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jueves, 29 de octubre de 2020

España, sucursal de la Guerra Fría

‘Project Niños’ indaga en el acuerdo entre la CIA y Franco para permitir a los americanos interrogar a los niños de la guerra que volvían de la URSS

Huyendo de la Guerra Civil española terminaron en uno de los escenarios principales de la segunda Guerra Mundial y tratando de regresar física y psicológicamente a España, la CIA, de acuerdo con el Régimen franquista, los involucró en la Guerra Fría. Es la historia de parte de los 3.000 menores que la República envió a la URSS entre 1937 y 1938 para protegerlos de los bombardeos indiscriminados, como el de Gernika. DMAX estrena hoy (22.30) el primer capítulo de una serie que arroja nuevos testimonios sobre un aspecto poco conocido de esa repatriación masiva. Se titula Project Niños, como el informe de la CIA que explica por qué Franco permitió a los estadounidenses liderar en España los interrogatorios de los españoles que regresaban de Rusia.

“Mi hermana tenía un año cuando llegamos a la URSS y un hijo de un año cuando volvimos a España”, relata Rosa Ortiz. “Pensábamos que íbamos para cinco o seis meses, que la República iba a vencer y volveríamos a España”, recuerda Ángel Belza. Pero pasaron casi dos décadas antes de que pudieran regresar a casa como hijos del bando perdedor de la guerra. El país que les había despedido con bombas les recibió en muchos casos con profusos interrogatorios, mañana y tarde, realizados en castellano pero con un marcado acento americano. Quienes hacían las preguntas eran agentes de la CIA, que encontró en aquellos hombres y mujeres que regresaban de la URSS, “una mina de oro”, en palabras de Brian Latell, exanalista de la CIA.

Una vez en la URSS, los niños españoles recibieron educación controlada por el Partido Comunista. “Nos enseñaban todo sobre la geografía, la literatura de España... Allí conocí a Cervantes, a Lope de Vega...”, recuerda Rosa. El 15% asistió a institutos de educación superior y otro 20% recibió formación técnica especializada, la mitad en ámbitos científicos.

El coronel Oleg Nechiporenko, de la KGB, explica que nunca pensaron que Franco fuera a permitir que aquellos niños, ya adultos, volvieran a España tras haber pasado casi 20 años en un país comunista. “Nuestro gran fallo fue no darnos cuenta de que ese tipo de perfiles podían ser utilizados por el enemigo”, añade, refiriéndose a los americanos.

“En aquel momento, todo lo que pasaba en la URSS era absolutamente opaco para la CIA, que no tenía espías allí. Los españoles eran su oportunidad. Cualquier detalle que pudieran contar era valiosímo”, explica Jordi Ferrerons, director ejecutivo de la serie. Paralelamente, el KGB intentó usar la repatriación a España para incluir sus propios espías.

No todos los españoles interrogados colaboraron y hubo quien utilizó las preguntas para tratar de despistar a los agentes de la CIA, que llegó a alquilar tres locales en Madrid para los interrogatorios. Los estadounidenses dividían a los españoles repatriados por categorías, entre las que incluían “posibles agentes”, “entrenados por los servicios de información rusos”, “servidores del ejército soviético” o vinculados activamente al Partido Comunista. A los americanos les interesaban, sobre todo, los que habían trabajado en industrias militares y de Defensa soviéticas. Les pedían, también, que dibujaran mapas de centrales eléctricas, presas y otras infraestructuras.

Los primeros en regresar habían sido los prisioneros de la División Azul, los españoles que se habían unido al ejército nazi en la segunda Guerra Mundial. Los niños de la guerra enviados por la República tuvieron que esperar dos años más, hasta 1957. Veinte años antes, en la evacuación, se había producido un error de previsión de fatales consecuencias. A cada pequeño se le colocó un cartón con un color diferente según el lugar de destino. Pero hubo niños que se los intercambiaron como si fueran cromos, lo que provocó que algunos fueran enviados a países distintos o incluso separados de sus hermanos.

“Este capítulo de la historia no lo conocíamos, por eso tiene un valor tan especial”, explica Oriol Bosch, director de la serie. “Vemos continuamente pruebas de que el pueblo español no es muy consciente de su historia y el papel del franquismo durante la Guerra Fría era un capítulo absolutamente desconocido del que queda mucho por investigar”, añade Ferrerons.

La serie, que cuenta con la participación de historiadores españoles y expertos rusos, británicos y estadounidenses, abunda en la apuesta por temas históricos de DMAX, que en 2016 ya estrenó España dividida. La Guerra Civil en color, aprovechando fondos de la Filmoteca Española.

sábado, 10 de octubre de 2020

_- FEDERICO FINCHELSTEIN | HISTORIADOR. “Franco ocupa un lugar jerárquico entre los mentirosos de la historia del fascismo”

_- El historiador argentino Federico Finchelstein expone en su nuevo libro, "Una breve historia de las mentiras fascistas", cómo los extremistas de ultraderecha creen (?) en sus propios embustes

Joseph Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de Hitler, dejó constancia en sus diarios personales de su orgullo por “cómo los medios de comunicación alemanes comentaban lo buenos que eran sus artículos”. La anécdota ilustra, según el historiador argentino Federico Finchelstein (45 años, Buenos Aires), una de las características del fascismo: “Los fascistas creen en sus propias mentiras” (?). “Goebbels controlaba los periódicos y es interesante que, en sus diarios, que no fueron escritos para el público, terminara creyéndose la propia mentira del aparato propagandístico que él mismo creó”, señala Finchelstein, autor de A brief history of fascist lies (Una breve historia de las mentiras fascistas, University of California Press, 2020), que en unos meses publicará en España la editorial Taurus. Es el mismo uso de la mentira que, según el experto en ideologías extremistas, hacen los presidentes de Brasil y Estados Unidos, Jair Bolsonaro y Donald Trump, a los que considera “posfascistas”. Al igual que a los líderes de Vox, a quienes describe como herederos del dictador Francisco Franco.

“Con una lógica semejante a la de la propaganda fascista, Trump mintió sobre el coronavirus y terminó contagiado”, explica Finchelstein, como muestra de hasta qué punto los fascistas asumen sus propios embustes como verdades. El hecho de que “Trump admitiera la realidad empírica” de que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire, “no significa que el caudillo no crea en sus propias mentiras”. “Ha estado dispuesto a sacrificar su propia salud personal porque Trump se negó, casi siempre, a usar una máscara para protegerse en público”, al igual que Bolsonaro, que se ha referido a la enfermedad que ha provocado la pandemia como la gripecinha, recuerda el historiador en conversación telefónica con EL PAÍS. Pero el líder brasileño, al igual que Trump, enfermó de gripecinha.

Federico Finchelstien.
“La verdad para el fascismo es una verdad absoluta, no demostrable, entendida como una cuestión de fe”, desarrolla el autor a lo largo de una Breve historia de las mentiras fascistas, un complemento de su libro anterior, Del fascismo al populismo en la historia (Taurus, 2019). En el fascismo, y también el posfascismo, “el líder es un dios y del líder emana la verdad”. Una verdad que no puede ser cuestionada, porque “solo los hechos (y mentiras) prescritas por el líder podían ser aceptadas como la verdad”.

Y “entre los grandes mentirosos de la historia del fascismo, Francisco Franco ocupa un lugar lamentable, casi jerárquico”, considera Finchelstein, que define al dictador español como un “hito de la mentira fascista”. “Después de asesinar a una parte importante de la oposición y de haber obligado al exilio a otros tantos, Franco convocó un referéndum en 1947 para confirmarle como jefe del Estado de España vitalicio”, continúa. Franco “argumentó que esas dudosas elecciones habían sido extremadamente libres y bienvenidas, es decir, su mentira fue que la dictadura y la libertad eran compatibles. “Es el mismo personaje que va a decir que el bombardeo de Guernica fue orquestado por los comunistas”, apuntala el historiador.

Y la historia se vuelve a repetir. Los populistas entendieron que “el fascismo se había vuelto tóxico” y abandonaron rasgos básicos fascistas como el racismo y la xenofobia, tal y como hicieron [el argentino Juan Domingo] Perón o [el italiano Silvio] Berlusconi, que no es que no fueran racistas pero el racismo no constituía el eje básico de su política”, asegura Finchelstein. En cambio, “Trump ganó las elecciones con una estrategia que hasta ese momento no se había mostrado como exitosa para llegar al poder, una campaña con una declaración racista contra los mexicanos, a los que acusó de ser violadores, algo que sería inconcebible para un Perón”. Si los populistas, buscaban legitimarse desde la democracia, los fascistas —y los posfascistas—“promueven el caos y el desorden en las instituciones que lideran”, constata el historiador argentino, que cree que los posfacistas han desandado “la democratización que había implicado el primer populismo para volver a situaciones que se parecen más al fascismo”.

¿Y cómo se combaten mentiras que son presentadas como verdades absolutas? A través del periodismo independiente, “que ofrece a los ciudadanos la posibilidad de pensar con los hechos. Para aquellos que “solo escuchan las mentiras de los líderes”, la realidad les hará, aunque quizá tarde, darse cuenta de su error. Y concluye Finchelstein: “Cuando Franco prometía una gran España, pero en España la gente se moría de hambre, algunos dejaban de creer en sus mentiras”.

jueves, 24 de septiembre de 2020

_- 75 años de la derrota del fascismo

_- Hace 75 años, en mayo de 1945, el Estado Mayor Hitleriano firmó la rendición de Alemania en la II Guerra Mundial. Cuando cayó el telón de la escena, el fascismo había sido derrotado, pero la lucha dejó una dolorosa estela de muerte y de sangre. Más de 50 millones de personas ofrendaron su vida por esa causa, centenares de ciudades, y millares de aldeas, fueron arrasadas por los ejércitos en marcha; pueblos enteros desaparecieron, y se destrozaron fronteras. La guerra fue un precio muy alto que el mundo debió pagar para librarse de la tiranía y de la esclavitud.

EL OSCURO ANTECEDENTE
En realidad los sucesos que se desencadenaron en Europa a partir de 1939, tuvieron un antecedente definido: la I Guerra mundial, librada entre 1914 y 1918, que dejó un continente destruido y mutilado. Esa guerra, originalmente fue ideada por las grandes corporaciones financieras como un modo de hacer frente a la aguda crisis que afectaba la estabilidad del sistema de dominación capitalista. Forjar una economía de guerra, que alentara la instalación de fábricas de armas, produjera ingentes cantidades de artefactos de ese orden, diera empleo al gran número de desocupados que pululaban en todos los países y reflotara la economía a partir de la comercialización de productos bélicos; pareció ser -entre 1912 y 1914- el modo de enfrentar una crisis que corroía las bases mismas de la sociedad de entonces. Para ejecutar esa política, se dio inicio a la Primera Gran Guerra.

Ocurrió, sin embargo, que estas previsiones no se cumplieron. Los pueblos no hicieron suya a causa de la guerra, aunque esta vinera envuelta en fina papelería de patriotismo. Como en otras circunstancias, en ésta, la Patria fue sólo un pretexto para enfrentar a unos contra otros; pero los trabajadores de distintos países percibieron que eso no era así. Que los obreros franceses nada tenían contra los obreros alemanes; y que los obreros alemanes no tenían por qué ver en los obreros franceses, a sus adversarios históricos. En todo caso, unos y otros debían ajustar las cuentas con sus propias burguesías, las de cada país, responsables de la crisis que se vivía en cada territorio y beneficiarias directas de la explotación inicua que ejercían contra sus pueblos.

Los que se dieron cuenta de esa realidad, levantaron estandartes de paz, pero no fueron “pacifistas”. Enarbolaron la consigna de “¡Guerra a la guerra!” y llamaron a los pueblos a voltear los fusiles disparando no contra sus hermanos de otros países, sino contra los explotadores que tenían al frente. Fue esa, una lucha revolucionaria que estalló como una luz cuando los cañones del Crucero Autora alumbraron el nacimiento de la Revolución Rusa.

