lunes, 17 de octubre de 2022

No coger al bebé cuando llora o ser rígido con las rutinas diarias: las huellas del conductismo en la crianza actual

     Una madre coge con cariño a su bebé llorando. BEN BLOOM (GETTY IMAGES)

Esta corriente psicológica se olvidaba de las emociones y establecía unas pautas que los padres debían seguir a rajatabla. Se entendía que atender a los niños y ser cariñosos con ellos era una manera de malcriarlos. Afortunadamente hemos avanzado mucho.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el enfoque que dominaba en psicología era el psicoanálisis de Sigmund Freud. Sin embargo, poco a poco, una nueva corriente psicológica empezaba a hacer sombra al psicoanálisis con unas ideas radicalmente opuestas. A esta corriente se la conoce con el nombre de conductismo, aunque también se ha denominado behaviorismo, concepto que proviene de la palabra inglesa behaviour (conducta). Y es que el conductismo no se detenía a analizar las emociones, los sentimientos ni ningún proceso interno, sino que solo estudiaba lo que era observable. Por este motivo se centraba únicamente en la conducta y el comportamiento de los niños.

El conductismo nace en la segunda década del siglo XX de la mano del psicólogo norteamericano John B. Watson. En lo que a la crianza y educación se refiere, establecía una serie de principios y recomendaciones rígidas para que madres y padres las siguieran a rajatabla. No se promovía el trato cercano ni la validación de las emociones del menor; más bien, todo lo contrario. Le concebían como una máquina a la que se debía dominar y adiestrar de manera rígida y estricta. Entendían que mostrar amor a los niños o establecer contacto físico con ellos, lejos de ayudarles, reforzaría la dependencia de los menores hacia sus padres. Querían fomentar la independencia y que el niño se hiciera valer por sí mismo desde la frialdad y la exigencia sin cariño. Suelo explicar en numerosas ocasiones que la independencia no es algo a lo que pueda aspirar el ser humano, sino, más bien, a la interdependencia. No podemos olvidar que somos una especie social, de apegos, que nos desarrollamos y vivimos en tribu. A pesar de que estemos hablando de una corriente psicológica de principios del siglo XX, creo que estas ideas y prácticas no resultarán infrecuentes en la actualidad.

Watson, padre del conductismo, publicó en 1928 un libro titulado Psychological Care of Infant and Child en el que daba consejos a las madres sobre cómo se debían relacionar con sus hijos y las invitaba a no besarles ni abrazarles. Además, proseguía, estas no debían, bajo ningún concepto, atender de manera inmediata al niño cuando lloraba, independientemente del motivo del llanto: miedo, tristeza, hambre, cansancio... Lejos de ser una manera afectuosa, respetuosa y cercana de atender al menor, la madre se relacionaba con su hijo como si de una máquina se tratase. Watson decía textualmente en el libro: “Existe una forma racional de tratar a los niños. No abrazarles, ni acariciarles nunca, ni dejarles sentarse en el regazo. Si tiene que hacerlo, bésele una sola vez en la frente al darle las buenas noches. Estréchele la mano por la mañana. Ofrézcale una palmadita en la cabeza si ha realizado un trabajo extraordinario o una tarea muy difícil. Inténtelo. Al cabo de una semana, verá cuán sencillo es ser perfectamente objetiva con su hijo, y amable al mismo tiempo. Se avergonzará del modo sensiblero, empalagoso, en que lo estaba tratando”.

La investigación científica, la neurociencia y el sentido común han demostrado que los niños, como seres vulnerables e inmaduros, precisan de la atención sensible y respetuosa de sus progenitores, quienes son los encargados de atender sus necesidades. A pesar de que hoy se siga escuchando que lo que necesita un niño etiquetado como “malo” o “desobediente” es mano dura, lo que realmente precisa es comprensión, amor y mirada incondicional por parte de sus figuras de referencia. Llama la atención que lo que Watson describía en su libro fue aplaudido en diferentes ámbitos. Al filósofo Bertrand Russell le encantó el libro, la revista Parents Magazine decía que debía estar “en el estante de cualquier madre inteligente” y la publicación Atlantic Monthly lo denominó como “un don del cielo para los padres”.

El conductismo tuvo una enorme influencia en la psicología evolutiva, la educación infantil y la pediatría de aquella época. Los profesionales recomendaban a los padres que se mantuvieran apartados de sus hijos y que fueran rígidos con los tiempos y rutinas para ofrecerles una educación de calidad. Como decíamos antes, más que atender personas de manera individualizada y respetuosa, parece que estábamos hablando de simples máquinas. Por ejemplo, en cuanto a la alimentación, Watson y los conductistas eran partidarios de alimentar a los bebés en horas concretas que no se podían flexibilizar bajo ningún concepto. Nada de alimentar a demanda. A pesar de que el pequeño llorase, debían mantenerse firmes y esperar a que fuera la hora de la comida. Por supuesto, en esos momentos de lágrimas no se permitía tranquilizar ni coger al bebé en brazos porque eso significaba malcriarle y ablandarle.

Con estas pautas y orientaciones tan extendidas de principios del siglo pasado educaron muchas madres y padres a sus hijos. Muchos de los progenitores lloraban al ver sufrir a sus hijos. Algunas madres sabían que aquello que estaban haciendo no era lo adecuado para sus hijos, pero quiénes eran ellas para contradecir lo que las autoridades pediátricas recomendaban sin dudar.

En esos tiempos se entendía que atender a los niños y ser cariñosos con ellos era una manera de malcriarlos. Hoy es cierto que siguen coleando estas ideas, aunque, afortunadamente, hemos avanzado mucho. Hay que reconocer el camino que hemos recorrido, pero no debemos perder de vista que aún hay mucho que recorrer hasta llegar a la meta: entender que los niños son vulnerables y que, nos guste o no, los adultos somos imprescindibles para que crezcan sanos y con una buena salud mental. Si queremos una sociedad sensible, respetuosa y empática, debemos empezar mirándonos a nosotros mismos para poder ayudar a nuestros menores.

*Rafa Guerrero es psicólogo y doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos. Autor de los libros ‘Educación emocional y apego’ (2018) y ‘¿Me acompañas?’ (2022). 

domingo, 16 de octubre de 2022

_- Cálculo infinitesimal: Derivadas e integrales.



_- Concepto de Derivada.




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sábado, 15 de octubre de 2022

_- Cómo podremos reemplazar las sociedades moldeadas por los multimillonarios de Sillicon Valley

_- Los titulares cargados de fatalidad de nuestros tiempos parecen indicar que hay dos futuros en oferta.


En uno de ellos, prevalece un autoritarismo orwelliano. Temerosos ante las crisis que se agravan -la climática, sanitaria y económica-, los ciudadanos aceptan el trato que les ofrece el "hombre fuerte": su protección a cambio de una lealtad incuestionable como "súbditos". Lo que sigue es la abdicación del poder personal, la elección o la responsabilidad.

En el otro, todos somos "consumidores" y la autosuficiencia se convierte en un deporte extremo. Los más ricos tienen en una mano sus lugares para escaparse o retirarse de la rutina en Nueva Zelanda y en la otra un billete para Marte.

El resto nos esforzamos por ser como ellos, valiéndonos por nosotros mismos a medida que los robots nos quitan puestos de trabajo y se intensifica la competencia por unos recursos cada vez más escasos.

Los beneficios de la tecnología, ya sea la inteligencia artificial, la biotecnología, la neurotecnología o la agrotecnología van a parar a los más ricos, al igual que todo el poder de la sociedad.

Se trata de un futuro moldeado por los caprichos de los multimillonarios de Silicon Valley. Aunque este modelo se vende a sí mismo con garante de las libertades personales, la experiencia para la mayoría es de exclusión: un mundo de ricos y pobres.

La tercera vía
A pesar del ancho de banda y las ondas dedicadas a estas dos distopías, existe otra trayectoria: la llamamos "futuro ciudadano".

Los autores explican que el concepto de ciudadanía va más allá del ejercicio de voto y de otros mandatos previstos en la ley.

En los últimos años estuvimos trabajando en un libro titulado "Ciudadanos", en el que proponemos una narrativa más esperanzadora para el siglo XXI.

En este futuro, las personas son ciudadanos, en lugar de súbditos o consumidores. Con esta identidad, resulta más fácil ver que todos somos más inteligentes que cualquiera de nosotros. Y que la estrategia para navegar en tiempos difíciles es aprovechar las diversas ideas, la energía y los recursos de todos.

Esta forma de ciudadanía no tiene que ver con el pasaporte que tenemos, y va mucho más allá del votar en las elecciones. Representa el significado más profundo de la palabra, cuyas raíces etimológicas se traducen literalmente como "personas juntas": los humanos nos definimos por nuestra interdependencia fundamental, las vidas no tienen sentido sin la comunidad.

Es una práctica más que un estatus o una posesión, casi más verbo que sustantivo.

Como ciudadanos, miramos a nuestro alrededor, identificamos los ámbitos en los que tenemos alguna influencia, encontramos a nuestros colaboradores y nos comprometemos. Y, fundamentalmente, nuestras instituciones nos animan a hacerlo.

Sin embargo, aprovechar este futuro dependerá de que veamos y aceptemos una historia más amplia de lo que somos como seres humanos. ¿Y cómo lo hacemos?

Ejemplos en cada esquina
Mientras escribíamos el libro, encontramos con innumerables ejemplos de la perspectiva ciudadana. Si miramos más allá de los titulares, pronto descubriremos un fenómeno global e intersectorial, y lo que pueden parecer ejemplos aislados están conectados por temas comunes.

Chile se encuentra en estos momentos inmerso en la campaña para decidir si aprueba una nueva Constitución.

Pensemos en la gobernanza. La ciudad de París acaba de aprobar la creación de una Asamblea Ciudadana permanente que orienta la política, y se ha comprometido a distribuir más de US$ 101 millones al año mediante presupuestos participativos.

La Ciudad de México ha elaborado una Constitución para sus nueve millones de habitantes, mientras que Chile se encuentra en medio del proceso para ratificar un proyecto de Carta Magna redactado por una Convención impulsada por los ciudadanos.

En Reikiavik (Islandia), los diseñadores de juegos han construido una plataforma de democracia participativa que ha incorporado a cientos de personas al funcionamiento de la ciudad.

Quizá lo más impresionante de todo sea que Taiwán mostró al mundo un camino para superar la pandemia, construyendo su respuesta en torno a tres principios: rápido, divertido y justo.

