domingo, 19 de diciembre de 2021

Cómo superar el síndrome de estar quemado

Es un mal que afecta a muchos y se conoce como ‘burnout’. Las señales son aislamiento, baja autoestima y dudas sobre nuestras capacidades profesionales.

Uno no se da cuenta de repente. Es un proceso que te va envolviendo poco a poco. Se empieza por el desconcierto, no sabes qué te pasa, por qué te cuesta levantarte o por qué no tienes ganas de ir a trabajar. No puedes descansar por las noches, porque la cabeza se enreda con los problemas del trabajo. Empiezas a ser pesimista. Ves las cosas peores de lo que realmente son y surgen problemas cuando antes eran simples incidencias. Todo ello te hace estar de mal humor y lo pagas con los que te rodean. Poco a poco, te vas aislando, tu autoestima personal se cae a los suelos y comienzas a dudar hasta de tus propias capacidades profesionales”.

Con estas palabras explica un afectado por el síndrome del trabajador quemado o burnout, como se le conoce en inglés, el proceso por el que atraviesa. La Organización Mundial de la Salud lo definió en 2019 como estrés crónico en el puesto de trabajo con tres claras consecuencias: sentimiento de agotamiento profundo, una actitud negativa hacia el trabajo y una reducción de la eficacia profesional. La covid-19 ha acentuado esos síntomas. “Nos hemos sentido más vulnerables por los acontecimientos y somos más proclives a quemarnos en nuestro trabajo”, reflexiona Antonio Pamos, doctor en Psicología y profesor de la Universidad Camilo José Cela.

El burnout no es un problema solo de quien lo sufre, sino de la organización y de la sociedad en su conjunto. Según Jennifer Moss, autora del libro The Burnout Epidemic, las consecuencias de este síndrome suponen la pérdida de un billón de dólares en productividad anual en todo el mundo, un gasto de 190.000 millones en atención médica y la muerte de 120.000 personas al año solo en Estados Unidos a causa del agotamiento. Estamos hablando de un problema realmente serio que daña a muchas personas, que trasciende del ámbito laboral y que afecta no solo a quienes trabajan dentro de una organización, sino a otro tipo de profesionales, como autónomos o empresarios. Incluso a familiares y amigos que conviven con alguien que se encuentra quemado.

Para remediarlo, tanto las organizaciones como los propios afectados deben tomar medidas. “Caer en este síndrome lleva tiempo; salir, también. En algunos casos necesitamos apoyarnos en especialistas y en otros podemos autorregularnos si actuamos a diferentes niveles: el fisiológico, el emocional y el mental”, explica Pamos.

El primer paso consiste en reconocer que estamos quemados. Todos podemos sufrir este síndrome, pero parece que existen personas más proclives. Quienes son vocacionales o altamente dedicados pueden sufrir las consecuencias con más intensidad. Así sucede con profesores, enfermeros o profesionales del mundo de las ONG. Según la investigación de Sharon Maylor, de Walden University, algunos rasgos del carácter nos hacen ser más vulnerables a sufrir burnout. Los perfeccionistas, los introvertidos o aquellos que son muy analíticos, más sensibles a los posibles riesgos, poco impulsivos o asumen un exceso de responsabilidad de lo que sucede tienen más posibilidades de padecerlo. Por tanto, si deseamos reducir el impacto del burnout en nuestra vida, necesitamos mejorar en nuestro autoconocimiento; es decir, aprender a identificar lo que nos sucede.

Uno de los niveles sobre los que hay que trabajar es el fisiológico. “Debemos tratar de eliminar la ansiedad a través de técnicas de relajación, mejorar la respiración o mindfulness, por ejemplo”, sostiene Pamos. Para eso es importante dedicar tiempo a cuidarse, como ha demostrado una investigación. Según el análisis realizado por Yu Tse Heng y Kira Schabram, de la Universidad de ­Washington, las personas que dedicaron 10 minutos al día a cuidarse, con técnicas de relajación, cocinar alimentos sanos o, incluso, echarse una siesta, reducían su percepción de agotamiento al día siguiente. Además, practicar la compasión hacia los demás conseguía reducir el cinismo derivado del burnout.

Otro de los síntomas de este síndrome es la percepción de aislamiento. La manera de evitarlo es actuar en el nivel emocional; es decir, abrirse a nuevas conversaciones con personas queridas, pedir ayuda para salir del bucle mental en el que nos encontramos y recordar cómo éramos antes de encontrarnos así. No para despertar la nostalgia, sino para comprender que es un estado temporal, no algo inherente a nosotros. Que podemos salir. Como reconoce alguien que sufrió burnout, “tú mismo te conviertes en alguien tóxico porque estás mal y te rodeas de personas igual de tóxicas, que se quejan de todo cuanto sucede”. El objetivo es saber decir no a dichas relaciones y comenzar a rodearse de personas más positivas, con conversaciones más amables.

Por último, el nivel mental consiste en ampliar nuestra perspectiva personal. Es cierto que pasamos muchas horas dedicadas al trabajo, pero el trabajo es solo una parte de nosotros mismos. Valorar lo que ya tenemos, como nuestra familia, la salud o los amigos, nos ayuda a relativizar y a colocar en el sitio justo los problemas laborales y el agotamiento asociado. Lógicamente, alcanzar esta actitud lleva tiempo. A veces hace falta ayuda exterior, en otras ocasiones, tomar decisiones, como cambiar de trabajo o de amistades, pero lo importante es actuar para salir de ese agotamiento por uno mismo y por las personas que nos quieren. 

sábado, 18 de diciembre de 2021

_- Yolanda y Francisco

_- Por Gorka Larrabeiti | 13/12/2021 | Opinión
Fuentes: Ctxt [Foto: Reunión del papa Francisco con la vicepresidenta segunda del Gobierno español Yolanda Díaz,11 de diciembre de 2021 (Vatican Media)]

Es para celebrarlo. Esa pareja feliz es una noticia muy buena y muy rara. Es muy rara porque el debate político y la agenda mediática, como repite siempre Steven Forti, bailan desde hace tiempo al compás de los escándalos y las provocaciones de la extrema derecha global. Hoy, en cambio, en la prensa ha sonado un discreto, emotivo y elegante tango gallego, y han sido las redes de extrema derecha las que han bailado a un ritmo que les es ajeno soltando coces. Y es muy buena porque en esa pareja feliz vemos el manual de instrucciones que propone Steven Forti para combatir la extrema derecha 2.0 llevado sencillamente a la práctica.

Son tiempos de revival nacional católico y de regreso a la teología de la Reconquista. Reconquête se llama, de hecho, el movimiento de un Eric Zemmour que viaja a Armenia a lanzar un “mensaje de esperanza a todos los cristianos de Oriente abandonados hoy día por un Occidente que pierde el hilo de su civilización” y que quiere salvar la catedral de Notre-Dame, “centro de gravedad de la cristiandad francesa y símbolo de nuestra Nación”, de la “deconstrucción”. Que Notre-Dame vuelva a ser Notre-Dame, escribe Zemmour. Integrismo y antimodernidad. Volviendo a este lado de los Pirineos, recordemos que Vox suele empezar sus campañas electorales “Por España” en Covadonga “con espíritu de Reconquista”.

“Definir un fenómeno es el primer paso para poder entenderlo”, escribe Forti en el primer capítulo de Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla. Tras enjundiosas páginas sobre las razones, los momentos y las características del populismo y el fascismo, Forti los descarta como términos válidos para definir el fenómeno global actual. Giustissimo. El libro resulta particularmente útil cuando Forti detecta y describe el papel de las nuevas tecnologías en la propaganda del amplio espectro de formaciones políticas objeto de análisis. Bravissimo. Acierta otra vez al indicar los mínimos comunes denominadores de la extrema derecha 2.0: “marcado nacionalismo, identitarismo o el nativismo, la recuperación de la soberanía nacional, una crítica profunda al multilateralismo – y en Europa, un alto grado de euroescepticismo –, la defensa de los valores conservadores, la defensa de la ley y el orden, la islamofobia, la crítica al multiculturalismo y las sociedades abiertas, el antiintelectualismo y la toma de distancia formal de las pasadas experiencias de fascismo” (p. 85). Es la primera vez en el libro que aparece la palabra “islamofobia”. Aún no ha aparecido la palabra “cristiano”, ni tampoco “católico”. Raro. Forti vuelve a acertar cuando dice que estos partidos no quieren “crear una religión política” (p. 81). Y no es eso.

Ahora bien: si hay un punto en el que Forti, a mi modo de ver, ha fallado –más por prisa que por otra cosa– es al no otorgar a la religión el papel central que juega en la extrema derecha 2.0. No es que el tema no aparezca en el libro, no. Al contrario, lo atraviesa físicamente, como un elefante. Se denuncian los colmillos de la financiación integrista católica; los conceptos “valores” o “identitarismo” van apareciendo con el extraño swing que tienen la probóscide o la cola de los paquidermos. Pero no basta.

Muchos miembros de esta extrema derecha se autodefinen “cristianos”. Yo-soy-Giorgia Meloni se dice “cristiana” antes incluso que “italiana”; Salvini se decía “orgulloso de llevar el rosario en el bolsillo”; en el artículo 3 del estatuto del partido europeo Identidad y Democracia se lee que los miembros del grupo ID “reconocen el legado grecorromano y cristiano como pilares de la civilización europea”. Abundan los ejemplos y hay estudios sobre por qué esta extrema derecha explota el cristianismo. En el libro de Forti se señalan agudamente la centralidad de las guerras culturales y el gramscismo de derecha, que instrumentaliza la religión a fin de hacerse con la hegemonía cultural. Sin embargo, se echa de menos un punto de vista fundamental, a mi modo de ver: la teología política. Sin ella, digamos que se disipan –borrosos– los perfiles del elefante. Sin la giusta teología política, ni se entiende de dónde nace eso que el cardenal Spadaro y Marcelo Figueroa acuñaron como “ecumenismo del odio”, ni se comprende la labor antifascista que emana del Vaticano, ni se comprende, en fin, por qué Francisco es el blanco de mucho de ese odio global.

Las izquierdas, escribe Forti, “han ido abandonando la batalla cultural, sobre todo tras el final de la Guerra Fría” (p. 178). Añadiría que la izquierda que tanto cita a Gramsci le ha regalado a la derecha la Iglesia, como si fuera un terreno ajeno a la hegemonía cultural. Persiste rancia la tesis clásica de la izquierda ilustrada: “la teología clerical es el mayor obstáculo a la promoción del pueblo”. Lo escribía el jesuita Álvarez Bolado en el brillante El experimento del nacional-catolicismo (1939-1975) culpando de ello a una Iglesia de derecha.

Creo que las cosas han cambiado. Hoy hay una Iglesia muy preocupada por el avance de esta extrema derecha 2.0. Hoy hay una izquierda consciente de que, como reza el manual de instrucciones para combatirla, “toca elaborar una respuesta poliédrica” y que “necesitamos un enfoque holístico que considere soluciones a largo plazo, basado en una alianza de sectores y partidos políticos diferentes”, que “Nada sobra, nada es inútil. Todo suma”. En definitiva, que la izquierda “tiene que superar bloqueos mentales para llegar a pactos con las derechas clásicas”.

No sé qué pensará Forti, pero a mí esa pareja feliz me parece que transmite un buen programa político contra las extremas derechas y que, en definitiva, constituye la mejor reseña imaginable de su libro.

Fuente: https://ctxt.es/es/20211201/Firmas/38141/yolanda-diaz-papa-vaticano-religion-extrema-derecha-gorka-larrabeiti.htm

viernes, 17 de diciembre de 2021

_- Ken Follett, autor de Los pilares de la tierra: "El mundo está en más peligro ahora de lo que ha estado en toda mi vida"

_- Una nueva novela del británico Ken Follett (Gales, 1949) es siempre un acontecimiento editorial.

Y el lanzamiento a comienzos de noviembre de "Nunca", su más reciente thriller, no defraudó: millones de ejemplares publicados simultáneamente en 40 idiomas diferentes y excelentes críticas.

