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jueves, 22 de septiembre de 2016

Stiglitz considera defectuosas las bases del euro, causa de los males de Europa

La moneda única europea fue mal concebida, bajo la influencia de la "ideología neoliberal", y hoy es causa de muchos de los males de la zona euro, como el estancamiento, el desempleo o los populismos, advierte el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en una entrevista con la AFP.

"Cuando las reglas son malas, se debe cambiarlas, si no, vamos derecho al desastre", afirmó el economista con motivo de la salida en Francia de su libro 'El euro: cómo la moneda única amenaza el futuro de Europa'.

Stiglitz se quitó su corbata por la sofocante y poco habitual temperatura en París para un mes de septiembre. Pero no perdió su elocuencia, en particular para multiplicar sus críticas contra la política económica europea.

"Con modelos económicos erróneos, llegamos obligatoriamente a un mal diagnóstico y a malas recetas", aseguró el muy mediático execonomista jefe del Banco Mundial y Nobel de Economía 2001.

Aunque a veces busque las palabras adecuadas, sus ataques son frontales. Tras el lanzamiento del euro, "los economistas esperaban el primer shock para poner a prueba la moneda. Se produjo en 2008 y las consecuencias fueron desastrosas", resumió el economista estadounidense.

Stiglitz fustiga las reglas, en particular el inquebrantable 3% de déficit fiscal, el máximo autorizado, según las reglas europeas, "que cae del cielo" y que no se basa "en ninguna teoría económica".

"Es Dios el que transmitió los diez mandamientos en el monte Sinaí, pero las reglas del euro son simples seres humanos las que las establecieron", dice, con un sesgo de ironía, pidiendo así la revisión de las normas.

- Un ejemplar para el ortodoxo Schauble -

"La idea de que la austeridad permite volver a tener crecimiento y prosperidad la rechazan en la actualidad la mayoría de los economistas e incluso el FMI (Fondo Monetario Internacional). Por desgracia, sigue siendo la opinión que predomina dentro del gobierno alemán y en particular en su ministerio de Finanzas", sostiene el premio Nobel, que se propone enviar un ejemplar de su libro al ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble.

"Estoy seguro de que mi obra no lo convencerá", sonríe Stiglitz, que denuncia en su libro lo que presenta como "la ideología liberal" que reina en la UE.

Y su definición de "ideología" no deja lugar a dudas. "Se trata de una creencia que no está necesariamente basada en pruebas", explicó, recordando que la austeridad fracasó con la Gran Depresión, luego en Asia y en Argentina. "¡Ahora también en Europa!", expresó.

"Los más interesante es que el FMI aprendió del pasado y reconoció que se equivocó", subrayó.

En cambio, sorprende que en Europa aún haya gobiernos como el de Angela Merkel que persisten en exigir políticas de ajuste "incoherentes con las reformas que necesita la zona euro".

- Bueno para bancos, malo para la gente -

Para Stiglitz los errores están en los orígenes mismos del euro. Los europeos "pusieron la carreta delante de los bueyes" al lanzar la moneda única sin crear las instituciones necesarias para gestionarla.

Peor aún, "la moneda única quitó a los Estados los dos mecanismos de ajuste más importantes: la tasa de cambio y las tasas de interés. Los países tienen las manos y los pies atados y sólo disponen de margen en la política fiscal. Lo mismo para el Banco Central Europeo que sólo debe concentrarse en la inflación", enumera.

Stiglitz pide reaccionar para no poner en peligro el proyecto europeo. "El euro es quizás bueno para algunas personas y para los banqueros, pero no lo es para los ciudadanos comunes. La sociedad se estanca, no crece, lo que da impulso a los partidos de extrema derecha", advierte.

En su libro, Stiglitz presenta varias soluciones para sacar a Europa del callejón sin salida en que se encuentra.

Da su preferencia a una zona euro dotada de instituciones que permitan su buen funcionamiento, como un BCE que "no se limite a luchar contra la inflación, sino que se concentre en la lucha contra el desempleo y el crecimiento".

Si los países no aceptan más Europa, propone entonces varias pistas para que haya menos. "La más fácil" sería una salida de Alemania del euro, lo que haría que los otros países fueran más competitivos a través de una devaluación de la moneda única.

Otra opción sería un divorcio de mutuo consentimiento o también la creación "de dos o tres zonas monetarias" a la espera de la creación de las instituciones necesarias.

Fuente:
https://www.afp.com/es/noticias/840/stiglitz-considera-defectuosas-las-bases-del-euro-causa-de-los-males-de-europa

Joseph Stiglitz. “Irlanda y Apple estaban haciendo trampas y robando ingresos fiscales” El profesor de Columbia y asesor de la presidencia de Bill Clinton cree que el fenómeno Trump es el resultado de "un tercio de siglo de políticas que han llevado a la desigualdad"

En otoño de 2015 Joseph Stiglitz (Gary, Indiana, 1943), decía: el euro actual “es un desastre”, cualquier otra cosa “sería mejor”, incluso, quebrar la eurozona.

Un año después, en El euro. Cómo la amenaza común amenaza el futuro de Europa (Taurus, 2016) el Nobel de Economía defiende que solo una reforma de la unión monetaria, con una suerte de “euro flexible”, podría salvar el futuro del club europeo. Stiglitz recibe en su despacho en la Universidad de Columbia, donde muestra un verdadero interés por la situación política de España. Asesor principal del presidente Bill Clinton, admite que los grandes partidos americanos han desatendido a los perdedores de la globalización, y que Donald Trump ha sabido leer mejor la frustración de los estadunidenses.

Pregunta. En su libro dice que el euro es el mayor problema de la Unión Europea. Pero el primer país en abandonarla, Reino Unido, no estaba en la zona euro. ¿Qué pasa?
Respuesta.
Reino Unido siempre ha tenido ese fuerte sentimiento de identidad, de no ser como el resto de gente, al otro lado del Canal, pero creo que los problemas del euro han sido cruciales en el camino al Brexit. Una de las imágenes de la UE que los conservadores han propagado es la de esa Bruselas rígida y burocrática, y la forma en que la troika gestionó la crisis de los países tuvo una rigidez muy fea. Es más, el hecho de que en la eurozona quedara claro que no había democracia, que Alemania y unos pocos socios estaban dictando los términos, hizo que los británicos pensaran que eso no era una democracia sana. Si estuviera en Reino Unido y viera lo que ocurre en la zona euro, se preguntaría: ‘¿es este el club al que quiere pertenecer?’. La eurozona ha gestionado tan mal el euro que han hecho la UE menos atractiva.

P. Y ahora que el Brexit es un hecho, ¿qué es más peligroso para la Unión Europea, que la salida les salga bien o que fracasen?
R. Eso es un punto fantástico. Para mí, la actitud de Jean Claude Juncker [presidente de la Comisión Europea] de que debemos ser muy duros, y castigar a Reino Unido para que nadie más quiera salir, es terrible. Lo que él debería decir es que no hemos explicado bien las ventajas de la UE, el por qué es un club del que nadie debería querer irse. No puedes querer que la gente siga en él por miedo, no es saludable ni democrático. Así no lograrás el tipo de solidaridad que permitirá a la UE solventar los problemas comunes de migración o cambio climático. Si todo el mundo siente que está ahí porque no tiene alternativa, será un matrimonio muy infeliz.

P. Y si deja de asustar la salida, puede convertirse en un incentivo para irse.
R. Tiene que ser un incentivo para que la UE funcione mejor. Un ejemplo de algo que creo que ha sido muy bueno es la decisión de Margrethe Vestager [comisaria europea de Competencia] de decir que Irlanda y Apple estaban haciendo trampas y robando ingresos fiscales, porque ese es un ejemplo de comportamiento de un país que perjudica al resto. Por eso necesitas normas.

P. Y una vez el euro existe. ¿Es posible dejarlo?
R. Es la misma pregunta que hay en la UE, si es posible, será un experimento. Y creo que la respuesta será que sí. Una prueba es mirar las relaciones entre Estados Unidos y Canadá, tenemos un mercado común del algún modo, pero no libre migración ni mercado único. No he leído a ningún economista que diga que habría una gran diferencia si tuvieran un mercado único. Las consecuencias políticas, para mí, son más importante que las económicas. Muestra que ha habido un proceso de integración durante 70 años y que ahora empieza un movimiento en dirección contrario.

P. En el origen de la Unión Europea está el mercado único. Con el actual repunte de ese llamado sentimiento proteccionista, ¿cree que hoy se podría impulsar ese proyecto?
R. Cuando se creó la UE y se pusieron las reglas, fue un momento particular de la historia en el que había mucha más confianza en los mercados y la creencia –muy estúpida, desde un punto de vista económico- de que si los gobiernos mantenían las cuentas públicas saneadas, los mercados funcionarían y habría pleno empleo y todo el mundo se beneficiaría. Pero la teoría económica dice que si hay integración, hay ganadores y perdedores, a menos que pongan políticas fuertes para proteger a estos últimos. Los ideólogos olvidaron la distribución. Si hoy hicieras esa unión, tendría que ser diferente, deberías proteger a los perdedores.

P. Hay una ola de un llamado “proteccionismo”. En Estados Unidos, tanto el partido Republicano como el Demócrata han cambiado su sensibilidad hacia la globalización. ¿No ve cambiado el enfoque de Hillary Clinton?¿Qué análisis hace?
R. No es proteccionismo. Nos hemos dado cuenta de que el sistema no cumple como se había prometido. Nuestros líderes y nuestra democracia falló. Dijeron que la liberalización del mercado financiero aceleraría el crecimiento y lo que hizo es dar más dinero al 1% de arriba. La lección es que necesitamos protección.

P. Cuando se habla de protección se cita como proteccionismo, de forma peyorativa.
R. En una sociedad democrática tienes que asegurarte de que la economía funcione para todos, y la nuestra no lo hace. La teoría económica ya lo predijo, y ahora tenemos la evidencia.

P. ¿Es el fenómeno Trump resultado de esto?
R. El fenómeno del ala derecha es la declaración de que los partidos centristas han apoyado una serie de políticas durante un tercio de siglo que han aumentado la desigualdad y dejará atrás a muchas fracciones de la sociedad. La diferencia es que al PP de España, por ejemplo, no parece importarle la gente que han dejado atrás. A los socialistas sí les importa pero no han encontrado forma de hacerlo por la austeridad presupuestaria impuesta por Alemania.

P. España puede ir a unas terceras elecciones. ¿Ve un origen económico?
R. Consecuencia. Cuando en las sociedades las cosas funcionan bien, te puedes comprometer, puedes tener diferencias, pero no divisiones enormes. Si tienes a gente que ha sufrido tanto, no van a querer comprometerse a sufrir más.

P. ¿Cree que la Unión Europea acabó siendo un proyecto egoísta?
R. No, fue un proyecto visionario. Un intento de juntar a grandes países. Pero se basó en esa idea de que la economía de mercado resolvería las cosas por sí misma y llevaría a algo que beneficiaría todos. Esa teoría fue el problema.

http://economia.elpais.com/economia/2016/09/14/actualidad/1473884667_101950.html

jueves, 15 de septiembre de 2016

China: advertencia preocupante

Editorial de La Jornada (México)
05.09.2016

En su discurso de la reunión cumbre del grupo de las mayores economías del planeta (G-20), inaugurada ayer en la ciudad de Hangzhou, el presidente chino, Xi Jinping, advirtió sobre los peligros que enfrenta la economía mundial, la insuficiencia del crecimiento global, la depresión de la demanda y la inversión y la persistente volatilidad de los mercados financieros, y destacó, asimismo, el escaso dinamismo de los intercambios comerciales y el brote de tendencias proteccionistas. Tales factores, indicó el anfitrión de dos decenas de jefes de Estado y de gobierno allí reunidos, colocan la economía mundial en “un punto crítico”. El presidente chino dijo que se ha agotado el impulso generado por la anterior ola de avances tecnológicos, que el envejecimiento de la población constituye una presión sobre la economía y los progresos logrados en materia de regulación no han disipado el riesgo de burbujas financieras como las que estallaron en 2008 y llevaron a la economía del mundo a un estadio cercano a la recesión.

Los señalamientos de Xi tienen tras de sí el peso descomunal y creciente de la economía de su país en el mundo, porque, por su posición como exportador, importador, inversionista, mercado y creciente centro de desarrollo tecnológico sitial, el gigante oriental tiene una percepción privilegiada de las tendencias comerciales, industriales y financieras y de su evolución.

