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miércoles, 8 de abril de 2015

Grecia cifra la deuda de Alemania por la invasión nazi en 279.000 millones. La cantidad comprendería los préstamos concedidos y el valor de las piezas expoliadas

El Gobierno griego ha plasmado finalmente en la cifra de 279.000 millones de euros la demanda de reparaciones por la ocupación nazi de Grecia durante la Segunda Guerra Mundial. La comisión del Parlamento griego sobre el tema que comenzó a funcionar la semana pasada busca reclamar las reparaciones, pero también la devolución de los préstamos concedidos por el Gobierno griego títere impuesto por los invasores y de las piezas arqueológicas expoliadas. Atenas hace público este informe precisamente en una semana clave de negociación con sus acreedores, en la que deberá afrontar un pago al FMI, una subasta de Letras del Tesoro, además de prepararse para el desembolso de salarios y pensiones el próximo día 15.

Durante su comparecencia ante esta comisión, el viceministro de Finanzas, Dimitris Mardas, ha explicado que Berlín debe 278.700 millones de euros según los cálculos de la Oficina General Contable del Estado. Los créditos suman de por sí 10.300 millones de euros. La reivindicación de las reparaciones de guerra ha tenido más repercusión en los últimos años, coincidiendo con la crisis y los sucesivos rescates griegos de la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) que suman un total de 240.000 millones de euros.

Alemania en cambio rechaza las reclamaciones griegas y asegura que ha cumplido con todas sus obligaciones y recuerda el abono a Grecia de 115 millones de marcos alemanes a Grecia en 1960.

Por otra parte, el Gobierno ha asegurado que no se incluirá una subida del IVA en la lista de reformas presentada a los acreedores internacionales, según el portavoz del Gobierno, Gavriil Sakellaridis, que ha realizado declaraciones a la emisora de radio privada Real FM.

"Por parte del Gobierno griego no hay incremento del IVA para ninguna isla en la lista de reformas presentada", ha afirmado. "Pero el debate está abierto", ha advertido. En cuanto a la reunión del domingo en Estados Unidos entre el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, Sakellaridis ha destacado que se produjo a petición del ministro griego.

"Varoufakis tenía un viaje a Washington previsto para entrevistarse con cargos del Ministerio de Finanzas estadounidense, reuniones que se producirán hoy, y como estaba de visita en Washington, pedimos esta reunión con la señora Lagarde", ha explicado. En la reunión se abordó en conjunto el programa de reformas planteado por el Gobierno griego. "Hubo un debate de fondo sobre el marco de las reformas", ha asegurado Sakellaridis.

Este mismo lunes, fuentes del Gobierno griego han asegurado que Lagarde no pidió a Varoufakis, ...
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/07/actualidad/1428400924_433682.html

jueves, 12 de marzo de 2015

Grecia, la deuda inútil La UE debe acabar la era de los recortes a ultranza e iniciar la del estímulo inversor

Una vez que el Gobierno de Grecia ha alcanzado un acuerdo político solo para cuatro meses con el Eurogrupo, aceptando básicamente las condiciones de este, es un buen momento para analizar la situación de ese país en el contexto europeo. El caso griego es el paradigma de la crisis. Cientos de miles de euros entregados a Grecia desde 2010 para evitar la caída de la banca acreedora europea, que valieron únicamente para refinanciar esa deuda privada y transmutarla en deuda pública en manos de los Gobiernos de la eurozona y del BCE. No sirvieron para sanear la economía griega. Entre otras cosas porque la inoperancia de los sucesivos Gobiernos helenos y las condiciones deflacionistas de los rescates, consistentes en deprimir el consumo, la hundieron aún más. Ha sido una deuda inútil.

Su contrapartida debió ser —y no lo fue— un programa de inversiones, al tiempo que de reformas internas en la Administración, contra la corrupción, y en el sistema fiscal —injusto e inservible— que padece Grecia, junto a un descenso en los abultados gastos en Defensa y la desaparición de los privilegios fiscales y salariales de la poderosa Iglesia ortodoxa. No hay más que ver la “lista de reformas” enviada al Eurogrupo por el Gobierno griego para comprender que está casi todo por hacer. Eso explica que el ministro de Finanzas, Varoufakis, renegase de la deuda considerándola una adicción, una droga. Eso es exactamente.

La pretensión del Gobierno griego era abolir el programa de rescate o asistencia financiera y sustituirlo por un préstamo puente que no condicionara su política económica. O sea, más deuda, aunque incondicional. El programa de rescate se impuso a Grecia porque no era capaz de financiarse en los mercados por sí misma, nadie le prestaba a intereses asumibles. Solo la Unión, naturalmente, y con condiciones, pero hasta hoy han sido demasiado duras para el pueblo griego e ineficaces para salir del hoyo.

Hay otras sendas que se podrían y deberían transitar. En el corto plazo, además de la liquidez monetaria que ha de aportar el BCE, el pueblo griego necesita respirar, recibir ayuda, ya prácticamente humanitaria. No creemos que sea imposible un plan europeo, acotado en el tiempo, dirigido a elevar el consumo y la calidad de vida de los griegos y de los europeos más necesitados, en materias como la salud o el derecho elemental —especialmente de niños y mayores— a la alimentación. Sin embargo, los problemas de fondo de Grecia van más allá. Sin resolverlos, un alivio momentáneo no sería sostenible, ni un tercer rescate clónico de los anteriores. Se requiere política y no otro diluvio de deuda solo para salir del paso. La enésima crisis griega está, efectivamente, más que nunca teñida de política, pues convive con una reciente decisión democrática de los electores, que habría de servir para que, con la participación del Banco Europeo de Inversiones y de la Comisión Europea, Grecia —a cambio de reformas estructurales— dispusiera, no de más deuda pasiva para tapar los vencimientos de cada día, sino de un programa inversor sólido que inyecte energía a su congelado sistema económico.

Ese programa debería insertarse en lo que es verdaderamente estratégico: un giro en la economía europea hacia la política que, con éxito, ha impulsado Obama en Estados Unidos. El último proyecto de presupuesto que ha presentado al Congreso es un ejemplo válido para Europa: subida de impuestos sobre el capital y las herencias a los más ricos, personas y sociedades —particularmente a las multinacionales que se escapan a los paraísos fiscales, algunos de ellos europeos—, inversiones en infraestructuras, ayudas a las clases medias.

Al lado de lo anterior, la UE debería abordar una renegociación de la deuda griega, a todas luces impagable en las actuales condiciones. Se pueden utilizar diversos mecanismos: mayores plazos, reducción de intereses y un objetivo de superávit primario más razonable que el vigente. Cuando se trata de los “grandes” la UE es siempre flexible, como acabamos de ver con los déficits de Francia e Italia. Lo que no pueden hacer ni Grecia ni la Unión es seguir con una política de ajuste hipócrita que solo ha hecho aumentar la deuda pública y no sacarnos del crecimiento plano, del desempleo crónico, de la deflación.

Cambiar esto es lo que realmente puede ayudar a Grecia y nos puede ayudar a los demás. ¿Qué podría hacer Tsipras al respecto? No ir de llanero solitario, o caer en la tentación de liderar radicalismos estériles. Esa inclinación no es sencilla de evitar, cuando Syriza prometió tanto. Pero no conduce a nada bueno. Solamente a dejarse seducir por un neonacionalismo o neosoberanismo aislacionista, incluidos amagos de cambios de alianzas, que llevaría de forma natural al antieuropeismo, igualmente estéril. Grecia haría bien en acercarse a fuerzas y Gobiernos progresistas, como los de Francia e Italia, para empujar a la Unión a acabar con la era de los recortes a ultranza, e iniciar la era del estímulo inversor, que solo se puede conseguir eficazmente desde Europa como algo que beneficie a todos, no solo a Grecia. La idea de las “soluciones en un solo país” ha pasado ya a la historia.

Diego López Garrido es diputado y presidente del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas. Nicolás Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/10/opinion/1426005028_278601.html

jueves, 19 de febrero de 2015

Mi gran deuda griega

Oigo en la tele que mi parte en la deuda griega, lo que ese bello país me debe como español, es de unos 1.000 euros. Puesto que me asignan ese papel de acreedor, quisiera sugerir cómo deseo que se me devuelva lo prestado. Ya anticipo que no tengo nociones de economía (¡afortunadamente!), pero creo que me sobra sensatez: todos hemos prestado cantidades semejantes a un hermano o a un amigo que lo necesitaba, o nos lo han prestado a nosotros. Cuando mi hermano está en semejante situación y le es imposible devolverme los 1.000 euros, no quiero que viva miserablemente ni le pido que se haga el haraquiri, tan solo que modere ciertos gastos (no en sustento, calefacción, ropa o material escolar) y que me entregue lo que pueda cuando pueda. Con el tiempo ni siquiera me acordaré de aquella deuda, y tan amigos. Pero también puedo ponérselo fácil recuperando lo prestado en forma de servicios: si mi hermano tiene un bar y me hace buen descuento en las consumiciones, podré recuperar poco a poco lo adeudado sin quebranto de lo mío y con estímulo de su medio de vida. 

Cuando era más ingenuo creía que la Unión Europea era una hermandad de naciones libres, unidas por los derechos sociales y la democracia, ese invento griego que cada día pervierten nuestros políticos. Como acreedor de esa miserable cantidad, exijo que se trate a Grecia como a mi hermano de sangre: ¿de verdad no es posible dejar que los griegos paguen poco a poco, sine die, y sin obligarlos a vivir en la miseria, o bien olvidar alguna vez parte de lo prestado, o dejar que nos hagan buenos precios por disfrutar de sus playas y monumentos como parte del reintegro de esa deuda? ¡Pues claro que se puede, Frau Merkel!—
 Segovia 14 FEB 2015.
P. D.: El préstamo no se ha hecho al pueblo griego, sino a los bancos griegos, como en España, para que no dejen de pagar los prestamos concedidos por los bancos alemanes, entre otros. Y todo ello sin consultarnos y responsabilizando al pueblo español de los pagos. ¿Es eso un ejercicio de democracia? ¿No hay responsables de esa deuda en Grecia y España?

lunes, 12 de enero de 2015

El año en que Grecia y España perdonaron la deuda de Alemania

En 1953, un gran número de estados perdonaron más del 60 por ciento de la deuda que el país teutón había acumulado durante las dos guerras mundiales

En nuestro habitual recorrido por los temas más comentados de la blogosfera, hoy destacamos un artículo publicado en el blog «Asamblea Popular 15M Villa de Vallecas», que desvela cómo la misma Alemania que hoy exige a países como Grecia, Portugal o España grandes sacrificios para controlar su déficit y pagar su deuda pública, consiguió que la comunidad internacional le perdonase la suya.

Todo ocurrió en 1953, cuando una Alemania devastada por la Segunda Guerra Mundial se encontraba sumida en una gran crisis que le imposibilitaba pagar sus deudas, que ascendían a unos 38.800 millones de marcos de la época. El Estado se encontraba al borde de la quiebra.

Ante esta situación, los principales acreedores del país germano, liderados por Reino Unido, Francia y Estados Unidos, pero entre los que también se encontraban otros países como Canadá, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Italia, o España, se reunieron en Londres para tratar de buscar una solución a ese enorme problema.

