Mostrando las entradas para la consulta salmorejo ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta salmorejo ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de enero de 2011

El hablar francés ha posibilitado que me inviten a visitar Google una mañana.

LA INVITACIÓN.

A menos eso es lo que creo, por como se desarrollaron los acontecimientos, quién iba a suponer que mi estancia en Francia durante un curso escolar haría posible mi invitación a una visita a Google muchos años después. Así fue, el pasado viernes 7, resultó un día de esos especialmente gloriosos, si es que, de alguna forma, no lo fuesen todos los días que disfrutamos de nuestra vida. En la fiesta, organizada el 6, en casa de mi hija con motivo de la Epifanía, los Reyes Magos, donde se invitó a pequeños y mayores, en ese día de fiesta tan español, a tomar el roscón de Reyes con té, chocolate o café y, después, se invitó a los presentes a unas tapas españolas; tortilla, jamón, queso manchego, salmorejo (que fue un acierto) y resultó todo un éxito. Entre los invitados, una compañera de colegio de Hannah, su hermano y su madre Elizabeth, canadienses de Quebec, por lo tanto, de habla materna francesa.

Y hablamos en su idioma durante un buen rato, resultando de esas tardes agradables y algo nostálgicas, en este caso de la cultura francesa, de Europa, de España, de Colombia, pues ella, Elizabeth, es de origen colombiano, y de Portugal. Como se suele decir, de lo divino y lo humano.

Había sido una tarde muy completa y estimulante. Oliva, la amiga mexicana, se ofreció para preparar posoles, un plato mexicano que me encanta, antes de mi vuelta. Eva, catalano-asturiana, me invitó a ir a verle hacer el juramento en el acto de nacionalizarse americana.

Esteban, mi yerno, nos anunció que iríamos el viernes a visitar su empresa y a comer en el restaurante, Cisco Systems, Inc.

EN LA SEDE DE GOOGLE.
Ya terminada la reunión, recibimos una llamada de Elizabeth invitándonos, a Alba la sobrina de Esteban también de vacaciones allí y a mi, a visitar la sede de Google en Mountain View y comer en el restaurante de la empresa, donde todos los alimentos y bebidas son de primera calidad y gratis para los empleados y sus invitados. (Mapa del lugar)

Resultó algo fuera de todo lo esperado, tienen 20 comedores, con todos los tipos de cocinas más famosas; india, china, italiana, española a base de tapas (pinchos) Sushi, vegetariana, tipo americano, etc., etc. Todo con productos orgánicos de primerísima calidad y elaboradas por cocineros excelentes. Y allí nos mezclamos con parte de los 20.000 empleados de la empresa, de todas las nacionalidades, el 50% con un doctorado y entre ellos, sin duda, una buena parte de los más destacados cerebros del mundo de la informática, que han sido buscados y seleccionados para trabajar en Google.

El ambiente que se respiraba nos pareció algo verdaderamente increíble, como un sueño hecho realidad, la gloria en la tierra para los amantes de la informática y la red o Web.

Los edificios del campus -es como le llaman, pues en realidad concentran más conocimientos y títulos en TIC, que ningún otro lugar de la Tierra - son de lo más moderno. Por poner un ejemplo, los servicios están fabricados en acero inoxidable, menos la taza del wc en plástico, que estaba condicionada a la temperatura del cuerpo y disponía de unos mandos para la higiene, con un chorro de agua, de intensidad variable, para limpiarse y otro chorro, para secarse, de aire templado. Y así todo, íbamos de sorpresa en sorpresa; una piscina hidrodinámica para nadar en la corriente sin desplazarse, unas salas de masaje para los empleados o salones de peluquería, salas de juego con "legos", mostradores con frutas cortadas al instante, zumos, refrescos de limón o naranja o cualquier otra fruta imaginable, orgánicos, bicis para desplazarse entre los edificios, que forman una pequeña ciudad, 20.000 empleados son muchas personas. Para entrar por los diferentes lugares, debes tener una tarjeta magnética y/o una identificación e ir acompañado por un empleado de la empresa, como era nuestro caso.

Y todo eso ha tenido su origen en un algoritmo matemático -y después hay quien dice que las matemáticas no dan de comer- para buscar datos e información en Internet. Es decir, todo virtual, instrucciones de programas, nada material, que elaboraron, antes de 1999, - fecha de fundación de Google- dos estudiantes de la cercana Universidad de Stanford, uno de origen ruso, nacido en Moscú y el otro norteamericano; Sergey Mijaylovich Brin y Lawrence Edward "Larry" Page.

