viernes, 9 de junio de 2017

Brasil: El desmembramiento del programa contra la esclavitud más famoso del mundo

El 28 de marzo inspectores federales llevaron a cabo una redada en una remota granja del río Araguaia, que bordea el límite oriental del bosque tropical del Amazonas en Brasil. Descubrieron a una familia de cinco personas, incluido un bebé, que vivían en un cobertizo de ganado con ratas, ranas y murciélagos. Carecían de retrete o agua potable y les habían pagado 550 dólares por dos años de trabajo agrícola. “Nunca imaginé que saldría de esta situación”, le dijo a los investigadores el patriarca de la familia, Luiz Cardoso da Silva, de 69 años. “Pensé que mi vida se terminaba aquí”. El caso lo llevan ahora los fiscales federales, que tienen pensado incoar proceso.

Desde 1995, Brasil ha dispuesto de uno de los programas más celebrados del mundo para el rescate de unos 161.000 esclavos modernos, aproximadamente, y castigar a las empresas que les maltratan. Pero con intereses empresariales estrechamente alineados con el presidente Michel Temer y facciones poderosas en el Congreso brasileño, estas protecciones se están viendo severamente minadas. Muchos elementos clave — una lista negra pública de empresas culpables y leyes laborales que permiten el castigo de grandes empresas por la actuación de contratistas — están amenazados. Se está recortando el número de inspectores federales que llevan a cabo las redadas. Y una proposición de ley intenta cambiar la definición de esclavitud, aboliendo en palabras buena parte de la misma. “Hoy tenemos en Brasil algunas de las leyes más avanzadas del mundo para combatir la esclavitud moderna”, declara a OZY Ronaldo Fleury, fiscal jefe laboral de Brasil. “Pero nos enfrentamos a una regresión de 130 años. Estamos hablando de tratar a la gente como seres humanos”.

Los esclavistas transportaron a casi cinco millones de africanos a Brasil — más de diez veces la cifra de los enviados a los Estados Unidos — desde el siglo XVI y hasta la abolición de la esclavitud en 1888. Desde 1995, equipos itinerantes de inspectores han liberado a casi 50.000 personas, como Cardoso da Silva y su familia, de “condiciones análogas a la esclavitud”, que es la amplia definición legal del país de trabajo forzado, servidumbre por deudas, condiciones degradantes que violan los derechos humanos o trabajo excesivo que pone en peligro la vida o la salud. La esclavitud es absolutamente preponderante en el bosque tropical amazónico, en los ranchos de ganado, en los campos de carbón vegetal y en la deforestación y tala ilegales de la selva. “Las escuadras móviles han sido enormemente eficaces”, declara Ginny Baumann, alto directivo de programas del Fondo para la Libertad, un organismo filantrópico privado dedicado a acabar con la esclavitud. “Pero la ‘lista sucia’ es la que ha puesto a Brazil por delante de cualquier otro país al desincentivar a las empresas”.

Esa lista negra pública de empresas a las que han pescado recurriendo a trabajo esclavo es hoy objeto de repetidos ataques. En diciembre de de 2014, un grupo de presión empresarial persuadió, según se supo, al Tribunal Supremo para que suspendiera la publicación de la lista, que servía para avergonzar a los transgresores y permitía sanciones tales como la retención de préstamos de bancos del Estado. La resolución se produjo tras una petición de la Asociación Brasileña de Promotores Inmobiliarios (Abrainc), que comprende muchas de las grandes empresas de construcción, entre ellas una filial de la macroempresa brasileña Odebrecht, la cual reconoció haber mantenido un programa masivo de sobornos y ha sido condenada asimismo por recurrir a trabajo esclavo. El mes pasado, la empresa se avino a pagar una multa de 9,5 millones de dólares por la forma en que trató a cuatrocientos trabajadores brasileños en la obra de construcción de un ingenio azucarero en Angola.

Ese fallo se anuló en mayo de 2016, pero el Ministerio de Trabajo declinó volver a publicar la lista, pese a que las Naciones Unidas le urgieran a ello. Sólo meses después de acciones legales por parte de fiscales laborales volvió a publicarse de nuevo sólo con 68 nombres. “El Ministerio de Trabajo ocasionó todos los problemas que pudo para evitar la publicación de la lista”, afirma Leonardo Sakamoto, coordinador de Repórter Brasil, una organización no gubernamental que hace campaña para erradicar la esclavitud“. Ahora los bancos públicos que se atenían a la lista ya no saben si es fiable o si seguirá publicándose en el futuro”.

Otro golpe fue el asestado el 31 de marzo, cuando el presidente Temer firmó un proyecto de ley que permite a las compañías subcontratar actividades centrales. El 92 % de los casos de trabajo esclavo implica subcontratación, lo mismo que ocho de cada diez accidentes industriales. La empresa española Zara, la mayor cadena de tiendas de ropa al por menor del mundo, ha reconocido que existía trabajo esclavo en la cadena de suministro que confeccionaba su ropa en Brasil en 2011. Vale, una multinacional brasileña que es la mayor productora del mundo de mineral de hierro, se enfrentaba también a acusaciones de que sus conductores subcontratados en una mina se vieron sometidos a condiciones “desagradables” y obligados a trabajar 23 horas sin parar, con una pausa de sólo 40 minutos.

La nueva ley hará más difícil que los tribunales juzguen responsable a una empresa grande si subcontrata sus actividades centrales a una firma a la que se descubra recurriendo a trabajo esclavo. “Está claro que existe una agenda empresarial detrás de estos cambios” afirma Fleury, el fiscal. “La subcontratación es condición necesaria de la existencia de trabajo esclavo”.

Quienes apoyan la ley, que tendrá efectos de amplio espectro sobre la economía y los derechos de los trabajadores de Brasil, afirman que ayudará reducir los trece millones de desempleados y contribuirá a la competitividad. “En modo alguno crea esta ley problema alguno para los trabajadores”, afirma el patrocinador del proyecto de ley, el diputado federal Laércio Oliveira. “Muy al contrario”.

Otra ley que se debate en el Congreso podría recortar de modo significativo la definición progresista de esclavitud, eliminando la mención de condiciones degradantes que violan los derechos humanos o de exceso de trabajo que amenaza la vida o la salud. Sólo se considerarían esclavitud las situaciones que presenten cautiverio, coacción o castigo.

En enero, un informe del Ministerio Público Federal de Brasil, un organismo de fiscales públicos, declaraba que el cambio representaba “una enorme regresión social, pues se retraía de una concepción moderna del trabajo esclavo, relegándola puramente a la noción clásica de esclavitud como restricción exclusivamente de la libertad física”.

Los inspectores de trabajo de Brasil, un elemento crucial en la lucha contra la esclavitud, también se han visto afectados por la campaña de austeridad que ha barrido el gobierno federal. El Ministerio de Trabajo dispone ahora sólo de cuatro unidades móviles de inspección, frente a las nueve de 2009. El número de esclavos rescatados ha ido también descendiendo constantemente, desde un máximo de 5.999 en 2007 a 749 en 2016, aunque el año pasado registró una prolongada huelga de inspectores. La cifra de inspectores también ha descendido de modo semejante, de 3.142 en 2008 a 2.450 en la actualidad, de acuerdo con el SINAIT, su sindicato nacional. “La lucha contra el trabajo esclavo sufrirá, por supuesto, las repercusiones de una cifra menor de inspectores”, afirma un portavoz.

Los activistas se preguntan cuánta presión más puede aguantar el sistema. “Estamos sufriendo una blitzkrieg de ataques simultáneamente”, dice Sakamoto, el coordinador de la ONG. “Sólo esperamos que podamos llegar a 2018 con la lucha contra la esclavitud todavía en marcha”.

Matt Sandy joven periodista británico formado en la Universidad de Warwick, trabajó como reportero para el dominical The Mail on Sunday. Radicado en Rio de Janeiro desde 2012, colabora frecuentemente con revistas como OZY o Time, y en medios como Al Jazeera America. En Brasil ha investigado casos como la lucha de los indígenas munduruku para preservar sus tierras amazónicas de un proyecto de presa hidroeléctrica, el escándalo de corrupción de la mina de oro de Serra Pelada o el asesinato de más de cincuenta indigentes sin techo en la ciudad de Goiânia.

Fuente: OZY, 28 de abril de 2017
Traducción: Lucas Antón

http://www.sinpermiso.info/textos/brasil-el-desmembramiento-del-programa-contra-la-esclavitud-mas-famoso-del-mundo

¿Quiénes son los adictos a la deuda?

eldiario.es


- Cuando se nos dice que hay que salvar a los bancos, lo que se quiere decir es que hay que crear las condiciones que les permitan seguir creando deuda

- Quinto artículo de la serie Desvelando mentiras, mitos y medias verdades económicas

Uno de los mitos más extendidos sobre la vida económica es el que afirma que la enorme deuda que se acumula en el mundo es consecuencia de que la gente normal y corriente vive por encima de sus posibilidades y de que los partidos de centro-izquierda son muy pródigos cuando gobiernan, produciendo grandes déficits que la aumentan sin cesar.

