lunes, 31 de julio de 2023

_- 7 técnicas para no volver a subir de peso después de perderlo


comida

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

_- Después de perder peso es un reto no volver a recuperarlo.


Bajar de peso es un reto. Pero como sabe cualquiera que haya logrado perder peso, el verdadero desafío es evitar recuperarlo.

Esto es cierto sin importar qué método sigas para perder peso. Por ejemplo, los estudios muestran que las personas que siguen dietas muy bajas en calorías (entre 800 y 1.200 calorías por día) recuperan entre el 26 % y el 121 % del peso perdido cinco años después de la dieta.

Las personas que siguen programas conductuales de control de peso (como WW, anteriormente Weight Watchers) recuperan entre el 30 y el 35 % del peso perdido después de un año.

Incluso las personas que usan medicamentos para bajar de peso, como Wegovy, han recuperado alrededor de dos tercios del peso que perdieron un año después de dejar el medicamento.

Hay muchas razones por las que recuperamos el peso que perdemos.

En primer lugar, mantener la pérdida de peso es menos gratificante que ver disminuir el número en la báscula mientras pierdes peso. Esto dificulta mantener la motivación y seguir cuidando de tu peso corporal.

En segundo lugar, a menudo es difícil mantener los cambios que hicimos en el estilo de vida para perder peso, especialmente si estos cambios no son realistas y son difíciles de mantener a largo plazo (como dietas muy bajas en calorías o eliminar grupos de alimentos completos).

En tercer lugar, la pérdida de peso puede desencadenar una mayor producción de hormonas del hambre, e incluso puede ralentizar su metabolismo.

Estos cambios pueden hacer que sea difícil resistirse a comer excesivamente y con el tiempo pueden contribuir a recuperar el peso perdido.Después de perder peso es un reto no volver a recuperarlo.

Pero si bien la recuperación de peso puede ser una experiencia común, eso no significa que no haya muchas cosas respaldadas por evidencia que puedas hacer para prevenir aumentar de peso a largo plazo:

1. Sé flexible
Es importante comprender que mantener un peso saludable requerirá un control de por vida, por lo que tener expectativas rígidas y pensar que siempre seguirás perfectamente los cambios en tu estilo de vida no es realista.

No te sientas culpable cuando tengas un desliz. En lugar de eso, haz planes para volver a la normalidad lo antes posible.

Por ejemplo, si crees que quizás comiste en exceso durante el fin de semana, ten en cuenta esto agregando un par de caminatas adicionales a tu rutina la próxima semana.

Hacer esto puede evitar un enfoque de "todo o nada" para el control del peso, en el que te sientes culpable cuando no logras tus objetivos y, en cambio, abandonas tus esfuerzos.

2. Planea para las interrupciones
Reconoce que habrá interrupciones en tus esfuerzos de control de peso, como días festivos, bodas y fiestas de cumpleaños.

Planifica formas de sortear estas interrupciones con éxito. Por ejemplo, perder algunos kilos de más antes de tiempo puede compensar el peso extra que se puede ganar durante estas ocasiones.

O, si vas a una barbacoa, trae una opción más saludable (como brochetas de verduras) para que tengas una opción más baja en calorías para elegir.

Hacer esto te ayudará a disfrutar de ocasiones especiales con menos preocupaciones. 

 Planifica formas de sortear con éxito las interrupciones de tu dieta.

3. Siéntete orgulloso de tus logros
Nuestro peso fluctúa naturalmente con el tiempo, por lo que es importante estar orgulloso de uno mismo cuando logras tus objetivos, independientemente del número en la báscula.

Las investigaciones también muestran que las personas que se enfocan más en cómo pueden lograr sus objetivos, en lugar de en el resultado, tienen más probabilidades de seguir comportamientos que llevan a mantener la pérdida de peso.

Esto podría deberse a que es menos probable que se vean afectados por contratiempos (como recuperar algo de peso).

4. Crea hábitos
Crear hábitos puede ayudar a mantener la pérdida de peso. Esto se debe a que los hábitos pueden verse menos afectados por las fluctuaciones en la motivación.

Esto significa que incluso cuando no queremos hacer un esfuerzo, los hábitos que implementamos para ayudarnos a perder peso serán más fáciles de seguir cuando tratemos de mantener la pérdida de peso.

También puedes crear algunos hábitos nuevos después de perder peso, como salir a caminar después de la cena o subir las escaleras cuando sea posible.

5. Mantente activo
Un estudio que analizó a las personas que mantuvieron con éxito su pérdida de peso descubrió que la actividad física era el factor más importante para mantener el peso.

Esto se debe a que la actividad física puede compensar algunas de las calorías que comemos.

La mejor actividad física para mantener la pérdida de peso es la que más te guste hacer. Esto se debe a que es más probable que te quedes con esta actividad a largo plazo si la disfrutas.

Pero la investigación sugiere que debes intentar hacer al menos 250 minutos de ejercicio cada semana para mantener la pérdida de peso. 

La mejor actividad física para mantener la pérdida de peso es la que más te guste hacer.

6. Pésate regularmente
El peso fluctúa tanto como 1 kg-2 kg a lo largo de la semana. Al pesarte regularmente, puedes desarrollar un rango personalizado de tu peso promedio más alto y más bajo.

Esto te ayudará a realizar un seguimiento de tu peso y a entender si necesitas hacer algún cambio en tu dieta y hábitos de ejercicio para mantener tu pérdida de peso.

Las investigaciones muestran que las personas que usan rangos de peso personalizados pueden evitar un enorme aumento de peso porque pueden ajustar sus comportamientos cuando sea necesario.

7. Desayuna y concéntrate en la fibra
Aunque la evidencia general sobre la importancia del desayuno en el control del peso muestra resultados variables, un estudio encontró que casi el 97% de las personas que mantuvieron su peso informaron que desayunaban todos los días.

Otro estudio también encontró que las personas que comían muchas verduras y alimentos ricos en fibra, como panes integrales, arroz integral y avena cada día, tenían más probabilidades de evitar recuperar el peso.

Comer este tipo de alimentos significa que te sientes más lleno y es más probable que comas menos.

Mantener la pérdida de peso puede ser difícil, pero eso no significa que sea imposible. E incluso si solo puedes mantener una pequeña cantidad del peso que perdiste, recuerda que esto puede seguir siendo muy beneficioso para tu salud.

domingo, 30 de julio de 2023

"Igual la excepción ibérica era eso": por qué la extrema derecha pierde apoyo en España mientras gana posiciones en Europa


Vox perdió 19 escaños y más de 600.000 votos en estas elecciones.
Vox perdió 19 escaños y más de 600.000 votos en estas elecciones. 

 Almudena de Cabo Role, BBC News Mundo

El resultado electoral de los comicios generales de este domingo en España supuso un freno al avance de la ultraderecha en el país con una clara caída del apoyo a Vox, rompiendo así una racha de éxitos de la extrema derecha en Europa.

Vox perdió 19 escaños y más de 600.000 votos en estas elecciones, en las que el conservador Partido Popular (PP) fue el más votado.

El partido de ultraderecha español bajó de los 52 diputados obtenidos en 2019 hasta los 33, dejando patente que la fórmula de presentarse como un partido antinmigración, negacionista del cambio climático y de la violencia de género, y contrario a colectivos como el LGBTI no gustó a muchos votantes.

Los pactos de gobierno a nivel local y regional también pasaron factura al partido liderado por Santiago Abascal. Los ciudadanos vieron cómo en algunos lugares donde gobierna Vox en coalición con el conservador Partido Popular (PP) se prohibían banderas LGBTI, se censuraban obras de teatro, se cerraban carriles bici y se eliminaban consejerías de Igualdad, entre otras medidas, y se hicieron una idea de cómo sería un gobierno a nivel nacional.

Así, parece que los votantes conservadores y los contrarios al gobierno de izquierdas de Pedro Sánchez que querían un cambio se decantaron por un voto útil por el PP. Por otro lado, el electorado de izquierdas que dudaba si votar decidió a hacerlo ante la perspectiva de un gobierno de coalición de PP con Vox.

La ultraderecha estaba sobrerrepresentada
Con poco más de tres millones de votos, que suponen un 12,39% del total, Vox sigue siendo a pesar de la caída de apoyo el tercer partido más votado en España, ligeramente por delante de la recientemente creada coalición de izquierdas Sumar, que obtuvo 31 escaños con un 12,31% de los votos.

Mientras muchos medios hablan de fracaso de la extrema derecha en España, politólogos consultados por BBC Mundo explican que Vox simplemente ha vuelto a tener el apoyo que realmente lo representa.

“La situación que se da ahora mismo con Vox se ve como algo excepcional, pero creo que lo excepcional era la situación de la que veníamos. Los 52 escaños que tenía Vox en el Parlamento eran resultado de las elecciones de noviembre de 2019, que fueron una repetición electoral”, explica Rosa Navarrete, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad del Sarre (Alemania), sobre unas elecciones que tuvieron que repetirse ante la imposibilidad de Pedro Sánchez de formar gobierno entonces.

Los pactos de gobierno a nivel autonómico pasaron factura al partido liderado por Santiago Abascal.