El peligro de una nueva crisis mundial es, hoy, más acuciante que en la década pasada. Debe recordarse que para enfrentar la turbulencia de 2008 muchos gobiernos hicieron ajustes estructurales que significaron pérdida de empleos, beneficios sociales y condiciones de vida, y una nueva crisis encontraría a grandes sectores de la población en situación de extremada vulnerabilidad, y ello no sólo ocurre en países declaradamente pobres o en los que, como el nuestro, suelen ser incluidos por funcionarios financieros internacionales en la categoría de las “economías emergentes”, sino también en la Europa mediterránea –Francia, Italia, España, Grecia– e incluso en Estados Unidos, donde persisten inocultables bolsones de pobreza y marginación. Y un impacto recesivo en tales circunstancias podría multiplicar a su vez los conflictos sociales y los riesgos de ingobernabilidad en diversas naciones. Debiera resultar obvio para los gobernantes que este desafío debería tener como respuesta no los tradicionales “blindajes financieros”, que garantizan la pervivencia de las grandes corporaciones financieras y comerciales, sino una suerte de blindaje social que minimizara los riesgos de una brusca caída en los niveles de vida de la población.

ATTAC España

http://www.attac.es/2016/09/10/china-advertencia-preocupante/

lunes, 29 de agosto de 2016

El ataque a la educación pública en España.

 Vicenç Navarro

No hay plena conciencia, entre el establishment político-mediático que gobierna España, de las consecuencias de los recortes que han ocurrido durante estos últimos años (2008-2016) en la educación pública, afectando desde las escuelas de infancia (mal llamadas guarderías, en España, y digo mal llamadas porque el término asume que la mayor función de estos centros es guardar a los infantes y niños mientras los padres están trabajando, cuando debería ser la de educar y ayudar al desarrollo emocional e intelectual del/de la niño/a, en una etapa crucial y de enorme importancia en su vida) hasta los programas de formación para personas adultas. Estos recortes del gasto público educativo se han estado aplicando (en realidad, debería utilizarse el término “imponiendo”, pues ninguno de los partidos gobernantes en España –ni el PSOE ni el PP- tenían en su programa electoral la realización de tales recortes) con una intensidad que no había ocurrido en ningún momento anterior del periodo democrático.

La intensidad de los recortes
Si un ejército extranjero enemigo hubiera ocupado el país e impuesto estas políticas de recortes, es más que probable que hubiera habido una rebelión popular, oponiéndose a la ocupación del país por una fuerza política extranjera que, con sus políticas, estarían afectando muy negativamente el futuro del país a base de destrozar su sistema educativo. Sin embargo, no ha habido tal rebelión pues, en parte, no hay plena conciencia del enorme deterioro de la educación pública (ya que, salvo contadísimas excepciones, los medios no han estado informando de la enorme gravedad de la situación). Pero otra razón de que no haya habido tal rebelión es también debido a que el que realiza estos recortes no es una fuerza extranjera, sino que son los propios gobiernos españoles, los cuales los justifican aludiendo que “no hay ninguna otra alternativa posible” (la frase más utilizada por los dirigentes políticos responsables de tales políticas), pues hay que reducir el déficit público a fin, en teoría, de generar el beneplácito de los mercados financieros, necesario para que los Estados puedan conseguir dinero prestado de los bancos privados (a los cuales, por cierto, los Estados ayudan y rescatan cuando están en dificultades).

¿A qué se debe el silencio ante tal ataque?
Ahora bien, la causa más importante de que no haya una revuelta en las calles en referencia a lo que está ocurriendo con la educación pública de este país es que los sectores más pudientes de la población, el 25-30% de renta superior del país, no queda especialmente afectada por los recortes, pues llevan a sus hijos a la escuela privada (que recibe unos subsidios públicos llamados concierto), siendo las clases populares las que más utilizan las escuelas públicas. Las escuelas privadas concertadas tienen un porcentaje muy elevado de escuelas de la Iglesia Católica, institución que, excepto durante la II República, siempre ha ejercido un enorme –y excesivo- poder en el sistema escolar, lo cual explica que haya sido en las escuelas públicas dónde los recortes han sido más acentuados.

En realidad, esta polarización del sistema educativo por clase social (que se refleja, por ejemplo, en la dicotomía clases pudientes – escuela privada y clases populares – escuela pública) es la causa, no solo de la pobreza del gasto público educativo, sino también del hecho que los recortes hayan sido más acentuados en la escuela pública que en la privada concertada. Veamos los datos disponibles en el Ministerio de Educación y en el sistema informático de la UE (Eurostat).

La subfinanciación del sistema educativo público en España
España es uno de los países con uno de los gastos públicos educativos más bajos de la UE-15 (el grupo de países de semejante desarrollo económico al español): un 4,19% del PIB (según los datos de 2013), mucho más bajo, por ejemplo, que el 7,16% de Finlandia. España tiene una escuela clasista, es decir, su escolaridad está definida por la homogeneidad de clase social en cada centro escolar. Finlandia, en cambio, tiene una escuela multiclasista. El hijo del banquero y el hijo del empleado de la banca van a la misma escuela, un hecho impensable en España.

La escuela de este país dista mucho más de ser el crisol de la sociedad donde se cocina la cohesión social. En realidad, el sistema educativo produce dos tipos de ciudadanos: uno, el ciudadano de primera, miembro de las clases dirigentes; el otro, el ciudadano de segunda, miembro de las clases populares subalternas. Hagan un estudio del tipo de escuelas a las que asistieron los miembros de los gobiernos españoles y lo verán. Un 72% de todos los ministros de los gobiernos españoles (fueran estos socialistas o populares) fueron a escuelas privadas. En realidad, este porcentaje es similar al que otros estudios han mostrado para periodos anteriores, durante el siglo XX.

Esta polarización educativa responde a un enorme poder de las clases pudientes, a través de los partidos políticos de sensibilidad conservadora y liberal (lo que se conoce –a nivel de calle- como las derechas). A mayor poder político de tal clase social, mayor polarización del sistema educativo. No es de extrañar, pues, que uno de los sistemas escolares más polarizados en España sea el catalán, resultado de haber sido, Catalunya, gobernada durante la mayoría del periodo democrático por una alianza de un partido liberal (CDC) y un partido democratacristiano (UDC). El supuesto nacionalismo de esta coalición gobernante promocionó paradójicamente uno de los sistemas educativo más descohesionados de España. Catalunya es una de las Comunidades Autónomas con mayor división de la población por clase social en su sistema escolar.

La polarización social del sistema escolar
Otra relación estadística demostrada es que, a mayor poder de las derechas, mayores son los recortes en el gasto público educativo. España, de nuevo, es uno de los países de la UE-15 que ha recortado tal gasto de una manera más acentuada durante la Gran Recesión (recortes realizados, en su mayor parte, durante la época del gobierno Rajoy), con una reducción del 18,4% durante la mayoría del periodo de austeridad, agravada por el hecho que ha coincidido con una expansión de la población escolar (un 6,67%) durante el mismo periodo (2009-2016). Ningún otro país (excepto Grecia) ha visto unos recortes tan acentuados como en España. Y Catalunya ha sido una de las Comunidades Autónomas que más ha recortado el gasto público educativo. Es más, los partidos gobernantes en la Generalitat de Catalunya en los que CDC ha sido la fuerza dominante han aprobado en las Cortes Generales la gran mayoría de leyes y propuestas del gobierno del PP, que afectaron directa o indirectamente al gasto público educativo de Cataluña.

Recortes en todos los componentes del gasto público social
Esta pobreza de recursos e intensidad de recortes aparece también en otros componentes del sistema educativo, como es la educación universitaria. La universidad pública ha sufrido de una manera muy marcada, no solo en capítulos como investigación, sino también en becas y ayudas al estudiante, así como en formación al cuerpo docente. Algunos de estos capítulos han incluso desaparecido de los presupuestos educativos.

Pero ha sido en los programas de formación ocupacional donde tales recortes han sido incluso más acentuados, recortes que han tenido lugar a la vez que aumentaba significativamente la necesidad por tales programas, debido al gran crecimiento del desempleo. Según los estudios del sindicato CCOO, tal gasto se ha reducido casi por la mitad durante el periodo de austeridad. De nuevo, uno de los lugares de España donde los recortes han sido más acentuados ha sido Cataluña.

A la luz de todos estos datos, es acertado definir lo que está ocurriendo en España (incluyendo Catalunya) como un ataque al sistema educativo público, ataque que ha sido diseñado y realizado por partidos gobernantes españoles (incluyendo catalanes), y que excusan tales ataques aludiendo, como indiqué antes, a que no hay otras alternativas, frase que carece de credibilidad ya que es fácil de demostrar, como Juan Torres, Alberto Garzón y yo hemos hecho en el libro Hay Alternativas, que sí que las hay si hay voluntad política para hacerlas. Así de claro.

Fuente: http://www.vnavarro.org/?p=13607

La Gip economía.

Josep Fontana
Leo en el suplemento de negocios de El País del 5 de junio: "Crece la pobreza pese a la Recuperación", donde se nos explica que hay en España 13'5 millones de personas que están "en riesgo de pobreza y exclusión" , tres millones más de las que había antes de la crisis. Pienso que el titular no es correcto, sino que debería haber dicho: "Crece la pobreza debido a la recuperación".

Porque está claro que esta "recuperación" -de qué ?, y para quién ?, habría especificarse se ha conseguido a costa de sueldos de miseria y condiciones de trabajo abusivas. Y que el propósito de nuestros dirigentes es prolongar y perfeccionar este "modelo de crecimiento".

Es esto lo que nos permite entender uno de los aspectos que podían parecer más sorprendentes de la receta que el día 3 de junio presentaba el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, al proponer que se favoreciera el trabajo "indefinido" respecto del temporal , en base a facilitar y abaratar el despido de los indefinidos. Es evidente: cuando las empresas puedan, como pide, ajustar los salarios a sus "condiciones Específicas", con el despido de los indefinidos abaratado, por qué complicarse la vida con contratos diversificados? Todos a bajo precio y en la calle cuando convenga. Y venga recuperación y más recuperación!

Y entonces viene el Sr. Rajoy y nos promete que, si lo dejamos seguir guiándonos por este mismo camino, conseguiremos llegar a los "20 millones de puestos de trabajo". Sin aventurarnos a averiguar qué significa un "lugar de trabajo" para el señor Rajoy, pienso que lo que en realidad nos está prometiendo es que con cuatro años más de mandar volverá a conseguir lo mismo que en los cuatro años anteriores: que haya tres millones de personas en riesgo de pobreza.

Pero no se preocupe, porque las cosas no van por ese camino. Lo que defienden Rajoy y Linde son las viejas reglas de la economía de plantación, y eso ya no funciona. El futuro es de la gig economy, que ha permitido a los Estados Unidos reducir el paro a un 5 por ciento. Se lo olía mejor el señor Rosell cuando indignó al personal diciendo que se había acabado "el trabajo fijo y seguro".

En efecto, entre 2005 y 2015 han aumentado en Estados Unidos las formas alternativas de trabajo, que están desplazando a las tradicionales del empleo fijo, y que ahorran a los empresarios los costes de seguridad social. Lo que viene de cara al futuro es la gig economy, en que la mayor parte del trabajo lo harán operarios independientes contratados para trabajos de corta duración, posiblemente a través del teléfono móvil (un estudio asegura que el 2020 un 40 por ciento de los trabajadores americanos serán "contratistas independientes" de este tipo). The Guardian, que nos cuenta que Hillary Clinton está "excitada" ante esta novedad, sintetiza así los méritos del sistema: "Este nuevo modelo de trabajo ofrece más libertad y da a los ricos una nueva oportunidad de explotar los pobres".

Como puede ver tenemos una derecha tan retrógrada y tan inepta que no sabe ni por donde va hoy el mundo de la explotación. Así nos va. Haga el favor de no volver a votar.

[Fuente: La lamentable]

jueves, 11 de agosto de 2016

Marx llevaba bastante razón

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona

Como consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen en los mayores medios de difusión y comunicación, incluso académicos, en España (incluyendo Catalunya), el grado de desconocimiento de las distintas teorías económicas derivadas de los escritos de Karl Marx en estos medios es abrumador. Por ejemplo, si alguien sugiere que para salir de la Gran Recesión se necesita estimular la demanda, inmediatamente le ponen a uno la etiqueta de ser un keynesiano, neo-keynesiano o “lo que fuera” keynesiano. En realidad, tal medida pertenece no tanto a Keynes, sino a las teorías de Kalecki, el gran pensador polaco, claramente enraizado en la tradición marxista, que, según el economista keynesiano más conocido hoy en el mundo, Paul Krugman, es el pensador que ha analizado y predicho mejor el capitalismo, y cuyos trabajos sirven mejor para entender no solo la Gran Depresión, sino también la Gran Recesión.
En realidad, según Joan Robinson, profesora de Economía en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y discípula predilecta de Keynes, este conocía y, según Robinson, fue influenciado en gran medida por los trabajos de Kalecki.

