El cuento del rey destronado, que regresa triunfal apoyado por el pueblo, es una carambola imprevista que el PSOE podría aprovechar tras tanto tiempo ciego y sordo.
¿El 15M del PSOE? ¿La victoria de la militancia sobre el aparato? Por favor, no me sean ingenuos. Les voy a revelar la verdadera historia oculta tras la victoria de Pedro Sánchez, el plan maléfico y brillante con que los poderes fácticos han rehabilitado un partido moribundo y recobrado la conexión con los votantes. Agárrense, que es una historia de miedo.
Verano de 2016. Reunión secreta a bordo de un lujoso velero en alta mar. Los participantes acuden en helicópteros y yates particulares, y aunque no me atrevo a dar nombres, había dos expresidentes de gobierno, una docena de barones y exbarones, la vieja guardia socialista al completo, varios invitados del PP, empresarios, banqueros, un par de obispos, un rey emérito, y Rubalcaba y Cebrián. Ya, dije que no iba a dar nombres, pero esos dos se dan siempre por supuestos.
Los conjurados coinciden en su preocupación por la situación del PSOE: "O espabilamos, o en un par de elecciones estaremos fuera de juego, por pura biología: los jóvenes no nos van a votar nunca". Discuten una refundación, alguien propone buscar un nuevo líder, pero cunde el desánimo.
Por suerte, han invitado a un prestigioso coach que toma la palabra, apoyado en un bonito powerpoint: "Ustedes lo que necesitan es un nuevo relato. Una historia que vender. Emocionante. Dramática. Épica. Ilusionante. Y como tenemos poco tiempo, les propongo un relato fácil: el rey destronado. El viejo cuento del rey bueno que es traicionado y desterrado hasta que, con el apoyo del pueblo, regresa y recupera el poder expulsando a los usurpadores".
Paso a paso, el experto detalla el plan: "Primero, echar al secretario general. De malas maneras, las peores posibles, para garantizarle simpatías como víctima. Segundo, entregar el gobierno al PP. ¿Se les ocurre algo que pueda enfadar más a sus militantes y votantes? Tercero, necesitamos un villano, o mejor una villana, que aparezca como representante del aparato y del sistema. Cuarto, unas primarias a las que el rey destronado concurrirá como outsider, apoyado en la gente. Ya tenemos el relato: el aparato contra la militancia, la élite contra el pueblo. Y por supuesto, gana el pueblo".
"Es imprescindible que lo más antipático del partido participe apoyando a la candidata mala, y que ésta se empeñe en ser torpe, mientras el candidato bueno gana apoyos. Ah, y que los medios de derecha colaboren demonizando a uno y elogiando a la otra. Cebrián, contamos con vuestros editoriales, no nos falles."
Pues ya ven. El plan ha salido perfecto. El PSOE ha vuelto. Renovado. Más a la izquierda. Reconectado con militantes y votantes. Barriendo el pasado y mirando al futuro. Gente que ayer decía eso de "rompí mi carné, pero esto me ha devuelto la ilusión". Y todo con el mismo líder. El rey destronado al que adora el mismo pueblo que hace meses lo despreciaba.
Hasta aquí la teoría de la conspiración. Suena a cachondeo, pero les juro que he oído unas cuantas así desde el domingo. Gente que ve sospechoso que el mismo Pedro Sánchez que hace nada era aparatero y social-liberal, hoy sea rebelde y cante La Internacional. No puede ser. Tiene que haber una mano negra.
Pero no. Como dice href="https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_Hanlon" el principio clásico>, no atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez. Y una vez más, la conspiración más retorcida es más verosímil que tanta estupidez: cuesta creer que el PSOE oficial haya sido tan rematadamente estúpido en los últimos tiempos. Que hayan estado tan ciegos y sordos, tan desconectados de la calle, tan ignorantes de los cambios de fondo en la sociedad. Que no vieran venir lo que ha acabado ocurriendo. Que de verdad, href="http://www.eldiario.es/zonacritica/Susana_Diaz_candidata_del_sistema_6_645045526.html"confiasen en Susana Díaz como solución. Pero así ha sido.
La buena noticia para el PSOE es que la estupidez a veces propicia carambolas, golpes de suerte. La victoria de Sánchez puede ser una de esas carambolas, un giro imprevisto que de pronto pone algo de viento de cola a un partido que llevaba años manoteando contra el vendaval. Es muy poco viento a favor, el vendaval sigue ahí, y además Sánchez ya ha demostrado ser una veleta. Pero habrá que ver si hay suficiente inteligencia colectiva ahí dentro para aprovechar la oportunidad del nuevo relato, o si insisten en la estupidez.
miércoles, 24 de mayo de 2017
martes, 23 de mayo de 2017
Liberales: Defienden el mercado, (sobre todo sus mercados) pero no la libertad.
La última salida de la política de Esperanza Aguirre permite reflexionar también sobre el sentido y el significado real que tiene el liberalismo económico contemporáneo, y no sólo en nuestro país.
Esperanza Aguirre, y quienes la han rodeado, se presentaba a sí misma como la expresión de la política liberal más auténtica, como una Thatcher española capaz de darle la vuelta a la sociedad y a la ideología dominantes. Y a su alrededor se han cobijado en los años en que ha estado en el poder los liberales más preclaros de la vida social española, intelectuales, catedráticos, inversores, grandes empresarios y jóvenes delfines, todos ellos predicadores de la “libertad de mercado” y enemigos acérrimos de todo tipo de intervencionismo público y estatal (del cual, por cierto, obtienen buenas rentas la inmensa mayoría de ellos).
Los seguidores de Esperanza Aguirre y ella misma han sido los más vibrantes defensores del mercado como mecanismo supremo de solución de todos los problemas económicos. Y lo curioso es que esa defensa exacerbada del mercado se ha conseguido equiparar (es verdad que no sólo en España y en el entorno de Esperanza Aguirre) con la defensa de lo eficiente, de la máxima competencia y, lo que todavía resulta más increíble, de la libertad. En contra de esa retórica liberal que entroniza al mercado, lo que el gobierno de una liberal como Esperanza Aguirre ha supuesto en la práctica está bien claro: una conspiración constante para disponer del poder público suficiente que permita acumular la mayor cantidad posible de riqueza pública en manos privadas. Una conspiración a veces tan enfermiza y acentuada que ha terminado convirtiéndose, según se va descubriendo, en el origen de una auténtica organización criminal dirigida a vaciar a manos llenas las arcas del Estado.
La eficiencia de las políticas liberales que ha llevado a cabo Esperanza Aguirre está igualmente clara cuando se comprueba que las privatizaciones efectuadas sólo han servido para poner recursos hasta entonces públicos en manos privadas, pero no para generar menores costes o más eficiencia. La privatización de amplios sectores de la sanidad o la educación no ha creado servicios mejores, más eficientes, más transparentes o más baratos, sino que, por el contrario, ha generado mayor gasto, aunque, eso sí, ahora destinado a colmar los bolsillos privados. Y es normal que eso haya sido lo que ha ocurrido porque la identificación automática entre mercado y competencia, eficiencia o libertad no es sino un gran mito sin ningún fundamento objetivo o científico.
Defender el mercado sin ningún otro matiz, como suelen hacer los liberales, es una simpleza porque en realidad no existe “el” mercado. Mercados hay muchos, con naturaleza y efectos muy variados, y para que se pueda decir que un mercado es plenamente eficiente o mejor que una buena decisión pública, a la hora de asignar recursos, deben darse una serie de condiciones y requisitos muy estrictos (por ejemplo, información perfecta y gratuita a disposición de todos los sujetos, plena homogeneidad de los productos y ausencia total de barreras de entrada a los mercados) que es casi, por no decir que totalmente, imposible que se den en la realidad.
La competencia, lejos de ser una condición innata o consustancial a los mercados, es desgraciadamente lo primero que se quiebra cuando los mercados se pone a funcionar si éstos no están convenientemente regulados, es decir, si no hay un buen anillo de derechos de propiedad que proteja a los mercados de sí mismos, de las fuerzas auto destructoras que genera el afán de lucro desmedido, la concentración de la riqueza y la vía libre para los más poderosos, condiciones que son las que suelen predominar en los mercados contemporáneos. No hay forma posible de hacer que los mercados se acerquen al ideal de la eficiencia y la competencia que no sea la de una buena regulación, el establecimiento de un adecuado sistema de normas. Y eso sólo puede garantizarse justamente cuando hay un Estado que funciona correctamente y, sobre todo, no sometido a los dictados del propio poder de mercado del que disponen quienes tienen privilegios en su seno. ¿Acaso privatizar para destinar más recursos, más servicios o más obras, más negocio, a los grandes promotores y constructores que dominan en condiciones de oligopolio el mercado tiene algo que ver con la competencia perfecta y con la mayor eficiencia? Debilitar al Estado, como hacen los liberales cuando gobiernan, es lo contrario de lo que se precisa para fortalecer la competencia y la eficiencia, y justo lo que desean quienes ya tienen gran poder de mercado para aumentarlo.
Los mercados de hoy día, los que han contribuido a diseñar y a proteger las políticas liberales de nuestro tiempo, son mucho más imperfectos que nunca y, por tanto, más ineficientes. Es una quimera, por no decir que un miserable engaño, decir que en ellos predominan la competencia o que sólo allí es donde la eficiencia va a alcanzar su máxima expresión. Ocurre todo lo contrario: lo que han conseguido las políticas liberales como las que han puesto en marcha los gobiernos de la liberal Esperanza Aguirre ha sido erradicar todavía más la competencia, oligopolizar los mercados y hacerlos, en consecuencia, mucho más ineficientes, y mucho más onerosos para la inmensa mayoría la población.
Pero si hay un mito singularmente exagerado en relación con el liberalismo es el que hace creer que al defender los mercados se defiende la libertad en su sentido prístino, en su más auténtica expresión. Es un mito porque lo que hacen las políticas liberales con el pretexto de dar libertad a los mercados es simplemente aumentar la de quienes los dominan en su exclusivo beneficio. La libertad en el mercado es una auténtica quimera cuando los derechos, o quizá mejor dicho los poderes de apropiación están definidos de una manera tan desigual y asimétrica como hoy día lo están. En las condiciones de funcionamiento de los mercados que imponen las políticas liberales, que en España no son otras que las que benefician a las más grandes empresas, la libertad que puede alcanzarse solo es la misma que Anatole France decía irónicamente que proporcionaba el derecho en nuestras sociedades: “La Ley -decía-, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”.
De hecho, la paradoja más grande que tienen los mercados es que, incluso si se dieran las condiciones que les permitieran ser completamente eficientes con carácter general, es decir, en todos los ámbitos de la economía, se necesitaría una autoridad central, o hablando en plata un dictador, que distribuyera satisfactoriamente la renta.
La razón es sencilla y la explico con más detalle en mi libro Economía para no dejarse engañar por los economistas (Ediciones Deusto): de ser eficientes (lo que ya de por sí es dudoso), los mercados solo lo serían logrando que los sujetos económicos adquieran los bienes y servicios en su uso más valioso o más barato. Pero es evidente que para que los sujetos puedan adquirir (eficientemente) esos bienes y servicios deben de haber dispuesto ya de ingresos. Y también lo es que, una vez adquiridos los bienes, la distribución de esos ingresos ya es diferente a como lo era antes del intercambio realizado. Por tanto, para que se pueda decir que los intercambios llevados a cabo en los mercados proporcionan a todos los sujetos (a la sociedad en general) la máxima satisfacción o bienestar, es imprescindible que todos los sujetos estén satisfechos con la distribución de la riqueza inicial y con la resultante. Y como esa satisfacción no la puede dar por definición el mercado ha de darla una autoridad central, el dictador. Un significativo detalle que se le olvida mencionar a los liberales cuando nos quieren hacer creer que al defender el mercado defienden la libertad.
Mercado y libertad son dos conceptos que, en realidad, no tienen por qué coincidir y que, en las condiciones de mercados imperfectos que crean las políticas liberales, es cuando menos coinciden. Los liberales defienden el mercado que les conviene a los grandes oligopolios pero de esa forma no defienden ni la competencia, ni la eficiencia ni, por supuesto, la libertad.
Fuente:
http://www.juantorreslopez.com/liberales-defienden-el-mercado-pero-no-la-libertad/#more-7858
lunes, 22 de mayo de 2017
Si el cine francés se olvida de la clase obrera, el resultado es Marine Le Pen"
Bertrand Tavernier (Lyon, 1941) no había nacido cuando se estrenaron la mayoría de Las películas de mi vida, su nuevo filme. Pero sus raíces e infinito conocimiento de la industria francesa le convirtieron en una enciclopedia de directores, luchas obreras y gustos estéticos del cine de aquella época. El documental se cuenta en tres horas de visionado, 94 películas y 582 extractos de lo que él considera la excelencia gala.
Eso sí, hasta 1970. Ese fue el año en el que Tavernier se estrenó como director y, como confesó durante la promoción, cuando su cine entró en conflicto con el de los demás. Esto no le hizo perder la devoción por sus colegas ni trasladó su mirada hacia su propio ombligo, como critica a muchos directores. La admiración constante y la consigna de que "el cine debe ser social y político" le convirtieron en uno de los nombres más respetados del séptimo arte.
El hombre que nos dio grandes obras como La vida y nada más y Hoy comienza todo usa su último filme como una lección de humildad y de historia: la que se cuenta a través de la pantalla y, en ocasiones, tiene más memoria que la clase política. Reconoce que Francia vive un periodo convulso y que lo peor -Marine Le Pen- está por llegar. Pero también tiene esperanzas en la nueva generación de cineastas, aquella que se olvida de la nouvelle vague para empaparse de la fibra social de sus antecesores. Todo, por supuesto, con un aire muy francés.
Dicen que para ser un buen escritor hay que ser un lector voraz, ¿ocurre lo mismo para ser buen director?
Es cierto que muchos grandes directores son unos espectadores extraordinarios. Gente como Jacques Becker, Tarantino, Michael Powell o la práctica totalidad de cineastas italianos.
En nuestro oficio es necesario estar al corriente de lo que se hace alrededor de uno mismo, aunque solo sea para evitar errores. Para no volver a inventar la pólvora, como yo les digo a mis estudiantes. Porque se creen que son los pioneros en todo, pero hay muchísima gente que ha inventado la pólvora antes.
Las películas de mi vida llega hasta 1970, justo cuando comenzó a hacer cine. ¿Es más complicado mostrar admiración por sus coetáneos? ¿Separar su éxito del suyo propio?
En parte sí, porque en ese momento tenía un conflicto de intereses entre mis películas y las películas de los otros. La otra razón es que el periodismo actual es muy suspicaz. Podrían haber dicho que incluyo las películas que han sido financiadas por las mismas personas que pusieron dinero en las mías. O que digo cosas buenas de un actor por amiguismo, o porque ha trabajado conmigo.
Martin Scorsese hizo lo mismo en Il mio viaggio in Italia (Mi viaje a Italia) y Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano.
Justo. Él se detiene en el año en el que se convierte en director. Cuando eres director, tienes orgullo de lo que haces y no te detienes a compararte con otras personas. No debes, al menos.
Y además, el tiempo me permite tomar distancia para una película como esta. La memoria es uno de los temas principales La memoria es algo que requiere tiempo, porque el tiempo es lo que sana las querellas y las luchas estúpidas. Permite olvidar todo lo que sea superficial.
Al despertar el día, La bestia humana y casi todas las películas de su filme son muy políticas. Sin miedo a posicionarse con la clase obrera en plena época del Frente Popular. ¿Se ha perdido eso?
Sí, el cine captó de forma maravillosa épocas como la del Frente Popular. Los directores sabían filmar a los obreros, entrar en contacto con su rutina. Pero también hubo un gran número de cineastas que rodaban más a gusto con los medios ricos y elitistas que en un entorno proletario.
A partir de la mitad de los años 60, los obreros desaparecen del cine francés. Los jóvenes cineastas se prestaron más a las historias autobiográficas y, a su vez, los partidos de izquierda franceses perdieron el interés por la clase obrera. Si el cine francés y la política de izquierdas se olvidan del proletariado, el resultado es Marine Le Pen.
En la última década, el cine francés ha recuperado historias sobre la crisis y la precarización de la clase media. La ley del mercado, El capital o Dos días y una noche. ¿Por qué no cala ese mensaje?
Creo que el cine puede muchas cosas, pero no lo puede todo. El cine francés actual, desde hace quince años, ha vuelto a descubrir al mundo obrero. Cineastas como los que mencionas, Stéphane Brizé, Jacques Audiard o Philippe Lioret, lo han hecho de forma estupenda. Tienen más conocimiento de nuestra sociedad y han hablado mejor de lo que ocurre Francia que muchos políticos.
En España, nuestro presidente admitió que no ve películas españolas. ¿Ocurre eso en Francia? ¿Es una muestra de su desinterés?
El cine ha lanzado señales de alarma. Hay muchos documentales y películas que alertan de los problemas sociales y ha habido una sordera espantosa por parte de los políticos. Ellos tampoco ven nuestras películas, no conocen el mundo real como nosotros.
Por ejemplo, en Francia tenemos a una política -no diré su nombre- responsable de los asuntos relacionados con la pobreza. Vio mi película Hoy comienza todo -estrenada en 1999- hace cuatro años. Cuando la vio, me dijo: "es increíble, aparecen todos los dramas sociales de la actualidad". Es cierto que aparecen, pero no les interesan. Ella está en el poder desde hace cinco años y no ha adoptado ninguna medida para subsanarlos.
En la película utiliza a menudo el calificativo "muy francés" para referirse a actores, a un plano o a la música. ¿Cómo definiría ese adjetivo?
Hay películas que se desposan con la identidad de su país. Pero en el cine francés se han abierto muchas corrientes complejas. Por ejemplo, algunos grandes cineastas estaban marcados por el cine norteamericano y lo conocían muy bien. Jacques Becker, por ejemplo, tomaba el ritmo de Hollywood, pero hacía películas muy francesas sobre la realidad y la sociedad francesas.
Jean Pierre Melville también se alimentó solo del cine americano y hacía películas en homenaje a esa industria. Lo gracioso es que nunca llegaron a proyectarse allí porque tenían un tono tan especial, tan personal, que no gustaban a aquella audiencia. Él y otros muchos directores ponían algo original. Daban un color y una ironía propios de aquí.
También ocurría con los exponentes de la nouvelle vague. Truffaut y su pasión por Hitchcock o Rivette por Howard Hawks. ¿La admiración ennoblece el oficio de director?
Me encanta esta pregunta. Yo pienso que sí, claro. Primero, me gustan los directores clásicos de cine norteamericano porque son muy modernos. También me gustan los directores actuales: Tarantino, Steven Soderbergh, Alexandre Payne y muchísimos más.
Creo que la admiración hacia las personas que han existido antes que uno mismo es un sentimiento muy gratificante. Victor Hugo escribió: "yo conozco a muchos autores que se resecan por su falta de admiración". Yo también he conocido a muchos cineastas que solo están interesados en sí mismos y su obra se encoje cada vez más, se hace menos interesante con los años. La gente que está al día, abierta al cine del resto del mundo, en cambio, ha rodado películas extraordinarias hasta el final de sus vidas.
En la otra cara, ¿qué peligros tiene que un cineasta se estanque en el pasado?
Mi película no es en absoluto nostálgica. Está llena de admiración, es pasional, pero en ningún momento digo que ese cine sea mejor que actual. Creo que hay películas excepcionales y que, en cualquier caso, el cine francés está muy vivo. También tiene muchos problemas, pero siempre los ha tenido.
En su película, por la época, no aparecen mujeres cineastas. Hoy en día existe una generación muy importante de directoras francesas: Sophie Marceau, Celine Sciamma o Maïween le Besco. ¿Diría que la escasa paridad es uno de los problemas de la industria?
Estoy encantado de que haya mujeres cineastas. Ha sido una tarea difícil. En los años 30 había dos y no había ninguna mujer política. El cine no mostraba una situación formidable, pero ganaba dos a cero a la política. Tuvimos que esperar hasta 1946 para que una mujer saliese electa en Francia.
Sí, esta industria ha sido una profesión de hombres también por razones físicas. Entraron más mujeres cuando la técnica evolucionó y hubo cámaras más ligeras y menos proyectores. Por supuesto, han existido mujeres que tuvieron un papel importante en la liberación femenina de la industria. En mi película subrayo sus guiones o su trabajo en el equipo.
Pero es cierto que los directores lo monopolizaban todo. En los años 40 había dos mujeres, en los 50, tres. Ahora hay muchas más y varias están seleccionadas para el festival de Cannes. Es un avance progresivo, pero por fin hay mujeres cineastas.
En la película utiliza a menudo el calificativo "muy francés" para referirse a actores, a un plano o a la música. ¿Cómo definiría ese adjetivo?
Hay películas que se desposan con la identidad de su país. Pero en el cine francés se han abierto muchas corrientes complejas. Por ejemplo, algunos grandes cineastas estaban marcados por el cine norteamericano y lo conocían muy bien. Jacques Becker, por ejemplo, tomaba el ritmo de Hollywood, pero hacía películas muy francesas sobre la realidad y la sociedad francesas.
Jean Pierre Melville también se alimentó solo del cine americano y hacía películas en homenaje a esa industria. Lo gracioso es que nunca llegaron a proyectarse allí porque tenían un tono tan especial, tan personal, que no gustaban a aquella audiencia. Él y otros muchos directores ponían algo original. Daban un color y una ironía propios de aquí.
