lunes, 13 de julio de 2020

Entrevista a la activista afroamerica Angela Davis “El capitalismo global no puede ser adecuadamente comprendido si se ignora la dimensión racial”

Dice Angela Davis:
«Mis conferencias recientes reflejan la necesidad de un marco internacionalista, dentro del cual la tarea en curso de desmantelar las estructuras del racismo, el heteropatriarcado y la injusticia económica dentro de EE UU puede ser más duradera y más relevante. En mi propia trayectoria política, Palestina siempre ha ocupado un lugar fundamental…»

Futures of Black Radicalism (Verso) es una obra que reúne a militantes, investigadores y pensadores de la Tradición Negra Radical en reconocimiento y celebración de las obras de Cedric J. Robinson, el primero que definió el término. Los ensayos aquí recogidos miran al pasado, presente y futuro del radicalismo negro, así como a las influencias que ha ejercido en otros movimientos sociales. El capitalismo racial, otra potente idea desarrollada por Cedric J. Robinson, conecta con los movimientos sociales internacionales de hoy, explorando las conexiones entre la resistencia negra y el anticapitalismo.

Gaye Theresa Johnson y Alex Lubin: En tu investigación te has centrado en el abolicionismo carcelario, el feminismo negro, la cultura popular y el blues, y el internacionalismo negro, con una mirada en Palestina. ¿En qué sentido se inspira este trabajo en la Tradición Radical Negra, a la vez que la desarrolla?

Angela Davis: Cedric Robinson nos retó a pensar sobre el papel de los teóricos y activistas radicales negros en la formación de las historias sociales y culturales que nos inspiran, y a vincular nuestras ideas y nuestras prácticas políticas con profundas críticas al capitalismo racial. Me alegra haber vivido lo suficiente para ver como las generaciones más jóvenes de académicos y activistas han comenzado a desarrollar su propia noción de una tradición radical negra. El marxismo negro desarrolló una importante genealogía que giraba en torno al trabajo de C. L. R. James, W. E. B. Du Bois y Richard Wright. Si uno mira su trabajo en su conjunto, incluidos los Movimientos Negros en América y la Antropología del marxismo, como ha señalado H. L. T. Quan, no podemos dejar de observar lo centrales que han sido las mujeres a la hora de forjar una Tradición Radical Negra. Quan escribe que cuando le preguntan por qué en su trabajo hay un enfoque tan central en el papel de la mujer y su resistencia, Robinson responde: “¿Por qué no? Toda resistencia, en efecto, se manifiesta en el género, se manifiesta como género. El género es de hecho un lenguaje de opresión [y] un lenguaje de resistencia”.

He aprendido mucho de Cedric Robinson con respecto a los usos de la historia: formas de teorizar la historia, o permitir que se teorice, que son cruciales para nuestra comprensión del presente y para nuestra capacidad de concebir colectivamente un futuro más habitable. Cedric ha explicado que sus notables excavaciones en la historia emanan de la asunción de objetivos políticos en el presente. Siento mucha afinidad con su enfoque desde la primera vez que leí su libro sobre el marxismo negro. El primer artículo que publiqué, escrito mientras estaba en la cárcel, centrado en las mujeres negras y la esclavitud, fue un esfuerzo por refutar el discurso dañino, pero cada vez más popular, del matriarcado negro, tal y como se representaba a través de informes oficiales del gobierno, así como a través de ideas masculinistas generalizadas (como la necesidad de jerarquías de liderazgo basadas en el género diseñadas para garantizar el dominio de los hombres negros), que circulaban dentro del movimiento negro a finales de la década de 1960 y principios de la de los 1970. Aunque no era así como estaba enfocando mi trabajo en ese momento, ciertamente no dudaría hoy en vincular esa investigación al esfuerzo de hacer más visible una tradición radical negra y feminista.

Los estudios críticos sobre prisiones en un marco explícitamente abolicionista se sitúan dentro de la Tradición Radical Negra, tanto a través de su reconocida relación genealógica con el período de la historia de los Estados Unidos que llamamos Reconstrucción Radical como, por supuesto, a través de su relación tanto con el trabajo de W. E. B. Du Bois y el feminismo negro histórico. El trabajo de Sarah Haley, Kelly Lytle Hernández y de una nueva y emocionante generación de académicos, al vincular su valiosa investigación con su activismo, está ayudando a revitalizar la Tradición Radical Negra.

Parece que con cada generación de activismo antirracista, un estrecho nacionalismo negro regresa cual ave fénix para reclamar la lealtad de nuestros movimientos. El trabajo de Cedric fue inspirado en parte por su deseo de responder al estrecho nacionalismo negro de la era de su (y mi) juventud. Es extremadamente frustrante presenciar el resurgimiento de formas de nacionalismo que no solo son contraproducentes, sino que contravienen lo que debería ser nuestro objetivo: el florecimiento negro y, por lo tanto, humano. Al mismo tiempo, es emocionante presenciar las formas en que las nuevas formaciones juveniles, Black Lives Matter, BYP100, Dream Defenders, están ayudando a dar forma a un nuevo internacionalismo negro influido por las feministas y que resalta el valor de las teorías y prácticas queer.

G: T. J. y A. L.: ¿Cuál es tu balance del movimiento Black Lives Matter(BLM), particularmente a la luz de tu participación en el Black Panther Party (BPP) durante la década de 1970? ¿Black Lives Matter, en tu opinión, tiene un análisis y una teoría de la libertad? ¿Ves alguna similitud entre el movimiento BLM y el BPP?

A.D.: Cuando consideramos la relación entre el BPP y el movimiento BLM, parece que las décadas y generaciones que separan al uno del otro crean una inconmensurabilidad que es consecuencia de los cambios económicos, políticos, culturales y tecnológicos. Cambios que hacen que el momento contemporáneo sea tan diferente en muchos aspectos importantes a lo que fueron los años sesenta. Por eso quizás debemos buscar conexiones entre los dos movimientos que se muestren no tanto en las similitudes, sino más bien en sus diferencias radicales.

El BPP surgió como una respuesta a la ocupación policial de las comunidades de Oakland, California y las zonas negras urbanas de todo el país. Fue un gesto brillante por parte de Huey Newton y Bobby Seale patrullar los barrios con armas y libros de leyes para vigilar a la policía. Al mismo tiempo, su estrategia también estaba inspirada por el surgimiento de luchas guerrilleras en Cuba, los ejércitos de liberación en el sur de África y Oriente Medio, o la exitosa resistencia del Frente de Liberación Nacional en Vietnam. En retrospectiva, esto también refleja un fracaso para reconocer, como dijo Audre Lorde, que «las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo». De alguna manera, el uso de las armas, aunque era usado principalmente como símbolo de resistencia, transmitió el mensaje de que se podía desafiar a la policía de forma eficaz a través de estrategias policiales.

El hashtag #BlackLivesMatter desarrollado por Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi tras el asesinato del vigilante Trayvon Martin, comenzó a transformarse en una red como respuesta directa a las crecientes protestas en Ferguson, Missouri, que manifestaron un deseo colectivo de exigir justicia para Mike Brown y para todas las vidas negras sacrificadas en el altar del terror racista de la policía. Al pedirnos que resistiéramos radicalmente a la violencia racista en el corazón de las estructuras y estrategias policiales, BLM reconoció desde el principio que, si queríamos avanzar de un modo colectivo hacia una nueva idea de justicia, tendríamos que colocar la demanda de desmilitarizar a la policía en el centro de nuestros esfuerzos. En última instancia, esta reflexión está vinculada a un enfoque que exige la abolición de la vigilancia policial tal como la conocemos y experimentamos, planteando la forma en que las estrategias policiales se han transnacionalizado dentro de los circuitos que vinculan a los pequeños departamentos de policía de EE UU con Israel, que domina este campo a través de la policía militarizada asociada con la ocupación de Palestina.

Aprecio el análisis más complejo que adoptan muchos activistas de BLM, porque refleja con precisión una lectura histórica que es capaz de construir, abrazar y criticar radicalmente los activismos y las teorías antirracistas del pasado. A medida que el BPP intentó, a veces sin éxito, abrazar los feminismos emergentes y lo que luego se denominó el movimiento de liberación gay, los líderes y activistas de BLM han desarrollado enfoques que abordan de manera más productiva las teorías y prácticas feministas y queer. Pero las teorías de la libertad son siempre tentativas. He aprendido de Cedric Robinson que cualquier teoría o estrategia política que pretenda poseer una teoría total de la libertad, o una que pueda entenderse categóricamente, no ha tenido en cuenta la multiplicidad de posibilidades. Esto significa que tal vez, una teoría de la libertad solo puede representarse de manera evocativa en el reino de la cultura.

G. T. J. y A. L.: Tu investigación más reciente se centra en la cuestión de Palestina y su conexión con el movimiento de libertad negra. ¿Cuándo se hizo evidente esta conexión y qué circunstancias, o coyunturas, hicieron posible esta idea?

A. D.: En realidad, mis conferencias y entrevistas más recientes reflejan una comprensión cada vez más extendida de la necesidad de un marco internacionalista, dentro del cual la tarea en curso de desmantelar las estructuras del racismo, el heteropatriarcado y la injusticia económica dentro de EE UU puede ser más duradera y más relevante. En mi propia trayectoria política, Palestina siempre ha ocupado un lugar fundamental, precisamente por las similitudes entre Israel y EE UU: su colonialismo y sus procesos de limpieza étnica con respecto a los pueblos indígenas, sus sistemas de segregación, su uso de la ley, sus sistemas para promover la represión sistemática etc.. A menudo señalo que mi toma de conciencia sobre la situación de Palestina se remonta a mis años de licenciatura en la Universidad de Brandeis, que fue fundada el mismo año que el Estado de Israel. Además, durante mi propio encarcelamiento, recibí el apoyo de los presos políticos palestinos, así como de los abogados israelíes que defienden a los palestinos.

En 1973, cuando asistí al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Berlín (en la República Democrática Alemana), tuve la oportunidad de conocer a Yasser Arafat, quien siempre reconoció la relación entre la lucha palestina y la lucha por la libertad negra en EE UU. Como el Che, Fidel, Patrice Lumumba y Amilcar Cabral, Arafat fue una figura venerada dentro del movimiento negro de liberación. En aquella época el internacionalismo comunista —en África, Oriente Medio, Europa, Asia, Australia, América del Sur y el Caribe— era una fuerza poderosa. Yo seguramente habría seguido una trayectoria diferente si este internacionalismo no hubiera jugado un papel tan importante.

Los encuentros entre las luchas de liberación negra en EE UU y los movimientos contra la ocupación israelí de Palestina tienen una larga historia. Sin embargo, a menudo, no es en el ámbito explícitamente político en donde se descubren los momentos de contacto. Como destacó Cedric Robinson, a veces están en el ámbito cultural. Freedom Dreams: The Making of the Black Radical Imagination, de Robin Kelley, sitúa el campo del surrealismo como una zona de contacto especialmente productiva. A finales del siglo XX, fue la poeta feminista negra June Jordan quien puso en primer plano el tema de la ocupación de Palestina. A pesar de los ataques sionistas que sufrió, y de perder temporalmente de su amistad con Adrienne Rich (quien más tarde también se convirtió en crítica de la ocupación), June se convirtió en una poderosa defensora de Palestina. En su poesía encarnó la causa de la liberación negra y palestina: “I was born a Black woman / and now / I am become a Palestinian / against the relentless laughter of evil / there is less and less living room / and where are my loved ones / It is time to make our way home” (“Nací una mujer negra/ y ahora me he convertido en palestina/ contra la risa implacable del mal/ cada vez hay menos sala de estar/ y donde están mis seres queridos/ es hora de regresar a casa”).