Nos parecía increíble el lugar y la cantidad de conocimiento, creatividad, inteligencia, saber, organización y grandeza del campus.

EL ANFITRIÓN Y SU TRABAJO.
Allí conocimos al marido de Elizabet, Charles Le Borgnie, (quien con gran sentido del humor nos explicó que su nombre en español quiere decir "Carlos el Tuerto", lo que había sido origen de más de una broma) nuestro anfitrión, ingeniero dedicado al análisis de los objetivos de la publicidad, lo que hace posible la supervivencia de todo el campus, de la empresa. Su trabajo está centrado de cara al interior, "no se ve" nos dijo, pero es lo que permite y hace posible la existencia del lugar y de todos los empleados, tienen unos 4.400 empleados por todo el mundo, además de los 20.000 de la sede central en el Silicón Valley. Google también ha diseñado un navegador, Crome, y un sistema operativo para teléfonos móviles, Androide, -junto a otras empresas como Motorola, basado en Linux- que está consiguiendo buenas ventas. Y ha anunciado un sistema operativo especialmente diseñado para la Web.

LA FUNCIÓN DE GOOGLE.
Google no produce nada material, ni siquiera conocimientos, procura, libre y gratuitamente, herramientas para acceder al conocimiento y el saber que está en la Web -como Google doc, Traductor o Map- y lo pone en la red para su uso gratis. Un gran ideal que deberían hacer los gobiernos -como hacen con la educación pública- y para facilitar eso, venden publicidad. Cada vez que utilizamos alguna herramienta de Google, sobre todo, el buscador, se registra su efecto en la publicidad y eso se vende, las empresas pagan por ser publicitadas.

EL COMETIDO DE CHARLES.
Charles trabaja en un equipo de unas 9 personas, de los que solo una de ellos, es norteamericana de nacimiento, todos los demás son de diferentes países, más frecuentes los de origen indio u oriental. A él lo buscaron en Canadá y le hicieron una oferta de trabajo, aceptó "como experiencia por un año" y lleva dos años y nueve meses. Está contento con su trabajo, le gusta y se siente reconocido y bien pagado. Comentó que, en un viaje a España, a Barcelona, le gustó mucho la ciudad y lo que vio y buscó en los periódicos información sobre puestos de ingeniero informático, pero el sueldo le pareció ridículo. Así no le extrañaba que muchos españoles bien preparados -que los hay más que nunca- emigraran "voluntariamente" a otros países. Google recibe diariamente miles de solicitudes de trabajo, si te llaman, después de la última entrevista que pasas con un técnico de tu especialidad, te ofrecen todas las divisiones de la empresa para que tu elijas donde quieres comenzar tu trabajo.
Charles es amable, simpático, familiar, sencillo, de una formación e inteligencia fuera de lo común. Habla correctamente el español, además del inglés y el francés, de una cultura amplísima, interesado por muchas cosas y que nos hizo sentirnos con él y, por supuesto, con su mujer -quien nos había invitado- muy a gusto.

UN PROFESIONAL DE LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
Es, sin ninguna duda, un claro ejemplo de representante de la nueva generación global; con una formación de nivel internacional, el inglés como lengua de comunicación, dispuesto a trabajar en cualquier lugar de la tierra, pacífico, amante de la naturaleza, en constante formación y centrado en su profesión. Su mayor interés, respecto a su familia, es que sus hijos tengan una vida feliz y la mejor formación posible. Podríamos decir que pertenecen a una nueva "aristocracia"; la del conocimiento, la del saber y la cultura de las nuevas tecnologías. Allí contemplamos en vivo el centro máximo de lo que es la última revolución del conocimiento. Fueron unas horas, para mi, absolutamente extraordinarias.

Estos son sus datos.
- Mil millones de búsquedas al día. El buscador Google, creado en 1998, recibe 1.000 millones de peticiones diarias y tiene una cuota de mercado del 85% mundial, (70% en EE UU). El segundo, Yahoo!, (empresa a la que al inicio le ofrecieron su buscador y ante el rechazo a comprarlo, pues no lo consideraron valioso, se vieron obligados a buscar capital y crear ellos su propia empresa) tiene un 6%. Emplea a 24.400 personas en 60 oficinas de 30 países y recibe 3.000 solicitudes de trabajo al día.

