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miércoles, 14 de abril de 2021

Perdón, imposible

Acabo de leer el documento que la recién nombrada Consejera de Educación y Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia, Mabel Campuzano, ha escrito para explicitar sus planteamientos programáticos sobre la parcela que le han encargado dirigir dentro del gobierno autonómico.

Antes de entrar en el análisis del documento, pongo en antecedentes al lector o lectora que no esté al tanto de la política de mi país sobre el acceso de esta mujer al gobierno de la Comunidad uniprovincial de la región de Murcia. El Partico Socialista y Ciudadanos plantearon una moción de censura al Presidente del Parlamento (Partido Popular) de la región murciana por asuntos de corrupción. El Partido Popular, en una maniobra que considero deleznable, consiguió que tres de los seis diputados de Ciudadanos que habían firmado la moción de censura, practicasen el más descarado transfuguismo abandonando su partido y pasando al PP, se retractasen de la decisión tomada y aceptasen, a cambio de su apoyo, cargos en el gobierno. La moción de censura quedó abortada.

Las tránsfugas no han dado explicaciones a sus electores y electoras (que les votaron por estar en un partido con un programa electoral y no por su cara bonita) de por qué los han traicionado. Si sus votantes hubiesen querido votar al PP, lo habrían hecho. Pero no lo hicieron. Votaron a Ciudadanos. Estas personas han decidido fraudulentamente que aquellos votos cambien ahora de signo. Para justificar su voto negativo a la moción de censura dijeron que se debían al pueblo murciano, pero no escuché ninguna explicación a sus votantes del porqué habían cambiado de chaqueta. Alguien dijo (no recuerdo ahora quién): No me molesta el cambio de chaqueta, pero me preocupa que se produzca justo en el momento en el que empieza a ser rentable.

Para conseguir el fracaso de la moción de censura se necesitó el apoyo de dos parlamentarios expulsados de Vox, una de ellos Mabel Campuzano, autora del escrito en cuestión. Su apoyo al PP le supuso la recompensa de una Consejería. Precisamente la de Educación y Cultura.

Pues bien, a los pocos días de asumir el cargo, la nueva Consejera redactó un documento que se ha convertido en un escándalo lingüístico. El documento está fechado y firmado el día 3 de abril de 2021 y pretende exponer, según las propias palabras de Mabel Campuzano, “un resumen de las líneas principales de mi acción política”. El documento circula por la red, después de ser corregido por un grupo de “Docentes Unidos”. Está plagado de incorrecciones. Avergüenza ver cómo en cada párrafo los correctores han tenido que señalar alguna deficiencia lingüística, ortográfica, sintáctica o gramatical. Ni un escolar desatento comete tantos errores. Veamos algunos.

La palabra Consejería aparece escrita con minúscula.
No hay una coma bien puesta. O falta donde conviene o se coloca donde no procede.
Parece que los signos de puntuación han sido esparcidos al azar después de redactar el documento. Hay un punto seguido donde procede un punto y aparte. Y a la inversa. No se utilizan los dos puntos cuando es necesario.
Aparecen varias construcciones gramaticales incorrectas.
Hay expresiones no recomendables que estoy harto de corregir a mis alumnos y alumnas: “a nivel de…”, “en base a…”.
Hay puntos suspensivos seguidos de un etc., cuando no se deben colocar juntos.
Faltan tildes en varias palabras que la exigen.
En un documento oficial aparecen expresiones coloquiales, como “ley Celaá” en lugar de LOMLOE.

He estado tentado de enviar a la Consejera un librito de José Antonio Millán titulado “Perdón, imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente”. El título del libro hace referencia a una famosa anécdota atribuida a Carlos V (la he visto en otras ocasiones referida a otros reyes o príncipes) en la que se cuenta que se le pasó a la firma al emperador una sentencia que decía así:

Perdón imposible, que cumpla la sentencia.
Al monarca le ganó la magnanimidad y antes de firmar, movió la coma de sitio, de modo que la redacción fue la siguiente:

– Perdón, imposible que cumpla la sentencia.

Y de ese modo, una coma cambió la suerte de un condenado a muerte.

Recuerdo que, siendo estudiante de bachillerato, un profesor de literatura tenía la costumbre de escribir cada semana una máxima en el encerado. En una ocasión, escribió: “Lo mejor y lo primero, para mi compañero”. Un descarado estudiante cambió la coma de lugar. Y la frase quedó así: “Lo mejor y lo primero para mí, compañero”.

El capítulo primero del libro de Millán cuenta la historia de la carta asesina.. En un pueblo se recibió una carta, acontecimiento extraño y poco frecuente. Enseguida fue entregada a su destinatario, quien empezó a leerla para sí, rodeado por el círculo atento de sus paisanos, situados a una distancia respetuosa para no oír sus palabras. De pronto, el lector cayó al suelo, como fulminado por un rayo.

¡- Está muerto!, dijo uno.

¿Qué horrible mensaje contendría la carta? Inmediatamente un pariente se acercó, recogió la carta del suelo y comenzó a mover los labios en lectura. Al cabo de pocos minutos caía también muerto al suelo. Igual suerte corrió el tercero que intentó el arriesgado experimento….

