jueves, 8 de diciembre de 2011
No existe mandato legítimo para las políticas de austeridad de los gobiernos del PP y CIU, pues la soberanía reside en el pueblo y no informaron claramente de la política que iban a hacer.
Como era predecible, la mayoría de los medios de mayor difusión del país están presentando una imagen de lo ocurrido en las elecciones del pasado 20-N que no se corresponde con la realidad, y ello es consecuencia de que, en su descripción de los resultados electorales, no tienen en cuenta las enormes deficiencias del sistema electoral español. Al centrarse en el número de escaños obtenidos el día de las elecciones se ignora que tal mayoría de escaños no corresponde con la mayoría real del país. No es cierto, como están anunciando tales medios, que España se haya movido a la derecha. El hecho de que, excepto Cataluña y el País Vasco, todas las CCAA fueran azules (el color del PP) en el mapa gráfico del resultado de las elecciones, dio un mensaje falso de que España se había corrido a la derecha. España (desde el punto de vista electoral) es toda la población que podía votar, es decir, el censo electoral. Pues bien, el censo electoral muestra que en las elecciones del 20-N el apoyo popular al Partido Popular fue del 30,27% que fue únicamente un 0,97% superior al que consiguió en 2008. Mírese como se mire, un incremento que es inferior al 1% del censo es un incremento minúsculo sobre el cual ahora se está montando todo el mensaje mediático de que la población española se ha corrido a la derecha. Es importante que esto se entienda porque según fuentes próximas a la dirección del PP, el señor Mariano Rajoy, presidente del PP, ha prometido a la señora Merkel que va a recortar 18.000 millones de euros en los próximos meses, que los medios de mayor difusión presentarán como resultado de un mandato popular que los datos muestran claramente que no existe, puesto que el PP no representa a la mayoría de la ciudadanía en España. Una situación semejante ocurre en Catalunya, donde el partido gobernante, CiU, ha presentado los resultados de las elecciones como prueba del apoyo por parte de la población catalana hacia los recortes que han llevado a cabo al frente del gobierno. CiU ha obtenido sólo el voto del 18,8% del electorado catalán, es decir, de los catalanes que podían votar. Es por lo tanto una fuerza muy minoritaria en Catalunya. No llega ni siquiera a uno de cada cinco catalanes. No se puede deducir de estos datos que haya un apoyo popular a estos recortes, tal como el gobierno Mas está presentando los resultados de estas elecciones. La gran noticia del domingo fue, no el movimiento de la ciudadanía a la derecha, sino el descenso muy notable del voto del partido socialista, el PSOE en España y el PSC en Catalunya. El PSOE pasó del 32,19% al 19,49% y en Catalunya del 31,7% al 17,1%. La pérdida de estos votos se debe, en gran parte, a la aplicación de políticas económicas de carácter neoliberal que han antagonizado a sus bases electorales. La movilización mediática para acentuar un mandato que no existe La gran mayoría de los medios de España son conservadores o liberales (en realidad neoliberales). Ello explica el mensaje que transmitieron inmediatamente después de las elecciones de intentar presentar las elecciones del 20-N como un movimiento de la población de los distintos pueblos y naciones de España hacia posturas conservadoras y neoliberales. De esta manera se está construyendo una interpretación de lo ocurrido en el 20-N como un mandato para recortar todavía más el escasamente financiado Estado del Bienestar español. El objetivo de mostrar el mapa electoral de España de color azul y Catalunya de un azul más intenso era precisamente afirmar que España es hoy de derechas. Los datos, sin embargo, muestran una realidad distinta. Los votos al PP y a CiU han sido minoritarios (más minoritario el de CiU que el del PP). Y también es minoritario (muy minoritario) el apoyo a los recortes de gasto público social. Según el centro de investigación sociológico CIS, sólo un 2,7% de la población está a favor de los recortes del gasto público sanitario que han estado ocurriendo o que se está proponiendo; sólo un 3% favorece recortes en educación; un minúsculo 3,5% está de acuerdo con los recortes en pensiones y sólo un 9,8% favorece recortes en los servicios sociales. En cambio, más del 50% favorece recortes en Defensa. En realidad, la población española está entre las poblaciones de la Unión Europea que creen que sus Estados deberían gastarse más en sus Estados del Bienestar. El 87% de la población española considera que el Estado debería gastarse más o mucho más en sanidad; el 87% cree que debería gastarse más o mucho más en educación, y el 83% cree que debería gastarse más o mucho más en pensiones. Es difícil alcanzar unos mayores porcentajes de apoyo al Estado del Bienestar. Es más, la gran mayoría de la población no sólo favorece la expansión del gasto público en las transferencias y en los servicios públicos del Estado del Bienestar, sino que se opone a que la reducción del déficit público ocurra a costa de recortes en el gasto en tales transferencias y servicios. Frente a la pregunta “Suponiendo que las Administraciones Públicas se vieran obligadas a recortar prestaciones y servicios públicos, dígame si estaría a favor o en contra de que se recortaran los siguientes servicios”, la enorme mayoría, (el 97%) están en contra de que se recorte en sanidad; el 97% de que se recorte en educación; el 97% de que se rebajen las pensiones; un 91% de que se reduzca el seguro de desempleo; un 83% de que se recorte en el capítulo de vivienda social. Es imposible encontrar porcentajes más altos en contra de los recortes que están teniendo lugar. Por otra parte, el 55% favorecía recortar Defensa. Mírese como se mire, pues, no puede argumentarse que exista un mandato para realizar las políticas de recortes del Estado del Bienestar que están ocurriendo. En realidad, la gran impopularidad del gobierno Zapatero y de su partido, el PSOE, se debe a que llevó a cabo tales políticas de austeridad, en ausencia de un mandato popular. El argumento utilizado por la dirección de tal partido para explicar su enorme retroceso electoral (de que no se explicó bien a la población), carece de credibilidad, puesto que la gran mayoría de medios de información españoles apoyaron tales medidas de austeridad, proveyendo amplias cajas de resonancia mediática a sus argumentos. La gran mayoría de la población entendió muy bien sus argumentos y, con razón, no los aceptó. La continua excusa del perdedor, aduciendo que fue derrotado porque no se explicó bien (el argumento que utiliza la dirección del PSOE) es la manera de justificar unas políticas públicas de austeridad que, además de ser innecesarias (véase Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, Hay Alternativas, en www.vnavarro.org), se están mostrando (tal como predijimos los autores de tal libro), contraproducentes. Y lo que alcanza niveles de gran incoherencia es atribuir la victoria de PP a su programa electoral, incluyendo mano dura, con todo tipo de recortes en el Estado del Bienestar. Los datos mostrados al inicio del artículo señalan claramente que el hecho más llamativo del 20-N no fue el inexistente incremento de voto del PP, sino el colapso del PSOE, debido precisamente a los recortes que llevaron a cabo. Creerse que el voto del PP refleja un mandato popular para continuar tales políticas es de una incoherencia que, por desgracia para la democracia española, se reproduce con excesiva frecuencia en los mayores medios de información y persuasión del país. (Vicenç Navarro El Plural)
miércoles, 7 de diciembre de 2011
lunes, 5 de diciembre de 2011
Cuidado con los que promueven la austeridad
Explotando la afinidad para combatir las protestas en Estados Unidos
Mientras miro cómo gira la política en torno al movimiento Ocupemos Wall Street, termino pensando en Bernie Madoff. Síganme la idea; incluso tal vez tenga sentido. El asunto Madoff, como sabrá, fue un caso clásico de “fraude de afinidad”. Madoff pudo ganarse la confianza de muchos judíos adinerados y de persuadirlos de que era de los suyos. Este fraude está detrás de muchas estafas financieras, y también políticas.
En este momento, la campaña contra Ocupemos Wall Street básicamente intenta lograr que la clase trabajadora estadounidense dé la espalda al movimiento, pese a que la mayoría de la gente apoya sus metas, intentando aparentar que los manifestantes no son como ellos, mientras que los plutócratas sí lo son. ¡Vamos! Esto ha funcionado muchas veces en la historia. Y puede operar en muchas direcciones: Ocupemos Wall Street debe rechazarse porque son hippies sucios; Elizabeth Warren, candidata a senadora por el estado de Massachusetts, no es como usted porque, Dios mío, es catedrática de Harvard.
Y ahora que lo pienso, la teoría generalizada del fraude de afinidad se extiende más allá de la política hasta cosas como el análisis financiero. Ocasionalmente me ha maravillado la persistente popularidad de los inflacionistas de Wall Street, quienes se han equivocado en todo. Sospecho que se debe en mucho a que los economistas que pronuncian advertencias calamitosas, respecto de los déficits y el aumento de la base monetaria se ven como el tipo de gente con los que les gustaría pasar el rato en un campo de golf, cosa que no sucede con los profesores barbados.
Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Dentro de ciertos límites, deberíamos intentar acallar la disonancia social innecesaria. Si va a tener una manifestación en nombre de la clase trabajadora estadounidense, olvídese de los círculos de tambores. Los guerreros clasistas de la derecha quieren convencer a la gente que realmente se trata de una guerra cultural, y usted no debe facilitar su trabajo. Pero hay límites. No, no voy a empezar a practicar golf.
Europa debería cuidarse de ciertos líderes
Alan Cowell escribió un artículo interesante publicado el 14 de noviembre en The New York Times, donde contrastó las actitudes públicas actuales hacia la austeridad con las actitudes hacia la austeridad que eran la norma en la Gran Bretaña de la Posguerra, hermosamente descriptas por el finado Tony Judt. Tal como lo señala Cowell, una diferencia importante es que, en ese entonces, el sacrificio era compartido: “Antes de morir de la enfermedad de Lou Gehring en 2010, el historiador Tony Judt recordó sus días de infancia justo después de la Segunda Guerra Mundial en una debilitada Gran Bretaña, que lentamente cedía su imperio y preeminencia. La ropa estuvo racionada hasta 1949, los muebles utilitarios sencillos y baratos hasta 1952, los alimentos hasta 1954”, escribió en sus memorias, concluyendo que la austeridad “en esa época era más que una condición económica, aspiraba a ética pública”.
Cowell continuó: “Al enfrentar su problema de deuda masiva... Europa parece haber perdido de vista el hecho de que ya lo ha vivido antes; que la generación del ‘baby-boom’ encontró sus raíces en la austeridad de la Posguerra; que, como lo sugirió Judt, la enorme riqueza de los últimos años difícilmente pudo haberse imaginado, mientras la gente se esforzaba por sacudirse el pesimismo de la Guerra”.
Pero, también, hay otras diferencias, discutiblemente incluso más cruciales. Primero, en la Gran Bretaña de la posguerra hubo racionamiento; el consumo material fue deprimido. Aunque había pleno empleo, según datos históricos británicos. Esto es enormemente importante. Toda la evidencia que he visto dice que el costo psicológico del desempleo es mucho mayor que la pérdida del ingreso (conozco gente que anda bien de dinero, pero que está profundamente deprimida porque no puede encontrar trabajo). Por eso, es tan tonto decir, como algunos, que las cosas no están tan mal en Estados Unidos en este momento, porque el consumo per cápita sigue siendo alto bajo estándares históricos.
En segundo lugar, la austeridad de la posguerra en Gran Bretaña fue motivada por límites obvios y reales de recursos. En particular, las divisas escaseaban. En un nivel básico, la gente sabía por qué se racionaban las cosas: Gran Bretaña había gastado fuertemente en la guerra, así que tenía que apretarse el cinturón para pagar su deuda.
Actualmente, en contraste, se está imponiendo la austeridad porque hombres de traje dicen que es necesaria para satisfacer a los dioses invisibles de los mercados financieros. Es comprensible que el público esté empezando a tener sus dudas, y no sólo porque esos dioses invisibles en cierta forma sólo exijan sacrificios de los trabajadores, nunca de los ricos. El hecho es que estos hombres de traje no tienen idea de lo que hacen, esto nos quedó claro a varios desde el principio, pero ahora se está haciendo de conocimiento general.
Entonces, si quiere contrastar el estoicismo del pueblo de la posguerra con la ira y confusión de los votantes actuales, no culpe al consumismo; culpe a nuestros líderes, quienes han impuesto un sufrimiento injusto y gratuito sobre su base electoral. Y ésta finalmente está empezando a comprenderlo. Paul Krugman. Revista Debate
Mientras miro cómo gira la política en torno al movimiento Ocupemos Wall Street, termino pensando en Bernie Madoff. Síganme la idea; incluso tal vez tenga sentido. El asunto Madoff, como sabrá, fue un caso clásico de “fraude de afinidad”. Madoff pudo ganarse la confianza de muchos judíos adinerados y de persuadirlos de que era de los suyos. Este fraude está detrás de muchas estafas financieras, y también políticas.
En este momento, la campaña contra Ocupemos Wall Street básicamente intenta lograr que la clase trabajadora estadounidense dé la espalda al movimiento, pese a que la mayoría de la gente apoya sus metas, intentando aparentar que los manifestantes no son como ellos, mientras que los plutócratas sí lo son. ¡Vamos! Esto ha funcionado muchas veces en la historia. Y puede operar en muchas direcciones: Ocupemos Wall Street debe rechazarse porque son hippies sucios; Elizabeth Warren, candidata a senadora por el estado de Massachusetts, no es como usted porque, Dios mío, es catedrática de Harvard.
Y ahora que lo pienso, la teoría generalizada del fraude de afinidad se extiende más allá de la política hasta cosas como el análisis financiero. Ocasionalmente me ha maravillado la persistente popularidad de los inflacionistas de Wall Street, quienes se han equivocado en todo. Sospecho que se debe en mucho a que los economistas que pronuncian advertencias calamitosas, respecto de los déficits y el aumento de la base monetaria se ven como el tipo de gente con los que les gustaría pasar el rato en un campo de golf, cosa que no sucede con los profesores barbados.
Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Dentro de ciertos límites, deberíamos intentar acallar la disonancia social innecesaria. Si va a tener una manifestación en nombre de la clase trabajadora estadounidense, olvídese de los círculos de tambores. Los guerreros clasistas de la derecha quieren convencer a la gente que realmente se trata de una guerra cultural, y usted no debe facilitar su trabajo. Pero hay límites. No, no voy a empezar a practicar golf.
Europa debería cuidarse de ciertos líderes
Alan Cowell escribió un artículo interesante publicado el 14 de noviembre en The New York Times, donde contrastó las actitudes públicas actuales hacia la austeridad con las actitudes hacia la austeridad que eran la norma en la Gran Bretaña de la Posguerra, hermosamente descriptas por el finado Tony Judt. Tal como lo señala Cowell, una diferencia importante es que, en ese entonces, el sacrificio era compartido: “Antes de morir de la enfermedad de Lou Gehring en 2010, el historiador Tony Judt recordó sus días de infancia justo después de la Segunda Guerra Mundial en una debilitada Gran Bretaña, que lentamente cedía su imperio y preeminencia. La ropa estuvo racionada hasta 1949, los muebles utilitarios sencillos y baratos hasta 1952, los alimentos hasta 1954”, escribió en sus memorias, concluyendo que la austeridad “en esa época era más que una condición económica, aspiraba a ética pública”.
Cowell continuó: “Al enfrentar su problema de deuda masiva... Europa parece haber perdido de vista el hecho de que ya lo ha vivido antes; que la generación del ‘baby-boom’ encontró sus raíces en la austeridad de la Posguerra; que, como lo sugirió Judt, la enorme riqueza de los últimos años difícilmente pudo haberse imaginado, mientras la gente se esforzaba por sacudirse el pesimismo de la Guerra”.
Pero, también, hay otras diferencias, discutiblemente incluso más cruciales. Primero, en la Gran Bretaña de la posguerra hubo racionamiento; el consumo material fue deprimido. Aunque había pleno empleo, según datos históricos británicos. Esto es enormemente importante. Toda la evidencia que he visto dice que el costo psicológico del desempleo es mucho mayor que la pérdida del ingreso (conozco gente que anda bien de dinero, pero que está profundamente deprimida porque no puede encontrar trabajo). Por eso, es tan tonto decir, como algunos, que las cosas no están tan mal en Estados Unidos en este momento, porque el consumo per cápita sigue siendo alto bajo estándares históricos.
