martes, 22 de enero de 2019

_- "No puedes decir mi cuerpo es mío y quedarte con el de otra persona" Entrevista a Amelia Valcárcel & Vientres de alquiler.

_- Aiende S. Jiménez
www.diariovasco.com

Afirma que no existe «ningún resquicio en el feminismo por el que podamos prestar el mínimo apoyo al alquiler de vientres»

Su conferencia no dejó indiferente al público -mayoritariamente femenino- que asistió ayer al curso '¿Gestación subrogada o vientres de alquiler? Los límites de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres' que Emakunde organizó en Donostia. La filósofa y escritora feminista Amelia Valcárcel argumentó su posición en contra y negó que tenga ninguna justificación en el feminismo.

- ¿Gestación subrogada o vientre de alquiler?

- La gestación subrogada es un eufemismo. Se trata del alquiler de personas para que te den criaturas. Por tanto no es una práctica de natalidad, ni médica. Es una vía para obtener algo que se desea, en este caso un bebé. Todos los argumentos que buscan dar legitimidad social a este fenómeno se basan en la división cuerpo-mente, y lo que tenemos es un cuerpo que ha favorecido la existencia de otro, pero no la afiliación del mismo. Esa madre es madre solo del cuerpo, y ni si quiera de todo él, porque la intención de dar vida a otra persona ni siquiera es suya.

«Lo más repugnante es que se utilice la libertad para intentar avalar semejante asunto»

- En su exposición ha hecho referencia en varias ocasiones a la esclavitud.
¿Considera esta práctica una forma de esclavizar a las mujeres?

- A lo largo de toda su historia la humanidad ha admitido ciertas prácticas a las que ha renunciado por muchas razones, y antes de admitir cualquier otra tiene que ser muy cuidadosa, no sea que se reproduzcan partes que ya se ha decidido que no estamos dispuestos a admitir como humanos a día de hoy. Nuestra humanidad ha comprado niños sin parar. Antiguamente había esclavas que solo se dedicaban a reproducirse, porque era un buen negocio, y eso no tiene nada de nuevo. Lo nuevo es prohibir que eso ocurra.

- Usted es feminista. Sin embargo la mayoría de las voces del feminismo son partidarias de la legalización de la gestación subrogada.

- Esta práctica conlleva una negación de la individualidad de los sujetos mujeres, una negación de la relación de filiación que es una de las más importantes y el regreso a dualismos ancestrales que negamos en cualquier otra situación. ¿Deberíamos como feministas admitirlo? Teniendo en cuenta que venimos de una tradición que trata de incorporar el sujeto femenino y que de otra parte es abolicionista y redentorista, no tenemos un solo resquicio por el cual podamos prestar el menor apoyo a este tipo de asunto.

- Hay quienes defienden la libertad de las mujeres para decidir sobre sus actos, el mensaje de
'mi cuerpo es mío'.

- 'Mi cuerpo es mío' es un eslogan, afortunado por cierto, pero no es un fundamento de derecho. No puedes decir mi cuerpo es mío para quedarte con el de otra persona. Lo más terrible que ocurre en este submundo que muchas personas quieren crear es querer utilizar el más hermoso de los nombres, que es el de la libertad, para avalar semejante asunto. Eso es lo más repugnante.

- ¿Y si una mujer decide gestar un bebé para otra persona por decisión propia?

- No conozco ningún caso, pero me daría igual, porque muchas prácticas abusivas son consentidas.

«La mayor parte de las prácticas violentas se dan sin violencia y con apariencia de contrato»

- ¿Esta práctica lo es?

- ¿Se le puede pedir a una mujer que geste y para a una criatura, y decirle que no es suya y que se la entregue a otro por dinero o por nada?
La mayor parte de las prácticas violentas se dan sin violencia explícita y bajo la apariencia de contrato, y es algo que ha ocurrido en todas las sociedades en el pasado.

- ¿Qué opina de que se esté planteando su regulación?

- Ya está regulado, está prohibido.

- Matizo, su legalización.

- Es evidente que no existe ni un solo fundamento para aceptar algo así. Ni uno. Como no los hay, el fundamento que se utiliza es a futuro. Esto es, por el superior interés del menor, se admite todo lo que ha habido antes de que este nazca.

- Para las parejas homosexuales es la única forma de cumplir el deseo de tener un hijo, aparte de la adopción.

- Pero deseo no significa derecho, porque sino tendríamos que asociar un derecho a cualquier deseo, y algunos deseos son de ineficaz cumplimiento y otros no están suficientemente justificados.

Fuente:
https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/amelia-valcarcel-filosofa-20180713021012-ntvo.html?fbclid=IwAR3o0rg0Aq2LmBi_rBsjxYEAzGBDxREU1zKPV3gfg4xSFdNHMuBLdmoxuBU

sábado, 19 de enero de 2019

_- Un serio retroceso en materia de igualdad. El pacto firmado por el PP y Vox en Andalucía es opuesto a las políticas progresistas tanto en definición como contenido y medidas. No tiene nada que ver con la defensa de las “familias”, en plural.

_- Si atendemos a los puntos 16, 17 y 18 del pacto firmado por el PP y Vox en Andalucía, podríamos pensar que quizá la derecha le habría tomado la delantera a la izquierda en la priorización de las políticas de familia e infancia y en la inclusión, en la agenda política, de las medidas centradas en la reducción del coste de tener hijos. Sin embargo, esta primera posible impresión es falsa.

Existe un tipo de evaluación de políticas públicas que se denomina “evaluación de coherencia” y que se refiere al significado atribuido a la realidad que se pretende analizar. En el caso del pacto entre el PP y Vox, una evaluación de coherencia nos llevaría a concluir que, cuando la derecha española habla de conciliación, de familia y de embarazos no deseados, está dotándoles de un significado que se aleja mucho de la definición, contenido y medidas que tienen en mente las políticas progresistas.

Según Eurostat, en España se gasta el 1,3% del PIB en la protección de familias e infancia, mientras que en la UE-28 la media alcanza el 2,4% del PIB. Sin embargo, la bondad de las políticas sociales no la establece únicamente su porcentaje sobre el PIB. Como bien nos enseñó el sociólogo danés Gøsta Esping-Andersen, existen otras variables más cualitativas que permiten dotar de mayor o menor valor al gasto social porque analizan su impacto en la sociedad y en las personas. Una de ellas es la desmercantilización; el grado en que el Estado y sus políticas públicas permiten que el individuo no dependa del mercado para cubrir sus necesidades básicas, aquellas que le garantizan una vida digna. Otra variable, asumida por Esping-Andersen, pero aportada por investigadoras feministas como Ann Shola Orloff, es la desfamilización, que atiende a todo el bienestar social no remunerado que se genera en los hogares y que, mayoritariamente, llevan a cabo las mujeres. Un buen modelo de bienestar social también pasa, por tanto, por garantizar labores de atención y de cuidado más allá de la familia, que permitan a las mujeres poder conciliar su vida personal, laboral y familiar y ejercer sus derechos en igualdad de condiciones.

El neoliberalismo y el neoconservadurismo no abogan por la extensión del modelo de bienestar social y tampoco creen en la necesidad de que el Estado de bienestar garantice la desmercantilización y la desfamilización. Sus postulados se centran en la defensa de los valores tradicionales del capitalismo: familia, empleo y patria. La idea de familia neoconservadora o neoliberal, que propone la recuperación de los valores tradicionales, no tiene nada que ver con la idea de “familias” en plural de las políticas socialdemócratas o progresistas. En el primer caso, persiste la división sexual del trabajo, una definición del papel social de las mujeres muy centrado en la maternidad y el cuidado, muy vinculado al ámbito privado, doméstico, a la familia. Una familia en la que las mujeres asumen el papel de cuidadoras y permiten que el Estado no necesite invertir en políticas de igualdad entre mujeres y hombres.

Cuando PP y Vox dicen: “16. Fomentar medidas de conciliación entre la vida laboral y familiar, como fórmula esencial para la mejora de la calidad de vida de las familias”, olvidan dos conceptos clave en la ecuación: conciliación también “personal” y, sobre todo, conciliación “corresponsable”. Al feminismo le ha costado años de lucha y reivindicación conseguir que en los planes de igualdad institucionales y en las políticas sociales, familiares y de empleo se incluyera la corresponsabilidad al hablar de conciliación. Si no trabajamos y construimos un modelo social y económico en el que la conciliación sea corresponsable, estaremos favoreciendo la perpetuación de la feminización de la conciliación que tiene importantes efectos perversos sobre la igualdad entre mujeres y hombres, agravando los sesgos de género en las tareas de cuidado, agrandando la brecha salarial de género y generando feminización de la pobreza.

Cuando el PP y Vox dicen: “18. Crear una Consejería de Familia”, se están olvidando del plural: “Familias”. Atendiendo al pacto pareciera que lo que más les preocupa es incrementar la natalidad, pero se olvidan de que para lograr un resultado efectivo deben partir de un correcto diagnóstico de las causas. La interpretación de las actuales tasas de natalidad, fecundidad y reemplazo generacional no puede obviar que una de las principales causas está en el mantenimiento de la desigualdad estructural entre mujeres y hombres, en el cambio del papel social desempeñado por las mujeres y en el cambio de valores; la maternidad hoy no es la única vía de autorrealización personal de las mujeres. Un pacto que pretende sustituir las políticas de igualdad entre mujeres y hombres, por políticas de familia sin perspectiva de género, supone un grave y ciego retroceso en la adaptación de las políticas sociales a la situación real de las mujeres. Las politólogas Alba Alonso y Natalia Paleo, en reconocidos artículos científicos, ya establecieron una clara y verificable relación entre Gobiernos conservadores y retrocesos en las políticas de igualdad cuando estas son sustituidas por políticas de familia. En estos casos, la agenda de igualdad se reorienta y pasa a ocupar una posición central la promoción de la maternidad. Estas autoras demuestran que la presencia de los partidos conservadores en el poder tiene impacto en términos de pérdida de recursos y en términos de desarrollo de una agenda política focalizada en las mujeres como madres y cuidadoras. Ha ocurrido ya y volverá a ocurrir; el pacto entre el PP y Vox nos permite prever que sus políticas supondrán un recorte en las medidas de igualdad y pondrán en riesgo los avances de los últimos años, diluyendo el carácter estructural de la desigualdad entre mujeres y hombres y tratando de responder a necesidades cortoplacistas en lugar de dar respuesta a necesidades estratégicas.

No puedo terminar esta reflexión sin atender al punto 20 del acuerdo ya que es, sin duda, un claro ejemplo del retroceso en materia de igualdad y un cuestionamiento de las medidas legislativas cuya consecución ha costado años de reivindicación y de lucha social por parte del movimiento feminista. Cuando el PP y Vox acuerdan: “20. Poner en marcha un sistema de atención a mujeres con embarazos no deseados que les proporcione información, asistencia y alternativas socioeconómicas”, están planteando la medida de forma aislada, con entidad propia y sin enmarcarla en una política integral, lo que supone la introducción de criterios morales que prejuzgan a las mujeres que quieren interrumpir sus embarazos no deseados, sojuzgándolas y limitando su ejercicio de libertad de elección. Cuando en el acuerdo se habla de proporcionar “alternativas socioeconómicas” se dan muestras de un claro desconocimiento de las raíces del problema y de las diversas razones que hay detrás de la decisión de interrumpir un embarazo.

En suma, cuando el PP y Vox pactan y acuerdan crear una Consejería de Familia están dándole un portazo en las narices a las políticas de igualdad y a la transversalidad de género en el diseño de las políticas públicas. Están favoreciendo una definición tradicional de familia y retrocediendo en las medidas que favorecen la promoción de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, ya que unas políticas sociales, familiares, de empleo y conciliación sin perspectiva de género son ciegas al impacto perverso que tienen en el incremento de la desigualdad entre mujeres y hombres.

María Silvestre es directora del Deustobarómetro. Universidad de Deusto.

https://elpais.com/elpais/2019/01/15/opinion/1547567578_462546.html?rel=str_articulo#1547639745105

viernes, 18 de enero de 2019

_- Moreno defiende el acuerdo con Vox y ataca la herencia del PSOE. El candidato del PP señala la creación de empleo como principal objetivo del Gobierno andaluz.