– Un momento, un momento, exclamó el alguacil. Tenemos que aclarar este misterio: yo empezaré a leer la carta y, en cuanto lleve un minuto, dijo señalando a su ayudante, me la quitas de las manos.

En efecto: comenzó el alguacil la lectura y su semblante se fue demudando a medida que avanzaba, hasta que le arrebataron el papel de las manos.

– ¿Qué pasa?, ¿Qué pasa,? preguntaron todos.

– Horrible, espantoso, jadeó el alguacil, y siguió con la voz entrecortada: ¡la carta no tenia punto ni comas.

Con toda su carga de exageración, esta historia nos recuerda una de las funciones de la puntuación: crear pausas en la lectura.

La señora Consejera no conoce la importancia de lo signos de puntuación. Y por eso los reparte donde le viene en gana y no donde el sentido de las frases los hace necesarios.

Me imagino a los profesores y profesoras de Lengua (querido Carlos Arconada, sé la indignación que has sentido al conocer el escrito) leyendo este documento de la máxima responsable en educación y cultura de una Comunidad Autónoma. Y veo el desaliento en sus caras. La decepción. La rabia.

¿Para que nos esforzamos tanto si quien tiene que dar ejemplo muestra esta incompetencia lingüística tan abrumadora? Porque lo lógico, después de leer este escrito, es que se acabe pensando que eso de la escritura es un entretenimiento inútil que se realiza en las aulas pero que nada tiene que ver con la vida.

Dice José Antonio Millán en la introducción de su libro: “Una persona culta no puede permitirse puntuar mal un escrito… Puntuar un texto siempre tendrá mucho de arte, de toma de decisiones con frecuencia sutiles y en caso de duda no habrá diccionario ni programa de ordenador que pueda darnos la solución correcta. Pensemos que hoy en día los procesadores de textos más usados informan al escritor descuidado de que ha escrito uelga o esdrujula. Pero ningún programa avisará de un párrafo mal puntuado…”.

Me preocupa sobremanera que una persona con la más alta responsabilidad educativa de una Comunidad Autónoma haga público un documento plagado de incorreciones. En cada párrafo existen varias llamadas de atención sobre signos de puntuación ausentes o mal colocados. La señora Consejera podría anunciar en su Comunidad: Aquí se dan clases de ortografía.

Y eso me lleva a preguntar por los criterios que conducen a efectuar nombramientos. ¿Tienen que ver con la preparación, con la competencia, con la capacidad profesional o dependen, más bien, de los trapicheos políticos? Y no entro a analizar el contenido del documento. Porque no acabaría nunca este ya largo artículo.

También me obliga a preguntar por el grado de conciencia que tiene una persona de sus limitaciones. Si alguien es sabedor (sabedora, en este caso) de su incapacidad para redactar, deberá pedir ayuda a alguien antes de someterse a este ridículo. Los documentos que se manejan en la política deberían ser impecables.

En último lugar, quiero referirme al valor de la ejemplaridad. ¿Cómo puede instar esta Consejera a que los alumnos y alumnas de su Comunidad se esfuercen por escribir correctamente?

Mientras redacto estas líneas me llega la noticia de que la señora Mabel Campuzano ha anunciado que ella no se vacunará. Me ha facilitado un punto final que yo no podría haber puesto con más contundencia. Qué pésimo ejemplo de ciudadanía. ¿Y si todos hiciésemos lo mismo?

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2021/04/10/perdon-imposible/
 
El Adarve.

martes, 9 de mayo de 2017

La carrera hacia el Elíseo. "Quince años nos contemplan"

Rafael Poch
La Vanguardia

A diferencia de la final del 2002, la clasificación del Frente Nacional para la presidencial ya no es seísmo en Francia

“Franceses, quince años nos contemplan”, podría decir hoy Napoleón bajo la pirámide del Louvre. Fue hace quince años, el 21 de abril del 2002, cuando el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen se clasificó por primera vez para una final de las presidenciales francesas. Le Pen, padre de la actual candidata del mismo partido ultraderechista, obtuvo entonces el 16,8% de los votos. Fue un seísmo político con crujir de dientes y general rasgadura de vestimentas.

La gente salió a la calle embargada por una mezcla de vergüenza nacional e indignación: era increí­ble que la ultraderecha se hubiera clasificado contra Jacques Chirac para la final. Aquella misma noche hubo manifestaciones espontáneas en todo el país; 2.000 personas en Rennes, 10.000 en Estrasburgo y Lyon, al día siguiente, banderas y pancartas en las calles de Toulouse, manifestaciones “contra el fascismo” en Marsella y para “parar a Le Pen” en París. Tres días después 2.000 bachilleres se manifestaban en Toulon, 3.000 en Cannes. Los diarios dedicaban sus portadas y las procesiones laborales del Primero de Mayo estuvieron marcadas por el evento. Nadie se lo esperaba. La movilización general del frente republicano, la unión sagrada contra el Frente Nacional, resultó en una aplastante victoria del candidato conservador, Jacques Chirac: elegido por el 82,2 % del voto contra el 17,7 % de Le Pen.

