miércoles, 11 de marzo de 2020
Por qué comer poco alarga la vida. Una investigación aporta la descripción más detallada de los beneficios de la restricción calórica para frenar el envejecimiento
Este jueves se publica el estudio más detallado que se ha realizado nunca para aclarar qué le sucede a un cuerpo cuando se somete a esta restricción calórica. Sus resultados apuntan muchas claves de qué genes y moléculas son culpables del envejecimiento y trazan nuevas vías para conseguir posibles fármacos que consigan algo a priori imposible: parar el tiempo, detener el envejecimiento.
“Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible”, explica el investigador Juan Carlos Izpisúa (Hellín, 1960), uno de los autores principales del trabajo. “Hemos mostrado que determinados cambios metabólicos que llevan a una aceleración del envejecimiento se pueden reprogramar de una manera relativamente sencilla, reduciendo nuestra ingesta calórica, con la finalidad no ya de extender nuestras vidas, sino, mucho más importante, de que nuestra vejez sea más saludable”, resalta este farmacólogo y biólogo molecular que trabaja en el Instituto Salk (EE UU).
El trabajo ofrece el atlas celular más detallado del envejecimiento en un mamífero y los efectos beneficiosos de moderar la dieta. El equipo se ha servido de la nueva tecnología de análisis genético célula a célula para analizar unas 200.000 células de nueve órganos y tejidos diferentes de ratas. En un grupo había roedores que comían lo que querían y en el otros animales que comían un 30% menos calorías.
Los investigadores usaron solo ratas adultas a las que estudiaron desde los 18 a los 27 meses de edad, lo que en humanos equivaldría a un seguimiento entre los 50 y los 70 años. Esto es importante, pues los estudios realizados en primates han mostrado que los beneficios de comer menos son solo patentes en individuos adultos, a la mitad —más o menos— de sus vidas.
Los resultados, publicados este jueves en Cell, aportan un catálogo completo de todos los cambios que suceden con la edad y la dieta tanto dentro de cada célula como en la comunicación entre estas. Los investigadores han detectado que los genes y los procesos moleculares más afectados con la edad tienen que ver con el sistema inmune —que se desregula en las ratas que comen a voluntad— la inflamación y el metabolismo. La cantidad de células inmunes en casi todos los tejidos aumentó con la edad, pero no lo hizo en las ratas con calorías reducidas, que tenían unos niveles equiparables a los de ratas jovenzuelas de cinco meses. Las ratas en restricción calórica no mostraban más de la mitad de todos los marcadores de envejecimiento identificados en sus compañeras con una dieta normal.
“La inflamación es un mecanismo esencial de defensa inmunológica que se ha desarrollado durante la evolución para aumentar la supervivencia de las especies”, explica Concepción Rodríguez, investigadora del Salk, coautora del estudio, y esposa de Izpisúa. “El problema es que durante el envejecimiento hay una desregulación muy pronunciada del sistema inmune que da lugar a un estado de inflamación sistémica crónica y a la aparición de enfermedades asociadas a la edad, como por ejemplo el alzhéimer. La posibilidad de reprogramar ese estado inflamatorio aberrante mediante la restricción calórica sin duda nos proporciona una nueva herramienta para el posible tratamiento de enfermedades asociadas al envejecimiento”, resalta la investigadora.
Las pruebas de que la restricción calórica alarga la vida de las personas son más limitados, en parte por el reto logístico y económico de seguir la vida y la dieta de cientos o miles de personas durante décadas, pero sí hay pruebas claras de que comer menos mejora marcadores de salud básicos. Ya están arrancando los primeros estudios para intentar ya no tratar una enfermedad concreta, sino atacar el envejecimiento con moléculas como la metformina, aprobada para tratar la diabetes
Muchos de los cambios observados en este estudio son epigenéticos, es decir, son como interruptores moleculares que están encima del ADN y que apagan o encienden ciertos genes. Es mucho más factible desarrollar fármacos para este tipo de marcadores, pues no es necesario modificar el genoma de las células, argumenta el equipo. Uno de los cambios moleculares que ha desvelado este estudio es la proteína Ybx1, que también está presente en humanos. Su producción estaba alterada en 23 tipos celulares diferentes y que podría ser una nueva diana para desarrollar un fármaco contra los efectos nocivos del envejecimiento
El trabajo también tiene una importante contribución de China y lo firman tres investigadores de este país que estudiaron en el Salk y ahora dirigen sus propios grupos en la Academia Nacional de Ciencias del país asiático.
Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible
JUAN CARLOS IZPISÚA
“Es un estudio técnicamente impresionante, y aporta una información valiosísima”, resalta Pablo Fernández-Marcos, experto en enfermedades metabólicas asociadas al envejecimiento en el centro IMDEA-Food, de Madrid. “Un hallazgo interesante es que las células de la grasa y de la aorta son las que más cambian con el envejecimiento y se recuperan con la restricción calórica, lo que confirma la importancia que tienen estos tejidos en el envejecimiento, por encima de otros más clásicos como el cerebro o la médula ósea", explica. "Y otro más, que yo veo muy importante, es que ven beneficios más claros de la restricción en machos que en hembras, lo que apoya algunos indicios anteriores. Hay pocos estudios comparando los dos sexos, y esto es un problema serio que se está intentando reducir comparando ambos sexos, como han hecho aquí”, resalta.
La acumulación de pruebas en este campo es tal que hay científicos muy serios que admiten abiertamente practicar algún tipo de restricción calórica o ayunos intermitentes, pues también se ha demostrado que activa procesos de reciclaje celular beneficiosos, incluso en casos de personas con cáncer que reciben quimioterapia. En este sentido Izpisúa confiesa que él no es una excepción: “Intento todos los días comer un poco menos”.
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Cuatro deportes para controlar la tensión arterial (y dos actividades en las que no confiar demasiado). Ni la hipertensión es excusa para dejar de hacer ejercicio.
Las investigaciones más recientes apuntan a varios factores que explican por qué la actividad física es tan eficaz: las adaptaciones cardiovasculares naturales producidas por el ejercicio de resistencia, una mejora de la sensibilidad a la insulina (cuando la sensibilidad se convierte en resistencia es cuando aparece la diabetes) y una bajada natural de las catecolaminas, unas neurohormonas que pueden elevar la tensión arterial en concentraciones altas. Pero para que esta "polipíldora" sea eficaz, y que el deporte esté exento de riesgos, hay que cumplir algunas condiciones: hacerlo con una intensidad moderada, de entre el 50% y 70% de la frecuencia cardiaca máxima; entre 45 y 60 minutos diarios, ya sean continuos o intermitentes; y de 3 a 5 días a la semana. Ahora bien, no todo el deporte vale. Si lo que quieres es controlar la hipertensión o sencillamente mantener la tensión arterial a raya, el ejercicio aeróbico es mejor que el de fuerza, según señala un documento de consenso de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED-FEMEDE). Y hay cuatro que destacan entre todas las opciones.
Ciclismo, para cuidar la tensión sin acelerar tanto el pulso
Pedalear sin ansias competitivas, al buen trantrán, y midiendo bien la intensidad es una de las mejores maneras de controlar la presión arterial. Así lo señalan desde la Fundación Española del Corazón, mientras dejan claro que subirse al sillín es una decisión que está bien consultar con el médico. Hacer una prueba de esfuerzo en un cicloergómetro –una bicicleta estática, en términos académicos– y con ergoespirometría, que mide el consumo de gases, es un consejo nada despreciable. En todo caso, el ciclismo "taquicardiza" menos (el pulso no se acelera tanto) que actividades como la carrera o la natación, lo que convierte a la bicicleta en una opción más accesible que otras. "Una buena alternativa para comenzar es hacerlo con un rodillo o una bici estática en casa, e ir aumentando progresivamente el volumen o la intensidad, siempre con la supervisión de tu médico", dice Alberto Sacristán, médico de familia experto en actividad física y director de SportSalud. Entre sus ventajas está el escaso impacto que tiene en las articulaciones, que lo convierte en una gran opción para las personas con problemas de equilibrio, que deben evitar opciones que no tengan tanto riesgo de caída.
Una ventaja de saber nadar bien
La natación es un deporte bastante particular porque elimina el impacto contra el suelo, lo que alivia la carga de las articulaciones con mayor eficacia que el ciclismo. Sin embargo, "para que sea cardiosaludable debes saber nadar razonablemente bien. De lo contrario, el esfuerzo físico que conlleva y el estrés adicional de mantenerte flotando pueden hacer que se convierta en una práctica peligrosa ante determinados problemas de salud", advierten desde la Fundación Española del Corazón. Antes de zambullirte también conviene pasar una prueba de esfuerzo. Salvo que haya alguna enfermedad articular, lo más indicado es ir alternando los diferentes estilos, y que el último que se incorpore a la rutina sea el de mariposa porque es el que mayor esfuerzo reclama. Por otra parte, la natación gana un punto de emoción cuando se hace en aguas abiertas, pero es recomendable comenzar en una piscina, donde la ayuda de emergencia será inmediata. También conviene tener en cuenta que el calor de las que están cubiertas aumenta el riesgo de que las personas susceptibles tengan síncopes (pérdida de conocimiento) provocados por una bajada de tensión.