Después de los sucesos de Petrogrado y Moscú, surgió en el mundo una verdadera Ola Revolucionaria –“La Ola Revolucionaria de los años 20”, se le llamaría-. En distintos confines del planeta, pero sobre todo en Europa, estallaron diversos procesos revolucionarios de corte socialista. Finlandia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y Alemania; fueron escenario de los principales episodios de esos años. Para enfrentarlos, las grandes corporaciones construyeron su propio parapeto: el fascismo.

EL SURGIMIENTO DEL FASCISMO
El fascismo fue ideado como una barrera contra la insurgencia del proletariado. Ante la fuerza de la clase obrera. Las corporaciones construyeron la fuerza de la burguesía. Y para hacerle efectiva, se valieron de los segmentos más pauperizados en la sociedad capitalista: el Lumpen del proletariado. Así forjaron una herramienta de masas y la pusieron bajo la égida de aventureros sin principios que hicieron del terror su manera de administrar el Poder.

Años más tarde, Jorge Dimitrov definiría al fascismo como “la dictadura terrorista de los grandes monopolios, con apoyo de masas” Y llamaría a todos los pueblos a cerrar filas contra ese enemigo, que era ya el enemigo principal de la humanidad.

Derrotada la Ola Revolucionaria de los años 20, en el mundo asomaron dos poderes: La Rusia Soviética que construía el socialismo; y el régimen fascista que asumiría la defensa de los intereses de los Monopolios.

El fascismo optaría, desde un inicio, por una política belicista. No sólo habló de la guerra interna contra los trabajadores en cada país, sino también de una guerra de conquista y expansión, que se desarrollaría en el tiempo, y que buscaría convertir a los Estados Fascistas en los conductores de la humanidad.

En la idea de sus jerarcas, el fascismo llegó para quedarse. Adolfo Hitler, diría después, que construirían “un milenio de dominio Pardo”

DE LA ITALIA FASCISTA A LA ALEMANA NAZI
El fascismo se originó en Europa central. Cuando en Hungría fue aplastada en sangre la República de los Concejos liderada por Bela Kun; el almirante Horty apareció a la cabeza de un régimen siniestro. En Bulgaria ocurrió un fenómeno parecido. Depuesto el gobierno progresista de la Unión Agraria, de Alesxander Stamboliinski, el general Tshankov se hizo del Poder con métodos siniestros. Pero fue en Italia donde el fascismo logró su principal victoria. En octubre de 1922, la Marcha Sobre Roma, ejecutada por las huestes del fascismo, permitió que el rey Victor Manuel entregara la Jefatura del Estado al “Ducce”, Benito Mussolini para instaurar el régimen fascista.

Mussolini, en el Poder, no dio tregua a los trabajadores. Socialista converso, radical y chovinista, desplegó una violenta ofensiva contra los sindicatos a los que consideró “responsables” de la crisis italiana. Contra ellos, forjó la alianza de los grandes industriales con los segmentos emergentes de la sociedad – el lumpen del proletariado- Con ella, concibió la idea de construir un “Estado Nuevo”, el Estado Corporativo Fascista.

El ejemplo fue seguido poco después en Portugal por Oliveira Salazar, quien, en 1925, se hizo del Poder en Lisboa con las mismas banderas. Y luego en Alemania, con el ascenso de Adolfo Hitler, a partir del 31 de enero de 1933.

Con Hitler en el Poder, las grandes corporaciones consideraron salvado su régimen de dominación. El líder Nazi se entendió, rápidamente con los segmentos más altos de la gran burguesía alemana y enfiló sus baterías contra el socialismo. Para ese efecto emprendió dos tareas: aplastar al proletariado alemán y extender sus dominios conquistando Europa. Su objetivo era ser fuerte para enfrentar a Rusia, y aplastar al Socialismo.

De eso, fueron conscientes los gobiernos de Europa Occidental y de los Estados Unidos. Por eso, su tarea fue esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Cuando en 1939 en España cayó la Republica y se impuso el régimen fascista de Francisco Franco, la Alemania Nazi consideró cumplida la primera etapa de sus planes bélicos. Había logrado, en efecto, consolidar su fuerza y crear las condiciones para extender su dominio sobre el continente europeo y aún más. Italia, incursionó en Africa, ocupando Etiopia y Libia, y la Alemania Nazi haría lo propio en el norte africano más tarde. Ambas potencia, además, tenderían sus lazos hacia el Japón, entendiéndose con las camarillas guerreristas niponas sin obstáculo alguno.

En 1939, Alemania invadió Polonia, y en 1940 se apoderó de Francia e instauró allí un régimen fantoche. Tenía todo, entonces para atacar a la URSS. Y lo hizo a partir del 22 de junio de 1941

LA RESISTENCIA SOVIETICA
La “Operación Barba Roja” –el ataque a la URSS-fue prevista para una ejecución rápida. En los planes hitlerianos estaba el desmoronar al régimen soviético en tres meses, y acabar con el socialismo. Por eso, enfiló sus ejércitos en tres direcciones: Moscú, Leningrado –la antigua Petrogrado- y Stalingrado, al ciudad del Volga.

En pocas semanas, en efecto, las tropas germanas llegaron a 30 kilómetros de la Plaza Roja, el corazón de la capital soviética, pero no lograron avanzar más. Encontraron la más firme resistencia del pueblo y del Ejército Rojo. Ella asomó desde el inicio del conflicto y se confirmó con las más elevadas expresiones del heroísmo. Rusia peleó con todo en la guerra y pudo detener, en una primera etapa, el avance del enemigo en las puertas de Moscú, en las cercanías de Leningrado y en las afueras de Stalingrado. Ninguno de estos baluartes, cayeron en manos del ejército hitleriano.

La historia ha recogido el legendario heroísmo del pueblo soviético y la fuerza de su ejército. Cuando el 7 de octubre del 41 las tropas nazis se disponían a tomar Moscú, Stalin salió a la calle para alentar a su pueblo, y demostrarle que estaba dispuesto a la batalla. Ese fue un gesto decisivo. Moscú repelió a los agresores.

Leningrado resistió un cerco de casi 900 días. Solo se podía ingresa a la ciudad por el extremo ártico, la región del Lago Lagoda, pero ellos resultaba absolutamente insuficiente para abastecer la urbe. Más de un millón de personas murió por hambre en la cuna de la Revolución de Octubre, pero Leningrado no se rindió. Aún se conserva en el principal hotel de la ciudad, la tarjeta que hizo el alto mando alemán convocando allí una recepción -el 7 de noviembre de 1943- para celebrar la caída de la ciudad.

La batalla de Stalingrado fue la más grandes epopeya militar del siglo XX. Se inició en octubre de 1942 y concluyó el 2 de febrero de 1943 con la capitulación del ejército alemán conducido por el mariscal Paulos. Miles de soldados germanos debieron rendirse ante la imposibilidad de conseguir la victoria. Stalingrado fue defendida casa a casa, campo a campo, piedra a piedra, hombre a hombres. Fue esa la batalla decisiva en la guerra; pero no fue la última. Luego vendría la batalla del Arco de Kurts y después la liberación –una a una- de todas las ciudades de Rusia y Ucrania tomadas por asalto por las tropas nazis. El papel del ejército, y de los guerrilleros soviéticos, fue legendario.

EL OCASO DE LOS DIOSES
Prácticamente desde inicios del 45 el Ejército Soviético, ya vencedor, liberaba varios países de Europa del Este y apuntaba hacia Berlín.

Luego de Stalingrado, la guerra había tomado un nuevo giro. Las potencias capitalistas de occidente vieron muy lejana la victoria de Alemania sobre Rusia y -aunque lentamente- resolvieron participar en el conflicto enfrentando el Poder Nazi. Eso explica el Desembarco de Normandía, el 6 de junio del 44, y las operaciones del ejército norteamericano en la península italiana, partiendo de Sicilia. Ya entonces, la derrota germana estaba consumada.

El régimen Nazi, sin embargo, estaba dispuesto a combatir hasta el fin, y no dejar piedra sobre piedra en suelo europeo. Eran muy fuertes los intereses que representaba e incubaba –hasta el fin- la idea de hacer “una paz por separado” -con occidente- para revertir el curso de la guerra en Europa Oriental.

Ese fue el sentido de las “negociaciones secretas” impulsadas por Allen Dulles dese Ginebra, y celebradas con representantes de diversos jerarcas nazis que buscaban su propia salvación a cambio de una paz concertada con las potencias occidentales. Era ya, el “ocaso de los dioses” como se auguraba en las óperas de Richard Wagner.

LA CAIDA DEL FASCISMO
El último periodo de la guerra, fue muy ilustrativo. En Roma, el 25 de julio del 43, el Gran Consejo Fascista resolvió deponer a Mussolini y devolver el Poder al Rey Víctor Manuel, quien designó como nuevo Jefe del Gobierno al general Badoglio quien se propuso terminar la guerra. El Ducce fue detenido y confinado en los Alpes; pero el 12 de septiembre de ese año fue espectacularmente liberado por un Comando Alemán enviado por Hitler para esa misión. En enero del 44, desde el norte de Italia, Mussolini proclamo la “República Social” que tuvo una vida efímera. Poco más tarde, en abril del 45, Mussolini fue capturado por la Guerrilla Garilbaldina, cuando huía protegido por una columna germana, rumbo a la frontera Suiza. El 28 de ese mes fue fusilado y con sus colaboradores más inmediatos, colgado boca abajo en una plaza importante de Milán.

Hitler, finalmente, correría una suerte similar. Frenético y virtualmente enloquecido, resolvió “resistir hasta el fin” lanzando a la muerte a soldados niños de 12 y 15 años que integraban los “escalones infantiles de los SS”, la jungvolk. Fueron ellos -más algunos millares de soldados- los que libraron la batalla de Berlín que virtualmente terminó con la muerte de Fuhrer, el lunes 30 de abril a las 3.15 de la tarde en el Bunker de la Cancillería Nazi. Poca después, en horas de la noche. La bandera roja fue izada por el soldado Egorov en el Parlamento Alemán, el Reischtag, confirmando la derrota de la Alemania Nazi.

Los primeros días de mayo del 45 fueron tensos, y no exentos de violencia. Hubo focos de resistencia, gradualmente apagados y negociaciones en la sombra. Las potencias occidentales querían que Alemania negociara la paz con ellos, reconociendo a Estados Unidos y a Inglaterra como las “potencias vencedoras”; pero este operativo, también fracasó.

Por eso, el 9 de Mayo -hace 75 años- finalmente, se firmó y el gobierno alemán capituló ante el Alto Mando Militar Soviético.

No fue ése, sin embargo, el final de la guerra. En Estados Unidos, en abril de ese año, murió el presidente Roosevelt –hombre de paz- y asumió el gobierno Harry Truman -hombre de guerra- Este dispuso, el 6 y el 9 de agosto el lanzamiento de bombas (atómicas) sobre Hiroshima y Nagasaki a fin de intimar la rendición de Japón, que ocurrió en forma inmediata. Este ataque a ciudades indefensas y en las que perecieron millares de civiles inermes, bien puede considerarse un crimen de Lesa Humanidad.

DESPUÉS DE LA GUERRA
Después de la guerra el mundo pudo haber sido reconstruido en un clima de paz y de cooperación entre los Estados. Pero eso, no ocurrió. Las grandes corporaciones volvieron a temer “la expansión del socialismo”. Winston Churchill, en 1947 –el discurso de Fulton- proclamó la necesidad de alzar “una cortina de hierro” para impedir “la expansión del comunismo”. Fue ese el inicio de la llamada “guerra fría”, que se “calentó” después con la Guerra de Corea y más tarde con la Guerra de Vietnam.

Aunque en el camino la URSS desapareció, los ideales del socialismo perviven en nuestro tiempo. Los pueblos, con enorme esfuerzo y sacrificio, levantan sus banderas solidarias.

Hoy, en el siglo XXI el mundo conoce de nuevas convulsiones. Las Grandes Corporaciones llevan la guerra al Medio Oriente en busca de Gas y de Petroleo. Y a África, en procura de ricos minerales. Pero buscan parapetarse en América Latina, a la que buscan someter al dominio de los grandes monopolios.

El destino de la humanidad está en juego. Aunque el fascismo fue derrotado; su huella aún subsiste. Asoman vestigios del fascismo en distintos paíse, y ellos ponen en riesgo la paz y el porvenir de los pueblos.

