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sábado, 30 de julio de 2022

Mario Draghi como indicador

Este jueves 21 de julio estuve pendiente, como me imagino que muchos de los lectores, de la dimisión de Mario Draghi y dediqué bastante tiempo a la lectura de los comentarios que se publicaron sobre la misma.

No fueron, sin embargo, dichos comentarios los que me acabaron llamando la atención. Fue un artículo publicado en The Atlantic ese mismo día, que nada tenía que ver con la dimisión del primer ministro italiano, sino que se centraba en la investigación del Congreso de los Estados Unidos de América sobre la relación de Donald Trump con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, el que me abrió una perspectiva nueva sobre lo que había ocurrido en Italia.

El autor del artículo es Brian Klaas, profesor del University College de Londres, que lleva más de diez años dedicado al estudio de cómo mueren las democracias. Uno más de los importantes politólogos, sociólogos y juristas que se están ocupando del tema. “Mis estudios y experiencias me han enseñado que las democracias pueden morir de muchas maneras. En el pasado, la inmensa mayoría tenían una muerte rápida. Pero en el siglo XXI, la mayor parte de las democracias mueren como un enfermo crónico, pero terminal. El sistema se debilita a medida que la enfermedad se extiende. La agonía persiste durante años. Una pronta intervención incrementa la posibilidad de supervivencia, pero cuanto más dura la enfermedad, el milagro se convierte en la única esperanza”. Porque “cuando las democracias empiezan a morir, rara vez se recuperan”.

El autor dedica todo el artículo a los Estados Unidos, pero su argumentación es perfectamente aplicable a la mayor parte de la democracias europeas. Y de manera muy especial a la democracia italiana.

En primer lugar, porque la presidencia del Consejo del Ministros por Mario Draghi ya era en sí misma una anomalía democrática. La trayectoria de Draghi es la de un ejecutivo de Goldman Sachs y de un presidente del Banco Central Europeo y no la de un político que adquiere su legitimidad a través del ejercicio del derecho de sufragio por parte de los ciudadanos en elecciones competidas. Mario Monti fue su predecesor en esta trayectoria. La democracia italiana ha necesitado hacer un paréntesis en el proceso de constitución de Gobierno y poner al frente del mismo a personas que no tenían legitimidad democrática para ocupar la presidencia del Consejo de Ministros.

Que esto ocurra en un sistema democrático es expresión de que la sociedad en la que ocurre no es capaz de hacer una síntesis política de sí misma para poder autogobernarse. Los partidos políticos y el sistema electoral son los instrumentos a través de los cuales las sociedades democráticas hacen la reducción de la complejidad indispensable para poder tomar decisiones y no entrar en un una situación de estancamiento que desemboque en un proceso de descomposición. Cuando no se consigue a través de estos instrumentos y se tiene que buscar un “atajo”, como es el nombramiento como Presidente del Gobierno de alguien que carece de la legitimidad democrática obtenida a través de los instrumentos previstos para ello, ya nos encontramos ante una patología, que se convierte en tanto más grave cuanto más se repite y más dura.

Esto es lo que lleva ocurriendo en Italia desde hace ya mucho tiempo, demasiado tiempo. En mi opinión, desde que Berlusconi se convirtió en el personaje central del funcionamiento del sistema político italiano. Berlusconi ha sido, en cierta medida, el precursor de Donald Trump. Con personajes como ellos la política deja mucho que desear desde una perspectiva democrática. El hecho de que todavía no haya desaparecido de la escena política habla por sí mismo.

Mario Monti primero y Mario Draghi después han sido excrecencias de la erosión de la democracia en Italia. Han sido expresión de la “enfermedad crónica” de la que habla Brian Klaas en el artículo citado. Enfermedad que va acentuando su gravedad con cuanto más tiempo pasa sin que se produzca la rectificación exigible. Y que, muy probablemente, va a desembocar en una situación todavía peor con el resultado de las próximas elecciones, dado que el ambiente en que se van a celebrar difícilmente van a posibilitar la formación de un gobierno.

La dimisión de Draghi es el indicador de un malestar profundo que no se produce exclusivamente en Italia, aunque tal vez sea donde se manifiesta de manera más llamativa. En España, por no irnos más lejos, estamos viviendo una situación anómala desde 2015, con incumplimientos variados de la Constitución, que está operando más como una Constitución “nominal” que como una “normativa”.

La mayor parte de las democracias dignas de tal nombre están pasando por situaciones patológicas. Cada una a su manera, como las familias desgraciadas de Tolstoi, pero prácticamente todas. En Europa el problema se complica porque, además de las democracias nacionales, tenemos que tomar en consideración la Unión Europea, que no puede no verse afectada por lo que ocurra en cada uno de los estados miembros.

El incidente Draghi es un incidente patológico que afecta de manera inmediata y directa a Italia, pero que nos interpela a todos.

Javier Pérez Royo,

domingo, 15 de agosto de 2021

Leonardo Sciascia, 100 años de la conciencia de Italia

Varias reediciones celebran el centenario del autor siciliano, que analizó en su obra lo que todo poder tiene de “hecho criminal”. El tiempo le dio la razón en sus denuncias de la connivencia entre mafia y política

Dos años antes de su muerte, Leonardo Sciascia (Racalmuto, 1921-Palermo, 1989) decidió arremeter no sólo contra la Mafia, piedra negra de su país y de su tierra natal, Sicilia, sino contra aquellos que se aprovechaban de sus denuncias contra esa organización criminal para medrar en los negocios y en la política, entre ellos los líderes visibles e invisibles de la Democracia Cristiana, que dejó morir a Aldo Moro, secuestrado por esa otra banda implacable que fue la sangrienta Brigadas Rojas. En aquel país poseído por el gen más peligroso desde el fascismo de Mussolini, la arriesgada denuncia del hombre que había sido llamado “conciencia de Italia” le costó a Sciascia ataques que él arrostró sin otro apoyo, casi, que el que le dio el periodista más importante de entonces, Indro Montanelli, que dijo que no hacía nada sin pensar qué hubiera hecho en su lugar el autor de Todo modo.

Sciascia sobrellevó aquella polémica como una más de una vida que lo llevó del periodismo a la política y a la ficción literaria. Marcado por aquel asesinato (primavera de 1978) del influyente líder político abandonado por los suyos escribió El caso Aldo Moro, “terrible panfleto escrito cuando la muerte y el crimen atraparon a Italia del todo”, como escribió aquí Rafael Conte. Hasta entonces prácticamente todos sus libros, incluidas las ficciones (como A cada cual lo suyo, 1966, o Todo modo, 1974, reeditados ahora por Tusquets), tuvieron que ver con esa amenaza que removió la conciencia intelectual, política y poética del escritor de Racalmuto.

A cada cual lo suyo es el desarrollo, lleno de humor, de un incidente de cuernos que ocurre en un pueblo sin nombre que se va desarrollando de acuerdo con las instrucciones que hicieron visible el poder de la mafia. No hay en este libro, entre los primerizos de su obra, tan solo un relato de lo que ocurre en un pueblo cuando desvarían sus fortalezas morales, sino una crítica sistemática de los distintos poderes simbólicos manejados por la mafia para chantajear a la sociedad. Todo modo, por otra parte, es quizá la novela más completa en cuanto que reúne en un escenario perfecto para Sciascia, una iglesia que deviene en hotel, a un sacerdote que resulta ser como el capo de una mafia peculiar y a un grupo selecto de funcionarios y políticos que llevan a sus amantes a unos ejercicios espirituales en los que irrumpe dramáticamente el hábito mafioso del chantaje y el asesinato. Un pintor muy conocido, detrás del que se adivina el propio narrador, va interpretando las paradojas crueles que dan de sí las distintas escenas de aquella sucesión de hipocresías, como si estuviera describiendo los distintos estadios a los que llega la Mafia en su sistemática destrucción de instituciones e individuos.

Como suele ocurrir en Sciascia, especialmente en Todo modo, se muestran atisbos de las pasiones literarias que están detrás de su propia escritura, como Cervantes, Borges, Stendhal o los clásicos italianos. A esos escritores literarios él añadía Bertrand Russell y José Ortega y Gasset. Al pensador español llegó por casualidad cuando descubrió (según contó en un artículo publicado en EL PAÍS, donde colaboró habitualmente) en una librería un volumen traído de España por un soldado italiano que aquí hizo la guerra en el bando fascista. “Ortega. Me apasiona. Me ha enseñado tantas cosas. En un momento se le alejó de la cultura contemporánea. Fue una injusticia y un error”.

Como suele ocurrir en Sciascia, especialmente en ‘Todo modo’, se muestran atisbos de las pasiones literarias que están detrás de su escritura Entró en política, como concejal, en Sicilia, de la mano del Partido Comunista, aunque no militó (“estuve cerca del PCI porque era liberal”). A finales de los años setenta del siglo XX aceptó ser diputado del Partido Radical, y como tal presidió la comisión que estudió el asesinato de Aldo Moro, pero luego se cansaría de las servidumbres de ese oficio, que había alternado con la literatura, se retiró a vivir a París, a cumplir con la pasión de escribir y de editar, pues fue colaborador decisivo de la firma Sellerio, donde él descubriría para Italia al entonces (1983) muy joven pensador español Fernando Savater.

El caso Moro, y su interpretación del mismo, lo pusieron al rojo vivo contra la política oficial italiana. Él llegó a decir que semejante proceso representaba “una negación del Estado”. “Se ha querido afirmar contra Moro la existencia del Estado y en realidad era la negación”, dijo en EL PAÍS a José Martí Gómez y Josep Ramoneda. “Un Estado que permite que se pueda secuestrar al presidente del partido político más importante; un Estado que en 55 días no lo consigue más que muerto, y aún porque se le ha indicado el sitio; un Estado que no consigue proteger a ningún ciudadano… Un Estado así no tiene el derecho de afirmar la razón de Estado y de no negociar. La vida del ciudadano inocente está por encima de todo y hay que negociar”.

Su pasión por poner al servicio del compromiso político su propia vocación literaria venía, dijo él, de la experiencia de los pelotones de fusilamiento que ejecutaban a los enemigos de Mussolini, “una visión del poder como hecho criminal”. “El poder del Estado. El poder de la Iglesia. El poder mafioso”. Y serían esos poderes los que, en ficción y en periodismo o investigación, serían las dianas en las que clavó las flechas, a veces proféticas, de la prosa que lo convirtieron en la conciencia de Italia, como fue llamado por sus contemporáneos.

Fue, además, una persona extraordinaria, muy querido en Italia y por donde fue. De ese aspecto humano, uno de sus grandes amigos, el periodista Juan Arias, entonces corresponsal de EL PAÍS en Roma, que sigue en este periódico desde Brasil, nos hizo este apunte: “De Sciascia siempre aprecié su autenticidad. No tenía dobleces ni tampoco se doblegaba. Era austero en su vida e incorruptible. Fiel a sus amigos y siempre reservado. Era la conciencia crítica del país y siempre estuvo fuera de las modas. Era entrañable”.

https://elpais.com/babelia/2021-08-14/leonardo-sciascia-100-anos-de-la-conciencia-de-italia.html

sábado, 2 de enero de 2021

_- Método Montessori: la paradójica vida de Maria Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos

_- Maria Montessori, la creadora del famoso método pedagógico que lleva su nombre, fue una mujer de carácter enérgico. Así que es muy posible que en estos momentos esté revolviéndose en su tumba, completamente furiosa.

