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domingo, 3 de junio de 2018

Entrevista a John Bellamy Foster. El fantasma del marxismo

Gordan Stošević e Ivan Popović

Il grido del popolo

Traducido por Héctor R. López

John Bellamy Foster es profesor de sociología en la Universidad de Oregón y editor de Monthly Review, su trabajo aborda temas de economía política del capitalismo, crisis económica, crisis ecológica y teoría marxista.

¿La ideología marxista es relevante hoy? ¿O es que solo tenemos "restos" de ella aplicada en los grupos parlamentarios quienes se apegan a la casa socialdemócrata dominante y básicamente tienen los mismos programas que los partidos de derecha?

No hay duda de que la crítica teórica marxista del capitalismo es más relevante hoy más que nunca y ejerce una influencia enorme y creciente en muchas partes del mundo, una señal de la profunda crisis del sistema, y del aumento de la disidencia. Sin embargo, cómo transformar esto a la práctica es inevitablemente más difícil y varia de un lugar a otro. La política electoral en Norte América y Europa en el presente es principalmente el domino de los partidos capitalistas. Los socialdemócratas se han convertido en liberales sociales con solo una distinción entre ellos y el centro derecha. Esto no es un reflejo de las fuerzas sociales en el terreno, tanto como las restricciones impuestas por el capital a toda la sociedad en la era neoliberal en un contexto de crisis económica, y debido a la reivindicación thatcherista de que ya no había un alternativa al sistema actual. Todo esto formaba parte de la narrativa del "fin de la historia": la noción de que el liberalismo/capitalismo era el único camino que le quedaba al futuro tras la desaparición de sociedades de tipo soviéticas. En esta atmosfera, el capital, que estaba enfrentado su propia crisis de acumulación, ha intentado llevar a cado lo que Gramsci llamó una "revolución pasiva" utilizando su posición hegemónica para cambiar las reglas permanentemente a su favor.

Esto solo condujo, sin embargo, al deterioro de las condiciones generales, reflejadas en estancamiento económico y la financiarización, el incremento de la desigualdad, la crisis ecológica planetaria, la propagación de la guerra, y los peligros generales para la humanidad, todo esto combinado para hacer una farsa de la noción del progreso capitalista. En todas partes, las personas están luchando con estrategias de salida diseñadas para hacer frente a un conjunto cada vez mayor de crisis sociales y ecológicas, y cada vez se considera que estos problemas requieren de una salida del actual sistema de acumulación. El Estado neoliberal está ahora en crisis, requiriendo que los bloques de poder dominante en casi todos los países recurran a los bloques de poder neofascistas como una vía para asegurar el control de la sociedad, es decir, el uso de poder crudo, y las alianzas entre los ricos y una nueva clase media reaccionaria o la pequeña burguesía.

En estas circunstancias los movimientos y las estrategias pueden diferir ampliamente entre países. En Europa Occidental, los Estados Unidos y Japón, es decir, la triada, las luchas radicales más importantes son generalmente extraparlamentarias en la actualidad, aunque el Partido Laborista bajo Corbyn en el Reino Unido representa una lucha parlamentaria crucial, ya que por primera vez la dirección del Partido Laborista está tomando una postura decididamente antiimperialista. En los movimientos del Sur Global que pueden ser vistos como revolucionarios y como auténticos movimientos por el socialismo, se encuentran operando en una gran variedad de esferas. Como ha sido cierto durante más de un siglo, las principales revoluciones han sido encontrada en la periferia y la semi periferia del sistema capitalista. La velocidad con que las crisis económicas y ecológicas de capitalismo se están desarrollando, el debilitamiento del Estado democrático liberal en casi todas partes, y la propagación de la guerra y reacción, hacen que el futuro de la humanidad dependa más que nunca del renacimiento del movimiento por el socialismo y de la creación de una Nueva Internacional, a diferencia de las Internacionales de antaño (aunque cercanamente parecida a la Primera Internacional).

Uno de tus libros se titula La teoría del capitalismo monopolista. ¿Puede darnos una idea del argumento principal? ¿De qué se trata?

La teoría del capitalismo monopolista se enfoca en el análisis de Paul A. Baran y Paul M. Sweezy "El capital monopolista" que fue el desarrollo más influyente de la crítica político-económica marxista y de la teoría de la crisis que surgió en los Estados Unidos. Baran nació en la Ucrania en la Rusia zarista y estudió en la Unión Soviética y Alemania, donde estaba afiliado al Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, mientras escribía para el Die Gesellschaft de Hilferding y recibió su doctorado en economía. Después de que Hitler llegó al poder huyó a Polonia donde trabajó para el negocio de la madera de su familia. Pronto se convirtió en el representante de la industria maderera polaca en Londres, y después se fue a Estados Unidos a estudiar economía en Harvard. En la guerra trabajó para la Strategic Bombing Survey a cargo del economista John Kenneth Galbraith. Después de la guerra, tomó un cargo en la Federal Reserve Board y luego fue contratado como profesor de economía en Stanford. Su libro más famoso antes del "Capital Monopolista", fue The Political Economy of Growth (1957), que fue una obra fundamental en la teoría marxista de la dependencia.

Sweezy era hijo del vicepresidente de uno de los bancos de J. P. Morgan, y fue producto de una educación de elite en Exeter y en Harvard. Se sintió atraído por el marxismo durante un año en la London School of Economics y regresó a Harvard donde era un colega más joven del economista conservador Joseph Schumpeter, con quien desarrolló un amista cercana a pesar de sus puntos de vista políticamente opuestos. Sweezy escribió The Theory of Capitalist Development: Principles of Political Economy (1942), que a menudo todavía se considera el trabajo más importante sobre los principios económicos marxistas. Durante la guerra trabajó para la Office of Strategic Services. Después de la guerra renunció a su puesto en Harvard y se convirtió en el editor fundador junto con el periodista e historiador laboral marxista Leo Huberman de Monthly Review, subtitulado An Independent Socialist Magazine, para el cual Albert Einstein escribió su Why Socialism? en el primer número. Sweezy fue blanco de la cacería de brujas anticomunista de McCarthy y se negó a mencionar nombres ni a entregar notas de una conferencia dictada en la Universidad de New Hampshire. Fue acusado de desacato al tribunal y su caso fue a la Corte Suprema de los Estados Unidos, que decidió a su favor, en uno de los casos que llevaron al macarthismo a su fin. La revolución cubana fue fundamental para Baran y Sweezy, y Monthly Review adquirió una identidad primaria como defensor de las revoluciones en lo que entonces se llamaba el Tercer Mundo.

El Capital Monopolista fue un esfuerzo por actualizar la economía política marxista mediante el desarrollo de una teoría de la acumulación en la fase monopolista del capitalismo, dominado por grandes empresas. El análisis se basó en el Capital de Marx, pero se enfocó en las modificaciones en la naturaleza del sistema asociado con la fase monopolista. Económicamente, el análisis estaba extensivamente arraigado en el trabajo del economista polaco Michat Kalecki en sus trabajos como Theory of Economic Dynamics (1962) y en el marxista austriaco Josef Steindl, Maturity and Stagnation in American Capitalism (1952). Pero Baran y Sweezy extrajeron muchas más amplias conclusiones, extendiendo su análisis al Estado y a la sociedad como un todo, enfocándose en el problema de la absorción del excedente económico, lo que les permitió criticar fenómenos como la creciente labor de ventas, la automovilización, el militarismo, el imperialismo y el aumento irracionalidad de un sistema que depende cada vez más de desperdicio económico. El Capital Monopolista argumentó directamente que el estado normal del capital monopolista era el estancamiento secular. Su análisis fue la crítica radical más influyente al capitalismo emergente en 1960 y fue la base principal para el desarrollo de la economía política radical en los Estados Unidos hasta mediados de la década de 1970.

A finales de 1970, sin embargo, hubo un retorno general al movimiento de Marx en el marxismo occidental, que fue enormemente creativo en muchos aspectos, pero que condujo a un rechazo por parte de la izquierda de la idea del Estado monopolista y al retorno a más interpretaciones fundamentalistas de Marx y el marxismo. En el punto de vista fundamentalista, la crítica de Marx al capitalismo era vista como suficiente para el análisis del presente, es decir, tales nociones, como la prevalencia del capitalismo libremente competitivo (incluso respecto a la competencia de precios) y de la importancia inmediata y directa de la tendencia decreciente de Marx de la tasa de ganancia, resucitaron. Incluso, la concentración y centralización del capitalismo, el crecimiento oligopólico, y el incremento de las corporaciones multinacionales fueron minimizados. La economía política marxista de este modo retrocedió en muchos aspectos y se dirigieron una serie de críticas al análisis de Baran y Sweezy, como la afirmación de que habían negado la teoría marxista del valor, y la acusación aún más irracional de que su análisis era de carácter reformista. Mi libro The Theory of Monopoly Capitalism, que apareció en el vigésimo aniversario del Capital Monopolista fue diseñado para responder a estas críticas, mostrar como la teoría se había desarrollado fuera de la propia crítica de Marx, y explorar las contradicciones de la acumulación bajo el capitalismo monopolista. Una reciente edición de mi libro fue publicada en 2014 dando cuenta del debate que surgió en los años intermedios.

Aunque la mayoría de la economía política marxista se refugió de finales de los años setenta hasta la década inicial de este siglo en una escolástica vacía, Sweezy, trabajando con su coeditor posterior, el economista Harry Magdoff, seguido de otros asociados con Monthly Review, desarrolló un poderoso análisis en este período de la relación del estancamiento con la explosión financiera, viendo la financiarización como la principal respuesta al estancamiento económico. También continuaron examinando el crecimiento del capital monopolista en el escenario mundial en forma de corporaciones multinacionales. Este análisis de la monopolización, el estancamiento y la financiarización resultó ser el conjunto más poderoso de ideas sobre el desarrollo contemporáneo de la acumulación y la crisis. El representante más importante de esta línea de pensamiento hoy, que reúne todos sus aspectos, incluida la lucha contra el imperialismo, es Samir Amin, quien recientemente publicó Modern Imperialism, Monopoly Finance Capital y Marx's Law of Value. La teoría del capital monopólico (ahora actualizada como el análisis del capital de monopolio financiero) también ha cobrado un ímpetu adicional en los últimos años mediante el lanzamiento de algunos manuscritos inéditos de Baran y Sweezy asociados al Capital Monopolista (estos desarrollos se discuten en la nueva edición de libro). La importancia perdurable de toda esta tradición radica en lo que Sweezy llamó (en el título de uno de sus libros) "el presente como historia", es decir, la teoría marxista debe extenderse para abordar los cambios dentro del capitalismo mismo.

¿El marxismo tiene un futuro en la política real?
Sí, si realmente estamos hablando de política real, y no del tipo de política organizada -un mero cambio de sillas entre la elite del poder- que sustituye a la política actual. El materialismo histórico sigue siendo la base real de todas las políticas críticas y revolucionarias que desafían al capitalismo en todos los sectores del globo. En este sentido, el fantasma del marxismo aún persigue al capitalismo, un hecho claramente evidente en los incesantes ataques a la izquierda que emanan de la ideología recibida, que hoy tiene poco más que una ideología de miedo para ofrecer en respuesta. El impacto actual de la filosofía de la praxis es obviamente bastante diferente en diferentes partes del mundo. Sin embargo, la crisis global del dominio capitalista es tal que disuelve muchas de estas diferencias. El ritmo del cambio histórico está aumentando hoy como en cada época de transición. El movimiento de hoy hacia el socialismo muestra señales tanto de la fragmentación de la clase trabajadora como de las mayores fortalezas que hoy se logran mediante la lucha co-revolucionaria que apunta a reunir esos diversos intereses. Lo que estamos viendo de muchas maneras es un movimiento más crítico, más revolucionario en su alcance e inclusión de sus objetivos, dirigido a la creación de la igualdad sustantiva. Lo que es más extraordinario en los movimientos marxistas hoy en día, particularmente en América Latina, es su amplitud y creatividad, la incorporación de nuevas lenguas vernáculas y luchas más amplias. Un aspecto crucial de esto es un proceso de autocrítica, aprender del pasado. La verdadera política de hoy es la política revolucionaria; como dice Samir Amin, es "audaz" en sus objetivos.

