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miércoles, 28 de febrero de 2018

_- “¿En qué se convierte un país cuando la hospitalidad puede llegar a considerarse un crimen ante la ley?”

_- Motivo de un seminario en los años 1995-1997, la hospitalidad es uno de los grandes temas emblemáticos investigados por Jacques Derrida (1930-2004). El 21 de diciembre de 1996, mientras en el Teatro des Amandiers de Nanterre transcurría una velada de solidaridad con los indocumentados, el filósofo improvisó esta intervención que aceptó luego transcribir para la revista del Grupo de Información y de apoyo a los inmigrantes, Plein droit (n°34) con el título: “Cuando escuché la expresión delito de hospitalidad…”

Recuerdo que el año pasado en un mal día sentí que se me cortaba la respiración. Que en realidad se me detenía el corazón, cuando conocí, casi sin comprenderla, la expresión “delito de hospitalidad”. En realidad no estoy demasiado seguro de haberla oído porque me pregunto si existe alguien que haya podido pronunciar alguna vez con sus propios labios tan venenosa expresión. No, yo no la he oído jamás y apenas puedo repetirla, la leí en silencio en un texto oficial.

Se trataba de una ley que permitía detener y hasta encarcelar a quienes hospedasen y ayudasen a extranjeros en situaciones juzgadas ilegales. Ese “delito de hospitalidad” (todavía me sigo preguntando quién ha podido juntar ambas palabras) es pasible de encarcelamiento. Uno se pregunta, ¿en que se convierte un país, en qué se convierte una cultura, en que se convierte una lengua cuando se es capaz de hablar de “delito de hospitalidad”, cuando la hospitalidad puede convertirse ante los ojos de la ley y de sus representantes en un crimen?

(…) Las fronteras ya no son lugares de paso, sino lugares de prohibición, umbrales que se lamenta haber abierto límites hacia los que se conducen apresuradamente las amenazantes imágenes del ostracismo, de la expulsión, de la prohibición, de la persecución. Nosotros vivimos actualmente al abrigo de áreas muy vigiladas, en barrios de alta seguridad. Y sin olvidar la legitimidad de este o aquel instinto de protección o necesidad de seguridad (enorme problema que evidentemente no podemos tomar a la ligera) somos cada vez más los que nos sofocamos y tenemos miedo de vivir de este modo, de convertirnos en los rehenes de los fóbicos que todo lo mezclan, explotando cínicamente la confusión con objetivos políticos, que ya no saben o no quieren distinguir entre los límites del propio hogar y el odio o el miedo al extranjero y tampoco saben que el hogar de una casa de una cultura, de una sociedad implica también la apertura hospitalaria.

Retóricas politiqueras
(…) La violencia que acompaña a estas políticas represivas, a esas violaciones de la justicia, no son recientes, aunque sintamos que estamos en un particular punto de inflexión original y especialmente crítico de esta historia. Tiene por lo menos medio siglo de antigüedad, desde las vísperas de la guerra, desde antes aún de la famosa ordenanza de 1945, cuando los motivos de un decreto ley de 1938 pretendía en un lenguaje que volvemos a encontrar hoy en todas las retóricas politiqueras, y cito: “no prestarse a las reglas tradicionales de la hospitalidad francesa” Dicho texto argumentaba simultáneamente  igual que hoy y de modo –volveré sobre el tema–poco convincente, destinado a tranquilizar o halagar las fantasías del electorado declaraba y cito (era en 1938 en momentos en que llegaban algunos refugiados de característico acento que Vichy no tardó en enviar a los campos que todos sabemos y a la muerte; como todos los que se les parecen, estos argumentos por anacrónicos nos recuerdan a una suerte de velada “pre-vichysta”) “La creciente cantidad de extranjeros que residen en Francia obliga al Gobierno (…) a promulgar ciertas medidas imperiosamente exigidas por la seguridad nacional, la economía del país y la protección del orden público”.

Y en el mismo texto o mejor aún una vez más se reúnen todas las armas a las cuales ha recurrido toda la legislación francesa, en su guerra contra los inmigrantes, con la misma retórica con que trata de hacer creer que solo son objeto de una represión legítima aquellos que no tienen derecho a ser reconocidos en su dignidad simplemente por haberse mostrado indignos de nuestra hospitalidad.

Cito aún un texto que en 1938 agravaba, como hoy en día, la disposición legislativa en una atmósfera de vigilia de guerra. He aquí lo que decía con evidente denegación y con la insolente jactancia narcisista y patriotera que conocemos muy bien: “Es necesario señalar desde el principio (…) que el presente proyecto de decreto-ley no modifica en absoluto las condiciones normales de acceso a nuestro territorio (…) no implica ningún atentado a las normas tradicionales de la hospitalidad francesa, al espíritu liberal y humanista que constituye una de las más nobles características de nuestro ser nacional”

Estas negaciones no hacen sino subrayar lo que en realidad tienen en sí mismas haciéndonos pensar que en efecto existe una real falta de hospitalidad. Ahora bien, he aquí que ese mismo texto, que extrañamente suena como realmente actual, acusa a todos aquellos a quienes se está presto a culpar de haberse mostrado “indignos” –esa es la palabra, “indignos”– de nuestra hospitalaria tendencia, “indignos y de mala fe”. Se diría que actualmente a los ojos de la ley que está por ser endurecida, los indocumentados no tienen dignidad y son de mala fe porque son indignos de nuestra hospitalidad. Mienten, usurpan y abusan. Son culpables.

Leo este texto de 1938 en el que ya se reconocen toda la lógica y la retórica del poder actual:

“Este espíritu generoso –el nuestro desde luego– hacia el que llamaremos extranjero de buena fe encuentra su contrapartida legítima en la decisión formal de castigar con penas severas a todo aquel extranjero que se muestre indigno de nuestra hospitalidad (…) Si hubiera que resumir brevemente las características del actual proyecto subrayaríamos que crea una atmósfera depurada alrededor del extranjero de buena fe que sigue manteniendo plenamente nuestra tradicional buena voluntad en lo relativo a las leyes y a la hospitalidad de la República pero destacando finalmente que para quien se muestra indigno de vivir en nuestro suelo es justo y necesario actuar con rigor”.

Terrorífica hipocresía
En la época en que se mantenían estos objetivos de tal hipocresía (de justamente mala fe) que sería cómica si no fuera aterradora, justo antes de la guerra, se produjo la ordenanza de 1945 que preveía ya en su capítulo III, “Penalidades” castigos muy graves para los extranjeros en situación irregular (en esa época no se decía aún indocumentados) o para quienes ayudaran a esos indeseables extranjeros, cuyo capítulo titulado: “De la expulsión” consigna una serie de medidas que ya anticipaban las que se están por reactivar o fortalecer actualmente: desde aquel momento, las condiciones hospitalarias en Francia (inmigración, asilo, acogida de extranjeros en general) no han cesado de empeorar y de ensombrecer, hasta avergonzarnos la imagen que pretende proclamar el patriótico discurso de la Francia de los derechos humanos y del derecho al asilo. El año pasado algunos observadores neutrales han llegado a referirse a un “año negro” del derecho de asilo en Francia.

(…) No existe ningún país, ni ningún estado en el mundo actual y especialmente en los capitalistas ricos, en los que no se aplique esa política del cierre de fronteras, esta puesta en hibernación de los principios de asilo y de hospitalidad hacia el extranjero, porque por el momento “es buena” o “sirve” o es “muy útil” (entre la eficacia, el servicio y la servidumbre).


En el momento en que, desde hace varias décadas, se produce una crisis sin precedentes en los Estados-naciones que arroja a los caminos a millones de personas ciertamente desplazadas, lo que queda del Estado-nación se crispa a menudo en medio de una convulsión nacional-proteccionista, identitaria y xenófoba, una antigua y renovada imagen del racismo. En los EE.UU. por ejemplo uno dice indocumentado y se organizan cacerías de inmigrantes ilegales.


(…) Ya se trate del creciente desempleo, de una economía de mercado o especulativa cuya desregulación constituye una máquina de producir miseria y marginación o de un horizonte europeo regido por cálculos simplistas, por una falsa ciencia económica o una loca rigidez monetarista, etc. por abandono del poder en las manos de los bancos centrales, desde todo punto de vista es necesario saber que la política en relación con los “sin papeles” y de la inmigración en general consiste en una diversión electoral, en una operación “chivo expiatorio”, en una miserable maniobra para captar votos, en una pequeña e innoble oferta destinadas a vencer al Frente Nacional en su propio terreno.

Y no olvidemos nunca que si las primeras víctimas de esta estrategia de bancarrota son nuestros amigos, nuestros huéspedes, los emigrados y los indocumentados lo que ha puesto en marcha el Gobierno es un sistema policial, de inquisición, de fichaje, de encuadramiento (en territorios tanto francés como europeo). Esta maquinaria amenaza todas las libertades, las libertades de todos, las de los indocumentados y las de los documentados.

Fuente:
http://www.mille-et-une-vagues.org/ocr/spip.php?page=imprimer&id_article=5701

miércoles, 7 de febrero de 2018

_- Qué es el “educacionismo”, la sutil forma de discriminación que nos marca desde niños. Melissa Hogenboom, BBC Future

_- El "educacionismo" sostiene que las personas con más educación tienen sesgos implícitos hacia quienes reciben menos educación


La primera vez que Lance Fusarelli puso un pie en un campus universitario, se sintió rodeado de gente que parecía saber más que él sobre sociedad, urbanismo y "todo lo que era diferente".

Él atribuye esas diferencias a su educación. No creció en la pobreza, sino en un pueblo de clase trabajadora de una pequeña zona rural de Pensilvania, Estados Unidos, pero fue el primero de su familia en ir a la universidad.

Su madre se quedó embarazada y tuvo que abandonar la escuela, y su padre trabajó en una mina de carbón desde la adolescencia. Vivió en un entorno en el que pocos estudiaban más allá de la secundaria.

Fusarelli cuenta ahora con una buena educación y es profesor y director de programas de posgrado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

De vez en cuando, recuerda cómo se sintió en aquellos primeros días, cuando un compañero corrigió de manera inocente su gramática imperfecta: "No pretendía ser ofensivo, éramos buenos amigos, simplemente creció en un ambiente diferente".

Aunque Fusarelli ascendió en el mundo académico a pesar de su pasado, sus experiencias ponen de relieve la división social que existe en la educación.

Quienes tienen menos educación debido a su desventaja social sufren un sutil, pero profundo sesgo.
Un estudio publicado recientemente en el Journal of Experimental Social Psychology (Revista de Psicología Social Experimental) llamó a ese fenómeno "educacionismo" y, por primera vez, halló evidencias inequívocas de lo que Fusarelli y muchos otros llevaban tiempo sospechando: las personas que reciben más educación tienen sesgos implícitos hacia quienes reciben menos.

Y eso tiene consecuencias desafortunadas e indeseadas, que a menudo provienen de la brecha entre ricos y pobres.

"El racismo de la inteligencia"
Es un problema de "nivel social" que crea una división significativa. "Necesita ser abordado", explica Toon Kuppens, de la Universidad de Groningen, Países Bajos.

La idea de que la gente tiene prejuicios hacia quienes recibieron menos educación no es nueva.

En los 80, el sociólogo francés Pierre Bourdieu lo llamó el "racismo de la inteligencia... de la clase dominante", la cual serviría para justificar su posición en la sociedad.

Bourdieu dijo que el sistema educativo fue inventado por las clases dominantes.