Esto llevó al gobierno taiwanés a abrir sus datos, a convocar premios para aplicaciones de seguimiento de la disponibilidad de máscaras faciales (y mucho más), a confiar en la gente lo suficiente como para restringir los movimientos sobre la base de la "autovigilancia participativa", e incluso a crear una línea de atención telefónica a la que cualquier ciudadano podía llamar con ideas sobre qué más se podía hacer.

¿El resultado? Una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo, sin imponer nunca un confinamiento.

El futuro de los ciudadanos también está ganando terreno en el mundo de la empresa. Muchas empresas aspiran ahora a crear "valor para las partes interesadas" y no sólo "valor para los accionistas".

Un antiguo director general de Unilever, por ejemplo, fijó como objetivo de la empresa ser contribuyentes "positivos netos" a la sociedad. Y algunas de las empresas más grandes y de más rápido crecimiento del mundo están experimentando con el crowdsourcing y el crowdfunding.

General Electric, por ejemplo, recurre habitualmente a soluciones de crowdsourcing para algunos de sus principales retos. Y la marca de cosméticos Body Shop ha instituido un pionero Colectivo de Jóvenes como parte de su estructura de gobierno.

La decisión del gobierno taiwanés de permitirle a sus ciudadanos participar a la hora de diseñar las políticas para combatir la pandemia del covid-19, es para los expertos un modelo de la ciudadanía del futuro.

Hay muchas más cosas que ocurren por debajo del radar convencional, arraigadas en modelos de negocio que se construyen para extenderse en lugar de escalar.

El cooperativismo de plataforma, con el que Airbnb y Uber se enfrentan a la competencia de Ride Austin y Peepl Eat, cuyos clientes son también sus propietarios; y el crowdfunding de capital, el cual difumina la línea entre el accionista y el cliente e impulsa a empresas establecidas como la cervecera Brewdog y a nuevas empresas como Yuup, la cual es una plataforma que apoya a pequeños negocios en la ciudad inglesa de Bristol.

Las ONG también se suman
El futuro de los ciudadanos también está tomando forma en el sector no lucrativo, ya que las organizaciones se reimaginan a sí mismas como facilitadoras de los movimientos dirigidos por los ciudadanos.

En el Reino Unido, organizaciones como la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Amigos de la Tierra están reorientando sus estrategias hacia la participación, apoyando campañas en lugar de iniciar las suyas propias.

Por su parte, Greenpeace EE.UU. está adoptando un enfoque más colectivo, tratando de ser, en palabras de la directora ejecutiva Annie Leonard, "un héroe entre héroes".

Una nueva plataforma llamada Restor permite a los proyectos de base de conservación de la naturaleza de todo el mundo trazar su impacto, conectarse y colaborar.

Al mismo tiempo, los grupos comunitarios están rechazando los viejos modelos de ayuda y caridad, y buscando soluciones locales.

Las ofertas de acciones comunitarias, por ejemplo, son una innovación en el Reino Unido que facilita a la población local la inversión en sus propias comunidades.

En Grimsby, en el norte de Inglaterra, un grupo llamado East Marsh United acaba de completar con éxito una oferta de acciones comunitarias por valor de US$ 602.000 para comprar 10 casas, que serán reformadas y luego alquiladas a menor costo.

El proyecto generará un flujo de ingresos sostenible para el resto de sus operaciones.

Greenpeace ha comenzando a respaldar las iniciativas de otras agrupaciones ambientalistas, en lugar de iniciar campañas en solitario.

Y si hay alguien que destaca por encima de todos en toda esta historia, es Kennedy Odede: un hombre que empezó con un balón de fútbol y teatro callejero en uno de los barrios marginales de Nairobi y ha hecho crecer su organización Shining Hope for Communities hasta una escala en la que permitió a más de dos millones de habitantes de los barrios marginales apoyarse durante la pandemia.

Incluso acoge un incipiente Foro Mundial de Comunidades, una alternativa más colectiva al Foro Económico Mundial de Davos.

Más sencillo de lo que parece
El reto no es que el futuro ciudadano sea difícil de encontrar o complicado de articular. Es sencillo, está arraigado en una verdad profunda y surge en todas partes.

Pero está oculto, porque cada día la gente se cuenta a sí misma otras historias de la sociedad y su papel en ella.

De manera crítica, las instituciones refuerzan estas otras narrativas, tomando el oxígeno de la imaginación, haciéndolas parecer como las únicas posibilidades.

No somos los primeros en sugerir que las historias pueden dar forma a las sociedades. En un ensayo histórico escrito hace 25 años, Donella Meadows, pionera del pensamiento sistémico, propuso que las sociedades se aferran a mentalidades o paradigmas que describió como "acuerdos sociales compartidos sobre la naturaleza de la realidad (...) el conjunto más profundo de creencias sobre cómo funciona el mundo".

Son, según ella, "las fuentes de los sistemas".

Y más recientemente, la socióloga Arlie Russell Hochschild ha tratado de entender las comunidades estadounidenses que estudia a través de su "historia profunda", una "lente subjetiva" a través de la cual ven el mundo.

En la balanza
Proponemos que una de las historias profundas más extendidas es la "historia del consumidor".

Dice así: nuestro papel como individuos es perseguir nuestro propio interés, sobre la base de que se agregará a los mejores resultados para la sociedad. Nos definimos a través de la competencia.

En el camino, nuestras elecciones representan nuestro poder, nuestra creatividad, nuestra identidad: nos hacen ser quienes somos.

Todas las organizaciones e instituciones, desde las empresas hasta las organizaciones benéficas y el gobierno, existen para ofrecer estas opciones. Todas se reducen a proveedores de productos y servicios.

Esta historia de consumo es la que nos lleva al Futuro B, el futuro de las fugas marcianas, los multimillonarios con un poder desproporcionado y la desigualdad extrema.

El modelo capitalista, pese a garantizar derechos y libertades, ha dejado a millones en todo el mundo sumidos en la pobreza.

En cuanto al Futuro A, este futuro orwelliano corresponde al retorno del "relato del súbdito", como en "súbditos del Rey".

En esta historia, el líder es el que mejor sabe, trazando el camino a seguir y declarando nuestros deberes.

Los demás somos inocentes, ignorantes de los asuntos importantes. Este trato se hace más atractivo cuanto mayor es el peligro, por lo que esta historia vuelve a aparecer hoy en día.

Los gobiernos y las organizaciones que surgen del relato del súbdito son paternalistas y jerárquicos, con unos pocos supuestamente superiores en la cima de la pirámide.

Ya en China, las consecuencias de esta historia son claras. El proyecto Skynet del país cuenta con más de 400 millones de cámaras de vigilancia, con un número cada vez mayor de ellas enganchadas automáticamente al reconocimiento facial y a otros programas de inteligencia artificial.

El gobierno sabe casi todo lo que hacen sus ciudadanos, desde las compras hasta el comportamiento al volante, pasando por las publicaciones en las redes sociales y la cantidad de tiempo que una persona pasa jugando a los videojuegos.

También existe el Sistema de Crédito Social, un enorme sistema de recopilación y procesamiento de datos, que concede automáticamente premios o castigos.

Un castigo ya muy extendido es la prohibición de comprar vuelos: según las cifras publicadas por el Centro Nacional de Información de Crédito Público de China, esto ya había ocurrido 17,5 millones de veces a finales de 2018.

Otros castigos incluyen, según se informa, la reducción automática de la velocidad de internet o la confiscación de la mascota.

La historia del súbdito precedió a la historia del consumidor. Fue la historia dominante durante siglos, dando forma a las interacciones de la mayoría de la humanidad, al menos desde el siglo XVII, hasta que se desmoronó en el transcurso de las dos guerras mundiales del siglo XX.

La historia del consumidor, por inevitable que parezca, sólo surgió de las cenizas del súbdito, y sólo ha sido la historia dominante de la humanidad durante los últimos 70 años.

El modelo orwelliano es aplicado en países como China, donde las autoridades hoy por hoy saben casi todo lo que hacen sus ciudadanos, desde en qué gastan su dinero y hasta cuánto tiempo pasan jugando videojuegos.

A diferencia del súbdito, la historia del consumidor parecía prometer un sueño dorado, con su distribución más amplia de los recursos y la riqueza, su sustitución de la aristocracia por la meritocracia.

Pero ahora la historia del consumo se está resquebrajando. Se está derrumbando bajo el peso de sus propias contradicciones, y amenaza con arrastrarnos con ella.

Tenemos una desigualdad tan generalizada que amenaza la seguridad de todos (incluso de los más ricos), mientras que el relato dice que nuestra principal responsabilidad es competir para acaparar más.

Tenemos un colapso ecológico, mientras que la historia insiste en que nuestra identidad y nuestro estatus dependen de un consumo cada vez mayor. Tenemos una epidemia de soledad y problemas de salud mental, mientras el relato nos dice que estamos solos.

Ciudadanos del mañana
Son las viejas historias las que están rotas, no la humanidad.

La caída del relato del súbdito y el auge del consumidor son la prueba de que el cambio a nivel de un relato profundo es posible. El relato ciudadano puede sustituir al consumidor, como el consumidor sustituyó al súbdito.

Para realizar el futuro ciudadano, no debemos aceptar lo que se nos da como única posibilidad, como hacen los súbditos; ni tirar nuestros juguetes del cochecito cuando no nos gusta lo que se nos ofrece, como hacen los consumidores.

Como ciudadanos, debemos proponer, no sólo rechazar. Debemos establecer una base de creencia en los demás. Debemos empezar desde donde estamos, aceptar la responsabilidad y crear oportunidades significativas para que cada uno contribuya mientras lo hacemos.

Debemos dar un paso al frente y participar. Como escribió el arquitecto y diseñador pionero Buckminster Fuller: "Nunca se cambian las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, hay que crear un nuevo modelo que haga obsoletos los modelos existentes".

Los ciudadanos juntos pueden lograr más cambios que individualmente, apuntan los autores.

El proceso de reescribir la historia es exigente para todos nosotros. Cuando aparecen las grietas en una creencia largamente mantenida, provoca ansiedad y dolor.

A medida que el mundo seguro es sustituido por una gran incertidumbre, el riesgo es que nos aferremos más que nunca a lo que conocemos. La atracción gravitatoria de lo conocido se ejerce, sin importar lo disfuncional que sepamos que es lo conocido.

Cuando reconocemos esto, podemos mantener el espacio para este colapso y esta transición de forma más suave, más respetuosa, con más cuidado.

De lo contrario, la ansiedad se convierte en ira, y las personas pierden la confianza y la fe en los demás y en sus instituciones.