¿Cuál es el futuro del capitalismo?

El capitalismo, como argumentó el difunto István Mészáros, hace mucho tiempo que pasó su fase ascendente y ahora está en su fase descendente. Al mismo tiempo, su poder de destrucción es incomparable. Hace poco estuve mirando un libro, titulado The Future of Capitalism, escrito hace unas décadas por Lester Thurow, un famoso economista liberal de izquierda progresista en los Estados Unidos. Thurow no era radical, pero era lo suficientemente crítico como para sacar a relucir algunas de las contradicciones del capitalismo, y para una figura del establishment, a veces podía ser absolutamente devastador. En su penúltimo capítulo, escribió con respecto a la relación estructural del capitalismo con el medio ambiente que socava sistemáticamente el futuro. "Cada generación toma buenas decisiones capitalistas, pero el efecto neto es el suicidio social colectivo". En el capitalismo, sugirió, prevalece la anarquía: "¿Quién está al mando del sistema social? Dado que el capitalismo cree que no hay un sistema social, su respuesta es nadie. "La único área donde el capitalismo estaba en mejores condiciones para planificar, argumentó Thurow, estaba en relación con los militares y las formas de represión. Concluyó el libro diciendo que bajo el capitalismo, el peligro era el "estancamiento", incluido el estancamiento de la inversión. "Los problemas intrínsecos del capitalismo visible en su nacimiento (inestabilidad, creciente desigualdad, un proletariado lumpen) todavía están allí esperando ser resueltos".

Por supuesto, Thurow, que fue un gran impulsor de la tecnología, vio la organización de la tecnología como la respuesta a los problemas sociales, en lugar de hacer cambios fundamentales en las relaciones sociales. Estaba lejos de ser un pensador o actor revolucionario. Pero es notable cuán consciente han sido sus principales contradicciones de los impulsores levemente críticos del sistema. Esto fue en la gran era del triunfalismo capitalista que siguió a la disolución de arriba hacia abajo del sistema soviético. Hoy todos conocen las crisis cada vez más profundas de la economía, el crecimiento de la desigualdad en todos los niveles del sistema, el impulso renovado hacia el imperialismo y la guerra, y las amenazas de exterminio de las armas nucleares y un tren desbocado acelerando hacia el fin del medio ambiente. La estructura urbana global se ha convertido en lo que Mike Davis llamó "un planeta de barrios marginales". Las perspectivas futuras para las nuevas generaciones bajo el capitalismo, teniendo en cuenta todo lo anterior, nunca han sido peores. La pregunta es: ¿puede la humanidad trascender este sistema para crear un mundo colectivo y sostenible? No es una cuestión académica, sino de supervivencia.

¿Cuánto más las personas pueden aceptar la brecha entre las clases pobres y las ricas, qué necesita suceder para que podamos ver un cambio?

Lo que las personas pueden aceptar "es siempre una pregunta". Tiene que ver con una gran cantidad de cuestiones más allá de las condiciones materiales tales como, lo relacionado con las formas de control social y hegemonía, la organización en la base, la fusión de fuerzas, la fragmentación o la unidad en los movimientos, la audacia de la respuesta, las fuerzas globales así como nacionales y locales, el espíritu de los tiempos, las revoluciones culturales. No hay una respuesta general. Como Marx dijo "la tradiciones de todas las generaciones muertas pesa como un pesadilla en los cerebros de los vivos". Para la burguesía la pesadilla es la esperanza revolucionaria, las tradiciones, y la creatividad encarnada sobre todo en el marxismo y el socialismo en general. Para los oprimidos la pesadilla consiste en las grandes derrotas que siguen a las victorias del pasado. El cambio revolucionario ocurre cuando la pesadilla de la actual represión excede a la pesadilla revolucionaria del pasado y se vuelve insoportable, y en efecto, cuando el pasado revolucionario se convierte en una fuente de esperanza renovada en la era de la lucha renaciente.

"Las revoluciones proletarias, como aquellas del siglo XIX -escribió Marx en un periodo de derrota- se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta! / ¡Aquí está la rosa, baila aquí!" Pienso que esta misma lógica está desarrollando hoy, pero en un lapso de tiempo más largo y en una escala global infinitamente mayor.

¿Se "estudia" más el marxismo en Wall Street que en la centro-izquierda? Por favor explique

Es una pregunta divertida. Sí, pienso que Marx se estudia mucho hoy en todo Wall Street, al menos entre los intelectos de gran alcance. Hay un molde pragmático en la mayoría de los negocios, donde es entendido que una visión realista y crítica de la economía capitalista como la ofreció Marx, es bastante útil, mientras que la economía neoclásica es principalmente ideológica. Escribí un artículo recientemente para Jacobin sobre Marx como el economista del siglo XXI. Volví a un famoso artículo de James Cassidy escrito para el New Yorker en 1997. Cassidy estaba hablando con un amigo suyo, un economista educado en Oxford y un importante banquero de inversiones, quien dijo que Marx fue el economista más importante para comprender las tendencias contemporáneas. Cassidy hizo un programa intensivo en el estudiar a Marx y declaró que Marx era el "próximo economista" para el siglo XXI. Ahora, después de la Gran Crisis Financiara de 2007-09 y el posterior estancamiento económico, junto a los mayores incrementos de la desigualdad en la historia mundial, muchos estarían de acuerdo, incluso Wall Street. Hoy existen sitios webs como Naked Capitalism que a menudo tratan a Marx con seriedad.

Mientras esto ha estado ocurriendo, ha habido una contradicción en los estudios de Marx y el marxismo en las universidades, principalmente porque las universidades son bastante aburridas, estructuras del establishment, y usualmente una década o más atrás de las principales tendencias en las sociedades; hoy la academia esta todavía atrapada en la era neoliberal de Thatcher y Regan. Además, la izquierda académica dio un desvío por el posmodernismo, que lo retiró un tiempo de las principales luchas del día, una filosofía del pesimismo y la derrota, aunque no sin algunos avances críticos. En la actualidad, sin embargo, los jóvenes izquierdistas son más críticos e inquietos, y más materialistas y realistas en su opinión. En muchos de los países capitalistas ricos, hay un creciente interés en el socialismo y en Marx. La izquierda que se desarmó intelectualmente durante el periodo posmodernista parecer estar lista para armarse intelectualmente nuevamente, y esto significa volver a la tradición crítica más profunda, que ofrece análisis y herramientas para el cambio, es decir, la filosofía de la praxis. Esto no es todavía un movimiento revolucionario, pero representa una creciente crítica al capitalismo, y el intento de un número creciente de personas de construir un movimiento hacia el socialismo.

Por lo tanto, uno ve no solo a Wall Street que a menudo toma a Marx mucho más en serio, pero también un tipo de pánico ideológico en la cima en cuanto a cómo combatir a una juventud cada vez más rebelde, atraída no simplemente por un tipo de populismo radical amorfo, sino a algo mucho más peligroso para los poderes fáticos: el marxismo, que regresa de nuevas formas pero reconocible a la creación del Viejo Topo del siglo XIX. El marxismo está siendo estudiado hoy en muchos lugares con una intensidad no vista desde 1970 y con una mayor sofisticación y perspicacia crítica.

¿Deberíamos observar el "capital" hoy a través del marco de Thomas Piketty o deberíamos apegarnos a puntos de vista de la izquierda más tradicionales?

Escribí un artículo en Monthly Review con Michael D. Yates en noviembre de 2014 titulado Thomas Piketty and the Crisis of Neoclassical Economics (Tomas Piketty y la crisis de la economía neoclásica). Nuestro argumento fue que Piketty, rompió parcialmente con la economía neoclásica en respuesta a la crisis de nuestro tiempo, como Keynes hizo en 1930, y como Keynes (como sabemos) Piketty tomó prestado conceptos críticos de Marx en el proceso. El análisis de Piketty gira en torno a su famosa fórmula r>g, donde r representa la tasa anual de retorno a la riqueza -llamada por Piketty como capital- y g la tasa de crecimiento de la economía (la tasa de aumento del ingreso nacional). Así, Piketty replicó las suposiciones de la larga data de la teoría del capital monopolista, y gran parte de la economía marxista/kaleckiana y poskeynesiana, relacionadas con el crecimiento de la riqueza en lugar de los ingresos en la era de la financiarización. Pero Piketty avanzó estos postulados en una manera muy elegante y no fue fácilmente ignorado por los guardianes hegemónicos de la ideología económica ya que estaba en el pico del establishment de la economía neoclásica. Además, fue capaz de respaldar esto con una base de datos global más completa sobre los ingresos (The World Top Income Database) el cual había jugado un papel clave en el desarrollo. Su análisis en el Capital del Siglo XXI hizo un agujero, tanto teórica como empíricamente, en la noción neoclásica de que el capitalismo desarrollado condice e una disminución de la desigualdad. En cambio, señaló la riqueza desigual enraizada en la riqueza dinástica. Hay muchas cosas que decir de este análisis. Todavía, Piketty evitó preguntas cruciales de clase, monopolio y estancamiento económico. Se las arregló para mantenerse en gran medida dentro del ámbito de la economía neoclásica, mientras que aporta un grado de realismo crítico a su análisis. Su solución definitiva fue simplemente un impuesto a la riqueza.

Lo que hizo Piketty, entonces, es proporcionar cierta credibilidad a la crítica marxista más desarrollada, como en Kalecki y la tradición del capital monopolista, así como a todo el marco de Marx. Pero una vez que se entiende la crítica parcial de Piketty de la economía neoclásica dominante, es necesario regresar a la teoría marxista para la crítica más completa, de la que su análisis toma prestado, pero de una manera superficial y contradictoria. Es importante subrayar que Piketty, con toda su discusión de la creciente desigualdad asociada con la lógica de la concentración de la riqueza bajo el capitalismo, evita, sin embargo, abordar la cuestión general del poder de clase (sin mencionar el poder del monopolio).

En su opinión, ¿por qué la izquierda moderna de hoy no puede responder a los desafíos de la sociedad?

Lo que a veces se llama la izquierda hoy en día es en gran medida reformista, incluso una agrupación política reaccionaria que busca hacer que el capitalismo funcione mejor, o en cierto modo una forma más benigna de neoliberalismo. Incluso los partidos socialdemócratas neoliberales son hoy en el mejor de los casos partidos social-liberales. Lo que a menudo se caracterizó como partidos de izquierda son actualmente partidos capitalistas. Los partidos socialdemócratas a menudo se presentan como capaces de promover los intereses del capitalismo, mientras aseguran la cooperación del trabajo. Cuando están en el poder, son los intereses del capital los que tienen prioridad. Hay razones complejas para esto, incluyendo las formaciones de clase, la hegemonía ideológica, las estructuras de poder económico y político. También está el rechazo de cualquier intento de contra-hegemonía y estrategias revolucionarias o radicales en la izquierda, lo que en gran medida cayó para el liberalismo es la ideología del "fin de la historia", colocándose así en defensiva permanente, incluso socavando su propia razón de ser.