La educación también sirve para dividir a la sociedad de muchas maneras. Los niveles educativos más altos están vinculados a mejores ingresos, salud, bienestar y empleo.

El estatus educativo también revela divisiones políticas. Aquellos que tienen calificaciones más bajas, fueron más favorables a la hora de votar que Reino Unido abandonara la Unión Europea, por ejemplo.

 Pese a todo, raramente se confronta el tema, dice Kuppens, aunque existen numerosos estudios sobre prejuicios por género, etnia y edad.

Kuppens y sus colegas hicieron una serie de experimentos. Preguntaron a varias personas cómo se sentían hacia otras, pero también les hicieron preguntas indirectas sobre los trabajos y la formación académica de varios individuos.

Los resultados fueron claros: las personas con un mayor nivel educativo son mejor aceptadas por todos, y además no son "inherentemente más tolerantes" hacia los menos educados, como normalmente se cree, dice Kuppens.

Es más, según el especialista, una de las razones por las que existe sesgo es que el nivel educativo se percibe como algo que la gente puede controlar.

La tiranía de la meritocracia
Los bajos niveles educativos están ligados a la pobreza .Quienes provienen de entornos pobres, rápidamente quedan por detrás de sus compañeros de colegio y muy pocos van a la universidad.

Y está cada vez más claro que hay razones complejas detrás de este fenómeno.

Jennifer Sheehy-Skeffington, de la London School of Economics, Reino Unido, dice que la falta de recursos es "psicológicamente restrictiva".

También sostiene que hay una sensación de estigma y vergüenza que crea una baja autoestima, un patrón que, asegura, es más probable que ocurra en ideologías meritocráticas, donde los logros de los individuos son vistos en base a su inteligencia y trabajo duro.

La pobreza afecta incluso a la toma de decisiones.
"Las habilidades cognitivas que se necesitan para tomar buenas decisiones financieras no están fácilmente disponibles cuando uno se enfrenta el estrés de darse cuenta de que lo está haciendo peor que otros", dice Sheehy-Skeffington.

Eso no significa que los procesos mentales se bloqueen, sino que los individuos se enfocan más en las amenazas del presente que en concentrarse en esa tarea.

En su análisis sobre la psicología de la pobreza, Sheehy-Skeffington descubrió que aquellos con pocos ingresos tienen una menor sensación de control sobre su futuro: "Si piensas que no puedes controlar tu futuro, tiene sentido invertir la poca energía o dinero que tengas en mejorar la situación actual".

Este tipo de trabajos revelan un ciclo difícil de romper.
El buen rendimiento mental se ve afectado cuando enfrentamos dificultades financieras, y cuando existen esas dificultades, la capacidad para planificar el futuro y tomar decisiones importantes también se ve afectada negativamente.

Y eso se refleja en el sistema educativo; quienes viven enfocados en el presente tienen menos incentivos para tener un buen desempeño en la escuela o pensar en educación superior.

Pero un equipo de investigadores fue más allá, argumentando que el sistema educativo está "motivado para mantener el status quo", donde los hijos de padres con alto nivel educativo van a la universidad, y los hijos de quienes recibieron menos educación ingresan a cursos de formación profesional y otros certificados de aprendizaje.

Esto fue mostrado en un estudio de 2017 liderado por el psicólogo Fabrizio Butera, de la Universidad de Lausana, en Suiza. Su equipo demostró que los "examinadores" puntuaban menos a individuos cuando les decían que el alumno provenía de un entorno menos privilegiado.

"Perpetuar el status quo es una forma de mantener el privilegio de esas clases", dice Butera.

"Daños ocultos" y posibles soluciones
Incluso si los individuos de una clase trabajadora llegan a la educación superior, a menudo tienen que "descartar partes originales de su identidad para poder moverse socialmente", explica Erica Southgate, de la Universidad de Newcastle, en Australia.

La investigadora ha estudiado los estigmas a los que se enfrentan los individuos que se convierten en los primeros de su familia en estudiar educación superior, y descubrió que en materias como medicina prevalece la presunción, por parte de los alumnos, de que todos provienen de un entorno social similar.

"No se trata tanto del estigma evidente, sino de los daños ocultos de la clase social que siguen emergiendo".

Pero entonces, ¿qué podría romper la brecha educativa?
Las formas de calificar pueden ser determinantes. El equipo de Butera demostró que entregar a los niños los resultados de los exámenes reduce la motivación.

Y sin puntajes calificados, se reduce también la comparación social, que a menudo afecta al rendimiento, de acuerdo con el trabajo de Sheehy-Skeffington.

Si se aportan comentarios detallados sobre cómo mejorar, en lugar de dar simples notas, uno puede "enfocarse en la evaluación como una herramienta de educación" y no de selección, explica Butera.

En otras palabras, los niños aprenden a ampliar sus conocimientos, en lugar de aprender a superar los exámenes.

"Una solución viable es crear un entorno en donde la evaluación forme parte del proceso de aprendizaje", señala Butera. "Esto parece reducir las desigualdades de género y clase social, y promover una cultura de solidaridad y cooperación".

Para Fusarelli, lo más importante es que tanto padres como profesores esperen lo mejor de los niños a una edad temprana para reforzar la idea de que "pueden hacerlo y ser exitosos".

Pero los sesgos del sistema educativo no van a desaparecer de un día para otro. Es más, la mayoría de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que existen.

La actitud meritocrática de que quienes trabajan duro tendrán éxito sigue siendo dominante, a pesar de las pruebas que demuestran que hay muchos factores que exceden al control de las personas que pueden obstaculizar su potencial.

Y, por desgracia, son aquellos que están mejor educados —y quienes deberían ser sensibles con la discriminación— quienes pueden beneficiarse —a menudo sin ser conscientes de ello— de la misma desigualdad que contribuyen a crear.

http://www.bbc.com/mundo/vert-fut-42654382
Los alumnos pobres repiten cuatro veces más que los de familias con más recursos.

https://elpais.com/sociedad/2019/12/04/actualidad/1575482923_262875.html

sábado, 16 de diciembre de 2017

Javier Bardem: "En cuanto tienes una opinión te nacen enemigos". “Los actores sabemos cómo se nos tilda cuando levantamos la voz”. La Academia de Cine organiza una jornada de cine y solidaridad, con Elena Anaya, Fernando León, Dani Rovira, Paco Arango o Mabel Lozano entre otros creadores

El cine influye y transforma. Desde el social hasta el más comercial, desde los documentales hasta los grandes taquillazos. “Lo que hay que hacer es usarlo”, contaban varios de los participantes en dos mesas redondas que la Academia de Cine ha organizado este lunes en torno al cine y la solidaridad, y en la que ha anunciado la creación del premio Cine, Ayuda y Solidaridad, que esta primera edición ha sido concedido a Pilar Bardem. Sendas reuniones de cineastas y de creadores de fundaciones que apuestan por el audiovisual como “una herramienta transformadora”, según una acertada definición de la actriz y documentalista Mabel Lozano, que ha centrado sus esfuerzos en dar voz a las víctimas de la trata de mujeres.

Entre los actores presentes, Dani Rovira, creador junto a la también actriz Clara Lago de la fundación Ochotumbao, apuntó en cambiar las maneras de involucrar a la gente: “Hoy, solidaridad y benéfico son palabras denostadas; la gente las escucha y cambia de conversación. Debemos enamorar al público para que se sumen a nuestra causa, porque nos toca ser referentes. Pocas veces la gente te convence de algo desde el enfado, sino desde la alegría, desde la energía positiva”. Una idea que también subrayó Elena Anaya, implicada en la lucha para cuidar el medioambiente: “Hay tiempo para lograr cambios”.

avier Bardem lleva años involucrado en acciones y producción de documentales para Médicos sin Fronteras y para dar voz al pueblo saharaui. Este lunes apuntó: “Los actores somos ciudadanos. Sabemos cómo se nos tilda a quienes levantamos la voz y se nos invita a estar en una esquina calladitos. Por suerte, cumplimos con nuestra obligación como ciudadanos”. Y sobre la fama, el actor incidió: “La popularidad al menos ayuda para que te cojan el teléfono, después tiene que hablar el documental. Nunca he antepuesto la popularidad a ser ciudadano. Es cierto que puedo tener más repercusión, a cambio sufres una crítica desmesurada. Bueno, pros y contras. En el momento en que tienes una opinión, te nacen enemigos. Hay que vivir con ello”. Y por eso, a veces te caen encima los clichés. Un ejemplo es Fernando León, cineasta consagrado en la ficción y en el documental: “Lucho contra la etiqueta [de cineasta social], pero fracaso. Haces películas para visibilizar, para concienciar, de acuerdo. Sin embargo, es necesario que la obra también surja de ti para que te satisfaga. Todo funciona con un mismo mecanismo, el de la empatía”. Peligroso mecanismo, como contó Lozano: “El daño que hizo Pretty Woman en la imagen de la prostitución. El audiovisual crea mitos dificilísimos de desmontar: la realidad es más sórdida”. Lo sabe bien Paco Arango, cuya segunda película como director, Lo que de verdad importa, destina todos sus beneficios a ONG: “Yo peco de comercial para llegar a todo el mundo”.

El cómico Manuel Burque, que además de sus trabajos habituales participa en Radio Gaga —un programa del canal 0 en Movistar que da voz a los invisibles—, habló de la posibilidad real de influir: “Como creadores, debemos de ser conscientes que por muy acotada que esté la película que vamos a hacer siempre se pueden incluir cambios. No tenemos obligación de ser responsables, pero si lo eres, hay muchas posibilidades de realizar cambios”. Y por eso subrayó: “En el humor ahora triunfa el cinismo. Pues os aviso, el cinismo está pasado de moda, el buenismo es el nuevo punk”. O como apuntaron Rovira y José Carnero, creador publicitario y fundador de la ONG Uno entre Cien Mil, dedicada a la leucemia infantil: “¿Cansa que un mismo actor apoye a siete causas? No es que canse, es que es necesario”. Puede que, volviendo a lo dicho por Bardem, Lozano apuntó a otras disciplinas: “El cine es un medio más empático, que por ejemplo, el fútbol”.

Junto a ellos participaron Paula Farias, expresidenta de Médicos sin fronteras; Javier Corcuera, director de documentales y fundador del festival de cine FISahara (que apuntó sobre la pujanza del cine: “Es un instrumento muy fuerte. Yo he hecho películas por solidaridad, y otras han generado solidaridad”), y Mónica Esteban, fundadora y presidenta de Juegaterapia. Todos los participantes han hablado de sus causas, de cómo la vida les ha llevado a ellas, y de cómo, a pesar de las trabas, hay que contar esas historias con protagonistas invisibles: “Si no, ¿quién lo haría?", resumió Fernando León.

https://elpais.com/elpais/2017/12/04/gente/1512414127_697313.html

domingo, 27 de agosto de 2017

Ser generoso sale a cuenta

Regalar tiempo o dinero, sabiduría o afecto no solo beneficia a quien lo recibe. También favorece a quien lo da, porque ser desprendidos hace que nos sintamos más alegres, mejores personas e incluso más sanos.

LA MAYORÍA de nosotros, cuando oye hablar de generosidad, piensa inmediatamente en dinero que se regala a otros o se dona a causas sociales diversas. Sin duda, esta es tal vez la forma más universal y simple de desarrollar esta cualidad. De acuerdo con las encuestas anuales de Gallup, alrededor del 29% de la población mundial practica ese tipo de altruismo.