El resultado corre el riesgo de convertirse en un círculo vicioso: a medida que los retos de nuestro tiempo se intensifican, confiamos menos en nuestros líderes, las salidas que buscamos en nuestro descontento -como las creencias anticientíficas o las teorías de la conspiración- se vuelven más extremas, y nuestros líderes a su vez confían menos en nosotros.

Se inclinan aún más por ceñirse a lo que conocen -las viejas historias- negándonos la capacidad de acción mientras se dedican a intentar inútilmente resolver los retos por nosotros, sin nosotros.

Por eso, el trabajo más esencial en este momento debería ser una reimaginación de lo que es el liderazgo. Si los que ocupan posiciones de poder actúan como si no hubiera nada malo, nada que ver, nuestra desconfianza en ellos se profundiza aún más.

Los líderes que construyen el futuro de los ciudadanos empiezan por reconocer la incertidumbre, compartiendo con nosotros las preguntas y los retos en lugar de proporcionarnos (o no proporcionarnos) las respuestas.

Crean oportunidades para que participemos y contribuyamos. Cultivan la llamada "incertidumbre segura": reconocen las incógnitas, no las niegan.

No pretenden saber exactamente cómo será el futuro. Pero nos aseguran que la mejor manera de construirlo es trabajando juntos. Como dice la filósofa y activista Adrienne Maree Brown: "Nadie es especial; todos somos necesarios".

Para sobrevivir y prosperar, debemos entrar en el futuro ciudadano. Debemos vernos a nosotros mismos como ciudadanos: personas que moldean activamente el mundo que nos rodea, que cultivan conexiones significativas con su comunidad e instituciones, que pueden imaginar una vida diferente y mejor, que se preocupan y asumen responsabilidades, y que crean oportunidades para que otros hagan lo mismo.

De manera crucial, los líderes de nuestras instituciones también deben ver a las personas como ciudadanos, y tratarnos como tales.

Si somos capaces de adentrarnos en el futuro ciudadano, podremos hacer frente a nuestros innumerables retos: la inseguridad económica, la emergencia ecológica, las amenazas a la salud pública, la polarización política, etc. Podremos construir un futuro. Podremos tener un futuro juntos.

Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original (en inglés). 

viernes, 14 de octubre de 2022

_- La historia de los 1.700 gallegos que emigraron a Cuba buscando fortuna y acabaron de esclavos en las plantaciones de azúcar


_ - FUENTE DE LA IMAGEN,RICARDO DOMINGO/CORTESÍA FUNDACIÓN TELEFÓNICA , 


"Azucre" es la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia.

Se llamaban Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, José el Comido y Tomás el de Coruña, y eran un grupo de jóvenes que en 1853 decidieron dejar Galicia en busca de un futuro mejor en Cuba.

Podría haber sido una más de las miles de historias que marcaron a esa comunidad de España, que entre mediados del siglo XIX y mediados del XX, vio a generaciones enteras emprender rumbo a América, huyendo de la pobreza, el hambre o la guerra.

Sin embargo, Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, el Comido y Tomás el de Coruña protagonizan una historia de la emigración que no se ha contado, o al menos no se ha contado tanto.

Y son los protagonistas de "Azucre", la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia, una ficción basada en una historia tan real como horrible: la de 1.700 gallegos que emigraron a Cuba en esos años y fueron esclavizados por Urbano Feijóo de Sotomayor, otro gallego afincado en la isla caribeña.

El libro empieza con una dedicatoria que es toda una declaración de intenciones: "A los emigrantes que no pudieron contar su historia y a los que se quedaron que nunca recibieron una carta".

Candia entendió que si esta historia no había llegado a la memoria popular fue porque sus protagonistas no habían podido contarla. Así que les dio voz a través de unos personajes entrañables que pierden su inocencia en un viaje brutal al horror.

Hablamos con la autora en el marco del Hay Festival Querétaro, que se realiza entre el 1 y el 4 de septiembre en esa ciudad mexicana.

Como gallega y hablando con una autora gallega, la primera pregunta es casi obligatoria, dado lo poco que se conoce popularmente esta historia: ¿cómo llega a ti?

Yo tampoco había oído hablar nunca de ella. Simplemente una amiga un día me preguntó si conocía la historia de los gallegos que se llevaron a trabajar el azúcar en el siglo XIX y fueron esclavizados.

Yo era muy escéptica al principio, pensaba que no era verdad.

Luego pensé que se trataba de una anécdota de unas pocas personas que mandaron y tuvieron mala suerte y que esa anécdota se engordó mucho a través del tiempo.

Pero ella me envió un mail con un par de links, entre ellos un documental de Radio Televisión Española. Es decir, esto no estaba oculto en ningún sitio.

Yo creo que me lo mandó con la idea de que escribiera un artículo.

Pero tirando del hilo, la cosa fue mucho más que un artículo… ¿por qué una novela de ficción?

Cuando vi lo que me envió dije: "pero esto es mucha gente, fue una empresa; no es una anécdota, es una cosa mucho más seria".

Me pongo a buscar información y encuentro artículos académicos, actas de cortes y un montón de documentación.

Empiezo a preguntar a mi alrededor y nadie tenía idea. A nadie le sonaba de nada, salvo gente muy metida en el tema histórico, especialistas en el siglo XIX, o personas en un nicho muy específico.

En ese momento, me surge como un enigma narrativo: si los gallegos tenemos esta tradición de literatura oral, y esta tradición de inmigración, cómo puede ser que esta historia no nos ha llegado por memoria popular. Hay algo aquí que no funciona.

Entonces llegué a la conclusión, después de darle muchas vueltas, de que efectivamente no nos había llegado porque en realidad sus protagonistas no nos la habían contado.

Los informes que tenemos valen para la parte oficial de la vida, pero lo que es el legado humano que trae una historia a la memoria popular es la voz en primera persona.

Así que no tenía sentido escribir un artículo, porque eso no iba a llegar a donde yo quería: ¿qué hay que hacer para que esta historia se conozca?

Lo que hay que hacer es recrear esas voces, recrear el relato popular, la memoria colectiva. Y para eso es necesaria una novela, una ficción y que la ficción, en cierto modo, enmiende la realidad.

Y el producto es "Azucre", que es una novela histórica, técnicamente, pero no tan histórica desde el punto de vista formal, ya que los datos históricos están ausentes, y la voz recae totalmente en los protagonistas.

La prioridad era ver la situación desde los ojos de ellos.

Claro que la novela tiene una documentación formal muy seria. Aunque en el texto los datos no están, me tuve que estudiar todo lo que pasó para poder construir el mundo que les rodea y colocarlos a ellos en las situaciones adecuadas.

La clave era entender cómo se habían visto personas que salen de su aldea, que no conocían nada, y de repente los meten en un barco, los llevan al otro lado del mundo sin tener ni idea.

Muchos de ellos no habían visto el mar en su vida, no sabían leer, no sabían escribir, y aparecen en Cuba, que era como otro planeta, y están completamente indefensos ante lo que les va a suceder.

Esa era la historia potente realmente. Lo importante, lo crucial, lo fundamental eran las voces de ellos.

Son personajes además muy familiares para aquellos conectados con historias de emigración, aquellos jóvenes que emigran de su pequeña aldea y se enfrentan a un mundo absolutamente desconocido. Son los protagonistas de la historia colectiva de Galicia.

Al principio, cuando ya sabía que tenía que ser una novela, mi primer impulso fue pensar "yo no puedo escribirla, porque yo escribo literatura contemporánea, poesía. Yo no tengo la voz para contar esto".

Pero al instante pensé en mi abuelo, que era un señor labrador de una aldea cerca de Santiago de Compostela y que nunca tuvo un trabajo cualificado y que mal leía y escribía. Y pensé "claro, es que mi abuelo hubiera sido uno de ellos perfectamente".

Ahí fue cuando me di cuenta de que yo a ellos los conocía, sabía quiénes eran, pues son la memoria de mi abuelo, de mi bisabuelo, lo que ellos contaban de las romerías, de marcharse, de pasar hambre.

Y eso hace que, aunque tú no lo hayas vivido, sigues teniendo un contacto muy fuerte con toda esa memoria.

"Azucre" es casi una historia de horror y, sin embargo, te quedas pegado a la entrañabilidad e inocencia de sus personajes...

A mí lo que más me preocupaba cuando la escribí era que, del mismo modo que para mí ellos eran gente muy real, yo quería que los lectores se encariñaran con ellos.

Porque al ver la novela desde la contracapa tú ya tienes el spoiler entero, ya sabes que van a ir de esclavos. Cuando rompes esa tensión de la narración desde el inicio, tiene que haber un aliciente para continuar leyendo.

Entonces mi única baza era justamente conseguir que se encariñaran y que quisieran ver qué les va a pasar.

Me dijeron en una presentación que "Azucre" era una obra sobre la pérdida de la inocencia. Y me pareció que estaba muy acertado

Normalmente, cuando una persona se hace adulta de repente suele ser siempre por un trauma, o bien por una muerte, por una pérdida, por un ataque, por una guerra…

Y eso es lo que les pasa a ellos, que dentro de su pobreza y de sus condiciones de vida eran gente inocente, niños inocentes, que de pronto lo único que tienen por delante es la supervivencia.

Y sí quería que dentro del horror hubiese trazos de luz, porque si no sería insoportable de leer. Y parte de eso era que fuesen simpáticos, tiernos, que fuesen capaces de hacernos reír a pesar de todo lo que les estaba pasando.

Que también es parte de la realidad de las historias, incluso en los momentos más terribles.

¿Sentiste que había como una especie de deuda para con ellos?

Totalmente. Yo creo que por un lado esta novela es un homenaje a ellos.

Es verdad que nuestra literatura le ha rendido muchos homenajes a la inmigración, pero a mí me parece que sobre todo hoy en día, que estamos más distanciados de sus generaciones, todavía es más necesario tener una idea muy clara y muy sólida de cómo fue la vida hace nada.

Creo que es importante tener claro de dónde venimos para saber quiénes somos.

Y toda esa historia que nos precede, tanto si la afrontamos como si no, nos va a afectar exactamente igual.

Por tanto, nos hace más adultos como sociedad ser conscientes de lo que tenemos por detrás, de que hubo gente muy próxima a nosotros, en unas generaciones muy próximas, que lo pasó muy mal.

Yo creo que en la construcción de nuestra memoria colectiva, nos han contado sobre todo la historia de los héroes y de las grandes gestas, y que la memoria de los antihéroes, de los pobres de la tierra, de los nadies, no niega pero sí matiza mucho esa historia de la épica.

