viernes, 11 de septiembre de 2020
Vida
Foto: Mariposa, Md. Al Amin
Podemos señalar más o menos con facilidad algo que está vivo, pero no es tan sencillo definir la vida. El agua, el aire, la tierra y el fuego son parte de la vida y la constituyen pero no son vida.
Mirada desde nuestro ombligo, la vida es el período que transcurre entre el nacimiento y la muerte. Mirada en su conjunto, es una tremenda e increíble rareza que dura ya unos 3.800 millones de años.
Maturana y Varela dicen que podemos saber que algo está vivo cuando es capaz de crear, reparar, mantener y modificar su propia estructura tomando sustancias del medio y expulsando lo que le sobra. Esa característica recibe el nombre de autopoiesis, que quiere decir auto-producción. La autopoiesis es la propiedad básica y distintiva de los seres vivos. Cuando no la cumplen es porque están muertos.
La vida surgió en la Tierra hace unos 3.800 millones de años. Primero aparecieron microorganismos anaerobios, que no necesitaban oxígeno. Unos mil millones de años después, aparecieron las cianobacterias que tenían la capacidad de utilizar la luz del sol para su nutrición y producían como residuo el oxígeno. Poco a poco, estas bacterias fueron cambiando la composición del aire, el agua y de la tierra.
La biota –conjunto de los seres vivos– fue creando las condiciones adecuadas para que se dé la vida en la Tierra tal y como la conocemos hoy. Coevoluciona y regula el ambiente. Con estas premisas, James Lovelock y Lynn Margulis formularon la Hipótesis Gaia. A partir de ella, ambos pusieron de manifiesto que lo que la ciencia solía tratar por separado, los seres vivos, los océanos, la atmósfera, el clima, los suelos…, formaba una realidad indivisible.
La vida en su conjunto es un sistema complejo que se autoconstruye y autorregula a partir de intercambios químicos y señales térmicas. Juntos, dice Marcos de Castro, el ambiente y los seres vivos, componen un sistema global que funciona como si se tratase de una entidad viva.
Gaia sería el sistema ecológico global que funciona orgánicamente, integrando a los seres vivientes, las relaciones entre ellos y de ellos con la tierra, el agua y el aire, a partir del “fuego” del sol. Se autorregula mediante una serie de complejos ciclos interdependientes entre sí –agua, carbono, fósforo, nitrógeno…– que funcionan con diferentes ritmos (desde segundos a millones de años) y a diferentes escalas espaciales (microscópicas, regionales o globales).
El sol es el motor de la vida. Es una estrella que se formó hace aproximadamente 4.600 millones de años. Técnicamente, es una enana amarilla, y seguirá siéndolo más o menos otros 5.000 millones más. Después, se convertirá en una gigante roja y engullirá las órbitas actuales de Mercurio, Venus y la Tierra.
La Tierra y la vida giran alrededor del Sol. Este movimiento organiza el tiempo y el calendario de los seres vivos. Su energía sustenta a casi todas las formas de vida concretas y hace que funcione el sistema en su conjunto.
Si el Sol es la energía, la fotosíntesis es la tecnología básica de lo vivo. A mí, me flipa la fotosíntesis. Es alucinante que en aquella sopa primigenia de células en interacción, de repente, algunas comenzasen a convertir la luz del sol y los minerales muertos en un cuerpo vivo, a la vez que expulsaban, como residuo, el oxígeno a la atmósfera.
Yo, atea, me imagino así la química de la resurrección. En un suelo, la materia orgánica procedente de seres vivos muertos es convertida por los microorganismos en minerales inertes. Y las plantas que fotosintetizan vuelven a convertir lo muerto en cuerpo vivo… Faltan, me parece a mí, muchos poemas sobre la fotosíntesis.
La vida se organiza en red. Los productores primarios fabrican su propio cuerpo que sirve de alimento a los seres herbívoros, que a su vez son la comida de los carnívoros. Los descomponedores se nutren de la muerte de todos los anteriores. Las relaciones entre productores, consumidores (herbívoros y carnívoros) y descomponedores regulan los ciclos en los que se recicla la materia. Van transfiriendo unos a otros la energía del sol, que solo puede ser capturada por los productores primarios. En cada traspaso de energía, se pierde la mayor parte de la misma.
Todos, absolutamente todos los seres, son comidos, vivos o muertos, por otros seres vivos. Podemos estar seguros de que cada partícula que compone la materia de nuestro cuerpo fue antes flor, piedra, arado, lápiz, escarabajo, cañón o mariposa.
Nos cuenta Lynn Margulis que la vida no conquistó el planeta mediante combates, sino gracias a la cooperación. Las formas de vida se multiplicaron e hicieron más complejas asociándose a otras, no matándolas.
Las células eucariotas –las células más complejas– se formaron a partir de la unión simbiótica entre células procariotas. Los animales y plantas estamos compuestos de células eucariotas, así que, si no se hubiese dado esa unión, la vida probablemente estaría formada sólo por un conglomerado de bacterias.
Lynn Margulis formuló la teoría de la simbiogénesis, que defiende que son las relaciones simbióticas, en mayor medida que las mutaciones genéticas al azar, las responsables de los mayores cambios evolutivos.
La cooperación ha sido una estrategia adaptativa también para muchas especies. Aves que comparten, licaones que cuidan de la prole en común, vampiros de Azada que se donan sangre, palomas torcaces que cazan en bandadas, bonobos que se organizan en sociedades matriarcales pacíficas y usan el sexo para resolver conflictos, aves que se alimentan de los parásitos de algunos mamíferos…
Nosotros mismos, los humanos, estamos habitados por millones de bacterias que cooperan con nosotros. En el trayecto que va desde la boca hasta el ano, en la piel, la nariz, oídos, la vejiga, los conductos urinarios y en la vagina, viven microorganismos que nos echan una mano con la digestión y otras funciones vitales. A cambio, nuestro cuerpo les proporcione hábitat y alimento.
Por supuesto que en la naturaleza se dan relaciones de competencia y lucha encarnizada, pero las relaciones de simbiosis y cooperación son centrales para que la vida se mantenga. Si la literatura científica ha destacado tanto lo de la supervivencia del más fuerte, probablemente ha sido porque son interpretaciones que encajan mejor con una organización social que naturaliza y legitima la competencia y la explotación de todo lo vivo por parte de quien más poder tiene. Quizás, también por eso las redes tróficas hayan sido dibujadas en forma de pirámide, con el ser humano en la cúspide y no en forma de red.
Le preguntaban a Lynn Margulis en una ocasión por qué la simbiogénesis generaba tantas resistencias. Ella contestó riendo que, a muchos, pensar la evolución en términos de cooperación les resultaba femenino de más…
La diversidad es otro pilar de lo vivo. Hay seres unicelulares y otros formados por millones de células interdependientes; los hay que fabrican su propio alimento, mientras que otros lo consiguen en el entorno; pueden respirar oxígeno o envenenarse con él. Unos vuelan, nadan, saltan, van en silla de ruedas o caminan, y otros no se mueven del sitio en el que nacen. Unos se se reproducen mediante el sexo y otros no… La biodiversidad es casi inabarcable a escala humana.
¿Cómo se mantiene Gaia?
Las condiciones vitales se ven constantemente perturbadas por múltiples variables. El proceso que hace que los seres vivos y las relaciones entre ellos y con el medio se mantengan más o menos constantes, se llama homeostasis. Existen mecanismos de realimentación negativa que detecten las perturbaciones y actúan minimizando y amortiguando los cambios, de forma que el conjunto se estabilice volviendo a su situación de equilibrio inicial. Los mares y océanos, por ejemplo, absorben la mayor parte del exceso de calor y la mayor parte del dióxido de carbono procedente de la combustión de las energías fósiles, “tratando” de reestablecer los equilibrios climáticos previos y aminorando la tendencia al calentamiento que causaba la concentración mayor de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, si la perturbación es muy grande, los mecanismos de realimentación negativa dejan de funcionar y se disparan otros de realimentación positiva, que agrandan los efectos de la perturbación, alejando mucho más el conjunto del sistema del equilibrio. Un ejemplo son las emisiones de metano que deja escapar el permafrost cuando se descongela a causa del calentamiento global, que aumentan la concentración del gases de efecto invernadero y amplifican el calentamiento.
Cuando las perturbaciones sobrepasan un cierto umbral, pueden originarse una serie de cambios drásticos y en cadena, que, a partir de un momento, denominado punto de bifurcación, conducen a la desorganización y colapso del equilibrio inicial y a la configuración de una nueva situación impredecible, y en la que el azar determina el resultado final.
Kaufmann dice, por ello, que la vida se desenvuelve entre la estructura y la sorpresa. Lo de sorpresa siempre suena sugerente pero cuando nos estamos refiriendo a forzar el cambio de las variables biofísicas a la que nuestra especie está adaptada, la novedades resultan inquietantes.
La vida que prosperó y se ha mantenido en la Tierra durante los últimos miles de millones de años es solar, cíclica, diversa, interconectada y cooperativa.
Los seres humanos somos unos recién llegados a esta aventura planetaria. Cada especie suele durar, de media, unos cinco millones de años y luego desaparece. La nuestra lleva en Gaia unos 200.000 y, nos lo vamos a tener que currar mucho, para alcanzar la esperanza de vida media de otras especies.
La civilización industrial es energívora, petrodependiente, vertiginosa, extractivista, homogeneizadora, generadora de residuos inabarcables y competitiva. La cultura capitalista ha construido una “normalidad” que se da de bruces con la realidad que sostiene la vida. La economía hegemónica es ecológicamente analfabeta y las subjetividades e imaginarios que promueve discurren divorciados de la realidad material del planeta. A las personas que vivimos dentro la burbuja del progreso se nos ha olvidado que somos una especie viva.
Aunque la ciencia nos explica que el universo, la naturaleza y nuestros cuerpos no se comportan como el gran reloj que enunció Newton a finales del XVII, nuestra civilización sigue actuando como si los territorios fuesen sólo almacenes y vertederos a disposición de la parte privilegiada de la humanidad, como si las vacas fuesen máquinas que convierten hierba en carne, los ríos tuberías de agua y la gente mano de obra. Miramos la naturaleza desde arriba y desde fuera, como si fuese una máquina inerte y previsible.
Se pregona que la libertad llega después de superar el reino de la necesidad, pero la necesidad en los seres autopoiéticos y necesitados de cuidados no se supera nunca. Tenemos que aprender a vivir libres sabiéndonos inherentemente eco e interdependientes.
El Progreso, sin embargo, se ha construido sobre la fantasía del despegue prometeico de la naturaleza y de los cuerpos. La negación de nuestra condición de seres de la tierra, vulnerables, y uno a uno finitos, es solo una gran ilusión que termina modificando irreversiblemente el ambiente del que depende su propia supervivencia.
Después de aplicar durante décadas a la naturaleza viva la lógica de las cosas muertas, caemos del guindo. Calentamiento global, pérdida de biodiversidad, superación de la biocapacidad de la tierra, contaminación de suelos, aire y agua, zoonosis, proliferación de enfermedades, pandemias, desigualdades, feminicidios, explotación, expulsiones… El desarrollo en carne viva.
Después de un par de siglos, y sobre todo los últimos decenios, actuando como si la organización material de la vida humana flotase por encima de la tierra y de los cuerpos, se produce un fuerte encontronazo entre lo geopolítico y lo geofísico y se desmorona la base fundamental de la episteme moderna: la falsa distinción entre el orden de lo natural y el de los seres humanos.
Isabelle Stengers se refiere a este momento como la intrusión de Gaia.
Todo cambia, aunque no queramos verlo, a partir de que la emergencia planetaria emerja como sujeto histórico, sin intencionalidad ni finalidad, pero con agencia, interviniendo en todo lo político. Si bien no tiene sentido politizar la ecología, es imprescindible ecologizar la política. Siempre debió ser así. Si los seres de la tierra desconectados de la misma tierra organizan el aire, el agua o el resto de la vida, lo desbaratan todo.
La justicia o el derecho ya no se pueden pensar sin tener en cuenta la irreversible intrusión de Gaia. La mayor habilidad de los negacionistas con poder es hacer creer a la gente que no existe. Mientras, se adaptan ventajosamente a lo que está por venir, desahuciando enormes jirones de vida, también humana. Quienes soñamos con que mañana sea un mundo habitable para todas, tenemos el reto de no eludir esa realidad y tratar incansablemente de salvar la distancia brutal que hay hoy entre el conocimiento científico y la impotencia política.
Se llama magufos a quienes propagan discursos contrarios a la ciencia que no pueden demostrar su validez. Creo que muchas de las visiones de la economía convencional son puras magufadas. La economía se ha convertido en una verdadera religión civil que exige sacrificios humanos, vegetales, animales y minerales y niegan el futuro a la mayor parte de los seres humanos. La vida empezó en una sopa primigenia, pero como dice Naredo, una economía que ha cortado el cordón umbilical con la tierra, la convierte prematuramente en un puré crepuscular.
En psiquiatría y psicología, el delirio es una creencia que se vive con una profunda convicción a pesar de que la evidencia demuestre lo contrario. Creo que se puede decir que la economía convencional es un delirio. Se empecina en crecer indefinidamente sobre una base física que tiene límites. Apostata de la ciencia. No recula ni reconoce fracaso, a pesar de que esté causando un ecocidio vertiginoso y no haya podido cumplir sus propias promesas de bienestar generalizado.
Es un delirio en guerra con la vida.
No hay ningún organismo vivo en estado libre que no dependa de otros y de su entorno. Son muy pocos los que pueden vivir con el privilegio de ignorarlo, pero este sujeto termina erigiéndose como sujeto universal y tiene el poder de definir la economía, la política, o la cultura…
Son mayoritariamente mujeres –no por esencia, sino por imposición, otros territorios, otros pueblos y otras especies, el conjunto de la vida, en definitiva, quienes soportan las consecuencias ecológicas, sociales y cotidianas de esa supuesta independencia.
No es más que una forma de parasitismo que estruja otras vidas, el suelo, agua y aire, concibiéndolos como algo exterior, subordinado e instrumental que violenta la naturaleza, violenta nuestro cuerpo y el de otros.
La violencia es el negativo de la ternura.
Hemos escuchado mucho en estos tiempos de pandemia que la especie humana es lo peor, que es una plaga, un virus. Yo no lo creo. Los seres humanos son capaces de lo peor y de lo mejor. Guerrean pero también cooperan. Inventaron la bomba atómica pero también la música, la poesía y, a veces, hacen de las caricias un arte.
No somos cada uno de nosotros las células cancerosas: es el comportamiento colectivo que ha generado una civilización patriarcal, capitalista y colonial, la que ha resultado ecocida e injusta. No nos encontramos ante el suicidio de la humanidad sino ante el asesinato de mucha vida a manos de una parte de la humanidad. Es verdad que todas las personas tenemos responsabilidad –y por tanto capacidad de cambiar–, pero son responsabilidades asimétricas. Como decía Silvio Rodríguez, la orden de fuego la dan disidentes de la gente, del sueño y de la vida que no sea virtual.
La vida es una cuestión de relaciones.
Dice Franz De Waal en La edad de la empatía que, salvo un pequeño porcentaje de psicópatas, nadie es emocionalmente inmune al estado de otras personas. La selección natural diseñó nuestro cerebro para que estemos en sintonía con otros cerebros, nos disguste su disgusto y nos complazca su placer. Empatía con todo lo vivo. Con frecuencia nos dicen “preferís los animales a las personas”. De verdad, no es incompatible querer a las personas y también a los animales, a las espigas, a los montes, a los árboles, y al agua…
Sé que el conocimiento, el sabernos vida en sí mismo, no desemboca necesariamente en acción. Igual que tener experiencia de clase no genera automáticamente conciencia de clase, el sabernos parte de una red viva, en sí mismo, no genera conciencia de especie o de pertenencia a la tierra. Pero sin ser condición suficiente, creo que es condición necesaria. El analfabetismo ecológico, más intenso cuanto más especializada es la formación, es un enorme obstáculo para recomponer lazos rotos con la naturaleza y entre las personas.
Cualquier persona debería tener el derecho y la obligación de conocer qué es lo que le permite existir: el sol como motor de la vida, los bosques como pulmones del planeta y bibliotecas de diversidad, la fotosíntesis como “tecnología” central para la existencia, las bacterias,… La autoorganización y la cooperación como estrategias de adaptación y supervivencia, el funcionamiento cíclico en red en todo lo vivo, la existencia de límites, el trabajo de cuidados como una cuestión imprescindible que exige corresponsabilidad.
Enfrentar la crisis ecosocial va a exigir que superemos la fantasía de la individualidad y estimulemos una imaginación, bien asentada en la tierra, los cuerpos y sus necesidades. Una imaginación que nos permita mirar el capitalismo desde fuera, aunque estemos dentro. Este “afuera” puede ser Gaia, como un punto excéntrico desde el que torcer el brazo del dinero. Desde ahí podemos construir una Nueva Cultura de la Tierra.
Podemos, como recuerda Viveiro de Castro, aprender también de los pueblos que nunca fueron modernos porque nunca tuvieron una naturaleza externa y ajena y por tanto no la perdieron ni necesitaron librarse de ella.
Exigirá estimular pedagogías, racionalidades y emociones que favorezcan relaciones simbióticas centradas en la suficiencia y el reparto; que hagan de lo común y el cuidado un principio político y que involucren a todas las personas, tanto en el terreno de los derechos como en el de las obligaciones. Algo parecido a la razón poética de María Zambrano.
La clave es construir comunidad con conciencia de clase, de especie y sentido de pertenencia a la vida.
A fin de cuentas, como dice Galeano, “venimos de un huevo más chico que una cabeza de alfiler, y habitamos una piedra cubierta de agua y rodeada por aire que gira en torno al fuego de una estrella enana amarilla. Hemos sido hechos de luz, de tierra, además de carbono, hidrógeno y mierda y muerte y otras cosas, y al fin y al cabo estamos aquí desde que la belleza del universo necesitó que alguien la viera”.
Yayo Herrero es activista y ecofeminista. Antropóloga, ingeniera técnica agrícola y diplomada en Educación Social.
Fuente:
https://ctxt.es/es/20200801/Firmas/33195/vida-yayo-herrero-naturaleza-pandemia-crisis-ser-humano-ecologia.htm
jueves, 10 de septiembre de 2020
Vacunas: cómo una ordeñadora de vacas le dio a Edward Jenner la clave para descubrir la vacuna contra la viruela (y lo convirtió en el médico más famoso del mundo)
La viruela fue uno de los más grandes flagelos de la humanidad. Se estima que 300 millones de personas murieron a causa de la viruela en el siglo XX solamente.
La virulenta enfermedad, que mata a un tercio de los que infecta, ha coexistido con seres humanos durante miles de años.
Quienes se salvaban quedaban con profundas marcas en la tez. La viruela también causaba ceguera.
A medida que la población mundial crecía y los viajes aumentaban, el virus aprovechaba cada oportunidad para colonizar el mundo.
Por todas partes
La primera evidencia física de la viruela son los rastros de la erupción de pústulas en el cuerpo momificado del faraón Ramsés V de Egipto, que murió en 1157 a.C.