Se trata, como tantas otras, de una falsedad que se desmiente fácilmente con el conocimiento elemental de los procesos económicos y con los datos. Pero que, a base de repetirse miles de veces, ha terminado por convertirse en un credo que la gente asume y que, gracias a ello, permite imponer las políticas económicas que benefician a otros.

Cuando se consigue que la gente crea que la deuda tan elevada se ha generado por su culpa, debido a su comportamiento irresponsable, se pueden ya imponer medidas correctivas "de austeridad" y recorte en los gastos sin que sus beneficiarios protesten, o al menos sin que lo hagan suficiente o convencidamente, pues están convencidos de que deben expiar su culpa.

La trampa es clara: unos (los acreedores) generan la deuda en su beneficio pero hacen creer a los deudores que estos últimos son los responsables de ella, y así pueden imponerles más fácilmente las condiciones que aseguren el pago, multiplicado por los intereses, de la deuda. Y la trampa es tan antigua que la palabra "deuda" significa también "culpa" en muchas lenguas. Para Nietzsche el propio concepto de culpa procede del "tener deuda": el deudor siempre es culpable.

Los datos, como he dicho, muestran claramente que son precisamente los gobiernos más a la derecha los que multiplican la deuda mientras que los de centro-izquierda suelen ser los que tienen que dedicarse a reducirla. Y la prueba más evidente de que son las políticas más liberales las que aumentan la deuda se tiene simplemente comprobando que su mayor incremento histórico se ha producido precisamente desde los años 80 del siglo pasado cuando comenzaron a imponerse generalizadamente.

El caso de Estados Unidos es paradigmático. El padre de la revolución conservadora que impulsó el neoliberalismo, Ronald Reagan, llegó a la presidencia diciendo que la deuda estaba fuera de control, cuando en realidad se encontraba en el nivel más bajo de los últimos 50 años. Pero lo que ocurrió fue que bajo su mandato y el siguiente de Bush padre la deuda se disparó como nunca antes, volvió a bajar con la presidencia demócrata de Clinton y nuevamente subió con Bush hijo. Y algo parecido se puede decir con la ingente deuda que los países más atrasados acumularon bajo gobiernos de derecha o extrema derecha a partir de los años 80.

La banca internacional, de la mano de la CIA, impulsó golpes de Estado para imponer a dictadores civiles o militares cuya primera y principal tarea consistía en suscribir préstamos multimillonarios (muchos de los cuales ni siquiera llegaban a sus países). Las auditorías que se han realizado años después en algunos lugares han demostrado que ese endeudamiento fue un auténtico crimen contra sus pueblos, una deuda ilegítima y tramposa que las grandes potencias y los poderes financieros no tienen la vergüenza de reconocer como tal.

En España estamos viendo en estos últimos años que sucede algo parecido. Los ayuntamientos más endeudados son precisamente los del Partido Popular y cuando han llegado partidos o coaliciones de centro-izquierda se han de dedicar a reducirla con enorme esfuerzo.

Se ha dicho hasta la saciedad que el problema de deuda que ahora tiene la economía española se debe a que antes de la crisis la gente corriente vivía "por encima de sus posibilidades" pero los datos también contradicen esa idea. Según los del Banco de España, en 2008 a las familias le correspondía el 25% de la deuda total y el 35% de la deuda no financiera (excluida la de los bancos, es decir, sólo la de las familias, la del sector público y la de las empresas no financieras). A las empresas no financieras, el 33% de la total y el 47% de la no financiera. Al sector público el 11,8 % de la total y el 16% de la no financiera y a las entidades financieras, el 30,3% de la total. Y, además, el 49,1% de las familias y el 83,5% del 20% con menos ingreso no estaban endeudadas. Y la mayoría de las familias (73,4%) con menos renta (40%) solo tenían en aquel año la deuda correspondiente a su vivienda habitual.

En contra de lo que se quiere hacer creer, las familias y las personas corrientes, o las pequeñas y medianas empresas, no son las adictas a la deuda, y endeudarse no es lo que buscan los partidos políticos más progresistas. Todo lo contrario, son ellos quienes sufren la deuda como lo que es, una esclavitud resultado de la desigualdad y de las políticas de creación artificial de escasez y de bajos ingresos.

La razón de por qué la deuda es tan elevada en todas las economías es otra, doble y bien clara. Por un lado, porque es el negocio de la banca y ésta tiene suficiente poder como para imponer un modelo generalizado de crecimiento económico impulsado por la deuda para garantizar y aumentar sus beneficios. Y, por otro, a causa de los intereses que la multiplican sin cesar.

Gracias a las normas que regulan el sistema bancario desde hace décadas, la banca tiene el privilegio de poder dar préstamos creando el dinero que presta desde la nada, es decir, sin tenerlo previamente. Y es obvio que un privilegio como este no lo desperdicia, sino que lo utiliza a la máxima potencia.

Si el negocio de la banca es dar préstamos (si solo recibiera depósitos se arruinaría) y lo que busca es aumentar su beneficio, lo que tiene que hacer es crear deuda constantemente. Para ello utiliza su poder, que es enorme precisamente por ese mismo privilegio, para imponer las políticas que restringen el ingreso y que obligan a endeudarse constantemente, o que implican modos de vida (viviendas en propiedad) que necesitan financiación externa, o para corromper a los políticos y obligarlos a realizar gastos cuantiosos, sean necesarios o no pero que deben financiarse con su crédito.

Quien es adicto a la deuda es la banca porque esa es la fuente de sus ganancias y de su impresionante poder, no solo financiero, sino también mediático, cultural y político.

La segunda razón que hace que la deuda se multiplique es el interés.

El dinero que un banco central o un banco comercial da en préstamo viene, como he dicho, de la nada. Por eso los bancos centrales pueden prestar al 0% a los bancos privados, como igual podría hacer un banco privado o comercial (otra cosa es que el interés se utilice como incentivo o desincentivo en la vida económica). Pero estos últimos lo prestan al interés más alto que pueden y, además, con fórmulas de interés compuesto que multiplican la deuda en poco tiempo: una al 7% se duplica en diez años, por ejemplo.

Los datos que muestran el peso de los intereses en la deuda total son abrumadores. De cada 100 euros de deuda pública acumulada en el conjunto de la UE-28 de 1995 hasta finales de 2015, más de la mitad (57,6 euros) corresponden a intereses, en la eurozona 60,5 euros y en España 61,4 en ese mismo periodo.

Cuando se nos dice que hay que salvar a los bancos, lo que se quiere decir es que hay que crear las condiciones que les permitan seguir creando deuda. Y es precisamente por ello que en estos últimos años en que se han ido rescatando con inmensas cantidades de dinero público (que han obligado a endeudarse aún más a los Estados) lo que ha ocurrido es que la deuda ha vuelto a crecer espectacularmente. Lógico: un banco rescatado es el que de nuevo comienza a generar deuda.

Nos decían que había que imponer las políticas de recortes para que bajara la deuda pero lo que se buscaba era justo todo lo contrario: reducir la capacidad de generar ingreso propio para que los bancos volvieran a prestar y a crear deuda. Por eso en 2015 había en Europa cinco billones más de deuda pública que en 2007, y 2,4 billones más que en 2010. Y por eso la deuda total ha aumentado en 57 billones de dólares en todo el mundo desde 2007 a mediados de 2016, y la de los Estados ha pasado de 26 billones de dólares a 56,5 billones en ese mismo periodo.

La prueba del engaño es que la deuda haya subido de esa manera justamente en el periodo de aplicación de políticas de recortes sociales y rescate a la banca justificadas como las imprescindibles para disminuirla.

Juan Torres López es economista, miembro del Consejo Científico de Attac España y catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Sevilla.
@JUANTORRESLOPEZ

Fuente:

http://www.eldiario.es/temas/desvelando_mentiras_mitos_y_medias_verdades_economicas/

jueves, 8 de junio de 2017

El patinazo de Susana Díaz en siete poemas. Versos para entender la política. Las primarias en el PSOE

Escribía Neruda en uno de sus poemas

“yo te he nombrado reina. /
Hay más altas que tú, más altas. /
Hay más puras que tú, más puras. /
Hay más bellas que tú, hay más bellas. /
Pero tú eres la reina”.

Resultado de imagen de El patinazo de Susana Díaz en siete poemas.A Susana Díaz los barones - "cuervos que quieren imponer su vejez, su idioma”, que dice Miguel Hernández - le pusieron la corona antes de tiempo, pese a su impopularidad entre las bases, su campaña sin contenido y su programa presentado tres días antes de la votación. Tras su rosario de bravuconadas, los resultados están ahí: fuera de Andalucía, sólo ha ganado en cuatro provincias. Citando a Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡yo no sé!”.
Ahora la emperatriz prematura -con sus “no mientas, cariño”, sus “canío” y su “el PSOE está malito”- ha entendido que el aparato no todo lo puede. De hecho, este apoyo ha confirmado la victoria de Pedro Sánchez, raquítico animal político que de repente se erige como resistencia frente al establishment. ¿Cuál es el futuro de Díaz en el partido? ¿Mantendrá su credibilidad en Andalucía después de este volantazo?

