de todo tipo.

Además de pensar lo que se quiere narrar y darle una estructura interna al relato, para convertirse en un gran contador de historias hay que usar todos los recursos que tenemos a nuestro alcance.

El cuerpo. Tiene su propio lenguaje.
Si no se usa más, sobre todo al hablar en público, es porque es fácil cohibirse. ¡Fuera complejos! Dejémonos llevar por la narración. El cuerpo rea­ccionará por sí mismo y será capaz de completar las sutilezas que a veces se le escapan a las palabras.

Los ojos.
Hay que mirar a los demás. La expresión de la cara se ilumina con una mirada cargada de intención.

El tono de voz.
Básico para darle valor a las palabras. Alzarlo o bajarlo. Acelerarlo o ralentizarlo. Lo ideal es cambiarlo cuando aparezcan nuevos personajes en nuestro relato. Le podemos poner intensidad o, simplemente, interrumpir con un silencio. Un excelente relato acompañado por una buena interpretación de tono es un artefacto infalible.

Si se tienen en cuenta todas estas cosas, es más que probable que descubramos el increíble poder de conexión que hay en las narraciones. “Cada una de ellas confirma alguna verdad que profundiza nuestra comprensión de lo que somos como humanos. Nos encantan las historias. Nacimos para esto. Las historias afirman quiénes somos. Todos queremos confirmar que nuestras vidas tienen sentido. Y nada nos reafirma más que conectarnos mediante historias. Porque pueden atravesar las barreras del tiempo: pasado, presente y futuro; y nos permiten experimentar las similitudes entre nosotros y con los demás, reales e imaginarias”, sostiene Stanton.

Hay que empezar a comunicarse a través de historias. Dejar de explicar meros hechos, más o menos aburridos. Da igual que los relatos puedan ser escritos o hablados. Lo importante es que sean de verdad. Que hablen de nosotros y que, al hacerlo, nos hablemos a nosotros mismos. Pero también es fundamental escuchar los cuentos de los demás. Ya sea en directo, leyendo un libro, frente a la pantalla de la televisión o en una sesión de cine. Llenarse de buenas narraciones. De cuentos. De fábulas. Hacer un esfuerzo para estar cerca de los buenos narradores y dejarse llevar. Escuchar como lo hacíamos cuando éramos niños. Con los oídos, pero con los ojos también. Con todo el cuerpo.

Si hemos tenido la fortuna de estar en una sesión de cuentacuentos y nos hemos fijado en los niños, entenderemos que esa es la única manera de estar atentos a un relato. Con los ojos tan abiertos como si realmente fueran ventanas para que entre aire fresco.

El storytelling puede salvarle la vida Sherezade sabe que el sultán, después de pasar la noche en palacio, le cortará la cabeza. Pero ella tiene un plan. Empieza a contar un cuento fascinante que interrumpe justo al alba, con la promesa de desentrañarle el final durante la noche siguiente. Velada tras velada, Sherezade va enlazando historias: Aladino y la lámpara mágica, Simbad el marino, Alí Babá y los 40 ladrones… Así es como salva su vida y consigue su final feliz. Este clásico de la literatura universal ya nos advierte tanto de la importancia de saber contar cuentos como de la fascinación e influencia que son capaces de ejercer a todo tipo de personas.

PARA SABER MÁS
Libros
¡Será mejor que lo cuentes!
Antonio Núñez López (Empresa Activa)
Explica la técnica del storytelling. Aprenderá que su éxito personal depende de cómo cuente la realidad.
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sábado, 28 de enero de 2017

Entrevista a Miguel Ángel Santos Guerra.

Hoy tengo la suerte de poder entrevistar a una de esas referencias imprescindibles de la pedagogía en España: Miguel Ángel Santos Guerra. Catedrático emérito de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Málaga, es también un autor prolífico con más de 60 libros como autor y/o coordinador. Por ejemplo: “Las feromonas de la manzana. El valor educativo de la dirección escolar. Editorial Homo Sapiens, 2014″, “La escuela sin muros. Editorial Aljibe, 2013”, o “La pedagogía contra Frankenstein. Editorial Grao, 2008”. Escribe el blog: “El Adarve” en La Opinión de Málaga, donde hay publicados, hasta el momento, 565 artículos y donde cada sábado se incluye uno nuevo, siendo una presencia constante en la educación española desde hace décadas.