En segundo lugar, la austeridad de la posguerra en Gran Bretaña fue motivada por límites obvios y reales de recursos. En particular, las divisas escaseaban. En un nivel básico, la gente sabía por qué se racionaban las cosas: Gran Bretaña había gastado fuertemente en la guerra, así que tenía que apretarse el cinturón para pagar su deuda.
Actualmente, en contraste, se está imponiendo la austeridad porque hombres de traje dicen que es necesaria para satisfacer a los dioses invisibles de los mercados financieros. Es comprensible que el público esté empezando a tener sus dudas, y no sólo porque esos dioses invisibles en cierta forma sólo exijan sacrificios de los trabajadores, nunca de los ricos. El hecho es que estos hombres de traje no tienen idea de lo que hacen, esto nos quedó claro a varios desde el principio, pero ahora se está haciendo de conocimiento general.
Entonces, si quiere contrastar el estoicismo del pueblo de la posguerra con la ira y confusión de los votantes actuales, no culpe al consumismo; culpe a nuestros líderes, quienes han impuesto un sufrimiento injusto y gratuito sobre su base electoral. Y ésta finalmente está empezando a comprenderlo. Paul Krugman. Revista Debate
domingo, 4 de diciembre de 2011
Mito y fantasía de la Francia resistente
Alan Riding desenmascara las sombras que pesan sobre algunos intelectuales y artistas, y reivindica a otros que no reclamaron recompensas ni honores.
El general De Gaulle hizo (algo) más que dirigir la Resistencia francesa: se inventó la Francia resistente. Con el transcurso del tiempo, poco importa si fue la mitomanía la que le llevó a forjar ese mito en el que él aparecía como líder providencial de los franceses, o, por el contrario, fue la necesidad de forjarlo lo que le indujo a contemplarse a sí mismo como ese líder, precipitándolo en la mitomanía. Además de perder la guerra contra Alemania, como bien sabía De Gaulle, Francia había colaborado con el ocupante y aprovechado la ocasión para emprender una revolución nacionalista que impugnara los principios ilustrados de la de 1789. Y eso también lo sabía.
Al proclamar que Francia había sido resistente, De Gaulle no ignoraba que existía otra Francia que no lo fue. Prefirió, sin embargo, erigir una unidad retrospectiva de los franceses frente al enemigo exterior antes que dividirlos internamente y crear las condiciones para que una Francia auténtica, la de la Resistencia, ajustara cuentas con una anti-Francia, la de Pétain y los attentistes. Si la depuración naufragó en medio de dudas éticas y contradicciones jurídicas, por más que inspirase la ejecución de destacados colaboracionistas como el primer ministro Laval o el escritor Robert Brasillach, fue porque, entre otras razones, resultaba contradictoria con el mito de la Francia resistente inventado por De Gaulle.
Las monografías de Robert Paxton sobre el régimen de Vichy, en cuya estela se sitúa el excelente ensayo "Y siguió la fiesta", de Alan Riding, fueron pioneras en la impugnación del mito de la Francia resistente. Ateniéndose a los hechos, Paxton demuestra que la colaboración gozó de mayor respaldo entre los núcleos dirigentes que la Resistencia, expresado de forma activa en unos casos o a través de un cauto acomodo con la nueva situación, en otros. Riding se centra en los artistas e intelectuales, y la conclusión es similar a la de Paxton. Salvo contadas e inequívocas excepciones, y más abundantes ambigüedades, el rechazo de la ocupación entre escritores, pintores, actores o músicos fue minoritario en un principio y más amplio a medida que las tornas de la guerra se volvían contra Alemania.
Al igual que las monografías de Paxton, el ensayo de Riding permite dos aproximaciones diferentes. Una es la que invita a descubrir desde la incomodidad de una actitud vagamente inquisitorial las sombras de algunas figuras que, sin embargo, se construyeron después una biografía ejemplar, como François Mitterrand o Jean-Paul Sartre. La segunda aproximación sugiere reflexiones que remiten a las funciones del mito y también a los peligros de la hagiografía. Son peligros contra los que no parece estar inmunizado el culto a la memoria y algunas de sus más relevantes manifestaciones, desde esa voluntad moralizante que se esconde en ciertas novelas de recreación histórica hasta los movimientos ciudadanos que hipotecan cualquier juicio sobre el presente a lo que sucedió en el pasado.
Desde el punto de vista de la historia, el mito de la Francia resistente no pasa de ser una clamorosa inexactitud, por no decir una mentira. Desde el punto de vista de la política, permitió que Francia se situara entre las potencias vencedoras cuando, en realidad, había sido derrotada, evitando de paso que la minoría de franceses que se comprometió con la Resistencia reclamase derechos de vencedor frente a la mayoría de franceses que colaboró o condescendió con la Ocupación. El precio del mito inventado por De Gaulle fue la absolución de quienes participaron en la ejecución de las políticas más execrables del régimen de Vichy, como el asesinato de militantes de la Resistencia o la deportación de judíos franceses.
El clima ideológico de la inmediata posguerra favorecía que De Gaulle y su Francia resistente estuvieran dispuestos a pagarlo. Como queda de manifiesto en el ensayo de Riding, y también en las monografías de Paxton, la rendición incondicional de Alemania permitió asignarle en exclusiva doctrinas de las que habían participado los vencedores, como el antisemitismo. A Léon Blum, judío, se le dedicaron insultos en Francia que no desmerecían de los que emplearía el nazismo para conducir a millones de seres humanos a las cámaras de gas. Los nazis no fueron los únicos que se dejaron arrastrar por la locura antisemita, sino los que la llevaron más lejos.
Riding, como Paxton, arroja dudas sobre el valor de la hagiografía, sobre la exaltada canonización de algunas figuras. Pero, en el caso de Y siguió la fiesta, la vía para hacerlo no es tanto desenmascarar las sombras que pesan sobre ellas como reivindicar otras que hicieron lo que era justo en el momento en el que había que hacerlo, y regresaron después a sus tareas sin reclamar recompensas ni honores. Jean Guéhenno, confinando su vocación literaria en un diario privado para no colaborar, y el americano Varian Fry, poniendo a salvo personas amenazadas, forman parte de esa escueta nómina. El mito de la Francia resistente inventado por De Gaulle no contó con ellos, pero, sin ellos, como sin otros militantes anónimos, la Francia resistente habría sido, más que un mito, una insostenible fantasía.
Leer aquí en El País.
Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis. Alan Riding. Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores. Barcelona, 2011. 512 páginas. 25 euros.
El general De Gaulle hizo (algo) más que dirigir la Resistencia francesa: se inventó la Francia resistente. Con el transcurso del tiempo, poco importa si fue la mitomanía la que le llevó a forjar ese mito en el que él aparecía como líder providencial de los franceses, o, por el contrario, fue la necesidad de forjarlo lo que le indujo a contemplarse a sí mismo como ese líder, precipitándolo en la mitomanía. Además de perder la guerra contra Alemania, como bien sabía De Gaulle, Francia había colaborado con el ocupante y aprovechado la ocasión para emprender una revolución nacionalista que impugnara los principios ilustrados de la de 1789. Y eso también lo sabía.
Al proclamar que Francia había sido resistente, De Gaulle no ignoraba que existía otra Francia que no lo fue. Prefirió, sin embargo, erigir una unidad retrospectiva de los franceses frente al enemigo exterior antes que dividirlos internamente y crear las condiciones para que una Francia auténtica, la de la Resistencia, ajustara cuentas con una anti-Francia, la de Pétain y los attentistes. Si la depuración naufragó en medio de dudas éticas y contradicciones jurídicas, por más que inspirase la ejecución de destacados colaboracionistas como el primer ministro Laval o el escritor Robert Brasillach, fue porque, entre otras razones, resultaba contradictoria con el mito de la Francia resistente inventado por De Gaulle.
Las monografías de Robert Paxton sobre el régimen de Vichy, en cuya estela se sitúa el excelente ensayo "Y siguió la fiesta", de Alan Riding, fueron pioneras en la impugnación del mito de la Francia resistente. Ateniéndose a los hechos, Paxton demuestra que la colaboración gozó de mayor respaldo entre los núcleos dirigentes que la Resistencia, expresado de forma activa en unos casos o a través de un cauto acomodo con la nueva situación, en otros. Riding se centra en los artistas e intelectuales, y la conclusión es similar a la de Paxton. Salvo contadas e inequívocas excepciones, y más abundantes ambigüedades, el rechazo de la ocupación entre escritores, pintores, actores o músicos fue minoritario en un principio y más amplio a medida que las tornas de la guerra se volvían contra Alemania.
Al igual que las monografías de Paxton, el ensayo de Riding permite dos aproximaciones diferentes. Una es la que invita a descubrir desde la incomodidad de una actitud vagamente inquisitorial las sombras de algunas figuras que, sin embargo, se construyeron después una biografía ejemplar, como François Mitterrand o Jean-Paul Sartre. La segunda aproximación sugiere reflexiones que remiten a las funciones del mito y también a los peligros de la hagiografía. Son peligros contra los que no parece estar inmunizado el culto a la memoria y algunas de sus más relevantes manifestaciones, desde esa voluntad moralizante que se esconde en ciertas novelas de recreación histórica hasta los movimientos ciudadanos que hipotecan cualquier juicio sobre el presente a lo que sucedió en el pasado.
Desde el punto de vista de la historia, el mito de la Francia resistente no pasa de ser una clamorosa inexactitud, por no decir una mentira. Desde el punto de vista de la política, permitió que Francia se situara entre las potencias vencedoras cuando, en realidad, había sido derrotada, evitando de paso que la minoría de franceses que se comprometió con la Resistencia reclamase derechos de vencedor frente a la mayoría de franceses que colaboró o condescendió con la Ocupación. El precio del mito inventado por De Gaulle fue la absolución de quienes participaron en la ejecución de las políticas más execrables del régimen de Vichy, como el asesinato de militantes de la Resistencia o la deportación de judíos franceses.
El clima ideológico de la inmediata posguerra favorecía que De Gaulle y su Francia resistente estuvieran dispuestos a pagarlo. Como queda de manifiesto en el ensayo de Riding, y también en las monografías de Paxton, la rendición incondicional de Alemania permitió asignarle en exclusiva doctrinas de las que habían participado los vencedores, como el antisemitismo. A Léon Blum, judío, se le dedicaron insultos en Francia que no desmerecían de los que emplearía el nazismo para conducir a millones de seres humanos a las cámaras de gas. Los nazis no fueron los únicos que se dejaron arrastrar por la locura antisemita, sino los que la llevaron más lejos.
Riding, como Paxton, arroja dudas sobre el valor de la hagiografía, sobre la exaltada canonización de algunas figuras. Pero, en el caso de Y siguió la fiesta, la vía para hacerlo no es tanto desenmascarar las sombras que pesan sobre ellas como reivindicar otras que hicieron lo que era justo en el momento en el que había que hacerlo, y regresaron después a sus tareas sin reclamar recompensas ni honores. Jean Guéhenno, confinando su vocación literaria en un diario privado para no colaborar, y el americano Varian Fry, poniendo a salvo personas amenazadas, forman parte de esa escueta nómina. El mito de la Francia resistente inventado por De Gaulle no contó con ellos, pero, sin ellos, como sin otros militantes anónimos, la Francia resistente habría sido, más que un mito, una insostenible fantasía.
Leer aquí en El País.
Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis. Alan Riding. Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores. Barcelona, 2011. 512 páginas. 25 euros.
Visita a Amsterdam
Nuestra ruta tiene como punto de partida el Aeropuerto de Lisboa, de donde partimos en vuelo de KLM para Schiphol de Ámsterdam:
Desde el mismo aeropuerto hay trenes muy bien indicados que -en unos 20 minutos-, dependiendo del itinerario (unos van directos, sin paradas y otros hacen dos paradas intermedias), llegan hasta la Estación Central (Centraal Station) de Ámsterdam.
Desde el hall de salida del aeropuerto se baja al anden del ferrocarril en ascensores, suelen ser las vías 1 o 2, el horario y la vía concreta está indicado en paneles en el hall y en las vías. Hay máquinas expendedoras de billetes, que ofrecen la información en inglés. Es útil recordar que billete de ida es "enkele reis" y de ida y vuelta "dagretour".
Si el día acompaña no hay mejor opción que dar un paseo por Ámsterdam andando o en bicicleta para disfrutar de la ciudad. Hay varios puntos donde pueden alquilarse a precios asequibles bicicletas y uno de ellos está justo al lado de la Estación Central, donde también está la oficina de información turística y la venta de pases para la ciudad (museos, transportes y establecimientos adheridos que llevan las tres cruces de San Andrés de su bandera- cruces como de tachado, donde efectúan descuentos con ese pase) o solo para el transporte de 24, 48 o 72 horas, para circular en los transportes públicos por un día o varios. El tiempo del pase empieza a contar desde que se valida al entrar en el trasporte elegido por primera vez.
Museos recomendables;
El Rijksmuseum,
El Vincent Van Gogh.
El Museo Marítimo.
La casa de Ana Frank.
el Museo de la Resistencia (Frente del Zoo).
El Museo y archivos de la "Historia del Movimiento Obrero" en Plakaar estraas, 9. (una calle que da al Zoo) no confundir con el Instituto de Historia Social, una institución de nivel internacional de la ciudad de Amsterdam.
El mercado de las flores (cerca de La plaza Rembrandt -entre Rembrandt Plain y Munt Plein-, parada de las lineas de tranvías, 9 y 14 que salen de la estación central).
Amsterdam tiene unos 700 mil habitantes y 1400 puentes, algunos muy famosos y fotografiados como el de madera Magere Brug, sobre el Amstel, cerca del Hermitage Museum.
El lema oficial de la ciudad es: «Heldhaftig, Vastberaden, Barmhartig» ("Heroica, resuelta y misericordiosa"). Estas tres palabras provienen de la denominación oficial concedida por la reina Guillermina de los Países Bajos en 1947, en honor al coraje de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial.
La actitud y posición ideológica de sus habitantes está cambiando y después de 26 años de mi primer viaje, se nota en la amabilidad, la sociabilidad y apertura de la gente, aunque aún no es extraño que se dirijan a ti alguno hablándote como si te conociese de toda la vida.
Hoy hay menos hippies, menos vestimenta casual y parece que más diferencias de clase, además, de más emigrantes. Muchos de ellos con trabajo precario o sin trabajo. La crisis se empieza a notar, como decía Antonio, un emigrante de Barcelona, con 10 años viviendo en la ciudad, que daba dos datos concretos; en la casa de venta de bocadillos "Harten Kaas" (Reestraat, 19. Barrio de Jordan -1016-)
A Amsterdam llegaron judíos sefardíes expulsados de España en 1492 y Portugal en 1496 ordenada por el rey Manuel I de Portugal bajo la presión de los Reyes Católicos, un descendiente de esas familias fue Baruch Spinoza, -Hebreo: ברוך שפינוזה, Latín: Benedictus de Spinoza, Portugués: Bento de Espinosa- Amsterdam 1632- La Haya 1677, famoso filósofo, del que estuvimos buscando su casa natal, pues habíamos leído que era el 41 de Waterloo Plein, en esa dirección no encontramos nada.
No lejos de la plaza está el Museo judío donde nos informaron que la casa había desaparecido para construir nuevos edificios, Amsterdam había olvidado a su ilustre hijo, ahora, hacía poco, desde 2008, lo recordaba una estatua en el exterior del ayuntamiento, erigida en colaboración con el -español- Instituto Cervantes. Parece que la casa de Róterdam si se conserva, no la visitamos.
Visitamos: El museo Van Gogh, El Rijmuseum, (Ambos en Museum Plein, tranvías 1 y 5) La casa de Rembrandt, en Waterloo Plein, (un lugar aconsejable e imprescindible para todo aficionado a la pintura y el grabado).
El Museo de la Resistencia, (Verzetsmuseum, en Keerklaan, en De Plantage, frente a la puerta de entrada al Zoo, tranvías, 9 y 14) muy instructivo, aunque algo abigarrado y pobre (consecuencia, sin duda, de lo poco que las autoridades le conceden de presupuesto).