El de Follett es un caso especial dentro de la literatura popular: empezó como escritor de novelas de suspenso para luego convertirse en novelista histórico con "Los pilares de la tierra", su bestseller sobre la construcción de catedrales en la Edad Media, con el que inició una tetralogía sobre la imaginaria ciudad de Kingsbridge.

BBC Mundo habló con el afamado autor en el marco del Hay Festival de Arequipa.

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En América Latina usted es conocido sobre todo por sus novelas históricas, pero en sus inicios fue escritor de suspense. Ahora, con "Nunca", regresa al thriller después de muchos años. ¿Qué lo hizo volver al suspense?

Primero que nada, pensé que era una buena idea: una historia sobre una crisis global que se va construyendo de manera muy lenta, paso a paso, en la que líderes mundiales van tomando pequeñas decisiones que no consideran muy peligrosas, pero cada vez la crisis se escala más y más hasta que se convierte en un desastre.

Lo otro es que pienso que como creador debo cambiar, reinventarme de tanto en tanto.

Es una buena idea cambiar y buscar nuevos retos. Realmente disfruté escribiendo "Nunca" y espero que los lectores también lo hagan.

Usted ha dicho que se inspiró en algunos hechos previos a la Primera Guerra Mundial...

Sí, estudié sobre el estallido de la Primera Guerra Mundial cuando estaba escribiendo "La caída de los gigantes", el primer libro de mi trilogía sobre el siglo XX, y lo que me sorprendió de manera muy fuerte de esos eventos, en especial en julio de 1914, es que nadie quería una guerra mundial.

Los líderes de los grandes países europeos involucrados no pretendían una guerra, tomaron decisiones que los condujeron a una, pero todas parecían decisiones pequeñas, racionales.

Si lo pensamos, la Primera Guerra Mundial empezó con un asesinato en Sarajevo, que no era un lugar muy importante; el asesino era un nacionalista serbio, que tampoco era un movimiento muy destacado. La víctima era el sobrino del emperador. Fue un incidente relativamente menor y sin embargo fue el punto de ignición.

Y entonces me pregunté ¿puede pasar de nuevo? Una tercera guerra mundial, no por un accidente nuclear o un presidente loco, sino por una secuencia de eventos.

Sin revelar mucho, ¿Qué nos puede contar sobre "Nunca"?
Está situada en muchos lugares y hay muchos "puntos de ignición" actuales donde algo puede pasar...

Entrevisté a personas involucradas en la diplomacia y la política internacional, y mencionaron muchos: Irán, Cachemira, Taiwán, Hong Kong, el norte de África...

Algunas crisis son resueltas, pero cuando no lo son, una reacción es escalarlas. Y un peligro pequeño deviene en uno medio y luego en uno mayor. A medida que cada país responde, la respuesta de todos estos países la aumenta, hasta que existe la amenaza de la Tercera Guerra Mundial...

Y no le vamos contar a los lectores lo que pasa, sólo lo sabrán cuando lleguen a las últimas páginas.

En esta novela hay personajes femeninos muy fuertes: Tamara, Pauline Green, Kiah... Es algo que se repite en sus libros, incluso cuando no era común hacerlo, como "En el ojo de la aguja", publicada en 1979

Hace 44 años fui el primer autor en hacer de una mujer la heroína de un libro de suspenso. Ahora es algo común, pero estoy casi seguro de que nadie lo había hecho antes. Me pareció algo natural, y mucho más interesante que el espía despiadado fuera detenido por una mujer.

Pero no lo hice por razones políticas sino literarias, para hacer una mejor historia. La hizo muy fresca y diferente.
Por eso lo sigo haciendo, porque es un mejor relato si los participantes en el drama son a veces hombres y a veces mujeres.

¿Cómo crea sus personajes? ¿Se inspira en personas reales? Por ejemplo alguien como Ragna en "Las tinieblas y el alba" o Jack en "Los pilares de la tierra"...

Nunca uso personas reales como modelos. Y la razón es que una persona real posiblemente no pueda hacer todas las cosas que mis personajes hacen en el relato.

Entonces lo que hago es inventar un personaje que se integre a la historia que tengo en la cabeza.

Claro que tomo pedacitos de alguna gente... Jack, por ejemplo: hay una especie de picardía en él que se halla en niños y jóvenes y que yo encuentro bastante atractiva.

En sus novelas usted usualmente pinta un vasto tapiz de las sociedades y en él teje los hilos de personajes individuales de diferentes clases sociales. Pasa en "Never", donde tenemos desde la persona más humilde, Kiah, hasta la más poderosa, que es Pauline Green, presidenta de Estados Unidos. Y en "Las tinieblas y el alba", donde va desde Edgar, el constructor de botes, hasta el propio Rey.

Sí, me gusta retratar a toda la sociedad.

Por supuesto, en una novela como "Las tinieblas y el alba", el interés principal es el destino de cuatro o cinco personajes, pero también nos interesa cómo funciona la Inglaterra anglosajona frente a algunas amenazas, en especial de los vikingos.

Para mostrar toda una sociedad a través de destinos individuales, tienes que tener las diferentes secciones de esa sociedad. Los poderosos y los desposeídos. Y mostrarlos interactuando, lo que a la vez muestra cómo es ese grupo social.

¿Y alguna vez se ha sentido tentado a escribir algo menos monumental, más íntimo?

Mmm, no, realmente nunca he tenido esa tentación.

Por supuesto, muchas novelas de los últimos cien años hacen eso, mirar de cerca las vidas íntimas de unas cuantas personas o incluso de una sola, y todo gira alrededor de la sicología individual.

A mí me interesa mucho más cómo interactúan las personas con aquellos que los rodean, sus familias o aquellos con quienes trabajan... Me interesan las relaciones de amor, de poder y así. No tanto lo que ocurre en la mente individual.

En eso usted es más cercano a los novelistas del siglo XIX...

Absolutamente. Esas son las novelas que amo, las que he leído más. Pero si usted mira la lista de bestsellers, la mayoría son más similares a las novelas del siglo XIX que las avant garde de los siglos XX y XXI.

Hablando de manera general, lo que la mayoría de las personas disfrutamos son novelas con un argumento, que cuenten una historia y con personajes de diferentes secciones de la sociedad.

Usted ha dicho que siempre tiene un plan muy claro cuando está escribiendo sus novelas, pero ¿lo ha sorprendido alguno de sus personajes haciendo algo que no esperaba?

No realmente. Eso no me ocurre. Muchos escritores hablan sobre eso y sé que le pasa a algunos de mis colegas, pero a mí no me sucede.

Me preocuparía mucho si fuera sí. (Risas) Prefiero mantenerlos bajo control.

Una de sus novelas más populares en América Latina es "Los Pilares de la Tierra". ¿Qué lo hizo escribir un libro sobre la construcción de catedrales en la Edad Media?

Las catedrales mismas, me maravillan. Y están llenas de enigmas. Me decía: esto fue muy difícil de construir, muy costoso y quienes lo hicieron tenían herramientas muy primitivas. ¿Por qué edificaron estas enormes y hermosas iglesias para que duraran cientos de años? El dinero no les sobraba. Las catedrales fueron construidas por personas que vivían en chozas y dormían en el piso. Ni siquiera tenían camas, que eran para los ricos.

La segunda pregunta fue: ¿Cómo las hicieron?
Empecé a leer libros sobre las catedrales, sobre las sociedades medievales y comencé a pensar que podía ser un relato extraordinario.

Así es cómo se desarrolla una idea para una buena novela. Y cuando algo me agarra ya no puedo parar.

Algunas personas me pidieron que le preguntara si tenía en mente alguna catedral en especial cuando empezó a escribir la novela

La primera catedral a la que miré con esos ojos es la de Peterborough, en el este de Inglaterra.

Yo era entonces reportero y fui a esa ciudad por una historia.

Luego de hacer unas entrevistas tenía una hora antes del tren de regreso, así que fui a visitar la catedral. Fue la primera vez que me sentí estremecido por la belleza, tamaño y atmósfera de una catedral medieval.

Después de eso seguí interesándome y leyendo sobre el tema hasta que, finalmente, escribí la novela.

Ahora que menciona que fue reportero, ¿es verdad la leyenda de que empezó a escribir novelas porque su carro se averió?

Ja, sí es verdad. Mi carro se averió y no tenía dinero para repararlo. Costaba 200 libras. Fui al banco a pedir un préstamo y me lo negaron.

Recién había llegado a Londres por un nuevo trabajo y mi hija estaba recién nacida. Casa nueva, bebé nuevo, no tenía dinero de sobra.

Otro reportero de la redacción había escrito una novela y le habían pagado. Los demás periodistas estábamos muy interesados en saber cómo había encontrado el tiempo para escribirla, quién se la había publicado y -lo más importante- cuánto le habían pagado. Y la respuesta fue: 200 libras.

Entonces le dije a mi primera esposa, "ya sé cómo voy a reparar el carro: voy a escribir una novela". Ella me respondió "sí, claro" (risas).

¿Y consiguió las 200 libras?

Sí. Escribí la novela, la envié a la misma editorial y me dieron 200 libras de adelanto, así que pude reparar mi carro.

El libro no era muy bueno y no tuvo mucho éxito, pero me hizo pensar que podía escribir más. La segunda novela tampoco tuvo éxito.

De hecho, ninguno de mis primeros diez libros tuvo mucho reconocimiento, pero el número 11 fue "El ojo de la aguja".

¿Esperaba que "Los Pilares de la tierra" tuviera tanto éxito?

Tenía la esperanza de que lo fuera. Definitivamente no estaba solo dirigida a una audiencia pequeña que se interesara en historia. Quería escribir una novela popular.

Algunos de mis editores estaban preocupados, pero yo no.

¿Cómo es su proceso para escribir novelas tan vastas como "Los pilares de la tierra" o "Nunca"? ¿Contrata investigadores?

Empiezo haciendo un plan y voy haciendo la mayor parte de la investigación al mismo tiempo.

En esta etapa no tengo ninguna ayuda. Leo libros, indago en mapas, miro fotografías... A veces entrevisto algunas personas, como lo hice para "Nunca".

Eso me toma entre seis meses y un año.

Luego escribo un primer borrador, lo que me toma otro año, y cuando lo finalizo busco expertos en el tema que estoy tratando. Para "Los Pilares", por supuesto, fueron expertos en la época medieval y la construcción de catedrales.

Les pago para leer el borrador y escribirme un reporte con cualquier error que vean o cuando encuentran algo improbable. Entonces lo cambio.

¿Cómo es su rutina diaria para escribir?
Me gusta levantarme temprano. Normalmente empiezo a las 6 de la mañana, luego me detengo para desayunar, sigo escribiendo, paro para almorzar y usualmente termino hacia las 4 de la tarde. Por las mañanas estoy lleno de energía e ideas.

¿Escribe a mano o en el computador?
En el computador.

¿Y revisa de inmediato o lo hace después?
Cada mañana reviso lo que hice el día anterior. Y siempre hago dos borradores, el primero que ya mencioné, que revisan los expertos, los editores y a algunas personas que me pueden ayudar a escribir un mejor libro. Luego reescribo toda la obra.

No la edito con un lápiz rojo: la vuelvo a escribir, porque al hacerlo me doy cuenta de cómo puedo hacer las frases más claras, o vívidas o conmovedoras.

¿Qué escritores lo han influido?
Cuando tenía 12 años leí una novela de James Bond, "Vive y deja morir". Me deslumbró. Lo amé, me leí todos los libros de Ian Fleming.

Y diez años después, cuando comencé a escribir novelas, recordé la sensación que tenía cuando iba a leer una nueva novela de James Bond. Era fantástico, sabía que la iba a disfrutar muchísimo.

Y me di cuenta que lo que tenía que hacer como escritor era lograr que mis lectores se sintieran así. Hacerlos decir, ¡"maravilloso, tengo una nueva novela de Ken Follett para leer"!

En ese sentido Fleming me influenció mucho.

Mi manera de escribir no se parece nada a la suya y no escribo novelas con un héroe como James Bond. Traté de hacerlo en mis inicios. Algunas de mis novelas fracasadas eran así.