Este es el porcentaje de respuestas afirmativas a la pregunta de si se ha donado dinero para alguna causa social. Y se ha mantenido estable durante los últimos 10 años. Aunque varía mucho dependiendo de los países. Existen cifras tan altas como las de Myanmar (90%) y tan bajas como las de Georgia (4%). España se acerca al promedio con un 28%. Un dato interesante es que entre los países con alta proporción de donaciones figuran algunos de los más pobres del mundo, como Haití (44%) y Laos (63%), lo cual sugiere que esta práctica no está determinada únicamente por la capacidad económica.

Pero existen otras formas de ser dadivosos. Una de ellas es el voluntariado, entregar parte de nuestro tiempo a causas de interés social. Las mismas encuestas mencionadas anteriormente señalan que el 20% de la población mundial hace algún tipo de voluntariado. En España ese porcentaje se acerca al 16%, como promedio de los últimos 10 años. Los números reflejan por tanto que la gente es más desprendida con su dinero que con su tiempo.

Pero las formas de demostrar generosidad son muy variadas. También existe una de tipo relacional y emocional que incluye la hospitalidad hacia los otros, la disponibilidad para ejercer de tutores, la capacidad de reconocer los logros y méritos de los demás o la de abrirse afectivamente para compartir penas y sufrimientos. Hay miles de formas de ser generosos sin tener que relacionarlo con nuestra disponibilidad económica.

Tendemos a identificar ser dadivosos con un acto de desprendimiento que significa un costo de algún tipo, normalmente de tiempo o de dinero, pero estudios de diversa índole demuestran que ser espléndidos también reporta grandes beneficios a quien lo practica. Una de estas investigaciones se recoge en un libro de reciente publicación, La paradoja de la generosidad, escrito por los sociólogos estadounidenses Christian Smith y Hilary Davidson. En él, documentan los amplios análisis que realizaron sobre una muestra de 2.000 habitantes en su país, centrándose en los efectos de quien practica la generosidad y no de quien la recibe.

Una de las conclusiones es que los norteamericanos que son más hospitalarios y desprendidos afectivamente tienden a ser más saludables, a tener una mayor sensación de crecimiento personal, a ser más alegres y felices. De la misma manera, estudios de neurociencia que examinan el comportamiento de nuestros cerebros cuando damos y cuando recibimos sugieren que la alegría de dar es mayor que la de recibir.

No se trata de restarle bondad para equipararla a un acto interesado, pero sí conviene saber, especialmente cuando existan dudas para ejercerla, que posiblemente cuesta menos de lo que creemos, porque al tener esta actitud obtenemos beneficios de los que tal vez no seamos conscientes. Al ser más espléndidos, no solo estaremos contribuyendo a construir un mundo mejor, que ya es razón suficiente, sino que además esta acción impactará positivamente en nuestro propio bienestar. Por ello tiene todo el sentido asumir el propósito de convertirnos en personas más generosas. No hay que esperar a tener más dinero o más tiempo para hacerlo, porque al final nos beneficia a nosotros mismos. Y, además, considerarlo así no implica cargo de conciencia porque, como dijo el escritor uruguayo Mario Benedetti, “la generosidad es el único egoísmo legítimo”.

Gerver Torres es consejero de investigación de Gallup.

http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/ser-generoso/

lunes, 7 de agosto de 2017

_- Modelos de sanidad. Muchos de los mejores sistemas sanitarios del mundo se han basado en modelos públicos.

_- La sanidad constituye un ejemplo de la paradoja del aislacionismo e insolidaridad
que está emergiendo como respuesta a exigencias globales que resultan incómodas para algunos supuestos líderes mundiales. Los sistemas de salud están indisolublemente unidos a tendencias difícilmente reversibles en algunos países como el envejecimiento de la población. También a la emergencia e intensidad de algunos flujos migratorios. Sería terrible que en un momento en que la computación y los avances de investigación pueden erradicar algunos de los males hasta ahora endémicos relacionados con la sanidad en todo el mundo, se abandone ese camino.

En países como EE UU, donde los problemas relacionados con la salud no han hecho más que crecer, la cobertura de cientos de miles de familias provoca sonrojo por su escasez o inexistencia.
Y los planes que ahora se manejan podrían dejar entre 20 y 30 millones de norteamericanos sin asistencia. En Reino Unido, un sistema público tradicionalmente admirado, se están realizando recortes. Y fenómenos como el Brexit pueden implicar una reducción de la competitividad de sus recursos humanos que, en buena medida, ha venido del exterior en las últimas décadas. Culpar a la inmigración del coste de la sanidad resulta inexacto e injusto. Obvia otras realidades como la proliferación de malos hábitos alimenticios, el mal uso (y abuso) de los servicios públicos o los efectos del envejecimiento.

Lo que no debe sorprendernos es que muchos de los mejores sistemas sanitarios del mundo se han basado en modelos públicos
con cierto grado de universalidad y preservar ese tipo de modelos puede ser esencial, con los recursos precisos, para dotarlo de solidaridad externa. Y aquí aparecen de nuevo países como Alemania tomando el testigo de esos liderazgos y recordando (como se hizo en la cumbre de Hamburgo de principios de este mes) la urgencia de abordar algunos temas de investigación, inversión y coordinación para combatir ciertas epidemias y crear sistemas de prevención, entre otras cuestiones. Como en otros ámbitos socioeconómicos, lo que hace Alemania es fomentar el llamado “liderazgo de sistemas” que consiste en crear grupos que puedan contrarrestar el aislacionismo de los que hasta ahora han sido los líderes mundiales. Un nuevo modelo ante la amenaza de falta de respuesta a emergencias sanitarias mundiales. Un debate controvertido.

España debe formar parte de ese grupo solidario y reactivo.
Siempre aparece en todos los rankings como uno de los mejores sistemas del mundo, aunque la satisfacción vaya por barrios. La fórmula para preservar el modelo y ayudar a la coordinación internacional es sencilla: escuchar a los profesionales del ramo. Y se comprueba que a la eficiencia no se llega con recortes sino con un buen uso de los recursos. Ni los gestores son siempre los adecuados (respondiendo a motivaciones políticas más que profesionales) ni los usuarios somos responsables. Ni la inversión en investigación va en la dirección que debería.

Es más fácil culpar a la inmigración u obviar la necesaria coordinación y solidaridad internacional.
Pero ese no es el modelo.

https://economia.elpais.com/economia/2017/07/24/actualidad/1500908327_703746.html

miércoles, 24 de agosto de 2016

Llamamiento para salvar los archivos y la casa museo del conocido marxista húngaro Georg Lukacs, que el gobierno actual de Hungría quiere cerrar y desentenderse para destruirlo.

SAVE THE GEORG LUKACS ARCHIVE

To whomever it may concern! We, the subscribers to this letter, are concerned about the future of the Georg Lukacs Archive (GLA) in Budapest. Given the difficulties the GLA faces due to the current political situation in Hungary, we believe that a secured continuation of the work of the GLA can only be based upon the independence of the GLA from any other institution. To this end, we strongly support the idea of the establishment of an independent international foundation. In our opinion this foundation should above all take over the literary estate and archive of Georg Lukacs. Furthermore, if at all possible it should also take over the former flat of Georg Lukacs to enable the GLA to continue its important work at the place where it has always been. To put it in a nutshell, we should strive for an independent future for the GLA at its historical place – the former flat of Georg Lukacs in Budapest.

We the subscribers are willing to do what we can to make the initiative of the International Georg Lukacs Foundation a success.

 Please let us know when and what specific support is needed!

http://www.save-georg-lukacs-archive.org/

https://www.marxists.org/archive/lukacs/

GUARDAR EL ARCHIVO Lukács
De John Bellamy Foster
- Una solicitud de Amigos de Monthly Review:

Desde el momento en que el actual gobierno de derecha en Hungría llegó al poder, el archivo de Georg Lukács -marxista por excelencia del siglo 20-, ha sido objeto de un ataque brutal. Ha sido privado gradualmente de su subvención de la Academia de Ciencias de Hungría y de su capacidad del pago a su personal. Ahora, el gobierno amenaza con vender la propiedad en la que se encuentra y dispersar el archivo. Una fundación se ha formado en Hungría la cual tratar de proteger y preservar el archivo. Un número de miembros del comité editorial de Monthly Review, autores y amigos, se han unido a este esfuerzo y han ayudado a organizar una carta internacional de solidaridad y protesta. Para avanzar en ese esfuerzo, el autor de la revisión mensual y amigo, István Mészáros nos ha pedido hacer un llamamiento a ustedes:

Estimados amigos y compañeros, Mi muy amado Maestro y Amigo, Georg Lukács, vivía en un apartamento en la orilla del río Danubio. Tuve el privilegio de quedarme allí con él en innumerables ocasiones a lo largo de los años. Después de su muerte, se convirtió en el Archivo Apartamento Lukács, bajo la autoridad de la Academia de Ciencias de Hungría. Lamentablemente, sin embargo, debido a la interferencia del Gobierno, el Archivo está ahora amenazado de cierre, y su Biblioteca y los documentos históricamente más importantes con un futuro totalmente incierto.

Esto no debemos permitir que ocurra. Miles de personas han manifestado su apoyo en Hungría y en todo el mundo a favor del Archivo Lukács.
Si los lectores de la Revista Mensual se unieron a ellos sería de gran ayuda en todos los sentidos en este esfuerzo vital para salvar el Archivo Lukács, en beneficio de las futuras generaciones de investigadores, y por nuestra causa común de una transformación socialista.

En solidaridad, István Mészáros
Por favor, considere agregar su nombre a la carta de apoyo.
John Bellamy Foster por el comité editorial de la Revista Mensual

lunes, 4 de abril de 2016

10 hábitos de las personas crónicamente infelices.

La felicidad puede presentarse de tantas formas que resulta muy difícil de definir. La infelicidad, en cambio, es fácilmente identificable: sabes lo que es en cuanto te topas con ella y, cuando se apodera de ti, te das cuenta.

Perjudica a todos los que te rodean, como si fueran fumadores pasivos. La famosa investigación Terman Study de Stanford (Estados Unidos) hizo un seguimiento a varios individuos durante ocho décadas y llegó a la conclusión de que rodearse de gente infeliz acarrea una mala salud y una esperanza de vida más corta.

La felicidad no tiene tanto que ver con las circunstancias de la vida como pueda parecer. Según un estudio llevado a cabo en la Universidad estadounidense de Illinois, las personas que ganan más dinero (más de 9 millones de euros anuales) son sólo un poco más felices que sus propios trabajadores.

Las circunstancias personales no tienen nada que ver con la felicidad porque la controla uno mismo, es el producto de los hábitos y la perspectiva desde la que se concibe la vida. Un grupo de psicólogos de la Universidad de California que se dedica a investigar la felicidad ha descubierto que la genética y las circunstancias personales sólo son responsables de un 50% de la felicidad de una persona. El resto es cosa suya.

"La Constitución sólo garantiza el derecho a la búsqueda de la felicidad, pero tienes que conseguirla tú mismo". - Benjamin Franklin

Hábitos de personas infelices:
Cuando la gente no es feliz, es muy difícil estar y trabajar con ellos. La infelicidad ahuyenta a los demás y crea un círculo vicioso que te impide conseguir todo lo que eres capaz de hacer.

Es algo que puede llegar sin avisar. La felicidad, en gran parte, depende de los hábitos (de pensamiento y de acción), por lo que es aconsejable vigilarlos para asegurarse de que no nos hacen caer en la infelicidad.

