martes, 13 de julio de 2021

Zong, la olvidada masacre en que 132 esclavos fueron arrojados vivos por la borda



En 1781, 132 africanos fueron arrojados por la borda vivos desde un barco de esclavos británico llamado Zong para que se ahogaran.

Estaban enfermos y, en opinión del capitán del barco, representaban una amenaza para su margen de beneficio.

La pérdida de lo que entonces consideraba su "mercancía" podía compensarse cobrando el seguro de viajes.

Los responsables de la atrocidad, conocida como la Masacre de Zong, quedaron impunes, a pesar de los esfuerzos de los activistas del movimiento abolicionista británico para que fueran juzgados por asesinato.

La ironía del nombre
Entre el siglo XVI y principios del siglo XIX, al menos 12 millones de africanos fueron capturados y llevados para ser vendidos como esclavos en las colonias del continente americano, aproximadamente un tercio en barcos británicos.

El barco fue capturado por los británicos en 1781 frente a la costa africana durante una de las guerras anglo-holandesas y vendido a una conocida familia de comerciantes de esclavos de Liverpool, los Gregson, que dirigían un sindicato en ese momento.

"Instituyeron un nuevo capitán llamado Luke Collingwood, y Zong pasó unos meses más a lo largo de la costa de África occidental comerciando con más (africanos) capturados", explica Jake Subryan Richards, profesor de historia en la Escuela de Economía de la Universidad de Londres. (LSE), Reino Unido, en una entrevista con el programa de radio de la BBC "In Our Time".

Así, en septiembre de 1781, el Zong zarpó de Accra, la actual capital de Ghana, con 442 africanos esclavizados a bordo con destino a Jamaica, una de las colonias más importantes y lucrativas del Imperio Británico, donde serían vendidos y obligados a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar.

Las plantaciones de caña de azúcar hicieron de Jamaica una de las colonias británicas más rentables

Condiciones inhumanas
En ese momento, el viaje desde África a América duraba de seis semanas a varios meses, dependiendo de las condiciones climáticas. Se estima que entre el 15% y el 16% de los africanos capturados morían en ruta debido a las deplorables condiciones a bordo de los barcos.

"Las condiciones en cualquier barco de esclavos eran muy difíciles y opresivas. Por lo general, los hombres adultos eran encadenados, metidos en la bodega y llevados a cubierta tal vez una vez al día para hacer ejercicio", dice Richards.

"Las mujeres y los niños solían estar en cubierta, no necesariamente encadenados, sino detrás de barricadas de madera, una gran valla que atravesaba horizontalmente la cubierta del barco (...), donde la tripulación podía guardar sus armas de fuego para matarlos en caso de insurrección".

Además, las enfermedades se propagaron rápidamente a bordo de estos barcos, que solían transportar tantos cautivos como fuera posible para aumentar su margen de beneficio, lo que aglutinaba a la gente en la bodega.

'Fiesta' para tiburones
Cuando alguien moría, el cuerpo podía permanecer encadenado a otros esclavos vivos durante horas antes de ser arrojado por la borda.

Las condiciones en los barcos de esclavos, que en general estaban superpoblados, eran inhumanas.

"En general, los muertos eran arrojados por la borda porque, desde la perspectiva de la empresa comercial, eran 'cargamentos' estropeados, habían perdido su valor", le explica Vincent Brown, profesor de historia en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, a la BBC.

Por lo tanto, los informes de tiburones que seguían a los barcos de esclavos no eran raros.

"Sabían que podían darse un festín con los cuerpos arrojados por la borda", agrega el investigador.

En el caso de Zong, sin embargo, los africanos capturados fueron arrojados por la borda cuando todavía estaban vivos.

Muy cargado
Incluso para los estándares de los barcos de esclavos, el Zong iba superpoblado. Había 442 cautivos a bordo, aproximadamente el doble de la cantidad que podía transportar un barco de su tamaño.

"El Zong era particularmente opresivo por varias razones. Una es que tenía muchos más esclavos a bordo que el barco de esclavos promedio en ese momento", dice Richards.

No solo iban a trabajar en las plantaciones sino a servir a sus amos. (Caricatura del siglo XIX satirizando el gobierno colonial en Jamaica).

Además, señala el historiador, como la tripulación original abandonó el barco cuando fue capturado, se reclutó otra a toda prisa y sin mucho juicio, que no era compatible con la cantidad de cautivos a bordo.

"Cuando zarparon de África, había 23 personas capturadas por cada miembro de la tripulación que estaba sirviendo a bordo del barco, cuando el promedio era de nueve o 10 cautivos por cada miembro de la tripulación del barco de esclavos".

"En otras palabras, la tripulación tenía esencialmente el doble de carga de trabajo", resume Richards.

La masacre
Las condiciones climáticas desfavorables y los errores de navegación dieron como resultado un viaje que tomó meses en lugar de semanas.

Y con cada día que pasaba, el capitán Luke Collingwood veía cómo su margen de beneficio se reducía a medida que la enfermedad se extendía por la cubierta y las bodegas del barco.

El 29 de noviembre de 1781 tomó la decisión de arrojar por la borda a los africanos capturados más débiles para que se ahogaran, algunos de ellos todavía esposados.

El episodio, inmortalizado en la pintura del artista británico William Turner "El barco de esclavos", es hoy uno de los símbolos de los horrores de la trata de negros.

La obra fue originalmente titulada "Esclavistas arrojando por la borda a los muertos y moribundos: el tifón se acerca".

Fue una decisión comercial, cuyo objetivo era minimizar su pérdida.

Dado su estado de salud, los africanos arrojados por la borda valían más muertos que vivos.

"Fueron arrojados por la borda en parte porque el capitán Luke Collingwood le dijo a la tripulación que estaban enfermos, que iban a morir de todos modos y que era poco probable que obtuvieran un precio de mercado alto", dice Brown.

"Esto habría sido una preocupación especial para los oficiales, quienes generalmente disfrutaban de lo que ellos llamaban el privilegio de (recibir el pago de la cantidad de) dos africanos esclavizados".

Y, según el historiador, este cálculo se basó en el precio de venta promedio de toda la carga.

"Al arrojar por la borda a los africanos enfermos y moribundos, que podrían haber sobrevivido o no, pero que ciertamente habrían bajado el precio medio de la carga del barco, aumentaban el valor medio de su privilegio", explica.

Falta de agua
La tripulación del barco afirmó, sin embargo, que ya no había suficiente agua potable para todos a bordo y que no tenían más remedio que arrojar por la borda a algunos de los africanos capturados.

Pero esta versión es controvertida, como explica Brown.

Cada esclavo valía unas £30, equivalente a más de £3.000 o US$4.000 de hoy. (Esclavo pelando caña en Jamaica, pintado por el artista inglés William Berryman, entre 1808-1816).

Según él, los registros históricos revelan que las víctimas fueron arrojadas por la borda durante tres días consecutivos, y al tercer día llovió, lo que habría permitido a la tripulación recolectar suficiente agua potable para abastecer al barco durante tres semanas antes de lanzar la última ola de africanos por la borda.

"En esos tres días, Collingwood y su tripulación provocaron la muerte de 132 africanos, los últimos de los cuales murieron luego de que recolectaran agua potable", resume Brown.

Cuando Zong llegó a Jamaica tres semanas después, había 420 galones de agua a bordo.

Reclamación del seguro
Al arrojar a los africanos por la borda, alegando la escasez de agua potable, el capitán esperaba que la pérdida de lo que consideraba sus "bienes" en ese momento se reembolsara económicamente con el pago del seguro.

Como era práctica común en ese momento, los armadores habían suscrito una póliza de seguro para la "carga" humana del buque.

"La trata de esclavos era un negocio muy arriesgado, los riesgos para las ganancias eran varios, no solo las víctimas de enfermedades, sino también esclavos que se rebelaban a menudo eran arrojados por la borda, por lo que la función del seguro era garantizar algún margen de ganancia", explica a la BBC Bronwen Everill, profesora de historia de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

"Algunos de los viajes tardaban más de un año en completarse y los errores de cálculo podían ser costosos, como en el caso de Zong, que calculó mal la cantidad de agua".

Pero la aseguradora no creyó la versión de la tripulación y se negó a pagar la compensación, lo que llevó a los propietarios del barco a reclamar el pago en los tribunales.

En 1783, la disputa terminó en la corte de Londres, donde el jurado falló inicialmente a favor de los traficantes de esclavos, determinando el pago del seguro, como si los africanos asesinados fueran una mera mercancía.

"Lo sorprendente es que, de hecho, no había una regla específica que diferenciara a las personas esclavizadas de cualquier tipo de carga", señala Everill.

La chispa
Es precisamente este aspecto el que acabó suscitando la revuelta de los activistas abolicionistas de la época.

Dos personajes históricos en la lucha por el abolicionismo británico se esforzaron por hacer pública la atrocidad de Zong: el nigeriano Olaudah Equiano y el inglés Granville Sharp.

"Juntos, Sharp y Equiano le dieron publicidad al caso, divulgándolo entre varios influyentes parlamentarios y otros que ya comenzaban a agitar contra la trata de esclavos", dice Everill.

Equiano fue secuestrado cuando era niño en Nigeria y vendido como esclavo; luego logró comprar su libertad y viajó a Londres, donde se unió al movimiento abolicionista.

"Este era un ejemplo perfecto de los problemas de codicia y exceso que la trata de esclavos representaba para Reino Unido".

En su opinión, lo que sucedió en Zong había sido "una desagradable comercialización y financiación de seres humanos con fines de lucro", explica el historiador.

"Básicamente habían acusado (a los propietarios del barco) de cometer fraude de seguros".

Los activistas protestaron por el hecho de que el caso estaba siendo juzgado simplemente como una cuestión de póliza de seguro.

"Sharp pensaba que era realmente reprobable que la vida de los africanos se equiparara con el dinero y que la única duda fuera sobre la responsabilidad legal de pagar un seguro como compensación", dice Richards.

Para apoyar su protesta, el activista, que era una especie de abogado autodidacta, hizo transcripciones de las audiencias judiciales, que son la principal fuente que tenemos hoy para el caso Zong.

"Para (el caso del Zong) debería ser juzgado como un caso de asesinato".

Aunque le escribió una larga carta al Almirantazgo, presionando para que la tripulación del barco sea procesada por las muertes, nunca recibió respuesta.

'Almas en peligro'
El esfuerzo de Sharp y Equiano por condenar a los responsables de la atrocidad puede haber sido en vano.

Pero el hecho es que la Masacre de Zong reforzó el argumento abolicionista de la época de que las almas de todos los británicos estaban en peligro ya que el carácter asesino de su comercio de esclavos se trataba como una mera transacción comercial, no como un error moral.

"En la década de 1780, principalmente Sharp, pero también Equiano, temía que la esclavitud fuera una amenaza para el alma misma del Imperio Británico. Sharp no era un evangélico, era un anglicano de la Alta Iglesia, pero compartía la creencia evangélica en (la divina) providencia y en un mundo moral ", dice Brown.

"Él creía que estos pecados cometidos por la tripulación también eran pecados cometidos por la nación británica. Y ese juicio divino podría ser el resultado".

A Sharp le preocupaba el alma de los miembros de una sociedad que permitiera ese tipo de atrocidades.

El historiador cita una serie de incidentes que preocuparon a la gente de la época, como la independencia de Estados Unidos en 1776, que marcó el fin de la colonización inglesa del territorio; y varios huracanes que azotaron el Caribe, destruyendo cultivos y causando muchas muertes.

Eventos como estos fueron interpretados como juicios divinos.

"En un momento en que este movimiento contra la esclavitud se estaba calentando realmente en la década de 1780, la gente estaba preocupada por una amenaza inmediata de Dios al continuar con esta práctica", contextualiza Brown.

"Los evangélicos y los disidentes cristianos estaban entre los líderes de este movimiento en parte porque temían este juicio".

Fin de la trata de esclavos
A pesar de los esfuerzos del movimiento abolicionista, en las décadas posteriores a la masacre de Zong, la trata de esclavos continuó expandiéndose.

Sólo en 1807 el Parlamento británico abolió el tráfico de personas esclavizadas.