“No se trata de un descalabro. Ser tercera fuerza política siendo un partido de extrema derecha es algo significativo. Pero sí que es verdad que tenían expectativas muy altas”, reconoce a BBC Mundo.

De la misma manera lo ve Cristina Monge, politóloga y profesora de la Universidad de Zaragoza. “Yo más que pensar que la ultraderecha se ha desplomado, lo que creo es que en 2019 estaba sobrerrepresentada”.

“Aquel fue un momento de repetición electoral, la gente estaba muy enfadada porque habían sido incapaces de formar gobierno y había que volver a votar. Además, Cataluña estaba en un momento muy convulso, con las calles ardiendo, y esto colocó a Vox como tercera fuerza, con 52 diputados”, le recuerda a BBC Mundo.

“Eso no le quita gravedad al asunto de que sigan siendo una fuerza muy relevante y que efectivamente ocupan un espacio. Lo que pasa es que la dimensión es absolutamente distinta”, agrega sobre un partido al que muchos sondeos daban una mayor fuerza y la posibilidad de entrar en el gobierno de la mano de PP.

“Yo creo que este es su techo. Un 13-14% de los votos. No creo que vaya a ir mucho más allá a no ser que ocurriera alguna crisis”, analiza por su parte Óscar Martínez Tapia, profesor de la Universidad IE, en España, en conversación con BBC Mundo.

“En 2019 hubo un efecto rechazo de Cataluña, pero una vez pasada la resaca de Cataluña hay mucho votante moderado que vuelve al PP. No se queda en Vox”, recuerda sobre el referéndum de independencia de Cataluña organizado en 2017 que desató una grave crisis política en el país.

Descontento con las medidas tomadas a nivel regional
En las semanas y meses previos a la votación del domingo, el PP y Vox proporcionaron ejemplos de la vida real de cómo gobiernan en coalición a nivel local y regional. A muchos votantes no les gustó lo que vieron, señalan los politólogos.

A esto se sumó su discurso negacionista de la violencia de género, que centró parte de la campaña electoral.

Como resultado, el PP no ganó tantos escaños en el Parlamento como se esperaba y Vox perdió un tercio de sus apoyos en las urnas, dejando al bloque de derecha sin mayoría para formar gobierno.

Sánchez y su aliado de izquierda, Sumar, también se quedaron cortos, pero aún podrían gobernar con el apoyo de los partidos vascos y catalanes.

“Hay un cierto desgaste por lo que Vox ha hecho una vez ha llegado al poder. Aquí hay dos comunidades autónomas donde este desgaste se ve mucho. La primera es Castilla y León, donde se ha cuestionado mucho su gestión de la tuberculosis bovina, y la segunda es Murcia, donde Vox ha pedido más de lo que a mucha gente le ha parecido razonable”, reflexiona la politóloga Berta Barbet.

“Hay una segunda parte del castigo que seguramente sale de un voto útil para echar a Sánchez que implica que el voto de derecha se ha coordinado alrededor de la figura de Alberto Núñez Feijóo (líder del PP)”, apunta a BBC Mundo. “Vox no ha sabido desmarcarse lo suficiente del PP. No ha sabido decirles a sus votantes qué le hace distinto del PP”.

Esto ha llevado al PP a obtener 136 escaños, que suponen 47 más en el Congreso de los obtenidos en 2019, con un 33,05% de los votos, por delante de los 122 obtenidos por el PSOE (2 más que en 2019).

“Parte del éxito del PP es que ha sido visto como el partido útil para aquellos que querían una alternativa al gobierno de Pedro Sánchez, a lo que hay que sumar que PP y Vox hicieron campaña por separado y básicamente no se distinguían”, coincide Navarrete. “Un votante de derechas solo apreciaba algunas diferencias en cuanto a feminismo e inmigración”.

“Además, el problema que tiene la extrema derecha es que una vez que tocan gobierno empiezan a verse sus costuras y eso es lo que ha pasado también con Vox”, declara.

Alberto Núñez Feijóo lidera el PP, que capitalizó la mayoría de los votos de la derecha.

“Excepcionalidad ibérica”
La caída de Vox frenó el avance de la extrema derecha en Europa, donde los ultraconservadores lideran los gobiernos de Italia, Polonia, Hungría o República Checa y tienen un peso enorme en Finlandia (con carteras del gobierno muy importantes) y Suecia (como apoyo parlamentario al actual Ejecutivo conservador).

“Lo que podemos decir es que la extrema derecha, en su mejor momento en casi toda Europa, en España pierde votos y escaños”, escribió en Twitter el famoso periodista y presentador español Jordi Évole.

“Igual era eso la excepción ibérica”, comentó, aludiendo así a la medida que pusieron en marcha España y Portugal hace unos meses para limitar el precio del gas y rebajar el de la factura de la luz. “Hoy, más que nunca, viva España”, agregó usando la arenga habitual de Santiago Abascal en un tuit que se viralizó en cuestión de minutos.

La extrema derecha europea ha prosperado durante mucho tiempo avivando el rechazo a la inmigración y al islam. Ahora también se alimenta del resentimiento de algunos votantes que creen que los gobiernos les piden demasiados sacrificios en la batalla contra el cambio climático, como sucede en Alemania, donde los sondeos sitúan incluso a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como segunda fuerza por delante de los socialdemócratas. Pero este mensaje no termina de funcionar en España.

“La memoria de la dictadura todavía pasa un poco de factura”, explica Óscar Martínez Tapia. “Además, en España somos orgullosamente líderes en derechos de las minorías trans, LGTB... en el feminismo también hemos dado pasos importantes y negar todo esto de repente, aunque la gente esté muy enfadada, creo que le ha pasado factura a Vox, a lo que se suma que ha llevado a cabo una campaña muy dura”.

En su opinión, las posturas negacionistas al estilo estadounidense en cuestiones como el cambio climático son algo que “no termina de llegar al electorado español”.

Los analistas en Europa habían descrito estas elecciones como un barómetro de la actitud cambiante de los europeos hacia la extrema derecha, como quedó patente en el discurso de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, en un mitin de Vox en Valencia.

Señalando a los gobiernos de Italia, Finlandia, Suecia, Polonia y República Checa, Meloni argumentó que había llegado el momento de los “patriotas”. Sin embargo, este apoyo de Meloni no jugó a favor de Vox.

“Creo que al intentar internacionalizarse perdieron esa parte genuina española ibérica que llevan tan por bandera. Recibieron a Meloni y parece que el proceso de internacionalización les equiparó con los malos de Europa”, explica Martínez Tapias.

La caída de Vox representa un freno al avance de la extrema derecha en Europa.

Qué puede aprender Europa de España
Si hay algo que se puede extraer de la caída de apoyo de Vox en España es, según Navarrete, la importancia de centrarse en aplicar políticas que “tengan un impacto real en la vida de la gente” en contraposición a las ideas simbólicas que mueven normalmente a la ultraderecha, cuyo programa económico suele ser “bastante débil”.

“Creo que cuando los partidos mayoritarios se centran en las políticas más materiales, en las políticas que afectan realmente a la vida de las personas y no caen en discusiones sobre lo simbólico, tienen alguna oportunidad frente a la extrema derecha”, analiza.

Al mismo tiempo, señala que es importante que los partidos conservadores no adopten parte del discurso de la extrema derecha, y recuerda un artículo académico que salió hace poco que decía que “el éxito de la extrema derecha está relacionado con partidos conservadores comprando parte del discurso usado por la extrema derecha”, algo que no funciona ya que “la gente en esa situación suele comprar al original”.

Mientras, Martínez Tapias va más allá y cree que en el resto de Europa tomarán buena nota de lo sucedido en España. “Van a intentar clonar a Pedro Sánchez. Su olfato político es increíble”.

“Por supuesto que en Europa están mirando a España y hay mucha gente ahora mismo resoplando diciendo 'menos mal que no ha caído otra ficha de dominó', porque España seguramente sujete a Portugal”, afirma.

En su opinión, España seguramente generará dudas en el gobierno de Meloni, aunque en el caso de Alemania reconoce que será más complicado porque se juntan condiciones que califica “como la tormenta perfecta: unos ecologistas muy fuertes, dando muy malas noticias y unos números en Alemania del este de desempleo y de inflación muy altos, que atraen ese voto de descontento y de anti clase política”.


sábado, 29 de julio de 2023

“Oppenheimer”: Jean Tatlock, la trágica vida de la psiquiatra que enamoró (y rechazó) a Oppenheimer. "Estaba entregado a ella".


El estreno de la película de Christopher Nolan ha vuelto a poner de actualidad la figura de la doctora y gran amor del padre de la bomba atómica. Interpretada por Florence Pugh, repasamos la influencia que tuvo en la trayectoria del físico y su temprana y controvertida muerte.