¿Hay algún escritor al que siempre regresa?

Me gustan mucho los escritores ingleses y franceses del Siglo XIX. Charles Dickens, George Elliot, Jane Austen, Anthony Trollope y Eizabeth Gaskell.

Siempre vuelvo a Dickens. De hecho Acabo de leer Edwin Drood, su última novela, la cual dejó sin terminar. Es un misterio y nadie sabe quién es el asesino.

¿Hay algún escritor latinoamericano que le interese?

Muchos. Primero que todo García Márquez. Todos leímos "Cien años de soledad", pero escribió muchos otros libros extraordinarios como "El amor en tiempos del cólera".

Me encantó "La tía Julia y el escribidor", de Vargas Llosa, y "Doña Flor y sus dos maridos", de Jorge Amado, es muy buena. También recuerdo una novela mexicana maravillosa, "Como agua para el chocolate", de Laura Esquivel.

Hay una escena extraordinaria en la que una mujer está haciendo un pastel de bodas. Está enamorada del novio pero él se va a casar con otra. Mientras está haciendo el pastel se pone a llorar y sus lágrimas caen en la masa. Y cuando los invitados empiezan a comer el pastel, todos se ponen a llorar.

Es algo que sólo pudo escribir un latinoamericano. Quisiera ser capaz de escribir una escena así.

Usted ha estudiado y escrito a fondo sobre el siglo XX y en una entrevista reciente con Le magazine Littéraire de Francia dijo que no cree que la historia se repita, pero que tiene ecos.. Mucha gente ve similitudes entre lo que ocurre ahora y lo que pasó a principios del siglo pasado y el ascenso de populismos de derecha. ¿Ve también esos ecos?

Oh sí. Y me asusta.

El ascenso al poder de Donald Trump recuerda de manera horrible a la Alemania de principios de los años 30. La manera en que se dijeron mentiras al público y éste se las creyó, el no querer mostrarse en desacuerdo con su líder porque no era bueno para el país. La mezcla de autoritarismo y nacionalismo, los ataques a la prensa y a los jueces...

Todo fascista ataca a la prensa y a los jueces porque nos brindan protección contra este tipo de tiranía. Eso también lo están tratando de hacer en Polonia, Hungría. Es muy peligroso.

Finalmente, usted ha escrito sobre la humanidad en distintos momentos de la historia. Ahora publica una novela sobre la posibilidad de una guerra nuclear. ¿Es optimista o pesimista sobre nuestro futuro con el ascenso delos populismos, el cambio climático, la pandemia?...

Por temperamento soy un optimista y creo que las cosas van a salir bien, pero ahora mismo siento que el mundo está en más peligro de lo que lo ha estado en toda mi vida. Y como usted lo dice, no es solo una amenaza.

Toda mi vida vivimos con la amenaza nuclear, pero ahora tenemos también la amenaza del clima y la pandemia, los virus.

Son tres maneras diferentes como la humanidad puede ser destruida. Estamos en más peligro ahora. Y no sé si vamos a ser capaces de resolver estos problemas.

Este artículo forma parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realizó en esa ciudad peruana entre el 1 y el 7 de noviembre.

jueves, 16 de diciembre de 2021

_- ¿Quién crea los empleos y a quién hay que proteger para crearlos?

_- 19 Nov 2021
Publicado en Público.es el 19 de noviembre de 2021

Uno de los mitos (por no decir mentiras) más extendidos cuando se habla de relaciones laborales es el que defienden muchos empresarios, economistas o dirigentes políticos al afirmar que el empleo lo crean las empresas y que, por tanto, toda la capacidad de decisión relativa a las relaciones y condiciones laborales debe estar en sus manos.

Lo estamos oyendo casi diariamente en los últimos meses cuando reclaman que se dejen bajo su exclusiva responsabilidad los fondos europeos destinados a recuperar la economía tras la pandemia.

La idea, sin embargo, no responde a la realidad y lo que se oculta tras ella es la demanda de un privilegio para algunos propietarios del capital que no necesariamente redunda en creación de puestos de trabajo y ni siquiera en beneficios de todas las empresas y empresarios.

Vaya por delante que las empresas son imprescindibles, no solo en el capitalismo sino en cualquier sistema económico mínimamente complejo, para que se pueda crear empleo y riqueza. Son las organizaciones en donde se conciben, producen o distribuyen los bienes y servicios que los seres humanos necesitamos para garantizar nuestro sustento, de modo que obligadamente han de existir para que podamos satisfacer nuestras necesidades y sobrevivir.

Y si las empresas son imprescindibles para esa función, es también evidente que los empresarios, las personas capaces de crearlas o dirigirlas, lo son igualmente.

Otra cosa es, por supuesto, que pueda haber muy distintas clases de empresas y de dirigentes o directivos empresariales, en función de su forma de propiedad, modo de funcionamiento o tipo de gestión.

Ahora bien, una cosa es esta que acabo de señalar y otra afirmar que son las empresas las que que por sí mismas crean los puestos de trabajo y, por tanto, las únicas que garantizan el flujo de ingresos que se necesita para que se desarrolle la vida económica.

En la economía capitalista son efectivamente las empresas, los propietarios del capital privado, quienes llevan la iniciativa en la puesta en marcha de proceso económico y quienes arriesgan su patrimonio cuando realizan las inversiones que son necesarias para generar actividad. La expectativa de obtener beneficio es lo que les mueve a arriesgar y gastar con el propósito de recuperar sobradamente lo invertido. Y en ese proceso es cuando se crean puestos de trabajo que proporcionan los ingresos a los hogares que luego se gastan en adquirir los bienes y servicios que producen las empresas.

Esa es sin duda una de las grandes virtudes del capitalismo: permite que se puedan satisfacer necesidades colectivas simplemente a expensas de que haya individuos que traten de lograr su beneficio particular.

Esa realidad es la que justifica que se facilite o proteja la actividad empresarial y se trate de proporcionar las mejores condiciones para que se lleve a cabo de la mejor manera posible.

Lo que ocurre, sin embargo, es que, por un lado, resulta materialmente imposible que esa actividad empresarial se lleva cabo con los exclusivos recursos que pueda aportar el capital privado. Y, por otro, que no cualquier tipo de actividad empresarial satisface efectivamente las necesidades sociales en las condiciones más deseables o eficientes.

Sin temor a exagerar, se puede decir que no hay ni una sola actividad empresarial que pueda desarrollarse hoy día sin disponer de recursos colectivos, sin conocimiento elaborado fuera de ella misma, sin infraestructuras públicas, por ejemplo. Ninguna actividad empresarial privada podría obtener beneficio si tuviera que hacer frente a los costes efectivos de todos los recursos que utiliza para llegar a vender cualquier bien o servicio que produzca.

Teniendo esto en cuenta, resulta que la creación de puestos de trabajo no es el resultado, por tanto, de la sola iniciativa o riesgo empresarial.

Más importante todavía es tener en cuenta que la pervivencia del empleo y del beneficio no es el resultado de la mera existencia de la empresa sino de todo el sistema socioeconómico en el que se desenvuelve. Ninguna empresa sobreviviría sin un sistema adecuado de normas, sin una administración eficaz de los recursos colectivos y del capital social que acabo de decir que necesita, sin un buen sistema educativo o de salud, sin seguridad, sin la investigación básica que sólo los estados pueden financiar con carácter general… Y, por supuesto, sin un adecuado equilibrio económico que asegure a las empresas las ventas que necesitan para obtener beneficios y sobrevivir.

De hecho, es una evidencia indiscutible que la gran virtud del sistema empresarial del capitalismo que he mencionado va lamentablemente asociada a un inconveniente insuperable: organizar la producción en función del beneficio privado no garantiza que se satisfagan todas las necesidades humanas, ni que la satisfacción que se pueda alcanzar persiguiendo ese fin se logre de la mejor manera posible. La exclusión y la pobreza tan extendidas, el paro tan numeroso, los fraudes, la deuda y las crisis tan frecuentes… son la prueba evidente de ello.

Para crear empleos, por consiguiente, no basta con conceder libertad de iniciativa a las empresas y poner en sus manos toda la capacidad de decisión en materia de mercados de trabajo porque, para crearlos y mantenerlos, se necesita tomar decisiones para hacer frente a estos últimos riesgos que tienen que ver con recursos que, sencillamente, no son de la exclusiva propiedad del capital privado.

Para crear empleos, incluso para garantizar el beneficio empresarial, es imprescindible gobernar bien recursos comunes y estos, por definición, no pueden quedar sometidos a la decisión o interés exclusivo de un grupo social. Y mucho menos de la «coalición de los ricos para oprimir a los pobres y mantener en su provecho la desigualdad de bienes que, de otra forma, no tardaría en ser destruida por los ataques de los pobres», de la que habló Adam Smith en sus Lecciones de Jurisprudencia.

El interés empresarial es muy importante en nuestras sociedad, sin lugar a dudas. Pero no es el único. Es más, muy a menudo es contrario al general, tal y como estamos viendo día a día. Por ejemplo, con el oligopolio eléctrico que sobrecarga al resto de las empresas u hogares, o el farmacéutico que impide que toda la población mundial disponga de una vacuna contra la Covid-19.

Y, además y esto es muy importante, no es verdad que exista un solo interés empresarial. Es muy fácil de comprobar que los dirigentes empresariales que reclaman para sí la capacidad de decidir en materia laboral ni siquiera representan al conjunto de las empresas.

En España, sin ir más lejos, la patronal que negocia con el gobierno y reclama privilegios y políticas económicas determinadas no lo hace en nombre y en interés de todos los empresarios y empresas. La pequeñas, medianas y micro empresas ni siquiera están formalmente representadas cuando tienen intereses muy diferentes y necesidades distintas a las que defienden para sí las grandes empresas que dominan los mercados.

Estas últimas se garantizan condiciones de privilegio que se traducen, para las más pequeñas, en costes desorbitados, plazos de pago insoportables, discriminación fiscal, desventajas en la contratación pública, o peores condiciones en materia de flexibilidad laboral, indemnizaciones, tipos de contrato, ayudas públicas o bonificaciones… La realidad es que las condiciones que se guardan para sí las grandes empresas y las que imponen a las medianas, pequeñas o micro representan una losa para estas últimas que frenan la creación de empleo y de riqueza.

Las grandes empresas cuyos representantes negocian con el gobierno y reclaman plena capacidad de decisión con la excusa de son las que crean el empleo son, en realidad, las que más dificultades imponen para que sobrevivan las más pequeñas, en donde se registra mucho mayor volumen de empleo, y las que acaban con la competencia en los mercados que puede proporcionar precios más bajos y condiciones más eficientes y satisfactorias para el resto de las empresas y los consumidores. Es decir, las condiciones que permitirían crear más empleos.

Las últimas reformas laborales que se han llevado a cabo en España no han establecido mejores condiciones para crear empleo, sino privilegios para las empresas más poderosas que han frenado el desarrollo de la productividad y la competencia y desincentivado la innovación al generalizar la devaluación salarial. Es decir, las que impiden que se desarrolle el ecosistema empresarial, institucional, cultural, político e incluso personal más favorable para crear empleo en nuestra economía.

Ahora que se está planteando modificar la anterior reforma laboral es el momento de poner sobre la mesa estas cuestiones, sin dejarnos llevar por los mitos que imponen los poderosos, para dar más voz y poder de decisión a todos los sujetos, instituciones y empresas de quienes de verdad depende que se puedan crear más empleos e ingresos dignos.

Juan Torres López

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Peligro: Robo de cerebros y de recursos humanos

La pandemia de coronavirus ha resultado desastrosa para todas las naciones del orbe y en especial para las menos desarrolladas a las que ahora se les presenta otra grave amenaza económica: el robo de cerebro y de recursos humanos por parte de los países desarrollados.

Un artículo del diario The New York Times del 24 de noviembre de 2021 (de seis consecutivos dedicados a la emigración) destaca que la covid mantuvo a muchas personas encerradas en casa y actualmente varios países desarrollados, que enfrentan el envejecimiento de sus fuerzas laborales y la escasez de trabajadores, se apresuran a reclutar, capacitar e integrar a los extranjeros.