Correr, o más bien trotar No hace falta hacerlo a ritmo de atleta olímpico. De hecho, las mayores reducciones en la presión arterial se registran a intensidades entre el 50% y 70% del consumo máximo de oxígeno. En otras palabras: más que correr, lo que hay que hacer es trotar a paso ligero. Para determinar qué significa "paso ligero", así como si este ejercicio es idóneo (sobre todo, en casos de obesidad, cardiopatías o de otras enfermedades articulares) lo primero que hay que hacer es, de nuevo, ponerse en manos de los profesionales de la medicina del deporte. Se trata de determinar lo que la SEMED denomina "respuesta tensional al esfuerzo", o sea, hasta qué nivel de intensidad se puede ejercitar uno. También es recomendable comentarle al facultativo si estás tomando medicamentos que puedan alterar la frecuencia cardiaca "como los betabloqueantes", según advierten desde el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona. Lo mejor es acudir a un entrenador para que determine cuál es el ritmo idóneo al que trotar y cuánto tiempo hacerlo cada día, de manera que las piernas se habitúen a la actividad física y no te hagan dar marcha atrás.
Caminar sin sufrir, una opción para (casi) todos
Es la actividad física más elemental, y eso es bueno porque, "en principio, está recomendada para cualquier persona, de cualquier edad, sexo y condición. Produce menos impacto que correr, no es tan extenuante y es fácil realizarla acompañados de amigos o de familia", asegura Sacristán. Él aconseja utilizar un calzado deportivo cómodo y procurar andar a un ritmo vivo, pero que permita mantener una conversación sin perder el aliento. "Si no estamos habituados, es importante empezar poco a poco. Primero, 15 minutos diarios. A las 3 semanas, subir a 20 minutos y así, progresivamente, hasta llegar a una hora de caminata. Si no puedes dedicarle una hora seguida, divídela en dos partes de 30 minutos, una por la mañana y otra por la tarde. Por supuesto, puedes aumentar el tiempo cuanto quieras, incluso añadir cuestas o subir escaleras para fortalecer las piernas".
Puestos a caminar, desde el departamento de Salud del Gobierno Vasco se decantan por hacerlo a nivel del mar, ya que la presión arterial desciende a medida que lo hace la altitud. El consejo solo vale para algunas personas, sí, pero lo que todas deberían evitar es hacer lo contrario; el senderismo de montaña a grandes altitudes es desaconsejable para las personas que tienen un caso de hipertensión grave.
Yoga, bajo la sombra de la duda
Dado que el yoga es una actividad sin impacto que suele recomendarse de forma generalizada, son muchos los estudios que intentan comprobar su idoneidad en pacientes con hipertensión. Hasta ahora, los intentos han sido poco productivos: los resultados son poco concluyentes, muestran una mejoría escasa o solo ven conveniente el yoga sin asanas (básicamente, la respiración consciente y la medicación). Poca cosa, teniendo en cuenta la gran cantidad de variedades que existen. Lo poco representativo de las muestras o la corta duración de los ensayos hacen necesarios más análisis para poder establecer su idoneidad en personas con hipertensión y, en cualquier caso, "no es recomendable practicar posturas sobre la cabeza, como Salamba Sirsasana, en caso de presión arterial alta", explica la conocida yogui Xuan-Lan en el libro Yoga para mi bienestar. La Sociedad Americana del Corazón, no obstante, atribuye un nivel de evidencia media o baja a estas estrategias.
Las pesas, solo como complemento
El ejercicio de fuerza ha sido mucho menos estudiado que el de resistencia en los pacientes con hipertensión. Desde la SEMED apuntan que "parece que los entrenamientos de fuerza isotónica e isométrica también provocan una respuesta favorable en los hipertensos. Sin embargo, ejecutados con cargas máximas provocan grandes incrementos en la presión arterial sistólica y diastólica", aseguran desde la SEMED. O sea, que si tu batalla es contra la tensión arterial, deja el ejercicio de fuerza, dinámico o isométrico, solo como "actividad complementaria al trabajo aeróbico y con cargas que no superen el 50%-70% de 1RM" (1RM es la carga máxima que puede movilizar un individuo). Es decir, que si con un brazo no puedes levantar más allá de una mancuerna de 10 kilos, lo recomendable sería no cargar más allá de entre 5 y 7,5 kilos.
https://elpais.com/elpais/2020/03/10/buenavida/1583841333_737503.html
El desarrollo de la ley Celaá planteó en 2021 un acercamiento “socioafectivo y de género” a las matemáticas y llovieron las chanzas en los medios de comunicación, las redes sociales (“Mamá, la integral y yo somos pareja”, ironiza un tuit) y entre los políticos de derechas. Sin embargo, las pruebas de diagnóstico educativo del informe PISA, hechas públicas en diciembre, han puesto de manifiesto que existe un gran problema de ansiedad matemática que sufren no solo los 31.000 examinados en España ―el 37% de estos escolares de 15 o 16 años dijo padecerla, frente al 17% de media en la 0CDE―, sino la sociedad en su conjunto. España se posiciona así como el segundo país con el porcentaje de ansiedad más alto de Europa, solo por detrás de Italia (39%), frente al 14% en Portugal o el 12% en Dinamarca. Diversos estudios internacionales demuestran que muchos padres que se consideran “de letras” contagian su desazón a los hijos, que se agobian delante de una ecuación, y muchos maestros (sobre todo ellas) reconocen su temor de enseñar, por ejemplo, cálculo o geometría en 5° o 6° de primaria. Por eso, cada vez más iniciativas tratan de poner freno a esta angustia entre maestros, estudiantes de Educación y familias interesadas.
“Si soy profesora de primaria y estoy dando clase de Ciencias Sociales y digo ‘pero luego hay que hacer mates’, transmito la actitud de que a mí tampoco me apetece mucho”, reflexiona la ingeniera Belén Palop, profesora de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. “Y luego tenemos la parte de que si un niño suspende Lengua o Música está mal, pero si es Matemáticas se disculpa: ‘No pasa nada cariño, a mí tampoco se me daba bien’. Socialmente está permitido. Colocamos en otro lado las mates”.
El 46% de los escolares españoles expresaron en el cuestionario de PISA que les causaba “mucha tensión” los deberes de Matemáticas e “indefensión” al 39%, mientras que al 76% le preocupaba sacar mala nota en esta asignatura. Los países con bajas tasas de ansiedad han obtenido buenos resultados matemáticos en PISA (Corea), Suiza o Estonia.
El ansia paraliza más a las chicas (un 50% más), que en sus valoraciones demuestran siempre menos autoconfianza que ellos ―aunque sean ellas las que han hecho bien el ejercicio― y rinden menos ante la presión de los exámenes. Su inseguridad las lleva también ―pese a que abandonan menos los estudios y sacan mejor expediente― a no decantarse por carreras técnicas, que suelen tener unos sueldos más altos que los de las ramas de las ciencias sociales y humanidades.
Para mejorar en matemáticas es necesario no creer que ser bueno es un don innato e invariable. Lo que los expertos llaman tener “mentalidad de crecimiento”, es decir, sostener que las habilidades y la inteligencia de uno se puede desarrollar con el tiempo. “Los españoles tenemos una mentalidad de crecimiento en el deporte ―si sales a correr, mejoras tu forma física―, en la alimentación… y absolutamente fija en las matemáticas”, prosigue Palop. “Soy así. No las entiendo ni las entenderé. Con seis años, se dice: ‘No eres bueno en matemáticas’; cuando en inglés te dirían que aún no le has cogido el tranquillo”.
En 2012, Patricia Pérez Tyteca analizó para su tesis doctoral el nivel de ansiedad matemática que mostraban los alumnos de la Universidad de Granada en carreras que incluían esta materia. No era un drama en Estadística, ingenierías, Química o Arquitectura. Mientras que expresaban una “ansiedad media” los que cursaban Biología, el doble grado de Ciencias Políticas y Derecho (que incluye mucha estadística) y Educación Primaria; y una “ansiedad medio-alta” los inscritos en Geología, Enfermería y Educación Infantil. Este desasosiego de los futuros maestros alarma a Pérez Tyteca y a todos los expertos. “Son los sujetos que se encargarán de la educación matemática de los niños, debiendo inculcarles el gusto y la sensación de comodidad con la materia tan fundamental a la hora de evitar futuros problemas de ansiedad”, subraya en su tesis la hoy profesora de la Universidad de Alicante.
Las iniciativas para quitar la ansiedad a los docentes no son nuevas, pero sí se van multiplicando, porque la ley Celaá explicita la necesidad de trabajar el sentimiento socioafectivo como uno de los seis bloques del currículo de matemáticas, pero los manuales de texto no explican cómo y los maestros, ya per se temerosos, tienen muchas dudas.
Rocío Garrido, vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, imparte talleres desde 2018. Empezaron “haciendo acompañamiento” a los maestros y con el tiempo se han abierto a los estudiantes de los grados de Educación y a los claustros de colegios públicos y privados de la capital. Están al quite de quien expresa su ansiedad. Incluso, dos veces al mes celebran Picamates, un evento al que puede ir cualquiera que esté interesado. “En un contexto mucho más informal, ponemos algo de picoteo, llevamos juegos, materiales de papiroflexia, elementos de realización de 3D o escape rooms, nuestra acción estrella”. Garrido está convencida de que en un ambiente más distendido “es más fácil dejarse llevar, olvidarse de la frustración y buscar la solución matemática”. Pero en Picamates ponen a las personas “en contextos de frustración para poder acompañarlas”.