Julius Fucik, un destacado periodista antifascista, nos exhortó a estar atentos ante la amenaza constante del fascismo, antes de ser ejecutado en Praga el 8 de septiembre de 1944, “Hombres. Yo os amé, Velad!”. Y sí, hay que estar atentos siempre.

https://rebelion.org/75-anos-de-la-derrota-del-fascismo/

jueves, 21 de mayo de 2020

Desmemoria. El Estado democrático les ampara, pero su aprecio por la democracia está supeditado a que los suyos ganen, o no, las elecciones

La historia de España es como la morcilla de mi tierra, escribió el poeta Ángel González, se hacen las dos con sangre, se repiten. Las protestas del madrileño distrito de Salamanca, ajenas hasta ahora a la sangre, estremecen como repetición. Ya sé que son todos pijos, ya sé que son sólo cien, ya sé que parecen un chiste, pero no tienen gracia. Un extranjero creería que protestan por el confinamiento y se equivocaría.
Aunque gritan “libertad”, la libertad les trae sin cuidado. Sus padres jamás la echaron de menos mientras vivieron en una dictadura. Sus abuelos, que financiaron y patrocinaron esa dictadura, se enriquecieron gracias a ella.
Sus descendientes se manifiestan ahora contra un Gobierno que no sienten como propio, aunque sea el que legítimamente rige el destino de la nación, y se envuelven en la bandera nacional como si bastara para identificarles, porque creen que no representa a nadie más que a ellos.
El Estado democrático les ampara, pero su aprecio por la democracia está supeditado a que los suyos ganen, o no, las elecciones. Cuando es que no, ni siquiera el razonable deseo de preservar la salud, propia y ajena, en plena pandemia, logra refrenar sus ansias de recuperar el botín de sus mayores. Aunque no lo sepan, son una muestra de la fragilidad congénita de la democracia española, el afán por pasar página sin haberla leído previamente con tal de tener la fiesta en paz, que caracterizó el espíritu de la Transición.
La falta de análisis, de crítica, de ruptura efectiva con el franquismo les persuadió de que no tenían nada de lo que avergonzarse y ahí están, gritando que la calle es suya. La memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente, pero la desmemoria logra que pasado y presente se confundan.

sábado, 21 de diciembre de 2019

LA HISTORIA RIMA. La dictadura de Franco para estudiantes Julián Casanovacontacta@infolibre.es @CasanovaHistory

LA HISTORIA RIMA
La dictadura de Franco para estudiantes

Julián Casanovacontacta@infolibre.es @CasanovaHistory

Han pasado cuarenta y cuatro años desde la muerte de Franco. Su dictadura forma parte de la historia. Es un tema de estudio consolidado en los proyectos de investigación universitarios, en congresos y publicaciones científicas y en algunos programas de enseñanza que se imparten en los centros de enseñanza Secundaria. Pero es también objeto de controversia política y de discusión pública, de mentiras y propaganda, utilizado como instrumento de opinión e insulto frente a la investigación y el conocimiento históricos.

Más de cuatro décadas después de su final, y sacados ya los restos de Franco del Valle de los Caídos, propongo aquí una información básica, de historiador especializado y comprometido con la indagación rigurosa y fiel a las fuentes, para transmitir en los centros de enseñanza a los estudiantes.

Más de cuatro décadas después de su final, y sacados ya los restos de Franco del Valle de los Caídos, propongo aquí una información básica, de historiador especializado y comprometido con la indagación rigurosa y fiel a las fuentes, para transmitir en los centros de enseñanza a los estudiantes.

1. LA DICTADURA DE FRANCO EN EUROPA:
-El general Francisco Franco comenzó el asalto al poder con una sublevación militar en julio de 1936 contra la Segunda República y lo culminó en abril de 1939, tras la victoria en una guerra civil de casi mil días.

Cuando acabó la guerra civil española, más de la mitad de los 28 Estados europeos estaban dominados por dictaduras con poderes absolutos, que no dependían de mandatos constitucionales ni de elecciones democráticas. Excepto en el caso de la Unión Soviética de Stalin, todas esas dictaduras procedían del firmamento político de la ultraderecha.

Mientras Franco consolidaba su dictadura tras el triunfo en la guerra civil, lo que los españoles llamamos posguerra, la Segunda Guerra Mundial trastocaba de forma radical el mapa de Europa que había salido de la de 1914-1918. Entre 1939 y 1941, siete dictaduras derechistas de Europa del Este cayeron bajo el dominio directo de Alemania o Italia: Polonia, Albania, Yugoslavia, Grecia, Lituania, Letonia y Estonia. En el mismo período, siete democracias fueron desmanteladas: Checoslovaquia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia.

El general Francisco Franco y su dictadura no eran, por lo tanto, una excepción en aquella Europa de sistemas políticos autoritarios, totalitarios o fascistas.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las dictaduras derechistas, que habían sido dominantes desde los años veinte, desaparecieron de Europa, salvo en Portugal y España. Francisco Franco y Antonio Oliveira de Salazar fueron los únicos dictadores que, como no intervinieron oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, pudieron seguir en el poder tras ella. Esa es una gran diferencia entre las dictaduras de Europa del Este, destruidas por la guerra, y las de la Península Ibérica; y entre Franco y Salazar y todos esos dictadores, fascistas o no, que fueron ejecutados o huyeron a otros países tras 1945.

Franco se libró de ese final, aunque la intervención italiana y alemana había sido decisiva para su triunfo en la guerra y conquista del poder y aunque el fervor del sector más fascista de su dictadura por la causa nazi se había manifestado, pese a la no beligerancia oficial española, en la creación en 1941 de la División Azul, por la que pasaron cerca de 47.000 hombres que lucharon contra el comunismo en el frente ruso.

Muertos Hitler y Mussolini, Franco siguió treinta años más. Vista desde esta perspectiva comparada, el rasgo distintivo de la historia de España en el siglo XX fue la larga duración de la dictadura de Franco después de la Segunda Guerra Mundial, una dictadura fascista en sus orígenes que se perpetuó en la Europa occidental democrática. No fue un paréntesis, sino el elemento central que dominó el escenario de forma absoluta durante esas tres décadas.

2. ¿CÓMO DEFINIR LA DICTADURA DE FRANCO?
La larga duración de la dictadura, casi cuatro décadas, hace muy difícil identificarla con un solo adjetivo y obliga, si se quiere comprender históricamente, a prestar atención a sus dimensiones cronológicas y a su evolución dentro del cambiante contexto internacional. La dictadura de Franco coincidió con un escenario de cambio histórico acelerado con profundas transformaciones: crisis mundial de los años treinta; Segunda Guerra Mundial; Guerra Fría durante la segunda mitad de los años cuarenta y los cincuenta; fase de expansión económica y desarrollo en la década de los sesenta; y período de recesión económica durante la primera mitad de los setenta. Comenzó con Hitler dominando Europa y acabó cuando los Estados Unidos habían sido derrotados en la guerra de Vietnam.

En su período inicial de consolidación coincidió con la era del fascismo en Europa, iniciado en Italia en los años veinte y radicalizado en Alemania en los años treinta. La intervención fascista y nazi había sido decisiva para la victoria de Franco en la guerra y la dictadura de Franco comenzó desde abril de 1939 un proceso de fascistización, interrumpido por la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, y tras superar desafíos de resistencia interna e internacionales, Franco se perpetuó en el poder durante la edad de oro de las democracias occidentales.

Tras la caída de los fascismos en Europa, la defensa del catolicismo como un componente básico de la historia de España sirvió a la dictadura de pantalla en ese período crucial para su supervivencia. Militares, falangistas, carlistas y la Iglesia aportaron sus ideas y símbolos a la nueva España, aunque el discurso nacional-católico acabó, a partir de 1945, dominando. El Ejército, la Falange y la Iglesia representaban a esos vencedores y de ellos salieron el alto personal dirigente, el sistema de poder local y los fieles siervos de la Administración.

En lo que todos estuvieron de acuerdo, sin embargo, fue en el culto rendido al general Franco. Desde octubre de 1936, obispos, sacerdotes y religiosos comenzaron a tratar a Franco como un enviado de Dios para poner orden en la “ciudad terrenal”. Acabada la guerra, el “insigne, victorioso y amado Caudillo” fue rodeado de una aureola heroico-mesiánica que le equiparaba a los santos más grandes de la historia. Aparecían por todas partes estatuas, bustos, poesías, estampas, hagiografías. La imagen de Franco como militar salvador y redentor era cuidadosamente tratada e idealizada en el “Noticiario Español” (NO-DO). Su retrato presidió durante los casi cuarenta años de dictadura las aulas, oficinas, establecimientos públicos y se repetía en sellos, monedas y billetes. Y como ninguna legitimidad podía ser superior a la que procedía de la potestad divina, Franco fue “Caudillo de España por la gracia de Dios”.

Fue, en suma, una dictadura de origen fascista, con presencia importante de valores militares y católicos, donde el orden, el caudillaje y la religión desempeñaron un papel fundamental.

3. VENCEDORES Y VENCIDOS
Tras el final oficial de la guerra, el 1 de abril de 1939, la destrucción del vencido se convirtió en prioridad absoluta. Comenzó en ese momento un período de ejecuciones masivas, y de cárcel y tortura para miles de hombres y mujeres, especialmente en aquellas provincias conquistadas por el ejército de Franco en los tres últimos meses de la guerra.

A finales de 1939 y durante 1940 las fuentes oficiales daban más de 270.000 reclusos, una cifra que descendió de forma continua en los dos años siguientes debido a las numerosas ejecuciones y a los miles de muertos por enfermedad y desnutrición. Al menos 50.000 personas fueron ejecutadas entre 1939 y 1946. “La retirada”, como se conoció al gran exilio de 1939, llevó a Francia a unos 450.000 refugiados en el primer trimestre de ese año, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos. Unos 200.000 volvieron en los meses siguientes, para continuar su calvario en las cárceles de la dictadura franquista.

España vivió a partir de abril de 1939 la paz de Franco, las consecuencias de la guerra y de quienes la causaron. España quedó dividida entre vencedores y vencidos. Para recordar siempre su victoria en la guerra, para que nadie olvidara sus orígenes, la dictadura de Franco llenó de lugares de memoria el suelo español, con un culto obsesivo al recuerdo de los caídos, que era el culto a la nación, a la patria, a la verdadera España frente a la anti-España, una manera de unir con lazos de sangre a las familias y amigos de los mártires frente a la memoria oculta de los vencidos, cuyos restos quedaron abandonados en cunetas, cementerios y fosas comunes.

El proyecto reformista de la República y todo lo que esa forma de gobierno significaba fue barrido y esparcido por las tumbas de miles de ciudadanos; y el movimiento obrero, sus organizaciones y su cultura, resultaron sistemáticamente eliminados en un proceso más violento y duradero que el sufrido por otros movimientos europeos de resistencia al fascismo.

La paz de Franco, que mantuvo el estado de guerra hasta abril de 1948, transformó la sociedad, destruyó familias enteras, rompiendo las básicas redes de solidaridad social, e impregnó la vida diaria de miedo, de prácticas coercitivas y de castigo. La amenaza de ser perseguido, humillado, la necesidad de disponer de avales y buenos informes para sobrevivir, podía alcanzar a cualquiera que no acreditara una adhesión inquebrantable al Movimiento o un pasado limpio de pecado republicano.

Con el paso del tiempo, la violencia y la represión cambiaron de cara, la dictadura evolucionó, “dulcificó” sus métodos y, sin el acoso exterior, pudo descansar, ofrecer un rostro más amable. Pero la dictadura nunca renunció a la guerra civil como acto fundacional, que recordó una y otra vez para preservar la unidad de esa amplia coalición de vencedores y para seguir humillando a los vencidos. La represión fue una útil inversión que Franco supo administrar hasta el final. Porque Franco murió matando. Pocas semanas antes de su muerte, ordenó la ejecución de cinco supuestos terroristas, tres del FRAP y 2 de ETA. Para dejar bien claro qué tipo de dictadura había sido la suya, desde la victoria en la Guerra Civil hasta el último suspiro en noviembre de 1975.