Es la gran batalla cinéfila de 2023. Oppenheimer y Barbie, dos de los filmes más esperados del año, se estrenan de manera simultánea en la gran pantalla para luchar por mucho más que la hegemonía en la taquilla. La escala de grises contra el rosa brillante. Nolan contra Gerwig. Dos películas antitéticas, dos estados de ánimo, dos memes andantes que ‘obligan’ al espectador a elegir entre el drama adulto de despachos y dilemas éticos y la fantasía de carácter escapista y feminista. Sin embargo, pese a los clichés sobre sus índices de testosterona, Oppenheimer es mucho más que una biografía personalista sobre el físico estadounidense (interpretado por Cillian Murphy) que acabó convertido en el padre –después arrepentido– de la bomba atómica. El thriller también narra su tortuosa relación con la psiquiatra Jean Tatlock, la mujer más influyente en la vida de Oppenheimer y a la que da vida Florence Pugh. Una joven intelectual que se reveló ante las convenciones sociales que degradaban a las mujeres de la época y cuya muerte temprana sigue siendo hoy objeto de teorías y conspiraciones. Aunque muchos han intentado reducir su papel al de mera amante, los hechos dicen todo lo contrario. Esta es su trágica historia:

Florence Pugh y Cillian Murphy dan vida a la pareja en la nueva película de Christopher Nolan. 

Oppenheimer conoció a Tatlock durante su estancia como profesor de física en la Universidad de Berkeley en California. Era buen amigo de su padre, John, un reputado profesor de Inglés en la facultad, y su primogénita, de 22 años, ojos verdes y pelo color café, ya era conocida por todo el campus de Medicina, donde se preparaba para ser psiquiatra. Corría el año 1936 y ver a una mujer en un aula universitaria seguía considerándose insólito; más aún si tenía la brillantez académica, el historial vital –había recorrido Europa formándose en psicoanálisis– y la buena imagen de Tatlock. “Todos estábamos un poco celosos”, confirma un amigo en la biografía del científico. A pesar de los diez años de diferencia que los separaban, todos los amigos cercanos a Oppenheimer sostienen que este se enamoró de ella como nunca antes lo había hecho. “Jean fue el amor más verdadero de Robert. La amó más que a nadie, estaba entregado a ella”, afirmó Robert Serber, físico nuclear y confidente de Oppie. Este le propuso matrimonio a Tatlock, sin éxito, hasta en dos ocasiones.

La simpatía de la joven por el Partido Comunista trajo grandes quebraderos de cabeza a la pareja, siendo puesta Tatlock bajo vigilancia del FBI ante la sospecha de que pudiera ser un foco de radicalización para Oppenheimer o hasta una espía soviética. Incluso después de la muerte de la joven, el físico siguió viéndose obligado a desmentir estas afirmaciones en duros interrogatorios ante el gobierno estadounidense. “Su afiliación al partido era intermitente y nunca parecía proporcionarle lo que buscaba. No creo que sus intereses fueran realmente políticos. Ella amaba a su país, a su gente y a su vida”, declaró en una audiencia gubernamental. La paranoia llegó hasta el punto de que el tan célebre como controvertido J. Edgar Hoover, al mando de la oficina de inteligencia, mandó intervenir el teléfono del piso de la psiquiatra y seguir todos sus movimientos.

Jean Tatlock y Robert Oppenheimer rompieron su relación sentimental en 1939. Unos meses después, el científico conoció a Kathering ‘Kitty’ Puening, una bióloga casada en dos ocasiones anteriores que poco después se convertiría en su mujer y en la madre de los dos hijos de la pareja. A pesar de estar casado, Oppenheimer siguió viéndose con una Tatlock que empezaba a sufrir episodios depresivos cada vez más agudizados. Dicen que el estado mental de la doctora se agravó tras la pérdida de contacto con su gran amor. El 14 de junio de 1943, dirigiendo ya el Proyecto Manhattan en Los Álamos que culminaría en la creación de la bomba atómica, este volvería a San Francisco para pasar el que sería su último día con ella. Seguido por oficiales del ejército sin su conocimiento, Oppenheimer se encontró con Tatlock en la estación de tren y, tras besarse, pasaron toda la jornada juntos. Los informes incluso certifican que apagaron las luces del piso de la joven a las 11 y media de la noche. Tras desayunar de nuevo juntos, la doctora llevó al aeropuerto a Oppie para regresar al complejo militar.

El 4 de enero de 1944, el padre de Tatlock acudió a ese mismo apartamento después de que esta no contestara el teléfono durante varios días. Tras escalar por una ventana para poder acceder a él, se encontró a su hija muerta, con la cabeza sumergida en una bañera a medio llenar. Tenía 29 años. Junto a ella había una nota que rezaba así: “Estoy disgustada con todo. A quienes me amaron y me ayudaron, todo el amor y el coraje. Quería vivir y dar, y de una forma u otra me quedé paralizada. Intenté entender, pero no pude… Habría sido una responsabilidad toda mi vida, al menos puedo librar de la carga de un alma paralizada a un mundo en conflicto”. Aunque la teoría de la conspiración respecto al supuesto asesinato de Tatlock ha sido avivada durante nueve décadas con argumentos puramente especulativos, sí que existen ciertos hechos probados que alimentan ese fuego.

A pesar de contraer matrimonio después, los cercanos a Oppenheimer siempre han mantenido que Tatlock fue su gran amor. 

Una vez hallado el cuerpo inerte de la joven, John Tatlock se encargó de quemar toda la correspondencia e imágenes de su hija antes de llamar a los servicios funerarios. Supuestamente, para desligarla de cualquier sospecha de enlace con el comunismo. La autopsia, que determinó que la causa de la muerte había sido asfixia por ahogamiento, también reveló que no había restos de alcohol en su sangre y que ninguno de los barbitúricos que había tomado la psiquiatra había alcanzado sus órganos vitales en el momento de su muerte. Un doctor con acceso a los datos del fallecimiento de Tatlock confesó a los autores del libro Prometeo Americano, en el que se basa la película de Christopher Nolan, que “si eres inteligente y quieres matar a alguien, esta es la forma correcta de hacerlo”. Su hermano Hugh Tatlock siempre apoyó la teoría del asesinato.

Peer De Silva, un oficial de la CIA encargado de la seguridad de Los Álamos, fue el encargado de comunicar a Oppenheimer la muerte de Jean. El científico quedó devastado tras la noticia y se marchó a dar un largo paseo. “Dijo que ya no tenía a nadie más con quien poder hablar”, añadió De Silva. Robert Oppenheimer acuñó el primer test de la bomba atómica como Trinity. Según narraron los cercanos a él, el nombre es un homenaje a un poema de John Donne que le había enseñado la mismísima Jean Tatlock.*




viernes, 28 de julio de 2023

_- ¡𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐑𝐄𝐌𝐈𝐎𝐒 𝐍𝐎𝐁𝐄𝐋 𝐃𝐄 𝐎𝐏𝐏𝐄𝐍𝐇𝐄𝐈𝐌𝐄𝐑, 𝐋𝐀 𝐏𝐄𝐋Í𝐂𝐔𝐋𝐀!

Quin es quin en Oppenheimer la última película de Christopher Nolan
_- 1. Albert Einstein, interpretado por Tom Conti. Premio Nobel de física en 1921 por el efecto fotoeléctrico.
 
2. Niels Henrik David Bohr (Copenhague, Dinamarca, 1885) es uno de los físicos más importantes de la historia, especialmente en el campo de la comprensión del átomo y la mecánica cuántica. Galardonado con el Premio Nobel de Física en 1922, interpretado por Kenneth Branagh.
 
3. Werner Heisenberg, físico teórico alemán que fue galardonado con el Premio Nobel de Física de 1932 por ser pionero en la creación de la mecánica cuántica, interpretado por Matthias Schweighöfer.

4. Enrico Fermi fue un físico italiano-estadounidense conocido como el "arquitecto de la era atómica". Realizó contribuciones fundamentales en el campo de la física nuclear y fue galardonado con el Premio Nobel de Física en 1938 por su trabajo sobre la radiación inducida por neutrones, interpretado por Danny Deferrari.

5. Ernest Orlando Lawrence, físico nuclear clave en la construcción de la bomba atómica y ganador del premio Nobel de Física en 1939 por la invención del "ciclotrón", un acelerador de partículas. Su labor en el Proyecto Manhattan fue la de separar isótopos de uranio, interpretado por Joshua Daniel Hartnett.

6. Isidor Isaac Rabi rechazó trabajar con su amigo Oppenheimer en Los Álamos como subdirector, pero ofreció su consejo como consultor. Estuvo presente cuando ocurrió la prueba nuclear Trinity. Ganó el Premio Nobel de física en 1944 por el descubrimiento del método de resonancia gracias al que es posible verificar el registro de las propiedades magnéticas de los átomos.
 
7. Richard Feynman, el físico teórico fue contratado para trabajar en el Proyecto Manhattan con el equipo de Hans Bethe cuando tenía 24 años, incluso antes de tener un título de posgrado. Según la Atomic Heritage Foundation, cuando más tarde llegó a la ubicación de Los Álamos, era "conocido por desafiar la seguridad en broma". En ese momento, había obtenido un título. Feynman estuvo en la prueba nuclear Trinity en 1945 y ganó el Premio Nobel en 1965, por su trabajo fundamental en electrodinámica cuántica. Interpretado por Jack Quaid.