También ocurría con los exponentes de la nouvelle vague. Truffaut y su pasión por Hitchcock o Rivette por Howard Hawks. ¿La admiración ennoblece el oficio de director?
Me encanta esta pregunta. Yo pienso que sí, claro. Primero, me gustan los directores clásicos de cine norteamericano porque son muy modernos. También me gustan los directores actuales: Tarantino, Steven Soderbergh, Alexandre Payne y muchísimos más.
Creo que la admiración hacia las personas que han existido antes que uno mismo es un sentimiento muy gratificante. Victor Hugo escribió: "yo conozco a muchos autores que se resecan por su falta de admiración". Yo también he conocido a muchos cineastas que solo están interesados en sí mismos y su obra se encoje cada vez más, se hace menos interesante con los años. La gente que está al día, abierta al cine del resto del mundo, en cambio, ha rodado películas extraordinarias hasta el final de sus vidas.
En la otra cara, ¿qué peligros tiene que un cineasta se estanque en el pasado?
Mi película no es en absoluto nostálgica. Está llena de admiración, es pasional, pero en ningún momento digo que ese cine sea mejor que actual. Creo que hay películas excepcionales y que, en cualquier caso, el cine francés está muy vivo. También tiene muchos problemas, pero siempre los ha tenido.
En su película, por la época, no aparecen mujeres cineastas. Hoy en día existe una generación muy importante de directoras francesas: Sophie Marceau, Celine Sciamma o Maïween le Besco. ¿Diría que la escasa paridad es uno de los problemas de la industria?
Estoy encantado de que haya mujeres cineastas. Ha sido una tarea difícil. En los años 30 había dos y no había ninguna mujer política. El cine no mostraba una situación formidable, pero ganaba dos a cero a la política. Tuvimos que esperar hasta 1946 para que una mujer saliese electa en Francia.
Sí, esta industria ha sido una profesión de hombres también por razones físicas. Entraron más mujeres cuando la técnica evolucionó y hubo cámaras más ligeras y menos proyectores. Por supuesto, han existido mujeres que tuvieron un papel importante en la liberación femenina de la industria. En mi película subrayo sus guiones o su trabajo en el equipo.
Pero es cierto que los directores lo monopolizaban todo. En los años 40 había dos mujeres, en los 50, tres. Ahora hay muchas más y varias están seleccionadas para el festival de Cannes. Es un avance progresivo, pero por fin hay mujeres cineastas.
Fuente:
http://www.eldiario.es/cultura/cine/Bertrand-Tavernier-cine-frances-Marine-Le-Pen_0_637986533.html
Eso sí, hasta 1970. Ese fue el año en el que Tavernier se estrenó como director y, como confesó durante la promoción, cuando su cine entró en conflicto con el de los demás. Esto no le hizo perder la devoción por sus colegas ni trasladó su mirada hacia su propio ombligo, como critica a muchos directores. La admiración constante y la consigna de que "el cine debe ser social y político" le convirtieron en uno de los nombres más respetados del séptimo arte.
El hombre que nos dio grandes obras como La vida y nada más y Hoy comienza todo usa su último filme como una lección de humildad y de historia: la que se cuenta a través de la pantalla y, en ocasiones, tiene más memoria que la clase política. Reconoce que Francia vive un periodo convulso y que lo peor -Marine Le Pen- está por llegar. Pero también tiene esperanzas en la nueva generación de cineastas, aquella que se olvida de la nouvelle vague para empaparse de la fibra social de sus antecesores. Todo, por supuesto, con un aire muy francés.
Dicen que para ser un buen escritor hay que ser un lector voraz, ¿ocurre lo mismo para ser buen director?
Es cierto que muchos grandes directores son unos espectadores extraordinarios. Gente como Jacques Becker, Tarantino, Michael Powell o la práctica totalidad de cineastas italianos.
En nuestro oficio es necesario estar al corriente de lo que se hace alrededor de uno mismo, aunque solo sea para evitar errores. Para no volver a inventar la pólvora, como yo les digo a mis estudiantes. Porque se creen que son los pioneros en todo, pero hay muchísima gente que ha inventado la pólvora antes.
Las películas de mi vida llega hasta 1970, justo cuando comenzó a hacer cine. ¿Es más complicado mostrar admiración por sus coetáneos? ¿Separar su éxito del suyo propio?
En parte sí, porque en ese momento tenía un conflicto de intereses entre mis películas y las películas de los otros. La otra razón es que el periodismo actual es muy suspicaz. Podrían haber dicho que incluyo las películas que han sido financiadas por las mismas personas que pusieron dinero en las mías. O que digo cosas buenas de un actor por amiguismo, o porque ha trabajado conmigo.
Martin Scorsese hizo lo mismo en Il mio viaggio in Italia (Mi viaje a Italia) y Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano.
Justo. Él se detiene en el año en el que se convierte en director. Cuando eres director, tienes orgullo de lo que haces y no te detienes a compararte con otras personas. No debes, al menos.
Y además, el tiempo me permite tomar distancia para una película como esta. La memoria es uno de los temas principales La memoria es algo que requiere tiempo, porque el tiempo es lo que sana las querellas y las luchas estúpidas. Permite olvidar todo lo que sea superficial.
Al despertar el día, La bestia humana y casi todas las películas de su filme son muy políticas. Sin miedo a posicionarse con la clase obrera en plena época del Frente Popular. ¿Se ha perdido eso?
Sí, el cine captó de forma maravillosa épocas como la del Frente Popular. Los directores sabían filmar a los obreros, entrar en contacto con su rutina. Pero también hubo un gran número de cineastas que rodaban más a gusto con los medios ricos y elitistas que en un entorno proletario.
A partir de la mitad de los años 60, los obreros desaparecen del cine francés. Los jóvenes cineastas se prestaron más a las historias autobiográficas y, a su vez, los partidos de izquierda franceses perdieron el interés por la clase obrera. Si el cine francés y la política de izquierdas se olvidan del proletariado, el resultado es Marine Le Pen.
En la última década, el cine francés ha recuperado historias sobre la crisis y la precarización de la clase media. La ley del mercado, El capital o Dos días y una noche. ¿Por qué no cala ese mensaje?
Creo que el cine puede muchas cosas, pero no lo puede todo. El cine francés actual, desde hace quince años, ha vuelto a descubrir al mundo obrero. Cineastas como los que mencionas, Stéphane Brizé, Jacques Audiard o Philippe Lioret, lo han hecho de forma estupenda. Tienen más conocimiento de nuestra sociedad y han hablado mejor de lo que ocurre Francia que muchos políticos.
En España, nuestro presidente admitió que no ve películas españolas. ¿Ocurre eso en Francia? ¿Es una muestra de su desinterés?
El cine ha lanzado señales de alarma. Hay muchos documentales y películas que alertan de los problemas sociales y ha habido una sordera espantosa por parte de los políticos. Ellos tampoco ven nuestras películas, no conocen el mundo real como nosotros.
Por ejemplo, en Francia tenemos a una política -no diré su nombre- responsable de los asuntos relacionados con la pobreza. Vio mi película Hoy comienza todo -estrenada en 1999- hace cuatro años. Cuando la vio, me dijo: "es increíble, aparecen todos los dramas sociales de la actualidad". Es cierto que aparecen, pero no les interesan. Ella está en el poder desde hace cinco años y no ha adoptado ninguna medida para subsanarlos.
En la película utiliza a menudo el calificativo "muy francés" para referirse a actores, a un plano o a la música. ¿Cómo definiría ese adjetivo?
Hay películas que se desposan con la identidad de su país. Pero en el cine francés se han abierto muchas corrientes complejas. Por ejemplo, algunos grandes cineastas estaban marcados por el cine norteamericano y lo conocían muy bien. Jacques Becker, por ejemplo, tomaba el ritmo de Hollywood, pero hacía películas muy francesas sobre la realidad y la sociedad francesas.
Jean Pierre Melville también se alimentó solo del cine americano y hacía películas en homenaje a esa industria. Lo gracioso es que nunca llegaron a proyectarse allí porque tenían un tono tan especial, tan personal, que no gustaban a aquella audiencia. Él y otros muchos directores ponían algo original. Daban un color y una ironía propios de aquí.
También ocurría con los exponentes de la nouvelle vague. Truffaut y su pasión por Hitchcock o Rivette por Howard Hawks. ¿La admiración ennoblece el oficio de director?
Me encanta esta pregunta. Yo pienso que sí, claro. Primero, me gustan los directores clásicos de cine norteamericano porque son muy modernos. También me gustan los directores actuales: Tarantino, Steven Soderbergh, Alexandre Payne y muchísimos más.
Creo que la admiración hacia las personas que han existido antes que uno mismo es un sentimiento muy gratificante. Victor Hugo escribió: "yo conozco a muchos autores que se resecan por su falta de admiración". Yo también he conocido a muchos cineastas que solo están interesados en sí mismos y su obra se encoje cada vez más, se hace menos interesante con los años. La gente que está al día, abierta al cine del resto del mundo, en cambio, ha rodado películas extraordinarias hasta el final de sus vidas.
En la otra cara, ¿qué peligros tiene que un cineasta se estanque en el pasado?
Mi película no es en absoluto nostálgica. Está llena de admiración, es pasional, pero en ningún momento digo que ese cine sea mejor que actual. Creo que hay películas excepcionales y que, en cualquier caso, el cine francés está muy vivo. También tiene muchos problemas, pero siempre los ha tenido.
En su película, por la época, no aparecen mujeres cineastas. Hoy en día existe una generación muy importante de directoras francesas: Sophie Marceau, Celine Sciamma o Maïween le Besco. ¿Diría que la escasa paridad es uno de los problemas de la industria?
Estoy encantado de que haya mujeres cineastas. Ha sido una tarea difícil. En los años 30 había dos y no había ninguna mujer política. El cine no mostraba una situación formidable, pero ganaba dos a cero a la política. Tuvimos que esperar hasta 1946 para que una mujer saliese electa en Francia.
Sí, esta industria ha sido una profesión de hombres también por razones físicas. Entraron más mujeres cuando la técnica evolucionó y hubo cámaras más ligeras y menos proyectores. Por supuesto, han existido mujeres que tuvieron un papel importante en la liberación femenina de la industria. En mi película subrayo sus guiones o su trabajo en el equipo.
Pero es cierto que los directores lo monopolizaban todo. En los años 40 había dos mujeres, en los 50, tres. Ahora hay muchas más y varias están seleccionadas para el festival de Cannes. Es un avance progresivo, pero por fin hay mujeres cineastas.
En la película utiliza a menudo el calificativo "muy francés" para referirse a actores, a un plano o a la música. ¿Cómo definiría ese adjetivo?
Hay películas que se desposan con la identidad de su país. Pero en el cine francés se han abierto muchas corrientes complejas. Por ejemplo, algunos grandes cineastas estaban marcados por el cine norteamericano y lo conocían muy bien. Jacques Becker, por ejemplo, tomaba el ritmo de Hollywood, pero hacía películas muy francesas sobre la realidad y la sociedad francesas.
Jean Pierre Melville también se alimentó solo del cine americano y hacía películas en homenaje a esa industria. Lo gracioso es que nunca llegaron a proyectarse allí porque tenían un tono tan especial, tan personal, que no gustaban a aquella audiencia. Él y otros muchos directores ponían algo original. Daban un color y una ironía propios de aquí.
También ocurría con los exponentes de la nouvelle vague. Truffaut y su pasión por Hitchcock o Rivette por Howard Hawks. ¿La admiración ennoblece el oficio de director?
Me encanta esta pregunta. Yo pienso que sí, claro. Primero, me gustan los directores clásicos de cine norteamericano porque son muy modernos. También me gustan los directores actuales: Tarantino, Steven Soderbergh, Alexandre Payne y muchísimos más.
Creo que la admiración hacia las personas que han existido antes que uno mismo es un sentimiento muy gratificante. Victor Hugo escribió: "yo conozco a muchos autores que se resecan por su falta de admiración". Yo también he conocido a muchos cineastas que solo están interesados en sí mismos y su obra se encoje cada vez más, se hace menos interesante con los años. La gente que está al día, abierta al cine del resto del mundo, en cambio, ha rodado películas extraordinarias hasta el final de sus vidas.
En la otra cara, ¿qué peligros tiene que un cineasta se estanque en el pasado?
Mi película no es en absoluto nostálgica. Está llena de admiración, es pasional, pero en ningún momento digo que ese cine sea mejor que actual. Creo que hay películas excepcionales y que, en cualquier caso, el cine francés está muy vivo. También tiene muchos problemas, pero siempre los ha tenido.
En su película, por la época, no aparecen mujeres cineastas. Hoy en día existe una generación muy importante de directoras francesas: Sophie Marceau, Celine Sciamma o Maïween le Besco. ¿Diría que la escasa paridad es uno de los problemas de la industria?
Estoy encantado de que haya mujeres cineastas. Ha sido una tarea difícil. En los años 30 había dos y no había ninguna mujer política. El cine no mostraba una situación formidable, pero ganaba dos a cero a la política. Tuvimos que esperar hasta 1946 para que una mujer saliese electa en Francia.
Sí, esta industria ha sido una profesión de hombres también por razones físicas. Entraron más mujeres cuando la técnica evolucionó y hubo cámaras más ligeras y menos proyectores. Por supuesto, han existido mujeres que tuvieron un papel importante en la liberación femenina de la industria. En mi película subrayo sus guiones o su trabajo en el equipo.
Pero es cierto que los directores lo monopolizaban todo. En los años 40 había dos mujeres, en los 50, tres. Ahora hay muchas más y varias están seleccionadas para el festival de Cannes. Es un avance progresivo, pero por fin hay mujeres cineastas.
Fuente:
http://www.eldiario.es/cultura/cine/Bertrand-Tavernier-cine-frances-Marine-Le-Pen_0_637986533.html
domingo, 21 de mayo de 2017
Entrevista a Henri Sterdyniak, especialista francés en sistemas de jubilación. “El plan es bajar un 20 % las pensiones”
"El sistema francés que Macron quiere reformar es generoso. Los jubilados franceses tienen el mismo nivel de vida que el conjunto de la población, entre ellos hay pocos pobres, muchos menos que en Alemania"
PARÍS - En Francia todavía hay grandes centros de estudios económicos independientes del interés privado. Casi una rareza europea. Creado en 1981 por el gobierno y vinculado a la universidad, el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE) es uno de ellos. El economista Henri Sterdyniak es director de departamento del OFCE y uno de los mayores especialistas en sistemas de jubilación. En esta entrevista explica el funcionamiento del sistema francés y las propuestas para su reforma.
P- ¿Cuál es la especificidad del sistema de pensiones francés en el contexto europeo?
Que es completamente público y relativamente generoso, porque los jubilados tienen más o menos el mismo nivel de vida que el conjunto de la población y entre ellos hay un nivel de pobreza muy bajo. La peculiaridad de Francia para los trabajadores del sector privado es que hay un régimen general al que si se le suman los regimenes complementarios decididos por sindicatos y patronal en acuerdos de empresa, que son igualmente públicos y obligatorios, hace que, en general, las pensiones de jubilación sean satisfactorias.
P-¿Qué diferencia con los alemanes?
Que en Francia el nivel de vida de los jubilados es el mismo que el resto de la población mientras que en Alemania son mucho más pobres, con un nivel de vida que representa el 80% del resto de la población. Desde las reformas Hartz (2002, aplicadas entre 2003 y 2005 en la llamada "Agenda 2010" del canciller Schröder) se desarrolló un sistema privado, por capitalización, mientras que Francia se ha mantenido en un sistema completamente público y social.
P- ¿Esa diferencia explicaría la insistencia alemana en recuperar todas las deudas bancarias, porque, entre otras cosas, esas deudas contienen los dineros de las capitalizaciones de las pensiones que se invirtieron en ciertas aventuras…?
Sí, los franceses no pusieron las pensiones en el mercado financiero…
P- Además, hay otra tendencia demográfica…
Los franceses tienen dos niños por mujer por lo que tenemos una degradación demográfica mucho menor que otros países europeos como España y Alemania. Por eso tenemos una perspectiva de jubilación mejor que otros.
P- ¿O sea, que ese sistema que usted califica de "generoso" es, además, sostenible?
El sistema de pensiones tiene que adaptarse, en parte, a la evolución demográfica, pero además hay una opción social que consiste en decir cuánto hay que hacer pagar a los activos para pagar las pensiones. Cuando la población se mantiene estable es más fácil que cuando disminuye y en el caso francés se puede continuar pagando sin problemas. La opción social consiste en decidir que hay que continuar pagando para que la gente viva satisfactoriamente cuando se jubila.
P-¿Cuáles son las propuestas de cambio del sistema francés en esta campaña?
En Francia la edad de jubilación es de 62 años y para tenerla plena hay que haber trabajado 42 años. Le Pen, como antes Mélenchon, dice que hay que volver al sistema de 60 años tras 40 de trabajo, lo que es muy caro. El candidato de derechas, Fillon, decía que había que pasar rápido a la jubilación a los 65 años. El programa de Macron es reemplazar el actual sistema de cotizaciones por un sistema nacional de puntos. Es la reforma que se hizo en Italia y en Suecia. Se considera que acumulas un patrimonio y al jubilarte se valora tu esperanza de vida según tu fecha de nacimiento y se te da una pensión acorde al valor que acumulas. Se parece a un sistema por capitalización, pero es una capitalización nacional. Es una gran reforma para unificar el sistema. El problema es que hay un periodo transitorio muy complicado de administrar, porque si tienes 50 años has cotizado 25 en un sistema y hay que recalcular tus derechos en otro sistema. Además en el sistema francés hay muchos dispositivos llamados "de solidaridad" que dan derechos a las mujeres que tienen hijos, a los parados, a los enfermos, derechos suplementarios a quienes tuvieron salarios bajos, a los que comenzaron a trabajar muy jóvenes y a quienes tuvieron condiciones de trabajo particularmente duras… Así que hay que replantear todo eso, y ese es el motivo por el que Macron dice que habrá que pensarlo durante 5 años.
P-¿Es socialmente regresivo?
Seguramente sí, porque los mecanismos de solidaridad desaparecerán. Además, cuando llegas a los 60 años, tu esperanza de vida no es la misma si has sido obrero o cuadro. Eso se borra y se considera que a los 60 todos pueden seguir trabajando y si quieres jubilarte tendrás una pensión miserable por lo que hay un riesgo de que sea injusto.
P- Si el actual sistema con tantos matices funciona bien ¿Por qué cambiarlo?
Porque es caro y la idea es ahorrar con las pensiones. Supone el 15% del PIB, es decir más caro que en Alemania (11%), y que en España (11,5%). En Italia supone el 16,5% del PIB. La solución propuesta es bajar el nivel de las pensiones y de los salarios para ser más competitivos.
P-¿Cuál es la exigencia de la UE a este modelo francés?
Quieren que bajemos las pensiones alrededor de un 20% y que aumentemos la edad de jubilación a los 65 años y luego estirarla hasta los 67. Bajar el nivel de las pensiones para bajar las cotizaciones de las empresas a efectos de competitividad. No quieren que aumentemos las cotizaciones.
P-¿Está eso reflejado en el programa de Macron?
Sí, porque aunque él se mantiene en la jubilación a los 62 años, al pasar a su sistema de cuenta nacional, como poco a poco la gente llegará a la jubilación con una esperanza de vida mayor, eso hará bajar automáticamente el nivel de las pensiones. Como en Suecia, se le dirá a la gente: puedes optar por jubilarte entre los 60 y los 70 años. Pero si lo haces a los 60 te dicen que tienes una esperanza de vida de 28 años, así que tu pensión será muy baja y si la quieres alta tienes que trabajar hasta los 65 o 70 años. Es un sistema que obliga a la gente a elegir el momento de jubilarse.
P- Macron habla también del "seguro de paro universal" ¿Qué quiere decir?
Actualmente el seguro de paro (en general el 57% del sueldo) está gestionado por sindicatos y patronal. Las empresas cotizan un 4% y los trabajadores un 2,4%. Solo los asalariados tienen derecho. Macron quiere nacionalizar el subsidio de paro y extenderlo a los autónomos. Quiere suprimir el 2,4% de los trabajadores y reemplazarlo por un impuesto del 1,7% para todo el mundo. El problema es que ya no serán los agentes sociales quienes gestionaran la seguridad social, lo que no gusta a los sindicatos, y que no se sabe cómo será gestionado todo eso.
P – La gran propuesta social de Macron es la eliminación del impuesto sobre la vivienda "para el 80% de los franceses".
Macron quiere suprimir el impuesto sobre las fortunas (ISF) y reducir fuertemente los impuestos sobre la renta del capital. Para compensar eso, propone suprimir el impuesto de vivienda para el 80% de la población. Es verdad que ese impuesto es socialmente injusto, pero eliminarlo dañará mucho a los ayuntamientos, que viven de él. Sería mejor reducir los impuestos inmobiliarios, que en Francia son muy altos, y aumentar el IRPF. En lugar de eso se focaliza el impuesto sobre la vivienda para compensar el gran vector de su programa.
Fuente:
http://lirelactu.fr/source/la-vanguardia/573e598c-5c84-4a80-bc94-56521f567c3f
PARÍS - En Francia todavía hay grandes centros de estudios económicos independientes del interés privado. Casi una rareza europea. Creado en 1981 por el gobierno y vinculado a la universidad, el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE) es uno de ellos. El economista Henri Sterdyniak es director de departamento del OFCE y uno de los mayores especialistas en sistemas de jubilación. En esta entrevista explica el funcionamiento del sistema francés y las propuestas para su reforma.