_- Juan Manuel Moreno ha combinado este martes dos trajes desde la tribuna del Parlamento de Andalucía en su primer discurso de investidura: el del candidato a la presidencia de la Junta y el de jefe de la oposición a los socialistas. El primero lo lució para contar la buena nueva del cambio político que pone fin a 36 años y ocho meses de Gobiernos del PSOE. El segundo, para criticar con dureza la herencia que recibe, una Andalucía que no logra converger con las demás regiones por la aplicación de unas políticas que, según el dirigente del PP, perseguían mantener al PSOE “en el poder a toda costa” con una tupida red clientelar.

Moreno no entusiasmó, pero tampoco defraudó en su debut. “Correcto”, dijeron desde las filas populares. Desde Ciudadanos también se apuntaron a ese calificativo y echaron en falta un poco de brío y emoción, como si las jornadas históricas (y la de la alternancia política en Andalucía lo es) necesitaran una banda de cornetas y tambores a todo trapo. El candidato popular dedicó gran parte de su intervención a hablar del cambio político en Andalucía. Será “tranquilo”, “conciliador” y “con diálogo”, legitimado por el voto de los andaluces, pero “sin cordones sanitarios”, en referencia al muro que los partidos de izquierda han tratado de alzar para aislar, sin éxito, a la extrema derecha de Vox. Este partido, que defiende suprimir el Estado autonómico o las leyes contra la violencia machista, tiene la llave de la estabilidad política en Andalucía.

Ninguna de las propuestas extravagantes de Vox (como la de cambiar el Día de Andalucía o la de devolver competencias autonómicas a Madrid) figuran en los acuerdos firmados con el PP, pero los populares no están exentos del riesgo de contagio de sus aliados de investidura. De hecho, la propuesta de Moreno de presentar en el Parlamento una ley de apoyo a las familias andaluzas “con especial atención a las familias numerosas y monoparentales” se interpreta desde algunos ámbitos como una cesión a la ultraderecha.

Lo que sí figura en los acuerdos son iniciativas que benefician a la Iglesia católica, como destinar más recursos a la educación concertada; o a la industria farmacéutica, como la eliminación de la subasta de medicamentos. Estas propuestas, con incidencia en el Presupuesto andaluz, cuentan con el visto bueno de Ciudadanos, con el que el PP ha firmado un acuerdo de gobierno.

Al PSOE le molestó que el candidato a la presidencia de la Junta le afeara su gestión durante el discurso. “Han hecho cosas buenas”, dijo Moreno, para hilar inmediatamente después una retahíla de reproches. “El triunfalismo, el acomodamiento y el conformismo de la clase dirigente han resultado paralizantes para nuestra tierra. La estrategia basada en hacer lo mismo creyendo que el cambio jamás se produciría ya no daba más de sí”, dijo. “La alternancia política es el antídoto contra el clientelismo y la corrupción”, soltó. Los socialistas siguieron cabizbajos a Moreno. La aún presidenta en funciones, Susana Díaz, lo escuchó desde su escaño en los bancos del Gobierno, sin tomar notas en ningún momento. Este miércoles intervendrá en el turno de réplica.

Al menos durante los primeros meses de legislatura, el futuro Gobierno andaluz va a echar mano de la herencia del PSOE para intentar neutralizar la oposición de los socialistas. Muchas de las propuestas de regeneración democrática, como encargar una auditoría integral de toda la Junta, crear una comisión de investigación sobre la extinta Fundación Andaluza Fondo Formación y Empleo (desde donde se usaron tarjetas institucionales en prostíbulos) o la de eliminar entes instrumentales innecesarios —“chiringuitos”, en boca de PP y Cs— lo que persiguen es, como mínimo, sonrojar a los socialistas. Estos aseguran que nada turbio encontrarán.

El candidato popular culminó el capítulo de reproches acusando a los socialistas de intentar desestabilizar al Gobierno antes de que tome posesión, al fomentar la manifestación feminista que se celebró a las puertas del Parlamento. Varios dirigentes socialistas y consejeros a punto de dejar de serlo participaron en la protesta, convocada por las organizaciones feministas.

Moreno también puso el acento en el principal problema de Andalucía: el paro. Durante las semanas de negociación con Ciudadanos y con Vox, ese drama que afecta al 22,5% de la población activa andaluza prácticamente desapareció. El presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Javier González de Lara, se mostró sorprendido días atrás de que se “hablara poco” del paro en una entrevista al diario Sur. “Hay que hablar de empleo una y otra vez. El objetivo prioritario es el empleo. Lo que preocupa es el empleo. Toda política social comienza por el empleo. Crear empleo es la tarea más importante que va a abordar este Gobierno”, señaló Moreno, quien advirtió que Andalucía, como el resto de España, se enfrenta a una etapa “de desaceleración económica”.

A la primera jornada de la investidura asistieron alcaldes y concejales del PP de toda Andalucía, y también los que antes que Moreno intentaron llegar al palacio de San Telmo: Javier Arenas (que perdió ganando), Teófila Martínez y Gabino Puche. A ninguno de ellos dedicó una sola palabra de reconocimiento. Tal vez fuera un olvido de algún asesor que tampoco cayó en la cuenta de que todos los autores de las citas que hizo el futuro presidente durante su discurso están muertos.

https://elpais.com/politica/2019/01/15/actualidad/1547557360_394093.html?rel=mas

jueves, 17 de enero de 2019

La actualidad de China

Un mundo en crisis, una sociedad en gestación
 
Este es un libro distinto sobre China: un libro fascinante que surge de la experiencia de años de vivir en el país, de recorrerlo de punta a cabo, de hablar con las gentes más diversas, en un esfuerzo por ir “más allá del tópico y del prejuicio” que dominan en cuanto se escribe sobre él. Un libro que nos habla tanto de los rascacielos de Shanghai como de los jubilados que se reúnen para jugar con sus pájaros amaestrados, de las nuevas armas espaciales o de los problemas del Tíbet. Y también de las “fronteras”: las páginas que Poch-de-Feliu dedica a Vietnam, a Mongolia o a esa Corea del Norte que se niega a desmoronarse, como predicen los “entendidos” desde hace décadas, sorprenderán al lector desinformado por los medios de comunicación. Pero lo que al autor le interesa sobre todo que entendamos es “la actualidad de China”, la importancia que para nosotros tiene el alumbramiento de esta nueva sociedad, porque “todos los problemas de la crisis mundial están contenidos en ella” y nuestro propio porvenir está en juego en su futuro”.
Josep Fontana

miércoles, 16 de enero de 2019

Por qué conviene tener una economía mixta. Paul Kugman

La mente es algo terrible que perder, sobre todo si se trata de la mente del presidente de Estados Unidos. No obstante, creo que necesito tomarme un descanso de debatir ese tema.

Así que vamos a hablar sobre algo totalmente distinto y probablemente irrelevante para Trump.

Me han preguntado en varias entrevistas recientes si el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida y si es necesario cambiar a algo más. Nunca estoy seguro de qué piensan los entrevistadores cuando hacen esa pregunta y sospecho que ellos tampoco. No creo que estén hablando sobre planificación central o una economía centralizada, que todos consideran que está desacreditada. Tampoco he visto siquiera una propuesta inverosímil de un sistema descentralizado que no dependa de los incentivos económicos por precios y el interés propio: por ejemplo, una economía de mercado con propiedad privada, que muchos considerarían capitalismo.

Así que tal vez esté falto de imaginación, pero parece ser que las únicas opciones siguen siendo los mercados o un sistema de control público, tal vez con algo de descentralización, pero que aún sería más o menos aquello a lo que solíamos referirnos como socialismo. Y, pues, casi todos piensan que el socialismo está desacreditado o les ponen la etiqueta de socialista a cuestiones —como los programas de seguridad social— que no son a lo que solíamos referirnos cuando usábamos esa palabra.

No obstante, me he estado preguntando exactamente qué tan desacreditado está el socialismo. Es cierto, ahora nadie se imagina que lo que el mundo necesita es la segunda llegada del comité de planificación central soviética Gosplán, pero ¿acaso ya determinamos que los mercados son la mejor forma de hacerlo todo? ¿Realmente deberíamos hacerlo todo a través del sector privado? No lo creo.

De hecho, hay algunas áreas, como la educación, en las que es evidente que al sector público le va mejor en la mayoría de los casos, y otras, como los servicios médicos, en las que el argumento para recurrir a la empresa privada es muy débil. Esos dos sectores en conjunto son bastante grandes.

En otras palabras, aunque el comunismo fracasó, todavía hay un muy buen argumento a favor de una economía mixta en la cual la propiedad y el control público podrían ser un componente importante, si bien no mayoritario de la mezcla. Al hacer un cálculo muy general encuentro que, dado lo que sabemos sobre el desempeño económico, es posible imaginar una economía bastante eficiente que sea dos tercios capitalista y un tercio propiedad pública; es decir, algo que podríamos denominar más o menos algo socialista.

Llegué a la conclusión de ese reparto de dos tercios a partir de los datos del empleo en Estados Unidos. Lo que salta a la vista es que incluso ahora, con toda la privatización que ha tenido lugar, el gobierno estadounidense a varios niveles da empleo a aproximadamente el quince por ciento del las personas en el mercado laboral: casi la mitad en el sector educativo, otra gran parte en los servicios médicos y, por último, en una combinación de servicios y gestión públicos.

Si revisamos las cifras del empleo en el sector privado de Estados Unidos, encontramos que otro quince por ciento de la mano de obra se emplea en la educación, la salud y la asistencia social. Ahora, una gran parte de ese empleo se paga con fondos públicos; piénsenlo, por ejemplo, como los dólares del sistema Medicare (para cobertura a personas en situación de pobreza) que se gastan en hospitales privados. Casi todo el resto se paga a cuenta de aseguradoras privadas, que en Estados Unidos existen como lo hacen en la actualidad solo gracias a enormes subsidios y regulación.

No hay razón para pensar que el sector privado ejecuta esas actividades mejor que el público. Las aseguradoras privadas obviamente no proveen un servicio que no pueda proporcionar un seguro de salud nacional tal vez más barato. Los hospitales privados obviamente no son ni mejores ni más eficientes que los públicos. La educación privada es, de hecho, una zona de desastre.

Así que es posible imaginar una economía en la que gran parte de la educación, la salud y la asistencia social en general, que actualmente está en el sector privado, se vuelva pública y en la que la mayoría de la gente esté casi tan bien como está ahora.

Existen otras actividades privadas que bien podrían ser públicas. Los servicios como la electricidad se regulan fuertemente y, en algunos casos, ya son propiedad pública.

En general, otras áreas como el comercio minorista o la manufactura no parecen adecuadas para el sector público, pero hasta en esas industrias podemos ver algunos ejemplos. La senadora estadounidense Elizabeth Warren ha sugerido que haya fabricación pública de los medicamentos genéricos y no es una mala idea.

Si sumamos todo esto, es posible ver una economía que funciona bien con, digamos, una tercera parte de propiedad pública.

Ahora, esto no satisfaría a la gente que odia el capitalismo. De hecho, ni siquiera estaría a la altura del viejo lema sobre el gobierno que controla las “alturas dominantes” de la economía. Esto sería más como si el gobierno tuviera la caldera encendida en el sótano. Además, me parece que no hay ninguna posibilidad de que esto ocurra durante mi vida laboral.

Pero pienso que vale la pena tratar de pensar un poco más allá de nuestro actual paradigma, que establece que todo aquello que podríamos llamar socialista ha sido un fracaso total. Quizá no ha fracasado tanto, ¿no? Paul Krugman en NYT

https://www.nytimes.com/es/2018/12/26/paul-krugman-economia-privatizacion/?emc=edit_bn_20190103&fbclid=IwAR2FPm3E9Z20X_hEmsJVCaXzi4JnjSzcA22WozNre5QjAPEFVJz_WZZSy9M&nl=boletin&nlid=81903942emc%3Dedit_bn_20190103&smid=fb-espanol&smtyp=cur&te=1

Rosa Luxemburgo & Feminismo marxista. Vida y muerte de Rosa Luxemburgo: A cien años del asesinato de la revolucionaria alemana

Alexander Gorski
https://desinformemonos.org

Hace 100 años del asesinato fascista de la feminista y marxista Rosa Luxemburgo.