Ciertos hábitos tienden a empujarnos más a la infelicidad que otros. Hay que prestar atención y saber identificar los 10 hábitos siguientes:

-Esperar al futuro. Pensar para uno mismo "seré feliz cuando..." es uno de los hábitos de infelicidad en los que es más fácil caer. Da igual el final de la frase (un ascenso, un aumento o una nueva relación sentimental) porque hace mucho hincapié en las circunstancias, y la mejoría de las circunstancias no se traduce automáticamente en felicidad. No hay que pasar el tiempo esperando a que pase algo que está comprobado que no afectará a tu estado de ánimo. En vez de eso, hay que centrarse en ser feliz en el presente porque no hay garantías de un futuro.

-Pasar mucho tiempo y esfuerzo adquiriendo cosas. Las personas que viven en extrema pobreza experimentan un incremento de la felicidad cuando su situación financiera mejora, pero este incremento se detiene una vez que se superan unos ingresos anuales de 18.000 euros. Hay una gran cantidad de investigaciones al respecto que demuestran que los objetos materiales no dan la felicidad. Cuando uno se acostumbra a perseguir cosas es probable que acabe siendo infeliz porque, además de la desilusión que se experimenta tras conseguirlas, se cae en la cuenta de que se han ganado a expensas de las cosas que de verdad pueden hacer feliz a una persona: los amigos, la familia y las aficiones.

-Quedarse en casa. Cuando no te sientes feliz, resulta tentador evitar estar con otras personas. Se trata de un grave error, porque socializar, aunque no se disfrute, mejora el estado de ánimo. Todos tenemos días en los que nos gustaría quedarnos en la cama y no hablar con nadie, pero hay que entender que actuar así de forma habitual puede acabar destrozando tu estado de ánimo. Si somos capaces de identificar cuándo la infelicidad nos está haciendo ser antisociales y nos obligamos a salir y a relacionarnos, notaremos la diferencia inmediatamente.

-Caer en el victimismo. Las personas infelices tienden a pensar que la vida es difícil y está fuera de su control. En otras palabras, "la vida me va a dar palos y no puedo hacer nada para impedirlo". El problema está en que, con esa filosofía que fomenta la sensación de impotencia, es menos probable que las personas infelices intenten hacer algo para mejorar su situación. Aunque todo el mundo tenga derecho a sentirse deprimido de vez en cuando, es importante saber cuándo estás dejando que afecte a tu forma de ver la vida. No eres la única persona a la que le pasan cosas malas y eres capaz de controlar tu futuro siempre y cuando estés dispuesto a actuar.

-Caer en el pesimismo. Nada alimenta más a la infelicidad que el pesimismo. El problema de tener una actitud pesimista es que, además de afectar a tu estado de ánimo, se convierte en una profecía: si esperas que pasen cosas malas, lo más probable es que ocurran. Es difícil deshacerse de los pensamientos pesimistas si no te das cuenta de lo ilógicos que son. Oblígate a centrarte en los hechos y comprobarás que las cosas no van tan mal como crees.

-Quejarse. El problema no es la actitud que lo precede, quejarse también es un problema. Es un comportamiento de autorrefuerzo. Al hablar constantemente sobre lo mal que van las cosas -o al pensarlo-, se reafirman las convicciones negativas. Hablar de las cosas que te molestan puede ayudarte a sentirte mejor, pero existe una delgada línea entre quejarse de manera terapéutica y quejarse para fomentar la infelicidad. Además de hacerte infeliz, quejarse ahuyenta a los demás.

-Exagerar. A todo el mundo le pasan cosas malas. La diferencia reside en que las personas felices las ven tal y como son -una decepción momentánea- y las personas infelices consideran que cualquier cosa negativa es una prueba más de que la vida las está castigando. Alguien feliz puede disgustarse si tiene un pequeño accidente de coche de camino al trabajo, pero no perderá la perspectiva: "¡Qué lío! Aunque podría haber sido peor". En cambio, alguien infeliz lo utilizará como prueba de que su día, su mes o incluso su vida entera están destinados al fracaso.

-Dar la espalda a los problemas. Las personas felices se responsabilizan de sus acciones: cuando cometen un error, lo asumen. Sin embargo, las personas infelices conciben los errores y los problemas como una amenaza, así que intentan ocultarlos. Y los problemas suelen crecer si se ignoran. Cuanto más tiempo se pasa sin hacer nada, mayor es la sensación de que es imposible resolverlo, por lo que se volvería a caer en el victimismo.

-No mejorar. Como las personas infelices son pesimistas y sienten que no controlan su vida, tienden a sentarse a esperar a que la vida pase. En vez de ponerse metas, aprender y mejorar, lo único que hacen es vagar y preguntarse por qué las cosas no cambian.

-Mantenerse a la moda. La envidia y los celos son incompatibles con la felicidad, por lo que si te comparas constantemente con los demás, ha llegado el momento de parar. En una investigación, la mayoría de los individuos afirmaron que no tendrían ningún problema con ganar menos dinero si a todo el mundo le pasara lo mismo. Hay que tener cuidado con este tipo de ideas, porque pensar de esta manera no hace feliz a nadie. De hecho, lo más probable es que tenga el efecto contrario.

En resumen:
Cambiar tus hábitos para ser feliz es una de las mejores cosas que puedes hacer por ti mismo. Pero también merece la pena por otra razón: coger las riendas de tu propia felicidad hace que los que te rodean sean más felices.

http://www.huffingtonpost.es/dr-travis-bradberry/habitos-personas-infelices_b_9479264.html

Habría mucho que hablar sobre el tema, daría para una buena tertulia. Casi todo el artículo cae en la psicologización de los problemas. Si no eres feliz, tuya es la culpa. Si no tienes trabajo, tú eres el responsable. Evidentemente no es así. Una persona que trabaja 55 horas a la semana y no gana ni para tener lo básico, difícilmente puede ser feliz,... el problema es, en gran medida, social. Es la sociedad y su organización -seguridad social, servicios sociales, sistema educativo, sistema sanitario, ayudas sociales, jubilación, horas de trabajo y sueldo base que garantice el mínimo vital, nivel de solidaridad de la sociedad, cumplimiento del pago de impuestos, etc- la que impiden a esas personas ser felices. Y ellas tienen una muy pequeña parte de responsabilidad en ello.
Ver aquí un ejemplo de condiciones adversas:
http://www.sinpermiso.info/textos/obituario-de-un-cacahuete-la-poesia-obrera-de-xu-lizhi-0
Y por supuesto, a pesar de todo, no es China el peor ejemplo; han salido de la pobreza 800 millones, algo extraordinario y único en la Tierra,...

miércoles, 9 de marzo de 2016

ENTREVISTA A ÁNGEL OLARÁN: “La pobreza no se va a erradicar porque no interesa”.

El misionero vasco llegó hace cuatro décadas a África para “servir a los demás”.

Está convencido de que hay medios para salir de la pobreza pero falta voluntad.


Sentados en el sofá de su pequeña oficina rodeados de papeles y diverso material recaudado por distintas ONG españolas, el misionero vasco Ángel Olarán (Hernani, 1938) conversa con la calma de quien lo ha visto casi todo en este mundo de injusticias y solidaridad, de ricos y pobres, de hambre y abundancia, de dualidades infinitas.

Tras más de 40 años en África, primero en Tanzania y después en Etiopía, el religioso comparte sus vivencias personales, experiencia y opiniones sobre los problemas del llamado Tercer Mundo, sobre los valores y las maneras de afrontarlos y sobre la imparable globalización y sus consecuencias. Y lo hace sin grandes juegos de palabras, desde la sencillez y con la humildad de quien se considera “un emigrante más” en África.

El misionero hernaniarra dejó su trabajo en un banco cuando tenía 30 años para marcharse a África y “servir a los demás”. Está convencido de que es posible erradicar el hambre y la pobreza extrema, el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de los que tanto se habla últimamente tras la Cumbre para la Financiación del Desarrollo de Addis Abeba y la Conferencia de Naciones Unidas prevista para final de septiembre en Nueva York. Unas reuniones internacionales a las que Olarán mira con cierto recelo por “la cantidad de dólares que se derrochan”.

Prefiere poner el foco de atención en lo inmediato: el acceso al agua y la reforestación para asegurar la alimentación de las poblaciones rurales, en este caso de Wukro, un municipio situado en la región del Tigray al norte de Etiopía, en el que Abba Malaku (padre Ángel), como le llaman allí, lleva residiendo más de dos décadas.

El agua se ha convertido en una especie de obsesión para Ángel y no es de extrañar, tras vivir de cerca la crudeza de las sucesivas sequías que han azotado a esta zona de Etiopía. La última ha sido declarada este mismo verano por Naciones Unidas y sus consecuencias aún se desconocen. Quizá por este motivo, los proyectos hidrológicos y aquellos relacionados con la agricultura y la biodiversidad son tratados con especial cariño por el misionero vasco, que llegó a Etiopía en 1992 con la misión de poner en marcha una Escuela de Secundaria.

Para ello, la Administración local le cedió una superficie de ocho hectáreas, en la que solo había una acacia. Olarán relata la anécdota sobre esta simbólica planta: “Los lugareños la llamaban ‘el espino del Derg` haciendo un paralelismo entre las propiedades invasoras de la acacia que no dejaba brotar ninguna otra vegetación a su alrededor destruyendo el campo y el régimen comunista del Derg que destruía los pocos servicios públicos que había”.

Afortunadamente, aquel capítulo es historia. Hoy en día la Escuela de Secundaria o St. Mary’s College, que acoge un centro de formación agraria, florece con más de 700 estudiantes, de los cuales más del 50% son chicas. Sin duda, un proyecto de desarrollo educativo con éxito, cuya clave, remarca el misionero vasco, es “la motivación de profesores y personal administrativo y la colaboración permanente con la administración local, además de la contribución de los donantes”.

El misionero hernaniarra recuerda el “desolador” paisaje de principio de los años noventa, cuando llegó a Etiopía. Entonces, había tan solo un médico para atender a 300.000 personas, la electricidad era un invento que apenas había llegado a esta región, los servicios de agua eran mínimos, el asfalto en las calles de Wukro era inexistente, no había ni vehículos de motor ni una sola bicicleta y las casas no tenían ventanas y sus techos eran de uralita.

Pero lo peor, remata Olarán, era la “severa” malnutrición que sufría la población, sobre todo infantil: “Había niños que no podían ni sostener la cabeza, rechazaban la comida y no tenían ni fuerza para llorar, la situación era dramática”. Ayudó a atender a cientos de niños malnutridos y más de 1300 huérfanos cuyos familiares murieron por la guerra con Eritrea, el VIH y el hambre.

La sociedad del Primer Mundo es víctima de su propio desarrollo
Uno visita hoy Wukro y la transformación es total. Algunos proyectos de medio ambiente y reforestación implementados por Olarán en el Tigray han sido premiados y son referencia a nivel nacional en Etiopía. Asimismo, expertos en Desarrollo han calificado Wukro como un “oasis”. Sin embargo, como subraya el misionero vasco, todavía queda mucho por hacer, especialmente en las zonas rurales en las que las familias sobreviven del campo. No hay que olvidar que más del 85% de la población etíope vive en zonas rurales.

Precisamente, el objetivo de los proyectos de Olarán, en los que también participa la Fundación Etiopía Utopía, es conseguir que estas familias tengan tres cosechas al año. ¿Cómo? Almacenando el agua de la lluvia en embalses y pozo, construyendo canales e interviniendo en los torrentes.