Los comerciantes llevaron la enfermedad de Egipto a India durante el primer milenio a.C. Desde allí pasó a arrasar en China en el siglo I d.C. y llegó a Japón en el siglo VI.
Los cruzados que regresaban proporcionaron una manera de que la viruela se extendiera por Europa en los siglos XI y XII.
La viruela fue particularmente exitosa en poblaciones originarias.
Derechos de autor de la imagen DOMINO PÚBLICO Image caption
Fue en ese mismo siglo en el que la viruela llegó a Australia y la variolización a Europa que un practicante de medicina en la Inglaterra rural encontró la senda que lo llevaría a la cura para esa enfermedad que mataba más que todo a niños.
Cuando estaba haciendo sus prácticas médicas lejos de su hogar, Edward Jenner (1749-1823) atendió a una chica que lo consultó sobre unos granos que tenía en la piel.
Ella trabajaba como ordeñadora y le dijo casualmente: "Sé que no es viruela pues ya me dio viruela bovina".
Esas pocas palabras hicieron que Jenner recordara que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela.
La viruela bovina no era grave: nadie moría de eso.
James, Sarah y Blossom
En 1775, Jenner empezó un minucioso estudio sobre la relación entre la viruela bovina y la de humanos. después de experimentar con animales descubrió que si tomaba un extracto de una llaga de viruela bovina y se la inyectaba a un ser humano, esa persona quedaba protegida contra la viruela.
Sarah se había contagiado de viruela bovina ordeñando a su vaca Blossom.
En 1796, inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia tomada de la mano de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes a quien su vaca Blossom la había contagiado de viruela bovina.
James contrajo viruela bovina.
Unos días después, inoculó al niño con gérmenes de viruela. Como anticipó, el niño no se enfermó de la versión humana de viruela.
La inoculación con el virus de viruela bovina había producido un grado de protección definitivo contra la viruela.
En 1797 presentó el estudio ante la Royal Society describiendo su experimento. Jenner no podía explicar la razón por la que el método era efectivo, pues aún no se podía ver el virus con los microscopios de la época.
La respuesta de los científicos fue que sus ideas eran demasiado revolucionarias y que necesitaba presentar más pruebas.
No hay problema
Impávido, Jenner experimentó con varios otros niños, incluyendo su propio hijo de 11 meses.
En 1798 publicó su investigación en 1798, en la que acuñó el término "vacuna", del latin "vacca" (vaca).
Lo que vino no fue gloria sino burlas.
Sus críticos, especialmente el clérigo, denunciaron que era repugnante e impío inocular a alguien con material de un animal enfermo.
Esta caricatura satírica de 1802 muestra al doctor Edward Jenner en el hospital de St Pancras de Londres e ilustra el miedo y el escepticismo inicial de muchos sobre la perspectiva de ser inoculados con viruela bovina para protegerse de una enfermedad mucho más seria.
No obstante, las ventajas obvias de la vacunación y la protección que proveía ganó la partida y la práctica se generalizó.
Y también sobre eso hubo una caricatura, en la que se ve a Jenner como el "Preservador de la raza humana" y a sus detractores vencidos:
El principio de la vacuna de Jenner es el mismo de hoy en día, aunque el método es más simple y efectivo.
El doctor más famoso del mundo
Jenner escribió un libro sobre su descubrimiento.
Doctores de todo el mundo estaban interesados y Jenner les mandó muestras de la vacuna.
Se volvió tremendamente famoso. Reyes y emperadores le mandaban regalos; el Parlamento británico le dio una suma de dinero para agradecerle por su trabajo.
Aunque se volvió rico, siguió su vida tranquila en la misma casa de siempre en Berkeley y continuó trabajando como médico rural, atendiendo a ricos y pobres.
A los últimos, los vacunaba gratis en una cabaña pequeña que tenía en su jardín. En un sólo día, en 1800, vacunó a casi 200 personas.
La vacunación, más que un remedio, era prevención, una de las armas más valiosas de la medicina.
La virulenta enfermedad, que mata a un tercio de los que infecta, ha coexistido con seres humanos durante miles de años.
Quienes se salvaban quedaban con profundas marcas en la tez. La viruela también causaba ceguera.
A medida que la población mundial crecía y los viajes aumentaban, el virus aprovechaba cada oportunidad para colonizar el mundo.
Por todas partes
La primera evidencia física de la viruela son los rastros de la erupción de pústulas en el cuerpo momificado del faraón Ramsés V de Egipto, que murió en 1157 a.C.
Los comerciantes llevaron la enfermedad de Egipto a India durante el primer milenio a.C. Desde allí pasó a arrasar en China en el siglo I d.C. y llegó a Japón en el siglo VI.
Los cruzados que regresaban proporcionaron una manera de que la viruela se extendiera por Europa en los siglos XI y XII.
La viruela fue particularmente exitosa en poblaciones originarias.
Derechos de autor de la imagen DOMINO PÚBLICO Image caption
Dibujo que muestra nahuas con viruela de la Historia general de las cosas de Nueva España, el compendio de información sobre los aztecas y los nahuas hecho por el fraile Bernardino de Sahagún.
Los españoles deben gran parte de su éxito en la conquista en el siglo XVI de los aztecas en México y los incas en Perú a la viruela.
A diferencia de los conquistadores, los indígenas no tenían inmunidad a la enfermedad, nunca antes la habían encontrado y un gran número de ellos perecieron.
Un siglo después, las poblaciones indígenas que vivían más en lo que luego sería Estados Unidos y Canadá sufrieron una devastación similar.
En el siglo XVIII la viruela diezmó a los aborígenes cuando llegó a Australia, la última esquina del mundo que hasta entonces se había escapado de sus estragos.
El método anterior a la vacuna
No sorprende que se hubieran tratado de encontrar maneras de prevenir la enfermedad.
En China crearon un tratamiento conocido como variolización hace unos mil años que luego se extendió hacia occidente llegando a varios países del Medio Oriente y África.
Había varias versiones pero la idea era la misma: darle una dosis del virus a una persona sana con la esperanza de que se enfermara levemente y quedara inmune.
En algunos lugares, le ponían a los sanos ropa de enfermos, impregnada con pus. Otros soplaban por la nariz pedazos de las costras de las pústulas de los enfermos a personas sanas.
En lugares como Turquía, hacían una incisión en la piel de la persona que quería prevenir la enfermedad y le echaban directamente la materia que emanaba de las llagas de los enfermos.
Ese fue el método que aprendió la esposa del embajador de Inglaterra en Constantinopla, Lady Mary Wortley Montague y lo llevó a Reino Unido en 1720. Así se extendió por toda Europa.
Aunque la variolización salvó muchas vidas, el problema era que la persona se podía enfermar gravemente si la pus que inoculaban era de una pústula joven, propagando aún más al enfermedad.
Además, como era de humano a humano, con la variolización se podían transmitir otras enfermedades, como sífilis.
Lo que dijo la ordeñadora
Los españoles deben gran parte de su éxito en la conquista en el siglo XVI de los aztecas en México y los incas en Perú a la viruela.
A diferencia de los conquistadores, los indígenas no tenían inmunidad a la enfermedad, nunca antes la habían encontrado y un gran número de ellos perecieron.
Un siglo después, las poblaciones indígenas que vivían más en lo que luego sería Estados Unidos y Canadá sufrieron una devastación similar.
En el siglo XVIII la viruela diezmó a los aborígenes cuando llegó a Australia, la última esquina del mundo que hasta entonces se había escapado de sus estragos.
El método anterior a la vacuna
No sorprende que se hubieran tratado de encontrar maneras de prevenir la enfermedad.
En China crearon un tratamiento conocido como variolización hace unos mil años que luego se extendió hacia occidente llegando a varios países del Medio Oriente y África.
Había varias versiones pero la idea era la misma: darle una dosis del virus a una persona sana con la esperanza de que se enfermara levemente y quedara inmune.
En algunos lugares, le ponían a los sanos ropa de enfermos, impregnada con pus. Otros soplaban por la nariz pedazos de las costras de las pústulas de los enfermos a personas sanas.
En lugares como Turquía, hacían una incisión en la piel de la persona que quería prevenir la enfermedad y le echaban directamente la materia que emanaba de las llagas de los enfermos.
Ese fue el método que aprendió la esposa del embajador de Inglaterra en Constantinopla, Lady Mary Wortley Montague y lo llevó a Reino Unido en 1720. Así se extendió por toda Europa.
Aunque la variolización salvó muchas vidas, el problema era que la persona se podía enfermar gravemente si la pus que inoculaban era de una pústula joven, propagando aún más al enfermedad.
Además, como era de humano a humano, con la variolización se podían transmitir otras enfermedades, como sífilis.
Lo que dijo la ordeñadora
Fue en ese mismo siglo en el que la viruela llegó a Australia y la variolización a Europa que un practicante de medicina en la Inglaterra rural encontró la senda que lo llevaría a la cura para esa enfermedad que mataba más que todo a niños.
Cuando estaba haciendo sus prácticas médicas lejos de su hogar, Edward Jenner (1749-1823) atendió a una chica que lo consultó sobre unos granos que tenía en la piel.
Ella trabajaba como ordeñadora y le dijo casualmente: "Sé que no es viruela pues ya me dio viruela bovina".
Esas pocas palabras hicieron que Jenner recordara que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela.
La viruela bovina no era grave: nadie moría de eso.
James, Sarah y Blossom
En 1775, Jenner empezó un minucioso estudio sobre la relación entre la viruela bovina y la de humanos. después de experimentar con animales descubrió que si tomaba un extracto de una llaga de viruela bovina y se la inyectaba a un ser humano, esa persona quedaba protegida contra la viruela.
Sarah se había contagiado de viruela bovina ordeñando a su vaca Blossom.
En 1796, inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia tomada de la mano de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes a quien su vaca Blossom la había contagiado de viruela bovina.
James contrajo viruela bovina.
Unos días después, inoculó al niño con gérmenes de viruela. Como anticipó, el niño no se enfermó de la versión humana de viruela.
La inoculación con el virus de viruela bovina había producido un grado de protección definitivo contra la viruela.
En 1797 presentó el estudio ante la Royal Society describiendo su experimento. Jenner no podía explicar la razón por la que el método era efectivo, pues aún no se podía ver el virus con los microscopios de la época.
La respuesta de los científicos fue que sus ideas eran demasiado revolucionarias y que necesitaba presentar más pruebas.
No hay problema
Impávido, Jenner experimentó con varios otros niños, incluyendo su propio hijo de 11 meses.
En 1798 publicó su investigación en 1798, en la que acuñó el término "vacuna", del latin "vacca" (vaca).
Lo que vino no fue gloria sino burlas.
Sus críticos, especialmente el clérigo, denunciaron que era repugnante e impío inocular a alguien con material de un animal enfermo.
Esta caricatura satírica de 1802 muestra al doctor Edward Jenner en el hospital de St Pancras de Londres e ilustra el miedo y el escepticismo inicial de muchos sobre la perspectiva de ser inoculados con viruela bovina para protegerse de una enfermedad mucho más seria.
No obstante, las ventajas obvias de la vacunación y la protección que proveía ganó la partida y la práctica se generalizó.
Y también sobre eso hubo una caricatura, en la que se ve a Jenner como el "Preservador de la raza humana" y a sus detractores vencidos:
El principio de la vacuna de Jenner es el mismo de hoy en día, aunque el método es más simple y efectivo.
El doctor más famoso del mundo
Jenner escribió un libro sobre su descubrimiento.
Doctores de todo el mundo estaban interesados y Jenner les mandó muestras de la vacuna.
Se volvió tremendamente famoso. Reyes y emperadores le mandaban regalos; el Parlamento británico le dio una suma de dinero para agradecerle por su trabajo.
Aunque se volvió rico, siguió su vida tranquila en la misma casa de siempre en Berkeley y continuó trabajando como médico rural, atendiendo a ricos y pobres.
A los últimos, los vacunaba gratis en una cabaña pequeña que tenía en su jardín. En un sólo día, en 1800, vacunó a casi 200 personas.
La vacunación, más que un remedio, era prevención, una de las armas más valiosas de la medicina.
Durante la guerra entre Reino Unido y Francia, Jenner le pidió al emperador Napoleón que liberara a algunos prisioneros... y Napoleón lo hizo, diciendo que no le podía negar nada a Jenner.
Era todo un héroe. Cuando murió en 1823, uno de sus amigos dijo que nunca había conocido a "un hombre con un corazón más cálido".
Resulta demasiado evidente para admitir controversia que la aniquilación de la viruela, la peor amenaza mortal para la especie humana, será el resultado final de esta práctica"
Edward Jenner en 1801. 180 años más tarde, sus deseos se cumplieron.
La viruela sobrevivió por muchos años después de la muerte de Jenner. La vacuna fue mejorada por científicos como Louis Pasteur. Una campaña mundial de vacunación redujo año tras año los casos hasta que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró que el mundo estaba libre de viruela.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-40720048
Era todo un héroe. Cuando murió en 1823, uno de sus amigos dijo que nunca había conocido a "un hombre con un corazón más cálido".
Resulta demasiado evidente para admitir controversia que la aniquilación de la viruela, la peor amenaza mortal para la especie humana, será el resultado final de esta práctica"
Edward Jenner en 1801. 180 años más tarde, sus deseos se cumplieron.
La viruela sobrevivió por muchos años después de la muerte de Jenner. La vacuna fue mejorada por científicos como Louis Pasteur. Una campaña mundial de vacunación redujo año tras año los casos hasta que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró que el mundo estaba libre de viruela.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-40720048
miércoles, 9 de septiembre de 2020
Maurice Hilleman, el gigante de la medicina que fue el creador de vacunas más rápido de la historia
La pandemia de covid-19 nos ha llevado a preguntarnos: ¿cuánto tiempo lleva crear una vacuna?
No hay una respuesta correcta, pero sabemos que la que más rápido se ha desarrollado hasta ahora fue obra de un hombre del que probablemente nunca hayas oído hablar, a pesar de ser una inspiración para los fabricantes de vacunas de hoy.
El doctor Maurice Hilleman creó 40 vacunas animales y humanas y, de las 14 que se le administran habitualmente a los niños, nueve fueron creadas o desarrolladas por él.
Hilleman era un personaje duro e impulsivo, conocido por su mente brillante, su lealtad a su equipo y su lenguaje vulgar. Su amigo, el doctor Antony Fauci, lo describía como "un gruñón adorable".
Pero también era un padre cariñoso y fue su hija Jeryl Lynn, quien, cuando tenía 5 años, lo ayudó, sin intención, a desarrollar en tiempo récord su vacuna contra las paperas.
"Mi padre tenía una lista de enfermedades que sentía que debían abordarse", le contó a la BBC.
Con la muerte cerca
Había nacido en 1919 durante la pandemia de gripe española, en la zona rural de Montana, Estados Unidos.
"Era el más joven de nueve hijos. Su madre y su hermana gemela murieron al nacer. Él mismo apenas logró sobrevivir ese período de infancia recién nacido", señala su hija.
"Lo crió su tía y tío que vivían al lado. La familia era muy pobre. Tuvieron que lidiar con climas muy difíciles, períodos de sequía, inundaciones, frío extremo. Uno de sus hermanos murió de apendicitis".
"La mortalidad estaba constantemente a su alrededor, y pienso que eso creó parte del impulso y el deseo de ser útil que mantuvo a lo largo de su vida".
Primeras vacunas
El primer trabajo de Hilleman fue en los grandes almacenes locales. Pero sus hermanos lo persuadieron para postularse a la Universidad Estatal de Montana. Y tras graduarse en microbiología con las mejores calificaciones de su año, se mudó a Chicago para estudiar un doctorado.
"Eso era muy raro en ese momento en su área. Estaba becado pero no tenía dinero. Su dieta consistía en un hot dog al día", dice Jeryl Lynn.
Su tesis doctoral fue innovadora. En 1944, con solo 25 años, Hilleman demostró que la clamidia no era un virus sino una bacteria que podía tratarse con antibióticos.
Rechazó una carrera en la academia para trabajar para una compañía farmacéutica y el ejército estadounidense.
Desarrolló una vacuna para la encefalitis japonesa, un virus que causa daño cerebral. Y mostró cómo los virus de la gripe mutan cada año, previniendo una pandemia al actualizar una vacuna.
En vez de cariño, conocimiento
Para cuando nació su hija Jeryl Lynn, Hilleman ya había ayudado a salvar millones de vidas.
"Mientras crecía y realmente durante la mayor parte de su vida, mi padre trabajaba para Merck, la gran compañía farmacéutica, y podía contar con que él estuviera en casa para cenar todas las noches.
"Teníamos conversaciones agradables durante la cena y luego lavábamos los platos y él se iba a su estudio; yo entraba y salía de allí todo el tiempo y él siempre se detenía y tomaba tiempo para mí, ¡pero seguía trabajando!"
En 1963, cuando tenía cinco años, Jeryl Lynn se despertó en medio de la noche pues no se sentía bien.
Describió lo que sentía y, para su sorpresa, Hilleman no hizo lo que ella esperaba.
"En vez de, no sé, darme un vaso de agua y volver a meterme en la cama con cariño, sacó el manual de Merck, un compendio excelente sobre enfermedades para buscar los síntomas de las enfermedades".
Después de acostarla, Hilleman se puso en acción.
"Salió corriendo al laboratorio en medio de la noche y regresó a casa con un hisopo y una placa de Petri".
Paso seguido, tomó una muestra de la mucosidad en la garganta.
Las paperas indicadas
Estaba seguro de que Jeryl Lynn tenía paperas. Lo que no sabía era cuál cepa. Algunas formas de paperas son relativamente inofensivas. Otras infectan el cerebro y la médula espinal, causando meningitis e incluso pérdida de audición.
"Fue afortunado o fortuito que este hombre, probablemente el mayor creador de vacunas del mundo, tuviera una hija que resultó infectada por una cepa de paperas que no era particularmente probable que infectara el cerebro y la médula espinal, de modo que cuando hizo la vacuna terminó siendo notablemente segura", le dijo a la BBC Paul Offit es profesor de pediatría y vacunología en la Universidad de Pensilvania.
"Yo solía bromear diciendo que era una prueba de cuán buena hija era que incluso logré enfermarme de la manera correcta, pues el virus tenía las propiedades que querían. Creció en la placa Petri y cumplió con sus especificaciones", cuenta Jeryl Lynn.
Debido a que Hilleman trabajaba en la industria, tenía los recursos para desarrollar, probar y producir en masa la vacuna.
"Se involucró apasionadamente en todo el proceso. Hay mucha coordinación para poder entregarle una vacuna a los médicos, y mi padre dirigió el proyecto hasta el final".
En un dos por tres
En los años 60, los ensayos clínicos eran más pequeños y rápidos, con menos regulación. El virus fue probado en 1966 y aprobado un año después. Es decir, el proceso duró 4 años.
A la cepa del virus utilizada en la vacuna le pusieron el nombre de Jeryl Lynn y su hermanita Kirsten fue una de las primeras en ser inoculadas.
