martes, 3 de septiembre de 2013

Resiliencia, un concepto discutible

Marcelo Colussi

“El camino del infierno está plagado de buenas intenciones”.

¿Por qué empezar diciendo esto? Pues porque muchas veces, más allá de la “buena voluntad” en juego, los efectos conseguidos con una determinada acción pueden ser cuestionables. O incluso desastrosos. En el campo de la práctica científica ello no es raro en absoluto. El concepto de “resiliencia” nos lo permite ver de forma palmaria.

“Resiliencia” es un término controversial, que tanto puede asociarse con “intervenciones pobres para los pobres” (lo cual recuerda aquello de “atención primaria o ¿primitiva? de la salud”, que cuestionaba el epidemiólogo argentino Mario Testa), hasta la promoción de un conformismo con resonancias conservadoras, de la mano de la ideología adaptacionista que prima en las ciencias sociales de cuño estadounidense, dominadoras del ámbito académico en buena parte del mundo. Por lo pronto, es la versión española de la voz inglesa “ resilience”, o “resiliency”, término que proviene del campo de la metalurgia y que hace alusión a la capacidad que tienen los metales de deformarse sin quebrarse, retornando luego a su estado original.

En el ámbito de la psicología, aparece utilizado por primera vez en un artículo de Barbara Scoville en el año 1942. Más tarde, en la década de los 70, el término va adquiriendo mayor prevalencia, aunque la mayoría de los primeros investigadores que hacían referencia a este concepto tomado de la metalurgia, en principio no utilizaron la expresión “resiliencia”, sino que se referían a esta cualidad describiendo a quienes la portaban como “invulnerables” o “invencibles” (Lösel, Bliesener y Koferl, 1989). Para la década de los 90 el término ya es ampliamente utilizado, y así llega a los países latinoamericanos.

¿Qué es, en definitiva, esto de la resiliencia? “La capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”, según la 23ª edición del Diccionario de la Real Academia Española. La “capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformados por ellas”, de acuerdo a la definición de Grotberg (1995). O también el “proceso dinámico, constructivo, de origen interactivo, sociocultural que conduce a la optimización de los recursos humanos y permite sobreponerse a las situaciones adversas”, según María Angélica Kotliarenko e Irma Cáceres (2011). O si se prefiere: “la capacidad que tiene un individuo, una familia, un grupo y hasta una comunidad de soportar crisis y adversidades y recobrarse”, de acuerdo a lo que definen Melillo y Suárez Ojeda (2002). Es decir, tomando lo afirmado por Kotliarenko, la resiliencia consiste en “un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan una vida sana en un medio insano”.

Según todas estas aseveraciones, el concepto hace alusión a una capacidad positiva que tendríamos los seres humanos, o algunos seres humanos al menos. Capacidad, por tanto, que debería ser saludada positivamente y, en la medida de lo posible, expandida. De la mano de esta visión, un pensamiento progresista, de izquierda incluso, podría levantar gustoso la idea de resiliencia y fomentarla como un camino de esperanza, una luz ante tanta adversidad.

Así, entonces, una perspectiva de avanzada de nuestra actual situación lleva a decir a Aldo Melillo, cuando prologa el libro “Descubriendo las propias fortalezas” de María Alchourrón y Edith Grotberg , que “la exclusión y la pobreza se extienden sin freno en los países desfavorecidos por la globalización y la concentración económica, y la mano invisible del mercado no ha dado signos de derramar ninguna riqueza a los pueblos. Si a ello se suman las situaciones de riesgo que conllevan la enfermedad, la cárcel, el deterioro personal, familiar y social sin que se vislumbren soluciones globales desde la economía y la política, el panorama resulta francamente desolador. Sin embargo, hay niños, adolescentes y adultos que son capaces de sobrevivir, superar las adversidades y, más aun, salir fortalecidos de ellas. Esa capacidad es conocida como resiliencia, concepto sumamente fértil a la hora de actuar en el plano social, porque desplaza el enfoque tradicional sobre las carencias y los factores de riesgo para situarlo en las fortalezas y la creatividad del individuo y de su entorno. (…). Con la convicción de que este concepto debe desplegarse e instrumentarse en los programas sociales (…), en tiempos de empobrecimiento y exclusión la construcción de resiliencia comunitaria que se evidencia en la capacidad de ciertos pueblos de enfrentar catástrofes de todo tipo constituye una posibilidad cierta de lucha contra las iniquidades de la sociedad actual”.

Entendida desde esa lógica de la esperanza, la idea de resiliencia podría ser, sin dudas, una cantera donde encontrar la energía necesaria para plantearse transformaciones, para seguir creyendo que las utopías son posibles, en el sentido que nos hacen caminar, como dijo el uruguayo Eduardo Galeano. Y justamente alguien como él, un comprometido con las luchas sociales a quien nadie podría acusar de cómplice del sistema, dijo en el Foro Social Mundial de Porto Alegre en el 2005 refiriéndose a las transformaciones que esa idea de resiliencia puede acompañar, que no “ son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Baba. Pero quizás desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable” .

En este sentido, el concepto en juego puede tener una carga positiva. Por allí puede leerse de los beneficios que trae aparejados la resiliencia. Buena noticia, por supuesto. ¿Y qué beneficios aporta? “Las personas más resilientes tienen una mejor autoimagen, se critican menos a sí mismas, son más optimistas, afrontan los retos, son más sanas físicamente, tienen más éxito en el trabajo o estudios, están más satisfechas con sus relaciones, están menos predispuestas a la depresión”. Ahora bien: estos supuestos “beneficios” abren interrogantes que cuestionan radicalmente las esperanzas que proponían las visiones arriba expuestas. ¿Es un beneficio “criticarse menos”? ¿En qué sentido entender lo de “más éxito”? ¿Estamos seguros que entronizamos el optimismo, o más cautamente seguimos a Gramsci, quien proponía “el optimismo del corazón junto al pesimismo de la razón”?

Es entonces cuando empieza a hacer agua este dudoso concepto. ¿De qué se trata realmente la resiliencia? ¿Qué elemento positivo nuevo aporta efectivamente? Que mucha gente tiene esa capacidad de rehacerse, de no quebrarse y salir airosa de las peores situaciones, no es ninguna novedad. Si el concepto consiste en describir eso, pues no es un concepto científico en sentido estricto que inaugure un nuevo campo de conocimiento produciendo una ruptura epistemológica, sino que no pasa de la mera descripción. “El patito feo también puede ser lindo”. ¿Podemos llamar a eso un concepto novedoso que aumenta el saber y la capacidad de actuar en el mundo?

Si abrimos una crítica en torno a la idea de resiliencia es por los peligros ideológicos que allí anidan, peligros que pueden pasar inadvertidos en tanto la forma con que aparece el concepto pareciera que ayuda a caminar, en tanto “prueba que la realidad es transformable”. Pero junto a esa cuota de esperanza –para lo cual no es necesario creer que se está ante un nuevo concepto, pues la descripción más obvia nos muestra que siempre “después de la tormenta sale el sol”– no podemos dejar de ver también que hay un transfondo de resignación: no se trata de saber soportar la adversidad (para lo que, incluso, se puede dar un largo catálogo de recetas prácticas… Y así surgen las propuestas de autoayuda y toda la parafernalia de “Usted puede, no sufra, técnicas para ser exitoso”). No se trata de saber adaptarse a la realidad y poder sobrellevarla. ¡Se trata de transformarla!

Más allá de las mejores buenas intenciones que puedan desplegarse –al menos en algunos casos– apelando a esta noción, lo que se transluce es la pasividad y la aceptación de una ya estatuida normalidad, obviando la idea de conflicto como motor perpetuo. El conflicto está, siempre, tanto en lo subjetivo como en los procesos masivos: el sujeto escindido no dueño de sí mismo con que nos confronta el psicoanálisis, el sujeto deseante que no sabe qué desea con precisión, o el sujeto social producto del enfrentamiento a muerte de clases divididas en torno a la tenencia, o no, de los medios productivos, siguen siendo “el fuego eterno” del que hablaba Heráclito hace 2.500 años y que retoma Hegel en el siglo XIX. La dialéctica en tanto lucha perpetua de contrarios, dirá el pensador alemán, no es un método filosófico: ¡es la realidad misma!, es la estructura de lo real. La realidad está constituida por el conflicto, verdad inobjetable. La idea de resiliencia, sabiéndolo o no por parte de quien la usa, apunta a la “suavización” de la crudeza de esa realidad.

Una prótesis, en definitiva, un bálsamo. En otros términos “técnicas de aprendizaje, es decir prácticas correctivas de conductas, sin tomar en cuenta los procesos sociales y psíquicos que bloquean potencialidades”, dirán Ana Berezin y Gilou García Reinoso en su texto “Resiliencia o la selección de los más aptos” (2005) “El ideal de la resiliencia parece ser la funcionalidad, la eficacia de los sujetos y sobre todo del sistema. Así, lo que parece simple –y obvia– descripción de situaciones de hecho implica peligros: bajo un nombre nuevo se retoma el viejo concepto de “desviación”: en el campo de la salud, con el modelo médico; en el de la educación, con el modelo pedagógico; ambos remitiendo al concepto de normalidad y adaptación, con sus consecuencias de orden teórico, ético y político”.

Aunque no se diga en estos términos, la ideología que está en la base es: ¡sea fuerte! Lo cual, irremediablemente recuerda al tango: “fuerza, canejo, sufra y no llore / que un hombre macho no debe llorar”. ¿Hay que estar contra las adversidades o hay que saber sortearlas? ¿Cuál es la sutil línea que separara el afrontamiento de la resignación?