El resultado observado, entre su estado y el duro contenido, pues ser resistente era jugarse la vida, no lo olvidemos. No fue agradable, pero sentimos que nuestra visita era como un pequeño homenaje a esas mujeres y hombres que, aún en los terribles tiempos de la ocupación, no se rindieron y siguieron luchando por la libertad y la democracia -para los holandeses y para todo el mundo- sin dudar para ello ante la posibilidad, muy real, de estar jugándose sus vidas y contra lo que significó, de imnomínia para el género humano, la infamia del fascismo, en este caso, hitleriano.
También contemplamos, en una foto mural, a filas enormes de ciudadanos oportunistas que, lamentablemente, esperaban para afiliarse al recién creado, en los primeros tiempos de la ocupación, partido nacional holandés y títere de los nazis, la mayoría de clase media y alta, se ve por sus vestimentas. Holandeses que, con tal de aprovecharse de las nuevas circunstancias, estaban dispuestos a ejercer de subordinados del nuevo poder, aunque ello conllevara el que se viesen obligados a ejercer de infame brazo colaborador y/o ejecutor del fascismo.
Paseamos también por las calles peatonales, (Kalverstraat, Nieuwendijk, Warmoesstraat, todas salen o llegan a la plaza Dam) el gran canal (Amstel), alguno secundario (Singel) el pequeño barrio de Begijnhof, históricas casas para viudas y solteras piadosas católicas (calle Spui) al que se accede al patio interior mediante dos entradas que pasan desapercibidas para el forastero, barrio de Jordaan (tranvías, 13, 14 y 17).
La Universidad, la casa de los tres canales, el mercado de las flores, la famosa calle del mercado de alimentos y ropa (Cuypstraat, tranvías 16 y 24), el barrio rojo (al este de la Waroesstraat, paralela a esa calle)... etc.
Comimos en distintos restaurantes como el Bazar, algún italiano, un español; "Joselito" (cerca de la estación) degustamos algunas de las famosas sopas holandesas; la de brocoli y una de tomates y pimientos (en el Bazar) buenísimas y reconfortantes. La comida fuerte la hacíamos en el desayuno del Hotel Eden (Rembrandt Plein) que era muy completo.
Un museo cuya visita es muy aconsejable es el de Vicent Van Gohg, en la plaza de los museos, (Museum Plein) sorprende ver los cuadros -en su época sin valor de "mercado"- de un pintor que murió en la pobreza y prácticamente en el olvido, convertidos en un gran negocio. Es una factoría de ganar dinero y derramar una riqueza increíble sobre la ciudad, por medio de los miles de turistas que a ella acuden, formando enormes colas para contemplar sus obras que hoy dominan el "mercado". Lo que no deja de crearnos un sentimiento de tristeza y amargura, al recordar la pobre y triste vida de su autor y la nula valoración de su obra a lo largo de su existencia. (Museo Plein. Tranvías 1 y 5)
Interesante proyecto de arte multimedia de google Art Project
Desde el mismo aeropuerto hay trenes muy bien indicados que -en unos 20 minutos-, dependiendo del itinerario (unos van directos, sin paradas y otros hacen dos paradas intermedias), llegan hasta la Estación Central (Centraal Station) de Ámsterdam.
Desde el hall de salida del aeropuerto se baja al anden del ferrocarril en ascensores, suelen ser las vías 1 o 2, el horario y la vía concreta está indicado en paneles en el hall y en las vías. Hay máquinas expendedoras de billetes, que ofrecen la información en inglés. Es útil recordar que billete de ida es "enkele reis" y de ida y vuelta "dagretour".
Si el día acompaña no hay mejor opción que dar un paseo por Ámsterdam andando o en bicicleta para disfrutar de la ciudad. Hay varios puntos donde pueden alquilarse a precios asequibles bicicletas y uno de ellos está justo al lado de la Estación Central, donde también está la oficina de información turística y la venta de pases para la ciudad (museos, transportes y establecimientos adheridos que llevan las tres cruces de San Andrés de su bandera- cruces como de tachado, donde efectúan descuentos con ese pase) o solo para el transporte de 24, 48 o 72 horas, para circular en los transportes públicos por un día o varios. El tiempo del pase empieza a contar desde que se valida al entrar en el trasporte elegido por primera vez.
Museos recomendables;
El Rijksmuseum,
El Vincent Van Gogh.
El Museo Marítimo.
La casa de Ana Frank.
el Museo de la Resistencia (Frente del Zoo).
El Museo y archivos de la "Historia del Movimiento Obrero" en Plakaar estraas, 9. (una calle que da al Zoo) no confundir con el Instituto de Historia Social, una institución de nivel internacional de la ciudad de Amsterdam.
El mercado de las flores (cerca de La plaza Rembrandt -entre Rembrandt Plain y Munt Plein-, parada de las lineas de tranvías, 9 y 14 que salen de la estación central).
Amsterdam tiene unos 700 mil habitantes y 1400 puentes, algunos muy famosos y fotografiados como el de madera Magere Brug, sobre el Amstel, cerca del Hermitage Museum.
El lema oficial de la ciudad es: «Heldhaftig, Vastberaden, Barmhartig» ("Heroica, resuelta y misericordiosa"). Estas tres palabras provienen de la denominación oficial concedida por la reina Guillermina de los Países Bajos en 1947, en honor al coraje de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial.
La actitud y posición ideológica de sus habitantes está cambiando y después de 26 años de mi primer viaje, se nota en la amabilidad, la sociabilidad y apertura de la gente, aunque aún no es extraño que se dirijan a ti alguno hablándote como si te conociese de toda la vida.
Hoy hay menos hippies, menos vestimenta casual y parece que más diferencias de clase, además, de más emigrantes. Muchos de ellos con trabajo precario o sin trabajo. La crisis se empieza a notar, como decía Antonio, un emigrante de Barcelona, con 10 años viviendo en la ciudad, que daba dos datos concretos; en la casa de venta de bocadillos "Harten Kaas" (Reestraat, 19. Barrio de Jordan -1016-)
A Amsterdam llegaron judíos sefardíes expulsados de España en 1492 y Portugal en 1496 ordenada por el rey Manuel I de Portugal bajo la presión de los Reyes Católicos, un descendiente de esas familias fue Baruch Spinoza, -Hebreo: ברוך שפינוזה, Latín: Benedictus de Spinoza, Portugués: Bento de Espinosa- Amsterdam 1632- La Haya 1677, famoso filósofo, del que estuvimos buscando su casa natal, pues habíamos leído que era el 41 de Waterloo Plein, en esa dirección no encontramos nada.
No lejos de la plaza está el Museo judío donde nos informaron que la casa había desaparecido para construir nuevos edificios, Amsterdam había olvidado a su ilustre hijo, ahora, hacía poco, desde 2008, lo recordaba una estatua en el exterior del ayuntamiento, erigida en colaboración con el -español- Instituto Cervantes. Parece que la casa de Róterdam si se conserva, no la visitamos.
Visitamos: El museo Van Gogh, El Rijmuseum, (Ambos en Museum Plein, tranvías 1 y 5) La casa de Rembrandt, en Waterloo Plein, (un lugar aconsejable e imprescindible para todo aficionado a la pintura y el grabado).
El Museo de la Resistencia, (Verzetsmuseum, en Keerklaan, en De Plantage, frente a la puerta de entrada al Zoo, tranvías, 9 y 14) muy instructivo, aunque algo abigarrado y pobre (consecuencia, sin duda, de lo poco que las autoridades le conceden de presupuesto).
El resultado observado, entre su estado y el duro contenido, pues ser resistente era jugarse la vida, no lo olvidemos. No fue agradable, pero sentimos que nuestra visita era como un pequeño homenaje a esas mujeres y hombres que, aún en los terribles tiempos de la ocupación, no se rindieron y siguieron luchando por la libertad y la democracia -para los holandeses y para todo el mundo- sin dudar para ello ante la posibilidad, muy real, de estar jugándose sus vidas y contra lo que significó, de imnomínia para el género humano, la infamia del fascismo, en este caso, hitleriano.
También contemplamos, en una foto mural, a filas enormes de ciudadanos oportunistas que, lamentablemente, esperaban para afiliarse al recién creado, en los primeros tiempos de la ocupación, partido nacional holandés y títere de los nazis, la mayoría de clase media y alta, se ve por sus vestimentas. Holandeses que, con tal de aprovecharse de las nuevas circunstancias, estaban dispuestos a ejercer de subordinados del nuevo poder, aunque ello conllevara el que se viesen obligados a ejercer de infame brazo colaborador y/o ejecutor del fascismo.
Paseamos también por las calles peatonales, (Kalverstraat, Nieuwendijk, Warmoesstraat, todas salen o llegan a la plaza Dam) el gran canal (Amstel), alguno secundario (Singel) el pequeño barrio de Begijnhof, históricas casas para viudas y solteras piadosas católicas (calle Spui) al que se accede al patio interior mediante dos entradas que pasan desapercibidas para el forastero, barrio de Jordaan (tranvías, 13, 14 y 17).
La Universidad, la casa de los tres canales, el mercado de las flores, la famosa calle del mercado de alimentos y ropa (Cuypstraat, tranvías 16 y 24), el barrio rojo (al este de la Waroesstraat, paralela a esa calle)... etc.
Comimos en distintos restaurantes como el Bazar, algún italiano, un español; "Joselito" (cerca de la estación) degustamos algunas de las famosas sopas holandesas; la de brocoli y una de tomates y pimientos (en el Bazar) buenísimas y reconfortantes. La comida fuerte la hacíamos en el desayuno del Hotel Eden (Rembrandt Plein) que era muy completo.
Un museo cuya visita es muy aconsejable es el de Vicent Van Gohg, en la plaza de los museos, (Museum Plein) sorprende ver los cuadros -en su época sin valor de "mercado"- de un pintor que murió en la pobreza y prácticamente en el olvido, convertidos en un gran negocio. Es una factoría de ganar dinero y derramar una riqueza increíble sobre la ciudad, por medio de los miles de turistas que a ella acuden, formando enormes colas para contemplar sus obras que hoy dominan el "mercado". Lo que no deja de crearnos un sentimiento de tristeza y amargura, al recordar la pobre y triste vida de su autor y la nula valoración de su obra a lo largo de su existencia. (Museo Plein. Tranvías 1 y 5)
Interesante proyecto de arte multimedia de google Art Project
_--Cuentos tradicionales: Caperucita Roja y el lobo feroz
_--Caperucita Roja y el lobo feroz. Una nueva interpretación. Y si la malvada es Caperucita?
Foto tomada de "El País Semanal". Dónde nos muestran a una Blancanieves que no era tan "buena".
Foto tomada de "El País Semanal". Dónde nos muestran a una Blancanieves que no era tan "buena".
sábado, 3 de diciembre de 2011
¡Pobres de los pobres!
No sé si lo habrán notado, pero resulta que en los once primeros años del siglo que iba a presenciar el fin de la historia (y de la lucha de clases) ha aumentado brutalmente la desigualdad social en los países más ricos. La recesión ha empujado a más de 20 millones de conciudadanos europeos al abismo de la exclusión. Y los zarpazos al Estado de bienestar, considerados por Gobiernos y "mercados" remedios imprescindibles para que la economía "se restablezca" y todo vuelva a ser como antes (y, por consiguiente, puedan repetirse las crisis del capitalismo), no contribuyen precisamente a la felicidad de los más necesitados.
Como advierte Zygmunt Bauman en Daños colaterales (Fondo de Cultura), "el compuesto explosivo que forman la desigualdad social en aumento y el creciente sufrimiento humano (...) tiene todas las calificaciones para ser el más desastroso entre los incontables problemas potenciales que la humanidad puede verse obligada a enfrentar, contener y resolver durante el corriente siglo".
En todo caso, parece que la pobreza se acrecienta, pero no explota (todavía). Los reformistas neoliberales y compasivos se congratulan de que, al menos, en este continente viejísimo (y conservador como un banquero con bonus) la gente todavía pueda elegir a quienes crean que les sacarán de la crisis. Claro que, como argumentaba Flores d'Arcais (que no es precisamente un bolchevique) en este periódico, a la hora de "elegir entre dos derechas, lo normal es que los ciudadanos prefieran la verdadera", de modo que parece que tendremos Rajoy para Rato (nunca mejor dicho). Y, salvo improbables sorpresas, los venideros recortes (¡glup!) tampoco favorecerán a los más débiles.
Claro que hay pobres y pobres. Hace poco un amigo me hablaba de un episodio de Antoñita la fantástica, el célebre personaje de Borita Casas (1911-1999), que trataba de una familia muy pobre: era pobre el padre, era pobre la madre, el jardinero era pobre, el chófer era pobre, y (supongo) que también el mayordomo. He pensado en esos indigentes que no lo son tanto a propósito de los dos artículos estupendos (sobre todo el segundo) de Francis Scott Fitzgerald reunidos en Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año (editorial Gallo Nero, otro joven sello independiente e imaginativo). Nada tiene que ver, por supuesto, el encanto melancólico y autoflagelante que se desprende de los artículos del talentoso niño mimado que fue Scott con la inmersión en la miseria que supone la estremecida lectura de Los pobres (Debate), una investigación-encuesta del novelista William T. Vollmann que se desarrolla a partir de las respuestas de indigentes y excluidos de todo el mundo a una sencilla pregunta: ¿por qué eres pobre?
Vollmann sólo pretende "mostrar y comparar", pero no cabe duda de que la ignorancia acerca de las razones de la pobreza sólo favorece a quienes no tienen demasiado interés en acabar con ese desagradable "efecto colateral" de un sistema que perpetúa y (eventualmente) ahonda la desigualdad. Y sí: quizás seamos menos (brutalmente) violentos que en el siglo XII, como se esfuerzan en demostrar Steven Pinker y otros intelectuales no melancólicos que prefieren ver la botella medio llena. Pero eso no es razón para que nos pongamos una venda en los ojos y empecemos a besarnos todos en la boca, como si a nadie le importara la halitosis de los que imponen las reglas del juego.
Cartas a El País. MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 12/11/2011
Como advierte Zygmunt Bauman en Daños colaterales (Fondo de Cultura), "el compuesto explosivo que forman la desigualdad social en aumento y el creciente sufrimiento humano (...) tiene todas las calificaciones para ser el más desastroso entre los incontables problemas potenciales que la humanidad puede verse obligada a enfrentar, contener y resolver durante el corriente siglo".
En todo caso, parece que la pobreza se acrecienta, pero no explota (todavía). Los reformistas neoliberales y compasivos se congratulan de que, al menos, en este continente viejísimo (y conservador como un banquero con bonus) la gente todavía pueda elegir a quienes crean que les sacarán de la crisis. Claro que, como argumentaba Flores d'Arcais (que no es precisamente un bolchevique) en este periódico, a la hora de "elegir entre dos derechas, lo normal es que los ciudadanos prefieran la verdadera", de modo que parece que tendremos Rajoy para Rato (nunca mejor dicho). Y, salvo improbables sorpresas, los venideros recortes (¡glup!) tampoco favorecerán a los más débiles.
Claro que hay pobres y pobres. Hace poco un amigo me hablaba de un episodio de Antoñita la fantástica, el célebre personaje de Borita Casas (1911-1999), que trataba de una familia muy pobre: era pobre el padre, era pobre la madre, el jardinero era pobre, el chófer era pobre, y (supongo) que también el mayordomo. He pensado en esos indigentes que no lo son tanto a propósito de los dos artículos estupendos (sobre todo el segundo) de Francis Scott Fitzgerald reunidos en Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año (editorial Gallo Nero, otro joven sello independiente e imaginativo). Nada tiene que ver, por supuesto, el encanto melancólico y autoflagelante que se desprende de los artículos del talentoso niño mimado que fue Scott con la inmersión en la miseria que supone la estremecida lectura de Los pobres (Debate), una investigación-encuesta del novelista William T. Vollmann que se desarrolla a partir de las respuestas de indigentes y excluidos de todo el mundo a una sencilla pregunta: ¿por qué eres pobre?
Vollmann sólo pretende "mostrar y comparar", pero no cabe duda de que la ignorancia acerca de las razones de la pobreza sólo favorece a quienes no tienen demasiado interés en acabar con ese desagradable "efecto colateral" de un sistema que perpetúa y (eventualmente) ahonda la desigualdad. Y sí: quizás seamos menos (brutalmente) violentos que en el siglo XII, como se esfuerzan en demostrar Steven Pinker y otros intelectuales no melancólicos que prefieren ver la botella medio llena. Pero eso no es razón para que nos pongamos una venda en los ojos y empecemos a besarnos todos en la boca, como si a nadie le importara la halitosis de los que imponen las reglas del juego.