Hilleman combinó su vacuna contra las paperas con las que desarrolló contra el sarampión y la rubéola para producir la vacuna triple vírica o vacuna triple viral (conocida también como SPR y SRP), para inmunizar contra estas tres enfermedades.
Y, si bien la de las paperas es la vacuna más rápidamente desarrollada, es apenas una de las decenas que produjo Hilleman.
"¿Cómo hizo lo que hizo? Siempre tenía razón... suena tan imposible, pero el hecho es que es cierto", exclama Offit, quien trabajó con él en las décadas de 1980 y 90.
"Nunca quedaba satisfecho; cuando hacía una vacuna, solo era una cosa que podía tachar de su lista.
"Decía que cuando construía cercas en Montana, se tomaban un descanso por la tarde -todos se sentaban y tomaban agua-. Cuando terminaban, volvían a empezar y continuaban haciéndolo día tras día".
"Así mismo concebía su trabajo con las vacunas. Su objetivo, aunque imposible, era tratar de eliminar cualquier enfermedad infecciosa que pudiera causar que un niño sufriera o fuera hospitalizado o muriera".
Trabajar con él, dice Offit, era duro.
"Tenía su forma de hacer las cosas y así tenía que ser. Era muy leal con quienes trabajaban para él, pero esperaba que trabajaran tan duro como él, lo que era prácticamente imposible.
"Nunca he conocido a nadie que fuera tan listo y también tan grosero. Hasta el punto que la farmacéutica Merck quiso darle este curso de entrenamiento de sensibilidad, pero se negó a ir diciendo: '¿Qué es esto? ¿Una escuela parroquial?'".
El doctor Offit espera que el récord de su viejo amigo como el fabricante de vacunas más rápido pronto se rompa. Él forma parte de un equipo que trabaja para desarrollar una vacuna contra covid-19.
"¡Ojalá estuviera vivo hoy porque de estarlo, apuntaría a una vacuna y diría: "este es el camino a seguir"... y tendría razón, como siempre".
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53489047
No hay una respuesta correcta, pero sabemos que la que más rápido se ha desarrollado hasta ahora fue obra de un hombre del que probablemente nunca hayas oído hablar, a pesar de ser una inspiración para los fabricantes de vacunas de hoy.
El doctor Maurice Hilleman creó 40 vacunas animales y humanas y, de las 14 que se le administran habitualmente a los niños, nueve fueron creadas o desarrolladas por él.
Hilleman era un personaje duro e impulsivo, conocido por su mente brillante, su lealtad a su equipo y su lenguaje vulgar. Su amigo, el doctor Antony Fauci, lo describía como "un gruñón adorable".
Pero también era un padre cariñoso y fue su hija Jeryl Lynn, quien, cuando tenía 5 años, lo ayudó, sin intención, a desarrollar en tiempo récord su vacuna contra las paperas.
"Mi padre tenía una lista de enfermedades que sentía que debían abordarse", le contó a la BBC.
Con la muerte cerca
Había nacido en 1919 durante la pandemia de gripe española, en la zona rural de Montana, Estados Unidos.
"Era el más joven de nueve hijos. Su madre y su hermana gemela murieron al nacer. Él mismo apenas logró sobrevivir ese período de infancia recién nacido", señala su hija.
"Lo crió su tía y tío que vivían al lado. La familia era muy pobre. Tuvieron que lidiar con climas muy difíciles, períodos de sequía, inundaciones, frío extremo. Uno de sus hermanos murió de apendicitis".
"La mortalidad estaba constantemente a su alrededor, y pienso que eso creó parte del impulso y el deseo de ser útil que mantuvo a lo largo de su vida".
Primeras vacunas
El primer trabajo de Hilleman fue en los grandes almacenes locales. Pero sus hermanos lo persuadieron para postularse a la Universidad Estatal de Montana. Y tras graduarse en microbiología con las mejores calificaciones de su año, se mudó a Chicago para estudiar un doctorado.
"Eso era muy raro en ese momento en su área. Estaba becado pero no tenía dinero. Su dieta consistía en un hot dog al día", dice Jeryl Lynn.
Su tesis doctoral fue innovadora. En 1944, con solo 25 años, Hilleman demostró que la clamidia no era un virus sino una bacteria que podía tratarse con antibióticos.
Rechazó una carrera en la academia para trabajar para una compañía farmacéutica y el ejército estadounidense.
Desarrolló una vacuna para la encefalitis japonesa, un virus que causa daño cerebral. Y mostró cómo los virus de la gripe mutan cada año, previniendo una pandemia al actualizar una vacuna.
En vez de cariño, conocimiento
Para cuando nació su hija Jeryl Lynn, Hilleman ya había ayudado a salvar millones de vidas.
"Mientras crecía y realmente durante la mayor parte de su vida, mi padre trabajaba para Merck, la gran compañía farmacéutica, y podía contar con que él estuviera en casa para cenar todas las noches.
"Teníamos conversaciones agradables durante la cena y luego lavábamos los platos y él se iba a su estudio; yo entraba y salía de allí todo el tiempo y él siempre se detenía y tomaba tiempo para mí, ¡pero seguía trabajando!"
En 1963, cuando tenía cinco años, Jeryl Lynn se despertó en medio de la noche pues no se sentía bien.
Describió lo que sentía y, para su sorpresa, Hilleman no hizo lo que ella esperaba.
"En vez de, no sé, darme un vaso de agua y volver a meterme en la cama con cariño, sacó el manual de Merck, un compendio excelente sobre enfermedades para buscar los síntomas de las enfermedades".
Después de acostarla, Hilleman se puso en acción.
"Salió corriendo al laboratorio en medio de la noche y regresó a casa con un hisopo y una placa de Petri".
Paso seguido, tomó una muestra de la mucosidad en la garganta.
Las paperas indicadas
Estaba seguro de que Jeryl Lynn tenía paperas. Lo que no sabía era cuál cepa. Algunas formas de paperas son relativamente inofensivas. Otras infectan el cerebro y la médula espinal, causando meningitis e incluso pérdida de audición.
"Fue afortunado o fortuito que este hombre, probablemente el mayor creador de vacunas del mundo, tuviera una hija que resultó infectada por una cepa de paperas que no era particularmente probable que infectara el cerebro y la médula espinal, de modo que cuando hizo la vacuna terminó siendo notablemente segura", le dijo a la BBC Paul Offit es profesor de pediatría y vacunología en la Universidad de Pensilvania.
"Yo solía bromear diciendo que era una prueba de cuán buena hija era que incluso logré enfermarme de la manera correcta, pues el virus tenía las propiedades que querían. Creció en la placa Petri y cumplió con sus especificaciones", cuenta Jeryl Lynn.
Debido a que Hilleman trabajaba en la industria, tenía los recursos para desarrollar, probar y producir en masa la vacuna.
"Se involucró apasionadamente en todo el proceso. Hay mucha coordinación para poder entregarle una vacuna a los médicos, y mi padre dirigió el proyecto hasta el final".
En un dos por tres
En los años 60, los ensayos clínicos eran más pequeños y rápidos, con menos regulación. El virus fue probado en 1966 y aprobado un año después. Es decir, el proceso duró 4 años.
A la cepa del virus utilizada en la vacuna le pusieron el nombre de Jeryl Lynn y su hermanita Kirsten fue una de las primeras en ser inoculadas.
Hilleman combinó su vacuna contra las paperas con las que desarrolló contra el sarampión y la rubéola para producir la vacuna triple vírica o vacuna triple viral (conocida también como SPR y SRP), para inmunizar contra estas tres enfermedades.
Y, si bien la de las paperas es la vacuna más rápidamente desarrollada, es apenas una de las decenas que produjo Hilleman.
"¿Cómo hizo lo que hizo? Siempre tenía razón... suena tan imposible, pero el hecho es que es cierto", exclama Offit, quien trabajó con él en las décadas de 1980 y 90.
"Nunca quedaba satisfecho; cuando hacía una vacuna, solo era una cosa que podía tachar de su lista.
"Decía que cuando construía cercas en Montana, se tomaban un descanso por la tarde -todos se sentaban y tomaban agua-. Cuando terminaban, volvían a empezar y continuaban haciéndolo día tras día".
"Así mismo concebía su trabajo con las vacunas. Su objetivo, aunque imposible, era tratar de eliminar cualquier enfermedad infecciosa que pudiera causar que un niño sufriera o fuera hospitalizado o muriera".
Trabajar con él, dice Offit, era duro.
"Tenía su forma de hacer las cosas y así tenía que ser. Era muy leal con quienes trabajaban para él, pero esperaba que trabajaran tan duro como él, lo que era prácticamente imposible.
"Nunca he conocido a nadie que fuera tan listo y también tan grosero. Hasta el punto que la farmacéutica Merck quiso darle este curso de entrenamiento de sensibilidad, pero se negó a ir diciendo: '¿Qué es esto? ¿Una escuela parroquial?'".
El doctor Offit espera que el récord de su viejo amigo como el fabricante de vacunas más rápido pronto se rompa. Él forma parte de un equipo que trabaja para desarrollar una vacuna contra covid-19.
"¡Ojalá estuviera vivo hoy porque de estarlo, apuntaría a una vacuna y diría: "este es el camino a seguir"... y tendría razón, como siempre".
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53489047
martes, 8 de septiembre de 2020
Covid-19: el gráfico que muestra el riesgo de contagio de coronavirus según la actividad que hagas
¿Cómo se hizo el ranking?
La clasificación del 1 (menos arriesgada) al 10 (más arriesgada) sigue los siguientes criterios: si las actividades son realizadas en el interior o en el exterior; la proximidad con otras personas; el tiempo de exposición al virus; la posibilidad de seguir las prácticas de prevención (como el uso de mascarillas) y el riesgo de que una persona se contamine realizando la acción.
Por eso dos actividades muy distintas pueden ocupar la misma categoría.
"El centro comercial, a pesar que suele ser un espacio cerrado, puede ser amplio, estar ventilado y puede permitir mantener la distancia social. En cambio, la playa, aunque es un espacio abierto, puede estar abarrotada", dice John Carlo.
Para todas las actividades de la lista, los médicos consideraron que los participantes usaban mascarillas, mantenían una distancia de al menos dos metros entre personas (que no fueran sus familiares) y se lavaban las manos siempre que fuera posible.
"Este es el punto de vista de un grupo de médicos que tenían que responder como estas actividades se comparan en términos de riesgo. Pero solamente la propia persona puede saber las condiciones en que va a practicar la actividad y determinar el riesgo total", añade Carlo.
El experto también recalca que el mismo tipo de negocio puede variar mucho, como en el caso de las peluquerías y/o barberías.
"En Estado Unidos tenemos salones en que hay una persona atendiendo a un solo un cliente. Todo está muy limpio y las dos personas pueden usar mascarillas. Hay otras que no y el riesgo es distinto. Se trata de usar el sentido común para analizar el escenario de cada actividad. Nuestro gráfico es una buena guía, pero la gente tiene que analizar sus propios casos.", concluye Carlo.
_- El arte de las dedicatorias
_- Me gusta leer. Me gustan los libros. Me gusta todo de los libros: el olor, las páginas, el tacto, la portada, el canto, el título, el índice, la dedicatoria… Hasta las erratas me gustan. Lean “Vituperio (y algún elogio) de la errata”, de José Estaban y encontrarán algunos motivos de por qué digo lo que digo. Hoy quiero poner el foco en las dedicatorias.
Hay dos tipos de dedicatorias de libros. La que el autor o autora plasman en la primera página de la obra, con letra impresa, y la que escriben de puño y letra en alguna página en blanco, a petición del lector o por propia iniciativa. He visto, no hace mucho, una tercera modalidad: una dedicatoria manuscrita del autor que viene ya impresa e, incluso, anunciada en la portada. En este último caso, los destinatarios son los lectores.
Como sucede con todo género breve (epitafios, anuncios, grafitis…) el ingenio deja en las dedicatorias chispazos magníficos de ingenio. No recuerdo en qué libro inglés, el autor escribió la siguiente dedicatoria: “A mi mujer, sin cuya ausencia, nunca hubiera podido escribir este libro”. Lo cual puede ser interpretado como un halago (ella era tan importante para él que, estando a su lado, no podía dedicarse a otro menester) o como una ofensa (a su lado resultaba imposible sentir la inspiración literaria, prueba era un permanente incordio).
Fernando Savater escribió un interesante libro con el título “Mira por dónde. Autobiografía razonada”. Y lo dedicó al amor de su vida, con esta admirable brevedad: “A Sara: mira, mi vida”.
Hay dedicatorias manuscritas de carácter protocolario, muy poco originales, casi siempre breves, que se despachan con tópicos: “Con afecto”, “Con gratitud”, “Con mis mejores deseos”, “Con todo mi cariño”, “Con un fuerte abrazo”… Hay otras más elaboradas, también genéricas. Y algunas que solo pueden tener un destinatario.
Tengo en mi biblioteca algunas estanterías con libros dedicados por su autor o su autora. En la mayoría de los casos, la iniciativa ha surgido de los firmantes. En alguno, ha sido fruto de una petición mía. Citaré algunas, ya que no cabrían todas en el breve espacio de este artículo.
El escritor argentino Enrique Mariscal escribió, entre muchos otros, un pequeño libro titulado “La educación es la ciencia de la paz”. Tengo delante su hermosa dedicatoria: “Para MASG, un impulso incontenible el mismo día que se atacó por segunda vez Irak. Si la paz no está en el corazón de los maestros, rápido muere en la mente de los niños”.
En el aeropuerto de Barajas, entré en el avión que me iba a llevar a Málaga. Llevaba bajo el brazo el libro de Mario Vargas Llosa “La fiesta del chivo”. Me topé con el autor de la novela que, casi inevitablemente, se fijó en su libro. Por azar, nuestro asientos estaban contiguos. Fue inevitable pedirle al premio Novel que me dedicase el libro. Lamento decir que no puedo reproducir la dedicatoria porque no encuentro el libro en este momento. Un préstamo, seguro.
En otro vuelo, este de Barcelona a Madrid, coincidí con el entonces ministro socialista José Borrell. Hablamos de política. Hablamos de libros. Quedamos en enviarnos uno de nuestra autoría. Así lo hice. Después de unas semanas recibí un interesante libro suyo titulado “La República de Taxonia. Ejercicios de matemáticas aplicadas a la economía”. En la dedicatoria, me dice: “Con todo afecto, aunque con mucho retraso”.
Francesco Tonucci dedica sus libros con algún dibujo que improvisa en el momento de la firma. Tengo delante el libro “Los niños y las niñas piensan de otra manera”. Como en él aparecen dos viñetas que reflejan momentos singulares de la vida de mi hija, dice: “Gracias, Carla, de parte de FRATO”. Mis lectores y lectoras sabrán que FRATO es el acrónimo de FRAncesco TOnucci.
Rosana Gallardo es una policía municipal de Villarreal que lleva muchos años trabajando la mediación policial. Alguna vez me ha llamado para participar en experiencias de formación. Tiene un libro del que es coautora Elena Cobler. Un libro que se titula “Mediación policial. Manual para el cambio en la gestión de conflictos”. Dice su dedicatoria: “A MAS, que es como el Buen Maestro que me acompaña hacia donde debo ir. ¡Fuerte abrazo!”.
Venado Tuerto es una población argentina en la que hay una escuela llamada “La escuela de los cien años”. No es que tenga un siglo la escuela sino que se construyó para conmemorar la creación de la ciudad. En lugar de hacer un asado o una fiesta, la comisión de festejos decidió construir una escuela. Estuve allí en la conmemoración de los 25 años. Reproduzco ahora con emoción la dedicatoria. “Una escuela que aprende es una escuela que lejos de obedecer se permite crecer. Gracias por regalarnos el privilegio de su padrinazgo”.
Francisco Guerrero, amigo y compañero de Departamento, además de libros profesionales, escribe novelas. Una de ellas lleva el título “El puente de los alemanes”. Uno de los personajes de la novela, decano de la Facultad de Educación, lleva mi nombre. Dice el autor en su larga dedicatoria: “Para documentarme sobre la Guerra Civil Española estuve leyendo decenas de libros (también sobre Antonio Machado). En la novela apenas saldrá, de esa ingente búsqueda, un uno por ciento. Para el personaje Miguel Ángel Santos, no he necesitado documentarme. Llevo trabajando junto a él cerca de veinticinco años y en todo ese tiempo ya me ha demostrado algunas de las virtudes que aparecen en esta novela. Con todo, seguro que solamente he novelado menos del uno por ciento de las capacidades de la persona Miguel Ángel Santos. Con cariño”.
Ahora, otra vertiente de las dedicatorias. Las que he hecho de mis libros. He dedicado muchos libros en mi vida. Me gusta repetir lo que decía Gabriel García Márquez: un libro no se acaba de escribir hasta que no se dedica. En países de Hispanoamérica es frecuente, después de las conferencias, organizar una sesión de firmas. Recuerdo que, después de una conferencia organizada por la Editorial Santillana en el cine Rex de la calle Corrientes de Buenos Aires (con aforo para más de 4000 asistentes), el director de la consultora Network que me había contratado habló con el dueño del quiosco que está frente a la entrada.
– ¿Quiere usted ganar unos pesitos vendiendo libros?
– Señor, yo no vendo libros. Vendo periódicos y revistas.
Aceptó la oferta y allí me vi en plena calle firmando ejemplares. La cola daba la vuelta a la manzana. El quiosquero preguntó :
– ¿Cuándo vuelve este señor por aquí?
He firmado cientos de libros al terminar las conferencias en Argentina, Chile, Colombia, México, Uruguay… Se trata de un curioso ritual. Pregunto el nombre, escribo la dedicatoria de unas cuantas líneas y nos hacemos una foto, En la ciudad de Córdoba perdí un vuelo porque no supe romper la presión por la última firma.
Los orientadores y orientadoras de Extremadura quisieron hacerse hace años con un ejemplar de mi libro “La escuela que aprende”. Eran, aproximadamente, 150. Me pidieron también una dedicatoria personal. Solicité la lista con los nombres de todos y escribí para cada uno, una dedicatoria diferente. Porque yo creo que las dedicatorias no se hacen como los churros.
Tengo también otra sección con libros dedicados no por sus autores o autoras sino por quien ha tenido la amabilidad de hacerme el regalo que más aprecio. No me queda mucho espacio para hablar de ellos. Ya no me caben más referencias. Quizá otro día. Bueno, solo una.
Solidario (qué hermoso nombre, qué magnífica persona) vive en la ciudad de Paraná. En la primera página del libro “El universo neoliberal”, me dice. “Querido amigo: en esta espontánea colaboración, ya que nunca fue pactada explícitamente- para ayudarnos a mejor comprender la marea de la historia que nos ha tocado vivir en estas décadas, te agradezco mucho el ejemplar de MALDITO MERCADO y te retribuyo con esta producción regional. Espero que te interese para tolerar su extensión. Hasta el próximo encuentro que no quiero que sea muy lejano”.
No soy un coleccionista de firmas, pero me ha gustado repasar algunas de las dedicatorias que me han hecho. Solo colecciono búhos, que viven entre los libros. Dicen que un coleccionista es una persona que nunca piensa en el suicidio porque siempre está esperando incorporar a su colección una nueva pieza.