En un momento en que las feministas negras intentaban crear estrategias basadas en lo que ahora llamamos interseccionalidad, June, que representaba lo mejor de la tradición radical negra, nos enseñó sobre el potencial de las afinidades políticas más allá de las fronteras nacionales, culturales y supuestamente raciales, ayudándonos a imaginar futuros más habitables.

Como he señalado en muchas ocasiones, tuve la impresión de que entendí completamente la ocupación cuando me uní a una delegación en 2011 de activistas académicas feministas indígenas y de mujeres negras en Cisjordania y Jerusalén Este. Aunque todas nosotras ya estábamos vinculadas al movimiento de solidaridad, todas estábamos completamente conmocionadas por lo poco que realmente sabíamos sobre la violencia cotidiana de la ocupación. Al concluir nuestra visita, decidimos colectivamente dedicar nuestras energías a participar en la campaña Boicot, Desinversiones, Sanciones (BDS) y ayudar a elevar la conciencia de nuestros diversos grupos con respecto al papel de EE UU en el mantenimiento de la ocupación militar. Así que sigo profundamente conectada a este proyecto, con Chandra Mohanty, Beverly Guy-Sheall, Barbara Ransby, Gina Dent y las otras compañeras de la delegación.

En los años posteriores a nuestro viaje, muchas otras delegaciones de académicos y activistas han visitado Palestina y han ayudado a acelerar, ampliar e intensificar el movimiento de solidaridad con Palestina. En la medida que los impulsores del movimiento de BDS se han inspirado en la campaña contra el apartheid contra Sudáfrica, los activistas estadounidenses han señalado que se pueden extraer lecciones profundas de aquella política de boicot. Muchas organizaciones y movimientos dentro de EE UU han visto cómo la incorporación de estrategias anti-apartheid a sus agendas transforma radicalmente su propio trabajo. La campaña contra el apartheid no solo ayudó a fortalecer los esfuerzos internacionales para acabar con el estado del apartheid, sino que también revitalizó y enriqueció muchos movimientos nacionales contra el racismo, la misoginia y la injusticia económica.

De la misma manera, la solidaridad con Palestina tiene el potencial de transformar y ampliar la conciencia política de nuestros movimientos contemporáneos. Los activistas de BLM y otros vinculados con este momento histórico tan importante demuestran una creciente conciencia colectiva en este terreno que puede desempeñar un papel importante en obligar a otros sectores del activismo por la justicia social a asumir la causa de la solidaridad palestina, en concreto, el BDS. Las alianzas en los campus universitarios que incluyen a organizaciones estudiantiles negras, los Students for Justice in Palestine y los Jewish Voice for Peace nos recuerdan la profunda necesidad de unir los esfuerzos antirracistas y desafiar a la islamofobia y el antisemitismo mediante la resistencia global a las políticas y prácticas de apartheid del Estado de Israel.

Teórica e ideológicamente, Palestina también nos ha ayudado a ampliar nuestra visión de la abolición, entendida como la abolición del encarcelamiento y la vigilancia. La experiencia de Palestina nos empuja a revisar conceptos como nación carcelaria o estado carcelario para comprender seriamente las vicisitudes cotidianas de la ocupación y la vigilancia no solo por parte de las fuerzas israelíes, sino también de la Autoridad Palestina. Esto, a su vez, ha estimulado otras vías de investigación sobre los usos del encarcelamiento y su papel, por ejemplo, en la perpetuación de nociones binarias con respecto al género y en la naturalización de la segregación basada en la capacidad física, mental e intelectual.

G. T. J. y A. L.: ¿Qué tipo de movimientos sociales pueden, o deben existir en la coyuntura actual, teniendo en cuenta la hegemonía global estadounidense, las relaciones económicas neoliberales, la contrainsurgencia militarizada en lo local y el daltonismo racial?

A. D.: En un momento en que el discurso popular está cambiando rápidamente, en respuesta directa a las presiones que emanan de las protestas sostenidas contra la violencia estatal y de las prácticas de representación vinculadas a las nuevas tecnologías de comunicación, sugiero que necesitamos movimientos que presten tanta atención a la educación política popular como a las movilizaciones que han logrado colocar la violencia policial y el encarcelamiento masivo en la agenda política nacional. Creo que esto significa tratar de forjar un análisis de la coyuntura actual que extraiga lecciones importantes de los ciclos relativamente recientes, que han llevado nuestra conciencia colectiva más allá de los límites anteriores. En otras palabras, necesitamos movimientos que estén preparados para resistir las inevitables presiones hacia la asimilación. El movimiento Occupy nos permitió desarrollar un vocabulario anticapitalista: El 99 por ciento frente al 1 por ciento es un concepto que se ha incorporado al lenguaje popular. La cuestión no es solo cómo preservar este vocabulario, como hizo, por ejemplo, la plataforma de Bernie Sanders, sino cómo construir sobre esto o enriquecerlo con la idea del capitalismo racial, lo cual no puede expresarse en términos que asuman la homogeneidad que siempre subyace al racismo.

Cedric Robinson nunca dejó de investigar ideas, productos culturales y movimientos políticos del pasado. Intentó comprender por qué coexistieron las trayectorias de asimilación y resistencia en los movimientos negros de liberación en EE UU. Las estrategias asimilacionistas que dejan intactas las circunstancias y las estructuras que perpetúan la exclusión y la marginación siempre se han ofrecido como la alternativa más razonable a la abolición, que, por supuesto, no solo requiere resistencia y desmantelamiento, sino también reinvenciones y reconstrucciones radicales.

Quizás este sea el momento de crear las bases para un nuevo partido político, uno que hable con un número mucho mayor de personas de las que los partidos políticos progresistas tradicionales han demostrado ser capaces de hacer. Este partido tendría que estar orgánicamente vinculado a la gama de movimientos radicales que han emergido tras el surgimiento del capitalismo global. Al reflexionar sobre el valor del trabajo de Cedric Robinson en relación con el activismo radical contemporáneo, me parece que este partido tendría que estar anclado en la idea del capitalismo racial: sería antirracista, anticapitalista, feminista y abolicionista. Pero lo más importante de todo, tendría que reconocer la prioridad de los movimientos sobre el terreno, movimientos que reconocen la interseccionalidad de los problemas actuales, movimientos que son lo suficientemente abiertos para permitir la aparición futura de problemas, ideas y movimientos que ni siquiera podemos empezar a imaginar hoy.

G. T. J. y A. L.: ¿Haces una distinción, en tu investigación y activismo, entre el marxismo y el marxismo negro?
A. D.: He pasado la mayor parte de mi vida estudiando las ideas marxistas y me he identificado con grupos que no solo han asumido las críticas inspiradas por los marxistas sobre el orden socioeconómico dominante, sino que también han luchado por comprender la relación co-constitutiva entre el racismo y el capitalismo. Habiendo seguido especialmente las teorías y prácticas de los comunistas negros y antiimperialistas en EE UU, África, el Caribe y otras partes del mundo, y habiendo trabajado durante varios años dentro del Partido Comunista con una formación negra que tomó como referencia al Che Guevara o a Patrice Lumumba, el marxismo, desde mi punto de vista, siempre ha sido un método y un objeto de crítica. En consecuencia, no necesariamente veo los términos marxismo y marxismo negro como opuestos.

Me tomo muy en serio los argumentos de Cedric Robinson en Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition [de próxima publicación en castellano por Traficantes de sueños]. Si asumimos la centralidad incuestionable de Occidente y de su desarrollo económico, filosófico y cultural, los modos económicos, las historias intelectuales, las religiones y las culturas asociadas con África, Asia y los pueblos indígenas no serán reconocidos como dimensiones significativas de la humanidad. El concepto mismo de humanidad siempre ocultará una racialización interna y clandestina, que excluirá las posibilidades de igualdad racial. Huelga decir que el marxismo está firmemente anclado en esta tradición de la Ilustración. Los brillantes análisis de Cedric Robinson revelaron nuevas formas de pensar y actuar generadas precisamente a través de los encuentros entre el marxismo y los intelectuales y activistas negros, que ayudaron a constituir la Tradición Radical Negra.

El concepto asociado con el marxismo negro que considero más productivo y potencialmente más transformador es el concepto de capitalismo racial. Aunque Capitalismo y esclavitud de Eric Williams se publicó en 1944, los esfuerzos académicos que exploran esta relación han permanecido relativamente en los márgenes. Con suerte, las nuevas investigaciones sobre el capitalismo y la esclavitud ayudarán a legitimar aún más la noción de capitalismo racial. Si bien es importante reconocer el papel fundamental que desempeñó la esclavitud en la consolidación histórica del capitalismo, los desarrollos más recientes vinculados al capitalismo global no se pueden comprender adecuadamente si se ignora la dimensión racial del capitalismo.

Gaye Theresa Johnson es profesora asociada de Estudios negros y chicanos en la Universidad de California en Los Ángeles. Alex Lubin es profesor de Estudios Americanos en la Universidad de Nuevo México.

Fuente: https://www.versobooks.com/blogs/3421-angela-davis-an-interview-on-the-futures-of-black-radicalism?fbclid=IwAR3lCZ97Wyo9CacNi_PRcjOZXxfZOrjcgwsAk0ZvTD5CX5EUWkrwOPNbWSE

Traducción: Viento Sur

Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article16108

domingo, 12 de julio de 2020

Cuentos de Baroja: los empobrecidos, los vagabundos y la “cuestión social”.

“A comienzos de siglo Pío Baroja tenía una preocupación muy honda por lo que se llaman cuestiones sociales. Esta preocupación se advierte en varios cuentos, en que el individuo, o una conciencia individual, se encara con la sociedad”, escribió el antropólogo y sobrino del escritor, Julio Caro Baroja, en el prólogo a los Cuentos de Pío Baroja (1872-1956) publicados por Alianza Editorial.

Buena parte de estos relatos se insertan en el volumen Vidas sombrías (1900), y fueron escritos –la mayoría- cuando el autor ejercía de médico en el municipio de Cestona (Guipuzcoa). De tono simbólico y filosófico, los Cuentos recogen todo el sentido e inquietudes de la obra barojiana, según algunos comentaristas; pero Caro Baroja matiza que su tío no se acercó del mismo modo, en la madurez, a los contenidos esotéricos (Médium y El trasgo) ni a otros de un simbolismo «a flor de piel” (Parábola o El reloj).

Garráiz encarna a El carbonero. Todos los días Garráiz sale de casa, desciende a un descampado del monte y prepara el horno de carbón. Tiene 20 años, trabaja –acumula leña y le prende fuego- y canta: las horas y los días se repiten en el valle. Hasta que un día, en el refugio de piedra donde come, un vecino del pueblo –también carbonero- le hace saber un rumor: ha “caído” soldado. “Lo que le exasperaba, lo que le llenaba su espíritu de una rabia sombría, era el pensar que le iban a arrancar de su monte aquellos de la llanura, a quienes no conocía, pero a quienes odiaba”, relata Pío Barroja.