Cartas a El País. MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 12/11/2011
martes, 29 de noviembre de 2011
América Latina de Sur a Norte, más de 10.000 kilómetros en tren
Durante dos meses y medio, Maruja Torres y Bernardo Pérez "enviados especiales de El País Semanal" han recorrido América Latina de Sur a Norte. Más de 10.000 kilómetros en tren, a una media de 30 kilómetros por hora, para encontrarse con el sentido de un continente perdido. Un relato que se publicó en siete capítulos. Un viaje, un viaje así, jamás lo devuelve a uno al lugar de procedencia en las mismas condiciones en que salió.
Eso lo supe cuando mi jefe me llamó a su despacho y me mostró un libro de Paul Theroux, alentándome para que emprendiera un itinerario similar y lo contara en varios capítulos. Leí el título, The Oíd Patagonian Express, y la frase aclaratoria que figuraba debajo: "En tren a través de las Américas", y pensé que aquello no podía estarme sucediendo a mí. La experiencia del autor de Costa de Mosquitos y Saint-Jack, persistente viajero por medio mundo, había consistido en meterse en el metro de un Boston cubierto por la nieve, para descabalgar, dos meses después, del Viejo Expreso de la Patagonia, en medio del ansiado calor del Sur. Si no estaba oyendo mal, a mí se me concedían también dos meses -que en la práctica se alargaron por dos semanas más- y tenía las manos libres para recorrer América Latina de punta a punta y de un tren a otro. Si es que aún existían trenes por allí.
Theroux había realizado su trayecto 14 años atrás y, de entonces acá, en América han cambiado algunas cosas. Otras, por supuesto, permanecen inmutables. Aunque las más feroces dictaduras han sido sustituidas por regímenes formalmente democráticos, en casi todos los lugares que el escritor norteamericano visitó han surgido nuevas formas de opresión que se han sumado a las antiguas sin desvanecerlas. El neoliberalismo económico ha echado raíces, y sus víctimas deambulan sin destino por la cuneta de la vida, mientras en algunas zonas planea el fantasma del regreso a un absolutismo deseado como mal menor, al estilo de Fujimori en Perú, porque la gente está cansada de que la democracia signifique parejo saqueo y no menos brutalidad, envueltos en floridos discursos e incumplidas promesas.
La palabra ferrocarril desvela en muchas personas secretos anhelos y románticos sueños. Eso explica que, en cuanto anuncié la clase de viaje que me proponía emprender, acudieran a mí insospechados personajes que me proponían tomar éste o aquel tren, no perderme tal itinerario o tal otro. Sin duda porque todavía conservamos dentro de nosotros más espíritu de aventura de lo que sospechamos, pronto me vi rodeada de expertos que me brindaban su consejo. Así que partí a América con una lista de recomendaciones y una supina ignorancia de cómo estaban las cosas en aquel momento.
Y las cosas no podían estar peor, ferroviariamente hablando. Las diferentes crisis superpuestas han acabado, o casi, con los trenes, y la supervivencia...
Ver todo aquí en El País. Y ver aquí El País 35 años de Historia.
Eso lo supe cuando mi jefe me llamó a su despacho y me mostró un libro de Paul Theroux, alentándome para que emprendiera un itinerario similar y lo contara en varios capítulos. Leí el título, The Oíd Patagonian Express, y la frase aclaratoria que figuraba debajo: "En tren a través de las Américas", y pensé que aquello no podía estarme sucediendo a mí. La experiencia del autor de Costa de Mosquitos y Saint-Jack, persistente viajero por medio mundo, había consistido en meterse en el metro de un Boston cubierto por la nieve, para descabalgar, dos meses después, del Viejo Expreso de la Patagonia, en medio del ansiado calor del Sur. Si no estaba oyendo mal, a mí se me concedían también dos meses -que en la práctica se alargaron por dos semanas más- y tenía las manos libres para recorrer América Latina de punta a punta y de un tren a otro. Si es que aún existían trenes por allí.
Theroux había realizado su trayecto 14 años atrás y, de entonces acá, en América han cambiado algunas cosas. Otras, por supuesto, permanecen inmutables. Aunque las más feroces dictaduras han sido sustituidas por regímenes formalmente democráticos, en casi todos los lugares que el escritor norteamericano visitó han surgido nuevas formas de opresión que se han sumado a las antiguas sin desvanecerlas. El neoliberalismo económico ha echado raíces, y sus víctimas deambulan sin destino por la cuneta de la vida, mientras en algunas zonas planea el fantasma del regreso a un absolutismo deseado como mal menor, al estilo de Fujimori en Perú, porque la gente está cansada de que la democracia signifique parejo saqueo y no menos brutalidad, envueltos en floridos discursos e incumplidas promesas.
La palabra ferrocarril desvela en muchas personas secretos anhelos y románticos sueños. Eso explica que, en cuanto anuncié la clase de viaje que me proponía emprender, acudieran a mí insospechados personajes que me proponían tomar éste o aquel tren, no perderme tal itinerario o tal otro. Sin duda porque todavía conservamos dentro de nosotros más espíritu de aventura de lo que sospechamos, pronto me vi rodeada de expertos que me brindaban su consejo. Así que partí a América con una lista de recomendaciones y una supina ignorancia de cómo estaban las cosas en aquel momento.
Y las cosas no podían estar peor, ferroviariamente hablando. Las diferentes crisis superpuestas han acabado, o casi, con los trenes, y la supervivencia...
Ver todo aquí en El País. Y ver aquí El País 35 años de Historia.
domingo, 27 de noviembre de 2011
Semprún y Pradera en Biriatou
La mujer que ha conducido el coche en el que Federico Sánchez, también llamado Rafael Artigas, Juan Larrea, Ramón Barreto o, en fin, Jorge Semprún, ha cruzado por Behobia la frontera franco-española, camino de París, y a la que ha pedido que le acerque a un pueblecito vasco, Biriatou, situado a escasa distancia, en una desviación de la carretera principal, sobre una colina desde la que se divisa el curso final del Bidasoa hacia la mar cantábrica, le ha preguntado si el motivo de querer ir a ese lugar guarda relación con algún recuerdo de infancia. El viajero clandestino le responde: "casi; tenía 15 años la primera vez".
Muchos años después, siendo ya ministro de Cultura, se publicó el libro que aquí se tituló Adiós, luz de veranos..., en el que Semprún rememora esa conversación con la conductora y se pregunta si fue entonces cuando por primera vez pensó que deseaba ser enterrado en el "pequeño cementerio" de Biriatou, "arrimado a una rústica y agreste iglesia". En este "lugar fronterizo, patria posible de los apátridas, entre los dos ámbitos a los que pertenezco (...), en la vieja tierra de Euskal Herria". Y añade que pediría asimismo que su cuerpo fuera envuelto "en la bandera tricolor de la República". No porque haya dejado de pensar que la Monarquía parlamentaria es "en las condiciones actuales el mejor sistema posible para garantizar la democracia y mantener la cohesión los diferentes componentes nacionales de España", sino como expresión de "una fidelidad al exilio y al mortífero dolor de los míos: aquellos en quienes no dejo de pensar, aún hoy, en la terraza umbrosa de Biriatou cuando regreso allí".
El viajero clandestino no había olvidado esa primera vez en la que el joven escolar, a punto de reintegrarse al Liceo Henri IV de París para cursar sexto de bachillerato, estuvo cenando en la terraza umbrosa de un restaurante de ese pueblito, el 22 de agosto de 1939. No duda de que era esa fecha porque recuerda perfectamente que un día después, el 23, se produciría un hecho histórico, la firma del pacto germano-soviético, que la mayoría interpretó como signo de la proximidad de la guerra. Pero también es una fecha personalmente inolvidable para Semprún por algo que ocurrió,...
Catorce años antes, pero también un 22 de agosto, el desterrado Miguel de Unamuno llegaba a Hendaya desde París tras haber escapado de la isla de Fuerteventura, a la que había sido deportado por la dictadura de Primo de Rivera. En Hendaya permanecerá durante cinco años, hasta 1930. En 1928 aparece en una editorial de Buenos Aires el Romancero del destierro, especie de "diario íntimo vertido en sonetos", según su propia definición. Entre los poemas recogidos en la obra figura uno con título en lengua vasca, Orhoit gutaz, palabras que toma de una placa con los nombres de los 11 hijos de Biriatou muertos en la Gran Guerra que descubre en un muro de la iglesia del pueblo. Desde el hotel de Hendaya en que se hospeda, el Broca, luego llamado "de la Gare", Unamuno acostumbra a dar paseos por los alrededores, frecuentemente hasta Biriatou. Le impresiona la frase que figura al pie de los nombres de los 11 vecinos "morts pour la patrie": Orhoit gutaz, o sea "acordaos de nosotros". Un ruego procedente de personas anónimas: con nombre y apellido pero sin historia, como los pueblos sin escritura, de tradición oral. Unamuno los imagina campesinos iletrados, "oscuros hijos sumisos del hogar / henchido de silenciosa tradición". Acordaos de nosotros: una súplica que recuerda la de François Villon, a punto de ser ahorcado, en 1461: "Hermanos humanos que viviréis después, / no tengáis contra nosotros el corazón endurecido".
Jon Juaristi dedicó un capítulo de su Bucle melancólico a ese poema de Unamuno. Poco después de la aparición del libro, a fines de 1997, publicaría un artículo en este periódico, De Fuerteventura a Bilbao (EL PAÍS, 16-3-1998) en el que comenta que si,...
Del contexto se deduce que Juaristi se refiere a la buena acogida y trato que dispensaron a Unamuno las "nobles gentes" de la isla, que despertaron en él un "brío de mocedad" que se trasladaría a las páginas escritas en los años de destierro...
Unamuno y Semprún. Y Pradera. En el último artículo que publicó en la revista Claves ("La extraterritorialidad de Jorge Semprún"; julio / agosto de 2011) Javier Pradera relacionaba a los dos desterrados a través de su vinculación con Biriatou. Pradera era por el lado paterno oriundo de Sara, en el País Vasco francés. Hoy no podrá estar en la aldea donde los 11 vecinos muertos en la I Guerra Mundial y los dos que se añadieron a la lápida tras la Segunda nos piden que no les olvidemos. Que no tengamos contra ellos un corazón endurecido.
Javier Pradera no lo tuvo contra quienes le ofendieron en vida y estos días le piden cuentas por su pasado comunista. Un amigo suyo, Ramón Recalde, escribió a propósito de esos que "solo pasivamente" estaban contra Franco y ahora reprochan a los que lo estuvieron activamente su pasado izquierdista: "Me resulta difícil tener que hacerme perdonar (...) por los que no lucharon contra la dictadura en el momento en que deberían haberlo hecho y hoy despliegan su buena conciencia apuntándose a la democracia o a los nacionalismos sobrevenidos".
Pradera: en una conversación telefónica mantenida tres o cuatro días antes de partir para su propio Largo viaje -como el que convirtió en su primer libro Semprún-, le dijo al periodista Juan Cruz que no podría estar en el homenaje de hoy en Biriatou. "Ya te enterarás por qué", añadió. Patxo Unzueta, El País, 26 de noviembre de 2011.
Muchos años después, siendo ya ministro de Cultura, se publicó el libro que aquí se tituló Adiós, luz de veranos..., en el que Semprún rememora esa conversación con la conductora y se pregunta si fue entonces cuando por primera vez pensó que deseaba ser enterrado en el "pequeño cementerio" de Biriatou, "arrimado a una rústica y agreste iglesia". En este "lugar fronterizo, patria posible de los apátridas, entre los dos ámbitos a los que pertenezco (...), en la vieja tierra de Euskal Herria". Y añade que pediría asimismo que su cuerpo fuera envuelto "en la bandera tricolor de la República". No porque haya dejado de pensar que la Monarquía parlamentaria es "en las condiciones actuales el mejor sistema posible para garantizar la democracia y mantener la cohesión los diferentes componentes nacionales de España", sino como expresión de "una fidelidad al exilio y al mortífero dolor de los míos: aquellos en quienes no dejo de pensar, aún hoy, en la terraza umbrosa de Biriatou cuando regreso allí".
El viajero clandestino no había olvidado esa primera vez en la que el joven escolar, a punto de reintegrarse al Liceo Henri IV de París para cursar sexto de bachillerato, estuvo cenando en la terraza umbrosa de un restaurante de ese pueblito, el 22 de agosto de 1939. No duda de que era esa fecha porque recuerda perfectamente que un día después, el 23, se produciría un hecho histórico, la firma del pacto germano-soviético, que la mayoría interpretó como signo de la proximidad de la guerra. Pero también es una fecha personalmente inolvidable para Semprún por algo que ocurrió,...
Catorce años antes, pero también un 22 de agosto, el desterrado Miguel de Unamuno llegaba a Hendaya desde París tras haber escapado de la isla de Fuerteventura, a la que había sido deportado por la dictadura de Primo de Rivera. En Hendaya permanecerá durante cinco años, hasta 1930. En 1928 aparece en una editorial de Buenos Aires el Romancero del destierro, especie de "diario íntimo vertido en sonetos", según su propia definición. Entre los poemas recogidos en la obra figura uno con título en lengua vasca, Orhoit gutaz, palabras que toma de una placa con los nombres de los 11 hijos de Biriatou muertos en la Gran Guerra que descubre en un muro de la iglesia del pueblo. Desde el hotel de Hendaya en que se hospeda, el Broca, luego llamado "de la Gare", Unamuno acostumbra a dar paseos por los alrededores, frecuentemente hasta Biriatou. Le impresiona la frase que figura al pie de los nombres de los 11 vecinos "morts pour la patrie": Orhoit gutaz, o sea "acordaos de nosotros". Un ruego procedente de personas anónimas: con nombre y apellido pero sin historia, como los pueblos sin escritura, de tradición oral. Unamuno los imagina campesinos iletrados, "oscuros hijos sumisos del hogar / henchido de silenciosa tradición". Acordaos de nosotros: una súplica que recuerda la de François Villon, a punto de ser ahorcado, en 1461: "Hermanos humanos que viviréis después, / no tengáis contra nosotros el corazón endurecido".
Jon Juaristi dedicó un capítulo de su Bucle melancólico a ese poema de Unamuno. Poco después de la aparición del libro, a fines de 1997, publicaría un artículo en este periódico, De Fuerteventura a Bilbao (EL PAÍS, 16-3-1998) en el que comenta que si,...
Del contexto se deduce que Juaristi se refiere a la buena acogida y trato que dispensaron a Unamuno las "nobles gentes" de la isla, que despertaron en él un "brío de mocedad" que se trasladaría a las páginas escritas en los años de destierro...
Unamuno y Semprún. Y Pradera. En el último artículo que publicó en la revista Claves ("La extraterritorialidad de Jorge Semprún"; julio / agosto de 2011) Javier Pradera relacionaba a los dos desterrados a través de su vinculación con Biriatou. Pradera era por el lado paterno oriundo de Sara, en el País Vasco francés. Hoy no podrá estar en la aldea donde los 11 vecinos muertos en la I Guerra Mundial y los dos que se añadieron a la lápida tras la Segunda nos piden que no les olvidemos. Que no tengamos contra ellos un corazón endurecido.
Javier Pradera no lo tuvo contra quienes le ofendieron en vida y estos días le piden cuentas por su pasado comunista. Un amigo suyo, Ramón Recalde, escribió a propósito de esos que "solo pasivamente" estaban contra Franco y ahora reprochan a los que lo estuvieron activamente su pasado izquierdista: "Me resulta difícil tener que hacerme perdonar (...) por los que no lucharon contra la dictadura en el momento en que deberían haberlo hecho y hoy despliegan su buena conciencia apuntándose a la democracia o a los nacionalismos sobrevenidos".
