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domingo, 4 de agosto de 2013

Divertirse es re-crearse. El juego es fundamental para el aprendizaje y la empatía

Si somos capaces de recuperarlo, encontraremos el camino del desarrollo personal y el bienestar emocional

Hasta hace muy poco, un adulto con tendencia a tomarse las cosas como cuando nos divertíamos de niños estaba mal visto, siendo acusado de irresponsable e inmaduro. Las cosas han cambiado. Los estudios científicos avalan las propiedades de las actividades lúdicas y su repercusión positiva en el desarrollo personal, tanto a nivel emocional como creativo. Incluso se ha acuñado el término “déficit de juego” para aquellas personas que debido a las rutinas, las responsabilidades y el ambiente laboral sufren por no poder jugar sin otra finalidad que la diversión. Esta actitud es la manera más eficaz de combatir el estrés, de entrar en armonía con nosotros mismos y de liberarnos de las tensiones, dejando lugar a la recreación. Y es que hacerlo es re-crearse, es decir, evolucionar y recargarse de energía.

Pero no solo se han detectado estos efectos positivos en las personas, también se han estudiado los beneficios en las empresas que lo incluyen como parte de sus políticas. Hoy día, las empresas modernas y adaptadas a la competitividad del mercado saben de la importancia de generar un ambiente de trabajo que no esté reñido con la diversión y el entretenimiento. Conseguirlo es poder contar con una plantilla motivada, inspirada y capaz de generar ideas que aporten la innovación y la creatividad.

Todos sabemos jugar porque todos hemos crecido haciéndolo. El secreto está en recordar de qué manera lo hacíamos; dejarse y abandonarse a una actividad que no tenga otra finalidad que la actividad misma. Hagamos la prueba. Levantemos por un momento la mirada de este artículo y busquemos a nuestro alrededor un objeto que empieza, por ejemplo, por la letra P. Sin más. Solo eso.

El sabio no compite, por eso no puede ser vencido”
(Proverbio taoísta)
Bien. Aquellos que se hayan sumado al pequeño juego verán que no les ha llevado más de medio minuto encontrar la solución, y sin embargo, en ese breve espacio de tiempo han pasado cosas maravillosas: Hemos superado la vergüenza que nos produce jugar a algo tan infantil, rompiendo la barrera que nos separa del niño que llevamos dentro y del que aún tenemos muchas cosas que aprender. Incluso hemos empezado a hacerlo con media sonrisa de satisfacción en los labios.

Nos hemos conectado con el entorno de una manera nueva y creativa. Incluso puede que nos hayamos fijado en objetos que de otra manera hubieran pasado inadvertidos.

Hemos enfocado nuestra atención para descubrir qué hay a nuestro alrededor que empiece con la P.

Hemos usado el pensamiento lógico tratando simplemente de nombrar las cosas que nos rodean.

Si el pensamiento lógico no ha dado resultado, habremos pasado al pensamiento lateral. Es decir, tal vez hemos visto un balón de fútbol y lo hemos descartado, pero tal vez luego nos hemos dado cuenta de que al balón también se le llama pelota. Pensamiento lateral en todo su esplendor.

Hemos sentido la satisfacción de haber resuelto el pequeño desafío, lo que nos ha producido, aunque sea fugazmente, un placer infantil indescriptible.

Todas estas cosas han sucedido en menos de medio minuto con un entretenimiento de lo más simple. No hemos competido contra nadie. Por un instante, hemos jugado, nos hemos re-creado. Imaginemos si llevamos esta actitud a todos los ámbitos de nuestra vida…

Podemos estar corriendo el maratón de Nueva York y estar divirtiéndonos, disfrutando alegremente del ambiente y de la autosuperación. Pero también podemos sufrir por ver cómo nos adelantan otros corredores. Nos podemos tomar el maratón como un divertimento o como una competición. Y es que jugar no es una actividad concreta, es una actitud.

Stuart Brown y Christopher Vaughan en su libro ¡A jugar! definen el juego como aquello que hacemos para divertirnos de forma voluntaria. Es agradable por sí mismo, y entretenido y absorbente. Nos ayuda a improvisar, porque dentro de sus parámetros se producen siempre situaciones inesperadas que nos desafían. Además, es algo que deseamos siempre, debido al placer que nos produce. A los aficionados a los maratones les gusta participar en ellos. Simplemente. No hay más explicación que esa. Nosotros podemos tomarnos cualquier actividad de la vida con la actitud del juego o con la de la pugna. Paradójicamente, seremos mucho más competitivos si en lugar de combatir nos divertimos.

