lunes, 11 de mayo de 2020

Cuales son las causas del autismo

Desde los genes hasta el medio ambiente, los expertos han identificado varios factores que influyen en las posibilidades de que un niño tenga autismo. Pero el riesgo no es el destino, dicen.

Melissa Smith siempre había querido tener tres hijos. En abril pasado, cuando intentaba quedar embarazada por tercera vez, supo que su hijo menor era autista. Después de que ella superó la conmoción inicial, la noticia fue un alivio. "Había sabido durante meses que algo andaba mal", dijo. "Definitivamente tener una respuesta y tener un diagnóstico que nos brindaría soluciones y terapia para ayudar, definitivamente fue un alivio".

Aún así, no pudo evitar preocuparse de que su próximo hijo también fuera autista. Se siente en conflicto: ve el autismo de su hijo como un regalo y no lo cambiaría, pero cuidarlo requiere esfuerzo. Un niño adicional con autismo podría hacerlo aún más difícil.

Tener un hijo con autismo significaba que tenía una mayor probabilidad de tener otro, porque tiende a darse en familias. Luego vio un estudio que vinculaba los medicamentos llamados S.S.R.I.s (inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina) con el autismo. La conexión es puramente una asociación más que una prueba de que las drogas causan autismo. Smith, de 30 años, había estado tomando un S.S.R.I. llamado Lexapro durante el año pasado.

Lexapro fue lo único que alivió su ansiedad, que era tan grave que era difícil conducir un automóvil, limpiar la casa o comprar alimentos sin arremeter contra su familia. Su médico no pudo decir con certeza si debería continuar tomando su medicamento, porque otros estudios sugirieron que el estrés de la ansiedad no tratada conllevaba sus propios riesgos prenatales, incluido el parto prematuro, que también es un factor de riesgo para el autismo.

"Me hace sentir atrapada", dijo Smith, quien trabaja como coordinador en una clínica en Salt Lake City que evalúa a los niños en busca de trastornos genéticos y metabólicos.

Luego, a fines de enero, sus preocupaciones ya no eran hipotéticas: estaba embarazada. Smith buscó el consejo de asesores genéticos, pero nadie pudo decirle si tomar su medicamento sería  un mayor riesgo que no tomarlo.

"Si este niño tiene autismo, no quiero pensar, bueno, qué pasaría si hubiera hecho esto o qué hubiera hecho", dijo. "Solo quiero poder vivir conmigo misma al final del día y saber que no fue algo que hice lo que lo causó".

En los últimos 50 años, los científicos han compilado una breve lista de factores, incluidos ciertos genes, parto prematuro y algunos medicamentos, que podrían contribuir al autismo. Han comenzado a comprender qué personas tienen las mayores posibilidades de tener un hijo con autismo, y han identificado algunas cosas que puede hacer para minimizar esas posibilidades.

Aún así, no hay forma de evitar que un niño tenga autismo, en gran parte porque los expertos en realidad no saben qué lo causa en la mayoría de las personas. "Podemos encontrar muchos, muchos factores que se correlacionan con el autismo", dijo la Dra. Katarzyna Chawarska, Ph.D., profesora de psiquiatría infantil en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale. "Pero en realidad, realmente no sabemos si están involucrados en la causa del autismo".

También es importante tener en cuenta que muchas personas autistas y sus familias ven el autismo como algo para celebrar. Y que los rasgos de autismo existen en todos. "Muchos de ellos, tengan autismo o no, pueden brindarle algo positivo", como una pasión intensa por ciertas materias y un buen ojo para los detalles, dijo Ed Cook, MD, profesor de psiquiatría en la Universidad de Illinois en Chicago.

Una cosa es segura: no hay una sola causa del autismo, y cada caso es producto de múltiples factores que trabajan juntos.

¿Qué hay en tu ADN?
Hasta la década de 1970, muchos expertos se suscribieron a las nociones ahora desacreditadas sobre el autismo causado por estilos de crianza "fríos" o por crecer en un aislamiento extremo (como en el famoso caso del Wild Bo  (el niño salvaje) de Aveyron en Francia a fines de 1700). Desde entonces, los estudios han demostrado que el autismo se produce en familias y han atribuido su heredabilidad a alrededor del 80 por ciento, o tan heredable como la altura o el color de los ojos.

Los científicos no pueden explicar completamente por qué el autismo se da en familias. Sospechan que, como la altura, tiene causas complejas y está determinada por numerosos genes que actúan juntos para influir en las probabilidades de que una persona tenga autismo. Sus estudios sugieren que, colectivamente, estos genes podrían explicar aproximadamente la mitad de la base genética del autismo.

Otro 10 a 20 por ciento puede explicarse por mutaciones raras pero poderosas que ocurren al azar y no están relacionadas con genes que se ejecutan en familias. Los científicos han encontrado unos 100 genes que, cuando mutan, pueden aumentar sustancialmente las probabilidades de que una persona tenga autismo.

Incluso cuando ocurren estas mutaciones, no causan autismo cada vez. "Ninguna de estas cosas es perfectamente predictiva de un diagnóstico de autismo, y cada una de ellas es individualmente bastante rara", dijo el Dr. Jeremy Veenstra-VanderWeele, MD, psiquiatra de niños y adolescentes de la Universidad de Columbia. "Realmente no podemos señalar exactamente cuál será el riesgo para un individuo".

¿Qué más aumenta el riesgo?
Entonces, el autismo es altamente genético, pero eso no significa que los factores ambientales no sean importantes, dijo el Dr. Brian Lee, Ph.D., profesor asociado de epidemiología y bioestadística en el A.J. Drexel Autism Institute en Filadelfia. La altura, por ejemplo, está influenciada por factores ambientales como la desnutrición. "Puede tener un factor genético subyacente que lo pone en riesgo, pero puede ser necesario que haya algún tipo de condición ambiental o desencadenante", dijo Lee.

Los S.S.R.I.s son fuertes candidatos para factores que podrían desencadenar el autismo. Actúan sobre la serotonina química del cerebro, que es importante para la función social y se encuentra en niveles altos en algunas personas autistas, y muchas de ellas pasan de la sangre de una mujer al útero.

Pero el Dr. Alan Brown, M.D., profesor de psiquiatría y epidemiología en la Universidad de Columbia, dijo que es difícil separar los efectos de un medicamento de la razón de una mujer embarazada para tomarlos: su condición subyacente de salud mental. Varios estudios recientes sugieren que el riesgo de autismo asociado con S.S.R.I. el uso es muy pequeño, quizás inexistente. "La literatura es confusa sobre S.S.R.I.s y autismo", dijo Brown. "Algunos estudios muestran la asociación, otros no".

Los investigadores también analizaron la exposición prenatal a las toxinas, como los pesticidas o la contaminación del aire, y obtuvieron resultados igualmente poco concluyentes. No han encontrado un mayor riesgo de autismo relacionado con el tabaquismo prenatal, la cesárea, los tratamientos de fertilidad o las vacunas.

El factor de riesgo más confiable con diferencia es haber tenido un hijo anterior con autismo. Aproximadamente 1 de cada 5 familias como Smith van a tener otro hijo en el espectro. El sexo biológico también es importante: los hombres tienen aproximadamente tres veces más probabilidades que las mujeres de tener autismo, aunque las razones de esto no se entienden completamente. Las posibilidades de tener un hijo autista también aumentan de manera leve y constante con la edad de los padres.

"La mayoría de los posibles factores de riesgo para el autismo son cosas que ocurren alrededor del nacimiento, cuando ocurre el desarrollo temprano del cerebro", dijo el Dr. Paul Carbone, M.D., pediatra y profesor asociado de pediatría en la Universidad de Utah. “Pero, ¿por sí mismos causan autismo? ¿O es mucho más común que nuestro entorno interactúe de alguna manera con la susceptibilidad genética para aumentar el riesgo de una persona? "

El riesgo no es el destino
Es importante reconocer que la mayoría de las familias con estos factores de riesgo no tienen hijos con autismo. Y el autismo sigue siendo relativamente raro: alrededor del 1,8 por ciento de los niños en los Estados Unidos tienen un diagnóstico, según las últimas estimaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Las tasas de autismo han aumentado en las últimas décadas, pero casi todo eso se debe a una mayor conciencia y cambios en los criterios de diagnóstico que califican a más personas para un diagnóstico, dijo el Dr. Eric Fombonne, MD, profesor de psiquiatría, pediatría y neurociencia conductual en Universidad de Salud y Ciencia de Oregon. "Gran parte del aumento se explica por el hecho de que lo que llamamos autismo hoy es mucho mayor que lo que llamamos autismo hace 50 años", dijo.

Y, quizás lo más importante, la mayoría de las influencias del autismo permanecen fuera de nuestro control de todos modos. "Ciertamente hay muchas cosas que no sabemos sobre las causas del autismo", dijo el Dr. Carbone. "Pero una cosa de la que estamos absolutamente seguros es que los padres no causan autismo".

Smith dijo que su médico entendió sus preocupaciones sobre tomar un S.S.R.I., y le dio un medicamento alternativo llamado Buspar. Pero después de tomarlo durante aproximadamente una semana a principios de marzo, Smith tuvo náuseas y migrañas graves, posibles efectos secundarios del medicamento. Entonces dejó de tomarlo y desde entonces ha estado manejando su ansiedad con ejercicios de meditación y respiración.

En la primera semana de abril, Smith se enteró de que el bebé era un niño. Esto la preocupó al principio, porque los hombres tienen un mayor riesgo de autismo que las mujeres. Pero luego llegó a un acuerdo con eso. "No depende de mí", dijo. "Haré todo lo que pueda para tratar de asegurarme de que este niño esté sano, y eso es todo lo que puedo hacer".

https://www.nytimes.com/2020/04/20/parenting/autism-causes.html?action=click&module=RelatedLinks&pgtype=Article

200 personalidades de la cultura piden un cambio social radical Juliette Binoche es la promotora del manifiesto en 'Le Monde'

"No a un regreso a la normalidad": de Robert De Niro a Juliette Binoche, el atractivo de 200 artistas y científicos Por colectivo

Un grupo de personalidades, incluidas Madonna, Cate Blanchett, Philippe Descola, Albert Fert, lanzan un llamamiento al "Mundo", iniciado por Juliette Binoche y Aurélien Barrau, a los líderes y ciudadanos para cambiar profundamente nuestros estilos de vida, consumo y nuestros ahorros.

Tribuna
La pandemia de Covid-19 es una tragedia. Sin embargo, esta crisis tiene la virtud de invitarnos a enfrentar las preguntas esenciales.

Los resultados son simples: los "ajustes" ya no son suficientes, el problema es sistémico.

Por favor, no volvamos a la normalidad
El desastre ecológico actual es parte de una "metacrisis": la extinción masiva de la vida en la Tierra ya no está en duda y todos los indicadores apuntan a una amenaza existencial directa. A diferencia de una pandemia, por grave que sea, es un colapso global cuyas consecuencias serán más allá de toda medida.

Por lo tanto, solemnemente pedimos a los líderes y ciudadanos que salgan de la lógica insostenible que aún prevalece, para finalmente trabajar en una revisión profunda de los objetivos, valores y economías.

Punto de ruptura
El consumismo nos ha llevado a negar la vida en sí misma: la de las plantas, la de los animales y la de un gran número de humanos. La contaminación, el calentamiento global y la destrucción de espacios naturales están llevando al mundo a un punto de quiebre.

Por estos motivos, combinados con las desigualdades sociales cada vez mayores, nos parece impensable "volver a la normalidad".

La transformación radical que se requiere, en todos los niveles, requiere audacia y coraje. No tendrá lugar sin un compromiso masivo y decidido. ¿Cuándo son los actos? Es una cuestión de supervivencia, tanto como dignidad y consistencia.

