Escribir no es difícil, lo difícil es no escribir. L. Tolstói (1828-1910). Saber no es suficiente tenemos que aplicarlo. Querer no basta tenemos que hacerlo. Goethe (1749-1832). No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad. Beethoven (1770-1827). Ni lamentar ni detestar, sino comprender. Spinoza (1632-1677). La única soledad es la ignorancia. Shakespeare (1582-1616). Nada tan vil como ser altivo con el humilde. Séneca (4 a. C. - 65 d. C.).
_--El planteamiento es sencillo: en una calle hay cinco casas de colores distintos, y en cada casa vive una persona de distinta nacionalidad. Los cinco dueños son muy suyos: beben diversos tipos de bebida, fuman diferentes marcas de cigarrillos, y cada uno tiene una mascota distinta a la de los demás. A partir de las siguientes pistas, ¿quién es el dueño del pez?
1. El británico vive en la casa roja
2. El sueco tiene un perro como mascota
3. El danés toma té
4. El noruego vive en la primera casa
5. El alemán fuma Prince
6. La casa verde está inmediatamente a la izquierda de la blanca
7. El dueño de la casa verde bebe café
8. El propietario que fuma Pall Mall cría pájaros
9. El dueño de la casa amarilla fuma Dunhill
10. El hombre que vive en la casa del centro bebe leche
11. El vecino que fuma Blends vive al lado del que tiene un gato
12. El hombre que tiene un caballo vive al lado del que fuma Dunhill
13. El propietario que fuma Bluemaster toma cerveza
14. El vecino que fuma Blends vive al lado del que toma agua
15. El noruego vive al lado de la casa azul
La única manera de dar con la solución es cruzar los datos de estas 15 afirmaciones. Existen mútliples fórmulas para hacerlo (en YouTube hay varios ejemplos), y esta es la combinación definitiva:
Así pues, el dueño del pez es el vecino alemán. ¿Es del 2% de población que lo ha logrado? Enhorabuena, forma parte de la aristocracia de los portadores de una elevada inteligencia lógica, que permite resolver problemas complejos, realizar esquemas con facilidad y establecer relaciones profundas. Si, por el contrario, el físico germano le parece un modelo inalcanzable (bienvenido al 98%), siempre le quedará sumarse al team Mozart, cuyo cociente intelectual no destacaba entre el resto según las mediciones clásicas: por fortuna, hay otros tipos de inteligencia, como la creatividad o la capacidad de adaptación.
Es la primera vez que Aguirre lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será
En el mundo pasan cosas horribles. El número de víctimas inocentes se multiplica, el imperio del terror gana adeptos, partidarios que declaran actuar en nombre de la paz o del propio terror. Cada cadáver que contemplamos a diario con la pasiva impasibilidad de lo inevitable merece una columna. Lo sé, y sé que otras amenazas, como la que convierte el ejercicio de la libertad de expresión en una actividad peligrosa para los españoles, no son menos urgentes. Pero me van a perdonar que vuelva a escribir hoy sobre Esperanza Aguirre, aunque sólo sea porque llevo tantos años esperando este momento que ya sospechaba que no llegaría.
La relación de Esperanza con las tramas de corrupción de su partido, antes la Gürtel, luego la Púnica, ha sido como el argumento de una larguísima novela negra, de esas en las que el lector sabe desde la primera página quién es el asesino pero el detective nunca es capaz de probarlo.
Lejos de proclamar su inocencia mientras los rumores la cercaban, dio vueltas y más vueltas a la tuerca de su honestidad hasta alardear de haber destapado la corrupción en su propio partido. Cuando Granados publicó lo evidente, que todo lo había aprendido de ella, no se dio por aludida y pareció haber salido con bien una vez más.
Ahora, la documentación incautada a Beltrán Gutiérrez, gerente del PP madrileño bajo su mando, no sólo prueba la financiación ilegal del partido que dirigía, sino que promete más de lo que da. ¿Por qué llevaría un gerente encima un pen drive con la contabilidad B de su partido? ¿Contra quién pretende usarla, de quién quiere protegerse?
Sólo sabemos una cosa con certeza. Es la primera vez que Esperanza lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será.
1. Soldados
George L(achmann) Mosse (1918-1999) es uno de los grandes historiadores de referencia a la hora de comprender los presupuestos ideológicos y morales del nacionalismo alemán Völkisch que conduciría al Holocausto y a la muerte de masas en el siglo XX. Su importantísima obra, sin embargo, no ha tenido suerte en España. Ariel tardó casi 35 años en publicar La cultura europea del siglo XX, un libro esencial que hoy, sin embargo, sólo puede encontrarse en librerías de lance. Y La nacionalización de las masas, otro texto imprescindible acerca de los fundamentos irracionalistas de la fascinación que el nazismo ejerció sobre los alemanes, tuvo que esperar tres décadas para ser publicado por Marcial Pons. Ahora llega por fin, con un retraso de casi 30 años, uno de sus libros más importantes y sintéticos: Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales, publicado por la editorial de la Universidad de Zaragoza, de cuyo catálogo sólo hay que lamentar su escasa visualización en las librerías, un peliagudo asunto que los sellos universitarios no acaban de resolver. Soldados caídos, para cuya investigación Mosse utilizó, además de copiosas fuentes primarias, materiales procedentes de la literatura, la cinematografía, el deporte, la religión y el turismo de la primera mitad del siglo XX, disecciona el mito —cultivado sobre todo por la derecha alemana en los años veinte y treinta— de la “experiencia de la guerra”.
La catástrofe bélica de 1914-1918, la más terrorífica que había conocido la humanidad, suscitó un proceso, a la vez de exaltación y enmascaramiento del horror, que fue creando el clima ideal para la proliferación de ideologías militaristas y totalitarias que, una vez más, conducirían a la carnicería de 1939-1945 y al espanto del Holocausto. Y lo hizo, sobre todo, a partir de dos mecanismos complementarios: primero, mediante la brutalización del comportamiento de los combatientes, la glorificación y el embellecimiento del heroísmo suicida (que tan bien reflejó Stanley Kubrick en
El culto al soldado caído, convertido en una especie de religión laica (con sus santuarios, sus mártires y sus lugares sagrados), alcanzó su cenit durante el periodo de entreguerras, pero fue perdiendo su mordiente popular a partir de la irrupción de las armas nucleares y de la extensión del pacifismo entre las masas. Contrapunto del también imprescindible La Gran Guerra y la memoria moderna
(Turner, 2006), de Paul Fussell, que se centraba en la memoria (literaria) de los antiguos combatientes, Soldados caídos es un libro esencial para comprender la deriva ideológica y moral que condujo al mundo a sus dos peores catástrofes.
2. Esclavos
En el Anti-Dühring, Engels demostraba, poniendo en escena al esforzado (pre)colonialista Robinson y al bueno de Viernes, que toda violencia política reposa primitivamente en una función económica de carácter social. La esclavitud, por ejemplo, una lacra a la que, según la OIT, siguen sometidos cerca de 21 millones de personas.
Entre principios del XVI, cuando el Rey Católico dio vía libre a la introducción de esclavos africanos en América, hasta 1867, cuando llegó a Cuba el último cargamento de esclavos, más de 10 millones de hombres, mujeres y niños capturados a la fuerza fueron enviados a América desde África Occidental. Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica, proporciona, en menos de trescientas páginas, una visión panorámica y muy divulgativa de todos los aspectos implicados en la monstruosa trata. Incluyendo, además de la organización de la vida y del trabajo de los esclavos, sus formas de resistencia y rebelión.
3. Poe
Desde que Jesús Egido se hiciera cargo, hace más de una década, del primero de los dos sellos de ese peculiar tándem editorial compuesto por Rey Lear y Reino de Cordelia, ha contado con el poeta Luis Alberto de Cuenca (LAC) como una especie de asesor áulico. En los catálogos de Egido se nota la huella del mejor y más culto de nuestros poetas pop, aunque no estoy seguro de que la denominación le agrade del todo al autor de, por ejemplo, ‘Isabel’ o ‘La mujer sin cabeza’. Como premio a sus consejos y recomendaciones, LAC ha obtenido recientemente el envidiable privilegio de verse convertido en un personaje de cómic de línea clara basado en los “argumentos” de una quincena de sus poemas de (también) línea clara: el álbum en cuestión es Viñetas de Plata (Reino de Cordelia), dibujado por Laura Pérez Vernetti. Y conste que el privilegio no es menor, habida cuenta de que Egido ha sido el editor, por ejemplo, del cartoonista Winsor McCay (1869-1934), uno de los grandes pioneros del octavo arte. En cuanto a LAC, su último granito de arena al sello de Egido ha sido la elección de los Diez cuentos de terror de Edgar Allan Poe que ha ilustrado María Espejo para Reino de Cordelia. Por mi parte, nada grave que objetar, aunque quizás yo hubiera sustituido alguno de los relatos por ‘Morella’, muy cercano a esas dos obras maestras del goticismo exacerbado que son ‘Berenice’ y ‘Ligeia’. En cuanto a la traducción, la de Susana Carral es impecable, de acuerdo, pero yo tengo el oído castellano hecho a la de Cortázar (posiblemente menos “exacta”), igual que —mutatis mutandis— cuando pienso en Shakespeare en castellano me vienen a la cabeza las contundentes cadencias de Astrana Marín, y no la más precisa filología de Conejero y su equipo. Que disfruten con esta estupenda selección del mejor Poe.
_--Vestido como un turista cualquiera, con ropa deportiva y enormes gafas de sol sobre el frontispicio, Damien Hirst da un último paseo antes de levantar el telón de su nueva exposición, que se inaugura este domingo en las dos sedes de la fundación que el magnate el magnate François Pinault instaló en Venecia hace una década. Masacrarlo a preguntas no servirá de nada. “Lo siento, amigo. Hoy no me toca prensa”, se excusa con una implacable sonrisa. Lástima, porque su regreso despierta numerosos interrogantes. El primero: ¿qué es verdad y qué es mentira en este esperado proyecto, insistentemente presentado como su regreso por la puerta grande, tras años de sequía creativa y hastío de sus coleccionistas?
Escultura de bronce de la exposición de Damien Hirst en Venecia (Italia). MIGUEL MEDINA AFP
Tesoros del naugragio del 'Increíble', que permanecerá abierta en la laguna veneciana hasta el 3 de diciembre, está concebida como una superproducción de aventuras. En la primera planta del Palazzo Grassi, palacete de mármol blanco que parece reflejarse en el Gran Canal, un vídeo da la bienvenida. En él, un grupo de buceadores extraen obras de arte de las profundidades marinas. Forman parte de la colección de Cif Amotan II, esclavo otomano liberado en los días del Imperio Romano, cuyo navío, al que llamó Apistos (o “increíble” en griego antiguo) se hundió en las costas de Zanzíbar hace dos mil años. En el barco transportaba la grandiosa colección que amasó al recuperar su libertad, compuesta por fastuosas esculturas, joyas deslumbrantes y valiosas monedas, que quedaron hundidas en el fondo del mar.
Lo que Hirst presenta ahora, según el relato concebido para la exposición, no sería más que las obras extraviadas entonces, impregnadas de los colores que les prestaron las algas y el coral. En la colección, encontrada en 2008 y rescatada con el concurso del artista, figuran bustos egipcios y torsos griegos, estatuillas de mármol y budas en bronce oscuro, medusas de cristal y discos monolíticos aztecas. En total, 200 obras se suceden por los pasillos. Muchas de ellas, de tamaño monumental. En el patio central del edificio se erige un coloso de 18 metros, inspirado en el protagonista de un cuadro de William Blake. “La exuberancia es belleza”, escribió este último en El matrimonio del cielo y del infierno. No cabe la menor duda de que Hirst comparte esa máxima.
Pero las contradicciones no tardarán en surgir en el recorrido. En medio de las reliquias, presentadas con abundante documentación verídica sobre su origen y características, aparecen obras incompatibles con esa leyenda. Algunas pertenecen a tiempos posteriores a los que vivió el esclavo. Hay diosas antiguas que comparten los rasgos de deidades actuales como Kate Moss o Rihanna. Un poco más allá, un faraón egipcio guarda cierto parecido con Pharrell Williams. En la última sala de la Punta della Dogana, segunda sede de la fundación, aparece Mickey Mouse de la mano de su creador. “En el fondo, el universo Disney funciona con los mismos mecanismos que la mitología clásica”, explica el director del museo,Martin Bethenod, con total seriedad. Por si quedaba alguna duda sobre el chiste, al trepar hasta el belvedere de esta antigua aduana marítima, aparecen distintos cráneos de unicornio. La ambigüedad se transforma entonces en celebración kitsch. En el fondo, a Hirst siempre le ha perdido la literalidad.
En los 5.000 metros cuadrados que ocupa la exposición no hay rastro de mariposas, puntos de colores ni tiburones en formol. Para bien o para mal, Hirst reinventa en Venecia su agotado lenguaje artístico de pies a cabeza. Pese a todo, el conjunto mantiene cierta continuidad con su obra anterior, que casi siempre ha estado conectada con el arte de épocas pasadas. En sus carísimos cráneos decorados con diamantes o en sus vitrinas llenas de medicamentos ya transparentaban las vanitas y los gabinetes de curiosidades propios de otro tiempo. “Adopta esas formas del pasado para reinterpretarlas, renovarlas y alterar su significado”, afirma Bethenod. Para él, el proyecto no es totalmente falso. “No sé cuánto tiempo llevaban allí, pero le aseguro que las obras salieron del agua”, sonríe. Dos vídeos dan fe de ello. “El poeta Coleridge decía que, para adentrarse en la creación literaria, uno debía suspender voluntariamente su incredulidad. A eso nos invita Hirst”, añade.
Una figura aparece hasta tres veces: Proteo, el dios marino con la facultad de metamorfosearse. Hirst también parece decidido a renacer, dejando atrás sus recientes desatinos, como la apoteósica subasta que le reportó 200 millones de dólares el mismo día en que Lehman Brothers se declaraba en bancarrota, o su catastrófica retrospectiva en la Tate Modern en 2012. “Damien considera que el arte es una religión, una forma de sobrevivir y de afrontar la pregunta que nos hacemos todos: ¿qué nos espera después de la muerte?”, apunta, por su parte, la comisaria de la muestra, Elena Geuna. En otras palabras, renovarse o morir. En la exposición resuena también la actualidad. “Vivimos en la época de las fake news. ¿Qué es verdad y qué no lo es? La muestra nos empuja a hacernos esas preguntas”, añade Geuna. En la entrada de la vieja aduana, Hirst ha esculpido esta frase: “En algún lugar entre la mentira y la verdad yace la verdad”. La suya es, definitivamente, una exposición perfecta para nuestro tiempo.
CURIOSIDAD, SECRETISMO Y OPORTUNISMO
La curiosidad era máxima. El secretismo habrá sido, hasta el último segundo, casi total. De Tesoros del naugragio del 'Increíble', el inclasificable nuevo proyecto de Damien Hirst, solo se conocían cuatro imágenes capturadas en las profundidades del océano, difundidas en febrero a través de las redes sociales. Los potenciales compradores no recibieron las habituales fotografías que suelen presentar las piezas a los coleccionistas antes de cualquier inauguración. El galerista de Hirst, Larry Gagosian, prefirió enviar a sus domicilios a una serie de representantes armados de tabletas electrónicas. Así, no quedaba rastro del preestreno.
Entre una estatua de Nefertiti y otra inspirada por Transformers, François Pinault observaba el resultado en un silencio sepulcral. Se ha acusado al magnate del lujo, propietario de este doble museo veneciano y poseedor de una gran colección de arte (en la que figuran, por lo menos, quince obras de Hirst), de orquestar este aparatoso regreso con el objetivo de revaluar la obra del artista británico, que en los últimos tiempos había perdido valor. “No puedo evitar esos comentarios, pero no es [una iniciativa] comercial. Se trata de mostrar el arte que me gusta”, ha dicho a The New York Times. El precio de las nuevas obras de Hirst oscilaría entre los 470.000 y los 4,7 millones de euros.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/07/actualidad/1491577510_202101.html?rel=lom
El bombardeo de un único avión, el Old Carthusian, contra el palacio del emir de Kabul y algún edificio gubernamental, sobre los que descargó 344 kilos de bombas, bastó para inclinar a favor de Inglaterra la tercera guerra afgana (mayo de 1919) sin sufrir una sola baja. El ministro de Guerra, Winston Churchill, había encontrado el arma barata y eficaz que buscaba para sanear la economía de un imperio en bancarrota, que aún tenía 1,2 millones de soldados movilizados y era propietario de 800.000 caballos y mulos, sin renunciar al control de inmensos territorios a los que había agregado los despojos del Imperio Otomano en Mesopotamia. En los años siguientes recurriría al ataque aéreo para doblegar diversas insurrecciones tribales en Somalia e Irak. El terror que llegaba por el aire tenía un tremendo efecto desmoralizador a muy bajo coste.
(Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. | SYGMA)
A la luz de estos hechos, todas las potencias europeas desarrollaron ambiciosos programas de rearme aéreo en el periodo de entreguerras. Alemania lo hizo clandestinamente, porque se lo prohibía el Tratado de Versalles, hasta que se quitó la careta en 1934 al anunciar la creación de la Luftwaffe al mando de Hermann Goering. La guerra civil española iba a proporcionarle un campo de operaciones ideal para desplegar nuevas técnicas de ataque y mostrar a Hitler la capacidad devastadora de la aviación, a fin de desviar a la Luftwaffe el ingente presupuesto de la Armada.
Gernika fue el laboratorio que conjugó los intereses de Franco y de Goering. Ningún suceso de la guerra civil española ha merecido tantas monografías como el bombardeo de Gernika (26-4-1937), del que van a cumplirse 80 años. La última lleva la firma de Xabier Irujo, hijo del exilio vasco de posguerra, codirector del Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, historiador que ha rastreado con minuciosidad forense todos los archivos que pudieran contener alguna brizna de información sobre aquel trágico acontecimiento en Alemania, Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos. Un centenar de páginas de documentos rigurosamente referenciados y un índice bibliográfico de 140 títulos avalan una obra difícil de rebatir.
Desde esa diversidad documental, el historiador responde sin vacilaciones a la pregunta de quién ordenó el bombardeo: Franco. No sobreviven órdenes escritas, las que hubiera fueron destruidas, pero el rastreo de Irujo registra, entre otras cosas, un telegrama de 6-11-1936 al comandante militar de Baleares en el que Franco le corrige a propósito del bombardeo del puerto de Alicante: “No deberá en lo sucesivo realizar esta clase de bombardeos por propia iniciativa, sometiéndolos previamente a mi aprobación”. Nadie, salvo él, podía ordenar una operación de esta naturaleza. Su presencia en Vitoria durante la campaña del País Vasco, que culminó con la ocupación de Bilbao (19-6-1937), da idea del control personal que ejercía.
¿Por qué Gernika? Porque reunía las mejores condiciones para un bombardeo de terror que el jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, quería ensayar sobre poblaciones civiles con vistas a la guerra mundial que se avecinaba. Era una ciudad abierta, sin defensa antiaérea, sin aviones enemigos, sin riesgos. Y tenía un alto valor simbólico para el pueblo vasco, con el consiguiente efecto desmoralizador que acarrearía su destrucción. El uso de bombas de gran calibre (hasta 250 kilos), seguidas de artefactos incendiarios en sucesivas oleadas que culminarían con el ametrallamiento de los supervivientes, sirvió de pauta al bombardeo de Varsovia en septiembre de 1939. El general Wolfram von Richthofen aplicaría en la capital polaca el experimento que había ensayado en la villa vizcaína y cuyo resultado resumió así en su diario: “Por lo demás, paz en Guernica”.
Irujo describe el número de aviones, sus modelos, los aeropuertos de donde partieron, las cargas explosivas, sus respectivas misiones, los jefes de escuadrilla. Participaron al menos 60 aviones (un 20% de la flota rebelde), soltaron más de 40 toneladas de bombas durante tres horas, destruyeron totalmente el 85% de los inmuebles y causaron en torno a 2.000 muertes entre las 10.000 personas que abarrotaban el pueblo por tratarse de un día de mercado. A los datos fríos se suman decenas de testimonios que conforman un retablo escalofriante sobre el terror que llovía del cielo, una imagen que años después repetirán a Svetlana Alexiévich los niños bielorrusos bombardeados por la aviación nazi.
El objetivo proclamado por el bando franquista habría sido destruir un puente que ni siquiera fue alcanzado y por el que transitaron dos días después las tropas rebeldes. La patraña de que Gernika había sido incendiada por los soldados vascos en su retirada fue desmontada tiempo atrás, pero algunos epígonos de la historiografía franquista siguen empeñados en mantener que Franco nada tuvo que ver con el bombardeo, que habría sido iniciativa autónoma de la Legión Cóndor. Así lo afirma Roberto Muñoz en su obra recién publicada Guernica, una nueva historia. Uno de sus argumentos es que no existe ninguna orden de ataque firmada por Franco. Si por eso fuera, gran parte de la Guerra Civil habría sido obra de teloneros.
Gernika. Xabier Irujo. Prólogo de Ángel Viñas. Crítica, 2017. 381 páginas. 22,90 euros.
La Teoría de la Elasticidad estudia la deformación que se produce en un sólido al ser sometido a distintas acciones (fuerzas, cambio de temperatura, un campo eléctrico, etc). Es un análisis imprescindible para diseñar cualquier elemento estructural que está expuesto a condiciones de carga y medio ambientales durante su vida útil, desde las vigas de un edificio a los nanocables que permiten interpretar el mundo microscópico. Para relacionar las características del material y su comportamiento con las acciones a las que está sometido es necesaria una matemática rigurosa y compleja. Alrededor del año 1820, grandes matemáticos como Augustin-Louis Cauchy y Claude-Louis Navier, entre otros, dieron forma a dicha teoría. Propusieron analizar la deformación de los sólidos mediante un sistema de ecuaciones diferenciales de segundo orden, que expresa los desplazamientos internos del material en función de las acciones aplicadas en el tiempo.
Durante 140 años todos los estudios se apoyaron en dicho marco teórico, hasta que Alan Stroh, un matemático casi desconocido, abrió una nueva etapa de investigaciones en este campo. Publicó dos artículos (en 1958 y 1962) en los que reemplazó dicho sistema por uno de ecuaciones diferenciales de primer orden. Este sistema, al igual que el anterior, solo se puede resolver de forma exacta en casos muy limitados, pero permite extraer información de manera más sencilla. En la actualidad, su formulación se usa en campos como la sismología, la acústica, la geofísica, la biomecánica y la industria de las telecomunicaciones; desde el análisis no destructivo del daño en estructuras inteligentes mediante la propagación de ondas hasta el estudio de distorsiones e interferencias durante el uso de teléfonos móviles, pasando por el modelado de sistemas micro y nano-magnetoelectromecánicos. Y las aplicaciones siguen creciendo.
Pocos datos biográficos se conocen de este científico; ni siquiera aparece en Wikipedia. Nació en Queenstown, Sudáfrica, un día como hoy, 4 de abril, de 1926, donde completó una licenciatura de matemática aplicada. En el año 1950 se trasladó al Departamento de Física de Bristol, Reino Unido, para estudiar el comportamiento mecánico de ciertos sólidos deformables. Allí pudo formarse junto a grandes científicos (incluso premios Nobel en física y otras disciplinas), muchos de los cuales habían huido de los nazis en Europa en los años treinta y habían sido acogidos por la universidad. En 1953 finalizó su doctorado y trabajó en Cambridge hasta 1955, año en que se incorporó a Sheffield.
Stroh se formó en un ambiente académico que es hoy reconocido como la gran escuela británica de la matemática aplicada de mediados del siglo XX, centrada, entre otros aspectos, en el estudio de la elasticidad, la plasticidad y la teoría de defectos.
La colaboración entre investigadores dedicados al estudio de la materia y matemáticos dedicados a la mecánica dio paso al desarrollo de la mecánica de materiales. En el centro de estos avances estaban los nazis y la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, que generaron la diáspora de científicos. Además, en el Reino Unido se produjeron iniciativas gubernamentales, tanto durante la guerra como después de ella, que potenciaron estudios centrados en el comportamiento de la materia. Durante esos años, Stroh se dedicó al estudio de la estabilidad estructural de sólidos analizando la formación y propagación de grietas y sus defectos.
En 1958 se trasladó al Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT, EE UU, donde publicó su gran aportación a la ciencia, el formalismo de Stroh. Analizó materiales anisótropos, es decir, que presentan distintas características mecánicas (distinta rigidez) según la dirección en la que son observadas. Para describir la deformación utilizó variables geométricas (desplazamientos) y físicas (tensión o fuerza actuando sobre la superficie del sólido), conceptos relativamente simples, frente a los propios de la maquinaria matemática de la elasticidad. Su formulación resultó ser muy versátil, ya que le ofrece al investigador vías alternativas de resolución del problema. Sin embargo, Stroh no llegó a ver el impacto de su trabajo. Falleció el mismo año que terminó de publicar sus resultados, con tan solo 36 años, en un accidente de tráfico mientras se mudaba a su nuevo trabajo en Seattle. El tiempo ha hecho el resto: su nombre y su legado científico han quedado ya para para la eternidad. Hoy cumpliría 91 años.
José Merodio es Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la ETSI Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid.
Café y Teoremas es una sección dedicada a las matemáticas y al entorno en el que se crean, coordinado por el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), en la que los investigadores y miembros del centro describen los últimos avances de esta disciplina, comparten puntos de encuentro entre las matemáticas y otras expresiones sociales y culturales, y recuerdan a quienes marcaron su desarrollo y supieron transformar café en teoremas. El nombre evoca la definición del matemático húngaro Alfred Rényi: “Un matemático es una máquina que transforma café en teoremas”.
La cadena de supermercados Alcampo se prepara para eliminar el aceite de palma de todos los productos de su marca propia, según informa Cinco Días. La compañía está negociando posibles alternativas con sus proveedores para retirar de sus lineales este polémico ingrediente, criticado por su proceso de producción y alto contenido en grasas. Alcampo no ha hecho público el número de referencias que se verán afectadas por esta decisión. Otras cadenas, como Dia, Eroski o Mercadona, están estudiando emprender acciones parecidas. Estas son las razones del revuelo.
El pecado original de esta grasa es su composición, en la que predomina el ácido palmítico (45%), un ácido graso saturado cuyo consumo habitual “favorece el aumento del colesterol LDL (el malo), que se deposita en las arterias y lleva al desarrollo de la aterosclerosis (depósitos de grasa en las paredes de las arterias), y que a la larga puede provocar ictus e infartos”, detalla Petra Sanz, cardióloga de la Fundación Española del Corazón.
Este riesgo es un viejo conocido para los científicos y también para la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en un informe de 2003 sobre dieta, nutrición y prevención de enfermedades crónicas apuntaba al ácido palmítico –junto al mirístico– como el principal responsable del aumento del colesterol total. Y una investigación de la Universidad de Stanford (EE UU) encontró que por cada kilo más de consumo de aceite de palma por persona y año, aumenta un 68 por cien mil las muertes por enfermedad coronaria.
Un informe de la OMS de 2003, ya apuntaba al ácido palmítico –junto al mirístico, presente en la mantequilla y el aceite de coco–, como el principal responsable del colesterol total. A pesar de ello, representa casi el 40% de todo el aceite vegetal usado a nivel mundial
A pesar de la evidencia, su consumo crece como la espuma y su producción se ha triplicado entre los años 1999 y 2014, según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). “Representa casi el 40% de todo el aceite vegetal usado a nivel mundial”, destaca la organización, y se usa en alimentación (galletas, precocinados, chocolates, alimentos infantiles…), cosmética (jabones, cremas…) y combustibles (biodiésel).
Los cultivos de palma aceitera ganan terreno a los bosques tropicales. Las imágenes de Google Earth y Landsat ponen de manifiesto que en el sudeste asiático, el 45% de las plantaciones de palma están en áreas que eran bosques en 1989, y en América del Sur la pérdida tropical ha sido del 31%. Para avivar aún más la polémica que rodea a la palma, en enero saltaron las alarmas cuando la agencia Reuters lanzó una información en la que establecía una relación entre el aceite de palma (que materializó en la Nutella) y el cáncer. Esta conclusión se extrajo de un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que considera tóxicos, y posiblemente cancerígenos, los derivados del glycidol, un compuesto que se origina a partir de ésteres gliciril de ácidos grasos procesados a más de 200º; a la que siguió el rifirrafe tuitero entre Samanta Villar y Hero Baby (la presentadora preguntó a la marca por qué introducía aceite de palma en sus productos de alimentación infantil), y la publicación en el Journal of Clinical Investigation de un trabajo alemán que ha encontrado que una sola dosis alta de aceite de palma es suficiente para dañar al metabolismo.
Sin obviar los potenciales riesgos del consumo de aceite de palma, numerosos expertos han lanzado mensajes matizando la alarma. Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y experta en seguridad alimentaria, destaca que ni las autoridades sanitarias europeas ni la FDA americana ni la OMS han prohibido el aceite de palma, y la farmacéutica Marián García explica en su blog que el ácido palmítico se encuentra naturalmente en la leche materna, de ahí que lo tengan las leches maternizadas, aunque su origen es diferente y sus propiedades también. El investigador Rafael Garcés, del Instituto de la Grasa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), insiste en las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar el consumo de ácidos grasos saturados como el palmítico, “pero eso no quiere decir que el aceite de palma sea tóxico o venenoso. Simplemente, a largo plazo, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiocirculatorias”.
La cardióloga Sanz admite que es muy difícil suprimir el aceite de palma de nuestra alimentación: “Basta con leer las etiquetas nutricionales, y se encuentra en muchos productos de uso habitual”, como galletas o pan tostado. “En pequeñas cantidades, y en personas sanas sin factores de riesgo cardiovascular (colesterol elevado, hipertensión, diabetes, etcétera) probablemente no tendrá un impacto importante”, opina. “Una persona sana no va a sufrir un infarto por comer todos los días tres galletas, porque la obstrucción de una arteria depende de más cosas que el colesterol (por ejemplo, fumar). Ahora bien, las grasas saturadas están absolutamente prohibidas en personas que han sufrido un infarto, una angina de pecho o un ictus”. Su recomendación en estos casos es “pan normal, y si es integral mejor”.
El aceite de palma ha ido ganando terreno en nuestras despensas desde que se conocieron los peligros de otras grasas. “Primero dijimos que las grasas animales son malas, y es verdad, y se sustituyeron por ácidos grasos ‘trans’, que son aún peores”, relata Garcés. Y llegó la palma, que tampoco es 100% saludable. “La ventaja con la que juega está en que es barata, tecnológicamente se usa bien y es grata al paladar. Además, algunas industrias tienen plantaciones”, un poderío al que es difícil enfrentarse, admiten los expertos. Con todo, puede haber opciones más saludables al aceite de palma convencional. “Tenemos que competir con otro ácido graso saturado y que no sea tan dañino”, indica el investigador del CSIC. “Un candidato sería el ácido esteárico, que se encuentra en la manteca de cacao y no afecta a los niveles de colesterol. Pero es cara y no hay suficiente producción”. En el Instituto de la Grasa se ha desarrollado “un aceite de girasol alto en esteárico y oleico, pero sale más caro que la palma”, revela Garcés, para quien la industria es la llave para abaratar precios de alternativas más saludables. “En nuestra sociedad, el problema no es alimentarnos, sino hacerlo bien”.
Los cultivos de palma aceitera ganan terreno a los bosques tropicales. En el sudeste asiático, el 45% de las plantaciones están en áreas que eran bosques en 1989, y en América del Sur la pérdida tropical ha sido del 31%
Felipe Ruano, presidente de la Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (ASEMAC), que aglutina al 80% de las empresas del sector de masas congeladas, asegura: “No utilizamos directamente aceite de palma, aunque existirá alguna traza en margarinas. La mantequilla es la grasa estrella [además del de girasol, oliva y maíz]”. Ruano destaca que no hay prohibición ni restricción legal para el empleo de aceite de palma, pero subraya: “Según el Anexo 7 del Reglamento de Información al Consumidor 1169/2011, la etiqueta debe identificar los tipos específicos de aceites vegetales que se utilicen, por ejemplo, aceite vegetal (girasol, palma y colza) en proporciones variables”. Las cosas están así, pero la asociación está abierta a cambios, según su presidente, que asegura que “los proveedores se adaptan con facilidad a las necesidades de los consumidores y de las normativas”.
Ascensión Marcos, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética, recuerda, por su parte, que “en España y en los países del sur de Europa, el aceite de oliva sigue siendo la estrella. La mayor parte de los estudios sobre el aceite de palma se han llevado a cabo en Asia o Sudáfrica, pero muy pocos en Europa”.
No todo el ácido palmítico es el demonio
¿Algún aspecto positivo? "Su posible papel protector ante el daño oxidativo típico de la diabetes, su efecto sobre la contracción y motilidad intestinal debido a sus compuestos fenólicos y, en personas sanas, no afecta a la secreción de insulina”, enumera Marcos.
Es, como se ha dicho, un componente importante de la leche materna. La farmacéutica García explica que representa el 25% de los lípidos de su composición. Y por eso es ingrediente de preparados para lactantes y alimentos infantiles. El truco está en que no todos son iguales: el que proviene de la leche materna es mayoritariamente beta-palmitato. El de los aceites vegetales es alfa-palmitato “y, para alimentación infantil, se sintetiza en laboratorio para conseguir la posición beta”. Según un estudio publicado en Nutrition Journal, este promueve funciones fisiológicas: influye positivamente en el metabolismo de los ácidos grasos, mejora la absorción de calcio, la calidad ósea y el desarrollo de la microbiota intestinal.
David Trueba (Madrid, 1969) publica Tierra de campos (Anagrama), la novela en la que el protagonista, Daniel, se sube a un coche fúnebre para ir a enterrar a su padre al lugar en que nació. Además de escritor, Trueba dirige películas y escribe columnas en EL PAÍS.
Pregunta. ¿Qué le hubiera parecido este libro a su padre?
Respuesta. Se habría divertido. Mi padre se divertía conmigo. Mis hermanos tuvieron una relación más tirante con él: era un hombre de valores muy sobrios, de una autoridad real. Pero yo fui el menor de los ocho. Cuando nací él tenía 53 años. Tuvimos una relación casi de abuelo con nieto, muy cómica.
P. ¿Qué le decía cuando empezó a escribir?
R. Las novelas solo las empezaba. Mis padres no tuvieron cultura: un libro para mi padre era una montaña. Una vez lo vi con Cuatro amigos en la mesilla. Me preguntaba qué pensaría él de todo esto. Un día le pregunté y respondió: “Tienes gracia”. Era su elogio. Luego descubrías que el aprecio que te tenía era mayor, pero esa generación estaba educada así. No se manoseaban los sentimientos. No creo que hubiera avanzado mucho con este libro, pero sí le habría encantado el homenaje a Tierra de campos.
P. Porque él era de allí. Del título de su novela.
R. Sí. Yo siempre pongo el título antes de escribir la novela, una costumbre que me enseñó Azcona. Para mí el título es el nombre de la ciudad a la que viajas: no puedes ignorar el nombre si quieres ir allí.
P. Su padre se fue a Madrid.
R. Mi padre era agricultor y después de la guerra se acabó viniendo a una pensión en Madrid. Allí conoció a mi madre. Primero vivieron en una casa con derecho a cocina y fueron porteros al lado de Cuatro Caminos. Luego compraron un piso en el barrio de Estrecho y montaron una casa de huéspedes. Había espacio para siete con un niño. Con cada uno de nosotros que nació se iba un huésped hasta que, cuando nací yo se fue el último.
P. En su familia Fernando le abrió el camino.
R. Fernando es el primero que le dice a mis padres que quiere vivir del cine. Eso para mis padres era chino, directamente: una chorrada que no tenía ningún sentido. Hasta que nuestro hermano mayor les dice que sí podía tener un futuro.
P. Y lo entienden.
R. Mis padres tenían algo muy inteligente: sabían escuchar a sus hijos. Eran de esa generación que no tenía cultura pero que la cultura para ellos era lo más, no el dinero: el dinero era despreciable. Lo valioso, lo impresionante, era la gente culta: el profesor, el doctor, el tipo que había leído y sabía hablar. Mi madre luego me confesó que ellos rezaban pidiéndole a Dios que llegasen a ver a su hijo pequeño entrar en la Universidad, porque eso era todo lo que pedían para sus hijos.
P. Terminaron viendo a uno de ellos ganar un oscar.
R. Imagínate. Pero eran muy moderados también en eso. Nos educaron a ser discretos cuando las cosas van bien y a serlo cuando van mal.
P. La dedicatoria del libro es para Fernando, “que nunca sigue los caminos que llevan a Roma”. ¿Guarda relación con el linchamiento de los últimos meses?
R. Yo he dedicado libros a personas que son muy importantes en mi vida, pero a Fernando nunca le había dedicado uno, y es una persona importantísima. También está relacionado con lo que ha padecido, más que nada porque lo que le ha pasado es fruto de la confusión. La confusión interesada: a la gente le interesa destruir personas siquiera malinterpretándolas. Y Fernando es una persona bastante libre, y esa frase de la dedicatoria tiene que ver con Brassens y eso de que a la gente no le gusta que uno siga su propia fe.
P. En su familia estaban todas las generaciones.
R. Me gustaba esa mezcla. Ahora todo está demasiado acotado: hay películas para niños, libros para niños, entretenimiento para niños, qué hacemos el domingo con los niños. Pero un niño puede entretenerse con la conversación de un abuelo. Y ver una película con sus hermanos mayores que no entiende pero que lo lleva a lugares que en el adocenado mundo que se le prepara a los niños no va a encontrar. Uno siempre saca lo que tiene dentro en función de las influencias que se lo hacen estallar. Cuando tú no expones a alguien a esas impresiones, lo que obtienes es una persona adormecida.
P. ¿Resignada?
R. Yo creo que uno de los problemas de la sociedad española actual, esta especie de rabia de unos contra otros, se produce porque la gente ha perdido la calle. La gente sale a la calle para juntarse entre similares, y se ha perdido la cosa ésa de que uno está en la calle solo y tiene que enfrentarse a todos, y descubrías que los demás tampoco eran tan malos. Que no están para joderte la vida, que también están buscándose la suya. Y los países que tienen esa calle son más interesantes, más inquietos también creativamente. No se puede escribir sin observar, sin querer a la gente. La gente puede ser bochornosa, pero siempre tiene una historia dentro. Cómo ha llegado a producir ese bochorno, por ejemplo.
P. Llevaba tiempo con la novela: empezó a escribirla después de Saber perder, que publicó en 2008.
R. Mis novelas anteriores evocan un curso, un verano, unos días. Esta abarca 45 años. Tiene una importancia sentimental porque allí nació mi padre. Y quería para el personaje lo mismo que para mí. Somos personas hoy en día que no sabemos cuál es nuestro origen. Vivimos en un mundo con tantas influencias que nuestra nostalgia parece impostada: no tenemos tierra debajo de nosotros, tenemos ondas.
P. Le pidieron cambiar el título.
R. Los primeros que la leyeron. Porque no era comercial. Eso me puso cachondo. Es el título adecuado para el libro, que es lo importante. Cuando veo estos títulos de “silencio” por aquí, “viento” por allá. ¡Pero si ya lo han dicho todo! En Tierra de campos yo de pequeño veía que la riqueza estaba bien repartida. No había grandes propietarios sino familias con su pequeña explotación que vivían de su campo. Y hoy, pasada la revolución digital, te encuentras otra vez eso: que tienes que pelear por tu campo para poder cultivarlo, extraer de ahí tus recursos para sobrevivir y librarte de los grandes latifundistas digitales que han llegado a poseer la mayor cantidad de territorio que nunca se ha poseído.
P. ¿Google?
R. Nunca ha habido posesiones sobre la riqueza mundial como las que tienen Google, Apple o Amazon. Mi protagonista, un señor que hace canciones, lo que quiere es tener su campito donde se le pueda escuchar y que le dejen vivir. Y que no haya una mano que lo posee todo y a la que hay que venderse para ser alguien. Hay un juego entre campos entendidos como la región, y entendidos también como la subsistencia e independencia de una familia.
P. ¿Quién es el protagonista, Dani Mosca?
R. Nosotros nos hemos dedicado a escribir, él hace canciones. Pero le mueve el mismo impulso. Los personajes para mí son más importantes que la historia. No voy a decir que todas las historias estén contadas, pero al final lo que te produce apego es el personaje. Se ve claro ahora con la eclosión de las series: las series buscan personajes más que sorpresas.
P. El suyo hace canciones.
R. La canción ha sido en los últimos 60 años la expresión artística más potente que ha habido. La inmediatez con la que llega, la capacidad que tiene para generar sentimientos, para crear atmósferas en tres minutos. La potencia evocativa que tiene para las personas, y lo que tiene de resumen de épocas. Me interesaba saber cómo es la profesión que está detrás de eso. Mucha gente cuando leía Saber perder me decía que era la primera vez que había pensado en un futbolista como en alguien que desempeña un oficio. Es que un futbolista es un señor que hace su trabajo y luego se va para su casa. Yo nunca he tenido la arrogancia de pensar que los artistas, por ejemplo, son más interesantes que el resto de las personas.
P. Porque los conoce.
R. También. Y le reconozco la valentía a alguien que un día coge y dice: “Me voy a dedicar a esto”. Pero un tipo que hace canciones y las canta tiene más mérito. Le pasa lo mismo que a los futbolistas: son profesiones para jóvenes. Pero los futbolistas se retiran, los cantantes no. Hay que subirse a un escenario, hay que saltar, hay que aguantar dos horas, hay que ser joven de actitud. Los viejos rockeros también tienen que serlo en el escenario, comportarse igual que con veinte años, estar delgados y fibrosos, vestirse como cuando eran jóvenes, cantar las mismas letras que escribieron a los veinte años a los mismos chicos y mismas chicas de entonces.
P. Lo explica gráficamente muy bien el concierto de los Stones en La Habana, con el impacto de saber que esa época que representaban, esas canciones con las que se enamoraron de sus parejas o les recuerdan a sus padres, nunca la habían tenido frente a frente.
R. Cuando murió Antonio Vega le hicieron una especie de capilla ardiente en la SGAE. Yo iba a comer por allí y pasé delante de la fila. Veía la emoción con la que iban a hacer esa cosa tan poco generacional de ir a ver un cadáver, o a rendirle tributo. Pero de pronto pensé: “A esta gente algunas canciones de Antonio Vega le han sido tan importantes como cualquier experiencia de vida”. ¿Quién está detrás de eso? Por ahí va mi personaje. Con la grandeza y la miseria de toda profesión vocacional.
P. Una vocación no es fácil. Y se obliga a elegirla muy temprano.
R. Profesiones vocacionales y profesiones pragmáticas, ¿no? En el instituto siempre aparecía uno que decía: “A ver, carreras con salidas”. E inmediatamente veías a la clase dividirse entre quienes buscaban una salida pragmática y los que aún tenían sueños. El sueño de poder ganar la vida con una pasión, con algo que siempre has querido hacer.
P. Al padre de Dani, su protagonista, no le gusta que cante.
R. Ser cantante le parece la cosa más grotesca y absurda del mundo. Risible. Y me imagino perfectamente a la generación de mis padres recibiendo esa noticia: “Me voy a ganar la vida tocando la guitarra”. Venga, hombre, por favor. ¡El hijo de un campesino! El otro día veía el documental de los Oasis, y hay un momento muy tierno cuando la madre, que ha tirado de la familia sola, cuenta que los chicos a los quince años llegaban a casa gritando que iban a ser estrellas del rock. “Pues eso nos va a venir muy bien”, se cachondeaba ella, “porque así me sacáis de esta mierda de vida que tengo”. Y esa chorrada se produce. Se convierten todos en millonarios. Y la importancia no es tanto eso, el dinero, como la relevancia que cobran esas canciones para la vida de la gente de todo el mundo.
P. Su personaje tiene un cierto éxito, pero no de esa dimensión.
R. No me gustan los personajes demasiado importantes. No me interesa tanto la vida de alguien que haya triunfado de forma desmesurada porque eso suele conllevar problemas alejados de la vida cotidiana. Alguien que tenga un avión privado y veinte personas a su servicio no tiene una vida interesante, por mucho que ellos crean que sí la tienen. No es interesante porque no la podemos comparar con la nuestra, y a mí lo que me gusta es traer al lector y situarle en un lugar en el que nunca ha estado pero parecido a uno en el que sí ha estado. Lo mejor de Saber perder es que muchísima gente veía al futbolista como si fuera él. Se conseguían ver en ese entorno. Si la ficción sirve para algo es para colocar a personas dentro de personas que no ha sido pero pueden llegar a comprender.
P. No pide nada.
R. Porque tendemos al fascismo, que es exactamente lo contrario: nunca entender al otro. No lo tengo ni por ideología, sino como defecto del comportamiento: te proteges de los demás como si los demás no fueran tú. Deshumanizas a gente que consideras ajena a ti y la tienes como elemento hostil de tu territorio, por lo tanto te blindas y la hostigas. La ficción lo que hace es acercarte a los demás hasta fundirte con ellos y poder vivir una vida que no tienes, en un mundo que no es tuyo, en una época y hasta un sexo que no te pertenece. Y al vivirlos observando y comprendiendo, emocionándote, sales del libro siendo una persona mejor. Eres una persona más rica. Has vivido en la piel del otro.
P. Su protagonista viaja en un coche fúnebre que conduce un chico ecuatoriano.
R. Es un hombre que habla mucho. Y cuando se sienta el protagonista a su lado le empieza a preguntar a qué se dedica y a quién llevamos en la caja. El chófer quiere saber, da el punto de vista del lector.
P. La preparación de un personaje.
R. Cuando doy clase de guión siempre cuento el principio de Amadeus. Un joven curita que visita a un loco ya mayor, que es Salieri. Pero nadie sabe quién es Salieri, tampoco los espectadores, que no saben qué coño de película van a ver. Entonces el viejo le dice: “Yo era músico”. Y le toca unos temas suyos con un clavicordio. Y el curita le dice: “Lo siento, eso no me suena”. “¡Pues esto fue un gran éxito!”. Y el espectador, que es el curita, se va enterando ya de qué va la cosa: al viejo lo han olvidado. Hasta que Salieri toca un movimiento de la Sonata para piano número 11, y el curita ahí se emociona: “¡Eso lo conozco!”. Lo conoce él y lo conocemos todos. Así que Salieri deja de tocar y dice lleno de rabia: “Eso era de Mozart”. Y ya está. Le has dicho al espectador: “No te preocupes, no sabes de música clásica, sólo sabes de Mozart y precisamente de eso te vamos a hablar”. De por qué una música sí y otra no. Del genio. Del drama de Salieri y de por qué el talento no se reparte democráticamente.
P. ¿Usted admira?
R. Claro, pero eso está pasando de moda. La gente ya no quiere admirar a nadie. Como mucho, suprimir al otro y quedarse con su posición. Pero yo creo que la admiración es una de las fuentes de satisfacción más grandes que hay. Tú buscas a alguien que genera en ti no la envidia, el resentimiento o el agravio, sino la potencia con la que repetir lo que hizo o disfrutar de lo que hace. Por ejemplo, en la música, cuando unas personas corean una canción hay un sentimiento de comunión: esos elementos de admiración son bonitos. Por desgracia se admira cada vez más con la muerte, cuando salen de debajo de las piedras los que en vida le han hecho a alguien la vida imposible y no hubo manera de que reconociesen lo feliz que les hizo, la inspiración que les ha dado.
P. Vivió en Hollywood.
R. En el barrio de Hollywood, que era un barrio pobre de Los Ángeles. Quiero decir que no vivía ningún rico ahí. Ahí están los cines, pero por la noche se quedaba desértico y lleno de borrachos y yonquis. Yo iba a una escuela de guión que estaba en el West Hollywood, año 1993, y tenía que tener cuidado. Los Ángeles entonces era una ciudad deprimida llena de delincuencia. La atravesaban enormes coches blindados que se dirigían a las colinas, que es donde está el dinero.
P. ¿Conoció a Billy Wilder?
R. Él ya conocía a mi hermano Fernando, que le dijo que yo iría allí a estudiar. “Pues que me llame y que me venga a ver”. Pero yo no iba nunca porque me moría de vergüenza. Un día me llamó Fernando y me dijo: “Oye, me ha dicho Billy Wilder que no lo has llamado. Pero llámale, tío”. Así que antes de entrar a clase me fui a una cabina y marqué su número. No pegó ni un timbrazo: cogió cuando terminé de marcar el último número. “¡Por qué usted no viene a verme!”, me decía. “¿Tienes algo que hacer ahora?”. Y dime tú cómo le dices a Billy Wilder que tienes clase. “Nada en absoluto”, respondí.
P. ¿Cómo fue?
R. Descubrí a un tío con el que te echabas dos horas a charlar, y los primeros 45 minutos me preguntaba él a mí. Qué hacía en la escuela, qué películas me habían gustado últimamente, yo qué sé. Ahí me di cuenta una vez más de que la curiosidad de la gente es la parte más importante de su talento. Si Wilder, que tenía casi 90 años, me hacía esas preguntas a mí, qué no habría hecho cuando tenía 20.
P. “Cuando asistí al parto de un hijo y cuando asistí a la muerte de mi padre”, dice el protagonista, “me di cuenta de que no eran tanto dos experiencias místicas como dos experiencias trabajosamente fisiológicas”.
R. Una es dejar de respirar y de bombear sangre, y otra es empezar a respirar fuera del vientre de la madre y bombear sangre al cerebro. ¿Por qué tiene tanto valor? ¡Lo del medio es lo importante! No hay nada sagrado en nacer o morir. Estos asuntos hay que abordarlos con ligereza. Mira, si vas a decir algo que tú crees muy importante, haz reír a la gente. Cuando uno dice: “Atención, voy a decir algo”. Qué horror, por favor. “Esto va a quedar grabado en la Historia”. Pues yo no quiero asistir, de verdad, menuda vergüenza.
P. Usted huye de la solemnidad.
R. Hay demasiada obsesión por las cosas importantes. Por el futbolista de la década, por el mejor tenista de la historia, por el mejor grupo del mundo. Lo importante no es eso. Lo importante no es que tú quieras ocupar un sitio en la historia de la literatura, sino que el libro que estás escribiendo ahora esté lo mejor posible. Esto del cine de sacarse fotos con todos. ¿Pero a ti quién te ha dicho que una persona famosa es importante? Sancho y Quijote son dos personajes de ficción y son más importantes que cualquier personaje histórico de España. El Jack Lemmon de El apartamento es más importante que los biopics que se hagan de Margaret Thatcher o Nelson Mandela. Eso es lo bonito: que mezclas elementos de la realidad para crear un personaje de ficción que acaba siendo más real que uno de verdad. Madame Bovary, Anna Karenina, Humbert Humbert, Holden Caulfield: todos ellos son más relevantes para la historia de la literatura que alguien real. La ficción los eleva por encima de nuestra propia condición.
P. Funcionan como modelo.
R. Cuando alguien se pregunta si existe el carácter español, si hay algo que puede servir como paradigma de nuestra forma de ser, nadie dice Carlos III, Juan de Austria o la duquesa de Alba. Dice Sancho Panza y Don Quijote de La Mancha. El loco que vive su sueño y el que tiene los pies en la tierra y te está diciendo que poca broma, que lo que importa es comerse mañana un cocido y dejarse de hostias.
P. ¿No tiene curiosidad por trasplantar al Quijote a esta época?
R. Tengo la sensación de que si se publicase hoy el Quijote protestaría el sindicato de los caballeros andantes, los manchegos y qué se yo. La gente no aprecia el valor de la crítica, pero la crítica te permite abrir los ojos. El niño que se da cuenta de que su padre no es perfecto es un niño que está dando un salto. Se da cuenta de que el cariño no basta, y que puedes quererlo pero no pensar que es perfecto. El amor y el sentimiento no pueden estar por encima de la razón y la verdad.
Fue una torpeza infantil. Un accidente hijo del frío y el absurdo. Nevaba aquella madrugada del 21 de enero de 1958 en Madrid. Había concertado una cita secreta con Sylvie Mercier, aquella joven alumna pianista francesa de 23 años, para pasar una noche furtiva en su casa de Los Molinos. Las paredes despedían la soledad oscura de un congelador. Encendió la chimenea y esperó acurrucado junto a ella en el garaje, con el motor de su Austin A-90 SIX, encendido. Las emisiones de anhídrido carbónico les sumieron en un sueño. Los pulmones de ella resistieron. Los del maestro, desvencijados tras un episodio de tuberculosis que poco antes lo había dejado en los huesos, no.
Así termina el tabú en torno a la muerte de Ataúlfo Argenta. Se lo ha contado la única testigo de la misma a Ana Arambarri para su biografía sobre el músico, que publicará Galaxia Gutenberg la semana que viene. Fue uno de los directores de orquesta más brillantes de la generación de posguerra en Europa. Su nombre andaba codeándose en la liga de Herbert von Karajan, Carlo Maria Giulini o Sergiu Celebidache, que lo admiraban. Un pura sangre de la batuta, de origen humilde, amigo de dar conciertos para pescadores harapientos en su Castro Urdiales, villa de Cantabria donde nació en 1913, tanto como de disfrutar sus triunfos a lo grande en todo el continente.
Pero murió con 44 años, cuando era titular de la Orquesta Nacional y había sobrevivido a dos guerras, la civil y la europea. Víctima de una chiquillada que truncó su fascinante e insólita carrera internacional lanzada desde España al mundo en mitad del baldío franquista. Así lo relata de manera rigurosa y excelente Arambarri en Atáulfo Argenta. Música interrumpida. En sus páginas, teje la vida de este duende: una estrella, un superdotado rebosante de atractivo a la manera de las estrellas del Hollywood, época dorada. “Reunía el potencial arquetípico del director perfecto para muchos”, cree la autora.
Esto es: doble carisma hacia los músicos y frente al público, audacia y rigor para afrontar todo tipo de repertorios, eclecticismo radical, algo naciente en aquellos tiempos como virtud, y una sensibilidad extrema que le dotaba de visión propia. “Aunque lo que de verdad le definía, era la pasión y su independencia”, dice Arambarri.
Pero murió cuando su carrera apuntaba a Europa –iba a ser titular en Suiza de la Orquesta Suisse Romande-, harto de la persecución que sufría en España por la camarilla de mandamases de la cultura que querían hundirlo acusándolo –un honor- de simpatizante republicano. “Lo persiguieron hasta intentar acabar con él, lo acorralaron y hoy me atrevo a decir que entre ellos, en vez de lamentar su muerte, algunos se alegraron”, comenta.
GRACIAS A UNA JUEZA DEL ESCORIAL LLAMADA MANUELA CARMENA…
Atraída por el misterio y la leyenda de Argenta, Ana Arambarri comenzó a escribir su biografía hace décadas. Pero la guardó en un cajón. “Yo oía sus historias en casa constantemente. La familia, a la que estaré eternamente agradecida, me confió sus materiales y me puse a ello”. Un buen día llegó al juzgado de El Escorial y pidió el informe que en su día realizaron para levantar el cadáver y dar cuenta de los hechos aquella gélida madrugada del 21 de enero de 1958. Un día antes había triunfado con El Mesías de Haendel en el Teatro Monumental, de Madrid. Bromas pesadas de la gloria. Fue su último concierto. La jueza encargada se lo entregó y le advirtió de que la utilización de ese material, de causar daño a su familia, le acarrearía problemas con la ley. Tras las explicaciones, le dejó revisar todos los documentos. “Menos mal. Tomé entonces las notas que me han servido para relatar los hechos en la biografía. Cuando he querido volver a revisarlos hace dos años, me han denegado el permiso”. La jueza que entonces le dio acceso se llamaba Manuela Carmena, hoy alcaldesa de Madrid. "No se acordará, pero fue ella", certifica Arambarri.
Lo tenía difícil frente a aquellos intrigantes profesionales del nacionalcatolicismo. Dominaban los despachos y la crítica. Los capitaneaba el cura Federico Sopeña, falangista culto, con maneras de Richelieu: tuerto y de oído fino en un país de ciegos y sordos a quien la brillantez, el encanto y la radical independencia de Argenta, descolocaban.
Se mostraba incontrolable a sus deseos. “Fueron muchos, además, los que siguieron persiguiéndole incluso después de muerto. Lanzando perjurios y extendiendo una leyenda negra que dio lugar al tabú”, afirma. Por eso conviene ya levantarlo de una vez por todas. Y para eso, Arambarri ha hablado con Sylvie Mercier, la testigo directa, pianista y heredera en Francia del imperio licorero Cointreau, hoy retirada. “Me lo relató de primera mano. Aquello la traumatizó hasta un punto que después le hizo alejarse de la música”, cree la autora del libro.
Argenta tenía una debilidad clara y una firme fortaleza. La primera eran las mujeres. La segunda, paradójicamente, Juanita Pallarés, su mujer. Y sus cinco hijos. “Eran una pareja distinta para lo que se estilaba en su época. Si bien Juanita le echaba en cara sus devaneos, llegó a tolerarlos”, comenta Arambarri. La autora ha tenido acceso a sus cartas familiares más íntimas. Conoció la historia de Argenta desde niña y trató frecuentemente a su esposa. “Mi madre fue alumna de Argenta e íntima amiga de Juanita. Íbamos juntos a conciertos en los que a ella le gustaba decir: esto, Ataúlfo, lo hacía mucho mejor”.
Otro de los puntos fuertes de la biografía, narra, precisamente, el calvario de Juanita tras su muerte: “Los mismos que la persiguieron, le negaron y pusieron trabas sistemáticas a la pensión que le correspondía como viuda de director de la Orquesta Nacional. Lo luchó durante 13 años”. Menos mal que los derechos por aquellos discos de zarzuela que dejó grabados les permitieron salir de la penuria más absoluta.
Pero hubo otros que colaboraron. A Fernando Argenta, su hijo menor, el eminente crítico y divulgador fallecido hace tres años, le gustaba recordar agradecido que la Suisse Romand, le pagó los estudios. “Allí hubiese acabado poco después, seguramente. Si no se decidió a ir antes fue por Juanita. El titular de entonces, Ernest Ansermet, estaba empeñado en que se convirtiera en su sustituto”. De Ansermet o de otro maestro como Carl Schuricht, Argenta imitó el don de la audacia. “Sobre todo para interpretar a compositores no aceptados entonces ante los que tenía el convencimiento de que eran grandes músicos, como Mahler, Bartók o la radical escuela de Viena, a quienes casi nadie se atrevía a programar. Y mucho menos en España”. Pero también reivindicó el legado de compositores españoles represaliados, como Salvador Bacarisse, afiliado al Partido Comunista, de quien llegó a estrenar obras en París. “A muchos de ellos los consideraba con más talento que a Joaquín Rodrigo, miembro de la camarilla sopeñista. Una vez dijo que después de Falla, los creadores españoles vivos no habían hecho nada que mereciera la pena. Aquello le puso la cruz”, asegura Arambarri.
_--Una buena amiga y excelente maestra de Primaria me mandó hace unos días la copia de un examen realizado por un niño. Sé que ese documento ha circulado por la red con la velocidad de la luz. No tengo más datos sobre el caso que esa sencilla imagen. Doy por supuesta la veracidad del hecho, a pesar de no poder contextualizarlo. Desde luego que es verosímil.
Se trata un problema matemático cuyo enunciado es el siguiente: En una caja hay 10 caracoles. Si se escapan 2, ¿cuántos quedan dentro de ella? La respuesta del niño, que aparece escrita de su puño y letra, es la siguiente resta: 10-2=8. Respuesta a todas luces correcta. A continuación, en letras mayúsculas,, aparece en la hoja de examen la palabra SOLUCION. Y el niño escribe: Tapar la caja.
¿Cuál es la solución para que los caracoles no se escapen? Esa es el verdadero problema, según el niño. La respuesta está cargada de lógica: Tapar la caja. La respuesta no puede ser más precisa. La solución al problema matemático ya la ha planteado previamente: 8-2. Pero no ha explicado cómo se puede evitar la fuga. Es decir, la solución al verdadero problema de quedarse sin ninguno. Al problema real. Una cosa son las matemáticas del examen y otra la necesidad de hacer frente a los problemas de la vida.
La solución para él no es saber cuántos caracoles quedan (que lo sabe, teóricamente) sino que no se escapen más de los que ya se han ido. El problema no está en las matemáticas. El problema está en la vida.
La pequeña historia me lleva a pensar en la naturaleza del curriculum escolar. Mi compañero y amigo Ángel Pérez dice que el curriculum de la escuela española actual es kilométrico en longitud y superficial en profundidad. Se abordan muchos temas pero sin ningún calado, sin su arraigo a la vida.
Pienso que el curriculum está alejado de la realidad, de los problemas, de las necesidades e intereses de los alumnos y alumnas. Por eso, con cierta frecuencia, el estudio les resulta aburrido. Por eso se preguntan tantas veces: ¿Por qué tengo que estudiar esto? ¿Por qué y para qué tengo que ir a la escuela?
El curriclum se puede acercar a la vida con la selección de los contenidos y de las experiencias. Tiene que hacerse una selección de lo más interesante, de lo más importante, de lo más interpelante. El curriculum se puede acercar a la vida a través de una metodología activa, cooperativa, motivadora. El aprendizaje por proyectos es un excelente ejemplo. O el aprendizaje basado en problemas. El curriculum se puede acercar a la vida a través de una evaluación con sentido, encaminada al aprendizaje y no al control.
He publicado en Cuadernos de Pedagogía el pasado diciembre, en un número coordinado por mi querida y admirada Henke Freire, un artículo titulado “Elogio de la permeabilidad”. Digo en él que la escuela tiene que estar abierta a la vida y que la escuela tiene que salir a su encuentro.
La permeabilidad hace que la escuela reciba el fluido de las aportaciones que vienen desde el exterior y, a su vez, permite que la escuela busque en el entorno aquella riqueza educativa que la haga actualizarse y aprender.
Para ello son necesarias diversas exigencias: la primera es que la escuela goce de autonomía. Autonomía curricular y organizativa. Porque no todas las escuelas son iguales ni son iguales todos los contextos. Cada escuela tiene que hacer un proyecto dinámico al servicio de la comunidad en la que está enclavada. Dice Ranjard, con un poquito de sorna, que los profesores tienen mucha autonomía, la misma que un conductor de un coche tiene para poner en el radiocassette la música que más le guste. Es decir, ninguna autonomía en lo sustancial. Ninguna sobre el tipo de viaje, el itinerario, la marca de vehículo, el tiempo, la velocidad, las paradas y los compañeros de camino.
La segunda es que haya un verdadero equipo, una auténtica comunidad. Es decir, más escuela y menos aula. Porque el proyecto de la escuela es un proyecto colegiado y no una amalgama de pequeños proyectos dispares y contradictorios. Eso supone un diálogo intenso, un diagnóstico riguroso, una planificación flexible, unos medios adecuados y una evaluación institucional exigente.
En tercer lugar las plantillas docentes tienen que configurarse en torno a proyectos y no por azar o por un conjunto de intereses (respetables, por supuesto) de cada uno de los integrantes de las mismas. ¿Cómo puede elaborar un proyecto coherente, abierto y ambicioso, un grupo de profesionales que ha llegado al centro por el curioso atajo de sus méritos y de sus intereses?
En cuarto lugar hace falta una plantilla estable en el tiempo. No pueden construirse proyectos ricos y eficaces con una movilidad extrema. ¿Cómo puede desarrollarse un proyecto rico y consistente si cada año cambia más de la mitad del claustro? Quienes se van a ir no tienen libertad ni interés para proponer y quienes llegan no tienen tiempo para decidir porque está todo planificado y a punto de ponerse en marcha.
En quinto lugar, es condición sine qua non de la permeabilidad que el centro tenga un equipo directivo capaz de dinamizar la experiencia, un equipo que no solo contemple y, mucho menos, que frene la iniciativa y la innovación sino que la promueva, impulse y la dinamice. Un equipo que haga crecer. El equipo directivo no tiene la misión fundamental de imponer la ley sino la de liderar un proyecto ambicioso. El perro controla el rebaño, pero el rebaño no le sigue.
En sexto lugar, solo puede haber una escuela permeable con profesionales capacitados, bien formados, inquietos, innovadores y optimistas. El optimismo es consustancial a la educación. Sin optimismo podemos ser buenos domadores pero nunca buenos educadores. Eso exige modificar los procesos de socialización de la profesión docente y mejorar la calidad de la formación inicial y permanente.
En séptimo lugar, esa institución permeable es una institución que aprende. Porque está dispuesta a recibir el influjo que viene desde fuera de ella en forma de propuestas, sugerencias, iniciativas, colaboraciones y, también, críticas.
Y es una institución autocrítica y abierta a la crítica. La rutina es el cáncer de las instituciones. Me preocupan las instituciones que se vuelcan en sus rutinas, que se atrincheran en sus viejas prácticas sin ponerlas nunca en cuestión.
Los estudios sobre el curriculum son innumerables y diversos. Desde hace muchos años. Es preciso seguir reflexionando sobre esa importante cuestión. Desde la teoría y desde la práctica. Hace poco, mi compañero y amigo José Gimeno Sacristán coordinó un libro (Incertidumbres sobre el curriculum. Editorial Morata) en el que tuve el honor de participar. Me remito a la obra para profundizar sobre esta intrincada cuestión.
Excelente también el libro de José María García Garduño “Desarrollo del curriculum en America Latina. Experiencias en diez países” (Editorial Miño y Dávila), que tuvo la amabilidad de dedicarme en unas Jornadas celebradas en México. Agradecí el regalo y la dedicatoria. Y más después de leerlo. Dice García Márquez que un libro no se acaba de escribir hasta que no se dedica. Él me lo regaló completo. Gracias.
Cuando Aznar era presidente del Gobierno, se aprobó la ley de liberalización del suelo, punto de partida de la burbuja inmobiliaria con la que se ha arruinado muchísima gente. También fue uno de los asistentes a las reuniones para iniciar la guerra del Golfo. Como todos sabemos, esa fue la excusa perfecta para que esos canallas de islamistas mataran a tanta gente en Madrid. La trama Gürtel pagó parte de la boda de su hija, y 18 de los invitados a ese enlace están imputados o han tenido problemas con la justicia. Son famosos sus ataques a los ecologistas, a los que llamó “abanderados del calentamiento global que tratan de restringir libertades”. También tenemos los 40.000 millones a devolver a la UE para sufragar los disparates (no son disparates, son delitos graves de gestión dolosa, con consecuencias muy costosas para los clientes y ciudadanos del Estado español, fueron robos de cuello blanco que pagamos todos, principalmente los más humildes, son delitos condenables que parecen, hasta ahora, sin consecuencias de prisión) de Caja Madrid y el agujero de las radiales de Madrid, autopistas que llenaron los bolsillos de algunos terratenientes y benéficas constructoras. Y por las que ahora nosotros tenemos que devolver 5.000 millones de euros. Aznar decía: España va bien. Visto ahora el desbarajuste de todo lo que hizo, se le puede considerar el peor presidente de España de todos los tiempos.
— Alberto Santos. Lezo (Guipúzcoa). En cartas al Director de El País.
El pasado miércoles, la Audiencia Nacional condenaba a Cassandra -también conocida como Kira_95 en los fueros tuiteros-, a un año de prisión por un delito de humillación a las víctimas y de "enaltecimiento del terrorismo". A raíz de su condena, ELPLURAL.COM ha recordado a la Audiencia Nacional los tuits más bestias contra PSOE, Podemos e IU que dejaron 'pasar por alto'. Son las otras amenazas en redes sociales que la fiscalía nunca ha perseguido y que evidencian la existencia de un doble rasero judicial que varía en función de la ideología del protagonista que recibe los insultos y ataques en Twitter.
Entre las amenazas más destacadas y que nunca investigó la Justicia destaca la protagonizada por parte del torero e hijo de la diputada en la Asamblea de Madrid, María Josefa Aguado, Gabriel Picazo, en abril de 2014. En concreto, el torero lanzó la siguiente advertencia: “Querremos convertir en abono para las cunetas a toda esa panda de rojos radicales”.
Advertencia a Podemos
Un aviso que Picazo publicó en su página oficial de Facebook a los dirigentes de Podemos por llevar en su programa electoral la abolición de la tauromaquia. En la misma publicación, el torero advertía que no estarían exentos de convertirse en abono para las cunetas las “personas humildes y desesperadas que se dejen llevar por el populismo y el clima de corruptos que hay en España” y por tanto acabasen votando en las urnas al partido que lidera Pablo Iglesias.
Tras ser desvelado por ELPLURAL.COM, el comentario de Gabriel Picazo se convirtió en tendencia en Twitter. En parte debido a que Picazo es hijo de María Josefa Aguado, concejala presidenta del Distrito madrileño de Barajas, exportavoz del Partido Popular de San Sebastián de los Reyes, e integrante en el puesto 39 en la lista del PP con la que Cristina Cifuentes se presentó a la Comunidad de Madrid. Se trata de la diputada autonómica que ahora se enfrenta a la Justicia por el ‘caso Gürtel’.
Disculpas y justificación de las amenazas
Tres días después del escándalo, el torero pidió disculpas también a través de Facebook: “Pido disculpas por parte de las palabras dichas en un desafortunado y equivocado comentario. Mi corazón no les desea el mal que ellos quiere para los taurinos. Me reitero en mi error”, afirmó Picazo.
Sin embargo, a renglón seguido, el torero justificó sus amenazas ante la pasividad de la Justicia: “Mis palabras nacen de un sentimiento de indefensión, humillación, miedo, acoso y maltrato que sentimos muchos taurinos. Es el grito de la agonía de la muerte en vida a la que los radicales antitaurinos nos tienen sometidos apuntillándonos diariamente sin obtener una respuesta contundente de los que formamos parte de la fiesta más importante y representativa por la que se conoce a España en el mundo”.
A lo largo de los siglos los artistas y pensadores se han dedicado tratar de definir y representar la felicidad.
Sin embargo, en las últimas décadas, grupos menos románticos se unieron a esta difícil tarea: los endocrinólogos y neurocientíficos.
Su objetivo es estudiar la felicidad como un proceso biológico, para encontrar qué desata dicho sentimiento desde el punto de vista físico.
Es decir, no les importa saber si las personas son más felices gracias al amor o al dinero, sino qué sucede en el organismo cuando la alegría efectivamente se dispara y cómo "forzar" el sentimiento.
En este sentido, existen cuatro químicos naturales en nuestros cuerpos que suelen ser definidos como el "cuarteto de la felicidad", conformado por la endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina.
La investigadora Loretta G. Breuning, autora del libro Habits of a happy brain ("Hábitos de un cerebro feliz"), explica que "cuando tu cerebro emite uno de estos químicos, te sientes bien".
"Sería bueno que surgieran todo el tiempo, pero no funcionan así", escribe la profesora emérita de la Universidad Estatal de California (EE.UU.).
"Cada químico de la felicidad tiene un trabajo especial que hacer y se apaga una vez que el trabajo está hecho".
En BBC Mundo te contamos distintas formas simples de activar estos cuatro químicos de la felicidad sin necesidad de medicamentos o sustancias dañinas.
1. Endorfinas
Las endorfinas son consideradas la morfina del cuerpo, una suerte de analgésico natural.
Descubiertas hace 40 años, las endorfinas son "la breve euforia que enmascara el dolor físico", escribe Breuning.
Por eso, ingerir comida extremadamente picante es una de las formas de liberar estos opiáceos naturales, lo cual induce una sensación de felicidad.
¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando comes chile picante y por qué puede ser bueno para tu salud?
Pero esta no es la única forma de conseguir un "subidón de endorfinas".
Según un estudio publicado el año pasado por investigadores de la Universidad de Oxford, ver películas tristes aumenta los niveles de este químico.
Aquellos que tuvieron la mayor respuesta emocional también experimentaron un incremento superior en el umbral del dolor y en el sentimiento de unidad con el grupo", dijo a la BBC Robin Dunbar, profesor de psicología evolutiva de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y principal autor del estudio.
De allí que bailar, cantar o trabajar en equipo sean actividades que también potencien la unión social y la tolerancia al dolor a través de un aumento en las endorfinas, agregó Dunbar.
2. Serotonina
Como la serotonina fluye cuando te sientes importante, el sentimiento de soledad e incluso la depresión son respuestas químicas a su ausencia.
"En las últimas cuatro décadas, la pregunta de cómo manipular el sistema serotoninérgico con medicamentos ha sido un área importante de investigación en la biología psiquiátrica y estos estudios han llevado a avances en el tratamiento de la depresión", escribió en 2007 Simon Young, editor en jefe la revista Psychiatry & Neuroscience.
Diez años después, la depresión se posiciona como la principal causa de discapacidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este desorden mental afecta a más de 300 millones de personas.
La estrategia más simple para aumentar el nivel de serotonina es pensar en recuerdos felices, escribe el neurocientífico Alex Korb en el portal Psychology Today.
Uno de los síntomas de la depresión es que las personas no pueden recordar momentos felices, por eso, agrega Korb, mirar fotos viejas o hablar con un amigo puede ayudar a refrescar la memoria.
El neurocientífico describe otras tres formas: exponerse a la luz del sol, recibir masajes y hacer ejercicio físico aeróbico, como correr y andar en bicicleta.
3. Dopamina
La dopamina suele ser descrita como la responsable de sentimientos como el amor y la lujuria, pero también se la tacha de ser la responsable de las adicciones. Por eso se dice que es la mediadora del placer.
"Los bajos niveles de dopamina hacen que las personas y otros animales sean menos propensos a trabajar con un fin", explica John Salamone, profesor de psicología de la Universidad de Connecticut (EE.UU.), sobre un estudio que publicó en 2012 en la revista especializada Neuron sobre los efectos de la dopamina en el cerebro.
Por lo tanto, agrega, la dopamina "tiene más que ver con la motivación y la relación de costo y beneficio, que con el placer en sí mismo".
Lo cierto es que este químico se dispara tanto cuando uno da el primer paso rumbo a un objetivo como cuando lo cumple.
Además, puede generarse por algo de la vida cotidiana (por ejemplo, encontrar un lugar libre para estacionar el carro) o algo más excepcional (recibir un ascenso laboral).
La mejor forma de elevar la dopamina, por ende, es establecerse objetivos a corto plazo o dividir en pequeñas metas aquellos objetivos que son a más largo plazo. Y celebrar cuando uno los cumple.
4. Oxitocina
Por estar relacionada con el desarrollo de comportamientos maternales y a los apegos, la oxitocina suele ser apodada como "la hormona de los vínculos emocionales" y "la hormona del abrazo".
Según un estudio publicado en 2011 por la obstetra y ginecóloga india Navneet Magon, "la vinculación social es esencial para la supervivencia de las especies (humanas y algunas animales), ya que favorece la reproducción, la protección contra los depredadores y los cambios ambientales, e impulsa el desarrollo cerebral".
La exclusión del grupo produce trastornos físicos y mentales en el individuo, y conduce finalmente a la muerte", agrega.
Por eso, considera que la oxitocina tiene una "posición de liderazgo" dentro de este "cuarteto de la felicidad": "Es un compuesto cerebral importante en la construcción de la confianza, que es necesaria para desarrollar relaciones emocionales".
Abrazar es una forma muy simple de conseguir un aumento de oxitocina. Dar o recibir un regalo es otro ejemplo.
Breuning aconseja también construir relaciones de confianza dando "pequeños pasos", "negociando las expectativas" para que ambas partes puedan cumplir con el vínculo emocional.
"No se escribe para ser escritor, ni se lee para ser lector. Se escribe y se lee para comprender el mundo. Nadie, pues, debería salir a la vida sin haber adquirido esas habilidades básicas". J. J. Millás.
"Nada curo llorando y nada empeoraré si gozo de la alegría" (Arquílaco).
Tome color. El año pasado, los investigadores alemanes hallaron que sólo echando un vistazo a los tonos de verde pueden impulsar la creatividad y la motivación. No es difícil adivinar por qué: asociamos colores verdes con vegetación, alimentos - tonos que prometen alimento. Esto podría explicar en parte por qué las vistas de paisajes desde la ventana, en programas de investigación, puede acelerar la recuperación del paciente en los hospitales, ayuda al aprendizaje en las aulas y estimula la productividad en el lugar de trabajo.
Esta lluvia amiga... A la tierra la volvió jardín, dicen que el campo se cubrió de verde, el color más bello, el color de la esperanza. Y la isla de mi corazón en pocos días es tempestad que ya viró a bonanza. (De la canción Regreso, de Cesarea Evora).
Joan Manuel Serrat. Aquellas pequeñas cosas,...Uno se cree/que las mató /el tiempo y la ausencia. /Pero su tren/ vendió boleto/ de ida y vuelta./ Son aquellas pequeñas cosas,/que nos dejó un tiempo de rosas/en un rincón,/en un papel/ o en un cajón./Como un ladrón/te acechan detrás/de la puerta./Te tienen tan/a su merced/como hojas muertas/que el viento arrastra/ allá o aquí,/que te sonríen tristes y...
Violeta Parra.
Gracias a la vida (Thanks to the life)
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco, ...
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro al fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
cuando miro al fondo de tus ojos claros.
...
Volver a los 17.
Volver a los diecisiete después de vivir un siglo ...
"Una vida humilde y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito y la constante inquietud que implica". Albert Einstein (1879-1955)
Libros
50 Cosas que hay que saber sobre Física, 2009. Joanne Baker
50 Cosas que hay que saber sobre Matemáticas, 2009. Tony Crilly
50 cosas que hay que saber sobre psicología, 2008 Adrian Furnham
A Física en Banda Desenhada. 2005. Larry Gonick e Art Huffman
Al servicio del Reich. La física en tiempos de Hitler. Philip Ball. 2014
Ángel González
Antología, Federico García Lorca
As Pequenas Memórias, José Saramago
Belén Gopegui, El lado frío de la almohada
Blas de Otero
Campos de Castilla, Antonio Machado
Canto General, Pablo Neruda
Cantos Iberos, Gabriel Celaya
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
De Arquímedes a Einstein. 2007. Manuel Lozano Leyva
Einstein et la relativité, Jean Eisenstaedt
El enigma cuántico. Encuentros entre la física y la conciencis. B. Rosenblum y F. Kuttner. Tusquets, 2010.
El factor humano, John Carlin
El libro de las matemáticas. 250 hitos de la historia de las matemáticas, 2011. Clifford A. Pickover. Ilus Books.
El olvido de la razón, Juan José Sebreli
El PCE y el PSOE en (la) transición, Juan A. Andrade Blanco, 2012. Siglo XXI.
El Prisma y el péndulo, Robert Crease
El Quijote, Miguel de Cervantes
El romancero gitano, Federico G.Lorca
Emma. 2001. Howard Zinn.
Eric J. Hobsbawm, Política para una izquierda racional
Eternidades, Juan Ramón Jiménez
Evaluación de la lengua escrita y dependencia de lo literal. 2009. Maite Ruíz Flores
Feynman, Richard P. El carácter de la ley Física
Geometría para turistas. 2009. Claudi Alsina
Giles Macdonogh. Después del Reich. Crimen y castigo en la posguerra alemana. 2011. Galaxia Gutenberg
Hacemos ciencia en la escuela. 2009. Grao
Imperialismo Humanitario. 2008. Jean Bricmont
Imposturas intelectuales, A. Sokal y J. Bricmont
José Hierro
Kosovo. La coartada humanitaria. Isaac Rosa y otros
L`Etat démantelé. 2010. L. Bonelli et W. Pelletier. La Découverte.
La Alemania nazi, Enzo Collotti
La CIA y la guerra fría cultural. Frances Stonor Saunders. Edt. Debate. 2001
La cocina de Menorca, Josep Borrás
La disciplina en la conciencia: Las Brigadas Internacionales, Mirta Núñez
La educación Lenta, 2009. Joan Domenech Francesch
La poesía española de 1935 a 1975. II de la poesía existencial a la poesía social 1944-50
La resistencia Alemana contra Hitler 1933-1945. 2005. Barbara Koehn
Las Ciencias en la escuela, M. Catalá, R. Cubero y otros
Las leyes del caos. Ilya Prigogine. Critica. Drakontos bolsillo, 2008
LEONARDO DA VINCI Walter Isaacson. 2018
Los caminos cuánticos. Feynman. J. Navarro Faus. Nivola, 2007
Los versos del capitán, Pablo Neruda
Marinero en Tierra, Rafael Alberti
Más allá de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofía y cultura. 2009. Alan Sokal
Momentos estelares de la ciencia, 2008. Isaac Asimov
Odas y Sonetos, John Keats (ed. bilingüe)
Odifreddi, Piergiorgio. 2007. Juegos Matemáticos Ocultos en la Literatura. Octaedro.
Pablo Neruda. Antología General, 2010. Real Academia Española
Paroles, Jacques Prévert
Poesía, Miguel Hernández
Poeta en Nueva York, Federico G. Lorca
Qué significa todo eso. Reflexiones de un científico ciudadano. Richard P. Feynman. Crítica. Drakontos, 2010
Science 101 Physics. 2007. Barry Parker.
Sed sabios, convertíos en profetas, G. Charpak y R. Omnès
Seis piezas fáciles, 2008. Richard P. Feynman
Soberanos e intervenidos, Joan E. Garcés. Siglo XXI Editores, 2000. (original del 96)
Sobre la guerra. La paz como imperativo moral, 2008. Howarrd Zinn
Walter Benjamin. 2010. Revista Anthropos
Weinberg Steven, 2010. El sueño de una teoría final. Drakontos