La explotación de la mano de obra esclavizada continuaría en las colonias británicas durante casi 30 años más.

El fin de la esclavitud solo se logró en 1833, con la aprobación de la Ley de Abolición de la Esclavitud, que entró en vigor en 1834.

"No hay una conexión directa entre la masacre de Zong y la abolición. Yo diría que la conexión más importante es que animó a esos actores clave, activistas como Sharp y Equiano, y conmocionó la conciencia de quienes se enteraron de lo sucedido", evalúa Brown. .

"El proyecto de ley de abolición dependía de los intereses de los legisladores que lo aprobaron".

"Este tipo de movimientos de activistas existen, pero solo tienen éxito en oportunidades particulares, en contextos particulares. Los legisladores solo escuchan a los activistas cuando consideran que es de su interés político inmediato escucharlos", agrega el historiador.

Legado
En su opinión, el principal legado de la masacre es que sirve como "un ejemplo impresionante de la priorización de la codicia sobre la vida humana".

"Creo que eso cuenta mucho. Es algo que sucede en la historia, y la gente puede horrorizarse ante la priorización de la codicia sobre la humanidad", dice Brown.

El historiador traza un paralelo con la pandemia del covid-19 en lo que respecta a los debates sobre la apertura de la economía y los riesgos para la salud.

"Todavía ves el argumento de que, de alguna manera, puedes elegir la vida económica sobre la vida humana".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-57472954

lunes, 12 de julio de 2021

Eros, erotismo y pedagogía

La escuela ha sido siempre el reino de lo cognitivo y no el reino de lo afectivo. Lo dije hace ya tiempo en mi libro “Arqueología de los sentimientos en la escuela”, publicado por la editorial Bonum en Buenos Aires en el año 2006. “La escuela es la cárcel de los sentimientos”, había dicho mucho tiempo antes (corría el año 1980) en el título de un artículo publicado por la Revista Española de Pedagogía.

En efecto, la escuela es el territorio de la mente, el mundo de las ideas, la casa del pensamiento. El cuerpo es el medio de transporte de la cabeza. Entramos en el aula con el cuerpo porque no es posible dejarlo en la entrada o en el pasillo. El curriculum se fija en el cuerpo solo para las clases de Educación Física que, en muchas ocasiones, se ha considerado una maría. Al llegar y al salir de la escuela, lo único que interesa es responder a esta pregunta: ¿qué sabes sobre…? Pocas veces se muestra interés por otras cuestiones. ¿cómo estás?, ¿qué sientes?, ¿qué y a quién quieres?

Se diría que tanto profesores como alumnos son seres incorpóreos que negocian con los conocimientos y, por supuesto, con las palabras que los transportan de unas mentes a otras. Pero que ni sienten ni padecen. Unos enseñan y otros aprenden. Unos evalúan y otros son evaluados. Como si fueran máquinas desposeídas de la capacidad de emocionarse.

¿Qué hay de los cuerpos?, ¿qué hay de los sentimientos?, ¿qué hay de la pasión? Parece que estas preguntas hay que plantearlas antes de entrar y después de salir de las aulas y de los centros escolares. Pero no dentro de ellos.

Mi libro “Yo te educo, tú me educas”, plantea algunas cuestiones sobre las emociones que van amarradas, de forma casi inexorable, a la experiencia educativa. El título de este libro traducido al portugués, “Uma pedagogia da libertaçao. Crónica sentimental de uma experiência”, muestra ese componente frecuentemente excluido de la reflexión y de la práctica pedagógica. Digamos que es un libro no sobre lo que piensa sino sobre lo que siente un director escolar. En uno de los relatos planteo abiertamente una experiencia emocional y reflexiono sobre ella. El hecho se describe en unas líneas de cabecera (así está construido el libro) y luego, a pie quebrado (ese es el estilo literario que elegí para esta obra), aparece lo que pienso y siento sobre él.

Alguien me ha dicho asomándose a la puerta de mi despacho: “Te he echado de menos este fin de semana”. No he sabido qué responder. He sonreído solamente y he seguido escribiendo, un poco menos concentrado, un poco más nervioso.

¿Qué puedo hacer?/Maniatado de obligaciones/ de responsabilidades, de largas tradiciones y de miedos sociales.

¿Qué puedo decir?/Yo soy un adulto/que te doblo en primaveras/y que veo la vida de arriba abajo,/todavía con optimismo,/ pero ya rebaso el ecuador de los años.

No puedo jugar contigo, ciertamente./ Tampoco puedo juzgarte de una forma necia,/ despreciando un sentimiento/ que adivino serio y firme,/probablemente quebradizo,/ pero serio y firme,/acaso mucho más que mis recelos./ Tampoco puedo decirte seriamente: Sí, me alegra lo que dices,/ yo también te he recordado.

Tu frase se perderá entre los montes de mis días/ entre las piedras de mis reservas/ Solamente resonará su eco algunas veces,/como ahora cuando escribo,/recordando tu palabra y sus acentos.

(…) (…) (…)

Te seguro, te aseguro muy de veras/ que no sé muy bien qué hacer:/si cerrar el corazón y la sonrisa/(no hay más riesgos,/ o compartir tarea y amistad,/ haciendo posible y probable/ el advenimiento del amor,/de un amor casi siempre imposible,/siempre lleno de dolor”.

No se suele hablar de las cuestiones relacionadas con el corazón. Los profesores que adoran a sus estudiantes y que despiertan emociones en ellos se consideran sospechosos. He dicho alguna vez que los alumnos y las alumnas aprenden de aquellos docentes a los que aman. La sospecha se basa en la falsa premisa de que la educación es neutral, de que hay un suelo emocional uniforme que nos permite tratar a todos y a todas por igual, sin pasión. Y también de la sospecha bloquean la posibilidad de una evaluación justa.

Conocí hace años a la profesora argentina Alicia Fernández, prestigiosa psicopedagoga fallecida en 2015, quien me dedicó amablemente un libro suyo de titulo atrapante: “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”. En esta obra la autora se plantea el vínculo enseñanza/aprendizaje, poniendo el acento en las dañinas consecuencias que para el trabajo de construcción de su subjetividad y para la posibilidad de enseñar tiene el esconder, omitir y desmentir las diferencias de géneros sexuales.

En el libro de bell hooks “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad” (2021, Capitán Swing) hay un capítulo que me hallamado especialmente la atención. Es el número 13 y lleva por título “Eros, erotismo y proceso pedagógico”.

Dice hooks que “las y los profesores rara vez hablamos del lugar del eros o de lo erótico en las aulas. Formados en el contexto filosófico del dualismo metafísico occidental, muchos de nosotros hemos aceptado la idea de que hay una escisión entre cuerpo y mente. Al creer esto, los individuos entran en el aula a enseñar como si solo estuviese presente la mente y no el cuerpo”.

Con cierta sorna comenta la profesora hooks que cuando empezó a ejercer de profesora y debía ir al servicio en medio de la clase no tenía ni idea de qué hacían sus antecesores en tales circunstancias. Nadie le había hablado del cuerpo en relación a la enseñanza. Y se pregunta con cierto retintín: ¿Qué se hacía con el cuerpo en el aula? Bueno, con el cuerpo y con los sentimientos. Porque da la impresión de que cada estudiante se asimila al pupitre y se hace uno con él. El alumno y el pupitre no sienten nada y el profesor (o la profesora, que no es pequeña la diferencia) tampoco sienten nada especial por aquellos pupitres y estudiantes, ni por uno en especial ni por el grupo en general.

Cuenta hooks que durante el primer semestre que dio clase en la Universidad tenía un estudiante que siempre parecía ver y no ver al mismo tiempo. A mitad de trimestre recibió una llamada de la psicóloga de la Universidad porque quería hablarle de cómo trataba a un estudiante en el aula. La psicóloga le contó que los estudiantes habían dicho que se comportaba de una manera hostil, grosera e irascible cuando se dirigía a él. “Yo no sabía con exactitud quién era el estudiante, dice hooks, no podía ponerle cara o cuerpo a su nombre, pero después, cuando se identificó en clase, me di cuenta de que sentía atracción erótica por él y que mi manera ingenua de luchar con sentimientos que me habían enseñado a no tener nunca en el aula, era bloquearlos, reprimirlos y negarlos”.

“Cuando me di cuenta, dice hooks, de que a mis estudiantes les confundían las expresiones de cariño y amor en el aula, me pareció necesario dedicar alguna clase al tema. En una ocasión les pregunté: ¿Por qué sentís que la estima que expreso hacia una persona no puede ampliarse a cada uno de vosotros? ¿Por qué pensáis que no hay suficiente amor y cariño para todos?”.

Se puede tener pasión por la escuela pero no pasión en la escuela. Se trata de una esfera cargada de prejuicios y de miedos. No veo mucha enseñanza ni mucho aprendizaje apasionados en la enseñanza hoy en día. Ojalá me equivoque. Tampoco hay mucho espacio para lo emocional en la formación inicial y en la selección del profesorado. Recuerdo el hermoso y certero pensamiento de Emilio Lledó, que suscribo apasionadamente: La profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña”.

Termina hooks el capítulo citado (y yo este artículo) son estas palabras: “Para devolver la pasión al aula o para despertarla donde no estuvo, las y los profesores debemos volver a encontrar el lugar del eros en nuestro interior y juntos permitir que la mente y el cuerpo sientan y conozcan el deseo”.

Fuente. El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.

domingo, 11 de julio de 2021

_- La Educación Popular, Paulo Freire y la “muerte” de la dialéctica

_- La expresión Educación Popular circula desde hace algunos años en América Latina a través de libros, revistas y folletos. Aunque no existe un concepto universal al respecto, en general, la Educación Popular se define como una práctica social que trabaja, principalmente, en el ámbito del conocimiento, con intencionalidad, objetivos sociales, cuáles son los de contribuir a una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares[1].

Aunque a veces algunos enfoques limitan la Educación Popular a las aportaciones de Paulo Freire, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes políticos y experiencias aisladas cuya intención fue colocar la educación al servicio de las clases populares. Desde la colonia se usó la expresión “educación popular” como instrucción elemental a las capas pobres y sectores dominados[2]. Para la Ilustración europea, y sus expresiones en Latinoamérica, la educación popular consistía en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Pero, en este caso, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedagógico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como “ignorante” e incapaz de gestar iniciativas autónomas.

Sin embargo, el pedagogo venezolano Simón Rodríguez y su discípulo Simón Bolívar desarrollan otra perspectiva. Ellos ven en la educación de las masas populares una condición para formar ciudadanos y una garantía para la democratización de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Más adelante, otros dirigentes sociales y políticos revolucionarios y latinoamericanistas, como José Martí, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En ambos casos, existe un fuerte sentimiento nacionalista.

Pero, por otro lado, desde una perspectiva crítica del capitalismo, también surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagogía dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedagógicos ligados a la transformación social. De este modo, se fue conformando una tradición pedagógica latinoamericana progresista, ligada a la educación obrera y a la formación de cuadros políticos. Sin duda, la obra ¿Qué hacer?, de Lenin, la cual se convirtió en el modo universal de educación política de los partidos comunistas y similares, fue el texto guía de tales experiencias. El dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la dirección política y educativa de las clases explotadas. Probablemente, una posición más creativa y crítica fue la propuesta por el peruano José Carlos Mariátegui, quien planteó la necesidad de una pedagogía nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indígena y lo cultural.

Al mismo tiempo, los movimientos populistas de las décadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educación un carácter nacionalista y democrático, exaltando las culturas populares autóctonas y la capacidad creativa del pueblo. José Domingo Perón en Argentina, Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA en el Perú, Lázaro Cárdenas en México y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, vieron en la educación y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar, por ejemplo, que es durante un gobierno populista, el de João Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias educativas en ámbito nacional en Brasil[3].

A partir del concepto de concientización (conscientização, en portugués), que ha sido creado por el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto[4], Paulo Freire desarrolló su concepción de la educación liberadora.