Conscientemente de tener un interlocutor envidiable en la amplitud de su conocimiento sobre el hecho educativo, he intentado que varias temáticas fueran las protagonistas de la entrevista: la dirección escolar, la organización escolar, la función de la escuela del s. XXI, la importancia y naturaleza de la docencia en nuestra sociedad del conocimiento, el paradigma del aprendizaje por competencias, el currículo, la política educativa, y las claves de la educación en nuestra actualidad.

He disfrutado en la elaboración de este diálogo con Miguel Ángel Santos Guerra (¿hay alguna pasión sin alegría?), y espero que puedan aprender como lo he hecho con este autor imprescindible de la pedagogía española. Gracias por haber atendido nuestra petición con tanta amabilidad.

Sin más, les dejo con sus respuestas: Miguel Ángel Santos Guerra en una entrevista para el Magazine INED21.

1. En su obra: “Las feromonas de la manzana. El valor educativo de la dirección escolar” (Editorial Homo Sapiens, 2014), contrapone dos tipos de dirección escolar, y los ejemplifica con una lista verbos-acción que aclara muy bien su reflexión. Consciente de esta tarea: ¿podría explicar ambos tipos de dirección escolar para nuestros lectores? ¿Cree que ha de cambiarse la formación que tienen las potenciales y actuales directivas escolares?

Creo que es hegemónica la idea de que la escuela es una empresa y de que el director de la misma debe ser un buen gerente. Por eso pensé en un libro contrahegemónico. Un libro en el que pudiera resaltar el valor educativo de la dirección, el elemento pedagógico. Es lapidario el título del libro de Christian Laval: “La escuela no es una empresa”. Ni sus objetivos son los mismos que los de la escuela, ni sus materiales tienen mucho que ver (en cualquier empresa el mejor profesional es el que mejor manipula los materiales, en la escuela es quien mejor los libera), ni la naturaleza de la autoridad es la misma. El título del libro – Las feromonas de la manzana- tiene un explícito sentido metafórico. Las manzanas tienen unas feromonas tales que, si se mete en una bolsa frutas verdes y una manzana, las frutas verdes maduran por la influencia beneficiosa de esas feromonas. Una influencia persistente, callada y beneficiosa. De hecho, la palabra española autoridad proviene del verbo latino auctor, augere, que significa hacer crecer.

Frente a ese director que hace crecer a los demás, que ayuda a que la comunidad se desarrolle, se encuentra el director que manda, que controla, que exige y que, en muchas ocasiones despide toxinas. El perro controla el rebaño, pero el rebaño no le sigue.

Defiendo la idea de un director (o directora, que ese es un tema que abordo en el libro “El harén pedagógico”) que sea “primus inter pares”, que coordine el equipo, que de ejemplo, que motive, que ayude, que haga viable la innovación. Un director que se sienta parte de la comunidad más que del poder. Y que promueva las funciones pedagógicamente ricas (estimular, promover, impulsar…), más que las funciones pedagógicamente pobres (controlar, hacer burocracia, representar, sancionar…).

El director debe estar bien preparado. Las funciones que tiene que desempeñar son de extraordinaria complejidad, en una institución heterónoma, de tecnología problemática y sometida a una enorme presión social y, además, inmersa en una cultura neoliberal que contradice casi todos los presupuestos de la educación. La escuela es hoy una institución que tiene que avanzar contracorriente. Es más fácil dejarse llevar, pero solo a los peces muertos los arrastra la corriente.

Cuando hablo de directo/a me refiero al equipo directivo y, más ampliamente, a un liderazgo compartido o distribuido, que hace que todos los miembros de la comunidad estén permanentemente invitados a pensar, a opinar, a decidir y a actuar en el diseño, desarrollo y evaluación del proyecto educativo.

La formación que tiene que poseer el director no es solo de carácter técnico sino que tiene que estar referida a dimensiones vinculadas a la sociología, a la psicología y a la pedagogía. No me gusta lo que está sucediendo en algunas de nuestras comunidades que han encomendado la formación de directores y directoras a empresas que no están especializadas en educación.

2. Muchas veces pasa inadvertida la importancia de la organización escolar, en la consecución de los objetivos educativos. Desde esa afirmación: ¿por qué es importante una buena organización escolar en la dinámica educativa? ¿Nos podría poner un ejemplo de cómo condiciona en la realidad de un colegio o instituto?

La organización de la escuela (como explico en mis obras “Cadenas y sueños”, “Entre bastidores” y d“La luz del prisma”) es muy importante por dos motivos. En primer lugar desde un punto de vista instrumental, como vehículo del curriculum.