 8. Hans Bethe, físico nuclear que fue seleccionado por Oppenheimer para liderar la división teórica del Proyecto Manhattan. Bethe trabajó en el diseño de la bomba utilizada en la prueba nuclear de julio de 1945, cuyo nombre en código es Trinity, y la que se lanzó sobre Nagasaki. Más tarde trabajó en el desarrollo de la bomba de hidrógeno a pesar de que estaba en contra. Bethe ganó el Premio Nobel de física en 1967, por sus contribuciones sobre la teoría de las reacciones nucleares, especialmente, acerca de sus descubrimientos sobre la producción de energía en las estrellas. Interpretado por Gustaf Skarsgård.

-Jaume-

‘Danza humana’, renuevos de Montaigne.

Portada de ‘Danza humana’, de Rafael Argullol.


Rafael Argullol dialoga consigo mismo en un volumen de mil páginas y escritura libérrima, en el que recorre los hitos de la historia de la cultura. El autor pone fin así a la trilogía iniciada con ‘Visión desde el fondo del mar’ y ‘Poema’.

Son ya muchos años, toda una vida podría decirse, los que lleva Rafael Argullol explorando una escritura extraterritorial que rechaza lindes genéricos y aduanas disciplinarias, una escritura que alguna vez llamó “transversal” pero que es esencialmente agenérica y libérrima, serenamente tornadiza y metamórfica, en la que lo lírico y lo narrativo se impregnan de especu­lación filosófica, de remembranza autobiográfica o de confesión. Emanada de un yo ubicuo, es una escritura intensamente personal concebida a menudo como una expedición de descubrimiento que aparece jalonada por la historia de la cultura (arte, literatura, filosofía y religión salen al camino constantemente) y elevada por una mirada universalista que sitúa a los seres humanos en su pequeñez cósmica y al mismo tiempo en su irresoluble fluctuación entre la luz y la tiniebla. Esa vía pareció alcanzar su expresión más granada en 2010 con Visión desde el fondo del mar, sin embargo se prolongó en otro magno esfuerzo de disciplina escrituraria, Poema (2017), y ahora está claro que culmina con esta Danza humana que cierra, así, una trilogía que suma más de 3.000 páginas.

Cada volumen constituye a su modo una forma elíptica y minuciosa de autorretrato, cada uno obedeciendo a unas reglas internas distintas que determinan tanto la vertiente que se escudriña como la estrategia de escritura escogida. El conjunto es fastuoso y no cabría en esta reseña ni siquiera una sobria descripción de un proyecto que trata de explorar una conciencia particular, la de Argullol, con su depósito laberíntico de experiencias y tiempos, desde su función de receptáculo testimonial de una época, la nuestra, y de caja de resonancia de una tradición cultural en la que la literatura y la filosofía, la historia y el arte, la espiritualidad y la estética se interpelan e intersecan. Por eso debo limitarme a esta Danza humana, escrita entre el 9 de mayo de 2019 y el 6 de octubre de 2021 (los breves capítulos van datados como un diario) y organizada en diez libros nucleados en torno a otros tantos conceptos esenciales en la vida del escritor y, vale decir, de cualquier ser humano. A saber: verdad, restitución, desprendimiento, enigma, jovialidad, divinidad, antagonismo, afinidad, luz y libertad.

El orden en que aparecen no es arbitrario porque la secuencia conforma un itinerario, del mismo modo que cada uno de los libros se plantea como un viaje al corazón de esos conceptos mediante la creación de sucesivos destinatarios que no dejan de ser desdoblamientos parciales del autor: Elia (la que lo rescatará en el futuro), Jano, Ra, Marcello, Sleipner (el caballo octópodo de Odín), Gaspar (un ciprés), Miguel, o Å (el pueblo noruego), con el que se abre y cierra la obra.

Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día En diálogo consigo mismo a través de esas máscaras, Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día, entre tiempos y lugares de un pasado remoto y otros de un futuro intuido, mientras las emergencias del presente (los disturbios de 2019 en Barcelona o el curso de la pandemia) le devuelve al aquí y ahora del acto de escribir y del propósito que lo mueve.

Y aunque no lo declara, esta inmersión en la naturaleza humana desde la irreductible subjetividad del escritor no deja de ser tributaria del gesto de Montaigne cuando, admitiendo los límites de su entendimiento, quiso ensayarse (esto es, ponerse a prueba) ante los grandes problemas filosóficos (la muerte, el amor, el conocimiento) y las pequeñeces del vivir cotidiano (el dolor corporal, la decrepitud o los placeres de los sentidos) y confesó a su lector al comienzo de sus Ensayos: “Soy yo mismo la materia de mi libro”. Argullol podría suscribir el aserto, pero sería un necio quien no entendiera que, en el fondo, somos todos nosotros la materia de un libro que pone a bailar las preguntas fundamentales.

jueves, 27 de julio de 2023

ENVEJECIMIENTO. Superancianos, un raro grupo de humanos que nos pueden enseñar cómo envejecer bien

Los superancianos tienen mejor memoria, pero también se mueven más rápido y se deprimen menos
Los superancianos tienen mejor memoria, pero también se mueven más rápido y se deprimen menosTHOMAS M BARWICK INC (GETTY IMAGES)
Estos individuos suelen tener características genéticas que les protegen de la demencia, fuertes vínculos sociales y un sentido vital claro

Aunque el envejecimiento afecta a todo el mundo, sus daños aparecen con más lentitud en algunas personas. Esta evidencia ha llevado a muchos científicos a estudiar qué diferencia a esas personas que parecen protegidas del paso del tiempo en busca de los rasgos biológicos o formas de vivir que se pudiesen replicar para democratizar sus dones. Uno de esos grupos son los “superancianos” (superagers en inglés), personas que con 80 años mantienen una memoria propia de gente treinta años más joven. El término fue acuñado en 2012 por un equipo liderado por Emily Rogalski, de la Universidad del Noroeste, en Chicago (EE UU). Entonces, vieron que tenían una corteza cerebral más gruesa y que mostraban resistencia a algunos daños, como la atrofia cortical, que aparecen con los años. Sin embargo, no parece que tuviesen unas capacidades cognitivas superiores durante su juventud. Más bien, parecían resistir mejor al envejecimiento, por factores físicos o de estilo de vida.

Esta misma semana, la revista Lancet Healthy Longevity publicó un artículo en el que se observa que los superancianos, además de tener mejor memoria, se mueven más rápido y tienen mejor salud mental. El trabajo, que tomó datos de la cohorte del Proyecto Vallecas, dedicado a identificar marcadores tempranos de alzhéimer, vio, gracias a tecnologías de diagnóstico por imagen, que estas personas tienen más materia gris en áreas clave del cerebro. El motivo, probablemente, es que se deteriora más lentamente que en la población general, como comprobaron tras cinco años de seguimiento a superancianos y personas normales.

Marta Garo-Pascual, coautora del estudio e investigadora del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía de Madrid, plantea que este tipo de estudios “acercan la resolución de la gran pregunta sin responder sobre los superancianos, si son más resistentes al declive de la memoria asociado a la edad o si tienen mecanismos para afrontar ese declive mejor que otros”. La mayor presencia de materia gris indicaría que tienen algún factor de protección que retrasa el daño, pero también se sabe que estas personas tienen más vínculos sociales o mantienen durante más tiempo el interés por aprender cosas nuevas. Dado que los estudios como el de Garo-Pascual y sus colegas son observacionales, es difícil establecer qué va primero, si son los hábitos saludables los que permiten mantenerse joven o si es una juventud natural la que permite mantener la actividad y la conexión con las novedades del mundo.

Emily Rogalski, una década después de abrir el camino del estudio de los superancianos, sigue trabajando en el campo, aunque plantea que este tipo de personas “son pocas y difíciles de encontrar”. De momento, en su opinión, estos individuos no serían de un solo tipo. Algunos “tienen una estructura cerebral que parece resistente a neuropatologías, pero hay otros que son más resilientes, que reciben el daño, pero lo compensan por otras vías. Puede ser tan importante la experiencia vital como los factores genéticos”, añade.

El profesor de la Universidad de Barcelona, David Bartrés considera útil “el estudio de los superagers porque nos ayuda a identificar qué hay de diferente en estas personas y qué podemos promover en la población general. Gracias a estos estudios sabemos que hay factores modificables, como cuidar la salud vascular, la nutrición, dormir bien, quizá hacer ejercicio para mejorar la capacidad motora y cuidar la ansiedad o tratar la depresión, que son importantes para evitar el deterioro cognitivo y enfermedades como las demencias”, explica.

Bartrés reconoce que entender que un factor sea modificable no hace que se pueda cambiar con facilidad, y por eso destaca la importancia de personalizar la introducción de cambios. En esta línea, Garo apunta a resultados paradójicos de su estudio: “[Los superancianos] afirman que realizan la misma cantidad de ejercicio que la gente típica, pero es posible que ellos no consideren ejercicio actividades como subir escaleras o trabajar en un huerto”. El ejercicio, que ayuda a controlar la presión arterial o los niveles de glucosa en sangre y mejora el bienestar mental, debería actuar sobre factores muy relevantes en el deterioro cognitivo. Estos resultados coinciden con los del estudio de personas que superan los 100 años de edad, que, en muchos casos, no tienen estilos de vida particularmente saludables.