Tras el golpe militar al presidente João Goulart en 1964 en Brasil, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia y asesorar programas de alfabetización. Es en el exilio, donde escribe Pedagogía del Oprimido, libro publicado en 1970 que circularía por toda América Latina e influiría sobre miles de educadores en una década en la que amplias capas de la población asumían que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carácter humanista de su pensamiento permitieron que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia: primero el Movimiento de Educación de Base (MEB) de Brasil y posteriormente lo hace la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia. De este modo, los planteamientos de Freire son incorporados en lo que más tarde llegaría a ser la Teología de la Liberación.

El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto.

Pero, en todo caso, Paulo Freire se ha convertido en un clásico del pensamiento educativo latinoamericano, teniendo una influencia significativa en los debates pedagógicos internacionales. Su idea de la educación bancaria, que encuentra un paralelismo con las ideas del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, se refiere a la concepción de educación como un proceso en lo que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante. En lugar de observar la educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y repetición de los contenidos que se le inculcan.

Los relevantes aportes de Paulo Freire jugaron un rol fundamental en el desarrollo de la Educación Popular. Por otro lado, el discurso fundacional de la Educación Popular tuvo como característica central su identificación con el método dialéctico de conocimiento. Debido a la influencia del materialismo histórico, en general, se asumió que el método de la Educación Popular era el dialéctico, entendido como un conjunto de principios metodológicos que se suponía garantizaban la eficacia de las acciones educativas[5]. El principal de ellos es su relación con la praxis histórica concreta. Realizar análisis concretos de situaciones concretas. Pero hoy en día este principio ha sido ampliamente ignorado o sólo superficialmente repetido (en tono meramente formal), incluso en el contexto del legado del propio Freire. Es decir, estamos asistiendo a una especie de “muerte” de la dialéctica en la Educación Popular. La forma en que se ha abordado el pensamiento de Paulo Freire en los últimos tiempos y la manera en que se ha celebrado el centenario de su nacimiento demuestran la asfixia del pensamiento dialéctico.

Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970. Además, hay apropiaciones populistas de sus ideas y su uso de manera arribista como forma de autopromoción personal. Estos son hechos incompatibles con el ejercicio de la crítica de la razón dialéctica. Además, tales hechos son perjudiciales para el necesario debate que se ha desarrollado en varios países de América Latina sobre la refundamentación de la Educación Popular.

El debate sobre la refundamentación de la Educación Popular está asociado a múltiples factores, como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralización de las prácticas y actores de la Educación Popular, la crisis del socialismo real y la atracción ejercida por nuevos planteamientos teóricos provenientes de las ciencias sociales. En cuanto al contenido de la refundamentación, se ha señalado algunos desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la Educación Popular. Por ejemplo:

i) de una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporación de otras perspectivas y categorías analíticas;
ii) de una lectura revolucionaria de “toma del poder” como única vía del cambio, a la ampliación del sentido de lo político a todas las esferas de la vida social, la reivindicación de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo público;
iii) de una mirada económica y política de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos;
iv) de un énfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal, etc.); y,
v) del uso instrumental de las técnicas participativas a la reivindicación de lo pedagógico de la Educación Popular, la incorporación de aportes de otras corrientes teóricas y el interés por el diálogo de saberes[6].

No hay que olvidar que la vida, el ser humano, la naturaleza, son dinámicos, inacabados, constituidos-constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos. De ahí que el pensamiento analítico no puede dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido. El razonamiento dialéctico no puede someterse a las condiciones formales de una teoría, ya que, simultáneamente, debe cuestionarlas. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría, pero abrirse a las posibilidades de cuestionamiento para llevar a cabo nuevos desarrollos sobre ella. Si no es así, la dialéctica se queda asfixiada, y la propia teoría se vuelve residual. Esta es una lección que el legado de Paulo Freire debería tener en cuenta en el año de su centenario.

Notas
[1] Al respecto, ver el trabajo de Jorge Osorio: “Perspectivas de la acción educativa en los noventa”, en: Alfabetizar para la democracia, Santiago de Chile: CEAAL, 1990.

[2] Ver Adriana Puigross, “Discursos y tendencias de la Educación Popular en América Latina”, en Revista Tarea, n° 3. Lima: Asociación de Publicaciones Educativas, 1987.

 [3] Al respecto, ver el libro de Afonso Torres Camilo: Educación Popular – Trayectoria y actualidad, Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela, 2011.

 [4] Ver una de las principales obras de Álvaro Vieira Pinto: Educação e realidade nacional, 2 vols., Rio de Janeiro: ISEB, 1960.

 [5] Véase al respecto Afonso Torres Camilo, op. cit.

 [6] Ibidem.

Ivonaldo Leite es profesor en la Universidad Federal de Paraíba, Brasil.

sábado, 10 de julio de 2021

“Los republicanos están dispuestos a destruir la democracia para recuperar el poder”. Entrevista a Noam Chomsky

El Partido Republicano de hoy en día constituye una fuerza extremista que ya no cumple con los requisitos de un partido político en la corriente principal, y a buen seguro ya no se encuentra interesado en participar en la política “normal”. De hecho, el GOP [Grand Old Party, apelativo histórico habitual del Partido Republicano] de hoy se ciñe tanto a creencias extremas e irracionales que hasta los partidos y movimientos de la extrema derecha en Europa, entre ellos el Rassemblement National de Marine Le Pen, parecen convencionales por comparación.

La identidad política del GOP se ha visto drásticamente configurada por el expresidente Donald Trump, pero esas movimientos recientes no habrían sido posibles si no hubiera ya toda una serie de grupos que recorren la sociedad y la cultura norteamericanas (entre ellos, supremacistas blancos, cristianos evangélicos derechistas y activistas de la Segunda Enmienda [sobre el derecho a portar armas de fuego], por no mencionar más que a unos pocos) que han abrazado puntos de vista extremistas y “proto-fascistas” sobre la forma en que debería gobernarse el país y los valores que debería mantener. Para ellos, Trump era y sigue siendo la “gran esperanza blanca”. En este contexto, la base de votantes de Trump — que sigue creyendo en la idea de que les han robado las elecciones y apoya el GOP dirigido por Trump para extirpar la teoría crítica de la raza de los colegios y restringir el derecho al voto — lo dice todo sobre la naturaleza antidemocrática y amenazadora del GOP de hoy.

En la entrevista que sigue [a cargo, como es habitual en la revista Truthout, de su fiel interlocutor C. J. Polychroniou], Noam Chomsky, universalmente renombrado como activista e intelectual académico, explica lo que le ha sucedido al Partido Republicano y por qué está en juego algo más incluso que la democracia si las fuerzas “proto-fascistas” inspiradas por Trump regresan al poder.

C. J. Polychroniou: En el curso de las últimas décadas, el Partido Republicano ha experimentado una serie de transformaciones ideológicas: del conservadurismo tradicional al reaccionarismo y, por ultimo, a lo que podemos definir como “proto-fascismo”, en el que lo irracional se ha convertido en la fuerza impulsora. ¿Cómo explicamos lo que le ha ocurrido al GOP?

Noam Chomsky: Tu denominación “proto-fascismo neoliberal” me parece una caracterización bastante precisa de la actual organización política … dudo en llamarla “Partido”, habida cuenta de que podría sugerir que tuvieran algún interés en participar honestamente en la política parlamentaria normal. Más adecuado, me parece, es el juicio de de los analistas políticos del American Enterprise Institute, Thomas Mann y Norman Ornstein, de que el moderno Partido Republicano se ha transformado en una “insurgencia radical” que desdeña la participación democrática. Y eso fue antes de los martillazos de Trump-McConnell de los últimos años, que remachan la conclusión con mayor fuerza.

El término “proto-fascismo neoliberal” capta bien tanto los rasgos del actual partido como la diferenciación con el fascismo del pasado. El compromiso con la forma más brutal de neoliberalismo es evidente en el historial legislativo, y de manera crucial en la subordinación del Partido al capital privado, a la inversa del fascismo clásico. Pero los síntomas fascistas están ahí, entre ellos el racismo extremo, la violencia, el culto al líder (enviado por Dios, según el exsecretario de Estado Mike Pompeo), la inmersión en un mundo de “hechos alternativos” y un frenesí de irracionalidad. Y también de otras maneras, como en los extraordinarios esfuerzos en los estados en manos de los republicanos para suprimir la enseñanza en los colegios que no se adapte a sus doctrinas de supremacismo blanco.

Se está promulgando una legislación que prohíbe la enseñanza de la “teoría crítica de la raza”, el nuevo demonio, que substituye al comunismo y al terror islámico como plaga de la era moderna. La “teoría crítica de la raza” es la frase espantajo utilizada para el estudio de los factores estructurales y culturales sistemáticos en una horrenda historia, a lo largo de cuatrocientos años, de esclavitud y perdurable represión racista. El adoctrinamiento adecuado debe prohibir esta herejía. Lo que sucedió durante cuatrocientos años y está hoy bien vivo debe presentarse a los estudiantes como una desviación de la verdadera Norteamérica, pura e inocente, en buena medida como en los estados totalitarios bien manejados.

Lo que está ausente en el “protofascismo” es la ideología: el control estatal del orden social, incluyendo a las clases empresariales, y control del Estado en manos del Partido con el líder máximo al mando. Eso podría cambiar. La industria y las finanzas alemanas pensaron en un principio que podían doblegar a los trabajadores y la izquierda, a la vez que continuaban al mando. Aprendieron que lo que pasó fue otra cosa. La actual escisión entre el liderazgo empresarial más tradicional y el partido dirigido por Trump sugiere algo similar, pero sólo de modo remoto. Estamos lejos de las condiciones que llevaron a Mussolini, Hitler y sus secuaces.

Por lo que respecta a la fuerza impulsora de la irracionalidad, los hechos son ineludibles y deberían causar honda inquietud. Aunque no podemos concederle a Trump todo el mérito de ese logro, desde luego ha mostrado una gran habilidad a la hora de llevar a cabo una tarea que suponía un desafío: poner en práctica medidas políticas en beneficio de su electorado de gran opulencia y poder empresarial, a la vez que engañaba a las víctimas para que le venerasen como a su salvador. No es un logro baladí, e inducir una atmósfera de absoluta irracionalidad ha constituido un instrumento primordial, un requisito previo en la práctica.

Tendríamos que distinguir entre la base de votantes, hoy en día mayormente en manos de Trump, del escalón político (el Congreso), y distinguir ambos de una élite más tenebrosa que dirige realmente el Partido, McConnell y asociados.

Las actitudes entre la base de los votantes son verdaderamente siniestras. Eso, dejando aparte el hecho de que una gran mayoría de votantes de Trump cree que las elecciones fueron un robo. La mayoría cree también que “El tradicional modo de vida norteamericano está desapareciendo tan rápidamente que puede que tengamos que recurrir a la fuerza para salvarlo” y un 40 % adopta una posición más contundente: “si los dirigentes electos no protegen a Norteamérica, lo tendrá que hacer la gente misma, aunque requiera acciones violentas”. No resulta, quizás, sorprendente, cuando se informa de que una cuarta parte de los republicanos creen que “el mundo del gobierno, el de los medios de comunicación y el financiero están controlados en los EE.UU. por un grupo de pederastas que rinden culto a Satán y dirigen una red de tráfico global de niños”.

En el fondo hay preocupaciones más realistas sobre la desaparición del “tradicional modo de vida norteamericano”: un mundo supremacista blanco en el que los negros “saben cuál es su lugar” y no hay contagios de “anormales” que pidan derechos para los gais y otras obscenidades semejantes. Esa forma de vida tradicional desde luego que está desapareciendo.

Hay también elementos de realismo en las diversas teorías de la “gran substitución” que parecen consumir a buena parte de la base de Trump. Dejando aparte los absurdos sobre inmigración y conspiraciones de las élites, basta un simple vistazo a la distribución de nacimientos para mostrar que la dominación blanca va declinando.

Vale la pena recordar también las hondas raíces de esas preocupaciones. Entre los fundadores [de los EE.UU], había dos distinguidas figuras de la Ilustración, una de las cuales tenía la esperanza de que el nuevo país se viera libre de “mancha o mezcla”, roja o negra (Jefferson), mientras que la otra pensaba que a alemanes y suecos quizás se les debiera prohibir la entrada al ser demasiado “atezados” (Franklin). Los mitos de origen anglosajón predominaron a lo largo del siglo XIX. Todo esto aparte del racismo virulento y sus horrendas manifestaciones.