Ya se sabe, según Eduardo Galeano: “Mientras dura la mala racha, lo pierdo todo (…) Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida”. Aquí siete poemas para la reflexión del PSOE y, muy especialmente, para Susana Díaz. Sobre las aspiraciones, la traición, la decepción y la construcción de la 'verdadera' izquierda, que, a día de hoy, está visto que no es ninguna.

1. NÚMERO TRECE, PABLO GARCÍA CASADO.

Versos del poeta cordobés sobre la angustia cotidiana -que se hace fuerte- y el futuro incierto. El ciudadano medio había asumido que ganaría Díaz. Y sin embargo...

"te despiertas miras la hora vas a la cocina
bebes agua te quedas sentada escuchando
el motor del frigorífico por el patio interior
- los hijos de la vecina juegan a destrozarse
los oídos estás sola y te acude una inquietud
propia de domingos con resaca un nerviosismo
- de condones rotos".

2. EL DERROTADO, ÁNGEL GONZÁLEZ.

Un poema sobre el fracaso para una líder andaluza que se ha reconocido “acostumbrada a ganar”.

"Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

- Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado (...)".

3. CUALQUIER SISTEMA, LEONARD COHEN.

Un poema hecho para ser recitado por Pedro Sánchez a Susana Díaz y sus barones tal lunes como hoy.
"Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado.
Ya os avisamos antes, y nada de lo que construisteis ha perdurado
Oídlo mientras os inclináis sobre vuestros planos
Oídlo mientras os arremangáis
Oídlo una vez más
Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado
Tenéis vuestras drogas
Tenéis vuestras Pirámides, vuestros Pentágonos
Con toda vuestra hierba y vuestras balas ya no podéis cazarnos
Lo único que revelaremos de nosotros es este aviso
Nada de lo que construisteis ha perdurado
Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado".
Resultado de imagen de El patinazo de Susana Díaz en siete poemas.
4. MITIN DE IZQUIERDAS, JORGE RIECHMANN.

Forma parte del poemario El día que dejé de leer El País y habla de la confusión de sentirse -o no- perteneciente a un partido, a una ideología. De recomendada lectura para los puristas de la izquierda. También para los que dudan.

"Los oradores se sucedían
sobre la tribuna
yo me preguntaba
bajo la tribuna:
yo
¿soy de los nuestros?
e incluso: yo
¿soy de los míos?
muchas horas después
de acabada la reunión me
revolvía en la cama
maldormía entresoñaba
caía regresaba: y estaba razonablemente
seguro:
'yo'
no
es
mío".

5. CUÍDATE, ESPAÑA, DE TU PROPIA ESPAÑA, CÉSAR VALLEJO.

Un poema para estudiar la escisión política generalizada.

"¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
te negará tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…".

6. A ELLOS, MARIO BENEDETTI.
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Sobre el hecho de que Díaz consiguiese 1.100 votos menos, que son secretos, que firmas públicas a favor de su candidatura. A esos -falsos- amigos que acabaron yéndose.

"Se me han ido muriendo los amigos
se me han ido cayendo del abrazo
me he quedado sin ellos en el día
pero vuelven en uno que otro sueño
-
Es una nueva forma de estar solo
de preguntar sin nadie que responda
queda el recurso de tomar un trago
sin apelar al brindis de los pobres
(...)
Pero se van figurando los amigos
los buenos/los no tanto/los cabales
me he quedado con las manos vacías
esperando que alguien me convoque
-
Sin embargo todos y cada uno
me han dejado un legado un regalito
un consuelo/un sermón/una chacota
un reproche en capítulos/un premio".

7. EL POEMA, JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

Con todo, ¿servirá para levantar el partido la victoria de Sánchez, que ya lo hundió una vez? ¿Tiene futuro el PSOE o está destinado a la cornada constante? Quizá no tenga solución y sea mejor dejarlo ser, como decía Jiménez en su poema más breve.

"¡No le toques ya más,
que así es la rosa!".

Fuente:
http://www.elespanol.com/cultura/20170522/217978525_0.html

_--La guerra es bella* (?), de James Neugass. Diario de un voluntario norteamericano, de las Brigadas Internacionales, en la Guerra Civil Española.

Resultado de imagen de James Neugass_--En su introducción a La guerra es bella, los editores, Peter N. Carroll y Peter Glazer, aportan los datos esenciales de la biografía de James Neugass. Nace este en Nueva Orleans en 1905 en el seno de una familia judía acomodada de origen alemán, y en su juventud realiza estudios variados y viaja por Europa. De regreso a América en 1932, se ocupa en diferentes trabajos, que hace compatibles con una producción poética cuyos frutos llevan ya tiempo apareciendo en revistas especializadas. En 1937 toma la decisión de viajar a España, y aquí conduce ambulancias y participa también en violentos combates hasta marzo de 1938, lo cual constituye la historia que se narra en el libro. De vuelta en Estados Unidos, Neugass trabajó de ebanista y luego de capataz en un taller mecánico, mientras daba forma a una extensa novela, Rain of Ashes, que consiguió ver publicada en junio de 1949, tres meses antes de sufrir un letal ataque al corazón en una estación del metro neoyorkino.


La guerra es bella fue escrito durante su estancia en España y algunos fragmentos se integraron en 1938 en un folleto sobre la Guerra Civil, pero hubo que esperar hasta el año 2000 para que el librero Burton Weiss localizara una copia mecanografiada del texto en una librería de viejo y la enviara a la biblioteca de la Universidad de Illinois, donde llamó la atención de los editores. Levemente retocado para evitar repeticiones y aderezado con notas explicativas, el libro vio la luz en 2008, y en versión española (Papel de liar, trad. de Felipe Osanz) en 2010. El título ironiza con una frase del tristemente célebre poema-soflama de Marinetti, prontuario de locura al servicio de los poderes más oscuros de la Historia.

La acción arranca el 5 de diciembre de 1937, cuando Neugass, que había llegado en noviembre a España, es chófer de ambulancias en el hospital americano de Saelices (Cuenca), donde convive con otros jóvenes voluntarios estadounidenses, excitados todos por la posibilidad de entrar pronto en combate: “Estoy aquí en España porque la historia siempre produce hombres en la línea de Espartaco, que o ponen sus palabras en acción o se vuelven neuróticos mortificándose a sí mismos.” En Tarancón, tras un bombardeo de los facciosos, ve sus primeros muertos en España.

A partir del 12 de diciembre, James Neugass recorre diversas zonas de Aragón con su novia, metamorfoseada en ambulancia, acompañando a su jefe, Edward K. Barsky (1897-1975), legendario cirujano neoyorquino que tuvo un importante papel en los servicios médicos del frente republicano. Los diálogos entre los dos hombres son un arroyo de ironía inteligente que destella en el corazón de la guerra: “¿Sabes, Jim?, no me preocupa que un chófer se ponga a escribir poesía, pero que un poeta se ponga a conducir…” Neugass trasporta médicos, heridos y suministros en un grupo quirúrgico vinculado a la 15ª Brigada Internacional, y tras unas semanas de consumirse en la retaguardia mientras llegan noticias de la batalla por Teruel, al fin el 31 de diciembre parten para el frente. Las continuas nevadas complican el viaje y tras una noche interminable, la unidad médica consigue reagruparse en Aliaga, 50 km al nordeste de Teruel. El 6 de enero Neugass está ya en un hospital precariamente instalado desde el que oye el crepitar de las ametralladoras.

Conviene recordar aquí que el frente establecido en el sur de Aragón en el verano de 1936 tenía un trazado recto norte-sur con una invaginación dentro del territorio republicano que dejaba la ciudad de Teruel en manos de los franquistas. Su conquista en diciembre de 1937 fue una gran noticia para las armas leales, pero las acometidas que se producen en ese sector a partir de ese momento tendrán carácter devastador y acabarán poniendo de manifiesto la inferioridad de las fuerzas republicanas en una estrategia convencional de frentes, ofensivas y contraofensivas.

El 13 de enero, Neugass pasa unas horas en Teruel, ciudad en ruinas llena de caballos muertos, y el día siguiente descubre en Tortajada una novedosa técnica médica al presenciar cómo un joven doctor inglés extrae la sangre de cadáveres recientes para usarla en transfusiones. El desigual equipamiento de los dos bandos es un rasgo esencial de esta guerra, e impregna todas las sensaciones cotidianas. Neugass conduce su ambulancia camuflada con barro por carreteras maltratadas para abastecer de carne doliente los hospitales de campaña que el movimiento de los frentes obliga a improvisar en cualquier sitio, y nos sumerge en los ciclos mentales del que coquetea con la muerte: ocasionales crisis de pánico que domina la voluntad terca de cumplir un deber.