Quince años después, la situación es mucho más grave: Marine Le Pen se ha clasificado con el 21,3 % del voto. La única sorpresa es que no ha sido la primera clasificada (como auguraban todos los sondeos), sino la segunda. Le Pen será derrotada el 7 de mayo no por los 60 puntos de ventaja de Chirac, sino por unos 20 puntos, indican los sondeos. A los franceses ese avance ya no les sorprende.

Muchos electores de la derecha, alrededor de un 20% de los votantes de François Fillon, se abstendrán en la segunda vuelta del 7 de mayo. Alrededor del 50% votarán por el otro finalista, Emmanuel Macron. Otros de la izquierda tampoco votarán, o lo harán en blanco. Algunos de la derecha, alrededor del 30% de los fillonistas, votarán incluso por Le Pen. El voto de la izquierda melenchonista a Le Pen será nulo o insignificante. Algunos de ellos votarán a Macron, aunque sea tapándose la nariz. Pero lo verdaderamente grave no es este cambio de actitudes, sino la ausencia de un diagnóstico realista sobre el enredo que rodea a estas elecciones y que se proyecta hacia el futuro.

En París, Bruselas, Berlín y Madrid, legiones de comentaristas miopes respiran con el candidato liberal­ europeísta Macron, el caballo blanco que encarna, en palabras del portavoz de Jean­Claude Juncker, “la alternativa a la destrucción de Europa”. Tras las elecciones en Austria, Holanda y lo que se espera en Francia, “se ha roto la ola populista de derechas”, dice un diario alemán. Se ignora que en los tres países la ultraderecha no sólo ha obtenido más votos que nunca, pese a no ganar, sino que en muchos casos, en Holanda y Austria, los partidos “europeístas” han integrado parte de sus ideas.

La Unión Europea sigue con el “más de lo mismo”. En su última cumbre de Roma se propuso convertirse en un puntal social, pero no sólo no va a tocar asuntos fundamentales como el salario mínimo o la protección del empleo, sino que su único avance propuesto es establecer el permiso de paternidad para los padres en un mínimo de cuatro meses.

No hay diagnóstico. El necio mira al dedo en lugar de a la luna hacia la que se apunta. Y hay luna llena.

No es la extrema derecha ni el populismo los que se están cargando la UE, sino la actual política socioeconómica. Los políticos tranquilizadores del “más de lo mismo” son el problema que causa esta enfermedad degenerativa. Tener que elegir entre el candidato de las finanzas y la sembradora de odio es el enredo francés que estas elecciones proyectan hacia el futuro. “Quince años nos contemplan”, diría Napoleón bajo la pirámide del Louvre.

Fuente:
http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170426/422050514865/quince-anos-nos-contemplan.html

martes, 28 de febrero de 2017

Liturgias reformistas para democratizar la pobreza

Cuando los resortes del poder nacen de la cima de las élites, hablamos de monarquía o dictadura. Si la iniciativa viene de abajo, de la conciencia colectiva de la muchedumbre, podemos estar ante una explosión revolucionaria. También existe un interregno donde el conflicto se atenúa a través de canales de compromiso o reforma, aunque siempre bajo la dirección tácita de la clase dominante. Todas las fórmulas apuntadas son susceptibles de parlamentarismo o democracia más o menos digna de tal nombre. El reformismo actual, quizá desde los albores de la sociedad como lugar de convivencia donde se dirimen las cuestiones políticas, se atiene a la máxima de Lampedusa, autor de El gatopardo, de que algo debe cambiar para que todo siga igual.

En el fondo se trata de un procedimiento en el que el orden establecido se empodera de sí mismo mediante concesiones menores hacia la inmensa mayoría (las clases populares), muchas de ellas solamente a nivel de discurso ideológico, apuntalando la categoría clase media (para crear complejidad ficticia a su favor), esa tierra de nadie que pretende emular a los de arriba (sin llegar nunca a alcanzar su estatus) al tiempo que denosta sus raíces familiares, a la gente de abajo, con la que guarda semejanzas sociales incuestionables debidamente distorsionadas por la publicidad y la propaganda con el fin último de ser usada como aliada de ocasión contra sus propios orígenes e intereses de clase.

En ese contexto social de incidencia mundial, de desigualdad creciente y afectación aguda de la crisis neoliberal del capitalismo a capas situadas estéticamente en la mitad de la pirámide social, crecen ideas extremistas de corte fascista junto a reivindicaciones populares de izquierda que manifiestan un hondo malestar a escala internacional. Las élites se defienden etiquetando como populismo a todo lo que se mueve contra la casta de arriba y los poderes hegemónicos. Se trata de una estrategia para mantener la virtud o verdad media en sus alforjas ideológicas.

No obstante lo dicho, el fascismo no es más que una opción más en tiempos de zozobra, caos y confusión económica y política de eso que hoy se llama, tal vez no de forma muy certera, la casta, los de arriba, ese uno por ciento maquiavélico de la cumbre social. Los fascismos y las izquierdas emergentes nacidas en el fragor de la crisis compiten por un mismo electorado, la defenestrada clase media. Sin embargo, no seamos ilusos: el establishment nos engaña a propósito cuando critica bajo cuerda las ideas de ultraderecha, que siempre preferirá antes que una victoria democrática de Bernie Sanders en EE.UU. o Podemos en España, solo por citar dos casos paradigmáticos de Occidente.