Las negociaciones se extendieron entre el 27 de febrero y el 8 de agosto de 1953 y tuvieron como resultado el llamado «Acuerdo de Londres», que redujo la deuda alemana en un 62,6 por ciento y determinó un calendario de pagos para los 14.500 millones de marcos restantes. Esto no solo permitió que el país se recuperase rápidamente, sino que muy pronto lo situó a la cabeza del crecimiento económico del continente.

Sin embargo, los líderes germanos parecen no haber aprendido nada de la historia y, en lugar de corresponder a la generosidad con la que fueron tratados hace seis décadas, han decidido aplicar mano dura a aquellos países que les permitieron regenerar su economía y evitar una quiebra segura.

Lástima que este apasionante capítulo de la historia reciente no se estudie en los colegios españoles, griegos ni, por supuesto, alemanes.
Más: http://verdecoloresperanza.blogspot.com.es/2011/11/carta-abierta-de-mikis-theodorakis-y.html#links
25 países, entre ellos Grecia y la España pobre, perdonaron el 62% de la deuda de Alemania

martes, 7 de octubre de 2014

¿De dónde viene y qué hacer con la deuda?

Hay cuatro falsedades que se utilizan habitualmente para confundir a la población respecto a la deuda y para combatir a los movimientos y partidos progresistas.

La primera es que la deuda se origina porque la gente normal y corriente ha vivido por encima de sus posibilidades, lo que produce lógicamente un gran sentimiento de culpa y lleva a que la gente asuma que hay que pagarla sin rechistar.

La segunda es que la deuda pública se origina porque se realizan demasiados gastos sociales.

La tercera es que los gobiernos y los partidos de izquierda en general son los partidarios de aumentar siempre la deuda porque no ven peligro alguno en ello.

La cuarta es la acusación de que los partidos o movimientos progresistas o de izquierda no pagan la deuda y provocan así problemas económicos mucho mayores.

Veámosla una por una

Las familias no son responsables de la deuda

En 2008, las familias españolas solo eran responsables del 20% de la deuda total española (pública y privada). Además, y según el Banco de España, la mitad de las familias españolas no estaba endeudada en aquel año. En el caso del 40% de las familias más pobres de España, las tres cuartas partes de su deuda era la relativa a la vivienda, y si esta era alta no era por su gusto sino por el precio establecido por los bancos que le prestaban.

Por el contrario, el 57% del total de la deuda española lo originaron los bancos y las grandes empresas. En todo caso, pues, fueron estos quienes vivieron por encima de sus posibilidades y no la gente normal y corriente a quien se le ha pasado la factura.

La deuda no está originada por los gastos excesivos en bienestar

En 2008, la deuda pública solo representaba el 19% de la deuda total española Además, es evidente que la deuda pública no ha crecido en mayor medida cuando se ha ido consolidando el Estado de Bienestar en España sino precisamente cuando éste se ha debilitado como consecuencia de las crisis, tal y como viene sucediendo desde 2007. En ese año, España tenía uno de los porcentajes más bajos de deuda de toda la Unión Europea (36,3% del PIB, frente al 65,2% de Alemania, o el 64,2% de Francia o el 103,3% de Italia).

Por el contrario, la deuda se ha incrementado vertiginosamente cuando la crisis, la falta de actividad y las reformas fiscales favorables a los grupos de renta más alta y a las grandes empresas y bancos ha producido una gran caída en los ingresos públicos. A lo que hay que añadir la gran cantidad de dinero destinado a ayudar a la banca.

Y de una forma muy particular, la deuda se incrementa extraordinariamente desde que se estableció que los bancos centrales no pueden financiar a los gobiernos.

Desde entonces, los gastos extraordinarios o la caída en los ingresos que provocan a los gobiernos las crisis financieras o las circunstancias extraordinarias deben ser financiados por la banca privada a tipos de interés de mercado o incluso más altos por culpa de los especuladores.

Los datos son claros: si se quitan los gastos financieros dedicados al pago de intereses, la inmensa mayoría de los países que forman parte del euro (entre ellos España) registran superávit presupuestarios, salvo en algunos años excepcionales. O dicho de otro modo, si los gobiernos hubieran sido financiados por los bancos centrales a los mismos tipos con que tan generosamente financian ahora a los bancos privados, la deuda pública de los países sería mínima, casi insignificante.

Y aquí aprovecho para señalar otra mentira complementaria de los economistas liberales cuando dicen que, si eso fuese así, es decir, si los bancos centrales financiasen a los gobiernos, se produciría una inflación muy peligrosa.

Es otra falsedad porque para que esa financiación provocase inflación deben darse NECESARIAMENTE tres condiciones: que el dinero de los bancos centrales llegue a la economía (por eso el que ahora dan a los bancos no produce subida de precios), que cuando llegue a la economía se dedique al consumo (y no, como ocurre ahora en mayor medida, a reducir la deuda) y, además, que no aumente paralelamente la producción de bienes y servicios. Por tanto, si al mismo tiempo que los bancos centrales financian a los gobiernos aumenta de modo proporcional la producción de bienes y servicios (que es lo que se busca) no hay peligro alguno de inflación. Y la deuda pública apenas si existiría salvo que, lógicamente, otras circunstancias estén provocando crisis y ayudas extraordinarias a los grupos privilegiados constantemente.

Quien incrementa la deuda son los bancos y los gobiernos de derechas

También es falso que sean los gobiernos de izquierdas quienes crean más deuda.

No hay que olvidar nunca que crear deuda y aumentarla constantemente es el negocio de la banca. Por tanto son los banqueros quienes más que nadie están interesados en que aumente y quienes hacen todo lo posible para que los gobiernos tomen medidas que la provoquen (disminuyendo los ingresos de la gente o las empresas que no cuentan con financiación propia, promoviendo la venta de viviendas en lugar del alquiler, o simplemente corrompiendo a los gobiernos y políticos).

La historia muestra claramente que las etapas de mayor deuda están unidas a fases en las que los bancos han estado más desregulados y han tenido más libertad para hacer negocios y también que han sido con los gobiernos de derechas (Reagan, Bush, las dictaduras militares... o ahora Rajoy en España) con quienes se han alcanzado los niveles más altos de déficits o deuda de todos los tiempos en sus respectivos países.

Por el contrario, los gobiernos de izquierdas o progresistas, casi siempre y salvo alguna excepción, se han tenido que tragar esa deuda previamente acumulada: o han tenido que hacer mil equilibrios para pagarla (como la Venezuela bolivariana, por cierto) o, a pesar de hacer quitas o reestructuraciones que han beneficiado también a los acreedores, han tenido que asumir una gran parte de ella (como recientemente en Ecuador).

La deuda es impagable, no es que no se quiera pagar

Por último, es falso también que los movimientos o partidos progresistas, como Izquierda Unida o Podemos, digan caprichosamente que no pagarían la deuda si gobernasen. ¡Ojalá pudiera ser así y que la deuda desapareciera sin más de un día para otro!

Al respecto, a mí me parece que hay que ir por partes.

En primer lugar, los economistas más sensatos, sean del color que sean y hasta los que trabajan en organismos como el FMI, saben e incluso reconocen públicamente que la deuda que se ha acumulado en el mundo, en Europa o incluso (aunque en menor medida) en España es materialmente impagable (de hecho, si se quisiera pagar en este momento, no habría medios de pago suficientes para ello de tanto como ha crecido. Es imposible, por ejemplo, que una buena parte de las empresas españolas, como ha reconocido el FMI, genere en el futuro beneficios suficientes para poder acabar con su deuda.

Por tanto, la cuestión no radica en decir si se quiere pagar o no, sino en ser inteligentes y poner sobre la mesa soluciones que no sigan paralizando la actividad productiva, hundiendo a las economías y ¡generando más deuda! No tiene sentido empeñarse en hacer frente a un imposible en algo que no conviene a nadie salvo, claro está, a la banca que en 2013 se metió en el bolsillo solo en la Unión Europea y en concepto de intereses, 365.017 millones de euros en 2013 y 6,2 billones de euros desde 1995. Lo que hay que hacer es plantear es cómo salir del bucle infernal en el que estamos, por ejemplo, reestructurando un determinado porcentaje de la deuda para convertirla en perpetua a 100 años. Y, por supuesto, recurriendo a otras fuentes de financiación menos onerosas que las de la banca privada.

Otra cosa es, por otro lado, que una parte importante de la deuda fuese literalmente ilegítima u odiosa, es decir, el resultado de decisiones tomadas materialmente en contra de las decisiones o deseos de la ciudadanía. En cuyo caso, los pueblos tienen el derecho, después de que eso se demuestre con toda claridad, a repudiarla. Estados Unidos, sin ir más lejos, quizá sea el país que en mayor número de ocasiones o ha promovido o ha amparado o ha establecido el ejercicio de este derecho.

Si mañana nos viene un banco y nos reclama 10.000 euros no le decimos de entrada que no le vamos a pagar. Simplemente nos citamos inmediatamente y comprobamos el origen de esa deuda. Si es correcto y legítimo, no nos quedará más remedio que pagarlo, aunque su origen no nos complazca en absoluto.

Desgraciadamente, los gobiernos españoles de los últimos años han dilapidado recursos de todos los españoles. Una clase política corrupta ha tirado el dinero público para enriquecerse (aunque ni siquiera así se puede decir que esa sea la causa de nuestra deuda total), los bancos han pedido prestado cientos de miles de millones para hacer negocio financiando la especulación inmobiliaria que ahora no pueden devolver y se han hecho reformas encaminadas a permitir que los más ricos apenas paguen o que han destrozado nuestra capacidad de generar ingresos. Todo eso ha provocado una deuda gigantesca, aumentada por la manipulación en los mercados y por la existencia de instituciones europeas que se dedican a salvaguardar los intereses de unos países y de unos grupos sociales y financieros frente a los demás.

Ante ello no sirve hacerse ilusiones ni ser ingenuos. La traición de los partidos hasta ahora gobernantes la pagaremos cara y lo que cabe hacer no es creer que todo es fácil y que se le puede dar la vuelta a la situación en 24 horas. Hará falta mucha mano izquierda, mucha transparencia y democracia para que la gente sepa lo que ha pasado, mucha inteligencia para garantizar la estabilidad y que la situación no se vuelva peor de lo que hoy está, y fomentar un sentido muy amplio y generoso del patriotismo para reunir a una inmensa mayoría social que incorpore a la regeneración de España al mayor número posible de compatriotas. Y aún así, nos queda mucho sufrimiento por delante porque la estafa y el robo al pueblo han sido gigantescos.
Fuente: Juan Torres López, Publicado en Público.es el 26 de septiembre de 2014 - http://juantorreslopez.com/impertinencias/de-donde-viene-y-que-hacer-con-la-deuda/#more-6744

viernes, 29 de agosto de 2014

La anulación de la deuda alemana en 1953 en comparación con el tratamiento reservado al Tercer Mundo y a Grecia

Serie: 70 años de Bretton Woods, del Banco Mundial y del FMI (Parte 6)
Eric Toussaint
CADTM

Estados Unidos procedió a la anulación de la deuda de algunos de sus aliados. La operación más evidente en ese sentido fue el tratamiento de la deuda alemana, regulada por el Acuerdo de Londres de 1953. Para asegurar el relanzamiento de la economía de la Alemania occidental y que constituyera un elemento estable y central del bloque atlántico, los aliados acreedores, con Estados Unidos a la cabeza, hicieron concesiones muy importantes a las autoridades y a las empresas alemanas endeudadas, que iban mucho más allá de una reducción de la deuda. Comparar el tratamiento acordado a la Alemania occidental de la postguerra con el dado a los países en desarrollo y a Grecia actualmente es edificante.