Otro aspecto en el que ha trabajado Bartrés es la valoración de aspectos psicológicos, como tener un propósito en la vida, en la resiliencia al deterioro cognitivo. “La gente con más propósito, que para cada persona puede ser distinto, desde ser padre, al trabajo o ayudar a los demás, tiene menos estrés y tolera mejor cambios típicos de la enfermedad de Alzheimer”, señala. En uno de sus estudios han observado que, aunque haya cambios de tipo vascular en la sustancia blanca del cerebro, como los que empiezan a aparecer a partir de los 40 años y causan deterioro cognitivo, estos cambios afectan menos a los que tienen un sentido vital más claro. “Hemos visto, por ejemplo, que hay una mejor conectividad entre áreas del cerebro, que puede compensar el daño observado”, señala. Aunque dar sentido a la propia vida sea algo personal, hay terapias psicológicas que pueden ayudar a identificar o reencontrar este sentido.

Frente a lo identificado en el caso de los superancianos, que acumulan daños más despacio, hay casos en los que el deterioro físico se compensa con lo que se denomina resiliencia. La educación es uno de estos factores de resiliencia y es probable que se encuentre, junto con otros factores como el control de los problemas cardiovasculares, detrás de la caída de un 30% en 15 años de la proporción de personas con demencia en EE UU. En el extremo opuesto, hay estudios que estiman que las personas analfabetas tienen el triple de riesgo de sufrir demencia.

Pese al interés de estudiar a este grupo de personas con envejecimiento privilegiado, Garo-Pascual reconoce que no han encontrado “la fórmula de ser superager”. “Hicimos un modelo con muchas variables, la mayor parte relacionadas con el estilo de vida, pero solo logramos una precisión del 66% a la hora de clasificar a una persona como superanciano. Se nos escapa el 34%”, explica. “En este modelo falta un componente que podría ser importante, que es la genética y podría explicar esa parte que no identificamos”, plantea. Se sabe que distintas variantes de genes como el APOE incrementan o reducen la probabilidad de padecer alzhéimer, y ya se han encontrado algunas de esas versiones beneficiosas en estudios con personas que superan el siglo de vida.

Rogalski cree que conocimientos como estos “ya se están utilizando para buscar dianas terapéuticas y desarrollar fármacos, aunque están aún en una etapa muy incipiente”. También apunta a la importancia de elecciones de vida que pueden parecer sencillas y gratuitas, pero resultar complicadas en la realidad, como “tener fuertes relaciones con los demás y una actitud positiva ante la vida”, ambos rasgos muy frecuentes entre los superancianos. La escasez de estos individuos hace necesario reunirlos en estudios internacionales y ese será uno de los próximos pasos para intentar desentrañar sus secretos.


martes, 25 de julio de 2023

Joseph Fourier, el matemático reclutado por Napoleón que disparó su propia revolución cuando se enamoró del calor. Marcus du Sautoy, matemático

Joseph Fourier

FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

Pie de foto,

La revolución francesa le permitió brillar a Fourier.


El calor cambió su vida y la de los que vinimos después.

En marzo de 1798 el matemático Joseph Fourier recibió una misteriosa citación del Ministerio del Interior de la Francia posrevolucionaria:

"Ciudadano: el directorio ejecutivo, que tiene una necesidad particular de sus talentos y de su fervor, acaba de disponer de usted por el bien del servicio público. Debe prepararse y estar listo para partir apenas reciba la orden".

Dos meses después, Fourier zarpó hacia Egipto, reclutado por Napoleón Bonaparte junto con 30.000 soldados y más de 100 académicos, pues Napoleón creía que el poder intelectual era tan importante como el poderío militar.

Y Fourier era un joven republicano que creía que los matemáticos nunca deberían olvidar su papel como sirvientes de la revolución francesa.

Para él, el valor real de las matemáticas era su utilidad para la sociedad. Y su innovadora Teoría del Calor efectivamente resultó ser muy útil: condujo a una nueva forma de entender no solo el calor, sino también la luz y el sonido.

Innoble
Joseph Fourier, el hijo huérfano de un sastre, descubrió el mágico mundo de las matemáticas cuando era un adolescente.

En su internado militar, recogía cabos de velas para poder estudiar en la noche mientras los otros niños roncaban.

Sabía que era bueno, y se comparaba con los mejores:

"Ayer cumplí 21 años; a esa edad Pascal y Newton ya habían alcanzado varias veces la inmortalidad", señaló.

Quiso unirse al ejército, pero su solicitud fue denegada.

"Fourier, por no ser noble, no puede ingresar a la artillería así sea el mejor después de Newton".

Pero la revolución francesa de 1789 —que él apoyó— cambió todo.

La aritmética republicana

La revolución francesa le permitió brillar a Fourier.

La nueva república en Francia fundó nuevos centros de aprendizaje para cultivar a los nuevos pensadores de esa era revolucionaria; algunos incluso tenían su propio uniforme militar.

El único criterio para elegir a los estudiantes era la inteligencia y el conocimiento. A nadie —se pensaba— se le debía negar un lugar por falta de fondos.

Y de todas las disciplinas, las matemáticas y la ciencia eran las más apreciadas.

La enseñanza de la "aritmética republicana" era elogiada.

"Ciudadano: la revolución no solo mejora nuestra moral y allana el camino para nuestra felicidad y la de las generaciones futuras, sino que además libera el progreso científico de los grilletes que lo frenan".

El talento de Fourier, no solo como matemático sino también como maestro, no pasó desapercibido.

Fue nombrado director de educación matemática en la nueva École Polytechnique, donde por primera vez fue posible recibir clases de matemáticas enseñadas por quienes las estaban creando.

Las conferencias matemáticas eran un espectáculo. Los profesores tenían que dar sus conferencias de pie, sin notas ni un escritorio tras del cual esconderse. El diálogo y el debate entre el profesor y los estudiantes era más que bienvenido.

En ese ambiente, Fourier, en particular, prosperó gracias a que tenía "una voz fuerte y es activo, ingenioso y muy erudito", según su tutor Joseph-Louis Lagrange, el matemático y astrónomo de la Era de la Ilustración italiana.

Bajo el sol del desierto

La batalla de las Pirámides, 21 julio 1798, puso fin a 700 años de mandato mameluco en Egipto.

Las habilidades oratorias de Fourier, que habían sido utilizadas para defender la revolución política, fueron luego empleadas en la propagación de una revolución matemática.

Gracias a ello, Napoleón se enteró de su existencia y recibió esa misteriosa convocatoria para zarpar hacia Egipto.

Pero tras la Batalla de las Pirámides, Napoleón regresó a Francia y Fourier quedó varado en El Cairo.

En 1799, ayudó a descubrir la Piedra de Rosetta en el medio del desierto egipcio.

Fue allá donde Fourier se enamoró... del calor. No solo las matemáticas que escondía sino de los fantásticos poderes medicinales que estaba convencido que tenía.

Cuando regresó, sus amigos lo encontraron sentado en su habitación sobrecalentada en Grenoble, en el sur de Francia, envuelto como una momia egipcia, sudando, y pensando cómo explicar exactamente cómo se mueve el calor a través del espacio.

La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a. C. en 3 idiomas —jeroglíficos egipcios, griego antiguo y escritura demótica— fue clave para el entendimiento moderno de los jeroglíficos egipcios.

¿Cómo se mueve el calor de un sitio al otro? Incluso antes de responder a la pregunta que él mismo se había planteado, Fourier anticipó cuán importante sería la respuesta, no solo para comprender el calor, sino para toda la física:

"El calor, como la gravedad, penetra en todas las sustancias del Universo, sus rayos ocupan todas las partes del espacio. El objetivo de nuestro trabajo es establecer las leyes matemáticas a las que este elemento obedece. La teoría del calor formará a partir de ahora una de las ramas más importantes de la física general".

Su predicción fue acertada.

La comprensión matemática de Fourier de cómo se mueve el calor nos ha permitido comprender cualquier cosa que pueda describirse como una onda, como el sonido y la luz.

La gran idea de Fourier fue que cada onda, por compleja que fuera, podía explicarse como la suma de muchas ondas sinusoidales.

Las ondas sinusoidales son las ondas más simples que existen: si las dibujas en un papel, son una serie de curvas suaves, regulares, que suben y bajan.

Y la onda de sonido más simple que existe es el sonido puro de un diapasón.

El sonido puro del diapasón se usa como referencia para afinar instrumentos musicales.

El sonido de una trompeta, por ejemplo, es más complicado.

La forma de sus ondas se parece al borde de sierra o una cadena montañosa con innumerables picos de diferentes inclinaciones y alturas.

Fourier creía que si podía entender a fondo todas estas diferentes formas de onda, si de alguna manera pudiera relacionarlas, una con otra, descubriría algo importante. Estaba buscando los principios subyacentes que determinan sus muchas formas diversas.

