domingo, 2 de febrero de 2020

Quiénes son los "marcianos" húngaros que ayudaron a Estados Unidos a convertirse en una potencia científica.

"¿Cómo es posible que muchos de los genios del Proyecto Manhattan vengan de un país que la mayoría ni siquiera puede ubicar en un mapa?", preguntó una noche uno de los integrantes del proyecto en un bar provincial en Estados Unidos.

Teller y Wigner

"Bueno, la verdad es que no son humanos: son marcianos", respondió uno de sus compañeros a modo de broma.

Así es como Marina von Neumann Whitman, hija de uno de esos "marcianos", relata la historia que habría dado origen al nombre.

"Y para disimular el hecho de que no son humanos hablan húngaro entre ellos mismos, una lengua que nadie puede entender", prosigue el relato la prominente escritora, autora del libro "The Martians' Daughter: A Memoir" (La hija del marciano: una autobiografía).

La historia se volvió viral y en la actualidad son muchos los intelectuales que han escrito obras en honor a estos genios cuya contribución al mundo de la ciencia y de la física fue inconmensurable.

Pero ¿quienes fueron estos "marcianos" y cómo ayudaron a Estados Unidos a convertirse en una potencia científica?

Leo Szilard.

Derechos de autor de la imagen GETTY
Leó Szilárd (segundo arriba de izquierda a derecha) tuvo una relación cercana con Albert Einstein.

5 genios con mucho en común

Se trata de un grupo de científicos que, escapando de los nazis alemanes y de los comunistas soviéticos, emigraron a Estados Unidos antes o durante la II Guerra Mundial.

"Eran cinco principalmente. Cuatro que trabajaban en el Proyecto Manhattan y un experto en misiles balísticos" le dice von Marina von Neumann Whitman a BBC Mundo.

Efectivamente, en el libro The Martians of Science, ("Los marcianos de la ciencia") el autor István Hargittai, también originario de Hungría, cuenta la historia de este grupo conformado por John von Neumann -padre de la autora del libro-, Theodore von Kármán, Edward Teller, Leó Szilárd y Eugene Wigner.

Eran 5 hombres provenientes de la élite de Budapest, capital del país europeo, criados en familias judías de clase media-alta, todos habían realizado al menos una parte de sus estudios en Alemania, eran políticamente activos y se oponían a todas las formas de totalitarismo.

Un legado incalculable

Hargittai cuenta que todos se hicieron amigos, trabajaron juntos y se influenciaron los unos a los otros hasta la muerte.

Y esta unión impulsó algunos de los desarrollos científicos más importantes del siglo XX.

John von Neumann, considerado como el matemático más destacado del grupo y uno de los más grandes de la historia, fue uno de los impulsores de la computadora moderna con el llamado modelo de von Neumann: una arquitectura de diseño para un computador digital electrónico que hasta el día de hoy es utilizada en casi todos los aparatos.

Eugene Paul Wigner recibió el Premio Nobel de Física en 1963 por "su contribución a la teoría del núcleo atómico y de las partículas elementales, en especial por el descubrimiento y aplicación de los importantes principios de simetría", explica la organización.

Theodore von Kármán
Theodore von Kármán (centro) fue uno de los pioneros de las investigaciones para el desarrollo de la aviación.

Nacido en 1881, Theodore von Kármán realizó importantes aportes en el campo de la aeronáutica y astronáutica y se convirtió en el primer director del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA, dándole una base científica a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF, por sus siglas en inglés).

Leó Szilard, por su parte, contribuyó ampliamente en el campo de la física nuclear y la biología molecular y fue el autor de la famosa carta dirigida al expresidente Franklin D. Roosevelt en agosto de 1939 que impulsó el desarrollo de las bombas nucleares lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki seis años más tarde.

Por último, Edward Teller es considerado por muchos como el padre de la bomba de hidrógeno, también conocida como bomba termonuclear, que se ha convertido en una de las armas más destructivas de la historia.

Muchos marcianos, pero solo un gran beneficiado
Si bien las definiciones más estrictas solamente mencionan a 5 "marcianos húngaros", algunas incluyen en el grupo a otros genios como Paul Halmos, un destacado matemático que trabajó un par de años como asistente de John von Neumann, así como a George Pólya, Paul Erdős, el Premio Nobel de Física Dennis Gabory, John George Kemeny, entre otros.

Toda esta emigración tuvo un gran beneficiado: Estados Unidos.

El país logró atraer y nacionalizar a este grupo de genios y les dio herramientas para que desarrollaran al máximo sus capacidades en instituciones como la NASA.

Con esto, el pueblo estadounidense pudo atribuirse grandes desarrollos y descubrimientos físicos y científicos a mediados del siglo XX que ayudaron a la nación a convertirse en la potencia científica que es actualmente.

Von Neumann Whitman es de las que cree que, sin esa inmigración, "a EE.UU. le habría llevado mucho más tiempo desarrollarse científicamente y algunos descubrimientos tal vez no hubieran sucedido en lo absoluto".

La hija del marciano
Marina von Neumann Whitman reunida con el expresidente Richard Nixon, Barbara Franklin, Herbert Stein y George Shultz en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

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Marina von Neumann Whitman reunida con el expresidente Richard Nixon, Barbara Franklin, Herbert Stein y George Shultz en la Oficina Oval de la Casa Blanca - 29/01/1972.

Aunque Marina von Neumann Whitman no es considerada una "marciana", pues nació y se crió en EE.UU., tiene mucho en común con su padre y los amigos de este.

En diálogo con BBC Mundo, la también economista y profesora de la Universidad de Míchigan, califica su carrera como "pionera".

Y lo es: se trata de la primera mujer que sirvió en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, también trabajó como directora del Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores en español) y ha recibido una larga lista de doctorados honoris causa.

"Una de las cosas de las que hablo en mi libro The Martian's Daughter es cómo cambió la actitud hacia las mujeres profesionales a lo largo de mi carrera, desde mediados de los 70 hasta finales del siglo XX".

Al hablar de su padre, la autora es modesta "creo que no estoy cualificada para hablar sobre sus logros más importantes, pero puedo decir que lo que más me marcó a mí fue su convicción de que todo el mundo tiene la obligación moral de hacer un uso completo de sus facultades intelectuales. Eso me inspiró".

John von Neumann

La mayoría reconocía a John von Neumann como el matemático más destacado del grupo. La autora recalca que si EE.UU. hubiera tenido una política anti-inmigratoria en el siglo pasado, nada de esto habría sido posible. También asegura que sin estas importaciones "no es muy seguro" que su país hubiera ganado la II Guerra Mundial y la Guerra Fría.

"Estos talentosos inmigrantes contribuyeron enormemente en el desarrollo de estrategias y armas para que EE.UU. se convirtiera también en una potencia militar".

Pero advierte que el enfoque de la política migratoria del actual presidente estadounidense Donald Trump pone en peligro la privilegiada posición de su país como una potencia científica.

"Si Trump es reelegido para un segundo mandato y mantiene esta actitud, pienso que esto podría tener un impacto negativo en el liderazgo científico estadounidense. Los chinos están trabajando duro para ponerse al día y a EE.UU. se le va a hacer muy difícil mantenerse a la vanguardia en este campo sin inmigración", concluye la hija del marciano.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-51036722

sábado, 1 de febrero de 2020

_- Cuando la RAF y las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos (USAAF), convirtieron Dresde en otra Pompeya. Un nuevo libro describe con intensidad pasmosa la icónica destrucción de la ciudad alemana en 1945.

_- En el horror inabarcable de la II Guerra Mundial, el bombardeo de la ciudad alemana de Dresde destaca con un fulgor siniestro.
El 13 de febrero de 1945, pronto hará 75 años, dos oleadas sucesivas de bombarderos, 244 aparatos británicos la primera y 552 estadounidenses la segunda, arrasaron brutalmente la población en 18 horas de espanto, desatando un infierno en el que se abrasaron en medio de escenas dantescas millares de personas, la mayoría civiles y en gran proporción mujeres, niños y ancianos, muchos de ellos refugiados que huían del avance soviético. El ataque devastó Dresde, de 650.000 habitantes, considerada la Florencia del Elba por su riqueza patrimonial y el nivel de su cultura. La destrucción de la ciudad, uno de los episodios emblemáticos de la guerra, símbolo para algunos de la indecencia de la guerra total y objeto desde que sucedió de intensos debates y polémicas, la relata ahora en un libro tan detallado como conmovedor, Dresde 1945, fuego y oscuridad (Taurus, 2020), el escritor británico Sinclair McKay —autor de varias obras sobre los decodificadores de Bletchley Park—.

Basándose en un estudio exhaustivo de las fuentes, sobre todo de testimonios de testigos del bombardeo, tanto habitantes de Dresde como aviadores, el estudioso revive la tragedia de una manera estremecedoramente vívida y caleidoscópica, llevando al lector de las heladas cabinas de los Lancaster en las que los jóvenes tripulantes se aferraban a amuletos como el sujetador de su novia para sobrellevar el miedo allí en los cielos (50.000 aviadores habían muerto en la campaña aérea, de manera horrenda), a los sótanos abarrotados en los que se refugiaba la población y que se convirtieron en trampas mortales. McKay, que calcula que 25.000 personas murieron en Dresde aquella noche, describe imágenes que cuesta desterrar de la memoria: el anciano cegado que avanza en medio del incendio como un rey Lear ardiente, la abuela calcinada ante los ojos de su nieta al prenderle en la ropa una bengala incendiaria, la gente hervida en los tanques de agua donde habían buscado refugio, los cuerpos de las embarazadas cuyos vientres se habían abierto por efecto del calor para revelar a los hijos nonatos.

¿Hay que considerar el bombardeo de Dresde un crimen de guerra?
"El término me hace dudar", responde McKay, "fue una atrocidad terrible, pero crimen de guerra es un concepto jurídico y entonces deberíamos analizar si todos los bombardeos sobre las ciudades alemanas lo fueron. Además, Dresde tenía un indudable valor estratégico, era un objetivo militar, con ferrocarriles, tropas, fábricas en el centro de la ciudad que producían material bélico".

¿Estaba justificado hacer algo así para vencer al mal indiscutible del nazismo?
"La cuestión moral, efectivamente, es el núcleo del bombardeo de Dresde. Ya en 1943, Churchill tenía serias dudas sobre la moralidad del bombardeo de ciudades y acusó al Mando de Bombardeo de la RAF de "actos de terror". Otros, como el mariscal del Aire Sir Arthur Harris, el Carnicero, no entendían esa actitud". ¿Es Dresde la Gernika alemana?

"El horror provocado por los bombardeos aéreos empieza con Gernika, Dresde es parte de ese patrón terrible que culmina en Hiroshima y Nagasaki".
Sobre si sirvió para algo el bombardeo de Dresde, McKay reflexiona: "Es distinto decirlo ahora, cuando miramos a febrero de 1945 y sabemos que la guerra finalizaría en dos meses, pero la gente entonces no lo sabía, claro, y los aliados observaban alarmados que los soldados alemanes seguían resistiendo. La guerra podía alargarse. En ese sentido hay que recordar que el bombardeo de Dresde, al lado de todo el horror, generó efectos militares inmediatos: obstaculizó los movimientos del Ejército alemán, ayudando al Ejército Rojo y además el shock que provocó en la población civil alemana les devolvió a la cruda realidad de que Hitler no iba a darle la vuelta a la guerra con sus armas maravillosas, que el régimen nazi estaba acabado".

Algunas de las imágenes que se describen en el libro sugieren una peligrosa comparación con el genocidio nazi: los cadáveres apilados en las calles, la cremación de los cuerpos en parrillas improvisadas, el propio horno en que se convirtió la ciudad. "Desde luego no lo he hecho explícitamente, pero por supuesto es peligroso comparar. Es evidente que tenía que mostrar esas cosas, pero nunca he querido hacer ningún tipo de comparación. Parte de la dificultad de la historia del bombardeo de Dresde es que la extrema derecha alemana actual trata por todos los medios de mostrar a los civiles muertos como mártires, pretendiendo que se vean como equivalentes de las víctimas del Holocausto: no creo que se pueda tomar ese camino. La planificación y ejecución del Holocausto, la maldad, el sadismo, la premeditación y el horror de todo aquello es algo aparte, otra dimensión con respecto a un bombardeo nocturno, independientemente de lo horrible que este fuera y de que hubiera niños. Esa barbaridad no deja de estar en el núcleo de la guerra".