“Es una guerra por los talentos jóvenes”, asegura Parag Khanna, autor del libro Move, quien ha asesorado a los gobiernos en materia de política de inmigración. “Hay una escalera mucho más clara y una codificación de los niveles de residencia a medida que los países se toman en serio la necesidad de tener una demografía equilibrada y satisfacer la escasez de mano de obra”.

Hasta hace poco tiempo, con maniobras propagandísticas solapadas, el saqueo de talentos y profesionales graduados en América Latina y el Caribe ya se estaba convirtiendo en una epidemia mortal para el desarrollo de esas naciones.

Antes de la pandemia un informe del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), indicaba que en los últimos tiempos, Latinoamérica había sido la región del mundo con mayor incremento de la emigración hacia los países más desarrollados. Las cifras resultan económicamente lesivas para las naciones que con pocos recursos y enormes esfuerzos forman a sus profesionales mientras otras, pese a tener mayor potencial, los sustraen sin costo alguno.

Entre los años de 1990 a 2010, el SELA denunció que 4,1 millones de médicos, ingenieros, cibernéticos, matemáticos, arquitectos y otros profesionales latinoamericanos emigraron hacia Estados Unidos y un millón lo hicieron hacia la Unión Europea.

Pero ahora las cortinas que se utilizaban para ocultar esos robos se han caído y las acciones se realizan abiertamente.

El artículo del New York Times señala: “A medida que la economía global se reinicia e intenta poner la pandemia a un lado, ha comenzado una batalla mundial por los jóvenes y los capacitados. Con visas rápidas y promesas de residencia permanente, muchas de las naciones ricas que impulsan la economía mundial están enviando un mensaje a los inmigrantes calificados de todo el mundo: les ofrecemos empleo”.

Cita que en Alemania, las autoridades admitieron que necesitan 400 000 nuevos inmigrantes al año para cubrir diferentes puestos de trabajo y ofrecen visas aceleradas a las personas y seis meses para visitar y encontrar fuentes de empleo.

Canadá, que por quinto año consecutivo tuvo un descenso de nacimientos, planea dar residencia a 1,2 millones de nuevos inmigrantes y Nueva Zelanda anunció que concederá estancia permanente a cientos de titulares de visas temporales. Bélgica, Finlandia y Grecia, concedieron derechos de trabajo a los extranjeros que habían llegado con visas de estudiante u otras categorías.

Agrega que en Australia, donde las minas, los hospitales y los bares están escasos de mano de obra tras casi dos años con la frontera cerrada, el gobierno pretende duplicar el número de inmigrantes, mientras que Gran Bretaña, que ha sufrido una fuga de trabajadores tras el Brexit y la pandemia, admitirá la llegada de fuerza laboral de diferentes naciones.

Estados Unidos, el mayor receptor de inmigrantes, asegura la admisión de personal especializado mediante diversos programas establecidos durante décadas como las Green card (tarjetas verdes) y artimañas como los llamados bombos, Parole, entre otras, sin excluir los millones de trabajadores temporales que laboran en la agricultura, los servicios y la construcción.

La realidad es que con la fuga de cerebros la nación de origen pierde la inversión en educación superior de esos profesionales, así como el capital social del que formaba parte el individuo lo cual reducen las posibilidades económicas y el desarrollo del país.

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que entre 2015 y 2017 un total de 866 000 mexicanos emigraron, entre ellos, “científicos, técnicos y personal altamente calificado”.

A México le siguen Colombia (364 000), Cuba (345 000), Jamaica (271 000), Brasil (266 000), Perú (251 000), Argentina (222 000), Venezuela (199 000), República Dominicana (168 000), Ecuador (160 000), Haití (157 000) y El Salvador (125 000).

La República de Cuba ha sido un caso político especial para Estados Unidos, a la que durante más de 60 años le ha impuesto un asfixiante cerco económico-financiero, y para tratar de destruir a su revolución, ofrece amplias facilidades de emigración a cualquier ciudadano de la Isla, única nación del orbe en recibir esas “bondades”.

Tras la falta de profesionales calificados por diferentes factores, que padecen actualmente los países desarrollados, éstos se han lanzado como buitres sobre las naciones en desarrollo para extraerles a sus profesionales. Otra vez los ricos se ensañan contra los más pobres por lo que cada vez se hace más necesario la conformación de un mundo más justo y necesario para bien de la humanidad.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

https://rebelion.org/peligro-robo-de-cerebros-y-de-recursos-humanos-2/

martes, 14 de diciembre de 2021

Malcolm McLean, el visionario que inventó los contenedores para barcos (e hizo explotar el comercio y la globalización)

Malcom McLean imaginó cómo lo contenedores podían crear un nuevo sistema de comercio internacional.

El 90% del comercio internacional es transportado por el mar. Computadores de China, camisetas de Bangladesh, cobre de Chile, autos de Japón, tomates de España y todo, todo lo que se te pueda ocurrir, viaja en una de las 20.000 cajas de metal que puede llegar a transportar un buque de carga.

Una caja de acero con 548. 000 plátanos, 55 neveras, 400 televisores, 13.000 botellas de ron o un automóvil.

Un humilde contenedor.
"La globalización, tal como la conocemos hoy, no habría sido posible sin el contenedor", dice Marc Levinson, economista, historiador, y autor de libros como "La Caja", donde explica cómo la innovación hizo posible la expansión del comercio internacional, y "Fuera de la Caja", donde reflexiona sobre la historia y el futuro de la globalización.

Poca atención le habíamos prestado a los contenedores, hasta que se produjo este año la famosa crisis de las cadenas de suministros (derivada de la pandemia de covid-19), dejando atascados muchos de los productos que consumimos regularmente en alguno de los puertos por donde transitan las mercancías.

Efectivamente, no podemos vivir sin ellos. Aunque la historia nos dice que eso no fue siempre así.

El primer viaje de contenedores con éxito comercial ocurrió en abril de 1956 a bordo de un buque militar reconvertido, el Ideal X, que transportó 58 contenedores desde Nueva Jersey a Texas, donde 58 camiones estaban esperando su llegada para trasladar las mercancías.

El artífice de la travesía fue Malcom McLean, el visionario creador del sistema de transporte marítimo comercial moderno con contenedores.

"Mr. contenedor", podríamos llamarle, reconociéndole que inventó el sistema logístico, más que la caja metálica propiamente tal.

Y se hizo multimillonario.

Cómo llegó a la idea
Antes de que McLean -un empresario camionero nacido en 1914 en una familia de agricultores de Carolina del Norte- utilizara el contenedor como la pieza clave de su imperio comercial, el transporte marítimo era casi una pesadilla.

En la década de 1950 sólo la logística de cargar y descargar barcos era un desafío gigantesco.

Los estibadores encargados de hacerlo apilaban, por ejemplo, barriles de aceitunas y cajas de jabón sobre un palé de madera.

Éste se elevaba con una cuerda gruesa y era depositado en la bodega del barco, donde otros estibadores acomodaban cada artículo para optimizar el espacio al máximo y para que la carga no se moviera en alta mar.

Solía haber grúas y carretillas elevadoras disponibles, pero al final muchas de las mercancías terminaban siendo movidas a pulso.

Era un trabajo mucho más peligroso que el de la manufactura o la construcción. En los puertos grandes cada pocas semanas había alguna víctima fatal.

La carga y descarga de un barco demoraba la misma cantidad de días que el viaje por mar.

Tenía que existir una mejor manera de hacerlo. Y esa respuesta fue la que encontró McLean.

El empresario se había dedicado al negocio del transporte terrestre de mercancías.

Comenzó con un camión durante los difíciles años de la Gran Depresión y terminó con una flota de 1.700 cuando vendió la compañía a mediados de los años 50.

McLean estaba convencido de que el uso de contenedores era el futuro del comercio internacional, pero para eso, requería toda una cadena logística que hiciera viable el modelo de negocio y convencer a todos los que participaban en el antiguo sistema de que debían transformarlo.

El primer desafío: cómo convencer a los demás
Para empezar, las compañías de camiones, las navieras y los puertos no se ponían de acuerdo en un estándar común para fabricar los contenedores.
Después, estaban los poderosos sindicatos de los puertos, que se resistían a la idea porque la mayor parte de los estibadores perdería su empleo.

Por otro lado, las autoridades que regulaban la carga pesada en Estados Unidos también preferían el statu quo.

Diferentes normativas establecían cuánto debían cobrar las compañías navieras y las empresas de camiones.

¿Por qué no permitir que éstas cobraran lo que el mercado dictara? ¿O permitir que se unieran y ofrecieran un servicio integrado?

No, la primera respuesta fue una frontal oposición a las ideas de McLean.

Pese a las dificultades, el empresario continuó trabajando en la manera de fabricar contenedores que se pudieran ajustar a los requerimientos de un barco y los de un camión que pudiese transportar la misma caja metálica llena de productos.

Hasta que llegó el día en que consiguió a su gran cliente: el ejército de Estados Unidos.

La guerra en Vietnam
McLean aprovechó una laguna legal para obtener el control de una compañía naviera y de una empresa de camiones.

Luego, cuando los estibadores entraron en huelga, aprovechó ese tiempo de inactividad para adecuar los barcos viejos a las especificaciones de los nuevos contenedores.

El ejército de Estados Unidos fue un cliente clave.

Y animó a la Autoridad Portuaria de Nueva York a crear a un lado del muelle de la ciudad un centro para los contenedores.

Pero la maniobra más importante ocurrió en 1960, cuando McLean le vendió la idea del transporte con contenedores a los militares.

El ejército vio en la idea de McLean la solución a sus problemas para enviar equipamiento militar a Vietnam.

El transporte con contenedores es mucho más eficiente si forma parte de un sistema integral de logística, de manera que el ejército de EE.UU. era el cliente ideal.

Además, McLean se dio cuenta que al regresar de Vietnam, sus buques podían traer los contenedores llenos de carga útil de la economía que más rápido estaba creciendo del mundo, la de Japón.

Y así comenzó en serio la relación comercial transpacífica.

Siete décadas de evolución
Una relación precipitada por una guerra que finalmente terminó convirtiéndose en la base de lo que actualmente es el sistema de comercio internacional.

Hoy toda la gestión del transporte marítimo se dirige desde unas computadoras, que controlan cada uno de los contenedores que se mueven a través de un sistema logístico global.

Los contenedores refrigerados se colocan en el casco, donde hay electricidad y monitores de temperatura, y los más pesados al fondo.

Y mientras las grúas cargan el barco, lo van descargando de otros contenedores.

"Por supuesto que no todo el mundo disfruta de los beneficios de esta revolución", dice Tim Harford, uno de los autores de la serie de la BBC "50 cosas que hicieron la economía moderna".

Muchos puertos de los países más pobres, como los de África Subsahariana, se parecen al de Nueva York durante la década de 1950.

Sin embargo, con esas excepciones y para un número creciente de destinos, ahora las mercancías se pueden transportar de una forma más rápida y barata.

"Y eso es, en gran parte, gracias al contenedor", apunta Harford.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-59528534

lunes, 13 de diciembre de 2021

_- Qué es el teorema de Bayes, el potente método para generar conocimiento que nació cuando trataban de demostrar un milagro

_- P(A|B) = (P(B|A)P(A))/P(B)

De acuerdo, no es la manera más común ni, por supuesto, la más clara de empezar un artículo pero resulta que es de eso que vamos a hablar, algo que, como dice el título, tiene que ver con conocimiento y con milagros.

Se trata del teorema de Bayes y, aunque muchos de nosotros no hemos oído hablar de él, las estadísticas bayesianas han permeado todo, desde la física -con interpretaciones bayesianas de la mecánica cuántica y defensas bayesianas de las teorías de cuerdas y multiverso- hasta la investigación del cáncer y el covid, pasando por la ecología, la filosofía, la neurología, la psicología, además de la informática.