El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra
Hay dos tipos de dedicatorias de libros. La que el autor o autora plasman en la primera página de la obra, con letra impresa, y la que escriben de puño y letra en alguna página en blanco, a petición del lector o por propia iniciativa. He visto, no hace mucho, una tercera modalidad: una dedicatoria manuscrita del autor que viene ya impresa e, incluso, anunciada en la portada. En este último caso, los destinatarios son los lectores.
Como sucede con todo género breve (epitafios, anuncios, grafitis…) el ingenio deja en las dedicatorias chispazos magníficos de ingenio. No recuerdo en qué libro inglés, el autor escribió la siguiente dedicatoria: “A mi mujer, sin cuya ausencia, nunca hubiera podido escribir este libro”. Lo cual puede ser interpretado como un halago (ella era tan importante para él que, estando a su lado, no podía dedicarse a otro menester) o como una ofensa (a su lado resultaba imposible sentir la inspiración literaria, prueba era un permanente incordio).
Fernando Savater escribió un interesante libro con el título “Mira por dónde. Autobiografía razonada”. Y lo dedicó al amor de su vida, con esta admirable brevedad: “A Sara: mira, mi vida”.
Hay dedicatorias manuscritas de carácter protocolario, muy poco originales, casi siempre breves, que se despachan con tópicos: “Con afecto”, “Con gratitud”, “Con mis mejores deseos”, “Con todo mi cariño”, “Con un fuerte abrazo”… Hay otras más elaboradas, también genéricas. Y algunas que solo pueden tener un destinatario.
Tengo en mi biblioteca algunas estanterías con libros dedicados por su autor o su autora. En la mayoría de los casos, la iniciativa ha surgido de los firmantes. En alguno, ha sido fruto de una petición mía. Citaré algunas, ya que no cabrían todas en el breve espacio de este artículo.
El escritor argentino Enrique Mariscal escribió, entre muchos otros, un pequeño libro titulado “La educación es la ciencia de la paz”. Tengo delante su hermosa dedicatoria: “Para MASG, un impulso incontenible el mismo día que se atacó por segunda vez Irak. Si la paz no está en el corazón de los maestros, rápido muere en la mente de los niños”.
En el aeropuerto de Barajas, entré en el avión que me iba a llevar a Málaga. Llevaba bajo el brazo el libro de Mario Vargas Llosa “La fiesta del chivo”. Me topé con el autor de la novela que, casi inevitablemente, se fijó en su libro. Por azar, nuestro asientos estaban contiguos. Fue inevitable pedirle al premio Novel que me dedicase el libro. Lamento decir que no puedo reproducir la dedicatoria porque no encuentro el libro en este momento. Un préstamo, seguro.
En otro vuelo, este de Barcelona a Madrid, coincidí con el entonces ministro socialista José Borrell. Hablamos de política. Hablamos de libros. Quedamos en enviarnos uno de nuestra autoría. Así lo hice. Después de unas semanas recibí un interesante libro suyo titulado “La República de Taxonia. Ejercicios de matemáticas aplicadas a la economía”. En la dedicatoria, me dice: “Con todo afecto, aunque con mucho retraso”.
Francesco Tonucci dedica sus libros con algún dibujo que improvisa en el momento de la firma. Tengo delante el libro “Los niños y las niñas piensan de otra manera”. Como en él aparecen dos viñetas que reflejan momentos singulares de la vida de mi hija, dice: “Gracias, Carla, de parte de FRATO”. Mis lectores y lectoras sabrán que FRATO es el acrónimo de FRAncesco TOnucci.
Rosana Gallardo es una policía municipal de Villarreal que lleva muchos años trabajando la mediación policial. Alguna vez me ha llamado para participar en experiencias de formación. Tiene un libro del que es coautora Elena Cobler. Un libro que se titula “Mediación policial. Manual para el cambio en la gestión de conflictos”. Dice su dedicatoria: “A MAS, que es como el Buen Maestro que me acompaña hacia donde debo ir. ¡Fuerte abrazo!”.
Venado Tuerto es una población argentina en la que hay una escuela llamada “La escuela de los cien años”. No es que tenga un siglo la escuela sino que se construyó para conmemorar la creación de la ciudad. En lugar de hacer un asado o una fiesta, la comisión de festejos decidió construir una escuela. Estuve allí en la conmemoración de los 25 años. Reproduzco ahora con emoción la dedicatoria. “Una escuela que aprende es una escuela que lejos de obedecer se permite crecer. Gracias por regalarnos el privilegio de su padrinazgo”.
Francisco Guerrero, amigo y compañero de Departamento, además de libros profesionales, escribe novelas. Una de ellas lleva el título “El puente de los alemanes”. Uno de los personajes de la novela, decano de la Facultad de Educación, lleva mi nombre. Dice el autor en su larga dedicatoria: “Para documentarme sobre la Guerra Civil Española estuve leyendo decenas de libros (también sobre Antonio Machado). En la novela apenas saldrá, de esa ingente búsqueda, un uno por ciento. Para el personaje Miguel Ángel Santos, no he necesitado documentarme. Llevo trabajando junto a él cerca de veinticinco años y en todo ese tiempo ya me ha demostrado algunas de las virtudes que aparecen en esta novela. Con todo, seguro que solamente he novelado menos del uno por ciento de las capacidades de la persona Miguel Ángel Santos. Con cariño”.
Ahora, otra vertiente de las dedicatorias. Las que he hecho de mis libros. He dedicado muchos libros en mi vida. Me gusta repetir lo que decía Gabriel García Márquez: un libro no se acaba de escribir hasta que no se dedica. En países de Hispanoamérica es frecuente, después de las conferencias, organizar una sesión de firmas. Recuerdo que, después de una conferencia organizada por la Editorial Santillana en el cine Rex de la calle Corrientes de Buenos Aires (con aforo para más de 4000 asistentes), el director de la consultora Network que me había contratado habló con el dueño del quiosco que está frente a la entrada.
– ¿Quiere usted ganar unos pesitos vendiendo libros?
– Señor, yo no vendo libros. Vendo periódicos y revistas.
Aceptó la oferta y allí me vi en plena calle firmando ejemplares. La cola daba la vuelta a la manzana. El quiosquero preguntó :
– ¿Cuándo vuelve este señor por aquí?
He firmado cientos de libros al terminar las conferencias en Argentina, Chile, Colombia, México, Uruguay… Se trata de un curioso ritual. Pregunto el nombre, escribo la dedicatoria de unas cuantas líneas y nos hacemos una foto, En la ciudad de Córdoba perdí un vuelo porque no supe romper la presión por la última firma.
Los orientadores y orientadoras de Extremadura quisieron hacerse hace años con un ejemplar de mi libro “La escuela que aprende”. Eran, aproximadamente, 150. Me pidieron también una dedicatoria personal. Solicité la lista con los nombres de todos y escribí para cada uno, una dedicatoria diferente. Porque yo creo que las dedicatorias no se hacen como los churros.
Tengo también otra sección con libros dedicados no por sus autores o autoras sino por quien ha tenido la amabilidad de hacerme el regalo que más aprecio. No me queda mucho espacio para hablar de ellos. Ya no me caben más referencias. Quizá otro día. Bueno, solo una.
Solidario (qué hermoso nombre, qué magnífica persona) vive en la ciudad de Paraná. En la primera página del libro “El universo neoliberal”, me dice. “Querido amigo: en esta espontánea colaboración, ya que nunca fue pactada explícitamente- para ayudarnos a mejor comprender la marea de la historia que nos ha tocado vivir en estas décadas, te agradezco mucho el ejemplar de MALDITO MERCADO y te retribuyo con esta producción regional. Espero que te interese para tolerar su extensión. Hasta el próximo encuentro que no quiero que sea muy lejano”.
No soy un coleccionista de firmas, pero me ha gustado repasar algunas de las dedicatorias que me han hecho. Solo colecciono búhos, que viven entre los libros. Dicen que un coleccionista es una persona que nunca piensa en el suicidio porque siempre está esperando incorporar a su colección una nueva pieza.
El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra
lunes, 7 de septiembre de 2020
La caída del imperio americano
El cineasta Oliver Stone y el historiador Peter Kuznick hacen de su segunda entrega de ‘La historia silenciada de Estados Unidos’ un nuevo alegato contra la política exterior de su país, ampliado ahora a Obama y Trump
Oliver Stone se mira a sí mismo como la conciencia de América. Premiado con un Oscar por su primera película, Platoon, de un antimilitarismo beligerante, continuó con una saga renovadamente crítica de la política de su país. Nacido el 4 de julio, JFK y Nixon cosecharon éxitos de taquilla al tiempo que concitaron el interés por su antagonismo evidente con el relato oficial de los hechos. Autor también de un memorable reportaje sobre Fidel Castro, al que acompañó durante semanas en un periplo por la isla cubana, en 2013 presentó en el Festival de San Sebastián su serie de televisión La historia silenciada de Estados Unidos. Esta a su vez dio origen a un libro del mismo título, firmado en compañía de su coguionista, el historiador y profesor Peter Kuznick. El documental, en 10 capítulos de una hora cada uno, fue transmitido un par de veces por RTVE y obtuvo un éxito discreto de audiencia. Ahora llega a las librerías españolas la segunda parte de su versión escrita, una especie de estrambote del primer original que analiza las presidencias de Obama y Trump, sin que ninguno de los dos salga precisamente bien parado.
La tesis fundamental que atraviesa toda la saga es que Estados Unidos, que nació de una revolución libertaria para su época, podría haberse convertido en una democracia medio virginal si no hubiera elegido en ocasión de “la guerra de Cuba y la sangrienta intervención en Filipinas” los senderos “que impulsaron a Norteamérica a la carrera global de la conquista y el imperio”. Por si quedaran dudas de su atroz diagnóstico, señala que “siglos de esclavitud, genocidio de nativos americanos, explotación de obreros y misoginia ya se habían cobrado su precio, pero la redención parecía todavía al alcance”.
No se produjo sin embargo y “la nación que fue una vez ejemplo para las democracias incipientes del mundo se ha convertido en un modelo de disfunción”, en el que prácticamente nada marcha como es debido, la corrupción campa por sus predios y el espacio público compartido, que es el señorío de la política, se reduce cada vez más. Es de suponer que estas frases lapidarias pertenecen al impulso personal de Stone, mientras que las muy extensas notas documentales que ilustran el relato son fruto del esfuerzo de su coguionista. Los autores se muestran abiertamente críticos contra las versiones oficiales de los hechos propagadas por la Casa Blanca y los medios icónicos del país. Hacen una defensa no demasiado entusiasta de Snowden, por cuanto gracias a las filtraciones que propició se han podido conocer muchos aspectos del lado oscuro de la historia, y se muestran relativamente eclécticos respecto al papel de Rusia en la nueva versión de la guerra fría, desatada ya desde hace un par de décadas.
La caída del imperio americano
La tesis fundamental parece obvia: el mundo cambió para peor después de la invasión de Irak, una guerra ilegal que además de causar cientos de miles de muertos hizo retroceder la situación en Oriente Próximo a etapas que se creían superadas. La actual guerra de Siria, la intervención activa de Rusia en ella y el desastre general provocado en la región es consecuencia de la decisión del trío de las Azores, al que casi ni se le mienta, para beneficio de Blair y Aznar. La carrera armamentística y la reciente multiplicación de armas nucleares suponen en gran parte una respuesta a la escalada de la OTAN, que ha ampliado sus defensas en el este de Europa. Son decisiones tomadas sobre todo para satisfacer las aspiraciones presupuestarias de las fuerzas armadas norteamericanas.
Mientras se subraya la frustración de los electores de Obama, que no solo fue incapaz de cumplir lo prometido, sino que cebó la bomba del militarismo imperial, mantuvo los programas bélicos de aviones sin tripulación y amparó el desarrollo de nuevas armas nucleares, la opinión sobre Trump es sorprendentemente ambigua. Dicen más o menos que es un zoquete fanfarrón, machista, especulador y zafio, pero apuntan que su comportamiento, fruto de su ignorancia o su ingenuidad, se debe igualmente a una cierta tendencia suya a pensar que todo es negociable. De ahí su disposición a tratar de solucionar la crisis de Corea del Norte en diálogo con Kim Jong-un, a la vez que amenazaba lanzar un ataque nuclear contra Pionyang, lo que habría desatado la tercera guerra mundial.
También sus intentos iniciales de llevarse bien con Rusia, frustrados por la presión del Pentágono y los servicios de inteligencia, y hasta su oferta de diálogo al líder iraní, pondrían de relieve no solo la inconsistencia de su forma de actuar, sino también el hecho de que al fin y al cabo él es alguien dispuesto a verse con todo el mundo (recientemente lo dijo con relación a Maduro). Semejante comportamiento errático, incomprendido e inaceptable por quienes controlan el corazón del sistema, choca irremediablemente con el poder en la sombra de la verdaderas cloacas del Estado: los servicios de inteligencia, el complejo militar industrial, los centros de decisión económica y el aparato electoral y mediático. La popular tesis de que en América todo se resuelve con dinero se demostró, por ejemplo, en el caso de la victoria de Hillary Clinton para su nominación como candidata presidencial frente al empeño fracasado de Bernie Sanders.
El libro aporta una gran cantidad de documentación e incide como era de esperar en el papel de la nueva China, potencia alternativa al declive americano, aunque no añade casi ninguna novedad. Más interesante es el análisis que hace de la cuestión de Ucrania y las acusaciones directas respecto a la intervención abusiva de Estados Unidos, que justificarían de nuevo las reacciones de Putin. En general la obra es un alegato contra la política exterior americana que ofrece “cuerda más que suficiente para colgar a Estados Unidos en lo que a derrocar Gobiernos atañe, incluidos algunos elegidos democráticamente”. Desde su particular memoria histórica, concita una interesante reflexión sobre el presente y el futuro de la que un día fue la primera democracia mundial.
BUSCA ONLINE ‘OBAMA, TRUMP Y LA HISTORIA SILENCIADA DE LOS ESTADOS UNIDOS EN EL SIGLO XXI’
Autor:
Oliver Stone y Peter Kuznick.
Traducción: Hugo A. Cañete.
Editorial: La Esfera de los Libros, 2020.
Formato: tapa blanda (216 páginas, 17,90 euros).
https://elpais.com/cultura/2020/08/18/babelia/1597740249_631526.html
Oliver Stone se mira a sí mismo como la conciencia de América. Premiado con un Oscar por su primera película, Platoon, de un antimilitarismo beligerante, continuó con una saga renovadamente crítica de la política de su país. Nacido el 4 de julio, JFK y Nixon cosecharon éxitos de taquilla al tiempo que concitaron el interés por su antagonismo evidente con el relato oficial de los hechos. Autor también de un memorable reportaje sobre Fidel Castro, al que acompañó durante semanas en un periplo por la isla cubana, en 2013 presentó en el Festival de San Sebastián su serie de televisión La historia silenciada de Estados Unidos. Esta a su vez dio origen a un libro del mismo título, firmado en compañía de su coguionista, el historiador y profesor Peter Kuznick. El documental, en 10 capítulos de una hora cada uno, fue transmitido un par de veces por RTVE y obtuvo un éxito discreto de audiencia. Ahora llega a las librerías españolas la segunda parte de su versión escrita, una especie de estrambote del primer original que analiza las presidencias de Obama y Trump, sin que ninguno de los dos salga precisamente bien parado.
La tesis fundamental que atraviesa toda la saga es que Estados Unidos, que nació de una revolución libertaria para su época, podría haberse convertido en una democracia medio virginal si no hubiera elegido en ocasión de “la guerra de Cuba y la sangrienta intervención en Filipinas” los senderos “que impulsaron a Norteamérica a la carrera global de la conquista y el imperio”. Por si quedaran dudas de su atroz diagnóstico, señala que “siglos de esclavitud, genocidio de nativos americanos, explotación de obreros y misoginia ya se habían cobrado su precio, pero la redención parecía todavía al alcance”.
No se produjo sin embargo y “la nación que fue una vez ejemplo para las democracias incipientes del mundo se ha convertido en un modelo de disfunción”, en el que prácticamente nada marcha como es debido, la corrupción campa por sus predios y el espacio público compartido, que es el señorío de la política, se reduce cada vez más. Es de suponer que estas frases lapidarias pertenecen al impulso personal de Stone, mientras que las muy extensas notas documentales que ilustran el relato son fruto del esfuerzo de su coguionista. Los autores se muestran abiertamente críticos contra las versiones oficiales de los hechos propagadas por la Casa Blanca y los medios icónicos del país. Hacen una defensa no demasiado entusiasta de Snowden, por cuanto gracias a las filtraciones que propició se han podido conocer muchos aspectos del lado oscuro de la historia, y se muestran relativamente eclécticos respecto al papel de Rusia en la nueva versión de la guerra fría, desatada ya desde hace un par de décadas.
La caída del imperio americano
La tesis fundamental parece obvia: el mundo cambió para peor después de la invasión de Irak, una guerra ilegal que además de causar cientos de miles de muertos hizo retroceder la situación en Oriente Próximo a etapas que se creían superadas. La actual guerra de Siria, la intervención activa de Rusia en ella y el desastre general provocado en la región es consecuencia de la decisión del trío de las Azores, al que casi ni se le mienta, para beneficio de Blair y Aznar. La carrera armamentística y la reciente multiplicación de armas nucleares suponen en gran parte una respuesta a la escalada de la OTAN, que ha ampliado sus defensas en el este de Europa. Son decisiones tomadas sobre todo para satisfacer las aspiraciones presupuestarias de las fuerzas armadas norteamericanas.
Mientras se subraya la frustración de los electores de Obama, que no solo fue incapaz de cumplir lo prometido, sino que cebó la bomba del militarismo imperial, mantuvo los programas bélicos de aviones sin tripulación y amparó el desarrollo de nuevas armas nucleares, la opinión sobre Trump es sorprendentemente ambigua. Dicen más o menos que es un zoquete fanfarrón, machista, especulador y zafio, pero apuntan que su comportamiento, fruto de su ignorancia o su ingenuidad, se debe igualmente a una cierta tendencia suya a pensar que todo es negociable. De ahí su disposición a tratar de solucionar la crisis de Corea del Norte en diálogo con Kim Jong-un, a la vez que amenazaba lanzar un ataque nuclear contra Pionyang, lo que habría desatado la tercera guerra mundial.
También sus intentos iniciales de llevarse bien con Rusia, frustrados por la presión del Pentágono y los servicios de inteligencia, y hasta su oferta de diálogo al líder iraní, pondrían de relieve no solo la inconsistencia de su forma de actuar, sino también el hecho de que al fin y al cabo él es alguien dispuesto a verse con todo el mundo (recientemente lo dijo con relación a Maduro). Semejante comportamiento errático, incomprendido e inaceptable por quienes controlan el corazón del sistema, choca irremediablemente con el poder en la sombra de la verdaderas cloacas del Estado: los servicios de inteligencia, el complejo militar industrial, los centros de decisión económica y el aparato electoral y mediático. La popular tesis de que en América todo se resuelve con dinero se demostró, por ejemplo, en el caso de la victoria de Hillary Clinton para su nominación como candidata presidencial frente al empeño fracasado de Bernie Sanders.