El acuerdo de Londres de 1953 sobre la deuda alemana
El radical alivio de la deuda de la República Federal Alemana (RFA) y su rápida reconstrucción después de la segunda guerra mundial fueron posibles gracias a la voluntad política de sus acreedores, es decir, Estados Unidos y sus principales aliados occidentales (Reino Unido y Francia) dentro del marco de la guerra fría. En octubre de 1950, estos tres aliados formularon un proyecto en el que el gobierno federal alemán reconocía la existencia de deudas de los períodos anterior y posterior a la guerra. Además agregaban una declaración que estipulaba que «los tres países están de acuerdo en que el plan prevea una liquidación adecuada para Alemania de las exigencias, cuyo efecto final no debe desequilibrar la situación financiera de la economía alemana por repercusiones indeseables ni afectar excesivamente las reservas potenciales de divisas. Los tres países están convencidos de que el gobierno federal alemán comparte su posición y que la restauración de la solvencia alemana irá acompañada de un reembolso adecuado de la deuda alemana que asegure a todos los participantes una negociación justa que tenga en cuenta los problemas económicos de Alemania». |1|

La deuda reclamada a Alemania correspondiente al período anterior a la guerra se elevaba a 22.600 millones de marcos incluidos los intereses. La deuda de la posguerra se estimaba en 16.200 millones de marcos. Por un acuerdo alcanzado en Londres el 27 de febrero de 1953 |2| , estos montos se redujeron a 7.500 millones y 7.000 millones de marcos, respectivamente. |3| Lo que representó una reducción del 62,6 %...
Part 1
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Part 5

Fuente: http://cadtm.org/La-anulacion-de-la-deuda-alemana
Eric Toussaint, doctor en ciencias políticas, es portavoz de la red internacional CADTM y miembro del consejo científico de ATTAC Francia. Es autor de los libros Banco mundial: El golpe de Estado permanente Proceso a un hombre ejemplar, 2014 ; Una mirada al retrovisor. El neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Editorial Icarias, 2010.
Próximo libro : Bancocratie, Aden, 2014.

miércoles, 25 de junio de 2014

La deuda universitaria, un peligroso lastre al alza en Estados Unidos. Los préstamos a estudiantes se han duplicado tras la crisis de 2007

Valeria tiene 26 años y acumula una deuda de unos 100.000 dólares (73.500 euros) por el coste de sus estudios. Amenee tiene 30 y su pasivo es de 105.000 (77.500 euros). Son dos ejemplos de una preocupante realidad cada vez más extendida en Estados Unidos: el aumento mayúsculo de la deuda universitaria en los últimos años fruto del incremento del coste de las matrículas, la reducción de las ayudas públicas regionales y las penurias económicas de muchos ciudadanos tras la recesión de 2007.

El coste de la universidad siempre ha sido caro en Estados Unidos, siendo comunes las historias de familias que ahorran con mucha antelación y de jóvenes que trabajan los fines de semana para granjearse unas reservas. Pero tras la crisis económica el panorama se ha agudizado dramáticamente: la menor capacidad de ahorro ha disparado la dependencia de los préstamos.

Desde 2007 el pasivo universitario se ha duplicado, hasta los 1,2 billones de dólares (882.000 millones de euros), según los últimos datos oficiales. Un 71% de los estudiantes está endeudado cuando se licencia, con una media de 29.400 dólares (21.600 euros). Y en paralelo, en un contexto de sueldos estancados y auge del desempleo, los impagos se han extendido -alrededor de 7 de los 40 millones de estudiantes incumple sus pagos-, lo que ha llevado a que cada vez más expertos alerten de los peligros de este agujero y tracen paralelismos con la burbuja inmobiliaria que estalló hace siete años.

Consciente de este panorama, el presidente estadounidense, Barack Obama, aprobó recientemente varias medidas flexibilizadoras para ayudar a unos cinco millones de alumnos que quedaron excluidos de una ley de 2010, que limita el retorno mensual a un 10% de los ingresos y que perdona la deuda cuando se lleva pagando 20 años. “El aumento de los costes ha atrapado a familias de clase media. Este país me dio una oportunidad a través de la educación”, dijo Obama al rememorar su historia personal y recordar que hasta hace diez años no devolvió toda su deuda por sus estudios en derecho en la Universidad de Harvard, de la que se licenció en 1991.

“[Mis estudios] han sido claramente una buena inversión”, afirma la estadounidense Amenee, licenciada en sociología y psicología por la Universidad de Oregón y que acaba de finalizar un máster en administración pública en la de Nueva York. “Pero deber más de 100.000 dólares es aterrorizante. Es una carga muy pesada sobre mis hombros, sobre mis decisiones de vida en los próximos cinco y diez años”, añade en conversación telefónica.

Amenee, que trabaja en una organización sin ánimo de lucro y lamenta que para muchos hablar de la deuda universitaria sea un tabú, logró financiar buena parte de su carrera con subsidios públicos y becas, aunque aún tiene que devolver unos 10.000 dólares (7.350 euros) de préstamos del Gobierno, que obtuvo a un interés muy bajo (2,6%). Sin embargo, su máster tuvo que costearlo por completo con nuevos créditos públicos y a un interés mayor (6,75%).

La historia de Valeria, de origen boliviano y ciudadanía estadounidense, es similar. Tras estudiar en Reino Unido, llegó en 2010 a EE UU, donde vivían sus padres, y acaba de graduarse de un máster en economía de desarrollo en la Universidad Americana de Washington. Tiene 10 años para devolver su préstamo a un interés del 6,5%, lo que equivale a unos 800 dólares (580 euros) mensuales. También se trata de créditos del Gobierno, más ventajosos que los de un banco.

Igual que Amenee, Valeria reconoce que la deuda puede condicionarle la elección de un trabajo en función del sueldo. “El dilema es ahorras o pagas tu deuda. No puedes quedarte sin empleo”, deplora. En su caso, trabaja como investigadora económica y, aunque le gustaría cobrar más, se declara satisfecha dado que la mayoría de sus colegas universitarios están desempleados. Y sin un empleo la cruzada de devolver el crédito se torna mucho más espinosa.

La universidad, sin embargo, no fue siempre tan cara en EE UU. En 1982 el promedio de coste anual de una carrera de cuatro años -incluyendo matrícula y alojamiento- equivalía a unos 9.500 dólares actuales (alrededor de 7.000 euros), según datos oficiales. En 2012 era de 23.000 dólares (16.900 euros), lo que supone un incremento del 141% en tres décadas. En una institución privada ronda los 34.000 (25.000 euros). Es una cifra similar al valor de la matrícula anual de los másteres de dos años cursados por Valeria y Amenee, a lo que habría que añadir la inversión en libros y en la vida diaria.

Aunque las estadísticas del censo revelan que estudiar suele generar un retorno -un licenciado universitario de entre 25 y 32 años gana 45.500 dólares (33.400 euros) al año en un empleo a tiempo completo, 17.500 más que sus pares con un diploma escolar-, los expertos alertan que esta mochila de deuda merma la emprendeduría, frena el consumo y a la larga fomenta la desigualdad de renta, que ya está en máximos históricos. “Un estudiante con deuda y otro sin ganan lo mismo cuando salen de la universidad, pero cuando tienen 40 años el que no tenía deuda tiene más ingresos porque ha podido invertir en ganancias de capital, como en bolsa o casas”, sostiene William Elliott III, un profesor de la Universidad de Kansas que ha analizado en profundidad este fenómeno y que tilda de mero “vendaje en una herida” las nuevas medidas de Obama.

Elliott propone actuar en dos campos: a corto plazo, impulsar un plan de rescate nutrido por los 50.000 millones de dólares que ingresa anualmente el Gobierno con sus préstamos a estudiantes; y a largo, un nuevo programa que dé ayudas blindadas ya desde niños, especialmente a los de familias pobres, para acceder a la universidad. Hace unos días fracasó en el Senado una propuesta demócrata de refinanciar los intereses de 25 millones de licenciados estadounidenses a través de un impuesto a las grandes fortunas. Mientras, el agujero sigue creciendo...
Fuente: El País.

miércoles, 4 de junio de 2014

John K. Galbraith. “El emperador desnudo de Europa es la austeridad”. El economista sostiene que la Comisión debe dar “esperanza al proyecto europeo”

Uno de sus alumnos dijo una vez que el legado de su padre, el prestigioso economista John K. Galbraith, fue “la sospecha del pensador de que el emperador anda desnudo”. James K. Galbraith (Gary, EE UU, 1952), también pertenece a esa casta de críticos. Sorprende, sin embargo, cuando se le inquiere sobre quién es el emperador. La respuesta no es Merkel. Ni Rehn. Tampoco Draghi. “El emperador desnudo de Europa es la austeridad”, dice con rotundidad. Cuando se le pregunta si los políticos son, pues, los responsables de que el soberano no tenga vestimenta, vuelve a mover la cabeza de un lado al otro. “Se debería retroceder a Milton Friedman y Friedrich von Hayek”, sostiene con firmeza. “No suelo hacer a los políticos responsables de situaciones que ellos se han encontrado”, matiza.

Galbraith, profesor de la Escuela Lyndon B. Johnson y la Universidad de Texas, ha recalado en Barcelona invitado por Iniciativa per Catalunya para explicar una proposición para la Unión Europea que ha elaborado junto a los economistas Yanis Varoufakis y el exparlamentario británico Stuart Holland, quien en el momento de esta conversación trabaja con su portátil en otra mesa de la sala. “No tengo ninguna posición en las elecciones europeas, pero acudo y hablo cuando mis amigos me lo piden”, aclara. En ese documento, bautizado como “modesta propuesta”, los economistas piden a la Comisión Europea mecanismos para mutualizar la deuda y realizar gasto productivo, pero también para crear un fondo para la población más vulnerable del continente. “Debe dar estabilidad de ingresos y también esperanza para el futuro del proyecto europeo”.

La propuesta es “modesta”, dice, porque no requiere de reformas constitucionales. “Solo necesita un cambio de mentalidad”, asegura mientras da otro sorbo al café y pregunta por enésima vez si se puede bajar la música del salón. Y esa nueva forma de concebir la Unión Europea, dice, llegará tarde o temprano. “En cierto modo será inevitable cuando se produzca una dura negociación entre los países deudores y los acreedores”. Pese al pragmatismo, el profesor parte del diagnóstico de que las políticas adoptadas hasta ahora en la Unión Europea han fracasado. “Soy siempre pesimista con la esperanza de equivocarme”, asevera.