Hay hasta científicos cognitivos que han conjeturado que nuestros cerebros incorporan algoritmos bayesianos al percibir, deliberar y decidir, y fanáticos del teorema que señalan que si adoptáramos el razonamiento bayesiano consciente (más allá del procesamiento bayesiano inconsciente que supuestamente emplea nuestro cerebro), el mundo sería mejor.

Ante todo eso, vale la pena saber un poco sobre esa fórmula con la que empezamos y su autor.

"Thomas Bayes fue un ministro presbiteriano en el siglo XVIII", empezó contándole a la BBC Sharon Bertsch McGrayne, autora del libro "La teoría que nunca murió".

De Bayes no hay retratos, pero tenemos su firma.

"Fue parte de una generación que no pudo asistir a la universidad en Oxford o Cambridge, las principales universidades inglesas en ese momento, porque no era la Iglesia de Inglaterra.

"Esto fue una suerte para Bayes porque se fue al norte a Escocia, que era presbiteriana y tenía una universidad mucho mejor en Edimburgo en ese momento, y allí estudió teología, como su padre, y matemáticas, que era su verdadero interés, y se convirtió en un matemático aficionado".

Bayes logró mezclar sus dos intereses, escribió al menos un libro sobre matemáticas y pasó gran parte de su tiempo estudiando las obras de otros matemáticos y teólogos.

Así, comenzó a desarrollar una idea.

La idea
"Fue durante una gran controversia religiosa de si se podía usar la evidencia del mundo natural para demostrar que Dios existe".

Uno de los que participó en el debate fue el filósofo David Hume quien publicó, en 1748, el hasta hoy influyente libro "Investigación sobre el entendimiento humano", cuestionando, entre otras cosas, la existencia de milagros.

Según Hume, la probabilidad de que las personas afirmaran incorrectamente que habían visto la resurrección de Jesús superaba con creces la probabilidad de que el evento hubiera ocurrido en primer lugar.

"Un milagro es una violación de las leyes de la naturaleza; y como una experiencia firme e inalterable ha establecido estas leyes, la prueba contra un milagro, por la naturaleza misma del hecho, es tan completa como se pueda imaginar que cualquier argumento basado en la experiencia lo sea", escribió el filósofo.

Esto no le cayó bien al reverendo y, queriendo demostrar que Hume estaba equivocado, empezó a tratar de cuantificar la probabilidad de un evento imaginándose situaciones como la siguiente:

Imagínate que estás en una habitación y a tus espaldas está una mesa.

Alguien lanza una pelota que aterriza en esa mesa pero, sin mirar, no tienes forma de saber dónde.

Entonces, le pides a esa persona que lance otra pelota y te diga si cayó a la derecha o a la izquierda de la primera. Si aterrizó hacia la derecha es más probable que la primera esté en el lado izquierdo de la mesa, pues supones que hay más espacio a ese lado para que caiga la segunda bola.

Con cada nueva pelota que se lance, puedes actualizar tu conjetura e ir precisando la ubicación de la original.

De manera similar, pensó Bayes, los diversos testimonios de la resurrección de Cristo indicaban que el evento no podía descartarse de la forma en que Hume afirmó.

"Se le ocurrió un teorema de una línea realmente simple que sirve para trabajar con datos incompletos y dijo que está bien comenzar con una idea a medias sobre una situación, siempre y cuando modifiques implacablemente tus ideas iniciales cada vez que aparezca nueva información", señaló McGrayne.

"Nos dio un razonamiento matemático para situaciones altamente inciertas".

El rechazo
Bayes no publicó su teorema pero un amigo suyo, Richard Price, un matemático aficionado, lo desarrolló y, en 1767, publicó "Sobre la importancia del cristianismo, sus evidencias y las objeciones que se le han hecho", en el que usó las ideas de Bayes para desafiar el argumento de Hume.

"El punto probabilístico básico" de Price, dice el historiador y estadístico Stephen Stigler en su artículo "El verdadero título del ensayo de Bayer", "fue que Hume subestimó el impacto de que hubiera varios testigos independientes de un milagro, y que los resultados de Bayes mostraron cómo la multiplicación de incluso evidencia falible podría abrumar la gran improbabilidad de un evento y establecerlo como un hecho".

Quizás ni siquiera así Price logró probar la existencia de los milagros, pero sí sacó a la luz pública algo que de otra forma se habría quedado oculto entre los papeles del para entonces ya difunto Bayes.

No obstante, el teorema cayó en la oscuridad hasta que el ilustre matemático francés Pierre Simon Laplace formalizó la visión de Bayes y mostró claramente cómo se podía aplicar a principios del siglo XIX.

Pierre-Simon Laplace (Beaumont-en-Auge, 1749-París, 1827), marqués de Laplace, matemático y astrónomo francés, fue quien le dio prominencia al trabajo de Bayes.

A partir de entonces, entró y pasó de moda, se aplicó en una ciencia tras otra sólo para luego ser condenado por ser vago, subjetivo o poco científico, y se convirtió en la manzana de la discordia entre campos rivales de matemáticos antes de disfrutar de un renacimiento en los últimos años.

¿Por qué?
Recuerda que el enfoque bayesiano dice que puedes comenzar con una estimación subjetiva de una probabilidad, cualquier probabilidad, independientemente de si hay algún dato.

¿Cuán probable es que Dios exista? ¿Mutará el nuevo coronavirus para inutilizar las vacunas? ¿Cuál es la posibilidad de una guerra nuclear antes del 1 de enero de 2030?

Habiendo comenzado con lo que es poco más que una suposición, usamos la regla de Bayes para revisar nuestra opinión a medida que llegan nuevos datos.

John Stuart Mill, el filósofo y economista político británico del siglo XIX, lo llamó "la ignorancia acuñada en la ciencia".

Durante mucho tiempo, el enfoque bayesiano fue tabú en las estadísticas convencionales, pero no murió, y a lo largo de las décadas personas inteligentes encontraron formas inteligentes de aplicarlo.

Enigma
Un caso sorprendente es que el teorema de Bayes fue utilizado por Alan Turing mientras trabajaba con su equipo descifrando el código Enigma utilizado por los submarinos alemanes o los U-Boot durante la Segunda Guerra Mundial.

El teorema de Bayes le sirvió a Turing para salvar a millones de personas.

"En ese momento, los submarinos salían de Francia y recibían órdenes de radio de dónde ir y qué hacer, y esas órdenes eran un lenguaje codificado llamado Enigma. Y la Armada alemana lo había hecho tan complicado que nadie en Reino Unido ni en Alemania pensó que los británicos podrían descifrarlo", recuerda McGrayne.

Pero Turing estaba decidido a hacerlo, aprovechando cuanto pudieran.

"Conocían la organización general de una oración alemana. Se dieron cuenta de que usaban la palabra eins (1 en alemán) en casi todos los mensajes, así que allí tenían tres letras. Esa fue una pista. Así siguieron agregando datos una y otra y otra vez".

Turing y sus colegas crearon un sistema bayesiano para adivinar un tramo de letras en un mensaje Enigma, medir su creencia en la validez de estas conjeturas utilizando métodos bayesianos para evaluar las probabilidades y agregar más pistas a medida que llegaban.

"Eventualmente pudieron leer los mensajes".

Cuando los hechos cambian...
Así, fue utilizado por muchas otras personas y una vez que llegaron las computadoras, sencillamente explotó.

Para darte una idea de cómo funciona, responde esta pregunta: Si obtienes un resultado positivo en una prueba de covid que solo da un falso positivo una vez de cada 1.000, ¿cuál es la probabilidad de que realmente tengas coronavirus?

¿Pensaste que el 99,9%?... La respuesta correcta es que no tienes suficiente información para saberlo.

Es ahí cuando entra en juego el teorema de Bayes. Su notación matemática, esa que está al principio del artículo, parece complicada. Pero es más fácil de entender con un ejemplo que decifrando el significado de todos esos símbolos.

Imagínate que te sometes a una prueba para detectar una enfermedad. La prueba es increíblemente precisa: si la persona tiene la enfermedad, lo dirá correctamente el 99% de las veces; si no, también. Pero la enfermedad en cuestión es muy rara; sólo una persona de cada 10.000 la tiene. Esto se conoce como su "probabilidad previa": la tasa de fondo en la población.

Así que ahora imagina que le hacen la prueba a 1'000.000 de personas. Hay 100 personas que tienen la enfermedad: la prueba identifica correctamente a 99 de ellas. Y hay 999.900 personas que no la tienen: la prueba identifica correctamente a 989,901 de ellas.

Pero eso significa que la prueba, a pesar de dar la respuesta correcta en el 99% de los casos, le ha dicho a 9.999 personas que tienen la enfermedad, cuando en realidad no es así.

Entonces, si obtienes un resultado positivo, en este caso, tu probabilidad de tener la enfermedad es de 99 en 10.098, o poco menos del 1%. Sin el enfoque bayensiano se asustaría a muchas personas y se las enviaría a procedimientos médicos intrusivos y potencialmente peligrosos por un diagnóstico erróneo.

Sin conocer la probabilidad previa, no se sabe cuán probable es que un resultado sea falso o verdadero.

"Según Bill Gates, la base del éxito de Microsoft fue el uso de Bayes", cuenta McGrayne.

Este no es un problema hipotético.

En medicina, por ejemplo, una revisión de casos realizada en 2016 encontró que el 60% de las mujeres que se hicieron mamografías anuales durante 10 años tuvieron al menos un falso positivo. En los tribunales de justicia, una falla conocida como la "falacia del fiscal", que puede condenar a inocentes, también depende del teorema.

Y eso es sólo la punta del iceberg. Los investigadores utilizan la estadística bayesiana para abordar problemas de formidable complejidad.

El razonamiento bayesiano combinado con la potencia informática avanzada ha revolucionado la búsqueda de planetas que orbitan estrellas distantes; las estadísticas bayesianas contribuyeron a la reducción de la edad del Universo, que a fines de la década de 1990 se calculaba entre 8.000 a 15.000 millones de años y ahora se ha concluido con cierta confianza que es de 13.800 millones de años.

"Hoy en día se utiliza en la genética, para detectar diferencias sutiles en el ADN y las proteínas, así como para proteger la vida silvestre, hacer estudios cerebrales, traducir idiomas extranjeros...", enumera la autora de "La teoría que nunca murió".

"Se ha incrustado en la informática, el aprendizaje automático, la inteligencia artificial.

"Puede que no sea exactamente como lo hizo Bayes, pero se ha modernizado y es increíblemente útil... está en todas partes", señaló McGrayne en conversación con la BBC y concluyó con una cita que se le han atribuido a los economistas John Maynard Keynes y Paul Samuelson, así como al premier británico Winston Churchill y otros, para resumir la esencia del teorema de Bayes:

"Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted qué hace?".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-59060022

domingo, 12 de diciembre de 2021

EDUCACIÓN Becky Francis: “Es un error pensar que las escuelas deben asumir el papel de los servicios sociales”

La directora ejecutiva de la fundación británica Education Endowment Foundation, que persigue que los alumnos vulnerables alcancen la excelencia académica, considera que todas las escuelas deben usar metodologías basadas en evidencias

Becky Francis, nacida en Keynsham (Inglaterra), ha dedicado su carrera a la investigación sobre el impacto de la desigualdad socioeconómica en el rendimiento de los estudiantes. A sus 52 años, es la directora ejecutiva de la prestigiosa fundación británica Education Endowment Foundation (EEF) y es asesora del llamado comité selecto de educación de la Cámara de los Comunes desde 2015. Su obsesión es conseguir que la totalidad de las escuelas públicas británicas (allí, solo el 7% de los alumnos van a la privada) basen su método de trabajo en prácticas diseñadas a partir de evidencias. Reconoce que algunas inercias muy extendidas y que han levantado ampollas en el debate público, como los deberes, no han presentado mejoras “considerables” en el rendimiento en el caso de primaria.