De vez en cuando hay destinos personales en los cuales se refleja la esencia de toda una época. En esas ocasiones, el caso individual parece ser la ilustración de procesos históricos, la dramatización de rupturas sociales y la síntesis de desarrollos complejos. El asesinato de Rosa Luxemburgo es uno de esos casos.

Hace cien años, el 15 de enero de 1919, la figura legendaria de la izquierda alemana fue asesinada junto con su camarada Karl Liebknecht a sangre fría por paramilitares derechistas, después del fracaso del levantamiento espartaquista, una insurgencia popular en Berlín que tenía el objetivo de defender los logros de la Revolución de Noviembre de 1918. Pero vayamos por orden. No se puede entender el significado de la muerte violenta de Rosa Luxemburgo para la historia alemana sin recapitular la biografía de la teórica marxista y sus circunstancias dramáticas.

Nacida el 5 de marzo de 1871 en una familia judía en Polonia, Luxemburgo comenzó su proceso de politización en la escuela y participó en grupos de estudios alternativos, donde conoció la obra de Carlos Marx por primera vez. En 1889 fue a Zúrich (Suiza), donde estudió una carrera multidisciplinaria y se graduó con una tesis doctoral sobre el desarrollo industrial de Polonia en 1897. Durante esos años Rosa fue una parte activa de la comunidad de migrantes radicales, que se juntó en Zúrich para preparar los derrocamientos de sus respectivos gobiernos. Atraída por el partido socialista más fuerte del continente, se fue a vivir a Alemania, donde fue activa en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y se oponía en contra de las emergentes tendencias reformistas y nacionalistas dentro del partido proletario más grande de Europa.

Por su habilidad discursiva y sus publicaciones polémicas se hizo conocida muy rápidamente y se convirtió en uno de los personajes más importantes de la tendencia revolucionaria del SPD. Fue sentenciada a cárcel en varias ocasiones por insultar al emperador Guillermo II de Alemania y por promover posiciones antimilitaristas en sus artículos. Diferente a la mayoría, Rosa veía claramente el peligro de una gran guerra entre los diferentes poderes imperialistas. En septiembre de 1913 habló en Frankfurt en una manifestación que se oponía a las preparaciones para la guerra y dijo frente a la multitud de cientos de miles de personas: “Si nos quieren obligar a disparar en contra de nuestros hermanos extranjeros, hay que decir: No, no lo vamos a hacer!” Por ese llamado a la desobediencia fue condenada a 14 meses de encarcelamiento en febrero de 1914. A finales de julio empezó la Primera Guerra Mundial, la cual tardaría más de cuatro años y costaría 17 millones de vidas y la devastación de todo un continente.

La fracción parlamentaria del SPD votó casi en su totalidad a favor de los créditos necesarios para financiar la guerra. Debido a su posición firme en contra de la guerra, Rosa Luxemburgo pasó casi todo el período bélico en la cárcel en Berlín. No obstante, intervenía regularmente en los debates públicos a través de artículos, en los cuales por ejemplo analizó los desarrollos revolucionarios en Rusia durante el año 1917. Veía la insurrección popular del proletariado ruso en contra del zar con mucha esperanza, aunque también era una de las primeras voces en criticar los conceptos vanguardistas de Lenin. Para ella el camino hacia la revolución radicaba en la organización democrática de las masas, la autogestión obrera de los medios de producción y en las huelgas políticas.

En 1918 el disgusto de las masas alemanas sobre la guerra resultó en un levantamiento popular, hoy conocido como La Revolución de Noviembre, la cual logró la destitución del emperador Guillermo II. Pero dentro del movimiento revolucionario había una división interna. Por un lado, el SPD se apartó de una ruptura radical con el sistema capitalista y optó por la instalación de una democracia liberal-burguesa. Por otro lado, existían fuerzas anticapitalistas que querían aprovechar el momento histórico para establecer un sistema comunista consejista, que se basaría en los comités de base que habían surgido a lo largo del año 1918.

El primer día del 1919, esas fuerzas radicales fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD). Mientras el SPD quería consolidar su nuevo poder y entró en alianza con fuerzas derechistas, sobre todo con grupos paramilitares, que estaban compuestos mayoritariamente por soldados derechistas. En la segunda semana de enero, en un acto de desesperación, las fuerzas radicales intentaron rebelarse en contra del abuso a sus esfuerzos revolucionarios. Rosa Luxemburgo era escéptica sobre las posibilidades de derribar al gobierno socialdemócrata de transición de esa manera. Tenía razón. El SPD y sus aliados paramilitares suprimieron brutalmente la insurgencia conocida como Levantamiento Espartaquista.

El 15 de enero Rosa Luxemburgo fue detenida, torturada y luego asesinada por miembros de un grupo paramilitar. Su cuerpo fue tirado en un canal de Berlín y no fue encontrado hasta el 31 de marzo. En este momento la revolución ya había sido sofocada. Por lo tanto se puede decir que el asesinato de Rosa Luxemburgo marcó el final de un ciclo de insurgencias en Alemania, que llevó en si la esperanza de un cambio profundo en el país más poderoso de Europa.

Además, su asesinato por un grupo paramilitar en alianza con el SPD significó la traición de la socialdemocracia alemana que empezó con su aprobación de la Primera Guerra Mundial. El SPD nunca sería de nuevo una fuerza progresista, incluso hoy en día. Esa división de la izquierda alemana también explica porqué uno de los movimientos obreros más grandes en la historia mundial no fue capaz de frenar al fascismo que tomó el poder 14 años después de la muerte de Rosa Luxemburgo. Con la muerte de Rosa Luxemburgo se enterró la esperanza de un camino diferente para Alemania y Europa.

Los años 1918/19 parecen lejos hoy en día, cuando la clase trabajadora europea muestra una clara tendencia a la derecha. Aún así, el legado de la vida y muerte de Rosa Luxemburgo lleva en sí una multitud de lecciones y esperanzas. Como ella lo escribió unos días antes de su muerte:

“¡El orden reina en Berlín!, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!“


Imagen de Rosa Luxemburgo

Fuente: https://desinformemonos.org/vida-muerte-rosa-luxemburgo-cien-anos-del-asesinato-la-revolucionaria-alemana/

martes, 15 de enero de 2019

_- ESPAÑA EN MARCHA de Gabriel CELAYA


_- " Nosotros somos quien somos.
¡ Basta de historia y de cuentos!
¡ Allá los muertos! Que entierren como Dios
manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que
atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón
no resuelto.

¡ A la calle!, Que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos
algo nuevo”.

Nos sobran los Motivos

lunes, 14 de enero de 2019

Rosa Luxemburgo: mujer, marxista, pacifista. cien años de su asesinato.

Antimilitarista, defensora de la democracia en el seno de la revolución, está considerada como la dirigente marxista más importante de la historia. Se cumple un siglo de su asesinato, pero su vasta producción teórica sigue viva

Carteles de Rosa Luxemburgo y Lenin en una manifestación en Berlín contra la guerra de Vietnam, el 18 de febrero de 1968.

En el hotel Eden de Berlín, el soldado Runge le destroza el cráneo y la cara a culatazos; otro militar, también al servicio del capitán Pabst, la remata de un tiro en la nuca. Atan su cadáver a unos sacos con piedras para que pese y no flote, y es arrojado a uno de los canales del río Spree, cerca del puente Cornelio. No aparecerá hasta dos semanas después. El Gobierno del socialdemócrata Friedrich Ebert acababa así con la vida de Rosa Luxemburgo (RL), la más importante dirigente marxista de la historia, antigua militante del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la líder más significativa de la Liga Espartaquista y fundadora del Partido Comunista de Alemania.

Unos minutos antes, los mismos personajes habían asesinado al principal compañero de RL en su larga marcha. Karl Liebknecht, el único parlamentario que en primera instancia (año 1914) votó en el Reichstag (Parlamento) en contra de los créditos de guerra para financiar la presencia de Alemania en la Primera Guerra Mundial, iba a ser trasladado a la cárcel desde el mismo hotel, pero antes de abandonar el local donde había sido interrogado le dan dos culatazos que lo dejan aturdido y se desmaya; arrastrado hasta un automóvil, es trasladado al Tiergarten, el gran parque berlinés, donde es rematado a sangre fría con disparos de pistola y abandonado en el suelo hasta que alguien lo encuentra. “Intento de fuga”, dirá la nota oficial; la de Luxemburgo rezará: “Linchada por las masas”.

Era la noche del 15 de enero de 1919. Este martes se cumplirá el centenario de la detención y asesinato de los principales líderes de la Liga Espartaquista e iconos históricos de la revolución alemana de 1918-1919, que estalla inmediatamente después de que el Ejército germano fuese derrotado y humillado en la Gran Guerra. RL había pasado los cuatro años largos de la guerra en prisión, después de que en un mitin, en Fráncfort, hubiera pedido a los soldados, con su arrolladora oratoria, que se negasen a combatir, hermanos contra hermanos, y a los trabajadores de su país, que iniciasen una huelga general que se debía contagiar a los trabajadores de los otros países en el bando contrario, para que todos confluyesen bajo la misma bandera más allá de las patrias. Sale de la cárcel a principios de noviembre de 1918 y se une a la oleada revolucionaria que inunda las calles de las principales ciudades y, sobre todo, de Berlín. Dos años antes, en otro mitin, el 1 de mayo de 1916, en medio de la conflagración, Liebknecht finaliza su arenga al grito de “¡Abajo la guerra, abajo el Gobierno!”. También es detenido y pasa en prisión dos años y medio. Sale el 23 de octubre de 1918.

A partir de ese momento, a los dos dirigentes espartaquistas les quedaban apenas dos meses de vida, y dedican sus fuerzas a publicar un periódico (La Bandera Roja) y a fundar el Partido Comunista de Alemania (KPD). Se convierten en objeto del desprecio y del odio de sus antiguos compañeros de la socialdemocracia, que gobernaban en Alemania desde unas semanas antes. Odio mortal. El historiador Sebastian Haffner (La revolución alemana de 1918-1919; Historia Iné­dita) escribe que el asesinato de RL y de Liebknecht se planeó, como tarde, a principios de diciembre de 1918 y se ejecutó de forma sistemática. Aparecieron carteles en los postes de las calles que decían: “¡Obreros, ciudadanos! ¡A la patria se le acerca el final! ¡Salvadla! Se encuentra amenazada y no desde fuera, sino desde el interior, por la Liga Espartaquista. ¡Matad a sus líderes! ¡Matad a Liebknecht! ¡Entonces tendréis paz, trabajo y pan!”. Firmado: “Los soldados del frente”. A pesar de las generalizadas amenazas, ninguno de los dos abandonó Berlín ni llevaba guardaespaldas; simplemente cambiaban de domicilio.

¿Quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato? El protagonista material fue el capitán Pabst (quien décadas más tarde, en 1962, protegido por la prescripción del delito, habló abiertamente de lo sucedido) y su escuadrón de la muerte, pero —según el historiador Haffner— no actuaron como simples ejecutores que obedecían con indiferencia una orden, sino como autores voluntarios y convencidos de lo que hacían. La prensa burguesa y socialdemócrata difundió sin pudor sucesivas incitaciones al asesinato, mientras que los responsables socialdemócratas —Ebert, Noske, Scheidemann…— miraban hacia otro lado y permanecían callados.