No se suele tener en cuenta esta importancia cuando se legisla. Se diseña un curriculum basado en las más avanzadas teorías de la psicología el aprendizaje, pero no se piensa que ha de ser desarrollado en el marco organizativo de una institución. Hace tiempo escribí un breve artículo sobre esta cuestión. Lo titulé “Un coche en los riscos”. Decía allí, utilizando el valor de la metáfora que, en ocasiones, nos ocupamos en diseñar un coche de línea aerodinámica, motor potente y altísima velocidad, sin tener en cuenta dónde va a circular. Si colocásemos ese vehículo maravilloso en los riscos de una montaña, el coche acabaría destruido, el conductor desesperado y apenas si podría desplazarse unos metros.

En segundo lugar la organización es importante porque en ella se instala una parte importante del curriculum oculto. Los espacios, los itinerarios, el mobiliario, los tiempos, el poder… encierran importantes contenidos de aprendizaje. Unos aprendizajes que se producen de forma subrepticia, omnímoda y persistente. Por eso son tan eficaces, aunque no sean explícitos y pretendidos.

Pondré alguno ejemplos:
Si hay baños para el profesorado con papel higiénico, toalla y jabón (y una lleve en la puerta) y los baños del alumnado no disponen de los mismos imprescindibles materiales, se aprende que hay personas con diferente dignidad, aunque se diga otra cosa en las clases de ética.

Si los espacios de las personas que tienen poder son más grandes, bonitos y cómodos que los de las personas que no tienen poder en la escuela, se aprende que el poder no está para servir a los demás sino para servirse de ellos.

Si las mesas están alineadas en el aula, sin que los alumnos y alumnas puedan verse las caras, se está aprendiendo que unos de otros nada pueden aprender y que solo es posible hacerlo del que está delante de la clase.

Si los espacios de recreo están ocupados por los chicos para jugar al fútbol y las chicas tienen que entretenerse hablando en corrillos, se aprende que las mujeres tienen un lugar secundario en la sociedad.

Todo habla en la escuela. Basta prestar atención para escuchar. Y todo lo que habla en la escuela dice cosas cargadas de significado. Hay que aplicar el sentido crítico para poder entenderlo.

3. Recuerdo la lectura sugerente de una obra suya con un nombre ilustrativo: “La escuela que aprende” (Ediciones Morata, 2006). Además de la función clásica de enseñar, y para que nuestros lectores puedan hacerse una idea:
¿qué significa e implica una escuela que aprende en el s. XXI?

La escuela suele ser estudiada y entendida como una institución que enseña. Pocas veces se la contempla como una institución que tiene que aprender.

¿Por qué tienen que aprender la escuela?
Por un principio de La escuela tiene que saber si se están consiguiendo aquellos objetivos que se ha propuesto. Se me asemejan las escuelas a barcos navegando en alta mar, con la tripulación extenuada en labores diversas, sumida en un enorme ajetreo. Pero, cuando alguien pregunta hacia dónde va el barco, nadie sabe responder. Sería tremendo que no hubiese rumbo, que el barco estuviera dado vueltas en círculos concéntricos o dirigiéndose al abismo. No hay viento favorable para un barco que va a la deriva. Dicho de manera más lapidaria: no hay nada más estúpido que lanzarse con la mayor eficacia en la dirección equivocada. Y esto puede suceder. Si queremos que salgan alumnos con espíritu crítico, debemos ver si es así o si salen adocenados. Si queremos que amen el conocimiento, debemos comprobar que es así o, por el contrario, si lo aborrecen. Si queremos que salgan solidarios, tenemos que cerciorarnos de lo hemos conseguido o si salen competitivos en insolidarios.

Por un principio de responsabilidad. No da igual lo que se hace en las escuelas. De lo que pase en las aulas va a depender la vida de los alumnos y alumnas. De algunos quirófanos salen, a veces, cadáveres. También de las aulas. Lo que pasa es que los cadáveres que salen de las aulas son psicológicos. Se distinguen de los físicos por cuatro características: no huelen, se mueven hablan y hasta se ríen.

Por un principio de profesionalidad. Para ser mejores profesionales, es preciso reflexionar con rigor sobre la práctica. De esa forma se puede comprender y mejorar lo que se hace. La mejora profesional se consigue a través de la investigación que hace el profesional sobre su práctica.

Por un principio de perfectibilidad. La mejora de la escuela no se consigue sobre todo a base de prescripciones. Se consigue a través de la indagación de los profesionales sobre el quehacer de la institución.