Ahora bien, como Keynes es más tolerado que Marx en el mundo académico universitario, a muchos académicos les asusta estar o ser percibidos como marxistas y prefieren camuflarse bajo el término de keynesianos. El camuflaje es una forma de lucha por la supervivencia en ambientes tan profundamente derechistas, como ocurre en España, incluyendo Catalunya, donde cuarenta años de dictadura fascista y otros tantos de democracia supervisada por los poderes fácticos de siempre han dejado su marca.

Al lector que se crea que exagero le invito a la siguiente reflexión. Suponga que yo, en una entrevista televisiva (que es más que improbable que ocurra en los medios altamente controlados que nos rodean), dijera que “la lucha de clases, con la victoria de la clase capitalista sobre la clase trabajadora, es esencial para entender la situación social y económica en España y en Catalunya”; es más que probable que el entrevistador y el oyente me mirasen con cara de incredulidad, pensando que lo que estaría diciendo sería tan anticuado que sería penoso que yo todavía estuviera diciendo tales sandeces. Ahora bien, en el lenguaje del establishment español (incluyendo el catalán) se suele confundir antiguo con anticuado, sin darse cuenta de que una idea o un principio pueden ser muy antiguos, pero no necesariamente anticuados. La ley de la gravedad es muy, pero que muy antigua, y sin embargo, no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo verá.

La lucha de clases existe
Pues bien, la existencia de clases es un principio muy antiguo en todas las tradiciones analíticas sociológicas. Repito, en todas. Y lo mismo en cuanto al conflicto de clases. Todos, repito, todos los mayores pensadores que han analizado la estructura social de nuestras sociedades –desde Weber a Marx- hablan de lucha de clases. La única diferencia entre Weber y Marx es que, mientras que en Weber el conflicto entre clases es coyuntural, en Marx, en cambio, es estructural, y es intrínseco a la existencia del capitalismo. En otras palabras, mientras Weber habla de dominio de una clase por la otra, Marx habla de explotación. Un agente (sea una clase, una raza, un género o una nación) explota a otro cuando vive mejor a costa de que el otro viva peor. Es todo un reto negar que haya enormes explotaciones en las sociedades en las que vivimos. Pero decir que hay lucha de clases no quiere decir que uno sea o deje de ser marxista. Todas las tradiciones sociológicas sostienen su existencia.

Las teorías de Kalecki
Kalecki es el que indicó que, como señaló Marx, la propia dinámica del conflicto Capital-Trabajo lleva a la situación que creó la Gran Depresión, pues la victoria del capital lleva a una reducción de las rentas del trabajo que crea graves problemas de demanda. No soy muy favorable a la cultura talmúdica de recurrir a citas de los grandes textos, pero me veo en la necesidad de hacerlo en esta ocasión.

Marx escribió en El Capital lo siguiente: “Los trabajadores son importantes para los mercados como compradores de bienes y servicios. Ahora bien, la dinámica del capitalismo lleva a que los salarios –el precio de un trabajo- bajen cada vez más, motivo por el que se crea un problema de falta de demanda de aquellos bienes y servicios producidos por el sistema capitalista, con lo cual hay un problema, no solo en la producción, sino en la realización de los bienes y servicios. Y este es el problema fundamental en la dinámica capitalista que lleva a un empobrecimiento de la población, que obstaculiza a la vez la realización de la producción y su realización”. Más claro, el agua.

Esto no es Keynes, es Karl Marx. De ahí la necesidad de trascender el capitalismo estableciendo una dinámica opuesta en la que la producción respondiera a una lógica distinta, en realidad, opuesta, encaminada a satisfacer las necesidades de la población, determinadas no por el mercado y por la acumulación del capital, sino por la voluntad política de los trabajadores.

De ahí se derivan varios principios. Uno de ellos, revertir las políticas derivadas del domino del capital (tema sobre el cual Keynes no habla nada), aumentando los salarios, en lugar de reducirlos, a fin de crear un aumento de la demanda (de lo cual Keynes sí que habla) a través del aumento de las rentas del trabajo, vía crecimiento de los salarios o del gasto público social, que incluye el Estado del bienestar y la protección social que Kalecki define como el salario social.

Mirando los datos se ve claramente que hoy las políticas neoliberales realizadas para el beneficio del capital han sido responsables de que desde los años ochenta las rentas del capital hayan aumentado a costa de disminuir las rentas del trabajo (ver mi artículo “Capital-Trabajo: el origen de la crisis actual” en Le Monde Diplomatique, julio 2013), lo cual ha creado un grave problema de demanda, que tardó en expresarse en forma de crisis debido al enorme endeudamiento de la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares (y de las pequeñas y medianas empresas).

Tal endeudamiento creó la gran expansión del capital financiero (la banca), la cual invirtió en actividades especulativas, pues sus inversiones financieras en las áreas de la economía productiva (donde se producen los bienes y servicios de consumo) eran de baja rentabilidad precisamente como consecuencia de la escasa demanda. Las inversiones especulativas crearon las burbujas que, al estallar, crearon la crisis actual conocida como la Gran Depresión. Esta es la evidencia de lo que ha estado ocurriendo (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015)

De ahí que la salida de la Gran Crisis (en la que todavía estamos inmersos) pase por una reversión de tales políticas, empoderando a las rentas del trabajo a costa de las rentas del capital. Esta es la gran contribución de Kalecki, que muestra no solo lo que está pasando, sino por dónde deberían orientar las fuerzas progresistas sus propuestas de salida de esta crisis, y que requieren un gran cambio en las relaciones de fuerza Capital-Trabajo en cada país. El hecho de que no se hable mucho de ello responde a que las fuerzas conservadoras dominan el mundo del pensamiento económico y no permiten la exposición de visiones alternativas. Y así estamos, yendo de mal en peor. Las cifras económicas últimas son las peores que hemos visto últimamente.

http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2016/08/01/marx-llevaba-bastante-razon/

sábado, 18 de junio de 2016

La crisis económica está vinculada a 260.000 muertos más por cáncer. Investigadores de Harvard calculan la factura mortal de la recesión en los países de la OCDE.

El colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la caída del banco de inversión Lehman Brothers en 2008 aparecen en paralelo a la muerte por cáncer de decenas de miles de personas a miles de kilómetros de allí, en la Unión Europea. La crisis económica global, desencadenada por la crisis financiera estadounidense, está asociada a al menos 260.000 fallecimientos por cáncer que no habrían ocurrido sin la recesión, 160.000 de ellos en la UE, según una estimación publicada hoy en la revista médica The Lancet. Esta presunta factura mortal de la crisis se reduce al periodo 2008-2010 y a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por lo que no incluye a gigantes como China e India.

El nuevo estudio, realizado por científicos de universidades como Harvard, Oxford y el Colegio Imperial de Londres, sugiere que “el desempleo y el gasto público en salud están significativamente asociados con la mortalidad por cáncer”. El análisis emplea datos de 70 países con unos 2.000 millones de habitantes, de entre 1990 y 2010, tomados de la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial.

Los resultados muestran que un 1% de aumento en el desempleo de un país está asociado a 0,37 muertes adicionales por todos los tipos de cáncer analizados por cada 100.000 personas. El trabajo también relaciona un recorte del 1% en gasto público en sanidad como porcentaje del PIB con 0,0053 muertes adicionales por cada 100.000 habitantes.

“Una limitación de nuestro estudio es que no podemos probar que haya causa y efecto, más bien demostramos una asociación entre la crisis económica y la mortalidad por cáncer”, reconoce a Materia el médico Mahiben Maruthappu, investigador del Colegio Imperial de Londres y uno de los principales autores del estudio. Maruthappu, de 27 años, es además asesor del responsable del Servicio Nacional de Salud inglés, por lo que influye en el destino de 100.000 millones de libras destinadas al gasto sanitario.

Los autores defienden que existe un vínculo causal porque, en países sin cobertura sanitaria universal, el acceso a la sanidad puede depender de tener un empleo. “Sin trabajo, los pacientes pueden ser diagnosticados tarde y recibir un peor tratamiento o recibirlo con retraso”, subraya en un comunicado Rifat Atun, experto en salud pública de la Universidad de Harvard. “España no sufrió muertes adicionales durante la crisis económica y creemos que esto se debe, principalmente, a la alta accesibilidad de su sistema de salud”, aplaude Maruthappu.

En EE UU, donde todavía hay más de 35 millones de personas sin cobertura sanitaria, los científicos calculan que se produjeron 18.000 muertes adicionales por cáncer entre 2008 y 2010. En México, casi 4.000 fallecimientos más. Para el equipo de Maruthappu, sus resultados son “un argumento sólido a favor de la cobertura sanitaria universal”. Los países peor parados son aquellos con economías frágiles y sin cobertura global, como Malta, Kuwait y Polonia. Solo 75 de 194 países analizados tienen una legislación que promete una cobertura sanitaria universal.

El epidemiólogo Miquel Porta, catedrático de salud pública de la Universidad Autónoma de Barcelona, aplaude el nuevo trabajo, aunque cree que “es probable que incluso subestime el impacto” de la crisis. El estudio, subraya Porta, se centra más en la atención médica (diagnóstico y tratamiento del cáncer) que en la prevención primaria, la que actúa sobre las causas.

“Muchos estudios, y la simple vivencia cotidiana, indican que con la recesión se han resentido gravemente las políticas públicas y privadas de control de los factores ambientales, laborales, alimentarios y sociales que más cáncer causan”, explica el epidemiólogo. “Además de las condiciones de vida, pueden haber empeorado algunos hábitos individuales que también desempeñan un papel en la aparición de muchos cánceres, como el tabaquismo (por ejemplo, por la precariedad laboral y las angustias económicas), la alimentación y la actividad física, ya que es más difícil pagar un gimnasio”, añade Porta.

“Tanto en España como en Italia hemos descrito que aumenta el número de exfumadores que vuelven a fumar. Y lo atribuimos a la crisis”, coincide Esteve Fernández, investigador del Instituto Catalán de Oncología y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología.

http://elpais.com/elpais/2016/05/24/ciencia/1464113124_099317.html?rel=lom

miércoles, 1 de junio de 2016

Cómo el crecimiento de las desigualdades causó la Gran Recesión

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Este artículo señala que una causa de la enorme crisis económica y financiera que ha ocurrido a los dos lados del Atlántico Norte se debe al crecimiento de las desigualdades causado por la imposición de las políticas neoliberales y que ha originado un enorme daño a las clases populares de estos países.

Una de las causas más importantes de que ocurriera la Gran Recesión y de que esta fuera tan larga, fue el gran crecimiento de las desigualdades, resultado de la aplicación de las políticas públicas que se conocen como políticas neoliberales. Tales políticas públicas incluyeron, por un lado, las reformas laborales que tenían como objetivo la reducción de los salarios, y por el otro, la aplicación de la ortodoxia liberal encaminada a reducir los déficits públicos mediante medidas de austeridad y reducción del gasto público. Ambas políticas determinaron el enorme problema de la falta de demanda doméstica y, como consecuencia, el escaso crecimiento económico. Por otra parte, la reducción de la capacidad adquisitiva de la población causó el elevado endeudamiento de las familias trabajadoras y de las medianas y pequeñas empresas, con la consiguiente expansión e hipertrofia de la banca (caso muy claro en España, donde el tamaño del sector es tres veces más grande –en términos proporcionales– que en EEUU), que invirtió predominantemente en actividades especulativas (debido a la menor rentabilidad de la economía productiva, resultado del escaso crecimiento económico) que ha consumido recursos que podrían haberse aplicado a fines más productivos y necesarios que los especulativos que han dominado, como he indicado, el comportamiento de tal sector financiero.