El autor recalca que las autoridades actuales de Dresde están angustiadas por el intento de apropiación de sus víctimas por la extrema derecha. McKay cuestiona también la idea expresada por el historiador alemán Jörg Friedrich en El incendio (Taurus, 2003), de que la población civil alemana fue tan víctima de la guerra como las otras. En su libro no deja de señalar que Dresde fue una ciudad entusiásticamente nazi y cosas como que a los pocos judíos que quedaban no se los dejaba entrar en los refugios arios.

Dresde 1945, escrita con un pulso narrativo excelente (trasladado al castellano por Martín Schifino), une a su rigor documental una estructura dramática apasionante. "Eso es fácil cuando tienes fuentes tan buenas y literarias como Kurt Vonnegut y Victor Klemperer, que estaban en Dresde, el primero como prisionero de guerra y el segundo, judío, llevando una vida de semiclandestinidad, pero hay muchos otros testigos oculares que escribieron crónicas de gran calidad y detalle".

¿Cuál le parece la imagen más horrible del bombardeo?
"Hay tantas, la atmósfera en los sótanos, esa claustrofobia, con la luz de la bombilla que se apaga. Eso es lo que más me ha angustiado al escribir. Tenía que parar a menudo y salir a correr para desprenderme de aquello".

La tormenta de fuego fue también terrible.
"Parece algo casi sobrenatural, pero eso ha pasado ahora en los incendios de Australia. Los científicos aún estudian la parte física de ese fenómeno que se llevó gente volando. El aire se pone del revés, el oxígeno es absorbido, no se puede respirar. Ser capaz de hacer eso es como tener el poder de Dios, algo bíblico, sí".

De las cuentas del horror, esos 25.000 muertos, dice que en realidad nunca se sabrá la cifra exacta, pero que se hizo un recuento muy pormenorizado y no pueden haber sido muchos más, pese a Goebbels y David Irving. "En todo caso sigue siendo una cantidad enorme". McKay subraya su intención de hacer justicia a las víctimas de Dresde, explicando sus vidas y sus muertes. Añade que al describir los tormentos del fuego en la carne ha optado por explicar las impresiones que el lector puede entender. "Es imposible saber lo que se siente al explotar, pero sí al notar que te quedas ciego ante algo que parece nieve ardiente, o que te asfixias en un sótano".

De una de las imágenes canónicas de Dresde, la de la mujer a la que se le abre la maleta y lleva dentro el cuerpo abrasado y reducido al tamaño de un muñeco de su hijo, dice que “desde luego no es una leyenda urbana, algo que en Dresde no hace falta”, y que hubo varios casos de personas que transportaban a sus familiares muertos para que no fueran a parar a las fosas comunes. Él relata el caso de una mujer que llevaba lo que quedaba de su hijo en un saco.

La historia de Dresde tiene un eco de Pompeya.
"Sí, hay algo, la magnitud de la catástrofe, las imágenes apocalípticas, la propia física de la destrucción que parece desafiar el entendimiento, y la desnudez de la muerte".

EL MONUMENTO A LAS TRIPULACIONES DE LOS BOMBARDEROS
Del monumento en Picadilly, en Londres, a las tripulaciones británicas de bombarderos, los Bomber Boys, inaugurado en 2012, Sinclair McKay considera que "por fin se ha hecho, se ha tardado mucho, es muy controvertido y se ha lanzado pintura en alguna ocasión sobre él, pero desde luego si hay que acusar a alguien de crímenes de guerra no es a las tripulaciones, esos chicos mucho más inteligentes y sensibles de lo que se piensa y que lucharon con mucho valor".

https://elpais.com/cultura/2020/01/22/actualidad/1579715883_502339.html

Más:
https://www.lavanguardia.com/cultura/20200123/473082086941/dresde-borbardeo-raf-aniversario-mckay.html


¿Qué son los crímenes de guerra?
El término de crímenes de guerra, definido por el Derecho internacional y la Convención de Ginebra, se refiere a las infracciones graves del Derecho Internacional Humanitario que se cometen durante un conflicto armado.

¿Cuáles están catalogados como crímenes de guerra?
El asesinato o malos tratos a prisioneros de guerra, civiles o náufragos.
Deportación para obligar a realizar trabajos forzados a la población civil en territorios ocupados.
Genocidios contra la población.
La toma y ejecución de rehenes.
La destrucción o devastación injustificada de poblaciones.
El robo de bienes públicos o privados.
La Comisión de Crímenes de Guerra de la ONU fue la primera organización internacional en incluir la violación como un delito grave.

Historia de los crímenes de guerra
Algunas de las primeras personas en ser juzgadas por crímenes de guerra fueron el exprimer ministro japonés Hideki Tojo, por los Juicios de Tokio en 1946, o el expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic en 2002.
Los juicios de Nuremberg contra nazis. https://es.wikipedia.org/wiki/Juicios_de_N%C3%BAremberg

Desde 2002, el Tribunal de La Haya se encarga de perseguir los crímenes de guerra cometidos tras esa fecha, que se recogen en el artículo 5 del Estatuto de Roma.

Genocidio
Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos.

viernes, 31 de enero de 2020

Trabajo esclavo, fusilamientos masivos y cámaras de gas. Gitanos, el genocidio olvidado de la Segunda Guerra Mundial.

Comparado con el Holocausto, el asesinato en masa de medio millón de gitanos (romaníes, sintis y otros grupos) en Europa permanece ignorado y no reconocido. Esta ausencia y la persecución de la que siguen siendo víctimas nos plantean preguntas para las que todavía no hay respuestas claras.

Se trata del "genocidio olvidado" de la Segunda Guerra Mundial: alrededor de 500.000 gitanos fueron asesinados en Europa por los nazis y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial, tras la aplicación de políticas destinadas específicamente a perseguirlos. ¿Por qué ha sido olvidado el genocidio de los gitanos? ¿Por qué el reconocimiento aunque sea parcialmente, de esas muertes tardó tanto? ¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden aún hoy reconocer plenamente la importancia de este genocidio?

Actualmente, y hasta marzo del 2020, tiene lugar la exposición Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los sintis y los romaníes, en la Biblioteca del Holocausto de Viena en Londres, dedicada a examinar la destrucción nazi de la vida de los gitanos, a examinar las políticas que precedieron a la masacre y a sacar a luz aspectos de esta historia que permanecieron ocultos y en gran medida desconocidos durante décadas. (1)

Ya antes de 1933, los romaníes y los sintis eran víctimas de prejuicios y discriminación en Alemania, pero cuando los nazis llegaron al poder la persecución se acentuó.

A mediados de la década de 1930, se prohibió a los gitanos el ejercicio de ciertas profesiones y muchos fueron trasladados a campos de concentración. A finales de los años 1930, la ideología racial nazi se amplió para incluir la noción de que los gitanos eran de "sangre extranjera" y representaban una amenaza para la fuerza racial de la "raza maestra aria". Como parte del desarrollo de estas ideas, los gitanos fueron sometidos a un programa masivo de investigación pseudocientífica y a programas de esterilización forzada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los gitanos de los territorios ocupados por los nazis fueron víctimas de deportaciones a campos y guetos, condenados a trabajos forzados y malos tratos, muchos murieron de inanición, fueron víctimas de fusilamientos masivos o murieron en las cámaras de gas en campos como el de Chelmno o el de Auschwitz. Algunos regímenes colaboracionistas, como los Ustachas en Croacia, cometieron también asesinatos en masa contra las poblaciones judías y romaníes.

En un relato donado a la biblioteca de Viena, el doctor Max Benjamin, sobreviviente judío de Auschwitz, describe la "liquidación" del "campo de gitanos" el 2 y 3 de agosto de 1944: esa noche, "todos los gitanos que formaban parte de la población de ese campo fueron asesinados en las cámaras de gas".

A pesar del terrible sufrimiento y de la injusticia sufridos por la población gitana de Europa durante el período nazi, el genocidio de los gitanos ha sido a menudo relegado o minimizado. Una de las principales razones de ello es la multiplicidad de prejuicios, la discriminación y la marginación que los sobrevivientes romaníes y sintis siguieron sufriendo después de la liberación. La hostilidad y los estereotipos negativos sobre los gitanos permanecieron después de 1945. En muchos países, la exclusión de los gitanos de la representación política y del poder económico ha sido un obstáculo para toda campaña en favor del reconocimiento de la persecución y del genocidio.

Esta marginalización se manifiesta en el hecho de que no se procesó a los autores de los crímenes contra los gitanos en los primeros juicios por crímenes de guerra. En la Alemania occidental de la posguerra, existía un clima de negación de la importancia de los horrores cometidos contra las víctimas gitanas, que a menudo no recibían siquiera la indemnización otorgada a otras víctimas de la persecución racial nazi. Muchos memoriales construidos en las décadas posteriores a la guerra no dejaban lugar para las víctimas gitanas.

Alemania reconoció oficialmente los crímenes nazis contra los gitanos como genocidio recién en 1982. La primera disculpa de Francia por haber colaborado en los crímenes nazis contra los romaníes y sintis recién tuvo lugar en 2016.

En la Unión Soviética y en Europa del Este, el genocidio gitano fue también en gran medida ignorado. Los gitanos, que deseaban seguir siendo nómadas, debieron asentarse por la fuerza. En el período poscomunista, la discriminación contra los gitanos aumentó aún y al mismo tiempo, las condiciones de vida y el acceso a los servicios se deterioraron drásticamente.

Nuestra exposición intenta abordar la amnesia colectiva con respecto al genocidio de los gitanos. La Biblioteca del Holocausto de Viena cuenta con colecciones importantes sobre este tema, incluyendo los primeros testimonios de sobrevivientes gitanos (2) recopilados en el marco de un proyecto dirigido por la doctora Eva Reichmann, miembro de la biblioteca, a partir de los años 50. La Biblioteca tiene proyectado publicar algunos de estos testimonios en el correr del año 2020.

También contamos con material recogido en ocasión del primer proyecto de investigación que intentó documentar sistemáticamente el genocidio, un proyecto llevado a cabo por Donald Kenrick y Grattan Puxon a finales de la década de 1960. En la exposición se presentan varias piezas de esta colección, incluidos resúmenes de testimonios de sobrevivientes.

Otro elemento destacado de la exposición es una fotografía de posguerra de Margarete Kraus en la que se puede ver, pese a que no aparece con claridad en la foto, el tatuaje del número de campo en su antebrazo izquierdo. Margarete Kraus fue una romaní checa sobreviviente de Auschwitz, donde fue víctima de experimentos médicos forzados. El retrato de Kraus fue realizado por el periodista de Alemania Oriental Reimar Gilsenbach en la década de 1960. Gilsenbach investigó la persecución de los romaníes durante el período nazi.

Una pieza muy diferente en esta exposición es un documento titulado "Prohibiciones publicadas con respecto a los polacos, judíos y gitanos", presentado en el Juicio de Crímenes de Guerra de Nuremberg como prueba de los crímenes nazis. Con fecha del 10 de marzo de 1944, se trata de una circular enviada por Heinrich Himmler a un grupo de altos funcionarios del Estado informándoles que la "evacuación completa y el aislamiento efectuado" de los judíos y gitanos significaba que ya no eran necesarias más directivas sobre ellos.

La "evacuación" y el "aislamiento" significaban en este contexto que la gran mayoría de los judíos, sintis y romaníes de la Gran Alemania ya habían sido deportados a guetos, a campos de concentración o asesinados. La terminología utilizada aquí ilustra la "realidad plomiza" del lenguaje burocrático de las SS, descrito memorablemente por el historiador Mark Roseman como una "parodia diabólica de la precisión administrativa" [Mark Roseman es autor, entre otros trabajos, de The Wannsee Conference and the Final Solution: A Reconsideration, 2003].