Y su revelación fue esta: cada forma de onda, sin importar cuán complicada y abigarrada, se puede dividir en un conjunto básico de ondas sinusoidales simples y lisas.

O, dicho de otra manera, si uno "suma" muchas ondas sinusoidales simples de diferentes frecuencias (es decir, curvas con los baches más o menos montados juntos) puede reproducir el perfil irregular de la onda de la trompeta.

Su revelación fue que todas las ondas, incluso una complicada como la de la trompeta (en rojo) se puede expresar con una serie de ondas sinusoidales simples (azul).

De eso se trataba la pionera Teoría del Calor de Fourier: explicaba cómo se relacionan todas las ondas entre sí.

"Las matemáticas comparan los fenómenos más diversos y descubren las analogías secretas que los unen", dijo.

Su análisis es una brillante pieza de matemática pura.

¿Qué sucedió con la idea?
Cuando publicó por primera vez su Teoría Analítica del Calor, se encontró con una fuerte oposición.

Muchos colegas académicos se mostraron escépticos. Les parecía imposible que las ondas sinusoidales lisas pudieran llegar a producir ondas complicadas, filodentadas como, por ejemplo, las de una trompeta.

Pero Fourier continuó trabajando en su tratado hasta que publicó la versión final en 1822.

Pasó tiempo antes de que los logros de Fourier fueran reconocidos, pero cuando lo fueron, no hubo quien frenara las alabanzas.

Uno de los más respetados físicos, Lord Kelvin, cuyo nombre se usó para nombrar la unidad científica moderna de la temperatura, declaró:

"El de Fourier no solo es uno de los más bellos resultados del análisis moderno, sino que además proporciona un instrumento indispensable en el tratamiento de casi todas las preguntas recónditas en la física moderna. Fourier es un poema matemático".

El calor dio fruto en "sus trabajos sobre la descomposición de funciones periódicas en series trigonométricas convergentes llamadas Series de Fourier, método con el cual consiguió resolver la ecuación del calor", según Wikipedia.

Como predijo Fourier, su teoría formó una de las ramas más importantes de la física general.

No solo abarca cualquier fenómeno que pueda describirse como una onda sino que nos da una forma de pensar acerca de estos fenómenos del mundo muy real.

Es la razón por la que funciona tu radio o tu reproductor de música, entre otras cosas.

Los algoritmos sencillamente le dicen al altavoz que vibre para crear todas las ondas simples sinusoidales que componen un sonido particular. Al sonar simultáneamente, estas ondas simples pueden recrear milagrosamente toda una orquesta.

Su investigación sobre ese calor que lo cautivó en el desierto egipcio condujo a una de las ideas matemáticas más potentes de todos los tiempos —la gramática de las formas de onda— confirmando una de sus creencias:

"El estudio profundo de la naturaleza es la fuente más fértil de descubrimientos matemáticos".

"Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos": quién fue Robert Oppenheimer, el arrepentido padre de la bomba atómica



Considerado por muchos como un "genio" de la ciencia, Oppenheimer era también un gran apasionado de la artes y de las humanidades.

Author, Ben Platts-Mills

Era la madrugada del 16 de julio de 1945 y Robert Oppenheimer esperaba en un búnker de control el momento que cambiaría el mundo. A unos 10 km de distancia, la primera prueba de una bomba atómica en la historia, cuyo nombre código era "Trinity", estaba programada para llevarse a cabo en las pálidas arenas del desierto Jornada del Muerto, en Nuevo México.

Oppenheimer era el retrato vivo del agotamiento nervioso. Siempre fue delgado, pero después de tres años como director del "Proyecto Y", el brazo científico del "Distrito de Ingenieros de Manhattan" que había diseñado y construido la bomba, su peso se había reducido a poco más de 52 kg. Para alguien con una altura de 1,78 metros, estaba extremadamente delgado. Había dormido sólo cuatro horas esa noche, desvelado por la ansiedad y la tos de fumador.

Ese día de 1945 es uno de varios momentos cruciales en la vida de Oppenheimer descritos por los historiadores Kai Bird y Martin J Shirwin en su biografía de 2005 American Prometheus, que sirvió de base para la nueva película biográfica Oppenheimer, que se estrena este 21 de julio en Estados Unidos.

En los minutos finales de la cuenta regresiva, como cuentan Bird y Sherwin en su libro, un general del ejército observó de cerca el estado de ánimo de Oppenheimer: "El Dr. Oppenheimer... se puso más tenso a medida que transcurrían los últimos segundos. Apenas respiraba...", relató.

La explosión, cuando se produjo, eclipsó al Sol. Con una fuerza equivalente a 21 kilotoneladas de TNT, la detonación fue la más grande jamás vista. Creó una onda de choque que se sintió a 160 km de distancia.

Mientras el rugido envolvía el paisaje y la nube en forma de hongo se elevaba en el cielo, la expresión de tensión de Oppenheimer se relajó en una de "tremendo alivio".

Minutos después, el amigo y colega de Oppenheimer, Isidor Rabi, lo vio de lejos: "Nunca olvidaré su forma de caminar, nunca olvidaré la forma en que salió del auto... su forma de caminar era como de alguien que está en la cima... . este tipo de pavoneo. Él lo había logrado".

En entrevistas realizadas en la década de 1960, Oppenheimer agregó una capa de gravedad a su reacción, afirmando que, en los momentos posteriores a la detonación, una línea del texto hindú Bhagavad Gita, había venido a su mente: "Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos".

En los días siguientes, sus amigos dijeron que parecía cada vez más deprimido. "Robert se quedó muy quieto y rumiante durante ese período de dos semanas porque sabía lo que estaba a punto de suceder", recordó uno.

Una mañana se le escuchó lamentarse (en términos condescendientes) del destino inminente de los japoneses: "Esa pobre gente, esa pobre gente". Pero solo unos días después, una vez más estaba nervioso, concentrado, exigente.

En una reunión con sus homólogos militares, parecía haberse olvidado por completo de los "pobrecitos". Según Bird y Sherwin, en cambio, estaba obsesionado con la importancia de las condiciones adecuadas para el lanzamiento de la bomba: "Por supuesto, no deben lanzarla bajo la lluvia o la niebla... No dejen que la detonen a demasiada altura. La cifra fijada es justo la correcta. No dejen que suba o el objetivo no recibirá tanto daño".

Cuando anunció el bombardeo exitoso de Hiroshima a una multitud de sus colegas menos de un mes después de Trinity, un espectador notó la forma en que Oppenheimer "juntó y agitó su mano sobre su cabeza como un boxeador victorioso". Los aplausos "prácticamente subieron el techo".

Un hombre "enigma"
Oppenheimer fue el corazón emocional e intelectual del Proyecto Manhattan: más que cualquier otra persona, había hecho realidad la bomba.

Jeremy Bernstein, quien trabajó con él después de la guerra, estaba convencido de que nadie más podría haberlo hecho. Como escribió en su biografía de 2004, "Retrato de un enigma", "si Oppenheimer no hubiera sido el director de Los Álamos, estoy convencido de que, para bien o para mal, la Segunda Guerra Mundial habría terminado... sin el uso de armas nucleares”.

La gran variedad de reacciones que se ha dicho que experimentó Oppenheimer cuando fue testigo de la culminación de sus trabajos, sin mencionar el ritmo con el que fue pasando de una a otra, puede parecer desconcertante. La combinación de fragilidad nerviosa, ambición, grandiosidad y melancolía morbosa son difíciles de encuadrar en una sola persona, especialmente en alguien tan instrumental en el mismo proyecto que provoca estas respuestas.

Bird y Sherwin también llaman a Oppenheimer un "enigma". Lo describen como "un físico teórico que mostró las cualidades carismáticas de un gran líder, un esteta que cultivó ambigüedades".

Era un científico, pero también, como otro amigo lo describió una vez, "un manipulador de la imaginación de primera clase".

Según el relato de Bird y Sherwin, las contradicciones en el carácter de Oppenheimer -cualidades que han dejado a amigos y biógrafos sin capacidad para poder explicar bien quién era- parecen haber estado presentes desde sus primeros años.

Nacido en la ciudad de Nueva York en 1904, Oppenheimer era hijo de inmigrantes judíos alemanes de primera generación que se habían enriquecido a través del comercio textil. La casa de la familia era un apartamento grande en el Upper West Side con tres sirvientas, un chófer y obras de arte europeas en las paredes.

A pesar de esta educación lujosa, los amigos de la infancia recordaban a Oppenheimer como alguien generoso que no mostraba el comportamiento de quien ha sido excesivamente mimado. Una amiga de la escuela, Jane Didisheim, lo recordaba como alguien que "se sonrojaba con extraordinaria facilidad", que era "muy frágil, con las mejillas muy rosadas, muy tímido...", pero también "muy brillante".

“Muy rápidamente todos admitieron que él era diferente a todos los demás y superior", dijo.

A los 9 años de edad, estaba leyendo filosofía en griego y latín. También estaba obsesionado con la mineralogía: deambulaba por el Central Park y escribía cartas al Club Mineralógico de Nueva York sobre lo que encontraba. Sus cartas eran tan competentes que el Club lo confundió con un adulto y lo invitó a hacer una presentación.