Me parece que es muy importante tener claro que todas las gestas se construyen muchas veces sobre las vidas de muchos desgraciados.

Nosotros ahora, por fortuna, estamos en el lado más favorecido del mundo, pero esas cosas cambian, son cíclicas, y ahora hay otros Orestes y otros Rañeta que están tratando de encontrar un futuro mejor en otros puntos del mundo.

Lo vemos ahora en las historias y las penurias de tantos migrantes, incluidos los centroamericanos que atraviesan México para llegar a Estados Unidos.

Es una constante.

El siglo XIX fue el principio del comercio global. De hecho, el primer producto que globalmente atravesó el mundo para venderse fueron justamente las personas que salían de África y se llevaban a América.

Y desde entonces es exactamente igual.

El mundo se ha sofisticado tecnológicamente, pero los mecanismos que mueven el mundo son los mismos. Por lo tanto, siguen pasando las mismas infamias a nuestro alrededor.

Sigue habiendo personas desesperadas que buscan un futuro mejor y van a intentarlo por todos los medios. Y siempre va a haber también, por desgracia, gente sin escrúpulos que va a intentar aprovecharse de ellos.

Y esa gente está en el desierto de México, en las ofertas de trabajo para señoras latinoamericanas o del este de Europa que les dicen que vengan a España a trabajar en el servicio doméstico y luego se encuentran con la prostitución, que es una esclavitud terrorífica.

En el Mediterráneo lo tenemos todos los días, cuando hace un año veíamos a la gente tratando de huir colgada de los aviones en Afganistán…

Y esas historias, esas pequeñas historias, no van a estar en los libros.

Ese es un material fantástico para la literatura, que tiene un potencial enorme para contrarrestar la Historia con mayúsculas, que siempre va a ser como mucho más fría contando los sucesos.

Hablando de gente sin escrúpulos… estos chicos fueron esclavizados, por uno de los suyos, por otro gallego: Feijóo de Sotomayor. ¿Es un personaje que se intentó esconder de alguna forma?

Qué va, si tiene hasta página en Wikipedia.

Es un clásico de un señor que es diputado, que tiene completa impunidad y en realidad él sabía perfectamente que no le iba a pasar nada.

La empresa se disuelve, él se queda con todo el dinero que había recaudado hasta entonces y no tiene que indemnizar a los trabajadores, por supuesto. Y se decreta que si alguno de los trabajadores quiere solicitar una indemnización tiene que hacer una denuncia individual en un jurado de arbitraje.

Los casos, evidentemente, fueron mínimos.

Él no perdió ningún tipo de estatus por esta situación, que esto también es una historia muy moderna.

Hay gente que se aprovecha de su explotación de privilegio para conseguir un negocio, enriquecerse, hacerlo fraudulentamente o de manera criminal. Y después no ve consecuencias por sus actos.Y continúa además con su consideración social.

En la novela aparece básicamente como un fantasma, literalmente, por dos razones: porque para mí lo primordial eran las voces de ellos y porque además es un personaje sobradamente conocido, hemos conocido a muchos como él. Es un villano muy clásico.

Este artículo es parte del Hay FestivalQuerétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 4 de septiembre de 2022.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-62638734

jueves, 13 de octubre de 2022

El gran mito del ejercicio examinado por un experto en evolución humana (y 4 consejos para que te animes a moverte)


Mark Twain, quien vivió 75 años, alguna vez dijo que hacía todo el ejercicio que necesitaba actuando como portador del féretro en los funerales de sus amigos que hacían ejercicio con regularidad.

O quizás esas palabras fueron del senador Chauncey Depew, que murió a los 94 años.

En cualquier caso, aunque no todos lo expresan con tal gracia, no son los únicos que, a lo largo de la historia, no han sido muy afines al ejercicio. Y no es raro, le dijo a The Harvard Gazette Daniel Lieberman, paleoantropólogo de la Universidad de Harvard y autor de "Ejercicio".

Estamos programados para evitar esfuerzos innecesarios, no para triatlones o cintas de correr.


Es un mito que es normal hacer ejercicio
El ser humano, señala, nunca evolucionó para hacer ejercicio y, desde un punto de vista científico, es una actividad extraña.

Es decir, aunque evolucionamos para movernos, para ser físicamente activos, "el ejercicio es un tipo particular de actividad física: es la actividad física voluntaria por el bien de la salud y la forma física".

Eso es un invento nuevo, subrayó (ten en cuenta que ese 'nuevo' es relativo: la cotidianidad de Lieberman incluye la Edad de Piedra).

Sofá y piernas de hombre acostado FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Lo normal.
Sería descabellado, por ejemplo, que un cazador o un agricultor de subsistencia gastara energía extra trotando innecesariamente 8 kilómetros por la mañana: perdería valiosas calorías que requiere para actividades prioritarias.

"Tenemos estos instintos muy arraigados para evitar la actividad física innecesaria", explica el paleoantropólogo.

Sin embargo, hoy en día, "juzgamos a las personas como perezosas si no hacen ejercicio. Pero no son perezosos. Sencillamente son normales".

Pero eso no quiere decir que ejercicio no sea muy beneficioso; sólo explica por qué a tantos nos cuesta tanto hacer lo suficiente.

Y Lieberman piensa que entenderlo puede ayudarnos a hacer más.

"Dado que medicalizar y comercializar el ejercicio obviamente no está funcionando, creo que podría irnos mejor si pensamos como antropólogos evolutivos".

Por suerte, eso es precisamente lo que él es, así que he aquí cuatro de sus recomendaciones:

1. No te enojes contigo mismo

No te sientas mal por no querer hacer ejercicio, tu instinto es no hacer más de lo necesario.

Chica mirando pesas

FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Pero somos también seres racionales.

Estamos concientes de que construimos un mundo que nos ha beneficiado inmensamente pero, como ya no nos obliga a estar físicamente activos, ha puesto en riesgo nuestra salud.

Es un mundo en el que se volvió necesario hacer más de lo necesario.

Innumerables estudios lo han demostrado.

Si aprendemos a reconocer esos instintos podemos superarlos más fácilmente, dice Lieberman.

"Cuando me levanto por la mañana para salir a correr, a menudo hace frío y es miserable, y no tengo ganas de hacer ejercicio. Mi mente me da todo tipo de razones por las que debería posponerlo. A veces tengo que obligarme a salir por la puerta.

"Mi punto aquí es ser compasivo contigo mismo y comprender que esas pequeñas voces en tu cabeza son normales y que todos, incluso los 'adictos al ejercicio', luchan con ellas.

"Una clave para hacer ejercicio es superarlas".

2. No olvides dos cosas

Hay dos sólo dos razones por las que evolucionamos para ser físicamente activos: suplir necesidades y gratificarnos socialmente.

Chica bailando FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES Una de las razones.

"La mayoría de nuestros antepasados ​​salían a cazar o recolectar todos los días porque de lo contrario morirían de hambre.

"Las otras veces que estaban físicamente activos era durante actividades divertidas como bailar y jugar".

Para ellos, como también para nosotros, la diversión traía beneficios sociales.

Tras años de estudios, el paleoantropólogo aconseja tener esa misma mentalidad respecto al ejercicio.

"Hazlo divertido, pero también hazlo necesario".

Y una de las mejores formas de lograr ambos objetivos es volver la actividad física una actividad social, por ejemplo, uniéndote a un grupo de corredores.

"La obligación lo hará divertido, social y necesario".

3. No te preocupes tanto

"El enfoque antropológico final que puede ayudar es no preocuparse por el tiempo y la cantidad de ejercicio que se necesita", sugiere Lieberman.

Cavernícola muy fuerte FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES No precisamente.
Señala que tenemos esta imagen de que nuestros antepasados ​​eran realmente increíblemente fuertes... al fin y al cabo, tenían que levantar rocas gigantes y cazar bestias pesadas.

Pero el experto asegura que eso está lejos de ser verdad.

"Nuestros antepasados ​​eran razonablemente, pero no excesivamente, activos y fuertes.

"Tampoco corrían todos los días, ni regularmente; probablemente lo hacían una vez a la semana o algo así".

Es más, no hay que ir a un pasado tan lejano para saberlo, pues sigue habiendo pueblos con estilos de vida similares.

"Los cazadores-recolectores típicos realizan solo alrededor de 2¼ horas al día de actividad física de moderada a vigorosa.

"No son extremadamente musculosos y pasan tantas horas sentados como nosotros, casi 10 al día".

El mensaje es que, aunque hay mínimos recomendados, un poco de actividad física es enormemente saludable.

"Saber eso, creo, puede ayudar a las personas a sentirse mejor por hacer al menos un poco de ejercicio en lugar de ninguno".

Los estudios muestran que 150 minutos de ejercicio a la semana -21 minutos al día- reducen las tasas de mortalidad en aproximadamente un 50%, añade.

Pero es crucial no sólo hacerlo sino también...

4. No dejar de hacerlo
Pareja madura jugando en el parque FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

"Inventamos el concepto de jubilación en el mundo occidental moderno y, junto con eso, la noción de que una vez que llegamos a los 65 años es normal tomarlo con calma".

Sin embargo, "evolucionamos para ser físicamente activos durante toda la vida".

Esa actividad, a su vez, nos ayuda a vivir más tiempo y mantenernos saludables a medida que envejecemos.

"Esto se debe a que la actividad física activa una amplia gama de mecanismos de reparación y mantenimiento que contrarrestan los efectos del envejecimiento", explica.

Una prueba de ello son los cazadores-recolectores de hoy, que tienden a vivir casi tanto como sus contrapartes en las sociedades industrializadas occidentales.

La diferencia, resalta, es que su "esperanza de salud" (la cantidad de años saludables de vida) casi coincide con su esperanza de vida, mientras que en las sociedades industrializadas, es común temer que uno pasará años incapacitado antes de morir.

"A medida que la gente envejece en Occidente, tiende a perder mucha fuerza y ​​poder, y eso dificulta las tareas básicas. Y cuando eso sucede, la gente se vuelve menos activa. Cuando se vuelven menos activos, se vuelven menos aptos.

"Es un círculo vicioso realmente desastroso".

Así que a vencer tus instintos, aunque tu mente se resista a ayudarte, y a seguir moviéndote, aunque ya no sea necesario.

Y si el ejercicio te aburre, haz como en la Edad de Piedra: ¡ponte a bailar!