Lynsey Addario, reportero senior;
Isabelle Adjani, actriz;
Roberto Alagna, cantante lírico;
Pedro Almodóvar, director;
Santiago Amigorena, escritor;
Angèle, cantante;
Adria Arjona, actriz;
Yann Arthus-Bertrand, fotógrafo, director;
Ariane Ascaride, actriz;
Olivier Assayas, director;
Josiane Balasko, actriz;
Jeanne Balibar, actriz;
Bang Hai Ja, pintor;
Javier Bardem, actor;
Aurélien Barrau, astrofísico,
miembro honorario del Institut universitaire de France;
Mikhail Baryshnikov, bailarín, coreógrafo;
Nathalie Baye, actriz;
Emmanuelle Béart, actriz;
Jean Bellorini, director;
Monica Bellucci, actriz;
Alain Benoit, físico, Academia de Ciencias;
Charles Berling, actor;
Juliette Binoche, actriz;
Benjamin Biolay, cantante;
Dominique Blanc, actriz;
Cate Blanchett, actriz;
Gilles Bœuf, ex presidente del Museo Nacional de Historia Natural;
Valérie Bonneton, actriz;
Aurélien Bory, director;
Miguel Bosé, actor, cantante; Stéphane Braunschweig, director;
Stéphane Brizé, director;
Irina Brook, directora;
Peter Brook, director;
Valeria Bruni Tedeschi, actriz, directora;
Khatia Buniatishvili, pianista;
Florence Burgat, filósofa, directora de investigación en Inrae;
Guillaume Canet, actor, director;
Anne Carson, poeta, escritora, Academia de Artes y Ciencias;
Michel Cassé, astrofísico;
Aaron Ciechanover, Premio Nobel de Química;
François Civil, actor;
François Cluzet, actor;
Isabel Coixet, directora;
Gregory Colbert, fotógrafo, director;
Paolo Conte, cantante;
Marion Cotillard, actriz;
Camille Cottin, actriz;
Penélope Cruz, actriz;
Alfonso Cuarón, director;
Willem Dafoe, actor;
Béatrice Dalle, actriz;
Alain Damasio, escritor;
Ricardo Darin, actor;
Cécile de France, actriz;
Robert De Niro, actor;
Annick de Souzenelle, escritor;
Johann Deisenhofer, bioquímico, Premio Nobel de química;
Kate del Castillo, actriz;
Miguel Delibes Castro, biólogo, Real Academia Española de Ciencias;
Emmanuel Demarcy-Mota, director;
Claire Denis, directora;
Philippe Descola, antropólogo, medalla de oro CNRS;
Virginie Despentes, escritora;
Alexandre Desplat, compositor;
Arnaud Desplechin, director;
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Cyril Dion, escritor, director;
Hervé Dole, astrofísico, miembro honorario del Institut universitaire de France;
Adam Driver, actor;
Jacques Dubochet, Premio Nobel de química;
Diane Dufresne, cantante; Thomas Dutronc, cantante;
Lars Eidinger, actor;
Olafur Eliasson, artista plástico, escultor;
Marianne Faithfull, cantante;
Pierre Fayet, miembro de la Academia de Ciencias;
Abel Ferrara, director;
Albert Fert, Premio Nobel de física;
Ralph Fiennes, actor;
Edmond Fischer, bioquímico, Premio Nobel de medicina;
Jane Fonda, actriz;
Joachim Frank, Premio Nobel de química;
Manuel García-Rulfo, actor;
Marie-Agnès Gillot, bailarina estrella;
Amos Gitaï, director;
Alejandro Gonzales Iñarritu, director;
Timothy Gowers, medalla Fiels de matemáticas;
Eva Green, actriz;
Sylvie Guillem, bailarina estrella;
Ben Hardy, actor;
Serge Haroche, Premio Nobel de física;
Dudley R. Herschbach, Premio Nobel de química;
Roald Hoffmann, Premio Nobel de química;
Rob Hopkins, fundador de ciudades en transición;
Nicolas Hulot, presidente honorario de la Fundación Nicolas Hulot para la Naturaleza y el Hombre;
Imany, cantante;
Jeremy Irons, actor;
Agnès Jaoui, actriz, directora;
Jim Jarmusch, director;
Vaughan Jones, Medalla Fields de Matemáticas;
Spike Jonze, director;
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Jean Jouzel, climatólogo, Premio Vetlesen;
Anish Kapoor, escultor, pintor;
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Angélique Kidjo, cantante;
Naomi Klein, escritora;
Brian Kobilka, Premio Nobel de Química;
Hirokazu Kore-eda, director;
Panos Koutras, director;
Antjie Krog, poeta;
La Grande Sophie, cantante;
Ludovic Lagarde, director;
Mélanie Laurent, actriz;
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Yvon Le Maho, ecofisiólogo, miembro de la Academia de Ciencias;
Roland Lehoucq, astrofísico;
Gilles Lellouche, actor, director;
Christian Louboutin, creador;
Roderick MacKinnon, Premio Nobel de química;
Madonna, cantante; Macha Makeïeff, directora;
Claude Makélélé, futbolista;
Ald Al Malik, rapero;
Rooney Mara, actriz;
Ricky Martin, cantante; Carmen Maura, actriz;
Michel Mayor, Premio Nobel de física;
Medina, rapero;
Melody Gardot, cantante;
Arturo Menchaca Rocha, físico, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias;
Raoni Metuktire, jefe indio de Raoni;
Julianne Moore, actriz;
Wajdi Mouawad, director, autor;
Gérard Mouroux, Premio Nobel de física;
Nana Mouskouri, cantante;
Yael Naim, cantante;
Jean-Luc Nancy, filósofo;
Guillaume Néry, campeón mundial de apnea;
Pierre Niney, actor;
Michaël Ondaatje, escritor;
Thomas Ostermeier, director;
Rithy Panh, directora;
Vanessa Paradis, cantante, actriz;

James Peebles, Premio Nobel de física;
Corine Pelluchon, filósofa;
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Edgar Ramirez, actor;
Charlotte Rampling, actriz;
Raphaël, cantante;
Eric Reinhardt, escritor;
Residente, cantante;
Jean-Michel Ribes, director;
Matthieu Ricard, monje budista;


Richard Roberts, Premio Nobel de medicina;
Isabella Rossellini, actriz;
Cecilia Roth, actriz;
Carlo Rovelli, físico,
miembro honorario del Institut universitaire de France;
Paolo Roversi, fotógrafo;
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Vandana Shiva, filósofa, escritora;
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Gustaf Skarsgard, actor;
Sorrentino Paolo, director;
Sabrina Speich, oceanógrafa, medalla Albert Defant;
Sting, cantante;
James Fraser Stoddart, Premio Nobel de química;
Barbra Streisand, cantante, actriz, directora;
Malgorzata Szumowska, directora;
Béla Tarr, directora;
Bertrand Tavernier, director;
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James Thierré, director, bailarín;
Mélanie Thierry, actriz;
Tran Anh Hung, director;
Jean-Louis Trintignant, actor;
Karin Viard, actriz;
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Paul Watson, navegante, escritor;
Wim Wenders, director;
Stanley Whittingham, Premio Nobel de química;
Sonia Wieder-Atherton, violonchelista;
Frank Wilczek, Premio Nobel de física;
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Christophe Willem, cantante;
Bob Wilson, director; b Lambert Wilson, actor;
David Wineland, Premio Nobel de física;
Xuan Thuan Trinh, astrofísico;
Muhammad Yunus, economista, Premio Nobel de la Paz;
Zazie, cantante.

domingo, 10 de mayo de 2020

La penúltima batalla de las perdedoras de la guerra. Supervivientes e historiadores recuerdan las agresiones que sufrieron las mujeres en el fin de la contienda y su papel protagonista en la reconstrucción del país.

Un grupo de mujeres limpia ladrillos recogidos de los escombros provocados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, en 1946 en Berlín. / WALTER GIRCKE (GETTY)
Un grupo de mujeres limpia ladrillos recogidos de los escombros provocados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, en 1946 en Berlín. / WALTER GIRCKE (GETTY)ULLSTEIN BILD DTL. / EL PAÍS.
Cuando se conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial hace ahora 75 años y de la derrota del régimen nazi que aniquiló a seis millones de judíos, Cent-Velden y otras testigos directas rememoran la esperanza ante el fin de la guerra. Pero también los abusos, el miedo, la lucha por sacar adelante a la familia y hasta los suicidios de mujeres del bando perdedor, que se sintieron incapaces de afrontar un futuro que Joseph Goebbels había pintado con rabo y cuernos de diablo. Los investigadores han ido arrojando en los últimos años luz sobre la lucha por la supervivencia de las mujeres de a pie en aquellos meses, en los que la barbarie de la guerra había condenado a muchos hombres al frente o a la tumba.

A sus 93 años, Cent-Velden posa hoy sonriente en su apartamento berlinés, dos calles más allá de la casa en la que creció. Ha perdido la vista, pero mantiene una memoria y una locuacidad envidiables. “Los soldados soviéticos se llevaron a muchas mujeres de los sótanos para divertirse. En mi barrio hubo muchas violaciones y suicidios”, recuerda. Ella vivía junto al Tiergarten, donde los soldados fueron entrando casa por casa. Cerca de la suya, había un hospital en el que las enfermeras “sufrieron mucho, porque los rusos se portaron muy mal”. Cent-Velden logró esquivar hasta dos veces a aquellos soldados soviéticos que hablaban una lengua que no entendía y que le resultaban temibles.

Las agresiones de las que habla Cent-Velden no son un caso aislado. Las estimaciones de Miriam Gebhardt, profesora de Historia de la Universidad de Constanza hablan de cientos de miles de víctimas de violaciones y no todas a manos de los temidos soldados rusos, sino también de americanos, franceses e ingleses. Gebhardt, autora de Als die Soldaten kamen (Cuando llegaron los soldados), explica que “cuando llegaban los vencedores, registraban las casas para buscar a gente del partido y armas. Primero confiscaban los objetos de valor y a veces también violaban a las mujeres. Hubo agresiones en grupo, en las casas, en los bosques o en burdeles ambulantes montados en hoteles”, detalla.

Sus estimaciones, basadas en parte en extrapolaciones, hablan de cerca de 860.000 víctimas. Gebhardt reconoce que se trata solo de una aproximación, que no es posible tener una cifra concreta porque muy pocas mujeres hablaban de lo que les había pasado, en parte porque temían que les culparan de haber tratado de seducir a su agresor. “Fueron episodios generalizados de violaciones contra las mujeres en toda Alemania”. La violencia contra las mujeres duró hasta el final de la ocupación en 1955, según Gebhardt, quien explica que el tema se abordó al principio para determinar si el Estado pagaría pensiones a los niños nacidos de esas violaciones, pero que luego cayó en el olvido. Las memorias anónimas tituladas Una mujer en Berlín, en la que la autora narra la violencia sexual durante aquellos meses tardó décadas en convertirse en superventas.

