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lunes, 16 de noviembre de 2020

_- La fatiga pandémica no se pasa sola: así ayuda tener un ‘botiquín’ de primeros auxilios psicológicos. Ha tenido que llegar una crisis sanitaria para darnos cuenta de que necesitamos más recursos para atender pequeñas emergencias mentales. Ahora toca aprender cómo se hace


_- “De esta vamos a acabar todos fatal de la cabeza”. Quién no ha soltado una expresión semejante durante las últimas semanas... Y con bastante tino; el 65% de los españoles tuvo síntomas de ansiedad o depresión durante el confinamiento, según una investigación que expertos del mismo país publicaron en la revista Journal of Affective Disorders. La mayoría fueron leves, pero no irrelevantes. Si hay una cosa que la fatiga pandémica está dejando claro es que necesitamos equiparnos con un botiquín de primeros auxilios psicológicos: técnicas, estrategias y destrezas básicas que nos que sirvan de venda, tirita y Betadine para la mente.  Probablemente no nos damos cuenta de esta circunstancia porque no sabemos discernir cuándo deberíamos correr a abrir este peculiar kit para aliviar emergencias leves. Y eso que no es tan difícil. No son tan evidentes como los cortes, los golpes y las quemaduras de los pequeños accidentes domésticos, pero hay señales que delatan que la mente está cerca de un sufrir un “requiebro”. Según la psicóloga Sara Navarrete, directora del Centro de Psicología Clínica y de Salud, de Valencia, hay tres que no hay que pasar por alto: tener una mayor dificultad para tomar decisiones, verse conquistado por la apatía y la negatividad; y sentir ansiedad, “que es la que indica de forma más evidente que algo no está funcionando bien”. Algunos de los remedios probablemente ya te suenan.

Por ejemplo, es de dominio público que para aliviar la sensación puntual de angustia, tristeza e incertidumbre no hay nada mejor que el ancestral remedio de la risa. Y parece que una risotada ayuda aunque sea impostada. “Puede resultar algo forzado cuando no tenemos motivos o ganas, pero el gesto [de reír] activa los músculos faciales, lo que a su vez favorece la segregación de hormonas y neurotransmisores que mejoran considerablemente el ánimo”, explica Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos. A la primera señal de bajón anímico, las actividades que fomenten la risa (desde ver comedias hasta buscar juegos que puedan hacerse en grupo) pueden ayudar. Para situaciones en las que reírse sería casi una ofensa a la gravedad del asunto, hay alternativas que tienen efectos similares en la química cerebral, como el ejercicio: “Basta con hacer una tabla cortita —de 10 a 15 minutos— que no dé pereza repetir cada día”.

El deporte ofrece un beneficio extra cuando se hace en la naturaleza, teniendo en cuenta que pasear por un parque, darse un “baño de bosque” (una tradición japonesa conocida como shinrin-yoku) y practicar la jardinería tienen contrastados beneficios para la salud mental. Y llevar la “calma verde” al hogar es posible. “Conectar con la naturaleza ayuda a equilibrar la mente y alivia la angustia, ya que refuerza los sistemas encargados de activar los circuitos de la calma. Siempre hay que primar el contacto directo con la naturaleza, pero la ‘simulación casera’ es un buen método para bajar los niveles de angustia. Al crear un espacio verde doméstico, ayudamos a que nuestros circuitos se relajen”, comenta Navarrete.

Incluso quien vive en un bajo interior puede beneficiarse hasta cierto punto del efecto calmante de la naturaleza. Según algunas investigaciones, “sucedáneos” como las fotos de bosques y aplicaciones que reproduzcan sonidos de pájaros, ríos, olas... proporcionan beneficios similares a la versión “real”. La exposición a la luz solar también es importante, ya que, además de otros beneficios, tiene cierto efecto antidepresivo. O sea, que salir a pasear o abrir bien las persianas es una cuestión de salud.

La risa, el ejercicio y la naturaleza son ingredientes básicos en el botiquín psicológico, de esos que están respaldados por una importante base de investigaciones científicas. Otros no tienen evidencia pero son, cuanto menos, llamativos. Es el caso de un consejo de una organización denominada Instituto Americano del Estrés, según el cual hacer gárgaras con agua puede ayudar a calmar a una persona rápidamente. La explicación está en que el gesto activa el nervio vago, lo que a su vez facilita la relajación del sistema nervioso parasimpático, responsable de inducir fisiológicamente un estado de calma.

Según Lorenzo Armenteros, portavoz covid de la Sociedad Española de Médicos generales y de Familia, aunque esta recomendación no tiene evidencia científica sí puede relacionarse con la circunstancia de que, al hacer gárgaras, cerramos la glotis y retenemos la respiración. “De hecho, estas dos acciones forman parte de una maniobra usada en el tratamiento de las taquicardias (maniobra de Valsava) que posiblemente pueda estimular moderadamente el nervio vago y tener efectos beneficiosos, al reducir la frecuencia cardiaca y la frecuencia respiratoria”.

Entre las técnicas que sí han demostrado cierta eficacia (aparte de las del mindfulness y otras más clásicas como escribir los sentimientos, miedos y emociones, preferiblemente a mano) hay varias relacionadas con la respiración. Para los momentos de mayor tensión, Alba Valle propone “poner los dos pies en el suelo, con la espalda recta, los hombros hacia atrás ligeramente, y la cabeza alineada con el cuello y el tronco. En esta postura, hacer una inhalación normal y, al exhalar, pronunciar ‘shhh’, soltando suavemente el aire mientras contamos pausadamente 1,2,3. Podemos hacer este ejercicio varias veces seguidas y en distintos momentos del día o cada vez que nos estemos agobiando”. Quien las disfrute, puede acompañar estos ratos con infusiones, aunque estos productos no son caramelos.

Para aliviar las alteraciones emocionales leves o moderadas hay alternativas a los fármacos que no tienen sus efectos secundarios. Lorenzo Armenteros, de la Sociedad Española de Médicos generales y de Familia, cita la valeriana, que relaja y favorece el sueño; la amapola de California, con propiedades hipnóticas, relajantes y un leve efecto ansiolítico; la pasiflora, que relaja y reduce la ansiedad; y la tila, un relajante muscular. Para controlar la ansiedad y los pensamientos negativos, también aconseja técnicas como Pilates, yoga y tai-chi.

La idea de disponer de este botiquín mental ni es absurda ni podía ser más oportuna. Si desarrollar habilidades y aprender técnicas de primeros auxilios psicológicos es actualmente importante, todo apunta que va a serlo aún más en el futuro. Cada vez más voces alertan de que tras la de la covid-19 habrá que hacer frente a otra pandemia, la de la salud mental. Algunos efectos están notándose ya, y precisan un botiquín metafórico algo distinto. Sin llegar a los niveles del síndrome de la cabaña, que se caracteriza por una negativa continua a salir a la calle, muchas personas confiesan que se les han quitado las ganas de participar en encuentros colectivos, y que interactuar con los demás ya no les motiva como antes. En estos casos, Laura Palomares aconseja exponerse a salir de forma progresiva, volver a retomar rutinas fuera de casa y propiciar el contacto con la gente para equilibrar la balanza interior-exterior.

Los casos de hipocondría, ese miedo extremo a contagiarse o contagiar la enfermedad, también son más comunes ahora que el otoño pasado. “Una señal típica es que, a pesar de haberse hecho la prueba y tener la confirmación que todo está bien, no es suficiente para sentirse tranquilo. También puede ser indicativo el sobrepasar las recomendaciones médicas de forma compulsiva, por ejemplo, lavándose excesivamente las manos”, explica Alba Valle. Las obsesiones están a la orden del día. Para esta experta, la solución pasa por intentar aprender a convivir con la incertidumbre, normalizándola en la medida de lo posible y no actuar por miedo. “Por ejemplo, ante el deseo de buscar información en internet sobre la enfermedad puede ser útil evitar ponerse frente al ordenador, ir a otro lugar de la casa y hacer unas respiraciones”.

La dificultad de concentrarse es uno de los efectos colaterales de la crisis del coronavirus más generalizados, y está directamente relacionada con el exceso de información, la incertidumbre y la nueva realidad que ha traído la pandemia. Se trata de un desajuste de fácil solución: según la psicóloga, basta con dedicar cinco minutos cada mañana a diseñar el día, poniendo el foco en las cosas que tenemos que hacer y definiendo qué es lo más importante de la jornada. “Hay que evitar ir haciendo las cosas según van surgiendo o nos va apeteciendo, porque eso genera dispersión y, derivada de esto, una sensación de frustración que, mantenida un día tras otro, puede terminar afectando al bienestar emocional”. Hace falta un plan; el botiquín es solo para leves emergencias.

martes, 13 de octubre de 2020

_- Qué hace que algunas personas tengan más suerte que otras (y una técnica para ser más afortunados).

_- La suerte que tengas puede dependes de cómo piensas y cómo te comportas.

¿Por qué algunas personas son más afortunadas que otras?
Si alguna vez te hiciste esa pregunta, sigue leyendo.

"La gente crea su propia buena y mala suerte", asegura el psicólogo Richard Wiseman. 
 
¿La conclusión? La suerte no es una habilidad mágica o el resultado del azar. Se trata de cómo pensamos y nos comportamos.

Así, las personas a las que llamamos "afortunadas" en realidad están haciendo cuatro cosas bien.

1. Aprovechar nuevas oportunidades

Las personas que se autodefinen como afortunadas son capaces de detectar y aprovechar oportunidades en el momento adecuado.

Cuando se les presenta un nuevo camino, lo transitan sin dudarlo.

Las personas con suerte, según el psicólogo Richard Wiseman, saben aprovechar las oportunidades.

En cambio, con la gente desafortunada sucede exactamente lo contrario, dice Wiseman.

"Viven fijados en una rutina. Así que, aunque se les presente una oportunidad, tienen mucho miedo de aprovecharla".

2. Seguir nuestro instinto
Aprovechar esa nueva oportunidad tiene mucho que ver con seguir nuestros instintos.

Y los afortunados no tienen miedo de hacerlo.

Si algo les da buenas sensaciones, hacen un acto de fe y se lanzan a ello.

El psicólogo Richard Wiseman aconseja concentrarse en las cosas buenas y seguir nuestros instintos.

Pero las personas con mala suerte son analíticas por naturaleza y tienden a pensar demasiado en la situación, lo que termina convirtiéndose en una gran desventaja.