Pradera: en una conversación telefónica mantenida tres o cuatro días antes de partir para su propio Largo viaje -como el que convirtió en su primer libro Semprún-, le dijo al periodista Juan Cruz que no podría estar en el homenaje de hoy en Biriatou. "Ya te enterarás por qué", añadió. Patxo Unzueta, El País, 26 de noviembre de 2011.
sábado, 26 de noviembre de 2011
Lo imprevisible
"Ustedes han elegido el suicidio". Es el lacónico mensaje que me envía un amigo transatlántico, después de conocer el resultado electoral. Me inquieta el SMS como si fuese un parte médico. Quien lo remite no es político ni comentarista. Es un científico. Poético, eso sí. Es la ventaja de las metáforas: estamos suicidados, pero podemos contarlo. Además, como país, somos ya demasiado viejos para suicidarnos. ¡Y el 10 de diciembre se juega el Madrid-Barça! Pero el caso es que la metáfora es perseverante y la volvimos a oír, ayer mismo, en labios de Joseph Stiglitz: más "austeridad" equivale al suicidio económico de España. Estamos en números negativos y eso lo contagia todo. Incluso tenemos una esperanza negativa. "Un kilo pesaba apenas 700 gramos", dice un verso de Tomas Tranströmer. En Europa, y con la excepción de la señora Merkel, dispensando, todo parece pesar un poco menos de su peso. Empezando por las palabras. Flexibilización significará abaratamiento del despido; es decir, más paro todavía. Reforma significará contrarreforma. Austeridad: reducción de servicios y salarios; es decir, más recesión. Ahorro: supresión de Cultura. ¡Pero si la empresa más rentable de la historia es el Museo del Prado! Sí, las palabras pesan cada vez menos. Quizás por eso son preferibles los llamados "silencios" de Rajoy al desparpajo de Aguirre. Visto lo visto desde el inicio de este filme, con Lehman Brothers y Merryl Lynch, lo mejor que podrían hacer políticos y expertos es pararse a rumiar en las esquinas. Estamos en un tiempo político en que lo conveniente sería lo imprevisible. Hay medidas necesarias en España que parece que solo podría tomar un Gobierno conservador, sin que la caverna pierda los estribos. Ocurrió con Suárez, cuando legalizó el PCE. Y con Aznar, cuando suprimió el servicio militar. ¿Qué podría hacer Rajoy, además de recibir a Amaiur, como presidente de todos los españoles? Nombrar a Stiglitz ministro de Economía. Un suponer.
Manuel Rivas, El País, sábado 26-11-2011
Manuel Rivas, El País, sábado 26-11-2011
jueves, 24 de noviembre de 2011
Stiglitz advierte de que políticas de austeridad son un "suicidio"
A Coruña, 24 nov (EFE).- El premio Nobel de Economía en 2001 y ex vicepresidente del Banco Mundial, Joseph E. Stiglitz, ha asegurado esta tarde que las políticas de austeridad "son una receta" para "menor crecimiento y más desempleo", un "suicidio" económico, que debería ser contrarrestado con una fiscalidad progresiva y apoyo a las inversiones empresariales.
"Lo que hay que darse cuenta es que la austeridad por sí sola no va a solucionar los problemas porque no va a estimular el crecimiento", ha subrayado Stiglitz en un encuentro con periodistas en A Coruña, donde está tarde ha pronunciado una conferencia titulada "¿Puede el capitalismo ser salvado de sí mismo".
Ha sugerido al nuevo gobierno español que vaya "más allá de la austeridad" y emprenda una reestructuración del gasto y la fiscalidad como medida básica para crear empleo.
"Mucho me temo que se van a centrar en la austeridad, y la austeridad es una receta para menor crecimiento, para una recesión y para más desempleo. La austeridad es una receta para el suicidio", ha afirmado.
"A menos que España no cometa ningún error, acierte al 100 por cien y aplique medidas para suavizar la política de austeridad llevará años y años" salir de la crisis, ha añadido.
El exvicepresidente del Banco Mundial ha asegurado que las reformas estructurales emprendidas en Europa "han sido diseñadas para mejorar la economía por el lado de la oferta, no por el lado de la demanda", cuando el problema "real" es "la falta de demanda".
Por ello, ha rechazado los postulados en favor de la flexibilidad laboral como "sinónimo de bajar los salarios y el nivel de protección social".
"Si bajamos los salarios, empeorará la demanda y la recesión", ha advertido Stiglitz, para quien un "necesario" incremento de la flexibilidad debe ir acompañado de "compensaciones por el lado de la seguridad" para los trabajadores.
Su receta para salir de la crisis pasa por estimular la demanda a través de una política impositiva más progresiva y una fiscalidad que promueva la inversión empresarial.
"En economía hay un principio elemental que se llama efecto multiplicador del presupuesto equilibrado: si el gobierno sube los impuestos pero a la vez gasta el dinero que recibe de los impuestos esto tiene un efecto multiplicador sobre la economía".
En algunos países como Grecia, sostuvo, "el sistema financiero está restringiendo mucho el crédito, sobre todo a las pymes, con lo que se está estrangulando a la economía y se dará una contracción bastante severa", ha apuntado.
En contraposición, Stiglitz ha valorado modelos como el de la cooperativa vasca Mondragón, una alternativa "estable y eficiente".
El premio Nobel se ha mostrado especialmente crítico la actuación del Banco Central Europeo en casos como el de Grecia, donde el organismo europeo "ha puesto en primer lugar los intereses de los bancos que los de los ciudadanos".
"Las decisiones son tomadas por un grupo secreto de personas, el International Swaps and Derivatives Association (ISDA) -la asociación que controla el mercado de los derivados-, un grupo de especuladores. ¡Es inaceptable que se confíe la toma de decisiones a un grupo determinado de particulares, sobre todo a este grupo en particular", ha denunciado.
Ante las tensiones del mercado, Stiglitz ha reclamado la creación de un organismo público que se encargue de las valoraciones crediticias; de un fondo de solidaridad para buscar estabilidad económica en la zona euro y la implantación de los eurobonos.
De hecho, en su opinión, las restricciones del sistema financiero podrían ser combatidas por el Estado a través de "garantías" al crédito o bien a través de la concesión estatal de los mismos.
"Hay una tendencia de los mercados sin control de cometer excesos de todo tipo y si no se controlan los mercados, ellos sí que destruirán el capitalismo", ha afirmado.
Así, según sus predicciones, Estados Unidos no recuperará su nivel económico hasta 2017, diez años después del comienzo de la crisis, lo que en el caso de Europa retrasaría la recuperación varios años
Más. EFE en ABC, 24-11-11
"Lo que hay que darse cuenta es que la austeridad por sí sola no va a solucionar los problemas porque no va a estimular el crecimiento", ha subrayado Stiglitz en un encuentro con periodistas en A Coruña, donde está tarde ha pronunciado una conferencia titulada "¿Puede el capitalismo ser salvado de sí mismo".
Ha sugerido al nuevo gobierno español que vaya "más allá de la austeridad" y emprenda una reestructuración del gasto y la fiscalidad como medida básica para crear empleo.
"Mucho me temo que se van a centrar en la austeridad, y la austeridad es una receta para menor crecimiento, para una recesión y para más desempleo. La austeridad es una receta para el suicidio", ha afirmado.
"A menos que España no cometa ningún error, acierte al 100 por cien y aplique medidas para suavizar la política de austeridad llevará años y años" salir de la crisis, ha añadido.
El exvicepresidente del Banco Mundial ha asegurado que las reformas estructurales emprendidas en Europa "han sido diseñadas para mejorar la economía por el lado de la oferta, no por el lado de la demanda", cuando el problema "real" es "la falta de demanda".
Por ello, ha rechazado los postulados en favor de la flexibilidad laboral como "sinónimo de bajar los salarios y el nivel de protección social".
"Si bajamos los salarios, empeorará la demanda y la recesión", ha advertido Stiglitz, para quien un "necesario" incremento de la flexibilidad debe ir acompañado de "compensaciones por el lado de la seguridad" para los trabajadores.
Su receta para salir de la crisis pasa por estimular la demanda a través de una política impositiva más progresiva y una fiscalidad que promueva la inversión empresarial.
"En economía hay un principio elemental que se llama efecto multiplicador del presupuesto equilibrado: si el gobierno sube los impuestos pero a la vez gasta el dinero que recibe de los impuestos esto tiene un efecto multiplicador sobre la economía".
En algunos países como Grecia, sostuvo, "el sistema financiero está restringiendo mucho el crédito, sobre todo a las pymes, con lo que se está estrangulando a la economía y se dará una contracción bastante severa", ha apuntado.
En contraposición, Stiglitz ha valorado modelos como el de la cooperativa vasca Mondragón, una alternativa "estable y eficiente".
El premio Nobel se ha mostrado especialmente crítico la actuación del Banco Central Europeo en casos como el de Grecia, donde el organismo europeo "ha puesto en primer lugar los intereses de los bancos que los de los ciudadanos".
"Las decisiones son tomadas por un grupo secreto de personas, el International Swaps and Derivatives Association (ISDA) -la asociación que controla el mercado de los derivados-, un grupo de especuladores. ¡Es inaceptable que se confíe la toma de decisiones a un grupo determinado de particulares, sobre todo a este grupo en particular", ha denunciado.
Ante las tensiones del mercado, Stiglitz ha reclamado la creación de un organismo público que se encargue de las valoraciones crediticias; de un fondo de solidaridad para buscar estabilidad económica en la zona euro y la implantación de los eurobonos.
De hecho, en su opinión, las restricciones del sistema financiero podrían ser combatidas por el Estado a través de "garantías" al crédito o bien a través de la concesión estatal de los mismos.
"Hay una tendencia de los mercados sin control de cometer excesos de todo tipo y si no se controlan los mercados, ellos sí que destruirán el capitalismo", ha afirmado.
Así, según sus predicciones, Estados Unidos no recuperará su nivel económico hasta 2017, diez años después del comienzo de la crisis, lo que en el caso de Europa retrasaría la recuperación varios años
Más. EFE en ABC, 24-11-11
lunes, 21 de noviembre de 2011
El fracaso es bueno. Lo dice el Premio Nobel Paul Krugman.
Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es un verdadero bodrio! ¡Es el supercomité! Se supone que, para el próximo miércoles, el llamado supercomité, un grupo bipartidista de legisladores estadounidenses, debe llegar a un acuerdo sobre el modo de reducir los déficits futuros. Salvo que ocurra un funesto milagro (explicaré lo de funesto más tarde), el comité no será capaz de cumplir ese plazo.
Si esta noticia les sorprende, es que no han estado prestando atención. Si les deprime, anímense: en este caso, el fracaso es bueno.
¿Por qué está el supercomité abocado al fracaso? Principalmente porque el abismo que separa a los dos partidos políticos más importantes de EE UU es enorme. Los republicanos y los demócratas no solo tienen prioridades diferentes; viven en universos intelectuales y morales diferentes.
En el mundo demócrata, arriba es arriba y abajo es abajo. Si se suben los impuestos, aumenta la recaudación, y si se recorta el gasto mientras la economía sigue deprimida, se reduce el empleo. Pero en el mundo republicano, abajo es arriba. La forma de aumentar los ingresos es rebajarles los impuestos a las sociedades anónimas y a los ricos, y reducir drásticamente el gasto público es una estrategia de creación de empleo. Intenten conseguir que un republicano destacado reconozca que las bajadas de impuestos de Bush hicieron aumentar el déficit o que unos recortes drásticos del gasto público serían perjudiciales para la recuperación económica.
Es más, los partidos tienen visiones distintas de lo que constituye la justicia económica. Los demócratas consideran que los programas de protección social, desde la Seguridad Social hasta las cartillas de alimentos, responden al imperativo moral de proporcionar una seguridad básica a los ciudadanos y ayudar a los necesitados. Los republicanos tienen una opinión completamente distinta. Puede que suavicen esa opinión en público, pero en privado opinan que el Estado de bienestar es inmoral, una forma de obligar a los ciudadanos a punta de pistola a entregar su dinero a otras personas. Al crear la Seguridad Social, afirmaba Rick Perry en su libro Fed Up! (¡Harto!), Roosevelt estaba "lanzando violentamente por la borda todo respeto por nuestros principios fundacionales". ¿Alguien duda de que estaba hablando en nombre de muchos miembros de su partido?
Así que el supercomité ha reunido a unos legisladores que están en completo desacuerdo tanto sobre el modo en que funciona el mundo como sobre la función que debe desempeñar el Gobierno. ¿Por qué pensó alguien que esto funcionaría?
Bueno, tal vez se tenía la idea de que los partidos llegarían a un acuerdo por miedo a que tuviesen que pagar un precio político por parecer intransigentes. Pero esto solo podría ocurrir si los medios de comunicación estuviesen dispuestos a puntualizar quién se está negando realmente a alcanzar un acuerdo. Y no lo hacen. Cuando el supercomité fracase, si fracasa, prácticamente toda la información consistirá en repetir lo que ha dicho cada cual, citando a los demócratas que culpan a los republicanos y viceversa, sin explicar la verdad en ningún momento.
Ah, y permítanme llamar la atención a los expertos centristas que se niegan a reconocer que el presidente Obama ya les ha dado lo que quieren. El diálogo es algo parecido a esto. Experto: "¿Por qué no se declara el presidente a favor de una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos?". Obama: "Defiendo una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos". Experto: "¿Por qué no se declara el presidente a favor de una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos?".
Como ven, admitir que una parte está dispuesta a hacer concesiones, mientras que la otra no lo está, empañaría las credenciales centristas de uno. Y la consecuencia es que los republicanos no pagan precio alguno por negarse a ceder un ápice.
Así que el supercomité fracasará; y eso es bueno.
Por un lado, la historia nos dice que el Partido Republicano incumplirá su parte de cualquier trato tan pronto como tenga la ocasión. Así que cualquier acuerdo alcanzado ahora no sería, en la práctica, más que un acuerdo para reducir drásticamente la Seguridad Social y Medicare, sin ningún beneficio duradero para el déficit.
Además, cualquier acuerdo alcanzado ahora terminaría casi con toda seguridad empeorando la crisis económica. Recortar drásticamente el gasto mientras la economía está deprimida destruye puestos de trabajo y es probable que incluso sea contraproducente en cuanto a la reducción del déficit, ya que conduce a una disminución de los ingresos...
¿Pero, en última instancia, no tenemos que equiparar el gasto y los ingresos? Sí, tenemos que hacerlo. Pero la decisión sobre el modo de hacerlo no tiene que ver con la contabilidad. Tiene que ver con los valores fundamentales; y es una decisión que deberían tomar los votantes, no un comité que supuestamente trasciende la división partidista.
Al final, un lado u otro de esa línea divisoria conseguirá la clase de mandato popular que necesita para resolver nuestros problemas presupuestarios a largo plazo. Hasta entonces, los intentos de alcanzar un Gran Pacto son esencialmente destructivos. Si el supercomité fracasa, como se espera, será una ocasión para celebrar. PAUL KRUGMAN 20/11/2011, EL PAÍS.
Si esta noticia les sorprende, es que no han estado prestando atención. Si les deprime, anímense: en este caso, el fracaso es bueno.
¿Por qué está el supercomité abocado al fracaso? Principalmente porque el abismo que separa a los dos partidos políticos más importantes de EE UU es enorme. Los republicanos y los demócratas no solo tienen prioridades diferentes; viven en universos intelectuales y morales diferentes.
En el mundo demócrata, arriba es arriba y abajo es abajo. Si se suben los impuestos, aumenta la recaudación, y si se recorta el gasto mientras la economía sigue deprimida, se reduce el empleo. Pero en el mundo republicano, abajo es arriba. La forma de aumentar los ingresos es rebajarles los impuestos a las sociedades anónimas y a los ricos, y reducir drásticamente el gasto público es una estrategia de creación de empleo. Intenten conseguir que un republicano destacado reconozca que las bajadas de impuestos de Bush hicieron aumentar el déficit o que unos recortes drásticos del gasto público serían perjudiciales para la recuperación económica.
Es más, los partidos tienen visiones distintas de lo que constituye la justicia económica. Los demócratas consideran que los programas de protección social, desde la Seguridad Social hasta las cartillas de alimentos, responden al imperativo moral de proporcionar una seguridad básica a los ciudadanos y ayudar a los necesitados. Los republicanos tienen una opinión completamente distinta. Puede que suavicen esa opinión en público, pero en privado opinan que el Estado de bienestar es inmoral, una forma de obligar a los ciudadanos a punta de pistola a entregar su dinero a otras personas. Al crear la Seguridad Social, afirmaba Rick Perry en su libro Fed Up! (¡Harto!), Roosevelt estaba "lanzando violentamente por la borda todo respeto por nuestros principios fundacionales". ¿Alguien duda de que estaba hablando en nombre de muchos miembros de su partido?