Una estrategia efectiva de izquierda, en contraste, debe tener su base en la construcción del poder de clase y en forjar un modelo orgánico socialista de reproducción del metabolismo social (para emplear la terminología de Mészáros), en oposición a la enajenada reproducción metabólica desarrollada por el capitalismo. Debe ir contra las reglas del poder y desafiar toda estructura y lógica de estado y la economía, creando un poder basado en las estructuras colectivas de la clase trabajadora en toda su diversidad. El ejemplo más claro de la implementación de esa estrategia, contemplada como protagonismo, es Venezuela, por lo que el imperio estadounidense está haciendo todo lo posible para erradicarlo, no simplemente en el sentido de derrocar la Revolución Bolivariana, sino para destruirla en la mente de las personas como un modelo viable de cambio revolucionario. Lo que está claro es que en los llamados partidos de "izquierda" establecidos en los principales Estados capitalistas no tienen estrategias de organización de base, ni alternativas ideológicas, ni estrategia contra-hegemónica. Son parte del sistema de poder y no de fuerzas de oposición. Hoy en día se mantienen quietos mientras el neoliberalismo se metamorfosea en neofascismo (o en una organización neoliberal-neofascista). La única manera de contrarrestar esto es a través de un movimiento organizado hacia el socialismo que emana desde abajo.

Esto no quiere decir que solo debemos buscar inspiración en América Latina o en el Sur Global. Hay señales de vida en la izquierda -lo que podríamos llamar un movimiento real hacia el socialismo- en el Partido Laborista de Corbyn en el Reino Unido, y el Partido de los Trabajadores en Bélgica. Estos son desarrollos estratégicos brillantes de los partidos basados en el movimiento cuyo desafío al establishment actual es serio. También existe un crecimiento masivo del ecosocialismo casi en todas partes del mundo, aunque sobre todo como una forma de lucha extraparlamentaria. Pienso que veremos el crecimiento mundial de lo que podríamos llamar un proletariado ambiental, ya que las luchas materiales en relación con la economía y el medioambiente ubicadas en comunidades, hogares, y lugares de trabajo se vuelven cada vez más inseparables para la mayoría de las personas: una realidad material.

¿Por qué la izquierda de hoy permite el derecho de aprovechar todos sus temas y vocabulario?

Esto no es una cosa nueva. Los movimientos en el amplio género fascista (de cual podemos incluir el fascismo clásico así como el neofascismo actual o el populismo nacionalista) siempre han explotado superficialmente la terminología socialista y las formas de crítica en un intento de organizar su clase media baja, y circunscripciones de la clase trabajadora relativamente privilegiada. Es en este sentido que uno puede hablar ideológicamente de "derecha radical". Por lo tanto, es desde este sector, que C. Wright Mills llamó la "retaguardia del capitalismo", aquella que se ataca a los capitalistas compinches (pero no a la clase capitalista), así como a los financieros, los burócratas estatales y a la clase media alta. Todos ellos generalmente están por encima de la clase media baja. Esto ocurre simultáneamente con ataques contra aquellos que están por debajo de la clase media baja (y la clase trabajadora privilegiada), es decir, la mayor parte de la clase trabajadora, y los grandes "sucios", que siempre tienden a ser los inmigrantes racialmente desfavorecidos desde que vivieron de las naciones colonizadas/neocolonizadas del Sur Global.

La construcción de un movimiento de masa en estos términos neofascistas, engañosamente llamada "populista", es crucial para desplazar todo el cuerpo político a la derecha. El elemento dominante en el movimiento neofascista, a medida que madura, es la cúspide misma de la clase capitalista (los multimillonarios y millonarios y sus séquitos) que encuentran útil en periodos de crisis enlistar a los sectores más reaccionarios de la sociedad como una forma de reforzar su poder político. Discuto todo esto extensamente en mi libro Trump in the White House. Lo que es importante entender es que la apropiación de las ideas de la izquierda por tales formaciones y movimientos políticos es solo superficial y usada de manera contradictoria. Una vez que tales formaciones políticas están en el poder, los elementos genuinamente radicales del programa neofascista (como el apoyo a los trabajadores) se descartan a favor de una estratega que mejore directamente el poder político y económico de los sectores centrales de la clase capitalista (hoy los niveles superiores del capital monopólico-financiero). Lo que es atacado en esta etapa es cada vez más un conjunto de chivos expiatorios. Por lo tanto, uno puede mirar el programa nazi original, que explícitamente tomó prestado el lenguaje de los trabajadores en algunos lugares, para después dejar todo eso de lado en su camino al poder. Tales movimientos representan el extremo en revanchismo oportunista.

¿Cómo ves los intentos de gente como Sanders y Corbyn que intentaron cambiar la imagen política en el mundo ultracapitalista donde el capital impone todo?

Los fenómenos de Sanders y Corbyn son a menudo comparados, pero son realmente bastante diferentes, ocurriendo en circunstancias muy diferentes. La campaña de Sanders fue en muchos sentidos maravillosa de admirar, apelando directamente a los votantes de la clase trabajadora, algo que no se ha visto durante mucho tiempo en los Estados Unidos. Se nombró a sí mismo abiertamente un socialista y es una de las razones por las que una pluralidad de aquellos menores de treinta años en los Estados Unidos han indicado su preferencia en las encuestas por un tipo de socialismo en lugar de capitalismo. Pero el fenómeno de Sanders estuvo bastante limitado por la estructura de la plutocracia de los Estados Unidos. Corrió en el boleto del Partido Democrático pero con prácticamente cero apoyo por parte de los políticos profesionales en el partido. Aquí es importante entender que el Partido Demócrata no es un partido de membrecía o un partido de movimiento de ninguna manera. Es lo que Max Weber llamo Honoratorenpartei, un partido controlado por élites o dignatarios y que carece de un programa claramente definido o una base de participación masiva fuera del voto. Está formado por varios bloques regionales y se sitúa lo más cerca posible de la izquierda del Partido Republicano ultraconservador. Si Sanders hubiera sido electo no habría tenido ninguna relación real con los demócratas y habría estado mucho más alejado de su partido y del establishment en general que en el caso de Trump con los republicanos, sin una base política organizada. El Partido Demócrata sigue siendo una estructura política fuertemente capitalista. Al final resultó que la dirección demócrata hizo todo lo posible para detener a Sanders y, al final, rompió o manipuló las reglas de varias maneras corruptas, para negarle la nominación, incluso a costa de perder las elecciones. Y sin embargo, Sanders no es un absoluto radical fuera del contexto extremadamente conservador de la América imperial. En términos de posiciones políticas, avanzó un programa moderadamente socialdemócrata, en muchos sentidos menos radical que el New Deal de la década de 1930. En cuestiones de guerra e imperialismo, generalmente se puso de lado de la maquinaria militar de Washington, aunque fue un crítico moderado en esa área.

Corbyn representa un fenómeno diferente en circunstancias bastante diferentes. El Partido Laborista en Gran Bretaña es un partido de membrecía y su gran ventaja fue atraer a un gran número de nuevos miembros debido a un programa socialista crítico. Su popularidad radica en el hecho de que ha roto con la tradición socialdemócrata británica y puede verse como una figura genuinamente comprometida en esta etapa del movimiento hacia el socialismo. Lo que hace Corbyn realmente distinto es su absoluta oposición al imperialismo, algo que lo distingue de todos los líderes anteriores del Partido Laborista.

¿Puede darnos su opinión sobre Syriza y Podemos?

Syriza y Podemos reflejan las fortalezas y las debilidades de la izquierda, el verdadero potencial de rebelión y las contradicciones inherentes de los movimientos puramente populistas. Estos movimientos demuestran el potencial de la insurgencia desde abajo, pero en su rechazo a un perspectiva de lucha de clases; la enorme brecha entre los líderes, que son gran medida inexplicables, y su base; su insistencia en operar enteramente dentro del sistema; su perspectiva reformista, todos finalmente terminan traicionando las esperanzas que platean. Esto es más obvio en el caso de Syriza en el poder, pero también con respecto a Podemos, ambos se han convertido en proyectos socialdemócratas moderados, en el mejor de los casos. La pobreza estratégica de tales movimientos es evidente particularmente en su rechazo al socialismo como una teoría, una práctica y un objetivo. La traición de la base una vez que tales movimientos llegan al poder es parte de su ADN. Sin embargo, las fuerzas de base de izquierda que constituyen la base de estos partidos constituyen una fuerza material real y activa. Debemos recordar el mandato de Marx y Engels de que "en el movimiento del presente, ellos [los comunistas] también se ocupan del futuro del movimiento". La construcción del movimiento radical no puede reducirse simplemente a forjar una coalición de votación popular, sin traicionar, el futuro del movimiento, es decir, el movimiento de la gente misma. Debe estar dirigido a la expropiación de los expropiadores.

Como dijo el gran Epicuro, "el futuro no es totalmente nuestro ni totalmente no nuestro". Es un producto de nuestras luchas materiales y de nuestra relación con el mundo. Es una época donde el capitalismo significa exterminismo, necesariamente debemos sacar nuestra esperanza de la lucha histórica misma, y el reconocimiento de que podemos, al oponernos a la lógica del sistema, detener la precipitada carrera hacia el desastre y crear un mundo de igualdad sustantiva y sostenibilidad ecológica. Este es en efecto el mayor miedo del capitalismo: el fantasma del marxismo actual.


Fuente: https://ilgridodelpopolo52509543

viernes, 20 de abril de 2018

La postura política implícita en El Capital. Marx no es Proudhon.


Miguel Alejandro Hayes Martínez

Ese es el gran aporte: conocer objetivamente la realidad, para que los intentos de transformarlas sean certeros. Es esa, el arma que aporta El Capital, porque Marx entendía que desde la euforia y los deseos, no se garantizaba la lucha correcta. Por eso, Marx no es Proudhon.

Acercamiento a la cuestión:

Me gustaría comenzar aclarando que no tengo nada en contra,-del que pudiera llamar camarada- Proudhon. Para ser más sincero, leí primero Que es la propiedad, y luego, El Capital. Solamente asumo la postura tan avisada de este, cuando afirmó: ¡Es la Guerra Social! (1 p. 12), como referente práctico-político, que declaraba toda una lógica (desde lo utópico) de destrucción del capitalismo, que me sirve punto de referencia para compararlo con las ideas de Marx en El Capital.

Hace unos días escuchaba a la conocida intelectual y académica cubana Isabel Monal hablando sobre este excepcional libro. Afirmó que era un fuerte cuestionamiento al sistema capitalista. Alrededor de eso (aunque ella no lo dijo) está implícita la idea de que es un libro que critica el capitalismo y lleva consigo un llamado a la revolución social, es decir, la llamada postura anticapitalista. En donde se asume, que Marx esta criticando también que los capitalistas se apropien de la plusvalor -que no les corresponde- y por eso es un llamado a tomar el excedente que el capitalista se apropia ilegítimamente.

Evidentemente, tampoco el objetivo de este artículo es cuestionarse el pensamiento de tal intelectual cubana, sino de manera general, reflexionar sobre esas posturas, piénselas quien las piense. Es por eso, que la pregunta, que me hago es: ¿Es realmente El Capital un libro anticapitalista que propone una lucha contra este sistema?

Advierto al lector, de antemano, que mi respuesta será conducida a un no (o al menos de la manera que se entiende el carácter "anticapitalista"), y que lo contrario a esa que respuesta que asumo es solo una interpretación surgida de arrastrar los momentos de la euforia revolucionaria con la que fue escrita el Manifiesto y de las transgresiones que han hecho al marxismo corrientes utópicas más cercanas a Lassalle y las cuales en vida, Marx siempre se cuestionaba. Lo tan explicito que se olvida y las palabras del propio Marx:

Para comenzar a descifrar lo propuesto, un buen camino es el de las propias citas e ideas explícitas de El Capital. Por eso, lo primer que sale a relucir, en mayúsculas casi, es el subtítulo que lleva: Crítica de la economía política. He visto muchos que olvidan esa idea, y no está ahí por gusto.