En verdad, más allá de las buenas intenciones (y ahora puede entenderse por qué empezábamos el presente escrito con esa referencia provocativa), es para pensarlo bastante en qué medida este concepto tan problemático, traído desde un campo extraño a la reflexión de las ciencias sociales, aporta teórica y prácticamente. ¿En cuánto, cómo y por qué realmente “constituye una posibilidad cierta de lucha contra las iniquidades de la sociedad actual”? Sabiendo de dónde viene (las ciencias de la conducta estadounidenses, ingeniería humana funcional a los poderes constituidos, anestesia que sirve para domesticar y no como instancia emancipadora), ¿qué nos deja esto de resiliencia para un planteo transformador? Saber que hay quienes pueden resistir infinitamente no nos dice más que eso: que algunos no se quiebran nunca. ¿Qué podemos transformar con eso? ¿Esperar que todos sean igualmente aguantadores?

Con la incorporación de este discutible concepto se corre el riesgo de quedar entrampados en un planteo adaptacionista, reeducativo. ¿Hay que acallar el malestar, o hay que encontrarle su sentido, para poder entenderlo y, eventualmente, modificarlo? ¿Se trata de acallar el sufrimiento acaso, promover el “éxito” personal, tapar el síntoma? ¿No podemos así, sin saberlo, devenir cómplices de una maquinaria trituradora que busca la construcción de normalidades y adaptaciones peligrosas, que obliga a ser “uno más”, fuerte y bien portado, silenciando las voces discordantes? En el medio de la dictadura que asoló Argentina entre 1976 y 1982, cuando se producía la desaparición de 30.000 personas que disentían del régimen, que buscaban un mundo distinto, el gobierno de los militares presentó una propaganda por medio de todos los medios de comunicación donde se veían distintas escenas con ruidos enloquecedores (un taladro, un bebé llorando, etc.), sobre los que aparecía una enfermera indicando que “el silencio es salud”. El silencio ¿es salud? ¿Qué significa en ese contexto ser resiliente? ¿Callarse la boca y aguantar, o luchar contra esa flagrante inequidad? Si es esto último, ¿de qué nos sirve llamarlo “resiliencia”?

Es por todo ello que puede abrirse la crítica contra el concepto, porque su utilización no necesariamente aporta algo y porque, en definitiva, puede ser un lastre ideológico cuestionable. Parafraseando la Tesis XI sobre Feuerbach, de Marx, podría decirse entonces que no se trata de saber soportar el mundo (¿resignarse?, ¿adaptarse?, ¿“saber” como no quebrarse?). ¡Se trata de transformarlo! ¿O acaso las ideologías neoliberal y postmoderna reinantes nos quitaron la idea de utopía? ¿O acaso se trata de aceptar y no cuestionar la normalidad?

Ya que anteriormente citamos un tango argentino, permítasenos cerrar con una cita de otro poeta de esa nacionalidad, más irreverente quizá, o más pertinente para situar esta lectura crítica de la resiliencia: “que muerda y vocifere vengadora ya rodando en el polvo tu cabeza” (Almafuerte). 

A pesar de todo, ¡¡¡Alegría!!!

El mes de agosto no ha sido un buen mes para mi. No he visto, por diversas razones, lejanía, dificultades,... en todo el mes a ninguno de mis 4 nietos y se me ha hecho un mes muy laargooo. Demasiado laaaargooooooooooo,... y algo triste. Voy ilusionado, una vez más a probar con septiembre y espero con júbilo la alegría que siento al verlos y mientras me reconforto con un poema de Blas de Otero:


ALEGRÍA

Para el hombre hambreante y sepultado
en sed —salobre son de sombra fría—, en nombre de la fe que he conquistado:
alegría.

Para el mundo inundado de sangre, engangrenado a sangre fría,
en nombre de la paz que he voceado:
alegría.

Para ti, patria, árbol arrastrado
sobre los ríos, ardua España mía,
en nombre de la luz que ha alboreado:
alegría.

BLAS DE OTERO

(Gracias a J. M. Lama)

Borrado de discos duros

El PP ha borrado o destruido los discos duros que contenían la información, presuntamente comprometedora, de los ordenadores que le había reclamado el juez Ruz. ¿A alguien le extraña? ¿Alguien pensaba que los ordenadores iban a contener información inculpatoria? Se ha dispuesto de meses para eliminar las presuntas pruebas que podrían haberle incriminado al PP en su presunta financiación ilegal, así como del presunto cobro de dinero negro por parte de sus dirigentes.

Lo que parece lógico es que, en su momento, la policía se hubiera presentado por sorpresa en la sede del partido y se hubiera llevado los ordenadores sin dar tiempo a borrar nada. Eso, me parece, es lo que suele hacerse en todos los casos; estamos hartos de verlo en la televisión: la policía sacando cajas y ordenadores de los domicilios y despachos de los sospechosos.

El PP no ha demostrado su disposición a colaborar con la justicia, ni tampoco con la investigación parlamentaria, solicitada por la oposición y es lógico que cualquiera que tenga algo que ocultar (y no digo que el PP lo tenga aunque, con las pruebas acumuladas hasta ahora, lo parece) y la justicia le facilite la oportunidad de hacerlo, lo haga. ¿Quién va a aportar pruebas que le incriminen pudiendo no hacerlo? El caso es que a los ciudadanos se nos ha quedado cara de tontos.— Juan Antonio Melero. Cartas al director, El País.

El coste de la educación. Por favor, dejen de insultar nuestra inteligencia

Lo primero que quiero es agradecerle a Lucía Figar una comunicación que nos resulta de gran utilidad, sin duda compensará con creces el coste que nos ha generado a los contribuyentes. Asimismo me gustaría recordarle que estos 5.100 euros de los que nos habla salen precisamente de nuestra condición de contribuyentes, o sea de nuestros impuestos; del mismo sitio que sale su salario, el de sus consejeros, sus coches oficiales y sus asesores nombrados a dedo. Sin embargo, a día de hoy no hemos recibido nunca una carta en la que nos detallen el coste que supone para nosotros el mantenimiento de dicha estructura.

Desconozco si el motivo de esta información es la de evitar que “abusemos” de las escuelas públicas, como en su día intentaron con la famosa “factura sanitaria”; lo que sí sé es que a la mayoría de los que optemos por esta opción nos costará unos 270 euros al mes, eso si el bebé no tiene menos de un año, porque en ese caso la cuota ascendería a 330 euros. En muchos casos la diferencia con las escuelas privadas es mínima e incluso inexistente.

No nos están regalando nada. Por favor, dejen de insultar nuestra inteligencia.
— María A. Encinas Cabrero. Cartas al director de El País

Antonio Gramsci ha pasado el verano en el Bronx.

El artista Thomas Hirschhorn resucita al revolucionario italiano con una instalación en Nueva York


Las Forest Houses ocupan 15 edificios de 14 pisos de altura con más de 1300 apartamentos destinados a vivienda social, en un área de cerca de 7 kilómetros cuadrados en el corazón del Bronx. El complejo fue levantado a mediados de los cincuenta, dos décadas después de que el pensador italiano Antonio Gramsci, encarcelado desde 1926, muriese a los 46 años en Roma. El artista suizo Thomas Hirschhorn se propuso conectar estos dos dispares puntos y decidió plantar un monumento en honor al pensador marxista entre estas casas del Bronx.

Ayudado por un grupo de vecinos planeó y levantó una precaria estructura de madera con pasarelas, terrazas y varias habitaciones en uno de los parques que comunican las Forest Houses. Una pancarta de tela clama contra la indiferencia y apenas unos metros más allá un grupo de jóvenes ignora el monumento sentados en unos bancos una tarde de finales de julio. Quizá las ideas revolucionarias de un italiano no son el plan veraniego más atractivo.

En el monumento suena jazz, y un cartel rojo a la entrada de esta peculiar residencia veraniega de Gramsci anuncia que la conferencia de esa tarde estará dedicada a Wittgenstein. Charlas sobre filosofía al aire libre, un bar-restaurante, una sala de ordenadores, una biblioteca, una emisora de radio o un periódico son algunas de las actividades que desde el 1 de julio y hasta el 15 de septiembre han dado vida a esta pieza-centro comunitario de Hirschhorn, la última de una serie con la que este artista suizo ha llevado barrios humildes de Ámsterdam, Avignon y Kassel monumentos dedicados a Spinoza, Deleuze y Bataille.

En el Bronx una pequeña exposición en uno de los habitáculos del monumento presenta objetos pertenecientes a Gramsci como sus pantuflas, los cubiertos de madera que usó en prisión o su peine, prestados para la ocasión por la Casa Museo Gramsci y la fundación dedicada al filósofo. El proyecto ha sido una iniciativa de la fundación DIA de Nueva York, y a juzgar por la respuesta del público la sala de ordenadores es la parte más concurrida y popular de la pieza, donde los niños ajenos a las cartas que Gramsci escribió desde prisión juegan. “Todo ser humano es un intelectual”, reza otro de los carteles, citando al propio Gramsci en su monumento. Saquen Scott, un joven adolescente afromericano hoy está encargado del periódico donde a diario recogen textos de artistas, hacen breves perfiles de los vecinos y reproducen algunos de los artículos que la prensa ha ded.icado al moumento. “Yo soy artista”, explica Scott, “poeta y músico de rap. Mi abuela vive en estas casas”.

En la biblioteca hay libros en italiano, una completa colección sobre fascismo y filosofía y obras como Las cenizas de Gramsci de Paolo Pasolini o el poemario Yes Thing, No Thing de Edwin Torres. Pero más allá de las ideas y principios de Gramsci, su idealismo y su poesía, los vecinos Forest Houses se han apropiado del espacio a su manera y en una de las mesas una pila de números recientes de la edición de la revista Vogue marca una nota discordante frente a la línea marxista. “Estos son pequeños gestos que me encantan”, afirma sin ápice de ironía Hirschhorn sentado a la barra del bar mientras disfruta de un plato de arroz con frijoles. “Hay que encontrar un equilibrio que permita que las cosas fluyan sin comprometer las ideas de Gramsci”.