Cuando RL y ­Liebknecht salen de la cárcel, los frentes alemanes de la guerra se van desmoronando y se extiende la desmoralización en las trincheras. El káiser Guillermo II se refugia en Holanda. El mismo día en que RL es liberada, el socialdemócrata Scheidemann proclama la república alemana desde un balcón del Reichstag. Ebert ocupa la presidencia, forma un Consejo de Ministros socialdemócratas moderados y pide al pueblo que abandone las calles y vuelva a la normalidad. El ala mayoritaria del SPD quería la república y las libertades, mientras que los espartaquistas pretendían la revolución proletaria, como indican las proclamas: “Ha pasado la hora de los manifiestos varios, de las resoluciones platónicas y las palabras tonantes. Para la Internacional ha sonado la hora de la acción”. Ambas facciones, reformistas y revolucionarios, lucharán encarnizadamente en las calles de Berlín, a veces edificio por edificio. El Gobierno de Ebert confía la represión de los insurrectos al socialdemócrata moderado Noske, que organiza una fuerza militar en la que permite la integración de los oficiales del antiguo Ejército monárquico. El 13 de enero había sido sofocada la insurrección espartaquista. Dos días después, acaban violentamente con la vida de sus principales líderes.

Retrato de Rosa Luxemburgo. ROSA LUXEMBURG STIFTUNG

RL no llegó a cumplir los 50 años. Nacida en la Polonia rusa en el año 1871 en el seno de una familia judía, pronto se dio cuenta de que la lucha por su ideario marxista sería muy reducida si se quedaba en su país y que para tener influencia debía traspasar la frontera de Alemania, donde existía el Partido Socialdemócrata (SPD) más fuerte del mundo. Para ser ciudadana alemana legal, firmó un matrimonio de conveniencia con un socialista alemán, lo que le dio derecho a la nacionalidad de ese país. A partir de ese momento, Alemania fue su principal campo de acción. En el seno de la socialdemocracia y de la Segunda Internacional, aunó teoría (multitud de artículos y libros muy importantes) y praxis (intervención en congresos, debates con muchos de los popes del marxismo —su amigo Franz Mehring la definió como “la mejor cabeza después de Marx”—, clases en la escuela de formación del partido…). En cambio, no tenía dotes organizativas. Su presencia física era una mezcla de fuerza y de ternura, de decisión y de prudencia, dicen sus biógrafos. Un dirigente judío la describe del siguiente modo: “Rosa era pequeña, con una cabeza grande y rasgos típicamente judíos, con una gran nariz, un andar difícil, a veces irregular debido a una ligera cojera. La primera impresión era poco favorable, pero bastaba pasar un momento con ella para comprobar qué vida y qué energía había en esa mujer, qué gran inteligencia poseía, cuál era su nivel intelectual”.

De su vasta producción teórica destacan los temas que forman parte de su legado y que constituyen lo que, una vez muerta Rosa, se denominó “luxemburguismo”, una escuela marxista de características propias: su pacifismo, su lucha contra el revisionismo y la defensa de la democracia en el seno de la revolución. Sus posiciones, a veces intransigentes, le hicieron polemizar con las figuras más relevantes del socialismo marxista, como Lenin, Trotski, Bernstein, Kautsky…

Reivindicándose del mejor marxismo (aunque también polemizó con algunas de las ideas del Marx economista en el libro La acumulación de capital), argumentó en favor del internacionalismo como forma de pensar y de vivir. El Manifiesto comunista terminaba con la célebre fórmula de “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, y RL y Liebknecht la hicieron suya relacionándola con la Gran Guerra. Los partidos socialdemócratas habían defendido tradicionalmente que en caso de conflicto bélico entre potencias capitalistas, los trabajadores se negarían a combatir y llamarían a la huelga general (la “huelga de masas” en la terminología luxemburguista). Pero en el momento decisivo, el SPD, el partido más grande y más influyente de la Segunda Internacional (más de un millón de afiliados), votó a favor de los empréstitos de guerra, y el resto de los partidos socialistas siguió sus pasos. Cada uno de ellos se puso detrás de sus Gobiernos. Prevaleció la patria sobre la clase social.

Ya a principios del siglo XX, en un congreso de la Internacional en París, RL presentó una ponencia de convicciones profundamente antimilitaristas, las que mantendría hasta el final de sus días. En ella se defendía que los ataques armados entre potencias imperialistas devendrían en formidables coyunturas revolucionarias. Diecisiete años después, la revolución bolchevique fue un testimonio irrefutable de esta tesis. RL recomendaba no solo una crítica abierta al imperialismo, sino que se preparase a las masas con vistas a aprovechar las crisis internacionales y las eventuales crisis nacionales generadas por aquellas para asaltar el poder. Consideraba imprescindible intensificar la acción de todos los partidos socialistas contra el militarismo.

Siete años después, en otro congreso de la Internacional, RL presenta una enmienda firmada conjuntamente con Lenin y Mártov (que luego sería el líder menchevique) que sostiene que, si existe la amenaza de que la guerra estalle, es obligación de la clase trabajadora y de los representantes parlamentarios, con la ayuda de la Internacional como poder coordinador, hacer todos los esfuerzos por evitar los enfrentamientos violentos; en el caso de que a pesar de ello se multiplicase el conflicto armado, era su obligación intervenir a fin de ponerle fin enseguida y aprovechar la crisis creada por la guerra para agitar los estratos más profundos del pueblo para “precipitar la caída de la dominación capitalista”. Estas palabras suponían una llamada a la insurrección, que fue lo que hicieron los espartaquistas en 1919, con la participación de RL.

Esa Rosa Luxemburgo, asesinada por los soldados prusianos, más que posiblemente con la complicidad activa o pasiva de sus antiguos compañeros socialdemócratas, fue despedida en su entierro por su amiga Clara Zetkin (otra espartaquista) con las siguientes palabras: “En Rosa Luxemburgo, la idea socialista fue una pasión dominante y poderosa del corazón y del cerebro; una pasión verdaderamente creativa que ardía incesantemente. (…) Rosa fue la afilada espada, la llama viviente de la revolución”.

LENIN, STALIN Y LOS MARXISMOS
J. E. El núcleo de aliados políticos de Rosa Luxemburgo fue siempre muy pequeño. Todo lo contrario que el de sus adversarios, entre los que se encontraron muchos de los dirigentes del ala derecha de la socialdemocracia y los sindicalistas burocratizados, a los que atacó sin piedad. Pero ambos núcleos fueron blancos móviles: dependían de los momentos y de los temas. Lenin, Trotski, Kautsky, Jaurès, etcétera, fueron algunos de los marxistas legendarios que compartieron y disintieron del ideario y la práctica política de la alemana. Un ejemplo de ello fue la relación con Lenin, el líder soviético; ambos se admiraron y pactaron, pero también se criticaron.

En 1918, apenas unos meses después del triunfo de la revolución bolchevique, RL publica un folleto titulado La revolución rusa que reivindica los acontecimientos de Leningrado y Moscú, pero que critica algunos aspectos que pueden torcer su futuro, sobre todo los relacionados con el terror revolucionario (que protagonizaría en buena parte un amigo polaco de RL, que dirigiría la Cheka y la sede de la Lubianka, el sangriento Félix Dzerzhinski) y la supresión de la democracia.

En el folleto citado, RL escribe que sólo la libertad de los que apoyan al Gobierno, sólo la libertad para los miembros de un partido, “no es libertad en absoluto. La libertad es siempre libertad para el que piensa de manera diferente”. Creía que el socialismo sólo puede ser resultado del desarrollo de la sociedad que lo construye, y para ello se requiere la más amplia libertad entre el pueblo (lo que no quiere decir que no sea necesario el control político). Si se sofoca la vida política, la parálisis acabará afectando a la vida de los sóviets; sin elecciones generales, sin libertad de prensa y de reunión, sin la libre confrontación de las opiniones, la vida de cualquier institución política perecerá, se convertirá en una vida aparente en la que la burocracia será el único elemento vivo.

En su libro sobre la revolución rusa, la revolucionaria RL acierta premonitoriamente con lo que iba a suceder en la Unión Soviética, sobre todo a partir del momento en que se inicia el futuro estalinista. Algunas decenas de dirigentes del Partido, animados por una energía inagotable y por un idealismo sin límites, dirigirán y gobernarán; el poder real se encontrará en manos de unos pocos de ellos, dotados de una inteligencia singular. La aristocracia obrera será invitada de cuando en cuando a asistir a las reuniones para aplaudir los discursos de los dirigentes y votar por unanimidad las resoluciones propuestas; en el fondo será un gobierno de camarillas, una dictadura en verdad, pero no la dictadura del proletariado, sino una dictadura de un puñado de políticos. En muchos casos la realidad superó a los pronósticos luxemburguistas.

A pesar de este severo cuestionamiento, reivindica el papel histórico del partido de Lenin, siempre en contraposición con sus camaradas alemanes: “Por eso los bolcheviques representaron todo el honor y la capacidad revolucionaria de la que carecía la socialdemocracia occidental. Su insurrección de octubre no sólo salvó la revolución rusa; también salvó el honor del socialismo internacional”.

Con esta idea de la democracia se explica que Stalin no subiese nunca a Rosa Luxemburgo al altar de la iconografía máxima del socialismo. Fue una heterodoxa hasta el final de su vida.

domingo, 13 de enero de 2019

Manuel Sacristán Luzón (1925-1985), 33 años después ¿Necesitamos un Sacristán esencial?




Para los lectores y estudiosos de la obra del traductor de El capital. Para seguir tejiendo entre todos y todas sus finalidades de equidad y fraternidad.

Para Antonio Rosa, cuyo generoso trabajo, siendo entonces estudiante de bachillerato, fue absolutamente imprescindible para que Acerca de Manuel Sacristán viera la luz

Aprender filosofía es sobre todo aprender a filosofar y enseñarla enseñar a filosofar. (Manuel Sacristán, 1959)

No se entiende el mundo sin Marx. (Clara Ramas San Miguel, 2018)

Temprano, muy temprano, levantó la muerte el vuelo aquella calurosa mañana [1]. En un día como hoy -27 de agosto- de hace 33 años fallecía Manuel Sacristán, un maestro, un verdadero maestro de varias generaciones de universitarios y ciudadanos-trabajadores. Durante esos días de agosto se vio en varias ocasiones, en la casa familiar de Diagonal, con uno de sus grandes amigos: Eduard Rodríguez Farré. Su pasión compartida por la ciencia, el rigor, la lucha antinuclear y la República les unía.

Tres días antes que nos dejara, había escrito la que probablemente fue su última carta. Está dirigida al entonces preso -en la cárcel de Soria- Félix Novales Gorbea. Conviene recordarla. Es una magnífica ilustración de su enorme capacidad analítica, de su humanismo comunista, de sus opciones y gustos filosóficos, de su pulsión autocrítica (central desde 1968, desde la invasión de Praga por las tropas del Pacto de Varsovia), de su indignación ininterrumpida ante todo tipo de injusticias y de su realismo político esperancista, siempre alejado de entreguismos, claudicaciones y de fáciles y alocadas ensoñaciones. Decía así:

Apreciado amigo,
Me parece que, a pesar de las diferencias, ninguna historia de errores, irrealismos y sectarismos es excepcional en la izquierda española. El que esté libre de todas esas cosas, que tire la primera piedra. Estoy seguro de que no habrá pedrea.

Si tú eres un extraño producto de los 70, otros lo somos de los 40 y te puedo asegurar que no fuimos mucho más realistas. Pero sin que con eso quiera justificar la falta de sentido de la realidad, creo que de las dos cosas tristes con las que empiezas tu carta -la falta de realismo de los unos y el enlodado de los otros- es más triste la segunda que la primera. Y tiene menos arreglo: porque se puede conseguir comprensión de la realidad sin necesidad de demasiados esfuerzos ni cambiar de pensamiento; pero me parece difícil que el que aprende a disfrutar revolcándose en el lodo tenga un renacer posible. Una cosa es la realidad y otra la mierda, que es sólo una parte de la realidad, compuesta, precisamente, por los que aceptan la realidad moralmente, no sólo intelectualmente [el énfasis es mío] (Por cierto, que, a propósito de eso, no me parece afortunada tu frase "reconciliarse con la realidad": yo creo que basta con reconocerla: no hay por qué reconciliarse con tres millones de parados aquí y ocho millones de hambrientos en en Sahel, por ejemplo. Pero yo sé que no piensas que haya que reconciliarse con eso).