La preocupación por los cultos satánicos ya tiene bastante peligro, pero otras creencias profundamente irracionales son bastante más relevantes. Una de las revelaciones más amenazadoras de los últimos días fue una observación apenas advertida en el último informe de un grupo de la Universidad de Yale que sigue atentamente las actitudes respecto al cambio climático, ese eufemismo para el calentamiento del planeta que acabará con la vida humana organizada, a menos que pueda ponerse pronto bajo control. El informe descubrió que “En el ultimo año se ha producido un brusco descenso en el porcentaje tanto de republicanos liberales/moderados como de republicanos conservadores que creen que debería ser una prioridad del presidente y el Congreso desarrollar fuentes de energía limpia. Las actuales cifras representan un bajón absoluto desde que empezamos a realizar la encuesta en el año 2010”.

Entretanto, todos los días hay noticias que ofrecen información sobre nuevos desastres potenciales: así, por ejemplo, la publicación este 11 de junio de estudios que informan del derrumbe acelerado de un inmenso glaciar antártico que podría elevar el nivel del mar casi 50 centímetros, además de los recordatorios por parte de los científicos que avisan de que “El futuro está todavía abierto al cambio… si la gente hace lo necesario para que cambie”.

No cambiará mientras prevalezcan estas actitudes de las que se informa. A menos que se superen, eso podría suponer una sentencia de muerte si la actual estrategia del Partido Republicano tiene éxito en devolver a los desguazadores al poder. La estrategia es sencilla: sin que importe el daño que se haga al país y a su propia base de votantes, hay que asegurarse de que la administración no pueda hacer nada para poner remedio a graves problemas internos y embestir con una legislación al estilo Jim Crow [conjunto de leyes sureñas posteriores a la Guerra Civil norteamericana destinadas a impedir el voto de la población negra] para bloquear el voto de la gente de color y de los pobres, contando con la aquiescencia del poder judicial que McConnell y Trump han conseguido instalar.

El Partido no es un caso perdido. Los demócratas han contribuido al no conseguir ofrecer una alternativa constructiva que responda a las necesidades y justas aspiraciones de muchos de los que se han sumado en masa a las filas de Trump. Eso puede cambiar. Por ende, están cambiando las actitudes entre los republicanos más jóvenes, e incluso entre los jóvenes evangélicos, parte central de la base republicana desde los años 70.

Nada es irremediable.
En relación al escalón político, poco podemos decir. Con excepciones marginales, han abandonado cualquier apariencia de integridad. Las actuales votaciones constituyen un indicativo claro: total oposición republicana a medidas a favor de las cuales saben que están sus votantes, con el fin de garantizar que la administración Biden no llegue a nada.

La capitulación más abyecta del escalón político fue la del calentamiento global. En 2008, el candidato republicano a la presidencia, John McCain, tenia una propuesta limitada sobre el clima en su programa, y los republicanos del Congreso estaban considerando una legislación aneja. El conglomerado energético de los Koch [donantes más desmesuradamente opulentos de los republicanos] respondió en bloque y se extinguió toda chispa de independencia. Eso quedó muy en evidencia en las últimas primarias republicanas de 2016, antes de Trump: negación al 100 % de que esté pasando lo que está pasando, o algo peor, afirmando que tal vez sí, pero nosotros vamos de cabeza al desastre sin disculparnos (tal como afirmó John Kasich, a quien por su integridad se honró invitándole a hablar en la Convención Demócrata de 2020).

No se me ocurre ninguna objeción a lo que afirmas, pero me encuentro un poco desconcertado por la insistencia de Biden en tratar de llegar a acuerdos con los republicanos en algunas de las cuestiones de importancia a las que se enfrenta el país. ¿No es una quimera el enfoque bipartidista?

No del todo. El líder de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, sí que logró un triunfo del enfoque bipartidista. Abandonando un compromiso anterior con la legislación sobre cambio climático, Schumer se unió al republicano Todd Young para esconder un programa limitado de política industrial dentro de un proyecto de ley de los de “odio a China” que apelaba a sentimientos chovinistas compartidos. Los republicanos se aseguraron de que esos componentes significativos, como la financiación de la National Science Foundation se vieran reducidos. Young celebró ese triunfo declarando que “cuando futuras generaciones de norteamericanos dirijan la vista hacia nuevas fronteras”, no verán allí “plantada una bandera roja”, sino la nuestra, roja, blanca y azul. Qué mejor razón podría haber para revivir la manufactura nacional a la vez que se intenta socavar la economía china…en un momento en el que la cooperación es condición sine qua non de la supervivencia.

Mientras tanto, el Departamento de Defensa de Biden está reorientando recursos y planificación hacia la guerra con China, una forma de locura que apenas recibe atención, analizada con detalle en el Número 1 del Comité por una Política Juiciosa entre EE.UU y China, del 11 de junio de 2021.

Trump ha transformado el Partido Republicano en culto a la personalidad. ¿Es esta la razón por la que los líderes republicanos han bloqueado la creación de una comisión que investigue el asalto del 6 de enero al Capitolio?

Trump ha copado la base de los votantes, pero el escalón político se enfrenta a una disyuntiva. Durante mucho tiempo, la élite del Partido ha sido un club de ricos, indulgente con el poder empresarial más todavía que los demócratas, incluso después de que los demócratas abandonaran a la clase trabajadora en los años 70, convirtiéndose en un partido de Wall Street y los profesionales pudientes. El mundo empresarial estaba dispuesto a tolerar las payasadas de Trump mientras les sirviera lealmente, con cierto disgusto, puesto que manchaba la imagen que proyectan de “grandes empresas con alma”. Pero para sectores de importancia, el 6 de enero [fecha del asalto al Congreso] ya fue demasiado.

Los tipos como McConnell que dirigen el Partido se ven atrapados entre una furiosa base de votantes cautiva de Trump y los dueños de la economía a los que sirven. Una comisión de investigación, de ser honesta en algo, habría agrandado esta grieta, para la que han de encontrar un modo de sutura, si el Partido, tal cual es, ha de sobrevivir. Así que, mejor cancelarla.

Las mentiras, la propaganda y la restricción del derecho al voto se han convertido en los principios de gobierno del GOP de hoy en día. ¿Hasta qué punto van a funcionar en provecho del Partido Republicano y qué repercusiones tendrán en el actual clima político en general y en el futuro de lo que sea que quede de democracia en los EE.UU. en particular?

La estrategia de Trump, enormemente eficaz, de legitimar “hechos alternativos” se basaba en un interminable aluvión de mentiras, pero entre los escombros flotaban una cuantas declaraciones veraces. Una de ellas es que los republicanos no pueden ganar nunca unas elecciones limpias. Eso es un verdadero problema para el club de los ricos. Resulta difícil conseguir votos con el lema: “Te quiero robar. Vótame”. Eso deja sólo unas pocas opciones. Una consiste en impedir que vote la “gente equivocada”. La otra consiste en configurar el programa del Partido de manera que las medidas políticas queden ocultas por las apelaciones a “cuestiones culturales”. Y ambas se han perseguido activamente. Trump les dio a estas prácticas un giro particularmente vulgar, pero no las inventó él.

La actual oleada de legislación republicana al estilo Jim Crow resulta comprensible: La observación que hace Trump es precisa, y es probable que lo sea todavía más en el futuro con los cambios demográficos y la tendencia de los votantes más jóvenes a favorecer la justicia social y los derechos humanos, también entre los republicanos. Esos esfuerzos se han vuelto más factibles después de que el Tribunal [Supremo presidido por] Roberts vaciara la Ley de Derecho al Voto [Voting Rights Act] con la sentencia Shelby de 2013, que “preparó el escenario para una nueva era de hegemonía blanca”, tal como observó correctamente Vann Newkirk.

El desplazamiento de las medidas políticas por las “asuntos culturales” se remonta a la estrategia sureña de Nixon. Cuando los demócratas empezaron a apoyar una tibia legislación de derechos civiles, Nixon y sus asesores se dieron cuenta de que podia desviar el voto del Sur hacia los republicanos con apelaciones racistas, apenas disfrazadas.

Con Reagan había poco disimulo; la retórica y las prácticas racistas le salían de forma natural. Paul Weyrich, estratega nacionalista cristiano, convenció fácilmente a la dirección política de que, abandonando sus anteriores posiciones “pro-choice” [proabortistas] y pretendiendo oponerse al aborto, podían recoger el voto católico del Norte y el voto evangélico de reciente politización. A la mezcla se le sumó pronto la afición a las armas, que ahora llega a inquietantes absurdos como la reciente decisión que revoca la prohibición de los fusiles de asalto en California, de[l juez Roger] Benítez, fusiles, que son, al fin y al cabo, no muy diferentes de las navajas del ejército suizo [de acuerdo con Benítez]. Trump le añadió algo más a la mezcla. Como sus colegas demagogos de Europa, entendió bien que se puede utilizar a los refugiados para azuzar pasiones y miedos xenófobos. Sus apelaciones racistas también rebasaban lo normal.

Trump ha mostrado cierto genio a la hora de instilar venenos que discurren no muy por debajo de la superficie de la cultura y la sociedad norteamericanas. Por esos medios logró adueñarse de la base de votantes republicana. La dirección del Partido anda dedicada a la estrategia obstruccionista de sacrificar los intereses del país con el fin de recuperar el poder. Esto deja al país sólo con un partido político que funcione [el Partido Demócrata], desgarrado él mismo entre un liderazgo neoliberal y una base de votantes más jóvenes que son socialdemócratas.

Tu frase “lo que sea que quede de la democracia norteamericana” resulta pertinente. Por muy progresista que pudiera haber sido en el siglo XVIII — y habría mucho que decir sobre eso —, con los baremos de hoy la democracia norteamericana tiene profundas fallas en aspectos que para el principal Fundador, James Madison, ya iban poniéndose de manifiesto hacia 1791, cuando le escribió a Jefferson deplorando “la osada depravación de los tiempos”, pues los “agiotistas se convierten en la horda pretoriana del gobierno…a la vez sus instrumentos y su tirano; sobornado con sus larguezas, e intimidado por sus clamores y combinaciones”.

Esa bien podría ser una descripción de los últimos años, sobre todo a medida que el ataque neoliberal tenia como consecuencia completamente previsible poner el gobierno todavía más bajo el mando de concentraciones de poder privado que antes. Las “larguezas” resultan demasiado familiares como para tener que analizarlas. Una amplia investigación de las ciencias políticas más centrales ha demostrado que los “clamores y combinaciones” han dejado a la mayoría de los votantes sin representación, pues sus propios representantes hacen caso de las voces de los superricos, de opulentos donantes y cabilderos de grandes empresas.

El estudio más reciente, recurriendo a sofisticadas técnicas de inteligencia artificial disipa “las nociones de que la opinión de alguien sobre la política pública, fuera del 10% más elevado de norteamericanos opulentos, ayude a explicar esa política”. Thomas Ferguson, destacado especialista académico del poder de las “herramientas y tiranos” del gobierno, concluye que: “Conocer el área política, las preferencias del 10 % en lo más alto y las opiniones de un puñado de grupos de interés basta para explicarlos los cambios de política con una exactitud impresionante”.

Pero permanecen algunos vestigios de democracia, después incluso de los ataques neoliberales. No por mucho tiempo, probablemente, si el “proto-fascismo” neoliberal amplía su ascendiente.

Pero el destino de la democracia no tendrá en realidad gran importancia si los “proto-fascistas” recuperan el poder.

El medio ambiente que sostiene la vida no puede aguantar por mucho tiempo a los desguazadores de la era Trump del declive. Pocas cosas más tendrán importancia si se rebasan los puntos de inflexión irreversibles.

Noam Chomsky profesor laureado de la Universidad de Arizona y catedrático emérito de Lingüística del Massachusetts Institute of Technology, es uno de los activistas sociales más reconocidos internacionalmente por su magisterio y compromiso político. Su libro más reciente es “Climate Crisis and the Global Green New Deal: The Political Economy of Saving the Planet”.