El libro aporta una gran cantidad de documentación e incide como era de esperar en el papel de la nueva China, potencia alternativa al declive americano, aunque no añade casi ninguna novedad. Más interesante es el análisis que hace de la cuestión de Ucrania y las acusaciones directas respecto a la intervención abusiva de Estados Unidos, que justificarían de nuevo las reacciones de Putin. En general la obra es un alegato contra la política exterior americana que ofrece “cuerda más que suficiente para colgar a Estados Unidos en lo que a derrocar Gobiernos atañe, incluidos algunos elegidos democráticamente”. Desde su particular memoria histórica, concita una interesante reflexión sobre el presente y el futuro de la que un día fue la primera democracia mundial.
BUSCA ONLINE ‘OBAMA, TRUMP Y LA HISTORIA SILENCIADA DE LOS ESTADOS UNIDOS EN EL SIGLO XXI’
Autor:
Oliver Stone y Peter Kuznick.
Traducción: Hugo A. Cañete.
Editorial: La Esfera de los Libros, 2020.
Formato: tapa blanda (216 páginas, 17,90 euros).
https://elpais.com/cultura/2020/08/18/babelia/1597740249_631526.html
domingo, 6 de septiembre de 2020
_- La distorsión de la medicina basada en la evidencia
_- Por Carlos Soler | 14/08/2020 |
Conocimiento Libre
Fuentes: Nogracias.org
La existencia de conflictos de intereses no es coyuntural, sino constitutiva (o estructural) en un sistema social complejo. Los intereses no tienen por qué ser negativos a priori. Pueden ser más o menos legítimos o generar mayor o menor consenso ético, y su interacción puede tener resultados dispares. La cuestión principal es cómo se articulan, supervisan y regulan. El ámbito de la salud, tanto en su vertiente reactiva como de prevención y promoción así como en la investigación, constituye a día de hoy un gigantesco mercado, lo que confiere mucho peso a los intereses financieros (Stamakatis, 2013; Ioannidis, 2016). Aunque no es el objetivo primero de este artículo, conviene reseñar que ese peso financiero se ve propiciado en determinado contexto histórico y político (por ejemplo, a través de las leyes de patentes y la entrada de la industria farmacéutica y de la investigación en la economía financiera especulativa, impulsadas en los años 80 en los EE.UU.).
En este artículo se abordará cómo la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), un movimiento que nace hace tres décadas buscando minimizar los sesgos en la medicina clínica, se ha visto gravemente distorsionado y alejado de esos valores para favorecer intereses particulares, principalmente económicos. El foco estará en la influencia de la industria farmacéutica (IF), sin dejar de mencionar otros intereses corporativos y la colaboración necesaria de distintos actores.
La MBE reposa sobre cuestiones abordadas desde hace tiempo por la medicina, la filosofía natural y la ciencia. Sus orígenes más concretos suelen situarse en una serie de charlas que dio en 1972 el epidemiólogo Archie Cochrane, tituladas «Efectividad y eficiencia: reflexiones aleatorias sobre los servicios de salud» (Cochrane, 1972). Cochrane argumentó que se estaban usando muchas intervenciones médicas de eficacia y seguridad dudosas o desconocidas. Esto habría de causar daño a nivel tanto individual como poblacional a través de la iatrogenia, el despilfarro de recursos y del fracaso a la hora de adoptar tratamientos más efectivos. Afirmó que los tratamientos deberían evaluarse sistemáticamente usando métodos no sesgados (como el ensayo clínico aleatorio —ec—) y que la profesión médica debía revisar de forma continua sus conocimientos. Lo respaldaba un fuerte imperativo ético: no hacer daño, hacer lo mejor por los pacientes y de modo justo, sin malgastar recursos.
El término MBE fue acuñado en los años ochenta del siglo XX por el EBM Working Group de la McMaster University para describir la evaluación y el uso de los resultados de la investigación en el cuidado de los pacientes individuales. Este grupo situó la MBE como un «cambio de paradigma» en un famoso artículo publicado en 1992 (Guyatt et al., 1992). Desde entonces, la MBE ha tenido un enorme impacto en las políticas y prácticas de los sistemas de salud como un método para guiar las decisiones tanto clínicas como sanitarias en general. Para centrar la cuestión, podría decirse que la MBE nació, en el plano teórico, al cariz de una pregunta fundamentalmente epistemológica: ¿Qué evidencia puede considerarse apropiada para tomar decisiones clínicas? Se cernían dudas cada vez más consistentes sobre el «viejo paradigma», en el que la práctica médica se sustentaba básicamente en la experiencia clínica y la evidencia mecanística (o fisiopatológica). La primera estaría sometida a multitud de sesgos (tendencia a recordar resultados positivos, pudiendo estos no estar relacionados causalmente con el tratamiento indicado, sobreestimación de eficacia por efecto placebo, etc.). La segunda había dado ya abundantes ejemplos de inconsistencia (problemas al trasladar resultados in vitro a in vivo, perjuicios no detectados al ensayar tratamientos a pequeña escala, etc.).
Ante esto, los promotores de la MBE defendieron una aproximación sistemática a la evidencia. Esta se jerarquizó, basándose en la confiabilidad del conocimiento obtenido por distintos métodos de investigación y de acuerdo con tres afirmaciones fundamentales: 1) Los EC y las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) dan evidencia más robusta que los estudios observacionales; 2) los estudios comparativos (EC y observacionales) dan evidencia más robusta que el razonamiento mecanístico; y 3) los estudios comparativos dan evidencia más robusta que la opinión de expertos. Así, la evidencia probabilística prevalecería sobre la fisiopatológica, y ambas sobre la experiencia o intuición clínica. La MBE supuso un importante avance al contribuir a la sistematización del conocimiento en salud y fomentar la aplicación de intervenciones de eficacia probada, así como el descarte de otras no eficaces o potencialmente dañinas. Por este motivo, se consolidó a lo largo de las dos décadas posteriores de su nacimiento, y en la actualidad es el marco dominante en la toma de decisiones en medicina.
A medida que la MBE y sus principales herramientas (el EC, la RS y el MA) han ido ganado reconocimiento, se han visto distorsionadas por conflictos de intereses entre distintos actores (industrias relacionadas con intervenciones sanitarias, como la farmacéutica, instituciones académicas, autoridades y estamentos de gestión diversos, etc.), que pueden obtener beneficios al orientar a su favor los resultados («evidencia»). Estas distorsiones se ven motivadas en parte por los incentivos financieros hacia los que se orienta la sociedad de mercado y, en general, no han encontrado la suficiente oposición por parte de los distintos responsables de su regulación (sociedades profesionales y científicas, academia, agencias del medicamento, etc.). Los mismos proponentes de la MBE han alzado reiteradamente la voz para señalar las grandes dimensiones y la gravedad del impacto de esta corrupción (Greenhalgh, 2014), a lo que se han sumado las voces de multitud de profesionales vinculados a la salud que son defensores de los principios de la MBE.
Aunque las críticas están presentes desde los orígenes, en los últimos años se ha ido acumulando la evidencia que sugiere que la IF (en colaboración con otros actores necesarios) ha introducido sesgos en todos los procesos relacionados con la MBE, desde la producción de la evidencia hasta su síntesis, difusión y gestión. Los resultados de esta distorsión tienen un gran impacto socioeconómico y en la credibilidad de la propia MBE. A continuación, se detallarán los distintos ámbitos que se han visto afectados y algunos de los métodos empleados para ello. La división de los ámbitos es relativamente arbitraria y responde a cuestiones de claridad, si bien existe una interrelación entre todos ellos. Asimismo, se trata de una revisión breve, que no pretende ser exhaustiva, aunque se incluye abundante bibliografía para que se pueda profundizar si resulta de interés.
Producción de la evidencia
Los EC son caros, sobre todo los grandes ensayos necesarios para aprobar la entrada de un fármaco al mercado. El sector público ha cedido en gran parte la realización de EC a la industria, y los ensayos más citados son casi siempre producidos por esta (Lathyris, 2010). Asimismo, la propia industria a menudo externaliza la realización de dichos EC a empresas especializadas. Muchos críticos consideran que no debería dejarse en manos de las corporaciones la evaluación de sus propios productos, puesto que es natural que en ese caso la balanza se decante hacia el propio beneficio económico (Ioannidis, 2013).
De acuerdo con algunos estudios, los EC financiados por organizaciones con ánimo de lucro tienden a favorecer al fármaco esponsorizado hasta cuatro veces más que aquellos financiados por entidades sin ánimo de lucro (Als-Nielsen, 2003; Lexchin, 2003). No debe desprenderse de esto que todos los EC se encuentran fatalmente sesgados. Existen muchos EC con un diseño robusto y un adecuado reporte de los resultados. Esto es así especialmente en los grandes ensayos pivotales, en los que las compañías se juegan la aprobación de un fármaco. No obstante, en multitud de casos el marketing se entreteje en las características del EC, influyendo de forma sutil en cómo se enmarcan las preguntas de investigación y el diseño, conduciendo hacia la acumulación de sesgos y un reporte inapropiado de los resultados (Heres, 2006; Lexchin, 2012; Lundh, 2012; Goldacre, 2013; Le Noury, 2015; Prasad, 2015). El mayor peligro por tanto no son los estudios claramente mercadotécnicos (bautizados como experimercials), sino la coexistencia en un mismo EC de características rigurosas con un sutil «giro comercial».
La evidencia sugiere que es más probable que los EC financiados por la IF utilicen distintos métodos para distorsionar los resultados a su favor, como son: plantear preguntas de investigación orientadas al resultado deseado, usar un comparador inactivo o «de paja» (p.e. en dosis inadecuadas), seleccionar la población de estudio de modo que favorezca la intervención deseada, usar variables subrogadas como resultados principales, hacer ensayos de duración demasiado corta, mezclar los resultados de forma interesada, ignorar los datos de pacientes que abandonaron el ensayo, cambiar el resultado principal tras finalizar el ensayo, hacer análisis de subgrupos inapropiados, distorsionar los criterios de éxito (p.e., amplios márgenes de no-inferioridad) o manejar inferencias incorrectas hasta el punto de narrar como positivos resultados que en realidad no lo son (Lexchin, 2003; Turner, 2008; Ioannidis, 2010-1; Goldacre, 2013; Every-Palmer, 2014).
Existe cada vez más evidencia directa sobre la manipulación de los resultados reportados en los ensayos financiados por la industria, resaltando los resultados favorables y evitando los hallazgos inconvenientes. En este sentido, es paradigmático el caso de la gabapentina (Vedula, 2009). Se producen multitud de EC que no responden a preguntas pertinentes o que lo hacen de forma innecesariamente repetitiva. Un EC aparentemente inocuo que explora una nueva indicación de un fármaco puede constituir una estrategia de marketing offlabel (Vedula, 2012). Los EC pueden ser utilizados para el product seeding: se esparce la población del estudio en pequeños grupos reclutados en múltiples centros como herramienta comercial. Se consigue con ello familiarizar a los prescriptores con el producto y promover el contacto regular de los comerciales con el centro.
Por otra parte, los análisis de coste-efectividad son un criterio fundamental para adscribir recursos públicos y también se encuentran directamente influidos por estrategias comerciales. La mayoría de los análisis publicados presentan ratios de coste-eficacia favorables y es más probable que los estudios financiados por la industria muestren ratios por debajo de los umbrales requeridos por las autoridades (Miners, 2005; Bell, 2006). Existen multitud de métodos mediante los cuales la industria consigue maquillar los análisis de coste-efectividad (Polyzos, 2011).
No solo se ven distorsionados los ensayos sobre la eficacia de intervenciones. También se manipula el conocimiento clínico para obtener más diagnósticos y, con ello, intervenciones. Estas prácticas se agrupan bajo el término paraguas disease mongering, acuñado por Ray Monihan (2002). En general, se trata de estrategias para ampliar las fronteras de enfermedades ya definidas, definir estados de «riesgo» o «pre-enfermedad» (son paradigmáticas las estrategias agresivas para reducir el colesterol o la hipertensión arterial en prevención primaria), medicalizar problemas diversos (como la timidez, o el natural declive de testosterona y hormona de crecimiento con la edad) y lanzar agresivas campañas de «concienciación» con objetivos principalmente comerciales. Estas distorsiones contribuyen al exceso de intervencionismo en medicina, que conlleva importantes riesgos. La toma de conciencia al respecto ha llevado a lanzar distintas campañas internacionales (p.e., BMJ “Too Much Medicine”) y a acuñar conceptos como «prevención cuaternaria» (definida por M. Jamoulle, actualizada constantemente —Martins, 2018—) y «deprescripción» (Reeve, 2017).
Es importante tener en cuenta que no solo se distorsiona el cómo, sino el sobre qué se investiga. Los incentivos influyen en la agenda de investigación de distintas maneras. Se tiende a maximizar el beneficio económico, lo que lleva a centrarse en intervenciones patentables, como las farmacológicas. Algunas de las formas en que se valoran los estudios científicos tienen poco que ver con su calidad metodológica o su relevancia social, lo que conduce a seleccionar objetos y métodos de investigación con más probabilidad de reportar difusión y beneficio económico por encima de otros valores (Macleod, 2014).
Síntesis de la evidencia
Las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) que sintetizan ensayos que responden a preguntas inapropiadas simplemente reforzarán los mensajes inadecuados (Ioannidis, 2010-2). Como dicen los anglosajones, “garbage in, garbage out”. Se ha limitado el acceso a los datos básicos de los EC y la integración en RS de los datos disponibles, potencialmente sometidos a importantes sesgos, puede potenciar y perpetuar estos sesgos de la literatura primaria (Doshi, 2012). Dado que las RS y los MA han alcanzado gran prestigio e influencia, la industria también ha infiltrado su producción. Existe evidencia de que los ma financiados por la industria tienden a ser de peor calidad metodológica, a no evitar sesgos y conflictos de interés relevantes y a emitir conclusiones favorables a la intervención de interés (Jorgensen, 2006; Yank, 2007; Roseman, 2011; Ebrahim, 2012).
Difusión de la evidencia
Sesgo de publicación
Se trata de uno de los sesgos más graves y reconocidos. Consiste en la tendencia a publicar con más frecuencia los estudios que arrojan resultados estadísticamente significativos (lo que implica a su vez que los resultados negativos, pese a tener la misma validez, se publiquen menos). La resultante es una tendencia a sobreestimar el resultado de las intervenciones. Esto se produce en un contexto de incentivos mal orientados (como la orientación de la investigación hacia determinados resultados productivos, el famoso publica o perece), permisividad por parte de las entidades reguladoras y de las revistas especializadas, entre otros. Más allá del sesgo de publicación, la no disponibilidad en general de datos potencialmente relevantes distorsiona los resultados de las revisiones de evidencia, y con ello sesga las decisiones de las autoridades y los profesionales pertinentes. Esto tiene un enorme impacto socioeconómico. Goldacre (2013) dedica buena parte de su libro Bad Pharma a este tema.
Attributional spin
Algunos críticos defienden que referirse a las compañías como meros patrocinadores, financiadores o proveedores de apoyo a la investigación contribuye a ocultar su verdadero rol. Muchos EC son proyectos corporativos, si bien no son presentados al público como tales: se resalta el rol de los académicos que participan en el estudio y se minimiza el de la industria (Ross, 2008; Goldacre, 2013; Matheson, 2016-1; Matheson, 2016-2). A esto se le llama attributional spin (giro atributivo), y hace que los resultados sean presentados mediante la autoría de académicos creíbles, lo que reduce la impresión de influencia comercial, a la par que puede favorecer la publicación en revistas de mayor impacto (Hirsch, 2009). Muchos de estos autores tienen importantes conflictos de interés con la industria (Rose, 2010; Ahn, 2017).
Líderes de opinión
En el marketing farmacéutico, los líderes de opinión o KOL (del inglés Key Opinion Leader) son médicos u otros profesionales sanitarios de renombre en quienes los compañeros confían a la hora de formarse una opinión. Las compañías farmacéuticas utilizan a los KOL como herramientas de marketing para promocionar sus productos o influir en las decisiones de las agencias reguladoras y otras instituciones (Meffert, 2009; Sismondo, 2015). El manejo de estos KOL a menudo se externaliza a agencias de marketing especializadas.
Revistas médicas
La industria tiene una influencia considerable en lo que se publica en las revistas médicas más influyentes a través de la autoría fantasma o ghostwriting (Ross, 2008; Sismondo, 2009; Goldacre, 2013). Las propias revistas tienen importantes conflictos de interés, pues los ensayos producidos por la industria generan importantes ingresos a partir de las separatas o «tiradas especiales». Asimismo, estos artículos pueden aumentar el factor de impacto de las revistas; de acuerdo con algunos estudios, hasta un 15% (Lundh, 2010). Las revisiones narrativas y las editoriales por parte de KOL también tienen un gran impacto en la práctica clínica (Monihan, 2008; Meffert, 2009), y están sujetas a criterios de revisión más laxos.
Guías clínicas
En EE.UU., la mayoría (56%) de los investigadores involucrados en las 17 guías de práctica clínica cardiovascular más importantes publicadas entre 2004 y 2008 presentaban conflictos de interés (becas de investigación, honorarios por conferencias de promoción, acciones en bolsa o pagos por consultorías). El porcentaje aumentaba hasta el 80% al analizar los directores de los comités científicos (Mendelson, 2011). Según otro estudio, en conjunto, entre el 56 y el 87% de los autores de guías de práctica clínica tendrían al menos un conflicto de interés financiero (Norris, 2011). Estas guías con frecuencia enfatizan intervenciones nuevas y costosas y siguen la evidencia de forma laxa. Por ejemplo, en el caso de la diabetes de tipo 2, la mayoría seguían recomendando un control farmacológico estricto de la glucemia, cuando la mejor evidencia disponible sugería que esto no comportaba un mayor beneficio para los pacientes (Montori, 2009), y que podría deteriorar su calidad de vida (Yudkin, 2010).
A menudo se promueve que la declaración de los conflictos de interés es aval de transparencia e integridad. Por una parte, estos conflictos están gravemente infrarreportados (Neuman 2011) y no suelen tenerse en cuenta a la hora de valorar la evidencia presentada. Por otra, la transparencia por sí misma no disminuye la distorsión en todo el proceso e incluso puede tender a normalizar la presencia de esos conflictos de interés (Goldacre, 2013).
Visita médica
Las presiones mercadotécnicas directas por parte de los comerciales son muy relevantes. Por ejemplo, en los EE.UU., en 2004, alrededor de un tercio de los 57 mil millones de dólares que gastaron las compañías farmacéuticas en actividades promocionales se destinó a visitas médicas (Gagnon, 2008). La interacción regular con comerciales incrementa sustancialmente las probabilidades que un fármaco se incluya en el stock del hospital y, si el médico recibe honorarios, el incremento es aún mayor (Chren, 1994). Los pacientes entrevistados consideran en general que los lazos financieros entre los médicos y las compañías farmacéuticas son inaceptables y comprometen la calidad de la asistencia (Licurse, 2010). No obstante, raramente se les informa de estos lazos. En los últimos tiempos se vienen tomando medidas restrictivas en distintos países (ver «Posibles medidas»).