Según Bird y Sherwin, esta naturaleza intelectual contribuyó en cierta medida a hacer del joven Oppenheimer alguien solitario. "Por lo general, estaba preocupado por lo que estaba haciendo o pensando", recordó un amigo. No estaba interesado en ajustarse a las expectativas de género: no le interesaban los deportes ni los "juegos rudos típicos de su grupo de edad", como dijo su primo. "A menudo se burlaban de él y lo ridiculizaban por no ser como los demás", pero sus padres estaban convencidos de su genialidad.

"Recompensé la confianza de mis padres en mí desarrollando un ego desagradable, que estoy seguro debe haber ofendido tanto a los niños como a los adultos que tuvieron la mala suerte de entrar en contacto conmigo", comentó Oppenheimer años más tarde. "No es divertido", le dijo una vez a otro amigo, "pasar las páginas de un libro y decir: 'Sí, sí, por supuesto, lo sé'".

Cuando se fue de casa para estudiar química en la Universidad de Harvard, la fragilidad de la estructura psicológica de Oppenheimer quedó expuesta: su frágil arrogancia y su apenas velada sensibilidad parecían no serle útiles.

En una carta de 1923, publicada en una colección de 1980 editada por Alice Kimbal Smith y Charles Weiner, escribió: "Trabajo y escribo innumerables tesis, notas, poemas, historias y basura... Produzco olores desagradables en tres laboratorios diferentes... . Sirvo té y hablo con erudición a algunas almas perdidas, me voy el fin de semana para destilar energía de bajo grado en risas y agotamiento, leo griego, cometo errores, busco cartas en mi escritorio y deseo estar muerto. Voila".

En la película, Cillian Murphy interpreta a Robert Oppenheimer, quien era un fumador empedernido.

Cartas posteriores recopiladas por Smith y Weiner revelan que los problemas continuaron durante sus estudios de posgrado en Cambridge, Inglaterra. Su tutor insistió en que hiciera trabajo de laboratorio aplicado, una de las debilidades de Oppenheimer.

"Lo estoy pasando bastante mal", escribió en 1925. "El trabajo de laboratorio es terriblemente aburrido y soy tan malo que es imposible sentir que estoy aprendiendo algo". Más tarde ese año, la intensidad de Oppenheimer lo llevó cerca del desastre cuando deliberadamente dejó una manzana envenenada con productos químicos de laboratorio en el escritorio de su tutor.

Más tarde, sus amigos especularon que podría haber sido impulsado por la envidia y los sentimientos de insuficiencia. El tutor no se comió la manzana, pero la plaza de Oppenheimer en Cambridge estaba amenazada y se la quedó sólo con la condición de que viera a un psiquiatra. El psiquiatra le diagnosticó psicosis, pero luego lo descartó, diciendo que el tratamiento no serviría de nada.

Al recordar ese período, Oppenheimer diría más tarde que contempló seriamente el suicidio durante las vacaciones de Navidad.

Al año siguiente, durante una visita a París, su amigo cercano Francis Ferguson le dijo que le había propuesto matrimonio a su novia. Oppenheimer respondió intentando estrangularlo: "Me saltó por detrás con una correa del maletero y me la enrolló alrededor del cuello... Logré apartarme y cayó al suelo llorando", recordó Ferguson.

El encuentro de la física
Parece que donde la psiquiatría falló a Oppenheimer, la literatura vino al rescate. Según Bird y Sherwin, leyó 'En busca del tiempo perdido' de Marcel Proust durante unas cortas vacaciones de senderismo en Córcega y encontró en él algún reflejo de su propio estado mental que lo tranquilizó y abrió una ventana a un modo de ser más compasivo. Aprendió de memoria un pasaje del libro sobre la "indiferencia a los sufrimientos que uno causa", siendo "la forma terrible y permanente de la crueldad".

La cuestión de la actitud hacia el sufrimiento seguiría siendo importante, guiando el interés de Oppenheimer por los textos espirituales y filosóficos a lo largo de su vida y, finalmente, desempeñando un papel crucial en la obra que definiría su reputación.

Un comentario que les hizo a sus amigos durante esas mismas vacaciones parece profético: "El tipo de persona que más admiro sería aquella que se vuelve extraordinariamente buena para hacer muchas cosas pero aún mantiene un semblante manchado de lágrimas".

Regresó a Inglaterra con el ánimo más ligero, sintiéndose "mucho más amable y tolerante", como recordaría más tarde. A principios de 1926 conoció al director del Instituto de Física Teórica de la Universidad de Göttingen, en Alemania, quien rápidamente se convenció del talento de Oppenheimer como teórico y lo invitó a estudiar allí.

Según Smith y Weiner, tiempo después describió 1926 como el año de su "entrada en la física". Sería un punto de inflexión. Obtuvo su doctorado y una beca postdoctoral al año siguiente. También pasó a formar parte de una comunidad que impulsaba el desarrollo de la física teórica y conoció a científicos que se convertirían en amigos para toda la vida. Muchos finalmente se unirían a Oppenheimer en Los Álamos.

Oppenheimer leía mucho, desde poesía hasta filosofía oriental.

Al regresar a Estados Unidos, Oppenheimer pasó unos meses en Harvard antes de mudarse para seguir su carrera de física en California. El tono de sus cartas de este período refleja una mentalidad más firme y generosa. Le escribió a su hermano menor sobre el amor y su interés continuo en las artes.

En la Universidad de California en Berkeley, trabajó en estrecha colaboración con otros científicos que realizaban experimentos, interpretando sus resultados sobre los rayos cósmicos y la desintegración nuclear.

Más tarde describió que se encontró a sí mismo como "el único que entendía de qué se trataba todo esto". Así, el departamento que finalmente creó surgió, según dijo, de la necesidad de comunicar sobre la teoría que amaba: "Explicar primero a los profesores, al personal y a los colegas, y luego a cualquiera que quisiera escuchar... lo que había aprendido, cuáles eran los problemas sin resolver".

La lectura como terapia
Al principio se describió a sí mismo como un maestro "difícil", pero fue a través de este papel que Oppenheimer perfeccionó el carisma y la presencia social que lo caracterizaron durante su tiempo en el Proyecto Y. Citado por Smith y Weiner, un colega recordó cómo sus alumnos lo "emulaban lo mejor que pudieron. Copiaron sus gestos, sus manierismos, sus entonaciones. Realmente influyó en sus vidas".

A principios de la década de 1930, mientras fortalecía su carrera académica, Oppenheimer mantuvo a tope su interés en las humanidades. Fue durante este período que descubrió las escrituras hindúes, aprendiendo sánscrito para leer el Bhagavad Gita sin traducir, el texto del que más tarde extrajo la famosa cita "Ahora me he convertido en la muerte".

Al parecer su interés no era solo intelectual, sino que representaba una continuación de la biblioterapia autoprescrita que había comenzado con Proust cuando tenía 20 años. El Bhagavad Gita, una historia centrada en la guerra entre dos brazos de una familia aristocrática, le dio a Oppenheimer una base filosófica que era directamente aplicable a la ambigüedad moral que enfrentó en el Proyecto Y. Enfatizó las ideas del deber, el destino y el desapego del resultado, enfatizando que el miedo a las consecuencias no puede utilizarse como justificación para la inacción.

En una carta a su hermano de 1932, Oppenheimer hace referencia específica a este libro y luego menciona la guerra como una circunstancia que podría ofrecer la oportunidad de poner en práctica tal filosofía:

"Creo que a través de la disciplina... podemos alcanzar la serenidad... Creo que a través de la disciplina aprendemos a preservar lo que es esencial para nuestra felicidad en circunstancias cada vez más adversas... Por eso pienso que todas las cosas que evocan la disciplina: el estudio y nuestros deberes para con los hombres y para con la comunidad, la guerra... deben ser recibidos por nosotros con profunda gratitud, porque solo a través de ellos podemos alcanzar el menor desapego y solo así podemos conocer la paz".

A mediados de la década de 1930, Oppenheimer también conoció a Jean Tatlock, una psiquiatra y médico de la que se enamoró. Según el relato de Bird y Sherwin, la complejidad de carácter de Tatlock igualaba al de Oppenheimer. Era una mujer que había leído mucho y que estaba impulsada por una conciencia social.

Un amigo de la infancia la describió como "tocada de grandeza". Oppenheimer le propuso matrimonio a Tatlock más de una vez, pero ella lo rechazó. A ella se le atribuye haberlo conectado con la política radical y con la poesía de John Donne. La pareja siguió viéndose ocasionalmente después de que Oppenheimer se casara con la bióloga Katherine "Kitty" Harrison en 1940. Kitty se uniría a Oppenheimer en el Proyecto Y, en el que trabajó como flebotomista, investigando los peligros de la radiación.

El camino a la bomba
En 1939, los físicos estaban mucho más preocupados por la amenaza nuclear que los políticos y fue una carta de Albert Einstein la que llamó la atención de los principales líderes del gobierno de Estados Unidos. La reacción fue lenta, pero la alarma siguió circulando en la comunidad científica y finalmente se convenció al presidente para que actuara.