Fuente: 
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viernes, 9 de julio de 2021

3 razones por las que es tan importante beber agua (incluso si no tenemos sed)


Mantener el balance de agua en nuestro cuerpo es fundamental para nuestra salud.

Buscamos esperanzados agua más allá de nuestro planeta como la única posibilidad de que haya vida. Sin embargo, aquí, en la Tierra, apenas le prestamos atención.

A pesar de que nos va la vida en ello, el agua es el nutriente olvidado en la investigación científica.

Las evidencias para determinar las recomendaciones de ingesta de agua en relación con sus efectos sobre la salud son escasas. Incluso algunas guías alimentarias ni la mencionan.

El problema radica en que faltan estudios de largo alcance y con un gran número de participantes.

Solo de esta forma se pueden determinar cómo nos afectan grados de deshidratación pequeños, que son los que realmente se dan en el día a día en personas sanas.

En este artículo pretendemos dar una visión de conjunto para entender por qué es tan importante mantener un buen estado de hidratación y cómo hacerlo.

En constante equilibrio
Mantener el balance de agua en nuestro cuerpo es fundamental para nuestra supervivencia.
Por esta razón, tenemos un sistema muy fino que mantiene sus niveles dentro de un rango estrecho, a pesar de la gran variabilidad en la ingesta de agua.

Cuando bebemos poca agua, se ponen en marcha dos mecanismos. Uno de ellos tiene como finalidad disminuir la pérdida de agua a través de la orina. El otro es el mecanismo que dispara la sed.

Por estas razones, en condiciones fisiológicas la acumulación de líquidos no puede ser la razón principal para el exceso de peso corporal (sobrepeso u obesidad).

Si sospechamos que retenemos líquidos, debemos acudir al médico.

Por otro lado, resulta muy difícil beber tanta agua como para que tenga efectos negativos.

Esto es así, principalmente, porque el riñón tiene una alta capacidad para eliminar el exceso en la orina (0.7-1 litro/hora).

Deshidratados enfermamos más 

Estudios científicos apuntan a una asociación directa entre el grado de hidratación y ciertas enfermedades. Concretamente, la deshidratación se ha asociado con alteraciones urológicas, gastrointestinales, circulatorias y neurológicas.

Sin embargo, en muchos casos las evidencias son escasas o inconsistentes como para sacar conclusiones claras.

Estudios observacionales relacionan un consumo habitualmente bajo de agua con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en el futuro.

De la misma forma, una ingesta baja de fluidos también es un factor de riesgo para la formación de piedras en el riñón.

A esto se le suma que en 2016 se realizó un gran estudio con una muestra representativa de la población de EE.UU.

Los resultados mostraron mayor índice de obesidad en personas que no tenían una buena hidratación. Además, el índice de masa corporal también fue más elevado.

Por otro lado, estudios de diversa índole apuntan a una interacción directa entre una ingesta pobre de agua y problemas metabólicos.

Además, la pérdida de agua corporal durante el ejercicio parece afectar negativamente al rendimiento físico.

El cerebro tampoco sale ileso cuando ingerimos menos líquido del debido. Una revisión publicada en 2015 encontró que, según los 21 estudios analizados, la deshidratación está asociada con personas menos alerta y más fatigadas.

En cuanto a la capacidad cognitiva, son necesarios estudios con mayor número de personas para poder obtener evidencias convincentes.

Cómo mantener una buena hidratación
Estudios en España y en varios países de Iberoamérica muestran que, en general, la población no alcanza la ingesta de agua recomendada. Por lo tanto, es necesaria una mayor concienciación sobre la necesidad de beber más agua.

La mejor forma es beber cuando tenemos sed.

Parece obvio, pero muchas personas no sienten sed, no le prestan atención o incluso puede que no la reconozcan.
Por eso es fundamental adquirir un buen hábito de hidratación desde pequeños e insistir mucho a las personas mayores.

Las diversas instituciones nos recomiendan tomar 2-3 litros de agua al día. Esta cantidad debe aumentar en verano o si realizamos ejercicio físico.

Hay que beber agua, no hay otra alternativa. Es preferible hacerlo en pequeñas cantidades a lo largo de todo el día. Es la mejor forma de favorecer la absorción del agua.

Las bebidas azucaradas no son una opción por su alto contenido en azúcares libres. Estos están relacionados con mala calidad de la dieta, obesidad y riesgo de contraer enfermedades no transmisibles.

Las bebidas con edulcorantes tampoco son recomendables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) coinciden en que los productos con edulcorantes no son saludables. Consideran que "el consumo habitual de alimentos de sabor dulce (con o sin azúcar) promueve la ingesta de alimentos y bebidas dulces, incluso los que contienen azúcar".

A modo de conclusión
Es cierta la manifiesta falta de estudios que conduzcan a la determinación clara de las recomendaciones de consumo de agua. Hay que reconocer que esto genera dudas y las tentaciones obvias de buscar en internet.
Otras fuentes importantes de este nutriente son los alimentos como verduras, hortalizas y frutas, porque más del 80% son agua.
 
Pero, si los expertos reconocen que faltan evidencias, ¿podemos fiarnos de las afirmaciones o controversias fomentadas por empresas embotelladoras, influencers y opinantes de todo tipo?
Es preferible beber agua en pequeñas cantidades a lo largo de todo el día. Es la mejor forma de favorecer su absorción.

Estas humildes autoras se declaran incompetentes para poner en jaque a las instituciones que, con más o menos evidencias, aportan su opinión crítica y fundada.

Por lo tanto, convirtamos el agua en nuestro compañero más fiel este verano. Levantemos el codo con la convicción de que, si bien puede no parecernos un manjar para nuestro paladar, sin agua, no hay vida.

BBC.https://www.bbc.com/mundo/noticias-57778015


jueves, 8 de julio de 2021

_- Europa pierde el norte y los responsables tienen nombre y apellidos

_- El anuncio de un nuevo paquete de inversiones en Estados Unidos por valor de 1,8 billones dólares y el de la posibilidad de que su gobierno suspenda temporalmente las patentes de las vacunas contra el coronavirus vuelve a mostrar que Europa ha perdido el norte y que se queda definitivamente atrás.

El nuevo plan que se acaba de anunciar, un mes después de otro de 2 billones de dólares dedicados a infraestructuras, se dedicará ahora a desarrollar el cuidado infantil de alta calidad permitiendo que las familias paguen solo una cantidad en función de sus ingresos, a financiar bajas médicas remuneradas, establecer la pre-escolaridad universal y gratuita y a satisfacer necesidades alimentarias de niños de bajo ingreso, entre otros objetivos de política familiar. Una nueva inyección de gasto que se sumaría a los 4,3 billones de dólares que se llevan ya desembolsados entre acciones legislativas (3,8 billones) y administrativas (0,5) de los 6,8 billones comprometidos y a los 2,9 billones (de los 6 comprometidos) de la Reserva Federal (https://www.covidmoneytracker.org/). Y ni siquiera se puede pensar que se haya acabado el estímulo si se tiene en cuenta que, según David M. Cutler y Lawrence H. Summers, el coste total de la pandemia en Estados Unidos sería de unos 16 billones de dólares (The COVID-19 Pandemic and the $16 Trillion Virus).

No hay comparación posible con lo que está haciendo la Unión Europea. Aquí nos hemos quedado atrás, no sólo en la cantidad de los estímulos aprobados frente a la crisis, sino también en la agilidad a la hora de ponerlos en práctica y en los principios que mueven la actuación de los responsables políticos, como muestra que la administración Biden se plantee suspender las patentes de vacunas cuando aquí los grandes partidos apuestan por todo lo contrario.

No se puede decir que Europa no haya adoptado medidas excepcionales porque sí que las ha tomado pero lo ha hecho con tal conservadurismo y lentitud que apenas han comenzado a ser efectivas. Y, lo que es peor, las ha diseñado y se dispone a ponerlas en marcha sin apartar la mirada del espejo retrovisor, es de decir, sin perder de vista el fundamentalismo presupuestario que tanto daño ha hecho en otras crisis, e incluso en los periodos de bonanza y crecimiento.

La Unión Europea ya fracasó en la anterior crisis de 2007-2008, cuando estableció medidas de ajuste y recortes depresivas en medio de la recesión, provocando torpemente una segunda recaída de la actividad y el empleo y el descontrol de la deuda, y no parece que sus responsables hayan aprendido nada de aquello, a pesar de tantos análisis como han demostrado que se actuó sin base científica, influido por sesgos ideológicos e interpretando mal los datos que se tenían delante.

La pertinaz insistencia en el error que viene caracterizando a los responsables de la Unión Europea es el resultado de una percepción ideologizada de los problemas económicos al servicio de los grandes intereses económicos que ha consolidado unas instituciones que impiden o hacen muy difícil salir del bucle en el que se encuentran. Es como si, a base de tanto servilismo, la Unión Europea se hubiera inmunizado al revés: haciendo imposible que surjan los anticuerpos que permitan cambios de rumbo y ... seguir aquí,

https://juantorreslopez.com/europa-pierde-el-norte-y-los-responsables-tienen-nombre-y-apellidos/

miércoles, 7 de julio de 2021

Cómo manejar las metacogniciones puede ayudarte a no darle tantas vueltas a las cosas

Quedarse en blanco en el examen que llevas 6 meses preparando, que la vacuna te dé una reacción severa, que tu madre no ha llamado (¿quizá le ha pasado algo?), que tu hijo no come nada, que te duele la cabeza y, cielos, que no sea un tumor...

Las preocupaciones están por todas partes en nuestra vida. Las pequeñas y las grandes, las razonables y las excesivas, fundadas e infundadas… las hay de todo tipo.

Son un goteo molesto que cae ruidoso en nuestra mente, como si esta fuera un cubo metálico que, al final, se puede llegar a desbordar dependiendo de lo propenso que seas a darle vueltas a los pensamientos.

La buena noticia es que la mayoría de nuestras preocupaciones, por lo general, no se acaban convirtiendo en realidad. Es difícil de medir, pero la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) realizó una investigación en la que anotaba las preocupaciones más recurrentes de un grupo de pacientes y, con el paso del tiempo, comprobaba si se hacían realidad.

¿El resultado? El 91% de sus desvelos nunca se materializaron. Habían sufrido sin razón.

Cerebro e irrealidad
Pero todavía hay espacio en esos restantes 9 puntos porcentuales para que la imaginación de muchos vuele.

"Todos podemos tener ansiedad, tristeza o depresión en mayor o menor medida", explica a BBC Mundo Juan Ramos Cejudo, profesor de psicología en la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y director del centro Mindlab.

A todos se nos pueden poner en marcha los engranajes de la rumiación y el miedo anticipatorio en cuestiones que en principio no parecerían muy trascendentes, como ir a una fiesta en la que no conoces a nadie, tener una conversación con tu jefe o hablar en público. Es normal y no hay que preocuparse de ello.

Paradójicamente, para preservar una buena salud mental lo primero es no confiar tanto en nuestro cerebro.

"En la medida en la que somos capaces de dudar acerca de lo que estamos viendo o sintiendo, seremos más capaces de obtener el bienestar", dice Ramos Cejudo revisitando a Marco Aurelio.

Y se explica: "No todo lo que nos dice nuestro cerebro es real, percibimos la realidad a través de nuestros sentidos y nuestro cerebro procesa conclusiones con un montón de errores, se equivoca constantemente".

Sin embargo, no parece sencillo de lograr, menos en estos tiempos convulsos.

Se estima que, antes de la pandemia de la covid-19, 284 millones de personas en todo el mundo sufrían algún tipo de trastorno de ansiedad, con una tasa prevalencia entre países que oscila entre el 2% y el 7% de la población, según el Global Burden of Disease, un estudio de referencia en el que participan más de 3.000 investigadores de 145 países y que coordina la Universidad de Washington.

Los trastornos de ansiedad se han disparado con la pandemia de coronavirus.

Unos datos que la pandemia parece haber pulverizado.