Brown y Vaughan nos explican el proceso que seguimos durante el juego, descrito por Scott Eberle, historiador de esta materia:

Anticipación, espera ansiosa, preguntándonos qué ocurrirá, llenos de curiosidad. Sorpresa ante un descubrimiento, una nueva sensación o idea, o un cambio de perspectiva. Placer ante una nueva situación que nos abre nuevas posibilidades en el esquema del juego. Comprensión en la adquisición de un nuevo conocimiento de una nueva faceta que tal vez desconocíamos. Fuerza como la reconfortante sensación de haber superado el desafío o habernos enfrentado a él. Estos pasos hacen que una actitud de juego ante cualquier actividad de la vida nos produzca un placer y un bienestar muy superior, ya sea en nuestro trabajo, ya sea en una salida con nuestra pareja o un domingo de lluvia con nuestros hijos.

Si buscamos en Internet “oficinas google suiza”, veremos unas fotografías espectaculares y nos preguntaremos si se trata de un lugar de trabajo o de un parque infantil. ¡Hasta veremos un tobogán! ¡Y unas hamacas! Sí, efectivamente, en las oficinas de Google en Suiza hay toboganes, hamacas, billares y acuario. Todo para crear un espacio que invite a la creatividad y a la innovación.

Desde sus inicios, la empresa más famosa de la Red ha impulsado un ambiente de juego en todas sus sedes, llevándolo hasta las últimas consecuencias, como por ejemplo permitir a sus trabajadores que dediquen un 20% de su tiempo laboral a actividades que les diviertan y les motiven, tengan o no tengan que ver con su trabajo. La apuesta les ha salido redonda, y rentable. Y es que, por ejemplo, el popular Google Maps nació de un trabajador que invirtió ese tiempo de recreo, de re-creación, en crear esta tecnología.

domingo, 21 de marzo de 2010

Sobre la Felicidad. Momentos.

...Una pequeña estación de ferrocarril, mesas cubiertas de hule en el andén, bajo un emparrado. El silbido del tren, las niñas que llevaban sandalias de colores y calcetines blancos. Los buñuelos de Cuaresma, recién horneados.
El perfume del horno me acerca a otro momento... Huelo aquel pan, veo aquellos pinos, disfruto del esplendor turquesa del Mediterráneo todavía inviolado. Escucho a los inteligentes, abrazo con ternura, pétalo a pétalo descubro a los amigos. Todos esos momentos, y algunos que sucedieron anteayer –una sobremesa larga y bien conversada, el calor de un vaso de vino, las confidencias– y otros que están por suceder son, ni más ni menos, la vida. Ese río que nos trae.

De modo que los recojo para saber por qué he llegado hasta aquí y a qué y a quién debo dar las gracias, y esos momentos se acumulan en mi regazo y acarician mi corazón. Les pido a ustedes una promesa, a ustedes, que son uno de mis mejores momentos, y que me escuchan cuando les hablo a media voz. Les ruego que vivan sus días sin dejar que las horas pisoteen sus momentos. Porque eso es todo lo que nos vamos a llevar. ¿Recuerdan la foto de satélite que se publicó hace poco, aquella en que desde muy lejos, en el universo, se distinguen claramente las pirámides?

Pues eso. Así vemos desde la vejez las cúspides que dieron sentido a nuestras vidas. No son de oro y piedras preciosas, sino de algo infinitamente mejor. Son de tiempo. Del tiempo que usamos bien y en que fuimos bien usados. Tiempo breve, fugaz, tiempo deslumbrante de lucidez, belleza y felicidad. (Rosa Montero, seguir aquí. "Momentos" El País Semanal 21/03/2010)

Otra visión de la Felicidad más pragmática. (¿Una demostración de que lo vanal no sirve para casi nada?)

Un estudio encontró que las conversaciones profundas hacen que la gente sea más feliz que con las charlas triviales. Tiempo ¿Serías más feliz si dedica más tiempo a discutir el estado del mundo y el sentido de la vida - y menos hablar del tiempo?

Puede sonar contradictorio, pero las personas que emplean más su tiempo del día con debates profundos y menos tiempo en participar en la conversaciones o charlas sobre pequeñas cosas parecen ser más felices, dijo Matthias Mehl, psicólogo de la Universidad de Arizona, que publicó un estudio sobre el tema.