Por un principio de colegialidad: hablamos de la escuela como la unidad funcional de diseño, desarrollo, innovación y evaluación del currículum. La colegialidad exige una planificación de la mejora a través del trabajo compartido. Aprender juntos.

Por un principio de ejemplaridad. Una institución que no es capaz de aprender no puede enseñar a que los demás aprendan. Una institución cerrada a la autocrítica y a la crítica, instalada en la comodidad y la rutina, no puede trasmitir el deseo de aprender.

Por un principio de felicidad. Un conjunto de profesionales comprometidos, deseosos de aprender, decididos a mejorar, son más felices que los que se abandonan a la pereza y al individualismo.

¿Qué tiene que aprender la escuela?
Son muchas las cosas que la escuela tiene que aprender. Y lo ha de hacer de forma continua, no de una vez para siempre.

La escuela tiene que aprender que aparecen nuevas funciones en sus cometidos y que otras cambian. Son nuevas funciones las que exige haber entrado en la era digital. Hay otras que cambian. Cuando solo la escuela tenia el conocimiento, era importante seleccionarlo y transmitirlo con Hoy el conocimiento está disperso en muchos lugares. La nueva función de la escuela es enseñar a buscarlos y facilitar criterios para discernir cuándo el conocimiento es riguroso y cuándo está adulterados por intereses religiosos, políticos o economico. El contexto ...

Tiene que conocer el contexto donde está situada. Un triple contexto. El contexto neoliberal que se sustenta sobre unos ejes que contradicen los presupuestos de la educación: individualismo, competitividad, obsesión por la eficacia, relativismo moral, privatización de bienes y servicios, olvido de los desfavorecidos… El contexto digital, que presenta el conocimiento en nuevas y multiplicadas formas. Contexto que, por otra parte, modifica las relaciones ente las personas, propiciando la relación a través de máscaras diversas. Contexto lleno de potencialidades educativas y de peligros nuevos. El contexto institucional que hace peculiar en cada momento la vida de la institución. La escuela es una institución llena de prescripciones, de tal forma que algunos la han llamado institución paralítica, ya que no se mueve sin las andaderas legales.

Tiene que conocer la configuración psicológica de los alumnos, es decir sus intereses aficiones, motivos, expectativas. Decía un pedagogo italiano: “Para enseñar latín a John, más importante que conocer latín es conocer a John”.

Tiene que aprender que cada ámbito del conocimiento se desarrolla y se diversifica sin cesar. Se investiga, se crea, se inventa… Todos los ámbitos del saber crecen y se multiplican sin cesar.

Los saberes pedagógicos crecen de manera exponencial. Los profesionales de la escuela tienen que saber que no se es maestro de una vez para siempre. Como sucede con los médicos. Nadie puede anquilosarse en la práctica si no quiere estar abocado al fracaso.

¿Cómo lo puede aprender?
Voy a plantear una propuesta simplificada, a través de diez verbos que se encadenan ente sí.

1. Interrogarse. Si este verbo no se conjuga, no es posible iniciar el proceso de mejora. Si no se formulan preguntas, no habrá forma de buscar respuestas. Hay que poner en tela de juicio las prácticas, hacerse preguntas sobre ella. Hay que dudar. Ya sé que la duda es un estado incómodo. A algunos no les deja dormir. Lo que pasa es que si la duda es un estado incómodo, podríamos afirmar que la certeza es un estado intelectualmente ridículo. Repetir lo que se hace sin formular la menor pregunta es el mejor modo de asentarse en las limitaciones y los errores.

Téngase en cuenta que existe la lógica de autoservicio, es decir, un mecanismo intelectual que consiste en que hacemos hablar a la realidad para que nos de la razón. Un profesor que tiene un inusitado nivel de fracaso hará hablar a la realidad para que le de la razón con el fin de seguir haciendo lo que hace. Y dirá que la causa de ese fracaso es que siempre le tocan a él los peores alumnos, que tienen un nivel insuficiente y que no muestran el necesario interés ni hacen el esfuerzo suficiente.

2. Compartir. Hemos de hacer preguntas sobre la propia práctica y hemos de compartirlas con otros docentes. Porque, en definitiva, el curriculum ha de ser colegiado y no individualista. De lo que se trata es de formar personas y profesionales competentes a través de un proyecto compartido.