Según Wiseman, "les lleva más tiempo decidir las cosas y, a menudo, su forma de pensar no es muy útil".

3. Confiar en que todo saldrá bien

Como optimistas que son, los afortunados esperan lograr el éxito en todos los proyectos que emprenden.

"Esperan que las cosas salgan bien, y esa convicción se convierte en una profecía autocumplida", afirma Wiseman.  

Puede que no funcione siempre, pero tener una actitud positiva los ayuda a seguir adelante incluso en momentos difíciles.

Esta cualidad tiene un efecto dominó y termina atrayendo a otras personas.

Tener expectativas positivas puede ayudar a tener resultados positivos.

En las personas con mala suerte, su naturaleza pesimista los domina.

Como resultado, dice Wiseman, la gente "tiende a evitarlos porque siempre están muy apagados".

4. Mantenerse positivo

La clave es mantenerse positivo.

A todos nos suceden cosas malas, pero los afortunados consiguen recuperarse de esas experiencias.


Aprenden de las situaciones y siguen adelante.

Esto transforma la mala suerte en buena.

La gente afortunada se mantiene positiva para transformar la mala suerte en buena suerte.

Pero los que se consideran "desafortunados" se dejan arrastrar incluso por las cosas negativas más banales.

Están convencidos de que el futuro será sombrío y de que no merece la pena intentar cambiarlo.

¿Quieres tener suerte?

Por suerte, hay esperanza.

Richard Wiseman afirma que adoptar ciertas técnicas puede ayudar a cualquiera a pensar y comportarse como una persona con suerte.

Una de ellas es mantener un "diario de la suerte" para ser más afortunados.

"Apunta lo más positivo y afortunado que haya sucedido hoy, sin importar lo trivial que sea".

Ser consciente de las cosas buenas que nos pasan puede ser útil para tener una perspectiva positiva.

Esto contribuye a reducir la negatividad y ayuda a centrarse en los aspectos positivos de la vida.

Es cierto que algunas de las cosas que nos pasan están fuera de nuestro control, pero mantener un "diario de la suerte" puede ayudar a construir una actitud de resistencia frente a la adversidad.

Puede que no sea inmediato, dice Wiseman, "pero después de una semana, más o menos, comienza a tener un impacto real en la gente".

domingo, 27 de septiembre de 2020

El efecto Dunning-Kruger puede resumirse en una frase: cuanto menos sabemos, más creemos saber. Es un sesgo cognitivo según el cual, las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar esas mismas habilidades, capacidades y conocimientos.

Como resultado, estas personas suelen convertirse en ultracrepidianos; gente que opina sobre todo lo que escucha sin tener idea, pero pensando que sabe mucho más que los demás.

El problema es que las víctimas del efecto Dunning-Kruger no se limitan a dar una opinión ni a sugerir sino que intentan imponer sus ideas, como si fueran verdades absolutas, haciendo pasar a los demás por incompetentes. Obviamente, lidiar con ellos no es fácil porque suelen tener un pensamiento muy rígido.

El delincuente que intentó volverse invisible con zumo de limón
A mediados de 1990 se produjo en la ciudad de Pittsburgh un hecho que podríamos catalogar, cuanto menos, de sorprendente. Un hombre de 44 años atracó dos bancos en pleno día, sin ningún tipo de máscara para cubrir su rostro y proteger su identidad. Obviamente, aquella aventura delictiva tuvo una vida muy corta ya que al hombre lo detuvieron rápidamente.

Cuando lo apresaron, McArthur Wheeler, que así se llamaba, confesó que se había aplicado zumo de limón en la cara ya que este le haría aparecer invisible ante las cámaras. “¡Pero si me puse zumo de limón!”, fue su respuesta cuando lo arrestaron.

Más tarde se conoció que la idea del zumo fue una sugerencia de dos amigos de Wheeler. Wheeler puso a prueba la idea aplicándose zumo en su cara y sacándose una fotografía, en la cual no apareció su rostro. Es probable que se debiera a un mal encuadre, pero aquella “prueba” fue definitiva para Wheeler.

La historia llegó a oídos del profesor de Psicología social de la Universidad de Cornell, David Dunning, quien no podía dar crédito a lo que había sucedido. Aquello le llevó a preguntarse: ¿Es posible que mi propia incompetencia me impida ver esa incompetencia?

Ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra junto a su colega Justin Kruger. Lo que hallaron en la serie de experimentos los dejaron aún más sorprendidos. El estudio que dio origen al efecto Dunning-Kruger

En una serie de cuatro experimentos, los psicólogos analizaron fundamentalmente la competencia de las personas en el ámbito de la gramática, el razonamiento lógico y el humor.

A los participantes les pidieron que estimaran su grado de competencia en cada uno de esos campos. A continuación realizaron una serie de tests que evaluaban su competencia real.

Entonces los investigadores notaron que cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Paradójicamente, las personas más competentes y capaces solían infravalorar su competencia y conocimiento. Así surgió el efecto Dunning-Kruger.

Estos psicólogos concluyeron además que las personas incompetentes en cierta área del conocimiento:
Son incapaces de detectar y reconocer su incompetencia.
No suelen reconocer la competencia del resto de las personas.
La buena noticia es que este efecto se diluye a medida que la persona incrementa su nivel de competencia ya que también es más consciente de sus limitaciones.

Por qué cuanto menos sabemos más creemos saber

El problema de esta percepción irreal se debe a que para hacer algo bien, debemos tener al menos un mínimo de habilidades y competencias que nos permitan estimar con cierto grado de exactitud cómo será nuestro desempeño en la tarea.

Por ejemplo, una persona puede pensar que canta estupendamente porque no tiene ni idea de música y todas las habilidades necesarias para controlar adecuadamente el tono y timbre de la voz y llevar el ritmo. Eso hará que diga que “canta como los ángeles” cuando en realidad tiene una voz espantosa.

Lo mismo ocurre con la ortografía. Si no conocemos las reglas ortográficas, no podremos saber dónde nos equivocamos y, por ende, no seremos conscientes de nuestras limitaciones.

De hecho, el efecto Dunning-Kruger se puede aplicar a todas las áreas de la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Wellington desveló que el 80% de los conductores se califican por encima de la media, lo cual, obviamente, es estadísticamente imposible.

Este sesgo cognitivo también se aprecia en el ámbito de la Psicología. Tal es el caso de las personas que afirman que “mi mejor psicólogo soy yo mismo”, simplemente porque desconocen por completo cómo les puede ayudar este profesional y la complejidad que encierran las técnicas psicológicas. En la práctica creemos que sabemos todo lo que es necesario saber. Y eso nos convierte en personas sesgadas que se cierran al conocimiento y emiten opiniones como si fueran verdades absolutas.

Cómo minimizar el efecto Dunning-Kruger, por nuestro propio bien
Todos cometemos errores por falta de cálculo, conocimientos y previsión. La historia está repleta de errores épicos, como el de la emblemática Torre de Pisa, que comenzó a inclinarse incluso antes de que terminara la construcción, y hace relativamente poco el gobierno francés gastó miles de millones en una flota de trenes nuevos, para después descubrir que eran demasiado anchos para unos 1.300 andenes de estación.

En nuestro día a día también podemos cometer errores por falta de experiencia y por sobrestimar nuestras capacidades. Los errores no son negativos y no debemos huir de ellos sino que podemos convertirlos en herramientas de aprendizaje, pero tampoco es necesario tropezar continuamente con la misma piedra ya que llega un punto en que resulta frustrante.

De hecho, debemos mantenernos atentos a este sesgo cognitivo porque la incompetencia y la falta de autocrítica no solo hará que lleguemos a conclusiones equivocadas sino que también nos impulsará a tomar malas decisiones que terminen dañándonos.

Esto significa que, en algunos casos, la responsabilidad por los “fracasos o errores” que experimentamos a lo largo de la vida no recae en los demás ni es culpa de la mala suerte sino que depende de nuestra deficiente autoevaluación.

Para minimizar el efecto Dunning-Kruger y no convertirnos en esa persona que opina sobre todo sin tener idea de nada, lo más importante es aplicar estas sencillas reglas:

Sé consciente al menos de la existencia de este sesgo cognitivo.
Deja siempre un espacio para la duda, para formas diferentes de pensar y hacer las cosas.
Opina siempre desde el respeto a los demás, por muy seguro que estés de tu opinión, no intentes imponerla.
Debemos recordar que nadie es experto en todas las materias de conocimiento y ámbitos de la vida, todos tenemos carencias e ignoramos muchas cosas. Por tanto, lo mejor es enfrentar la vida desde la humildad y con la actitud del aprendiz.

Cómo lidiar con las personas que no reconocen su incompetencia o desconocimiento
Las personas que opinan tajantemente sobre todo sin tener ni idea y que subestiman a los demás suelen generar un gran malestar. Nuestra primera reacción será irritarnos o enfadarnos. Es perfectamente comprensible, pero no servirá de nada. En su lugar debemos aprender a mantener la calma. Recuerda que solo puede afectarte aquello a lo que le das poder, lo que consideras significativo. Y sin duda, la opinión de una persona que no es experta en la materia y ni siquiera sabe de lo que habla, no debería ser significativa.

Si no deseas que la conversación vaya más allá, simplemente dile: “He escuchado tu opinión. Gracias”, y zanja el asunto. Si realmente te interesa que esa persona salga de su estado de desconocimiento y sea más consciente de sus limitaciones, lo único que puedes hacer es ayudarle a desarrollar sus habilidades en esa área. Evita frases como “no sabes de lo que hablas” o “no tienes ni idea” porque de esta forma solo lograrás que esa persona se sienta atacada y se cierre a tus propuestas. En su lugar, plantea una nueva perspectiva. Puedes decir: “ya te he escuchado, ahora imagina que las cosas no fueran exactamente así”. El objetivo es lograr que esa persona se abra a opiniones y formas de hacer diferentes.

También puedes recalcar la idea de que todos somos inexpertos o incluso profundos desconocedores en algunos campos, no es algo negativo sino una increíble oportunidad para seguir aprendiendo y crecer como personas.

Fuentes:
Kruger, J. Y Dunning, D (1999) Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments. Journal of Personality and Social Psychology; 77(6): 1121-1134.
McCormick, A. et. Al. (1986) Comparative perceptions of driver ability— A confirmation and expansión. Accident Analysis Y Prevention; 18(3): 205-208.