La exposición recoge también la historia de Hans Braun, un sinti alemán nacido en Hannover en 1923. Braun sobrevivió tanto a Auschwitz como a Flossenbürg. La mayoría de los miembros de su familia fueron asesinados en Auschwitz.

Cuando Hans Braun presentó una demanda de indemnización al estado alemán en 1950, la policía local decidió abrir una investigación en su contra - buscando pruebas falsas de que Braun había sido encarcelado como "criminal" - para justificar el rechazo de su pedido.

El hecho de que la verdadera naturaleza y la amplitud del genocidio de los gitanos hayan sido negadas, minimizadas o ignoradas por tantas personas durante tanto tiempo ha resultado insoportable, provocando indignación entre las víctimas sobrevivientes y sus familias.

Si bien ya es demasiado tarde para reparar las injusticias sufridas, no lo es para ocuparse de la marginación y la discriminación a las que se enfrentan las comunidades gitanas hoy en día en países como Hungría, donde la discriminación y la hostilidad hacia los gitanos es habitual, o Ucrania, donde los grupos fascistas han llevado a cabo una serie de ataques violentos contra los gitanos en los últimos dos años. Esta exposición es quizás un comienzo, al reconocer hasta dónde pueden llevar la discriminación y los prejuicios.

Las Editions Page deux (http://www.page2.ch/page2/), Lausana, Suiza, publicó en 2009 la investigación de Thomas Huonker et Regula Ludi, Roms, Sintis et Yéniches. La «politique tsigane» suisse à l’époque du national-socialisme (Romaníes, sintis y yeniches. La “política gitana” suiza en la época del nacional socialismo, con epílogo de Thomas Huonker y un cuaderno de documentos comentados por el mismo Huonker.

Notas

1) Forgotten Victims: The Nazi Genocide of the Roma and Sinti. https://www.wienerlibrary.co.uk/Forgotten-Victims (2) https://blog.ehri-project.eu/author/cschmidt/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Toby Simpson es directora de la Biblioteca del Holocausto de Viena, en Londres.

Barbara Warnock es conservadora principal y responsable pedagógica en la Biblioteca del Holocausto de Viena, Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los romaníes y sintis.

Fuente:
Haaretz.com, Israel, 23-1-2020

jueves, 30 de enero de 2020

_- A PRINCIPIOS del siglo XX la ciencia empezó a desarrollar lo que se conocería como mecánica cuántica..

_- Surgida casi al mismo tiempo que la relatividad de Einstein, se ocupaba de los extraños fenómenos —desde un punto de vista humano— que se producen en el mundo sub­atómico, donde las leyes de la física parecían ser otras que las que rigen el universo visible.

Durante su desarrollo en el siglo pasado, la cuántica resultaba incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales, e incluso para muchos científicos, ya que gran parte de sus principios y teorías desafían la lógica humana. En 2004, sin embargo, tres integrantes de la Escuela Ramtha de la Iluminación dirigieron el exitoso What The Bleep Do We Know!?, que en nuestro país se tradujo como ¿¡Y tú qué sabes!? Este documental combinaba entrevistas a varios científicos con animaciones para explicar algunas nociones de la física cuántica. La comunidad científica criticó duramente la película, a la que acusaba de ser pseudociencia, ya que malinterpretaba principios de la física para llevarlos al campo de la cultura new age, en lo que se ha llamado “misticismo cuántico”.

A medida que va siendo asimilada por la sociedad, la ciencia y sus avances siempre acaban influyendo en todos los aspectos de nuestro día a día, incluyendo nuestra manera de ver la vida. Trasladando algunos conceptos a la psicología cotidiana, veamos cuatro lecciones de la física cuántica para el arte de vivir.

1. No hay una sola verdad. Uno de los experimentos más célebres de la física cuántica es el de la doble rendija. En un laboratorio donde se emitía un haz de luz hacia una pantalla con dos rendijas se descubrió que cuando los físicos observaban una partícula, esta pasaba obedientemente por una de las dos rendijas; pero cuando no estaban observando, la partícula pasaba por ambas rendijas al mismo tiempo.

¿Cómo es posible que el observador defina la realidad? Sería complejo de explicar, pero hay que partir de que en el universo cuántico todas las posibilidades coexisten al mismo tiempo. No hay una sola verdad. Como en la película Rashōmon, de Akira Kurosawa, donde cuatro personas relatan la muerte de un mismo hombre de modo totalmente distinto, saber que hay tantas realidades como miradas nos libera de la necesidad estresante de tener razón.

2. La verdad es siempre provisional. La ciencia avanza impulsada por la “prueba y error”, e incluso verdades que se han dado por infalibles durante siglos son desmontadas posteriormente por la ciencia, que aporta nuevas explicaciones. Aplicando esta cura de humildad, podemos asumir que lo que hasta hoy era válido para nuestra vida puede no serlo mañana. Y también sucede a la inversa. Como señalaba Steve Jobs en su célebre discurso de Stanford, muchas cosas que al vivirlas nos parecían erróneas o inservibles, al “unir los puntos” descubrimos que han sido vitales para nuestro futuro.

3. Todo es relativo. Las dos teorías de la relatividad de Einstein, de 1905 y 1915, no están incorporadas en la formulación matemática de la mecánica cuántica, aunque son necesarias para entender lo que sucede dentro del átomo y en las partículas elementales. Consciente de lo difícil que resultaba la relatividad del tiempo para el público general, en una conferencia el físico lo explicó así: “Si uno se sienta sobre una placa caliente durante un segundo, parecerá una hora. Pero si una chica hermosa se sienta en tu regazo durante una hora, parecerá un segundo. ¡Eso es la relatividad!”. Con este ejemplo, Einstein estaba hablando de tiempo psicológico. Dependiendo de la actitud con la que hacemos algo, el tiempo vuela de forma fluida y agradable o nos quema lentamente.

4. Es comprensible que no entiendas nada. Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, era un científico extravagante que abría cajas fuertes y aseguraba inspirarse en los bares de top less, aunque participó en proyectos de gran calado.

Es bien conocida su frase: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido en absoluto”. Esta misma idea puede aplicarse a nuestra capacidad para descifrar nuestra propia existencia. Tal vez nuestra misión como seres humanos no sea comprender la vida, sino simplemente vivirla.

Nuestra Carl Sagan de la cuántica — Sonia Fernández-Vidal ha ejercido en la física cuántica el papel que Carl Sagan hizo para divulgar la astrofísica. Desde 2011 ha llevado la ciencia a todo el mundo, incluidos los niños, con novelas como La puerta de los tres cerrojos, traducida a 15 idiomas.

— En Desayuno con partículas, Fernández-Vidal advierte sobre el mal uso de la física cuántica por parte de personas que no tienen formación en esta ciencia: “A veces se utiliza la etiqueta ‘cuántica’ para terapias alternativas y técnicas energéticas que pueden o no funcionar —no entraremos a juzgarlo—, pero que son totalmente ajenas a lo que se estudia en una Facultad de Física”.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

https://elpais.com/elpais/2020/01/20/eps/1579517803_686433.html?por=mosaico

https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-mundo-despues-de-la-revolucion-la-fisica-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx/

miércoles, 29 de enero de 2020

El nivel académico de la madre y el trabajo del padre pesan más en el desarrollo cognitivo. Un estudio pondera la influencia de las condiciones socioeconómicas de los progenitores en las capacidades de sus hijos.

A mayor nivel socioeconómico de los padres, más desarrollo cognitivo de los niños. Mucha literatura científica sostiene esta afirmación, siempre hablando de promedios, no de casos concretos. Lo que no se había abordado tanto es cómo influye el estatus del padre y de la madre, por separado. Es el estudio que un grupo de investigadores ha publicado en la revista Gaceta Sanitaria, con una conclusión bastante clara: mientras los estudios de la madre pesan significativamente en el desarrollo del hijo, en el caso de los padres el protagonismo se lo lleva su clase social.

Los investigadores estudiaron tres determinantes sociales cuya influencia en el desarrollo cognitivo están bien documentado: ingresos, estatus laboral y nivel educativo. Los recursos económicos limitados de los hogares, indican, influye en la baja inversión en la educación, peor calidad en la vivienda y barrios con menos servicios comunitarios. El tipo de empleo de los progenitores puede provocar estrés y relaciones familiares más problemáticas. Y el nivel académico de los padres suele reflejar su habilidad para resolver problemas.

En el estudio, en el que participaron 525 niños de cinco y seis años, se encontró que estos tres factores pesaban un 10% en el desarrollo cognitivo de los niños, evaluado a través de pruebas estandarizadas que miden su psicomotricidad, capacidad verbal o funciones ejecutivas. De todos los factores, encontraron que había estaba significativamente relacionado el tipo de ocupación del padre, el nivel académico de la madre, su edad (en edades intermedias había más desarrollo cognitivo de promedio que en las mayores y más jóvenes) y su inteligencia. También había correlación con el tamaño gestacional: los más pequeños tenían peores puntuaciones. Los investigadores midieron también el uso de algunas sustancias tóxicas durante el embarazo, de las cuales la que más pesaba era el tabaco en las madres durante el primer trimestre.

Llùcia González, una de las investigadoras, explica que las conclusiones pueden tener varias explicaciones: “En el caso de la clase social [que en el estudio está determinada por el trabajo del progenitor] en el caso de los hombres suele ser más estable, porque hay menos entradas y salidas del mercado laboral y las madres tienen más tendencia a dejar su empleo para dedicarse a la crianza”. En el estudio barajan la hipótesis de que los padres usualmente proveen bienes materiales mientras que las dotaciones de las madres se basan en su propio logro académico. Además, parece que la educación juega diferentes roles: la educación de la madre es relevante para el logro académico en los primeros años del niño, mientras que la del padre es más importante en juventud.

Cerebro plástico
Mario Fernández, neurocientífico en la Universidad Autónoma de Madrid, explica que el cerebro de un niño es “muy plástico”, es decir, muy sensible a las condiciones del entorno, para lo bueno y para lo malo. “Por tanto, la relación con los padres es determinante para el correcto desarrollo de las habilidades cognitivas”, asegura. “Por otro lado, la inteligencia tiene un componente genético: los niños adoptados tienen un nivel intelectual base más parecido a los padres biológicos que a los de acogida. Aunque también es verdad que es más fácil que un niño con padres universitarios vaya a la universidad. Es decir, los alumnos del colegio del Pilar tienen un índice mucho mayor de licenciados que los alumnos de un colegio de Villaverde (sur de Madrid)”. Esto último, explica el investigador, tiene que ver con el entorno, el nivel socioeconómico de los padres y la clase social. “La interacción entre todas las variables es compleja. En el estudio se muestra esta correlación entre el desarrollo cognitivo de los padres y el de los hijos de manera positiva”, concluye.

Llùcia González hace hincapié en la necesidad de que haya una conciencia de estos problemas a nivel político, porque “es ahí donde se pueden promover medidas que los palíen”. “No es sencillo investigar en desigualdades en salud: a menudo se perciben las condiciones sociales como estáticas y más estructurales, y por ello más difícilmente modificables”, reflexiona.

https://elpais.com/sociedad/2020/01/17/actualidad/1579280467_673043.html?rel=lom

martes, 28 de enero de 2020

Prestidigitadores de la verdad

14 diciembre, 2019

Cuando la mentira se disfraza de verdad tenemos un doble problema para descubrirla. Porque, como se sabe, las apariencias engañan. Los prestidigitadores de la verdad manejan con soltura esos disfraces. El prestidigitador es una persona que hace juegos de manos, utiliza métodos de confusión, maneja artes evasivas y otros trucos de magia para producir ilusiones de los sentidos. El prestidigitador es un engañabobos.

¿Son nuestros políticos prestidigitadores de la verdad? ¿Creemos lo que nos dicen? ¿Sabemos cuándo nos mienten y cuándo nos dicen la verdad? ¿De qué detectores de mentiras disponemos? Y, cuando descubrimos que nos han engañado, ¿cómo reaccionamos?, ¿qué hacemos?