Me resulta redundante tener que mencionar la cita y hablar de ella, pero desgraciadamente es necesario. Está bien claro que ese libro se cuestiona en todo momento la economía política clásica. Es decir, es una crítica a todo un sistema teórico filosófico que le antecedió, y con el que evidentemente no estaba de acuerdo. Si bien no es un libro solo de valor teórico, está bien claro que está criticando las formas de entender el capitalismo que predominaban en su época. Si fuera una crítica al capitalismo, su subtítulo sería: Crítica al capitalismo.

Existe otra cita que aunque este fuera de El Capital, puede ser muy útil. Esta, la extraje de un artículo escrito por Marx titulado Glosas Marginales al ‘’Tratado de Economía Política’’ de Adolph Wagner. En ese texto, el propio Marx defiende la cientificidad de su Capital y de todas interpretaciones ideológicas (socialistas utópicas aún) que algunos como Wagner le imputaban y comenzaban a escudarse de ese libro para defender sus ideas políticos.

Marx afirma: ‘’Mientras no se haya hecho esta demostración, la ganancia del capital será también, de hecho, un elemento constitutivo del valor, y no como quieren los socialistas, algo que se le sustrae o se le ‘’roba al obrero’’…en mi exposición, en efecto, la ganancia del capital no es ‘’solo una sustracción o robo en detrimento del obrero’’. Por el contrario, yo represento al capitalista como un funcionario necesario para la producción…y muestro ampliamente que él no sustrae o roba, sino que arranca la producción del plusvalor, es decir comienza por ayudar a crear lo que ha de sustraer.’’ (2 p. 173)

Esto, puede decir mucho por sí solo. Ese plusvalor sustraído, no es precisamente un robo. Por lo que si Marx condena algo, no es claramente, que el capitalista se quede con el plusvalor; de hecho, casi me atrevo a decir, que hay cierta defensa al derecho de su apropiación (en el sentido jurídico) por parte de este.

También está claro que, siendo consecuente con su teoría, Marx expone toda una funcionalidad dentro de la estructura social que tienen los capitalistas. Engels, más adelante, en los tomo II y III sabe exponer certeramente eso. Así, por ejemplo, se destacan algunas ideas.

Entre ellas está que el capital tiene la función social de unir la capacidad creadora del hombre (fuerza de trabajo) con la de los resultados de la actividad humana (máquinas, instrumentos, etc.) en tiempo y espacio e iniciar el proceso de producción de lo que hoy conocemos como bienes y servicios. Y después, continuar el ciclo completo que termina con la realización de las mercancías al ser compradas con sus consumidores. Esto hace incluso, que el capitalista, como personificación del capital, tenga su función social dentro de la lógica del modo de producción (sentido hegeliano) capitalista.

De ahí que del propio Marx sale toda una explicación del sistema que más allá de condenar, lo que hace es entender con objetividad que es lo que realmente está pasando en las relaciones capitalistas.

Lo implícito que se olvida y lo que realmente aporta:

Pensando de manera articulada con la lógica de Marx, pueden argumentarse también los planteamientos anteriores. Hay que detenerse y usar la dialéctica materialista. Esta nos plantea la interconexión relacional y condicionada de la realidad. Eso nos hace pensar ¿tenía objetividad y condicionamiento el capitalismo como sistema? ¿Por que apareció el capitalismo?

Haciendo abstracción del eurocentrismo del que es acusado Marx, se puede entender que el capitalismo fue revolucionario en su momento. Fue el resultado del desarrollo de las capacidades productivas que existían en el feudalismo, es decir, que el desarrollo de este y sus contradicciones generaron un tránsito al capitalismo. Lo que lo convierte en salida a determinadas contradicciones y le da todo un condicionamiento histórico.

Si bien este capitalismo tiene sus propias contradicciones, ¿puede pensarse que el hombre que fundó ese pensamiento mencionado (el materialismo dialéctico) se plantearía en medio de un sistema en consolidación mundial (el capitalismo) que pronto se acabaría con él?

Estoy de acuerdo en que Marx estaba (al igual que yo) del lado de los más desposeídos, pero es muy raro que pensara que con entender el origen del plusvalor y la función del capital en la sociedad, y cómo se da el intercambio, le estaba declarando la guerra inmediata al capitalismo.

Tampoco está diciendo cómo funciona el capitalismo para atacarlo, al menos tal y como lo entienden muchos. En realidad, esa es una idea, que no está prevista en El Capital. Hay ciertos supuestos metodológicos y elementos que Marx no expone en El Capital. Uno de ellos (y no lo expondré aquí) es esa lógica de reproducción del hombre expuesta en los Manuscritos, y que al olvidarse esto se da lugar a algunos malos entendidos. En su exposición, Marx deja por alto explicar, que condiciones y necesidades de la propia actividad humana condicionan el capitalismo (escribiré sobre esto en otros artículos).

Desgraciadamente, muchos han pensado que al leer y entender (aparentemente) qué ocurre en el capitalismo, podemos los revolucionarios conscientemente ponernos de acuerdo e ignorar el mecanismo de mercado y demás elementos.

Entonces, si no es una crítica (en el sentido de ataque) al capitalismo El Capital, y tampoco es una explicación para racionalmente saltar el capitalismo, ¿cuál es el sentido político y liberador del capital?

Para comprender cuál es el sentido revolucionario (porque lo tiene) de este libro, hay que partir de fusionar tres elementos: la tradición teórica dialéctica a la que Marx indudablemente se suma, su compromiso político en la época y la evolución teórica de su pensamiento.

De lo primero, está la idea de la enajenación. Que mientras para Hegel, podía superarse sabiéndose dentro de una realidad, Marx comprendió que debía irse más allá: entender la realidad para cambiarla. También destaca, que esta tradición intenta romper con esas visiones fetichistas del mundo de otras filosofías y sistemas lógicos.

Esto se une con su compromiso con los obreros de la época. Hay que recordar que Marx pasó buena parte de sus obras criticando esos ‘’profetas socialistas’’ que llenaban la cabeza de los pobres obreros de esas fantasías y utopías políticas que lejos de liberar, aprisionaban más. Así se cuestionó a Proudhon, Weitling, Bakunin, Lassalle, el propio Wagner y todos los que entorpecieran con disparates el entendimiento de la realidad de los obreros.

De la evolución del pensamiento, hay que recordar esos elementos (que mencioné antes) que da en los Manuscritos, dónde afirma el desenvolvimiento del hombre en las reproducción de sus capacidades, y de la necesidad de armar una historia que fuera la historia natural del hombre.

Con eso, puede entenderse el sentido liberador de El Capital y esa postura "anticapitalista" de la siguiente manera: un libro que intenta dar a los obreros una verdadera explicación del sistema de relaciones capitalistas de producción, entendiendo la objetividad de estas, para no caer en voluntarismos ni utopías y comprender las verdaderas formas en que se puede cambiar las realidades que este genera. Con esto, se podría salir de todas aquellas formas de lucha obrera de su época que no aportaban mucho y solo despegaban al obrero de los puntos en que debía enfocarse.

Y si se sigue con la dialéctica materialista: no se trata entonces de atacar esas condiciones de frente y a golpe, sino en comenzar a generar los mecanismos de movimiento social que permitan ir condicionando la generación de relaciones sociales más justas.

Ese es el gran aporte: conocer objetivamente la realidad, para que los intentos de transformarlas sean certeros. Es esa el arma que aporta El Capital, porque Marx entendía que desde la euforia y los deseos, no se garantizaba la lucha correcta y había que sentar las bases en el pensamiento para que dejara de ser así. Por eso, Marx no es Proudhon.

Él no abogaba por revuelos ni aspavientos que como el mismo decía eran posturas pequeño-burguesas. Debe dejar de confundirse sus teorías, con acusaciones de robos a los capitalistas, que como el mismo dijo, nunca lo afirmó.

Con todo esto, puede concluirse entonces, que lejos de ser el libro en cuestión una crítica al capitalismo, es una explicación objetiva de este, en aras de liberar al obrero de la torpeza con que enfrentaba su realidad, y en eso radica su sentido “anticapitalista” y su carácter de teoría que acciona contra la alienación.

Es por eso que mi llamado, es a comprender el pensamiento de Marx tal y como lo expresó, y no confundamos su ciencia con las ideas de otros, y no lo otorguemos consignas que pueden llegar a ser contradictorias con su obra.

Bibliografía

1. Proudhon, Pierre Joseph. ¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre. Buenos Aires : Libros de Anarres, 2005.

2. Marx, Carlos. Glosas marginales al ''Tratado de economía política'' de Adolph Wagner. [aut. libro] Maurice Dobb, y otros. Estudios sobre El Capital. México: Siglo XXI.

http://www.rebelion.org/docs/235296.pdf

Klimt

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Los mal llamados paraísos fiscales funcionan como Prostíbulos del capitalismo

Página 12

Los mal llamados paraísos fiscales funcionan como prostíbulos del capitalismo. Se hacen allí los negocios turbios, que no pueden ser confesados públicamente, pero que son indispensables para el funcionamiento del sistema. Como los prostíbulos en la sociedad tradicional.

Conforme se acumulan las denuncias y las listas de los personajes y empresas que tienen cuentas en esos lugares, nos damos cuenta del papel central y no apenas marginal que ellos tienen en la economía mundial. “No se trata de “islas” en el sentido económico, sino de una red sistémica de territorios que escapan a las jurisdicciones nacionales, permitiendo que el conjunto de los grandes flujos financieros mundiales rehuya de sus obligaciones fiscales, escondiendo los orígenes de los recursos o enmascarando su destino.” (La era del capital improductivo, Ladislau Dowbor, Ed. Autonomia Literaria, Sao Paulo, 2017, pag. 83)

Todos los grandes grupos financieros mundiales y los más grandes grupos económicos en general están tienen hoy filiales o incluso casas matrices en paraísos fiscales. Esa extraterritorialidad (offshore) constituye una dimensión de prácticamente todas las actividades económicas de los gigantes corporativos, constituyendo una amplia cámara mundial de compensaciones, donde los distintos flujos financieros ingresan a la zona del secreto , del impuesto cero o algo equivalente y de libertad con respecto a cualquier control efectivo.

En los paraísos fiscales los recursos son reconvertidos en usos diversos, traspasados a empresas con nombres y nacionalidades distintas, lavados y formalmente limpios. No es que todo se vuelva secreto, sino que con la fragmentación del flujo financiero, el conjunto del sistema lo vuelve opaco.

Hay iniciativas para controlar en parte a ese flujo monstruoso de recursos, pero el sistema financiero es global, mientras las leyes son nacionales y no hay un sistema de gobierno mundial. Asimismo, si se puede ganar más invirtiendo en productos financieros, y encima sin pagar impuestos, es un negocio redondo.

“El sistema offshore creció con metástasis en todo el globo, y surgió un poderoso ejército de abogados, contadores y banqueros para hacer que el sistema funcione... En realidad, el sistema raramente agrega algún valor. Al contrario, está redistribuyendo la riqueza hacia arriba y los riesgos hacia abajo y generando una nueva estufa global para el crimen.” (Treasured Islands: Uncovering the Damage of Offshore Banking and Tax Havens, Shaxon, Nicholas. St. Martin’s Press, Nueva York, 2011).

El tema de los impuestos es central. Las ganancias son offshore, donde escapan de los impuestos, pero los costos, el pago de los intereses, son onshore, donde son deducidos los impuestos .La mayor parte de las actividades es legal. No es ilegal tener una cuenta en las Islas Caimán. “La gran corrupción genera sus propia legalidad, que pasa por la apropiación de la política, proceso que Shaxson llama de `captura del Estado’”(Dowbor, pag. 86).

Se trata de una corrupción sistémica. A corrupción involucra a especialistas que abusan del bien común, en secreto y con impunidad, minando a las reglas y los sistemas que promueven el interés publico, en secreto y con impunidad, y minando nuestra confianza en las reglas y sistemas existentes, intensificando la pobreza y la desigualdad.