Artículo original:
Efecto Dunning-Kruger, o por qué la gente opina de todo sin tener ni idea.
Jennifer Delgado Suárez (Psicóloga).

domingo, 19 de julio de 2020

Qué reveló el experimento sobre la inteligencia más grande del mundo.

Dr. Michael Mosley y Dra. Hannah Fry
BBC Horizon

17 mayo 2020
Hombre mirando un cerebro en paisaje
Con la inteligencia no sólo se nace sino que se hace.

¿Qué ganas y qué pierdes con la edad? ¿Te está volviendo estúpido tu teléfono inteligente? ¿Puedes hacer algo para mantener tus habilidades mentales e incluso para mejorarlas?

Cuando se trata de medir la inteligencia, hay muchas habilidades que entran en juego, desde la resolución de problemas y las habilidades ligadas a las relaciones espaciales, hasta la conciencia emocional y la memoria de trabajo.

Pero, no importa cómo lo desgloses, una cosa está clara: la inteligencia importa.

Las personas que obtienen buenos resultados en las pruebas de inteligencia tienden, en promedio, a vivir más, envejecer mejor y tienen más probabilidades de alcanzar el éxito académico y profesional.

La buena noticia es que cada vez más investigaciones indican que la inteligencia no es fija.

Aunque hasta hace unos años se creía que nacíamos con todas las células cerebrales que tendríamos, y que a partir de la 5ª década de vida todo iba cuesta abajo, ahora sabemos que no es cierto.

Somos plásticos
Tecnologías como las imágenes por resonancia magnética (IRM) y la Magnetoencefalografía (MEG) nos han permitido ver por dentro cerebros vivos y observar cómo funcionan de una manera que no era posible hace una década.

Esta investigación ha arrojado luz sobre algo que los científicos llaman "neuroplasticidad": la idea de que nuestros cerebros continúan cambiando y que nuevas células cerebrales crecen y seguimos estableciendo nuevas conexiones cerebrales a lo largo de nuestras vidas.

El cerebro es más plástico de lo que se pensaba.
Además, ahora sabemos mucho más sobre la medida en que estos cambios están influenciados por el mundo que nos rodea, y hasta por las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana.

Eso nos presenta la tentadora posibilidad de que tenemos más control sobre nuestros cerebros y nuestra capacidad cognitiva de lo que creíamos.

Por eso es tan importante comprender cómo funciona nuestra inteligencia, qué factores la afectan y cómo es posible mejorarla.

A prueba
Con eso en mente, en enero de 2020, la BBC publicó en su sitio online un test de inteligencia ideado con el doctor Adam Hampshire del Imperial College de Londres e invitó al público a participar.

Y el público respondió... y sigue respondiendo: más de un cuarto de millón de personas contestaron algunas preguntas sobre ellas mismas y luego se pusieron a prueba, con actividades que a veces parecen juegos.

"¡Es un número fenomenal de personas!", exclamó Hampshire. "Es el equivalente de unas 125.000 horas de pruebas, o más de 14 años".

Esas cifras permiten tener una visión sobre cómo distintos tipos de inteligencia humana están relacionados con variables como estilo de vida, personalidad y, particularmente único en este estudio, el uso de tecnología.
Científicos midiendo cerebro
Los científicos del Imperial College de Londres están midiendo el rendimiento en diferentes aspectos de la inteligencia que se relacionan con sistemas cerebrales específicos.

Las más de 250.000 respuestas que llegaron -convirtiendo a esta prueba en la más grande de su tipo- y las que seguirán llegando contribuirán a una importante investigación científica, que ayudará a los científicos del Departamento de Ciencias del Cerebro del Imperial College de Londres a comprender cómo nuestro comportamiento y estilo de vida están afectando nuestra inteligencia.

Con datos recopilados hasta ahora, la prueba ha revelado algunos hallazgos inesperados.

Antes de contártelos, unos puntos para tener en cuenta:

Esta no es una prueba de cociente intelectual, ya que los científicos están midiendo el rendimiento en diferentes aspectos de la inteligencia que se relacionan con sistemas cerebrales específicos.

El público que respondió es mayoritariamente británico.

¿Quién es mejor para resolver problemas?

Ejercicio de resolución de problemas
Esta es una de las pruebas: tienes que crear la forma que está a la derecha en gris, eliminando secciones de las que aparecen de colores a la izquierda. Si eliminas una de abajo y queda un vacío, la que está encima, cae.

Cuando se trata de habilidades para resolver problemas, descubrimos que los que dijeron que les gustaba comer frutas y verduras obtuvieron mejores resultados en esta prueba.

Claro que no se sabe aún si las frutas y verduras nos hacen más listos o si la gente más lista sencillamente elige alimentarse con comidas sanas.

Pero el factor más importante que afectó la capacidad de resolución de problemas fue la edad.
Gráfico que muestra cómo la capacidad de resolución de problemas cae con el tiempo
Envejecer puede aportar sabiduría, pero lamentablemente no te hace más agudo. Los veinteañeros obtuvieron los mejores resultados en este aspecto de la prueba, y los puntajes disminuyeron dramáticamente en los participantes mayores.

Además, descubrimos que la memoria de trabajo, la inteligencia espacial y la atención alcanzan su punto máximo en alrededor de los 20 años y decaen después de eso.

Y es que, con el pasar de los años, nuestros cerebros literalmente empiezan a funcionar a paso cada vez más lento.

¿Sabías que...
Cuando se trata de inteligencia, el tamaño del cerebro no parece ser un factor definitivo
Al parecer, los individuos que tienen más materia gris tienen una capacidad cognitiva un poco más alta.
Pero la investigación muestra que la materia blanca es crucial para la rapidez de pensamiento. Es la que alberga todas las conexiones entre las áreas del cerebro.
Se llaman vías neuronales y cada uno de nosotros tiene cientos de millones de ellas en el cerebro; de juntar sólo las tuyas, le darían 4 veces la vuelta al mundo.
Están aisladas por una sustancia grasosa que se llama mielina.

Como cualquier máquina: con el tiempo, se oxida.
Todo esto nos lo explicó el doctor Simon Cox, uno de los expertos de la Universidad de Edimburgo, que han estado estudiando miles de cerebros y encontrado que una de las características de los cerebros de la gente inteligente son mejores conexiones.

La velocidad de procesamiento depende de cuán bien aisladas están esas conexiones.
A medida que envejecemos, esa capa de mielina se adelgaza y la comunicación entre las neuronas se ralentiza, pues las señales no se transmiten tan fluida ni tan velozmente y puede haber interferencia de conexiones vecinas, explica el profesor Alan Gow, de Heriot-Watt University.

"Otro proceso que notamos es el llamado atrofia, el encogimiento general del volumen del cerebro a medida que envejecemos".

¿Nada qué hacer?

Dos cerebros de personas de la misma edad: a la izquierda, más atrofia.
Probablemente sí. Mira cuán diferente es la masa cerebral entre las dos personas que aparecen en esta imagen que nos trajo Gow. Ambas tienen la misma edad.

Dos cerebros de personas de la misma edad: el cerebro de la de la izquierda se ha encogido más.
"No parece ser inevitable: el nivel de atrofia y de daño en la materia blanca varía entre personas. Lo que queremos entender es cuáles son los factores en el estilo de vida o conducta que marcan la diferencia".
Una pista puede estar escondida precisamente en los tests de cociente de inteligencia.

A pesar de ser a menudo criticados, una de sus ventajas es que se han estado haciendo durante mucho tiempo, así que revelan cambios, como que el CI de los niños británicos ha aumentado tanto desde 1938 que han tenido que recalibrar las pruebas más de una vez.

¿La razón? Hay mucho debate al respecto, pues tanto ha cambiado: mejor alimentación, mejor educación.

Pero hay un detalle intrigante. Durante todo el siglo XX, no hubo más que aumento. Al llegar al siglo XXI, en muchos lugares la curva se quedó congelada y en algunos, empezó a declinar.

Un estudio en particular en Noruega que muestra que han perdido 7 puntos de CI por generación entre los nacidos después de 1975. Nadie sabe aún por qué.

Jóvenes con teléfonos móviles
Hay algo que sabemos que ha cambiado...
Lo que sí sabemos es que ha habido un gran cambio en nuestro estilo de vida en las últimas décadas.

¿Qué nos está haciendo la tecnología?
Nuestros científicos estaban particularmente interesados ​​en el impacto que nuestro creciente uso de la tecnología está teniendo en la memoria, las habilidades espaciales y otras áreas de la cognición.

Le pedimos a la gente que nos dijera qué dispositivos usan, qué hacen con ellos y con qué frecuencia lo hacen.

Analizamos aspectos como la búsqueda en internet, el uso de las redes sociales, el juego en línea y las compras en la red.

Para nuestra sorpresa, no había un vínculo claro entre la capacidad intelectual y el tipo de tecnología utilizada ni la cantidad de tiempo empleado en ella.

Excepto en un área...
Cuanto más tiempo pasan las personas jugando juegos de computadora, mejor puntuación tenían en las pruebas de memoria de trabajo espacial (tu capacidad de recordar dónde están las cosas, como las llaves del auto), atención y razonamiento verbal.

En este caso, la edad efectiva no fue tomada en cuenta, así que no se trata de jóvenes y viejos, sino de un muy claro vínculo con el juego.

Entre los participantes en la prueba de memoria de trabajo espacial, la puntuación más alta fue para los que más pasaban tiempo jugando por computador.
Gráfico que muestra cómo entre más juegas por computador, mejor memoria e inteligencia espacial tienes
Uno de nuestros hallazgos más sorprendentes fue que los juegos realmente pueden mejorar uno de los componentes clave de la inteligencia: la memoria de trabajo, la capacidad para mantener temporalmente activa información para utilizarla en diferentes actividades cognitivas como comprender o pensar.

"Cualquiera que ido a algún lado a hacer algo y olvidado para qué fue al llegar, sabe de qué estamos hablando", señala la doctora Louise Nicholls, de la Universidad de Strathclyde.

Fue notable que las personas que juegan por computador obtuvieron mejores puntuación en esas pruebas que las que hacen entrenamiento mental, lo que indica que esos juegos pueden ser un pasatiempo más valioso para aquellos que desean mejorar sus habilidades cognitivas.

Cabe anotar que estudios controlados sobre la relación positiva entre la cantidad de juego y ese aspecto de la inteligencia han arrojado resultados consistentes con el de la BBC, señaló Nicholls.