No me gusta, lo he dicho muchas veces, esa descalificación general de la clase política que los mete a todos en el mismo saco: todos mienten, todos mienten siempre. Como si su oficio fuera mentir. Como si la mentira fuera uno de sus atributos esenciales. Como si se diese por bueno que la mentira es consustancial al oficio de ser político. Y no. Me preocupa esta perversa concepción. Me duele que la gente piense que, a la hora de conseguir el voto o de persuadir al ciudadano de la bondad de sus planteamientos y acciones tergiverse siempre los datos y manipule la realidad en su beneficio. En definitiva, que la gente piense que el título del libro que acaba de publicar Elísabet Benavent podría ser de la autoría de cualquier político: “Toda la verdad de mis mentiras”.

Me gustaría que el político fuese una persona creíble, fiable. Porque para eso y por eso hemos depositado en él nuestra confianza a través del voto. No me gusta que se le identifique como un mentiroso compulsivo. Como una persona que engaña desde una posición privilegiada.

Hace mucho daño a la política el decir en cada momento aquello que conviene para negarlo plenamente cuando convenga decir lo contrario. Podemos cambiar, podemos decir en un momento algo y luego desmentirlo. Pero entonces se explica el por qué del cambio de posición.

Decía Balmes que a él no le molestaba el cambio de chaqueta salvo cuando éste se producía en el preciso momento en que empezaba a ser rentable.

Hay muchas formas en las que se puede hacer prestidigitación con la verdad:

Silenciar (o retrasar) información que debería ser conocida inmediatamente.

Ofrecer una parte de los datos que resulta beneficiosa y ocultar otra que es desfavorable.

Decir hoy algo que el día anterior se negaba con rotundidad.

Ocultar una realidad que se conoce e, incluso negarla.

Prometer algo que, a ciencia cierta, se sabe que no se puede realizar.

Atribuir a otros la causa del fracaso que nace de la propia actuación.

Comparar de forma interesada realidades incomparables.

Negar una evidencia cuya aceptación tendría consecuencias negativas.

Declarar que nunca se hará algo que se tiene intención de hacer.

Utilizar eufemismos que conducen al engaño, ya que esconden la verdadera realidad.

Atribuir las causas de los fenómenos a agentes que nada tienen que ver con ellos.

Considerar negativo en los otros lo que se considera positivo cuando lo realiza el interesado.

Manipular o, lo que es peor, inventar datos estadísticos en beneficio propio.

Negar que se dijo lo que se dijo, a pesar de las evidencias incontestables que lo demuestran.

Sacar frases fuera de su contexto, y manipularlas en función del propio interés.

Conozco desde hace muchos años una hermosa leyenda sobre la verdad y la mentira. El lector la conocerá, probablemente. En cualquier caso, siempre es bueno recordarla.

Cuenta la leyenda que un día la Mentira y la Verdad se encontraron en un río. Entonces, la Mentira le dijo a la Verdad:

– Buenos días, doña Verdad

Y la Verdad, que no se fiaba mucho de su nueva amiga, comprobó si realmente era un buen día. Miró al cielo azul sin nubes, escuchó cantar a los pájaros y llegó a la conclusión de que, efectivamente, era un buen día.

– Buenos días, doña Mentira.

– Hace mucho calor hoy, dijo la Mentira.

Y la verdad vio que tal y como decía la Mentira, era un día caluroso.

La Mentira entonces invitó a la Verdad a bañarse en el río. Se quitó la ropa, se metió al agua y dijo:

– Venga doña Verdad, que el agua está muy buena.

En aquel momento la Verdad ya sí se fiaba de la Mentira, así que se quitó la ropa y se metió al río. Pero entonces, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad mientras que la Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda y caminar así por la calle. La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la Verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda.

Preferir la mentira disfrazada de verdad es una trampa terrible porque a lo que tiende ese mecanismo es al engaño sistemático. Escandalizarnos y horrorizarnos ante la verdad desnuda, nos lleva al desprecio de la verdad.

Es más cómodo engañarnos a nosotros mismos. Instalarnos en la apariencia. No esforzarnos por descubrir las trampas.

La verdad es a veces dolorosa y preferimos ignorarla. Nos protegemos del dolor con mentiras de todo tipo.

Y sin embargo, una mentira por pequeña y piadosa que sea, no deja de ser un obstáculo para la confianza. Si sale a la luz, una mentira puede arrojar dudas sobre cien verdades anteriores haciendo que nos cuestionemos experiencias anteriores que creíamos verdaderas. Y la falta de confianza acaba repercutiendo en falta de rendimiento y de resultados en un entorno laboral.

Creo que la educación consiste en proveer a ls personas de potentes detectores de mentiras. Las más sutiles requieren de un grado mayor de exigencia en el análisis, de un mecanismo más preciso.

Ese detector está construido con una información abundante, con un nivel de exigencia lógico riguroso, con sólida capacidad de análisis y con una atención minuciosa a lo que sucede en la realidad.

Estar sobre aviso es muy importante. No sé quien fue el que dijo: si me engañan una vez no es culpa mía, si me engañan mucha veces, sí lo es. Hay que pasar, como decía Paulo Freire, de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica.

Es bueno también leer. Y saber a quién se lee. Es fácil comprobar en los medios desde qué diferentes perspectivas se puede analizar la realidad. Hay expertos analistas políticos que ayudan a detectar mentiras. Sus análisis son tan lúcidos y exigentes que pueden ayudarnos a descubrir los trucos del prestidigitador.

Ayudaremos a los políticos con la vigilancia y con la exigencia, no con la complacencia y la adulación. Ellos harán bien en ejercitar la autocrítica y en abrirse a la crítica honesta.

Nos ha de repugnar la falsedad de la mentira adornada con los ropajes de la verdad. Y no nos ha de escandalizar la verdad desnuda. Porque la verdad nos hará libres.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/12/14/prestidigitadores-de-la-verdad/ .

Las organizaciones que llegaron a Haití para "reconstruir" y fueron más destructivas que el terremoto.

Andrés Gaudín
Tiempo argentino

Diez años luego del sismo, el país sigue en ruinas, a pesar de que desde cascos azules, la ONU y cientos de ONG dispusieron de fortunas "despilfarradas" en robos, estafas y retornos a los propios donantes.

Ni los más de cien años de intervención continua de EE UU ni la voracidad de Francia, la potencia colonial, ni los sangrientos dictadores que lo sojuzgaron durante tres décadas –los Duvalier– tuvieron sobre Haití el efecto devastador del sismo del 12 de enero de 2010, que en 130 segundos se cobró más de 316 mil vidas y dejó sin casa a un millón y medio de personas. Una de las catástrofes humanitarias más grandes de la historia borró la precaria infraestructura haitiana. A las fuerzas extranjeras que lo ocupaban desde 2004, se sumó una horda de organizaciones no gubernamentales (ONG) que llegaron a “reconstruir” pero fueron más destructivas que el terremoto.

Aunque no cuenta en su haber con otro pecado que el de haberse independizado antes que todos (1804), cuando Francia era una monarquía poderosa, Haití sigue recibiendo el divino castigo de las potencias occidentales y padece, desde hace más de un siglo, la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Apenas días después de la liberación, en los inicios del siglo XIX, el por entonces presidente norteamericano Thomas Jefferson –el esclavista que ilustra los billetes de dos dólares– ya había advertido que “pueden existir como quilombo, o palenque, pero ni se debate la posibilidad de aceptarlos en el mundo de las naciones. Les llaman libertos, pero son negros y eran esclavos”.

Así fue que en 1915 los marines desembarcaron por primera vez en Port-au-Prince. Desde entonces, esas excursiones exclusivas del Pentágono fueron una constante, hasta que en 2004 Estados Unidos encontró socios para la tarea sucia y armó unas fuerzas invasoras de 10 mil soldados de 31 países. Los mayores aportes llegaron, llamativamente, desde tres países donde gobernaban presidentes progresistas: Brasil, Argentina y Uruguay. Según la ONU, la excursión de sus cascos azules se justificaba porque Haití era “una grave amenaza a la seguridad internacional”, aunque su ejército había sido disuelto en 1995.

Diez años después del sismo Haití sigue en ruinas.
Y, además, los cascos azules llevaron la vibro cholerae, la cepa más terrible del cólera, que mata en dos días a un adulto y en dos horas a un niño. Los soldados de la ONU dejaron, también, cientos de niñas y adolescentes, embarazadas de la que la ONU, las ONG y los países invasores no se hacen responsables. Uruguay ha sido una irónica excepción, y todo lo resolvió condenando sin prisión a cuatro cabos que se acostaron con menores haitianas a cambio de un paquete de galletitas.

En 2010, apenas se conoció la conmovedora solidaridad mundial con el pueblo haitiano, mensurable en cientos y cientos de billones de dólares, se multiplicaron las ONG que se anotaron para mandar sus “cooperantes” al país. Resultaron tan violadores como los cascos azules, pero a la promoción de la prostitución, femenina y masculina, agregaron un voraz apetito por el dinero, por las grandes sumas (ver aparte). En pocas semanas Haití pasó a conocerse como la “República de las ONG”, el país del mundo con más organizaciones de ese tipo per cápita. Así fue que en setiembre de 2017, el gobierno haitiano, un gobierno particularmente corrupto, ya había tenido que expulsar a más de 300 ONG.

En ese momento, la británica Oxfam se dio el lujo de enunciar los aterradores récords de sus pares. Para el armado de ese decepcionante cuadro se suman las investigaciones de los diarios Huffington Post, The New York Times, La Jornada y Miami Herald, las agencias EFE y Associated Press, la BBC e investigadores independientes. Diez años después del terremoto, diez años de saqueo, Haití sigue tan destruido como aquel día.

“El lento camino hacia la reconstrucción” se tituló el informe en el que Oxfam aseguró que 7 de cada 10 dólares que entran al país provienen de la cooperación, aunque “olvidó” decir que 9 de cada 10 de esos dólares son manejados por las ONG, Oxfam incluida, o empresas extranjeras. Tampoco dijo que 778 millones se van para el pago de las tropas de ocupación. Una investigación de la AP llegó a una comprobación sorprendente: apenas registrado el sismo, Estados Unidos destinó una ayuda de 379 millones de dólares, pero resultó que de esos 379 millones la mayoría no fue a Haití. La AP comprobó que 33 centavos de cada uno de esos dólares retornaron por razones no precisadas a alguna agencia de Estados Unidos. Quedó probado, además, que otros 42 centavos de cada uno de esos dólares, fueron a dar a las cuentas bancarias de la británica “organización sin fines de lucro” Save the Children.

Un equipo de relatores especiales de la ONU sintetizó todos los robos, estafas y desfalcos en un informe sublevante: por cada U$S 2500 millones de ayuda humanitaria, el 34% fue reembolsado a los propios entes donantes, el 28% se dio a las agencias de la ONU y a las ONG, el 26% fue a las contratistas privadas (entre otras, California Microwave Systems y Blackwater, empresas de Estados Unidos que han hecho fortunas prestando servicios paramilitares en Irak), un 6% se destinó a medicamentos y alimentos, el 5% a sociedades nacionales de la Cruz Roja y un 1% al gobierno de Haití. “Las ONG son una estructura paralela a través de la cual se puede delinquir con total impunidad con el producido del asistencialismo”, concluyó la relatoría de las Naciones Unidas. «

No se salvan ni las más afamadas
Recién en 2018 empezaron a filtrarse detalles del accionar aberrante de las ONG más afamadas del mundo, pero sus propias indagaciones revelan ahora que su quehacer delictivo ha sido una constante. El submundo de las ONG comenzó a visualizarse cuando Oxfam, el gigante fundado en Oxford en 1942, al que el Estado británico financia con 40 millones de dólares al año, admitió cuál fue su verdadero “papel humanitario” en Haití, el país más mísero del Occidente cristiano. Robo de fondos recibidos para asistir a las víctimas de catástrofes, desvío de cuantiosas fortunas a cuentas en paraísos fiscales, abuso sexual, promoción de la prostitución infantil, son algunos de los delitos que hoy azotan a Haití pero que son “normales” en África.