En otro cuento, Conciencias cansadas, el narrador sale de un café pensando en la vendedora de una tienda de material funerario, que comercia con féretros, coronas, cruces y souvenirs; en el matrimonio que regenta una casa de préstamos, y que paga a la mujer del albañil mucho menos de lo que valen las sábanas; en el general que manda a los soldados a que mueran en el frente; o en el cura que considera una “atrocidad” ingerir un café con leche el viernes de Cuaresma. Pero en todos estos personajes sin conciencia -y en el industrial que falsifica, el periodista venal o el abogado que engaña-, “en toda esa tropa que roba, que explota y que prostituye” también hay, piensa después, algunos rasgos buenos y momentos de caridad.

El vago, a quien conoce y con el que conversa el narrador, aparece apoyado en una farola de la Puerta del Sol. Protagoniza otro de los cuentos de Baroja; el vago no es un hombre de acción, sino un espectador de la vida, un intelectual; mira como alguien que no espera nada del prójimo, es casi un filósofo, aunque para ciertos moralistas resulte “casi un criminal”. Tampoco tiene nada que ver con los lechuguinos de clase alta, ni con los empleados, estudiantes o mendigos.

“Yo creo que en las ciudades grandes, si Dios está en algún lado es en los solares”, afirma Pío Baroja en La trapera. En una casucha de unos terrenos sin urbanizar, en Madrid, una vieja pequeña y arrugada –que rebusca entre la basura- vive con una niña desharrapada pero con aire fresco y juvenil. A las cinco de la mañana salen del cobertizo; escarban entre los montones de desechos, “restos, sobre todo, de la tontería humana”.

Pasan por el Cafetín del Rastro, donde a esa hora duermen los mendigos, y después, en la calle, la vieja cierra tratos con los vendedores ambulantes. El escritor las pinta del siguiente modo en el solar, ya de regreso: “Quizá felices, quizá satisfechas por tener un hogar pobre y miserable, y un puchero en la hornilla que hervía con un glu-glu suave, dejando un vaho apetitoso en el cuarto”.

En el preámbulo de los Cuentos publicados por Alianza (la primera edición, de 1966), Julio Caro resalta la “curiosidad enorme” de Pío Baroja hacia “los anarquistas o ácratas como individuos”, así como por los no adaptados (en Errantes, una vida libre en la que duermen felices, tras alimentarse con pan y tres sardinas, una mujer que amamanta a su niño, su pareja –“mitad saltimbanqui, mitad charlatán”- y el hijo mayor; la familia se ha parado en un albergue de carretera que aloja a gitanos, caldereros, mendigos y buhoneros); esta atracción contrasta con el interés escaso del autor de La busca por los socialistas, a quienes se distinguía en la época como gente “más seria”.

Elaborados entre 1892 y 1899, Caro Baroja apunta que la primera impresión de los Cuentos -500 ejemplares- fue bien acogida por los críticos, pero no ocurrió lo mismo con las ventas; los relatos se tradujeron al francés, italiano, alemán, ruso, checo y sueco, después al japonés y al chino. Se muestra en desacuerdo con los comentarios de la Editorial de Literatura Popular de Pekín: “Siguiendo el viejo parecer socialista, considera que mi tío fue un anarquista, que se hizo cada vez más antidemócrata y que terminó sus días colaborando con el fascismo. La vida de los escritores vista por ciertos ideólogos es siempre algo bastante simple y aún estólido, sean estos ideólogos de derecha o de izquierda”.

El historiador, lingüista, académico y autor de Estudios vascos llama la atención, asimismo, sobre el lirismo, las descripciones y sugerencias de ambiente de los Cuentos; en las ventas del País Vasco -amables y hospitalarias, algunas tristes y melancólicas- recalan caminantes, vagabundos y personas humildes “que no tenéis más amores que la libertad y el campo”; llegar a una de estas posadas tras un viaje largo en diligencia –relata Pío Baroja en La venta– produce una dicha desconocida para quienes, presurosos, huyen hacia el vértigo de la urbe. Además, Julio Caro recuerda la admiración del novelista por el “viejo” Dickens y discute las influencias atribuidas a Gorki y la novela picaresca.

En el artículo “Los cuentos de Baroja” (Cuadernos Hispanoamericanos, 1972), el catedrático e hispanista Mariano Baquero Goyanes señala el “aire moderno” de Vidas sombrías; constata, de hecho, una cierta ruptura con los cuentos del siglo XIX, que se fundamentaban en la potencia del argumento; Baroja prefiere, en este caso, la narrativa de situación, abierta, sin desenlace o bien –Águeda o La sima– la conclusión abrupta del relato, subraya Baquero Goyanes en el artículo inserto en Pío Baroja. El escritor y la crítica (Taurus, 1974, Edición de Javier Martínez Palacio).

Pero algunos cuentos barojianos –La enamorada del talento o Un justo– contienen, también, descripciones prolijas a la manera de los autores realistas y naturalistas del XIX; Mariano Baquero Goyanes añade otra línea de continuidad con los cuentos tradicionales (orientales o libros de caballerías): “Aunque Baroja rechazara el arte narrativo caracterizado por su complicación, gustó con frecuencia de esos efectos de refracción o de laberinto narrativo, con no pocas vueltas y revueltas, idas y venidas, rotación de narradores, desplazamiento de los planos del relato”; así ocurre en La dama de Urtubi y El estanque verde.

¿Estilo desaliñado? El libro Baroja y su mundo recoge la respuesta de José María de Cossío: “No era descuidado escribiendo. El tono llano y a la vez sobriamente elegante de su estilo provenía de lo que Lope de Vega hubiera llamado un ‘descuido cuidadoso’; y no desdeñaba refinarle cuando el tema lo pedía”.

El espectador (1916) incluye las reflexiones de Ortega y Gasset sobre Baroja. Dedica unas páginas a “el tema del vagabundo”; así, en una sociedad en que predomina la “estabilidad plúmbea” y la “monotonía aldeana”, “sin protesta ni brinco”, el filósofo resalta la mirada barojiana: “Ve criaturas errabundas e indóciles”, ajenas a la idea de triunfo social, “decididas a no disolver sus instintos en las formas convencionales de vida” impuestas.

En busca de ese dinamismo, Ortega apunta cómo el escritor rescata a la población marginada, “eso que suele considerarse como escombro social”; en esta categoría se integran los golfos, tahúres, extravagantes, vividores y suicidas; “pues qué, ¿iba a hablarnos de los senadores, los comandantes, los gobernadores de provincia, las damas de las Cuarenta Horas y los financieros?”, se preguntaba el ensayista; “en el transcurso de diez años escribe Baroja veinte tomos de vagabundaje”, según José Ortega y Gasset. Valora asimismo, en contraposición a la farsa y el lugar común, la actitud sincera y auténtica –en coherencia con el cinismo griego- del autor de El árbol de la ciencia y Aurora roja. Y otras virtudes, como la ausencia de retórica o palabras innecesarias.

https://rebelion.org/cuentos-de-baroja-los-empobrecidos-los-vagabundos-y-la-cuestion-social/

sábado, 11 de julio de 2020

_- La periodista Brenda Chávez presentó el libro "Al borde de un ataque de compras" (Debate), en la sede de Oxfam Intermón-Valencia. “La frugalidad es sostenible y deseable, el austericidio no”

_- El pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción otorgó el Premio Caballo de Atila 2020 a la naviera Carnival Corporation, la mayor compañía de cruceros del mundo; con sede corporativa en Miami, Carnival cuenta con 10 marcas y una flota de más de un centenar de barcos que visita 725 puertos de escala en todo el mundo, informa su página Web. En un contexto de crisis del sector a causa del coronavirus, el fondo soberano de Arabia Saudí adquirió el 8% de las acciones de la multinacional. Ecologistas en Acción hacía referencia a un estudio de Transport & Environment (junio de 2019), en el que se apunta que en 2017 los cruceros de Carnival emitieron en aguas europeas diez veces más óxido de azufre –“causante de enfermedades”- que los más de 260 millones de vehículos de pasajeros que existen en Europa.

Entre los países más expuestos a esta contaminación, Transport &   Environment destacaba a España, Italia, Grecia, Francia y Noruega (según un comunicado del Ministerio de Fomento español, titulado “España, un país de cruceristas”, los pasajeros de cruceros se multiplicaron por 20 en los últimos 25 años, al pasar de 480.000 visitantes en 1992 a 10 millones en 2018). Por otra parte, hace un año Carnival alcanzó un acuerdo con la justicia estadounidense para el pago de 20 millones de dólares en concepto de multa por delitos ambientales en aguas de las Bahamas y Alaska.

Carlos Marx, el economista chileno Manfred Max Neef, Marcuse, Braudillard, Rousseau o Epicuro se refirieron en su obra a las “falsas necesidades”, recuerda Brenda Chávez (Madrid, 1974) en su libro Al borde de un ataque de compras. 73 claves para un consumo consciente, publicado por Debate en octubre de 2019 y presentado en la tienda de Oxfam Intermón en Valencia. “¿De verdad sabemos bien qué estamos haciendo?”, se pregunta. El calentamiento global es uno -entre otros muchos- de los efectos del modelo económico sobre el planeta.

Desde que en el último cuarto del siglo XVIII se inventara la máquina de vapor y con el consumo masivo de combustibles fósiles, así ha evolucionado la concentración de CO2 en la atmósfera: 280 partes por millón (siglo XVIII), 330 ppm (en 1970) y 375 ppm -en progresivo aumento- ya en el siglo XXI; del mismo modo se ha producido un incremento sensible de las temperaturas (en la era del apogeo neoliberal, entre 1983 y 2012, “se ha cuadruplicado el consumo y la producción, y ha sido la más cálida en 1.400 años”, subraya Brenda Chávez, que forma parte del colectivo de periodistas independientes Carro de Combate).

La publicidad y la mercadotecnia se sitúan en el eje del sistema para la creación de necesidades artificiales. En la terminología del neuromarketing, explica Chávez, “sólo hay que activar el córtex prefrontal ventromedial y el orbitrofrontal medial (encima de las órbitas oculares) para generar esa sensación placentera”; el gasto mundial en publicidad pasó de 503 mil millones de dólares en 2012 a 646.700 millones en 2019 (Statista). “En ningún momento histórico se ha identificado tanto la felicidad con el consumo como hoy”, resume la periodista. Otro elemento relevante es el poder de las marcas, con las que el consumidor se identifica. La investigadora cita al psicólogo evolucionista estadounidense, Geoffrey Miller, para quien el placer de consumir reside, en buena medida, en un deseo inconsciente: que el producto aumente –o proyecte- las presuntas virtudes del consumidor.