Así que el supercomité ha reunido a unos legisladores que están en completo desacuerdo tanto sobre el modo en que funciona el mundo como sobre la función que debe desempeñar el Gobierno. ¿Por qué pensó alguien que esto funcionaría?
Bueno, tal vez se tenía la idea de que los partidos llegarían a un acuerdo por miedo a que tuviesen que pagar un precio político por parecer intransigentes. Pero esto solo podría ocurrir si los medios de comunicación estuviesen dispuestos a puntualizar quién se está negando realmente a alcanzar un acuerdo. Y no lo hacen. Cuando el supercomité fracase, si fracasa, prácticamente toda la información consistirá en repetir lo que ha dicho cada cual, citando a los demócratas que culpan a los republicanos y viceversa, sin explicar la verdad en ningún momento.
Ah, y permítanme llamar la atención a los expertos centristas que se niegan a reconocer que el presidente Obama ya les ha dado lo que quieren. El diálogo es algo parecido a esto. Experto: "¿Por qué no se declara el presidente a favor de una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos?". Obama: "Defiendo una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos". Experto: "¿Por qué no se declara el presidente a favor de una mezcla de recortes del gasto y subidas de impuestos?".
Como ven, admitir que una parte está dispuesta a hacer concesiones, mientras que la otra no lo está, empañaría las credenciales centristas de uno. Y la consecuencia es que los republicanos no pagan precio alguno por negarse a ceder un ápice.
Así que el supercomité fracasará; y eso es bueno.
Por un lado, la historia nos dice que el Partido Republicano incumplirá su parte de cualquier trato tan pronto como tenga la ocasión. Así que cualquier acuerdo alcanzado ahora no sería, en la práctica, más que un acuerdo para reducir drásticamente la Seguridad Social y Medicare, sin ningún beneficio duradero para el déficit.
Además, cualquier acuerdo alcanzado ahora terminaría casi con toda seguridad empeorando la crisis económica. Recortar drásticamente el gasto mientras la economía está deprimida destruye puestos de trabajo y es probable que incluso sea contraproducente en cuanto a la reducción del déficit, ya que conduce a una disminución de los ingresos...
¿Pero, en última instancia, no tenemos que equiparar el gasto y los ingresos? Sí, tenemos que hacerlo. Pero la decisión sobre el modo de hacerlo no tiene que ver con la contabilidad. Tiene que ver con los valores fundamentales; y es una decisión que deberían tomar los votantes, no un comité que supuestamente trasciende la división partidista.
Al final, un lado u otro de esa línea divisoria conseguirá la clase de mandato popular que necesita para resolver nuestros problemas presupuestarios a largo plazo. Hasta entonces, los intentos de alcanzar un Gran Pacto son esencialmente destructivos. Si el supercomité fracasa, como se espera, será una ocasión para celebrar. PAUL KRUGMAN 20/11/2011, EL PAÍS.
domingo, 20 de noviembre de 2011
¡¡Ánimos!!
Como la felicidad no es una meta
sino la consecuencia de lo que hemos hecho
con y de la vida
en el transcurso de nuestra existencia
podemos decirnos finalmente
con una sonrisa:
TODO HA MERECIDO LA PENA
Vivir es Convivir.
Luchar por algo valioso con otros.
Compartir el sol, el agua, el pan y el aire.
Agradecer la palabra y el silencio.
Extasiarse con la caricia.
Residir en la mente y en el corazón ajeno.
Recitar poemas que alivian la fiebre.
Contar cuentos de final feliz.
Y sonreír en la fiesta, el placer y la alegría,
también en el dolor, el espanto y la zozobra.
Tomado de aquí.
sino la consecuencia de lo que hemos hecho
con y de la vida
en el transcurso de nuestra existencia
podemos decirnos finalmente
con una sonrisa:
TODO HA MERECIDO LA PENA
Vivir es Convivir.
Luchar por algo valioso con otros.
Compartir el sol, el agua, el pan y el aire.
Agradecer la palabra y el silencio.
Extasiarse con la caricia.
Residir en la mente y en el corazón ajeno.
Recitar poemas que alivian la fiebre.
Contar cuentos de final feliz.
Y sonreír en la fiesta, el placer y la alegría,
también en el dolor, el espanto y la zozobra.
Tomado de aquí.
sábado, 19 de noviembre de 2011
Cocina española típica: Tortilla de patatas, fabada, paella de pescado y otros platos típicos.
RECETAS TORTILLA VASCA
Subijana, el gran cocinero vasco, se atrevió a confesar un pequeño truco. "Siempre digo que al cascar los huevos hay que añadir una pizca de sal en cada uno antes de batirlos, así siempre la tortilla sale en su punto". David de Jorge, responsable de Robin Food, programa de cocina de ETB2, en cambio, señaló como secreto del éxito "que el huevo tenga un tono amarillo vivo, que tenga cebolla muy tostada, que la patata esté cortada menuda y también muy tostada y que esté muy jugosa". Pero lo que hizo ganar a Javier, concursante de Hondarribia, como destacó Arzak, "fue un ligero toque de pimientos".
Ingredientes para 4 personas: 8 huevos, restos de pisto (o 3 pimientos verdes finos, 1 cebolla grande, 4 tomates, 2 dientes de ajo), 75 gramos de jamón serrano, 8 cucharadas de aceite, unas ramitas de perejil, sal.
1. Pelar y cortar la cebolla y los pimientos en rodajas muy finas junto al ajo. Freírlos en 4 cucharadas de aceite y añadir los tomates escaldados y en dados (si hay un resto de pisto, ya está hecho este refrito), el perejil picado y el jamón en dados. Sazonar y freír 5 minutos.
2. Mezclar con los huevos batidos y sazonados. Cuajar la mezcla en una sartén engrasada con aceite, a fuego flojo, unos 5-6 minutos por cada lado.
Otra receta de tortilla para 4 personas; 6 huevos, 600 gr de patatas, 375 gr de cebolla, 3 dl de aceite de oliva y sal al gusto.
Preparación: pelamos las patatas, las cortamos en dados, pelamos las cebollas y las cortamos en mirepoix. Cuando el aceite esté a una temperatura moderada añadimos las patatas y la cebolla (previamente pochada) hasta que se ablande la patata. Después escurrimos la grasa y sazonamos. Batimos los huevos con una barilla y sobre estos añadimos las patatas y cebolla, mezclamos. Ponemos la sartén al fuego con un poquito de aceite y vertemos la mezcla anterior, dejamos cuajar por un lado, le damos la vuelta y bajamos el fuego para que se termine de cuajar por el otro lado y no se quede cruda por dentro o se queme.
Con permiso de la paella y el gazpacho, la tortilla de patatas es seguramente el gran plato nacional español. Aunque nadie lo diría teniendo en cuenta la bajísima calidad de muchas de las que se sirven en este país: el que no se haya topado con una masa dura, reseca y amarillenta en más de un bar patrio, que tire la primera piedra. Es cierto que existen lugares donde se comen excelentes tortillas, y que el nivel sube de forma notable en el norte de España. Pero como ocurre con el cruasán, tenemos mucho, pero mucho que mejorar.
No sé si una publicación como 'El gran libro de la tortilla de patatas', de José Carlos Capel, contribuirá a la dignificación de esta maravilla hispana. Ójalá lo hiciera. De lo que sí estoy seguro es de que producirá gran deleite entre los amantes de la alta cocina, puesto que el crítico de EL PAÍS ha reunido un montón de recetas de chefs tan reconocidos como Adrià, Arzak, Berasategui, Subijana, Aduriz, Ruscalleda o Joan Roca.
Cada uno de ellos propone cinco variantes de la tortilla de patatas, la mayoría muy imaginativas y con un alto nivel de dificultad. Por suerte para nosotros los ineptos, también hay algunas más sencillitas, como este revuelto de patatas y cebolla tierna del chef del Guggenheim Bilbao, Josean Martínez Alija, que hice el otro día.
Siempre me han gustado los revueltos, a veces más que las tortillas porque su textura cremosa me resulta irresistible. Aunque fácil de preparar, éste es un revuelto muy gourmet, con la cebolleta tierna primero confitada y luego dorada, las patatas finas y crujientes y el huevo con dosis extra de yema para hacerlo aún más lujurioso. La única novedad que he introducido respecto a la receta original de Martínez Alija es el pimiento verde, por puro vicio personal. Así que eliminadlo si no os gusta.
Aviso de que está científicamente comprobado que las personas que recuecen un revuelto y lo dejan seco sufren mareos, migrañas, frigidez y toda clase de males gravísimos. Para no caer en esta clase de errores mortales, recomiendo encarecidamente la lectura de la fantástica introducción del libro, en la que Capel explica la historia y las claves de los cuatro ingredientes básicos del plato: la patata, el huevo, el aceite de oliva y la sal. Toda una exhibición de sabiduría gastronómica.
Dificultad. Es como una tortilla, pero para lerdos.
Ingredientes
Para 4-6 personas
800 gr. de patatas
200 gr. de cebolla tiernas
100 gr. de pimiento verde
10 huevos de pollo campero
Aceite de oliva
Sal
Preparación
1. Pelar y dividir las patatas en cuatro trozos. Cortarlas en láminas finas y ponerlas en agua fría para que suelten el almidón.
2. Cortar la cebolleta y el pimiento en tiras. Rehogarlos en una sartén grande con tres cucharadas de aceite y un poco de sal a fuego suave durante unos 40 minutos. Subir el fuego entonces y dorarlos. Escurrirlos y sacarlos a un bol.
3. Añadir otra cucharada de aceite, subir el fuego al máximo y dorar las patatas, moviéndolas continuamente para que no se quemen. Deben quedar tostadas. Escurrirlas, mezclarlas con la cebolleta y el pimiento, y salar.
4. Batir 4 huevos y las yemas de los otros seis en un bol con una pizca de sal. Añadir las patatas y remover.
5. Calentar un poco de aceite en una sartén antiadherente con el fuego al máximo medio-bajo. Añadir el huevo con patata y remover con suavidad para obtener un revuelto poco cuajado. Servir de inmediato.
Fabada
Ingredientes para cuatro personas: 500 gramos de fabes, 2 chorizos, 2 morcillas, 100 gramos de lacón, 100 gramos de tocino (sustituido por 200 gramos de panceta curada), 1 cebolla, 2 ajos, c/s de perejil y sal.
Preparación: lo primero es poner en remojo en agua fría las fabes. Se ponen el día antes y enseguida empiezan a arrugarse, hasta que crecen por completo y se vuelven a hidratar. Aun así, el cocinado que van a necesitar será con el fuego bajo y lento en el tiempo para conseguir que desplieguen toda su carnosidad. A la vez que ponemos las fabes en remojo, poner la carne (morcilla, chorizos, lacón y tocino o panceta) en remojo en agua templada. Al día siguiente, y tres horas antes de la hora de comer, ponemos a cocer, utilizando la misma agua, los chorizos y encima las fabes. Además, añadir la cebolla, el perejil y los ajos. Cuando rompa a hervir, quitar las impurezas en forma de espuma que han soltado. Bajar el fuego y poner al mínimo imprescindible para que pueda romper a hervir de nuevo, pero muy lentamente. Así durante tres horas o hasta que estén tiernas las fabes. A final del cocido, comprobar la sal. Si el caldo estuviese muy claro, machacamos unas pocas fabes y las utilizamos para espesar.
Tortilla de patata
Ingredientes para cuatro personas: 4 patatas grandes, 4 huevos, ? cebolla, 4 decilitros de aceite de oliva, sal y pimienta.
Preparación: pelar y picar la cebolla. En una sartén con aceite bien caliente, freír la cebolla picada, sacar, escurrir y reservar. Pelar, lavar y cortar las patatas en láminas finas de uno o dos centímetros de largo. Una vez hemos freído la cebolla y reservado, añadir a ese aceite aún caliente las patatas. Esperar a que se frían vigilando que no se quemen ni se peguen. Mientras la patata se va friendo, batir los huevos. Una vez la patata se ha reblandecido, retirar y escurrir antes de mezclar con la cebolla que previamente hemos reservado. Salpimentar. Añadir la mezcla de patata y cebolla a los huevos y dejar reposar durante 10 minutos. Es importante para realizar una buena tortilla de patata quitar la mayor parte del aceite. Una opción es usar papel absorbente para las patatas. Escurrir el aceite de la sartén hasta que quede lo mínimo. Cuando la sartén esté caliente de nuevo, echar la mezcla y esperar unos dos o tres minutos a fuego medio a que se haga la tortilla por uno de sus lados. Podremos ir agitando la sartén para evitar que se nos pegue.
Cuando detectemos que la tortilla está cuajada, si nos atrevemos, le damos la vuelta en el aire. Si no, cogemos un plato más grande que la sartén, lo ponemos encima y, sujetándolo bien, le damos la vuelta a la sartén sin separar el plato, evitando que se pueda verter el líquido de su interior. Volvemos a poner la sartén al fuego y echamos de nuevo la tortilla de patata ahora por el otro lado. Con una espumadera de madera o que no ralle la sartén vamos remetiendo los bordes de la tortilla hacia dentro para hacerle la forma.
El punto de cocción de una tortilla es una cuestión bastante personal; hay gente que la prefiere cuajada, mientras que a otros les gusta más jugosa.
Paella de mariscos y pescado
Ingredientes para cuatro personas: 2 tazas de café con leche de arroz, 1 kilo de mejillones, 1/2 kilo de langostinos, 1 carabinero, 300 gramos de almejas, 300 gramos de gambas, 300 gramos de rape, 2 tomates maduro, 1 diente de ajo, 1 cucharada de pimentón colmada, unas hebras de azafrán, 4 tazas de caldo de pescado muy concentrado, 1 limón, aceite de oliva, y sal. Para el caldo de pescado: una cebolla, un tomate, un diente de ajo, una cucharada de pimentón, las cáscaras y las cabezas de todos los mariscos, el caldo de los mejillones, aceite de oliva y sal.
Preparación: para nuestra paella comenzaremos preparando el pescado y el marisco. En primer lugar, poner las almejas en un cuenco con agua fría, unas gotas de vinagre o un pellizco de sal, y aclarar con agua limpia antes de utilizarlas para eliminar la tierra. Limpiar los mejillones y cocer hasta que se abran. En cuanto lo hagan, sacar, escurrir y colar el caldo. Reservar tanto los mejillones como el caldo.
Pelar las gambas, los langostinos y el carabinero. Reservar todas las cáscaras. Limpiar el rape y cortarlo en dados. Reservar la espina y la piel. Hacer una cruz en la base de los tomates, escaldarlos en agua caliente y pelarlos. En una cazuela, poner tres cucharadas de aceite de oliva, un tomate picado, la cebolla cortada en daditos, un diente de ajo prensado, las cáscaras de los mariscos, la espina, la piel del rape y la sal. Se sofríe a fuego mediano y se aprietan con una cuchara las cabezas y las cáscaras del marisco para que suelten su jugo. Añadir la mitad del pimentón y rehogar. Verter el caldo de los mejillones y un litro de agua; rectificar de sal. Cocer durante 40 minutos a fuego mediano.
Colar el caldo por el chino y comprobar su sabor. Rectificar de sal. Poner en la paella cuatro cucharadas de aceite de oliva, el otro tomate picado, el ajo prensado y la sal. Sofreír a fuego suave hasta que el tomate quede deshecho. Añadir las almejas, los mejillones picados, el resto del pimentón y rehogar. Espolvorear con las hebras de azafrán. Verter el arroz repartiéndolo por toda la paellera y rehogarlo durante cinco minutos. No moverlo y verter cuatro tazas de caldo muy caliente.
Cocer a fuego vivo durante 10 minutos. Distribuir el marisco y el pescado. Bajar el fuego y regar con zumo de limón.