P- ¿Cuál es la especificidad del sistema de pensiones francés en el contexto europeo?
Que es completamente público y relativamente generoso, porque los jubilados tienen más o menos el mismo nivel de vida que el conjunto de la población y entre ellos hay un nivel de pobreza muy bajo. La peculiaridad de Francia para los trabajadores del sector privado es que hay un régimen general al que si se le suman los regimenes complementarios decididos por sindicatos y patronal en acuerdos de empresa, que son igualmente públicos y obligatorios, hace que, en general, las pensiones de jubilación sean satisfactorias.
P-¿Qué diferencia con los alemanes?
Que en Francia el nivel de vida de los jubilados es el mismo que el resto de la población mientras que en Alemania son mucho más pobres, con un nivel de vida que representa el 80% del resto de la población. Desde las reformas Hartz (2002, aplicadas entre 2003 y 2005 en la llamada "Agenda 2010" del canciller Schröder) se desarrolló un sistema privado, por capitalización, mientras que Francia se ha mantenido en un sistema completamente público y social.
P- ¿Esa diferencia explicaría la insistencia alemana en recuperar todas las deudas bancarias, porque, entre otras cosas, esas deudas contienen los dineros de las capitalizaciones de las pensiones que se invirtieron en ciertas aventuras…?
Sí, los franceses no pusieron las pensiones en el mercado financiero…
P- Además, hay otra tendencia demográfica…
Los franceses tienen dos niños por mujer por lo que tenemos una degradación demográfica mucho menor que otros países europeos como España y Alemania. Por eso tenemos una perspectiva de jubilación mejor que otros.
P- ¿O sea, que ese sistema que usted califica de "generoso" es, además, sostenible?
El sistema de pensiones tiene que adaptarse, en parte, a la evolución demográfica, pero además hay una opción social que consiste en decir cuánto hay que hacer pagar a los activos para pagar las pensiones. Cuando la población se mantiene estable es más fácil que cuando disminuye y en el caso francés se puede continuar pagando sin problemas. La opción social consiste en decidir que hay que continuar pagando para que la gente viva satisfactoriamente cuando se jubila.
P-¿Cuáles son las propuestas de cambio del sistema francés en esta campaña?
En Francia la edad de jubilación es de 62 años y para tenerla plena hay que haber trabajado 42 años. Le Pen, como antes Mélenchon, dice que hay que volver al sistema de 60 años tras 40 de trabajo, lo que es muy caro. El candidato de derechas, Fillon, decía que había que pasar rápido a la jubilación a los 65 años. El programa de Macron es reemplazar el actual sistema de cotizaciones por un sistema nacional de puntos. Es la reforma que se hizo en Italia y en Suecia. Se considera que acumulas un patrimonio y al jubilarte se valora tu esperanza de vida según tu fecha de nacimiento y se te da una pensión acorde al valor que acumulas. Se parece a un sistema por capitalización, pero es una capitalización nacional. Es una gran reforma para unificar el sistema. El problema es que hay un periodo transitorio muy complicado de administrar, porque si tienes 50 años has cotizado 25 en un sistema y hay que recalcular tus derechos en otro sistema. Además en el sistema francés hay muchos dispositivos llamados "de solidaridad" que dan derechos a las mujeres que tienen hijos, a los parados, a los enfermos, derechos suplementarios a quienes tuvieron salarios bajos, a los que comenzaron a trabajar muy jóvenes y a quienes tuvieron condiciones de trabajo particularmente duras… Así que hay que replantear todo eso, y ese es el motivo por el que Macron dice que habrá que pensarlo durante 5 años.
P-¿Es socialmente regresivo?
Seguramente sí, porque los mecanismos de solidaridad desaparecerán. Además, cuando llegas a los 60 años, tu esperanza de vida no es la misma si has sido obrero o cuadro. Eso se borra y se considera que a los 60 todos pueden seguir trabajando y si quieres jubilarte tendrás una pensión miserable por lo que hay un riesgo de que sea injusto.
P- Si el actual sistema con tantos matices funciona bien ¿Por qué cambiarlo?
Porque es caro y la idea es ahorrar con las pensiones. Supone el 15% del PIB, es decir más caro que en Alemania (11%), y que en España (11,5%). En Italia supone el 16,5% del PIB. La solución propuesta es bajar el nivel de las pensiones y de los salarios para ser más competitivos.
P-¿Cuál es la exigencia de la UE a este modelo francés?
Quieren que bajemos las pensiones alrededor de un 20% y que aumentemos la edad de jubilación a los 65 años y luego estirarla hasta los 67. Bajar el nivel de las pensiones para bajar las cotizaciones de las empresas a efectos de competitividad. No quieren que aumentemos las cotizaciones.
P-¿Está eso reflejado en el programa de Macron?
Sí, porque aunque él se mantiene en la jubilación a los 62 años, al pasar a su sistema de cuenta nacional, como poco a poco la gente llegará a la jubilación con una esperanza de vida mayor, eso hará bajar automáticamente el nivel de las pensiones. Como en Suecia, se le dirá a la gente: puedes optar por jubilarte entre los 60 y los 70 años. Pero si lo haces a los 60 te dicen que tienes una esperanza de vida de 28 años, así que tu pensión será muy baja y si la quieres alta tienes que trabajar hasta los 65 o 70 años. Es un sistema que obliga a la gente a elegir el momento de jubilarse.
P- Macron habla también del "seguro de paro universal" ¿Qué quiere decir?
Actualmente el seguro de paro (en general el 57% del sueldo) está gestionado por sindicatos y patronal. Las empresas cotizan un 4% y los trabajadores un 2,4%. Solo los asalariados tienen derecho. Macron quiere nacionalizar el subsidio de paro y extenderlo a los autónomos. Quiere suprimir el 2,4% de los trabajadores y reemplazarlo por un impuesto del 1,7% para todo el mundo. El problema es que ya no serán los agentes sociales quienes gestionaran la seguridad social, lo que no gusta a los sindicatos, y que no se sabe cómo será gestionado todo eso.
P – La gran propuesta social de Macron es la eliminación del impuesto sobre la vivienda "para el 80% de los franceses".
Macron quiere suprimir el impuesto sobre las fortunas (ISF) y reducir fuertemente los impuestos sobre la renta del capital. Para compensar eso, propone suprimir el impuesto de vivienda para el 80% de la población. Es verdad que ese impuesto es socialmente injusto, pero eliminarlo dañará mucho a los ayuntamientos, que viven de él. Sería mejor reducir los impuestos inmobiliarios, que en Francia son muy altos, y aumentar el IRPF. En lugar de eso se focaliza el impuesto sobre la vivienda para compensar el gran vector de su programa.
Fuente:
http://lirelactu.fr/source/la-vanguardia/573e598c-5c84-4a80-bc94-56521f567c3f
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La Guerra Civil que Pérez-Reverte no te contó.
Alejandro Torrús
Público
El cómic "¿Qué fue la Guerra Civil?", de Carlos Fernández Liria y Silvia Casado Arenas ofrece un relato de vencedores y vencidos que supone una replica al que publicó el escritor murciano el año pasado, que califican de equidistante
Cuentan Silvia Casado Arenas y Carlos Fernández Liria que el libro de Arturo Pérez-Reverte La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara) es una obra que dice cosas "muy ciertas", pero que peca de "equidistante". Critican que el cómic venga a decir únicamente algo así como que la guerra española fue un enfrentamiento entre dos bandos rivales que provocó un enorme sufrimiento. Y así fue. No cabe duda. Pero la Guerra Civil ─dicen Casado Arenas y Fernández Liria─ fue otras muchas cosas también "muy ciertas" que se omiten en el relato de Pérez-Reverte. Este es el motivo por el que se han lanzado a publicar ¿Qué fue la Guerra Civil? Nuestra historia explicada a los jóvenes (Akal).
"Intentamos sacar a la luz algunos aspectos de la guerra que también son ciertos y deben ser tomados en cuenta. Será el lector, por joven que sea, quien tendrá que preocuparse de interpretar qué es, entonces, lo que realmente sucedió", explican los autores en el prólogo de la obra, ilustrada por David Ouro.
Así, lo primero que intentan explicar Silvia Casado y Carlos Fernández es qué y quién está detrás del golpe de Estado. Si bien Pérez-Reverte señala que hay una sublevación militar contra el legítimo Gobierno republicano, Casado y Fernández ponen el énfasis en explicar quién está detrás de los militares.
Explican que "los banqueros y los militares más simpatizantes del fascismo italiano y alemán se aliaron contra la democracia", "recibieron apoyo de la jerarquía de la iglesia" y que estuvieron financiados por Juan March, mayor banquero de España, y por los grandes terratenientes.
Por otro lado, si Pérez-Reverte dibuja la Guerra Civil como una especie de "confrontación inevitable" en "tiempos exaltados", la réplica editada por Akal explica que la causa de fondo es que "los capitalistas comprendieron que la democracia misma era una amenaza para sus intereses económicos y comenzaron a apoyar a partidos y sindicatos de extrema derecha con programas antidemocráticos".
"Hoy, el cine y los libros de texto de historia nos lo pintan como monstruos aberrantes, racistas y genocidas (y, sin duda, lo eran) pero en aquellos tiempos fueron tolerados, apoyados o financiados por las élites económicas europeas", inciden los autores en su texto.
No intervención y una España comunista
Una diferencia radical entre ambos libros es la manera de contar la intervención de las potencias extranjeras en la Guerra Civil y el Comité de No Intervención. Pérez-Reverte cuenta que Francia e Inglaterra "prefirieron mantenerse neutrales", mientras que la Alemania nazi y la Italia fascista "tomaron partido por las tropas rebeldes" y la Rusia soviética intervino activamente "confiando en que una victoria republicana acabaría convirtiendo a España en un país comunista".
La obra ¿Qué fue la Guerra Civil? explica que la participación soviética en la Guerra Civil española se produjo una vez que se comprobó que alemanes e italianos estaban saltándose la no-intervención pactada y que fue menos relevante que la prestada por las potencias nazis. Así, esta obra también explica que EEUU se mantuvo neutral, pero que sus empresas vendieron el petróleo a los militares sublevados vulnerando el contrato firmado con el Gobierno de la República.
Llama la atención, no obstante, la afirmación de Pérez Reverte de que la Rusia comunista creía en una próxima España comunista. Una afirmación difícilmente contrastable. En este aspecto, entra en muchos más detalles la obra editada por Akal que entra a explicar las diferentes posturas dentro de la España republicana sobre la necesidad de defender la República o realizar una revolución.
¿El revisionismo?
La obra de Casado y Fernández Liria denuncia la aparición de historiadores "revisionistas", que se visten de "neutrales". Estos revisionistas se sirven de que en el bando republicano hubiera revolucionarios para mantener que en la Guerra Civil se enfrentaron dos fuerzas igualmente radicales y que solo una minoría luchó por la legalidad del orden republicano, por lo que los dos bandos serían igualmente culpables. La pieza fundamental de esta argumentación es la conocida como Revolución de 1934, que tuvo su epicentro en la cuenca minera asturiana.
No obstante, Fernández Liria y Casado Arenas recuerdan en su obra que "el llamamiento a la insurrección por parte de la izquierda tuvo que ver con la llegada al gobierno de ministros fascistas que admiraban a Hitler y Mussolini". Asimismo, también denuncian que la "simetría" que buscan el revisionismo es "completamente falsa" ya que "los comunistas y los socialistas lucharon por la legalidad democrática, ganaron las elecciones y fue entonces cuando se produjo el golpe de Estado, con la ayuda de los nazis y los fascistas italianos".
"Los partidarios del golpe de Estado, los que lo apoyaron y lo financiaron, eran las élites más ricas del país, dispuestas a aliarse con Mussolini y con Hitler, las mismas que luego sostuvieron la criminal dictadura de Franco durante 40 años. Los protagonistas de los intentos revolucionarios eran las clases populares, inmersas por aquel entonces en una pobreza terrible, obreros y campesinos que luchaban por un poco de justicia social", explican.
De la represión incontrolada a la organizada
Un matiz nada desdeñable que diferencia radicalmente ambas obras es el énfasis que se dedica a esclarecer que la represión del bando sublevado estuvo organizada, controlada y alentada por los dirigentes del golpe de Estado, mientras que la vivida en la parte controlada por el Gobierno republicano se debe al "desorden y a elementos incontrolados" y que las autoridades republicanas, con Azaña a la cabeza, hicieron reiteradas llamadas al orden social.
Así, Pérez-Reverte da buena cuenta en su libro, en el capítulo dedicado a "las atrocidades", de que "en los dos lados se sucedieron las denuncias, los encarcelamientos y las ejecuciones" y hay que esperar hasta el capitulo de la represión republicana para leer que la diferencia entre las represalias franquistas y las republicanas es que las primeras estaban organizadas desde los altos mandos. Casado y Fernández, por su parte, inciden con mucha más fuerza en el hecho de que el Gobierno republicano trató en todo momento de dominar el caos y poner fin a los "ajusticiamientos y venganzas personales".
Un básico más completo
Carlos Férnandez y Silvia Casado incluyen en su edición para jóvenes de la Guerra Civil un buen número de temáticas que apenas sí son mencionadas en el libro de Pérez Reverte. Un ejemplo de ello es el papel de los intelectuales. Si en el caso de Pérez-Reverte se limita a recordar el ¡Viva la Muerte! de Millán Astray a Unamuno y los asesinatos de García Lorca y Muñoz Seca, la obra de Akal dedica un capítulo entero para incluir los casos de mujeres como María Zambrano, Clara Campoamor o Ernest Hemingway.
No obstante, no es el único ejemplo. El libro ¿Qué fue la Guerra Civil? incluye las diferencias en la política cultural de ambos lados, da más información sobre las Brigadas Internacionales y compara con mucho más detalle el protagonismo de las mujeres y la lucha feminista. Así, Pérez-Reverte escribe que los abusos a mujeres fueron más frecuentes en la zona sublevada y que los avances para la mujer que había traído la República fueron eliminados en el franquismo.
Por su parte, Casado y Fernández Liria reconocen el papel de la mujer durante los primeros compases de batalla también como miliciana y prestan una especial atención a mujeres notables como Federica Monseny, ministra de Sanidad en 1936 que defendió el derecho al aborto y llegó a desarrollar un proyecto para su legalización. También recuerda que el ideal femenino del franquismo es el de "servir de perfecto complemento del hombre".
Fuente:
http://www.publico.es/politica/guerra-civil-perez-reverte.html
Público
El cómic "¿Qué fue la Guerra Civil?", de Carlos Fernández Liria y Silvia Casado Arenas ofrece un relato de vencedores y vencidos que supone una replica al que publicó el escritor murciano el año pasado, que califican de equidistante
Cuentan Silvia Casado Arenas y Carlos Fernández Liria que el libro de Arturo Pérez-Reverte La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara) es una obra que dice cosas "muy ciertas", pero que peca de "equidistante". Critican que el cómic venga a decir únicamente algo así como que la guerra española fue un enfrentamiento entre dos bandos rivales que provocó un enorme sufrimiento. Y así fue. No cabe duda. Pero la Guerra Civil ─dicen Casado Arenas y Fernández Liria─ fue otras muchas cosas también "muy ciertas" que se omiten en el relato de Pérez-Reverte. Este es el motivo por el que se han lanzado a publicar ¿Qué fue la Guerra Civil? Nuestra historia explicada a los jóvenes (Akal).
"Intentamos sacar a la luz algunos aspectos de la guerra que también son ciertos y deben ser tomados en cuenta. Será el lector, por joven que sea, quien tendrá que preocuparse de interpretar qué es, entonces, lo que realmente sucedió", explican los autores en el prólogo de la obra, ilustrada por David Ouro.
Así, lo primero que intentan explicar Silvia Casado y Carlos Fernández es qué y quién está detrás del golpe de Estado. Si bien Pérez-Reverte señala que hay una sublevación militar contra el legítimo Gobierno republicano, Casado y Fernández ponen el énfasis en explicar quién está detrás de los militares.
Explican que "los banqueros y los militares más simpatizantes del fascismo italiano y alemán se aliaron contra la democracia", "recibieron apoyo de la jerarquía de la iglesia" y que estuvieron financiados por Juan March, mayor banquero de España, y por los grandes terratenientes.
Por otro lado, si Pérez-Reverte dibuja la Guerra Civil como una especie de "confrontación inevitable" en "tiempos exaltados", la réplica editada por Akal explica que la causa de fondo es que "los capitalistas comprendieron que la democracia misma era una amenaza para sus intereses económicos y comenzaron a apoyar a partidos y sindicatos de extrema derecha con programas antidemocráticos".
"Hoy, el cine y los libros de texto de historia nos lo pintan como monstruos aberrantes, racistas y genocidas (y, sin duda, lo eran) pero en aquellos tiempos fueron tolerados, apoyados o financiados por las élites económicas europeas", inciden los autores en su texto.
No intervención y una España comunista
Una diferencia radical entre ambos libros es la manera de contar la intervención de las potencias extranjeras en la Guerra Civil y el Comité de No Intervención. Pérez-Reverte cuenta que Francia e Inglaterra "prefirieron mantenerse neutrales", mientras que la Alemania nazi y la Italia fascista "tomaron partido por las tropas rebeldes" y la Rusia soviética intervino activamente "confiando en que una victoria republicana acabaría convirtiendo a España en un país comunista".
La obra ¿Qué fue la Guerra Civil? explica que la participación soviética en la Guerra Civil española se produjo una vez que se comprobó que alemanes e italianos estaban saltándose la no-intervención pactada y que fue menos relevante que la prestada por las potencias nazis. Así, esta obra también explica que EEUU se mantuvo neutral, pero que sus empresas vendieron el petróleo a los militares sublevados vulnerando el contrato firmado con el Gobierno de la República.
Llama la atención, no obstante, la afirmación de Pérez Reverte de que la Rusia comunista creía en una próxima España comunista. Una afirmación difícilmente contrastable. En este aspecto, entra en muchos más detalles la obra editada por Akal que entra a explicar las diferentes posturas dentro de la España republicana sobre la necesidad de defender la República o realizar una revolución.
¿El revisionismo?
La obra de Casado y Fernández Liria denuncia la aparición de historiadores "revisionistas", que se visten de "neutrales". Estos revisionistas se sirven de que en el bando republicano hubiera revolucionarios para mantener que en la Guerra Civil se enfrentaron dos fuerzas igualmente radicales y que solo una minoría luchó por la legalidad del orden republicano, por lo que los dos bandos serían igualmente culpables. La pieza fundamental de esta argumentación es la conocida como Revolución de 1934, que tuvo su epicentro en la cuenca minera asturiana.
No obstante, Fernández Liria y Casado Arenas recuerdan en su obra que "el llamamiento a la insurrección por parte de la izquierda tuvo que ver con la llegada al gobierno de ministros fascistas que admiraban a Hitler y Mussolini". Asimismo, también denuncian que la "simetría" que buscan el revisionismo es "completamente falsa" ya que "los comunistas y los socialistas lucharon por la legalidad democrática, ganaron las elecciones y fue entonces cuando se produjo el golpe de Estado, con la ayuda de los nazis y los fascistas italianos".
"Los partidarios del golpe de Estado, los que lo apoyaron y lo financiaron, eran las élites más ricas del país, dispuestas a aliarse con Mussolini y con Hitler, las mismas que luego sostuvieron la criminal dictadura de Franco durante 40 años. Los protagonistas de los intentos revolucionarios eran las clases populares, inmersas por aquel entonces en una pobreza terrible, obreros y campesinos que luchaban por un poco de justicia social", explican.
De la represión incontrolada a la organizada
Un matiz nada desdeñable que diferencia radicalmente ambas obras es el énfasis que se dedica a esclarecer que la represión del bando sublevado estuvo organizada, controlada y alentada por los dirigentes del golpe de Estado, mientras que la vivida en la parte controlada por el Gobierno republicano se debe al "desorden y a elementos incontrolados" y que las autoridades republicanas, con Azaña a la cabeza, hicieron reiteradas llamadas al orden social.
Así, Pérez-Reverte da buena cuenta en su libro, en el capítulo dedicado a "las atrocidades", de que "en los dos lados se sucedieron las denuncias, los encarcelamientos y las ejecuciones" y hay que esperar hasta el capitulo de la represión republicana para leer que la diferencia entre las represalias franquistas y las republicanas es que las primeras estaban organizadas desde los altos mandos. Casado y Fernández, por su parte, inciden con mucha más fuerza en el hecho de que el Gobierno republicano trató en todo momento de dominar el caos y poner fin a los "ajusticiamientos y venganzas personales".
Un básico más completo
Carlos Férnandez y Silvia Casado incluyen en su edición para jóvenes de la Guerra Civil un buen número de temáticas que apenas sí son mencionadas en el libro de Pérez Reverte. Un ejemplo de ello es el papel de los intelectuales. Si en el caso de Pérez-Reverte se limita a recordar el ¡Viva la Muerte! de Millán Astray a Unamuno y los asesinatos de García Lorca y Muñoz Seca, la obra de Akal dedica un capítulo entero para incluir los casos de mujeres como María Zambrano, Clara Campoamor o Ernest Hemingway.