Esta situación podía prevenirse, pero el establishment político-mediático no lo permitió
La evidencia empírica y científica que apoya la tesis expuesta en el párrafo anterior es abrumadora y contundente, lo cual explica que incluso un gran número de organismos internacionales, responsables de haber promovido tales políticas, como el Fondo Monetario Internacional o la OCDE, estén, por fin, cuestionando la aplicación de tales medidas neoliberales, que todavía se reproducen y promueven en la mayoría de países de la Eurozona. En España tal cuestionamiento no ha ocurrido todavía, en parte debido a la muy limitada diversidad ideológica de los mayores medios de información y persuasión. La enorme falta de diversidad ideológica de estos grandes medios (claramente influenciados por la banca -cuyos créditos los sostienen-) explica que en España todavía la sabiduría convencional esté estancada en tal pensamiento. Es extraordinario que aún hoy los gurús económicos mediáticos de clara orientación neoliberal (con chaquetas llamativas, o sin ellas) continúen siendo promovidos en aquellos medios, cuando la falsedad de sus teorías es tan fácil de ver mirando la realidad que nos rodea.

Los datos, fácilmente accesibles, están ahí para todo aquel que quiera verlos. En la gran mayoría de países en Norteamérica y en la Unión Europea, las desigualdades han crecido enormemente. Las rentas del trabajo (de las que deriva la mayoría de la demanda) han ido bajando como porcentaje de la renta total de los países, mientras que las rentas del capital han ido subiendo, un fenómeno generalizado, como acabo de indicar, en los países a los dos lados del Atlántico Norte (EEUU y la Eurozona), pero con especial intensidad en los del sur de Europa, incluyendo España. La continuidad en la aplicación de estas políticas explica el escaso impacto que las medidas tomadas por los Estados, y promovidas por el establishment europeo (el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Eurogrupo) y el Banco Central Europeo, han tenido en recuperar el buen funcionamiento de la economía de la Eurozona. En realidad, tales medidas (el deterioro del mercado de trabajo y la austeridad del gasto público) han aumentado todavía más las desigualdades y han retrasado todavía más la recuperación económica de estos países.

Las medidas monetarias: la falsa solución de los neoliberales
En su mayor parte, las intervenciones de tales establishments europeos han sido de tipo monetario. Es decir, el Banco Central Europeo ha imprimido mucho y mucho dinero y lo ha distribuido a través del sistema financiero, que quiere decir predominantemente a través de los bancos, a unos intereses bajísimos, creyendo que el mayor problema de la economía era que no había suficiente dinero para que la población comprara y aumentara la demanda. Pero esta estrategia ignoraba que los canales que utilizaba para distribuir tal dinero –es decir, la banca privada- no compartían el mismo objetivo, puesto que su mayor objetivo era aumentar sus beneficios, y no necesariamente resolver los problemas de las familias o de las pequeñas y medianas empresas.

La banca utilizó tal dinero (además de para aumentar sus propios beneficios) para especular, comprando, por ejemplo, deuda pública, con la confianza que, en caso de que las burbujas creadas por tales comportamientos (como las burbujas inmobiliarias y las de deuda pública) explotaran, el Estado la rescataría, como así ha ocurrido. Las fuerzas conservadoras y liberales, que siempre critican las intervenciones del Estado para garantizar el bienestar de la ciudadanía, aplaudieron y dieron apoyo al mayor acto de beneficencia pública que haya ocurrido en el siglo XXI: la beneficencia a la banca, conocido como “el rescate a la banca”.

El BCE, consciente de que sus medidas de imprimir dinero no repercutían en el ciudadano, estimuló la banca, proveyéndola con incluso más beneficio si aseguraba la disponibilidad de crédito, asumiendo que el problema para las empresas era su dificultad para poder conseguir dinero prestado. Y aun cuando había un elemento de verdad en esta interpretación del bajo crecimiento económico, el mayor problema no era este para las pequeñas y medianas empresa (que es la que produce mayor empleo). En realidad, si los empresarios no creaban empleo era, en gran medida, porque no había suficiente demanda de sus productos y servicios. Y ahí estaba y continúa estando el problema. En realidad, la deflación (el fenómeno de que los precios estén bajando por debajo del nivel considerado aconsejable) también es consecuencia de esta falta de capacidad adquisitiva de la gran mayoría de la población, que adquiere sus rentas a partir de su trabajo.

¿La “conversión” del Sr. Draghi del Banco Central Europeo?
De ahí que incluso ahora el Sr. Draghi, Presidente del Banco Central Europeo, comience a preocuparse y haya comenzado a proponer a los Estados y al Eurogrupo que se establezcan políticas fiscales para estimular la economía, aceptando las limitaciones que las políticas monetarias tienen para conseguir tal estímulo. Por políticas fiscales se entienden aquellas intervenciones que expanden el consumo y la demanda, bien a través del aumento del gasto público, bien a través de la rebaja de impuestos.

Predeciblemente, los neoliberales, como el Sr. Draghi, se centran primordialmente en esta última medida (que, por regla general, es la preferida por los partidos liberales y conservadores, como el PP, Ciudadanos y Convergència), ignorando con ello la abrumadora evidencia de que esta medida (estimular la economía a través de la reducción de impuestos) es poco eficaz para estimular la economía, mucho menos eficaz que la inversión pública encaminada a crear empleo, medida que por lo general es desfavorecida por tales partidos, aunque la evidencia muestra que es la más eficaz para estimular la economía.

Y ahí está precisamente la solución que ni el PP, ni Ciudadanos (ni tampoco el PSOE) consideran, pues están estancados en el dogma neoliberal promovido por el gobierno alemán que está creando tanto dolor y sufrimiento entre las clases populares de los países de la Eurozona. Que el PP y Ciudadanos lo hagan es coherente con su ideología neoliberal promovida por el sector financiero. Pero la conversión del PSOE a este dogma ha sido la causa de su bajón electoral, como ha ocurrido con la socialdemocracia en Europa. El apoyo a la austeridad ha sido el austericidio de la socialdemocracia.

La rebaja de impuestos que estos partidos favorecen tiende a favorecer a las rentas superiores (que pagan más impuestos) que a las rentas inferiores (que pagan menos). De ahí que estas medidas suelan incrementar todavía más las desigualdades, causa del problema económico. Lo que debería hacerse es una mayor redistribución de los recursos mediante políticas impositivas de carácter redistributivo e inversiones públicas (encaminadas a crear buen empleo, estable y bien pagado), en la infraestructura social, energética y física del país. Fue así como la Administración Roosevelt sacó a EEUU de la Gran Depresión. Fue así también como los gobiernos de la Europa Occidental salieron de la gran crisis económica que existía en Europa al terminar la II Guerra Mundial (estimulados por el Plan Marshall), y debería ser así como tendríamos que salir de la crisis ahora. La solución es fácil de ver. Y en cambio se está continuando con las mismas políticas neoliberales que han sido un auténtico desastre.

Y la pregunta que debe hacerse es ¿por qué tales políticas continúan aplicándose? Podría argumentarse que parte del problema es la incompetencia de los llamados expertos económicos neoliberales. Pero tal explicación es insuficiente. La causa real es que tales políticas, aunque perjudican enormemente al bienestar de las clases populares, beneficia enormemente a los componentes de lo que en EEUU se llama la Corporate Class, la clase de los propietarios y gestores de las grandes empresas (equivalente en cada país al IBEX-35), que dominan la vida económica, política y mediática del país. Como he indicado en un párrafo anterior, en todos estos países donde se han estado aplicando estas políticas, el porcentaje de las rentas derivadas del capital ha incrementado a costa de que las rentas derivadas del trabajo hayan disminuido. Hoy el mundo empresarial está consiguiendo lo que siempre soñó. Y ello como consecuencia de las políticas neoliberales que ha estado promoviendo, y que han sido impuestas (y digo impuestas, pues no estaban en su programa electoral) por partidos gobernantes a la población, claramente influenciados por aquel mundo empresarial con el cual tales partidos tienen una complicidad preocupante. Hasta que no se rompa esta complicidad, España (incluyendo Catalunya) no saldrá de la Gran Recesión. Así de claro.

Publicado en Público.es vnavarro.org

ATTAC España no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Para imaginar un nuevo Bretton Woods

El derrumbe financiero de 2008 dio lugar a varios llamamientos a un sistema financiero global que recortara los desequilibrios comerciales, moderase los flujos especulativos de capital e impidiera un contagio sistémico. Tal era, por supuesto, la meta del sistema inicial de Bretton Woods. Pero ese sistema resultaría hoy tan insostenible como indeseable. Así pues, ¿qué apariencia tendría una alternativa?

La conferencia de Bretton Woods de 1944 presentó la colisión entre dos hombres y sus respectivas visiones: Harry Dexter White, representante del presidente Franklin Roosevelt, y John Maynard Keynes, que representaba a un imperio británico desfalleciente. Como no es de sorprender, prevaleció el programa de White, fundado en el superávit del comercio de postguerra de los EE. UU., que se desplegó para dolarizar Europa y Japón a cambio de su aquiescencia al criterio pleno de la política monetaria para los EE.UU. Y el nuevo sistema de postguerra proporcionó el cimiento de la mejor hora del capitalismo… hasta que Norteamérica perdió su superávit y se vino abajo lo que White había dispuesto.

La pregunta que se ha formulado periódicamente durante buena parte de la pasada década es una pregunta directa: ¿habría sido más adecuado para nuestro mundo multipolar posterior a 2008 el plan que se descartó de Keynes?

Zhu Xiaochuan, gobernador del banco central de China, así lo sugirió a principios de 2009, lamentando que Bretton Woods no se hubiera adherido a la propuesta de Keynes. Dos años más tarde, a Dominique Strauss Kahn, entonces Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, se le preguntó cuál pensaba que debería ser el papel del FMI posterior a 2008. Su contestación fue: “Hace sesenta años, Keynes ya previó lo que hacía falta, pero era demasiado pronto. Ahora es el momento de realizarlo ¡y creo que estamos listos para llevar eso a cabo!”

A las pocas semanas, Strauss Kahn cayó en desgracia, sin llegar a explicar nunca qué es lo que entendía por “eso”. Pero no resulta difícil delinear qué es lo que “eso” podría ser.

Por encima de todo, el nuevo sistema reflejaría la visión de Keynes de que la estabilidad global se ve socavada por la ingénita tendencia del capitalismo a insertar una cuña entre las economías con superávit y las que tienen déficit. El hiato entre superávits y déficits se agranda hace durante los períodos de mejoría, mientras que, durante la recesión, el peso del ajuste recae de modo desproporcionado sobre los deudores. Lo que trae consigo un proceso de deuda y deflación que echa raíces en las regiones de déficit antes de que disminuya la demanda en todas partes.

A fin de contrarrestar esta tendencia, Keynes abogaba por substituir cualquier sistema en el que “el proceso de ajuste sea obligatorio para el deudor y voluntario para el acreedor” por otro en el que la fuerza del ajuste recaiga simétricamente sobre deudores y acreedores.

La solución de Keynes fue una Unión de Compensación Internacional (UCI) que subscribirían las principales economías. Aunque mantendrían su propia moneda y sus respectivos bancos centrales, sus miembros acordarían la denominación de todos los pagos en una unidad de contabilidad común –que Keynes denominó el “bancor”— y la compensación de todos los pagos internacionales por medio de la UCI.

Inicialmente, a la cuenta de reserva de cada Estado miembro con la UCI se le abonaría una suma de bancores proporcional a su participación en el comercio mundial. A partir de ahí, a cada uno se le abonarían bancores extra en proporción a sus exportaciones netas. Una vez establecida, la UCI gravaría fiscalmente de manera simétrica los superávits y déficits persistentes, a fin de anular el mecanismo de retroalimentación negativo entre flujos de capital desequilibrados, volatilidad, demanda agregada global inadecuada y desempleo innecesario distribuidos de manera desigual alrededor del mundo.

La propuesta de Keynes no carecía de problemas. Contemplaba divisas fijas, lo que requeriría sobregiros limitados para aquellos países que incurren en dáficits crónicos y entrañaría un regateo constante entre los ministros de economía para reajustar los tipos de cambio y de interés. Y los controles financieros rígidos, que dan a los burócratas un poder discrecional desorbitado sobre las transferencias de capital, equivalen a un error fatal.

Pero no hay razón por la que no se pueda diseñar una UCI con tipos de cambio variables y reglas sencillas y automatizadas que minimicen el poder discrecional de políticos y burócratas, a la vez que preservan las ventajas de la idea original de Keynes para mantener bajo control los desequilibrios globales.

Una nueva UCI o NUCI sería tal como Keynes la había contemplado. Pero, en lugar del bancor abstracto, presentaría una divisa digital común – llamémosla Kosmos – que emitiría y regularía el FMI. El Fondo administraría Kosmos sobre la base de un libro de contabilidad distribuido, digital y transparente, y un algoritmo que ajustaría la oferta total de una forma acordada previamente al volumen del comercio mundial, permitiendo un componente contracíclico automático que impulse la oferta en momentos de desaceleración general.