Más allá del fetichismo mercantil, la autora de Tu consumo puede cambiar el mundo (Península, 2017) advierte de la importancia de leer los etiquetados. Así, la identificación Made in Bangladés en la ropa podría implicar salarios para las obreras entre 1,67 y 3 dólares diarios; en India, entre 1,7 y 3,3 dólares al día; en Camboya (1,6 a 4,2 dólares); en China 5,8 dólares; y Rumanía (4,4 dólares); también afrontan, en la manufactura, situaciones de explotación laboral mujeres de Turquía (8,4 dólares al día), México (7,7 dólares) y Brasil (6,8 dólares).

“¿Nos gustaría cobrar eso en un día?” La pregunta de Brenda Chávez enlaza con otras consecuencias -en Occidente- del modelo hiperconsumista: la angustia, el sufrimiento y la tristeza; de hecho, “los ansiolíticos son uno de los fármacos más consumidos según el Ministerio de Sanidad español; y en 2030 también lo serán los antidepresivos, porque se prevé que la depresión se posicione como la primera causa de incapacidad en todo el mundo”, explica (el consumo en España de antidepresivos pasó de 61,2 dosis diarias por cada mil habitantes en 2010 a 77,2 en 2018, según Statista con datos de la OCDE). Al borde de un ataque de compras defiende, frente a la farmacología y la ingesta masiva de pastillas, tejer redes con amigos, familiares y compañeros, además de los cuidados y el apoyo mutuo.

El consumo cotidiano de alimentos, bienes y servicios en el estado español también expresa los desequilibrios en el sistema productivo. El libro publicado por Debate recoge el ejemplo de un agricultor de Alicante o Murcia: si vende a 0,24 euros el kilogramo de limones para competir con los cítricos del norte de África, el mayorista los ofrece a un precio de 0,78 euros y las grandes superficies a 1,56 euros. “Entre el campo y la mesa el incremento es del 550%”, concluye Chávez, quien presenta la sección Consuma crudeza dentro del programa radiofónico Carne Cruda, adscrito a eldiario.es.

No sólo se trata de que cerca de 25.000 personas mueran de hambre diariamente en el planeta (ONU, 2015) y la obesidad afecte a 1.000 millones (OMS, 2013). La investigadora de Carro de combate apunta que una de cada cinco muertes está relacionada con la mala alimentación, debido -por ejemplo- al abuso de las grasas animales, el sodio o los azúcares. Además de la responsabilidad de la industria agroalimentaria en las emisiones de gases de efecto invernadero, se refiere a un informe de Kistiñe García y Dolores Romano, publicado en 2018 por Ecologistas en Acción: una pera puede llegar a contener 49 pesticidas.

“Para dar de comer a los 10.000 millones de habitantes que seremos en 2050, el consumo mundial de frutas, vegetales, frutos secos o legumbres debería duplicarse, y el de azúcar y carne roja disminuir a la mitad”, resume Brenda Chávez (la producción de un kilo de vacuno requiere cerca de 15.000 litros de agua, a lo que se agrega una gran cantidad de vegetales y cereales que podrían dedicarse a la alimentación humana).

El ensayo está atravesado por apelaciones directas al lector, como “no les des más poder a las multinacionales, ya tienen bastante”. La autora justifica con datos y ejemplos esta afirmación: las 500 multinacionales más importantes representaron en 1999 el 38% del PIB mundial, cifra que se elevó al 43% en 2008; y la tendencia continuó en aumento. Asimismo, la facturación anual de petroleras como Shell y Exxon cuadruplica el PIB de Angola; en 2012, Coca-Cola dobló el PIB de Tanzania y triplicó el de Mozambique. Otra cuestión es el poder de los archimillonarios y las desigualdades en el mundo (Carlos Slim tardaría cerca de 220 años en gastar su fortuna, si lo hiciera a un ritmo de un millón de dólares diarios; Amancio Ortega, 172 años; y Bill Gates, 218 años, según un informe de Oxfam Intermón de 2014).

Al borde de un ataque de compras recorre otras áreas del negocio global y su impacto en el medio ambiente. Procedentes del petróleo, los plásticos se insertan en la vida cotidiana del ciudadano occidental; el PE (polietileno) en el envoltorio de los alimentos, el PET (tereftalato de polietileno) en envases y botellas; o el PEAD (polietileno de alta densidad) en bolsas, detergentes y champús, recuerda. Así, corporaciones como Coca-Cola, PepsiCo, Danone, Nestlé, Unilever o Johnson & Johnson tienen responsabilidad en el impacto de la “plaga plástica” (Greenpeace, 2019). Por otra parte, “la industria textil (y de la moda) es la más contaminante del mundo tras la del petróleo”. Brenda Chávez concluye con dos ideas medulares: “Huye de la supuesta comodidad, nos vuelve inútiles”; y “sé frugal, no austericida”.

https://rebelion.org/la-frugalidad-es-sostenible-y-deseable-el-austericidio-no/

viernes, 10 de julio de 2020

Qué es el estrés tóxico y cómo afecta el desarrollo cerebral de algunos niños y su salud cuando son adultos.

Niño estresado
Según los expertos, hay tres tipos distintos de respuesta ante el estrés: positiva, tolerable y tóxica, según el efecto que esa reacción tiene sobre nuestro cuerpo.

Aprender a lidiar con las contrariedades de la vida forma parte de nuestro desarrollo, pero hay que tener precaución con las respuestas que se adoptan.

Algunas, si se dan durante la infancia de manera continuada, pueden tener consecuencias para toda la vida.

El estrés es una respuesta fisiológica ante una situación de adversidad y cuando se produce desencadena cambios químicos en nuestro cuerpo que afectan a nuestro sistema inmunológico, endocrino y neurológico.

El Centro del desarrollo del niño de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, cita tres tipos distintos de respuesta ante el estrés: positiva, tolerable y tóxica, según el efecto que esa reacción tiene sobre nuestro cuerpo.

Si bien las dos primeras forman parte del desarrollo normal del niño, la tercera es dañina.

¿Cuándo el estrés es tóxico?
La respuesta tóxica ante el estrés puede ocurrir cuando un niño experimenta una adversidad que es fuerte, frecuente y prolongada en el tiempo sin el apoyo adecuado de un adulto, como puede ser la negligencia, el abuso físico o emocional, la exposición a la violencia, a la adicción a las drogas y a problemas mentales o las cargas asumidas por la pobreza.

Los adultos que sufrieron estrés tóxico en la infancia experimentan más enfermedades físicas.
Una madre con una profunda depresión que no puede cuidar de su bebé o unos padres alcohólicos o adictos a las drogas que no se ocupan de sus hijos pueden causar en el niño un estado permanente de estrés considerado tóxico, que puede tener repercusiones de por vida aunque quizás no se manifiesten hasta la edad adulta, según los expertos.

Cuanto más adversas son esas experiencias en la infancia, mayor es la probabilidad de tener retrasos en el desarrollo y problemas de salud más tarde, como cardiopatías, diabetes, abuso de drogas y depresión, además de pocas habilidades de adaptación.

"Mi hija era como un animal en pánico": el drama del trastorno de apego y cómo afecta a los niños adoptados y a sus familias

Ante el estrés, el cuerpo y el cerebro se ponen en situación de alerta: se produce adrenalina, aumentan las palpitaciones y se secretan más hormonas, como el cortisol.

Cuando baja la alarma pasado un cierto tiempo, o en el caso de un niño después de que un adulto le consuele, la respuesta ante el estrés se atenúa y el cuerpo vuelve a su estado natural.

Pero si ese consuelo no llega, esa respuesta se mantiene constantemente activa, incluso cuando ya no existe un peligro aparente.

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Conexiones neuronales
En las personas que sufrieron estrés tóxico en la infancia las áreas del cerebro dedicadas al aprendizaje y al razonamiento tienen conexiones neuronales más débiles y escasas.

Menos conexiones neuronales
Este tipo de respuesta prolongada al estrés se considera tóxica porque puede "sobresaturar" el cerebro del niño e interrumpir el desarrollo de su arquitectura, particularmente durante los períodos más sensibles del desarrollo temprano.

"En las áreas del cerebro dedicadas al aprendizaje y al razonamiento, las conexiones neuronales que conforman la arquitectura cerebral son más débiles y más escasas", según el Centro del desarrollo del niño de la Universidad de Harvard.

"La ciencia demuestra que la activación prolongada de las hormonas del estrés en la infancia puede disminuir las conexiones neuronales en estas importantes zonas del cerebro, precisamente en un momento en que se deberían estar formando conexiones nuevas".

Más enfermedades de pequeños y de grandes
El estrés tóxico resulta en una desregulación del sistema inmunológico que aumenta el riesgo y la frecuencia de las infecciones en los niños, dice en su estudio sobre esta condición Hillary Franke, pediatra del Center for Integrative Medicine de la Universidad de Arizona.

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Joven contrariado
La activación prolongada de las hormonas del estrés en la infancia puede disminuir las conexiones neuronales en el cerebro.

Los expertos también creen que el estrés tóxico juega un papel en el desarrollo de los trastornos depresivos, los problemas de comportamiento, el trastorno de estrés post traumático y la psicosis.

En el caso de los adultos, si sufrieron estrés tóxico en la infancia también experimentan más enfermedades físicas y presentan peores resultados en el estado de salud, como más casos de alcoholismo, enfermedades de obstrucción pulmonar crónica, depresión, cáncer, obesidad, más intentos de suicidio, cardiopatías "y una miríada de otras patologías", dice Franke en el estudio de 2014.

Si bien es imposible erradicar las fuentes de estrés, como la pobreza, el abuso o la negligencia, sí es posible apoyar a las familias para establecer dentro de lo posible relaciones seguras y estables con un adulto que cuide del niño.

Las investigaciones hechas hasta ahora muestran que establecer una relación de apoyo estable con adultos involucrados en el bienestar del niño a una edad tan temprana como sea posible puede prevenir o revertir los efectos dañinos del estrés tóxico.

BBC. Mundo.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-42502872

jueves, 9 de julio de 2020

Conversación entre Angela Davis y Naomi Klein. Imaginarios para salir del desastre

Angela Davis y Naomi Klein reflexionan sobre la oportunidad que la crisis del coronavirus representa para movimientos sociales e izquierdas. Cruzan las instantáneas del presente con otros momentos fundamentales de la historia. Vuelven a pensar otro mundo posible basado en menos represión, más activismo, imaginación y perspectiva feminista.

Angela Davis y Naomi Klein

Naomi Klein y Angela Davis se encontraron en una charla virtual organizada por The Rising Majority: “Coronavirus y construcción de un movimiento opositor”. Hubo más de 200 mil personas escuchando el vivo, en todo el planeta, en todos los horarios e idiomas, pero con una visión de mundo compartida. Hablaron de la crisis global, de la pandemia, de los feminismos, de los trabajos imprescindibles, del racismo, de las personas privadas de su libertad. Atravesadas por el acontecimiento reflexionaron sobre los desafíos que se vienen para los activismos y para la izquierda internacional en un escenario que nos impone la necesidad de desafiar los límites de la imaginación de lo posible.

Angela Davis es activista antirracista, anticapitalista e histórica referente de las luchas afro en los Estados Unidos a gravés de las Panteras Negras. Es autora de Género, raza y clase y ¿Son obsoletas las prisiones? Naomi Klein es activista anticapitalista y ecologista, cineasta y periodista. Escribió No Logo y La doctrina del Shock. Modera la conversación la activista Thenkiwe Mcharris.