Su organización ha analizado más de 2.500 estudios realizados en diferentes países sobre metodologías educativas y ha conducido más de 200 investigaciones en la mitad de los colegios e institutos de Inglaterra (unos 16.000) en los últimos diez años. Con todas las evidencias extraídas, la EEF ha lanzado una herramienta telemática llamada Teaching and learning toolkit (también, en español) en la que se muestra la valoración de diferentes prácticas educativas en función de su eficacia y su coste, como por ejemplo la agrupación del alumnado por niveles de rendimiento dentro del aula o el aprendizaje colaborativo.

Francis participó la semana pasada en un taller con docentes de primaria, secundaria y universidad en CaixaForum Madrid sobre el uso de las evidencias educativas como elemento clave para la transformación, donde respondió a las preguntas de este periódico.

Pregunta. De todas las evidencias que han encontrado, hay una que está especialmente relacionada con la pérdida de aprendizaje causada por la covid-19. Nos podría contar detalles de la llamada metodología de la metacognición y autorregulación.

Respuesta. Es una práctica muy interesante que permite al alumnado lograr un progreso de siete meses adicionales de media. Consiste en ayudarle a reflexionar sobre su propio aprendizaje enseñándole estrategias para planificar, supervisar y evaluar sus métodos de estudio. Las evidencias señalan que así se favorece la disciplina y se crean hábitos de estudio, sobre todo cuando se inicia en edades tempranas, ya que afecta a la autorregulación. También se ha visto que es más eficaz con los estudiantes de mayor edad y que mejora la comprensión de asignaturas que requieren un nivel alto de abstracción como las matemáticas o la física.

P. En cambio, los deberes, que han sido objeto de desencuentro entre familias y centros educativos durante años, no parecen tener efectos directos sobre el rendimiento en la etapa de primaria.
R. No solo nos centramos en demostrar cosas que funcionan, también desmontamos las que no. A veces se crean tendencias en educación que no cuentan con una base sólida. De los resultados de nuestras investigaciones no se puede deducir que los deberes en primaria por sí mismos puedan incidir en la mejora del rendimiento. No está claro si esta estrategia pedagógica tiene algo que ver con el éxito académico. Los datos respaldan más su utilidad en secundaria, pero hay muchas menos evidencias sobre beneficios en la enseñanza primaria. Además, los beneficios son moderados si se piden deberes de forma sistemática. No se trata de mandarles mucha tarea, sino de ser consciente del perfil del alumno, de qué funciona mejor con él. Hay que plantearse, por ejemplo, si tiene más sentido encargarle ejercicios más repetitivos o más creativos.

P. ¿Qué significa que hay evidencias detrás de una metodología?
R. Nos centramos en verter luz sobre cuáles son las mejores prácticas en el aula y cuál es la mejor forma en la que las escuelas deben gastar su presupuesto. La misión de EEF es reducir la brecha entre los estudiantes de entornos socioeconómicos más deprimidos y los que disponen de más recursos en relación a sus resultados académicos. Para ello nos centramos en la investigación, qué dicen las evidencias, qué es efectivo. Es un enfoque bastante nuevo porque otras investigaciones no se han centrado en examinar la pedagogía dentro del aula.

P. A la hora de evaluar la evolución de los estudiantes, ¿toman como referencia sus notas de los exámenes?
R. Hacemos un seguimiento de su progreso y nuestra referencia son los resultados de las pruebas estandarizadas nacionales, ese es el indicador. Hemos trabajado con la mitad de las escuelas de Inglaterra, unos 16.000 centros de primaria y secundaria han participado en las investigaciones, cerca de 1,7 millones de personas en los últimos 10 años. Hemos conducido cerca de 200 estudios en el Reino Unido con la colaboración de algunas universidades que nos han ayudado con las evaluaciones. No hay ningún precedente similar en el país. Además, hemos cruzado nuestros resultados con los datos de otros 2.500 experimentos y metanálisis internacionales.

P. ¿Cómo trabajan a pie de aula con las escuelas?
R. Tenemos 40 researcher schools, que son centros educativos que actúan como una especie de laboratorios de investigación. No tienen ningún rasgo distintivo, solo una comunidad de docentes comprometidos con la innovación educativa. Ellos nos trasladan sus inquietudes, sus necesidades pedagógicas y son centros de referencia para los docentes que salen de la universidad y están en el periodo de prácticas. Creemos que es fundamental que las nuevas hornadas de profesores inicien su carrera basando sus métodos en evidencias. Además, tenemos un equipo de profesores e investigadores que pueden asesorar a cualquier centro sobre cómo poner en práctica las evidencias del toolkit en clase, con ejemplos prácticos. El 70% de los líderes escolares de Inglaterra aseguran que ya consultan nuestra web para guiar sus clases. Tenemos que prestigiar la carrera docente como sucede con la medicina o el derecho y eso se consigue con evidencias.

P. Lleva años asesorando al Gobierno británico sobre temas educativos. ¿Está resultando complicado que basen sus políticas en esas evidencias?
R. No somos tan naíf como para pensar que podemos escapar de las líneas ideológicas de cada partido, pero en el Reino Unido podemos presumir de que el Gobierno sí está comprometido con las evidencias a la hora de dirigir sus políticas. Por poner un ejemplo, el programa nacional de refuerzo escolar aprobado tras la pandemia tiene como esencia nuestras recomendaciones. Lo mismo sucede con un nuevo plan para el desarrollo del lenguaje en edades tempranas en niños en situación de vulnerabilidad, que se han visto especialmente perjudicados por el confinamiento.

P. ¿Excelencia es compatible con equidad?
R. El reto es conseguir que cada una de las escuelas públicas sea excelente. Las familias de clase media siempre tienen los recursos económicos suficientes para encontrar la forma de entrar en las consideradas mejores escuelas, incluso si consideran mejor opción una privada, tienen capital para ello. Eso disolvería la desigualdad en el acceso. El modelo británico no es elitista, de hecho las llamadas grammar schools, que son las que seleccionan al alumnado en función de sus habilidades cuando tienen 11 años, son una minoría, empezaron a desaparecer en los setenta. La mayoría de centros siguen un modelo comprehensivo ―aquel que no divide a los niños en función de sus capacidades y del recorrido académico que encaja con cada uno― hasta los 16 años, igual que hacen los países escandinavos o Canadá. Ese modelo es el que generaba una sociedad de clases, pero ya no estamos en eso.

P. Su programa tiene demasiado en cuenta las notas y está demostrado que los alumnos de familias con menos recursos pueden tener más dificultades para obtener buenos resultados.
R. Las notas son uno de los mayores predictores del éxito a lo largo de la vida, especialmente en el ámbito laboral. Por eso centramos nuestro estudio en qué metodologías impactan más en el rendimiento académico. Tiene una importancia crucial. No creo que debamos tener la expectativa de que las escuelas asuman el papel de los servicios sociales. Los Gobiernos tienen que poner el foco de las políticas para compensar las desigualdades en otras áreas, como la compensación a través de los impuestos u otros programas sociales. La sociedad tiene que funcionar con el principio de que los estudiantes van a tener las condiciones necesarias para poder seguir sus estudios con normalidad. Las familias que no pueden hacerlo son una minoría frente a la mayoría de familias de clase trabajadora.

P. ¿Cree que los contenidos son más importantes que las competencias?
R. Este dualismo se ha exagerado en el debate público. El aprendizaje basado en conocimientos siempre tiene que estar ahí, sabemos que es necesario para progresar a cualquier nivel. Incluso para un minijob (en español, empleo precario). Para trabajar en una tienda, el cálculo y la comprensión lectora son fundamentales, sea cual sea tu camino. Igualmente, si quieres continuar los estudios y acudir a la Universidad, las notas en tu disciplina son muy importantes. Sobre las competencias, un buen profesor tiene la capacidad necesaria para poner en práctica entre sus alumnos el trabajo en equipo, el liderazgo o la resiliencia. No subestimemos el valor de los contenidos.

https://elpais.com/educacion/2021-12-11/becky-francis-es-un-error-pensar-que-las-escuelas-deben-asumir-el-papel-de-los-servicios-sociales.html

sábado, 11 de diciembre de 2021

El fenómeno planetario Irene Vallejo o cómo Ovidio llamó al placer por su nombre

‘El infinito en un junco’ salta a decenas de países como en su día lo hizo ‘El mundo de Sofía’ y abre el debate sobre la traducción de los clásicos

El éxito de Irene Vallejo no solo sigue imparable en España con más de 400.000 ejemplares vendidos, sino que empieza a multiplicarse en decenas de países de varios continentes en un fenómeno que se compara ya al de aquel El mundo de Sofía, el repaso de la filosofía desde la mirada de una adolescente que situó al noruego Jostein Gaarder en la cima mundial del best seller de calidad. Con esa prosa cálida y luminosa que la ha conectado con el público y el ambicioso recorrido por la narración literaria como nutriente que es El infinito en un junco (Siruela), la zaragozana de 42 años afronta asombrada —cuenta— una escalada que jamás imaginó para un ensayo que aspiraba simplemente a publicar.

“Ni siquiera es un sueño cumplido”, cuenta, “porque jamás me habría atrevido a ir tan lejos en mis fantasías. Cuando lo escribía, sin contacto alguno con ninguna editorial, a la intemperie, pensaba que un ensayo sobre el mundo clásico y la reivindicación de las humanidades tenía papeletas para interesar a pocos en el mejor de los casos”. Pero suma en poco tiempo nueve ediciones en Holanda, varias en Italia, en Portugal, en Francia; recién salido en Serbia, en Polonia, en Taiwán y en plena circulación en América Latina, ya son más de 35 los países que lo han acogido y acumula montones de críticas positivas e invitaciones infinitas. La experiencia no es solo motivo de asombro y aplauso ante un acontecimiento que jamás habían vivido en Siruela, su editorial, sino que abre un debate vivo y enriquecido cada día sobre los límites de las traducciones para llevar una obra tan cargada de citas y referencias clásicas a los idiomas e idiosincrasias de tantos países. Los traductores no han dejado de contactarla con desafíos interesantes.

“Hemos librado una pequeña batalla para que la traducción de los clásicos que cito sea fiel a la mía y no a esas traducciones establecidas, algunas del siglo XIX, cargadas de una corrección y elegancia que no recoge las barbaridades y palabras malsonantes que usaban los clásicos. Yo hice mis propias traducciones del latín y del griego, libres y literarias, y en algunos países no están acostumbrados, pero hemos conseguido que lo asumieran como parte del contenido del libro”, dice Vallejo.

Por ejemplo: Monica R. Bedana, la traductora para el edición italiana, relata cómo su primera versión “hizo saltar las alarmas de la editorial”. “Chocaba especialmente el registro empleado en las citas latinas y griegas y me plantearon cambiarlas, sacarlas de las ediciones italianas más reconocidas, como se suele hacer en los ensayos al uso”. Bedana hizo la prueba insertando las citas que proponían en algunos capítulos de una nueva versión. “El resultado fue un engendro. Era otro libro, ya no era El infinito en un junco, sino un libro inútil, algo mil veces visto. Nos reímos después del susto y volvieron a mi primera entrega”, cuenta.

Arquíloco, poeta díscolo que se ufanaba de salir corriendo en la batalla —un tabú para un soldado de la antigua Grecia como él, como es lógico— o que hablaba explícitamente de deseo y de sexo, ha sido siempre edulcorado por la traducción convencional, algo que Vallejo se ha saltado en su obra. Como detalla Bedana, para el mundo editorial italiano “Arquíloco no puede decir ‘culo’, aunque en realidad lo diga: siempre serán ‘posaderas’ las suyas; tampoco dirá ‘sobaco’, sino ‘axila’; por no hablar de los ‘coños’ de Ovidio en el Ars amandi, que se volverán, rigurosamente, ‘partes pudendas’. Marcial no se ‘cagará en todo’; como mucho, ‘se quejará con fuerza”.

Pero si Vallejo había optado por reflejar la verdadera voluntad de Ovidio cuando habló de la necesidad de esperar al orgasmo de las mujeres o de Safo cuando mencionó las relaciones eróticas en lugar del “internado para señoritas” con el que lo había edulcorado un filólogo alemán, así lo han respetado en general sus traductores y ella lo agradece. “Es una traducción muy exigente porque es un libro que abre la puerta a muchos libros”, asegura ella. “Cómo nos acercamos a los clásicos, si los vemos como fueron y sin tantas capas de interpretación y en un pedestal, sin aceptar que dijeran ciertas cosas, es una de las dimensiones importantes de mi libro”.