De ahí que el religioso insista tanto en sus proyectos hidrológicos y de reforestación con el fin de no perder ni una gota de agua y llegar al objetivo último: la seguridad alimentaria. Tarea nada fácil, por lo que los problemas persisten. “Había y hay escasez de alimentos”, subraya. "Hemos pasado de las hambrunas de los años setenta, ochenta y noventa a lo que hoy en pleno siglo XXI llaman hambre crónico”. Dicho esto, sentencia: “la pobreza no se va a erradicar, porque simplemente no interesa. Medios hay para erradicarla, pero eso significa una distribución justa de la riqueza”. Esto se resume en dos palabras: justicia social, un concepto que para Abba Malaku tiene mayor prioridad que la caridad.

La crisis de “más y mejor” en el Primer Mundo
Ángel Olarán es de esas personas que pueden presumir de tener un discurso propio. Pertenece a una institución eclesiástica y sirve a la orden católica de los Misioneros de África (Padres Blancos), pero si tiene que señalar a los responsables de la pobreza, no duda en hacerlo. Tampoco pestañea al criticar actitudes o acciones reprochables de cualquier institución, incluida la Iglesia Católica, como “los lujos de algunos en las altas esferas”.

En cualquier caso, el religioso prefiere ser pragmático y centrarse en lo que más le preocupa. En este sentido, hace una llamada de atención general ante la “dramática” reducción de fondos para financiar los proyectos de cooperación al desarrollo.

En los 20 años que lleva trabajando en Wukro, Olarán y la Oficina de proyectos de St. Mary han puesto en marcha más de una veintena de proyectos con presupuestos dispares, desde 10.000 hasta 900.000 euros. Estos fondos han sido financiados por ONGs alemanas, suizas, españolas, vascas de distinto tamaño y tanto religiosas como no. Los proyectos han sido destinados a la educación. a los niños huérfanos. a la agricultura y al medio ambiente; a los grupos vulnerables, como las trabajadoras sexuales o las personas mayores y a la salud, con mejoras y puesta en marcha de unidades de tuberculosis y VIH en el hospital de Wukro.

Actualmente, los fondos se han reducido tanto que incluso la continuidad de algunos proyectos peligra. “Un proyecto de 50.000 euros hoy nos parece increíble”, sonríe el religioso, que es consciente de la crisis económica que atraviesa el Primer Mundo, pero aún así anima a seguir realizando donaciones, porque “lo que no se da, no llega nunca al que más lo necesita”.

Precisamente, tiene una visión muy particular de la crisis económica de "los [países] ricos", desencadenada, a su juicio, por un “sistema global” que es “criminal”. “La sociedad del Primer Mundo es víctima de su propio desarrollo” porque “le está llevando a un individualismo brutal” y de pérdida de valores. Olarán considera que en los países ricos se ha entrado en una espiral de consumismo y de necesidades superfluas, que ha hecho que los estilos de vida y valores se deterioren.

“En el Primer Mundo interesa vivir en la ignorancia” para no tener que renunciar a esas necesidades. “Pero la realidad es que el planeta no puede soportar el ritmo de vida actual de las sociedades avanzadas. Si el Primer Mundo sigue con la filosofía de más y mejor, la pobreza tiene que existir, porque no hay medios para todos, no hay materia prima para que todo el mundo tenga los coches que tiene Europa o para que haya la electricidad que hay en Estados Unidos, etc. Hemos llegado al punto de que hasta la materia prima se cotiza en bolsa. Para vivir todos al ritmo del Primer Mundo, harían falta tres planetas que produzcan toda la materia prima necesaria”, sentencia.

Olarán lo tiene claro. La solución a muchos problemas —de los países pobres— “viene de fuera”. “El comercio internacional siempre va a favor de quien hace las leyes y quien hace las leyes son los de arriba, cuando hay una relación bilateral para el desarrollo, siempre es a favor del Primer Mundo, éste siempre tiene que sacar algún beneficio”, critica.

Un ejemplo que pone el hernaniarra de la crueldad del sistema económico internacional y la globalización económica es el Congo: “Hay más de medio centenar de multinacionales en este país tratando de sacar tajada del cobalto y otros minerales, mientras que nosotros cambiamos de teléfono móvil —que es para lo que se utilizan esos minerales— como de chaqueta, ignorando que los niños congoleños mueren extrayendo este mineral. Un móvil es un ataúd para los congoleños”.

En este punto, el misionero vasco opina que pese a la miseria, en este escenario global de crisis, “lo’ bueno’ o ‘malo’ es que la gente de aquí [África] está acostumbrada a no tener, no tienen tantas ambiciones materiales, tienen un gran apoyo familiar, estructuras comunitarias de base fuerte y un mayor sentido de la solidaridad”. Algo que en el Primer Mundo se está perdiendo, lamenta, al tiempo que concluye que esto debería llevarnos a una reflexión.

Cooperación con mayúsculas
Entre pregunta y pregunta, Olarán acude a ayudar al personal de la oficina de St. Mary que le reclama para la firma de algún convenio con una ONG y el Ayuntamiento de Wukro. A sus 77 años, el religioso vasco se mantiene en forma y sin perder un atisbo de motivación para seguir trabajando en lo que ha sido y es su vida: la ayuda humanitaria, entendida como una vía para lograr justicia social y no quedarse en la mera caridad, aunque “ésta última —apunta— nunca hay que negar si se necesita”.

Ahora que se apela tanto a la necesidad de redefinir los enfoques de la cooperación al desarrollo, Ángel Olarán propone un enfoque basado en la cooperación con mayúsculas, es decir, que exista colaboración real entre las partes implicadas en los proyectos y participación de las poblaciones destinatarias de la ayuda. Esto es lo que explica precisamente el éxito de los proyectos de St. Mary y la gran transformación de Wukro. Todos los agentes de una comunidad deben estar implicados en el desarrollo de un proyecto para que realmente sea sentido como propio y, en consecuencia, “sostenible”, término que tanto se utiliza en los últimos tiempos y que podría termina desgastándose de tanto usarse.

Abba Malaku concluye la entrevista con una reflexión que resume lo que representa su persona y su forma de hacer: “Se dice que la Iglesia es la voz de los que no tienen voz, pero yo creo que los que no tienen voz, tendrían que ser la voz de la Iglesia. Pero hoy por hoy esa gente no tiene voz en la Iglesia. No se cuenta con ellos, ni se discute con ellos, no se programa con ellos. Son algo así como el objeto de nuestra caridad, y yo creo que tendrían que ser sujetos de desarrollo”, lo que se traduce simplemente en justicia social.
http://elpais.com/elpais/2015/09/04/planeta_futuro/1441370516_372313.html

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Los 7 "mejores" eufemismos económicos de la Troika

La Troika (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) nos tiene acostumbrados a un complejo y amable vocabulario económico que muchas veces escapa a nuestro entendimiento. Por ello, la Real Academia del Salmón (RAS) os trae esta selección de sus mejores eufemismos económicos explicados para que la próxima vez que oigamos sus poderosos consejos podamos entender mejor a “los hombres de negro”

Solidaridad
La palabra solidaridad siempre ha sido sinónimo de ayudar al que más lo necesita, “arrimar el hombro” que se dice comunmente, sin exigir nada a cambio. Sólo por el hecho de que la otra parte lo necesite. Pero la Troika usa esta palabra cuando presta dinero, para que sea devuelto con intereses a cambio de duras condiciones. Entre estas condiciones se pueden encontrar las de despedir a empleados públicos o vender/privatizar sus recursos a empresas privadas (que en muchas ocasiones, casualmente, provienen de estos mismos países “solidarios”). Dicha solidaridad se acuerda bajo contratos que no pueden ser rotos bajo ningún concepto, aunque el cumplimiento de esas condiciones suponga condenar a la miseria y a una austeridad que agrava el problema de la economía del país receptor de esa solidaridad.

Como hemos comentado, estos eufemismos parecen calar muy bien en el discurso de otros “mandatarios” europeos que han incluido en su vocabulario ese mismo extraño concepto de solidaridad, como podemos ver en las declaraciones de nuestro presidente del Gobierno.

De los 86.000 millones de euro que solidariamente se le va a conceder a Grecia, 50.000 irán a pagar deudas e intereses que se le deben en su mayoría a los mismos que prestan ese dinero. Sólo 11.000 serán usados por el gobierno griego para reactivar su empobrecida economía y unos 25.000 millones se emplearán en nuestro siguiente eufemismo: recapitalizar a la banca.

Recapitalización del sistema financiero
Recapitalizar el sistema bancario o financiero es un bonito eufemismo para referirnos a rescatar a la banca, salvar, inflar de dinero, limpiar sus cuentas de basura o incluso puede llegar a significar “socializar y hacer públicas las pérdidas de los bancos privados”. Esta expresión ha sido usada por la Troika para indicar que es necesario rescatar a la banca por encima de todo, incluso por encima de las personas. Si usaran los términos rescatar o limpiar, la población se podría dar cuenta de que a quien se intenta salvar siempre es al sector financiero y se podrían quejar de que los mayores culpables de la crisis son los primeros en ser salvados. Por lo que utilizar la palabra recapitalizar da una imagen de estar realizando alguna cosa económica que nuestra mente de populacho no es capaz de entender. O al menos eso creen ellos.

Pero entender la recapitalización es tan sencillo como imaginar que vais a un casino y os jugáis todo vuestro capital en arriesgadas apuestas. Si después de eso ganáis pues perfecto. Si, en cambio, perdéis llega la Troika y ordena a vuestro gobierno que os recapitalice metiendo en vuestras cuentas todo el dinero que habéis perdido... no sois capaces de imaginarlo, ¿verdad? Pues haber sido banqueros.

Reformas estructurales
Este eufemismo también ha sido correctamente adaptado por nuestro Gobierno para hablar de sus reformas de las leyes laborales o fiscales. Pero lo curioso del uso que le da la Troika, peculiarmente del uso reiterado que le da el FMI, es que son capaces de exigir unas reformas estructurales a un país, ver que no funcionan y volver a exigirles exactamente las mismas al siguiente país con el que se topan... y así durante más de tres décadas.

El verbo reformar siempre ha sido utilizado para realizar un cambio a mejor sobre algo. Combinado con la palabra “estructurales” debería significar un cambio de las estructuras de un país para que este mejore. Pero si vemos el currículum de los países por los que ha pasado el FMI y observamos los maravillosos efectos de las reformas estructurales impuestas a Grecia -después de 5 años de estas reformas la deuda griega ha crecido del 100 al 187% de su PIB sin que mejore la economía-, más que unas reformas parecen unas demoliciones estructurales. Estas reformas impuestas a cambio de su “solidaridad” suelen implicar el despido de funcionarios, la subida de impuestos indirectos que afectan en mayor medida a las rentas bajas, como el caso del IVA, y la privatización de los recursos del país con su correspondiente expolio por parte de los inversores extranjeros y los “mercados”.

Fondo fiduciario de activos públicos
Un fondo fiduciario es un instrumento financiero que se usa para que una parte, llamada fiduciaria -y que en este caso es la Troika- administre los bienes de otra persona o parte. Normalmente se suele utilizar esta figura para administrar los bienes de un menor hasta que cumpla la mayoría de edad o para administrar los bienes mediante las indicaciones de una tercera persona.