Trump o Le Pen son alternativas de urgencia de las multinacionales y el capitalismo para que los apestados de la sociedad (inmigrantes, mujeres, parados, desahuciados, rebeldes) no consigan tomar las riendas gubernamentales en ningún país. Igual que Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet o Videla: si la cosa se pone cruda, estas figuras y sus émulos jamás pondrán en cuestión el beneficio empresarial y la explotación laboral. De ahí, que el reformismo sea una vía que busca la estabilidad o equilibrio inestable a toda costa, pintando fachadas de colores sin acometer obras en profundidad en las estructuras que sostienen el régimen vertical capital-trabajo.

Ser reformista es un comportamiento, en apariencia moderado, que juega las bazas de la tibieza y la equidistancia con el objetivo de calmar las expectativas de cambio de las mayorías sumidas en la pobreza, la marginación o la precariedad laboral, ese grupo heterogéneo de frikis sociales que levantan oleadas de emoción puntual en las gentes de bien, pero que en resumidas cuentas representan un peligro del que la clase media quiere huir sea como fuere.

Ese instante mental de duda interna que suele aparecer por generación espontánea, odiar al marginal o solidarizarme con él, puede decantar la alternativa de la mayoría silenciosa en un sentido reaccionario o progresista. Por eso, el reformismo usa de liturgias y discursos que intentan crear confusión deliberada en las masas y en la conciencia personal para que la toma de decisión última esté casi determinada y se decante a favor de la justa virtud media de la tradición moral y el statu quo. Ni populistas radicales de derecha o izquierda, mejor lo malo conocido (el sentido común de la sensatez centrista conservadora) que lo hipotéticamente bueno por conocer.

La liturgia reformista dibuja en su proceder los siguientes pasos. Primero se trata de sentir el suceso social como una manifestación natural imprevisible. La crisis afecta a todos sin distinción alguna y fue materialmente imposible atajarla. El primer consenso ya estaba en marcha: todos somos iguales en la crisis.

El segundo escalón nos llevaría a la comprensión de la situación creada. Hay que buscar culpables: los mercados, la avaricia de algunos delincuentes aislados. Con esta interpretación de los hechos, entra lo naturalizado y la maldad de unos pocos desalmados, se crea un estado de opinión fatalista que deja en las manos del discurso hegemónico la capacidad de tomar medidas excepcionales para erradicar la enfermedad como mejor entiendan los expertos que deba llevarse a cabo.

El tercer momento, el que ahora estamos viviendo o sufriendo en propia carne, es el de la activación de resoluciones y medidas para restablecer el orden y recuperar el impulso social. Cabría sopesar dos caminos muy alejados uno del otro, la vereda moral de la costumbre apegada a principios petrificados en los usos habituales o intentar una alternativa ética novedosa, postular colectivamente lo que se debe hacer no siguiendo los dictados de lo consabido. El reformismo siempre escoge la moral consuetudinaria, esto es, no moverse un ápice de las recetas que predican los valores de permanecer unidos (Dios, patria o rey y sus derivados semánticos) en el mejor de los mundos posibles, su mundo fetichizado y mercantilizado, sus beneficios y privilegios, su perspectiva clasista de la sociedad (siempre habrá ricos y pobres, buenos y malos, blancos y negros, mujeres y hombres, etc.).

Por esa razón, las respuestas a la crisis son quirúrgicas: cortar por lo sano, o sea, sajar derechos y libertades, poner fronteras al pobre, disparar al rebelde ético. La metáfora sanitaria entra por los ojos de todos los damnificados: eliminar la manzana podrida tiene buena prensa moral. Yo no soy una manzana pocha es el grito de cada cual: todos precisamos de la autojustificación para salir adelante. El demonio siempre es el otro.

El mayor enemigo de la liturgia reformista es la ética politizada de lo que debe ser, un salto cualitativo que saca la moral de su oscuro refugio reaccionario. Lo que debe ser casi nunca coincide con lo que es: provoca reflexión, duda, empatía, diálogo. Y todo ello es lo que quieren evitar las elites instaladas en la cúspide. ¿Diálogo con la chusma? No gracias, mucho mejor democratizar la pobreza: todos podemos ser pobres por infortunios de la vida. ¡Toma igualdad! Y si esta táctica falla, para eso están Trump o Le Pen. Y tantos otros liderazgos de la desesperación que se están incubando ahora mismo. Por si acaso, que jamás se puede domeñar con total seguridad a las masas hambrientas y sedientas a base de fútbol, telenovelas y consumismo barato. El monstruo puede despertar en cualquier instante.