Esta italiana genial, de cuyo nacimiento se cumplen este lunes 150 años, diseñó su revolucionario sistema didáctico para ayudar a los niños recluidos en manicomios, a los chavales encerrados en reformatorios, a los críos más pobres y desfavorecidos.

Sólo en un segundo momento empezó a adaptar su metodología a los niños en general.

Hoy, paradójicamente, de su método sacan provecho sobre todo las familias adineradas, capaces de pagar los elevados gastos que muchas veces conlleva que sus hijos estudien en alguna de las 65.000 escuelas montessori que se cuentan en el mundo y reciban una educación exclusiva y, sin duda, mucho mejor que la tradicional.

La prueba es que los creadores de Amazon (Jeff Bezos), Google (Sergey Brin y Larry Page) y Wikipedia (Jimmy Wales), todos ellos hoy millonarios, estudiaron en colegios que siguen el método montessori.

Sin embargo, la idea de Maria Montessori no era esa ni muchísimo menos.

Solución para desfavorecidos
Montessori tenía 28 años cuando en 1898 empezó a visitar el manicomio de Roma y contempló, horrorizada, cómo a los pequeños internados en esa institución se les dispensaba un trato absolutamente inhumano, eran considerados prácticamente animales. De hecho, algunos romanos iban allí a tirarles comida como a los animales del zoo.

María Montessori tenía 28 años cuando visitó el manicomio que la inspiró a crear su famoso método de enseñanza. Vestidos con unos delantales sucios y harapientos, abandonados a su suerte, esos niños que entonces eran denominados "retrasados", "deficientes" o sencillamente "idiotas" -y entre los que había discapacitados psíquicos, epilépticos, ciegos, sordos y autistas- eran considerados incurables.

Así que su terrible destino era permanecer recluidos de por vida entre los muros del manicomio.

La Montessori, como pronto comenzaron a llamarla los italianos, decidió que aquello era intolerable. Y se puso manos a la obra.

Ya había visitado con frecuencia antes varios barrios pobres de Roma como médico voluntario (fue la tercera mujer en Roma en licenciarse en Medicina).

También había acudido al reformatorio, escandalizándose tanto como en el manicomio al ver el abandono de los niños encerrados.

Llegó a la conclusión de que la educación debía ser una técnica de amor y de respeto. "El niño es una fuente de amor: cuando se le toca, se toca el amor", decía.

Método revolucionario
Sobre esa base, dio forma a un método didáctico revolucionario para la época. Un método basado en confiar en los niños.

A los pequeños, decía Maria Montessori, no había que acosarles, obligarles ni dirigirles. Ni premiarlos ni castigarlos, ni siquiera corregirlos. Había que respetarlos y no interferir, dejarlos libres en un ambiente en el que todo -espacio, muebles, objetos- estuviese a su medida.

Montessori ideó un método en el que el niño debía ser libre y respetado. "Sigmund Freud descubrió el inconsciente, Albert Einstein la relatividad y Maria Montessori, al niño. Su pensamiento inauguró una nueva época, y muchas de las cosas que hoy damos por descontadas -el respeto a los niños, la escuela democrática, el parto dulce- son resultado de sus ideas", asegura a BBC Mundo Cristina de Stefano, autora de la que hasta ahora posiblemente sea la biografía más rigurosa y documentada de Maria Montessori.

"Fue ella quien explicó que el niño es una criatura con un cerebro potentísimo, capaz de concentrarse con fuerza e incluso de autoeducarse, siempre y cuando desde el principio se le respete y se le deje trabajar, tanto en la familia como en la escuela, según su propio ritmo", agrega De Stefano.

La biografía lleva por título "El niño es el maestro" (una de las famosas frases de la Montessori), le ha llevado cinco años de investigación y acaba de publicarse en español.

"Montessori explicó que el niño es una criatura con un cerebro potentísimo, capaz de concentrarse con fuerza e incluso de autoeducarse".

Paradojas
Fue en 1907 cuando Maria Montessori abrió en San Lorenzo, entonces uno de los barrios más pobres de Roma, su primera escuela: La Casa de los Niños. A partir de ahí, en pocos años, su método dará la vuelta al mundo y la convertirá en un personaje famoso.

Hoy, sin embargo, muchos colegios montessori se encuentran en zonas lujosas y cuestan una fortuna.

La primera escuela montessori abrió en Roma en 1907
"Es una contradicción. Un método que nació en un barrio pobre de Roma y que estaba pensado para la inclusión, para ayudar a los niños con dificultad, se ha convertido en un método para ricos", asegura a BBC Mundo Cristina de Stefano.

"Sin duda es una paradoja. Pero también hay que decir que en países en vías de desarrollo se emplea el método montessori para ayudar por ejemplo a los niños que han vivido guerras. Sigue habiendo gente que continúa aplicando su método para ayudar a niños en dificultad", agrega.

El método de la italiana se extendió por escuelas de todo el mundo.
Pero esa no es la única incongruencia relacionada con Maria Montessori. La mujer que consagró su vida a los niños, que nos enseñó a respetarlos y valorarlos, abandonó a su propio hijo.
Había comenzado una relación sentimental con un colega médico, Giuseppe Montesano. Se trataba de una relación libre, sin ataduras.

En los planes de Montessori no entraba la idea de casarse porque no creía en la institución del matrimonio y porque entonces una mujer casada no podía trabajar fuera del hogar sin el permiso del marido.

Pero un día, a finales de 1897, Montessori descubre que está embarazada de Montesano. Es consciente de que un hijo fuera del matrimonio acabaría con su carrera.

Las dos familias acuerdan que dé a luz en secreto. Y cuando el 31 de marzo de 1898 nace un niño, Mario, lo registran como hijo de padre y madre desconocidos y lo entregan a una nodriza para que lo críe en Vicovaro, a 45 kilómetros de Roma.

"En su vida privada Maria Montessori tuvo la osadía de mantener en su época una relación de amor libre con un colega, Giuseppe Montesano. Se quedó embarazada y se negó a casarse para guardar las apariencias", subraya De Stefano.

Montesano y Montessori acordaron que ambos se ocuparían del niño desde la distancia. Y también pactaron que ninguno de los dos se casaría nunca. Ella cumplió el trato, pero él no.

"Cuando Montesano se casó con otra mujer y reconoció al niño ante la ley como su hijo, Maria perdió todo derecho sobre el pequeño, que entonces tenía 3 años", subraya la autora de "El niño es el maestro".

Colaboración fascista
La Montessori no vio a su hijo hasta que el chico cumplió 15 años. Pero a partir de ese momento luchó por recuperarlo, desafiando una vez más las reglas de la época.

Y lo consiguió: no volvió a separarse de él jamás, aunque casi hasta al final de sus días en público lo presentaba como su sobrino.

Pero la apasionante biografía de Montessori tiene aún más puntos oscuros: su colaboración, por ejemplo, con el régimen fascista de Benito Mussolini.

La dictadura de Mussolini comenzó en 1922 con un golpe de Estado. El Duce de la República Italiana, como él mismo se autoproclamó, había sido maestro durante su juventud. Y soñaba con convertir las escuelas italianas en una fábrica de pequeños fascistas, de jóvenes disciplinados y obedientes.

Montessori, por su parte, soñaba con ver implantado su método pedagógico en las escuelas del país.
Mussolini y ella se reúnen varias veces y comienzan una extraña colaboración que dura diez años. Hasta que, en 1933, profundamente decepcionada al ver que Mussolini no ha cumplido sus promesas de transformar las escuelas italianas según su método pedagógico, la Montessori decide romper cualquier relación con el fascismo.

Pero esa mancha en su biografía le pasará factura: fue tres veces nominada al premio Nobel de la Paz, pero no lo ganó nunca. Con toda probabilidad, por su relación con el fascismo.

martes, 21 de julio de 2020

_- En la resistencia romana (testimonio de Alfredo Reichlin)

_- Alfredo Reichlin (Barletta, 1925 - Roma 2017) –partisano, periodista, director de L’Unità desde 1958, Secretario regional del PCI en la Puglia y Diputado nacional desde 1968–, presenta en este texto, que traducimos con motivo del veinte aniversario de la muerte de Valentino Gerratana (Scicli, 1919 - Roma, 2000), una semblanza personal del autor de la edición crítica de los Quaderni gramscianos.

Esta reseña se centra no tanto en una producción académica fructífera –si bien, como gustaba de recordar Fernández Buey, significativa más por la paciente e impoluta unidad de rigor y método que por el número de páginas que colma lo escrito– sino en los años en los que Gerratana, alias Santo, ejerció como dirigente clandestino al mando de los Grupos de Acción Patriótica (GAP) que movilizaron, entre otros, al propio Reichlin. En este sentido, se trata de un documento precioso, pues viene a remediar, siquiera tímidamente, la escasez de noticias acerca del Gerratana partisano; escasez consciente, alimentada por una pudorosa reserva –pocas veces las descripciones acerca del carácter de una persona alcanzan un consenso de tal unanimidad como en el caso de Gerratana, circunscritas todas ellas a la constelación semántica de los términos “serio”, “riguroso” y “solitario”– en la que no hicieron mella las condecoraciones (la medalla de plata al valor militar) que, ya en democracia, recibió por los servicios prestados en la lucha contra la bestia fascista.

Con la misma disciplina que combatió a los tedeschi aceptó en los primeros años de la posguerra la petición de Palmiro Togliatti que le llevaría a dirigir, entre 1946 y 1948, el diario La voce della Sicilia, pieza clave en las campañas en favor de la democracia que el PCI llevó a cabo en la isla. Desde allí se desplazará a Turín, en donde colabora con la editorial Einaudi y continúa su labor periodística en L’Unità y Rinascita.

Desde 1972 ostenta la cátedra de historia de la filosofía en Salerno, en la que ejercerá, con una breve interrupción que le lleva a Siena, hasta su jubilación en los años 90. La misma disciplina que caracterizó su militancia se observa en su trabajo intelectual, siendo este una buena prueba de cómo la alta cultura, erudita pero pobre de ornamentos, puede ser puesta al servicio de la causa de los subalternos. Quizás el mayor ejemplo –que en absoluto desmerece sus demás investigaciones e intervenciones– sea el monumental trabajo que supone la realización de la Edición Crítica de los Quaderni del carcere entre 1966 –momento en que recibe el encargo de Franco Ferri, a la sazón Director del Instituto Gramsci de Roma– y 1975.