Tras una semana inmovilizado por la fiebre, a primeros de febrero, Neugass disfruta con su unidad de tres días de permiso en Valencia: “Nada puede perturbar la tranquilidad de la luz del sol a orillas del Mediterráneo y la pureza relajante de sus olas, ni siquiera los hombres que tienen tantas ansias de demostrar que la humanidad puede ser repugnante.” Pero es en ese momento precisamente cuando comienza la gran ofensiva franquista sobre Teruel y el día 14 ya está de nuevo en el frente con su ambulancia. El día 17, Muniesa, 100 km al norte de Teruel y su hospital son bombardeados. Neugass, sin perder jamás el humorismo elegante que marca su estilo, nos aporta los detalles sobrecogedores del miedo y la impotencia, del barro ensangrentado y los cuerpos despedazados, aunque luego sus nervios estén de punta y su ánimo roto.Resultado de imagen de James Neugass, fotos

Siguen días tranquilos en Muniesa, a donde llegan los heridos de la 15ª Brigada Internacional en la ofensiva que ésta emprende como maniobra de distracción en la lucha por Teruel. Para finales de febrero, la ciudad está ya en manos de los facciosos, que en poco tiempo avanzan rápido. Neugass sirve con su “cariñito” en el hospital de Híjar y después se ve envuelto en el dantesco horror de lo que se ha denominado “gran retirada”. Tras el 12 de marzo, el diario, fragmentario, deja de consignar fechas y dibuja escenas del heroísmo desesperado de internacionales y españoles en la resistencia imposible. Neugass participa en violentos combates y logra llegar maltrecho a Barcelona, donde toma la decisión de regresar a los Estados Unidos. El 24 de marzo escribe en Cervère (Francia) la última anotación de su diario; resurrección tras semanas en una sucursal del infierno.

Tenemos en las manos el texto que James Neugass tejía en sus ratos libres, a veces sobre el volante de su coche, y en él tienen su lugar las frecuentes bromas de los que lo veían absorto en esta labor. La obra nos acerca a las rutinas y rituales de la guerra, y de la retaguardia ociosa y anhelante a los horrores del frente, una prosa brillante desgrana lo que trae cada día con sabor a vida fresca y un humor inglés y yiddish a la vez. Ante nosotros quedan los hombres animosos y mal equipados que plantaron cara al fascismo mientras el mundo claudicaba, sin que falten descripciones amorosas de un país que sedujo a Neugass con la dignidad de su pobreza, ni anécdotas del desconcierto político que reinaba tras el asalto al poder de los estalinistas. Las notas de los editores aportan un minucioso listado de combatientes internacionales con esbozos biográficos.

James Neugass, un poeta treintañero espigado y miope, no se lo piensa dos veces a la hora de venir a España y arriesgar su pellejo por lo que cree que es justo. Es un intelectual, pero de otra pasta que los que más abundan, esos que usan su intelectualismo para arrebatar privilegios y se construyen de esa forma un refugio. Otros como él pueblan las páginas del libro, y algunos de ellos dejaron su vida en el intento de parar al fascismo en España. Paul y Jim, los hijos de Neugass, muy jóvenes a la muerte de su padre, descubrieron en las páginas de La guerra es bella a un personaje cautivador desconocido para ellos. Lo mismo le ocurre a cualquier lector de la obra.

¿Por qué vine a España?, se pregunta Neugass recurrentemente, y en un momento cree haber hallado la respuesta: “Estas son las claves de la guerra que se libra aquí. Que los teóricos y los sofistas hablen cuanto quieran de guerra ‘religiosa’, de ‘conspiración bolchevique’ y de ‘ley, orden y renovación de España’. Esta guerra es la lucha internacional del campesino pobre, del pequeño comerciante liberal (…), de los parados y de los obreros industriales contra las charreteras, mitras y plumas de oro internacionales que se lamentan, con extremas demostraciones de silenciosa paciencia, por la sangre que hay que derramar inevitablemente para ‘renovar España’ (…) ¿Por qué vine? No tanto por amor como por asco, supongo.”

*El título ironiza con una frase del tristemente célebre poema-soflama de Marinetti, prontuario de locura al servicio de los poderes más oscuros de la Historia.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

miércoles, 7 de junio de 2017

Fascismo y luchas proletarias en Hawái, 1920-1946

Rafael Rodríguez Cruz

La anexión violenta de Hawái en 1898 fue un acto genocida por parte de la marina de guerra estadounidense en contra de la población autóctona de ese archipiélago del océano Pacífico. Durante la conquista final del territorio, acontecida casi simultáneamente con la invasión de Puerto Rico, no se invocaron ni propósitos civilizadores ni promesas de «derramar sobre los habitantes las garantías y bendiciones de las instituciones liberales» del gobierno estadounidense. Fue un acto frío, desapasionado, como ocurre en cualquier transacción económica de bienes raíces y mercaderías.

Efectivamente, lo acontecido en Hawái en el verano de 1898 adoptó, para algunos intereses, la forma de una mera relación contractual. Desde 1894, el archipiélago vivía bajo un gobierno provisional, resultante de un golpe militar violento impulsado por la burguesía anglosajona residente en las islas y los oficiales de la marina estadounidense. Aunque este gobierno provisional proclamó de inmediato la constitución de la República de Hawái, lo cierto es que se mantenía en el poder gracias a las tropas «extranjeras». La masa de la población hawaiana se había enfrentado sin éxito al golpe de estado, al menos en dos ocasiones. Más de un siglo de violencia por parte de los anglosajones invasores, sin embargo, no solo había mermado drásticamente el número de aborígenes, sino que representó el que estos perdieran sus tierras y recursos ancestrales. Por eso, cuando el gobierno provisional de Hawái ofreció la bahía de Pearl Harbor a la marina a cambio de la anexión, era muy poco lo que la población oriunda podía hacer. El genocidio era ya un hecho consumado. El Congreso de Estados Unidos, con su arrogancia imperial característica, declaró a Hawái «territorio incorporado». Después de eso, nadie mostró mucha prisa en convertirlo en estado de la nación: ni el imperio ni la burguesía anglosajona residente en el archipiélago...

Tarifa arancelaria y boom de exportación

La alianza entre la burguesía anglosajona de Hawái y la marina estadounidense se selló con la transformación del archipiélago en un «territorio incorporado» de Estados Unidos. En la legislación territorial estadounidense esto significaba la futura conversión de las islas en un estado más de la unión norteamericana, con representación proporcional en el Congreso. Pero la clase dominante de Hawái no estaba en 1898 para otra cosa que no fuera la explotación de los recursos expropiados a los pobladores originales. Lo que le importaba era la plena inclusión de Hawái en la tarifa azucarera del imperio. Esta última, bajo los términos del Acta Tarifaria de 1897, era ahora de 1,685 centavos por cada libra de azúcar no refinada que se producía en el país o que se importaba de los territorios, incorporados o no a la nación. Es decir, el precio de cada libra de azúcar hawaiana en el mercado de California era, a partir de 1900, equivalente al precio en el mercado mundial más el bono arancelario de 1,685 centavos.

El efecto de la inclusión plena de Hawái en el arancel de 1897 no se hizo esperar. Las plantaciones de azúcar del archipiélago entraron en sincronía con el ciclo de la agricultura capitalista estadounidense. Precisamente en 1900 comienzan la época dorada del capitalismo agrario en Estados Unidos. Por dos décadas, 1900-1920, los precios de las materias primas ligadas a la producción de alimentos registrarían un crecimiento extraordinario en todo el país. Entre las materias básicas de la producción de comida, el azúcar era un rey.

Ni boba ni perezosa, la burguesía anglosajona de Hawái estableció trece nuevas flamantes plantaciones azucareras entre 1900 y 1913, que vinieron a representar un incremento de 130,000 acres bajo cultivo. Dado que ahora Hawái, bajo las leyes federales de exclusión de 1882, no podía seguir importando trabajadores de China y Japón, los dueños de las plantaciones en el territorio incorporado comenzaron un programa de importación masiva de fuerza de trabajo desde Filipinas.

La nueva fase expansiva de cultivo y exportación de azúcar hawaiana se vio favorecida también por la revolución en las condiciones generales de producción. Entre otras, la apertura del canal de Panamá, que conectó a Hawái con el mercado de productos agrícolas en la costa del Atlántico; el tendido del cable transoceánico, que permitió la comunicación inmediata con el resto del país; la electrificación y telefonía, que facilitó la organización de la industria y, finalmente, la construcción de nuevos muelles marítimos, que agilizó la exportación del azúcar.

La burguesía haole

La anexión de Hawái por Estados Unidos fue la última expansión del territorio norteamericano por la vía característica del capitalismo de libre competencia. En cuanto a la población originaria del archipiélago, todo fue idéntico al proceso de poblamiento de los territorios indígenas de las Grandes Praderas. De hecho, fue casi una réplica exacta de los eventos genocidas de la conquista y destrucción de la civilización dakota en lo que hoy es Minnesota, acontecidos entre 1830 y 1864. Pero, en lo que toca a los residentes blancos que controlaban la tierra y recursos económicos de Hawái desde 1846, no fue un acto imperial. La burguesía comercial y misionera del archipiélago no cedió ni un ápice de su control económico y político interno en 1898 ni después. Incluso la rápida expansión de la economía de plantaciones azucareras fue financiada completamente por la población rica de «haoles», o sea, por los euroamericanos que poblaron a Hawái a expensas de los habitantes originarios. De hecho, estos intereses crearon el Banco de Hawái, precisamente en 1898, para que frenara cualquier intento de dominación por la banca de California. Se trata, pues, de la última vez que se abrió la frontera nacional para que un grupo de burgueses pasaran a formar parte alícuota de la gran burguesía estadounidense. Ni siquiera el caso de Alaska siguió ese camino.