El artista dice no poder evaluar el calado que las ideas del revolucionario están teniendo en el barrio y reconoce que algunas de las conferencias sólo cuentan con media docena de personas como público. Esto no le desanima. “Es un reto, quizá algo utópico, pero eso también es arte, es un gesto, una reafirmación de poder”, asegura. Lo más inesperado de esta experiencia ha sido la simpatía de los vecinos, la respetuosa acogida que han dado al que fuera líder y uno de los fundadores del partido comunista italiano. La fuerte presencia de la comunidad hispana y afroamericana en este barrio también han diferenciado este monumento de los anteriores.

Lo cierto es que la obra de Hirschhorn también ha atraído inusuales visitas a las Forest Houses, desde críticos de arte hasta estudiantes de filosofía llegados de Manhattan o Brooklyn. ¿Turismo social o artístico? “La gente que vive en estos barrios es muy interesante, las visitas de gente de otros lugares no es uno de los objetivos de mi obra, más bien algo que tengo que aceptar. Puede generar algo de escepticismo entre los vecinos, pero no hostilidad”, explica. “Lo que de verdad busco es que venga la gente que reside en estas casas y lo disfruten y a veces resulta más difícil que atraer a la gente de Manhattan”. Gramsci en sus Cuadernos de Prisión ya lo dijo: “La realidad existe independientemente del individuo pensante”.
Fuente: El País (Foto: Un visitante lee en una de las salas del archivo y librería de Gramsci en las Forest Houses, para la serie 'Thomas Hirschhorn. Monumento a Gramsci. 2013'. / ROMAIN LOPEZ (CORTESÍA DE LA FUNDACIÓN DIA ART)

lunes, 2 de septiembre de 2013

Entrevista a David Harvey. La importancia de la imaginación post capitalista.

Ronan Burtenshaw y Aubrey Robinson
Red Pepper

Hace cinco años la financiera Lehman Brothers hizo la declaración de quiebra más importante en la historia de EE.UU. El colapso de la financiera señaló el inicio de la Gran Recesión -la crisis más sustancial en la historia del capitalismo desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo deberíamos entender los aspectos fundamentales de este sistema actual en crisis? Y, a medida que este libra una guerra -disfrazada como austeridad- contra la clase trabajadora, ¿qué mundo alternativo podemos imaginar?

Pocos pensadores han tenido mayor influencia para responder a estos interrogantes que el geógrafo marxista David Harvey. A principios del verano boreal, Ronan Burtenshaw y Aubrey Robinson conversaron con él sobre estos temas.

-En este momento usted está trabajando con un nuevo libro, Las diecisiete contradicciones del Capitalismo. ¿Por qué se ha enfocado en estas contradicciones?

-David Harvey: El análisis del capitalismo sugiere que hay contradicciones significativas y fundamentales. Periódicamente esas contradicciones se escapan de todo control y generan una crisis. Acabamos de experimentar una crisis y creo que es importante preguntarse, ¿cuáles fueron las contradicciones que la causaron? ¿Cómo podemos analizar la crisis en relación a las contradicciones? Una de las afirmaciones geniales de Marx era que una crisis es siempre el resultado de contradicciones subyacentes. Por lo tanto, tenemos que centrarnos en esas contradicciones y no en las consecuencias.

-Una de las contradicciones que usted analiza es la diferencia entre valor de uso y valor de cambio de un bien o mercancía (commodity en inglés). ¿Por qué esta contradicción es tan fundamental para el capitalismo, y por qué utiliza el tema de la vivienda para explicarla?

-Debe entenderse que toda mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio. Si tengo un bistec, el valor de uso es que puedo comerlo y el valor de cambio es el precio que pagué por el.

Pero la vivienda es muy interesante porque por valor de uso se puede entender el refugio, la privacidad, una amplia gama de relaciones afectivas entre personas, una larga lista de cosas que te brinda una casa. Pero también está la cuestión de cómo obtienes una casa. En una época, las viviendas fueron construidas por la mismas personas que las habitarían, y no tenían un valor de cambio. Luego, a partir del siglo XVIII se inició la construcción especulativa de viviendas -que fueron construidas para ser vendidas. Desde entonces la vivienda adquirió un valor de cambio para los consumidores como una forma de ahorro. Si compro una casa y pago la hipoteca, puedo llegar a ser dueño de la casa. Entonces, poseo un bien. Y por ende, empiezo a preocuparme por las características de ese bien. Esto genera reacciones políticas interesantes: "No en mi patio trasero", "No quiero tener de vecinos a personas diferentes a mí". Se inicia un proceso de segregación en el mercado inmobiliario porque la gente quiere proteger el valor de sus ahorros.

Después, hace aproximadamente treinta años, la gente comenzó a usar la vivienda como un negocio especulativo. Podías comprar una casa y hacer dinero -comprabas la casa por £200.000 y después de un año podías venderla por £250.000. Ganabas £50.000, ¿por qué no hacerlo? Se impuso el valor de cambio. Y partir de ahí, surgió el boom especulativo. En 2000 después del colapso bursátil global el superávit de capital comenzó a fluir hacia el mercado inmobiliario. Es un tipo de mercado interesante. Si compro una casa y luego los precios suben, tú dices "los precios de la vivienda están subiendo, debería comprar una casa", y otros se suman. Se inicia una burbuja inmobiliaria. Se infla hasta que explota. Luego, repentinamente mucha gente se entera de que no pueden tener el valor de uso de la vivienda porque el sistema del valor de cambio lo ha destruido.

Esto genera la pregunta, ¿es una buena idea permitir que el valor de uso de la vivienda, que es crucial para la gente, sea determinado por un sistema de valor de cambio que está loco? Esto no es un problema exclusivo de la vivienda sino también de la educación y de la salud. Hemos desatado las dinámicas del valor de cambio pensando que va a proveer el valor de uso pero lo que sucede frecuentemente es que el valor de cambio destruye el valor de uso, y la gente termina careciendo de buenos servicios para salud, educación y vivienda. Por ello, creo que es muy importante enfocarse en la distinción entre valor de uso y valor de cambio.

-Otra contradicción, que usted describió, se refiere al proceso de cambio, a lo largo del tiempo, entre el énfasis sobre la oferta en la producción y el énfasis sobre la demanda en el consumo capitalista. ¿Podría referirse a cómo se manifestó esta contradicción en el siglo XX, y por qué es tan importante?

-Uno de los problemas más importantes es mantener una demanda adecuada en el mercado para poder absorber lo que produce el capital. El otro es crear las condiciones para que el capital pueda producir obteniendo ganancias.

Estas condiciones de producción con ganancias, a menudo, significa la eliminación del trabajador. Hasta el punto que implica represión del salario -pagar salarios más y más bajos- para incrementar el índice de ganancias. Entonces, desde el punto de vista de la producción, se intenta exprimir al trabajador tanto como sea posible porque esto aumenta las ganancias. Pero entonces surge la pregunta, ¿quién va a comprar los productos? Si el trabajador es exprimido al máximo, ¿dónde quedaría el mercado? Si se exprime al trabajador demasiado se produce una crisis porque no hay suficiente demanda en el mercado para absorber el producto.

Poco después de la crisis de 1930, primó la interpretación de que el problema había sido la demanda insuficiente. Hubo por lo tanto un cambio hacia la inversión estatal para construir nuevas carreteras, la inversión en los servicios públicos del New Deal, y todo eso. Dijeron "vamos a revitalizar la economía mediante una demanda financiada por endeudamiento" y, al hacer esto, se produjo un giro hacia la teoría keynesiana. Entonces, al terminar la década de 1930, se logró obtener una capacidad muy fuerte para manejar la demanda con alto nivel de intervención del estado en la economía. Como resultado de lo cual, la tasa de crecimiento fue muy alta, pero una tasa de crecimiento alta conlleva más poder de la clase trabajadora con incrementos salariales y sindicatos más fuertes.

Sindicatos fuertes y salarios altos implican que la tasa de ganancia comienza a decrecer. El capital está en crisis porque no está reprimiendo al sector laboral lo suficiente, entonces, se produce el cambio. En la década de 1970, recurrieron a Milton Friedman y la Escuela de Chicago. Ellos se volvieron el factor dominante en la teoría económica y la gente empezó a prestar atención a la oferta, en particular a los salarios. Se produjo la represión salarial, lo que comenzó en la década de 1970. Ronald Reagan atacó a los controladores aéreos; Margaret Thatcher, a los mineros; Pinochet mató a la gente de izquierda. Se produjo un ataque contra el sector laboral -lo que aumentó la tasa de ganancias. Cuando llegamos a la década de 1980, la tasa de ganancias dio un salto porque los salarios estaban siendo reprimidos y al capital le iba muy bien. Pero luego surgió el problema de no tener dónde vender los productos.

La década de 1990 se caracteriza por la economía de endeudamiento. Comenzaron a animar a la gente a pedir préstamos -surgió una economía basada en las tarjetas de crédito y una economía financiada en las hipotecas de alto costo para la vivienda. Ello ayudó a tapar el hecho de que no había una demanda real, lo que explotó en 2007-2008.

El capital formula esta pregunta: "¿trabajas desde el lado de la oferta o de la demanda?". Mi punto de vista de un mundo anticapitalista es que se debería unificar esa dualidad. Debemos regresar al valor de uso. ¿Qué valores de uso necesita la gente y cómo organizamos la producción de manera que satisfaga esos valores de uso?

-Parecería que estamos en una crisis de oferta, y sin embargo la austeridad es un intento de hallar una solución a la oferta. ¿Cómo se entiende eso?

-Hay que diferenciar entre los intereses del capitalismo como un todo y qué es específicamente de interés para la clase capitalista o para una sección de ella. Durante esta crisis, y de una manera marcada, a la clase capitalista le ha ido muy bien. Algunos de ellos fueron afectados por la crisis, pero a la mayoría le ha ido extremadamente bien. Según estudios recientes de países de la OCDE la desigualdad social se incrementó pronunciadamente desde el inicio de la crisis, lo que significa que los beneficios de la crisis han llenado las arcas de las clases altas. En otras palabras, ellos no quieren salir de la crisis porque les va muy bien con ella.