Sirvan como testimonio –esta vez sí cuantitativo– de su monumental labor las más de mil páginas que abarca el aparato crítico que compone el cuarto volumen de su edición. Si bien ésta supuso un impulso inestimable para los estudios gramscianos, democratizando la posibilidad de una lectura diacrónica que hasta entonces quedaba reservada para los grandísimos conocedores de los Cuadernos como Franco de Felice, Gerratana no dejó de reconocer, si bien poniendo de manifiesto su parcialidad, el valor de la edición precedente, viendo en esta una “operación hegemónica” bifaz, capaz de impregnar la cultura política de la Italia democrática con el legado gramsciano al tiempo que socavaba los tics estalinistas –que tan bien identificó y supo contrastar con el genuino leninismo el propio Gerratana– en el seno del PCI.

Culmen de su trayectoria fue el reconocimiento como primer presidente de la International Gramsci Society, fundada en Formia, con motivo del Congreso Gramsci nel mondo, en 1987. El texto de Reichlin que nos ocupa, “Nella resistenza romana”, constituye el segundo capítulo del compendio Valentino Gerratana “filósofo democrático” (Roma, Carocci, 2011), en el que Guido Liguori y Eleonora Forenza, los editores, recogen las actas de un congreso celebrado en Roma y dedicado a la figura y obra de Gerratana en los 10 años de su muerte [Anxo Garrido].

Recuerdo el día en el que me encontré con Valentino Gerratana. Era el invierno de 1944 en la Roma ocupada por los alemanes. La cita era en un pequeño restaurante cerca de la plaza Fiume. Conservo la impresión de su cara: delgadísimo, con la barba negra mal afeitada que hacía sus ojos más tristes y severos. Pocas palabras y largos silencios. Luigi Pintor y yo éramos niños. Nos habíamos licenciado en el instituto pocos meses antes. Era allí donde alguien nos había dicho que podíamos encontrar al hombre del "centro", esta palabra pronunciada en voz baja y con enorme cautela indicaba el Comando secreto de los comunistas.

Mirando a aquel hombre que me parecía sin edad pensé: por fin, esto va en serio. Valentino se correspondía a la perfección, efectivamente, con la imagen que me había hecho de un jefe comunista, un hombre cuyas órdenes no eran discutibles. Del que uno se podía fiar. Que podía decirnos dónde y cómo empezar a disparar. Y así fue. Alguien –creo que Lucio Lombardo Radice– había garantizado que nosotros tres (Luigi Pintor, Arminio Savioli y yo) éramos nuevos posibles "gappisti" dignos de confianza. Formábamos una célula, es decir, aquella unidad mínima de combate que por razones de seguridad clandestina podía tener relación con el conjunto de la red solo a través de una persona. Aquella persona era Valentino Gerratana, nombre de batalla "Santo". Nuestra tarea era "hacerle la vida imposible al ocupante": estas fueron las directrices generales que recibimos de "Santo" aquel día.

En aquellos meses febriles y estremecedores (al menos para mí) volví a verlo –si no recuerdo mal– quizás solo otra vez. Más tarde en una estupenda jornada de sol en una Roma bulliciosa y vulgar, llena de prostitutas y de contrabandistas, con las calles recorridas por inestables camionetas llenas de gente y por las furgonetas americanas, lo reencontré. El partido (entidad todavía misteriosa para mí) nos había convocado en un gran inmueble de ferroviarios en la avenida Regina Margherita, donde vivía uno de nosotros. Fue allí donde vi por primera vez la cara de aquellos veinte jóvenes desconocidos que habían golpeado severamente a la guarnición alemana de Roma, hasta el atentado de Via Rasella, y la habían obligado a ponerse a la defensiva hasta el punto de fijar el toque de queda a las cinco de la tarde. Éramos los componentes del famoso GAP Central. Un puñado de jóvenes intelectuales, muchos de los cuales llegaron a ser famosos más tarde: Salinari, Calamandrei, Gerratana, Trombadori, Bentivegna, Carla Capponi y otros y otras. Entre ellos estaba también Marisa Musu, que se convirtió en la primera mujer de Gerratana. Era muy escasa la presencia de proletarios.

Aquellos jóvenes no venían de Moscú o del exilio, sino de de las escuelas y de las universidades italianas, y lo que les movía no eran tanto los textos del comunismo (que leímos después), sino un extraño pastiche ideal y cultural que no se reducía al mito soviético y que se había formado en los años treinta. Había nacido en aquellos años un sentimiento nuevo, el antifascismo, que repensaba la gran tradición democrática del historicismo italiano y al mismo tiempo se mezclaba con las experiencias más modernas del siglo XX europeo. Después, a partir del gran cinismo de extranjero en la propia patria à la Prezzolini y del hedonismo dannunziano, nacía una cultura que se llamó del esfuerzo y que mostraba huellas incluso del actualismo "gentiliano".

El mito soviético importaba, naturalmente. Pero si aquellos años treinta fueron tan importantes fue porque nos sucedió de todo: la aparición del fascismo y los espectaculares triunfos de la planificación soviética, la guerra de España y las primeras experiencias socialdemócratas. En definitiva, aquel conjunto de cosas que habían alimentado la llamada "guerra civil europea". Es en aquellos años y en aquel clima cuando las vanguardias juveniles descubrieron el famoso esfuerzo. Así fue también para Valentino.

Él había nacido en Scicli, en Sicilia, en 1919 y tuvo sus primeros contactos con las organización comunista clandestina en 1939, en Salerno, donde frecuentaba el curso de la academia militar. Su compañero de curso era Giaime Pintor, y fue allí donde se conocieron y se hicieron amigos. Giaime, algunos años después, le presentó a Carlo Salinari, fino literato, crítico de arte, alumno de Sapegno, jefe partisano, hombre de una frialdad y lucidez impresionantes.

Creo que allí comenzó el compromiso político de Gerratana: por ello en mi mente conviven aquellos dos jóvenes (Giaime y Valentino). Aunque muy diferentes entre sí, sobre todo por su carácter y su relación con el mundo, con los amigos, con el gusto por la vida, yo creo que sirve para ambos aquel fragmento de la última carta de Giaime al hermano Luigi, que releída hoy me parece de una dramática actualidad: "el camino hacia la política – señalaba Giaime– es un fenómeno que he constatado en muchos de los mejores, parecido a lo que sucede en Alemania cuando se agotó la última generación romántica”._ Y continuaba observando que:

"fenómenos de este tipo se reproducen cada vez que la política deja de ser administración ordinaria y emplea todas las fuerzas de una sociedad para salvarla de una grave enfermedad, para responder a un peligro extremo. Una sociedad moderna se basa sobre una gran variedad de especificaciones, pero puede subsistir únicamente si conserva la posibilidad de abolirlas en un cierto momento para sacrificar todo a una única exigencia revolucionaria. Es este el sentido moral, no técnico, de la movilización: una juventud que no se muestra “disponible”, que se pierde completamente en las diversas técnicas, está en peligro. En un cierto momento los intelectuales deben ser capaces de transferir su experiencia sobre el terreno de la utilidad común, cada uno debe saber asumir su puesto en una organización de combate. […] Esto –añadía Giaime con palabras muy graves– vale sobre todo para Italia. Hablo de Italia no porque la sienta más cerca que Alemania o que América, sino porque los italianos son la parte del género humano con la que me encuentro naturalmente en contacto y sobre la cual puedo actuar más fácilmente.

Los italianos son un pueblo débil, profundamente corrompido por su historia reciente, siempre a punto de ceder a una vileza o a una debilidad. Pero ellos siguen produciendo minorías revolucionarias de primer orden: filósofos y obreros que están a la vanguardia de Europa. Italiana nació del pensamiento de pocos intelectuales: el Risorgimento, episodio excepcional de nuestra historia política, ha sido el esfuerzo de otras minorías para devolver a Europa a un pueblo de africanos y de levantinos. Hoy en ninguna nación civil es tan grande la separación entre las posibilidades vitales y la condición actual: nos toca a nosotros colmar esta separación y declarar el Estado de emergencia"

Si se me permite una nota personal, quisiera decir únicamente que Giaime había sido nuestro hermano mayor, un gran amigo à la Alain Fournier. Por esto no puedo olvidar aquella noche, tristísima del invierno de 1943 cuando Luigi, el hermano, mi compañero de escuela y de pupitre, vino a decirme que había llegado la noticia de la muerte de Giaime, destrozado por una mina en un campo del Alto Volturno mientras trataba de atravesar las líneas enemigas y de unirse a los partisanos. Fue entonces cuando decidimos tomar las armas que habían caído de sus manos. Entramos en los GAP. Y allí, como he dicho, encontramos a nuestro nuevo jefe, Valentino Gerratana. Casi una señal del destino.

Sobre las crónicas de aquella lucha no diré nada. Hay cosas que no recuerdo bien, otras que prefiero olvidar. Yo no soy un héroe y he vivido aquellos meses como una pesadilla, bien consciente del riesgo (que a mí yo joven le parecía insoportable) de acabar en las manos de las SS, en Via Tasso, en una cámara de tortura. Sobre la Resistencia romana hay que decir, ante todo que las condiciones en las que se desarrolló eran particularmente difíciles. Roma no era Turín y ni siquiera Bolonia. No había en la ciudad las grandes fábricas ni en los alrededores el rural emiliano. Roma tras el 8 de septiembre había permanecido aislada. Detenidas las construcciones inmobiliarias y los trabajos públicos, una parte de los empleados estatales empujada al norte, la vida económica paralizada, comenzó a pesar mes a mes el problema del hambre. Muchas familias romanas buscaban refugio en el campo mientras en la ciudad afluían todos aquellos que, en la perspectiva de una liberación considerada inminente, esperaban reconectarse con las regiones meridionales.

La lucha de los patriotas romanos se desarrolla por lo tanto en condiciones muy difíciles, en una ciudad que se encontró en la retaguardia inmediata de un gran campo de batalla en el cual, sobre todo tras el desembarco de Anzio, se concentraba un alto número de aguerridas divisiones alemanas. Las cuales, de hecho, habían transformado la llamada “ciudad abierta” en la base principal de sus operaciones y en el centro de sus comandos, de su abastecimiento, de sus conexiones. También políticamente la Resistencia Romana se desarrolla en condiciones particularmente difíciles, estando todavía vivas las diferencias políticas el seno del propio Comité de liberación nacional y fuera de él.

El gran mérito del PCI fue comprender que contra las maniobras, las intrigas, las discusiones bizantinas, el arma más eficaz era la acción audaz de los patriotas, la osadía de los GAP, la lucha del pueblo romano. Y esta acción avanzó en la ciudad, desde los primeros, tímidos, actos, desde los grandes escritos murales y desde los mítines móviles del 7 de noviembre hasta los ataques contra los centros del enemigo (el hotel Flora y el cine reservado a las tropas alemanas en la plaza Barberini), hasta la gran semana de ataque general inmediatamente después del desembarco de Anzio, cuando se llegó al límite extremo de la preparación de la insurrección. Esta fue detenida en el último momento, por el vuelco de la situación militar y el contraataque alemán en el frente de Anzio.

