sábado, 13 de abril de 2013

Suiza celebrará en septiembre un referéndum para limitar los salarios más altos

Un directivo no podrá ganar más de doce veces el salario de su empleado peor pagado. Nestlé amenaza con irse del país si la iniciativa prospera

Los suizos votarán a finales de septiembre sobre la limitación de los salarios más altos de una empresa a un máximo de doce veces el salario más bajo percibido en ella. Un referéndum sobre la cuestión será el resultado de la llamada “Iniciativa 1:12” por la que se quiere introducir en la constitución el precepto de que nadie pueda ganar en un año menos de lo que el directivo mejor pagado de su misma empresa gane en un mes.

“En 1984 la diferencia salarial entre el salario medio y el de un alto ejecutivo era de 1:6. Cuatro años después, en 1988, era de 1:13. Bajo el dictado de la gran desigualdad impuesta en el mundo por la ideología neoliberal, esa relación se ha multiplicado en los últimos treinta años astronómicamente y en Suiza alcanza la relación 1:93”, dice Filippo Rivola, representante de las juventudes socialistas suizas. Los altos directivos ganan en Suiza una media de 73 veces más que sus empleados peor pagados, estima la iniciativa a favor de salarios equitativos que nació en octubre de 2009 y presentó dos años después las cien mil firmas autentificadas legalmente requeridas para convocar un referéndum.

La iniciativa es apoyada por los partidos socialista y verde, así como por los sindicatos y estrictamente rechazada por la patronal, que al principio la ninguneó como contraproducente e ilusoria. Las cosas cambiaron cuando, el pasado 3 de marzo, los suizos aprobaron con una mayoría de casi el 68%, y en los 26 cantones del país, otra iniciativa en la misma línea por la que los accionistas de las empresas que cotizan en bolsa recibieron la capacidad de veto sobre las indemnizaciones y bonificaciones desmesuradas a los ejecutivos de sus empresas.

La medida, que fue aprobada por el voto de 1,6 millones de suizos contra 760.000, siguió a la habitual serie de escándalos y noticias sobre abusos en materia de contratos blindados, premios e indemnizaciones desmesuradas a ejecutivos claramente implicados en los desmanes del casino financiero.

En el mundo empresarial el próximo referéndum sobre tope salarial, ahora orientado a todas las empresas, también visto como una amenaza. El presidente de la patronal suiza, Valentin Vogt, considera la iniciativa “un error garrafal”. El Presidente de Nestlé, Peter Brabeck, ha amenazado con llevarse fuera de Suiza la sede del mayor consorcio alimentario del mundo en caso de que el país establezca el tope.

“En ese caso nos tendremos que plantear de forma clara la pregunta de si Suiza todavía es la sede correcta para nosotros”, declaró Brabeck al diario “Sonntag”.

“La iniciativa 1:12 solo exige un techo salarial máximo, eso no afecta al éxito de una empresa ni encarece su producción, ni tampoco dificulta su gestión”, señalan los defensores de la consulta. No son los sueldos de los directivos sino la calidad y otros factores lo que determinan el producto, explica a nuestro diario David Roth, presidente de las juventudes socialistas de Suiza.

Según la estimación de dos profesores de economía, Bruno Frey y Margit Osterloh, publicada por el “Tages-Anzeiger” de Zurich, con la fórmula 1:12 el masajista del tenista Roger Federer debería ganar cuatro millones de euros anuales para que los ingresos del deportista estrella fueran legales. El argumento es considerado banal por Roth, según el cual “Federer no es un empresario y sus beneficios no son salario”.

Las encuestas sobre la iniciativa dan actualmente un 50% de “si” a la limitación salarial, frente a un 40% de “no” y un 10% de indecisos. En esa situación el trabajo sobre la opinión pública será decisivo, augura Roth.

En marzo del año pasado Suiza aprobó en referéndum otro hito particularmente inspirador para España: una enmienda constitucional para ponerle coto al ladrillo. Desde entonces los municipios solo pueden tener un tope del 20% de residencias secundarias, una norma sobre la que deben rendir cuentas anualmente y publicar un catastro antiespeculativo que especifique qué viviendas están habitadas y cuáles no. La iniciativa del veterano ecologista helvético Franz Weber, “Acabemos con la invasión constructora de segundas residencias”, obtuvo el 50,6% de los votos. Weber explicó a este diario que recibió presiones y amenazas durante su tenaz recorrido hasta el referéndum.

Animados por esta serie de referendos contra la desigualdad y la especulación, los sindicatos suizos están promoviendo también una consulta sobre el establecimiento de un salario mínimo de 4000 francos suizos (3280 euros) mensuales, que sirva para poner coto a la emigración de fuerza de trabajo barata del extranjero, incluida de Alemania, donde no existe salario mínimo y se ha creado uno de los mayores sectores de salarios bajos de Europa. Actualmente hay en Suiza alrededor de 400.000 trabajadores que ganan menos de 4000 francos. Huyendo de los bajos salarios, decenas de miles de alemanes han emigrado en los últimos años a Suiza y Austria donde su trabajo se paga mejor.
Rafael Poch. La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/economia/20130412/54371163076/suiza-referendum-limitar-salarios-iniciativa-112.html

viernes, 12 de abril de 2013

Entrevista con James Petras “Thatcher, Reagan, Blair y Clinton prepararon el camino para las grandes crisis y quiebras financieras”

Efraín Chury Iribarne Correio da Cidadania


Efraín Chury Iribarne: Estamos recibiendo en directo desde los Estados Unidos a James Petras. Buenos días, ¿cómo está?

James Petras: Estamos muy bien por fin parece que entra la primavera por aquí.

Antes de comenzar, ¿puedes comentarme algo sobre los dichos del presidente uruguayo?

EChI: Lo que uno piensa es que lo que ha hecho el presidente no son simples comentarios sino agravios. Pienso que cuando uno verbalmente arremete gratuitamente no está bien. Ahora bien, hubo un primer agravio contra la Presidente Cristina Fernández y ahora apareció otra declaración, en la que trata de ‘baboso’ al expresidente Néstor Kirchner, se siguen sumando elementos.

Son dos naciones limítrofes, que integran MERCOSUR y otros organismos y no sabemos cuál es el rumbo tomado por José Mujica ni en que pueden terminar.

Concretamente, pienso que estos dichos ni siquiera están a la altura, ni siquiera de los antecedentes de una relación respetuosa que mantuvo Uruguay con Argentina.

JP: Bueno, creo que un problema clave es que Uruguay todavía depende demasiado del turismo y de las inversiones de Argentina, pienso en Punta del Este, etc., y esta dependencia abre una vulnerabilidad en Uruguay. Como consecuencia de la devaluación argentina, perjudicando el flujo de turismo, es aparentemente un factor donde Argentina y Brasil tienen demasiada influencia en la política económica interna de Uruguay.

Creo que el problema es ese, el desarrollo desigual entre las dos regiones.

Ahora, en el caso de Argentina, creo que están tomando medidas cada vez más precarias porque las dependencias sobre las exportaciones agrícolas, los impuestos a las exportaciones de soja, han creado una oposición interna, y creo que los argentinos tienen otra dependencia que no les permite tener un margen para cumplir con una integración mas de fondo con Uruguay. Entonces, Argentina toma medidas arbitrarias sin tener en cuenta el impacto que puedan tener en el Uruguay.

Los dos países tienen sus propias dependencias que les crean vulnerabilidades que terminan con este intercambio entre los presidentes que son sólo la superficie de los que hay más abajo, es más profundo, más estructural, que creo que es que la integración en el MERCOSUR era un paso positivo pero siempre se complica por las contradicciones internas que cada país tiene y la necesidad de acomodar estos grupos. El complejo financiero, inmobiliario y turístico es el eje de la política en Uruguay como la soja y las agroexportaciones son los ejes de la política en Argentina. Y los vínculos entre ambos dichos son potencialmente provocativos para una crisis.

EChI: Es cierto que existen esas dos dependencias, pero voy a explicarlas. Uruguay depende directamente del imperio, es un agente del imperio. Argentina tiene una dependencia de las grandes potencias agrícolas, pero no olvidemos que tiene detracciones impositivas sobre esas empresas que alcanzan el 30%, mientras que Uruguay, por el millón y medio de hectáreas de tierra cultivables hoy plantadas de soja, y no les cobra un peso.

Hay también otros elementos, como que en Uruguay no cae bien el hecho de que en Argentina se haya hecho y se sigue haciendo justicia con los asesinos de la dictadura, y que entre ellos uno de los tanto uruguayos implicados en las denuncias de terrorismo de Estado, que fue extraditado desde Brasil donde se había refugiado, y preocupa que se caiga en este tipo de cosas.

Con esto voy a pedirte una puesta a punto sobre lo que sucede en Corea.

JP: Bueno, en vez de bajar la temperatura como pidió ayer el Presidente de China, que pidió que los gobiernos occidentales y el gobierno de Corea del Norte dejen de lado las declaraciones bélicas, Washington sigue avanzando en sus ejercicios militares y hemos descubierto que el lema de los ejércitos estadounidense y surcoreano es ‘tumbar el gobierno’ y no hay ninguna necesidad de imaginar quién es ese enemigo.

Los ejercicios siempre son normales, rutinarios, pero detrás de eso está la idea de que los Estados Unidos a partir de amenazas o de un ataque militar pueden tumbar el gobierno.

Mientras tanto, Japón anunció hoy que está movilizando sus fuerzas porque el gobierno norcoreano anunció que hará una prueba con misiles de medio alcance.

Entonces tenemos un escenario actual en el que en vez de bajar la temperatura hay un aumento de tensiones. El último pronunciamiento del gobierno norcoreano es que retirará a todos sus obreros de las fábricas binacionales con Corea del Sur, era el último lazo que había, que venía de las reformas de la década pasada y ya está quebrado.

Corea del Norte se prepara para un enfrentamiento, Estados Unidos avanza con sus ejercicios, y detrás de eso sigue presente la idea de que un cerco militar puede provocar un ataque y demoler el gobierno. Lo trágico es que la mentalidad de los chinos sigue siendo muy mercantil, no tienen un concepto de seguridad nacional, pensando simplemente que porque tienen mayor comercio con Corea del Sur no deben tomar partido por Corea del Norte, abandonando la alianza con Corea del Norte están abriendo el camino a la agresión estadounidense, que a su vez tendrá efectos adversos en China por el hecho de tener misiles de EE.UU. a dos kilómetros de la frontera de Corea del Norte.

No es una situación típica como las hemos visto en el pasado, esta vez las tensiones se profundizan, las amenazas estadounidenses siguen siendo fuertes y cada vez que hay una declaración de nuevas movilizaciones Corea del Norte anuncia más preparativos de guerra. El fin de semana pasado movilizó más de un millón de soldados, hombres y mujeres, una preparación militar pero a la vez una demostración de fuerza.