​​​​​​​4. ¿POR QUÉ LA DICTADURA DURÓ TANTO TIEMPO?
Al tratar de identificar las causas de esa larga duración, siempre sale, en primer lugar, por orden de aparición en la historia, la represión y la cultura excluyente, ultranacionalista, que dominaron la sociedad española desde la victoria en la guerra a la muerte de Franco. El mantenimiento de ese escenario de violencia, miedo y vigilancia durante tanto tiempo resulta incomprensible si no se tiene en cuenta el papel fundamental del Ejército, del ejército de Franco, construido en medio de una guerra civil y de una posguerra victoriosa, que garantizó en todo momento la continuidad de la dictadura, porque unido en torno a su Caudillo y al recuerdo del 18 de julio no presentó fisuras.

Franco y su ejército debieron también adaptarse a los cambios en la situación internacional. La situación internacional fue muy propicia para el franquismo, desde sus orígenes hasta el final. En 1939, derrotada la República, el clima internacional tan favorable a los fascismos contribuyó a consolidar la violenta contrarrevolución iniciada ya con la ayuda inestimable de esos mismos fascismos desde el golpe de julio de 1936. Muertos Hitler y Mussolini, a las potencias democráticas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial les importó muy poco que allá por el sur de Europa, en un país de segunda fila que nada contaba en la política exterior de aquellos años, se perpetuara un dictador sembrando el terror e incumpliendo las normas más elementales del llamado “derecho internacional”. En palabras de un alto diplomático británico, la España de Franco “sólo es un peligro y una desgracia para ella misma”.

Conforme avanzaba la Guerra Fría, como Franco era un aliado fiable en la contienda mundial contra la Unión Soviética, no se ejerció sobre su dictadura una presión irresistible para que se "democratizase". Franco y su régimen fueron, así, gradualmente rehabilitados, algo que se confirmó plenamente con los Acuerdos con Estados Unidos firmados el 26 de septiembre de 1953, la firma del Concordato con el Vaticano el 27 de agosto de aquel mismo año y el ingreso de España en la ONU en diciembre de 1955.

Sin intervención exterior, con un ejército unido y con un apoyo unánime, salvo en los últimos años, de la Iglesia católica, en su labor educativa y de control social, la dictadura de Franco estaba destinada a durar, aunque las dictaduras no se sostienen sólo en las fuerzas armadas o en la represión. Para sobrevivir y durar, necesitan bases sociales y la dictadura de Franco, salida de una guerra civil, no fue en ese aspecto una excepción.

Los apoyos del franquismo fueron amplios, más allá de toda la gente de orden que se sumó a la sublevación en julio de 1936 y estuvo siempre agradecida a Franco por la victoria. Salvo los más reprimidos, perseguidos y silenciados, a los que la dictadura excluyó y nunca tuvo en cuenta, el resto de esa España que había estado en el bando de los vencidos se adaptó, gradualmente y con el paso de los años, con apatía, miedo y apoyo pasivo, a un régimen que defendía el orden, la autoridad, la concepción tradicional de la familia, los sentimientos españolistas, la hostilidad beligerante contra el comunismo y un inflexible conservadurismo católico.

Los cambios producidos por las políticas desarrollistas, a partir del Plan de Estabilización de 1959, aconsejado por el Fondo Monetario Internacional, y de la llegada de los tecnócratas del Opus Dei al Gobierno, ampliaron y transformaron sus bases sociales. El crecimiento económico fue presentado como la consecuencia directa de la paz de Franco, en una campaña orquestada por Manuel Fraga desde el Ministerio de Información y Turismo y plasmada en la celebración en 1964 de los XXV Años de Paz, que llegó hasta el pueblo más pequeño de España.

Esos “buenos” años del desarrollismo, opuestos a la posguerra, la autarquía y el hambre, alimentaron la idea, sostenida todavía en la actualidad por la derecha política, de que Franco fue un modernizador que habría dado a España una prosperidad sin precedentes. Resulta difícil creer y demostrar, sin embargo, que un general que, junto con sus compañeros de armas, provocó una guerra civil, con efectos desastrosos, y se mantuvo en el poder absoluto y de forma violenta durante casi cuatro décadas, fuera un modernizador o un salvador de la patria frente al comunismo y la revolución.

Más de una generación de españoles creció y vivió bajo el dominio de Franco, sin ninguna experiencia directa de derechos o procesos democráticos. Ese gobierno autoritario tan prolongado tuvo efectos profundos en las estructuras políticas, en la sociedad civil, en los valores individuales y en los comportamientos de los diferentes grupos sociales. En 1945, Europa occidental dejó atrás treinta años de guerras, revoluciones, fascismos y violencia. Pero España se perdió durante otras tres décadas ese tren de la ciudadanía, de los derechos civiles y sociales y del Estado de bienestar.

El principal responsable de que eso fuera así, Francisco Franco, ayudado por sus compañeros de armas y apoyado casi hasta el final por amplios sectores de la población española, se empeñó en llevar un camino diferente al de las democracias occidentales. Y durante años y años, muchos españoles defendieron y aceptaron estar organizados, y obligar a quienes no lo quisieran estar, conforme a estrictas reglas autoritarias.

Con propaganda y memorias divididas, esos trágicos sucesos del pasado han proyectado su larga sombra sobre el presente democrático y, frente a ella, necesitamos miradas libres y rigurosas, que atiendan al conocimiento y a las diversas investigaciones que los historiadores hemos proporcionado en los últimos años. Conocimiento, enseñanza y transmisión y divulgación precisa de la historia. Más allá de las mentiras.
                                                        _______________________ 

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza e investigador del Institute for Advanced Study de Princeton

jueves, 21 de noviembre de 2019

La persecución religiosa del franquismo fue terrible. La historia de Atilano Coco, el pastor protestante que mató Franco (y rescata la película de Amenábar)

"Una cosa he aprendido y sé al morir que es válido para todos: ¿qué significan vuestros buenos sentimientos si no hacéis nada con ellos?(...)

¿Y qué será de vuestra sabiduría si no tiene ninguna consecuencia?(...)

Yo os digo: Preocuparos, cuando abandonéis este mundo, no de haber sido buenos; eso no basta.
¡Hay que haber dejado un mundo bueno!"
Bertold Brecht

Juan Miguel Baquero
eldiario.es

La cinta 'Mientras dure la guerra' recupera la figura del presbítero, maestro, masón y republicano, amigo de Miguel de Unamuno y ejecutado por los franquistas.

Protestante, maestro, republicano y masón. Atilano Coco tenía todas las cartas para acabar asesinado por los golpistas. Y así ocurrió. Secuestrado en Salamanca, encarcelado y muerto a tiros en diciembre del 36, el amigo de Miguel de Unamuno que recupera la película Mientras dure la guerra de Alejandro Amenábar es un ejemplo de las persecuciones religiosas que ejecutó el fascismo español.

Si la República había consagrado la libertad de culto, los rebeldes sostenían una idea única de España: católica, pura, impermeable. Más allá, todo eran herejes. Y, como en un remake a destiempo de la Inquisición, serían perseguidos, sometidos a cárcel, torturas y ejecuciones, además del expolio de sus bienes, que entraron en el saco del botín de guerra de los derrotados.

Atilano Coco, su vida, obra y muerte, quedan como paradigma de esta cacería al infiel emprendida por el naciente franquismo. Porque el culto, para los fascistas, tenía principio y fin en la colaboradora Iglesia católica. Un fanatismo religioso que ni el propio Unamuno sería capaz de interrumpir siquiera por un caso, como retrata Amenábar.

Queda como epitafio la nota que Enriqueta Carbonell, mujer de Coco, entregó al intelectual para recordar la situación de su marido. Un papel en el que Unamuno, dicen, escribió apuntes del discurso en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca donde soltó el famoso "venceréis, pero no convenceréis".

Un par de meses después, el 9 de diciembre, Atilano Coco fue ejecutado en el monte de La Orbada. Pero el presbítero sigue siendo además un desaparecido. Uno más entre miles que continúan arrojados a fosas comunes repartidas por todo el país. Nadie sabe dónde está la tumba del amigo de Unamuno.

Una tarea de "limpieza" religiosa

"Claro que hubo una persecución religiosa", resume en declaraciones a eldiario.es el obispo de Madrid de la Iglesia Anglicana de España, Carlos López. "Quizás una veintena de protestantes españoles fueron ejecutados" por los franquistas, calcula.

Y aporta otros nombres, más allá de Atilano Coco. "Como Pedro de Vegas, que tenía una parroquia y una librería en Córdoba que mandaron quemar. Luego le asesinaron", explica. "Era además amigo de Pío Baroja, que lo saca en alguna de sus novelas".

Sigue. "Julio Caro, también ejecutado sin juicio previo". Y "otros condenados a penas de cárcel", como Santos Martín Molina en Sevilla, "que penó ocho años". También aquellos que no encontraron más salida que el destierro, como Manuel Borobia en Valladolid, "que marchó a Vigo, donde tampoco le dejaron ejercer como maestro, y se tuvo que ir de España", y Progreso Parrilla, que desde Jaén "atravesó el campo y se fue a Portugal, y en Lisboa cogió un barco y se exilió hasta la muerte de Franco en Londres".

Aunque la represión golpista también llegó al saqueo. "Se nos cerraron bastantes templos y el régimen franquista nos expropió 26 templos y 14 escuelas", sostiene el obispo de Madrid de la Iglesia Anglicana.

Quienes no fueran católicos "seguro estaban expuestos a la represión poliédrica", afirma la historiadora Marta Velasco, autora de Los otros mártires. Porque los golpistas "en los primeros años de guerra arrasaron con todo y no se anduvieron con sutilezas", cuenta en un libro que lleva como subtítulo 'Las religiones minoritarias en España desde la Segunda República hasta nuestros días'.

La búsqueda infructuosa de Atilano Coco

El propio colectivo memorialista intentó localizar "hace unos años" los huesos del pastor asesinado por los franquistas. Pero la información sobre su paradero "era muy vaga" y los arqueólogos de la ARMH no llegaron "a encontrar un sitio donde buscar". Por eso, hoy, "sigue siendo un desaparecido".

A raíz del caso "hicimos una investigación sobre la represión a las religiones no católicas, como judíos, protestantes o musulmanes", continúa. "A esta gente las perseguían como a los comunistas", ejemplifica Silva. "Los masacraron". Y Atilano Coco, en el verano del 36, era una persona popular en Salamanca. Fácil de señalar.

"Posiblemente recibió denuncia del cura de la parroquia más cercana", apunta Carlos López. "Unos meses antes había tenido con esta persona una polémica pública que le había ganado porque era más ágil y capaz, y le denunció como persona dañina", afirma. "A partir de ahí empezó el camino que lo llevó a la detención y a su ejecución sin juicio previo", subraya el obispo anglicano.

"El problema religioso en España es algo muy antiguo y eso que siempre hemos convivido con otras religiones, más allá de la católica", tercia la historiadora Marta Velasco. "Los evangélicos tenían comedores infantiles, editaban revistas en plena guerra, tuvieron una gran labor social y ahí podemos enmarcar a Atilano", apunta Emilio Silva.

"Eran muy progresistas, dentro de que formaba parte de una religión, por eso los persiguieron y los ilegalizaron", añade el presidente de la ARMH. "Hasta los pactos –de la dictadura de Franco– con EEUU no se aprueba una, entre comillas, ley de libertad religiosa", sostiene. Y ahí coincide con Carlos López: "Hasta entonces las iglesias funcionaban de forma clandestina, antes del decreto de 1967 era una persecución sistemática e intolerancia plena".

La persecución que "no descansa"

"La persecución religiosa fue terrible y el régimen no descansa", los golpistas atacan mientras dura la guerra y continúan durante la dictadura de Francisco Franco. Los rebeldes "se dan cuenta de la diversidad hispana, descubren la importancia de otras religiones en la sociedad" y emprenden una tarea "de limpieza y pureza en la que no cabía el diferente", añade como "hipótesis histórica".

¿Qué cifras alcanzó esta violencia? "No hay una cuantificación de personas que sufrieron represión" por este motivo, explica la investigadora. El olvido está razonado desde "la marginalidad en la que han vivido" provocando que "aún hoy no sean colectivos visibles", apunta Velasco.