El movimiento patriótico pagó severamente, con graves y dolorosas pérdidas, el hecho de haberse descubierto con la intensificación de los ataques y en la preparación de la insurrección. Nuestras fuerzas fueron fuertemente golpeadas debido a una traición que llevó al arresto de Calamandrei, de Pintor y de otros por parte de la banda Koch que había hecho de la prisión Jaccarino, entonces en Via Romagna, un lugar de tortura.

A los supervivientes como yo nos fue ordenado reaccionar a cualquier precio. Y lo hicimos. Por suerte se amplió la participación popular en la lucha contra el hambre y las deportaciones (manifestaciones de mujeres en la Avenida del Milizie, manifestaciones por el pan, etc.). Y la lucha continuó cada vez más dura y decidida en los meses sucesivos, antes y después del ataque de los GAP en Via Due Macelli y en Via Rasella.

La huelga del 3 de mayo dio muestras de numerosos episodios la valentía de los patriotas y del amplio consenso; sacó también a relucir las insuficiencias de un movimiento en el cual la vanguardia audaz y restringida, puesta a prueba duramente por los episodios de la lucha, no se apoyaba sobre un amplio movimiento de masas y necesitaba nutrirse continuamente de nuevas energías. Los jefes –como ya he dicho– fueron Valentino Gerratana y Carlo Salinari. Pero no pudimos solos.

Debo recordar que en las Fosse Ardeatine cayeron 335 mártires de la Resistencia romana. Había de todo, generales y soldados, obreros e intelectuales, comunistas y monárquicos, católicos y judíos, dirigentes de partido y simples ciudadanos. Aquella sangre generosa ha bañado la ciudad antigua, secular, y le ha dado nueva vida. Si hoy Roma es una ciudad democrática grande y viva, es porque ha sabido, con el sacrificio y con la lucha en los diez meses de su resistencia, ocupar su puesto en la gran batalla por la libertad y la independencia de Italia.

Del Gerratana filósofo no me corresponde hablar a mí. Era muy estricto pero tenía un sentimiento laico del comunismo. Y creo que esto explica la manera en la que se aproximó a Gramsci y como lo ha leído. Un comunismo que no afirma principios definitivos ni metas últimas, que no se inventa instituciones válidas de una vez por todas. Un comunismo que no se piensa a sí mismo como el fin de la historia. Un movimiento histórico de gran alcance que –como tal– ha fracasado, pero que deja a sus espaldas la necesidad de un horizonte mental capaz de iluminar la lucha de las clases y de las hegemonías a nivel planetario.

Comparto el juicio de Fabio Frosini: Gerratana era un hombre completamente comprometido con la difícil empresa de cuadrar el círculo de la historia (de la experiencia) y de la teoría. Y esto por medio de aquel acto creativo llamado “política”, es decir, por medio de aquel acto que es y sigue siendo realmente “creativo” (es decir, transformador, revolucionario) que es la Gran Política. Y lo es a condición de que consiga evitar reducirse a mera “confirmación” de la teoría tanto como evitar alejarse de los movimientos reales. En definitiva, Lenin y Gramsci, las figuras sobre las que más reflexionó Gerratana, los hombre que han logrado mantenerse a la altura de esta tarea, junto a pocos otros, como Labriola.

Era de verdad un “filósofo democrático”. Un filósofo cuya personalidad –dice el propio Gerratana con Gramsci– no se limita a la propia individualidad física. sino que es más bien “una relación social activa de modificación del ambiente cultural”. Es una relación que, para ser válida, dice Valentino siempre citando a Gramsci, debe permanecer abierta, como la relación activa de ciencia y vida, nunca concluida en la completa perfección de un proceso que ya no tiene necesidad de ser renovado. Porque si es verdad que “todo maestro es siempre un alumno y todo alumno un maestro”_, esto vale no solo y no tanto para las relaciones didácticas habituales como para aquella gran escuela que es la vida en su desarrollo histórico. Desde este punto de vista la teoría gramsciana de la hegemonía no solo adquiere una connotación crucial, sino que alcanza también su mayor expresión.

Alfredo Reichlin Fue partisano, periodista, director de L’Unità desde 1958, Secretario regional del PCI en la Puglia y Diputado nacional desde 1968

Fuente:

"Valentino Gerratana. 'Filósofo democrático'", Roma: Carocci, 2011 (International Gramsci Society - Italia)
Traducción: Anxo Garrido

sábado, 16 de febrero de 2019

Luigi Di Maio: “La carnicería social que pide la UE no es posible” El vicepresidente del Ejecutivo de Italia y líder del Movimiento 5 Estrellas, abre la puerta al diálogo con Europa pero sin tocar los puntos cardinales del presupuesto

Luigi Di Maio
(Avellino, 1986) es ministro de Trabajo y Desarrollo Económico de Italia, también uno de sus dos vicepresidentes y el líder del partido más votado en las últimas elecciones, el Movimiento 5 Estrellas (M5S). Tiene 32 años y es su primera experiencia en la gestión política. Pero su indiscutible instinto político le ha convertido en uno de los dos pilares sobre los que se apoya el Gobierno italiano en uno de los momentos más convulsos de los últimos tiempos. Cuando la Comisión ha abierto un procedimiento inédito de infracción a Italia por el presupuesto expansivo que ha firmado junto a su socio de gobierno, Matteo Salvini, recibe a EL PAÍS en su despacho del Ministerio de Trabajo en la Via Véneto de Roma. Vienen curvas, pero a Di Maio se le ve tranquilo y asegura que no tocarán los puntos básicos de las cuentas italianas que tanto preocupan en Bruselas. Los próximos días serán cruciales para el país y el futuro de la coalición que lo gobierna.

Pregunta. La Comisión Europea ha iniciado un proceso de infracción sobre Italia en una decisión histórica. ¿Hasta dónde llegarán en este choque?
Respuesta. Nunca lo hemos vivido como un choque. Pero la opinión pública italiana no entenderá cómo se activa un proceso así contra unos presupuestos que, entre otras cosas, ponen a salvo a cinco millones de personas sin trabajo e indemnizarán a todos los estafados por los bancos; una ley que ayudará a las empresas con la flat tax. España, por ejemplo, alcanzó un año el 11% de déficit; hubo tiempos en los que se hicieron presupuestos expansivos y Francia también superó los límites. Alemania va más allá del superávit comercial y, en cambio, el proceso de infracción se hace contra el Gobierno italiano.

P. ¿Por qué cree que van contra Italia?
R. Es algo ligado a la naturaleza política de este Gobierno. Al hecho de estar en un momento histórico en el que algunas fuerzas políticas no sobrevivirán a las elecciones europeas: los ciudadanos darán una señal de cambio a todo el establishment europeo en mayo. Si quieren activar ese procedimiento, están en su derecho. Pero nosotros no podemos renunciar a las medidas propuestas.

P. ¿Y cómo piensa hacerlo?
R. Quiero dialogar con la UE en términos de recortar el despilfarro, aumentar la venta de inmuebles y activos de la administración pública, incorporar cláusulas para garantizar que no superamos el 2,4% de déficit. Pero tiene que quedar claro que en Italia no habrá otra carnicería social. Los italianos hemos pasado en 10 años por reformas laborales, aumento del IVA, reforma de las pensiones, subida de impuestos a las empresas... Y todos los políticos decían que lo había pedido Europa. Yo creo en una UE solidaria que lleve adelante sus principios, pero la carnicería que nos piden no es posible. Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianos
R. Quiero dialogar con la UE en términos de recortar el despilfarro, aumentar la venta de inmuebles y activos de la administración pública, incorporar cláusulas para garantizar que no superamos el 2,4% de déficit. Pero tiene que quedar claro que en Italia no habrá otra carnicería social. Los italianos hemos pasado en 10 años por reformas laborales, aumento del IVA, reforma de las pensiones, subida de impuestos a las empresas... Y todos los políticos decían que lo había pedido Europa. Yo creo en una UE solidaria que lleve adelante sus principios, pero la carnicería que nos piden no es posible. Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianosR. Quiero dialogar con la UE en términos de recortar el despilfarro, aumentar la venta de inmuebles y activos de la administración pública, incorporar cláusulas para garantizar que no superamos el 2,4% de déficit. Pero tiene que quedar claro que en Italia no habrá otra carnicería social. Los italianos hemos pasado en 10 años por reformas laborales, aumento del IVA, reforma de las pensiones, subida de impuestos a las empresas... Y todos los políticos decían que lo había pedido Europa. Yo creo en una UE solidaria que lleve adelante sus principios, pero la carnicería que nos piden no es posible. Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianos

Italia no habrá otra carnicería social. Los italianos hemos pasado en 10 años por reformas laborales, aumento del IVA, reforma de las pensiones, subida de impuestos a las empresas... Y todos los políticos decían que lo había pedido Europa. Yo creo en una UE solidaria que lleve adelante sus principios, pero la carnicería que nos piden no es posible. Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianos.

P. Su problema no es solo la Comisión, las agencias de rating, o el FMI. Los mercados han disparado la prima hasta más de 333 puntos esta semana.
Seguir aquí: https://elpais.com/internacional/2018/11/22/actualidad/1542901896_187902.html

viernes, 4 de enero de 2019

El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Lucidez y nostalgia reaccionaria.

Jesús María Montero Barrado
Rebelión

La novela de un aristócrata
 “Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”. Se trata de una frase originaria de la novela El gatopardo*, escrita por Giuseppe Tomasi de Lampedusa y publicada en 1958. También aparece en la película homónima con la que en 1963 Luchino Visconti adaptó magistralmente la novela. La frase, en fin, ha sido utilizada en la ciencia política como una forma de comportamiento humano en contextos de cambio. Encierra de modo sintético una de las claves del funcionamiento de las sociedades -en las que su componente dinámico conlleva la simultaneidad de elementos de continuidad y de cambio- y de determinados comportamientos de los individuos dentro de lo que normalmente se denomina oportunismo.

La novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, Príncipe de Lampedusa y Duque de Palma di Montechiaro, es el testimonio de un miembro de la vieja clase aristocrática en extinción, resignado por lo que está aconteciendo, pero orgulloso de su estirpe y de su condición. La narración se centra en la figura de Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, principal aristócrata de la isla de Sicilia y directamente vinculado con la casa de los borbones que reinó en Nápoles y Sicilia hasta 1860, momento en que se suma -resignado, eso sí- al proceso de unificación italiano que culminaría diez años después. El narrador omnisciente es el alter ego de don Fabrizio, que no es otro que el propio Lampedusa, descendiente directo del personaje histórico Giulio Fabrizio Tomasi, bisabuelo del escritor.

