martes, 21 de marzo de 2023

DEPRESIÓN. La ciencia busca nuevos métodos para combatir la depresión: detección precoz de los riesgos y tratamientos individualizados.

El 7,2 % de la población de la UE sufre de depresión crónica y la cifra se multiplica por cuatro en el caso de las mujeres

La depresión es una enfermedad crónica que se caracteriza por un bajo estado de ánimo persistente y, quienes la padecen, tras sufrir un primer episodio que llega a alterar sus vidas cotidianas, suelen tener recaídas. Cerca de la mitad de personas que han pasado por una depresión la padecen más de una vez. A muchos pacientes, esta afección les acompaña de por vida. Solo en la Unión Europea, el 7,2 % de la población sufre de depresión crónica y, en el caso de las mujeres, el riesgo se multiplica por cuatro.

Mientras la comunidad médica y científica trabaja para mantener esta epidemia global bajo control, una de las ideas que va tomando más fuerza es la de detectar de forma temprana a quienes estén en riesgo de sufrir depresión, ya que con ello se protege su salud mental futura.

“Se está haciendo cada vez más patente que un primer episodio de depresión es el desencadenante de un segundo episodio, por lo que desde un punto de vista científico, existe la probabilidad de que al prevenir el primer episodio se evite el siguiente”, explica Eiko Fried, profesor asociado de Psicología en la Universidad de Leiden, en Países Bajos. También es el investigador principal de WARN-D, un proyecto financiado por la UE con el objetivo de predecir quién corre el riesgo de “caer en el pozo” para después crear un programa personalizado para evitarlo. El proyecto empezó en 2021 y se extenderá hasta 2026.

Primeros síntomas
Si bien ya existen programas de prevención, incluidas las intervenciones psicológicas dirigidas a fomentar la resiliencia, estos solo pueden funcionar cuando el riesgo de padecer un episodio depresivo se identifica a tiempo. WARN-D es el primer estudio que intenta desarrollar un sistema fiable de alerta precoz.

Consistirá en una aplicación para teléfonos inteligentes capaz de monitorizar la salud mental de un usuario en tiempo real y de combinar esta información con los datos de su entorno social, psicológico y biológico. El objetivo es detectar el momento en que la persona está llegando a su límite personal, es decir, el momento crítico en el que una acumulación de problemas la ponen en riesgo de derrumbarse. El desarrollo de la aplicación empezará en los próximos dos años. Primero, el equipo investigador tiene que analizar enormes cantidades de datos en busca de rasgos comunes entre las personas propensas a la depresión.

Su objetivo es agrupar a las personas según un complejo conjunto de rasgos, que incluyen la personalidad (por ejemplo, extrovertida frente a introvertida), los factores que han catalizado el desarrollo de su trastorno (como una infancia traumática) y la capacidad innata de una persona para recuperarse de los contratiempos (también conocida como resiliencia). Es probable que los distintos grupos no respondan a la misma intervención, lo que significa que el programa preventivo debe adaptarse a cada grupo para que los resultados sean positivos.

La juventud en riesgo
La muestra del estudio es de 2 .000 estudiantes adultos jóvenes (captados en grupos sucesivos de 500), residentes en los Países Bajos. Las personas de este grupo demográfico se ven desproporcionadamente afectadas por la depresión y, en consecuencia, revisten especial interés para la comunidad investigadora. “Padecer depresión a una edad temprana se asocia a peores resultados clínicos a lo largo de la vida”, afirma Fried. “Muchas personas jóvenes pasarán más del 20 % de su vida en estado de depresión”.

Otra ventaja de seleccionar a jóvenes estudiantes es que es más fácil convencerles (con la ayuda de un incentivo en metálico de hasta 90 euros) de que lleven un smartwatch día y noche durante los tres primeros meses del estudio, que durará dos años. El reloj registra la actividad, desde los pasos dados hasta las horas de sueño, y detecta los niveles de estrés mediante un sensor de frecuencia cardiaca.

Además, cuatro veces al día se les hacen preguntas sobre aspectos relativos a cómo se encuentran en ese momento y que se cree que influyen en la depresión. Las preguntas pueden tratar sobre cómo han dormido, cuál es su grado de felicidad o enfado, o qué están haciendo en ese preciso momento. Además, cada domingo se les hacen preguntas más generales sobre ansiedad y depresión; por ejemplo, sobre cuáles han sido los mejores y peores acontecimientos de la semana.

“Nuestro gran objetivo es averiguar qué diferencias existen entre las personas en relación con su respuesta al estrés y en qué se parecen”, afirma el Fried. “Una vez que detectemos los aspectos comunes, podremos empezar a trabajar en sistemas que fortalezcan la resiliencia de la gente”.

¿Por qué esta tristeza?
Los síntomas de la depresión van desde la tristeza intensa, el cansancio y la dificultad para pensar hasta los trastornos del sueño, la pérdida de apetito y la falta de interés por actividades que antes resultaban placenteras.

Casi con toda seguridad, las causas de esta enfermedad se deben a la interacción de muchos factores, algunos biológicos y otros ambientales. Puede que, en cierta medida, los genes también influyan, ya que es más probable que una persona desarrolle una depresión si algún miembro de su familia también la ha padecido. Sin embargo, todo el mundo puede caer en una depresión. Entre los posibles factores desencadenantes figuran el estrés, la pobreza, la enfermedad, los cambios hormonales y los acontecimientos traumáticos, como una infancia difícil o un proceso de duelo.

Si bien algunos estudios demuestran que los fármacos pueden ser de ayuda, ahora mismo, la efectividad de los antidepresivos suele ser cuestión de azar, ya que solo la mitad de los pacientes responden positivamente a su primera prescripción. Acertar con la medicación desde el primer momento tendría un efecto muy positivo tanto en las personas con depresión como en la economía, y aliviaría la presión sobre los profesionales de la medicina.

Talia Cohen Solal es neurocientífica y directora ejecutiva de Genetika+, una empresa israelí que desarrolla herramientas para crear tratamientos personalizados contra la depresión. “Actualmente, nuestra estrategia para encontrar la medicación correcta es la de ensayo y error”, explica. “Como resultado, el 63 % de los pacientes prueba varios fármacos y un tercio no responde al tratamiento después de dos rondas”.

Cerebro en una placa de Petri
En su proyecto RxMine, financiado por la UE, Cohen Solal utiliza un modelo de “cerebro en una placa de Petri” (en el laboratorio, mediante tecnología de células madre, se generan células madre y redes cerebrales humanas a partir de muestras de sangre de los pacientes) para determinar el antidepresivo óptimo para cada paciente.

En investigaciones anteriores, el equipo de la investigadora descubrió cambios celulares específicos denominados “biomarcadores” en el tejido cerebral que están relacionados con la capacidad de respuesta de un paciente a un fármaco determinado. Para que una persona responda de forma positiva a un antidepresivo, deben encontrarse suficientes cambios en los niveles de los biomarcadores correspondientes en los modelos cerebrales generados.

El personal investigador sueña con que algún día a todas las personas con depresión se les realice una prueba para determinar qué fármaco es el más adecuado para ellas. Esto podría reducir en un 43 % los costes sanitarios relacionados con la depresión, lo que supondría un ahorro anual de hasta 6.500 € por paciente.

El equipo está ampliando sus estudios con nuevos fármacos, a la vez que trabaja en formas de hacer más eficientes sus procedimientos de análisis. “Esperamos tener algo que podamos poner en marcha en un plazo de dos años”, afirma Cohen Solal. “Nuestra principal aspiración es tratar de encontrar rápidamente el tratamiento adecuado a cada paciente y que no tengan que pasar por el inaceptable y peligroso proceso de ensayo y error para encontrar su medicación”.

La investigación descrita en este artículo ha sido financiada con fondos de la UE. Artículo publicado originalmente en Horizon, la Revista de Investigación e Innovación de la Unión Europea.

‘Sin novedad en el frente’: el auténtico pacifismo de Erich Maria Remarque.

El escritor alemán mostró los horrores de la Primera Guerra Mundial, pero no dudó en ayudar a los aliados en su lucha contra el nazismo.

En muchas de las grandes películas sobre la Primera Guerra Mundial no aparecen batallas, ni combates, a veces ni siquiera disparos. En 1932, Ernst Lubitsch dirigió Remordimiento, un filme sobre un soldado que, en la posguerra, visita un pueblo alemán para buscar a la familia del último soldado que mató. La gran ilusión (1937), obra maestra de Jean Renoir, trata sobre la relación entre oficiales de diferentes bandos en una prisión; Senderos de gloria (1957), prohibida en España hasta la llegada de la democracia, enseñaba la crueldad de la justicia militar; La vida y nada más (1989), de Bertrand Tavernier, relata la interminable búsqueda de los desaparecidos en Francia.

Todos estos filmes —sobre todo los de Lubitsch y Tavernier— demostraban que las guerras no se acaban cuando dicen los políticos, ni siquiera cuando se silencian las armas, sino que dejan una huella que las sociedades tardan años en quitarse de encima. De hecho, como demuestra la extraordinaria novela de Ignacio Martínez de Pisón Castillos de fuego (Seix Barral), a veces las posguerras son tan violentas como las guerras. Se puede sobrevivir a un conflicto y perderlo todo cuando acaba, como le ocurre a muchos de los personajes de Pisón en el Madrid de los años cuarenta.

Dos de las películas que llegaron a la recta final de los Oscar, la alemana Sin novedad en el frente y la irlandesa Almas en pena en Inisherin son filmes de guerra. En el primer caso, se trata de una nueva versión de uno de los grandes clásicos de la literatura antibelicista, escrito por un veterano del conflicto, Erich Maria Remarque (1898-1970), y publicado en 1929, en pleno auge del nazismo. En su primera parte, el filme muestra cómo el patriotismo enloquecido es capaz de llevar a una sociedad a su destrucción. En la segunda, muestra —a veces con un tono más cercano al videojuego que al cine— los horrores de las trincheras y las batallas. En la película irlandesa, en cambio, la guerra es algo remoto y a la vez muy presente.

Ahora que las batallas han regresado a Europa, resulta muy interesante repasar todo ese arsenal bélico —aunque, en realidad, la guerra nunca se fue muy lejos: Yugoslavia tiñó de sangre el final del siglo XX y, apenas empezado el XXI, Vladímir Putin comenzó en Crimea y luego siguió en el Donbás su ofensiva para destruir Ucrania—. Los expertos todavía debaten sobre los orígenes de la Primera Guerra Mundial —el historiador Christopher Clarke acuñó el concepto de “sonámbulos” para explicar la estupidez de las grandes potencias que avanzaron hacia el abismo sin darse cuenta—, pero sus consecuencias fueron clarísimas: el nazismo, la Segunda Guerra Mundial, el desastre total, el Holocausto… “Los horrores de la Europa del siglo XX nacieron de esta catástrofe que fue, en palabras del historiador estadounidense Fritz Stern, ‘la primera calamidad del siglo XX, la calamidad de la que surgieron todas las demás calamidades”, escribe Clark en Sonámbulos.

Sin novedad en el frente nos enseña a odiar las guerras; pero también nos permite entender que el despotismo debe ser frenado. El pacifismo de pacotilla de los que rechazan armar a Ucrania y quieren entregarle medio país a un tirano que pronto se lanzará por otros territorios y otras víctimas no es el de Remarque, cuyos libros fueron quemados por los nazis, que ejecutaron a su hermana pequeña en 1943 acusada de derrotismo. Desde su exilio estadounidense, él nunca dudó: denunció los crímenes de Hitler y colaboró con los servicios secretos de los Aliados. Odiaba la guerra; pero era consciente de que, si nadie se enfrenta al mal, seguirá avanzando.

lunes, 20 de marzo de 2023

ChatGPT y el método socrático.