No se qué va a desencadenar esto, pero es muy peligroso.
Es lo último que quiero decir sobre esto.
EChI: Se informó, muy a la pasada, del asesinato de once niños en Afganistán como consecuencia de la ocupación estadounidense en ese país. ¿Esto ha repercutido por ahí?

JP: No, no mucho. Siempre hay un ítem en las noticias sobre muertos, bombardeos, etc. y siempre aparece a continuación la típica promesa de Washington de que ‘vamos a investigar’. Y esas cosas se repiten mil veces porque los drones que utilizan no tienen la capacidad de separar civiles de combatientes, si hay combatientes en un pueblo pueden destruir decenas de casas y matar a decenas de civiles como sucede en Afganistán.

Es inevitable en la guerra de drones, porque la capacidad de precisión es muy limitada y no tienen el menor interés en tomar precauciones porque para ellos matar a un guerrillero es suficiente razón para bombardear una aldea entera.

En este caso, como dice el gobierno títere, por cada misil de dron que cae los talibanes reclutan cientos de militantes. Es una guerra perdida y va a retirarse en muchas ocasiones hasta que las tropas extranjeras se retiren o por lo menos los drones paren.

Por otra parte tenemos que tocar la muerte de Margaret Thachter que es importante como señal de los tiempos.

EChI: Si, claro. Te dejo con ese tema.

JP: Bueno, la importancia de Thatcher es central en la historia de los últimos 40 años, principalmente desde su gestión de primera ministra cuando lanzó una ofensiva y derrotó la mayor huelga sindical y la movilización de los mineros. Fue una lucha de gran trascendencia y el hecho es que Thatcher pudo derrotarla con la colaboración del Partido Laborista que no prestó apoyo y por la falta de solidaridad de otros sindicatos. En esa enorme lucha el sindicalismo sufrió una derrota y a partir de ahí Tatcher lanzó una ofensiva contra todo lo que representaba el Estado de bienestar.

La derrota del sindicalismo militante en los primeros años de la década de 1980, luego la implementación de la política neoliberal, la desregulación de la Economía, el aumento del militarismo y, más que nada, el robo de todos los beneficios sociales.

Ahora, más allá de los efectos negativos, el debilitamiento del movimiento obrero, el descrédito del sindicalismo amarillo y de las políticas laboristas, Thatcher creó un marco político-económico que sigue vigente hoy. Es decir, a partir de Thatcher ninguna otra iniciativa aparece para avanzar en la causa de los trabajadores.

Thtacher, como su contraparte Ronald Reagan, abre un nuevo capítulo en nuestra historia: primero derrotando las fuerzas obreras y sindicales; segundo lanzando otro proyecto político que abrió paso a la concentración de ingresos, concentración de poder en el ejecutivo y la expansión de las grandes desigualdades con la idea de que ya el Estado no tiene responsabilidad en el bienestar de sus ciudadanos, que la idea es enriquecerse cualquiera que pueda de la manera que pueda.

Ese es el legado que vive con nosotros hasta ahora, después de Thatcher hay un ínterin donde sale otro conservador y luego Tony Blair que es una adaptación laborista del thatcherismo, con la profundización de la desregulación, el aumento y el desequilibrio de economía en finanzas, la concentración de ingresos.

Y lo mismo pasa en los Estados Unidos, después de Reagan vino Bush y luego Clinton, que hizo lo mismo que Blair, son como hermanos, implementaron la política de reducir el peso social de los trabajadores, reducir los gastos sociales y abrieron el paso a la especulación.

Entonces Thatcher, Reagan, Blair y Clinton, los cuatro prepararon el camino a las grandes crisis y quiebras financieras, primero el crack del año 2000 con los dot.com, las especulaciones sobre la tecnología informática, y después con la quiebra financiera. Las crisis que vivimos ahora es otro legado de lo que fueron las iniciativas de Thatcher.

Por lo tanto no solo debilitaron a las clases populares y concentraron el ingreso, sino que además crearon un modelo económico permanentemente en crisis y al final de cuentas el thatcherismo muerto generó una economía para los muertos.

EChI: Muy bueno tu análisis Petras, nos quedan tres minutos, no se si hay otro tema de tu interés.

JP: Si, debemos mencionar, al menos, las elecciones en Venezuela, porque tenemos que comentar varias cosas.

Primero, que la derecha sigue teniendo una fuerza minoritaria capaz de movilizarse.

Segundo, que el gobierno actual del Partido Socialista Unido de Venezuela y su candidato Nicolás Maduro, van a ganar las elecciones por ser el delegado del presidente Hugo Chávez y también de todas las instituciones sociales que protegen a los trabajadores.

Ahora, más allá de eso, hay que anticipar que las elecciones siempre son un importante momento en una lucha continua, en la que está todo en juego. Es decir, Maduro tiene enfrente los desafíos de profundizar los cambios sociales, mientras la oposición se está jugando todo para desmantelarlos. No hay ninguna política intermedia. Lo que la oposición quiere es destruir todo lo que se ha construido en los últimos quince años y es una política muy agresiva, mas allá de la retórica moderada. Detrás de Capriles hay un proyecto que quiere volver el reloj a hace veinte años, a la miseria y la dominación estadounidense. No hay una posición intermedia.

Eso se puede ver cuando uno analizar las fuerzas estadounidenses que están trabajando con Capriles, que no siempre son el Pentágono y la CIA, sino también la ultraderecha con Otto Reich, Noriega y toda la mafia de los años 90, la misma gente que trabajaba con la ultraderecha en esa época.

Por eso es una elección histórica, creo que va a resultar positiva con una gran victoria, pero eso no va a acabar con la guerra, la derecha no va a aceptar la derrota ni permitir que el gobierno siga adelante con su programa. Es una guerra constante, profunda, con mucho en juego.

Es una lucha de clases más allá de una lucha electoral, una lucha entre las fuerzas populares que buscan imponer un régimen socialista a partir del voto y la derecha que va a utilizar todos los métodos de lucha, los electorales cuando tiene la oportunidad o la coyuntura, pero sin dejar la lucha clandestina para sabotear el proyecto socialista. No hay compromisos aquí, mas allá de aceptar el resultado electoral, e incluso hay grupos de derecha preparándose para denunciar fraude y descalificar el resultado y su derrota.

EChI: Petras, estamos en el final, te agradecemos mucho todo este análisis y te convoco para el próximo lunes.

JP: Bien, pero antes de terminar quiero decir como ‘profeta’ que Maduro va a conseguir un 56% , un margen algo mayor del que obtuvo Chávez, y Capriles un 43 o 44% en las elecciones del domingo. Veremos si tengo razón.

EChI: Muy bien, lo anotamos y esperaremos al lunes. Muchas gracias.

JP: Gracias y un saludo a los oyentes.
(*) Escuche en vivo los lunes a las 11:30 horas (hora local) la audición de James Petras por CX36, Radio Centenario desde Montevideo (Uruguay) para todo el mundo a través de www.radio36.com.uy

miércoles, 10 de abril de 2013

El año 1200 antes de Cristo fue la fecha de la primera huelga del mundo. Rescatar el pasado para construir el futuro

Mike Marqusee
redpepper

La ciudad de Luxor, en el sur de Egipto, fue noticia en Gran Bretaña a finales de febrero con ocasión de la muerte de 19 turistas en un accidente de aerostato. Aquella tragedia sintetizará los infortunios de la industria turística egipcia, en otro momento fuente principal de empleo y entrada de divisas y ahora en estado de languidez ante la falta de turistas extranjeros ahuyentados por un temor -erróneo y exagerado- a la inestabilidad y la violencia.

Luxor, el emplazamiento de la antigua Tebas y capital principal del Imperio Nuevo de Egipto (1550-1050 antes de Cristo), está salpicada de colosales templos esculpidos y tumbas lujosamente decoradas. Pero la más reveladora y emotiva de sus múltiples ruinas quizá sea la menos espectacular. En Deir el Medinah están los restos del pueblo que alojó a sus trabajadores, hogar de los artesanos que construyeron las tumbas y los templos. Las pequeñas y robustas unidades domésticas están trazadas en forma de rejilla. Allí vivieron los canteros, los pintores de tumbas, los carpinteros, los fabricantes de cuerdas y los porteadores. Esparcidas entre los cimientos excavados hay pequeñas pirámides y entradas a criptas de entierro, de tamaño reducido pero decoradas con tanto cuidado, color y detalle como las tumbas reales del cercano Valle de los Reyes. Estos trabajadores tenían sus propias visiones de una vida mejor más allá de la muerte. También tenían sentido de su propio valor.

Deir el Medinah es el emplazamiento de la primera huelga registrada de la historia. Se pagaba a los trabajadores con grano con el que hacían pan y cerveza, artículos básicos de la dieta del valle del Nilo. Alrededor de 1200 antes de Cristo, la tesorería del Estado, mermada por las guerras imperiales de Ramsés III, no cumplió sus obligaciones. Los trabajadores se pusieron en huelga e hicieron una sentada en el mismo emplazamiento donde construían el templo mortuorio del faraón. Quizá sorprendentemente ganaron el conflicto. Se valieron del temor de sus amos a morir sin los debidos preparativos funerarios y de esta manera entrar en el más allá mal equipado. El culto egipcio a los muertos, por una vez, benefició a los vivos.

¿Qué podemos aprender de este episodio de la antigüedad? Walter Benjamín, en su último ensayo profético “Tesis sobre la filosofía de la historia” escrito en 1940, distinguió entre dos aproximaciones opuestas del pasado: el “historicismo” y el “materialismo histórico”. Para el historicismo el tiempo es lineal, uniforme, acumulativo. “Su método es aditivo: ofrece una masa de hechos para rellenar un tiempo homogéneo y vacío”. Por el contrario el materialista histórico “registra la constelación en la que su propia época entra en contacto con la constelación de una época anterior”. El trabajo del materialista histórico no es reproducir sino “hacer estallar el continuo de la historia”.

Benjamín pregunta: “¿Con quién empatiza realmente el escritor del historicismo? La respuesta es irrefutablemente con el vencedor”. La historia se convierte en un “desfile triunfal en el que los gobernantes de hoy pisan todo lo anterior. Los despojos, como siempre, se exhiben en el desfile triunfal. Se conocen como el patrimonio cultural”. Por el contrario para el materialista histórico “el patrimonio cultural es inherente a un linaje que no puede contemplar sin horror. Debe su existencia no sólo al esfuerzo de los grandes genios que lo crearon, sino también al anónimo trabajo de esclavo de los contemporáneos de éstos. No ha habido nunca un documento de civilización que no sea al mismo tiempo uno de barbarie”.