Estructura monopolista y rasgos semifeudales

El rasgo más sobresaliente de la economía de Hawái en 1910 era su centralización e independencia frente al imperio. Efectivamente, para esa fecha un número reducido de haoles eran dueños de casi la totalidad de los recursos de las islas. Se trataba de un imperio interno, que incluía, entre otras cosas, plantaciones azucareras, bancos, la industria de seguros, el transporte interno y externo, ferrocarriles, la distribución de productos minoristas, y el almacenamiento.

La imagen idílica y tropical de Hawái contrasta con una estructura de centralización de capitales que parecía sacada de un capítulo de El Imperialismo: Fase superior del capitalismo. En ningún lugar de Estados Unidos, y posiblemente de toda Europa, había un cuadro de monopolización y centralización tan extrema de capitales y actividades económicas, como en Hawái en 1910. Cinco grandes compañías azucareras, con sede local, controlaban todo. Estas eran: Castle & Cooke, C. Brewer, American Factors, Theo H. Davies y Alexander & Baldwin. Las apodaban las Cinco Grandes.

También los métodos de organización corporativa de las Cinco Grandes parecían sacados de un manual avanzado de centralización de la economía: directores compartidos, propiedad directa sobre las acciones, compañías «holding», acuerdos monopolistas de transporte y financiamiento conjunto vía el Banco de Hawái. Pero los personajes de todas estas operaciones corporativas eran los mismos: un grupo exclusivo de familias anglosajonas, que acumularon su riqueza y poder entre 1846 y 1898. Sobre todo, y para asegurar la lealtad, estaban unidos por un entrelazado sistema de matrimonios y relaciones sanguíneas, cultivado puntillosamente por décadas de vivir como aristócratas feudales frente al resto de la población, en particular los hawaianos.

De las Cinco Grandes, la más vieja y poderosa era Castle and Cooke. Además de poseer extensas plantaciones de caña por todo el archipiélago, esta compañía ejercía un control dominante sobre las finanzas, el almacenamiento y las comunicaciones en Honolulu. Creada por los misioneros calvinistas que llegaron en 1860 desde Boston, este agresivo poder monopólico combinaba la religión y la violencia para ejercer su poder sobre toda la población originaria y la fuerza de trabajo agrícola. En 1914, logró que le transfirieran, sin costo alguno, todas las propiedades hasta entonces en manos de ciudadanos de origen alemán. La Castle and Cooke era también el socio mayor en el Banco de Hawái, en la Hawái Electric Company, en la Hawaiian Pinneaple Company y en el periódico Honolulu-Star Bulletin.

Por debajo de la Castle and Cooke estaban las demás compañías, cuyos dueños operaban como señores feudales menores en cada uno de las islas del archipiélago. Algo así como el modo de producción feudal en el antiguo continente asiático.

Dependencia frente al imperio

A pesar del control extraordinario de la economía local por la burguesía haole, Hawái no pudo escapar completamente a ciertos rasgos de dependencia frente al imperio. En primer lugar, todo el boom agrícola presuponía la estabilidad de la cuota azucarera, y esta se establecía anualmente por el Congreso. En la legislación territorial estadounidense los «territorios incorporados» eran semicolonias; es decir, áreas en tránsito a la condición de provincia ‘estado’, pero sin representación en el gobierno federal. Los productores hawaianos no controlaban su lugar en el mercado de azúcar de la nación.

En segundo lugar, la presencia física de la marina de guerra estadounidense en Pearl Harbor actuaba como un freno ante todo intento de la burguesía local de cuestionar los intereses estratégicos y globales del imperialismo en el océano Pacífico; es decir, de colaborar con otros imperios. Hawái le importaba a Washington no tanto por el azúcar, como por su lugar en el pujante comercio con las naciones de Asia. En eso el gran capital financiero no se corría riesgos, ni siquiera con sus hermanos de sangre.

La garantía efectiva de que la burguesía blanca de Hawái no se saliera de su sitio se estructuraba día a día a través de una persona de confianza de los altos mandos militares en Washington: Walter Francis Dillingham. Mr. Hawái, como lo bautizaron en la capital federal, era un ciudadano bona fide de Hawái, que heredó grandes extensiones de terrenos y ferrocarriles de sus antepasados haoles en el archipiélago. Además, era dueño de una compañía de dragado y construcción de puertos y facilidades de almacenamiento. La marina de guerra de Estados Unidos lo escogió como su punta de lanza en el archipiélago. Así, el Dillingham Industrial Complex era el beneficiario exclusivo de los contratos para el mantenimiento y reparación de las facilidades de la base naval de Pearl Harbor. Dillingham era el que actuaba como representante de la marina en todas las decisiones políticas que se tomaban dentro y fuera del archipiélago, incluyendo la selección del gobernador del territorio. En otras palabras, él implementaba tras bastidores el control de Washington sobre el diseño del gobierno territorial. Hawái tenía un valor geopolítico demasiado grande como para confiar en nadie.

Absolutismo y dictadura

Dada la composición étnica de la población de Hawái y el sistema electoral heredado del siglo XIX, la burguesía haole no podía mantenerse en el poder sino con un gobierno particularmente fuerte frente a los habitantes no anglosajones. Cierto es que bajo la legislación de expansión territorial estadounidense el nombramiento de los gobernadores territoriales era prerrogativa del presidente de la nación. Estos ejecutivos locales, por ejemplo, fueron los que durante toda la segunda mitad del siglo XIX implementaron las políticas genocidas de Washington en las Grandes Praderas y el oeste norteamericano. Algunos hasta tenían títulos militares. Pero Hawái era otra cosa; en parte por la distancia geográfica del continente y, en parte, por la realidad de que la población anglosajona era numéricamente estable. De hecho, al momento de la invasión, la inmensa mayoría de los trabajadores de las plantaciones eran chinos y japoneses. En 1900 comienzan a llegar miles de filipinos y puertorriqueños, para compensar la prohibición de entrada de trabajadores de China y Japón aprobada por el Congreso en 1882 (y entonces aplicable a Hawái). Todos, absolutamente todos los inmigrantes, eran necesarios para el funcionamiento normal de la agricultura de caña de azúcar. Y los filipinos, en particular, venían con una tradición de lucha y rebeldía. El poder de la burguesía blanca residente en Hawái no podía mantenerse internamente, sino con el establecimiento de una dictadura racial similar a la que existía desde 1864 en el sur esclavista.

Fue precisamente Dillingham quien negoció en Washington para el establecimiento de un gobernador territorial extraordinariamente poderoso en Hawái. Este sería nombrado en Washington, pero sujeto al agrado de las Cinco Grandes. En particular, tenía que ser un residente bona fide del territorio incorporado, o sea, un miembro de la casta de haoles.

Dualidad de la economía

Otra característica de la economía hawaiana bajo el régimen de territorio incorporado era su dualidad. Al igual que Puerto Rico y otras naciones tercermundistas, Hawái era un país especializado en el monocultivo y exportación de materias primas. El azúcar suplía las necesidades del capital industrial invertido en la producción de alimentos en los centros urbanos de la metrópoli. Pero, contrario a lugares como Puerto Rico, cinco grandes compañías locales, es decir, no absentistas, tenían un monopolio absoluto de la producción y el comercio exterior del archipiélago. En 1910, por ejemplo, las Cinco Grandes producían 7 de cada 8 toneladas de azúcar para la exportación. Pero la exportación, como tal, estaba 100% en manos de barcos y compañías de transporte de la burguesía haole. Ni una sola libra de azúcar del archipiélago salía en barcos que no fueran propiedad, directa o indirectamente, de las Cinco Grandes. Y ni una sola libra de productos importados llegaba de otro modo. Todo el movimiento de mercaderías, hacia fuera o hacia adentro, tenía que hacerse a través de la Matson Navigation Company. Lo mismo ocurría con el transporte de personas.

En 1906, desafiando la lógica del imperialismo, las Cinco Grandes comenzaron a exportar capitales a Estados Unidos. Así, para garantizar sus ganancias monopólicas, crearon la California and Hawaiian Sugar Company en Crockett, California. Esta se convirtió pronto en una de las refinerías de azúcar más grandes del mundo. La totalidad del azúcar exportado de Hawái era refinada, comercializada y distribuida en la costa occidental de Estados Unidos por esta compañía, controlada 100% por la burguesía haole de Hawái. Esta integración vertical, propia de los monopolios descritos por Hobson y Lenin, hizo posible que las Cinco Grandes entablaran una competencia frontal con las refinerías de la costa del Atlántico, que se suplían de las materias primas baratas llegadas de Cuba y Puerto Rico.