La inteligencia artificial se incorporará también al aula, porque ninguna tecnología que sea útil ha dejado de utilizarse

Mientras los docentes se esfuerzan por desarrollar métodos de enseñanza capaces de incorporar las nuevas tecnologías y capturar la atención de unos alumnos cada vez más saturados de estímulos, la tecnología avanza a una velocidad que deja obsoletas las innovaciones antes incluso de que lleguen a implantarse. El pasado 30 de noviembre la compañía Open AI, creada en 2015, lanzó al mundo su ChatGPT, un sistema de inteligencia artificial basado en los modelos neuronales del lenguaje, capaz de hacer de forma autónoma y en cuestión de segundos un resumen perfecto de un informe, traducir un texto, construir un soneto, redactar una noticia o crear un cuento.

Esta nueva herramienta ha generado grandes expectativas. En cinco días logró más de un millón de usuarios y está siendo la gran novedad tecnológica de este año. Las prestaciones que ofrece suponen un salto más disruptivo del que en su momento fueron los motores de búsqueda. El acceso rápido a cualquier información depositada en la red permitió un gran salto en todos los trabajos relacionado con el conocimiento. ChatGPT va más allá. No se limita a ofrecer, como hace Google, una relación de accesos a webs y datos que luego hay que valorar, ordenar, relacionar e interpretar. La propia herramienta hace ese trabajo.

Es cierto que todavía tiene importantes limitaciones, entre ellas que no es capaz de distinguir lo que es verdadero de lo que es falso, si está bien presentado, y que la información que ahora maneja es la producida hasta 2021, pero como recordaba el investigador Michael Wooldridge, del Instituto Alan Turing de Londres, harían falta mil vidas humanas para poder leer todos los textos que tiene introducidos en el sistema. Si en sus primeros pasos ofrece unos resultados tan espectaculares, en un lenguaje tan natural, qué no será cuando tenga acceso a la última información disponible en la red y mejore sus programas de autoaprendizaje.

Todo esto va a tener un impacto enorme en todos los ámbitos relacionados con el conocimiento, pero especialmente en el aula. En los procesos de aprendizaje. Si disponemos de calculadora, ¿para qué aprender a dividir o dedicar tiempo a hacer ejercicios de cálculo? Con el ChatGPT se planteará el mismo viejo dilema, pero aplicado a todo lo que se puede aprender. Hasta ahora, el reto de los docentes era enseñar a los alumnos a buscar en Internet. A discernir entre las fuentes fiables de las que no lo son. A saber interpretar los datos obtenidos y utilizarlos de forma rigurosa y creativa.

Cualquier profesor puede ahora averiguar si el trabajo de un alumno es un mero corta y pega. Basta con hacer una búsqueda en Google para descubrir un plagio. Con ChatGPT va a ser prácticamente imposible discernir de dónde procede la información. Porque todo lo que crea es un trabajo original… hecho a demanda. Y puede utilizar el lenguaje de una forma más precisa, rápida y con más gracia que muchos estudiantes. Y con el tiempo, podrá hacerlo también de forma más creativa.

Todo esto simplifica el acceso a la información, pero complica la enseñanza y el aprendizaje. Al final, la inteligencia artificial se incorporará también al aula, porque ninguna tecnología que sea útil ha dejado de utilizarse. Pero habrá que saber manejarla y es posible que al final del camino, todas estas innovaciones nos conduzcan, paradójicamente, de vuelta a la oralidad. Será la única forma de evaluar. Que el alumno utilice las herramientas que quiera y pueda para buscar la información, pero que sea capaz de explicar el resultado. En persona y de viva voz. Eso llevará a poner más énfasis en la pregunta y en las consecuencias de la respuesta, que en la tecnología. Se trata de incorporar la inteligencia artificial en el aula como una extensión de nuestro cerebro, y utilizar la propia inteligencia, como siempre, para cuestionar las respuestas y resolver los dilemas que se nos presenten. Larga vida al método socrático.

https://elpais.com/sociedad/2023-01-16/chatgpt-y-el-metodo-socratico.html

domingo, 19 de marzo de 2023

_- La isla que reveló la esencia del ser humano. El médico Kári Stefánsson emprendió hace un cuarto de siglo una tarea descomunal: leer el ADN de los habitantes de Islandia en busca de los secretos de la vida y las causas genéticas de las enfermedades.

_- El médico Kári Stefánsson emprendió hace un cuarto de siglo una tarea descomunal: leer el ADN de los habitantes de Islandia en busca de los secretos de la vida y las causas genéticas de las enfermedades

Hay un hombre que tiene sangre de casi todos los habitantes de su país almacenada bajo su despacho. Es Kári Stefánsson, un visionario médico islandés de 73 años que, hace un cuarto de siglo, tuvo una ambiciosa idea: utilizar su singular nación natal, una isla volcánica pegada al círculo polar ártico, como gigantesco laboratorio para desentrañar la esencia del ser humano. Más de la mitad de la población, unos 180.000 voluntarios, han acudido durante este tiempo a la llamada de Stefánsson. La empresa que fundó y dirige, deCODE, ha analizado el ADN de todos ellos, revelando miles de variantes genéticas vinculadas a enfermedades comunes, como el cáncer y el alzhéimer. Es lo que el genetista Francis Collins, exdirector de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, llama “el lenguaje de Dios”.

Stefánsson se queda pensativo, reflexionando sobre esa metáfora religiosa, mientras por la ventana entra la extraña luz del sol de Reikiavik. Tras 20 larguísimos segundos de silencio, el médico arranca a hablar. “Tengo mis dificultades con el tipo de Dios en el que cree Francis Collins. Si me encontrase hoy por la calle con ese Dios omnipotente que puede hacer cualquier cosa, probablemente le diría que es un cabrón increíble. ¿Por qué permites que haya guerras? ¿Por qué dejas que mueran niños?”, inquiere con la mirada clavada en el aire, como si realmente estuviera interpelando a un dios presente en la sala.

A unos metros bajo los pies de Stefánsson hay una inmensa cámara frigorífica, a 24 grados bajo cero, en la que brazos robóticos manejan tubitos con las muestras sanguíneas de los 180.000 generosos islandeses que han aceptado ceder su sangre y su historial médico a una empresa privada con ánimo de lucro. Los descubrimientos cosechados desde 1996 —miles de factores de riesgo de enfermedades, pero también algunas claves genéticas de la personalidad humana— se han publicado en las mejores revistas científicas del mundo.

En Reikiavik todo está cerca. A unos minutos caminando desde el despacho de Stefánsson se encuentra el Museo Nacional de Islandia. Un manuscrito milenario relata que los vikingos noruegos se asentaron en la isla a partir del año 874. Cerca de la entrada del museo, bajo una vitrina en el suelo, yace el esqueleto de uno de los primeros pobladores de la isla: un guerrero enterrado con su imponente espada y su caballo. Por los pasillos hay cuernos vikingos para beber, representaciones de criaturas fantásticas y referencias a divinidades olvidadas, como Thor y Odín, que un día atemorizaron a la humanidad y hoy solo demuestran, como dice Stefánsson, que los dioses son inventos humanos.

El genetista español Carles Lalueza, histórico colaborador de deCODE y director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, afirma medio en broma que, “por increíble que parezca, todos los islandeses son parientes, más o menos lejanos, de la cantante Björk o de sus propias parejas”. Y no exagera mucho. Unas 10.000 personas —en su mayoría hombres vikingos procedentes de lo que hoy es Noruega y mujeres raptadas en las islas británicas— se asentaron en la isla en apenas seis décadas tras el año 874. Casi todos los islandeses actuales pueden iniciar su árbol genealógico con alguno de aquellos pioneros. Stefánsson, por ejemplo, afirma que desciende de Egill Skallagrímsson, un hombre nacido en el año 910 que fue uno de los grandes poetas islandeses y también uno de los habitantes más feos de la isla, según suele bromear el médico. Esa escasa diversidad genética hace que Islandia sea un lugar ideal para buscar los errores en el ADN que producen las enfermedades humanas.

Stefánsson rumia pensamientos sobre la muerte. Uno de los últimos avances de su empresa es un método para predecir el fallecimiento de una persona en cinco años. Los investigadores hicieron un seguimiento de unos 23.000 islandeses durante 14 años, midiendo sus niveles sanguíneos de miles de proteínas. La nueva herramienta fue capaz de clasificar a personas sexagenarias y septuagenarias en función de su cercanía a la muerte. En el grupo señalado como de alto riesgo, murió el 88% de los participantes. En el de menor riesgo, solo falleció el 1%. El propio Stefánsson reconoce que esta posibilidad de predecir la muerte de una persona es “escalofriante”.

El médico recibe a EL PAÍS tras una visita a sus instalaciones organizada y pagada por Amgen, la farmacéutica estadounidense que en 2012 compró deCODE por unos 320 millones de euros. La empresa islandesa nunca supo convertir sus descubrimientos científicos en dinero y entró en bancarrota en 2009, el año en que todo el país nórdico se hundía en una crisis económica que acabó con decenas de banqueros corruptos condenados a prisión. Stefánsson es un empresario peculiar y controvertido. Habla más de poesía que de negocios. Defiende que un buen científico debe leer al menos medio centenar de novelas al año. “El idioma es la herramienta con la que piensas. Y para poder pensar cosas nuevas necesitas dominar el lenguaje. Tienes que ser un acróbata de las palabras”, argumenta.

Stefánsson cuenta sin rodeos que está muy triste y deprimido. Hace medio año falleció su esposa, con la que convivió 53 años. Todavía está “aprendiendo a vivir sin ella”. El médico, que suele pasar sus vacaciones en España y es un enamorado de poetas como Antonio Machado y Octavio Paz, escribe versos para intentar deshacerse del dolor. Él mismo se hace una pregunta, quizá la más importante de todas, en voz alta: “¿Qué es la vida?”. Y ofrece una respuesta sin lirismo: “La vida son todos los sistemas que se ensamblan a sí mismos, contienen ADN, permiten que ese ADN se copie y facilitan que, sobre la base de esas copias, se formen otros sistemas autoensamblables del mismo tipo”.

A juicio de Stefánsson, eso es todo. El ADN —la molécula con las instrucciones para formar un ser humano a partir de un óvulo fecundado— solo quiere multiplicarse. Es una receta escrita con carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo, al mando de cada célula humana. “Está claro que el ADN no existe para prestar servicio a los seres vivos. Los seres vivos existen para servir al ADN. La preservación del ADN es el propósito de la vida”, explica con una sonrisa amarga. “No es muy romántico, pero no hay Dios. Y es una pena, porque sería útil tener uno”, añade con sorna.

Stefánsson recuerda un poema que escribió un día de 1996, cuando se replanteó el sentido de la vida tras el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta de otro animal. “Encuentro, perdida en el resplandor de un día soleado, la felicidad de un hombre infeliz, afortunado por ser solamente una única copia de sí mismo. Todo lo demás apesta”, recita con entonación y gestos.

La producción científica de Stefánsson es inabarcable. Ha firmado el 5% de todos los estudios publicados en la revista especializada Nature Genetics en poco más de una década. Sin embargo, la esencia humana es más compleja de lo que imaginó cuando fundó deCODE. En 2003, Stefánsson proclamó que esperaba desarrollar “al menos 10” fármacos a partir de sus descubrimientos de variantes genéticas asociadas a enfermedades. Todavía no existen. “Hay cosas en desarrollo que, espero, llegarán al mercado tarde o temprano”, afirma el médico.