“Todo lo socioafectivo está muy manido porque estamos relacionando trabajarlo con bajar el nivel”, se lamenta Garrido. “Nosotros creemos que incluso si El desarrollo de la ley Celaá planteó en 2021 un acercamiento “socioafectivo y de género” a las matemáticas y llovieron las chanzas en los medios de comunicación, las redes sociales (“Mamá, la integral y yo somos pareja”, ironiza un tuit) y entre los políticos de derechas. Sin embargo, las pruebas de diagnóstico educativo del informe PISA, hechas públicas en diciembre, han puesto de manifiesto que existe un gran problema de ansiedad matemática que sufren no solo los 31.000 examinados en España ―el 37% de estos escolares de 15 o 16 años dijo padecerla, frente al 17% de media en la 0CDE―, sino la sociedad en su conjunto. España se posiciona así como el segundo país con el porcentaje de ansiedad más alto de Europa, solo por detrás de Italia (39%), frente al 14% en Portugal o el 12% en Dinamarca. Diversos estudios internacionales demuestran que muchos padres que se consideran “de letras” contagian su desazón a los hijos, que se agobian delante de una ecuación, y muchos maestros (sobre todo ellas) reconocen su temor de enseñar, por ejemplo, cálculo o geometría en 5° o 6° de primaria. Por eso, cada vez más iniciativas tratan de poner freno a esta angustia entre maestros, estudiantes de Educación y familias interesadas.
“Si soy profesora de primaria y estoy dando clase de Ciencias Sociales y digo ‘pero luego hay que hacer mates’, transmito la actitud de que a mí tampoco me apetece mucho”, reflexiona la ingeniera Belén Palop, profesora de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. “Y luego tenemos la parte de que si un niño suspende Lengua o Música está mal, pero si es Matemáticas se disculpa: ‘No pasa nada cariño, a mí tampoco se me daba bien’. Socialmente está permitido. Colocamos en otro lado las mates”.
El 46% de los escolares españoles expresaron en el cuestionario de PISA que les causaba “mucha tensión” los deberes de Matemáticas e “indefensión” al 39%, mientras que al 76% le preocupaba sacar mala nota en esta asignatura. Los países con bajas tasas de ansiedad han obtenido buenos resultados matemáticos en PISA (Corea), Suiza o Estonia.
El ansia paraliza más a las chicas (un 50% más), que en sus valoraciones demuestran siempre menos autoconfianza que ellos ―aunque sean ellas las que han hecho bien el ejercicio― y rinden menos ante la presión de los exámenes. Su inseguridad las lleva también ―pese a que abandonan menos los estudios y sacan mejor expediente― a no decantarse por carreras técnicas, que suelen tener unos sueldos más altos que los de las ramas de las ciencias sociales y humanidades.
Para mejorar en matemáticas es necesario no creer que ser bueno es un don innato e invariable. Lo que los expertos llaman tener “mentalidad de crecimiento”, es decir, sostener que las habilidades y la inteligencia de uno se puede desarrollar con el tiempo. “Los españoles tenemos una mentalidad de crecimiento en el deporte ―si sales a correr, mejoras tu forma física―, en la alimentación… y absolutamente fija en las matemáticas”, prosigue Palop. “Soy así. No las entiendo ni las entenderé. Con seis años, se dice: ‘No eres bueno en matemáticas’; cuando en inglés te dirían que aún no le has cogido el tranquillo”.
En 2012, Patricia Pérez Tyteca analizó para su tesis doctoral el nivel de ansiedad matemática que mostraban los alumnos de la Universidad de Granada en carreras que incluían esta materia. No era un drama en Estadística, ingenierías, Química o Arquitectura. Mientras que expresaban una “ansiedad media” los que cursaban Biología, el doble grado de Ciencias Políticas y Derecho (que incluye mucha estadística) y Educación Primaria; y una “ansiedad medio-alta” los inscritos en Geología, Enfermería y Educación Infantil. Este desasosiego de los futuros maestros alarma a Pérez Tyteca y a todos los expertos. “Son los sujetos que se encargarán de la educación matemática de los niños, debiendo inculcarles el gusto y la sensación de comodidad con la materia tan fundamental a la hora de evitar futuros problemas de ansiedad”, subraya en su tesis la hoy profesora de la Universidad de Alicante.
Las iniciativas para quitar la ansiedad a los docentes no son nuevas, pero sí se van multiplicando, porque la ley Celaá explicita la necesidad de trabajar el sentimiento socioafectivo como uno de los seis bloques del currículo de matemáticas, pero los manuales de texto no explican cómo y los maestros, ya per se temerosos, tienen muchas dudas.
Rocío Garrido, vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, imparte talleres desde 2018. Empezaron “haciendo acompañamiento” a los maestros y con el tiempo se han abierto a los estudiantes de los grados de Educación y a los claustros de colegios públicos y privados de la capital. Están al quite de quien expresa su ansiedad. Incluso, dos veces al mes celebran Picamates, un evento al que puede ir cualquiera que esté interesado. “En un contexto mucho más informal, ponemos algo de picoteo, llevamos juegos, materiales de papiroflexia, elementos de realización de 3D o escape rooms, nuestra acción estrella”. Garrido está convencida de que en un ambiente más distendido “es más fácil dejarse llevar, olvidarse de la frustración y buscar la solución matemática”. Pero en Picamates ponen a las personas “en contextos de frustración para poder acompañarlas”.
“Todo lo socioafectivo está muy manido porque estamos relacionando trabajarlo con bajar el nivel”, se lamenta Garrido. “Nosotros creemos que incluso se puede subir el nivel con ese acompañamiento socioafectivo [a los profesores]”. La vicedecana cree que esta es una formación “insuficiente y aislada”, pues la UAM la hace “de forma altruista: no está reglado”.
Curiosidad, admiración y seguridad
En la Universidad Complutense, sin embargo, Palop sí ha logrado, junto al profesor y mago Nelo Maestro, incluir un programa sin notas para los alumnos de primer curso del grado de Educación que ha tenido gran éxito. Tanto, que se plantean abrir un segundo grupo más adelante. “Vamos buscando el acrónimo CASA: curiosidad, admiración, seguridad y alegría. Queremos que se frustren, que se peleen con los problemas, pero que vean esa parte bonita de las matemáticas. Y esto, ¿por qué pasa?”, razona. Porque, sostiene, cualquiera puede mejorar en una disciplina. “Nadie va al gimnasio y, porque el primer día no pueda con las pesas, piensa que no sirve. ¿Y por qué sí con las matemáticas”.
Garrido y Palop se deshacen en elogios ante el desarrollo del nuevo currículo de matemáticas de Aragón, que plantea muy bien ese acercamiento socioafectivo. En esa comunidad se crearon grupos mixtos de profesores en activo de colegios, institutos y la Universidad de Zaragoza. Su currículum no solo enumera los saberes y competencias que hay que dominar, sino todo tipo de actividades para lograrlo y artículos y webs de referencia. “En primaria y secundaria se hace mucho énfasis en actividades de medida. Se le da sentido a la fracción midiendo tiras de papel. A partir de ahí, se comparan, se agregan…”, pone de ejemplo Pablo Beltrán-Pellicer, profesor de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Zaragoza. “Desde el punto de vista socioafectivo, se trabaja en grupo, que no en equipo. No hay un resultado final cooperativo, sino que se ayudan entre ellos, hablan de matemáticas… todos participan”.
“Las cosas que se recogen en el socioafectivo ya están recogidas en currículos anteriores. Lo que pasa es que estaban en un bloque de contenidos transversal que se ignoraba bastante”, reconoce Beltrán-Pellicer. El investigador ve “ciertas reticencias” en los alumnos y profesores a “cambiar la cultura del aula” que comprende, acostumbrados a “esperar la explicación del profe y limitar. No es fácil”.
En el plano familiar, Beltrán-Pellicer alaba el proyecto del Servicio de Orientación Educativa del Gobierno de Canarias, que desde 2018 celebra talleres formativos presenciales para padres. En ellos, los profesores les cuentan lo que ven en clase con sus hijos: resolución de problemas, algoritmos flexibles en primaria o álgebra manipulativa en secundaria, convencidos de que la familia y la escuela no pueden trabajar de forma aislada.
martes, 10 de marzo de 2020
Historia de la patata frita que cruzó la alfombra roja. Una patata de cine.
SILVIA R. PONTEVEDRA Arteixo 27 FEB 2020 -
Hay una imagen que expresa el delirio que sembraron las patatas fritas Bonilla a la Vista cuando arribaron a Corea del Sur, en abril de 2016. Como en una escena de racionamiento en guerra, una hilera de mujeres hacen cola en la caja de los grandes almacenes Hyundai en Seúl, y cada una lleva dos latas de 500 gramos de la marca gallega de aperitivos. La fila avanza disciplinadamente con la esperanza de pagar por fin y llevarse el cotizado producto a casa. El primer barco cargado con esta mercancía acababa de llegar al país tras 42 días de navegación y el atraque había sido retransmitido por la tele. No había envases suficientes para satisfacer tanta expectación creada por los distribuidores coreanos que las habían descubierto en un viaje a España, así que el supermercado improvisó una norma: cada cliente podía llevarse dos latas. Solo dos. En un par de horas se agotaron. Cuando le tocó su turno, una señora con un niño en brazos hizo valer los derechos del menor. "Dos personas, cuatro latas", reivindicó aupando al pequeño.