Formación de los profesionales
Los médicos se ven expuestos al marketing farmacéutico desde su formación de grado (Sierles, 2005; Grande, 2009; Austad, 2011). La formación médica continuada (FMC) es parte esencial del desarrollo de los profesionales. En muchos países esa formación depende financieramente de la IF. En los EE.UU., en 2010, aunque algunas regulaciones habían modulado ya su influencia, aproximadamente el 50% de la financiación de la FMC procedía directamente de la IF (Steinman, 2012). Los espónsores tienen influencia directa en los programas educativos, involucrando con frecuencia a KOL y usando a menudo presentaciones preparadas por la propia compañía (Avorn, 2010). Algunos estudios sugieren que la FMC esponsorizada conlleva un incremento de las tasas de prescripción del producto en cuestión (Wazana, 2000). La mayoría de congresos y eventos formativos cuentan con patrocinio industrial (Brody, 2009).
Sociedades científicas y profesionales
Las sociedades médicas profesionales tienen un papel importante en la definición y promoción de los estándares de salud. Sus pronunciamientos públicos, guías clínicas, cursos de FMC, normativas éticas, etc. tienen un gran peso para los profesionales y la sociedad. Muchas de estas sociedades reciben abundante financiación por parte de la industria, y a menudo carecen de políticas de regulación o estas son insuficientes (Rothman, 2009; Brody, 2010; Fabbri, 2016).
Asociaciones de pacientes
Las asociaciones de pacientes influyen en las políticas sanitarias, así como en las actitudes de pacientes y allegados y en la opinión de la población general. Los vínculos financieros entre estas asociaciones y la industria también se han hecho más intensos en los últimos años. Muchas de estas reciben fondos de la industria, generándose a menudo una situación de dependencia económica. En este contexto se generan potenciales conflictos de interés, a pesar de lo cual la transparencia y las políticas de regulación en general son insuficientes (Colombo, 2012; Rose, 2013; McCoy, 2017; Rose, 2017).
Gestión de la evidencia
Riesgo y seguridad
La aprobación de nuevos productos o indicaciones requiere que se demuestre su efectividad y una seguridad razonable. A pesar de todo, a menudo se tarda mucho tiempo en retirar intervenciones con defectos de seguridad o eficacia, con grandes costes económicos y en morbimortalidad. Esto se debe en parte a las limitaciones intrínsecas de los métodos y recursos disponibles. Existen efectos secundarios relevantes pero sutiles, que no se logran detectar hasta que un fármaco se ha usado profusamente durante bastante tiempo. Por eso son tan importantes los estudios independientes de farmacovigilancia poscomercialización. No obstante, el estudio de los procesos de retirada de distintos fármacos y procedimientos en los últimos años sugiere que los lazos financieros con la industria pueden determinar la orientación de los autores de ensayos y MA en cuestiones de seguridad. La rosiglitazona, un medicamento para la diabetes de tipo 2, fue aprobada y prescrita en todo el mundo durante 10 años, con beneficios multimillonarios, a pesar de que existía evidencia limitada de sus beneficios y, especialmente, de su seguridad (Cohen, 2010). Actualmente se encuentra retirada en la UE, India, Suráfrica y Nueva Zelanda, y sus indicaciones se restringieron mucho en los EE.UU. Otro caso muy conocido es el del rofecoxib, un antiinflamatorio no esteroideo que incrementa el riesgo cardiovascular. Los datos revelados durante un litigio sugieren que el fabricante distorsionó intencionalmente la presentación de los datos de seguridad de los ensayos (Curfman, 2005), y entrenó a sus comerciales para evitar de forma tácita las preguntas de los médicos sobre ese tema (Berenson, 2005).
Captura del regulador
La industria influye de distintas maneras en la elaboración y aplicación de las normativas que regulan la aprobación y retirada de medicamentos, así como sus precios. Es un fenómeno bautizado como «captura del regulador». Se trata de una cuestión fundamental, teniendo en cuenta el peso que tiene la partida destinada a gasto farmacéutico en los presupuestos de sanidad y las repercusiones en morbimortalidad que se derivan de aprobaciones que no cumplen con las suficientes garantías. Los conflictos afectan desde las más altas esferas, como los ministerios de sanidad o las grandes agencias del medicamento (FDA, EMA), hasta los comités de ética locales o las oficinas de farmacia de los hospitales. Estas entidades no siempre actúan orientadas hacia proteger a la población, sino que lo hacen de acuerdo con los intereses corporativos.
Existen distintos mecanismos para vehiculizar estas influencias: las leyes que fijan el gasto farmacéutico y las posibilidades de negociación con los proveedores, la relajación de las normas de introducción de medicamentos al mercado (p.e., permitiendo el uso de variables subrogadas como medidas de resultados en lugar de supervivencia o calidad de vida), la validación de nuevas patentes de fármacos que no aportan beneficios significativos, pero son mucho más caros que sus predecesores (los denominados me too), etc. Estas prácticas se han denunciado reiteradamente (Goldacre, 2013). En el campo de la oncología, por ejemplo, existen múltiples estudios recientes que muestran cómo se han relajado los estándares y se aprueban de forma sistemática fármacos con beneficios marginales y precios astronómicos (Kim, 2015; Davis, 2017; Prasad, 2017).
Conclusiones y posibles medidas
Como hemos podido ver, los conflictos de intereses que distorsionan la MBE no forman parte de una «gran conspiración secreta», sino que se trata de problemas inherentes a nuestro contexto socioeconómico. Solo el estudio riguroso nos permite identificar bien de qué maneras se articulan estos conflictos y cómo podemos ponerles coto. Este estudio se encuentra muy dificultado por las condiciones de manipulación y falta de transparencia generalizadas. A pesar de ello, muchas personas están dedicando grandes esfuerzos a desenmascarar estos problemas y a proponer soluciones. No se trata de un tema menor: el buen funcionamiento de la MBE es clave para que las personas y poblaciones sean objeto de intervenciones de eficacia y seguridad probadas. Aunque no es el objetivo principal de este artículo, se nombrarán aquí algunas de las medidas que han sido propuestas para intervenir en esta situación.
En primer lugar, muchos autores apuestan por que debe recalibrarse el concepto de integridad en la investigación, de tal modo que los comentados sesgos y conflictos sean vistos con la misma gravedad que la falsificación y el fraude individuales. Para ello se requieren campañas de sensibilización dirigidas no solo a los profesionales, sino a la población general.
Deben hacerse mejores ensayos clínicos (adecuado tamaño y selección de pacientes, en respuesta a preguntas clínicamente relevantes, con comparaciones adecuadas contra la mejor alternativa disponible, etc.). En cuanto a la aprobación de nuevos fármacos, toda la información sobre eficacia y seguridad que manejen las compañías y entidades reguladoras debe ser de dominio público. Es fundamental que sea obligatorio el registro de todos los EC que se llevan a cabo, así como la publicación oportuna y de libre acceso de todos los datos relevantes. En los últimos años se han dado pasos importantes en este sentido, como la campaña All Trials (ver enlace en bibliografía), aunque queda mucho por hacer. Estas iniciativas deberían contar con un amplio apoyo, incluyendo todas las sociedades profesionales, académicas y científicas.
Se requiere un mayor desarrollo de recursos, como los estándares de reporte de ensayos (CONSORT) y la herramienta de riesgo de sesgo de la Cochrane, puesto que les falta alcance y detalle, especialmente para casos de sesgo más sutiles (Bero, 2013; Prasad, 2015). De lo contrario, el cumplimiento de estos estándares puede conferir una credibilidad inmerecida a ciertos estudios.
Es necesario un mayor control y rendición de cuentas de las publicaciones de las revistas académicas, dado que estas son en buena parte custodias del canon académico y deben exigir que los datos relevantes sean de acceso libre y elevar los estándares de atribución de autoría, rigor científico e información (Lundh, 2010; Handel, 2012; Smith, 2012). Las guías del Comité Internacional de Revistas Médicas siguen siendo permisivas con el marketing farmacéutico (Matheson, 2016).
Es importante promover que la formación de los profesionales sanitarios sea independiente de los intereses comerciales y que proporcione herramientas críticas. Algunos estudios indican que las medidas tomadas en esa dirección pueden ser eficaces, por ejemplo, durante la formación de grado (Sierles 2015). Asimismo, están comenzando a proliferar un mayor número de eventos formativos desligados de la financiación y promoción de la IF.
Deben tomarse medidas para controlar los conflictos de interés financieros a todos los niveles. Por ejemplo, la declaración obligatoria de pagos a médicos, que se ha implementado de forma más o menos parcial en distintos países. Esta exigencia de transparencia debe extenderse a sociedades profesionales, revistas científicas, entidades reguladoras (y sus miembros) y asociaciones de pacientes.
Es fundamental tener claro que todas estas medidas quedarán en papel mojado si no se ponen en marcha los recursos necesarios para su implementación y para asegurar la rendición de cuentas de los responsables. Autores como Goldacre (2013) insisten en que la mera promulgación de códigos de conducta, normativas o leyes no solo no sirve de nada, sino que puede ser contraproducente al dar la sensación que se está haciendo algo cuando no es así. Las consecuencias para los infractores deben ser suficientes como para favorecer la disuasión y garantizar la restauración del daño en la medida de lo posible.
Asimismo, como se ha afirmado en la introducción, los conflictos de intereses son estructurales y deben abordarse como tales si se quiere minimizar su impacto. Las medidas deben buscar ir a la raíz en los distintos niveles relevantes (investigación, docencia, regulación de medicamentos, etc.). Debe garantizarse el máximo consenso y alcance (p.e., de nada sirve endurecer la regulación en un territorio si se externaliza la producción de estudios a otro lugar donde la normativa es más laxa). En la medida de lo posible, debe adoptarse una perspectiva más preventiva que meramente reactiva. Solo así se conseguirá recuperar la confianza en la MBE, una herramienta indispensable para el buen funcionamiento de los sistemas de salud.
Carlos Soler es psiquiatra
Artículo publicado originalmente en https://www.escepticos.es/node/5934
Reproducido con permiso
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Fuente: http://www.nogracias.org/2020/08/12/la-distorsion-de-la-medicina-basada-en-la-evidencia-por-carlos-soler/
Conocimiento Libre
Fuentes: Nogracias.org
La existencia de conflictos de intereses no es coyuntural, sino constitutiva (o estructural) en un sistema social complejo. Los intereses no tienen por qué ser negativos a priori. Pueden ser más o menos legítimos o generar mayor o menor consenso ético, y su interacción puede tener resultados dispares. La cuestión principal es cómo se articulan, supervisan y regulan. El ámbito de la salud, tanto en su vertiente reactiva como de prevención y promoción así como en la investigación, constituye a día de hoy un gigantesco mercado, lo que confiere mucho peso a los intereses financieros (Stamakatis, 2013; Ioannidis, 2016). Aunque no es el objetivo primero de este artículo, conviene reseñar que ese peso financiero se ve propiciado en determinado contexto histórico y político (por ejemplo, a través de las leyes de patentes y la entrada de la industria farmacéutica y de la investigación en la economía financiera especulativa, impulsadas en los años 80 en los EE.UU.).
En este artículo se abordará cómo la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), un movimiento que nace hace tres décadas buscando minimizar los sesgos en la medicina clínica, se ha visto gravemente distorsionado y alejado de esos valores para favorecer intereses particulares, principalmente económicos. El foco estará en la influencia de la industria farmacéutica (IF), sin dejar de mencionar otros intereses corporativos y la colaboración necesaria de distintos actores.
La MBE reposa sobre cuestiones abordadas desde hace tiempo por la medicina, la filosofía natural y la ciencia. Sus orígenes más concretos suelen situarse en una serie de charlas que dio en 1972 el epidemiólogo Archie Cochrane, tituladas «Efectividad y eficiencia: reflexiones aleatorias sobre los servicios de salud» (Cochrane, 1972). Cochrane argumentó que se estaban usando muchas intervenciones médicas de eficacia y seguridad dudosas o desconocidas. Esto habría de causar daño a nivel tanto individual como poblacional a través de la iatrogenia, el despilfarro de recursos y del fracaso a la hora de adoptar tratamientos más efectivos. Afirmó que los tratamientos deberían evaluarse sistemáticamente usando métodos no sesgados (como el ensayo clínico aleatorio —ec—) y que la profesión médica debía revisar de forma continua sus conocimientos. Lo respaldaba un fuerte imperativo ético: no hacer daño, hacer lo mejor por los pacientes y de modo justo, sin malgastar recursos.
El término MBE fue acuñado en los años ochenta del siglo XX por el EBM Working Group de la McMaster University para describir la evaluación y el uso de los resultados de la investigación en el cuidado de los pacientes individuales. Este grupo situó la MBE como un «cambio de paradigma» en un famoso artículo publicado en 1992 (Guyatt et al., 1992). Desde entonces, la MBE ha tenido un enorme impacto en las políticas y prácticas de los sistemas de salud como un método para guiar las decisiones tanto clínicas como sanitarias en general. Para centrar la cuestión, podría decirse que la MBE nació, en el plano teórico, al cariz de una pregunta fundamentalmente epistemológica: ¿Qué evidencia puede considerarse apropiada para tomar decisiones clínicas? Se cernían dudas cada vez más consistentes sobre el «viejo paradigma», en el que la práctica médica se sustentaba básicamente en la experiencia clínica y la evidencia mecanística (o fisiopatológica). La primera estaría sometida a multitud de sesgos (tendencia a recordar resultados positivos, pudiendo estos no estar relacionados causalmente con el tratamiento indicado, sobreestimación de eficacia por efecto placebo, etc.). La segunda había dado ya abundantes ejemplos de inconsistencia (problemas al trasladar resultados in vitro a in vivo, perjuicios no detectados al ensayar tratamientos a pequeña escala, etc.).
Ante esto, los promotores de la MBE defendieron una aproximación sistemática a la evidencia. Esta se jerarquizó, basándose en la confiabilidad del conocimiento obtenido por distintos métodos de investigación y de acuerdo con tres afirmaciones fundamentales: 1) Los EC y las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) dan evidencia más robusta que los estudios observacionales; 2) los estudios comparativos (EC y observacionales) dan evidencia más robusta que el razonamiento mecanístico; y 3) los estudios comparativos dan evidencia más robusta que la opinión de expertos. Así, la evidencia probabilística prevalecería sobre la fisiopatológica, y ambas sobre la experiencia o intuición clínica. La MBE supuso un importante avance al contribuir a la sistematización del conocimiento en salud y fomentar la aplicación de intervenciones de eficacia probada, así como el descarte de otras no eficaces o potencialmente dañinas. Por este motivo, se consolidó a lo largo de las dos décadas posteriores de su nacimiento, y en la actualidad es el marco dominante en la toma de decisiones en medicina.
A medida que la MBE y sus principales herramientas (el EC, la RS y el MA) han ido ganado reconocimiento, se han visto distorsionadas por conflictos de intereses entre distintos actores (industrias relacionadas con intervenciones sanitarias, como la farmacéutica, instituciones académicas, autoridades y estamentos de gestión diversos, etc.), que pueden obtener beneficios al orientar a su favor los resultados («evidencia»). Estas distorsiones se ven motivadas en parte por los incentivos financieros hacia los que se orienta la sociedad de mercado y, en general, no han encontrado la suficiente oposición por parte de los distintos responsables de su regulación (sociedades profesionales y científicas, academia, agencias del medicamento, etc.). Los mismos proponentes de la MBE han alzado reiteradamente la voz para señalar las grandes dimensiones y la gravedad del impacto de esta corrupción (Greenhalgh, 2014), a lo que se han sumado las voces de multitud de profesionales vinculados a la salud que son defensores de los principios de la MBE.
Aunque las críticas están presentes desde los orígenes, en los últimos años se ha ido acumulando la evidencia que sugiere que la IF (en colaboración con otros actores necesarios) ha introducido sesgos en todos los procesos relacionados con la MBE, desde la producción de la evidencia hasta su síntesis, difusión y gestión. Los resultados de esta distorsión tienen un gran impacto socioeconómico y en la credibilidad de la propia MBE. A continuación, se detallarán los distintos ámbitos que se han visto afectados y algunos de los métodos empleados para ello. La división de los ámbitos es relativamente arbitraria y responde a cuestiones de claridad, si bien existe una interrelación entre todos ellos. Asimismo, se trata de una revisión breve, que no pretende ser exhaustiva, aunque se incluye abundante bibliografía para que se pueda profundizar si resulta de interés.
Producción de la evidencia
Los EC son caros, sobre todo los grandes ensayos necesarios para aprobar la entrada de un fármaco al mercado. El sector público ha cedido en gran parte la realización de EC a la industria, y los ensayos más citados son casi siempre producidos por esta (Lathyris, 2010). Asimismo, la propia industria a menudo externaliza la realización de dichos EC a empresas especializadas. Muchos críticos consideran que no debería dejarse en manos de las corporaciones la evaluación de sus propios productos, puesto que es natural que en ese caso la balanza se decante hacia el propio beneficio económico (Ioannidis, 2013).
De acuerdo con algunos estudios, los EC financiados por organizaciones con ánimo de lucro tienden a favorecer al fármaco esponsorizado hasta cuatro veces más que aquellos financiados por entidades sin ánimo de lucro (Als-Nielsen, 2003; Lexchin, 2003). No debe desprenderse de esto que todos los EC se encuentran fatalmente sesgados. Existen muchos EC con un diseño robusto y un adecuado reporte de los resultados. Esto es así especialmente en los grandes ensayos pivotales, en los que las compañías se juegan la aprobación de un fármaco. No obstante, en multitud de casos el marketing se entreteje en las características del EC, influyendo de forma sutil en cómo se enmarcan las preguntas de investigación y el diseño, conduciendo hacia la acumulación de sesgos y un reporte inapropiado de los resultados (Heres, 2006; Lexchin, 2012; Lundh, 2012; Goldacre, 2013; Le Noury, 2015; Prasad, 2015). El mayor peligro por tanto no son los estudios claramente mercadotécnicos (bautizados como experimercials), sino la coexistencia en un mismo EC de características rigurosas con un sutil «giro comercial».
La evidencia sugiere que es más probable que los EC financiados por la IF utilicen distintos métodos para distorsionar los resultados a su favor, como son: plantear preguntas de investigación orientadas al resultado deseado, usar un comparador inactivo o «de paja» (p.e. en dosis inadecuadas), seleccionar la población de estudio de modo que favorezca la intervención deseada, usar variables subrogadas como resultados principales, hacer ensayos de duración demasiado corta, mezclar los resultados de forma interesada, ignorar los datos de pacientes que abandonaron el ensayo, cambiar el resultado principal tras finalizar el ensayo, hacer análisis de subgrupos inapropiados, distorsionar los criterios de éxito (p.e., amplios márgenes de no-inferioridad) o manejar inferencias incorrectas hasta el punto de narrar como positivos resultados que en realidad no lo son (Lexchin, 2003; Turner, 2008; Ioannidis, 2010-1; Goldacre, 2013; Every-Palmer, 2014).