Armando B. Ginés

lunes, 10 de octubre de 2016

Colombia. El No y La Visión de ultraderecha de raíz Nazi

Manuel Humberto Restrepo Domínguez


¿Que ocurrió para decirle No a lo que solo podía ser Si?. Había una sola vía y fue interrumpida, un acto masivo de sabotaje detuvo la caravana de la paz salida de la resistencia desarmada y de la voluntad de los armados para desarmarse. ¿Qué queda entonces?: Sorpresa, incertidumbre, vergüenza, tristeza, dolor. Quizá el concepto mas claro sea saudade en portugués, que no tiene traducción precisa, pero en todo caso alude a un sentimiento de perdida, de vacío, de ausencia. Eso es lo que ocurre en esta pos-tragedia, que se le atravesó al post-acuerdo (y para muchos mal llamado post-conflicto) que ya se venia venir como una verdad revelada, sin obstáculos ni peligros. Se atravesó el No, a los acuerdos que sus votantes jamás leyeron, conocieron, ni debatieron, documentos que no fueron siquiera abiertos por quienes decidieron condenarlos, rechazarlos, enviarlos al vacío.

En todo post se revela el pasado y en el plebiscito hay huellas de otra trampa de las elites para reasegurar el poder que ya controlan, para corregir los desvaríos de un presidente salido del seno mas puro de la derecha que sin embargo puso en juego su capital político para hacerse independiente, creyendo que su condición de clase podía permitírselo, aunque sabia que era un camino pedregoso.

La tensión del antes y del post, está al interior de las estructuras de la clase en el poder, que trata de ajustar las medidas del país político con un margen de oscilación que va del centro derecha a la ultraderecha, lo que revela que no es un asunto de partidos, si no de área de juego. La realidad enfrenta un enigma de visiones, que ponen en juego distintas mezclas de lo pre moderno, lo moderno y lo metafísico, si agregamos que un futbolista dijo que la paz solo la decide Jesucristo, pero que como este no quedo en el centro de los acuerdos esta no seria posible. La otra clase la de las victimas, los muertos, la que dispara balas de verdad por la patria y las instituciones, la que es atrapada por su tripas y comprometida a costa de sus carencias y necesidades o es seducida por promesas de futuro, es subdividida a la fuerza entre los que quedan en el país atónito, perplejo y complejo, que lucha y resiste sin descanso y que cada vez que apuesta por transformar es silenciada y los que quedan en el país manipulable, el que se niega a transformarse y muere sin detenerse a contar sus muertos.

Las elites, no tienen vergüenza ni dolor, al contrario encuentran en la debilidad del saudade la mejor ocasión para arremeter y dejar claro que no están dispuestas a permitir que se abran espacios para la democracia real, ni para que otros entren en la contienda por el poder y menos aun a abandonar su única política seria y consistente que los une y los ampara: la guerra.

Las elites se hicieron al control de la maquina de guerra del estado hace doscientos años -al mismo tiempo que entraba al país traducida la declaración de derechos del hombre y del ciudadano, que solo ellas entendían y de la que se reservaron la igualdad para los suyos, mientras probaban rifles de mayor potencia contra sus adversarios-, y han usado sin limite esta maquina en función de sus propios intereses y beneficios para acumular la riqueza y extender su poder político.

Con el plebiscito por la ratificación de acuerdos hacia una paz estable y duradera, han demostrado su capacidad e inteligencia para poner un No donde ya estaba claramente definido que debía estar un Sí. Según sus modos de actuar han puesto al descubierto que su igualdad no esta en juego, que es su ley natural que practican y han defendido desde la procuraduría, el congreso, las cortes y el pulpito, manteniendo en retraso o retroceso los derechos conquistados. Nada puede ir contra natura, dice su lógica en la que basan sus principios. Con su No, le han notificado al país nacional (llamado así por Jorge Eliecer Gaitán) que no están dispuestas a ceder un solo milímetro de lo alcanzado y defendido con la guerra. Han demostrado que nadie es mas hábil para invertir la realidad de los hechos y para hacer creer que lo que ocurre no es real, (entre otros con el manual de la mentira y la manipulación JJ Rendón, que sigue a Goebels). Le han hecho creer al mundo que Colombia es el país de la democracia mas perfecta y solida de América, pero además que es el mas respetuoso de los derechos humanos, aunque la realidad material descubra que este es el estado que en democracia ha sido aun mas cruel que todas las dictaduras de América juntas. Los poderes públicos son presentados como independientes aunque estén entrelazados con lazos de sangre y a su interior ocurran los síntomas de una modo de monarquía silenciosa que se rota los cargos, se embolilla los presupuestos y decide por la vida de los otros

La derecha esta mezclada y a la vez en disputa con la ultraderecha, pero esta ultima ya no es solo una intención, es una realidad concreta, tiene la capacidad suficiente para hacer su propia revolución y aferrarse al poder hasta derrotar a esta generación que busco la paz y seguirá empeñada en conquistarla. La visión de ultraderecha no estará dispuesta a dejar su victoria del No a mitad de camino, ni a conformarse solamente con haber obtenido el triunfo del No. El objetivo del No va mas allá de bloquear la realización de los acuerdos porque en el No ya esta instalado el odio y su lenguaje y cultura son superficiales y vulgares. La victoria del No, no se completa para la ultraderecha con renegociar los acuerdos ya alcanzados, el propósito -a partir de leer su ultima década de actuaciones-es destruir esos acuerdos, meterlos al vacío, llevarlos a un agujero negro, despojarlos de su contenido vital, enredarlos, confundir para que la paz por esa vía ya acordada no sea posible.