A Galbraith se le iluminan los ojos cuando se le plantea si, como en el caso de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo debería incluir entre sus objetivos la creación de empleo. Asiente: la institución norteamericana es menos dogmática. “Yo estaba en el comité de la Cámara de los Representantes y organicé las primeras audiencias regulares de política monetaria. Es un trabajo interesante para un veinteañero”, explica. Esa comisión se encargó de la modificación de la carta de la institución en 1977 para incorporar los objetivos de pleno empleo y estabilidad de precios dentro de su misión. “La redacción de ese pasaje en particular me toco a mí, eso salió de mi pequeña pluma, en la primera etapa de mi carrera. Es interesante cuando algunos de tus mayores logros son cosas que hiciste cuando tenías 20 años, hace 40”. Casi al final de la conversación, la música del salón por fin se detiene. “¿Ves? Es posible cambiar las cosas”, bromea. La paz solo dura un instante. Al cabo de cinco segundos la música vuelve a sonar.
Fuente: El País.

lunes, 5 de agosto de 2013

Deuda, austeridad y devastación. Llegó el turno de Europa

Susan George
Transnational Institute (TNI)
Traducido por Beatriz Martínez para Transnational Institute.

Al igual que la peste en el siglo XIV, el azote de la deuda ha ido migrando paulatinamente del Sur al Norte. La Yersinia pestis del siglo XXI no se propaga a través de las ratas infestadas de pulgas, sino del letal fundamentalismo neoliberal, infestado de ideología. Antes, sus adalides tenían nombres como Thatcher o Reagan; ahora suenan más bien a Merkel o Barroso. Pero el mensaje, la mentalidad y la medicina prescrita son básicamente los mismos. La devastación provocada por ambas plagas también es similar. Sin duda, se registran menos muertes relacionadas con la deuda en Europa hoy en día que en África hace tres décadas, pero seguramente se está causando un daño más permanente a lo que en su día fueron las prósperas economías europeas.

Los fieles –y más veteranos– lectores de la revista New Internationalist recordarán la temida expresión ‘ajuste estructural’. ‘Ajuste’ era el eufemismo para el paquete de recetas económicas impuestas por los ricos países acreedores del Norte a otros menos desarrollados en lo que entonces llamábamos ‘el Tercer Mundo’. Una gran parte de estos países había pedido prestado demasiado dinero para demasiados fines improductivos. A veces, los líderes se limitaban a ingresar los créditos en sus cuentas privadas (recordemos a Mobutu o Marcos) y endeudar aún más a sus países. Devolver los préstamos en pesos, reales, cedis u otras ‘monedas raras’ era inaceptable; los acreedores querían dólares, libras esterlinas y marcos alemanes.

Además, los líderes del Sur habían suscrito los préstamos a tipos de interés variable, que al principio eran bajos pero que subieron a niveles astronómicos a partir de 1981, cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos puso fin a la era del dinero barato. Cuando países como México amenazaron con no pagar la deuda, cundió el pánico entre los ministros de Economía de los países acreedores, los grandes banqueros y los burócratas internacionales, que se pasaron unos cuantos fines de semanas sin dormir, alimentándose con comida para llevar e improvisando planes de emergencia.

Plus ça change, plus c’est la même chose.* Pasadas unas décadas, aún se suceden las reuniones de crisis, esta vez en Bruselas y, pese a algunas variaciones, la respuesta es idéntica: solo consigues un rescate si te comprometes a seguir una serie de estrictas exigencias. En su día, estas se hacían eco del neoliberal ‘consenso de Washington’; ahora se denominan, más acertadamente, ‘paquetes de austeridad’, pero ambas requieren las mismas medidas. Firme aquí, por favor, con sangre.

Para el Sur, los contratos rezaban: ‘Limiten la producción de alimentos y dedíquense a cultivos comerciales rentables. Privaticen las empresas estatales y abran actividades lucrativas a las compañías transnacionales extranjeras, sobre todo en el sector de las materias primas y las industrias extractivas, la silvicultura y la pesca. Reduzcan drásticamente el crédito, y eliminen los subsidios y las prestaciones sociales. Presenten propuestas para el pago de la salud y la educación. Economicen y obtengan divisas fuertes a través del comercio. Su principal responsabilidad es para con los acreedores, no para con su pueblo’.

Ahora llegó el turno de Europa. A los países del sur de Europa y a Irlanda no se les deja de repetir: ‘Han estado viviendo por encima de sus posibilidades. Ahora les toca pagar’. Los Gobiernos aceptan órdenes dócilmente y sus ciudadanos y ciudadanas suelen asumir que deben pagar la deuda de inmediato porque la deuda de un Estado soberano es exactamente igual que la deuda de una familia. Pero no lo es; un Gobierno acumula deuda emitiendo bonos en los mercados financieros. Esos bonos son adquiridos fundamentalmente por inversores institucionales, como bancos, que reciben un pago anual de intereses: bajo cuando el riesgo de impago es bajo y alto cuando dicho riesgo también lo es. Es totalmente normal, deseable e incluso necesario que un país tenga una deuda que plantee cero problemas y que genere muchos beneficios si el dinero se invierte con prudencia y a largo plazo en actividades productivas como educación, salud, prestaciones sociales, infraestructuras sólidas y similares.

En efecto, cuanto mayor es el porcentaje de gasto público en el presupuesto de un Gobierno, más elevado es el nivel de vida y más empleos se crean, incluido en el sector privado. Esta norma se ha visto confirmada sin falta desde que se apuntó a la correlación entre la inversión pública y el bienestar nacional por primera vez, a fines del siglo XIX.

Lógicamente, el dinero prestado también se puede derrochar y gastar sin ton ni son, y los beneficios pueden repartirse injustamente. La gran diferencia entre el presupuesto de una familia y el de un Estado es que los Estados no desaparecen sin más, como una compañía en bancarrota. Las inversiones productivas y bien gestionadas que se financian con el dinero que toman prestado los Gobiernos deberían entenderse, en general, como algo bueno.

Los números mágicos
En 1992, los países europeos votaron ciegamente ‘sí’ al Tratado de Maastricht, que debido a la insistencia de Alemania incluía dos números mágicos: el 3 y el 60. Nunca dejes que tu déficit presupuestario supere el tres por ciento; nunca contraigas una deuda pública que supere el 60 por ciento de tu producto interior bruto ( PIB ).** ¿Por qué no el 2 o el 4 por ciento, o el 55 y el 65? Nadie lo sabe, salvo quizá algún vetusto burócrata que andaba por allí, pero estos números se han convertido en las Tablas de la Ley.

En 2010, dos famosos economistas anunciaron que, por encima del 90 por ciento del PIB , la deuda acarrearía problemas a un país y su PIB se contraería. Es algo que suena lógico porque el pago de los intereses se comería un porcentaje mayor del presupuesto. Sin embargo, en abril de 2013, un estudiante de doctorado norteamericano intentó replicar sus resultados y se encontró con que no podía. Usando las mismas cifras, obtenía un resultado positivo para el PIB, que aún seguiría aumentando en más de un dos por ciento al año. El tándem de economistas famosos –y ahora también avergonzados– tuvo que admitir que había sido víctima del Excel y que habían colocado mal una coma.

Incluso el Fondo Monetario Internacional ha confesado errores parecidos, esta vez sobre el tema de los recortes y las medidas de austeridad. Ahora sabemos –porque el Fondo ha sido lo bastante sincero como para explicárnoslo–, que los recortes perjudicarían al PIB dos o tres veces más de lo previsto en un principio. Europa debería tomárselo con calma, dice el FMI y no ‘conducir la economía pisando el freno’. El límite mágico del 60 por ciento del PIB en la deuda es ahora más sagrado que el límite del tres por ciento para el déficit; las políticas, sin embargo, siguen siendo las mismas, ya que los halcones neoliberales aprovechan cualquier atisbo de prueba dudosa que parezca promover su causa.

Nos enfrentamos a dos preguntas básicas. La primera sería por qué aumentó la deuda de los países europeos de forma tan pronunciada después de que estallara la crisis en 2007. En apenas cuatro años, entre 2006 y 2010, la deuda se disparó en más de un 75 por ciento en Gran Bretaña y Grecia, un 59 por ciento en España y una cifra récord del 276 por ciento en Irlanda, donde el Gobierno anunció que se haría responsable de todas las deudas de todos los bancos privados del país. El pueblo irlandés, por lo tanto, asumiría la falta de responsabilidad de los banqueros irlandeses. Gran Bretaña hizo lo mismo, aunque en menor medida. Los beneficios se privatizan y las pérdidas se socializan.

Así pues, los ciudadanos y las ciudadanas deben pagar por la austeridad, mientras que los banqueros y otros inversores que adquirieron los bonos del país o productos financieros tóxicos no aportan nada. Después de la crisis de 2007, el PIB de los países europeos cayó un promedio del cinco por ciento y los Gobiernos tuvieron que compensar. El incremento de los fracasos empresariales y el desempleo masivo significaban también más gastos para los Gobiernos justo en el momento en que estaban recaudando menos a través de los impuestos.

La nueva moralidad
El estancamiento económico sale caro. El aumento de los gastos y la bajada de los ingresos se traduce en una única respuesta: solicitar más préstamos. Rescatar a los bancos y asumir las consecuencias de la crisis que estos crearon son el principal motivo de la crisis de la deuda y, por lo tanto, de la dura austeridad que se impone hoy en día. La gente no estaba ‘viviendo por encima de sus posibilidades’, pero es evidente que el lema de la nueva moralidad es ‘castiguemos a los inocentes y recompensemos a los culpables’.

Esto no es una defensa de las políticas ineptas ni corruptas, como las que permitieron que se inflara la burbuja inmobiliaria en España o que la clase política griega contratara a un gran número de nuevos funcionarios después de cada elección. Los griegos tienen un presupuesto militar hinchado y se niegan, inexcusablemente, a gravar a los grandes magnates navieros y a la Iglesia, la mayor titular de propiedades del país. Pero si la bañera pierde agua y la pintura del salón se está cayendo, ¿qué haces? ¿Quemas toda la casa o arreglas las tuberías y vuelves a pintar?

Las consecuencias humanas de la austeridad son ineludibles y bien conocidas: los jubilados rebuscan en los contenedores de basura a mitad de mes esperando encontrar algo que llevarse a la boca; los y las jóvenes de talento y con formación de Italia, Portugal y España huyen de su país mientras la tasa de desempleo para su grupo de edad alcanza el 50 por ciento; a las familias se les impone una carga insoportable; la violencia contra las mujeres aumenta con el incremento de la pobreza y la angustia; los hospitales carecen de fármacos básicos y de personal; las escuelas y los servicios públicos se deterioran o desaparecen. A la naturaleza también se le pasa factura: no se invierte nada en revertir la crisis climática ni en poner fin a la destrucción del medio ambiente. Es demasiado caro. Como sucede con todo lo demás, ahora no nos lo podemos permitir.

Conocemos bien las repercusiones, el resultado de lo que la canciller alemana Angela Merkel denomina políticas de ‘austeridad expansionista’. Según esta teoría neoliberal, los mercados ‘se tranquilizarán’ con políticas estrictas y volverán a invertir en los países disciplinados. Pero esto no ha sucedido. Y por todo el sur de Europa están empezando a aparecer imágenes de Merkel decoradas con esvásticas.