- Seis mil millones de euros de beneficio. Google ingresó 21.502 millones de euros en 2010. El 96%, de la publicidad. Sus beneficios netos, 6.256 millones de euros suponen el 29% más que en 2009.

- Treinta y cinco horas de vídeo cada minuto. Es el contenido que suben los internautas a YouTube, el 60% más que en 2009. Su cuota de mercado es del 82% mundial. Google compró la plataforma por 1.213 millones de euros en 2006.

- Android. Cada día se activan 300.000 móviles con el sistema operativo creado en 2008.

- Coches eléctricos y que conducen solos. Google invierte en energías verdes y presume de minimizar las emisiones. Las placas solares de su sede producen 1,6 megavatios de electricidad y compran 114 megavatios en granjas eólicas de Iowa. En 2008 patentaron un sistema para instalar servidores en barcos en el mar para ahorrar.

- Una investigación y desarrollo continuo, de lo contrario se pierde el liderazgo en este mundo tan competitivo de las nuevas tecnologías. Leer más aquí, en El País.

Sede de Lenoir en Carolina del Norte, donde hay 49.923 servidores, y otras 7 sedes más para que Google funcione bien ver aquí.

CISCO SYSTEMS.
Después de despedirnos, y darle las gracias, Elizabet nos llevó a Cisco Systems, (el nombre deriva de San Fran cisco) donde nos esperaba Esteban. Cisco es, también, una empresa de tamaño parecido a una ciudad, llena de edificios de dos o tres plantas, con jardines y césped entre ellos y que abarcan una extensión análoga a la que conocemos como "polígono" en Badajoz. En esa sede de Cisco trabajan unos 30.000 empleados y por el mundo hay otros 20.000. Se dedican a establecer las redes de Internet y hacer que sean lo más rápidas y eficientes posibles, mediante programas informáticos y router, servidores y conectores-distribuidores (switches) que hacen posible el que las redes funcionen. Es una empresa distinta, aunque vive de Internet y no sólo del software, sino que, además, diseña, fabrica y monta la parte física -los aparatos y cables- que forma la red, es decir, también el hardware. Una empresa con más años que la anterior Google, con fábricas en China, donde se encuentra todas las manufacturas y con personal con toda la gama de edades.

UN CAFÉ EN LA EMPRESA.
La cafetería central, a donde fuimos, era enorme y tan limpia y reluciente que parecía de estreno. Tenían pasteles, bocadillos y frutas (plátanos, manzanas de varias clases y naranjas). La camarera que nos atendió, al oírnos hablar español, rápidamente comenzó a hablar en nuestro idioma (En toda California hay muchísimos hispanos). Esteban nos explicó el origen de la empresa, qué produce y en qué consiste su trabajo. Nos informó que hacía un mes los había visitados el presidente ruso, Dmitri Medvédev, que también estuvo en Googel.

Esteban, después de hacer unas fotos, nos acercó a casa, que está a menos de cinco minutos.

POR ÚLTIMO, PARA FINALIZAR UN DÍA INOLVIDABLE, EN CALIFORNIA, NO PODÍA FALTAR UN TERREMOTO.
Ya en casa, sentados tranquilamente en el sofá, para que el día fuese completo, y finalizase bien, sentimos claramente un terremoto, que nos hizo salir a la calle, y según El Centro de Información de Terremotos fue de 4.1 grados, corriente por estos lugares, con La Falla de San Andrés al lado.

Como podéis imaginar fue un día pleno, memorable, vivimos unas experiencias magnificas, inolvidables. Como, en la entrada anterior de este blog, afirmaba Federico G. L., sentí nostalgia porque mis seres queridos; mis hijos, Carmen, mis hermanos, mis amigos y amigas, mis compañeras y compañeros de trabajo, no hubiesen podido estar acompañándome y disfrutando juntos de la inolvidable, extraordinaria y emocionante experiencia.

Saludos y abrazos desde Santa Clara. California. Ver el reportaje publicado por El País Semanal el 21/01/2007. 