Sobre la cuestión del estudio de la historia, tema de otra carta de Félix Novales, Sacristán le comentaba lo que ya le había señalado.

A principios de septiembre podré hablar con [Josep] Fontana, que estará aquí, y comentaremos el asunto. No tienes que temer en absoluto que, porque esté preso, no te vaya a decir lo que piensa. Fontana es un viejo militante, ahora sin partido, como están los partidarios de izquierda con los que él tuvo y tiene trato, pero no se despistará al respecto.

Tu mención del problema bibliográfico en la cárcel me sugiere un modo de elemental solidaridad fácil: te podemos mandar libros, revistas o fotocopias (por correo aparte) algún número de la revista [mientras tanto] que saca el colectivo en que yo estoy. Pero es muy posible que otras cosas te interesen más: dilo.

Por último, si pasas a trabajar en filosofía, ahí te puedo ser útil, porque es mi campo (propiamente, filosofía de la ciencia, y lógica, que tal vez no sea lo que te interese. Pero, en fin, de algo puede servir).

Con amistad, Manuel Sacristán

El autor de El orden y el tiempo, sabido es, no aceptó hasta el final de sus días esa parte de la realidad compuesta por los que se reconcilian, con réditos sustantivos en muchos casos y ascensos muy bien remunerados, con el mundo, grande y terrible dirá Gramsci (uno de sus mayores referentes político-filosóficos y vitales [2]), de la injusticia, la explotación y la opresión.

Por ello, y por mil razones más, no ha habitado nuestro olvido en su obra. Desde luego que no.

Para muchos historiadores y pensadores, también para mí, el traductor de Quine, Platón, Marcuse y Lukács, ha sido uno de los grandes filósofos españoles y europeos de la segunda mitad del siglo XX y, probablemente, el filósofo comunista español con mayor y más profundo conocimiento de la obra de los clásicos de la que fuera su tradición principal, no única (también de pensadores heterodoxos de diversas tendencias marxistas), una tradición que él cultivó siempre, desde su regreso del Instituto de Lógica y Fundamentos de la Ciencia de Münster en Westfalia y desde los inicios de su militancia clandestina en las filas -entonces muy poco pobladas y duramente perseguidas por el fascismo- del PCE-PSUC, de forma muy singular, siempre rigurosa, muy informada, penetrante y fructífera. A su marxismo se le notó siempre sus saberes y afición por la lógica matemática y la filosofía e historia de la ciencia (Carnap, Quine, Taton, Bunge).

Se han publicado varias obras suyas después de su fallecimiento. Juan-Ramón Capella editó en 1987 (reeditada en 2009 por Icaria-Público) una amplia antología de sus últimos escritos: Pacifismo, ecologismo y política alternativa. Su hija, Vera Sacristán, publicó en 1995 Lógica elemental, con prólogo de Jesús Mosterín, amigo suyo, su segundo libro de lógica (el título puede generar alguna confusión, "elemental" es en este caso un término técnico: Sacristán desarrolla en esta obra, fundamentalmente, la lógica proposicional y la lógica cuantificacional de primer orden, ambas forman lo que lógicos llaman "la lógica elemental"). Pere de la Fuente coeditó en Destino, en 1996, con la ayuda esencial de Antonio Rosa (entonces un joven estudiante de bachillerato del Instituto Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet, Barcelona), un libro que tuvo cierto recorrido y que contiene en su primera parte la mayor parte de las entrevistas que se le hicieron al autor de "Panfletos y Materiales": Acerca de Manuel Sacristán (Francisco Fernández Buey coeditó años después ese conjunto de entrevistas en un libro editado por los Libros de la Catarata que contiene un prólogo deslumbrante, en mi opinión, de su exclusiva autoría). Albert Domingo Curto, también un profundo conocedor de su obra, ha escrito numerosos artículos y comunicaciones sobre ella, ha editado, presentado y anotado dos libros suyos: El orden y el tiempo, su presentación interrumpida (en el momento de la detención de Gramsci) a su muy influyente Antología de Gramsci editada por Siglo XXI (recientemente reeditada por Akal) y Lecciones de filosofía moderna y contemporánea, un denso (y tal vez poco difundido y conocido) ensayo filosófico que recoge, excelentemente anotados, 18 escritos sacristanianos de épocas diversas. Desde la voz "Libertad" de 1951 hasta "Karl Marx como sociólogo de la ciencia", un extenso trabajo que escribió durante su estancia en la UNAM durante el curso 1982-83 [3].

La editorial de El Viejo Topo por su parte, ha publicado cinco libros suyos más, con prólogos y epílogos de estudiosos de su obra (Riechmann, Tello, Barceló, Carpintero, Monereo, Candel, Ovejero, Monleón Pradas): M.A.R.X, Escritos sobre El capital y textos afines, Seis conferencias, Sobre dialéctica y Sobre Gerónimo. Está pendiente de publicación (se ha anunciado para este próximo otoño, lo coedita Jordi Mir Garcia) un nuevo libro con textos de suyos y de Paco Fernández Buey: Sobre movimientos sociales alternativos.

Sus discípulos y amigos más cercanos nos ha dejado aproximaciones imprescindibles para conocer su obra y su vida. Juan-Ramón Capella, por ejemplo, aparte de artículos y bibliografías esenciales, publicó una biografía política en Trotta en 2005; Francisco Fernández Buey no cesó de escribir sobre él y su obra (la editorial del Viejo Topo publicó una amplia antología de esos escritos: Sobre Manuel Sacristán, con un documental -”Filosofando desde abajo”-, interesante donde los haya, realizado por Xavier Juncosa ). Lo mismo puede decirse de Antoni Domènech, Joaquim Sempere, Félix Ovejero, Miguel Candel, Víctor Ríos, Francesc X. Pardo, Fernando G. Jaén, Jacobo Muñoz, Alfons Barceló, Enric Tello, Pilar Fibla, Rafael Grasa, María Rosa Borràs, M.E. Aubet, Ernest García, Manolo Monereo, Joaquín Miras, Joan Tafalla... Me dejo nombres.

También han escrito en torno a él y aquellos duros años cuarenta y cincuenta del pasado siglo amigos suyos de juventud como, entre muchos otros, Esteban Pinilla de las Heras (y su imprescindible En menos de libertad), Josep Maria Castellet, Josep Fontana, Francesc Vicens, Francesc Vallverdú y, especialmente, Juan Carlos García Borrón (sería interesantísimo conocer la correspondencia entre ambos durante la estancia de Sacristán en el Instituto de Lógica de Münster). Igualmente, con resultado diverso en mi opinión, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Arnau Puig y Joan Ferrater.

Tampoco sería justo olvidar los trabajos y notas de -doy sólo algunos nombres- Jordi Torrent Bestit, José María Valverde, Manuel Monleón Pradas, Óscar Carpintero, Montserrat Galcerán (fue compañera suya en la UB), Gabriel Vargas Lozano (uno de sus entrevistadores para Dialéctica), Francisco Vázquez, Vicente Romano (compañero suyo en Münster y en el PCE), Josep M. Fradera, Fernando Broncano, Álvaro Ceballos, Carlos Piera (que le ha dedicado algún poema), Joan Martínez Alier, José María Ripalda, Javier Muguerza, Manuel Cruz, Adolfo Sánchez Vázquez, Manuel Vázquez Montalbán, Albert Corominas, Xavier Folch, César Rendueles, Ignacio Perrotini, Joan Pallisé, Pedro Ribas, Jaume Botey, Rosa Regàs, Castilla del Pino, Christian M. Martín Rubio, Laureano Bonet, Emilio Lledó o Rosa Rossi. Constantino Bértolo, en la presentación -"El misterio de Marx"- de su amplia y erudita antología de la obra de Marx -Llamando a las puertas de la revolución-, da cuenta de la decisiva importancia que Sacristán ha tenido en el conocimiento de la obra de Marx en nuestro país.

La obra del ecologista, poeta, traductor, activista y profesor Jorge Riechmann, que le ha dedicado también más de un poema, está llena de artículos, referencias y aproximaciones a la obra de Sacristán, alguien que para él, lo ha dicho en reiteradas ocasiones, ha sido también uno de sus grandes maestros al lado de René Char y John Berger (y añado yo en este caso: Paco Fernández Buey).

Por su parte, Luis Vega Reñón, Paula Olmos y Jesús Mosterín han escrito páginas decisivas sobre su obra lógica y epistemológica. Algunos de estos materiales están recogidos en Donde no habita el olvido, Editorial Montesinos, 2005, un libro coeditado entre otros por Pere de la Fuente, Manel Pau y Albert Domingo.

No han sido tan sólo discípulos, amigos de juventud, compañeros o colegas filósofos. Sin poder citar todos los nombres, presento un breve resumen (se me disculparán las ausencias).

El profesor y activista Miguel Manzanera realizó un descomunal trabajo de documentación (que nunca será suficientemente reconocido) en los archivos del PCE, del PSUC y de Francesc Vicens para su tesis doctoral, dirigida por José María Ripalda (otro de los grandes conocedores de su obra), hallando numerosos textos inéditos de la militancia clandestina del que fuera miembro del comité central del PCE. La huella de Sacristán puede verse también en otros ensayos suyos. Por ejemplo, Atravesando el desierto. Balance y perspectivas del marxismo en el siglo XXI.

Casi lo mismo puede decirse de Giaime Pala en su investigación sobre la historia del PSUC en los años sesenta, una tesis doctoral dirigida por Francisco Fernández Buey. Su reciente libro, Cultura clandestina. Los intelectuales del PSUC bajo el franquismo (Comares, Granada, 2016) es una clara muestra de su profundo conocimiento de la obra del editor de las OME.

Gregorio Morán habló también de algunos de los trabajos de Sacristán en su reconocido, influyente y extenso ensayo: Miseria y grandeza del PCE (1939-1985), reeditado por Akal con notas complementarias (y valientemente autocríticas en lo que respecta a algunas afirmaciones suyas sobre el que fuera miembro del comité ejecutivo del PSUC) con el título Miseria, grandeza y agonía del PCE.

De hecho, ya en abril de 1985, Jorge Vital de Brito Moreira (su interés y conocimiento de la obra de Sacristán ha permanecido y se ha incrementado a lo largo de estos años) escribió una tesis dirigida por el profesor Severo de Salles, la primera hasta entonces, para la obtención del grado de maestría en Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM centrada en la obra de Sacristán en su primera parte: "Ciencia, concepción del mundo y programa en el marxismo".

Dos nuevas tesis, estas más recientes, se han vuelto a ocupar de la obra del traductor del Anti-Dühring desde diferentes perspectivas. La tesis del doctor José Sarrión (que ha sido publicada posteriormente en libro: Dykinson, Madrid, 2017) versa sobre la noción de ciencia en Sacristán y fue dirigida por Francisco José Martínez, autor del epílogo del ensayo. La tesis de la doctora María Francisca Fernández Cáceres, que también merece ser publicada, dirigida por otro gran estudioso de la obra del autor de "Panfletos y Materiales", José Luis Moreno Pestaña (véase entre otras aproximaciones: La normade la filosofía. La configuración del patrón filosófico español tras la guerra civil), tiene por título: "El patrimonio intelectual español. Un acercamiento desde la figura de Manuel Sacristán Luzón".

El filósofo de derecho, actual profesor de la UNAM, Pau Luque, también escribió años atrás sobre la obra de Sacristán y su concepto de la filosofía y el filosofar en un trabajo de investigación dirigido por Francisco Fernández Buey.

Filósofos más jóvenes -es muy importante que no haya saltos generacionales sin continuidades y transmisiones- han estudiado, pensado y escrito sobre él. La lista es extensa. Pueden verse sus nombres y algunas de sus aportaciones en un interesante libro editado por Jacobo Muñoz y Francisco José Martínez en 2017 con el título (que habría encantado al filósofo estudiado y homenajeado) Manuel Sacristán. Razón y emancipación.