Pero en el caso del fondo fiduciario de activos públicos que ha exigido la Troika a Grecia se trata de elaborar una bolsa de recursos públicos que se venderán y privatizarán en el caso de que el país heleno no atienda a las condiciones impuestas a cambio de su “solidaridad”. Algo que ya se da por hecho que no se va a poder devolver, ya que incluso el FMI ha admitido que la deuda griega es insostenible. Ese fondo será un lugar donde se depositarán unos bienes públicos para ser vendidos seguramente, como ya hemos indicado antes, a las empresas privadas de los países "solidarios", como ha ocurrido con los 14 aeropuertos griegos vendidos a una empresa alemana.

La dualidad del mercado laboral
Este término es usado para referirse a un mercado laboral donde existen dos perfiles de trabajadores altamente diferenciados. Un perfil de trabajador con contrato fijo que está protegido por una legislación que obliga a las empresas a pagarle una alta indemnización en caso de despido y que posee una buenas condiciones laborales adquiridas después de varios años. Otro perfil sería el del trabajador temporal y precario que es el primero en sufrir las consecuencias de una crisis o bajada de la producción y que tiene muy complicado llegar a pertenecer al primer grupo. Al primer grupo se le llama insiders (los que están dentro) y a los del segundo grupo se les denomina outsiders (los que están fuera), porque cuando no se encuentra un eufemismo adecuado también podemos usar palabras en inglés. Llamar outsider a un precario es más políticamente correcto y además suena más cool (guay).

La Troika advierte de que esta dualidad podría ser un grave problema, ya que los outsiders deberán mantener las pensiones de los insiders en un futuro próximo y la diferencia de niveles salariales y años de cotización pueden resultar un grave problema para mantener un equilibrio, y por lo tanto exige que se corrija. Visto así podríamos pensar que la Troika lo que quiere es acabar con el trabajo precario y convertirnos a todos en insiders... ¡pero no! Lo que la Troika exige son reformas laborales para eliminar las protecciones a los insiders para que sean fácilmente despedibles, de manera que las empresas puedan contratar a precarios outsiders para hacer los trabajos de los antiguos insiders por el mitad de salario y convertirnos a todos en 1) outsiders que trabajan de una manera precaria o 2) insiders que se convierten en outsiders al quedarse en paro a una edad mayor. Fatídico para la población, maravilloso para las empresas.

Recuperar la confianza
La “confianza”, como concepto y como vara de medir, es otro de los términos usados por la Troika que distan mucho del significado que le podríamos dar el resto de mortales. La confianza se define como sinónimo de fiabilidad, seguridad o es usado para referirnos a una relación de amistad o familiaridad. Pero observando cuándo la Troika usa esta medida, advertimos que la confianza está basada en el nivel de docilidad que muestre el gobierno en cuestión. Así, si acatamos toda reforma estructural impuesta, recapitalizamos nuestro sector bancario y les devolvemos toda su solidaridad más intereses sin ninguna queja podremos recuperar toda su confianza.

La confianza está basada en el nivel de docilidad que muestre dicho gobierno
El nivel de confianza también parece tener una relación directa con la orientación política del gobierno con el que traten, sus tratos con países “no aliados”, su nivel de apertura de puertas al expolio de la inversión extranjera, su predisposición a pagar sus deudas pendientes o, en resumidas cuentas, a seguir toda indicación que la Troika le ordene sin poner pega ninguna. De ese modo, un gobierno de izquierdas que negocia con Rusia y quiere auditar su deuda se encontrará en un nivel extremo de “perdida de confianza total”. Si en cambio eres un gobierno de derechas, proeuropeo y abierto a la privatización de tus recursos naturales, te encontrarás en el extremo contrario en una “favorable y total recuperación de la confianza” y posiblemente ganes una quita o una reestructuración de tu deuda.

Esfuerzos adicionales
Después de aceptar su solidaridad, a cambio de reformas estructurales, recapitalizar la banca y hacer todo lo que nos pidan para devolver la confianza a los mercados, podrá parecer que esa recuperación económica que nos prometieron y pronosticaron debe llegar ¿verdad? ¡Pues no! Porque después de todo eso, la Troika siempre pide esfuerzos adicionales, lo que viene a significar que nunca es suficiente y que deberemos volver a hacer exactamente lo mismo para buscar un resultado de mejora económica, algo que el FMI nunca ha conseguido en ningún país.

Para ello la directora del FMI Christine Lagarde, una mujer que cobra más de 400.000 euros al año libre de impuestos, nos pedirá nuevamente esfuerzos adicionales tales como la subida de impuestos, la congelación de salarios y pensiones, o la privatización de más servicios públicos. Nos queda el consuelo de que, al leer este artículo, al menos podremos tener una mejor idea y entender cuales son esos esfuerzos que nos piden.

Real Academia del Salmón (RAS)
http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Los-7-mejores-eufemismos-642

domingo, 6 de diciembre de 2015

Owen Jones: "Quieren acabar con el sentimiento solidario de clase trabajadora"

Atresmedia

Transcripción de la entrevista de Jordi Évole en Salvados emitida el 22 de noviembre de 2015

Existe una tendencia en contra de la clase obrera y de las clases bajas para demonizar a la gente. Hace tiempo que en Gran Bretaña se nos dice que todos somos clase media, que la antigua clase trabajadora ha dejado de existir y que los que quedan de la clase obrera son todos unos vagos, perezosos, delincuentes, antisociales... La palabra chav resume esa idea: la degeneración de lo que queda de la clase trabajadora. Es una palabra peyorativa usada para demonizar a las personas y, a menudo, para culpar a la gente de sus condiciones sociales.

Te encuentras con mucha gente que siendo clase trabajadora se siente clase media. Empleados de una cadena de comida rápida que probablemente cobraban el salario mínimo decían “El Gobierno no está cuidando a gente de clase media como nosotros” y utilizaban la expresión “clase media” donde yo usaría “clase trabajadora”. O sea, debido a la demonización de la identidad de la clase trabajadora, algunas personas en lugar de decir “Sí, estoy orgulloso de ser clase trabajadora” dicen: “No, yo quiero ser clase media” porque eso parece sofisticado y auténtico y no se ve como algo negativo. Este es el problema.

En ese sentido se intenta que la gente culpe a su vecino de sus problemas. “Tú trabajas duro, tú pagas tus impuestos, pero ese parado vive de lujo con los impuestos que tú pagas. No tienes que enfadarte con tu jefe porque te paga un bajo salario ni con el Gobierno por recortarte servicios, debes enfadarte con el desempleado”. Este divide y vencerás es muy efectivo en todo el mudo occidental y lleva a la gente a votar en contra de sus propios intereses económicos. Cada vez menos pobres votan en elecciones. Cuanto más pobre eres en Gran Bretaña menos probabilidades hay de que votes. Puedes castigar a la gente pobre todo lo que quieras. Como no van a votar no hay castigo.

Esta imagen negativa de la clase trabajadora comienza con Margaret Thatcher y sus políticas. Básicamente es un cambio en la percepción que tenemos de la pobreza y del paro. Antes se veían como problemas sociales, injusticias que el Gobierno debía solucionar. En los años 80 empezaron a verse como problemas individuales. Incluso cuando el paro subió masivamente en Gran Bretaña en lugar de culpar al Gobierno por sus políticas económicas culparon al desempleado. Y pasa lo mismo con la pobreza: “Si trabajases duro dejarías de ser pobre”. Thatcher defendía que no existe la sociedad sino solo individuos y sus familias. Antes de llegar al poder los conservadores lanzaron una declaración de objetivos que decía que el problema en Gran Bretaña no era la existencia de clases sino la existencia del sentimiento de clase. Thatcher quería acabar con ese sentimiento solidario de clase y hacer que cada individuo sintiera que progresaba con su esfuerzo.

Aún continuamos en la Gran Bretaña de Thatcher. Ella transformó este país. Promovió una sociedad donde cada uno va a lo suyo. Esta actitud está muy extendida y los políticos y los medios la difunden. En este país la gente cree que el 27% de lo que gastamos en servicios sociales responde a un fraude. Pero ese fraude solo afecta al 0,7%. También piensan que hay veinte veces más embarazos entre adolescentes de los que hay y que el nivel de ayudas sociales es mucho más alto del que realmente es. De hecho tenemos una política de ayudas de las más bajas de Europa Occidental pero la gente cree que es generosa y que algunos la reciben durante años. ¿Por qué ocurre? Porque los medios desinforman a la gente. Intentan que la gente se enfrente entre ella.

Tenemos un pequeño grupo de medios de comunicación, politizado, que controla casi toda la prensa de este país y utiliza su posición para ganar influencia política. En las últimas elecciones menos del 37% de los votos fueron para los conservadores pero el 70% de los medios apoya a los conservadores. A su vez, el periodismo está lleno de gente que proviene de entornos privilegiados porque es complicado trabajar en los medios a no ser que te puedas permitir hacerlo gratis. Por eso los medios no centran su atención en los poderosos como los banqueros, que han empujado al país a este desastre económico, sino en los pobres y los inmigrantes. Encuentran los ejemplos menos representativos y antipáticos y afirman que sí son representativos.

Lo que hacen estos medios es encontrar a gente pobre que recibe ayuda social y descubrir los peores ejemplos. Por ejemplo: una mujer secuestró a su hija hace unos años, en Yorkshire con la intención de sacar dinero a los medios sensacionalistas simulando que su hija había desaparecido. Cuando se descubrió la verdad se dijo que esta historia era representativa de en qué se ha convertido la clase trabajadora, en una subclase. Se transmitió la idea de que todos los que viven en pisos de protección oficial son como la madre que secuestró a su hija, en lugar de decir que esto no era representativo de un grupo social y que sólo era representativo de esa mujer. Es obvio que en estos barrios las madres no secuestran a sus hijas para ganar dinero pero así lo contaron los medios, como si ella representara a todo un grupo social. Con la gente adinerada no actúan de la misma manera. En este país hubo un doctor, Harold Shipman. Fue un asesino en serie que envenenó y mató a sus pacientes. Imaginate que digan “Este es un ejemplo de lo que es la clase media”. Es ridículo. Se representa a sí mismo. Su entorno social no tiene nada que ver con sus crímenes.

La imagen negativa de la clase trabajadora se transmite mediante programas como “La calle de los subsidios” basado en una calle de Birmingham donde vive gente que depende de las ayudas sociales. No hemos tenido ningún programa llamado “La calle de los banqueros” o “La calle de los defraudadores fiscales”. Es parte del problema. Pregunté al productor de “La calle de los subsidios”, un programa que triunfó cuando apareció en Channel 4 el año pasado, por qué no hacían un programa sobre el mal comportamiento de los ricos. Y me dijo: “No me interesa”.

Existe otro programa llamado “Sinvergüenza” localizado en un barrio de protección oficial de Manchester que es caótico, lleno de drogadictos, de gente que practica sexo con todo el mundo y que se pasa todo el día de fiesta... No creo que la gente que vive en los barrios de protección oficial lo mire pensando: “Ese soy yo”. La gente se ríe y no se lo toma como una ofensa. La diferencia es que alguien de clase media que no vive en esos barrios y no conoce a la gente que vive ahí es más probable que mire estos programas y piense que esa gente es así.

En una sociedad desigual y segregada el peligro es que la clase media piense que está viendo un documental cuando en realidad es un programa de entretenimiento basado en caricaturas.