Enlaces a "El País". Primeros despidos causados por los cambios en el algoritmo de búsqueda de Google.

viernes, 31 de enero de 2014

El lujo de la ‘cucina povera’. Obtener el máximo sabor posible con el menor número de ingredientes disponibles

Es el lema que sustentó a parte de Italia hasta la explosión económica tras la II Guerra Mundial
Platos sencillos que 70 años después entroncan con la tendencia gastronómica del momento
FOTOGALERÍA Recetas de siempre, como nunca

¿Hay algo mejor en el mundo que mojar un trozo de pan crujiente en la yema de un huevo frito? Para Ferran Adrià no. El otrora responsable de elBulli lo considera “una auténtica obra de arte”: barato, sencillo, irresistible. Adjetivos que describen también a la llamada cucina povera (cocina pobre). Un término que hace referencia al recetario de supervivencia que prosperó en Italia desde la última mitad del siglo XIX hasta después de la II Guerra Mundial. En el convulso escenario social y político que propiciaron los sucesivos conflictos independentistas y la posterior unificación, su objetivo era lograr el máximo sabor y valor nutritivo posible con el menor número de ingredientes disponibles.

Esta austera filosofía entronca un siglo después con la tendencia gastronómica más potente del momento: aquella que reivindica los alimentos de temporada y la producción local. Cuando ya comienza a percibirse  cierto hartazgo del durante años ensalzado nitrógeno líquido y de las creaciones con nombres más largos que el Ebro, la cucina povera reclama su sitio en la mesa. Sus platos sin pretensiones, ­articulados en torno a la materia prima y la técnica tradicional, no han perdido ni un ápice de vigencia.

El fotógrafo Dexter Hodges recopila en estas páginas cinco recetas de su abuela Enrica, que, aunque emigró a Connecticut desde la región de las Marcas, nunca dejó de cocinar tagliolini con tocino y ajo, o pan con parmesano. “Mi nonna hacía la pasta a mano. Los cortes de carne que iban en las salsas de tomate no eran quizá los mejores, pero después de cocer todo el día, los ponía en un plato aparte y eran tan tiernos que se podían cortar con un tenedor”, recuerda.

Esta cultura del aprovechamiento máximo de los recursos –heredera de los años en que comer, sin más, era un lujo– ha dado a la gastronomía algunos de sus más suculentos guisos y ha cimentado, entre otros, el movimiento slow food. Fundado durante los años ochenta también en Italia, aboga, frente a la estandarización de la dieta, por la salvaguarda de las costumbres y productos regionales. Parte de la historia y el folclor de Italia transita por los pucheros de las cucine povere. Quizá por eso, hace ya cerca de cinco décadas que en el país alpino se reclama el valor y la importancia de estos platos, que no por sencillos pueden catalogarse como simples. Conseguir un resultado sabroso con cuatro ingredientes básicos requiere de una buena dosis de imaginación y toneladas de saber hacer.

En España, sin haber acuñado un vocablo para definirla, existe una rica tradición en comidas económicas  que han alimentado y alimentan estómago y paladar. Ahí están los tortos asturianos, una suerte de torta elaborada únicamente a base de agua y harina de maíz que se calienta en una sartén. O las sopas de ajo: agua, pan, ajo, pimentón y, según la zona, huevo. La ropa vieja, las migas, el salmorejo… Entonces fruto de la necesidad. Hoy un auténtico lujo.

Descubra cinco recetas originales con esos ingredientes que siempre hay en la cocina: huevos, ajos, tocino, cebolla, tomates... Fuente. El País. (Ilustración tomada de Urban Sktechers )

martes, 17 de octubre de 2023

Los beneficios para la salud de comer tomate (crudo y cocido)


Tomates de distintos colores

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

En ensaladas, en salsas, asados o en sopas...

El tomate suele ser una suerte de comodín en la cocina que va con casi cualquier cosa y levanta el sabor de cualquier plato.

Fácil de conseguir, y relativamente económico, nos resuelve más de una comida.

Pero, además, el tomate nos aporta una serie de beneficios para la salud, tanto si lo ingerimos crudo como cocido.

Aunque lo consumimos como una hortaliza, desde el punto de vista de la botánica el tomate es una fruta.

Existen cerca de unas 10.000 variedades de tomates que difieren en su tamaño, forma y color, pero el que predomina es el rojo.

Cuestión de color
Y es justamente este color lo que lo convierte en un alimento muy interesante a nivel nutricional, según explica Gemma Chiva-Blanch, profesora de Nutrición de la Universidad Abierta de Cataluña, en un artículo publicado recientemente en The Conversation.

¿Cuál es tu tomate favorito?

“El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubren el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo).

“El tomate es rojo porque contiene gran cantidad de estos compuestos, aunque hay distintas variedades con diferentes colores que tienen mezclas distintas de polifenoles y carotenoides”, señala Chiva-Blanch.

Estos compuestos bioactivos tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio.