Es prácticamente imposible encontrar un filósofo o intelectual español informado, marxista o no, que no cite la obra de Sacristán, también su praxis y su ejemplo, con reconocimiento y admiración. Existen excepciones: Francesc-Marc Álvaro y Josep Termes por ejemplo. Significativas.

Es justo destacar también su inconmensurable tarea socrático-traductora, en el buen decir de Joaquim Sempere: ¡más de 30.000 páginas traducidas! Del alemán (cinco mil de ellas de obras de György Lukács, a pesar de como él mismo dijo alguna vez no fue un filósofo lukácsiano), del griego clásico, del francés, del inglés, del italiano, del latín y del catalán (recordemos, por ejemplo, sus interesantes e influyentes trabajos sobre la obra de Joan Brossa y Raimon. El primero mereció elogios de Antoni Tàpies; el segundo de Ricard Salvat y del propio interesado).

Tres referencias complementarias son de cita obligada:

1. El imprescindible, inolvidable, casi imposible y más que meritorio trabajo del director Xavier Juncosa (y del profesor y ex alumno de Sacristán Joan Benach) que dio pie a "Integral Sacristán", ocho documentales sobre su vida y su obra (también sobre Giulia Adinolfi y sobre la estancia del autor en México en el curso 1982-1983).

2. La reciente traducción de Renzo Llorente, editor, presentador y anotador también, de una amplia e informada antología de los escritos marxistas de Sacristán al inglés para la editorial Brill: The Marxismo of Manuel Sacristán. From Comunism to the New Social Movements. Un trabajo sobresaliente en mi opinión.

3. No deben olvidarse tampoco las jornadas organizadas en la Universidad de Barcelona en 2005, en el 20º aniversario de su fallecimiento. Contaron con la presencia de muchas de las personas citadas. Víctor Ríos impartió la lección inaugural. Para todo aquello fue absolutamente imprescindible el trabajo, la entrega, la dedicación de Iñaki Vázquez Álvarez. El mismo fue coeditor de un “Viejo Topo” especial dedicado a Sacristán y de un libro que recoge las intervenciones de aquel encuentro: El legado de un maestro , un ensayo publicado por el Viejo Topo y la FIM, la Fundación de las Investigaciones marxistas, alma también de aquel homenaje

Más ejemplos podrían citarse; muchos más. Se disculparán por los olvidos. Forman parte de la cara A, la más destacada, la más importante, la más representativa de la situación.

Pero hay también una cara B que conviene comentar. En esta cara, menos positiva, destacaría un hecho singular: es muy difícil encontrar a día de hoy un libro de Sacristán (o incluso un ensayo sobre su obra) en las novedades o en el fondo de ninguna de las grandes (o menos grandes) librerías de las ciudades y pueblos españoles (y también de países latinoamericanos). Muy difícil por no decir imposible. Está también el hecho de que no se imparten muchos cursos sobre la obra del estudioso de Quine y Hermes en las facultades universitarias españolas (o hispanoamericanas o de cualquier otro país), en centros culturales alternativos, en escuela de verano o en centros cívicos por ejemplo. Sí, a veces, en escuelas de formación; el PCE es un ejemplo muy destacado en este punto. José Sarrión ha impartido varios seminarios en estas reuniones.

Sugiero por tanto, esta es la finalidad central de esta nota, que la edición de un libro básico, de un Sacristán esencial, podría evitar la primera anomalía (como mínimo durante un cierto tiempo) y ayudar lo suyo en la segunda arista, en la de los cursos de introducción y profundización, especialmente para los lectores más jóvenes (o no tan jóvenes). En general, para las personas que hasta el momento no han podido acceder a su obra.

¿Qué compondría ese Sacristán esencial, a poder ser presentado, anotado y contextualizado con lenguaje sencillo y comprensible y sin excesiva carga filosófica erudita?

Varias alternativas son posibles. Sin ningún ánimo de "totalidad", algunas posibilidades (siempre revisables) podían ser las siguientes:

1. Un Sacristán esencial (y breve) sobre Marx podría estar formado por cinco ensayos suyos: su voz "Karl Marx" de 1967, su biografía de Marx para Salvat de 1974, "¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?" de 1983, y dos de sus grandes trabajos de investigación: "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia" (1978), incluido el coloquio de la conferencia, y "Karl Marx como sociólogo de la ciencia" (1983).

2. Un Sacristán esencial (que no debería ser extenso en demasía) sobre la tradición marxista podría incluir los trabajos anteriormente citados (menos el primero), más su prólogo del Anti-Dühring; su reseña de La destrucción de la razón de Lukács: "Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo en Lukács" (también tal vez su penúltima conferencia "Sobre Lukács" de abril 1985); la entrevista para Cuadernos para el diálogo de 1969: "Checoslovaquia y la construcción del socialismo"; "El diálogo: consideración del nombre, los sujetos y el contexto"; "El filosofar de Lenin" (con anotaciones complementarias sobre algunas de las obras leninistas); "Russell y el socialismo", un texto injustamente poco estudiado; "Sobre el estalinismo", una conferencia de 1978; el prólogo de ¿Comunismo sin crecimiento?, de su compañero Wolfgang Harich; algunos de los trabajos recogidos en Sobre dialéctica (por ejemplo, su conferencia de 1973 sobre el tema, incluido el coloquio); "La universidad y la división del trabajo", uno de sus clásicos; "A propósito del eurocomunismo" (uno de sus textos políticos centrales); la entrevista que Jordi Guiu y Antoni Munné le hicieron para El Viejo Topo (inédita hasta 1996); sus conversaciones con las revistas mexicanas Dialéctica y Naturaleza, y, finalmente, su presentación del undécimo cuaderno de la cárcel de Gramsci.

3. Un Sacristán esencial como filósofo incluiría una gran parte de los textos que ahora pueden leerse en Papeles de filosofía más algunos textos complementarios. Un posible selección (que convendría reducir): "Libertad", "Simone Weil", "Personalismo", "Kant", "Homenaje a Ortega", "Hay una buena oportunidad para el sentido común", "Sobre el Ars Magna de Ramon Llull", "Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz", "Sobre el realismo en arte", "El hombre y la ciudad (Una consideración del humanismo, para uso de urbanistas)", "Studium Generale para todos los días de la semana", el coloquio de "Irracionalismo y hombre nuevo", "Algunas actitudes ideológicas ante la ciencia", "Sobre el Calculus universalis de Leibniz en los manuscritos 1-3 de abril de 1679", "El principio de la identidad de los indiscernibles en Leibniz", "De la idealidad del derecho", "Al pie del Sinaí romántico", "Un problema para tesina de filosofía", "Un apunte acerca de la filosofía como especialidad", "Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores", "Alienación", la ficha para la proyección del "Galileo" de L. Cavani, "Sartre desde el final" (o bien "Homenaje a Jean Paul Sartre"), "La ecodinámica de K.E. Boulding" y "Sobre los problemas recientemente percibidos en la relación entre la sociedad y la naturaleza y sus consecuencias en la filosofía de las ciencias sociales".

4. Un Sacristán esencial como metodólogo-filósofo de la ciencia podría incluir sus apuntes de "Fundamentos de filosofía" de 1959 y la transcripción de sus clases de Metodología de las ciencias sociales del curso 1981-82 o de 1983-84 (realizada esta última por el profesor Joan Benach). También conferencias como "Formalismo y ciencias humanas" y los dos últimos textos citados en el apartado anterior.

5. Un Sacristán esencial como ecologista podría incluir: la conferencia "De la filosofía de la ciencia a la política de la ciencia" (inédita), "Comunicación a las Jornadas de Ecología y política", "La situación política y ecológica en España y manera de acercarse a críticamente a esta situación desde una posición de izquierdas", "Las centrales nucleares y el desarrollo capitalista", "La función de la ciencia en la sociedad contemporánea", "¿Por qué faltan economistas en el movimiento ecologista?" (incluido el coloquio), la entrevista con la revista mexicana Naturaleza, su prólogo a ¿Comunismo sn crecimiento?, "Algunos atisbos político-ecológicos en Marx", "La tradición marxista y los nuevos problemas", "La polémica sobre el crecimiento tiene dos caras", y su última conferencia, "Introducción a los movimientos sociales".

6. Un Sacristán esencial desde el punto de vista de sus intervenciones políticas podría incluir una parte de la documentación de su militancia clandestina (la incluida como anexo en la tesis doctoral de Miguel Manzanera), algunas de sus conferencias inéditas (el guión en la mayoría de las ocasiones), "Entrevista con Escuela 75", "Entrevista con Nous Horitzons" (revista de la que fue director clandestino), algunas cartas publicadas en Materiales y mientras tanto, una selección de los escritos incluidos en Pacifismo, ecologismo y política alternativa, y, de forma destacada, "Checoslovaquia y la construcción del socialismo", "Sobre el estalinismo" y "A propósito del eurocomunismo".

7. Un Sacristán esencial sobre Heidegger (que no sería propiamente un "Sacristán esencial" tal como aquí se viene usado la expresión) debería contener la presentación que escribió Francisco Fernández Buey para la reedición por Crítica de su tesis doctoral y su artículo de Laye de 1953, "Verdad: desvelación y ley"; Las ideas gnoseológicas de Heidegger; sus aproximaciones a Heidegger en sus artículos enciclopédicos de 1958 ("La filosofía desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial hasta 1958", Enciclopedia Espasa Calpe) y 1968 ("Corrientes principales del pensamiento filosófico", Enciclopedia Labor); su "Martin Heidegger" (Enciclopedia Espasa, suplemento de 1980, escrito probablemente algo antes) y las referencias a Heidegger en sus clases de "Metodología de las Ciencias Sociales" de 1981-82 y 1983-84.

8. Un Sacristán esencial sobre Gramsci incluiría las páginas a él dedicadas en su trabajo sobre la filosofía hasta 1958, "La formación del marxismo de Gramsci", la presentación, notas e índices (con selección) de la Antología, El orden y el tiempo, la voz "Antonio Gramsci" publicada en el Diccionario de Filosofía editado por D. Runes (Sacristán coordinó la traducción con aportaciones propias), una entrevista sobre Gramsci, el esquema desarrollado de alguna conferencia, y uno de sus últimos textos, antes citado, la presentación del undécimo Cuaderno de la cárcel (traducido por su discípulo y amigo Miguel Candel).

9. Un Sacristán esencial sobre Simone Weil, un libro breve, podría reunir sus cinco reseñas, las publicadas en Laye y en Papeles de filosofía, y las voces "Personalismo" y "Simone Weil"

10. Un Sacristán esencial más general, no seleccionado temáticamente, la propuesta más arriesgada, la que mostraría su dimensión más poliédrica, podría incluir los siguientes escritos (entre los que habría que seleccionar de nuevo): "Homenaje a Ortega", "Tres grandes libros en la estacada", "Una lectura del Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio", la conferencia "Formalismo y ciencias humanas", "Studium Generale para todos los días de la semana", "La veracidad de Goethe" (o "Heine, la consciencia vencida"), "Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo en Lukács", "Checoslovaquia y la construcción del socialismo", "La universidad y la división del trabajo", "Sobre el Calculus universalis de Leibniz en los manuscritos 1-3 de abril de 1679", "La práctica de la poesía (Joan Brossa)", "Sobre el estalinismo", alguno de sus informas editoriales (sobre Eliseo Bayo o Julio Álvarez del Vayo), "Intoxicación de masas, masas intoxicadas", "En la edición castellana del libro de W. Harich:¿Comunismo sin crecimiento?", entrevistas con Naturaleza y Dialéctica, "De la filosofía de la ciencia a la política de la ciencia", "La función de la ciencia en la sociedad contemporánea", "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia", "Tradición marxista y nuevos problemas", "Karl Marx como sociólogo de la ciencia", "La OTAN hacia dentro" y la "Presentación del undécimo Cuaderno de la cárcel de Gramsci".

Las propuestas son diversas pero no son contradictorias, tal vez complementarias en algunos casos. Habría que elegir con prudencia y teniendo en cuenta la finalidad más básica. Varios Sacristanes esenciales son posibles en función de la finalidad perseguida.