El conjunto de la población está sufriendo, el capitalismo, como un todo, no goza de buena salud pero la clase capitalista -particularmente la oligarquía- está extremadamente bien. Hay muchas situaciones en las que los capitalistas a nivel individual, actuando en función de sus propios intereses de clase, pueden hacer cosas que son perjudiciales para el sistema capitalista en conjunto. Creo que actualmente estamos en una situación de ese tipo.

-Usted dijo recientemente que una de las cosas que deberíamos hacer en la izquierda es desarrollar la imaginación post capitalista, comenzando por preguntarnos cómo sería un mundo post capitalista. ¿Por qué es eso tan importante? Desde su punto de vista, ¿cómo sería un mundo post capitalista?

-Es importante porque durante mucho tiempo nos han machacado la cabeza diciendo que no hay alternativa. Una de las primeras cosas que tenemos que hacer es pensar sobre la alternativa para poder empezar a construirla.

La izquierda se volvió tan complaciente con el neoliberalismo que resulta difícil distinguir entre sus partidos políticos y los de la derecha, excepto en cuestiones nacionales o sociales. En política económica no hay muchas diferencias. Debemos hallar una economía política alternativa a cómo funciona el capitalismo, y hay algunos principios. Es por ello que las contradicciones son interesantes. Si miras a cada una de ellas, por ejemplo, la contradicción de valor de uso y de cambio y dices: "el mundo alternativo sería uno donde generemos valores de uso". Entonces, nos concentramos en valores de uso y tratamos de disminuir el papel de los valores de cambio.

O en la cuestión monetaria -necesitamos dinero para hacer circular las commodities, sin duda. Pero el problema con el dinero es que puede ser apropiado por personas, de manera privada. Se vuelve una forma de poder personal y luego un deseo fetichista. La gente organiza sus vidas alrededor de la búsqueda del dinero incluso cuando no se dan cuenta de que esto sucede. Por ello, debemos cambiar el sistema monetario -ya sea poniendo impuestos a los excedentes o creando un sistema monetario que lo disuelva e impida su almacenamiento, como sucede con las millas aéreas.

Pero para poder hacerlo también se debe superar la dicotomía de propiedad privada-estatal y obtener un régimen de propiedad común. Y en cierto punto se necesita generar un ingreso básico para la gente porque si existe una forma de dinero anti-ahorro entonces hay que darle garantías a la gente. Es necesario decir "no necesitas ahorrar para un día de lluvia porque siempre recibirás este ingreso básico no importa lo que suceda". Hay que otorgar esa seguridad por encima del ahorro privado, personal.

Al cambiar cada una de esas contradicciones se logrará un sociedad diferente, que sea mucho más racional que la actual. Lo que sucede en este momento es que producimos cosas y luego tratamos de persuadir a los consumidores de que consuman lo que sea que producimos, en lugar de lo que necesitan o quieren. En su lugar, deberíamos averiguar cuáles son las necesidades y los deseos básicos, y luego poner en marcha un sistema de producción para generarlos. Al eliminar la dinámica del valor de cambio se puede reorganizar todo el sistema de una manera diferente. Podemos imaginar la dirección que tomará una alternativa socialista a medida que rompa con esta forma dominante de acumulación de capital, que determina todo lo que sucede hoy en día.
Fuente: http://www.redpepper.org.uk/david-harvey-interview-the-importance-of-postcapitalist-imagination/

CHRISTIAN FELBER: “Las empresas deben regirse por criterios de utilidad social”

El promotor del modelo de economía del bien común sostiene que el dinero no debe ser un fin sino un medio

Christian Felber tuvo una intuición: en los mercados financieros estaba lo gordo, pensó. Eso es lo que había que estudiar con detenimiento, ahí estaba la raíz del problema. Conciencia ecológica no le faltaba. De hecho, ya había pasado por Greenpeace. Pero el tomate estaba en la economía, una ciencia social que había que abordar teniendo en cuenta aspectos éticos, filosóficos, morales.

Tras investigar y reflexionar, adentrándose en estudios de Sociología y Ciencias Políticas, el joven filólogo y psicólogo austriaco, nacido en Salzburgo en 1972, convirtió su visión panorámica de las ciencias sociales en 50 propuestas para un mundo más justo, que publicó en 2006. El siguiente paso fue ponerse a indagar los valores en que se sustenta el sistema capitalista: competitividad, rendimiento, crecimiento, beneficio. “¡Qué valores son estos!”, pensó. ¿No hay otros? Empezó a estudiar algunos de los que rigen el comportamiento del ser humano en sociedad como la ayuda, la cooperación, la solidaridad. Y se encontró con que estos no estaban presentes en los mercados.

Pregunta. ¿El problema es que el dinero pasó de ser un medio a convertirse en un fin?
Respuesta. Sí. El dinero, el capital, el beneficio. Si una empresa puede obtener ese fin más fácilmente socavando la democracia y corrompiéndola, lo va a hacer; porque para una empresa la democracia es un fin menor, frente al incremento de sus beneficios y su patrimonio. Si el fin de la empresa fuera el bien común, no corrompería la democracia. Este es el núcleo.

Christian Felber pronuncia estas palabras en perfecto castellano en una terraza, en Barcelona, con un calor que derrite el asfalto. El profesor de Economía Alternativa de la Universidad de Viena pasó años de estudiante en Madrid. Explica que la definición de los valores, los objetivos y los medios le permitió poner de manifiesto que el sistema vive preso del medio: el dinero.

Convirtió sus reflexiones en un libro, Nuevos valores para la economía (2008), en el que diferenció valores, objetivos y medios del sistema capitalista. La claridad de su exposición hizo que varios empresarios austriacos se le acercaran. “Me dijeron que eso era lo que llevaban en las tripas, pero que nunca lo habían podido verbalizar de forma tan clara”. La interacción de Felber, portavoz en Austria de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y la Ayuda al Ciudadano), con una docena de empresarios produjo el modelo de la economía del bien común, que aúna ética y economía.

P. En La economía del bien común, usted ofrece datos que muestran que la diferencia de renta entre ejecutivos mejor pagados y operarios en las empresas ha pasado de una relación de 24 a 1, en 1965, a una de 325 a 1, en 2011. Propone usted que los sueldos no superen 20 veces el salario mínimo. ¿Cuáles serían las primeras medidas que se tomarían en una transición hacia una economía del bien común?
R. La limitación de la desigualdad podría ser una de las primeras medidas, ya se está haciendo en Suiza. Cuando por primera vez demandé esto, en 2006, y, por supuesto, no he sido el primero en hacerlo, me tachaban de comunista por proponer una limitación de la desigualdad. Yo me considero liberal. Para salvaguardar las libertades hay que poner límites, por motivos liberales. Pero la única libertad que no limitamos es la de la propiedad. Este año, el fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, propuso en Davos la limitación de la renta en el factor 20, es decir, que los salarios más altos no sean veinte veces superiores al salario mínimo. Pero los medios de comunicación lo acallaron. En noviembre se va a hacer un referéndum en Suiza sobre la implementación del factor doce en las empresas. No es una propuesta comunista; ni, utópica; entra en la lógica de los propios líderes económicos, que saben que si seguimos así vamos a desembocar en una guerra civil. Esta no es una buena perspectiva para ellos tampoco, así que prefieren limitar la desigualdad a perderlo todo y perder la paz.

El modelo de la economía del bien común desarrollado por Felber es eminentemente práctico. Las empresas en vez de regirse únicamente por sus resultados, lo hacen por criterios de utilidad social. Tan importante es que produzcan beneficios, como que respeten el medioambiente, remuneren igual a hombres y mujeres, no exploten a sus trabajadores, creen empleo… El instrumento, para las empresas, es el balance del bien común, en el que se evalúan todos esos factores. Lo mismo con los países: el indicador del producto interior bruto (PIB) es sustituido por el producto del bien común, un indicador que mide la calidad de la democracia, la política medioambiental, el justo reparto de los beneficios generados, la igualdad, entre otros factores.

Han transcurrido tres años desde la publicación, en agosto de 2010, de La economía del bien común (editado por Deusto). Más de 3.800 personas se han sumado a la causa, además de 159 asociaciones y 1.277 empresas (más de doscientas españolas).

P. En su modelo, las empresas que mejor velan por el bien común reciben incentivos, pero en este punto del proceso, ¿qué incentivos tienen las empresas para sumarse a esta idea?
R. El sentido es el más fuerte. A muchas empresas les importa saber por qué están haciendo lo que están haciendo y formar parte de un sistema que tenga sentido, no de un sistema que vaya en contra de nuestra ética. Se sienten pioneros de una economía al servicio del ser humano. El balance del bien común es para ellos un instrumento de desarrollo organizativo: la evaluación ética de lo que están haciendo les lleva a una metamorfosis. En la plataforma en la que operan, las empresas se prestan ayuda entre sí, incluida la financiera. Atraen a mano de obra ética y a clientes éticos.

P. Una de las claves de su modelo se basa en una apuesta por la democracia directa. Los ciudadanos son consultados más a menudo, intervienen en los anteproyectos de ley, por ejemplo, gracias a las posibilidades que brindan las tecnologías digitales.
R. A lo mejor esta es la primera clave. Todo es posible con otro tipo de democracia que combine democracia directa, democracia participativa y democracia económica. Los partidos están demasiado lejos del pueblo soberano. La cultura de la democracia directa está empezando, porque la gente se da cuenta de que los supuestos representantes no nos representan. Para mí la solución es democracia directa, referéndums, asambleas democráticas para ciertos temas como el sistema económico, monetario, los medios de comunicación…

P. Habla usted de un nuevo sistema democrático de la economía…
R. Sí, pero ¿por dónde empezamos? Por los municipios del bien común, que organizan los procesos de participación ciudadana. El primero es el desarrollo del índice de calidad de vida municipal, para saber cuál es la meta. Y, segundo, las asambleas económicas democráticas, donde la ciudadanía define el orden económico, según sus preferencias, necesidades y valores. La economía del bien común no es un modelo perfecto y acabado. Las cuestiones clave deben ser debatidas por los ciudadanos.