¿Importa cuál es el juego?

"Los resultados más confiables hablan particularmente los videojuegos de mucha acción, aquellos que involucran navegar en distintos ambientes, encontrar objetivos visuales y tomar decisiones rápidas. Pero incluso hasta juegos de acertijos espaciales, como Tetris, son beneficiosos".

"Sin embargo, necesitamos hacer más investigación, por ejemplo sobre cuál es el número óptimo de horas de juego, pues a veces la afición afecta las horas de sueño y de ejercicio, y deja de ser un beneficio", subraya la doctora.

Las redes mentales

Hubo otro vínculo fuerte... e inquietante, y fue entre aquellos que usan internet de manera excesiva y obsesiva (por ejemplo, revisar repetidamente los teléfonos inteligentes en la cama) y aquellos que se sienten ansiosos y estresados. Eso fue particularmente notable entre los más jóvenes.
Gráfico que muestra que la gente más ansiosa es la que usa más internet
La línea amarilla muestra como la "adicción a internet" es más común entre jóvenes... nada sorprendente. Lo preocupante es que la línea azul muestra el nivel de ansiedad de los participantes, y es muy similar.
Es una de las pruebas más claras hasta ahora de que el uso excesivo de la tecnología puede tener un impacto negativo en la salud mental.

Aunque ese vínculo nunca había sido hallado a una escala tan grande, "hay muchas investigaciones que indican que el uso excesivo de internet está asociado con mala salud mental, particularmente en adolescentes y jóvenes", señaló el doctor Lee Smith, de Anglia Ruskin University.

"Se debe en parte a que las redes alientan comparaciones a veces con metas imposibles. Además, nos permiten cuantificar nuestro éxito social. Esas dos cosas pueden estar aumentando los niveles de estrés".

Así que dedicarle menos tiempo a las redes sociales es mejor para la salud mental.

Malas noticias para los perezosos
Hay evidencia intrigante de algo más que podemos hacer para maximizar nuestro poder cerebral.

Al parecer, ser fuerte y estar en forma es bueno para el cerebro.

En la Universidad de Gales del Sur, han estado haciendo pruebas Stroop antes, durante y después de que la gente haga ejercicio. Las pruebas Stroop evalúan cuán pronto nuestro cerebro procesa una discordancia en la información.

Es más sencillo de lo que suena: mientras los voluntarios pedalean en una bicicleta estática, ven unas palabras que aparecen en una pantalla.

Son nombres de colores, solo que están en otro color -la palabra "verde", escrita en letras rojas-, y tienen que apretar un botón del color que dice la palabra.
Palabra Azul escrita en rosa
Aunque esté escrita en color rosa, tienes que responder "azul".
"Hemos encontrado que la función cognitiva -la agilidad mental- mejora mientras estás haciendo ejercicio", contó el doctor Damien Bailey.

"Sabemos que como le está llegando más sangre al cerebro -más combustible: oxígeno y glucosa- hay más apoyo a varias áreas de funciones cognitivas".

Eso ocurre gracias a un truco de nuestros cuerpos.
El ejercicio incrementa los niveles de óxido de nitrógeno en la sangre, un elemento químico que relaja los vasos sanguíneos y facilita el flujo de sangre.

Pero además, el ejercicio ayuda al cerebro aumentando la cantidad del Factor neurotrófico derivado del cerebro o FNDC, que es una especie de fertilizador para las neuronas.

"Si estás produciendo y desarrollando más células y conexiones cerebrales, la toma de decisiones, la memoria, el raciocinio... todo mejora". Según las investigaciones de la Universidad de Gales del Sur, entre más intensamente te ejercites mejor, pero incluso una vigorosa caminata dobla las cantidades de esos químicos en el cerebro.

¿Cómo nos afecta el género?
Una de nuestras pruebas analizó la capacidad de las personas para leer correctamente las emociones en una variedad de caras.

Descubrimos que quienes obtuvieron mejores resultados en esta prueba de inteligencia emocional tienen hermanos y/o hermanas, y también las que comparten sus vidas con gatos y/o perros.

Aunque no existe una diferencia general en la inteligencia entre los diferentes géneros, cuando se trata de nuestra inteligencia emocional, las mujeres obtuvieron mejores puntuaciones que los hombres y que aquellos que se identificaron como 'otro'.
Gráfico que muestra que las mujeres tienen mejor inteligencia emocional
En las pruebas de habilidad espacial y resolución de problemas, los hombres obtuvieron mejores calificaciones que las mujeres y los otros.

Hay que subrayar que las diferencias fueron pequeñas, y hay mucho debate sobre si se deben principalmente a la naturaleza o la crianza.

Un análisis reciente de muchos estudios diferentes concluyó que las diferencias en la capacidad espacial tienden a aparecer en la edad escolar, lo que hace pensar que son en gran medida el resultado de la presión social y su impacto en cosas como la selección de juguetes.

Varios estudios muestran que los estereotipos claramente siguen existiendo y que pueden tener un efecto significativo en ciertas pruebas de inteligencia.

¿Se puede hacer algo para contrarrestar sus efectos?
"Hay un estudio muy bueno en el que tomaron a un grupo de niñas cuyas habilidades espaciales no eran tan buenas y las alentaron a jugar Tetris intensamente durante tres meses", cuenta la neurocientífica Gina Rippon.

"Las partes del cerebro que apuntalan el desempeño espacial cambiaron sutilmente". Regiones de la corteza se volvieron más gruesas y otras partes, más activas.

"Así que podemos mostrar cómo una parte y una función específica del cerebro puede responder a entrenamiento y cambiar conductas".

Quizás los hombres también pueden revertir sus deficiencias en la inteligencia emocional.

¿Y qué pasa a medida que envejecemos?
Las personas que obtuvieron mejores puntuaciones en inteligencia verbal fueron las que leen mucho. Los que comen más frutas y verduras también obtuvieron buenos resultados.

Esta fue una de las habilidades cognitivas más afectadas por el estilo de vida.

Y lo más interesante fue cómo las habilidades verbales varían según la edad.
Mientras que todas las demás habilidades cognitivas disminuyeron con la edad, la capacidad verbal aumentó dramáticamente, ¡alcanzando su punto máximo a los 70 y 80 años!
gráfico mostrando cómo la habilidad verbal mejora con la edad
Este pico que se extiende hasta los años 70 y 80 es un nuevo hallazgo interesante. Estudios anteriores habían encontrado que se llegaba a la cima en los años 50 y 60 y luego disminuía.

"La habilidad verbal es un ejemplo de inteligencia cristalizada -explica el doctor Smith-, las habilidades que acumulamos a través del aprendizaje y la experiencia, que seguimos desarrollando y podemos retener hasta la vejez".

Y en Escocia tienen una pista de cómo podemos asegurarnos de que así sea.

El miércoles 4 de junio de 1947, los niños de 10 y 11 años que iban al colegio en todo el país tuvieron una examen de inteligencia. Décadas más tarde, académicos de la Universidad de Edimburgo se los encontraron en los archivos.

Entusiasmados, buscaron a esos niños -ahora de 70 años de edad- para que volvieran a hacer el mismo examen, con la idea de analizar los resultados y buscar las claves para el envejecimiento exitoso.

Y así fue.
Un grupo de los niños que hicieron el examen en 1947, lo volvieron a hacer 6 décadas después. A algunos les fue mejor de viejos que de niños.

El profesor Ian Dearry comparó los resultados y, para entender por qué los cerebros de algunos habían envejecido mejor que el de otros, los sometió a otras pruebas, incluyendo perfiles genéticos y detallados cuestionarios sobre sus estilos de vida.

"Hay una pequeña contribución de ciertos factores genéticos pero la más grande es el estilo de vida", dice Dearry.

Su investigación mostró que aquellos que se mantuvieron consistentemente activos física y mentalmente tenían mejor destreza de raciocinio. Eso también es cierto sobre aquellos que aprendieron otro idioma.

"Ciertamente hay cada vez más evidencia de que aprender o involucrarse con algo nuevo ayuda a reforzar o a crear nuevas conexiones. De hecho, aprender otro idioma a cualquier edad puede ser beneficioso", señala Alan Gow.

Tras revisar tantos estudios, ¿cuál sería su principal consejo para mantener el cerebro joven?

"La actividad física es la que consistentemente aparece como la más beneficiosa, pero no debemos olvidar las conexiones sociales: no estar solo es importante para la salud mental".

Antes de irnos, vale la pena recordar que hay cosas que este tipo de pruebas no pueden medir, como la personalidad.

Y la característica más importante de la personalidad en este contexto es el esmero. Los estudios indican que puede compensar cualquier deficiencia.

¡Así que a hacer ejercicio mientras juegas por computador algún videojuego en ruso!

Fuente:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-52637903

Más:
Qué es la inteligencia, qué tan importante es y por qué no deberías decirle a nadie que es inteligente
12 marzo 2018
Fraude científico con respecto a los estudios de inteligencia:   https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2017/05/cyril-burt-un-ejemplo-paradigmatico-de.html

martes, 7 de julio de 2020

_- Estas son las 36 preguntas que conseguirán que te enamores

_- Este cuestionario forma parte de un experimento de 1997 sobre cómo crear intimidad

El estudio culminó con la boda de dos de los participantes y ha vuelto a la actualidad por un artículo publicado en The New York Times

Mandy Len Catron publicó el 9 de enero un artículo en The New York Times (que hemos traducido en Verne) y en el que narra cómo se enamoró con ayuda de 36 preguntas elaboradas por el psicólogo Arthur Aron.

Aunque la escritora usó las preguntas de Aron para enamorarse y que se enamoraran de ella, Aron las planteó en su estudio como una herramienta para generar intimidad, no necesariamente amorosa, de forma gradual. El objetivo era ayudar a los psicólogos a crear una relación cercana en el contexto de un laboratorio, de modo que se pudieran manipular y estudiar las variables de esta relación.

Cuando Aron probó el cuestionario, distribuyó a algunos de los participantes en parejas de hombres y mujeres. Una de las parejas que participó y se conoció en este estudio acabó casándose seis meses más tarde. Según explicaba Aron a Wired, en 2010, "la última vez que contacté con ellos, aún seguían juntos".