La ultraderecha no esta dispuesta a abandonar las armas con las que ha forjado su capital político y social y que sostienen su ideología, en la que involucran todas las formas de manifestación y lucha. No es mera coincidencia que el paramilitarismo haya reaparecido abiertamente al mismo tiempo que los jefes del buró político arengaban contra la restitución de tierras o al mismo tiempo que marchaban sus civiles en desobediencia con camisas y banderas negras o cuando las calles se poblaron de homofóbicos que gritaban abajos y vivas en defensa de la familia, la tradición y la propiedad.

No esta en construcción un partido de ultraderecha, lo que hay es una visión de mundo, de valores que se mezclan para seguir a un líder, que sabe guiar a sus ejércitos -armado y desarmado- con el único fin de que en Colombia la guerra no desaparezca, sin ella, no puede tener existencia esa visión, ni encontrar tierra abonada para sembrar y hacer crecer los odios y mantener abiertas las heridas que sirven de manera permanente para convocar a la venganza y promover la división entre las victimas que han sido el centro de cuatro años de negociación, pero además alentar la fragmentación de los sectores sociales desarmados y aislar a los sectores de izquierda.

No hay nada que renegociar, ni con el gobierno, ni con las fuerzas de la ultraderecha, primero porque las conversaciones fueron publicas e informadas, segundo porque los acuerdos fueron aprobados en el marco de unas negociaciones estado-insurgencia, sumando que el presidente fue reelegido para alcanzar el acuerdo de paz. La tolerancia esta del lado de las victimas pero los vencedores del No carecen de propuesta. El plebiscito estaba ganado pero quizá el gobierno sufrió la trampa del congreso en su afán de cerrar el paso a una constituyente y hacerse acreedor a un cheque en blanco cobrado anticipadamente, pero incumplido en sus compromisos porque al fin de cuentas para el país sin guerra, los menos indicados para construir la paz serian ellos.

El episodio reciente del No, es uno mas de la larga historia de traiciones, Fals Borda, sostenía que, si Colombia no resuelve el problema de la tierra la sangrienta conquista continuara y así parece ocurrir, si se observa que los primeros en levantar las banderas negras fueron los terratenientes acompañados con la voz del procurador, que señaló una y mas veces al presidente como extorsionista y delincuente, sin que las otras voces del estado salieran a controvertir y lo que parecía un pacto ya logrado, de repente queda en vilo y sin interlocutor adicional.

Con el gobierno ya se pacto a la luz de la comunidad internacional y no hay nuevo interlocutor porque no hay un discurso publico del No que controvierta lo pactado y no puede haber dialogo cuando no hay discurso. El No, carece de propuesta, el propósito es empujar al país al abismo, para que sin obstáculo emerja del caos no un partido, si no una visión de mundo de ultraderecha, en la que quepan todos los que acepten aprender el lenguaje, los métodos y las acciones que ejemplifica con su sabiduría y capacidad el líder, el furher, y su buró producto de una mezcla liberal-conservadora, religiosa, homofóbica, racista, machista, antiindegenista y anti izquierda. El miedo extendido se refuerza con odio frente a cualquier oposición, y también frente a las victimas que serán presentadas como una anomalía para el sistema, pero a pesar de la incertidumbre, el dolor y el saudade, los sectores populares, excluidos históricos y juventudes con sus luchas sociales son y seguirán siendo las abanderadas de la construcción de paz desarmada y su papel ahora será fortalecer su capacidad de organización y resistencia y desplegar su inclaudicable llamado al gobierno y a la insurgencia para acabar la guerra, realizar lo pactado en los acuerdos y defender la vida sin vacilación ni desesperanza.

Imágenes y semejanzas de raíz nazi

La visión de ultraderecha a veces parece calcada del proyecto nazi que creo su propia ciudadanía, con una simbología claramente definida, la mano en alto y el saludo del ¡heil furher¡. El fundamento de ciudadanía fue la adhesión al furher, a quien nadie podía objetar, controvertir, ni señalar, hacerlo equivalía a morir, no sin antes padecer el rigor de la degradación. La ciudadanía nazi no hacia parte de una multitud esquizofrénica, ni sus actuaciones estaban basabas en su inconsciencia o su locura, era creada para ser manipulada y educada para creer solo en aquello en lo que se le enseñaba a creer.

En Napola ( Elite für den Führer ) se representa a una escuela nacionalsocialista (film alemán, Dennis Gansel, 2004), allí no hay lugar para ningún tipo de sentimiento, solidaridad, compasión, o debilidad, salvo el amor a la Patria y el odio a todo aquel que no es nazi, el objetivo es aprender a ser perfectos nazis, es decir a ser maquinas de crueldad y desprecio a los demás seres humanos. Buena parte de esa ciudadanía actuaba con inocente ignorancia que impedía plantearse lo que estaba bien o mal, es decir lo que era humano o inhumano. Las tareas estaban impuestas y cada quien cumplía la suya, creyendo que estaba tomando su propia decisión.