No hay mejor ilustración de dicha máxima sonora que el arte del antiguo Egipto, producto de una sociedad brutalmente estratificada gobernada por una religión de poder estatal, personificado en un gobernante dios-hombre. Sin embargo mucho después de que el sistema que los oprimía se derrumbara, el trabajo de los artesanos de Deir el Medinah permanece vital, colorido, rítmico y refinado; sobresale en los grandes efectos y también en los delicados detalles naturalistas. En las vastas criptas del Valle de los Reyes o en las humildes tumbas del mismo Deir el Medinah, el más allá se representa como una versión mejor de esta vida, provisto en abundancia de las buenas cosas de esta vida: alimentos, bebidas, flores, aves, cantos, bailes, familia. El arte del Antiguo Egipto permanece ajeno, a veces raro. Pero es también reconociblemente humano; salta por encima de los abismos para forjar una conexión.

En la izquierda nos vemos como fabricantes del futuro plenamente comprometidos con el presente. Miramos hacia adelante no hacia atrás y nos molesta que nos acusen de estar “casados con doctrinas desfasadas” y en particular que no nos hemos adaptado a los cambios de los últimos 30 años. Pero no debemos avergonzarnos de ser “conservadores” por defender los derechos conseguidos en generaciones o comunidades anteriores amenazadas por el “desarrollo”. La despreocupación del capitalismo por el futuro y su parcialidad por el corto plazo son notoriamente temerarias. Pero el capitalismo es igualmente temerario cuando se trata de su despreocupación por el pasado, a menos que éste pueda empaquetarse como un producto de consumo o para la transmisión de propaganda. En cualquiera de los dos casos, al pasado no se le permite tener independencia, tener su propia voz, ni pedirnos a nosotros que rindamos cuentas.

Benjamín dice que nuestra tarea es “poner la historia a contrapelo”. Un ejemplo de esto en nuestra propia época es la campaña de 23 años para reclamar justicia para los muertos del estadio de Hillsborough [96 personas aplastadas]. Aunque no se ha conseguido todavía justicia, sí se sabe la verdad, gracias sólo a que las familias de las víctimas y los seguidores desafiaron el coro de voces que decía que su misión era fútil, guiada por las emociones o vengativa. Su sentido del deber hacia los muertos no fue desviado por los llamamientos al pragmatismo y las virtudes de la adaptación. De “vivir el presente”. Como consecuencia han conseguido recuperar una historia suprimida que, a su vez, se convierte en un elemento activo de nuestro presente y futuro.

En España la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica pretende documentar el destino de las víctimas de Franco, excavar e identificar los cuerpos, lo que incluye a las decenas de miles enterradas en fosas comunes. Para hacer esto la Asociación ha tenido que desafiar el “pacto de olvido” que allanó la transición a la democracia al no obligar a los responsables del antiguo régimen a rendir cuentas. En este caso un sentido de obligación hacia los muertos, hacia los vencidos, no fue una indulgencia “que miraba al pasado”, sino una necesidad social. No podemos descifrar el presente sin examinar sus cimientos en las batallas del pasado al tiempo que se reconocen tanto las pérdidas como las ganancias.

La insistencia palestina en que se reconozca la Naqba -caracterizada por los comentaristas pro israelíes como un deseo vano de recuperar una batalla perdida- es realmente un compromiso necesario con las realidades del presente: el impacto continuo de la Naqba en las políticas de expolio y limpieza étnica. Al mismo tiempo es una insistencia firme en un futuro de autodeterminación.

A pesar de su victoria breve, los trabajadores de Deir el Medinah nunca se libraron de su condición de servidumbre. Estaban en el “lado de los perdedores” en la marcha de la historia. Sin embargo en su arte y acción, los trabajadores de Deir el Medinah nos recuerdan, en palabras de Benjamín, que lo “refinado y lo espiritual… están presentes en la lucha de clases para algo más que un simple botín para el vencedor. Existen en la forma de confianza, valentía, humor, astucia, firmeza en la lucha y su origen está en las brumas del tiempo. Pondrán en entredicho, de tiempo en tiempo, cada victoria de los gobernantes”.

Mark Markusee escribe regularmente en Red Pepper y es autor de libros sobre cultura y política.
Traducido del inglés por Christine Lewis Carrol
Fuente: http://www.redpepper.org.uk/

Propuestas de nuevos currículos en ciencias en varios estados USA. Entre otros se introducen los temas de cambio climático y evolución.

New Guidelines Call for Changes in Science Education
By JUSTIN GILLIS in NYT

New standards for curriculum, which at least 26 states have pledged to consider, take a firm stand on climate change and evolution and emphasize hands-on learning.

Full Story: http://www.nytimes.com/2013/04/10/science/panel-calls-for-broad-changes-in-science-education.html?emc=tnt&tntemail1=y


Why NGSS? from Achieve on Vimeo.


Las nuevas recomendaciones requieren cambios en Ciencias de la Educación.
Por Justin Gillis
Los nuevos estándares para el currículo, con los cuales por lo menos 26 estados se han comprometido a considerar, toma una posición firme contra el cambio climático y la evolución y hacen hincapié en el aprendizaje práctico.

Puedes descargar el informe aquí.

Sobre el fallecimiento de la baronesa Margaret Thatcher. La justa y razonable sugerencia de Ken Loach

Según el Guardian, Kean Loach ha protagonizado una de las más contundentes reacciones tras el fallecimiento de la baronesa TINA (There is not alternative!).

No sé si contundente pero justa y razonable lo es. Sin duda.

El director de la inolvidable “My name is Joe” ha declarado que "Margaret Thatcher fue la primera ministra británica más destructora y que más ha dividido a la ciudadanía en las últimas décadas. Desocupación masiva, fábricas cerradas, comunidades destruidas. Este es su legado”.

Sus victorias, ha añadido, fueron posibles gracias a la ayuda de líderes corruptos del laborismo. “Es por las políticas que impulsó por lo que nos encontramos en el laberinto actual. Otros primeros ministros han seguido su camino, especialmente Tony Blair. Ella era la organista y él el mono. Recordemos que dijo en una ocasión que Mandela era un terrorista y que tomó té con el torturador y asesino Pinochet".

La conclusión que extrae Loach de las premisas e informaciones anteriores es impecable, digna de un director comprometido, de un ciudadano que siempre ha ido en serio. ¡Es thatcherismo consecuente en estado puro! "¿Cómo hemos de honorarla? Privatizando su funeral. Pongámoslo a subasta y aceptemos la oferta más barata. Es lo que ella hubiera querido". ¡Miss Thatcher estaría encantada! Dicen que siempre fue muy consecuente.
Tomado de Salvador López Arnal

Los mitos sobre lo buena que era la educación de antes y lo mala y fracasada que es la educación actual. La Educación en España, El libro blanco sobre la educación (1969).

Una base fundamental del discurso educativo de Esperanza Aguirre, Alicia Delibes (autora de la Gran estafa), Wert, y muchísimos profesores, principalmente de secundaria, nostálgicos de un bachillerato “como Dios manda” es la idea de que, previamente a 1970, en España hubo un paraíso educativo lleno de autoridad, humanidades y esfuerzo; donde "se sabía mucho más de todo, desde la ortografia a la historia o las matemáticas" "paraíso perdido" por culpa de la estafa de la pedagogía "igualitarista".

Mitos educativos
Este supuesto edén, anterior al 68, lleno de disciplina, reválidas, clasismo, analfabetismo, y escaseces, donde "no se obligaba a nadie a estudiar contra su voluntad", es al que NO queremos volver.

Hay mucha gente joven que no conoce por experiencia cómo eran aquellos años del franquismo anterior a la LGE-70, y solamente las experiencias personales de los privilegiados no son representativas de una realidad social, voy a poner aquí algunos datos de la Educación de la España de los años 60. La fuente de estos datos es El Libro Blanco de la Educación (1969) elaborado por el propio gobierno de entonces (época de Franco, no olvidemos). Aprovecho para rendir un homenaje de gratitud a los políticos y pedagogos que impulsaron la Reforma Educativa en los años 70 (Muy influida por los técnicos de la UNESCO) y señalaron un camino nuevo siendo ministro José Luis Villar Palasi 1968-73. El Libro Blanco es un documento espléndido.

Eran analfabetos el 17,1% de la población adulta (la mayoría mujeres) en 1963. Prácticamente el mismo porcentaje que en 1940. Este porcentaje se redujo notablemente, hasta un 5,7% en 1968. Gracias a campañas masivas de alfabetización.

"De cada 100 alumnos que iniciaron la Enseñanza primaria en 1951 (con 6 años) , llegaron a ingresar 27 en la Enseñanza media (con 10 años); aprobaron la Reválida de Bachillerato elemental (con 14 años) 18 y 10 el bachillerato superior (con 16 años); aprobaron el Preuniversitario (17 años) 5 y 3 alumnos culminaron sus estudios universitarios en 1967.

En el curso 1965-66, la media de aprobados en la reválida de bachillerato elemental fue de 50,3% y del 56,9% en la reválida de bachillerato superior. En las pruebas de madurez (preuniversitario) del 42,5%.

El progreso en el Sistema educativo dependía en gran medida de la clase social y el medio rural o urbano. A la Universidad sólo llegaba el 3% de los estudiantes y muy pocos de ellos provenían de familias obreras. De los estudiantes universitarios solamente el 5% eran hijos de obreros especializados (el 33% de la población total) y el 0,5% eran hijos de obreros sin especialización (el 25% de la población total).
De 100 niños hijos de obreros del campo que iniciaban primaria cursaban enseñanza media 4,2 y enseñanzas superiores 0,2.
 
De 100 niños hijos de obreros manuales cursaban enseñanza media 15,4 y enseñanzas superiores 2,6.
De 100 niños de hijos de profesionales liberales que iniciaban primaria, 49,9 cursaban enseñanza media y 6,0 estudios superiores.
De 100 niños hijos de directores y gerentes de empresas que iniciaban primaria, 71,9 cursaban enseñanza media y 14,2 a enseñanzas superiores.

En 1960, solamente el 1,7% de la población activa tenía un título superior.

La enseñanza pública tenía muy poco peso en la Enseñanza media. Sólo el 21,5% de los alumnos que estudiaban bachillerato lo hacían en centros públicos. El resto, lo hacía en colegios religiosos o por libre.

Había una gran desigualdad de rentas y oportunidades según las regiones de España. Por ejemplo, Las provincias con más renta: Vizcaya (57.718 pta), Guipúzcoa (55.767 pta) y Madrid (53.261 pta) tenían unas tres veces la renta per cápita de las provincias con menor renta: Cáceres (20.331 pta), Jaén (19.831 pta) y Almería (18.550 pta).