Es decir, es posible que este cuestionario diseñado para abrirnos gradualmente funcione. Por si alguien quiere probarlo (bajo su responsabilidad), lo reproducimos a continuación. El estudio original requiere que se trate de alguien completamente desconocido. Se recomienda emplear 45 minutos: un cuarto de hora para cada set de preguntas, aunque tanto Mandy Len Catron como  estos dos voluntarios de The Guardian  necesitaron más tiempo. Los participantes han de leer en voz alta una pregunta cada uno, aunque ambos han de responderlas todas.

Una vez terminado el cuestionario, los sujetos debían alejarse y responder a las preguntas de los investigadores. En el estudio original no se menciona la necesidad de mirarse a los ojos al terminar durante cuatro minutos, pero no es desaconsejable: a Mandy Len Catron le funcionó.

Set I

1. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?

2. ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma?

3. Antes de hacer una llamada telefónica, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Por qué?

4. Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

5. ¿Cuándo fue la última vez que cantaste a solas? ¿Y para otra persona?

6. Si pudieras vivir hasta los 90 años y tener el cuerpo o la mente de alguien de 30 durante los últimos 60 años de tu vida, ¿cuál de las dos opciones elegirías?

7. ¿Tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?

8. Di tres cosas que creas tener en común con tu interlocutor.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

10. Si pudieras cambiar algo en cómo te educaron, ¿qué sería?

11. Tómate cuatro minutos para contar a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible.

12. Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?

Set II

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

16. ¿Qué es lo que más valoras en un amigo?

17. ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

18. ¿Cuál es tu recuerdo más doloroso?

19. Si supieras que en un año vas a morir de manera repentina, ¿cambiarías algo en tu manera de vivir? ¿Por qué?

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

21. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

22. Compartid de forma alterna cinco características que consideréis positivas de vuestro compañero.

23. ¿Tu familia es cercana y cariñosa? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

24. ¿Cómo te sientes respecto a tu relación con tu madre?

Set III

25. Di tres frases usando el pronombre “nosotros”. Por ejemplo, “nosotros estamos en esta habitación sintiendo…”.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

27. Si te fueras a convertir en un amigo íntimo de tu compañero, comparte con él o con ella algo que sería importante que supiera.

28. Dile a tu compañero qué es lo que más te ha gustado de él o ella. Sé muy honesto y dile cosas que no dirías a alguien a quien acabas de conocer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento embarazoso de tu vida.

30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que ya te guste de él.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio como para hacer broma al respecto?

33. Si fueras a morir esta noche sin posibilidad de hablar con nadie, ¿qué lamentarías no haber dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

34. Tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro. Después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto. ¿Cuál escogerías? ¿Por qué?

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.
 ***** 
"Para enamorarte de cualquiera, haz esto": este es el artículo en el que Mandy Len Catron narra cómo encontró el amor gracias a estas 36 preguntas. Si prefieres leer una entrevista con Arthur Aron, autor del experimento y de las preguntashaz clic aquí.

https://verne.elpais.com/verne/2015/01/21/articulo/1421860773_040293.html

viernes, 5 de junio de 2020

Coronavirus | Entrevista con Laura Rojas-Marcos: "Estamos aprendiendo a gestionar la incertidumbre".

En los últimos años se ha puesto de moda una palabra que cobra sentido cuando hay una crisis: "resiliencia".

La psicóloga Laura Rojas-Marcos prefiere el término "personalidad resistente" para hablar de nuestra capacidad de adaptación, de la fuerza interior que nos permite recuperarnos de las adversidades.

Ella, que es especialista en ansiedad, estrés, depresión y psicooncología, asegura que ahora que el coronavirus ha puesto nuestro mundo patas arriba, estamos en el mejor momento que nunca para trabajar una cualidad "que todos podemos aprender a desarrollar".

Nacida en Nueva York y afincada en Madrid, Rojas-Marcos es autora de varios libros sobre desarrollo personal.

Ferviente defensora de la psicología positiva —herencia de su padre, el psiquiatra Luis Rojas-Marcos ("La fuerza del optimismo", 2005)— no pasa por alto que vivimos un momento crítico, pero confía en nuestra "capacidad de reinventarnos" para superarlo.

Lo que sigue es un extracto de la conversación que la psicóloga mantuvo con BBC Mundo desde su confinamiento en Madrid, desde donde ahora también teletrabaja con su consulta de psicoterapia.

Naciones Unidas publicó recientemente un informe en el que avisaba de que se viene una "crisis masiva" de salud mental debido a la pandemia. ¿Cuál es su opinión como especialista?

Sí, así es. Lo que vemos quienes nos dedicamos a la salud mental es un tsunami de síndromes psicológicos.

Algunas personas con una historia clínica que ya estaban recibiendo tratamiento por ansiedad, depresión o cualquier otra enfermedad mental han tenido que intensificarlo, y otras que ya se habían recuperado están recayendo.

Por otro lado, encontramos un aumento en los problemas de adicciones. Es increíble lo que ha aumentado el nivel de consumo de alcohol o el juego online, y eso es algo que realmente me produce miedo y me preocupa.

¡Y qué decir de los problemas relacionales...! Por un lado, estoy viendo que muchas personas están tomando decisiones vitales y que otros están aprendiendo a compartir en la convivencia, pero también hay muchísimos conflictos porque la irascibilidad hace que se generen muchas tensiones.

¿Qué otros desafíos psicológicos identifica con respecto al coronavirus?

En estos momentos, desde mi experiencia en la consulta todo el día y después haciendo voluntariado con los sanitarios, lo que más observo es un nivel de estrés muy agudo, ansiedad, angustia y tristeza... mucha tristeza.

Después de tantas semanas de confinamiento, están surgiendo dos síndromes: el "síndrome de la cabaña" y la "fiebre de la cabina".

El primero es el miedo y la ansiedad a salir a la calle; el segundo, una respuesta emocional asociada a sentimientos de angustia que sucede cuando se pasa mucho tiempo encerrado en algún lugar.

Estamos viendo que los niveles de ansiedad han aumentado drásticamente en varios países.

El miedo, el pavor a ser contagiado, que a veces se vuelve bastante desproporcionado, lleva a que las personas de repente se paralicen, no puedan pensar y actuar, y entonces llega un momento en que no pueden analizar la situación. Hay un pánico generalizado respecto al virus.

La situación de los sanitarios es tremenda. Están sufriendo mucho y están bajo una presión extrema porque, por un lado, no solamente son más conscientes de lo que es una epidemia, sino que además están más expuestos —entonces, el grado de miedo que sienten a contagiar y ser contagiados es muy alto— y, a nivel global, no todos tienen la protección necesaria.

Y algo que voy observando a medida que va pasando el tiempo es que muchos de ellos están desarrollando lo que llamamos en psicología un trastorno por estrés postraumático (TEPT) porque lo que están viendo y viviendo es muy duro.

Si salimos de ese entorno y nos vamos a la ciudadanía, lo que está viviendo todo el mundo es una tragedia sin precedentes. Pero también estoy encontrando muchos aspectos positivos, y eso me maravilla.

La incertidumbre respecto a esta situación es uno de los aspectos más difíciles de manejar. ¿Por ejemplo? ¿Qué cosas positivas observa en esta crisis?

Pues que hemos tenido que reinventarnos todos. ¿Qué es lo bueno? Que el ser humano tiene la capacidad de reinventarse y eso es lo que estamos haciendo.

Y hay una serie de aprendizajes que también estamos teniendo todos —unos mejor y otros peor— para gestionar esta situación.

Estamos aprendiendo a gestionar la espera, la (falta de) inmediatez y la tolerancia a la frustración, la paciencia y la comunicación. A gestionar la incertidumbre, cómo rellenamos el tiempo, si somos más o menos productivos.

Tenemos menos prisa, y eso es algo a lo que no estamos acostumbrados. Es un cambio bestial.

También estamos aprendiendo a aprender, que aunque suene muy redundante es un arte; desde trabajar de manera diferente, hasta organizarnos distinto o a vivir el tiempo y el espacio también de una manera diferente.

Y luego estoy viendo a muchas personas que están haciendo un trabajo personal precioso, que están aprovechando este momento —sobre todo aquellos que no están pasando por determinados duelos— para hacer un trabajo de crecimiento personal, de reflexión, de introspección, de toma de decisiones.

Pero también estoy viendo que todos (y me incluyo) estamos más sensibles a la información, a nosotros mismos y a lo que pasa en nuestro entorno, a esa incertidumbre. Hay una serie de preguntas que nos hacemos todos: "¿Qué va a pasar después?" "¿Qué va a ser de mí?"

Cómo proteger tu salud mental durante la pandemia de coronavirus

Precisamente en ese contexto de incertidumbre escuchamos cada vez más la palabra"resiliencia". Es un concepto que a muchos les resulta abstracto. ¿Qué significa y cómo puede aplicarse en una situación tan difícil como esta?

¡Sí, es una palabra maravillosa! Cuando hablamos de resiliencia estamos hablando de desarrollar una personalidad resistente. Una persona resiliente es la persona que ha aprendido de la experiencia vivida, que ha superado la adversidad, la crisis, el dolor, el sufrimiento.

Se trata de cambiar el foco de atención de lo negativo a lo positivo, pero sin fantasías, con los pies en la tierra. Eso viene de uno mismo, del "yo sí puedo".

En la psicología positiva no se niega lo negativo, simplemente se refuerzan las fortalezas, porque dejarse caer en un pozo sin fondo no es la mejor manera de superar una crisis.

Y ese proceso de superación le lleva a uno a construir una parte de sí mismo más fuerte. Entonces, aprende una serie de herramientas y estrategias que le van a ayudar en un futuro a poder superar otras situaciones adversas.

Pero todavía no estamos en esa parte del proceso. Dentro de las diferentes etapas de resiliencia, todavía en el proceso de superación y de gestión de la situación adversa.

¿Cuáles son esas diferentes etapas de la resiliencia?

Frente a cualquier situación está el detonante, el estímulo adverso al que tenemos que adaptarnos y hacer una serie de cambios (radicales, en este caso).

Esa sería la primera etapa: confinarnos en casa, informarnos sobre qué significa esta crisis y cuáles son los efectos. Poco a poco, vamos recibiendo esa información, que vamos interiorizando.

Eso produce miedo, inseguridad, dudas, ansiedad...sobre todo al principio.

Después hay un proceso de adaptación: ¿qué puedo hacer en mi día a día para sobrevivir? Cómo me voy a organizar para alimentarme? ¿Cómo voy a conseguir dinero? ¿Cómo voy a trabajar? ¿Qué puedo hacer si me quedo sin trabajo? Entonces uno empieza a planificar y a organizarse, adaptándose a la circunstancia.