Falsa reforma agraria

Uno de los acontecimientos más desvergonzado en la historia del genocidio de los habitantes originarios de Hawái fue la reforma agraria de 1921. Reducida a una sexta parte de lo que fue a principios del siglo XIX, y ya despojada de sus terrenos ancestrales, la población oriunda del archipiélago comenzó a reclamar la reposesión de las tierras en las plantaciones y su distribución entre los pequeños campesinos. No era propiamente un movimiento para la nacionalización de la tierra, pues buena parte de los terrenos en las plantaciones capitalistas eran formalmente propiedad pública desde los tiempos de la expropiación agraria de 1848, conocida como Gran Mahele. Cerca de 40% de la tierra arable pasó a mediados del siglo XIX a ser propiedad del gobierno. Pero estos terrenos, cuya titularidad estaba protegida por la constitución local, fueron dados en arriendo indefinido a las Cinco Grandes a un precio meramente nominal. Lo mismo pasaba con las extensas áreas de terrenos preservadas por la monarquía hawaiana.

Ante la situación de pobreza extrema del pequeño campesino hawaiano, y ante la indiferencia de la cultura racista haole, el Congreso de Estados Unidos aprobó en 1921 la Hawaiian Rehabilitation Act. Esa ley proveía para la distribución de 200,000 acres de terrenos públicos entre los miles de hawaianos sin techo, que se concentraban en lugares como las «villas de miseria» alrededor de Honolulu. Además, en un lenguaje que hace recordar a las falsas reformas para el supuesto beneficio de los indígenas del continente, la Hawaiian Rehabilitation Act se justificó como un acto liberal de restaurar la cultura hawaiana. Pero casi en una réplica exacta de lo sucedido en 1864 con el pueblo sioux en Minnesota, la inmensa mayoría de los terrenos distribuidos entre los campesinos hawaianos en 1921, estaban localizados en áreas rocosas, arenosas y sin valor agrícola alguno. Más aún, el acta permitió la renovación indefinida de todos los contratos de arrendamiento que beneficiaban a las Cinco Grandes, y removió, sin pudor alguno, todas las restricciones al latifundismo en el archipiélago.

De lo demás se encargaron las fuerzas de los monopolios. Menos del 2% de los terrenos distribuidos en 1921 al campesinado pobre era cultivable. Pero incluso estos cayeron enseguida en manos de las Cinco Grandes. Al carecer de medios de transporte independientes, los pequeños agricultores no tenían otra alternativa que someterse al capricho de los monopolios que controlaban el mercado interior y la compra y venta de productos agrícolas. La poca tierra valiosa pasó rápidamente, por la vía de quiebras forzadas, a manos de la burguesía haole.

¿Cuál fue el resultado la gran reforma agraria de 1921? El mismo de la gran repartición de 1848, pero con mayor impacto humano. Los terrenos infértiles repartidos a los campesinos pobres se convirtieron en arrabales y barrios precarios. La inmensa mayoría de la población originaria de Hawái quedó ahora presa indefinidamente en una condición de depresión económica y social. Comenzó entonces a desarrollarse la industria de entretenimiento a los turistas, reduciendo toda la riqueza cultural del pueblo hawaiano a una caricatura grotesca para beneficio de los visitantes anglosajones.

Finalmente, fue bajo la Hawaiian Rehabilitation Act de 1921 que la burguesía haole del archipiélago se embarcó a gran escala en la construcción de un imperio de producción y exportación de piñas. Como todo en Hawái, esto implicó el uso de métodos violentos por las Cinco Grandes para asirse con la mayor parte del botín. Pronto Hawái monopolizaría el mercado mundial de este producto. Ya a fines de la década, las Cinco Grandes empleaban más de 35,000 obreros en esta industria.

¿Y qué pasó con el sueño de convertir a Hawái en un estado? Pues quedó engavetado. La burguesía anglosajona que se batió a tiros con la monarquía en 1893 buscando la anexión a Estados Unidos, se declaró en 1921 partidaria de continuar para siempre bajo la condición de «territorio incorporado». Ya no eran estadistas, sino autonomistas, como la burguesía colaboracionista y antinacional en Puerto Rico. Dios los cría y el azúcar los junta.

Estructura de clase

La estructura de clases de la sociedad hawaiana durante toda la primera mitad del siglo XX combinaba la explotación agrícola capitalista moderna con una rígida estratificación racial y étnica, que en sus formas externas se asemejaba a un sistema de castas semifeudales. En la cima de esa estratificación social estaban las Cinco Grandes; en realidad, un pulpo que mantenía un monopolio absoluto sobre la producción y exportación de azúcar y piñas en el archipiélago. El núcleo de la clase capitalista anglosajona de Hawái era uno con estas poderosas compañías. A través de relaciones familiares, y de su puntillosa atención a la pureza cultural y racial, la minoría de residentes blancos dominaba todo, incluyendo la banca, las operaciones de bienes inmuebles, el financiamiento y la importación y distribución de bienes internamente. Ni siquiera la clase esclavista del sur era tan racista y virulentamente opresiva. Esto, en gran medida, porque tenían el apoyo incondicional de la marina de guerra más poderosa del mundo.

Además de explotar directamente a la clase trabajadora, con miras a apropiarse de la plusvalía creada en la producción de materias primas, los haoles mantenían un sistema indirecto de opresión económica sobre el conjunto de la población a través del mercado. Las Cinco Grandes controlaban 90% de las ventas minoristas de Hawái y el 100% del mercado de dinero. Así, importaban medios de vida del continente y, dada la ausencia de una agricultura orientada al mercado local, imponían precios exorbitantes sobre los productos más básicos, como los vegetales, las carnes, la leche y las harinas. Los mismos trabajadores que generaban cuantiosas sumas de plusvalía, no podían sobrevivir si no era comprando a crédito en las tiendas de las plantaciones. La engreída clase capitalista blanca de Hawái, cuyos hijos atendían las mejores universidades de Estados Unidos y practicaban con obsesión el deporte de polo, no tenía reparo alguno en lucrarse de los préstamos de usura a pequeños comerciantes y trabajadores desesperados. Todo, mientras predicaba ardientemente los preceptos de la religión y cultos calvinistas. Ni Elmer Gandry, en la novela El Fuego y la palabra (Sinclair Lewis, 1927), identificaba tanto el comercio con la falsa devoción a los cultos protestantes.

La clase obrera y el sistema de castas

En la base de la pirámide social y económica de Hawái estaba una clase trabajadora multiétnica como pocas. Desde mediados del siglo XIX, la burguesía haole dominaba mediante un rígido sistema de explotación basado en la segmentación racial de los trabajadores en las plantaciones.

En realidad, toda la formación social hawaiana durante la primera mitad del siglo XX reflejaba una división del trabajo por origen étnico. Así, por ejemplo, la población china estaba concentrada en los pequeños negocios; la japonesa, en las pequeñas empresas y como asalariados en las plantaciones; la portuguesa, en la artesanía y la supervisión de otros grupos étnicos; los filipinos, en los trabajos menos remunerados en las plantaciones; los hawaianos, en los muelles y la construcción, y los blancos asalariados, en la vigilancia y los trabajos clericales. Dentro de cada sector laboral, los trabajadores eran agrupados por su país de origen. Las escalas salariales correspondían al origen nacional. En la cima, estaban los blancos; completamente abajo, los filipinos; a mitad de camino, los japoneses y puertorriqueños. Además, no se permitía interacción alguna entre los trabajadores de distintas etnias, ni en el desempeño de las faenas ni en los lugares de vivienda propiedad de las plantaciones.

El sistema de fragmentación racial de la clase trabajadora impuesto violentamente por la burguesía blanca de Hawái era objeto de estudio constante por los académicos de la Universidad de Hawái, quienes desarrollaron índices para clasificar la «eficiencia laboral e intelectual» de los distintos grupos raciales. Los filipinos, que junto a los japoneses constituían la gran masa de los trabajadores de las plantaciones, eran considerados personas de inteligencia subhumana y merecedores de la paga más baja. Todavía en 1940 las plantaciones azucareras de Hawái eran notorias por sus métodos viciosos de explotación y maltrato de los trabajadores no anglosajones; también, por el racismo y asesinato de familias obreras. Un representante de la agencia federal encargada de supervisar las negociaciones sindicales, la National Labor Relations Board, visitó Hawái en 1940, y caracterizó el clima laboral como «dominado abiertamente por el fascismo».

Mantener un estado constante de opresión y vigilancia sobre una gigantesca masa de trabajadores no anglosajones dispersa por el archipiélago requería de un despliegue constante y omnipresente de las fuerzas represivas. En el corazón mismo del modelo fascista hawaiano estaban tres instituciones: la Asociación de Patronos Industriales de Hawái, el Departamento de Policía de Hawái y las agencias de inteligencia ligadas a la marina de guerra. A ellas se sumaban gangas de verdaderos blancos malhechores que, pagados por las Cinco Grandes, hacían el trabajo sucio de dar golpizas, secuestrar trabajadores y deportar a la fuerza a los líderes obreros militantes. Se trataba, pues de un clima político y represivo que nada tenía que envidiarle a las bandas fascistas de la década de los treinta en la agricultura de California. Curiosamente, en ambos lugares, Hawái y California, el fascismo surgió vinculado al racismo en contra de la militancia natural de los trabajadores inmigrantes.