"El franquismo ha conseguido fijar en nuestro imaginario colectivo que el protestante no es de aquí, que es extranjero, igual que pasa ahora con los musulmanes, aunque hayan nacido en España, como que no nos cuadra", explica Marta Velasco. Una herramienta clave para asentar esta exclusión nace "cuando la iglesia se mete en el sistema educativo como espina dorsal del régimen".

"Yo no conocía lo que había pasado con las minorías religiosas y lo más interesante cuando inicié la investigación fue darme cuenta que como, sin considerarme una persona católica, cargaba con todo el discurso nacional católico", añade. "Y los protestantes, evangélicos... tienen una consideración de secta. ¿Por qué decimos eso?", cuestiona.

Fascismo contra las "reformas republicanas"

Constitución de la Segunda República Española de diciembre de 1931, artículo 27: "la libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizadas en el territorio español". El franquismo azotó la diversidad de culto desde el primer momento, restaurando la religión católica como único camino permitido bajo el lema 'Un dios, una patria, un caudillo'.

"La normativa franquista se va comiendo a las reformas republicanas", señala Marta Velasco. "Un proceso que cuando se estudia en paralelo es siniestro, terrible, como si le metieran una poda bestial a todas las hojas verdes y flores del árbol y lo dejaran seco", dibuja.

Y en ese contexto de primera violencia extrema y persecución religiosa resultó detenido y asesinado Atilano Coco Martín (Guarrate, Zamora, 1902 – Salamanca, 1936). El pastor protestante había estudiado en Inglaterra, era presbítero de la Iglesia Española Reformada Espiscopal, maestro de la escuela adjunta a la iglesia anglicana y miembro del Partido Republicano Radical Socialista, más tarde de Unión Republicana, y de la logia masónica Helmántica como parte del Grande Oriente Español.

Los militares golpistas detienen a Coco a finales de julio del 36 y lo encarcelan en la prisión provincial de Salamanca. Con Enriqueta Carbonell Carratalá tenía dos hijos, Alicia y Enrique. Todos los intentos de su mujer por azuzar al amigo Miguel de Unamuno para lograr su salvación fueron en vano, como cuenta la cinta Mientras dure la guerra.

"Me faltó en la película que acabara diciendo que Atilano Coco está todavía desaparecido y que retratara más su perfil progresista, porque aparece un tanto desdibujado", afina el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Emilio Silva.

Atilano Coco, el pastor protestante amigo de Miguel de Unamuno ha sido rescatado por la película de Alejandro Amenábar. El presbítero tiene otros reconocimientos, como una calle a su nombre en su pueblo natal, Guarrate, o la residencia universitaria 'Centro Atilano Coco' inaugurada en 2005 en Salamanca. Pero, todavía, el maestro, republicano y masón asesinado por los franquistas sigue siendo un desaparecido. Nadie sabe dónde está su tumba. Como otros miles de personas enterradas en fosas comunes por toda España.

Una sociedad mal informada debilita la democracia

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Fuente:

http://www.eldiario.es/sociedad/Atilano-Coco-protestante-Franco-Amenabar_0_965203755.html

viernes, 1 de noviembre de 2019

Exhuman los restos del genocida Francisco Franco tras 44 años ¿de democracia?

Isabella Arria
Rebelión

Tras meses de una batalla política y judicial, reacciones viscerales y amenazas, el gobierno de España logró exhumar los restos del dictador Francisco Franco del conjunto monumental del Valle de los Caídos , tras 44 años de democracia: en la fosa común permanecen más de 33 mil republicanos asesinados por mandato del dictador.

La exhumación de los restos del dictador Franco (1892-1975) - que tiranizó, masacró y condenó al exilio durante su largo régimen totalitario a cientos de miles de personas- del Valle de los Caídos, el mausoleo que mandó a construir para gloria suya y de su cruzada, se consumó el jueves 24 de octubre, en un hecho histórico pospuesto por 44 años. En las calles de España muchos celebraron, algunos con algarabía, otros con discreción.

De piedra de granito, con una arquitectura sombría y tenebrosa, el Valle de los Caídos es desde entonces un lugar de peregrinaje para los nostálgicos del franquismo. Franco estaba enterrado a un costado del que fue su ideólogo y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), pero también en el mismo lugar donde fueron sepultados en una fosa común 33 mil presos republicanos.

Un equipo especializado retiró la piedra de más de mil 500 kilos para extraer los restos del dictador, hecho que siguieron desde una carpa próxima unos 500 periodistas nacionales y extranjeros. Tras sacar el féretro, el prior del Valle de los Caídos, el franquista Santiago Cantera, realizó un breve responso antes de trasladarlo al cementerio de Mingorrubio, a unos 15 kilómetros de Madrid.

Hoy se pone fin a una afrenta moral: el enaltecimiento de la figura de un dictador en un espacio público... se da un paso más en la reconciliación. Nos costó mucho tiempo deshacernos de un régimen represor. Y casi nos ha llevado el mismo tiempo apartar los restos de su artífice del homenaje público. Hoy España cumple consigo misma, declaró el presidente Pedro Sánchez.

En un comunicado, la Fundación Francisco Franco, con el epígrafe “Aquí no se rinde nadie”, advirtió: “Sí, hoy hemos perdido una batalla, el enemigo ha alcanzado un objetivo parcial, pero en ningún caso hemos perdido la guerra. Así que, señores socialistas y comunistas, basta ya de vanagloriarse tanto”.

La exhumación fue criticada por líderes partidistas de uno y otro lado del espectro ideológico porque fue percibida como un acto propagandístico del presidente socialista Pedro Sánchez de cara a las elecciones del próximo 10 de noviembre. Pero lo cierto es que el actual presidente hizo lo que no se atrevieron a hacer sus antecesores y compañeros de partido Felipe González (1982-1996) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011).

El retiro de los restos de Franco del mausoleo que se hizo erigir fue un desagravio indispensable, así se haya realizado casi 44 años después de que al dictador se le enterrara con todos los honores de Estado, como prócer y no como el criminal de guerra que fue. Era grotesco que una democracia mantuviera a un genocida enterrado en un monumento nacional levantado con el trabajo esclavo de los republicanos, donde los cuerpos de 33 mil de ellos fueron arrojados a fosas comunes.

La exhumación llegó con cuatro décadas de retraso, entre las airadas protestas de fascistas nostálgicos y de neofascistas que experimentan una preocupante alza en las preferencias electorales. Sin cerrar definitivamente las heridas de la Guerra Civil y de la brutal dictadura fascista, no habrá condiciones para el establecimiento de una democracia verdadera y funcional en España. Y eso párte de la reconstrucción republicana, del fin de la monarquía.

Obviamente, el carácter inacabado de la transición iniciada en 1978 se revela en la institución de la corona, en la vigencia de una Constitución redactada con el visto bueno de los herederos monárquicos de Franco, o en el fracaso de los nacionalismos para conseguir sus reivindicaciones en el contexto institucional de la España moderna.

Además, la exhumación es un acto a todas luces saludable en tanto la política institucional también se dirime en el terreno de los símbolos, y la permanencia de Franco en el Valle de los Caídos era un símbolo tan ofensivo para la memoria de las víctimas del alzamiento fascista y de la posterior dictadura como impresentable y vergonzoso para una democracia.

Las imágenes del féretro del genocida saliendo en helicóptero del Valle de los Caídos retransmitidas en todo el mundo, una medida simbólica que ningún Gobierno había puesto en marcha en 44 años, llegan en un momento en que los socialistas estaban estancados en las encuestas.

Con la exhumación de Franco, el presidente Pedro Sánchez ha cosechado -a 18 días de las elecciones- su mayor logro desde que llegara al poder tras desalojar al derechista Mariano Rajoy (tras el escándalo de corrupción de Gürtel). Mientras, la oposición acusa a Sánchez de electoralismo y los partidos de izquierda y nacionalistas hablan de un exceso de permisividad con la familia del dictador.

Isabella Arria. Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

http://estrategia.la/2019/10/25/exhuman-los-restos-del-genocida-francisco-franco-tras-44-anos-de-democracia

viernes, 6 de septiembre de 2019

Entrevista al historiador Francisco Espinosa Maestre. “La represión franquista ha sido blanqueada desde su origen”


Enric Llopis
Rebelión

“Profundizar en el estudio de la represión equivale a preguntarse una y otra vez cómo la oligarquía se preparó y preparó a sus adictos para la terrible matanza a la que se entregaron con dedicación total a partir del 18 de julio”, afirma el historiador Francisco Espinosa Maestre en la parte final de La justicia de Queipo (2000). En el libro abordaba la violencia y el terror fascista en las provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba y Badajoz; el autor trabajó principalmente sobre los documentos del antiguo Archivo de la Auditoría de Guerra de la II Región Militar, lo que supuso una “auténtica bajada a los infiernos”.

Francisco Espinosa Maestre (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1954) es autor de más de una decena de libros (en solitario) sobre la Segunda República, la guerra de 1936 y la represión franquista, entre otros La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (Crítica, 2007) y Lucha de historias, lucha de memorias. España, 2002-2015 (Aconcagua, 2015). Fue asimismo, entre 2005 y 2010, director científico del proyecto Todos los Nombres, base de datos promovida por el sindicato CGT y la asociación Nuestra Memoria, que informa sobre los represaliados por el franquismo en Andalucía, Extremadura y Norte de África. El historiador sostiene que la represión franquista fue blanqueada desde su origen, en julio de 1936. ¿De qué modo han avanzado, en ese contexto, las pesquisas historiográficas? “Muy lentamente, ya que siempre ha existido desde el poder una actitud contraria a esas investigaciones; se han hecho contra corriente”, apunta Espinosa Maestre en la entrevista realizada por correo electrónico.

-La Universidad de Alicante borró -de determinados artículos publicados en su página Web- el nombre del secretario judicial que intervino en el Consejo de Guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández, en 1940; así, la universidad atendía a la petición de un descendiente del militar que actuó como secretario, y que se acogió a la legislación sobre protección de datos. ¿Qué puso de relieve esta resolución de la Universidad? (la institución universitaria después rectificó y anuló el borrado).

Pone de relieve que todo lo que tan costosamente se ha avanzado desde la transición en un campo tan oscuro como el de la represión puede desaparecer de un momento a otro. Roza el esperpento que el hijo de un individuo que formó parte del aparato represivo judicial militar fascista solicite a una Universidad que se oculte de ciertos artículos de su página Web el nombre del padre y que alguien en la Universidad decida hacerle caso. Como no le gusta que el nombre de su padre aparezca relacionado con un consejo de guerra del que fue secretario quiere borrar el pasado retocándolo. Pero la farsa no acaba aquí, ya que a continuación es la propia Universidad de Alicante la que decide validar la decisión [Parece que posteriormente han dado marcha atrás]. El hecho es grave en sí y plantea un oscuro panorama, ya que abre la posibilidad de que otros sigan el ejemplo. Imaginemos por un momento el caso contrario: que descendientes de personas que aparecen en la Causa General solicitasen al Ministerio de Cultura que se ocultasen sus nombres en Internet…

¿Qué tipo de discursos se han utilizado para blanquear la represión franquista y la dictadura? (en libros y artículos has citado, entre otros, el de una supuesta “tercera España” situada entre los llamados dos bandos o afirmaciones como “todos los muertos son iguales”).

La represión franquista ha sido blanqueada desde su origen. Lo primero que se hizo fue justificarla mediante dos procedimientos: inventarse una revolución comunista en marcha a la que se anticipó la sublevación militar y propagar sin cesar que si los rojos no llevaron a cabo sus planes criminales fue porque no les dio tiempo. La ausencia de un terror rojo propio que justificara las matanzas que existieron en todos sitios se suplió con macabras historias que la prensa favorable al golpe hizo circular siguiendo las instrucciones de los Servicios de Propaganda. En su mayor parte eran falsas pero cumplieron la función para la que fueron creadas: asumir en cada lugar un terror que asustaba a los sectores menos radicales de las propias derechas y que nadie pudo imaginar previamente.

-¿Y qué ocurrió después, a lo largo de la dictadura franquista?