Quedaría pendiente, por ahora, una edición cuidadas de sus "Obras completas", incluyendo inéditos.

Sea como fuere, conviene pensar sobre todo en las personas más jóvenes, en las personas que no le conocieron ni han conocido a ninguno de sus grandes discípulos, en quienes quieren adentrarse en su obra por primera vez, a veces con ayuda, a veces sin poder tenerla. Un seminario en la red sobre alguno de sus textos más significativos (o algunas de sus entrevistas), abierto a todas las personas interesadas, podría ser una ayuda complementaria. Muchas personas podrían coordinarlo. Cito algunos nombres: José Sarrión, Joaquín Miras, Miguel Candel, Montserrat Galcerán, José Luis Moreno Pestaña, Juan-Ramón Capella, M.ª Francisa Fernández Cáceres.

Si tal cosa no fuera posible, no pasaría nada grave e irreparable. En la red pueden encontrarse a día de hoy algunas (no todas) de sus aportaciones más importantes. Barro para casa: en rebelión por ejemplo. Podemos pensar en futuros escenarios que posibiliten una mayor presencia en librerías y en cursos.

Lo decisivo: leerle, estudiarle, y hacer lo que él hizo: pensar los clásicos, él ya lo es, con nuestra propia cabeza, sin genuflexiones acríticas y para nuestro tiempo y nuestros problemas (no muy distantes de los suyos por otra parte). El mismo Sacristán definió el marxismo en una ocasión en los siguientes términos (¡en un trabajo para una Enciclopedia en 1968!): "El autor de este artículo [MSL], por su parte, he negado que pueda hablarse de filosofía marxista en el sentido sistemático tradicional de filosofía, sosteniendo que el marxismo debe entenderse como otro tipo de hacer intelectual, a saber, como la conciencia crítica del esfuerzo por crear un nuevo mundo humano" [el énfasis es mío].

En eso estuvo, en eso estuvimos, en la creación de un nuevo mundo humano cada día más urgente y necesario. En eso mismo podemos (y debemos) seguir estando.

Notas:

(1) El 20 de mayo de 1976, cuando apenas hacía medio año del fallecimiento de aquel criminal dictador golpista que pretendió dejarlo todo atado y bien atado, se celebró en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona un acto de homenaje a Miguel Hernández, en el XXXIV aniversario de su terrible muerte. Vicky Peña fue de las organizadoras.

Sacristán fue invitado al encuentro pero no pudo asistir finalmente si bien escribió un texto para el homenaje (leído tal vez por Mario Gas). Es este:

Tiene que haber varias razones de la respuesta excepcional, en intensidad y en extensión, que está recibiendo la iniciativa de la conmemoración de Miguel Hernández. Algunas de esas razones serán compartidas por todo el mundo, y del mismo modo, más o menos; por ejemplo, la autenticidad de la poesía de Hernández, en la que, si se prescinde de algunos ejercicios de adolescencia, no se encuentra una palabra de más. Otras motivaciones serán menos generales. La mía es la verdad popular de Hernández: no sólo de su poesía, en el sentido de los escritos suyos que están impresos, sino de él mismo y entero, de los actos y de las situaciones de los que nació su poesía, o en los que se acalló.

Al decir eso pienso, por ejemplo -pero no solamente- en aquella fatal indefensión de Hernández en su cautiverio. Hernández fue un preso del todo impotente, sin enchufes, sin alivios, sin más salida que la destrucción psíquica y la muerte, como sólo lo son (con la excepción de dirigentes revolucionarios muy conocidos por el poder) los oprimidos que no someten el alma, los hombres del pueblo que no llegan a asimilarse a los valores de los poderosos, aunque sea por simple incapacidad de hacerlo y no por ninguna voluntad histórica. O por ella, naturalmente.

Las últimas notas de Hernández que ha publicado hace poco la revista Posible [6] documentan muy bien el aplastamiento moral que acompaña a la destrucción física del hombre del pueblo sin cómplices y, por lo tanto, sin valedores en la clase propietaria del estado, de las fábricas y de las cárceles.

La autenticidad popular de la poesía madura de Hernández es tan consistente porque se basa en esta segunda, en la autenticidad popular del hombre muerto, como el Otro, entre dos o más chorizos, y como ellos.

El texto emocionó e impresionó siempre a Paco Fernández Buey. Lo eligió para la contraportada de un mientras tanto especial dedicado a la obra de su amigo en el décimo aniversario de su muerte.

(2) Giulia Adinolfi, su primera esposa, y Ettore Casari, amigo y compañero en Münster, fueron esenciales en su conocimiento y aproximación al revolucionario sardo.

(3) En México se publicó como libro y apareció posteriormente en mientras tanto, en el especial dedicado a Marx en 1983, en el primer centenario de su fallecimiento.

sábado, 12 de enero de 2019

_- Congo, el país de la herida eterna. Las minas de coltán, el preciado mineral que nutre la tecnología de todo el mundo, son escenario de todo tipo de abuso

_- La Vanguardia viaja al este de República Democrática de Congo a la raíz de un conflicto que amenaza con estallar de nuevo. El próximo diciembre, el país celebra elecciones para despedir a Joseph Kabila, quien se ha resistido a dejar el poder que ostenta desde 2001. En medio de un estado de represión, corrupción y violencia, Congo ha entrado en combustión. En esta serie de reportajes, los abusos en una mina de coltán, mineral que nutre la tecnología de occidente, la inocencia perdida en una atestada cárcel de menores de Goma o los horrores cometidos por niños soldado muestran algunas de las consecuencias de una guerra sin fin. Pero frente a la desesperanza y el silencio, algunos congoleses han dado un paso al frente: la bondad del doctor Mukwege, que cura gratis a mujeres violadas o el valor de reporteras o ciberactivistas hacen frente a una injusticia enquistada en la conciencia internacional en pleno siglo XXI. Congo, la eterna herida olvidada de África, busca cambiar su futuro.

– No hay otra opción, señor. No hay otra.

Las nubes chispean gotas finas, la bruma tiñe de gris las montañas y sólo se percibe la silueta de quienes ascienden la colina. Se oye el chapoteo de pasos en el barro. Son las seis de la mañana, sopla una brisa suave y la escena rememora trincheras de una época pasada. Pero aquí las bayonetas no cortan el aire ni huele a pólvora húmeda, de los hombros sólo sobresalen picos y palas. Las dos únicas armas de fuego son las de dos guardias que siguen al grupo con un kalashnikov al cuello. Después de atravesar un riachuelo y remontar el lecho chocolateado de un río seco, se alcanza un prado verde con un tajo seco en la mitad: la mina de coltán de Numbi. Encaramados al agujero, decenas de hombres picotean la pared terrosa. Bienfait Byabuze, de 25 años, apoya su bota derecha en el perfil metálico de su pala, clavada en la tierra. Antes de iniciar su jornada laboral –durará hasta que se ponga el sol, 13 euros a la semana–, habla de sus dos hijos y de que pronto quizás ahorre suficiente para enviarlos a la escuela. “Espero que dios ayude”. Bienfait se encoge de hombros cuando le pregunto si sabe para qué sirve el coltán que busca día tras día –un conector en dispositivos electrónicos que permite reducir el tamaño de las baterías y aumentar su eficiencia–, dice que le da igual y se repite.

Los trabajadores cobran 13 euros a la semana por duras y largas jornadas de trabajo (Xavier Aldekoa) – No hay otra opción, señor. No hay otra.

No hay otra que trabajar como un esclavo, se entiende. Que ver morir sepultados a compañeros y huir aterrorizado si un grupo rebelde ataca la mina, se entiende. Que morir pobre por el maldito coltán, se entiende. No hay otra opción.

La guerra en República Democrática del Congo es una herida sin cicatrizar. Desde el fin de la II Guerra Mundial, ningún conflicto ha sido más mortífero, y sólo entre los años de las dos guerras declaradas, entre 1998 y 2003, murieron entre uno y cinco millones de personas —disculpen la imprecisión, pero nadie se detuvo a contar los cadáveres—; por dar perspectiva: en siete años de contienda en Siria ha muerto medio millón de civiles. Pero la guerra dormida de Congo amenaza de nuevo con hacer estallar por los aires el corazón de África. El país, envuelto en un estado de violencia y desgobierno en el este desde hace 15 años, celebra en diciembre unas elecciones angustiosas. Aunque el mandato de Joseph Kabila, en el poder desde hace 17 años, debía acabar en 2016, el presidente se aferró al cargo hasta el pasado 8 de agosto cuando anunció que no se presentará a los comicios y propuso como candidato a su delfín, el ex viceprimer ministro y encargado de Interior, Emmanuel Ramazani Shadary. Kabila abrió la puerta a un escenario inédito en la historia del país: una transición pacífica en una nación donde el poder siempre ha sido tomado con sangre. Pocos creen que ocurra el milagro. Durante meses, las fuerzas de seguridad han reprimido y asesinado a manifestantes que pedían la salida de Kabila. Yves Makwambala conoce bien el castigo por alzar la voz. Miembro de los movimientos ciberactivistas Filimbi y Lucha, pasó 17 meses encarcelado por criticar al gobierno. Makwambala deja enfriarse un café sobre la mesa en su exilio belga mientras explica por qué, pese al riesgo, no piensa rendirse ahora. “Nuestra lucha es contra el sistema, no contra Kabila, aunque él forme parte. Cuando pagamos impuestos y no hay electricidad en las calles o reina la inseguridad … ¿dónde va nuestro dinero?. Si Kabila sale del poder y nada cambia ¿de qué sirve?”.

Cada extracción del preciado material es un motivo de alegría para los mineros (Xavier Aldekoa)
El sistema del que habla Makwambala está decidido a defender sus privilegios. Hace dos semanas, negaron la entrada al país al popular opositor Moïse Katumbi para evitar que pudiera presentar su candidatura. El poder en Congo es coto privado: una investigación de la organización Congo Research Group desveló que la familia Kabila tiene la propiedad o participaciones en más de 80 empresas, además de 100 permisos de extracción de oro y diamantes o más de 70.000 hectáreas de tierras.

En el bar del hotel Orchids Safari Club de Bukavu, la periodista de investigación y directora del diario Le Souverain, Solange Lusiku Nsimir, diagnosticaba hace unos meses un futuro oscuro. “Hay mucho nerviosismo en la frontera y han encontrado tumbas en el cementerio llenas de armas enterradas. La lucha por el poder en Congo puede desencadenar otra guerra terrible”.

Historia trágica
Entre 1998 y el 2003, el conflicto del Congo se cobró la vida de entre 1 y 5 millones de personas

Para desentrañar cuándo Congo empezó a desmoronarse podríamos recordar la codicia depredadora en época precolonial de los reyes de Kongo, partícipes en la trata esclavista junto a árabes y europeos, podríamos apuntar a la rapacidad despiadada del rey belga Leopoldo II en su cortijo congolés o señalar la Guerra Fría cuando EE.UU. colocó al tirano Mobutu en el poder como tapón antisoviético. Podríamos no ir tan atrás: la guerra abierta de finales de los 90 empezó tras el genocidio en la vecina Ruanda y desencadenó la caída del Zaire de Mobutu ante tropas rebeldes lideradas por Laurent-Désirée Kabila, el antiguo guerrillero amigo del Che, a quien apoyaban soldados ugandeses y ruandeses. Podríamos rememorar el horror de después, cuando Kabila rompió con sus aliados y el país se hundió en una guerra mundial africana en la que participaron Zimbabwe, Angola, Namibia, Chad o Libia. Podríamos describir como, ya con Joseph Kabila en el poder tras el asesinato de su padre en 2001, el este del país quedó a merced del robo de grupos armados, políticos corruptos y multinacionales sin escrúpulos. La muerte en Congo, ayer y hoy, yace siempre sobre un mismo lecho dorado: uno de los subsuelos más ricos del mundo, atiborrado de oro, coltán, cobalto, estaño, cobre o diamantes. El caos y la violencia son la forma de perpetuar un sistema erigido para el pillaje. Según un informe de la oenegé Global Witness, uno de cada cinco dólares de los beneficios mineros del país se pierde por la corrupción o la mala administración. La violencia también es rentable: de las 1.088 minas artesanales en el este, en un 54% había presencia de grupos armados.