Las huelgas obreras y los fascistas, 1920-1938

El obstáculo mayor para la organización de los trabajadores en el archipiélago hawaiano era el sistema de fragmentación racial y étnica creado por la burguesía anglosajona. Además de la escala salarial diferenciada, cualquier intento de organización sindical llevaba al despido masivo de trabajadores de un grupo y su rápida sustitución por los de otro, igual o más necesitados de empleos. O simplemente a la represión con métodos fascistas.

En abril de 1909, ante la imposibilidad de vivir con los salarios miserables que recibían, más de 7,000 trabajadores japoneses se lanzaron a la huelga en las plantaciones. Las bandas de fascistas anglosajones no tardaron en responder. Más de 100 líderes obreros fueron encarcelados por el delito, inventado en medio de la huelga, de «interferir con las operaciones de las plantaciones». La huelga duró tres meses y fue un fracaso para la población obrera japonesa, debido a la división racial del proletariado.

En 1920 la clase obrera hawaiana intentó, por primera vez en la historia del archipiélago, movilizarse solidariamente y por encima de las diferencias étnicas y de lenguaje. Miles de trabajadores japoneses y filipinos se lanzaron simultáneamente a la huelga en varias plantaciones. Pero esta vez la respuesta de la burguesía haole fue más severa. Bandas de fascistas anglosajones, pagadas por los patronos, removieron por la fuerza a miles de familias trabajadoras de sus hogares en las plantaciones. Surgieron así, en el oeste de Honolulu, extensas villas de miseria pobladas por familias sin techo. Aunque el conflicto laboral duró más de seis meses, al final las epidemias de influenza que brotaron en los arrabales lograron lo que los fascistas no pudieron: que los trabajadores desistieran de sus reclamos y volvieran humillados a la explotación en las plantaciones.

En 1924 ocurrió una repetición de los eventos de 1909, pero ahora con un proletariado filipino políticamente consciente. Más de 13,000 trabajadores filipinos se lanzaron a la huelga, preparados para defenderse físicamente de los fascistas. En uno de los muchos enfrentamientos murieron cuatro policías y 16 trabajadores. La burguesía haole, temerosa de la combatividad de los trabajadores filipinos, recurrió en 1924 a la importación de dos pelotones de guardias nacionales armados con metralletas. La totalidad del liderato obrero, ascendente a 60 líderes, fue encarcelado por cuatro años.

La huelga de trabajadores filipinos en 1924 marcó para siempre los parámetros de la lucha de clases en Hawái. La burguesía anglosajona puso en movimiento sus mejores instrumentos de opresión clasista. De un lado, la fuerza bruta de los soldados y las bandas fascistas en la calle; del otro, un arsenal de leyes que parecían sacadas del siglo XXI: el Acta de Sindicalismo Criminal, aprobada en 1919; el Acta de Publicaciones Anarquistas, aprobada en 1921, y el Acta Prohibiendo los Piquetes, aprobada en 1923. A partir de 1925 comenzaría también la deportación de miles de huelguistas filipinos.

Desde el punto de vista de las luchas proletarias se hizo evidente que solo un movimiento huelguista multiétnico podía derrotar al fascismo de la burguesía haole. La coyuntura de lucha de clases en Hawái mostraba los elementos básicos para el ascenso del fascismo: una clase obrera combativa y una clase dominante en guerra abierta con el proletariado. Pero el sistema de fragmentación étnica del proceso de trabajo, así como las diferencias culturales y lingüísticas, impedían una movilización efectiva de los trabajadores en contra de las Cinco Grandes. De hecho, en 1936 estalló una huelga de obreros del transporte interno en Honolulu-Hilo. Aquí se concentraban los trabajadores de origen hawaiano. Nuevamente, la burguesía haole movilizó bandas de fascistas armados que golpearon, secuestraron y encarcelaron a los líderes del movimiento. La huelga duró dos años. El 1 de agosto de 1938 un contingente de 500 trabajadores fue atacado por 60 policías que escoltaban un barco rompehuelgas en la bahía de Hilo. Más de cincuenta obreros sufrieron heridas de bala.

Unidad obrera y derrota del fascismo: 1946

Justo en los años finales de la Segunda Guerra Mundial, la clase trabajadora hawaiana se embarcó en uno de los esfuerzos organizativos más impresionantes en la historia del sindicalismo progresista en Estados Unidos. Se trataba de integrar a todos los trabajadores del archipiélago (japoneses, chinos, filipinos, hawaianos y puertorriqueños) en un solo sindicato que los representara sin distinción. No era algo fácil, pues los trabajadores ni siquiera tenían un lenguaje en común. Mas, para gloria de esta sufrida clase trabajadora, los esfuerzos fueron más que exitosos.

El 1 de septiembre de 1946, bajo el liderato de la International Longshoremen’s and Warehousemen Union (ILWU), cerca de 26,000 trabajadores de la industria del azúcar en Hawái se fueron a la huelga al unísono. El paró duró solamente 79 días, pero durante esas ocho semanas 33 de las 34 plantaciones azucareras del archipiélago estuvieron completamente inactivas. Además, no solo los trabajadores del azúcar se fueron a la huelga, a ellos se unieron enseguida los empleados de todas las subsidiarias y empresas controladas indirectamente por las Cinco Grandes.

En 1946 los trabajadores se unieron verdaderamente por encima de las diferencias raciales y étnicas. De hecho, la comunidad entera, salvo la burguesía haole, se solidarizó con el paro. En todas y cada una de las islas del archipiélago surgieron comités de apoyo a los huelguistas. También florecieron por todas partes centros improvisados para la alimentación de los trabajadores, grupos de recaudación de fondos, organizadores de actividades culturales y de deporte, así como personas encargadas de la educación política. De acuerdo con el Centro para la Investigación y Educación Laboral, de la Universidad de Hawái, más de 50,000 personas se integraron activamente a los comités de apoyo a los huelguistas. Algunas se encargaban incluso de preparar los comunicados en todos los idiomas, para asegurase de la mayor participación posible.

Fortalecidos por la recién desplegada energía de la solidaridad multiétnica, la clase obrera del archipiélago, los no haoles, exigieron el reconocimiento de la unión, así como un contrato único y universal, que protegiera a todo el mundo. Y no se limitaron a la demanda de aumentos salariales, también pidieron mejores viviendas, mejor cuidado médico y el establecimiento de pensiones de retiro. Con la ayuda del nuevo sindicato, los descendientes de los miles de trabajadores de color, tantas veces vilipendiados y maltratados por la burguesía blanca de Hawái, demandaron el fin de la segmentación racial y étnica de los lugares de trabajo, así como la igualdad de salarios entre las razas. Para júbilo de las miles de familias hawaianas, japonesas, filipinas, chinas y puertorriqueñas que apoyaron la Gran Huelga de 1946, la burguesía anglosajona de Hawái claudicó ante la presión del sindicato y la comunidad proletaria entera. Todos los objetivos del paro fueron logrados. En 79 días, la unidad multiétnica y multirracial de los trabajadores del archipiélago puso freno a los extremos racistas de uno de los regímenes de opresión más abusivos del siglo XX. El fascismo de la burguesía blanca de Hawái había tropezado con un adversario formidable: la unidad de los trabajadores por encima de sus diferencias étnicas y raciales.

La lucha de clases continuaría, naturalmente, e incluso plantearía nuevos retos en la postguerra. Pero, en adelante, la clase obrera de Hawái, tendría un instrumento efectivo para afirmar sus intereses: la unidad sindical.

Referencias

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martes, 6 de junio de 2017

Entrevista a la economista Elena Idoate, miembro del Seminari d'Economia Crítica Taifa “El sistema te hace responsable de tus éxitos y tus fracasos... Y esto es devastador”.

Rebelión

El Informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo” de la OIT señala que 3,4 millones de personas en todo el planeta podrían entrar en situación de desempleo en 2017, con lo que la cifra global de parados superaría los 200 millones. En 2016 casi la mitad de los trabajadores de Asia Meridional y dos tercios de los del África Subsahariana viven en situaciones de pobreza extrema o moderada. Además, según el documento de la OIT, está previsto que las formas “vulnerables” de trabajo se sitúen en torno al 42% (1.400 millones de personas) del empleo global en 2017. La realidad laboral en el mundo de hoy ha centrado la intervención de la economista Elena Idoate, miembro del Seminari d'Economia Crítica Taifa, en la sesión formativa organizada el 20 de mayo en la Librería La Repartidora de Valencia. Sobre las transformaciones en el mercado laboral y las nuevas tendencias, considera que la fuerza de trabajo cada vez asume más riesgos, se convierte en su propia “marca” y reviste la condición de “emprendedor”, en una situación de competencia total frente a otros trabajadores. Asimismo, “se te transfiere la responsabilidad de todos tus éxitos y fracasos”, señala la economista.