La revista científica Psychiatry Research publicó un metanálisis, basado en 55 estudios internacionales con más de 190.000 personas, que halló que la prevalencia de la ansiedad es cuatro veces mayor ahora (un 15,5% de la población frente al 3,6% que la Organización Mundial de la Salud registraba antes de la pandemia).

El artículo subraya que también el trastorno por estrés postraumático (16%) y la depresión (16%) fueron cinco y tres veces más frecuentes en comparación con lo habitual.

El papel de la metacognición
No le sorprenden estos datos al psicólogo Jesús Matos, profesor del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) y director de la clínica En Equilibrio Mental de Madrid (España).

"El paciente con ansiedad generalizada es alguien que no se empieza a preocupar de repente, sino que es alguien que lleva pensando de ese modo toda la vida. Pero va funcionando hasta que llega algo, un evento, que le colapsa. Y con la pandemia hemos tenido un gran evento desencadenante", explica en una entrevista con BBC Mundo.

El elemento clave de la terapia metacognitiva, no es un pensamiento concreto lo que nos puede desequilibrar, sino la forma cómo lo pensamos.

"En los últimos años, los psicólogos nos hemos dado cuenta de que no es tan importante el qué piensan las personas como el cómo piensan. No es tan importante que yo piense que soy torpe o que me va a dar un ataque de ansiedad (cognición simple o pensamiento), como el estilo de razonamiento que lleva a esa reflexión", explica a BBC Mundo Ramos Cejudo, autor del libro Terapia Cognitiva junto a su compañero José Martín Salguero Noguera.

"Una metacognición es una valoración que hacemos acerca de tener esos pensamientos", precisa.

Y pone unos ejemplos de este tipo de pensamiento: "Me puedo preocupar porque tengo un examen, eso es una cognición simple, pero a su vez pienso que siempre me pasa que me preocupo ante los exámenes, que si continúo pensando así voy a enfermar o no voy a poder pararlo. Todas estas últimas son metacogniciones".

¿Y cuál es el problema con tales metacogniciones?
"Que suele ser este contenido el que dispara la respuesta de ansiedad y de percepción de falta de control a lo largo del tiempo. Si yo pienso que me preocupo mucho, pero además pienso que no lo puedo controlar, tengo una cognición sobre otra cognición que aumenta la ansiedad".
"Fue el profesor de la Universidad de Manchester Adrian Wells quien desarrolla esta teoría en los años 90", cuenta por su parte Jesús Matos.

Tradicionalmente, los trastornos de ansiedad (fobias, pánico, trastornos obsesivos, etc) se han tratado "con un éxito alto, en torno al 70%-80% con la terapia cognitivo conductual", explica.

Pero en el caso del trastorno de ansiedad generalizada —aquella en la que el individuo se preocupa de manera excesiva por problemas comunes y cotidianos, tales como salud, dinero, trabajo y familia, casi diariamente por al menos seis meses, según la define la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.—, "su eficacia baja hasta el 50% y hay un problema de recaídas".

"La terapia metacognitiva sube la eficacia hasta entorno al 80% y en pocas sesiones, de 8 a 12 sesiones, según muestran los estudios", precisa el profesor del ISEP.

Cómo se aplica la terapia metacognitiva
"La terapia metacognitiva al final se trata de demostrar al paciente que la preocupación es controlable y no es peligrosa, y también que preocuparse no ayuda a nada", resume Matos.

Es heredera de la terapia cognitiva conductual y pueden aplicarse juntas, explican los expertos, pero en lugar de centrarse en modificar el contenido de los pensamientos -como hace la primera- se centra en reestructurar el proceso asociado a estos.

Y lo consigue, entre otras, con técnicas basadas en el Mindfulness del Desapego (Detached Mindfulness).

El Detached Mindfulness consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento.

"Básicamente, consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento", relata.

El paciente tiene que aprender técnicas de observación del pensamiento.

Una de ellas, explica el psicólogo, es aplazar la preocupación que acude a su mente a una hora concreta del día y por un plazo máximo de 15 minutos.

"Así, va aprendiendo que la preocupación no es peligrosa, que es controlable porque la puede aplazar, y vamos rompiendo la asociación entre el pensamiento intrusivo que aparece y la respuesta de preocupación. El pensamiento intrusivo es automático, pero la respuesta es controlable por el manejo de la atención".

"Los pensamientos intrusivos son como las visitas", bromea: "No los puedes echar porque es de mala educación, pero tampoco hay que darles de comer si es que quieres que se vayan".

Cuándo buscar ayuda
Pero, entonces, ¿Cuándo deja de ser una cuestión normal y hay que buscar ayuda?

La frontera entre una preocupación manejable y un trastorno de ansiedad es borrosa en algunas fases, advierten los expertos.

La respuesta de ansiedad aparece de una "forma multidimensional", explica Ramos Cejudo, de la Universidad Camilo José Cela.

Cuando las rumiaciones y miedos interfieren en tu comportamiento hay que buscar la ayuda de un profesional.

Primero están los síntomas de tipo cognitivo: es decir, los pensamientos. Las preocupaciones, los pensamientos negativos repetitivos que van generando un gran malestar.

Luego aparecen los síntomas fisiológicos, la característica sequedad de boca, temblores, sudoración, palpitaciones, etc.

Y, por último, la respuesta conductual, qué hago cuando tengo ansiedad o miedo.

Este último paso es clave, advierte Ramos Cejudo.

Cuando la expresión de uso común de darle vueltas a las cosas desemboca en un "miedo tan intenso que interfiere en la conducta del sujeto, cuando este evita exponerse a las situaciones que le generan preocupación y miedo de una forma frecuente, intensa y duradera es cuando se ha convertido en un trastorno psicológico".

Los trastornos de ansiedad son algunos de los "más prevalentes" cuando hablamos de salud mental.

Tratar de no pensar en un elefante rosa es garantía de pensar en él. Lo mismo sucede con los pensamientos obsesivos.

Consejos para controlar los pensamientos y la ansiedad
Liberar la cabeza de pensamientos molestos es deseable tanto si alcanza la categoría de problema que necesita ayuda clínica como si solo tenemos tendencia a pensar demasiado en las cosas.

Sin embargo, el primer consejo que dan los expertos puede parecer contraintuitivo: no intentes suprimirlos.

"Intentar no pensar en algo hace que se mantenga en la cabeza, aquello de intentar no pensar en un elefante rosa…", explica Ramos Cejudo.

Y la supresión emocional tampoco es una buena idea. "Expresar nuestras ideas generalmente ayuda, alivia, pero algunas personas tienen tanto miedo a esos pensamientos que se los callan, y por tanto empeoran", añade.

El objetivo es más sutil, explica Jesús Matos. "La clave es no intentar detener los pensamientos, sino observarlos y dejarlos estar hasta que se marchan. Como montar en bici: si estás preocupado es como dar pedales, la bicicleta sigue en movimiento, pero si simplemente la observas, al final se para".

Para lograr "dejar en paz tus pensamientos desencadenantes", la psicóloga especializada Pi Callesen, de la Universidad de Manchester, ofrece algunas herramientas en su libro VIVIR MÁS PENSAR MENOS: cómo superar la depresión y la tristeza con la terapia metacognitiva.

Se trata de entrenar la mente y darse cuenta de que tienes el control.

El ejercicio de los sonidos
Este ejercicio ayuda a los pacientes de Pi Callesen "a descubrir su habilidad de concentrarse de forma selectiva, cambiar rápidamente de tema y compartir su atención entre varias cosas", explica.

Lo primero es elegir tres o más sonidos ambientales (tráfico, el canto de los pájaros, el sonido de la televisión, sonido de unas obras o lo que sea). Es útil que algunos de los ruidos que elijas estén más cerca y sean más fuertes, y otros más lejanos, precisa.

Con la ayuda de un temporizador (quizá el del móvil), fija la atención en uno de esos sonidos durante 10 segundos. Y luego salta a otro y después a otro, sucesivamente. Puedes probar durante dos minutos, y si va bien, tratar de hacerlo otros dos minutos, pero esta vez saltando más rápidamente de un sonido a otro, "durante dos o cuatro segundos", describe la autora.

También puedes incluir como uno de los sonidos elegidos la grabación de una palabra clave del pensamiento que te desencadena ansiedad. Utilizarlo como un sonido más.

"El objetivo de este ejercicio es que te familiarices con el cambio de atención y adquieras experiencia en gestionarlo".

El ejercicio de la ventana
Otro ejercicio que Pi Callesen emplea con sus propios pacientes es "el ejercicio de la ventana".

Se trata de escribir los pensamientos desencadenantes en el cristal de la ventana con un rotulador que luego puedas limpiar.

"Los pensamientos desencadenantes podrían ser, por ejemplo, '¿Qué me pasa?' 'Me preocupa que no les guste a mis compañeros'. '¿Por qué me siento tan triste?'", describe Callesen.

Entonces "pido a mis clientes que se concentren plenamente en sus pensamientos desencadenantes y que perciban el cielo azul o la casa de enfrente que se ven detrás de la tinta del rotulador, pero no de forma tan nítida como la escritura".

Después, se cambia el enfoque, hay que mirar a través de los pensamientos escritos y concentrarse en lo que se ve detrás del texto. Ya sea en los árboles que hay delante de la casa, en los coches de la calle o en los detalles del edificio de enfrente.

"El cliente nota ahora cómo los pensamientos desencadenantes se vuelven distintos. Siguen estando ahí, no desaparecen, pero puede centrarse en otras cosas y ver más allá de ellos. Entonces comprende que puede controlar su atención", describe.

El elefante rosa, pues, desaparece. Pero si no desaparece y los pensamientos afectan a tu vida en forma de insomnio, evitación o sentir un sufrimiento excesivo, no hay que dudar en buscar ayuda. En eso están de acuerdo todos los expertos.

martes, 6 de julio de 2021

_- Algunas reflexiones en torno a Arcadia, una película de Costa Gavras

_- Arcadia es una película de crítica social del cineasta greco-francés Costa-Gavras, estrenada el año 2005 y protagonizada, entre otros, por el actor español José García, en el papel de Bruno, y por los actores franceses Karin Viard, en el papel de Marlene (esposa de Bruno), y los en ese entonces todavía adolescentes Geordy Monfils y Christa Theret, quienes representan a los hijos de Bruno y Marlene, como Maxime y Betty, respectivamente.

Arcadia es el nombre de una corporación de papel. En ella trabajó Bruno durante 15 años como un alto ejecutivo y un día es despedido junto a otros 600 trabajadores. Bruno ocupaba una alta posición en la empresa y como ocurre normalmente en estos casos no se solidariza con los trabajadores de más baja calificación que también perdieron su fuente de ingreso económico. Bruno toma con calma su despido porque con el currículum que tenía creyó que fácilmente conseguiría un nuevo empleo. Sin embargo, luego de dos años y medio no lo hallaba. Bruno era el sostén de su hogar y tenía una deuda que cancelar. Desesperado, después de encontrar una convocatoria a un empleo, planea y ejecuta el asesinato de sus competidores a ese mismo puesto de trabajo.

La historia de los asesinatos consecutivos es obviamente una ficción, pero es ilustrativa de la experiencia y las consecuencias del desempleo y la pérdida de ingresos económicos en la subjetividad de los trabajadores. En una palabra, el despido y la consiguiente pérdida de ingresos destruye la psiquis del trabajador, llevándolo a momentos de profunda angustia y a tomar decisiones no siempre afortunadas (incluso el crimen).

Arcadia muestra también cómo el “libre despido” que el neoliberalismo legaliza y justifica bajo el criterio de la eficiencia y la competitividad, erosiona y disuelve los vínculos humanos a la vez que exacerba la competencia entre los trabajadores, deshumanizando aún más el mundo en que vivimos: “El trabajo no lo es todo, pero sin trabajo, ¿qué soy? Mis colegas y yo éramos como un clan. Trabajábamos juntos y contábamos los unos con los otros. Con el despido, se acabó el clan. Nos convertimos en enemigos, peor aún, en competidores”, dice el protagonista en un momento determinado de la película.