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63079243

miércoles, 12 de octubre de 2022

_- Nobel de Medicina 2022: el sueco Svante Pääbo gana el premio por sus hallazgos sobre la evolución humana


_- El sueco Svante Pääbo fue galardono por su aporte a la salud a partir de su estudio de la evolución humana. 


El sueco Svante Pääbo es el ganador del premio Nobel de Fisiología y Medicina 2022, anunció este lunes el Instituto Karolinska de Suecia.

De acuerdo al instituto, Pääbo, quien tiene 67 años, recibe el importante galardón "por sus descubrimientos sobre los genomas de los homínidos extintos y la evolución humana".

De acuerdo a lo señalado los miembros del comité que otorga el premio "Svante Pääbo ha establecido una disciplina científica completamente nueva, la paleogenómica".

Homo Sapiens FUENTE DE LA IMAGEN, NOBEL PRIZE

De acuerdo al comité que otorga el Nobel de Fisiología o Medicina, Svante Pääbo ha logrado crear una disciplina completamente nueva: la paleogenómica.

Y agregan: "Al revelar las diferencias genéticas que distinguen a todos los humanos vivos de los homínidos extintos, sus descubrimientos proporcionan la base para explorar lo que nos hace únicamente humanos".

Durante la exposición hecha después del anuncio, el sueco también hizo el descubrimiento de un homínido extinto, el denisova, que hizo a partir de datos del genoma recuperados de una muestra de hueso de un dedo pequeño.

Para el comité también es importante destacar que Pääbo descubrió el hecho de que se había producido una transferencia de genes de estos homínidos ahora extintos al Homo sapiens tras la migración fuera de África hace unos 70.000 años.

De acuerdo a lo señalado en los estudios del nuevo galardonado, "este antiguo flujo de genes para los humanos actuales tiene relevancia fisiológica hoy en día, por ejemplo, afectando la forma en que nuestro sistema inmunológico reacciona a las infecciones".

Desde 1997 Pääbo es el director del departamento de Genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Más infomación en breve.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63117248

martes, 11 de octubre de 2022

_- De cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa


_- La frase que he colocado en el título es de Antonio Machado. Y la he elegido para encabezar estas líneas porque la considero cierta. Acaso más cierta hoy que nunca. Estoy viendo comportamientos inquietantes, poco racionales, que dañan al prójimo. Comportamientos que nacen de cabezas más interesadas en embestir que en pensar. Cabezas que en ocasiones ocupan puestos de responsabilidad política (y religiosa) y que, en la mayoría de los casos, están sobre los hombros de quienes somos súbditos y clientes. 

La guerra que Rusia ha provocado al invadir un país contraviniendo las normas más elementales de convivencia, está causando muertes innumerables en uno y otro bando, crímenes horrendos de los invasores, destrucción de todo tipo de bienes, desastres económicos en Europa y daños psíquicos incalculables en el mundo.

El presidente Putin, en la mesa de su despacho, sentado confortablemente y protegido por miles de agentes, ha firmado un decreto para movilizar a 300.000 reservistas que tendrán que ir a luchar al frente de batalla. Él sobrevivirá al conflicto bélico que ha provocado de una manera despótica y que está generando ríos de sangre y de lágrimas.

Miles de posibles combatientes están huyendo del país. Les amenazan con no dejarles regresar. Y el gobierno ruso se plantea cerrar las fronteras a estos hipotéticos desertores. He visto las terribles imágenes de un joven que se rocía con gasolina y se prende fuego para protestar contra lo que considera un abuso de poder, una escalada irracional del terror. ¿Por qué no se levanta en masa la población para detener esta barbarie?

Y ahora, esta causa cruel, insensata e injusta ha sido bendecida por el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa. Ha dicho el jefe supremo de la iglesia y amigo del presidente Putin en un sermón pronunciado el domingo pasado, que los soldados que luchen en la guerra (y que mueran en ella) serán absueltos de todos sus pecados.

¡Milagro! Ahora resulta que matar (y morir) es un modo de redimirse, de hacer méritos para ir al cielo. Creí que había un mandamiento que obligaba a no matar. Se perdonan todos los pecados cometiendo uno más horrible que cualquier otro: acabar con la vida de seres humanos, algunos de ellos niños y niñas de corta edad.

El representante de la Iglesia Ortodoxa rusa ha comparado a los movilizados con Jesucristo, al sacrificarse con su muerte en la guerra. Son, más bien, unas pobres víctimas de los delirios imperialistas de un dictador.

Le quiero hacer algunas preguntas al reverendo Kirill: ¿Quién le ha dicho que eso es así? ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo se puede demostrar eso que dice?¿Vale también el beneficio para los que luchan en el frente del lado de Ucrania? ¿Hay que morir en combate o basta luchar?¿Vale el beneficio para todos los combatientes de cualquier guerra, en cualquier país del mundo? Recibirán alguna consolación espiritual las esposas y los hijos de los combatientes muertos? Se le perdonarán los pecados al joven que se ha convertido en una antorcha humana para protestar contra la obligación de luchar en el frente?

El Patriarca aparece en las imágenes ataviado con sus lujosos ornamentos y con el adorno de sus atributos eclesiales. Rezará, como dice, para que no mueran más personas en la guerra. Más le valdría disuadir a su amigo Putin de sus ambiciones imperialistas. Más le valdría decir que todas esas muertes que está provocando constituyen un horrendo genocidio. Pero no. Es más fácil prometer estos espirituales e indemostrables beneficios a quienes mueran en la guerra. Permanecerá en sus dependencias, vivirá de forma confortable, desempeñará sus funciones pastorales pero no arriesgará su vida. Acabará la guerra de Ucrania y seguirá pronunciando sus sermones. Pero los que mueran en la guerra que ha alentado habrán perdido la vida y sus familias quedarán marcadas para siempre.

Una perfecta alianza. Tal para cual. Putin y Kirill, Kirill y Putin. El poder y la religión. La religión y el poder. El poder decide abrir un guerra cruel e injusta y la religión bendice la causa y alienta a quienes vayan al frente. Tal para cual, como he dicho más arriba.

Imagino que quienes huyen de la convocatoria se llevarán sus pecados consigo y, a juicio del Patriarca, cometerán un nuevo pecado. La pequeña ventaja será que salvarán la vida. Y se librarán de causar desgracias.

Se han llevado a cabo cuatro referendos ilegales en cuat5ro territorios para que los ciudadanos y ciudadanas de Ucrania expresen su voluntad sobre la incorporación a la patria rusa. Referendos en los que los consultados iban a las urnas a punta de rifle. Referendos en los que se abrieron las urnas a los compases del himno ruso. ¿Quién puede dar valor a esos referendos? El parlamento ruso proclamará la anexión, contra el criterio del resto del mundo.

Pero no me voy a centrar solo en los líderes político y religioso que aúnan sus intereses mientras el pueblo muere. Voy a poner el foco en los súbditos. Ya sé que la información que les llega a los ciudadanos está manipulada desde el poder. Desde el comienzo no se habla de una guerra sino de unas maniobras militares. ¿Maniobras militares que siembran de muertos el país invadido?

También me inquieta lo sucedido en las elecciones italianas del pasado domingo. Me sorprende cómo pueden votar tantos millones de ciudadanos y ciudadanas a ese trío de políticos fascistas (Giorgia Meloni, Silvio Berlusconi y Matteo Salvini). Personas en sintonía con el señor Putin, que admiran a Musolini, que condenan la ideología de género, que niegan la violencia machista, que quieren elevar las fronteras del país para que no lleguen inmigrantes, que odian al colectivo LGTB, que quieren disolver Europa…

Me cuesta aceptar esos resultados. Me sorprende el éxito de la señora Meloni que, cuando estuvo en España, ayudando a la candidatura de Macarena Olona, se despachó con una arenga que puso al auditorio en pie. Dijo gritando (así parece que tiene más razón) que sí a algunas cosas y no a otras. Sí a la familia natural, no a los lobbies LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a las fronteras seguras, no a la inmigración masiva”…

Por otra parte, son una constante en los discursos de Meloni las referencias a Italia, y a la patria. Sin ir más lejos, su lema ha sido siempre, desde la fundación de Fratelli d’Italia, “Dios, patria y familia”, tres columnas ideológicas a las que apelaba el fascismo de los años 30, después de que lo acuñase en 1931 el por entonces secretario general del Partido Nacional Fascista, Giovanni Giuriati.

Me preocupa esta deriva que está viviendo el mundo, con líderes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán, Giorgia Meloni ganando elecciones después de hacer campañas que sobrecogen a cualquier persona con un mínimo sentido de la democracia.

El populismo de Meloni hace que ofrezca respuestas simples a problemas complejos. Pero a mí lo que de verdad me sorprende es que tantas personas hagan suyo un discurso machista, xenófobo, homófobo, patriotero, antiabortista, excluyente y clasista.

El problema fundamental no es que Putin gobierne la vida y el Patriarca Killl las conciencias. El problema es por qué tantos millones de personas se muestran cómodos con los planteamientos de esos gobernantes. El problema más grave no son los tres líderes que van a gobernar Italia. El problema es que hayan ganado las elecciones gracias al voto de tantos millones de electores y electoras.

El segundo problema es preguntarse a qué escuela fueron y qué aprendieron en ella todos estos millones de ciudadanos y ciudadanas que apoyan discursos llenos de odio, de exclusión al diferente, de pensamientos fascistas.

¿Han aprendido a pensar? No digo qué pensar, sino a pensar. ¿Han pasado, como dice Paulo Freire, de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica? ¿Saben analizar las causas y los efectos? ¿Saben explicar lo que sucede con sus propios análisis? Evidentemente, no. Y, por otra parte, ¿han aprendido a convivir, a relacionarse, a respetar la dignidad de todos los seres humanos? Evidentemente, no.

Dice Fhillipe Perrenoud, en un breve y sustancioso artículo titulado “La escuela no sirve para nada”, que un gobernante puede despreciar a su pueblo y ser aclamado en las siguientes elecciones.