Los mercados cambiarios operarían tal como lo hacen hoy, y el tipo de cambio entre Kosmos y diversas divisas variaría del mismo modo que lo hacen los Derechos Especiales de Giro del FMI frente al dólar, el euro, el yen, la libra y el renminbi. La diferencia, por supuesto, consistiría en que, con la NUCI, los estados miembros permitirían que todos los pagos de uno a otro pasaran por la cuenta Kosmos NUCI del banco central.

Para aprovechar todo el potencial del programa para mantener los desequilibrios bajo control, se introducirían dos transferencias estabilizadoras. En primer lugar, se cargaría anualmente un gravamen al desequilibrio comercial en la cuenta de Kosmos de cada banco central, en proporción a su déficit o superávit y se pagaría a un fondo común de la NICU. En segundo lugar, las instituciones financieras privadas pagarían una tarifa al mismo fondo de la NUCI en proporción a cualquier aumento de los flujos de capital que salgan del país, lo que recuerda al aumento de precio que imponen empresas como Uber durante las horas de mayor tráfico.

El gravamen por desequilibrio comercial está destinado a motivar a los gobiernos de los países con superávit a que incrementen el gasto y la inversión internos a la vez que reducen de manera sistemática el poder adquisitivo internacional de los países con déficit. Los mercados cambiarios tomarán esto en consideración, ajustando los tipos de cambio con más rapidez como respuesta a los desequilibrios por cuenta corriente y anularán buena parte de los flujos de capital que hoy sostienen un comercio desequilibrado de manera crónica. De forma semejante, el recargo por “aumento” penalizará automáticamente las entradas y salidas de capital especulativas, como en manada, sin incrementar el poder discrecional de los burócratas o introducir controles de capital inflexibles.

De repente, el mundo habrá adquirido, sin necesidad de subscribir capital, un fondo soberano global de riqueza. Esto permitiría que la transición a un sistema energético bajo en carbono se financiara a escala global, y de modo tal, que estabilice la economía global por medio de inversiones en investigación y desarrollo consagrados a la energía verde y a tecnologías sostenibles.

Keynes era un adelantado a su tiempo: su propuesta precisaba de tecnologías digitales y de mercados de divisas extranjeras que no existían en los años 40. Pero hoy los tenemos, además de tener experiencia institucional con sistemas internacionales de compensación. Necesitamos desesperadamente la transición verde global que crearía automáticamente un Bretton Woods keynesiano. Todo lo que nos hace falta es el proceso político. Y, ciertamente un Roosevelt, convocar a las partes y catalizar el cambio.

Yanis Varoufakis exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es Profesor de política económica en la Universidad de Atenas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada.

Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

viernes, 20 de mayo de 2016

El economista australiano Bill Mitchell cree que los países europeos no están preparados para la unión monetaria y que España debe volver a la peseta. “España debería duplicar su déficit público para crear empleo”.


          El 6 de este mes de mayo, el profesor Mitchell dió una conferencia en el salón de actos de la facultad de Económicas de Badajoz, al presentar su libro La distopía del euro, a la que asistí. Fue interesantísima.

Pide más intervención estatal en la economía: “Si el sector privado es incapaz de crear empleos suficientes, debe hacerlo el sector público”

Profesor de Economía de la Universidad de Newcastle, en Nueva Gales del Sur (Australia), Bill Mitchell es uno de los economistas adscritos a la Teoría Monetaria Moderna, que aboga por la intervención directa del Estado en la economía, una herejía para la ortodoxia dominante en Bruselas y Berlín. De ahí que recomiende a España que aumente su déficit público si quiere crear empleo. Mariano Rajoy lo secundó este miércoles en la Ser cuando aseguró que le importa más acabar con el paro que obedecer a la Comisión Europea recortando ese 5,08% por el que le regaña Bruselas. Mitchell acaba de publicar en España La distopía del euro (Lola Books). Su tesis no es en absoluto tímida: los países del sur, como España, deben romper con la unión monetaria si saben lo que les conviene. Casi coincide en el tiempo de publicación con la obra de otro economista heterodoxo y educado en Australia, aunque griego de nacimiento, Yanis Varufakis, quien, por el contrario, defiende la permanencia de su país y de Reino Unido en la eurozona. Mitchell no parece uno de sus fans: “Lo que Yanis dice hoy puede ser muy distinto de lo que dijo ayer”.

PREGUNTA. ¿Cómo es que les interesan tanto desde Australia, al otro lado del planeta, nuestras instituciones comunitarias? ¿Es tan escandalosa o tan patética la crisis europea como para llamar la atención tan lejos?
RESPUESTA. Bueno, el mundo es muy pequeño ahora. Y la integración europea siempre ha sido uno de mis campos de investigación. Además, Australia es en realidad un país europeo… aunque esté en Asia, y una nación intelectualmente muy abierta. Quienes nos visitan de Europa o, especialmente, de Estados Unidos se sorprenden de cuánta información internacional tenemos. En los periódicos o en la televisión de EEUU apenas encuentras nada sobre el resto del mundo, y hasta cierto punto en los periódicos nacionales de Francia, Alemania, Italia, no sé si también de España, no se publican demasiadas noticias internacionales. En Australia, por el contrario, la televisión y los periódicos están llenos de noticias internacionales porque nos sentimos parte del mundo y porque históricamente hemos estado aislados por culpa de la distancia. Ya en el colegio aprendemos lo que es la “tiranía de la distancia”. Pero nuestras raíces son europeas, británicas. Así que he pasado mucho tiempo estudiando la integración europea y su camino hacia el desastre.

P. En su libro defiende la ruptura de la unión y el regreso a las monedas nacionales. Una tesis muy arriesgada y quizá no demasiado fácil de llevar a la realidad. ¿Por qué cree que sería mejor para España volver a la peseta?
R. Mi idea es que el diseño de la unión monetaria tiene muchísimos defectos y que el Tratado de Maastricht fue un desastre. Si volvemos a los primeros debates sobre la creación de la unión monetaria en los años 60, que dieron lugar al informe Werner en 1970 y en 1977 al informe MacDougall, dos estudios muy detallados sobre cómo podría organizarse y llevarse a cabo la unión monetaria para que fuera efectiva, vemos que incluían un diseño muy específico de los requisitos necesarios.

Uno de ellos era que los Estados miembros tenían que ceder su soberanía macroeconómica y la responsabilidad fiscal para crear un órgano federal europeo que asumiera la política fiscal y que tendría legitimidad democrática. Según el informe Werner, esa institución federal sólo funcionaría con una autoridad fiscal federal con legitimidad democrática y poderes extraordinarios. El informe MacDougall está de acuerdo con esos requisitos para una unión monetaria efectiva, pero dice que las circunstancias políticas son tales –y eso que entonces la UE incluía muchos menos países que ahora–, que no hay manera de que los Estados miembros puedan ceder su autoridad fiscal a un órgano federal. Por tanto, a su juicio, carecía de toda lógica pensar que fueran a darse las circunstancias para una unión monetaria europea eficaz en un futuro próximo. A mi entender, las diferencias culturales, históricas y lingüísticas entre los Estados son tan enormes que no es lógico pensar que pueden ponerse de acuerdo para cooperar a ese nivel. Desde luego, Alemania jamás estará de acuerdo en ceder su autoridad fiscal a una institución federal.

Al mismo tiempo que se publicó el informe Delors, en 1989, la política económica fue conquistada por el monetarismo emergente y lo que ahora llamamos neoliberalismo, de forma que la mayoría de las ideas de los primeros informes sobre la unión monetaria quedaron aparcadas. El neoliberalismo en auge se oponía a que los gobiernos intervinieran en la economía y Delors apareció con la solución para apaciguar a Alemania y unir a toda Europa bajo el proceso de Maastricht, limitando la capacidad y flexibilidad fiscal de los Estados miembros. Los Estados mantuvieron la autoridad fiscal y se pusieron, digamos, unas camisas de fuerza, por lo que, si llegaba una crisis grave no iban a tener la flexibilidad fiscal necesaria para responder.

Y eso fue lo que ocurrió en 2008. Los tecnócratas de Bruselas obligaron a los gobiernos a asumir las normas fiscales del Pacto de Estabilidad y a hacer políticas de austeridad, lo que los economistas llamamos políticas procíclicas. Los gobiernos responsables siempre han sostenido políticas fiscales anticíclicas, de manera que cuando el sector privado es débil, el sector público debe ser fuerte, y viceversa. Lo más irresponsable en teoría económica es dejar que, cuando el sector privado es débil, también lo sea el Gobierno. El problema lo habéis visto en España. Vuestro PIB aún no ha regresado al nivel previo a 2008.

Mi conclusión es, por tanto, que las dos únicas opciones para salvar la eurozona son: la primera, crear una verdadera autoridad federal fiscal y monetaria, a la que habría que dar legitimidad democrática con el mismo diseño que da legitimidad al Gobierno de los Estados Unidos, a través del voto. Pero no creo que pueda ser viable en un futuro próximo y ésa es mi conclusión en el libro y en muchos de mis trabajos: es imposible que los Estados miembros cooperen hasta el punto de llegar a ese sistema federal de política fiscal, no estáis preparados para que la eurozona funcione. La segunda opción es que el Banco Central Europeo (BCE) financie a los Estados miembros para que éstos puedan crear empleo suficiente.

P. En uno de los últimos posts de su blog habla del déficit público español. Sostiene que su aumento el último año ha sido la causa del crecimiento del PIB, no las políticas de austeridad de las que presume el Gobierno. Algunos de los comentarios de los lectores precisan que el incumplimiento del objetivo de déficit se ha debido sobre todo a que 2015 era año electoral… Además, ese aumento no se hubiera producido sin la tolerancia, al menos incial, de Bruselas. ¿Cambian esas circunstancias su primer análisis sobre el crecimiento económico español del último año?
R. Soy consciente de que el motivo de que aumentara el gasto público y se relajara el objetivo de déficit es claramente político: las elecciones. Los conservadores estaban muy preocupados por lo que ocurre en Cataluña y también por Podemos a escala nacional. Está muy claro también que Bruselas estaba de acuerdo y se lo permitió al Gobierno porque, si en España se repitiera la situación que hay ahora en Portugal [con un Ejecutivo de izquierdas que ha revertido las medidas de austeridad tomadas por el anterior]…, bueno, lo último que quiere la Comisión Europea es que un país grande como España, o Italia, elija un gobierno antieuro. Pueden manejar a Portugal porque es un país pequeño y relativamente pobre, y seguro que podrían manejar a Grecia, pero no a una nación grande como España o Italia. Por eso intentarán hacer todo lo posible para mantener allí un gobierno conservador pro Bruselas y pro Troika.

Pero la lección es que no importa que los motivos fueran políticos, el hecho es que el déficit estructural aumentó y creó las condiciones para que España volviera a crecer. Y está claro que si la austeridad entre 2010 y 2013 en España hubiera sido la tónica también en 2014 y 2015, tu país no habría vuelto a crecer en la forma en que lo ha hecho. El alza del déficit creó el crecimiento y eso debería convencer a la gente a la que se le dice todos los días que la austeridad es buena para crecer, porque no es verdad. Si el Gobierno español vuelve a imponer la austeridad, que es lo que Bruselas desde luego está intentando ahora porque las elecciones ya han pasado, vuestro crecimiento se ralentizará.

P. Otra de las razones por las cuales ha aumentado el déficit público en España es el déficit creciente de la Seguridad Social. Éste, a su vez, es el resultado de la debilidad del crecimiento económico y del empleo: la mayoría de los puestos de trabajo creados estos dos últimos años son temporales, a tiempo parcial y con bajos sueldos. Por tanto, las cotizaciones a la Seguridad Social no crecen al nivel previsto por el Gobierno en sus propios presupuestos. Tampoco pueden cubrir el gasto en pensiones y subsidios, que sigue aumentando a un ritmo superior. Más aún, el Gobierno, también por motivos electorales, ha multiplicado por cinco las subvenciones a la contratación [tarifa plana], lo que ha reducido los ingresos de la Seguridad Social en más de 2.000 millones de euros. En resumen, el crecimiento económico español, en las condiciones actuales, es un poco decepcionante…
R. Es verdad, pero el gasto en Seguridad Social forma parte de lo que llamamos estabilizadores fiscales automáticos y, como la economía está tan mal, se dispara aunque no cambie la política del Gobierno. Pero además de eso, los gobiernos regionales con la aprobación del Gobierno central, han aumentado también el gasto en infraestructuras [12.500 millones de euros, un 34% más que el año anterior], eso es gasto extraordinario.