Yendo más allá de la película, podemos señalar a partir de lo que afirman diferentes especialistas, que la experiencia del desempleo tiene un impacto no solo en la psiquis (a través del estrés o la depresión) sino también en el cuerpo, castigándolo a través de distintos trastornos como los dolores musculares y enfermedades distintas.

La historia de asesinatos múltiples que comete el Bruno es, como hemos dicho, una ficción, pero ilustra el hecho también de que en la realidad el incremento del desempleo trae consigo el incremento de la delincuencia, de los asesinatos, del robo. En ese sentido, la ficción de los asesinatos múltiples que comete Bruno puede entendérsela como una metáfora de la locura a la que lleva un sistema económico que se orienta por el principio de la competitividad. En la escena política normalmente no se vincula el “libre despido” y de manera más general el “libre mercado” con el aumento de la delincuencia, de ahí que las medidas que se toman para enfrentar ésta tienen que ver con el castigo del delincuente y no con la prevención del delito (que llevaría a adoptar políticas de pleno empleo y políticas sociales de amplio alcance), como si el delito fuese solo una responsabilidad individual y la sociedad y la economía no tuvieran nada que ver en la ejecución del delito.

La delincuencia no tiene nada que ver con predisposiciones innatas del individuo, sino con una situación económica y social que despierta en el individuo la disposición a cometer tales y cuales actos delictivos.

La racionalización operada por las empresas con la finalidad de reducir costos, ampliar sus márgenes de ganancia o evitar pérdidas económicas, trae consigo la destrucción de la sociedad, la disolución de los vínculos humanos, la erosión de la cultura de la solidaridad, colocando en su lugar la cultura del individualismo, la cultura de “el fin justifica los medios”.

Luego se comprende mejor cómo es posible que aparezcan proyectos políticos neofascistas en la etapa contemporánea del capitalismo, proyectos políticos que tienen como uno de sus ingredientes la “limpieza social” de delincuentes, drogadictos, alcohólicos, prostitutas y homosexuales. Estos proyectos de limpieza social están presentes en Latinoamérica desde hace mucho tiempo (en el Perú, recordemos el slogan que se lanzó en los tiempos pre-electorales del 2016: “chapa tu choro”) y sus adeptos son fácilmente cooptados por partidos neofascistas para los cuales el estado de derecho es un obstáculo para afianzar el “orden económico- social”.

Como afirma Costa Gavras en una entrevista que le hicieran a propósito de su película Arcadia, lo que sucede es que el hombre es puesto al servicio del sistema económico contemporáneo (el capitalismo), y entonces aparecen una serie de consecuencias cuando debería y puede ser al revés: poner el sistema económico al servicio del hombre. Solo así puede desaparecer la delincuencia y el asesinato y solo así se puede construir una sociedad donde el centro sea el desarrollo de la persona.

https://rebelion.org/algunas-reflexiones-en-torno-a-arcadia-una-pelicula-de-costa-gavras/

lunes, 5 de julio de 2021

"Como ratas de laboratorio": los espeluznantes experimentos sobre desnutrición que Canadá hizo con los niños de las escuelas indígenas

El descubrimiento de cientos de restos de niños en Kamloops, Brandon y Cowessess, en Canadá, ha puesto de manifiesto la devastación absoluta que los colonos infligieron en los niños, las familias y las comunidades originarias a través del sistema de Escuelas Residenciales Indígenas.

Como investigadora especializada en nutrición y colona-canadiense, hago un llamado a mis colegas para que reconozcan y comprendan los daños que han causado los experimentos de desnutrición y nutrición en los pueblos indígenas y el legado que han dejado.

Más fácil de asimilar
Ian Mosby, historiador de la alimentación, salud indígena y política del colonialismo de los colonos canadienses, descubrió que entre 1942 y 1952los científicos en nutrición más prominentes de Canadá llevaron a cabo investigaciones muy poco éticas en 1.300 indígenas, incluidos 1.000 niños, en comunidades cree en el norte de Manitoba y en seis escuelas residenciales en Canadá.

Muchos ya sufrían desnutrición debido a las políticas gubernamentales destructivas y las terribles condiciones de las escuelas residenciales.

A los ojos de los investigadores, esto los convertía en sujetos de prueba ideales.

Los niños eran separados de sus familias por la fuerza.

Frederick Tisdall, famoso por ser cocreador de la comida infantil Pablum en el Hospital para Niños Enfermos de Toronto, junto con Percy Moore y Lionel Bradley Pett fueron los principales arquitectos de los experimentos de nutrición.

Ellos aseguraron que la educación y las intervenciones en la dieta harían que los pueblos indígenas fueran activos más rentables para Canadá, que si los pueblos indígenas fueran más sanos, la transmisión de enfermedades como la tuberculosis a los blancos disminuiría y la asimilación sería más fácil.

Presentaron con éxito su plan para experimentos de nutrición al gobierno federal.

Pocas calorías, nutrientes y vitaminas
Tisdall, Moore y su equipo basaron su propuesta en los resultados que encontraron después de someter a 400 adultos y niños Cree en el norte de Manitoba a una serie de evaluaciones intrusivas, que incluyeron exámenes físicos, radiografías y extracciones de sangre.

El plan de Pett y su equipo se centró en determinar una base de referencia.

Querían darles a los niños de la Escuela Residencial Indígena Alberni durante dos años una cantidad de lechetan pequeña que se les privara de las calorías y nutrientes necesarios para su crecimiento.

Además de hambre, los niños pasaban frío.

Otros experimentos consistieron en no darles vitaminas y minerales esenciales a los niños de los grupos de control, mientras evitaban que los Servicios de Salud para Indígenas les brindaran atención dental con el pretexto de que esto podría afectar los resultados del estudio.

E incluso antes de estos experimentos, los niños de las Escuelas Residenciales Indígenas pasaban hambre, que se confirmaba con informes de desnutrición grave y signos de deficiencias graves de vitaminas y minerales.

Motivos raciales
El interés en la investigación de la nutrición aumentó dramáticamente en la década de 1940, después de que el Consejo Canadiense de Nutrición declarara públicamente que más del 60% de las personas en Canadá tenían deficiencias nutricionales.

La mayoría de los experimentos hasta entonces se habían realizado en animales, pero investigadores como Pett, quien fue el autor principal de lo que luego se convertiría en la Guía de Alimentos de Canadá, aprovecharon la oportunidad de utilizar a los indígenas como ratas de laboratorio.

Para los investigadores, los niños eran sujetos de investigación ideales.

Si bien los perpetradores como Pett a menudo actuaban bajo la fachada de comprender y ayudar a los pueblos indígenas, estaba claro que estos experimentos de nutrición tenían una motivación racial.

Los investigadores intentaron desentrañar el "problema indígena". Moore, Tisdall y sus colaboradores atribuyeron estereotipos discriminatorios como "descuido, indolencia, imprevisión e inercia" a la desnutrición.

A.E. Caldwell, director de la Escuela Residencial Indígena Alberni, afirmó que la desnutrición fue causada por dietas y formas de vida tradicionales, que también llamó "hábitos indolentes".

Los experimentos de nutrición, junto con los alimentos profundamente inadecuados y de baja calidad que se les daba a los niños en estas escuelas, se alinearon perfectamente con el mandato de asimilación de Caldwell.

Prohibir a prácticamente todos los niños alimentos tradicionales adecuados es otro medio más de colonización y genocidio cultural. 

Seguir en el enlace.

domingo, 4 de julio de 2021

_- Los historiadores desmienten a Pablo Casado: “La Guerra Civil la provocó un golpe de Estado”. Los indultos y el franquismo provocan otra bronca sesión en el Congreso

_- La sesión de este miércoles en el Congreso ha dejado nuevos ejemplos de la concordia imposible entre las diferentes fuerzas políticas, con palabras gruesas, insultos, falsedades y manipulaciones históricas.

El líder del PP, Pablo Casado, fue el más madrugador en los trending topic cuando leyó, de un papel que llevaba escrito, la siguiente frase: “La Guerra Civil fue el enfrentamiento entre los que querían la democracia sin ley y los que querían la ley sin democracia. Y nuestra Constitución es el pacto por el cual no puede haber democracia sin ley ni ley sin democracia”. La afirmación, que revolvió a los historiadores, apartó el foco de los indultos a los condenados del procés, tema estrella de la mañana pese a que Pedro Sánchez había incluido en el orden del día los últimos acuerdos de los consejos europeos.

Momento de la intervención de Pablo Casado, líder del PP, en el pleno del Congreso de los Diputados, este miércoles.
El catedrático de Historia Contemporánea Julián Casanova lamenta que se hayan pronunciado tales palabras en un parlamento. “Hay gente que no quiere respetar el conocimiento. Casado se dirige a un público amplio, dispuesto a escuchar que la República no fue un régimen legítimo, lo que nos convierte a los historiadores en sospechosos por decir que sí. Pero no hay debate historiográfico sobre esto. La Guerra Civil la provocó un golpe de Estado. La República no era un imperio sin ley. Hizo reformas profundas en el ejército, para separar la Iglesia del Estado, en la educación, en la aprobación del voto femenino... Si no reconoce eso, está planteando una mentira sobre el pasado. Si además cree que la República destruyó el orden público está legitimando de alguna manera el golpe de 1936, que es la gran mentira del franquismo, decir que aquello era ineludible para limpiar España. Es una gran operación de propaganda que está aquí hace muchísimo tiempo y que no ampara ninguna investigación rigurosa”.

En la misma línea se pronuncia Ángel Viñas, catedrático jubilado de la Universidad Complutense de Madrid: “Es una estupidez. Una de esas frases que suenan bien para quien no sabe nada, pero que no corresponde a los hechos demostrados inequívocamente”.

Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura y Premio Nacional por Historia mínima de la Guerra Civil (Turner), explica: “Toda guerra civil empieza con un golpe de Estado. La definición de guerra civil la fijó el Tribunal Supremo de EEUU en 1861. Es un acto de fuerza para ocupar el poder y expulsar a los que están. En España, la República tenía muchos problemas, pero lo que vino después fue infinitamente peor”.

La equiparación de Casado entre el régimen legítimo y los golpistas en 1936 acaparó minutos del debate. “La única ley legítima”, le replicó el presidente del Gobierno, “es la ley democrática. Y, por tanto, espero que usted se retracte de sus palabras. Quizá se alzaron aquellos que lo hicieron contra la ley y la democracia porque la única ley legítima es la de la democracia y entonces era la de la Segunda República”. La portavoz del PSOE, Adriana Lastra, criticó con dureza al líder del PP: “Así que las cunetas de nuestro país están repletas de gente que quería una democracia sin ley, ¿no? Claro, si están ahí será que algo hicieron, ¿no? ¡Qué vergüenza y qué indecencia la declaración que ha hecho!”.

También censuraron a Casado, Íñigo Errejón, de Más País —“Los golpistas se levantaron contra el pueblo español y contra la ley vigente en España y un demócrata lo debería tener meridianamente claro”—, y Joan Baldoví, de Compromís: “Me parece peligroso que por esta competencia con Vox se oigan aquí unas palabras que nunca se atrevería a decir la derecha europea. Son absolutamente impresentables, injustas y reprobables”. 

sábado, 3 de julio de 2021

Eros Labara analiza el auge del fascismo en Europa: "Su banalización resulta temeraria y profundamente peligrosa". El germen del postfascismo en Europa

Por Eros Labara | 01/07/2021 | Europa

Fuentes: La marea [Foto: Asistente a una marcha neonazi en homenaje a la División Azul el pasado febrero. RUPTLY / LA MAREA] El 23 de marzo de 1919 Benito Mussolini se reunió junto a numerosos ex combatientes de la Primera Guerra Mundial en la plaza de Santo Sepulcro de Milán para fundar los Fasci italiani di combattimento, el movimiento fascista que en poco más de tres años conseguiría hacerse con el poder en Italia.

El Duce implantaría en poco tiempo una dictadura y se convertiría en un líder de masas del que el mismo Hitler acabaría copiando gestos y métodos para alcanzar el poder en Alemania. A día de hoy, se vuelve a hablar del fascismo de la primera mitad del siglo XX y se realizan múltiples comparaciones para referirse al actual auge de los partidos de ultraderecha en Europa. Más allá de las evidentes similitudes que se puedan encontrar, hay notables diferencias con la situación sociopolítica de la actualidad que conviene analizar.