Se dice que hay que respetar las ideas de todos. No. A quien hay que respetar es a las personas, pero no son respetables las ideas fascistas. Respeto a los líderes italianos que gobernarán el país y también a sus votantes, pero no puedo respetar un discurso que considero inspirado en el odio.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/10/01/de-cada-diez-cabezas-nueve-embisten-y-una-piensa/

lunes, 10 de octubre de 2022

_- EDUCACIÓN. Si tu familia está desahogada estudiarás Medicina y dobles grados, si no, Óptica o Educación

_- Muchos estudiantes desfavorecidos no eligen la carrera por vocación, sino por su pronto retorno salarial y menor riesgo de fracaso

El nivel de estudios de los padres ―y en especial de la madre, que suele ser quien echa una mano con los deberes― no solo determina que un joven termine el Bachillerato y vaya a la universidad, sino incluso en qué carrera se inscribe. Partiendo del hecho de que un joven rico tiene tres veces más posibilidades de ir a la facultad que uno pobre, una serie del Ministerio de Universidades —que registra los datos de todos los matriculados en grados en España entre 2016 y 2020— muestra que los hijos de profesionales con sueldos altos tienden a estudiar más carreras de Ciencias (50%), Ciencias de la Salud (49,8%) e ingenierías (49%) y los de origen socioeconómico bajo, Humanidades (40%) y Ciencias Sociales (41,7%).

La brecha en las cifras del ministerio es mayor si lo que se tiene en cuenta es el nivel de estudios de los padres: el 57% de los matriculados de Ciencias Sociales tiene uno o dos padres con título universitario, el 68% en el caso de ingenierías, 58% en Humanidades, 65% en Ciencias de la Salud y 64% de Ciencias. Las carreras científicas y de ciencias de la salud, copadas por los pudientes, son percibidas como más prestigiosas, tienen notas de admisión más altas ―a los desfavorecidos les lastra la inequidad educativa y la inflación de notas en los centros privados―, son las de mayor dificultad y cuentan con las tasas más caras por su nivel de experimentalidad. Por ejemplo, una primera matrícula de Geografía cuesta en Castilla y León 755 euros y Veterinaria 1.339.

Un estudio del Observatorio de Estudiantes de la Universidad Complutense (UCM) de 2019 basado en las matriculaciones en primer curso refrenda estos datos, pero va más allá y diferencia por carreras. Mientras que más del 60% de los padres (varones) de los matriculados en Medicina, Odontología y Farmacia son licenciados y tienen sueldos altos, solo ocurre lo mismo con el 33% de los matriculados en Óptica. Las cuatro son carreras de Ciencias de la Salud, pero Óptica antes era una diplomatura, es decir, que antes con tres cursos, y ahora en cuatro años, se puede trabajar como óptico; mientras que la carrera de Medicina dura seis años y pasa uno antes de que, con suerte, el graduado comience a cobrar como MIR [médico interno residente]. Lo mismo ocurre con Educación, antigua diplomatura, que se acaba en cuatro años con relativa facilidad y se puede comenzar a ejercer en un centro concertado o privado.

Con título universitario y en riesgo de pobreza: “Estudié Derecho, estoy en paro y antes trabajé 14 años limpiando” “Sabemos que cuando existían carreras cortas y largas [antes del Plan Bolonia], el alumnado menos favorecido tendía a escoger las cortas, las diplomaturas, por aminorar el riesgo”, explicó Vera Sacristán, directora del Observatorio del Sistema Universitario ―de los cuatro campus públicos de Barcelona―, el pasado martes en una comparecencia en una comisión del Congreso para hablar de la nueva ley universitaria. Y sigue ocurriendo. “Entonces y ahora [los jóvenes con pocos recursos] eligen carreras más profesionalizantes, pensando en la profesión, no en la vocación. En Cataluña hacen la inscripción en función de la dificultad percibida, que se corresponde a tasas de abandono, de repetición de las asignaturas...”. Las ingenierías están siempre en ese segmento.

“El principal coste de ser universitario es que no puedes trabajar o tienes que reducir el tiempo que dedicas al trabajo. Lo que se llama coste de oportunidad”, relata una de las autoras de la UCM, María Fernández-Mellizo. “Luego está el coste de las matrículas, que se puede paliar con las becas. Pero aunque para casos de extrema vulnerabilidad hay becas compensatorias, ni las más generosas cubren el coste de oportunidad. Y luego hay gastos de material. En las tasas [la Administración] incluye los costes de las prácticas ―muy costosas en el caso de Medicina u Odontología―, pero también repercuten en el alumnado, porque en esas carreras experimentales se les piden cosas más caras para seguir el curso. Magisterio, Trabajo Social o Derecho no te obligan a poner tantos recursos”.

Helena Troiano, de la Universidad de Barcelona, analizó 10 carreras en 2013 y llegó a la conclusión ―que se prolonga en el tiempo― de que los estudiantes de nuevo ingreso pobres “tienden a evitar los programas de grado más prestigiosos, donde pueden sentirse como extraños tanto académica y socialmente” y buscan “perfiles profesionales claros” que no entrañen grandes riesgos. Pese a ello, 1,2 millones de titulados universitarios se encuentra en riego de pobreza, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Además, sostiene Troiano, se sienten más en deuda con su familia que los adinerados por el esfuerzo financiero que supone que estudien.

La mayor brecha se da en las dobles carreras que nacieron con el Plan Bolonia, que exigen cinco años de estudio incompatible con un empleo y un desembolso económico importante: un grado de precio medio en Madrid cuesta 2.715 euros, y el doble grado: 3.269. El 90% de los que estudian el doble grado de Matemáticas y Física en la UCM ―la carrera con nota de acceso más alta de toda España― tienen una madre universitaria y una situación económica desahogada. Por contra, como en las titulaciones simples de Educación, en el doble grado de Maestro de Infantil y Primaria menos del 40% son hijas e hijos de universitarias.

Prácticas de microbiología en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Politécnica de Madrid.Prácticas de microbiología en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Politécnica de Madrid.

La serie del ministerio distribuye los matriculados según el empleo de sus padres desde 2016 y se observa un fenómeno claro: los padres de los matriculados tienen cada vez un empleo mejor cualificado. En la universidad pública, suben los porcentajes de hogares en los que uno de los progenitores tiene una ocupación media (del 16% al 19%) y alta (del 20% al 25%), mientras descienden las ocupaciones bajas o el desempleo (del 26% al 21%). La universidad privada, aunque parece otra liga ―la matrícula anual va de los 5.000 a los 20.000 euros, dependiendo del centro y la titulación― alberga también jóvenes de clases medias (22% del alumnado), cuyas familias hacen grandes esfuerzos a base de créditos para que estudien la carrera deseada, mayoritariamente porque no han accedido a la pública.

Los padres más ricos de los matriculados se concentran, como era de esperar, en las ciudades más pobladas, donde están instaladas las grandes compañías y la Administración: Madrid (52% los dos o un progenitor cuenta con un sueldo alto) y Cataluña (50%). En contraste, apenas el 31% en Extremadura, Baleares y Castilla-La Mancha tienen salarios altos.

Pese a esta brecha en las ocupaciones por regiones, la incorporación de las clases medias y bajas a la universidad es evidente. El artículo Origen social de los alumnos de la Enseñanza Superior, publicado en una revista del Ministerio de Educación en pleno franquismo (1960), describe un panorama radicalmente opuesto al actual. Ese año, había 12 universidades y 13 escuelas técnicas superiores ―ahora hay 50 universidades públicas y 40 privadas―por lo que matricularse unas veces se debía “simplemente a la razón de la residencia de sus mayores en una cabecera de distrito universitario y otras a una relativa solvencia económica de los padres”, se explica en el texto. Estudiar en otra ciudad costaba de media 25.000 pesetas (150 euros) al año, había apenas 62.000 alumnos y el 23% recibió ese 1960 algún tipo de beca ―conocida como protección escolar― sufragada por el Estado, la administración provincial o municipal o los sindicatos. Los inscritos se han multiplicado desde entonces por 25 y el 44% recibe apoyo financiero.

En la actualidad, hay casi 1,6 millones de estudiantes ―existen los másteres, los campus a distancia y sedes universitarias en 200 municipios― y el curso pasado 321.000 inscritos se beneficiaron de una beca (21,8% de los alumnos de grado y 12% de los de máster). El 75% de los alumnos en 1960, según datos del Instituto Nacional de Estadística (UNED), eran por parte de padre (la revolución en las aulas no había llegado) hijos de profesionales liberales con estudios ―abogados, ingenieros, médicos o arquitectos― o personal de banca y la administración.

En muchos casos los herederos se licenciaban para seguir la consulta, el estudio o el despacho propio. El 7% eran familia de ganaderos y agricultores ―”comprende propietarios, administradores, colonos y braceros”, cuenta el artículo―, aunque previsiblemente era casi todos los vástagos de los terratenientes. El Ejército tenía mucha presencia (5%) mientras los más desfavorecidos apenas accedían: el 0,6% eran hijos de jornaleros y artesanos, un 1,8% de conductores y un 1% personal de servicio. En las escuelas universitarias los porcentajes por profesiones de los padres casi se repiten.

domingo, 9 de octubre de 2022

_- La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, da marcha atrás en la rebaja de impuestos para salvar su Gobierno

_- Liz Truss llegaba este lunes a la conferencia anual del Partido Conservador en el Centro Internacional de Convenciones de Birmingham.AARON CHOWN (AP)

Se anula la anunciada supresión del tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas, la impopular medida que había puesto en pie de guerra a muchos diputados conservadores

La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, ha sido incapaz de resistir las presiones de sus colegas del Partido Conservador, que veían hundirse por el sumidero todas sus expectativas electorales después del anuncio de una impopular rebaja de impuestos. El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, ha sido este lunes el señalado para pasar por la humillación de comunicar que echaba marcha atrás a la medida más odiada de todas las que había anunciado apenas hace una semana: la supresión del tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas (los contribuyentes que cobran más de 170.000 euros anuales).

“Ha quedado claro que la supresión del tipo del 45% se ha convertido en un distracción que altera nuestra misión principal de abordar los desafíos que afronta el país”, ha escrito Kwarteng en un comunicado publicado a primera hora de la mañana en su cuenta de Twitter. “Por ello, anuncio que ya no procederemos a esa supresión. Lo hemos entendido. Hemos escuchado”, ha asegurado.

Los planes fiscales anunciados el pasado 23 de septiembre por el ministro ―la mayor rebaja de impuestos del último medio siglo, valorada en casi 50.000 millones de euros― lanzaron a la libra esterlina y a los bonos de deuda pública en caída libre. Los inversores dudaban de la sostenibilidad de la deuda del Reino Unido, que atraviesa, como el resto de Europa, una altísima inflación (9.9%), y se enfrenta a una subida acelerada de los tipos de interés. Solo una intervención de urgencia del Banco de Inglaterra, que se lanzó el pasado miércoles a comprar bonos a largo plazo ¨en la escala que fuera necesaria”, calmó la inquietud de los inversores.