La anécdota la cuenta con la energía de los tiempos en que repartía las patatas por los bares en su Guzzi roja el dueño de la fábrica. César Bonilla, de 87 años, hijo de Salvador Bonilla, que fundó la marca (de churros y patatas) meses antes de nacer el crío, en 1932, va dando saltos en su relato sin perder casi nunca el hilo. Habla de la primera churrería en Ferrol; del hotel que abrieron luego y fracasó; del día en plena postguerra en que tuvieron que marchar de su ciudad de origen "con una mano delante y otra detrás". De cómo empezaron de nuevo en A Coruña, donde ahora tienen seis churrerías; de las noches que pasaba solo cortando finas láminas de tubérculo; de las tortillas que a la mañana siguiente preparaba su madre con los extremos que no daban para hacer patatas fritas; del día en que un empresario le encargó 100.000 bolsas para la visita de Juan Pablo II en 1989 y luego le devolvió sin contemplaciones las 40.000 que no había vendido.
Bonilla relata con todo lujo de detalles cómo un día una emigrante enamorada de sus productos le pidió que le montase una churrería en Venezuela y allá se fue para instalarle unas máquinas. Habla también de las veces que ha rechazado convertir su marca en franquicia, porque "la calidad exige un control y esto se complica en la distancia" y de cómo un grupo de Corea del Sur quiso replicar allá la fórmula de las churrerías coruñesas. Lo deseaban con tanto ahínco que "ya tenían elegido un local", pero el gallego se mantuvo firme y ese barco jamás zarpó.
Una trabajadora de Bonilla a la Vista empaqueta latas de patatas en la factoría de Arteixo (A Coruña). Ó.C.
Hoy, este amante del mar (excampeón de pesca submarina que ha tenido varios veleros y ahora navega en barco a motor) sigue capitaneando la nave industrial que fundó en Arteixo (A Coruña) en 1988, sin la bendición de su padre, para retomar la fabricación de patatas que este había abandonado tres décadas antes porque prefería centrarse en el chocolate con churros. Allí, César Bonilla recibe excursiones escolares y últimamente decenas de reporteros que han picado el cebo de una publicidad no buscada. Hoy le ha visitado incluso un equipo que quiere rodar un documental.
En la madrugada de los Oscar, el turno que entra a las cuatro para producir 23.000 churros para la hostelería ya estaba friendo la masa cuando supo que la triunfadora había sido la coreana 'Parásitos'. En la película, como glamuroso aperitivo de una familia adinerada, se ve la inconfundible lata blanca de patatas con el velero azul sobre un mar ondulado y la tipografía de la marca. "Bonilla a la vista" era la proclama que repetía Salvador, cabo de maniobras en el puerto de Ferrol, cuando desde el barco, en la noche, le preguntaban "¿quién va?". Lo de envasar en lata fue, sin embargo, un empeño del hijo cuando montó la fábrica, porque así (aunque en formato cuadrado y retornable) las transportaba de joven a los bares para que no se rompieran con el traqueteo de la moto.
https://elpais.com/economia/2020/02/26/actualidad/1582747058_120007.html
lunes, 9 de marzo de 2020
¿Pueden sufrir?
En una reunión de amigos, me tocó escuchar el discurso de Joaquin Phoenix en la ceremonia de los Oscar. Algunas reacciones fueron inmediatas: “Quería ver Joker, pero este tío me ha quitado las ganas”, “Menuda tontería, dijo otro, todos los mamíferos se destetan, incluidos los humanos”. Me sorprendió la actitud inicial de rechazo ante un hecho cada vez más difundido por los medios: el trato infligido a los animales, no solo en fiestas y rituales basados en su muerte, sino también en las granjas de producción intensivas donde padecen hasta la extenuación antes de ser convertidos en productos de consumo. Amén de actos de barbarie, como el triturado de pollitos machos vivos o incluso en granjas artesanales, con la ceba del hígado de ocas y patos para el foie gras.
El comentario del actor oscarizado iba más allá de la mera denuncia informativa. Al describir en detalle la génesis de la leche que tomamos con el café y los cereales por las mañanas —el ciclo continuo de inseminación, parto y separación traumática de vacas y terneros—, colocaba a la audiencia ante una incómoda cuestión: el vínculo entre la satisfacción de nuestras necesidades, cuando no de simples deseos y placeres, y el sufrimiento animal. Cuestión señalada en los años setenta por el controvertido filósofo Peter Singer en Liberación animal y de difícil encaje en una sociedad que celebra las artes y la belleza, y da hipócritamente la espalda a lo que Alain Daniélou llamó el “horror discreto del matadero”.
No solo es esto. Más allá del impacto sobre el medioambiente, la ética en el trato a los animales o los condicionamientos económicos, existe un factor que no puede ser ignorado: la dimensión cuantitativa de fenómenos como el consumo de carne. Según un informe de Foro Económico Mundial, 1.500 millones de cerdos son sacrificados anualmente. Con los pollos la cifra asciende a 50.000 millones. Mientras que en los últimos 50 años el número de personas en el planeta se ha duplicado, la cantidad de carne que consumimos se ha multiplicado por tres. El problema se agrava.
Afortunadamente se detectan cambios en las pautas de consumo de los millennials —es un tema intergeneracional— al ser por lo general más receptivos a consideraciones como el impacto medioambiental, el origen de los alimentos o el bienestar animal. Los intereses económicos actuarán en contra. Para ellos lo mejor es un mundo animal en extinción o masacrado como hoy, reducido a protagonistas simpáticos de películas de animación. Urge en este campo una revolución cultural. Un cambio de usos alimentarios, en línea con las inquietudes del utilitarista Jeremy Bentham, quien hace 200 años se preguntaba: “La cuestión no es ¿pueden razonar?, ni ¿pueden hablar? sino ¿pueden sufrir?”.
https://elpais.com/elpais/2020/02/25/opinion/1582638258_090920.html
domingo, 8 de marzo de 2020
Sobre el pañal, los castigos o el beso en la boca: diez dudas sobre la crianza que persiguen a los padres. Paciencia, mucho amor y estos trucos te ayudarán a educar a tu bebé. Toma nota.
30 ENE 2020 -
Hay dos cosas que no se olvidan de tener hijos. Una es el momento en el que ves la cara del bebé recién llegado al mundo, la otra es cómo los padres, suegros, tíos y hasta los dependientes del súper parecen competir por señalar "evidentes" fallos en la crianza. Por supuesto, siempre añaden consejos infalibles. Al final, lo único evidente es que comparten las mismas dudas que se repiten en todos los padres, y que han cometido tantos errores como cualquiera. No hay que menospreciar sus consejos pero, ¿por qué no darle voz a los expertos para resolver las dudas más comunes?
¿Es bueno dormir a los bebés en brazos?
Sentir su pequeño cuerpo junto al tuyo, disfrutar de cómo se va dejando vencer por el sueño... Dormir a un bebé en brazos puede aportar una gran serenidad, tanto a la criatura como a sus padres, pero hay quien piensa que es una mala costumbre. Armando Bastida, enfermero pediátrico y coordinador de la web Criar con Sentido Común, asegura que no es malo si hablamos de bebés. "Dormir es desconectar del mundo y eso puede resultar peligroso para cualquier persona. Los adultos cerramos la puerta de casa con llave, los bebés necesitan olernos y sentirnos porque así es como se sienten seguros". Pedro Molino, tutor y encargado de padres de Infantil en la Universidad de Padres, tiene claro que a esa edad las caricias y el contacto de la piel son una necesidad, pero se puede ayudar a dormir sin necesidad de usar los brazos: "La ciencia nos ha demostrado que los bebés se desarrollan más cuando existe 'apego seguro', pero este apego no solo puede darse cuando les dormimos en nuestros brazos, sino también cuando les enseñamos a dormirse en su cunita, de forma tranquila, con pequeñas rutinas diarias, con palmaditas suaves, palabras cariñosas y susurros".
Si le dejo llorar, ¿le ayudo a ser independiente?
Pocas cosas producen tanta angustia como el penetrante llanto de un bebé. De hecho, se dice que es especialmente molesto porque eso favorece que los adultos atiendan la demanda. Sin embargo, hay personas que defienden que a los retoños les viene bien calmarse solos, incluso que es bueno para su desarrollo. ¿Es una crueldad o es positivo empezar a 'curtirse' en la cuna? Para Bastida, la respuesta es clara: "Por supuesto, cuando un bebé llora hay que atenderlo porque está pidiéndonos el apoyo, la solución, la calma que por sí mismo no es capaz de encontrar". Molino sugiere que le atendamos al instante, pero matiza que "no siempre es necesario tomarle en brazos. Sí acariciarle, susurrarle, hablarle, darle seguridad y ternura".
¿Cómo saber cuándo hay que quitarle el pañal?
"Pues aquí se viene sin pañal". Es una frase que, formulada de una u otra forma, todos los padres escuchan cuando visitan colegios en los que escolarizar a sus hijos con 3 años. Entonces comienzan los agobios y, lo que es peor, las comparaciones. Porque sí, hay niños para quienes este importante cambio es un paseo y otros que requieren un servicio extraordinario de lavandería. La clave para que el proceso sea fácil es tener paciencia y esperar al momento adecuado.