Cent-Velden explica el por qué del silencio. “Conocí a mujeres que habían sido violadas por los rusos, pero entonces, no se hablaba de las cosas terribles que le había pasado a cada uno. Todo el mundo estaba traumatizado. Empezaron a hablar poco a poco, en los meses siguientes. Yo misma no pude hablar de lo que me pasó hasta la reunificación”. Los relatos, muchos ya perdidos, forman parte del sufrimiento de la gente corriente del bando agresor y vencido, que tardó más en aterrizar en los libros de historia y de asentarse en la memoria colectiva.
Helga Cent-Velden, este jueves en su casa de Berlín.
Helga Cent-Velden, este jueves en su casa de Berlín. PATRICIA SEVILLA CIORDIA / EL PAÍS

Marita Krauss, historiadora de la universidad de Augsburgo, describe cómo fue la lucha por la supervivencia de las mujeres en aquellos meses y semanas. Cómo por todas partes la gente, sobre todo las mujeres, trataban de conseguir comida, de vender joyas, alfombras. “Se buscaban la vida, para alimentar a la familia con lo que fuera. Iban al campo a recoger cardos y hierbas para ensaladas, bellotas para moler y hacer harina pan o caracoles para dar proteínas a los niños, pero sobre todo patatas, muchas patatas”. Cuenta Krauss que enseguida hubo periódicos de mujeres donde imprimían recetas con ingredientes de emergencia, con las que se esforzaban por crear la ilusión de una cierta normalidad. Las mujeres fueron asumiendo mayores puestos de responsabilidad, por ejemplo subiendo escalones en las empresas y reemplazando a hombres que se habían ido a la guerra.

Ilse Grob tiene ahora 90 años y vivió la guerra en el norte, en el Estado de Schleswig Holstein, recuerda bien las sensaciones contradictorias con las que abordaron el fin de la guerra. “Estábamos muy contentos de que no hubiera más combates, pero teníamos miedo de los fanáticos del nacionalsocialismo que andaban por ahí y de qué iba a ser de nosotros. Éramos los perdedores y los que habíamos empezado la guerra”.

Ese profundo sentimiento de inseguridad llevó a decenas de miles de alemanes a suicidarse, según la investigación del historiador Florian Huber. “En Alemania tenemos desde hace décadas un debate interno sobre nuestro pasado, pero no hablamos de la gente que se suicidó, porque no encajan en la narrativa de buenos y malos”, sostiene Huber, autor de Kind, versprich mir dass du dich erschiesst, algo así como Hijo, prométeme que te dispararás. “Los suicidios fueron un fenómeno en toda Alemania, pero sobre todo en la zona soviética, porque la gente tenía miedo de las represalias y las mujeres temían las violaciones”, explica ahora en una entrevista.

Las investigaciones de Huber le llevan a concluir que no había un perfil determinado, que los suicidios afectaron a todo tipo de gente corriente y tanto a nazis como a izquierdistas. “La primera causa fue la experiencia de la violencia, de quienes vieron cómo mataron a sus maridos o de mujeres que fueron violadas y no pudieron superar el dolor y la humillación que sentían. Pero también estaba el propio miedo a la violencia. Habían escuchado historias de que los soldados arrancarían la lengua de sus hijos y los ojos de las mujeres, que violarían a todo el mundo. Cundía la sensación de que no había futuro”. Cent-Velden coincide: “Muchas mujeres se suicidaron porque no sabían qué iba a ser de ellas ni de su familia. La propaganda nazi nos había dicho que iba a ser más terrible de lo que luego fue. Sí, fue terrible, pero sobrevivimos”.

Había además, según Huber, “un sentimiento de culpa y de complicidad por lo que había pasado con los judíos. Todos los adultos sabían lo que pasó en los campos”. Krauss explica que “el conocimiento de lo que había pasado con los judíos estaba presente. La gente había visto cómo desaparecían, cómo los deportaban. Puede que muchos no supieran qué pasaba exactamente con ellos, pero todo el que tuviera un familiar en el frente lo sabía y la gente escuchaba en secreto la BBC, pero no se hablaba de ello en público”. Grob asegura que antes de terminar la guerra ya sabían que había gente que había desaparecido y que había rumores de que había campos de concentración. “Fue después, en la radio de los ingleses, donde empezamos a conocer el detalle de las atrocidades”.

Cuando las bombas dejaron de caer, el paisaje de muchas ciudades alemanas amaneció sembrado de escombros. Ocho millones de hogares habían sido destruidos. La reconstrucción física del país corrió en paralelo a la psicológica de hombres y mujeres rotos por la guerra. Como miles de mujeres, Cent-Velden se puso manos a la obra y se convirtió en una de las célebres mujeres de los escombros, las Trümmerfrauen, que trabajaron con sus manos para devolver la normalidad al país, y que hoy son una figura mítica en Alemania. Muchos hombres estaban muertos, heridos o encarcelados. Más de una decena de estatuas rinden tributo a estas mujeres en toda Alemania.

Primero le tocó la zona de Tiergarten, donde había que retirar todo lo que los soldados habían dejado atrás: mochilas, cascos, botas, ropa, munición y hasta granadas de mano, que tiraban al lago y algunas de las cuales terminaron por estallar. Más tarde, fue destinada a una cuadrilla en la Postdamer Strasse, donde recogió escombros con las manos desnudas. “No éramos heroínas; era una situación de emergencia y teníamos que trabajar para comer”, reflexiona Cent-Velden.

Recientemente ha surgido un cierto debate sobre la verdadera dimensión del fenómeno de las Trümmerfrauen, tras la publicación del trabajo de la historiadora Leonie Treber, que sostiene que no fueron tan numerosas como a menudo se cree y que dependió mucho de la zona del país. Asegura además que “a partir de 1946 ese trabajo ya empezó a profesionalizarse. No fue tanto un fenómeno colectivo como regional”. Polémicas aparte, el lugar que ocupan las mujeres de los escombros en la memoria colectiva de Alemania es indisputable. “Sin esas mujeres, las Trümmerfrauen, la vida en Alemania habría sido insoportable. Su fuerza, emocional y física puso en pie al país”, escribe Neil Mac Gregor en Alemania, memorias de una nación.

Refugiadas
Karin Voss era una niña cuando acabó la guerra y recuerda el cielo rojo, ardiendo un día y cómo llovieron cenizas al día siguiente, cerca de Hamburgo, en una zona bajo control británico tras la capitulación. Recuerda también “la sensación de alivio” y el desembarco de miles de refugiados del Este de Europa. A Alemania llegaron cerca de 11 millones de refugiados de Prusia, Pomerania o Silesia entre otras zonas y en varias oleadas, huyendo del Ejército Rojo. En casa de Voss, como en muchas otras en el campo, se instalaron unos 25, también madres con hijos. “Las refugiadas contaban historias de cómo habían sufrido ataques en el camino. Historias terribles de cómo violaban a las jóvenes”, asegura Voss.

Voss recuerda bien las cadenas humanas de mujeres encaramadas a las montañas de escombros. “Llevaban la cabeza cubierta con un pañuelo para protegerse del polvo”. Habla también de las dificultades para conseguir comida y objetos para quemar. “Ese invierno fue terrible y la gente murió de frío y de hambre. Los primeros diez años después de la guerra fueron muy difíciles”, cuenta esta mujer que trabajó como agricultora y después como agente inmobiliaria. En aquellos años, cuando viajaba de su pueblo a Hamburgo veía desde la ventanilla del tren cómo cada vez había menos escombros y más casas. “Nuestro único deseo era que no hubiera nunca más una guerra”.

Cada vez quedan menos voces como la de Voss, Cent-Velden o la de Grob. Son mujeres que han ido muriendo y su testimonio corre el riesgo de perderse. Cent-Velden, que ha sido maestra e histórica militante socialdemócrata, se esfuerza para que su mensaje no se olvide. “Soy una detractora fanática de la guerra. Siempre pelearé para que lo que pasó en tiempos de Hitler no vuelva a suceder. En Alemania tenemos paz desde hace 75 años y eso es sobre todo gracias a Europa, a la Unión Europea. No debemos olvidarlo”.

https://elpais.com/internacional/2020-05-07/la-penultima-batalla-de-las-perdedoras-de-la-guerra.html?rel=lom

¿Qué debo hacer si creo que mi hijo tiene autismo?

El trastorno del espectro autista afecta a aproximadamente uno de cada 54 niños. Un diagnóstico temprano puede significar un acceso más rápido a los servicios médicos, conductuales y sociales que un niño pueda necesitar.

Tiffany Lewis no necesitaba un médico que le dijera que el discurso de su hijo se retrasó. Como tutor de educación especial, sabía que él debería haber podido decir más de dos o tres palabras a los 18 meses. No podía decir "mamá" ni nada parecido. Cuando un pediatra le dijo que los niños pequeños a su edad solían usar docenas de palabras, ella se puso ansiosa.

El pediatra remitió a Lewis a un terapeuta del habla y un pediatra del desarrollo, pero la primera cita disponible estaba a meses de distancia.

Su hijo, Cooper, finalmente fue evaluado a los 2 años. Se retrasó al menos el 90 por ciento de los niños de su edad en dos áreas clave de comunicación: articulación de sus propios pensamientos y comprensión de lo que la gente le decía. Pronto comenzó a trabajar con un terapeuta del habla y fue reevaluado a los 2 años y medio. Fue diagnosticado con trastorno del espectro autista o A.S.D.

Los investigadores del autismo están de acuerdo: cuanto antes se pueda diagnosticar a los niños, más efectivas serán sus opciones de tratamiento. El diagnóstico temprano puede significar un acceso más rápido a los servicios médicos, conductuales y sociales que un niño pueda necesitar. Y los estudios han demostrado que la intervención temprana puede conducir a una mejor calidad de vida para ese niño en el futuro, especialmente cuando se trata de lo académico y las relaciones.

En los Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informan que A.S.D. afecta a aproximadamente uno de cada 54 niños en los Estados Unidos, y la edad promedio de diagnóstico es de poco más de 4 años, aunque a muchos expertos les gustaría que esa edad sea menor. Por ahora, "el diagnóstico temprano se refiere principalmente a niños de 2 años", dijo Catherine Lord, Ph.D., psicóloga clínica que ha estado estudiando autismo durante 50 años y enseña psiquiatría en la Facultad de Medicina David Geffen en U.C.L.A.

Muchos padres han buscado en línea usando frases como "18 meses de edad sin mirarme" o "niño que no habla y autismo". Esto está bien, pero si realmente le preocupa que su hijo tenga A.S.D, se recomienda que vaya al médico lo antes posible. "Si está preocupado, no se lo guarde y no le pregunte a sus amigos en Facebook", dijo Susan L. Hyman, MD, pediatra de desarrollo y profesora del Centro Médico de la Universidad de Rochester, quien co-escribió El último informe clínico de la Academia Americana de Pediatría sobre TEA

A continuación se encuentran las preguntas frecuentes sobre el autismo y la intervención temprana:

¿Es efectiva la intervención temprana para el autismo?
La prevalencia de A.S.D. en niños ha aumentado con el tiempo, según la Academia Estadounidense de Pediatría. La investigación temprana puede ser una herramienta efectiva en el desarrollo, según muestra una investigación. El poder de la intervención temprana proviene de la neuroplasticidad del cerebro o la capacidad de cambiar. La neuroplasticidad es lo que permite a una persona aprender y retener nuevas habilidades. Por lo tanto, cuanto antes los niños puedan comenzar a recibir terapias, mayores serán las posibilidades de que adquieran las habilidades necesarias para manejar ciertas experiencias, lo que puede conducir a una mejor calidad de vida.

"En la intervención temprana, los niños aprenden a aprender", dijo Rebecca Landa, Ph.D., fundadora y directora ejecutiva del Centro de Autismo y Trastornos Relacionados en el Instituto Kennedy Krieger en Baltimore. Dependiendo del niño, esto podría significar aprender a jugar con juguetes, turnarse, resolver problemas o evitar berrinches. "A medida que los niños aprenden cómo hacer estas cosas, cambia la forma en que las personas interactúan con ellos y les hablan", dijo el Dr. Landa.

Esas terapias pueden allanar el camino a experiencias de vida más valiosas, como asistir a fiestas de cumpleaños, que los niños con autismo a menudo se pierden, dijo el Dr. Lord. "Su falta de experiencias es lo que les duele", dijo. Por ejemplo, los niños autistas pueden no parecer interesados ​​en una actividad, por lo que las personas pueden dejar de hablar con ellos o dejar de incluirlos.