P. Y aboga por la denominada banca democrática, ¿cómo funcionarían los bancos?
R. Habría que empezar por descuartizar los bancos sistémicos, los que son demasiado grandes y que están muy interconectados, motivo por el que se les rescata. Con eso conseguiríamos que el mercado vuelva a ser mercado. Se ofrecería a los bancos la alternativa de orientarse al bien común, convirtiéndose en entidades sin ánimo de lucro, como eran al principio las cajas de ahorros, para que pudieran gozar de ventajas ante el Estado. Si optan por ser entidades con ánimo de lucro, se les retiran los apoyos del Estado, como, por ejemplo, el apoyo del banco europeo. El Estado no contrataría con ellos, ni garantizaría los ahorros depositados en ellos. Y si van a la bancarrota, el Estado no tiene por qué salvarlos. A largo plazo, la idea es que todos los bancos estén orientados al bien común, igual que los colegios, los institutos, las universidades.

P. Frente a la competencia usted propone cooperación. Frente a la desconfianza, la necesidad de control y el miedo, generosidad, altruismo y solidaridad. Más de una vez le habrán criticado por esta visión idílica y utópica de lo que pueden ser las cosas…
R. Sí, también me han dicho que van contra la naturaleza humana. La ciencia dice que la cooperación nos motiva de forma más fuerte que la competencia; que el ser humano tiene una sensación de justicia innata y la capacidad de compasión, empatía, y el impulso espontáneo de ayudar a otro, incluso los bebés de dos años lo tienen. El hecho de que hoy en día seamos tan egoístas es porque lo aprendemos, no es algo genético.

Cuatro ideas

¿Una voz alternativa que debería ser escuchada? Teresa Forcades, monja española que clama contra el sistema. “Habla del capitalismo sin miedo, con lucidez, y está comprometida con la democracia directa”.

¿Una idea o medida concreta para un mundo mejor? “Democracia directa: referéndums y asambleas democráticas para definir un proceso constituyente”.

¿Un libro? No contest: The case against competition (no hay caso: el caso contra la competencia), de Alfie Kohn. “Nos abre los ojos acerca de la cuestión de la cooperación y la competencia”.

¿Una cita? “Una de Max Frisch: El problema del capitalismo es que el ser humano explota al ser humano. Y en el comunismo es exactamente al revés”.
Fuente: El País.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Elijo elegir

Elijo elegir

Y elijo la condición del árbol.

Porque come luz.

¡Qué delicia desayunar

transparencia,

almorzar lucidez

cenar ocasos anaranjados!

y con ellos construir el verdor

y la sombra

y la rara nube que es toda copa

donde se esconde el canto de

los pájaros.

Ahora no puedo,

pero cuando lo deje,

seré lo que he elegido.

(de Joaquín Araújo)
(Gracias a mi amigo, Pedro Díaz Acero)

Un vaso de vino al día reduce el riesgo de tener una depresión

Un estudio con más de 5.000 personas sin antecedentes descubre este valor de este componente de la dieta mediterránea

El estudio Predimed (prevención con dieta mediterránea) que analizó el efecto de la dieta mediterránea en la salud continúa dando información. El último fruto que se ha publicado es que un consumo moderado de alcohol (de dos a siete vasos a la semana, el equivalente a una copa al día) reduce el riesgo de caer en depresión. Lo ha publicado un equipo dirigido por Miguel Ángel Martínez-González, de la Universidad de Navarra, en la revista BMC Medicine.

Los investigadores hicieron durante siete años el seguimiento de un grupo de 5.500 bebedores con consumos ligeros y moderados de alcohol, de entre 55 y 80 años. “Los hallazgos mostraron una asociación inversa entre estos niveles bajos-moderados de alcohol y la ocurrencia de nuevos casos de depresión”, indica Martínez-González.

En verdad, el estudio Predimed estaba enfocado a medir el efecto protector de la dieta mediterránea, reforzada con aceite de oliva virgen y nueces, en las enfermedades cardiovasculares, y determinó que las personas que seguían esas pautas de alimentación tenían un riesgo un 30% inferior de sufrir un infarto de miocardio o un ictus.

Pero la amplitud del ensayo (10 años de seguimiento a 7.500 personas) ha permitido obtener otras conclusiones aparte del objetivo principal del trabajo. Por ejemplo, también se ha observado que la dieta interactúa y consigue compensar la predisposición genética al ictus. Es decir, actúa a un nivel epigenético incluso en la población con más riesgo de enfermar.
Fuente, El País
Mas información:

Ayudarle a hacer los deberes no es ayudarle

Los padres se implican más que nunca en las tareas escolares, no siempre de forma adecuada
Hollande propone que se hagan en la escuela con supervisión para evitar desigualdades


Faltan tres días para los exámenes de Matemáticas y Ciencias de Álvaro, de 10 años, que estudia en un colegio concertado con fama de duro. Miguel, su padre, se sacaba las castañas del fuego a su edad, pero estos días se tomará la tarde para repasar juntos las materias más duras. ¿Es necesario? ¿Perjudica a su autonomía? “Los padres y, sobre todo, las madres de todos los estratos sociales dedican varias horas diarias a ayudar a sus hijos con los deberes o a vigilar que los hagan. Y esta realidad contrasta con el extendido y falso discurso de que el fracaso escolar se debe a que los padres no se preocupan por la educación de sus hijos”, sostiene Enrique Martín Criado, profesor de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. El 80% de los estudiantes de primaria reciben ayuda y el 45% de los de secundaria, según la Encuesta sobre los hábitos de estudio de los niños españoles de TNS Demoscopia.

“Los padres empezaron a involucrase hace más de una década. No solo por las medidas de conciliación familiar, también porque los padres de ahora tienen al menos estudios medios, algo de lo que no disfrutaron las generaciones anteriores”, explica la pedagoga Maite Rodríguez Estévez, que imparte cursos para educadores y terapeutas. “Eso ha hecho que la relación padre-hijo se escolarice. Lo que importa son los resultados académicos. Todo gira alrededor de esa necesidad y se ha olvidado el inculcar valores, el juego, la responsabilidad... No hay tiempo para otras cosas en las horas que pasan juntos”. La también maestra pone como ejemplo las actividades extraescolares que ya no son en su mayoría deportivas —como tradicionalmente—, sino clases de refuerzo o de inglés. “Hay una obsesión por la cantidad, cuando no se trata de echarle horas”.

Implicarse no puede significar hacerle los deberes al alumno. “El padre se tiene que poner en la posición del entrenador. Un entrenador no corre con el jugador ni tiene que comer las mismas calorías, ni, por supuesto, sufrir sus lesiones. Un entrenador tiene dos funciones fundamentales: organizar y asesorar con el objetivo de mejorar el rendimiento”, argumenta la psiquiatra Orlanda Varela.

Como ella opina la mayoría de expertos. “Las tareas deben entenderse como un compromiso que el alumno debe adquirir, pero sin precisar de la orientación constante de otra persona”, recalca el equipo pedagógico del Liceo Francés de Madrid. En otras palabras, codos sin nadie en la silla de al lado.

“Hacer los deberes con él genera dependencia y si el niño tiene dificultades refuerza la idea de que no es capaz de hacerlo él solo”, enfatiza Rodríguez Estévez, que coordina la página www.preparadosparaaprender.com. “En Finlandia apuestan por el aprendizaje cooperativo y los deberes en casa son individualizados, para ampliar o investigar conocimiento. Si un niño va mal en lectura hace una actividad que tenga que ver con eso. Si va mal en matemáticas, problemas...”.

“Pero hay muchas diferencias en la posibilidad que tienen las familias de ayudar escolarmente a los hijos. Los padres que tienen menor nivel de estudios solo pueden en los cursos inferiores de primaria. Más allá, están perdidos. Y si intentan socorrer explicándoles conceptos que ellos no aprendieron bien, pueden incluso empeorar las cosas”, alerta Martín Criado, que trabaja en estos momentos en un estudio sobre maternidad y clase obrera. Pregunta a las mujeres encuestadas por su rutina y las madres le explican que dedican una o dos horas (dependiendo del curso) al día a ayudar a sus hijos con las tareas escolares.

Muchos estudios —como el informe PISA de 2009 (véanse los gráficos)— demuestran que el rendimiento académico está muy asociado al origen social del estudiante, la profesión de sus padres, la estructura de su familia y, finalmente, el género. Es decir, existe un desequilibrio en las oportunidades educativas. “Los padres con estudios superiores pueden ayudar a sus hijos hasta cursos avanzados. Ello produce una enorme desigualdad por origen social, que se acentúa a medida que se asciende de curso. A ello se le suma, además, que las familias con más recursos materiales pueden contratar academias o clases particulares”, se lamenta Martín Criado, autor de La escuela sin funciones: crítica de la sociología de la educación.

“Es mucho más igualitario y eficaz que los deberes se hagan en la escuela bajo la supervisión de profesores. Mandarlos a casa genera desigualdad, al traspasar parte de la responsabilidad de la instrucción a las familias. El colegio deja que actúen todas las desigualdades de recursos culturales y económicos entre unos y otros”, cuenta sobre su apuesta el sociólogo. “Que las tareas se hagan en el colegio es lo que propone la nueva ley educativa que está preparando el Gobierno de François Hollande”, prosigue esperanzado.

El pasado octubre, al poco de llegar a la presidencia de Francia, Hollande informó de este cambio en los deberes escolares. Su ministro de Educación, Vicent Peillon, lo argumentó así en una entrevista en Le Monde: “Deseamos una sociedad justa. Una escuela que ofrezca las mismas posibilidades de éxito a todos. Y eso pasa por acompañar a los alumnos en su trabajo personal, en vez de hacer uso de recursos privados, como ocurre demasiado hoy día”.