Todo ello produce un nivel de estrés y de ansiedad altísimos. Hasta que llega un momento en que los hábitos se vuelven automáticos a través de la repetición, y nos acostumbramos.

Y entonces llegamos al mantenimiento, que es donde estamos ahora. Ahora mismo estamos manteniendo una serie de hábitos, y ese "mientras tanto" cada uno decide cómo utilizar este momento. Eso es clave.

7 CLAVES PARA SER MÁS RESILIENTES, según Laura Rojas-Marcos

1. Ten un plan de acción, te ayudará a tener una sensación de control sobre tu día a día.

2. Usa esta regla de 3: el día tiene 24 horas, si las divides entre 3 quedan 8. Dedica 8 horas a trabajar, 8 a descansar y otras 8 a ti mismo. Será más o menos fácil según cada situación, pero el autocuidado es importante.

3. Mantente ocupado. No estresado, sino de una manera ordenada, aunque puedes cambiar el orden de las tareas para no sentir que todos los días son iguales. El ejercicio y la meditación ayudan mucho.

4. Sé realista, flexible y paciente. Ten los pies en la tierra y al mismo tiempo sé comprensivo y empático contigo mismo.

5. Céntrate en el presente: ¿Hoy qué puedo hacer? Es muy importante cómo te organizas el día.

6. Crea círculos virtuosos. Son los buenos hábitos (amables, responsables, de autocontrol, de diversión, de desahogo). Es lo contrario a los círculos viciosos, que son destructivos.

7. Tener un propósito. ¿Por qué y para qué voy a hacer esto? ¿Qué puedes hacer por ti y qué puedes hacer por otros? Cuando ayudas a alguien te sientes bien.

¿Hay algo que podamos hacer para saber si vamos por buen camino?

Desde hace una semana, una de las preguntas que te hago a la gente es: "¿Qué puedes hacer hoy para que tu futuro 'yo' se sienta orgulloso?" Si tú haces algo hoy que sea constructivo y positivo —para ti o para otros— el día de mañana tú te sentirás orgulloso de ti, y todo eso influye de manera positiva en la autoestima, que ayuda a su vez a poder construir esa personalidad resiliente.

"¿Qué puedes hacer hoy para que tu futuro 'yo' se sienta orgulloso?", reflexiona Rojas-Marcos.

La manera en la que nos resolvamos nos ayudará a ser más resilientes.

Personas que se sienten todo el tiempo víctimas, vulnerables, indefensas, que están deprimidas, que no hacen nada ni por ellas mismas ni por otras personas —y no estoy hablando de una depresión, sino de una actitud pasiva— son personas que, evidentemente, van a tener dificultad para sentirse bien el día de mañana.

Y no hay que hacer grandes cosas, sino pequeñas acciones —desde ayudar a un vecino, hasta cuidar la alimentación— que nos ayudan a construir esa personalidad resiliente y a sentirnos útiles.

Es tener esos momentos de tristeza y vivirlos, pero no quedarnos ahí. Precisamente en esa etapa es donde estamos.

¿Y después? ¿Hacia dónde vamos?

Después toca recoger toda la información y analizar y evaluar todo lo que hemos hecho. Todo eso está lleno de aprendizajes que nos van ayudar a gestionar situaciones difíciles en el futuro.

Y yo no sé lo que va a pasar porque no tengo una bola de cristal, pero sí se que nos vamos reinventar, que nos vamos a reconstruir y que lo vamos a superar. ¿En cuanto tiempo? Pues no lo sé. Eso no lo sabe nadie.

No va a ser fácil. Va a ser lento y tendremos que arrimar mucho el hombro (unos más que otros) y muchos necesitarán ayuda psicológica. Pero si hay algo que me queda claro y de lo que no tengo la menor duda es que lo vamos a superar.

Incluso hay personas que van a salir fortalecidas de esta crisis, más reforzadas... y muy resilientes.

BBC

martes, 2 de junio de 2020

_- PSICOLOGÍA. Ni amor ni obsesión: esto es lo que ocurre cuando no puedes olvidar a una persona

_- MANUELA SANOJA 25 MAY 2020.


Lo hemos visto en el cine, escuchado en canciones, leído en novelas y poemas, y prácticamente todos lo hemos experimentado en nuestras propias carnes. Esos amores que nunca llegan a ser, en los que una de las partes sigue enganchada meses e incluso años después de que acaben. Se clavan como una espina en el corazón y su recuerdo da vueltas en la cabeza como un fantasma que se resiste a desaparecer. Atención al spoiler de tu propia película: lo que sientes no es amor, pero tampoco una obsesión. Es, más bien, una adicción.

Empecemos por la ciencia del amor, que lejos de ser un sentimiento etéreo, tiene toda una explicación lógica y comprobable. Desde el momento en el que cruzaste la mirada con esa persona, tu cuerpo puso en marcha una compleja maquinaria, una especie de cadena de montaje del amor que te lleva por las distintas fases del amor: la lujuria, que es el primer momento de deseo; la atracción, que ocurre durante el inicio de una relación y es lo que se denomina "amor apasionado" o "amor romántico"; y la unión, que viene a ser cuando una pareja se asienta. El problema del que tienes que desengancharte ocurre en la segunda fase y es, literalmente, una atracción fatal.

Todo por un subidón de neurotransmisores
Durante la atracción, esa segunda y traicionera etapa, el cuerpo se comporta como un auténtico coctelero. Los ingredientes de su poción de amores son una serie de neurotransmisores capaces de revolucionar nuestra vida, según el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Harvard Richard Schwartz. Aumentan los niveles de cortisol —conocida como la hormona del estrés—, que hará que aumenten nuestros nervios y que aparezcan las clásicas mariposas en el estómago. También los de dopamina —la hormona de la felicidad—, que estimula los centros de placer en el cerebro y, finalmente, los de serotonina —la del amor—, que pone la guinda al pastel: una pizca de obsesión.

"Los neurotransmisores que actúan en esta fase, la del amor apasionado, hacen que te pases el día pensando en la otra persona, que tengas una sensación de energía desbordante. Puedes hasta pasarte tres noches sin dormir y aun así ir como una moto por el efecto de las hormonas", explica la directora de Psicología Clínica y Sexología del Instituto Lyx e integrante del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP Madrid), Miren Larrazabal. Vamos, como si flotaras en una nube. Si la relación sigue pasando de fases, los niveles de cortisol, dopamina y serotonina se normalizan y llega la calma. Pero si algo ocurre y la relación acaba en medio de esta vorágine es posible que te quedes enganchado, pero no precisamente a la otra persona, sino a este cóctel explosivo. "Es como la adicción al tabaco. No estás enganchado al pitillo, sino a todas las sustancias que actúan en tu cerebro", dice la experta. En otras palabras, te has convertido en un yonqui de tus propias hormonas, la otra persona solo es el detonador de la explosión.

Romeo, Julieta y una máquina tragaperras
Para algunos la cosa no se queda simplemente en una adicción al bienestar químico de la atracción; al terminar la relación y convertirse en imposible, se cuelgan todavía más. Es algo que puede ocurrir incluso sin que nada hubiera empezado, es decir, cuando te rechazan de primeras. "Es lo que llamamos el efecto Romeo y Julieta, que representa el amor prohibido. Cuanto más difícil es, mejor. Cuantas más dificultades haya, más te aferras a él", indica Larrazabal, quien añade que se trata de motor muy básico del ser humano y que le ocurre a muchísima gente: "En general, a los seres humanos nos motivan los retos y la transgresión, nos generan deseo y ganas de conseguirlos. En una relación cuanto más privación me pongas más voy a querer luchar". En resumen: los amantes de Verona se tenían tantas ganas por lo imposible de la situación y, como ellos, el resto de seres humanos no podemos menos que excitarnos ante las relaciones prohibidas.

Rizando el rizo, la cosa puede complicarse todavía más si, en lugar de haber un rechazo, la otra persona muestra interés en algunas ocasiones y en otras pasa olímpicamente de ti. Es "el efecto máquina tragaperras", según explica la psicóloga. Todos tenemos en la cabeza la triste imagen de la típica persona enganchada a un viejo artilugio colocado en un rincón oscuro de un bar. Le vemos meter dinero sin parar y la máquina responde aspavientos: luces, ruidos y colores que dan un poco de esperanza cada vez que aprieta los botones, con cierta rabia porque no saca nada de nada. Hasta que, de pronto, después de una veintena de intentos, cae una moneda. Y vuelta a empezar.

"Funciona como un programa de refuerzo intermitente y esto engancha muchísimo a la gente", continúa la experta, quien añade que se trata de una forma dañina de relacionarse. "Estos comportamientos producen ideas obsesivas en la otra persona porque no logra entender por qué un día quiere y el otro no, o por qué a veces dice una cosa y otras, la contraria", explica la sexóloga del Instituto iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sexología Francisca Molero. Por si te surge la duda, es muy probable que la otra persona se dé cuenta de lo que está haciendo. "Quizá no sea de una forma completamente consciente de las consecuencias, pero sabe que la estrategia funciona. Lo ha hecho más veces y le ha dado el resultado que quería, que es tener el control de la relación. Te tiene comiendo de la palma de su mano", continúa la psicóloga. Y cuando por fin consigues desengancharte, lo más probable es que desaparezca porque "lo que les llena es el patrón de comportamiento, no la relación", continúa Larrazabal.

El amor romántico es el malo de la película
Detrás de todos estos escenarios se esconde un concepto arraigado en nuestra sociedad, que ha sido transmitido por la cultura y las artes a través de una infinidad de historias: el del amor romántico, que "tendemos a considerar como el verdadero amor, el que está unido al sufrimiento, el dolor y el sacrificio", indica Molero. Y eso que, en realidad, debe ser totalmente lo opuesto: "No debe doler ni hacer sufrir". Cuando una relación genera este tipo de malestar se puede definir con el ya algo manido término de "tóxica". No hay excusa para dejarla atrás: nadie está a salvo de caer en ellas, pero todos somos capaces de salir. El tiempo que dure dependerá de cuánto tardemos en tomar conciencia del origen de la adicción.