Pero el pánico no era solo financiero. También era político. La última encuesta de YouGov, publicada por el diario The Times, daba a la oposición laborista una ventaja de 33 puntos porcentuales sobre los conservadores en unas hipotéticas elecciones generales. No se veía una posición tan sólida de la izquierda británica desde los mejores tiempos de Tony Blair. La impopular decisión de rebajar los impuestos a los ricos, en medio de una grave crisis del coste de la vida que sufren la mayoría de los británicos, había desplomado cualquier resquicio de popularidad del Partido Conservador, ya muy dañado por las andanzas de Boris Johnson.

Figuras relevantes de la formación, que esta semana celebra su congreso anual en la ciudad de Birmingham, habían exigido a Truss una rectificación. Parte del paquete de medidas, que deberá ser aprobado por el Parlamento, corría el riesgo de ser rechazado, con su voto en contra, por los diputados rebeldes. Perder en una votación presupuestaria equivale, en la costumbre parlamentaria británica, casi a sufrir una moción de censura. Hasta catorce parlamentarios tories habían sugerido ya que rechazarían la medida, cuando llegara a la Cámara de los Comunes. Michael Gove, uno de los políticos conservadores más astutos y al que más atención prestan los medios, indicó a la BBC este domingo que él sería uno de los que votaría en contra.

La propia Truss admitió también ese mismo día que se había equivocado en el modo en que anunció sus planes fiscales (sin el respaldo de un informe económico independiente, y sin terminar de especificar algunas de las medidas). La primera ministra sugirió, también en la BBC, que la idea de suprimir el tipo máximo del 45% no había sido suya sino de su ministro Kwarteng. Y ha sido él, finalmente, quien ha tenido que dar la cara primero para intentar salvar la de su jefa.

Los diputados conservadores tenían muy claro, sin embargo, que Kwarteng no mueve un dedo por sí solo. Minutos después de su anuncio de marcha atrás, la propia Truss se hacía eco en su cuenta de Twitter de la rectificación del ministro, y la hacía suya, al escribir ella también la fórmula escapatoria: “Lo hemos entendido. Hemos escuchado”.

De momento, también los mercados parecían escuchar el tono de fondo de una rectificación. La libra ha recuperado este lunes posiciones respecto al dólar, después de una semana anterior vertiginosa. Pero el Gobierno de Truss mantiene otros muchos de sus planes fiscales, alguno igual de impopular que el 45% suprimido, como la idea de acabar con el tope existente a las bonificaciones variables por rendimiento de los altos ejecutivos de la city, el corazón financiero de Londres. Y siguen en pie las ayudas directas a hogares y empresas, para hacer frente a la factura del gas y la electricidad, que suponen más de 150.000 millones de euros. Truss ha comenzado a remendar el agujero político provocado por las primeras medidas de su Gobierno, pero todavía debe convencer a los mercados de que también pondrá solución al agujero económico. El próximo 14 de octubre, el Banco de Inglaterra cesará su intervención de compra de deuda pública. Será entonces cuando se someta a prueba la credibilidad del nuevo Ejecutivo.

La montaña rusa de las primeras semanas de Truss en Downing Street han sido un baño de humildad para una política que exhibía el fanatismo doctrinario del converso. Hasta el último minuto, la primera ministra ha insistido en que el Reino Unido necesitaba una terapia de choque para salir del letargo en que llevaba sumido una década, y que no daría marcha atrás en sus planes. Truss y Kwarteng recuperaban la trasnochada doctrina de la era de Reagan y Thatcher según la cual menos impuestos, menos gasto público y menos intervención estatal en la economía eran las recetas para generar crecimiento y que las migajas se repartieran por toda la sociedad. La idea de volver a una época de austeridad y de aprobar medidas tan obscenas como las propuestas ha provocado la repulsa de los propios conservadores. Truss ha experimentado en su propia carne, cuando apenas llevaba un mes en el Gobierno, la lección expresada en su día por el demócrata estadounidense Mario Cuomo: se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa.

sábado, 8 de octubre de 2022

Día Mundial de la Bondad: por qué ser amable puede ayudarte a vivir más tiempo

Contemplar cómo puedes ser amable con los demás reduce la presión arterial y tiene beneficios terapéuticos.

La bondad tiene un impacto en tu vida: puede darte una sensación de bienestar o tal vez un cálido resplandor a tu día a día.

Pero ahora un grupo de científicos y académicos de un nuevo centro de investigación aseguran que la bondad puede incluso ayudarte a vivir más tiempo.

"Observamos el punto de vista científico. No estamos sentados de brazos cruzados, hablamos de psicología, biología, de interacciones sociales positivas", dice Daniel Fessler, director inaugural del Instituto Bedari Kindness, de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos.

La noción de amabilidad ha dado de qué hablar recientemente. Fue una parte clave del tributo rendido por el expresidente de EE.UU., Barack Obama, al difunto veterano demócrata Elijah Cummings en su funeral, en octubre.

"Ser un hombre fuerte incluye ser amable. No hay nada débil en la amabilidad y la compasión", afirmó. "No hay nada débil en cuidar a los demás. El tener integridad y tratar a los demás con respeto no te hace un tonto".

La conductora de televisión estadounidense, Ellen DeGeneres, también pidió amabilidad al hablar de su amistad con George W. Bush: "Cuando digo: 'Sean amables el uno con el otro', no me refiero a que lo sean solo con las personas que piensan de la misma manera que tú. Quiero decir: sean amables con todos".

En el Día Mundial de la Bondad, celebrado cada 13 de noviembre, le echamos un vistazo a lo que realmente significa ser amable, y nos preguntamos por qué es importante.

Y esto es lo que los expertos quieren examinar. Y se lo toman en serio. Después de todo, afirman que podría ser una cuestión de vida o muerte.

Barack Obama. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

"No hay nada débil en la amabilidad y la compasión", aseguró Barack Obama en su tributo al difunto veterano demócrata Elijah Cummings.

Daniel Fessler y su equipo han analizado cómo se puede motivar a las personas a que sean amables simplemente presenciando actos de bondad y viendo quién se ve afectado por esta "amabilidad contagiosa".

"Creo que es justo decir que actualmente vivimos en una época (en la que la gente es) antipática", dice. "Tanto en Estados Unidos como en todo el mundo, vemos un conflicto creciente entre individuos que tienen diferentes puntos de vista políticos o pertenecen a diferentes religiones".

El director del Instituto Bedari Kindness afirma que la amabilidad se refiere a "los pensamientos, sentimientos y creencias que, asociadas con acciones, intentan beneficiar a otros, lo cual es un fin en sí mismo, no un medio para alcanzar un fin".

El anonimato instiga a las personas a ser más agresivas de lo normal

La falta de amabilidad, por otro lado, consiste en "creencias intolerantes y la falta de valoración del bienestar de los demás".

Es un concepto familiar para cualquiera que haya sido víctima de trolls en las redes sociales.

Aunque la práctica "no es nada nueva", Fessler indica que "Mientras más anónimas sean, las personas son más propensas a ser agresivas y menos propensas a valorar las preocupaciones y el bienestar de los demás.

El Instituto Bedari Kindness fue fundado gracias a una cesión de US$20 millones de dólares por parte de la Fundación Bedari, creada por los filántropos Jennifer y Matthew Harris.

Con sede en el departamento de ciencias sociales de la UCLA, su objetivo es ayudar tanto a los miembros del público como inspirar a líderes.

Harris dice que se necesitó hacer una investigación "para comprender por qué la bondad puede ser tan escasa en el mundo moderno" y para "cerrar la brecha entre la ciencia y la espiritualidad".

Algunos de los proyectos del instituto incluyen:

Antropólogos que examinan cómo se extiende la amabilidad entre la gente

Sociólogos que analizan cómo los que se comportan de forma cruel podrían llegar a ser persuadidos para que sean amables

Psicólogos que investigan cómo la amabilidad puede mejorar el estado de ánimo y reducir síntomas de depresión.
Darnell Hunt, a la izquierda, y Daniel Fessler. FUENTE DE LA IMAGEN, UCLA 

El instituto también le ofrece a los estudiantes capacitación en mindfulness (también llamado atención plena) y asistiendo a aquellos en comunidades desatendidas de Los Ángeles.

Fessler dice que se sabe que el estrés malo -del tipo en el que no se puede hacer nada ante una situación desafiante, a diferencia del estrés "bueno", proveniente de actividades desafiantes pero satisfactorias, como escalar una montaña- es dañino.

"Vivir con personas que te tratan con desprecio o indiferencia, en el mejor de los casos, y con hostilidad abierta, en el peor, te hace mal. Acorta su vida, literalmente", sostiene.

Qué son los “microdescansos”, la sencilla técnica que puede aumentar tu productividad (y tu bienestar) en el trabajo "Por el contrario, tanto el recibir amabilidad de los demás como el brindarla -siendo ambas acciones la antítesis de una situación de estrés tóxico- son benéficas".

Incluso el tipo de interacciones que parecen triviales, como un barista en una cafetería sonriendo y preguntándote cómo estás, puede mejorar el bienestar de las personas.

"Interactuar en torno a la amabilidad, contemplar cómo puedes ser amable con los demás, reduce la presión arterial y tiene beneficios terapéuticos", dice el experto. "Tiene beneficios que ayudan a tratar la depresión y la ansiedad".

"El efecto conejo"
Kelli Harding, doctora de la Universidad de Columbia en Nueva York, EE.UU., ha examinado el fenómeno en su reciente libro, "The Rabbit Effect" (El efecto conejo).

"Ayuda al sistema inmunológico a mejorar la presión arterial y ayuda a las personas a vivir más y mejor. Es sorprendente porque hay un amplio suministro y no te puedes sobredosificar. El suministro es gratuito y está justo ahí".

Al explicar el título de su libro, dice que se le ocurrió luego de enterarse de un estudio realizado con conejos en los años 1970. "Un conjunto (de conejos) tuvo mejores resultados y querían saber qué estaba pasando. Lo que pasó fue que los conejos que estaban mejor, estuvieron el bajo cuidado de un investigador realmente amable".

"Como médico, estaba en shock. Sentí que había un mensaje urgente".

Según dice Harding, la amabilidad puede "cambiar mucho y ayudar a la gente a dirigir su propio mundo".


Niña sosteniendo una flor. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

La doctora Harding asegura que a menudo es más fácil ser amable con los demás que con nosotros mismos.

A menudo es más fácil ser amable con los demás que con nosotros mismos, asegura la doctora.