Lucía Galán Bertrand, autora del blog Lucía mi pediatra, explica que "quitar el pañal no solo depende de la edad sino también del nivel de desarrollo psicomotor del niño. La mayoría suelen conseguirlo alrededor de los dos años, pero hay niños que tardan más y eso no significa que tengan un problema. Tenemos que enseñar a nuestro hijo a reconocer las distintas partes de su cuerpo y lo que ocurre con ellas, por eso hay que familiarizarle con términos como pipí, caca, váter, orinal. Le ayudaremos a tener consciencia de sus necesidades, a identificar si tiene ganas de ir al baño. También es importante enseñarles la diferencia entre estar limpio y seco o sucio y mojado. Por supuesto, nunca hay que reñirle si se ha hecho pipí o caca encima sin avisar".
Quitarle el chupete es un drama... ¿Cómo lo hago?
Es una duda más importante de lo que parece, ya que hacerlo demasiado tarde puede acarrear problemas. En primer lugar, dejarle disfrutar del bendito instrumento demasiado tiempo puede interferir en el desarrollo dental, incluso provocar malformaciones. Por otra parte, cumplir el objetivo se complica considerablemente cuando los niños se encariñan demasiado con esta válvula de escape. A partir de los dos años habría que quitar el chupete sin falta, según opina Galán Bertrand: "En la revisión de los 15 meses les digo a los papás que intenten no sacar el chupete de casa. Aunque parezca mentira muchos niños se 'enganchan' a esas edades tardías. Y en la de los 18 meses ha llegado el momento de decirle adiós".
¿Es perjudicial besarles en la boca?
En muchas familias es habitual dar un beso en los labios a los niños, en lugar de en las mejillas. Es una forma más de manifestar cariño y, por mucho que las familias puedan tener posturas encontradas respecto a esta costumbre, no pasa de ser una decisión que debe tomar cada una. El único límite es el sentido común. "Ante catarros, mocos, toses o lesiones en labios, tipo herpes, lo evitaremos. Las razones son obvias, ¿no?", dice la pediatra Lucía Galán.
¿Es mejor llevarles a la guardería o dejarles en casa?
Aunque esta disyuntiva no existe para la mayoría de los padres que trabajan, todos le dan vueltas a la pregunta en algún momento, especialmente porque sufren cuando dejan a sus bebés en la guardería los primeros días del curso. Y con razón. Bastida asegura que "donde mejor atendido va a estar un bebé, un niño o niña, es en casa. Si además tenemos en cuenta que quien le cuida y educa es su madre o padre, no hay comparativa posible. Por otro lado, existe la creencia de que cuanto antes empiecen a aprender contenidos y antes socialicen, mejor, pero es peor".
Si no van a la 'guarde', ¿cómo aprenden a socializar?
"Los niños menores de tres años apenas interactúan con otros niños, y la guardería es un invento reciente. Los niños han socializado siempre entre su familia y vecinos, con adultos y niños de distintas edades. Separarlos de la familia y la sociedad para ponerlos con otros siete bebés que no hablan no parece el mejor método para socializar a nadie", tranquiliza Carlos González. Bastida añade que "lo que necesitan en los primeros años es sentar las bases del mundo emocional y de la relación con las personas de confianza. Cuando eso esté construido es cuando tiene sentido empezar a relacionarse con otras personas y niños".
¿Obligarles a comer lo que no les gusta es inevitable?
Con algunos niños, el momento de las comidas es un auténtico drama del que nadie sale indemne. Pero la lucha libre no es el mejor método de cumplir el objetivo. Carlos Casabona, pediatra y autor del libro y la web Tú Eliges lo que Comes, comenta: "Hay que pactar con ellos qué platos les gustan, dentro de un conjunto de comidas saludables, para evitar estos problemas en casa. En el comedor escolar, evidentemente, como no hay opciones para elegir, si el niño tiene bastante hambre y la presentación del plato es la adecuada (a veces está frío o se sirve en bandejas de aluminio) será más fácil que lo acepte. Lo que nunca hay que hacer es obligarle a acabarlo o tan siquiera comenzarlo si es algo que detesta". Queda claro: educarles sí, obligarles, no.
"Si no les gusta la verdura, no hay que ofrecérsela de manera insistente diciendo que tiene vitaminas o que es importante para las defensas", dice Casabona. El método es mucho más sencillo: "Si el niño observa cada día que los padres comen verduras, a la larga lo verá normal y acabará comiéndolas, sobre todo si esto se hace desde los seis meses de vida". Los niños imitan lo que ven, tanto lo bueno como lo malo.
¿Es útil recurrir al castigo para "enderezarlos'?
Ante una mala acción o actitud es difícil no caer en la tentación del castigo ejemplar que, generalmente, es excesivo cuando lo contemplamos desde la distancia. No parece que sea una buena idea, a juzgar por los consejos de Alba Castellvi, socióloga, educadora, coach familiar y autora del libro Educar sin gritar: "Los niños deben aprender que lo que hacen tiene consecuencias, y los padres debemos dejar que se enfrenten a ellas. Debe haber consecuencias lógicas, no arbitrarias, que se desprendan de sus acciones. Por ejemplo, si tiran la comida al suelo, se acaba la comida. Si no piden bien las cosas, no se les dan". Por algo las orejas de burro y los brazos en cruz son una moda punitiva amortizada hace tiempo...
¿Y cómo se desactivan las rabietas?
Es una de las situaciones más incómodas: el niño se tira al suelo en medio del supermercado, gritando y pataleando porque no van a caer las galletas de dinosaurios, rodeado de padres que parecen no haber sufrido algo así nunca (¡mentira!). Es un pulso a la paciencia que parece fácil de ganar desde fuera pero complicadísimo cuando uno forma parte de la situación. No es que sea un consuelo, pero lo cierto es que se trata de una etapa por la que pasan todos los niños, "con especial intensidad, a partir de los dos años", según Pedro Molino. Cuidado, puede prolongarse. Conseguir que sea una etapa limitada en el tiempo depende, en gran parte, de la actitud de los padres.
Castellvi indica que "hay niños a los que un abrazo tierno y unas palabras de consuelo pueden ayudar a calmar la ira que sienten en un momento dado. Hay otros pequeños que necesitan un espacio y un tiempo para expresar su rabia. En este segundo caso, acabamos con las rabietas empleando dos estrategias. La primera, convertirlas en inútiles. La segunda, e igual de importante, no alimentarlas con nuestra atención".
https://elpais.com/elpais/2020/01/30/buenavida/1580395724_497501.html?rel=str_articulo#1582313763739
sábado, 7 de marzo de 2020
_- Auschwitz, el Papa y “la memoria como deber”
Pues bien, el deber de la memoria “bien entendido” debe incluir lo que hizo el Vaticano frente a los nazis y sus crímenes. Una cuestión sobre la que “el mayor líder moral mundial” (palabras del presidente Fernández referidas a Francisco) no parece darnos muchas pistas. A los efectos entonces de proporcionar a los lectores elementos de juicio, en lo que sigue transcribo pasajes del libro de John Cornwell El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII (Espaebook.com, 2014); a lo que agrego luego un texto de Antoni Domenech.
Recordemos que Eugenio Pacelli, (1876-1958) fue nuncio en Alemania entre 1917 y 1929, en 1930 fue nombrado cardenal secretario de Estado (del Vaticano), y en 1939 sucedió a Pío XI en el papado, como Pío XII. En 2009 Benedicto XVI lo nombró “venerable”. Hasta el día de hoy el Vaticano no abrió los archivos referidos a su papado; se ha anunciado que se abrirán en marzo de este año.
El concordato de 1933
Siendo cardenal secretario de Estado, Pacelli firmó, en 1933, un concordato con la Alemania hitleriana. Escribe Cornwell: “El tratado autorizaba al papado a imponer el nuevo Código (de Derecho Canónico) a los católicos alemanes, y garantizaba privilegios a las escuelas católicas y al clero. A cambio, la Iglesia católica alemana, su partido político parlamentario y sus cientos y cientos de asociaciones y periódicos se comprometieron ‘voluntariamente’, impulsados por Pacelli, a no inmiscuirse en la actividad política y social”. Cornwell señala que esta abdicación del catolicismo alemán en 1933, negociada e impuesta desde el Vaticano por Pacelli, con el respaldo de Pío XI, permitió que el nazismo pudiera asentarse sin encontrar oposición de la más poderosa comunidad católica del mundo. En la reunión de gabinete del 14 de julio Hitler afirmó que el concordato había creado una atmósfera de confianza que sería “de especial trascendencia en la urgente lucha contra la judería internacional”. Cornwell observa que “la sensación de que el Vaticano respaldaba al nazismo contribuyó en Alemania y en el extranjero a sellar el destino de Europa”.