La denuncia del diario inglés The Times, que el 9/2/2018 desnudó toda la podredumbre oculta tras la estructura de Oxfam –hasta su director, Roland van Hauwermeiren, aceptó haber pagado a niñas y adolescentes haitianas para animar sus fiestas, y su cama–, abrió las puertas a un mundo jamás imaginado. Le siguieron la hasta entonces impoluta Cruz Roja, que admitió haber echado a 21 “cooperantes” por haber variados actos de corrupción. Y Médicos sin Fronteras, que despidió a 24 “voluntarios”. Y Save the Children, que se disculpó por el comportamiento de su director, Justin Forsyth, que luego ocupó el mismo cargo en UNICEF. Y Mines Advisory, la ONG a la que, en vida, financiaba Lady Di. Y el Comité Internacional de Rescate, creada en 1933 por el sabio y Premio Nobel Bertrand Russell.

Fuente:
http://www.tiempoar.com.ar/nota/las-organizaciones-que-llegaron-a-haiti-para-reconstruir-y-fueron-mas-destructivas-que-el-terremoto

lunes, 27 de enero de 2020

El historiador que cambió la forma de comprender el Holocausto. Se publican en castellano por primera vez las memorias de Raul Hilberg, un investigador esencial para estudiar la Shoah

Madrid 15 ENE 2020 -
Judíos húngaros llegan al campo de exterminio nazi de Auschwitz, en una imagen tomada por las SS en mayo de 1944.

En una carta a su maestro, Hannah Arendt, la autora de Eichmann en Jerusalén, afirmó: “Nadie podrá ya escribir sobre estas cuestiones sin recurrir a él”. Se refería a Raul Hilberg (1926-2007) y a su obra cumbre, La destrucción de los judíos europeos, un ensayo que aportó una nueva visión del Holocausto y en el que este profesor de la Universidad de Vermont (EE UU) estuvo trabajando toda su vida. Su tesis es que para comprender la Shoah es necesario estudiar los mecanismos burocráticos del exterminio, que se debe contar la historia desde el punto de vista de los verdugos y de la administración. Sin embargo, sus ideas no siempre fueron fáciles de asimilar y, pese a que la primera edición data de 1961, no fue publicado en Israel hasta 2012. Se trata de un libro tan insoslayable como incómodo.

Su autobiografía, Memorias de un historiador del Holocausto, que ha publicado recientemente la editorial Arpa en traducción de Àlex Guàrdia Berdiell, permite comprender cómo se gestó su obra magna y las polémicas que provocó un libro que transformó la comprensión del Holocausto. De hecho, nada más leer la primera versión del estudio, que entonces era su tesis doctoral, su tutor le dijo sobre un fragmento concreto: “Esto es muy difícil de digerir. Quítalo”. Cuando Hilberg se negó, su profesor le replicó: “Será tu funeral”. La idea que defendía este historiador, un judío vienés cuya familia huyó por los pelos del nazismo siendo él un niño, era, como explica en sus memorias, “que, administrativamente, los alemanes habían necesitado que los judíos siguieran sus órdenes, que estos habían cooperado en su propia destrucción”.

Aunque muchas de las ideas de Hilberg han entrado a formar parte del acervo sobre el Holocausto, y ya son admitidas por todos los historiadores como parte esencial del conocimiento sobre los crímenes nazis, su teoría de la cooperación de las víctimas, sobre todo a través de los Consejos Judíos, sigue siendo todavía objeto de debate. Cuando se publicó su libro en Israel, en 2012 por parte del Museo del Holocausto, el Yad Vashem, David B. Green escribió en el diario Haaretz: “La aproximación de Hilberg le trajo muy pocos amigos. Su creencia en la responsabilidad colectiva de los alemanes no le hizo muy popular entre los historiadores de Alemania Occidental y su insistencia en que los judíos hicieron muy poco para defenderse y la cooperación de los Consejos Judíos, los Judenräte, que facilitaron el trabajo de los nazis —incluso si pensaban que salvaban vidas—, le convirtieron en un personaje que no era bienvenido ni en Israel ni en los círculos de la diáspora”.

Raul Hilberg, fotografiado en Madrid en 2005.
Raul Hilberg, fotografiado en Madrid en 2005. ULY MARTÍN

Sus memorias reflejan esa lucha contra el mundo, pero también el apoyo que recibió por parte de personalidades como Hugh Trevor-Roper, el historiador británico que escribió el primer libro sobre los últimos días de Hitler con información que obtuvo cuando era agente de inteligencia militar británica en Berlín, y de Claude Lanzmann, el director del monumental documental Shoah. Hilberg es el único historiador que aparece en el filme, muy influido por sus investigaciones. La importancia de los trenes en la película está tomada de La destrucción de los judíos europeos (existe una edición castellana, en Akal, de 1.500 páginas y en traducción de Cristina Piña Aldao).

“El conocimiento de los trenes ha afectado a mi trabajo”, escribe en sus memorias para explicar el principio de su relación con el director francés. “Alemania no solo aprovechó el ferrocarril para mover suministros y tropas, sino también para la llamada Solución Final, que implicaba transportar judíos desde todos los rincones de Europa hasta campos de exterminio y áreas de fusilamiento. El aparato ferroviario no solo era gigantesco; los procedimientos administrativos eran casi incomprensibles. Fui de archivo en archivo estudiando los trenes especiales. Nada más acabar el análisis, Claude Lanzmann me vino a ver a Vermont para comentar la posibilidad de grabar una gran película sobre la catástrofe judía. Me mostró un documento sobre trenes que había encontrado y lo cogí con ímpetu para explicarle los jeroglíficos que lo cifraban. Me dijo que tenía que grabarlo sí o sí, de modo que repetí el desglose ante la cámara”. Lanzmann, un hombre muy poco dado a los elogios, escribió a su vez sobre la obra de Hilberg: “Un faro, un rompeolas, un barco de la historia anclado en el tiempo y en un sentido más allá del tiempo, imperecedero, inolvidable, con el que nada en el curso de la producción histórica ordinaria puede compararse”.

Relación con Hannah Arendt
Sin embargo, con quien Hilberg mantuvo una relación más compleja —por decirlo sin cargar las tintas— fue con la filósofa Hannah Arendt, a quien dedica unos cuantos dardos porque redactó un informe contrario a la publicación de su obra, pese a que luego reprodujo sus tesis en Eichmann en Jerusalén (un ensayo del que acaba de salir una nueva edición en Lumen en traducción de Carlos Ribalta). La idea de Arendt de la “banalidad del mal” no es ajena a la tesis que el historiador trazó a lo largo de décadas de trabajo, estudiando minuciosamente documentos: que la máquina de la burocracia nazi convirtió a todos en responsables, y a la vez a ninguno, que la culpa quedó enterrada bajo toneladas de documentos solo aparentemente banales, aunque al final se encontraban las cámaras de gas y el exterminio de seis millones de personas. En su libro sobre el juicio de Adolf Eichmann, Arendt explica: “Me he basado en la obra de Raul Hilberg, que fue publicada después del juicio, y que constituye el más exhaustivo y el más fundamental estudio sobre la política judía del Tercer Reich”.

Aquel primer tutor de Hilberg tenía solo razón en parte. Es cierto que el libro resultó difícil de digerir, que, como reconoce su propio autor, llegó demasiado pronto, pero también que cambió la forma en que se contempla el acontecimiento más terrible del siglo XX. “En 1948 me había marcado un rumbo y lo seguí sin pensar en el futuro”, escribió. En el siglo XXI, cuando está a punto de conmemorarse el 75 aniversario de la liberación de Auschwtiz, el próximo 27 de enero, su obra se sigue debatiendo y editando, como una aproximación al mal absoluto que se esconde detrás del papeleo.

https://elpais.com/cultura/2020/01/14/babelia/1579022302_584315.html

Más información importante: https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2019/11/mito-y-realidad-del-pacto-entre-hitler.html#links

domingo, 26 de enero de 2020

_- El león que creía ser oveja

_- Tomado del blog de Miguel Ángel Santos Guerra.
21 diciembre, 2019

Cuando me preguntan lo que pienso sobre el peso que tiene en la vida la genética y la cultura (incluida la educación) suele decir que ambas tienen una enorme influencia. Y, cuando me fuerzan a dar porcentajes, digo que en un 100% tiene influencia la genética y en un 100% la cultura. Como es lógico, la respuesta no responde a la inquietud del que pregunta, pero refleja muy bien mi posición al respecto.

La carga genética que influye en el fenotipo de un organismo individual, o de una especie o población, puede ser modificada por las condiciones del medio ambiente y de la cultura.

Somos lo que creemos que somos. Y en la configuración de esa creencia influyen la imagen que nos formamos de nosotros mismos y la que los demás proyectan sobre nosotros. Importa lo que esperamos de nuestras posibilidades y lo que esperan los demás de ellas.

En un libro que pronto publicará Francisco Menchén y que conozco porque ha tenido la amabilidad de pedirme que escriba el prólogo, he encontrado una fábula que ya conocía y que, por las extrañas leyes que rigen la memoria, había olvidado. Se titula “El león que creía ser oveja”. El libro, que puedo recomendar antes de que vea la luz, se titulará “Redescubrir la creatividad como experiencia de vida. El ADN del aprendizaje creativo”.

Vamos a la historia.
Cuenta una antigua leyenda hindú que un leoncito cachorro abandonado por su madre fue acogido cariñosamente por un rebaño de ovejas y se crió entre ellas en las cercanías de un hermoso lago. Creciendo allí llegó a creer que él también era una oveja.

Cuando llegó a la edad adulta, y siendo un enorme león, se comportaba como cualquiera de las demás ovejas. Un día se acercó hasta allí otro león adulto y hambriento y se asombró mucho de observar que ese león, mucho más grande y fuerte que él, huyera como hacían las ovejas, brincando y balando con el resto de los miembros del rebaño.

Después de mucho esfuerzo logró arrinconarle. Inútilmente intentó explicarle que no debía huir porque era un poderoso león. Finalmente, con un gran esfuerzo le arrastró hasta el lago cercano. Allí le obligó a mirar su reflejo en la superficie del agua. Cuando el león observó su rostro, su cuerpo y su melena, reflejados nítidamente en la superficie del agua sintió un estremecimiento de pies a cabeza y desde lo profundo de sus entrañas se elevó la más intensa emoción interna y brotó el más fuerte y poderoso rugido que se había escuchado jamás haciendo eco a través de todas las montañas y valles del mundo

A partir de entonces el león juró defender a aquellas ovejas con su poder y su fuerza. Y así lo hizo hasta el fin de sus días.

No solo es importante saber quién se es, aceptarse como tal. Desarrollar al máximo las potencialidades genéticas. La oveja no es un león defectuoso. Una oveja es una oveja. Un león es un león. Es importante que esa identidad y esas cualidades se pongan al servicio de los demás y que no se utilicen para amedrentarlos, dominarlos y destruirlos.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/12/21/el-leon-que-creia-ser-oveja/

sábado, 25 de enero de 2020

Crítica a Thomas Piketty, ¿incremento de desigualdades o de explotación?

Vicenç Navarro
Público

El aumento de las desigualdades de renta y de propiedad ha sido tan grande en la mayoría de países del mundo capitalista desarrollado que ha llamado la atención de los mayores fórums y medios de comunicación en tales países, así como en las instituciones internacionales. En realidad, el tema de las “desigualdades” se ha convertido casi en un tema de moda. Desde el Foro de Davos (el Vaticano del pensamiento neoliberal) hasta el Foro Social Mundial, todos hablan del tema de desigualdades. Pero lo que es interesante (y diría yo también intrigante) es que apenas se habla de otro término (o concepto) que está claramente relacionado con el tema de desigualdades. Y me refiero al término (y concepto) de explotación , raramente citado y todavía menos analizado, por ser considerado demasiado polémico. Los datos, sin embargo, muestran que es casi imposible entender la enorme evolución de las desigualdades hoy en el mundo capitalista desarrollado sin hablar de explotación.