El ciudadano nazi hacia parte de la visión nacionalsocialista entendida como una visión del mundo de naturaleza y esencia cristiana sostenida con un enfoque en la familia y la moral de la comunidad, que no aceptaba lo distinto, lo impuro, lo diferencial y que le sirvió para poner por encima de todo las necesidades que anunciaba el furher y que debían ser alcanzadas al alto precio de la guerra. Las excusas estaban a la orden: un tratado de Versalles presentado como una perdida de territorio, y una República de Weimar de inspiración democrática-liberal-marxista-socialista, a la que se podían endosar todos los males políticos, económicos, sociales y culturales presentes o futuros.

El proyecto nazi inicio por crear profundas divisiones políticas internas, producir caos social, desorden, decadencia cultural, empobrecimiento de las masas en beneficio de la minoría y un estado general de impotencia en el país, en términos de ser capaz de influir en el cambio y la estabilidad, a lo que sumaba la impotencia internacional. Fue una revolución que comenzó como un partido político, un movimiento de base, iniciado con apenas 7 hombres, que echaron a andar la desesperanza y la desconfianza y a concentrar el descontento hasta ganar las elecciones democráticas en noviembre de 1932 y legitimar al líder legal y debidamente nombrado como Canciller por mandato del pueblo. En la base estaba un plan integral bien publicitado para rectificar los problemas políticos, económicos y sociales, con la promesa de “pan y trabajo” en busca de una llamada solución y revisión justa del Tratado de Versalles, que rápidamente se convirtió en un programa de exterminio y solución final, que puso en ejercicio la maquina de muerte mas cruel y eficaz del planeta.

El furher siempre hizo ver que sus actuaciones estaban alejadas del poder o de metas o ambiciones personales y el sistema criminal se encargo de hacer creer que sus actos correspondían sencillamente a necesidad de representar y hacer la voluntad del pueblo alemán, como debía ocurrir en una verdadera democracia. Hitler era el líder del Partido y el Líder Nacional, no se puso a sí mismo por encima del pueblo, logró hacer entender que realmente representaba al pueblo y sus intereses y no hizo promesas que no podía cumplir, su formula fue ser efectivo. A la ciudadanía nazi se le enseño a amar al furher y este desbordo su amor a ellos como un mesías, como un padre que protege a su familia, a su tradición, a su propiedad, a su manera de ser valientes, a ser hombres de honor y de guerra y a tener una sociedad de mujeres educadas para ser buenas esposas, buenas madres de hijos puros no contaminados, ni negros, ni homosexuales, ni comunistas, ni judíos, ni enfermos y saber ser sumisas y obedientes. ¿Si todo esto lo enseñaba la patria y lo guiaba el líder para que buscar otras explicaciones, otras maneras de pensar o hacer política?. ¿Que podría ser mas democrático que eso?, ¿Si todo estaba ahí y además contenía la mezcla de cristianismo, moral y preservación ante los males que otros pudieran provocar para romper ese orden fijado para que enfrentar lo existente?. Enfrentar ese orden implicaba hacerse responsable del castigo que vendría producto de aplicar la regla sin reglas de la guerra y la barbarie sin limites. Nadie podría ser victima porque no había conflicto, y el estado solo debía garantizar que nada se contaminara.... y así se hizo hasta destruir el concepto mismo de ser humano construido hasta entonces. Esta vez y aquí eso no pasara, no podrá volver a pasar.

sábado, 23 de enero de 2016

“La historia oficial de Franco minimizó el nazismo”. El historiador Pierpaolo Barbieri hurga en su nuevo libro en el interés económico de Hitler sobre España durante la Guerra Civil

Pierpaolo Barbieri es un joven investigador que ha hurgado en el interés económico, más que político, que tuvo la Alemania de Hitler por la España de Franco durante la guerra civil. El propio Franco y sus historiadores minimizaron luego la realidad de esa relación con el nazismo y con el fascismo italiano para que el dictador “moldeara su ideología” para buscar así alianzas que le fueran más propicias.

Barbieri, de origen argentino, colabora en EL PAÍS y en otros medios internacionales. Estudió en Harvard y enseña en Italia y en Estados Unidos. Cuenta aquella conclusión sobre la intervención nazi en la Guerra Civil en su libro La sombra de Hitler. El imperio económico nazi y la Guerra Civil española (Taurus, 2015).

Su colega Niall Ferguson saludó esta contribución de Barbieri como “brillante debut” en el que el joven historiador “muestra que el imperialismo informal desempeña un papel más importante que la ideología fascista en el modo en que Berlín miró al conflicto”. Barbieri vino a Madrid a presentar su libro.

Pregunta. ¿Qué intentó hacer?
Respuesta. Quise entender la influencia de Hitler y del poderío económico alemán no sólo en la guerra civil española, donde fueron determinantes, sino también en el emergente régimen de Franco y lo que ellos planeaban hacer con su influencia sobre la nueva España.

P. ¿Y qué ha descubierto de nuevo?
R. Una nueva manera de mirar esa relación económica. En vez de pensar en los conflictos de manera nacional, el libro trata de plantearlos en el contexto de Europa. Cambia el foco del análisis. De esa manera podemos ver algo que quizá no había sido apreciado antes: la estrategia económica de los alemanes en España da frutos mucho más claros que la inversión italiana. Y Alemania logra una hegemonía que sólo se puede describir desde la perspectiva de lo que constituye un imperio informal. Porque los españoles les conceden a los alemanes todo lo que éstos piden. En España se impuso luego la idea de que todo lo que intentó Hitler con Franco fue un fracaso, pero es que todo lo que intentó Alemania de 1936 a 1945 fue un fracaso, porque pierde la guerra. Pero el proyecto alemán de dominación, que nace de la decisión de intervenir en la guerra española, fue un gran éxito. Logra aquí una hegemonía que antes se pensaba imposible.