Pienso que el sistema de clases es como una prisión. Atrapa a la gente en unas circunstancias que no deberían existir en un país rico. Creo que aquí hay muchos problemas. El primero que los desequilibrios educativos empiezan al nacer. La comida, la casa... Vivimos en Londres, una de las ciudades más prósperas del planeta, pero uno de cada cuatro jóvenes londinenses crece en una casa sobreocupada. Eso tiene un gran impacto en su salud, su bienestar y también en su educación. También cosas como los becarios no remunerados. Para entrar en el mercado laboral tienes que trabajar un tiempo gratis, hacer masters carísimos y siempre hay gente que no puede permitírselo. De nuevo se discrimina por al riqueza y no por las habilidades personales.

El estándar de vida de la clase obrera ha caído durante el periodo más largo desde que la reina Victoria llegó al trono hacia 1870. Es grotesco, injustificables.

No obstante pienso que podemos dar la vuelta a la situación. No te puedes involucrar en ninguna lucha si no tienes esperanza. La esperanza nos dice que todas las injusticias y problemas son temporales y transitorios y pueden superarse con la determinación adecuada. Y la historia de este país, y de otros países como España, demuestra que los cambios no se producen por la generosidad de los poderosos. Los poderosos no se levantan un día y dicen: “Me siento generoso, voy a conceder el voto a las mujeres”. La gente luchó por la Seguridad Social en este país, los sindicalistas lucharon por la dignidad de los trabajadores y cuando los trabajadores vean que si son atacados pueden luchar contra ello y ganar... puede servir de ejemplo.

Desde el feudalismo hemos avanzado, luchamos para superar esas injusticias. Se supone que tenemos que ir a mejor, tener más seguridad y comodidad. El problema es que en los últimos años vamos para atrás. En 2008 la izquierda pensó: “El libre mercado ha quedado desacreditado, vamos a ganar”. No teníamos ideas, lo único que teníamos eran eslóganes a la defensiva: “No a los recortes", "no a las privatizaciones”. Y la única forma de ganar es tener alternativas coherentes que aglutinen a la gente. La derecha no usa palabra técnicas como esta. Habla el lenguaje del sentido común, del día a día. Y la izquierda debe encontrar una nueva forma de comunicación y aprender de la derecha.

La clave no es que la gente se sienta orgullosa de la clase a la que pertenece. Entiendo clase como una desigualdad que debería erradicarse. Me gustaría tener un día una sociedad sin clases y yo creo que debemos luchar por alcanzarla, que no tengamos esas enormes y grotescas distribuciones de riqueza y poder. Y esto supone una sociedad distinta a la que tenemos actualmente. No es algo que tenga que ver con la identidad y el orgullo, simplemente se trata de acabar con la desigualdad que viene del poder y de la riqueza. Solo me interesa eso.
Owen Jones, Transcripción de la entrevista de Jordi Évole en Salvados emitida el 22 de noviembre de 2015 
Fuente:
http://www.mrafundazioa.eus/es/articulos/owen-jones-quieren-acabar-con-el-sentimiento-solidario-de-clase-trabajadora

sábado, 14 de marzo de 2015

Tú salvas vidas. Hay 51 millones de refugiados. La solidaridad europea puede ser decisiva

En estos momentos en el mundo hay más de 51 millones de personas refugiadas y desplazadas. Es una cifra histórica que supera la de la II Guerra Mundial, la mayor desde que se registran estos datos. La principal causa de este incremento es la intensificación de los conflictos, especialmente en Siria, Sudán del Sur y la República Centroafricana.

Sudán del Sur se ha visto afectado por continuas crisis que han provocado enormes necesidades humanas. El país más joven del mundo está inmerso en un conflicto armado desde diciembre de 2013 que ha dejado miles de muertos y ha obligado a más de dos millones de personas a abandonar sus medios de vida, provocándoles una situación de extrema vulnerabilidad. Más de la mitad de las personas que han huido son niños. Esta cifra incluye 1,5 millones de personas desplazadas dentro del propio país y los más de 500.000 refugiados en países vecinos, principalmente Sudán, Uganda, Etiopía y Kenia.

En situación igualmente frágil se encuentra la República Centroafricana, un país inestable en el que los conflictos, las intervenciones y golpes de Estado se han venido repitiendo periódicamente en las últimas décadas. Desde marzo 2013, el aumento de la violencia, los asesinatos y otras graves violaciones de derechos humanos y la destrucción de propiedades han provocado la pérdida de medios de vida y un desplazamiento masivo de la población que asciende a más de 860.000 personas. Los agricultores no han podido cultivar sus campos por culpa de la violencia y ahora las cosechas son insuficientes. Los precios de los alimentos han aumentado y muchas familias solo logran comer una vez al día. Hoy, 2,7 millones de personas en el país, de una población total de 4,6 millones, necesitan asistencia humanitaria.

Por su parte, Siria está a punto de cumplir el cuarto aniversario de un conflicto que acarrea una devastadora crisis humana internacional. Más de 12,2 millones de personas se han visto afectadas y necesitan ayuda; y los 3,8 millones de refugiados que han huido de Siria están llevando los recursos de los países vecinos más allá de sus capacidades.

Detrás de estas cifras y estadísticas hay seres humanos, personas que han tenido que huir dejando atrás sus pertenencias, un hogar, amigos y a menudo familia. Es muy difícil expresar con palabras la desolación y la vulnerabilidad a las que se enfrentan.

Una mujer se esconde en el agua para salvar su vida atravesando el Nilo con tres hijos a cuestas y otros tres flotando, sorteando disparos, sin nada que comer durante más de cinco días; esta es la historia de Martha en Sudán del Sur. Como ella, millones de otras mujeres, hombres, ancianos y niños se vieron obligados a abandonar sus hogares. Ahora necesitan un techo; mantas y ropa; alimentos y agua; seguridad y protección; educación; un trabajo, y dinero para sobrevivir.

Hablamos de millones de personas que reunidas en un mismo estado podrían constituir el 26º país más poblado del mundo, al que cada 4 segundos se sumaría un nuevo habitante desplazado de su hogar. Un país en el que todos compartirían una misma historia que empieza siempre con una huida desesperada para encontrar un lugar seguro. Estas historias de profundo sufrimiento a menudo pasan inadvertidas.

No podemos permitir la indiferencia ante estas crisis permanentes que afectan a un número de personas similar al tamaño de la población de España, más de cuatro veces la población de Grecia o Bélgica, más de diez veces la población de Irlanda, o casi cien veces la de Luxemburgo.

Es por ello por lo que la Unión Europea y Oxfam unen sus fuerzas para poner el foco en la vida de aquellos que tuvieron que huir de sus hogares. EU savelives-Tú salvas vidas es nuestro proyecto común, que estará centrado en las tres crisis humanas más graves que vive el mundo hoy: Siria, Sudán del Sur y la República Centroafricana. Queremos contar las historias de aquellos que han sido desplazados. No podemos permitir que su sufrimiento sea olvidado.

A los ciudadanos europeos les preocupa y son la principal fuente de la ayuda que Europa destina a los refugiados. En 2013 la Comisión Europea invirtió alrededor de 546 millones de euros en apoyo a las personas refugiadas y desplazadas en 33 países. Este esfuerzo se ha visto complementado por organizaciones como Oxfam, que suman a los fondos públicos dinero de donantes individuales y empresas, con aportaciones que grandes o pequeñas constituyen una ayuda adicional determinante.

Gracias a estos fondos, las personas que huyen de los países reciben asistencia básica como servicios sanitarios, comida, refugio, kits de higiene, agua y saneamiento y protección. La ayuda humanitaria dada a los refugiados, al margen de cualquier agenda política y con independencia de la nacionalidad, religión, género, origen étnico o afiliación política de las víctimas, salva millones de vidas cada día.

Desgraciadamente, el número de refugiados y desplazados continuará aumentando cada día a menos que la violencia termine.

Conseguir una solución política sostenible a los conflictos es crucial.

Pero incluso si estos acabaran mañana, las enormes necesidades humanas continuarían y requerirían apoyo durante años para recuperarse.

Formas innovadoras de distribuir asistencia, tales como los programas de transferencia de efectivo, pueden ayudar a generar actividad en los mercados locales y reiniciar medios de vida. También adquiere importancia mirar las necesidades a largo plazo fortaleciendo la capacidad de las comunidades de acogida para proporcionar servicios básicos como la salud y la educación que ayudan a los refugiados y los desplazados internos a construir de nuevo su futuro

La solidaridad europea puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Estas víctimas son la prueba del gran impacto que la ayuda humanitaria puede tener en las vidas de personas inocentes, que acaban de tener la desgracia de ser atrapadas en un conflicto por causas ajenas a su propia voluntad.

Tenemos una responsabilidad para hacer más. Aliviar el impacto de las crisis humanas es una lucha de todos los días que requiere de la acción colectiva. Y esto es lo que estamos decididos a hacer.
Christos Stylianides es comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis. Francesc Cortada es director global de Programas de Oxfam Internacional.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/02/23/opinion/1424703574_582715.html

miércoles, 21 de enero de 2015

La caridad sector en crecimiento‏

Un sector que crece en los EE UU

En 2013, en los EE UU existían 1.429.801 organismos sin ánimo de lucro, de los cuales, 966.599 eran organizaciones caritativas, 96.584 fundaciones y 366.618 en la categoría de "otro" (cámaras de comercio, asociaciones civiles, etc.) En 2013, el importe de las donaciones caritativas llegaban a 335.170 millones de dolares (es decir 268.000 millones de euros y el 3% del PIB). El 72% de esta suma fue entregado por particulares, el 15% de fundaciones, el 5% por empresas privadas y el resto correspondía a herencia. A título comparativo, en 2012, la totalidad de las donaciones (de empresas y particulares) alcanzaba los 4.000 millones de euros (es decir, el 0,2 % del PIB en Francia; eran 9.300 millones de libras esterlinas (es decir, 11.630 millones de euros y el 0,7 % del PIB) en el Reino Unido en 2011-2012; se elevaba a 10.600 dólares canadienses (es decir, 7.400 millones de dólares y el 0,5% del PIB) en Canadá en 2010 (Últimas estadísticas disponibles).

Cerca de un tercio (el 31,5 %) de esos 335.170 millones de dólares fueron donados a organismos de caridad religiosos o a parroquias; el 16% al sector de educación; el 12,5% a la ayuda social (no religiosa); el 10,5% a fundaciones encargadas de distribuir subvenciones; el 9,5 % al sector sanitario; el 5% al arte y la cultura; el 4,5 % a causas humanitarias; 3% a causas ambientales, y el 7,5% a cusas diversas.

En 2012, más de una cuarta parte (el 26,5%) de los estadounidenses adultos, es decir, 64,5 millones de personas, declararon haber hecho voluntariado en algún organismo sin fines lucrativos, lo que representa 7.900 millones de horas de trabajo gratuito por un importe total estimado en 175.000 millones de dólares. Benoît Bréville.
Fuente: Le monde Diplomatique diciembre 2014.

martes, 30 de diciembre de 2014

“Para que la gente tenga confianza en Italia, hay que decir la verdad”. Diego Della Valle combina su afición a la ‘dolce vita’ con un espíritu rebelde que le lleva a tronar contra los políticos que, a su juicio, pierden el rumbo.

Uno de los hombres de negocios más ricos del mundo tiene un plan: involucrar a otros empresarios de éxito en el rescate de su país.


De vez en cuando, Diego Della Valle la lía. Cualquier día, sin avisar, este empresario italiano de éxito, uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes, propietario de la firma de zapatos Tod’s y mecenas de la restauración del Coliseo, se acerca a un micrófono o compra una página de los principales periódicos de Italia y pone de vuelta y media a quien considera oportuno. Desde Silvio Berlusconi hasta Matteo Renzi –a quienes apoyó al principio de sus carreras políticas– pasando por la familia Agnelli, propietaria de la Fiat. Ahora, además de señalar la paja en el ojo ajeno, Della Valle tiene un plan para arrimar el hombro ante la grave situación social, política y económica que atraviesa Italia.