Enfermedades cardiovasculares
Para hacernos una idea, una porción de 80 gramos de tomate contiene cerca del 5% del potasio que un adulto necesita al día.
 
Consumir alimentos ricos en potasio está asociado a un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares y puede estar asociado también a un menor índice de enfermedad coronaria.

Los tomates contienen además un compuesto llamado licopeno que, además de tener un efecto antiinflamatorio y antioxidante, tiene el potencial de reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según varios estudios.

Incluso sin preparación alguna, solo condimentados con un poco de sal y aceite de oliva, los tomates pueden ser muy sabrosos.

Chiva-Blanch señala que el licopeno es “uno de los pocos compuestos en los alimentos que se absorbe mejor si nuestro protagonista (el tomate) está triturado”, como en el caso de la sopa fría española conocida como gazpacho u otra versión llamada salmorejo, típica del sur de España, o cocido.

Y si bien es cierto que, al igual que otras frutas y verduras, el tomate pierde vitaminas y minerales cuando se somete a altas temperaturas, diversos estudios apuntan a que el licopeno, por el contrario, intensifica su potencial antioxidante con el calor.

También es recomendable consumir el tomate cocido con aceite de oliva, que contribuye a que se asimilen mejor sus compuestos.

Según la revista Good Food de la BBC, gran parte del contenido de carotenoides está en la piel del tomate, por lo cual, en lo posible, es recomendable no pelarlo para obtener un máximo beneficio.

Más beneficios
Otros beneficios de los fitoquímicos que contiene el tomate es que mantienen la salud de los ojos y pueden tener un efecto protector contra la degeneración macular vinculada a la edad y otras enfermedades de la vista.

Ensalada capresse

Ensalada capresse

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Ensalada Caprese: de origen italiano, se prepara cortando en rodajas queso mozzarella fresco, tomates, y hojas de albahaca.

Chiva-Blanch señala también que las personas con diabetes, con más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, que consumen más tomates “tienen una menor carga esclerótica y por lo tanto un menor riesgo cardiovascular”.

A modo de guía, 80 gramos de tomate representan una de las cinco porciones de frutas y verduras al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud como parte de una dieta saludable.

80 gramos de tomate equivalen aproximadamente a un tomate tradicional o 7 siete tomates cherry.

martes, 21 de agosto de 2018

_- En España, vino, tapas y un sentido sorprendente de la comodidad

_- Dos lugares de España —Sevilla, el lugar 19 en la lista, y Ribera del Duero, el 48—.

Solo tuve que cruzar un puente después del anochecer. Durante todo el día, bajo el aplastante sol de julio y la temperatura de 35 grados Celsius en Sevilla, me había preguntado dónde estaban todos los lugareños. Esa noche encontré la respuesta en Triana, un barrio de clase trabajadora, mientras bebía tinto de verano (vino tinto mezclado con refresco de limón) entre un mar de fiesteros. Durante siglos, Triana fue su propia ciudad, mejor conocida como una guarida de gitanos, bailaores de flamenco y toreros relegados a vivir afuera de los muros de Sevilla y lejos de la realeza de la ciudad. Me fui a las dos de la mañana y, según la famosa y admirable costumbre española, para la mayoría apenas empezaba la noche.

Dio la casualidad de que mi visita a Sevilla, la exquisita capital de la región andaluza al sur de España, coincidió con La Velá de Santiago y Santa Ana, el masivo festival religioso de cinco días en Triana. Músicos ataviados al estilo medieval bajaron las escaleras frente a mí. El guitarrista fumaba un cigarrillo mientras tocaba las cuerdas. Una pareja de cabello cano bailaba flamenco a su lado. Aparentemente de la nada, salió un hombre barbado y guapo con ropa de calle, cantando melodías lastimeras con un fervor y un vibrato tales que no dudé que fuera profesional. No lo es, según me lo dijo después; simplemente pasaba por ahí y conocía a los músicos porque todos son de la misma ciudad pequeña cerca de ahí.

Viajando por el mundo durante los últimos siete meses, a menudo me he percatado de mi estatus de fuereña. Sin embargo, en España, donde también visité la región vinícola norteña de la Ribera del Duero, simplemente me sentí yo misma. Tener facilidad para el idioma ayudó. Pero también se debió a que “esos extraños horarios” —como lo dijo una madrugadora amiga estadounidense, en los que nadie comienza a pensar en la cena sino hasta las nueve de la noche— se ajustan perfectamente a mi ritmo natural.