El desafío es descomunal. La comunidad científica sabe desde la década de 1980 que determinadas mutaciones en el ADN, en un gen llamado KRAS, inician el cáncer en millones de personas. Sin embargo, el primer fármaco inhibidor de KRAS llegó a los hospitales el año pasado. El sotorasib, desarrollado por Amgen, inhibe una mutación específica, denominada KRAS G12C, que está implicada en el 13% de los casos de cáncer de pulmón no microcítico, el tumor pulmonar más habitual. El bioquímico Ray Deshaies, vicepresidente científico de Amgen, habló con sinceridad en una rueda de prensa en Reikiavik con motivo de los 25 años de su filial islandesa. “[El retraso de más de tres décadas] no ha sido porque no supiéramos lo que queríamos hacer, que era inhibir KRAS, sino porque no teníamos ni idea de cómo hacerlo”, reconoció.

Stefánsson estira los brazos sobre la mesa. “Es más fácil llevar a un ser humano a la Luna que hacer un fármaco realmente bueno”, reflexiona. “Y, sin embargo, la industria lo consigue”, subraya. El médico recuerda el caso del sida, provocado por un virus que se detectó en 1983 y desde entonces ha matado a más de 36 millones de personas, pero que ya es controlable con una simple pastilla al día. “Eso es excelente, hay que admitirlo. Aunque la industria farmacéutica sea un poco irritante, al menos destaca”, zanja.
La estadounidense Amgen es una de las 15 mayores farmacéuticas del mundo, con un beneficio de unos 7.000 millones de euros el año pasado. Su política de precios ha sido muy polémica en los últimos años. Su fármaco blinatumomab, contra un tipo muy agresivo de leucemia, salió al mercado en Estados Unidos en 2014 por unos 145.000 euros por paciente, convirtiéndose en uno de los medicamentos contra el cáncer más caros del mundo.

El biólogo Robert Bradway, director ejecutivo de Amgen, afirmó en una conferencia en Reikiavik que ni siquiera uno de cada 10 de sus fármacos experimentales, que parecen prometedores en animales, funciona en los ensayos en humanos. “Los ratones son maravillosos. El problema es que son y siempre serán ratones. Y los ratones no son buenísimos para predecir qué pasará en los humanos. Lo que cure la obesidad en ratones puede que no funcione en las personas”, lamentó Bradway. La mayor parte de las variantes genéticas descubiertas por deCODE solo aumentan ligeramente el riesgo de padecer una enfermedad —hay unas 3.000 asociadas a la obesidad—, pero algunas de esas mutaciones pueden desvelar el mecanismo de una patología. Por eso Amgen decidió comprar la empresa islandesa en 2012.

Bradway repite un dato habitual en la industria farmacéutica: engendrar un fármaco requiere unos 15 años y 2.300 millones de euros. Son cifras muy discutidas por algunas organizaciones, como la suiza Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, que ha invertido solo 55 millones de euros para desarrollar un fármaco eficaz contra la enfermedad del sueño. El director ejecutivo de Amgen ganó en 2021 más de 20 millones de euros, 166 veces más que el trabajador medio de su empresa, según la información pública de la propia compañía.

Kári Stefánsson admite los claroscuros. “Es evidente que existe un cierto conflicto entre el interés público y el de las empresas privadas con ánimo de lucro que se dedican a desarrollar fármacos. Sin embargo, hay muchos más intereses comunes de lo que se cree”, opina. El médico recuerda que, semanas antes de que la covid obligara a la humanidad a esconderse en sus casas, llamó a la dirección de Amgen para pedir que le dejaran las manos libres para dedicarse a investigar el nuevo coronavirus. “Hazlo, por el amor de Dios”, le respondieron. Sus datos mostraron muy pronto que la mitad de las personas infectadas eran asintomáticas y que los niños apenas enfermaban. Islandia resistió mucho mejor que otros países la terrorífica primera ola de la covid.

El médico islandés, sin embargo, tiene sonoros enemigos. El experto en bioética Henry Greely, director del Centro para el Derecho de las Ciencias de la Vida de la Universidad de Stanford (EE UU), ha cargado públicamente contra la personalidad “desagradable” de Kári Stefánsson y lo ha acusado de aprovecharse de los islandeses sin compartir con ellos sus ganancias. La economista islandesa Svala Gudmundsdottir, en cambio, ha alabado la “conocida generosidad” del fundador de deCODE, por donar caros equipamientos médicos al hospital universitario de Reikiavik y por hacer test masivos de covid a la población sin cobrar un euro.

La empresa islandesa tiene el ADN de familias enteras de la isla. El análisis de estos datos ha revelado sorprendentes claves de la personalidad humana. Stefánsson habla de la “crianza genética”: los genes de los padres, incluidos los que no se transmiten al hijo, marcan el destino de esa persona. Esos genes que tú no tienes influyen en tus notas escolares, en la edad a la que tienes tu primer hijo, en tus niveles de colesterol y en el número de cigarrillos que fumas. “Creo que la libertad está limitadísima en nuestro libre albedrío. Estás genéticamente programado para querer ciertas cosas y para no querer otras”, sentencia Stefánsson. “El libre albedrío es una ilusión”.

Uno de los mejores jugadores de ajedrez de la historia, el estadounidense Bobby Fischer, se mudó a Islandia en 2005 huyendo de las autoridades de su país, que lo perseguían con saña por violar las sanciones contra Yugoslavia al participar en un torneo amistoso en 1992. La fuga a la isla nórdica no fue casual. Fischer era allí un ídolo desde que en 1972 derrotara en el campeonato del mundo de Reikiavik al genio soviético Boris Spassky, en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS. El duelo se vivió en todo el planeta como si fuera una auténtica batalla con bombas atómicas sobre un tablero ajedrezado. Al regresar a Islandia más de tres décadas después, ya enfermo y cerca de la muerte, Bobby Fischer se hizo amigo de Kári Stefánsson.

El gran maestro estadounidense, de 62 años, había perdido por entonces la cabeza, víctima de “una especie de psicosis paranoica”, según recuerda el islandés, y de una obsesión contra los judíos, los negros y las mujeres. Los dos nuevos amigos paseaban por Reikiavik manteniendo, pese a todo, conversaciones que de vez en cuando eran “maravillosas”. El documental islandés Yo y Bobby Fischer (Fridrik Gudmundsson, 2010) muestra algunas de aquellas charlas memorables. En una de ellas, a bordo de un coche en marcha, el ajedrecista arremete contra la investigación genética y la compara con el trabajo de los físicos que hicieron posible la bomba atómica. La discusión, una auténtica clase de filosofía, acabó a gritos, pese a que Stefánsson empezó conciliador.

—Lo que hacemos en mi empresa es, simplemente, intentar descubrir de qué trata la vida, no la manipulamos de ninguna manera.

—Igual que los científicos estaban intentando descubrir de qué trata el átomo y mira a qué ha conducido.

—Ha conducido a un conocimiento más profundo de…

—¡Ha llevado a acumular bombas de hidrógeno!

—Eso no es una consecuencia.

—Sí lo es.

—Es una consecuencia de que hay gente estúpida que se aprovechó de manera malvada. No puedes…

—El…

—¡Escúchame! Si intentas prohibir el descubrimiento de nuevos conocimientos, estarás empezando a controlar el mundo con consecuencias impredecibles. ¡No sabes en qué consisten esos conocimientos hasta que los descubres! ¿Cómo vas a controlar lo que podemos descubrir?

Stefánsson rememora ahora aquellas discusiones. Desde la muerte de Bobby Fischer, en 2008, deCODE ha seguido iluminando los entresijos genéticos del ser humano, gracias a los 180.000 voluntarios de Islandia y a otros dos millones de personas que se han sumado desde otras partes del mundo. Otros países, como el Reino Unido, también se han lanzado ahora a intentar leer de manera masiva el ADN de sus ciudadanos. “El conocimiento en sí mismo nunca es maligno”, insiste Stefánsson. Tras un cuarto de siglo descubriendo diferencias genéticas entre los seres humanos, el médico islandés se queda con una lección aprendida en su remota isla volcánica: “Tenemos que recordar que somos una única especie. Lo que nos separa es mucho menos que lo que nos une. No debemos utilizar la diversidad para discriminarnos unos a otros. Deberíamos celebrar la diversidad humana”.

sábado, 18 de marzo de 2023

Ni todos malos ni todos iguales

Comenzaré el artículo con una historia que luego voy a criticar. Lo advierto para que el lector o lectora no se regodee demasiado en su lectura y en su conclusión. Cuentan que un político muere y va al otro mundo. Al llegar allí le dicen que la norma existente es que tiene que pasar veinticuatro horas en el infierno y otras veinticuatro en el cielo. Y que luego tendrá que decidor dónde quiere pasar la eternidad. Y lo tendrá que decidir con cuidado porque no puede retroceder en la decisión.

Dice que él quiere ir al cielo para toda la eternidad pero le responden que la norma es la norma y que primero tendrá que probar en el cielo y en el infierno durante un tiempo exactamente igual. Le dan a elegir por dónde quiere empezar y dice que mejor por el infierno. Al entrar ve a otros políticos de su partido que pasean con unos trajes elegantes. Tienen rostros juveniles, parecen contentos mientras conversan amigablemente entre risas. El clima es magnífico y todo parece resplandecer. Después de caminar se encuentra con un reluciente campo de golf, en el que echa unos hoyos con una preciosa joven que llega al mismo tiempo.

Pregunta dónde puede comer algo y le dicen que hay un restaurante llamado El Tridente, donde puede elegir manjares exquisitos y vinos de altísimas marcas. No puede estar más feliz. Se acerca con su recién estrenada amiga y piden langosta, caviar y otras viandas exquisitas. Los vinos, tintos, rosados y blancos no pueden ser de mejor calidad.

Después de la comida, les dicen que hay bailes, fiestas y licores a discreción. Van pasando las horas y casi se ha olvidado ya de qué es lo que está haciendo allí. De pronto le avisan de que ha terminado su estancia en el infierno. Lo lamenta, pide quedarse allí definitivamente y le responden taxativamente que no es posible. Entonces recuerda que ahora le toca disfrutar del cielo. Con buen criterio se argumenta que si eso ha sido el infierno, qué no será lo que le espera.

Abren las puertas del cielo y ve unas nubes blancas y esponjosas de diferentes tamaños. No hay nadie, hecho que le sorprende y preocupa. Pensó que, al menos su amiga, estaría en la nueva prueba. Pregunta por ella y le dicen que no vendrá nadie. Le dan un arpa y, sorprendido y enfadado, dice que no sabe tocar y que no tiene ningún sentido musical. Él rechaza la prueba y dice que ya tiene la decisión tomada. No quiere pasar todo ese tiempo, acompañado del arpa y saltando de nube en nube. Dice que ha hecho amistades en el infierno y que quiere volver allí cuanto antes para toda la eternidad. Le dicen que no es posible. Tiene que completar la prueba. Las veinticuatro horas se le hacen eternas. Se aburre como una postra mientras se reafirma en la decisión tomada. No hay comparación.

Cuando le avisan de que ha terminado la segunda estancia, le proponen que elija con sumo cuidado dónde quiere pasar la eternidad Con cuidado porque no hay marcha atrás. Sin dudarlo ni un segundo dice que quiere ir al infierno. Le insisten en que tiene que elegir con mucho cuidado y él se reafirma en lo dicho.

Cuando entra en el infierno se lleva un susto terrible. Están los políticos de su partido, pero ahora visten trajes andrajosos, sus rostros son decrépitos y están buscando comida en la basura. El clima es asfixiante y el olor insoportable. Se dirige al campo de golf para distraer su enfado y para localizar a su amiga. Pero el campo está calcinado. Cuando pregunta por la comida le dicen que tiene que hacer lo que ha visto que hacían sus compañeros de partido: buscar en el basura algo que se pueda llevar a la boca.

Quiere cambiar la decisión y le responden que no es posible, que fue advertido de forma clara reiterada. Tenía que elegir con sumo cuidado porque no se podía cambiar la decisión. Entonces pide formular una enérgica protesta y le aconsejan que vaya a las oficinas del infierno para presentar su queja. Así lo hace.