P. Usted es un defensor de la Garantía de Empleo: que el Gobierno garantice un puesto de trabajo a todos los ciudadanos que quieran y puedan trabajar, con un sueldo que debería tener la consideración de salario mínimo. Pero, ¿y la calidad del empleo? ¿La única alternativa al paro va a ser a partir de ahora el empleo precario y mal pagado?
R. España tiene un modelo de crecimiento de muy baja productividad. Y los países con este modelo de desarrollo con baja productividad y bajos salarios como España terminan empobrecidos. Para tener un alto nivel de vida es necesario un modelo de salarios altos y alta productividad, donde el capital está obligado a invertir continuamente en alta tecnología para que la economía pueda mantener esos niveles elevados de productividad que son, a su vez, los que permiten pagar sueldos altos. España, Italia e Irlanda, en cambio, siguen el lento sendero de la baja productividad y los bajos salarios, que les conduce a un futuro empobrecido.

P. Uno de sus campos de estudio son las causas del desempleo. Así que tengo que preguntarle por las del caso español: nuestras cifras de paro baten récords. ¿Ha analizado por qué? ¿Sabe cómo solucionar nuestro problema más grave?
R. La solución se deduce directamente de la causa. Con un 21% de paro, la razón es fácil de entender: el gasto en actividad económica no es suficiente, y la actividad económica existente ha creado empleos con bajos salarios y de baja productividad. La falta de gasto es, a su vez, el resultado de años de austeridad. La solución al problema es estimular la creación de empleo y las empresas sólo crean empleos si suben las ventas. Cuando el crecimiento del gasto es insuficiente para seguir el ritmo de crecimiento de la población, crece el desempleo.

Así que la solución es clara: hace falta más gasto. Y si el sector privado es incapaz de gastar lo necesario para crear empleos suficientes, entonces el único sector que puede crear puestos de trabajo para vosotros es el sector público. Por supuesto, la capacidad de actuación del Gobierno está muy limitada al ser España miembro de la eurozona. El déficit fiscal español debería ser el doble del actual y el Gobierno debería dedicarse a la creación de empleos a gran escala. Deberían ser de diferentes tipos: desarrollo regional, protección medioambiental o en áreas de desarrollo comunitario que aumentarían el bienestar de la población pero también estimularían al sector privado porque crecería el gasto en general. Ése es el camino. Pero no podréis hacerlo si permanecéis en la eurozona. Por eso debéis abandonarla y volver a la peseta.

P. La polémica sobre el salario mínimo se extiende por todo el mundo. En España es muy bajo, 655,2 euros al mes. Aun así, surgen voces que reclaman su eliminación o la exclusión de jóvenes o empleados no cualificados. ¿Cree usted que el salario mínimo frena la contratación de trabajadores?
R. En Australia tenemos un salario mínimo más elevado en términos relativos que la mayoría de los países [en realidad, uno de los más altos del mundo, 1.742,34 euros al mes]. Es cierto que los economistas conservadores ortodoxos repiten continuamente que el salario mínimo causa desempleo, sobre todo en trabajadores de baja cualificación, pero la investigación ha sido incapaz de demostrarlo. Por el contrario, los estudios más razonables no muestran una relación clara entre salario mínimo y aumento del paro. En el Reino Unido el salario mínimo no ha dejado de crecer en los últimos 10 o 15 años y el empleo ha aumentado en las categorías más bajas. En Australia no tenemos ninguna prueba de que aumente el paro, nuestro SMI lo fija cada año un tribunal [Fair Work Commission]. Yo sigo la lógica de que los trabajadores con sueldos más bajos, los que cobran el salario mínimo, son también los que con mayor probabilidad van a gastarse cada nuevo dólar o euro que ingresen de más. Por eso, cada subida del salario mínimo añade más gasto antes que aumentar costes, incrementa el gasto total y, por tanto, el empleo.

Las pruebas empíricas parecen apoyar este punto de vista, por lo que una de las cosas que España, Portugal, Italia y Grecia deberían hacer es subir el salario mínimo para estimular el gasto.

P. ¿Y el paro de larga duración? Va a ser nuestro siguiente problema: más de tres millones de personas llevan más de un año sin trabajar. ¿Es un problema específico de España o una tendencia mundial?
R. No, no es un problema únicamente español, sino de toda Europa durante muchos años. En Australia también se está convirtiendo en un problema, y en el Reino Unido. En EEUU no lo era, pero está empezando a serlo. La eurozona lleva años imponiendo austeridad. Forma parte de los criterios de convergencia del Tratado de Maastricht; es decir, estamos hablando de 1996 a 2000, a 2001 en el caso de Grecia. Desde entonces estos países están recortando el gasto público de forma deliberada y provocando más paro del que habría en otras circunstancias. Y cuando llegó la crisis, la situación empeoró aún más.

El paro de larga duración no es un problema diferente del paro en general. Los trabajadores pierden su empleo por la austeridad impuesta a la economía, el tiempo pasa, empiezan a perder contacto con el mundo del trabajo, a perder su cualificación profesional y a sufrir problemas psicológicos, sus redes sociales se reducen. Esas consecuencias se pueden controlar si el Gobierno interviene tan pronto como sea posible. Pero en la UE el problema se ha agravado al crear deliberadamente más desempleo. Por eso, si en 2008 Bruselas hubiera permitido aumentar el déficit, no habría ahora tanto paro de largo duración.

P. En todo el mundo se están degradando las condiciones laborales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya habla de “trabajadores pobres”, porque tener un empleo no garantiza que puedan llegar a fin de mes. ¿Se trata de una tendencia imposible de parar?
R. ¡Por supuesto que se puede parar! En los últimos 20 años, España y Australia han marcado la pauta con ataques legislativos contra los sindicatos. El Gobierno conservador australiano, por ejemplo, lleva 15 o 20 años aprobando medidas muy duras que atacan la capacidad de actuación de los sindicatos. Si se combinan con políticas fiscales que aumentan el desempleo y se elimina o reduce la protección a los trabajadores, entonces aparece este fenómeno de los trabajadores pobres, incluso entre quienes tienen jornada completa. Es una tendencia global, pero no inevitable. Si la legislación protege más a los trabajadores, no ataca a los sindicatos y hace más difíciles los despidos, se le complicará a las empresas crear las condiciones que han hecho surgir trabajadores pobres.

P. En su último libro habla sobre la “cultura neoliberal dominante”. ¿Cree que ese dominio está llegando a su final? ¿Es posible que haya alcanzado ya las últimas fases de su ciclo hegemónico o, por el contrario, va a seguir aún primando en las grandes instituciones internacionales durante mucho tiempo?
R. Ésa es una buena pregunta… Hace 30 años, cuando se produjo la crisis financiera global, pensé que iba a ser el final de este periodo particular, tanto en la economía como en la política. Resulta que me equivoqué, desgraciadamente. Estos paradigmas y escuelas de pensamiento tienen toda una maduración y evolucionan durante un largo periodo de tiempo. Así, el monetarismo, las teorías del libre mercado y el neoliberalismo han evolucionado desde los años 70 y no fue hasta el final de esa década que se convirtieron en el paradigma dominante. O sea que llevamos tres décadas con ello.

Creo que se tarda mucho tiempo en debilitar un paradigma dominante aunque se haya demostrado que está teórica y empíricamente equivocado. La crisis financiera global ha probado que creer en la eficiencia de los mercados es un error. También que las políticas fiscales son un instrumento extremadamente eficaz, porque la política monetaria no lo fue. La enorme resistencia a cambiar este poderoso pensamiento de grupo se basa en un comportamiento que niega la realidad, refuerza el sistema de creencias, sólo ve lo que quiere ver y vilipendia a quienes lo ponen en cuestión.

Yo diría que tarde o temprano se desmoronará, pero cuándo, no estoy seguro. En cualquier caso, si piensas en el momento político actual en el planeta, ¿quién habría podido imaginar que aparecería en EE- UU. alguien como Bernie Sanders y que podría convertirse en un paradigma político creíble? ¿Quién habría podido imaginar que en el Reino Unido aparecería Jeremy Corbyn como defensor de los movimientos de base y que lideraría uno de los principales partidos políticos?

Y si piensas en quién apoya a Sanders, a Corbyn, a Podemos en España, a la izquierda en Portugal, son los movimientos de base liderados por jóvenes. Creo que los jóvenes están reactivándose políticamente, vuelven a comprometerse políticamente después de que toda una generación anterior obviara el compromiso. Habrá un cambio político.

En los años 20 se produjo un auge de los sindicatos y la demanda de un Estado del Bienestar porque el sistema capitalista creó desigualdad, trabajos precarios, recortó salarios y permitió que se formara una élite muy rica. Como la gente no lo toleró, triunfaron los sindicatos, aumentó su influencia sobre los partidos políticos y, con el tiempo, surgieron Estados del Bienestar. Eso va a ocurrir de nuevo. No puedo decirte cuándo, pero ocurrirá en algún momento.

P. Usted no prevé otro crash como el de 2008, a diferencia de lo que auguran otros economistas y personajes como, por ejemplo, George Soros.
R. Dudo que se produzca. Los gobiernos fueron muy pragmáticos en 2008 y salvaron rápidamente al sistema bancario. Ningún gobierno, ningún banco central, ni el europeo, ni la Reserva Federal de EEUU, ni el japonés, el inglés o el australiano, van a permitir que quiebren los grandes bancos. No van a dejar que estalle otra gran crisis financiera, otro 1929 u otro 2008. Sencillamente, los bancos centrales nacionalizarán los principales bancos si surge un gran peligro. Lo que sí preveo es un estancamiento de la economía y elevados niveles de paro. Entonces los gobiernos tendrán que darse cuenta de que deben incurrir en mayores déficit. Eso llevará su tiempo.
Fuente:
http://www.infolibre.es/noticias/economia/2016/05/05/bill_mitchell_deficit_espanol_deberia_ser_doble_del_actual_para_crear_empleo_49275_1011.html

domingo, 1 de mayo de 2016

Las mentiras de la teoría económica neoliberal y la demagogia de los políticos profesionales del sistema. Entrevista.

Segunda parte de la entrevista realizada por Chris Hedges a Michael Hudson en el programa radiofónico Days of Revolt. La versión castellana de la primera parte de la transcripción de entrevista se publicó también en SinPermiso la semana pasada (“Matar al huésped: el gran esquema Ponzi de la economía capitalista mundial”).

CHRIS HEDGES: Bueno, en la anterior entrevista (publicada la semana pasada en SinPermisohablamos del parasitismo de los bancos, de los fondos de cobertura y, en general, del parasistismo de la clase especuladora que, en substancia, ha canibalizado a la economía (incluida, merece resaltarse, la propia industria), reduciendo al común de los norteamericanos a una insostenible servidumbre por deuda. También con los préstamos académicos a los estudiantes, o con las tasas predatorias de intereses cargados a las tarjetas de crédito y otros productos-señuelo por el estilo, en los que empiezas con tipos del cero por ciento e, inopinadamente, te ves pagando un 26%, un 23%... 
MICHAEL HUDSON: Si te demoras en el pago...
HEDGES: Si te demoras en el pago. En el crédito hipotecario, por ejemplo, con tantos hogares como hay ahora mismo con el agua al cuello a causa de la crisis de 2008. Me gustaría empezar hablando de esa clase política que se identifica con los valores liberal-progresistas del Partido Demócrata y con Barak Obama. Suelen servirse del lenguaje de la justicia económica y aun criticar retóricamente a Wall Street, pero han estado tan comprometidos con ese proyecto neoliberal como los Republicanos. 