Muchos alemanes piensan que están ayudando a Grecia y quieren dejar de hacerlo. En realidad, casi todo el dinero del rescate está siguiendo un circuito cerrado: las aportaciones de los Gobiernos de la UE realizadas a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad se han vuelto a canalizar a través del Banco Central y los bancos privados de Grecia hacia bancos británicos, alemanes y franceses que habían adquirido eurobonos griegos para obtener un rendimiento más alto. Sería más sencillo entregar el dinero de los contribuyentes europeos directamente a los bancos, si no fuera porque los contribuyentes podrían darse cuenta del truco. ¿Por qué montar un drama psicológico en torno al dos por ciento (Grecia) o al 0,4 por ciento (Chipre) de la economía europea? Un cínico podría contestar: ‘Muy sencillo. Para asegurar la reelección de la señora Merkel en septiembre’.

La segunda pregunta básica es por qué seguimos aplicando políticas que son perjudiciales y no funcionan. Esta catástrofe de creación propia puede verse desde dos puntos de vista. Economistas laureados y de renombre como Paul Krugman o Joseph Stiglitz opinan que los líderes europeos sufren de encefalograma plano, muestran una total ignorancia en materia de economía y están abocados a un innecesario suicidio económico. Otros analistas apuntan que los recortes se ajustan perfectamente a los deseos de entidades como la Mesa Redonda Europea de Industriales y BusinessEurope: recortar salarios y prestaciones, debilitar a los sindicatos, privatizar todo lo que se ponga a tiro, etcétera. A medida que han ido aumentando las desigualdades, a las elites no les ha ido nada mal. En estos momentos, hay más ‘particulares con un elevado patrimonio neto’ y con una fortuna colectiva mucho mayor que en el punto álgido de la crisis en 2008. Hace cinco años, se contabilizan en todo el mundo 8,6 millones de particulares de este tipo, con una liquidez conjunta valorada en 39 billones de dólares estadounidenses. Hoy en día, este grupo llega a los 11 millones de personas, con activos por valor de 42 billones de dólares. Las pequeñas empresas caen en tropel, pero las grandes compañías disponen de ingentes sumas de efectivo y están sacando el mayor partido posible de los paraísos fiscales. No ven ningún motivo para dejarlo ahí.

Esta crisis no está afectando a todo el mundo y los líderes europeos no son más necios que sus homólogos en otros países. Si que están, no obstante, totalmente sometidos a los deseos de las grandes finanzas y las grandes corporaciones. Sin duda, la ideología neoliberal desempeña un papel clave en su programa, pero sirve especialmente para emitir densas cortinas de humo y falsas explicaciones y justificaciones, con el fin de que las personas crean que ‘no hay alternativa’. No es cierto: los bancos se podrían haber socializado y transformado en servicios públicos, del mismo modo que cualquier otro organismo que funciona con dinero público. Se podrían haber cerrado los paraísos fiscales, aplicado impuestos a las transacciones financieras y adoptado muchas otras medidas. Pero estas propuestas, a ojos del neoliberalismo, son una herejía (aunque 11 países de la eurozona empezarán a gravar las transacciones financieras a partir de 2014).

Soy una ferviente europea y deseo que Europa prospere, pero esto no es Europa. En contra de nuestra voluntad, se nos ha arrastrado a una guerra de clases. La única respuesta que le queda a la ciudadanía está en el conocimiento y la unidad. Lo que ha impuesto el 1 por ciento puede ser revocado por el 99 por ciento. Pero más vale que nos demos prisa: el tiempo se está agotando.

* ‘Cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual.’
** La deuda pública es dinero que un Gobierno debe en forma de préstamos obtenidos en los mercados financieros más que mediante otras modalidades de empréstito. Fuente: http://www.tni.org/es/article/deuda-austeridad-y-devastacion

miércoles, 31 de julio de 2013

¿Qué entendemos por una auditoría ciudadana de la deuda?

No debemos, no pagamos

Carlos Arribas Ugarte, Manuela López Andújar, Antonia Molina Habas et al. Diario Información

Se dice que no hay dinero. Todas las políticas de recortes (especialmente las de sanidad, educación, salarios y pensiones) se justifican por la necesidad de controlar el déficit y pagar una deuda, en continuo crecimiento, que permita tranquilizar a los mercados. Sin embargo, esta justificación es sencillamente falsa.

Sabemos que lo que se está haciendo es pagar con dinero público deudas privadas, la estafa fallida de la burbuja inmobiliaria de los bancos y demás entidades financieras. Es el poder de estos agentes lo que domina la vida social y política. Las últimas pruebas del control de las finanzas y de los mercados sobre la vida pública son, por una parte, la entrega de más dinero con una disminución de la tasa de interés del 0,75 al 0,5% por parte del Banco Central Europeo a dichas entidades, una política que sólo sirve para cubrir sus pérdidas y facilitar que continúen acumulando y especulando. Por otra, el rechazo de la reforma de la injusta ley hipotecaria. Se trata en definitiva de un gran robo a la ciudadanía, un robo organizado por la banca, las entidades financieras y las multinacionales utilizando para ello la Administración central del Estado y las instituciones internacionales (Comisión Europea, Banco Central y Fondo Monetario Internacional). Frente a estas políticas, los gobiernos autonómicos y municipales, así como los patronales y los sindicatos mayoritarios o las han avalado o no han sido un freno.

La alternativa que propone la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda y el 15M es la paralización del pago de la deuda pública y el inicio de un proceso de control ciudadano de las cuentas públicas, independiente de las instituciones, que determine la parte que no ha de pagarse por considerarse ilegítima. Ésta es la única política responsable. El Ayuntamiento de Alicante, a diferencia del de Alcoi y Muro, se opuso a la aprobación de una moción, y voces diversas se alzaron en contra de su realización, poniéndose en entredicho el significado de la auditoría ciudadana.

La auditoría es un instrumento de control ciudadano que permite entender el origen de la deuda pública. Su importancia radica tanto en conseguir una salida de la crisis a favor de la gente trabajadora como en el proceso democrático y de empoderamiento de la ciudadanía en el que se basa. La auditoria se centra en la identificación de la deuda ilegítima. Numerosas deudas son ilegítimas porque han sido contraídas violando el derecho y/o porque no han beneficiado a la población. Aquí incluimos, por ejemplo, las deudas resultantes de una política fiscal regresiva o el rescate financiero de bancos y grandes empresas con fondos públicos.

Algunos partidos se han mostrado a favor de la auditoria pero su planteamiento resulta pobre. Pobre en tres sentidos: en el concepto mismo de deuda ilegítima que utilizan, en el tipo de proceso que proponen, de donde se excluye a la ciudadanía como el agente principal, y en la falta de un pronunciamiento allí donde gobiernan que muestre la rebeldía necesaria contra el gobierno central y contra las instituciones europeas para declarar la moratoria del pago. Por otra parte, las instituciones no pueden llevar a cabo este proceso, pues históricamente, junto a los agentes sociales a ellas vinculados, siempre se han opuesto a cualquier cambio social significativo, solo logrado mediante la movilización ciudadana.

Además, el alto nivel de clientelismo y corrupción oculta, invalida la participación en un primer nivel de análisis y decisión de la auditoría, de aquellas instituciones o agentes sociales cuya vida o supervivencia dependa de la Administración y de las entidades financieras. Tampoco la simple reactivación de los órganos de participación ciudadana existentes y ninguneados por las administraciones sería una medida eficaz.

Por ello, y por el grado de deliberación colectiva y de desobediencia imprescindible para llevarla a cabo, la auditoría tiene que ser realizada de forma directa por técnicos y por una ciudadanía que sean independientes de las instituciones. Agentes principales serían el tejido asociativo y aquellos movimientos sociales activamente implicados en la lucha contra las políticas de austeridad y de contrarreforma laboral, las mareas, colectivos de gente trabajadora, consumidores, usuarios, así como otros colectivos habitualmente excluidos de los procesos de decisión.

Existen procedimientos de deliberación y decisión ciudadana diseñados para facilitar la participación real del conjunto de la ciudadanía activa, como los procesos de participación popular aplicados en Elx 2008, el 15M o Porto Alegre, que podrían servir para desarrollar la auditoría.

En el proceso de auditoría ciudadana el análisis de la deuda del Estado es el tema central, pues las políticas de austeridad y de privatizaciones que tienen lugar en otros ámbitos territoriales dependen de las políticas aplicadas por la Administración central. Paralelamente, se deben realizar auditorías sectoriales (sanidad, educación, medio ambiente, de género, compañías eléctricas) y en los niveles autonómico y local.

Estos procesos requieren trabajar en colaboración con el resto de movimientos para unir recursos y esfuerzos. Cada movimiento ciudadano, cada lucha sectorial, cada comité de trabajadores, cada sección sindical, cada asamblea local, constituye una fuente de información sobre los procesos de endeudamiento, de recortes y de privatización de las diferentes instituciones públicas. Además, entendemos que las propuestas de auditoría de la deuda pública que presentan diferentes partidos políticos en las instituciones, en caso de llevarse a cabo, deben sacar a la luz información habitualmente oculta y permitir su acceso a la población para facilitar el proceso de auditoría ciudadana.

La Auditoría ciudadana constituye un eje central para caminar hacia un nuevo modelo social y económico, para unificar las luchas contra el paro, los recortes y las privatizaciones, para evitar la extensión de actitudes populistas. En definitiva para recobrar el control sobre nuestras vidas.

Carlos Arribas Ugarte, Manuela López Andújar, Antonia Molina Habas, Llanos Frías López, Fernando Patón Villarroya y Manuel Girón en representación de la Plataforma Auditoria Ciutadana del Deute del País Valencià (Alacant)
Fuente: http://www.diarioinformacion.com/op...

lunes, 29 de julio de 2013

El estado español regala 36.000 millones de € a los bancos. Mientras el paro alcanza cotas inadmisibles, tanto general como juvenil. ¿No es esto un crimen, una estafa, un robo? y mientras los directivos de banca españoles ganan los sueldos mayores del mundo. ¿Hasta cuando? Esto no es una democracia, el gobierno no hace lo que quiere el pueblo que iría a rebajar el paro y encarcelaría a los estafadores,...

Agencias

El estatal Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) admitió este viernes que los bancos y cajas que recibieron dinero público no devolverán las millonarias ayudas , una cifra que en total supera los recortes presupuestarios en sanidad y educación impuestos por el Gobierno de Mariano Rajoy.

En el mes de octubre del año pasado el presidente Mariano Rajoy anunció un préstamo del Estado a bancos quebrados. En aquel entonces se habló de la cantidad de 40.000 millones de euros. Rajoy aseguró en el Parlamento que el Estado nunca renunciaría a este dinero y que los bancos y cajas tendrían que devolverlo ‘de todas todas’. Nueve meses después el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria ha hecho públicas sus cuentas y asume que, de los 52.000 millones de euros que finalmente dieron a las entidades financieras, 36.000 los da ‘por perdidos’, es decir, que no los recuperará.

Con esta decisión, los bancos ya no están obligados a devolver el dinero al Estado. De esta manera, el Gobierno ha regalado a estas entitadades una cantidad que supera la de los recortes en educación y sanidad.