El individualismo es una lacra en un proyecto tan complejo como la formación de personas y de ciudadanos. Remar en la misma dirección es una exigencia sine qua non si se quiere avanzar en una buena dirección.

3. Investigar. La contestación a las preguntas no se hace mediante suposiciones, sino con el rigor de la investigación. Habitualmente los profesores investigamos sobre las materias de nuestra especialidad, pero pocas veces lo hacemos sobre la docencia.

Hablo de una investigación sobre la prácticas, encaminada a comprenderla y a mejorarla. Hablo de investigación en la acción (action research). Es la que hacen los profesionales sobre sus propias prácticas con el fin de comprenderlas y transformarlas en su racionalidad y en su justicia.

4. Comprender. La respuesta a las preguntas genera comprensión. Cuando murió Laurence Stenhouse, profesor de la Universidad de Norwich (de un cáncer cuyo diagnóstico nunca aceptó porque decía que tenía que hacer todavía muchas cosas por la educación de su país) los alumnos plantaron en el campos un arbolito con una placa en su pie: “Son los profesores quienes, a fin de cuentas, van a transformar el mundo de la enseñanza, comprendiéndolo”.

Comprender lo que sucede es el único modo de poder mejorarlo. Esa comprensión tiene su origen en la investigación compartida sobre la práctica.

5. Decidir. Se comprende para intervenir no para estar entretenidos comprendiendo, no para quedarse impasibles después de haber comprendido.

Así es, a mi juicio. Los profesores son los protagonistas de la transformación. Y la van conseguir a través de procesos rigurosos de indagación conducentes a la comprensión de la realidad.

6. Escribir. Al plasmar en un escrito el pensamiento caótico y errático que solemos tener sobre la práctica, debemos someterlo a la disciplina de la redacción. Para escribir, necesitamos ordenar el pensamiento y plasmarlo según una estructura. Para escribir tenemos que argumentar y pasar de unas partes a otras mediante razonamientos concatenados.

Por eso la escritura ayuda a comprender la práctica. Por eso sería aconsejable que, con más frecuencia, nos sometiésemos al ejercicio de la escritura, a la narración de las prácticas docentes y a la redacción de informes sobre investigación acerca de la práctica.

7. Difundir. Si se difunden los informes de investigación, la comunidad encontrará un motivo de estímulo importante. Algunos pensarán que no están solos en el empeño de hacer bien lo que tienen que hacer, que hay otras personas con el mismo compromiso. La profesora inglesa Joan Dean dice que si los profesores compartiésemos las cosas buenas que hacemos tendríamos una fuente inagotable de estímulo y de optimismo. Somos más dados a compartir los males que nos aquejan.

8. Debatir. Es importante generar una plataforma de discusión acerca de la enseñanza, de su sentido, de su éxito y de su fracaso. La difusión de los informes de estas investigaciones constituye un interesante vehículo para establecer esa discusión. A través del análisis de los procesos y de los resultados podremos establecer las iniciativas que tendríamos que emprender para mejorar lo que estamos haciendo.

9. Comprometerse. Pienso que el conocimiento ha de generar compromiso. Esta es una profesión que no depende exclusivamente de cuánto se sabe sino de cómo se es. El compromiso con la enseñanza hace que nos preocupemos por la calidad del aprendizaje y nos insta a mejorar nuestra acción.

Comprometerse con la institución y con la tarea exige clarividencia y valentía. Exige saber cuál es el sentido de nuestra actividad y, a su vez, compartir un proyecto colegiado y sentirnos responsables de aquello que hacemos.

10. Exigir. Las condiciones en las que hoy nos encontramos no son las mejores imaginables. No debemos asistir impasibles al deterioro de las condiciones de la buena enseñanza.

Para exigir con eficacia hace falta unidad, perseverancia, valentía, optimismo y creatividad. Lo que llamo “poner una vaca púrpura en las cosas”, es decir, algo extraordinario, algo llamativo.

¿Qué dificultades obstaculizan el aprendizaje de la escuela?
Hay dificultades institucionales como la rutina, las malas condiciones, los jefes tóxicos, la fagocitosis de los innovadores, la burocracia, las malas experiencias…

Otras que son de carácter actitudinal: pesimismo, fatalismo, desaliento ante las dificultades o los fracasos, cansancio, pereza, individualismo…

Las dificultades solo desalientan a los malos profesionales. Hay un arte maravilloso en la vida y en la profesión, que es el que consiste en transformar dos signos menos en un signo más.

4. En esta sociedad del conocimiento,...

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Fuente: Magazine INED21.