No hay derecho. Estoy indignado. He pasado ayer veinticuatro horas maravillosas y, ahora, cuando he elegido pasar aquí la eternidad me encuentro con una situación insoportable. ¿Qué ha sucedido?
Muy sencillo, señor, le dicen, es que ayer en el infierno estábamos en campaña electoral.
Es probable que esta historia sea celebrada con risas y aplausos cuando se cuenta en corrillo o en una tertulia. Viene a confirmar esa sospecha de que todos los políticos son falsos y mentirosos.

Siempre es bienvenida la descalificación y la crítica a la clase política.. No caemos en la cuenta de que ese rechazo, esa crítica indiscriminada, esa condena constante y generalizada es profundamente antidemocrática.

Sé que este es un artículo que va contra la corriente, sobre todo en tiempos preelectorales. La corrupción política es tan escandalosa que corremos el peligro de pensar que todos los políticos son corruptos, delincuentes, mentirosos y ladrones. Cuando se dice que todos los políticos son iguales se quiere decir que todos son igual de corruptos. Pues no. Yo pienso que la mayoría, la inmensa mayoría son personas generosas y docentes. Más o menos acertadas, pero decentes.

¿Hay políticos corruptos? Sí, lamentablemente. Pero también hay arquitectos corruptos. Y médicos y profesores y abogados… Pero hay una especial tendencia a la generalización cuando se produce la corrupción en la política. Y es verdad que tiene una especial gravedad cuando se produce en democracia. Porque esas personas están en el cargo porque los ciudadanos y ciudadanas depositamos en ellas nuestra confianza a través del voto.

Creo que es una mala práctica democrática meterlos a todos en el mismo saco y poner fuera la etiqueta de BASURA. Porque no es verdad que todos puedan meterse en un mismo saco. Y menos en ese saco que les hace a todos despreciables.

Ellos mismos inducen a que realicemos esos juicios injustos e inexactos. Porque, cuando la corrupción se produce en el partido adversario, se trata de extender tramposamente la acusación a todos sus militantes y simpatizantes. He oído decir al señor Maroto, a raíz del “caso mediador” que la droga y la prostitución es como una seña de identidad del partido socialista. Porque ha habido algunos (muy pocos) en Canarias y hubo también algunos (muy pocos) en Andalucía que incurrieron en esas prácticas.

Se equivocan cuando se muestran implacables en condenar la corrupción en el partido adversario. Y mucho menos cuando se produce en el propio partido. No caen en la cuenta de que haciendo esas generalizaciones están echando tierra sobre el propio tejado.

¿Hay curas pederastas? Los ha habido y los hay. Pero, ¿sería justo generalizar y mirar a cada persona embutida en una sotana como un malhechor contra la infancia?

Con esto no quiero decir que no haya que perseguir de forma implacable esos casos de corrupción. Ni los disculpo, ni los minusvaloro. Como decía, son especialmente graves en quienes han traicionado la confianza depositada en ellos por la ciudadanía.

Son celebradas las agresiones a los políticos en las tertulias televisivas y en los programas de radio. Qué decir de los bares y de las peluquerías. Tiene el aplauso seguro quien diga algo ingenioso y despectivo sobre ellos.

Son todos unos sinvergüenzas
Son todos iguales
Son todos unos ladrones
Son todos unos corruptos
Son todos unos mentirosos

Es curioso observar el celo apocalíptico de la de la derecha o de la izquierda cuando descubre en el adversario un atisbo o una imputación o una condena de alguno de sus miembros. La furia condenatoria no tiene limites. Incluso se explora para ver si se encuentra un saco de piedras escondido en el pasado de algún contrincante.

Se da a entender que si lo hace el adversario es diferente, más grave, más alevoso, más perverso, más despreciable, más condenable. Si lo hacen los otros es distinto. Y ese juicio severísimo es especialmente acentuado en época de elecciones. Como si alguien fuera más decente en la medida que denuncia y condena el hecho delictivo de los demás. Ayudémosles a ser honestos. No solo condenando la corrupción. También y, sobre todo, reconociendo su honradez.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2023/03/11/ni-todos-malos-ni-todos-iguales-2/

viernes, 17 de marzo de 2023

PROFESORADO. Matthew Kraft, investigador: “Si no cambiamos lo que los profesores hacen dentro del aula, las leyes no cambiarán nada”.

El profesor de la Universidad de Brown, uno de los referentes en el estudio de la carrera docente en EE UU, defiende las tutorías individuales y la necesidad de valorar y promover el desarrollo de los profesionales de la educación.

Matthew Kraft (St. Louis, Missouri, 41 años) comenzó a trabajar como profesor de secundaria en California poco después de graduarse en Relaciones Internacionales en Stanford. Fue en esa época, mientras desarrollaba un programa que el director de un instituto de Berkeley le había encargado para enganchar a adolescentes en riesgo de abandono escolar —“Fue un reto enorme y mis alumnos me enseñaron un montón”—, cuando decidió que quería contribuir a mejorar el sistema educativo en su conjunto. Hoy, doctorado en Análisis Cuantitativo de Política Educativa por la Universidad de Harvard, profesor asociado de Educación y Economía en la Universidad de Brown, con su experiencia al hombro como maestro de a pie y sindicalista, es uno de los investigadores de referencia sobre la profesión docente en Estados Unidos. También sobre los programas de tutorías individualizadas como los que está financiando el Gobierno de Joe Biden para recuperar las pérdidas de aprendizaje causadas durante la pandemia de covid. Kraft se ha tomado un año sabático en Brown para viajar a España como investigador visitante en la Universidad Carlos III y el Centro de Política Económica de la escuela de negocios Esade (EsadeEcPol), donde este jueves ofrecerá una de las conferencias del encuentro anual del think tank en Madrid.

Pregunta. ¿A qué se refiere cuando habla de tutorías?
Respuesta. Me refiero básicamente a instrucción individual. Hay un mercado privado enorme para este tipo de clases particulares. También en Estados Unidos. Es un mercado de unos 6.000 millones de dólares al año [algo más de 5.600 millones de euros]. Hay muchísima demanda. Y también mucha base científica que demuestra que su eficacia es enorme, mucho mayor que casi cualquier otra intervención que se haya medido en escuelas de primaria y de secundaria. Así que la idea es buscar la manera de ofrecerlo en la escuela pública, es decir, de dar a los alumnos más instrucción personalizada y de democratizar el acceso a este tipo de enseñanza. La idea es ofrecer clases dedicadas totalmente a esta instrucción individual o en grupos muy pequeños, nunca más de cuatro, porque si no se empieza a acercar demasiado a un aula, con sus dinámicas y sus necesidades.

P. Estamos hablando, entonces, de tutorías que se integrarían dentro del horario lectivo, no de refuerzos extraescolares después de las clases.
R. Eso es. Y es muy importante hacerlo de esa forma porque cuando se ofrecen fuera de la jornada escolar surgen bastantes barreras: unos alumnos tienen dificultades con el transporte si tienen que ir a otro centro, o tienen problemas de acceso a internet si tienen que utilizar algún recurso online… Además, se trata de un programa que creo que no solo puede ser un apoyo académico, sino socioemocional, por el hecho de que cada alumno pueda tener a alguien que le conozca, que le apoye y le ayude a atravesar su camino escolar.

P. Pero para eso harían falta muchos, muchos profesores.
R. Claro, sería un programa intensivo a nivel humano y, desde luego, si estamos pensando en aplicarlo en la escuela pública, deberíamos tener una oferta más allá de los profesores. Pero si, como yo propongo, queremos además que sea sostenible a largo plazo, tampoco podemos hacerlo solo a base de voluntarios [así se está haciendo en muchos de los programas que están poniendo en EE UU]. Por ejemplo, podrían ejercer como tutores universitarios en prácticas que estén cursando carreras de Educación, lo que les daría un montón de experiencia con los alumnos. También se podrían establecer programas de alumnos voluntarios de secundaria que trabajasen con alumnos de primaria, obviamente con formación y apoyo… Yo veo la figura de los tutores como un portfolio de posibles perfiles: universitarios en prácticas, alumnos de secundaria voluntarios, profesores jubilados, voluntarios de asociaciones, pero también, como un perfil específico dentro de la carrera docente. Porque no queremos tutores que cambien cada semana; la idea es establecer una relación personal que se mantenga a lo largo de un trimestre, de un curso entero. La base de esta intervención es esa relación.

P. ¿Sería entonces una especie de evolución y desarrollo del sistema de desdobles?
R. Algo así. Yo veo las tutorías como una versión avanzada de un sistema educativo. Creo que podemos complementar la enseñanza con grupos de instrucción más personalizada que ayuden a los alumnos a superar sus dificultades, pero también que alivie a los docentes de la carga continua de trabajar solo, aislado, con una clase de 30 alumnos.

P. Precisamente, usted ha estudiado en profundidad la situación de la profesión docente en EE UU. ¿Cómo la describiría?
R. Se ha producido un auge y una caída de la profesión docente a lo largo de cinco décadas y ahora mismo está en su nivel más bajo. Y no es algo que haya ocurrido de repente, después de la pandemia; la caída comenzó en torno a 2010 y las consecuencias se pueden ver, por ejemplo, en la disminución de interés en la carrera de las nuevas generaciones. Solo el 37% de los padres dicen que les gustaría que sus hijos fueran profesores, un 50% menos que hace 12 años. Pero eso es solo una parte del problema, el de los profesores del futuro. Los que ya están trabajando manifiestan unos niveles de satisfacción bajísimos y unos niveles altísimos de burn-out [el síndrome del profesor quemado]. Esto ha provocado un nivel creciente de rotación y abandono, que impide el desarrollo profesional de los profesores y perjudica el aprendizaje del alumnado.

P. Y ¿cómo se arregla eso? Porque supongo es una cuestión de dinero, pero no solo.
R. Cuando hablas con los docentes, enseguida te das cuenta de que nadie ha elegido esa profesión para hacerse rico, sino porque le encanta trabajar con los jóvenes y porque quiere cambiar el mundo y contribuir a su comunidad. Pero, al mismo tiempo, tienen que poder vivir dignamente. Y en Estados Unidos, en algunos Estados, a los profesores se les está expulsando de la clase media; se ven obligados a tener un segundo empleo simplemente para poder pagar un piso compartido. En EE UU tenemos que aumentar los sueldos de los docentes. Eso es así. Punto. Pero eso no va a cambiar el sistema. Debemos pagarles más, pero no a todos igual. La carrera docente es demasiado plana —una característica que desincentiva a muchos jóvenes— y creo que debemos asociar los sueldos a distintas etapas de la profesión, con profesores formadores, profesores que estén con un pie en la escuela y otro en la universidad, investigando, desarrollando currículos, apoyando a sus colegas… Hay puestos que sí tienen ciertos aumentos de sueldo, pero no conllevan ningún otro reconocimiento fuera del sistema…

P. En España ha habido intentos, desde hace más de tres décadas, por establecer una carrera docente de ese estilo, con unos escalones y una progresión que tenga que ver con los puestos, los perfiles, los méritos… Pero Administraciones y maestros nunca han logrado ponerse de acuerdo. ¿Cómo se conjugan las legítimas reclamaciones laborales con la necesidad de mejorar el sistema?
R. Creo que los propios profesores tienen la oportunidad de pilotar ellos mismos el desarrollo de su profesión y cambiarlo desde dentro. Pero, cuando no se les valora, no tienen más opción que centrarse en aumentos de sueldos iguales para todos, sin ninguna consideración a las características de cada puesto. Yo creo que a veces lo que pasa es que los administradores, los políticos ven que hay una necesidad de mejorar el sistema, pero no se toman la molestia de sentarse con los profesores para abrir un diálogo sobre la manera de avanzar con ellos, no en su contra. Entonces, las políticas se les caen encima. Pero si los docentes se pusieran a la cabeza de la mejora proponiendo un sistema de evaluación y acompañamiento, eso les daría argumentos para reclamar mejoras salariales e incentivos que consigan atraer y mantener a los mejores dentro de la profesión.