Para completar algunos datos sobre los resultados de las reválidas

El Examen de Estado que había al final del bachillerato de 7 cursos (que se suprimió en 1953 para establecer un bachillerato dividido en dos grados, uno elemental y otro superior) sólo lo aprobaban el 40% y el exámen de ingreso en las Escuelas de Ingenieros el 7%. (Fuente de este último dato; "Historia de la Educación". Atkinson y Maleska)

A continuación puedes ver cómo presentaba el NODO la Reforma Educativa. Ahora mismo parece revolucionaria escuchando a Wert. (Entrada elaborada gracias en gran parte a los datos del blog de Educación en Orcasur)


lunes, 8 de abril de 2013

Los secretos del universo. Galileo, Newton, Einstein.



Ver también los 10 experimentos más bellos de la ciencia.

La mayoría "exprimida"



Son las familias británicas que viven con menos de 25.000 euros al año
Familias para quienes un gasto imprevisto supone un gravísimo trastorno
Ya pagaron su parte de la factura en la época de las vacas gordas
La vida entonces subió a todo tren pero los salarios se quedaron estancados

La cosa viene de largo, antes de que golpeara la crisis... "Lo habitual en los años 80 era ver cómo la gente de clase media prosperaba y subía peldaños en la escala económica. Pero de un tiempo a esta parte, los únicos que han despegado de veras son los más ricos, cada vez más lejos del resto".

Hablamos con Giselle Cory, analista de la Resolution Foundation, poniendo sobre el tapete los problemas de esos 11 millones de ciudadanos de clase media-baja que componen la Gran Bretaña 'exprimida' ('Squeezed Britain'). En esa franja están las familias que viven con menos de 25.000 euros al año y que muchas veces se ven en la tesitura a fin de mes: o pagar el alquiler o la factura de la luz o la cesta de la compra (todo al mismo tiempo es ya imposible).

Esas familias ya pagaron su parte de la factura en la época de las vacas gordas, cuando el coste de la vida subió a todo tren y los salarios se quedaron, sin embargo, estancados. En plena borrachera de consumo –alimentado por la deuda colectiva- nadie hablaba entonces de la pérdida del poder adquisitivo, y ahí nos duele. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), los ingresos del británico medio, teniendo en cuenta la inflación, han caído un 13% desde la debacle financiera.

Por bien que vayan las cosas, y según estimaciones de la Resolution Foundation, la Gran Bretaña 'exprimida' de clase media-baja no alcanzará hasta dentro de 10 años el nivel de vida que tenía en 2008. Y estamos hablando de un país con el 7,8% de desempleo, que sigue pareciendo la tierra prometida a los ojos de nuestros "jóvenes sin futuro" (que este domingo cruzarán por cierto el puente del milenio sobre el Támesis, denunciando la falta de oportunidades en España).

"Podemos hablar efectivamente de una mayoría exprimida por el estancamiento salarial, por los recortes sociales y por el sistema impositivo", recalca Giselle Cory. "Esta mayoría quedó excluida del crecimiento y ahora está siendo especialmente golpeada por la austeridad. Hablamos de familias que viven al límite y sin ahorros, para quienes una lavadora averiada o un gasto imprevisto supone un gravísimo trastorno".

Según el estudio, el auténtico bache entre ricos y pobres empezó a perpetuarse desde 1995. En apenas una década, el 1% de la población en lo más alto de la pirámide se benefició del 15% del total del crecimiento económico, la misma proporción que le correspondió en el desigual reparto al 50% de los británicos con rentas más bajas.

Hoy por hoy, un británico necesitaría los ahorros de 22 años para poder pagar la entrada de un piso, mientras que en 1983 le bastaba con tres años. El bache entre los que tienen y no tienen se estrella irremediablemente contra el muro de la vivienda: la proporción de propietarios ha bajado al 60% y a los jóvenes se les pone ya el estigma de la 'rent generation' (generación de alquiler).

El problema del subempleo
"Las posibilidades para la gente joven de subir en la escala económica son cada vez más limitadas", sostiene Giselle Cory. "Y esto coincide con los casos cada vez más habituales de mayores de 50 años que dan precisamente un paso atrás, por los cambios del mercado laboral y en medio de la actual incertidumbre económica".

"En Gran Bretaña, aunque el paro no es tan acuciante como en España, tenemos un problema adicional con el subempleo que afecta sobre todo a las mujeres", agrega la analista de la Resolution Foundation. "El nuestro es el segundo país occidental, después de Estados Unidos, con la mayor proporción de trabajadores con salarios bajos, el 21% de la población".

"Tenemos que movernos necesariamente del salario mínimo al concepto del 'living wage' (salario de vida)", sostiene Giselle Cory. "Se trata de una idea que cuenta ya con un amplio consenso político y con el apoyo de gran parte del mundo empresarial, que empieza a moverse ya en esa dirección: comprometerse con unos salarios más equitativos y un estándar de vida para sus trabajadores que vaya más allá del mínimo salarial".

El reto a medio plazo, según la Resolution Foundation, no es ya cómo mitigar los efectos de la austeridad en las clases menos favorecidas, sino cómo volver a abrir el 'círculo de la prosperidad', restringido durante casi dos décadas a la parte más alta de la pirámide.

"Se habla de la necesidad de estimular el crecimiento, pero hay muy poco debate sobre cómo lograr que ese crecimiento sea compartido por la mayor parte de la población", añade Giselle Cory, que nos remite a las recientes recomendaciones de la Comisión de Niveles de Vida: "Más ayudas del Estado para el cuidado de los hijos. Más deducciones fiscales a las familias con dos sueldos. Medidas urgentes pro-empleo entre los trabajadores mayores, incluida una reducción de su aportación a la Seguridad Social. Nuevas vías de aprendizaje y acceso al mercado laboral para los más jóvenes".

Gavin Kelly, director ejecutivo de la Resolution Foundation, con experiencia desde el otro lado de la barrera (trabajó en Downing Street con Tony Blair), pronostica que las próximas elecciones de 2015 girarán irremediablemente en torno a cómo mantener los niveles de vida. En un artículo en 'The Guardian' sobre "la clase media exprimida", Kelly emite su peculiar diagnóstico sobre la frustración palpable y creciente, que puede extenderse hoy por hoy a cualquier país europeo:

"La vida no ha discurrido como se pensaba para la gente que ronda los 35 años. No pueden permitirse comprar una casa, el coste para mantener a la familia va en aumento y la inseguridad económica pasa factura,... seguir leyendo aquí.
Carlos Fresneda (Corresponsal) | Londres
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/07/economia/1365328437.html
Una bella canción de Aute, "De alguna manera tendré que olvidarte", cantada aquí a dúo con Serrat.
Prefacio de "Fractured Times", colección de ensayos póstumos

Eric Hobsbawm

Traducido por José Ragás.

Nota del traductor:
Aun cuando sabíamos que el historiador británico se encontraba mal de salud y que sus 91 años escondían un dinamismo que nos hacía pensar que podía vivir por más tiempo, la muerte de Eric Hobsbawm en octubre de 2012 nos sorprendió como algo inesperado. Y la ausencia de Hobsbawm se comenzó a hacer más notoria ya que se trataba de un académico que no solo había expandido sino dinamitado las convenciones asociadas comúnmente a los profesionales del pasado que trabajan desde un ámbito académico.

En primer lugar, fue el historiador que más vigencia y alcance tuvo. Ningún otro historiador ha tenido una presencia tan amplia geográfica o temporal, y que haya sido leído indistintamente por el hombre de la calle o por un presidente como Lula, de Brasil, que recomendaba sus obras de manera entusiasta. Asimismo, Hobsbawm se mantuvo siempre en pleno ejercicio académico, no solo escribiendo sino dando entrevistas sobre temas de actualidad, aun cuando su movilidad física era limitada debido a su avanzada edad. En segundo lugar, la mirada amplia de Hobsbawm consideraba el pasado como una unidad integral de la experiencia humana, de la cual no podían excluirse ni la cultura ni otros fenómenos. Aun siendo marxista, Hobsbawm era lo bastante hábil para no reducir la historia a solo lo político y económico. Este interés por la cultura provenía de muy atrás, cuando fue crítico de jazz para la revista New Statesman, un gusto que se puede apreciar en obras como Age of Extremes, Uncommon People y The Jazz Scene.

Ambas características, entre muchas otras que hicieron de él una de las figuras más importantes del siglo que terminó, vuelven a acompañarnos en Fractured Times. Culture and Society in the 20th Century (2013). Se trata de una colección de ensayos que Hobsbawm había dejados listos poco antes de morir y que ahora aparecen bajo la forma de libro. A juzgar por los adelantos que han aparecido en la web y las reseñas en la prensa, se trata de una de las mejores obras del historiador británico. Hemos traducido el “Prefacio” completo, que explica el propósito del libro y los ensayos que lo integran.
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Para continuar leyendo fragmentos de Fractured Times, se puede acceder a la página de Amazon.com, de donde hemos tomado la versión original del “Preface”. Otros historiadores han escrito reseñas sobre el libro, como Richard Evans y Mark Mazower.

Agradezco a Carlos Aguirre, con quien compartimos la misma pasión por los historiadores marxistas británicos, por haberme avisado de la aparición del libro de EH.
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“Prefacio”. De: Eric Hobsbawm, Fractured Times. Culture and Society in the 20th Century (2013)
Este es un libro que aborda lo que le ocurrió al arte y la cultura de la sociedad burguesa luego de que aquella sociedad se desvaneciera, para no regresar, luego de 1914. Aborda un solo aspecto de dicho cambio en el que la humanidad ha estado viviendo desde la Edad Media y que terminó abruptamente en la década de 1950 para el 80% del planeta, y sobre los años 1960s, cuando las reglas y convenciones que habían gobernado las relaciones humanas se fueron destejiendo. Por ello es un libro sobre una época en la historia que ha perdido su orientación, y en la que durante los primeros años del nuevo milenio mira hacia delante de un modo más problemático de lo que yo recuerde durante mi propia vida, sin ningún tipo de guía ni mapa, hacia un futuro irreconocible. Habiendo escrito de cuando en cuando como un historiador sobre la curiosa intersección entre la realidad social y el arte, me encontré hacia el fin del siglo pasado siendo interrogado para hablar acerca del tema por el organizador del Festival Salzburg que se realiza cada año, un notable sobreviviendo de “The World of Yesterday”, de Stefan Zweig, con quien compartía más vínculos. Las conferencias en Salzburg conforman el punto de partida del presente libro, escrito entre 1964 y 2012. Más de la mitad de su contenido es inédito, al menos en inglés.

Comienza con una increíble algarabía (fanfare) por los manifiestos del siglo XX. Los capítulos 2 al 5 son reflexiones realistas sobre la situación del arte al iniciar el nuevo milenio. Estos no pueden ser comprendidos a menos que nos sumerjamos de vuelta en el mundo del ayer. Los capítulos 6 al 12 tratan precisamente sobre este mundo, moldeado principalmente en el siglo XIX europeo, que creó los cánones de los “clásicos”, en música, ópera, ballet y drama, pero que se extendió a otros países con el lenguaje básico de una literatura moderna. Mis casos han sido tomados de aquellas regiones que conforman mi propio background cultural –geográficamente, Europa central; lingüísticamente, Alemania– pero también prestan atención al importante “verano indio” (Indian summer) o la belle époque de la cultura previa a 1914. La sección concluye con una consideración sobre su legado.