-Como coautora del libro colectivo “Sobiranies. Una proposta contra el capitalisme” (Espai Fàbrica, 2017). ¿Por qué son importantes las “soberanías”?
Es la cuestión esencial. Creemos que es un concepto muy potente, sobre el que se puede articular una propuesta contra el capitalismo; que tenga como punto de partida experiencias concretas actuales y pueda ir desplegándose poco a poco. Entendemos por “soberanías” que los ámbitos esenciales de la reproducción de la vida han de estar en manos del control popular. Es decir, tiene que darse una soberanía de la gente sobre los elementos más básicos. En la alimentación, en la cultura y en todo lo demás...

-¿Qué supone la ciudad de Barcelona para una activista y economista de la periferia, del municipio de El Prat de Llobregat, de 63.000 habitantes?
Creo que Barcelona tiene una gran centralidad en los movimientos sociales; la ciudad y sus problemas, que son muy importantes, cobran un gran protagonismo e invisibilizan otras muchas cosas. Así, vamos siempre un poco a remolque. Y Barcelona no es el centro del mundo.

-Desde hace más de una década la capital catalana reúne en el Mobile World Congress a las principales empresas y profesionales de las telecomunicaciones móviles; la 080 Fashion Barcelona ha celebrado en el Teatre Nacional de Catalunya su 19 edición, con 33 desfiles; el Zurich Marató de Barcelona cumplió 39 ediciones el pasado mes de marzo...

Barcelona es un ejemplo de ciudad colonizada por el capital, una ciudad abierta y extravertida, pero hacia intereses ajenos a su población. La capital se ha apropiado de la ciudad y ha dejado de ser de la gente. Por eso las personas hemos de reivindicar el derecho a la ciudad.

-En tu intervención en la Librería La Repartidora has mencionado al economista liberal y profesor en la Universidad de Columbia Xavier Sala i Martín.
Creo que su función es legitimar, con un discurso amable, el poder atroz que actualmente posee el capital y las nefastas consecuencias que ello tiene. El papel del Seminari Taifa y la gente que se dedica a la economía crítica es desenmascarar a estas personas (en la página Web del economista pueden leerse reflexiones como la siguiente: “Lo que el Gobierno debe hacer es garantizar la competencia y regresar a su casa, permitiendo que las empresas más eficientes sobrevivan, sin preocuparse lo más mínimo de si son grandes o pequeñas”. Nota del entrevistador).

-La crisis de los años 70 implicó el paso del fordismo a la llamada “nueva economía” o “economía del conocimiento”. ¿Cómo la caracterizarías?
Estas nuevas formas se basan en la producción flexible y descentralizada, a menudo de bienes intangibles (por ejemplo el software o la información convertida en mercancía). Además la fragmentación de los procesos productivos coexiste con la centralización y concentración del poder de decisión en pocas manos. Tenemos ciudades industriales que han dejado de serlo y en vez de producir mercancías, las movilizan. Amazon es una de las empresas que se dedica a este negocio, sin producir nada. Controla a los suministradores, los estrangula, les obliga a una condiciones que son muy beneficiosas para la gran empresa, pero en detrimento de los intereses de los productores.

-¿Qué opinas de la fragmentación?
Creo que el sistema productivo es todo el proceso, desde que existe una necesidad de inversión hasta que la mercancía llega a la persona que ha pagado por ella. Empresas como la mencionada son sólo una parte de la cadena de producción, pero que controla al máximo la explotación y la apropiación de la plusvalía y la riqueza. Otras como Nike tampoco producen nada. Disponen de suministradores alrededor del mundo. Se descentraliza en este caso la producción de mercancías pero no la propiedad del capital.

-¿Qué efectos tienen estos procesos para la clase trabajadora?
El ciclo de producción ha de ser lo más rápido posible, sin tiempos muertos. La participación de la fuerza laboral está milimetrada. Además el trabajo es flexible y precario, y sólo producimos en la medida que puedan generarse plusvalías muy grandes. Si no es así, prescinden de la fuerza de trabajo y nos envían a casa, bien porque nos despiden, porque se acaba el contrato o porque nos han cambiado la jornada laboral y el salario. Esta producción flexible implica la precarización de las relaciones laborales. Por otro lado, el capital muestra una tendencia a la simplificación de las tareas productivas. Así, el trabajador es un elemento muy simple, una mera extensión de la tecnología y las herramientas productivas para la producción del capital.

-El sociólogo Jorge Moruno ha escrito sobre el “perfil” del empleado que buscan muchas empresas: “Especializados pero que al mismo tiempo estén disponibles para hacer cualquier cosa; que sean flexibles, polivalentes, que cuenten con habilidades sociales, sean entusiastas, motivados y libres de toxicidad (cultura de la protesta)”. ¿Qué opinas?
El capital necesita controlar a su gusto y según sus necesidades cómo es la fuerza de trabajo y en qué condiciones entra en el mercado. Uno de los ejemplos más evidentes es el concepto de “emprendeduría”. En este caso, es la propia fuerza laboral la que asume los riesgos, la que pone a disposición del capital su creatividad y su proactividad. La fuerza de trabajo como “marca”, el llamado “branding”. Por tanto, la mano de obra ha de ser disciplinada, al gusto del capital, para asegurarse que con ese empleado tendrá el máximo de productividad. Y el trabajador tiene que preocuparse por ser “empleable”. Nos obligan a ello, y en una situación de total competencia entre nosotros.

-En no pocas empresas se ha recomendado a los trabajadores la lectura del libro “¿Quién se ha llevado mi queso? Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio”, de Spencer Johnson. En el otro lado de la trinchera, se sitúan libros como el de Barbara Ehrenreich, “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”...
Sí, igual que te responsabilizas de tu éxito, también lo haces de tu fracaso. Eso es devastador. Se trata de personas que pierden su puesto de trabajo y sufren por las consecuencias de un sistema injusto, que sólo piensa en los intereses del capital. La gente se siente frustrada por cosas que no se hallan bajo su control. No tenemos capacidad de decisión, son otros los que deciden.

-En un informe de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (junio de 2015) señalaba que en el viejo continente la explotación laboral delictiva y/o criminal es “amplia” en sectores como la agricultura, hostelería, restauración, el trabajo doméstico y la industria manufacturera. ¿Son realidades invisibilizadas?
Y además, existen diferentes variables en la sociedad capitalista, como el sexo, la raza y el género. Todas ellas se suman e incrementan la explotación laboral, que es una de las máximas del capitalismo. Creo que no puede producirse un aumento de la explotación laboral sin discriminación racista, patriarcal y sin un odio a los pobres. Y tampoco sin introducir toda esta competencia en la fuerza de trabajo. Son operaciones que confluyen, y el capital se aprovecha de todas ellas.

-Otro factor relevante es la tecnología. ¿Consideras que es neutral?
El sistema capitalista genera un tipo de tecnología que le resulta conveniente para apropiarse de la riqueza colectiva; y también de los beneficios de la productividad. El objetivo es que la fuerza de trabajo tenga cada vez menos poder y se halle más alienada. Por ejemplo, la robótica y la informática permiten simplificar muchísimo las operaciones, de manera que la fuerza de trabajo ya no desempeña tareas según profesiones, sino de acuerdo con sus habilidades. Esto tiene un reflejo en las categorías laborales y los contratos. Además, todo ello es muy útil para el sistema, porque cualquier persona puede ser sustituida por otra. Y las habilidades de un trabajador también pueden ir cambiando. El capitalismo lo ha hecho siempre... Así, la fuerza de trabajo pierde el control sobre aquello que produce.

-¿Podría construirse una sociedad de tipo socialista o comunista a partir de las tecnologías actuales?
Ahora tendríamos que hacerlo así, no podemos construir una sociedad “alternativa” sobre la nada. Porque rechazar la tecnología y el sistema de producción actual, volver a un cierto primitivismo, ¿es planteable y realizable? Sin embargo hemos de reconsiderar la cuestión tecnológica, porque hay quien las puede considerar “liberadoras”, pero no están orientando la producción hacia las verdaderas necesidades sociales.

-Por último, ¿se transforma la sociedad en el día a día o esto es insuficiente si no se producen cambios estructurales?
Se trata de actuar en los dos frentes, de manera conjunta. Superar el capitalismo constituye una tarea cotidiana, que hemos de empezar a llevar a la práctica ya. Esta socialización, “cooperativización” o control obrero de la economía que se da en muchos ámbitos, hay que extenderla y llegar a un nivel estructural. Se trata de dar un “salto”. Evidentemente, esto no ocurrirá en las condiciones actuales con todo en contra. ¿Espacios puros de contaminación capitalista? Claro que habrá elementos capitalistas dentro de nuestros proyectos, y también en el mercado que está compitiendo con nosotros... Pero todo el ámbito de la economía social y cooperativa es cada vez más amplio. Y con todas las limitaciones y contradicciones, pero también con muchos éxitos, se intentan llevar a término las iniciativas. Hay numerosas experiencias interesantes y válidas.