Usted dijo recientemente que Matteo Renzi y Sergio Marchionne –el consejero delegado del grupo Fiat Chrysler Automobiles (FCA)– eran dos charlatanes, gente sin palabra. Llama mucho la atención que uno de los empresarios italianos más importantes se exprese públicamente con esa beligerancia. Mire, en Italia hay siempre esta actitud un poco de curas viejos –que no es la del papa Francisco, que me gusta mucho– que es la de decir y no decir, de expresar opiniones falsas, de ocultar las propias preferencias… Aquí, tradicionalmente, solo se expone el que no tiene nada, pero el que tiene un papel relevante no lo hace. Yo creo que todos somos personas libres, cada una con sus opiniones, y que no hay que tener miedo a expresarlas. Cuando lo he considerado oportuno, he criticado a Berlusconi en el sitio más público del mundo, en la televisión, o pagando una página de publicidad en los periódicos, y allí ha terminado nuestra relación. Pero no había nada personal.

Ahora tiene un gran desencuentro con Sergio Marchionne, a quien acusa –junto a la familia Agnelli– de haberse llevado la Fiat de Italia cuando el país más necesita inversión y empleo. Y tampoco en este caso hay nada personal. Pero si queremos que la gente tenga de nuevo confianza en el país, es necesario decir la verdad. Si no, la gente no entiende. Y cuando decimos que hay una política que no funciona, que hay una clase dirigente que no funciona, la Fiat es el ejemplo macroscópico de todo esto. Es una empresa y una familia que han tenido ayudas de Italia durante 30, 40, 50 años, y en el momento en que el país tiene necesidad de que sea apoyado, de que exista una unidad nacional, ellos escapan y se van donde les es más cómodo. Fiat tendrá la sede legal en Holanda, la fiscal en Reino Unido y cotizará en Nueva York. Pero en Italia solo dejará los problemas. Más de 18.000 trabajadores sin empleo, planes anunciados por Marchionne que nunca se llegan a ejecutar. Y encima tienen la arrogancia de querer hablar de Italia. Es intolerable.

Si el triunfo personal no es puesto a disposición de los demás, se convierte en algo vacío”


¿Quién es Diego Della Valle? Hace años que no me hago esa pregunta… Pero, fundamentalmente, soy una persona afortunada, porque hago aquello que soñaba hacer desde niño y he tenido la fortuna de poder hacerlo según el ADN que a mí y a mi hermano nos transmitieron nuestros padres. Intentar que de nuestro éxito también se beneficien los demás. Un respeto social fuerte. Y, objetivamente, hoy después de tantos años le puedo confesar que esa manera de hacer las cosas reporta también una satisfacción personal. El hecho de fabricar productos bellos, que la gente está contenta cuando los compra, que son fabricados por personas que están felices de hacer lo que hacen, y que además una parte de los beneficios son puestos a disposición de los que tienen necesidad o del territorio donde están nuestras fábricas… Es un poco la cuadratura del círculo. Y esto es lo que hemos buscado estos años y queremos reforzar en los próximos…

¿Por eso decidió que Tod’s asumiera la restauración del Coliseo? Sí, porque somos una familia orgullosa de ser italiana. Nuestro grupo es italiano, vive del made in Italy, y el Coliseo es el más grande ejemplo de ese concepto. Estamos muy orgullosos de poder hacerlo, pero no solo nosotros, sino también nuestros empleados y nuestros clientes. Cuando usted compre un par de nuestros zapatos pensará que además está contribuyendo a restaurar un trocito del Coliseo. Y, además, ha servido de ejemplo, ha estimulado a otros. La fuente de la plaza de España ha sido reparada, se está rehabilitando la Fontana di Trevi…

¿Qué se propone hacer ahora? Quiero construir una operación que yo llamo “competitividad y solidaridad”. Se trata de que los emprendedores y las empresas que vayan bien destinen un pequeño porcentaje de sus beneficios a sostener las necesidades del territorio donde se asientan o a carencias importantes que tiene ahora Italia. No se trata de una teoría. Se puede hacer. Hay centenares de emprendedores italianos en disposición de hacerlo. Se crearía además una cadena solidaria fortísima y obtendríamos grandes resultados. En primer lugar, desde el punto de vista práctico de ayudar a la gente. Y en segundo, y casi más importante, desde el punto de vista de valores: que las personas que tienen necesidades no se sientan que se las deja solas. Este es el concepto. Tenemos además grandes compañías estatales, muy exitosas, para las que sería muy fácil evitar que, por ejemplo, Pompeya se cayera a pedazos. Las cinco o seis empresas más importantes tendrían que hacerse cargo de lo más urgente.

Una idea la suya que une dos palabras que no suelen ponerse de acuerdo: competitividad y solidaridad. Sí, habitualmente son competitivas las personas de éxito, que ... ver más en El País semanal.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Encuentro mundial de movimientos populares: una jornada histórica en el Vaticano. En presencia del presidente Evo Morales

El martes 28 de octubre ha sido una jornada histórica.

Primero porque no es frecuente que el Papa convoque, en el Vaticano, a un Encuentro Mundial de Movimientos Populares en el que participan organizaciones de excluidos y marginados de los cinco continentes, y de todos orígenes étnicos y religiosos: campesinos sin tierras, trabajadores informales urbanos, recicladores, cartoneros, pueblos originarios en lucha, mujeres reclamando derechos, etc... En suma, una Asamblea mundial de los pobres de la Tierra. Pero de los pobres en lucha, no resignados.

Segundo, es menos frecuente aun que el Papa se dirija directamente a ellos, en el Vaticano, diciéndoles que quiere "escuchar la voz de los pobres" porque "los pobres no se conforman con padecer la injusticia sino que luchan contra ella" y que él (el Papa) "los quiere acompañar en esa lucha". También ha dicho Francisco que "los pobres ya no esperan de brazos cruzados por soluciones que nunca llegan; ahora los pobres quieren ser protagonistas para encontrar ellos mismos una solución a sus problemas" pues "los pobres no son seres resignados, sino protestan" y su protesta « molesta ». Ha dicho que espera que "el viento de la protesta se convierta en vendaval de la esperanza". Asimismo ha afirmado el Papa: "La solidaridad es una forma de hacer historia". Y por eso se une al pedido de los pobres que reclaman "tierra, techo y trabajo", Y ha añadido: "Cuando pido para los necesitados tierra, techo y trabajo, algunos me acusan de que 'el papa es comunista'! No entienden que la solidaridad con los pobres es la base misma de los Evangelios."

También ha afirmado Francisco: "La reforma agraria es una necesidad no sólo política sino moral!" Y ha acusado (sin nombrarlo) al neoliberalismo de ser la causa de muchos de los males de hoy: "Todo esto ocurre -ha afirmado- cuando se saca al ser humano del centro del sistema y que en ese centro está ahora el dinero." "Por eso hay que alzar la voz", ha repetido. Y ha recordado que "los cristianos tenemos un programa que me atreveria a calificar de revolucionario: las bienaventuranzas del 'Sermon de la Montaña' del Evangelio según San Mateo."

Un discurso fuerte, valiente que se inscribe en el filo directo de la Doctrina Social de la Iglesia que el papa ha reivindicado explícitamente. Y en la opción preferencial por los pobres. Hacia mucho tiempo que un Papa no pronunciaba un discurso tan social, tan "progresista" sobre un tema, el de la solidaridad con los pobres, que constituye la base misma de la doctrina cristiana.

Tercero. Todo esto ha sido tanto mas importante cuanto que este discurso, el Papa lo ha pronunciado en presencia del Presidente de Bolivia Evo Morales, icono de los movimientos sociales y líder de los pueblos originarios. Un momento màs tarde, el Presidente Morales, muy aplaudido, ha tomado la palabra ante el mismo auditorio de movimientos populares en lucha para explicar, con muchos ejemplos, que "el capitalismo que todo lo compra y todo lo vende ha creado una civilización despilfarradora". Ha insistido en que "hay que refundar la democracia y la politica, porque la democracia es el gobierno del pueblo y no el gobierno de los capitales y de los banqueros". También ha puesto el acento en que "hay que respetar a la Madre Tierra" y oponerse a que "los servicios básicos sean privatizados".

Ha sugerido a todos los Movimientos Populares aquí reunidos que creen "una gran alianza de los excluidos" para defender los "derechos colectivos".

El sentimiento general de los participantes, en este inédito Encuentro, es que estas dos intervenciones confirman el enorme liderazgo político y moral, a escala internacional, del Presidente Evo Morales; y el nuevo rol histórico del Papa Francisco, como abanderado solidario de las luchas de los pobres de América Latina y de los marginados del mundo.
autor: Ignacio Ramonet

viernes, 27 de junio de 2014

Victoria Camps "Sin solidaridad no es posible la libertad ni la igualdad"

La catedrática de Filosofía Moral y Política, Victoria Camps, advierte de que la crisis económica ha puesto al descubierto las carencias de un espíritu cívico.

"Los movimientos sociales han conseguido recuperar el espíritu cívico y obligan a los grandes partidos a reformarse".

Para Victoria Camps, sostener la equidad y mejorarla debería resultar irrenunciable para un Estado de Derecho. Sin embargo, la crisis económica ha acrecentado las desigualdades, haciendo que los "ricos sean cada vez más ricos y que, paulatinamente, vaya desapareciendo la clase media. El modelo es frágil y no podrá sostenerse si no existe voluntad de preservarlo por encima de todo". La catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Barcelona ha advertido durante una conferencia en Vitoria que la crisis económica también ha puesto al descubierto una crisis de valores, destapando las carencias de un espíritu cívico. Camps ha intervenido en los actos del 25 aniversario de la creación de la Institución del Ararteko, una organización cuya función es velar porque se cumplen los derechos de los ciudadanos.

Camps ha recordado que junto a los derechos, también existen deberes. "Si los ciudadanos no asumen que tienen una serie de deberes que cumplir es muy difícil garantizar la libertad". "Vivimos en una sociedad posmodernista del deber que repudia la retórica del deber. La ética está bien, piensa la sociedad, pero que no me cueste esfuerzo". La potenciación de la libertad individual, ha deparado según Camps, "un déficit en una serie de valores cívicos y del compromiso de las personas en torno al bien común".

Desde que comenzó la crisis han fallado "valores como la prudencia, la justicia y la templanza, entendida como el autodominio de una mismo. Algunos se preguntan: ¿Para que hablar de valores cívicos si ya existen las leyes? Pero es que la ley no puede regularlo todo".

Movimientos sociales
La irrupción de los movimientos sociales ha supuesto una corrección en ese déficit de valores ciudadanos, según Camps. "Los poderes públicos han demostrado su incapacidad para combatir la crisis defendiendo al ciudadano. Esos movimientos van a obligar a los grandes partidos a reformarse. Ya que esas reformas nunca vienen desde dentro, tendrán que hacerlas obligados desde fuera".

La libertad, igualdad y la fraternidad o solidaridad son algunos de los valores a preservar en estos momentos de convulsión. "Sin solidaridad no hay libertad ni igualdad". En esta lista de valores a cultivar, Victoria Camps también añade el respeto mutuo y la razonabilidad (entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro y aceptar sus puntos de vista).
Fuente: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/victoria-camps_0_272973002.html