Qué es explotación
En realidad, el concepto explotación es muy fácil de definir: A explota a B cuando A vive mejor a costa de que B viva peor. Y A y B pueden ser clases sociales, géneros, razas, naciones o ambientes. Me explico: cuando a un trabajador se le paga menos de lo que contribuye con su producto o servicio a fin de que su empleador (el empresario) pueda aumentar más sus beneficios, hablamos de explotación de clase. Cuando una pareja (hombre y mujer) que viven juntos y trabajan los dos, llegan a casa al mismo tiempo y la mujer se va directamente a la cocina a preparar la cena para los dos mientras el marido se sienta a ver la televisión, hablamos de explotación de género. Cuando a un ciudadano negro se le paga menos que a un blanco por hacer el mismo trabajo, entonces indicamos que hay explotación de raza. Cuando un Estado–nación impone a otro más pobre las condiciones del comercio internacional que le favorecen, a costa de los intereses de esa nación pobre, hay explotación de nación. Y cuando la compañía Volkswagen era consciente del daño causado por sus automóviles, contaminando más de lo legalmente permitido, beneficiándose a costa de dañar la salud de la población, había un caso de explotación del medioambiente por parte de dicha empresa, a costa de la salud de la población.

El crecimiento de las desigualdades de clase causado por un aumento de la explotación

 Portada del libro Capital e Ideología, de Thomas Piketty



Pues bien, una de las desigualdades más acentuadas y que han aumentado más sustancialmente desde los años ochenta del pasado siglo han sido las desigualdades por clase social, y ello se debe al aumento de la explotación de clase, que explica en gran medida la evolución de estas desigualdades de clase, las cuales, a su vez, afectan a otros tipos de desigualdades (como las desigualdades de género originadas por otros tipos de explotación, como mostraré más adelante). La explotación de clase centra la dinámica de las sociedades capitalistas hasta tal punto que no se pueden entender la génesis ni el desarrollo de la Gran Depresión o de la Gran Recesión en el mundo capitalista desarrollado sin analizar la evolución de tal explotación. Incluso un economista keynesiano como Paul Krugman ha reconocido últimamente esta realidad, señalando que el economista que explicó mejor la evolución de los ciclos económicos fue Michal Kalecki (que influenció a Keynes), que puso la explotación de clase y el conflicto generado por tal explotación en el centro de su análisis. Thomas Piketty, en su último libro Capital e ideología así también lo reconoce, aludiendo a la famosa cita de Karl Marx: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”.

La explotación de clase durante la Gran Recesión
Esta observación se aplica claramente a España (incluyendo Catalunya), uno de los países de la UE con mayores desigualdades por clase social. Las rentas del trabajo han ido disminuyendo en España (incluyendo Catalunya), mientras las rentas del capital han ido aumentando, siendo el ascenso de estas últimas a costa del descenso de las primeras. En España (incluyendo Catalunya) el conflicto de banderas (la borbónica por un lado y la estelada independentista por el otro) durante los años de la Gran Recesión ha ocultado esta realidad. La enorme crisis de legitimidad del Estado se basa precisamente en esta realidad.

Uno de los elementos de estabilidad del sistema capitalista, que era la ideología de la meritocracia (que asumía que el mérito era el motor que definía la jerarquía social), ha perdido toda su credibilidad y capacidad cohesionadora, pues pocos se la creen. Y ahí está el problema para la reproducción del régimen político actual. Esta realidad muestra el poder de las ideologías en la configuración de las desigualdades, como concluye, con razón, Piketty en el libro anteriormente citado, Capital e ideología. Ahora bien, el gran error de Piketty es que concede excesiva autonomía a las ideologías, sin apercibirse de que las que él cita han sido creadas y promovidas para satisfacer los intereses de las clases que las originan. Piketty reconoce que Karl Marx llevaba razón (cuando ponía la lucha de clases en el centro de la explicación), pero añade inmediatamente después que hoy la lucha no es entre clases, sino entre ideologías. Por lo visto, Piketty no se da cuenta de que, como acabo de decir, las ideologías son sostenidas y promovidas como instrumentos del poder de clase. La meritocracia era una ideología promovida por los que estaban en la cúspide del poder, para justificar su derecho a dominar. Y el neoliberalismo ha sido la ideología de la clase capitalista dominante, como bien muestran los datos sobre la evolución de las rentas y su enorme concentración, lo cual ha ocurrido a costa de la clase trabajadora, cuyo nivel de vida ha ido empeorando. La evidencia de ello es clara y contundente (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015).

Naturalmente tales ideologías (de clase) no son las únicas, pues cada tipo de explotación genera diferentes ideologías. La explotación de género se sostiene gracias a la existencia de ideologías que reproducen tal explotación. Pero todas ellas están también influenciadas por las ideologías encaminadas a reproducir el dominio de clase. Hay muchos ejemplos de ello. Como ha escrito Rosalind Gill en su libro Cultura y subjetividad en tiempos neoliberales y posfeministas, el neoliberalismo (la ideología de la clase capitalista) influenció la expansión del erotismo en la moda femenina, a fin de empoderar a la mujer para competir en el mundo dominado por el hombre en términos que reproducían también el dominio del machismo, que veía a la mujer como objeto de deseo del hombre. Lo que la mujer (liberal) creía que era la libre expresión de su voluntad era, en realidad, la reafirmación de su opresión, presentándola como objeto de deseo.

Una situación semejante se da en las ideologías basadas en la explotación de raza (y de clase). El racismo ha jugado un papel clave en desempoderar al mundo del trabajo, dividiéndolo por raza. Es de sobra conocido que el racismo juega un papel clave en la desunión de la clase trabajadora, causa de que sea ampliamente promovido por la clase dominante. Como bien dijo Martin Luther King una semana antes de ser asesinado, “la lucha central en EEUU que afecta a todas las demás es la lucha de clases”. Lo dicho anteriormente no es, como algunos estarán tentados de pensar, reduccionismo de clase, sino intentar recuperar y resaltar la importancia de la clase social como variable de poder en el análisis de la realidad, y no solo a nivel económico, algo que raramente se hace no solo en los medios, sino también en los análisis académicos.

La explotación requiere dominio, hegemonía y represión por parte de los explotadores
Y estas ideologías se sustentan a base también de una enorme represión. Basta ver qué está ocurriendo en varios países de Latinoamérica hoy. De ahí que considere enormemente ingenua la observación que hace Piketty en su crítica a Marx. Dice Piketty: “A diferencia de la lucha de clases, la lucha de ideologías está basada en el conocimiento y las experiencias compartidas, en el respeto al otro, en la deliberación y en la democracia.” Tengo que admitir que tuve que leer este párrafo dos veces. Mis muchos años de experiencia y conocimiento de la realidad en los diferentes países en los que he vivido y he trabajado muestran que no es así. Piketty idealiza el sistema democrático. La prueba de ello es que el siglo XXI se está caracterizando por las enormes agitaciones sociales frente a las consecuencias de la aplicación de las políticas de clase impuestas por los grupos dominantes.

Hoy la gran mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte están experimentando una enorme crisis de legitimidad de sus Estados, resultado en gran parte de la aplicación de las políticas públicas neoliberales impuestas por los partidos gobernantes, incluidos los partidos socialdemócratas cuyo compromiso y aplicación de políticas públicas del mismo signo han generado su enorme colapso e incluso desaparición, como ha sido el caso del partido socialista en Francia, país donde reside Thomas Piketty. El surgimiento de la ultraderecha en Europa y el Gobierno de ultraderecha que gobierna EEUU son un indicador de tal crisis. Me parece incoherente que a la luz de estas realidades Piketty concluya que los sistemas políticos actuales responden a la idealizada versión que caracteriza su definición de ellos. Hoy estamos viendo el fin de una etapa en la que el poder de las clases dominantes ha alcanzado un nivel tal que la propia supervivencia de los sistemas democráticos está en juego. La escasa atención que Piketty presta al contexto político del fenómeno económico (que es casi característica de los estudios económicos actuales) empobrece su análisis, pues hace poco creíble que las propuestas que hace puedan considerarse como factibles sin que exista un cambio más sustancial de lo que él considera.

Respecto a sus propuestas, admito reservas en cuanto al hecho de que la solución pase por gravar a las rentas superiores y a la clase de propietarios del capital y que se distribuya la renta a cada uno de los ciudadanos. Ya he expresado mis reservas en cuanto a priorizar una renta universal a costa de un cambio más significativo, que es utilizar los fondos adquiridos gravando al capital y las rentas superiores para crear una sociedad en la que cada uno contribuya según sus habilidades y los recursos se distribuyan según sus necesidades. Habiendo dicho esto, no quiero desalentar al lector a que lea el libro de Thomas Piketty, que como siempre tiene información de gran interés.

Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Ha sido también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 48 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España. Es uno de los investigadores españoles más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales.

Fuente:
https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2019/11/28/critica-a-thomas-piketty-incremento-de-desigualdades-o-de-explotacion/

viernes, 24 de enero de 2020

NIEVE DE VERANO. Nuevos poemas. Por Robert Hass. NYT

SUMMER SNOW
New Poems
By Robert Hass

Poetry has a way of waiting for its readers to catch up with it. For a long time, I avoided the poetry of Robert Hass. In 1997, as I was starting college, he was finishing his term as United States poet laureate, the most famous poet in America. Poetry was still a very new and subversive revelation to me — I was all about poems that were funny, pissed off and right to the point, or so I thought. What did I want with Hass, a guy my dad’s age who wrote about nature, family and maybe politics, slow subjects to my racing mind.

Now, Hass is almost 80 and I am entering middle age; I’ve got two kids, have had my brushes with fortune and misfortune, am deeply angry and dismayed about the state of America, and I find that Hass’s poems move at exactly the speed I need and make a hell of a lot of sense. He writes poetry for grown-ups, and, alas, I have become one.

“Summer Snow,” Hass’s first gathering of new poems since 2010’s “The Apple Trees at Olema: New and Selected Poems,” is a book that looks meaningfully back on the long life it took to write it. It recalls and mourns lost mentors and friends, rounds up decades of memories (“That voice, coming to me / Across forty years”), and rages in a quiet way against America’s long-held warmongering habits (“The drones themselves are startling”). Over almost 200 pages of new poems, Hass checks in with himself and his readers, as though he’s providing a public update on his private thoughts in sequences of linked poems, sometimes dubbed “Notebooks” or “Notes”; fireside chats with titles that tell you exactly what they’re about (“An Argument About Poetics Imagined at Squaw Valley After a Night Walk Under the Mountain”); and a handful of lyrics and incantatory songs (“In the dream the woman in the elevator took out her eye. / It was a moon in the dream”). It’s a big book, but never feels exhaustive or overstuffed. Some may find that Hass has grown too comfy in his effusive style and his old lefty politics, but to me it all sounds like mastery, like singular virtuosity attained on a very popular instrument — common American speech.

Hass has always been a talky poet. His poems operate by digression, veering off of subjects as seemingly innocuous as rain, flowers, Los Angeles (“the dry riverbed of some ancient river / grown from a little northernmost outpost / of the Spanish empire”), and “pictures of wooly mammoths and saber-toothed tigers.” Almost without meaning to — or seeming to mean to — he winds his way to lines like this, from “A Talk at Sewanee,” a poem that consists of a recalled (and most likely embellished) lecture given by the novelist Ellen Douglas: “It’s brutal, the way some lives / Seem to work and some don’t.” The value and the power of this line aren’t in its revelation of an obvious truth, but in the depths of empathy indicated in the tone. The unthinking cruelty of fate is too vast and unfathomable to summarize or explain, so Hass just sits with it with us, aghast, stumped and sad, but also unwilling to leave us behind or be left alone with all that weight.