Al rescate de nuestra mente (que no del corazón, que no tiene nada que ver con el amor) llegan, una vez más, las terapias cognitivo-conductuales, que harán las veces de adictos al amor anónimos. Este tipo de metodología trata la forma en la que interpretamos las situaciones que vivimos, cómo reaccionamos ante ellas y las emociones que nos generan. "No toca buscar el porqué, sino el para qué. Es decir, qué recompensa buscamos con ese enganche, qué nos proporciona o da esa relación", indica la psicóloga. Hay que levantar la alfombra de nuestra conducta y mirar lo que hay debajo. A veces logramos hacerlo de manera inconsciente y otras puede que necesitemos ayuda. Sea como sea, con el tiempo, cuando hayamos comprendido los motivos, lograremos desengancharnos y una buena mañana nos daremos cuenta de que llevamos mucho sin pensar en esa persona. Al fin, limpios.

https://elpais.com/elpais/2020/05/25/buenavida/1590384802_369780.html

martes, 28 de abril de 2020

¿Compañeros de habitación o pareja que te ponen nervioso? Lee esto. Hable sobre las cosas pronto y con frecuencia para que no se desborden.

Con la mayor parte del país bajo bloqueo, muchos de nosotros de repente pasamos todo el día con las personas con las que vivimos, lo que significa que las tensiones pueden ser más intensas de lo normal. Si bien una pequeña transgresión, como una interrupción durante una llamada de trabajo, puede no ser un gran problema por sí sola, en la olla a presión del encierro puede pasar de una molestia menor a la fuente de una verdadera lucha. Y si las publicaciones en las redes sociales son una indicación, los rompecabezas son los nuevos muebles de Ikea: la prueba más real de los niveles de estrés de una pareja.

Aléjate del rompecabezas. Dénse un abrazo o un choca esos cinco y hablemos de lo que está pasando aquí.

"A menudo le digo a la gente que tu pareja no es el problema. El problema es el problema ”, dijo Kiaundra Jackson, terapeuta matrimonial y familiar. El aislamiento forzado con las mismas personas durante semanas nos ofrece un curso intensivo de comunicación. Ninguno de nosotros somos perfectos para expresar nuestros sentimientos todo el tiempo, pero todos podemos tratar de ser mejores cuando ocurre un conflicto.

Por supuesto, es comprensible si te has encontrado con un fusible más corto últimamente. Incluso los más serenos entre nosotros están lidiando con nervios deshilachados, oleadas de pánico y estrés inquebrantable, sin un final a la vista. Si bien existe la posibilidad de más disputas en el hogar, también existe la oportunidad de enfrentar los desafíos que enfrenta su hogar como equipo.

Este artículo está destinado a lidiar con las peleas casuales y cotidianas que, en tiempos normales, generalmente podemos superar con un tiempo a solas o desahogarnos con un amigo. Si cree que está en grave peligro por parte de una pareja, o está atrapado en una situación abusiva, existen recursos que pueden ayudarlo. El Proyecto Antiviolencia tiene una línea directa de inglés / español las 24 horas para personas LGBT.Q. + que sufren abuso o violencia basada en el odio al 212-714-1141. La línea directa nacional de violencia doméstica está disponible las 24 horas del día y en más de 200 idiomas al 1-800-799-SAFE, o puede hablar con un defensor aquí o enviar un mensaje de texto con LOVEIS al 22522. Para peligros inmediatos, llame al 911.

Si esas situaciones no se aplican, a continuación se explica cómo manejar las disputas de cuarentena sin permitir que se conviertan en fuentes de estrés adicionales.

Antes de que estalle una disputa
Adopta una mentalidad de equipo. Esto puede parecer tonto o poco natural al principio, pero Jackson sugiere expresar afirmaciones positivas juntas todas las mañanas. Diga algo como "¡Hoy va a ser un buen día! Vas a hacer tu trabajo. Voy a hacer mi trabajo. ¡Va a ser genial!"

Todas las noches, comparta cómo fue su día juntos.
Don Cole, un terapeuta familiar y matrimonial con licencia, llama a estas charlas informativas conversaciones para reducir el estrés, durante las cuales escuchamos, mostramos empatía, nos mantenemos del lado de nuestra pareja o compañero de cuarto y evitamos la resolución de problemas. Como director clínico del Instituto Gottman, una organización que brinda asistencia basada en la investigación a las parejas y capacita a los terapeutas para que sean más efectivos como asesores de relaciones, sabe que estas conversaciones ayudan a promover un sentido de asociación y cercanía. Entonces, "cuando llegan los momentos estresantes", dijo, "no somos tan reactivos".

Tenga conversaciones difíciles más temprano que tarde.
Es tentador barrer la creciente fricción debajo de la alfombra, pero eso sería un error. Los pensamientos negativos se infectarán y, en última instancia, se desbordarán. "No quieres evitar cualquier problema", dijo Jackson. Si necesita sacar la basura o ayudar con la cocina o el cuidado de los niños, verbalícela.

Negocie formas de maximizar su tiempo y espacio.
"Establecer límites viables para todas las partes", dijo Jenny Wang, psicóloga licenciada. Quizás los compañeros de cuarto pueden escalonar sus tiempos de cocción para que no se interpongan entre ellos, o los compañeros pueden turnarse para hacer las tareas mientras el otro hace algo que les gusta. Si necesita distancia, una sábana con tachuelas o una puerta cerrada pueden dar un respiro temporal. Los auriculares o auriculares con cancelación de ruido también pueden ayudar a crear una sensación de espacio.

También puede optar por adoptar pautas para toda la casa para promover la armonía. "Considere aceptar un momento de tranquilidad en el hogar, tal vez 30 minutos, cada día, donde está de acuerdo con la persona con la que vive para mantener las cosas lentas y los volúmenes bajos", dijo Shawna Murray-Browne, trabajadora social certificada y fundadora de Kindred. Curación comunitaria. "Si tienes niños pequeños, considera establecer este tiempo durante la siesta o enseñarles el juego independiente como una actividad tranquila".

Cuando la tensión está aumentando
Cuidadosamente plantear problemas. "Es difícil sobreestimar la importancia de lo que llamamos una puesta en marcha suave", dijo el Dr. Cole. Piense en cómo enmarcar una preocupación de manera que la otra persona pueda escucharla y no sentirse atacada. En lugar de decir algo crítico, como, "¿Por qué estás siendo tan ruidoso?" puede intentar: "Me distraigo mucho cuando hay mucho ruido aquí y necesito que descubramos una forma de minimizarlo. ¿Cuáles son tus pensamientos?"

A veces, el Dr. Wang aconseja a las parejas casadas que coloquen un objeto sobre la almohada de su pareja para indicar que hay algo en lo que te gustaría pasar el tiempo discutiendo. "Pone a las personas en el espacio de cabeza para una conversación en lugar de confrontarlas directamente, a veces en el momento equivocado", dijo.

Desarrolle un lenguaje compartido para registrarse.
Quizás podría trabajar con una escala de cero a 10, donde 0 representa el agotamiento emocional completo y 10 representa una apertura y disposición para ayudar a otros que lo necesitan. Si su compañero de cuarto o compañero dice que su calificación interna es única, ya que están estresados ​​por trabajar desde casa y aumentar las presiones financieras, entonces será más probable que ofrezca compasión en lugar de molestarse de que no estén presionando. en casa, dijo el Dr. Wang.

Cuando estas enojado
Acepta que está sucediendo. Estar en un estado acalorado no significa que seas una mala persona. No significa que su pareja sea una mala persona, y no significa que su relación sea horrible. "Simplemente significa que hemos cruzado una línea en una zona roja, y tenemos que salir de ella", dijo el Dr. Cole. (Nuevamente, busque ayuda externa si se siente amenazado o en peligro).

Tomar un descanso.
El Dr. Cole entrena a sus clientes para que inventen una palabra o frase que signifique: "Necesito que nos detengamos por 30 minutos y nos aislemos, hagamos algo que nos ayude a reenfocarnos y calmarnos". Y, al final de los 30 minutos, vuelva a acercarse para discutir el tema. Eso es importante porque si no nos reconectamos, dijo el Dr. Cole, "simplemente parece que nuestros socios nos están descartando".

Asume la responsabilidad de tus emociones.
Cuando te estás volviendo loco, tu corazón late más rápido y las hormonas del estrés atraviesan tu sangre. Es importante reconocer que usted está a cargo de controlar su ira. "No me importa lo que necesites hacer, necesitas encontrar lo que funciona mejor para que vuelvas a un estado normal", dijo Jackson. Eso podría ser respirar profundamente, aislarse en un área diferente de su hogar, trotar en el lugar o tomar un baño tibio.

Cómo conciliar
Limpia el aire. Después del polvo, la Sra. Murray-Browne sugiere preguntarle a la otra persona: "¿Qué necesitas para sentirte seguro compartiendo y discutiendo esto conmigo?" Llegue a un consenso sobre cómo acercarse unos a otros en el futuro. Incluso puede escribir lo que se le ocurre y publicar el acuerdo en algún lugar que ambos puedan ver.

Si tiene problemas para llegar a la misma página, el Dr. Wang recomienda hacer un ejercicio sugerido por Esther Perel, una reconocida terapeuta de matrimonio y parejas en la ciudad de Nueva York, en el que cada pareja repite, en sus propias palabras, lo que entienden sobre las quejas o frustraciones del otro compañero. Esto debería ayudar a cada persona a empatizar con la otra parte.

Habla sobre el futuro.
En sus momentos más tranquilos, el Dr. Cole recomienda preguntarse cómo la pandemia les está afectando a cada uno de ustedes. Comparta cómo los eventos actuales afectarán sus planes futuros. "Realmente escucha esas cosas", dijo. "Porque a veces eso es realmente lo que subyace al estrés y al conflicto: me temo que es a donde se dirige nuestro futuro". Y desenvolver esas conversaciones realmente puede ayudar ".

Si estás abrumado, busca orientación.
Explore sesiones de asesoramiento virtual para fortalecer su relación, dijo Murray-Browne. De esta manera, saldrás de esta experiencia más fuerte que nunca. Si la otra persona en su hogar no está dispuesta a solicitar la ayuda de un terapeuta, sugiere centrarse en lo que puede controlar individualmente. Quizás pueda comunicarse con amigos y seres queridos para obtener apoyo. También puede considerar la terapia para resolver estos problemas.