En la Comunidad Valenciana el próximo año se pondrá en marcha un proyecto pionero, Club de Deberes, que aún se está perfilando y que sigue esta senda igualitaria que está dispuesto a implantar Hollande. “Ha sido una propuesta de un grupo de profesores jubilados que quieren apoyar en horario extraescolar en los centros. La idea es que actúen de voluntarios ellos y estudiantes de Magisterio que quieran adquirir experiencia”, explica la popular Beatriz Garbó, directora general de Calidad Educativa de la Comunidad Valenciana. “No todos los padres saben hacer una integral o analizar sintácticamente una frase. Pensamos, sobre todo, que vayan los hijos de familias desfavorecidas. Ahora tenemos que ver qué colegios se apuntan, que las asociaciones de padres y madres nos pasen una relación de nombres…”. La localidad que va a servir de conejillo de indias es Castellón: “Una ciudad de 200.000 habitantes fácil de controlar. Si va bien, extenderemos el club a otros sitios”.

Intervenir en los deberes no es bueno, pero familiarizarse en el hogar con otros idiomas les facilita a los niños el aprendizaje. En el Estudio europeo de competencia lingüística (2012), Sara de la Rica y Ainara González San Román, de la Universidad del País Vasco, han comparado a los alumnos españoles, con muy bajos resultados en inglés, con los suecos, orgullosos de su excelente nivel. Y, además de otros condicionantes, consideran que es importante el uso de inglés en el entorno familiar “para que este pueda desarrollar una capacidad auditiva desde edades tempranas que mejore su rendimiento en comprensión lectora en inglés, y a su vez progrese su expresión escrita y destreza auditiva”.

Claro que hablar la lengua franca en casa no es fácil cuando solo el 20,4% de los padres españoles la domina, frente al 78% de los suecos. Aunque, paradójicamente, los españoles comienzan a estudiar inglés antes y le dedican muchas más horas a la semana, “el hecho de que [los suecos] en el hogar puedan estar más expuestos compensa”, subrayan en su informe De la Rica y González San Román.

Escolarizar al niño en un idioma que no es el propio causa cierto miedo a los padres. Quieren que, a diferencia de ellos, su hijo se desenvuelva en otra lengua, pero temen no poder ayudarle en las tareas o entenderse con su profesorado. El bilingüismo en la enseñanza está en plena expansión y en no mucho tiempo no habrá opción de elegir si se prefiere o no este sistema. “Aunque se tenga miedo a no controlar el idioma, en realidad es mejor, porque no hay la tentación de corregir los deberes”, tranquiliza Varela, que trabaja en Sinews, un gabinete madrileño de terapia multilingüe. Pero matiza: “Por supuesto, las cosas se complican si el hijo tiene alguna dificultad de aprendizaje en otro idioma y los padres no dominan suficiente la otra lengua. Puede necesitar una ayuda extra y lo ideal es tener un profesor de apoyo que le enseñe a estudiar y el idioma. Nosotros tenemos cada vez más clases de este tipo”.

En el Liceo Francés de Madrid también consideran que la función paterna es la de organizar el tiempo y el espacio adecuados para las tareas, pero añaden: “Si además quieren participar en el contenido de los deberes pueden hablar de estos en su propia lengua y posteriormente sus hijos escribir en francés o en otros idiomas”.

La gran mayoría de los alumnos del Colegio Británico de Madrid son niños de origen español y eso condiciona —y les gusta remarcarlo de antemano— la forma de trabajar del profesorado del centro. “Todo está muy medido, coordinado por cada departamento, no es cada profesor quien decide sus deberes. Están pensados para que los haga el niño solo en un tiempo determinado: 10 minutos, 20… Si no es capaz de terminarlos o no sabe cómo, hay que informar al colegio para adaptar las tareas al niño”, explica Silvia Prado, directora de comunicación de este colegio del British Council.

“La metodología británica de enseñanza es distinta a la española y los padres tienen algo de miedo cuando los niños son pequeños, pero en cuanto se habitúan todo va bien. Por ejemplo, las matemáticas británicas a los cinco o seis años son muy distintas y por eso organizamos talleres para padres. Muchos acuden. Aunque trabajen mucho se implican en la educación de sus hijos. También les despista el sistema de lectura, que es muy fonético”, cuenta Prado.

La enseñanza en las lenguas cooficiales también preocupa. Según el estudio Creencias y actitudes lingüísticas de la población castellanohablante hacia el euskera, del grupo de investigación Amarauna de Unesco Etxea, el 53% de los padres aprende o aprendería este laberíntico idioma (solo uno de cada 10 lo hace) en primer o segundo lugar para ayudar a sus hijos con los deberes. Atrás quedan la comunicación con los vascohablantes, el sentido de pertenencia a una tierra o el deseo de preservarla.

Interesarse por los deberes ya está en la cabeza de todos los padres, el objetivo ahora es implicarles en las actividades del centro. Por ahora, una utopía. Acuden a ellas un 32%, el doble que a las reuniones, y eso por no hablar de la engorrosa organización, a la que solo se anima un pírrico 4% de los padres, según el estudio La participación de las familias en la escuela pública (2008), de Jordi Garreta. Tiempo al tiempo.

Recomendaciones con sentido común
-El padre no debe sentarse en una silla al lado del estudiante porque transmite mensajes negativos: “No sabes hacerlo solo”, “descuida, que yo me ocupo”.

-No hay que corregir los ejercicios en casa. El objetivo no es llevarlos perfectos, sino probar a hacerlos para ser conscientes de la dificultad. El profesor corrige mejor; hay que oírle. No hay que dedicar toda la tarde a estudiar. Mejor si juega con los amigos en algún parque; mejora la concentración al llegar a casa.

-El niño tiene que anotar en una agenda los deberes, lecciones a estudiar, trabajos a entregar y fechas de examen.

-Hay que comenzar por una tarea breve y sencilla para calentar motores y luego hacer la menos agradable. Reservar para el final algo liviano y entretenido.

-Un reloj en la mesa ayuda a controlar el tiempo.

-Recordar que no es posible mantener la atención ininterrumpidamente más de 40 minutos.

-Es recomendable estudiar en un lugar de la casa que no sea de uso común, con el móvil apagado.

-Hay que comprobar que ha corregido en clase los deberes y en qué ha fallado.

MÁS INFORMACIÓN

Fuente: El Pais, ELISA SILIÓ 17 ENE 2013.

La cara oscura del milagro alemán. Pese a la bonanza económica, el Estado gastó 37.100 millones subsidios sociales el año pasado

Klaus Wowereit, el famoso jefe de Gobierno de la ciudad-estado de Berlín, tiene 59 años, es dueño de un carisma arrebatador, ama las fiestas y goza del raro privilegio de ser el primer político de peso de Alemania que ha salido voluntariamente del armario “Soy gay y eso está muy bien”, dijo hace ya 12 años en la convención del partido socialdemócrata (SPD) que debía aclamarlo como candidato al cargo que actualmente ocupa.

“Berlín es pobre pero sexy”, confesó poco después el político socialdemócrata, al admitir con otra frase famosa la triste realidad económica de la capital alemana y, al mismo tiempo, resaltar la recuperada “vida alegre” que ofrece la ciudad. El lado sexy de Berlín se encuentra en cada esquina, pero ¿quién conoce el lado pobre de la ciudad, el que no aparece en los folletos turísticos, pero que se puede descubrir utilizando las estadísticas oficiales o visitando los centros de asistencia social?

La ciudad que gobierna Wowereit, por ejemplo, tiene una deuda pública de 62.000 millones de euros, una tasa de desempleo del 11,7% —una de las más altas del país— y contabiliza 551.000 personas que viven del famoso Hartz IV, la ayuda social bautizada con el apellido del hombre que diseñó gran parte de la Agenda 2010 que impulsó el excanciller Gerhard Schröder: 418.000 adultos y 153.000 niños y jóvenes.

El Hartz IV, una herramienta que acabó con la carrera política de Schröder, se aplica a las personas que por las razones más diversas no logran encontrar un empleo regular y tiene la magia de maquillar las estadísticas oficiales del paro en el país. Los receptores de la ayuda social en Alemania —un total de 4,4 millones de adultos en condiciones de trabajar y 1,7 millones de niños y jóvenes que en 2012 le supusieron al Estado 37.100 millones de euros— no figuran en las estadísticas oficiales del paro.

El lado oscuro del poderío económico alemán es un problema que conocen de primera mano las personas que trabajan en Arche, una institución benéfica que fue creada por el pastor Bern Siggekow en Berlín y cuya misión es ofrecer una vida más amable a los niños cuyos padres carecen de recursos.

“La ayuda social en este país es la otra cara de la riqueza alemana”, admite Paul Höltge, un trabajador de Arche, que reparte solo en Berlín más de 600 comidas gratis a los niños que viven en situación precaria y cuyos padres son receptores del famoso Hartz IV. “El trabajo que realiza Arche ha dejado al desnudo una lacra social alemana: el desamparo que sufren cientos de miles de niños en este país, niños que están afectados por la pobreza material y emocional”, añadió.

Arche, que no recibe fondos públicos, tiene cinco centros en Berlín donde, además de repartir comida, ofrece a los niños ayuda escolar, actividades de ocio y compañía. El centro más grande está ubicado en Hellersdorf, uno de los barrios más conflictivos de Berlín Este, donde sobresalen los famosos Plattenbau, los feos edificios construidos con paneles prefabricados en la época del socialismo real que imperó en la antigua República Democrática Alemana (RDA).

En este centro, que funciona en una vieja escuela también construida con paneles prefabricados, Arche ofrece cada día unas 200 comidas a los niños que están catalogados como pobres en la sociedad germana (los padres también pueden comer gratis) e intenta alejar de la calle, el alcohol y las drogas a unos 50 jóvenes que viven en la vecindad.

Romy Puhlmann es una asidua visitante del centro. Esta mujer divorciada de 33 años recibe desde hace un año ayuda social y, de lunes a viernes, acude allí para dar de comer a sus dos hijos menores, de dos y cuatro años. Aunque tiene un diploma de auxiliar de laboratorio, la mujer se ha convertido en una víctima de las contradicciones de la política del actual Gobierno, que intenta, por los medios más variados, fomentar la natalidad en el país.