Pocas páginas son más cercanas hoy que la descripción profética de Karl Marx acerca de las consecuencias sociales y económicas de la industrialización capitalista en Occidente. Pero a medida que el capitalismo europeo establecía su dominio en el siglo XIX sobre el planeta, destinado a transformarlo por medio de la conquista, la superioridad técnica y la globalización de su economía, también llevaba consigo un valioso cargamento de creencias y valores, que lo hacía asumirse como superior a otros. Llamemos a esta la “civilización burguesa europea” que nunca se recuperó de la Primera Guerra Mundial. Las artes y ciencias constituyeron el centro de estas creencias en tanto progreso y educación esta confiada forma de ver el mundo, así como el núcleo espiritual que reemplazaría a la religión tradicional. Nací y me crié en esta “civilización burguesa”, dramáticamente simbolizada por el gran anillo de edificios públicos de mediados de siglo que rodeaban el imperial y medieval centro de Viena: la Bolsa de Valores, la universidad, el Burtheater, el monumental City Hall, el Parlamento, los titánicos museos de historia del arte e historia natural mirándose uno al otro y, por supuesto, el centro de toda ciudad burguesa que se respete a sí misma: la ópera. Estos eran los lugares donde la “gente cultivada” rendía culto ante los altares de la cultura y el arte. Una iglesia decimonónica se añadía al paisaje solo como una concesión tardía al vínculo entre la Iglesia y el emperador.

Novedosa como era en sí, esta escena cultural estaba fuertemente enraizada en la antigua cultura real, principesca y eclesiástica previa a la Revolución Francesa, es decir, en un mundo de poder y extrema riqueza, los mecenas por excelencia de las bellas artes y las exposiciones. Esta aun sobrevive en gran medida a través de la asociación entre prestigio tradicional y poder financiero, exhibida de manera pública, pero no respaldada por su socialmente aceptada aura de nacimiento o autoridad espiritual. Ello podría explicar por qué ha sobrevivido al relativo declive de Europa para permanecer como la expresión más visible en el mundo de una cultura que combina poder y libre gasto con prestigio social. En este sentido, las bellas artes, como la champagne, mantienen su eurocentrismo incluso en un mundo globalizado.

Esta sección del libro concluye con algunas reflexiones sobre la herencia de este periodo y los problemas que enfrenta.

Cómo pudo el siglo XX enfrentar la ruptura de la sociedad burguesa tradicional y los valores que la mantenían unida? Este es el tema de los ocho capítulos de la tercera sección del libro, un conjunto de reacciones intelectuales y contra-intelectuales al final de una era. Entre otros temas, se incluye el impacto de las ciencias en el siglo XX en una civilización que, aun devota del progreso, no las entendía y estaba debilitada por aquellas; la curiosa dialéctica de la religión pública en una era de acelerada secularización, y de artes que habían perdido sus viejas direcciones y que había fallado en encontrar nuevas, ya sea mediante su propia búsqueda “modernista” o “avant-garde” o mediante la alianza con el poder o, finalmente, por medio de una sumisión con resentimiento y desilusionada al mercado.

¿Qué le salió mal a la civilización burguesa? Esta se basaba en un modo de producción que buscaba transformarlo todo, incluso si ello implicaba destruir, mientras que sus operaciones, instituciones, y valores políticos estaban diseñados para una minoría, que podía y quería expandirse, sin embargo. Era (y lo sigue siendo) meritocrática, lo que significa que no era ni igualitaria ni democrática. Hasta fines del siglo XIX la “burguesía” o la clase alta todavía hacía referencia a grupos reducidos de personas. En 1875 solo 100,000 niños iban a la escuela secundaria en Alemania y muy pocos llegaban al examen final, el Abitur. Un número no mayor de 16,000 estudiaba en las universidades. Incluso en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, Alemania, Francia y Gran Bretaña, tres de los países más extensos, desarrollados y con un mayor índice de educación, con un total de 150 millones de personas, tenían apenas 150,000 estudiantes universitarios, el equivalente al 1% de la suma de sus poblaciones. La formidable expansión de la educación secundaria y, sobre todo, de la educación universitaria después de 1945 multiplicó el número de las personas educadas.

Es obvio que el sistema ha sido amenazado por la gran mayoría que se encontraba al exterior de estas elites. Estas podrían mirar adelante a una sociedad progresista pero igualitaria y democrática sin o posterior al capitalismo como los socialistas, pero adoptaron muchos de los valores de la modernidad “burguesa” y no brindaron ninguna alternativa específica. En realidad, el objeto de los militantes social-demócratas “políticamente concientes” fue de brindar al trabajador acceso libre a estos valores mientras las autoridades socialistas se los brindaban. Paradójicamente el desarrollo genuino de una cultura subalterna, como el mundo del fútbol profesional y su audiencia, eran aptos para ser vistos como políticamente irrelevantes y una diversión inmadura. Hasta donde sé, la inusual pasión por el fútbol del proletariado vienés en la Viena de mi niñez era asumida como algo natural, pero no tenía ninguna relación alguna con el vínculo pasional de los que votaban por el Partido Social Demócrata.

El argumento básico de los ensayos reunidos en este libro es que la lógica de que el desarrollo capitalista y la civilización burguesa estaban condenadas a destruir sus propios cimientos, una sociedad e instituciones manejadas por una élite minoritaria progresista, tolerada o quizás aprobada por una mayoría, que duró tanto como pudo garantizar la estabilidad, paz y orden público del sistema, así como satisfacer las modestas expectativas de los pobres. Pero estas élites no pudieron resistir la triple embestida de la revolución del siglo XX en ciencia y tecnología, que transformó viejos hábitos de consumo antes de destruirlas, de la sociedad de consumo generada por la explosión en el potencia de las economías occidentales, y la decisiva entrada de las masas en la escena política como clientes pero también como votantes. El siglo XX, o más precisamente su segunda mitad, fue la del hombre común occidental y, en menor medida, de la mujer. El siglo XXI ha globalizado dicho fenómeno. Y ha demostrado los defectos del sistema político identificando democracia con sufragio universal y gobierno representativo, especialmente porque la política y la estructura de gobierno ha permanecido inmune a la globalización y ha sido reforzada por la casi transformación universal del planeta en una colección de “estados-nación” soberanos. Asimismo, las clases dirigentes (o al menos hegemónicas), viejas y nuevas, no tienen idea de qué hacer o, de saberlo, carecen del poder necesario para actuar.

En el plano cultural, el siglo del hombre y mujer común ha sido más que positivo, aun cuando el público para la cultura refinada de la burguesía clásica se haya reducido a un nicho para los más ancianos, los snobs o los cazafortunas. Hacia 1960 la música clásica apenas proveía el 2% de las grabaciones, principalmente de obras grabados antes del siglo XX, y que nunca alcanzó un público significativo. De hecho, la combinación de nueva tecnología y consumo de masas no solo creó el paisaje cultural en el que vivimos sino que permitió su más grande logro artístico: las películas. De ahí la hegemonía de un democratizado Estados Unidos en la aldea global del siglo XX, su originalidad en nuevas formas de creación artística –en el estilo de escritura, música, teatro, combinando las tradiciones educadas y subalternas– pero también la escala de su poder para corromper. El desarrollo de sociedades en las cuales una economía tecno-industrial ha impregnado nuestras vidas de una producción cultural y experiencias de información que son universales, constantes y omnipresentes, de sonido, imagen, memoria, palabra, memoria y símbolos, en algo sin precedentes en nuestra historia. Ha transformado por completo nuestras formas de capturar la realidad y la producción artística, al derribar el status privilegiado del “arte” en la vieja sociedad burguesa, lo que significaba servir como medida del bien y el mal, y mensajeros de valores: lo verdadero, la belleza y la catarsis.

Ello puede seguir siendo válido para el público de Wigmore Hall, pero es incompatible con una sociedad de mercado dislocada, donde “mi satisfacción” es el único objeto de experiencia, incluso alcanzado. En la frase de Jeremy Bentham (o quizás John Stuart Mill), “una tachuela es tan buena como la poesía”. Evidentemente no lo es, tan solo porque no considera el alcance en el cual el solipsismo de una sociedad de consumo ha sido fundida con los rituales de una participación colectiva, tanto de manera oficial como no, y que han pasado a caracterizar nuestros estados-espectáculos y sociedad civil. Excepto que mientras la burguesía creía saber qué era la cultura (como lo señaló T.S. Eliot, “En la habitación la mujer entra y sale/hablando sobre Miguel Ángel”), nosotros carecemos de las palabras o conceptos para la naturaleza de la dimensión de nuestra experiencia. Incluso la pregunta: “¿Es esto arte?” es planteada por quienes se niegan a aceptar que los conceptos clásicos de la burguesía, cuidadosamente preservados en mausoleos, han dejado de existir. Esta alcanzó el final de su camino casi de la mano con la Primera Guerra Mundial, con Dada, el urinario de Marcel Duchamp y el cuadrado negro de Malevich. Por supuesto que el arte no terminó ahí, como se esperaba. Como tampoco llegó a su fin la sociedad en que “las artes” eran su parte integral. No obstante, no entenderemos o sabremos cómo lidiar con la presente marea creativa inundando el planeta con imágenes, sonidos y palabras, lo cual se ha vuelto incontrolable en el espacio y el ciberespacio.

Espero que el presente libro contribuya a dar claridad a esta discusión. 

 Fuente de la traducción: 

sábado, 6 de abril de 2013

Hungría ¡Fidesz, lo están destruyendo todo!

Quien cambia de país, cambia de alma, dicen en Hungría. Este refrán expresa qué tan difícil resulta la emigración, tratando de describir el significado de lo qué es abandonar su propia tierra. Sin embargo, en los últimos dos años y medio han sido medio millón de húngaros quienes han salido a abrirse paso por todo el mundo. Dobla la cantidad de gente en salir después de la Revolución Húngara en 1956, lo que ya significa un gran número especialmente en un país de tan sólo diez millones de habitantes.

Hungría debe soportar bajo cualquier circunstancia, las inclemencias del tiempo. Eso dice otro refrán que busca explicar, nuevamente, por qué los movimientos migratorios no ocurren de manera masiva. Yo he decidido no soportar más. Existen razones suficientes: dinero, planes futuros, pero sobre todo, es esa sensación asfixiante en la Hungría de hoy. Quiero hablar de mi historia, que quizás sea parecida o la misma historia de otros.