Entre 1919 y 1920, tras el final de la Primera Guerra Mundial, se dio en Italia un conflicto social de grandes proporciones que se conoce como el Biennio rosso. Se trató de un periodo de grandes tensiones políticas en un contexto de profunda crisis económica e inestabilidad laboral. La clase trabajadora italiana veía en la reciente revolución bolchevique de 1917 un ejemplo sobre el que apoyarse para mejorar sus vidas y acabar con la duras condiciones laborales que sufrían. En cambio, los patrones, industriales y terratenientes consideraban que el ambiente pre-revolucionario que se vivía en el país suponía un riesgo letal para sus ambiciones económicas.

Eran años de huelgas, manifestaciones y ocupaciones de tierras y fábricas donde la brutal represión de las fuerzas estatales dio lugar a un apoyo masivo de los obreros a los partidos políticos socialistas. Este caldo de cultivo revolucionario motivó el nacimiento del movimiento fascista de Mussolini y fue apoyado masivamente por la alta burguesía italiana que no dudó en financiar al Duce y sus squadristi para atemorizar y asesinar a los obreros y líderes socialistas.

La respuesta violenta de las élites italianas al auge de las fuerzas socialistas y la permisividad institucional y pasividad de las demás fuerzas políticas llevó al país a una situación extrema cercana a la guerra civil. Inicialmente subestimado, en cuestión de pocos años, Mussolini encabezaría la Marcha sobre Roma y se convertiría en presidente del Consejo de Ministros de Italia en un breve mandato sustentado por una coalición de partidos. Poco tiempo después y tras cambiar la ley electoral, instauraría una dictadura fascista en el país prohibiendo la participación política de todos los partidos de la oposición.

Un contexto social diferente
La ultraderecha está en auge en prácticamente toda Europa. En el caso de Francia, Italia o España, su crecimiento se da a pasos agigantados y actualmente se encuentran en posiciones favorables para la formación de futuros gobiernos, según las últimas encuestas.

Recientemente, además, la situación de incertidumbre que ha forzado la pandemia podría resultar en un cambio de marcos que volatice de nuevo el sistema de partidos de diferentes países donde los nuevos movimientos ultras se puedan ver beneficiados. Cabe recordar que después de la Primera Guerra Mundial, la población europea también sufrió una pandemia, la fiebre española, la cual se llevó la vida de decenas de millones de personas.

De la misma manera, la crisis económica de posguerra y la profunda crisis que el capitalismo estaba sufriendo llevó a que la situación sociopolítica e institucional de algunos países se degenerara con numerosas tensiones y conatos revolucionarios.

La historia siempre supone un punto de apoyo sobre el que tratar de entender los procesos actuales. Resultaría difícil entender la historia reciente sin analizar antes los movimientos fascistas y socialistas del siglo XX. Trazar una comparativa histórica y comprender los recorridos sirve para analizar mejor la realidad que se vive hoy y poder combatir mejor las ideas en liza.

Por ello, conviene apuntar que el auge del fascismo es ante todo una historia de violencia y degradación institucional llena de complicidad de autoridades, políticos, empresarios y prensa con los crímenes y asesinatos fascistas que los squadristi estaban acometiendo en toda Italia con total impunidad.

El horror de los múltiples asesinatos y la oscura sombra que proyectaba una más que probable guerra civil sobre Italia acabaría por conformar un tablero de bandos donde el fascismo consiguió el vital apoyo de la burguesía ante la pasividad –y también complicidad– de una anquilosada clase política inerte ante los acontecimientos que sacudían al país.

En efecto, conviene recalcar que el fascismo clásico de Mussolini supuso la respuesta de los industriales italianos al auge de los partidos socialistas y la gran movilización de las masas obreras. Las numerosas ocupaciones de fábricas y huelgas empezaban a amenazar seriamente los lucrativos negocios de la burguesía italiana, por lo que empezaron a financiar a los Fasci de Mussolini como forma de contrarrestar el gran poder e influencia que albergaban socialistas y comunistas.

Sin duda, un extendido discurso antipolítica y una imagen degradada del ejercicio público de la política parlamentaria –muy latente también en la actualidad– sirvió de caldo de cultivo para que el ambiente pre-revolucionario de la época cristalizara en un movimiento fascista que se presentaba estratégicamente en sus inicios como apolítico y antipartidista, tratando de recoger así los frutos del hastío social y el extendido descontento popular.

A pesar del empeoramiento progresivo del bienestar social, resulta difícil encontrar hoy la profunda concienciación de lucha de clases que motivó la masiva fuerza obrera y el auge del fascismo italiano durante los primeros años de la década de 1920.

En la actualidad, se vuelve a hablar de fascismo para referirse al auge de los nuevos partidos políticos que se identifican con un sentimiento ultranacionalista y destacadamente antisocialista, pero resultaría errónea la comparación a la hora de analizar la incertidumbre y crispación política de hoy si se sustrae del análisis el convulso y violento contexto de los años del auge del fascismo clásico.

La realidad social sobre la que se asienta este resurgir fascista no se corresponde a la de los convulsos años veinte y treinta del siglo pasado, pero sí que es fácilmente identificable en el discurso y estrategias empleadas por los partidos ultraderechistas de hoy.

El odio como esencia de la ultraderecha
Así pues, con la mirada puesta en la historia, resulta necesario advertir del peligro que supone el auge de la extrema derecha para la vida en democracia. La polarización y la radicalidad de los discursos radicales de hoy responden a un interés por llevar el odio al centro del tablero político para así poder instrumentalizarlo a su favor.

En los discursos identitarios promovidos por la ultraderecha y su defensa de unos valores tradicionales específicos, se entrevé una pretensión populista y autoritaria de salvaguarda y protección del statu quo desigual por medio de la contraposición de un supuesto enemigo de la patria.

Toda ultraderecha se nutre en esencia del hartazgo político y la desconfianza en contextos débiles, pero, sobre todo, del odio; hilo conductor de la instrumentalización del patriotismo y la identidad nacional para lograr sus fines políticos. Para ello, resulta necesaria la confrontación clásica antagónica y la provocación, es decir, la conformación de un ellos frente a un nosotros basado en una idea nativista y populista de cooperación entre clases para hacer frente a ese supuesto enemigo, ya sea interno o externo, que amenaza los valores identitarios nacionales.

La principal arma y la más efectiva del postfascismo es la búsqueda de la difuminación simbólica de las desigualdades entre clases a través de la conformación de valores en torno a una identidad nacionalista unificadora y de identificación comunitaria. La conmemoración del pasado “glorioso”, la amenaza externa común –hoy focalizada en la inmigración– y el refuerzo de los mitos nacionales son elementos propagandísticos y proselitistas con un enorme empuje en el imaginario nacionalista del postfacismo.

Fascismo del siglo XXI
Al igual que en el pasado, el surgimiento actual de la extrema derecha responde a unos intereses específicos posicionados con los de las élites y el temor de éstas a la pérdida de privilegios en un contexto de incertidumbre económica global. El fascismo clásico no hubiera podido hacerse con el poder sin el apoyo financiero de las oligarquías económicas, de cierta clase política afín y de la crucial acción de las fuerzas armadas del Estado.

Su auge se tradujo en un reforzamiento y consolidación de las dinámicas del capitalismo, en tanto que las élites dominantes acabaron beneficiándose de sus políticas económicas e influencias sobre la sociedad de la época. El detonante del germen postfascista se podría interpretar como una competición por el poder en un contexto de inflexión histórica con un entorno de alta incertidumbre social y económica, no entendido solo como riesgo, sino también como oportunidad.

En numerosos análisis recientes, el crecimiento de apoyos a la ultraderecha se trata de explicar a través de diferentes prismas como el creciente descontento social en contextos de crisis y precariedad, la desconfianza creciente hacia las instituciones, la degradación de los partidos tradicionales o las motivaciones aspiracionales de un frustrado potencial de clase media. Sin duda, las fuerzas políticas de ultraderecha también se han visto favorecidas por una progresiva y cada vez más profunda erosión de los lazos comunitarios y de identidad de la clase trabajadora actual, así como la pérdida de poder de sus vínculos y representaciones sindicales y políticas.

Por ello, resulta difícil atribuir la polarización a simples clivajes económicos que se traducen en los clásicos izquierda y derecha. La división social entre fascistas y comunistas o socialistas es, por tanto, una entelequia, más propia de la publicidad con fines electorales que de una verdadera alusión a la realidad realmente existente. Sin embargo, su simple evocación puede ser potencialmente peligrosa para la convivencia pacífica y verdaderamente efectiva para las pretensiones políticas de la extrema derecha.

El papel de la globalización y la desregularización financiera en el desigual reparto de las riquezas, así como el declive de la concienciación social fruto de la mercantilización totalizadora y un imbuido individualismo neoliberal en constante competición, suponen elementos recientes y escenarios nuevos que deben introducirse en los debates que tratan de desgranar el significado del postfascismo.

Los esquemas del siglo XX pueden servir de esencial apoyo histórico y como forma prioritaria para entender estrategias políticas, pero difícilmente darán respuestas efectivas en términos de disputa ideológica pragmática si no se incluyen en los análisis las transformaciones sociales y económicas que se han producido durante las últimas décadas.

El postfascismo actual se puede entender como el intento de reforzamiento a la defensiva de las dinámicas neoliberales en clave nacional para, de esta manera, lograr preservar el poder de las élites capitalistas nacionales. En las propuestas políticas de la ultraderecha se puede observar que el sistema económico de libre mercado no está en cuestión y, si lo está, surge más como estrategia retórica para la conformación de un imaginario que les relacione con los intangibles políticos del anti establishment que como realidad de sus propuestas.

El principal objetivo de las élites nacionales es, en realidad, un mejor acceso y posición dentro del mercado. Las demandas de reducción de impuestos, la privatización y el desmantelamiento de los servicios públicos responden a una intencionalidad de mayor acumulación de capital y rentabilidad en un contexto de alta competición frente a otros agentes europeos e internacionales, principalmente, ante las poderosas empresas transnacionales. Si la derecha europea tiene similitudes discursivas con la ultraderecha postfascista se debe a que el nexo ideológico es fundamentalmente neoliberal.

La historia como advertencia
En la ultraderecha de hoy, el postfascismo se hace evidente en el mismo empleo de métodos y terminología reaccionaria para polarizar al electorado y desdibujar a la oposición como una especie de peligroso enemigo que acecha sobre los valores nacionales. Agitar el miedo al bolchevismo era parte del discurso habitual de los fascistas italianos con el que trataban de justificar su violencia. Esta estrategia responde a una técnica de atrezo que se sirve de la provocación y la mentira para canalizar pasiones –como es el caso actual de la inmigración y las fake news– y propiciar así una atmósfera de odio y bandos que refuerza una posición favorable para la ultraderecha.

Al igual que entonces, en contextos de Estados y democracias deslegitimadas, las enormes desigualdades sociales de la actualidad pueden dar lugar a un mayor extremismo y a un aumento aún más exacerbado de las acciones violentas promovidas por la extrema derecha a través de sus discursos de odio. Los orígenes y las consecuencias de la llegada del fascismo al poder son bien conocidas por todos. No hay que olvidar que Mussolini fue, ante todo, hijo del odio y del ejercicio del miedo a través de la violencia promovida por las élites políticas y económicas italianas. A tenor de los terribles resultados históricos y las enormes referencias precedentes, la banalización del fascismo resulta temeraria y profundamente peligrosa.

Ocurrió y, por lo tanto, puede volver a ocurrir, advertía el escritor italiano y superviviente del holocausto Primo Levi. La atmósfera de odio y violencia es inherente al fascismo, por lo que un mayor crecimiento e influencia de los partidos postfascistas puede acabar por dinamitar el sistema democrático vigente y forzar la quiebra del marco común de derechos humanos. Es por ello que el auge del postfascismo supone, a día de hoy, la mayor amenaza a la que se enfrentan las democracias.