“Mis dos hijos menores solo pueden permanecer cuatro horas en el parvulario, porque yo no tengo trabajo”, cuenta Romy. “Lo mismo sucede con mis dos hijos mayores, de seis y nueve años, que no pueden comer y hacer sus tareas en la escuela. Si acepto un trabajo, ¿quién cuida a mis hijos? Como no tengo trabajo, mis hijos no tienen derecho a permanecer más tiempo en el parvulario y en la escuela”.

“La política oficial de este país pone trabas a mi desarrollo personal y laboral”, insiste Romy; “por mis cuatro hijos mis posibilidades de encontrar trabajo son casi nulas. Tampoco puedo buscar un trabajo a tiempo reducido [minijob], porque me obligarían a trabajar en turnos de noche. Me dicen que estoy demasiado vieja y que no soy flexible”.

A pesar de las penurias y las contradicciones de la política, ni Romy ni sus hijos pasan hambre, ni frío en invierno. Gracias a la ayuda del Estado la mujer dispone de unos 1.500 euros netos al mes, una suma que le permite vivir con dignidad, pero la ayuda social no le ofrece soluciones para el futuro, ni tampoco resuelve sus inquietudes humanas. “Yo quiero trabajar, pero cada día pierdo las esperanzas de ver luz al final del túnel”, admite, al resumir el futuro que le depara la ciudad sexy donde nació.

Romy y sus hijos pertenecen al último círculo de la sociedad alemana, los receptores de la ayuda social, un grupo casi condenado, como Romy, a envejecer a expensas del Estado, que prefiere inyectar miles de millones de euros para aligerar la mala conciencia de los políticos y que, rara vez, ofrece soluciones prácticas para integrar a los receptores de la ayuda Hartz IV en el mercado laboral.

Paul Höltge, el trabajador de Arche que estuvo presente en la conversación que sostuvo Romy con EL PAÍS, tiene una idea diferente. “El trabajo que realizamos para ayudar a los niños es peligroso para los políticos, porque hemos demostrado que la política no se interesa por este problema”, sostiene. “Wowereit visitó este centro y también lo hizo Claudia Roth, copresidenta de Los Verdes. Ambos prometieron muchas cosas, pero nunca hicieron nada”, concluye.
Fuente: El País. Foto: Cola para recibir comida ante una iglesia de Fráncfort am Main. / THOMAS LOHNES (GETTY)

sábado, 31 de agosto de 2013

Las armas químicas de Siria

Las armas químicas en Siria son hoy el tema de debate para llevar a cabo una intervención armada en este país que sufre una terrible guerra que enfrenta al Gobierno sirio con varios grupos rebeldes que reciben apoyo y armas desde el exterior.(de occidente)

Siria se ha convertido en Irak, Egipto ha sufrido un golpe de Estado y una represión que ha provocado la muerte de muchos manifestantes, Libia está al borde de convertirse en un Estado fallido y la primavera árabe es hoy un infierno para los países que protagonizaron la lucha por la democracia y la libertad para sus pueblos.

Un ataque con misiles contra Damasco para destruir su arsenal químico, solo servirá para crear una mayor inestabilidad que puede suponer el inicio del desorden, el terrorismo y la anarquía en toda la región. Siria debe buscar una solución a sus problemas mediante un acuerdo de paz entre ambos bandos y desactivando con ello a los grupos terroristas que solo buscan la violencia y el fanatismo en el nombre de la religión.

Obama tiene la oportunidad de reivindicar su premio nobel abriendo un consenso en la ONU que sirva para allanar el camino hacia una solución negociada y pacífica que acabe con el conflicto sirio y devuelva la esperanza a una región que ha sido castigada por muchas guerras.

Los misiles y las armas jamás han traído democracia ni paz a ninguna región, apostemos por reconstruir y cerrar las heridas de Siria, un país que merece vivir en paz. Si actuamos con las armas la historia nos juzgará por haber reeditado el escenario iraquí, despreciando los esfuerzos de la ONU.— Ali Salem Iselmu. Periodista y escritor saharaui.
Cartas al director, El País.

Video: Magnífica conferencia de Antonio Domenech, profesor de la Universidad de Barcelona: Capitalismo y modernidad.

"No" a la energía nuclear, de Fukushima a Vermont

Bienvenidos al renacimiento de la lucha antinuclear.

Entergy Corp., una de las mayores empresas productoras de energía nuclear en Estados Unidos, emitió un comunicado de prensa sorpresivo el martes, en el que afirma que planea “cerrar y desmantelar su planta nuclear Vermont Yankee en Vernon, Vermont. Se prevé que la planta dejará de generar energía después de su ciclo actual de combustible y se proceda a su cierre seguro a fines de 2014”. Si bien el comunicado de prensa proviene de la empresa, esta decisión de cerrar la planta es el resultado de años de protestas populares y de acción a nivel del Parlamento del estado. Mientras los activistas estadounidenses celebran esta gran derrota de la energía nuclear, en Japón, funcionarios oficiales reconocieron que las fugas radiactivas provocadas por la catástrofe nuclear en la planta de Fukushima Daiichi son peores de lo que habían admitido.

El consultor y especialista en energía nuclear Arnie Gunderson comentó acerca del anuncio de Entergy sobre el cierre previsto de la planta de Vermont: “Llevó tres años, pero la presión ciudadana finalmente logró que el Senado estatal tomara esa postura”. Gunderson ha coordinado proyectos en 70 plantas nucleares de todo el país y ahora se dedica a brindar un testimonio independiente sobre la energía nuclear y la radiación. Gunderson explicó cómo fue que el estado de Vermont, por primera vez en la historia del país, prohibió que la planta funcionara más allá de su plazo permitido de 40 años. Entergy había solicitado una prórroga de 20 años. “La Legislatura, en una decisión de 26 votos a favor y 4 en contra, sostuvo: ‘No. No vamos a otorgarles una prórroga. Se terminó. Un trato es un trato. El trato fue de 40 años’. Entonces, Entergy acudió primero al tribunal federal en Vermont y ganó, y luego la instancia fue recurrida ante un tribunal de apelaciones de la ciudad de Nueva York, donde la empresa volvió a ganar con el argumento de que los estados no tienen autoridad para regular asuntos de seguridad”. A pesar de haber ganado a nivel judicial, Entergy cedió ante la presión pública.

En 2011, el Gobernador de Vermont, Peter Shumlin, que dijo que Entergy era una “empresa en la que no podemos confiar”, afirmó en Democracy Now!: “Somos el único estado del país que ha tomado el poder en sus propias manos y ha dicho que sin el voto afirmativo de la legislatura estatal, la Junta de Servicios Públicos no puede emitir un certificado de interés público para que una planta nuclear permanezca en actividad en forma legal durante otros veinte años. El Senado se ha pronunciado. Ha dicho que no, que administrar una planta nuclear vieja, que tiene fugas, no es en favor del interés superior de Vermont. Y esperamos que se respete nuestra decisión”.
Amy Goodman y Denis Moynihan Más...

La prostitución, un análisis anticapitalista

Reseña del libro "La prostitución" de Beatriz Gimeno,
Ángela Solano. La Hiedra.
La prostitución Beatriz Gimeno.
Edicions Bellaterra, 2011.   304 pgs, 22€

La prostitución, un análisis anticapitalista
Despenalizar o no regular en absoluto, ese suele ser el centro del debate. Gimeno abarca el tema ahondando en el auténtico significado de la prostitución, qué la origina y cuál es su función hoy día.

Abarcar el tema de la prostitución y hacerlo desde una postura verdaderamente feminista no es tan sencillo como puede parecer. Prueba de ello son los enconados debates que se dan entre abolicionistas y regulacionistas. Beatriz Gimeno, licenciada en Filología semítica y archivística y activista del movimiento feminista y LGTB, analiza en su libro La prostitución toda esta problemática, enfrentando y cuestionando ambas posturas para tratar de establecer una propuesta de mínimos que pueda ser compartida por ambas como punto de partida.

Plusvalía de género y estigma social
Para Gimeno, la clave reside en las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres a través de la prostitución, lo que impide considerar el sexo como una mercancía más, ya que posee unos significados simbólicos concretos. La prostitución hunde sus raíces en las dicotomías de género y sus desigualdades, en la división sexual del trabajo y la normatividad del heterosexismo, pero también es una cuestión de clase, en la que las personas inmigrantes suelen padecer una mayor vulnerabilidad. Según Gimeno, estos son los ejes que vertebran la prostitución; para ella no se trata de comprar sexo, sino de comprar poder y simular una fantasía de dominación que reafirma la masculinidad hegemónica. A este concepto lo llama “plusvalía de género”.

Muchas dirán que la prostitución no es un problema de género porque también hay prostitutos, pero esta división sexual del trabajo donde ellas son aquello que ellos desean no es reversible. Aunque las mujeres sean usuarias de prostitución, no compran plusvalía de género, ya que no reafirman su feminidad mediante el sexo.

Gimeno también habla del “estigma social” que recae sobre las mujeres que practican la prostitución, ya que muchas feministas piensan que esa es la raíz del problema y por eso piden la consideración de la prostitución como un trabajo más. Quienes así lo hacen caerían en dos contradicciones. La primera es que cualquier legitimación de la prostitución no solo no debilita el estigma sino que lo refuerza y lo extiende a todas las mujeres. El estigma existe porque es necesario para que exista la prostitución, ya que como hemos dicho no se vende sexo sino devaluación femenina y plusvalía de género masculina.

Regulación: legitimación del sexismo
Para la autora, la segunda contradicción que se comete al defender la legalización nos remite a la teoría de que los derechos sólo se obtienen por medio del trabajo, lo que solo es un argumento válido para los neoliberales. Según Gimeno, la regulación de la prostitución sólo beneficia a los empresarios del sexo. Su razonamiento se basa en que con la regulación se divide a las mujeres en legales e ilegales, empeorando la situación de las más desfavorecidas y la de todas en general. En una sociedad globalizada con una oferta casi ilimitada las condiciones de trabajo siempre son malas, pero la autora ignora por ejemplo las conquistas que pueden alcanzarse mediante la organización de las prostitutas empleando herramientas como los sindicatos. Por otro lado, la regulación de cualquier mercado en condiciones capitalistas sirve para naturalizar y aumentar la oferta. Allí donde la prostitución tiene cierta legitimación o visibilidad social, la industria del sexo se presenta como un mundo de glamour, como sucede en Italia con las velinas de Berlusconi.