“Encontramos esto tan interesante, porque podría haber ido en sentido contrario - podría haber sido, “No te preocupes, sé feliz” - mientras usted navega en el nivel superficial de la vida eres feliz, y si hablas sobre la profundidad existencial serás infeliz”, dijo el Dr. Mehl.

Sin embargo, propuso, la conversación profunda parecía ser la clave de la felicidad por dos razones principales: una porque conduce a los seres humanos a buscar y crear significado en sus vidas, y segundo, debido a que somos animales sociales que desean y necesitan comunicarse con otras personas.

“Al participar en conversaciones significativas, se las arreglan para imponer sentido en un mundo de otro modo bastante caótico”, dijo el Dr. Mehl. “Y las relaciones interpersonales, le ayudan a usted a encontrar este sentido, y nos vinculamos con nuestras parejas interactuando de forma profunda, y sabemos que la relación interpersonal y la integración es la base fundamental de la felicidad".
El estudio del Dr. Mehl es pequeño y no prueba una relación causa-efecto entre el tipo de conversaciones que uno tiene y la felicidad. Pero eso será el siguiente paso previsto, cuando se propone a la gente que aumenten el número de conversaciones sustantivas que tienen cada día y recorten las pequeñas charlas triviales, y viceversa.

El estudio, publicado en la revista Psychological Science, participaron 79 estudiantes de la universidad - 32 hombres y 47 mujeres - que accedieron a llevar un grabador activado electrónicamente con un micrófono en la solapa que registraron 30 fragmentos de segundos de conversación cada 12,5 minutos durante cuatro días, la creación de lo que el Dr. Mehl llama “un diario acústico de sus días”.

Investigaron, entonces, a través de las cintas y se clasificaron los fragmentos de la conversación, ya sea como pequeña charla sobre el tiempo o de haber visto un programa de televisión, y hablar más a fondo sobre temas de actualidad, filosofía, la diferencia entre religiones o el papel de la educación.
La persona más feliz tenía un 45,9 por ciento de las conversaciones del día profundas, de fondo, mientras que sólo el 21,8 por ciento de las conversaciones de la persona más infeliz eran de fondo.
A continuación, el Dr. Mehl quiere ver si la gente realmente puede hacerse más feliz por tener conversaciones más sustantivas.

“No es tan fácil como tomar una pastilla una vez al día”, dijo el Dr. Mehl. “Pero esto siempre me ha intrigado. ¿Podemos hacer que la gente sea más feliz, pidiéndoles que, para los próximos cinco días, tengan una conversación a fondo extra cada día?” (NYT, 17-3-10 seguir aquí)

"Momentos" es también el nuevo disco que Dulce Pontes sacará el próximo 23 de marzo y se puede oir aquí en su Web.

domingo, 10 de enero de 2010

¿Qué necesito de los demás para ser feliz? amor, pérdida y duelo.

La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cariño y apoyo, pero también de problemas. Para mejorar nuestros vínculos afectivos hemos de empezar por cuidar nuestra relación con nosotros mismos.
Segunda entrega de esta serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.

Teresa Casas "No poder tener hijos ha sido una lección de amor incondicional" 35 años. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre.

Elma Roura "Mi madre ha sido mi gran maestra en el arte de vivir" 25 años. Vive en pareja. Terapeuta y fundadora del centro Desarrolla-te. El detonante de su fortalecimiento personal fue el sufrimiento derivado de la relación con su madre.

Carlos Ocho "El amor llena de dicha al que ama y no tanto al amado" 28 años. Soltero, con pareja. 'Product manager' de la escuela de negocios EADA. El detonante de su fortalecimiento fue una ruptura de pareja que le desgarró por dentro.

Nuria Chiva "Lo que buscaba en los demás era lo que no me daba a mí misma" 27 años. Vive en pareja. Educadora social. El detonante de su fortalecimiento fue una depresión, en la que cayó por olvidarse de sí misma.

Gisèle Rottier "La muerte de mi hijo me hizo despertar a la vida" 55 años. Divorciada y con tres hijos. Empresaria. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de su hijo Víctor.

Aunque cada proceso de duelo es diferente, la reconocida psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1924-2004), autora de La muerte: un amanecer, estableció cinco fases que atravesamos al sufrir una pérdida:

1. Negación:
Negamos lo que nos ha sucedido, pues no somos capaces de asumir las consecuencias que implica la muerte del ser querido.