Algunos niños con A.S.D. necesitará más intervenciones que otras. Y encontrar las terapias y los expertos que mejor se adaptan a las necesidades de un niño puede ser frustrante y llevar mucho tiempo. Pero hacerlo, y temprano, puede tener un efecto positivo duradero, dijo el Dr. Landa.

¿Cómo sé si mi hijo muestra signos de autismo?
Los síntomas del autismo a cualquier edad se dividen en dos categorías: habilidades de comunicación social y comportamientos o intereses repetitivos. Los síntomas pueden variar ampliamente en severidad y de un individuo a otro. Debido a que el autismo es un espectro tan amplio, las evaluaciones se realizan teniendo en cuenta múltiples criterios, incluidos el historial de desarrollo del niño y las observaciones de su comportamiento. El conjunto de necesidades del niño se puede combinar con el conjunto de servicios apropiado.

En los niños pequeños, hay varios signos clave. Si un niño de 18 meses evita constantemente el contacto visual, existe una buena posibilidad de que A.S.D. u otro trastorno neurológico está en juego. Otro

Un signo para buscar antes de los 2 años es la falta de conexión social y compromiso, dijo el Dr. Landa. Preste atención al tiempo de juego: se debe evaluar a los niños menores de 2 años que no expresan interés en compartir o mostrar juguetes o insisten en alinearlos en lugar de jugar con ellos. Otro indicador fuerte en los niños de esta edad es que generalmente no responden a sus nombres.

Las preocupaciones de Lewis sobre Cooper estaban relacionadas con el retraso del lenguaje. Sin embargo, otros indicadores iniciales pueden ser menos obvios. Los movimientos repetitivos, como agitar las manos, por ejemplo, pueden ser un signo temprano, pero por sí solos no necesariamente apuntan fuertemente al autismo. Sin embargo, en combinación con otras preferencias o comportamientos inusuales, como caminar de puntillas de manera persistente, agitar las manos "podría ser una bandera roja" en un niño pequeño, dijo Adriana Di Martino, MD, neuróloga pediátrica y directora fundadora de investigación en el Centro de Autismo en el Child Mind Institute en Manhattan.

¿Cómo pueden ayudar los padres con la intervención temprana?
Pase mucho tiempo con su hijo y manténgase comprometido. Únete a las actividades que le gustan. Imite su juego e intente agregar un nuevo elemento sin obligarlo a cambiar lo que está haciendo. Experimentar. Parte de la intervención temprana estándar es ayudar a los padres a identificar la zona de confort de sus hijos y aprender a empujarlos suavemente fuera de ella. Descubra "lo que su hijo puede tolerar", dijo el Dr. Lord, "y luego empújelo un poco".

Lewis recurrió a varias terapias para ayudar a su hijo Cooper a continuar desarrollando sus habilidades de comunicación, motricidad y empatía, desde deportes hasta música y paseos a caballo. Cooper, que ahora tiene 11 años, está en la cima de su clase en una escuela privada para niños con discapacidades del desarrollo. Tiene un vocabulario avanzado y puntajes altos en las pruebas estandarizadas, dijo Lewis, quien atribuye esos primeros años de terapia del habla y del comportamiento con el progreso académico de su hijo. "No sé dónde estaríamos ahora si no hubiéramos recibido una intervención temprana", dijo.

¿Debería preocuparme si me he perdido la ventana para un diagnóstico temprano?
"Trate de no preocuparse", dijo el Dr. Lord. La investigación ha encontrado que los niños que son diagnosticados más tarde probablemente tengan síntomas más leves, dijo, por lo que pueden requerir menos intervenciones o menos intensas.

De hecho, algunos niños que son diagnosticados después de los 5 años de edad ya pueden tener habilidades cognitivas y de lenguaje promedio o superiores, dijo el Dr. Landa. "Para esos niños en particular, el aprendizaje ha estado ocurriendo a un ritmo típico, al menos en los dominios intelectuales y de lenguaje, y esa es una buena noticia".

El Dr. Di Martino estuvo de acuerdo en que los padres no deberían darse una paliza ni sentirse culpables si un diagnóstico se perdió desde el principio. "Nunca es demasiado tarde", dijo.

Dicho esto, puede ser difícil para algunos niños mayores romper patrones de comportamiento y aprender nuevas habilidades sociales. Para cuando se hace el diagnóstico, "pueden haber desarrollado formas inflexibles de pensar o hacer las cosas", dijo el Dr. Landa. Algunos niños pueden haberse vuelto rígidos en ciertas rutinas, por ejemplo, como insistir en un orden específico de objetos o actividades y enfadarse, o montar rabietas, si ese orden se interrumpe. "Eso podría dificultarles aprender bien en la escuela, hacer y mantener amigos, para que los padres controlen su comportamiento en casa, y así sucesivamente", dijo. "Algunos de estos problemas podrían haberse evitado si la intervención se hubiera iniciado antes".

En estos días, Lewis a veces comparte actualizaciones sobre Cooper en Facebook y a menudo encuentra conexiones a través de grupos de apoyo para el autismo. De vez en cuando, los padres le escriben con inquietudes sobre sus propios hijos pequeños y le preguntan qué piensa que deberían hacer. Su consejo se hace eco del de muchos expertos: no se sienta culpable si omitió algunas de las señales. No te compares con otros padres o familias. Concéntrese en lo que su hijo necesita en este momento y en lo que necesitará en el futuro y luego "siga adelante y encuentre respuestas".

Catherine Zuckerman es una escritora con sede en Washington, D.C., cuyo trabajo ha sido publicado en National Geographic, The Washington Post y otros.

https://www.nytimes.com/2020/04/30/parenting/toddler/autism-early-diagnosis.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=527684309&imp_id=986157033&action=click&module=Science%20%20Technology&pgtype=Homepage

sábado, 9 de mayo de 2020

No quiero ser una mamá divertida

En la cena nos damos la vuelta y nos contamos nuestra parte favorita del día. La mayoría de los días, mis dos hijas dicen que lo más destacado es "Capture la bandera con papá". La mayor parte de mí está tan contenta de escuchar que tienen un nuevo ritual que adoran, uno que saca sus yayas para que puedan irse a dormir a una hora razonable.

Una pequeña parte de mí se siente un poco amarga. Eso es porque el coronavirus ha revelado una pequeña línea de falla: no soy el divertido. No soy el que reparte chips de maíz para el desayuno de vez en cuando ("El maíz azul es un vegetal", dijo mi esposo), y no soy el que hará un rompecabezas de 400 piezas durante varios días, o llevará una pelea de almohadas. Yo soy quien cocina comidas nutritivas, se asegura de que mis hijos tengan zapatos que se ajusten y aplaude los abucheos creados por las peleas de almohadas. Soy muy consciente de que esto no es un problema en este momento. Pero aún así, molesta.

En las parejas heterosexuales, el padre "divertido" no rompe limpiamente las líneas de género, dijo Brigid Schulte, directora del Better Life Lab de la fundación New America, que se enfoca en temas de vida laboral. Algunos de ser percibido como el padre "divertido" tiene que ver con los intereses específicos de sus hijos y cómo se alinean con los suyos. Hay toneladas de mamás construyendo fuertes de cartón y jugando a la pelota Wiffle. Y los padres están mucho más involucrados en el cuidado infantil que antes, en promedio. Para su crédito eterno, mi esposo ha tomado la delantera en el aprendizaje a distancia de mis hijos.

Sin embargo, cuando observa los datos de uso del tiempo, lo que tiene género es las tareas organizativas y emocionales que requieren mucho tiempo, que tienden a recaer más en las madres. Hay un cuerpo de investigación de las últimas dos décadas sobre parejas heterosexuales que muestra que los padres tienen más probabilidades de participar en juegos "recreativos" con los niños y más probabilidades de estar con sus hijos cuando su pareja está presente que las madres. Según las investigaciones, es más probable que las mamás realicen el trabajo diario de cambio de pañales y compra de ropa, y pasan más tiempo solo con los niños.

Leah Ruppanner, Ph.D., profesora asociada de sociología y codirectora del Policy Lab de la Universidad de Melbourne, dijo que el trabajo pesado emocional y organizacional que hacen las madres en tiempos normales puede sentirse especialmente intenso en este momento. En situaciones donde ambos padres trabajan desde casa, el Dr. Ruppanner se preguntó: "¿Quién está trabajando en la mesa de la cocina y quién está trabajando en la oficina en casa? ¿De quién es el día de trabajo que se interrumpe constantemente? Si las madres intentan mantener unida a la familia y su trabajo, no queda mucho espacio para la "diversión".

Entonces, ¿dónde deja eso a las mamás? Le pregunté a Jacob Towery, M.D., un psiquiatra de niños, adolescentes y adultos en Palo Alto, California, si tener a mi esposo como el padre más "divertido" afectó mi relación con mis hijos. "No creo que todos los padres necesiten hacer snowboard o skate con entusiasmo con sus hijos ni que sean la vida de la fiesta de cumpleaños", respondió el Dr. Towery en un correo electrónico. "Si al menos uno de los padres está modelando el juego, eso es saludable para los niños".

Si usted y su cónyuge están en desacuerdo con la división de responsabilidades en sus hogares, "no se sienten, cocinen a fuego lento y guinden el resentimiento", dijo Sinead Smyth, terapeuta matrimonial y familiar con licencia y maestra entrenadora del Instituto Gottman, Una organización con un enfoque basado en la evidencia para el asesoramiento de parejas. Ella recomendó reservar 20 minutos cada día, lejos de sus hijos, para conectarse y compadecerse de su cónyuge, y tratar de reparar cualquier desequilibrio. El Dr. Smyth también dijo que deberíamos tomarnos el tiempo para felicitar a nuestros socios, ya que todos estamos bajo una gran cantidad de estrés. "Si no hacemos una pausa y buscamos lo bueno y las cosas que apreciamos de nosotros mismos y de nuestros padres, no lo veremos", dijo el Dr. Smyth.

Estoy tratando de ser más amable conmigo mismo en ese frente. Como Jancee Dunn, el autor de "Cómo no odiar a su esposo después de los niños" y colaborador frecuente de NYT Parenting, me aconsejó, debería crear un tipo diferente de diversión con mis hijos que no necesariamente implique juegos físicos o juegos de mesa . La verdad es que no quiero jugar a capturar la bandera. Solo quiero querer jugar, porque quiero poder alegrar a mis hijos en un momento en que sus emociones normales se cancelan. Puedo seguir horneando con ellos, leer con ellos y hacer mosaicos adhesivos con ellos sin cesar.

Lo peor que puedes hacer como padre es tratar de forzar la "diversión" cuando en realidad no es divertido para ti. Drew Magary, columnista interno de la revista GEN de Medium y autor de la novela "Punto B", dijo que si se esfuerza demasiado por la diversión de romper las reglas, ya no es un padre. "Usted es el tío que está presentando cigarrillos a sus hijos", dijo Magary, que tiene tres hijos, de 14, 11 y 8 años. Nadie quiere ser ese tipo.

P.D .: Today's One Thing proviene de Elizabeth Kitchens, madre de un niño de 4 y 2 años en Los Ángeles. Ella y sus hijos hicieron títeres con platos de papel y pajitas, luego colgaron una manta sobre una puerta para bebés para crear un D.I.Y. escenario para su espectáculo de marionetas. "Fue sin duda la actividad de cuarentena más exitosa hasta la fecha", dijo.

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75 ANIVERSARIO DE LA II GUERRA MUNDIAL. Lo que no acabó el 8 de mayo de 1945. La capitulación de Alemania, hace ahora 75 años, no significó el final del sufrimiento de los civiles en Europa, ni del conflicto.