Gimeno insiste en que regular sería un gran retroceso en la lucha feminista porque implica legitimar moral y socialmente, y legitimar la prostitución es legitimar el sexismo, reforzar el discurso y las actitudes machistas y el concepto de masculinidad tradicional. Mediante la regulación lo que se controla es a las propias mujeres, sus comportamientos, sus cuerpos, su salud y su sexualidad. A cambio, como en cualquier regulación laboral en el capitalismo, se ofrecen unos derechos supeditados a los intereses de terceros, derechos que son escasos y que podrían conseguirse de otra forma.

La solución que Gimeno propone es hacer frente a la desigualdad de género estructural sin olvidar los derechos y la dignidad de estas mujeres. Debemos adoptar medidas sociales para ayudarlas y buscar la penalización de quienes se lucren con la prostitución ajena, trabar alianzas (por ejemplo entre abolicionistas y antitrafiquistas) pero sin dejar de cuestionar los roles de género y deslegitimar su demanda, influyendo en la socialización incluso desde la escuela, mediante currículos sobre sexualidad. El anticapitalismo, inseparable del feminismo, es una vez más nuestra mejor herramienta para lograrlo.
Ángela Solano es militante de En lucha / En lluita.
Fuente: http://enlucha.wordpress.com/2013/05/28/beatriz-gimeno-la-prostitucion/

Noticia aparecida hoy en el Periódico Extremadura: 20 denuncias por prostitución entre julio y agosto. 31/08/13
LA POLICIA Local ha tramitado durante los meses de junio a agosto 20 denuncias por ejercer la prostitución en la calle. La mayoría de ellas se establecieron contra un número reducido de prostitutas, según explicó la Polícia Local. Las últimas denuncias se efectuaron el jueves en el entorno de la avenida de Joaquín Costa, junto a la denominada carretera de Circunvalación, una zona donde hace años ejercen la prostitución cerca de 30 mujeres. La Policía Local realiza un seguimiento especial durante el periodo estival para evitar que regrese la prostitución en masa debido a la crisis económica. EFE
Notas:
¿Las denuncias sólo a ellas? ¿Se reconoce la causa, la llamada crisis económica, y se quiere solucionar con multas? ¿Si tuviesen el dinero de las multas se expondrían a prostituirse? ¿En qué mundo estamos? Lo que se pretende es simplemente ocultar la realidad social y continuar sin proponer ninguna solución real. Ni, aún menos, abordar el problema de la pobreza y el paro como principal causa.

viernes, 30 de agosto de 2013

Las oportunidades están en África. Los expertos aconsejan a la empresa española invertir en Sudáfrica, Nigeria, Angola o Mozambique, donde se sitúa el despegue económico del continente

África es la gran ignorada por la empresa española, que en su internacionalización ha decidido centrarse en dos polos: Europa y Latinoamérica, se lamenta Lluís Renart, profesor del IESE. “Salvo en Marruecos y Túnez, donde actúan un millar de compañías españolas, y cierta presencia en Sudáfrica, las compañías españolas han elegido los polos opuestos a África para acometer su expansión. Olvidando este continente, donde existen grandes oportunidades que están pasando por alto”, indica Renart, quien lo conoce desde hace más de 20 años, los mismos que lleva la institución que representa ayudando a crear escuelas de negocios en África, concretamente en Nigeria, Egipto, Kenia, Angola y Costa de Marfil, donde actualmente estas instituciones son independientes y se han asociado al IESE.

“54 países situados relativamente cerca de España, a cuatro o cinco horas de vuelo y en el mismo uso horario, y con una población de 1.000 millones de habitantes” son las razones por las que Renart cree que las empresas españolas deben poner el radar de su proceso de internacionalización en África, “donde los países que crecen a un promedio anual del 5% están haciendo emerger una nueva clase media que está dinamizando el continente”.

El crecimiento económico y demográfico que está experimentando África representa ese gran potencial para la empresa española, apoya Alberto Zamora, director de consultoría de gestión de Accenture, quien piensa que “este continente liderará el crecimiento en los próximos 25 años. Hemos perdido el tren de Asia y no podemos perder el de África”.

Algunos países, como Sudáfrica, Namibia, Botsuana y Ghana, han avanzado tanto en seguridad jurídica y calidad de sus administraciones, que resultan tan seguros para los negocios como Perú y están mejor que Bolivia y Ecuador, donde las compañías españolas sí que están invirtiendo, sostiene Carlos Sebastián, catedrático de Teoría Económica de la Universidad Complutense de Madrid y autor del reciente libro Subdesarrollo y esperanza en África, en el que analiza la evolución del África subsahariana en los niveles de corrupción, el principal lastre de su economía.

Los países que han mejorado su gobernanza están atrayendo inversiones extranjeras, en su mayoría protagonizadas por empresas chinas, que se mueven mejor en un terreno más parecido al suyo. “Se están abriendo muchas oportunidades, y llegar el último no es bueno”, aconseja Sebastián a los empresarios nacionales.

Pero África son muchas realidades diferentes. Por eso, desde el punto de vista de la inversión, es necesario informarse sobre cada una de ellas para así priorizar países antes de exportar o implantarse en ellos. Los expertos consultados coinciden en que el Estado con más oportunidades para las empresas españolas, y, por tanto, el primero que deben analizar, ha de ser Sudáfrica. “Es el país más desarrollado y con mayor renta per capita de África. Tiene un riesgo financiero muy bajo, con un rating inferior al de España, y ofrece seguridad para operar”, según Alberto Zamora.

El representante de Accenture sitúa en segundo lugar de preferencia para las compañías españolas tres países, también muy distintos entre sí: Angola, Nigeria y Marruecos. En una fase de desarrollo más incipiente, pero con catalizadores para el desarrollo económico, estarían Mozambique y Kenia, cuyos Gobiernos planean inversiones importantes para los próximos cinco años en minería, petróleo y gas, tras haber descubierto importantes yacimientos, mantiene Zamora, que recomienda en última instancia Argelia y Egipto, “países para tener en el radar y penetrar en ellos una vez que los conflictos derivados de la primavera árabe se resuelvan”, añade.

Sudáfrica cuenta con 47 millones de habitantes y, tras haber desarrollado su minería, continúa Zamora, ahora emprende el desarrollo de su sector energético, para el que necesita construir todo tipo de infraestructuras, y aquí las compañías españolas podrían aportar su experiencia, sobre todo en instalaciones hidráulicas y de energías renovables, que son las que se están licitando actualmente. También existen oportunidades en telecomunicaciones, ya que el país va a ampliar su ancho de banda, así como en productos de consumo.

Nigeria es un país con más de 60 millones de habitantes, pero se prevé que en 2050 tenga 400 de los 2.000 millones que formarán la población africana, señala Renart. Con un crecimiento económico del 8%, tiene una floreciente clase media, que está propiciando que algunas de las grandes marcas de artículos de lujo se instalen allí. Los productos de consumo básico y los teléfonos móviles son negocios en crecimiento en un país que construye sus infraestructuras de electricidad, agua y transportes. “Debería ser el Brasil de África”, indica Accenture.

Angola crece más del 7% anual y tiene todas las infraestructuras por hacer tras la última guerra, que acabó en 2002. Las industrias extractivas y mineras tendrán oportunidades, como también las proveedoras de servicios, dice Renart. Lo mismo que el sector agroindustrial, donde los chinos se están haciendo con los terrenos cultivables.

También se podría hacer negocio con explotaciones avícolas y mataderos de pollos, como está haciendo Marruecos, indica Renart. Marruecos tiene como principal socio comercial a España; allí, considera Zamora, las oportunidades se plantean en el sector agroalimentario, energías renovables, turismo, agua, transportes y construcción de viviendas.

Kenia, Ghana, Tanzania, Etiopía, Costa de Marfil o Guinea Ecuatorial son otros de los países donde las empresas españolas pueden encontrar su espacio, según Sebastián y Renart.

Aprender el modelo de negocio

La escuela de negocios española IESE, que esta semana celebra su ascenso en el ranking internacional de Financial Times al puesto número siete del mundo, lleva trabajando en África desde que en 1991 fundase Lagos Business School en la capital nigeriana. “IESE es la escuela de negocios del mundo más implicada con África, donde hay unos 90 centros de formación de directivos, es decir, una media de dos por cada país”, explica Lluis Renart, profesor de la institución. Para Renart, África representa una importante labor técnica por delante. “Con cerca de 110 millones de personas con empleos fijos en el continente, pensamos que unos 10 millones de dirigentes empresariales necesitan formación”, asegura.

Las escuelas de negocios africanas que ha puesto en marcha IESE no suponen su única oferta allí. La institución acaba de abrir su MBA de dos años a Nigeria, donde los alumnos podrán pasar una estancia de 15 días para profundizar en su conocimiento sobre los negocios en África. “En el segundo curso, los alumnos realizan cuatro módulos de 15 días cada uno en las universidades asociadas de Estados Unidos, América Latina y ahora de África”, explica Alex Lago, profesor de IESE. Son cursos de tipo vivencial, indica, en los que la primera semana se hace una inmersión académica, así como visitas a fábricas y empresas. “Y durante la segunda semana, que es la verdadera novedad de este año en el programa, y tras una preparación previa, los participantes forman grupos de cinco para encargarse de realizar un trabajo de consultoría real para empresas africanas, en general, de pequeño tamaño o medio”, continúa Lago. Treinta alumnos acaban de probar la experiencia, pero IESE espera que en lo sucesivo, de los 280 alumnos que tiene su MBA, 60 pasen por Lagos.
Fuente: El País.