No obstante, no es el único ejemplo. El libro ¿Qué fue la Guerra Civil? incluye las diferencias en la política cultural de ambos lados, da más información sobre las Brigadas Internacionales y compara con mucho más detalle el protagonismo de las mujeres y la lucha feminista. Así, Pérez-Reverte escribe que los abusos a mujeres fueron más frecuentes en la zona sublevada y que los avances para la mujer que había traído la República fueron eliminados en el franquismo.
Por su parte, Casado y Fernández Liria reconocen el papel de la mujer durante los primeros compases de batalla también como miliciana y prestan una especial atención a mujeres notables como Federica Monseny, ministra de Sanidad en 1936 que defendió el derecho al aborto y llegó a desarrollar un proyecto para su legalización. También recuerda que el ideal femenino del franquismo es el de "servir de perfecto complemento del hombre".
Fuente:
http://www.publico.es/politica/guerra-civil-perez-reverte.html
sábado, 20 de mayo de 2017
Cyril Burt, un ejemplo paradigmático de fraude cientifico.
Burt nació el 3 de marzo de 1883. Cyril asistió al King's School, en Warwick de 1892 a 1895 y, posteriormente, ganó una beca en el Christ's Hospital, entonces ubicado en Londres, donde desarrolló su interés por la psicología.
Desde 1902 estudió en el Jesus College, donde se especializó en filosofía y psicología, bajo la supervisión de William McDougall quien sugirió que centrara su proyecto principal en psicometría.. Burt inició su investigación sobre el desarrollo y la estructura de los tests mentales, un interés que duraría el resto de su vida. Burt perteneció a un grupo de estudiantes que trabajó con McDougall, que incluía a William Brown, John Carl Frugel, May Smith, todos los cuales siguieron carreras notables en psicología. Burt se graduó en 1906 y obtuvo un diploma de maestría.
En 1907, McDougall invitó a Burt a ayudarlo con una encuesta a nivel nacional de las características físicas y mentales de los británicos, propuesta por Francis Galton, en la cual debía trabajar en la estandarización de los tests psicológicos. Este trabajo llevó a Burt a entrar en contacto con la eugenesia, al conocer a Charles Spearman y Karl Pearson.
En el verano de 1908, Burt visitó la Universidad de Wurzburgo, Alemania, donde conoció por primera vez al psicólogo Oswald Külpe...
Burt llegó a ser Presidente de la Sociedad Psicológica Británica en 1942. Burt impuso su teoría determinista de la inteligencia innata de origen genético, se convirtió en la figura más importante en la escuela de psicología inglesa en la década del '40 y le otorgaron el título nobiliario de Sir. El test de C. I. que él creó fue el que decidió la vida de los niños ingleses hasta los años 70 porque definía a qué escuela secundaria debían asistir según su cociente intelectual. El sistema británico de exámenes a niños de 11 años era utilizado para decidir qué educación secundaria habrían de recibir los niños. Los alumnos que superaban el test de Burt podían acceder a la universidad. El resto eran condenados a dedicarse a oficios y no podían acceder a estudios superiores porque la consecuencia de esta visión determinista de la inteligencia significaba que no tenía sentido que el estado invirtiera dinero en la educación de gente con un C. I. bajo que no tenía posibilidades de mejorar su situación social. Este test, en el que se evaluaba el C. I., estuvo en uso durante tres décadas hasta mediados de la década de 1970.
Burt sostenía que se basaba en investigaciones sobre hermanos gemelos separados al nacer y criados en familias con diferentes niveles socio económicos. Afirmaba haber estudiado más de cincuenta casos de hermanos educados en familias muy diferentes cuyos cocientes intelectuales daban exactamente la misma puntuación. Entre 1943 y 1966, publicó trabajos sobre 53 parejas de gemelos, en los cuales probaba que su rendimiento era igual aunque estuviesen en familias diferentes y fuesen a escuelas distintas.
El periodista científico del London Sunday Times, Olivier Gillie, y el psicólogo estadounidense León Kamin, director del departamento de Psicología de la Universidad de Princeton, intentaron encontrar a los gemelos y las asistentas que habían participado de dichas investigaciones y descubrieron que las mismas nunca habían existido. Lo que resultó ser un gran fraude.
Sir Cyril Burt murió en 1972 a los 88 años. Gillie y Kamin denunciaron su fraude y en 1976, después de muerto, Burt fue acusado de fraude científico por sus propios colegas que investigaron el asunto. La Sociedad Británica de Psicología reconoció el fraude públicamente pero fue tal la polémica y presión de sus defensores que la Sociedad decidió no tener una posición oficial corporativa.
La controversia respecto al fraude de Burt tuvo varias idas y vueltas llevando a muchos a concluir que había sido exonerado de la acusación. Sus investigaciones nunca pudieron ser replicadas ni verificadas. Otros estudios con gemelos monocigóticos dieron resultados muy diferentes. Sin embargo, todavía hay quienes defienden su postura y consideran que es injusto acusarlo de algo de lo que no puede defenderse. Los que intentan rehabilitar la memoria de Burt sostienen que fue una víctima de operaciones políticas de la prensa de izquierda. (?).
Más información aquí.
El gran fraude del señor Cyril Burt Fuente: Internet y citas
Desde 1902 estudió en el Jesus College, donde se especializó en filosofía y psicología, bajo la supervisión de William McDougall quien sugirió que centrara su proyecto principal en psicometría.. Burt inició su investigación sobre el desarrollo y la estructura de los tests mentales, un interés que duraría el resto de su vida. Burt perteneció a un grupo de estudiantes que trabajó con McDougall, que incluía a William Brown, John Carl Frugel, May Smith, todos los cuales siguieron carreras notables en psicología. Burt se graduó en 1906 y obtuvo un diploma de maestría.
En 1907, McDougall invitó a Burt a ayudarlo con una encuesta a nivel nacional de las características físicas y mentales de los británicos, propuesta por Francis Galton, en la cual debía trabajar en la estandarización de los tests psicológicos. Este trabajo llevó a Burt a entrar en contacto con la eugenesia, al conocer a Charles Spearman y Karl Pearson.
En el verano de 1908, Burt visitó la Universidad de Wurzburgo, Alemania, donde conoció por primera vez al psicólogo Oswald Külpe...
Burt llegó a ser Presidente de la Sociedad Psicológica Británica en 1942. Burt impuso su teoría determinista de la inteligencia innata de origen genético, se convirtió en la figura más importante en la escuela de psicología inglesa en la década del '40 y le otorgaron el título nobiliario de Sir. El test de C. I. que él creó fue el que decidió la vida de los niños ingleses hasta los años 70 porque definía a qué escuela secundaria debían asistir según su cociente intelectual. El sistema británico de exámenes a niños de 11 años era utilizado para decidir qué educación secundaria habrían de recibir los niños. Los alumnos que superaban el test de Burt podían acceder a la universidad. El resto eran condenados a dedicarse a oficios y no podían acceder a estudios superiores porque la consecuencia de esta visión determinista de la inteligencia significaba que no tenía sentido que el estado invirtiera dinero en la educación de gente con un C. I. bajo que no tenía posibilidades de mejorar su situación social. Este test, en el que se evaluaba el C. I., estuvo en uso durante tres décadas hasta mediados de la década de 1970.
Burt sostenía que se basaba en investigaciones sobre hermanos gemelos separados al nacer y criados en familias con diferentes niveles socio económicos. Afirmaba haber estudiado más de cincuenta casos de hermanos educados en familias muy diferentes cuyos cocientes intelectuales daban exactamente la misma puntuación. Entre 1943 y 1966, publicó trabajos sobre 53 parejas de gemelos, en los cuales probaba que su rendimiento era igual aunque estuviesen en familias diferentes y fuesen a escuelas distintas.
El periodista científico del London Sunday Times, Olivier Gillie, y el psicólogo estadounidense León Kamin, director del departamento de Psicología de la Universidad de Princeton, intentaron encontrar a los gemelos y las asistentas que habían participado de dichas investigaciones y descubrieron que las mismas nunca habían existido. Lo que resultó ser un gran fraude.
Sir Cyril Burt murió en 1972 a los 88 años. Gillie y Kamin denunciaron su fraude y en 1976, después de muerto, Burt fue acusado de fraude científico por sus propios colegas que investigaron el asunto. La Sociedad Británica de Psicología reconoció el fraude públicamente pero fue tal la polémica y presión de sus defensores que la Sociedad decidió no tener una posición oficial corporativa.
La controversia respecto al fraude de Burt tuvo varias idas y vueltas llevando a muchos a concluir que había sido exonerado de la acusación. Sus investigaciones nunca pudieron ser replicadas ni verificadas. Otros estudios con gemelos monocigóticos dieron resultados muy diferentes. Sin embargo, todavía hay quienes defienden su postura y consideran que es injusto acusarlo de algo de lo que no puede defenderse. Los que intentan rehabilitar la memoria de Burt sostienen que fue una víctima de operaciones políticas de la prensa de izquierda. (?).
Más información aquí.
El gran fraude del señor Cyril Burt Fuente: Internet y citas
_--Las potencias juegan a la guerra en el campo sirio
_--Cesar Erik Castellanos Martínez
Donald Trump, durante las pasadas campañas presidenciales norteamericanas, sostuvo que la prioridad de EUA en el conflicto sirio debería ser combatir al Estado Islámico y no derrocar a Bashar al Assad. Incluso criticó la política belicista de Clinton, que, según él, al buscar acrecentar las hostilidades contra el régimen sirio y, por ende, contra Rusia, podría provocar una guerra mundial. (Steve Holland, “Exclusive: Trump says Clinton policy on Syria would lead to World War Three”, Reuters, 26/10/16).
No obstante, una vez que Trump llegó al poder, su política pareció dar un pequeño giro. En la madrugada del viernes 7 de abril, a las 4:40 (hora local siria), dos destructores estadounidenses que se encuentran en el Mediterráneo, el USS Porter y el USS Ross, lanzaron 59 misiles de crucero tipo Tomahawk contra la base área de Shayrat del ejército sirio, en la provincia de Homs. Según la Casa Blanca, se atacó esa instalación militar porque desde ahí fue que el gobierno sirio lanzó armas químicas contra la localidad de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib. (“Así empezó la guerra abierta de EE.UU. contra Siria”, RT, 7/abril/2017).
Los Tomahawk son misiles de alta precisión que EUA ya había utilizado en Irak, Yugoslavia, Afganistán, Sudán, Yemen y Libia. Como siempre, el negocio de la guerra y de matar al prójimo deja jugosas ganancias. Cada misil cuesta cerca de 1.5 millones de dólares, por lo que, en total, los 59 misiles lanzados a Siria costaron aproximadamente 90 millones de dólares. (Andrew Griffin, “Tomahawk missiles: What are the weapons dropped in Syria air strikes and what do they mean?”, The Independent, 7/abril/2017).
La compañía que los fabrica, Raytheon, con sede en Massachusetts, se adjudicó en diciembre pasado un contrato de más de 300 millones de dólares con la marina norteamericana, por la entrega de 214 misiles Tomahawk Block IV (el último modelo) para agosto de 2018. (“Cómo son los misiles Tomahawk, el arma de precisión mortal que Estados Unidos usó para atacar una base aérea en Siria”, BBC, 7/abril/2017).
El ataque estadounidense, según el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el general Ígor Konashénkov, destruyó 6 aviones MiG-23 de la Fuerza Área Siria que estaban en hangares de reparación, “un almacén con bienes materiales y tecnológicos, un edificio educacional, un comedor y una estación de radiolocalización". Además, el Estado Mayor sirio aseguró que 6 militares perdieron la vida. No obstante, según el general ruso, la “pista, las calles de rodaje y los aviones de la Fuerzas Aérea Siria en estacionamiento no [fueron] dañados”. (“Rusia: ‘El ataque de EE.UU. sobre la base aérea siria ha destruido 6 aviones y un comedor’”, RT, 7/abril/2017). Incluso señaló que de los 59 misiles lanzados, solo 23 alcanzaron la base siria, por lo que se desconoce dónde cayeron los restantes 36 misiles (“Defensa rusa: solo 23 misiles estadounidenses llegaron a la base siria, 36 desaparecieron”, Sputnik, 7/abril/2017).
Sin duda, cierto o falso dicho ataque químico por parte del régimen sirio, fue sólo un pretexto para que EUA pudiera atacar impunemente al gobierno de Assad. Los aliados de éste no tardaron en responder. Rusia e Irán han dejado muy claro que seguirán respaldando a Siria.
Un comunicado emitido por la Sala de Operaciones Conjunta de Rusia e Irán y de las Fuerzas Aliadas de Siria (entre quienes esta Hezbollah y otras milicias), reza que "lo que Estados Unidos ha perpetrado es una agresión contra Siria que cruza las líneas rojas. A partir de ahora responderemos con fuerza a cualquier agresor o cualquier violación de las líneas rojas de quien quiera que sea, y América conoce nuestra capacidad de responder bien" (“Rusia e Irán advierten a Estados Unidos de represalias si vuelve a atacar a El Asad”, El País, 9/abril/2017).
Así las cosas, apenas 5 días después del ataque, el 12 de abril, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, visitó Moscú y se reunió con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y con el presidente ruso, Vladimir Putin. Lavrov señaló a Tillerson que “observamos hace poco las acciones muy preocupantes cuando se emprendió un ataque ilegítimo contra Siria. […] Consideramos que es primordial no permitir la reincidencia de acciones similares en el futuro”. (“Discurso introductorio del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en las negociaciones con el Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, Moscú, 12 de abril de 2017”, página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia) . Pese a sus múltiples diferencias, ambas partes acordaron seguir negociando e intentar mejorar las relaciones bilaterales, que se encuentran en el punto más bajo desde la Guerra Fría.
Ese mismo día, el presidente de Francia, François Hollande, señaló que la falta de respuesta rusa al ataque norteamericano contra Siria era una muestra de la debilidad de Moscú, por lo que, según él, EUA debía aprovechar la coyuntura para derrocar a Assad. (“Francia: Rusia está débil, EEUU ya puede derrocar a Al-Asad”, hispantv, 14/abril/17). No obstante, quizá los deseos de Hollande no sean más que simples sueños. EUA no parece querer entrar en una guerra a gran escala en Siria, que sin duda podría llevar a una confrontación directa con Rusia.
En este sentido, ¿Qué significó dicho ataque? ¿Una demostración de fuerza? ¿Una advertencia a Rusia y al régimen sirio? ¿Una muestra de que EUA no piensa salirse de Siria? ¿Un intento de la administración de Trump de calmar y negar las acusaciones que se le hacen de haber aceptado la ayuda rusa para ganar las elecciones? ¿Una forma de desviar la atención de los problemas internos hacia confrontaciones externas, es decir, un intento de legitimación? ¿Un deseo de estropear los procesos de negociación que se venían dando para frenar la guerra siria? ¿Crear mayor desestabilización en la zona? ¿Continuar una guerra de desgaste contra el régimen sirio?
Recordemos que el mismo día que se lanzaron los misiles Tomahawk, Trump estaba reunido en Florida con el presidente chino, Xi Jinping, quien es aliado de Rusia y del gobierno sirio. Entonces, ¿el ataque también fue una prueba, mensaje, y/o advertencia para China? 6 días después, el 13 de abril, EUA lanzó contra el Estado Islámico su bomba convencional más potente, la GBU-43/B, sobre el distrito de Achin en la provincia oriental de Nangarhar, en Afganistán, país que colinda con China. Posteriormente, EUA ha intensificado en los últimos días las tensiones con Corea del Norte. Así pues, ¿el ataque a Siria fue parte de una jugada de tres frentes para presionar a Rusia y China? ¿Parte de una diplomacia de la fuerza contra todos estos países? Y, lo más preocupante, ¿en qué desembocarán estas rivalidades geopolíticas?
Donald Trump, durante las pasadas campañas presidenciales norteamericanas, sostuvo que la prioridad de EUA en el conflicto sirio debería ser combatir al Estado Islámico y no derrocar a Bashar al Assad. Incluso criticó la política belicista de Clinton, que, según él, al buscar acrecentar las hostilidades contra el régimen sirio y, por ende, contra Rusia, podría provocar una guerra mundial. (Steve Holland, “Exclusive: Trump says Clinton policy on Syria would lead to World War Three”, Reuters, 26/10/16).
No obstante, una vez que Trump llegó al poder, su política pareció dar un pequeño giro. En la madrugada del viernes 7 de abril, a las 4:40 (hora local siria), dos destructores estadounidenses que se encuentran en el Mediterráneo, el USS Porter y el USS Ross, lanzaron 59 misiles de crucero tipo Tomahawk contra la base área de Shayrat del ejército sirio, en la provincia de Homs. Según la Casa Blanca, se atacó esa instalación militar porque desde ahí fue que el gobierno sirio lanzó armas químicas contra la localidad de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib. (“Así empezó la guerra abierta de EE.UU. contra Siria”, RT, 7/abril/2017).
Los Tomahawk son misiles de alta precisión que EUA ya había utilizado en Irak, Yugoslavia, Afganistán, Sudán, Yemen y Libia. Como siempre, el negocio de la guerra y de matar al prójimo deja jugosas ganancias. Cada misil cuesta cerca de 1.5 millones de dólares, por lo que, en total, los 59 misiles lanzados a Siria costaron aproximadamente 90 millones de dólares. (Andrew Griffin, “Tomahawk missiles: What are the weapons dropped in Syria air strikes and what do they mean?”, The Independent, 7/abril/2017).
La compañía que los fabrica, Raytheon, con sede en Massachusetts, se adjudicó en diciembre pasado un contrato de más de 300 millones de dólares con la marina norteamericana, por la entrega de 214 misiles Tomahawk Block IV (el último modelo) para agosto de 2018. (“Cómo son los misiles Tomahawk, el arma de precisión mortal que Estados Unidos usó para atacar una base aérea en Siria”, BBC, 7/abril/2017).
El ataque estadounidense, según el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el general Ígor Konashénkov, destruyó 6 aviones MiG-23 de la Fuerza Área Siria que estaban en hangares de reparación, “un almacén con bienes materiales y tecnológicos, un edificio educacional, un comedor y una estación de radiolocalización". Además, el Estado Mayor sirio aseguró que 6 militares perdieron la vida. No obstante, según el general ruso, la “pista, las calles de rodaje y los aviones de la Fuerzas Aérea Siria en estacionamiento no [fueron] dañados”. (“Rusia: ‘El ataque de EE.UU. sobre la base aérea siria ha destruido 6 aviones y un comedor’”, RT, 7/abril/2017). Incluso señaló que de los 59 misiles lanzados, solo 23 alcanzaron la base siria, por lo que se desconoce dónde cayeron los restantes 36 misiles (“Defensa rusa: solo 23 misiles estadounidenses llegaron a la base siria, 36 desaparecieron”, Sputnik, 7/abril/2017).
Sin duda, cierto o falso dicho ataque químico por parte del régimen sirio, fue sólo un pretexto para que EUA pudiera atacar impunemente al gobierno de Assad. Los aliados de éste no tardaron en responder. Rusia e Irán han dejado muy claro que seguirán respaldando a Siria.
Un comunicado emitido por la Sala de Operaciones Conjunta de Rusia e Irán y de las Fuerzas Aliadas de Siria (entre quienes esta Hezbollah y otras milicias), reza que "lo que Estados Unidos ha perpetrado es una agresión contra Siria que cruza las líneas rojas. A partir de ahora responderemos con fuerza a cualquier agresor o cualquier violación de las líneas rojas de quien quiera que sea, y América conoce nuestra capacidad de responder bien" (“Rusia e Irán advierten a Estados Unidos de represalias si vuelve a atacar a El Asad”, El País, 9/abril/2017).
Así las cosas, apenas 5 días después del ataque, el 12 de abril, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, visitó Moscú y se reunió con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y con el presidente ruso, Vladimir Putin. Lavrov señaló a Tillerson que “observamos hace poco las acciones muy preocupantes cuando se emprendió un ataque ilegítimo contra Siria. […] Consideramos que es primordial no permitir la reincidencia de acciones similares en el futuro”. (“Discurso introductorio del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en las negociaciones con el Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, Moscú, 12 de abril de 2017”, página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia) . Pese a sus múltiples diferencias, ambas partes acordaron seguir negociando e intentar mejorar las relaciones bilaterales, que se encuentran en el punto más bajo desde la Guerra Fría.
Ese mismo día, el presidente de Francia, François Hollande, señaló que la falta de respuesta rusa al ataque norteamericano contra Siria era una muestra de la debilidad de Moscú, por lo que, según él, EUA debía aprovechar la coyuntura para derrocar a Assad. (“Francia: Rusia está débil, EEUU ya puede derrocar a Al-Asad”, hispantv, 14/abril/17). No obstante, quizá los deseos de Hollande no sean más que simples sueños. EUA no parece querer entrar en una guerra a gran escala en Siria, que sin duda podría llevar a una confrontación directa con Rusia.
En este sentido, ¿Qué significó dicho ataque? ¿Una demostración de fuerza? ¿Una advertencia a Rusia y al régimen sirio? ¿Una muestra de que EUA no piensa salirse de Siria? ¿Un intento de la administración de Trump de calmar y negar las acusaciones que se le hacen de haber aceptado la ayuda rusa para ganar las elecciones? ¿Una forma de desviar la atención de los problemas internos hacia confrontaciones externas, es decir, un intento de legitimación? ¿Un deseo de estropear los procesos de negociación que se venían dando para frenar la guerra siria? ¿Crear mayor desestabilización en la zona? ¿Continuar una guerra de desgaste contra el régimen sirio?