La tradición del antisemitismo católico
Cornwell contextualiza el Concordato de 1933 en la larga tradición antisemita de la Iglesia católica. Una tradición que indujo a los dignatarios de la Iglesia católica “a mirar hacia otro lado cuando en Alemania se desató el antisemitismo nazi”. Como botón de muestra del discurso imperante en la Iglesia, cita “Civilta Cattolica” cuando afirmaba (1890-1) que los judíos habían instigado con astucia la Revolución francesa, y que desde entonces “iban ocupando posiciones claves en la mayoría de las economías europeas con el objetivo de controlarlas y establecer ‘virulentas campañas contra la cristiandad’. Los judíos constituían una raza maldita; eran ‘un pueblo holgazán, que no trabaja ni produce nada, que vive del sudor de los demás”. Por eso se pedía “la segregación de la comunidad judía del resto de la población”. Este texto aparecía en la principal revista de los jesuitas, gozaba de la protección papal, y era parte del alimento espiritual del futuro Pío XII. “Tales prejuicios contribuían a la expansión de las teorías racistas que culminarían con el furioso asalto a la razón y el holocausto judío por parte de los nazis en la segunda guerra mundial”.
Entre las ideas establecidas destacamos la que decía que los judíos eran responsables de sus propias desdichas (por “obstinación”, esto es, por negarse a la conversión. En cuanto a la segregación, en la misma Roma, bajo gobierno papal, existió durante largo tiempo un gueto judío. Lo dispuso el papa Paulo IV en 1555, y se abolió recién en 1870, cuando fueron derrotados los Estados Pontificios. Los judíos estaban obligados a vivir en el gueto, y no podían ser titulares de propiedad alguna.
Enfatizamos que si bien el catolicismo no había desarrollado la idea de perseguir a los judíos sobre la base de la ideología racista hitleriana, “aparecía ligado al nacionalismo de derechas, corporativismo y fascismo, que practicaba el antisemitismo por motivos raciales” (Cornwell).
Aplastar movimientos liberadores y al socialismo
Un aspecto que destaca Cornwell es que si bien la Iglesia católica discrepaba en muchos puntos con los nazis, tenía como prioridad la lucha contra el socialismo y los movimientos democráticos. Escribe: “por mucho que le disgustara (a Pacelli) el explícito racismo de los nacionalsocialistas, temía mucho más al comunismo y a lo que en el Vaticano comenzó a denominarse el triángulo rojo: la Rusia soviética, México y España”. La amenaza del comunismo, pero también de democracias (burguesas) más o menos avanzadas, era considerada mucho más grave que la nazi. Por eso el Vaticano se opuso a cualquier alianza de católicos con socialistas para enfrentar al nazismo.
Domenech sobre la relación del Vaticano con nazis y fascistas
En El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista (Madrid, Akal, 2019), de Antoni Domenech, leemos:
“El 8 de junio de 1933 (solo un mes y seis días después de que todos los dirigentes socialdemócratas y comunistas, y todos los cuadros sindicales que quedaban en Alemania fueran arrestados y recluidos por las SS y las SA en campos de concentración… aprobados ya, por supuesto, los primeros decretos antisemitas y de ‘arianización’ de la pequeña empresa; atraídas la prensa y la radio privadas a la voraz órbita del Ministerio de Propaganda del doctor Goebbels), en una pastoral conjunta de todos los obispos de las diócesis católicas alemanas, se declaraba solemnemente:
‘Nuestra época se caracteriza, además, por un superior amor a la patria y al pueblo, por una profunda afirmación de la autoridad y de la exigencia irrefrenable de que los individuos y corporaciones se integren en el organismo del Estado. Para ello arranca del principio básico del derecho natural, según el cual ninguna entidad colectiva puede prosperar sin autoridad, y únicamente la voluntariosa inserción en el pueblo y la sumisión obediente a la dirección legítima pueden garantizar la recuperación de la fuerza y grandezas populares… Justamente en el seno de nuestra Santa Iglesia católica el valor y el significado de la autoridad cobran muy especial vigencia, a la vez que han conducido a esa solidez maciza, sin fisuras, y a esa victoriosa capacidad de resistencia que incluso nuestros adversarios admiran. Por eso a nosotros, católicos, no nos resulta difícil hacer honor a esta nueva y fuerte reafirmación de la autoridad en la vida política alemana y someternos a ella con aquella disposición voluntariosa que no es solo una virtud natural, sino también una virtud sobrenatural, por cuanto que en toda autoridad buscamos el reflejo del poder divino y descubrimos una participación en la eterna autoridad de Dios” (pp. 465-6).
Pocas veces ha quedado tan nítidamente definido el rol profundamente conservador y retrógrado de la religión en un texto emanado de la propia religión’. En este punto recordemos también (lo menciona Cornwell) que cuando, en 1945, se conoció la muerte de Hitler, el cardenal arzobispo de Berlín ordenó a los párrocos de su arquidiocesis celebrar un Requiem en memoria del Führer y los miembros de la Werhmacht “que han caído por nuestra patria alemana”.
Domenech también señala que el papa Pío XI decía que Mussolini era el hombre “que la Providencia nos ha enviado”. Que el cardenal Vannutelli, decano del Sacro Colegio, consideró al Duce “el elegido para salvar a la nación y devolverle la felicidad”. Que cuando las tropas de Mussolini estaban devastando a Etiopía, en 1936, el arzobispo de Milán las bendijo diciendo que “la bandera italiana lleva en triunfo la cruz de Cristo”. Naturalmente, la Iglesia católica también apoyó el levantamiento franquista contra la República española; Pío XII otorgó a Franco la mayor condecoración vaticana, la Suprema Orden de Cristo. Domenech también describe el rol brutalmente reaccionario del gobierno presidido por monseñor Ignaz Seipel (del partido Socialcristiano) en Austria. Seipel protegía y apoyaba a la Heimwehr, los escuadrones de tipo fascista, empeñados en atacar y destruir al movimiento obrero socialdemócrata.
Avances del nazismo y silencio del Vaticano
Cornwell constata que, a pesar de que clérigos y muchos católicos alemanes, fueron hostigados y perseguidos por los nazis, el Vaticano se mantuvo en silencio. En 1935 Hitler hizo aprobar las leyes racistas de Nuremberg, que definían la ciudadanía alemana y preparaban la vía para caracterizar el estatus judío en términos de parentesco. No hubo palabra por parte de Pacelli o el Vaticano. Ante las agresiones de los nazis a los católicos, el Vaticano publicó un documento, “Con candente preocupación”, en el que, a pesar de las quejas, no había condena del antisemitismo, ni siquiera en relación a los judíos convertidos al catolicismo. El documento fue prohibido por los nazis, pero el Vaticano no cambió su postura. También se mantuvo en silencio cuando “la noche de los cristales”, el ataque generalizado a los judíos, ocurrido el 9 de noviembre de 1938.
Croacia y el Vaticano
Un capítulo particular merece la actitud del Vaticano, y de la Iglesia católica, frente a las atrocidades cometidas por los ustachi -nacionalistas croatas- en Croacia, entre 1941 y 1945. Bajo la protección del Tercer Reich, los nacionalistas crearon un Estado croata independiente. Escribe Cornwell: “Fue una auténtica campaña de ‘limpieza étnica’… un intento de crear una Croacia católica ‘pura’ mediante conversiones forzosas, deportaciones y exterminios masivos”. Fueron víctimas dos millones de serbios ortodoxos y “un número no menor de judíos, gitanos y comunistas”. El arzobispo de Zagreb, Aloysius Stepinac apoyó al régimen (fue beatificado por Juan Pablo II en 1998, y hoy se discute su canonización). Sacerdotes franciscanos participaron activamente en las masacres. El papa Pío XII tenía información completa de lo que estaba ocurriendo, pero siguió apoyando al régimen ustachi, ya que “el peor enemigo es el bolchevismo”.
La “solución final” y el Vaticano
Leemos en el libro de Cornwell: “Cuando Pío XII comenzó a recibir información fiable acerca de la Solución Final, en la primavera de 1942, reaccionó situándose a la espera de una ocasión que le fuera propicia… Dudó hasta el 24 de diciembre cuando se refirió, al final de una larga alocución radiofónica con motivo de la Navidad, a los ‘cientos de miles que sin haber cometido ninguna falta, a veces solo a causa de su nacionalidad o raza, se ven marcados para la muerte o la extinción gradual’. Esta fue la más larga expresión con que protestó contra la Solución Final…”.
Más adelante, escribe Cornwell: “No se trata únicamente de una afirmación misérrima. El abismo entre la enormidad de la liquidación del pueblo judío y esas evasivas palabras es chocante… Había reducido los millones de condenados a ‘cientos de miles’ y excluido la palabra judío, con la restricción ‘a veces solo a causa…'”. Más abajo cita a Guenter Lewy: “Finalmente uno se inclina a concluir que el Papa y sus consejeros, influidos por una larga tradición antisemita, tan aceptada en círculos vaticanos, no contemplaban la suerte adversa de los judíos con una sensación de urgencia e indignación moral”.
También Cornwell: “Aunque públicamente repudió las teorías racistas en la segunda mitad de la década de los treinta, Pacelli se negó a apoyar las protestas del episcopado católico alemán contra el antisemitismo. Tampoco hizo ningún intento de obstaculizar el proceso de colaboración del clero católico en la certificación racial para identificar a los judíos, lo que proporcionó a los nazis informaciones esenciales para su persecución”.