THENJIWE MCHARRIS: Esta conversación intenta poner en común visiones transformadoras y nos invita a hablar de los cambios estructurales que necesitamos. ¿Qué nos dice esta crisis sobre el fracaso del capitalismo y sobre el riesgo de que el sistema aplique sus propias soluciones para afrontar el desastre?

NAOMI KLEIN: Esta es una crisis creada por el capitalismo. La pandemia misma es una expresión de nuestra guerra contra la naturaleza, de las enfermedades que vienen desde “lo salvaje” a la esfera humana porque nos estamos metiendo en ese plano de lo salvaje cada vez más. Estamos viendo cómo esta enfermedad se inserta en los sistemas inmunológicos débiles. Pero si tomamos distancia y ampliamos la perspectiva, vemos que nuestro sistema económico, dispuesto y construido en base a la voluntad de sacrificar la vida en beneficio de las ganancias, generó las condiciones previas para que esta crisis sea todavía más profunda, debilitando nuestro sistema inmune colectivo y generando las condiciones para que el virus se desarrolle de forma desenfrenada.

Esto se expresa de muchas maneras: a través de los sistemas médicos privados, en la denigración del trabajo de cuidado -al no brindar los equipos de protección adecuados-, y en la denigración de los trabajos de servicio: las personas que producen y entregan alimentos son tratadas como desechables. Todo ésto hace que el virus esté fuera de control.

Además, tenemos el capitalismo del desastre. Vemos lo mismo de siempre: frente a tanto dolor y necesidad, el oportunismo corporativo no se pregunta cómo aportar soluciones sino cómo puede enriquecerse aún más. Algunos ejemplos son las regulaciones ambientales suspendidas en China y en Estados Unidos en nombre de ayudar a la economía, y el impuesto a la regulación financiera. Esta declaración de intenciones impulsa crisis encubiertas, son ataques explícitos a nuestras democracias ya débiles. Entonces vemos a un Viktor Orban en Hungría, a Jair Bolsonaro en Brasil, a Benjamin Netanyahu en Israel, a Trump en Estados Unidos… Son lo mismo. Todos usan la autoridad para obtener mayor poder de vigilancia.

Naomi-y-Angela_02 ANGELA DAVIS: Al escucharte, Naomi, pienso en lo que pasa en Palestina, en lo que pasa en Siria y en Kurdistán, pienso en las poblaciones que están expuestas a situaciones de represión como respuesta fallida al Coronavirus.

THENJIWE MCHARRIS: Angela, durante años nos hablaste del sistema carcelario. ¿Podemos pensar la coyuntura desde una perspectiva abolicionista?

ANGELA DAVIS: Al analizar el impacto y los intentos para mitigar el virus, se pensó en la situación de las personas forzadas a mantenerse encerradas. Hubo preocupación por quienes quedaron confinados en cruceros. Pero deberían preocuparnos -y más, incluso- las personas que están en prisión o en centros de detención de inmigrantes. Acá, en Estados Unidos, las personas quedan detenidas por un período de uno a seis meses, no más de un año. Sin embargo, en este contexto, una sentencia de tres meses puede significar la pena de muerte. Aquí muchas organizaciones -Critical Resistance, No New Jails, All Of Us or None, Transgender Gender-Variant & Intersex Justice Project- piden la liberación de prisionerxs. En Estados Unidos hay 2.3 millones de personas tras las rejas. Pedimos, en particular, la liberación de lxs ancianxs. Y considerando que la cárcel acelera el envejecimiento, hablamos de mayores de 50. Las apelaciones también piden la liberación de lxs niñxs que están en institutos para menores.

Estaba leyendo un artículo de Mike Davisis en la “Jacobin”, donde menciona a la “corona-crisis” como un monstruo alimentado por el capitalismo. Dice que esta pandemia expande el argumento de que el capitalismo global parece biológicamente no sustentable por la ausencia de una infraestructura de salud pública global. Y afirma: “Tal infraestructura nunca existirá si los movimientos sociales no quiebran el poder de las grandes farmacéuticas y del sistema de salud privado”. La mirada abolicionista nos obliga a pensar de manera amplia y a recordar, por ejemplo, a aquellxs que no tienen casa. Incluso si se lleva a cabo la descarcelación de la cantidad de personas tras las rejas, muchxs sólo tendrán las calles como un lugar para refugiarse. Por lo tanto, también tenemos que pensar en el acceso a la vivienda y al alimento. Si Irán pudo liberar a 70 mil prisionerxs, es decir, un tercio de su población de detenidxs, los Estados Unidos deberían poder hacer lo mismo.

THENJIWE MCHARRIS: Esto nos lleva a la siguiente pregunta. ¿Cómo saber qué es posible transformar? ¿Cuánto más tenemos que involucrarnos?

NAOMI KLEIN: Se necesita de un gran compromiso. Recién estamos en la primera etapa de esta tremenda crisis. Una vez que reconocemos que estamos en una emergencia, el gran compromiso es posible. Ahora, por ejemplo: todos los que estamos compartiendo esta conversación seguramente pasamos nuestras vidas tratando de convencer al mundo de que el status quo nos llevaba al desastre. Estados Unidos no vio esta pandemia como una crisis. Lo dijo FOX News: que las personas mayores y las enfermas debían morir en silencio, en nombre del mercado. La única razón por la que ha habido una movilización de esta escala tiene que ver con los viajes geográficos que hizo virus, y que antes de golpear a Estados Unidos golpeó a sociedades con un tejido social más fuerte. Entonces tuvimos presidentes como el de China, y algunos del sur de Europa, que clausuraron sus economías para salvar vidas, y ésto venció las medidas de Trump que de alguna manera se vio obligado a tomar decisiones similares. La crisis abre el sentido de lo que es posible.

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Cuando escribí Doctrina del Shock, cité a Milton Friedman: “Solo un procedimiento real de crisis produce un cambio real, y cuando ocurre la crisis depende de las ideas que están por ahí”. Milton Friedman estaba enfocado en tener una infraestructura intelectual de preparación para desastres para la derecha, para las corporaciones, porque entendió que cuando el capitalismo produce su propia crisis y las injusticias del sistema quedan al descubierto, como sucedió durante la Gran Depresión, la izquierda tiene una gran oportunidad. Milton Friedman escribió una carta a Pinochet en los ´70, y le dijo: “Todo salió mal en su país, como en el mío en la década de 30, cuando la gente tuvo la idea de que podían hacer cosas buenas con el dinero de otras personas”. Entonces, en otras palabras, toda la estrategia que están desplegando para moverse tan rápido ante una crisis, para impulsar su lista de deseos es porque tienen miedo de que impulsemos la nuestra, tienen miedo de que exijamos exactamente aquello de lo que Angela ha estado hablando. Que vaciemos las cárceles, que exijamos casas para todxs, que digamos: “Esperá un minuto. ¿Ganaste 6 trillones de dólares? Podríamos tener un buen comienzo de un nuevo acuerdo verde con ese dinero”. Quiero decir, si podés pagarle a la gente para que se quede en casa, podés pagarle a la gente para que se vuelva a entrenar fuera del sector de los combustibles fósiles. Si las corporaciones están de rodillas pidiendo rescates, los sectores más contaminantes del planeta, compañías petroleras, compañías de gas, aerolíneas, compañías automotrices, de cruceros, significa que podemos tomar posesión de estos sectores, podemos bajarles un cambio si están en guerra con la vida en la tierra, podemos cuidar a sus trabajadores. Lo que necesitamos, para citar a mis colegas de The Leap, que es una organización que co-fundé, es patear puertas, abrirlas a la posibilidad radical tan a lo ancho y a lo largo como sea posible.

En esta crisis nos encuentra en una mejor posición que la de 2008, cuando la economía mundial colapsó y teníamos claro que nos veíamos obligados a pagar para salvar a los banqueros. Ocupamos las plazas y dijimos: “¡No!”. Pero en ese momento no impulsamos nuestras alternativas radicales con el coraje y con la fuerza suficiente. Esto es lo que debemos hacer ahora. Estoy tan inspirada por los trabajadorxs de Amazon, Hole Foods, Instacard, GI y los enfermeros. Todos son trabajadores de la primera línea pero su trabajo es denigrado y, literalmente, tienen que usar bolsas de basura para protegerse del virus. Es que así es como el capitalismo los ve, como basura. Pero ellos están de pie: “No, no somos basura. Nosotros sostenemos al mundo”. Esa es la energía que necesitamos para construir. Tenemos que ejercitar nuestro derecho a parar, a retener esa fuerza de trabajo. Necesitamos abrir la puerta de una patada, ¡y mantenerla abierta!

THENJIWE MCHARRIS: Debemos ser audaces y tener confianza pero también expandir la ronda de posibilidades en nuestra imaginación. Entonces, ¿cómo avanzamos hacia un mayor nivel de demandas?

NAOMI KLEIN: Es una carrera contra el tiempo porque todavía no vimos sus peores ideas. La gente en Gaza nos dice que son un laboratorio para el resto del mundo. Hoy, en Bombay, fueron diagnosticados los primeros casos de Corona, en un barrio marginal. Eso es preocupante por lo que dice Ángela sobre la imposibilidad de las personas para aislarse cuando no tiene dónde hacerlo. ¿Qué respuesta da un estado carcelario? Sella el barrio pobre, lo convierte en Gaza. Salvo que estemos ahí diciendo: “¡No! Todos tienen derecho a una casa, hay muchos hoteles vacíos”. Creo que veremos peores instantáneas que las que estamos viendo ahora.

THENJIWE MCHARRIS: Y vos, Angela, ¿qué crees que esta crisis nos está pidiendo?

ANGELA DAVIS: Estoy de acuerdo con Naomi: tenemos que pensar en las similitudes entre la década del 30 y ahora. Muchas personas se dan cuenta que el capitalismo no está preparado para responder a las necesidades de la gente y de otros seres de este planeta. El capitalismo global es responsable de la imposibilidad para abordar esta pandemia. También es responsable del gran número de personas en prisión, del alto costo de la atención médica, la vivienda y la educación. Las personas hoy tenemos la capacidad de darnos cuenta de que no tenía por qué ser así.

La crisis revela la naturaleza del capitalismo racial, el racismo dirigido contra asiático-estadounidenses, por seguir el ejemplo de… ¿cómo se llama el actual ocupante de la Casa Blanca? Estamos reconociendo y tenemos la capacidad de organizarnos contra el racismo de las instituciones, el racismo cotidiano. Y tenemos la capacidad de generar organización feminista, lo que podríamos llamar la organización feminista abolicionista, porque todas estas son cuestiones feministas. El racismo es una cuestión feminista, la falta de vivienda es una cuestión feminista, la abolición de las cárceles es una cuestión feminista. También deberíamos considerar que muchas de las personas que están en el centro de esta crisis, en la primera línea, son mujeres. Y quiero decir una cosa sobre la violencia de género y el abuso infantil: muchas mujeres están siendo forzadas a pasar las 24 horas del día con sus abusadores, siendo incapaces de conectarse con aquellos que han sido sus cuerdas de salvataje.