Aquí podía acabar todo mi trabajo del día, salir cuando quisiera, comer en tres lugares de tapas y pasear por las calles concurridas a altas horas de la noche sin la carga emocional de estar nerviosa a cada instante por mi seguridad, un sentimiento que a menudo va de la mano con ser una mujer que viaja sola. Sin embargo, aún con esa comodidad, me asombró cuán a menudo me sorprendió España.

SEVILLA

La Stevie Nicks española

No podía dejar de pensar en la cultura de la generosidad en Triana. Así que regresé a La Velá por segunda noche consecutiva, esta vez acompañada de Félix Guerra, de 58 años y padre de tres, al que conocí cuando estaba bailando con los músicos que llevaban ropa medieval; al igual que ellos, él también es de la pequeña ciudad de Cortegana.

Era mi última noche en Sevilla, y anhelaba ir a uno de los históricos clubes de flamenco sobre los que había leído. Guerra, que no hablaba inglés, sugirió con amabilidad que esos podrían esperar. María de la Colina, una cantante “muy famosa” y nativa de Sevilla, daría un concierto gratuito al aire libre para cerrar La Velá. Tiene más de 60 años, dijo, y una presentación como esa era un lujo tan extraordinario que sería tonto perdérsela.

Lo que presenciamos fue mejor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado. Una diva con voz ronca recorrió el escenario con un fino caftán rosa mientras cientos de fanáticos devotos la vitoreaban. Era como ver a Stevie Nicks por primera vez, pero en español y en tecnicolor. Dos jóvenes bailarines, un hombre de blanco y negro y una mujer con un vestido rojo, ajustado y con volantes, acentuaban sus canciones con un flamenco dramático.

Sin embargo, la verdadera emoción llegó cuando la bailarina se fue y el hombre, bañado de sudor y con su vello en pecho que se asomaba por el cuello desabotonado de su camisa blanca, zapateó apasionadamente para María de la Colina, una mujer más o menos 40 años mayor que él.

Un paraíso de Instagram

“¡Es demasiado!”, dijo mi amiga Shayla Harris, una cineasta que vino de visita unos cuantos días. Se convirtió en nuestro lema y lo repetíamos cada vez que recorríamos las pequeñas calles adoquinadas, coloridas y sinuosas de la vieja ciudad de Sevilla, que no podíamos dejar de fotografiar. Una vuelta errada solo traía más vueltas equivocadas: un portón de compleja herrería morisca podría revelar un patio lleno de fuentes, azulejos coloridos y plantas tropicales; caminar alrededor de un edificio rojo y amarillo podría llevarte a una cuadra llena de azules y verdes. El objetivo era perderse.

Comenzamos a sentir que todo era “demasiado” desde nuestro hotel boutique Palacio Pinello. Mi investigador de The New York Times, Justin Sablich, me lo recomendó porque era céntrico y de precio razonable. Pero resultó ser un palacio restaurado del siglo XV con columnas de piedra y detallados techos de madera intactos, además de un elegante patio con piso de mármol en el interior, donde desayunábamos bajo un tragaluz. La puerta original del palacio, un hermoso bloque de madera pintada, tenía una cubierta de vidrio y estaba justo afuera de nuestra habitación, cuyo espacio era modesto y sus techos estaban a 6 metros.

A los que, como a nosotras, les gusta tomar fotos, pueden deleitarse con el festín visual de la Plaza de España, una extravagancia arquitectónica semicircular casi del tamaño de diez campos de fútbol americano, construida para la Feria Mundial de 1929. Nuestra parte favorita fueron las 48 bancas de azulejos con complejos detalles; cada una representa una provincia española.

El increíble palacio morisco, Real Alcázar, con sus jardines acuáticos, es imprescindible (“¡Siento que estoy en Dorne!”, seguía pensando, antes de saber que, en efecto, Juego de tronos lo usó como locación de filmación para la Casa de Martell, que carecía de gobernante). Pero el calor también fue tan abrumador que necesité cerca de cinco horas para recuperarme. Sugiero combinar el descanso con un paseo por los frondosos jardines del más modesto Palacio de las Dueñas al otro lado de la ciudad, el cual te da una idea de cómo vivía la clase gobernante de la ciudad.

Todos los caminos sinuosos de Sevilla parecen llevar a La Giralda, el campanario morisco (con toques del Renacimiento) junto a la catedral gótica más grande de EuropaSi te pierdes, puedes seguir su presencia inminente, como una Estrella del Norte urbana.