"Hay muchas maneras de fomentar la amabilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás. En el trabajo, en la escuela y en el hogar, ser compasivos arroja mejores resultados", dice.

"En medicina, puede que la tecnología esté mejorando, pero nunca se puede copiar la amabilidad de un cuidador servicial. La conexión entre la salud mental y la salud física es crítica".

Consejos para vivir una vida más amable

De la experta en amabilidad Gabriella Van Rij

1. Comienza a escuchar a los demás de verdad (en vez de formular la respuesta en tu cabeza).
2. Respóndele a la gente ruda con amabilidad (piensa en alguien que es extremadamente grosero contigo, luego dile en un tono amigable "¿tuviste un día difícil?". Ya habrás suavizado el momento).
3. Incluye a alguien que esté al margen. Al hacer esto, le habrás mostrado valor: es deshumanizante pasar por la vida sin que te noten, sin que te quieran y sin amor.
4. Acción / reacción. Comprende que cuando hay falta de amabilidad, no es por ti. Cuando te provoquen, respira profundamente y aléjate.

Darnell Hunt, decano de la división de Ciencias Sociales de la UCLA, quiere que el instituto sea un antídoto "en la política del mundo actual, la violencia y los conflictos", basado en "un trabajo académico serio".

"Creo que estamos viviendo en una época en la que hay una necesidad directa de dar un paso atrás y explorar las cosas que nos hacen humanos y que tienen el potencial de conducirnos a sociedades más humanas", dice.

"Estamos viviendo un momento de polarización política en Estados Unidos y en otros lugares, con una gran urbanización, lo que conduce a interacciones menos directas entre la gente".

Depresión resistente: por qué los antidepresivos no siempre funcionan y qué alternativas ofrece la ciencia en esos casos

"Cuando las personas presencian actos amables, se inspiran para replicarlos, explica Hunt. "Pero todavía estamos tratando de entender cómo funciona la bondad"

"No se trata de que estemos aquí en una torre de marfil. Queremos traducir esta investigación en cómo la gente en el mundo real pueden usar esta información para crear políticas y hacer la diferencia".

Y este "momento histórico es el adecuado para hacerlo", concluye.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-50405428

jueves, 6 de octubre de 2022

El teorema y el soneto

Publicada el 3 septiembre, 2022Autor Miguel Ángel Santos Guerra

Se aproxima el comienzo del curso escolar. He propuesto en varias ocasiones en este mismo espacio que el inicio del año académico debería ser celebrado con una fiesta. Hay más motivos para ello que para festejar la llegada del Año Nuevo. En ese caso no hay más que un salto en el calendario, pero el comienzo del curso escolar conlleva un proyecto gigantesco, lleno de ilusión y de coraje, en el que las instituciones, los profesionales de la enseñanza, las familias y los alumnos y las alumnas, de forma colegiada, inician una aventura maravillosa de convivencia y aprendizaje. Es casi un milagro que, una vez más, la impresionante maquinaria escolar de un país, se ponga en marcha en todos sus ciclos y niveles.

Dice Michel Serres, filósofo e historiador de las ciencias, miembro de la Academia europea de Ciencias y Artes y de la Academia francesa: “Si usted tiene un pan y yo tengo un euro, y yo voy y le compro el pan, yo tendré un pan y usted un euro, y verá un equilibrio en ese intercambio, esto es, A tiene un euro y B tiene pan, y a la inversa, B tiene el pan y A el euro. Este es, pues, un equilibrio perfecto. Pero si usted tiene un soneto de Verlaine, o el teorema de Pitágoras, y yo no tengo nada, y usted me los enseña, al final de ese intercambio yo tendré el soneto y el teorema, pero usted los habrá conservado. En el primer caso, hay equilibrio. Eso es mercancía. En el segundo, hay crecimiento. Eso es cultura”. Y yo añado: eso es educación.

Para realizar esta segunda operación hace falta la voluntad de la entrega y el gozo del aprendizaje. Se trata de una transacción mediada por el afecto. La persona que entrega el conocimiento lo hace libremente, con la alegría de compartir. La persona que lo recibe se enriquece de forma relevante.

Es lo que se avecina con la llegada del curso escolar. Al enseñar (no me olvido de que también los alumnos y las alumnas enseñan sin cesar al profesorado) se produce una interacción enriquecedora. Quien enseña no pierde aquello que ha enseñado. Es más, se enriquece con la satisfacción de que otros compartan con él la satisfacción y la alegría de saber.

En un mundo en el que el que tiene conocimiento tiene poder, el profesor es un profesional que comparte lo que sabe de forma generosa con sus alumnos y alumnas. Y también está dispuesto a aprender. En el año 2008 publiqué en Homo Sapiens un libro con este título: Enseñar o el oficio de aprender.

Este año voy a hacer hincapié, para dar la bienvenida al curso escolar, en el mundo de las emociones. Después de casi tres años de pandemia que nos ha hecho caminar sobre el hielo de la ausencia, deberíamos celebrar la alegría del encuentro. Ni siquiera vamos a tener oculta la sonrisa al prescindir en todo momento del uso de mascarilla. Nos vamos a reencontrar sin cortapisas. Nos vamos a mirar intensamente y nos vamos a ver mover los labios cuando hablamos. Pero, sobre todo, nos vamos a poder abrazar sabiendo que solo contagiamos el afecto y el respeto mutuo.

En el libro ¿Qué escuela para la postpandemia?, publicado por la Editorial Homo Sapiens (Rosario), he escrito un capítulo titulado “Una pantalla no es una escuela”. Es cierto que la pantalla nos permite compartir la imagen y la palabra, pero es un muro que nos impide la vibración emocional de la presencia, el abrazo franco, la proximidad de la voz, el sonido de la risa, la intensidad de la mirada…

He leído en estos días un pequeño libro de un gran autor. Aunque no llevo la cuenta de forma exhaustiva, ha escrito más de trescientos libros, Y no hablo de gran autor por la cantidad sino por la calidad y profundidad de sus obras. Esta se titula “Maestros somos todos, incluso los que no lo somos”. Podría citar muchas de sus ideas. Para que el lector o la lectora tengan una idea de lo que habla, he elegido la siguiente frase: “Cuando se abre un aula con un buen maestro, la creación entera vuelve a latir”. Estoy seguro de que en casi todas las aulas del mundo ocurre este pequeño y la vez enorme milagro.

Digo casi todas porque, lamentablemente, hay excepciones. Y lo lamento no solo por los alumnos y las alumnas de estos profesionales, sino por ellos mismos. Porque es muy distinto empezar el curso con una actitud entusiasta, apasionada y optimista que hacerlo con una actitud entristecida, fría, perezosa y pesimista. Me ha impresionado leer no hace mucho que a un profesor especialmente distante y frío le habían puesto los alumnos el mote de Escarcha. El profesor Escharcha. ¡Qué frío! Y, sobre todo, qué triste.

Los alumnos van añadiendo un año más a sus vidas y los profesores vamos descontando un año más de nuestra vida docente. El grupo de alumnos que nos corresponda seguirá teniendo los años que tenían los del curso anterior. Y así, hasta la jubilación, cuando nos separe una diferencia abismal.

Hace algunos años, el Director de un Colegio de Alicante me contó que, durante el verano, una madre le preguntó si ya se sabía quiénes iban a ser los tutores de los diferentes cursos. El director le dijo que sí y, como es lógico, la madre se interesó por el tutor que le había correspondido a su hijo. El Director concluyó su relato:

Cuando la madre oyó el nombre del tutor que iba a tener su hijo, se echó a llorar. Ojalá que seamos de aquellos docentes que, conocido el nombre por los padres, sea motivo de alegría y no de lágrimas.

Estamos tan acostumbrados a que este milagro del comienzo de curso suceda cada año de forma regular que no lo celebramos de la forma debida. No siempre es así. No en todas las partes del mundo. Ahora, en Ucrania, hay una guerra, que impide que ese proceso se produzca de forma tranquila. Miles de personas que se proponen una experiencia de aprendizaje feliz. En algunas ocasiones no empieza para todos. En Afganistán las niñas no pueden escolarizarse. Estoy leyendo un libro titulado “La bibliotecaria de Auschwitz”, escrito de forma autobiográfica por Dita Kraus. En la página 73 dice: “El 1 de septiembre de 1940 el curso arrancó como era habitual. Comenzó para todos los alumnos y estudiantes, pero no para mí, ni para ningún otro niño judío”.

Aquí vamos a ser testigos y protagonistas de esta experiencia maravillosa. Ya sé que cuesta sacudirse la flojera de las vacaciones: hay que madrugar, hay que esforzarse, hay que asumir rutinas más exigentes…, pero juntos, para obrar ese prodigio de aprender, de descubrir y de mejorar el mundo.

Quiero desear a todos y a todas, protagonistas y testigos, un curso feliz. Esforzado y feliz. Teniendo en cuenta que no se va a tratar solo de una experiencia individual sino de una gran transformación colectiva y social. Un curso académico es un paso hacia el desarrollo democrático de un país. Al fin al del curso, no solo sabremos más sino que sremo0s mejores.

Por si alguien no la conoce quiero contar la hermosa historia, acaecida en la construcción de la catedral de Chartres. Un viandante se acercó a las obras y, después de saludar, le preguntó a un trabajador:

¿Qué está haciendo, señor?
Ya lo ve, levantando esta horrible y pesada piedra, con este calor insoportable, con este sudor que hace que se me peguen las moscas a la piel…

A otro trabajador que está a su lado, le hace la misma pregunta. Y este responde:

Pues ya lo ve, haciendo una pared, con este clima tan caluroso y estas piedras tan pesadas…

A un tercero que no está lejos de los dos anterores le hace la misma pregunta. Y este dice con alegría, orgullo y satisfacción:

Yo estoy construyendo una catedral.

Están haciendo lo mismo, pero cada uno lo está viviendo de una manera, le está dando un sentido diferente. Uno maldice la tarea, otro la soporta y el terceo la disfruta dando un sentido a su trabajo.

Me cuesta estar fuera de este inmenso proyecto de transformación. No puedo estar en él como protagonista, pero estaré admirando, aplaudiendo y celebrando como testigo la llegada de esta nueva primavera del saber y del amor.

Quiero proponer a todos los participantes un lema que a mí me ha ayudado toda la vida: “Que mi escuela sea mejor porque yo estoy trabajando (estudiando, cocinando, limpiando, orientando, dirigiendo…) en ella”. Feliz curso para cada uno y para la sociedad entera.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/09/03/el-teorema-y-el-soneto/