Deberíamos aprovechar ésto como una oportunidad para generar el tipo de organización que resalte el sentido de la necesidad de solidaridad internacional, y que tenga la capacidad de sacarnos de nuestro adormecimiento, de reconocer que podemos aceptar liderazgos de personas que se organizan en otras partes del mundo.

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NAOMI KLEIN: Mucho de lo que sé sobre el poder transformador de una crisis lo aprendí viviendo en Argentina, luego de la crisis económica del 2001, cuando tuvieron cinco presidentes en tres semanas y todo colapsó y la gente comenzó a construir algo nuevo en la multitud. Una de las cosas que presencié y que realmente me cambió fue el movimiento de las fábricas que, siendo abandonadas por sus dueños, eran transformadas en cooperativas de trabajo. Eso es lo que reivindico cuando hablo de solidaridad internacional. También valoro lo que tenemos para aprender del movimiento por la soberanía alimentaria.

También, hoy hay un nivel de organización digital increíble. Tenemos que defender también el derecho a tener internet, es un bien de uso público pero ahora está en manos de unas pocas grandes corporaciones. Cuando hablamos de respuestas represivas y autoritarias a la crisis eso incluye la capacidad de acallarnos cuando nos organizamos en plataformas de las corporaciones. Luchamos por derechos digitales reales como parte de la transformación que necesitamos.

Recordemos un par de cosas de las que muchxs de nosotrxs nos estamos dando cuenta. Uno: nos extrañamos, aunque pasamos mucho tiempo frente a las pantallas. Cuando ésto pase, me gustaría pasar más tiempo en comunidad y construir una economía que valore, que eleve y que esté enraizada en la necesidad de cuidarnos entre todxs y cuidar el planeta. Es posible hacerlo, serán necesarias todas las herramientas que hemos mencionado, las huelgas de alquileres, las huelgas de deudas, tal vez incluso una huelga general. No creo que tenga un hashtag, así que tendremos que encontrar formas de organización que Silicon Valley no nos haya traído. Una de las cosas que más difíciles de esta crisis es tener un hijo de siete años y enseñarle a temer a la gente porque todxs tienen gérmenes, y eso es lo contrario a lo que trato de enseñarle.

Fuente:

http://revistaanfibia.com/ensayo/imaginarios-salir-del-desastre/

miércoles, 8 de julio de 2020

Reiniciar la economía: para satisfacer las necesidades sociales no la búsqueda de beneficios



En una reciente reunión virtual del Foro Económico Mundial (FEM), el envejecido heredero de la monarquía británica, Príncipe Carlos, dialogó con la directora del FMI, Kristalina Georgieva. El discurso de Carlos de Inglaterra fue parte del evento de lanzamiento de El Gran Reinicio, un proyecto del FEM y la Iniciativa de Mercados Sostenibles del Príncipe de Gales, destinado a reconstruir el sistema económico y social para que sea más 'sostenible'. Carlos pidió un reinicio de la economía mundial cuando la pandemia de COVID pierda virulencia.

Creo que esta es la primera vez que estoy de acuerdo con un miembro de una 'familia real' en algo. Pero Carlos tiene razón, necesitamos reiniciar la economía mundial tras la pandemia, cuando la cruda realidad de la crisis sea patente.

Por supuesto, Carlos no piensa en reemplazar el modo de producción capitalista, sino simplemente que el capitalismo funcione mejor, de manera más justa y en lo que él llamó una senda de "desarrollo sostenible". Esbozó un 'plan de cinco puntos' escrito por sus asesores. Primero, dijo, debemos reconocer "la interdependencia de todos los seres vivos". En otras palabras, ha habido una quiebra del vínculo entre la humanidad y la naturaleza. Carlos concuerda con el análisis de Marx y Engels de hace más de 150 años de que, con el desarrollo del modo de producción capitalista, se ha abierto una "brecha metabólica" entre los seres humanos y la naturaleza.

La búsqueda de beneficios bajo el capitalismo ha extendido la industrialización y la urbanización descontroladas a nivel mundial. La productividad del trabajo se ha disparado junto con la población mundial, pero sin tener en cuenta el medio ambiente, la naturaleza y, en particular, las especies de vida silvestre, ya sea flora o fauna. La agricultura localizada ha sido reemplazada por la agricultura industrial globalizada. Los bosques han sido talados y diezmados y la búsqueda de minerales y combustibles fósiles para la economía mundial. Esto ha llevado a los seres humanos a áreas antes remotas y cerca de patógenos que han estado en la vida silvestre durante miles de años. Estos patógenos ahora han saltado a los animales de granjas industriales y a los mercados de alimentos, contangiando a humanos que no tienen inmunidad. COVID-19 es solo uno de estos nuevos patógenos, ya que "la naturaleza contraataca".

Carlos quiere que los líderes que deciden las estrategias de la economía capitalista global reconozcan esta 'brecha' y encuentren formas para recuperar la armonía de la humanidad con la naturaleza en una 'senda sostenible'. Pero ignoró la cuestión de si es posible bajo un modo de producción con fines de lucro y acumulación de capital sin límites. De hecho, Carlos "enfatizó que el sector privado será el motor de la recuperación y se sintió alentado por las promesas de los líderes empresariales de reconocer el daño al medio ambiente que resulta de una carrera sin restricciones para crecer".

En sus cinco puntos, Carlos señaló que la industrialización descontrolada del mundo utilizando combustibles fósiles como energía había producido un aumento del calentamiento global que estaba cambiando el clima del planeta a un ritmo desastrosamente rápido. Dijo que la economía mundial tenía que reiniciarse para conseguir "emisiones netas cero" lo antes posible. Pero, ¿cómo hacerlo? Según Carlos: gracias al mercado. "El poner precio al carbono puede proporcionar una vía imprescindible hacia un mercado sostenible". El hecho de que la fijación del precio del carbono, la solución de mercado para controlar las emisiones, haya fracasado claramente, como muestran muchos estudios, no fue tenido en cuenta. Si esta fuera la única solución para el calentamiento global y al cambio climático, entonces el planeta estaría condenado.

Sin embargo, Carlos ofreció otra solución. Uno de sus cinco puntos fue que “la inversión debe reequilibrarse. Acelerar las inversiones verdes puede ofrecer oportunidades de trabajo en energía verde, la economía circular y bioeconómica, el ecoturismo y la infraestructura pública verde”. Pero, una vez más, no explicó de dónde vendría esa inversión: ¿del sector capitalista, de la industria de los combustibles fósiles? No hizo ninguna mención a tomar el control de la industria de combustibles fósiles y su eliminación gradual. En cambio, tenemos que confiar en que la 'inversión verde' se vuelva más rentable y cree empleos.

Y en el último de sus puntos, puso sus esperanzas en la ciencia, la tecnología y la innovación. Afirmó que el reinicio de la economía capitalista mundial en una senda sostenible podría lograrse porque "la humanidad está al borde de avances catalíticos que alterarán nuestra visión de lo que es posible y rentable en el marco de un futuro sostenible". "Posible y rentable". Todo va bien, por lo tanto.

La reciente película, Planet of the Humans, de Jeff Gibbs y Michael Moore, ha sido condenada rotundamente por sus imprecisiones y su implícito enfoque maltusiano de que el problema es que hay "demasiada gente". Pero lo que la película hace bien es mostrar que el "capitalismo verde", es decir, confiar en la industria de los combustibles fósiles y otras compañías capitalistas para desarrollar tecnologías que salven al planeta, es una farsa, un enorme espejismo. La industria de los combustibles fósiles es el principal generador de emisiones de gases de efecto invernadero y, de hecho, los ejércitos a nivel mundial son los principales usuarios. Carlos no ofreció soluciones.

El capitalismo hará poco o nada para salvar al planeta del desastre climático o recuperar la armonía de la humanidad con la naturaleza. Eso requiere una planificación global y el control público de la producción de energía y alimentos. Mariana Mazzucato, la famosa 'economista más aterradora del mundo', ha señalado que “Dada la naturaleza global de la economía, sin un plan de recuperación verdaderamente global, reiniciar la economía mundial sobre una base sostenible no será posible. Necesitamos políticas que no solo sean reactivas sino también estratégicas, que nos acerquen a un New Deal Verde global liderado por las inversiones. Los audaces planes para crear ciudades y regiones neutras en carbono podrían fomentar la creatividad y la innovación”.

Mazzucato argumenta que deberíamos "recordar 2020 como el año en que redescubrimos la necesidad de sistemas de salud globales fuertes y el mundo evitó una nueva depresión con un New Deal verde y una recuperación dirigida por la inversión". Desafortunadamente, Mazzucato, después de haber promovido la necesidad de que el estado tome la iniciativa y no lo deje todo al mercado, ofrece una solución basada en "partenariados" con el sector capitalista. Pero cualquier New Deal verde basado en un partenariado con la industria de combustibles fósiles fracasará.

Establecer un sistema de salud sólido que evite que la humanidad muera de futuras pandemias y proteja a los infectados, formando partenariados con grandes compañías farmacéuticas con fines de lucro y subcontratando servicios y suministros médicos a contratistas privados, ya ha demostrado ser un fracaso en esta pandemia.

Tómese el ejemplo de las grandes farmacéuticas. Hace varios años, la Comisión Europea decidió establecer un organismo de partenariado, IMI, compuesto por funcionarios de la Comisión y representantes de la Federación Europea de Industrias Farmacéuticas (EFPIA), cuyos miembros incluyen algunas de las firmas más importantes del sector, entre ellas GlaxoSmithKline , Novartis, Pfizer, Lilly y Johnson & Johnson. El IMI tenía un presupuesto de 5 mil millones de euros, la mitad dinero público y la mitad de las compañías farmacéuticas. Pero las compañías farmacéuticas controlaron esos proyectos de investigación. Rechazaron un plan de la UE para acelerar el desarrollo de vacunas para prevenir la pandemia. Decidieron no financiar proyectos con la Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, una fundación que tiene como objetivo buscar tratamientos para las llamadas enfermedades prioritarias del plan, como Mers y Sars, ambos coronavirus.

En cambio, el IMI desarrollo proyectos que generaron beneficios para las empresas, no satisfacer las necesidades sociales. Como concluyó un informe, en lugar de "compensar los fallos del mercado" acelerando el desarrollo de medicamentos innovadores, de acuerdo con su mandato, el funcionamiento del IMI ha “priorizado los objetivos mercantiles habituales". Para eso sirvió el partenariado público-privado.

Las 20 compañías farmacéuticas más grandes del mundo iniciaron alrededor de 400 nuevos proyectos de investigación este último año, según Bloomberg Intelligence. Alrededor de la mitad se centró en el tratamiento del cáncer, en comparación con 65 orientados a las enfermedades infecciosas. Simplemente no es rentable encontrar medicamentos para tratar enfermedades que afectan a la población en general, particularmente en los países pobres. Pero no se preocupe, la UE ahora planea gastar más miles de millones en acuerdos de compra por adelantado de posibles medicamentos y vacunas para combatir COVID-19 con las compañías farmacéuticas. Los contribuyentes pagarán todavía más dinero a las compañías para que tengan beneficios.

Sin embargo, lo que ha demostrado la pandemia es que el mercado y la inversión con fines de lucro no pueden ofrecer un sistema de salud global efectivo. Lo que se necesita en cualquier reinicio es la propiedad pública de las principales compañías farmacéuticas y una mayor inversión pública en servicios de salud de propiedad pública.