Pertenezco a la generación que después de 1990, estaba lo suficientemente joven como para experimentar: que ese ambiente en el cual se desenvolvió mi infancia y la escuela, se había transformado. Cuando por primera vez en la vida se siente que se tiene una opinión, la cual puede expresarse libremente, y que se tiene una propia identidad, entonces ya no quieres dejar de hacerlo. La vida en Hungría nunca ha sido color de rosa o fácil. No se trata únicamente, de una nación con sólo 50 años de historia y un sólo pasado. Pero de eso estuvimos siempre consciente, y habíamos dado lo mejor.

La calle Andrassy
A principios del nuevo milenio, la alternativa cultural en Hungría experimentaba un florecimiento.

Había cines en cada esquina de Budapest , casi mensual se estrenaba una película húngara en los cines. Una nueva ola de jóvenes cineastas trabajaban continuamente: Szabolcs Hajdú, György Pálfi, Ferenc Török, Benedek Fliegauf, Kornél Mundruczó- casi todos hacían una nueva película una vez por año.

Por las noches, nos sentábamos al aire libre con amigos en la Plaza Liszt-Ferenc, situada en la calle Andrássy o en algún Café de la calle Nagymezö, conocida como el "Brodway" de Budapest, por los Teatros que allí se encuentran. O en los bares bohemios, se hablaba sobre lo que uno acababa de ver o de leer.

En la televisión se ofrecía una programación cultural, se discutía equilibradamente sobre política.

Se estaba representando algo y se creía en algo: en sí mismo, en un futuro. En Viena o Berlín, era quizás todo más limpio y rico, pero eso también lo sería Budapest. Se avanzaba despacio, los programas de desarrollo urbano, los cambios en la infraestructura, todo se retrasaba. Lo cual tiene mucho que ver con esa cultura á la Pató Pál: ese héroe popular que cada día, cuando tenía que tener algo listo y acabado, decía su famosa frase: "Ah, aún tenemos suficiente tiempo!"

En ese entonces, tenía su encanto, la dirección a seguir era la correcta, Budapest sería una colorida, dinámica, próspera, tolerante, en fin, todo una metrópolis normal.

Desde hace dos o tres años, nada de eso queda: ninguna esperanza, ningún encanto, ninguna ilusión, La política del partido Fidesz es desde entonces, omnipresente. Desde el sótano hasta el techo de cada casa, en la vida de cada individuo. Esa política frena todo lo que ha sido innovador, libre, alternativo y crítico. Ha dejado desangrar el mundo escénico, el Teatro. El cual, en los últimos tres años no ha recibido más subvenciones.

Ya escribimos tres años en los cuales tampoco ha habido producción de alguna película húngara, y el primero en el que no hubo semana de la Feria Húngara del Cine.

¿Qué nueva (s) película (s) podíamos mostrar?
La cultura, que está bajo el Fidezs depende de la Academia de Arte Húngaro, su dirigente, permitanme decirlo, es un octagenario idiota, quien sólo acepta un arte nacional y cristiano en Hungría y que ostenta el poder de “Rey del Dinero” a distribuir. Las posiciones directivas de los teatros estatales están ocupadas por miembros del partido de Viktor Orbáns, ellos tienen el mando, ellos definen lo que se debe entender bajo Cultura. Estos radicales, principiantes aficionados convertidos en dirigentes. El nuevo director del Teatro Nacional, Atilla Vidyánszky, quiere el día de su investidura santificar la institución

Detrás de la muralla.
La cultura puede que sea una cosa, y ésto a mí como periodista cultural, me llega hasta el tuétano. Mi trabajo se ha convertido en un imposible. No hay más oficinas de redacción cultural en la televisión pública estatal.

La política del Fidesz destruye todo lo que no piense como ellos. Miles de reporteros y periodistas para la televisión han acabado en la calle, porque se ha cancelado la programación cultural y los programas de contenido político sólo pueden presentarlo y moderarlo quienes son fieles al partido. En los noticieros sólo se escucha un lenguaje propagandístico. Sólo existe una verdad.

En Hungría, todo ha de tener un corte nacionalista: el pensamiento, el teatro, el arte, hasta se podría afirmar, el cómo respirar. Contrariamente a las promesas electorales, Fidesz propone el cobro de tasas académicas. Quien desee estudiar gratuitamente, ha de firmar un contrato que establece que él/ella luego de terminar su estudio, no puede abandonar el país por un período de 3 a 6 años. Cuando los estudiantes protestan, se les envía la policía directamente hasta su casa.

Una vez por semana, echo un vistazo a los periódicos y revistas. Allí leo sobre los actuales criminales y sus planes de construcción a orillas de la Romai promenade, el único lugar en esa parte del Danubio en Budapest que esta poblado por álamos. Allí se construirá una muralla, una presa, que servirá como protección a las casas veraniegas, construidas sin permiso alguno, de los ricos y no para quienes habitan los edificios alrededor y que sufren cada año las inundaciones.

El alcalde de la ciudad apoya estos proyectos. Otros alcaldes apoyan otros proyectos, en otras ciudades y en los pueblos, hacen asfaltar las calles con dinero público hasta la puerta de su propio garaje. Lo más triste de todo es que, uno lee sobre esta forma de corrupción, de quienes rigen la vida pública y no pasa nada. Nadie tiene que dimitir, nadie es destituido.

Los actuales cambios en la Constitución adoptados por el Parlamento en las últimas semanas, nos apuntan el rumbo a seguir. Numerosos artículos, que habían sido eliminados por inconstitucionales, han vuelto a aparecer en la Constitución. Entre ellos, la penalización de las personas sin techo. También si se debe y cómo, criticar a personajes de la vida pública. Ademas, de que el Tribunal Constitucional no posee todo el control sobre las leyes y la Constitución, o sólo a modo condicionado

Quien piense que todo esto deba de aguantarse, se equivoca. El silencio siempre ha ayudado al poder, sólo al opresor y no al oprimido. Es lo que se percibe en Hungría en cada esquina. Rostros deprimidos en los transportes públicos, negocios y restaurantes vacíos, agresiones en el tráfico. Se castiga y se sanciona. Hay que poner el orden. Y mientras, las arcas del estado se llenan; ya contamos con más parquímetros que autos. A los gitanos se les puede insultar públicamente, llamándole animales y si algún periodista lo escribe, no necesita disculparse, ya que muchos de “esos húngaros bien informados”, están agradecidos que alguien lo diga.

Y eso es lo que resulta bochornoso. Antes de tomar la decisión de emigrar, tenía la sensación de que todo se derrumbaba y nadie hacía algo que pudiese poner freno a ésto. Como las recientes encuestas muestran, seguirá el derrumbe. Un 40% de los ciudadanos volverían a votar por el Führer Orbán y por todo su partido., a pesar de que saben, que el rey está desnudo. Pero en un país, donde hay tanta desnudez, no hay que reclamarle al Ministro Presidente por ello. Sobre todo, cuando se obtienen beneficios o existe una dependencia al sistema, como el miedo a perder su puesto por abrir la boca y con ello, la base de su existencia.

Quien cambia de país, cambia de alma. Pero yo soy húngara y lo seré siempre. Agnes Szabó. Freitag. Traducido por Carolina Polanco
Fuente: http://www.freitag.de/autoren/der-freitag/sie-zerstoeren-alles

La traición de los intelectuales

La reescritura que de la historia hacen las élites en el poder se hizo penosamente evidente cuando la nación marcó el décimo aniversario del comienzo de la Guerra de Iraq. Algunos afirmaron que se habían opuesto a la guerra cuando en realidad no había sido así. Otros, los “idiotas útiles de Bush”, sostuvieron que simplemente habían actuado de buena fe en función de la información de que disponían; que si hubieran sabido entonces lo que saben hoy, nos aseguraron, habrían actuado de forma muy diferente. Esto, por supuesto, es falso. Los promotores de la guerra, especialmente los “halcones liberales” –que incluían a Hillary Clinton, Chuck Schumer, Al Franken y John Kerry, además de académicos, escritores y periodistas como Bill Keller, Michael Ignatieff, Nicholas Kristof, David Remnick, Fareed Zakaria, Michael Walzer, Paul Berman, Thomas Friedman, George Packer, Anne-Marie Slaughter, Kanan Makiya y el difunto Christopher Hitchens- hicieron lo que siempre habían hecho: embarcarse en actos de supervivencia. Oponerse a la guerra hubiera sido un suicidio político. Y ellos lo sabían.
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Sin embargo, estos apologistas actuaron no sólo como animadores de la guerra; en la mayoría de los casos ridiculizaron e intentaron desacreditar a todo aquel que cuestionó el llamamiento a invadir a Iraq. Kristof, en The New York Times, atacó al cineasta Michael Moore tildándole de teórico de la conspiración y escribió que las voces contra la guerra estaban sirviendo para polarizar lo que denominó como “cloaca política”. Hitchens dijo que aquellos que se oponían a atacar a Iraq “no creen en absoluto que Sadam Husein sea un chico malo”. Llamó “antiguo hippy descerebrado o vociferante neo-estalinista” al típico manifestante antibelicista. Una década después, los desganados mea culpa de muchos de estos cortesanos evitan siempre mencionar el papel más pernicioso y fundamental que jugaron en la preparación de la guerra: acallar el debate público. Aquellos de nosotros que nos manifestamos contra la guerra, enfrentados a la embestida de los “patriotas” de derechas y sus apologistas liberales, nos convertimos en parias. En mi caso, no importó que yo hablara árabe, no importó que hubiera pasado siete años en Oriente Medio, incluyendo varios meses en Iraq, como corresponsal en el extranjero. No importó que conociera cuáles eran los objetivos de esa guerra. Las críticas de que fuimos objeto tanto yo como otros opositores a la guerra, nos convirtió en sujetos despreciables por parte de una elite liberal que quería cobardemente demostrar su propio “patriotismo” y “realismo” respecto a la seguridad nacional. La clase liberal fomentó un odio rabioso e irracional hacia todos los críticos con la guerra. Muchos de nosotros recibimos amenazas de muerte y perdimos nuestros empleos, en mi caso en The New York Times. Diez años después, esos liberales belicistas siguen ignorando tanto su bancarrota moral como su mojigatería empalagosa. Pero tienen en sus manos la sangre de cientos de miles de seres inocentes.