El mineral que extraen, el coltán, sirve para reducir el tamaño de las baterías y aumentar su eficiencia en los dispositivos electrónicos

El mineral que extraen, el coltán, sirve para reducir el tamaño de las baterías y aumentar su eficiencia en los dispositivos electrónicos (Xavier Aldekoa)

Sadiki Salomon forma parte sin saberlo de ese engranaje de abuso. Es el último eslabón. Tiene quince años y desde hace dos trabaja en la mina de oro de Gokombe-Rubaya, en el territorio de Masisi. Viste una camiseta de tirantes con dibujos de billete de dólar y nunca se quita unas botas de caucho negras. No es por gusto: no tiene nada más. Sadiki es una pieza codiciada porque por su estatura puede colarse por túneles estrechos, no tiene miedo —o juicio— para meterse por agujeros mortales y cobra la mitad.

Sadiki sirve además de alivio para la conciencia de Occidente. Primero Estados Unidos y después la Unión Europea establecieron regulaciones para exigir a las empresas tecnológicas o de joyería que tracen el origen de los minerales que utilizan —de Congo salen hacia Asia y allí se perdía la pista de su procedencia— y asegurarse que son extraídos de minas sin la presencia de grupos armados o de trabajo infantil. Sadiki, y su silencio, permite crear la ilusión de que así ocurre: oficialmente la mina de Gokombe es una mina verde, limpia de violencia y sin niños-mineros. Hasta que nadie mira. “Por la noche —explica— somos unos 20 niños en cada agujero. Excavamos, ponemos las piedras en sacos y dos hombres los suben con cuerdas. Si vas lento, te pegan con un látigo”. Cuando se produce un derrumbe y quedan niños atrapados, los dueños de la mina amenazan a los supervivientes para que no digan nada y abandonan a los demás allí abajo porque si piden ayuda u organizan un rescate se descubre la trampa. “Si dices algo, te matan”. Sadiki dice que regresa a la mina porque quiere ir a la escuela. Si le pagan y no le roban al salir, dice, gana 1’5 euros al día. Intenta ahorrar. Hace ocho años que no va al colegio.

Aunque las minas tienen prohibido que trabajen los niños, los envían por la noche (Xavier Aldekoa)

viernes, 11 de enero de 2019

Las cinco Alemanía.

En la historia de la Europa contemporánea ha habido cinco Alemanias. La primera es la fragmentada y preindustrial Alemania anterior al siglo XIX, un mosaico multinacional que sobrevivió hasta Napoleón reivindicando una legitimidad imperial romana sin llegar nunca a ser verdadero Estado. La segunda aparece con la unificación bismarckiana posterior a la guerra franco-prusiana y se extiende bajo batuta prusiana hasta más allá de la Primera Guerra Mundial, con su crítico apéndice republicano de Weimar. La tercera Alemania fue la de Hitler y Auschwitz, un régimen de doce años particularmente trágico y nefasto que concluye con el fin de la Segunda Guerra Mundial. La cuarta es la Alemania doble de posguerra, tutelada por las potencias de la guerra fría; una mezcla de capitalismo y democracia en el Oeste, la RFA, y una mezcla de socialismo y dictadura en el Este, la RDA.

Todas estas Alemanias tuvieron algunos breves y fallidos contrapuntos emancipadores, desde las revoluciones de 1848 y 1918, hasta los movimientos de 1968 en la RFA y de 1989 en la RDA, pero, en general, el papel de este país en la historia europea se ha caracterizado por su condición de vanguardia continental de la contrarrevolución restauradora, la reacción absolutista y un agresivo belicismo.

Desde ese pasado, la quinta Alemania arranca de la reunificación nacional de 1990, a partir de la anexión de la RDA por la RFA, pero es ahora, con la eurocrisis, cuando comienza a manifestarse, haciendo un uso pleno y normalizado de su recuperada soberanía y potencia. La principal novedad que esta quinta Alemania aporta respecto a la anterior tiene dos aspectos.

El primero es el de su regreso, paulatino pero decidido, a un intervencionismo militar en el mundo que comenzó en los mismos años noventa en los Balcanes y que hoy ya abarca desde Afganistán a África. En ese ámbito Berlín aún está por detrás de otras grandes naciones europeas, pero ya ha invalidado definitivamente el Nie wieder Krieg (Guerra, nunca más) del canciller Willy Brandt, la posibilidad de ser una gran Suiza europea y el antiimperialismo, al que tanto apego tuvieron los alemanes de la RFA y de la RDA, respectivamente, desde la posguerra hasta los años ochenta del siglo XX. Hoy, con el pasivo desagrado de sus ciudadanos, el establishment alemán justifica sumarse militarmente al dominio imperial de occidente en el mundo, apelando abiertamente a la necesidad y legitimidad de acceder a recursos energéticos y materias primas globales. Esa es una novedad muy significativa.

El otro es un liderazgo europeo, dogmático, egoísta y arrogante, para imponer el programa de involución neoliberal impulsado desde los años setenta desde el mundo anglosajón y que la crisis financiera de 2008 ha convertido en rodillo. Al día de hoy este liderazgo apunta a profundizar la desigualdad, social y entre países. Su prioridad es el cobro íntegro de todas las deudas bancarias generadas por los malos negocios del sector financiero internacional a costa del sufrimiento de las clases medias y bajas europeas. Ese esquema conduce directo hacia una ruptura desintegradora del proyecto europeo. Dicho proyecto, del que la Unión Europea es resultado, fue formulado a partir de los años cincuenta del siglo XX como alternativa a la desastrosa y agresiva Europa guerrera que en los últimos siglos enfrentó crónicamente a unas naciones contra otras y solo por eso ya debe ser considerado útil y valioso.

El rechazo a estas dos grandes novedades de esta quinta Alemania es lo que marca en el país la diferencia entre izquierda y derecha. Las fuerzas y corrientes políticas minoritarias que en la Alemania de hoy rechazan el regreso al intervencionismo militar y el neoliberalismo que profundiza la desigualdad, encoge la democracia y amplía el privilegio de una minoría, son inmediatamente expulsadas del sentido común por el establishment alemán y declaradas “irresponsables” e “incapacitadas para gobernar” (regierungsunfähig).

Más que un sistema de partidos de izquierdas y derechas, conservadores o liberales, el sistema político alemán es un conglomerado que engloba a toda esa variedad en una disciplina superior y común de defensa del capitalismo. Esa esfera compacta, condena y expulsa a la marginalidad a quienes la ponen en cuestión y es ejemplo de la degeneración absolutista y oligárquica a la que conduce la mezcla de democracia y capitalismo en los países más ricos del mundo a principios del siglo XXI.

Ninguna fuerza política llegará al poder en Alemania sin haber previamente sintonizado con el programa general del establishment. La evolución de las fuerzas políticas con intenciones de cambio, desde los socialdemócratas en su día hasta los verdes hace mucho menos, y quien sabe si Die Linke en el futuro, es una trayectoria de adaptación al sentido común del establishment. Lejos de ser un rasgo exclusivo del sistema alemán, lo que destaca en Alemania de ese fenómeno general es su estabilidad: ese conglomerado de poderes fácticos de grandes consorcios empresariales y financieros, lobbys industriales, con sus sólidos anclajes políticos y mediáticos, está particularmente organizado y bien articulado en el país.

Elemento central de esa estabilidad es la cultura nacional de la obediencia debida a la autoridad, un particular culto al Estado, concebido como una institución neutral, superior y abstracta, y una predisposición al acatamiento automático de las jerarquías. A ello se suma una tradición de consenso e integración, enemiga del conflicto y del desorden como vías legítimas de resolución del choque de intereses. El contraste de esta cultura política, la tradición del Untertan, del súbdito razonable del orden absolutista descrito en la célebre novela de Heinrich Mann, con la tradición francesa y republicana del rebelde citoyen, ha inspirado todo tipo de reflexiones que hoy continúan siendo actuales para todo el continente.

Este libro presenta unos brochazos de esta quinta Alemania en un momento en el que Europa mira hacia Berlín con cada vez más prevención y desconfianza. “Un país que vuelve a dar miedo”, como señalaba el titular de un semanario germano. La involución neoliberal que Alemania encabeza y los delirios de hegemonía europea que proyecta el subidón nacional de la quinta Alemania, está incrementando la germanofobia y el antieuropeísmo, particularmente en la Europa del Sur, cuya población era hasta hace poco muy favorable al europeismo –y no solo por la lluvia de millones recibidos de los fondos de cohesión.

Si dos anteriores Alemanias desembocaron en grandes guerras, la quinta Alemania apunta claramente hacia la desintegración europea.

Los autores no quieren contribuir a ninguna fobia nacional ni tampoco a una reacción antieuropeísta que no proponga refundación ciudadana del proyecto. Lo que pretenden es informar sobre el lamentable papel que el establishment alemán, que forma parte de un orden mundial multinacional, está desempeñando en la actual crisis europea, en el bien entendido de que ese orden también vulnera los intereses de la mayoría social en Alemania.

Las primeras víctimas de la involución llevada a cabo por la elite empresarial y política alemana fueron los propios alemanes. En los últimos veinticinco años, la actual República Federal ha sufrido una transformación radical. Más desigualdad en un país que era relativamente nivelado para criterios europeos, estancamiento salarial, generalización de la precariedad socio-laboral en un país en el que la seguridad del puesto de trabajo era considerable, avance de la pobreza y de la desolidarización, recorte de un sistema de garantías sociales que en su día fue sólido y ancho, rebaja de impuestos a los ricos y mayor apertura al negocio privado en el ámbito de la sanidad y las pensiones. Según las últimas encuestas del conservador Instituto Allensbach de demoscopia, los alemanes son perfectamente conscientes de ello: un 70% constata una inflexión en justicia social, particularmente en la distribución de la riqueza, y considera que las cosas han empeorado en los últimos años. Ese cambio brutal se ha inducido gradualmente en las dos últimas décadas, y es presentado mediáticamente como un éxito e incluso como una especie de segundo milagro económico al lado del de la posguerra, en contradicción con la experiencia de la mayoría de los ciudadanos. Eso es en gran parte posible porque, observada en el contexto de crisis europeo, especialmente comparada con los países del sur que han sufrido la misma medicina en dosis mayores y en plazos mucho más breves con consecuencias aún más brutales, la situación socio-laboral alemana es mucho mejor. Esa circunstancia atrae hacia Alemania a no pocos jóvenes, y no tan jóvenes, españoles sin futuro laboral en su país. Frecuentemente llegan al país muy mal informados sobre lo que les espera ahí.

Toda propaganda debe incluir algún anclaje con la realidad para ser eficaz y ese es el caso de la relativa e incierta salud de Alemania en la crisis. Relativa porque siendo cierta para los beneficios empresariales, no lo es para la mayoría de asalariados que, sin embargo pueden consolarse comparando su situación con la mucho peor que rige en otros países. Incierta porque se basa en una estrategia exportadora que en los últimos veinte años ha acentuado su dependencia de la coyuntura global hasta hacerla extrema. Esa dependencia es inquietante porque en caso de enfriamiento o colapso puede hundir todo el edificio alemán con gran facilidad. A diferencia de China, que dispone de un gran mercado interno y es consciente de los problemas de esa excesiva dependencia, Alemania no parece preocupada por ello.

Este libro presenta un panorama muy general de todo lo que aquí se ha señalado. Es una visión apresurada y provisional que utiliza focos de diverso tamaño, desde el más amplio, con una perspectiva de varias décadas, hasta el más concreto que describe realidades de la semana pasada, pasando por el proceso político de los últimos años. Si tras su lectura la realidad alemana ha quedado algo más clara al lector español, habrá cumplido su objetivo.

(*) Este texto es la introducción al libro La quinta Alemania, un modelo hacia el fracaso europeo, escrito junto con los periodistas Àngel Ferrero y Carmela Negrete, que publica esta semana Editorial Icaria.