2. Ira:
Adoptamos el rol de víctima, sintiendo ansiedad, irritación y enfado, y buscando culpables con quienes canalizar nuestro malestar.

3. Lucha:
Intentamos cambiar lo que ha sucedido, negociando con los demás e incluso con la vida la posibilidad de recuperar al ser querido.

4. Tristeza:
Al empezar a reconocer la realidad de la situación, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados, lo que puede hundirnos en la depresión.

5. Aceptación:
Finalmente asumimos y aceptamos la pérdida, recuperando la normalidad de nuestra vida, pero con un nuevo nivel de comprensión, madurez y consciencia.

Rafael de la Fuente Labori, 22 años. Soltero, con pareja. Estudia ADE y Derecho, y realiza prácticas en una empresa. El detonante de su fortalecimiento fue la temprana muerte de su padre. "Perder a mi padre me hizo madurar y valorar a mi familia".

Para evitar las emociones negativas desde el inicio, "podemos aprender a aceptar las cosas tal como nos vienen, y a los demás, tal como son".

Aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que ha pasado o se ha dicho de nosotros. Ni siquiera tolerarlo o resignarse.

"Aceptar significa no reaccionar mecánica e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud y conducta en cada momento y frente a cualquier persona", concluye esta terapeuta.

Nadie dijo que vivir fuera un asunto fácil. Y mucho menos cuando la vida consiste en relacionarse con los demás. Diariamente. Dado que no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, sí tenemos la opción de modificar nuestra actitud, de reinterpretar ciertos acontecimientos adversos y dolorosos de una forma más sabia y objetiva, dejando en nuestro corazón un poso de paz.

Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuestión de entrenamiento y compromiso. Y de cambiar el foco de atención, dejando de señalar a los demás, para empezar a mirarse a uno mismo.

Tal como dijo el sabio Darío Lostado:
"Si no te conoces tú, ¿quién te conocerá?
Si no te conoces a ti, ¿a quién conocerás?
Si no te aceptas tú, ¿quién te aceptará?
Si no te aceptas a ti, ¿a quién aceptarás?
Si no te amas tú, ¿quién te amará?
Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?"
10/01/2010.

Si deseas seguir leyendo el excelente reportaje, segundo de la serie aquí tienes el enlace a "El País".

Aquí los otros reportajes: 1. ¿Quién manda en mi vida? 3. Qué me aporta mi trabajo actual.

miércoles, 8 de abril de 2009

Resiliencia

"Habrá un momento político para luchar contra los crímenes de guerra, un momento filosófico para criticar las teorías que preparan esos crímenes, un momento técnico para repara esas heridas y un momento resiliente para retomar el curso de nuestra existencia" .
Boris Cyrulnik. Resilencia.

Una entrevista a Stefan Vanistendael, psicólogo, referente por sus teorías sobre la resiliencia o resilencia. Deseo que os guste. Me quedo con la frase de que "el humor constructivo nos abre la inteligencia".
"Queremos ser admirados más que amados, qué error"
IMA SANCHÍS - 16/12/2008

57 años. Nací en Holanda, soy belga, y vivo en Suiza con una inglesa. Sin hijos, lástima. Sociólogo, jefe de investigación en la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), en Ginebra. La crítica con humor es necesaria y la espiritualidad cristiana una buena guía ética. (Lo que para mi es discutible que siempre lo sea, al menos en las versiones que observamos. No siempre las religiones son fuentes de buenas éticas)

¿Qué tenemos cuando ya no nos queda nada?
La capacidad de crecer a través de grandes dificultades, la resiliencia. Lo que da sentido a nuestra vida son esas pequeñas cosas que nos conectan con la vida: la amistad, la pareja, los hijos...
Eso no son pequeñas cosas.

Tener responsabilidad por otro, aunque sea un gato, es suficiente. Pero se trata de vivir conectado positivamente. Y la belleza (la naturaleza o el arte) y el humor me parecen dos maneras de conectarse con la vida muy poderosa. El humor es el último tesoro, en situaciones difíciles, como dictaduras, la gente desarrolla un humor muy agudo.

A veces sarcasmo.
El sarcasmo es dañino para el que lo practica y para quienes lo sufren. Pero el humor constructivo nos abre la inteligencia.

¿Y cómo nace el humor?
En la infancia deriva de una aplicación estricta de la lógica, y me parece delicioso. Los adultos creemos que somos los más capaces de pensar lógicamente, pero no es cierto, nos lo impiden los filtros, las normas sociales y nuestra experiencia de vida. En cambio los argumentos lógicos aunque inocentes de un niño son demoledores.