El 8 de mayo de 1945, hace ahora 75 años, terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa con la entrada en vigor de la rendición incondicional de Alemania. Sin embargo, esto no significó el final del sufrimiento en el continente para millones de civiles, ni siquiera el final de la guerra, que continuó en Asia hasta agosto y en varios países europeos, donde se combatió hasta casi los años cincuenta. El Día de la Victoria empezó la reconstrucción de un continente devastado por el mayor conflicto de su historia, pero la paz todavía era un objetivo lejano. “Europa entera vivió durante décadas bajo la alargada sombra de los dictadores y las guerras de su pasado inmediato”, escribió el historiador británico Tony Judt en su clásico Postguerra (Taurus).

El Viejo Continente se convirtió en el escenario de un nuevo tipo de conflicto, la Guerra Fría, que se saldaría con la condena a vivir en dictaduras del socialismo real para millones de ciudadanos de Europa del Este y con guerras civiles en Grecia o Yugoslavia. La inmensa mayoría de los europeos vivían en la pobreza extrema, entre las ruinas y el hambre constante, mientras se producían oleadas de refugiados. “Todos y todo, con la notable excepción de las bien alimentadas fuerzas de ocupación aliadas, parecían acabados, sin recursos, exhaustos”, explica Judt. Los antiguos nazis trataban de escabullirse, mientras los supervivientes del Holocausto encontraban muy pocos lugares seguros en los que refugiarse. En gran parte del continente se produjeron episodios de violencia aunque la mayoría de los combates habían finalizado. Algo que no ocurrió en Asia, el otro gran frente de la Segunda Guerra Mundial.

Los combates en el Pacífico
Ni la destrucción de Alemania, ni el suicidio de Hitler, ni el derrumbe del Tercer Reich, ni el sufrimiento atroz para millones de personas, llevaron al Japón imperial a rendirse. “Al día siguiente de la rendición incondicional de Alemania, Japón anunció desafiante al mundo su voluntad de seguir luchando”, escribe Max Hastings en Némesis (Crítica), el ensayo en el que este gran historiador de la Segunda Guerra Mundial analiza la derrota de Japón en 1945. Los B-29 estadounidenses llevaban meses portando muerte y destrucción al corazón de Japón en forma de bombardeos masivos –una cuarta parte de Tokio fue destruida en la noche del 9 al 10 de marzo con bombas incendiarias–, pero la derrota parecía lejana. Una invasión terrestre del archipiélago era demasiado costosa y existía el peligro de que Rusia se adelantase, por lo que Estados Unidos ya había tomado la decisión de utilizar la bomba atómica, primero contra Hiroshima (6 de agosto) y luego contra Nagasaki (9 de agosto). Para muchos historiadores, aquellas nuevas armas no significaron solo el final de la Segunda Guerra Mundial, sino el principio de la Guerra Fría, que ya había empezado en Europa incluso antes de la rendición de Alemania.

La Guerra Fría
Los Aliados se dividieron Europa en cuatro conferencias: Teherán, Yalta, Potsdam y la menos conocida de Moscú, en la que, sin la presencia del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, Josif Stalin y Winston Churchill decidieron el destino de los Balcanes en un trozo de papel garabateado. La desconfianza había marcado toda la fase final del conflicto y cada vez estaba más claro que una parte del continente iba a quedar sometida a la URSS en lo que el historiador Keith Lowe llama “la subyugación del este de Europa” en Continente salvaje (Galaxia Gutenberg). “La toma del este de Europa por el comunismo no fue un proceso pacífico”, explica Lowe, quien señala que los combates continuaron en Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Estonia y Polonia, esta vez contra los partisanos. “Los partidos comunistas adoptaron una estrategia de presión encubierta, seguida de otra de terror y represión”, escribe Tony Judt. Incluso países como Checoslovaquia, donde el Partido Comunista apenas había logrado un 10% de los votos antes de la guerra, estaban sentenciados. Alemania quedó rápidamente rota. Solo con la caída del Muro de Berlín, en 1989, aquellos millones de europeos del Este recuperarían la libertad.

La expulsión de los alemanes
Desde el final de la Primera Guerra Mundial, los países de Europa del Este habían sido una mezcla de culturas, lenguas y pueblos. En 1945, ese crisol se terminó de manera brutal en la mayoría de aquellos Estados, sobre todo con la expulsión masiva de los alemanes étnicos, uno de los grandes dramas del conflicto y, a la vez, el menos conocido. Los alemanes pasaron de ser los verdugos, porque su apoyo masivo al nazismo fue indiscutible hasta el final, a ser las víctimas, sobre todo las mujeres que padecieron las violaciones masivas de los soldados soviéticos.

La firma de la rendición alemana, en Berlín, el 8 de mayo de 1945. 

El éxodo de los alemanes étnicos representó la mayor oleada de refugiados de la guerra. “Las estadísticas relacionadas con la expulsión de los alemanes entre 1945 y 1949 superan la imaginación”, escribe Keith Lowe. “La mayor cantidad de ellos proceden de las tierras que se incorporaron a la nueva Polonia: casi siete millones. Otros tres millones fueron expulsados de Checoslovaquia y más de 1,8 millones de otras tierras”. Llegaban a un país en el que no habían estado nunca, arrasado no solo física sino también moralmente (solo en Berlín, el 75% de los edificios había sufrido daños). Cientos de miles murieron por el camino.

Un continente de refugiados
Mientras llegaban oleadas y oleadas de alemanes, a su vez millones de personas trataban de regresar a sus países desde las ruinas del Tercer Reich. Solo en Alemania estaban varados ocho millones de trabajadores esclavos de toda Europa, que querían volver sin recursos en medio del caos. Uno de ellos era el padre del escritor holandés Ian Buruma, que cuenta su retorno en Año cero. Historia de 1945 (Pasado Y Presente). Llegó tan hambriento y deteriorado a Holanda, explica Buruma, “que seis meses después, aún era visible en él la hinchazón de la hidropesía causada por la falta de alimentos”. Sin embargo, muchos otros refugiados no tenían un lugar al que volver, sobre todo los judíos, las principales víctimas del horror nazi.

“Los judíos de todas las nacionalidades descubrirían que el fin del dominio alemán no significaba el fin de la persecución. Ni mucho menos. Pese a todo lo que habían sufrido los judíos, el antisemitismo aumentaría al final de la guerra”, argumenta Lowe. Polonia era un lugar especialmente peligroso, donde los pogromos fueron frecuentes, el peor de ellos en Kielce, el 4 de julio de 1946. “El regreso de los judíos al este nunca se consideró siquiera, ya que nadie en la URSS, Polonia ni ningún otro lugar mostraba el más mínimo interés en su regreso. Tampoco los judíos fueron especialmente bienvenidos en el oeste”, explica por su parte Tony Judt.

El final de la Segunda Guerra Mundial también representó el principio de la construcción europea. Los países vencedores habían aprendido del error del Tratado de Versalles y comprendieron que solo una Europa unida, que incluyese a Alemania, podría evitar un tercer conflicto mundial. Sobre las ruinas de Europa, en aquel desolador y a la vez esperanzador año 1945, se empezó a construir el futuro.

https://elpais.com/internacional/2020-05-07/lo-que-no-acabo-el-8-de-mayo-de-1945.html?rel=cla_articulo#1588936904423

_- Desfachatez

_- En los últimos meses hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero la pandemia ha revalorizado otras muy antiguas. Desfachatez, por ejemplo. Cuando ya sabíamos que el redemsivir fabricado por los laboratorios Gilead —¿se acuerdan de El cuento de la criada— no había demostrado eficacia en estudios clínicos independientes, Trump firmó con pompa y ceremonia la autorización de su uso en los enfermos más graves. La presentó como una de sus medidas para impulsar la reactivación de la economía y no pasó nada.

Desde la aparición del virus, yo pensaba que el laboratorio que desarrollara un tratamiento eficaz se iba a forrar, pero nunca pensé que alguno llegaría a forrarse gracias a un tratamiento ineficaz. La única explicación posible es que Trump asume que se mueran todos los que se tengan que morir con tal de que la crisis económica no perjudique su campaña electoral.
El mismo argumento sostiene actuaciones menos pavorosas pero igualmente inmorales en países de todo el mundo, cuyos dirigentes hacen contabilidad creativa con el número de víctimas o se encomiendan a la Virgen María para no confinar a la población, o para desconfinarla antes de tiempo.

Se diría que los muertos pierden importancia con el tiempo, que quienes murieron hace dos meses son más importantes que quienes murieron ayer. Tal vez por eso, Abascal denuncia que el estado de alarma es un instrumento que vulnera las libertades. Los españoles deben ser libres para enfermar y para morir, cabría concluir.

Según Arrimadas, la responsabilidad de las muertes y de la caída del PIB no es del virus, sino del Gobierno. Ayuso intentó culpar en un primer momento a Podemos de las aglomeraciones en Ifema. La desfachatez es un virus que crece exponencialmente. Almudena Grandes. El País, 4 de mayo.

viernes, 8 de mayo de 2020

Ken Loach: “Una economía de mercado no puede estar preparada para una crisis sanitaria”. Entrevista

Ricky, el protagonista de la última película de Ken Loach, Sorry We Missed You, es un repartidor con vehículo, mientras que su mujer, Abby, es trabajadora social. Cerca siempre de la clase trabajadora, de los desposeídos, de la gente común, Loach cuenta la historia de una familia que sobrevive apenas, pese a su trabajo incesante y agotador.

Esos personajes, o más bien, esta gente, vienen claramente a la cabeza cuando Europa, y el mundo, se ven devastados por la crisis del coronavirus y divididos entre quienes pueden “permitirse” el confinamiento y quienes se ven obligados a seguir trabajando o se arriesgan a perder su empleo. Hemos conseguido contactar por teléfono al cineasta para hablar de esta crisis [explica Giovanna Branca, que realizó la entrevista para el diario il manifesto].

Al leer estos días las noticias, vuelve una y otra vez a la cabeza Sorry We Missed You: los repartidores con vehículo están entre quienes más trabajan —y arriesgan—, llevando bienes no esenciales, mientras que se dispara el valor de empresas como Amazon.

Y también los trabajadores sociales: están incluso más en peligro en nuestro país, porque carecen de equipo de protección. Para muchos de nosotros, eso demuestra que una economía de mercado no puede estar preparada para una crisis sanitaria como ésta. La economía de mercado, y los políticos que representan esa idea de mercado, sencillamente fracasan: le fallan a la gente y fallan a la hora de planificar.

En nuestro país no había planes para suministrar equipos de seguridad, ni planes para hacer pruebas, ni para más camas de hospital, hasta que tuvimos encima el desastre. Y seguimos todavía sin tener “tests”, y hay medicos, enfermeras y trabajadores sociales que siguen trabajando sin equipos de protección. Por encima de todo, los que más sufren son los trabajadores sociales: todos los días hay alguna historia de trabajadores sociales que van a las casas de la gente –puede que tengan el virus, pero no lo saben– muchos de ellos trabajan enfermos, la gente está totalmente aislada en su casa.

Y en las residencies grandes, en las que vive mucha gente mayor o discapacitada, mueren en gran número. Una vez que entra el virus en la residencia, los trabajadores carecen de protección, la gente mayor está en su habitación, muchos de ellos sufren demencia, de modo que no saben lo que está pasando, sus parientes no pueden verles. El fracaso a la hora de planificar deja verdaderamente al descubierto al gobierno de la derecha, no pueden planificar y las consecuencias de ello son bastante peores de lo que tendrían que ser.

Sólo hace un par de semanas, el primer ministro Boris Johnson iba hablando de inmunidad de grupo.