En respuesta al Príncipe Carlos, la directora del FMI, Georgieva, escribió algunas ideas para "promover una recuperación más inclusiva". Pero, como siempre, es el mismo viejo mensaje de "aumentar la igualdad de oportunidades de la gente". Por lo tanto, la gente debería tener más oportunidades de ganar dinero pero no ningún control de la planificación de los recursos para satisfacer las necesidades sociales y la protección del planeta. Esa tarea sigue, como antes, en manos del gran capital.

Sí, dice Georgieva, necesitamos "aumentar la inversión pública en atención médica para proteger a los más vulnerables y minimizar los riesgos de futuras epidemias. También significa fortalecer las redes de seguridad social; ampliar el acceso a una educación de calidad, a agua limpia y saneamiento; e invertir en infraestructura climáticamente inteligente. Algunos países también podrían ampliar el acceso a guarderías de alta calidad, lo que puede alentar la participación femenina en la fuerza de trabajo y el crecimiento a largo plazo”. ¿Pero cómo se hace? Bueno, "mejorando la eficiencia del gasto y movilizando mayores ingresos públicos ... a través de " la reforma fiscal: por ejemplo, elevando la tasa máxima del impuesto sobre la renta " y " debe haber un esfuerzo concertado para combatir los flujos ilícitos y cerrar las lagunas fiscales, tanto a nivel nacional como internacional". Pero, por supuesto, sin imponer el control de las grandes multinacionales que evaden impuestos.

Georgieva dice que necesitamos "más inversión en educación , no solo gastando más en escuelas y capacidad de aprendizaje a distancia, sino también mejorando la calidad de la educación y el acceso al aprendizaje permanente y la recapacitación". Pero, ¿cómo se logra eso sin aumentos masivos del gasto público y el fin de los subsidios a la educación privada para los ricos?

Georgieva dice que necesitamos "aprovechar el poder de la tecnología financiera" para que llegue a todos. Se refiere a la banca principalmente. Pero la tecnología también se puede aplicar para garantizar que todos tengan acceso gratuito a Internet en el punto de uso. ¿Cómo se logra eso, sin la propiedad pública de las principales compañías de telecomunicaciones y redes sociales, así como de los propios bancos?

La directora del FMI habla de coordinación mundial para reiniciar la economía. Pero esa coordinación ha sido lamentablemente inexistente a la hora de hacer frente a la pandemia. Porque depende de gobiernos nacionales vinculados a los intereses de sus propios sectores capitalistas y porque la coordinación ha dependido del mercado, no de la satisfacción de las necesidades social.

El gran capital se prepara para "volver a la normalidad", aumentando la rentabilidad del capital mediante despidos, bajando los salarios e introduciendo robots y la automatización para reemplazar el trabajo vivo. Pero no se puede reiniciar la economía mundial "volviendo a la normalidad", es decir, con el beneficio privado como motor de la inversión, la producción, el empleo, la salud y la protección del planeta.

¿Qué implicaría un reinicio de la economía basado en la satisfacción de las necesidades sociales? Algunas sugerencias.

Necesitamos un plan global para el pleno empleo, con empleos para todos con un salario digno. Las pensiones y prestaciones para aquellos que no pueden trabajar deben aumentarse hasta suponer al menos dos tercios del salario medio.

Necesitamos una inversión pública sustancial en infraestructura y servicios públicos como salud, educación, vivienda y comunicaciones. Tal reorientación de la inversión pronto podría hacer que gran parte de estos servicios fuesen gratuitos en el punto de uso a nivel mundial.

Y debe ser una inversión en armonía con la naturaleza y el planeta. La industria de los combustibles fósiles debe ser eliminada, al igual que el tabaco y los ejércitos. Existe la tecnología necesaria para ello, lo que falta es que el poder económico y político este en manos de instituciones democráticas en lugar del gran capital y sus representantes, que parlotean sobre la 'inclusión' y el 'crecimiento sostenible'.

Sí, debemos cancelar las deudas de los países más pobres explotados por las multinacionales de los países imperialistas. Sí, debemos terminar con los paraísos fiscales para los ricos y poderosos. Sí, debemos reintroducir una tributación progresiva adecuada (una de las primeras exigencias del Manifiesto Comunista en 1848) para reducir la desigualdad.

Pero nada de esto será posible sin la propiedad pública de las principales instituciones financieras y de las multinacionales para que el mundo pueda planificar mediante organizaciones democráticas para satisfacer las necesidades sociales, no para el beneficio de los pocos propietarios del capital.

Eso es lo que debería significar “reiniciar la economía”.

Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2020/06/12/resetting-the-economy-for-social-need-not-profit/ Traducción:G. Buster

martes, 7 de julio de 2020

El atropello de Génova
*Publicado el 3 de abril de 2012

(Sobre provocadores e infiltrados)
El 20 y 21 de julio de 2001 hubo una cumbre del G-8 en Génova. El lector quizá recuerde vagamente que en ella se registraron “incidentes”. Lo que seguramente no sabe es que en aquellos días se produjo, “la mayor violación de derechos humanos de la historia de Italia desde la segunda guerra mundial” – según la contundente fórmula de Amnistía Internacional- resultado de una brutalidad policial planificada. En una Europa en la que crecen las protestas civiles, el tema es de una enorme actualidad.

Diez años después, dos periodistas italianos, Franco Fracassi y Mássimo Lauria, han reconstruido los hechos en un minucioso y detallado documental titulado “La Cumbre” (The Summit), que se ha presentado en Berlín. Más de un centenar de entrevistas y un millar de documentos, policías, activistas torturados, detenidos, atropellados y testimonios de expertos y de varios de los miles de participantes que resultaron heridos, muchos de seriedad, arrojan un testimonio sobrecogedor.

Trama negra para escarmentar
De ellos se desprende que las manifestaciones, inicialmente pacíficas, fueron violentadas por grupos provocadores vinculados a la policía, bloqueadas policialmente sin opción de escapar y atacadas con intención de escarmentar, de acuerdo a un guión preestablecido que días antes de los hechos contemplaba en uno de sus documentos el escenario de “una muerte”, cosa que sucedió en la persona del activista Carlo Giuliani, en lo que parece haber sido una encerrona planificada.

“Algunos miembros de sindicatos policiales nos confirmaron que no fueron errores tácticos casuales, sino una estrategia deliberada y planificada para golpear al movimiento por los derechos globales”, dice Lauria. “Cuantos más testimonios entrevistamos, más claro se nos hizo que en Génova hubo una clara intención de masacrar literalmente a un movimiento civil”, dice Fracassi, un ex corresponsal de guerra, que fue golpeado en Génova pese a su condición de periodista y se confiesa “impresionado” por la experiencia.

Pinochetismo en Europa
“Lo que vimos se pareció mucho a los métodos de las dictaduras sudamericanas de los setenta”, recuerda el diputado alemán Hans-Christian Ströbele, que acudió a Génova en una comisión de investigación. Allí vio en un hospital al periodista británico Mark Covell. El joven pernoctaba junto con muchos otros en la escuela Díaz, que el Foro Social de Génova habilitó como centro de prensa. La policía tomó la escuela por asalto, destruyó todos los ordenadores que encontró y atacó a la gente que estaba durmiendo en sus sacos. Covell y Ströbele asistieron a la presentación del documental en Berlín.

Covell fue apaleado hasta caer en coma. “Me hice el muerto, pero seguían golpeando”, dice. Al final casi se muere de verdad: conmoción cerebral, perforación pulmonar y pérdida de diez dientes. Otras 63 personas de la escuela fueron heridas, algunas salieron en camilla con pronóstico reservado. El objetivo del ataque a la escuela era destruir las pruebas, fotos y filmaciones, de la violencia de la víspera. De paso la policía introdujo en el edificio los cócteles Molotov que luego se mostraron como pruebas del delito.

Encerrona
La víspera, en la Piazza Alimonda, un jeep policial se había parado al alcance de una multitud previamente maltratada y calentada, con la aparente intención de crear una situación en la que el uso del arma de fuego en defensa pudiera presentarse como apropiada, lo que concluyó con la muerte de Giuliani por un disparo policial en la cabeza. El asalto a la escuela pudo tener como objetivo hacerse con las imágenes de aquella encerrona. Las 250.000 personas que al día siguiente se manifestaron al grito de “¡asesinos!” fueron rodeadas y reprimidas.

“Lo que pasó me marcó para toda la vida”, dice una mujer que fue torturada en un centro de detención, junto con decenas de otros manifestantes detenidos aquel día, entre insultos y golpes de unos policías que parecían drogados por su brutalidad.

El “Black Block” como recurso
Pieza central de toda la situación registrada en Génova fueron los manifestantes del llamado “Black Block” (bloque negro). Ese sujeto hizo su aparición en las protestas contra la central nuclear alemana de Brokdorf ya en los años setenta. Son grupos de manifestantes violentos, instrumentalizados, infiltrados o directamente organizados por la policía, difíciles de distinguir de los simples neonazis. Muchos de ellos acudieron a Génova desde Alemania tras haber participado en manifestaciones neonazis, como se pudo comprobar al examinar algunos de los teléfonos móviles que se les incautaron, explica Sergio Finardi, experto en “tácticas de guerra informales”.

El objetivo del “Black Block” es reventar las manifestaciones, evitar una amplia y pacifica participación de la ciudadanía, y dar motivos a la policía con su vandalismo para reprimir y desprestigiar los motivos de la protesta, dice. La secuencia consiste en dejar al “Black Block” hacer impunemente su trabajo sin que la policía intervenga, a continuación se carga con violencia, pero no contra los violentos sino contra los normales. En Génova no hubo ni una sola detención de esos sujetos. El guión se repite en múltiples protestas del movimiento antiglobalización, dice Finardi.

Violencia
Sería ingenuo pensar que toda la violencia contestataria es obra de provocadores. Cualquiera con una visión realista de la vida sabe que incluso en las mejores causas no hay carencia de personas impulsivas, de pocas luces, o ambas cosas a la vez. También es notorio lo fácil que es convertir en irritada y violenta a una multitud en principio pacífica. Esto no es una reflexión pedestre sobre “la violencia” de la que hablan los medios de comunicación. Aquí no se habla, por ejemplo, de la enorme violencia que supone una realidad social, llena de desempleo, de injusticias y de estafas sociales que ofenden a la dignidad ciudadana. Simplemente se constata lo anecdótico. A saber: que en una manifestación de 50.000 o 100.000 por una causa justa y clara, doscientas personas quemen tres contenedores, un vehículo y ataquen un cajero automático, es, por desgracia, absolutamente anecdótico, independientemente de que esa imagen sea portada en The New York Times o en cualquier otro medio con el objetivo de que “la violencia” haga perder de vista la esencia del asunto. Aun más, esa manipulación mediática forma parte de la violencia, porque es una mentira como lo son llamar “salvamento de Grecia” o “emisión del Banco Central Europeo” a la subvención continuada a la banca privada, mientras se obliga a la ciudadanía europea socialmente más desfavorecida a apretarse el cinturón.