Testimonio
Cuando ocurrió la redada y deportación, en 1943, por parte de los nazis de los judíos del gueto de Roma, el Vaticano tampoco alzó la voz. Cornwell recoge el testimonio de Settimia Spizzichino, la única mujer judía romana que sobrevivió a la deportación. Decía: “Volví de Auschwitz por mis propios medios. Había perdido a mi madre, dos hermanas, una sobrina y un hermano. Pío XII podía habernos prevenido acerca de lo que se avecinaba. Podíamos haber huido de Roma y habernos unido a los partisanos. Fue un instrumento en manos de los alemanes. Todo aquello ocurrió ante las mismísimas narices del Papa. Pero se trataba de un Papa antisemita, un Papa pro alemán. No asumió ni un solo riesgo. Y cuando dicen que el Papa es como Jesucristo, no dicen la verdad. No salvó un solo niño”.
El pasillo Vaticano
A lo que dice Cornwell agreguemos que al terminar la guerra miles de nazis relacionados con el Holocausto, escaparon hacia América o Medio Oriente. La vía más elegida fue el llamado Pasillo Vaticano, una red articulada de instituciones religiosas de Milán y Roma, que les daba protección, les proveía de papeles y los ayudaba a llegar a Génova, donde embarcaban. El jefe de la red era monseñor Montini, segundo en la jerarquía del Vaticano, quien después fue Pablo VI. En 2014 el Vaticano declaró beato a Montini. En 2018 fue canonizado por Francisco.
Para terminar:
Cuando Francisco visitó Auschwitz se preguntó cómo “el hombre creado a semejanza de Dios fue capaz de esto”. Una pregunta que suena bastante hipócrita a la vista de lo que históricamente hicieron el Vaticano y la Iglesia católica. Tengamos presente que, según la doctrina católica, los papas han sido declarados -desde 1870- “infalibles” en cuestiones de moral y de fe. Una infalibilidad que sería efecto “de una especial asistencia que Dios haría al pontífice romano cuando este se propone definir como definitivamente revelada una determinada doctrina”. ¿Qué fue entonces de esta infalibilidad del “vicario de Dios en la Tierra” frente a los horrores de los Auschwitz? ¿No tienen limites para el engaño, la falsificación y la hipocresía?
En cualquier caso, esta es la institución e ideología que reivindican y potencian los que van a postrarse ante “la más importante guía moral de la humanidad”. Hay en esto, por supuesto, un profundo interés de clase: mantener y reforzar la sujeción de los explotados y oprimidos, en beneficio de los poderosos. El engaño, la mentira sobre lo ocurrido, y la apelación a la “trascendencia divina” tienen ese inocultable contenido social y político. Y para eso, los papas son realmente “infalibles”.
rolandoastarita.com
P.D.: Hoy en día el Papa Francisco está dando muestras de estar muy lejos de esos comportamientos. Y su cercanía a los pobres y refugiados, le han creado oposición por parte de algunos miembros de la Iglesia.
Deseamos que las esperanzas que ha suscitado el Papa no se vean defraudadas por el bien del planeta, de todos los hombres de buena voluntad y de la Iglesia.
¿Es una revolución impensable?
La huelga francesa contra la involución que el Presidente Macron anima, ahora en el sistema de jubilación, languidece. Llevamos más de diez semanas de protestas y necesariamente la capacidad huelguística remite. Menos paros y menos gente en las manifestaciones sindicales. Pero, ¿cómo leer este hecho? Seguramente en el gobierno, en el Elíseo y en general en el ámbito de los dominadores, eso se lee con alivio. Recuerdan lo ocurrido con anteriores protestas, la Nuit debut o el movimiento contra la reforma (involución) laboral durante la presidencia de François Hollande, y deducen que también ahora la protesta se desinfla. ¿Derrota? ¿Resignación? No quisiera tomar los deseos por realidad, pero no creo que en el Elíseo tengan motivos para tranquilizarse. ¿Pasar página y seguir con lo suyo, concentrándose, por ejemplo, en las próximas e intrascendentes elecciones municipales, cuando da la impresión de que la olla sigue cociendo a fuego lento la sustancia del descontento?
Hay menos gente en la calle, sí, pero las encuestas confirman que la oposición a la involución del sistema de pensiones, uno de los pilares del consenso social elaborado en la posguerra, no disminuye, sino aumenta. Un 67% pide un referéndum sobre la cuestión y hasta el Consejo de Estado ha criticado, “la falsa promesa de un régimen (de pensiones) universal” que vende Macron. La inusitada violencia policial que centenares de miles de ciudadanos ha sufrido u observado en directo, ha acabado siendo tematizada hasta por los medios de comunicación del establishment, mayormente controlados por la oligarquía financiera y los superricos. Se discute que es más conveniente, si el lema habitual de “Todo el mundo detesta a la policía”, u otro del tipo, “¡compañero policía, únete!” (De hecho el gobierno ha pactado un régimen de pensiones especial para los policías, por si acaso).
El dato fundamental no es que haya menos gente en las manifestaciones sindicales, sino que desde 2014, la temperatura social no ha dejado de subir en Francia. La pregunta fundamental es si el enfado de base, latente o manifiesto, acabará explotando. Si la gente que está enojada dará un paso más para convertir lo latente y pasivo en una explosión social activa y enérgica. Los sindicatos, pensados para negociar, no sirven en una situación en la que el poder no tiene nada que negociar.
Es obvio que no hay marco de negociación. El neoliberalismo consiste precisamente en la ruptura de los consensos sociales de posguerra. Y eso no tiene una solución electoral. Solo se puede cambiar por la fuerza. Desde la campaña electoral francesa del 2017 tengo claro que en el mejor de los escenarios para un cambio político institucional adverso al neoliberalismo en Francia -la hipótesis de una victoria electoral del único candidato de izquierdas, Jean-Luc Melenchon, que rozó el 20% del voto en la primera vuelta en 2017- el asunto se habría saldado con un estrepitoso fracaso. Si Melenchon hubiera intentado cambiar cosas fundamentales, aplicando su programa de transformación social y ecológica, el poder financiero, nacional e internacional, y los medios de comunicación a su servicio le habrían organizado una presión total hasta tumbarlo o convertirlo en un nuevo Alexis Tsipras, es decir obligándole a hacer todo lo contrario de aquello para lo que se le votó y desembocando en una traición pura y simple en nombre del realismo y el pragmatismo.
Entonces, ¿por la fuerza? Pero ¿Quién está dispuesto en nuestras sociedades modernas, donde casi todo el mundo tiene algo que perder, a dar la cara, a arriesgarse a ser detenido, encarcelado y juzgado por violar la ley que defiende el orden establecido y sus instituciones cuya violencia es extrema cuando se plantea su cuestionamiento? ¿Quien no teme la violencia? Yo, desde luego no estoy dispuesto a tomar por asalto una comisaría, pongamos por caso. Tengo mucho que perder y nunca lo haría. ¿Nunca? Hombre, si a mi lado hubieran 100.000 personas unidas en ese propósito, ya no sería una cuestión personal. Ni siquiera sería un negocio arriesgado. Así fue como se tomaron por asalto las comisarías de la odiada y corrupta policía en El Cairo, aunque luego el asunto acabara como el rosario de la aurora.
La conciencia de la debilidad es lo que fundamenta el miedo, pero ¿qué pasa cuando el enfado estalla, se hace masivo y hegemónico y el orden establecido se hunde como un castillo de naipes. Como recuerda Frederic Lordon, mencionando muchos de estos ejemplos, solo la revuelta general vence el miedo, cuando las instituciones dejan de ser sacralizadas. En definitiva, ¿es una revolución impensable? ¿Es imaginable un cambio social fundamental en la estructura de poder y en la organización de la sociedad, impuesto por la fuerza de una mayoría convencida de que no hay solución institucional posible para los acuciantes problemas que padece? ¿Es deseable?
En cuanto a pensamiento aun vivimos en la época retro de François Furet en la que la Revolución es igual a terror y a matriz de la dictadura, pero en el run-run de su descontento y ante la evidencia de que no hay negociación posible ni salida electoral que ponga fin a la involución en curso, es lógico que toda esa ideología se replantee. Y eso está ocurriendo en Francia. ¿Es significativo? Habrá que ver.
Recuerdo en ese contexto una entrevista mantenida en 2016 con el historiador francés Pierre Serna, del Instituto de Historia de la Revolución Francesa (IHRF) de la Sorbonne. Había entonces en París una petición de historiadores para darle una calle a Robespierre, figura demonizada. La derecha se negaba. El Incorruptible fue quien puso los derechos sociales en el centro del escenario. Introdujo en la Constitución de 1793, la más democrática, el invento de la pensión de jubilación, la seguridad social, los subsidios para las familias de más de tres hijos, las casas de educación para las madres solteras o el derecho al trabajo contra las condiciones más degradantes. Se opuso a las colonias y el esclavismo. Está claro por qué se le adjudicó, en solitario, los muertos del terror y la dictadura: “para tapar lo social”, decía Serna.
El profesor tenía una idea muy innovadora de la Revolución Francesa como algo inscrito en un largo proceso aun inacabado y que forma parte de un conglomerado atlántico-universal, en el que Francia es inseparable de Estados Unidos y de Haití. “Toda revolución es una guerra de independencia, el periodo moderno es tanto la historia de una Revolución permanente como de construcción de los Estados”. Y es, sobre todo, un “proceso de descolonización” en marcha, inacabado, abierto y con futuro, decía.