La base de la ley de las corporaciones e, de las sociedades anónimas, es que el anonimato de la propiedad y el derecho a ser tratadas como personas jurídicas , pudiendo declarar su sede legal donde quieran e independiente del local efectivo de sus actividades, tendría como contrapeso la trasparencia de las cuentas.” (Dowbor, pag. 86) Las coimas contaminan y corrompen a los gobiernos, y los paraísos fiscales corrompen al sistema financiero global. Se ha creado un sistema que vuelve inviable cualquier control jurídico y penal de la criminalidad bancaria. Las corporaciones constituyen un Poder Judicial paralelo que les permite incluso procesar a los Estados, a partir de su propio aparato jurídico.

The Economist calcula que en los paraísos fiscales se encuentran 20 trillones de dólares, ubicando a las principales plazas financieras que dirigen estos recursos en el estado norteamericano de Delaware y en Londres. Las islas sirven así como localización legal y de protección en términos de jurisdicción y domicilio fiscal, pero la gestión es realizada por los grandes bancos. Se trata de un gigantesco drenaje que permite que los ciclos financieros queden resguardados de las informaciones.

Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/76493-prostibulos-del-capitalismo

viernes, 13 de octubre de 2017

La joven que falleció en Japón tras trabajar 159 horas extra en un mes y cuya muerte reabrió el debate sobre el "karoshi".

Una periodista de 31 años falleció en Japón como resultado de una insuficiencia cardíaca tras trabajar 159 horas extra al mes y librar solo dos días en el mes previo a su muerte.

La autoridad laboral de Tokyo estableció en 2014 que Miwa Sado, periodista de la cadena pública NHK, murió un año antes por consecuencia directa de sus largas jornadas laborales y falta de descanso.

Sin embargo, no fue hasta este jueves que el medio de comunicación reconoció públicamente que el "karoshi" (muerte por exceso de trabajo) fue la causa del fallecimiento.

Lo hizo por petición expresa de la familia de su trabajadora, que desea que no se vuelva a repetir un caso como este. "Esperamos que el dolor de una familia desolada no sea desperdiciado", declararon sus padres en un comunicado de NHK.

La cadena pública aseguró que se toma "muy en serio" la muerte de Sado. "Refleja un problema para nuestra organización en su conjunto, incluyendo el sistema laboral y cómo se cubren las elecciones".

Plan contra el "karoshi"
Horas después de confirmarse este caso, un tribunal condenó este viernes a la empresa de publicidad japonesa Dentsu a pagar US$4.400 por obligar a sus empleados a trabajar más horas de las permitidas por la ley.

En 2015, una de sus trabajadoras de 24 años se suicidó tras publicar en redes sociales que estaba "destrozada física y mentalmente" por su carga de trabajo que podía superar las 100 horas extra al mes.

Las autoridades laborales dictaminaron que la muerte de Matsuri Takahashi se debió al estrés causado por las largas jornadas laborales.

Este mediático caso obligó al gobierno japonés a abordar la cultura de trabajo existente en el país, que lleva a los empleados a trabajar muchas más horas para demostrar su dedicación y compromiso con la empresa.

Más de 2.000 japoneses se suicidaron debido al estrés relacionado con el trabajo entre marzo de 2015 y marzo de 2016, según el ejecutivo. Muchos otros sufrieron ataques cardíacos, infartos y otras condiciones vinculadas a la presión vivida en el trabajo.

La legislación laboral japonesa establece que no se deben superar las 40 horas de trabajo semanales, aunque permite que se trabajen horas extra siempre que haya un acuerdo previo entre jefes y empleados.

El pasado mes de marzo, el gobierno presentó un plan para limitar de manera clara por primera vez el número de horas extra: no deberán superar en ningún caso las 100 horas mensuales u 80 horas en el caso de que se encadenen varios meses con alta carga laboral. "Problema crónico"

Scott North, profesor de sociología de la universidad de Osaka, dijo que el exceso de trabajo es un "problema crónico" en Japón y que pequeñas multas como la impuesta a Dentsu -una de las mayores empresas publicitarias del país- no ayudarán a disminuirlo.

"Puedes ver por qué una muerte ocasional puede considerarse un costo de hacer negocios comparativamente pequeño, especialmente si se compara con los costos laborales que se pueden ahorrar al hacer que las personas trabajen horas extra no pagadas", dijo a la BBC.

Según el gobierno, casi la cuarta parte de las compañías japonesas tiene a sus empleados trabajando más de 80 horas extra al mes, en ocasiones no remuneradas.

Cada año, el ejecutivo recibe unas 2.000 reclamaciones de compensación por supuestos casos de "karoshi", de las que según el profesor North, "un 37% son exitosas". Una ley que entró en vigor en 2014 para hacer frente al "karoshi" se enfocó en campañas educativas y de abogacía para dar a conocer sus riesgos.

North afirma que aunque exige a los empresarios hacer esfuerzos para reducir las horas de trabajo de los empleados, no contempla ninguna multa para quienes no lo hagan.

"Los esfuerzos del gobierno por reconducir el problema del "karoshi" no pueden ser descritos como exitosos", concluyó.(1)

http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-41532689

(1) Es decir, que los empresarios o "emprendedores" pueden hacer trabajar hasta morir a sus empleados y no les pasará nada, ni siquiera una multa. Y, me pregunto, es eso una democracia? o es un régimen de esclavitud? Si eso lo permiten las leyes y la "justicia" del Japón, hay que decir que esas leyes no son democráticas pues el pueblo trabajador no iba a querer esas leyes y no las votarían ni obedecerían si fuesen libres de hacerlo.
Esos comportamientos son una forma más de fascismo, es decir de política contraria al pueblo y por lo tanto no democrática como es el fascismo. Y cómo consiguen que el pueblo admita una política contraria a sus intereses? mediante la violencia, el miedo, la manipulación, la "cultura", la educación, la justicia, la llamada "tradición", los medios de comunicación, la religión, la policía, etc. Lo que ya pusieron en marcha el fascismo italiano en 1922, el nazismo alemán el 1933 y el fascismo español a partir del golpe de estado del 36, junto al "Estado nuevo" portugués o el golpe de estado de Dollfuss en Austria, lo hicieron también. Y el capitalismo estuvo detrás, al frente o al lado de todos ellos.

miércoles, 12 de julio de 2017

Exposición presentada en la 5ª Universidad de verano del CADTM Europa durante el plenario de apertura el 30 de junio de 2017 en Wépion (Namur)


Se trata de combatir un sistema capitalista depredador de la Naturaleza.

Hay que combatir el sistema capitalista que, dos siglos después de la llamada revolución industrial, ha acumulado en la atmósfera lo que provoca el calentamiento climático.

-Es un sistema que no considera la Naturaleza más que como una materia a explotar, a mercadear para obtener de ella el máximo beneficio.

-Un sistema capitalista que limita a un gran número de países y de pueblos que los habitan a producir para la exportación de materias primas al precio más bajo posible.

-Un sistema que empuja a los países y los pueblos a cultivar productos agrícolas que no consumen y a consumir mercancías que no producen.

-Un sistema que desarrolla centrales nucleares por cuyo cierre nosotros luchamos.

-Un sistema capitalista que mantiene e incluso refuerza la explotación y la opresión de las mujeres.

-Un sistema capitalista que va, igualmente, a la par con el sistema- deuda .

El sistema de las deudas privadas ilegítimas

Este sistema-deuda ha existido mucho antes que el sistema capitalista |1|. Se ha mantenido e incluso reforzado de manera sofisticada con el desarrollo del capitalismo |2|

El endeudamiento privado se ha utilizado desde hace milenios como un mecanismo de desposesión: a los campesinos de sus tierras, a los artesanos de sus herramientas. La esclavitud por deuda ha causado estragos en el mundo antiguo durante siglos.

El sistema de las deudas privadas ilegítimas pasa, generalmente, por la imposición de condiciones de préstamo y de reembolso que lo hacen imposible. Esto conduce a la desposesión (desposesión de la vivienda, de la tierra, de las herramientas de trabajo) y/o a la obligación de consagrar largos años, incluso décadas, al pago de la deuda.

En el pasado, han tenido lugar múltiples revueltas para liberarse de las deudas privadas ilegítimas, ya sea en la Grecia antigua o en la Europa del Norte en la Edad Media.

Estas luchas contra las deudas ilegítimas se retoman hoy:

-Luchas de campesinos por la anulación de las deudas en India,

-Luchas de mujeres contra los microcréditos en Marruecos,

-Luchas de estudiantes contra el fardo de las deudas estudiantiles en EEUU, en Chile, en Canadá |3| y en Reino Unido,

-Luchas de familias víctimas de los créditos hipotecarios abusivos y de los desahucios en España, en EEUU, en Grecia y en Irlanda.

Las deudas públicas ilegítimas

El sistema de las deudas ilegítimas es igualmente utilizado por el sistema capitalista para someter las políticas de los poderes públicos a los deseos del Gran Capital. Mientras que la deuda pública podría servir para financiar un vasto programa de transición ecológica… es utilizada para imponer políticas antisociales, políticas extractivistas, productivistas, políticas que favorecen la competición entre los pueblos.

El endeudamiento público no es malo en sí. Los poderes públicos pueden recurrir al préstamo para financiar un vasto programa de transición ecológica:

-para financiar el cierre total de las centrales nucleares;
-para reemplazar las energías fósiles por energías renovables respetuosas con el medio ambiente;
-para reducir radicalmente el transporte por carretera y aéreo en beneficio de los transportes colectivos y por tren.

El préstamo público puede ser pues legítimo si se hace al servicio de proyectos legítimos y si quienes contribuyen al préstamo lo hacen igualmente de manera legítima.

El CADTM no duda en decir que las grandes empresas y los hogares más ricos deberían contribuir al préstamo sin sacar ventaja, es decir, a interés 0. La mayoría de los hogares podría contribuir de manera voluntaria con una tasa de interés real positiva.

Esto es exactamente lo contrario de lo que pasa, los estados y las administraciones locales se endeudan para financiar la mayoría de las veces políticas ilegítimas:

-financiar gastos en armamento;
-financiar elefantes blancos;
-financiar lo nuclear;
-financiar partenariados público-privados;
-financiar el reembolso de anteriores deudas ilegítimas;
-financiar rescates bancarios.

Así pues, la deuda pública sirve para financiar gastos ilegítimos. La manera de financiar el reembolso de la deuda es igualmente ilegítima. Las grandes empresas y los hogares ricos pagan muy pocos impuestos o ninguno. Son los y las de abajo quienes deben apretarse el cinturón para pagar la deuda. Los bancos privados prestan a los estados a tasas lucrativas para ellos mientras que piden dinero al banco central a interés 0, como es el caso de la zona euro o Japón.

La conclusión es simple: Hay que acabar con el sistema de las deudas ilegítimas privadas y públicas.

El CADTM ofrece con entusiasmo sus fuerzas a nivel internacional y a nivel local junto con los movimientos sociales, los ciudadanos y las ciudadanas preparadas para luchar por el repudio de las deudas ilegítimas, sean públicas o privadas.

En ciertos casos, si los poderes públicos desean involucrarse en este combate, el CADTM está disponible para prestar su colaboración principalmente para la realización de auditorías con participación ciudadana. Es lo que se ha hecho en Ecuador en 2007-2008, en Paraguay en 2008, en Grecia en 2015.

Notas:
1| ver http://www.cadtm.org/Romper-el-circ...
2| ver http://www.cadtm.org/Romper-las-cad...
3| (ver http://www.cadtm.org/Luttes-dettes-... )

Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos:
-Procès d’un homme exemplaire, Ediciones Al Dante, Marsella, 2013;
-Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad , Icaria, 2010;
-La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011;
-La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010;
-La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002.