Se mantuvieron vigentes los resultados de aquella aberración jurídica denominada la Causa General, un proceso judicial realizado tras la guerra destinado a justificar el golpe y la represión. Pero los resultados fueron tan decepcionantes que nunca se publicaron completos, sino solo selectivamente en un conocido libro que tuvo decenas de ediciones. Las investigaciones realizadas fuera de España desde los años sesenta abrieron otro panorama que afectó de lleno a la cuestión represiva. Cada vez se percibía más claramente que las proporciones de la matanza llevada a cabo por los golpistas superaban ampliamente las cifras de la propaganda franquista. En ese contexto encaja el intento del general Salas Larrazábal con sus Víctimas de guerra (1977) de reconocer un mayor número de víctimas de la represión franquista sin dejar de afirmar que los rojos asesinaron más.

Todo esto saltó por los aires con las investigaciones realizadas desde fines de los setenta, que fueron demostrando, provincia a provincia, la realidad represiva en toda su magnitud tanto de las zonas controladas por los sublevados como de las que permanecieron en poder de la República. Todo ello muy lentamente, ya que siempre ha existido desde el poder una actitud contraria a estas investigaciones. Se han hecho contra corriente. Este proceso confluyó en cierto momento con el movimiento en pro de la memoria, que tuvo su apogeo en la década pasada y que supuso una catarsis para la sociedad española, que al fin veía ante sí las fosas comunes y las exhumaciones. También aquí surgió la reacción, primero a través de los revisionistas promocionados por el PP y la derecha mediática desde fines de los años noventa y más tarde desde ciertos departamentos universitarios. A grandes rasgos cabe afirmar que la Universidad, poco implicada en esta historia y fiel a su tradicional conservadurismo, prefería otras temáticas menos delicadas. Al mismo tiempo se asistió al resurgimiento del mito de la Tercera España, en este caso jaleada por una serie de novelistas relacionados por lo general con el grupo PRISA y cuya misión ha consistido en igualar ambos bandos, rojos y azules, salvando una supuesta España ideal y virtuosa que estaría por encima de ambas.

-“Llevamos treinta años contando provincia a provincia y pueblo a pueblo lo que ocurrió en España a partir del 17 de julio (de 1936) y hay gente que no quiere enterarse. Todo lo referente a la represión fascista les estorba y altera”, escribiste en 2012. ¿A quién te refieres?

Me refiero a la derecha española, que no ha roto con el franquismo y se niega a aceptar el carácter criminal de aquel régimen y también a los sectores que no quieren mirar más allá de la Constitución de 1978. Ambos asumen el modelo de transición. Pero lo que en unos fue una condición para aceptar la evolución de un sistema a otro sin que ninguno de los suyos se viera afectado, en los otros viene a ser una condición impuesta y asumida que podría resumirse así: tendréis acceso al poder pero para vosotros no existirá el pasado reciente. Es decir, amnistía y pacto de olvido. De ahí ese gran agujero negro existente entre 1931 y 1975. El PP no tiene problema alguno en asumir el franquismo, esa época de extraordinaria placidez en palabras de uno de sus dirigentes. Por su parte el PSOE vive en la siguiente contradicción: se trata de un partido que en su larga etapa en el poder (1982-1996) decidió no mirar atrás (Felipe González dixit) y cuya fecha de referencia es igualmente 1978, pero al mismo tiempo no deja de alardear de sus 140 años de historia, como si lo que salió de Suresnes (1974) para acá tuviera algo que ver con el PSOE anterior a la dictadura.

-¿Qué opinas de la caracterización del franquismo como régimen o dictadura “fascistizada”, en el sentido que –con independencia del partido falangista- la derecha española y las élites incorporaron algunos elementos del fascismo? ¿Puede considerarse el franquismo como una dictadura “fascista”, sin más matices, o reservarías esta calificación sólo para su primera etapa?

Pese a la ya vieja discusión acerca del tipo de régimen político que impusieron los golpistas en España y las reticencias que siguen existiendo para incluir el franquismo dentro de los fascismos, creo que el sistema surgido del golpe militar, que se implantó mediante el terror en más de medio país en cuestión de semanas o meses y se extendió al resto mediante una larga guerra, fue de carácter fascista hasta que pudo serlo, es decir, hasta que el desarrollo de la Guerra Mundial lo dejó huérfano de los países que le prestaron apoyo desde el principio: Italia y Alemania. Bajo ese signo cumplió la misión para la que surgió; luego buscó nuevos padrinos y evolucionó según le convino en cada momento. El caso español es diferente al italiano y al alemán en un hecho fundamental: aquí no contó en su origen con el apoyo social que sí tuvo en esos países. A pesar de ello, sin llegar a la perfección del modelo original italiano, el franquismo estuvo de ese lado.

Y si miramos lo que fascistas y nazis hicieron en sus propios países con sus conciudadanos y exceptuando el holocausto, fue el fascismo español, militarista, agrario y católico, uno de los más avanzados en su ejecución mediante la violencia y el terror. La tradición democrática y parlamentaria española era escasa y débil. Se pierde de vista que la dictadura franquista fue adaptándose a lo que le convino en cada momento siempre con el claro objetivo de perpetuar los privilegios de los sectores que la promovieron. El fascismo en España surgió a consecuencia del golpe militar, tuvo su apogeo en los años de la Segunda Guerra Mundial y devino en brutal dictadura militar con el derrumbe del nazi-fascismo, en un largo proceso que llega hasta mediados de los años cincuenta con el final de la resistencia guerrillera.

Lo que sí ha existido desde la misma dictadura es el firme deseo de sacar al franquismo del mundo de los fascismos del período de entreguerras, tarea en la que jugó un papel clave el sociólogo Juan José Linz con su teoría de los regímenes totalitarios y autoritarios, entre los que metió a España con el beneplácito de la derecha española y de aquellos que lo más que admiten es la existencia de un régimen fascistizado.

-En Guerra y represión en el sur de España (Universitat de València, 2012), afirmas: “La salida de los sublevados a la calle a las tres de la tarde del sábado 18 en ciudades como Sevilla, Cádiz y Córdoba se hizo en medio de un despliegue de fuerzas sin precedentes. Calles y plazas quedaron sembradas de cadáveres que permanecieron a la vista el mayor tiempo posible para que todos supieran a qué atenerse”. ¿Significa esto que hubo, por parte de los golpistas, un plan (premeditado) de exterminio?

Los sublevados sabían ya de antemano la resistencia que iban a encontrar. Esto ya lo previó Mola en sus instrucciones. A cinco meses de las elecciones que dieron el poder al Frente Popular eran conscientes de que la mayoría social los rechazaría, máxime en zonas agrarias donde predominaba la gran propiedad y en las que los sindicatos de izquierdas eran preponderantes. Solo la violencia y el terror garantizarían el dominio de un territorio antes de pasar a otro. El terror fue consustancial al golpe militar. Los primeros crímenes se producen el mismo 17 de julio en el norte de África, sede de las fuerzas de choque del Ejército y pieza clave de la sublevación.

El 19 ya hay legionarios y regulares en Cádiz y Algeciras, que seguirán llegando hasta el gran trasvase del 5 de agosto. Después serán aviones alemanes e italianos los que trasladarán durante unos meses a miles de hombres. El tipo de guerra a la que estaban acostumbradas estas fuerzas tiene relación con su origen colonial, solo que en esta ocasión en vez de ir contra las cabilas rifeñas lo que tenían enfrente eran los habitantes de los pueblos y los barrios de las ciudades españolas. El esquema habitual era una razzia inicial con derecho a saqueo, detenciones según listas elaboradas, eliminación de vecinos en actos públicos de carácter ejemplarizante, asalto a casas y locales cerrados, y reparto del botín. Este esquema se mantuvo desde la salida de África hasta el parón ante Madrid el 7 de noviembre de 1936 con el resultado de miles de víctimas eliminadas sin más trámite que el ordeno y mando.

-¿Pueden aplicarse a la represión franquista los términos “holocausto”, “genocidio” o “crímenes contra la humanidad”? ¿Puede equipararse a Franco con dictadores como Pinochet, Videla o Ríos Montt?

Creo que puede hablarse de genocidio por causas políticas. También de desaparecidos y de crímenes contra la humanidad. Franco, su golpe y su dictadura constituyeron sin duda un referente para los dictadores del Cono Sur, que lo admiraban. El caso español ofrecía a estos un modelo a seguir: golpe militar seguido del asesinato de miles de personas, una larga dictadura al servicio de los intereses de la oligarquía y, cuando interesó, retorno a la democracia sin que nadie del sistema anterior saliera perjudicado. La palabra holocausto está tan unida a la desaparición de los judíos europeos que no la veo adecuada para el caso español. Creo que ni cualitativa ni cuantitativamente cabe comparación alguna.

-En 2010 se publicó el libro Violencia roja y azul. España 1936-1950, del que fuiste coordinador. ¿Qué diferencias hubo entre estas dos violencias? ¿Consideras que fueron equiparables?

A diferencia de los crímenes que tuvieron lugar en zona franquista, de los ocurridos en territorio bajo control de la República contamos con abundante información. Basta destacar los 1.500 legajos de la Causa General que se conservan en el Archivo Histórico Nacional, buena parte de los cuales puede consultarse por Internet hace ya años. En ese libro que mencionas José Luis Ledesma estableció que las víctimas del terror rojo suman algo menos de 50.000 personas. Pues bien, después de cuarenta años de investigaciones aún no podemos cuantificar las víctimas que causó el terror azul. Esto naturalmente no es casual, sino que se debe por un lado a la firme voluntad del régimen surgido del 18 de julio de ocultar la matanza fundacional y por otro a las políticas de olvido de los gobiernos posteriores a la transición. Actualmente, a 40 años de esta y a 80 del golpe militar, la cantidad se sitúa en 136.200 víctimas, pero esta cifra deberá aumentar considerablemente el día que sepamos la realidad de la represión.

-¿Hay otras diferencias respecto a la violencia, además de las cuantitativas?

No puede soslayarse que los que iniciaron la agresión fueron los golpistas, que fueron los que realmente disponían de un plan de exterminio. Salvo excepciones la reacción inicial en los pueblos por parte de los comités, siguiendo órdenes de los Gobiernos Civiles, fue detener a los derechistas que pudieran representar algún peligro. Fue lo que contaban y vivieron los huidos que partían de sus localidades lo que puso en peligro la vida de cientos de derechistas detenidos en zonas aún no ocupadas. En las ciudades todo fue diferente: el golpe destruyó las estructuras de poder y durante varios meses las milicias actuaron a capricho asesinando a miles de personas en ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga, etc. No obstante, lo ocurrido no remite a la imagen icónica del “Duelo a garrotazos” de Goya, sino a una terrible agresión a la que se responde de manera un tanto anárquica. En cualquier caso, los responsables de toda la cadena de violencia fueron quienes la iniciaron.

-¿Por qué el periodo de la represión analizado en el citado libro no abarca en primer lugar la guerra civil (1936-1939) y, por otra parte, la continuación en la posguerra, sino que comienza en 1936 y se prolonga el periodo hasta 1950?

Porque no hubo tal división. No he olvidado nunca lo que escribió en un informe un alto cargo de la Guardia Civil al final de la guerra. Expuso la situación y al final afirmó que aunque la guerra había terminado, la campaña continuaba. Para los golpistas la guerra representó un paréntesis (noviembre 1936-abril 1939) dentro de un ciclo más amplio (julio 1936-mediados década 1950). En lo que se refiere a la mecánica represiva es sabido que el proceso tuvo dos fases, una desde julio de 1936 a febrero de 1937 donde se estuvo asesinando mediante bandos de guerra y otra de marzo de 1937 a mediados de 1944 en la que se dio a la represión una apariencia de legalidad mediante la farsa de los consejos de guerra sumarísimos de urgencia. O sea que el ciclo de terror abarca de 1936 a 1944, coincidiendo con el derrumbe de los fascismos, si bien hay que decir que a estos ocho largos años siguieron otros tantos que fueron los que llevó el aplastamiento total de la resistencia antifranquista.

Fueron pues dos décadas las que se prolongó el ciclo represivo. A mediados de los cincuenta se producen una serie de novedades que permiten hablar de un cambio. Bastará mencionar el inicio del proceso migratorio y el final del período autárquico.