Los bancos y cajas que han visto como se eliminaba su deuda en nueve meses son Bankia, Novagalicia (NCG), CatalunyaCaixa, Banc de València, Caja España Ceiss y BMN.

El Mayor rescate de la historia, en El País.

viernes, 12 de julio de 2013

Por qué la deuda pública no debería pagarse

Vicenç Navarro. El Plural.com

No hay plena conciencia a nivel popular de l as causas de los recortes públicos, y ello como consecuencia de la timidez de los medios de mayor difusión a la hora de enfrentarse a la banca, a la cual deben gran cantidad de dinero. En el caso de que ustedes crean que estoy exagerando, les ruego que consideren los siguientes datos. Pero antes permítanme que explique que el argumento que se utiliza para recortar el gasto público es que el Estado (tanto central como autonómico) debe dinero a aquellas instituciones financieras que se lo han prestado.

La primera pregunta es ¿Por qué el Estado tiene que prestar dinero cuando en realidad podría imprimirlo y crearlo? Hay suficiente papel en el país para imprimir tanto dinero como el Estado necesite. Esto es lo que ocurre en los países que tienen su propio Banco Central. Pero España no tiene un Banco Central. Lo que se llama Banco Central Europeo (BCE) no es un Banco Central, en realidad es un lobby de la banca como he indicado varias ocasiones. Lo que hace el BCE es imprimir dinero y se lo presta a intereses muy bajos (menos de un 1%) a la banca privada, en teoría para facilitar el crédito. Pero el crédito no existe ni se le espera. La banca privada tiene otras inversiones mucho más jugosas que le generan mucho más dinero, como es comprar bonos públicos del Estado español, que tienen unos intereses muy altos, del 5 al 6 y al 7%. Es el negocio del siglo. Y el Estado que necesita dinero queda endeudado hasta la médula. Como reflejaba el presupuesto para este año, el Estado español tiene que pagar en intereses nada menos que 38.590 millones de euros, que es el equivalente al 3,86% del PIB, una cantidad mayor que la de los recortes de gasto público en los servicios públicos del estado del bienestar (como sanidad y educación) que están haciendo tanto daño.

Pero la cosa es incluso peor. Las instituciones financieras poseen bonos públicos (que generan los intereses) y estos bonos tienen un periodo de expiración que el Estado tiene que pagar cuando termina el plazo. Pues bien, cuando se suman estas cifras (la de los bonos que expiran este año) a las anteriores, resulta que el Estado tiene que pagar este año un total equivalente a nada menos que un 19% del PIB. Esta es la cantidad que el estado tiene que pagar este año a las instituciones financieras (calculado por Eduardo Garzón en su blog).

¿Y quiénes son estas entidades? Pues la banca española es la que tiene el 38,74% de la deuda pública y la extranjera (en la que domina la alemana) tiene el 37,29%. Y a ellos va el dinero que se consigue a base de recortes. ¿Lo entienden? Naturalmente, la gente se enojaría si supiera esto. Y de ahí la creación de todo un aparato mediático para que la gente no se entere y acepte el argumento de que hay que recortar su sanidad, sus pensiones y una larga lista de transferencias y servicios públicos para que disminuyan el déficit y la deuda pública y así se dé confianza a los mercados financieros (es decir, a la banca) para que estos mercados les presten dinero al estado de nuevo. Hay toda una serie de instrumentos que promueven esta visión de la realidad, desde los mayores medios de desinformación a centros de estudios económicos como Fedea, financiada por la banca, la misma banca que aparece en los asuntos comerciales como la gran cuidadora del bienestar de la ciudadanía.

La ciudadanía comienza ya a ver que todo es una farsa, que se reproduce con la complicidad de la clase política gobernante y los medios. En realidad, es un problema de fácil solución, que consiste en que el Estado no tenga que pedir prestado a la banca privada, creando su propio Banco Central. De hecho, si España hubiera tenido su propio Banco Central, la deuda pública española sería en lugar del 84% del PIB, el 30%. ¿Se dan cuenta?

lunes, 3 de junio de 2013

Serie: «Bancos contra pueblos: los entresijos de una partida amañada» (1a parte)

2007-2012: 6 años en que los bancos se tambalearon
17 de diciembre por Eric Toussaint
Desde 2007-2008, los grandes bancos centrales (BCE, Banco de Inglaterra, Fed en los Estados Unidos, Banco de Suiza) dan prioridad absoluta a intentar evitar el hundimiento del sistema bancario privado. Contrariamente al discurso dominante, el riesgo principal que amenaza a los bancos no es la suspensión de pagos de la deuda soberana |1| por parte de los Estados. Ninguna de las quiebras bancarias desde 2007 ha sido provocada por tal falta de pago. Ninguno de los rescates bancarios organizados por los Estados fue necesario debido a una suspensión de pago de parte de un Estado sobreendeudado.
Lo que amenaza a los bancos desde 2007 es la cantidad de deudas privadas que los bancos han acumulado progresivamente a partir de las grandes desregulaciones que comenzaron a finales de los años 70 y que concluyeron en el transcurso de los años 90. Los balances de los bancos privados están cargados de activos |2| dudosos: estos comprenden desde activos tóxicos que son verdaderas bombas de relojería, a activos no líquidos (es decir que no pueden ser vendidos o traspasados en los mercados financieros), pasando por los activos cuyo valor está completamente sobrevalorado en los balances bancarios. Las ventas y las depreciaciones de activos que los bancos han registrado hasta el momento en sus cuentas para reducir el peso de estos activos tóxicos no bastan. Un número significativo de ellos dependen de la financiación a corto plazo (proporcionada o garantizada por los poderes públicos con el dinero de los contribuyentes) para mantenerse a flote |3| y para hacer frente a las deudas en sí mismas a corto plazo. Esto ha puesto al banco franco-belga Dexia, en realidad un hedge fund de grandes dimensiones, tres veces al borde de la quiebra en 4 años: octubre 2008, octubre 2011 |4| y octubre 2012 |5| .
En el transcurso del episodio más reciente, a inicios de noviembre del 2012, los Estados francés y belga han aportado una ayuda de 5.500 millones de euros (de los cuales 53 % a cargo de Bélgica) para recapitalizar Dexia SA, institución financiera moribunda, cuyos fondos propios se han desvanecido. Según el diario belga Le Soir: «Los recursos propios de matriz de Dexia han pasado de 19.200 millones a 2.700 millones de euros entre finales de 2010 y finales de 2011. Y a nivel del grupo, los fondos propios totales se han vuelto negativos (-2.300 millones de euros a 30 de junio de 2012)» |6| . A finales del 2011 sus deudas exigibles de forma inmediata se elevaban a 413.000 millones de euros, y los importes debidos por contratos de derivados a 461.000 millones de euros. La suma de estos dos importes representaba ¡más de 2,5 veces el PIB de Bélgica! A pesar de ello, los dirigentes de Dexia, el viceprimer ministro belga Didier Reynders y los medios de comunicación dominantes pretendían aún hacernos creer que el problema de Dexia SA había sido provocado en gran medida por la crisis de deuda soberana en el sur de la zona euro. La realidad era que la posición acreedora de Dexia SA con Grecia no superaba los 2.000 millones de euros en octubre de 2011, es decir unas 200 veces menos que las deudas a pagar de forma inmediata en ese momento. En octubre de 2012, la acción Dexia valía unos 0,18 euros, unas 100 veces menos que en septiembre del 2008. A pesar de ello, los Estados francés y belga han decidido una vez más resucitar esta sociedad quebrada haciendo aumentar de golpe la deuda pública de su país. En España, la casi quiebra de Bankia también ha sido causada por prácticas financieras dudosas, y no por riesgo de impago por parte de un Estado. Desde el 2008 el mismo escenario se ha repetido una treintena de veces en Europa y Estados Unidos: cada vez más los poderes públicos se han puesto (y continúan haciéndolo) al servicio de los bancos privados financiando sus rescates con fondos públicos.

Vuelta al inicio de la crisis en 2007
La suma gigantesca de deudas privadas comenzó a derrumbarse con el estallido de la burbuja especulativa en el sector inmobiliario de Estados Unidos (seguido de situaciones parecidas en Irlanda, el Reino Unido, España,…). La burbuja inmobiliaria estalló en los Estados Unidos cuando los precios de las viviendas construidas en cantidades exageradas empezaron a caer al no encontrarse compradores para estas viviendas.

Las explicaciones simplistas o directamente falsas de la crisis que estalló en los Estados Unidos en 2007, con un enorme efecto de contagio hacia Europa occidental principalmente, han prevalecido en las interpretaciones dadas por los medios de comunicación dominantes. Regularmente en 2007 y durante buena parte de 2008, se explicó a la opinión pública que la crisis se inició en los Estados Unidos porque los pobres se habían endeudado demasiado para adquirir casas que después no podrían pagar. El comportamiento irracional de los pobres fue señalado con el dedo como el origen de la crisis. A partir de fines de septiembre del 2008, después de la quiebra de Lehman Brothers, el discurso dominante cambió y comenzó a señalar a las ovejas negras que, en el seno del mundo de las finanzas, habían pervertido el funcionamiento virtuoso del capitalismo. Pero, ni mucho menos las mentiras o las manipulaciones dejaron de circular. Se pasó de los pobres, responsables de la crisis, a las manzanas podridas presentes en la clase capitalista: Bernard Madoff, que había montado una estafa de 50.000 millones de dólares o Richard Fuld, el jefe de Lehman Brother.

Los inicios de la crisis se remontan al 2006, en el que el precio de las viviendas se derrumbó en los Estados Unidos debido al exceso en la construcción, que fue provocado a su vez por la burbuja especulativa que al inflar el precio de los inmuebles había conducido al sector inmobiliario a aumentar exageradamente su actividad en comparación con la demanda solvente. Fue esta caída del precio de los bienes inmuebles la que condujo al aumento del número de familias incapaces de pagar sus mensualidades de créditos hipotecarios subprimes. De hecho en los Estados Unidos las familias tienen la posibilidad y la costumbre de, cuando los precios de los bienes inmuebles están a la alza, refinanciar su préstamo hipotecario al cabo de 2 o 3 años a fin de obtener condiciones más favorables (esto sucedió aun cuando en el sector de los préstamos subprimes la tasa de los 2 o 3 primeros años era baja y fija, alrededor del 3%, antes de subir vertiginosamente y de volverse variable al 3° o 4° año). Visto que los precios de los bienes inmuebles comenzaron a bajar desde 2006, las familias que habían recurrido a los préstamos subprimes ya no estuvieron en medida de refinanciar favorablemente su crédito hipotecario, los impagos comenzaron a multiplicarse desde inicios de 2007, lo que provocó la quiebra de 84 sociedades de crédito hipotecario en los Estados Unidos entre enero y agosto de 2007.

Como ocurre a menudo, la crisis se explicó de manera simplista con el estallido de una burbuja especulativa, pero la causa real hay que buscarla a la vez en el sector de la producción y en la especulación. Por supuesto, el hecho de que una burbuja especulativa haya sido creada y terminara por estallar no hace sino que multiplicar los efectos de la crisis que se inició en la producción. Todo el sistema de los préstamos subprimes y los productos estructurados creados desde mediados de los años 90 se vino abajo, lo que tuvo terribles repercusiones sobre la producción en diferentes sectores de la economía real. Acto seguido, las políticas de austeridad amplificaron el fenómeno desembocando en el periodo recesivo-depresivo prolongado en el cual la economía de los países más industrializados se encuentra estancada.