No tenían un plan general, de manera que fueron corriendo de un problema a otro. Ya en enero sabían que se avecinaba la crisis y da la impresión de que no hicieron nada. El otro día, en mitad de la crisis, pedían a las empresas que se prestaran voluntariamente a confeccionar ropas de protección: ¿por qué no se hizo esto a principios de febrero, cuando sabían que iba a pasar? ¿Por qué no empezaron a hablar de los suministros médicos necesarios para realizar pruebas? El gobierno del libre mercado: ese es el problema. La idea de que el Estado organiza las cosas colectivamente les resulta ajena. Lo que es importante decir es que no se trata de un buen sistema que funcione de manera ineficiente, se trata de un sistema que es por naturaleza incapaz de planificar. Es una revelación acerca del capitalismo mismo, no de gente que resulta que es ineficiente.

Aquí en Italia una de las razones por las que la propagación del virus va descendiendo, pero no lo bastante, considerando que llevamos casi dos meses de confinamiento, es que muchas fábricas, sobre todo en el norte, han seguido funcionando. Mientras algunos se pueden “permitir” el confinamiento, otros siguen trabajando como si no hubiera cambiado nada.

Eso también es verdad en Gran Bretaña . El gobierno dio instrucciones muy confusas, sobre todo a la gente que trabaja en obras de construcción. Las instrucciones generales eran: si se pueden mantener dos metros de distancia, en ese caso pueden trabajar. Pero las obras de construcción entendieron que esto significaba que siguieran trabajando, pero, por supuesto, no hay manera de que los trabajadores de la construcción vayan a mantenerse a dos metros de distancia. Eso lo sabe todo el mundo, es ridículo.

La otra observación que hay que hacer, me parece, es que la clase trabajadora es la que más sufre, puesto que hace un trabajo manual y se ve obligada a trabajar.

¿Qué opinión tiene del nuevo dirigente laborista, Keir Starmer?

Creo que en lo esencial es un gestor para la socialdemocracia y que sus instintos son de derechas. Creo también que fue muy inteligente al seguir trabajando con Jeremy Corbyn y no abandonarle, porque eso hizo que siguiera siendo bastante popular entre los afiliados. Pero, en realidad, fue responsable del desastre del Brexit, la postura laborista fue un verdadero desastre… y eso nos hizo perder las elecciones.

Pero las opciones entre los candidatos eran muy mediocres. Teníamos una candidata de izquierdas [Rebecca Long Bailey], pero no resultó tan sólida como algunos de nosotros habíamos esperado. Keir Starmer parece un político convencional: un hombre blanco de mediana edad, con traje, de aspecto pulcro, que puede hablar con frases bastante claras y puede manejarse en el diálogo politico con bastante eficacia. Pero en lo que toca a tener alguna vision radical… no tiene ninguna. El ala derecha le votó, los medios de comunicación se sienten muy cómodos con él, porque actúa de un modo al que están acostumbrados.

Hice un programa de television con él hace algunos años, y descubrí que tenía muy poco que decir en lo que respecta a la comprensión de las grandes fuerzas de clase que operan en conflicto. ÉI hablaba de cuestiones de gestión. Creo que es un hombre acostumbrado a tener bandeja de entrada, a tomar una hoja de la bandeja, escribir un correo electrónico y ponerla en la bandeja de salida. Y hasta ahí me parece que llega su visión.

¿Qué tipo de vision le haría falta ahora mismo al Partido Laborista?

Tiene que tratar de acertar por la izquierda. Hay que desmantelar toda la privatización del servicio sanitario, porque muchas de sus funciones están subcontratadas a empresas privadas. Eso se tiene que acabar. Los grandes servicios públicos deberían convertirse en propiedad pública, y lo mismo las infaestructuras: transportes, correos, telecomunicaciones, energía, agua. Los elementos punteros de la industria deberían transformarse en cooperativas, o deberían ser de propiedad colectiva, de manera que podamos empezar a levantar una economía que pueda cumplir con las cuestiones climáticas, pero también que proporcione trabajo seguro.

Y también necesitamos grandes bancos públicos de inversion para invertir en las regiones en las que existe una verdadera pobreza endémica y nada de empleo, como el noroeste [de Gran Bretaña]. Es posible un programa masivo, aún dentro de los límites de la socialdemocracia, que sin embargo podría ser una primera piedra para una economía socialista.

Pero el gran vacío es: ¿dónde está la izquierda europea? Tuvimos una posibilidad con el liderazgo de Jeremy Corbyn, pero en lo que respecta al movimiento de masas, de Europa no llegó nada: nos quedamos aislados. Eso podría haber supuesto una gran diferencia. No fue solo una derrota de la izquierda en Gran Bretaña: puso de manifiesto la ausencia de una izquierda congruente en el resto de Europa.

El único movimiento de masas que parece haber surgido en estos años es el que combate el cambio climático.

Pero no se basa en una política de clase. Carece de un análisis estructural de la estructura dominante de la economía. No puedes controlar a las grandes empresas multinacionales y decirles cómo producir, dónde conseguir las materias primas. No puedes planificar lo que no es de tu propiedad. Y si no tenemos la propiedad, no podemos planificarla, y si no podemos planificarla no podemos proteger el planeta. Nos hace falta liderazgo: una masa de gente se verá motivada para organizarse si ve un problema grande, pero la cuestión del liderazgo estriba en comprender las raíces del problema y liderar luego partiendo de esa base. Nos devuelve a la idea de Lenin del Partido: hay que tener un análisis coherente del corazón del movimiento; de lo contrario, se dispersa.

En esos días los migrantes siguen inundando las fronteras de Europa, pero parece que nos hubiéramos olvidado de ellos por completo, mientras que ellos se encuentran entre los más expuestos a esta crisis.

Por supuesto, no tienen ninguna protección. No solo los migrantes: Siria, los rohinyas, la gente de Gaza, de Cisjordania. Los pueblos por doquier oprimidos. Probablemente, el virus sea lo ultimo en lo que estén pensando: se están preguntando, “¿dónde voy a comer?, ¿dónde me voy a refugiar esta noche?, ¿voy a sobrevivir mañana tal como están las cosas?”.

La gente se apiña en la pobreza en las islas griegas, en los campos de refugiados y en las favelas de América Latina. En cuanto entra el virus, la perspectiva se vuelve aterradora. Creo que demuestra que hay un problema inherente al Derecho internacional, a las Naciones Unidas; nos hace falta un Derecho internacional que pueda llevarse a la práctica, pero, mientras países como los Estados Unidos —y China y Rusia— no lo acepten y rechacen la responsabilidad colectiva, es muy poco lo que podemos hacer. Las Naciones Unidas son una organización que hace campaña, no puede llevar a la prácica nada. Y sin eso estamos perdidos.

¿Tampoco la Unión Europea parece desempeñar un papel positivo?

A Italia, como a Grecia, la han dejado sola. El norte de Europa le volvió la espalda: se supone que estamos juntos en esto, pero ya se arreglan ustedes. La hipocresía de la Unión Europea es sencillamente repugnante cuando se enfrenta a un problema de verdad que poner en común. No coincido en lo politico con Angela Merkel, evidentemente, pero por lo menos ella reaccionó de un modo humano.

¿Cómo puede, o cómo debería afrontar el cine esta crisis cuando llegue el momento?

La cuestión preponderante para el cine es que necesitamos tener cines, en ciudades grandes y pequeñas, porque el impulso de ver películas en casa, el modelo de Netflix, es para mí desastroso. La opción de elegir película en los multicines se está haciendo cada vez más reducida y el cine independiente se queda fuera. La única forma de sobrevivir, me parece, es que los cines sean de propiedad municipal, con una programación a cargo de gente que se preocupe por el cine. Necesita intervenciones poíticas, de modo que lo tratemos igual que a las galerías de arte, y que el dinero público se invierta en cines que proyecten películas del mundo: europeas, del Lejano Oriente, de América Latina, África y Norteamérica, por supuesto. Podrían ser lugares estupendos y podríamos volver a disfrutar de las películas de nuevo, con público.

Las comedias, por ejemplo: la risa es contagiosa, si te sientas en tu casa a ver una comedia, lo más probable es que no te rías igual que si estuvieras sentado entre una multitud de gente que se ríe. Y si hay algo conmovedor o trágico, lo sientes más entre el público que si estás sentado tu solo en tu habitación, y parándote una y otra vez para hacerte un té.

Ken Loach Ken Loach (1936) es el mayor de los cineastas políticamente comprometidos del realismo social británico.

https://www.sinpermiso.info/textos/ken-loach-una-economia-de-mercado-no-puede-estar-preparada-para-una-crisis-sanitaria-entrevista

jueves, 7 de mayo de 2020

Tres cuentos sobre la educación de Anthony de Mello

Tres pequeños cuentos de uno de mis autores preferidos de siempre, Anthony De Mello, del libro El canto del pájaro. ¿Tienen que ver con la educación y lo que pasa en las escuelas?

1- Cuántas veces actuamos respetando las normas con un rigor extremo pero sin mirar a los ojos?

MIRAR A SUS OJOS

El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».

En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación». De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.

Veinte años después pasó un profeta por la – aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto». «¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia».

«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».

2- Cuántas veces queremos cambiar a los demás, a los alumnos, olvidando que lo que necesitan es que les quieran.

NO CAMBIES
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.

Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo
por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara.

Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

Pero un día me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte».

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No cambies… Te quiero…».

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh, maravilla!, cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de que cambiara o dejara de cambiar.

3- Como profesores y padres, debemos dejar que hijos y alumnos se encuentren a sí mismos.

EL PATITO
El santón sufí Shams-e Tabrizi cuenta acerca de sí mismo la siguiente historia:

Desde que era niño se me ha considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderme. Mi propio padre me dijo en cierta ocasión: «No estás lo suficientemente loco como para encerrarte en un manicomio ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé qué hacer contigo».

Yo le respondí: «Una vez pusieron un huevo de pata a que lo incubara una gallina. Cuando rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre, hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiadamente. Pues bien, querido padre, yo me he metido en el océano y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla».

miércoles, 6 de mayo de 2020

El capitán Moore, héroe británico de la lucha contra el covid-19, celebra sus 100 años. El veterano de la Segunda Guerra Mundial logró recaudar 30 millones de libras dando 100 vueltas caminando por el patio de su casa.

El capitán Tom Moore ha cumplido este jueves 100 años. Aclamado como un héroe británico de la lucha contra la pandemia de covid-19, la semana pasada logró recaudar casi 30 millones de libras (34,5 millones de euros) con un modesto gesto: dar 100 vueltas caminando por el patio de su casa con la ayuda de su andador. Las imágenes de este señor bajito, encorvado, siempre bien vestido y a veces con las medallas militares colgadas en la solapa, dieron la vuelta al mundo y se volvieron virales en las redes sociales.

La hazaña de este hombre le valió la admiración de millones de británicos, entre ellos del primer ministro, Boris Johnson, que grabó un vídeo para felicitar en la distancia al capitán, que como regalo de cumpleaños ha recibido, además de una tarjeta de la reina Isabel II, el ascenso a “coronel honorario”.

En una entrevista para medios británicos, el ahora coronel dijo que “llegar a los 100 años es algo importante, pero llegar rodeado de tanto interés y una inmensa generosidad de la gente es muy abrumador”.

En su casa de la localidad inglesa de Marston Moretain, Moore ha recibido 140.000 tarjetas de cumpleaños. El responsable de Correos de esa localidad, Bill Chandi, admitió que han tenido más trabajo que en Navidad, ante la lluvia de tarjetas para Moore, al que calificó como "un modelo a seguir".

El veterano de la Segunda Guerra se ha vuelto todo un símbolo de esperanza y determinación en medio de la crisis de la covid-19 en el Reino Unido, donde el número de muertos por esta enfermedad ha llegado a superar ya los 26.000.

https://elpais.com/videos/2020-04-30/el-capitan-moore-heroe-britanico-de-la-lucha-contra-el-covid-19-celebra-sus-100-anos.html

martes, 5 de mayo de 2020

¿Son los padres y las madres (in)competentes para educar? La disciplina social solo es posible cuando existe, previamente, una responsabilidad personal.