Es coautor junto con Damien Millet del libro
-AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012.
Este último libro ha recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro político de Lieja.
Ultimo libro:
-Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015.
Es coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda

Fuente:
http://www.cadtm.org/Acabar-con-las-deudas-ilegitimas

martes, 6 de junio de 2017

Entrevista a la economista Elena Idoate, miembro del Seminari d'Economia Crítica Taifa “El sistema te hace responsable de tus éxitos y tus fracasos... Y esto es devastador”.

Rebelión

El Informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo” de la OIT señala que 3,4 millones de personas en todo el planeta podrían entrar en situación de desempleo en 2017, con lo que la cifra global de parados superaría los 200 millones. En 2016 casi la mitad de los trabajadores de Asia Meridional y dos tercios de los del África Subsahariana viven en situaciones de pobreza extrema o moderada. Además, según el documento de la OIT, está previsto que las formas “vulnerables” de trabajo se sitúen en torno al 42% (1.400 millones de personas) del empleo global en 2017. La realidad laboral en el mundo de hoy ha centrado la intervención de la economista Elena Idoate, miembro del Seminari d'Economia Crítica Taifa, en la sesión formativa organizada el 20 de mayo en la Librería La Repartidora de Valencia. Sobre las transformaciones en el mercado laboral y las nuevas tendencias, considera que la fuerza de trabajo cada vez asume más riesgos, se convierte en su propia “marca” y reviste la condición de “emprendedor”, en una situación de competencia total frente a otros trabajadores. Asimismo, “se te transfiere la responsabilidad de todos tus éxitos y fracasos”, señala la economista.

-Como coautora del libro colectivo “Sobiranies. Una proposta contra el capitalisme” (Espai Fàbrica, 2017). ¿Por qué son importantes las “soberanías”?
Es la cuestión esencial. Creemos que es un concepto muy potente, sobre el que se puede articular una propuesta contra el capitalismo; que tenga como punto de partida experiencias concretas actuales y pueda ir desplegándose poco a poco. Entendemos por “soberanías” que los ámbitos esenciales de la reproducción de la vida han de estar en manos del control popular. Es decir, tiene que darse una soberanía de la gente sobre los elementos más básicos. En la alimentación, en la cultura y en todo lo demás...

-¿Qué supone la ciudad de Barcelona para una activista y economista de la periferia, del municipio de El Prat de Llobregat, de 63.000 habitantes?
Creo que Barcelona tiene una gran centralidad en los movimientos sociales; la ciudad y sus problemas, que son muy importantes, cobran un gran protagonismo e invisibilizan otras muchas cosas. Así, vamos siempre un poco a remolque. Y Barcelona no es el centro del mundo.

-Desde hace más de una década la capital catalana reúne en el Mobile World Congress a las principales empresas y profesionales de las telecomunicaciones móviles; la 080 Fashion Barcelona ha celebrado en el Teatre Nacional de Catalunya su 19 edición, con 33 desfiles; el Zurich Marató de Barcelona cumplió 39 ediciones el pasado mes de marzo...

Barcelona es un ejemplo de ciudad colonizada por el capital, una ciudad abierta y extravertida, pero hacia intereses ajenos a su población. La capital se ha apropiado de la ciudad y ha dejado de ser de la gente. Por eso las personas hemos de reivindicar el derecho a la ciudad.

-En tu intervención en la Librería La Repartidora has mencionado al economista liberal y profesor en la Universidad de Columbia Xavier Sala i Martín.
Creo que su función es legitimar, con un discurso amable, el poder atroz que actualmente posee el capital y las nefastas consecuencias que ello tiene. El papel del Seminari Taifa y la gente que se dedica a la economía crítica es desenmascarar a estas personas (en la página Web del economista pueden leerse reflexiones como la siguiente: “Lo que el Gobierno debe hacer es garantizar la competencia y regresar a su casa, permitiendo que las empresas más eficientes sobrevivan, sin preocuparse lo más mínimo de si son grandes o pequeñas”. Nota del entrevistador).

-La crisis de los años 70 implicó el paso del fordismo a la llamada “nueva economía” o “economía del conocimiento”. ¿Cómo la caracterizarías?
Estas nuevas formas se basan en la producción flexible y descentralizada, a menudo de bienes intangibles (por ejemplo el software o la información convertida en mercancía). Además la fragmentación de los procesos productivos coexiste con la centralización y concentración del poder de decisión en pocas manos. Tenemos ciudades industriales que han dejado de serlo y en vez de producir mercancías, las movilizan. Amazon es una de las empresas que se dedica a este negocio, sin producir nada. Controla a los suministradores, los estrangula, les obliga a una condiciones que son muy beneficiosas para la gran empresa, pero en detrimento de los intereses de los productores.

-¿Qué opinas de la fragmentación?
Creo que el sistema productivo es todo el proceso, desde que existe una necesidad de inversión hasta que la mercancía llega a la persona que ha pagado por ella. Empresas como la mencionada son sólo una parte de la cadena de producción, pero que controla al máximo la explotación y la apropiación de la plusvalía y la riqueza. Otras como Nike tampoco producen nada. Disponen de suministradores alrededor del mundo. Se descentraliza en este caso la producción de mercancías pero no la propiedad del capital.

-¿Qué efectos tienen estos procesos para la clase trabajadora?
El ciclo de producción ha de ser lo más rápido posible, sin tiempos muertos. La participación de la fuerza laboral está milimetrada. Además el trabajo es flexible y precario, y sólo producimos en la medida que puedan generarse plusvalías muy grandes. Si no es así, prescinden de la fuerza de trabajo y nos envían a casa, bien porque nos despiden, porque se acaba el contrato o porque nos han cambiado la jornada laboral y el salario. Esta producción flexible implica la precarización de las relaciones laborales. Por otro lado, el capital muestra una tendencia a la simplificación de las tareas productivas. Así, el trabajador es un elemento muy simple, una mera extensión de la tecnología y las herramientas productivas para la producción del capital.

-El sociólogo Jorge Moruno ha escrito sobre el “perfil” del empleado que buscan muchas empresas: “Especializados pero que al mismo tiempo estén disponibles para hacer cualquier cosa; que sean flexibles, polivalentes, que cuenten con habilidades sociales, sean entusiastas, motivados y libres de toxicidad (cultura de la protesta)”. ¿Qué opinas?
El capital necesita controlar a su gusto y según sus necesidades cómo es la fuerza de trabajo y en qué condiciones entra en el mercado. Uno de los ejemplos más evidentes es el concepto de “emprendeduría”. En este caso, es la propia fuerza laboral la que asume los riesgos, la que pone a disposición del capital su creatividad y su proactividad. La fuerza de trabajo como “marca”, el llamado “branding”. Por tanto, la mano de obra ha de ser disciplinada, al gusto del capital, para asegurarse que con ese empleado tendrá el máximo de productividad. Y el trabajador tiene que preocuparse por ser “empleable”. Nos obligan a ello, y en una situación de total competencia entre nosotros.

-En no pocas empresas se ha recomendado a los trabajadores la lectura del libro “¿Quién se ha llevado mi queso? Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio”, de Spencer Johnson. En el otro lado de la trinchera, se sitúan libros como el de Barbara Ehrenreich, “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”...
Sí, igual que te responsabilizas de tu éxito, también lo haces de tu fracaso. Eso es devastador. Se trata de personas que pierden su puesto de trabajo y sufren por las consecuencias de un sistema injusto, que sólo piensa en los intereses del capital. La gente se siente frustrada por cosas que no se hallan bajo su control. No tenemos capacidad de decisión, son otros los que deciden.

-En un informe de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (junio de 2015) señalaba que en el viejo continente la explotación laboral delictiva y/o criminal es “amplia” en sectores como la agricultura, hostelería, restauración, el trabajo doméstico y la industria manufacturera. ¿Son realidades invisibilizadas?
Y además, existen diferentes variables en la sociedad capitalista, como el sexo, la raza y el género. Todas ellas se suman e incrementan la explotación laboral, que es una de las máximas del capitalismo. Creo que no puede producirse un aumento de la explotación laboral sin discriminación racista, patriarcal y sin un odio a los pobres. Y tampoco sin introducir toda esta competencia en la fuerza de trabajo. Son operaciones que confluyen, y el capital se aprovecha de todas ellas.

-Otro factor relevante es la tecnología. ¿Consideras que es neutral?
El sistema capitalista genera un tipo de tecnología que le resulta conveniente para apropiarse de la riqueza colectiva; y también de los beneficios de la productividad. El objetivo es que la fuerza de trabajo tenga cada vez menos poder y se halle más alienada. Por ejemplo, la robótica y la informática permiten simplificar muchísimo las operaciones, de manera que la fuerza de trabajo ya no desempeña tareas según profesiones, sino de acuerdo con sus habilidades. Esto tiene un reflejo en las categorías laborales y los contratos. Además, todo ello es muy útil para el sistema, porque cualquier persona puede ser sustituida por otra. Y las habilidades de un trabajador también pueden ir cambiando. El capitalismo lo ha hecho siempre... Así, la fuerza de trabajo pierde el control sobre aquello que produce.

-¿Podría construirse una sociedad de tipo socialista o comunista a partir de las tecnologías actuales?
Ahora tendríamos que hacerlo así, no podemos construir una sociedad “alternativa” sobre la nada. Porque rechazar la tecnología y el sistema de producción actual, volver a un cierto primitivismo, ¿es planteable y realizable? Sin embargo hemos de reconsiderar la cuestión tecnológica, porque hay quien las puede considerar “liberadoras”, pero no están orientando la producción hacia las verdaderas necesidades sociales.

-Por último, ¿se transforma la sociedad en el día a día o esto es insuficiente si no se producen cambios estructurales?
Se trata de actuar en los dos frentes, de manera conjunta. Superar el capitalismo constituye una tarea cotidiana, que hemos de empezar a llevar a la práctica ya. Esta socialización, “cooperativización” o control obrero de la economía que se da en muchos ámbitos, hay que extenderla y llegar a un nivel estructural. Se trata de dar un “salto”. Evidentemente, esto no ocurrirá en las condiciones actuales con todo en contra. ¿Espacios puros de contaminación capitalista? Claro que habrá elementos capitalistas dentro de nuestros proyectos, y también en el mercado que está compitiendo con nosotros... Pero todo el ámbito de la economía social y cooperativa es cada vez más amplio. Y con todas las limitaciones y contradicciones, pero también con muchos éxitos, se intentan llevar a término las iniciativas. Hay numerosas experiencias interesantes y válidas.

jueves, 1 de junio de 2017

_--Cultura de autoayuda y mundo del trabajo. Una crítica a la ideología.

_--Santiago Garcés Correa

"Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve por ello y punto”. Esto le dice el personaje de Chris Gardner, interpretado por Will Smith, a su pequeño hijo en uno de los momentos álgidos del blockbuster hollywoodense En Búsqueda de la Felicidad. La película es una adaptación de la autobiografía de Gardner, en donde narra su tránsito de la pobreza a la riqueza a partir de su esfuerzo personal. Hoy en día el millonario es un conferencista “motivacional” mundialmente reconocido.

“Pero el problema no es la economía, sino tú. ¿Estás molesto por la corrupción del ámbito corporativo? ¿Estás enojado con Wall Street y los grandes bancos por permitir que sucediera esta crisis? ¿Con el gobierno por no hacer lo necesario, por hacer demasiado poco o por equivocarse tanto y no hacer lo correcto? ¿Estás molesto contigo mismo por no asumir el control desde antes? La vida es difícil. Pero ¿qué piensas hacer al respecto? Quejarte y despotricar no asegurará tu futuro. Tampoco te servirá culpar a Wall Street, a los grandes banqueros, al Estados Unidos corporativo, ni al gobierno. Si deseas un futuro sólido, necesitas crearlo. La única forma de que asumas el control de tu futuro es haciéndote cargo de tu fuente de ingresos. Necesitas tener tu propio negocio”. Esto escribe en un texto reciente Robert Kiyosaki, autor de la célebre serie de libros sobre “inteligencia financiera” y emprendimiento “Padre Rico, Padre Pobre”.