La novela está situada en Sicilia, que hasta 1860 formó parte junto con Nápoles del reino de las Dos Sicilias, y transcurre en su mayor parte entre 1860 y 1862. La presencia de los camisas rojas de Giuseppe Garibaldi en la isla, bajo el manto del reino de Piamonte, fue el factor decisivo para el levantamiento de parte de la población contra el monarca napolitano y su adhesión a la guerra de unificación. En 1860 se había iniciado una nueva fase en el proceso de unificación de los territorios dispersos que en 1861 dio lugar al reino de Italia, con capital en Turín, y que en 1870 culminó con la conquista de Roma. Los dos últimos capítulos del libro se desarrollan posteriormente: en 1883, año en que muere el príncipe don Fabrizio, y 1910, momento en que se produce el desenlace de la trama novelesca trazada por el autor. El protagonista principal es el citado don Fabrizio, príncipe de Salina, que se encuentra presente a lo largo de la obra como personaje y prácticamente en toda la narración.

La nobleza frente a la nueva realidad
La novela tiene entre los personajes principales a Tancredi Falconeri, sobrino del príncipe don Fabrizio. Pese a su militancia dentro del movimiento unificador y más concretamente en las huestes de Garibaldi, su tío siente por él una gran simpatía. La suficiente para disculpar como puede sus andanzas políticas, cosa que hasta el propio monarca llega a reprenderle, al principio con sutileza y luego con dureza:

“-Salina, ven aquí. Me han dicho que en Palermo andas en malas compañías. Ese sobrino tuyo, Falconeri… ¿qué esperas para apretarle las clavijas?
-Pero Majestad, le aseguro que a Tancredi sólo le interesan las mujeres y los naipes.

Y el rey perdió la paciencia:
-Salina, Salina, déjate de tonterías. El responsable eres tú, su tutor. Dile que mire lo que hace. Adiós” (18).
De la boca de Tancredi sale precisamente la famosa frase, aunque no como una expresión aislada, sino con un claro sentido dentro del contexto histórico que están viviendo:

“Por el rey, sí, ¿pero qué rey? Si nosotros no participamos también, esos tipos son capaces de encajarnos la república. Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie. ¿Me explico?” (27).

Tancredi, perteneciente a la nobleza, si bien de una rama colateral y menor a la de su tío, es consciente del horizonte que tiene delante para conseguir un hueco de relieve en el régimen político que se está alumbrando y en la nueva sociedad. Por eso se une a las filas garibaldinas, donde confluyen los sectores políticos más radicalizados del movimiento de unificación e integrados en gran medida por los sectores populares.

Resulta evidente que Tancredi no es un garibaldino puro, en la medida que está desmarcándose del ideal republicano que el héroe italiano más popular defiende para su país. Su actitud es una forma de oportunismo, para lo que utiliza las posibilidades que le ofrecen las fuerzas más dinámicas del momento y poder de esa manera acomodarse en una situación nueva y en proceso de crecimiento: el liberalismo político, que se expresa desde el nacionalismo, en comunión con las aspiraciones de una clase social en ascenso que no es otra que la burguesía.

Desde el momento en que Tancredi pronuncia la famosa frase, la simpatía de don Fabrizio hacia su sobrino empieza a tornarse en admiración, que el narrador la califica de inteligencia. Así aparece en un pasaje de la obra cuando el narrador dice “según él” que la actitud de Tancredi supone “aquella capacidad para adaptarse con rapidez, aquella perspicacia mundana, aquel dominio innato del matiz que le permitía utilizar el lenguaje demagógico en boga” (55).

¿Es también oportunismo político lo que hace y dice don Fabrizio? De entrada la respuesta ha de ser afirmativa. Posee la inteligencia suficiente para saber leer el momento histórico que está viviendo. Pero difiere del oportunismo de su sobrino no sólo por la posición relevante que ha tenido en la sociedad que está feneciendo, sino también por lo que va descubriendo de la que está naciendo, en la que acaba instalándose desde una resignada y prudente distancia.

¿Amor noble frente amor burgués?
Dentro de la trama no falta la correspondiente historia de amor y que hace de nudo gordiano entre varios personajes. Se basa en el triángulo formado por el propio Tancredi, su prima Concetta y Angelica. Dos muchachas jóvenes de distinta condición y con futuros diferentes. Angelica es la hija de don Calogero, antiguo campesino enriquecido y prototipo de burgués y liberal, que además es el alcalde de Donafugatta, el pueblo donde la familia Salina pasa los veranos.

Durante una cena en que están presentes las dos familias, Tancredi queda deslumbrado por la belleza de Angelica. Y es a través de un episodio que cuenta, cuando en cierta ocasión entró en un convento de Palermo durante una acción militar, cómo el narrador nos presenta la barrera que se interpone entre un Tancredi inmaduro y anticlerical y una Concetta inocente y ferviente católica.

La ambigüedad aparece en su plenitud cuando al día siguiente la familia Salina visita el convento de la beata Corbèra, haciendo uso del privilegio que le corresponde. Tancredi desea hacerlo también y así lo hace saber:

“-Tío, ¿no podrías conseguir que yo también entrase? Al fin y al cabo, la mitad de mi sangre es de Salina, y nunca he estado aquí” (66).

La petición encierra, sin embargo, un misterio: ¿entrar en el convento o entrar en la familia a través del matrimonio con Concetta? Quien le responde, sin embargo, es la prima, que lo hace entre la ironía y el rechazo. Es, sin duda, su venganza, dolida por la peripecia contada por su primo la noche anterior y que interpretó desde su visión religiosa rigorista. Una postura vengativa que acaba cerrando las puertas de un matrimonio con su primo:

“-No le hagas caso, papá, bromea; al menos ya ha conseguido entrar en un convento; que se conforme, pues; no es justo que entre el nuestro” (67).

Se inicia entonces un doble distanciamiento. El anímico, de Concetta, y el físico, de Tancredi, que se ve obligado a ir de nuevo al la guerra. Desde ese momento Tancredi busca en su tío la persona que medie con don Calogero para que le comunique su amor hacia Angelica y el deseo de casarse con ella. Cuando su tía Maria Stella, la mujer del príncipe, conoce el contenido de la carta escrita por Tancredi, su reacción resulta muy sintomática del cúmulo de sensaciones que está viviendo la vieja clase aristocrática:

“Es un traidor, como todos los liberales de su calaña; ¡primero traicionó al rey, ahora nos traiciona a nosotros! ¡Él, con su cara falsa, con sus palabras llenas de miel y sus actos cargados de veneno! ¡Eso es lo que sucede cuando se trae a casa gente que tiene sangre extraña mezclada con la propia!” (74).

En su respuesta el marido, sin embargo, intenta poner un poco de cordura, consciente de los tiempos que se están viviendo:

“Stellucina, estás diciendo demasiadas tonterías; además no sabes lo que dices (…). [Tancredi] no es un traidor: sabe adaptarse a las circunstancias, tanto en política como en la vida privada” (75).

Es de nuevo el narrador el que pone orden al cúmulo de situaciones que se están dando. Manifiesta en boca y pensamiento del príncipe una clara conciencia de que los cambios que se están dando suponen pérdidas graves, pero no ponen en peligro la existencia como clase. Es la traducción a la realidad de la frase alusiva a que todo cambie para que todo siga igual:

“los grandes intereses del reino (de las Dos Sicilias), los intereses de su clase, sus propios privilegios, habían sufrido, sí, graves lesiones, pero los acontecimientos no habían puesto en peligro su supervivencia” (83).

Cuando se produce el rito de la entrega de la mano de Angelica por parte de don Calogero, éste, después de hacer una relación de sus bienes e informarle de la dote que va a recibir su hija, trasmite a don Fabrizio algo que guardaba como una sorpresa:
“también los Sedàra son nobles”.
Una alusión a la tradicional compra de títulos nobiliarios por parte de la burguesía, que tenía como fin lustrar su condición, pero tan mal vista desde los círculos de la aristocracia. De ahí que el narrador, lleno de un evidente desprecio de clase, escriba al respecto:

“nos limitaremos a decir que aquella salida heráldica de don Calogero le deparó al príncipe el incomparable goce estético de asistir a la encarnación perfecta de un tipo, y que la risa contenida endulzó tanto su boca que llegó a sentir náuseas” (97).

La burguesía en el poder
A medida que se van precipitando los acontecimientos políticos, una nueva conversación entre el príncipe don Fabrizio y su sobrino Tancredi resulta muy reveladora del carácter van tomando. Las piezas del rompecabezas empiezan a encajar y la conocida frase de Tancredi sigue ganando sentido:

“-¿Así que vosotros, los garibaldinos, ya no lleváis la camisa roja?”
(…) -¿De qué garibaldinos nos hablas, tiazo? ¡Eso ya pasó!” (109).

En pleno rumbo dirigido a consolidar la construcción del nuevo estado liberal y unificado, don Fabrizio recibe la propuesta de ser nombrado senador, lo que le trasmite un funcionario piamontés, en cuyo reino se está gestando el núcleo de la nueva Italia. La respuesta del príncipe no deja lugar a dudas:

“Escuche, Chevalley: si se hubiera tratado de un nombramiento honorífico, un mero título para poner en la tarjeta de visita, lo habría aceptado con todo gusto” (129).

Para más tarde concluir rotundo:
“(…) pero no puedo aceptar. Soy un representante de la vieja clase y me siento por fuerza comprometido con el régimen borbónico al que me liga el sentido de la decencia, ya que no el afecto” (132).

En este momento el narrador nos muestra a un don Fabrizio que se encuentra a la vez seguro y resignado. Por eso, argumentando su negativa a aceptar el nombramiento de senador, le dice al señor Aimone Chevalley:

“hace un momento usted me hablaba de una joven Sicilia que se asoma a las maravillas del mundo moderno; a mí, en cambio, me parece más bien una centenaria a quien pasean en silla de ruedas por la Exposición Universal de Londres y no comprende nada ni le importan un comino las acerías de Sheffield y las hilanderías de Manchester” (129-130).

Una clara muestra de la idea que tiene del mundo concreto en que vive, una Sicilia agraria y atrasada, a la que ve incapaz -ni le interesa- de ponerse a la altura de los avances económicos que tienen en Inglaterra el epicentro del mundo. Una manifestación, en fin, de la preeminencia de clase que siente: frente al pueblo, al que desprecia por inmaduro, y frente a la burguesía, a la que desprecia por vulgar.

En la confrontación entre lo viejo y lo nuevo, don Fabrizio siente un claro apego por su mundo, que, aunque agonizante, lo considera superior desde su condición de miembro de una clase a la que otorga las mejores virtudes. La seguridad antes referida es también orgullo e incluso superioridad moral. No tiene ninguna duda, aunque el narrador deja que lo sepamos a través de lo que el príncipe piensa para sí:

“Todo esto –pensaba- no debería durar; sin embargo, durará, durará siempre: el “siempre” humano, desde luego, un siglo, dos siglos…; luego será distinto, pero peor. Nosotros hemos sido los Gatopardos; los leones; quienes ocupen nuestro lugar serán los pequeños chacales, las hienas; y todos, gatopardos, chacales y ovejas seguiremos creyéndonos la sal de la tierra” (135).