A continuación, completar 15 minutos de cocción. Cubrir la paellera y dejarlo reposar 5 minutos más. REPORTAJE: COCINA, ANA PANTALEONI Y PACO GUZMÁN 06/03/2011
Subijana, el gran cocinero vasco, se atrevió a confesar un pequeño truco. "Siempre digo que al cascar los huevos hay que añadir una pizca de sal en cada uno antes de batirlos, así siempre la tortilla sale en su punto". David de Jorge, responsable de Robin Food, programa de cocina de ETB2, en cambio, señaló como secreto del éxito "que el huevo tenga un tono amarillo vivo, que tenga cebolla muy tostada, que la patata esté cortada menuda y también muy tostada y que esté muy jugosa". Pero lo que hizo ganar a Javier, concursante de Hondarribia, como destacó Arzak, "fue un ligero toque de pimientos".
Ingredientes para 4 personas: 8 huevos, restos de pisto (o 3 pimientos verdes finos, 1 cebolla grande, 4 tomates, 2 dientes de ajo), 75 gramos de jamón serrano, 8 cucharadas de aceite, unas ramitas de perejil, sal.
1. Pelar y cortar la cebolla y los pimientos en rodajas muy finas junto al ajo. Freírlos en 4 cucharadas de aceite y añadir los tomates escaldados y en dados (si hay un resto de pisto, ya está hecho este refrito), el perejil picado y el jamón en dados. Sazonar y freír 5 minutos.
2. Mezclar con los huevos batidos y sazonados. Cuajar la mezcla en una sartén engrasada con aceite, a fuego flojo, unos 5-6 minutos por cada lado.
Otra receta de tortilla para 4 personas; 6 huevos, 600 gr de patatas, 375 gr de cebolla, 3 dl de aceite de oliva y sal al gusto.
Preparación: pelamos las patatas, las cortamos en dados, pelamos las cebollas y las cortamos en mirepoix. Cuando el aceite esté a una temperatura moderada añadimos las patatas y la cebolla (previamente pochada) hasta que se ablande la patata. Después escurrimos la grasa y sazonamos. Batimos los huevos con una barilla y sobre estos añadimos las patatas y cebolla, mezclamos. Ponemos la sartén al fuego con un poquito de aceite y vertemos la mezcla anterior, dejamos cuajar por un lado, le damos la vuelta y bajamos el fuego para que se termine de cuajar por el otro lado y no se quede cruda por dentro o se queme.
Con permiso de la paella y el gazpacho, la tortilla de patatas es seguramente el gran plato nacional español. Aunque nadie lo diría teniendo en cuenta la bajísima calidad de muchas de las que se sirven en este país: el que no se haya topado con una masa dura, reseca y amarillenta en más de un bar patrio, que tire la primera piedra. Es cierto que existen lugares donde se comen excelentes tortillas, y que el nivel sube de forma notable en el norte de España. Pero como ocurre con el cruasán, tenemos mucho, pero mucho que mejorar.
No sé si una publicación como 'El gran libro de la tortilla de patatas', de José Carlos Capel, contribuirá a la dignificación de esta maravilla hispana. Ójalá lo hiciera. De lo que sí estoy seguro es de que producirá gran deleite entre los amantes de la alta cocina, puesto que el crítico de EL PAÍS ha reunido un montón de recetas de chefs tan reconocidos como Adrià, Arzak, Berasategui, Subijana, Aduriz, Ruscalleda o Joan Roca.
Cada uno de ellos propone cinco variantes de la tortilla de patatas, la mayoría muy imaginativas y con un alto nivel de dificultad. Por suerte para nosotros los ineptos, también hay algunas más sencillitas, como este revuelto de patatas y cebolla tierna del chef del Guggenheim Bilbao, Josean Martínez Alija, que hice el otro día.
Siempre me han gustado los revueltos, a veces más que las tortillas porque su textura cremosa me resulta irresistible. Aunque fácil de preparar, éste es un revuelto muy gourmet, con la cebolleta tierna primero confitada y luego dorada, las patatas finas y crujientes y el huevo con dosis extra de yema para hacerlo aún más lujurioso. La única novedad que he introducido respecto a la receta original de Martínez Alija es el pimiento verde, por puro vicio personal. Así que eliminadlo si no os gusta.
Aviso de que está científicamente comprobado que las personas que recuecen un revuelto y lo dejan seco sufren mareos, migrañas, frigidez y toda clase de males gravísimos. Para no caer en esta clase de errores mortales, recomiendo encarecidamente la lectura de la fantástica introducción del libro, en la que Capel explica la historia y las claves de los cuatro ingredientes básicos del plato: la patata, el huevo, el aceite de oliva y la sal. Toda una exhibición de sabiduría gastronómica.
Dificultad. Es como una tortilla, pero para lerdos.
Ingredientes
Para 4-6 personas
800 gr. de patatas
200 gr. de cebolla tiernas
100 gr. de pimiento verde
10 huevos de pollo campero
Aceite de oliva
Sal
Preparación
1. Pelar y dividir las patatas en cuatro trozos. Cortarlas en láminas finas y ponerlas en agua fría para que suelten el almidón.
2. Cortar la cebolleta y el pimiento en tiras. Rehogarlos en una sartén grande con tres cucharadas de aceite y un poco de sal a fuego suave durante unos 40 minutos. Subir el fuego entonces y dorarlos. Escurrirlos y sacarlos a un bol.
3. Añadir otra cucharada de aceite, subir el fuego al máximo y dorar las patatas, moviéndolas continuamente para que no se quemen. Deben quedar tostadas. Escurrirlas, mezclarlas con la cebolleta y el pimiento, y salar.
4. Batir 4 huevos y las yemas de los otros seis en un bol con una pizca de sal. Añadir las patatas y remover.
5. Calentar un poco de aceite en una sartén antiadherente con el fuego al máximo medio-bajo. Añadir el huevo con patata y remover con suavidad para obtener un revuelto poco cuajado. Servir de inmediato.
Fabada
Ingredientes para cuatro personas: 500 gramos de fabes, 2 chorizos, 2 morcillas, 100 gramos de lacón, 100 gramos de tocino (sustituido por 200 gramos de panceta curada), 1 cebolla, 2 ajos, c/s de perejil y sal.
Preparación: lo primero es poner en remojo en agua fría las fabes. Se ponen el día antes y enseguida empiezan a arrugarse, hasta que crecen por completo y se vuelven a hidratar. Aun así, el cocinado que van a necesitar será con el fuego bajo y lento en el tiempo para conseguir que desplieguen toda su carnosidad. A la vez que ponemos las fabes en remojo, poner la carne (morcilla, chorizos, lacón y tocino o panceta) en remojo en agua templada. Al día siguiente, y tres horas antes de la hora de comer, ponemos a cocer, utilizando la misma agua, los chorizos y encima las fabes. Además, añadir la cebolla, el perejil y los ajos. Cuando rompa a hervir, quitar las impurezas en forma de espuma que han soltado. Bajar el fuego y poner al mínimo imprescindible para que pueda romper a hervir de nuevo, pero muy lentamente. Así durante tres horas o hasta que estén tiernas las fabes. A final del cocido, comprobar la sal. Si el caldo estuviese muy claro, machacamos unas pocas fabes y las utilizamos para espesar.
Tortilla de patata
Ingredientes para cuatro personas: 4 patatas grandes, 4 huevos, ? cebolla, 4 decilitros de aceite de oliva, sal y pimienta.
Preparación: pelar y picar la cebolla. En una sartén con aceite bien caliente, freír la cebolla picada, sacar, escurrir y reservar. Pelar, lavar y cortar las patatas en láminas finas de uno o dos centímetros de largo. Una vez hemos freído la cebolla y reservado, añadir a ese aceite aún caliente las patatas. Esperar a que se frían vigilando que no se quemen ni se peguen. Mientras la patata se va friendo, batir los huevos. Una vez la patata se ha reblandecido, retirar y escurrir antes de mezclar con la cebolla que previamente hemos reservado. Salpimentar. Añadir la mezcla de patata y cebolla a los huevos y dejar reposar durante 10 minutos. Es importante para realizar una buena tortilla de patata quitar la mayor parte del aceite. Una opción es usar papel absorbente para las patatas. Escurrir el aceite de la sartén hasta que quede lo mínimo. Cuando la sartén esté caliente de nuevo, echar la mezcla y esperar unos dos o tres minutos a fuego medio a que se haga la tortilla por uno de sus lados. Podremos ir agitando la sartén para evitar que se nos pegue.
Cuando detectemos que la tortilla está cuajada, si nos atrevemos, le damos la vuelta en el aire. Si no, cogemos un plato más grande que la sartén, lo ponemos encima y, sujetándolo bien, le damos la vuelta a la sartén sin separar el plato, evitando que se pueda verter el líquido de su interior. Volvemos a poner la sartén al fuego y echamos de nuevo la tortilla de patata ahora por el otro lado. Con una espumadera de madera o que no ralle la sartén vamos remetiendo los bordes de la tortilla hacia dentro para hacerle la forma.
El punto de cocción de una tortilla es una cuestión bastante personal; hay gente que la prefiere cuajada, mientras que a otros les gusta más jugosa.
Paella de mariscos y pescado
Ingredientes para cuatro personas: 2 tazas de café con leche de arroz, 1 kilo de mejillones, 1/2 kilo de langostinos, 1 carabinero, 300 gramos de almejas, 300 gramos de gambas, 300 gramos de rape, 2 tomates maduro, 1 diente de ajo, 1 cucharada de pimentón colmada, unas hebras de azafrán, 4 tazas de caldo de pescado muy concentrado, 1 limón, aceite de oliva, y sal. Para el caldo de pescado: una cebolla, un tomate, un diente de ajo, una cucharada de pimentón, las cáscaras y las cabezas de todos los mariscos, el caldo de los mejillones, aceite de oliva y sal.
Preparación: para nuestra paella comenzaremos preparando el pescado y el marisco. En primer lugar, poner las almejas en un cuenco con agua fría, unas gotas de vinagre o un pellizco de sal, y aclarar con agua limpia antes de utilizarlas para eliminar la tierra. Limpiar los mejillones y cocer hasta que se abran. En cuanto lo hagan, sacar, escurrir y colar el caldo. Reservar tanto los mejillones como el caldo.
Pelar las gambas, los langostinos y el carabinero. Reservar todas las cáscaras. Limpiar el rape y cortarlo en dados. Reservar la espina y la piel. Hacer una cruz en la base de los tomates, escaldarlos en agua caliente y pelarlos. En una cazuela, poner tres cucharadas de aceite de oliva, un tomate picado, la cebolla cortada en daditos, un diente de ajo prensado, las cáscaras de los mariscos, la espina, la piel del rape y la sal. Se sofríe a fuego mediano y se aprietan con una cuchara las cabezas y las cáscaras del marisco para que suelten su jugo. Añadir la mitad del pimentón y rehogar. Verter el caldo de los mejillones y un litro de agua; rectificar de sal. Cocer durante 40 minutos a fuego mediano.
Colar el caldo por el chino y comprobar su sabor. Rectificar de sal. Poner en la paella cuatro cucharadas de aceite de oliva, el otro tomate picado, el ajo prensado y la sal. Sofreír a fuego suave hasta que el tomate quede deshecho. Añadir las almejas, los mejillones picados, el resto del pimentón y rehogar. Espolvorear con las hebras de azafrán. Verter el arroz repartiéndolo por toda la paellera y rehogarlo durante cinco minutos. No moverlo y verter cuatro tazas de caldo muy caliente.
Cocer a fuego vivo durante 10 minutos. Distribuir el marisco y el pescado. Bajar el fuego y regar con zumo de limón.
A continuación, completar 15 minutos de cocción. Cubrir la paellera y dejarlo reposar 5 minutos más. REPORTAJE: COCINA, ANA PANTALEONI Y PACO GUZMÁN 06/03/2011
jueves, 17 de noviembre de 2011
Indignación en Harvard
Un un hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de “Aunque usted no lo crea” de Ripley, el pasado 02.11.2011, un grupo de estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street). Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real. Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –, generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla...
El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos...
Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw. Julia Evelyn Martínez
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street). Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real. Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –, generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla...
El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos...
Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw. Julia Evelyn Martínez
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Baltimore, Nueva Orleans, Faluya
Cuando Margaret Talbot, una periodista de la revista The New Yorker, definió The Wire como "una cruzada", estaba definiendo -con mucha puntería- al creador de la serie, un señor llamado David Simon.
El historial de Simon en la pequeña pantalla ha sido siempre un compendio de sus manías, sus vicios y sus virtudes. No hay que olvidar que el guionista y productor empezó su andadura profesional como periodista de investigación y ya desde el principio demostró ser un tipo implacable en la búsqueda de lo que él consideraba la verdad. Simon se peleó con el poder en todas sus vertientes y de esa lucha nació Homicidio, una crónica oscura y real de su paso por los bajos fondos de Baltimore.
La serie (1993) que surgió del libro era igualmente veraz, preocupada en extremo por resultar creíble y donde ya se anticipaba aquella máxima que el periodista haría famosa algún tiempo después: "Que se joda el espectador medio".
The Corner (2000), titulada en España La esquina, era una obra 100% Simon, nada de intromisiones o concesiones a los de arriba. HBO le dio carta blanca para el esbozo, el borrador que poco después se convertiría en The Wire.
En La esquina ya convergen muchas de las obsesiones de Simon: la habilidad para la creación de personajes, el profundo conocimiento de la condición humana, una afilada pericia para el diálogo y las tramas corales. La serie también le sirvió para descubrir que la ciudad era su auténtico campo de batalla, allí donde quería levantar el fuerte. Consecuentemente The Wire nacería dos años después casi como un acto de responsabilidad con la ciudad que le había acogido y acabaría convirtiéndose en un monumento a la complejidad de la sociedad estadounidense.
La serie se hizo famosa además por su naturaleza dickensiana (o shakespeariana, la cosa ha merecido muchos argumentos a favor y en contra) y por la belicosidad de sus tramas. Según el escritor Dennis Lehane, a la estancia donde se reunían los guionistas de The Wire la apodaban "la sala de guerra". Lehane, Richard Price, Ed Burns, George P. Pelecanos y Simon formaron el inquieto quinteto que parió la mejor televisión de la historia.
Otras versiones dibujan a un Simon hiperactivo, paseándose por la sala de guerra agitando los brazos y gritando "¿qué haría Shakespeare?" cada vez que el grupo se atascaba. De la serie también se desprenden los signos vitales de este señor bajito y con boina: su incorruptibilidad, su fijación por los temas sociales, su desprecio por las convenciones y lo políticamente correcto. No hay que olvidarse -aunque es bastante difícil afirmar que fuera la voluntad de Simon- de esa épica del perdedor que subyace en sus tramas: la del policía, el traficante, el ladrón o el vagabundo. Sus personajes comparten un gusto por la mortalidad que les hace correr rápidamente en su busca: es difícil eludir el determinismo en su obra.
La posterior Generation Kill (2008), una reflexión hiperrealista sobre la guerra de Irak a través del periodista de la revista Rolling Stone Evan Wright, marca esa mirada que repasa las consecuencias del poder desde abajo. También define muy bien el estilo de Simon: la escritura al servicio del personaje, el lenguaje como puerta de entrada a una realidad distinta, el reparto como declaración de intenciones (en Generation Kill el marine Rudy Reyes se interpretaba a sí mismo, algo similar a lo que sucedió en The Wire con el personaje de Snoop y que sucedería a posteriori con varios de los protagonistas de Treme).
Treme (2010) marca otra de las grandes referencias de Simon, la ciudad no sólo como telón de fondo sino como protagonista. Baltimore ocupó ese rol en Homicidio, La esquina y The Wire; Faluya en Generation Kill, Nueva Orleans en Treme. En esta última la ciudad del sur de EE UU trata de reponerse del desastre causado por el huracán Katrina.
Los trazos de Simon siguen siendo casi caligráficos, fijados esta vez en la idiosincrasia del universo musical del barrio francés. Sin embargo, no importa hasta dónde viaje Simon o lo que se proponga contar: sus criaturas siguen teniendo algo de animales salvajes y sus tramas no buscan la sonrisa o el aplauso.
Para el que está considerado como uno de los hombres más importantes de la historia de la caja tonta (y parafraseando a Bill Shankly) la tele no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso.
El historial de Simon en la pequeña pantalla ha sido siempre un compendio de sus manías, sus vicios y sus virtudes. No hay que olvidar que el guionista y productor empezó su andadura profesional como periodista de investigación y ya desde el principio demostró ser un tipo implacable en la búsqueda de lo que él consideraba la verdad. Simon se peleó con el poder en todas sus vertientes y de esa lucha nació Homicidio, una crónica oscura y real de su paso por los bajos fondos de Baltimore.