En una de las bibliografías de María Montessori, Rita Kramer explica que se había puesto de moda, entre las mujeres del siglo XIX en Italia, el juego de encender y de apagar unas cerillas para matar el tiempo, mientras los niños estaban siendo cuidados por una niñera y el padre estaba ausente del hogar. Esa anécdota ilustra hasta qué punto no se veía la actividad educativa -por lo menos durante los primeros años del niño- como algo relevante. Educar era una tarea a la que se dedicaban principalmente los más vulnerables, a falta de otra alternativa. Montessori explica como era corriente escuchar en las familias burguesas decir al niño; “no te sientes en el suelo” o “no te sientes en el sofá”. Entonces el niño era un ciudadano que no tenía lugar en los espacios comunes de su propia casa. Se le decoraba de lazos y se le ataba inmóvil a una silla con su niñera para que no hiciera ruido y no molestara.

Si bien es cierto que en l’Émile, Rousseau había hablado en el siglo XVIII del niño como de un sujeto, no como un objeto, consideraba el Estado como su principal educador. Afirmaba que el Estado tiene un papel prioritario sobre el de los padres en el ámbito de la educación de los hijos, puesto que la educación de los niños no debe “abandonarse a los prejuicios de sus padres”. Quizás fue por exceso de coherencia consigo mismo que Rousseau abandonó a sus hijos en un orfanato. La idea rousseauniana de que los padres son incompetentes para poder educar a sus hijos y deben dejar que el Estado lo haga para ellos sigue hoy recibiendo atención, configurando muchas de las políticas educativas.

A inicios del siglo XX, se empiezan a multiplicar las teorías psicológicas respecto a la educación y se ponen de moda los parvularios para niños desde los 3 años. En los EE UU, Dewey tiene sus teorías encaminadas a resolver, desde el aula, la cuestión de la educación hacia la integración de los millones de inmigrantes que habían llegado a América después de la Primera Guerra mundial. En Europa, nace el movimiento de la Educación Nueva inspirado en gran parte en Rousseau. Las aulas de la Educación Nueva se convierten en laboratorios de psicología, y la psicología se convierte en el vestido de dignidad de la pedagogía. Surgen todo tipo de teorías educativas elaboradas por médicos o psicólogos, como Claparède, Decroly, Piaget, Montessori, que pueden dar de pensar a los padres que la educación es un asunto demasiado complicado para que ellos mismos puedan hacerse cargo. Los padres deben por tanto encargarlo a los especialistas, ya que ellos, sí saben.

Acabada la Segunda Guerra mundial, ante el horror de los campos de concentración, se rechaza enérgicamente la teoría de la eugenesia, se empieza a entender el poder de la educación y los Estados adoptan progresivamente la idea de cuidar a los colectivos desfavorecidos a través de políticas sociales y educativas, empezando desde la primera infancia. Como consecuencia de la Segunda Guerra mundial, los orfanatos de Europa están llenos. La OMS encarga entonces un informe a un psiquiatra llamado John Bowlby, sobre la consecuencia de una crianza sin madre sobre la salud mental de los niños en los orfanatos. En su informe, publicado en 1951, Bowlby hace hincapié en la importancia de la sensibilidad del principal cuidador para la creación de un vínculo de apego (de confianza) entre él y el niño. Nace entonces la teoría del apego, que revolucionará el ámbito de la psicología infantil.

En la década de los ochenta, el caldo es favorable a la aplicación de ciertas ideas neurocientíficas en el ámbito de la educación y la ciencia se convierte una vez más en el vestido de dignidad de la pedagogía bajo la etiqueta de la “educación basada en la neurociencia” (brain-based education). Esa situación da pie a las expresiones que hoy conocemos como: “todo se juega de 0 a 3 años” o “más y antes es mejor”. Y entonces se recomienda a los padres escolarizar a sus hijos cuanto antes, se pone el énfasis en la parte cognitiva de 0 a 3 años y se multiplican los métodos y los libros que hablan de la estimulación temprana. De nuevo, los padres tienen menos protagonismo, delegando la educación a parvularios especializados que usan métodos supuestamente basados en la neurociencia, pensando que ellos mismos no son lo suficientemente competentes para hacer ese trabajo. El apogeo de esa creencia es, en 1997, cuando Hilary Clinton, en un discurso dirigido a educadores en la Casa Blanca, dice: “En el momento en que la mayoría de los niños empiezan la escuela infantil, la arquitectura del cerebro está esencialmente construida.” Esa declaración levantó un tsunami de críticas por parte de neurólogos y neurobiólogos en todo EE UU, pues esa creencia es un “neuromito” (una mala interpretación de la literatura neurocientífica). El cerebro es plástico y puede modificarse a lo largo de toda la vida y el bombardeo temprano de información no necesariamente favorece el aprendizaje. Esos neuromitos dan una importancia excesiva a la estimulación cognitiva y restan importancia a la dimensión interpersonal en los primeros años, clave para el apego.

La disciplina social solo es posible cuando existe, previamente, una disciplina y una responsabilidad personal.
Los neuromitos han llevado a la abdicación del ámbito familiar, a favor de la industria educativa del consejo empaquetado conformado por aquellos gurús, expertos, libros o productos que dictan a los padres exactamente lo que han de hacer para que sus hijos sean exitosos y felices, y sobre todo para que coman, duerman y obedezcan. Ese enfoque educativo conductista, caracterizado por el adultocentrismo, está orientado principalmente hacía la tranquilidad de los padres. La industria del consejo empaquetado, en búsqueda del “manual definitivo” de una crianza perfecta, enfoca la educación desde el punto de vista de los “cómo” y de los “qué” y aleja a los padres de los “para qué” y los “por qué”. Contribuye, de nuevo, a despojar a los padres de su papel como primeros educadores, entregando a sus hijos a la industria del juego “con botones y pilas” y despojándoles de la intuición parental y del sentido común que debería guiar toda acción educativa.

La teoría del apego fue inicialmente criticada por el feminismo, por culpar a la mujer trabajadora de todos los males de la infancia. Pero hoy sabemos que el apego del niño puede hacerse tanto con el padre como con la madre. El apego es el vínculo de confianza que se establece entre el niño y un principal cuidador disponible y capaz de atender a tiempo sus necesidades básicas durante los primeros años de vida. El niño con apego seguro es más confiado, descubridor y empático en sus relaciones interpersonales. Hoy, esa teoría es una de las más investigadas, reconocidas y establecidas en el ámbito de la psicología del desarrollo, se ha convertido en el enfoque por excelencia para entender el desarrollo del niño y está siendo utilizada como base y premisa de la mayoría de las investigaciones y políticas sociales y de educación infantil en gran parte de los países desarrollados.

Hacer creer a los padres que la híperestimulación durante los tres primeros años de vida es más importante que la atención afectiva y convencerles de la necesidad de una escolarización temprana ha contribuido a adormecer la conciencia de ser principales educadores y puesto en entredicho su vocación y su competencia educativa, generándoles agobio e inseguridad personal. Esas creencias han despojado a los padres de su rol, reduciéndoles a meros estimuladores y animadores de ludoteca que ni gozan, ni disfrutan de la belleza de su misión.

Esa creencia influyó, como es lógico, en la cuestión de la conciliación. Si los niños no necesitan a sus padres, entonces más vale delegar ese cuidado y escolarizarlos desde los 4 meses. Si el niño está mejor en el colegio, ¿para qué necesitamos una baja de maternidad o de paternidad más larga? Entonces los únicos argumentos que nos quedan son invocar el derecho de la mujer a tenerla, o la obligación del varón a cuidar de sus hijos para erradicar el machismo. Hoy sabemos que la rotación del principal cuidador es uno de los factores que interfiere en la creación del vínculo de apego. Pero preferimos prohibir la transferibilidad de las bajas, porque es más afín a nuestras mentalidades igualitaristas. En definitiva, las necesidades del niño, que deberían ser el principal protagonista de la cuestión, se relegan al segundo plano en un debate ideológico esencialmente adultocéntrico.

¿Qué es la sensibilidad? La sensibilidad (instinto maternal, paternal) es un mecanismo del que dispone la naturaleza para ayudarnos a tomar conciencia de nuestra responsabilidad como primeros educadores, para que seamos capaces de sintonizar con las necesidades reales de nuestros hijos. ¿Debería ser suficiente con el sentido del deber? Si, pero la naturaleza es generosa y nos facilita el trabajo. Sin embargo, no es suficiente tener ese regalo. Esa sensibilidad se desarrolla a base de pasar tiempo con nuestros hijos, dándonos cuenta de lo que necesitan para su buen desarrollo. En ese sentido el confinamiento ha sido y está siendo una oportunidad única para desarrollar esa sensibilidad maternal y paternal, para consolidar el vínculo de apego / de confianza con cada uno de ellos. En ese sentido, nuestra mirada es clave para transmitirles una actitud positiva y confiada hacía el mundo que nos rodea.

Por último, no iría mal recordar, en tiempos de des-confinamiento, que la disciplina y la responsabilidad social, tanto por parte de los padres como de los niños, no surge de “la nada”, ni de llenar la calle de personas uniformadas repartiendo multas, ni de las instrucciones del “BOE de cada día”. La disciplina social solo es posible cuando existe, previamente, una disciplina y una responsabilidad personal. Y la responsabilidad personal solo es posible cuando asumimos que la persona que actúa es competente, racional, consciente y libre de asumir las consecuencias de sus acciones. Montessori lo ilustraba con un hermoso ejemplo. Explicaba como era posible que un grupo de personas se queden en silencio ante un concierto. Nos recordaba que el silencio colectivo no es, o por lo menos no debería jamás de ser, el mero resultado de la imposición colectiva de una norma. En ese caso, la disciplina colectiva es la suma de la disciplina personal de cada uno de los que escucha en silencio. Es el resultado del que ha desarrollado la fortaleza personal y el autocontrol, del que entiende lo que acontece y tiene sensibilidad para apreciar la belleza y la armonía del sonido del conjunto de todos los instrumentos que se oyen en la pulcritud del silencio.

https://elpais.com/elpais/2020/04/26/mamas_papas/1587917046_474050.html?rel=listapoyo

lunes, 4 de mayo de 2020

Einstein

En 1905, Einstein publicó cuatro artículos de gran repercusión para la ciencia. Ese año, que pasó a la historia como su "Annus mirabilis", el físico alemán concibió una revolucionaria teoría cuántica de la luz, ayudó a probar la existencia de los átomos, explicó un enigmático movimiento, cambió el concepto de espacio y tiempo, y formuló la ecuación más famosa del mundo.

E= M* C2. La energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado.

"La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debes seguir moviéndote".

La frase fue escrita por el prestigioso físico Albert Einstein (1879-1955) a su hijo Eduard en una carta de febrero de 1930.

Y ciertamente Einstein, uno de los científico más relevantes de la historia, no dejó de moverse hasta el final de sus días.

Sus descubrimientos marcaron un antes y un después en la física, recibiendo el premio Nobel de Física en 1922 y un reconocimiento mundial que trascendió la ciencia.

Periodistas y biógrafos lo describen como inconformista y rebelde con una inmensa curiosidad y como un apasionado incansable de la ciencia.

A pesar de su reputación de ser un hombre distante y solitario, en realidad tuvo fuertes lazos familiares y de amistades que se extendieron durante todo su vida.

Pero ¿cómo esta mente brillante manejaba su tiempo, cómo eran sus rutinas y qué hay de cierto en que usaba la misma ropa?