¿Sólo liberalismo y burguesía?
No le falta a la novela una alusión a algo más nuevo todavía que el propio ascenso social de la burguesía y el acceso al poder político. Don Fabricio apunta en su conversación con Chevalley algunos de los nuevos ingredientes sociales y políticos, a los que ven con cierta preocupación:

“Ahora aquí andan diciendo, para acatar lo que han escrito Proudhon y un judío alemán cuyo nombre no recuerdo, que la culpa de que todo vaya mal, aquí y en otras partes, la tiene el feudalismo; es decir, yo, para el caso” (134).

El anarquismo y el socialismo que están entrando en el nuevo escenario, el mismo que Karl Marx, el “judío” alemán, ya había anunciado ex aequo con Friedrich Engels en 1848, unos años antes de iniciarse la guerra de unificación italiana, con su conocido arranque del opúsculo El manifiesto comunista: “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”.

Los ecos del pasado
Lo que va quedando de la novela es todo un canto a la actitud del príncipe, elevada a dignidad, y que el narrador pone en boca de otros personajes. Así lo hace con los hermanos Schirò, campesinos de la zona, y con Pietrino, un humilde herbolario, que se encuentran temerosos con los acontecimientos y se quejan de las medidas que está tomando el nuevo ayuntamiento y que afectan a sus bolsillos:

“Los hermanos Schirò y el herbolario ya empezaban a sentir las voracidad del fisco; en un caso habían sido contribuciones extraordinarias y aumento en los impuestos; en el otro (…), si no pagaba veinte liras cada año, no le permitirían seguir vendiendo sus hierbas” (139).

Pietrino quiere saber qué piensan los señores y el propio príncipe, dando muestras de ansiedad:

“Pero, padre, tú que vives entre la “nobleza”, dime qué piensan los “señores” de todo este jaleo. ¿Qué dice el príncipe Salina, que es tan fuerte, tan irascible, tan altivo?” (140).

Y el padre Pirrone intenta calmar esa ansiedad con un discurso que conoce muy bien, inspirado en lo que el propio don Fabrizio le ha repetido tantas veces, y que pretende que sea inteligible, pero que acaba siendo una verdadera para el herbolario:

“Pobrecillo, de tanto leer se ha vuelto loco” (141).

El cura, no obstante, tiene muy claro lo que ha representado la aristocracia hasta ese momento, pues no en vano lleva asistiendo espiritualmente al príncipe desde hace muchos años:

“Viven en un mundo propio, que no ha creado Dios directamente, sino ellos mismos a lo largo de muchos siglos de experiencias singulares, entre penas y alegrías muy distintas de las nuestras; tienen una memoria colectiva tan privilegiada que se inquietan o se alegran por cosas que a usted y a mí nos importan un comino pero que para ellos son fundamentales porque están relacionadas con ese patrimonio de recuerdos, esperanzas y temores propios de su clase” (140).

Todo un canto al servilismo, que corresponde en el caso de Pierrone a un miembro del clero que ha ido secularmente de la mano del poder terrenal y en el de Pietrino a un humilde hombre de campo, dibujado por el narrador como la inocencia personificada de los súbditos:

“¡Pero entonces, padre, se irán todos al infierno!” (141).

O, dicho desde otra perspectiva, la alienación ideológica de una clase supeditada secularmente a su antagónica, pero a la que no ven como tal. El narrador nos transmite que sienten el peso de los nuevos impuestos, pero no menciona el mundo de relaciones feudales en el que se mezclaban impuestos, diezmos y la gran variedad de rentas feudales que llevaban siglos pagando. Por lo demás, nada nuevo. Esa mentalidad es la que alimentó al campesinado vandeano durante la revolución francesa o al carlismo que en España campeó durante un siglo.

En todo caso, el canto a la clase aristocrática la completa Lampedusa con estas palabras del padre Pirrone:

“Pues bien, ¿no le parece a usted que esa humanidad que sólo se preocupa por las camisas o por el protocolo es una humanidad feliz y, por tanto, superior?” (141).

Todo acabó siendo igual
Cuando se produce la muerte del príncipe don Fabrizio el narrador no duda decir, a modo de corolario, que

“el último Salina era él, el escuálido gigante que en aquel momento estaba agonizando en el balcón de un hotel. Porque un linaje noble sólo existe mientras perduran las tradiciones, mientras se mantienen vivos los recuerdos; y él era el único que tenía recuerdos originales, distintos de los que se conservaban en otras familias” (176).

Y como toda novela que se ajusta a una estructura al uso del planteamiento, trama y desenlace, una vez muerto también Tancredi, las dos mujeres por las que optó se convierten en el centro de la narración. Una, Angélica, con la serenidad que le da el paso de los años, es consciente del papel que le tocó jugar dentro de un matrimonio sin amor y por intereses. Típicamente burgués, pero en nada diferente del de la nobleza, pese a los intentos reiterados del narrador por presentarlos como distintos. La otra mujer, Concetta, ya conocedora del desgraciado malentendido que la llevó a rechazar el matrimonio con su primo. Y, ante todo, las dos, cómplices a través de uno de los sobrinos, Fabrizietto, que habría de desfilar por las calles de Salina en honor de los héroes de la nueva Italia:

“Un Salina rendirá homenaje a Garibaldi: una fusión entre la vieja y la nueva Sicilia” (189).

La alianza entre la nobleza y la burguesía, por fin, sellada. Y como símbolo, el más popular de los héroes de la unificación italiana. El mismo al que utilizaron al principio para extender la revolución frente al antiguo régimen y al que después abandonaron para hacerla a la medida de la nueva clase. En fin, que todo cambiara para que todo acabara siendo igual.

* G. Tomasi di Lampedusa (1999). El Gatopardo . Madrid, Unidad Editorial.

martes, 2 de octubre de 2018

__ En foco: El costo real de las marcas y la ropa ‘barata’.

__ La explotación laboral de las marcas de lujo es una realidad en Italia. Miles de personas son subcontratadas por empresas de lujo para trabajar desde casa en la elaboración de prendas a cambio de un sueldo muy bajo y sin contar con un contrato ni seguro. Esas condiciones son permitidas por el gobierno italiano que no ha fijado un salario mínimo nacional.

A cinco años del derrumbe de una fábrica textil de Bangladés —en el que fallecieron más de 1100 personas— los trabajadores de la industria de la moda en ese país continúan con las mismas extenuantes jornadas laborales, salarios bajos y condiciones precarias para fabricar ropa que se usa en todo el mundo. Además, las empresas dedicadas a la confección de prendas no dan indicios de implementar los cambios necesarios para mejorar las condiciones de trabajo de los operarios.

La democratización de la industria del lujo ha ocasionado una larga cadena de vicios empresariales sustentados en la mano de obra barata para el consumo de los mercados internacionales en este artículo  [en inglés], Dana Thomas sostiene que los ejecutivos de las marcas de lujo no comercializan “sueños”, como les gusta sugerir; simplemente venden artículos de bajo costo y alta rentabilidad envueltos en logotipos exclusivos.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Italia. Un gobierno extremadamente peligroso.

NPA

En 2018 la fórmula “la extrema derecha está a las puertas del poder” ha caducado. Ya está en el poder en Polonia, Hungría, Austria, y ahora en Italia, cuarta potencia económica del continente. Y este gobierno italiano de coalición Movimiento Cinco Estrella (M5S)/Liga es ya un caso de estudio. Una increíble lección sobre lo que es la demagogia.

¿La promesa social a las clases populares y en particular a los parados del sur, realizada por el M5S? Olvidada.
La “renta universal” está atrasada. ¿La promesa social a los pequeños y grandes burgueses adinerados realizada por la Liga? olvidada. El ultraliberal “flat tax” (tarifa plana- un impuesto sobre la renta reducido y ya casi nada de progresivo) es atrasado. Demasiado caras, y por otra parte contradictorias entre sí, puesto que la segunda, muy popular en el norte, impediría financiar la primera, ¡muy popular en el sur!.

Pero no importa mucho si lo esencial de su programa “común” es enterrado. La Liga y el M5S cuentan con que se harán perdonar por la estupidez de la gente echándole un hueso que roer: golpear a las personas migrantes. El nuevo gobierno ha inaugurado por tanto su reinado con el golpe al Aquarius y toda una serie de infamias del mismo calibre.

Pero, ¿qué decir de la indignación proclamada por la Comisión Europea y Emmanuel Macron? Pues que en el fondo rivalizan en gran medida en bajezas con Salvini y di Maio y que con ello les refuerzan. La Comisión (y los gobiernos francés y alemán con ella) ha aparentado querer bloquear la constitución del nuevo gobierno italiano. Pero era exclusivamente para tener una garantía de los déficits y los compromisos financieros de Italia. Macron ha declarado “irresponsable” la decisión de cerrar los puertos italianos al Aquarius. Pero, él mismo, más que nunca, rechaza a las personas migrantes al otro lado de los Alpes, se niega a abrir los puertos, quiere multiplicar las expulsiones. Como resume muy bien, precisamente, el cínico Salvini a propósito de las personas migrantes socorridas en la mar: “Malta no se mueve, Francia rechaza, a Europa le importa un pimiento”.

Más allá de las posturas, tienen un acuerdo de respetar los intereses de los poderosos y rechazar cada vez más lejos a las personas migrantes, aunque tengan que morir, en la mar o en el desierto libio. Es lo que hace tan importante seguir atentamente la situación en Italia, las razones del éxito de este nuevo gobierno, de hecho de extrema derecha, y analizar su política (YC).

**********

El nuevo gobierno “amarillo-verde” cuyo presidente es Giuseppe Conte, y los viceprimer ministros Luigi di Maio (M5S) y Matteo Salvini (Liga 1/, ha entrado en funciones el pasado 6 de junio. Es el comienzo de una experiencia cuyo resultado sigue siendo incierto en muchos aspectos, pero que está ya claramente marcado a la derecha.