Las elites en el poder, especialmente la elite liberal, han estado siempre dispuestas a sacrificar la integridad y la verdad a cambio de poder, ascenso personal, becas de fundaciones, premios, titularidades de cátedras, columnas, contratos de libros, apariciones en televisión, conferencias dotadas de generosos honorarios y estatus social. Saben lo que tienen que decir. Saben a qué ideología tienen que servir. Saben qué mentiras hay que contar: la mayor de las cuales es que asumen posturas morales sobre temas que no son precisamente inocuos o anodinos. Llevan mucho tiempo auspiciando esos juegos. Y, si sus carreras lo requirieran, nos venderían alegremente de nuevo. Leslie Gelb, en la revista Foreign Affairs, explicaba después de la invasión de Iraq: “Mi apoyo inicial a la guerra fue sintomático de las desafortunadas tendencias dentro de la comunidad de la política exterior, es decir, de la disposición e incentivos para apoyar las guerras a fin de conservar su credibilidad política y profesional”, escribió. “Nosotros, ‘los expertos’, tenemos mucho que reflexionar sobre nosotros mismos, aunque ‘pulamos’ a los medios de comunicación. Debemos redoblar nuestro compromiso con el pensamiento independiente, y acoger, en vez de desechar, opiniones y hechos que atacan la sabiduría popular, a menudo equivocada. Eso es al menos lo que nuestra democracia necesita”. La cobardía moral de las elites en el poder es especialmente evidente en lo que se refiere a la trágica situación de los palestinos. De hecho, se utiliza a la clase liberal para marginar y desacreditar a quienes, como Noam Chomsky y Norman Finkelstein, tienen la honestidad, integridad y coraje de denunciar los crímenes de guerra israelíes. Y la clase liberal se ve recompensada por ese sucio papel de ahogar el debate.

“Para mí, nada hay más censurable que esos hábitos mentales de los intelectuales que inducen a evadirse, a ese alejamiento característico de la postura difícil y con principios, que sabes que es correcta pero que decides no asumir”, escribió el difunto Edward Said. “No quieres parecer demasiado político; tienes miedo de parecer polémico; quieres mantener una reputación de ser equilibrado, objetivo y moderado; estás esperando que vuelvan a invitarte, a consultarte, a pertenecer a una junta o comité prestigioso, y por eso permaneces dentro de la corriente dominante establecida; porque esperas conseguir algún día un grado honorario, un gran premio, quizá incluso una embajada”.

Para un intelectual, esos hábitos mentales son corruptos por excelencia”, seguía Said. “Si algo hay que puede desnaturalizar, neutralizar y finalmente acabar con una apasionada vida intelectual, ese algo es la internalización de esos hábitos. A nivel personal, me he topado con ellos en una de las más complicadas de todas las cuestiones contemporáneas: la cuestión palestina, donde el temor a hablar claro sobre una de las mayores injusticias de la historia moderna ha coartado, ofuscado y amordazado a muchos que conocen la verdad y están en posición de servirla. Porque, a pesar del maltrato y denigración sufridos por cualquier claro defensor o defensora de los derechos y autodeterminación palestinos, merece la pena decir la verdad y que un intelectual compasivo y valiente la represente”.

Julien Benda sostenía en su libro publicado en 1927 “La Trahison des Clercs” [La traición de los intelectuales], que esto sólo se produce cuando no nos implicamos en la búsqueda de objetivos prácticos o ventajas materiales que nos puedan servir de conciencia y correctivo. Aquellos que trasladan sus lealtades a los objetivos prácticos del poder y a las ventajas materiales se castran a sí mismos intelectual y moralmente. Benda escribió que en otro tiempo se suponía que los intelectuales eran indiferentes a las pasiones populares. “Que eran un ejemplo de compromiso puramente desinteresado con las actividades de la mente y que generaron la creencia en el valor supremo de esta forma de existencia”. Se les veía “como unos moralistas que estaban por encima del conflicto de los egoísmos humanos”. “Predicaban, en nombre de la humanidad o de la justicia, la adopción de un principio abstracto superior y directamente opuesto a esas pasiones”. Esos intelectuales, reconocía Benda, no eran capaces, con demasiada frecuencia, de impedir que los poderosos “anegaran toda la historia con el ruido de sus odios y sus matanzas”. Pero, al menos, “impidieron que los legos establecieran sus acciones como religión, les impidieron que pensaran de ellos mismos que eran grandes hombres cuando perpetraban esas actividades”. En resumen, afirmaba Benda, “la humanidad hizo el mal durante dos mil años, pero honró a los buenos. Esta contradicción era un honor para la especie humana y creó la grieta por donde la civilización se deslizó en el mundo”. Pero una vez que los intelectuales empezaron a “jugar el juego de las pasiones políticas”, aquellos que habían “actuado como freno sobre el realismo de la gente empezaron a actuar como sus estimuladores”. Y es por esta razón por la que Michael Moore tiene razón cuando culpa a The New York Times y al establishment liberal, incluso más que a George W. Bush y Dick Cheney, por la guerra de Iraq”.

“El deseo de decir la verdad”, escribió Paul Baran, el brillante economista marxista y autor de “The Political Economy of Growth” [La economía política del crecimiento], es “sólo una de las condiciones para ser intelectual. La otra es el coraje, la disposición para emprender investigaciones racionales te lleven donde te lleven… resistiéndote… ante la cómoda y lucrativa conformidad”.

Aquellos que desafían tenazmente la ortodoxia de las creencias, que cuestionan las pasiones políticas dominantes, que se niegan a sacrificar su integridad para servir al culto del poder, son empujados a los márgenes. Son denunciados por las mismas gentes que, años después, afirmarán a menudo que estas batallas morales son las suyas. Pero son sólo los marginados y los rebeldes los que mantienen vivas la verdad y la investigación intelectual. Los que ponen nombre a los crímenes del Estado. Los que dan su voz a las víctimas de la opresión. Los que formulan las preguntas difíciles. Y más importante, los que exponen a los poderosos, junto a sus apologistas liberales, por lo que son.

Chris Hedges, pasó casi dos décadas como corresponsal extranjero en Centroamérica, Oriente Medio, África y los Balcanes. Ha informado desde más de cincuenta países y ha trabajado para The Christian Science Monitor, National Public Radio, The Dallas Morning News y The New York Times, para el que estuvo escribiendo durante quince años.
Chris Hedges. Truthdig. Traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: http://www.truthdig.com/report/item/the_treason_of_the_intellectuals_20130331/

Tal vez te interesa recordar a un ciudadano valiente y leal a la causa de la justicia: Olof Palmer, el primer ministro sueco asesinado y cuya muerte -el móvil, las causas, los objetivos y los organizadores de la trama- dista mucho de haber sido aclarada.

La relación imperial del establishment alemán

Hoy el establishment alemán (los centros financieros y las grandes empresas dedicadas a la exportación junto a su instrumento político, bien representado por el gobierno Merkel) domina el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Junto con el Fondo Monetario Internacional, este establishment dicta e impone a los países periféricos de la Eurozona una serie de políticas públicas que están dañando el nivel de vida y bienestar social de las clases populares de tales países.

Tales políticas incluyen (1) recortes muy sustanciales de la protección social de tales países (con reducciones muy notables de las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar) y otras intervenciones públicas que están deteriorando la infraestructura física y social del país, y (2) reformas laborales encaminadas a reducir los salarios de la población trabajadora. Las primeras políticas públicas se están imponiendo bajo el argumento de que hay que reducir el déficit y la deuda pública de tales países a fin de recuperar la confianza de los mercados financieros, y así los Estados puedan conseguir dinero prestado de los bancos. El segundo tipo de políticas públicas —la desregulación del mercado de trabajo— se fuerza sobre los países indicando que tal disminución de los salarios es necesaria para hacer a las empresas más competitivas y facilitar así las exportaciones, que serán las actividades económicas que sacarán a los países (incluyendo España y sus CCAA) de la profunda recesión en la que se encuentran.

Tales políticas se realizan con el apoyo de los establishments financieros, empresariales, políticos y mediáticos que gobiernan tales países periféricos (incluyendo España), pues, excusándose en la necesidad de mantenerse en Europa (presentando su permanencia en el euro como garantía de su pertenencia) imponen tales políticas. Consiguen con ello lo que siempre han deseado: debilitar al mundo del trabajo, a fin de optimizar sus intereses financieros y económicos. En todos estos países las rentas del capital están subiendo a costa del descenso de las rentas del trabajo. La evidencia de ello es clara, robusta y contundente. Entre 2009 y 2012, la parte del PIB que corresponde a la compensación de los trabajadores ha perdido peso. En España, este porcentaje ha pasado de ser el 50% al 46% (es decir, una disminución del 4% del PIB), en Grecia e Irlanda también se ha reducido el 4% del PIB y en Portugal el 3%. Lo que se llamaba antes la lucha de clases continúa desarrollándose en tales países con la ayuda del establishment alemán, que domina el establishment europeo.

¿Por qué se realizan tales políticas?
El hecho de que tales políticas se impongan a la población (en ninguno de tales países existe un mandato popular para que se lleven a cabo) se debe a que tales políticas benefician, además de a los establishments de los países periféricos, al establishment alemán, y muy en particular a la banca y a las compañías exportadoras alemanas. Los famosos rescates bancarios y las supuestas “ayudas financieras” a los Estados de los países periféricos es básicamente ayuda a los bancos alemanes (entre otros bancos europeos) como bien han reconocido economistas asesores al Gobierno Merkel como Jürgen Donges, en sus declaraciones de apoyo a las supuestas ayudas a España, aprobadas en el Parlamento alemán (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, Público, 07.02.13).

Otro ejemplo del impacto diferencial de tales políticas ha sido el establecimiento del euro que ha beneficiado primordialmente al establishment alemán. Como he detallado en mis trabajos, el BCE no es un banco central. Es un lobby de la banca y muy en particular de la banca alemana. Ni que decir tiene que tal institución también está sujeta a otros intereses además de los alemanes, lo cual explica, en ocasiones, las tensiones entre el Bundesbank (el Banco Central Alemán) y el BCE. Pero, sigue, en general, las directrices del gobierno alemán, el cual sintetiza los intereses del establishment alemán. Y tal BCE está jugando un papel clave en imponer tales políticas. Su propia existencia, proveyendo préstamos a intereses muy bajos a la banca (pero no a los Estados), para que estos compren a intereses desmesurados la deuda pública de los Estados periféricos ha sido la causa del enorme endeudamiento de tales Estados. Tal crecimiento de la burbuja de la deuda pública está destruyendo (con los recortes de gasto público) el ya escasamente financiado Estado del Bienestar de los países periféricos de la Eurozona, destrucción que se hace para pagar a la banca alemana los intereses de tal deuda (además de debilitar el mundo del trabajo, lo cual explica el apoyo de tales políticas por parte del mundo empresarial exportador en tales países).

Y todo ello se presenta, realiza e impone, en teoría, para defender el euro y la pertenencia a Europa de tales países. La “alarma” de que el euro está en peligro es el justificante de tales políticas. Pero el euro nunca ha estado en peligro. Antes al contrario está sobrevalorado, perjudicando enormemente a las economías de los países periféricos. En realidad, las enormes desigualdades existentes entre el centro y la periferia de la Eurozona favorecen al primero y perjudican a los segundos. Existe un flujo de capitales de la periferia al centro que los países periféricos no pueden revertir. Es la descapitalización de tales países, impuesta por el establishment alemán, que es el primer beneficiario de tal sistema. Los bancos y los Estados de la periferia tienen una gran escasez de capital mientras que los bancos como Deutsche Bank y los bancos alemanes más importantes así como el Estado alemán tienen dinero de sobras.