HUDSON: La clave para entender esa política demagógica pasa por darse cuenta de que quien apoya realmente es quien financia las campañas electorales. La tarea del político profesional consiste en esto: entregar su electorado a quien les apoya. Obama fue un genio haciendo eso que ahora trata de hacer Donald Trump: secuestrar a un electorado. Esa fue su columna capital A: un grupo focal que atendía a todo lo que los electores desean. Desean un alivio de la deuda. Desean mejores empleos. Desean un salario mínimo más alto.
HEDGES: Y desde luego no acuerdos comerciales como el NAFTA…
HUDSON: Cierto. Y la segunda columna de carga, la B, la que escondieron, fue lo que deseaban los financiadores electorales de Wal Street. A Obama lo eligió básicamente Robert Rubin, quien se convirtió en el jefe de Citibank cuando salió de Goldman Sachs. Obama fue elegido por Robert Rubin de Wall Street bajo promesa de hacer lo que realmente iba a hacer. Que era lo mismo que se apresta a hacer hoy cualquier presidenciable. La tarea del político profesional consiste en entregar a quienes le financian la campaña –todos ubicados en Wall Street— a quienquiera que le vote. Republicanos lo mismo que Demócratas, pero especialmente los Demócratas, que son realmente el ala wallstreetiana del sistema político norteamericano. Los Republicanos están más por las grandes empresas monopolistas, son el ala petrolera y gasística del sistema político. No bien Obama lo consiguió, Hank Paulson –el Secretario republicano del Tesoro— habló con Barney Frank y le dijo: mira, ya sabes, se suponía que, con el TARP, podíamos dedicar algún dinero a la reducción de la deuda.

HEDGES: Explique qué es el TARP.
HUDSON: Son las siglas del Troubled Asset Relief Program (Programa de Alivio para los Activos Problemáticos). Estaba concebido para tratar a los bancos como si estuvieran en problemas. Si usted era un criminal y estaba robando a la gente, pues a eso se le llamaba “problemático”. Los medios informan de un proceso judicial reciente incoado contra un joven conductor ricachón que atropelló y mató a cuatro personas. Su defensa fue esta: “No es mi culpa, yo padezco del virus de la abundancia. Soy tan rico, que carezco de sentido social. Así que, sí, claro, los atropellé. Pero soy inocente, porque soy rico. ¿Qué esperaban?”. Bueno, pues, en substancia, esa es la visión que tiene Goldman Sachs de la economía. No se les puede castigar por lo que hacen. Porque se limitan a hacer lo que tiene hace una institución financiera predadora. Así que Obama dijo: “No, no voy a hacer eso” (es decir, reestructurar las deudas hipotecarias, como había prometido a sus electores en la Columna capital A). Llegó, y ¿qué es lo que hizo? Pues ¡poner de Secretario del Tesoro al principal lobista de Wall Street, Tim Geithner.

HEDGES: En su último libro Matar al huesped (Killing the Host), le dedica usted mucho espacio al personaje.
HUDSON: En efecto. Y es que Geithner aparece en casi todos los episodios sucios narrados en mi libro. Fue el hombre del maletín. Fue la persona a la que Sheila Baoir acusó de bloquear a la FDIC [Entidad Federal de Seguros de Depósitos, por sus siglas en inglés] cuando esta agencia pública se disponía a tomar bajo su control a Citibank, que no sólo estaba quebrado, sino que era ya una organización tipificada como criminal.

HEDGES: Explíquenos un poco por qué fue tipificada como una organización para delinquir.
HUDSON: Citibank, junto con Countrywide Financial, estaba haciendo hipotecas basura. Eran unas hipotecas llamadas NINJA, o sea (por sus siglas en inglés) “hipotecas mentirosas para gentes sin ingresos, sin empleo y sin activos”. Recuerde la película The Big Short (La gran apuesta): como si algún genio de Wall Street hubiera descubierto que las hipotecas iban a desplomarse. También está la historia de la Reina Isabel preguntando al economista…

HEDGES: “¿Cómo es que ninguno de ustedes sabía lo que iba a pasar?”
HUDSON: En efecto. Pero el caso es que, si todo el mundo en Wall Street llamaba a esas hipotecas “préstamos mentirosos”, si sabían que estaban haciendo NINJAs para gente insolvente, entonces todo Wall Street sabía que se trataba de un fraude. La clave es que, si eres un delincuente realmente muy astuto, tienes que planear la situación para cuando el pastel se descubra. Hay que planear cómo quedar impune. En el caso de Wall Street, si compras activos porquería, ¿cómo haces para que el gobierno te rescate? Para eso está el presidente de los EEUU, ya sea Obama o John McCain…

HEDGES: O Bush.
HUDSON: O Hillary, o Trump, hoy. Su tarea consiste en rescatar a Wall Street y hacer que pague la gente, no Wall Street. Porque Wall Street es “la gente” que selecciona a los políticos, los cuales saben demasiado bien de dónde viene el dinero de sus campañas electorales. Si tienes a un financiador de campaña, ya sea uno de Wall Street o, en el plano local, un inversor en bienes raíces, siempre sabes quiénes son tus sostenes. El talento que necesitas tener como político pasa por lograr que los votantes crean que vas a defender sus intereses…

HEDGES: ¿Cuál era aquella gran cita de Groucho Marx?
HUDSON: “El secreto del éxito es la sinceridad; si puedes fingirla, la cosa está hecha”.

HEDGES: Sí, de eso va. Ya sabe, aquel libro de Ron Suskind, ¿cómo se llama?
HUDSON: Confidence Men.

HEDGES: Confidence Men, eso es. Entrevista a alguien de Wall Street y le pregunta por qué son tan hostiles a Obama, cuando Obama no ha dejado de proteger a Wall Street. Respuesta: porque si le seguimos siendo pública y abiertamente hostiles, siempre hará lo que queremos.
HUDSON: Es como el Tío Remus y el zarzal, cuando el Hermano Conejo dice: no me tires al zarzal. Y finalmente, la zorra lo tira al zarzal, y va y el conejo se escapa triscando y cantando tan tierno aquello de “Nacido y crecido en un zarzal”. La moraleja del asunto es que es puro prejuicio eso de que si un político discursea contra Wall Street y llega a convertirse en portavoz del resentimiento popular, tiene que ser porque comprende al pueblo y apoyará al pueblo.

HEDGES: Bueno, eso es exactamente lo que está haciendo Hilary Clinton ahora mismo, y a lo bestia.
HUDSON: Exactamente. Hay una película de Fellini, La dolce vita, con Anita Ekberg. El periodista italiano Marcello va tras la Ekberg, y en entonces el novio de ella se dirige a él y le dice: “Te entiendo”. Y va, y le mete un puñetazo en pleno rostro. Eso es lo que tenemos básicamente aquí. El político dice a los votantes: “Siento vuestro dolor, os entiendo”. Y ellos piensan, ¡vaya, nos entiende!. Y entonces va el político y se pone del lado de Wall Street: les da en todo el morro y trata de privatizar los fondos de pensiones y la Seguridad Social. Y no mete preso ni a un solo banquero, sino que nombra para el Departamento de Justicia a gentes del gusto de Wall Street y que tratan a Wall Street como a un rico “problemático”. Así pues, en substancia, los financiadores de campaña procedentes de Wall Street se arrogan un poder de veto a la hora de elegir al Secretario del Tesoro. Quieren al…

HEDGES: Fiscal General...
HUDSON: Sí, al Fiscal General. Para asegurarse de que nadie pagará el precio del delito financiero. Luego viene el Consejo de Asesores Económicos [del Presidente], para seguir afirmando que Wall Street realmente aporta cosas a la economía y que sólo puede hacerse lo que hace la Reserva Federal. Viene Janet Yellen, y dice: dad más dinero a los bancos, y la economía podrá salir del endeudamiento gracias al préstamo…, si tenemos suficiente flexibilización cuantitativa. La Reserva Federal ha dado a Wall Street 4,5 billones de dólares. Esos 4,5 billones podrían haberse usado para reestructurar la deuda. Y ya no tendríamos mayores problemas: todo el mundo podría vivir mejor con un coste de la vida más bajo. Los 4,5 billones de dólares podrían haberse gastado en la economía.

HEDGES: Habríamos evitado ejecuciones hipotecarias y desahucios…
HUDSON: Sí. Pero no es lo que hizo Obama.

HEDGES: Aun cuando prometió que lo haría. Y luego cambió. Reservó algún dinero para salvar a la gente del desahucio, pero nunca llegó a gastarlo.
HUDSON: Así es. No se gastó ese dinero. Es lo que descubrió Niel Barofsky, el jefe del SIGTARP –Inspección General Especial para el TARTP—. Vino a decir, “¡eh, un minutito, que no están gastando un solo céntimo! ¡Es un fraude!”. Y escribió un libro entero, Bailout [Rescate], para explicar las mentiras Geithner. Y cuando luego salió Geithner con su libro autobiográfico, Barofsky lo reseñó denunciándolo como a un embustero que debería estar preso. Geithner fue convenientemente recompensado con un empleo millonario en Wall Street. Los japoneses llaman a eso “descenso del cielo”. Cuando recoges la recompensa por haber vendido la economía a quien te apoyó, lo que tienes es un estupendo empleo y terminas rico de por vida.

HEDGES: Bueno, hablemos un poco sobre lo que todo eso entraña de cara al futuro, porque lo cierto es que no se ha puesto el menor límite a estos comportamiento criminales y fraudulentos de la clase especuladora. Las burbujas se han vuelto a hinchar con fondos públicos. Me parece que usted escribió un artículo para la revista Harper’s antes de 2008 diciendo esto: estamos a punto de tener un accidente catastrófico y pegárnosla todos. Puesto que ahora volvemos a jugar al mismo juego, me pregunto qué pasara en el futuro inmediato. ¿Volverán a ser capaces de saquear el Tesoro como ya hicieron entonces?
HUDSON: Lo más destacable de todo es que la economía no se ha recuperado desde 2008. Se habla de que ha habido recuperación, pero lo cierto es que la recuperación sólo la ha experimentado el Uno por Ciento. El 99 Por Ciento no se ha recuperado. Por eso se aprestan a votar por Trump, y por eso se aprestan también a votar por Sanders. Pero autoinculpándose. Las víctimas tienden a culparse a sí mismas. Y lo otro que hay que…

HEDGES: Pero seamos claros: los medios no explican la realidad económica. En absoluto. No dejan de hablar de recuperación económica.
HUDSON: Ese es el asunto. Resultado: los medios que cuentan ese cuento están creando un síndrome de Estocolmo; la víctima secuestrada se identifica con el victimario. La idea es que, con sólo que lográramos dar más dinero a Wall Street, estaríamos salvados. Así que la Reserva Federal no tendría sino que bombear más y más dinero a la economía… Hablan de la Reserva Federal y de su helicóptero regador de dinero. Pero el helicóptero de la Reserva Federal sólo inunda con dinero a Wall Street, no a la economía. La gente no lo percibe. La Fed no dice: “Vamos a ingresar 200 dólares en los depósitos bancarios de todo el mundo para que dispongan de dinero y puedan hacer frente a sus deudas”. Sólo se presta dinero a Wall Street. ¿Y qué hace Wall Street con ese dinero? Prestar dinero. De manera que la solución al problema de deuda en que nos hallamos –deflación por sobreendeudamiento— sería prestar aún más dinero. Eso es lo que convierte al conjunto de la economía en un esquema Ponzi, como usted mismo observó al comienzo de la primera parte de esta entrevista. En un esquema Ponzi, las gentes parecen ganar un montón de dinero, pero eso sólo es porque realmente no tienes beneficios. Lo único que haces es lograr que más y más gente esté convencida de que estás ganando dinero. Y entretanto tú vas pagando a los primeros que entraron en el esquema con el dinero procedente de los suscriptores más recientes. Es lo que hizo Bernie Madoff. El conjunto de la economía se ha convertido en un esquema Madof.

HEDGES: Y en muy buena medida, a través de los bienes raíces, ¿no?
HUDSON: En muy buena medida, sí. Porque los bienes raíces son el activo más grande.

HEDGES: El valor de tu casa crece y crece y crece, y tu crees que has creado ese valor, que eso es una forma de creación de valor.
HUDSON: Ese es el problema que se dio en 2008. Obama tenía la opción de salvar a la economía o salvar a Wall Street. Eligió salvar a Wall Street. Y la única forma de salvar a Wall Street, si los bancos han hecho un montón de malos préstamos, es ayudarlos para que no quiebren. ¿Qué harás? Pues les darás dinero. La justificación mediática de eso es la teoría, según la cual los bancos ganan dinero prestando dinero a la industria para que ésta construya más fábricas y dé empleo a más gente. 

HEDGES: Y resultó que el crédito para la pequeña empresa y para los consumidores siguió encallado.
HUDSON: En efecto. Wall Street sabía que el mercado de bienes raíces estaba saturado de préstamo. En otras palabras: fin de partida. Nadie podía ya seguir pagando alquileres e hipotecas por encima de sus ingresos. Los bancos ni siquiera podían ya hacer más préstamo a través de las tarjetas de crédito. Así que empezaron a reducir también sus riesgos en ese ámbito de las tarjetas de crédito. Y lo que hicieron fue pasar a jugar con las divisas.