P. Entonces, ¿cree que es necesario evaluar a los profesores?
R. En cualquier profesión existe alguna forma de evaluación. Pero medir la calidad de un profesor, hacerlo bien, de una forma rigurosa, es costoso, porque necesitas muchos elementos de valoración. Idealmente, el director, los compañeros y alguien externo a la escuela les observarían trabajar en el aula y analizarían su práctica docente. Pero en Estados Unidos nos concentramos sobre todo en la idea de que hay malos profesores y, por tanto, hay que medir su desempeño para localizarlos y despedirles. Y no digo que esta sea la única razón de la pérdida de atractivo de la profesión, pero es una de ellas. Además, parece que hemos olvidado que es un trabajo muy difícil. Es un reto enorme convertirse en un profesor eficaz. Hay dos vías ideológicas para el proceso de rendición de cuentas: mejorar el profesorado despidiendo a los peores y reemplazándolos, o mejorando el trabajo de la gran mayoría, de los que no se les da tan bien y de los que ya son buenos, que pueden llegar a ser buenísimos. Obviamente, hay que garantizar unos mínimos, pero por eso mismo, en lugar de defender a todos con independencia de su desempeño, los sindicatos podrían ser los encargados de mantener ese nivel mínimo, promoviendo una cultura de mejora continua y con ello, además, pueden evitar las políticas de evaluación externa.

P. Ahora que se ha iniciado de nuevo un proceso para establecer una carrera docente en España. ¿Qué lecciones se pueden aprender del caso estadounidense?
R. Una lección clave es que la implantación de una política es lo más importante para lograr su éxito. Podemos escribir una ley preciosa, pero si la implantamos de una manera desequilibrada o meramente burocrática, no va a cambiar la forma de enseñar. Y si no cambiamos lo que los profesores están haciendo de verdad dentro del aula, las leyes no cambiarán nada. Y para tener éxito hay que involucrar a los profesores. No digo que, si están en contra de una ley, debamos pararla, lo que digo es que hay que tener en cuenta sus propuestas de cómo llevar a cabo las reformas. Otra idea es que las condiciones laborales no solo impactan en la atracción o no de nuevos docentes, sino en la efectividad y eficacia de los que ya están trabajando. Un profesor no es un robot, capaz de ofrecer la misma enseñanza en cualquier contexto. Obviamente, el salario es importante, pero hay bastantes posibilidades de mejorar las condiciones laborales por otras vías. Las infraestructuras, por ejemplo, son importantes y también el número de alumnos por aula, pero nuestras investigaciones han demostrado que lo que más valoran los profesores son cuestiones como el liderazgo del director, la cooperación y la confianza entre los compañeros, el tiempo para planear su currículo y reunirse en equipos o el apoyo de otros perfiles como psicólogos y trabajadores sociales.

P. En España también se ha hablado mucho de descentralización educativa y de autonomía de los centros. En su opinión, ¿cuáles son las bondades y los problemas de un sistema tan descentralizado como el estadounidense?
R. Por un lado, es bastante difícil lograr el mismo nivel de rigor en la consecución del currículo, debido a la independencia de las escuelas y su distancia con las políticas a nivel federal. Es realmente difícil generalizar políticas que han funcionado a nivel local. Pero, por otro lado, esa independencia permite a los mejores directores y profesores innovar y generar nuevas ideas; es increíble lo que pueden hacer cuando no tienen limitaciones y barreras. Sin embargo, de nuevo, un sistema tan descentralizado hace difícil replicar esas buenas prácticas.

jueves, 16 de marzo de 2023

_- Qué comidas y bebidas son buenas para la memoria (y cuáles no)

_- Pensar en memorias y comida recuerda la novela seminal "En busca del tiempo perdido" del escritor francés Marcel Proust, quien murió hace un siglo, el 18 de noviembre de 1922.

En "Por el camino de Swann", la primera entrega de la obra, el sabor de una magdalena mojada en té le provoca al protagonista instantáneamente un recuerdo de su infancia.

Desde entonces, a esa experiencia que (casi) todos hemos tenido se le conoce como "momento proustiano" o "madeleine de Proust". Esos recuerdos asociados con la comida "se forman sin ninguna edición consciente", como le dijo a BBC Travel Susan Krauss Whitbourne, profesora emérita de psicología de la Universidad de Massachusetts Amherst

"Involucran áreas muy básicas, no verbales, del cerebro que pueden pasar por alto tu conciencia", explicó.

"Es por eso que puedes tener fuertes reacciones emocionales cuando comes un alimento que despierta esos profundos recuerdos inconscientes.

"Aunque no puedas poner esos recuerdos en palabras, sabes que hay 'algo' que la comida desencadena en lo profundo de tu pasado. El recuerdo va más allá de la comida en sí, a las asociaciones que tienes con ese recuerdo de hace mucho tiempo, ya sea con un lugar o una persona".

Pero, en esa relación entre los alimentos y la memoria, ¿será posible que haya algunos que ayuden a potenciarla?

Según la psicóloga Kimberley Wilson, quien tiene una maestría en nutrición, hay comidas y bebidas que pueden tener un efecto sorprendentemente positivo y otras, negativo, en la memoria.

Esto es lo que le contó a BBC Reel.

Blueberries
"La memoria es nuestra capacidad de recordar información del pasado reciente o lejano.

Tenemos tres tipos de memoria: inmediata, de trabajo y a largo plazo.

Nuestra memoria inmediata solo puede contener información -¡adivinaste!- por poco tiempo: la usarías para marcar un número de teléfono que alguien te acaba de decir sin escribirlo.

Usamos nuestra memoria de trabajo para pensar en acción.

En tareas como tener una conversación, nos ayuda a recordar lo que la persona acaba de decir, entender su significado, conectarlo con la conversación anterior y luego compartir nuestros propios pensamientos.

Con nuestra memoria a largo plazo recordamos información de días o años en el pasado.

Los recuerdos que se guardán en ella se han desplazado de nuestra memoria a inmediata en un proceso llamado "consolidación".

Y resulta que lo que comemos puede tener un impacto en qué tan bien funciona nuestra memoria.

Jugo de uva, uvas y pasas
En un estudio de adultos mayores con problemas de memoria, 500 mililitros de jugo de uva morada por día durante 12 semanas les permitió aprender más palabras en comparación con el grupo placebo.

En estudios con niños que comieron 240 gramos de arándanos frescos les permitió recordar más palabras y recordarlas con mayor precisión 2 horas después.

Entonces, ¿son especiales las uvas moradas y los arándanos?

Pues más o menos. Ambos son fuentes ricas en antocianinas, un tipo de químico vegetal llamado polifenoles que les da su color profundo. Estos compuestos de polifenoles también se encuentran en otras bayas.

Cuando se metabolizan en el cuerpo, mejoran la flexibilidad de los vasos sanguíneos y el flujo de sangre a nuestros cerebros. Esto a su vez proporciona más nutrientes energéticos y oxígeno mejorando nuestro rendimiento cognitivo.

Y no son solo bayas.
El consumo a largo plazo de té verde también se ha relacionado con una mejor memoria a corto plazo, atención de la memoria de trabajo y reducir el riesgo de deterioro cognitivo.

Y también es una buena noticia para los amantes del chocolate porque el cacao mejora el flujo sanguíneo cerebral, aunque debe ser chocolate negro que contenga más del 70% de sólidos de cacao para que pueda cosechar los beneficios.

La regla general es que cuanto más saludable sea la dieta -rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado azul- más grande será el centro de memoria del cerebro y mejor será el rendimiento de la memoria.

Alimentos refinados
Pero, si el chocolate, las bayas y el té verde son buenos para nuestros recuerdos, ¿hay algún alimento que no lo sea?

Décadas de estudios en animales y un número creciente de ensayos en humanos muestran que una dieta rica en alimentos refinados tiene un efecto perjudicial sobre el aprendizaje y la memoria.

En un estudio, a 110 personas sanas que normalmente comían una dieta nutritiva se les pidió que comieran una dieta alta en alimentos refinados durante solo una semana.

Para darte algunos detalles del menú, había dos gofres belgas para el desayuno en cuatro de los días y dos comidas 'basura' en cualquier momento durante esa semana.

En cuestión de días, la dieta altamente refinada condujo a problemas de memoria de aprendizaje y un control deficiente del apetito.

Una dieta alta en alimentos refinados y azúcares, y baja en frutas, verduras y fibra también se asocia con un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

La investigación nos dice que dar pequeños pasos para llevar nuestras dietas en una dirección más nutritiva -un pedazo extra de fruta con el desayuno, una porción extra de verduras en la cena- puede ayudar a mejorar nuestros recuerdos de hoy y protegerlos para el futuro.
BBC.

Crisis por la caída del Silicon Valley Bank ¿Otra vez el Estado salvando a las grandes empresas?

El viernes pasado se produjo la mayor quiebra bancaria en EE.UU. desde 2008. De inmediato se generó una fuerte incertidumbre sobre el sistema bancario. Intentando contener la crisis, el presidente Joe Biden afirmó que se garantizarán los depósitos existentes. Al mismo tiempo, habló de regulaciones al sector. Nuevamente, como ocurrió tras la crisis de Lehman Brothers, el Estado capitalista parece salir en ayuda del gran capital financiero, salvando sus negocios. Sin embargo, sus palabras no llevaron tranquilidad: este lunes caen las bolsas europeas y sigue el impacto mundial. La economía argentina también sufre los golpes: caen los bonos y las acciones de empresas, al tiempo que vuelve a subir el dólar blue.

Este lunes siguen creciendo la incertidumbre financiera mundial como resultado de la crisis bancaria desatada en Estados Unidos, tras el colapso de los bancos Silicon Valley Bank y Signature Bank. Se trata de la caída bancaria más importante desde 2008, cuando tuvo lugar la crisis desatada a partir de la quiebra de Lehman Brothers. Como se recordará, en aquel momento, el sistema bancario y financiero fue duramente golpeado, entre otras cosas, por la llamada “crisis de las hipotecas”.

El Silicon Valley Bank (SVB) había nacido a inicios de la década del 80 y, en las décadas siguientes creció hasta convertirse en uno de los veinte bancos más importantes de EE.UU. En la última década, ese crecimiento estuvo ligado al sector de las empresas tecnológicas. Las genéricamente llamadas startups tuvieron en el SVB y en otros bancos una fuente permanente de financiamiento, algo que no lograban en el conjunto del sistema bancario, dado el carácter relativamente riesgoso de algunas inversiones.

Al mismo tiempo, bancos como el SVB se convirtieron en depositarios de sumas importantes del sector tecnológico. Según reseña el economista Michael Roberts, Silicon Valley Bank llegó a ofrecer servicios a casi la mitad de las empresas de tecnología y atención médica del país.

La crisis se desató abiertamente a finales de la semana. Fue cuando la misma gerencia de SVB debió admitir que había vendido activos a pérdida. Esto la obligaba a intentar vender USD 2.250 millones de parte de sus acciones para compensar balances. Esa situación generó una fuerte desconfianza, que se convirtió en corrida bancaria contra la institución.

A partir ahora, SVB quedará bajo la administración judicial de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDCI por sus siglas en ingles). Se trata de una agencia independiente, creada por el Congreso para “garantizar la confianza pública en el sistema financiero”. La misma decidió la trasferencia de todos los depósitos -asegurados y no asegurados- a un ’banco puente’, que será operada por ella misma.

Razones de la caída
Según se señala en el Washington Post, “SVB se vio particularmente afectada por la caída del valor de sus tenencias de bonos del Tesoro de EE. UU., a medida que aumentaban las tasas de interés”.