"Póngase una mano en el corazón y diga: ¡Admiro a la gente rica! ¡Bendigo a la gente rica! ¡Amo a la gente rica! ¡Y yo también voy a ser una de esas personas ricas". Este es el mantra recomendado a sus lectores por T. Harv Ecker, autor del best seller “Los Secretos de la Mente Millonaria. Como dominar el juego interior de la riqueza”.

En un artículo reciente de la revista colombiana Dinero, leemos el siguiente titular: “Trabajadores felices, hacen empresas más rentables y exitosas: No existen fórmulas para alcanzar la felicidad, sin embargo las empresas que no invierten en esta cultura pierden billones de dólares al año, revela Sunny Grosso, la Coach de la felicidad en el trabajo que visitó Colombia.”. La inversión en esta cultura pasa por el uso del coaching, método que consiste en el “entrenamiento” a una persona o grupo de personas de parte de un “coach”, con el objetivo de cumplir una serie de metas o desarrollar un conjunto de habilidades específicas. En otro artículo de la revista colombiana Portafolio, leemos: “las sesiones de coaching han ido más allá, pasando del plano personal al laboral, de hecho han sido creadas organizaciones legalmente constituidas para abarcar este segmento dentro del mercado, el del coaching empresarial. Estas firmas son contactadas por compañías que desean fomentar al interior de sus colaboradores, el espíritu de trabajo en equipo, la comunicación y potenciar al máximo las habilidades, así como mejorar debilidades de los trabajadores.”

¿Qué tienen en común los ejemplos recién mencionados? Ya sea que se trate de libros, películas o conferencias, nos encontramos ante la presencia de la cultura de autoayuda orientada a la vida laboral y económica de las personas.

La cultura de la autoayuda se ha vuelto un elemento omnipresente en nuestra contemporaneidad. Los ámbitos de la misma son tantos como dimensiones de la vida humana donde haya una “interioridad” susceptible de ser transformada; el amor, la sexualidad, la identidad de género, la amistad, las relaciones familiares, y como se dijo más arriba, la vida laboral y económica de las personas.

Si se mira atentamente, en el transporte público es extraño no encontrar algún pasajero inmerso en algún libro de autoayuda en medio del hacinamiento matutino. Las estanterías delanteras de las librerías del mundo se encuentran saturadas en demasía de estos pequeños libros parsimoniosamente repetitivos y orientados a la mercantilización masiva. Familiares, amigos e incluso nosotros mismos alguna vez hemos buscado en las páginas de un libro de autoayuda o una conferencia motivacional recetas específicas para mejorar algún aspecto de nuestro “desempeño” en la vida. ¿Qué hay detrás de este fenómeno y cómo se cruza con el mundo de vida del trabajo en nuestra contemporaneidad? En este breve texto pretendo elaborar algunas respuestas a este interrogante.

¿Qué es la cultura de autoayuda? Es aquella identificable por ofrecer recetas encaminadas a la auto-transformación de la propia “interioridad”. De maneras muy diversas, ofrece a las personas la idea común de que la propia auto-transformación, en un sentido adaptativo, sería la clave para resolver inquietudes y carencias emocionales, económicas, laborales e incluso de la sociedad en su conjunto. La expresión prototípica de esta cultura es la literatura de autoayuda, sin embargo, esta trasciende las especificidades de dicho género literario. Puede expresarse en conferencias motivacionales, películas, series de televisión, talk-shows, etc. Vania Papalini nos aporta una definición que sirve para dar cuenta de los rasgos principales de dicha cultura en su conjunto; se trata de aquella que prescribe recetas de auto-transformación subjetiva con las consignas de mejorar las habilidades de comunicación, de cambio y adaptación, de autosuperación y afirmación, de mayor eficacia, de manejo del estrés y de control del tiempo. Esto en el marco de grandes significaciones sociales como el éxito, la competencia, la flexibilidad y la velocidad.

La aparición de narrativas similares a la cultura de autoayuda contemporánea en tanto que recursos para orientar la vida laboral y económica de las personas es un fenómeno que se remonta varios siglos atrás. Podríamos pensar en la obra de Benjamin Franklin de 1748 Consejos a un joven comerciante en donde se encuentra la célebre máxima “Recuerda que el tiempo es dinero”, o las investigaciones del sociólogo Max Weber durante el siglo XIX a propósito de la relación entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo. Sin embargo, no es el objetivo de este artículo exponer la historia de este fenómeno. En las siguientes líneas me limitaré a exponer las características principales de la presencia de la cultura de autoayuda en el mundo laboral y a criticar dicho fenómeno desde una perspectiva solidaria con los intereses de quienes vivimos de nuestro trabajo. Terminaré con una reflexión a propósito de la necesidad de promover que las inquietudes emocionales y subjetivas que subyacen al uso de la autoayuda se dirijan hacia proyectos de transformación menos centrados en la interioridad de los individuos, y más preocupados por las condiciones sociales en donde los propios individuos se construyen y se desenvuelven.

La preocupación por el bienestar en el trabajo
El discurso mainstream de gestión de recursos humanos se caracteriza por una inusitada preocupación de las gerencias por el bienestar y la felicidad de sus trabajadores. Detrás de dicha preocupación, se encuentra la intención de lograr una mayor productividad y un mayor compromiso en el trabajo mientras se intenta expulsar de la vida laboral el conflicto. Ya sea que nos encontremos ante la promoción de técnicas de “mindfulness” para disminuir el estrés laboral, de sesiones de coaching empresarial, de fomento de la “inteligencia emocional” o de promoción del llamado “pensamiento positivo”, el propósito permanece idéntico.

Según Eva Illouz, socióloga marxista estudiosa del impacto del capitalismo sobre la esfera cultural, la literatura y la cultura de autoayuda como elemento de la cultura organizacional de las empresas, ha ayudado a construir la idea de “la ética comunicativa como el espíritu de la empresa” (Illouz, 2010, 119). Dicha ética “explica el conflicto y los problemas como resultado de una comunicación emocional y lingüística imperfecta; a la inversa, considera que la comunicación lingüística y emocional adecuada es la llave para lograr relaciones sociales deseables” (2010,119). Además, nos explica de qué manera la autoayuda apuntala dicho modelo: “La literatura de autoayuda acerca de la administración exitosa requiere incesantemente que uno se examine a sí mismo como si lo hiciera a través de los ojos de otro, sugiriendo así que uno adopta el punto de vista del otro para incrementar las propias posibilidades de éxito” (2010,121).

¿Por qué deberíamos sospechar de las buenas intenciones de las gerencias? ¿La preocupación por el bienestar de los trabajadores de parte de las patronales no es acaso síntoma de un nuevo capitalismo más amigable y menos explotador? ¿Cuál es el problema con que se busque expulsar el conflicto del lugar de trabajo a través de la promoción del auto-control emocional y de la mejora continua de las habilidades de comunicación?
El problema fundamental es que la preocupación contemporánea por la felicidad y el bienestar busca lograr mayor motivación y compromiso en el marco de situaciones que generan descontento, y no transformar las realidades laborales que producen la infelicidad. Un movimiento emancipador preocupado por el bienestar en el trabajo buscaría superar las condiciones sociales y organizacionales que generan infelicidad, por el contrario en el marco del uso patronal de la cultura de autoayuda, estamos ante la idea de motivar a los trabajadores en situaciones de intensificación del trabajo y de precarización de sus condiciones laborales. El objetivo es transformar la actitud de desaliento, y no las circunstancias que generan el desaliento.

Barbara Ehrenreich, nos cuenta que el boom del pensamiento positivo en el mundo empresarial estadounidense desde la década de los setenta se explica como una forma innovadora y barata de las multinacionales para subirle la moral a sus empleados, desmoralizados por los despidos masivos. De igual manera relata cómo el sector de los coaches o entrenadores le debe su enorme crecimiento en la década de 1990 al fin del empleo vitalicio (2011).

Aunque aún es necesario mayor investigación empírica para comprender el alcance real y las particularidades de este fenómeno en Colombia, la evidencia indica que la preocupación por el bienestar como factor de productividad por parte de las patronales permanece siendo un proyecto de aumento de la felicidad y del compromiso en el trabajo en el marco de situaciones laborales precarias que no se buscan modificar, y que en ocasiones son ocasionadas por la propia patronal. A propósito de esto, podemos leer en un artículo de la revista colombiana Portafolio la declaración de la fundadora de una empresa colombiana de coaching empresarial: “el coaching busca apoyar a las personas en cualquier tipo de pérdida o duelo que puede llegar a ser por muerte, enfermedad, divorcio, pérdida de trabajo, cambios organizacionales, robo, secuestro, entre otros” (2016). Que se admita que las situaciones laborales en las cuales los coaches están llamados a intervenir son análogas a la muerte de un ser querido o al secuestro es un reconocimiento de que el conjunto del esfuerzo de las patronales va dirigido a transformar la manera como los trabajadores perciben situaciones difíciles y no las causas sociales, organizacionales o económicas de dicho malestar subjetivo.

“Amo a la gente millonaria”: El emprendimiento como autoayuda
En un primer momento, “Emprendedor” es la manera contemporánea de los discursos pro-capitalistas para referirse a los empresarios de manera apologética. Si un político en tiempos de elecciones dice que gobernará en favor de los empresarios, aún hoy esto puede generar resquemores y suspicacias en la inmensa mayoría de la población. Después de todo, es un asunto de sentido común. ¿No es acaso un descaro poner las instituciones al servicio de los grupos sociales que no necesitan del Estado pues ya poseen fortuna?

Por el contrario si se el mismo político proclama a viva voz que gobernará al servicio de los emprendedores, probablemente disminuyan las suspicacias. Esto es así porque dicho concepto- tan de moda hoy en día en los medios de comunicación, las instituciones del Estado, la cultura de masas y hasta en las universidades - resalta ciertas características “positivas” de algunos empresarios en momentos específicos, como es la capacidad de innovar en productos y procesos atendiendo necesidades sociales. Pero esta no es la razón fundamental; la sustitución en el discurso público de la palabra empresario por la de emprendedor busca que las personas que vivimos de nuestro trabajo, que no poseemos grandes medios de producción ni tampoco tenemos grandes capitales para invertir nos identifiquemos como emprendedores o potenciales emprendedores, ¿De qué trata el “emprendimiento”, cómo se relaciona con la cultura de autoayuda y porqué deberíamos sospechar de este discurso?

Para empezar, pasemos revista al concepto de emprendimiento. Camilo Guevara, en su tesis de maestría sobre la cultura del emprendimiento en Bogotá reseña una serie de definiciones a partir de la literatura mainstream sobre este tema: el emprendimiento dice ser una actitud de las personas, una cultura, una capacidad central de las empresas y una característica del entorno competitivo en las ciudades y los países (Guevara, 2013). Más adelante nos dice que el emprendedor “es aquel que a partir de la identificación de una oportunidad decide aprovecharla poniendo toda su capacidad al servicio de la nueva aventura, buscando, encontrando y organizando los recursos técnicos, humanos y de capital para poner en marcha su ejecución” (Guevara, 2013).

En el papel que le asigna al individuo y a la cultura, el discurso del emprendimiento se funde con la cultura de autoayuda, pues ser emprendedor pasa por el aprendizaje de una serie de habilidades y de actitudes ante la vida que supuestamente estarían al alcance de todos.

Bajo esta forma de ver el mundo, desaparecen las diferencias insalvables entre empresarios y trabajadores. Si se considera que cualquiera puede alcanzar el éxito económico a través del aprendizaje del emprendimiento, el reverso necesario es considerar que los ricos y poderosos lo son porque “saben” algo que el resto no. Como ha dicho Edisson Aguilar, esta traducción de las desigualdades sociales a diferencias cognitivas posibilita el auge de la literatura de autoayuda, pues sus autores pretenden que ese “saber” de los “ricos” puede codificarse y enseñarse a las personas que viven de su trabajo para que logren ascender socialmente (Aguilera, 2014).