Recordemos que el mismo día que se lanzaron los misiles Tomahawk, Trump estaba reunido en Florida con el presidente chino, Xi Jinping, quien es aliado de Rusia y del gobierno sirio. Entonces, ¿el ataque también fue una prueba, mensaje, y/o advertencia para China? 6 días después, el 13 de abril, EUA lanzó contra el Estado Islámico su bomba convencional más potente, la GBU-43/B, sobre el distrito de Achin en la provincia oriental de Nangarhar, en Afganistán, país que colinda con China. Posteriormente, EUA ha intensificado en los últimos días las tensiones con Corea del Norte. Así pues, ¿el ataque a Siria fue parte de una jugada de tres frentes para presionar a Rusia y China? ¿Parte de una diplomacia de la fuerza contra todos estos países? Y, lo más preocupante, ¿en qué desembocarán estas rivalidades geopolíticas?
viernes, 19 de mayo de 2017
Un añadido a una carta de siete ciudadanas sobre Lluís Llach y L’estaca.
Rosa Guevara Landa
Siete ciudadanas enviaron una carta al director de El País que se publicó el pasado jueves, 27 de abril. Muy breve, decía lo siguiente: “Creíamos que cantar L’estaca era cantar contra Franco, contra el franquismo, contra la dictadura. Ahora resulta que L’estaca éramos nosotras, mujeres de Madrid, de Segovia, de Murcia, de A Coruña… Y ahora nosotras señor Llach, ¿qué hacemos con su música?” ¿Qué hacemos con su música, preguntan estas compañeras? Lo que mejor estime cada una por supuesto. Yo ya no la escucho a pesar de haber sido durante muchos años parte esencial (al lado de Raimon, Paco Ibáñez, Labordeta, Oskorri, Prada, Morente, Gerena y Luis Pastor) de mi marco musical popular. No por sectarismo político-cultural. Es que no puedo. La rabia y la indignación me lo impiden. Me siento absolutamente traicionada. No entiendo que alguien que pudo componer, escribir y cantar Abril del 74 o Campanades a mort sea ahora diputado (al lado de Mas, Junqueras o Turull) de una coalición secesionista (y de ricos o bien situados), profundamente antiespañola sin matices y fuertemente neoliberal como Junts pel sí.
Pero no es ese el punto de esta nota. Es este: no se trata de que compañeras antifascistas que viven fuera de Cataluña sientan que son L’estaca en tanto que españolas (España contra Cataluña, .Cat es esclava de Cataluña, los españoles nos ahogan, nos impiden ser lo que queremos ser, nos roban cada año 16.000 millones de euros, etc.) sino que muchas otras, de aquí, de .Cat, de otra .Cat que apenas conoce el empresario vinícola Llach, yo por ejemplo que vivo en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad obrera pegada a Barcelona, también somos parte de esa estaca. ¿Y eso por qué? Porque no somos secesionistas y para nosotras son tan importantes Salvat Papasseit o Rosselló-Pòrcel como Celaya, Castelao, Cernuda, Aresti, Gamoneda, Jorge Riechmann, Alberti, Gil de Biedma o don Antonio Machado. ¿Cómo, si no fuera así, podríamos pensarnos?
Para entendernos: un himno antifranquista, no es el único caso, lo han transformado en una canción nacionalista-secesionista. Con la señera lo mismo; la única válida es la suya, la estelada. Que Podemos usara la canción -no sé si lo sigue haciendo- en algunos de sus reuniones o encuentros es absolutamente incomprensible (sabiendo lo que sabemos de ese cambio de significantes no vacio). El despiste, como ocurre con la inclusión de autodeterminación (independencia!) en la marcha obrera, en la marcha de la dignidad del 28 de mayo, no tiene parangón. Así no hay forma, cómo vamos a ser, digamos lo que digamos, una alternativa nacional-popular. ¿Dónde situamos nuestra tradición federalista? ¿Dónde ubicamos la unión fraternal de todos los pueblos de España? ¿Es música trasnochada?
Por debajo de todo esto una idea tan básica como la siguiente: no valen currículums (o curricula como decía, dándoselas de culto, aquel ministro franquista que firmó penas de muerte): somos lo que ahora somos, no lo que fuimos. Llach fue un autor y cantante antifranquista; ahora es un diputado secesionista que da charlas, cuenta cuentos falsarios, un empresario al que, por todo lo que dice, el resto de trabajadoras españolas le importa un higo. No somos de los suyos, no somos parte de su Patria. La de Mas, Millet, Pujol junior, Ferrusola y don Pujol i Soley. ¡Menuda compañía! ¡Todo un proceso de liberación hacia Itaca!
Por lo demás, y puestos a hablar de L’estaca y de sus miembros, ¿dónde situarle a él después de sus declaraciones sobre los funcionarios, el cumplimiento de las nuevas “leyes catalanas” y las sanciones?
Siete ciudadanas enviaron una carta al director de El País que se publicó el pasado jueves, 27 de abril. Muy breve, decía lo siguiente: “Creíamos que cantar L’estaca era cantar contra Franco, contra el franquismo, contra la dictadura. Ahora resulta que L’estaca éramos nosotras, mujeres de Madrid, de Segovia, de Murcia, de A Coruña… Y ahora nosotras señor Llach, ¿qué hacemos con su música?” ¿Qué hacemos con su música, preguntan estas compañeras? Lo que mejor estime cada una por supuesto. Yo ya no la escucho a pesar de haber sido durante muchos años parte esencial (al lado de Raimon, Paco Ibáñez, Labordeta, Oskorri, Prada, Morente, Gerena y Luis Pastor) de mi marco musical popular. No por sectarismo político-cultural. Es que no puedo. La rabia y la indignación me lo impiden. Me siento absolutamente traicionada. No entiendo que alguien que pudo componer, escribir y cantar Abril del 74 o Campanades a mort sea ahora diputado (al lado de Mas, Junqueras o Turull) de una coalición secesionista (y de ricos o bien situados), profundamente antiespañola sin matices y fuertemente neoliberal como Junts pel sí.
Pero no es ese el punto de esta nota. Es este: no se trata de que compañeras antifascistas que viven fuera de Cataluña sientan que son L’estaca en tanto que españolas (España contra Cataluña, .Cat es esclava de Cataluña, los españoles nos ahogan, nos impiden ser lo que queremos ser, nos roban cada año 16.000 millones de euros, etc.) sino que muchas otras, de aquí, de .Cat, de otra .Cat que apenas conoce el empresario vinícola Llach, yo por ejemplo que vivo en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad obrera pegada a Barcelona, también somos parte de esa estaca. ¿Y eso por qué? Porque no somos secesionistas y para nosotras son tan importantes Salvat Papasseit o Rosselló-Pòrcel como Celaya, Castelao, Cernuda, Aresti, Gamoneda, Jorge Riechmann, Alberti, Gil de Biedma o don Antonio Machado. ¿Cómo, si no fuera así, podríamos pensarnos?
Para entendernos: un himno antifranquista, no es el único caso, lo han transformado en una canción nacionalista-secesionista. Con la señera lo mismo; la única válida es la suya, la estelada. Que Podemos usara la canción -no sé si lo sigue haciendo- en algunos de sus reuniones o encuentros es absolutamente incomprensible (sabiendo lo que sabemos de ese cambio de significantes no vacio). El despiste, como ocurre con la inclusión de autodeterminación (independencia!) en la marcha obrera, en la marcha de la dignidad del 28 de mayo, no tiene parangón. Así no hay forma, cómo vamos a ser, digamos lo que digamos, una alternativa nacional-popular. ¿Dónde situamos nuestra tradición federalista? ¿Dónde ubicamos la unión fraternal de todos los pueblos de España? ¿Es música trasnochada?
Por debajo de todo esto una idea tan básica como la siguiente: no valen currículums (o curricula como decía, dándoselas de culto, aquel ministro franquista que firmó penas de muerte): somos lo que ahora somos, no lo que fuimos. Llach fue un autor y cantante antifranquista; ahora es un diputado secesionista que da charlas, cuenta cuentos falsarios, un empresario al que, por todo lo que dice, el resto de trabajadoras españolas le importa un higo. No somos de los suyos, no somos parte de su Patria. La de Mas, Millet, Pujol junior, Ferrusola y don Pujol i Soley. ¡Menuda compañía! ¡Todo un proceso de liberación hacia Itaca!
Por lo demás, y puestos a hablar de L’estaca y de sus miembros, ¿dónde situarle a él después de sus declaraciones sobre los funcionarios, el cumplimiento de las nuevas “leyes catalanas” y las sanciones?
Feminismos & Clases sociales. Hay distintas clases sociales entre las mujeres. Y por lo tanto diferentes feminismos.
Este artículo se refiere a las diferencias por clase social que existen entre las mujeres y sus implicaciones en el desarrollo de políticas públicas relevantes para las mujeres (y para los hombres).
Entre los hombres, la manera de expresar su machismo (la manera de oprimir a la mujer) depende, en gran parte, de la clase social del que lo manifiesta. Naturalmente que hay puntos y comportamientos comunes, pero siempre, o casi siempre, la clase social del hombre define muy marcadamente cómo se expresa tal machismo. No es, pues, de extrañar que lo mismo ocurra entre las mujeres (en un comportamiento precisamente opuesto al machismo).
La bienvenida concienciación de las mujeres, como colectivo social, de la necesidad de conseguir los mismos derechos que los hombres, también viene marcada de una manera muy palpable por la clase social a la que la mujer pertenece o representa. De ahí la pluralidad de movimientos feministas. Quedó ello claro hace varios días en un hecho que adquiría gran visibilidad mediática en EEUU, y que ocurrió en la Harvard University, el centro académico con más recursos, más rico y más poderoso de EEUU. Tal universidad tiene 37.000 millones en endowment (es decir, en propiedad sobre la cual generar ingresos).
Las matrículas de los estudiantes son una parte muy minúscula de sus ingresos y, con tal propiedad, se ha convertido en uno de los centros de fondos de inversión más importantes del país. El hecho que sea un centro educativo es una actividad más que le da nombre, pero la mayoría de sus fondos se obtienen a través de las inversiones de su endowment. La riqueza de recursos es, pues, su característica principal. Dicha universidad es también donde parte de la élite de EE.UU. se educa, se socializa y configura su manera de pensar mediante los valores que tal universidad promueve. En EE.UU., es conocido que la cultura de tal centro es predominantemente conservadora y liberal (“liberal” en el sentido europeo de la palabra, pues la palabra “liberal” en EE.UU. quiere decir socialdemócrata o socialista, de los cuales hay muy pocos en Harvard.
Por cierto, el hecho que los corresponsables de los medios de información españoles parezcan no darse cuenta de esta diferencia en la utilización del término “liberal”, crea una confusión enorme en la audiencia de tales rotativos). El conservadurismo de Harvard aparece en todas sus dimensiones, incluyendo en su escasa sensibilidad hacia las poblaciones vulnerables y discriminadas, como afroamericanos, latinos y mujeres.
Ahora bien, en 1977 tomaron la decisión de intentar parecer más modernos y se abrieron lentamente a afroamericanos (procedentes, sin embargo, de escuelas privadas de élite, como fue el caso del estudiante Obama, que llegó a ser presidente del país), más tarde a latinos y, últimamente, a mujeres. Harvard quiere parecer moderna y feminista. Ahora bien, su conservadurismo y liberalismo estructural permanece y es marcado, apareciendo cuando uno menos se lo espera, como ocurrió recientemente cuando el que había sido ministro de Hacienda de la Administración Clinton, el señor Larry Summers fue nombrado, por el Executive Board de tal universidad, presidente de la Universidad.
En una entrevista, dicho señor Summers dijo que el hecho de que no hubiera más mujeres que fueran catedráticas en disciplinas científicas como física o química, se debía –según él- a razones biológicas, es decir, que las mujeres no eran hábiles para tales ciencias.
El feminismo de la clase de renta alta y mediana-alta
El escándalo que tales declaraciones crearon fue mayúsculo, de manera que el Executive Board de la Universidad rápidamente indicó que nombraría a una mujer como Presidenta, lo cual, por fin ocurrió. Se nombró como Presidenta a la Dra. Drew Faust, que era, además de ser mujer, una conocida feminista entre la comunidad científica que había animado a las mujeres (de su clase social, de renta alta y mediana-alta) a aspirar a lugares de alto poder institucional, rompiendo así con el monopolio del hombre en las estructuras de poder. Tal nombramiento fue celebrado prácticamente por la mayoría de las asociaciones feministas de EE.UU.
El feminismo popular
Ahora bien, hubo algunas mujeres de Harvard que no lo han celebrado. No eran ni profesoras, ni estudiantes, sino trabajadoras. Eran las mujeres de limpieza de la Universidad de Harvard (concretamente del hotel que tiene Harvard en su terreno, de siete pisos y cuarenta habitaciones, gestionado por la compañía Hilton Hotels & Resorts). Este hotel es uno de los más exitosos de Boston (los cuales, todos ellos, dependen primordialmente de la clientela provista por sus vinculados al mundo académico de tal ciudad). Tal hotel el año pasado consiguió uno de los mayores beneficios en el sector hotelero de la ciudad. Pero, a pesar de tal riqueza, las mujeres de la limpieza del hotel (la gran mayoría de ellas latinas) se encontraban entre las peor pagadas del sector, con mayor número de habitaciones a limpiar por día y mayor número de accidentes. Durante más de tres años tales mujeres han estado intentando sindicalizarse, pues, de conseguirlo, podrían defenderse colectivamente y negociar sus salarios, beneficios sociales y condiciones de trabajo.
Harvard, incluyendo su presidenta feminista, se ha opuesto durante muchos años. Y a pesar de las peticiones de las trabajadoras, muchas feministas de gran renombre en EE.UU., figuras del establishment político-mediático del país, ignoraron estas peticiones. En un interesante artículo en la revista The Nation, Sarah Lemand y Rebecca Rojas han detallado la enorme y heroica lucha de estas trabajadoras para conseguir que Harvard aceptara que pudieran sindicalizarse. Y las trabajadoras de limpieza descubrieron que hay tantos feminismos como clases sociales existen en EEUU. Y que las feministas del establishment político-académico-mediático estadounidense, no representaban los intereses de la mayoría de las mujeres que no pertenecen a tales clases pudientes y adineradas.
El conflicto entre estas dos clases (las clases de renta alta y mediana-alta, por un lado, y la clase trabajadora, por el otro) apareció también en la definición de sus intereses. La realidad es que la integración de las primeras en las estructuras de poder era y es irrelevante para la mujer de las clases populares. Y ello apareció también claramente en las últimas elecciones a la Presidencia de aquel país. El hecho de que la candidata a la presidencia del Partido Demócrata intentara movilizar a las mujeres presentándose como la candidata feminista es un ejemplo de ello. La gran mayoría de las mujeres de clase trabajadora no le votaron; apoyaron a Trump que, junto con el candidato socialista, apeló al voto de clase, incluyendo un discurso y unos temas de clara aceptación y atractivo para las clases populares. Clase social, después de todo, continúa siendo una variable clave para entender lo que pasa a nuestro alrededor, no solo en el mundo del hombre, sino también en el mundo de la mujer.
Las consecuencias de la debilidad del feminismo popular
Y esto ocurre también en España. La evidencia científica existente muestra claramente que, en España, aquellos servicios del Estado del bienestar que están menos desarrollados son precisamente los servicios de ayuda a las familias, tales como las escuelas de infancia –mal llamadas guarderías en nuestro país- y los servicios domiciliarios a las personas con dependencia. El déficit en el desarrollo de tales servicios en este país es enorme. Y en España cuando decimos “familia” queremos decir mujer. Es la mujer la que lleva la mayor carga de responsabilidades familiares. El contraste de los países del sur de Europa (donde las derechas han sido históricamente muy fuertes) con el norte (donde las izquierdas han sido históricamente muy fuertes) es abrumador. En Suecia, por ejemplo, el número de horas semanales dedicadas a las tareas familiares por parte de la mujer es de 26. El hombre, 22.
En España, la proporción es de 42 versus 8. Ahí radica el escasísimo desarrollo de los servicios de ayuda a las familias en el sur de Europa, con un coste humano enorme. La mujer española tiene tres veces más de enfermedades debidas al estrés que el hombre. Y la mujer más afectada es la de clase trabajadora que no tiene servicios privados como la de clase pudiente (la sirvienta), que puede ayudarla. De ahí que la mayoría de encuestas muestren que, además de mejor condiciones de trabajo y mejores salarios, las demandas más comunes por parte de las mujeres de las clases populares son las dirigidas a conseguir estos servicios.
Es urgente que los partidos políticos que están enraizados en las clases populares y que se consideren al servicio de dichas clases protagonicen y lideren la universalización de tales servicios en España. España (incluyendo Catalunya) necesita mayor concienciación de las necesidades de las mujeres pertenecientes a las clases populares. La evidencia de ello es abrumadora. Así de claro.
Fuente:
http://www.attac.es/2017/04/16/hay-distintas-clases-sociales-entre-las-mujeres-y-por-lo-tanto-diferentes-feminismos/
Entre los hombres, la manera de expresar su machismo (la manera de oprimir a la mujer) depende, en gran parte, de la clase social del que lo manifiesta. Naturalmente que hay puntos y comportamientos comunes, pero siempre, o casi siempre, la clase social del hombre define muy marcadamente cómo se expresa tal machismo. No es, pues, de extrañar que lo mismo ocurra entre las mujeres (en un comportamiento precisamente opuesto al machismo).
La bienvenida concienciación de las mujeres, como colectivo social, de la necesidad de conseguir los mismos derechos que los hombres, también viene marcada de una manera muy palpable por la clase social a la que la mujer pertenece o representa. De ahí la pluralidad de movimientos feministas. Quedó ello claro hace varios días en un hecho que adquiría gran visibilidad mediática en EEUU, y que ocurrió en la Harvard University, el centro académico con más recursos, más rico y más poderoso de EEUU. Tal universidad tiene 37.000 millones en endowment (es decir, en propiedad sobre la cual generar ingresos).
Las matrículas de los estudiantes son una parte muy minúscula de sus ingresos y, con tal propiedad, se ha convertido en uno de los centros de fondos de inversión más importantes del país. El hecho que sea un centro educativo es una actividad más que le da nombre, pero la mayoría de sus fondos se obtienen a través de las inversiones de su endowment. La riqueza de recursos es, pues, su característica principal. Dicha universidad es también donde parte de la élite de EE.UU. se educa, se socializa y configura su manera de pensar mediante los valores que tal universidad promueve. En EE.UU., es conocido que la cultura de tal centro es predominantemente conservadora y liberal (“liberal” en el sentido europeo de la palabra, pues la palabra “liberal” en EE.UU. quiere decir socialdemócrata o socialista, de los cuales hay muy pocos en Harvard.
Por cierto, el hecho que los corresponsables de los medios de información españoles parezcan no darse cuenta de esta diferencia en la utilización del término “liberal”, crea una confusión enorme en la audiencia de tales rotativos). El conservadurismo de Harvard aparece en todas sus dimensiones, incluyendo en su escasa sensibilidad hacia las poblaciones vulnerables y discriminadas, como afroamericanos, latinos y mujeres.
Ahora bien, en 1977 tomaron la decisión de intentar parecer más modernos y se abrieron lentamente a afroamericanos (procedentes, sin embargo, de escuelas privadas de élite, como fue el caso del estudiante Obama, que llegó a ser presidente del país), más tarde a latinos y, últimamente, a mujeres. Harvard quiere parecer moderna y feminista. Ahora bien, su conservadurismo y liberalismo estructural permanece y es marcado, apareciendo cuando uno menos se lo espera, como ocurrió recientemente cuando el que había sido ministro de Hacienda de la Administración Clinton, el señor Larry Summers fue nombrado, por el Executive Board de tal universidad, presidente de la Universidad.
En una entrevista, dicho señor Summers dijo que el hecho de que no hubiera más mujeres que fueran catedráticas en disciplinas científicas como física o química, se debía –según él- a razones biológicas, es decir, que las mujeres no eran hábiles para tales ciencias.
El feminismo de la clase de renta alta y mediana-alta
El escándalo que tales declaraciones crearon fue mayúsculo, de manera que el Executive Board de la Universidad rápidamente indicó que nombraría a una mujer como Presidenta, lo cual, por fin ocurrió. Se nombró como Presidenta a la Dra. Drew Faust, que era, además de ser mujer, una conocida feminista entre la comunidad científica que había animado a las mujeres (de su clase social, de renta alta y mediana-alta) a aspirar a lugares de alto poder institucional, rompiendo así con el monopolio del hombre en las estructuras de poder. Tal nombramiento fue celebrado prácticamente por la mayoría de las asociaciones feministas de EE.UU.