Tono accesible y oral
Uno de los dos traductores al portugués, Àlex Tarradellas, reconoce que también se abrió el debate sobre la traducción de las citas clásicas que usa Vallejo, pero la dificultad de consultar tantos libros con las bibliotecas cerradas por la pandemia y la propia lógica de la obra les ayudaron a tomar la decisión. “El tono accesible y oral que le da Irene a sus traducciones no coincidía con muchas de estas versiones y el cambio de tono habría podido chocar al lector. Optamos por traducirlo todo”. Para él fueron algunos falsos amigos del portugués y el español los que representaron “un peligro constante”. El “caudal” español, por ejemplo, acabó en “fertilidade”.

La traductora francesa Anne Plantagenet optó en ocasiones por recurrir a traducciones oficiales de clásicos y en otras por mantener la voz de Vallejo, pero destaca sobre todo las razones por las que ha conectado con los lectores galos: “El público francés está muy acostumbrado a una literatura que mezcla la investigación, los temas graves o eruditos, o de sociedad, con lo íntimo”, relata. Y ahí están Annie Ernaux o Emmanuel Carrère como grandes baluartes del género. “Y cuando la voz íntima es muy bonita, evidente, inmediatamente reconocible y familiar, puede llevar al lector a cualquier sitio. La voz de Irene es la voz encantadora de la madre que cuenta historias por la noche antes de dormir. Eso y la modernidad de la estructura explican para mí su éxito”. Annakarin Thoburn, que lo ha traducido al sueco, ha necesitado sacar de la biblioteca más de cien libros para acometer el proyecto que más ha tardado en trabajar, y no por la cantidad de páginas. “Ha sido un viaje largo, emocionante, cautivador, desafiante...”, cuenta. “He descubierto muchos libros que después he seguido leyendo. Irene describe de forma muy hermosa este amor por los libros, como objetos mágicos, y eso también lo he podido vivir durante el trabajo”.

Sin traducciones, pero con igual expectación, el junco ha saltado a Latinoamérica, que lo ha acogido, asegura Vallejo, con la conexión de quien ha compartido el amor por la narración que palpita en la obra y que también se vive en el continente. La literatura está llena de metáforas relacionadas con lo textil, como “bordar un discurso, nudo, desenlace, hilo de una historia o de Ariadna, el tejido que Penélope hace y deshace...”, y en las comunidades indígenas los tejidos y nudos se han utilizado históricamente como forma de expresión e identidad, incluso para enviarse mensajes. “Si en mi libro propongo que las mujeres que tejían fueron fundamentales para la narración de historias e hicieron saltar sus metáforas al mundo literario, en estas comunidades me he encontrado historias concretas y bonitas en este mismo sentido que me dan mucho material”.

El infinito en un junco, titulado en otras versiones como Papirus, El infinito en un papiro, La eternidad en un junco..., lanza así a la autora a un universo que en ocasiones quema, como Gaarder llegó a confesar. Ella, por el momento, avanza sin miedo: “Asumo que tiene riesgos, pero nunca he sentido más presión que cuando escribía sin saber si podría publicar, cuando dudaba de si este sueño era demasiado grande y a mi alrededor me preguntaban por qué no buscaba un trabajo de verdad. Intentaré que esto se traduzca en libertad creativa”. Hoy por hoy, en suma, lo disfruta.

El País

viernes, 10 de diciembre de 2021

El cuento de “La manzana que quería ser estrella”.

Hace dos meses, (septiembre 2012) en el solemne acto de apertura del X Congreso Federal de Escuelas Públicas de Gestión Privada, celebrado en la ciudad argentina de Córdoba, me llamó poderosamente la atención que una de las cuatro personas que hacían la presentación del Congreso, la pastora evangélica Mariela Pons, subiese a la tarima con un plato de manzanas y un cuchillo. Calculo que habría allí más de mil personas.


Y quedó asombrada al ver la estrella de cinco puntas que aparecía en el corazón de la manzana.
No es habitual, por no decir que nunca lo había visto, una actuación semejante en un acto de tanto boato. Ni que decir tiene que la expectación era grande. Habituados a palabras hueras y protocolarias, pronunciadas muchas veces sin el necesario convencimiento, Mariela quiso captar nuestra atención de forma original para lanzarnos un mensaje cargado de profundidad.

Cuando le llegó el turno, contó la historia de una manzana que quería ser estrella. Mientras hablaba tenía delante el plato de manzanas y, sobre ellas, un brillante cuchillo. Más o menos dijo lo siguiente:

Había una vez una manzana que siempre había querido ser una estrella. Nunca quiso ser una manzana. Se pasaba los días pensando, ilusionada, cómo sería una vida brillando desde el cielo.

Cada mañana, sus compañeras manzanas la invitaban a conversar y a contar divertidas historias. Reiteradamente, ella rechazaba la invitación, obsesionada como estaba con el deseo de ser una estrella rutilante.

Un buen día, viendo a las aves ascender hacia el cielo, la manzana les preguntó:

– ¿Dónde duermen de día las estrellas?

Las aves, sonriendo, dijeron:

– No, querida manzana, las estrellas están en el cielo día y noche, pero la gran luz del sol no nos permite divisarlas. Pero ahí están, en el infinito cielo, siempre con luz.

A la pobre manzana se le avivaron los deseos de ser una estrella en el alto cielo, cargada de una luz inagotable. Otro día la manzana le preguntó al viento, que movía con fuerza las ramas del manzano:

– Dime, viento, ¿las estrellas están fijas o se desplazan recorriendo todo el firmamento? Y si se desplazan, ¿quién las mueve?

– Las estrellas se desplazan recorriendo todo el firmamento y a una velocidad de vértigo, contestó el viento

Nuevamente se avivaron los deseos de la manzana de convertirse en una hermosa estrella. Cuando llegó la época de la maduración, la manzana seguía defraudada porque su sueño no se había hecho realidad. No era capaz de sonreír, ensimismada en su tristeza. No era feliz.

Una familia de vacaciones se refugió bajo la copa del manzano, buscando una sombra protectora de los rayos del sol. En medio de la amena conversación, el padre de familia agitó violentamente el tronco del árbol. Y cayeron varias manzanas, entre ellas la triste manzana que quería ser estrella.

Una de los niñas la cogió y comprobó que estaba madura. Era una hermosa manzana. La niña estaba feliz. Le pidió un cuchillo a su mamá. Ella le entregó uno muy bien afilado, con la inevitable advertencia.

– Cuidado, cariño, no te cortes.

La niña partió con cuidado la manzana de forma transversal, no del tallo al hoyuelo, sino en horizontal. Y quedó asombrada al ver la estrella de cinco puntas que aparecía en el corazón de la manzana. Y gritando, llamó la atención de toda la familia:

– Mirad, mirad, qué maravilla. Aquí hay una estrella.

La manzana había vivido triste toda la vida sin darse cuenta de que dentro de sí guardaba una hermosa estrella y de que, para mostrarla, tenía que abrirse y brindarse a los demás.

Aquella mujer del Congreso, en su didáctica exposición, al hilo de la historia, enarboló el cuchillo y cortó por la mitad una manzana. La pantalla ofreció a todos los asistentes una preciosa estrella de cinco puntas en el corazón de la manzana.

Esa experiencia me hizo pensar en muchas cosas. La primera de todas fue la que explícitamente nos planteó Mariela Pons a los asistentes. La necesidad de buscar en nuestro corazón, dentro de nosotros, lo que tantas veces perseguimos estresados en las cosas. En muchas ocasiones buscamos fuera lo que llevamos dentro. Anhelamos dinero, poder, fama, comodidad, bullicio… para encontrar en todo ello paz, diversión y, en definitiva, felicidad. Pero no buscamos en nuestro interior. También nos hizo ver cómo muchas veces anhelamos lo que los demás tienen o son sin pensar que en nuestro interior tenemos un maravilloso caudal de bondad y de felicidad. El arco iris solo brilla sobre el tejado de nuestros vecinos.

La segunda fue la necesidad de captar la atención del auditorio a través del ingenio, de la creatividad. Lo que, hace tiempo, expliqué en un artículo titulado “La vaca púrpura”. En él decía que había que poner una vaca púrpura en las cosas, en las clases, en la vida. Es decir, poner algo extraordinario, algo que cautive la atención y despierte el interés. Muchas intervenciones son aburridas y no suscitan curiosidad alguna. Alguien me comentó en una ocasión las palabras de un sensato sacerdote: “Homilía que mueve los culos, no mueve los corazones”.

La tercera es que nos habituamos a las rutinas. Siempre hemos cortado la manzana de forma vertical, no transversal. Al hacerlo de esta segunda forma podemos ver claramente la estrella de la manzana. Pero si cortamos la manzana verticalmente, de arriba hacia abajo, desde el tallo al hoyuelo, solo veremos las pepitas rotas de la manzana. Repetimos lo que siempre se ha hecho de una manera, lo que todos hacen de la misma forma. Sin indagar, sin explorar, sin arriesgarnos a cambiar, Nos hemos habituado al siguiente principio: pudiendo no cambiar, ¿por qué vamos a hacerlo? Me gustaría proponer aquí el principio de actuación opuesto: pudiendo cambiar, ¿por qué vamos dejar las cosas como están? A ver qué pasa.

Miguel Ángel Santos Guerra
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2012/11/10/la-manzana-que-queria-ser-estrella/

Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas.- George Bernard Shaw

jueves, 9 de diciembre de 2021

Qué son la Teoría del caos y el Efecto mariposa (y cómo nos ayudan a entender mejor el universo)

Una pequeña decisión puede traer grandes consecuencias.

Imagina que vas caminando por la calle y de repente te agachas para amarrarte un cordón del zapato que llevas suelto.

Detrás de ti viene un señor caminando afanado con un café hirviendo en la mano, no se da cuenda de que estás ahí agachado, se tropieza contigo, se le derrama el café en la mano, se quema y tiene que ir a urgencias a que lo curen.

El señor del café es un piloto y por el accidente no puede llegar al vuelo que tenía programado.

El vuelo se retrasa.
Una de las pasajeras del vuelo viajaba a una entrevista de trabajo, y como no llegó a tiempo, perdió el empleo.

Otro era un hombre que viajaba a su boda y dejó a la novia plantada en el altar.

Y también había una pareja de hermanos que querían despedirse de su abuela que sufría una enfermedad terminal y no pudieron darle el último adiós.

¿Te das cuenda del caos que formaste?

Ese detalle aparentemente insignificante, de que te hayas amarrado el cordón justo en ese momento y en ese lugar, desató una serie de sucesos muy distintos a los que todos se esperaban.

Pero tranquilo, si algún día esto te ocurre en la vida real no vayas a sentir remordimiento, lo que ocurrió no es más que la Teoría del caos y su Efecto mariposa en acción.

Ambos conceptos están presentes en nuestra vida diaria, nos ayudan a entender cómo funciona el universo y sirven como principio básico para desarrollar nuevas tecnologías y aplicaciones en varias áreas del conocimiento.

Veamos de qué se trata.

El Efecto mariposa
Comencemos por el Efecto mariposa, que ha inspirado a escritores, cineastas, artistas y también a científicos.

En 1952 el escritor de ciencia ficción Ray Bradbury publicó el cuento "El sonido del trueno".

En el cuento un personaje pisa una mariposa, y ese pequeño detalle tiene grandes consecuencias, tanto que incluso hace que un líder fascista llegue al poder.

En 1961, lo que hasta entonces era ficción se convirtió en una realidad científica.

Ese año, el meteorólogo Edward Lorenz trabajaba en un modelo matemático para el pronóstico del estado del tiempo.

Para ello, introdujo en su computadora datos como la temperatura, la humedad, la presión y la dirección del viento, y observó los resultados.