La consideración de que en las sociedades capitalistas todos podríamos ser emprendedores se entronca con el pensamiento económico neoclásico según el cual las clases sociales son una mera ficción intelectual, y la realidad consiste en mercados en donde se encuentran compradores y vendedores de diferentes mercancías, en donde la fuerza de trabajo sería una mercancía más, cuyo precio, al igual que el del resto de mercancías, sería supuestamente definido en virtud de las leyes inquebrantables de la oferta y la demanda. El gran banquero, la trabajadora por cuenta propia que tiene su puesto callejero de venta de alimentos, el burócrata estatal de bajo nivel y la estudiante que trabaja en un call center para pagar sus estudios universitarios; todos serían potenciales emprendedores que van al mercado a ofrecer sus servicios al mejor precio posible.

En la práctica, en contraste, la difusión del emprendimiento funciona como una manera de estilizar situaciones de precariedad creciente para los trabajadores mientras los grandes empresarios ven aumentar sus ganancias a partir de estrategias de reducción de costos que explican la precariedad laboral. Bajo esta cosmovisión, se busca que la precariedad sea interpretada por las personas que la sufren como producto de las vicisitudes de la “vida empresarial”, al tiempo que están llamados a superar estas dificultades de manera heroica en vez de cuestionar si esa situación que padecen es producto de alguna injusticia estructural.

El objetivo de este discurso es lograr que quienes vivimos de nuestro trabajo canalicemos nuestro descontento hacia el aprendizaje vano de “los secretos de la mente millonaria” y hacia la auto-transformación en virtud de dichos preceptos, en vez de canalizarlo de manera colectiva hacia la superación de injusticias como la desigualdad de oportunidades, las políticas estatales en favor de los ricos y poderosos y en contra de los trabajadores, y en última instancia, la desigualdad estructural entre el capital y el trabajo.

El rechazo a este discurso no apunta a impugnar como erróneo el hecho de que las personas legítimamente busquen técnicas que involucren la transformación de sus propios pensamientos y emociones para mejorar sus vidas, sino a señalar que este discurso no es neutral ni inofensivo, sino que termina por ayudar a reproducir las realidades de injusticia que generan el descontento y el malestar, en la medida en que impide tomar conciencia sobre dichas situaciones. Además de esto, puede en ocasiones empeorar los padecimientos subjetivos que supuestamente contribuiría a resolver. Esto es claro cuando tenemos en cuenta que el discurso del emprendimiento -y de la autoayuda laboral en general- tiende a depositar en las personas la culpa y la responsabilidad de padecimientos por los que sin lugar a duda no deberían responder. Esto puede llegar a niveles absurdos y francamente irracionales. Miremos el ejemplo del denominado “Coaching laboral”, que busca enseñarle a las personas a conseguir empleo. Dentro de este “entrenamiento” se usa sin ambages el discurso del emprendimiento pues uno de los “consejos para encontrar trabajo” que se le imparte a los trabajadores desempleados es el de mirarse a sí mismos “como una empresa”.

En un artículo del periódico El Espectador publicado en 2014, en donde se habla de manera positiva del incipiente coaching laboral en Colombia podemos leer el siguiente titular: “ Los 1,99 millones de desempleados que hasta 2013 registró el país seguramente están cometiendo el mismo error.”. Esta idea no podría ser más perniciosa: se pretende que los desempleados analicen su situación como producto de errores propios, como si el desempleo de un millón de personas -y la informalidad de otras decenas de millones- no fuera una realidad que obedece a situaciones estructurales como la ausencia de una matriz productiva diversificada y la reprimarización de nuestra economía.

Si más desempleados del mundo asumieran como propio este discurso y actuaran en consecuencia ¿Se acabaría el desempleo o aumentaría más aún la feroz competencia por las plazas existentes que ya caracteriza a nuestras sociedades, sin que aumente considerablemente el tamaño del pastel a repartir? Sin duda que la segunda opción se ajusta mucho más a la realidad. Verdades de a puño como éstas son absolutamente ignoradas bajo la cosmovisión de la cultura de autoayuda.

Una paradoja del capitalismo: ¿Siembra desarraigo y cosecha compromiso?
La presencia de la cultura de autoayuda en el mundo del trabajo obedece a una contradicción más general del capitalismo ubicada al nivel de los procesos productivos y de las relaciones laborales. Mientras que la flexibilización del mercado de trabajo y el aumento general de la precariedad laboral siembran desarraigo entre los trabajadores, se pretende cosechar de parte de los mismos mayores niveles de compromiso, ya sea que se trate de trabajadores asalariados o de trabajadores ”atípicos” inmersos en distintas formas de informalidad laboral.

El economista político William Davies, estudioso la psicología económica y de la contemporánea “industria de la felicidad”, sintetiza esta contradicción de la siguiente manera: “Desde los años sesenta, las economías occidentales han tenido que afrontar un problema fundamental: dependen cada vez más de nuestro compromiso psicológico y emocional (ya sea en el trabajo, con las marcas comerciales, con nuestra propia salud y bienestar), pero también cada vez les resulta más difícil conseguirlo. Las formas de renuncia personal a dicho compromiso, muchas veces manifestadas como depresión y enfermedades psicosomáticas, no sólo redundan en el sufrimiento experimentado por el individuo sino que alcanzan consecuencias económicas, con la consiguiente preocupación para gobernantes y directivos. Sin embargo, lo datos que aporta la epidemiología social describen un panorama inquietante, en el que la infelicidad y la depresión se concentran en las sociedades muy desiguales, marcadas por los valores fuertemente materialistas y competitivos. En los lugares de trabajo se hace creciente hincapié en el compromiso comunitario y psicológico, pero las tendencias económicas a largo plazo discurren en sentido contrario, hacia la atomización y la inseguridad. Tenemos, así, un modelo económico que atenúa los atributos psicológicos que, a la vez, precisa para su supervivencia. En este sentido más general e histórico, los gobiernos y los negocios han “creado los problemas que ahora están tratando de resolver” (Davies, 2015,16)

El fragmento recién expuesto me permite resaltar que el creciente hincapié en el compromiso comunitario y psicológico que las patronales buscan lograr a través de la difusión de la cultura de autoayuda no debe malinterpretarse unilateralmente como un síntoma de la capacidad del capital para “apropiarse” de una vez y para siempre de las subjetividades de los trabajadores, proyecto por demás imposible de concretar. El malestar y el descontento a los cuales dichos discursos pretenden ser una respuesta son en sí mismos un síntoma de la resistencia de quienes padecen condiciones oprobiosas. Por otra parte no se debe confundir el hecho constatable de que las patronales buscan transformar la cultura y las subjetividades de los trabajadores con la idea pesimista e insostenible de que por el mero hecho de intentarlo efectivamente lo logran en todas las oportunidades.

Sin embargo, de ser exitoso el esfuerzo porque las personas interioricen la autoayuda en contextos laborales, las consecuencias pueden ser enormemente negativas. Vania Papalini nos presenta algunas de ellas: opera un enmascaramiento de los malestares subjetivos y la disolución de los primeros síntomas de alerta, ayuda a crear personas resilientes que soportan más la explotación en vez de desafiarla, y finalmente se educa en la auto-responsabilización y la solución instrumental de los problemas, encubriendo de esta manera condiciones más amplias y generales que hacen posibles dichos problemas, desactivando de esa manera potenciales conflictos y reclamos (Papalini, 2015)

De “Querer es poder” a “Es preciso soñar...”: recuperemos la política
La frase “Querer es poder” es casi un leitmotiv de la cultura de autoayuda. Bajo dicha formación discursiva, se trata de una idea en exceso subjetivista que ensalza la voluntad sin tener en cuenta las condiciones de posibilidad de concretar dicha voluntad. Cuando se formula como máxima a propósito de la vida laboral y económica de las personas, no pasa de ser una versión sofisticada de la vieja idea reaccionaria y conservadora según la cual las personas son pobres porque quieren y lo único que se necesita para ascender socialmente es “Echarle ganas”. Pero en vez de rechazar el ensalzamiento vitalista de la voluntad podríamos intentar que asuma un cariz menos individualista, más orientado a la transformación colectiva, y libre de autoengaño.

Juan Carlos Monedero, uno de esos pensadores imprescindibles para pensar la política en el mundo contemporáneo, nos plantea lo siguiente: “Frente una sociedad que ofrece como solución leer libros de autoayuda, yo creo que la única autoayuda que funciona es la autoayuda colectiva, y la autoayuda colectiva se llama política”. Se podría argüir que es poco realista que la alternativa a la cultura de autoayuda sea simplemente la lucha política. Y esto es verdad hasta cierto punto. Después de todo, la autoayuda aparece como alternativa precisamente porque ayuda a lograr que los sujetos agobiados, sin cambiar las condiciones sociales y económicas, resistan y no colapsen en su cotidianidad. Y la cotidianidad no puede estar atravesada en cada momento por la lucha política.

Sin embargo, no dejan de ser falsificaciones las ideas centrales de la cultura de autoayuda según las cuales las condiciones en las que se desenvuelven los individuos son intransformables o incluso la idea de que el cambio social puede ser impulsado simplemente a partir del movimiento de cada “interioridad”. Por más difícil, y a veces decepcionante, que pueda ser el intento de transformar las estructuras económicas y sociales, esta permanece siendo una opción más realista y justa que la que nos ofrecen los discursos dominantes bajo el neoliberalismo. Por tal razón, mientras se busca promover que las inquietudes emocionales y subjetivas que subyacen al uso de la autoayuda por parte de las personas se canalicen hacia proyectos de transformación colectiva, habría que volver a la máxima leninista: “Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía“.

Bibliografía
Aguilar Torres, Eddison (2014), "Empresarios de sí mismos. La literatura de autoayuda y el mercadeo en red en la constitución de sujetos ético-económicos". En Artes de vida, gobierno y contraconductas en la prácticas de sí. Universidad Nacional de Colombia
Davies, William (2016) La Industria de la felicidad. Cómo el gobierno y las grandes empresas nos vendieron el bienestar. Malpaso Ediciones, S.L.U. Barcelona.
Ecker, T. Harv (2005) Los Secretos de la Mente Millonaria
Ehrenreich, Barbara (2011) Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. Turner publicaciones.
Guevara, Camilo (2013) La Cultura emprenderista en Bogotá: consecuencias de las nuevas formas de gestionar el desempleo. Tesis de maestría en sociología. Universidad Nacional de Colombia
Illouz, Eva (2010) Introducción, en “La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de autoayuda.” Katz Editores
Papalini, Vania (2015) Garantías de felicidad. Estudio sobre los libros de autoayuda. Adriana Hidalgo Editora
“Entrevista a Juan Carlos Monedero: La política es conflicto” (2016) Horizontal http://horizontal.mx/la-politica-es-conflicto-entrevista-a-juan-carlos-monedero/
“¿Cuándo una hoja de vida es exitosa?” (2014) Periódico El Espectador http://www.elespectador.com/noticias/economia/cuando-una-hoja-de-vida-exitosa-articulo-472884
“Trabajadores felices hacen empresas más rentables y exitosas” (2016) Revista Dinero
http://www.dinero.com/empresas/articulo/trabajadores-felices-hacen-empresas-mas-rentables-y-exitosas/239207
“El “Coaching”, cada vez más presente en el mundo de los negocios” (2016) Revista Portafolio
http://www.portafolio.co/tendencias/coaching-empresarial-una-tendencia-en-alza-499236
Santiago Garcés Correa, Sociólogo. Estudiante de la Maestría en Estudios Sociales, en la línea de estudios laborales, de la UAM-Iztapalapa.