El feminismo popular
Ahora bien, hubo algunas mujeres de Harvard que no lo han celebrado. No eran ni profesoras, ni estudiantes, sino trabajadoras. Eran las mujeres de limpieza de la Universidad de Harvard (concretamente del hotel que tiene Harvard en su terreno, de siete pisos y cuarenta habitaciones, gestionado por la compañía Hilton Hotels & Resorts). Este hotel es uno de los más exitosos de Boston (los cuales, todos ellos, dependen primordialmente de la clientela provista por sus vinculados al mundo académico de tal ciudad). Tal hotel el año pasado consiguió uno de los mayores beneficios en el sector hotelero de la ciudad. Pero, a pesar de tal riqueza, las mujeres de la limpieza del hotel (la gran mayoría de ellas latinas) se encontraban entre las peor pagadas del sector, con mayor número de habitaciones a limpiar por día y mayor número de accidentes. Durante más de tres años tales mujeres han estado intentando sindicalizarse, pues, de conseguirlo, podrían defenderse colectivamente y negociar sus salarios, beneficios sociales y condiciones de trabajo.
Harvard, incluyendo su presidenta feminista, se ha opuesto durante muchos años. Y a pesar de las peticiones de las trabajadoras, muchas feministas de gran renombre en EE.UU., figuras del establishment político-mediático del país, ignoraron estas peticiones. En un interesante artículo en la revista The Nation, Sarah Lemand y Rebecca Rojas han detallado la enorme y heroica lucha de estas trabajadoras para conseguir que Harvard aceptara que pudieran sindicalizarse. Y las trabajadoras de limpieza descubrieron que hay tantos feminismos como clases sociales existen en EEUU. Y que las feministas del establishment político-académico-mediático estadounidense, no representaban los intereses de la mayoría de las mujeres que no pertenecen a tales clases pudientes y adineradas.
El conflicto entre estas dos clases (las clases de renta alta y mediana-alta, por un lado, y la clase trabajadora, por el otro) apareció también en la definición de sus intereses. La realidad es que la integración de las primeras en las estructuras de poder era y es irrelevante para la mujer de las clases populares. Y ello apareció también claramente en las últimas elecciones a la Presidencia de aquel país. El hecho de que la candidata a la presidencia del Partido Demócrata intentara movilizar a las mujeres presentándose como la candidata feminista es un ejemplo de ello. La gran mayoría de las mujeres de clase trabajadora no le votaron; apoyaron a Trump que, junto con el candidato socialista, apeló al voto de clase, incluyendo un discurso y unos temas de clara aceptación y atractivo para las clases populares. Clase social, después de todo, continúa siendo una variable clave para entender lo que pasa a nuestro alrededor, no solo en el mundo del hombre, sino también en el mundo de la mujer.
Las consecuencias de la debilidad del feminismo popular
Y esto ocurre también en España. La evidencia científica existente muestra claramente que, en España, aquellos servicios del Estado del bienestar que están menos desarrollados son precisamente los servicios de ayuda a las familias, tales como las escuelas de infancia –mal llamadas guarderías en nuestro país- y los servicios domiciliarios a las personas con dependencia. El déficit en el desarrollo de tales servicios en este país es enorme. Y en España cuando decimos “familia” queremos decir mujer. Es la mujer la que lleva la mayor carga de responsabilidades familiares. El contraste de los países del sur de Europa (donde las derechas han sido históricamente muy fuertes) con el norte (donde las izquierdas han sido históricamente muy fuertes) es abrumador. En Suecia, por ejemplo, el número de horas semanales dedicadas a las tareas familiares por parte de la mujer es de 26. El hombre, 22.
En España, la proporción es de 42 versus 8. Ahí radica el escasísimo desarrollo de los servicios de ayuda a las familias en el sur de Europa, con un coste humano enorme. La mujer española tiene tres veces más de enfermedades debidas al estrés que el hombre. Y la mujer más afectada es la de clase trabajadora que no tiene servicios privados como la de clase pudiente (la sirvienta), que puede ayudarla. De ahí que la mayoría de encuestas muestren que, además de mejor condiciones de trabajo y mejores salarios, las demandas más comunes por parte de las mujeres de las clases populares son las dirigidas a conseguir estos servicios.
Es urgente que los partidos políticos que están enraizados en las clases populares y que se consideren al servicio de dichas clases protagonicen y lideren la universalización de tales servicios en España. España (incluyendo Catalunya) necesita mayor concienciación de las necesidades de las mujeres pertenecientes a las clases populares. La evidencia de ello es abrumadora. Así de claro.
Fuente:
http://www.attac.es/2017/04/16/hay-distintas-clases-sociales-entre-las-mujeres-y-por-lo-tanto-diferentes-feminismos/
_--Materniqué?
_--Le compra ($) los óvulos a una ucraniana para que su bebé sea ario (rubia/o y alta/o con ojos claros, aunque él es moreno y bajito).
Le alquila ($) el cuerpo a una hindú para que la gestación le salga barata.
Le paga ($) a una ecuatoriana para que críe al bebé porque como trabaja mucho no puede criarlo (y ella como trabaja para él tampoco puede criar a sus hijos)
Tres madres y ninguna con derechos. Tres mujeres de países pobres que ponen en riesgo su salud y su vida para "ayudar" y "hacer realidad los sueños" de los habitantes del primer mundo. Lo llaman "generosidad", pero es "necesidad". Las ricas no venden sus cuerpos.
El bebé pertenece al que pone la plata ($), pero tiene que ser un producto perfecto. Si sale con sindrome de Down, enfermedades graves o malformaciones, lo rechaza, se lo deja a la hindú que lo tuvo 9 meses en su vientre (ahora si se le considera madre) y reclama a la granja de madres que le devuelvan el dinero.
Así funcionan el patriarcado y el capitalismo juntos: las mujeres pobres y sus cuerpos al servicio de los deseos de los ricos. Compran, alquilan, pagan, plata y dinero, dinero y dinero. Y luego hablan de derechos en lugar de deseos y de solidaridad y altruismo? Bellas palabras que no se corresponden para nada con la realidad. Sirven para camuflar la realidad, para disfrazarla y ocultarla. Pero la realidad es tozuda, aparece y reaparece cuando surge una imperfección, un defecto, una inconveniencia...
Basta de historias y de cuentos,... basta de dinero!!! Hasta cuando van a seguir tratándonos de engañar?
Mueren millones de niños pobres de hambre. Por qué no adoptan uno y así lo salvan de la muerte segura y terrible,...
#NoCompresAdopta
#NoExplotesNiComerciesConMujeres
#StopComercioConBebés
#MachismoDuele
#CapitalismoPatriarcal
#NoSomosVasijas
Coral Herrera Gómez
30 de abril a las 14:57 ·
Le paga ($) a una ecuatoriana para que críe al bebé porque como trabaja mucho no puede criarlo (y ella como trabaja para él tampoco puede criar a sus hijos)
Tres madres y ninguna con derechos. Tres mujeres de países pobres que ponen en riesgo su salud y su vida para "ayudar" y "hacer realidad los sueños" de los habitantes del primer mundo. Lo llaman "generosidad", pero es "necesidad". Las ricas no venden sus cuerpos.
El bebé pertenece al que pone la plata ($), pero tiene que ser un producto perfecto. Si sale con sindrome de Down, enfermedades graves o malformaciones, lo rechaza, se lo deja a la hindú que lo tuvo 9 meses en su vientre (ahora si se le considera madre) y reclama a la granja de madres que le devuelvan el dinero.
Así funcionan el patriarcado y el capitalismo juntos: las mujeres pobres y sus cuerpos al servicio de los deseos de los ricos. Compran, alquilan, pagan, plata y dinero, dinero y dinero. Y luego hablan de derechos en lugar de deseos y de solidaridad y altruismo? Bellas palabras que no se corresponden para nada con la realidad. Sirven para camuflar la realidad, para disfrazarla y ocultarla. Pero la realidad es tozuda, aparece y reaparece cuando surge una imperfección, un defecto, una inconveniencia...
Basta de historias y de cuentos,... basta de dinero!!! Hasta cuando van a seguir tratándonos de engañar?
Mueren millones de niños pobres de hambre. Por qué no adoptan uno y así lo salvan de la muerte segura y terrible,...
#NoCompresAdopta
#NoExplotesNiComerciesConMujeres
#StopComercioConBebés
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Coral Herrera Gómez
30 de abril a las 14:57 ·
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jueves, 18 de mayo de 2017
Qué es microaprendizaje y por qué esta técnica que hace que los segundos cuenten está cada vez más de moda.
¿Estás esperando a que se descargue un video o a que te respondan un mensaje? ¿Qué tal si puedes hacer algo de provecho en esos micromomentos? ¿Tal vez aprender una lengua?
La crónica es cuando menos curiosa. Siempre nos han contado que el comunismo acaba con la libertad y con muchas mas cosas que por sabido no es necesario describir. Sin embargo aquí nos muestran lo contrario; mujeres libres en un país como la India, donde hace poco nos describían la existencia terrible que llevaban las viudas en una ciudad a donde eran apartadas, por hablar solo de un aspecto. Y la variable que he encontrado, al menos yo, es únicamente el tipo de gobierno. Después decimos, porque nos dicen, que todos los políticos son iguales. ¿No habrá un interés en hacérnoslo creer? Sí, para que nos de igual todo y no ejerzamos nuestros derechos, comenzando por el de votación y siguiendo por el de reunión, asociación y expresión... Empiezo a sospechar que hay mucha manipulación en tantas cosas... como el cuento de la perfección de la empresa privada y los Bancos modelos de ella, a "liberalizar" (¡QUÉ PALABRA TAN BONITA!) y ahora resulta que no saben, ni lo que tienen, ni lo que deben... ¿¡dónde está esa perfección?¡¡ Que tengáis un buen día y mucha fe y esperanza para cambiar... a mejor. (BBC)
http://www.bbc.com/mundo/noticias-39746825
La crónica es cuando menos curiosa. Siempre nos han contado que el comunismo acaba con la libertad y con muchas mas cosas que por sabido no es necesario describir. Sin embargo aquí nos muestran lo contrario; mujeres libres en un país como la India, donde hace poco nos describían la existencia terrible que llevaban las viudas en una ciudad a donde eran apartadas, por hablar solo de un aspecto. Y la variable que he encontrado, al menos yo, es únicamente el tipo de gobierno. Después decimos, porque nos dicen, que todos los políticos son iguales. ¿No habrá un interés en hacérnoslo creer? Sí, para que nos de igual todo y no ejerzamos nuestros derechos, comenzando por el de votación y siguiendo por el de reunión, asociación y expresión... Empiezo a sospechar que hay mucha manipulación en tantas cosas... como el cuento de la perfección de la empresa privada y los Bancos modelos de ella, a "liberalizar" (¡QUÉ PALABRA TAN BONITA!) y ahora resulta que no saben, ni lo que tienen, ni lo que deben... ¿¡dónde está esa perfección?¡¡ Que tengáis un buen día y mucha fe y esperanza para cambiar... a mejor. (BBC)
http://www.bbc.com/mundo/noticias-39746825
Cuatro hermanos de 110, 109, 103 y 101 años iluminan los genes de la longevidad. Un proyecto que estudia el ADN de personas centenarias busca retrasar el envejecimiento.
"¿Nadie te ha recomendado que dejes de fumar?", le preguntó en Nueva York el médico Nir Barzilai a Helen Kahn. “Sí, claro, pero los cuatro médicos que me recomendaron dejar de fumar han muerto”, respondió ella. Kahn, a la que todos llamaban Happy (Feliz), fumó durante casi 95 años. Falleció, tras una vida saludable, pocas semanas antes de cumplir 110 años.
Su hermano, Irving Kahn, fue una leyenda de Wall Street. Empezó a trabajar en la Bolsa de Nueva York poco antes del Crac de 1929. Y siguió yendo a trabajar como analista financiero hasta poco antes de su muerte, en 2015, a la edad de 109 años. Antes murieron su hermano Peter, a los 103, y su hermana Lee, a los 101.
“Los hermanos Kahn demuestran que tenemos la capacidad como especie de vivir hasta los 110 años de manera saludable. Los cuatro tuvieron salud hasta el final de su vida. Y también muestran que existe un factor genético”, explica Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York.
Barzilai, nacido en Haifa (Israel) en 1955, tuvo una juventud movida, como médico del Ejército israelí. Participó en 1976 en una misión de rescate de 102 judíos secuestrados por palestinos en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), trabajó en un campo de refugiados durante la Guerra de Camboya hasta 1980 y ayudó a levantar una aldea en la tierra de los zulúes, en Sudáfrica, en 1983.
Ahora, Barzilai dirige el Proyecto de los Genes de la Longevidad, un ambicioso estudio para investigar el material genético de 670 personas que han vivido alrededor de 100 años o más. Todos son judíos asquenazíes, una población históricamente homogénea que constituye un laboratorio perfecto para estudiar su genética. El trabajo arrancó en 1998. La mayoría, como los hermanos Kahn, ya ha muerto. Pero su ADN sigue hablando.
“El 60% de nuestros hombres centenarios y el 30% de nuestras mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo. Casi el 50% eran obesos durante su vida y menos del 50% hacían ejercicio. No hacen nada saludable. Tienen genes que los protegen. Y los tenemos que encontrar”, proclama Barzilai, de paso por Madrid para inaugurar el Congreso Interdisciplinar de Genética Humana, invitado por la Fundación Instituto Roche.
Los hermanos Kahn, relata, tenían una mutación en un gen asociada a niveles más altos de colesterol bueno. “Y hay más proporción de personas con esta mutación entre los centenarios que en cualquier otro rango de edad”, señala el médico israelí. Las personas que presentan esta mutación tienen, además, menos probabilidades de sufrir alzhéimer.
El 60% de los hombres centenarios y el 30% de las mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo: sus genes, aparentemente, los protegen
En el congreso de Madrid, el médico israelí adelantó un nuevo hallazgo. “Los ponis viven más que el resto de los caballos. Y los perros pequeños viven más que los grandes. Yo pensaba que esto no iba a ocurrir en los humanos, pero estaba equivocado. Más de la mitad de mis centenarios no tienen una actividad correcta de la hormona del crecimiento, por varias razones”, detalla. Sus resultados, afirma, se publicarán próximamente en la revista especializada Science Advances.
Estos mecanismos son más habituales en las mujeres. “Una cantidad baja de hormona del crecimiento las protege de morir. Incluso las mujeres de 100 años, si tienen muy poca hormona del crecimiento, vivirán el doble de tiempo más que las mujeres de 100 años con niveles más altos”, subraya Barzilai.
Al final de este verano, el médico pretende comenzar un ensayo clínico que será revolucionario si confirma sus sospechas. La hipótesis de Barzilai, como la de muchos expertos, es que las enfermedades asociadas al envejecimiento —como el cáncer, el alzhéimer, los ataques cerebrales y los problemas cardiovasculares— se pueden retrasar en bloque.
Barzilai cree que un fármaco, la metformina, retrasará en bloque las enfermedades del envejecimiento
El ensayo, que costará 70 millones de dólares, reclutará a 3.000 personas de entre 65 y 80 años. La mitad de ellas tomará metformina, un fármaco muy utilizado para controlar la cantidad de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2. Pero, en este caso, nadie tiene diabetes. La otra mitad de los participantes no tomará nada.
El equipo de Barzilai cree que la metformina retrasará las enfermedades del envejecimiento respecto al grupo de control. Pruebas en animales y datos epidemiológicos en humanos asocian la metformina a una mayor longevidad y a menos casos de cáncer, alzhéimer y enfermedades cardiovasculares.
El ensayo clínico, según reconoce Barzilai, además de una prueba de concepto en realidad es una excusa. En la actualidad, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) evalúa los fármacos y los aprueba para una determinada indicación, pero no posee ninguna indicación para el retraso en bloque de las enfermedades asociadas al envejecimiento. Si la metformina funciona, siendo un fármaco genérico y barato cuya seguridad está sobradamente demostrada, la FDA abrirá la puerta a ensayos con otros fármacos más prometedores contra el envejecimiento, pero con mayores riesgos, como la rapamicina.
Barzilai, conocido por sus colegas por empalmar un chiste con otro, es optimista respecto al futuro. En el congreso de Madrid, arrancó su charla contando el caso de un hombre de 100 años que fue a hacerse un seguro de vida. “No hacemos pólizas a personas de 100 años”, le informaron. “¿Cómo que no? Mi madre se acaba de hacer un seguro de vida aquí”, respondió. Tras pedirle disculpas, los empleados de la aseguradora le citaron para que firmara los papeles el siguiente martes. “El martes no puedo. Se casa mi abuelo”, lamentó el hombre de 100 años. “¿Su abuelo?”, exclamaron los trabajadores. “Sí, él no quería, pero sus padres le han presionado”, contestó el centenario.
http://elpais.com/elpais/2017/04/28/ciencia/1493394455_199979.html
Su hermano, Irving Kahn, fue una leyenda de Wall Street. Empezó a trabajar en la Bolsa de Nueva York poco antes del Crac de 1929. Y siguió yendo a trabajar como analista financiero hasta poco antes de su muerte, en 2015, a la edad de 109 años. Antes murieron su hermano Peter, a los 103, y su hermana Lee, a los 101.
“Los hermanos Kahn demuestran que tenemos la capacidad como especie de vivir hasta los 110 años de manera saludable. Los cuatro tuvieron salud hasta el final de su vida. Y también muestran que existe un factor genético”, explica Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York.
Barzilai, nacido en Haifa (Israel) en 1955, tuvo una juventud movida, como médico del Ejército israelí. Participó en 1976 en una misión de rescate de 102 judíos secuestrados por palestinos en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), trabajó en un campo de refugiados durante la Guerra de Camboya hasta 1980 y ayudó a levantar una aldea en la tierra de los zulúes, en Sudáfrica, en 1983.
Ahora, Barzilai dirige el Proyecto de los Genes de la Longevidad, un ambicioso estudio para investigar el material genético de 670 personas que han vivido alrededor de 100 años o más. Todos son judíos asquenazíes, una población históricamente homogénea que constituye un laboratorio perfecto para estudiar su genética. El trabajo arrancó en 1998. La mayoría, como los hermanos Kahn, ya ha muerto. Pero su ADN sigue hablando.
“El 60% de nuestros hombres centenarios y el 30% de nuestras mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo. Casi el 50% eran obesos durante su vida y menos del 50% hacían ejercicio. No hacen nada saludable. Tienen genes que los protegen. Y los tenemos que encontrar”, proclama Barzilai, de paso por Madrid para inaugurar el Congreso Interdisciplinar de Genética Humana, invitado por la Fundación Instituto Roche.
Los hermanos Kahn, relata, tenían una mutación en un gen asociada a niveles más altos de colesterol bueno. “Y hay más proporción de personas con esta mutación entre los centenarios que en cualquier otro rango de edad”, señala el médico israelí. Las personas que presentan esta mutación tienen, además, menos probabilidades de sufrir alzhéimer.
El 60% de los hombres centenarios y el 30% de las mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo: sus genes, aparentemente, los protegen
En el congreso de Madrid, el médico israelí adelantó un nuevo hallazgo. “Los ponis viven más que el resto de los caballos. Y los perros pequeños viven más que los grandes. Yo pensaba que esto no iba a ocurrir en los humanos, pero estaba equivocado. Más de la mitad de mis centenarios no tienen una actividad correcta de la hormona del crecimiento, por varias razones”, detalla. Sus resultados, afirma, se publicarán próximamente en la revista especializada Science Advances.
Estos mecanismos son más habituales en las mujeres. “Una cantidad baja de hormona del crecimiento las protege de morir. Incluso las mujeres de 100 años, si tienen muy poca hormona del crecimiento, vivirán el doble de tiempo más que las mujeres de 100 años con niveles más altos”, subraya Barzilai.
Al final de este verano, el médico pretende comenzar un ensayo clínico que será revolucionario si confirma sus sospechas. La hipótesis de Barzilai, como la de muchos expertos, es que las enfermedades asociadas al envejecimiento —como el cáncer, el alzhéimer, los ataques cerebrales y los problemas cardiovasculares— se pueden retrasar en bloque.
Barzilai cree que un fármaco, la metformina, retrasará en bloque las enfermedades del envejecimiento
El ensayo, que costará 70 millones de dólares, reclutará a 3.000 personas de entre 65 y 80 años. La mitad de ellas tomará metformina, un fármaco muy utilizado para controlar la cantidad de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2. Pero, en este caso, nadie tiene diabetes. La otra mitad de los participantes no tomará nada.
El equipo de Barzilai cree que la metformina retrasará las enfermedades del envejecimiento respecto al grupo de control. Pruebas en animales y datos epidemiológicos en humanos asocian la metformina a una mayor longevidad y a menos casos de cáncer, alzhéimer y enfermedades cardiovasculares.
El ensayo clínico, según reconoce Barzilai, además de una prueba de concepto en realidad es una excusa. En la actualidad, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) evalúa los fármacos y los aprueba para una determinada indicación, pero no posee ninguna indicación para el retraso en bloque de las enfermedades asociadas al envejecimiento. Si la metformina funciona, siendo un fármaco genérico y barato cuya seguridad está sobradamente demostrada, la FDA abrirá la puerta a ensayos con otros fármacos más prometedores contra el envejecimiento, pero con mayores riesgos, como la rapamicina.