Los bonos del Tesoros suelen ser considerado una “inversión segura”. Sin embargo, el valor de los mismos empezó a caer abruptamente cuando la misma Reserva Federal (FED) empezó un camino de progresivo aumento de las tasas de interés. Esto golpeó sobre los activos de SVB y podría impactar también sobre otros bancos o entidades financieras.

La subida de las tasas de interés viene siendo implementada como una política antiinflacionaria por parte de la Reserva Federal. El objetivo es intentar un cierto “enfriamiento” de la economía que garantice menos niveles de subida de precios. Sin embargo, como lo señala también Roberts, esa subida permanente golpea sobre diversos sectores económicos, entre los cuáles hay que incluir tanto a los bancos como al área de las tecnológicas. Señala, por ejemplo, que “Las tasas más altas también han afectado especialmente al sector tecnológico, socavando el valor de las acciones tecnológicas y dificultando la recaudación de fondos. Entonces, las empresas de tecnología comenzaron a retirar sus depósitos en efectivo en SVB para pagar sus facturas”.

¿El Estado capitalista otra vez salvando a las grandes empresas?
Durante el fin de semana y este mismo lunes, el Gobierno de EE.UU. intentó frenar la incertidumbre financiera. Primero lo hizo garantizando públicamente que “los depósitos estarán cuando se los necesite”. Casi en simultáneo, el presidente Biden anunció que ni el Estado ni los contribuyentes “se harán cargo de las pérdidas” de los bancos.

En principio, según la información oficial, serían garantizados todos los depósitos existentes. En EE.UU. existe un seguro federal para cuentas de hasta USD 250.000. En este caso, según las primeras versiones, ese límite no regiría. Lo que no aparece claro es de dónde saldrán esos fondos. Según el mismo Washington Post, un funcionario del propio Tesoro norteamericano indicó que “el dinero utilizado para reembolsar a los depositantes provendría de un fondo pagado por bancos estadounidenses”.

Sin embargo, ese fondo está garantizado en última instancia por la misma FED. Si se produjera una corrida bancaria más extendida entraría en debate si los fondos existentes actualmente son suficientes o si, por el contrario, debe aportar la propia Reserva Federal. El mismo artículo indica, además, que este fin de semana la FED anunció una línea de créditos para los bancos. La misma permitiría ofrecer la posibilidad de acceder a dinero para garantizar sus balances y hacer frente a una eventual corrida bancaria.

Un debate empieza a crecer en estas horas. ¿Se trata de un rescate hecho por el Estado? La discusión no es casual. La crisis de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, implicó una intervención masiva del Estado capitalista para evitar una quiebra mayor del sistema bancario. Eso operó como un verdadero salvataje a las ganancias del gran capital financiero. Al mismo tiempo, implicó una carga enorme sobre las finanzas públicas y, lógicamente, sobre la vida de millones y millones de pequeños contribuyentes.

Al mismo tiempo, en los años siguientes, se hizo cada vez más evidente la degradación del nivel de vida de la clase obrera y los sectores populares que habitan en EE.UU. Así, mientras los grandes bancos eran salvados por el Estado, la población trabajadora veía hundirse sus condiciones de vida. Eso parece haber quedado grabado en la conciencia de millones. De allí que el Gobierno haya rechazado la idea de que esto está nuevamente ocurriendo.

La crisis está abierta y se sigue desarrollando. La apuesta de Biden y la FED es intentar contener la crisis. Este lunes, sin embargo, los mercados del mundo temblaron. Lo que ocurra en las próximas jornadas definirá la dinámica de los acontecimientos. Por lo pronto, vuelve a quedar en evidencia la profunda irracionalidad del sistema capitalista, donde los negociados del gran capital terminan arrojando a millones a situaciones críticas.

miércoles, 15 de marzo de 2023

MATEMÁTICAS. Hilda Hudson, la primera conferenciante en el gran congreso internacional de matemáticas.

La experta en geometría algebraica también fue pionera en modelizar la evolución de las epidemias

Podemos imaginarnos la sorpresa de los asistentes al Congreso Internacional de Matemáticos (ICM, por sus siglas en inglés) en 1912 en Cambridge (Reino Unido) cuando Hilda Hudson expuso su trabajo. Ella aparecía en el programa simplemente como acompañante de su padre, pero, al impartir la conferencia On binodes and nodal curves (sobre los binodos y curvas nodales), se convirtió en la primera mujer en hablar en un ICM, el congreso más importante en matemáticas.

El evento se celebra cada cuatro años para presentar y discutir los avances más relevantes del momento y en él se concede la Medalla Fields, galardón que informalmente se considera el “Premio Nobel de las matemáticas”. En el encuentro anterior, en 1908, Laura Pisati había sido invitada, pero falleció poco antes de la celebración del congreso.

Imagen del 20 de agosto de 1966 del XV Congreso Internacional, que reunió a 4.280 matemáticos en el Kremlin.

El lado humano de la matemática
Hilda Hudson nació el 11 de junio de 1881 en una familia donde se respiraba la pasión por las matemáticas: su padre, William Hudson (1838-1915) fue profesor en Cambridge (St. Catherine’s College y St. John’s College) y en Londres (King’s College y Queen’s College). Su hermano mayor, Ronald W. H. T. Hudson (1876-1904) era un prometedor geómetra, pero falleció joven en un accidente de escalada. Tanto su madre como su hermana mayor estudiaron matemáticas, en el Newnham College de Cambridge, la misma institución en la que se formó Hilda. Al finalizar allí sus estudios, pasó un año en Berlín, estudiando con grandes matemáticos: Hermann Schwarz, Friedrich Schottky y Edmund Landau.

Hilda Phoebe Hudson
Entre 1905 y 1913 dio clases en diversas universidades: en el Newnham College, en el Bryn Mawr College en EE UU (donde coincidió con Charlotte Angas Scott, otra matemática pionera), y el West Ham Technical Institute, en Londres. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para el Ministerio del Aire, publicando artículos sobre la resistencia estructural de los aviones. Entre 1919 y 1921 trabajó como asistente técnica para Parnell and Company en Bristol, tras lo cual se retiró para dedicarse a la escritura de su obra principal, el libro Transformaciones de Cremona del plano y del espacio, publicado en 1927 y reeditado en 2012.

Su principal campo de investigación fue la geometría algebraica, en concreto las llamadas transformaciones de Cremona del plano y del espacio. Estas son transformaciones entre dos planos (o espacios) dadas por ecuaciones que son fracciones de polinomios. En particular, puede haber puntos del plano donde la fracción tome el valor 0/0 y esté indeterminada (más precisamente, su valor depende de la dirección en la que nos aproximamos).

Las transformaciones de Cremona son un ejemplo particular de las transformaciones biracionales. Estas permiten dividir el problema de clasificar los objetos geométricos algebraicos en dos pasos: primero se hace una clasificación más general, permitiendo transformaciones con indeterminaciones como 0/0, y después se realiza un análisis más detallado, exigiendo que las transformaciones estén bien determinadas en todos los puntos. Esta estrategia de dividir un problema de clasificación en varios pasos es la misma que siguió, por ejemplo, Carlos Linneo en biología: en un primer paso dividió los seres vivos en animales y plantas; después en vertebrados/invertebrados o si tienen o no flores, etc.

Aspecto local de una transformación de Cremona (z=y/x), el punto central (abajo) se transforma en la recta vertical (arriba). TOMÁS LUIS GÓMEZ DE QUIROGA La geometría biracional, que estudia estas transformaciones, sigue siendo un campo muy activo. Por ejemplo, el matemático kurdo-iraní Caucher Birkar obtuvo la medalla Fields en 2018 por sus avances en estas cuestiones.

Hudson también se interesó por las aplicaciones de las matemáticas. Además de su labor en aeronáutica, en 1917 publicó, junto con Ronald Ross, premio Nobel de medicina en 1902, un trabajo pionero sobre la modelización matemática de la evolución de las epidemias. Este escrito es considerado la base sobre la que se construyeron los modelos posteriores. En concreto, sirvió de inspiración a Alfred Lotka para definir, en 1923, el factor R, del que tanto se habló durante la pandemia de la COVID-19 y que mide cuanto aumenta o disminuye el número de infectados.

Mujer profundamente religiosa (estuvo involucrada en el Movimiento Estudiantil Cristiano), para ella la investigación era una actividad pasional y mística. En el artículo Matemáticas y eternidad afirmaba: “Los pensamientos matemáticos puede que no sean los más interesantes ni importantes de los pensamientos de Dios, pero son los únicos que podemos conocer con exactitud”. También describía la emoción que sentimos los matemáticos cuando comprendemos una demostración, comparándola con la revelación de un aspecto de Dios: “[Cuando comprendo un razonamiento matemático], una visión aparece, de Dios encarnado en ese teorema”.

Hudson falleció el 26 de noviembre de 1965 en Londres y qué mejor manera de recordarla que leyendo sus propias palabras sobre la eternidad: “Bien podría ser que, en la eternidad, este salto de comprensión [el instante en el que uno entiende una demostración] será todo lo que quede del razonamiento matemático; contemplaremos las matemáticas en su totalidad y veremos ese aspecto de Dios, con el que ya nos habremos familiarizado,

Non dimostrato, ma fia per sè noto, a guisa del ver primo, che l’uom crede”. (No demostrada, pero se conocerá en sí misma, como la primera verdad que el hombre cree.)

martes, 14 de marzo de 2023

MATEMÁTICAS. Caos, orden y preguntas no resueltas para Pi, el número más importante de las matemáticas.

Es una de las piezas clave del lenguaje de las matemáticas y todavía quedan muchas preguntas abiertas sobre su proporción exacta

El número Pi.


Hoy es el día 14 de marzo, o si lo escribimos en formato numérico, el 3/14. Estas son las tres primeras cifras de uno de los números más célebres, importantes y con más historia de la ciencia. Estamos hablando del número π. Por este motivo hoy es el Día Internacional de las Matemáticas (con una página web muy recomendable). Este año la conmemoración tiene como lema “matemáticas para todo el mundo”, porque para entender el mundo actual todos necesitamos hablar en el lenguaje de las matemáticas. π es una de las piezas clave del lenguaje de las matemáticas y todavía quedan muchas preguntas abiertas sobre este número.

Se ha escrito largo y tendido sobre el número π desde los comienzos de la civilización. Y no es para menos: el mundo, tal y como lo entendemos, depende de manera crítica de esta constante universal. Su definición es bien conocida: si tomamos un circulo cualquiera de diámetro 1, π es la relación entre su longitud y su diámetro. Es independiente del círculo que tomemos: se trata de un invariante geométrico universal. Pese a esta simple definición, expresar el número π de manera explícita es muy complejo. En su expansión decimal no hay patrones numéricos evidentes. La estadística más sencilla que podemos estudiar es el número de apariciones de un dígito dado.

Los resultados experimentales (tomando muchos dígitos en la expansión decimal de π) parecen mostrar que cada dígito aparece un 10% de las ocasiones. Pero esto se trata únicamente de una conjetura: a fecha de hoy es una pregunta abierta saber si para cualquier truncamiento de la expansión decimal de los dígitos de π, la proporción de cada uno de los dígitos es esencialmente la misma.

Más allá de la distribución de los dígitos, otra pregunta interesante de la que se desconoce la respuesta es la siguiente: si tomamos un número cualquiera (por ejemplo, el 44685035261931188171), ¿es cierto que dicho número aparece en la expansión decimal de π? Todos los indicios y experimentos parecen indicar que sí, pero a fecha de hoy no tenemos herramientas matemáticas que permitan responder a esta pregunta de forma general.