Como uno de los físicos más destacados del país, Oppenheimer fue uno de varios científicos designados para comenzar a investigar más seriamente el potencial de las armas nucleares. En septiembre de 1942, en parte gracias al equipo de Oppenheimer, quedó claro que era posible crear una bomba y comenzaron a tomar forma planes concretos para su desarrollo.

Según Bird y Sherwin, cuando escuchó que su nombre estaba siendo mencionado como líder para este esfuerzo, Oppenheimer comenzó sus propios preparativos. "Estoy cortando todas las conexiones comunistas", le dijo a un amigo en ese momento. "Porque si no lo hago, al gobierno le resultará difícil utilizarme. No quiero que nada interfiera con mi utilidad para la nación".

Einstein diría más tarde: "El problema con Oppenheimer es que ama [algo que] no lo ama: el gobierno de Estados Unidos". Su patriotismo y deseo de complacer claramente jugaron un papel en su reclutamiento.

El general Leslie Groves, líder militar del Distrito de Ingenieros de Manhattan, fue la persona responsable de encontrar un director científico para el proyecto de la bomba. Según una biografía de 2002, Racing for the Bomb, cuando Groves propuso a Oppenheimer como líder científico, se encontró con oposición. El "trasfondo extremadamente liberal" de Oppenheimer era una preocupación.

Pero además de señalar su talento y su conocimiento de la ciencia, Groves también destacó su "ambición desmesurada". El jefe de seguridad del Proyecto Manhattan también notó esto: "Me convencí de que no solo era leal, sino que no permitiría que nada interfiriera con el cumplimiento exitoso de su tarea y, por lo tanto, con su lugar en la historia científica".

En el libro de 1988 The Making of the Atomic Bomb, se cita a Isidor Rabi, un amigo de Oppenheimer, diciendo que pensó que era "un nombramiento muy improbable", pero luego admitió que había sido "un golpe verdaderamente genial por parte del general Groves".

En Los Álamos, Oppenheimer aplicó sus convicciones interdisciplinarias opuestas. En su autobiografía de 1979, What Little I Remember, el físico nacido en Austria Otto Frisch recordó que Oppenheimer había reclutado no solo a los científicos necesarios, sino también a "un pintor, un filósofo y algunos otros personajes inverosímiles; sintió que una comunidad civilizada sería incompleta sin ellos".

Repensando la energía nuclear
Después de la guerra, la actitud de Oppenheimer pareció cambiar. Describió las armas nucleares como instrumentos "de agresión, de sorpresa y de terror" y la industria armamentística como "obra del diablo". En una reunión en octubre de 1945, le dijo al presidente Harry Truman: "Siento que tengo sangre en las manos". El presidente comentó después: "Le dije que la sangre estaba en mis manos y que dejara que yo me preocupara por eso".

Este intercambio es un eco notable de uno descrito en el amado Bhagavad Gita de Oppenheimer, entre el príncipe Arjuna y el dios Krishna. Arjuna se niega a luchar porque cree que será responsable del asesinato de sus compañeros, pero Krishna le quita la carga: "Vean en mí al asesino activo de estos hombres... Levántense, en la fama, en la victoria, en la intención de alegrías reales ¡Ya están muertos por mí, sé tú el instrumento!

Durante el desarrollo de la bomba, Oppenheimer había usado un argumento similar para calmar sus dudas éticas y las de sus colegas. Les dijo que, como científicos, no eran responsables de las decisiones sobre cómo se debía usar el arma, solo de hacer su trabajo. La sangre, si la hubiera, estaría en manos de los políticos.

Sin embargo, parece que una vez consumados los hechos, la confianza de Oppenheimer en esta postura se vio sacudida. Como relatan Bird y Sherwin, en su papel en la Comisión de Energía Atómica durante el período de posguerra, abogó en contra del desarrollo de más armas, incluida la bomba de hidrógeno más potente, para la que su trabajo había allanado el camino.

Estos esfuerzos dieron como resultado que Oppenheimer fuera investigado por el gobierno de EE.UU. en 1954 y que le quitaran su autorización de seguridad, lo que marcó el final de su participación en el diseño y asesoría de políticas.

La comunidad académica salió en su defensa. Escribiendo para The New Republic en 1955, el filósofo Bertrand Russell comentó que la "investigación mostró que había cometido errores, uno de ellos bastante grave desde el punto de vista de la seguridad. Pero no había evidencia de deslealtad ni de nada que pudiera ser considerado como traición... Los científicos se vieron atrapados en un trágico dilema".

En 1963, el gobierno de EE.UU. le otorgó el Premio Enrico Fermi como un gesto de rehabilitación política, pero no fue hasta 2022, 55 años después de su muerte, que las autoridades anularon su decisión de 1954 de despojarlo de su acreditación y confirmaron la lealtad de Oppenheimer a EE.UU.

A lo largo de las últimas décadas de su vida, Oppenheimer mantuvo expresiones paralelas de orgullo por el logro técnico de la bomba y de culpa por sus efectos. Un tono de resignación también apareció en sus comentarios cuando, más de una vez, dijo que la bomba simplemente había sido inevitable. Pasó los últimos 20 años de su vida como director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, trabajando junto a Einstein y otros físicos.

"Capacidad negativa"
Albert Einstein: "El problema de Oppenheimer es que ama [algo que] no lo ama: el gobierno de Estados Unidos.

Al igual que en Los Álamos, Oppenheimer se esforzó por promover el trabajo interdisciplinario y enfatizó en sus discursos la creencia de que la ciencia necesitaba de las humanidades para comprender mejor sus propias implicaciones, según cuentan Bird y Sherwin. Con este fin, reclutó a una gran cantidad de no científicos, incluidos clasicistas, poetas y psicólogos.

Más tarde llegó a considerar la energía atómica como un problema que superaba las herramientas intelectuales de su tiempo, como, en palabras del presidente Truman, "una nueva fuerza demasiado revolucionaria para considerarla en el marco de las viejas ideas".

En un discurso pronunciado en 1965, publicado más tarde en la colección Uncommon Sense de 1984, dijo: "He oído de algunos de los grandes hombres de nuestro tiempo que cuando encontraban algo sorprendente, sabían que era bueno, porque tenían miedo". Cuando hablaba de momentos de inquietantes descubrimientos científicos, le gustaba citar al poeta John Donne: "Está todo hecho pedazos, toda la coherencia se ha ido".

John Keats, otro poeta de cuya obra disfrutaba Oppenheimer, acuñó la frase "capacidad negativa" para describir una cualidad común en las personas a las que admiraba: "es decir, cuando un hombre es capaz de estar en incertidumbres, misterios, dudas, sin ningún tipo de irritabilidad en busca del hecho y la razón".

Parece como si fuera algo de esto a lo que se refería el filósofo Russell cuando escribió sobre la "incapacidad de Oppenheimer para ver las cosas con sencillez, una incapacidad que no sorprende en alguien que posee un aparato mental complejo y delicado".

Al describir las contradicciones de Oppenheimer, su mutabilidad, su continuo andar entre la poesía y la ciencia, su hábito de desafiar la descripción simple, tal vez estemos identificando las mismas cualidades que lo hicieron capaz de perseguir la creación de la bomba.

Incluso en medio de esta gran y terrible búsqueda, Oppenheimer mantuvo vivo el "semblante manchado de lágrimas" que había predicho cuando tenía 20 años. Se cree que el nombre de la prueba -Trinity- proviene del poema de John Donne Batter my heart, three-person'd God: "Que pueda levantarme y pararme, derribarme y doblar/Tu fuerza para romper, soplar, quemar y hacerme nuevo".

Jean Tatlock, quien le había hecho conocer la obra de Donne y de quien algunos creen que siguió enamorado, se suicidó el año anterior a la prueba. El proyecto de la bomba estuvo marcado en todas partes por la imaginación de Oppenheimer y por su sentido del romance y la tragedia.

Tal vez fue la ambición desmesurada lo que el general Groves identificó cuando entrevistó a Oppenheimer para el trabajo en el Proyecto Y, o tal vez fue su capacidad para adoptar, durante el tiempo requerido, la idea de la ambición desmesurada. Tanto como el resultado de la investigación, la bomba fue el producto de la capacidad y voluntad de Oppenheimer de imaginarse a sí mismo como el tipo de persona que podría hacer que sucediera.

Fumador empedernido desde la adolescencia, Oppenheimer sufrió episodios de tuberculosis durante su vida. Murió de cáncer de garganta en 1967, a la edad de 62 años. Dos años antes de su muerte, en un raro momento de sencillez, trazó una distinción que separaba la práctica de la ciencia de la de la poesía. A diferencia de la poesía, dijo, "la ciencia es el negocio de aprender a no volver a cometer el mismo error". 

 *Ben Platts-Mills es un escritor y artista cuyo trabajo investiga el poder, el razonamiento y la vulnerabilidad, así como las formas en que se representa la ciencia en la cultura popular. Sus memorias, Tell Me The Planets, se publicaron en 2018.