These poems confront mortality — or what Hass calls “Life in its exuberance rushing straight uphill toward death” — on almost every page. “Summer Snow” is rife with elegies. It’s something of a Who’s Who of great writers who have died in recent decades: fiction writers including Ellen Douglas and Ursula K. Le Guin (who was also a poet), and poets including Tomaz Salamun, Stanley Kunitz and especially Hass’s longtime friend, the Nobel laureate Czeslaw Milosz, whose poems Hass helped translate.

Death is poet catnip: Mention it in a poem and suddenly everything is dramatic and important, which is one reason young poets pour death onto their poems like salt onto flavorless food — it ratchets up the stakes real quick. And not all poets grow up and out of this habit, even if they grow old. What I mean is that many poets never learn how to articulate death’s banality, one of the main subjects of “Summer Snow.”

The part of this book I keep coming back to, which won’t let go of me, is a group of six poems gathered under the header “Patches of Snow in July” that meditate on the experience of death at various life stages. With simple, descriptive titles like “Death in Infancy” and “Those Who Die in Their Twenties,” these pieces are stunned gasps of empathy, reaching far into other lives. “Almost as if one should not speak of it, / who has not, as a parent, had the shock of it. / Too late to tell them that life is a breath,” Hass writes of parents who have watched an infant die. Hass recalls meeting “a solemn and delicate little boy” who died in childhood who “had learned to look at things. / Also to treat information with great seriousness / … The hole in his heart was not what killed him; / it was the way that his lungs had to labor / because of the defect.” Of poets who die in middle age, he says, “All of them suddenly become the work / they managed to get done.” Yes, life is a breath, and what kills us is never actually what kills us, and the fabric of our days dissolves, leaving only paltry lists of achievements.

Of course I had no idea what Hass was talking about when I was 20, no idea that he had anything to offer me. But he does now, and when I return to this book in 20 years, or in 40 if I’m so lucky, it will still be waiting for me, with something new to say.

SUMMER SNOW
New Poems
By Robert Hass

NIEVE DE VERANO
Nuevos poemas
Por Robert Hass

La poesía tiene una forma de esperar a que sus lectores la alcancen. Durante mucho tiempo evité la poesía de Robert Hass. En 1997, cuando comenzaba la universidad, estaba terminando su mandato como poeta laureado de los Estados Unidos, el poeta más famoso de América. La poesía seguía siendo una revelación muy nueva y subversiva para mí: me refería a poemas que eran divertidos, cabreados y al grano, o eso pensaba. ¿Qué quería con Hass, un chico de la edad de mi padre que escribió sobre naturaleza, familia y tal vez política, temas lentos para mi mente acelerada?

Ahora, Hass tiene casi 80 años y estoy entrando en la mediana edad; Tengo dos hijos, he tenido problemas con la fortuna y la desgracia, estoy profundamente enojado y consternado por el estado de América, y descubro que los poemas de Hass se mueven exactamente a la velocidad que necesito y tienen mucho sentido. Escribe poesía para adultos y, por desgracia, me he convertido en uno.

"Summer Snow", la primera reunión de nuevos poemas de Hass desde "Los manzanos de Olema en 2010: poemas nuevos y seleccionados", es un libro que recuerda significativamente la larga vida que llevó escribirlo. Recuerda y llora a mentores y amigos perdidos, reúne décadas de recuerdos ("Esa voz, viniendo a mí / A lo largo de cuarenta años"), y se enfurece de manera silenciosa contra los hábitos de guerra de larga data de Estados Unidos ("Los drones mismos son sorprendentes" ) En casi 200 páginas de nuevos poemas, Hass se registra consigo mismo y con sus lectores, como si estuviera proporcionando una actualización pública de sus pensamientos privados en secuencias de poemas vinculados, a veces denominados "Cuadernos" o "Notas"; chats junto al fuego con títulos que le dicen exactamente de qué se tratan ("Un argumento sobre la poética imaginada en Squaw Valley después de una caminata nocturna bajo la montaña"); y un puñado de letras y canciones encantadoras ("En el sueño, la mujer en el ascensor sacó su ojo. / Era una luna en el sueño"). Es un libro grande, pero nunca se siente exhaustivo o sobrecargado. Algunos pueden encontrar que Hass se ha vuelto demasiado cómodo en su estilo efusivo y su vieja política zurda, pero para mí todo suena como dominio, como un virtuosismo singular alcanzado en un instrumento muy popular: el discurso estadounidense común.

Hass siempre ha sido un poeta parlanchín. Sus poemas operan por digresión, desviándose de temas aparentemente inocuos como la lluvia, las flores, Los Ángeles ("el lecho seco de un río antiguo / crecido de un pequeño puesto más al norte / del imperio español"), y "imágenes de mamuts lanudos y tigres con dientes de sable ". Casi sin querer, o pareciendo querer decirlo, se dirige a líneas como esta, de" A Talk at Sewanee ", un poema que consiste en una conferencia recordada (y muy probablemente adornada). por la novelista Ellen Douglas: "Es brutal, la forma en que algunos viven / Parecen funcionar y otros no". El valor y el poder de esta línea no están en su revelación de una verdad obvia, sino en la profundidad de la empatía. indicado en el tono. La crueldad irreflexiva del destino es demasiado vasta e insondable para resumir o explicar, por lo que Hass simplemente se sienta con nosotros, horrorizado, perplejo y triste, pero también no está dispuesto a dejarnos atrás o quedarse solo con todo ese peso.

Estos poemas confrontan la mortalidad, o lo que Hass llama "La vida en su exuberancia corriendo cuesta arriba hacia la muerte", en casi todas las páginas. "Summer Snow" está plagada de elegías. Es una especie de Quién es Quién de los grandes escritores que han muerto en las últimas décadas: escritores de ficción como Ellen Douglas y Ursula K. Le Guin (quien también fue poeta), y poetas como Tomaz Salamun, Stanley Kunitz y especialmente el viejo amigo de Hass, el Premio Nobel Czeslaw Milosz, cuyos poemas Hass ayudó a traducir.

La muerte es popa: menciona en un poema y de repente todo es dramático e importante, razón por la cual los poetas jóvenes vierten la muerte en sus poemas como la sal en la comida sin sabor: aumenta las apuestas muy rápido. Y no todos los poetas crecen y abandonan este hábito, incluso si envejecen. Lo que quiero decir es que muchos poetas nunca aprenden a articular la banalidad de la muerte, uno de los temas principales de "Summer Snow".

La parte de este libro a la que sigo volviendo, que no me dejará ir, es un grupo de seis poemas reunidos bajo el encabezado "Parches de nieve en julio" que meditan sobre la experiencia de la muerte en varias etapas de la vida. Con títulos simples y descriptivos como "Muerte en la infancia" y "Aquellos que mueren en sus veintes", estas piezas son boquiabiertos de empatía, que llegan hasta otras vidas. “Casi como si uno no debería hablar de eso, / quien no, como padre, tuvo la conmoción. / Demasiado tarde para decirles que la vida es un respiro ”, escribe Hass sobre los padres que han visto morir a un bebé. Hass recuerda haber conocido a "un niño pequeño solemne y delicado" que murió en la infancia y que "había aprendido a mirar las cosas". / También para tratar la información con gran seriedad / ... El agujero en su corazón no fue lo que lo mató; / fue la forma en que sus pulmones tuvieron que trabajar / debido a la defecación

De los poetas que mueren en la mediana edad, dice: "Todos de repente se convierten en el trabajo / lograron hacer". Sí, la vida es un aliento, y lo que nos mata nunca es lo que realmente nos mata, y la estructura de nuestro días se disuelve, dejando solo insignificantes listas de logros.

Por supuesto, no tenía idea de qué estaba hablando Hass cuando tenía 20 años, ni idea de que tenía algo que ofrecerme. Pero lo hace ahora, y cuando vuelva a este libro en 20 años, o en 40 si tengo tanta suerte, todavía me estará esperando, con algo nuevo que decir.

https://www.nytimes.com/2020/01/07/books/review/robert-hass-summer-snow-new-poems.html

jueves, 23 de enero de 2020

75º ANIVERSARIO DE LA LIBERACIÓN DE AUSCHWITZ. Dentro de Auschwitz. Con motivo del 75º aniversario de la liberación de Auschwitz, el autor de ‘KL’, Nikolaus Wachsmann, una monumental historia de los ‘lager’ nazis, traza el retrato de la vida y la muerte en el campo más mortífero y simbólico del Holocausto.

Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente
Mercedes Sosa


"Querido lector, escribo estas palabras en mis momentos de mayor desesperación”. Así comienza un texto de Zalmen Gradowski, redactado en Auschwitz-Birkenau en la primavera de 1944 y descubierto poco después de la liberación del campo metido en una lata, cerca de los crematorios destruidos. Habían deportado a Gradowski al campo de exterminio a finales de 1942. Su esposa Sonia, su madre y sus dos hermanas murieron asesinadas al cabo de solo unas horas, junto con otros centenares más de judíos polacos que iban en el mismo tren. A Gradowski lo incluyeron en un grupo mucho más reducido, escogido para hacer trabajos forzosos, y las SS pronto lo enviaron al temido Sonderkommando: los presos que tenían que colaborar en el asesinato en masa de otros presos.

Hasta su muerte en el propio campo, Gradowski escribió en secreto la crónica de la interminable procesión de los condenados a las cámaras de gas, desde sus lágrimas cuando se desnudaban hasta las cenizas que se llevaban en carretillas. Esperaba fervientemente que algún día se encontraran sus escritos y que pudieran ayudar a las futuras generaciones a “formarse una imagen” del “infierno de Birkenau-Auschwitz”. Incluso llegó a dirigirse a esos posibles lectores y a hacer este llamamiento: “Ustedes tendrán que imaginarse la realidad”.

Auschwitz no ha caído en el olvido, como temía Gradowski. El campo más mortífero del Holocausto, en el que las SS asesinaron a casi un millón de judíos, ocupa un lugar central en la memoria colectiva. Pero el Auschwitz de la imaginación popular, muchas veces, guarda poca relación con el Auschwitz en el que vivió y murió Gradowski. Como símbolo mundial del mal, el campo se ha separado de su realidad. Las imágenes populares flotan alejadas de su contexto histórico y gravitan hacia el mito y la confusión.

¿Cómo podemos cumplir con el llamamiento de Gradowski a “imaginar la realidad” de Auschwitz? Una manera de hacer más reconocible el campo es examinar lo que el antropólogo Clifford Geertz llamó la “vida sentida”, descubrir las experiencias inmediatas de los prisioneros, los criminales y los espectadores y cómo las interpretaron ellos en su momento. Mostrar estas texturas de la vida cotidiana, lo ordinario dentro de lo extraordinario, puede desmitificar Auschwitz y hacerlo más tangible.

Los documentos contemporáneos y los testimonios posteriores están llenos de huellas de la experiencia vivida. Unas huellas tan abundantes, de hecho, que necesitamos filtrarlas, ampliar los aspectos fundamentales para verlos con más nitidez. Entre esos aspectos se encuentra el paisaje material de la persecución. Una relación más estrecha con los lugares y los espacios, con sus dimensiones emocionales y sensoriales, ayuda a hacer realidad el campo y revela elementos de la experiencia vivida que suelen permanecer ocultos en los márgenes de la visibilidad histórica, empezando por la topografía de Auschwitz.

Después de la invasión alemana de Polonia en el otoño de 1939, los oficiales de las SS empezaron a buscar enseguida sitios para un nuevo campo de concentración en el que reprimir la resistencia polaca. Se decidieron por la ciudad de Oświęcim (que los ocupantes llamaron Auschwitz), en la Alta Silesia, atraídos por las buenas comunicaciones y un enorme complejo cuartelario a las afueras que iba a ser el núcleo inicial del nuevo campo. Pero el ambiente local no era demasiado hospitalario y, en años sucesivos, los hombres de las SS se quejarían a menudo de las malas condiciones de trabajo —de los insectos y las infecciones—, de las que responsabilizaban, en su mentalidad colonial, al “primitivo Este”.