HEDGES: Y con la deuda académica estudiantil.
HUDSON: Y con la deuda estudiantil, sí.

HEDGES: Porque está garantizada.
HUDSON: Claro. Hicieron que el Estado…

HEDGES: Quiero decir, públicamente garantizada…
HUDSON: Desde el desplome de 2008, el Estado ha garantizado casi todo el nuevo préstamo hipotecario. Se garantiza públicamente hasta el 43% del ingreso del prestatario. Los préstamos estudiantiles, están todos públicamente garantizados. Pero, básicamente, los bancos se dedicaron a ganar dinero fuera. Si puedes tomar prestado de la Reserva Federal a una décima de un uno por ciento, con eso puedes comprar bonos brasileños, que rinden al 9%, si no más. Y puedes hacer también apuestas en los mercados internacionales de permutas sobre la quiebra de Grecia. Cuando Grecia tuvo problemas reales por el hecho de que los bancos alemanes y francesas le habían prestado demasiado, lo que el FMI quiso hacer fue cancelar la deuda griega. Pero entonces Geithner se puso en contacto telefónico con Europa, y Obama fue a las reuniones del G20 y vino a decir: “Miren, no pueden cancelar la deuda griega, porque los bancos norteamericanos se han convertido entretanto en apostadores de ese hipódromo. Tenemos un capitalismo de casino. Nuestros bancos han apostado y han prometido garantizar los bonos griegos. Si se cancelan los bonos griegos, los bancos norteamericanos sufrirán las consecuencias. Y si nosotros sufrimos las consecuencias, les aseguro que ustedes sufrirán también las consecuencias. Arrastraremos a los bancos europeos. ¿Están ustedes seguros de querer eso? De manera, pues, que los juegos de apuestas de Wall Street terminaron por apartar a Grecia de la Unión Europea. Wall Street quería disgregar políticamente a Europa sólo para favorecer a los bancos de inversión de Wall Street –básicamente, cuatro— y hacerles ganar dinero asegurando la deuda griega y tratando el mercado financiero como una carrera de caballos. En este punto nos hallamos ahora. Fíjese que no se trata aquí de un imperialismo que drena economías foráneas. No, no. Se trata de Wall Street y sus apuestas. Y en substancia, se trata del control ejercido por Wall Street sobre el Banco Central Europeo. Así como Europa tiene que cargar con su parte de gastos de colaboración con la OTAN, así también tienen sus ministerios de finanzas que cargar con los costes de colaborar con el Tesoro estadounidense.

HEDGES: Hablemos un poco, si le parece, de todo lo que esto significa, de hacia dónde vamos… 
HUDSON: Significa que los mercados no están creciendo, porque el consumidor norteamericano tiene que gastar tanto dinero en pagar a los bancos y en pagar impuestos, que no le queda suficiente dinero para comprar bienes y servicios.

HEDGES: Una de las cosas que usted observa en su libro, y que yo no sabía, es que cuando medimos la economía, lo hacemos con una contabilidad que incorpora la devolución de las distintas deudas –incluidas las de las tarjeta de crédito— como una forma de ahorro.
HUDSON: En efecto. Luego de 2008, la tasa de ahorro se disparó al alza. Solo que el ahorro no está disponible. Pero para una contabilidad de este tipo, si tú posees menos dinero, es porque has hecho lo mismo que pagar a partir del ahorro. De manera que estaríamos en una economía de ahorros. La tasa de ahorro en 2008 era cero. En realidad, era del menos 2%, si tomabas en cuenta los empréstitos del extranjero. El conjunto de la economía estaba compuesto por unos consumidores que mantenían sus niveles de vida recurriendo al préstamo y a su tarjeta de crédito, así como retirando lo que Alan Greenspan llamó efectivo derivado del valor creciente de la vivienda: un nuevo préstamo sobre el valor de la casa revalorizada. Pero eso no es realmente retirar dinero en efectivo. Es endeudarte más. Un vocabulario vuelto del revés. Norteamérica se iba embarcando más y más en el endeudamiento pensando que se hacía rica, y de repente se encontró en una situación, como usted bien dice, de servidumbre por deuda, una situación en la que los trabajadores asalariados y otros tienen que hacer devoluciones que se comen cualquier incremento salarial que consigan; va para pagar…

HEDGES: Porque terminas dedicando todo tu ingreso a pagar el principal. Y por eso los incrementos salariales se terminaron en los 70. La clase especulativa de Wall Street no quiere que la gente sea capaz de quitarse de encima las deudas.
HUDSON: Esta es una de las cosas a las que contribuyó la teoría económica de Alan Greenspan: el Síndrome del Trabajador Traumatizado. Dijo esto, sobre poco más o menos: la razón de que tengamos todas esas enormes ganancias de productividad sin el menor aumento salarial es que los trabajadores temen ir a la huelga, incluso protestar por las condiciones laborales: porque están todos a una sola cuota de convertirse en unos parias sin techo.

HEDGES: Y es verdad.
HUDSON: Y si se saltan una mensualidad de la tarjeta de crédito, de repente los intereses de su tarjeta se disparan hasta el 29%. Hasta si se retrasan en una factura bancariamente domiciliada, el banco les aumentará los recargos.

HEDGES: Y bien, ¿qué significado hay que darle a todo esto? Quiero decir: ¿adónde iremos a parar? 
HUDSON: Significa un desplome a cámara lenta. Significa que lo que…

HEDGES: Que ha empezado ya, ¿no es cierto?
HUDSON: Sí, estamos ya en una lenta caída. Todo eso fue analizado en los años 30 del siglo pasado, cuando Irving Fisher habló de deflación por sobreendeudamiento. Pero fíjese que la deuda no aparece en los libros de texto. Hablan de ahorro, pero no de deuda. Lo cierto es que todo dinero es, de una u otra forma, deuda. El efectivo en tu bolsillo es, técnicamente, deuda del Estado. Está en el lado de los pasivos del balance. Lo que la gente creía ser un activo sólo se mantenía a flote por la deuda. Pero la marea creciente de deuda, a diferencia de la marina, no levanta a todos los botes y esquifes por igual; sólo eleva a los yates. El resto de la economía queda con el agua al cuello o hundida, por seguir con la metáfora.

HEDGES: Bien, cuente esto para el gran público. ¿Qué está pasando? ¿Hemos perdido el control de esa fuerza predatoria o parasitaria?
HUDSON: Bueno, usted puede ver el futuro observando lo que pasa ahora mismo en Grecia, o lo que pasó en Rusia luego de su traumática terapia de choque. Norteamérica se halla en rumbo de terapia de choque, gane quien gane las presidenciales…

HEDGES: Represéntemelo plásticamente. ¿Cómo tendremos que vernos?
HUDSON: Bueno, más y más gentes tendrán cargas deudoras más y más grandes en sus gastos en asistencia médica. En sus gastos educativos. Más y más, hasta llegar al punto de quiebra. Y tendrán que tirar de los ahorros que tengan, o tendrán que apretarse el cinturón, o tendrán que declararse en quiebra. La tasa de quiebras está ya subiendo muy aceleradamente en los préstamos estudiantiles. Y esos son préstamos que no puedes quitarte simplemente de encima con una declaración de bancarrotota.

HEDGES: No, a menos que hayas muerto. Y entonces pasará a tus padres, si siguen vivos. 
HUDSON: Así es. Los padres han avalado el préstamo. Entretanto, los estudiantes que han tomado esos préstamos se han visto obligados a vivir en casa de los padres. No pueden permitirse la compra de una vivienda. Y si no puedes acceder a una vivienda, es muy complicado casarte. Estuve hace poco en China, y mi intérprete allí contaba que las mujeres chinas buscan maridos que puedan acceder a casa propia, porque necesitas casa para tener hijos. Todo eso se ha frenado aquí. Cuando tu observas ese fenómeno en Grecia, en Rusia o en otros lugares, lo que ves es una contracción de la tasa de natalidad, un incremento de las tasa de mortalidad y de enfermedades. La esperanza de vida retrocede. Letonia siguió este tipo de políticas a pies juntillas, y ha perdido ya el 20% de su población desde finales de los 90. Tienes una enorme emigración islandesa, griega… Pero los norteamericanos no tienen adonde emigrar.

HEDGES: Es verdad. Y usted dice en su libro que, realmente, las únicas opciones subsistentes son o la esclavitud por deuda o la revuelta.
HUDSON: Así es, exactamente. Pero los enzimas que el parásito ha instilado a través del control de los medios de comunicación sugieren al pueblo que no es culpa de Wall Street, que no es culpa del parásito, sino que es culpa del huésped, tu culpa. Las víctimas no habrían sido capaces de ganar dinero bastante para pagar al Uno por Ciento, los victimarios. Esto es una gripe financiera, y mata a una economía.

HEDGES: ¿Pero funciona? Porque yo no creo que la mentira de la teoría económica neoliberal se la traguen así como así amplios segmentos de la población, ni siquiera quienes se arremolinan en torno a Trump.
HUDSON: Es verdad. Saben que algo va mal, pero no saben qué es, porque nadie les cuenta cómo funciona realmente la economía. La razón de que yo pudiera alertar de la llegada de la crisis un año antes de que estallara es que yo disponía de los gráficos que publiqué en la revista Harper’s. Mis gráficos se citaron en el Financial Times como los únicos, entre los que pronosticaron la crisis, que preveían cómo y explicaban por qué iba a suceder. Cualquiera que atienda a los diagramas de Wall Street sobre la capacidad de pago, se da cuenta de que esto es exactamente lo que pasó en los años 20 del siglo pasado. Cualquiera que atienda a este tipo de gráficos le dirá que hay una intersección, un punto de ruptura, y que hay una crisis. Norteamérica tiene ahora la misma crisis que tuvo la Argentina, que tuvo Grecia, que tuvo Letonia, que tuvo Rusia. Esas economías son nuestro futuro. Iremos yendo paulatinamente a peor, en un desplome a cámara lenta.

HEDGES: ¿Pudiera ser que yendo paulatinamente a peor, a cámara lenta, termináramos en una forma de neofeudalismo, con una rapaz elite oligárquica al mando de un atroz Estado policial encargado de reprimirnos y represarnos?
HUDSON: Eso es precisamente lo que pasó en el Imperio romano.

HEDGES: Pues sí…
HUDSON: Si usted lee a los grandes historiadores romanos, como Tito Livio y Plutarco, verá todos cargan la decadencia del Imperio romano en la cuenta de una clase acreedora predadora y de los latifundistas. Los acreedores se hicieron con todo el dinero y se dedicaron a comprar más y más tierras, desplazando a todos los demás. El resultado en Roma fue una Edad Obscura, y eso puede durar mucho tiempo. La Edad Obscura viene cuando los rentistas toman el mando. Si echa usted una mirada retrospectiva a los años 30, verá que Leon Trotsky dijo que el fascismo venía de la incapacidad de los partidos socialistas para avanzar una alternativa. Si los partidos socialistas y los medios de comunicación no avanzan alternativas a ese neofeudalismo, lo que tendremos será una vuelta triunfal del feudalismo. Pero en vez de ocupación militar de las tierras, como ocurrió con la conquista Normanda [de Inglaterra], lo que tendremos será una toma de control financiera de los bienes raíces. Las finanzas se han convertido en el nuevo modo de hacer la guerra. No militarmente –salvo en Europa, huelga decirlo—, sino sencilla y financieramente. Puedes conseguir la toma de control de las tierras y de las compañías mediante incursiones y razias empresariales. Repare usted en el hecho de que el léxico de Wall Street es de conquista y exterminio. Porque a lo que estamos asistiendo es a una reviviscencia, en la esfera financiera, de lo que fue el feudalismo en la esfera militar.

HEDGES: Y, en substancia, nos estamos convirtiendo en un país de aparceros.
HUDSON: Exactamente. De aparceros obligados a comprar en el galpón del propio patrón.
HEDGES: En el galpón del propio señor.
HUDSON: Sí.

HEDGES: Bueno, eso aclara mucho. Yo creo que ilustra la necesidad que tenemos de una visión capaz de contrarrestar la visión del capitalismo depredador, parasitario. Si no conseguimos pronto esa visión alternativa, entraremos en una suerte de edad obscura.
HUDSON: Y recuerde que la tarea del político del sistema es prometer una visión amable para luego estafar al electorado.

HEDGES: Bueno, hasta ahora, desgraciadamente, lo han hecho muy bien.
http://www.sinpermiso.info/textos/las-mentiras-de-la-teoria-economica-neoliberal-y-la-demagogia-de-los-politicos-profesionales-del