El impacto de la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos y de la crisis bancaria que la remplazó tuvo un enorme efecto de contagio internacional ya que numerosos bancos europeos habían invertido masivamente en los productos estructurados y derivados estadounidenses. Desde los años 90, el crecimiento en los Estados Unidos y en varias economías europeas estuvo sostenido por una hipertrofia del sector financiero privado y por un aumento incomparable de las deudas privadas: deudas de las familias |7| , deudas de las empresas financieras y no financieras. En cambio, las deudas públicas tuvieron tendencia a bajar entre la segunda mitad de los años 1990 y los años 2007-2008.

Hipertrofia pues del sector financiero privado. El volumen de los activos de los bancos privados europeos en relación al producto interior bruto se infló de manera extraordinaria a partir de los años 90 para alcanzar en 2011 |8| 3,5 veces el PIB de los 27 países miembros de la Unión Europea. En Irlanda, en 2011, los activos de los bancos representaban 8 veces el producto interior bruto del país.

Las deudas de los bancos privados |9| de la zona euro representan igualmente 3,5 veces el PIB de la zona. Las deudas del sector financiero británico alcanzan cifras récord en proporción al PIB: 11 veces superiores, mientras que la deuda pública representa alrededor del 80% del PIB.

La deuda bruta de los Estados de la zona euro representaba 86% del PIB de los 17 países miembros en 2011 |10| . La deuda pública griega representaba 162% del PIB griego en 2011 mientras que las deudas de su sector financiero representan 311% del PIB, es decir el doble. La deuda pública española alcanzaba 62% del PIB en 2011 mientras que las deudas del sector financiero alcanzaban 203%, es decir el triple de la deuda pública.

Un poco de historia: el establecimiento de una regulación financiera estricta como consecuencia de la crisis de los años 1930
El crack de Wall Street en octubre de 1929, la enorme crisis bancaria de 1933 y el periodo prolongado de crisis económica en los Estados Unidos y en Europa de los años 1930 condujeron al presidente Franklin Roosevelt, y más tarde a Europa, a regular fuertemente el sector financiero a fin de evitar la repetición de graves crisis bursátiles y bancarias. Consecuencia: en el transcurso de los treinta años que siguieron la segunda guerra mundial el número de crisis bancarias ha sido mínima. Es lo que muestran dos economistas neoliberales norteamericanos, Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, en un libro publicado en 2009 y titulado Esta vez es distinto: Ocho siglos de necedad financiera. Kenneth Rogoff fue economista jefe del FMI y Carmen Reinhart, profesora de universidad, es consejera del FMI y del Banco Mundial. Según estos dos economistas, que son de todo salvo favorables a una puesta en tela de juicio del capitalismo, la cantidad muy reducida de crisis bancarias se explica principalmente «por la represión de los mercados financieros internos (en diversos grados), y luego por un recurso masivo a los controles de capitales durante muchos años después de la segunda guerra mundial» |11|.

Una de las medidas duras adoptadas por Roosevelt y los gobiernos de Europa (en particular bajo la presión de las movilizaciones populares en Europa después de la Liberación) consistió en limitar y regular estrictamente el uso que los bancos podían hacer del dinero del público. Este principio de protección de los depósitos dio lugar a la separación entre bancos de depósitos y bancos de inversión cuya ley americana, llamada Glass Steagall Act, constituyó la forma más conocida, aunque fue igualmente aplicada con ciertas variantes en los países europeos.

Con esta separación, sólo los bancos comerciales podían recibir los depósitos del público, que gozaban de una garantía del Estado. Paralelamente a esto, su campo de actividades fue reducido a los préstamos a particulares y a empresas, excluyendo la emisión de títulos, de acciones y de cualquier otro tipo de instrumento financiero. Los bancos de inversión debían, por su parte, captar sus recursos en los mercados financieros a fin de poder emitir títulos, acciones y cualquier otro instrumento financiero.

La desregulación financiera y el giro neoliberal
El giro neoliberal de finales de los años 70 puso en tela de juicio estas regulaciones. Al cabo de una veintena de años, la desregulación bancaria y financiera había sido consumada en términos generales. Como señalan Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, las crisis bancarias y bursátiles se han multiplicado a partir de los años 80, tomando formas cada vez más agudas.

En el modelo tradicional heredado del periodo prolongado de regulación, los bancos evalúan y corren el riesgo, es decir, ellos analizan las solicitudes de crédito, deciden o no si satisfacerlas, y, una vez los préstamos son concedidos, los mantienen en su balance hasta su vencimiento (se habla aquí del modelo originate and hold, «conceder y mantener»).

Aprovechando el profundo movimiento de desregulación que ellos mismos provocaron, los bancos abandonaron el modelo «conceder y mantener» para aumentar el rendimiento respecto a sus fondos propios. Para ello, los bancos inventaron nuevos procedimientos, en particular la titulización, que consiste en transformar los créditos bancarios en títulos financieros. El objetivo perseguido era simple: quitar de sus cuentas los créditos y riesgos correspondientes. Transformaron estos créditos en títulos bajo la forma de productos financieros estructurados, que vendieron a otros bancos e instituciones financieras privadas. Se habla aquí de un nuevo modelo bancario llamado originate to distribute, «conceder para traspasar», llamado igualmente originate repackage and sell, «conceder, empaquetar y vender». Para el banco, la ventaja es doble: disminuye su riesgo al sacar del activo de su balance los créditos que ha concedido y dispone además de medios suplementarios para especular.

La desregulación permitió al sector financiero privado y en particular a los bancos abusar de la llamada estrategia del apalancamiento. Xavier Dupret describe claramente el fenómeno: «El mundo bancario se ha endeudado mucho, estos últimos años, por medio de lo que se llama el efecto apalancamiento. El efecto apalancamiento consiste en recurrir al endeudamiento para aumentar la rentabilidad de los recursos propios. Y para que éste funcione, es necesario que la tasa de rentabilidad del proyecto seleccionado sea superior al tipo de interés a abonar por la suma tomada en préstamo. El apalancamiento se ha vuelto cada vez más importante con el tiempo, lo que evidentemente no deja de plantear problemas. Así, en la primavera de 2008, los bancos de inversión de Wall Street tenían un apalancamiento que oscilaba entre 25 y 45 (por un dólar de fondos propios habían tomado prestado entre 25 y 45 dólares). Por ejemplo, Merrill Lynch tenía un apalancamiento de 40 veces sus recursos propios. Esta situación era obviamente explosiva ya que una institución que tiene un ratio de apalancamiento de 40 a 1 ve desaparecer sus fondos propios con una bajada del 2,5% (es decir 1/40) del valor de los activos adquiridos.» |12|

Gracias a la desregulación los bancos han podido desarrollar actividades que implican volúmenes gigantescos de financiación (y por lo tanto de deudas) sin asumirlos en sus balances contables. El endeudamiento fuera de balance llegó a tal punto que en 2011 el volumen de las actividades en cuestión sobrepasaba 67 billones de dólares (67,000,000,000,000$, lo que equivale aproximadamente a la suma de los PIB de todos los países del planeta): este es el llamado sector bancario en la sombra, el shadow banking |13| Cuando la actividad fuera de balance desemboca en pérdidas masivas, ello repercute tarde o temprano en la salud de los bancos que la han iniciado. Son los grandes bancos los que dominan de muy lejos esta actividad oculta. La amenaza de la quiebra conduce a los Estados a prestarles auxilio, en particular recapitalizándolos. Mientras que los balances oficiales de los bancos registraron una reducción de volumen desde el inicio de la crisis en 2007-2008, el volumen fuera de balance, el shadow banking, no siguió la misma evolución. Después de haber disminuido entre 2008 y 2010 volvió en 2011-2012 al nivel de 2006-2007, lo que constituye un síntoma claro de la peligrosidad de la situación de las finanzas privadas mundiales. En consecuencia, el alcance de la acción de las instituciones públicas nacionales e internacionales, que están a cargo, usando su vocabulario, de conducir las finanzas a comportamientos más responsables, es muy limitado. Los reguladores no tienen siquiera los medios para conocer las actividades reales de los bancos que se supone deben controlar.

El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), el órgano erigido por el foro del G20 a cargo de la estabilidad financiera mundial, ha revelado las cifras de 2011. «El tamaño del ‘shadow banking’, que escapa a toda regulación, es de 67 billones de dólares según su informe que incluye a 25 países (90% de los activos financieros mundiales). Se trata de 5 a 6 billones más que en 2010. Este sector ‘paralelo’ representa él solo la mitad del tamaño de los activos totales de los bancos. En relación al Producto Interior Bruto del país, la banca oculta prospera en Hong-Kong (520%), en los Países Bajos (490%), en el Reino Unido (370%), en Singapur (260%) y en Suiza (210%). Pero, en términos absolutos, los Estados Unidos permanecen en primera posición puesto que allí este sector paralelo representa 23 billones de activos en 2011, seguido por la zona euro (22 billones) y el Reino Unido (9 billones).» |14|

Una gran parte de las transacciones financieras escapa totalmente al control oficial. Como se ha dicho anteriormente, el volumen de la actividad bancaria oculta representa ¡la mitad del volumen de los activos totales de los bancos! También hay que medir el mercado “over the counter” (OTC) – es decir sin control por parte de las autoridades de los mercados – de los productos financieros derivados. El volumen de los productos derivados ha crecido de manera exponencial entre los años 1990 y los años 2007-2008. Si bien ha declinado un poco a inicios de la crisis, el valor hipotético de los contratos de derivados en el mercado OTC alcanzó en 2011 la astronómica suma de 650 billones de dólares (650,000,000,000,000 $), es decir unas 10 veces el PIB mundial. El volumen del 2° semestre de 2007 es superado y el del primer semestre de 2008 está a la vista… Los swaps sobre tipos de interés representan 74% del total mientras que los derivados en el mercado de divisas representan 8%, los Credit default swaps (CDS) 5%, los derivados sobre las acciones 1%, distribuyéndose el resto en una multitud de productos.

Desde 2008, los rescates bancarios no han desembocado en comportamientos más responsables
La crisis financiera de 2007 ha visto a los bancos, a pesar de ser culpables de maniobras reprobables y haber asumido riesgos inimaginables, ser favorecidos de inyecciones masivas de fondos a través de numerosos y costosos planes de rescate. En un estudio muy documentado |15|, dos investigadores se han propuesto verificar «si las operaciones de rescates públicos fueron seguidas de una mayor reducción de riesgos en los nuevos préstamos concedidos por los bancos ayudados en relación a los que no lo han sido». Para hacer esto, los autores analizaron el balance y los préstamos sindicados (se trata de los créditos concedidos a una empresa por varios bancos) otorgados por 87 grandes bancos comerciales internacionales. Los autores han revelado que «los bancos que recibieron ayuda siguieron firmando préstamos sindicados riesgosos» observando que « los préstamos sindicados de los bancos que recibieron una ayuda para salir a flote luego, eran más arriesgados antes de la crisis, que los de las instituciones que no recibieron ayuda». Lejos de constituir un remedio y una protección eficaz contra los extravíos de los bancos, los planes de rescate de los Estados han constituido, por contra, un potente incitador para proseguir e incluso intensificar sus prácticas culpables. En efecto, «la perspectiva de un apoyo del Estado puede acarrear una riesgo moral (moral hazard) y conducir a los bancos a tomar mayores riesgos» |16|.