Este es un repaso de algunos aspectos de la vida de Einstein a 65 años de su muerte.

Conocimiento y creatividad
La vida de Einstein no fue lineal y constante. Es decir, como cualquiera de nosotros, no siempre usó el tiempo para acumular conocimientos de la misma manera a lo largo de sus años.

Sin embargo, para Einstein, había algo mucho más significativo que la sabiduría que lo acompañó durante toda su vida.

"La imaginación es más importante que el conocimiento", le dijo al periodista George Sylvester Viereck en una entrevista publicada en el diario Saturday Evening Post en octubre de 1929.

"La ecuación E=mc² de Albert Einstein le dio forma a todo el siglo XX": Christophe Galfard, discípulo de Stephen Hawking

Cuando era niño, Einstein experimentó problemas para hablar y aprender.

"Tenía tanta dificultad con el lenguaje que los que lo rodeaban temían que nunca aprendería", le escribió Maja Einstein, hermana de Albert, a su amiga Sybille Blinoff en una carta de mayo de 1954.

El mismo Albert Einstein reflexionó en su adultez sobre su infancia y los problemas de aprendizaje.

"El adulto común nunca se preocupa por los problemas del espacio y el tiempo. Estas son cosas que ha pensado de niño. Pero como yo me desarrollé tan lentamente, comencé a preguntarme sobre el espacio y el tiempo solo cuando ya era un adulto".

"En consecuencia, investigué el problema más profundamente de lo que lo haría un niño común y corriente", le contó el propio Einstein al físico alemán y premio Nobel James Franck, uno de los testimonios que recoge Walter Isaacson en la biografía Einstein, his life and universe ("Einstein, su vida y universo").

Sin embargo, algunos investigadores sostienen que la capacidad de concentración y sistematización, es decir la habilidad que tenía Einstein de identificar las leyes que gobiernan un sistema, y a la vez su aparente falta de empatía, podrían haber sido una manifestación de autismo, lo cual nunca se ha demostrado.

Concentración extrema
La genialidad de Einstein sumada a su capacidad extrema de concentración hicieron que en 1905 escribiera cinco influyentes investigaciones científicas que incluyen, por ejemplo, la ecuación más famosa de la historia de la ciencia (E=mc2).

Algunos llaman a este período el "año milagroso".
En ese momento, Einstein, con solo 26 años, trabajaba como funcionario en la oficina de patentes de Suiza ocho (10) horas al día seis veces por semana.

"Podía hacer el trabajo de un día completo en solo dos o tres horas. El resto del día, desarrollaba mis propias ideas", según cuenta Peter Bucky, radiólogo y amigo de Einstein en su libro The Private Albert Einstein ("Albert Einstein en privado").

Ese año fue la demostración de que la mente de Einstein podía manejar una variedad de ideas simultáneamente.

Esa habilidad también se veía reflejada en el día a día en la casa con su familia.

"Incluso el llanto más fuerte de un bebé no parecía molestar a mi padre. Podía continuar con su trabajo completamente impermeable al ruido", describió su hijo Hans Albert Einstein a Bucky.

El violín era otro de los instrumentos que le permitía agudizar esa concentración.

"A menudo tocaba el violín en la cocina a altas horas de la noche, improvisando melodías mientras reflexionaba sobre problemas complicados. Entonces, de repente, decía: '¡Lo tengo!', como si por inspiración, la respuesta al problema hubiera llegado a él en medio de la música", agregó Hans Albert Einstein.

Según el mismo periodista en la entrevista publicada en el Saturday Evening Post en 1929, Einstein gozaba de una paciencia infinita y no le molestaba explicar sus teorías una y otra vez. "Era un maestro innato que no resiente las preguntas".

Sin embargo, sus primeros años como profesor en las universidades de Berna y Praga no gozaron de tanto éxito.

Einstein nunca fue un maestro inspirador y sus conferencias tendían a considerarse desorganizadas, afirma Isaacson en su libro.

Ciencia versus familia
Si bien hubo momentos en la vida de Einstein que pudo parecer un ejemplo de un hombre multitarea, es también verdad que manejar el balance entre su vida profesional y la privada no le fue fácil.

Además del "año milagroso" en el cual su productividad fue asombrosa, el científico continuó publicando investigaciones revolucionarias y revisiones: seis en 1906 y diez en 1907, todas ellas mientras trabajaba en la oficina de patentes, describe Isaacson.

Al menos una vez a la semana tocaba su violín en un cuarteto de cuerdas y se ocupaba de su pequeño hijo Hans Albert que en ese entonces tenía unos 3 años.

"Cuando mi madre estaba ocupada en la casa, mi padre dejaba de lado su trabajo y nos cuidaba durante horas, mientras nos balanceábamos sobre sus rodillas. Recuerdo que nos contaba historias y a menudo tocaba el violín en un esfuerzo por mantenernos callados", recordó Hans Albert en una entrevista que recoge Isaacson.

Pero para 1911 las cosas empezaron a andar mal y su relación con la familia se volvió áspera. Para Einstein, la vida profesional empezó a pesar más que la personal.

"Él está trabajando incansablemente en sus problemas, se puede decir que vive solo para ellos", le dijo la entonces esposa de Einstein, la física Mileva Maric, a su amiga Helene Savic en una carta de 1912.

Las tensiones en el matrimonio sumadas al creciente acercamiento con su prima Elsa, que luego se convertiría en su segunda esposa, se volvieron insostenibles para 1913.

El exceso de trabajo -en ese tiempo tenía tres empleos-, la tensión mental y los problemas domésticos fueron demasiado para Einstein.

"Él tenía la impresión de que la familia estaba tomando demasiado de su tiempo, y que tenía el deber de concentrarse completamente en su trabajo", dijo su hijo Hans Albert en una serie de entrevistas a la BBC en 1967.

Cuando se separó de Mileva en 1914, también se apartó de los niños y eso lo perturbó profundamente.

Naturalmente, Einstein se sumergió en la ciencia para escapar de su tristeza.

¿Y el almuerzo?
La dedicación exclusiva a la investigación científica, que dio como resultado la teoría de la relatividad general junto a otros descubrimientos, dejó a Einstein exhausto en 1915.

"Mis sueños más audaces se han hecho realidad", le escribió a su amigo Michele Besso a finales de ese año. Estoy "contento pero kaput" (totalmente roto).

Ese proceso no solo lo dejó agotado sino que se profundizaron sus episodios de distracción incluso olvidándose de comer.

"A menudo estoy tan absorto en mi trabajo que me olvido de almorzar", le escribió a su hijo en una carta de mayo de 1915.

Cuando Einstein se volvió a casar, su matrimonio con Elsa fue muy diferente que el anterior.

Tenían cuartos separados y él estaba muy a gusto de que ella lo cuidara en todo momento.

"Elsa decidía por él cuándo comer y a dónde ir; hacía su maleta y le repartía dinero en sus bolsillos. Esos detalles le permitieron concentrarse más en el cosmos que en el mundo que lo rodeaba", detalla Isaacson en su libro.

A Einstein le gustaba navegar y salir a caminar. Era una manera de despejar su mente luego de sus momentos de intensa concentración. Muchas veces salía a dar paseos acompañado de Elsa, las hijas de ella o simplemente en soledad.

Existen varias historias sobre las distracciones de Einstein, incluso algunas en las que se lo vio perdido en la calle y debió pedir ayuda para volver a su casa, aunque muchas de ellas pueden ser exageradas.

Después de la muerte de Elsa en diciembre de 1936 y ya viviendo en Estados Unidos, Einstein volvió a sumergirse en el trabajo.

En una carta a su hijo Hans Albert de enero de 1937, Einstein admitió que le costaba concentrarse pero que el trabajo lo mantenía activo.

"Mientras pueda trabajar, no me quejaré ni debo, porque el trabajo es lo único que da sustancia a la vida", escribió en una de las cartas recopiladas por los Archivos de Albert Einstein (AEA, por sus siglas en inglés) de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Apariencia desprolija
Ciertamente Einstein no era un hombre que pudiéramos calificar de coqueto.

De alguna manera construyó una imagen de "profesor amable y gentil, aunque distraído a veces pero indefectiblemente dulce, quien deambulaba perdido en sus pensamientos, ayudaba a los niños con sus tareas y raramente se peinaba o usaba calcetines", describe Isaacson en su biografía.

En 1909 tanto su cabello como su vestimenta empezaron a caer en una especie de desprolijidad.

"Llegué a una edad en la que, si alguien me dice que use calcetines, no tengo que hacerlo", le dijo Einstein bromeando a un vecino, según recoge Bucky.

Entre las múltiples historias que se suelen repetir de Einstein una de ellas es que Einstein tenía diferentes conjuntos de ropa pero todos iguales para no tener que perder tiempo en elegir diariamente qué usar.

Sin embargo, ni la detallada biografía de Isaacson ni los archivos autorizados que contienen material original del científico mencionan esa historia.

Albert Einstein fue fotografiado varias veces con una chaqueta de cuero y solía evitar el uso de calcetines. "Nunca he visto una fuente confiable que afirme que Einstein tenía el mismo tipo de ropa", le aseguró por correo electrónico a BBC Mundo Roni Grosz, director de los AEA.

Eso sí: según fotografías, el científico solía repetir el uso de una chaqueta de cuero para eventos formales e informales.

Cuando una amiga descubrió que Einstein tenía una leve alergia a los suéteres de lana, fue a una tienda y le compró unas camisetas de algodón que usaba todo el tiempo, según describe Isaacson.

Tal vez de ahí surge parte del mito de que el científico usaba el mismo tipo de ropa para no tener que malgastar el tiempo pensando qué ponerse cada día.

Y su famoso aspecto de científico despeinado también se volvió icónico.

Incluso "su actitud despectiva hacia los cortes de pelo era tan contagiosa que Elsa, Margot y su hermana Maja lucían el mismo cabello gris desaliñado", especula Isaacson.

Sin pretensiones
Einstein fue un hombre muy austero. No ambicionaba dinero más que el que le permitiera vivir sin lujos.

En la entrevista del Saturday Evening Post de 1929, el periodista hace una descripción del escritorio de Einstein calificándolo de sobrio.

"El único instrumento de Einstein es su cabeza. No necesita libros, su cerebro es su biblioteca", detalla.

Cuando le ofrecieron el puesto en el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton, Nueva Jersey (EE.UU.), en la década de 1930, sus pedidos para su nueva oficina también fueron escasos.

"Un escritorio o mesa, una silla, papel y lápices. ¡Ah sí! Y una gran papelera, para poder tirar todos mis errores", respondió Einstein, según el biógrafo Denis Brian en su libro Einstein, a life ("Einstein, una vida"), de 1996.

Einstein se retiró oficialmente del instituto en 1945, a los 66 años, pero continuó trabajando allí en una pequeña oficina.

Como parte de su rutina diaria, se despertaba, desayunaba y leía los diarios. Luego, cerca de las 10 de la mañana caminaba lentamente desde su casa al instituto, llamando la atención de la gente con la que se cruzaba ya que para ese momento era toda una celebridad.

Einstein trabajó hasta que el dolor por la ruptura de una aneurisma de la aorta abdominal lo obligó a ir al Hospital de Princeton, donde murió el 18 de abril de 1955 a los 76 años.

Einstein disfrutaba caminar para despejar su mente.
Hasta el final, el científico batalló para encontrar una teoría de campo unificado para el campo electromagnético y el campo gravitatorio. Pero no lo consiguió.

Sin embargo, su perseverancia, genialidad y descubrimientos lo convirtieron en la cara más famosa de la ciencia de los últimos siglos, e igual nunca perdió su humildad.

"No tengo talentos especiales, solo soy apasionadamente curioso", le escribió Einstein a Carl Seelig, su primer biógrafo, en marzo de 1952.
BBC.