La serie (1993) que surgió del libro era igualmente veraz, preocupada en extremo por resultar creíble y donde ya se anticipaba aquella máxima que el periodista haría famosa algún tiempo después: "Que se joda el espectador medio".
The Corner (2000), titulada en España La esquina, era una obra 100% Simon, nada de intromisiones o concesiones a los de arriba. HBO le dio carta blanca para el esbozo, el borrador que poco después se convertiría en The Wire.
En La esquina ya convergen muchas de las obsesiones de Simon: la habilidad para la creación de personajes, el profundo conocimiento de la condición humana, una afilada pericia para el diálogo y las tramas corales. La serie también le sirvió para descubrir que la ciudad era su auténtico campo de batalla, allí donde quería levantar el fuerte. Consecuentemente The Wire nacería dos años después casi como un acto de responsabilidad con la ciudad que le había acogido y acabaría convirtiéndose en un monumento a la complejidad de la sociedad estadounidense.
La serie se hizo famosa además por su naturaleza dickensiana (o shakespeariana, la cosa ha merecido muchos argumentos a favor y en contra) y por la belicosidad de sus tramas. Según el escritor Dennis Lehane, a la estancia donde se reunían los guionistas de The Wire la apodaban "la sala de guerra". Lehane, Richard Price, Ed Burns, George P. Pelecanos y Simon formaron el inquieto quinteto que parió la mejor televisión de la historia.
Otras versiones dibujan a un Simon hiperactivo, paseándose por la sala de guerra agitando los brazos y gritando "¿qué haría Shakespeare?" cada vez que el grupo se atascaba. De la serie también se desprenden los signos vitales de este señor bajito y con boina: su incorruptibilidad, su fijación por los temas sociales, su desprecio por las convenciones y lo políticamente correcto. No hay que olvidarse -aunque es bastante difícil afirmar que fuera la voluntad de Simon- de esa épica del perdedor que subyace en sus tramas: la del policía, el traficante, el ladrón o el vagabundo. Sus personajes comparten un gusto por la mortalidad que les hace correr rápidamente en su busca: es difícil eludir el determinismo en su obra.
La posterior Generation Kill (2008), una reflexión hiperrealista sobre la guerra de Irak a través del periodista de la revista Rolling Stone Evan Wright, marca esa mirada que repasa las consecuencias del poder desde abajo. También define muy bien el estilo de Simon: la escritura al servicio del personaje, el lenguaje como puerta de entrada a una realidad distinta, el reparto como declaración de intenciones (en Generation Kill el marine Rudy Reyes se interpretaba a sí mismo, algo similar a lo que sucedió en The Wire con el personaje de Snoop y que sucedería a posteriori con varios de los protagonistas de Treme).
Treme (2010) marca otra de las grandes referencias de Simon, la ciudad no sólo como telón de fondo sino como protagonista. Baltimore ocupó ese rol en Homicidio, La esquina y The Wire; Faluya en Generation Kill, Nueva Orleans en Treme. En esta última la ciudad del sur de EE UU trata de reponerse del desastre causado por el huracán Katrina.
Los trazos de Simon siguen siendo casi caligráficos, fijados esta vez en la idiosincrasia del universo musical del barrio francés. Sin embargo, no importa hasta dónde viaje Simon o lo que se proponga contar: sus criaturas siguen teniendo algo de animales salvajes y sus tramas no buscan la sonrisa o el aplauso.
Para el que está considerado como uno de los hombres más importantes de la historia de la caja tonta (y parafraseando a Bill Shankly) la tele no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso.
"¿Cómo es posible que funcione el sistema si no hay consumidores?"
La ensayista Barbara Ehrenreich ataca la trampa del pensamiento positivo
"Si tienes cáncer y no te curas es porque no tienes una actitud positiva; si te despiden de tu trabajo y no encuentras otro es por la misma razón; si eres pobre es tu culpa, porque odias la riqueza". Barbara Ehrenreich (Butte, Montana, 1941) es una representante clásica del pensamiento de izquierdas norteamericano y adora desmontar mitos y supercherías como las arriba señaladas. Bióloga de formación, pasó pronto a dedicarse al análisis político y a la crítica social. Es autora de más de una veintena de libros y acaba de publicar Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Turner).
Estuvo en Barcelona y dio una conferencia en el Centro de Cultura Contemporáneo (CCCB) insistiendo en que no es cierto que el vaso siempre esté medio lleno, nunca medio vacío. Ehrenreich tuvo cáncer de mama y le irritó profundamente el activismo positivo del que se vio rodeada durante su enfermedad, y descubrió que se trataba de un auténtico movimiento social, no solo relacionado con el cáncer. Su teoría es que no es más que una treta para justificar las desigualdades.
"Me irritó mucho esta filosofía, porque básicamente suponía que yo era responsable de mi enfermedad. Cuando empecé a investigar sobre el problema de los ejecutivos que perdían su empleo me di cuenta de que era lo mismo que con el cáncer: si te han despedido es porque no tienes un pensamiento positivo, les decían, y si no encuentras trabajo es porque no has visto lo que de positivo tiene esta oportunidad. Y sobre esto se ha creado una gigantesca industria que básicamente consiste en decir que uno puede conseguirlo todo si solo cambia su manera de pensar. Es simplemente cruel decirle a alguien que ha perdido su trabajo o a quien le han diagnosticado una enfermedad importante que debe trabajar en su actitud".
En su opinión, esta filosofía también está en el origen del desbarajuste económico y financiero que ha provocado la crisis por la que atravesamos. "A principios de la década de 1980 hubo un cambio profundo en la cultura de las grandes empresas norteamericanas, consistente en abandonar la racionalidad de manera plenamente consciente. 'No queremos pensar demasiado. Un auténtico líder no tiene que pensar demasiado porque es alguien genial que debe seguir su inspiración', decían. Todo lo que hasta entonces se había hecho: analizar los riesgos y estudiar las distintas opciones ya no servía, la palabra clave era carisma: las cualidades carismáticas del líder. Sobre este principio se creó una cultura del negocio que lleva a los empleados a retiros sobre el espiritualismo de los nativos americanos...".
Para Ehrenreich, los líderes empresariales y financieros que nos han llevado a esta situación son gente que vive en otro mundo. "Cuando vales cientos de millones de dólares no ocupas el mismo mundo que la gente corriente; no vas en vuelos comerciales, usas el helicóptero en la ciudad, te alojas solo en hoteles de cinco estrellas, vives en una burbuja en la que todo lo que deseas se hace realidad. Si estás en tu casa de Palm Beach y piensas que no tienes un buen borgoña para ofrecer a tus invitados, mandas a un empleado en tu avión privado a tu casa en la Costa Este para que traiga unas cuantas cajas a tiempo para la cena. Es mágico. Porque además esta gente es más rica que nunca y tiene auténticos poderes mágicos comparado con nosotros".
Cree que las soluciones al desbarajuste no tienen por qué ser demasiado radicales y que lo que exigen los jóvenes indignados es perfectamente razonable. "No se puede tener una economía basada exclusivamente en el juego, ni tampoco es posible mantener una proporción tan alta de pobreza en la población. Está afectando profundamente al sistema. Simplemente hay que parar y razonar. ¿Cómo es posible que funcione el sistema si no hay consumidores? Se ha olvidado el principio básico de Henry Ford, que pensaba que cualquiera de sus empleados debería ser capaz de comprarse uno de sus coches para que realmente su negocio, basado en la producción en cadena, pudiera funcionar".
¿Y cómo ha sido posible llegar a este punto? ¿No hay nadie pilotando el avión? "Esto es lo que estamos descubriendo ahora", responde, "que los grandes chicos listos, los masters del universo son gente de la que es imposible fiarse, y es precisamente a ellos a quienes les dimos nuestra confianza y nuestro dinero. Por eso ahora hay este movimiento de quienes se dan cuenta de que estos tipos son unos timadores y que esto no puede continuar".
"Si tienes cáncer y no te curas es porque no tienes una actitud positiva; si te despiden de tu trabajo y no encuentras otro es por la misma razón; si eres pobre es tu culpa, porque odias la riqueza". Barbara Ehrenreich (Butte, Montana, 1941) es una representante clásica del pensamiento de izquierdas norteamericano y adora desmontar mitos y supercherías como las arriba señaladas. Bióloga de formación, pasó pronto a dedicarse al análisis político y a la crítica social. Es autora de más de una veintena de libros y acaba de publicar Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Turner).
Estuvo en Barcelona y dio una conferencia en el Centro de Cultura Contemporáneo (CCCB) insistiendo en que no es cierto que el vaso siempre esté medio lleno, nunca medio vacío. Ehrenreich tuvo cáncer de mama y le irritó profundamente el activismo positivo del que se vio rodeada durante su enfermedad, y descubrió que se trataba de un auténtico movimiento social, no solo relacionado con el cáncer. Su teoría es que no es más que una treta para justificar las desigualdades.
"Me irritó mucho esta filosofía, porque básicamente suponía que yo era responsable de mi enfermedad. Cuando empecé a investigar sobre el problema de los ejecutivos que perdían su empleo me di cuenta de que era lo mismo que con el cáncer: si te han despedido es porque no tienes un pensamiento positivo, les decían, y si no encuentras trabajo es porque no has visto lo que de positivo tiene esta oportunidad. Y sobre esto se ha creado una gigantesca industria que básicamente consiste en decir que uno puede conseguirlo todo si solo cambia su manera de pensar. Es simplemente cruel decirle a alguien que ha perdido su trabajo o a quien le han diagnosticado una enfermedad importante que debe trabajar en su actitud".
En su opinión, esta filosofía también está en el origen del desbarajuste económico y financiero que ha provocado la crisis por la que atravesamos. "A principios de la década de 1980 hubo un cambio profundo en la cultura de las grandes empresas norteamericanas, consistente en abandonar la racionalidad de manera plenamente consciente. 'No queremos pensar demasiado. Un auténtico líder no tiene que pensar demasiado porque es alguien genial que debe seguir su inspiración', decían. Todo lo que hasta entonces se había hecho: analizar los riesgos y estudiar las distintas opciones ya no servía, la palabra clave era carisma: las cualidades carismáticas del líder. Sobre este principio se creó una cultura del negocio que lleva a los empleados a retiros sobre el espiritualismo de los nativos americanos...".
Para Ehrenreich, los líderes empresariales y financieros que nos han llevado a esta situación son gente que vive en otro mundo. "Cuando vales cientos de millones de dólares no ocupas el mismo mundo que la gente corriente; no vas en vuelos comerciales, usas el helicóptero en la ciudad, te alojas solo en hoteles de cinco estrellas, vives en una burbuja en la que todo lo que deseas se hace realidad. Si estás en tu casa de Palm Beach y piensas que no tienes un buen borgoña para ofrecer a tus invitados, mandas a un empleado en tu avión privado a tu casa en la Costa Este para que traiga unas cuantas cajas a tiempo para la cena. Es mágico. Porque además esta gente es más rica que nunca y tiene auténticos poderes mágicos comparado con nosotros".
Cree que las soluciones al desbarajuste no tienen por qué ser demasiado radicales y que lo que exigen los jóvenes indignados es perfectamente razonable. "No se puede tener una economía basada exclusivamente en el juego, ni tampoco es posible mantener una proporción tan alta de pobreza en la población. Está afectando profundamente al sistema. Simplemente hay que parar y razonar. ¿Cómo es posible que funcione el sistema si no hay consumidores? Se ha olvidado el principio básico de Henry Ford, que pensaba que cualquiera de sus empleados debería ser capaz de comprarse uno de sus coches para que realmente su negocio, basado en la producción en cadena, pudiera funcionar".
¿Y cómo ha sido posible llegar a este punto? ¿No hay nadie pilotando el avión? "Esto es lo que estamos descubriendo ahora", responde, "que los grandes chicos listos, los masters del universo son gente de la que es imposible fiarse, y es precisamente a ellos a quienes les dimos nuestra confianza y nuestro dinero. Por eso ahora hay este movimiento de quienes se dan cuenta de que estos tipos son unos timadores y que esto no puede continuar".
lunes, 14 de noviembre de 2011
Carta abierta de Mikis Theodorakis y Manolis Glezos en defensa de Grecia, la democracia y Europa
“En tiempos antiguos, la condonación por Solón de las deudas que obligaban a los pobres a ser esclavos de los ricos –la llamada reforma Seisachtheia, sentó las bases para la aparición, en la antigua Grecia, de las ideas de democracia, ciudadanía, política y Europa: los fundamentos de la cultura europea y mundial.
Luchando contra la clase de la riqueza, los ciudadanos de Atenas señalaron el camino para la constitución de Pericles y la filosofía política de Protágoras, quien dijo: “El hombre está muy por encima de todo el dinero”
Hoy en día, los ricos están tratando de tomarse la venganza en la mentalidad humana: “Los mercados están muy por encima de todos los hombres” es el lema que nuestros líderes políticos abrazan gustosamente, aliados al demonio dinero como nuevos Faustos.
Un puñado de bancos internacionales, agencias de información, fondos de inversión, en una concentración mundial del capital financiero sin precedentes históricos, reivindican el poder en Europa y en todo el mundo y preparan la abolición de nuestros estados y nuestra democracia, con el arma de la deuda, para esclavizar la población de Europa, poniendo en el lugar de las imperfectas democracias que tenemos la dictadura del dinero y la banca, el poder del imperio totalitario de la globalización, cuyo centro político está fuera de la Europa continental a pesar de la presencia de poderosos bancos europeos en el corazón del imperio.
Comenzaron con Grecia, utilizados como cobayas para trasladarse a otros países de la periferia europea, y poco a poco hacia el centro. La esperanza de algunos países europeos para escapar eventualmente demuestra que los líderes europeos se enfrentan a un nuevo “fascismo financiero”, no haciéndolo mejor que cuando se enfrentaron a la amenaza de Hitler en el período de entreguerras.
No es una casualidad que una gran parte de los medios de comunicación controlados por el banco se trate a los países de la periferia de Europa como “cerdos – pigs” y su campaña mediática, sádica y racista, vaya teñida de desprecio. Sus medios de comunicación no se dirigen sólo contra los griegos, sino también contra la herencia griega y la antigua civilización griega. Esta opción muestra los objetivos profundos y ocultos de la ideología y de los valores del capital financiero, promotor de un capitalismo de destrucción. Seguir leyendo.
Luchando contra la clase de la riqueza, los ciudadanos de Atenas señalaron el camino para la constitución de Pericles y la filosofía política de Protágoras, quien dijo: “El hombre está muy por encima de todo el dinero”
Hoy en día, los ricos están tratando de tomarse la venganza en la mentalidad humana: “Los mercados están muy por encima de todos los hombres” es el lema que nuestros líderes políticos abrazan gustosamente, aliados al demonio dinero como nuevos Faustos.
Un puñado de bancos internacionales, agencias de información, fondos de inversión, en una concentración mundial del capital financiero sin precedentes históricos, reivindican el poder en Europa y en todo el mundo y preparan la abolición de nuestros estados y nuestra democracia, con el arma de la deuda, para esclavizar la población de Europa, poniendo en el lugar de las imperfectas democracias que tenemos la dictadura del dinero y la banca, el poder del imperio totalitario de la globalización, cuyo centro político está fuera de la Europa continental a pesar de la presencia de poderosos bancos europeos en el corazón del imperio.
Comenzaron con Grecia, utilizados como cobayas para trasladarse a otros países de la periferia europea, y poco a poco hacia el centro. La esperanza de algunos países europeos para escapar eventualmente demuestra que los líderes europeos se enfrentan a un nuevo “fascismo financiero”, no haciéndolo mejor que cuando se enfrentaron a la amenaza de Hitler en el período de entreguerras.
No es una casualidad que una gran parte de los medios de comunicación controlados por el banco se trate a los países de la periferia de Europa como “cerdos – pigs” y su campaña mediática, sádica y racista, vaya teñida de desprecio. Sus medios de comunicación no se dirigen sólo contra los griegos, sino también contra la herencia griega y la antigua civilización griega. Esta opción muestra los objetivos profundos y ocultos de la ideología y de los valores del capital financiero, promotor de un capitalismo de destrucción. Seguir leyendo.
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