Como el establishment alemán domina la Eurozona
Esta es la relación imperial que se genera y reproduce sin ningún tipo de intervención militar. De ahí que no pueda hablarse del IV Reich. Pero las relaciones de dominio económico, político e incluso mediático existen. Le sorprenderá al lector que incluya también el mediático. Dos ejemplos recientes de este dominio mediático han aparecido recientemente: uno es el veto a un artículo de Juan Torres en El País de Andalucía. Juan Torres publicó un excelente artículo (Alemania contra Europa, 24.03.13) alertando del dominio alemán haciendo una reflexión muy acertada de los paralelismos existentes con épocas anteriores. Tal artículo fue retirado de la web de El País donde inicialmente se publicó, debido a presiones mediáticas y políticas alemanas sobre El País. El establishment alemán no quiere que se hable del pasado relacionándolo con el presente.

Otro caso reciente prueba lo que digo: en un artículo reciente publicado el Público (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, 07.02.13), señalaba yo que la influencia del establishment alemán en España es una constante en la historia de nuestro país. Señalaba que el gobierno alemán configuraba en gran medida las políticas del gobierno español que estaban dañando el bienestar de la población española. Pero añadía que el establishment alemán tenía una gran responsabilidad en la génesis de la crisis en España pues fue el gobierno alemán, bajo Hitler, el que jugó un papel determinante de la victoria del General Franco, impidiendo las reformas tan necesarias para modernizar el país, realizadas por la II República. No es por casualidad que los países como Grecia, Portugal y España, que están en una situación desesperante sean países que han sido dominados por fuerzas ultraconservadoras en la mayoría de su historia. Y en España, el establishment alemán jugó un papel clave en la victoria de tales fuerzas, frenando las reformas (iniciadas por la II República) del sistema productivo y de su economía, que han sido difíciles de aplicar debido a la enorme influencia que las ultraderechas tienen en España, que ahora utilizan “la crisis del euro” para continuar manteniendo sus privilegios.

Pues bien, una revista alemana (Kulturaustausch) tradujo tal artículo, eliminando toda referencia al pasado. Desaparecía la complicidad del establishment alemán en el establecimiento del fascismo español y en el mantenimiento de unas estructuras que mantuvieron España en el subdesarrollo económico, social y político por más de cuarenta años.

Una última observación: en Alemania (y en España) hay clases sociales.
El lector notará que a lo largo de este artículo hablo del establishment alemán, más que de Alemania. Y ello se debe a la necesidad de no confundir el establishment gobernante en un país con el propio país, una confusión que el establishment alienta y favorece pero que no corresponde a la realidad. En Alemania, como en España, hay clases sociales con intereses distintos que están en conflicto —como ahora— con gran frecuencia. Una de las “víctimas” del establishment alemán es la propia clase trabajadora alemana que es la que sufre en primera mano las reformas Schröder-Merkel. El crecimiento de la productividad alemana ha beneficiado predominantemente a las rentas del capital, no a las del trabajo, cuyos salarios han permanecido estancados por la mayoría del tiempo desde el establecimiento del euro.

Y es a esta clase trabajadora alemana a la cual va dirigida la desinformación producida por los medios de mayor difusión alemanes (incluyendo los llamados serios y responsables) que presentan la situación de los países periféricos como resultado de la pereza y escasa productividad de sus trabajadores, de su excesiva protección social, y otras falsedades, atribuyéndose el rechazo popular en estos países a tales imposiciones de políticas de austeridad a características culturales y étnicas que producen un populismo, poco maduro, como lo definía el Spiegel hace unos días. El racismo y el estereotipo étnico son una constante en la cultura hegemónica alemana.
Vicenç Navarro. Público
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/6765/la-relacion-imperial-del-establishment-aleman/

viernes, 5 de abril de 2013

_- DECLARACIONES DE UN PREMIO NÓBEL DE MEDICINA. Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas

_- Premio Nobel de Medicina: Las Farmacéuticas bloquean las medicinas que curan porque no son rentables impidiendo su distribución.

El ganador del Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.

Hace unos días se publicó una nota sobre datos revelados que muestran que las grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de dólares al año pagando a doctores para que éstos promuevan sus medicamentos.

Para complementar reproducimos esta entrevista con el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts quien señala que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada. Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se pregunta hasta qué punto es válido y ético que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia. La entrevista originalmente fue publicada por el diario español La Vanguardia:

¿La investigación se puede planificar?
- Si yo fuera ministro de Sanidad o el responsable de Ciencia y Tecnología, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
- Parece una buena política.
- Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

- ¿Y no es así?
- A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

- ¿Cómo nació?
- La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
- Toda una aventura.
- Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

- ¿Fue científicamente productiva?
- Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

- ¿Qué descubrió usted?
- Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

- ¿Para qué sirvió?
- Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo…
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que le digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Fuente: La Vanguardia.

Publicación de "El futuro es un país extraño" de Josep Fontana. La tiranía de la multitud.

Pasado And Presente
El maestro ataca de nuevo. Ahora con El futuro es un país extraño, producto del inmenso trabajo acumulado en Por el bien del imperio (P & P 2011) y de su reflexión alarmada ante los síntomas de la inmunodeficiencia social adquirida. Para Josep Fontana los rasgos más visibles de esta patología son la privatización de la política, primero, y la del propio estado más adelante, que se guarece de los ciudadanos tras un fuerte aparato represivo: “Todo apunta a un futuro de retorno hacia una privatización global semejante a la de los tiempos feudales…. [Vamos hacia una] nueva sociedad de la desigualdad”.
Es muy difícil no estar de acuerdo con el gran historiador catalán. Aunque le podemos regatear un poco en lo del feudalismo. En realidad a lo que estamos asistiendo es a las consecuencias de la regeneración de la fe capitalista, tan deteriorada desde hace más de dos siglos por debilidades absurdas, renuncias innecesarias, concesiones arrancadas a viva fuerza o temores irracionales que, en su “época dorada”, le habían hecho caer en un cierto sentimiento cristiano de culpa.
Oportunamente, la luz de Trenton (Estados Unidos) está devolviendo a la fe capitalista su pureza primigenia, aquella que iluminó en el siglo XVIII a Gran Bretaña, su anciana madre. Tras la revolución “gloriosa” (aunque ya venía de antiguo), la aristocracia terrateniente y la burguesía comercial británicas privatizaron la política por el simple procedimiento de apropiársela, enmascarándolo con un camelo de democracia electoral inexistente.
El Banco de Inglaterra, la Compañía de las Indias Orientales y la Compañía del Mar de Sur privatizaron luego el estado controlando la Corte, el Gobierno, las dos cámaras del Parlamento y los tribunales de justicia. Los lobbies de comerciantes y manufactureros, como la Compañía de Rusia, la Compañía de Levante, la Compañía de la Bahía del Hudson, la Society of West Indies Merchants, la Midland Association of Ironmasters o el West Riding Committee of Worsted Manufacturers transmitían su voluntad al gobierno (que era su hechura) y dictaban las leyes adecuadas al Parlamento (donde se sentaban ellos mismos). En aquel mundo de pureza capitalista, la desigualdad entre los hombres era tan natural como la que se daba entre los zorros y sus cazadores. Los grandes apóstoles del Nuevo Testamento del beneficio a ultranza guiaban a los fieles: “Los hombres son más felices si se hallan en la desigualdad y la subordinación”, escribía el doctor Johnson, al tiempo que anunciaba un porvenir de progreso indefinido.
El duque de Devonshire que, cuando no estaba en su castillo rural, vivía en Saint James, en el lujoso palacio que le había construido John Nash, tenía unas rentas de 50.000 libras anuales, mientras que Edward Farmer, deshollinador que vivía en una covacha del East End, sudaba hollín para ganar 12 libras al año. ¿Por qué no? No hay que confundir the classes with the asses. A lo largo del siglo XVIII la renta per cápita inglesa creció un 4,5 % (cuidado con las estadísticas), pero los impuestos se multiplicaron por 18 en términos reales (también aquí cuidado con las estadísticas). Lo cierto en cualquier caso es que los impuestos directos pasaron de constituir el 36 % de los ingresos de la hacienda, al 16 %, mientras que los indirectos, que partían del 26 % llegaron al 75 % a finales de siglo. Con esta imposición regresiva, el estado (o sea, los que ya sabemos) transfirió desde los consumidores pobres a los grandes financieros el 40 % de toda la imposición fiscal, o sea el 5 % de la renta nacional británica. Estas transferencias, junto con el diferencial entre precios y salarios, fueron la mayor fuente de financiación de la industria británica. Lo explicó muy bien el mayor economista de aquel tiempo y, por lo que parece, de todos los tiempos: “En una sociedad civilizada [sic], los pobres proveen para ellos mismos y para el enorme lujo de sus superiores [sic]". Además, el precariado de la época no tenía de qué quejarse; podía acogerse a las generosísimas leyes de pobres, hospedarse en las fastuosas workhouses o residir en las espectaculares cárceles privatizadas, que acogían de buen grado a quienes según la Black Act no sabían respetar la propiedad privada, ni la religión, ni tenían la decencia de pagar sus deudas y arrastraban por las calles sus borracheras de ginebra solo para que Hogarth los dibujara. Hacia mediados de siglo, casi la mitad de los presos del King’s Bench lo estaban por deudas. Si el acreedor no les había esquilmado, podían alquilar una celda individual al empresario-alcaide por cinco libras. Si no, se le hacinaba en una celda común de cincuenta metros cuadrados rebosante de morosos con sus mujeres e hijos, todos infectados de viruela entonces mortal. Ese fue el destino de Robert Castal, el autor de The Villas of the Ancients.

En la Canaán del capitalismo, sin embargo, el precio justo del pan equivalía a nuestra actual noción de estado de bienestar. Era una línea roja. Cuando subían los precios, se producían de inmediato miles (literalmente) de motines de subsistencia que se concretaban en acciones populares directas, disciplinadas y con objetivos muy bien definidos, como nos explicó Thompson hace ya muchos años. La multitud era pronta y diligentemente masacrada por el ejército. El Scots Magazine ya advertía en julio de 1754 que “los pobres siempre están dispuestos a amotinarse y a hacer daño… y no pasará mucho tiempo sin que cometan desmanes”. Los cometieron por toda Europa durante doscientos años. El más inteligente de todos los reaccionarios británicos, Edmund Burke, advirtió claramente que el enemigo de su fe siempre estaba al acecho y había que velar para impedir “la tiranía de la multitud”. Parece que el capitalismo ha aprendido la lección. ¿Y nosotros, los herejes?

Fuente: http://pasadopresente.com/blog/41-la-tirania-de-la-multitud