P. ¿Por qué fracaso al fin esa intención de dominio económico?
R. Porque el imperio informal es más frágil que el imperio formal. El imperio formal no requiere la presencia militar, el gasto de dominación, y el sistema ideológico de controlar otro territorio. Pero sí requiere mantener la hegemonía. Y cuando Hitler lanza su gran apuesta por el imperio formal destruye el dominio económico y geoestratégico que mantiene con España; pasa también con los Balcanes o con Latinoamérica, donde la ambición estratégica alemana consistía en lograr más proyección económica en países subdesarrollados para poder dominarlos con el comercio.

P. ¿Y por qué Franco lo rechaza?
R. No creo que lo rechace. Lo que Franco logra es tener una opción estratégica que antes no tenía. De 1936 a 1939 Franco depende absolutamente de Mussolini, pero quien más lo determina es Hitler. Después de 1939 a Franco se le abren otras opciones, y entre ellas estaba la de volver a una relación más estrecha con los ingleses, y eventualmente con los Estados Unidos, que después él destruye durante la guerra precisamente por comerciar con la Alemania nazi. La decisión de Roosevelt de aislar a España de las Naciones Unidas en la arquitectura económica mundial que emerge en la posguerra se basa en que Franco era un remanente anacrónico del periodo del nazismo. En ese contexto a Franco se le abren otras oportunidades que lo ayudan a mantenerse vivo.

P. Y lo aprovecha.
R. Logra moldear su ideología para ir saliendo del aislamiento. Para Franco fue conveniente olvidarse del rol de los nazis y de los fascistas italianos en su manera de llegar al poder. Por eso las historias oficiales del franquismo minimizan la dependencia de los nazis. Y eso es natural.

P. ¿Era tan astuto como dicen?
R. Hay mucho de mito en eso. Después de la famosa reunión de Hendaya los suyos crearon el mito de que Franco se le había plantado, cuando en realidad aquella había sido una negociación que no llega a buen puerto. Pero ante la eventualidad de que Hitler pierda la guerra, a ellos no les cuesta nada decir que Franco ya lo sabía. Y si uno lee los documentos de la época ve que muchos elementos del régimen franquista pensaban que Hitler la iba a ganar.

P. Las imágenes que dejó el encuentro, aparte de otras suposiciones, sí dibujaron a dos personajes ciertamente ridículos.
R. Fue la única vez que se vieron la cara. Pero Hitler le había pagado la guerra a Franco. Sin Hitler Franco jamás la hubiera ganado. Si nosotros pensamos en el comienzo de la Guerra Civil advertimos que la sublevación militar no logra destruir la República; esos días era claro que la República tenía la ventaja. Sin embargo, por medio de Hitler y Mussolini Franco consigue mantenerse vivo y luego liderar él la revuelta y el eventual gobierno. Sí, la verdad es que aquella reunión fue un desastre. Y Franco tuvo mucha fortuna (o estrategia) de no aliarse con Hitler. También hay que decir que a los alemanes les convenía cierta neutralidad proalemana de España por temas económicos y comerciales.

P. ¿Qué hay de nuevo en su investigación?
R. Primero, la mirada internacional sobre el hecho; luego, el análisis del proyecto económico alemán en el contexto de la intención imperialista alemana con respecto a España, y el rol de Hjalmar Schacht, el arquitecto de la estrategia alemana que se aplica en España; finalmente no la aplica él, sino su archienemigo Hermann Göring.

P. ¿Hitler quiso comprar España?
R. No en esos términos, pero sí la quiso dominar, hacerla parte de un imperio económico alemán que dictara las prioridades desde Berlín.

P. ¿Su propósito no fue político sino económico?
R. A Hitler no le importaban ni la economía ni las finanzas; al principio su propósito fue estratégico. Esa decisión fue tomada después de Wagner y de ópera, y en contra de todo lo que le dicen sus consejeros más cercanos. Él crea así, personalmente, la política exterior alemana. En contra de todos, decide él.

P. ¿Y por qué sabe que fue tras una noche de Wagner y ópera?
R. Porque Franco manda a buscarlo y no hubiera llegado a Führer si el servicio secreto alemán no lo localiza en Bayreuth, adonde va cada año, a escuchar a Wagner. Es ahí donde lo localizan los enviados de Franco, a los que recibe después de la ópera. Él tenía la costumbre de trabajar de noche, y ahí se toma esa decisión estratégica. Lo que el aparato alemán termina priorizando en España es la penetración económica. Los documentos, que están en este libro, explican que los alemanes se preocupan más por los réditos económicos y comerciales que España le pueda dar a Alemania que por la ideología del régimen franquista.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/10/actualidad/1452445564_609669.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/25/actualidad/1364234435_721208.html