De la provocación y sus antecedentes
De lo que aquí se habla y advierte es de otra cosa: del conocido uso del “Agent provocateur”. Su figura acompaña la historia del movimiento obrero desde sus mismos orígenes y llega hasta los hechos de Génova. En el París de principios del siglo XX, con su miseria extrema y su escena anarquista y socialista la abundancia de aquellos personajes era extraordinaria, como explica, entre muchos otros, Victor Serge (Victor Kibalchich) en sus memorias. La Rusia de la “Naródnaya Volia” ofrece situaciones increíbles, muchas de las cuales se revelaron al incautar la Revolución Rusa los archivos de la Ojrana, la policía política zarista, y lo mismo, aunque mucho más inocente, ocurrió aquí con la Stasi, sin ir más lejos, o ocurre hoy con los curiosos infiltrados de la policía política alemana, el BfV, en la escena neonazi.

Para quienes vivimos como estudiantes la España del último franquismo y la de la transición, el “agent provocateur” es también una figura familiar. Su historia está por escribir y va desde lo más alto, el terrorismo puro y duro, hasta lo movimientos estudiantiles.

A finales de los años setenta un conocido abogado de Barcelona me contó como su cliente, un miembro del Comité Central del Partido Comunista (R), una delirante organización maoísta muy cercana a las pistolas, había sido interrogado, y naturalmente torturado en comisaría, por la misma persona que le había reclutado para el partido un año antes. Con las historia del Grapo, una organización violenta maoísta, hay toda una historia por escribir.

A un nivel menos inquietante, pero no menos significativo, se puede mencionar la historia de cómo se acabó, a partir de 1977, con el ambiente de hermandad izquierdista que dominaba geográficamente las Ramblas de Barcelona, aquel extraordinario espacio de ligue, fiesta civil y pacífica, conspiraciones estudiantiles de café e intercambio de revistas y panfletos. De repente zonas enteras como la Plaza Real fueron invadidas por la droga y la agresiva criminalidad a ella ligada. En Canaletas, cada fin de semana estallaban “manifestaciones” de 50 personas con gran profusión de cócteles Molotov por causas como la “solidaridad con el Sáhara” o con “Euskadi”, o, como decía Buñuel en su surrealista película, con los “grupos armados del Niño Jesús”. Su protagonista era un grupo izquierdista llamado PCI (no confundir con lo que luego fue el Partido del Trabajo). Estaba compuesto fundamentalmente por gente de los bajos fondos a sueldo del Gobierno Civil de Barcelona. La gente normal dejó en pocos meses de ir a las Ramblas, que hoy se han convertido en el habitual espacio sin alma que suele afirmar el turismo masivo.

Encargué a un compañero gráfico de profesión que hiciera fotos de aquellas “manifestaciones” barcelonesas. Me trajo primeros planos, siempre los mismos rostros, con un par de jefes hampones de aspecto inconfundible, que eran los que repartían el dinero, y conexiones con un oscuro despacho de abogados de la Calle Balmes. El reportaje no se publicó, por las mismas razones por las que han sido necesarios diez años para que Fracassi y Lauria nos explicaran lo de Génova: no había interés, y era necesario remar muy fuerte a contracorriente para acabar al final informativamente derrotado…

Todo esto forma parte de una generación y es archiconocido. Pero es de suma actualidad hoy en esta Europa que se va a hacer más tensa y convulsa. Lo que nos lleva a otra reflexión.

Sobre la inteligencia de la especie
Un conocimiento superficial de la Historia sugiere la falacia de su progresiva evolución hacia un mundo mejor. No sólo no hay avances lineales e inexorables hacia situaciones socialmente mejores, sino más bien una anárquica sucesión de avances y retrocesos. Parafraseando un popular dicho cinematográfico ruso, podríamos decir que el progreso de la humanidad es “asunto sutil”. Como me explicó con gran simpleza en una ocasión Andrei Bitov, un conocido escritor ruso, “a veces pienso que la humanidad no tiene remedio y que camina decidida hacia el desastre, otras veces, en cambio, llego a pensar exactamente lo contrario”.

La reflexión era a propósito de la crisis global, de la que el problema del calentamiento es aspecto, del rampante militarismo (Occidente está metido hoy directa o indirectamente en una veintena de guerras, señala el informe de un Think Tank de Heidelberg), y, sobre todo, a propósito de la combinación de ambos aspectos, el uno exigiendo a gritos una nueva y superior civilización con otra metodología, y el otro apuntando inequívocamente hacia lo Neandertal…

Todo esto viene a cuento de nuestra reacción ante la actual “crisis financiera”, que es una mera y casi anecdótica nota a pie de página, al lado de los retos que plantea la verdadera crisis recién evocada, sobre todo en sus aspectos energéticos y sociales.

La pregunta es si seremos lo suficientemente sabios, los de arriba y los de abajo, más sabios como especie, más allá si se quiere de la lucha de clases y de las relaciones de dominio imperial entre el Norte y el Sur, en resolver de forma viable y no suicida este siglo XXI. En Europa Occidental llevamos más de tres generaciones de progreso continuado, las memorias de grandes violencias y del hambre (que en 1947 era un dato central en Barcelona, Berlín o Budapest) se han hecho borrosas.

¿Es posible un conflicto social “blando”?
La Historia, de nuevo, sugiere que los de arriba, las oligarquías que dominan nuestras sociedades con diferentes matices, sólo aprenden y se hacen sensibles a la justicia a base de presión social. Las bonitas libertades y garantías europeas, hoy por desgracia tan maltrechas y con tan mal pronóstico de evolución, fueron resultado de pactos y compromisos, revoluciones y contrarrevoluciones rodeados de sangre, violencia y sufrimiento ¿Será el futuro diferente? ¿Es posible un conflicto social con metodologías “blandas”? Así lo afirma, por ejemplo, el 15-M español, pero así lo complica un escenario como el genovés.

En la zona euro los activos monetarios en manos privadas, 27 billones de euros son más de tres veces superiores al monto total de la deuda de los países implicados, que asciende a 8,2 billones (de ellos 2,1 billones son deuda alemana), señala Eurostat. La mitad de esos activos (60% en Alemania) están en manos del 10% más rico de la población ¿Es posible convencer a los ricos y más poderosos de la peligrosidad e inestabilidad que representa, también para ellos y para sus intereses, el afirmar una polarización social tan extrema e insostenible como la que preside nuestro mundo y avanza incluso en las ciudades de los países europeos más prósperos? ¿Es posible convencerles para una política fiscal menos injusta? Hasta un tonto comprende que si uno no quiere que el perro le muerda hay que echarle un hueso de vez en cuando, y aquí no se trata de huesos ni de perros sino de cierta democracia real.

Desde luego, no habrá convencimiento sin pulso social, pero ¿habrá pulso social sin violencia, la violencia radical de los despidos y de los recortes, de los desahucios, de la manipulación informativa, de los “agents provocateurs”, y, por supuesto, de los necios que queman contenedores y destruyen cajeros automáticos sin que les pague siquiera el Gobierno Civil de turno?

Con todo eso rondando en la cabeza salimos del cine, y de la charla berlinesa con Fracassi y Lauria, al término del pase de su documental sobre el atropello de Génova.

_- Estas son las 36 preguntas que conseguirán que te enamores

_- Este cuestionario forma parte de un experimento de 1997 sobre cómo crear intimidad

El estudio culminó con la boda de dos de los participantes y ha vuelto a la actualidad por un artículo publicado en The New York Times

Mandy Len Catron publicó el 9 de enero un artículo en The New York Times (que hemos traducido en Verne) y en el que narra cómo se enamoró con ayuda de 36 preguntas elaboradas por el psicólogo Arthur Aron.

Aunque la escritora usó las preguntas de Aron para enamorarse y que se enamoraran de ella, Aron las planteó en su estudio como una herramienta para generar intimidad, no necesariamente amorosa, de forma gradual. El objetivo era ayudar a los psicólogos a crear una relación cercana en el contexto de un laboratorio, de modo que se pudieran manipular y estudiar las variables de esta relación.

Cuando Aron probó el cuestionario, distribuyó a algunos de los participantes en parejas de hombres y mujeres. Una de las parejas que participó y se conoció en este estudio acabó casándose seis meses más tarde. Según explicaba Aron a Wired, en 2010, "la última vez que contacté con ellos, aún seguían juntos".

Es decir, es posible que este cuestionario diseñado para abrirnos gradualmente funcione. Por si alguien quiere probarlo (bajo su responsabilidad), lo reproducimos a continuación. El estudio original requiere que se trate de alguien completamente desconocido. Se recomienda emplear 45 minutos: un cuarto de hora para cada set de preguntas, aunque tanto Mandy Len Catron como  estos dos voluntarios de The Guardian  necesitaron más tiempo. Los participantes han de leer en voz alta una pregunta cada uno, aunque ambos han de responderlas todas.

Una vez terminado el cuestionario, los sujetos debían alejarse y responder a las preguntas de los investigadores. En el estudio original no se menciona la necesidad de mirarse a los ojos al terminar durante cuatro minutos, pero no es desaconsejable: a Mandy Len Catron le funcionó.

Set I

1. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?

2. ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma?

3. Antes de hacer una llamada telefónica, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Por qué?

4. Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

5. ¿Cuándo fue la última vez que cantaste a solas? ¿Y para otra persona?

6. Si pudieras vivir hasta los 90 años y tener el cuerpo o la mente de alguien de 30 durante los últimos 60 años de tu vida, ¿cuál de las dos opciones elegirías?

7. ¿Tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?

8. Di tres cosas que creas tener en común con tu interlocutor.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

10. Si pudieras cambiar algo en cómo te educaron, ¿qué sería?

11. Tómate cuatro minutos para contar a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible.

12. Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?

Set II

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

16. ¿Qué es lo que más valoras en un amigo?

17. ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

18. ¿Cuál es tu recuerdo más doloroso?

19. Si supieras que en un año vas a morir de manera repentina, ¿cambiarías algo en tu manera de vivir? ¿Por qué?

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

21. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

22. Compartid de forma alterna cinco características que consideréis positivas de vuestro compañero.

23. ¿Tu familia es cercana y cariñosa? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

24. ¿Cómo te sientes respecto a tu relación con tu madre?

Set III

25. Di tres frases usando el pronombre “nosotros”. Por ejemplo, “nosotros estamos en esta habitación sintiendo…”.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

27. Si te fueras a convertir en un amigo íntimo de tu compañero, comparte con él o con ella algo que sería importante que supiera.

28. Dile a tu compañero qué es lo que más te ha gustado de él o ella. Sé muy honesto y dile cosas que no dirías a alguien a quien acabas de conocer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento embarazoso de tu vida.

30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que ya te guste de él.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio como para hacer broma al respecto?

33. Si fueras a morir esta noche sin posibilidad de hablar con nadie, ¿qué lamentarías no haber dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

34. Tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro. Después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto. ¿Cuál escogerías? ¿Por qué?

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.
 ***** 
"Para enamorarte de cualquiera, haz esto": este es el artículo en el que Mandy Len Catron narra cómo encontró el amor gracias a estas 36 preguntas. Si prefieres leer una entrevista con Arthur Aron, autor del experimento y de las preguntashaz clic aquí.

https://verne.elpais.com/verne/2015/01/21/articulo/1421860773_040293.html