De ser cierto el resultado anterior podríamos decir que dentro de π existe todo el conocimiento universal. Es así: si utilizamos un método de codificación numérico para codificar las letras del alfabeto (por ejemplo, si codificamos la letra a mediante 00, la letra b mediante 01, y usamos los dígitos 99 para codificar el espacio en blanco), cualquier libro (escrito o todavía por escribir) se podría codificar con un número muy largo, pero finito. Si cualquier patrón está contenido en la expansión de pi, podríamos encontrar el Quijote, las obras perdidas de Aristóteles y todas las novelas que están por escribir hasta el fin de la humanidad, aun teniendo que tomar un número inimaginable de cifras.

Esto parece señalar que el caos impera en la expansión de π . Sin embargo, lo realmente bello es que existen multitud de expresiones del número π donde reinan el orden y los patrones. Empezando por el producto infinito de Wallis, una fórmula demostrada en el año 1655 que afirma que

O, con sumas en lugar de productos, la llamada fórmula de Leibniz, deducida en el siglo XVII por el matemático alemán que le da su nombre:

Y, no nos podemos olvidar de la que es quizás la fórmula más importante de las matemáticas, la fórmula de Euler, que relaciona los cinco números más importantes: el 0, el 1, el número π, el número e (la base de los logaritmos neperianos) y la unidad imaginaria i.

Estos son solo tres ejemplos que muestran la ubicuidad del número π en el universo matemático, y que ejemplifican la belleza y la armonía de las matemáticas en un día de celebración para nuestra comunidad.

Juanjo Rue es profesor agregat del Departamento de Matemáticas de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), miembro del Instituto de Matemáticas de la UPC (IMTech) e investigador adscrito al Centre de Recerca Matemàtica (CRM).

Ágata Timón G Longoria es coordinadora de la Unidad de Cultura Matemática del ICMAT 

Cuando los patrones eran terroristas

Los historiadores tendieron a definir las élites comerciantes estadounidenses de fines del siglo XIX como elementos progresistas en una época de rápidas transformaciones económicas y sociales. Pero si consideramos el rol que cumplieron en organizaciones como el Ku Klux Klan, habría que definirlas más bien como terroristas.

Fragmento de Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century (University of North Carolina Press, November, 2022)

Pocos escritores utilizaron la categoría de terrorista para definir las élites organizadas de la segunda revolución industrial, entre las que había gerentes y grandes, medianos y pequeños propietarios. Sin ningún análisis crítico, la mayoría de los historiadores de la economía los definen como hombres culturalmente sofisticados, prudentes y testarudos que establecieron y promovieron métodos de gestión modernos en una economía que estaba creciendo a un ritmo vertiginoso.

No cabe duda. Después de todo, es cierto que supervisaron la construcción de fábricas, crearon empleo y brindaron beneficios a sus trabajadores, desarrollaron patentes útiles y marearon a los consumidores con una enorme cantidad de productos. Estos hombres solían dirigir sus negocios y actividades sociales desde la comodidad de oficinas espaciosas, restaurantes lujosos y bares exclusivos.

Pero muchos tenían un lado oscuro y no dudaban en recurrir a la violencia para lograr su objetivo: someter a los trabajadores y mantener bajo control el establishment de lo que denominaban la «la ley y el orden». Con esto en mente, muchos patrones formaron y participaron de varias organizaciones secretas brutales, entre las que cabe mencionar el Ku Klux Klan, que operó a fines de 1860 y comienzos de 1870, distintas ligas de «ley y orden» de los años 1880 y 1890 y un surtido de asociaciones patronales y alianzas ciudadanas de la «era progresista». Como otros terroristas, los patrones compartían el supuesto de que los métodos extralegales —secuestros, persecución, golpizas, linchamientos y asesinatos— eran los adecuados a la hora de solucionar sus problemas.

Estos terroristas generalmente contaban con la asistencia de personajes bien posicionados en el sector público. A fines del siglo diecinueve y principios del veinte, policías, jueces, políticos, militares de la Guardia Nacional y hasta tropas federales estaban más inclinados a castigar a los trabajadores rebeldes que a las bandas mafiosas. Y en algunos casos, las autoridades del sector público se unían a los patrones y otras élites en la organización de actividades antiobreras.

Los ejemplos de mano dura público-privada abarcan un amplio espectro que va desde la huelga ferroviaria de 1877 hasta la deportación de miles de mineros de Bisbee, Arizona, en 1917. Por supuesto, también hubo excepciones importantes, entre las que destacan las severas medidas que tomó el gobierno federal, a comienzos de los años 1870, contra la asociación patronal más famosa de la historia de Estados Unidos, el Ku Klux Klan. Sin embargo, muchos investigadores demostraron que, incluso en este caso, las autoridades lograron pocas condenas y la mayoría de los dirigentes de la organización evadieron toda responsabilidad legal.

Pocos discreparan con la tesis de que el supersecreto Klan era una organización terrorista. Esta asociación patronal descentralizada, dirigida sobre todo por dueños de plantaciones en decadencia, comerciantes, abogados y dueños de diarios, utilizaba distintas formas de terrorismo para controlar y explotar a las masas negras evitando toda interferencia del exterior. Los hombres del Klan quemaban escuelas de negros y libros, y perseguían a los docentes de las comunidades. En otros casos recurrían a campañas de intimidación que no necesariamente culminaban en la violencia física. Por ejemplo, hombres encapuchados visitaban las casas de los docentes, transmitían crueles ultimátums, y, en general, les exigían que abandonaran la comunidad en un tiempo determinado.

Los miembros del Klan golpearon y mataron a miles de afroestadounidenses. Lo hicieron por dos motivos básicos: para disciplinar a los «infractores» y para enviar un mensaje inconfundible. Con una intolerancia absoluta por todo acto de disentimiento, los hombres del Klan torturaban a mujeres y hombres negros por vagancia, por intentar votar, por participar en las ligas de la Unión después de la guerra civil o simplemente por abandonar las granjas y las plantaciones. También secuestraban y devolvían a los antiguos esclavos a las granjas y a las cocinas. Si pensaban que un afroestadounidense era rebelde y particularmente desafiante, simplemente lo mataban.

Las miles de acciones terroristas del Klan ayudaron a empoderar a la clase dominante de la región y a fundar lo que W. E. B. Du Bois denominó la «contrarrevolución de la propiedad». Pero había muchas organizaciones que aplicaban tácticas similares en su combate contra la indisciplina de los trabajadores. A fines de los años 1880 y comienzos de los 1890, no había organizaciones del sector privado más mafiosas y efectivas que las Ligas de Ley y Orden, asociaciones patronales que combatían a los manifestantes durante las huelgas y expulsaban a socialistas y anarquistas de las comunidades. Nacidas en pequeñas comunidades y ciudades grandes como Kansas y Missouri durante la huelga contra el imperio ferroviario de Jay Gould en la primavera de 1886, las ligas rápidamente crecieron hacia el sur y hasta el oeste.

En estas comunidades, propietarios, gerentes, abogados y políticos se reunían en secreto en casas «seguras», portaban armas, amenazaban a izquierdistas y sindicalistas y acompañaban a los esquiroles en el combate contra las barricadas. Estas organizaciones eran fundamentales cuando había que desarmar huelgas, y restauraban rápidamente los negocios y «la ley y el orden».

Los miembros de las ligas también practicaban métodos de represión menos agresivos aunque no menos terribles, como despedir a los activistas sindicales y compartir listas negras. Este proceso, en el que no solo participaban patrones, sino también periodistas, servía para asustar y disciplinar tanto a las víctimas directas como a los trabajadores que permanecían en sus puestos laborales.

La prensa muchas veces repetía la información de las listas negras y causaba un daño prácticamente irreparable a los trabajadores despedidos. Muchos de los que permanecían en sus puestos vivían con miedo y los perseguía la fantasía de un futuro sombrío y precario. En un estudio sobre las condiciones del trabajo industrial realizado en 1891, Eleanor Marx Aveling y Edward Aveling mostraron que muchos trabajadores temían «los horrores de la lista negra».

Los autoproclamados campeones de la ley y el orden también utilizaban métodos terroristas mortíferos. En 1887, en Thibodaux, Louisiana, los patrones masacraron por lo menos a treinta huelguistas negros de los ingenios azucareros y expulsaron a muchos miembros de los Caballeros del Trabajo. Los portavoces de la alianza público-privada que perpetuó estos crímenes se autodenominaron «Comité del Orden y la Paz».

Un patrón que simpatizaba con los asesinos celebró el resultado como una victoria a la vez racial y de clase: «Creo que esto zanjará la cuestión de quién debe gobernar, si los negros o los blancos, durante los próximos cincuenta años». Si los violentos miembros de la clase dominante de Thibodaux no eran terroristas, entonces nadie es terrorista.

Vino viejo en botella nueva
A comienzos del siglo veinte, en respuesta al malestar creciente de la población frente a la represión de las prácticas sindicales, los patrones y sus aliados cambiaron de enfoque y organizaron cientos de alianzas de ciudadanos en lo que tal vez haya sido el primer movimiento populista de la época. Los miembros de estas organizaciones, básicamente hombres viejos que habían sido parte de antiguas organizaciones terroristas como los Montana Vigilantes, el Klan, la Asociación de Productores de Wyoming y las Ligas de Ley y Orden, combatían contra los sindicatos y generaban lugares de trabajo «open-shop» porque, en palabras de uno de los portavoces del movimiento, querían «proteger a la gente común» (entiéndase, a quienes no participaban de sindicatos).

Aunque las alianzas ciudadanas intentaban presentarse como defensoras de la gente común, seguían aplicando las mismas viejas prácticas mafiosas. Basta considerar el comportamiento de los miembros del Comité Ciudadano de Tampa durante una huelga de trabajadores de una tabacalera en 1901: casi cien hombres armados secuestraron a trece dirigentes sindicales a altas horas de la noche, los retuvieron hasta el día siguiente y después los pusieron en un barco hacia Honduras. Según un informe, una víctima de estas redadas, Luis Barcia, fue literalmente arrancado de su cama mientras dormía con su mujer. La joven esposa, que había sido madre hacía poco, murió de terror y de ansiedad.

Los trece sobrevivientes lograron volver a Tampa, donde exigieron que el gobierno de William McKinley interviniera a su favor. J. N. Stripling, el fiscal del distrito, investigó y concluyó que «fue incapaz de obtener evidencia de transgresiones a la ley estadounidense». El secuestro recibió mucha atención de la prensa. Pero está claro que Stripling —que además de abogado era miembro activo de la Cámara de Comercio de Jacksonville— simpatizaba más con los empresarios terroristas de Tampa que con los huelguistas multiétnicos.

Poco después de este secuestro, los miembros de una alianza de ciudadanos de Colorado iniciaron sus propias rondas de abducción, aunque no tomaron el paso audaz de expulsar a sus víctimas del país. En 1903 y 1904, con asistencia de la Guardia Nacional y asentimiento del gobernador, atacaron a decenas de miembros de la Federación Occidental de Mineros, los forzaron a subir a un tren y los amenazaron para que no volvieran.

Los observadores más perspicaces comprendieron que estaban frente a acciones terroristas. En un artículo publicado en International Socialism en 1904, Max S. Hayes notó que los ataques de las alianzas de ciudadanos constituían un «reino de terror». «Todos los sindicalistas y todos los simpatizantes», se quejaba Hayes, «fueron cazados por soldados, diputados armados y guardianes de la alianza ciudadana ‘‘ley y orden’’, puestos en una celda y luego deportados a Kansas y Nuevo México». Aparentemente, después de esta acción, la alianza de ciudadanos de Colorado llegó a tener casi treinta mil miembros.

Estos hombres, y muchos otros, empleaban técnicas terroristas porque realmente funcionaban. De hecho, debemos reconocer que existe una relación entre el desarrollo económico y la violencia patronal.