El programa aprobado por los dos partidos políticos que componen el equipo gubernamental, concretado por el “contrato de gobierno”, no tiene equívocos: más allá de formulaciones a menudo imprecisas y voluntariamente vagas sobre las cuestiones sociales, el mensaje antiobrero y antimigrantes que le anima es muy claro. Asume sin discusión el lugar central de las empresas y la voluntad de hacerles nuevos regalos fiscales, y también la toma en cuenta de los intereses de las grandes multinacionales italianas, y por tanto de las intenciones imperialistas del país, ocultándose detrás de la fórmula clásica de la “defensa de los intereses italianos”.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Para comprender la génesis de este gobierno, hay que tener en cuenta al menos seis elementos:

1) Tres decenios de políticas neoliberales, realizadas indistintamente por gobiernos de centro derecha y de centro izquierda que han destruido las conquistas sociales del movimiento obrero, desestructurando el viejo mundo del trabajo y reestructurándole según las exigencias de competitividad internacional de la gran burguesía. El resultado es una fragmentación de la solidaridad de las y los trabajadores y un retroceso de la conciencia de clase;

2) La transformación definitiva de la vieja socialdemocracia en social-liberalismo: se convierte en un partido enteramente al servicio de la patronal, y su base social y electoral cambia poco a poco 2/;

3) La crisis de dirección política de la burguesía, huérfana de un referente político estable y capaz de cuidar de forma eficaz sus intereses;

4) La autoliquidación de la vieja “izquierda radical”, resultado de decisiones erróneas de sus grupos dirigentes, que han dilapidado un patrimonio que, ciertamente, no era enorme pero que era consistente, implantado y consensual; esto ha producido en la izquierda una desorientación difusa que ha abierto la vía a una fuerza interclasista como el M5S;

5) La complicidad de los aparatos sindicales, que han acompañado las reestructuraciones del sistema productivo de la burguesía: no solo han renunciado a construir una resistencia social fuerte, sino que esta renuncia misma es la que ha favorecido los procesos de fragmentación de la unidad de clase;

6) El refuerzo progresivo de ideologías xenófobas, e incluso racistas, en amplias masas, en particular sectores de la pequeña burguesía en dificultades (el corazón de la base social de la Lega y del M5S), pero también sectores no insignificantes de la clase obrera.

La imbricación de estos factores, que se añaden a la recesión de 2008, ha creado el terreno en que las opciones llamadas “populistas” han podido desarrollarse y aparecer como una alternativa creíble a los partidos de la austeridad neoliberal. Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi -y el Partido Demócrata, que han sufrido una debacle electoral.

La confianza condicional de la gran burguesía
El gobierno ha gozado desde su nacimiento de la confianza condicional de la gran burguesía que, gracias a la acción del Presidente de la República, Mattarella, ha impuesto la tutela y la supervisión de las políticas económicas generales y el mantenimiento de Italia en el seno de las políticas de la Unión Europea (UE). La acción de Mattarella debe ser firmemente denunciada: no solo ha sido un golpe de fuerza antidemocrático, sino también, en último análisis, una ayuda sustancial a la Lega y al M5S, que han podido presentase como víctimas de las injerencias de la UE, y portaestandartes de los intereses del “pueblo” y de “Italia”.

El problema para Mattarella es que esta tutela a cuenta de la gran burguesía era muy necesaria en la medida en que existe una fuerte desconfianza respecto a lo que este gobierno podría poner en marcha, algo confuso e inédito, en una situación económica particularmente difícil en Italia y marcada, en Europa y en el mundo, por contradicciones persistentes y nuevos elementos de competencia intercapitalista. Lo que preocupa a la patronal no son las pocas medidas significativas que este gobierno podría tomar en favor de las clases populares, sino las múltiples tensiones que provocarían las respuestas que estaría llevado a dar a las expectativas sociales muy diversas suscitadas por la propaganda política de las dos fuerzas gubernamentales.

En el plano económico, lo que preocupa a las instituciones internacionales del capitalismo es el crecimiento económico de la UE y sobre todo, el muy débil de Italia. Las presiones ejercidas para la reducción de la deuda italiana y, en consecuencia, para restricciones presupuestarias, podrían influir con fuerza en la búsqueda de los recursos necesarios para armonizar exigencias diversas. Esto tanto más cuanto que, con excepción de las grandes multinacionales capaces de disponer de recursos importantes, las pequeñas y medianas empresas sufren un aumento del endeudamiento general de las empresas, lo que constituye un factor de tensión permanente, sobre todo si las tasas de interés aumentaran. Es en esos sectores en los que se encuentra sobre todo la base social de la Lega, pero también la del M5S, y deben ser producidos bastante rápidamente resultados tangibles, pues la crisis duradera ligada a la competencia internacional golpea también a las pequeñas y medianas empresas.

La Lega en posición de fuerza
No es por casualidad si, en su asamblea, celebrada el pasado mes de febrero, el grupo dirigente de la Confindustria (la asociación de la patronal) y la gran burguesía veían con buenos ojos al gobierno del Partido Demócrata saliente, que les había hecho importantes regalos fiscales y había puesto en marcha las contrarreformas sobre el trabajo, mientras que su base, es decir la pequeña y mediana burguesía, ha vuelto sus miradas hacia la Lega como referente político.

Por otra parte, el gobierno actual, aunque esté compuesto en su mayoría de representantes del M5S, es políticamente de dominante Lega, y su hombre fuerte es el Ministro del Interior Salvini. Mientras que los personajes del M5S son inexperimentados, los hombres de la Lega son muy experimentados en la gestión política, económica e institucional. La Lega ha estado en el gobierno del país durante largos años con Forza Italia de Berlusconi y, sobre todo, gestiona desde hace años regiones importantes del Norte como Lombardía y Venecia (y también, más recientemente, Piemonte). Lombardía es no solo la región más poblada sino también la más desarrollada desde el punto de vista económico y productivo, y es también el corazón financiero del país.

Discurso anti personas migrantes y reforzamiento de la explotación
La cuestión de la inmigración demanda una atención particular. La Lega ha construido sus éxitos políticos sobre la base de un discurso antimigrantes, xenófobo, racista y, desde hace algunos años, nacionalista. Este discurso es también el de una gran parte del electorado del M5S, lo que ha reforzado la base ideológica que hace posible un acuerdo de gobierno, incluso si éste tropieza con algunas contradicciones (entre ellas la necesidad para el M5S de dar respuestas concretas urgentes a las y los parados y trabajadores del Sur, que le han votado masivamente). Salvo para una parte marginal del grupo dirigente del M5S no hay sustanciales divergencias de puntos de vista entre los dos partidos: el “no” del gobierno italiano a la modificación del reglamento de Dublín, el aumento de la firmeza en la cuestión del desembarque de las personas migrantes, la voluntad de reforzar los acuerdos con los países de tránsito, los centros de detención… no han suscitado ninguna protesta entre la dirección del M5S. Ni siquiera la boutade de Salvini diciendo que quería expulsar a 500.000 migrantes ha planteado objeciones.

Desplazar una cantidad tan grande de personas al otro lado de las fronteras sería no solo inhumano, sino también objetivamente imposible, y Salvini lo sabe muy bien. El objetivo es oponerse todo lo posible, y más que nunca, a la obtención de permisos de estancia y derechos cívicos para centenares de miles de migrantes. Esto a fin de limitar su capacidad de lucha y de unión con los sectores autóctonos de las clases trabajadoras.

Como consecuencia del trágico homicidio de Soumalia Sacko, sindicalista maliense, organizador de las y los jornaleros de la llanura de Gioia Tauro en Calabria, una manifestación determinada y radical de las y los inmigrantes ha demostrado que ese sector de la clase es combativo y resuelto. Sus luchas, que van desde las fábricas a los depósitos de material y al campo, del Norte al Sur, pueden ser un factor de movilización de sectores de trabajadoras y trabajadores y de unificación de clase.

Además el hecho de hacer más compleja la lucha de clases desde un punto de vista patronal, esta situación podría también provocar daños en el sector particular de la agricultura en el que muchos pequeños patronos apoyan a la Lega. En efecto, este sector tiene necesidad, porque está sometido a enormes presiones de la competencia, de una fuerza de trabajo precaria y sin derechos. El racismo juega un papel irremplazable de división de las clases trabajadoras y de apoyo a las políticas de explotación.

La izquierda frente a dos adversarios
Para las izquierdas políticas y sociales, la tarea se anuncia difícil, pues deben saber adaptarse a esta nueva situación, pero también porque está claro que el nuevo gobierno goza hoy de unas expectativas positivas por parte de sectores sociales significativos, incluyendo a mucha gente trabajadora; todos esperan que el “nuevo gobierno” resolverá al fin sus problemas específicos.

Las izquierdas de lucha de clases deben oponerse a dos tipos de adversarios diferentes, a dos componentes diferentes de la patronal: por una parte a las fuerzas más significativas del gran capital financiero e industrial y por tanto luchar contra las políticas de austeridad de la Unión Europea, por otra, a las fuerzas reaccionarias y xenófobas, pero también neoliberales, de la pequeña y media burguesía y a sus propensiones soberanistas y nacionalistas, representadas en el gobierno.

Para lograrlo, las izquierdas de clase no deben ceder ni a ilusiones politiqueras fáciles pero engañosas, ni a atajos electoralistas, sino implicarse a fondo en el conflicto social cuya prioridad absoluta no está ligada a una opción “ideológica” sino a tener en cuenta el hecho de que solo si las correlaciones de fuerzas entre las personas explotadas y las explotadoras comienza a invertirse en los centros de trabajo serán posible situaciones políticas más avanzadas.

En el reagrupamiento político constituido en las elecciones con Potere al Popolo, que intenta hoy construir una oposición social, se lleva a cabo una discusión en profundidad entre quienes quieren crear rápidamente un partido bastante centralizado y vertical en su modo de organización, y quienes estiman prioritaria la construcción de un vasto movimiento de lucha política y social, amplio y plural, capaz de implicar a muchas fuerzas políticas, sociales y sindicales, incluyendo a sectores cada vez más amplios que permitan una real acción de masas.

Más que nunca, la construcción de tal frente social, de una oposición clara y neta a este gobierno, será la tarea fundamental en el próximo período.

Notas
1/ La Lega (Liga) era conocida antes con el nombre de Liga del Norte. El cambio de denominación corresponde a la voluntad del partido de extrema derecha de presentarse como un partido nacional (ndlr npa)

2/ Se trata en los años recientes del Partido Demócrata de Matteo Renzi, originado en el Partido Comunista italiano (ndlr npa)

https://npa2009.org/ 

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

https://www.vientosur.info/

domingo, 19 de agosto de 2018

El joven que rechazó 100.000 dólares con 27 años gana el ‘Nobel’ de las matemáticas. El alemán Peter Scholze recibe la medalla Fields junto al iraní Caucher Birkar, el australiano Akshay Venkatesh y el italiano Alessi Fegalli.

Con 17 años tocaba el bajo en un grupo de rock, con 24 se convirtió en el catedrático más joven de la historia de Alemania —tras estudiar la carrera de Matemáticas en solo año y medio— y con 27 rechazó un premio New Horizons para jóvenes matemáticos prometedores, dotado con 100.000 dólares. Hoy, con 30 años, Peter Scholze es uno de los cuatro investigadores reconocidos con la medalla Fields, considerada como un premio Nobel para matemáticos menores de 40 años. Los otros tres ganadores son el iraní Caucher Birkar, el australiano Akshay Venkatesh y el italiano Alessi Fegalli.

Los cuatro eran habituales en las quinielas de los premios. Scholze, nacido en Dresde en 1987 y recién nombrado director del Instituto Max Planck de Matemáticas, es el padre de una nueva clase de estructuras geométricas, los espacios perfectoides, que han sido muy útiles en el llamado Programa Langlands. Se trata de “una teoría fascinante que teje una telaraña de sensacionales conexiones entre campos matemáticos que a primera vista parecen encontrarse a años luz de distancia: álgebra, geometría, teoría de números, análisis y física cuántica”, según describe el ruso-estadounidense Edward Frenkel en su libro Amor y matemáticas. “Si vemos estos campos como continentes en el mundo oculto de las matemáticas, el Programa Langlands constituiría el dispositivo definitivo de teletransporte, capaz de llevarnos instantáneamente de uno a otro, de ida y de vuelta”, añade Frenkel.