Barzilai, conocido por sus colegas por empalmar un chiste con otro, es optimista respecto al futuro. En el congreso de Madrid, arrancó su charla contando el caso de un hombre de 100 años que fue a hacerse un seguro de vida. “No hacemos pólizas a personas de 100 años”, le informaron. “¿Cómo que no? Mi madre se acaba de hacer un seguro de vida aquí”, respondió. Tras pedirle disculpas, los empleados de la aseguradora le citaron para que firmara los papeles el siguiente martes. “El martes no puedo. Se casa mi abuelo”, lamentó el hombre de 100 años. “¿Su abuelo?”, exclamaron los trabajadores. “Sí, él no quería, pero sus padres le han presionado”, contestó el centenario.
http://elpais.com/elpais/2017/04/28/ciencia/1493394455_199979.html
miércoles, 17 de mayo de 2017
Elogio del bistrot
Gregorio Morán
La Vanguardia
Como un cruasán parisino a las nueve de la mañana, crujiente y cálido, se me quedó entre las manos un libro. Cien páginas escritas en estado de gracia y gozo, memorables. Recién salido del horno. Marc Augé ha editado en castellano (editorial Gallo Nero) la que yo creo su parcela más íntima, la evocación de los bistrots parisinos, ahora que él es ya algo mayor (Poitiers, 1935) y conserva la memoria proustiana de sus años mozos, aparcando su papel académico de antropólogo y presidente de la Escuela de Altos Estudios durante diez años (1985-1995).
Me encerré en mi habitación de hotel hasta terminarlo, en la ansiedad de que no se acabara nunca, algo que me ha sucedido lamentablemente pocas veces en mi vida y que recuerdo en otro caso, memorable, con las memorias de infancia de don Ramón Carande, el historiador, cuya gracia y gloria leí en una edición más ajada que los banqueros de Carlos V, que encontré en una desvencijada tienda de objetos horrendos en la singular villa de Aguilar de Campoo, en la Castilla profunda con aroma de galletas.
Marc Augé va desgranando con brillantez las historias de los bistrots parisinos. Preñadas de apuntes, reseñas, comentarios sobre la importancia que tuvieron para la cultura francesa los bistrots, y no porque los frecuentaran Sartre o Aragon, sino porque la ciudadanía los hizo suyos. Ese lugar que es más que una taberna y menos que un restaurante, pero donde lo sustancial resulta la comodidad, el compañerismo efímero, el recurso a una vida urbana intensa donde los únicos oasis para gente común o vistosa, amiga o desconocida, está en tomarse algo en un sitio acogedor. Evito repetirlo porque no lograría ni un pálido reflejo de lo que Augé va descargando a vuelapluma, en conocedor, entre ironías y evocaciones.
¡Qué delicia de libro! Cuando alguien escribe una cosa así, está de más la Escuela de Altos Estudios y le bastaría con esto para ser recordado y añorado. El tipo aquel que nos hizo felices una tarde calurosa en un modesto hotel del Madrid de toda la vida.
El bistrot está ligado a un mundo pequeñoburgués sin ninguna conciencia de clase, sencillamente gente común, o ilustre, que tiene en el bistrot su lugar de encuentro, su momento menos feliz que comparte con unos parroquianos que ni siquiera le conocen de nada pero para quienes es un compa con el que se toma un vino, o incluso un plato sólido que siempre está escrito con tiza en una pizarra que se renueva cada día.
Nosotros no tenemos esa historia. Lo nuestro fue la tasca, la taberna –el PSOE se fundó en una de ellas–, y ahí cabe reconocer que Madrid y Barcelona, siendo paralelas, fueron diferentes. Ahora que proliferan en Barcelona las bodegas, tantos años abandonadas, somos conscientes del esnobismo, la cocina de alta gama, el diseño. ¡A Barcelona la envenenó el diseño! ¡Oh, qué tiempos! Madrid conservó, en parte, ese aire de poblachón manchego, que calificó Cela, un señorito frustrado que llegó demasiado tarde a descubrir la exquisitez que no fuera un puticlub y un escritor voraz por encima de sus pretensiones.
Aquellas tascas de la Barcelona que yo conocí hace cuarenta años fenecieron porque no eran modernas. Recuerdo los desayunos de tenedor en lo más parecido a un bistrot de Gran Vía, casi esquina con paseo de Gràcia. ¿Bar Estación se llamaba? A los paletos que llegábamos de Madrid nos fascinaba. Apearse del tren y un desayuno a la antigua. Durante muchos años en los setenta frecuentaba un chiringuito que no llegaba a tasca, sin mesas, sólo barra, en el cruce de la avenida Madrid con plaza del Centre, donde desayunaba a partir de las siete de la mañana la más sabrosa tortilla de calabacín que recuerdo.
Siempre fue un tema de disenso entre el gran Rafael Chirbes y yo, el valor de las barras de taberna. Él las adoraba, podía pasarse horas charlando en la barra, mientras que a mí, siguiendo una tradición del norte, que Cunqueiro convertiría en leyenda, me son incómodas apenas pasan quince minutos. En Madrid existe un lugar para los lugareños madrugadores –calle San Onofre– donde se pueden desayunar las tortillas de patata más deliciosas, templadas, si se llega a tiempo y bajo un nombre tan de fiesta zarzuelera como La Austríaca, pero sería un equivalente humilde de un bistrot a la española; no hay mesas más que adosadas a la pared o con esas sillas para jirafas, pero con una dueña que sí mantiene el halo de haberse dedicado a la clientela toda su vida. “Hace mucho que usted no viene por aquí”. Sin comentarios. El café, ristretto, a la italiana.
Lo más parecido a un bistrot madrileño-barcelonés que yo conozco es Casa Sacha –Botillería y Fogón Sacha–, un pequeño restaurante, poco más de diez mesas, que frecuento desde los años setenta, cuando los dueños llegaron de Sitges. Él, vasco y publicitario, y ella cocinera. No creo que haya en Madrid restaurante más digno y menos pretencioso, haciendo la cocina que se va perdiendo, fuera de las mariconadas de las espumas y el pesado del camarero explicándote, con grosería inaudita, que interrumpe la conversación para detallarte la composición del artefacto que debes comerte, guía Michelin, dos estrellas. Oiga, ¿tienen mollejas, riñones, sesos…? Como si se tratara de una ofensa. Imagino el gesto de Sacha, el heredero, ante tamaña frivolidad.
En Madrid es obligado, quizá por costumbre, servir una copa, aunque sea de vino de tropa, y añadir una tapa. Yo recuerdo cuando en la calle Embajadores o en Legazpi el aditamento era un pajarito frito. ¡Un pajarito! Qué dirán las niñas cuyos padres y abuelos siguen comiendo a sus empleados como si fueran pájaros a los que ni siquiera fríen. El bocado de pajarito, entero, en la boca es una delicia que hubo de eliminarse porque se hubiera acabado con la especie, no con el placer.
Gracias a la migración latinoamericana Barcelona no se ha perdido la cocina de casquería. Recuerdo visitar la Boqueria, ese museo de la destrucción del gran comercio barcelonés, buscando lengua, callos o riñones. Ahora hay un auténtico aluvión que supera aquel complejo de clases medias establecidas, o como se recordaba en las carnicerías de mi infancia: “Deme un filete muy fino, lo más delgado que pueda, porque si no mi hija no lo quiere comer; le da asco”. ¡A su bolsillo, señora!
Por eso, entre otras cosas no tenemos bistrots. Los obreros iban a las tascas y los señoritos a los cafés; había gente en mi Oviedo natal que se pasaba la tarde entera en el Café Peñalba consumiendo un café con leche, “poco cargado, porque me afecta mucho a los nervios”. Seis, ocho horas de café con leche. Con el tiempo cerraron. Eso no hay economía que lo soporte.
Somos hijos del hambre y la hidalguía, que no se come, pero se consume. Gracias, Marc Augé, por este libro que para nosotros es como un vademécum del pasado que la gente aceptó, como un misal sin salmos. Cuando algún historiador tonto, que abundan como los hongos, recuerda que los obreros en Catalunya comían arroz los jueves, me quedo perplejo de esta generación formada en la botifarra amb seques o el cocido madrileño de pobre –caldo, garbanzos y pescuezo de gallina–. Los obreros durante muchos años detestaban el arroz porque era alimento para los pollos. Mi abuelo materno, maestro armero, decía entre trago y trago de vinazo de León: “El arroz pa’ las pitas (gallinas), y las pitas pa’ mí”.
http://www.lavanguardia.com/opinion/20170422/421939524160/elogio-del-bistrot.html
La Vanguardia
Como un cruasán parisino a las nueve de la mañana, crujiente y cálido, se me quedó entre las manos un libro. Cien páginas escritas en estado de gracia y gozo, memorables. Recién salido del horno. Marc Augé ha editado en castellano (editorial Gallo Nero) la que yo creo su parcela más íntima, la evocación de los bistrots parisinos, ahora que él es ya algo mayor (Poitiers, 1935) y conserva la memoria proustiana de sus años mozos, aparcando su papel académico de antropólogo y presidente de la Escuela de Altos Estudios durante diez años (1985-1995).
Me encerré en mi habitación de hotel hasta terminarlo, en la ansiedad de que no se acabara nunca, algo que me ha sucedido lamentablemente pocas veces en mi vida y que recuerdo en otro caso, memorable, con las memorias de infancia de don Ramón Carande, el historiador, cuya gracia y gloria leí en una edición más ajada que los banqueros de Carlos V, que encontré en una desvencijada tienda de objetos horrendos en la singular villa de Aguilar de Campoo, en la Castilla profunda con aroma de galletas.
Marc Augé va desgranando con brillantez las historias de los bistrots parisinos. Preñadas de apuntes, reseñas, comentarios sobre la importancia que tuvieron para la cultura francesa los bistrots, y no porque los frecuentaran Sartre o Aragon, sino porque la ciudadanía los hizo suyos. Ese lugar que es más que una taberna y menos que un restaurante, pero donde lo sustancial resulta la comodidad, el compañerismo efímero, el recurso a una vida urbana intensa donde los únicos oasis para gente común o vistosa, amiga o desconocida, está en tomarse algo en un sitio acogedor. Evito repetirlo porque no lograría ni un pálido reflejo de lo que Augé va descargando a vuelapluma, en conocedor, entre ironías y evocaciones.
¡Qué delicia de libro! Cuando alguien escribe una cosa así, está de más la Escuela de Altos Estudios y le bastaría con esto para ser recordado y añorado. El tipo aquel que nos hizo felices una tarde calurosa en un modesto hotel del Madrid de toda la vida.
El bistrot está ligado a un mundo pequeñoburgués sin ninguna conciencia de clase, sencillamente gente común, o ilustre, que tiene en el bistrot su lugar de encuentro, su momento menos feliz que comparte con unos parroquianos que ni siquiera le conocen de nada pero para quienes es un compa con el que se toma un vino, o incluso un plato sólido que siempre está escrito con tiza en una pizarra que se renueva cada día.
Nosotros no tenemos esa historia. Lo nuestro fue la tasca, la taberna –el PSOE se fundó en una de ellas–, y ahí cabe reconocer que Madrid y Barcelona, siendo paralelas, fueron diferentes. Ahora que proliferan en Barcelona las bodegas, tantos años abandonadas, somos conscientes del esnobismo, la cocina de alta gama, el diseño. ¡A Barcelona la envenenó el diseño! ¡Oh, qué tiempos! Madrid conservó, en parte, ese aire de poblachón manchego, que calificó Cela, un señorito frustrado que llegó demasiado tarde a descubrir la exquisitez que no fuera un puticlub y un escritor voraz por encima de sus pretensiones.
Aquellas tascas de la Barcelona que yo conocí hace cuarenta años fenecieron porque no eran modernas. Recuerdo los desayunos de tenedor en lo más parecido a un bistrot de Gran Vía, casi esquina con paseo de Gràcia. ¿Bar Estación se llamaba? A los paletos que llegábamos de Madrid nos fascinaba. Apearse del tren y un desayuno a la antigua. Durante muchos años en los setenta frecuentaba un chiringuito que no llegaba a tasca, sin mesas, sólo barra, en el cruce de la avenida Madrid con plaza del Centre, donde desayunaba a partir de las siete de la mañana la más sabrosa tortilla de calabacín que recuerdo.
Siempre fue un tema de disenso entre el gran Rafael Chirbes y yo, el valor de las barras de taberna. Él las adoraba, podía pasarse horas charlando en la barra, mientras que a mí, siguiendo una tradición del norte, que Cunqueiro convertiría en leyenda, me son incómodas apenas pasan quince minutos. En Madrid existe un lugar para los lugareños madrugadores –calle San Onofre– donde se pueden desayunar las tortillas de patata más deliciosas, templadas, si se llega a tiempo y bajo un nombre tan de fiesta zarzuelera como La Austríaca, pero sería un equivalente humilde de un bistrot a la española; no hay mesas más que adosadas a la pared o con esas sillas para jirafas, pero con una dueña que sí mantiene el halo de haberse dedicado a la clientela toda su vida. “Hace mucho que usted no viene por aquí”. Sin comentarios. El café, ristretto, a la italiana.
Lo más parecido a un bistrot madrileño-barcelonés que yo conozco es Casa Sacha –Botillería y Fogón Sacha–, un pequeño restaurante, poco más de diez mesas, que frecuento desde los años setenta, cuando los dueños llegaron de Sitges. Él, vasco y publicitario, y ella cocinera. No creo que haya en Madrid restaurante más digno y menos pretencioso, haciendo la cocina que se va perdiendo, fuera de las mariconadas de las espumas y el pesado del camarero explicándote, con grosería inaudita, que interrumpe la conversación para detallarte la composición del artefacto que debes comerte, guía Michelin, dos estrellas. Oiga, ¿tienen mollejas, riñones, sesos…? Como si se tratara de una ofensa. Imagino el gesto de Sacha, el heredero, ante tamaña frivolidad.
En Madrid es obligado, quizá por costumbre, servir una copa, aunque sea de vino de tropa, y añadir una tapa. Yo recuerdo cuando en la calle Embajadores o en Legazpi el aditamento era un pajarito frito. ¡Un pajarito! Qué dirán las niñas cuyos padres y abuelos siguen comiendo a sus empleados como si fueran pájaros a los que ni siquiera fríen. El bocado de pajarito, entero, en la boca es una delicia que hubo de eliminarse porque se hubiera acabado con la especie, no con el placer.
Gracias a la migración latinoamericana Barcelona no se ha perdido la cocina de casquería. Recuerdo visitar la Boqueria, ese museo de la destrucción del gran comercio barcelonés, buscando lengua, callos o riñones. Ahora hay un auténtico aluvión que supera aquel complejo de clases medias establecidas, o como se recordaba en las carnicerías de mi infancia: “Deme un filete muy fino, lo más delgado que pueda, porque si no mi hija no lo quiere comer; le da asco”. ¡A su bolsillo, señora!
Por eso, entre otras cosas no tenemos bistrots. Los obreros iban a las tascas y los señoritos a los cafés; había gente en mi Oviedo natal que se pasaba la tarde entera en el Café Peñalba consumiendo un café con leche, “poco cargado, porque me afecta mucho a los nervios”. Seis, ocho horas de café con leche. Con el tiempo cerraron. Eso no hay economía que lo soporte.
Somos hijos del hambre y la hidalguía, que no se come, pero se consume. Gracias, Marc Augé, por este libro que para nosotros es como un vademécum del pasado que la gente aceptó, como un misal sin salmos. Cuando algún historiador tonto, que abundan como los hongos, recuerda que los obreros en Catalunya comían arroz los jueves, me quedo perplejo de esta generación formada en la botifarra amb seques o el cocido madrileño de pobre –caldo, garbanzos y pescuezo de gallina–. Los obreros durante muchos años detestaban el arroz porque era alimento para los pollos. Mi abuelo materno, maestro armero, decía entre trago y trago de vinazo de León: “El arroz pa’ las pitas (gallinas), y las pitas pa’ mí”.
http://www.lavanguardia.com/opinion/20170422/421939524160/elogio-del-bistrot.html
martes, 16 de mayo de 2017
_--Terry McMillan: “No voy a pedir disculpas por ser inteligente”. La gran escritora del empoderamiento vuelve con una novela sobre el derecho a cambiar de carril
_--Hay personas que pueden transformar el mundo, o al menos empujar en alguna dirección que lo hace más interesante. Terry McMillan, una escritora que ha acumulado millones de lectores en todo el mundo y que ha visto llevados al cine y televisión sus mayores éxitos, es una de ellas. Su estilo fresco y cargado de humor ha pintado el mundo de la amistad, los amores frustrados y los posibles, el racismo de alta y baja intensidad hasta convertirla en la escritora del empoderamiento, capaz de acompañar a las mujeres (a las negras y a todas) en su batalla por hablar en voz alta y propia en Estados Unidos. McMillan acaba de publicar en España su nueva novela, Casi me olvido de ti (Adn), y recibe a EL PAÍS en el corazón de Pasadena (Los Ángeles), donde se desenvuelve como si fuera la reina natural de un reino de otro mundo. Su mundo.
Entra McMillan en el restaurante elegido y cada soldado del ejército de camareros que va saliendo al paso recibe su halago, su comentario emocionado sobre sus pendientes, sus rastas o su corte de pelo. Es torrencial y contundente, una persona enérgica que ha sumado ya 65 años desde que nació en una familia humilde en Port Huron (Michigan), que ha sabido conectar con generaciones de americanos encadenando best sellers y que acumula también enfados sonoros que alienta sin tapujos en público: contra Donald Trump, contra los racistas y machistas en general, contra los cánones de belleza delgada o contra el New York Times por intentar etiquetar su literatura. Vamos por partes.
Pregunta. ¿Cómo elige a sus personajes?
Respuesta. Mis personajes son vulnerables, como nosotros. Elijo a gente que hace malas elecciones, que tiene cierta intranquilidad ante su vida pero eso no significa que no nos gusten. Aunque no son brillantes tampoco son idiotas, simplemente están asustados, como la mayoría de nosotros, y lo que intento es que acepten que si no son capaces de tomar una decisión, aunque sea un pequeño paso hacia adelante, sus problemas irán a peor.
Sus personajes son todo eso y también unos buscadores de soluciones a conflictos que son, como sostiene, “de lo que trata finalmente una novela”. Georgia, la protagonista de Casi me olvido de ti, es una mujer dos veces divorciada y ahora sola tras la marcha de sus hijas que decide repasar los grandes amores de su vida. Como pueden adivinar, no hay pasado que pueda resistir una revisión lógica de decisiones, de abandonos, de enamoramientos o infidelidades incomprensibles a la luz de la razón y, créanme, una vez leído no podrán evitar hacer el suyo propio.
P. ¿Usted lo ha hecho?
R. No, yo nunca he vuelto atrás para analizar a mis amantes, amigos, novios. Yo no me pondría a mí de personaje, eso me parece masturbación literaria, mis personajes deben ser distintos a mí porque es la única manera de que empatice con ellos. Pero me fortalezco gracias a ellos y pensé que si necesitas -como Georgia- saber cómo has llegado a donde has llegado, a un lugar que no te satisface y que quieres cambiar, no puedes excluir del análisis a la gente a la que amaste porque todo es acumulativo. Es un libro sobre cambios en la vida, sobre el riesgo de cambiarlas y el miedo a hacerlo. Y lo básico es que, si no haces daño a nadie ¡cámbialas!
Casi me olvido de ti es un libro sobre cambios de carril en plena madurez, sobre el derecho a probar algo nuevo, a cambiar de opinión y arriesgarse en busca de algo incierto pero más propio. También sobre la lealtad de los amigos. “Empatizas con ellos aunque no te guste lo que hacen. Así son mis personajes”. Y, fundamentalmente, sobre el derecho a encontrar una vocación que ella tiene clara, pero que tantas veces se resiste para tanta gente.
“Yo no elegí la literatura, pero ella me eligió a mí. Yo no fui a la universidad a ser escritora, pero resultó así. Como no elijo las historias y personajes por decisiones académicas, sino que ellos me eligen a mí. Y adoro lo que hago”. McMillan eligió estudiar periodismo en Berkeley (California) tras desechar la literatura en inglés (“la mayoría de lo que se estudiaba era de blancos y yo no me puedo identificar, era aburrido”), pero se inventaba las crónicas y críticas en la revista de la universidad y reconoce que le interesó más ficcionar la realidad que relatarla. “En periodismo hay que decir la verdad y no me gustaba decir la verdad”.
P. ¿Prefiere inventarla?
R. Sí. Mentía escribiendo y me ponían la mejor nota (ríe y asiente), así que me dije: si soy buena mintiendo, adelante. Era más liberador.
Así fue como, huyendo del Periodismo y de la Sociología que también le tentó estudiar, decidió retratar a la gente a su manera: novelando. Llegó Mama y, sobre todo, Esperando un respiro, el gran éxito que la lanzó al estrellato en 1992, con más de tres millones de copias vendidas y llevada al cine por Forest Whitaker con Whitney Houston como protagonista. “La fama te da entrada a algunas cosas, pero hay que hacer lo que quieras hacer porque te guste, no por la fama”.
La fama y ella no siempre han sido buenas amigas. En 2005, el mundo pudo contemplar la ruptura con su marido, Jonathan Plummer, que acudió a las televisiones para anunciar su salida del armario y le exigió un dinero en un conflicto que les llevó a los tribunales. Ella misma acudió dos veces al programa de Oprah y no lo lamenta. “No me arrepiento porque lo que me ocurrió a mí les ha pasado a muchas mujeres y eso les puede ayudar. La primera vez que fui yo estaba enloquecida y quería que el mundo supiera que este joven había violado mi confianza, no porque fuera homosexual, sino por lo que hizo, porque violó mi confianza y me intentó robar el dinero. Y cuatro años después fui porque le había perdonado. Teníamos un acuerdo prenupcial por el que no iba a conseguir más que lo que yo quisiera darle, y él habría conseguido más si no hubiera hecho eso. Ahora somos amigos. No se quedó con mi dinero y la vida no se acaba ahí”.