Existe cada vez más evidencia directa sobre la manipulación de los resultados reportados en los ensayos financiados por la industria, resaltando los resultados favorables y evitando los hallazgos inconvenientes. En este sentido, es paradigmático el caso de la gabapentina (Vedula, 2009). Se producen multitud de EC que no responden a preguntas pertinentes o que lo hacen de forma innecesariamente repetitiva. Un EC aparentemente inocuo que explora una nueva indicación de un fármaco puede constituir una estrategia de marketing offlabel (Vedula, 2012). Los EC pueden ser utilizados para el product seeding: se esparce la población del estudio en pequeños grupos reclutados en múltiples centros como herramienta comercial. Se consigue con ello familiarizar a los prescriptores con el producto y promover el contacto regular de los comerciales con el centro.
Por otra parte, los análisis de coste-efectividad son un criterio fundamental para adscribir recursos públicos y también se encuentran directamente influidos por estrategias comerciales. La mayoría de los análisis publicados presentan ratios de coste-eficacia favorables y es más probable que los estudios financiados por la industria muestren ratios por debajo de los umbrales requeridos por las autoridades (Miners, 2005; Bell, 2006). Existen multitud de métodos mediante los cuales la industria consigue maquillar los análisis de coste-efectividad (Polyzos, 2011).
No solo se ven distorsionados los ensayos sobre la eficacia de intervenciones. También se manipula el conocimiento clínico para obtener más diagnósticos y, con ello, intervenciones. Estas prácticas se agrupan bajo el término paraguas disease mongering, acuñado por Ray Monihan (2002). En general, se trata de estrategias para ampliar las fronteras de enfermedades ya definidas, definir estados de «riesgo» o «pre-enfermedad» (son paradigmáticas las estrategias agresivas para reducir el colesterol o la hipertensión arterial en prevención primaria), medicalizar problemas diversos (como la timidez, o el natural declive de testosterona y hormona de crecimiento con la edad) y lanzar agresivas campañas de «concienciación» con objetivos principalmente comerciales. Estas distorsiones contribuyen al exceso de intervencionismo en medicina, que conlleva importantes riesgos. La toma de conciencia al respecto ha llevado a lanzar distintas campañas internacionales (p.e., BMJ “Too Much Medicine”) y a acuñar conceptos como «prevención cuaternaria» (definida por M. Jamoulle, actualizada constantemente —Martins, 2018—) y «deprescripción» (Reeve, 2017).
Es importante tener en cuenta que no solo se distorsiona el cómo, sino el sobre qué se investiga. Los incentivos influyen en la agenda de investigación de distintas maneras. Se tiende a maximizar el beneficio económico, lo que lleva a centrarse en intervenciones patentables, como las farmacológicas. Algunas de las formas en que se valoran los estudios científicos tienen poco que ver con su calidad metodológica o su relevancia social, lo que conduce a seleccionar objetos y métodos de investigación con más probabilidad de reportar difusión y beneficio económico por encima de otros valores (Macleod, 2014).
Síntesis de la evidencia
Las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) que sintetizan ensayos que responden a preguntas inapropiadas simplemente reforzarán los mensajes inadecuados (Ioannidis, 2010-2). Como dicen los anglosajones, “garbage in, garbage out”. Se ha limitado el acceso a los datos básicos de los EC y la integración en RS de los datos disponibles, potencialmente sometidos a importantes sesgos, puede potenciar y perpetuar estos sesgos de la literatura primaria (Doshi, 2012). Dado que las RS y los MA han alcanzado gran prestigio e influencia, la industria también ha infiltrado su producción. Existe evidencia de que los ma financiados por la industria tienden a ser de peor calidad metodológica, a no evitar sesgos y conflictos de interés relevantes y a emitir conclusiones favorables a la intervención de interés (Jorgensen, 2006; Yank, 2007; Roseman, 2011; Ebrahim, 2012).
Difusión de la evidencia
Sesgo de publicación
Se trata de uno de los sesgos más graves y reconocidos. Consiste en la tendencia a publicar con más frecuencia los estudios que arrojan resultados estadísticamente significativos (lo que implica a su vez que los resultados negativos, pese a tener la misma validez, se publiquen menos). La resultante es una tendencia a sobreestimar el resultado de las intervenciones. Esto se produce en un contexto de incentivos mal orientados (como la orientación de la investigación hacia determinados resultados productivos, el famoso publica o perece), permisividad por parte de las entidades reguladoras y de las revistas especializadas, entre otros. Más allá del sesgo de publicación, la no disponibilidad en general de datos potencialmente relevantes distorsiona los resultados de las revisiones de evidencia, y con ello sesga las decisiones de las autoridades y los profesionales pertinentes. Esto tiene un enorme impacto socioeconómico. Goldacre (2013) dedica buena parte de su libro Bad Pharma a este tema.
Attributional spin
Algunos críticos defienden que referirse a las compañías como meros patrocinadores, financiadores o proveedores de apoyo a la investigación contribuye a ocultar su verdadero rol. Muchos EC son proyectos corporativos, si bien no son presentados al público como tales: se resalta el rol de los académicos que participan en el estudio y se minimiza el de la industria (Ross, 2008; Goldacre, 2013; Matheson, 2016-1; Matheson, 2016-2). A esto se le llama attributional spin (giro atributivo), y hace que los resultados sean presentados mediante la autoría de académicos creíbles, lo que reduce la impresión de influencia comercial, a la par que puede favorecer la publicación en revistas de mayor impacto (Hirsch, 2009). Muchos de estos autores tienen importantes conflictos de interés con la industria (Rose, 2010; Ahn, 2017).
Líderes de opinión
En el marketing farmacéutico, los líderes de opinión o KOL (del inglés Key Opinion Leader) son médicos u otros profesionales sanitarios de renombre en quienes los compañeros confían a la hora de formarse una opinión. Las compañías farmacéuticas utilizan a los KOL como herramientas de marketing para promocionar sus productos o influir en las decisiones de las agencias reguladoras y otras instituciones (Meffert, 2009; Sismondo, 2015). El manejo de estos KOL a menudo se externaliza a agencias de marketing especializadas.
Revistas médicas
La industria tiene una influencia considerable en lo que se publica en las revistas médicas más influyentes a través de la autoría fantasma o ghostwriting (Ross, 2008; Sismondo, 2009; Goldacre, 2013). Las propias revistas tienen importantes conflictos de interés, pues los ensayos producidos por la industria generan importantes ingresos a partir de las separatas o «tiradas especiales». Asimismo, estos artículos pueden aumentar el factor de impacto de las revistas; de acuerdo con algunos estudios, hasta un 15% (Lundh, 2010). Las revisiones narrativas y las editoriales por parte de KOL también tienen un gran impacto en la práctica clínica (Monihan, 2008; Meffert, 2009), y están sujetas a criterios de revisión más laxos.
Guías clínicas
En EE.UU., la mayoría (56%) de los investigadores involucrados en las 17 guías de práctica clínica cardiovascular más importantes publicadas entre 2004 y 2008 presentaban conflictos de interés (becas de investigación, honorarios por conferencias de promoción, acciones en bolsa o pagos por consultorías). El porcentaje aumentaba hasta el 80% al analizar los directores de los comités científicos (Mendelson, 2011). Según otro estudio, en conjunto, entre el 56 y el 87% de los autores de guías de práctica clínica tendrían al menos un conflicto de interés financiero (Norris, 2011). Estas guías con frecuencia enfatizan intervenciones nuevas y costosas y siguen la evidencia de forma laxa. Por ejemplo, en el caso de la diabetes de tipo 2, la mayoría seguían recomendando un control farmacológico estricto de la glucemia, cuando la mejor evidencia disponible sugería que esto no comportaba un mayor beneficio para los pacientes (Montori, 2009), y que podría deteriorar su calidad de vida (Yudkin, 2010).
A menudo se promueve que la declaración de los conflictos de interés es aval de transparencia e integridad. Por una parte, estos conflictos están gravemente infrarreportados (Neuman 2011) y no suelen tenerse en cuenta a la hora de valorar la evidencia presentada. Por otra, la transparencia por sí misma no disminuye la distorsión en todo el proceso e incluso puede tender a normalizar la presencia de esos conflictos de interés (Goldacre, 2013).
Visita médica
Las presiones mercadotécnicas directas por parte de los comerciales son muy relevantes. Por ejemplo, en los EE.UU., en 2004, alrededor de un tercio de los 57 mil millones de dólares que gastaron las compañías farmacéuticas en actividades promocionales se destinó a visitas médicas (Gagnon, 2008). La interacción regular con comerciales incrementa sustancialmente las probabilidades que un fármaco se incluya en el stock del hospital y, si el médico recibe honorarios, el incremento es aún mayor (Chren, 1994). Los pacientes entrevistados consideran en general que los lazos financieros entre los médicos y las compañías farmacéuticas son inaceptables y comprometen la calidad de la asistencia (Licurse, 2010). No obstante, raramente se les informa de estos lazos. En los últimos tiempos se vienen tomando medidas restrictivas en distintos países (ver «Posibles medidas»).
Formación de los profesionales
Los médicos se ven expuestos al marketing farmacéutico desde su formación de grado (Sierles, 2005; Grande, 2009; Austad, 2011). La formación médica continuada (FMC) es parte esencial del desarrollo de los profesionales. En muchos países esa formación depende financieramente de la IF. En los EE.UU., en 2010, aunque algunas regulaciones habían modulado ya su influencia, aproximadamente el 50% de la financiación de la FMC procedía directamente de la IF (Steinman, 2012). Los espónsores tienen influencia directa en los programas educativos, involucrando con frecuencia a KOL y usando a menudo presentaciones preparadas por la propia compañía (Avorn, 2010). Algunos estudios sugieren que la FMC esponsorizada conlleva un incremento de las tasas de prescripción del producto en cuestión (Wazana, 2000). La mayoría de congresos y eventos formativos cuentan con patrocinio industrial (Brody, 2009).
Sociedades científicas y profesionales
Las sociedades médicas profesionales tienen un papel importante en la definición y promoción de los estándares de salud. Sus pronunciamientos públicos, guías clínicas, cursos de FMC, normativas éticas, etc. tienen un gran peso para los profesionales y la sociedad. Muchas de estas sociedades reciben abundante financiación por parte de la industria, y a menudo carecen de políticas de regulación o estas son insuficientes (Rothman, 2009; Brody, 2010; Fabbri, 2016).
Asociaciones de pacientes
Las asociaciones de pacientes influyen en las políticas sanitarias, así como en las actitudes de pacientes y allegados y en la opinión de la población general. Los vínculos financieros entre estas asociaciones y la industria también se han hecho más intensos en los últimos años. Muchas de estas reciben fondos de la industria, generándose a menudo una situación de dependencia económica. En este contexto se generan potenciales conflictos de interés, a pesar de lo cual la transparencia y las políticas de regulación en general son insuficientes (Colombo, 2012; Rose, 2013; McCoy, 2017; Rose, 2017).
Gestión de la evidencia
Riesgo y seguridad
La aprobación de nuevos productos o indicaciones requiere que se demuestre su efectividad y una seguridad razonable. A pesar de todo, a menudo se tarda mucho tiempo en retirar intervenciones con defectos de seguridad o eficacia, con grandes costes económicos y en morbimortalidad. Esto se debe en parte a las limitaciones intrínsecas de los métodos y recursos disponibles. Existen efectos secundarios relevantes pero sutiles, que no se logran detectar hasta que un fármaco se ha usado profusamente durante bastante tiempo. Por eso son tan importantes los estudios independientes de farmacovigilancia poscomercialización. No obstante, el estudio de los procesos de retirada de distintos fármacos y procedimientos en los últimos años sugiere que los lazos financieros con la industria pueden determinar la orientación de los autores de ensayos y MA en cuestiones de seguridad. La rosiglitazona, un medicamento para la diabetes de tipo 2, fue aprobada y prescrita en todo el mundo durante 10 años, con beneficios multimillonarios, a pesar de que existía evidencia limitada de sus beneficios y, especialmente, de su seguridad (Cohen, 2010). Actualmente se encuentra retirada en la UE, India, Suráfrica y Nueva Zelanda, y sus indicaciones se restringieron mucho en los EE.UU. Otro caso muy conocido es el del rofecoxib, un antiinflamatorio no esteroideo que incrementa el riesgo cardiovascular. Los datos revelados durante un litigio sugieren que el fabricante distorsionó intencionalmente la presentación de los datos de seguridad de los ensayos (Curfman, 2005), y entrenó a sus comerciales para evitar de forma tácita las preguntas de los médicos sobre ese tema (Berenson, 2005).
Captura del regulador
La industria influye de distintas maneras en la elaboración y aplicación de las normativas que regulan la aprobación y retirada de medicamentos, así como sus precios. Es un fenómeno bautizado como «captura del regulador». Se trata de una cuestión fundamental, teniendo en cuenta el peso que tiene la partida destinada a gasto farmacéutico en los presupuestos de sanidad y las repercusiones en morbimortalidad que se derivan de aprobaciones que no cumplen con las suficientes garantías. Los conflictos afectan desde las más altas esferas, como los ministerios de sanidad o las grandes agencias del medicamento (FDA, EMA), hasta los comités de ética locales o las oficinas de farmacia de los hospitales. Estas entidades no siempre actúan orientadas hacia proteger a la población, sino que lo hacen de acuerdo con los intereses corporativos.
Existen distintos mecanismos para vehiculizar estas influencias: las leyes que fijan el gasto farmacéutico y las posibilidades de negociación con los proveedores, la relajación de las normas de introducción de medicamentos al mercado (p.e., permitiendo el uso de variables subrogadas como medidas de resultados en lugar de supervivencia o calidad de vida), la validación de nuevas patentes de fármacos que no aportan beneficios significativos, pero son mucho más caros que sus predecesores (los denominados me too), etc. Estas prácticas se han denunciado reiteradamente (Goldacre, 2013). En el campo de la oncología, por ejemplo, existen múltiples estudios recientes que muestran cómo se han relajado los estándares y se aprueban de forma sistemática fármacos con beneficios marginales y precios astronómicos (Kim, 2015; Davis, 2017; Prasad, 2017).
Conclusiones y posibles medidas
Como hemos podido ver, los conflictos de intereses que distorsionan la MBE no forman parte de una «gran conspiración secreta», sino que se trata de problemas inherentes a nuestro contexto socioeconómico. Solo el estudio riguroso nos permite identificar bien de qué maneras se articulan estos conflictos y cómo podemos ponerles coto. Este estudio se encuentra muy dificultado por las condiciones de manipulación y falta de transparencia generalizadas. A pesar de ello, muchas personas están dedicando grandes esfuerzos a desenmascarar estos problemas y a proponer soluciones. No se trata de un tema menor: el buen funcionamiento de la MBE es clave para que las personas y poblaciones sean objeto de intervenciones de eficacia y seguridad probadas. Aunque no es el objetivo principal de este artículo, se nombrarán aquí algunas de las medidas que han sido propuestas para intervenir en esta situación.
En primer lugar, muchos autores apuestan por que debe recalibrarse el concepto de integridad en la investigación, de tal modo que los comentados sesgos y conflictos sean vistos con la misma gravedad que la falsificación y el fraude individuales. Para ello se requieren campañas de sensibilización dirigidas no solo a los profesionales, sino a la población general.
Deben hacerse mejores ensayos clínicos (adecuado tamaño y selección de pacientes, en respuesta a preguntas clínicamente relevantes, con comparaciones adecuadas contra la mejor alternativa disponible, etc.). En cuanto a la aprobación de nuevos fármacos, toda la información sobre eficacia y seguridad que manejen las compañías y entidades reguladoras debe ser de dominio público. Es fundamental que sea obligatorio el registro de todos los EC que se llevan a cabo, así como la publicación oportuna y de libre acceso de todos los datos relevantes. En los últimos años se han dado pasos importantes en este sentido, como la campaña All Trials (ver enlace en bibliografía), aunque queda mucho por hacer. Estas iniciativas deberían contar con un amplio apoyo, incluyendo todas las sociedades profesionales, académicas y científicas.
Se requiere un mayor desarrollo de recursos, como los estándares de reporte de ensayos (CONSORT) y la herramienta de riesgo de sesgo de la Cochrane, puesto que les falta alcance y detalle, especialmente para casos de sesgo más sutiles (Bero, 2013; Prasad, 2015). De lo contrario, el cumplimiento de estos estándares puede conferir una credibilidad inmerecida a ciertos estudios.
Es necesario un mayor control y rendición de cuentas de las publicaciones de las revistas académicas, dado que estas son en buena parte custodias del canon académico y deben exigir que los datos relevantes sean de acceso libre y elevar los estándares de atribución de autoría, rigor científico e información (Lundh, 2010; Handel, 2012; Smith, 2012). Las guías del Comité Internacional de Revistas Médicas siguen siendo permisivas con el marketing farmacéutico (Matheson, 2016).
Es importante promover que la formación de los profesionales sanitarios sea independiente de los intereses comerciales y que proporcione herramientas críticas. Algunos estudios indican que las medidas tomadas en esa dirección pueden ser eficaces, por ejemplo, durante la formación de grado (Sierles 2015). Asimismo, están comenzando a proliferar un mayor número de eventos formativos desligados de la financiación y promoción de la IF.
Deben tomarse medidas para controlar los conflictos de interés financieros a todos los niveles. Por ejemplo, la declaración obligatoria de pagos a médicos, que se ha implementado de forma más o menos parcial en distintos países. Esta exigencia de transparencia debe extenderse a sociedades profesionales, revistas científicas, entidades reguladoras (y sus miembros) y asociaciones de pacientes.
Es fundamental tener claro que todas estas medidas quedarán en papel mojado si no se ponen en marcha los recursos necesarios para su implementación y para asegurar la rendición de cuentas de los responsables. Autores como Goldacre (2013) insisten en que la mera promulgación de códigos de conducta, normativas o leyes no solo no sirve de nada, sino que puede ser contraproducente al dar la sensación que se está haciendo algo cuando no es así. Las consecuencias para los infractores deben ser suficientes como para favorecer la disuasión y garantizar la restauración del daño en la medida de lo posible.
Asimismo, como se ha afirmado en la introducción, los conflictos de intereses son estructurales y deben abordarse como tales si se quiere minimizar su impacto. Las medidas deben buscar ir a la raíz en los distintos niveles relevantes (investigación, docencia, regulación de medicamentos, etc.). Debe garantizarse el máximo consenso y alcance (p.e., de nada sirve endurecer la regulación en un territorio si se externaliza la producción de estudios a otro lugar donde la normativa es más laxa). En la medida de lo posible, debe adoptarse una perspectiva más preventiva que meramente reactiva. Solo así se conseguirá recuperar la confianza en la MBE, una herramienta indispensable para el buen funcionamiento de los sistemas de salud.
Carlos Soler es psiquiatra
Artículo publicado originalmente en https://www.escepticos.es/node/5934
Reproducido con permiso
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Fuente: http://www.nogracias.org/2020/08/12/la-distorsion-de-la-medicina-basada-en-la-evidencia-por-carlos-soler/
sábado, 5 de septiembre de 2020
_- Dolor en la escuela, El Bullying.