Pequeños platillos y azoteas para refrescarse

Una alternativa para no sudar toda tu masa corporal en una atracción turística es esperar a que baje el calor en la azotea de un bar (prueba EMEPura Vida Terraza y Hotel Inglaterra), o consentirse con las famosas tapas de la ciudad. Muchos restaurantes han instalado máquinas de vapor, como sistemas de riego, que te rocían suavemente una brisa refrescante en las mesas del exterior. También me encantó la práctica considerada de la ciudad de poner enormes pedazos de tela sobre las calles para que haya más sombra.

Mi récord pudo haber sido de cinco bares de tapas en un día, con un gazpacho o su sopa hermana más densa, el salmorejo, en casi cada uno de ellos. (Todos fueron deliciosos). Los puntos más destacados incluyeron un risotto con patatas bravas excepcional en El Pintón, un lugar más o menos hípster; la atmósfera en Las Teresas, con sus muros abarrotados y filas de jamón ibérico que cuelgan del techo; churros con chocolate derretido en el Bar El Comerciode un siglo de antigüedad; todos los clásicos en  La Azotea; los platillos de inspiración asiática en La Bartolay toda la experiencia de  El Rinconcilloel bar más viejo de la ciudad, establecido en 1670, donde los taberneros con uniformes blanco y negro escriben tu cuenta con gis en el mostrador frente a ti. No te pierdas la espinaca con garbanzos, un platillo engañosamente sencillo y tan bueno que querrás comer dos.

https://www.nytimes.com/es/2018/08/07/sevilla-ribera-del-duero-52-lugares/?&moduleDetail=section-news-0&action=click&contentCollection=Cultura&region=Footer&module=MoreInSection&version=WhatsNext&contentID=WhatsNext&pgtype=article

jueves, 2 de marzo de 2023

OÍDO COCINA. Bogotá, la casa de comidas que por 14 euros da de comer a obreros e intelectuales. Desde hace casi seis décadas el local madrileño sigue manteniendo su estilo familiar, con una cocina casera que huye de modas

Desde hace casi seis décadas el local madrileño sigue manteniendo su estilo familiar, con una cocina casera que huye de modas
Flan de huevo casero del restaurante Bogotá, en Madrid.
Flan de huevo casero del restaurante Bogotá, en Madrid.
Es la hora de comer y en la calle espera al menos una decena de personas para entrar. Se pide la vez. Y paciencia. A mediodía, a la entrada de Bogotá siempre hay clientes aguardando: vecinos de la zona, obreros, profesionales de oficina, artistas, galeristas o escritores. Todos buscan lo mismo: el imbatible menú del día que por 14 euros ofrece esta casa de comidas madrileña, ubicada en la frontera del barrio de Chueca y de Las Salesas.

El secreto no es otro que la dedicación y no desviarse del camino trazado hace casi seis décadas. El restaurante se inauguró en mayo de 1964 en el local que anteriormente había acogido un conocido restaurante vasco, Eskerrik Asko. Lo abrió un matrimonio, Dolores Santos y Valeriano Núñez, que en los años sesenta formó parte de la ola de inmigración que llegó a Madrid, ella procedente de Galicia y él de Sanabria (Zamora) en busca de una vida mejor. Eran otros tiempos, en los que, a pesar del esfuerzo, una familia podía comenzar de cero en el centro de la ciudad, montar un negocio y sobrevivir. Hoy es todo mucho más complicado, debido al elevado precio de los alquileres de los locales y la irrupción de grandes grupos de restauración y de fondos de inversión ávidos por conseguir pingües beneficios al calor del esplendoroso momento que vive la hostelería, al menos en la capital. Ahí siguen, en pie, al lado de locales, que abren y cierran al ritmo de modas y tendencias.

Durante 40 años, los fundadores estuvieron al frente del negocio hasta que en 2005, con la jubilación de por medio, dieron el relevo a la siguiente generación. Fue entonces cuando se hizo cargo del restaurante uno de los dos hijos, Julio Núñez, fallecido en 2021, que acometió una importante reforma para adaptar el establecimiento a las nuevas normativas y a los nuevos tiempos, pero sin perder la esencia de lo que debe ser una casa de comidas. Un sitio agradable, sin distracciones, donde lo importante es lo que se sirve en el plato. Y eso no ha cambiado.