Luego, volvió a introducir los datos para verificar los resultados que había obtenido la primera vez.

De manera inesperada, aunque la segunda vez había ingresado los mismos datos, obtuvo un pronóstico del tiempo totalmente diferente al primero.

Los patrones en el modelo meteorológico de Lorenz tenían forma de mariposa.

Al principio ambos pronósticos se parecían, pero a medida que el modelo avanzaba en el tiempo ambos resultados eran cada vez más distintos.

¿Qué ocurrió?
Esa diferencia tan radical entre ambos pronósticos se debió simplemente a que la segunda vez, el computador de Lorenz había redondeado los datos, es decir, tenían unos cuantos decimales menos.

Así se dio cuenta de que unas pocas décimas, aparentemente insignificantes, con el tiempo pueden significar cambios monumentales.

Para Lorenz, eso equivalía a que el viento que produce el aleteo de una mariposa en Brasil, puede desatar un tornado en Texas.

De esa manera nacía la Teoría del caos y su Efecto mariposa,
que indica que pequeñísimas variaciones que pueden parecer inocuas, con el tiempo generarán enormes cambios, generando una sensación de caos.

La Teoría del Caos supuso un gran reto para la física clásica, la que se guía por las leyes de Newton.

Según estas leyes, si se conocen las condiciones iniciales de un objeto, se podrá predecir con relativa facilidad su comportamiento en el futuro.

Es decir, son leyes deterministas.

Gracias a Newton, por ejemplo, se puede predecir el movimiento de los planetas, o la trayectoria de una bala.

La Teoría del caos advierte, sin embargo, que pequeñísimas variaciones iniciales con el tiempo harán imposible las predicciones.

En principio, las leyes de Newton dicen que si tienes los datos perfectos, podrás hacer predicciones.

Pero en la práctica, la Teoría del caos nos dice que como es imposible tener datos perfectos, a partir de cierto punto se vuelve imposible hacer las predicciones.

La Teoría del caos significó un desafío para las leyes de Newton.

"La Teoría del caos es revolucionaria porque dice que incluso para la física newtoniana puede haber casos en los que en principio el determinismo es cierto, pero en la práctica el sistema parece comportarse de manera tan impredecible como lanzar unos dados", le dice a BBC Mundo Paul Halpern, profesor de física en la Universidad de las Ciencias en Filadelfia, Estados Unidos.

Caos pero no desorden
La Teoría del caos es un principio que se aplica a lo que los matemáticos llaman "sistemas dinámicos".

Un sistema dinámico es cualquier conjunto de sucesos que cambian o evolucionan con el tiempo, como por ejemplo el estado del tiempo, o la población de una ciudad.

Cuando ese sistema es muy sensible a las variaciones de las condiciones iniciales, se le llama un sistema caótico.

Pero aunque el caos haga parecer que las cosas se vuelven aleatorias, desordenadas o impredecibles, lo cierto es que el caos va creando patrones.

Caos no es lo mismo que desorden. En el caos se pueden encontrar patrones.

Por más caótico que parezca, un sistema sigue una trayectoria hacia determinados puntos.

A esos puntos a los que el sistema tiende a ir se les conoce como "atractores".

En el caso de Lorenz, por ejemplo, los cálculos que utilizó para su modelo fueron creando un patrón que parecía coincidir con las alas de una mariposa.

El conjunto de atractores de un sistema forma los llamados "fractales".

Fractales
"Un fractal es algo que es 'autosimilar", explica Halpern.

Es un objeto matemático en el que, si miras de cerca cualquier sección, esa sección en sí misma se parece al objeto completo.

La naturaleza está llena de fractales. Este, por ejemplo, son los fractales que conforman un brócoli.

"Un fractal perfecto es el que al hacer zoom in, se vea exactamente lo mismo que al hacer zoom out", dice el experto.

"Algunos de los atractores se ven como fractales".

Llegando al límite
En la vida diaria, la Teoría del caos "nos sirve para conocer los límites de nuestro conocimiento", dice Halpern.

En el estado del tiempo, por ejemplo, es útil para saber en qué punto un pronóstico del tiempo comienza a perder precisión.

Halpern también menciona que el concepto de los patrones que van creando los atractores, sirve de base para investigaciones en medicina en las que se busca hacer predicciones de lo que puede ocurrir con la salud de una persona con base en datos que vayan obteniendo.

Los fractales, por su parte, son muy utilizados en el desarrollo de tecnología digital, telecomunicaciones, producción de imágenes de alta definición y hasta en el desarrollo de modelos cosmológicos.

Y si vamos más allá, la Teoría del caos nos lleva a preguntas existenciales.

"Nos muestra que incluso si tenemos un determinismo perfecto, hay vacíos en nuestro conocimiento, hay vacíos a la hora de predecir el futuro", dice Halpern.

Para algunos, dice el profesor, este es un argumento para demostrar que existe el libre albedrío, pero eso ya sería una discusión más caótica.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-59525600

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Artistas españoles frente a Franco: el largo viaje desde el falangismo hasta la oposición

El periodista Josep Massot analiza en un libro las distintas posiciones de creadores como Miró o Tàpies en la España de la posguerra y el papel de los galeristas nazis refugiados en el país

El 2 de mayo de 1939, cuatro meses después de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, se celebró una ceremonia en la plaza de Cataluña presidida por un obelisco levantado en memoria de los nacionales muertos durante la Guerra Civil. Leyeron discursos Mariano Calviño, jefe provincial del Movimiento, y el escritor Ernesto Giménez Caballero, que enumeró los males de la democracia, la masonería y la República por haber concedido “la independencia de Cataluña y Vasconia y de la mujer frente al marido”. La jornada, suspendida por la lluvia, fue recogida en los diarios. La Vanguardia Española reprodujo en su portada, a toda página, la foto realizada por Antoni Campañà de un joven con uniforme de honor de la Falange Española junto al obelisco.

El joven no era otro que el futuro pintor Antoni Tàpies, que en ese momento tenía 15 años y que décadas después intentó hacer desaparecer la imagen de los archivos del diario. La inesperada foto, realizada en un momento en el que no era obligado afiliarse a las Juventudes Falangistas, es una de las muchas historias que el periodista Josep Massot cuenta en su libro Joan Miró sota el franquisme (1940-1983), publicado en catalán por Galàxia Gutenberg, en el que retrata el arte español de la posguerra y sus implicaciones con la política y da luz a historias como el apoyo que dieron los nazis refugiados en España tras la Segunda Guerra Mundial al arte informalista que el III Reich había calificado de “degenerado”.

“En una de mis visitas a Tàpies me pidió que hiciera desaparecer la foto del archivo del diario. En ese momento me enteré de su existencia, pese a que se había referido a ella en su autobiografía Memoria personal”, explica Massot, autor hace tres años de la última biografía de Miró publicada en la misma editorial.

Para Massot, Tàpies es el ejemplo, junto a Eduardo Chillida, Manuel Sacristán, Josep Maria Castellet, Carlos Barral, José Maria Valverde, José Luis Aranguren, Francesc Farreras, Pablo Palazuelo y un largo etcétera, “de la rápida evolución de jóvenes intelectuales desde un falangismo crítico, tras considerar que Franco había traicionado la promesa de hacer la revolución fascista, al acercamiento a la izquierda, a partir de los sesenta, que acabó liderando el activismo democrático”.

Massot recoge episodios como la paliza que dieron en 1949 Chillida y Palazuelo a dos activistas catalanes por quitar una bandera franquista de un edificio de París al grito de “no hemos matado a suficientes rojos separatistas”, que contó el pintor Xavier Valls en sus memorias.

Tras la defensa a ultranza del realismo ecléctico y autárquico de los cuarenta, la España franquista de los cincuenta pasó a promocionar los informalismos ante la necesidad de reapertura de un régimen asfixiado internacionalmente. Miró, explica el autor, fue intransigente ante las presiones para maquillar la dictadura y se negó a participar en las bienales de arte bajo la batuta de Luis González Robles. “Alegaba que no tenía obras nuevas porque estaban en manos de sus marchantes Pierre Matisse y Aimé Maeght”, según Massot. Sí lo hicieron Tàpies, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza, Manolo Millares, Antonio Saura y Modest Cuixart, obteniendo reconocimiento y fama internacional. “No tenían otra opción para hacerse visibles, mientras que Miró contaba con Nueva York y París para exhibir sus obras. A Miró lo salvaron sus amigos de Estados Unidos, como Josep Lluís Sert, Alexander Calder, Pierre Matisse y los dirigentes del MoMA, que veían en él una posibilidad de sacar del provincianismo al público de Nueva York”, explica el autor.

Tàpies fue el primero que acabó rebelándose. En 1959 se negó a que sus obras se mostraran en exposiciones internacionales. Le siguieron Saura y Millares, pero no Cuixart. En 1960 el franquismo acordó con el MoMA y el Guggenheim una campaña de promoción de los jóvenes informalistas. Una carta inédita del museo de Nueva York prueba que se intentó ocultar la participación del Gobierno español. Eran los años de la Guerra Fría, en la que Estados Unidos pugnaba con la URSS por el dictado cultural y con París por la capitalidad del arte. “Estas actitudes ilustran como pocos episodios la miseria del sistema cultural, en el que solo se salvan unas pocas individualidades y, aunque cueste reconocerlo, la eficiente diplomacia franquista”, explica Massot.

Para el autor, sin el tutelaje de Miró desde Barcelona y Picasso desde París la promoción de las nuevas vanguardias españolas habría caído de forma exclusiva en manos de refugiados nazis en España. Como el espía Werner Mathias Goeritz, instalado en Madrid en 1947, donde se presentaba como judío, antinazi y suizo, amigo de Max Jacob, Picasso y Paul Klee, pese a estar reclamado por los aliados para ser sometido a un proceso de desnazificación. Él unió a los defensores del arte nuevo dispersos por la Península en las jornadas de la Escuela de Altamira de 1949 y 1950 con la finalidad de desarrollar la modernidad del arte, en especial del abstracto. Contó con el apoyo de Rafael Santos Torroella, Ángel Ferrant, Llorens Artigas, Sebastià Gasch y Modest Cuixart y los poetas Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales, entre otros. Pero no de Miró, al que Goeritz no logró convencer para que participara en una visita que le hizo en 1948.

También estaba en Madrid Karl Buchholz, uno de los comisionados por Goebbels para vender las obras de arte “degenerado” confiscadas a museos o compradas a judíos, tras abrir en 1945 una librería-galería con su nombre. Su socio capitalista fue Erich Gaebelt, mano derecha de Johannes Bernhardt, el hombre al que Hitler puso al frente del poderoso conglomerado de empresas que gestionó la venta a Franco de las armas alemanas que le ayudaron a ganar la guerra y que también dirigió la Legión Cóndor que arrasó Gernika. En la galería de Buchholz, que tuvo un gran prestigio entre los intelectuales y artistas, expusieron el grupo Pórtico y los pintores de El Paso.

Por su parte, Abel Bonnard, exministro de Educación del Gobierno de Vichy condenado a muerte tras la liberación de Francia, abrió en Madrid la galería Palma y en Bilbao Willy Wakonigg, excombatiente de la División Azul y compañero de Palazuelo en la aviación franquista, creó Stvdio. “Muchos de los autores promocionados por estas galerías o por el franquismo fueron objeto en los años sesenta y setenta de censura, encarcelados o atacados por grupos de ultraderecha”, apunta el autor.

El trabajo de Massot, rico en datos inéditos, se nutre de archivos públicos y privados, correspondencia, memorias, testimonios orales, hemerotecas y catálogos para situar a Miró en el contexto barcelonés, catalán, español e internacional, alejándolo de la imagen de pintor enclaustrado en su estudio de Mallorca, en el que se refugió en 1939. También pone luz a la crudeza del menosprecio que sufrió durante la posguerra, cuando su obra no se entendía: Josep Pla la criticaba porque se alejaba de la realidad y Salvador Dalí dijo que Miró hacía una obra “decorativa” y que era “un pintor de corbatas”.

SOBRE LA FIRMA
José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.