-¿Qué son los archivos del terror, y lo que en alguna ocasión has denominado “las verdaderas fuentes de la represión? ¿Son accesibles en la actualidad a los investigadores o están clasificados como “secretos”?

El concepto “archivos del terror” remite a Paraguay y a los documentos encontrados y hechos públicos en 1992 por Martín Almada, el juez José Agustín Fernández y varios periodistas relativos a la dictadura de Alfredo Stroessner y a la Operación Cóndor. El local donde se encontraron es actualmente Centro de Documentación de los Derechos Humanos. Al contrario que en Paraguay nuestros “archivos del terror” siguen siendo secretos. Por no saber no sabemos ni siquiera si se conservan o han sido destruidos. Me refiero básicamente a la documentación que sobre la represión fue generada por el Ejército, la Guardia Civil y las Delegaciones de Orden Público (luego Comisarías provinciales). Sabemos que existieron detallados ficheros porque de ahí proceden los datos que se utilizaban en todo tipo de documentos, desde certificados hasta informes.

-El periodista Carlos Hernández de Miguel escribió, en abril de 2018, un artículo en eldiario.es titulado “Documentos secretos, destruidos o en manos de franquistas: la batalla de los investigadores por la memoria histórica”. ¿Ha sido habitual el robo y la destrucción de documentos, informes, papeles y ficheros? ¿Durante la dictadura y en el periodo democrático?

Durante la dictadura era muy poca gente la que tenía acceso a los archivos militares. Podríamos decir que solo militares y personal afecto tipo Ricardo de la Cierva. Como dijo el historiador francés Charles Morazé: “Toda prueba material de una decisión tiene tantas más posibilidades de ser sustraída de los archivos cuanto más importante sea su significación política”. Y en España hubo mucho tiempo para hacer desaparecer estas pruebas. Suelo mencionar el caso de Badajoz. En el archivo militar de Ávila hay un informe que Yagüe envía a Franco, entonces en Sevilla, con los resultados de la ocupación de la capital extremeña. En él menciona que en documento adjunto detalla bajas, prisioneros, armamento recogido, etc. Pues bien, este documento no existe. Alguien debió pensar que era mejor que nadie lo viera.

Pero este tipo de hechos no solo ocurrieron durante la dictadura sino que se prolongaron durante la transición e incluso en los años ochenta. Así desaparecieron fondos importantes de las Prisiones Provinciales, de los Juzgados de 1ª Instancia, de los archivos municipales, etc. Entre la desidia, el expurgo y la destrucción voluntaria se fue una parte importante del patrimonio documental. Y no se crea que desaparece todo. Se trata de un curioso proceso selectivo. Así, por ejemplo, en el caso de los archivos municipales, la documentación relativa a Quintas y a cuestiones religiosas (hermandades y cofradías) permanece milagrosamente.

-Por último, ¿qué opinas de las referencias a historiadores “militantes” y “frentepopulistas” que además promueven “una visión idealizada de la República”? ¿De dónde proceden estas descalificaciones y cuál es su propósito?

Proceden de sectores académicos que nunca vieron con agrado la investigación del golpe militar de julio de 1936 y sus consecuencias ni el movimiento de memoria histórica. La unión de Historia y Memoria les parece una aberración por más que sepan que la última, utilizada críticamente, es un recurso más de la historia, muy importante además en caso de dictaduras que procuran no dejar huellas. Cualquiera puede comprender que de las torturas y de las violaciones, así como de múltiples pequeñas historias, no queda testimonio escrito. En numerosos pueblos recién ocupados se celebraron actos públicos en los que se peló al cero y se obligó a ingerir ricino a mujeres señaladas por sus ideas o simplemente por ser parientes de izquierdistas. ¿Alguien conoce algún documento que informe de estos hechos? Solo los testimonios orales o escritos pueden adentrarnos en ellos.

Son también estos mismos sectores los que consideran que con la insistencia en la investigación del golpe militar y de la represión franquista se está incurriendo en una idealización de la II República. Critican la visión irenista que algunos tienen de esos años. Tras esto suele ocultarse la idea de que esta fue responsable de su propio fin. De esta manera se justifica lo que vino después, no abiertamente sino como una consecuencia del proceso abierto en 1931. De ahí la insistencia en hablar de la República y la guerra civil como si se tratase de un solo período.

Hay además otra cuestión de fondo. El modelo de transición exige una interpretación del pasado que supone la negación de la experiencia republicana como último referente democrático antes de la Constitución de 1978. Digamos que son procesos históricos que se repelen: los defensores a ultranza del modelo de transición abierto lentamente tras la muerte de Franco creen que la República, el golpe y la dictadura deben dejarse de lado para que todo siga su curso, y los que mantienen que ese pasado debe tenerse en cuenta piensan que el proceso de transición se llevó a cabo en unas condiciones que supusieron un continuismo que comprometía el futuro y la negativa a abordar una serie de cuestiones importantes que tarde o temprano acabarían por salir. El problema de fondo la expuso a su manera el teniente general Sabino Fernández Campos, conde de Latores y secretario de la Casa Real: "Todo el mundo debe procurar callar lo que es necesario callar para que no cambien las cosas que están bien establecidas". La conclusión es clara: el franquismo no pasó en vano y la España actual procede de él.

viernes, 23 de noviembre de 2018

La iglesia católica española y el general Franco

Vicenç Navarro Público.es

La visión que el establishment político-mediático conservador español tiene del papel que la Iglesia Católica Española (ICE) ha jugado en la historia reciente de España es que tal institución apoyó el golpe militar de 1938 como respuesta a la hostilidad expresada por la Segunda República hacia sus intereses, estableciendo un régimen autoritario del que fue distanciándose más tarde, facilitando por último el proceso de transición hacia un régimen democrático homologable a cualquier otro régimen democrático existente en la Europa Occidental. Tal visión es, en general, la que se enseña en el sistema educativo de este país.

El gran error de las fuerzas progresistas y democráticas es no haber denunciado la enorme falsedad de tal visión, siendo su campaña de recuperación de la memoria histórica un proyecto muy limitado, caracterizado por la moderación y el temor a enfrentarse a la ICE, que continúa teniendo un enorme poder en el diseño y formulación de la política educativa del país. No quisiera minimizar, por cierto, el impacto positivo que la recuperación de la memoria histórica ha tenido en muchos ámbitos del país. Su campaña, por ejemplo, para prohibir homenajear a figuras de aquel régimen, definido como meramente autoritario, ha sido valiosa para, al menos, diluir y, en muchas ocasiones, eliminar la visibilidad de figuras representativas de aquella dictadura. Pero incluso ahí, la permanencia de un mausoleo, el Valle de los Caídos, en honor de la figura del dictador muestra la enorme timidez en esta corrección del pasado.

La gran insuficiencia de las campañas de memoria histórica para corregir las falsedades existentes en la historia oficial del país

Hay que reconocer que no ha habido una actitud crítica y de denuncia del papel de la ICE (incluyendo, por cierto, la Iglesia Católica Catalana) en la historia reciente de este país. Ningún medio televisivo, público o privado, se ha centrado en corregir la enorme falsedad de la visión oficial del papel de dicha institución en nuestra sociedad. En primer lugar, nunca ha habido un programa que mostrara el apoyo que tal institución proporcionó a las fuerzas conservadoras responsables del enorme retraso cultural, político y económico que impusieron a las clases populares de este país, y que explica la gran hostilidad que la ICE generó entre estas clases durante la Segunda República, hostilidad que dicha Iglesia nunca se ha preguntado por qué existía. En segundo lugar, la ICE fue parte integrante del golpe militar (que interrumpió un proceso democrático) y del régimen dictatorial que tal golpe impuso y estableció. En realidad, la expresión según la cual “la ICE apoyó la dictadura” no define bien la relación entre la ICE y aquella dictadura. No es que la ICE apoyara el régimen dictatorial. Fue mucho más que apoyo, la ICE era parte esencial de aquel régimen. Los sacerdotes eran pagados por el Estado con fondos públicos, y los obispos eran nombrados por el dictador. Y, como parte de aquel Estado, cumplieron una función, incluyendo la represora.

El papel de la ICE en la represión La Falange y la Iglesia jugaron un papel determinante en la denuncia y selección de las personas e instituciones republicanas brutalmente reprimidas (con especial atención a los maestros fieles a la República, incluyendo mis padres y familiares), represión ocultada y nunca mostrada por los mayores medios de información españoles (lo que engloba a los medios catalanes) del supuestamente régimen democrático actual. El nacionalcatolicismo (mezcla de un nacionalismo imperialista extremo de carácter étnico-racista, con un catolicismo sumamente reaccionario y opresivo) condenó al país a su enorme subdesarrollo cultural y social. De nuevo, como resultado de la enorme influencia de la ICE, no ha habido programas educativos para corregir la enormemente sesgada “historia oficial del país” sobre dicha institución.

Y esta función represora, basada en una completa y total dedicación de la ICE a la permanencia del régimen, continuó hasta el último día del régimen. Baste leer las declaraciones del cardenal Tarancón a raíz de la muerte del dictador, en las que, en un acto realizado en aquel momento, dijo: “creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la absoluta entrega, la obsesión diaria, incluso, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimiento espiritual y material de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida” (citado por Juan José Tamayo en el artículo “El santo sepulcro del dictador”, publicado en El Periódico). Esto dicho en homenaje a uno de los dictadores que dirigió uno de los regímenes más represivos que hayan existido en la Europa Occidental del siglo XX. Como documentó en su día el principal experto en fascismo europeo, el entonces profesor Malefakis de la Columbia University de Nueva York, por cada asesinato político que cometió el régimen fascista italiano liderado por Mussolini, el régimen liderado por Franco cometió 10.000. Y en cuanto al supuesto “engrandecimiento” material, el régimen dictatorial fue responsable del enorme retraso económico y social del país (ver Navarro, V. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006).

En realidad, la deificación del dictador fue una constante en el comportamiento de la ICE. Hasta el último día del régimen, el Caudillo entraba en las iglesias bajo palio, con los mismos honores que se daban al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, poniéndolo, como bien dice Juan José Tamayo, al mismo nivel que Dios. La ICE definió a tal personaje como “el dedo de Dios”, definición que fue ampliamente reproducida por los mayores medios de información durante la dictadura. Nada menos que Luis Martínez de Galinsoga, director de La Vanguardia, indicó que “La vida de Franco ha sido conducida por el dedo de Dios”, y las monedas españolas llevaban la imagen del dictador rodeado de un laurel en el que estaba escrito “Caudillo por la gracia de Dios”, mostrando la gran complicidad entre la Iglesia y el sistema financiero de este país.

Y la historia continúa Debería ser obvio que una de las principales causas del retraso en la denuncia de la falsificada historia de nuestro país es precisamente el gran poder que la ICE continúa teniendo en España. La ICE ha sido una de las instituciones que más se han opuesto a sacar al dictador de su monumento: el Valle de los Caídos. Y ahora que, por fin, cuarenta años después de que se iniciara la democracia, se intenta así hacerlo, la vicepresidenta del gobierno español se ha tenido que desplazar al Vaticano para solicitar ayuda a las máximas autoridades de la Iglesia Católica para que permitieran el desplazamiento del dictador a un lugar donde no continúe teniendo gran prominencia, evitando así que sea enterrado nada menos que en la catedral de la capital del Reino, Madrid, como desean sus familiares. El argumento que la ICE está utilizando es que en términos morales, y según los principios de la religión católica, no se puede negar su entierro en el panteón que la familia del dictador compró. Tal respuesta, como bien dice Juan José Tamayo, carece de credibilidad: la Iglesia constantemente expulsa a las personas divorciadas, a las mujeres que han cometido aborto, y un largo etcétera. La mera coherencia exigiría expulsar al responsable del régimen que asesinó a más españoles en el siglo XX. Pero ello requiere que la ICE reconozca y admita que esto es lo que fue aquel personaje, caudillo de un régimen del cual tal institución (la ICE) fue una pieza clave.