En la carta se mantiene la mayoría de las recetas de siempre, esas que devuelven la memoria al hogar familiar. Infalibles son los platos de cuchara, como la sopa castellana o de pescado (9 euros), el potaje de garbanzos (8,50 euros), el caldo gallego (8,50 euros) o el salmorejo (8,50 euros). Obligadas son las albóndigas de ternera (10,50 euros), con una carne rosada y jugosa que acompañan con unas patatas fritas chips caseras, que siempre resultan escasas, las berenjenas rebozadas (8 euros), los callos a la madrileña (12,50 euros), un jugoso escalope de ternera con un rebozado crujiente (13,5 euros) el rabo de toro (18,5 euros).

Las verduras naturales también tienen hueco: alcachofas salteadas con jamón (9 euros, solo en temporada), un panaché de verduras (9,50 euros) o el pisto casero con huevo frito (8,50 euros). En pescados ofrecen distintas versiones de la merluza: el cogote a la plancha (19 euros), a la vasca (19,50 euros), a la romana o el pescado a la plancha (18 euros). Los postres también son de casa, sin florituras: flan de huevo (5 euros), arroz con leche (5 euros), natillas (5 euros) o tarta de zanahoria (6,50 euros). La carta de vinos es breve, con etiquetas convencionales a precios moderados. A diario y a mediodía, además del menú de 14 euros, que incluye tres platos, pan y bebidas, ofrecen uno especial, por 16,50 euros. En el horario nocturno solo hay carta.

El relevo de la casa lo ha tomado ahora el otro hermano, José Núñez, que se ocupa de todas las tareas administrativas y de las compras, además de echar una mano en el servicio cuando hay alguna baja de personal. Sobre la fórmula, lo tiene claro: “No hay mucho secreto. Creo que tenemos una oferta sencilla basada en ingredientes naturales y de calidad con recetas que se hacen de la misma manera desde hace muchos años. Lo más importante es el grupo de personas que llevan muchos años y que están muy implicados en hacer que cada día salga todo lo mejor posible”. El servicio es otra de sus bazas: la atención es cálida y muy ágil. Se nota que hay oficio y ganas de agradar al comensal.

Del hermano ausente queda, además de su impronta, la decoración y su afición a la fotografía. En ello ha tenido mucho que ver la galerista Juana de Aizpuru, clienta habitual, que ha prestado alguna de las obras que cuelgan de las paredes. También frecuentan la casa fotógrafos como Alberto García-Alix o Chema Madoz. Del primero son algunas de las imágenes que adornan la sala. Y si alguien se detiene a observar la bella fotografía que ocupa la pared de la entrada, al fondo a la derecha, en la que aparece una mujer sentada en una roca, rodeada de agua y mirando al horizonte, es el Lago de Sanabria y pertenece a la serie Paraíso, de Carmela García. Un claro homenaje al padre, a los orígenes.

BOGOTÁ
Dirección: Calle Belén, 20. Madrid
Teléfono: 913 081 247
Web: bogotarestaurante.es

domingo, 3 de agosto de 2014

Receta de gazpacho del NYT

CLASSIC GAZPACHO
2 pounds tomatoes; 1 medium cucumber; ½ yellow bell pepper; 2 thick bread slices; ¼ cup olive oil; 2 tablespoons red-wine vinegar; 1 garlic clove; 1 cup water; salt and pepper. Garnish: A drizzle of olive oil. (NYT)

-2 libras de tomates. (Unos 900 gr)
-Medio Pepino.
-Medio pimiento amarillo o verde.
-Una rebanada fina de pan.
-Un cuarto de taza de aceite de oliva virgen.
-Dos cucharadas soperas de vinagre de vino tinto.
-Un diente de ajo.
-Una taza de agua.
-Sal y pimienta al gusto.
-Un chorro de aceite de oliva por encima.

Ver más aquí en el NYT

Es un excelente plato de verano, aunque hay quien lo sigue tomando todo el año. Tiene abundantes vitaminas, ya que las verduras se comen crudas, y agua, tan necesaria en verano. Su preparación es tan sencilla que lo puede hacer un niño. Se echa todo en una batidora y se hace una especie de salsa o sopa fría.

Hay quien le pone huevo duro, trocitos de jamón, trocitos de tomate, pimiento y pepino, por encima al gusto, como guarnición.

Como entrante se toman unos 125 c.c., como plato con guarnición unos 200-250 c.c.

Dadas sus características saludables no es extraño que se haya extendido por el mundo entero y que tenga múltiples variantes dependiendo de las costumbres de la zona. Su origen indiscutible es andaluz como el salmorejo, dos aportaciones de la cocina popular andaluza al mundo.