_- Resulta sobrecogedor que una institución que está creada para formar personas felices, sea el lugar en el que algunos alumnos y algunas alumnas encuentran dolor, angustia, desesperación e, incluso, la muerte. Hablo del bullying o acoso escolar. Se trata de un acto o una serie de actos intimidatorios y normalmente agresivos o de manipulación por parte de una persona o varias contra otra persona o varias, normalmente durante un cierto tiempo. Es ofensivo y se basa en un desequilibrio de poderes.
Acabo de prologar un libro, coordinado por Arnaldo Canales, que pronto verá la luz en Santiago de Chile. Se titula “Historias que sanan”. Una hermosa paradoja este título ya que las historias que han causado daño, al ser contadas, curan a quienes las cuentan y a quienes las leen. Arnaldo, presidente de la Fundación Liderazgo Chile e impulsor de la Ley de Educación Emocional en dicho país, predica con el ejemplo. Pide que otros escriban, pero lo él hace también en un doble y valiente relato, uno en el que humildemente se confiesa verdugo y otro en el que describe sus vivencias de víctima.
Las historias del libro curan porque previenen. Y curan porque cicatrizan. Curan porque ayudan a reflexionar y curan porque ayudan a sentir. La reflexión demanda que no se repitan estos casos tan dolorosos y la compasión nos redime ante las víctimas.
El libro, escrito con la sangre, contiene catorce relatos autobiográficos en los que los autores y autoras (más chicas que chicos, por cierto) cuentan el calvario que vivieron en la escuela. Sobrecoge imaginar el terror con el que estos niños/jóvenes acudían a la institución escolar cada mañana, como si fueran al patíbulo. Iban a sufrir, no a disfrutar. Iban a ser machacados y machacadas, no a ser protegidos y queridos. Iban a sufrir, no a aprender.
Voy a elegir algunos párrafos de tres de esos relatos. Me ha costado decidirme por estos tres, ya que todos son extraordinariamente interesantes, por auténticos y dolorosos.
Yanira García Correa titula su relato “El poder de las palabras”. Describe el comienzo. Y dice:Recuerdo el día en que todo comenzó; la profesora estaba preguntando de dónde éramos, para conocernos, y cuando me tocó a mí, todos me miraron sorprendidos y comenzaron a susurrarse cosas. Desde ese día, el acoso era algo constante, algo del día a día, tan rutinario, no había ni siquiera un día de silencio. Aislamiento, nadie quería incluirme en grupos de trabajo, nadie se juntaba conmigo en los recreos, me elegían de las últimas en las actividades de educación física, me gritaban insultos, me escondían mis cosas. Una infinidad de momentos que hacen que la vida de una niña se vuelva tan triste. Llegó un momento en que comencé a mentir; sentía que esa era la única forma en la que por fin me podrían aceptar, pensé que así al menos tendría un amigo, eso era todo lo que quería. Pero no valió para nada lo que pensé; les había dado otro motivo por el que acosarme, ahora me gritaban mentirosa”.
Haré referencia a un segundo relato de los que integran el libro. La autora se llama Macarezza Meléndez y titula su historia con una contundente palabra “Burlas”. Extraigo este párrafo, que se centra en los motivos de la saña:
“De niña yo tenía una gran inseguridad: mis orejas. No podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba recogerme el cabello en una cola, utilizaba siempre mi pelo suelto cubriéndolas o usaba gorros y evitaba que la gente las mirara por mucho tiempo, porque me sentía insegura y en casa lloraba por ello. Algunos compañeros míos me molestaban sistemáticamente, incluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas, e incluso llegué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible porque me acomplejaban”.
Tercer párrafo relacionado con las consecuencias. Claudia Soto titula su relato ”Barbie negra”. Estremece leer lo que escribe: “Fue tanta la depresión que intenté suicidarme siete veces, buscaba desesperadamente trozos de vidrios, quería sentir un dolor más fuerte del que ya sentía, me lancé a un gran pozo de leña, me golpeé tantas veces con la madera y nada, tomé pastillas hasta casi desmayarme en frente de un río, una compañera evitó que me ahogara…”.
¿Cómo puede soportar tanto dolor un niño o un joven que está abriéndose a la vida?, ¿qué visión pueden tener del mundo en que viven?, ¿qué sentido puede tener para ellos un futuro que solo ofrece desesperación?, ¿cómo sorprenderse de que les ronde la idea del suicidio?
En esos relatos aparecen cinco tipos de víctimas. Los que practican el bullyng son también victimas porque se convierten en crueles verdugos. Son también víctimas porque se convierten en miserables agentes del mal. Se envilecen convirtiendo a un compañero en un objeto al que ponen al servicio de su sadismo. Me pregunto por los intrincados caminos que les han llevado a disfrutar haciendo daño al prójimo. Me pregunto por los extraños mecanismos psicológicos que les llevan a elegir a sus víctimas. Porque la víctima no es un compañero cualquiera. Es alguien con alguna tara física o psíquica pero, sobre todo, es alguien que no va a saber ni poder defenderse. Es alguien que reúne unas características peculiares que son cuidadosamente estudiadas por los agresores.
Son víctimas también aquellos que corean, aplauden, ríen y graban las acciones del matón. No golpean pero alientan a quien lo hace. No abusan pero animan a quien toma la iniciativa. Pienso en ellos como víctimas porque se cargan de violencia moral.
Considero víctimas también a quienes callan. A todos aquellos que no tienen el valor de oponerse, de denunciar, de decir basta. Se lavan las manos, miran para otra parte, se encogen de hombros como si no fuera con ellos. Son víctimas porque el silencio les envilece.
Son víctimas de esa lacra quienes no son capaces de observar con sagacidad y atención. ¿cómo es posible que llegue un alumno al suicidio sin que nadie haya visto el más mínimo indicio de angustia o desolación?, ¿cómo es posible que se haya producido un dolor tan horrible sin haber oído una palabra o una señal de alarma?
Es víctima también la institución que, lejos de ser un espacio de aprendizaje de la convivencia, se convierte en una cárcel donde se practica la tortura.
Claro que las víctimas por excelencia son aquellas personas que son objeto de burlas, risas, golpes, humillaciones y desprecios. No en una ocasión aislada sino de forma persistente y asfixiante. Cuesta pensar que ese proceso destructivo, que se basa en la crueldad sistematizada, tenga lugar en la escuela. El verdugo suele actuar con un grupo que aplaude y ríe divertido y que calla y encubre. El verdugo busca adquirir poder y que todos le teman. En realidad, lo que dice a todo el mundo es: cuidado, que también te lo puedo hacer a ti. Busca provocar el miedo.
He leído recientemente el excelente libro de Keith Sullivan, Mark Cleary y Ginny Sullivan titulado “Bullying en la enseñanza secundaria. El acoso escolar: cómo se presenta y cómo afrontarlo”. Dicen los autores que “cuando las escuelas alaban la política contra el bullying, pero no la cumplen, ponen a los estudiantes en peligro. El mensaje es muy claro: las escuelas deben estar completamente implicadas en el desarrollo de un entorno seguro. Lo que hacen las escuelas es mucho más importante de lo que dicen”.
No sé si en estos tiempos de confinamiento habrá desaparecido el bullying de forma plena. Porque hay formas diversas de ciberbullying, como estudia con rigor Alejandro Castro Santander en su libro “Bullying duro, bullying blando y ciberbullying”. ¿Qué está pasando en este nuevo contexto?, ¿cómo se canalizan los impulsos sádicos?, ¿cómo se manejan los sentimientos? Hay que ponerse a observar, a preguntar, a pensar y a intervenir.
Tomado de Miguel Ángel Santos Guerra, El Adarve.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/15/dolor-en-la-escuela-2/
Acabo de prologar un libro, coordinado por Arnaldo Canales, que pronto verá la luz en Santiago de Chile. Se titula “Historias que sanan”. Una hermosa paradoja este título ya que las historias que han causado daño, al ser contadas, curan a quienes las cuentan y a quienes las leen. Arnaldo, presidente de la Fundación Liderazgo Chile e impulsor de la Ley de Educación Emocional en dicho país, predica con el ejemplo. Pide que otros escriban, pero lo él hace también en un doble y valiente relato, uno en el que humildemente se confiesa verdugo y otro en el que describe sus vivencias de víctima.
Las historias del libro curan porque previenen. Y curan porque cicatrizan. Curan porque ayudan a reflexionar y curan porque ayudan a sentir. La reflexión demanda que no se repitan estos casos tan dolorosos y la compasión nos redime ante las víctimas.
El libro, escrito con la sangre, contiene catorce relatos autobiográficos en los que los autores y autoras (más chicas que chicos, por cierto) cuentan el calvario que vivieron en la escuela. Sobrecoge imaginar el terror con el que estos niños/jóvenes acudían a la institución escolar cada mañana, como si fueran al patíbulo. Iban a sufrir, no a disfrutar. Iban a ser machacados y machacadas, no a ser protegidos y queridos. Iban a sufrir, no a aprender.
Voy a elegir algunos párrafos de tres de esos relatos. Me ha costado decidirme por estos tres, ya que todos son extraordinariamente interesantes, por auténticos y dolorosos.
Yanira García Correa titula su relato “El poder de las palabras”. Describe el comienzo. Y dice:Recuerdo el día en que todo comenzó; la profesora estaba preguntando de dónde éramos, para conocernos, y cuando me tocó a mí, todos me miraron sorprendidos y comenzaron a susurrarse cosas. Desde ese día, el acoso era algo constante, algo del día a día, tan rutinario, no había ni siquiera un día de silencio. Aislamiento, nadie quería incluirme en grupos de trabajo, nadie se juntaba conmigo en los recreos, me elegían de las últimas en las actividades de educación física, me gritaban insultos, me escondían mis cosas. Una infinidad de momentos que hacen que la vida de una niña se vuelva tan triste. Llegó un momento en que comencé a mentir; sentía que esa era la única forma en la que por fin me podrían aceptar, pensé que así al menos tendría un amigo, eso era todo lo que quería. Pero no valió para nada lo que pensé; les había dado otro motivo por el que acosarme, ahora me gritaban mentirosa”.
Haré referencia a un segundo relato de los que integran el libro. La autora se llama Macarezza Meléndez y titula su historia con una contundente palabra “Burlas”. Extraigo este párrafo, que se centra en los motivos de la saña:
“De niña yo tenía una gran inseguridad: mis orejas. No podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba recogerme el cabello en una cola, utilizaba siempre mi pelo suelto cubriéndolas o usaba gorros y evitaba que la gente las mirara por mucho tiempo, porque me sentía insegura y en casa lloraba por ello. Algunos compañeros míos me molestaban sistemáticamente, incluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas, e incluso llegué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible porque me acomplejaban”.
Tercer párrafo relacionado con las consecuencias. Claudia Soto titula su relato ”Barbie negra”. Estremece leer lo que escribe: “Fue tanta la depresión que intenté suicidarme siete veces, buscaba desesperadamente trozos de vidrios, quería sentir un dolor más fuerte del que ya sentía, me lancé a un gran pozo de leña, me golpeé tantas veces con la madera y nada, tomé pastillas hasta casi desmayarme en frente de un río, una compañera evitó que me ahogara…”.
¿Cómo puede soportar tanto dolor un niño o un joven que está abriéndose a la vida?, ¿qué visión pueden tener del mundo en que viven?, ¿qué sentido puede tener para ellos un futuro que solo ofrece desesperación?, ¿cómo sorprenderse de que les ronde la idea del suicidio?
En esos relatos aparecen cinco tipos de víctimas. Los que practican el bullyng son también victimas porque se convierten en crueles verdugos. Son también víctimas porque se convierten en miserables agentes del mal. Se envilecen convirtiendo a un compañero en un objeto al que ponen al servicio de su sadismo. Me pregunto por los intrincados caminos que les han llevado a disfrutar haciendo daño al prójimo. Me pregunto por los extraños mecanismos psicológicos que les llevan a elegir a sus víctimas. Porque la víctima no es un compañero cualquiera. Es alguien con alguna tara física o psíquica pero, sobre todo, es alguien que no va a saber ni poder defenderse. Es alguien que reúne unas características peculiares que son cuidadosamente estudiadas por los agresores.
Son víctimas también aquellos que corean, aplauden, ríen y graban las acciones del matón. No golpean pero alientan a quien lo hace. No abusan pero animan a quien toma la iniciativa. Pienso en ellos como víctimas porque se cargan de violencia moral.
Considero víctimas también a quienes callan. A todos aquellos que no tienen el valor de oponerse, de denunciar, de decir basta. Se lavan las manos, miran para otra parte, se encogen de hombros como si no fuera con ellos. Son víctimas porque el silencio les envilece.
Son víctimas de esa lacra quienes no son capaces de observar con sagacidad y atención. ¿cómo es posible que llegue un alumno al suicidio sin que nadie haya visto el más mínimo indicio de angustia o desolación?, ¿cómo es posible que se haya producido un dolor tan horrible sin haber oído una palabra o una señal de alarma?
Es víctima también la institución que, lejos de ser un espacio de aprendizaje de la convivencia, se convierte en una cárcel donde se practica la tortura.
Claro que las víctimas por excelencia son aquellas personas que son objeto de burlas, risas, golpes, humillaciones y desprecios. No en una ocasión aislada sino de forma persistente y asfixiante. Cuesta pensar que ese proceso destructivo, que se basa en la crueldad sistematizada, tenga lugar en la escuela. El verdugo suele actuar con un grupo que aplaude y ríe divertido y que calla y encubre. El verdugo busca adquirir poder y que todos le teman. En realidad, lo que dice a todo el mundo es: cuidado, que también te lo puedo hacer a ti. Busca provocar el miedo.
He leído recientemente el excelente libro de Keith Sullivan, Mark Cleary y Ginny Sullivan titulado “Bullying en la enseñanza secundaria. El acoso escolar: cómo se presenta y cómo afrontarlo”. Dicen los autores que “cuando las escuelas alaban la política contra el bullying, pero no la cumplen, ponen a los estudiantes en peligro. El mensaje es muy claro: las escuelas deben estar completamente implicadas en el desarrollo de un entorno seguro. Lo que hacen las escuelas es mucho más importante de lo que dicen”.
No sé si en estos tiempos de confinamiento habrá desaparecido el bullying de forma plena. Porque hay formas diversas de ciberbullying, como estudia con rigor Alejandro Castro Santander en su libro “Bullying duro, bullying blando y ciberbullying”. ¿Qué está pasando en este nuevo contexto?, ¿cómo se canalizan los impulsos sádicos?, ¿cómo se manejan los sentimientos? Hay que ponerse a observar, a preguntar, a pensar y a intervenir.
Tomado de Miguel Ángel Santos Guerra, El Adarve.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/15/dolor-en-la-escuela-2/
viernes, 4 de septiembre de 2020
_- Lynn Margulis, la bióloga que demostró que la cooperación lleva al éxito.
_- La cooperación como herramienta de evolución y desarrollo humano frente a la competición
Ha habido muchas mujeres que, a pesar de realizar grandes contribuciones a la ciencia con impacto, no han sido reconocidas por la historia. Una de ellas es Lynn Margulis (1938-2011), la brillante bióloga que descubrió la endosimbiosis.
Esta teoría describe el origen de las células eucariotas como consecuencia de sucesivas incorporaciones simbiogenéticas de diferentes células procariotas. Cuando en 1967 se publicó en el artículo “El Origen de la Mitosis en las Células” en Journal of Theoretical Biology, tras haber sido rechazado anteriormente en quince revistas, chocó con varios puntos del paradigma neodarwiniano. Sufrió numerosos ataques y descalificaciones pese a tener una teoría consolidada explicativa de la proliferación de la vida multicelular y su maravillosa diversidad. Hoy en día es uno de los documentos más importantes de la biología del siglo XX, ya que supuso un giro fundamental en la comprensión de la evolución de las especies.
Durante toda su carrera, mientras que la mayoría de las personas biólogas enfatizaban el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, superando la arraigada creencia de que sólo sobrevive la más fuerte. De ahí su famosa frase: “La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.
A pesar de las dificultades, interpuestas por sus propios colegas de profesión, y a que durante años se la mantuviera a la sombra de su marido, siempre fue una apasionada de su trabajo y nunca dejó de investigar. Además, muchas de las personas que la conocieron resaltan de ella su carácter amable y siempre dispuesto al intercambio de ideas.
Al igual que estos días reconocemos y alabamos a cientos de trabajadoras normalmente minusvaloradas del ámbito sanitario, el sector más feminizado actualmente con un 76,9% de empleadas mujeres, es una cuestión de justicia reconocer y destacar las aportaciones de tantas mujeres que han logrado una sociedad mejor. Lynn Margulis hizo aportaciones fundamentales para la ciencia moderna y trabajó solidariamente a pesar de los ataques. Recordar su historia es importante para dejar de frenar el progreso por querer invisibilizar el trabajo de las mujeres.
Fuente:
https://eldiariofeminista.info/2020/04/13/lynn-margulis-la-biologa-que-demostro-que-la-cooperacion-lleva-al-exito/
Ha habido muchas mujeres que, a pesar de realizar grandes contribuciones a la ciencia con impacto, no han sido reconocidas por la historia. Una de ellas es Lynn Margulis (1938-2011), la brillante bióloga que descubrió la endosimbiosis.
Esta teoría describe el origen de las células eucariotas como consecuencia de sucesivas incorporaciones simbiogenéticas de diferentes células procariotas. Cuando en 1967 se publicó en el artículo “El Origen de la Mitosis en las Células” en Journal of Theoretical Biology, tras haber sido rechazado anteriormente en quince revistas, chocó con varios puntos del paradigma neodarwiniano. Sufrió numerosos ataques y descalificaciones pese a tener una teoría consolidada explicativa de la proliferación de la vida multicelular y su maravillosa diversidad. Hoy en día es uno de los documentos más importantes de la biología del siglo XX, ya que supuso un giro fundamental en la comprensión de la evolución de las especies.
Durante toda su carrera, mientras que la mayoría de las personas biólogas enfatizaban el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, superando la arraigada creencia de que sólo sobrevive la más fuerte. De ahí su famosa frase: “La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.
A pesar de las dificultades, interpuestas por sus propios colegas de profesión, y a que durante años se la mantuviera a la sombra de su marido, siempre fue una apasionada de su trabajo y nunca dejó de investigar. Además, muchas de las personas que la conocieron resaltan de ella su carácter amable y siempre dispuesto al intercambio de ideas.
Al igual que estos días reconocemos y alabamos a cientos de trabajadoras normalmente minusvaloradas del ámbito sanitario, el sector más feminizado actualmente con un 76,9% de empleadas mujeres, es una cuestión de justicia reconocer y destacar las aportaciones de tantas mujeres que han logrado una sociedad mejor. Lynn Margulis hizo aportaciones fundamentales para la ciencia moderna y trabajó solidariamente a pesar de los ataques. Recordar su historia es importante para dejar de frenar el progreso por querer invisibilizar el trabajo de las mujeres.
Fuente:
https://eldiariofeminista.info/2020/04/13/lynn-margulis-la-biologa-que-demostro-que-la-cooperacion-lleva-al-exito/
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