En suma, una grave crisis de deudas privadas provocada por las maniobras irresponsables de los grandes bancos ha empujado enseguida a los dirigentes estadounidenses y europeos a ir en su ayuda usando fondos públicos. La música lancinante de la crisis de las deudas soberanas pudo ser entonces entonada para imponer sacrificios brutales a los pueblos. La desregulación financiera de los años 90 ha sido el humus fértil para esta crisis con consecuencias sociales dramáticas. Mientras no pongan en jaque mate a las finanzas internacionales, los pueblos estarán en sus manos. Este combate debe intensificarse lo antes posible.
Traducido por Inés Hidalgo, Sergi Cutillas y Itziar Gimenez. Revisión final por Stéphanie Jacquemont.

Parte 2
Notas
|1| La deuda soberana es la deuda de un Estado y de los organismos públicos que dependen de él.
|2| En general, el término «activo» hace referencia a un bien que posee un valor realizable, o que puede generar ingresos. En el caso contrario, se habla de «pasivo», es decir la parte del balance compuesto de recursos de los que dispone una empresa (capitales propios aportados por los socios, provisiones por riesgos y cargas, deudas). Véase: http://www.banque-info.com/lexique-...
|3| Numerosos bancos dependen de un financiamiento a corto plazo ya que encuentran enormes dificultades para pedir préstamos en el sector privado a un costo sostenible (es decir el más bajo posible) en particular, bajo la forma de emisión de títulos de deuda. Como lo veremos más adelante, la decisión del BCE de prestar un poco más de 1 billón de euros (1,000,000,000,000 €) a una tasa de interés del 1% por un periodo de 3 años a más de 800 bancos europeos constituyó una tabla de salvación para un gran número de ellos. Luego, gracias a estos préstamos del BCE, los más sólidos de entre ellos, tuvieron nuevamente la posibilidad de emitir títulos de deuda para financiarse. Ello no habría sido el caso si el BCE no hubiera actuado de prestamista en última instancia y esto por 3 años.
|4| Sobre el episodio de octubre de 2011, véase Eric Toussaint, Crash de Dexia, “¿Ya está en camino un efecto dominó en la UE?”, 7 de octubre de 2011, http://cadtm.org/Ya-esta-en-camino-un-efecto-domino
|5| Sobre el episodio de octubre de 2012 que desembocó en un nuevo salvataje bajo la forma de una recapitalización, véase Eric Toussaint, «Fallait-il à nouveau injecter de l’argent dans Dexia ?», Le Soir, 2 de noviembre de 2012, http://cadtm.org/Fallait-il-a-nouveau-injecter-de-l; véase igualmente: CADTM, «Pour sortir du piège des recapitalisations à répétition, le CADTM demande l’annulation des garanties de l’Etat belge aux créanciers du groupe Dexia», 31 de octubre de 2012, http://cadtm.org/Pour-sortir-du-piege-des; CADTM, «Pourquoi le CADTM introduit avec ATTAC un recours en annulation de l’arrêté royal octroyant une garantie de 54 milliards d’euros (avec en sus les intérêts et accessoires) à Dexia SA et Dexia Crédit Local SA», 22 de diciembre de 2011, http://cadtm.org/Pourquoi-le-CADTM-introduit-avec
|6| Pierre-Henri Thomas, Bernard Demonty, Le Soir, 31 de octubre de 2012, pág. 19, http://archives.lesoir.be/dexia-sera-recapitalise-pour-le-7-novembre-en_t-20121031-025GAM.html?firstHit=40&by=20&when=-1&sort=datedesc&pos=43&all=1309626&nav=1
|7| Las deudas de las familias incluyen las deudas que los estudiantes americanos han contraído para sufragar sus estudios. Las deudas de los estudiantes en los Estados Unidos alcanzan el importe colosal de 1 billón de dólares (1,000,000,000 $), es decir más que el total de las deudas externas públicas de América Latina (460 mil millones de dólares), del África (263 mil millones) y del Asia del Sur (205 mil millones). Véase para el importe de las deudas de estos «continentes»: Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 7, pág. 9. Se puede descargar de: http://cadtm.org/Les-Chiffres-de-la-dette-2012
|8| Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 30, p. 23. Este cuadro se basa en los datos de la Federación Europea del Sector Bancario, http://www.ebf-fbe.eu/index.php?page=statistics. Véase igualmente Martin Wolf, «Liikanen is at least a step forward for EU banks», Financial Times, 5 de octubre de 2012, pág. 9.
|9| Las deudas de los bancos no deben confundirse con sus activos, forman parte de su «pasivo». Véase más arriba la nota de pie de página sobre «Activo» y «Pasivo» de los bancos.
|10| Véase Damien Millet, Daniel Munevar, Eric Toussaint, Les Chiffres de la dette 2012, cuadro 24, pág. 18. Este cuadro utiliza la base de datos de investigación de Morgan Stanley, así como http://www.ecb.int/stats/money/aggregates/bsheets/html/outstanding_amounts_index.en.html y
http://www.bankofgreece.gr/Pages/en/Statistics/monetary/nxi.aspx
|11| Carmen M. Reinhart, Kenneth S. Rogoff, Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, Fondo de Cultura Económica de España, S. L., 2011
|12| Xavier Dupret, «Et si nous laissions les banques faire faillite ?», 22 de agosto de 2012, http://www.gresea.be/spip.php?article1048
|13| Véase Daniel Munevar, “El Sistema Bancario en las Sombras: Cuales son los riesgos?”, 23 de febrero de 2012, http://cadtm.org/El-Sistema-Bancario-en-las-Sombras Vease también: Tracy Alloway, “Traditional lenders shiver as shadow banking grows”, Financial Times, 28 de diciembre de 2011.
|14| Véase Richard Hiault, «Le monde bancaire «parallèle» pèse 67.000 milliards de dollars», Les Echos, 18 de noviembre de 2012, http://www.lesechos.fr/entreprises-secteurs/finance-marches/actu/0202393973644-le-monde-bancaire-parallele-pese-67-000-milliards-de-dollars-511912.php
|15| Michel Brei y Blaise Gadanecz, “Have bailouts made banks’loan book safer ?”, Bis Quaterly Review, september 2012, pp. 61-72. Las citaciones de este párrafo provienen de este artículo.
|16| Ibid
Eric Toussaint, Universidad de Lieja, es presidente del CADTM Bélgica (Comité por la anulación de la deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org) y miembro del Consejo Científico de ATTAC France. Ha escrito junto con Damien Millet, AAA. Audit Annulation Autre politique, Seuil, Paris, 2012.
El autor agradece a Patrick Saurin, Daniel Munevar, Damien Millet y Virginie de Romanet por la ayuda que le han brindado en la elaboración de este artículo.

viernes, 22 de febrero de 2013

El gran engaño.

Juan Torres – Consejo Científico de ATTAC España

La deuda pública europea comienza a ser gigantesca: 10,9 billones de euros en la Unión y 8,5 billones en la eurozona, al acabar el tercer trimestre del pasado año. Para hacerle frente se han impuesto planes de austeridad que provocan un gran sufrimiento social, la pérdida acelerada de derechos e incluso el ascenso de partidos neonazis.

En 2012 el paro aumentó en dos millones de personas en toda Europa, el desempleo de alta duración ha pasado de ser el 33% del total en 2009 al 42,5% el pasado año, el número de personas en riesgo de pobreza aumenta sin cesar, y también la mortalidad, los suicidios y otros indicadores del malestar causados por los recortes de gasto social.

Para colmo, se trata de un sufrimiento en vano porque la austeridad empeora la situación económica (la zona euro está de nuevo en recesión) e incluso resulta ineficaz para frenar el crecimiento de la deuda. Algo natural y previsible porque va en contra del sentido más elemental de las cosas y de lo que enseña la teoría económica básica: cuando falta demanda hay que aumentar el gasto, y lo que conviene hacer cuando se está endeudado es generar ingresos para pagar la deuda y no bloquear las fuentes que pueden proporcionarlos.

Para poder justificar una respuesta tan torpe, solo explicada por una impresionante ceguera ideológica y por lo bien que viene a los bancos privados seguir prestando a los Gobiernos, se hace comulgar con ruedas de molino a la ciudadanía europea.

Se nos repite hasta la saciedad que hay que recortar porque los Gobiernos son unos manirrotos que gastan demasiado en servicios públicos. Y a base de pregonar que hay demasiados funcionarios, que las comunidades autónomas despilfarran o que los investigadores, maestros y profesores trabajamos poco y que sobramos la mitad, la gente termina por creérselo, entre otras cosas, porque los medios de comunicación (incluidos los públicos) apenas dan cabida a las voces disidentes que podrían mostrar que la causa de los males de Europa es otra muy distinta.

Así es. Los hechos son claros. En 2011 (último año disponible en la estadística oficial europea), los 17 países de la eurozona pagaron un total de 286.238 millones de euros en intereses, el 3% de su PIB.

Si no hubieran tenido que hacer frente a esta factura tan abultada (que desde 1995 suma un total de 5,48 billones de euros), ningún país europeo habría tenido que hacer recortes significativos, ni habría vuelto a la recesión por su culpa. El Gobierno español, por ejemplo, ha previsto recortes por valor de 39.000 millones de euros en 2013, y al mismo tiempo ha presupuestado 38.589,55 millones para pagar intereses. Lo comido por lo servido.

Esto se podría haber evitado simplemente haciendo que el Banco Central Europeo actuase como un auténtico banco central, prestando directamente a los Gobiernos y no a los bancos privados para que estos hagan el negocio del milenio financiándolos.

De nuevo el caso español es bien claro. Si los saldos presupuestarios negativos del sector público desde 1989 se hubieran financiado al 1% por un banco central auténtico, nuestra deuda soberana sería ahora de algo menos del 15% del PIB y no de casi el 90% que vamos a superar este año. Por tanto, es completamente falso afirmar que tenemos mucha deuda pública porque tengamos demasiado gasto público corriente. Los cierto es todo lo contrario: estamos por debajo del gasto público y social que nuestros socios más avanzados realizan para ayudar a que sus empresas sean más competitivas que las nuestras y creen más empleo, y para disfrutar de más bienestar que nosotros. Lo que no quita, por supuesto, que haya que gastar mejor y sin la corrupción que han generado y de la que se benefician, precisamente, los mismos que han promovido el sistema institucional que genera la deuda por intereses.

Los países europeos tienen una losa tremenda sobre sus espaldas. Pero es un gran engaño decir que proviene de un exceso de sector público o de bienestar social y que, por tanto, es ahí donde hay que recortar. Es la consecuencia del privilegio inaudito e injustificado de la banca privada, y es eso con lo que hay que acabar si queremos quitárnosla de encima. Artículo publicado en El País