Consideremos las palabras de J. West Goodwin, que dirigió la Liga de Ley y Orden en los años 1880 y organizó las alianzas de ciudadanos a principios del siglo veinte. En 1903, en un artículo sobre la situación de las empresas publicado en American Industries, publicación mensual de la Asociación Nacional de Productores, Goodwin proclamaba con orgullo que confrontar directamente a los trabajadores desobedientes era necesario para garantizar «la prosperidad permanente y continua de las industrias que hicieron famoso a este país». En efecto, Estados Unidos ganó celebridad a la vez por convertirse en el centro neurálgico de la economía mundial y por sus altos niveles de represión, que superaban los de otros países industrializados. La violencia patronal era rentable.

Hoy los think tanks, la prensa dominante y los políticos parecen tener el privilegio exclusivo de definir la palabra «terrorismo». La usan sobre todo para referirse a hombres musulmanes de países de Medio Oriente. Pero un ajuste de cuentas honesto con el pasado distante y reciente requiere que apliquemos este término a los patrones y sus aliados, que lejos de proteger a la «gente común» —educadores republicanos y antiguos esclavos en la Reconstrucción, sindicalistas en las décadas recientes— pusieron todo su empeño en aterrorizarla. Lamentablemente, las instancias de terrorismo patronal nunca desaparecieron y hoy están presentes en la práctica de los abogados antisindicales, en los regímenes laborales tiránicos, en la violencia policial y en esos conductores enloquecidos que están dispuestos a pasar por encima de los manifestantes.

CHAD PEARSON. Profesor de historia en el Collin College. Está terminando un libro titulado Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century, de próxima publicación en la University of North Carolina Press.

Traducción: Valentín Huarte

lunes, 13 de marzo de 2023

El rey, el campesino y el asno

Érase una vez un rey que quería ir a pescar. Llamó a su meteorólogo y le preguntó sobre la evolución del tiempo. El meteorólogo tranquilizó al rey diciéndole que podía ir a pescar sin problemas porque no iba a llover.

Para estar apuesto ante la reina el rey se vistió con sus mejores galas. En el camino se cruzó con un campesino subido en su asno que, al ver al rey, le dijo: “Majestad, debería usted dar la vuelta porque dentro de poco va a llover”. El rey pensó: “¿Cómo puede este mendigo presagiar el tiempo que va a hacer mejor que mi especialista diplomado y generosamente pagado que me ha dicho lo contrario?… y continuó su camino. Pero poco tiempo después se puso a llover torrencialmente. El rey volvió al palacio totalmente empapado y la reina se burló de él al verle en tan lamentable estado. Colérico, el rey despidió inmediatamente al meteorólogo y llamó al campesino para ofrecerle el puesto, pero el campesino lo rechazó diciendo: “Majestad, yo no entiendo nada en temas de meteorología pero sé que, cuando mi asno baja las orejas, eso significa que va a llover”… Entonces el rey nombró meteorólogo del reino al asno.

Fue así como se inició en Francia la costumbre de emplear a los asnos como asesores y consejeros formidablemente bien pagados. También se tomó la decisión de crear una escuela: la E.N.A (la Escuela Nacional de Asnos*) con sus diplomados, cuyos brillantes conocimientos podemos constatar diariamente…

(*) ENA es en realidad el acrónimo de Escuela Nacional de Administración. Es también, sin lugar a dudas, la gran referencia de las llamadas “Altas escuelas” en Francia, en las que sólo puede entrar la élite de estudiantes que, con anterioridad, se han diplomado en otros estudios universitarios. La gran mayoría de líderes políticos, ministros, y dirigentes de grandes empresas privadas y públicas francesas de los últimos años son diplomados de la ENA. El presidente Macron lo es, así como una gran mayoría de sus ministros y asesores.

Este cuento me lo ha enviado Ignacio Ramonet, amigo con el que me crié en Tánger y con el que compartí mi estancia en París. Como muchos saben, Ignacio ha sido uno de los directores de referencia de Le Monde Diplomatique en Francia y es actualmente el presidente de la empresa que edita Le Monde Diplomatique en español. El cuento tiene una relación estrecha con Francia, pero creo que se puede aplicar a otros países… aunque en esos países no exista la ENA.

Buenas noches, buena suerte, Salud y Bien Común

Paco Álvarez

Sacré-Coeur, de símbolo de la represión de la Comuna de París a monumento histórico.

Francia concede la mayor protección patrimonial a la basílica y sus alrededores de un lugar asociado a la revolución de 1871


Es, junto a la torre Eiffel y la catedral de Notre-Dame, el monumento más conocido de París. El Sacré-Coeur —la basílica del Sagrado Corazón de Montmartre— se ve desde buena parte de la ciudad. Es, como la torre Eiffel, una referencia para orientarse y un icono turístico. Y algo más: un edificio que carga con una historia de luchas obreras y represión, la de la Comuna de París en 1871; una historia de enfrentamientos entre dos Francias —la laica y la ultramontana— que se ha apaciguado, pero que todavía suscita discusiones intensas.

La decisión por amplia mayoría en el Consejo de París —el Parlamento de la ciudad— de clasificar el Sacré-Coeur como “monumento histórico”, el 11 de octubre, cierra un capítulo en la historia. Ya pocos lo consideran ofensivo y nadie propone derrocarlo. Durante tiempo no fue así. Montmartre fue un lugar simbólico de la insurrección de 1871. Ahí se encontraban buena parte de los 277 cañones que las fuerzas gubernamentales intentaron recuperar el 18 de marzo, lo que desencadenó una ola de violencia y el establecimiento de un contrapoder en París, como cuenta el historiador Michel Winock en La fièvre hexagonale (La fiebre hexagonal).

Cuando, dos meses después, la Comuna fue sofocada a sangre y fuego, el proyecto de la nueva iglesia, finalmente consagrada en 1919, se convirtió el símbolo de la venganza de la Francia reaccionaria y católica contra la Francia obrera y revolucionaria. Es verdad que la idea del templo surgió antes de la Comuna, y su construcción comenzó después de la Comuna. Pero la intención, como consta en una inscripción con un texto de 1872 en el muro interior de la basílica, era diáfana: hacer “enmienda honorable” de los pecados de la ciudad y la nación, teniendo en cuenta “las desgracias que desolan Francia y las desgracias mayores que quizá la amenazan”.

El Sacré-Coeur representaba, para sus impulsores, “un edificio de redención y de expiación más que de reconciliación”, escribe el historiador Pierre Nora en el diario Libération. Para los comuneros encarcelados o exiliados y para los familiares de los ejecutados, era un recordatorio, difícil de esquivar para un paseante en muchos barrios de la capital, de quién había ganado y quién perdido, y de que París—la roja, la revoltosa— era una ciudad cristiana. Con el tiempo pasó a ser otras cosas para parisinos y turistas. Con sus torres bizantinas y su color blanco cremoso, el edificio diseñado por el arquitecto Paul Abadie encarnaba simplemente un monumento al mal gusto. Nora explica que el contrapunto republicano y progresista —no revolucionario, pero sí opuesto a las fuerzas de la reacción— sería la torre Eiffel, terminada en 1889.

Más adelante, el Sagrado Corazón de Montmartre se fusionaría con la identidad de la ciudad. Desde las películas a las postales, está inscrita en la identidad de París. Que una abrumadora mayoría del Consejo de París, dominado por la izquierda, votase a favor de conceder al Sacré-Coeur y sus alrededores la clasificación de monumento histórico, encaja con esta lógica. Hasta ahora, estaba “inscrito” como monumento, pero no “clasificado”, una categoría superior. “La voluntad de la alcaldesa de París [Anne Hidalgo] y de mí misma, como adjunta a la alcaldesa, ha sido defender la protección patrimonial de esta basílica, pero siendo muy conscientes del vínculo intrínseco, fuerte con la historia de la Comuna de París”, explica Karen Taïeb, responsable en el Ayuntamiento del patrimonio, la historia y la relación con los cultos. “Existe una historia memorial al lado de la historia arquitectónica del edificio: nuestra voluntad era que ambas historias perdurasen en diálogo y no borrando una u otra”.

Un dibujo de 1871 sobre los fusilamientos de la Comuna de París.
PHOTO 12 (UNIVERSAL IMAGES GROUP VIA GETTY)

La idea es clasificar como “monumento histórico” tanto la basílica como los jardines a sus pies, que llevan el nombre de Square Louise Michel, la llamada Virgen Roja, una de las figuras de la Comuna. París retrasó un año el reconocimiento del Sacré-Coeur para no coincidir con el 150 aniversario de la Comuna en 2021. “No se borra la historia, ni la memoria”, resume Taïeb, “sino que se reconoce, pura y simplemente, un carácter muy patrimonial del edificio”. La oposición, en París, ha venido de la izquierda. “No deja de ser un monumento edificado como una revancha contra la Comuna por los monárquicos y los católicos”, argumenta la comunista Raphaëlle Primet, presidenta de la comisión de Cultura y Patrimonio en el Consejo de París. “Simbólicamente, para nosotros no es posible estar a favor de esta clasificación. Es una afrenta a los comuneros”.

Si algo pervive de aquella revolución o guerra civil, es una mística de la revuelta urbana, que procede de la Revolución de 1789 y que se ha repetido desde Mayo del 68 a los chalecos amarillos. Como escribe Winock, al hacer balance de la Comuna: “El síndrome de la barricada permanecerá en el corazón de la vida política francesa, mucho tiempo después de que las barricadas hayan dejado de tener cualquier utilidad estratégica”. La asociación Amigas y Amigos de la Comuna de París, fundada en 1882 tras la amnistía y el regreso del exilio de los comuneros, mantiene viva la llama en un pequeño local en el barrio de la Butte-aux-Cailles, en el sur de París. La decisión del Consejo de París, para ellos, supone una nueva derrota, simbólica esta vez. “Es olvidar otra vez estas personas que lucharon por una vida mejor, estas personas que querían una república social”, dice Françoise Bazire, la secretaria general de la asociación. “La represión fue sanguinaria, terrible. Es hacerlos morir de nuevo. Moralmente, claro”.

“Lo encuentro horrible”
Cuando Bazire ve el Sacré-Coeur, los sentimientos que le provoca son más estéticos que ideológicos: “Lo encuentro horrible, más allá de la historia de la Comuna. Si por lo menos fuese bonito...”. Cuando se le plantea que la decisión, a fin de cuentas, la ha adoptado un Ayuntamiento de izquierdas, sonríe: “Un Ayuntamiento de izquierdas... ¿Qué es la izquierda?”. Sobre la posibilidad de deconstruirlo, dentro del movimiento para derrocar estatuas de personajes históricos que hoy se juzgan negativamente, zanja: “A este nivel, nosotros no haremos nada”. La diferencia es que el Sacré-Coeur no se juzga negativamente. Como máximo, ha sorprendido que todavía no tuviese esta consideración. La clasificación como “monumento histórico” apenas ha creado polémica.

El historiador Nora explica en Libération este consenso por tres motivos. El primero es que, ante todo, se trata de un lugar turístico más que político y religioso. El segundo, que incluso arquitectónicamente el monumento ha salido de su purgatorio y los historiadores del arte aprenden a apreciarlo. El tercer motivo para aceptar la monumentalización del Sacré Coeur es lo que Nora llama “la disminución progresiva del conflicto de las dos Francias, la católica y la laica”. Esta fractura no ha desaparecido del todo, pero hoy las divisiones más agudas son otras: entre la Francia de las ciudades y la del campo, o entre la Francia próspera y la de las banlieues multiculturales. La laicidad ya no choca tanto contra el Vaticano, como a finales del siglo XIX y principios del XX, como con el islamismo.

El Sacré-Coeur en Montmartre es una memoria fría que no agita los corazones: una memoria que, al contrario de las de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial o la guerra de Argelia, ha dejado de doler.