Lo que para los ocupantes era una molestia demostró ser una amenaza existencial contra los prisioneros debilitados por los malos tratos de las SS. Hambrientos y enfermos, para ellos el mundo natural era un adversario más. Cada mañana, angustiados, comprobaban cómo estaba un tiempo impredecible, porque cada estación acarreaba su propia tortura. En primavera y otoño, las lluvias copiosas y los fuertes vientos empapaban a los que trabajaban al aire libre y creaban un espeso mar de barro. “Cuando llueve, tenemos ganas de llorar”, escribió Primo Levi.

Cuando la tierra se había secado bajo el sol estival, varias secciones del campo se volvían desoladas y polvorientas. El calor aplastaba a los presos quemados por el sol, que sufrían a los mosquitos e insectos en general. Lo peor era la sed enloquecedora. Pero también tenían miedo al frío. Los finos uniformes y los barracones rudimentarios ofrecían poca protección contra la nieve y el viento helado. El invierno, sabían los presos, era la estación de las congelaciones y las amputaciones.

Mientras tanto, las SS se dedicaban a transformar el paisaje natural empleando a los presos como esclavos: plantas y árboles para embellecer los despachos de los oficiales y ocultar sus crímenes. Y esos cambios en el panorama fueron acompañados de una transformación total de entorno construido.

Los edificios y las ruinas que, junto con los 13 kilómetros de verja, componen hoy el Memorial de Auschwitz-Birkenau son los restos de lo que fue una enorme ciudad del terror. Cuando hoy visitamos el lugar, parece inmóvil y estático. Para imaginar el pasado, debemos darle vida. Hombres de las SS en bicicleta, moto y coche cruzaban el campo a todas horas. Los presos también estaban todo el tiempo de un lado para otro, y los trenes y camiones llegaban cargados de nuevos prisioneros día y noche. Además, los soldados recibían suministros, desde materiales de construcción hasta gas venenoso, y enviaban un sinnúmero de cosas, desde materiales militares fabricados por los presos hasta pertenencias de los judíos asesinados. El campo estaba en actividad constante: las personas, las mercancías y los propios espacios que recorrían. Porque Auschwitz era una enorme zona de obras.

El campo cambiaba de aspecto de un día para otro, a medida que se derribaban, se ampliaban y se construían edificios. Las nuevas estructuras, una vez terminadas, se incorporaban al tejido de la vida diaria. Los crematorios de Birkenau, construidos en 1942-1943, eran recordatorios implacables de lo que aguardaba a muchos presos seleccionados para los trabajos forzosos. Aunque pocos veían directamente los edificios, siempre los tenían presentes: los prisioneros olían la carne quemada y veían el destello rojo de noche y el humo espeso de día.

Ahora bien, las obras no solo servían para consolidar el dominio de las SS. También creaban, involuntariamente, espacios para que los prisioneros se buscaran la vida. Cuantos más contratistas civiles trabajaban en el campo, más oportunidades había de trueques y sobornos. Todo el abigarramiento y toda la agitación hacían más difícil el control, porque los obstáculos en las líneas de visión permitían llevar a cabo actividades ilegales. Los presos siempre intentaban lo que el historiador Tim Cole denominó “estrategias espaciales de supervivencia”, fijar lugares clandestinos para hablar, rezar y cocinar, e incluso para emborracharse.

Los aspectos materiales del asesinato de masas ponen de relieve la importancia de los sentidos en el campo

Para las SS, el objetivo del límite exterior era controlar a los prisioneros, además de la circulación de las mercancías y el conocimiento. Pero el hecho de que los presos trabajaran fuera hacía inevitablemente que resultara más poroso y creaba espacios de contactos clandestinos entre ellos y la población polaca. Además, los habitantes locales, esposas de los soldados, trabajadores del ferrocarril y policías alemanes transmitían noticias sobre los crímenes de las SS. Como consecuencia, pronto empezaron a extenderse por la ciudad de Auschwitz rumores y algunas pruebas. Ninguna valla podía impedir que soplaran vientos pestilentes desde Birkenau hasta la estación de tren y más allá. Un día, en algún momento después de su llegada a Auschwitz desde Berlín, una profesora alemana volvió a casa y se encontró su mesa cubierta en algo que parecía ceniza de cigarro. Su casera explicó que eran “cenizas humanas” del campo, donde estaban “otra vez quemando a algunos en el crematorio”.

Los aspectos materiales del asesinato de masas —el olor, el humo, los restos quemados— ponen de relieve la importancia de los sentidos en Auschwitz. Para los prisioneros, algunos de los cuales hablaban de cómo se les habían agudizado el olfato y el oído, los sentidos eran esenciales para su propia supervivencia. Por ejemplo, el ritmo diario del campo se medía en función de los gongs, los timbres, las sirenas y los silbatos. A falta de relojes, esos sonidos del poder de las SS eran los que marcaban el ritmo de su vida y gobernaban sus movimientos. Cualquiera que perdiera el compás estaba en peligro.

No obstante, los sentidos, pese a toda la importancia que tenían para los prisioneros, no suelen figurar en los estudios sobre Auschwitz. En los setenta, el investigador pionero sobre el Holocausto Terrence Des Pres advirtió que “tendemos a olvidar cómo olían y qué aspecto tenían los presos de los campos”. Pocos historiadores han seguido sus huellas para examinar los elementos más viscerales de la vida diaria en los campos, tal vez por miedo a empañar la dignidad de las víctimas. Pero ocultar la realidad corporal de los malos tratos de las SS no sirve más que para esterilizar los campos y santificar a las víctimas, lo que crea todavía más mitos.

Para imaginar Auschwitz, hay que imaginar una agresión constante a los sentidos. En su obra, Des Pres describía la “agresión excrementicia” de los campos, con los prisioneros y los recintos impregnados en heces y orina. Des Pres se equivocó al pensar que esta era una estrategia deliberada de las SS para degradar a los prisioneros; en realidad, la diarrea descontrolada era consecuencia de unas raciones de hambre y la superpoblación. Pero sí hizo bien en explorar los aspectos olfativos de un lugar como Auschwitz. Al fin y al cabo, los excrementos estaban en todas partes, y la diarrea —que obligaba a algunos presos a vaciar los intestinos más de 20 veces al día— humillaba y debilitaba profundamente a las víctimas.

Peligro constante de ser enviado a la cámara de gas El olor también era un fuerte indicador de las jerarquías de los prisioneros y las reforzaba todavía más. Unos pocos privilegiados tenían acceso a agua, medicinas, ropa limpia, a veces incluso perfume, que “organizaban” en los almacenes donde se guardaban las propiedades de los judíos asesinados. En cambio, los presos que ocupaban el escalón inferior eran los que desprendían el olor más penetrante, vivían con el rechazo de los demás y estaban en peligro constante de que los enviaran a la cámara de gas.

En cuanto a los guardias y sus cómplices, el olor confirmaba su imagen de los prisioneros como seres infrahumanos: peligrosos, sucios y llenos de enfermedades. Había muy pocas excepciones. Los presos que trabajaban en los despachos podían lavarse con más frecuencia y tenían mejores uniformes, para ahorrar a los jefes de las SS los olores más ofensivos y las posibles enfermedades. Pero no todos se quedaban tranquilos. El unterscharführer Bernhard Kristan, del Departamento Político, tenía terror a tocar el picaporte de un despacho en el que trabajaban judíos como administrativos, y lo abría con el codo. Es evidente que el miedo era omnipresente no solo entre los prisioneros sino también entre los oficiales.

Lo cual dirige nuestra atención hacia el rico paisaje emocional del campo, otro elemento de la experiencia vivida que sigue siendo, en gran parte, una página en blanco. Un estudio sistemático de las emociones en Auschwitz podría empezar por el concepto de “comunidades emocionales” de Barbara Rosenwein, unos grupos que distinguen los sentimientos deseables de los que no lo son y prescriben formas específicas de expresarlos. Las SS de los campos eran una comunidad emocional de ese tipo, y una de sus reglas era que el personal no debía mostrar empatía hacia los prisioneros. El desasosiego ocasional sobre la suerte de alguna víctima concreta, como un niño que lloraba, podía tolerarse en privado. Pero las manifestaciones abiertas de malestar o desolación estaban estrictamente prohibidas.

En sus memorias, el comandante de Auschwitz Rudolf Höss habla de cómo reprimía sus sentimientos de malestar durante los asesinatos. Su distorsionado ideal emocional era el del “soldado político” que actuaba con sangre fría, corazón de piedra y puño de hierro, pero sin que el sufrimiento de los prisioneros le produjese ningún placer. Desde luego, muchos de sus hombres actuaban con furia. Algunos hacían despliegues teatrales de odio para avanzar en sus carreras, en espacios que pronto pasaron a estar asociados con la violencia más extrema, como la plaza en la que se pasaba lista.

Compleja vida emocional
Toda esta violencia de las SS establecía normas emocionales para los presos. Estos aprendieron pronto que cualquiera que destacara se convertía en un blanco. Por consiguiente, cualquier expresión de las emociones se volvía peligrosa, porque un gesto de ira o angustia podía llamar la atención. Así que, en sus momentos de contacto con los guardias, los presos trataban de permanecer impasibles. Una judía que estaba trabajado de administrativa y tramitaba los certificados de defunción en Auschwitz se encontró con la documentación de la muerte de su hermano, y entonces se derrumbó y se echó a llorar con el rostro en las manos. Pero entonces oyó voces de soldados en el despacho de al lado, e hizo todo lo que pudo para calmarse. “Dejó de llorar”, recordaba una amiga. “La única huella de su dolor eran los ojos rojos y los temblores que estremecían su cuerpo”. Aun así, el control de las SS no hizo de víctimas como ella “espantosas marionetas de rostro humano”, como sugería Hannah Arendt. Al contrario, los testimonios de los prisioneros dan fe de la compleja vida emocional en Auschwitz, llena de vergüenza y envidia, amistad y amor.

En su ruego desesperado, escrito frente a una muerte casi segura, Zalmen Gradowski nos pide que hagamos algo imposible: imaginar todo el horror de Auschwitz. Auschwitz, en su totalidad, está fuera del alcance de nuestra imaginación. Pero debemos intentarlo. Si no, el vacío resultante seguirá llenándose de mitos. Para parafrasear a Tony Judt: dado que no es posible recordar Auschwitz exactamente como era, existe el peligro de recordarlo como no era. Y una forma de comprender mejor la experiencia del campo es prestar más atención a sus aspectos espaciales, sensoriales y emocionales y a cómo se entrecruzaban. Entonces, hasta los espacios más pequeños pueden revelar muchas cosas.

Pensemos en el dormitorio, que tanta importancia tenía en las vidas de los prisioneros pero tan poco interés académico ha suscitado. Los presos que regresaban a su barracón habían sobrevivido a otro día. Pero no era frecuente que pudieran descansar. Apiñados en unos espacios asfixiantes, muchos temían que llegara la noche. Los colchones estaban llenos de pulgas y las riñas los mantenían despiertos, igual que la peste que emanaba de los cubos. Todas las emociones y sensaciones vinculadas a las literas nos recuerdan que la agonía de Auschwitz era constante, interminable, una hora tras otra.

Aun así, para algunos presos, las literas también suponían un poco de calor. Para Zalmen Gradowski, era un lugar en el que el dolor podía disolverse a veces en sueños breves y felices, repletos de dulces sensaciones, aunque eso hacía que el despertar fuera todavía más aterrador. Semidormido, escribe Gradowski, un prisionero podía ver los rostros de sus seres queridos, oír su risa y sentir su toque de cariño. Pero entonces se daba cuenta, con un miedo insondable, de dónde estaba y de que su familia había desaparecido hacía mucho tiempo. “Ah, ¿por qué, con qué propósito le había despertado el gong? Ojalá pudiera quedarse en ese idílico sueño eternamente, siempre dormido. Entonces moriría feliz”.

Nikolaus Wachsmann es profesor de historia en el Birkbeck College de Londres y autor de ‘KL. Historia de los campos de concentración nazis’ (Crítica).

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

https://elpais.com/cultura/2020/01/16/babelia/1579187825_659462.html?rel=lom