“Recuerde”, dijo ella, “este es un período de crisis. Se permiten grandes emociones y lo lograremos ".

https://www.nytimes.com/2020/04/16/smarter-living/coronavirus-roommate-fight-home.html?action=click&module=Well&pgtype=Homepage&section=Smarter%20Living

domingo, 26 de abril de 2020

Cómo navegar la tristeza durante el confinamiento. Se trata de una emoción innata que necesitamos para nuestra supervivencia

La tristeza es una emoción incómoda. No está bien vista socialmente. Tratamos de evitarla, incluso cuando afecta a personas cercanas. “Venga, no pasa nada” o “alégrate” son algunas de las expresiones clásicas con las que animamos a quienes pasan por un mal momento. Este confinamiento ha empujado a muchas personas a enfrentarse con la tristeza en estado puro y sin demasiados amortiguadores para trampearla. No hablo de quienes han recibido un zarpazo de la Covid-19 a su salud, de quienes han perdido a familiares o de los que han caído en estados depresivos. Me refiero a aquellos que, simplemente, están tristes porque la casa se les cae encima y a quienes les erosionan las noticias. Para vivir esta etapa de una forma más amable, es necesario diseccionarla, entenderla y aceptarla. Veamos por qué la tristeza se instala en nuestras vidas y cómo podemos navegar para dejarla a un lado.

La tristeza es necesaria.
Es una emoción innata, como lo es el miedo, la ira o la alegría. Y tiene un motivo evolutivo: si un bebé o un niño pequeño no tuviera tristeza por no estar con su madre, por ejemplo, no se generaría un vínculo tan fuerte con ella. Nacemos con esa capacidad porque tiene un sentido: la necesitamos para nuestra supervivencia. Nos recuerda lo que realmente nos importa. Nos ayuda a poner en valor lo que tenemos en nuestras vidas y a cambiar el orden de prioridades. Posiblemente, muchos anhelamos dar aquellos paseos en los que antes ni reparábamos o echemos de menos compartir momentos con personas con las que era normal encontrarse meses atrás. La tristeza nos permite observar desde una perspectiva más vulnerable y delicada aquello que tenemos y somos.

Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, lo resumió poéticamente: "El dolor es una de las vibraciones que demuestran el hecho de vivir". Nos ayuda a sentir emociones positivas. Daniel Gilbert, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, explica que nuestras emociones actúan como los puntos cardinales de una brújula. Necesitamos ciertas sensaciones incómodas para valorar las positivas. Por eso, si anulamos la tristeza, tendremos más dificultades para conectarnos con emociones más agradables, como la alegría.

La tristeza hay que aceptarla y vivirla.
Por mucho que nos cueste, debemos admitirla y sentirla, sin más. Los mecanismos para negarla pueden ser, incluso, perjudiciales a medio o largo plazo para nosotros mismos. Olvidarnos de ella a través de un enfado constante, como sucede en redes sociales, o asaltando el frigorífico cada dos por tres, no nos ayuda en absoluto. Tampoco lo hace refugiarnos en el alcohol o vivir una agenda intensa de llamadas y de ruido constante con la única finalidad de anestesiarnos. Pero tampoco hay que dramatizar. Una cosa es sentir la tristeza y otra muy diferente, aumentarla. Hay quien exagera la emoción para llamar la atención de los demás. Son aquellos que enumeran sus múltiples problemas para que otros se apiaden de ellos. No resuena como una tristeza auténtica, sino como algo más impostado. Si tenemos tendencia a caer en esa situación, estemos alerta.

Concederse un spa mental.
Hemos de crear espacios amables a nuestro alrededor, como evitar discusiones innecesarias. Es recomendable reducir la autoculpa por lo que no somos capaces de hacer en momentos como los actuales y eliminar la rumia de noticias negativas, que tanto daño nos hacen, como desvela un estudio realizado a más de 30.000 personas en el Reino Unido. Es decir, debemos crear las condiciones para que la tristeza se vaya diluyendo. En la medida que reconozcamos nuestras emociones incómodas, sin negarlas ni exagerarlas, y tomemos decisiones conscientes para reducir su impacto, podremos liberarnos antes de ellas. Incluida la tristeza.

https://elpais.com/elpais/2020/04/14/laboratorio_de_felicidad/1586848515_940988.html

viernes, 24 de abril de 2020

La delgada línea entre autenticidad útil y perjudicial. Cuando nos expresamos, no olvidemos pensar en los demás.

Mientras esperaba entre bastidores que me llamaran, comencé a sentir el revoloteo familiar de las mariposas. Me tomó por sorpresa, porque pensé que había conquistado mis nervios de hablar en público. En el lapso de una década, había pasado de temblar frente a un salón de clases a pronunciar con calma discursos principales para audiencias de 20,000. Se suponía que era ansiedad entonces, serenidad ahora.

Pero algo fue diferente hoy: me dirigía al personal de TED en su retiro anual. Era toda una sala llena de gente que se ganaba la vida juzgando a los oradores más electrizantes del mundo. Tenía un dilema: ¿debería reconocer mis nervios en voz alta?

Ser vulnerable con las emociones es una forma de autenticidad. La autenticidad se trata de ser fiel a ti mismo: expresar tus pensamientos y sentimientos internos en el exterior. En lugar de usar una máscara, dejas que la gente vea lo que realmente sucede dentro de tu cabeza. Cuando no podemos hacer eso, los estudios muestran que es sofocante. La presión para cumplir con las expectativas de otras personas nos pone en una camisa de fuerza emocional, lo que lleva al estrés y al agotamiento. También puede socavar nuestro desempeño: cuando los emprendedores lanzan sus nuevas empresas y los candidatos de trabajo se lanzan a sí mismos, pretender ser alguien que no son, los pone nerviosos e interfiere con la calidad de sus presentaciones.

El caso en contra de ser falso es claro. Pero cuando se trata de ser real, tenemos opciones sobre qué partes de nosotros mismos revelar. Y puede haber ocasiones en las que sea mejor ser cautelosos con respecto a lo que divulgamos.

En un estudio reciente, los investigadores examinaron cómo esforzarse por ser auténtico en las entrevistas de trabajo influyó en las probabilidades de ser contratados por abogados y maestros. Midieron la autenticidad preguntando a los abogados y a los maestros qué tan de acuerdo o en desacuerdo estaban con declaraciones como: "Al entrevistar para un trabajo, trato de ser honesto sobre mi personalidad y estilo de trabajo" y "Es importante que un empleador me vea como Me veo a mí mismo, incluso si eso significa hacer que las personas reconozcan mis limitaciones ". Los candidatos que estuvieron de acuerdo con esas declaraciones tenían más probabilidades de recibir ofertas de trabajo, pero solo si su currículum había sido calificado en el percentil 90 o más. Para la gran mayoría de los abogados y maestros, esforzarse por ser auténtico no ayudó a sus posibilidades. Y en realidad perjudicaba sus posibilidades si eran maestros en el percentil 25 o inferior o abogados en el percentil 50 o inferior.

¿Por qué el objetivo de autenticidad falló para la mayoría de los candidatos y fue contraproducente para algunos? Una posibilidad es que cuando los solicitantes de empleo se centraron en ser auténticos, admitieron libremente sus deficiencias. Esto no planteó un problema para los abogados y maestros con currículums estelares: sus puntos fuertes ya eran evidentes, por lo que reconocer las debilidades indicaba conciencia de sí mismo. Pero para los candidatos que no habían demostrado su valía, la divulgación de defectos los hacía parecer incompetentes e inseguros. En una serie de experimentos, cuando las personas que se esperaba que fueran competentes confesaban una debilidad como luchar con la atención al detalle o una vulnerabilidad como ver a un terapeuta, eran menos respetadas.

La autenticidad sin límites es descuidada. Cuando transmitimos nuestras limitaciones, debemos tener cuidado para evitar poner en duda nuestras fortalezas. Esto parece ser especialmente importante para los grupos no dominantes. Lamentablemente, los experimentos muestran que cuando los líderes hacen bromas autocríticas, se les considera más capaces si son hombres y menos capaces si son mujeres. La competencia de los hombres generalmente se da más por sentado, mientras que, injustamente, las mujeres tienen que trabajar más para demostrar su valía en el trabajo.

Hay otro factor que podría explicar por qué la autenticidad no sirvió bien a algunos candidatos: parecían egoístas y egoístas. Estaban tan concentrados en expresarse que no demostraron entusiasmo por el trabajo y curiosidad por la organización.

"Uno de los problemas con el encuadre‘ trae todo tu ser al trabajo ’es que es narcisista", dijo Herminia Ibarra, profesora de comportamiento organizacional en la London Business School, en mi podcast TED, WorkLife. "¿Qué hay de interesarse en la otra persona?" Efectivamente, cierta evidencia sugiere que ser auténtico perjudica a las personas que se preocupan poco por los demás: les gusta menos y reciben menos evaluaciones de desempeño.

La autenticidad sin empatía es egoísta. Por supuesto, deberíamos ser fieles a nuestros valores, pero uno de esos valores probablemente debería preocuparse por los demás.

Mientras estaba detrás del escenario en el retiro TED, comencé a pensar en estas pautas. Probablemente era seguro ser vulnerable: había dado dos charlas TED, por lo que la audiencia probablemente asumiría que era un orador decente. Si iba a admitir mi ansiedad, necesitaba hacerlo sobre ellos, no sobre mí. Justo antes de subir al escenario, en lugar de lanzarme a una historia sobre la montaña rusa emocional de mi odisea de hablar en público, decidí abordarlo con una sola línea. Mientras caminaba en el escenario, dije: “Guau. Si hay algo más estresante que hablar en TED, es hablar con TED".

La audiencia se rió y rompió el hielo: inmediatamente me sentí relajado. Luego, dos miembros de la audiencia se acercaron para decirme que los hizo sentir apreciados. El hecho de que estaba nervioso por hablar con ellos dejó en claro que me importaban. La autenticidad no se trata solo de expresar nuestros propios pensamientos y sentimientos, se trata de transmitir nuestro respeto por los demás.

Adam Grant, psicólogo organizacional de Wharton, es el autor de "Originales". Para obtener más información sobre la autenticidad efectiva, y más sobre Herminia Ibarra, escuche WorkLife con Adam Grant, un podcast original de TED sobre la ciencia de hacer que el trabajo no sea una mierda. Puede encontrar WorkLife en Apple Podcasts, o en su plataforma de podcast favorita.

https://www.nytimes.com/2020/04/10/smarter-living/the-fine-line-between-helpful-and-harmful-authenticity.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=309175474&imp_id=424582237&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage