Nosotros, un grupo de excombatientes miembros del equipo de francotiradores del Ejército de Israel, queremos expresar nuestra aflicción por los recientes incidentes en la franja de Gaza.
Al escuchar que órdenes militares permiten a francotiradores disparar municiones reales a manifestantes desarmados, nos invadió la vergüenza y el dolor. Sentimos vergüenza por las órdenes que carecen de juicio moral y ético, y dolor por los jóvenes soldados que, como bien sabemos por nuestra propia experiencia, cargarán todas sus vidas con esas escenas de las que fueron testigos a través de la mirilla de sus rifles.
Instruir a francotiradores para disparar a manifestantes desarmados que no suponen peligro para la vida humana es otra consecuencia de la ocupación y de las reglas militares impuestas a millones de palestinos, al igual que el cruel liderazgo de nuestro país y su malogrado camino moral.
Herir a personas inocentes en Gaza forma parte de lo que es necesario para mantener el régimen de ocupación, y todos debemos oponernos a que esto perdure. Solo el cese del control militar sobre el pueblo palestino permitirá que esto termine.
Gil Fermon, 50ª Batallón de la Brigada Nahal
Amit Goldberg
Nadav Weiman, Unidad de reconocimiento de la Brigada Nahal
Avner Gvaryahu, Unidad antitanque de paracaidistas de la Brigada Nahal
Ron Zaidel, 931ª Batallón de la Brigada Nahal
https://elpais.com/elpais/2018/04/12/opinion/1523552224_037738.html
Israel investiga un vídeo en el que un francotirador dispara a un palestino desarmado entre vítores
jueves, 10 de mayo de 2018
_- Reiki de ida y vuelta
_- J. M. Mulet
La mayoría de pseudoterapias no están avaladas por la experiencia.
Hay que tener mucha fe para poner la salud de uno en manos de alguien que te hace supuestos pases mágicos sólo con sus dedos.
En el año 2011 se anunció en la prensa que varios hospitales españoles iban a implementar unidades de reiki como apoyo a los pacientes oncológicos. Durante estos siete años hemos visto cómo les hacían a los enfermos una especie de masajes, a veces pasando las manos a cierta distancia del cuerpo, para reconducir o reequilibrar las energías y así recuperar la salud. Todo ello de manera oficial, amparado por algunos colegios de médicos o universidades. De hecho, estas técnicas no se diferencian mucho de cuando un curandero te hace una imposición de manos o un sacerdote te bendice. Sin embargo, parece que los años dorados del reiki llegan a su fin. La Organización Médica Colegial ha creado un observatorio de pseudoterapias donde el reiki es una de las más cuestionadas. El Gobierno de Madrid prohibió esta pseudociencia en 2017.
Técnicas como el reiki, el ‘tapping’ o el ‘shiatsu’ no han superado nunca ningún ensayo clínico. Tampoco son efectivas.
El reiki es una disciplina que se anuncia como milenaria, pero no es cierto.
Es el invento de un monje budista llamado Mikao Usui. Le vino la inspiración en 1922, después de una jornada de meditación en lo alto del monte Kurama (Japón). Básicamente lo que hizo Usui fue recoger conceptos propios de la medicina tradicional china, como el de la energía vital o qi, y reinterpretarlos a su gusto, pero sin ninguna aplicación del método científico. Ni evidencia de su funcionamiento. De hecho, el significado del nombre es incierto, pero parece ser también un préstamo del termino chino que quiere decir “influencia espiritual”. Tampoco se puede considerar que sea oriental.
Al fallecer Usui, se crearon diversas escuelas. Una de ellas fue creada en Hawái por la estadounidense de origen japonés Hawayo Takata. A través de ella se exportó a Occidente. Como pasa con muchas pseudomedicinas, cualquiera puede reinterpretarla a su gusto, así que a partir del reiki se ha derivado el shiatsu o acupresión, que viene a ser una acupuntura sin agujas. Fue inventado por Tokujiro Namikoshi en 1940 —aunque también se venda como técnica milenaria— y su práctica consiste en presionar con el dedo. Otra derivada de esta pseudociencia es el shenshu: reiki para animales de compañía. Y como parece que la imaginación no abunda, el shiatsu tiene una copia occidental llamada EFT o taping, que no solo sirve para calmar dolores al estilo de la acupuntura, sino que también se puede aplicar en caso de problemas psicológicos. Hasta la recomiendan para arreglar lavadoras (y no es broma).
La mediática Sor Teresa Forcades imparte cursos de esta disciplina en su monasterio. Así que ya hemos visto cómo en menos de un siglo, a partir de las elucubraciones de un monje han nacido toda una suerte de disciplinas que comparten un nexo en común: ninguna ha superado nunca un ensayo clínico. ¿Son efectivas? No. No hay ninguna evidencia de su funcionamiento. Hay que tener mucha fe para poner tu salud en manos de alguien que te hace pases mágicos. Si leemos lo que se puede encontrar en la página web del maestro John Curtin, presidente de la asociación española de reiki, dice barbaridades como la siguiente: que el cáncer es “rabia que te consume, un deseo de auto-destrucción”. Aparte de mezclar conceptos de medicina india con japonesa, asume que es una enfermedad psicosomática que se debe a problemas emocionales, algo que no es cierto. El cáncer es algo muy serio y no es culpa de los sentimientos de la persona que lo sufre. Hacer algo así es bastante miserable, pero cuando practicas una disciplina que te vas inventando sobre la marcha, puedes hacer afirmaciones gratuitas como esta. Pseudomedicinas como el reiki y sus derivadas, cuanto más lejos de los hospitales mejor.
La pseudociencia que desmontó una niña de nueve años
Una de las muchas derivaciones del reiki fue el toque terapéutico. Se supone que los practicantes de esta técnica son capaces de detectar la energía vital, que si se desequilibra, puede causar enfermedades.
Esta pseudociencia se desmontó con un sencillo experimento llevado a cabo por Emily Rosa, una estadounidense de nueve años. Cuando cursaba cuarto de primaria, le encargaron un trabajo de ciencia. Ella diseñó un sencillo experimento para demostrar la ineficacia del toque terapéutico. Cogió un trozo grande de cartón y lo puso sobre una mesa, como si fuera un biombo. Le hizo dos agujeros para que las manos del tocador terapéutico quedarán apoyadas sobre la mesa con las palmas hacia arriba del lado de la niña.
Rosa ponía una de sus manos sobre la del terapeuta, a distancia suficiente como para que no detectara el calor. Si detectaba algún tipo de energía, el sujeto tenía que acertar sobre cuál de sus manos había puesto Rosa la suya.
¿Cuál fue el resultado? Los tocadores terapéuticos acertaron sólo en el 44% de las veces, lo previsible por azar. En 1998 Rosa se convirtió en el autor más joven en firmar un artículo de investigación en la prestigiosa revista de la Asociación Médica Americana.
https://elpais.com/elpais/2018/03/27/eps/1522145643_785990.html
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge
La mayoría de pseudoterapias no están avaladas por la experiencia.
Hay que tener mucha fe para poner la salud de uno en manos de alguien que te hace supuestos pases mágicos sólo con sus dedos.
En el año 2011 se anunció en la prensa que varios hospitales españoles iban a implementar unidades de reiki como apoyo a los pacientes oncológicos. Durante estos siete años hemos visto cómo les hacían a los enfermos una especie de masajes, a veces pasando las manos a cierta distancia del cuerpo, para reconducir o reequilibrar las energías y así recuperar la salud. Todo ello de manera oficial, amparado por algunos colegios de médicos o universidades. De hecho, estas técnicas no se diferencian mucho de cuando un curandero te hace una imposición de manos o un sacerdote te bendice. Sin embargo, parece que los años dorados del reiki llegan a su fin. La Organización Médica Colegial ha creado un observatorio de pseudoterapias donde el reiki es una de las más cuestionadas. El Gobierno de Madrid prohibió esta pseudociencia en 2017.
Técnicas como el reiki, el ‘tapping’ o el ‘shiatsu’ no han superado nunca ningún ensayo clínico. Tampoco son efectivas.
El reiki es una disciplina que se anuncia como milenaria, pero no es cierto.
Es el invento de un monje budista llamado Mikao Usui. Le vino la inspiración en 1922, después de una jornada de meditación en lo alto del monte Kurama (Japón). Básicamente lo que hizo Usui fue recoger conceptos propios de la medicina tradicional china, como el de la energía vital o qi, y reinterpretarlos a su gusto, pero sin ninguna aplicación del método científico. Ni evidencia de su funcionamiento. De hecho, el significado del nombre es incierto, pero parece ser también un préstamo del termino chino que quiere decir “influencia espiritual”. Tampoco se puede considerar que sea oriental.
Al fallecer Usui, se crearon diversas escuelas. Una de ellas fue creada en Hawái por la estadounidense de origen japonés Hawayo Takata. A través de ella se exportó a Occidente. Como pasa con muchas pseudomedicinas, cualquiera puede reinterpretarla a su gusto, así que a partir del reiki se ha derivado el shiatsu o acupresión, que viene a ser una acupuntura sin agujas. Fue inventado por Tokujiro Namikoshi en 1940 —aunque también se venda como técnica milenaria— y su práctica consiste en presionar con el dedo. Otra derivada de esta pseudociencia es el shenshu: reiki para animales de compañía. Y como parece que la imaginación no abunda, el shiatsu tiene una copia occidental llamada EFT o taping, que no solo sirve para calmar dolores al estilo de la acupuntura, sino que también se puede aplicar en caso de problemas psicológicos. Hasta la recomiendan para arreglar lavadoras (y no es broma).
La mediática Sor Teresa Forcades imparte cursos de esta disciplina en su monasterio. Así que ya hemos visto cómo en menos de un siglo, a partir de las elucubraciones de un monje han nacido toda una suerte de disciplinas que comparten un nexo en común: ninguna ha superado nunca un ensayo clínico. ¿Son efectivas? No. No hay ninguna evidencia de su funcionamiento. Hay que tener mucha fe para poner tu salud en manos de alguien que te hace pases mágicos. Si leemos lo que se puede encontrar en la página web del maestro John Curtin, presidente de la asociación española de reiki, dice barbaridades como la siguiente: que el cáncer es “rabia que te consume, un deseo de auto-destrucción”. Aparte de mezclar conceptos de medicina india con japonesa, asume que es una enfermedad psicosomática que se debe a problemas emocionales, algo que no es cierto. El cáncer es algo muy serio y no es culpa de los sentimientos de la persona que lo sufre. Hacer algo así es bastante miserable, pero cuando practicas una disciplina que te vas inventando sobre la marcha, puedes hacer afirmaciones gratuitas como esta. Pseudomedicinas como el reiki y sus derivadas, cuanto más lejos de los hospitales mejor.
La pseudociencia que desmontó una niña de nueve años
Una de las muchas derivaciones del reiki fue el toque terapéutico. Se supone que los practicantes de esta técnica son capaces de detectar la energía vital, que si se desequilibra, puede causar enfermedades.
Esta pseudociencia se desmontó con un sencillo experimento llevado a cabo por Emily Rosa, una estadounidense de nueve años. Cuando cursaba cuarto de primaria, le encargaron un trabajo de ciencia. Ella diseñó un sencillo experimento para demostrar la ineficacia del toque terapéutico. Cogió un trozo grande de cartón y lo puso sobre una mesa, como si fuera un biombo. Le hizo dos agujeros para que las manos del tocador terapéutico quedarán apoyadas sobre la mesa con las palmas hacia arriba del lado de la niña.
Rosa ponía una de sus manos sobre la del terapeuta, a distancia suficiente como para que no detectara el calor. Si detectaba algún tipo de energía, el sujeto tenía que acertar sobre cuál de sus manos había puesto Rosa la suya.
¿Cuál fue el resultado? Los tocadores terapéuticos acertaron sólo en el 44% de las veces, lo previsible por azar. En 1998 Rosa se convirtió en el autor más joven en firmar un artículo de investigación en la prestigiosa revista de la Asociación Médica Americana.
https://elpais.com/elpais/2018/03/27/eps/1522145643_785990.html
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge
miércoles, 9 de mayo de 2018
¿Quién tiene la culpa del fracaso de la revolución siria?
Bachir Nafi
Middle East Eye
El campo de la contrarrevolución consideró las revoluciones democráticas como una amenaza a sus privilegios, a su poder y a su influencia en Oriente Próximo, y por lo tanto, decidió librar su guerra a escala regional.
Inicialmente lanzada como un llamamiento a la reforma, la revolución siria pasó enseguida a exigir la caída del régimen. Pero ni a través de la pacífica movilización popular ni mediante el uso de la fuerza han podido los sirios y las sirias derrocar al presidente Bachar al Asad. En 2011 la revolución siria se convirtió en una sangrienta guerra civil y en el escenario de enfrentamientos regionales e internacionales. A pesar de la destrucción física generalizada, de cientos de miles de muertos y de millones de refugiados, Asad sigue siendo el representante de Siria ante la comunidad internacional y el administrador de los asuntos de sus instituciones estatales o de lo que queda de ellas. El régimen ha obtenido decisivas y constantes ventajas en su guerra contra las facciones armadas de la revolución siria gracias al cuantioso apoyo de sus aliados rusos e iraníes.
Oposición desorganizada
Los fracasos siempre provocan la búsqueda de responsables y así, el debate sobre el deceso de la revolución ya se ha planteado y no solo en los círculos revolucionarios sirios. Para algunos la responsabilidad principal recae en la oposición siria, tanto en su vertiente militar como política. La oposición política no ha conseguido unificar sus filas ni presentar una dirección carismática alrededor de la cual unir a la gente y convencer al mundo de su solvencia como representante de la revolución y de la ciudadanía.
A la gran brecha entre los sectores políticos y militares de la revolución hay que sumar las múltiples facciones militares de tamaño diverso. Cuando fue necesario que las fuerzas de la oposición armada protegieran la integridad de la revolución se abstuvieron de enfrentarse a al Qaeda y a Estado Islámico (IS) y no lograron expulsarlos del escenario sirio. La mayoría de esos grupos armados parecían aspirar más a mantenerse como grupos que a salvaguardar los intereses de la gente y de la revolución. Esta oposición ni estaba cualificada para liderar a la gente ni para hacer frente a los retos sobrevenidos por la transformación de Siria en un campo de batalla. Tan pronto como el equilibrio de poder comenzó a cambiar a favor del régimen, la oposición no pudo mantenerse firme.
Dinámica más amplia para el cambio
Si bien esta crítica a la oposición atina en cierta medida, implica asimismo condenar al pueblo sirio que es, después de todo, quien dio lugar a esta oposición. Esa lógica llevaría a concluir que el pueblo sirio no estaba listo para hacer frente al régimen represor de Asad y que la parte que ha vencido estaría más cualificada para liderar Siria. Lo que este punto de vista no tiene en cuenta es que la revolución siria no ha sido un fenómeno aislado. Emergió dentro de un contexto más amplio de una dinámica revolucionaria árabe por el cambio. Sería un error leer lo que ocurrió en Siria de forma aislada.
Hoy, siete años después del estallido de las revoluciones en Túnez, Egipto, Libia, Siria y Yemen, se puede decir que el objetivo de cambiar el orden político no solo ha fracasado en Siria sino en cada uno de estos Estados. El fracaso se extiende también a países en los que no ha actuado el recurso a las armas, en aquellos donde no surgieron grupos terroristas como EI y al Qaeda, y también en los que contaban con fuerzas de oposición más desarrolladas.
Incluso cuando las revoluciones consiguieron derrocar a los regímenes, las viejas clases dominantes se restablecieron pronto y pusieron en marcha movimientos contrarrevolucionarios hasta recuperar su supremacía. El equilibrio de poder se volvió rápidamente contra los movimientos revolucionarios árabes en todos estos Estados. Y este giro no se produjo porque la oposición fuera cándida o incompetente sino porque cristalizaron nuevas circunstancias apremiantes que aplastaron a la oposición y al pueblo.
Contramovilización
Que el movimiento de la revolución por el cambio fuese panárabe y no solo sirio, yemení o libio, desencadenó una contramovilización en todo el mundo árabe. Tan pronto como las fuerzas de la contrarrevolución se dieron cuenta de la magnitud y el impacto de la dinámica revolucionaria se activaron para organizar una coalición de amplio alcance.
Incluso sin mediar acuerdo previo, Estados influyentes con enormes recursos políticos, militares y financieros, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán, se movilizaron para provocar la derrota del movimiento por el cambio y la transformación democrática.
El campo de la contrarrevolución consideró las revoluciones democráticas como una amenaza a sus privilegios, a su poder y a su influencia en Oriente Próximo, y por lo tanto decidió librar su guerra a escala regional.
El movimiento revolucionario árabe, además, no encontró aliados internacionales poderosos que lo respaldaran y protegieran en momentos de transformación claves. En un mundo entreverado, ninguna transformación democrática ha tenido éxito sin respaldo exterior. Sin el apoyo político y económico de Estados Unidos y Europa, ningún cambio democrático habría arraigado ni en España ni en Portugal tras el colapso de sus regímenes despóticos, ni en Europa del Este tras el colapso del bloque comunista.
El respaldo occidental a las revoluciones árabes y al proceso de transformación democrática fue flemático y reacio hasta convertirse pronto en indiferencia o en retorno a la política “del mal menor”.
Renunciar al poder o hacer la guerra
Algo ha habido de específico en el caso de Siria. En todos los casos de cambio político del siglo pasado, al enfrentarse a la oposición popular generalizada, las clases dominantes tuvieron que elegir entre dos vías principales: o renunciar al poder o librar una guerra sangrienta contra el pueblo. Déspotas como el Sha de Irán, Zine al Abidine Ben Ali, Hosni Mubarak y Ali Abdulá Saleh renunciaron al poder, aunque con reticencia.
Déspotas como Muamar Gadafi y Asad eligieron la confrontación. Si a Gadafi le derrotó una contundente intervención extranjera, Asad se ha atrincherado tras una sangrienta forma de sectarismo. Tan pronto como descubrió su incapacidad para lograr la victoria contra la revolución y contra el pueblo buscó el patrocinio sectario regional. Cuando él y sus aliados regionales fracasaron, no dudó en llamar a los rusos al precio incluso de perder su soberanía.
Es cierto que la revolución árabe no ha logrado sus objetivos de cambio y transición democrática. Sin embargo, las causas de este fracaso van mucho más allá de las deficiencias del movimiento popular y de las fuerzas de oposición. Al mismo tiempo, lo que debe recordarse es que el fracaso actual no significa el fin del camino. En una trayectoria histórica de transformación extremadamente compleja, no existe eso de final del camino...
Middle East Eye
El campo de la contrarrevolución consideró las revoluciones democráticas como una amenaza a sus privilegios, a su poder y a su influencia en Oriente Próximo, y por lo tanto, decidió librar su guerra a escala regional.
Inicialmente lanzada como un llamamiento a la reforma, la revolución siria pasó enseguida a exigir la caída del régimen. Pero ni a través de la pacífica movilización popular ni mediante el uso de la fuerza han podido los sirios y las sirias derrocar al presidente Bachar al Asad. En 2011 la revolución siria se convirtió en una sangrienta guerra civil y en el escenario de enfrentamientos regionales e internacionales. A pesar de la destrucción física generalizada, de cientos de miles de muertos y de millones de refugiados, Asad sigue siendo el representante de Siria ante la comunidad internacional y el administrador de los asuntos de sus instituciones estatales o de lo que queda de ellas. El régimen ha obtenido decisivas y constantes ventajas en su guerra contra las facciones armadas de la revolución siria gracias al cuantioso apoyo de sus aliados rusos e iraníes.
Oposición desorganizada
Los fracasos siempre provocan la búsqueda de responsables y así, el debate sobre el deceso de la revolución ya se ha planteado y no solo en los círculos revolucionarios sirios. Para algunos la responsabilidad principal recae en la oposición siria, tanto en su vertiente militar como política. La oposición política no ha conseguido unificar sus filas ni presentar una dirección carismática alrededor de la cual unir a la gente y convencer al mundo de su solvencia como representante de la revolución y de la ciudadanía.
A la gran brecha entre los sectores políticos y militares de la revolución hay que sumar las múltiples facciones militares de tamaño diverso. Cuando fue necesario que las fuerzas de la oposición armada protegieran la integridad de la revolución se abstuvieron de enfrentarse a al Qaeda y a Estado Islámico (IS) y no lograron expulsarlos del escenario sirio. La mayoría de esos grupos armados parecían aspirar más a mantenerse como grupos que a salvaguardar los intereses de la gente y de la revolución. Esta oposición ni estaba cualificada para liderar a la gente ni para hacer frente a los retos sobrevenidos por la transformación de Siria en un campo de batalla. Tan pronto como el equilibrio de poder comenzó a cambiar a favor del régimen, la oposición no pudo mantenerse firme.
Dinámica más amplia para el cambio
Si bien esta crítica a la oposición atina en cierta medida, implica asimismo condenar al pueblo sirio que es, después de todo, quien dio lugar a esta oposición. Esa lógica llevaría a concluir que el pueblo sirio no estaba listo para hacer frente al régimen represor de Asad y que la parte que ha vencido estaría más cualificada para liderar Siria. Lo que este punto de vista no tiene en cuenta es que la revolución siria no ha sido un fenómeno aislado. Emergió dentro de un contexto más amplio de una dinámica revolucionaria árabe por el cambio. Sería un error leer lo que ocurrió en Siria de forma aislada.
Hoy, siete años después del estallido de las revoluciones en Túnez, Egipto, Libia, Siria y Yemen, se puede decir que el objetivo de cambiar el orden político no solo ha fracasado en Siria sino en cada uno de estos Estados. El fracaso se extiende también a países en los que no ha actuado el recurso a las armas, en aquellos donde no surgieron grupos terroristas como EI y al Qaeda, y también en los que contaban con fuerzas de oposición más desarrolladas.
Incluso cuando las revoluciones consiguieron derrocar a los regímenes, las viejas clases dominantes se restablecieron pronto y pusieron en marcha movimientos contrarrevolucionarios hasta recuperar su supremacía. El equilibrio de poder se volvió rápidamente contra los movimientos revolucionarios árabes en todos estos Estados. Y este giro no se produjo porque la oposición fuera cándida o incompetente sino porque cristalizaron nuevas circunstancias apremiantes que aplastaron a la oposición y al pueblo.
Contramovilización
Que el movimiento de la revolución por el cambio fuese panárabe y no solo sirio, yemení o libio, desencadenó una contramovilización en todo el mundo árabe. Tan pronto como las fuerzas de la contrarrevolución se dieron cuenta de la magnitud y el impacto de la dinámica revolucionaria se activaron para organizar una coalición de amplio alcance.
Incluso sin mediar acuerdo previo, Estados influyentes con enormes recursos políticos, militares y financieros, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irán, se movilizaron para provocar la derrota del movimiento por el cambio y la transformación democrática.
El campo de la contrarrevolución consideró las revoluciones democráticas como una amenaza a sus privilegios, a su poder y a su influencia en Oriente Próximo, y por lo tanto decidió librar su guerra a escala regional.
El movimiento revolucionario árabe, además, no encontró aliados internacionales poderosos que lo respaldaran y protegieran en momentos de transformación claves. En un mundo entreverado, ninguna transformación democrática ha tenido éxito sin respaldo exterior. Sin el apoyo político y económico de Estados Unidos y Europa, ningún cambio democrático habría arraigado ni en España ni en Portugal tras el colapso de sus regímenes despóticos, ni en Europa del Este tras el colapso del bloque comunista.
El respaldo occidental a las revoluciones árabes y al proceso de transformación democrática fue flemático y reacio hasta convertirse pronto en indiferencia o en retorno a la política “del mal menor”.
Renunciar al poder o hacer la guerra
Algo ha habido de específico en el caso de Siria. En todos los casos de cambio político del siglo pasado, al enfrentarse a la oposición popular generalizada, las clases dominantes tuvieron que elegir entre dos vías principales: o renunciar al poder o librar una guerra sangrienta contra el pueblo. Déspotas como el Sha de Irán, Zine al Abidine Ben Ali, Hosni Mubarak y Ali Abdulá Saleh renunciaron al poder, aunque con reticencia.
Déspotas como Muamar Gadafi y Asad eligieron la confrontación. Si a Gadafi le derrotó una contundente intervención extranjera, Asad se ha atrincherado tras una sangrienta forma de sectarismo. Tan pronto como descubrió su incapacidad para lograr la victoria contra la revolución y contra el pueblo buscó el patrocinio sectario regional. Cuando él y sus aliados regionales fracasaron, no dudó en llamar a los rusos al precio incluso de perder su soberanía.
Es cierto que la revolución árabe no ha logrado sus objetivos de cambio y transición democrática. Sin embargo, las causas de este fracaso van mucho más allá de las deficiencias del movimiento popular y de las fuerzas de oposición. Al mismo tiempo, lo que debe recordarse es que el fracaso actual no significa el fin del camino. En una trayectoria histórica de transformación extremadamente compleja, no existe eso de final del camino...
Bashir Nafi es historiador del islam y Oriente Próximo.
Fuente:
Aterrizar es necesario
Rafael Poch de Feliu
Tras una larga relación de treinta años entre un diario de derechas y un periodista de izquierdas, mi antiguo patrón, La Vanguardia, me despidió en enero. Ahora paso a colaborar con Jornada, sin sintonía alguna con las ilusiones del “estat catalá” hacia el que desembocan, coaligados, tanto sufrimientos y frustraciones populares, como el impulso de supervivencia institucional de la corrupta Generalitat pujoliana.
En septiembre escribí cuales serían las consecuencias de tal coalición;
1-exacerbación del nacionalismo español,
2-consolidación de la derecha en Madrid y en Barcelona,
3-fuera de juego de los Podemos, y
4- transformación de la latente división de la sociedad catalana en algo mucho más activo y desagradable.
En resumen, un nuevo retroceso en la historia ibérica que anula buena parte del potencial social que trajo la indignación post 2008 y que lo conduce a una vía muerta.
Los catalanes nos hemos presentado en España como gente razonable, pactista y pragmática que sabe sumar y restar. En realidad la historia del nacionalismo catalán acumula una sucesión de quimeras bastante notable; la fantasmagórica “invasión de Catalunya” del avi Maciá en 1926, la pantomima de declaración de octubre del 34, el suicida enfrentamiento armado entre facciones antifascistas en plena guerra civil de la Barcelona de 1937… El actual retroceso no es que tenga precedentes, sino que más bien parece un clásico.
Como explicó Josep Fontana, no hay independencia sin violencia. Naturalmente, a menos que uno cuente con el apoyo de los grandes poderes hegemónicos. Ese fue el caso de las independencias postsoviéticas, que además tuvieron la anómala complicidad de la propia metrópoli rusa interesada en disolver la URSS para que su clase dirigente tomara el poder en Moscú y se llenara los bolsillos sin el engorro de la hoz y el martillo. Nada de eso se da en España, por lo menos mientras en Madrid no haya un gobierno decidido a acometer reformas sociales y afirmar la soberanía española ante EE.UU, la OTAN y la Unión Europea.
El referéndum griego (61,3% contra la austeridad en 2015, en condiciones mucho más convincentes que el irregular 1-0) lo apuntó con toda claridad. Solo auténticos vendedores de alfombras pudieron agitar la ilusión de que “Europa” acabaría reconociendo el “derecho de autodeterminación”. Solo un pueblo políticamente inmaduro, manifiestamente desinformado por sus lamentables medios de comunicación, y completamente desesperado ante los espectáculos presenciados, pudo comprar tal ilusión.
La simple realidad es que el secesionismo lo tiene ahora peor que nunca en la Unión Europea. La brecha regional es la quinta del actual estancamiento europeo. Las otras cuatro son; la brecha entre Alemania y Francia, entre los pigs y los beneficiarios del euro, la del Brexit y la Este/Oeste. La regional no es tanto Escocia o Catalunya, sino sobre todo la multitud de tensiones nacionales y regionales en los Balcanes y en Europa Central; Rumania con Ucrania por Bukovina, Hungría con Ucrania por Rutenia, Hungría con Eslovaquia, Hungría con Rumania por Transilvania, Ucrania con Rusia (ya disparando) por el Donbas y Crimea, el norte de Kosovo que quiere integrarse en Serbia, los serbios y croatas de Bosnia que quieren su república, Macedonia…
El 8 de marzo, ocho estados del norte de Europa aprobaron un manifiesto, que Alemania ha acabado bendiciendo, contra cualquier reforma del euro sobre bases supranacionales. “La toma de decisiones debe mantenerse firmemente en las manos de los estados miembros”, decía. En un momento en el que el fracaso “federalista” de Macron está garantizado y avanza en la UE un regreso al consenso entre estados en detrimento de lo supranacional, ¿Qué estado podría ser solidario de la desmembración de uno de ellos abriendo el derecho de autodeterminación? Es necesario aterrizar.
Fuente: https://rafaelpoch.com/2018/05/05/aterrizar-es-necesario/
Tras una larga relación de treinta años entre un diario de derechas y un periodista de izquierdas, mi antiguo patrón, La Vanguardia, me despidió en enero. Ahora paso a colaborar con Jornada, sin sintonía alguna con las ilusiones del “estat catalá” hacia el que desembocan, coaligados, tanto sufrimientos y frustraciones populares, como el impulso de supervivencia institucional de la corrupta Generalitat pujoliana.
En septiembre escribí cuales serían las consecuencias de tal coalición;
1-exacerbación del nacionalismo español,
2-consolidación de la derecha en Madrid y en Barcelona,
3-fuera de juego de los Podemos, y
4- transformación de la latente división de la sociedad catalana en algo mucho más activo y desagradable.
En resumen, un nuevo retroceso en la historia ibérica que anula buena parte del potencial social que trajo la indignación post 2008 y que lo conduce a una vía muerta.
Los catalanes nos hemos presentado en España como gente razonable, pactista y pragmática que sabe sumar y restar. En realidad la historia del nacionalismo catalán acumula una sucesión de quimeras bastante notable; la fantasmagórica “invasión de Catalunya” del avi Maciá en 1926, la pantomima de declaración de octubre del 34, el suicida enfrentamiento armado entre facciones antifascistas en plena guerra civil de la Barcelona de 1937… El actual retroceso no es que tenga precedentes, sino que más bien parece un clásico.
Como explicó Josep Fontana, no hay independencia sin violencia. Naturalmente, a menos que uno cuente con el apoyo de los grandes poderes hegemónicos. Ese fue el caso de las independencias postsoviéticas, que además tuvieron la anómala complicidad de la propia metrópoli rusa interesada en disolver la URSS para que su clase dirigente tomara el poder en Moscú y se llenara los bolsillos sin el engorro de la hoz y el martillo. Nada de eso se da en España, por lo menos mientras en Madrid no haya un gobierno decidido a acometer reformas sociales y afirmar la soberanía española ante EE.UU, la OTAN y la Unión Europea.
El referéndum griego (61,3% contra la austeridad en 2015, en condiciones mucho más convincentes que el irregular 1-0) lo apuntó con toda claridad. Solo auténticos vendedores de alfombras pudieron agitar la ilusión de que “Europa” acabaría reconociendo el “derecho de autodeterminación”. Solo un pueblo políticamente inmaduro, manifiestamente desinformado por sus lamentables medios de comunicación, y completamente desesperado ante los espectáculos presenciados, pudo comprar tal ilusión.
La simple realidad es que el secesionismo lo tiene ahora peor que nunca en la Unión Europea. La brecha regional es la quinta del actual estancamiento europeo. Las otras cuatro son; la brecha entre Alemania y Francia, entre los pigs y los beneficiarios del euro, la del Brexit y la Este/Oeste. La regional no es tanto Escocia o Catalunya, sino sobre todo la multitud de tensiones nacionales y regionales en los Balcanes y en Europa Central; Rumania con Ucrania por Bukovina, Hungría con Ucrania por Rutenia, Hungría con Eslovaquia, Hungría con Rumania por Transilvania, Ucrania con Rusia (ya disparando) por el Donbas y Crimea, el norte de Kosovo que quiere integrarse en Serbia, los serbios y croatas de Bosnia que quieren su república, Macedonia…
El 8 de marzo, ocho estados del norte de Europa aprobaron un manifiesto, que Alemania ha acabado bendiciendo, contra cualquier reforma del euro sobre bases supranacionales. “La toma de decisiones debe mantenerse firmemente en las manos de los estados miembros”, decía. En un momento en el que el fracaso “federalista” de Macron está garantizado y avanza en la UE un regreso al consenso entre estados en detrimento de lo supranacional, ¿Qué estado podría ser solidario de la desmembración de uno de ellos abriendo el derecho de autodeterminación? Es necesario aterrizar.
Fuente: https://rafaelpoch.com/2018/05/05/aterrizar-es-necesario/
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Feminismo & Marxismo, Marxismo y feminismo: una perspectiva histórica.
Catherine Andrews
http://www.letraslibres.com
La autora nos hace un breve repaso sociohistórico del feminismo desde sus claves teóricas y como muchas de estas se han alimentando de la teoría marxista.
Siempre me ha fascinado la historia de Olive Schreiner, autora de uno de los textos clásicos feministas del siglo XX (Woman and labour, 1911). Schreiner nació en 1855 en una misión metodista de Cabo del Este (actualmente, República de Sudáfrica). Fue la novena de doce hermanos. Su padre, Gottlob Schreiner, era un clérigo alemán; y su madre, Rebecca Lyndall, hija de un ministro protestante inglés.
En la década de 1880 Olive vivió en Escocia y luego en Londres, donde se hizo amiga de la hija menor de Karl Marx, Eleanor, y de otras mujeres socialistas en el club londinense Nueva Mujer. En ese periodo empezó a investigar sobre lo que llamaría más tarde “el problema del trabajo femenil”; es decir, la cuestión de la idoneidad de las mujeres para trabajar fuera de la casa, muy debatida entre la intelectualidad europea del momento.
Concluyó dicha tarea en 1899 cuando, tras el matrimonio y la muerte de su única hija, se encontró de nuevo en Sudáfrica. Obligada a refugiarse en su casa de manera repentina durante la guerra de los bóeres, tuvo que abandonar el manuscrito terminado. Ocho meses más tarde, cuando un amigo fue por el texto, descubrió que la casa de Schreiner había sido saqueada y quemada, y con ella, su libro. Profundamente decepcionada por la pérdida de veinte años de trabajo, Schreiner decidió reescribirlo. Pero la guerra, y luego su mala salud, le impidieron reconstruir el texto en su totalidad.
Al final, optó por reelaborar solo los últimos capítulos, que fueron publicados en 1911. Cuento la historia de Schreiner en calidad de alegoría por el tema de este ensayo: la relación entre el pensamiento marxista y el feminista del siglo XIX a la actualidad. La historia de su libro ejemplifica de manera excelente esta relación intelectual; su existencia accidentada y llena de violencia simboliza la forma en que el trabajo intelectual de las mujeres se realiza en un mundo aún diseñado para los hombres. El marxismo y los marxistas no han sido siempre los más entusiastas partidarios de la causa feminista. Desde el siglo XIX intentaron marcar una división entre las propuestas igualitarias del “feminismo burgués” y las ideas socialistas dirigidas a desmantelar el capitalismo.
El fin de este, argumentaban, terminaría con la explotación de la burguesía sobre la clase obrera y liberaría a hombres y mujeres por igual. En La ideología alemana (escrita en 1846, pero publicada por primera vez en 1932), Marx y Engels plantearon que la primera división del trabajo derivaba del hecho de que la mujer se embarazaba y se dedicaba a cuidar a sus hijos. Desde su punto de vista, era una división “natural” de las tareas masculinas y femeninas. Engels retomó esta idea más tarde en El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado (1884).
En este texto, argumentó que, en el periodo precapitalista, la familia era parte de una comunidad productiva en la que la propiedad se compartía entre todos sus miembros:
La división del trabajo es en absoluto espontánea: solo existe entre los dos sexos. El hombre va a la guerra, se dedica a la caza y a la pesca, procura las materias primas para el alimento y produce los objetos necesarios para dicho propósito. La mujer cuida de la casa, prepara la comida y hace los vestidos; guisa, hila y cose. Cada uno es el amo en su dominio: el hombre en la selva, la mujer en la casa. Cada uno es el propietario de los instrumentos que elabora y usa: el hombre de sus armas, de sus pertrechos de caza y pesca; la mujer, de sus trebejos caseros. La economía doméstica es comunista, común para varias y a menudo para muchas familias. [El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Akal, 2017.]
La transición hacia el capitalismo implicó, de acuerdo con el análisis de Engels, la esclavitud de la mujer, pues la introducción de la propiedad privada y el intercambio de trabajo masculino por dinero en el espacio público modificaron también la relación en el ámbito doméstico. Dice Engels:
La misma causa que había asegurado a la mujer su anterior supremacía en la casa –su ocupación exclusiva en las labores domésticas– aseguraba ahora la preponderancia del hombre en el hogar: el trabajo doméstico de la mujer perdía ahora su importancia comparado con el trabajo productivo del hombre; este trabajo lo era todo; aquel, un accesorio insignificante. [Las cursivas son mías.]
En otras palabras, se interpretaba la explotación sufrida por la mujer a manos capitalistas como una extensión de la infligida a su marido. Ella contribuía a la producción de plusvalía mediante el cuidado de su marido y la procreación de la fuerza de trabajo. Asimismo, se le consideraba como el elemento burgués en la familia, en virtud de su papel como consumidora del salario del esposo. Para conseguir su libertad primero tendría que incorporarse al mercado como fuerza laboral, pues de esta manera podría reclamar la parte correspondiente de los frutos de su trabajo.
Engels subrayaba que “la emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando esta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante”. Por consiguiente, el fin socialista debería ser crear las condiciones necesarias para permitir el trabajo de la mujer fuera de la casa, pero no librarla de la responsabilidad “natural” de su sexo.
La interpretación socialista del origen de la subyugación femenil resultó sumamente importante para las mujeres trabajadoras y socialistas. Desde el siglo XIX, se repite para rebatir los argumentos en contra de la presencia de la mujer en el campo laboral, y para exigir de los patrones salarios igualitarios y mejores condiciones de trabajo para las mujeres. Hasta la actualidad es el motor de buena parte de la acción sindicalista entre mujeres.
El origen de la familia
La teoría de Marx y Engels acerca de los orígenes de la familia y el capitalismo también ha servido de distintas maneras para el desarrollo del pensamiento feminista fuera del socialismo.
La versión del comunismo primitivo de Engels, según la cual las mujeres y los hombres compartían el trabajo en condiciones de igualdad, inspiró a Olive Schreiner para elaborar una crítica incisiva a los argumentos científicos de su época que postulaban la inferioridad física e intelectual de las mujeres. Para Schreiner la historia de la relegación de la mujer al espacio privado era una tragedia, pero también una inspiración para el futuro.
Si bien dedica sus primeros capítulos a describir cómo las transformaciones de la sociedad del “estado primitivo” a “la civilización” decimonónica habían “robado a las mujeres su dominio antiguo de la labor productiva y social” para convertirlas en una especie “parasítica” del hombre, no pretendía adjudicar este cambio a la supuesta debilidad de la mujer. Al contrario, buscaba resaltar la fuerza femenil, sus contribuciones al progreso de la sociedad y su espíritu indomable:
Mientras que el hombre cazaba, o batallaba con el enemigo [...], trabajábamos la tierra. Arábamos el campo, cosechábamos el grano, organizábamos las casas, hilábamos y cosíamos la ropa, hacíamos las ollas y pintábamos los primeros dibujos, lo que representaba el primer arte doméstico de la humanidad; estudiábamos las propiedades y usos de las plantas, y nuestras mujeres fueron las primeras médicos de la raza, como sus primeras sacerdotisas y profetas. [Woman and labour, T. Fisher Unwin, 1911.]
Antes de Simone de Beauvoir, Schreiner apuntó que no había nada natural en la división de labores entre hombres y mujeres: entre los animales, las hembras no eran más débiles que los machos y había casos en que ambos sexos compartían la tarea de la crianza. De hecho, para Schreiner, la mujer debería considerarse como el sexo más fuerte, pues su “trabajo era más laborioso e interminable que el del hombre”.
El varón “salvaje” tenía tiempo para descansar “en el sol” comiendo y bebiendo “lo producido por nuestras manos”, mientras que la mujer, incluso “cuando traía un niño en el vientre”, seguía trabajando sin quejarse. Ni siquiera aceptaba el argumento de que el rol masculino de soldado o guerrero ilustraba la inferioridad de las mujeres, pues “incluso en términos de la muerte [...] hay mucha más probabilidad de que la mujer promedio muera en el parto a que el hombre promedio muera en el campo de batalla”.
El libro de Schreiner, por ende, era un llamado a las mujeres a no aceptar su estatus subordinado. Debían de inspirarse en el heroísmo de sus congéneres del pasado que “nunca fueron compradas ni vendidas [...] que no conocían el miedo, ni temían la muerte, pero quienes vivían grandes vidas y tenían grandes esperanzas”. La salvación de la mujer consistía en volver a realizar trabajo productivo y socialmente útil; y, dado que “nada del presente ni del pasado” sugería que había “relación entre las capacidades intelectuales y la función sexual”, no existía cargo al que no pudieran aspirar:
De la silla del juez al escaño del legislador; de la sala del estadista a la oficina del comerciante; del laboratorio del químico a la torre del astrónomo; no hay puesto [...] en el que no aspiremos a meternos: y no hay puerta cerrada que no intentemos abrir; y no hay fruto en el jardín del conocimiento que no vayamos a comer.
La lucha de clases
Las grandes esperanzas de Schreiner y sus compañeras de la primera ola feminista de que la sociedad industrializada ofreciera a las mujeres oportunidades de igualdad mediante el empleo asalariado no se habían cumplido para la década de 1960. Ni siquiera en los países comunistas, donde el número de mujeres trabajadoras era mayor que en los capitalistas. Las mujeres, al parecer, no eran oprimidas solo por su “irrelevancia” económica.
Había que buscar otra explicación para su situación subordinada. El análisis marxista de nuevo resultó muy útil para el pensamiento feminista. No obstante, la inspiración ya no fue Engels y El origen de la familia, sino la teoría de la lucha de clases y su función como motor de la historia. Las feministas del baby boom estadounidense interpretaron su lucha en términos revolucionarios y crearon una narrativa en que las mujeres se describieron como “una clase” oprimida por “la supremacía masculina”, o bien, por lo que llamarían “el patriarcado”. En palabras del famoso manifiesto de las Redstockings (Medias Rojas) de 1969:
La supremacía masculina es la más antigua y la más básica forma de dominación. Todas las demás formas de explotación y opresión (racismo, capitalismo, imperialismo, etc.) son extensiones de la supremacía masculina: los hombres dominan a las mujeres y unos pocos hombres dominan lo restante. Todas las estructuras del poder a través de la historia son dominadas por los hombres y orientadas hacia los hombres. Los hombres controlan todas las instituciones políticas, económicas y culturales, y mantienen ese control mediante la fuerza física. Ellos usan el poder para mantener a las mujeres en una posición inferior. Todos los hombres se benefician económica, sexual y psicológicamente de la supremacía masculina. Todos los hombres oprimen a las mujeres.
En este feminismo radical (adjetivo que deriva de la insistencia en identificar la raíz de la opresión femenina), la mujer no fungía como el elemento burgués de la pareja, como insinuaba Engels. El elemento burgués era el hombre, y el fin del feminismo radical no era otro que “desarrollar la conciencia de clase femenina” con el fin de promover la destrucción del sistema de explotación clasista. Según el análisis radical, la supremacía de la clase masculina se apoya en la violencia física y sexual. Adrienne Rich argumentó en 1980, por ejemplo, que el fundamento del poder masculino reside en el rechazo a que las mujeres desarrollen su propia sexualidad.
En el patriarcado, la mujer se define a partir del servicio sexual que proporciona al hombre, y nunca en función de sus propios deseos. La familia y la heterosexualidad, por consiguiente, no son fenómenos naturales, sino políticos. Las instituciones gubernativas del patriarcado inculcan y reproducen las relaciones de clase. Para Rich, “ante la ausencia de elección [en su sexualidad] [...], las mujeres no tendrán el poder colectivo para determinar el significado ni la posición que podría tener la sexualidad en sus vidas” [“Compulsory heterosexuality and lesbian existence” en Signs, vol. 5, núm. 4, 1980].
La interseccionalidad
El llamado del feminismo radical para que las mujeres adquirieran conciencia de su clase y lucharan por su liberación encontró eco principalmente entre mujeres blancas de clase media en Europa y Estados Unidos. Para otras comunidades femeninas, el discurso de que todos los hombres se beneficiaban de la supremacía masculina no correspondía del todo con sus realidades. Si bien la propuesta de analizar las relaciones entre hombres y mujeres como una lucha entre clases encontró una recepción favorable entre feministas socialistas, como Zillah Eisenstein y Patricia Connelly, no por ello renunciaron a la tesis marxista de la explotación económica en el capitalismo.
Más bien, incorporaron el feminismo radical en sus argumentos. Eisenstein, por ejemplo, planteó “la teoría de un patriarcado capitalista” que postulaba la existencia del patriarcado previa al capitalismo y sugirió que había “una dependencia mutua entre la estructura de clase capitalista y la supremacía masculina”. Afirmaba que el socialismo y el feminismo radical obligaban a estudiar la opresión como si las mujeres ocuparan solamente el espacio privado y los hombres, el público; es decir, se analizaba “el trabajo doméstico o el trabajo asalariado; [...] la familia o la economía; [...] la división sexual del trabajo o las relaciones de clase en el capitalismo”.
La teoría del patriarcado capitalista, en cambio, permitía a las feministas socialistas reconocer que las mujeres existían en ambas esferas y participaban activamente en ellas. Para las feministas negras, las tesis de la supremacía masculina y del patriarcado capitalista no constituían una explicación coherente acerca de la situación de la mujer. Las retóricas socialista y feminista radical no incluían referencias a la opresión racista, que consideraban como una explotación derivativa.
Las socialistas consideraban a esta como producto del capitalismo y las feministas radicales, como resultado del patriarcado. Para las feministas negras de Estados Unidos y las del entonces llamado tercer mundo, era necesario analizar el racismo también como parte medular de la lucha de clases. Como explicaron las integrantes del Colectivo de Río Combahee, un grupo de mujeres negras lesbianas estadounidenses, en su manifiesto de 1977:
Reconocemos que la liberación de toda la gente oprimida requiere la destrucción de los sistemas político-económicos del capitalismo y del imperialismo, tanto como el del patriarcado. Somos socialistas porque creemos que el trabajo se tiene que organizar para el beneficio colectivo de los que hacen el trabajo y crean los productos, y no para el provecho de los patrones. Los recursos materiales tienen que ser distribuidos igualmente entre todos los que crean estos recursos. No estamos convencidas, sin embargo, de que una revolución socialista que no sea también una revolución feminista y antirracista nos garantizará nuestra liberación. [...] Necesitamos verbalizar la situación de clase real de las personas que no son simplemente trabajadores sin raza, sin sexo, pero para quienes las opresiones raciales y sexuales son determinantes en sus vidas laborales/económicas. Aunque compartimos un acuerdo esencial con la teoría de Marx en cuanto se refiere a las relaciones económicas específicas que él analizó, sabemos que su análisis tiene que extenderse más para que nosotras comprendamos nuestra específica situación económica como negras.
Desde la academia, feministas negras como Angela Y. Davis (Women, race and class, 1981) y bell hooks (Ain’t I a woman? Black women and feminism, 1981) retomaron estos argumentos para elaborar una historia del capitalismo e imperialismo en Estados Unidos que subrayaba el peso de esa triple explotación experimentada por las mujeres negras. En 1991, la socióloga Patricia Hill Collins acuñó el término “matriz de dominación” (matrix of domination) para explicar cómo diferentes mujeres lidiaban con dichas opresiones.
Actualmente el feminismo identifica este análisis como “interseccional”. La nomenclatura deriva del trabajo de la jurista Kimberlé Crenshaw quien, siguiendo las tradiciones del feminismo negro, critica la legislación antidiscriminatoria de Estados Unidos por no contemplar la “intersección” de dos o más discriminaciones en una sola queja.
La nueva terminología feminista ya no se refiere únicamente a la opresión resultante de las diferencias sexuales, sino también a la que emana del género.
No obstante, el feminismo interseccional tiene dos corrientes principales: la materialista, que postula que el género es el nombre que se asigna a las relaciones jerárquicas de poder entre la clase masculina y la femenina; y la liberal (y posmoderna), que entiende el género, al igual que la clase y la raza, como formas de “identidad”. Las rupturas y los desacuerdos en la discusión feminista actual solo se pueden entender si se reconoce esta distinción.
En suma, el marxismo y el feminismo tienen una historia compartida de largo aliento. Las feministas de distintas índoles, socialista o no, han adoptado y adaptado los argumentos de Marx y Engels para promover la liberación de la mujer. Hasta la expresión feminista en boga –interseccionalidad– tiene ascendencia marxista.
El planteamiento común es que quieren liberar a la mujer de sus múltiples opresiones ya. No desean esperar a que la revolución o ningún otro movimiento masculino otorgue la justicia que merecen.
Fuente: http://www.letraslibres.com/mexico/revista/marxismo-y-feminismo-una-perspectiva-historica
http://www.letraslibres.com
La autora nos hace un breve repaso sociohistórico del feminismo desde sus claves teóricas y como muchas de estas se han alimentando de la teoría marxista.
Siempre me ha fascinado la historia de Olive Schreiner, autora de uno de los textos clásicos feministas del siglo XX (Woman and labour, 1911). Schreiner nació en 1855 en una misión metodista de Cabo del Este (actualmente, República de Sudáfrica). Fue la novena de doce hermanos. Su padre, Gottlob Schreiner, era un clérigo alemán; y su madre, Rebecca Lyndall, hija de un ministro protestante inglés.
En la década de 1880 Olive vivió en Escocia y luego en Londres, donde se hizo amiga de la hija menor de Karl Marx, Eleanor, y de otras mujeres socialistas en el club londinense Nueva Mujer. En ese periodo empezó a investigar sobre lo que llamaría más tarde “el problema del trabajo femenil”; es decir, la cuestión de la idoneidad de las mujeres para trabajar fuera de la casa, muy debatida entre la intelectualidad europea del momento.
Concluyó dicha tarea en 1899 cuando, tras el matrimonio y la muerte de su única hija, se encontró de nuevo en Sudáfrica. Obligada a refugiarse en su casa de manera repentina durante la guerra de los bóeres, tuvo que abandonar el manuscrito terminado. Ocho meses más tarde, cuando un amigo fue por el texto, descubrió que la casa de Schreiner había sido saqueada y quemada, y con ella, su libro. Profundamente decepcionada por la pérdida de veinte años de trabajo, Schreiner decidió reescribirlo. Pero la guerra, y luego su mala salud, le impidieron reconstruir el texto en su totalidad.
Al final, optó por reelaborar solo los últimos capítulos, que fueron publicados en 1911. Cuento la historia de Schreiner en calidad de alegoría por el tema de este ensayo: la relación entre el pensamiento marxista y el feminista del siglo XIX a la actualidad. La historia de su libro ejemplifica de manera excelente esta relación intelectual; su existencia accidentada y llena de violencia simboliza la forma en que el trabajo intelectual de las mujeres se realiza en un mundo aún diseñado para los hombres. El marxismo y los marxistas no han sido siempre los más entusiastas partidarios de la causa feminista. Desde el siglo XIX intentaron marcar una división entre las propuestas igualitarias del “feminismo burgués” y las ideas socialistas dirigidas a desmantelar el capitalismo.
El fin de este, argumentaban, terminaría con la explotación de la burguesía sobre la clase obrera y liberaría a hombres y mujeres por igual. En La ideología alemana (escrita en 1846, pero publicada por primera vez en 1932), Marx y Engels plantearon que la primera división del trabajo derivaba del hecho de que la mujer se embarazaba y se dedicaba a cuidar a sus hijos. Desde su punto de vista, era una división “natural” de las tareas masculinas y femeninas. Engels retomó esta idea más tarde en El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado (1884).
En este texto, argumentó que, en el periodo precapitalista, la familia era parte de una comunidad productiva en la que la propiedad se compartía entre todos sus miembros:
La división del trabajo es en absoluto espontánea: solo existe entre los dos sexos. El hombre va a la guerra, se dedica a la caza y a la pesca, procura las materias primas para el alimento y produce los objetos necesarios para dicho propósito. La mujer cuida de la casa, prepara la comida y hace los vestidos; guisa, hila y cose. Cada uno es el amo en su dominio: el hombre en la selva, la mujer en la casa. Cada uno es el propietario de los instrumentos que elabora y usa: el hombre de sus armas, de sus pertrechos de caza y pesca; la mujer, de sus trebejos caseros. La economía doméstica es comunista, común para varias y a menudo para muchas familias. [El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Akal, 2017.]
La transición hacia el capitalismo implicó, de acuerdo con el análisis de Engels, la esclavitud de la mujer, pues la introducción de la propiedad privada y el intercambio de trabajo masculino por dinero en el espacio público modificaron también la relación en el ámbito doméstico. Dice Engels:
La misma causa que había asegurado a la mujer su anterior supremacía en la casa –su ocupación exclusiva en las labores domésticas– aseguraba ahora la preponderancia del hombre en el hogar: el trabajo doméstico de la mujer perdía ahora su importancia comparado con el trabajo productivo del hombre; este trabajo lo era todo; aquel, un accesorio insignificante. [Las cursivas son mías.]
En otras palabras, se interpretaba la explotación sufrida por la mujer a manos capitalistas como una extensión de la infligida a su marido. Ella contribuía a la producción de plusvalía mediante el cuidado de su marido y la procreación de la fuerza de trabajo. Asimismo, se le consideraba como el elemento burgués en la familia, en virtud de su papel como consumidora del salario del esposo. Para conseguir su libertad primero tendría que incorporarse al mercado como fuerza laboral, pues de esta manera podría reclamar la parte correspondiente de los frutos de su trabajo.
Engels subrayaba que “la emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando esta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante”. Por consiguiente, el fin socialista debería ser crear las condiciones necesarias para permitir el trabajo de la mujer fuera de la casa, pero no librarla de la responsabilidad “natural” de su sexo.
La interpretación socialista del origen de la subyugación femenil resultó sumamente importante para las mujeres trabajadoras y socialistas. Desde el siglo XIX, se repite para rebatir los argumentos en contra de la presencia de la mujer en el campo laboral, y para exigir de los patrones salarios igualitarios y mejores condiciones de trabajo para las mujeres. Hasta la actualidad es el motor de buena parte de la acción sindicalista entre mujeres.
El origen de la familia
La teoría de Marx y Engels acerca de los orígenes de la familia y el capitalismo también ha servido de distintas maneras para el desarrollo del pensamiento feminista fuera del socialismo.
La versión del comunismo primitivo de Engels, según la cual las mujeres y los hombres compartían el trabajo en condiciones de igualdad, inspiró a Olive Schreiner para elaborar una crítica incisiva a los argumentos científicos de su época que postulaban la inferioridad física e intelectual de las mujeres. Para Schreiner la historia de la relegación de la mujer al espacio privado era una tragedia, pero también una inspiración para el futuro.
Si bien dedica sus primeros capítulos a describir cómo las transformaciones de la sociedad del “estado primitivo” a “la civilización” decimonónica habían “robado a las mujeres su dominio antiguo de la labor productiva y social” para convertirlas en una especie “parasítica” del hombre, no pretendía adjudicar este cambio a la supuesta debilidad de la mujer. Al contrario, buscaba resaltar la fuerza femenil, sus contribuciones al progreso de la sociedad y su espíritu indomable:
Mientras que el hombre cazaba, o batallaba con el enemigo [...], trabajábamos la tierra. Arábamos el campo, cosechábamos el grano, organizábamos las casas, hilábamos y cosíamos la ropa, hacíamos las ollas y pintábamos los primeros dibujos, lo que representaba el primer arte doméstico de la humanidad; estudiábamos las propiedades y usos de las plantas, y nuestras mujeres fueron las primeras médicos de la raza, como sus primeras sacerdotisas y profetas. [Woman and labour, T. Fisher Unwin, 1911.]
Antes de Simone de Beauvoir, Schreiner apuntó que no había nada natural en la división de labores entre hombres y mujeres: entre los animales, las hembras no eran más débiles que los machos y había casos en que ambos sexos compartían la tarea de la crianza. De hecho, para Schreiner, la mujer debería considerarse como el sexo más fuerte, pues su “trabajo era más laborioso e interminable que el del hombre”.
El varón “salvaje” tenía tiempo para descansar “en el sol” comiendo y bebiendo “lo producido por nuestras manos”, mientras que la mujer, incluso “cuando traía un niño en el vientre”, seguía trabajando sin quejarse. Ni siquiera aceptaba el argumento de que el rol masculino de soldado o guerrero ilustraba la inferioridad de las mujeres, pues “incluso en términos de la muerte [...] hay mucha más probabilidad de que la mujer promedio muera en el parto a que el hombre promedio muera en el campo de batalla”.
El libro de Schreiner, por ende, era un llamado a las mujeres a no aceptar su estatus subordinado. Debían de inspirarse en el heroísmo de sus congéneres del pasado que “nunca fueron compradas ni vendidas [...] que no conocían el miedo, ni temían la muerte, pero quienes vivían grandes vidas y tenían grandes esperanzas”. La salvación de la mujer consistía en volver a realizar trabajo productivo y socialmente útil; y, dado que “nada del presente ni del pasado” sugería que había “relación entre las capacidades intelectuales y la función sexual”, no existía cargo al que no pudieran aspirar:
De la silla del juez al escaño del legislador; de la sala del estadista a la oficina del comerciante; del laboratorio del químico a la torre del astrónomo; no hay puesto [...] en el que no aspiremos a meternos: y no hay puerta cerrada que no intentemos abrir; y no hay fruto en el jardín del conocimiento que no vayamos a comer.
La lucha de clases
Las grandes esperanzas de Schreiner y sus compañeras de la primera ola feminista de que la sociedad industrializada ofreciera a las mujeres oportunidades de igualdad mediante el empleo asalariado no se habían cumplido para la década de 1960. Ni siquiera en los países comunistas, donde el número de mujeres trabajadoras era mayor que en los capitalistas. Las mujeres, al parecer, no eran oprimidas solo por su “irrelevancia” económica.
Había que buscar otra explicación para su situación subordinada. El análisis marxista de nuevo resultó muy útil para el pensamiento feminista. No obstante, la inspiración ya no fue Engels y El origen de la familia, sino la teoría de la lucha de clases y su función como motor de la historia. Las feministas del baby boom estadounidense interpretaron su lucha en términos revolucionarios y crearon una narrativa en que las mujeres se describieron como “una clase” oprimida por “la supremacía masculina”, o bien, por lo que llamarían “el patriarcado”. En palabras del famoso manifiesto de las Redstockings (Medias Rojas) de 1969:
La supremacía masculina es la más antigua y la más básica forma de dominación. Todas las demás formas de explotación y opresión (racismo, capitalismo, imperialismo, etc.) son extensiones de la supremacía masculina: los hombres dominan a las mujeres y unos pocos hombres dominan lo restante. Todas las estructuras del poder a través de la historia son dominadas por los hombres y orientadas hacia los hombres. Los hombres controlan todas las instituciones políticas, económicas y culturales, y mantienen ese control mediante la fuerza física. Ellos usan el poder para mantener a las mujeres en una posición inferior. Todos los hombres se benefician económica, sexual y psicológicamente de la supremacía masculina. Todos los hombres oprimen a las mujeres.
En este feminismo radical (adjetivo que deriva de la insistencia en identificar la raíz de la opresión femenina), la mujer no fungía como el elemento burgués de la pareja, como insinuaba Engels. El elemento burgués era el hombre, y el fin del feminismo radical no era otro que “desarrollar la conciencia de clase femenina” con el fin de promover la destrucción del sistema de explotación clasista. Según el análisis radical, la supremacía de la clase masculina se apoya en la violencia física y sexual. Adrienne Rich argumentó en 1980, por ejemplo, que el fundamento del poder masculino reside en el rechazo a que las mujeres desarrollen su propia sexualidad.
En el patriarcado, la mujer se define a partir del servicio sexual que proporciona al hombre, y nunca en función de sus propios deseos. La familia y la heterosexualidad, por consiguiente, no son fenómenos naturales, sino políticos. Las instituciones gubernativas del patriarcado inculcan y reproducen las relaciones de clase. Para Rich, “ante la ausencia de elección [en su sexualidad] [...], las mujeres no tendrán el poder colectivo para determinar el significado ni la posición que podría tener la sexualidad en sus vidas” [“Compulsory heterosexuality and lesbian existence” en Signs, vol. 5, núm. 4, 1980].
La interseccionalidad
El llamado del feminismo radical para que las mujeres adquirieran conciencia de su clase y lucharan por su liberación encontró eco principalmente entre mujeres blancas de clase media en Europa y Estados Unidos. Para otras comunidades femeninas, el discurso de que todos los hombres se beneficiaban de la supremacía masculina no correspondía del todo con sus realidades. Si bien la propuesta de analizar las relaciones entre hombres y mujeres como una lucha entre clases encontró una recepción favorable entre feministas socialistas, como Zillah Eisenstein y Patricia Connelly, no por ello renunciaron a la tesis marxista de la explotación económica en el capitalismo.
Más bien, incorporaron el feminismo radical en sus argumentos. Eisenstein, por ejemplo, planteó “la teoría de un patriarcado capitalista” que postulaba la existencia del patriarcado previa al capitalismo y sugirió que había “una dependencia mutua entre la estructura de clase capitalista y la supremacía masculina”. Afirmaba que el socialismo y el feminismo radical obligaban a estudiar la opresión como si las mujeres ocuparan solamente el espacio privado y los hombres, el público; es decir, se analizaba “el trabajo doméstico o el trabajo asalariado; [...] la familia o la economía; [...] la división sexual del trabajo o las relaciones de clase en el capitalismo”.
La teoría del patriarcado capitalista, en cambio, permitía a las feministas socialistas reconocer que las mujeres existían en ambas esferas y participaban activamente en ellas. Para las feministas negras, las tesis de la supremacía masculina y del patriarcado capitalista no constituían una explicación coherente acerca de la situación de la mujer. Las retóricas socialista y feminista radical no incluían referencias a la opresión racista, que consideraban como una explotación derivativa.
Las socialistas consideraban a esta como producto del capitalismo y las feministas radicales, como resultado del patriarcado. Para las feministas negras de Estados Unidos y las del entonces llamado tercer mundo, era necesario analizar el racismo también como parte medular de la lucha de clases. Como explicaron las integrantes del Colectivo de Río Combahee, un grupo de mujeres negras lesbianas estadounidenses, en su manifiesto de 1977:
Reconocemos que la liberación de toda la gente oprimida requiere la destrucción de los sistemas político-económicos del capitalismo y del imperialismo, tanto como el del patriarcado. Somos socialistas porque creemos que el trabajo se tiene que organizar para el beneficio colectivo de los que hacen el trabajo y crean los productos, y no para el provecho de los patrones. Los recursos materiales tienen que ser distribuidos igualmente entre todos los que crean estos recursos. No estamos convencidas, sin embargo, de que una revolución socialista que no sea también una revolución feminista y antirracista nos garantizará nuestra liberación. [...] Necesitamos verbalizar la situación de clase real de las personas que no son simplemente trabajadores sin raza, sin sexo, pero para quienes las opresiones raciales y sexuales son determinantes en sus vidas laborales/económicas. Aunque compartimos un acuerdo esencial con la teoría de Marx en cuanto se refiere a las relaciones económicas específicas que él analizó, sabemos que su análisis tiene que extenderse más para que nosotras comprendamos nuestra específica situación económica como negras.
Desde la academia, feministas negras como Angela Y. Davis (Women, race and class, 1981) y bell hooks (Ain’t I a woman? Black women and feminism, 1981) retomaron estos argumentos para elaborar una historia del capitalismo e imperialismo en Estados Unidos que subrayaba el peso de esa triple explotación experimentada por las mujeres negras. En 1991, la socióloga Patricia Hill Collins acuñó el término “matriz de dominación” (matrix of domination) para explicar cómo diferentes mujeres lidiaban con dichas opresiones.
Actualmente el feminismo identifica este análisis como “interseccional”. La nomenclatura deriva del trabajo de la jurista Kimberlé Crenshaw quien, siguiendo las tradiciones del feminismo negro, critica la legislación antidiscriminatoria de Estados Unidos por no contemplar la “intersección” de dos o más discriminaciones en una sola queja.
La nueva terminología feminista ya no se refiere únicamente a la opresión resultante de las diferencias sexuales, sino también a la que emana del género.
No obstante, el feminismo interseccional tiene dos corrientes principales: la materialista, que postula que el género es el nombre que se asigna a las relaciones jerárquicas de poder entre la clase masculina y la femenina; y la liberal (y posmoderna), que entiende el género, al igual que la clase y la raza, como formas de “identidad”. Las rupturas y los desacuerdos en la discusión feminista actual solo se pueden entender si se reconoce esta distinción.
En suma, el marxismo y el feminismo tienen una historia compartida de largo aliento. Las feministas de distintas índoles, socialista o no, han adoptado y adaptado los argumentos de Marx y Engels para promover la liberación de la mujer. Hasta la expresión feminista en boga –interseccionalidad– tiene ascendencia marxista.
El planteamiento común es que quieren liberar a la mujer de sus múltiples opresiones ya. No desean esperar a que la revolución o ningún otro movimiento masculino otorgue la justicia que merecen.
Fuente: http://www.letraslibres.com/mexico/revista/marxismo-y-feminismo-una-perspectiva-historica
martes, 8 de mayo de 2018
Libertino. El legado de la Ilustración pende del frágil hilo de una visión secularizada del mundo.
Benedetta Craveri (Roma, 1942) ha centrado su atención sobre el mundo cultural francés del siglo XVIII. Sin salirse de este siglo crucial, en el que se ha cimentado nuestro mundo, acaba de editarse en castellano Los últimos libertinos (Siruela) de esta misma autora, donde, a través de la historia de siete aristócratas franceses de la segunda mitad de esta centuria, nos adentra en el ambiente de la fragua y el desarrollo de la Revolución de 1789, cuyos ideales básicos siguen por el momento rigiendo nuestros destinos.
El término “libertino” tiene dos usos esenciales: el que define a alguien que convierte en un arte la capacidad de gozar de los placeres carnales, pero también una forma de pensar sin ataduras dogmáticas, propia de la Ilustración. Ninguno de los siete nobles estudiados por Craveri se privó de cultivar ambas tendencias, a pesar de que la segunda comprometía sus intereses materiales. Leyendo el bien informado y ameno libro de esta escritora italiana, no se puede evitar establecer el contraste entre la aristocracia francesa y la española de este mismo momento histórico, pues, en la mayoría de los casos, la nobleza y la burguesía ilustradas de nuestro país eran bien libertinas de pensamiento, pero castas o hedonistas a la par que incultas. Quizás esto explique la causa de que el uso del término “libertino” en nuestra lengua actual se siga aplicando unilateralmente a quien lleva una vida disoluta. Aunque Francia fuera entonces un país de confesión católica, es obvio que su interpretación de la religión fue más honda y laxa que en España, donde incluso los que se consideran ateos defienden sus convicciones con el fervor fanático de los creyentes sin atisbo de piedad, algo por lo que seguimos pagando un alto precio.
Sea como sea, el legado perenne de la Ilustración occidental pende del frágil hilo de una visión secularizada del mundo, pero siempre y cuando se conciba la forma inclusiva, no excluyente. Una parte importante de estos aristócratas franceses acabaron en la guillotina en la época radical del terror, a pesar de sus ideales liberales, pero acierta Craveri a definir su novelesco destino como el de los últimos de su especie, no tanto por su trágico final sino porque, desde ese momento hasta la actualidad, se ha impuesto el puritanismo moral de la burguesía, hoy más agobiante por mor de lo “políticamente correcto”.
En principio, sin ninguna atadura moral ni política en sí mismo, por su gratuidad y su abierta voluntad inquisitiva, el arte es quizás hoy la única instancia mediante la cual el ser humano escarba críticamente en su oceánica zona oscura, o, si se quiere, que se muestra como una actividad genuinamente libertina. Así lo hizo siempre afrontando las dificultades censorias correspondiente de cada época, pero se explayó más en la nuestra, sobre todo a partir del comienzo de éste durante el siglo XVIII. Lo refrenda el también especialista italiano Renato Barilli (Bolonia, 1935), en su ensayo Lo posmoderno, pasado y presente (Casimiro), en el que acertadamente reconfigura la modernidad a partir del renacimiento, considerando que lo que llamamos posmoderno arranca del último tercio del siglo XVIII, con lo que para él este último término tiene tras de sí una larga historia y lo que ahora vivimos al respecto se halla, no en su primavera sino en su invernal momento final. Detrás de ellos se apunta que el uso social de la libertad está al borde de la congelación.
https://elpais.com/cultura/2018/04/09/actualidad/1523295890_233884.html
El término “libertino” tiene dos usos esenciales: el que define a alguien que convierte en un arte la capacidad de gozar de los placeres carnales, pero también una forma de pensar sin ataduras dogmáticas, propia de la Ilustración. Ninguno de los siete nobles estudiados por Craveri se privó de cultivar ambas tendencias, a pesar de que la segunda comprometía sus intereses materiales. Leyendo el bien informado y ameno libro de esta escritora italiana, no se puede evitar establecer el contraste entre la aristocracia francesa y la española de este mismo momento histórico, pues, en la mayoría de los casos, la nobleza y la burguesía ilustradas de nuestro país eran bien libertinas de pensamiento, pero castas o hedonistas a la par que incultas. Quizás esto explique la causa de que el uso del término “libertino” en nuestra lengua actual se siga aplicando unilateralmente a quien lleva una vida disoluta. Aunque Francia fuera entonces un país de confesión católica, es obvio que su interpretación de la religión fue más honda y laxa que en España, donde incluso los que se consideran ateos defienden sus convicciones con el fervor fanático de los creyentes sin atisbo de piedad, algo por lo que seguimos pagando un alto precio.
Sea como sea, el legado perenne de la Ilustración occidental pende del frágil hilo de una visión secularizada del mundo, pero siempre y cuando se conciba la forma inclusiva, no excluyente. Una parte importante de estos aristócratas franceses acabaron en la guillotina en la época radical del terror, a pesar de sus ideales liberales, pero acierta Craveri a definir su novelesco destino como el de los últimos de su especie, no tanto por su trágico final sino porque, desde ese momento hasta la actualidad, se ha impuesto el puritanismo moral de la burguesía, hoy más agobiante por mor de lo “políticamente correcto”.
En principio, sin ninguna atadura moral ni política en sí mismo, por su gratuidad y su abierta voluntad inquisitiva, el arte es quizás hoy la única instancia mediante la cual el ser humano escarba críticamente en su oceánica zona oscura, o, si se quiere, que se muestra como una actividad genuinamente libertina. Así lo hizo siempre afrontando las dificultades censorias correspondiente de cada época, pero se explayó más en la nuestra, sobre todo a partir del comienzo de éste durante el siglo XVIII. Lo refrenda el también especialista italiano Renato Barilli (Bolonia, 1935), en su ensayo Lo posmoderno, pasado y presente (Casimiro), en el que acertadamente reconfigura la modernidad a partir del renacimiento, considerando que lo que llamamos posmoderno arranca del último tercio del siglo XVIII, con lo que para él este último término tiene tras de sí una larga historia y lo que ahora vivimos al respecto se halla, no en su primavera sino en su invernal momento final. Detrás de ellos se apunta que el uso social de la libertad está al borde de la congelación.
https://elpais.com/cultura/2018/04/09/actualidad/1523295890_233884.html
lunes, 7 de mayo de 2018
El blindaje constitucional de la educación concertada.
"No hay arma más peligrosa que el conocimiento en manos del pueblo al que hay que engañar para que no rompa sus cadenas”
En las últimas semanas se ha puesto el foco en las escuelas que segregan por sexo a raíz del reciente pronunciamiento del Tribunal Constitucional (TC) que no solo avala la constitucionalidad de los colegios que segregan por sexo sino que apoya el blindaje de la LOMCE a los conciertos educativos de este tipo de escuelas y, por ende, a los conciertos educativos en general.
Antes de entrar a comentar el contenido de la sentencia es necesario entender de dónde venimos para darnos cuenta de que el fallo del TC es un retroceso sin precedentes en la garantía del derecho fundamental a la educación.
La razón de ser de las escuelas concertadas
Durante la década de los 80 los conciertos educativos se concibieron como una medida transitoria para dar cobertura a la escolarización universal, ya que la red de escuelas de titularidad pública era insuficiente para cubrir toda la demanda. Era una medida temporal que parecía ganar tiempo para, con el paso de los años, ir consolidando una oferta educativa enteramente pública. Por ejemplo, son muchas las cooperativas de educación que nacieron en la época franquista y que pasaron a ser de titularidad pública en los años posteriores.
Pero lo que sucedió fue todo lo contrario. En determinadas comunidades autónomas -con Madrid y Cataluña a la cabeza- se fueron naturalizando e institucionalizando los conciertos educativos de las escuelas privadas, aumentando año a año su número a pesar de haber perdido su razón de ser. Dichos conciertos ya no se justificaban por las necesidades de escolarización. Desde 2009, la propia Ley de Educación de Catalunya ya no diferencia entre centros públicos y centros privados, pasando a hablar de sistema educativo sostenido con fondos públicos.
Actualmente nos encontramos ante la paradoja de que muchos centros privados con conciertos educativos no tienen demanda suficiente. Sin embargo, se siguen aumentando las dotaciones y las asignaciones presupuestarias. A la vez, se cierran líneas y colegios públicos, forzando un traspaso de alumnos hacia la escuela privada concertada que luego la administración justifica en la libertad de los padres de escolarizar a los hijos en centros privados (libertad que luego hay que pagar con dinero público).
Los presupuestos públicos están financiando a las escuelas privadas por dos vías: 1) mediante la dotación de conciertos; y 2) mediante las subvenciones públicas.
En Cataluña, los presupuestos confirman la prioridad del gobierno en la financiación de los centros privados. Mientras que el gasto por alumno en la escuela pública se ha reducido un 20,3% desde el curso 2010-2011, el gasto en conciertos educativos es la única partida que en este periodo de tiempo se ha visto incrementada. A lo que hay que añadir las modificaciones presupuestarias no sujetas al control parlamentario, o las subvenciones públicas que reciben los centros privados y que —dicho sea de paso— es imposible contabilizar por la falta de transparencia de la propia administración.
Qué son y cómo funcionan las escuelas concertadas
Las escuelas concertadas son empresas privadas cuyo negocio es la educación. Se basan en los criterios de la oferta y la demanda y, por supuesto, en su propio ideario. Como son centros de titularidad privada no les son aplicables las normas que desarrollan el derecho a la educación, tales como las que regulan el funcionamiento de los centros educativos, los consejos escolares de centro, la regulación y control del profesorado, los comedores escolares, la regulación sobre la escuela inclusiva, y un largo etcétera. De hecho, mientras que en la escuela pública (hasta ahora) las familias tienen derecho a participar con voz y voto en los Consejos Escolares, en la concertada esto no sucede. Mientras que los comedores escolares de las escuelas públicas se rigen por un decreto del gobierno y es la administración quien fija el precio máximo de los menús, en la concertada no sucede lo mismo. Mientras que en los colegios públicos el profesorado accede mediante oposiciones u otro tipo de concursos públicos, en los concertados son los propios centros privados los que escogen a su profesorado mediante sus mecanismos internos. Mientras que en la escuela pública al profesorado se le aplican los procedimientos públicos sancionadores, en la concertada el centro privado es quien se autorregula. Mientras que el acceso a la educación pública es gratuito y universal, en la privada (concertada) hay pago de cuotas mensuales de escolarización y reserva del derecho de admisión. Y estos son solo unos pocos ejemplos.
Lo peligroso de la sentencia que conocimos el pasado 10 de abril no es tanto el blindaje de los conciertos educativos con las escuelas que segregan por sexo como el blindaje de cierto modelo educativo empresarial, basado en la cultura de la organización, en la competencia y en la reproducción de las estructuras patriarcales.
Es la consolidación de la educación como un bien de mercado y no como un derecho fundamental que debe ser garantizado mediante una educación pública, gratuita y universal, con inversiones que, desde una política pública ajena a los vaivenes de los gobiernos, garantice el acceso en condiciones de igualdad de todos los niños y niñas.
El propio TC nos recuerda en la sentencia el derecho de las escuelas privadas a establecer un ideario propio como parte de la libertad de creación de centros, en cuanto equivale a la posibilidad de dotarlos de un determinado carácter o una determinada orientación. Esta especificidad, sigue la sentencia, explica la garantía constitucional de libertad de centros, que no es otra cosa que “una expresión concreta del principio de libertad de empresa que también consagra la Constitución”.
Parece que el TC, en esta última sentencia, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid nos quiere dejar claro el carácter empresarial de los centros privados y la necesidad de protegerlos hasta la última consecuencia. La libertad de empresa estaría por encima del principio de igualdad y no discriminación que consagra el artículo 14 CE.
En Madrid y en Cataluña son muy pocas las escuelas privadas que a día de hoy no estén sujetas a concierto educativo. La mayoría de escuelas privadas concertadas son religiosas, y no sorprende que todas ellas sean católicas.
En España, el 70% de escuelas que segregan por sexo son del Opus Dei y el resto se reparten entre las diferentes Órdenes.
La segregación por razón de sexo no es la única segregación que favorece la escuela concertada. También está la segregación por razones socioeconómicas y por creencias religiosas. En la escuela concertada parece que la única religión válida y digna de estar sometida a concierto económico sea la católica. El TC parece no haberse dado cuenta de la clara preferencia de los poderes públicos por la dotación de conciertos económicos a los centros privados de educación católica en el marco de un Estado aconfesional que, por otra parte, ampara el derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde con sus convicciones. Se omite que los centros educativos públicos ya ofrecen dicha formación religiosa, pero que a diferencia de los centros privados está abierta a todas aquellas confesiones aceptadas por el Estado. Los alumnos reciben la formación religiosa que los padres escogen.
Segregación por razones socioeconómicas
Hace pocas semanas, el Presidente de la Confederación de Escuelas Cristianas admitía en una entrevista la segregación por motivos económicos en la escuela concertada mediante el pago de cuotas. La solución que proponía era más módulos de conciertos y que el concierto cubriera el cien por cien del gasto para así estar en condiciones de igualdad con la escuela pública. Ahora bien, defendía férreamente la importancia de la titularidad privada y la importancia de mantener su funcionamiento. En pocas palabras, lo que reclamaba era que el gobierno pague los gastos y que ellos se queden con los beneficios.
Es sorprendente la disparidad de los precios de las cuotas entre escuelas concertadas según la población y el barrio donde se encuentren y según su perfil elitista. A las cuotas mensuales hay que añadir el coste del comedor escolar, los libros de texto, el material escolar, el transporte y otros costes que dependen del perfil y actividad del centro privado concertado.
Si bien el propio Tribunal Constitucional recupera la STC 86/85, de 10 de julio (FJ2) para afirmar la dimensión prestacional del derecho a la educación que corresponde a los poderes públicos en las condiciones de obligatoriedad y gratuidad que exige el artículo 27.4 CE, en su argumentación tendente a blindar los conciertos educativos olvida que las escuelas privadas concertadas no son gratuitas para los alumnos que acceden a ellas. Es imposible, desde un punto de vista económico, acceder en condiciones de igualdad, lo que determina una segregación por razones socioeconómicas en el modelo de educación concertada.
En este sentido la financiación de las escuelas privadas va en detrimento del artículo 14 y del artículo 9.2 CE, así como del artículo 27.2 CE. La igualdad real no se puede conseguir si existe desigualdad en el acceso a la educación por razones socioeconómicas, siendo imposible que la educación tenga por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en condiciones de igualdad.
Segregación por razón de sexo y de género
La gran expectativa de la comunidad educativa se concentraba en la valoración por el Tribunal Constitucional del artículo 84.3 LOE, que blinda el modelo de la educación diferenciada y los conciertos económicos con los centros que la imparten.
El TC ampara el artículo 84.3 LOE argumentando que la separación entre alumnos y alumnas en la admisión y organización de las enseñanzas responde a un modelo concreto para el mejor logro de los objetivos comunes a cualquier tipo de enseñanza. Por lo tanto, se trataría de un sistema meramente instrumental y de carácter pedagógico, fundado en la idea de optimizar las potencialidades propias de cada uno de los sexos.
Sorprende el argumento esgrimido porque más adelante explica la sentencia que la educación diferenciada no vulnera los artículos 9.2, 14 y 27.2 CE: la separación por razón de sexo no llevaría implícita una educación diferente por ser niño o niña, y de ser así el centro sí incurriría en la vulneración de los preceptos mencionados.
Salta a la vista la incongruencia del TC. Si partimos de la base de que la educación debe ser igual, independientemente de su sexo, ¿cómo se sustenta la necesidad de un instrumento pedagógico que persiga optimizar las potencialidades de cada uno de los sexos?
Del texto de la sentencia solo se pueden extraer dos cosas. Por un lado, que el TC entiende que los hombres y las mujeres no son iguales y por esto está justificada la educación diferenciada para educar de acuerdo a las diferentes concepciones de lo masculino y lo femenino —como así se muestra en la propaganda en espacios como el transporte público o la televisión—. Por otro, que sin atractivos sexuales próximos es más fácil que los alumnos no se despisten y puedan optimizar sus potencialidades, lo que justificaría el instrumento pedagógico segregacionista.
Esta ideología heteronormativa de fondo, negadora del impulso sexual entre personas del mismo sexo, vuelve inservible el propio instrumento pedagógico y lo hace susceptible de inconstitucionalidad por negar los derechos LGTBI.
Para justificar jurídicamente su argumento, el TC se hace eco de la Convención de la UNESCO relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1960). Según ésta, siempre que el Estado lo permita la creación o el mantenimiento de sistemas de enseñanza separados para los alumnos del sexo masculino y para los del sexo femenino no constituye discriminación.
El TC desecha la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación hacia la Mujer de 1979 (ratificada por España en 1983), que alude al compromiso de los Estados al estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr el objetivo de eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza. El TC entiende que no se trata de una norma prohibitiva y que en nuestro sistema ya se ha logrado el objetivo de estimular la educación mixta, por ser el modelo que predomina en España.
Hay que recordar que los Tratados Internacionales de Derechos Humanos son normas de mínimos, pensadas para que puedan ser cumplidas por todos los Estados de la Comunidad Internacional. Es decir, los Estados tienen que garantizar como mínimo aquello que se establece en los mismos. Es más, los Estados están obligados a ampliar el contenido de los derechos fundamentales y no hacer retrocesos en su interpretación y garantía. El propio Tribunal Constitucional admite que “el Derecho internacional de los derechos humanos únicamente establece un mínimo que las normas constitucionales sobre derechos fundamentales y la entera Constitución pueden completar y ampliar”.
El TC concluye que el sistema de educación diferenciada es una opción pedagógica que no puede entenderse como discriminatoria y, por ello, puede formar parte del derecho del centro privado a establecer su carácter propio.
Pero esto no es todo. Lo importante de esta sentencia no era solamente dilucidar si los colegios privados que segregan por sexo eran o no constitucionales, sino determinar si los poderes públicos debían financiarlos por la vía de los conciertos educativos y/o las subvenciones públicas, que es lo que verdaderamente pretende blindar el artículo 84.3, último párrafo, de la LOE, cuando dice que “en ningún caso la elección de la educación diferenciada por sexos podrá implicar (…) un trato menos favorable, ni una desventaja, a la hora de suscribir conciertos con las Administraciones educativas o en cualquier otro aspecto”. Hasta ahora las Comunidades Autónomas podían decidir no dotar de conciertos económicos a este tipo de escuelas.
Pues bien, el Tribunal Constitucional tenía aquí una oportunidad histórica para obligar a los poderes públicos a no discriminar a las mujeres y al colectivo LGTBI desde la niñez y contribuir a una sociedad más igualitaria en un futuro cercano.
Distintamente, el TC señala que la gratuidad garantizada constitucionalmente no puede referirse exclusivamente a la escuela pública, ya que ello implicaría la obligatoriedad de tal enseñanza pública e impediría la posibilidad real de elegir la enseñanza básica en cualquier centro privado. Y añade que eso vulneraría tanto el derecho de los padres a elegir centro docente como el derecho de creación de centros. Concluye que los centros privados de educación diferenciada deben concurrir en condiciones de igualdad con el resto de los centros educativos, proclamando así la constitucionalidad del último párrafo del artículo 84.3 LOE.
Parece ser que el TC ha hecho una reinterpretación de su propia jurisprudencia. Hasta ahora la elección de centro de los padres no se traducía en un derecho de los mismos sobre un modelo pedagógico; la libertad de creación de centros docentes no conllevaba una obligación económica por parte de la administración; y la ayuda a los centros docentes privados no encerraba un derecho subjetivo a la prestación pública.
Esta sentencia era una oportunidad para adaptar la norma a la realidad social. Pero, una vez más, la educación no es una cuestión de Estado sino de gobiernos al servicio del poder económico y de la iglesia católica. Ningún partido político con opción a ganar unas elecciones negaría la igualdad de género y los derechos del colectivo LGTBI, pues se sabe de la impopularidad de eso. Pero en este caso, la doctrina del Tribunal Constitucional ha venido a amparar la idea de una legislación a conveniencia de poderes no nombrados. El blindaje del artículo 84.3 LOE, y de la segregación en las escuelas que éste permite por razón de sexo, es un claro retroceso del principio de igualdad en relación al derecho a la educación.
Lidón Gasull Figueras es la directora de la Federació d’Associacions de Mares i Pares d’Alumnes de Catalunya (FaPaC) y abogada
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-168/notas/el-blindaje-constitucional-de-la-educacion-concertada
(Philippon de la Madeleine, (1734-1818).
Antes de entrar a comentar el contenido de la sentencia es necesario entender de dónde venimos para darnos cuenta de que el fallo del TC es un retroceso sin precedentes en la garantía del derecho fundamental a la educación.
La razón de ser de las escuelas concertadas
Durante la década de los 80 los conciertos educativos se concibieron como una medida transitoria para dar cobertura a la escolarización universal, ya que la red de escuelas de titularidad pública era insuficiente para cubrir toda la demanda. Era una medida temporal que parecía ganar tiempo para, con el paso de los años, ir consolidando una oferta educativa enteramente pública. Por ejemplo, son muchas las cooperativas de educación que nacieron en la época franquista y que pasaron a ser de titularidad pública en los años posteriores.
Pero lo que sucedió fue todo lo contrario. En determinadas comunidades autónomas -con Madrid y Cataluña a la cabeza- se fueron naturalizando e institucionalizando los conciertos educativos de las escuelas privadas, aumentando año a año su número a pesar de haber perdido su razón de ser. Dichos conciertos ya no se justificaban por las necesidades de escolarización. Desde 2009, la propia Ley de Educación de Catalunya ya no diferencia entre centros públicos y centros privados, pasando a hablar de sistema educativo sostenido con fondos públicos.
Actualmente nos encontramos ante la paradoja de que muchos centros privados con conciertos educativos no tienen demanda suficiente. Sin embargo, se siguen aumentando las dotaciones y las asignaciones presupuestarias. A la vez, se cierran líneas y colegios públicos, forzando un traspaso de alumnos hacia la escuela privada concertada que luego la administración justifica en la libertad de los padres de escolarizar a los hijos en centros privados (libertad que luego hay que pagar con dinero público).
Los presupuestos públicos están financiando a las escuelas privadas por dos vías: 1) mediante la dotación de conciertos; y 2) mediante las subvenciones públicas.
En Cataluña, los presupuestos confirman la prioridad del gobierno en la financiación de los centros privados. Mientras que el gasto por alumno en la escuela pública se ha reducido un 20,3% desde el curso 2010-2011, el gasto en conciertos educativos es la única partida que en este periodo de tiempo se ha visto incrementada. A lo que hay que añadir las modificaciones presupuestarias no sujetas al control parlamentario, o las subvenciones públicas que reciben los centros privados y que —dicho sea de paso— es imposible contabilizar por la falta de transparencia de la propia administración.
Qué son y cómo funcionan las escuelas concertadas
Las escuelas concertadas son empresas privadas cuyo negocio es la educación. Se basan en los criterios de la oferta y la demanda y, por supuesto, en su propio ideario. Como son centros de titularidad privada no les son aplicables las normas que desarrollan el derecho a la educación, tales como las que regulan el funcionamiento de los centros educativos, los consejos escolares de centro, la regulación y control del profesorado, los comedores escolares, la regulación sobre la escuela inclusiva, y un largo etcétera. De hecho, mientras que en la escuela pública (hasta ahora) las familias tienen derecho a participar con voz y voto en los Consejos Escolares, en la concertada esto no sucede. Mientras que los comedores escolares de las escuelas públicas se rigen por un decreto del gobierno y es la administración quien fija el precio máximo de los menús, en la concertada no sucede lo mismo. Mientras que en los colegios públicos el profesorado accede mediante oposiciones u otro tipo de concursos públicos, en los concertados son los propios centros privados los que escogen a su profesorado mediante sus mecanismos internos. Mientras que en la escuela pública al profesorado se le aplican los procedimientos públicos sancionadores, en la concertada el centro privado es quien se autorregula. Mientras que el acceso a la educación pública es gratuito y universal, en la privada (concertada) hay pago de cuotas mensuales de escolarización y reserva del derecho de admisión. Y estos son solo unos pocos ejemplos.
Lo peligroso de la sentencia que conocimos el pasado 10 de abril no es tanto el blindaje de los conciertos educativos con las escuelas que segregan por sexo como el blindaje de cierto modelo educativo empresarial, basado en la cultura de la organización, en la competencia y en la reproducción de las estructuras patriarcales.
Es la consolidación de la educación como un bien de mercado y no como un derecho fundamental que debe ser garantizado mediante una educación pública, gratuita y universal, con inversiones que, desde una política pública ajena a los vaivenes de los gobiernos, garantice el acceso en condiciones de igualdad de todos los niños y niñas.
El propio TC nos recuerda en la sentencia el derecho de las escuelas privadas a establecer un ideario propio como parte de la libertad de creación de centros, en cuanto equivale a la posibilidad de dotarlos de un determinado carácter o una determinada orientación. Esta especificidad, sigue la sentencia, explica la garantía constitucional de libertad de centros, que no es otra cosa que “una expresión concreta del principio de libertad de empresa que también consagra la Constitución”.
Parece que el TC, en esta última sentencia, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid nos quiere dejar claro el carácter empresarial de los centros privados y la necesidad de protegerlos hasta la última consecuencia. La libertad de empresa estaría por encima del principio de igualdad y no discriminación que consagra el artículo 14 CE.
En Madrid y en Cataluña son muy pocas las escuelas privadas que a día de hoy no estén sujetas a concierto educativo. La mayoría de escuelas privadas concertadas son religiosas, y no sorprende que todas ellas sean católicas.
En España, el 70% de escuelas que segregan por sexo son del Opus Dei y el resto se reparten entre las diferentes Órdenes.
La segregación por razón de sexo no es la única segregación que favorece la escuela concertada. También está la segregación por razones socioeconómicas y por creencias religiosas. En la escuela concertada parece que la única religión válida y digna de estar sometida a concierto económico sea la católica. El TC parece no haberse dado cuenta de la clara preferencia de los poderes públicos por la dotación de conciertos económicos a los centros privados de educación católica en el marco de un Estado aconfesional que, por otra parte, ampara el derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde con sus convicciones. Se omite que los centros educativos públicos ya ofrecen dicha formación religiosa, pero que a diferencia de los centros privados está abierta a todas aquellas confesiones aceptadas por el Estado. Los alumnos reciben la formación religiosa que los padres escogen.
Segregación por razones socioeconómicas
Hace pocas semanas, el Presidente de la Confederación de Escuelas Cristianas admitía en una entrevista la segregación por motivos económicos en la escuela concertada mediante el pago de cuotas. La solución que proponía era más módulos de conciertos y que el concierto cubriera el cien por cien del gasto para así estar en condiciones de igualdad con la escuela pública. Ahora bien, defendía férreamente la importancia de la titularidad privada y la importancia de mantener su funcionamiento. En pocas palabras, lo que reclamaba era que el gobierno pague los gastos y que ellos se queden con los beneficios.
Es sorprendente la disparidad de los precios de las cuotas entre escuelas concertadas según la población y el barrio donde se encuentren y según su perfil elitista. A las cuotas mensuales hay que añadir el coste del comedor escolar, los libros de texto, el material escolar, el transporte y otros costes que dependen del perfil y actividad del centro privado concertado.
Si bien el propio Tribunal Constitucional recupera la STC 86/85, de 10 de julio (FJ2) para afirmar la dimensión prestacional del derecho a la educación que corresponde a los poderes públicos en las condiciones de obligatoriedad y gratuidad que exige el artículo 27.4 CE, en su argumentación tendente a blindar los conciertos educativos olvida que las escuelas privadas concertadas no son gratuitas para los alumnos que acceden a ellas. Es imposible, desde un punto de vista económico, acceder en condiciones de igualdad, lo que determina una segregación por razones socioeconómicas en el modelo de educación concertada.
En este sentido la financiación de las escuelas privadas va en detrimento del artículo 14 y del artículo 9.2 CE, así como del artículo 27.2 CE. La igualdad real no se puede conseguir si existe desigualdad en el acceso a la educación por razones socioeconómicas, siendo imposible que la educación tenga por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en condiciones de igualdad.
Segregación por razón de sexo y de género
La gran expectativa de la comunidad educativa se concentraba en la valoración por el Tribunal Constitucional del artículo 84.3 LOE, que blinda el modelo de la educación diferenciada y los conciertos económicos con los centros que la imparten.
El TC ampara el artículo 84.3 LOE argumentando que la separación entre alumnos y alumnas en la admisión y organización de las enseñanzas responde a un modelo concreto para el mejor logro de los objetivos comunes a cualquier tipo de enseñanza. Por lo tanto, se trataría de un sistema meramente instrumental y de carácter pedagógico, fundado en la idea de optimizar las potencialidades propias de cada uno de los sexos.
Sorprende el argumento esgrimido porque más adelante explica la sentencia que la educación diferenciada no vulnera los artículos 9.2, 14 y 27.2 CE: la separación por razón de sexo no llevaría implícita una educación diferente por ser niño o niña, y de ser así el centro sí incurriría en la vulneración de los preceptos mencionados.
Salta a la vista la incongruencia del TC. Si partimos de la base de que la educación debe ser igual, independientemente de su sexo, ¿cómo se sustenta la necesidad de un instrumento pedagógico que persiga optimizar las potencialidades de cada uno de los sexos?
Del texto de la sentencia solo se pueden extraer dos cosas. Por un lado, que el TC entiende que los hombres y las mujeres no son iguales y por esto está justificada la educación diferenciada para educar de acuerdo a las diferentes concepciones de lo masculino y lo femenino —como así se muestra en la propaganda en espacios como el transporte público o la televisión—. Por otro, que sin atractivos sexuales próximos es más fácil que los alumnos no se despisten y puedan optimizar sus potencialidades, lo que justificaría el instrumento pedagógico segregacionista.
Esta ideología heteronormativa de fondo, negadora del impulso sexual entre personas del mismo sexo, vuelve inservible el propio instrumento pedagógico y lo hace susceptible de inconstitucionalidad por negar los derechos LGTBI.
Para justificar jurídicamente su argumento, el TC se hace eco de la Convención de la UNESCO relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1960). Según ésta, siempre que el Estado lo permita la creación o el mantenimiento de sistemas de enseñanza separados para los alumnos del sexo masculino y para los del sexo femenino no constituye discriminación.
El TC desecha la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación hacia la Mujer de 1979 (ratificada por España en 1983), que alude al compromiso de los Estados al estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr el objetivo de eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza. El TC entiende que no se trata de una norma prohibitiva y que en nuestro sistema ya se ha logrado el objetivo de estimular la educación mixta, por ser el modelo que predomina en España.
Hay que recordar que los Tratados Internacionales de Derechos Humanos son normas de mínimos, pensadas para que puedan ser cumplidas por todos los Estados de la Comunidad Internacional. Es decir, los Estados tienen que garantizar como mínimo aquello que se establece en los mismos. Es más, los Estados están obligados a ampliar el contenido de los derechos fundamentales y no hacer retrocesos en su interpretación y garantía. El propio Tribunal Constitucional admite que “el Derecho internacional de los derechos humanos únicamente establece un mínimo que las normas constitucionales sobre derechos fundamentales y la entera Constitución pueden completar y ampliar”.
El TC concluye que el sistema de educación diferenciada es una opción pedagógica que no puede entenderse como discriminatoria y, por ello, puede formar parte del derecho del centro privado a establecer su carácter propio.
Pero esto no es todo. Lo importante de esta sentencia no era solamente dilucidar si los colegios privados que segregan por sexo eran o no constitucionales, sino determinar si los poderes públicos debían financiarlos por la vía de los conciertos educativos y/o las subvenciones públicas, que es lo que verdaderamente pretende blindar el artículo 84.3, último párrafo, de la LOE, cuando dice que “en ningún caso la elección de la educación diferenciada por sexos podrá implicar (…) un trato menos favorable, ni una desventaja, a la hora de suscribir conciertos con las Administraciones educativas o en cualquier otro aspecto”. Hasta ahora las Comunidades Autónomas podían decidir no dotar de conciertos económicos a este tipo de escuelas.
Pues bien, el Tribunal Constitucional tenía aquí una oportunidad histórica para obligar a los poderes públicos a no discriminar a las mujeres y al colectivo LGTBI desde la niñez y contribuir a una sociedad más igualitaria en un futuro cercano.
Distintamente, el TC señala que la gratuidad garantizada constitucionalmente no puede referirse exclusivamente a la escuela pública, ya que ello implicaría la obligatoriedad de tal enseñanza pública e impediría la posibilidad real de elegir la enseñanza básica en cualquier centro privado. Y añade que eso vulneraría tanto el derecho de los padres a elegir centro docente como el derecho de creación de centros. Concluye que los centros privados de educación diferenciada deben concurrir en condiciones de igualdad con el resto de los centros educativos, proclamando así la constitucionalidad del último párrafo del artículo 84.3 LOE.
Parece ser que el TC ha hecho una reinterpretación de su propia jurisprudencia. Hasta ahora la elección de centro de los padres no se traducía en un derecho de los mismos sobre un modelo pedagógico; la libertad de creación de centros docentes no conllevaba una obligación económica por parte de la administración; y la ayuda a los centros docentes privados no encerraba un derecho subjetivo a la prestación pública.
Esta sentencia era una oportunidad para adaptar la norma a la realidad social. Pero, una vez más, la educación no es una cuestión de Estado sino de gobiernos al servicio del poder económico y de la iglesia católica. Ningún partido político con opción a ganar unas elecciones negaría la igualdad de género y los derechos del colectivo LGTBI, pues se sabe de la impopularidad de eso. Pero en este caso, la doctrina del Tribunal Constitucional ha venido a amparar la idea de una legislación a conveniencia de poderes no nombrados. El blindaje del artículo 84.3 LOE, y de la segregación en las escuelas que éste permite por razón de sexo, es un claro retroceso del principio de igualdad en relación al derecho a la educación.
Lidón Gasull Figueras es la directora de la Federació d’Associacions de Mares i Pares d’Alumnes de Catalunya (FaPaC) y abogada
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-168/notas/el-blindaje-constitucional-de-la-educacion-concertada
-- Los nuestros. Tuve que volver a escucharlo, pues, tratándose de la ministra de Defensa, creí que se refería a otra cosa.
-- De todo lo que se ha dicho estos días en el caso del master de la presidenta de la Comunidad de Madrid, tan español como un chiste de Forges (“Tranquila, Concha, no te precipites, no es lo que estás pensando ¿No has oído hablar de la realidad virtual?”, le decía el Mariano forgiano a su esposa en uno de ellos tras sorprenderlo ésta en el dormitorio matrimonial con dos señoritas), lo que a mí más me ha llamado la atención es lo que dijo María Dolores de Cospedal en la convención del PP de Sevilla: "Tenemos que defender a los nuestros". Tuve que volver a escucharlo, pues, tratándose de la ministra de Defensa, creí que se refería a otra cosa.
En la convención nacional del PP en Sevilla.
Pero no, lo había entendido bien. La ministra de Defensa, que como secretaria general de su partido ha tenido que negar también la evidencia más de una vez como su compañera Cristina Cifuentes estos días, por lo que sabe de lo que habla por experiencia, se refería con lo de nuestros a ésta y a sus compañeros del PP, no a nuestros militares destacados en países extranjeros o en misiones peligrosas en el nuestro propio. Da igual que la presidenta de Madrid hubiera mentido o no. Había que defenderla porque es de los nuestros, o sea, de los suyos.
La división de los los ciudadanos entre los nuestros y los demás remite a la época tribal, cuando nuestros antepasados se agrupaban en manadas para defenderse unos de otros, y, en tiempos más recientes, a las mafias italianas (“Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la Familia”, le decía don Vito Corleone a su hijo Sonny en El Padrino), pero escuchada en boca de la ministra de Defensa hace dudar hasta de su patriotismo ¿Pues qué es el amor a la patria sino el amor a todos sus miembros sean del color que sean?
Al final, la exaltada arenga de la ministra de Defensa se quedará en la intención, pues Rajoy obligará a dimitir a la presidenta de Madrid, no porque considere su comportamiento inmoral, sino para no perder el poder, pero en la historia de la infamia nacional quedarán para siempre esas palabras que demuestran que para Cospedal, como para muchos miembros de su partido, la política es una actividad mafiosa. Se protege a los nuestros y se ataca a los demás. Aunque, como el PP siga por ese camino, le va a pasar como a aquel viejo alcalde franquista que, reciclado en las filas de la UCD cuando el régimen de Franco sucumbió, le decía a un gobernador civil provincial de visita en su pueblo: “Señor gobernador, la confusión es tal que yo ya no sé si soy de los nuestros”.
https://elpais.com/elpais/2018/04/13/opinion/1523626077_397986.html
En la convención nacional del PP en Sevilla.
Pero no, lo había entendido bien. La ministra de Defensa, que como secretaria general de su partido ha tenido que negar también la evidencia más de una vez como su compañera Cristina Cifuentes estos días, por lo que sabe de lo que habla por experiencia, se refería con lo de nuestros a ésta y a sus compañeros del PP, no a nuestros militares destacados en países extranjeros o en misiones peligrosas en el nuestro propio. Da igual que la presidenta de Madrid hubiera mentido o no. Había que defenderla porque es de los nuestros, o sea, de los suyos.
La división de los los ciudadanos entre los nuestros y los demás remite a la época tribal, cuando nuestros antepasados se agrupaban en manadas para defenderse unos de otros, y, en tiempos más recientes, a las mafias italianas (“Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la Familia”, le decía don Vito Corleone a su hijo Sonny en El Padrino), pero escuchada en boca de la ministra de Defensa hace dudar hasta de su patriotismo ¿Pues qué es el amor a la patria sino el amor a todos sus miembros sean del color que sean?
Al final, la exaltada arenga de la ministra de Defensa se quedará en la intención, pues Rajoy obligará a dimitir a la presidenta de Madrid, no porque considere su comportamiento inmoral, sino para no perder el poder, pero en la historia de la infamia nacional quedarán para siempre esas palabras que demuestran que para Cospedal, como para muchos miembros de su partido, la política es una actividad mafiosa. Se protege a los nuestros y se ataca a los demás. Aunque, como el PP siga por ese camino, le va a pasar como a aquel viejo alcalde franquista que, reciclado en las filas de la UCD cuando el régimen de Franco sucumbió, le decía a un gobernador civil provincial de visita en su pueblo: “Señor gobernador, la confusión es tal que yo ya no sé si soy de los nuestros”.
https://elpais.com/elpais/2018/04/13/opinion/1523626077_397986.html
domingo, 6 de mayo de 2018
Manifiesto por una banca pública en Navarra. En todo país democrático y desarrollado la riqueza debe estar subordinada al interés general
Iosu Pardo y Joan Josep Bosch
En todo país democrático y desarrollado la riqueza debe estar subordinada al interés general, sea cual sea su titularidad. Así mismo, determinados servicios esenciales deben estar reservados al sector público. Consideramos que los servicios financieros, y particularmente los servicios bancarios, son esenciales hoy en día en cualquier relación entre ciudadanos y de éstos con la Administración.
El artículo 56 de la Ley de Amejoramiento del Fuero de Navarra establece en su letra e) que las Instituciones de crédito corporativo, público y territorial son competencia exclusiva de la Comunidad Foral de Navarra.
En base a dichos fundamentos y a los Derechos Históricos de Navarra recogidos en la Ley de Amejoramiento del Fuero y en base a la situación económica y financiera observada en los últimos años, que incluye un rescate con dinero público al sector bancario privado con un coste irrecuperable para la ciudadanía de más de 40.000 Millones de €, Attac Navarra-Nafarroa hace público el siguiente
MANIFIESTO
Los servicios financieros son sin ningún género de dudas, servicios esenciales para el buen funcionamiento de la economía y para el desarrollo de la vida social en los Estados desarrollados.
Las Entidades Financieras privadas se han mostrado sobradamente incapaces de garantizar su eficiencia económica y su capacidad para garantizar la seguridad de los ahorros que se les confían es más que dudosa. Por otra parte, se han constatado multitud de casos de mala gobernanza y especialmente de malas prácticas del sector, con abusos masivos sobre los derechos de la ciudadanía y de los usuarios de los servicios que prestan.
Las entidades financieras privadas, al priorizar la mayor rentabilidad para sus accionistas, rechazan la prestación de servicios esenciales a una parte significativa de la población (especialmente sin acceso al crédito y/o a medios de pago).
En la Comunidad Foral de Navarra, cinco entidades financieras privadas aglutinan el 89% del negocio bancario, en una clara tendencia al oligopolio y tan solo una de ellas tiene su centro de decisión y está radicada a efectos fiscales en Navarra.
La Fundación Bancaria Caja Navarra, bajo el Patronato de la Comunidad Foral, es propietaria de alrededor de 200 Millones de € en acciones de una entidad privada (Caixabank S.A.)
Por todo ello, instamos al Gobierno de Navarra que impulse la creación de una Banca Pública Navarra que reúna las siguientes características:
Tenga una inequívoca vocación de servicio público y sin ánimo de lucro.
Garantice el acceso a una cuenta corriente y medios de pago a toda la ciudadanía de Navarra que la solicite.
Aporte una mayor garantía de solvencia a los depósitos de los ahorradores e inversores que la ofrecida por el sector bancario privado los últimos años.
Garantice el acceso a operaciones esenciales para la vida diaria en una sociedad avanzada tales como domiciliaciones, tarjeta de débito y acceso a servicios de cajeros, a precios absolutamente asequibles o gratuitos.
Sea la entidad financiera de referencia para la gestión de la operativa de todas las entidades del sector público de Navarra (recaudación, pago de salarios a los servidores públicos, depósitos del sector público, financiación del sector público, etc.)
Se guíe por normas de gestión democrática, transparente y ética.
Reinvierta los eventuales beneficios en acciones sociales o en su capitalización y aseguramiento de su solvencia.
Haga prevalecer la Rentabilidad Social de sus actividades por encima de la eventual Rentabilidad Económica, lo que no implica que esta Banca Pública deba asumir, necesariamente, la financiación de aquellos proyectos que la Banca Privada rechaza o aceptar proyectos de financiación en los que se prevean pérdidas.
Favorezca la financiación de las Administraciones Públicas en mejores condiciones que las que ofrece el sector privado en su búsqueda de rentabilidad para los accionistas.
Disponga una política salarial que establezca remuneraciones que garanticen la dignidad de sus empleados, tanto por su escala inferior como por su escala superior, así como especialmente por la ratio entre ambas.
Disponga un Consejo de Administración compuesto por nueve miembros designados por el Gobierno de Navarra a propuesta del Parlamento Foral entre personas de reconocido prestigio y/o experiencia profesional ligada al ámbito financiero. En dicho Consejo de Administración se reconocerá expresamente la participación social y sindical de pleno derecho.
Establezca una Política de Contratación basada en los principios de capacidad, mérito e igualdad con niveles retributivos dignos, competitivos pero acotados.
Alcance acuerdos de colaboración con otras bancas públicas para poder proveer servicios a sus clientes en otras comunidades y países, así como para optimizar sinergias vinculadas al tamaño, tales como red de oficinas, sistemas informáticos, etc.
Aproveche para su optimización de costes todas las potencialidades de la Banca Electrónica, así como la ventaja de no verse obligada a sostener las pesadas estructuras de organización, estructura y edificios de la banca privada convencional.
Que impulse el tejido productivo navarro, las inversiones estratégicas para nuestra economía y la financiación de la pequeña y mediana empresa navarra.
La aportación de capital para la fundación de la Banca Pública de Navarra puede obtenerse de la liquidación de una parte de las acciones de Caixabank, así como de aportaciones anuales con cargo a los presupuestos de Navarra
La existencia de una Banca Pública de Navarra debe favorecer que las buenas prácticas financieras sean progresivamente asumidas por la ciudadanía y exigidas por asimilación a las entidades financieras privadas que operen en Navarra.
Iosu Pardo y Joan Josep Bosch, miembros de ATTAC, en representación de la organización en Navarra-Nafarroa
El Financial Times descubre a los accionistas militantes posmarxistas.
El Financial Times esta preocupado por las evocaciones al marxismo, bien sea en libros, bien en aniversarios y, a fin de cuentas, decidió poner manos a la obra.
Decidió recuperar las ideas utilizables del Manifiesto Comunista y tirar el resto a la basura y encargó a dos expertos presentar el mapa del tesoro: Rupert Younger, director del centro de investigación de la Universidad de Oxford sobre "reputación empresarial" y Frank Partnoy, profesor de derecho que acaba de llegar a la Universidad de Berkeley. Se explican: "somos verdaderos creyentes en el capitalismo de libre mercado, difícilmente seríamos comunista tardíos, mucho menos discípulos de Marx y Engels". Estemos tranquilos. "Pero," siempre hay un pero, "creemos que ha llegado el momento de volver a escribir el Manifiesto" porque vivimos hoy en "la ola de una crisis financiera calamitosa y en medio de una tormenta de cambio social, con un rechazo popular de los capitalistas financieros y una actividad revolucionaria generalizada". Las razones de esta "actividad revolucionaria" no son triviales: "la desigualdad económica está creciendo, los salarios se estancan, y los propietarios de capital productivo son los que van a rentabilizar los beneficios de los avances tecnológicos". Tal vez haya una constatación factual que conduzca a una cierta exageración de la "actividad revolucionaria", pero el Financial Times es, por lo general, un buen augurio de los tiempos modernos.
Un espacio para la basura
Vamos a reescribir el Manifiesto Comunista, dicen los dos académicos. A partir de la terminología. Hay 193 referencias a la "burguesía" y 93 al "proletariado", todo para reciclar. Pero no se preocupe el lector fiel a la letra del texto, el 74% sigue igual y añaden los experimentadores que sólo se desprenden de un cuarto de texto. La cuestión es hacer un cambio fundamental, que es designar una nueva clase transformadora, los accionistas de las sociedades, el accionariado, y el lugar de su emancipación, la junta general que reúne el capital de la compañía y elige su administración.
Estos nuevos "activistas" tendrán un programa radical de cambio de la "estructura de capital", esperan los dos profetas. Cuentan con la filantropía. Bill Gates, Waren Buffett y Mark Zuckerberg pueden desear seguir lavando su alma con donaciones, todo estupendo. El problema, según un estudio de la Universidad de Stanford, es que la caridad no altera la desigualdad, que crece con la acumulación de capital y de poder de una parte muy pequeña de la población. En los Estados Unidos, alrededor de 160.000 familias, que son el 0,1% más rico del país, que tenían el 7% del total del ingreso nacional en 1978, ahora absorben tres veces esa cantidad. Nunca en la historia moderna ha habido una concentración de poder tal, y lo mismo ocurre en las otras economías más poderosas, como ha estudiado Piketty.
Al mismo tiempo, la OCDE revela que la participación del trabajo en la renta nacional disminuyó en las principales economías entre un 5 y un 10% en los últimos 45 años. Es un shock. La relación social se deterioro por la ofensiva neoliberal durante este período. El economista Michael Roberts señala que estas dos características, la acumulación de la riqueza y el empobrecimiento relativo del trabajo, están implícitos en el proceso de globalización. Es así y lo seguirá siendo, en tanto las finanzas puedan y lo han logrado todo.
¿Y el accionariado?
¿Podrán los accionistas convertirse en esta nueva clase, tan poderosa, que controle los impulsos de los administradores, qué cambie los mandatos de las juntas generales? ¿Habrá una nueva "primavera de los pueblos" cuando las empresas reúnan a sus órganos estatutarios y el poder emergente de los pequeños ponga coto a la codicia de los grandes? Estrictamente hablando, es más probable que este penoso invierno nuestro se prolongue más allá de abril que surja tal rebeldía refundadora.
El caso portugués tal vez escape al Financial Times, pero es sólo un ejemplo entre muchos otros. Véase a sí mismo la CTT, una compañía que está siendo desmantelada ante nuestros ojos. En este caso, los accionistas están contentos: reciben en dividendos dos veces el rendimiento de las empresas, se benefician de un saqueo sistemático que ha recuperado, a primera vista, un tercio de lo invertido en la privatización. La dividendocracia es lo mismo, pero parece contradecir la aspiración de nuestros dos académicos: el accionariado se contenta con el cebo, acepta dividendos generosos que amenazan su inversión, ponen a la empresa al borde de la quiebra, lo que reduce las inversiones futuras y la capacidad de reajuse tecnológico. Lo fácil es desmantelar una empresa y repartirse sus escombros, lo difícil es asegurar su capacidad futura. ¿Qué prefiere el accionariado? La bolsa.
Francisco Louça catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda, actualmente es Consejero de Estado.
Fuente: https://www.esquerda.net/opiniao/o-financial-times-descobre-os-acionistas-militantes-pos-marxistas/54191
http://www.sinpermiso.info/textos/el-financial-times-descubre-a-los-accionistas-militantes-posmarxistas
Decidió recuperar las ideas utilizables del Manifiesto Comunista y tirar el resto a la basura y encargó a dos expertos presentar el mapa del tesoro: Rupert Younger, director del centro de investigación de la Universidad de Oxford sobre "reputación empresarial" y Frank Partnoy, profesor de derecho que acaba de llegar a la Universidad de Berkeley. Se explican: "somos verdaderos creyentes en el capitalismo de libre mercado, difícilmente seríamos comunista tardíos, mucho menos discípulos de Marx y Engels". Estemos tranquilos. "Pero," siempre hay un pero, "creemos que ha llegado el momento de volver a escribir el Manifiesto" porque vivimos hoy en "la ola de una crisis financiera calamitosa y en medio de una tormenta de cambio social, con un rechazo popular de los capitalistas financieros y una actividad revolucionaria generalizada". Las razones de esta "actividad revolucionaria" no son triviales: "la desigualdad económica está creciendo, los salarios se estancan, y los propietarios de capital productivo son los que van a rentabilizar los beneficios de los avances tecnológicos". Tal vez haya una constatación factual que conduzca a una cierta exageración de la "actividad revolucionaria", pero el Financial Times es, por lo general, un buen augurio de los tiempos modernos.
Un espacio para la basura
Vamos a reescribir el Manifiesto Comunista, dicen los dos académicos. A partir de la terminología. Hay 193 referencias a la "burguesía" y 93 al "proletariado", todo para reciclar. Pero no se preocupe el lector fiel a la letra del texto, el 74% sigue igual y añaden los experimentadores que sólo se desprenden de un cuarto de texto. La cuestión es hacer un cambio fundamental, que es designar una nueva clase transformadora, los accionistas de las sociedades, el accionariado, y el lugar de su emancipación, la junta general que reúne el capital de la compañía y elige su administración.
Estos nuevos "activistas" tendrán un programa radical de cambio de la "estructura de capital", esperan los dos profetas. Cuentan con la filantropía. Bill Gates, Waren Buffett y Mark Zuckerberg pueden desear seguir lavando su alma con donaciones, todo estupendo. El problema, según un estudio de la Universidad de Stanford, es que la caridad no altera la desigualdad, que crece con la acumulación de capital y de poder de una parte muy pequeña de la población. En los Estados Unidos, alrededor de 160.000 familias, que son el 0,1% más rico del país, que tenían el 7% del total del ingreso nacional en 1978, ahora absorben tres veces esa cantidad. Nunca en la historia moderna ha habido una concentración de poder tal, y lo mismo ocurre en las otras economías más poderosas, como ha estudiado Piketty.
Al mismo tiempo, la OCDE revela que la participación del trabajo en la renta nacional disminuyó en las principales economías entre un 5 y un 10% en los últimos 45 años. Es un shock. La relación social se deterioro por la ofensiva neoliberal durante este período. El economista Michael Roberts señala que estas dos características, la acumulación de la riqueza y el empobrecimiento relativo del trabajo, están implícitos en el proceso de globalización. Es así y lo seguirá siendo, en tanto las finanzas puedan y lo han logrado todo.
¿Y el accionariado?
¿Podrán los accionistas convertirse en esta nueva clase, tan poderosa, que controle los impulsos de los administradores, qué cambie los mandatos de las juntas generales? ¿Habrá una nueva "primavera de los pueblos" cuando las empresas reúnan a sus órganos estatutarios y el poder emergente de los pequeños ponga coto a la codicia de los grandes? Estrictamente hablando, es más probable que este penoso invierno nuestro se prolongue más allá de abril que surja tal rebeldía refundadora.
El caso portugués tal vez escape al Financial Times, pero es sólo un ejemplo entre muchos otros. Véase a sí mismo la CTT, una compañía que está siendo desmantelada ante nuestros ojos. En este caso, los accionistas están contentos: reciben en dividendos dos veces el rendimiento de las empresas, se benefician de un saqueo sistemático que ha recuperado, a primera vista, un tercio de lo invertido en la privatización. La dividendocracia es lo mismo, pero parece contradecir la aspiración de nuestros dos académicos: el accionariado se contenta con el cebo, acepta dividendos generosos que amenazan su inversión, ponen a la empresa al borde de la quiebra, lo que reduce las inversiones futuras y la capacidad de reajuse tecnológico. Lo fácil es desmantelar una empresa y repartirse sus escombros, lo difícil es asegurar su capacidad futura. ¿Qué prefiere el accionariado? La bolsa.
Francisco Louça catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda, actualmente es Consejero de Estado.
Fuente: https://www.esquerda.net/opiniao/o-financial-times-descobre-os-acionistas-militantes-pos-marxistas/54191
http://www.sinpermiso.info/textos/el-financial-times-descubre-a-los-accionistas-militantes-posmarxistas
5 cosas que Karl Marx hizo por nosotros y no le reconocemos ni le damos crédito. Eva Ontiveros. BBC News.
En ese caso, puede que este 5 de mayo quieras conmemorar el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx, ya que él defendió todas estas causas.
La mayoría de las personas que conocen un poco la historia del siglo XX coincidirán en que la política revolucionaria marxista tiene un legado difícil.
Una rápida mirada a las consecuencias en la Unión Soviética, Angola y Cuba podrían hacerte gritar: "¡Marx no es para mí, gracias!".
De hecho, el pensador alemán se equivocó en muchas cosas: sus predicciones sobre el fin del capitalismo o el surgimiento de una sociedad sin clases, ideas que parecen poco realistas hoy en día.
Y eso sin contar que sus ideas han servido de inspiración para experimentos sociales drásticos, a menudo con resultados desastrosos.
Muchas de sus teorías han terminado asociadas al totalitarismo, la falta de libertad y los asesinatos masivos, por lo que no es de extrañar que Marx continúe siendo una figura divisiva.
Pero hay otra faceta de Marx más humana, y algunas de sus nociones han contribuido a que el mundo sea un lugar mejor.
Marx también acertó en algunas cosas: un pequeño grupo de personas ultrarricas domina la economía global, el sistema capitalista es volátil y nos asusta a todos con sus cíclicas crisis financieras, y la industrialización ha cambiado las relaciones humanas para siempre.
Sigue leyendo y descubre por qué el autor de "El capital" sigue siendo relevante en el siglo XXI.
1. Quería mandar a los niños a la escuela, no al trabajo
Esta es una proposición evidente para muchos. Pero en 1848, cuando Karl Marx estaba escribiendo junto a Federico Engels el "Manifiesto comunista", el trabajo infantil era la norma.
Incluso hoy en día uno de cada 10 niños en el mundo está sometido a trabajo infantil, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (2016).
El hecho de que tantos menores hayan logrado pasar de la fábrica al aula tiene mucho que ver con el trabajo de Marx.
Linda Yueh, autora del libro The Great Economists: How Their Ideas Can Help Us Today ("Los grandes economistas: cómo sus ideas nos pueden ayudar hoy"), dice que una de las 10 medidas del Manifiesto Comunista de Marx y Engels era la educación gratuita para todos los niños en las escuelas públicas y la abolición del trabajo infantil en las fábricas.
Marx y Engels no fueron los primeros en abogar por los derechos de los niños, pero "el marxismo contribuyó a este debate en ese periodo de fines del siglo XIX", añade Yueh.
2. Quería que tuvieses tiempo libre y que tú decidieras cómo usarlo
¿Te gusta no tener que trabajar 24 horas al día, los siete días de la semana?
¿Y tener una pausa para el almuerzo?
¿Te gustaría poder jubilarte y cobrar una pensión en la vejez?
Si tu respuesta a estas preguntas es sí, puedes agradecérselo a Marx.
El profesor Mike Savage, de la London School of Economics, afirma: "Cuando te ves obligado a trabajar horas muy pronlogadas, tu tiempo no es tuyo. Dejas de ser responsable de tu propia vida".
Marx escribió sobre cómo para sobrevivir en una sociedad capitalista la mayor parte de la gente se ve obligada a vender lo único que tiene -su trabajo- a cambio de dinero.
Según él, a menudo esta transacción es desigual, lo que puede llevar a la explotación y a la alienación: el individuo puede terminar sintiendo que ha perdido su humanidad.
Marx quería más para los trabajadores: deseaba que fuésemos independientes, creativos, y sobre todo, dueños de nuestro propio tiempo.
"Básicamente dice que deberíamos vivir una vida que vaya más allá del trabajo. Una vida en la que tengamos autonomía, en la que podamos decidir cómo queremos vivir. Hoy en día, esta es una noción con la que la mayoría de personas estamos de acuerdo", dice Savage.
"Marx quería una sociedad en la que una persona pudiese "cazar por la mañana, pescar después de comer, criar ganado al atardecer y criticar a la hora de la cena", como dice la célebre cita. Él creía en la liberación, en la emancipación y en la necesidad de luchar contra la alienación", añade.
3. No todo gira alrededor del dinero.
También necesitas estar satisfecho con tu trabajo Tu trabajo puede ser una gran fuente de alegría si "puedes verte reflejado en los objetos que has creado".
El empleo debería proporcionarnos la oportunidad de ser creativos y mostrar todo lo bueno de nosotros mismos: ya sea nuestra humanidad, nuestra inteligencia o nuestras habilidades.
Pero si tienes un trabajo miserable que no encaja con tu sensibilidad, terminarás sintiéndote deprimido y aislado.
Estas no son las palabras del más reciente gurú de Silicon Valley, sino de un hombre del siglo XIX.
En uno de sus primeros libros, "Manuscritos de 1844", Marx fue uno de los primeros pensadores que relaciona la satisfacción laboral con el bienestar.
Según él, ya que pasamos tanto tiempo en el trabajo deberíamos obtener algo de felicidad de nuestra labor.
Buscar belleza en lo que has creado o sentir orgullo por lo que produces te llevará a la satisfacción laboral que necesitas para ser feliz.
Marx observa cómo el capitalismo -en su búsqueda de eficiencia y aumento de la producción y de las ganancias- ha convertido el trabajo en algo muy especializado.
Y si lo único que haces es grabar tres surcos en un tornillo miles de veces al día, durante días y días… pues es difícil sentirse feliz.
4. No soportes lo que no te gusta. ¡Cámbialo!
Si algo no funciona en tu sociedad, si sientes que hay injusticia o desigualdad, puedes armar barullo, organizarte, protestar y luchar por el cambio.
La sociedad capitalista de Reino Unido en el siglo XIX probablemente parecía un monolito sólido e inamovible para el trabajador sin poder.
Pero Karl Marx creía en la transformación y animaba a los demás a impulsarla. La idea se volvió muy popular.
Si hoy en día eres uno de esos individuos que creen en el cambio social, probablemente reconozcas el poder del activismo.
La protesta organizada ha provocado un gran replanteo social en muchos países: la legislación contra la discriminación racial, contra la homofobia, contra el prejuicio de clase…
Según Lewis Nielsen, uno de los organizadores del Festival del Marxismo en Londres, "necesitas una revolución para cambiar la sociedad. Así fue cómo personas normales y corrientes lograron tener un servicio nacional de salud y una jornada laboral de ocho horas".
Se suele decir que Marx fue un filósofo, pero Nielsen no está de acuerdo. "Eso hace a la gente pensar que lo único que hizo fue filosofar y anotar teorías".
"Pero si ves lo que Marx hizo con su vida verás que también fue un activista. Creó la Asociación Internacional de Trabajadores y estuvo involucrado en campañas de apoyo a trabajadores que estaban en huelga. Su grito de '¡Proletarios de todos los países, uníos!' es un verdadero llamado a las armas".
Nielsen cree que el verdadero legado de Marx es que "ahora tenemos una tradición de luchar por el cambio. Esto está basado en teoría marxista, aunque los que protesten no se consideren seguidores de Marx".
"¿Cómo lograron las mujeres el voto?", pregunta Nielsen. "No fue porque los hombres en el Parlamento sintieron lástima por ellas, sino porque ellasse organizaron y protestaron. ¿Cómo logramos el fin de semana sin trabajo? Porque los sindicatos se declararon en huelga para conseguirlo".
Parece que la lucha marxista como motor de la reforma social tuvo resultado. Tal y como dijo el político conservador británico Quintin Hogg en 1943: "Debemos darles reformas o ellos nos darán revolución".
5. Marx ya lo dijo: ten cuidado cuando el Estado y las grandes empresas tienen una relación muy cercana… y vigila lo que hacen los medios
¿Qué te parecen los lazos tan estrechos que tiene el Estado con las grandes corporaciones?
¿Y que Facebook haya facilitado los datos personales de sus usuarios a una empresa que se dedicaba a influir en las intenciones de los votantes?
Estas confluencias preocupan a muchas personas y quieren examinarlas más de cerca.
Pero adivina qué: Marx, junto con su amigo y compañero ideológico Engels, hizo exactamente eso en el siglo XIX.
Obviamente no repasaron los anales de las redes sociales, pero Valeria Vegh Weis, una profesora de criminología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora de la Universidad de Nueva York, dice que ellos fueron los primeros en identificar estos peligros y analizarlos.
"Ellos (Marx y Engels) analizaron con mucho cuidado las redes de cooperación que existían en aquel entonces entre gobiernos, bancos, empresas y los agentes clave de la colonización", dice Vegh Weis.
"¿Su conclusión? Si una práctica, deplorable o no, resultaba ser buena para los negocios y para el Estado- como por ejemplo la esclavitud como medio de promover el impulso colonial- entonces la legislación sería favorable para dicha práctica".
Las agudas observaciones de Marx sobre el poder de los medios de comunicación también son muy relevantes en el siglo XXI.
"Marx comprendía muy bien el poder que tienen los medios para influir la opinión pública. En estos días hablamos mucho de las "fake news", que es algo que Marx ya hizo en su tiempo", dice Vegh Weis.
"Estudiando los artículos que se publicaban llegó a la conclusión de que cuando los pobres cometían delitos, aunque fuesen menores, salían mucho más en la prensa que los escándalos políticos o los crímenes de las clases altas", precisa la experta.
La prensa era también un vehículo útil para dividir a la sociedad.
"Al decir que los irlandeses estaban robando trabajos a los ingleses, o al enfrentar negros contra blancos, hombres contra mujeres o inmigrantes contra locales, conseguían que los sectores más pobres de la sociedad luchasen entre ellos. Y mientras tanto nadie controlaba a los poderosos", añade Vegh Weis.
Y otra cosa… el marxismo en realidad vino antes que el capitalismo.
Puede que esta sea una declaración un poco descarada, pero considera esto: antes de que la gente realmente conociera el capitalismo ya había leído sobre el Marx.
La experta Linda Yueh dice que el término capitalismo no fue acuñado por Adam Smith, considerado un pionero de la economía.
Se piensa que el término se originó por primera vez en 1854 en una novela de William Makepeace Thackeray, autor de "Vanity Fair".
"Thackeray usó el término capitalista para denotar un "dueño de capital", explica Yueh.
"Así que puede que fuese Marx quien utilizase esta palabra por primera vez en su sentido económico en Das Kapital en 1867. Desde entonces se ha empleado como antónimo de marxismo. En cierto sentido, el marxismo vino antes que el capitalismo".
http://www.bbc.com/mundo/noticias-43975162
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sábado, 5 de mayo de 2018
Karl Marx, 5 de mayo de 1818, 200 años después. El Marx poliédrico, crítico y documentado de Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey
Para May Sánchez Sesena, una joven marxista que estudia y lee a los maestros y pensadores de la tradición, y no olvida nunca que la mejor forma de decir es hacer (… y reflexionar).
Para Elmar Altvater (1938-2018), que nos enseñó. In memoriam et ad honorem
Bacon dice que los hombres realmente significativos tienen tantas relaciones con la naturaleza y el mundo, tantos objetos de interés, que se consuelan fácilmente de toda pérdida. No pertenezco yo a estos hombres significativos. La muerte de mi niño me ha estremecido profundamente corazón y cerebro, y sigo sintiendo la pérdida tan fresca como el primer día. Mi pobre mujer está también completamente downbroken.
Lo que ha hecho del marxismo/ algo tan desconocido es sobre todo/ la gran cantidad de obras escritas/ en vano sobre el asunto./ Por eso es tan importante/ poner al descubierto sus/ eminentes valores críticos.
En cuanto a la crisis del marxismo: todo pensamiento decente tiene que estar siempre en crisis; de modo que, por mí, que dure.
Algunos que acaban de enterrar definitivamente a Marx van a tener que desenterrarlo todavía más deprisa. Porque el capitalismo, y en especial en sus últimos pujos anarco-ultraliberales, es un callejón sin salida que a mí personalmente me aterra cada vez más. El capitalismo se encierra en vías a las que se condena. La mal llamada economía de consumo se distingue por producir no sólo el producto, sino también el consumidor, que es la función de la publicidad.
Conviene celebrar los cumpleaños. De amigos, de conocidos, de familiares... y también de los clásicos, sobre todo si son clásicos de tradiciones de emancipación en las que rige aquel lema tan querido por el compañero de Jenny Marx: "Nada humano me es ajeno"
¿Qué es un clásico? Las respuestas son numerosas y diversas. La aproximación del autor -de un texto que es todo un clásico del marxismo hispánico, su presentación del Anti-Dühring- de Las ideas gnoseológicas de Heidegger:
Por regla general, un clásico -por ejemplo, Euclides- no es, para los hombres que cultivan su misma ciencia, más que una fuente de inspiración que define, con mayor o menor claridad, las motivaciones básicas de su pensamiento. Pero los clásicos del movimiento obrero han definido, además de unas motivaciones intelectuales básicas, los fundamentos de la práctica de aquel movimiento, sus objetivos generales.
Los clásicos del marxismo eran, por ello, clásicos de una "concepción del mundo", de una cosmovisión, de una "ideología general" (si se permite el uso de un término que Sacristán nunca consideró positivamente desde una perspectiva gnoseológica), no son clásicos de una teoría científica determinada.
Esto tiene como consecuencia una relación de adhesión militante entre el movimiento obrero y sus clásicos. Dada esta relación necesaria, es bastante natural que la perezosa tendencia a no ser crítico, a no preocuparse más que de la propia seguridad moral, práctica, se imponga frecuentemente en la lectura de estos clásicos, consagrando injustamente cualquier estado histórico de su teoría con la misma intangibilidad que tienen para un movimiento político-social los objetivos programáticos que lo definen. Si a esto se suma que la lucha contra el marxismo -desde afuera y desde dentro del movimiento obrero, por lo que suele llamarse "revisionismo"- mezcla a su vez, por razones muy fáciles de entender, la crítica de desarrollos teóricos más o menos caducados con la traición a los objetivos del movimiento, se comprende sin más por qué una lectura perezosa y dogmática de los clásicos del marxismo ha tenido hasta ahora la partida fácil.
La partida fácil se convirtió en partida ganada por la simultánea coincidencia de las necesidades de divulgación, "siempre simplificadora", con el "estrecho aparato montado por Jdhanov y Stalin para la organización de la cultura marxista".
Lo esencial de la aproximación a un clásico lo expresaría Sacristán 14 años después en una conferencia impartida en la Fundación Miró de Barcelona: la pérdida (prudente) del respeto reverencial (no del respeto):
Si de verdad se despoja uno de todo respeto reverencial por los clásicos (sin dar en la mezquindad de dejar de admirarlos y de aprender de ellos, y sin olvidar la advertencia de Eugenio D'Ors según la cual todo lo que no es tradición es plagio), se puede apreciar que toda esta cuestión de lo lógico y lo histórico, sin duda importante y de mucho interés, como todas las cuestiones metafísicas auténticas, puede dar fácilmente en extravagancia estéril cuando se entiende como asunto de metodología científica. En este campo suele acarrear los vicios hegelianos de insuficiencia de la abstracción lógica para que lo cuasi-lógico se pegue bien a lo histórico (mala lógica) y excesiva logificación o racionalización de la experiencia para que ésta resulte lógicamente necesaria (mala empiria).
Recordemos pues a un clásico, a un gran clásico, en el bicentenario de su nacimiento, de la mano de dos de los marxistas españoles (barceloneses-catalanes de adopción), filósofos teóricos y filósofos de la praxis (ambos fueron militantes comunistas durante décadas y activistas de movimientos sociales alternativos como el CANC por ejemplo), que más estudiaron y profundizaron -con mirada abierta, crítica, no reverencial, y alimentándose frecuentemente con aportaciones de otras tendencias filosóficas- en la extensa obra de Marx y en la de otros autores de tradiciones que en él se reconocen.
Los primeros artículos de Manuel Sacristán (1925-1985) sobre temáticas marxistas los publicó y difundió poco después de su regreso del Instituto de Lógica Matemática y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Münster y de su matrimonio en Nápoles con la hispanista comunista italiana Giulia Adinolfi, en revistas entonces prohibidas en España como Nuestras ideas ("Humanismo marxista en la Ora marítima de Rafael Alberti") y como materiales de estudio y formación para colectivos comunistas democráticos antifascistas próximos al PSUC-PCE y sus alrededores. En su caso, un caso bastante singular, la lógica, la epistemología, la aproximación a la obra de Marx, Engels y Gramsci (también a la de, entre otros, Marcuse, Korsch, Lukács y Labriola), la militancia y la lucha antifascista confluyeron en unas mismas coordenadas espacio-temporales: Müntser, Westaflia, 1955, 1956, contactos con exiliados políticos y núcleos de resistencia, amistad con el lógico pisano de PCI Ettore Casari (sin olvidar sus preocupaciones poliéticas anteriores próximas al mundo libertario en algunos momentos).
Desde entonces, desde mediados de esos años cincuenta del siglo pasado, hasta su fallecimiento, agosto de 1985, treinta años casi ininterrumpidos de lectura, estudio, traducción, intervención política y lucha clandestina. Durante esas tres décadas, Sacristán fue un profesor universitario (en situación no estable salvo en su último curso) que fue expulsado de la universidad barcelonesa durante unos 11 años por motivos políticos. El rector Valdecasas fue el brazo ejecutor de la "limpieza de rojos y separatistas". El nunca formó parte, por supuesto, del segundo colectivo, si bien fueron las torturas y maltrato al que fueron sometidos estudiantes catalanistas en sus primeros años de Facultad los que le alejaron definitivamente de los instrumentos políticos del Régimen franquista.
Sin olvidar sus trabajos de lógica y filosofía de la lógica (Introducción a la lógica y al análisis formal, Lógica elemental, editada por su hija Vera Sacristán póstumamente en 1995) y de crítica literaria (Lecturas: Goethe, Heine), ni tampoco su tesis doctoral sobre el autor de Sein und Zeit (Las ideas gnoseológicas de Heidegger, un formidable estudio crítico que aúna mirada lógico-epistemológica, análisis filosófico y documentada perspectiva marxista), ¿qué tipo de aportaciones marxianas y marxistas realizó el traductor de Quine, Adorno y Platón siempre en circunstancias difíciles?
Una de las más esenciales y destacadas, su clandestina y arriesgada práctica militante: organización de la lucha antifascista en la Universidad, seminarios clandestinos, materiales de estudio, "gestiones" (reuniones, el término fue usado por él en sus papeles), textos fundacionales, informes partidistas, artículos no firmados, colaboraciones en Nous Horitzons y en Realidad… Aparte de esos trabajos clandestinos: traducciones (la primera traducción legal de Marx y Engels fue presentada, anotada y publicada por él: Revolución en España), prólogos, trabajos para enciclopedias, conferencias, notas de intervención, entrevistas, artículos breves, notas editoriales, artículos largos,… Destaco dos de estos últimos, sus mejores "trabajos filológicos" probablemente: "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia" (1978) y "Karl Marx como sociólogo de la ciencia" (1983).
Gran parte de esta obra marxista y marxiana se encuentra recogida en los "Panfletos y materiales". Fundamentalmente en el volumen I: Sobre Marx y marxismo, y en Pacifismo, ecologismo y política alternativa (edición de su discípulo Juan-Ramón Capella). También algunas páginas y artículos del volumen II, Papeles de filosofía, y del III, Intervenciones políticas. Después de su fallecimiento, Albert Domingo Curto ha editado en Trotta El orden y el tiempo (sobre Gramsci) y Lecturas de filosofía moderna y contemporánea (con textos de temáticas filosóficas diversas que incluyen algunos trabajos marxistas). El Viejo Topo, por su parte (a veces en colaboración con la FIM), ha publicado Seis conferencias, Sobre dialéctica, Escritos sobre El Capital y textos afines, y M.A.R.X (Máximas, aforismos, reflexiones, con algunas variables libres).
Para los nuevos lectores de su obra, M.A.R.X, Seis conferencias, Pacifismo, ecologismo y política alternativa, algunos textos de Sobre Marx y marxismo y de Sobre dialéctica, no forman, en mi opinión, un mal conjunto para iniciarse en su lectura.
Seguir aquí.
Para Elmar Altvater (1938-2018), que nos enseñó. In memoriam et ad honorem
Bacon dice que los hombres realmente significativos tienen tantas relaciones con la naturaleza y el mundo, tantos objetos de interés, que se consuelan fácilmente de toda pérdida. No pertenezco yo a estos hombres significativos. La muerte de mi niño me ha estremecido profundamente corazón y cerebro, y sigo sintiendo la pérdida tan fresca como el primer día. Mi pobre mujer está también completamente downbroken.
Marx a Ferdinand Lassalle, 28 de julio de 1855
Lo que ha hecho del marxismo/ algo tan desconocido es sobre todo/ la gran cantidad de obras escritas/ en vano sobre el asunto./ Por eso es tan importante/ poner al descubierto sus/ eminentes valores críticos.
Bertolt Brecht, 1939
En cuanto a la crisis del marxismo: todo pensamiento decente tiene que estar siempre en crisis; de modo que, por mí, que dure.
Manuel Sacristán, 1983
Algunos que acaban de enterrar definitivamente a Marx van a tener que desenterrarlo todavía más deprisa. Porque el capitalismo, y en especial en sus últimos pujos anarco-ultraliberales, es un callejón sin salida que a mí personalmente me aterra cada vez más. El capitalismo se encierra en vías a las que se condena. La mal llamada economía de consumo se distingue por producir no sólo el producto, sino también el consumidor, que es la función de la publicidad.
Rafael Sánchez Ferlosio, 1990
I
Conviene celebrar los cumpleaños. De amigos, de conocidos, de familiares... y también de los clásicos, sobre todo si son clásicos de tradiciones de emancipación en las que rige aquel lema tan querido por el compañero de Jenny Marx: "Nada humano me es ajeno"
¿Qué es un clásico? Las respuestas son numerosas y diversas. La aproximación del autor -de un texto que es todo un clásico del marxismo hispánico, su presentación del Anti-Dühring- de Las ideas gnoseológicas de Heidegger:
Por regla general, un clásico -por ejemplo, Euclides- no es, para los hombres que cultivan su misma ciencia, más que una fuente de inspiración que define, con mayor o menor claridad, las motivaciones básicas de su pensamiento. Pero los clásicos del movimiento obrero han definido, además de unas motivaciones intelectuales básicas, los fundamentos de la práctica de aquel movimiento, sus objetivos generales.
Los clásicos del marxismo eran, por ello, clásicos de una "concepción del mundo", de una cosmovisión, de una "ideología general" (si se permite el uso de un término que Sacristán nunca consideró positivamente desde una perspectiva gnoseológica), no son clásicos de una teoría científica determinada.
Esto tiene como consecuencia una relación de adhesión militante entre el movimiento obrero y sus clásicos. Dada esta relación necesaria, es bastante natural que la perezosa tendencia a no ser crítico, a no preocuparse más que de la propia seguridad moral, práctica, se imponga frecuentemente en la lectura de estos clásicos, consagrando injustamente cualquier estado histórico de su teoría con la misma intangibilidad que tienen para un movimiento político-social los objetivos programáticos que lo definen. Si a esto se suma que la lucha contra el marxismo -desde afuera y desde dentro del movimiento obrero, por lo que suele llamarse "revisionismo"- mezcla a su vez, por razones muy fáciles de entender, la crítica de desarrollos teóricos más o menos caducados con la traición a los objetivos del movimiento, se comprende sin más por qué una lectura perezosa y dogmática de los clásicos del marxismo ha tenido hasta ahora la partida fácil.
La partida fácil se convirtió en partida ganada por la simultánea coincidencia de las necesidades de divulgación, "siempre simplificadora", con el "estrecho aparato montado por Jdhanov y Stalin para la organización de la cultura marxista".
Lo esencial de la aproximación a un clásico lo expresaría Sacristán 14 años después en una conferencia impartida en la Fundación Miró de Barcelona: la pérdida (prudente) del respeto reverencial (no del respeto):
Si de verdad se despoja uno de todo respeto reverencial por los clásicos (sin dar en la mezquindad de dejar de admirarlos y de aprender de ellos, y sin olvidar la advertencia de Eugenio D'Ors según la cual todo lo que no es tradición es plagio), se puede apreciar que toda esta cuestión de lo lógico y lo histórico, sin duda importante y de mucho interés, como todas las cuestiones metafísicas auténticas, puede dar fácilmente en extravagancia estéril cuando se entiende como asunto de metodología científica. En este campo suele acarrear los vicios hegelianos de insuficiencia de la abstracción lógica para que lo cuasi-lógico se pegue bien a lo histórico (mala lógica) y excesiva logificación o racionalización de la experiencia para que ésta resulte lógicamente necesaria (mala empiria).
Recordemos pues a un clásico, a un gran clásico, en el bicentenario de su nacimiento, de la mano de dos de los marxistas españoles (barceloneses-catalanes de adopción), filósofos teóricos y filósofos de la praxis (ambos fueron militantes comunistas durante décadas y activistas de movimientos sociales alternativos como el CANC por ejemplo), que más estudiaron y profundizaron -con mirada abierta, crítica, no reverencial, y alimentándose frecuentemente con aportaciones de otras tendencias filosóficas- en la extensa obra de Marx y en la de otros autores de tradiciones que en él se reconocen.
II
Los primeros artículos de Manuel Sacristán (1925-1985) sobre temáticas marxistas los publicó y difundió poco después de su regreso del Instituto de Lógica Matemática y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Münster y de su matrimonio en Nápoles con la hispanista comunista italiana Giulia Adinolfi, en revistas entonces prohibidas en España como Nuestras ideas ("Humanismo marxista en la Ora marítima de Rafael Alberti") y como materiales de estudio y formación para colectivos comunistas democráticos antifascistas próximos al PSUC-PCE y sus alrededores. En su caso, un caso bastante singular, la lógica, la epistemología, la aproximación a la obra de Marx, Engels y Gramsci (también a la de, entre otros, Marcuse, Korsch, Lukács y Labriola), la militancia y la lucha antifascista confluyeron en unas mismas coordenadas espacio-temporales: Müntser, Westaflia, 1955, 1956, contactos con exiliados políticos y núcleos de resistencia, amistad con el lógico pisano de PCI Ettore Casari (sin olvidar sus preocupaciones poliéticas anteriores próximas al mundo libertario en algunos momentos).
Desde entonces, desde mediados de esos años cincuenta del siglo pasado, hasta su fallecimiento, agosto de 1985, treinta años casi ininterrumpidos de lectura, estudio, traducción, intervención política y lucha clandestina. Durante esas tres décadas, Sacristán fue un profesor universitario (en situación no estable salvo en su último curso) que fue expulsado de la universidad barcelonesa durante unos 11 años por motivos políticos. El rector Valdecasas fue el brazo ejecutor de la "limpieza de rojos y separatistas". El nunca formó parte, por supuesto, del segundo colectivo, si bien fueron las torturas y maltrato al que fueron sometidos estudiantes catalanistas en sus primeros años de Facultad los que le alejaron definitivamente de los instrumentos políticos del Régimen franquista.
Sin olvidar sus trabajos de lógica y filosofía de la lógica (Introducción a la lógica y al análisis formal, Lógica elemental, editada por su hija Vera Sacristán póstumamente en 1995) y de crítica literaria (Lecturas: Goethe, Heine), ni tampoco su tesis doctoral sobre el autor de Sein und Zeit (Las ideas gnoseológicas de Heidegger, un formidable estudio crítico que aúna mirada lógico-epistemológica, análisis filosófico y documentada perspectiva marxista), ¿qué tipo de aportaciones marxianas y marxistas realizó el traductor de Quine, Adorno y Platón siempre en circunstancias difíciles?
Una de las más esenciales y destacadas, su clandestina y arriesgada práctica militante: organización de la lucha antifascista en la Universidad, seminarios clandestinos, materiales de estudio, "gestiones" (reuniones, el término fue usado por él en sus papeles), textos fundacionales, informes partidistas, artículos no firmados, colaboraciones en Nous Horitzons y en Realidad… Aparte de esos trabajos clandestinos: traducciones (la primera traducción legal de Marx y Engels fue presentada, anotada y publicada por él: Revolución en España), prólogos, trabajos para enciclopedias, conferencias, notas de intervención, entrevistas, artículos breves, notas editoriales, artículos largos,… Destaco dos de estos últimos, sus mejores "trabajos filológicos" probablemente: "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia" (1978) y "Karl Marx como sociólogo de la ciencia" (1983).
Gran parte de esta obra marxista y marxiana se encuentra recogida en los "Panfletos y materiales". Fundamentalmente en el volumen I: Sobre Marx y marxismo, y en Pacifismo, ecologismo y política alternativa (edición de su discípulo Juan-Ramón Capella). También algunas páginas y artículos del volumen II, Papeles de filosofía, y del III, Intervenciones políticas. Después de su fallecimiento, Albert Domingo Curto ha editado en Trotta El orden y el tiempo (sobre Gramsci) y Lecturas de filosofía moderna y contemporánea (con textos de temáticas filosóficas diversas que incluyen algunos trabajos marxistas). El Viejo Topo, por su parte (a veces en colaboración con la FIM), ha publicado Seis conferencias, Sobre dialéctica, Escritos sobre El Capital y textos afines, y M.A.R.X (Máximas, aforismos, reflexiones, con algunas variables libres).
Para los nuevos lectores de su obra, M.A.R.X, Seis conferencias, Pacifismo, ecologismo y política alternativa, algunos textos de Sobre Marx y marxismo y de Sobre dialéctica, no forman, en mi opinión, un mal conjunto para iniciarse en su lectura.
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Los actores apoyan a Alberto San Juan tras el “intento de censura” del PP. El PP de Granada pide al Ayuntamiento de Pinos Puente que no se represente "Autorretrato de un joven capitalista español" por radical.
La Unión de Actores y Actrices ha mostrado su apoyo al actor Alberto San Juan ante el "intento de censura" del grupo del Partido Popular en la Diputación de Granada, que ha pedido al alcalde de Pinos Puente que "anule la actuación" prevista del actor con Autorretrato de un joven capitalista español en la citada localidad.
"Con las noticias que nos llegan de Granada, queremos solidarizarnos y mandar nuestro apoyo a Alberto San Juan y todas las personas que participan en su obra, al igual que lo hacemos y lo haremos con todos quienes han sufrido campañas de veto; así como con todos los procesados y encarcelados únicamente por sus opiniones o por las obras que crearon", han señalado.
El pasado domingo 8 de abril el grupo del Partido Popular en la Diputación de Granada y los representantes populares en Pinos Puente acusaron a la institución provincial y al ayuntamiento del municipio, gobernado por el PSOE, de ponerse "al servicio de la ideología más radical y sectaria" al "programar" en el teatro municipal de Pinos Puente la citada obra de teatro.
En un comunicado, la Unión de Actores ha asegurado que "no casa nada bien con la democracia el intento de censura y persecución de quienes, como Alberto San Juan, son creadores artísticos". En este sentido, se han mostrado "totalmente en contra de las persecuciones basadas en la opinión del creador o en el contenido de su obra".
"Consideramos a todo el mundo suficientemente independiente para poder discernir si una creación artística es de su agrado o no lo es; sin que deban los poderes públicos, incluidos los partidos políticos, cercenar la libertad de expresión de los artistas y ciudadanos de este país", han añadido.
La asociación ha recordado que "lamentablemente, en los últimos tiempos se está asistiendo a una constante presión contra los derechos básicos de expresión y creación". "Seguiremos defendiendo que sin los mismos no hay posibilidad de mantener una sociedad auténticamente libre",
han concluido.https://elpais.com/cultura/2018/04/10/actualidad/1523346417_838266.html?rel=lom
"Con las noticias que nos llegan de Granada, queremos solidarizarnos y mandar nuestro apoyo a Alberto San Juan y todas las personas que participan en su obra, al igual que lo hacemos y lo haremos con todos quienes han sufrido campañas de veto; así como con todos los procesados y encarcelados únicamente por sus opiniones o por las obras que crearon", han señalado.
El pasado domingo 8 de abril el grupo del Partido Popular en la Diputación de Granada y los representantes populares en Pinos Puente acusaron a la institución provincial y al ayuntamiento del municipio, gobernado por el PSOE, de ponerse "al servicio de la ideología más radical y sectaria" al "programar" en el teatro municipal de Pinos Puente la citada obra de teatro.
En un comunicado, la Unión de Actores ha asegurado que "no casa nada bien con la democracia el intento de censura y persecución de quienes, como Alberto San Juan, son creadores artísticos". En este sentido, se han mostrado "totalmente en contra de las persecuciones basadas en la opinión del creador o en el contenido de su obra".
"Consideramos a todo el mundo suficientemente independiente para poder discernir si una creación artística es de su agrado o no lo es; sin que deban los poderes públicos, incluidos los partidos políticos, cercenar la libertad de expresión de los artistas y ciudadanos de este país", han añadido.
La asociación ha recordado que "lamentablemente, en los últimos tiempos se está asistiendo a una constante presión contra los derechos básicos de expresión y creación". "Seguiremos defendiendo que sin los mismos no hay posibilidad de mantener una sociedad auténticamente libre",
han concluido.https://elpais.com/cultura/2018/04/10/actualidad/1523346417_838266.html?rel=lom
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