Aunque hoy se tienda a hablar de “revolución” con cierta ligereza, designando como tal meros golpes de estado, operaciones de cambios de régimen propiciadas por las potencias, o movimientos de protesta civil más o menos importantes, la Revolución sigue ahí, agazapada y siempre inesperada por definición. La idea de que los dos siglos y medio de revolución iniciados por la Revolución Inglesa (1642-1689) concluyen en los años 1970 con el fin de la era industrial, es errónea y eurocéntrica, sostenía Serna. Las revoluciones empiezan en la periferia, como ahora en lugares como Túnez, precisan que la gente salga a la calle y que en un momento dado las fuerzas del orden, los militares, se cambien de bando. Tanto en Estados Unidos, como muestra la cuestión negra, como en Francia donde, “se ha roto el nexo entre República y democracia”, la revolución está “inacabada”, decía.
“Las materias primas, el extractivismo, se han convertido en el esclavo del Siglo XXI”, afirmaba este profesor, adelantando algo que hoy suscriben muchos adolescentes cada viernes. Cuando en febrero de 1794 se dijo que no se quería más esclavismo, se proclamó una locura desde el punto de vista de cómo se ganaba el dinero, de cómo se consumía el algodón, el café y el azúcar sobre la desestructuración de la India y la masacre de América Latina y los esclavos. La puesta en cuestión del esclavismo, como hoy del extractivismo, determina una nueva manera de funcionar. La revolución es la imposición de un nuevo sentido común que revienta la base del viejo orden.
Si la ley de las revoluciones del XVIII, revoluciones que nacen en la periferia que van al centro (del imperio colonial a la metrópoli, de la provincia francesa a París), se traduce hoy, el vector de Túnez debería apuntar hacia el nuevo centro mundial desplazado hacia oriente: hacia China, con su enorme clase obrera. ¿Una China con una demografía anciana, en el papel de revolucionaria? Por qué no: La revolución es lo impensable por definición, ¿Quién imaginaba la abolición de la monarquía en 1789, o aún más, la abolición de la esclavitud, motor de la economía-mundo, por los diputados en 1794?
Pensar lo impensable supone abrirse a escenarios como el de una población vieja radicalizada en Europa por el deterioro/abolición de las pensiones actualmente en curso. Es el momento de los yayoflautas: “Viejos bien conservados por los progresos de la ciencia, ¿se dejarán desposeer, o se sumarán a los jóvenes estigmatizados y sin futuro de la periferia urbana?”, se preguntaba Serna. ¿Una revolución europea contra la UE neoliberal sin que exista pueblo europeo? “Tampoco existía el pueblo francés en 1789. Lo inventaron”, decía Serna. Solo la imaginación, la audacia y el sueño permiten tantear y anticipar lo que por definición es siempre inesperado.
(Publicado en Ctxt)
https://rafaelpoch.com/2020/02/20/es-una-revolucion-impensable/
viernes, 6 de marzo de 2020
Ay, los amigos.
Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?
Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.
Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?
Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.
https://elpais.com/elpais/2020/02/29/opinion/1582984882_924266.html
Artículo original de Elvira Lindo.
P.D.:
Qué buen artículo, y qué bien ha expuesto los argumentos, las emociones y dudas que tantas veces he sentido pero me ha costado lo imposible verbalizar y argumentar.
Recuerdo que en un caso tan delicado o más que este, le preguntaba a una amiga por la razón de que hubiese firmado una carta a favor de la defensa de la persona que reunía casi todas las probabilidades de haber incurrido en una falta grave. Ella me contestó que la razón principal era que se lo habían pedido amigas. Y ella lo hacía por amistad. Le contesté que lo más importante en ese caso, en mi criterio, no era la amistad, sino la verdad. Y mi amiga volvió a insistir que la amistad estaba por delante de la posible verdad.
Aquí se afirma, "se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras" y "la compasión es compatible con admitir que alguien debe ser reprendido" y en fin también es de destacar que es "una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima"...
El proceso a seguir ya es conocido; investigar para averiguar y conocer la verdad, hacer justicia y, dentro de lo posible, cumplir con la reparación, tan necesaria aunque en la mayoría de los casos por múltiples causas se torne, en realidad, imposible.
En fin, lo dicho, un formidable artículo en mi opinión.
jueves, 5 de marzo de 2020
_- 3 simples consejos que te ayudarán a tomar mejores decisiones
Y es que, en casi en todo momento, a veces hasta sin darnos cuenta, estamos haciendo elecciones, una detrás de otra: desde la calle por la que nos dirigimos a un sitio hasta qué pedimos para comer o qué ropa nos ponemos.
Sin embargo, para algunas personas el hecho de decidir puede ser extremadamente complejo y hasta agónico.
Y si nos tenemos que enfrentar a una gran decisión, para muchos puede ser difícil saber por dónde empezar.
"Algunas decisiones son pequeñas, como qué vestir. Pero otras pueden marcar nuestras vidas por años o para siempre, como elegir una carrera", dice la doctora Radha Modgil.
La experta compartió con BBC IDEAS algunos consejos que nos pueden ayudar a la hora de tomar decisiones en nuestra vida cotidiana.
Según ella, son tres los elementos básicos que debíamos de tener en cuenta cuando nos sintamos indecisos sobre qué opción tomar.
1- Céntrate en lo verdaderamente importante
Según la experta, Barack Obama simplificó su toma de decisiones al usar colores similares de ropa durante su presidencia. Al eliminar las pequeñas opciones en la vida, salvas lo mejor de las habilidades de tu cerebro para las decisiones más importantes.
Cuando estaba en el gobierno, Barack Obama decidió dejar de tomar una decisión cotidiana en su día a día: elegir qué vestir.
"Era siempre un traje azul o gris, con una camisa blanca, porque sabía la ciencia detrás de las decisiones y al utilizar una especie de uniforme salvaba energía para las decisiones verdaderamente importantes", señala Mogdil.
Según la especialista, los científicos que estudian el cerebro han encontrado que todas las decisiones, grandes o pequeñas, consumen la misma cantidad de energía.
O sea, que una decisión pequeña conlleva la misma cantidad de energía que una decisión importante.
"Entonces, cuando tengas que tomar decisiones verdaderamente importantes, como a qué universidad ingresar o si debes o no cambiar de trabajo, mantente atento a no desperdiciar energía en decisiones que no van a traer un cambio real a tu vida", sugiere la doctora.
"Consérvala para las cosas verdaderamente importantes", agrega.
2- Dale a tu cerebro la "gasolina" que necesita
Gracias a las nuevas tecnologías médicas, en la actualidad podemos ver el cerebro trabajar como nunca antes. Tu cerebro necesita energía para pensar, de la misma forma que tu cuerpo la requiere para moverse.
Gracias a las nuevas tecnologías médicas en la actualidad, podemos ver el cerebro trabajar como nunca antes.
Es el órgano más complejo que tenemos y el que más energía consume.
Si tenemos hambre, los neurotransmisores no funcionan bien, lo que incide en la comunicación entre los 86.000 millones de neuronas que tiene aproximadamente nuestro cerebro.
"Esto compromete nuestra capacidad para pensar y tomar decisiones", opina Mogdil.
"Así que este consejo es muy sencillo: cuando necesites tomar una decisión importante, asegúrate de que no tienes hambre", agrega.
Las investigaciones muestran que tomar abundante agua y tomar un desayuno bajo en carbohidratos, con cereales o avena, puede ayudarte a pensar con mayor claridad.
Productos con omega 3 también son un gran alimento para nuestro cerebro: los puedes encontrar en algunos pescados y en las semillas de calabaza o de girasol.
"Esto no significa que no puedas comer las cosas que te gustan, pero al menos trata de darle estos alimentos también a tu cerebro", indica la doctora.
3- Habla de tus opciones con un buen amigo
Según Annie Duke, buscar personas que piensen diferente es una de las claves para tomar mejores decisiones.
"El último consejo es abandonar el sentimiento de pérdida que domina tu toma de decisiones", señala la experta.
El premio Nobel Daniel Kahneman pasó décadas estudiando la forma en la que los seres humanos tomamos decisiones y encontró que en los grandes momentos en que tenemos que elegir, sentimos un temor sobre lo que podemos perder que es mayor que la motivación por lo que podemos ganar.
De acuerdo con sus investigaciones, esa es la razón por la que siempre tratamos de elegir la opción más segura en lugar de la que tendría un mayor impacto positivo en nuestras vidas.
"Kahneman solía dar una recomendación muy interesante para vencer este miedo a la pérdida: pregúntale a un amigo que sea lo suficientemente honesto para decirte cosas que tal vez no quieras escuchar", recuerda la especialista.
La doctora sugiere que un amigo que sea objetivo en sus recomendaciones puede ayudarte a identificar la mejor decisión, principalmente porque ellos no están influenciados por la sensación de temor a la pérdida que puedes tener tú. Una razón más para conservar los buenos amigos.
"Al final la decisión siempre será tuya, pero ayuda mucho buscar este tipo de consejos", indica.
"Entonces, la próxima vez que tengas que tomar una decisión importante:
-libera tu mente de decisiones importantes,
-dale una buena "gasolina" a tu cerebro para que funcione y
-consulta con un amigo que se preocupe más por tu futuro que por tus temores", concluye.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-51518720