Póngame un ejemplo.
"¿Qué quieres para Navidad?", pregunta el papá. "Un Tampax, porque con él puedo montar a caballo, nadar e ir en bicicleta".

¿Por qué nos reímos tan poco?
Porque todo funciona muy bien en la vida cotidiana, el humor viene cuando algo no funciona bien, y gracias a él no se pierde la confianza. Cuando la madre esconde su cara tras las manos, el bebé pasa de la angustia a la sorpresa de volver a recuperarla y lo hace a través del humor.

El humor, ¿un mecanismo de defensa?
Es mucho más que eso, nos ayuda a ajustar situaciones que nos desorientan. Un señor muy viejo me dijo: "Tengo un gran problema que no puedo resolver, pero comparado con la inmensidad de la vida es pequeño".

Eso es un acto de realismo.
Sí, nos permite redescubrir una perspectiva más amplia. Nos da ese equilibrio esencial entre el ideal y la realidad. Queremos ser más guapos e inteligentes, pero somos lo que somos, ese es el mensaje del humor.

¿El humor se puede enseñar?
Se aprende viviendo, pero uno se puede esforzar. Sabemos que la lógica extrema tiene un efecto humorístico, recuperarla puede crear bastantes situaciones oxigenantes. La risa es un indicador de salud mental.

¿Cómo trabajar el humor con niños?
Se debe permitir, establecer un clima en el que pueda fluir. El humor necesita confianza para que no se convierta en sarcasmo y algunas normas como que no te puedes reír de los otros, sino con los otros. Y no olvidar nunca que no te puedes tomar en serio a alguien que no tiene sentido del humor.

Humor y belleza son sus caballos de batalla...
Sí, y a menudo cuando la gente quiere ser seria pierde estas dos cualidades imprescindibles. En una ocasión un preso me invitó a dar una conferencia en una prisión francesa. En la mesa el preso puso un enorme ramo de flores, me sorprendió en una cárcel. Al terminar la conferencia dije una tontería.

¿? Le pregunté al preso qué podía hacer yo con esas flores (me iba en avión). Él me miró:
"Estaban ahí para embellecer el acto", luego las cogió y se las llevó a su celda. Aquello era toda una economía de la belleza: eran las flores de la misa que él recuperó para mi conferencia y luego para su celda.

Habla usted de humor y espiritualidad.
El juego está muy cerca del humor, es otra manera de colocarse en la vida. Con humor podemos librarnos de la obsesión de controlarlo todo. La integración de lo que no es perfecto en la vida me parece fundamental en la espiritualidad, que consiste en vivir la vida como es, con imperfecciones.

¿Qué ha aprendido usted en la vida?
Las malas intenciones existen, pero lo más común es que con buenas intenciones se haga daño a los demás. Hay que ser prudente con nuestras buenas intenciones y con nuestra buena conciencia.

Sí señor.
Bonhoeffer, gran teólogo alemán asesinado por los nazis, decía que cuando en la vida has perdido los referentes, la buena conciencia no sirve; sin embargo, la mala conciencia por lo menos te mantiene despierto. Necesitamos una trascendencia en la vida, y no estoy pensando en Dios, sino en responder a la pregunta ¿qué me hace feliz?
Igual nos ensimisma demasiado.

Curiosamente es una pregunta que se hace muy poco en trabajo social y con los niños. Es fácil de comprender y muy difícil de responder, pero es trascendental porque siempre nos invita a dar un paso más.

¿La felicidad es la capacidad de integrarlo todo?
Y la de recibir. Al principio una relación se basa en la admiración, pero llega el momento en que se descubren los puntos débiles, la fragilidad del otro y cosas peores.

O respetas o rompes.
Respetar la fragilidad del otro puede estar en el corazón de un crecimiento relacional muy positivo entre dos personas. Pero en nuestra actual sociedad hay una tendencia a eliminar la fragilidad, queremos ser admirados más que amados, y eso es un error.
(Sobre el tema también tenéis aquí, una entrevista a Anna Forés, también especialista en Resiliencia, que publicó en “El Periódico” de Cataluña, el pasado 10.12.2008). Y otra entrevista con el considerado mayor experto francés en resiliencia BORIS CYRULNIK

http://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/Resiliencia-arte-superar-adversidades_0_489601985.html