Este episodio de salida del armario lo ha trasladado a uno de los personajes de la novela, uno de los yernos de Georgia, que curiosamente afronta dos reacciones contrapuestas: recibe la furia y violencia de su mujer y cierta comprensión de su suegra.
P. ¿Son ambas reacciones un compendio de lo que le pasó a usted?
R. Quería ser capaz de decir que el tiempo de cada persona es diferente. El enfado es apropiado para la hija, pero Georgia está más evolucionada y aunque se siente mal por su hija, sabe que no es una elección.
Usted odia las etiquetas, pero estamos de acuerdo en que
podemos llamar a sus libros hace literatura del empoderamiento.
R. Eso es lo que hago, lo sé.
P. ¿Y hemos ganado la batalla? ¿Las mujeres se han empoderado?
R. Ahora al menos nosotras nos definimos y cuidamos, no necesitamos que un hombre nos defina ni nos cuide, tenemos valor, poder, es una forma de pensar diferente. Ahora lo que hagas con tu cuerpo es asunto tuyo y antes no se podía. La película Figuras ocultas (sobre las científicas negras que hicieron posible desde el anonimato en la NASA el viaje a la luna) costó 25 millones y ha recaudado 170 y no porque la gente negra quiera ver la película, sino porque muchas mujeres en general se han dado cuenta de que no les gusta cómo funcionan las cosas, no tenemos que pedir disculpas por ser inteligentes.
P. ¿Y cree que Trump supondrá un paso atrás?
R. No hay vuelta atrás. Las mujeres ya conocemos nuestro poder, nadie nos tiene que decir lo que hacer. Yo tengo 65 años y cuando mi hijo tenía 8 (ahora tiene 32) le dije: “Saúl: no me importa de qué raza sea tu novia, o tu novio, puedes salir con una chica blanca… pero que no sea una mierda”.
McMillan ha luchado siempre por la aceptación del físico, de la diferencia sin condenas y por ello acompaña a generaciones que antes se vieron sojuzgadas: “Yo soy de huesos grandes, nunca seré talla 6 (36 en España) ni quiero serlo, tendré siempre talla 10 o 12 (40 o 42), pero mi línea es saludable, soy diabética desde hace dos años y ahora tengo que hacer más ejercicio. Pero no quiero tratar de parecer que tengo 40 años”.
Esa furia con la que escribe y defiende sus posiciones es la que la ha llevado a criticar frontalmente a medios como The New York Times: “Son racistas, me han catalogado como Trump cataloga a Obama por ser negro. Yo considero que hago literatura, eso les enfada e intentan definirme como chick lit (novelas escritas y dirigidas a mujeres) porque escribo sobre mujeres. ¿Decimos que los hombres escriben sobre hombres? ¿Que los británicos escriben sobre británicos? Piensan así porque son blancos. Pero no necesito que nadie defina mi literatura. Conozco todos esos términos y lo que yo tengo es voz propia. Yo tengo una voz, sé cómo contar una historia y no tengo que pedir disculpas por ello. Si Obama hiciera las cosas que está haciendo Trump, si hubiera puesto un supremacista negro de estratega (por Steve Bannon) o una hija en la Casa Blanca para hacer sus negocios (por Ivanka) ya estaría muerto. Se nos exige más. A las autoras blancas no se les dice que escriben sobre blancas. Yo escribo sobre mujeres, no sobre negritud, porque si te deja un novio te da igual el color, sientes lo mismo que mis personajes negros. Cuando compro un libro no pienso: “voy a comprar un libro de blancos”.
P. ¿Y cómo define Terry McMillan su literatura?
R. Es comedia trágica. Significa que es serio, pero con humor. Hay momentos oscuros y cosas oscuras, pero eso no es suficiente para tumbarte. Pueden pasar cosas trágicas pero como lector no voy a dejarte tirado en el escenario del accidente. Me preocupo por mis personajes y cuando me meto en su piel siento como ellos, no voy a abandonarles.
Por ello se levanta siempre a las cinco de la mañana, para que sus personajes se defiendan solos en su ordenador mientras ella -dice- desaparece tras ellos.
McMillan se despide tras dejar torrentes de críticas a Donald Trump, las mismas que vuelca en Twitter, y halagos entusiastas a quien se cruza en su camino. Y aunque no le gusten las etiquetas, el empoderamiento parece caminar con ella.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/20/actualidad/1492704594_713011.html?rel=lom
Entra McMillan en el restaurante elegido y cada soldado del ejército de camareros que va saliendo al paso recibe su halago, su comentario emocionado sobre sus pendientes, sus rastas o su corte de pelo. Es torrencial y contundente, una persona enérgica que ha sumado ya 65 años desde que nació en una familia humilde en Port Huron (Michigan), que ha sabido conectar con generaciones de americanos encadenando best sellers y que acumula también enfados sonoros que alienta sin tapujos en público: contra Donald Trump, contra los racistas y machistas en general, contra los cánones de belleza delgada o contra el New York Times por intentar etiquetar su literatura. Vamos por partes.
Pregunta. ¿Cómo elige a sus personajes?
Respuesta. Mis personajes son vulnerables, como nosotros. Elijo a gente que hace malas elecciones, que tiene cierta intranquilidad ante su vida pero eso no significa que no nos gusten. Aunque no son brillantes tampoco son idiotas, simplemente están asustados, como la mayoría de nosotros, y lo que intento es que acepten que si no son capaces de tomar una decisión, aunque sea un pequeño paso hacia adelante, sus problemas irán a peor.
Sus personajes son todo eso y también unos buscadores de soluciones a conflictos que son, como sostiene, “de lo que trata finalmente una novela”. Georgia, la protagonista de Casi me olvido de ti, es una mujer dos veces divorciada y ahora sola tras la marcha de sus hijas que decide repasar los grandes amores de su vida. Como pueden adivinar, no hay pasado que pueda resistir una revisión lógica de decisiones, de abandonos, de enamoramientos o infidelidades incomprensibles a la luz de la razón y, créanme, una vez leído no podrán evitar hacer el suyo propio.
P. ¿Usted lo ha hecho?
R. No, yo nunca he vuelto atrás para analizar a mis amantes, amigos, novios. Yo no me pondría a mí de personaje, eso me parece masturbación literaria, mis personajes deben ser distintos a mí porque es la única manera de que empatice con ellos. Pero me fortalezco gracias a ellos y pensé que si necesitas -como Georgia- saber cómo has llegado a donde has llegado, a un lugar que no te satisface y que quieres cambiar, no puedes excluir del análisis a la gente a la que amaste porque todo es acumulativo. Es un libro sobre cambios en la vida, sobre el riesgo de cambiarlas y el miedo a hacerlo. Y lo básico es que, si no haces daño a nadie ¡cámbialas!
Casi me olvido de ti es un libro sobre cambios de carril en plena madurez, sobre el derecho a probar algo nuevo, a cambiar de opinión y arriesgarse en busca de algo incierto pero más propio. También sobre la lealtad de los amigos. “Empatizas con ellos aunque no te guste lo que hacen. Así son mis personajes”. Y, fundamentalmente, sobre el derecho a encontrar una vocación que ella tiene clara, pero que tantas veces se resiste para tanta gente.
“Yo no elegí la literatura, pero ella me eligió a mí. Yo no fui a la universidad a ser escritora, pero resultó así. Como no elijo las historias y personajes por decisiones académicas, sino que ellos me eligen a mí. Y adoro lo que hago”. McMillan eligió estudiar periodismo en Berkeley (California) tras desechar la literatura en inglés (“la mayoría de lo que se estudiaba era de blancos y yo no me puedo identificar, era aburrido”), pero se inventaba las crónicas y críticas en la revista de la universidad y reconoce que le interesó más ficcionar la realidad que relatarla. “En periodismo hay que decir la verdad y no me gustaba decir la verdad”.
P. ¿Prefiere inventarla?
R. Sí. Mentía escribiendo y me ponían la mejor nota (ríe y asiente), así que me dije: si soy buena mintiendo, adelante. Era más liberador.
Así fue como, huyendo del Periodismo y de la Sociología que también le tentó estudiar, decidió retratar a la gente a su manera: novelando. Llegó Mama y, sobre todo, Esperando un respiro, el gran éxito que la lanzó al estrellato en 1992, con más de tres millones de copias vendidas y llevada al cine por Forest Whitaker con Whitney Houston como protagonista. “La fama te da entrada a algunas cosas, pero hay que hacer lo que quieras hacer porque te guste, no por la fama”.
La fama y ella no siempre han sido buenas amigas. En 2005, el mundo pudo contemplar la ruptura con su marido, Jonathan Plummer, que acudió a las televisiones para anunciar su salida del armario y le exigió un dinero en un conflicto que les llevó a los tribunales. Ella misma acudió dos veces al programa de Oprah y no lo lamenta. “No me arrepiento porque lo que me ocurrió a mí les ha pasado a muchas mujeres y eso les puede ayudar. La primera vez que fui yo estaba enloquecida y quería que el mundo supiera que este joven había violado mi confianza, no porque fuera homosexual, sino por lo que hizo, porque violó mi confianza y me intentó robar el dinero. Y cuatro años después fui porque le había perdonado. Teníamos un acuerdo prenupcial por el que no iba a conseguir más que lo que yo quisiera darle, y él habría conseguido más si no hubiera hecho eso. Ahora somos amigos. No se quedó con mi dinero y la vida no se acaba ahí”.
Este episodio de salida del armario lo ha trasladado a uno de los personajes de la novela, uno de los yernos de Georgia, que curiosamente afronta dos reacciones contrapuestas: recibe la furia y violencia de su mujer y cierta comprensión de su suegra.
P. ¿Son ambas reacciones un compendio de lo que le pasó a usted?
R. Quería ser capaz de decir que el tiempo de cada persona es diferente. El enfado es apropiado para la hija, pero Georgia está más evolucionada y aunque se siente mal por su hija, sabe que no es una elección.
Usted odia las etiquetas, pero estamos de acuerdo en que
podemos llamar a sus libros hace literatura del empoderamiento.
R. Eso es lo que hago, lo sé.
P. ¿Y hemos ganado la batalla? ¿Las mujeres se han empoderado?
R. Ahora al menos nosotras nos definimos y cuidamos, no necesitamos que un hombre nos defina ni nos cuide, tenemos valor, poder, es una forma de pensar diferente. Ahora lo que hagas con tu cuerpo es asunto tuyo y antes no se podía. La película Figuras ocultas (sobre las científicas negras que hicieron posible desde el anonimato en la NASA el viaje a la luna) costó 25 millones y ha recaudado 170 y no porque la gente negra quiera ver la película, sino porque muchas mujeres en general se han dado cuenta de que no les gusta cómo funcionan las cosas, no tenemos que pedir disculpas por ser inteligentes.
P. ¿Y cree que Trump supondrá un paso atrás?
R. No hay vuelta atrás. Las mujeres ya conocemos nuestro poder, nadie nos tiene que decir lo que hacer. Yo tengo 65 años y cuando mi hijo tenía 8 (ahora tiene 32) le dije: “Saúl: no me importa de qué raza sea tu novia, o tu novio, puedes salir con una chica blanca… pero que no sea una mierda”.
McMillan ha luchado siempre por la aceptación del físico, de la diferencia sin condenas y por ello acompaña a generaciones que antes se vieron sojuzgadas: “Yo soy de huesos grandes, nunca seré talla 6 (36 en España) ni quiero serlo, tendré siempre talla 10 o 12 (40 o 42), pero mi línea es saludable, soy diabética desde hace dos años y ahora tengo que hacer más ejercicio. Pero no quiero tratar de parecer que tengo 40 años”.
Esa furia con la que escribe y defiende sus posiciones es la que la ha llevado a criticar frontalmente a medios como The New York Times: “Son racistas, me han catalogado como Trump cataloga a Obama por ser negro. Yo considero que hago literatura, eso les enfada e intentan definirme como chick lit (novelas escritas y dirigidas a mujeres) porque escribo sobre mujeres. ¿Decimos que los hombres escriben sobre hombres? ¿Que los británicos escriben sobre británicos? Piensan así porque son blancos. Pero no necesito que nadie defina mi literatura. Conozco todos esos términos y lo que yo tengo es voz propia. Yo tengo una voz, sé cómo contar una historia y no tengo que pedir disculpas por ello. Si Obama hiciera las cosas que está haciendo Trump, si hubiera puesto un supremacista negro de estratega (por Steve Bannon) o una hija en la Casa Blanca para hacer sus negocios (por Ivanka) ya estaría muerto. Se nos exige más. A las autoras blancas no se les dice que escriben sobre blancas. Yo escribo sobre mujeres, no sobre negritud, porque si te deja un novio te da igual el color, sientes lo mismo que mis personajes negros. Cuando compro un libro no pienso: “voy a comprar un libro de blancos”.
P. ¿Y cómo define Terry McMillan su literatura?
R. Es comedia trágica. Significa que es serio, pero con humor. Hay momentos oscuros y cosas oscuras, pero eso no es suficiente para tumbarte. Pueden pasar cosas trágicas pero como lector no voy a dejarte tirado en el escenario del accidente. Me preocupo por mis personajes y cuando me meto en su piel siento como ellos, no voy a abandonarles.
Por ello se levanta siempre a las cinco de la mañana, para que sus personajes se defiendan solos en su ordenador mientras ella -dice- desaparece tras ellos.
McMillan se despide tras dejar torrentes de críticas a Donald Trump, las mismas que vuelca en Twitter, y halagos entusiastas a quien se cruza en su camino. Y aunque no le gusten las etiquetas, el empoderamiento parece caminar con ella.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/20/actualidad/1492704594_713011.html?rel=lom
lunes, 15 de mayo de 2017
_--La ferocidad del poder del lenguaje para trampear la realidad. La corrupción política y el drama de los refugiados sirve a Miguel del Arco para analizar la manipulación de la palabra en ‘Refugio’.
_--Por obra y arte del lenguaje, en esta función oscura y devastadora nada es lo que parece. Es la corrupción de las palabras lo que vertebra la obra Refugio, escrita y dirigida por Miguel del Arco que se estrena mañana en el Teatro María Guerrero de Madrid hasta el próximo 11 de junio. “El anhelo del corazón siempre inventa mil ficciones que lo arrope”. La frase de Alcestes en el Misántropo de Moliere mece de manera suave pero decidida toda la reflexión que se agolpa en este montaje, en el que Del Arco utiliza la corrupción de los políticos y el drama de los refugiados para lanzar un dardo sobre el poder del lenguaje para trampear la realidad y manipularla.
La inicial inspiración de Teorema de Pasolini sobre cómo una presencia extraña cambia y desestabiliza la vida de una familia ha quedado en lejano referente. Aunque la historia de Refugio se centra en la familia de un político corrupto y una cantante de ópera que se ha quedado sin voz, que acoge en su casa a un refugiado que ha perdido a su mujer y su hijo en la travesía que les traía al sueño europeo, Miguel del Arco (Madrid, 1965) admite que la deriva del texto se ha ido encaminando a cómo cada uno va construyendo su propia historia y narrándose a sí mismo. De cómo el lenguaje se convierte en una fuente de incomunicación y en arma de doble filo. “Cada uno de nosotros nos hacemos nuestro propio refugio con el lenguaje, nos escondemos detrás de las palabras”, asegura Del Arco, tras un ensayo en el María Guerrero, mítico teatro en el que se estrena, y que ha contado en el reparto de la obra con Israel Elejalde, Raúl Prieto, Beatriz Argüello, Carmen Arévalo, Macarena Sanz, María Morales y Huego de la Vega.
Con la bofetada de los casos de corrupción política de esta misma semana en España, la obra parece escrita ayer mismo, con las dimisiones, los encarcelamientos y las asunciones teóricas de responsabilidades. En este caso, como en tantos otros, la realidad ha superado con creces la ficción. “He querido hablar de la corrupción del lenguaje a través de estos políticos, porque quien tiene la palabra tiene el poder, pero también del silencio de este refugiado que se niega a unir palabras porque lo que quiere es morirse. Esa especie de normalidad civilizada, con los discursos inventados por los políticos para los telediarios, en la que vivimos me deshace, me paraliza. Hemos normalizado una manera de hablar que no tiene nada que ver con la compasión. Estamos construyendo un mundo devastador”, se lamenta el autor, que asegura, sin embargo, confiar en el ser humano y en la posibilidad de cambio. De esperanza y empatía, en definitiva.
Es Refugio una obra con la que el autor confiesa que, por primera vez, ha amordazado intencionadamente al director. Uno de los responsables del nuevo Teatro Pavón Kamikaze y creador de importantes montajes teatrales como La función por hacer, Hamlet, Misántropo o La violación de Lucrecia, Del Arco asegura que hasta ahora decía de sí mismo que era un director que escribía. Todo ha cambiado con Refugio. “Ya no me intranquiliza la idea de ser autor. Un director quiere siempre saber cómo suceden las cosas, cómo se va a poner este texto en escena, pero con esta obra comenzamos los ensayos sin saber siquiera como se iban a resolver algunos asuntos claves. Nunca he sido tan libre y tan imaginativo como autor”. Libre e imaginativo como ese enorme y hermoso cubo de cristal que acoge este montaje. Un cubo que es refugio pero también cárcel. Una pecera, una jaula, un lugar de encuentro a la vista de todos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/26/actualidad/1493215507_203688.html
En esta interpretación de una vieja canción francesa, C'est Si Bon, por parte de Jolie Môme, con un arreglo de jazz fusión, nos sorprende por sus atractivos, su ritmo, su armonía, su melodía, su encanto, su "charme", su amplia sonrisa, sus suaves gestos, su mirada cómplice y coqueta, una buena parte de sus armas de mujer, una interpretación encantadora, maravillosa por su sencillez y optimismo, todo "tan bien" que al oírla sale uno a la calle lleno de alegría y ganas de vivir, en esta primavera tan hermosa... clik y ampliar la pantalla para disfrutar.
La inicial inspiración de Teorema de Pasolini sobre cómo una presencia extraña cambia y desestabiliza la vida de una familia ha quedado en lejano referente. Aunque la historia de Refugio se centra en la familia de un político corrupto y una cantante de ópera que se ha quedado sin voz, que acoge en su casa a un refugiado que ha perdido a su mujer y su hijo en la travesía que les traía al sueño europeo, Miguel del Arco (Madrid, 1965) admite que la deriva del texto se ha ido encaminando a cómo cada uno va construyendo su propia historia y narrándose a sí mismo. De cómo el lenguaje se convierte en una fuente de incomunicación y en arma de doble filo. “Cada uno de nosotros nos hacemos nuestro propio refugio con el lenguaje, nos escondemos detrás de las palabras”, asegura Del Arco, tras un ensayo en el María Guerrero, mítico teatro en el que se estrena, y que ha contado en el reparto de la obra con Israel Elejalde, Raúl Prieto, Beatriz Argüello, Carmen Arévalo, Macarena Sanz, María Morales y Huego de la Vega.
Con la bofetada de los casos de corrupción política de esta misma semana en España, la obra parece escrita ayer mismo, con las dimisiones, los encarcelamientos y las asunciones teóricas de responsabilidades. En este caso, como en tantos otros, la realidad ha superado con creces la ficción. “He querido hablar de la corrupción del lenguaje a través de estos políticos, porque quien tiene la palabra tiene el poder, pero también del silencio de este refugiado que se niega a unir palabras porque lo que quiere es morirse. Esa especie de normalidad civilizada, con los discursos inventados por los políticos para los telediarios, en la que vivimos me deshace, me paraliza. Hemos normalizado una manera de hablar que no tiene nada que ver con la compasión. Estamos construyendo un mundo devastador”, se lamenta el autor, que asegura, sin embargo, confiar en el ser humano y en la posibilidad de cambio. De esperanza y empatía, en definitiva.
Es Refugio una obra con la que el autor confiesa que, por primera vez, ha amordazado intencionadamente al director. Uno de los responsables del nuevo Teatro Pavón Kamikaze y creador de importantes montajes teatrales como La función por hacer, Hamlet, Misántropo o La violación de Lucrecia, Del Arco asegura que hasta ahora decía de sí mismo que era un director que escribía. Todo ha cambiado con Refugio. “Ya no me intranquiliza la idea de ser autor. Un director quiere siempre saber cómo suceden las cosas, cómo se va a poner este texto en escena, pero con esta obra comenzamos los ensayos sin saber siquiera como se iban a resolver algunos asuntos claves. Nunca he sido tan libre y tan imaginativo como autor”. Libre e imaginativo como ese enorme y hermoso cubo de cristal que acoge este montaje. Un cubo que es refugio pero también cárcel. Una pecera, una jaula, un lugar de encuentro a la vista de todos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/26/actualidad/1493215507_203688.html
En esta interpretación de una vieja canción francesa, C'est Si Bon, por parte de Jolie Môme, con un arreglo de jazz fusión, nos sorprende por sus atractivos, su ritmo, su armonía, su melodía, su encanto, su "charme", su amplia sonrisa, sus suaves gestos, su mirada cómplice y coqueta, una buena parte de sus armas de mujer, una interpretación encantadora, maravillosa por su sencillez y optimismo, todo "tan bien" que al oírla sale uno a la calle lleno de alegría y ganas de vivir, en esta primavera tan hermosa... clik y ampliar la pantalla para disfrutar.
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