Otro de los premiados, Caucher Birkar, nació en 1978 en una región kurda de Irán, en la frontera con Irak

Scholze nunca ha explicado por qué rechazó el premio New Horizons y sus 100.000 dólares, pero en algunos foros matemáticos se especula con que, siendo ya uno de los mejores de su disciplina con 27 años, no veía sentido a recibir un premio para investigadores prometedores. “Está considerado como uno de los matemáticos más brillantes de su generación”, ha explicado hoy en un comunicado José Ignacio Burgos, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT).

Los ganadores de la medalla Fields —que se entrega cada cuatro años— se han dado a conocer en el Congreso Internacional de Matemáticos que se ha inaugurado hoy en Río de Janeiro (Brasil). La iraní Maryam Mirzakhani, fallecida el año pasado a los 40 años, es la única mujer entre los más de medio centenar de premiados desde 1936. Los cuatro varones galardonados en esta edición comparten su precocidad. Akshay Venkatesh, nacido en 1981 en Nueva Delhi (India) y criado en Australia, ganó con solo 12 años una medalla en la Olimpiada Matemática Internacional. Con 13 años, empezó la carrera de Matemáticas y Física en la Universidad de Australia Occidental. Con 20 años, acabó su doctorado en la Universidad de Princeton, en EE UU. Y desde los 27 años es profesor en la Universidad de Stanford.

Caucher Birkar nació en 1978 en Marivan, una región kurda de Irán, en la frontera con Irak. Su especialidad es la geometría algebraica, un mundo multidimensional en el que multitud de ecuaciones definen otra multitud de formas, como las elipses y los llamados óvalos de Cassini, según resume el congreso brasileño en un comunicado. Birkar, tras estudiar Matemáticas en la Universidad de Teherán, emigró al Reino Unido. Hoy, ya con la nacionalidad británica, es catedrático de la Universidad de Cambridge.

El cuarto galardonado es el italiano Alessio Figalli (Roma, 1984). El matemático, hoy catedrático de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, hizo su tesis doctoral en solo un año, bajo la supervisión del francés Cédric Villani, una de las caras más conocidas de las matemáticas mundiales gracias a su peculiar manera de vestir. Figalli ha realizado “contribuciones fundamentales” a la llamada teoría de regularidad del problema del transporte óptimo, según destaca el ICMAT. “Esta cuestión consiste en distribuir recursos de forma que el coste de un cierto proceso sea el menor posible. Por ejemplo, la transmisión de oxígeno a las células, o la distribución de mercancías entre un almacén central de una cadena y todos sus supermercados”, detalla la institución.

https://elpais.com/elpais/2018/08/01/ciencia/1533136683_169209.html?autoplay=1

jueves, 2 de agosto de 2018

Saviano: “¿Hemos vuelto a los tiempos de Mussolini?” El autor de ‘Gomorra’ es el intelectual que más se opone al Gobierno, y Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga, se ha querellado contra él por sus opiniones

Matteo Salvini grita y las encuestas burbujean. Anuncia que cierra los puertos en Twitter y su popularidad se dispara. Su estrategia del ruido no tiene límite. Si hace bromas macabras sobre migrantes o acusa sin pruebas a políticos, empresarios o escritores, su parroquia aplaude a rabiar. Y alrededor de él se hace el silencio. Como si el país, más bien su establishment, fuera incapaz de asimilar todavía la coronación de alguien de su naturaleza y siguiese paralizado desde las elecciones de marzo. Sin oposición política y con la clase intelectual y cultural en fuera de juego, una de las pocas voces en medio del ruido es la del escritor Roberto Saviano, amado y odiado a partes iguales en Italia. Un antagonista puro que ha iniciado una guerra sin cuartel contra el matonismo del líder de la Liga que le ha costado ya la amenaza de retirarle la escolta —que le acompaña desde que hace 12 años la Camorra pidió su cabeza tras la publicación de Gomorra— y también la primera demanda. Malos tiempos para la discrepancia.

La querella contra el escritor napolitano, que suele llamar a Salvini “el ministro de la mala vida [término con el que en Italia se alude a la mafia y al crimen organizado]” y le acusó de disfrutar con la muerte de niños en el mar a raíz del último naufragio en el Mediterráneo, ha llegado con el membrete oficial del Ministerio del Interior. Saviano, con sus habituales dificultades logísticas para las entrevistas —viaja en coche blindado con cinco carabinieri—, contesta a través de clips de audio de WhatsApp las preguntas de EL PAÍS. “Lo que ha hecho Salvini significa juzgar a un escritor y movilizar contra la libertad de expresión a un Gobierno entero. Es un acto intimidatorio muy grave secundado por todo el Ejecutivo, ya que nadie se ha distanciado de ello. Este Gobierno no está dispuesto a aceptar críticas, puntualizaciones o análisis del impacto que sus reformas pueden tener en la economía italiana o en la población”.

En la denuncia del ultraderechista Salvini también se alude a las constantes acusaciones al ministro de mantener relaciones con la ‘Ndrangheta’ y de encubrir una suerte de “pacto de no agresión”. “Acepto todas las críticas, pero no permito a nadie decir que ayudo a la mafia. Es una mierda que combato con todas mis fuerzas”, señaló el viernes el ministro en Facebook en un tono y un lenguaje sin sutilezas que han dejado de sonar extraños en Italia. El ministro del Interior y líder de la xenófoba Liga, más allá de la política, empieza a ser corrosivo para el tejido cultural e intelectual del país, que lleva callado todos estos meses.

Por qué existe un cierto silencio en el mundo cultural respecto a lo que sucede? “Quien no se ha expresado en estos meses es porque sabe, como lo sé yo, que a quien hace nuestro trabajo no le conviene hablar. Dicen que yo digo lo que pienso para tener visibilidad. Pero es una visibilidad que provoca millones de insultos en las redes. También la desconfianza de quien debería apoyar mi trabajo. Te condenan al paredón. Nadie tiene el coraje de decir que, en realidad, callan por temor a que lleguen menos propuestas, menos proyectos de trabajo, menos libros, menos periódicos, se compren menos entradas para tus películas o vendas menos discos. Piensan que quien invierte en ti, quiere hacerlo con tranquilidad, sin tener que preocuparse por una declaración que has hecho o una toma de posición política determinada. Pero, ¿por cuánto tiempo podremos soportar esto? ¿De verdad pensamos que lo que está sucediendo es aceptable?”.

Rodillo político
Lo que sucede tiene la forma de enorme rodillo político y cultural. Movimiento 5 Estrellas y Liga, dos formaciones de corte populista sin un sustrato intelectual en las bases, disfrutan de una creciente mayoría absoluta que ha asfaltado muchos de los debates intelectuales que solían brotar con facilidad en Italia. El relato oficial habla hoy de combatir la inmigración, enfrentarse a los socios europeos y buscar nuevos aliados, aprobar una ley de defensa propia a mayor gloria de los lobbies armamentísticos, bajada de impuestos a las rentas altas, descalificaciones a adversarios. “Aunque estén legitimados en las urnas, no pueden traicionar nuestra historia, los valores que nos han traído hasta aquí y han evitado las guerras”, advierte Saviano.

Pero algunos valores cambian y la relación de Italia con Europa, por ejemplo, pasa por un momento incómodo. “Bruselas se ha convertido en el chivo expiatorio. Y no digo que carezca de responsabilidad, al contrario. Pero la dirección la da la política nacional. Italia es rehén de sus dirigentes clásicos desde hace mucho tiempo. Antes de cabrearme con Bruselas, buscaría la responsabilidad de este desastre dentro de nuestras fronteras. Pero atentos, porque el objetivo de Salvini es destruir Europa como la habíamos conocido, produciendo desde el sur un efecto pinza con Putin desde el Este”.

El clima de tensión está especialmente inflamado desde las redes y sin respuesta desde los partidos tradicionales o la encanecida clase intelectual, desarmados digitalmente y faltos de reflejos. “Contra cualquier voz crítica, salen hordas de haters en las redes sociales. Hay falsos economistas, falsos intelectuales, falsos bloggers que difunden fake news. Digo falsos porque no tienen ninguna competencia. Alguno ha leído alguna cosa, pero es imposible confrontar con ellos más allá del insulto. Y son conscientes de lo que hacen. Están pagados para crear una narración contraria, pero más simple e inmediata. Vamos hacia el punto cero de la comunicación. Y quien tiene algo de notoriedad, al final, teme ser atacado personalmente. Si ganas algo, mejor estar callado. Así es como Mussolini atacaba a [Giacomo] Matteotti antes de ser asesinado. ¿Hemos vuelto a los tiempos de esos tiempos? ¿Estamos aceptando como escritores, periodistas, guionistas, actores, escenógrafos no contar nada, no devolverle a nuestro público alguna cosa?”.

 “NO PUEDEN QUITARME LA ESCOLTA POR SER CRÍTICO CON EL GOBIERNO”

La guerra entre Matteo Salvini y Roberto Saviano empezó hace mucho tiempo. Pero alcanzó su punto más grotesco cuando el ministro del Interior amenazó al escritor con retirarle la escolta de cinco carabinieri que lleva desde 2006, cuando el clan de los Casaleses puso precio a su cabeza. Salvini es el titular de la cartera que, entre otras cosas, debería ocuparse de combatir a las mafias y velar por la seguridad personal de jueces y periodistas amenazados. Pero hacía días que no le gustaban las críticas que recibía por parte del escritor a su política migratoria. “Serán las instituciones competentes las que valorarán si corre algún peligro, también porque me parece que pasa mucho tiempo en el extranjero. Valoraremos cómo se gasta el dinero de los italianos. Le mando un beso”, soltó en un programa televisivo.

Salvini sabe que una parte de Italia no traga a Saviano y el debate del coste de su escolta, por muy absurdo que parezca, sirve para despertar las bajas pasiones de una parte de su electorado más radical. Saviano, pasado ya un mes de aquellas palabras, reflexiona sobre la amenaza. “La asignación de la escolta no va en función de la simpatía que se tiene por alguien. No se quita por ser crítico con el Gobierno. Además, no decide el ministro del Interior, sino una oficina para la seguridad personal. Esta arbitrariedad pone en riesgo el Estado de derecho”.

Una arbitrariedad que Salvini aplica a todos sus supuestos enemigos. Esta semana, por ejemplo, aseguró que la ONG española Proactiva Open Arms solo verá Italia en postal. Lo hizo después de ser criticado por su director, Óscar Camps, convertido ya en uno de sus nuevos y electoralmente rentables enemigos. 

https://elpais.com/cultura/2018/07/21/actualidad/1532191972_864253.html?
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