Entiendo que haya personas religiosas católicas que pidan que la Iglesia Católica pida perdón al pueblo español por el daño tremendo que ha causado a las clases populares de este país. No soy contrario a ello, pero lo veo improbable y poco significante. La Iglesia Católica ha mostrado ya a lo largo de su historia escasa sensibilidad moral y democrática. En realidad, debería ser denunciada por el papel central que tuvo en aquel régimen dictatorial. Y habría que pedirle al papa Francisco, el papa “progre” de los “cristianos progres”, que haga algo, y denunciara lo que la Iglesia ha hecho en este país. Pero tampoco creo que ocurra. La falta de moralidad de la Iglesia Católica es la tónica que define su historia en España.

Una última observación. En el término ICE incluyo predominantemente a las autoridades eclesiásticas de tal institución y no a la gente normal y corriente que es creyente y de la cual hay de todos los colores políticos, aun cuando dominan numéricamente las sensibilidades conservadoras. A todas ellas las animaría a que se rebelaran frente a tales autoridades, las cuales han dado amplias muestras de una gran falta de vocación democrática y excesivo apego a sus intereses corporativistas, en contra de los intereses de la mayoría de la población. Por el bien del país, por favor, háganlo.

Fuente:

http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/11/19/la-iglesia-catolica-espanola-y-el-general-franco/

jueves, 1 de noviembre de 2018

Así es ‘El silencio de otros’, el documental sobre los crímenes del franquismo. Tráiler del filme de Almudena Carracedo y Robert Bahar, que ganó los premios de la Paz y el del Público de los documentales en la pasada Berlinale.

Fue, claramente, uno de los grandes filmes de la pasada Berlinale, donde ganó los premios de la Paz otorgado por la Fundación Heinrich Böll y el del público entre los documentales de la sección Panorama.

El silencio de los otros, de Almudena Carracedo y Robert Bahar, es también el máximo favorito en el Goya de su categoría, gracias a su impecable narración de los crímenes del franquismo.

El filme, producido por El Deseo, es una inmersión a ese legado del mal, a través de los desaparecidos de la Guerra Civil (aún hay 100.000 cadáveres en fosas comunes esperando a ser exhumados), los torturados durante el franquismo y los miles de casos de niños robados, arrebatados a sus madres con mentiras incluso aún a inicios de los años ochenta.

A estos crímenes les unen dos condiciones: que son delitos de lesa humanidad —al menos así los consideran en casi todas las naciones, excepto en España— y que han sido investigados a través de una querella interpuesta en Argentina y tramitada por la juez María Servini ante el silencio obtenido por las víctimas en España, excepción hecha de la investigación del magistrado Baltasar Garzón.

 

jueves, 18 de octubre de 2018

Entrevista a Mirta Núñez, profesora de Historia de la Comunicación Social en la Universidad Complutense “En los campos de concentración franquistas se aplicó la venganza mediante el hambre y el hacinamiento”

Enric Llopis Rebelión

Allí se les recluía, reeducaba, torturaba y preparaba para el trabajo esclavo dentro de la “nueva” España fascista. El historiador Javier Rodrigo afirma que los campos de concentración comenzaron a abrirse en noviembre de 1936 (antes a los prisioneros de guerra “se les encarcelaba o se les asesinaba ‘in situ’”), y llegaron a sumar 180 (de ellos 104 estables). En el artículo “Internamiento y trabajo forzoso: los campos de concentración de Franco” (Hispania Nova, 2006), Rodrigo señala que estos campos de prisioneros comenzaron a cerrarse en 1939, aunque el de Miranda de Ebro (Burgos) se mantuvo hasta 1947. Rechaza eufemismos e interpretaciones blandas, hasta el punto de afirmar que España se convirtió durante aquellos años en “un enorme campo de concentración”.

En uno de estos campos, el de Albatera (San Isidro, Alicante), el profesor de la Universitat de València Ricard Camil Torres calcula que hubo entre 16.000 y 22.000 internos; “Las condiciones eran infrahumanas; allí todo era hambre, sed y miseria; 78 personas murieron de inanición durante el primer mes y 60 más de tifus”, detalla en el libro colectivo “Franquisme i repressió. La repressió franquista als Països Catalans” (Universitat de València, 2004). Los primeros reclusos llegaron –la mayoría desde el puerto de Alicante- a partir de abril de 1939; el campo de concentración fue clausurado en octubre. Empezó entonces el traslado en tren –“en condiciones inhumanas”- a la estación de Valencia, subraya Ricard Camil Torres. Según el historiador, en el campo de concentración de Portaceli (Valencia) los reclusos se encontraron con el hacinamiento, el hambre, la crueldad de los guardianes y falangistas que les forzaban a cantar el “cara al sol”; el campo de Portaceli cerró “cuando los últimos internos fueron a enfrentarse a los tribunales montados por los vencedores”.

En octubre de 2017 la Associació Stanbrook (Centre d’Estudis i Documentació de la Memòria Republicana) organizó las primeras jornadas sobre el campo de concentración de Portaceli; además la asociación ha producido un documental sobre este campo de internamiento. También la editorial L’Eixam ha publicado en 2018 el libro colectivo “El camp de concentració de Portaceli (1939-1942)”. Por otra parte, la profesora de Historia de la Comunicación Social en la Universidad Complutense, Mirta Núñez, ha impartido una conferencia sobre sobre el centro de reclusión organizada por el Aula d’Història i Memòria Democràtica de la Universitat de València. Núñez es autora del artículo “La doma de los cuerpos y las conciencias, 1939-1941. El campo de concentración de Porta Coeli”, publicado en 2012 en la revista Hispania Nova.

-En el artículo de Hispania Nova recoges la definición que hace Javier Rodrigo sobre Portaceli en “Cautivos. Campos de concentración en la España franquista, 1936-1947” (Crítica, 2005). Se trata de un “campo provisional” con la función de redistribuir presos a otros centros; dependía de la Jefatura de Campos de Concentración y Batallones Disciplinarios (JCCBD) -adscrita al Ministerio del Ejército-, una vez se suprimió la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP).

El campo estuvo emplazado en el término municipal de Serra (Valencia) y data del final de la guerra civil, a partir de marzo de 1939; tiene además una vida breve, ya que deja de existir aproximadamente en 1941.


Hay diversas fuentes sobre la cifra de recluidos. Algunas –entre 6.000 y 8.000 internos- me parecen exageradas, pero había poca información; creo que el número debió de acercarse a los 2.000. Los campos que se constituyen en España tienen un primer objetivo: recluir a los soldados y oficiales vencidos -a los que muy pronto se divide- y ejercer sobre ellos un tratamiento de castigo y venganza por vías como el hambre, la suciedad y el hacinamiento. Este trato se aplicó también a la población civil derrotada, es decir, afectó no sólo a los combatientes que ya no disponían de armas sino también a su entorno familiar. Por esto era muy importante que el recluido tuviese el apoyo de sus familiares, por ejemplo en forma de comida y ropa limpia. Esta era una constante en Portaceli y en el resto de campos de concentración.

-¿Qué singulariza a este campo de internamiento? Porque, según Javier Rodrigo, más de 300.000 presos republicanos pasaron por estos “laboratorios de la Nueva España” durante la guerra, y cerca de 200.000 tras la derrota de 1939. Éste investigador recuerda las palabras del director de la cárcel modelo de Barcelona, Isidro Castellón, en 1941: un preso era la “diezmillonésima parte de una mierda”.

Coincidieron en un espacio diferentes establecimientos que compartieron la denominación de Portaceli; un monasterio-cartuja medieval fundado en el siglo XIII, que sobrevivió a la guerra civil; además la República comenzó a construir un sanatorio para tuberculosos, que no pudo terminar por la irrupción del conflicto bélico. Cuando éste finalizó, se implantó un campo de concentración con alambradas; se produjo una evolución, ya que el franquismo también le dio un uso de cárcel y sanatorio para prisioneros.

El campo de concentración de Albatera fue un primer “filtro” y, en la que medida en que se iba depurando a los vencidos, el de Portaceli constituyó un segundo “filtro”. Se trataba de un campo de clasificación, en el que no hubo mujeres recluidas; desde Portaceli se derivaba a los presos a otros lugares, aunque había internos que -por su estado de enfermedad- se quedaron en el sanatorio; éste fue muy importante ya que no existían muchos sanatorios-prisión para tuberculosos; otro ejemplo es el Castillo de Cuéllar, en Segovia. En la época hay, además, una explosión de la enfermedad de la tuberculosis por las circunstancias de la guerra, la falta de cuidados, de medicamentos y la voluntad de represaliar a los vencidos.

-¿Por qué destacas la figura de Emilio Tavera Domínguez?

Porque sobresalió como un mando “benévolo” en un entorno en que primaba el castigo y la arbitrariedad. Este capitán retirado de la Guardia Civil y reincorporado al ejército fue el segundo jefe del campo de concentración de Portaceli además de un referente en el cumplimiento estricto de la reglamentación. Intervino para impedir que los falangistas “liberaran” y pudieran depurar a presos republicanos del campo de concentración. Las huestes paramilitares, falangistas en este caso, pero que podían ser los carlistas en el norte de España, actuaban al margen –incluso- de la legalidad represiva que existía en la época. La acción de Tavera y otros pocos fue importante porque trataron de que prevaleciera lo jurídico frente al arbitrio privado de estos grupos, la utilización de la legalidad a favor de los “suyos”, “sus” protegidos, familiares y vecinos ricos. Escribió una carta a Franco dando cuenta de estos hechos.

-También subrayas la acción de capellanes y curas tanto en el campo de concentración como después, al transformarse en cárcel, para la adaptación física y psicológica de los internos. ¿Cómo fue la gestión del campo de concentración de Portaceli y la situación de los prisioneros?

Una gestión totalmente militarizada. Hay bastantes testimonios sobre la falta de agua, aunque otras voces señalan una cierta mejora respecto al campo de Albatera. En Portaceli los presos al menos contaron con una fuente para asearse y lavar la ropa; también hubo una intervención de los mandos para que los recluidos pudieran comer caliente, cuando al principio esto no era posible (la historiadora se hace eco en el artículo “La doma de los cuerpos y las conciencias” de las memorias de Sixto Agudo, militante del PCE detenido en Alicante en marzo de 1939 y enviado de Albatera a Portaceli: “Notamos un cambio sensible… Existía una mejor organización. La comida era caliente (…). También existía un pequeño botiquín, asistido por médicos prisioneros; pero, en su esencia, el régimen de internamiento era el mismo que habíamos vivido”; otra versión recogida por la autora es la del brigadista Theo Francos, quien estuvo en Portaceli tras pasar por los campos de Los Almendros y Albatera: “En este antiguo sanatorio las condiciones de internamiento son tan espantosas como en Albatera”; según el interno Isidro Guardia, “el que tiene algo de lo que le envían sus familiares, se mantiene regularmente bien”; de lo contrario “pasa mucha hambre”. Nota del entrevistador).


Fuente: Diari La Veu

-Por último, ¿qué testimonios consideras relevantes para acercarse a la realidad de este campo de prisioneros, sanatorio y cárcel? Citas al investigador Vicent Gabarda, autor de “Els afusellaments al País Valencià (1938-1956)”, que caracteriza al sanatorio para tuberculosos como “verdadero gueto donde dirigían a los presos desahuciados, con el fin de aislarlos de sus compañeros, más que para curarles”.

Por ejemplo la obra de Lluís Marcó i Dachs “Llaurant la tristesa. El campo de concentració d’Albatera i la presó de Portaceli” (Mediterrània, 1998); Lluís Marcó fue miembro del Consell de Sanitat de Guerra de la Generalitat de Cataluña y estuvo en Portaceli. Hay también referencias a que, dadas las circunstancias en que llegaban los soldados y permanecían los reclusos -condiciones terribles y en algunos casos con tuberculosis muy avanzada-, estos reclamaron atención médica. Sixto Agudo cuenta en sus memorias que de manera muy excepcional el doctor Peset Aleixandre, recluido en Portaceli antes de ser fusilado, pudo dispensar alguna atención a los enfermos (Mirta Núñez afirma en el artículo “La doma de los cuerpos y las conciencias” que el hecho de tener una enfermedad y más de 50 años mermaba sustancialmente la esperanza de vida; los periodos de hambre y frío –por ejemplo el final de la guerra y el comienzo del invierno- también incrementaron la mortalidad. Nota del entrevistador).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.